#encima las nubes completamente blancas
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spidersinmysoup · 24 days ago
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Vapear debe ser lo menos atractivo que podes "fumar"
Smoke a Cuban cigar like a real man
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choquejuergas · 3 years ago
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carmen laforet, nada
“en el manchado espejo del lavabo —¡qué luces macilentas, verdosas, había en toda la casa”—se reflejaba el bajo techo cargado de telas de arañas, y mi propio cuerpo entre los hilos brillantes del agua, procurando no tocar aquellas paredes sucias, de puntillas sobre la roñosa bañera de porcelana. parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas , de gritos de desesperanza. por todas las partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad. sobre el espejo, porque no cabía en otro sitio, habían colocado un bodegón macabro de besugos pálidos y cebollas sobre fondo negro. la locura sonreía en los grifos torcidos”
“al fin se fueron, dejándome con la sombra de los muebles, que la luz de la vela hinchaba llenando de palpitaciones y profunda vida”
“tres estrellas temblaban en la suave negrura de arriba y al verlas tuve unas ganas súbitas de llorar, como si viera amigos antiguos, bruscamente recobrados”
“inmediatamente tuve una percepción nebulosa, pero tan vívida y fresca como si me la trajera el olor de una fruta recién cogida, de lo que era barcelona en mi recuerdo: este ruido de los primeros tranvías, cuando tía angustias cruzaba ante mi camita improvisada para cerrar las persianas que dejaban pasar ya demasiada luz. o por las noches, cuando el calor no me dejaba dormir y el traqueteo subía la cuesta de la calle de aribau, mientras la brisa traía el olor a las ramas de los plátanos, verdes y polvorientos, bajo el balcón abierto. barcelona era también unas aceras húmedas de riego, y mucha gente bebiendo refrescos en un café... todo lo demás, las grandes tiendas iluminadas, los autos, el bullicio, y hasta el mismo paseo del día anterior desde la estación, que yo añadía a mi idea de la ciudad, era algo pálido y falso, construido artificialmente como lo que demasiado trabajado y manoseado pierde su frescura original”
“su charla insubstancial me parecía el rumor de la lluvia que se escuchaba con gusto y con pereza"
“¡cuántos días sin importancia! los días sin importancia que habían transcurrido desde mi llegada me pesaba encima, cuando arrastraba los pies al volver de la universidad. me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro”
“el tiempo era húmedo y aquella mañana tenía olor a nubes y a neumáticos mojados... las hojas lacias y amarillentas caían en una lenta lluvia desde los árboles. una mañana de otoño en la ciudad, como yo había soñado durante años que sería en la ciudad el otoño: bello, con la naturaleza enredada en las azoteas de las casas y en los troles de los tranvías; y sin embargo me envolvía la tristeza”
“hasta entonces, sin embargo, no le había dicho nada de mi vida. me iba haciendo amiga suya gracias a este deseo de hablar que me había entrado; pero hablar y fantasear eran cosas que siempre me habían resultado difíciles, y prefería escuchar su charla, con una sensación como de espera, que me desalentaba y me parecía interesarme al mismo tiempo”
“tuve uno de esos momentos de desaliento y vergüenza tan frecuentes en la juventud, al sentirme yo misma mal vestida, trascendiendo a lejía y a áspero jabón de cocina junto al bien cortado traje de ena y al suave perfume de su cabello”
“acompañé, en efecto, a la abuela a misa. a la fuerte luz del sol, la viejecilla, con su abrigo negro, parecía una pequeña y arrugada pasa. iba a mi lado tan contenta que me atormentó un turbio remordimiento de no quererla más”
“yo me acerqué al balcón y apoyé la frente en los cristales. aquel día de navidad, en la calle, tenía aspecto de una inmensa pastelería dorada, llena de cosas apetecibles”
“fuera, en las tiendas, se trenzarían chorros de luz y la gente iría cargada de paquetes. los belenes armados con todo su aparato de pastores y ovejas estarían encendidos. cruzarían las calles, bombones, ramos de flores, cestas adornadas, felicitaciones y regalos”
“se había recostado contra el escritorio de angustias y la última luz del balcón le daba de espaldas. yo estaba enfrente. —se te ven brillar los ojos grises como a un gato—dijo”
“román frotó una cerilla para encender el cigarrillo; vi un instante, entre las sombras, su cara iluminada por un resplandor rojizo y su singular sonrisa, luego las doradas hebras ardiendo. en seguida un punto rojo y alrededor otra vez la luz gris violeta del crepúsculo”
“nada podía calmar y maravillar mi imaginación como aquella ciudad gótica naufragando entre húmedas casas construidas sin estilo en medio de sus venerables sillares, pero a los que los años habían patinado también de un modo especial, como si se hubieran contagiado de belleza. el frío parecía más intenso encajonado en las calles torcidas. y el firmamento se convertía en tiras abrillantadas entre las azoteas casi juntas. había una soledad impresionante, como si todos los habitantes de la ciudad hubiesen muerto. algún quejido del aire en las puertas palpitaba allí. nada más. al llegar al ábside de la catedral me fijé en el baile de luces que habían los faroles contra sus mil rincones, volviéndose románticos o tenebrosos”
“pensé que obraba como una necia aquella noche actuando sin voluntad, como una hoja de papel en el viento. sin embargo, apreté el paso hasta llegar a la fachada principal de la catedral, y al levantar mis ojos hacia ella encontré al final el cumplimiento de lo que deseaba.  una fuerza más grande que la que el vino y la música habían puesto en mi, me vino al mirar el gran corro de sombras de piedra fervorosa. la catedral se levantaba en una armonía severa, estilizada en formas casi vegetales, hasta la altura del limpio cielo mediterráneo. una paz, una imponente claridad se derramaba de la arquitectura maravillosa. en derredor de sus trazos oscuros resaltaba la noche brillante, rondando lentamente al compás de las horas. dejé que aquel profundo hechizo de las formas me penetrara durante unos minutos. luego di la vuelta para marcharme”
“volvimos de noche, por la carretera junto al mar. yo veía el encaje fantástico que formaban las olas en la negrura y las misteriosas lucecitas lejanas de las barcas...”
“luego, aunque era aún muy temprano, me acosté y me dormí viendo alborear las luces de la calle en el recuadro del balcón, con un sueño pesado, como si descansara de las fatigas de un trabajo”
“aquel iba a ser un día de esos que en apariencia son iguales a los otros, inofensivos como todos, pero en los que, de pronto, una ligerísima raya hace torcer el curso de nuestra vida en una época nueva”
“santa maría del mar apareció a mis ojos adornada de un singular encanto, con sus peculiares torres y su pequeña plaza, amazacotada de casas viejas enfrente.  pons me dejó su sombrero, sonriendo al ver que lo torcía para ponérmelo. luego entramos. la nave resultaba grande y fresca y rezaban en ella unas cuantas beatas. levanté los ojos y vi los vitrales rotos de las ventanas, entre las piedras que habían ennegrecido las llamas. esta desolación colmaba de poesía y espiritualidad aún más al recinto”
“corrí en su persecución como si en ello me fuera la vida. asustada. viendo acercarse los faroles y las gentes a mis ojos como estampas confusas. la noche era tibia, pero cargada de humedad. una luz blanca iluminaba mágicamente las ramas cargadas de verde tierno del último árbol de la calle aribau”
“del suelo reblandecido se levantaba humedad. la luna iluminaba el pico de una casa con un baño plateado. lo demás lo dejaba a oscuras”
“la ciudad, cuando empieza a envolverse en el calor del verano, tiene una belleza sofocante, un poco triste. a mí me parecía triste barcelona, mirándola desde la ventana del estudio de mis amigos, en el atardecer. desde allí un panorama de azoteas y tejados se veía envuelto en vapores rojizos y las torres de las iglesias antiguas parecían navegar entre olas. por encima, el cielo sin nubes cambiaba sus colores lisos. de un polvoriento azul pasaba a rojo sangre, oro, amatista. luego llegó la noche”
“aquella víspera de san juan me fue imposible dormir. el cielo estaba completamente despejado y sin embargo sentía electricidad en los cabellos y en la punta de los dedos, como si hubiera tormenta. el pecho se me oprimía por mil sueños y recuerdos. me asomé a la ventana de angustias en camisón. vi el cielo enrojecido en varios puntos por el resplandor de las llamas. la misma calle de aribau ardió en gritos durante mucho tiempo, pues se encendieron dos o tres hogueras en distintos cruces con otras calles. un rato después, los muchachos saltaron sobre las brasas, con los ojos inyectados por el calor, las chispas y la magia clara del fuego, para oír el nombre de su amada gritado por las cenizas. luego el griterío se fue acabando. la gente se dispersaba hacia las verbenas. la calle de aribau se quedó vibrante, enardecida aún y silenciosa. se oían cohetes lejanos y el cielo sobre las casas estaba herido por regueros luminosos”
“me viene ahora el recuerdo de las noches en la calle de aribau. aquellas noches que corrían como un río negro, bajo los puentes de los días, y en las que los olores estancados despedían un vaho de fantasmas.  me acuerdo de las primeras noches otoñales y de mis primeras inquietudes en la casa, avivadas con ellas. de las noches de invierno con sus húmedas melancolías: el crujido de una silla rompiendo el sueño y el escalofrío de los nervios al encontrar dos pequeños ojos luminosos —los ojos del gato—clavados en los míos. en aquellas heladas horas hubo algunos momentos en que la vida rompió delante de mis ojos todos sus pudores y apareció desnuda, gritando intimidades tristes, que para mi solo eran espantosas. intimidades que la mañana se encargaba de borrar, como si nunca hubieran existido... más tarde vinieron las noches de verano. dulces y espesas noches mediterráneas sobre barcelona, con su decorado zumo de luna, con su húmedo olor de nereidas que peinasen cabellos de agua sobre las blancas espaldas, sobre la escamosa cola de oro. en alguna de esas noches calurosas, el hambre, la tristeza y la fuerza de mi juventud me llevaron a un deliquio de sentimientos, a una necesidad física de ternura, ávida y polvorienta como la tierra quemada presintiendo la tempestad”
“la inquietud me hacía saltar de la cama, pues estos luminosos hilos impalpables que vienen del mundo sideral obraban en mí con fuerzas imposibles de precisar, pero reales”
“empezó a temblarme el mundo detrás de una bonita niebla gris que el sol irisaba a segundos. mi cara sedienta recogía con placer aquel llanto. mis dedos lo secaban con rabia. estuve mucho rato llorando, allí, en la intimidad que me proporcionaba la indiferencia de la calle, y así me pareció que lentamente mi alma quedaba lavada”
“¿sabe usted lo que es tener dieciséis, diecisiete, dieciocho años y estar obsesionada por solo la sucesión de gestos, de estados de ánimo, de movimientos, que en conjunto forman ese algo que a veces llega a parecer irreal y que es una persona?”
“ya de madrugada, un cortejo de nubarrones oscuros como larguísimos dedos empezaron a flotar en el cielo. al fin, ahogaron la luna”
“«si aquella noche —pensaba yo—se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo.» así suele suceder en las novelas, en las películas; pero en la vida... me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. de que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace...”
“ella solo veía la cortina de lluvia que delante de sus ojos caía iluminada por los relámpagos. la tierra parecía hervir, jadear, desprendiéndose de todos sus venenos”
“en pocos días la vida se me aparecía distinta a como la había concebido hasta entonces. complicada y sencillísima a la vez. pensaba que los secretos más dolorosos y más celosamente guardados son quizá los que todos los de nuestro alrededor conocen. tragedias estúpidas. lágrimas inútiles. así empezaba a parecerme la vida entonces”
“la dicha ésta, tan sencilla, de estar tumbada bajo un cielo sin nubes junto a mis amigos, que me parecía perfecta, se me escapaba a veces en una vaguedad de imaginación parecida al sueño. lejanías azules zumbaban en mi cráneo con ruido de moscardón, haciéndome cerrar los ojos. entre las ramas de los algarrobos veía yo, al abrir los párpados, el firmamento cálido, cargado de chirridos de pájaros. parecía que me hubiera muerto siglos atrás y que todo mi cuerpo deshecho en polvo minúsculo estuviera dispersado por mares y montañas amplísimas, tan desparramada, ligera y vaga sensación de mi carne y mis huesos sentía...”
“un atardecer oí en los alrededores de la catedral el lento caer de unas campanadas que hacían la ciudad más antigua. levanté los ojos al cielo, que se ponía de un color más suave y más azul con las primeras estrellas y me vino una impresión de belleza casi mística. como un deseo de morirme allí, a un lado, mirando hacia arriba, debajo de la gran dulzura de la noche que empezaba a llegar”
“el aire de la mañana estimulaba. el suelo aparecía mojado con el rocío de la noche. antes de entrar en el auto alcé los ojos hacia la casa donde había vivido un año. los primeros rayos de sol chocaban contra sus ventanas. unos momentos después, la calle de aribau y barcelona entera quedaban detrás de mi”
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yandimori · 3 years ago
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Pensamientos #1
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Perspectivas.
La depresión te la presentan como una enfermedad mental que afecta a cualquier persona cambiando su comportamiento, estado anímico, sentimientos e incluso la forma de pensar. Afecta a tu mente de forma lenta pero que llega a durar durante días o semanas.
Esto es dicho por un psicólogo o una persona que estudio algo sobre la mente. Pero muchas veces este tipo de gente que intenta "ayudar" nunca a llegado a vivir estos sentimientos dando así que intentan darte mensajes motivadores pero la verdad llegan a herirte mucho más hasta hacerte sentir mucho más culpable de sentir estas emociones. "¡Tu puedes sonríe!" "No es para tanto" "Hay personas con problemas más fuertes que los tuyos" "Debes seguir adelante". Son algunos ejemplos de estos supuestos mensajes motivacionales que alguna vez escuchamos o escucharemos a lo largo de nuestra vida. No podemos culpar a esa gente, después de todo no saben que estar en depresión. ¿Y como se siente esto?.
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Muchas personas tendran su diferente testimonio de que se siente la depresión, yo tengo mis propias formas de expresarme, intentar explicar lo que siento. Yo te mostraré "Agujero" y "Océano".
Agujero
No sabes como paso, en que momento caíste en este hoyo tan profundo que la oscuridad es tan negra que no puedes ver tus propias manos, o tal vez si sabes como llegaste pero te niegas a intentar indagar más sobre el problema, solo sentiste como el peso de tu cuerpo de un momento a otro ya no podías sostenerlo, ya no podías sostenerte sobre tus propias piernas haciendo que cayeras hacía el pozo, la gravedad te atrae hacía el vacío, sientes esas cosquillas en el pecho mientras el viento acaricia tu rostro con una fuerza algo delicada y a la vez que te haga despertar de tu letargo. Ya que cuando te diste cuenta tu cuerpo impacto con fuerza en el duro y frío piso. Quieres mirar a tu alrededor pero no hay nada, solo la oscuridad y tus respiraciones te acompañan para que entiendas rápidamente que solo existe algo real, algo verdadero de todo ese sitio, "la soledad", no quieres vivir eso ya que desgraciadamente el ser humano es una raza social y necesita algo de comunicación con otra persona, no importa si la persona es apática, al menos recibe algo de comunicación ya sea hablando con un familiar cercano o incluso una mascota, pero si tu mente no percibe ninguna de ellas llega el momento de pánico. Quieres salir a toda costa de ese lugar que te genera una angustia y ansiedad abismal, tu pecho empieza a sentir como si lo hubieran perforado por una bola de acero de un gran cañón, tu pecho se siente hueco.
Miras hacía todos lados hasta que alzas la vista observando a lo lejos un circulo de luz, la salida. Tus manos intentan encontrar la pared de piedra para encontrar algunas rocas sobre saliendo del relieve. Tomas impulso usando los bloques filosos que cada vez que tocas sientes un pinchazo en las palmas de las manos, pero no te interesa lo único que quieres es salir de ese lugar, volver a ver, sentir y admirar la luz del sol que tanto te hacía sonreír de niña cuando la lluvia por fin se disipaba para jugar en el pasto recién lavado por gotas cristalinas, poder abrazar a tu familia, amigos, mascotas que tienes guardadas en tu corazón por regalarte recuerdos que te hacían sentir una alegría inmensa que hace que lagrimes porque ahora esa alegría la añoras con fuerza, quieres que acabe esta tortura que te crea tu propia mente.
Estas apunto de tocar la barandilla del agujero cuando escuchas susurros a lo lejos en la negra obscuridad. Al callarse lentamente vuelves a posar tus manos sobre otros ladrillos que están muy cerca de la meta, pero de nuevo aparecen esas voces que ahora volvieron más fuertes, te asusta ya que no son historias lo que quieren contarte, no son consejos de vida para que reflexiones sobre las acciones que llegaste hacer en tu vida. Esos que al inicio eran murmullos pasando de golpe a gemidos y gritos lastimeros de dolor y tristeza vienen a recordarte tus fracasos, tus defectos, tus sueños convertidos en polvo que se llevo el viento. Al observar el fondo de todo y a la vez nada, manos tan negras como el carbón con matices azules marinos vienen a jalarte con fuerza desde cero, recayendo al inicio del todo. Esas voces cada vez se vuelven más intensas perforando tu mente cada segundo de tu existencia, ni siquiera tu manos logran tapar con fuerza tus oídos que desean con desesperación callar tus demonios internos. Pero por algo esas sombras están ahí torturando tu vida. Empiezas a creerles, creer que tienen razón sus mentiras, creer sus insultos, creer que eres una mierda de persona, un error, una molestia, un problema que tiene que ser resuelto en cuanto antes. ¿Cuál es la respuesta? Apagar de una vez por todas la llama de la desgracia, dejar que la oscuridad la domine y la maté por completo.
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El mar ocupa al menos el 70% del mundo entero. Es inmenso e hermoso, contiene millones de especies pero también uno de los misterios más grandes de todos. ¿Pero que pasa cuando ese misterioso cuerpo de agua se pone en tu contra?.
Océano
Todos caminamos por encima del agua, no porque seamos alguna clase de dios que hace el milagro de mantenerse sereno sobre algo que no es sólido. La verdad es que vivimos todos los días paseando sobre nuestros problemas, lo que nos hace sentir tristes, aveces nos tropezamos sobre nuestros propios pies haciendo que caigamos de rodillas sobre el mar, nos mojamos un poco de esa fría desilución pero se levantan de ella. Pero hay personas que cuando caen el agua no los mantiene en la superficie, se hunden tanto brazos como piernas para al final abrazar tu torso con una fuerza hasta dejarte sin aliento. Intentas pedir ayuda usando lo más que puedas tus cuerdas vocales sintiendo como se desgarran cada que sacas un grito de desesperación y dolor, pero nadie te escucha, nadie puede oírte. Agitas tus manos hacia todas las direcciones para que noten tu existencia en lo que tus piernas se muevan veloces tratando de mantenerte en la superficie, pero en algún momento te cansas y tu cuerpo poco a poco va bajando más hacia el fondo. La forma para que puedas mantenerte con vida es dejar que tu cuerpo flote mientras tu cuerpo descanse un rato, dejas que la parte superior se mantenga viendo el cielo mientras te sostienes sobre el océano. No habías notado el sentimiento que comenzaba a surgir en tu corazón por la desesperación que sentías hace unos momentos era lo único que reinaba, pero ahora miras hacía el cielo viendo como las nubes blancas pasan a grises removiendo en su interior para preparar la lluvia que azotará en minutos, te sientes melancólico mirando el cielo, sientes envidia de esas nubes que ellas no las engancha nada y recorren el mundo entero sin preocupaciones, reglas o obligaciones que las haga retroceder de su camino. El estar flotando hace que recuerdes los días de infancia donde lo único que te preocupabas era de solo entregar en la escuela tu tarea de hacer palitos perfectamente rectos o círculos que fueran lo más parecidos a una naranja, cuando reías hasta que tu estomago doliera y tus pulmones pidieran a gritos oxígeno que las cosquillas que te regalo tu madre te quito, cuando después de un día triste tu padre te extendía los brazos para darte un abrazo tan sincero con unas caricias en tu cabeza que se sentían tan confortantes que sabías que ese era tu lugar seguro, cuando compartías historias maravillosas con tus mejores amigos, sueños que escribías con plumas de azúcar y algodón que te dibujaban una gran sonrisa en tu rostro hasta quedar dormido. Nunca te habías detenido a pensar todas estas cosas que te hacían tan feliz en el pasado, es culpa del mar que hace pienses de esta forma, lo sabes y por eso ahora sientes odio hacía el, por recordarte tiempos que probablemente no volverán, momentos que sabías eran una de las partes más hermosas de tu historia, pero también empiezas a odiarte a ti misma por no aprovechar todos esos regalos que se te dieron y ahora lagrimas caen por los lados de tu rostro para llenar un poco más el agua que ahora con una lentitud que apenas notas te hunde hasta que tu cuerpo esta completamente abajo de la superficie. Intentas volver a arriba pero no importa ya, ¿realmente vale la pena seguir nadando para subir y continuar una vida que es tan cruel contigo y los demás?.
El recuerdo del porque y como llegaste a caer sobre el océano es borroso, pero aunque sea pequeño o grande si recuerdas que haz sentido estar bajo el agua antes. Familiar el frío ártico y el peso en tu torso, los músculos tan entumecidos de cada parte de tu cuerpo que apenas y puedes mover los dedos, tu mente da vueltas como si estuvieras en algún juego mecánico, tus ojos no se mueven en punto fijo, apenas y pestañeas con pesadez solo por automático. Si no reaccionas a tiempo vendrán por ti las sombras que viven en lo más profundo de tu mente, ellas tomaran cada parte de tus extremidades estrujando tus huesos para hacerte soltar lo poco de aire que aun conservas en tu sistema respiratorio, no quieren dejarte huir nunca porque seras su alimento, lo que las mantenga vivas por un tiempo más tomando control de ti a través del miedo, la inseguridad y la tristeza. Sabes que pasará eso si cedes pero dejaste de tomarle importancia hace  mucho tiempo, quieres descansar de alguna forma y esa sera la salida más fácil que podrás tomar, "abandonar tu mente" es la mejor opción, no estarás muerta para causarle más molestias a los demás y tampoco tendrás que seguir sintiendo todos los problemas que cargas nunca más. Serás un muñeco roto, vacío, sin personalidad pero ya no habrá más sufrimiento, ¿cierto?, bueno tendremos que averiguarlo, aunque nos arriesguemos a nunca más despertar...
/ * * * * /
Este mini capitulo me inspire en la novela/fanfic rubelangel "Luces Fuera" de EiderR, específicamente el capitulo "86: "Fuerza Agotada" ~Rubén~". Si quieres leer algo más alegre por favor sigue leyendo a la siguiente hoja...
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thoseoceaneyes · 4 years ago
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the end ;
—Nereeya, lo arruinaste por completo.
Su hermana mayor la miraba con los ojos negros completamente abiertos y acusadores. Su piel y su cola eran espléndidamente blancas, acaso algunas escamas plateadas que a veces captaban la atención de posibles depredadores —aunque, al final del día, ellas fueran las más letales. Su cabello negro caía como un manto liso hasta varios centímetros bajo su cintura, cubriendo incluso los pezones pálidos de sus pechos casi planos.
La comunicación era telepática; pero habiendo conocido los matices con los que los humanos solían expresarse, Nerea tenía la profunda sensación de estar siendo regañada. La sensación de que su hermana estaba decepcionada.
—Solo quería ayudar —respondió, con el extraño vacío de no sentir el corazón acelerarse por la situación.
—¿A quién? ¿A ti misma?
Nerea enseñó los dientes con una cólera que no era propia de expresar con sus hermanas. Se abalanzó contra su cuerpo, quedando frente a frente con la cola completamente rígida. Miró a Tanya, que parecía sorprendida, y levantó un poco más su labio superior bajo el suave gruñido animal que abandonó su garganta.
—¡Lo hice por mamá! Y por todas nosotras. Iban a seguir matándonos. Tanya, es una maldición. Se repite generación tras generación, ¡lo sé de primera mano, me lo han dicho!
—¿Quién te lo ha dicho? ¿Tu humano? ¿Al que estúpidamente acabas de salvar?
Las aletas nasales de la más joven se expandieron, en un gesto enfurecido.
