#leyes de la historia
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«Dichas leyes no son, en efecto, otra cosa que las leyes más generales de estas dos fases del desarrollo histórico y del mismo pensamiento. Y se reducen, en lo fundamental, a tres: ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa; ley de la penetración de los contrarios; ley de la negación de la negación.
Las tres han sido desarrolladas por Hegel, en su manera idealista, como simples leyes del pensamiento: la primera, en la primera parte de la Lógica, en la teoría del Ser; la segunda ocupa toda la segunda parte, con mucho la más importante de todas, de su Lógica, la teoría de la Esencia; la tercera, finalmente, figura como la ley fundamental que preside la estructura de todo el sistema. El error reside en que estas leyes son impuestas, como leyes del pensamiento, a la naturaleza y a la historia, en vez de derivarlas de ellas. De ahí proviene toda la construcción forzada y que, no pocas veces, pone los pelos de punta: el mundo, quiéralo o no, tiene que organizarse con arreglo a un sistema discursivo, que sólo es, a su vez, producto de una determinada fase de desarrollo del pensamiento humano. Pero, si invertimos los términos, todo resulta sencillo y las leyes dialécticas, que en la filosofía idealista parecían algo extraordinariamente misterioso, resultan inmediatamente sencillas y claras como la luz del sol.»
Federico Engels: Dialéctica de la naturaleza. Editorial Grijalbo, pág. 41. México, 1961.
TGO
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The Whitening of Brazil
Brazil has a long and painful history of slavery that impacted its racial composition. In 1888, the country became the last in the Western Hemisphere to abolish slavery. During the more than 300 years of slavery in the Americas, Brazil was the largest importer of enslaved Africans. According to a UN publication by Edward Telles, Brazil brought in seven times as many as the United States. This massive influx of enslaved Africans resulted in a predominantly Black and mixed-race population by the time of abolition.
From the 1930s until recent years, Brazil promoted the idea of being a “racial democracy.” This concept suggested that racism and racial discrimination were minimal or non-existent in Brazilian society, especially when compared to other multiracial societies like the United States or South Africa. The absence of explicit race-based laws or policies, such as segregation or apartheid, throughout the 20th century reinforced this belief.
However, this ideology masked underlying racial inequalities and discrimination that persisted in Brazilian society. In the late 19th and early 20th centuries, Brazilian officials actively encouraged European immigration while restricting Chinese and African immigrants. This policy was rooted in the scientific racism of the time, which viewed a non-white population as problematic for the country’s future development.
Blanqueamiento is a social, political, and economic practice used to "improve the race" towards a supposed ideal of whiteness.
Biologically, blanqueamiento could be achieved by marrying a lighter-skinned individual to produce lighter-skinned offspring.
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El Blanqueamiento de Brazil
Brazil tiene una historia de racismo larga y dolorosa, la cual ha impactado su composición racial. En 1888, el país fue el último país del hemisferio occidental en derogar la esclavitud. Durante más de trescientos años de esclavitud en las Americas, Brazil fue el importador más grande de africanos esclavizados. De acuerdo con una publicación realizada por las Naciones Unidas, escrita por Edward Telles, Brazil traía siete veces más que los Estados Unidos. Para el momento que llegó la derogación, esta entrada masiva de africanos esclavizados resultó en una población predominantemente negra o de raza mezclada.
Desde la década de 1930 hasta años recientes, Brazil promovía la idea de ser una “democracia racial”. Este concepto sugería que el racismo y la discriminación racial eran bajos o no existía en la sociedad de Brazil, especialmente comparada con otras sociedades multirraciales como Estados Unidos o Sudáfrica. La falta de leyes o políticas explícitas y basadas en la raza como lo son el apartheid o la segregación racial, hizo que a lo largo de el siglo XX, esta creencia se fortaleciera.
Sin embargo, esta ideología enmascaraba desigualdad y discriminación racial, que persistió en la sociedad brasileña. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las autoridades brasileñas promovían la inmigración de europeos y restringieron a los inmigrantes africanos y chinos. Esta política estaba basada en el racismo científico de ese entonces, el cual consideraba que una población no blanca sería problemático para el futuro desarrollo del país.
Blanqueamiento es una práctica social, política y económica, utilizada para “mejorar la raza” y para alcanzar la blanquitud ideal.
Biológicamente, el blanqueamiento podría lograrse casándose con un individuo de piel más clara para producir descendencia de piel clara.
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NEW MOON, última parte.
your TEETH crave my name.
my blood makes you MOONSTRUCK.
is this OUR end?
¿se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo? Sí, pero ¿sobrevivirá esa atracción a su propio sello?
pair: vampire!park sunghoon x f!reader
summary: finalmente, los colmillos de Park Sunghoon han penetrado en tu piel y tu sangre ha sido probada por él. ¿qué consecuencias traerá este mordisco? y, por si fuera poco, la figura misteriosa de Jay parece compartir un pasado con tu querida mejor amiga Aerin, si es que se podía seguir llamando de esa forma. Una historia en la que parecías destinada a participar en su final... ¿o en su principio?
warnings of part 4: sangre, mordiscos, besos en el cuello, menciones de dios, traición de una amistad, lenguaje malsonante y si veis alguno más decidme pls
words: 8288
parte tres masterlist
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Sunghoon succionó una, dos, tres y cuatro veces. Su lengua saboreó la sangre que caía de las perforaciones que él había hecho en tu cuello. No había palabras para describir la paz interior que su sabor provocó en su insaciable sed que, como vampiro, siempre le marcaría de nacimiento. O eso pensaba hasta que llegó tu olor, tus ojos, tu sonrisa, tu cuello, tu sangre... Cuatro veces succionó, insuficientes veces para satisfacer la sed por sangre humana de un vampiro corriente, de Jake o de Heeseung, pero curiosamente suficientes para él. Beber tu sangre era como tomar su manjar favorito estando lleno. Siempre había espacio, pero jamás abusaba porque no tenía hambre, porque ya estaba lleno.
Anulaste la sed del vampiro Park Sunghoon, realidad incoherente con la tradición, con lo común, con las leyes de la naturaleza. Y así, Sunghoon se separó tras apenas haber tragado más de una vez, sin necesidad de beber más, de morder, de matar.
Despegó sus colmillos suavemente, atendiendo al tiemble de tu agarre en su brazo, el calmado latido del corazón y el suspiro de placer que tus labios emitieron. Se alejó, quedando cualquier sonido que sus suaves besos húmedos en tu cuello podrían haber producido ignorado por tu débil risa llena de cariño y plenitud. Park Sunghoon te miró ahora abrazándote y teniendo tu cara enfrente de la suya, mirándote siendo él mismo, sintiéndose vivo, sintiéndose humano.
Un cambio que percibiste en sus ahora desaparecidos colmillos y en sus verdaderos ojos de carbón sujetando los tuyos como si en ellos estuviesen la clave de su vida, la respuesta al acertijo de su existencia.
Park Sunghoon seguía siendo vampiro pero, en el fondo de su mente que todavía no estaba presa de esa inocente felicidad de tenerte en sus brazos, supo que las leyendas eran ciertas y que había esperanza en su gran deseo de vivir sin estar muerto.
Siempre y cuando tú existieras junto a él.
Cuando sentiste los colmillos de Park Sunghoon penetrar en tu piel junto con su cálida lengua saboreándote, tu corazón sintió la extraña sensación de un sueño siendo cumplido, pero no el tipo de sueño que solemos tener en la vida, por el que trabajamos duro y nos ponemos metas, sino un sueño que el destino de tu alma tenía que cumplir en el camino de su vida porque, en efecto, estabais hechos el uno para el otro.
Vuestras manos unidas se mantuvieron de esa forma, juntas, incluso tras el final de aquel íntimo momento, reflejando que aquello no era una simple atracción. La duda sembró tus labios y Sunghoon te escuchó con el mismo pánico que interiormente podía llegar a sentir al darse cuenta de que os unía una conexión tan antinatural que os hacía olvidar el hecho de que no os conocíais. Su caricia sobre tu cuello te tranquilizó de cierta forma, parándote a pensar en su tacto mientras observabas su rostro tras haberte mordido, marcado. ¿Realmente no conocías a Sunghoon?
—Hasta hace nada pensé que tú no sentías lo mismo por mí, que todos esos detalles que veía en ti eran observaciones que jamás saldrían a la luz—. Comenzaste, siendo interrumpida por Sunghoon de una manera curiosa, al complementar tus palabras con sus observaciones. —Intuía que leías a Poe, y justo te encontraba en la biblioteca haciéndolo—. Susurró.
—Sabía cómo reaccionarias a algunas palabras del profesor Friedrich, y acertaba de lleno—. Continuaste. Sunghoon elevó una de sus cejas antes de hablar.
—Nunca te encontraba en los partidos oficiales de ninguno de los deportes de la academia y nunca me sorprendía—. Reíste mientras bajabas la cabeza. Tu mano libre acarició su pecho.
—Aquella vez que discutiste con Heeseung y todo el mundo se enteró poniéndose de parte suya, yo te vi cosiendo su camiseta de béisbol cuando pensabas que nadie te estaba mirando y no me sorprendió ese lado tuyo—. Sunghoon esbozó una pequeña sonrisa.
Su mirada se tornó un tanto dudosa mientras dejaba de llover, aclarándose el cielo y dejando brillar a las estrellas. Se acercó un poco más a ti, bajando la cabeza.
—Sabía que estabas escuchando cuando rompí con Aerin. Por eso fui mil veces más maleducado e imbécil. Quería que me odiases, pero con cada palabra se me rompía más el corazón al pensar que realmente podría conseguirlo. Yo... yo nunca quise esto, estar atraído hacia un humano hasta el punto de sufrir una sed inaguantable. Pero es que antes...— Se le rompió la voz un poco —No sabía que esto que nos une es distinto e inevitable.
Sus palabras agilizaron tu corazón y una carga en tus hombros fue levantada por la compresión y compasión. Te lamiste los labios antes de realizar una pregunta. —Jay mencionó leyendas ¿somos parte de una?
Sunghoon te miró asintiendo antes de echar un ojo hacia toda la estancia. En su interior, supo que Jay te había mencionado semejante información tan insólita siendo una humana porque desde el principio se lo había temido, Sunghoon y tú erais lo mismo que Aerin y él. Jay, de nuevo, le había dado razones para admirarlo.
Notando su mirada precavida, hablaste. —¿Quieres venir conmigo y así hablamos con más tranquilidad?— Tus mejillas no pudieron evitar encenderse tras tu invitación. Sunghoon sonrió, llegándole la sonrisa hasta los ojos y asintió. —Sí—.
Así, caminasteis hasta tu habitación con las manos todavía unidas.
Con vuestros meñiques tímidamente entrelazados, abriste la puerta caoba de tu habitación, entrando tú primero y Sunghoon detrás de ti. No te lo admitiría pero estaba nervioso, todo parecía encajar perfectamente muy rápido y el vértigo que le suponía ser plenamente feliz le atragantaba con risas. Apreció tu habitación, decorada con tu estilo rústico ideal pero con una pizca de tu esencia que no sabría muy bien señalar dónde. Era tu habitación y como tú, no podría haber otra igual.
Gesticulaste hacia tu cama y Sunghoon se sentó en ella mientras te dirigías hacia el escritorio, buscando ordenar un poco los papeles esparcidos y los libros abiertos, además de algún bolígrafo colocado a libre albedrío. Era un caos, pero no uno demasiado trágico.
Sunghoon aprovechó que no le mirabas para observarte. En su pecho hasta ese momento frio y muerto, sintió una calidez que le pedía a gritos abrazarte, protegerte, tenerte siempre en su vida junto a él. Eran sensaciones muy fuertes para alguien considerado muerto, para un inmortal que no tenía ninguna esperanza en la eternidad.
Tras tu breve intento de orden, te giraste hacia él y tu corazón se aceleró. El chico vampiro que reinaba cada uno de tus sueños desde la primera vez que tus ojos se posaron en él, estaba en tu cama, cómodo, portando una sonrisa amplia y juvenil, casi como la inocentemente feliz sonrisa de un niño. La vergüenza te comió por dentro y te quedaste de pie, incómoda en tu propia habitación, gesto que Sunghoon notó y que le hizo reír al instante.
