#conversaciones reales
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Porque hablar, ayuda.-
Tanto en Uruguay como en muchos países del mundo año a año crece la tasa de suicidios. Podríamos hablar de números, de estadísticas, de leyes o cambios gubernamentales que podrían hacerse, pero desde Te Veo Mañana* preferimos hablar de prevención. De prevención como su palabra lo dice, ya que consideramos que cada uno de nosotros puede actuar como un agente de cambio y ayudar a otros.
¿Podemos los no profesionales de la salud hacer algo por este tema? Claro que sí. Lo primero y fundamental es hablar los unos con los otros, establecer conversaciones reales, establecer vínculos. Conocernos y buscar espacios para conocer como está el otro, ese amigo/a, ese compañero/a de trabajo que tal vez esté un poco cabizbajo o tal vez no, pero simplemente queremos que sepa que estamos ahí por si en algún momento nos necesita.
¿Cómo podemos establecer ese vínculo? Escuchando, pero escuchando de verdad, entendiendo, empatizando, sin juzgar (decirle que no tienen nada por lo cual sentirse mal no ayuda, al contrario, aísla a la persona, y la hace creer que sus problemas no son comprendidos), sin ponerse como ejemplo o dar consejos (cada persona es un mundo y tiene sus propias batallas), y sobre todo, normalizar el hecho de que podemos sentirnos mal en algún momento! No tenemos por qué estar bien todo el tiempo, somos humanos y tenemos la capacidad de sentir, por lo tanto también hay que permitirse los momentos para estar mal, porque es algo natural, pero también hay que salir de los mismos.
¿Tenés un momento libre? Enviale un mensaje a esa persona con la cual hace tiempo no hablas y decile para tomar un café, o escribile lo importante que es para ti, un mensaje así puede ayudar mucho, ya que por momentos consideramos que el otro tiene claro lo que significa para nosotros, pero no es así, si no hablamos las cosas el otro no es adivino.
¿Te preocupa alguien? Deciselo. Y no tengas miedo de preguntarle lo que siente, no tengas miedo de iniciar la conversación o de preguntarle qué ideas tiene al respecto. Hablar sobre suicidio no incita a las personas a cometerlo, al contrario, abre otros ámbitos de relacionamiento y confianza (teniendo en cuenta los puntos sobre una conversación real que comentamos anteriormente).
¿Te sentís mal? Decilo, hablalo, expresalo, y date el espacio para entender el por qué y qué podría ayudarte, y si necesitas ayuda profesional, buscala! Para todos es normal ir al médico, cuidarnos de la presión, del colesterol, entre otros, pues normalicemos el cuidar nuestra mente!
Entonces ¿Cómo podemos hacer para ayudar en la prevención del suicidio? Hablando del tema, porque no se está solo.
*Conocé más de TVM en Facebook, Instagram y Twitter.
Nota realizada para https://oursisthestyle.com/
#hablemos del tema#SALUD MENTAL#holatvm#voluntariado#prevención del suicidio#no estas solx#conversaciones reales#escucha activa#pedi ayuda
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mi jefe: te puedo llamar?
yo, con el miedo en el alma porque he faltado vareas veces por cuestiones medicas: si
procede a llamarme para decirme que lo voy a sustituir de ultimo minuto en una junta de capacitaciion.
yo: eso pudo ser un mensaje.
Jefe: tengo que asegurarme de que estes en forma de alguna manera no?
yo:.... soy lo más sercano que tenemos a un medico en esta escuela!
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Convos where you both are equally excited to talk to each other >>>>>
#quotes#feelings#conversaciones#communication#excited#love#messages#romantic quotes#wise words#love quotes#thoughtful#emotions#its important#real talk#talk to someone#goals#dumblr
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Extraño tanto escribir de verdad.
#A veces detesto twitter (aunque allá no les da miedo escribir de muertxs y mafia); pero... La mayor parte del tiempo son conversaciones#sin sentido y sin un punto real en la trama.
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"con que en esto gastan nuestro dinero."
