#redujo
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El gobierno de Javier Milei redujo la edad mínima para adquirir o poseer un arma a 18 años
El Gobierno redujo a 18 años le edad mínima para ser legítimo usuario de armas, según del decreto 1081/2024 publicado este martes en el Boletín Oficial. El texto modifica la reglamentación de la ley 20.429 de 1975 que había dispuesto la habilitación únicamente a partir los 21 años. Source link original
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Caio Benicio, el héroe de los apuñalamientos de Dublín: redujo al agresor mientras repartía comida
Este ciudadano brasileño dejó su país tras sufrir un accidente en su restaurante. Llegó a Irlanda para trabajar repartiendo comida en su bicicleta y ahora es el nombre propio de una historia que pone a Irlanda en el foco. Caio Benicio, el repartidor que abatió al atacante argelino de Dublín Redes sociales Borja Sánchez Irlanda, y más particularmente Dublín, quedó en shock este pasado jueves…
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#Apuñalamiento#autor Borja Sánchez#Caio Benicio#Delivery#Dublín#El Español.com#El heroe#Redujo al agresor#Repartidor de comida
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toda la gente que conozco que fuma es porque sus padres no fuman lol el que está del otro lado sabe que no es changa salir
los que tenemos padres adictos al tabaco sí que no lo tocamos ni con un palo
#aparte en uruguay es súper comun que la gente no fume porque las leyes antitabaco hace decadas son saladas#y se redujo muchisimo el consumo#en jóvenes medio que resurgio por culpa de los cigarros eléctricos
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Enzo diciendo “di ahhhh” antes de escupirte en la boca, okay, too much
Kinktober, Día 18: Spit Kink
"No contestar" es una regla que ignorás constantemente.
No importa qué tan comprensivo sea Enzo o cuánto se esfuerce para desescalar las situaciones que provocás, dándote tiempo de reflexionar o prometer enmendar tus errores, no, siempre insistís con tu mal comportamiento hasta que le resulta imposible ignorarlo. Y siempre termina de la misma manera.
-¿Me vas a pedir perdón?- pregunta mirándote fijamente. Tu mirada está cargada de furia, una furia nacida de la facilidad con la que te redujo y de la posición en la que te mantiene sin esfuerzo, pero está lejos de sentirse intimidado-. ¿No...?
La presión de sus dedos sobre tu lengua crece y la fuerza de tus manos en su muñeca, también, pero no es suficiente para forzarlo a liberarte. Él permanece inamovible, sereno, contemplando cómo tu saliva corre por el dorso de su mano, manchando también tu mentón y cayendo sobre tus muslos.
-No aprendés nunca, ¿no?
Cerrás los ojos con fuerza cuando tu garganta se contrae violentamente sobre las puntas de sus dedos. Él intenta disimular la pequeña risa de satisfacción que deja sus labios, como siempre, porque todavía cree ser bueno en fingir que odia castigarte. Perdiste la cuenta de todas las veces que dijo "Esto me duele más que a vos" mientras era portador de una erección.
Esta vez no es la excepción.
Retira sus dedos de tu boca. Estás convencida de que va a limpiarlos en tu mejilla, como suele hacer cuando quiere humillarte, pero en su lugar los lleva directamente hacia tu entrada; no hace comentarios sobre tu excitación goteando sobre la madera oscura de su escritorio, tampoco pregunta una última vez si te arrepentís, sólo llena tu interior con sus tres dedos cubiertos de tu saliva.
El sonido de tu voz rota cuando te quejás hace que su miembro palpite y esto sólo empeora cuando ve tu expresión, tu boca abierta en una mueca de dolor, un hilo de saliva cayendo y brillando con la tenue iluminación de la habitación. Es la primera vez luego de muchas horas en que parecés comprender el lugar que te corresponde y la vulnerabilidad en tu lenguaje corporal lo provoca aún más.
-Duele.
-Perdón, mi amor- susurra antes de inclinarse para besar tu frente. Tus ojos llenos de lágrimas brillan tanto o más que tus labios-. Es tu culpa...
El calor de su otra mano en tu cuello llega junto con el movimiento de sus dedos, que se deslizan entre tus estrechas y cálidas paredes con un ritmo brutal, con el sonido del constante golpe de sus estocadas -el talón de su mano resonando contra tus pliegues, en parte, y estimulando dolorosamente tu clítoris- y tu humedad haciéndote gemir y llorar por la frustración.
Tus manos duelen por la fuerza con la que te sujetás del borde del escritorio y con el correr de los minutos te resulta cada vez más difícil tener un pensamiento coherente. No estás segura del motivo, puede ser la cantidad de tiempo que pasó desde que comenzó el castigo, por la consecuente segregación de hormonas, o como un producto de la asfixia.
Levantás la mirada cuando escuchás tu nombre.
-Abrí- ordena Enzo. Endereza su postura y se inclina sobre tu rostro, observando complacido cuando por fin obedecés una orden-. Sacá la lengua y decí...
Obedecés instantáneamente y él escupe una cantidad obscena de saliva en tu boca. Normalmente es una bendición, pero hay algo en su mirada y en su postura que te hace creer que no estás cerca de librarte de esto.
-No podés tragar- alzás ambas cejas y como respuesta vuelve a escupir. Algunas gotas manchan tu mentón y tu mejilla-. Así vas a aprender a no contestarme.
#letters to enzo#deep in thought#deep answers#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader#kinktober#kinktober 2024
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Winter Falls.
Hugh Jackman x Fem!reader.
Summary: Hugh y ella son amigos desde hace un año, con una tensión subyacente entre ellos. Una salida juntos transforma su relación, llevándolos a explorar nuevos sentimientos.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, First Date, 2000s Nostalgia, Fluff and Tension {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics}.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⏱︎
El reloj en la pared marcaba las 7:20 am. Con el cabello medio seco y la camisa mal abotonada, el café en la encimera quedó olvidado. La promesa de salir temprano se desvanecía rápidamente. Tenía un plan: un atuendo decente, un desayuno tranquilo, pero el cansancio acumulado se burlaba de cualquier intento de organización.
Un suspiro salió mientras el número de Hugh aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente él ya estaba listo, probablemente en camino al trabajo, con esa actitud despreocupada que siempre resultaba irritante, aunque, de algún modo, también reconfortante. Pedirle un favor no era lo ideal, pero llegar tarde y enfrentar las miradas de reprobación de los compañeros tampoco era una opción. Con un leve tamborileo de dedos en la encimera, se marcó su número.
La llamada sonó un par de veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea, relajada y casi burlona.
—Vaya, ¿madrugando, princesa? —dijo, y se podía imaginar esa sonrisa que siempre usaba para molestar.
Se rodaron los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó. Su actitud siempre tenía el poder de aliviar un poco la tensión de las mañanas.
—¿Podrías pasarme a buscar? Estoy… un poco retrasada.
Hubo una pausa. En esos breves segundos, la duda surgió. Pero Hugh nunca dejaba colgado a nadie.
—Cinco minutos y estoy allí. —Su tono cambió, y luego añadió—: Ah, y trata de no causarme problemas tan temprano.
Un suspiro escapó, una mezcla de alivio y exasperación. El último sorbo de café se apresuró mientras se recogía el bolso. Era evidente que él haría algún comentario sobre el aspecto apresurado, pero eso ya formaba parte de su dinámica. Hugh tenía la habilidad de convertir cualquier situación en algo menos grave de lo que parecía.
Apenas terminé de poner los zapatos cuando el sonido del auto estacionándose afuera resonó. Al mirar por la ventana, allí estaba él, con gafas de sol y una expresión divertida, esperándola. Con un último respiro hondo, salió, lista para lidiar con los inevitables comentarios que vendrían en el camino.
Apurada, subí al auto y cerré la puerta con un golpe. El motor no rugió como esperaba. Miré a Hugh, que se había quedado mirando al frente con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Vamos a llegar tarde? —pregunté, tratando de contener la frustración mientras lanzaba un vistazo al reloj.
Sin embargo, en lugar de arrancar, se volvió hacia mí. La distancia entre nosotros se redujo cuando se acercó, y el corazón comenzó a latir un poco más rápido. Sin decir una palabra, tomó el cinturón de seguridad y lo pasó por mi cuerpo, asegurándolo en su lugar. Su cercanía era electrizante; podía sentir el calor que emanaba de él, y un pequeño nudo se formó en el estómago.
—Ah, ya veo. ¿Te puse nerviosa, linda? —dijo con esa voz burlona, un destello de diversión en sus ojos.
El comentario lo acompañó una sonrisa que me hizo desear poder esconderme. No sabía si quería reírme o simplemente querer que el momento se detuviera. La cercanía de Hugh siempre había tenido un efecto extraño, una mezcla de nerviosismo y emoción que nunca había experimentado con nadie más. Intenté ignorar el sonrojo que comenzaba a extenderse por mis mejillas.
—Claro que no —respondí, tratando de sonar segura, aunque la voz casi me falló. —Solo… solo apúrate y arranca.