—¿Por qué pareces tú la invitada? Es tu habitación—. Dijo mientras tu nombre se escaba de su boca con gran adoración. Tú estomago dio una voltereta mientras Sunghoon con la palma de su mano sobre tus sábanas indicaba que te sentaras a su lado. Te acercaste, dándole la mano que el te tendió para sentarte en la cama, como si fueras una princesa de porcelana frágil hasta ante una pluma o unas meras sábanas. Lo comentaste y las orejas de Sunghoon se encendieron al darse cuenta.
Una vez acomodados -vuestras manos todavía unidas- Sunghoon se lamió los labios antes de suspirar. —¿Qué quieres hacer ahora?—. Su pregunta te sorprendió porque de cierto modo, pensaste que él tendría el control, que él sabría el secreto y que tú solo tendrías que asentir y seguir junto a él. Pero eso jamás sería así con Sunghoon. Si tú decidías estar con un ser como él, era decisión tuya. Si tú decidías seguir con él, dejar que beba tu sangre hasta que se volviese humano, era tú decisión, tu voluntad. Él jamás te forzaría a nada, incluso si te ibas, no te rogaría que te quedaras porque significabas demasiado para él. Gesto que un vampiro normal no entendería porque la naturaleza era manipular, decirte que te quedaras, que te sometieras a él.
Sonreíste ante la expresión suave de su rostro, expresando siempre tanto con sólo aquellos ojos, hecho que mucha gente no sabía apreciar. Tu mano libre se acercó a su cara, acariciando suavemente su pómulo. —¿Puedes explicarme qué es lo que nos une?—. Sunghoon cerró los ojos fundiéndose con tu tacto mientras asentía. La calidez de tu mano curó heridas interiores que no sabia que tenía abiertas y sangrando.
Así Sunghoon, poco a poco, te empezó a contar la leyenda que todos los vampiros conocían, pero que nadie creía o nadie quería creer. —Muchos vampiros no quieren volverse humanos, y creer que podía existir su humano destinado que los salvaría de la vida de pecado y condena no les interesaba. Por ello, esta leyenda no tiene la popularidad que podría tener, pero sí que todos preferimos no contársela a los humanos. Al fin y al cabo, es la posibilidad de una debilidad de la raza vampírica. Además de que realmente todas las religiones siempre hablan de algo similar, no sólo la que llama al "algo" Dios—. Llegados a este punto de la historia, Sunghoon y tú estabais acostados en tu cama, no acurrucados pero unidos por las manos que todavía no habíais separado.
—Entonces ¿es algo así como estar destinados el uno al otro?—. Tu corazón saltaba de alegría al pensar que realmente tenía una otra mitad que lo comprendía. Bueno no, no era simplemente eso. Era tener a Sunghoon como tu alma gemela después de noches sufriendo por un interés no correspondido. Él asintió.
—Creo que ya lo notas pero no podemos evitar sentirnos el uno hacia el otro como lo hacemos, con esta necesidad tan...—. Su mirada bajó hacia tus labios sin poder controlarlo pero sin hambre o deseo, simplemente observando la belleza de su forma. —Sí—. Completaste su frase susurrando. No había más palabras que una afirmación para expresar que conocías perfectamente esa necesidad de la que él hablaba.
Un silencio cómodo se estableció entre vosotros mientras os mirabais. Eras consciente de que ahora era el momento de tomar una decisión pero, saber que existían los vampiros y que estabas destinada a él, era demasiada información para una noche. Tus ojos así lo demostraban, siendo por un momento cerrados con lentitud por tus párpados. Sunghoon lo notó y te besó la frente suavemente. —A dormir—. Susurró con esa voz que siempre has querido oír siendo dirigida hacia ti. Apretaste su mano y exclamaste adormilada —No te vayas—. Sunghoon devolvió el apretón —Nunca—.
Pero, en mitad de la madrugada cuando la luna todavía mostraba su majestuosidad pero con cansancio, un fuerte dolor en el pecho te despertó. Abriste los ojos sobresaltada, buscando agarrar la mano de Sunghoon a modo de protección. En cambio tu mano entró en contacto con la nada, con sábanas cálidas, con simple aire, con un vacío. Te incorporaste con un horrible sabor en la boca y una respiración acelerada. El dolor en el pecho no se iba, continuaba contigo pese a haberte despertado, tal y como Sunghoon había prometido hacer con su estancia a tu lado.
Pero Sunghoon no estaba. No había rastro de él en tus sábanas en las que anteriormente os habíais confesado una gran unión y dependencia el uno del otro. Tampoco estaba en el escritorio que habías intentado organizar horas antes, ni en la entrada por la que con las orejas rojas te había alagado la decoración de tu habitación. Park Sunghoon no estaba. Park Sunghoon se había ido, se había esfumado. Y él había prometido no hacerlo, había prometido quedarse en un momento en el que todavía no sabíais qué seríais en un futuro.
Una mente racional pensaría que tuvo que irse por cualquiera razón que no fuese un rechazo, un portazo. ¿Pero con aquel dolor en el pecho? Casi sentiste tu respiración ahogarte, desafiando la física y la biología. Tal y como vuestra conexión lo hacía, tal y como su existencia vampírica lo hacía.
Tus ojos se llenaron de lágrimas que intentabas retener con pensamientos racionales. A lo mejor estaba fuera porque fue al baño o estaba yendo hacia su dormitorio a prepararse para el día siguiente. Pero no había clases al haber acabado el semestre. Tus pies aceleraron el paso atravesando tu habitación. Abriste la puerta todavía con lagrimas sin caer, sin doler.
Allí, bajo el alba, Park Sunghoon se alejaba de los dormitorios, de tu habitación, de ti, por el mismo camino por el que horas antes se había entregado a ti y tu habías permitido la perforación de tu cuello por sus colmillos. Tus cuerdas vocales se prepararon para llamarlo y así relajar a tu corazón. Hasta que tus ojos la vieron y aquello no fue necesario.
Aerin caminaba por delante de Sunghoon, guiándole con su mano unida a la suya. La palma de Sunghoon acariciaba y rodeaba a unos dedos que no eran los tuyos. Estaba unido a alguien que no eras tú, sino Aerin. A quién primer amó, a quién tuvo que romperle el corazón por tu culpa, a quién verdaderamente quería en su vida.
Cerraste la puerta al instante mientras tus piernas fallaban y te dejabas caer lentamente en el suelo, con tus brazos acariciando tu ahora incompleto ser, con la huella de sus colmillos en tu cuello ardiendo, con el efecto que el dejó sobre ti como tu única identidad. Abandonada, con una promesa rota como última creencia.
¿Qué había sido esto?
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Prepararte para ir a cenar nunca había sido tan difícil. Saltarte el desayuno y la comida había sido totalmente sencillo al olvidarte completamente de comer.
Habías conseguido quedarte dormida tras el silencio sepulcral que el fin de tus sollozos produjeron. Era mentira, él no era tu otra mitad, tu persona destinada. Seguías igual de incompleta y sola. Pero eso no dolía realmente. Lo que dolía era que no fuera Sunghoon tu otra mirad. Que esto hubiese sido todo para ti y nada para él. Simplemente saciar su sed.
¿Cómo alguien podía mentir así de fácil? ¿Así de real? Vampiro. Era un vampiro. Estaba en su naturaleza y sólo fuiste un recipiente de sangre desde el principio. Pensar esto te devolvía el asesino dolor en el pecho. No encajaba, no podía ser de esta forma... Pero Sunghoon no volvió. No apareció ni a la hora de desayuno, ni para comer, ni al mediodía, ni por la tarde, ni a las ocho, ni a las nueve... nunca.
Así, decidiste -y como mecanismo de defensa ante su existencia y sus manipulaciones insensibles- odiar a los vampiros en un mundo gobernado por ellos.
Con esta nueva emoción dominante en tu cerebro, decidiste atender al último turno de cena de las diez de la noche, buscando saciar tu hambre y, con ello, culpar este vacío que sentías como causa de una razón alimenticia y no a la ausencia por abandono de Park Sunghoon.
Saliste de tu habitación luciendo presentable, desempeñando una nueva confianza fruto de la decepción y del odio. ¿Su humana destinada? Absolutas porquerías y mentiras. Recordar la pasión con la que os habíais abrazado hace horas mientras pasabas por el mismo camino por el que él se fue para no volver con Aerin fue una de las acciones más difíciles que habías realizado en tu corta vida. Agradeciste interiormente no haber probado sus labios, no haber sellado completamente vuestros, o más bien, tus sentimientos, o no sabrías si te recuperarías.
Mientras caminabas hacia el comedor por la desierta academia (a esas horas la gente estaba yendo hacia alguna fiesta o preparándose en las habitaciones para ello) el peso de todas las emociones que sentías te rompían los hombros.
Tras cruzar una esquina, la figura de Aerin caminado por el mismo pasillo al que habías entrado te hizo parar en seco. Sunoo iba junto a ella, caminando par a par hasta que vuestras miradas se encontraron y el ceño de Aerin se frunció, acercándose rápidamente hacia ti. Notaste las marcas de su cuello y antes de que pudieras siquiera mirarle a los ojos, un sonido desagradable reinó el pasillo.
Aerin te habia abofeteado.
—¿Cómo se te ocurre intentar seducir a mi prometido? ¿Es que a caso no tienes ningún tipo de vergüenza? Sabía que siempre me tuviste envidia pero llegar a estos extremos? ¿Cómo...?—. Dejaste de escuchar su discurso cuando la palabra prometido fue emitida por sus labios siempre pintados de ese característico rosa. Desconectaste tanto de lo que estaba diciendo que hasta la interrumpiste.
—¿Has dicho tu prometido?—. Aerin se rio de mala gana y supiste que quería darte otra bofetada. Pero, en vez de hacerlo con su mano, lo hizo con sus palabras. —Sí, Park Sunghoon—.
Tu cerebro seguía sin comprender y el gran escozor de tu mejilla no te ayudaba. —¿Y Sunoo? ¿No te estaba mordiendo ayer por la noche?—. Aerin parecía sorprendida y esta vez sí que no se aguantó, proporcionándote otra bofetada en la misma mejilla. Cerraste los ojos y te agarraste el moflete harta de semejantes actitudes que siempre habías aguantado de ella y que habían acabado en violencia.
Habías perdido a Sunghoon para siempre, si es que aluna vez fue tuyo. La plenitud que sentiste te había dejado tan feliz que su ida hizo que ahora ya no actuases en base a algo, simplemente siguiendo tus propios impulsos de protección. Nadie te volvería a pisar de esa forma, nadie se adentraría en tu corazón con semejante facilidad nunca más.
Antes de que Aerin pudiese empezar a chillarte, hablaste.
—Vas a pegarle otra bofetada a tu querido prometido pero a mi ni se te ocurra volver a tocarme. Puedes ser un vampiro, puedes ser la mismísima hija del director de la academia. No me importa. Ya te he aguantado lo suficiente como para ahora tener que darte explicaciones. Quédatelo, todo para ti. No quiero saber más de vosotros y de vuestras sangrientas manipulaciones. Tú sigue siendo una zorra y yo seguiré siendo educada. Que os den—. Con una rabia impotente, te giraste ante las exclamaciones de Aerin. Sunoo no se había manifestado, ni siquiera se había acercado, pero hubo algo en la forma en la que durante todas tus palabras sólo seguía mirando a Aerin que te descuadró completamente.
Olvidándote de que ibas al comedor, te giraste y rehiciste el camino hacia los dormitorios desviándote en un pasillo que nunca se usaba al dar a los almacenes de limpieza. Te sentase en el pequeño banco de roble que había como decoración usable y ocultaste tu cabeza en tus brazos mientras las lágrimas salían. Querías volver a casa, a junto tu querida madre que siempre sabia como ayudarte aunque fuese la persona mas imperfecta del mundo y aunque eso fuese imposible.
