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#psicoanali
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crees que se pueda seguir en una relación donde ambos se han maltratado física y mentalmente
Respuesta en psicología: No, definitivamente no. (Respuesta muy subjetiva y carente de significado y profundidad).
Respuesta en psicoanálisis: ¿Por qué querrías seguir en una relación donde hay agresión? ¿Por qué el deseo de seguir ser golpeada física, mental o psicológicamente? Un deseo mayoritariamente inconsciente. Y, en el entendido de que no hay "relación", la única "relación" que se puede establecer es con uno mismo, y a final de cuentas, ni siquiera existe la "relación" con uno mismo, es decir, no es un "otro" el que "me" golpea, sino que soy yo el que se golpea a sí mismo a través del "otro" o con pretexto del "otro". Dado este caso, ¿Por qué deseo "autolacerarme"? El problema no es la agresión, sino dilucidar quién en mí eligió "eso".
Respuesta en el budismo: No hay "otros", toda agresión es una autoagresión, al no ser la consciencia consciente de sí misma, duerme tapada por el velo de la ilusión del ego, cuando esta cae, se advierte que no hubo agresión, ni agredido, ni agresor y advierte que esa quien concebía la agresión nunca existió.
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#MañanaSylvestre - ¿El mundo gira a la derecha? Jorge Aleman, psicoanali...
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iescobarismo · 1 year
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El desgarro de las autorías
Por: i. e.
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Creemos que escribir tiene mucho más que ver con ensamblajes, con el contacto con otros cuerpos o flujos —ejercicio de recomposición y complejidad—, y no con la imagen de un sujeto solitario sentado en las sombras de su búnker personal, atormentado o extasiado por su talento creativo, cómplice del silencio, monolítico imperio de la imaginación. Esta nos parece una triste reducción. La escritura es un ejercicio continuo de transformaciones y agenciamientos, y en el proceso hay cuerpos abstractos (ideas, conceptos, perceptos, etc.) o extensiones en el mundo (animales, vegetales, impresoras, libros…) que hacen parte fundamental del asunto. Aquello que hemos llamado «autor» o «autora» es una de las partes de este complejo escritural. Y es particularmente importante estudiar las relaciones entre los elementos del ensamblaje que llamamos escritura debido a la saturación de imágenes en nuestro mundo, a una cada vez más reconocible confianza neorromántica en la institución del «yo». La «esencialización» de las identidades y su agrupación como tribus urbanas cada vez más diversas y serviles al capital, o la hiperproducción de escrituras selfi (ya sea en poesía, en mal llamada «autoficción», en un abundante cine documental autorrepresentativo, etc.) son, para nos, evidencia de esta bunkerización (cf. «Dos soles») de la experiencia. Este contexto revela para nos una profunda desconfianza, sea por vanidad o temor, de tratar con la diferencia. Creemos, incluso, que cierta lectura ingenua de lo micropolítico (lo íntimo es político) ha tenido un papel importante en la configuración de este panorama y, por supuesto, de ese «río de autobiografías, de libros de memorias, de diarios personales, que no tardaría en devenir cloaca», en un «servicio militar obligatorio del mini-yo», como menciona Bolaño sobre las escrituras «solipsistas». Resulta impresionante que ya no sea solamente el odio o el asco al otro, a la otra, lo que forma este sustrato donde se es incapaz de situar claramente otros puntos de referencia para generar nuestras ficciones; resulta muy impresionante que ahora también la imposibilidad surja del miedo al contacto, la supuesta imposibilidad de ser, comunicar o sentir los afectos que la diferencia experimenta o la autosuficiencia de la experiencia del «yo» que se instala como el terreno político supuestamente suficiente.
Este es el terreno en el que nuestro texto (y fanzín) se pregunta por nuevas producciones de «autorías», por la cuestión fundamental en la producción de ficciones y libros, pero sobre todo por la toma de posición que implica en el campo literario cualquier tipo de escritura heterónima o anónima. Lo primero que tenemos que aclarar es que, al igual que el material verbal es plástico y moldeable, las autorías también lo son. Es decir: estas escrituras ponen de manifiesto su estrato ficcional y performativo. En mayor o menor medida, todo escritor o escritora lo sabe o lo intuye. La construcción de una imagen pública va, por ejemplo, de esto. Wu Ming, en su Declaración de intenciones, lo señala cuando se niegan a ser «personajes», «novelistas de salón» o «monos amaestrados de concurso literario». ¿Por qué esta dimensión de agente-personaje, imbricado en una especie de trama dramática, les resulta desagradable? Sospechamos que no se debe a la creencia de que es imposible escapar de la dimensión performativa de la realidad social, sino porque reconocen —y nosotrxs con ellos— la inevitable dimensión política de esta. La trama, que no es simplemente un teatro o un espectáculo, es también un campo de confrontación política. Asumir una posición, hacer de sí una o varias autorías, se hace no solo necesario, sino urgente, precisamente para que este espacio de confrontación no sea simplemente una tarima tragicómica en la que los y las escritoras se comportan como pequeñas marionetas o sombras, monos amaestrados para que el poder se tire unas risitas o «sublime», como dirían los psicoanalistas, algunas tristes pasiones.