Él se echó a reír mientras finalmente giraba la llave en el encendido, y el motor vibró a la vida. Con una última mirada hacia mí, puso el auto en marcha. El trayecto hacia el trabajo había comenzado, pero la tensión en el aire se sentía más palpable que nunca.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, robé una mirada de reojo a Hugh. Su expresión estaba concentrada en la carretera, pero había algo en su forma de manejar que me hizo pensar, aunque rápidamente traté de alejar esa idea. Era un buen amigo, y pensar en él de esa manera no era lo que debía hacer. Sin embargo, había algo en la forma en que se movía, en su confianza al volante, que lo hacía parecer... bien, por así decirlo.
—¿Tienes en mente lo que vamos a hacer hoy? —preguntó Hugh, rompiendo el silencio y sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo lo básico —respondí, tratando de mantener la voz casual. —No creo que sea un día tan complicado.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre tenía para hacerme sentir a gusto.
—Eso espero. Aunque tengo un par de ideas que podrían hacer el día un poco más divertido —dijo, levantando las cejas de forma juguetona.
No pude evitar sonreír. Esa era la parte de Hugh que siempre me hacía sentir cómoda, incluso cuando había una ligera tensión en el aire. Era como si supiera exactamente cómo hacer que el día se sintiera menos pesado.
—Bueno, solo asegúrate de que no sean ideas descabelladas. El jefe no se tomaría eso muy bien —le advertí, un tono de broma en mi voz.
Él se echó a reír, y el sonido resonó en el auto, llenando el espacio con una energía amistosa.
—Prometo que no te meteré en problemas... por ahora —dijo, guiñando un ojo mientras el semáforo cambiaba a verde.
La normalidad de la conversación me tranquilizó, aunque sabía que había algo más debajo de la superficie. Era como si la tensión que solíamos ignorar comenzara a hacerse más presente en cada pequeño intercambio. Pero por ahora, me contentaba con disfrutar de su compañía.
Al llegar a la oficina, Hugh aparcó el auto frente al edificio, y la rutina del día a día nos recibió con los brazos abiertos. Salí del vehículo y estiré los brazos, tratando de despejar la mente antes de entrar.
—¿Listos para otro emocionante día en la sala de guionistas? —bromeó Hugh, con una sonrisa amplia.
—Oh, sí, totalmente —respondí con un tono sarcástico. —No hay nada más emocionante que discutir si un personaje debe llevar sombrero o no.
Ambos reímos mientras caminábamos hacia la entrada. La oficina, decorada con afiches de películas y papeles esparcidos por todos lados, siempre había tenido un aire caótico, pero también creativo. Al abrir la puerta, el bullicio habitual de colegas hablando y riendo nos dio la bienvenida.
Tomé un respiro profundo antes de entrar y sentí cómo la energía del lugar me animaba.
—Primero café, luego guiones —declaró Hugh, llevándome hacia la máquina de café. —No podemos empezar el día sin nuestro combustible.
—No me obligues a recordar cómo sobrevivir sin mi dosis matutina de cafeína —dije, mientras me servía una taza. El aroma a café recién hecho me envolvió, y por un momento, todo parecía más fácil.
Mientras esperábamos, intercambiamos comentarios sobre las tramas que estábamos desarrollando y algunas anécdotas divertidas del fin de semana. Todo parecía fluir con naturalidad, sin que ninguna de las conversaciones tocara la ligera tensión que existía entre nosotros.
Finalmente, después de un rato, nos dirigimos a la sala de guionistas. Mientras nos acomodábamos en nuestras sillas, Hugh se giró hacia mí con una mirada intrigante.
—Oye, a las 8 pm te voy a pasar a buscar. Ponte linda. —dijo, su tono ligero, pero las palabras parecían cargadas de un significado que no podía ignorar.
Me quedé un momento en silencio, sorprendida. La normalidad del día se desvaneció por un instante, y todo lo que quedaba era esa invitación inesperada que llenaba el espacio entre nosotros. La idea de salir con él, de verlo vomo mi compañero de trabajo en un contexto diferente, hizo que mi corazón se acelerara, esta vez parecía algo totalmente diferente.
—¿A las 8? —repetí, tratando de sonar despreocupada, pero sabía que mi voz había traicionado mi sorpresa.
—Sí, no tienes excusas. —Hugh sonrió de una manera que me hizo cuestionar si realmente lo decía en serio o solo estaba bromeando.
Mientras continuábamos con nuestra jornada laboral, no pude evitar pensar en lo que eso significaba. La tensión que habíamos estado ignorando de repente estaba a la vista, y yo solo podía esperar que la noche revelara lo que realmente había entre nosotros.
Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me envolvió, pero mi mente seguía atrapada en la conversación de esa mañana. Me dejé caer en el sofá y saqué el teléfono, buscando el contacto de mi mejor amiga. Después de un par de tonos, su voz familiar resonó al otro lado.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó ella, con ese tono entusiasta que siempre me hacía sentir mejor.
—Hola, tengo que contarte algo —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. — Hugh... me invitó a salir esta noche.
—¿Qué? ¡Eso es genial! Ya era hora igual. —exclamó, y su entusiasmo fue contagioso.
—Sí, pero... no sé, estoy tratando de convencerme de que solo es una salida entre amigos —respondí, tratando de mantener la calma mientras me pasaba una mano por el cabello. —Llevamos trabajando juntos durante un año, y siempre ha sido amistad, pero esta salida, es diferente, ¿sabes?
—Claro, hay tensión entre ustedes. He notado cómo se miran en la oficina —dijo, y no pude evitar sonreír. —Así que, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. Por un lado, quiero ir porque ma hace sentir algo, pero también tengo miedo de que sea solo una cena entre amigos y que me haya confudido, agh—confesé, sintiendo un ligero nudo en el estómago.
—¿Y si no es solo eso? —me preguntó. —Tal vez él también siente lo mismo, pero no sabe cómo decírtelo, nadie invita a su compañera de trabajo un viernes a las 8 pm, amor.
Su comentario resonó en mi mente, y un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. La idea de que Hugh pudiera tener sentimientos más profundos era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si las cosas se volvían incómodas? ¿Y si la salida no iba como esperaba?
—No sé, tal vez debería jugarlo de manera segura —dije finalmente, tratando de convencerme. —Solo disfrutar de la cena y ver a dónde lleva la conversación.
—Eso suena a un buen plan —respondió mi amiga. —Pero recuerda, si hay algo más, no tengas miedo de explorar eso. La vida es demasiado corta para dejar pasar oportunidades.
Terminé la llamada con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con Hugh podría ser solo una salida entre amigos, pero había un trasfondo de posibilidades que no podía ignorar.
Mientras el sol se ponía, me apresuré a prepararme. No quería verme como si hubiera salido de una revista, pero tampoco quería parecer descuidada. Opté por un vestido azul que resaltaba mis curvas de manera sutil, algo que me hacía sentir cómoda y segura. Me eché un vistazo rápido al espejo, dándome cuenta de que me veía bien, y eso me ayudó a calmar un poco los nervios.
Justo cuando estaba terminando, el teléfono fijo sonó. Sabía que era Hugh. Contesté rápidamente, sintiendo un ligero cosquilleo de emoción.
—¿Hola? —dije, intentando sonar tranquila.
—Hey, ¿lista para la noche? —su voz sonaba juguetona.
—Casi, estoy bajando ahora —le respondí, mirando el reloj.
—Perfecto. Nos vemos en un minuto —dijo, su tono despreocupado y familiar me hizo sonreír.
Colgué y respiré hondo. La idea de salir con Hugh ya no era solo una salida entre amigos; había una tensión palpable entre nosotros que no podía ignorar. Con una última revisión al espejo, me dirigí hacia la puerta, para bajar.
Cuando lo hice, la brisa fresca de la noche me recibió como un abrazo suave. Al abrir la puerta, me sorprendí al ver que Hugh no estaba en su auto habitual, sino que se encontraba de pie en la entrada, con una sonrisa en el rostro que iluminaba la penumbra. Llevaba una camisa de botones que acentuaba su figura y unos jeans que parecían un poco más cuidados de lo habitual.
—Hola —saludé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—Hola. Te ves hermosa—dijo, su mirada recorriéndome de manera sutil, pero sincera, lo que me hizo sonrojar un poco. Su tono era tan despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo decirlo.
—Gracias, tú también... estás un poco más arreglado de lo normal —respondí, intentando mantener la conversación ligera y no dejar que mi nerviosismo se notara.
Él sonrió con complicidad y me hizo un gesto con la mano para que lo acompañara. Empezamos a caminar, el sonido de nuestros pasos resonando suavemente en la acera. Hugh caminaba con las manos en los bolsillos de sus jeans, su postura relajada, como si no hubiera nada más importante que el momento que compartíamos. La calle estaba tranquila, iluminada por las luces cálidas de las farolas, y el aire fresco hacía que el momento se sintiera especial.
—¿A dónde vamos? —pregunté, curiosa por lo que había planeado.