Sunghoon y Aerin se iban a casar. Vampiro con vampiro. Tal y como debía ser, como tenía que ser. Te diste cuenta que no debiste ni haberte metido, ni haberte dirigido a él, ni haberle mirado, ni nada. Ni saber de su existencia.
Tus sollozos eran tan fuertes que eran silenciosos, sacudiendo tu cuerpo mientras buscabas de alguna forma pensar en positivo, en otra cosa, en algo que no fuese nada ni nadie.
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Tras unos minutos en los que conseguiste calmarte a ti misma, el desquiciado hambre te atacó. Miraste hacia el infinitos techo de la bóveda de piedra que, con muchas más, conformaban la academia y suspiraste. Unos pasos te hicieron girar la cabeza, aunque tus ojos estaban muy pesados como para realmente procesar lo que estaba sucediendo.
Park Jay se paró al inicio del pasillo, con las manos en los bolsillos, observándote con unos ojos que de alguna forma, reflejaban perfectamente la desastrosa borrasca torrencial que se desataba en tu interior. Apartaste la mirada de él, no pudiendo soportar su mirada con conocimiento de causa. Jay continuó caminado hacia ti, sentándose a tu lado en aquel banco, descansando la cabeza contra el duro muro mientras suspiraba.
La presencia de Jay te reconfortó de cierta forma pese a ser un vampiro, pues cuando uno está en esa situación de dolor, la simple compañía de una mosca podía ser la más reconfortante del mundo.
En verdad Jay era el único que no te había mentido y que había sido lo más claro que nadie en esta academia había sido nunca, si omitimos los datos que, por una razón mayor, no te pudo dar. Esta reflexión te hizo pensar en Sunghoon.
Esa parte esperanzadora de tu interior pensaba que estabas sacando conclusiones demasiado rápido y que Sunghoon si volvería murió por tortura tras las palabras de Aerin.
—Que estés aquí me dice que algo sabes... Por no decir todo—. Comenzaste casi susurrando, buscando esbozar una sarcástica sonrisa mientras seguías mirando al frente, a esa piedra dura, oscura y rugosa.
Jay te miró, gesto que sólo pudiste captar por el rabillo del ojo. —Algo había sospechado pero el encuentro en el pasillo me lo confirmó—.
—Así que has visto eso. Wow—. Intentaste no sentir vergüenza. Fallaste. —Ya ves que tenías razón, tan amiga no era—.
Jay se rio muy débilmente, tanto que sonó más a expiraciones forzadas que a una risa para luego caer en un silencio dubitativo. Sentiste que te iba a contar algo importante, así que le miraste. Él no te devolvió la mirada, pero apreció el gesto de oyente activo.
—Aerin antes no era así. O eso siempre me digo yo intentando justificar por qué la sigo amando tanto—. Su confesión te sorprendió. Jay ahora sí, te miró a los ojos y te volvió a dejar ver el mismo torbellino de emociones que tu sentías ser reflejado. —Aerin y yo somos, o fuimos, lo que Sunghoon y tú sois. He visto como te mira y era imposible no notar su presencia en aquella azotea, antes de que me preguntes cómo lo sé—.
Pensar en la posibilidad de que sí que le importases a Sunghoon dolía demasiado. Ahora entendiste los espejos que sus ojos eran cuando le mirabas, él sabía perfectamente como te sentías. —Te equivocas Jay, él y yo nunca fuimos, ni somos... algo—. Jay miró al frente de nuevo, suspirando. Tras unos segundos, compuso sus pensamientos y comenzó.
—Sunghoon y Aerin se conocen desde la infancia, pero Aerin no es un vampiro—. Frunciste el ceño mientras continuaste mirándole, extrañada. —Es una hija adoptada y por ello, una humana intocable mientras no sea cambiada por su futura pareja. Además de ser nada más y nada menos que la hija del propio director de la única escuela de vampiros de Asia—. Jay gesticuló con las cejas y notaste un dolor de rendición en su voz. —Pero a mí eso nunca me importó, porque ella era mi destino, ella era mi futuro, mi todo. Nadie lo sabía, sólo ella y yo. Seguro que Sunghoon te explicó a lo que me refiero o si no, no estarías en este estado—. Le diste un suave golpe en el hombro, quejándote ante sus palabras.
Parte de ti se alegró porque Aerin también hubiese sentido algo tan bonito como pertenecer con alguien en una vida completa. Jay leyó tus pensamientos como un libro y te sonrió suavemente. —Pero yo jamás podría cambiarla, porque si bebo su sangre me debilito y cada vez me vuelvo más humano. No puedo darle la vida de eternidad que ella quiere para estar con su familia y sus amigos. Yo no podría hacerle eso a ella, especialmente cuando ya tenia toda su vida preparada al estar enamorada de Sunghoon—. Su voz perdió intensidad y suspiró.
—Yo decidí nunca sellar nuestro destino, nunca atarla a una vida conmigo de decepción y mortalidad y rechazo y me—. Paró de hablar y te miró. —Sabes que una vez que muerdes es imposible separarse y no podía encerrarla a mis colmillos. Por eso me los partí—.
—¿Decidiste arruinarte por ella?— Exclamaste susurrando. Jay te miró con seriedad. —Y lo haría las veces necesarias si eso significa que sea feliz—.
Apoyase tu mano en su hombro, entendiéndole perfectamente. Darías lo que fuese por volver a sentir esa conexión con Sunghoon, por poder llamar a Sunghoon tu destino y él querer serlo.
—¿Ella sabe esto?—. Preguntaste temiendo adivinar la personalidad de Jay.
—No estaba en sus planes de vida y cuando ingresé a mitad de curso en la academia el año pasado, no era el momento para un nosotros. Fingí que fue un accidente y ese mismo verano empezó a salir con Sunghoon—. Mirar a Jay se volvió doloroso. Era un absoluto reflejo de tus propias emociones, aunque el había arruinado su ser por Aerin.
Jay notó tus pensamientos de nuevo. —Pero Sunghoon y tú sois distintos. Le conozco y sé perfectamente que hay algo que le está haciendo actuar de esa forma y la razón no es que no quiera formar parte de tu vida. Sé que ahora debes odiar a los vampiros, pero debes creerme... ¿cuándo te hice dudar?—. Levantaste una ceja intentando ocultar la involuntaria esperanza que sus palabras te habían dado.
—Eso mismo es lo que dicen los manipuladores, Park Jay—. El nombrado se rio mientras ambos seguíais en aquel banco, lejos de la causa de vuestros corazones rotos. Jay estornudó, y le prestaste tu bufanda, compensando por la sudadera del día anterior.
Tras unos minutos de silencio reconfortante, Jay habló. —Vamos a cenar—. Aceptaste sin pensarlo dos veces, al fin y al cabo tu estómago no tenía por qué sufrir las consecuencias de un problema del corazón.
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Jay cortó uno de los filetes mientras tú te llevabas un poco de tomate a la boca.
—Así que los vampiros sí que pueden tomar comida humana— Señalaste mientras masticabas aquella fruta en el silencio de un vacío comedor. Jay alzó una ceja. —Es como los refrescos para vosotros, no los necesitáis para sobrevivir ni son realmente lo más idóneo, pero los tomáis igualmente—. Asentiste dirigiendo tu mirada al plato mientras jugabas con el tenedor. —Tiene sentido—. Jay te miró por un momento para después negar con la cabeza sonriendo.
Saber que Jay y tu tenéis experiencias tan similares y comprendéis lo incomprensible que es tener una alma gemela que no os quiere, os había acercado rápidamente. No tardaste en confiar de cierta forma en su criterio. Así, una vez tragado el tomate, decidiste hablar. —¿Crees que debería acercarme a Sunghoon?—.
Tu cambio de tema no le sorprendió y dejó de cortar aquel filete para mirarte mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos. —No sé realmente qué es lo que ha sucedido. Aerin y él siempre tenían versiones distintas de los mismos acontecimientos. Lo que para ella es "lo hemos arreglado" para Sunghoon es "hemos roto". Aunque yo les conozco desde antes de que empezaran a salir, así que no se muy bien qué problemas han tenido entre ellos. Pero creo que será mejor que hagas lo que tú sientas—. Rodaste los ojos, aquello no te ayudaba. Jay te miró confundido. —No me hagas ese gesto, me has pedido una opinión—.
Sonreíste riéndote un poco. En verdad la pregunta había sido muy estúpida porque estabas convencida de que no ibas a hablar con alguien que te había dejado sus intenciones muy claras. La horrible sensación de ser abandonada te perseguiría en pesadillas futuras y simplemente no podías actuar como si pudieses perdonarlo solo porque Jay tuviese la opinión de que a Sunghoon realmente le gustabas, de esa forma tan del destino.
Suspiraste y seguiste comiendo, llenando tu estomago y sintiendo que por fin, algo bueno te había pasado ese día.
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Jay si que consiguió distraerte de todo lo que había sucedido, su presencia reconfortándote y haciéndote olvidar el hecho de que tenías el corazón roto. En cambio, tu libro favorito tendido en tus piernas siendo bañado por la luz de la Luna no estaba teniendo tanto éxito. Y eso que este libro siempre funcionaba.
El problema era que tu propia habitación también estaba impregnada de la sombra de Sunghoon. En cada rincón que mirabas, había una mínima referencia a él y a sus palabras emitidas hacía un día en esa misma cama. Habías cambiado las sábanas, hecho que te había ayudado durante todo el día antes de salir a cenar, pero ya no. La iluminación nocturna hacía viajar a tu habitación a la noche anterior, a un tiempo en el que Sunghoon existía en ella.
No podías soportarlo.
Habías decidido leer ese libro que siempre te reconfortaba y fue totalmente en vano. Tu mirada se perdía en algún rincón de tu cama y el círculo vicioso de acordarte de él te engullía. Nietzsche tenía algo de razón.
En una de estas pérdidas de concentración, tu mirada quedó pegada a la puerta en la que horas antes te habías derrumbado, habías sido abandonada. Te tembló el labio inferior pero no había ninguna lágrima formándose en tus ojos. Era simplemente las consecuencias de tus actos.
Entrecerraste los ojos mientras apoyabas tu cabeza en la pared a la que tu cama estaba pegada, todavía contemplando la gruesa y una vez bonita puerta. Si tan sólo hubieras continuado con tu vida como siempre, si tan sólo no hubieras asistido a ese evento, si tan sólo no hubieras dejado que te mordiera...
Con ironía, te preguntaste cómo Aerin podía haber sido capaz de romper su relación destinada con Jay. Pensabas que la conocías, pero la Aerin que te consolaba durante la enfermedad de tu madre los dos primeros meses del curso, fue la misma que no dudó ni un segundo en abofetearte. Sunoo también te sorprendió, especialmente por la mirada de satisfacción que le dirigió a Aerin, como si hubiera organizado y planeado todo.
Aunque aquello no tenía sentido. Nada tenía sentido.
Justo cuando tus ojos por fin iban a dejarse llevar y cerrarse hasta la mañana siguiente, cansados de tanto dolor y de percibir tantas imágenes asesinas, un ruido te despertó de cualquier trance. Alguien había llamado a tu puerta.
Fue un golpe de nudillos suave contra la madera pero intenso y tu inocente corazón se aceleró rápidamente. ¿Será Sunghoon? Pensó con esperanza para luego tu cerebro destruírsela tras recordar que le habías dejado tu preciosa bufanda a Jay y os habíais olvidado de aquel hecho. Así que, era él el que estaba detrás de tu puerta.
Te levantaste de tu cama yendo a abrir. Pero Jay no te dio tiempo y apenas dos segundos volvió a llamar, esta vez con más desesperación. —Ya...—. Ibas a seguir tu oración pero Jay te interrumpió. —Por favor, déjame entrar—.
La puerta era lo suficientemente gruesa como para distorsionar el sonido pero ¿era lo suficientemente gruesa como para que Jay sonase totalmente distinto? Es más, sonaba tal y como, tal y como...
Aceleraste tus pasos y con la respiración rápida abriste la puerta sin importante absolutamente nada, sin pensar en ningún "y si" mientras existiese la posibilidad de que aquella voz fuese su voz. Apenas rozaron tus manos el pomo y tiraste con desesperación hacia ti. Y ahí lo estaba.