—Sí, precisamente. Él me lo dijo, y tiene sentido. Es la pieza que nos faltaba para entender por qué cada una de nuestras…
—¿De verdad le crees? —irrumpió Tanya, mostrando los dientes.
Nerea supo que, de ser humana, su hermana se estaría mofando con sarcasmo. Pero Tanya no entendía esos sentimientos, no tenía ese tipo de emociones. Y ella, aún sirena, no conseguía quitárselos de encima.
—No me mintió —respondió, dándose la vuelta y alejándose decisivamente.
—Explícaselo a Vár.
La menor ralentizó el ritmo y se quedó suspendida en el agua, moviendo las manos suavemente y meciendo su cola solo para mantenerse a flote. Ni siquiera se volteó cuando, mentalmente, le preguntó a su hermana qué significaba aquello. En el fondo no necesitaba respuesta, sabía perfectamente lo que una visita de Vár podría implicar en aquella instancia. Pero su necedad rogaba que el motivo fuera uno distinto; porque, a fin de cuentas, ella había cumplido con su palabra.
[…]
—Vár. Es tan agradable verte de nuevo —saludó Nerea, con una reverencia hacia la diosa de los pactos.
La sirena había tenido que salir a la superficie para acudir a su llamado, aunque su primer y único encuentro había sido en las profundidades del agua. Vár tenía el cabello naranja como las fogatas con Randall, violento como su último arrebato y denso como la angustia que la suprimía en ese instante. Sus ojos dorados eran como la miel derretida que ella misma volcaba sobre el desayuno del puertorriqueño, para hacerle las mañanas más dulces.
Nerea apretó los labios y bajó la mirada, desesperada por sentir el dolor en su pecho. Pero no había rastro de la soledad y del vacío que sentía, aquellas emociones humanas no condecían con su naturaleza. Y ese, quizá, era el peor castigo hasta el momento.
—Cariño, sé que no es agradable en lo absoluto. Has de preguntarte por qué regresé —comunicó la diosa con una voz tan suave como el terciopelo. Estaba sentada en una montaña de rocas, envuelta en una túnica tan naranja como su cabello; los bordes inferiores estaban sumergidos en el agua, al igual que, de vez en cuando, los dedos de sus pies. Nerea los miraba imperiosamente—. Y es válido.
—Bueno, me da un poco de curiosidad —respondió, escogiendo sus palabras con cuidado. Levantó los ojos azul brillante y miró a Vár desde el agua donde estaba perdida. Su pálida piel sirénica y algunas escamas ardían bajo los rayos del sol, hasta su escote—. Especialmente, porque todo salió como habíamos acordado.
Vár alzó las cejas, moviendo el pulgar de su pie derecho en el agua salada.
—¿Estás segura de eso?
—Bueno…, ¿sí? —Nerea la miró incómoda, conteniendo sus malos modos—. Randall nunca supo de mi naturaleza, y sé que no tendrá interés alguno en volver a pensar en una sirena nunca en su vida. Le recordará a mí y, entonces, evadirá ese asunto por completo. Tiene el corazón roto, y suerte de estar vivo.
—No tiene suerte de estar vivo, tiene una sirena que lo salvó de morir ahogado como todos sus pares.
Nerea boqueó emitiendo pequeños sonidos que no se definían concretamente en uno en específico.
—No podía dejar que se ahogara.
—¿Por qué no? —replicó, imparable.
—Porque ya hice suficiente, no es necesario que muera. Al menos debía darle la oportunidad de tener una vida. Lo único que yo quería era vengar a mi familia.
—Nereya, creo que no entiendes…
—No —interrumpió, desafiándola con la mirada—. No entiendo y estoy asándome aquí afuera. Me duele la piel, ¿te importaría ser más concisa?
Vár volvió a mover las cejas, en esa ocasión sin mirar a la sirena. Sonrió en un gesto tan audaz que podría haber sido mortífero, de no ser porque Nerea ya lucía lo suficientemente mortífera con aquellos dientes y la impulsiva agresividad —reemplazo de la cólera humana— trepándole por el cuerpo.
—Sí, no te preocupes por eso. Seré concisa: al salvarle la vida y mostrarle tu naturaleza, rompiste nuestro pacto. Dije que, si así era, te despedirías de tu cola para siempre.
El silencio reinó entre ambas, siendo irrumpido únicamente por las pequeñas olas que se rompían en las rocas y alguna gaviota que volaba cerca de la bahía. De pronto la agresividad se convirtió en un terror extremo, tanto así que su cola empezó a moverse hacia atrás para retroceder sin quitarle la vista de encima a la diosa.
—No… No rompí el pacto, Randall no sabe que fui yo y no recordará qué sucedió. Lo único… Lo único que va a recordar es que cayó al agua, y despertó en una orilla. No rompí ninguna promesa.
—¿Te importaría ser más concisa?
La boca de Nerea, sorpresivamente, tembló de angustia.
—Vár, por favor. No merezco morir por esto, no es justo, no he hecho nada malo. Mi familia me necesita, mis hermanas, mi… —El sol le enrojecía ya la piel a un punto donde las ampollas amenazaban con salir, pero no le importó cuando la desesperación era quien dominaba sus sentidos.
—No vas a morir, solo aprenderás a vivir sin una cola.
—No puedo hacer eso… —sus pensamientos eran quebradizos, casi un susurro angustioso. Creía no tener fuerza para suplicar por aquello.
—Lo harás. O efectivamente, morirás en el intento.
Antes de poder replicar, Vár hizo una señal con su índice y Nerea sintió una fuerza arrasadora que le cogía por la aleta de su cola y la hundía en las profundidades más oscuras del océano. Un sitio al que ni siquiera ellas, sirenas, exploradoras, letales, acudían normalmente. Estaba dispuesta a pelear con lo que fuera, solo que la fuerza que la mantenía atrapada era eso: fuerza. Invisible, fuera de su alcance, imposible de detectar, imposible de refrenar.
Aun así, los coletazos que siguieron una vez que estuvo perdida en la oscuridad fueron los más bestiales que alguna vez había dado. Su torso se retorcía para intentar zafarse, sus brazos buscaban subir y las burbujas salían de su boca. Sus ojos eran tan tristes que toda su expresión emitía una angustia arrasadora. Y no podía llorar, no podía gritar, no podía suplicar, no podía moverse.
La misma fuerza que la mantenía cogida por un extremo, sacó unas garras invisibles y se enterró en medio de la cola. Nerea soltó una profunda y herida exclamación que vibró en cada rincón del mar y ahuyentó a cualquier especie cercana. Su sangre tiñó el agua tan rápido que, en segundos, todo era más oscuro y ella misma estaba envuelta en aquel espesor que salía de su propio cuerpo. Las garras, a pesar de haberse detenido por unos segundos, retomaron el trayecto y comenzaron a rasgar su cola a la mitad.
Los chillidos de Nerea eran los de un animal siendo sacrificado. Aún en vano y sabiendo que no tenía la capacidad, siguió forcejeando en su propia sangre. El dolor era tanto que sus sentidos estaban apagados, excepto la sensibilidad que no hacía más que aumentar al tacto.
Por error o quizá por inercia, poco a poco bajó la vista para examinar el daño. Las nubes de sangre que subían no le daban demasiada claridad, pero mejoraba al mover las manos para intentar clarear el agua. Sin embargo, fue lo peor que pudo haber hecho. Su cola estaba desgarrada a la mitad, como un colgajo dividido en dos que ni siquiera poseía vida alguna. Sus vertebras estaban expuestas entre la carne, la musculatura atrapada en sangre y cartílago que ahora sobresalía de lo que antes era su cola, como si fuese relleno que había explotado por falta de capacidad.
Quizá por haber tomado noción de lo que pasaba, aunque el shock era demasiado grande para entender por completo, o quizá porque su cola recibió los últimos quiebres y aperturas, pero la fuerza comenzó a abandonarla casi de repente y todos sus esfuerzos quedaron suspendidos, al igual que ella. Sin su cola, solo tenía algo pesado que colgaba inerte y la llevaba a profundidades inconcebibles. Sus brazos, débiles por el dolor, seguían haciendo lo posible por subir. Pero ya no era un pez, ya no era Nerea y ni siquiera estaba segura de estar viviendo. Salir a la superficie, dejó de parecer una posibilidad.
[…]
—Tenemos una joven de unos veinte años aproximados, ritmo cardíaco estable y buenos signos vitales. Responde a los estímulos, está consciente. Tiene… —El paramédico tuvo que hacer una pausa mientras pedía los refuerzos por su radio interna, mirando a Nerea tendida en la orilla. La nueva oleada de gritos hizo que el hombre cerrara los ojos.
Las piernas humanas de Nerea estaban abiertas de par en par en sus caras internas, desde la ingle hasta los tobillos. La sangre salía a rebosar y teñía la arena, salada y tortuosa para sus heridas. No perdía el conocimiento y no sentía que fuera a hacerlo en algún momento, aunque solo rogaba que algo la matara allí mismo. Algo, o alguien. Quería morirse, desesperadamente necesitaba morirse para dejar de sentir tanto dolor.
Una enfermera se acercó con el ceño tan perturbado por la lástima que, aún sabiéndolo y sin necesidad de una reafirmación, Nerea se dio cuenta que probablemente nunca habían visto un caso tan malo.
—Cielo, muerde esto, por favor. Vamos a transportarte ahora. Necesito que lo hagas, o podrías hacerte daño.
De manera obediente, atrapó entre sus dientes la suave varilla de goma que le estaba extendiendo. No sabía qué era, no entendía para qué, pero cuando volvió a gritar, el sonido salió mitigado. Las lágrimas caían por todo su rostro sin parar, tiñendo el cielo de negro y nubes densas. La angustia que lloraba a mares y el dolor, no era solo por la horrible degeneración de sus piernas. Su corazón estaba tan roto que lo sentía quebrarse segundo a segundo.
—Estarás bien, te lo prometo —susurró la enfermera, acariciando el húmedo cabello azul con cuidado—. Haremos lo posible. ¿Puedo llamar a algún familiar, algún amigo, alguien…? No tenemos tus credenciales, y…
El grito de Nerea y el sollozo tan desesperado dejó las palabras de la enfermera en el olvido, en lo profundo. Estaba tan blanca como cuando era sirena, porque su cuerpo se desangraba y el dolor la estaba matando.
—Quiero morir —susurró con un hilo de voz amortiguado antes de ahogarse con su propio llanto y desesperación. Sus uñas se clavaban en la arena húmeda, llenándose de salitre—. Por favor. Por favor —escupió la varilla y miró a la enfermera de manera suplicante, con el rostro lleno de sudor y los labios partidos de tanto morderlos. Su mentón temblaba—. No puedo hacer esto.
—No vas a morir mientras esté en mis manos salvarte la vida —dijo el paramédico, regresando a ella—. Nerea, ¿verdad? Tendrás una interesante historia que contar por ahí. —Volvió a poner la varilla entre sus dientes, e hizo una seña para que trajeran la manta con la cual iban a transportarla hasta la camilla y, respectivamente, a la ambulancia—. Necesito toda tu entereza en este momento, ¿bueno? Quizá sea lo más doloroso hasta que lleguemos. Uno, dos…
El grito fue tan fuerte y desgarrador que oprimió cualquier pensamiento, dejándole con los párpados apretados y más consciencia que antes.
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felialione · 4 years ago
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Cenizas de Amor [Novela] Prólogo.
Heavy Sweetness, Ash-like Frost
Hola!! Bienvenidos de nuevo a mi cubil.
Cuando empecé este blog de reseñas, les hablé de uno de mis c-dramas favoritos, titulado  Xiang Mi Chen Chen Jin Ru Shuang, mejor conocido en este continente como Heavy Sweetness, Ash-like Frost, Ashes of Love o Cenizas de Amor; bueno, resulta que este drama está basado en la novela web del mismo nombre escrita por Dian Xian, publicada por Jiangsu Literatur and Art Publishing House con una extensión de 103 capítulos.
Hace no mucho, encontré la novela en inglés y me emocionó mucho porque al fin podré leerla, así que me preguntaba ¿les gustaría que publique una traducción? Sé que el hecho de poderla leer en inglés, no significa que no prefiramos nuestro bello idioma natal, así que pensé que quizá podría ir traduciendo y publicando la novela y así la vamos leyendo juntos ¿qué les parece?
Aquí pueden leer la reseña de la serie televisiva y la sinopsis de la obra, pero para que se vayan dando una mejor idea, les dejo el principio.
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Prólogo.
En el Palacio de Cien Flores, las veinticuatro Damas Florales arrodilladas en las brillantes y coloridas baldosas del Gran Salón, una detrás de otra. Contuvieron su aliento, absortas con atención. Una ráfaga de brisa nocturna pasó por encima, las sombras de los árboles fuera del salón se mecieron, dispersando la luz de la luna. En el medio del salón, una cortina de gaza del color del agua, se meció suavemente, mientras la persona detrás de la cortina respiraba débilmente. 
Shuan Jiang[1], Luna Fría, tarde por la noche.
Esa persona estaba recostada de lado, cubierta por un edredón de nube colorida sobre su cama. Su horquilla del cabello era una rama de ciruelo negro, sus ojos se movieron ligeramente, medio abiertos, medio cerrados. Sus facciones no tenían igual, a pesar de que estaba pálida y demacrada, su expresión y porte eran refinados, lo que hacía a otros incapaces de apartar la mirada. Una niebla blanca de luz de luna se esparció sobre su ceño ligeramente fruncido.
De pronto, su respiración se agitó, la esencia persistente en el Gran Salón, gradualmente se volvió más fuerte con cada aliento suyo, el aroma colectivo de diez mil flores y cien fragancias. El perfume se volvió más y más fuerte y las veinticuatro Damas de las Flores, quienes se habían postrado, ignoraron la etiqueta y levantaron sus cabezas, una detrás de otra. Miraron hacia la cortina, incapaces de esconder su preocupación en sus rostros, pero todavía no se atrevieron a hacer un sonido.
Magnolias, flores de albaricoque, jazmines, casia, rosas de algodón, camelias japonesas, lotos y rosas… Detrás de la cortina de gasa había una variedad de botones floreciendo, pero se estaban marchitando rápido, los pétalos de las flores se esparcían como luego de un aguacero torrencial, pétalos cayendo en exceso. Instantáneamente, las baldosas coloridas del Gran Salón fueron cubiertas en un mar de flores, hermosas y vastas, pero solas, sin esperanza.
Luego de que la flor del narciso cayera, señalando el último orgulloso quimonanto[2] floreciendo en el invierno; un instante después, cada flor flotó hacia abajo. Luego de que la última ciruela roja con pesar aterrizara entre el mar de flores, se enmarañó en una clara gotita de agua púrpura. Las brillantes yemas de sus dedos pasaron acariciando suavemente para capturar esta pequeña gota de agua cayendo, ella la sostuvo contra su pecho y en un destello, esta gotilla de flor se transformó en un bebé de rostro fresco.
- ¡Mi Señora! -Mu Dan[3] apartó la cortina de gaza, sollozando junto a la cama y llegando para tomar a la bebé, quien estaba durmiendo profundamente con sus ojos cerrados. Miró a la persona tendida en la cama, cuyo rostro perdía el color rápidamente y no pudo contener más sus lágrimas.
- Sigan mis órdenes. Después de hoy, la historia del nacimiento de mi niña me seguirá a mi tumba. ¡Cualquiera que revele esto será completamente destruido! -El aliento de la persona en la cama era muy débil, su voz apenas audible, pero todavía tenía una clase de vigor y dignidad.
- ¡Obedeceremos! ¡Tus subordinadas seguiremos cuidadosamente el decreto de Mi Señora! Ante la menor desobediencia, ¡nos destruiremos a nosotras mismas completamente! -Las veinticuatro Damas Florales, incluyendo a Mu Dan, quien todavía estaba sosteniendo a la bebé, se inclinaron respetuosamente.
La persona en la cama miró a quienes acababan de rendir tal juramento con lágrimas trémulas bajo sus pestañas, como si estuviera aliviada: - Puedo descansar tranquila ahora. Todas pueden levantarse. Mu Dan, ven aquí -. Levantó su mano y la agitó débilmente, los pétalos de las flores se arremolinaron alrededor con el movimiento de su mano.
- ¡Mi Señora! -Mu Dan abrazó a la bebé y se acercó a la cama.
- Haz que trague esto -. La persona en la cama puso en su mano una píldora carmesí. Mu Dan obedeció y la colocó en la boca del bebé, usando rocío para forzar a la criatura a tragar la perla.
El rostro demacrado de la persona en el lecho, reveló una sonrisa desahogada, tan leve que era difícil de distinguir: - Esta es la Píldora Insensible. Cualquiera que coma esta gragea será desprovisto de cualquier afecto o amor.
- ¿Mi Señora, usted hizo esto…? -Mu Dan escuchó un respiro sofocado.
- Sin sentimientos, ella será fuerte y sin amor, su vida será libre y sencilla. Esta es la más grande bendición que puedo darle: Mi hija no será como yo… -Pensando en esto, ella pacientemente soportó el enorme dolor, pero justo cuando la persona en la cama se calmó, su ceño se frunció de pronto otra vez, su pálida y débil mano cubriendo su corazón.
- ¡Mi Señora!
La persona en el lecho exhaló lentamente: - Estoy bien -. Abrió sus ojos otra vez: - ¿Hoy es ¿Shuang Jiang’?
- Sí -. Respondió Ding Xiang[4] desde el pie de la cama.
La expresión en los ojos de la persona en el lecho se oscureció, como si estuviera sumergido dentro de un extenso recuerdo. Después de estar en silencio por un momento, acarició las mejillas como pétalos de la bebé y débilmente abrió su boca: - Llámenla ‘Jin Mi.
- ¡Sí! ¡Sus subordinadas felicitan a la joven deidad Jin Mi por haber nacido en este mundo! -Las veinticuatro Damas Florales reverenciaron graciosamente otra vez.
- No hay necesidad. No hay ninguna joven deidad y después de que yo sea destruida, no la presentarán como la nueva Deidad de las Flores -. Ella agitó su mano, los brazaletes de jade en sus muñecas tintinearon, como el sonido de la lluvia susurrando, suave y libre. Sonrió tristemente y dijo: - Es mejor ser un inmortal sin trabas.
- Mi Señora, por favor reconsidere. ¿Cómo puede seguir el Reino de las Flores sin un amo? -Debajo del estrado, Xing Hua[5] levantó su cabeza preocupadamente.
- Ya lo he decidido. Después de que yo muera, estas veinticuatro personas tomarán turnos para manejar las flores y tomarán turnos para dirigir las cuatro estaciones -. El aliento de la persoa en la cama era delgado y débil, pero la resolución en su voz no toleraba ni daba lugar para discusión. Al escuchar la palabra “vayan” saliendo de su boca, la gente en el salón ya no soportaron mirarla. Sus respuestas “¡sí!” estuvieron llenas de sollozos y autodominio.
- Contengan a Jin Mi dentro de Shui Jing y no le permitan dar un paso fuera del Reino de las Flores por diez mil años -. Calculó con semejante atención, temiendo que el desastre pasaría en esos diez mil años, incluso aunque ella hubiera comido la Píldora Insensible, todavía no dejaba ir su inquietud. Shui Jing tenía límites, si ella era confinada dentro por diez mil años, podría prevenir completamente cualquier desastre que le causara un corazón roto. Pensando acerca de esto, los bordes de sus labios se dividieron en una sonrisa como lotos frescos y su par de ojos estrellados contuvieron una leve sonrisa mientras se cerraban lentamente…
Shuang Jiang, en el año 208,612 de Tian Yuan, la Deidad de las Flores Zi Fen murió y cientos de flores se marchitaron y dispersaron. Esa noche, hubo un jubiloso y feliz evento en la Corte Celestial. Todas las deidades asistieron al banquete para felicitar a la Deidad del Agua Luo Lin y la Deidad del Viento Lin Xiu por un feliz matrimonio de cien años.
El Reino de las Flores estuvo de luto por la Deidad de las Flores y por diez años, cientos de flores afligidas fueron incapaces de florecer. Durante estos diez años, no hubo una sola flor floreciendo y el cielo y la tierra perdieron todo el color. Diez años después, cuando el periodo de luto terminó, todo volvió a la normalidad, luchando por florecer tan hermosamente otra vez.
Cada año, los campos estaban llenos de pastos otoñakes, cada día las historias aguardaban el sol naciente. Las nubes eran vastas, el agua se expandía y de pronto, cuatro mil años habían pasado.
El mar azul se tornó en un campo de moras, el campo de moras se volvió en un mar azul, cambiando aquí y cambiando allá, pero nada era nuevo. Cada día, un millar de deidades llegaban a la Corte Celestial al mao[6], para ocuparse de algunas frivolidades y asuntos diarios, gastaban su tiempo de ocio discutiendo acerca de poemas, probando vino y visitando amigos. Los días pasaban monótonamente, sin ninguna complicación, casi un poco aburrido.
Todos esperaban con ansias las trágicas, pero poderosas olas que sacudirían los cielos. Anhelando, anhelado y de hecho, no estuvieron decepcionados cuando se las arreglaran para esperar hasta que el bienamado hijo del Emperador Celestial desapareciera. En el año 212,612 de Tian Yuan, el hijo Fénix del Emperador Celestial, se bañaba en lava, cuando las ramas del árbol parasol ardieron por cuarenta y nueve días. Después de que el fuego se extinguió, no había rastro del Fénix Deidad del Fuego y el Emperador Celestial se puso furioso.
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N/T: Les recuerdo que esta es una traducción que hago como fan de la novela, sin ningún ánimo de lucro y que todos los derechos de la obra pertenecen a sus respectivos creadores, por favor apoyen el drama en sitios oficiales ;)
[1] El décimo octavo periodo solar, desde el 23 de octubre al 5 de noviembre.
[2] Wintersweet, Dulce Invierno o Quimonanto, el Chimonanthus praecox es un arbusto perenne o de hoja caduca, que alcanza una altura de 2 a 13 m., una especie endémica de China con flores blancas o amarillas dispuestas en espiral; tiene un fuerte aroma y se producen a finales del invierno. Por su resistencia a los fríos severos, es muy apreciado en China junto con el pino y el bambú, por lo que les llaman “Los tres amigos de invierno” (Sui Han San You), simbolizan firmeza, perseverancia y resistencia. Referencia de Wikipedia. 
[5] Flor de Albaricoque.
[3] Peonía.
[4] Lila
[6] El periodo de tiempo entre las 5 y 7 am. La hora del conejo.
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the-ghost-of-tsushima · 4 years ago
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❧ Ficha de personaje: Liu Kang☙
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❝𝑪𝒂𝒅𝒂 𝒓𝒆𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒆𝒍𝒆𝒈𝒊𝒓 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐. 𝑷𝒂𝒔𝒆 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒔𝒆, 𝒂𝒇𝒓𝒐𝒏𝒕𝒂𝒓𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒆𝒍𝒆𝒄𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔❞  ⤷ 【Liu Kang Monje Shaolin / Humano】             ⤷ 【Guardian de las arenas del tiempo, Semidios】                     
 ⤷ 【Revenant 】 
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► Nombre del Personaje: Liu Kang ►Sobrenombre/Alias :Humano: El campeón de la tierra, el elegido, Campeón del Mortal Kombat Revenant: Emperador oscuroSemi-dios:  Lord Liu Kang, guardián del tiempo, protector de las arenas del tiempo  ►Raza: Humano (Antes) Semi- Dios (Actualidad) ► Fandom al que pertenece: Mortal Kombat ► Avatar: Liu Kang en los videojuegos, como FC ocasional Young Tax Lee ► Edad: 24 años ►Peso: 80 KG  ►Estatura: 1,75  ► Lugar de origen: EarthRealm, China.  ►Orientación Sexual: Pansexual
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𝑯𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐: Liu Kang es un joven de 24 años, con 1,78 de estatura aproximadamente, actual e indiscutible campeón del Mortal Kombat. Su cuerpo ha sido bien trabajado durante toda su vida gracias a los entrenamientos que tomó en la academia Wu Shi, convirtiéndose en un destacado y muy reconocido Monje Shaolin. Sus ojos son completamente oscuros, y notoriamente rasgados por su decendencia asiática con un par de cejas no tan pobladas, de piel clara y las características cicatrices de antiguas batallas que llenan esta (Solo en algunas ocasiones se le ha visto con tatuajes, depende del Skin que se use). Sus cabellos son Lacios y negros, mismos que siempre lleva sueltos pues no suele rebasar sus hombros. Posee una sonrisa que muchas veces puede resultar encantadora, y un semblante muy amable cuando no se trata de pelear por la tierra, de lo contrario este cambia a uno agresivo.