' en actividades extracurricales que nos aportan lo mismo que dos horas y media de clase ' asiente, dándole la razón, tonalidad pesimista saliendo a flote con libertad porque se trata de corantin y solamente por eso ' espero que, al menos, nos pongan a hacer un resumen de algo de esto para que no sea en vano ' @coravntinn ♡
#verena puede tratar mal a corantin pero al menos she's real with him!!!#hola mi amor :$#𝐈 𝐀𝐌 𝐍𝐎𝐓 𝐀 𝐌𝐀𝐑𝐓𝐘𝐑 𝐈'𝐌 𝐀 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌: archivo de conversaciones.#coravntinn
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Yo: Bien, dos más antes de llegar al final de esto. Solo debo de concentrarme en estudiar y-
Mí cerebro: che que lindo es KMag
Yo:... Podremos apreciarlo mejor cuando terminemos con las pruebas
Mí cerebro: DEBERÍAMOS LEER FICS HAASBANDS
Yo: nO
#Ñ#Conversaciones reales que tengo conmigo mismo mientras cierro mis pestañas de temas y abro el ao3
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¿Qué Quieren las Mujeres Realmente de un Hombre? | Pier Luigi Remigi Consejos para Hombres. ¿Qué Quieren las Mujeres Realmente de un Hombre? Es como una especie de enigma, ¿no? Pero déjenme decirles algo, no es tan complicado como parece.
Las mujeres, en su mayoría, valoran a un tipo que sea un combo perfecto: trabajador, disciplinado, congruente y, sí, con un toque de prosperidad financiera. ¡Ah, y ser un as en la cama es un gran plus, según dicen! Pero en realidad lo que se busca es que seas un ganador, y con esto no se trata de que seas un campeón y superes a otros, se trata ¡de brillar en lo que amas y por lo que te esfuerzas! Porque sí, tú, tienes que luchar por algo. Tienes que trabajar por algo.
Ahora, ¿qué pasa con esos estereotipos de los roles de género? Aquí hay algo importante: entre palabras, las mujeres dicen que desean a alguien que exprese sus emociones y comparta gastos al 50%, porque eso es lo que dicta la premisa de los roles de género, ¿verdad? Pero, ¿es eso lo que realmente buscan?
Déjenme decirles que, en el fondo, ambos sexos nos necesitamos y defendemos mutuamente en una relación. Aunque ellas digan que no necesitan ser defendidas físicamente, ¡la realidad es que a veces todos necesitamos un poco de apoyo! Y aunque tú, mi amigo; digas que todo lo puedes, y que eres el más macho, la realidad es que necesitas de ellas y su feminidad, para prosperar.
¿Y ustedes, qué opinan? ¿Es cierto esto que se dice o hay más en juego? ¡Comenten abajo!
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could i request emily x polyglot!reader? someone finds out r can speak multiple languages, so naturally derek challenges her and em to see who can speak the most languages
so emily and r get into a language competition (?) and the 2 make a bet of whoever wins, gets a special prize from the loser *wink wonk* pls? it starts with innocent foreign banyer then ends up gettin dirtier if that makes sense? top!em pls 😊
thank u for reading, if ur not comfortable its all good! :D
hi anon!! thank you for the request <3 this is a super good idea, i was very excited to write it. it kind of morphed from your request a bit, but the main idea is still there. i do want to specify that i am by no means fluent or even proficient in any of the languages used in this fic (besides english 😭) because let’s be real— 4 years of spanish did *not* stick with me, so i used quite a bit of google translate. you might want to keep it handy too! i hope you enjoy :)
p.s. this is my first fic in a very very long time, please be kind <3
love language
emily prentiss x fem!reader
rating: 18+ MDNI
warnings: smut, cursing, oral (r receiving), fingering, dom!emily, i think that’s it?
w.c.: 1.3k
It was a long day for the members of the BAU. Back-to-back-to-back cases on short amounts of sleep were starting to wear on the team, and it didn’t help that the current case was stumping them.
“Oh, look at this, guys,” Morgan says, showing a picture from the newest crime scene. “Looks like there’s some writing in another language.”
You drop your head into your hands, taking a deep breath as you try to reset yourself and focus on the case.
“Looks like French, where’s Emily?” JJ asks.
You study the picture for a second before speaking up. “Dire la vérité— tell the truth.”
Morgan’s eyes cut to you. “Y/N, you speak French? And really, where is Prentiss?”
You’re about to respond as the door opens and Emily walks in from the bathroom. “Emily, did you know Y/N speaks French?”
Her face is surprised. “Huh. I didn’t. What else are you keeping from us?” She jokes.
Your eyebrows raise and you smile. “I speak a little bit more than French,” you say, not wanting to brag.
“What other languages do you speak?” Reid asks curiously.
“Well, French, and also Spanish, German, and Italian. Mostly Romance languages,” you say.
“Here’s a challenge,” Derek says. “Which one of you can speak in a different language for the longest?”
“¿Cómo no sabía que eras políglota?” Emily asks, effectively starting the competition.
“Nunca surgió en la conversación,” you respond plainly.
She laughs. “¡Podríamos haber estado teniendo conversaciones secretas todo este tiempo!”