Esto implica, por supuesto, un segundo aspecto importante. No queremos decir que, solo la gente que practica escrituras heterónimas o anónimas sea consciente de esta plasticidad; queremos decir que esta es ineludible. Proyectos como Luther Blissett Project, Wu Ming, el proyecto scp o, acá en Colombia, Trans-F o Las Filigranas de Perder, lo saben y cada uno a su modo habitan un terreno dentro de las posibilidades de construcción de autorías, asumen esta dimensión como una labor más. Por ello, queremos proponer que toda autoría es una imagen y no es solo —ni unívocamente— la corporalidad que la sustenta. Ya el cuerpo es lo suficientemente abierto y plástico como para fetichizarlo de este modo. Es eso y más. La potencia que reposa en esta toma de posición tiene que ver, para nos, con recuperar la autonomía del cuerpo en un mundo que produce un exceso de imágenes de este que luego captura, ordena e «identifica» a través de las redes sociales, la vigilancia cibernética, de tecnologías de control (como nuestras cédulas o información bancaria) o del mundillo del espectáculo literario y la subjetividad que llamamos «artista» o «autor/a». Es decir, el mundo es un campo que obliga a nuestro cuerpo a producir unas imágenes que se nos escapan fácilmente y luego son arrebatadas por la publicidad o el poder (cf. «Política proxy»).
Por este motivo es que preferimos hacer autorías y no hacernos autorxs. Pienso, por ejemplo, en la manera en que el productor y rapero Madlib genera distintas autorías dependiendo de qué otros personajes se ensamblan con él; pienso en la aparición de autorías en los movimientos zapatistas, en la heteronimia política llamada Subcomandante Marcos o en el parche Wu Ming. Precisamente, nos interesa seguir la trocha de esta última autoría, y preguntarnos por disidencias, por objeciones frontales al sistema, a las autorías hegemónicas.
Andrea Soto Calderón, en su ensayo La performatividad de las imágenes se pregunta cómo podemos hacer que vuelva a «arder el peligro» de las imágenes y responde que no se trata de «la búsqueda de la imagen justa, sino imágenes que no se ajusten a las significaciones dominantes». Andrea encuentra que el peligro (crítico, político) reposa en un cierto desgarro de la imagen. Dice: «Este posicionamiento que busca explorar las potencias de las imágenes exige un desgarro. Pero ¿en qué consiste este desgarro? ¿De qué se han de desgarrar las imágenes?». Andrea Soto insiste en «desgarrar la comprensión de las imágenes en tanto que síntesis». Es decir, la reducción de una imagen y, para este texto, de una autoría a una síntesis (al «personaje», el «mono amaestrado», etc.) implica renunciar a aquello que de irresuelto tienen.
Por supuesto, Soto busca una cierta liberación de las imágenes, objetivo que compartimos, pues creemos que tanto estas como las autorías (tratadas generalmente como meras «identidades») están expuestas a lo que la autora llama el «procedimiento policial de la identificación» y su «intento de reducir la multiplicidad». Ambos objetos se resisten a este ejercicio de control y homogenización: en las autorías y en las imágenes está presente la diferencia; son irreducibles a un papel dentro de un campo social o un modelo de producción ya que funcionan también como un espacio de reunión, de aquí que desborden continuamente la identidad, lanzadas al devenir de las cosas abiertamente, dispuestas a crear nuevos lazos, nuevas conexiones entre «lo real y lo posible».
La autoría, en su dimensión de texto, implica también la multiplicidad: es un umbral de variación, una zona de experimentación productiva, política. De aquí que un mismo escritor o escritora sea capaz de performar y producir varias autorías dependiendo de lo que los contextos o ensamblajes pidan, pues es imposible, creemos, operar invariablemente en todo momento y lugar. Todo aquello que en la entrada de este texto mencionamos como síntomas de escrituras que excluyen la diferencia (la negatividad, dice Andrea), resulta aquí la fuerza operativa de unas nuevas e insurgentes autorías. La simplificación de la imagen como un calco de la realidad nos parece paralela a la simplificación de una autoría a una corporalidad, a la lógica de ordenamiento que introduce el espectáculo en un caso y el mercado literario en otro, por ejemplo.