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𝑺𝒆𝒎𝒊𝒅𝒊𝒐𝒔: Lord Liu Kang es la versión semidios del guerrero, después de que Raiden hiciera su ultimo sacrificio para salvar al mundo de las amenazas de Krónica, la titan que controlaba el tiempo y tras transferirle todo su poder, el aspecto del ahora Ex Shaolin hizo un cambio completamente radical, su piel blanca, al punto de llegar a ser pálida, y sus cabellos habían tomado un tono grisáceo claro, el color de sus ojos perdió todo aspecto humano para transformarse a los de un Semidios, con un color celeste que resalta en un brillo singular, sus brazos y pecho se llenaron de marcas, algo parecido a tatuajes con figuras de un dragones y nubes que brillan con mucha intensidad. Su musculatura incrementa en un pequeño porcentaje, posee un muy bien trabajado cuerpo con algunas cuantas cicatrices de batallas antiguas que pueden notarse a simple vista. A pesar de ser un dios, no pierde ese semblante de humanidad en su ser.
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𝑹𝒆𝒗𝒆𝒏𝒂𝒏𝒕:   La apariencia física de Li Kang como un Revenant tiene una diferencia bastante notoria con sus otras versiones, entre ella la que más resalta es el color de su piel dándole el aspecto de un cadáver, un muerto viviente, de color grisáceo o negruzco parecido al de la carne podrida, y esta está cubierta de cicatrices con tonos rojizos y naranjas, que brillan con la misma intensidad de la lava hirviendo. Sus ojos pasan completamente de oscuros como la noche a ser de un rojo brillante, Su complexión y altura no cambian en absoluto, siguen siendo las mismas y su voz se vuelve completamente espectral y agresiva en este aspecto, mismo que toman todos cuando sus almas y cuerpos “Vuelven a la vida” para estar al servicio y mandato de Quan Chi y el dios antiguo Caído Shinnok.
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𝑯𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐 / 𝑺𝒆𝒎𝒊- 𝑫𝒊𝒐𝒔:  Ambas facetas del guerrero comparten muchas similitudes en cuanto a personalidad, es prácticamente el mismo ser, el único cambio real, es el físico.Fuera de las peleas Liu Kang es una persona bastante tranquila y agradable, le es muy fácil hablar con las personas, aunque quizá uno de sus mayores defectos es el hecho de encariñarse demasiado rápido con los demás, algunas ocasiones esto se llega a aprovechar para sacarle algo de beneficio sea cual sea el caso. Tiene una Rivalidad/ Amistad/ Amor con su mejor amigo Kung Lao, y un gran amor, admiración y respeto por su emperatriz Kitana. Siempre está dispuesto a ayudar a los que lo necesitan esa era una de sus características principales en la academia Wu Shi, el saber que si tenía la posibilidad de enseñar a quien no sabía, de poner el ejemplo a quien algo se dificultaba no dudaba en llevarlo a cabo, es un buen líder sobre todo, le gusta poner el ejemplo antes de ejercer sobre cualquiera, siempre ha pensado que todos tienen las mismas posibilidades de mejorar y ser grandes en todo aspecto, todo con dedicación y perseverancia. Como peleador, trabaja hasta el cansancio para llevar a cabo sus practicas y entrenamientos, es bastante duro, pues le gusta superarse a si mismo, no es tanto por el ego o algo por el estilo, si no que sabe que la tierra está en constante peligro, y su tarea como “El elegido” es protegerlos a todo siempre, le ha costado grandes errores poder aprender de esto, pero está dispuesto a trabajar duro para que cosas así no se vuelvan a repetir. Puede llegar a ser algunas veces muy impulsivo con sus sentimientos cuando sabe que alguien que le importa está en peligro, en esos casos no le importa arriesgar su propia vida para salvar a los demás, y eso siempre ha estado claro, no tiene el titulo del elegido por que quiera grandeza, de hecho esto le avergüenza, lo hace por que ha mostrado la fuerza, la valentía que no cualquier guerrero tiene, y sus constantes victorias contra el mundo exterior lo han mostrado. Es muy espiritual, le ayuda mucho mantenerse en contacto con ese lado suyo, entrenar no solo el cuerpo, el alma, el espíritu, todo en un equilibrio, por lo que la meditación solitaria en el bosque es una de las cosas que más le gusta, pues lo mantiene en paz, y como guardián de las arenas del tiempo es muy necesario para él. No dudaría en dar todo lo que posee en la vida, por su eterno amor Kitana, y su mejor amigo y hermano Kung Lao.
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𝑹𝒆𝒗𝒆𝒏𝒂𝒏𝒕: Tras su muerte accidental a manos de Raiden (Y por capricho del destino de Kronica) el alma de este volvió a la vida por el poder de Quan Chi para poner su existencia a servicio del Caído Shinnok, desde ese entonces su ser fue completamente corrompido con la oscuridad del Netherealm y por la venganza al sentir que su más grande mentor lo había traicionado. El ser un retornado lo convirtió en algo completamente distinto a lo que en su vida llegó a ser, un alma oscura y sin sentimientos más que el de la ira, el odio y todo lo que podrían representar los pecados formados en uno solo. Egoísta y sin escrúpulos, solo puede pensar en el beneficio propio, pero sobre todo el poder que este le puede dar, al principio fue completamente leal a Shinnok, a sus ideales de hacer que la Tierra y el mundo exterior tuvieran batallas atroces para obtener el control con facilidad, siempre estuvo a su servicio, controlado por este ser oscuro, pero cuando este fue asesinado a manos del mismo que le había quitado la vida a él “Raiden” y a sus pies quedó el trono del infierno las cosas se pusieron mucho peor. Así fue como al lado de su eterno amor ( Aun en la muerte) Kitana, comenzaron a gobernar el infierno, torturando sin piedad a las almas que a este llegaban, era amante de causar dolor, sufrimiento, desesperación, aquello era como música para sus oídos, y los aire de grandeza lo llenaban, sabía que tenía el derecho de gobernar aquello que Shinnok había dejado y algún día podría cumplir su venganza contra el dios del trueno, él, y todos aquellos que habían caído bajo su mano . Un asesino cruel y despiadado, sanguinario y sádico descrito perfectamente con cada una de sus letras, aquello era lo único que podía poner una sonrisa “real” en sus labios, le encantaba ver como los seres que consideraba inferiores se arrodillaran a sus pies y lo alabaran como uno de los seres más poderosos, estaba dispuesto a llevar el peso del trono infernal sobre sus hombros, sin importarle encima de quien tuviera que pasar para conservarlo, al punto de enfrentarse a si mismo por ello.
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Artes marciales: Su principal habilidad, siendo la técnica Jun Fan la primordial, aunque a lo largo de los años se ha ido especializando en otras técnicas, aunque su uso no sea tan frecuente como la ya antes mencionada. Esta técnica viene acompañada con el uso de Nunchakus los cuales son las armas que siempre lleva consigo a todos los combates, aunque también ha llegado a usar espadas. Las tres versiones del guerrero Saolin comparten algo en común, el dominio completo del fuego en la mayoría de sus ataques siendo este el predominante en sus técnicas. Algunos ejemplos de ello son: Bola de Fuego Dragón Alta: Cruce de manos por el cual lanza un pulso de fuego en forma de dragón para impactar el torso del oponente. Bola de Fuego Dragón Baja: Cruce de manos por el cual lanza un pulso de fuego en forma de dragón para impactar las piernas del oponente. Bola de Fuego Dragón Volador: En el momento que el oponente se mantiene en el aire, con una mano lanza un pulso de fuego en forma de dragón para impactarlo en cualquier parte del cuerpo. Patada Voladora: Especie de vuelo por la cual con impulso de su pierna logra derribar a su oponente lanzando un grito. Patada bicicleta: Se alza y empieza a dar patadas simultaneas con un grito de pelea, avanza por todo el campo golpeando a su oponente varias veces. Lanzamiento Fulminante de Fuego: Sujetando al oponente de los brazos, lo lanza hacia la parte superior de la pantalla mientras soltaba un grito personal, cuando el oponente permanece arriba, lanza una inmensa llamarada que termina calcinando el cuerpo y cayendo enfrente de la pantalla. Dragón: Su Fatality más popular por el cual realiza una transformación en Dragón y tomando por la boca lanza al oponente al cielo y luego lo traga por completo.Como SemiDios, toma el poder de Raiden como el dios del trueno, por lo que el dominio de este, de los rayos es uno de sus ataques especiales, aunque solo en esta faceta suya. también posee la habilidad de vuelo y la teletransportación, desde que tomó el lugar de lar arenas del tiempo posee el poder de cambiar el destino y los acontecimientos para que resulten favorables y evitar catástrofes futuras, aunque no siempre puede detenerlas por completo, pero hace todo lo que puede para ello.
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Como cualquier ser Liu Kang también tiene esos miedos que lo llenan, los que por más que quisiera evitar siempre están presentes, por que hasta el ser más fuerte del universo tiene ese algo que lo pueda hacer temer. Uno de los principales miedos de Liu Kang, quizá podría ser el hecho de morir de nuevo, ya que cuando lo estuvo su alma jamás pudo descansar, si no que fue atrapada por seres perversos en el infierno, lo que ocasionó que él hiciera cosas de las cuales en vida se arrepentiría entre ellos a quienes más ama. Como un Revenant dice aceptar esta con gusto, pero su mente es completamente manipulada, una vez que volvió a la vida por los acontecimientos de Mortal Kombat 11, y ver en lo que se llegó a convertir, es mucho más precavido en todo sentido. Otro de ellos es perder a las personas que más ama, por que por desgracia ya lo vivió, al perder a sus padres y quedar huérfano, ver como asesinaban a su mejor amigo frente a sus ojos, al amor de su vida y no poder haber hecho nada al respecto, el que todos ellos murieran es uno de sus mayores temores, a pesar de que los volvió a ver después. A perder el control de lo que es, volverse un ser sin alma y sin corazón, tiene temor de volver a cometer las atrocidades que hiso a nombre de Shinnok y Quan Chi. Por otro lado, aun que jamás lo menciona, pero el ser “El elegido” causa un gran miedo en él, más que nada el hecho de todo el peso que lleva sobre sus hombros, al ser el protector de la tierra, teme que algún día llegue una fuerza oscura tan grande que ni él mismo pueda controlarla. Sus debilidades, la más importante y lógica es su mortalidad, por que a pesar de que llegó a tener el poder de un Semi-Dios, no es inmortal. Su humanidad puede causarle muchas limitaciones en varios aspectos, como verse afectado por el frio, a pesar de haber sido entrenado bajo muy estrictas técnicas, eso no lo hace completamente invulnerable a lo que pueda pasar. Su impulsividad y el tener emociones tan fuertes hace que tome decisiones de las que después puede arrepentirse.
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𝒟𝒾𝓈𝑔𝓊𝓈𝓉𝑜𝓈: Son varios puntos que pueden llegar a desagradar al Monje Shaolín, entre ellos la irresponsabilidad, la impuntualidad, la holgazanería. Todos estos que vienen de la mano, muchas veces llegó a reprender a su mejor amigo Kung Lao por esto, por saltarse las clases en la academia, y que no cumpliera sus deberes a tiempo, esto es algo que ni el mismo se permite, ya que sus entrenamientos son en tiempo y forma ya que no desea decepcionar a sus maestros. La deshonestidad, como cualquiera odia sentirse engañado y esto es mucho más personal para él cuando se trata de personas que él aprecia. La deslealtad y la falta de honor, No puede haber algo que le moleste más saber que hay seres que no sean completamente leales a algo o a alguien, pero sobre todo el deshonor, desgraciadamente esto fue algo que él ya vivió cuando estuvo muerto, son cosas que no quiere que se vuelvan a repetir en su vida. Odia a aquellos que quieren imponer sobre los demás, que abusan del poder que tienen, como Shao Kahn, que no le importa encima de quien tiene que parar para conseguir sus objetivo, seres como él solo provocan lastima y odio en él guerrero, además que fue este ultimo el que mató a su mejor amigo. Como Revenant claramente lo que más odia es a Raiden, ya que murió con la idea de que este lo había traicionado pues él fue el causante de que su alma llegara a manos de los seres oscuros. En esta faceta también odia la desobediencia, por lo que todo súbdito que no atienda a sus órdenes será castigado de maneras crueles y sangrientas ya que no tiene un corazón que le haga sentir empatía, en si solo hay lugar para el odio y la venganza.  𝒢𝓊𝓈𝓉𝑜𝓈: La meditación, la paz y la tranquilidad. Liu Kang siempre aprovecha sus momentos de soledad para poder ir a cualquier lugar hermoso, de preferencia si es un bosque para poder meditar y estar en armonía consigo mismo, con su alma, tiene que hacerlo ya que, de lo contrario, su papel como “El elegido” lo consumiría lentamente, tener la responsabilidad de cuidar la tierra no es cualquier cosa. La naturaleza. Ama pasar su tiempo en bosques y sitios de este estilo, le gusta apreciar cada detalle que la conforma, desde la más pequeña de las plantas, hasta los astros que adornan el cielo en las noches, le gusta recostarse en el pasto a mirar las estrellas, quizá tomar un baño en un lago o rio cercano. Pasar tiempo con sus amigos y seres queridos, pero en especial con su amada emperatriz Kitana, cada que tiene la oportunidad se toma el tiempo para ir al mundo exterior a verla, ¿Qué puede decir? Su eterno amor, pasar el tiempo que puede a su lado es de los momentos más valiosos y que más disfruta. Entre cosas más sencillas disfruta mucho de cocinar, no todos creen que tiene la capacidad de hacer comida deliciosa, por otro lado, las golosinas y cosas dulces son su perdición, los ama demasiado, cuando hace viajes con sus amigos, no duda en comprar algo de comer, es glotón hasta cierto punto, ama el helado de té verde, y las galletas. Le gusta compartir de lo que tiene con sus amigos. El sexo. ¿Por qué no? ¿Quién puede negar que disfruta de los placeres de la carne? Y más tratándose de esa hermosa mujer que lo vuelve loco, Kitana lo tiene completamente a sus pies, estén vivos o muertos, ella es a quien lleva en su corazón siempre. Como Revenant. Es el sadismo y la sangre, ama torturar las almas que llegan al infierno, gobernar este y que todos se postren a sus pies es uno de sus mayores placeres.
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Huérfano a una edad muy joven, Liu Kang fue criado por los monjes Shaolin, quienes le enseñaron el camino del guerrero espiritual. Pronto se reconoció su potencial como un contendiente para el torneo de Mortal Kombat y rigurosamente lo entrenaron para esta tarea. Raiden, también entendió que Liu Kang fue la mejor esperanza de Reino de la Tierra por la libertad y se lo presentó al Maestro Bo' Rai Cho para promover su desarrollo. Antes de ser miembro de la secreta White Lotus Society, Liu Kang abandona la organización para representar a todo Templo Shaolin en el Gran Torneo. A lo largo de su vida, él ha escuchado historias y rumores acerca de la competencia de artes marciales. Él estaba bien consciente de la maldad que hay detrás del Torneo, y entró para derrotar a Shang Tsung y regresar el Torneo a sus nobles orígenes. A su paso, a su manera en el torneo, hizo amigos como Johnny Cage y Sonya Blade. A la hora de la entrada de Liu Kang en Mortal Kombat, Outworld había ganado nueve torneos de diez. Al oír hablar de la derrota de Goro, Shang Tsung lo desafió. Después de una batalla épica, Liu Kang lo derrotó con una batalla sin igual, emergiendo, así como el nuevo Campeón trayendo la paz a la tierra, por lo menos de manera temporal. Regresando a casa desde la isla, él encontró muchos de sus compañeros Shaolin asesinados en un ataque vicioso de una horda Tarkata. Enfurecido, Liu Kang decide viajar al Outworld, apoyado por el miembro del Loto Blanco y hermano espiritual Kung Lao, el Dios del Trueno Raiden, el hermano menor de Sub-Zero, y Smoke para buscar venganza. Antes de que él viajara al Outworld, Liu Kang fue a Hollywood a buscar la ayuda de Johnny Cage. Afortunadamente, Liu Kang llegó al tiempo justo en que Cage era atacado por una horda Tarkata. Ahora con Cage y su nuevo amigo Jax finalmente viajan al Outworld. En el torneo, él y Kung Lao se encontraron con Kitana, y Liu Kang comenzó a enamorarse de ella. Él aprendió la naturaleza verdadera del torneo del Outworld, pero compitió de todos modos. Mientras que es confuso que peleas ocurrieron en el torneo, s Liu Kang luchó contra Shao Kahn, dominando finalmente al emperador. Y también a su paso la segunda derrota de su aprendiz Shang Tsung a pesar de su juventud y energías renovadas, y a Kintaro también. Cerca de la derrota, Kahn ordenó a sus fuerzas destruir a los combatientes de la Tierra, forzando a los héroes a volver a casa y comenzar a prepararse para la invasión que venía. Después de volver a la Tierra, Liu Kang, junto con Kung Lao, comenzó a entrenar a una nueva generación de guerreros Shaolin, pero fue interrumpido cuando la invasión comenzó. Como los escuadrones de exterminio del emperador fueron enviados a asesinar a los guerreros elegidos de la Tierra, Liu Kang se convirtió en el objetivo principal de los escuadrones por haber arruinado los planes de su gobernante anteriormente. Kung Lao, que fue en contra de Shao Kahn, fue casi batido a muerte. Enfurecido, Liu Kang desafió al emperador a un Mortal Kombat y, después de la batalla final, lo derrotó otra vez, logrando así que él y sus fuerzas se retirasen de nuevo al Outworld. Las almas que el Kahn había atrapado fueron liberadas y, momentos antes de que el portal se cerrara, Liu Kang fue agradecido por Kitana por haber salvado el reino de la Tierra y su reino de las invasiones de Shao Kahn.
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Liu Kang viajó a América para buscar una nueva generación de guerreros Shaolin para entrenar. Mientras que allí, se encontró con su viejo amigo Kai. Los dos entonces viajaron de nuevo a China, en donde Liu Kang entrenó a este para ser un guerrero Shaolin. Sin embargo, la paz al final no existía, pues el dios antiguo caído Shinnok se había escapado del Netherrealm a través de un portal a Edenia. Después de saber que Kitana había sido capturada, Liu Kang fue sólo en su ayuda, pero fracasó en el intento. Liu Kang volvió a la Tierra, donde comenzó a reunir a los guerreros más fuertes para salvarla y para asistir a su mentor: Raiden. Finalmente, Liu Kang se enfrentó al caído Elder God Shinnok y una vez más resultó victorioso, terminando así su ataque contra la Tierra. Liu Kang volvió a los templos Shaolin, creyendo que había perdido a Kitana para siempre. Sin embargo, la princesa apareció a través de un portal desde Edenia y agradeció a Liu Kang por todo lo que él había hecho. Ella le ofreció que se le uniera a ella en el trono. Sin embargo, debido a las responsabilidades como Campeón de Mortal Kombat, Liu Kang fue forzado a rechazar su oferta. Por algunos años, Liu Kang disfrutó de paz relativa. Sin embargo, la Alianza Mortal se haría conocer en la Tierra por su exitoso asesinato de Liu Kang. Shang Tsung se presentó como Kung Lao y atacó al Campeón cuando practicaba sus katas. Shang Tsung, fue asistido por Quan Chi, que cogió por sorpresa a Liu Kang atacándolo por la espalda con un proyectil. Shang Tsung utilizó esta distracción para tomar ventaja y rompió el cuello de Liu Kang y así consumir su alma. El cuerpo mutilado de Liu Kang fue descubierto por su amigo Kung Lao y lo pusieron a descansar en la Academia Wu Shi, donde fue construida una capilla para honrarlo. En la culminación de los acontecimientos de Mortal Kombat: Deception, Raiden lanzó su esencia divina para destruir a Onaga, matando a Shang Tsung y a Quan Chi en el proceso. Mientras que es desconocido si realmente Quan Chi y Shang Tsung están verdaderamente muertos, se ha establecido que los millares de almas que Tsung consumió en el pasado fueran liberadas, incluyendo la de Liu Kang. Además Raiden, ahora corrompido de alguna manera, reanimó el cuerpo de Liu Kang (Por medio de las Cadenas de Houan) y lo envió en una masacre, matando a muchos de los monjes Shaolin compañeros de Liu Kang. El alma de Liu Kang decidió permanecer en el Outworld para asistir a la guerra contra Onaga, pero pronto descubrió la “resurrección” de su cuerpo y fue conmovido por lo que él había hecho. Aunque Liu Kang no era verdaderamente responsable, él no podría ayudar sin sentir responsabilidad por las acciones cometidas por su forma corporal. Él también aprendió acerca de sus camaradas y cómo habían sido esclavizados por Onaga. Desde allí, Liu Kang alistó al ninja misterioso Ermac como aliado y tenía dos misiones a completar. La primera era intentar salvar a sus amigos de Onaga con Ermac, la segunda era derrotar y parar a su cuerpo de hacer daño adicional. El logra su primera tarea salvando a sus amigos pero fue incapaz de reunir su cuerpo y su alma. Sin embargo aprende que al derrotar a Blaze, el cuerpo y alma de Liu Kang se juntan, y él gana el poder de un Dios. Liu Kang entonces se enfrentó al ya corrompido Raiden y lo derrotó en un choque épico. Con el consentimiento de los Elder Gods, él sustituyó a Raiden como protector del Earthrealm. Después del Armageddon, Liu Kang quedo en dos "fases", la primera, muerto (Liu Kang zombie) pero únicamente en cuerpo, su espíritu siguió vivo, siendo uno de los pocos sobrevivientes después del gran suceso, aunque no se sabe que será de su alma en ese tiempo.
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Línea alternativa Mortal Kombat 9 (Reinicio de la historia) En la línea de tiempo alternativa (regresando al pasado) Liu Kang está presente, acompañado de Raiden, en el décimo torneo. Liu Kang vuelve a ser campeón de Mortal Kombat al derrotar a todos sus rivales (entre ellos Ermac, luego Kitana, pero ella solo va a matarlo, luego un combate dos contra uno, entre él y Scorpion y Quan Chi, derrotando a todos, luego de esto pasa al gran combate contra el último campeón invicto por 9 torneos seguidos, Goro, al que derrota, luego, en la final logra vencer a Shang Tsung, hasta que este se rinde). Después de su victoria, es homenajeado en la academia Wu Shi, pero la celebración se interrumpe luego de la invasión Tarkatan y de la propuesta de Shao Kahn para competir en un torneo único. Durante esta etapa, Liu Kang empieza a tener disgustos con Raiden. En un momento, Liu Kang intenta rescatar a Kitana, primero en "Bell Tower" donde no la encontró, pero por información de Goro se entera que está en el coliseo de Shao Kahn, este va para allá y logra localizarla, salvándola de su destino, pero al ver que Shao Kahn mató a Kung Lao este lo ataca retándolo en Mortal Kombat, Liu Kang derrota al emperador de Outworld perforándole el pecho. Durante la invasión, el forma parte de los defensores de la Tierra junto a otros guerreros. En un momento es llevado por Raiden a un supuesto santuario donde Raiden habla con los Elder Gods, al regresar a Earthrealm, descubre a todos muertos. Se acerca a Kitana que aun resistía, esta le dice algunas últimas palabras a él y muere, lo que lo lamenta mucho más, Raiden, sin esperanzas decide pedir ayuda a Quan Chi, Liu Kang se decepciona de él y decide ignorarlo. Cuando Raiden regresa del Netherrealm, le dice la verdadera solución a la derrota de Shao Kahn, pero Liu Kang no lo quiere escuchar y decide enfrentarse, de nuevo, a Shao Kahn, Raiden intenta detenerlo, pero en su estado de ira, Liu Kang lo enfrenta, intentando matarlo, Raiden se defiende, pero accidentalmente lo mata, sus últimas palabras fueron para Raiden, diciéndole que, por su culpa, todos morirán. Luego de esto, más adelante, su cuerpo es llevado por Raiden.