—Eso déjamelo a mí. No te preocupes, no te voy a defraudar —dijo con confianza, una sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
Caminamos un rato en silencio, pero la tensión entre nosotros era palpable. A veces, nuestras miradas se encontraban y rápidamente desvíaba la vista, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, y solo existiéramos él y yo, en este momento.
De repente, Hugh rompió el silencio. —¿Sabías que desde que empezamos a trabajar juntos, he estado esperando una ocasión así? —dijo, girando ligeramente la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué es eso? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada, aunque mi corazón latía más rápido.
—Porque, sinceramente, me gusta pasar tiempo contigo —respondió, su tono sincero y relajado. Su declaración me tomó por sorpresa, y no pude evitar sonreír mientras un calor agradable me envolvía.
Seguimos caminando, y mientras él hablaba, la tensión que había estado acumulándose entre nosotros se sentía como una burbuja lista para estallar. Era un juego sutil de palabras y miradas, pero ambos sabíamos que algo más profundo se estaba formando entre risas y complicidad.
Después de unos minutos de caminar y charlar, llegamos a una pista de patinaje sobre hielo iluminada con luces brillantes y música suave que llenaba el aire. La vista era mágica; el hielo relucía bajo las luces, y la risa de la gente patinando creaba un ambiente animado y festivo.
—¿Patinaje sobre hielo? —pregunté, con los ojos iluminados de emoción y sorpresa.
—¿Te gusta? —me miró, sus ojos brillando con diversión.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve la oportunidad —admití, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
—Perfecto, entonces hoy es el día —dijo, con una sonrisa amplia, y se acercó a la entrada para comprar las entradas. Mientras esperaba, no podía evitar notar cómo la emoción brillaba en su rostro.
Entramos a la pista, y él se aseguró de que me pusiera los patines correctamente. Mientras me ayudaba, sus manos rozaban suavemente mis brazos, y cada contacto provocaba un escalofrío agradable.
—Listo, ahora solo tienes que seguirme —dijo, tomando mi mano de forma despreocupada mientras caminábamos hacia el hielo.
Al dar mis primeros pasos sobre el hielo, perdí el equilibrio y me tambaleé un poco. Hugh se rió suavemente y me sostuvo antes de que pudiera caer.
—Vas a tener que hacer más ejercicio para eso —bromeó, guiándome con firmeza mientras me enseñaba a deslizarme.
La música de fondo mezclada con las risas y gritos de los demás patinadores creaba un ambiente de alegría que era contagioso. Mientras patinábamos, la cercanía de su mano en la mía me hizo sentir más segura, y poco a poco, empecé a disfrutar del momento.
—Mira, no está tan mal, ¿ves? —dijo, deslizándose con facilidad y gracia por el hielo, mientras yo trataba de imitarlo.
—Sí, claro, porque tú eres un experto —respondí, riendo mientras me esforzaba por mantener el equilibrio.
Él se detuvo frente a mí, mirándome con una sonrisa traviesa. —Dame la mano, vamos a intentarlo juntos —dijo, y, sin pensarlo, extendí la mano hacia él.
Juntos, comenzamos a deslizarnos, y la risa llenó el aire mientras tratábamos de mantenernos en pie. La tensión entre nosotros se sentía cada vez más cómoda, cada momento se cargaba de una complicidad que parecía florecer a medida que avanzábamos.
—Este es un buen comienzo para una cita, ¿no crees? —dijo Hugh, mirándome de reojo mientras patinábamos.
—¿Una cita? —repetí, sorprendida pero divertida.
—Solo estoy diciendo que podríamos hacer esto más a menudo —respondió, y en ese instante su mirada se detuvo en mí, el ambiente se volvió más íntimo.
Mientras patinábamos, me sentía cada vez más segura, pero justo cuando comenzaba a disfrutar plenamente, perdí el equilibrio y empecé a tambalearme hacia un lado. El hielo se volvió traicionero bajo mis pies, y antes de que pudiera reaccionar, me vi girando sin control, preparándome para caer.
De repente, sentí una mano firme en mi cintura. —Te tengo —dijo Hugh, con una sonrisa que mezclaba diversión y tranquilidad mientras me estabilizaba.
—Gracias, me salvaste de hacer el ridículo —reí suavemente, sintiendo la cercanía entre nosotros.
Él sonrió, esa calidez que siempre me hacía bajar la guardia iluminaba su rostro. —No te preocupes, es mi trabajo asegurarme que no caigas... y si caes, que sea por mí —añadió, guiñándome un ojo con un toque de nerviosismo que me hizo sonreír aún más.
Antes de que pudiera responder, un niño pasó a nuestro lado rozando sin querer a Hugh, lo que hizo que ambos perdiéramos la poca estabilidad que habíamos recuperado. Nos desplomamos torpemente en el frío y húmedo hielo.
—Parece que el primero en caer no fui yo —comenté, soltando una risa leve por la situación.
Hugh rió también, y luego su mirada se fijó en mí, notando algo en mi mejilla. Con un gesto suave, se acercó y quitó una pizca de nieve que se había quedado pegada. —Tienes un poco de nieve aquí —dijo, pero en su mirada había algo más que diversión.
El momento se volvió extraño, como si el tiempo se detuviera entre nosotros. Mis mejillas ardían con su cercanía y el toque de sus dedos. Ambos nos incorporamos después, algo nerviosos, ignorando la tensión que parecía envolvernos.
—Bueno, ¿quieres seguir patinando? —preguntó él, su sonrisa todavía en su rostro.
—En realidad, prefiero que no. Tengo un plan perfecto para continuar la noche —le respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. —¿Qué te parece si dejamos el hielo por ahora y hacemos algo diferente?
Hugh levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y cuál es ese plan? Me tienes con curiosidad —dijo, con esa sonrisa juguetona que conocía tan bien.
—Déjame sorprenderte —dije, tirando suavemente de su mano hacia la salida de la pista. —Confía en mí.
Nos reímos mientras salíamos del hielo y nos dirigimos a la entrada para quitarnos los patines y devolver lo que habíamos rentado. Lo que fuera que ocurriera después, sabía que la noche estaba lejos de terminar.
Mientras caminábamos de regreso, el aire frío de la noche contrastaba con el calor que aún sentía después de patinar. Hugh y yo avanzábamos en silencio, pero no era incómodo, al contrario, había algo en esa calma que me hacía disfrutar cada paso. Nuestras manos iban balanceándose a los lados, rozándose de vez en cuando, como si algo nos empujara a tomarnos de las manos, pero ninguno se atrevía a dar ese paso.
Cada pequeño roce me hacía consciente de su presencia de una forma que normalmente no permitía. Era como si el simple contacto de nuestras manos fuera suficiente para hacer que mi pulso se acelerara un poco más. No podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo, si cada vez que nuestras manos se tocaban, ese pequeño cosquilleo también lo recorría a él.
Miré de reojo, observando su perfil mientras caminábamos. Hugh tenía las manos ligeramente abiertas, como si estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero algo lo detenía, o tal vez estaba esperando a que yo lo hiciera. El pensamiento de entrelazar mis dedos con los suyos era tentador, pero, al mismo tiempo, intimidante.
—¿Te cansaste de patinar? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cómplice.
—No tanto como pensé, la verdad, fue divertido, me gustó mucho—respondí con una ligera risa, tratando de ignorar el hecho de que nuestras manos volvían a rozarse por un segundo más largo. Sentía que el simple hecho de no apartarla lo decía todo.
Seguimos caminando sin prisa, y el silencio volvió a instalarse entre nosotros, aunque esa energía entre ambos seguía ahí, suspendida en el aire frío de la noche. ¿Acaso él también estaba pensando en dar ese paso? O tal vez simplemente esperaba a ver si yo lo hacía primero.
Finalmente, me armé de valor, o al menos lo intenté. Mi mano dejó de balancearse tanto, acercándose más a la suya, pero en el último segundo, justo cuando estuve a punto de hacerlo, sentí cómo su mano se retiraba un poco, ajustándose el abrigo.
Me reí internamente, aliviada y frustrada a partes iguales. Claramente, no era tan fácil como parecía.
Después de un rato caminando en silencio, la ciudad nocturna empezaba a adquirir un ambiente más acogedor bajo las luces tenues de las calles. Las manos de ambos aún rozaban de vez en cuando, pero ahora, en lugar de centrarse en eso, se me vino a la mente un pequeño lugar no muy lejos de allí, uno que solía visitar cuando era niña, que era perfecto para la ocasion.
—¿Conoces el mejor chocolate de aqui, que está a unas cuadras? —pregunté, rompiendo la calma mientras nos acercábamos a la esquina.
Hugh me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—No, no creo haber estado por aquí muchas veces y nunca tome chocolate —admitió, levantando una ceja. —¿Por qué?
—Es uno de esos lugares que guardan historias —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios. —Solía ir allí de pequeña con mi familia, especialmente en noches frías como esta. Sirven el mejor chocolate caliente de la ciudad, o al menos eso pensaba cuando era niña.
Él sonrió ante mi entusiasmo, asintiendo lentamente. —Entonces, ¿me estás invitando a tu lugar secreto? —preguntó, en tono juguetón.