Park Sunghoon en el otro lado de la puerta, justo en el lugar en el que hace un día decidió entrar en tu vida, marcarte, y luego no volver nunca.
La misma palabra con la que prometió quedarse.
Te quedaste completamente paralizada mientras observabas sus pupilas oscuras penetrarte. Sus ojos estaban casi temblorosos, con un ceño fruncido y unos labios partidos. Sentiste la misma sensación que cuándo sueñas con caerte de un alto al vacío, tus piernas temblando y el silencio reinando porque esto tenía que ser parte de tu imaginación. El hecho de ver a Park Sunghoon fuera de tu habitación y que te estuviese mirando de esa forma o el hecho de que tu cuerpo estuviese reaccionando todavía a él no podía ser verdad.
Sunghoon también sintió de nuevo aquella intensidad con sorpresa. Realmente sujetabas su mundo en tu suave mirada. ¿Le gustaba aquello? Según sus actos y tu propia percepción, no.
Juntaste tus labios en una fina línea, sintiendo de repente las inmensas ganas de llorar todas aquellas lágrimas que en verdad sí que existían, pero que tu propio cerebro decidió ocultarte para protegerte.
Una oleada de lágrimas tan impactante mientras volvías a percibir sus preciosos lunares que te hicieron tragártelas.
No sabías qué pensaba, no sabías qué veía pero, sobre todo, no sabías que hacía aquí.
Y recordar las verdaderas circunstancias que rodeaban ese contacto visual te devolvieron a la dura realidad y, con todo el dolor de un corazón roto y un tsunami de lágrimas trágico, bajaste la mirada, susurrando con una voz casi inaudible y débil, muy, muy débil. —Vete—.
Pero tu mano seguía en el pomo sin empujar la puerta, simplemente observando tus desnudos pies, sintiéndote la persona más pequeña e insignificante del planeta ante él, ante la persona que te dijo que eras el amor de su vida, su destino.
Pero Sunghoon no se fue y tampoco se quedó estático. Es más, acercó su mano con la que había petado a la puerta a la superficie de ésta y empujó con suavidad, abriéndola. No lo impediste, abandonando el pomo que sujetabas, siguiendo con la mirada en el suelo, junto con tu corazón. No tenías ninguna forma de defenderte ante el poder que le habías dado, ante la unión recíproca que supuestamente os conectaba. Querías odiarle, gritarle, expulsarle de tu puerta y nunca dejar que volviera en tu vida. Pero ahí estaba él, cerrando la puerta tras haber vuelto a entrar.
Sus palabras fueron como las tuyas, un breve suspiro de dolor en el silencio de rupturas y odio. —Lo siento —. Su voz despertó tu corazón con incomodidad. Así que realmente te había abandonado, realmente se estaba disculpando por simplemente cambiar de opinión en una noche, por darte el mundo y prometerte la eternidad para después desaparecer en el mañana.
Eso te hizo levantar la cabeza mientras comenzaste a hablar —Eres un mentiroso, un vampiro—.Usaste esa palabra con voluntad, queriendo hacerle daño. Querías producirle un mínimo de sentimiento causado por ti, como eran causados por él todos y cada uno de los tuyos.
Pero cuando le miraste a los ojos, ver su mirada fija en lo que parecía tu pómulo te despertó de cualquier posible comienzo de una discusión. —¿Qué?—. Susurraste. Sunghoon entonces te miró a los ojos y por primera vez desde que entró, sentiste ver al Sunghoon de la noche anterior. No tuvo que decir nada mientras su ceño se fruncía con frustración, regalándote unos ojos arrugados de puro arrepentimiento. —Nadie te debe poner el dedo encima, absolutamente nadie y aún así... —. Susurraba mientras volvía a llevar su mirada hacia ese lado de tu cara, perdiéndose en una batalla emocional interior. Aquello despertó tu chispa.
—¿Sabes quién realmente me ha puesto el dedo encima haciéndome daño?—. Hablaste sin susurrar, cambiando toda la atmósfera que os envolvía. Sunghoon entonces te volvió a mirar a los ojos, echando la cabeza hacia atrás ligeramente mientras negaba, no queriendo escucharte, no queriendo enfrentarse a la verdad de tus siguientes palabras. Pero ya era demasiado tarde y, con veneno, continuaste.
—Tú. El mismo que dijo que yo era su destino o mil estupideces más —. Sunghoon cerró los ojos mientras bajaba la cabeza.
—.Eso no es una estupidez—. Susurró, haciendo contraste con tu alterado tono. Sus palabras te provocaron cólera y tu dedo acusador se dirigió a su pecho.
—¿No ves? Sigues mintiendo y engañando y manipulando. No es una estupidez pero luego vuelves con Aerin?— Sunghoon se sorprendió ante tus palabras, mirándote incrédulo, cambio que no percibiste por tu ira. —Tener no sólo que verte irte con ella sino que también haber esperado como una tonta por una explicación para después ser abofeteada? —. Sunghoon dio un paso atrás, casi tambaleándose ante la incomprensión que tus palabras le producían.
—¿Qué estás diciendo? Yo no he vuelto con—.
—Mentiras Sunghoon y más mentiras. ¿Es que acaso no me has dicho ninguna sola verdad desde que ha pasado esto?—. Gesticulaste con rabia, señalando primero a Sunghoon y luego a ti, casi con asco. Aquello mató a Sunghoon, el cual dio un gran paso hacia ti para empezar a susurrar con ira reprimida —Nunca te he mentido. Ni una sola vez —. Te acercaste tú a él ahora, cerrando con peligro la distancia entre vosotros.
—Tú no sabes el significado de "nunca" —. La mirada de Sunghoon se dirigió a tus labios por un mínimo de segundo mientras los huesos de su cuello se notaban cada vez más, respirando con más intensidad y rapidez. Esperó tu continuación. Se la diste tras dos segundos. —Ayer dijiste que nunca te irías y me despierto a una cama fría y a, como no, tu ausencia —. Las lágrimas fueron inevitables pero el ceño se mantenía fruncido y la expresión dura.
—Pero es que no me he ido —. Tu nombre salió de sus labios con frustración mientras sus ojos se cerraban por más de un segundo y su boca se fruncía. —¿Cómo me voy a ir si te pertenezco desde que nos hemos visto por primera vez? ¿Si he sellado ese estatus para siempre tras probar tu sangre?—. Su frente chocó con la tuya mientras vuestras respiraciones se calmaban. Tus lágrimas empezaron a caer con más intensidad. Tenias más preguntas y más en lo que profundizar, pero ahora... ahora.. —¿Eres mío? —. Sunghoon se apartó, rompiendo el contacto de vuestras frentes mientras que luchaba la necesidad de secarte las lágrimas con sus manos, necesidad que notaste. —Desde siempre—.
Tras esas palabras salir de su boca y deciros verdades en forma de miradas brillantes de tristeza y cristalinas, tus manos se dirigieron al cuello de su camisa, agarrándolo y tirando de él, uniendo primero vuestras piernas, luego vuestros cuerpos y finalmente, vuestros labios.
Sunghoon se quedó varios segundos paralizado, luchando internamente con la sed que tus suaves labios le habían provocado. Estaba tan necesitado de ti que no sabía cómo actuar. El movimiento de tus labios sobre los suyos le despertó de cualquier bloqueo y sus manos se dirigieron a tu cintura mientras te giraba y tu espalada acababa chocando contra aquella simbólica puerta en vuestra historia.
No pudiste no gemir ante el cambio en su actitud, ante la recíproca necesidad que él también sentía y que te reveló, rompiendo con todos los miedos del pasado. Realmente era increíble.
Mientras tus dedos encontraban sus cabellos y él se separaba de tus labios para darle la necesaria atención a tu cuello con húmedos besos, ambos supisteis que erais el final del otro.
Y así os besasteis durante todo el tiempo que necesitasteis, con esa intensidad, para después pasar a esa anhelo, y acabar en ese cariño, en ese tú, sólo tú, sólo tus labios, tu cuello, tu sonrisa, tu cuerpo, tu pelo, sólo tú. Sin colmillos por su parte, sin odio por la tuya. Sólo vosotros.
Ese cambio en las emociones, en los mensajes húmedos que os emitíais de boca a boca, hizo tranquilizar vuestras emociones y vuestras respiraciones. Os separasteis creando un poco de espacio entre vosotros, Sunghoon echándose hacia atrás. Vuestras miradas se volvieron a unir y ambos sentisteis reforzarse la mágica conexión que os unía.
—No soy el prometido de Aerin—. Te miró con seriedad. Era su palabra contra la de ella, no había pruebas exactas...
—Lo que suecede es que Aerin se arrepiente muchísimo de lo que le ha hecho a Jay e intenta aferrarse a esa idea de que sigue enamorada de mí, cuando en verdad nunca lo ha estado. Nuestros padres eran los que nos querían juntos y Aerin al no ser de los nuestros, siempre intentó encajar temiendo ser apartada—. Sunghoon apoyó su cabeza en tu hombro. —Aerin y yo nos conocemos desde que su padre la adoptó, siempre fuimos solamente amigos hasta el curso pasado cuando apareció Jay. Nunca me enteré muy bien de qué había pasado entre ellos hasta hoy. Pero, en su momento, tanto Aerin y yo accedimos a salir falsamente. Era un favor a una amiga de la infancia y una forma de que mi padre me dejase más tranquilo—. La mano que se encontraba acariciando tu brazo lo apretó suavemente.
—Me arrepiento tanto de ello. No entendía la relación de Jay y Aerin hasta ahora y...—. Su voz se fue apagando— Creer que le he hecho tanto daño a Jay me parte el corazón—.
Tus manos rodearon su cuerpo, abrazándole mientras acariciabas su pelo, brindándole la calma que necesitaba. Sunghoon, tras unos segundos se apartó, y notando la seriedad en su expresión, le dirigiste hacia tu cama, sentándoos en ella frente a frente, tal y como la noche anterior.
—¿Por qué te fuiste?— Sunghoon suspiró, sabía que tenía que volver a ganarse tu confianza y lo haría costasen las explicaciones que costasen. Te ha esperado una eternidad, puede esperarte un poquito más.
—Aerin empezó a llamar a tu puerta descontroladamente ayer por la noche. Al principio pensé que sería un profesor o algo, y temiendo que te despertaran fui a abrir rápidamente. Cuando vi a Aerin, interiormente deseé que no te despertaras. Ella siempre ha sido una persona muy inestable y "romper" con ella ha afectado demasiado a nuestra relación de amistad. Los reproches estaban asegurados. Pero no fue así...—. Sunghoon te miró.
—Aerin empezó a llorar porque estaba aliviada de saber que estabas bien. Al verla en ese estado, recordé el peligro al que te había expuesto y me enfadé. Entonces empezó a decirme que no se acordaba de nada de lo que había sucedido y que estaba asustada. Me pidió casi rogándome que volviéramos a junto nuestros respectivos padres para zanjar de una vez la ruptura, pues a ellos no se lo habíamos dicho—.
Sunghoon calló por un segundo, dejando que digirieras sus palabras. Ante tu pequeño asentimiento de cabeza, continuó.
—Me iba a negar, no quería dejarte sola. Pero Aerin notó que lo nuestro no era tan simple y supuso que era como su situación con Jay. Me dijo lo de Jay y que justo por ello era más necesario que hablásemos las cosas... Ten en cuenta que Aerin llevaba mucho tiempo sin hablarme y, por lo que me decían, también hablaba bastante mal a mis espaldas. Sea lo que sea que produjese su cambio, no paraba de expresar lo urgente que era así que accedí. Había algo tan raro en su forma de comportarse que no pude evitar preocuparme, especialmente de camino, tras ver unas extrañas heridas en su mano—.
