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EEUU y China: Batalla por el futuro verde en autos eléctricos y tecnología ecológica
La batalla por el futuro verde: Estados Unidos y China chocan en la arena de los vehículos eléctricos y la tecnología ecológica La competencia entre Estados Unidos y China se intensifica en un nuevo campo de batalla: la carrera por dominar las industrias de vehículos eléctricos y tecnología ecológica. Esta pugna no solo tiene implicaciones económicas, sino también ambientales y geopolíticas de…
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#aranceles#autos electricos peru#baterías#CAMBIO CLIMÁTICO#China#competencia#desarrollo sostenible#desarrollo tecnológico#economia#energía eólica#energía solar#Estados Unidos#futuro#geopolítica#geopolítico#industria automotriz#innovación#inversión#Investigación#liderazgo#Litio#medio ambiente#mercado global#recursos#tecnología ecológica#vehículos eléctricos
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O sea, realmente hay gente que piensa que EEUU y Europa están como están porque tienen mejores leyes o hasta "mejor cultura" (que ya roza el racismo), y no porque ellos, históricamente, dominaron los procesos coloniales y neocoloniales de los cuales somos víctimas. Por supuesto que el libre mercado les funciona a ellos; ellos son los que hicieron las reglas, ellos son los que se quedaron con todas las ganancias.
#por eso una de las primeros mitos que tenés que sacarte de la cabeza es el hecho de que hay luchas entre naciones mejores o peores#cuando es siempre desde lo individual hasta lo geopolítico una lucha de clases (atravesada por supuesto por identidades)#tenés que saber donde y con quien estás parado; en Latinoamérica y en el Tercer Mundo#ningún intento de copiarles a ellos va a servir solamente la liberación política económica y social#cosas mias
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A-DIARIO GEOPOLÍTICO: BIDEN con la OTAN, PUTIN con CHINA💥MISIL en DAMASCO💥ARMAS para TAIWAN, del profesor @oscarvara
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#G20#Brasil#bandeiras brasileiras#protagonismo#tabuleiro geopolítico#mudanças climáticas#combate à fome e à pobreza#reforma da governança global
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No juegue 'juegos geopolíticos' con vidas vulnerables, insta el presidente de la Asamblea de la ONU
“La vida de los necesitados nunca debe reducirse a las tácticas de los juegos geopolíticos”, Csaba Kőrösi, presidente de la 77ª sesión de la Asamblea General, dicho. “La acción humanitaria debe guiarse siempre por los principios de imparcialidad, neutralidad e independencia. Como tal, la asistencia humanitaria efectiva nunca puede ser rehén de ningún interés político”, agregó. Dos resoluciones…
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La modernidad como proyecto civilizatorio de muerte
Palabras preliminares
El día 30 de marzo del 2023, el Vaticano condenó el pasado colonial de la Iglesia, rechazó la doctrina del descubrimiento y repudió las bulas papales que autorizaban la esclavización de los indígenas de las Américas y los pueblos africanos. Saludamos al Papa Francisco por liderar este importante paso hacia la descolonización y la justicia global.
Hace dos años, el Papa hizo la siguiente afirmación:
Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que lacera el tejido social; y cuando la dependencia de un progreso material ilimitado amenaza la casa común, entonces no podemos quedarnos mirando. No, esto es desolador. ¡No podemos quedarnos mirando! Con la mirada fija en Jesús (cfr. Heb 12, 2) y con la certeza de que su amor obra mediante la comunidad de sus discípulos, debemos actuar todos juntos, en la esperanza de generar algo diferente y mejor. La esperanza cristiana, enraizada en Dios, es nuestra ancla.[1]
Vinimos a esta Cumbre para apoyar las transformaciones que el Papa Francisco ha estado llevando a cabo desde hace varios años. Este es nuestro compromiso. Por lo tanto, creemos que es importante salir de este encuentro con una agenda de trabajo común en lugar de limitarnos a esbozar meras generalidades.
Las 16 jerarquías de dominación de la Modernidad
Para pensar en la descolonización de nuestros pueblos, lo primero que debemos hacer es identificar de qué queremos descolonizarnos, ya que, de lo contrario, se convierte en un proyecto vacío. Para lograr esto, debemos tener consciencia del lugar geopolítico y corpo- político en el cual nos encontramos situados.
Cuando hablamos de colonización, nos referimos al patrón de dominación y explotación históricamente ejercido por Europa occidental sobre el resto de la humanidad. Esta colonización no sólo implicó la expansión del sistema económico capitalista a nivel mundial,[2] sino que estableció un proyecto civilizatorio moderno-occidental configurado por múltiples y heterogéneas jerarquías de dominación que los pueblos originarios de todo el mundo nombran como una “civilización de muerte”. ¿Por qué? No sólo porque ha conllevado y sigue conllevando la muerte de millones de seres humanos, sino porque conlleva la muerte de todas las formas de vida, humanas y no humanas. Por lo tanto, no podemos comprender a la Modernidad como una civilización emancipadora, como lo suelen hacer las izquierdas eurocéntricas. Desde nuestra perspectiva, la Modernidad es un proyecto civilizatorio de muerte constituido por un “sistema-mundo occidentalocéntrico/cristianocéntrico capitalista/patriarcal moderno/colonial” mucho más complejo que el descrito por los paradigmas de la economía política y el análisis eurocéntrico del sistema-mundo.