Sin embargo, no queremos decir que la experiencia propia sea desechable o que sea posible autoescindirse en la escritura. Ya lo anotaremos un poco más adelante, pero no hay escritura sin cuerpo. No queremos reducirla ni replicar el ejercicio mercantilista de la individualidad contemporánea que cree que comprar cosas es igual a hacerse una subjetividad. El «yo» es un problema, no una institución ni un cliente, de ahí que la absoluta confianza en la experiencia propia e íntima nos resulte ingenua. Chris Marker, autoría experta en opacar su relación con los medios, con el mercado, siempre entendió su experiencia y su contacto con el mundo y la diferencia como un espacio de proliferación de autorías. Sans soleil, quizá uno de los film-ensayos más impresionantes que hemos encontrado, es también un juego de especulaciones y heteronomías que brotan, no de un vacío malabar formal, sino del problema fundamental del ensayo como género: la experiencia del «yo». Marker, para tratar «su» experiencia necesita de especulaciones, de voces amigas que redicen lo pensado por él, de nombres «falsos», de desdoblamientos y desplazamientos, de un flujo de imágenes en las que el cuerpo de Marker no aparece sino elusivamente —oblicua presencia—, ojo atento que, sobre todo, es visto, interpelado, cuestionado. El texto, en este caso audiovisual, es en sí mismo un terreno de confrontación entre autorías. Un ensayo que no puede reducirse al lema de Montaigne «el tema soy yo»; el yo se desborda, es un montón de otros y otras, de países no-natales, de viajes y registros apropiados, producidos sin mí, extraño ante las cosas. La película de Marker nos dice que una autoría es una cosa más en la extensión del mundo, una cosa más que siente, —en palabras del heterónimo Sandor Krasna, pero en la voz de su amiga— una cosa que comulga con el mundo… facultad ganada en y por la escritura.
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Hay, al menos, dos puntos que nos interesa aclarar antes de cerrar. En primer lugar, que no queremos que la idea de autoría se piense como una entidad autosuficiente y exterior al cuerpo. No queremos espiritualizar esta noción que nos parece del todo ligada a la interacción, ensamblaje y recomposición de cuerpos materiales. Tampoco queremos que se vea en este texto una pulsión humanista que reduzca, nuevamente, el asunto a la identificación del «humano» occidental, hombre, europeo, como centro operativo o punto de atracción de toda posible autoría. Por el contrario, reconocer este punto implica también reconocer —para volver al hermoso lugar común spinoziano— que no sabemos de lo que es capaz un cuerpo, pues no paramos de reconocer la manera en que puede desbordar la identidad e, incluso, lo humano. En segundo lugar, esta propuesta no trata de obviar, de ninguna manera, la tensión que existe entre agentes de producción y productos, ni de invisibilizar la violencia con la que ciertos modelos —en particular los capitalistas/patriarcales/coloniales— operan. Es necesario criticar la relación entre producto y autorías. Este es un problema complejo que requiere repensar, entre otras cosas, el régimen del autor romántico, la relación entre un cuerpo con diversos cuerpos o territorios.
Este texto solo pretende ubicar o señalar unas discusiones que nos parecen necesarias. Por supuesto, acompañadas de preguntas sobre qué tipo de ejercicio o «identidad» implica cualquier ensamblaje escritural (cf. Teoría de los ensamblajes); sobre el trabajo artesanal, pensando este como la necesaria inclusión del gozo en la escritura; sobre el ejercicio de estudio y reconocimiento de las múltiples autorías en nuestros territorios para compartir con ellas los encuentros, descubrimientos o problemas, pues creemos que existen en las minorías ese «coeficiente de desterritorialización», es decir de desorganización que la literatura menor conlleva. Si siguiéramos jalando la pita al asunto de las autorías y reconocemos su función dentro otro tipo de producciones, más allá de la editorial o literaria, rápidamente nos hallaremos frente a los devenires políticos de autorías de mundo o de prácticas de ciertos cuerpos o ensamblajes de cuerpos, vivas en otros terrenos de la resistencia.
Por lo pronto, pidiendo perdón por lo poco y esperando del texto mucho, es decir, al menos ser leído en condiciones de alegre diálogo, queremos afirmar que nuestra intención es encontrar autorías que se desgarren del ordenamiento e identificación que el poder hace, siempre tombo, siempre gerente, siempre publicista. En las autorías puede todavía reclamarse y —con ello— brotar la multiplicidad de nuevas disposiciones en el mundo, puestas en práctica y pensadas al mismo tiempo. La violencia reclamada del desgarro, que Andrea propone para el uso de las imágenes, nos parece fundamental e inevitable si lo que buscamos son autorías y escrituras más libres. Este pequeño texto es solo un mapa más, otro posible, otro abierto, reescribible y alegre.
NOTA. Este texto se debe también a:
«Política proxy: señal y ruido», de Hito Steyerl.
«Dos soles. Ese lugar al que no se puede mirar», de Agustín Fernández Mallo.
«Derivas de la pesada», de Roberto Bolaño.
Teoría de los ensamblajes, de Manuel DeLanda.
Kafka: por una literatura menor, de Gilles Deleuze y Félix Guattari.