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Lo último que recordaba Liu Kang, era a si mismo siendo traicionado por Raiden durante la invasión de Earthrealm a manos de Shao Kahn. Ahora Liu Kang había sido resucitado para servir como un muerto viviente por el hechicero Quan Chi, pero su cuerpo aún estaba dañado y tenía muchas cicatrices. De todas maneras, a pesar de su apariencia imperfecta, sus poderes eran más fuertes debido a la magia oscura que lo poseía.Quan Chi prometió al monje que tendría su venganza contra Raiden, la razón detrás de su muerte. Sin embargo, Liu Kang no confiaba en el hechicero, por lo que él destruiría a Raiden y protegería Earthrealm por sí mismo, y también eliminaría a Quan Chi, por haber ayudado a Shao Kahn en su intento de invadir su amada Tierra. Tras la derrota de Shinnok a manos de Cassandra Cage (Hija de Johnny y Sonya) Raiden con el alma corrompida con el amuleto del ahora muerto dios antiguo caido viaja al infierno dejando la cabeza de su maestro a los pies de Liu Kang y Kitana, al no tener a Shinnok ni a Quan Chi para regresar sus almas a sus cuerpos, estaba destinados a quedarse así para siempre gobernando el infierno como sus nuevos emperadores.
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lubay-nue · 5 years ago
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El Pecado del Ángel 4
Notas del cap:
 A según yo, estaba dibujando pero se trabo el programa, que abro Word y que me pongo a corregir errores de aquí y que creen? Que se destraba el programa de dibujo y yo aun sigo aquí XD corrigiendo errores y publicando XP looooool
 ¡A leer!
 4 - El amor contaminado en pecado
 Soltó un cansado suspiro mientras observaba del otro lado de la ventanilla las esponjosas nubes que le era negado a poder tocar; parpadeo cansado y cerro sus ojos unos segundos, sintiendo como su corazón buscaba arrugarse y encogerse sobre si mismo sintiendo dolor…
 *¿Por qué es un pecado para mi amar dios?*  se pregunto tomando un hondo suspiro pesado y sintiendo el escozor de las lagrimas queriendo brotar desde sus ojos pero siendo negadas…
 Al parecer… había contaminado su corazón, lo que debía de ser un amor puro hacia cierto tricolor con escudo de águila…
 *Flash Back*
 Esto había pasado un día antes de la llamada que marcaria mi regreso hacia mi país…
 Había sido, como en las ocasiones anteriores, una situación común y corriente; había tenido que salir el señor México de nuevo hacia su trabajo en el centro de la ciudad del México en el zócalo precisamente, el señor México se había terminado por separar de mi por accidente; nos habíamos perdido del contrario
 Perdido y confundido, termine en una zona más harapienta, llena de basura, gente que olía horrible y algunos que no inspiraban nada de confianza. Trague asustado y oculte con más fuerza mi rostro entre la capucha de la sudadera que ahora me cubría, incluso, por temor a algo más, ocupe cierta habilidad que hacía mucho que no usaba…
 Yo, como todos los countrys, poseo una habilidad única que, al menos, hasta ahora, no he sabido que alguien más comparta aparte de mi. Esta habilidad especial, consiste en tomar forma completamente humana, similar a una persona común y corriente desapareciendo cualquier tipo de rasgo que me identifique como un country… a veces, la iglesia me pedía usar esta habilidad para algún tipo de misión pero, en esta ocasión tan especial… la había utilizado para poder pasar inadvertido entre la gente que se veía cada vez mas sospechosa y de terrible hedor
 -Hey… extranjero-  escuche que me llamaban al tiempo que colocaban una mano en mi hombro deteniendo mi avanzar; pegue un brinco y quise chillar de miedo, pero, tan asustado como me encontraba, con lagrimas en mis ojo y con terror en mi corazón, gire mi rostro encontrando a un hombre de aspecto completamente sospechoso y nada confiable, el hombre sonrió amable y me guiño el ojo
-Haha, lo siento, no buscaba asustarte amiguito pero, ya sabes ¿Quieres algún dulce exótico?-  me pregunto mientras abría su chaqueta dejando ver entre su ropa interna un montón de bolsitas de diferentes colores y tamaños con polvos, otros con diminutas rocas y otras coas. Mis ojos se abrieron…
 -¡¿Me está ofreciendo droga?!-  pregunte alarmado como asustado, el hombre rio divertido y coloco un dedo sobre sus labios haciéndome callar; estaba asustado, no sabía qué hacer; el hombre solo se volvió a reír por lo bajo y asinti�� suavemente divertido
 -¿Buscas algo en especial? ¿Algún regalo para alguien? O quien sabe… tal vez… ¿Alguna pócima de amor?-  me volvió a preguntar pícaro, yo parpadee
 -¿Pócima de amor? ¿Qué es eso?-  pregunte esperanzado… ¿Podría tener el amor del señor México entonces? Sentí… en mi corazón, un poco de esperanza… ho, dios mío, ¿De verdad tengo tu bendición divina para poder ser feliz a su lado? ¿Me es permitido este pequeño deseo desde el fondo de mi corazón?
 -Haha, claro, mira, aquí tenemos algunos pequeños presentes- volvió a reír el hombre y yo preste más atención de la que hubiera deseado poder aparentar, trague nervioso y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza al tiempo que mis piernas temblaban y mi ser entero se volvía más débil si es que fuera posible…
 Haría mío al señor México…
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 -¡Vati! ¡Vati! ¡Vati!... tu puta madre… solo a mí se me pierde un country-  gruñí por lo bajo corriendo entre las calles hasta poder ver la misma sudadera que le había regalado para que portara, grite una vez más aquel diminuto apodo y note que en un pequeño brincó; el mencionado volvía la mirada, parecía tener pequeñas lagrimas en sus ojos pero no me importo, simplemente corrí hacia él y lo abrace con fuerza contra mi pecho
-¡Jesucristo vendito!... por un momento creí que te había pasado algo malo… ¿Estas bien? ¿Te hicieron daño?-  comencé a preguntar, el solo me miro con ese tenue sonrojo… ya me había dado cuenta yo que el solía ser bastante tímido, tal vez no estaba muy acostumbrado que se dijera al contacto físico, así que di distancia y me disculpe por mis acciones, el solo negó suavemente y me regaló una sonrisa que me hizo tranquilizarme completamente
 -Estoy bien señor México, muchas gracias por su preocupación-  me respondió y yo suspire aliviado
 -Bueno, volvamos a casa, ya he acabado mis cosas… ¿Te apetece ir a Chapultepec a ver la exposición de alebrijes?-  pregunte, notando su emoción y un asentimiento alegre, yo sonreí y avance junto a él…
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 *Es mi momento*  me dije avergonzado y asustado, podía sentir mi corazón palpitando con aun más fuerza que cuando vi a aquel hombre… apreté entre mis manos aquella pequeña bolsita transparente que portaba un polvo de color rosa pálido, trague nervioso y tome un hondo respiro mientras observaba la bebida del señor México… perfectamente preparada y a mi alcance… solo… solo tenía que estirar la mano mientras el volvía con un vaso de refresco para mi…
*¡Vamos! ¡Puedes hacerlo! ¡Por el amor del señor México!*  me dije realmente avergonzado y con mi cuerpo negándose a responderme… dios mío. Sé que esto no es correcto pero, por favor, solo por esta vez… permíteme tenerlo para mi…
 … … …
 Con temor, con sus ojos fuertemente cerrados y sintiéndose culpable al saber que esto no era correcto, su brazo se estira con la bolsita abierta, dejando caer con cuidado el polvo y comenzando a girarlo con el agitador que aun poseía el vaso… El Vaticano observa sorprendido que lo ha hecho, que la bebida burbujea al ser refresco con tequila y finamente actúa como si nada… estaba hecho
 -Estoy aquí Vati-  saluda animadamente el tricolor con un refresco en mano y un vaso limpio en la otra, El vaticano sonríe nervioso y saluda, México observa esto pero niega, ríe y se sienta delante de su bebida, comienzan las charlas y mientras va bebiendo el tricolor de su bebida, el Vaticano puede ver claramente que sus ojos lentamente comienzan a cambiar a un ligero tono rosado y que incluso comienza a tener un suave sonrojo… el Vaticano siente su corazón palpitar cada vez con más fuerza al notar que el tricolor no le quita su vista de encima… más precisamente de su cuerpo y eso… emociona el corazón del ser de alas blancas
 -Eres realmente hermoso Vati-  anima el tricolor ya pasad de copas, el Vaticano asiente sonrojado hasta la coronilla y con una sonrisa que lucha por qué no aparezca, México ríe divertido y comienza a acercarse lentamente mientras va dándole pequeños besos en la mejilla sin malas intenciones que muy lentamente se van volviendo mas y mas allegados a los húmedos labios dulzoso del country de dos colores…
 -S-Señor México-  susurra bajito el country de la iglesia, ambos se miran, México ha dejado de reír desde hace algunos minutos y ahora observa fijamente tanto los labios del Vaticano como sus ojos alternadamente, hay un silencio pesado y un fuerte sonrojo cuando el Vaticano nota cada vez mayor acercamiento en el tricolor… hay silencio apenas ahogado por la suave música que suena en la casa
 -… … … ¿Te han dicho que tienes unos ojos hermosos, llenos de alegría y de vida?-  pregunta suavemente el tricolor pasando una mano por la mejilla del contrario, acariciándolo suavemente y por fin, pasando dos de sus dedos hacia la barbilla del dos colores y finalmente, elevar muy suavemente su rostro buscando no hacerle ni un poco de daño, el rostro del Vaticano no podría ser mas rojo en esos momentos hasta que finalmente, ante su alegría… el tricolor ha acortado por fin la distancia uniendo sus labios en un suave rose de labios que muy rápidamente va subiendo de intensidad volviéndolo un beso necesitado y lujurioso de parte de ambos, donde, es el tricolor que parece llevar la iniciativa
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 -Mmmmgg haaa!... S-Señor México-  susurra con un fuerte sonrojo el Vaticano, sintiendo como ha caído sobre la cama del tricolor y que ahora se encuentra acorralado por las manos del contrario quien, sin piedad, se vuelve a inclinar para llenarlo de besos y abrazos, caricias gentiles y lentamente, aquellas manos inquietas ir removiendo las estorbosas ropas que hacen calentar el cuerpo del contrario; puede sentir la respiración caliente y necesitada del mexicano sobre su cuello dando besos y lamidas suaves, puede sentir las manos del mencionado acariciando y subiendo la camisa para tocar su piel expuesta, puede sentir como una rodilla se empuja muy suavemente pero insistente en su entrepierna haciendo suave presión agradable que lo está haciendo volverse loco… son demasiadas atenciones para su cuerpo y de verdad, con todo su corazón… lo estaba disfrutando
 -Vamos amor… juega tu también un poco-  susurra el latino, girando el cuerpo de ambos para que ahora sea el tricolor el que se encuentre recostado en la cama, con la camisa de botones semi abierta y mal colocada y un avergonzado Vaticano encima de su estomago sentado sin saber qué hacer, el sonrojo incrementa junto a su respirar jadeante
 -¿Q-Que… debo hacer?-  pregunta mientras lucha por recuperar su aliento ante las caricias del mexicano, además de sentir como sus manos, de todos modos no se quedan quietas y ahora acarician suavemente sus costados suavemente haciéndolo tener escalofríos de placer por el simpe tacto cálido de aquellas manos amables sobre su piel
 -¿Por qué no te denudas? Tu cuerpo es demasiado hermoso como para ocultarlo entre tantas ropas-  sonríe divertido y seductor haciendo sonrojar fuertemente al contrario, el Vaticano asiente avergonzado y emocionado, sin poder ocultar la gran sonrisa de emoción que brota en él; ahora, con ayuda de sus dos manos y las manso de México, lentamente se va quitando la camisa blanca con estampado de un cisne que tenia y dejar al descubierto su delgado cuerpo, México ríe divertido y comienza a acariciar con cuidado y suavidad observando lentamente la complexión del contrario. El Vaticano siente un estremecimiento y tiene que callar un gemido de placer al cubrirse con ambas mano su boca, notando que las manos del mexicano se encuentran jugando con sus pezones para hacerlos ponerse duros
 -S-Señor México-  jadea bajito el dos colores viéndolo fijamente, México sonríe divertido y se endereza sentándose y sintiendo ahora que las hombrías de ambos se acarician suavemente sobre las ropas
 -Eres hermoso…-  se funden por fin en un pequeño beso, dulce y lleno de amor, desesperado por parte de ambos
-Jamaica…-  y aquel jadeo de parte del tricolor hace detener al Vaticano de seguir disfrutando a ojos cerrados del beso… ambos se miran, separándose del último beso en el que estaban juntos… mirándose fijamente… por unos instantes, el Vaticano puede ver que la mirada del tricolor comienza a volverse blanca, ajena al rosa de aquella droga afrodisiaca
-¿Vati?-  pregunta confundido el tricolor, notando que ahora hay lagrimas en las mejillas del contrario y que hay un gesto dolido de su parte
-¡Verga! Wey… lo siento! No… no sé que me ha pasado… es que yommgh-  su intento de excusarse es cortado cuando el Vaticano salta hacia sus labios besándolo necesitado, no precisamente necesitado de lujuria, sino de amor… México es empujado por la fuerza del beso de nuevo hacia la cama y acorralado por los brazos del contrario que lo abrazan desde su cuello buscando no separarse de él… cuando por fin se liberan, el Vaticano sigue derramando lagrimas
 -Por favor… por favor… solo… tómame…-  suplica entre lagrimas, con un gesto necesitado… las manos de México, que en un principio habían querido alejar desde los hombros al Vaticano ahora se posicionan con cuidado sobre sus caderas sin malicia, observando su gesto lloroso y lastimado, México muestra un gesto también dolido y preocupado, pero… cree que sería más difícil simplemente decirle que si
 -Yo estoy enamorado de Jamaica… no quiero lastimarte acostándome contigo simplemente sin sentir nada por ti… no eres un objeto Vati- susurra por lo bajo, pero, una vez más sus labios son callados por un beso necesitado y dolido de parte del más chico que, entre lagrimas y lagrimas, continua besando desesperado al tricolor
 -Se que no me amas pero… por favor… tómame… tómame solo por esta vez… yo… te amo señor México-  susurra entre pequeñas lagrimas… hay silencio de parte del mexicano quien, aun sintiendo el alcohol en su sistema piensa de un modo erróneo y, ahora que el Vaticano se encuentra sobre su pecho recostado llenándolo de besos, es México quien lo abraza por la espalda apegándolo y negándole a separarse. En un rápido movimiento, vuelven a girar en la cama y ahora es el Vaticano quien queda recostado y México sobre su cuerpo, observándolo fijamente. Sin decir nada, acaricia su mejilla y con su pulgar limpia cuidadosamente sus lagrimas; se inclina de nuevo sobre sus labios y vuelve a besarlos, esta vez de un modo lento y cuidadoso, el Vaticano corresponde abrazándose al cuello del contrario, aun dejando derramar lagrimas por el dolor de no saberse amando…
 -Te dolerá mañana si lo haces-  susurro después de separarse del beso… México no estaba hablando precisamente del sexo, sino precisamente de sus sentimientos, ambos se miraron, las lagrimas aun fluían pero había determinación en la mirada del más bajo y religioso
 -No quiero arrepentirme-  suplico suavemente, México cerró sus ojos y comenzó a bajar dando cálidos y muy cuidadosos besos en el cuello y pecho del menor, notando ahora que las lagrimas aunque aún continuaban, se transformaban junto a su rostro dolido a uno lleno de placer mientras suaves suspiros de delicia brotaban de sus labios y sus manos se aferraban a su pecho nervioso pero luchando por corresponder. Cuando México nota que el Vaticano está tratando de ponerse de pie para también besarlo, un nuevo beso ataca sus labios, volviendo a recostarlo en la cama, lujurioso y cálido, México lo besa con cuidado y cuando lo libera, ambos se miran a los ojos, las manos del Vaticano son apresadas por las de México y dejadas de nuevo en su pecho con cuidado
 -Hoy soy tuyo… déjame darte placer… así que no hagas nada y solo disfruta de lo que te voy a hacer… descuida, tratare de no lastimarte- susurra sobre los labios del contrario, mirándose fijamente a los ojos, sintiendo incluso México el acelerado palpitar del corazón del contrario, aunque es el latino quien se siente mal por lo que va a hacer
*Después de todo, aun con esto, ya te estoy lastimando demasiado…*  se llego a decir decaído mientras bajaba por el mismo camino, besando y lamiendo la piel que tenía delante de su rostro, llenando de besos, tratando de besar el corazón dolido de su amigo he invitado…
 Su juicio se va nublando una vez más, la droga parece volver a su torrente sanguíneo y México ahora se dedica con cuidado a acariciar el contrario, a llenarlo de besos, algunas muy suaves he imperceptibles mordidas… no sabe que clase de fuerza tenga el contrario para estos actos y quiere suponer que es alguien virgen hablando de este sentido, así que, con todo el cuidado y la calma que alguien en su posición puede tener, simplemente se deja hacer y cuida completamente de que, más que su propio placer, hacer delirar de placer al contrario
 El pantalón desaparece junto a la ropa interior en algún punto, ahora el Vaticano se cubre con ambas manos su boca, jadeando y chillando de cuando en cuando en placer, ahora es el latino quien acaricia con su boca el miembro ajeno al tiempo que su mano se encuentra dedicada a acariciar su entrada, el Vaticano suelta un jadeo fuerte cuando se corre por primera vez gracias a la maestría en la boca del mexicano… siente todo distante, casi, como si una deliciosa bruma blanca se quedara en su mente negándole a pensar en algo
 Para cuando reacciona el tricolor ya se encuentra encima suyo, lo obliga a que el Vaticano lo abrace del cuello y empuja muy cuidadosamente su miembro en la entrada del pequeño country que, ante la invasión lenta y cuidadosa pero que de todos modos es dolorosa, crea en su cuerpo una reacción nueva. Sus alas salen expandidas sorprendiendo al tricolor que, embobado observa y acaricia con cuidado… puede o cree notar un pequeño tono negruzco en las alas pero no presta atención, solo a los pequeños quejidos de dolor del contrario
 Se dedica durante minutos eternos a dar besos y caricias al cuerpo del contrario, esperando a que pueda acoplarse a lo que tiene en su interior. Cuando ambos creen estar preparados para avanzar, el Vaticano hace un pequeño ademan y le pide al tricolor que comience, el contrario llena de besos el rostro del más pequeño y comienza a mover ambos cuerpos con cuidado, lentamente, lo que ha comenzado como un baile acompasado y tranquilo, se vuelve en un movimiento brusco y salvaje que hace a ambos delirar de placer…
 Y aun cuando México está disfrutando de lo apretado que es el interior del Vaticano, también se preocupa más por el placer contrario, acariciando su miembro, haciendo que se corra una segunda vez mientras el pequeño clama su nombre con lujuria y placer, México lo estrecha contra su cuerpo, lo llena de besos y finalmente, golpeando el interior contrario con fuerza y desesperación, termina por correrse en su interior, el Vaticano abraza con las piernas al latino y suelta jadeos necesitados de aire pero llenos de amor…
 Tal vez de un modo incorrecto, había hecho suyo al mexicano… solo para él, aun fuera en la oscuridad, aun fuera solo por unas horas… ese latino era suyo en esos precisos momentos de su vida… eso… era suficiente para el Vaticano…
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 Se escucho un pronunciado ronquido seguido de movimiento en la cama, el Vaticano acaba de terminar de colocar sus ropas con la incomodidad de sus caderas, sintiendo que todo su cuerpo estaba pegajoso, observa hacia sus espaldas al tricolor profundamente dormido y roncando, con sus ropas perfectamente acomodadas (aunque desarregladas por su forma de dormir) y el Vaticano sonríe suavemente apenado
 -Gracias por haberme amado esta noche Señor México- susurra suavemente cerrando tras de sí la puerta…
 A la mañana siguiente, el latino no recuerda absolutamente nada, algo que agradece el Vaticano y que debía de agradecerle a quien le vendió el afrodisiaco…
 Ese pecado solo se irá con el Vaticano en silencio… y nadie deberá de saberlo jamás…
 Notas finales:
 Ok, admito que es el lemon mas raro que he escrito hasta ahora… digo, no es que sea una parafilia rara pero… no se… me dolió el Vaticano QnQ… y solo por eso, me dan ganas de hacerme un yo-que-sé una mini historia donde México se vuelva loco, el Vati sea yandere y que queden juntos así a lo retorcido XD… joder… necesito volver a la cama… (sigo enferma)
 Weeeee ¿Qué pedo conmigo? Es 14 de Enero y yo sigo bien pinche enferma… ¿Qué rayos? Estuve enferma prácticamente la mitad de diciembre, ya medio me iba recuperando y ¡PUM! Sigo aquí! ¡ENFERMA!!!! Ok, perdón… es que ¡Mierda! Ya me canse ¬¬ no puedo hacer nada! ¡Ni siquiera comer! ¡¡¡TENGO HAMBRE!!!!! … lo siento… tenía que sacarlo de mi pecho
 Datos extras:
 *Ya no hago mención del conejito negro del Vaticano (Porque lo olvide) pero se lo lleva consigo
*Le vendieron drogas al Vaticano hahahaha lol, y el wey tomo un tipo de droga afrodisiaca
*México… bueno, los countrys son algo más resistentes a las drogas, o sea que sus efectos o tardan mucho en aparecer o son mucho más débiles o simplemente, no les pasa nada… aunque no lo parezca, el afrodisiaco que le dieron al Vaticano era uno fuerte que apenas medio apendejo a México
*La razón para que México tuviera un tanto mas de resistencia al afrodisiaco es porque él quería pero con Jamaica, no con el Vaticano… ahí, como que le llego un momento de claridad que se negó a perder… hasta que se dejo llevar por el libido… digo ¬¬ era lujuria XD ni los countrys se salvan de eso
*El Vati estaba llorando no porque México fuera brusco, sino porque sabe que no lo ama y que estaba pensando que se estaba acostando con Jamaica, o sea, le dolió que no lo estaba viendo a él sino a Jamaica
*México medio fue consciente de lo que paso, por eso, con cierta incomodad de saber que estaba lastimado al Vaticano, todo lo hace con tal cuidado solo para sea el Vaticano quien lo disfrute (siente que aun así, lo está lastimado)
*Dentro de las habilidades de la droga, se supone que luego de sus efectos principales (que es ser afrodisiaco) también es él como un efecto secundario la amnesia… así que México no va a recordar nunca lo que paso con el Vaticano
*Pese a todo, el vaticano lo disfruto como no tienen ni idea
*(Ok, ahora quiero otro lemon pero mas hard de estos dos… ya veré que hago ¬u¬)
 Bueno, creo que por hoy, eso es todo, ahora, me regreso a seguir dibujando XD
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
 Ko-fi 
 Patreon (No se muy bien como funciona) 
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cesarcamilorojanodelahoz · 4 years ago
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Una noche de esas en las que la lluvia toma el centro de todo, fui a hacer una carrera a Puerto Colombia desde la carrera 72. Normalmente no me atrevería a hacer un trayecto tan largo y menos a las 10 de la noche y todavía menos cuando está lloviendo. Pero el día francamente estuvo muy malo. A duras penas había hecho el producido del taxi y algo para mi comida de la noche. Así que me decidí e hice la carrera. Cuando dejé a la pasajera en su casa, desvíe por el camino de Solinilla para salir directamente a las Universidades y de ahí seguir derecho hasta el puente de la circunvalar y seguir por ese vía hasta el barrio Las trinitarias, en donde vivía. El camino estaba oscuro y mojado así que manejé con cuidado pero de repente sentí que me estaba comenzando a fallar el taxi. Primero se me frenó al pasar el puente de Solinilla, presioné el carro desde el encendedor hasta que volvió a prender. Ya después cuando iba por el lago del cisne el taxi se paró completamente y ahí sí que no volvió a encender más.