—Bueno, no tan secreto, pero sí muy especial para mí, no puedo creer que no hayas probado el chocolate —respondí, sin poder evitar notar lo cálido que se sentía hablar de algo tan personal.
— y yo no puedo creer que no hayas patinado antes.— me contratacó sonando dulce pero sarcástico a la vez lo cual me hizo soltar una risa suave. —pero suena perfecto, confío en ti —dijo, mientras ajustaba el ritmo de sus pasos para seguirme.
Caminamos juntos hasta la cafetería, una pequeña joya escondida entre edificios más modernos, con luces amarillentas que hacían que se viera como un refugio acogedor en medio de la noche fría. Al entrar, el cálido aroma a cacao y pasteles recién horneados nos envolvió de inmediato. Todo en ese lugar se sentía exactamente igual que cuando era pequeña, desde las mesas de madera gastadas hasta la campanilla que sonaba al abrir la puerta.
Nos sentamos en una de las mesas junto a la ventana, y sin pensarlo dos veces, pedí el clásico chocolate caliente. Hugh me siguió el juego, observando con una mezcla de curiosidad y diversión mientras me perdía en mis recuerdos.
—Así que este es tu refugio —comentó Hugh, mientras la mesera dejaba frente a nosotros dos tazas humeantes y llenas de crema batida en la parte superior. —Tiene ese aire nostálgico.
—Sí, no ha cambiado mucho desde la última vez que vine —admití, sintiendo cómo una parte de mí volvía a ese tiempo de niñez en el que todo parecía más simple.
Tomé un sorbo, el sabor cálido y dulce inundó mis sentidos, haciéndome cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abrí, Hugh estaba mirándome con una sonrisa suave.
—¿Qué? —le pregunté, sintiendo que el rubor subía ligeramente por mis mejillas.
—Nada, solo... te ves bien cuando estás feliz —respondió con una sinceridad inesperada, y aunque su tono tenía esa actitud despreocupada, había algo más profundo detrás de sus palabras.
El momento se quedó suspendido, y aunque el chocolate caliente estaba ahí para distraerme, no pude evitar sentir cómo esa tensión entre nosotros, la que había estado presente durante meses, se hacía un poco más evidente.
Mientras tomaba otro sorbo de mi chocolate, observé de reojo cómo Hugh se llevaba la taza a los labios. Fue un segundo después, cuando la taza ya estaba en la mesa, que noté algo que me hizo sonreír.
—¿Qué pasa? —preguntó él, levantando una ceja al ver mi expresión.
—Nada, es solo que... —No pude evitar soltar una pequeña risa, inclinándome hacia él mientras le señalaba la parte superior de su labio. —Tienes un poco de crema... justo aquí —dije, haciendo un gesto alrededor de mi propio labio para que lo entendiera.
Hugh frunció el ceño, confuso al principio, y luego, al darse cuenta de lo que había pasado, se pasó la mano rápidamente por la boca.
—¿Ya? —preguntó, pero todavía quedaba un rastro blanco en su labio superior.
Negué con la cabeza, riéndome un poco más. —No, todavía no —dije, alargando la mano para señalarle el punto exacto.
Él me miró, mitad avergonzado y mitad divertido, antes de intentarlo de nuevo. —¿Y ahora?
Suspiré, divertida. —A ver... no, no, déjame —dije finalmente, acercándome y, con una leve sonrisa, pasé mi pulgar suavemente por la zona afectada, limpiando los restos de crema batida. La cercanía entre nosotros me hizo sentir un ligero cosquilleo en el estómago, pero me obligué a mantener la calma.
—Gracias, supongo que ahora sí me salvaste a mí del ridículo —bromeó él, con una sonrisa encantadora que me desarmó un poco.
—Es lo justo, ¿no? —respondí, recuperando mi mano con una risa suave.
El ambiente volvió a relajarse después de ese momento, pero la tensión no desaparecía del todo. Seguía ahí, flotando en el aire, en esos pequeños momentos en que nuestras miradas se cruzaban, en la forma en que nuestras conversaciones parecían deslizarse entre lo cómodo y lo cargado de significado.
Después de terminar nuestros chocolates y dejar algunas monedas sobre la mesa, nos levantamos y salimos de la cafetería. El aire nocturno estaba fresco, pero no incómodamente frío. Mientras caminábamos, nuestras manos continuaban balanceándose levemente a los lados, rozándose de vez en cuando, pero ninguno hacía el primer movimiento para entrelazarlas.
Conversamos sobre cosas triviales, historias del trabajo, alguna que otra broma, y de repente me di cuenta de que habíamos tomado un rumbo conocido. Levanté la vista y me sorprendí al ver que estábamos justo frente a mi edificio.
—Bueno... —dije, deteniéndome en la entrada de mi casa. —Parece que llegamos.
Hugh se detuvo también, levantando una ceja al ver dónde estábamos. —Vaya, el tiempo pasó rápido —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y acercándose un paso más, pero sin invadir mi espacio personal. —No me di cuenta de que estábamos caminando hacia acá.
Solté una risa suave. —Sí, yo tampoco...
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos bajo las luces de la calle. Sentía que había algo más que ninguno de los dos estaba diciendo, algo que flotaba en el aire entre nosotros, pero también algo que no queríamos apresurar.
—Bueno, entonces... —Hugh rompió el silencio, pero sus palabras parecían colgar en el aire sin una dirección clara.
—Sí, bueno... —me mordí el labio, sintiendo ese nerviosismo que solía ocultar tan bien a su alrededor, pero que ahora me parecía imposible de ignorar.
Nos quedamos así, de pie, casi riendo por lo incómodo y emocionante que se sentía el momento, como si ambos supiéramos que esa noche había sido diferente, pero ninguno supiera cómo terminarla.
Hugh rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una leve sonrisa en los labios. —La verdad, la pasé muy bien esta noche... —Su tono era más bajo, casi susurrante. Entonces, agregó—: Y, por cierto... te ves muy linda esta noche.
Sentí cómo mi corazón dio un pequeño salto, y no pude evitar sonreír ante el comentario. Era esa manera suya, siempre lanzando algo sutil pero directo, dejándome en ese limbo de no saber si bromeaba o si hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —respondí, levantando una ceja, intentando mantener la calma mientras me mordía ligeramente el labio. —Entonces, ¿al final sí era una cita?
Hugh soltó una risa suave y se acercó un poco más, aunque manteniendo las manos en sus bolsillos. —¿Qué crees tú? —preguntó, su mirada fija en la mía, dejando la pregunta flotando entre nosotros. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de desafío y diversión, me hizo sentir un leve escalofrío.
—No sé Hugh... —respondí, juguetona, ladeando un poco la cabeza y encogiéndome de hombros. — Pues pensaba que no, como no lo habias dicho...
Hugh mantuvo su mirada en la mía, y su sonrisa se tornó más suave, casi cómplice. Dio un pequeño paso hacia mí, quedando lo suficientemente cerca como para que nuestras manos se rozaran. —Pues si... —dijo en voz baja, con esa seguridad suya—. Era una cita.
Su respuesta me tomó por sorpresa, y sentí mi respiración volverse un poco más pesada al notar lo cerca que estaba. Nuestras manos seguían rozándose sutilmente, como si la energía entre nosotros nos empujara a cruzar esa línea.
Sentí cómo el calor se extendía por mis mejillas. La sinceridad en su voz, el toque sutil de nuestras manos, todo contribuía a un momento cargado de algo más que palabras.
Hugh no dejó que el momento se desvaneciera. Lentamente, deslizó su mano hasta tomar la mía con firmeza, entrelazando nuestros dedos. Ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco. Sin decir nada más, me acercó un poco más hacia él, hasta que el espacio entre nosotros se desvaneció casi por completo.
—Te ves hermosa —repitió, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que cada palabra calara profundo.
Mis ojos no se apartaron de los suyos, y aunque mi mente me gritaba que debía decir algo, hacer algo, simplemente me quedé ahí, sintiendo su mano cálida sobre la mía y cómo el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse. Las luces de la calle, el sonido distante del tráfico, todo desapareció en ese instante.
Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, y mis propios pensamientos empezaron a volverse un caos. Pero en ese caos había algo cierto: no quería que ese momento terminara.
Hugh sostuvo mi mirada por unos segundos más antes de inclinarse lentamente hacia mí. Apenas me dio tiempo de procesar lo que estaba sucediendo cuando sus labios rozaron los míos en un suave y sutil beso. No fue intenso ni apremiante, fue delicado, como si estuviera explorando la idea de lo que podría ser. Mi corazón se aceleró, y aunque el beso duró apenas un suspiro, dejó una sensación cálida que se expandió en mi pecho.
Cuando se apartó solo lo suficiente para mirarme de nuevo, una sonrisa juguetona apareció en sus labios. —No quería que esta cita terminara sin algo memorable, ¿no crees?
Mi respiración se entrecortó un poco, todavía sintiendo el cosquilleo de sus labios sobre los míos, y antes de poder decir nada, él añadió con una mirada traviesa: —Aunque, si lo prefieres, podríamos hacer esto más seguido. Solo dime cuándo.