Un hombre europeo/capitalista/militar/cristiano/patriarcal/blanco/heterosexual llegó a las Américas y estableció en el tiempo y el espacio, de manera simultánea, múltiples y heterogéneas jerarquías globales de dominación imbricadas entre sí, que, para fines pedagógicos, enumeraremos en esta exposición como si estuvieran separadas unas de otras:
1. Una formación de clase global particular donde van a coexistir y organizarse una diversidad de formas de trabajo (esclavitud, semiservidumbre, trabajo asalariado, producción mercantil simple, etcétera) como fuente de producción de plusvalía mediante la venta de mercancías para obtener ganancias en el mercado mundial insertadas en una lógica incesante de acumulación del capital.
2. Una división internacional del trabajo de centros y periferias donde el capital organiza el trabajo en la periferia alrededor de formas represivas y autoritarias (Cox, 1984, 1959, 1964; Wallerstein, 1974). Aunque esta jerarquía fue ampliamente abordada por los teóricos de la dependencia en América Latina, se ha mantenido vigente hasta el presente. Esto significa que, cuando los países del Sur Global lograron su independencia, desde las revoluciones independentistas del siglo XIX en América Latina, hasta los procesos de descolonización de finales del siglo XIX y mediados del XX en África, Asia, América Latina y el Caribe, no se descolonizaron de esta jerarquía de centros y periferias, sino que se mantuvo intacta y continuó determinando la economía política mundial. En este sentido, no se puede hablar de pobreza como si se tratara de un fenómeno abstracto, sino que debemos comprenderla como un producto de las relaciones de dominación entre los centros y las periferias impuestas por la división internacional capitalista del trabajo.
3. Un sistema interestatal global de organizaciones político-militares controladas por hombres de origen europeo e institucionalizadas en administraciones coloniales (Wallerstein, 1979) y, más adelante, neocoloniales (Nkrumah, 1965).[3] En un primer momento, los estados metropolitanos impusieron su presencia en las periferias mediante la configuración de “situaciones coloniales”, que fueron gestionadas a través de administraciones coloniales. Sin embargo, con el tiempo surgieron nuevas formas de colonización que hoy en día conocemos como neocoloniales. Esto significa que, a pesar de que los países periféricos formalmente son independientes, en realidad continúan experimentando problemas de soberanía debido a la dominación que ejercen sobre ellos las viejas metrópolis coloniales, articuladas a la financiarización del capital y a otros mecanismos de colonización. Es fundamental descolonizar esta jerarquía, ya que a través de operaciones internacionales imperiales se realizan los golpes de Estado e invasiones militares contra los pueblos del Sur Global.[4]
4. Una jerarquía de dominación etno/racial global que privilegia a los occidentales por sobre los no occidentales (Dubouis, 1935, 1971). Esta jerarquía etno/racial asigna las diferentes formas de trabajo articuladas a la acumulación de capital a escala mundial: el trabajo coercitivo (o bárbaro) es realizado por personas no occidentales en la periferia y la “fuerza de trabajo de asalariados libres” por occidentales en el centro.
5. En muchos lugares del mundo a los que llegó la expansión colonial europea, no existía el patriarcado. Por ello, también se impuso una jerarquía global de género que otorga primacía a los hombres sobre las mujeres y al patriarcado de la cristiandad sobre otras formas de relaciones de género (Spivak, 1988; Enloe, 1990; Oyěwùmí, 1997; Marcos, 2006; Lugones, 2008). Esto significa que el sistema patriarcal global es una jerarquía de dominación constitutiva de la civilización moderna. Esto es importante señalarlo, ya que a menudo se asumen todas las estructuras de dominación contemporáneas como si fueran naturales y universales, cuando en realidad son parte de un proceso reciente en la historia de la humanidad. Esta jerarquía global de género también se ve afectada por la jerarquía etno/racial. A diferencia de los patriarcados pre- europeos, en los que todas las mujeres eran inferiores a todos los hombres, en el nuevo sistema de dominación colonial, una minoría de mujeres en el mundo, de origen occidental, tienen un estatus más elevado y un mayor acceso a recursos materiales que la mayoría de hombres del mundo que son de origen no occidentales. En este sentido, las jerarquías etno/racial y de género estructuran la población mundial en un orden jerárquico de personas superiores e inferiores que se convierte en un principio organizador fundamental de la división internacional capitalista del trabajo y del sistema patriarcal global.
6. Una jerarquía sexual que otorga primacía a los heterosexuales sobre los homosexuales y lesbianas (es importante recordar que la mayoría de los pueblos indígenas en las Américas no consideraban que la sexualidad entre hombres o entre mujeres fuera una conducta patológica, y no tenían, antes de la llegada de los europeos, una ideología homofóbica o lesbofóbica) (Marcos, 2006; Lugones 2008).
7. Una jerarquía espiritual global de la cristiandad que da primacía a los cristianos sobre las espiritualidades no cristianas/no occidentales, institucionalizada en la globalización de la Iglesia cristiana (católica y más tarde protestante).
8. Una jerarquía de dominación epistémica que privilegia el conocimiento y la cosmología occidental y eurocentrada sobre el conocimiento y las cosmologías no occidentales, y que está institucionalizada en el sistema universitario global. Al analizar los programas de estudio e investigación de las universidades occidentalizadas, se observa que en todas las disciplinas científicas se estudia el pensamiento de hombres blancos occidentales de cinco países: Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. El resto del pensamiento crítico global no forma parte de este canon de pensamiento científico, lo que denota racismo y sexismo epistémico. Es racista, pues inferioriza al resto de la humanidad, y sexista, porque ni siquiera las mujeres de estos cinco países figuran en dicho canon de pensamiento. Esto nos exige realizar un profundo trabajo de descolonización del conocimiento.
9. Una jerarquía de dominación lingüística entre las lenguas imperiales europeas y las lenguas no europeas que hace primar la comunicación y la producción teórica y de conocimiento en los primeros, subalternizando a los segundos como productores sólo de folklore o cultura, y descartadas como lenguas de producción de teoría y conocimientos.