[Este texto fue escrito para un fanzín sin nombre (y sin rostro) cuyos archivos —de lectura e impresión en tamaño carta— puede encontrar dando clic aquí]
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pangeanews · 6 years
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“La sirenetta” di Disney compie 30 anni. Ovvero: indagine dentro la natura della voce, “la carne dell’anima”
Trent’anni fa nasceva La sirenetta di Walt Disney: il 14 novembre 1989 la famosa pellicola d’animazione fece il suo ingresso trionfale nelle sale. Ma era già nata, concepita nel freddo regale di Copenaghen, Den lille Havfrue, l’amata fiaba dello scrittore danese Hans Christian Andersen, pubblicata per la prima volta nel 1837. Quando ho visto la sua celebre statua al porto della capitale baltica, sono rimasta un po’ delusa, l’assalto dei turisti la faceva sembrare così piccola, impacciata, timida, muta. Muta, proprio come un pesce. Nemmeno una parola, in tutto quel gran baccano di lingue straniere.
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Viviana Faschi, un’amica filosofica, mi introduce al volume Voce. Un incontro tra filosofia e psicoanalisi a cura di Matteo Bonazzi, Carlo Serra, Silvia Vizzardelli (da poco edito da Mimesis), ricordandomi la trama della Sirenetta, ma soprattutto catturando l’elemento fondamentale della voce, la voce della sirena Ariel. La sirenetta si era innamorata del principe Eric e lo salva, con il suo bel canto, che non è altro che una nenia. Poi Ariel stringe un patto con Ursula, la malefica strega del mare, che la trasforma in essere umano, in cambio della sua voce. Si può forse rubare la voce? La voce di Ariel viene così racchiusa dentro una conchiglia. Irretire il principe Eric per Ursula diventa quindi un gioco da ragazzi, visto che il principe non è innamorato della bellissima sirenetta, ma soltanto della sua voce. A questo punto del racconto, l’amica mi porge il volume blu fresco di stampa, e, quando le domando il significato di quello strano simbolo quasi evangelico OT, mi dice che si tratta di Borges e dell’acronimo di Orbis Tertius, il nome scelto dal gruppo Ricerche sull’immaginario contemporaneo nato da un’idea di Fulvio Carmagnola – che insegna Estetica in Bicocca –, che prende le mosse da un racconto di Finzioni. Un gruppo di studiosi d’Italia, insomma, provenienti da diversi studi e località, si interroga qui sulla voce, come fosse un oggetto, attraverso differenti prospettive teoriche. La voce nella psicoanalisi, nella filosofia, nell’estetica, nel teatro, nella musica.
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La voce si presenta con una sua “vividezza pulsionale senza pari”, ci spiegano subito i curatori: la voce “è lì, ci parla da molto vicino, dice del nostro modo di godere, mette in moto il nostro corpo portandoci al limite del pudore, di una vergogna ontologica, della vertigine dell’esposizione”. Vociare, vociferare, sentire le voci, riconoscere la voce, imitare le voci, e poi voci bianche, le voci di chi è castrato. Chi non si è mai vergognato della propria voce? La voce della madre e la voce del bambino sono già state studiate da Freud in Psicologia delle masse e analisi dell’io, nel 1929: “la voce flebile dell’afonia isterica; o la voce della madre, che sta là dove doveva esserci il taglio del cordone ombelicale, e che funziona nello stesso tempo come nido e come gabbia per il bambino; o la voce nella forma di silenzio, la voce assente, la voce sorda. Da un lato c’è la voce affascinante e seduttiva, spesso eretta a feticcio vocale o a oggetto di culto, mentre dall’altro c’è quella intrattabile e imperscrutabile come un corpo estraneo”. La voce del bambino appena nato è solo un pianto, un singulto che nessuno riesce a interpretare, tranne la mamma. “Il suo grido è un appello. Si tratta di una voce? No, non ancora. È un suono, un singulto, un pianto, un appello, un grido: qualcosa ancora di inarticolato. Non è ancora entrato nel processo di umanizzazione. Cioè non sta ancora formulando una domanda, è un pianto enigmatico. Perché ci sia voce, sottolinea lo stesso Lacan nel rileggere Freud, ci deve essere interpretazione, ci deve essere traduzione. E come avviene questa traduzione? Attraverso il primo Altro, la “madre traduttrice”, la prima grande interprete del soggetto. Lei non risponde a quell’appello se non prima decodificandolo. Dice o pensa: “il bambino ha sete”, “il bambino ha fame”, “il bambino non vuole più dormire, vuole le coccole, oppure è agitato”, cioè dà significati a quel grido, lo traduce, lo interpreta, lo inscrive nel discorso della civiltà”. Il pianto è la sua unica arma per entrare e difendersi dal mondo, ci siamo passati (quasi) tutti. Dunque la madre traduce, ma chi traduce, tradisce. E il tradimento è l’unica strada che ci salva, mentre l’interpretazione sacrifica qualcosa che si perderà per sempre.