Me quedé un segundo en silencio, tratando de procesar sus palabras y lo que acababa de pasar. Todavía sentía el calor en mis labios, y aunque mi corazón estaba latiendo a mil por hora, intenté mantener la compostura.
—¿Y si te digo que no necesito pensarlo? —le respondí, con una pequeña sonrisa, tratando de igualar su tono juguetón. Sentí que el rubor en mis mejillas se hacia mas intenso, pero no me importaba. Estaba cómoda en la cercanía entre nosotros.
Hugh soltó una risa baja, complacido con mi respuesta. Se tomó un momento para mirarme de nuevo antes de finalmente dar un paso atrás. —Entonces, lo tomaremos como un sí.
Con una última sonrisa, se giró hacia la calle. —Nos vemos mañana —dijo, mientras retrocedía unos pasos más, sus manos en los bolsillos de su abrigo. —Descansa bien, linda.
Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta, dejándome ahí, aún procesando la suavidad del beso, el calor de su cercanía, y la promesa tácita de que esto no era solo un encuentro casual.
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Si no tienes una báscula en tu casa no te preocupes, recuerda
1 CM = 0.78 KILOS
Si tu cintura, pierna o lo que sea que estés midiendo, se redujo 1 centímetro significa que bajaste 1 kilo.
Haz la cuenta cada vez que tomes tus medidas princesa ♡👸
Recuerda que te queremos, literalmente, HASTA LOS HUESOS
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Fue al tocar su mano que el mundo se redujo, y me vi atrapado en esa cercanía sin querer escapar.
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El mundial fue así una operación de ensordecimiento y cegamiento global sumamente exitosa, que nos redujo a meros oyentes y espectadores de lo que es en el fondo, una gigantesca maniobra comercial destinada a enriquecer a los mas ricos y potenciar a los mas poderosos.
"Del silencio como porvenir" Ivonne Bordelois, 2010.
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Me encantan estos dos y son dos fic especialmente que me gustan bastante. Disfruten 💖💖
°×No es mío el fic. Ya no encuentro al autor pero estoy segura estaba en AO3°×
El acicalamiento salió mal
magotres
Resumen:
Lute está acicalando las alas de Adam, pero es plenamente consciente de la forma en que su cuerpo tiembla cuando toca ciertos lugares. Y no se molesta en prestar atención a las advertencias que él le envía antes de ir demasiado lejos.
Notas:
Juro que escribiré algo con estos dos que no se convierta en obscenidad, pero hoy no es ese día. No puedo evitarlo, es muy divertido escribir sobre sexo con ellos. No he escrito tanto en años y no voy a disminuir el ritmo en el corto plazo.
Texto de trabajo:
"¡Lute!" La voz de Adam salió como un gruñido de advertencia, y miró por encima del hombro para mirarla fijamente. Actualmente estaban sentados en su cama en su dormitorio dorado, con Adam sentado frente a las almohadas y Lute detrás de él. Sus alas doradas estaban extendidas detrás de él, y Lute pasaba sus dedos por cada pluma para acicalarlas. Ella acababa de arrancar una pluma rebelde mientras también rozaba la base de una de sus alas, y él se había puesto rígido. Sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero cuando él la miró, ella le dirigió una pequeña mirada inocente.
"Sólo estoy haciendo lo que me dijo que hiciera", respondió Lute con bastante facilidad. Era sólo cuando eran ellos dos que ella mostraba una suave sonrisa, algo que no parecía demente como el que llevaba debajo de su máscara o el rostro más neutral que usaba en otros lugares. "No sé qué te tiene tan de mal humor".
"Usted sabe lo que está haciendo, teniente". La mirada de Adam se entrecerró y el uso de su título sólo hizo que su sonrisa creciera. "Vuelve al trabajo, perra".
Lute tarareó mientras continuaba moviendo sus manos a través de sus plumas, trabajando con cuidado en el ala izquierda mientras la derecha colgaba del costado de la cama. Se concentró primero en las plumas primarias, encontró algunas que arrancó con cuidado mientras masajeaba las demás, y su gran cuerpo se movió debajo de ella. Se inclinó hacia adelante y se presionó contra su espalda mientras movía sus manos hacia las plumas secundarias, y sintió un escalofrío recorrer su columna. Hubo otro gruñido de advertencia, pero ella lo ignoró y añadió otra pluma al montón junto a ella. Fue necesario esponjar un poco las plumas secundarias con la frecuencia con la que sostenía sus alas en los ángulos más extraños, por lo que les prestó especial atención.
Él se movió de nuevo y su otra ala se enderezó junto a ella. Podía escuchar su respiración entrecortada cuando sus dedos encontraron el lugar donde su ala conectaba con sus hombros una vez más, y vio debajo de sus brazos que sus manos apretaban las sábanas de su cama. Ella aprovechó eso para inclinarse hacia adelante y darle besos a lo largo de su columna.
"Lute..." La voz de Adam era ronca y se redujo a una pequeña exhalación como si estuviera tratando de resistir la tentación que ella le estaba dando. "Me juro a mí mismo que si no te detienes, mañana serás tú quien tendrá que afrontar las consecuencias".
"Mmm, ¿qué consecuencias tendría eso?" Lute ronroneó, habiéndose inclinado para mordisquearle el lóbulo de la oreja. Ella truncó la frase con sus dedos acariciando el sensible nivel secundario de plumas y masajeando la longitud del radio. Todo el tiempo sus labios dejaban chupetones a lo largo de su cuello y sus pechos desnudos presionaban contra su espalda desaliñada. Su cuerpo se movía con cada toque y su respiración se hacía cada vez más dificultosa.
Y luego pasó sus afiladas uñas por sus plumas, y eso fue todo.
Lute se enorgullecía de sus tiempos de reacción, pero cuando Adam quería moverse, realmente podía moverse. En un momento, ella estaba presionada contra su espalda, y al siguiente, sus posiciones cambiaron. Sujetó a Lute contra la cama, una de sus manos presionando fácilmente contra su pecho y un dedo contra su garganta. Debería haber entrado en pánico, dado lo peligrosa que podría ser esa posición. Y Adam parecía furioso por encima de ella, pero había más: debajo de la ira había un hambre que Lute reconoció fácilmente, y no tuvo problemas para mostrar lo que le interesaba inclinándose para reclamar su boca. Él no le dio la oportunidad de intentar tomar el control del beso, metiendo su propia lengua profundamente en su boca para trazar algo que hacía mucho tiempo que había explorado por completo.
Lute dejó escapar un gemido lascivo en su boca y se estremeció un poco cuando sintió que uno de sus dedos empujaba dentro de ella, estirándola. El tratamiento ya había encendido su núcleo en llamas, y él ronroneó sobre ella cuando sintió lo mojada que estaba. Presionó su dedo un poco más contra su garganta, y eso sólo la hizo gemir más fuerte. Había un poco de dolor allí, y un poco de dolor dentro de su coño, pero el placer lo superaba con creces. Ella quería que él fuera rudo, así que lo instigó aún más mordiéndole el labio, lo que hizo que él clavara su dedo con más fuerza dentro de ella, y pronto se unió un segundo dedo. Ella echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un grito ronco por la presión en su garganta, y apretó sus dedos con entusiasmo. La aspereza en la forma en que la tocó con la combinación de dolor y placer la hizo retorcerse debajo de él.
"S-señor", ella medio se atragantó, y Adam se cernió sobre ella. Ella sintió su polla presionando contra la parte interna de su muslo, y su aliento exhaló sobre ella mientras acercaba su frente a la de ella.
"Sabías el juego que estabas jugando, tetas peligrosas", le dijo Adam con la misma voz amenazadora de antes, y movió la mano de su pecho para acariciarle la mejilla, pasando el pulgar por su carne caliente antes de agarrar su mandíbula con firmeza. No podía mover la cabeza aunque quisiera. "Te lo adverti. Ahora voy a arruinar este cuerpo”.
Él aceleró sus dedos y una vez más la atrajo hacia un beso autoritario donde invadió su boca con su lengua, y todo lo que ella pudo hacer fue extender sus brazos para rodear su cuello, prácticamente exigiendo que mantuviera el beso mientras quisiera. podría. Cuando su pulgar rozó su clítoris, ella arqueó las caderas y dejó escapar un grito que inclinó su cabeza hacia atrás y le dio acceso a la garganta que había estado apretando antes. Ahora, mordió su carne, lo suficientemente fuerte como para dejar marcas y romper la piel, pasando su lengua hasta su pecho. Sus dedos se clavaron en su cabello mientras él mordía su seno derecho, moviendo con mucho cuidado su boca hacia abajo hasta que pudo pasar su lengua por su pezón, y ella le rascó el cuero cabelludo con entusiasmo.
"¡Joder, señor!"
"Esa es la idea. Pero esto también es un castigo para ti”. Él volvió a rozar su clítoris con el pulgar y ella se arqueó con fuerza. "Podrías haberme acicalado y podríamos volver a entrenar".