Me bajé, fui hasta la parte de atrás del carro y saqué una lámpara amarilla que tenía guardada. La tomé, fui hasta la parte de enfrente, abrí el carro y de él salía humo. Pensé que era un problema algo grave y como mi conocimiento en materia de mecánica era bastante nulo, opté por llamar a Jaime, mi mecánico de confianza. Le expliqué lo que me pasaba y me dijo que en menos de una hora estaba ahí, que lo esperara en el carro. "En eso estaba pensando" le dije "Por acá no hay más nada qué hacer". Colgué. Entré al carro, encendí  un cigarrillo y me quedé viendo lo oscura que se veía la carretera en la lejanía. De pronto fijé mi mirada al lago del Cisne y algo en mí, algo en mí naturaleza más íntima se encendió. Fue como una lámpara que se prendía de repente. Me bajé y pensé "¿Por qué no?, Todavía tengo una hora". Fui caminando hasta una banca que estaba en la orilla del lago. Saqué un pañuelo viejo con el que me secaba la cara, sequé la banca y me senté con el cigarrillo en la mano derecha. Un pequeño rocío comenzaba a desbordarse.
La sensación fue algo extraña. Es decir, jamás había llegado a ese nivel de paz emocional. Nunca me había sentido tan en comunión conmigo mismo. Era como si todo lo que pensara en ese momento se compaginara y me llevara a tener un estado de coherencia entre mis emociones y mis pensamientos lo que generaba una paz que me llevaba hasta la meditación. ¿Sobre qué puede meditar un taxista, que se gana la vida día a día y que sus máximas preocupaciones están en conseguir el dinero para pagar el arriendo y para su comida? pues sobre la vida. Sobre la tranquilidad que sentía en ese momento lejos de tanto movimiento, de tanto agite por los problemas de la vida. Por conseguir el dinero, por conseguir los alimentos. El día se nos iba en eso, en conseguir la plata para todo. Y ahí,  solo ahí llegué a pensar en que la vida se nos va en eso. Un amigo de infancia que era profesor de literatura en la Universidad del Atlántico un día me habló de una novela un poco melancólica que mi pobre educación e inteligencia y hasta sensibilidad no supo apreciar. Se llamaba la Línea de Sombra, del nombre del autor no me acuerdo, era inglés. Pero me acordé de la novela porque mi amigo me refirió una frase que nunca se me va a olvidar ya que me pareció muy triste. Así se lo dije. Uno de los personajes decía “la vida no es más que una sucesión de días mal gastados” y caray, justamente eso llegué a sentirlo ahí. Ya veo porque le gustan tanto esos libros a Domingo, recuerdo que pensé. Y puedo decir que me sentí un poco triste conmigo mismo. A mí alrededor los sapos, los grillos y las luciérnagas se escuchaban. La brisa movía de un lado a otro los palos que estaban detrás de mí y el rocío de la lluvia envolvía el ambiente en un aura melancólica. No puedo seguir así, me dije. Debo comenzar a hacer otras cosas.
 
 
 
 
 
 
El fin de semana que vino tomé un bolso, saqué una pequeña cantidad de dinero que tenía ahorrado y me fui para Cartagena. Me bajé en la casa de un tío. En la tarde tomé un bus de Ternera y me fui para la bahía de Crespo. Caminé por la playa, tiré piedras al mar, me metí al mar y salí de allí entra la noche. Me regresé en la misma ruta y llegué a la casa apenas para alistarme. Me puse una ropa cómoda y elegante y me fui a caminar las calles del centro. Era una noche espléndida. Pocas nubes y muchas estrellas. Sorpresivamente había brisas, me sentí muy vivo. Primero llegué a la plaza de la Trinidad. Había un trío tocando para un pequeño grupo de extranjeros. Me quedé escuchándolos un rato. Después subí a la muralla. Me acerqué a un grupo de turistas guiados por un guía de la ciudad que les explicaba que ese fuerte había sido construido por los españoles durante la colonia para proteger su territorio de los otros conquistadores Europeos. A un grupo de ingleses que estaban ahí les habló de Sir Francis Drake un pirata británico que intentó invadir la ciudad pero fue un intento fallido. Entre ellos soltaron una risa respetuosa, supuse que lo vieron como una proeza no cumplida por parte de un compatriota suyo.
Cuando bajé de las murallas, me decidí a caminar por las partes que no había caminado. Llegué a Getsemaní. Caminé por un callejón en línea recta y salí a una plaza con una iglesia, la iglesia de la trinidad. Era una plaza grande y atiborrada de extranjeros. En el centro bailaban unos jóvenes mientras los extranjeros tomando cervezas y fumando los observaban y los celebraban. Me senté en la esquina de la iglesia a verlos. Al lado mío había una pareja emocionada. La muchacha notó mi presencia y  me preguntó si era de la ciudad, le dije que no y ella me dijo que ellos eran de Italia. De Turín, me dijo, de la tierra de la Juventus, aunque nosotros somos hincha del Torino. Ellos sonrieron. Yo solo conocía a la Juventus pero para seguirles la corriente sonreí. Después les pregunté si les gustaba la ciudad, me dijeron que sí, que era su primera vez y que estaban encantados. El joven me dijo que se llamaba Antonio y ella me dijo que se llamaba Carla. Hablamos mucho, creo que les guste, que nos caímos bien. En la madrugada nos fuimos de la plaza que ya estaba semivacía y nos fuimos caminados de nuevo para el centro. Entramos a un Carulla, compramos Cervezas, Cigarrillos y luego nos sentamos en unas bancas que están diagonal a la Universidad de Cartagena. Hablamos del Carnaval, del Junior, les dije que tenían que ir al carnaval algún día y ellos me dijeron que sí, que tenían que ir a Barranquilla. Qué teníamos que reunirnos. Después cuando las cervezas nos alegraron y la borrachera no nos dejaba articular las palabras ni mucho menos organizar nuestras ideas, Carla me dijo que la noche siguiente tenían alquilado un bote lancha para ver las estrellas en la noche, que si quería ir con ellos. Yo con gusto acepté y quedamos en encontrarnos a las 7 en el muelle de la Bodeguita. Creí que iba a pasar el mejor fin de semana de mi vida, después el infortunio me iba a mostrar que no, que estaba muy equivocado.
En la noche, bajo ese cielo despejado y el aire seco que caracteriza a Cartagena nos embarcamos en una lancha blanca con dos sillones estilo almohada en la parte de adelante mientras el conductor iba en la parte de atrás manejando. Teníamos el mar, las estrellas, la lejanía frente a nosotros. Antonio tenía pantalón en lino blanco y camisa guayabera. Carla tenía un vestido blanco hasta debajo de las rodillas. Yo me puse jeans, tenis y una camisa manga larga. Nos subimos a las 7 y media de la noche y andamos. El plan era estacionar la lancha en un sitio más o menos lejano de la orilla y quedarnos un buen rato escuchando música y tomando whisky. Anduvimos más o menos 30 minutos y nos paramos en un lugar en el que casi no se veía la ciudad. Se veían los grandes Edificios de Bocagrande y Manga. Del lado derecho estaba sentado Antonio, Carla estaba en el medio y yo en la parte izquierda. Tomamos y hablamos durante un tiempo. En medio de la conversación Antonio sacó de su bolsillo una pequeña bolsa con coca. Inhaló y le pasó a Carla la bolsa, ella inhaló y después me la pasó a mí. La verdad no sabía si hacerlo pues aunque ya lo había hecho antes me pareció muy extraño hacerlo en el sitio en el que estábamos. Inhalé, sentí la adrenalina que entraba por mi nariz como una corriente. Pronto sentí la incomodidad en la nariz y la resequedad en la garganta. Carla me pasó un trago, "para que se te baje" me dijo. Tomé y me sentí muy hiperactivo.
Tiempo después ya tomábamos tragos largos y Antonio en el furor de la noche colocaba la coca en una tarjeta de crédito e inhalaba grandes cantidades. Después se la pasaba a Carla quien también lo hacía. Yo no quise, la verdad es que me sentía muy drogado y con el cuerpo desequilibrado. Me quedé viendo fijamente a lo lejano en el mar con la sensación de dejadez y pesadumbre en mi cuerpo. No sé en qué momento Carla comenzó a pasarme su mano izquierda por mi brazo derecho acariciándolo suavemente. Respondí atrayéndola hacia mí con mi brazo y después besándola. Miré a Antonio y este veía a los lejos tocando las piernas de Carla con su mano izquierda y con la vista fija en el mar. Mi lengua entraba por las encías de Carla mientras ella me frotaba con la yema de sus dedos mi brazo. Después Antonio se sentó y nos observó. Yo me concentré en Carla y minutos después escuchaba el sonido de la nariz de Antonio inhalando coca como si de eso dependiera su vida. Luego le metí la mano por debajo de su vestido a Carla y le comencé a acariciar su vagina. Después le introduje dos de mis dedos y comencé a metérselos y a sacárselos con fuerza mientras ella me gemía al oído. En un momento solo se escuchaban los gemidos de Carla y voltee a ver qué hacía Antonio. Lo vi convulsionando cada vez más cerca de la orilla de la lancha. Pasé mi brazo por encima de Carla y  lo agarré atrayéndolo para el centro. Carla se dio cuenta y comenzó a presionarle con las manos el pecho aceleradamente. Después fue hasta las bancas de atrás en donde estaba su bolso, lo trajo y se lo puso a Antonio en la cabeza. Lo colocó de lado y Antonio comenzó a botar grandes cantidades de saliva moviéndose desesperadamente. El conductor se dio cuenta de lo que estaba pasando y puso en marcha la lancha para la orilla. En ese momento vi la muerte de cerca. Pensé que Antonio se iba a morir. Nunca había vivido eso. Me llevé las manos a la cabeza y comencé a llorar, a llorar por lo abrumado que me sentía. Creo que la borrachera y el efecto de la droga se me pasaron. Carla lo llevaba en sus piernas y le sobaba la cabeza.
 
 
Llegamos a Cartagena, lo bajamos del bote y entre el conductor y yo lo subimos en uno de los taxis que estaban en la carretera. Carla y yo nos montamos y el conductor se devolvió al bote. En el taxi Carla presionaba sus pechos y le daba aire con su bolso. Notamos que Antonio estaba un poco más estable aunque seguía inconsciente. Llegamos a la clínica, lo subieron de emergencia y yo me quedé abajo esperando. Podría decir que me sentía exhausto y triste. Creo que había sido una experiencia traumática. Mi temperamento no era filosófico, pero creo que últimamente estaba sintiendo mucho. Podía sentir que no era una experiencia cualquiera. Había la posibilidad de que una vida se extinguiera, de que una persona dejara de existir. La sala de espera fue quedando vacía y no sé en qué momento me había quedado dormido con las manos dentro de la camisa. Clara me despertó en la madrugada.
 
-Antonio ya está estable- me dijo- si quieres ya puedes irte.
-No, yo me quedo- le dije- no puedo dejarte aquí sola.
-No vete- me dijo firmemente- no es la primera vez que esto pasa. Además, en la mañana le dan de alta y nos vamos. Sinceramente preferiría estar sola.
 
Creo que la entendí, era su decisión. Me despedí de ella y le dije que me saludara a Antonio cuando despertara. Salí de la clínica y me encontré con la noche solitaria de Cartagena. Tomé un taxi que me llevara a la casa de mi tío. Llegamos, le dije al taxi que me esperara mientras tomaba mis cosas. Después le pedí que me llevara a la terminal. Eran las tres de la mañana cuando iba embarcado en un bus directo a Barranquilla. Iba con el espíritu destrozado. Supuse que me iba a tomar un tiempo olvidar esto. De Antonio y Clara nunca supe nada más. 
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un-libro-a-la-vez · 5 years ago
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El Cuentista
El cuentista
Saki
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Era una tarde calurosa y el vagón del tren también estaba caliente; la siguiente parada, Templecombe, estaba casi a una hora de distancia. Los ocupantes del vagón eran una niña pequeña, otra niña aún más pequeña y un niño también pequeño. Una tía, que pertenecía a los niños, ocupaba un asiento de la esquina; el otro asiento de la esquina, del lado opuesto, estaba ocupado por un hombre soltero que era un extraño ante aquella fiesta, pero las niñas pequeñas y el niño pequeño ocupaban, enfáticamente, el compartimiento. Tanto la tía como los niños conversaban de manera limitada pero persistente, recordando las atenciones de una mosca que se niega a ser rechazada. La mayoría de los comentarios de la tía empezaban por «No», y casi todos los de los niños por «¿Por qué?». El hombre soltero no decía nada en voz alta.
-No, Cyril, no -exclamó la tía cuando el niño empezó a golpear los cojines del asiento, provocando una nube de polvo con cada golpe-. Ven a mirar por la ventanilla -añadió.
El niño se desplazó hacia la ventanilla con desgana.
-¿Por qué sacan a esas ovejas fuera de ese campo? -preguntó.
-Supongo que las llevan a otro campo en el que hay más hierba -respondió la tía débilmente.
-Pero en ese campo hay montones de hierba -protestó el niño-; no hay otra cosa que no sea hierba. Tía, en ese campo hay montones de hierba.
-Quizá la hierba de otro campo es mejor -sugirió la tía neciamente.
-¿Por qué es mejor? -fue la inevitable y rápida pregunta.
-¡Oh, mira esas vacas! -exclamó la tía.
Casi todos los campos por los que pasaba la línea de tren tenían vacas o toros, pero ella lo dijo como si estuviera llamando la atención ante una novedad.
-¿Por qué es mejor la hierba del otro campo? -persistió Cyril.
El ceño fruncido del soltero se iba acentuando hasta estar ceñudo. La tía decidió, mentalmente, que era un hombre duro y hostil. Ella era incapaz por completo de tomar una decisión satisfactoria sobre la hierba del otro campo.
La niña más pequeña creó una forma de distracción al empezar a recitar «De camino hacia Mandalay». Solo sabía la primera línea, pero utilizó al máximo su limitado conocimiento. Repetía la línea una y otra vez con una voz soñadora, pero decidida y muy audible; al soltero le pareció como si alguien hubiera hecho una apuesta con ella a que no era capaz de repetir la línea en voz alta dos mil veces seguidas y sin detenerse. Quienquiera que fuera que hubiera hecho la apuesta, probablemente la perdería.
-Acérquense aquí y escuchen mi historia -dijo la tía cuando el soltero la había mirado dos veces a ella y una al timbre de alarma.
Los niños se desplazaron apáticamente hacia el final del compartimiento donde estaba la tía. Evidentemente, su reputación como contadora de historias no ocupaba una alta posición, según la estimación de los niños.
Con voz baja y confidencial, interrumpida a intervalos frecuentes por preguntas malhumoradas y en voz alta de los oyentes, comenzó una historia poco animada y con una deplorable carencia de interés sobre una niña que era buena, que se hacía amiga de todos a causa de su bondad y que, al final, fue salvada de un toro enloquecido por numerosos rescatadores que admiraban su carácter moral.
-¿No la habrían salvado si no hubiera sido buena? -preguntó la mayor de las niñas.
Esa era exactamente la pregunta que había querido hacer el soltero.
-Bueno, sí -admitió la tía sin convicción-. Pero no creo que la hubieran socorrido muy deprisa si ella no les hubiera gustado mucho.
-Es la historia más tonta que he oído nunca -dijo la mayor de las niñas con una inmensa convicción.
-Después de la segunda parte no he escuchado, era demasiado tonta -dijo Cyril.
La niña más pequeña no hizo ningún comentario, pero hacía rato que había vuelto a comenzar a murmurar la repetición de su verso favorito.
-No parece que tenga éxito como contadora de historias -dijo de repente el soltero desde su esquina.
La tía se ofendió como defensa instantánea ante aquel ataque inesperado.
-Es muy difícil contar historias que los niños puedan entender y apreciar -dijo fríamente.
-No estoy de acuerdo con usted -dijo el soltero.
-Quizá le gustaría a usted explicarles una historia -contestó la tía.
-Cuéntenos un cuento -pidió la mayor de las niñas.
-Érase una vez -comenzó el soltero- una niña pequeña llamada Berta que era extremadamente buena.
El interés suscitado en los niños momentáneamente comenzó a vacilar en seguida; todas las historias se parecían terriblemente, no importaba quién las explicara.
-Hacía todo lo que le mandaban, siempre decía la verdad, mantenía la ropa limpia, comía budín de leche como si fuera tarta de mermelada, aprendía sus lecciones perfectamente y tenía buenos modales.
-¿Era bonita? -preguntó la mayor de las niñas.
-No tanto como cualquiera de ustedes -respondió el soltero-, pero era terriblemente buena.
Se produjo una ola de reacción en favor de la historia; la palabra terrible unida a bondad fue una novedad que la favorecía. Parecía introducir un círculo de verdad que faltaba en los cuentos sobre la vida infantil que narraba la tía.
-Era tan buena -continuó el soltero- que ganó varias medallas por su bondad, que siempre llevaba puestas en su vestido. Tenía una medalla por obediencia, otra por puntualidad y una tercera por buen comportamiento. Eran medallas grandes de metal y chocaban las unas con las otras cuando caminaba. Ningún otro niño de la ciudad en la que vivía tenía esas tres medallas, así que todos sabían que debía de ser una niña extraordinariamente buena.
-Terriblemente buena -citó Cyril.
-Todos hablaban de su bondad y el príncipe de aquel país se enteró de aquello y dijo que, ya que era tan buena, debería tener permiso para pasear, una vez a la semana, por su parque, que estaba justo afuera de la ciudad. Era un parque muy bonito y nunca se había permitido la entrada a niños, por eso fue un gran honor para Berta tener permiso para poder entrar.
-¿Había alguna oveja en el parque? -preguntó Cyril.
-No -dijo el soltero-, no había ovejas.
-¿Por qué no había ovejas? -llegó la inevitable pregunta que surgió de la respuesta anterior.
La tía se permitió una sonrisa que casi podría haber sido descrita como una mueca.
-En el parque no había ovejas -dijo el soltero- porque, una vez, la madre del príncipe tuvo un sueño en el que su hijo era asesinado tanto por una oveja como por un reloj de pared que le caía encima. Por esa razón, el príncipe no tenía ovejas en el parque ni relojes de pared en su palacio.
La tía contuvo un grito de admiración.
-¿El príncipe fue asesinado por una oveja o por un reloj? -preguntó Cyril.
-Todavía está vivo, así que no podemos decir si el sueño se hará realidad -dijo el soltero despreocupadamente-. De todos modos, aunque no había ovejas en el parque, sí había muchos cerditos corriendo por todas partes.
-¿De qué color eran?
-Negros con la cara blanca, blancos con manchas negras, totalmente negros, grises con manchas blancas y algunos eran totalmente blancos.
El contador de historias se detuvo para que los niños crearan en su imaginación una idea completa de los tesoros del parque; después prosiguió:
-Berta sintió mucho que no hubiera flores en el parque. Había prometido a sus tías, con lágrimas en los ojos, que no arrancaría ninguna de las flores del príncipe y tenía intención de mantener su promesa por lo que, naturalmente, se sintió tonta al ver que no había flores para coger.
-¿Por qué no había flores?
-Porque los cerdos se las habían comido todas -contestó el soltero rápidamente-. Los jardineros le habían dicho al príncipe que no podía tener cerdos y flores, así que decidió tener cerdos y no tener flores.
Hubo un murmullo de aprobación por la excelente decisión del príncipe; mucha gente habría decidido lo contrario.
-En el parque había muchas otras cosas deliciosas. Había estanques con peces dorados, azules y verdes, y árboles con hermosos loros que decían cosas inteligentes sin previo aviso, y colibríes que cantaban todas las melodías populares del día. Berta caminó arriba y abajo, disfrutando inmensamente, y pensó: «Si no fuera tan extraordinariamente buena no me habrían permitido venir a este maravilloso parque y disfrutar de todo lo que hay en él para ver», y sus tres medallas chocaban unas contra las otras al caminar y la ayudaban a recordar lo buenísima que era realmente. Justo en aquel momento, iba merodeando por allí un enorme lobo para ver si podía atrapar algún cerdito gordo para su cena.
-¿De qué color era? -preguntaron los niños, con un inmediato aumento de interés.
-Era completamente del color del barro, con una lengua negra y unos ojos de un gris pálido que brillaban con inexplicable ferocidad. Lo primero que vio en el parque fue a Berta; su delantal estaba tan inmaculadamente blanco y limpio que podía ser visto desde una gran distancia. Berta vio al lobo, vio que se dirigía hacia ella y empezó a desear que nunca le hubieran permitido entrar en el parque. Corrió todo lo que pudo y el lobo la siguió dando enormes saltos y brincos. Ella consiguió llegar a unos matorrales de mirto y se escondió en uno de los arbustos más espesos. El lobo se acercó olfateando entre las ramas, su negra lengua le colgaba de la boca y sus ojos gris pálido brillaban de rabia. Berta estaba terriblemente asustada y pensó: «Si no hubiera sido tan extraordinariamente buena ahora estaría segura en la ciudad». Sin embargo, el olor del mirto era tan fuerte que el lobo no pudo olfatear dónde estaba escondida Berta, y los arbustos eran tan espesos que podría haber estado buscándola entre ellos durante mucho rato, sin verla, así que pensó que era mejor salir de allí y cazar un cerdito. Berta temblaba tanto al tener al lobo merodeando y olfateando tan cerca de ella que la medalla de obediencia chocaba contra las de buena conducta y puntualidad. El lobo acababa de irse cuando oyó el sonido que producían las medallas y se detuvo para escuchar; volvieron a sonar en un arbusto que estaba cerca de él. Se lanzó dentro de él, con los ojos gris pálido brillando de ferocidad y triunfo, sacó a Berta de allí y la devoró hasta el último bocado. Todo lo que quedó de ella fueron sus zapatos, algunos pedazos de ropa y las tres medallas de la bondad.
-¿Mató a alguno de los cerditos?
-No, todos escaparon.
-La historia empezó mal -dijo la más pequeña de las niñas-, pero ha tenido un final bonito.
-Es la historia más bonita que he escuchado nunca -dijo la mayor de las niñas, muy decidida.
-Es la única historia bonita que he oído nunca -dijo Cyril.
La tía expresó su desacuerdo.
-¡Una historia de lo menos apropiada para explicar a niños pequeños! Ha socavado el efecto de años de cuidadosa enseñanza.
-De todos modos -dijo el soltero, cogiendo sus pertenencias y dispuesto a abandonar el tren-, los he mantenido tranquilos durante diez minutos, mucho más de lo que usted pudo.
«¡Infeliz! -se dijo mientras bajaba al andén de la estación de Templecombe-. ¡Durante los próximos seis meses esos niños la asaltarán en público pidiéndole una historia impropia!»
FIN
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samnherondale · 6 years ago
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Capítulo 2 Mareas Melancólicas
Cristina estaba de pie en la cocina extremadamente limpia en la casa junto al canal de Princewater Street, desesperada y deseando tener algo que ordenar.
Había lavado los platos que no necesitaban ser lavados. Había trapeado el suelo y arreglado la mesa. Había puesto unas flores en una vasija y luego las había sacado y tirado, y luego las había recogido de la basura y las había puesto en su lugar otra vez. Quería que la cocina estuviera ordenada, que la casa estuviera bonita, ¿pero en realidad a alguien le iba a importar si la cocina estaba ordenada y la casa bonita?
Ella sabía que no sería así. Pero tenía que hacer algo. Quería estar con Emma y consolar a Emma, pero Emma estaba con Drusilla, quien había llorado hasta quedarse dormida sosteniendo las manos de Emma. Quería estar con Mark y consolar a Mark, pero se había ido con Helen y no podía estar más que agradecida de que al menos él estaba pasando el tiempo con su hermana que había extrañado por tanto tiempo.
La puerta de la entrada se abrió, sorprendiendo a Cristina que hizo que un plato golpeara la mesa. Se cayó al suelo y se rompió en pedazos. Estaba a punto de recogerlo cuando vio entrar a Julian, cerrando la puerta detrás de él, las runas de Bloqueo eran más comunes que las llaves en Idris, pero no tomó su estela, solo la cerró ciegamente desde la entrada hasta las escaleras.
Cristina se quedó helada. Julian se veía como el fantasma de una obra de Shakespeare. Era obvio que no se había cambiado desde la reunión del Consejo; su camisa y chaqueta estaban tiesas por la sangre seca.
Ella nunca supo cómo hablar con Julian exactamente; gracias a Emma, sabía más de él de lo que era necesario. Sabía que estaba desesperadamente enamorado de su amiga; era obvio por la forma en que miraba a Emma, por cómo le hablaba, en los gestos tan pequeños como al pasarle un plato cuando estaban en la mesa. No sabía cómo era que los demás no lo veían también. Había conocido a otros parabatai y no se miraban entre ellos de esa forma.