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Resto turbata dal capitolo delle Vociferazioni o del godimento della voce, di Matteo Bonazzi, e continuo ad interrogarmi sull’incipit: gli occhi mentono forse più della voce? “La voce è un oggetto esemplare, ancor più dello sguardo. Lo sguardo si confonde facilmente con l’occhio, dandoci l’impressione che ci sia qualcosa che gli offre un contenuto: la visione. La voce no. Per questo ben si presta a incarnare l’oggetto a di Lacan, che è sempre un “incavo”, un vuoto, un contorno e non un pieno. È con la voce, infatti, che possiamo arrivare a “modellare il nostro vuoto”, a farcene qualcosa, a definire uno stile, il nostro”. Chi non ha mai esclamato: “che voce impostata!”. Chi tenta di sedurre, penso, sceglie una voce carezzevole, la mamma che canta la ninnananna, non ha la stessa voce aspra del rimprovero, la voce degli amanti non è quella dei nemici. Ma la voce è un oggetto fuori da noi, chiarisce Bonazzi: “La mia voce è là fuori, per questo la sento. Certo, la sento e la riconosco come la mia voce, che dice di ciò che suppongo provenire al contrario da qui dentro. Però, se ci fermiamo a una prima constatazione semplicemente descrittiva, dobbiamo dire e convenire che la voce accade prima di tutto là fuori, quasi come un oggetto del mondo. Esattamente come la mia immagine allo specchio: io sono là fuori; la mia voce è là fuori. Siamo talmente ben educati a riconoscere la voce come la nostra voce che difficilmente abbiamo la sensibilità per notare che la voce è sempre incontrata là fuori, nel mondo. La voce risuona là fuori, anche la mia. Immediatamente siamo portati a pensare: sì, certo, risuona là fuori perché proviene da qui dentro. Ma, se riflettiamo un momento, noi l’abbiamo sentita risuonare prima di tutto là fuori, poi l’abbiamo riportata qui dentro”. Forse è vero che ci innamoriamo della voce, altroché sguardo d’amore. Mentre sospiro, mi scopro innamorata.
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La voce, sottolinea ancora Bonazzi, è tra il mitologico e il tecnologico – penso al microfono e al registratore, al nostro frequente ti mando un vocale con whatsapp, che poi si traduce in una voce dal passato, già sepolta – “non c’è voce all’origine, semmai è la voce, come taglio, che fa accadere nel proprio rimbalzo, retroattivamente, l’origine perduta”. Così la voce ci spoglia, ci fa nudi agli occhi degli altri, e di noi stessi. Poi la voce che non mente, inganna. “Il corpo dietro la voce non è mai quello giusto”: ci chiarisce Silvia Vizzardelli: “ascoltiamo una voce registrata su disco o su CD e poi andiamo a vedere i volti-corpi dei cantanti riprodotti in copertina: bene, quei corpi non sono mai quelli giusti, non sono mai i corpi che associamo volentieri alle voci ascoltate. Ciò accade perché la voce non è l’emanazione di un corpo, ma la produzione di un “oggetto” capace di mettersi al posto del corpo bucato. In questo senso la voce in quanto maschera non è mai qualcosa di dato, ma di prodotto. Uno strano prodotto però”. La voce “congiunge corpo e linguaggio, ma nello stesso tempo li separa: proviene dal corpo ma da esso si stacca e sostiene il linguaggio senza appartenergli”. La voce senza corpo, un corpo ce l’ha, è il corpo della nostra anima. Secondo il filosofo anticonformista Mladen Dolar, un filosofo della scuola di Lubiana (quella di Slavoj Žižek, per intenderci), infatti, la voce è “il surplus del corpo, l’eccesso corporale, e, al tempo stesso, il non più corpo, la fine del corporale, la spiritualità del corpo, così da incarnare la coincidenza stessa della corporeità essenziale e dell’anima. La voce è la carne dell’anima, la sua materialità irriducibile, grazie alla quale l’anima non può mai sbarazzarsi del corpo”.
*
Per imparare a parlare, scrive poi bene Federico Leoni, bisogna perdere la voce. “Sembra difficile sostenerlo, dato che chi impara a parlare impara a servirsi della propria voce, si abitua a modularla in una serie di modalità specifiche, dunque a disporne con sempre maggiore precisione ed efficacia. Ma per l’appunto bisogna che la voce diventi “la propria voce”, per fare tutto questo. E solo una cosa perduta diventa un oggetto che abbiamo, un oggetto di cui abbiamo qualcosa come la proprietà”. Il canto non ha bisogno di altro che della voce, senza “le dita di una mano e la corda di un violino, le labbra, l’imboccatura del flauto, la fuga lucente delle chiavi”. Il volume blu dedicato alla voce si conclude con un assaggio (vi si annuncia, in una noticina che non mi è sfuggita, la prossima pubblicazione dell’intero epistolario di Sigmund Freud e Yvette Guilbert, a cura di Silvia Vizzardelli e Massimo Privitera), del ritratto e della calda voce di Yvette Guilbert (1865-1944), una delle più care amiche di Sigmund Freud. La grande diseuse fin de siècle, stella del Moulin Rouge e musa di Toulouse-Lautrec. Seppure riluttante, “Freud va a sentire Yvette, e ne rimane conquistato. In seguito assisterà a tutti i suoi concerti viennesi, e nel 1926 comincia fra i due un’amicizia basata su reciproca stima, per il tramite della psicoanalista Eva Rosenfeld; la quale era nipote del marito di Yvette, Max Schiller, un ebreo rumeno cresciuto a Berlino e trasferitosi in età adulta negli Stati Uniti”. Che fine hanno fatto le loro voci? Si può ora soltanto sognare l’amabile intreccio di voci e pensieri tra Yvette e Freud, quando lei lo invitava a prendere il tè, all’Hotel Bristol di Vienna.