“T-tu culpa por ser sensible”, lo desafió Lute, incluso cuando ya estaba completamente loca por su trato rudo. Sus palabras sólo hicieron que él le mordiera el pezón ligeramente y presionó otra vez contra su clítoris. Sus dedos se clavaron en sus paredes y ella dejó escapar un gemido más fuerte, retorciéndose debajo de él mientras su título salía de ella en gritos desesperados.
La boca de Adam se movió hacia su pezón izquierdo, y él movió su mano de su mandíbula para tomar la otra, con el pulgar rodando sobre el pezón en un patrón similar a cómo su otro pulgar continuaba atacando su clítoris.
“¿A quién perteneces?” gruñó, y Lute se estremeció ante el peligro en su voz.
“¡A-ti…!”
"¿A quien?" Él le pellizcó el pezón y ella dejó escapar un grito.
"¡Adán! ¡Pertenezco a Adán!
"Maldita sea, jodidamente heterosexual". Adam balanceaba un poco sus caderas y su polla se arrastraba por la parte interna de su muslo. Finalmente liberó sus dedos de ella, justo cuando ella estaba en su apogeo, y se movió para colocar su polla entre sus labios exteriores. Era casi una tortura, el calor que irradiaba de él mientras se movía a lo largo de su resbaladiza raja, y la pura masa y peso del mismo mientras la masajeaba la hacía ver estrellas. Ella ya se había acercado, así que tenerlo follando encima de ella, sin entrar del todo pero asegurándose de presionar con suficiente peso y fuerza para que la cabeza de su polla chocara contra su clítoris, estuvo a punto de hacerla sollozar. No era frecuente que pudiera conseguir que ella actuara así, dada su inclinación por ocuparse únicamente de su propio placer. Esta vez realmente debe estar en problemas.
"Joder… joder , ¿puedes follarme ya?" Ella gruñó francamente, y fue recompensada con un movimiento particularmente fuerte que hizo que sus caderas se levantaran. Sus manos se deslizaron por su cuerpo para acariciar su trasero, y ella fue empujada hacia adelante de modo que quedó apoyada sobre sus rodillas, con las piernas flácidas a cada lado de sus caderas. Estaba un poco inclinada con él sobre ella, y tuvo la vista perfecta de su polla continuando acariciándola.
Adam le sonreía mientras la atormentaba por completo, con sus alas desplegándose detrás de él, lo que sería una exhibición intimidante si no la estuviera haciendo retorcerse de placer. Intentó todo lo que pudo para levantar sus caderas, pero el agarre que él tenía en su trasero le impidió moverse. Estaba a su merced y lo amaba y odiaba. Él también lo sabía.
Ella le gruñó, entrecerrando los ojos, y eso pareció motivarlo lo suficiente como para finalmente llegar a la parte buena. Ajustó sus caderas, retrocediendo lo suficiente para que la cabeza de su pene pudiera alojarse entre sus labios. En comparación con sus dedos anteriores, él entró lentamente en ella para mantener parte de ese castigo, centímetro a centímetro, agonizantemente lento, siendo empujado hacia ella. Sus ojos se pusieron en blanco y sus muslos se apretaron alrededor de sus caderas. Sus manos apretaron su trasero en respuesta y se movió para inclinarse más sobre ella, comenzando a impacientarse él mismo.
Una vez que estuvo completamente dentro de ella, dejó de moverse para dejar escapar un suspiro. Lute estaba semi-agradecida por eso mientras su propio aliento salía un poco tembloroso, sus paredes palpitaban alrededor de la gran masa estirándolas. Con cada pulso de sus entrañas, el cuerpo de Adam se estremeció sobre ella, y se acomodó para estar completamente inclinado sobre ella, apoyando su cabeza contra la de ella con la nariz enterrada en su cuello. Una de sus manos se estiró detrás de ella para agarrar el reposacabezas de la cama mientras que la otra agarró su cadera hasta casi causarle un hematoma. Ella lo ayudó envolviendo sus piernas alrededor de su cintura tanto como pudo, aunque dado su tamaño le resultó difícil hacerlo. Cada parte de él era tan jodidamente grande .
La cabeza de Lute se echó hacia atrás cuando Adam comenzó a salir de ella, y un escalofrío recorrió su columna ante el gemido que salió de su boca directamente a su oído. Envió una ola de golpes por su cuello y pecho que la hicieron arquearse tras sus caderas en retirada, y gritó cuando él se estrelló contra ella, la fuerza suficiente para hacer que su visión se aureolara brevemente. Una vez más, sus caderas se retiraron antes de balancearse hacia ella nuevamente, y pronto estableció un ritmo brutal que seguramente dejaría algunos moretones en sus caderas, donde su carne chocaba y donde sus paredes eran golpeadas implacablemente. Ella luchó por agarrarse, una mano agarrando su cabello y la otra hundiéndose en sus hombros, lo suficiente como para hacerle sangrar.
"¡Joder, señor...!"
"Mhm, eso es lo que estoy haciendo", Adam clavó los dientes en el hueco entre su cuello y hombro. Sus alas estaban extendidas detrás de él, todas las plumas esponjadas. Con la suave luz de la habitación, arrojó un brillo sobre ambos que los hizo sentir como si Lute simplemente estuviera abrazada en todas direcciones por él. Le dio a Adam acceso total a su cuello, que felizmente atacó casi tan brutalmente como sus embestidas que hicieron que su voz gritara, cada vez más alta.
Lute ya había sido llevada al límite por su tormento anterior, y ahora, con la forma en que él golpeaba el lugar dentro de ella que sacudía su cuerpo con oleadas de placer, ella se lanzó hacia su clímax. Sus paredes se cerraron alrededor de él, y él le gruñó al oído mientras tenía que frenar sus embestidas para, en cambio, apretar sus caderas, y la folló perezosamente durante su orgasmo. Ella giró la cabeza para presionar los labios contra su sien y él la recompensó con otro mordisco fuerte y una estocada fuerte.
Cuando terminó, ella soltó un grito ahogado cuando él comenzó a empujar sus ahora demasiado sensibles paredes, y ella hizo todo lo posible para aferrarse a él una vez más.
"No he terminado contigo", gruñó Adam, y una parte de él casi sonaba enojado. No tuvo más opción que simplemente seguir su ritmo renovado y castigador mientras él perseguía su propio placer usando su cuerpo.
Lute no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, pero había dejado líneas doradas en su espalda con lo mucho que había clavado sus uñas, y Adam había decorado su cuello con más marcas de mordiscos. Su cuerpo era demasiado sensible hasta el punto de estar sobreestimulada, pero nunca habló de ello porque no era su lugar. Ella enfrentó sus embestidas a pesar de lo mucho que le dolía, su título se deslizó de sus labios abiertos con cada exhalación que salía de ella, y arrastró sus uñas hasta donde sus alas se encontraban con su espalda y apretó la carne sensible alrededor de la base. El resultado fue un fuerte golpe contra ella, y Adam gimió largo y fuerte en su oído. Unos cuantos golpes más de sus alas y tocó fondo dentro de ella. El calor floreció cuando sintió que él se corría dentro de ella, moviendo sus caderas unas cuantas veces más con cada pulso de su liberación.
Cuando terminó, las extremidades de Lute finalmente se separaron de él. Se sentía débil, sus extremidades habían perdido toda sensación y lo que parecían todos los músculos, y nadaba entrando y saliendo de la conciencia entre las nubes de placer y dolor que destellaban detrás de sus párpados cerrados. Recuperó la sensación de que Adam salía de ella, y su núcleo vacío latía ahora que él ya no estaba tan profundamente dentro de ella. Ella era sólo parcialmente consciente de que él la estaba maltratando, levantándola fácilmente y acostándose en su lugar, dejándola acomodarse boca abajo encima de él. Hubo un ruido sordo en su pecho debajo de su oreja, y su ya delirante sonrisa creció.
"Estás arrullando".
"Cállate, coño". La voz de Adam era áspera, cargada por su propio cansancio. "Y aún no has terminado con mis alas, así que será mejor que lo pienses dos veces antes de burlarte de mí de esa manera".
"No lo sé, puede que necesite otro recordatorio de por qué no debería hacerlo". Lute perezosamente acarició con sus dedos el vello de su pecho, dándole su mejor y más tortuosa sonrisa. Él lo recibió con una mirada ceñuda.
"Perra, ¿de verdad quieres que esto se repita?" Él resopló hacia ella, lanzándole una mirada irritada. "Ni siquiera puedes mantener los malditos ojos abiertos". Lute simplemente le sonrió inocentemente, acariciando sus pectorales.
"Mmm, ¿podemos llamarlo entrenamiento de resistencia?"
Adam la miró boquiabierto por un momento antes de simplemente gemir y dejar caer la cabeza hacia atrás, y eso solo provocó que se le escapara una risa mientras acariciaba su pecho.
"Convertirías esto en una sesión de entrenamiento de mierda, ¿no?" acusó, mirándola.