10. Una jerarquía estética global donde se privilegian las formas de belleza y gustos no occidentales y se inferiorian las formas de belleza y gustos no occidentales, institucionalizadas en los ministerios de Cultura y en la jerarquía de museos y galerías artísticas globales, así como en los diseños mercantiles industriales.
11. Una jerarquía de dominación pedagógica global donde se privilegian las pedagogías occidentales de matriz cartesiana sobre las pedagogías no occidentales, institucionalizada en el sistema escolar mundial.
12. Una jerarquía de medios de comunicación global donde se privilegian los aparatos de comunicación controlados por Occidente.
13. Una jerarquía ecológica global donde se privilegia el concepto de “naturaleza” occidental del dualismo cartesiano (donde la naturaleza es siempre objeto, nunca sujeto, con formas de vida inferiores y siempre pasiva, exterior a los humanos y un medio para un fin) con todas las consecuencias nefastas para el medio ambiente planetario, y se descartan otras cosmovisiones y formas de entender holísticamente el medio ambiente y la ecología (donde los humanos son parte integral de la ecología planetaria, coexistiendo con otras formas de vida dentro del mismo cosmos, y la “naturaleza” es un fin en sí mismo). El concepto cartesiano occidental lleva la racionalidad de la destrucción ecológica, pues al pensar a la naturaleza como objeto, como medio para un fin y como dualistamente exterior a los humanos, toda la tecnología que construye lleva dentro de sí la racionalidad de la destrucción de la vida y no la de su reproducción. En este sentido, el desastre ecológico no es sólo un efecto de las tendencias devoradoras y destructivas del capitalismo, sino que está directamente relacionado con su cosmovisión.
Es importante destacar que toda tecnología tiene su propia cosmología, y en el caso de la tecnología moderno-capitalista, dicha cosmología es el dualismo cartesiano destructivo de la vida. Por lo tanto, es esencial avanzar hacia formas holísticas de ser, estar y pensar en la realidad, en la que la relación entre la vida humana y otras formas de vida sea el fundamento de una nueva civilización transmoderna y pluriversal, tal como nos aconseja el Papa Francisco en su obra Curar el mundo. En otras palabras, debemos producir tecnología desde la racionalidad de la producción y reproducción de la vida. Esto, que parece tan básico, tiene implicaciones muy profundas para la vida. Necesitamos descolonizarnos de esta cosmovisión dualista cartesiana porque, de lo contrario, tenemos los días contados en el planeta Tierra. De allí que afirmamos que la descolonización no es una opción entre otras, sino una necesidad de vida o muerte.
13. Una jerarquía de edad occidentalizada donde se privilegia la edad adulta- productiva, entre los 16 y 64 años, inferiorizando y haciendo dispensables a los viejos y los niños.
15. Una jerarquía de dominación médica, donde la medicina occidental se privilegia sobre las medicinas milenarias de los pueblos sumamente efectivas de cara a la prevención de enfermedades.
16. Una jerarquía espacial donde se privilegia lo urbano sobre lo rural, con la consecuencia de que la población mundial se ha volcado hacia las zonas urbanas en detrimento de las zonas rurales, destruyendo al campesinado y las comunidades ancestrales.
Muchas de estas jerarquías de dominación no existían en otras civilizaciones, lo que no significa que no haya habido otros problemas y patrones de dominación. No estamos romantizando a ninguna civilización en particular, sino más bien señalando cuáles fueron las jerarquías de dominación impuestas por la civilización moderna sobre el resto de la humanidad. Tampoco estamos diciendo que seamos anti-europeos, sino más bien anti-eurocéntricos. Es decir, no pretendemos condenar todo lo que ha surgido en Europa. Lo que queremos decir es que no podemos seguir viviendo en un mundo donde una sola visión de la realidad se impone como proyecto civilizatorio global, sin considerar a todas las demás y dejando de lado múltiples y diversas vivencias, experiencias y formas de ser, estar y producir conocimientos válidos y pertinentes para afrontar y superar los problemas y desafíos que tenemos por delante.
Debemos historizar cada una de estas jerarquías,[5] atendiendo al modo en que se han imbricado en distintos momentos y espacialidades. No se pueden entender como si fueran estructuras separadas unas de otras, ya que todas forman parte del mismo dispositivo de dominación civilizatorio.
Es fundamental comprender en qué consiste el colonialismo en el siglo XXI para desarrollar una agenda de trabajo común que busque superar todas las formas de injusticia, desigualdad, explotación y dominación que generan estas jerarquías de dominación modernas. Para ello, es necesario practicar una “diversalidad” epistémica (Glissant, 1989) y tener una voluntad explícita de movernos hacia formas transmodernas de producir conocimiento (Dussel, 1994; 2015) con el fin de superar los problemas globales a los que nos enfrentamos. En otras palabras, debemos incorporar en nuestros programas de estudio e investigaciones el pensamiento crítico producido por todas las tradiciones del mundo, ya que sin un diálogo interepistémico no podremos salir del atolladero en el que nos encontramos.
Por lo tanto, hacemos un llamado a plasmar con claridad la cartografía del poder moderno y la multiplicidad de jerarquías globales de dominación coloniales que forman parte de la civilización moderna. Hay mucho trabajo por hacer en cada una de ellas, y es posible que al principio debamos priorizar algunas, ya que es probable que no podamos ocuparnos de todas al mismo tiempo. Sin embargo, es esencial que las identifiquemos y propongamos un proyecto descolonizador para cada una de ellas, ya que las tareas que conlleva descolonizar la educación no son las mismas que las de descolonizar la cosmología dualista cartesiana o las de descolonizar la jerarquía de dominación centro- periferia.