Linda Terziroli
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polimorfablog · 4 years
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Jordan Peele y su relación con lo ominoso.
Para este segundo post elegimos dos películas del género terror del director Jordan Peele: “Get Out” (2017) y “Us” (2019)  y las analizamos bajo la luz del texto de Freud “Lo ominoso” escrito en 1919.  En este escrito Freud se encarga de investigar un aspecto de la estética que él dice fue olvidado por los estudiosos, este aspecto es lo ominoso, lo siniestro, lo terrorífico; se pregunta qué es lo que genera este sentimiento y qué recursos utilizan los literarios para hacerlo surgir en sus lectores, en este post nos dedicaremos a ese tipo de investigación eligiendo para ella los dos films antes mencionados porque generaron en nosotras este sentimiento al momento de verlos.
La palabra ominoso es la traducción, no tan exacta de la palabra “unheimlich” en alemán, que a su vez es la contraria a “heimlich” que significa familiar. Por esto Freud define a lo ominoso como “aquella verdad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo” (pp. 219), en efecto no es de algo nuevo o ajeno sino algo familiar de antiguo presente en la vida anímica sólo separándose de ella por el proceso de la represión. Pero lo complejiza aún más para que no caiga en la simple ecuación: ominoso= no familiar/ reprimido, vamos a tratar a continuación de explayarnos en cómo el director Jordan Peele utiliza las características descriptas por Freud para generar el sentimiento de tensión y terror que brindan sus films; es importante en este punto mencionar que el mismo director escribió los guiones de ambos y ganó un Oscar en el 2018 a “mejor guión” con la película “Get Out”.
Freud, citando a otro autor llamado Jentsh, menciona que una de las mejores herramientas en la literatura para producir efectos ominosos consiste en dejar al lector en la incertidumbre sobre si una figura es una persona o un autómata, y que a su vez esta cuestión no ocupe el centro de la atención en la trama, ya que de esa manera se resolvería demasiado rápido sin dar mucho lugar a que se genere el sentimiento de tensión, duda y perplejidad propio de lo siniestro. En este punto Jordan Peele sabe jugar muy bien con esta herramienta, en “Get Out” por ejemplo con los personajes que trabajan en la casa de los suegros, el jardinero y la ama de llaves, son quienes despiertan cierta desconfianza en el protagonista desde un principio, pero no es hasta el final que se muestra su verdadera naturaleza, dejando a quien se encuentra mirando la película expectante durante todo el desarrollo de la misma. 
Sin embargo en “Us” el director se sirve de la figura del doble con el mismo objetivo: generar el efecto de lo siniestro, en palabras de él: “la figura del doppelganger ha despertado en mí miedo desde que era un niño (...) me atrajo la idea de pensar que somos nuestro peor enemigo. Eso es algo que todos sabemos intrínsecamente, pero es una verdad que tendemos a enterrar” (entrevista de Jordan Pelee para BBC Radio, 2019). Análogamente Freud  menciona que la aparición de personas que por su idéntico aspecto deben considerarse idénticas, donde una es co-poseedora del saber, el sentir y el vivenciar de la otra; explicando que el carácter terrorífico de esta figura radica en una formación procedente de “las épocas primordiales del alma” ya superadas, que aquel momento poseyó un  sentido benigno pero retorna de un modo terrorífico, al igual que retorna en la adultez de la protagonista su doble que ella pensaba había quedado enterrado en su infancia. 
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Un punto de encuentro entre ambas películas es la aparición de ciertos símbolos en sí mismo inofensivos, pero que debido a su repetición nos da la idea de algo fatal, inevitable, donde por su proximidad en el tiempo no dejan lugar a ser pensados como coincidencias. En “Us” la repetición del número 11:11 que a su vez es un número en espejo y en “Get Out” el símbolo que toma este carácter es la taza de té, mediante la cual el protagonista es hipnotizado y empujado a revivir sus traumas infantiles. Para Freud el terror se produce por la relación con el proceso anímico de la “compulsión a la repetición” en el cual algo del orden inconsciente se repite en la vida del sujeto, proceso anímico que tiene la fuerza para doblegar al denominado “principio de placer” por lo cual confiere el carácter demoníaco a ciertos aspectos de la vida anímica y cotidiana.