“¿Qué tipo de conversaciones secretas te gustaría tener, Prentiss?” You say, raising an eyebrow.
She blushes slightly, flustered. She switches to French, trying to keep you on your toes. “Eh bien, je ne sais pas. Des trucs qu'on ne veut pas que Morgan écoute.” Her eyes flit to Morgan’s as she mentions him and he looks confused.
“What are the two of you talking about? And what are you saying about me?” He asks, looking between you and Emily.
You let out a small chuckle. “Tu ne veux juste pas que Derek m'entende te traiter de jolie et qu'il devienne jaloux, hmm?”
“This is all well and good, but shouldn’t we be getting back to the case?” Reid interjects.
“Yes, definitely,” you say, straightening your hair and pulling yourself back into focus mode.
After some more discussion on the use of a foreign language at the crime scene, the team decides to break for lunch. You take a quick trip to the bathroom and end up washing your hands at the same time as Emily.
“So, what was that?” She asks.
You’re caught off guard. “What was what?”
“You think I’m pretty,” she replies. “You told me I’m pretty in French. What was that about?”
You stammer a bit. “Well, I do think you’re pretty, Emily. I think you’re beautiful,” you admit.
“It’s interesting,” she says, stepping closer to you and placing a hand on your waist. “You speak three romance languages, and while it’s not the same meaning, you picked the most romantic language to compliment me in. Even if I couldn’t tell from the long glances and the way your heart is pounding right now, that alone would’ve told me what I’m pretty sure I know,” she finishes, looking you dead in the eyes.
Her hand is heavy on your waist and your mind is racing. “And what do you know?”
Emily’s other hand trails from your shoulder to your jaw and pulls your chin up so you’re forced to look in her eyes. “You have feelings for me,” she states.
You hold her gaze for a second. “I hate profilers.” There’s a noticeable tension between the two of you before Emily smirks at you. You feel yourself inching closer to her and then you’re pressing your lips to hers. She reciprocates the kiss without hesitation, and you feel her hands pull you in by your hips.
The kiss gets broken and Emily rests her forehead on yours as you catch your breath. Your eyes meet and you share a smile. “Embrasse-moi encore, s'il te plaît,” you say softly.
“Oui chérie,” she replies, already leaning into kiss you again. Her lips meet yours in a passionate kiss and she pushes you up against the door of the bathroom. She flips the lock of the door. Emily doesn’t want anyone interrupting.
Emily’s breath was warm against your neck as she kissed the tender skin. Pulling the collar of your shirt aside, she sucks a deep purple mark into your collar bone, drawing soft whines from you. “Shhh baby, don’t want the others to hear you, right?” She says, kissing the skin she marked soothingly.
She switches languages again and whispers in your ear. “¿Que quieres, hermosa?”
You meet her eyes and can feel the lust practically radiating off of Emily. “Want you to touch me,” you respond.
Within seconds, she’s on the floor in front of you, unzipping your slacks. Her fingers trace you through your panties. “You’re soaked, baby,” she says.
“For you,” you say, bracing your hands on the wall behind you as she teases you.
Emily pulls your panties down and rests your leg on her shoulder as her fingers find your clit. It’s almost electric, the way she rubs tight circles into the bundle of nerves. “Emily,” you moan out her name.
Her ministrations stop, causing you to whine out again at the loss of contact. “What did I tell you? Not a sound, or I’ll stop completely.”
You nod, covering your mouth with one hand as Emily runs her tongue through your wet cunt. She groans at the taste. “You’re fucking delicious,” she says, voice deep and dripping with arousal. It’s nearly impossible to stay quiet as her lips close around your clit, teeth gently scraping, making your legs tremble.
Your hands find a home tangled in Emily’s hair as you hold her face close. Her tongue slides back from your clit to your entrance. Your teeth clamp down against your lower lip as Emily’s tongue plunges inside of you. Her face is wet with your slick as she tongue fucks you, the sight alone bringing you close to the edge.
Emily then licks back through your cunt, sucking on your clit as she pushes a finger inside of you. Clouded in pleasure, you can’t focus on anything except the need to cum as she adds another finger and your walls are clenching around her. “Squeezing me so good baby, you want to cum?” she asks.
Your head nods frantically. “Yes— please, wanna cum,” you say breathily.
Emily curls her fingers up to press against that spongy spot inside of you. “Cum for me,” she commands, returning to suck at your clit as she hits your G-spot over and over again.
Your body shakes as she sends you over the edge of your orgasm. Her name is falling from your lips in a quiet whisper as you soak her fingers and face.
“You did so good for me,” she says, standing up and kissing your temple.