Sunghoon volvió a callar, buscando tu reacción. Aerin estaba preocupada por ti, Aerin había ido a comprobar como estabas... la memoria del escozor de tu mejilla te provocó emociones encontradas y sonando un poco incoherente, hablaste. —No... no puedo entender... sus acciones. A veces actúa como si le importo, otras no.. yo...—. Sunghoon agarro tu mano, entendiéndote. —Hoy desde hacía meses volví a ver a la antigua Aerin, pero tras llegar más tarde al ser obligado a cenar con mi padre, ¿me encuentro con la noticia de que anda diciendo mentiras y pegándote? Sea como sea la situación o sus emociones, Aerin no puede tratarte así sólo por sus problemas personales. Eres una persona muy preciada como para dejar que te traten mal—. Tu cabeza encontró el pecho de Sunghoon y te situaste cómodamente en él.
—Gracias Sunghoon. Tus palabras son muy bonitas. Pero realmente Aerin siempre me trató correctamente. Todo empezó a cambiar un poco cuando nos hicimos amigas de...—. Unos ojos rasgados imponentes aparecieron en tu cabeza y, volviendo a mirar a Sunghoon a los ojos, exclamaste — Sunoo—.
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Tu mano y la de Sunghoon se mantenían unidas mientras atravesabais los pasillos rumbo a los dormitorios de los alumnos SSR.
—Necesitamos a Jay—. Tus palaras hicieron parar en seco a Sunghoon. —¿Estás segura? ¿Y si la situación se descontrola?— Le miraste con determinación. —Jay más que nadie es la única persona que nos puede ayudar—. Tu sonrisa de confianza tranquilizó a Sunghoon y ambos continuasteis con vuestro camino.
Estando en el mismo piso que Heeseung, dirigirse a la habitación de Jay fue un camino ya conocido para Sunghoon. Tu sólo seguías sus grandes pasos con un ceño fruncido, preocupada por Aerin y temiendo que hayas juzgado a la persona incorrecta durante todo este tiempo. Miraste Sunghoon mientras apretabas su mano. —¿Tú crees que Sunoo pudo..?—. Tus palabras se silenciaron mientras Sunghoon te miraba por un segundo. —Lo único que sé es que Aerin es humana y él...—Tragó saliva y evitó mirarte. —un vampiro—. Completaste susurrando.
Sunghoon paró de caminar por un momento. Cogió tus manos y abrió la boca para hablar, pero lo interrumpiste. —Lo sé, Sunghoon. Tus ojos dicen lo que tu boca no es capaz—. Los ojos de Sunghoon parecieron cristalizarse para después sonreírte y continuar rumbo a la habitación de Jay.
Una vez allí, en un tétrico pasillo delante de una puerta carmesí de madera, yacía la habitación del nombrado. Sunghoon se aclaró la garganta y se apartó un poco de la escena, dejándote que hicieras tú lo necesario. Al fin y al cabo, después de todo lo que te había ayudado, era hora de que mostraras tu gratitud. Pero no era una cuestión de compromiso, realmente querías una amistad con Park Jay, el capitán del equipo de béisbol.
Te mordiste el labio con duda, para después acercarte a la puerta y petar. No pasaron ni cinco segundos hasta que Jay abrió la puerta. Tras veros a ambos con las manos unidas enfrente de su puerta, ni se inmutó. —No sois para nada silenciosos— Dijo y agradeciste interiormente por no haberlo despertado. Jay se fijó en vuestras manos y, mirándote con cariño, habló. —Te dije que sólo necesitaba un empujoncito—. Miró a Sunghoon con una sonrisa ladina burlona, pero cuando Sunghoon no le devolvió la sonrisa o no escuchó una carcajada por tu parte, supo que había algo que no estaba prediciendo realmente bien.
Saliendo de su habitación y cerrando la puerta detrás de él, frunció el ceño. —¿Qué sucede?— Sunghoon y tú os mirasteis, el primero asintiendo en tu dirección, dándote ánimos. Jay creció repentinamente impaciente y espetó una queja, sintiendo su interior removerse, algo estúpido siendo un muerto, sensación que sólo se producía cuando se trataba de cierta chica.
—¿Aerin? ¿Le ha pasado algo..?—.
—No Jay, no. Ella se encuentra bien en sentido físico pero...—Jay te miró con determinación.
—Guíame—. Tú asentiste y Sunghoon colocó una mano en su hombro, mostrando su apoyo.
Así, comenzasteis a avanzar rumbo a la habitación de Aerin, lugar que sólo tu conocías dónde se encontraba.
Una vez en el pasillo dónde la puerta rosa de la habitación de Aerin se encontraba, paraste en seco, haciendo que Sunghoon también parase al todavía tener vuestras manos unidas. Sunghoon te miró por un segundo, y eso fue lo necesario para entender tus intenciones. No fue el caso de Jay, el cual se giró tras darse cuenta de que os habíais quedado atrás un poco más tarde.
—¿Qué hacéis? Vamos—. Negaste con la cabeza mientras mirabas profundamente a sus ojos. Jay supo entonces a qué te referías y espetó rompiéndose involuntariamente su voz. —Me odia, no puedo simplemente—.
—No lo hace Jay, habla con ella.— Jay sintió todo el dolor de su rechazo, todo lo que dio por ella y supo entonces que podía hacerlo otra vez. Siempre pudo y siempre podrá si es por Aerin.
Sunghoon y tu mirasteis desde lejos como Aerin abrió su puerta para encontrarse con Jay, como intentó cerrarla pero Jay la paró, como tras segundos las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas y como inmediatamente Jay la envolvió en sus brazos, protegiéndola de todo y de todos, como estaba destinado a hacer.
Sunghoon y tú supisteis entonces que vuestro trabajo ya estaba hecho.
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—Tengo una conversación pendiente con Aerin— Exclamaste mientras girabais entrando en un pasillo. Sunghoon te miró. —Y con Sunoo también, si realmente es lo que pensamos—. Suspiraste, él tenía razón.
—Sí pero siento que realmente quién debe hablar con el primero son Jay y Aerin, al fin y al cabo si nuestras apuestas son correctas, él fue quien se aprovechó de su situación—. Sunghoon acarició tu mano, escuchándote. Le gustaba ese lado tan amable tuyo, tan apreciativo del sufrimiento de los demás.
—Vale, pero que sepas que luego si tardas mucho iré yo personalmente a hablar con él—. Dijo mientras ladeaba la cabeza, haciéndote reír.
Aprovechando tu risa, comentó. —Me encanta cuando te ríes—. Tus mofletes se sonrojaron.
—A mí me encanta tu sonrisa—. Un sentimiento que conseguiste atrapar pasó por los ojos de Sunghoon y antes de que pudiera responderte, hablaste. —No me importa que haya unos colmillos que desean mi sangre. Sé que deseas tanto ser humano y vivir como nadie más en el mundo porque te llevo aquí.— Señalaste tu pecho. — Además de que tenemos la aprobación de tu padre—. Alzaste las cejas para después darle un beso en la mejilla. —Pero si yo no tuviera ese poder, seguiría contigo con colmillos, ojos rojos y una sed de sangre indomable—. Sunghoon se rio a carcajada limpia, primera vez que aquello había pasado desde que hubo un vosotros.
—No sabia que eras masoquista—. Comentó. Rodaste los ojos.
—Hay muchas cosas de mi que todavía no sabes—. Tus palabras resonaron a una pregunta indirecta que cambió la atmosfera a una de duda, duda que se resolvería segundo la respuesta.
¿Quieres continuar conmigo hasta el final?
—Lo sé, pero siempre estaré encantado de aprender sobre ti, de conocerte cada vez más. Siempre—. No pudiste ocultar tu enorme sonrisa mientras comentabas.
No hizo falta respuesta mientras caminabais hacia tu dormitorio, manos unidas, siempre unidas mientras la luz de la Luna os iluminaba el camino de vuelta a casa.
THE END !
taglist: @strxwbloody @baaamkyu @hashuuuu
notes: oh dios mio!! no me puedo creer que haya acabado esta serie ya :((((( espero que el final os haya gustado aunque es un poquito abierto pero así libre de interpretación jusjus!! los comentarios son super bien recibidos y gracias por leer jooo os amo <3
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¿Qué estudiaron algunos grandes escritores?
• Edgar Allan Poe: Se enroló en el ejército y pasó brevemente por la Academia militar de West Point, pero no realizó estudios universitarios.
• Ernest Hemingway: No realizó estudios universitarios. Tras graduarse de la secundaria consigue puesto como conductor de ambulancia durante la Primera Guerra Mundial.
��� Fiodor Dostoievski: Estudió Ingeniería en la escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo.
• Franz Kafka: Estudió Química en la Universidad de Praga, pero se retiró a las dos semanas. Después intentó estudiar Historia del Arte y Filología Alemana. Finalmente se doctoró en Leyes.
• Gabriel García Márquez: Estudió Derecho aunque no terminó sus estudios. Tras interrumpir sus estudios de derecho se convirtió en periodista pero no estudió para esto.
• Haruki Murakami: Estudió Literatura y Teatro griego en la universidad de Waseda.
• Isaac Asimov: Estudió Bioquímica en la Universidad de Columbia.
• Jorge Luis Borges: No realizó estudios universitarios.
•James Joyce: Estudió lenguas y quiso estudiar Medicina (no lo hizo por razones económicas).
• Juan Rulfo: No realizó estudios universitarios.
• Julio Cortázar: Se formó como Profesor en Letras y obtuvo título como Traductor Público, título que logra en 9 meses cuando el tiempo normal era 3 años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos.
• Julio Verne: Estudia Derecho pero de inmediato se dedica a escribir.
• J.R.R. Tolkien: Se tituló en Idioma Inglés con énfasis en Lingüística inglesa y Literatura.
• León Tolstoi: Estudió Derecho en la Universidad de Kazan pero abandona los estudios.
• Roberto Bolaño: No realizó estudios universitarios. Se desempeñó en variados oficios como lavaplatos, vigilante nocturno, camarero... antes de lograr establecerse como escritor.
• Stephen King: Estudió Inglés en la Universidad de Maine.
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El poder del Estado, cuando se sostiene sobre la fuerza y la obediencia ciega, deja de proteger al ciudadano y comienza a someterlo. La autoridad, que debería ser un escudo para la libertad, se convierte en un peso que ahoga cuando las fuerzas de seguridad responden solo al mandato de quienes ostentan el poder.
Un gobierno que coacciona y controla a su propio pueblo, más que un protector, se vuelve un opresor. La libertad peligra cuando las leyes y la fuerza no están al servicio del individuo, sino al servicio de un poder que exige obediencia absoluta. La historia nos ha enseñado que el abuso de la fuerza estatal es el primer paso hacia la pérdida de la libertad.
Ludwig von Mises: "La fuerza y el uso de la violencia por parte del Estado, en lugar de fomentar la paz y la seguridad, pueden destruir la libertad misma. Un gobierno que se mantiene solo a través de la coerción y el miedo no es un gobierno legítimo."
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“Crimen y Castigo”, la obra maestra de Fiódor Dostoievski, es un laberinto psicológico y moral que se adentra en los más oscuros recovecos del alma humana. Publicada en 1866, esta novela se ha convertido en un pilar de la literatura universal, trascendiendo el tiempo y las culturas con su penetrante análisis de la naturaleza humana. La historia se centra en Rodión Raskólnikov, un joven estudiante en la ciudad de San Petersburgo, que se encuentra atrapado en una profunda crisis existencial y económica. Luchando con la pobreza y la desilusión, Raskólnikov se ve consumido por una teoría radical: cree que las personas están divididas entre seres ordinarios y extraordinarios. Los primeros, según él, deben vivir en conformidad con las leyes y la moralidad, mientras que los segundos están por encima de estas restricciones y pueden transgredirlas para lograr sus objetivos. Esta peligrosa idea lo lleva a cometer un doble asesinato, convencido de que su acto es justificable en nombre de un bien mayor. La novela entonces se convierte en un intenso drama psicológico, explorando las consecuencias del crimen. La culpa y la paranoia comienzan a consumir a Raskólnikov, llevándolo a un estado de constante agitación y desesperación. Dostoievski magistralmente retrata esta tortura interna, sumergiendo al lector en la mente atormentada del protagonista. Las interacciones de Raskólnikov con otros personajes, como la abnegada Sonia, una prostituta que se convierte en su confesora moral y espiritual, y el astuto detective Porfiri, que juega un juego psicológico con él, añaden capas de complejidad a la trama. Lo que hace que “Crimen y Castigo” sea tan fascinante es su habilidad para entrelazar temas filosóficos profundos con una narrativa absorbente. Dostoievski examina cuestiones de moralidad, libre albedrío, y redención, mientras mantiene al lector enganchado con giros argumentales y una tensión creciente. La lucha interna de Raskólnikov plantea preguntas universales sobre el bien y el mal, y si los fines justifican los medios. La ambientación de la novela en el oscuro y opresivo San Petersburgo del siglo XIX contribuye a la atmósfera sombría y claustrofóbica. Dostoievski describe vívidamente la ciudad, con sus calles estrechas y abarrotadas, sus miserables tugurios y su población desesperada, reflejando el tumulto interno de Raskólnikov y la sociedad en general. En resumen, “Crimen y Castigo” no es solo un estudio psicológico de un asesino, sino una exploración profunda de la psique humana, cuestionando la moralidad, la justicia y la redención. La habilidad de Dostoievski para profundizar en la condición humana y su comprensión de las complejidades morales y éticas hacen de esta obra una lectura imprescindible, que sigue resonando con los lectores más de un siglo después de su publicación.