Tener información tan personal sobre alguien era incómodo en los mejores momentos. Este no era un buen momento. El rostro de Julian era inexpresivo; se dirigió al salón y mientras caminaba, la sangre de su hermana se desprendió de su chaqueta y cayó al suelo.
Si solo se quedaba quieta, pensó Cristina, probablemente no la vería y probablemente se iría arriba y ambos se ahorrarían un incómodo momento. Pero incluso mientras lo pensaba, la desolación en su rostro estrujó su corazón. Se encontró en la puerta antes de que se diera cuenta que se había movido.
—Julian —dijo silenciosamente.
Él no se sorprendió. Giró su rostro hacia ella lentamente como un autómata que se estaba apagando.
—¿Cómo se encuentran?
¿Cómo respondías a eso?
—Los están cuidando bien —dijo finalmente—. Helen ha estado ahí, y Diana y Mark.
—Ty…
—Sigue dormido. —Se aferró nerviosamente a su falda. Se había cambiado de ropa desde la reunión del Consejo, solo para sentirse limpia.
Por primera vez, él la vio a los ojos. Estaban completamente rojos, aunque ella no recordaba haberlo visto llorar. O tal vez había llorado cuando estaba sosteniendo a Livvy, no quería recordar eso.
—Emma —dijo—. ¿Se encuentra bien? Lo debes saber. Ella… te lo diría.
—Está con Drusilla. Pero estoy segura de que le gustaría verte.
—¿Pero está bien?
—No —dijo Cristina—. ¿Cómo podría estar bien?
Él miró los escalones, como si no pudiera imaginarse el esfuerzo que llevaría subirlos.
—Robert iba a ayudarnos —dijo—. A Emma y a mí. Sabes sobre nosotros, sé que lo sabes, sabes cómo nos sentimos.
Cristina vaciló, aturdida. Nunca habría pensado que Julian le mencionaría algo a ella.
—Tal vez el siguiente Inquisidor…
—Pasé por el Gard cuando regresaba —dijo Julian—. Ya están teniendo una reunión. La mayoría de la Cohorte y la mitad del Consejo. Están hablando sobre quién debe ser el siguiente Inquisidor. Dudo que sea alguien que vaya a ayudarnos. No después de lo que pasó hoy. Debería importarme —dijo—. Pero ahora mismo no es así.
Una puerta se abrió arriba y la luz se vertió en la oscuridad.
—¿Julian? —exclamó Emma—. Julian, ¿eres tú?
Él se enderezó un poco, inconscientemente, con el sonido de su voz.
—Voy en seguida.
No miró a Cristina cuando subió las escaleras, pero le asintió, un rápido gesto de agradecimiento.
Escuchó cómo sus pasos disminuían, su voz mezclándose con la de Emma. Volvió su vista a la cocina. El plato roto yacía en la esquina. Ella podría barrerlo. Sería la cosa más efectiva que podría hacer y Cristina siempre se había descrito a sí misma como efectiva. Un segundo después había puesto su chaqueta de traje sobre su ropa. Metiendo varios cuchillos de serafín en su cinturón de armas y se deslizó silenciosamente por la puerta hacia las calles de Alacante.
***
Emma escuchó el familiar sonido de Julian subiendo las escaleras. Las pisadas de sus pies eran como música que siempre había conocido, tan familiar que casi dejaba de ser música.
Emma se contuvo de volverlo a llamar, estaba en la habitación de Dru y Dru apenas se había dormido, agotada, aún con la ropa que había usado en la reunión del Consejo. Emma escuchó los pasos de Julian en el salón y luego el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose.
Cuidadosamente, sin despertar a Dru, se deslizó fuera de la habitación. Sabía dónde estaba Julian sin siquiera preguntárselo: Abajo pasado el salón a unas cuantas puertas en la prestada habitación de Ty.
Dentro, la habitación estaba ligeramente iluminada. Diana se sentó en el sillón junto a la cabecera de la cama de Ty, su rostro ceñido por el dolor y el cansancio. Kit estaba dormido, apoyado contra la pared, con sus manos en su regazo.
Julian se paró junto a la cama de Ty, con la vista hacia abajo y sus manos a sus costados. Ty dormía sin ninguna perturbación, un sueño morfino, con su oscuro cabello contra las blancas almohadas. Aun en sus sueños, se mantenía del lado izquierdo de la cama, como si estuviera dejando el espacio junto a él reservado para Livvy.
—… sus mejillas están sonrojadas —Julian estaba diciendo—. Como si tuviera fiebre.
—No la tiene —dijo Diana firmemente—. Necesita esto, Jules. El sueño cura.
Emma vio la clara duda en el rostro de Julian. Sabía lo que estaba pensando:
«Dormir no me sanó cuando mi madre murió, o cuando mi padre murió y tampoco sanará esto. Siempre habrá una herida».
Diana miró hacia Emma.
—¿Dru? —preguntó.
Julian alzó su mirada ante la pregunta y sus ojos se encontraron con los de Emma. Sintió el dolor en su mirada como un golpe en su pecho. De repente, le fue difícil respirar.
—Dormida —dijo casi en un susurro—. Tomó un poco de tiempo, pero finalmente cayó.
—Estuve en la Ciudad Silenciosa —dijo él—. Llevamos a Livvy allí abajo. Ayud�� a recostar su cuerpo.
Diana alzó su mano para ponerla en el brazo de él.
—Jules —dijo silenciosamente—. Necesitas ir a limpiarte y a descansar un poco.
—Debería quedarme aquí —dijo Julian en voz baja—. Si Ty despierta y no estoy aquí…
—No lo hará —dijo Diana—. Los Hermanos Silenciosos son precisos en sus dosis.
—Si despierta y estás aquí cubierto con la sangre de Livvy, Julian, no ayudará en nada —dijo Emma. Diana la miró, claramente sorprendida por la dureza de sus palabras, pero Julian parpadeó como si saliera de un sueño.
Emma le tendió una mano.
—Vamos —dijo.
***
El cielo era una mezcla de azul marino y negro, cuando las nubes de una tormenta se habían reunido sobre las montañas en la distancia. Por fortuna, el camino hacia el Gard estaba iluminado con antorchas de luz mágica. Cristina se deslizó por el camino, manteniéndose en las sombras. El aire mantenía el sabor del ozono de una próxima tormenta, haciendo que pensara en el amargo sabor a cobre de la sangre.
Mientras se acercaba a las puertas del Gard se abrieron y un grupo de Hermanos Silenciosos emergieron. Sus túnicas de marfil parecían brillar de una forma que parecían gotas de lluvia.
Cristina se recargó contra la pared. No estaba haciendo nada malo, cualquier cazador de sombras podía venir al Gard cuando quisiera, pero instintivamente, ella no quiso que la vieran. Mientras los Hermanos pasaron junto a ella, vio que no era lluvia lo que brillaba en sus túnicas después de todo, sino un delgado y polvoriento cristal.
Debieron estar en el salón del Consejo. Recordó la ventana rompiéndose en el interior en cuanto Annabel había desaparecido. Había sido un difuminado de estruendos, de luces astillantes: Cristina se había estado concentrando en los Blackthorn. En Emma, la mirada devastada en su rostro. En Mark, en su cuerpo encorvado como si estuviera absorbiendo la fuerza de un golpe físico.
Dentro del Gard no había ruido. Con la cabeza agachada, pasó rápidamente por los corredores, siguiendo el sonido de las voces hacia el Salón. Giró hacia un lado para subir las escaleras hacia el segundo piso de los asientos, donde sobresalía del resto de la habitación como el balcón de un teatro. Había una multitud de nefilim deambulando en el estrado. Alguien (¿los Hermanos Silenciosos?), habían limpiado el vidrio roto y la sangre. La ventana había vuelto a la normalidad.
«Desháganse de la evidencia tanto como deseen», pensó Cristina mientras se arrodillaba para mirar por encima de la barandilla del balcón. «Aún así sucedió».
Podía ver a Horace Dearborn, sentado en un alto taburete. Era un hombre enorme y huesudo, aunque no tenía músculos, sus brazos y cuello estaban cubiertos de tendones. Su hija, Zara Dearborn, con su cabello en una trenza bien arreglada alrededor de su cabeza y con su traje impecable, se posicionaba detrás de él. No se parecía mucho a su padre, excepto tal vez por la rígida furia en sus expresiones y en su pasión por la Cohorte, una parte de la Cohorte que creía en la superioridad de los cazadores de sombras sobre los subterráneos, incluso cuando se refería a romper la Ley.
Reunidos a su alrededor habían otros cazadores de sombras, jóvenes y antiguos. Cristina reconoció a unos pocos centuriones, Manuel Casales Villalobos, Jessica Beausejours y Samantha Larkspear entre ellos, al igual que muchos otros nefilim que habían estado dirigiendo las indicaciones en la reunión. Sin embargo, habían unos cuantos que hasta donde ella sabía, no eran miembros de la Cohorte. Como Lazlo Balogh, el extraño líder del Instituto de Budapest, que había sido uno de los principales arquitectos de la Paz Fría con sus disciplinarias precauciones contra los subterráneos. Josiane Pontmercy conocida por el Instituto de Marseilles. Delaney Scarsbury enseñaba en la Academia. Otros cuantos los reconoció por ser amigos de su madre, Trini Castel del Cónclave de Barcelona y Luana Carvalho, que dirigía el Instituto de São Paulo, ambas la habían conocido cuando era una niña pequeña.
Todos eran miembros del Consejo. Cristina pronunció una silenciosa oración agradeciendo que su madre no estuviera ahí, que estuviera demasiado ocupada encargándose de un brote de demonios halphas en la Alameda Central para venir, confiando en Diego para representar sus intereses.
—No hay tiempo que perder —dijo Horace. Segregaba un sentimiento ausente de humor e intensidad, justo como su hija—. Ahora nos hemos quedado sin Inquisidor, en tiempos críticos, cuando estamos bajo amenaza que viene de dentro y fuera de la Clave.
Miró alrededor de la habitación.
—Esperamos que después de los sucesos de hoy, aquellos que hayan dudado de nuestra causa, lleguen a ser creyentes.
Cristina sintió frío dentro de ella. Esta era más que una reunión de la Cohorte. Era un reclutamiento de la Cohorte. Dentro de la vacía sala del Consejo, donde Livvy había muerto. Sintió náuseas.
—¿Exactamente, qué piensas que has aprendido, Horace? —dijo una mujer con un acento australiano—. Sé claro con nosotros, para que así todos entendamos la misma cosa.
Él sonrió un poco.
—Andrea Sedgewick —dijo—. Si no mal recuerdo, estuviste a favor de la Paz Fría.
Ella parecía cansada.
—No pienso mucho en los subterráneos. Pero lo que sucedió aquí hoy…
—Fuimos atacados —dijo Dearborn—. Traicionados, atacados, por dentro y por fuera. Estoy seguro de que todos vieron lo que yo vi… ¿la sutileza de la Corte Unseelie?
Cristina recordó. En cuanto Annabel desapareció, alejándose a través de una ventada destrozada del Salón como si fuera por manos invisibles, una simple imagen había aparecido en el aire: una corona rota.
La multitud murmuró en concordancia. El miedo colgaba en el aire como un terrible olor. Dearborn claramente lo disfrutó, casi lo saboreaba en sus labios mientras observaba toda la habitación.
—El rey Unseelie, atacando el corazón de nuestro hogar. Él se burla de la Paz Fría. Sabe que ahora somos débiles. Se ríe de nuestra incapacidad de sobrepasar las estrictas Leyes, de no hacer nada que en verdad controlaría a las hadas…
—Nadie puede controlar a las hadas —dijo Scarsbury.
—Esa es exactamente la actitud que está debilitando a la Clave todos estos años —interrumpió Zara. Su padre le sonrió condescendientemente.
—Mi hija tiene razón —dijo—. Las hadas tienen sus debilidades, como todos los subterráneos. No fueron creadas por Dios o por nuestro Angel. Tienen imperfecciones y nunca las hemos sobrepasado y aún así, ellos sobrepasan nuestra misericordia y se ríen de nosotros detrás de sus manos.
—¿Qué estás sugiriendo? —dijo Trini—. ¿Un muro alrededor de Feéra?
Hubo una corta risa burlona. Feéra existía en todas partes y en ninguna: Era otro plano de existencia. Nadie podría amurallarlo.
Horace entrecerró sus ojos.
—Te burlas —dijo—, pero si hubiera puertas de hierro en todas las entradas y salidas de Feéra nos darían una gran ventaja para prevenir sus incursiones a nuestro mundo.
—¿Esa es la meta? —pronunció Manuel con aburrimiento, como si no hubiera nada interesado en la respuesta—. ¿Cerrar Feéra?
—No hay solo una meta, como bien sabes, chico —dijo Dearborn. De repente, sonrió, como si algo se le hubiera ocurrido—. Sabes sobre la plaga, Manuel. Tal vez deberías compartir tu conocimiento, ya que la Cónsul no lo ha hecho. Tal vez estas buenas personas deberían estar precavidas de lo que sucede cuando las puertas entre Feéra y el mundo se abren.
Sosteniendo su collar, Cristina observó en silencio mientras Manuel describía las marcas de tierra plagada y muerta del bosque Brocelind: la forma en que limitaba la magia de los cazadores de sombras, el hecho de que la misma plaga parecía existir en las tierras Unseelie de Feéra.
¿Cómo sabía eso? Cristina agonizaba en silencio. Era lo que Kieran le iba a decir al Consejo, pero no había tenido la oportunidad. ¿Cómo es que Manuel lo sabía?
Solo estaba agradecida de que Diego hubiera hecho lo que ella le había pedido y se había llevado a Kieran al Escolomántico. Era claro que no habría habido protección para un hada de sangre pura aquí.
—El rey Unseelie está creando un veneno y está comenzando a propagarlo en nuestro mundo… uno que hará que los cazadores de sombras queden indefensos ante él. Debemos actuar ahora para demostrar nuestra fuerza —dijo Zara, interrumpiendo a Manuel antes de que hubiera terminado.
—¿Así como actuaron en contra de Malcolm? —dijo Lazlo. Sonaron risas vagamente disimuladas y Zara se sonrojó, ella había anunciado orgullosamente que había asesinado a Malcolm Fade, un poderoso brujo, aunque al final había resultado una mentira. Cristina y los otros habían esperado que el suceso desacreditaría a Zara, pero ahora, después de lo que había sucedido con Annabel, la mentira de Zara se había vuelto un simple chiste.
Dearborn se levantó.
—Ese no es el problema, Balogh. Los Blackthorn tienen sangre de hada en su familia. Trajeron una criatura necromántica, una cosa mitad muerta que mató a nuestro Inquisidor y cubrió el Salón con sangre y terror, dentro de Alacante.
—También asesinaron a su hermana —dijo Luana—. Vimos su tragedia.
—Ellos no planearon lo que sucedió.
Cristina podía ver cómo iban los cálculos dentro de la cabeza de Dearborn, con gusto habría culpado a los Blackthorn y los vería a todos ellos arrojados a la Ciudad Silenciosa como prisioneros, pero el espectáculo de Julian sosteniendo el cuerpo de Livvy mientras moría era demasiado crudo y visceral para que la Cohorte lo dejara pasar.
—Ellos también son víctimas —dijo—, del príncipe de las hadas en quien confiaron y posiblemente de su propios familiares hadas. Quizás puedan traerlos para que tengamos un razonable punto de vista. Después de todo, son cazadores de sombras y es de eso de lo que se trata la Cohorte… de proteger a los cazadores de sombras. De proteger a los nuestros.
Apoyó una mano en el hombro de Zara.
—Cuando la Espada Mortal sea restaurada, estoy seguro de que Zara estará feliz de explicar cualquier duda que tengan sobre sus logros obtenidos.
Zara se sonrojó y asintió. Cristina pensó que se veía tan culpable como un pecado, pero el resto de las personas se habían distraído ante la mención de la Espada.
—¿La Espada Mortal restaurada? —dijo Trini. Ella era una profunda creyente del Angel y de su poder, al igual que la familia de Cristina también lo era. De igual manera se veía nerviosa, sus delgadas manos se movían en su regazo—. Nuestro vínculo irremplazable con el Angel Raziel… ¿Crees que regresará a nosotros?
—Será restaurada —dijo Dearborn suavemente—. Jia se reunirá con las Hermanas de Hierro mañana. Como fue forjada, puede ser restaurada.
—Pero fue forjada en el cielo —protestó Trini—. No en la Ciudadela Infracta.
—Y el cielo permitió que se rompiera —dijo Dearborn y Cristina contuvo un jadeo. ¿Cómo podía exclamar una cosa tan impertinente? Y aún así, los demás claramente parecían confiar en él—. Nada puede destruir la Espada Mortal excepto la voluntad de Raziel. Él nos vigila y vio que no éramos dignos. Vio que nos habíamos alejado de su mensaje, de nuestro servicio a los ángeles y que ahora servimos a subterráneos en su lugar. Él rompió la Espada para advertirnos.
Sus ojos brillaron con una luz maniática.
—Si probamos que nosotros somos dignos una vez más, Raziel permitirá que la Espada sea restaurada. No tengo duda de ello.
«¿Cómo se atreve a hablar por Raziel? ¿Cómo se atreve a hablar como si fuera Dios?»
Cristina se removió con furia, pero los otros parecían verlo como si les ofreciera una luz en la oscuridad. Como si él fuera su única esperanza.
—¿Y cómo mostramos que somos dignos? —dijo Balogh en una voz más sombría.
—Debemos recordar que los cazadores de sombras son escogidos —dijo Horace—. Debemos recordar que tenemos un mandato. Que primero nos enfrentamos al rostro de la maldad y que por lo tanto, nosotros vamos primero. Dejen que los subterráneos cuiden de los suyos. Si trabajamos juntos con un fuerte liderazgo…
—Pero no tenemos un fuerte liderazgo —dijo Jessica Beausejours, una de las amigas centurión de Zara—. Tenemos a Jia Penhallow y ella está corrompida por la asociación de su hija con las hadas y mestizos.
Hubo un jadeo y una risa contenida. Todos los ojos se volvieron a Horace, pero él solo negó con la cabeza.
—No voy a pronunciar una palabra en contra de nuestra Cónsul —dijo decisivamente.
Más susurros. Era claro que la pretensión de lealtad de Horace le había ganado algo de apoyo. Cristina trató de no rechinar sus dientes.
—La lealtad que le tiene a su familia es entendible, incluso si ésta la ha cegado —dijo Horace—. Lo que importa ahora son las Leyes que la Clave permita. Debemos reforzar reglas estrictas a los subterráneos, las más estrictas para las hadas… aunque no haya nada justo en ellos.
—Eso no detendrá al rey Unseelie —dijo Jessica, aunque Cristina tuvo el presentimiento de que ella no dudaba en absoluto de Horace y solo lo hacía con deseos de hacerlo continuar.
—El problema es prever que las hadas y otros subterráneos se unan al movimiento del rey —dijo Horace—. Es por eso que necesitamos vigilarlos y de ser necesario, encarcelarlos antes de que tengan la oportunidad de traicionarnos.
—¿Encarcelarlos? —repitió Trini—. ¿Pero cómo…?
—Oh, hay varias maneras —dijo Horace—. Para empezar, la Isla Wrangel puede recibir a subterráneos. Lo importante aquí es que lo hagamos con dominio. Reforcemos los Acuerdos. Que haya un registro de cada subterráneo, su nombre y ubicación. Empezaríamos con las hadas, por supuesto.
Hubo un murmullo de aprobación.
—Por supuesto que lo haremos y necesitamos a un fuerte Inquisidor que apruebe y refuerce esas leyes —dijo Horace.
—¡Entonces debes ser tú! —exclamó Trini—. Ésta noche hemos perdido la Espada Mortal y a un Inquisidor; al menos deja que reemplacemos a uno. Tenemos quórum, suficientes cazadores de sombras están presentes para proponer a Horace para la posición de Inquisidor. Podemos dar nuestro voto mañana en la mañana. ¿Quién está conmigo?
Un coro de «¡Dearborn! ¡Dearborn!» inundaron la habitación. Cristina se aferró del barandal del balcón, sus oídos zumbando. Esto no podía pasar. No podía. Trini no era así. La amiga de su madre no era así. Esta no podía ser la verdadera cara del Consejo.
Se puso de pie, incapaz de soportar otro segundo de esto y huyó de la tribuna.
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pabloganem · 5 years ago
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Día 1 - Cuando todo comienza
Despierto 8 am, el colchón de mi cama contiene 50 cm de espuma suave, soy consciente que la comodidad de este último sueño será inigualable para los días que vienen. Aun así me siento cansado, los pensamientos se pasean nublados y torpes después de exprimirse el día de ayer consiguiendo los artículos faltantes para mi partida, dormí a las 2 am.
Papá se sorprende al verme todavía en casa, mi plan era salir a las 6 am hacia Oaxaca capital. Desayunamos juntos mientras explico las razones de mi contratiempo. Ale aparece y me prepara café y unos huevos en cazuela, tan rico como siempre. Charlamos unos minutos antes de prepararme a salir, las mochilas esperan en mi cuarto: la grande que reposa en el piso es una Qechua de 70 + 10 litros color azul oscuro, la más equipada que encontré en la tienda, contiene todos mis artículos de “casa” (ropa, zapatos, campaña, sleeping bag). La más chica está sobre la cama, una North Face negra de 30 litros, proporcionada por mi querida amiga Jess, y bajo su sugerencia, aquí guardo los artículos de mayor valor: Macbook, cámara fotográfica, pasaporte, cartera, dinero, tarjetas, Swiss knife, Kindle y mi diario, los cierres se aseguran con 2 candados Travel Blue de combinación, conseguidos en Sears con un glorioso 20% de descuento al pagar de contado. Al ver las mochilas, la curiosidad mueve a mi padre y se acomoda la grandota a la espalda y recuerda la vez que subió el Pico de Orizaba “con un peso similar”, así que “no tendré problema alguno”.
Todo listo, papá se ofrece a llevarme a la TAPO, subimos las cosas en la cajuela del Mazda 2 gris oscuro y nos arrancamos. El trayecto es ecuánime y ameno hasta que el coche se apaga a la entrada de la terminal. Agarro mis cosas y papá saca el celular para tomarme una foto con todo el equipo encima. Nos abrazamos. Te quiero mucho padre. Nos separamos y veo unos ojos envueltos en esas lágrimas que dicen todas la palabras que se han amarrado en el nudo de la garganta. Recibo esa bendición que me acompaña desde niño, con su mano grande y pesada que siempre me ha gustado tanto, transmitiendo hoy más que nunca la intención de ser cuidado por Aquel que tanto nos ha concedido.
La terminal me transmite una sensación de descuido. Camino al módulo ADO a comprar mi boleto de autobús. Los 20 minutos de espera me permiten avanzar en mi libro Speaker for the Dead, el número dos de la excelente saga de Ender’s Game. Cuando llega la hora subo al autobús y tomo mi asiento, me acomodo para pasar las 7 horas de viaje a Oaxaca. Dos muchachas francesas de perfil chulo se sientan justo en el asiento de mi lado, la ligereza de prendas complica mi atención en otra cosa que no sea el vaivén de su vestido floreado, que va descubriendo una pierna lisa y blanca que goza de la más dichosa juventud. El deleite es un episodio que termina fugaz al capturar gradualmente la gracia de un niño sentado al asiento de atrás, que mastica con la boca abierta y patea mi asiento a un ritmo macabro, que tomo como sacrificio de mantener la calma en todo momento, evitando juzgar gente estúpida.
Estos últimos días he sentido como si estuviera viviendo la vida de otra persona, que no soy yo el que se mueve, sino que lo veo en una pantalla, sus ojos son los míos, que pueden percibir todo, pero la realidad es de alguien más. A veces la sensación me inquieta, pero hay algo que me gusta.