En resumen, la Modernidad es un sistema civilizatorio de muerte, no un sistema emancipatorio. Al realizar un balance entre lo que ha destruido y lo que ha emancipado, la destrucción es lo que predomina. La civilización moderna sólo se produce y reproduce a través del control y la dominación que ejercen unos pocos centros metropolitanos imperiales sobre el resto de la humanidad, quienes sufren directamente las consecuencias de la destrucción planetaria. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad estar a la altura de las exigencias de nuestro tiempo y, tal como dicen los zapatistas, “luchar por la construcción de un mundo donde otros mundos sean posibles” y, agregamos, “éste se haga imposible”.
Referencias bibliográficas
Cox, O.C. (1984). Caste, Class and Race: A Study in Social Dynamics, Monthly Review Press, Nueva York. — (1959). The Foundations of Capitalism, Peter Owen, Londres. — (1964). Capitalism as a System, Monthly Review Press, Nueva York. Dubois, W.E.B. (1935). Black Reconstruction, Albert Saifer Publisher, Filadelfia. — (1971). W.E.B. Dubois Speaks: Speeches and Addresses 1920-1936, Pathfinder Press, Nueva York. Dussel, E. (1994). 1492: el encubrimiento del Otro. Hacia el origen del “mito de la Modernidad”, Plural Editores, La Paz. — (2015). Filosofías del Sur. Descolonización y Transmodernidad, Akal, Madrid. Enloe, C. (1990). Banana, Beaches and Bases: Making Sense of International Politics, University of California Press, Berkeley, California. Glissant, É. (1989). Caribbean Discourse, University of Virginia Press, Charlottesville. Lugones, M. (2008). “Colonialidad y género”, Tábula Rasa 9 (julio-diciembre), pp. 73-101. Marcos, S. (2006) Taken from the Lips: Gender and Eros in Mesoamerican Religions, Brill, Leiden. Nkrumah, K. (1965). Neocolonialism: The Last Stage of Imperialism, Thomas Nelson & Sons, Londres. Oyěwùmí, O. (1997). The Invention of Women. Making an African Sense of Western Gender Discourses, University of Minnesota Press, Minneapolis. Papa Francisco. (2020). Curar el mundo: 4. El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza, Biblioteca del Palacio Apostólico, Ciudad del Vaticano. Spivak, G.C. (1988). In Other Worlds: Essays in Cultural Politics, Routledge, Kegan and Paul, Nueva York. Wallerstein, I. (1974). The Modern World-System, Academic Press, New York (ed. Cast.: El modern Sistema mundial I, Siglo XXI, 2016). — (1979). The Capitalist World-Economy, Cambridge University Press/Editions de la Maison des Sciences de l’Homme, Cambridge/París.
Papa Francisco (2020) Curar el mundo: 4. El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza, Biblioteca del Palacio Apostólico, Ciudad del Vaticano.
Este es uno de los grandes problemas de algunas perspectivas marxistas eurocéntricas: limitan la discusión al plano económico y critican únicamente el sistema capitalista como dominador y devorador de la vida. Si bien es fundamental mantener esta crítica anti-capitalista, consideramos que el problema es mucho más complejo.
Es importante destacar que esta jerarquía de dominación interestatal global está acompañada por la división internacional capitalista del trabajo.
El caso del golpe de Estado perpetrado en Perú, el 7 de diciembre del 2022, es un ejemplo vergonzoso y realmente indignante. Este acto fue diseñado y legitimado por Lisa Kenna, la embajadora de Estados Unidos en Perú, quien antes de formar parte del Servicio Exterior estadounidense trabajó durante 9 años como agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En otras palabras, fue Estados Unidos a través de su embajadora quien envalentonó a la oligarquía blanca, criolla y racista peruana a perseguir y masacrar al pueblo campesino e indígena de ese país.
Hemos identificado 16 jerarquías de dominación, pero seguramente deben existir otras.
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Por qué los judíos necesitan Azerbaiyán, un país de convivencia pacífica
🇪🇸 Azerbaiyán, un país del Cáucaso Sur, es un ejemplo destacado de convivencia multicultural y interreligiosa. Desde hace más de 1,500 años, los judíos han vivido en paz en Azerbaiyán, sin enfrentar antisemitismo, excepto en periodos de invasión. Este país se ha convertido en un aliado clave de Israel, tanto por su cooperación económica, con el 40% del petróleo de Israel proveniente de Azerbaiyán, como por su apoyo a la soberanía israelí. Mientras en muchas partes del mundo, especialmente en Occidente, crece el antisemitismo, en Azerbaiyán los judíos no enfrentan hostigamiento y son respetados por su vínculo con Israel. Además, Azerbaiyán comparte con Israel una historia de ser criticado internacionalmente por defender su soberanía, como ocurrió durante el conflicto del Nagorno Karabaj. En este contexto, Azerbaiyán se presenta como un refugio seguro para los judíos y un aliado importante frente a los desafíos geopolíticos y los ataques antisemitas en otras partes del mundo.
🇺🇸 Azerbaijan, a country in the South Caucasus, is a prominent example of multicultural and interreligious coexistence. For over 1,500 years, Jews have lived in peace in Azerbaijan, without facing antisemitism, except during times of invasion. This country has become a key ally of Israel, both economically, with 40% of Israel's oil coming from Azerbaijan, and through its support for Israeli sovereignty. While in many parts of the world, especially in Western countries, antisemitism is on the rise, in Azerbaijan, Jews face no harassment and are respected for their connection to Israel. Additionally, Azerbaijan shares with Israel a history of being criticized internationally for defending its sovereignty, as was the case during the Nagorno-Karabakh conflict. In this context, Azerbaijan stands as a safe haven for Jews and an important ally in the face of geopolitical challenges and rising antisemitic attacks elsewhere.