Catching your breath feels difficult, but you begin to fix your clothes and look presentable.
“Это было так хорошо, озорная девчонка,” Emily says, fixing her lipstick in the bathroom mirror.
“You may have just rocked my world, Prentiss, but I did not gain the ability to speak Russian,” you laugh.
The two of you make eye contact in the mirror, which starts you both up laughing, when a knock sounds from the door. You freeze, flushing in embarrassment.
Emily unlocks the bathroom door, opens it, and finds an impatient JJ awaiting you. “What are the two of you doing? We have an unsub to catch,” she says, turning around and heading back to the rest of the team.
Emily throws you a wink and follows after JJ.
You’re pretty positive this isn’t going to be a one-time thing.
#emily prentiss smut#emily prentiss x reader#emily prentiss x you#emily prentiss x y/n#emily prentiss fanfiction#emily prentiss#criminal minds#emily prentiss cm#emily prentiss criminal minds#criminal minds fanfiction#criminal minds smut
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La Familia De | Enzo Vogrincic
Cuando descubres la infidelidad de tu novio, aceptas la invitación de tu amiga para pasar unas semanas en su país con su familia. Allí conoces al atractivo hermano de tu amiga, desencadenando una serie de emociones inesperadas.
Desde hace un año, la cafetería que posees en Ciudad de México ha sido tu refugio, un santuario de aromas de café y conversaciones animadas. Tu vida ha tomado un giro maravilloso desde que abriste las puertas de este lugar acogedor. No solo tienes un negocio próspero, sino que también tienes a tu lado a un novio increíble, cuyos talentos como tatuador le dan un toque de arte y rebeldía a tu vida cotidiana.
Entre el vapor de los expressos y los murmullos de los clientes habituales, siempre hay un momento especial cuando tu amiga uruguaya aparece por la puerta. Ella, con su encanto sudamericano y su energía contagiosa, es como un rayo de sol que ilumina tu día cada vez que la ves. Aunque vive en CDMX por trabajo, nunca pierde la oportunidad de visitarte en la cafetería, trayendo consigo los últimos chismes y anécdotas que hacen que la vida en la ciudad parezca aún más vibrante.
En medio de este bullicio reconfortante, te das cuenta de que no estás sola. Tu negocio florece, tu relación amorosa está en su mejor momento y tus amistades te brindan compañía y alegría. La paz y la belleza se entrelazan en tu día a día, recordándote que la vida puede ser realmente hermosa cuando tienes a las personas adecuadas a tu lado.
Sin embargo, un día decides cerrar temprano la cafetería porque no te sientes bien y tienes un fuerte dolor de cabeza. De camino a tu departamento, te sientes aún peor, como si algo estuviera terriblemente fuera de lugar. Al llegar a casa y subir las escaleras, el sonido de ruidos extraños te hace detener en seco. Escuchas un respiro profundo, quizás gemidos. Sin entender completamente lo que está sucediendo, decides apresurarte hacia tu habitación.
Al abrir la puerta, te encuentras con algo que nunca podrás borrar de tu mente: tu novio, en medio de un encuentro íntimo con otro hombre. Es una escena que nunca esperaste presenciar, y sin poder soportarlo, das media vuelta y sales corriendo, sintiendo cómo tu mundo se desmorona a tu alrededor.
Con lágrimas nublando tu vista y el corazón hecho pedazos, marcas frenéticamente el número de tu amiga en tu teléfono. "¿Dónde estás? ¡Necesito verte! Me siento horrible, mi novio… mi nov–", apenas logras articular entre sollozos.
La voz tranquila de tu amiga al otro lado de la línea te ofrece un atisbo de consuelo en medio de la devastación que te embarga. "Estoy en casa. Vení y me contás tranquila", te dice, y sus palabras se convierten en un faro de esperanza en medio de la oscuridad que te rodea. Con el corazón roto y el alma hecha trizas, te diriges hacia la casa de tu amiga, en busca de consuelo y apoyo en medio de la tormenta emocional que te consume.
Le cuentas a tu amiga todo lo que había sucedido y no puedes evitar llorar. Estás en el sofá junto a tu amiga, y te dice mientras te peina el cabello: "(Y/N), tenés que ser fuerte, yo sé que no es fácil. ¿Te acordás de Mateo? Que se fue con otra mina, pues te entiendo completamente".
Pero entre sollozos, respondes: "¡Pero en mi caso es distinto!", y lloras más fuerte, como un bebé. "Y... ahora... tú te vas para Montevideo, y... ¡yo voy a estar SOLA!", sigues elevando el tono de tu llanto. "Y no quiero verloooo, nooo, no sé cómo enfrentarloooo".