“¿De qué otra manera voy a conseguir que hagas tu entrenamiento?” Lute solo sonrió más y él presionó su dedo contra su frente, empujándolo un poco hacia atrás.
"Tan pronto como esté descansado, te voy a joder más y veremos cómo te sientes con el entrenamiento de resistencia". No fue tan mordaz como sus amenazas anteriores, y Lute simplemente sonrió antes de inclinarse para presionar sus labios, lo que él respondió más que felizmente.
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el mundo se me redujo a un solo recuerdo borroso
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Capitulo 23: La carrera.
Bella fue a visitar a Emily. Ya había dado a luz. La pequeña Chelsea había llegado a sus vidas. Quiso ir a conocerla, y de paso ponerla al día con todo lo que les había acontecido estos meses atrás.
Esa noche, la familia Anderson se sentaron juntos para idear el plan de Agnes. Decidieron que Agnes usaría ropa de Thomas, que le quedaba lo suficientemente holgada para ocultar su figura. La abuela Mary sería la encargada de hacer los arreglos para ajustarlo un poco a ella.
Durante los siguientes días, Agnes practicó intensamente, no solo en el hipódromo, sino también en cómo actuar como un chico. Su determinación era tan fuerte que incluso Charlotte, fascinada por la audacia de su hermana mayor, se ofreció a ayudarla a perfeccionar su disfraz. Además, le consiguió un carboncillo para hacerse un pequeño bigote que un chico de su edad debería tener.
Thomas, por su parte, ayudaría a Agnes a adoptar una postura y manera de caminar más masculina. Estuvieron practicando mucho. (Hasta los pequeños iban detrás imitando también xD )
Finalmente, el día de la competencia llegó.
Empezaron los preparativos. Bella arregló su cabello de manera que quedara oculto bajo un sombrero.
Agnes se vistió de Daniel, Daniel Anderson. (Le tomó prestado el nombre a su hermano) y se miró en el espejo.
Apenas se reconocía, pero sabía que este era el primer paso para lograr su sueño.
Thomas le susurró palabras de calma y animo mientras la acompañaba al estadio.
Al llegar, se inscribió bajo el nombre de "Daniel". El Duque estaba por ahi presente, observando y hablando con los participantes.
Agnes sintió un nudo en el estómago al verlo, pero rápidamente se enfocó en su caballo y en la carrera.
Ahí también estaba Alexander, que llegó de los primeros al estadio. Al ver a "Daniel" alistandose, sintió una extraña familiaridad. Se acercó y, al estar a pocos metros, reconoció algo en la forma de moverse y en los ojos.
Agnes miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los escuchaba y luego asintió rápidamente.
Alexander sonrió, admirando aún más su valentía.
La carrera comenzó y ambos se alinearon en la línea de salida. Alexander, sabiendo la verdad, se mantuvo cerca de Agnes durante toda la competencia, listo para intervenir si era necesario.
Agnes montaba con una destreza impresionante, maniobrando su caballo con precisión. Sus movimientos eran seguros y eficaces.
En la recta final, la tensión era palpable. Alexander y Agnes se lanzaron hacia la línea de meta con todo lo que les quedaba.
Con un último impulso de velocidad, Alexander y Agnes llegaban a la meta, sus caballos iban corriendo a la par. En ese momento, todo se redujo a segundos.
Alexander sabía que, aunque ganar era importante, lo que realmente importaba era lo que sucedería después. En un instante fugaz, Alexander tomó la delantera, cruzando la línea de meta apenas un segundo antes que Agnes.
Cuando la carrera terminó, los vítores de la multitud llenaron el aire, pero Alexander no se dejó llevar por la celebración. Se dirigió hacia Agnes, que aún respiraba con dificultad tras el esfuerzo.
Agnes, aún disfrazada, le devolvió la mirada. Estaba agotada, pero había un brillo en sus ojos, una mezcla de alivio y satisfacción. "Gracias," murmuró, sin querer prolongar la conversación. Había quedado en segundo lugar, pero sabía que había ganado algo más importante: respeto.
To be continued...
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La producción del iPhone 16 se redujo en millones porque ya no se espera que la IA recupere la demanda
El iPhone 16 La serie no se está vendiendo tan bien como Apple esperaba, y otro analista dijo que la producción se ha reducido.Información privilegiada típicamente confiable Ming-Chi Kuo ha revelado que Apple ha recortado iPhone 16 pedidos en casi 10 millones de unidades para el período que abarca el último trimestre de 2024 hasta la primera mitad de 2025. Los recortes afectan principalmente a…
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Mini shots HOTD
(Jace, aegon, Aemond)
Masterlist de mi autoría
Resumen: shots cortos inspirados en el final de la segunda temporada.
Parte 1 Parte 3
Jace: *ver a tu prometido deprimido por la situación de los bastardos era preocupante, no solo porque generaba tensiones con la reina, sino también porque sacaba a la luz un lado inseguro que no te gustaba ver*
—Un príncipe no debería hacer pucheritos ni lloriquear.—
—No lloriqueo ni hago... ¿Qué diablos es un pucherito.—La chica frunció sus labios apenas, imitando el tonto gesto. A pesar de que intentó sacarle una sonrisa, no lo consiguió—. Esto es un grave error. Le dio armas y responsabilidades enormes a desconocidos. Y ese Ulf es un imbécil.—
—Es gente que fue criada en un ambiente diferente al tuyo, Jace. No esperes reverencias o palabras educadas.—____ se sentó frente a él, tomando sus manos con cariño.
—... No me gusta nada tener que ver a plebeyos por aquí, hablando a gritos y bebiendo sin cuidado... No merecen esta posición, esta oportunidad.—____ frunció el ceño apenas, soltando su mano.
—¿Crees que porque uno nace en cuna humilde no tiene derecho a tener un poco de dicha o grandeza?—se levantó—. Por si no lo recuerdas, mi padre era un pobre herrero, nombrado caballero por tu abuelo.—
—Lo sé, ____. No te-
—Arriesgó su vida para salvar la de Viserys hace años, fue valiente, leal... ¿Crees que un plebeyo sucio por el ollin de la forja no merecía un reconocimiento? ¿O incluso enamorarse de una princesa y ser amado?—el chico relajó su postura, preocupado. ____ nunca se enojaba, y menos con él.
—No es lo mismo, tú no eres una-
—Fui concebida antes de que mis padres se casaran, incluso antes de que mi padre fuera nombrado caballero... según tu lógica, soy una bastarda ¿No?—alzó las cejas—. Temo decirte que tu prometida y jinete del dragón más rápido es una pobre bastarda.—
—... No quiero pelear contigo.—
—No podrías, porque yo tengo razón.—rodeó la mesa, acunando su rostro—. Oh, que sorpresa, un bastardo hereda los genes de su padre y madre.—exclamó con ironia—. La sangre Targaryen controla dragones, si... ¿Y? ¿Crees que todos estén dispuestos a pasar lo que pasó con Vermithor?—
—Si un bastardo reclama un dragón... Podría poner en duda mi derecho al trono... Tu prometido no sería nada más que uno de los tantos bastardos con un dragón.—
—Mi prometido es hijo de la reina y de un buen hombre... un dragón creció a su lado, signo de sus raíces Targaryen.—acarició sus mejillas—. Es amable, cariñoso... Un poco clasista y pésimo en el alto valyrio pero aún así no lo cambiaría por nadie.—Jace la miró con ojitos brillosos, y no tardó en abrazarla.
—Lloriqueé más que un bebé ¿Verdad?—
—Ni Joffrey hacía tanta rabieta.—lo escuchó reír en su hombro—. Pero no te preocupes, ya pasó... Y si te preocupa que alguien desafíe tu reclamo al trono, tranquilo... Le cortaré la cabeza a cualquiera que critique esta hermosa cabellera oscura.—dejó un besito en su coronilla—. Ahora, si ya superamos esto, vamos a cenar.—____ rompió el abrazo, tomando la espada que descansaba junto a la puerta y saliendo sin más. Jace suspiró más tranquilo, sonriendo antes de seguirla.
Dioses... Que afortunado se sentía por tenerla
Aegon: *siempre creíste que Aemond era algo inestable, pero en cuanto quemó aquel pueblo y lo viste hervir de rabia por los pasillos de la fortaleza, supiste que a Aegon debías sacarlo de ahi*
—Hola, cariño. Que raro verte a-
—Levántate, nos vamos.—____ revisó sus armarios, sacando algo de ropa y lanzándola sobre la cama. Aegon no entendía nada de lo que estaba sucediendo, y tenía la sensación de que si hablaba, la mujer le gritaría—. Aemond redujo a cenizas Sharp Point. Está muy enojado, y temo que esa ira recaiga en ti.—la mujer metió todo en un bolso, y se sentó en la cama junto a Aegon—. Dejó la fortaleza ahora, nos vamos.—
—Soy el rey ¿Por qué debería correr?—____ tomó su rostro con firmeza, mirando ese par de ojos cansados.