#Azerbaiyán#Israel#antisemitismo#coexistencia#multiculturalismo#Bakú#paz#Soberanía#Karabaj#Cáucaso#diversidad#Alianza#conflicto#Seguridad#Terrorismo#Europa#Occidente#Diplomacia#Respeto#Historia#Judíos#judaísmo#judaism#jewish#judío#jumblr#cultura judía
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O Poder da Energia na Política Global
O equilíbrio de poder na política mundial é profundamente influenciado pelas escolhas em relação às fontes de energia. Este artigo examina o impacto das fontes de energia, tanto sustentáveis quanto não, no cenário político global e como essas decisões moldam as relações entre países.
Diplomacia Energética e Geopolítica: Fontes não-sustentáveis, como petróleo e gás natural, têm historicamente sido pontos de tensão entre nações. Disputas por recursos energéticos podem levar a confrontos geopolíticos e moldar alianças estratégicas. A dependência de um país em relação a fornecedores externos também pode ter implicações significativas em sua política externa.
Energias Renováveis como Fator de Soft Power: Países que lideram na adoção de energias renováveis estão se posicionando como líderes em sustentabilidade e inovação. Esses países muitas vezes ganham influência global ao exportar tecnologias e know-how em energia limpa, promovendo uma imagem positiva e atraindo alianças políticas baseadas em interesses compartilhados.
Sanções e Pressões Econômicas: A capacidade de controlar e influenciar o acesso a fontes de energia não-renováveis pode ser usada como uma ferramenta de pressão política. Sanções econômicas relacionadas ao petróleo, por exemplo, têm sido uma estratégia comum para influenciar o comportamento de nações em assuntos de política externa.
Mudanças Climáticas e Acordos Internacionais: A questão das mudanças climáticas e a transição para fontes de energia sustentável têm se tornado pontos centrais em acordos internacionais. Tratados como o Acordo de Paris visam coordenar esforços globais para reduzir as emissões de gases de efeito estufa, demonstrando o papel crucial da energia na agenda política internacional.
Segurança Energética e Estabilidade Política: A diversificação das fontes de energia pode ser vital para a segurança e estabilidade de um país. Dependência excessiva de uma única fonte, especialmente de áreas politicamente instáveis, pode criar vulnerabilidades significativas. A busca por autossuficiência e a diversificação das fontes de energia são estratégias que os países adotam para reduzir riscos. As fontes de energia desempenham um papel fundamental na política global, afetando relações entre nações, acordos internacionais e estratégias diplomáticas. A transição para fontes de energia sustentável não é apenas uma imperativa ambiental, mas também uma oportunidade para redefinir dinâmicas geopolíticas, promovendo a estabilidade e o progresso sustentável em escala global.
Desse modo é de se notar que a energia desempenham um papel fundamental na política global, afetando relações entre nações, acordos internacionais e estratégias diplomáticas. A transição para fontes de energia sustentável não é apenas uma imperativa ambiental, mas também uma oportunidade para redefinir dinâmicas geopolíticas, promovendo a estabilidade e o progresso sustentável em escala global.
Fontes: https://www.funag.gov.br/ipri/btd/index.php/10-dissertacoes/1286-a-energia-como-variavel-estrategica-da-politica-externa-brasileira
https://www.politize.com.br/energia-renovavel-por-que-e-importante-para-politica/
http://www.abri.org.br/anais/3_Encontro_Nacional_ABRI/Politica_Externa/PE%206_Daniela%20Medeiros%20A%20ENERGIA%20COMO%20VARI+%FCVEL%20ESTRAT+%EBGICA%20DA%20POL+%ECTICA%20EXTERNA%20BRASILEIRA.pdf
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#GeopolíticaDigital El Conflicto en Ucrania: ¿Hacia una Nueva Escalada Geopolítica?👍🌏
La guerra en #Ucrania sigue siendo un escenario clave para la dinámica geopolítica global. Los recientes acontecimientos, marcados por la autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance, han generado una nueva ola de tensiones. Esta decisión ha permitido al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, intensificar ataques contra territorio ruso, provocando la reacción inmediata de Moscú, que ha renovado sus amenazas de utilizar armamento nuclear.
El protocolo revisado por Vladimir #Putin legitima a Rusia para emplear armas nucleares de forma más flexible, reforzando una retórica que, aunque reiterada, ha perdido impacto debido a su uso frecuente como herramienta de presión. Sin embargo, el riesgo de una escalada nuclear no debe subestimarse. Internamente, la preocupación crece entre la élite rusa y sus aliados internacionales, quienes temen las impredecibles consecuencias de cruzar este umbral.
Por otro lado, la amenaza nuclear de Moscú también busca disuadir a las potencias occidentales de seguir armando a Ucrania. En este contexto, la autorización de misiles de largo alcance puede interpretarse como un desafío directo a la estrategia de intimidación de Rusia, complicando aún más cualquier posible resolución diplomática.
La implicación de Estados Unidos refleja su compromiso con la defensa de Ucrania y el sostenimiento de un orden internacional basado en reglas. Sin embargo, también responde a sus intereses estratégicos de contener a Rusia y fortalecer su influencia en Europa del Este. Paralelamente, Turquía, como miembro de la #OTAN, equilibra su apoyo a Ucrania con su histórica relación con Rusia, adoptando una política pragmática que busca maximizar beneficios en ambos frentes.
Estas dinámicas evidencian que el conflicto en Ucrania no es solo una guerra territorial, sino un epicentro donde convergen las tensiones entre bloques geopolíticos.