Tu amiga intenta calmar tus nervios: "Pero yo me voy solamente por tres semanas, si querés, venite conmigo, yo te pago los pasajes".
"No quiero ser un peso más", respondes entre lágrimas.
"¡Boluda! ¡Te vienes conmigo, que se joda!", te dice ella, tratando de sacarte de ese estado emocional.
"Okkkkaaaayyyy", aceptás entre sollozos, llorando como un bebé.
—
Llevas ya tres días encerrada en la habitación de tu mejor amiga en Montevideo, con un gatito real al que tratas como un peluche. La familia Vogrincic te han adoptado como una hija más, y su madre se ha convertido en tu proveedora oficial de café y consejos sobre el amor, lo cual agradece tu corazón roto.
En una tarde soleada, tu amiga irrumpe en la habitación como un torbellino, encontrándote en la cama con tu celular, absorta en las fotos de tu ahora ex. "¡Che, bo! Dame ese celular. No quiero verte así", ordena con un tono melodramático. "Tienes que salir de esta cueva. Mami me ha dicho que solo sales para tomar café y luego regresas aquí. ¡Ya basta! Esta noche viene mi hermano desde Nueva York, y vamos a recogerlo al aeropuerto. Tienes que venir conmigo, punto final", declara con autoridad.
Tú respondes: "Ay, déjame aquí con la gatita", y ella te corrige: "¡Esa gatita tiene nombre y es Uma!". Insistes: "Pues déjame con Uma, no quiero ir para allá".
Con un suspiro exasperado, tu amiga agarra tu brazo con determinación. "¡Sos una pelotuda! ¡Vas a venir ahora!", exclama, decidida a sacarte de tu caparazón de autocompasión y llevarte a vivir un poco la vida real, aunque sea a la fuerza.
—
En el auto, el padre de tu amiga está al volante, con la madre como copiloto, mientras tú y tu amiga ocupan los asientos traseros. La atmósfera está cargada de emoción, ya que toda la familia está ansiosa por recoger al tal Enzo. Por lo que has escuchado, es un actor sumamente famoso. Aunque no estás muy familiarizada con su trabajo, tu amiga siempre ha hablado con orgullo sobre él, y su entusiasmo es contagioso.
Antes de dirigirse al aeropuerto, hacen una parada en un mercado para comprar globos, flores y un cartel que dice "¡Llegó el actor de la casa!". A ti no te hacen mucha gracia las flores ni los globos, ya que te recuerdan a tu exnovio.
Al llegar al aeropuerto, tu amiga asigna tareas: "Bo, aguanta los globos; yo llevaré el cartel y mami, tú llevas las flores", dice con entusiasmo. La madre asiente y el padre, con su típico sentido del humor, pregunta: "Y yo, ¿qué llevo?". La madre, con una sonrisa, responde: "La presencia". Todos ríen un poco, preparándose para la llegada del famoso Enzo.
—
Justo cuando estás a punto de bostezar por el cansancio acumulado, de repente tu amiga y toda su familia irrumpen en gritos de emoción, corriendo hacia un hombre sorprendentemente guapo. Su piel canela y su cabello medio largo y desordenado lo hacen destacar en la multitud. Él también parece adormilado, llevando una maleta, hasta que se percata de su familia y se apresura hacia ellos.
La escena es conmovedora mientras se abraza profundamente con tu amiga, luego se dirige hacia su madre y ambos comienzan a llorar juntos. Por lo que tu amiga te había contado, no se habían visto durante años debido a la ocupada agenda del hermano.
Mientras esta emotiva reunión tiene lugar en el aeropuerto, tú te encuentras parada como un pingüino, sosteniendo los globos en tus manos, sin saber muy bien qué hacer en medio de tanta emoción familiar.
—
Ya cuendo van para el auto, tu amiga te introduce al hermano diciendo, “Enzo, esta es (Y/N) mi mejor amiga del alma, y va estar con nosotros por estas semanas” dice mientras ya se van sentando al auto, y Enzo, que al parecer se va a sentar al lado tuyo te dice, “Un placer (Y/N)”
Y así van todos contentos para la casa, para cenar, ya que la madre iba a prepara una pasta.
—
Al llegar a la casa, estás a punto de dirigirte directamente a la habitación para descansar un poco del viaje agotador, pero tu amiga te agarra del brazo con determinación y te dice: "¡Uh uh no! Te quedas con nosotros en la sala. Nada de cueva". Tú asientes, aceptando su decisión, y decides seguir su sugerencia.