Debemos admitir que también elegimos hablar de este director y sus películas porque en ambas se hacen presentes cierta crítica social, que a modo de ficción representa algo presente en la cultura actual: la segregación, la exclusión, el deseo de control y dominación de lo diferente. En ambos films se puede ver como hay un grupo que trata de excluir o dominar a la otredad, en donde no se ve a “los otros” individuos como semejantes, sino que se les asume un goce diferente, los otros en el caso de “Get Out” son los descendientes afroamericanos y en “Us” , “los rojos”, en la sociedad pueden ser “los adictos”, “los locos”, “los ancianos”, cualquier grupo que se perciba como diferente a “nosotros”, y se tiende a excluirlos porque su goce pone en peligro el goce propio por manifestarse como diferente (Naparstek, 2009). Hacemos una mención especial a “Us” debido a que nos sorprendió gratamente por su trama y el giro inesperado en el final ya que rompe con las dicotomías: buenos-malos, héroes-villanos, demostrando que la realidad es más compleja, lo que invita a los espectadores a hacerse preguntas y enfrentarse con la incomodidad que las mismas puedan acarrear. 
Referencias Bibliográficas:
Naparstek, F. (2009). Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo. Buenos Aires: Grama.
Freud, S. (1919) Lo ominoso. En Obras completas de Sigmund Freud. Tomo 17. Buenos Aires: Amorrortu
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streiia · 6 years
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“Hoy, cien años después del inicio de la edad de la psicología, los jóvenes están plenamente inmersos en la conciencia terapéutica y se sienten a gusto reflexionando y analizando sus sentimientos, sus emociones y sus pensamientos más íntimos, así como los sentimientos, las emociones y los pensamientos de los demás.”
— Jeremy Rifkin
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libriaco · 7 years
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L'uomo di successo
Noi uomini, di fronte alle pesanti esigenze della civiltà e sotto la pressione delle nostre rimozioni, troviamo di solito la realtà del tutto insoddisfacente e nutriamo perciò una vita di fantasia in cui ci piace compensare quello che ci manca nel mondo reale, abbandonandoci a creazioni che appagano i nostri desideri. Ora, in queste fantasie è spesso racchiusa gran parte dell'essenza intima della personalità e delle sue tendenze, rimosse nella vita reale. L'uomo energico, l'uomo di successo, è colui che riesce, a forza di lavoro, a trasformare in realtà le sue fantasie di desiderio.
S. Freud, da Cinque conferenze sulla psicoanalisi [1909], (Torino, Bollati Boringhieri ?)
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vaniku15 · 7 years
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Tratar a un traumatizado como víctima es la peor caridad que puede hacerse, impide que el sujeto se responsabilice de su implicación con el trauma y lo condena a la repetición.
#psicoanalis
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El que tiene ojos para ver y oídos para escuchar puede convencerse a sí mismo de que ningún mortal puede guardar un secreto. Si los labios están en silencio, él castañetea con la punta de los dedos; la traición sale de él en cada poro
Sigmund Freud
Val👽
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Hola, quisiera preguntar algo. ¿No es la no dualidad y sus postulados, algo sospechoso para el psicoanálisis? ¿La "unión con el todo" no sería una nostalgia por la primera experiencia de satisfacción o añoranza del sujeto humano por la pérdida de su objeto de deseo primario? ¿No sería una alienación del narcisismo infantil el querer hacerse uno con el Otro? (Horror a la separación) ¿no aceptación de esa nostalgia ontologica por el objeto perdido y la imposible satisfacción del deseo? Gracias...
Hola, lo que se enseña como "no dualidad" no tiene postulados, puesto que se implica que la única existencia es el "Todo". Por otro lado, los postulados psicoanalíticos no fueron pensados como una teorización de la "no dualidad", aunque en el fin de análisis haya un momento efímero en el cual el sujeto, al haber eliminado todos sus juicios de valor y haber tirado todas sus figuras erigidas, permanece en el estado de consciencia que describe el Advaita Vedanta. En el estado de no dualidad, todas esas teorizaciones ya no tienen razón de-ser, ya que adviene un des-ser, o liberación en términos orientales.
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mrs-lovets · 8 years
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Este es mi cuerpo, pero no soy yo...
la cosa graciosa de hoy...
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tmnotizie · 5 years
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di Stefania Mezzina
SAN BENEDETTO – Si è  affrontato l’argomento della psicoanalisi, al convegno dal titolo “La Psiche in Comune”, a San Benedetto del Tronto. Ospite d’eccezione è stato il dottor Daniele Luciani, psicoanalista Lacaniano,  il cui intervento ha cercato di spiegare al pubblico come funziona il metodo psicoanalitico e come può riuscire a promuovere  serenità  nella vita delle persone.
Si sono toccati i significati di termini  che sono ormai entrati nel linguaggio comune, spesso usati a sproposito: io, es, super io, complesso di Edipo senso di colpa,  frustrazione, e molti altri termini. Moderata dall’avvocato Enrica Piergallini, la conferenza è stata appassionante  anche nel momento del dibattito.