Transcurre el tiempo entre lectura y sueño hasta llegar a Oaxaca, saco mis pertenencias del autobús y camino hacia la posada, mis amigos han llegado desde ayer por una fiesta de Mezcal Amores, a la que yo también he sido invitado. Después de perderme en una caminata de 20 minutos llego a Posada Santo Domingo, un lugar austero pero bien acomodado, suficiente. Me entregan las llaves en la recepción y subo. La habitación se compone, en primera instancia, de una sala de estar que se adorna con un sillón y una cama individual, la cocina está frente a la sala, y después se encuentra la recámara principal, con dos camas matrimoniales y un baño completo al fondo. Vacío de gente y lleno de cosas, este será nuestro hogar por una noche. Son las 7 pm y mis amigos se han adelantado a la fiesta. Aprovecho para tomarme un sabroso baño de agua fría y me preparo para salir. Percibo el cuarto chiquito y caliente, he decidido que todo será como tenga que ser y eso me ayuda a encontrar el encanto en el ambiente.
Salgo 7:30 pm de la Posada y tomo un camión por 7 pesos en la avenida, el camino lo ameniza un muchacho disfrazado de payaso haciendo bromas que me sacan media sonrisa, le dejo $5 y ya me salió en $12 el trayecto. Bajo en el cruce del McDonalds. Mientras espero el transporte con dirección a Mitla, destino de la fiesta, conozco una pareja de viejitos, su nacionalidad oaxaqueña se ve exquisitamente reflejada en el acta de nacimiento, en su corazón, sus facciones, su vestimenta, su humildad y su belleza humana. Las características de él son las que llaman más mi atención, un sombrero blanco se acomoda firme en el cráneo, su expresión refleja una vida de trabajo honesto, profundas arrugas adornan cada centímetro de su rostro curtido y una sonrisa abierta ilumina una composición atractiva de facciones exquisitamente mexicanas. Platicamos unos minutos antes de que suban al camión que los llevará a casa, el mío llega 40 minutos después, tan ocupado de gente que me toca ir parado, voy contento, es mi primer día de completa independencia. El camino se va hundiendo en la penumbra de la noche, ahora dependo por completo de la dirección que el mapa marca en mi teléfono. Observo a los pasajeros e imagino la historia de sus vidas, fijo mi atención en un grupo de muchachos jóvenes, van platicando sobre los planes de esta noche de sábado, proyecto en mi imaginación una imagen de su fiesta, un antro, una disco, los colores fosforescentes de las luces proyectadas por una disco ball. ¿Cómo serán sus atuendos, el olor de sus perfumes, la música, las bebidas, los coqueteos, los temas de conversación? Me invade un inmenso deseo de poder estar unos minutos en su fiesta y disfrutar como ellos. Bajo la mirada a mi mapa y veo que el destino está ya próximo, toco la chicharra y desciendo en un lugar completamente solitario, un único faro alumbra amarillento unos 50 cm de diámetro sobre la carretera desierta. El lugar parece abandonado a excepción de una gasolinera sin actividad frente a mi, todo lo demás es campo y la carretera por donde yo venía, veo un camino de terracería mal alumbrado que se pierde al fondo y lo sigo, pregunto a un par de muchachas que pasan caminando por “una fiesta de mezcal por aquí”  “No sabemos de qué hablas, pero allá al fondo se ven unas luces”. Esas luces están en medio... de nada. Sigo caminando desconfiado hasta la orilla de un camino ridículamente oscuro, sumergido entre árboles y plantas que puedo suponer son los agaves que sirven para preparar ese mezcal del que ha originado la fiesta a la que debo llegar si quiero evitar la locura. Saco mi celular y alumbro mis pasos, me siento envuelto en lo desconocido, el camino es inestable, mal trazado y espolvoreado de charcos de agua lodosa. En dos ocasiones me detengo en seco con la intención de regresar, pero me obligo a fijar el destino en mi mente y eso me ayuda a seguir, cualquier eventualidad fuera de la ecuación puede convertir la noche en tragedia, eso pienso mientras corro con mayor determinación. Transcurren diez tensos minutos y llego a un pueblo, igual de oscuro pero me tranquiliza verlo habitado, pienso que estoy cerca de mi destino y aflojo el paso cuando el camino se va tornando igualmente solitario y oscuro. Vuelvo a dudar, y vuelvo a forzar la imagen en mi cabeza y aprieto el paso otra vez, diez minutos más de esta danza de sombras tenebrosas hasta que el camino comienza a alumbrarse con la luz de unas velas colocadas en el piso. Llego a la pluma de entrada donde confirmo que voy por el camino correcto, ahora corro de con un cúmulo de sensaciones donde se mezcla la emoción, la tranquilidad, el descanso, el gozo y el éxtasis. Paso la última barrera y estoy dentro de la fiesta. Puedo jurar que soy el único asistente que se ha preparado con el antecedente de este paseo para la gran fiesta que se avecina, clara ventaja sobre todos los demás. Las mesas son de madera, los focos diminutos y amarillos cuelgan del techo, todo es una misma imagen, árboles, agave, mezcal, cerveza, gente, disfraces, drogas, mujeres, hombres, comida, Oaxaca, amigos, música, vidas, historias interminables de gente feliz, liberada de todos los atamientos de una vida común, de la rutina y del trabajo, de las situaciones constantes y repetitivas, de las discusiones y de las frustraciones, del smog, de las depresiones y tristezas. Hoy no hay lugar para un solo sentimiento negativo.
Hoy hay vida en el mundo, y la vida se expresa de todas las maneras imaginables.
Encuentro a mis amigos y los abrazo, estoy sudando y feliz. Mis amigos. Se ven muy bien, vestidos con prendas que parecen cosidas para este preciso evento. Somos una tribu y somos afortunados de conocernos. Tomamos mezcal y comemos tamal. México es una bendición. Adri y Nico me regalan una mordida de su chocolate espolvoreado de honguito. La fiesta para mi está por comenzar. Nos paramos a bailar, me gustaría saber cuántas veces en la vida un ser humano puede sentirse tan plenamente feliz como estamos siendo ahora. No hay juicios, y si hay, ni te enteras. Solo bailas. Luces de colores que se proyectan en los agaves absorben nuestra atención, Fer y yo platicamos mientras veo el reflejo de la luz iluminando su cara e intensificando su mirada de ojos profundos. Siempre platicamos y siempre es un gozo. Caminamos a un árbol, al más bonito de todos, el de fantasía, con todas sus lucecitas colgando de sus hojas, las ramas se extienden en una circunferencia como una nube de hojas verdes. Debajo hay cojines y tapetes donde nos sentamos a continuar con nuestra plática de espíritu, de Dios y de las creencias de los hombres. La idea de la reencarnación me gusta pero no me convence, decido poner más atención a los animales a partir de ahora, a ver si me dan una pista. Llegan Nico y Adri, cargamos todos la fiesta encima que correo por todo nuestro cuerpo, platicamos un poco más antes de seguir bailando. El cuerpo se mueve casi de manera involuntaria al ritmo de las notas musicales. Abro los ojos y salgo de mi mismo al encontrarme con Alexa Gamboa y su esposo Dani, platicamos unos pocos minutos contentos de vernos. La energía que los envuelve es siempre cálida. Se van a la fogata y yo sigo bailando.
Empieza la madrugada y el frío me empuja a la fogata donde aprovecho para sentarme a descansar. Veo a la gente a través del fuego, unos duermen, otros platican y los demás vemos el fuego. Minutos después vuelvo a la pista, la música mejora y descubro a mis amigos arriba de la tarima que se encuentra atrás del DJ, los acompaño en el mejor spot, este lugar es solo de nosotros. Seguimos bailando hasta que las caras se redescubren con la luz del nuevo día. Me encuentro platicando con Anabel, percibiendo una energía bella que no conocía y que cae muy bien a mis sentidos.
El sol va saliendo de a poco, atrás de las montañas oaxaqueñas se asoma la uña de la Luna y complementa el escenario celeste de degradados naranjas y amarillos que se van transformando en azules violeta. Doy una vuelta sobre mi eje y admiro las montañas que van apareciendo con los tenues rayos de luz solar en una belleza inexplicable, sigo girando y la agradable sensación se sigue desenvolviendo cuando veo a mis amigos aquí, conmigo, apreciando el mismo el espectáculo en la misma frecuencia. Me encargo de grabar la imagen fielmente en mi memoria hasta que el sol sale completo, la música sigue y el calor empieza a acariciar las pieles cansadas, previamente resguardadas por el frescor de la noche. Seguimos bailando hasta que la música deja de sonar a las 9am.
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siqueresviajar · 5 years ago
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VOLAR SOBRE LAS NUBES PERO... EN AUTO Y finalmente fuimos entrando en la capa de nubes!! Todo se puso blanco, como si estuviésemos en un avión. El cielo azul desapareció y quedamos completamente rodeadas de nube. Estábamos adentro de ellas, con el auto!! No se veía nada!! Solo las formaciones blancas arriba y abajo nuestro. Parecía que íbamos por un túnel Después de unos minutos todo volvió a la normalidad Las nubes volvieron a quedar encima nuestro..... habíamos vuelto a la tierra jajaja. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ #playa #relax #relajacion #sol #arena #volcan #vacaciones #cielo #mar #agua #descanso #escapada #nadar #disfrutar #olas #azul #maui #hawai #eeuu #volcanes #hawaii #isla #islas #celeste #azul #algodon #cielo #nubes (en Kahului Maui Haleakala Volcano Crater Sunset Excursion) https://www.instagram.com/p/BynhsaWlJXx/?igshid=jpg6koyqgs29
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mensaje-del-grial · 6 years ago
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NAHOME (9...Fin)
Sus nervios estaban estirados al extremo. Ella ya pensaba que los caballos espumosos pasarían frente a ella sin disminuir la velocidad, cuando se detuvieron y la rodearon. Ella era, pues, su prisionera.
Sin embargo, estos hombres con caras marrones la miraron con amabilidad. En silencio y con dignidad, descendieron de sus caballos.
Nanna se regocijó cuando le dijeron que estaba cerca del reino de Is-Ra. Ella se sintió protegida.
"¿A quién buscas?", Preguntaron amablemente los hombres.
"¡Nahome! Ella respondió suavemente.
Este nombre tuvo el efecto de una contraseña. Los árabes se inclinaron en el suelo frente a ella, pero ocultaron sus rostros en silencio.
Sin decir una palabra, levantaron a Nanna y la pusieron en uno de sus caballos, y luego la acompañaron a su brillante patria.
Sólo unos pocos Ismains permanecieron en la ciudad de Is-Ra Luz. Después de haber enterrado los restos de su Señor y cumplido fielmente todos los deberes que les impusieron en las ceremonias que siguieron, regresaron a las diferentes regiones del reino que su Señor les había asignado.
Sin embargo, tres de ellos, que habían comprendido completamente la misión de Abd-ru-shin, pronto lo siguieron y fueron enterrados en la pirámide. La construcción progresó rápidamente y se completó con el mejor arte y habilidad. Al igual que el arquitecto continuó el trabajo que Abd-ru-shin había comenzado y le había confiado, todos los demás sirvientes actuaron completamente en la Voluntad de su Señor. Trabajaron con entusiasmo y fidelidad a la inmensa edificación del estado; Al hacerlo, sus fortalezas aumentaron día a día.
Uno de los Ismains más antiguos, a quien Abd-ru-shin había llamado Is-ma-il después de la muerte de Is-ma-el, asumió la dirección espiritual, por la fuerza de Abd-ru-shin. Nam-Chan era la mano derecha de Is-ma-il y convirtió su voluntad en acción. Todos los regalos que Abd-ru-shin había reconocido en Nam-Chan, y que este último había desarrollado bajo su dirección, ahora se manifestaban. De esta manera, él creció como guía y se convirtió en el ejecutor de la Voluntad de Dios.
Rica y hermosa, la ciudad blanca brillaba a la luz de la gracia divina. Hubo una animación intensa, y los guardianes de la sabiduría y las leyes se aseguraron de que estuvieran impregnados de vida y permanecieran así, como el Señor quería.
Muchas mentes humanas todavía encontraron su camino a través del desierto hacia la ciudad sagrada de sabiduría y pureza, y permanecieron allí. Cada uno de los que lo hicieron obedeció la llamada del Altísimo y encontró entre sus paredes blancas su objetivo y la misión que tenía para él.
Nanna fue una de las primeras en llegar a la ciudad de la Luz. Fue bienvenida como una invitada tan esperada. Para la brillantez y el encanto de las mujeres, sus ojos vigilantes e inteligentes reconocieron la corriente de fuerza supra-terrestre que también había transfigurado el templo de Isis desde el momento en que Nahome se alojaba allí.
Cuando cruzó el umbral del palacio, supo de inmediato que ya no vería a Nahome en esta Tierra.
Las mujeres la cuidaron con solicitud, especialmente Ere-si, la bailarina egipcia del templo, cuya amabilidad y equilibrio habían crecido a medida que ella maduraba. Nanna le contó la historia de su vida. A través de lo que Nahome le había dicho, Ere-si ya conocía a Nanna, la que se había preocupado por ella y había sido una amiga durante su infancia, así como el sacerdote Amon-Asro.
Las dos mujeres se sentaron durante mucho tiempo en las habitaciones blancas inundadas de luz sobre los jardines. Hablaron de su destino y de la conducta sabia que habían disfrutado. Gracias a su ardiente alma, Nanna vivió todo lo que Ere-si le contó.
Fue introducida por primera vez a las Leyes de Dios por las mujeres, luego por los maestros y sacerdotes de la Luz. Así entró ella en el círculo de siervos del Señor. Se le permitió escuchar los himnos cantados por los Isman, y vio las maravillosas danzas solemnes que Ere-si dedicó al Señor.
Sin embargo, ella, que venía de un lugar donde se cultivaba la belleza al máximo grado, se sorprendió al ver cuánto vivían estas prácticas solemnes. Todos los sirvientes, que realizaron su servicio sagrado en la más pura adoración, le parecieron conmovidos por la gracia de Dios.
Y, por primera vez desde el día en que Nahome llegó al templo de Isis,
Y una inmensa gracia cayó sobre Nanna. Ella se convirtió en una vidente! En el altar blanco, el receptáculo inundado de Luz emitió un sonido vibrante. En la abundancia de luz blanca y dorada que se extendía muy por encima del círculo de Ismans y sirvientes, hasta las resplandecientes bóvedas del templo, se le apareció una cara.
Fue el mediador divino. Su ojo al brillo dorado brillaba con amor y sabiduría. A la izquierda, vio una forma ligera, vestida con una larga prenda blanca y con una corona de lirios. A la derecha estaba una mujer en el puerto real, cuya cara brillaba con amor. Una luz rosada flotaba a su alrededor como una delicada nube; Ella también llevaba una corona luminosa. Un abrigo negro brillante envolvió esta figura resplandeciente y casi transparente. A Nanna le pareció que solo este abrigo oscuro permitía a esta mujer luminosa tomar forma.
Sorprendida, preguntó en espíritu quién era esta mujer, y escuchó el nombre: María. Al escuchar este nombre, algo maravilloso le sucedió a Nanna. Subyugada, cayó de rodillas.
"¡Es a ti a quien sirvo!"
Fue una gran experiencia para Nanna que ella no podía hablar con nadie excepto con Ere-si.
Estaba conectada espiritualmente con las dos mujeres luminosas que había visto al lado del Señor. Sin embargo, ella todavía no sabía quiénes eran. Todavía no había reconocido el rostro de Pura Lirio. Primero debe ser preparado lentamente.
El lirio puro había regresado a la Luz de su Patria. Los sonidos de la esfera divina se vertieron y crujieron alrededor de él. Las alas de los ángeles se estremecieron. Basándose en la Fuente de la Vida original, inclinaron sus cuencos y alimentaron los jardines sagrados del Lirio.
La Voluntad de Dios había regresado a la Fuente original de la Fuerza Insustancial, y permaneció allí por algún tiempo. Sin embargo, Su Voluntad continuó actuando a través del Espíritu y, para el comienzo de un nuevo ciclo, se estaba preparando una nueva vibración en medio de la gran sabiduría eterna.
La Creación fue atravesada por rayos de Luz que la Voluntad de Dios, gracias a Su descenso en el asunto, había anclado en algunos espíritus humanos. Estos últimos continuaron actuando en Su Voluntad, recorrieron la Tierra en Su orden, formando allí islas de Luz.
Después de que esto se había logrado, y Dios derramó Su luz como semillas, los Isman fueron criados uno tras otro en el reino luminoso del espíritu.
El reino de Is-Ra había mantenido su belleza original en la Tierra, como se había decidido. Pero la cantidad de humanos que tenían que traer constantemente nueva vida a ella era cada vez más pequeña.
Llegó el momento en que todos los que habían servido a Abd-ru-shin aquí en la tierra dejaron esta Tierra. Así este reino también llegó a su fin. Iba a estar en un largo sueño hasta que despertara.
FIN
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"La  traducción del idioma francés al español puede restar fuerza y luz a las palabras en idioma alemán original ...pido disculpas por ello"
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scvrlctw · 3 years ago
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I count the moments, darling, ‘til you’re here with me. Together at last at twilight time.
Saco el brazo por la ventana. Aun en la velocidad baja, siento el viento pasar entre mis dedos, pero no puedo distinguir su temperatura, sólo la suavidad. Una parecida a cuando caminaba entre las telas de la tienda de ropa de mi madre o cuando me ponía sus vestidos para bailar por el departamento. Parece que mi mano danza con el viento. Dando un suspiro me dejo caer en el asiento del auto, Visión voltea a verme y sólo puedo sonreírle de vuelta. Esta ciudad es perfecta para comenzar nuestra nueva vida alejados del caos. Uno que apenas puedo recordar.
Nos detenemos frente a una casa, la número 6102. Lo único diferente que tiene a las demás es el jardín seco y… el número. Que todo sea tan parecido me da la impresión de que nos será más fácil integrarnos, sólo debo mantenerlo así y revivir el jardín. Recuerdo las flores del parque que visitaba con mi padre, eran de esas que se asemejan a nubes en miniatura flotando en un cielo igual de esponjoso, pero de color verde. Visión carraspea y le miro encogiendo los hombros, pidiendo una disculpa silenciosa.
—Ya habrá tiempo de traer los rosales a la vida —asiento, enérgica, sin perder de vista sus ojos. Esa mirada que… extrañé.
—Sólo basta un chasquido —doy uno al mencionarlo y pequeñas chispas trajeron a mis manos un ramo de rosas blancas. Reímos, ¿reímos? ¿Por qué?
Visión ya no está conmigo, ¿cuándo bajé del auto? Agito la cabeza y siento un dolor, una punzada, como un alfiler atravesando mi sien lentamente. Una voz chillona me trae de regreso al presente. La mujer sonríe de tal forma que sus ojos se cierran completamente. Su rostro se asemeja al de una papa rechoncha y deforme, esa que no quieres pelar porque sabes será complicada. La puerta de mi casa se cierra.
—Qué callado es su esposo —murmura articulando exageradamente para que pudiera entenderle.
—Como un muerto —respondí agitando la mano y guiñando un ojo. Ahora no es una papa, es un trozo de gelatina derritiéndose bajo el sol.
Esposo. Esa palabra hizo eco en mi mente mientras me acerco a la puerta, ¿por qué no me trae ningún recuerdo? Al abrir la puerta olvido algo, o eso creo, porque la voz de Visión me sacó de mis pensamientos. No puedo dejar de sonreírle. “Wanda, bienvenida a casa”. Extiende sus manos hacia mí y no dudo en dejarme caer en sus brazos pensando que, efectivamente, estoy en casa.
—¡Tú lo sabes todo! —grité desesperada cuando la langosta salió disparada de la olla, cayendo en la cabeza de Visión. Siempre me las di de ser muy buena en la cocina, pero hoy estoy pasando vergüenzas frente a mi esposo y pronto ante mis invitados. 
—Le estás pidiendo una receta a alguien que no tiene siquiera papilas gustativas.
—La pared de la cocina debe estar interfiriendo con la señal —apoyo las manos en la barra, gruñendo entre dientes.
—¿Qué dices, querida? —parpadeo rápidamente, dándome la vuelta y sonriendo de forma exagerada, mostrando ambos pulgares arriba.
Visión me ve por encima de sus gafas, levantando las cejas, a lo que yo respondo frunciendo el ceño, arrugando los labios y señalándole con la cuchara de madera. Entiendo su “Te lo dije”, acompañado de un Estás exagerando. Ya estoy empezando a considerar hervir verduras y decir que no comemos carne, porque… ya sé que va a sonar raro, pero cuando fui al mercado, era lo único que quedaba, exactamente cuatro langostas pequeñas.
La puerta suena y los dos soltamos un grito al mismo tiempo, también nos señalamos el uno al otro y luego fue completo silencio hasta que llaman a la puerta otra vez. Rápido, con un movimiento de mis manos, mi vestido cambia a uno adecuado para la cena y unos zapatos a juego. No quería llegar a esto, pero no me queda de otra. Agito las manos y las langostas desaparecen junto a las verduras y cuatro platos, por último, una botella de vino y copas los acompañan.
—Si queremos encajar no podemos estar haciendo esto —me quejo en voz baja cuando las últimas chispas desaparecen las cajas que amontoné a un lado de la puerta. Me cercioro que nada esté flotando en el aire antes de abrir la puerta— ¡Bienvenidos! —digo a mis invitados, la señora de la mañana y su esposo. Se presentan como el señor y la señora Hart. Los hago pasar dejándoles ver el amplio recibidor y la mesa lista.
—Llegaron hace unas cuantas horas, ¿cómo acomodaron todo tan rápido y tuvieron tiempo para cambiarse de ropa? ¡Y esta cena!
—Le aseguro que nuestra habitación es un desastre —el señor Hart, al escuchar aquello, le lanzó una mirada de complicidad a Visión que su esposa desaprobó al instante, disculpándose conmigo por lo bajo.
Después de una presentación incómoda por el extraño nombre de Visión y el origen de este, serví el vino, prometiéndome a mí misma que esta sería la última vez que desaparecería algo, pero es que no sé sacar corchos. Lo mismo pasó cuando pusieron atención a mi acento que, por estar cómoda, “olvidé” neutralizarlo. Esto dio pie a más preguntas que salieron disparadas en cámara rápida.
—¿De dónde vienen? ¿Desde cuándo están casados y por qué todavía no tienen hijos?
No sé si fue por la rapidez de la voz en la mujer o porque en realidad, no sabía qué responder. No tenía una historia armada, ¿por qué si estamos. . . “huyendo”? ¿lo estamos? Da igual, Natasha me hubiera reprochado la poca preparación. Mi mirada se pierde en la nada mientras el señor Hart insiste, dando un golpe a la mesa luego de cada pregunta. Me llevo la mano a la sien derecha y respiro profundo.
La sonrisa de Visión al contar que nos casamos hace apenas unos días en Nueva York, me saca una sonrisa, dejando de lado lo que me pasó antes. Si es que me había pasado algo. Les dijo que nos conocimos en Nueva York, pero que decidimos venir a Westview por la tranquilidad y para formar nuestra familia alejados del ajetreo de la ciudad. Agregué que una amiga mía vive al otro lado de la ciudad, que no estábamos completamente solos.
No hubo más preguntas incómodas por el resto de la cena, bueno. . . unas cuántas que Visión se cobró, como si tenían su testamento hecho o qué flores elegirían en su funeral. Mis mejillas me dolieron de tanto reír, como si no lo hubiera hecho en un largo tiempo o si acabaran de regresarme a la vida luego de ser una estatua de piedra por años.
Despedimos a nuestros invitados tomados de la mano. La señora Hart recibe ayuda de su esposo, esa última copa de vino estaba cobrándole factura. Llevo la mano libre al brazo de Visión luego de cerrar la puerta detrás de nosotros y nos dirigimos a la sala. Pronto dará inicio el nuevo episodio de The Dick Van Dyke Show.
—¿Recuerdas el discurso del señor Stark? —revoleo los ojos, riendo. Nos dejamos caer al sillón al mismo tiempo.
—Me alegra que no quedara grabado —Visión entrecierra los ojos— Fue vergonzoso. . . oh, ¡tienes que admitirlo! Casi se cae del escenario de lo borracho que estaba.
—Wanda. . . —giro la cabeza hacia otro lado. Cuando usa ese tono sé que me va a convencer de lo que sea, me hará cambiar de opinión y pasar de querer olvidar el discurso, a que me parezca tierno de una forma retorcida— Gracias por invitarlo.
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latimidezdelosarboles · 3 years ago
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Silencio en Casamari.