Cuando te dispones a sentarte en el sofá de la sala, observas con curiosidad cómo las gatitas, Uma y Ada, salen de una habitación cercana. Enzo, al verlas, no puede contener su emoción y se tira al piso, hablándoles con ternura como si fueran bebés. La verdad es que Enzo se veía increíblemente adorable en ese momento, y no puedes evitar sonreír ante la escena.
Tu amiga te hace una mueca cómica, como si estuviera acostumbrada a este comportamiento de su hermano, y te dice en voz baja: "Es amante de los gatos, así que no te asustes si actúa así". Tú te ríes suavemente, encontrando la situación bastante divertida y encantadora.
Observas cómo Enzo interactúa con las gatitas, y te das cuenta de que tiene un lado dulce y tierno que no esperabas.
—
Después de un rato, Enzo se levanta del suelo con una sonrisa, dirigiéndose especialmente a su madre: "Ma, me voy a dar una ducha. Avísame cuando esté la cena", dice con tono amable. La madre asiente con un simple "ok", ocupada con los preparativos en la cocina.
Una vez que Enzo se retira para darse una ducha, te inclinas hacia tu amiga y le susurras en voz baja para que no te escuchen: "Oye, no me habías dicho lo guapo que es tu hermano". Ella te responde con una mueca divertida y te dice: "Te lo regalo si quieres". En un gesto juguetón, la empujas suavemente y respondes con un "ajá", aceptando el comentario con humor.
Ambas se miran y se ríen, compartiendo un momento cómplice antes de que Enzo regrese de su ducha y continúe con la cena en familia.
—
Después de un rato, mientras estás disfrutando de un vino con tu amiga y ayudando a preparar la mesa, Enzo hace su entrada. Viene con una cámara vintage en la mano, su cabello aún húmedo y desordenado, vistiendo una sudadera cómoda y descalzo. En general, se veía muy relajado y como en su casa; no parecía en absoluto un actor de Hollywood.
Mientras tú te sientas con tu vino en la mesa, Enzo comienza a moverse alrededor de la cocina, capturando momentos con su cámara: la madre preparando la comida, el padre cortando la carne asada, y la hermana charlando contigo. Luego, se dirige hacia las gatitas y llama a tu amiga, "Loca, ven acá, tírame una foto con Uma y Ada". Pero antes de que pueda tomar la foto, la madre interviene: "Enzo, después. Ya vamos a comer". Él asiente en respuesta.
Tú observas todo con asombro, pero al mismo tiempo, te sientes como si estuvieras presenciando algo muy familiar. Enzo se sienta nuevamente junto a ti, y de repente te toma una foto inesperadamente. Tu amiga lo regaña de inmediato, diciendo: "¡Enzo! A (Y/N) no le gusta que le tomen fotos". Con un tono suave, Enzo se disculpa: "Disculpa". Y tú respondes con amabilidad: "No te preocupes".
La atmósfera en la casa es cálida y acogedora, y te sientes cada vez más integrada en esta familia tan especial.
—
Después de unos 45 minutos en la mesa, todos parecían estar inmersos en sus propias conversaciones, dejándote a ti en un silencio momentáneo. Mientras tomas sorbos de tu vino, escuchas atentamente pero te sorprendes al darte cuenta de que nadie te ha dirigido la palabra en todo ese tiempo. Una sensación de soledad momentánea te envuelve, hasta que de repente, es Enzo quien rompe el silencio.
"Y tú, ¿qué haces?", pregunta Enzo, volviendo su atención hacia ti. Levantas la mirada, encontrando sus ojos, y respondes con sinceridad: "Soy dueña de una cafetería en Ciudad de México". Su expresión se ilumina con genuina admiración: "¡Guau, eso es impresionante!", responde con entusiasmo.
En ese momento, sientes una conexión especial con Enzo, como si sus palabras hubieran creado un puente entre ustedes. A pesar del bullicio de la mesa, te encuentras atrapada en su mirada, sintiendo una chispa de complicidad entre ustedes.
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𝗉𝖺𝗋𝖼𝗈 𝗌𝖾𝗆𝗉𝗂𝗈𝗇𝖾.