El liderazgo de #Zelenski enfrenta cuestionamientos, no solo por la falta de elecciones durante la guerra, sino también por el persistente problema de la corrupción, un obstáculo que amenaza la continuidad del apoyo occidental. La implementación de reformas profundas será crucial para mantener la legitimidad de su gobierno y garantizar el flujo de ayuda económica y militar.
🚨
En el horizonte internacional, las elecciones presidenciales en Estados Unidos podrían ser un punto de inflexión. Un posible retorno de Donald Trump, quien ha mostrado una posición más aislacionista en el pasado, podría reconfigurar el apoyo estadounidense a Ucrania y, con ello, alterar el equilibrio de poder en la región.
La guerra en Ucrania sigue sin una solución clara, y cada decisión estratégica, ya sea el uso de misiles de largo alcance o la retórica nuclear, añade capas de complejidad al conflicto. En este contexto, el desenlace dependerá no solo de las acciones militares, sino también de la capacidad de los actores internacionales y regionales para navegar este delicado equilibrio de poder.
El mundo observa con preocupación cómo esta guerra podría redefinir el orden global, enfrentándonos a la posibilidad de una nueva era de tensiones internacionales.
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La economía rusa es demasiado pequeña en comparación con los verdaderos jugadores geopolíticos, opina el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, en una entrevista publicada este sábado en El País, en la que describe al país euroasiático como una "gasolinera".
Globovisión 19-08-2023 05:37 PM
McCain: Russia is a ‘gas station’
By BURGESS EVERETT
03/26/2014 02:35 PM EDT
envidia s f 1 Sentimiento de tristeza, odio o coraje ante la felicidad de alguien, ante sus éxitos o sus posesiones:
par de envidiosos 😏
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Arte chino antiguo
La antigua China abarcaba un paisaje geopolítico vasto y en constante cambio, y como es de esperarse, el arte que produjo durante tres milenios es igual de variado. Aun así, a pesar de los continuos desarrollos técnicos indígenas, los cambios en los materiales y en el gusto y la influencia de ideas extranjeras, existen ciertas cualidades inherentes al arte chino que hacen posible describirlo en términos generales y reconocerlo sin importar dónde o cuándo se produjo o con qué fin. Estas cualidades esenciales incluyen el amor por la naturaleza, la creencia en el poder moral y educativo del arte, la admiración por la simplicidad, el reconocimiento de una pincelada experta, un interés por considerar el tema de la obra desde varias perspectivas y la lealtad a los motivos y diseños más utilizados, desde las hojas de loto hasta los dragones. El arte chino influiría enormemente en el arte de sus vecinos de Asia Oriental, y el reconocimiento mundial de su talento, especialmente en cerámica, pintura y en el trabajo del jade continua hasta el día de hoy.
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MISILES HACIA JAPÓN: Noticiario geopolítico,13 de Abril de 2023, del profesor @oscarvara
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Vía salvador-dali.org
"Geopoliticus" child watching the birth of the new man (Niño "geopolítico" contemplando el nacimiento del hombre nuevo)
Descripción
Fecha: 1943
Técnica: Óleo sobre tela
Dimensiones: 44.5 x 52 cm
Firma: Firmado y fechado en la parte inferior central: Gala Salvador Dalí 1943
Localización: The Dali Museum, St. Petersburg (Florida)
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Rusia y su doble
Por Gérard Conio
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Escribí este libro para dar de Rusia una imagen diferente de la que propaga una rusofobia delirante basada en la ignorancia y la denigración sistemática.
En primer lugar, he querido mostrar el estado paralizante de Rusia que observé en 1996, para poder compararlo con el auge que experimenta hoy gracias al giro logrado por Vladimir Putin desde su acceso a la presidencia.
Lo que he observado subjetivamente lo confirman las estadísticas objetivas de economistas y politólogos independientes que se han negado a plegarse a la doxa oficial.
El conflicto entre Rusia y Occidente es ante todo un choque de civilizaciones, un choque de visiones del mundo, y es comprensible que los adoradores de la democracia lamenten una evolución que aleja a Rusia de la sacrosanta libertad individual en nombre de la cual fue atraída a un paraíso que resultó ser un infierno para ella.
Los debates basados en axiomas y peticiones de principio conducen a negar las realidades vividas por el pueblo ruso en su adhesión a una autoridad que le devolvió su soberanía e independencia, proporcionándole una seguridad y estabilidad renovadas y mejorando sus condiciones de vida, que se habían deteriorado como consecuencia del dominio de unos pocos depredadores sobre la sociedad rusa.
La narrativa occidental sobre la «operación especial» se equivoca al centrarse en un momento aislado de su contexto, sin tener en cuenta todos los factores que pesaron en una ruptura cuyas consecuencias no se previeron seriamente ni en una decisión que el Presidente ruso consideró inevitable ni en las «sanciones» que provocó y que se volvieron contra sus autores.
Una «agresión» con objetivos limitados provocó el «vuelco del mundo», porque tenía orígenes muy antiguos. Este momento no se produjo «por casualidad»; formaba parte de un proceso histórico. Por eso me pareció oportuno relatar mi experiencia de las sucesivas etapas de una evolución de la que fui testigo. Pero para iluminar a una opinión que se ha dejado engañar por palabras falsas, ante todo es importante volver a situar a Rusia en su lugar en el mapa mundial.