El Club de lectura
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En esta fotografía, un pequeño Harold Walker, de solo cinco años, aparece en los campos de algodón de Oklahoma, donde trabajaba a diario bajo el calor sofocante. Con sus manos infantiles, recogía entre 20 y 25 libras de algodón, enfrentándose a las espinas que laceraban su piel.
Sin saberlo, ese pequeño niño se convertiría en el rostro de la lucha por derechos laborales más justos y reforzaría las leyes en contra del trabajo infantil.
Conoce más sobre la historia detrás de esta fotografía y su legado en el enlace.⬇
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Hello everyone!
It's finally time to go in search of Ariel! Where did you guys start looking? 🔍
The information that Zihel got leads us to a place on the outskirts of Raziel, if the city can still be considered as such, as Pin has pointed out...
The Raziel dump is a vast expanse of territory with its own laws and way of life. A place that we consider very interesting but we haven't had the option to explore within the story.
But if you are curious, in our Patreon we have an entry talking about this peculiar place, there you can also find many more Chronicles lore entries!
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🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧🚧
¡Hola a todos!
¡Por fin llegó el momento de ir en busca de Ariel! ¿Vosotros por dónde habéis comenzado a buscar? 🔍
La información que consiguió Zihel nos lleva a un sitio a las afueras de Raziel, si es que aún se puede considerar la ciudad como tal, como bien ha puntualizado Pin...
El basurero de Raziel es una basta extensión de territorio con sus propias leyes y estilo de vida. Un lugar que consideramos muy interesante pero que no hemos tenido la opción de explorar dentro de la historia.
Pero si tenéis curiosidad, en nuestro Patreon contamos con una entrada hablando de este peculiar lugar. ¡Allí podéis encontrar también muchas más entradas de lore de Chronicles!
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MI QUERIDA SEÑORITA ( 1972 )
Si hay una película valiente, insólita y adelantada en años que plasme una historia de amor dentro del cine español ( y hasta aquel momento incluso del mundial ) es MI QUERIDA SEÑORITA... Uno no sabe si por ser insólita, es una obra maestra...o es insólita por ser una obra magistral de nuestro cine.
Excelentemente dirigida por Jaime de Armiñan y con un convincente guión del mismo director y de José Luis Borau con un sinfin de matices...
La Historia de Doña Adela y su criada Isabelita consta de dos partes bien diferenciadas... en la primera se nos cuenta ( argumentadao con gran respeto y elegancia - si un ápice de morbo ni chabacanería -) como Doña Adela sufre metida dentro de un aparente cuerpo de mujer sin saber que en realidad es un hombre. Como mujer lleva viviendo ya más de 40 años en una ciudad gallega de provincias ( incluso se atreve a coquetear con un acaudalado viudo que la pretende... Un genial Antonio Ferrandis )... Isabelita, su fiel asistenta, también sufre por no saber porqué quiere a esa mujer de un modo diferente... La segunda parte ( igualmente utilizando una gran delicadeza en la narrativa ) es cuando Adela, ya convertido en Juan, gracias a los avances médicos, la cirugía y las leyes civiles, tiene que adaptarse a los comportamientos masculinos para sobrevivir laboralmente en sociedad . Máxime, cuando por casualidad se encuentra con Isabelita, pero no sabe cómo comportarse ante el amor y activo en el sexo, pues sí en su tiempo de mujer no lo había conocido, menos sabe actuar como hombre para el caso...Todo es ambiguo en el film, y todos sus personajes lo son también...ese detalle hace que la película se pueda ver repetidamente y siempre encontrará un algo para descubrir... El final igualmente, no carece de ambigüedad, y no es arriesgado afirmar que es unos de los mejores de la historia del cine de todos los tiempos y de cualquier cinematografía, con aquella frase de Isabelita a Juan de : ¡ Que me va a decir usted señorita !...
El lenguaje cinematográfico que emplea el director JAIME DE ARMIÑAN es un prodigio lleno de simbolismos ( fáciles de discernir ) pero que le ayudaron a sortear la censura...
El film fue seleccionado para los Óscar cómo Mejor Film Extranjero...¡Nunca se arrepintieron tanto de no haberselo dado y hoy vienen compensando su error otorgando la estatuilla a films españoles cuya calidad me parece, como.poco, discutible...
Las composiciones de José Luis López Vázquez, en su doble papel de Doña Adela y Juan, y el de Julieta Serrano como Isabelita, no es fácil de que puedan ser superadas y pueden ser comparadas cualquier otro tándem de los que están en los anales del cine....No potenciar este film como uno de los mejores de nuestra cinematografía, y no sacarlo del olvido para ser colocado sin discusión al lado de otros títulos que igualmente lo merecen y del mismo modo están en el olvido para la nuevas generaciones ( "Cielo Negro" o "Surcos" por poner dos ejemplos pertenecientes a los años 50) es no respetar, ni cuidar el cine clásico español de décadas atrás...
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Batman:EJECUTAR
Narracion de Oracle/ bábara Gordon:"LOS GUARDACOSTAS SE ESTÁN CANSANDO DE SACAR COCHES DE LA BAHÍA"
ABAJO GOTНАМ.7:34:23:89 PM.
Bruce Wayne:YO NO ESTABA CONDUCIENDO.
Bábara Gordon:LINDO.
Bruce Wayne:¿HAY ALGUNA PREOCUPACIÓN DE SEGURIDAD PARA LA RECAUDACIÓN DE FONDOS DEL CENTRO MÉDICO SAGRADO CORAZÓN ESTA NOCHE, ORACLE?
Bábara Gordon:HA HABIDO UN POCO DE RUIDO EN INTERNET SOBRE EL DR. BASHAR Y SUS TEMPRANOS TRABAJOS EN KAHNDAQ.
BRUCE WAYNE:¿LA OBRA DE CARIDAD DE BASHAR?
Bábara Gordon:LOS QUE Odian a Black Adam no ven los matices. Creen que Bashar, como personaje de los carteles de Gotham, no queda bien
Bábara Gordon:PROBABLEMENTE NO SEA NADA. ESTÉN ATENTOS, ESO ES TODO.
Bruce Wayne:DAMIAN Y YO USAREMOS EL AURICULAR DE COMUNICACIÓN ESTA NOCHE. ESTARÁ EMOCIONADO ANTE LA PERSPECTIVA DE UNA PELEA.
Narracion de Bruce Wayne:A VECES ME PREOCUPA QUE ESE SEA TODO EL TRABAJO PARA ÉL".
MANSIÓN PENNYWORTH.8:17:41:19 PM.
Bruce wayne :CENA. MICRONUTRIENTES HABITUALES.
Bruce wayne :AUMENTÉ TUS CARBOHIDRATOS PARA COMPENSAR POR...
Demian WAYNE:¿POR QUÉ NO PODEMOS HACER OTRA PATRULLA ESTA NOCHE EN LUGAR DE ESTA COSA ABURRIDA?
Demian WAYNE:NINGUNA RECAUDACIÓN DE FONDOS VALE LA PENA SACAR A BATMAN Y ROBIN DE LAS CALLES.
Bruce wayne:LA PATRULLA NO ES LA ÚNICA FORMA DE SERVIR A GOTHAM. TAL VEZ NI SIQUIERA LA MEJOR FORMA.
Bruce wayne:EL DINERO QUE RECAUDAREMOS ESTA NOCHE PERMITIRÁ QUE LAS PERSONAS QUE LA NECESITEN TENGAN ATENCIÓN MÉDICA. AYUDARÉMOS A MÁS PERSONAS QUE EN UNA PATRULLA TÍPICA.
Bruce wayne:TÓMESE UNOS MINUTOS PARA EXPLORAR EL EDIFICIO ESTA NOCHE. EL ANTIGUO HOGAR DE CONVALECENCIAS DEL SAGRADO CORAZÓN TENÍA UNA HISTORIA OSCURA.
Bruce wayne:EN 1892, DECENAS DE PERSONAS MURIERON EN UN INCENDIO EN UNA SALA DE CALDERAS. COMO RESULTADO, LAS LEYES LABORALES ESTATALES CAMBIARON.
Demian WAYNE:...FASCINANTE.
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Tocaste mi alma y desperté del sueño eterno; parecía como si todo hubiese sido una pesadilla que duró varias vidas.
Encadenado de mente y alma, el manicomio era tan solo mental.
Vestido de negro, como si mi luto fuera permanente, escribo en mi diario todas mis historias creadas por mi mente desquiciada…
Traigo a la realidad todos mis romances fallidos y me digo a mí mismo: "Si al menos alguno de estos fuera real..."
Con todos me desangré, con todos me interné, con todos rompí leyes y promesas, con todos caminé juntos al desastre.
Les di las llaves de mis inseguridades para que fueran utilizadas en mi contra, y ellos, con sus labios que pronunciaban promesas rotas, me herían como armas fulminantes.
A veces quisiera que las descargas neuronales me hicieran olvidar, como un reseteo mental, para así empezar desde cero.
Los días se vuelven oscuros y llueve a cántaros, y yo estoy bajo ella , intentando bailar pensando qué hubiera sido peor y qué pasaría si alguno hubiera sido capaz de romper el círculo.
Si, él tocó mi alma pero ojalá jamás me hubiera despertado…
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Amantes en Hierro es mi segunda obra publicada en Wattpad, un verdadero hito personal que marca cómo he superado todas mis expectativas como escritora. Este libro no solo es una historia, sino el resultado de mis más profundas pasiones: los libros y los videojuegos.
Inspirado por la emulsión de Gears of War y la fusión única entre tecnología y medievalismo de Warhammer 40,000, Amantes en Hierro crea un universo donde ambos mundos convergen de manera natural y coherente. Cada diálogo, cada escena, cada interacción está diseñada para sumergirte en una narrativa rica y visceral que no dejará indiferente a ningún lector.
La historia gira en torno a Yaidev, un joven cuya única familia, su madre Dafne, cae víctima de una peste misteriosa que asola un pueblo remoto. Desesperado por salvarla, Yaidev emprende un viaje hacia lo desconocido, enfrentándose a los horrores de una enfermedad que amenaza con destruir todo a su paso. En su travesía, se une a personajes tan inesperados como fascinantes, incluyendo a Néfereth, un caballero prometedor conocido como un "Hijo Promesa", bajo el amparo de los tres satélites tutelares.
A medida que sus destinos se entrelazan, los dos jóvenes descubren una conexión profunda y prohibida, un amor que desafía las leyes del reino, donde la homosexualidad se castiga con la muerte. Sin embargo, este romance prohibido es solo la punta del iceberg en una trama repleta de traiciones, secretos oscuros y desafíos que pondrán a prueba no solo su amor, sino sus vidas mismas.
Amantes en Hierro no es solo una búsqueda para detener una peste mortal; es una lucha por la verdad, la libertad y el amor en un mundo donde cada secreto tiene un precio. Prepárate para una historia tan cruda como apasionante, diseñada para quienes buscan más que una simple lectura: una experiencia inolvidable.