“La Psiche in Comune” è un ciclo di conferenze psicoeducative,  avviate nel 2017 e fortemente volute dall’Assessore Antonella Baiocchi a beneficio della cittadinanza, sulla base della profonda consapevolezza che la chiave per conquistare la parità dei diritti, l’inclusione e l’integrazione sociale e il reciproco rispetto (in sintesi la chiave per conquistare la serenità e l’armonia nella relazione con se stessi e con gli altri) risiede “dentro di noi”, nella conoscenza e padronanza del mondo interiore.
Ad ogni appuntamento vengono invitati professionisti della psiche, del mondo della filosofia e dell’avvocatura, capaci di arricchire la  consapevolezza in merito alle dinamiche alla base della relazione con se stessi e con gli altri.
Si preannunciano  molto interessanti anche i prossimi appuntamenti: il 23 ottobre si affronterà il tortuoso ed affascinante argomento dell’HIKIKOMORI: un fenomeno riscontrato tra gli adolescenti, che consiste nel ritiro fra le mura domestiche e la mancanza di qualunque rapporto sociale.
Sarà poi la volta di una conferenza sul Cognitivismo, per conoscere come agisce questa particolare metodologia di terapia della psiche.
Le tre conferenze sulla psicoanalisi, sull’hikikomori e sul cognitivismo, sono gli appuntamenti organizzati nell’ambito de La Psiche in Comune che erano stati annullati nella primavera, a causa del silenzio elettorale, conseguito alle votazioni regionali.
Tutti gli appuntamenti sono ripresi dal cameram Domenico Braccetti (molti anche in diretta streaming)  ed è possibile vederli sul sito del Comune, nel settore Pari Opportunità.
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Trabajo sobre el psicoanalis de Marcos Lozoya, Raúl Arcones, Ivan Iglesias y Nacho Gil
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rassegnaflp · 6 years
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Françoise Dolto mette il Vangelo sul lettino di Freud
Françoise Dolto mette il Vangelo sul lettino di Freud
di Cesare Cavalleri, avvenire.it 2 ottobre 2013
Di Françoise Dolto (1908-1988), in dialogo con Gérard Sévérin, et al./Edizioni ha pubblicato l’anno scorso I Vangeli alla luce della psicoanalisi, e adesso manda in libreria La fede alla luce della psicoanalisi (pp. 136, euro 16), che è un’altra costola dell’originale francese, apparso unitariamente nelle 416 pagine delle Éditions Gallimard, nel…
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estudio psicología
estudio psicología, ponele que por 4 año, y algo que me llama mucho la atención.
en psicología hay muchas corriente/escuelas, cada una con su paradigma ,algunas son: social,cognitiva,gestalica,sistemica y psicoanálisis.
De esta ultima vengo hablar , si psicoanalis, osea freud entre otros.No voy a decir que me parece pésimo o inútil el psicoanálisis porque seria ser bestia,pero el problema del psicoanálisis es sus fanatismo que es tan grande que ciega a todos de algo elemental : se sigue estudiando las mismas teorías de aquel hombre del siglo XX y no,no para debatirlas o actualizarlas si no para saberlas.
 la teoría del sueño,el aparato psíquico , el narcisismo no se ven afectados tanto por esto ya que son mas aculturales ( se pueden salir mas del contexto de la época, eso quise  decir) PERO LA SEXUALIDAD,LA SEXUALIDAD LOCO .NO PODEMOS VER LA SEXUALIDAD Y ESTUDIARLA DESDE LO PSÍQUICO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE UN HOMBRE DEL SIGLO PASADO,NO TIENE GOLLETE.hay que considerar el contexto lose,pero con solo eso no avanzamos.
porque me saca esto ? ahí viene la anécdota. como ya dije estoy en cuarto año de la facultad (en argentina le decimos así a cuando estas cursando una carrera profesional) y me encontraba cursando una materia psicoanalítica, un grupo estaba dando lección del texto de freud : tres ensayos, texto que habla de la sexualidad y como esta es distinta en el hombre y en  la mujer ( aclaro que para freud sexualidad no es solo lo genitales, es toda una conducta ) ,este texto explicaba como las mujeres somos reprimidas sexuales porque nosotras mismas ya que no nos masturbamos tanto como los hombres ( acá ya vemos la diferencia cultural entre siglos ,en uno las mujeres no pueden masturbarse y en otro tiene mucha mas libertad, que te masturbes o no no te hace mas o menos mujer al fin y al cabo). conversación entre profesor psicoanalista y el alumnado:
P: bueno, pero esto es asi , o no ?
A: no necesariamente
P: bueno , pero hay que ver el contexto del texto. aun así como el texto lo dice lo tiene que repetir
QUEEEEEEE ? que tan fan tenes que ser de un autor para no solo no admitir que esta mal lo que dice que ademas queres que se siga expandiendo una idea obsoleta y antigua.
por eso , si alguien que esta estudiando psicología o ya se recibió,quiere ejercer el psicoanálisis , hazlo, pero por favor , actualizalo .podes ser mejor que freud.
quería desahogarme,gracias por leer y el espacio :)
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