La historia de Rusia está determinada por el «hecho geográfico» que la abre a Occidente y a Oriente, a Europa y a Asia. Sin fronteras naturales, ha tenido que defenderse de las invasiones que durante siglos se han estrellado contra el Heartland, el corazón del mundo, así bautizado por Mackinder, el fundador de la geopolítica en el siglo XIX, que dedujo el resultado de sus observaciones en una fórmula que ha permanecido célebre: «Quien controla Europa Oriental, controla el Heartland; quien gobierna el Heartland, gobierna el mundo». Mackinder se refería así al Imperio Ruso que abarcaba «la llanura que se extiende desde Europa Central hasta Siberia Occidental y se irradia hacia el Mar Mediterráneo, Oriente Medio, Asia Meridional y China».
Un geopolítico estadounidense, Nicolas Spykman, aplicó esta teoría a la Segunda Guerra Mundial. Añadió al Heartland la franja costera que denominó Rimland y criticó a Mackinder, parodiando su fórmula: «Quien controla el Rimland controla Eurasia, quien gobierna Eurasia controla el destino del mundo». Quería que los estadounidenses controlasen la costa europea para contener la expansión del Heartland.
La visión de Spykman sustentaba la «política de contención» formulada por el diplomático George Kennan en su artículo Las fuentes de la conducta soviética (julio de 1947) y aplicada por Estados Unidos durante la Guerra Fría.
La idea era «contener» el Heartland controlando la zona tampón del Rimland, a la que pertenecían los satélites de la Rusia soviética, de los que Ucrania era el eslabón fundamental.
Este diagrama contiene todos los parámetros del desarrollo que llevó a Rusia desde la caída de la URSS bajo Gorbachov hasta su colapso bajo Boris Yeltsin, y luego a su recuperación bajo Vladimir Putin. La cronología de esta evolución se sitúa entre dos catástrofes: el final de la URSS y la guerra de Ucrania. Pero subyace a esta evolución una continuidad en el pensamiento geopolítico occidental manifestada por Mackinder, Spykman, Kennan y más tarde Brzezinski.
Mackinder estaba convencido de la supremacía de los anglosajones, que les daba derecho a dominar el mundo y, por lo tanto, a apoderarse del Heartland. Enfrentaba a las potencias de la tierra con las del mar y temía la aparición de una Alemania fuerte que pudiera aliarse con el Imperio ruso.
Pero esta obsesión era compartida por los dirigentes estadounidenses, que hicieron todo lo posible por impedir una alianza tan favorable al desarrollo de la economía europea como perjudicial para sus intereses. La minaron definitivamente destruyendo Nordstream 2 y privando a Alemania de una fuente de energía esencial para su industria. Hoy, las empresas alemanas se ven obligadas a trasladarse a Estados Unidos para sobrevivir.
Spykman, al dar primacía al Rimland sobre el Hearland, ya estaba planteando la cuestión del equilibrio de poder entre Rusia y la Unión Europea. Al centrarse en las opciones de Ucrania, este antagonismo está en el origen de un conflicto localizado que, al agravarse, pone ahora al mundo al borde de una escalada nuclear.
Los estrategas norteamericanos se equivocaron al apostar por la superioridad del Rimland y restar importancia al poder del Heartland ruso. En lugar de debilitar a Rusia utilizando a Ucrania como instrumento, Occidente ha demostrado su propia debilidad, de la que claramente no era consciente, infligiéndose fracasos atribuibles a sus errores de cálculo.
Mi relato de una Rusia que se hundía en la anarquía y el caos en la década de 1990 se ve paradójicamente iluminado por El gran tablero del mundo de Brzezinski, publicado en 1997, en vísperas del colapso financiero del Estado ruso bajo el gobierno de Boris Yeltsin.
Ese mismo año, 1998, cuando Rusia estaba a punto de desaparecer, Solzhenitsyn escribió Rusia bajo la avalancha, donde relata la desesperación de una población diezmada por las privatizaciones y por las garras de los oligarcas que habían tomado el poder, estos oligarcas no eran más que los nominados de los «bandidos dentro de la ley» que ya campaban a sus anchas en la época soviética.
A pesar de esta situación desesperada, que parecía eliminar cualquier atisbo de intención imperialista, Brzezinski retomó las ideas de Mackinder y Spykman y las actualizó. Consideró que, a pesar de la desaparición de su poder, Rusia, con su posición dominante en el Heartland, seguía siendo una amenaza para el orden mundial establecido por Estados Unidos. Llegó a la conclusión de que había que separar a Ucrania de Rusia para privar a esta última de cualquier posibilidad de volver a convertirse en una gran potencia.
Si aceptamos que los análisis de Mackinder y Spykman se basaban en un imperio que poseía el Heartland, que abarcaba media Europa, resulta más difícil comprender los motivos de Brzezinski cuando quería destruir una Rusia que ya se había destruido a sí misma. Y conviene recordar que Kennan, pese a ser partidario de la política de «contención» contra la URSS, se mostró muy circunspecto ante las «guerras humanitarias» emprendidas por políticos incompetentes y aventureros que confundían sus deseos con realidades. Incluso hoy se le pone como ejemplo en Rusia, en contraste con la miopía de los dirigentes que le sucedieron. Kennan esaprobó enérgicamente la ampliación de la OTAN, que fue el punto de partida de una escalada que preveía peligrosa para la paz mundial. Es imposible entender el proceso que llevó del final de la URSS a la guerra de Ucrania sin mencionar el «síndrome occidental» que siempre ha pesado en la mentalidad y la política rusas.
El apasionado deseo de Rusia de ser reconocida por Occidente como un socio de pleno derecho la ha enfrentado constantemente a su doble. Y el propio Vladimir Putin no se dio cuenta hasta que fue muy tarde de que estaba poniendo en peligro la seguridad de Rusia al depositar su confianza en interlocutores que, tras la reunificación de Alemania, se negaron a aceptar la mano tendida por los rusos con la esperanza de una cooperación económica que, a sus ojos, debía sustituir al conflicto entre las dos ideologías enfrentadas en la Guerra Fría.