La gita estaba planeada desde hacía varios días en la cartelera de la sala de café, de la Casa Generalizia. Allí vivía junto a otros cuarenta Hermanos de La Salle de todo el mundo, y solíamos compartir un limoncello o una sambuca luego de cada comida. También comentábamos los titulares de los periódicos más importantes del mundo, e intercambiábamos algunas frases en distintos idiomas que nos desenredaban la lengua.
Aunque en realidad no era una gita o una suerte de paseo, más bien, era un retiro espiritual que organizaban los Hermanos cada seis meses, y al cual yo estaba invitado por hacer parte de la Comunidad, así no hubiera hecho votos de pobreza, obediencia y castidad.
En esta ocasión, su director, el Hno. John Guasconi, oriundo de Nueva York, había escogido ir a Casamari, una abadía cisterciense, cuyo nombre es de origen latino y significa Casa de Mario, lugar de nacimiento de Cayo Mario, célebre general que fue siete veces cónsul romano y adversario de Sila en la guerra civil del año 88 a. C., ubicada en el municipio de Veroli, provincia de Frosinone, más exactamente dentro de la región de Lacio.
Allí estaríamos durante tres días internados en un mundo espiritualmente distante para mí, también habrían largas jornadas de lectura y soledad, pero sobre todo, tendría una especie de confrontación personal, con la que intentaría reconocer mis propios temores, frustraciones y anhelos. La idea era la de reducir casi que por completo, cualquier diálogo con las demás personas, y aunque parecía un poco extremista, a mí me llamaba la atención.
La distancia entre Roma y Veroli no superó la hora y media de recorrido. Las amplias autopistas italianas fueron un aliciente para mí, ya que nunca me ha gustado permanecer durante tanto tiempo dentro de un bus o un automóvil. Tras varios kilómetros en los que dejamos atrás paisajes rocambolescos, avistamos un imponente monasterio hecho en roca, el cual parecía detenido en el tiempo, así como algunos árboles que lo abrazaban con sus copas grises y se alzaban entre nubes, como si fuese una pintura impresionista.
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Desde el primer momento en el que llegamos todo resultó introspectivo. El silencio que rodeaba cada espacio me permitía escuchar mi respiración, el frío penetraba mis huesos y en algunos momentos sentía que me desdoblaría, al tiempo que escuchaba a decenas de pajaritos cantar y revolotear dispersos por el viento.
Cada rincón de la abadía evocaba una historia fulminante, exaltada por su mobiliario. A medida que caminábamos, muy separados unos de los otros, podíamos apreciar un sinnúmero de piedras entrelazadas por los pasillos, decenas de gárgolas con rostros expresivos en las esquinas, frescos antiquísimos en las paredes, tumbas de monjes con nombres de actores de cine, y hasta un reloj solar, completamente distinto a los que conocí hasta ese momento.
Después de capturar distintas imágenes mentales y fotográficas, llegué sin darme cuenta a un hermoso jardín que parecía haber sido estilizado por Edward Scissorhands. Cada árbol o arbusto tenía el recorte perfecto de su figura, y en el piso yacían más tumbas de los monjes que allí habitaron y sirvieron alguna vez.
A medida que avanzaba por la solemnidad del lugar, cada puerta que abría me sorprendía con locaciones petrificadas en los siglos. Una farmacia, una capilla, una licorería, una biblioteca, una tipografía, un museo arqueológico y hasta un aviario con especies extraordinarias. Todas sus paredes eran heladas, y al pasarles los dedos por encima, quedaban humedecidos y cubiertos de moho.
Lo mejor es guardar silencio. -Pensé-.
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Especias, fragancias y medicamentos antiquísimos, hacían de la farmacia, el lugar más impresionante de la abadía. Por supuesto, la nave central de la iglesia principal y cada uno de sus rincones, maravillaban por su esencia, pero la farmacia, era la farmacia. Podría haberla descrito en este texto, pero basta con observar las fotografías que muestran las porcelanas, las pinturas, las cortinas y la estética del lugar, para optar por el silencio, una vez más.
Esa primera noche, internado en el cuarto que me asignaron, una mesita de noche en la que reposaba la Biblia y un librito de cantos en italiano y latín, se presentaron como acompañantes de una jornada que sería bastante difícil para mí. Nunca será fácil orar si no se tiene fe, y no siempre será suficiente intentar tenerla.
Los Hermanos acostumbraban a cenar temprano, después de eso, nos reuniríamos para realizar una actividad en la que hablaríamos unos con otros y escucharíamos la intervención especial de algún miembro de la comitiva. En el fondo, todo me recordaba al colegio, pero más que eso, me sentía siendo parte de un ejército de la fe.
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El momento de cenar llegó y todos bajamos al comedor sin cruzar palabra. Allí, en medio de un salón amplísimo, había una mesa hecha de madera rústica, de unos veinte metros de largo y en forma de ú. La idea de comer ahí era extraña, mucho más cuando por primera vez, pude ver de cerca a los casi veinte monjes que habitaban el lugar. Todos ingresaron en fila india, llevaban una túnica blanca con negro, y parecían oscilar entre los sesenta y los noventa años. Uno de ellos era el encargado de pasar al frente de cada uno con una canasta llena de pan tostado, mientras los demás llevaban uvas y hortalizas, pasta recién cocida y trozos de pollo gratinado con albahaca.
Los Hermanos y yo nos sentamos al frente de ellos, mientras los observábamos, concentrados únicamente en comer. El ambiente parecía el de una película de suspenso. Era claro que debía apagar mi celular para evitarme cualquier vergüenza y mucho más erradicar por completo la intención de tomar una foto. Los monjes, eran monjes de clausura. La clausura tiene la finalidad de mantener un clima de recogimiento, silencio, oración y purificación espiritual para la búsqueda de la unión mística con Dios. Para algunos descabellado, para ellos una opción de vida. Su boca solo la abrían cuando caminando uno tras de otro, con la cabeza agachada, se ubicaban en los reclinatorios especialmente diseñados para cantar en grupo, alrededor del ábside de la iglesia.
Cada uno de ellos nos miraba fijamente a los ojos, al tiempo que pasaban ofreciéndonos los alimentos. Justo al frente mío, uno de ellos, se quedó mirándome con detenimiento y prosiguió dejándome una extraña sensación. Nunca había estado en un ritual así. Estaba muy lejos de casa y no acostumbraba a comer con tantas arandelas.
Al salir del recinto, miré mi reloj para saber cuánto tiempo podría reposar antes de la siguiente actividad. Me dirigí a mi recámara y pensé tantas cosas que mi mundo cambió sus dimensiones en un abrir y cerrar de ojos. Al la hora establecida, el Hno. Jesús Rubio, de origen mexicano, proyectó una escena de la película The Mission de Roland Joffé, en la que Robert De Niro y Jeremy Irons se abrazan, luego de que el primero es perdonado por los indígenas guaraníes del Paraguay. Todo musicalizado por Ennio Morricone, y finalizado con una reflexión impresa, de esas que revuelcan el corazón:
“Si la violencia es lo que cuenta, entonces no tengo fuerzas para vivir en un mundo así.”
Los días siguientes transcurrieron bajo la misma dinámica, eso sí, con la fortuna de haber podido contemplar, en vivo, los cantos gregorianos de los monjes cistercienses. No sé cuántas cosas habrían que pasar para pensar en la separación física del mundo, y tomar como opción de vida el silencio, pero al menos estoy seguro de que todo lo que viví aquella vez será indeleble, porque nunca antes me había escuchado tanto.
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onisaibogu19 · 7 years ago
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          〔  Arrow of Destiny  〕                  Cap 1: Chrysalis (primera parte)                          Otoño, 1994. Oregon.          El sol brilla con algo de notoriedad puesto que mayormente es cubierto por el suave manto de las nubes. La campana del colegio sonaba cuando uno de los guardias tiraba de una cuerda bien sujeta en la cima, y la alegría inundaba el frío recinto donde los infantes acudían por más aprendizaje. Una mujer de joven edad salió en búsqueda de uno que siempre solía perderse, a juzgar por su expresión entre molesta y angustiada, no era algo nuevo que ella sufría. Llevaba la mano a su frente mientras observaba cada rincón del establecimiento, hasta que decidió cruzar una reja que la llevaría a un amplio y denso bosque. Gritaba el nombre del muchacho reiteradas veces mientras más avanzaba, pero se llevó la mano al pecho cuando finalmente pudo divisarlo a la distancia; él sostenía un arco de madera y tiraba del hilo con ayuda de una flecha, apuntaba en dirección opuesta al lago, más bien, hacia una botella vacía encima de un tronco viejo y apolillado.            ━ ¡Aiolos! ━       Exclamó la mujer de cabello castaño mientras se aproximaba rápidamente a él. El chico, producto del sorpresivo llamado, falla el tiro arrojándolo cerca del lago oxidado. Mostró un claro semblante lleno de sorpresa, escondiendo inútilmente el instrumento tras su espalda, aunque la punta de éste sobresalía por encima de su cabeza.            ━ ¿Hasta cuándo te escaparás de clases? ¿Sabes qué tan peligroso es este bosque o nunca tus padres te lo mencionaron? Aquí se pierden niños de tu edad y quién sabe a dónde van a parar. ━       El chico mostró cierta tristeza en su rostro, desviando la mirada hacia las calmas aguas del mencionado, la vara de madera reposaba entre las hojas secas y dudaba si buscarla o no, un ligero sentimiento de temor nació en él cuando guardaron silencio. La mujer, por muy enojada que se encontraba, se preocupaba de las huidas del chico, más si por los alrededores corría el rumor que un asesino serial se refugiaba en las cercanías, peor aún, se especializaba en llevarse infantes que rodeaban la edad de Aiolos. Suspiró cabizbajo y la muchacha se inclinó lo suficiente para rodear el pequeño cuerpo ajeno con sus brazos.            ━ Lo siento si fui dura contigo, pero me muero si algo llega a pasarte, pequeño pajarito. ━━       Dicho eso, se apartó para observar de frente al más joven, quien poco a poco dibujaba una grata sonrisa. La mujer corrió algunos cabellos que cubrían el rostro del mismo, revelando completamente el par de zafiros que le miraban con atención antes de añadir.            ━ Te gustó ese apodo ¿Eh? Pues eres un pequeño pájaro que no le gusta estar encerrado y huye al bosque. No te culpo, a veces es insoportable estar allá, pero por ahora ¿Volvemos? Las clases comenzarán nuevamente y la directora ya preguntaba por ti. ━       Ambos se tomaron de la mano y comenzaron a caminar en dirección hacia el colegio, pero Aiolos volteó en silencio su rostro y la flecha ya no estaba en su lugar, alguien o algo lo había tomado en ese tiempo que le dieron la espalda. No mencionó una sola palabra y optó por correr animado mientras tiraba de la mano a su maestra.                          *          Esperar sentado fuera de la oficina de quien poseía el mayor poder en el establecimiento no era grato, el nerviosismo de qué le diría dicha ahora por arrancar, lo mantenía sumido en un leve juego con sus dedos. La maestra yacía dentro conversando, no quería imaginarse en la clase de problemas en que se metió ahora, ¿Era a tal nivel para ser suspendido? Como no lograba mantenerse tranquilo, se levantó de su lugar para hacer un recorrido por las salas vacías, una corresponde al club de música, otro al de artes, más allá sobre ciencias y ya no tenía memoria de los que continuaban. Pero una dulce melodía proveniente de uno de aquellas aulas, más bien, la única que tendría un piano. En él, una muchacha de una prolija cabellera de color bermejo y ondulado, sumando su tez de porcelana, tocaba cada tecla con la suavidad de una pluma la sonata Gymnopedie No. 3. No superaba los quince años de edad y vestía el uniforme del colegio, una pre adolescente que al parecer aún no se percataba de su pequeño admirador que no cruzaba aún el umbral. En silencio, fue aproximándose poco a poco, sintiendo el apoyo el suelo que no emitía ruido alguno con sus pisadas, hasta que alcanzó una distancia prudente y se sienta cómodamente en el suelo como todo orgulloso espectador. Ella giró apenas el rostro para capturar en su campo visual la imagen del jovencito, unos grandes ojos verde esmeralda embellecían las facciones delicadas de la muchacha, pero no pronunció una palabra, sólo le dedicó una cálida sonrisa y satisfecha de su reducido público. La melodía lo hacía volver al bosque, o más bien a Rusty Lake, un lago que no poseía fondo por su cristalino color oxidado, plena época de otoño donde las hojas formaban camas naturales al aire libre, el aroma de tierra mojada y madera vieja, todo era digno de una fantasía hecha realidad.            ━ En tus ojos se refleja la primavera, pero en él otoño. Niños de ojos tristes y sonrisas rotas. Dichas épocas fueron su cuna, tú conociendo la lluvia, mientras que el otro el sol. Sin embargo, donde una flor muere, nace otra más bella. ━       Con esas palabras, la sonata y el viaje mental se detuvieron, Aiolos se levantó de su lugar y avanzó hacia ella mientras volvía a repetir la canción. En ese momento, su maestra cruzó el salón por fuera en su búsqueda, pero rápidamente lo encontró, haciendo ingreso al aula con algo de curiosidad.            ━ ¿Qué haces aquí solo, Aiolos? Ven, debemos volver. ━      ━ ¿Solo? Pero… ━       Y tras decir eso, la chica ya no estaba. Se había esfumado tan rápido como un parpadeo, pero ella estaba abajo, desde la ventana podía divisarla, sonreía de par en par antes de girarse y marchar hasta desaparecer antes de llegar a la reja que separaba el colegio del bosque. ¿Qué escondía Rusty Lake? Ya no era primera vez que ocurría algo extraño frente a sus ojos, y para ser apenas un niño, podía comprender la situación en la que se encontraba. De alguna u otra manera el bosque lo llamaba, no vivía lejos de él, su casa siempre fue humilde y cálida en vista de la espesa foresta. Pero no podía quedarse pensando todo el tiempo, ya era hora de marchar a casa y el fin de semana de descanso lo tenía reservado para su nueva aventura.    El reloj marcaba las diez de la noche, no lograba conciliar el sueño y la imagen de la joven no se iba de sus pensamientos, todo se sintió tan real que lograba sacarle unas cuanta carcajadas. Corrió las cobijas con cuidado y fue gateando por la cama hasta el televisor, era muy flojo para bajarse de la cama, así que sólo bastó con estirarse un poco para alcanzar los botones y buscar algún canal donde pasaran caricaturas o algo que llamase su atención, pero la imagen de una niña de apenas doce años aparecía en la pantalla, y de título un poco más arriba ‘’Se busca’’. Todo indicaba claramente que el asesino serial no daba descanso a su caza, y ahora una pequeña fue víctima. Según los datos, ella se esfumó aquella tarde del mismo día y respondía con el nombre de Heather. Con algo de tristeza, se quedó mirando dicho canal, quería ayudarla y a todos esos niños que injustamente eran separados de sus padres, entonces recordó lo que dijo su maestra cuando decidió internarse en el bosque, ¿Realmente el hombre utilizaba un lugar tan hermoso para llevar a cabo sus crímenes? ¿Fue él quien tomó su flecha? Un escalofrío recorrió su espalda y se cubrió rápidamente con las mantas, pensar que estuvo tan cerca y a la vez tan lejos del criminal, le creaba miles de revoltijos en su estómago. Presa de sus profundos pensamientos y preguntas sin respuestas, cayó dormido en cosa de minutos.         
                 *         
Las clases dieron inicio y el chico brilló en su ausencia, su profesora pudo percatarse al nombrar uno por uno los estudiantes y mencionado no levantara la mano. Por su lado, cargaba solamente de un bolso tejido con hilo, un cuchillo, su arco y siete flechas de madera bien afiladas, utilizando algún tipo de veneno para ratones en la punta, en caso que el disparo no fuera pesado, el veneno sería el efecto secundario, en caso de un ataque cuerpo a cuerpo, no sería difícil defenderse con el arma blanca.    Yacía escondido tras un auto, la seguridad en el exterior del bosque era grande debido a la búsqueda exhaustiva de la muchacha desaparecida, pero buscó algún espacio entre los carros e incluso debió colarse bajo uno, hasta llegar a punta y codo a la entrada del mismo. Para él no era aterrador, más bien, un mundo completamente nuevo del cual estaba ansioso por explorar, pero tenía una misión; descubrir el misterio de Rusty Lake y el paradero de aquél ‘’roba niños’’.    Su alrededor no era muy distinto donde acostumbraba hacer ingreso, había más ruido como el cantar de los pájaros, sus propias pisadas tras romper las secas ramas bajo sus pies, las hojas de los arboles al ser movidas por obra y gracia del viento y los palillos de madera que chocaban sutilmente entre sí. No encontraba alguna explicación justa para temerle tanto a la naturaleza de aquél sector, ¿Por qué no se tomaron el valor de entrar y buscar al hombre por cuenta propia? Eran numerosos, lograrían mucho. ‘’Cobardes’’, pensó Aiolos. Vestido de un jean oscuro hasta las rodillas, una camisa a cuadros marrón abierta, blusa beige y finalmente sus zapatillas negras y gastadas, llevaba casi media hora caminando hacia las entrañas de la foresta, donde claramente se podían oír cantar a los árboles por efecto de la colisión del viento en sus remotas y frescas hojas, una orquesta natural única, uno lograba a confundir algunos sonidos con profundas vocales femeninas, lo que escucharía en una antigua iglesia medieval o en un osuario. En cuanto a la fauna, apenas las aves pasaban volando por la lejanía, pero en ningún momento se detenían en alguna de las ramas cercanas, las mariposas formaban extrañas figuras en el aire y a veces chocaban entre ellas, todo comportamiento estaba fuera de lugar, incluso llegó al punto que el amplio terreno lleno de hojas y árboles, terminaba en una especie de cerro, llamarle acantilado sería exagerado ya que sus proporciones no eran tan grandes, pero sí una caída por esa pendiente sería mortal. ¿A dónde lo llevaría? El temor calaba sus huesos al aproximarse más a la orilla, tuvo que arrodillarse en el suelo para avanzar con más seguridad, como si con eso lograse mirar más allá de la continuación forestal, aunque con tantas hojas marrones y verdes, nada diferente lograba distinguir. Sin embargo, entre el silencio unas fuertes pisadas se hicieron escuchar, provenían del sendero que seguía hace un momento y al parecer estaba acercándose. Aiolos entró en una especie de pánico, ¿Dónde podía esconderse de aquella presencia a plena luz del día? Observaba de un lado a otro sin mover siquiera un músculo de sus piernas, sabía que si daba un paso, el depredador correría hacia él. Bajar por el cerro o trepar un árbol, incluso esconderse dentro de un viejo tronco ayudaría, pero ¿Qué probabilidad tenía de ser encontrado? ¿Y si él sabía sobre su presencia y se tomaba el tiempo de tardar para crear la atmósfera perfecta? El chico temblaba del miedo, las pisadas se aproximaban cada vez más y si no era producto de su imaginación y paranoia nublada, lograba divisar a la distancia una oscura silueta. Finalmente aceptó el trepar, era la táctica más silenciosa que encontraba hasta ahora, por lo que aferró sus manos al tronco y con ayuda de sus pies, fue intercalando movimientos en ascenso. Agradecía ser hábil en ese caso, sus aventuras siendo tan joven le salvarían el cuello alguna vez. Alcanzó una de las firmes ramas y siguió subiendo hasta mezclarse entre los espesos cúmulos de hoja que aún poseía aquél. Yacía de pie, rotando de vez en cuando para mantenerse fuera del alcance visual, se guiaba por el ruido que producían los pequeños palos al romperse, hasta que el sujeto por fin se hizo presente; vestía de una larga túnica negra que portaba su propio gorro, llevaba una especie de máscara medieval, de esas que se usaban en la época donde la peor catástrofe que asoló Europa en el siglo XIV ocurrió; la peste negra. ¿Qué mente tan retorcida vivía aquí? ¿Por qué usaba ese traje tan incómodo de ver y escalofriante? Lo que más llamó su atención fue la bolsa que traía en la mano y tenía cierto peso. El hombre se alejaba poco a poco hasta perderse de vista. Aiolos encontró el momento ideal para comenzar a bajar lentamente y caminar a paso felino por donde venía la entidad. Sólo con eso pudo continuar su camino con seguridad.    El atardecer se aproximaba y sentía que nada había avanzado en ese tiempo, el cansancio era notorio y no logró nada más que caer al suelo sentado, probablemente su familia lo estuviera buscando y en el colegio ya reportaran su falta, crear una preocupación más en sus seres queridos por un acto de valentía no sería fácil de perdonar.    Si sus tímpanos no le engañaban, una canción se escuchaba a la lejanía, ¿Una orquesta se ocultaba entre el bosque? Como era amante de las sonatas antiguas contagiado por el agudo gusto de su madre, rápidamente dedujo que se trataba de Beethoven ¿Egmont Overture Finale tal vez? Los violines tocaban con entusiasmo y causaban cierto vuelco en el corazón. Nada más ni nada menos provenía desde el misterioso pasaje más allá de la pendiente o esa sensación le brindó cuando la música nacía a sus espaldas. Mientras se ponía de pie un tanto anonadado, el trote de una especie de animal aparecía por lo que vendría siendo su frente, pero no lograba ver nada más que una silueta dorada correr con prisa; un caballo o algo así. Presa del miedo, comenzó a huir a la dirección contraria por la que él venía, sosteniendo celosamente la bolsa con sus armas, pero frenó su maratón cuando se encontró al borde del cerro, aquél que una vez sintió tanto pánico en aproximarse. Aiolos no tuvo otra opción que agarrar valor y tomar posesión de su arco, retirando una de las tantas flechas que escondía en el saco, apuntando sin que sus manos temblaran al enemigo que avanzaba hacia él. Tiró del hilo hacia atrás, al borde de lanzar con suma precisión.            ━ Ring-a-ring o' roses. A pocket full of posies. A-tishoo. A-tishoo. We all fall down. ━       Un tétrico cantar a sus espaldas caló cada hueso de su columna, casi confirmaba que en ese preciso momento perdió los colores de su ser. Una voz semejante a la de un hombre con los labios refugiados en una especie de cono metálico. El chico abrió sus ojos como platos, los brazos no cedían, más bien, se mantenían firmes y congelados. Su cuerpo no reaccionaba ante cualquier estímulo mental, pero los labios se entreabrían poco a poco completamente mudo ante la sorpresa, un grito silencioso. Podía escuchar perfectamente que el tipo desenvainaba algún cuchillo y planeaba rebanarle la garganta, aprovechándose de la vulnerabilidad del más bajo. Por delante, casi como si el tiempo viajara lentamente, el ser dorado se aproximaba a paso raudo, pero a sus espaldas el movimiento de las ropas daba indicio de un ataque. Aiolos no tenía salida alguna. Volteaba su rostro con lágrimas en los ojos y su cuerpo fue empujado violentamente hacia el precipicio, el ‘’caballo’’ fue más rápido y con su enorme estructura, fue suficiente para ocupar todo el espacio y apartar a quien sea de su camino.    El muchacho caía sin opción de poder prevenirlo, su cuerpo no tocaba tierra aún y lograba ver como el hombre se alejaba. ¿El caballo? Jamás existió porque en cuanto separó sus pies del suelo, él ya no estaba. ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Otro misterio que Rusty Lake ocultaba? No, esto era completamente diferente. Quizás ahora no podría seguir investigando, nadie le aseguraba que al aterrizar éste seguiría con vida. ¿Por qué se metió en todo esto cuando podía disfrutar del calor de su madre? La corazonada de que podía hacer algo bueno en su vida lo motivó, nadie hacía nada para salvar a los niños, el miedo los frenaba, pero Aiolos se sentía con fuerzas de continuar. Su cuerpo golpeó con vehemencia el empedrado terreno, rodando cuesta abajo hasta chocar con uno de los troncos, ahí se detuvo. Inconsciente hasta que cayó la noche.       Magullado y sucio, el aleteo de pequeños animales lograron despertarle con algo de dificultad. En sus ojos de tinte zafiro se reflejaban diminutas luces que volaban a su alrededor, pero más allá del espectáculo, una cabaña débilmente iluminada por los focos interiores destacaba entre la oscuridad. Pese al gran dolor que sentía en su cuerpo, halló la fuerza para volver a levantarse.
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