malestar alimenta introspección, un potente motor que consideraría flemático sin octava de subconsciente taladrando ¡bimbo! ¿siquiera escapó? el pobre canino con clima de milán temblará de frío y miedo, cuestionándose cuál era el propósito real de usar mascota. probable que despertase del lado incorrecto de la cama como para no saltar eufórico de volver a ciudad querida, entablando conversaciones con simpáticos chiquillos para apaciguar humor y mostrarle foto del fugitivo. dominar idioma simplifica consulta, retrocediendo con sombrilla en alto al vislumbrar estudiante de academia. ' ¿se te apetece chocolate caliente? conozco un buen lugar cerca. además bimbo debe estar escondido en algún hoyo hasta que cese la lluvia. '
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' ja, ja ' basta con darle sólo una mirada para reconocer que parece decirlo con todo el sarcasmo del mundo pero no le molesta realmente, labios curvándose con suavidad antes de suspirar una risa breve. la entiende y es su culpa, tiempo disponible ha invertido en cosas tan triviales como perforaciones y tatuajes sin sentido. ante pregunta no puede hacer más que considerarlo. es verdad que siempre le está haciendo preguntas y puede, en todo caso, ceder un poco. bajar la pared porque ella lo ha invitado a su tienda sin, cree él, ningún objetivo malintencionado ' huír, sobrevivir, mudarme varias veces... ' concede, decidiendo que va a evitar cualquier pregunta que pueda seguir gracias a sus palabras. ante lo siguiente, se ríe nuevamente ' no, yo soy exactamente como me presente. no tengo mucho contexto, ni mucha historia ' miente ' no veo la necesidad de hacerme tantas preguntas ' añade entonces, tratando de averiguar intención real tras preguntas para dejar de suponer y prejuzgar, como ella le ha dicho que hace. deja que hable, que le explique de los libros que decoran estanterías y da lo mejor de sí para no distraerse mientras le escucha, asintiendo desde su posición mientras examina los títulos de los otros libros frente a él. cuando se gira sobre su hombro, lo hace con una sonrisa ' muy bien, lamento asumir que tenías algo diferente ' le dice, girándose y quitándole el libro a ella de las manos ' pero no te pregunté si lo tenías porque lo quisiera leer, sino porque robin hood es la pista que me pediste, genio ' ✩ @skirino
' entonces, primera vez en más de treinta años pisando una... ¡qué honor! ' sonríe con amplitud, mas no honestidad. su sonrisas eran algo ensayado, sus chistes simples frases memorizadas que le permitían vagar y ahondar en conversaciones. quizá él no era el único hermético en aquel espacio. quizá tenía todos los motivos para mantener las murallas en alto. ' ¿qué has hecho en los últimos treinta años? ' otra pregunta que seguramente pasaría por alto. ¿pero qué perdía intentando? ' entonces todo lo que no quieres es que el mundo sepa quien eres... ' trata de parafrasear lo que escucha sin temor a que se muestre aquel nudito que se le forma entre ceja y ceja. ' ¡oye! esos no son el tipo de libros que tengo aquí, ' abandona el cómodo y mullido asiento al ponerse de pie cual resorte. entonces, y entre movimientos cautelosos, se desplaza hacia la estantería más cercana. apoya un pie entre una de las repisas inferiores, impulsándose y llegando más arriba, donde un libro de tapas azul sobresalía entre varios. desde la primera página empieza a leer en voz alta: ' la canción de los olvidados, ' recita el título caminando, vista clavada entre las hojas. ' una ventrue con afinidad por la música comparte su experiencia como testigo de la evolución de la cultura a lo largo de los siglos. desde las antiguas sinfonías vampíricas hasta los sonidos modernos que resuenan en las calles, este libro es un tributo a la capacidad de adaptación de los hijos de caín... ' al finalizar lo cierra con ambas palmas. en el proceso había caminado alrededor del recién llegado hasta detenerse a sus espaldas. ' ¿ahora ves qué tipo de ejemplares tengo aquí? ' @yongsaengz
#Q RABIA Q NO SEA REAL YO LEERÍA ESO POR EL LORE DEL RP#pq no es mi tipo de lectura fav pero#le daría la oportunidad IT SOUNDS GOOD#𝐬𝐭𝐨𝐩 𝐭𝐫𝐲𝐢𝐧𝐠 𝐭𝐨 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐚𝐦𝐧 𝐦𝐞𝐚𝐧𝐢𝐧𝐠; archivo de conversaciones.#skirino
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Rewrite the stars.
duke leopold x fem!courtesan reader
𓎆⠀⠀⠀⠀〧⠀⠀⠀⠀𓈀⠀⠀⠀⠀◞⠀⠀⠀⠀⠀𓇸⠀
Summary: Leopold, atrapado entre el deber y el amor, encuentra en una cortesana lo que nunca halló en su mundo de reglas y obligaciones. Aunque saben que su amor es imposible, el destino los une en encuentros furtivos llenos de promesas silenciosas. Pero las decisiones de la vida real acechan, y la resignación será la única forma de mantener intacto el recuerdo de su amor eterno.