Al sacrificar su imperio, sin contrapartida alguna, Rusia había dado una muestra de su deseo de convertirse en una democracia que fuera miembro de pleno derecho de la comunidad europea. Y esta cooperación se basaba en intereses mutuos que habrían garantizado la consolidación de la paz y una mayor prosperidad en el continente europeo.
Pero las pasiones ideológicas primaron sobre los intereses económicos y esta esperanza se vio truncada en tres ocasiones, cuando la OTAN incumplió su promesa de no expandirse hacia el Este, cuando los acuerdos de Maidan, avalados por la firma de tres ministros europeos, fueron violados sin más, y, por último, cuando los acuerdos de Minsk, destinados a reintegrar las repúblicas separatistas en Ucrania, se firmaron sin voluntad de aplicarlos para rearmar al gobierno de Kiev, fruto de un putsch, y continuar la guerra inaugurada por la «operación antiterrorista» lanzada en 2014 por el gobierno de Kiev contra las poblaciones civiles.
Aunque las profecías de Fukuyama sobre el fin de la historia y las afirmaciones de Brzezinski en 1997 sobre la necesidad de acabar con el peligro potencial que representaba Rusia se consideren ahora obsoletas, lo cierto es que esas convicciones triunfalistas estaban en consonancia con la doctrina Wolfowitz que, ya en 1992, anunciaba la invasión de Irak para perpetuar la dominación estadounidense del mundo. Si bien el belicismo de los neoconservadores puede explicarse desde el punto de vista de Estados Unidos, en su momento pareció contrario a los intereses de Europa, razón por la cual Francia y Alemania, de acuerdo con Rusia y China, denunciaron una violación del derecho internacional que sólo podía conducir a una catástrofe humanitaria.
Pero tenemos derecho a preguntarnos por qué los europeos arruinan su economía participando en la guerra de Ucrania con su propio dinero, sometiéndose, en contra de sus propios intereses, al dictado de Estados Unidos y adoptando los argumentos de los antiguos satélites de la URSS que blanden el espectro de una amenaza rusa. A sus ojos, la agresión en Ucrania confirma esta amenaza, que parece tanto más irreal cuanto que, a pesar de la superioridad militar adquirida por Vladimir Putin, Rusia no dispondría de los medios para llevarla a cabo, habida cuenta de su demografía y de la relación de fuerzas con la coalición de la OTAN.
Y para comprender mejor los entresijos de la ruptura que tuvo lugar el 24 de febrero de 2022, conviene recordar las razones que llevaron a Wolfowitz, en 1992, y a Brzezinski, en 1997, a embarcarse en un enfrentamiento que ahora está llevando al mundo al borde del colapso. Asistimos a una huida hacia delante de los neoconservadores que, a pesar de sus sucesivos fracasos, se niegan a afrontar las consecuencias mundiales de su aventurerismo. Como resultado de sus intentos poco meditados y mal concebidos, tres cuartas partes del mundo desconfían cada vez más de Estados Unidos, que ya no es capaz de imponer su hegemonía en el mundo mediante la supremacía del dólar.
El despertar de Rusia ha sido el principal factor de este derrocamiento del mundo unipolar al que Occidente sigue atado como un ahorcado a su soga. El Occidente democrático sufre ahora la misma psicosis que condujo a la desaparición de la Unión Soviética.
Asistimos a una inversión de papeles y debemos considerar que, para volver a ser una potencia «normal», preocupada únicamente por su independencia y su soberanía, sin ceder a la megalomanía mesiánica, Rusia tuvo que someterse a la cura de una democratización fallida que sigue alimentando los sueños de su minoría liberal. Tras evocar este doloroso pasado con fines pedagógicos en esta primera parte, he recurrido a algunos de mis propios trabajos para mostrar la contribución de Rusia al patrimonio cultural, artístico y científico de la humanidad.
En «La visión rusa del cosmos», señalé las fuentes espirituales del cosmismo ruso fundado por el filósofo Nicolas Fiodorov, mentor de Tsiolkovsky, cuyos trabajos sobre cohetes condujeron al vuelo de Gagarin.
En un momento en que se habla del renacimiento de la religión para compensar el vacío ideológico, en «El Imperio ruso y la Tercera Roma moscovita» tracé la ambivalente relación entre ortodoxia y autocracia.
En «La dialéctica del doble de Dostoievski» analicé el tema del doble como parodia novelística de la dialéctica de Hegel en una estética de la creación verbal que encontraría su plenitud en los futuristas.
En «El último diálogo de Bajtín» extraje la quintaesencia de las memorias habladas del gran filósofo ruso en sus entrevistas con Duvakin, el maestro de Siniavsky y Daniel, cuya defensa asumió en su juicio.
A continuación, analicé detenidamente el tema de la MLB («zambullida en el vientre materno») en Iván el Terrible de Eisenstein y en su producción de la Valquiria en el Bolshói en 1940.
Debido al controvertido papel de Polonia en el conflicto ucraniano, he querido rendir homenaje a Wat y Mlosz, dos autores polacos a los que traduje y comenté para destacar su rusofilia, que a sus ojos no era incompatible con su crítica al comunismo totalitario. La amplitud de miras de estos «disidentes» antisoviéticos contrasta con la amalgama racista e imbecilidad cultural y política en relación con la Rusia actual.
Por último, cité mis contribuciones a un simposio sobre «La URSS, un paraíso perdido». Y concluí con una reflexión sobre las dos Rusias enfrentadas ahora por la guerra de Ucrania. Cada libro es una botella en el mar y espero que éste encuentre los lectores adecuados que sepan extraerle la sustancia.
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