Puedes leerla aquí.
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Hiromi Higuruma x lector: Headcanons (TRADUCCION)
Género: Headcanons
Lector: neutral
Advertencias: ¡¡GRANDES SPOILERS DEL MANGA!! POST SHIBUYA!! Higuruma está algo deprimida y arrepentido de su pasado:(, fluff.
BIEN, EMPECEMOS POR EL INICIO. si lector@ conocio a Higuruma antes o después de que el se convertiera en hechizero. Y Como.
ESCENARIO 1: Lector@ es un abogado como el, un@ no hechicero.
si seguimos esta ruta lo más probable es que Hiromi y lector@ hayan estado en varios casos juntos.
a veces ambos defendiendo al mismo cliente, otras veces en lados completamente opuestos del tribunal.
piensalo como los encuentros de abogados de la Ley y el Orden.
o incluso teniendo cierta relación de rivalidad gracias a esto. lector@ es consciente de que Higuruma es un buen abogado y que es casi un prodigio en las leyes, por lo que trata de superarlo constantemente.
mientras que Higuruma se lo toma de forma mas amistosa, y gracias a eso se termian convirtiendo en amigos/colegas mas cercanos.
Probablemente mientras Hiromi tiene esta vista más empática sobre su trabajo (y se siente mal cuando le falla a sus clientes), lector@ es más pragmatic@, solo hace su trabajo y se asegura que el juicio sea justo, pero no promete nada.
son como el Yin y el Yang.
por lo mismo cuando de hacen mas amiguis Higuruma termina contandole varias de aus dudas existenciales sobre el sistema judicial y la justicia en general.
el se habrá con ellos básicamente.
y lector@ trata de apaciguarlo como pueden, pero realmente no hay una respuesta concreta a sus preguntas.
pero al menos se acercan más.
si ya están en una relación para cuando Higuruma se convierte ej hechicero y tiene su crisis existencial, su pareja estará TAN PREOCUPAD@.
ellos fuera de joda lo reportaria como desaparecido y trataria de buscarlo por su cuenta.
Higuruma no quiere asustar asi a lector@ pero realmente después de que empiezan los juegos no quiere involicrarlos en algo tan peligroso:(
ESCENARIO 2: lector es un hechicer@ y se conocen DESPUES/DURANTE los juegos.
Oh definitivamente eso seria algo peculiar.
Digamos que lector@ es al igual que Hiromi uno de los hechiceros que solian ser humanos normales que despertaron una técnica maldita de la nada.
y que fueron forzados a participar en los juegos del hambre---digo en los juegos de Kenjaku.
independiente de el tipo de tecnica que lector@ tenga, puede o no que se termine topando con Higuruma después de haber entrado al teatro(ya sabes, donde el se estaba tomando un depresivo baño)
y sinceramente dependiendo de como actue lector@, su relación con Higuruma puede ir en una dirección o en otra.
si lector@ se rinde y deja en claro que solo quiere sobrevivir, no pelear, puede que ella y Higuruma solo pasen el rato hablando, preguntando que fue lo que los llevo ahi, que tecnicas tienen, cuantas personas han matado, etc..
es algo incomodo al principio, pero el wey esta algo filosofico, por lo que es interesante hablar con el.
teniendo en cuenta que ambos estan en la misma situación, pero lector@ (presumiblemente) de forma bastante injusta, hace que la firba del corazón de Hiromi tire un poco, claramente lector@ no esta hecho para matar y aun asi le hacen competir a la muerte. es cruel.
podrias decir que es el escenario mas amigable, lector@ y Higuruma se hacen amigos y se hechan una mano cuando Yuji llega a hacer lo suyo y se unen juntos al plan de destruir a Sukuna.
AHORA, si lector@ hubiera decidio pelear, probablemente hubiera sido una historia diferente.
digamos que la CT de Lector@ puede DE ALGUNA FORMA anular el veredicto de Higuruma, por lo que no hay riesgo de muerte, así que pelean a puño limpio con sus otras técnicas.
y es una lucha LARGA.
y probablemente no es hasta que ambos estan agotados y en el piso (demaciado golpeados y sin energia maldita para acabar con el otro) que decien HABLAR.
pasa lo que dije arriba, cuentan sus motivos, pero de forma bastante mas agresiva.
digamos que esto es el equivalente del primer escenario de Rivals to lovers lol.
Higuruma y lector@ computen constantemente por puntos y se lo restriegan en la cara del otro.
pero al menos la hostilidad poco a poco se va perdierdo.
hablan mas abiertamente de sus vidas, no se molestan tanto, se PROTEGEN cuando lo necesitan.
es casi agradable.
ya no les molesta estar juntos.
por lo que cuando viene Yuji van juntos, digo ¿que mas tienen a estas alturas?
indiferentemente de como lector@ haya conocido a Higuruma, te datas cuenta de que hay varios aspectos en común. pero aqui hay otros extra.
Higuruma, ya sea antes o después de ser hechicero, es bastante cauteloso con su pareja, no diria protector, pero si quiere que su pareja sea precavida.
es el tipo de pareja que te pide que le mensajees cuando vuelves a casa a salvo, que le avises cuando llegues a un lugar o cuando sales. el hombre práctico tiene memorizada la cantidad de tiempo que le lleva a lector@ ir de un lugar a otro.
Japon es peligroso aun sin las maldiciones, solo quiere que lector@ este alerta.
tambien pese a parecer muy ageno o que está en su propio mundo, es muy bueno escuchando. lector@ podria mencionar que quiere algo un par de semanas atras y en alguna fecha importante lo tiene de regalo.
aunque en general sus regalos son mas deo corazón o incluso algo sentimentales.
lector@ tiene el corazon de este man en la mano, que puedo decir.
creo que su mayor love language seria tiempo de calidad, palabras de afirmación y contacto físico.
es abogado, OBVIAMENTE sabe como usar las palabras;)
especialmente con lo mucho que le ayuda su pareja a dejar la timidez. una vez que lo hace es IMPARABLE.
tiempo de calidad se explica por si solo, si no esta fuera de casa por un caso, es por salvar el puto mundo, por lo que aprecia mucho los pequeños momentos de tranquilidad con su pareja.
contacto fisico es INDISPENSABLE, le gusta mucho.
mas que nada le gusta cuando esta estresado por el trabajo y necesita URGENTEMENTE algo suavecito en que recostarse.
lo cual solia ser la cama, pero ahora eso a cambiado a DING DING DING LECTOR@
y puede quedarse abrazado por HORAS. deja al pobre hombre dormir, lo necesita:,)
creo que en general le gustaria alguien que es su opuesto pero a la vez se complementarán, como pudiste ver.
alguien con caracter fuerte, decidido y que cree en su trabajo.
especialmente si su pareja es un no-hechicero, es brutalmente honesto respecto a lo que hace.
le asusta la idea de un dia morir en combate y que ellos no sepan que fue lo que le paso :,(
en general la honestidad es un factor muy importante para Higuruma, junto a lo justo en la relación.
Higuruma es conciente de que el tipo de relación que tiene con lector@ es difícil de mantener, justamente porque el esta fuera una buena parte del tiempo y teme que eso afecte como ellos lo ven.
por eso justamente NUNCA le veran mintiendole a su pareja, nisiquiera cuando DEBERIA mentirle por ordenes. el no PUEDE.
tambien gracias a esto le preocupa que sus enemigos traten de usar a lector@ como cebo, por lo que tiene varios planes de contingencia y defensa en casos de emergencia.
como dije, no es protector, ES PRECABIDO.
a veces sigue siendo difícil de leer por su poca expresividad, pero uno encuentra formas de detectar lo que siente sin necesidad de que su cara lo delate(su voz, es su voz lo que lo delata).
creo que ek general le gusta la idea de tener una familia traditional, el trabajando como un hombre normal, casado con lector@, un hijo, una mascota, el paquete completo.
el hombre solo quiere sentirse feliz y compartir eso con lector@ :,)
en general, un señor que se autoexige mucho, pero con la ayuda y amor necesario, es un amor de persona.
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La comunidad judía en Argentina
🇦🇷 La historia de la comunidad judía en Argentina, tal como se relata en el libro Cinco Siglos de Historia: una crónica de la vida judía en la Argentina del ingeniero Alberto Klein, comienza en la década de 1860 con la promulgación de leyes que facilitaron la inmigración y la fundación de la Congregación Israelita de Buenos Aires. A lo largo de las décadas siguientes, la comunidad judía experimentó un crecimiento significativo, fortaleciendo su estructura religiosa y organizativa, enfrentando desafíos de integración, y contribuyendo al desarrollo cultural y social del país. La creación de instituciones comunitarias y educativas, junto con la llegada de inmigrantes judíos de diversas regiones, consolidó la presencia judía en Argentina, convirtiéndola en una parte integral de la nación.
🇺🇸 The history of the Jewish community in Argentina, as recounted in the book Five Centuries of History: A Chronicle of Jewish Life in Argentina by engineer Alberto Klein, begins in the 1860s with the promulgation of laws that facilitated immigration and the founding of the Israelite Congregation of Buenos Aires. Over the following decades, the Jewish community experienced significant growth, strengthening its religious and organizational structure, facing integration challenges, and contributing to the cultural and social development of the country. The creation of community and educational institutions, along with the arrival of Jewish immigrants from various regions, consolidated the Jewish presence in Argentina, making it an integral part of the nation.
youtube
Bibliografía:
Klein, Alberto. Cinco siglos de historia: una crónica de la vida judía en la Argentina. Comité Judío Americano, Oficina Sudamericana, 1976.
Wolff, Martha, y Manrique Zago. Los Inmigrantes judíos: pioneros de la Argentina. M. Zago Ediciones, 1982.
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Esto podría considerarse el prólogo de mi historia. Un monólogo de uno de mis personajes.
Sólo hay dos cosas infinitas en nuestro mundo: el universo y la estupidez humana. De la primera, tal vez, se pueda dudar.
Cuántas tragedias, a gran escala y personales, podrían haberse evitado si una persona hubiera pensado un momento. Pero la gente está acostumbrada a cometer primero una imprudencia y luego rasgarse las vestiduras el resto de su vida. Y un día, una persona cometerá una estupidez tan grande que todo este mundo mortal quedará sepultado bajo montones de cenizas y no quedará nadie para razonar sobre ello. Entonces llegará la nada.
Es difícil para el humano imaginar lo que es la "nada". ¿Cómo puede existir el vacío absoluto? ¿De qué color es? ¿Tiene algún color? ¿Y el olor? ¿Y el sonido? No, nada es nada. La mente humana no está hecha para entenderlo y darse cuenta de ello. Probablemente por eso la gente creía en dioses. Alguien creó todo esto, ¿no? Alguien que ignoró las leyes de la alquimia e hizo todo de la nada.
Pero si los dioses eran tan sabios, ¿por qué no dotaron a sus criaturas de la misma inteligencia? ¿Por qué condenarlas al sufrimiento? Y si las crearon a su imagen y semejanza, ¿también son estúpidas? ¿También eran propensos a pecar, también cometían errores que intentaban en vano corregir?
Así pues, esta larguísima e intrincada historia contará cómo por culpa de una estupidez el mundo llegó a su fin, y para solucionar todos los problemas de escala universal tuvieron que recurrir a los simples mortales.
Juntos deberán combinar sus habilidades en la lucha contra las sombras del antiguo pasado, que amenazan con destruir el equilibrio entre la luz y la oscuridad y consumir el mundo en un caos eterno. En el camino hacia su destino, los héroes se enfrentarán a pruebas, batallas y traiciones, pero sólo uniendo fuerzas y corazones podrán encontrar la forma de vencer al mal y salvar a su mundo de una destrucción inminente.