—Porque yo soy tu reina, y como tú estas aquí quemado por tu estupidez y tu hermano esta perdiendo la cabeza por ahí, yo soy el alto mando, y te ordeno que levantes tu culo de esta cama y te vistas. Nos vamos.—
—... Ah, me gusta cuando te pones mandona.—
Aegon se levantó, cambiando su túnica por la ropa simple que la mujer había dejado para él.
—Lord Larys quería que escapemos en un carruaje, pero no pienso dejar a Snowflake.—
—Yo no puedo montar contigo...—se paró, quejándose por el dolor aún latente en su rodilla—. Deberías... Solo irte sin mi, solo soy una carga.—____ lo miró sin terminar de creer aquello.
—No pienso dejarte aquí, Aegon. Ni siquiera pienses en eso.—terminó de amarrar la capa, cubriendo su cabeza con la capucha. Apachurró su cara con tela y todo, dejando un beso en sus labios—. Así que ponle voluntad.—
—¿Orden de la reina?—
—De tu esposa.—lo vio sonreír.
—No merezco tener a una mujer tan maravillosa como compañera.—
—Una que te ama, incluso teniendo cara de puré.—
—Oye~
La vio sonreír antes de tomar el bolso y mover el librero que tapaba los pasadizos secretos.
—Asi ninguna mujer te mirará con lujuria.—le alcanzó un bastón para que pudiera pisar mejor—. La única lujuria que necesitas es la mía.—
—Nada más...—
—Nos vamos, majestad.—____ le dio paso en el pasadizo—. Snow está en las afueras de la ciudad, Larys ya está camino a Essos. Nos encontraremos en un punto medio.—
—Planearon todo esto... ¿Para sacarme?—
—Yo te amo, corazón. Haría lo que fuera por ti... Y Larys tiene debilidad por tu situación de lisiado... y un fetiche por los pies, creo que le gusta el tuyo todo roto.—
—Que horror...—____ rió bajito antes de besar su mejilla y comenzar a caminar.
—No te preocupes, cuidaré la pureza de tu pie. Nadie lo lamerá ni chupará.—
—Que considerada...—
Aemond: *cuando te enteraste que Aemond maltrató a Helaena, no tardaste en ir a buscarlo*
—¿Qué es esa mierda de que le pegaste a Helaena?—
—Una princesa no debería decir esas-
—Púdrete, tú y tu puta elegancia.—____ apoyó ambas manos en la mesa, mirando al hombre cabizbajo—. ¿Qué mierda te pasa? ¿Incendias un pueblo por capricho y ahora te haces el ofendido?—Aemond hundió el rostro en sus manos, estaba frustrado. Frustrado, estresado, enojado y asustado. Y la mujer yendo a reclamarle lo de Helaena no lo hacía sentir mejor.
—Tiene a Vermithor, Bruma y Ala de plata, ____... súmale los de ella, sus hijos y Daemon... ¿Cómo esperas que le hagamos frente?—El hombre la miró, y entonces ____ notó sus ojos cansados—. Me disculpo si fui brusco... Pero Helaena debe ir a batalla quiera o no.—
—... Sabes que ella no lastimará ni a una mosca.—
—Lo sé, pero necesitamos a Dreamfire en el campo. Con Tessarion, al menos seremos cuatro... Solo si tú vienes también.—
—A donde tú vayas, yo iré contigo, Aemond...—lo vio sonreír—. Pero vuelve a asustar a Helaena y te apuñalo el otro ojo.—
—Siempre amenazas con lo mismo... Consíguete otra.—
—¿Otra amenaza?—Lo vio sonreír aún más—. Romperé nuestro compromiso entonces.—
—Ah, eso no lo harías.—
—¿Seguro? Aún no nos casamos oficialmente, puedo conseguirme otro esposo.—
—Eso no lo dudo.—Aemond se puso de pie, parándose frente a ella—. Una princesa Targaryen, hermosa, buena guerrera...—tomó su rostro con cierta firmeza—. Simpática y valiente...—se inclinó hasta su oido—. Y, ante los ojos de todos, aún virgen.—
—¡Aemond!—le dio un golpe en el pecho, haciéndolo reír.
—Aōhon iksan se ñuhon iksā*, ____... Hasta el final de nuestros dias, amor mio.—La mujer acunó su rostro, y Aemond sintió entonces ese amor y calidez que solo con ella supo que podía sentir.
Yo soy tuyo y tú eres mía*
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hermana... enzo celando a su amiga con derechos... vos hacé lo que quieras con eso chau
+18! MeanDom!Enzo
-¿Vos te pensás que soy boludo?- pregunta Enzo entre dientes, su mano en tu cuello aprisionándote contra la puerta de la habitación.
-A veces.
Enzo desdibuja la mueca burlona de tu rostro con su palma. La piel de tu mejilla ahora arde casi tanto como tus pezones, que sufrieron una tortura a manos de sus dedos cuando tiró de tu top para jugar con tus pechos. Ignora tus quejidos para seguir deslizándose entre tus piernas y arroja la cabeza hacia atrás.
-Sabés que Agustín tiene novia, ¿no...? No está bueno lo que hiciste.
-No- tus manos se cierran sobre su muñeca y tosés. Te mira a los ojos-. No sabía.
-Ahora sabés, así que...
-¿Y a vos qué te importa? ¿O te molesta que me lo quiera coger...?
Enzo sabe que jamás intentarías algo con una persona que está en pareja, pero una parte de su ser arde al pensar que te gustaría tener una oportunidad con Agustín. Se aparta de tu cuerpo y dirige un rápido golpe a tu entrepierna, haciéndote gritar y apretar los muslos mientras golpeás su brazo.
-No era verdad, no...- te fuerza a separar las piernas y gritás cuando pellizca tu clítoris-. Enzo, no, no lo dije en serio...
Introduce dos dedos en tu interior y el ardor te hace llorar. Sus movimientos rápidos cortan tu respiración y te cuesta mantenerte sobre tus piernas temblorosas, pero esto no impide que Enzo continúe atacando tus paredes hasta que le suplicás.
El alivio dura sólo unos segundos y lo único que te salva de caer cuando deshace el agarre sobre tu cuello son sus dedos enredándose en tu cabello. Te arrastra hacia la cama y te arroja sobre el colchón, posicionándose sobre tu cuerpo mientras tu rostro se hunde en la almohada.
-¿Te vas a portar bien ahora?- se desliza sobre tus pliegues y presiona sobre tu entrada. Su punta brillando con líquido preseminal clama por un poco de atención y Enzo decide buscarla rozándose sobre tu clítoris-. Contestá.
-Sí.
-Sí, ¿qué?
-Sí, me voy a portar bien- jurás. Un gemido agudo y sonoro deja tus labios cuando comienza a penetrarte y tus dedos arrugan las sábanas.
Enzo no te regala ni un minuto para acostumbrarte a la intrusión. Comienza a abusar de tu interior estrecho con embestidas profundas y jurás que sentís la forma en que golpea una y otra vez tu cérvix. Gemís contra la almohada y ocultás tu rostro, casi avergonzada por la facilidad con la que te redujo.
Se arroja sobre tu cuerpo y sentís su pecho cálido sobre tu espalda. Besa tu cuello y cuando sus dientes rozan tu piel tus músculos se contraen sobre su miembro.
-Nadie más te puede coger así... Sos mía.
-Enzo...
-Decilo- remarca la orden con una estocada.
-Soy tuya.
Sonríe y te muerde con toda la intención de dejar una marca.
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
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Pueden haber millones de personas, pero cuando te conocí.
Ese millon se redujo a una sonrisa y un par de ojitos que me invitaron a sonar.
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#cosas que escribo#notas tristes#llorar#te extraño#citas de amor#cosas que pienso#frases sad#i'm sad#amor#te amo por siempre
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En esta historia decidí poner personajes que son un riesgo mayor y aquellos que son mas o menos peligrosos y por ultimo los que no son un riesgo pero intentan serlo fracasando en el proceso.
Un ejemplo de riesgo mayor son claramente Los Engendros, todos ellos son un riesgo mayor.
Un ejemplo de riesgo mas o menos son por ejemplo es Isfrid, la reina helada y sus hermanos, que no son como tal Engendros, si no que son criaturas que cobraron vida tras "La Lluvia Mágica". Normalmente los reyes están de acuerdo que si alguna de estas criaturas causan problemas deben ser exterminados, pero en caso de no ser una amenaza pueden existir con tranquilidad y permiso de los reyes. El detalle es que es muy difícil deducir cuantas anomalías causo la lluvia mágica, de igual manera que es difícil saber cuantas criaturas cobraron vida tras este suceso y cuantas de estas son peligrosas.
Un ejemplo de NO riesgo es Odette y King Clown. En si, nadie sabe que Odette existe, por lo que es imposible ser tomada en cuenta como una amenaza, y King Clown, todos saben que ya no es aquel hechicero de su época dorada, si no que se redujo a ser una versión "tontinta" e inofensiva de si mismo. Si es que lo siguen buscando es solo para quitarle el Amuleto de la Alegría, para luego dejarlo libre porque no tiene otra utilidad. En si, no es que busquen a King, simplemente buscan el amuleto, pero como es este el que lo lleva...
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