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La revolución fallida de Karl Polanyi. El orden mundial liberal se derrumba una vez más
Por Thomas Fazi
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Pocos pensadores del siglo XX han tenido una influencia tan duradera y profunda como Karl Polanyi. «Algunos libros se niegan a desaparecer: son arrojados a las porfundidades del mar, pero emergen de nuevo y se mantienen a flote», señaló alguna vez el historiador de la economía Charles Kindleberger cuando se refería a la obra maestra de Polanyi: La gran transformación. Esto sigue siendo hoy más cierto que nunca, 60 años después de la muerte de Polanyi y 80 años después de la publicación del libro. Mientras las sociedades siguen luchando contra los límites del capitalismo, este libro sigue siendo posiblemente la crítica más fuerte en contra del liberalismo de mercado jamás escrita hasta la fecha.
Polanyi nació en Austria en 1886 y creció en Budapest en el seno de una próspera familia burguesa de habla alemana. Aunque su familia era nominalmente judía, Polanyi se convirtió pronto al cristianismo o, más exactamente, al socialismo cristiano. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, se trasladó a la Viena «roja», donde se convirtió en editor de la prestigiosa revista económica Der Österreichische Volkswirt (El economista austriaco), siendo uno de los primeros críticos de la escuela neoliberal, o «austriaca», de economía, representada por Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, entre otros. Tras la conquista nazi de Alemania en 1933, las opiniones de Polanyi fueron condenadas al ostracismo social, por lo que tuvo que irse a Inglaterra y luego a Estados Unidos en 1940. Escribió La gran transformación mientras impartía clases en el Bennington College de Vermont.
Polanyi se propuso explicar las enormes transformaciones económicas y sociales de las que había sido testigo a lo largo de su vida: el final del siglo de «paz relativa» en Europa, de 1815 a 1914, y el posterior descenso a la agitación económica, el fascismo y la guerra, que aún estaba en curso en el momento de la publicación del libro.
El autor atribuye el origen de estos trastornos a una causa general: el auge del liberalismo de mercado a principios del siglo XIX, la creencia de que la sociedad podía y debía organizarse a través de mercados autorregulados. Para él, esto representaba nada menos que una ruptura ontológica con gran parte de la historia de la humanidad. Antes del siglo XIX, insistía, la economía humana siempre había estado «integrada» en la sociedad: estaba subordinada a la política, las costumbres, la religión y las relaciones sociales locales. La tierra y el trabajo, en particular, no se trataban como mercancías, sino como partes de un todo articulado: de la vida misma.
El liberalismo económico, que postulaba la supuesta naturaleza «autorreguladora» de los mercados, anuló esta lógica. No sólo separó artificialmente «la sociedad» y «la economía» en dos esferas distintas, sino que también exigió la subordinación de la sociedad y de la vida misma a la lógica del mercado autorregulado. Para Polanyi esto «significa nada menos que el sometimiento de la sociedad al mercado. En lugar de incorporar la economía a las relaciones sociales, las relaciones sociales se integran en el sistema económico».
La primera objeción de Polanyi era moral y estaba inextricablemente ligada a sus convicciones cristianas: es sencillamente erróneo tratar los elementos orgánicos de la vida – los seres humanos, la tierra, la naturaleza – como mercancías o bienes producidos para la venta. Tal concepto viola el orden «sagrado» que ha regido las sociedades durante la mayor parte de la historia de la humanidad. «Incluir [el trabajo y la tierra] entre los mecanismos del mercado es subordinar la sustancia misma de la sociedad a las leyes del mercado», argumentaba Polanyi. Y en este sentido Polanyi era lo que podríamos llamar un «socialista conservador»: se oponía al liberalismo de mercado no sólo por motivos distributivos, sino también porque «atacaba el tejido de la sociedad», rompiendo los lazos sociales y comunitarios y generando formas atomizadas y alienadas de individuos.
Esto se relaciona con el segundo nivel del argumento de Polanyi, que era más práctico: el liberalismo de mercado quería separar la economía de la sociedad y crear un mercado completamente autorregulado, e hizo todo lo que pudo para lograrlo, pero su proyecto siempre estuvo condenado al fracaso. Sencillamente, no podía existir. Como escribe en el comienzo del libro: «Nuestra tesis es que la idea de un mercado autorregulado implica una burda utopía. Una institución así no podría existir durante mucho tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; destruiría físicamente al hombre y convertiría su entorno en un desierto».
Según Polanyi, los seres humanos siempre reaccionarán contra las devastadoras consecuencias sociales de los mercados desenfrenados y lucharán por volver a subordinar la economía, hasta cierto punto, a sus necesidades materiales, sociales e incluso «espirituales». Este es el origen de su argumento del «doble movimiento»: puesto que los intentos de separar la economía de la sociedad inevitablemente provocan resistencia, por lo que las sociedades de mercado están constantemente conformadas por dos movimientos opuestos. Por un lado, el movimiento de expansión constante del mercado y, por otro, el movimiento opuesto que se resiste a esta expansión, sobre todo en lo que respecta a las mercancías «ficticias», principalmente el trabajo y la tierra: «Los intentos de separar la economía de la sociedad invitan inevitablemente a la resistencia».
Esto nos lleva al tercer nivel de la crítica de Polanyi, que desmonta la visión liberal ortodoxa del surgimiento del capitalismo. Precisamente porque no hay nada natural en la economía de mercado, que es en realidad un intento de alterar el orden natural de las sociedades y el mercado nunca puede surgir espontáneamente ni autorregularse. Al contrario, el Estado es necesario para imponer cambios en la estructura social y en el pensamiento humano que permitan una economía capitalista competitiva. La proclamada separación entre Estado y mercado es una ilusión, afirmaba Polanyi. Los mercados y el comercio de mercancías forman parte de todas las sociedades humanas, pero para crear una «sociedad de mercado» estas mercancías deben estar sujetas a un sistema más amplio y coherente de relaciones de mercado. Esto es algo que sólo puede lograrse mediante la coerción y la regulación estatales.
«No había nada natural en el laissez-faire; los mercados libres nunca podrían haber surgido simplemente dejando que las cosas siguieran su curso», escribió. «El laissez-faire fue planificado... [fue] impuesto por el Estado». Polanyi se refería no sólo al «enorme aumento del intervencionismo continuo, organizado y controlado centralmente» necesario para imponer la lógica del mercado, sino también a la necesidad de la represión estatal para contrarrestar la inevitable reacción – el contra-movimiento – de quienes soportan los costes sociales y económicos de la perturbación: familias, trabajadores, agricultores y pequeñas empresas expuestos a las fuerzas perturbadoras y destructivas del mercado.
En otras palabras, el apoyo de las estructuras estatales – para proteger la propiedad privada, controlar las relaciones mutuas de los distintos miembros de la clase dominante y proporcionar servicios esenciales para la reproducción del sistema – era el requisito político previo para el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, paradójicamente, la dependencia del liberalismo de mercado del Estado es también la principal razón de su perdurable atractivo intelectual. Precisamente porque no puede haber mercados puramente autorregulados, sus defensores, como los libertarios contemporáneos, siempre pueden argumentar que los fracasos del capitalismo se deben a la falta de mercados verdaderamente «libres».
Sin embargo, incluso los enemigos ideológicos de Polanyi, los neoliberales como Hayek y Mises, eran muy conscientes de que el mercado autorregulado es un mito. Como escribió Quinn Slobodian su objetivo no era «liberar los mercados sino protegerlos, vacunar al capitalismo contra la amenaza de la democracia» utilizando al Estado para separar artificialmente lo «económico» de lo «político». En este sentido, el liberalismo de mercado puede considerarse un proyecto tanto político como económico: una respuesta a la entrada de las masas en la arena política a finales del siglo XIX, como resultado de la extensión del sufragio universal, un desarrollo al que la mayoría de los liberales militantes de la época se opusieron con vehemencia.
Este proyecto se persiguió no sólo a escala nacional, sino también internacional, mediante la creación del patrón oro, que fue un intento de extender la lógica del mercado supuestamente autorregulado (pero en realidad impuesto) a las relaciones económicas entre países. Fue un temprano intento globalista de marginar el papel de los Estados-nación – y de sus ciudadanos – en la gestión de los asuntos económicos. El patrón oro subordinaba de hecho las políticas económicas nacionales a las reglas inflexibles de la economía mundial. Pero también protegía el ámbito económico de las presiones democráticas que se iban acumulando a medida que el sufragio se extendía por Occidente, al tiempo que ofrecía una herramienta muy eficaz para regular el trabajo.
Sin embargo, el patrón oro impuso unos costes tan elevados a las sociedades, en forma de políticas deflacionistas destructivas, que las tensiones creadas por el sistema acabaron por implosionar. Primero asistimos al colapso del orden internacional en 1914 y esto se repitió con el inicio de la Gran Depresión. Esta última desencadenó el mayor contra-movimiento antiliberal que el mundo había visto jamás, ya que las naciones buscaron diferentes formas de protegerse de los efectos destructivos de la economía global «autorregulada», abrazando incluso el fascismo. En este sentido, según Polanyi, la Segunda Guerra Mundial fue una consecuencia directa del intento de organizar la economía mundial sobre la base del liberalismo de mercado.
La guerra todavía estaba en curso cuando se publicó su libro. Sin embargo, Polanyi seguía siendo optimista. Creía que las violentas transformaciones que habían sacudido el mundo en el siglo anterior habían sentado las bases para la «gran transformación» definitiva: la subordinación de las economías nacionales y la economía mundial a las políticas democráticas. Polanyi denominó a este sistema «socialismo», pero su interpretación del término difería significativamente del marxismo tradicional. El socialismo de Polanyi no era sólo la construcción de una sociedad más justa, sino «la continuación de ese esfuerzo por hacer de la sociedad una relación típicamente humana entre las personas que en Europa Occidental siempre se ha asociado a las tradiciones cristianas». En este sentido, también hizo hincapié en el «carácter territorial de la soberanía» y el Estado-nación como condición previa para el ejercicio de la política democrática.
Según Polanyi, un mayor papel del gobierno no tiene por qué adoptar una forma opresiva. Por el contrario, sostenía que liberar a los seres humanos de la lógica tiránica del mercado era una condición previa para «lograr la libertad no sólo para unos pocos, sino para todos», libertad para que la gente empiece a vivir en lugar de limitarse a sobrevivir. Los regímenes socialdemócratas y capitalistas de bienestar implantados tras la Segunda Guerra Mundial, aunque distaban mucho de ser perfectos, representaron un primer paso en esa dirección. Ellos desmercantilizaron parcialmente el trabajo y la vida social y crearon un sistema internacional que facilitaba altos niveles de comercio internacional al tiempo que protegía a las sociedades de las presiones de la economía global. En términos polanyianos, la economía fue, hasta cierto punto, «reintegrada» en la sociedad.
Pero esto acabó generando otro contra-movimiento, esta vez de la clase capitalista. Desde la década de 1980, la doctrina del liberalismo de mercado ha resucitado en forma de neoliberalismo, hiperglobalización y un renovado ataque a las instituciones de la democracia nacional, todo ello con el apoyo activo del Estado. Mientras tanto, en Europa, se creó una versión aún más extrema del patrón oro: el euro. Una vez más, las economías nacionales se vieron forzadas a entrar en una camisa de fuerza. Al igual que en anteriores iteraciones del liberalismo de mercado, este viejo-nuevo orden empobreció a los trabajadores y devastó nuestra capacidad industrial, los servicios públicos, las infraestructuras vitales y las comunidades locales. Polanyi habría argumentado que era inevitable una reacción violenta, y de hecho se ha producido desde finales de la década de 2010, aunque ni siquiera los levantamientos populistas de la última década han logrado sustituir el sistema por un nuevo orden.
El resultado es que, al igual que hace un siglo, las contradicciones inherentes al «orden liberal internacional» están conduciendo de nuevo al colapso del sistema y a una dramática escalada de las tensiones internacionales. Si Polanyi viviera hoy, probablemente no sería tan optimista como cuando publicó su libro. No cabe duda de que nos encontramos en medio de otra «gran transformación», pero el futuro que anuncia no podría estar más lejos del orden internacional democrático y cooperativo que imaginó.
Fuente: https://www.sinistrainrete.info/neoliberismo/28032-thomas-fazi-la-rivoluzione-fallita-di-karl-polanyi.html
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