Category: Historical Romance, Tragic Love, Forbidden Love, Secret Meetings, Intense Emotional Connection, High-Society Constraints, Yearning and Longing. {TW}: Unrequited Love, Emotional Pain, Societal Expectations, Self-Sacrifice, Longing, Bittersweet Farewell, Class Differences, Heartbreak, Separation, Impossible Choices.
a/n: Me la re volé en este shot, pero bueno espero que les guste, es algo re distinto y es bastante largo así que léanlo con paciencia y prepárense un cafecito. Me gustan mucho las cosas de época pero se me ocurren pocas cosas
You know I want you,
It's not a secret I try to hide,
You know you want me,
So don't keep sayin' our hands are tied.
Las velas ardían con una cálida elegancia en el salón principal, esparciendo un brillo dorado sobre los rostros de la distinguida sociedad que aquella noche se congregaba. Leopold estaba de pie junto a una de las grandes ventanas, apenas prestando atención a las conversaciones monótonas y las risas calculadas que flotaban en el aire. Aunque lo esperaban como heredero de su familia, las frivolidades de tales reuniones le parecían cada vez más vacías, un teatro repetitivo en el que todos conocían su papel.
Fue entonces cuando la vio, a unos pasos de distancia, conversando con su tío. No llevaba los ropajes de las damas aristocráticas, pero en su porte había una gracia natural que eclipsaba a cualquiera en la sala. Sus cabellos, recogidos de forma sencilla, caían como un delicado velo, y su expresión denotaba una inteligencia serena y libre, algo que jamás había visto en su círculo. El modo en que sonreía y sostenía la mirada, sin sombra de temor, le despertó una extraña curiosidad que no supo contener.
Antes de que pudiera detenerse, ya estaba acercándose, con un paso tan decidido como reservado. Cuando sus miradas se cruzaron, sintió que una conexión indescriptible se formaba en ese instante fugaz. Ella inclinó la cabeza levemente, en un gesto de cortesía que parecía casi una burla delicada a las formalidades de la alta sociedad. Él, sin perder la compostura, le extendió la mano en un saludo respetuoso, aunque en su interior algo distinto comenzaba a surgir.
“¿Puedo saber su nombre?” preguntó Leopold, sorprendido de escuchar su propia voz sonando con una suavidad que le era poco habitual.
Ella lo miró a los ojos, sin rastro de sumisión, y respondió, “Soy solo una cortesana, su alteza, traída aquí por su ilustre tío como adorno para la velada. Dudo que mi nombre sea de interés para alguien como usted.”
Sus palabras eran directas, pero había un leve destello en su mirada, como si estuviera midiendo su reacción, retándolo a ver más allá de sus palabras. Leopold, por primera vez, sintió el impulso de responder con sinceridad, de desprenderse de las normas de su clase. Era algo totalmente fuera de lo común, pero, en ese instante, la convencionalidad de su mundo se volvió irrelevante.
La cortesía de aquel primer intercambio fue interrumpida abruptamente cuando el tío de Leopold se aproximó, con el ceño ligeramente fruncido y una mirada que destilaba desaprobación. Su tono era bajo, pero lo suficientemente severo para ser escuchado por ambos.
“Leopold,” comenzó, con esa voz autoritaria que había aprendido a soportar desde niño, “no es momento de entretenerse de esta manera frente a toda la sociedad. Si tienes algún interés en... conocer mejor a esta dama, sería más prudente que lo hicieras en privado.”
Leopold sintió el calor del juicio en las palabras de su tío. A su alrededor, el murmullo de la sala continuaba, pero ahora percibía las miradas furtivas de los presentes, observando desde la distancia, siempre atentos a cualquier señal de debilidad o error en los miembros de su familia. Se enderezó y, sin apartar la vista de ella, apretó apenas los labios en una respuesta muda de determinación.
La cortesana, quien había seguido cada palabra de la reprimenda con una calma sorprendente, no hizo más que inclinar levemente la cabeza, como si entendiera demasiado bien su lugar en aquel escenario. Con una sonrisa irónica que apenas curvaba sus labios, miró brevemente a Leopold y, sin esperar respuesta, comenzó a alejarse en dirección opuesta, deslizándose entre los invitados con una gracia que parecía no necesitar aprobación de nadie.
“Que siga su camino por otro lado,” murmuró el tío de Leopold en tono de orden, observándola de reojo. "Esta es una reunión de respeto, Leopold, no un lugar para distraerse con... compañía inapropiada.”
Leopold, en silencio, dejó que la tensión de las palabras de su tío se desvaneciera. Sin embargo, en su mente, la imagen de aquella mujer —su porte, su mirada desafiante, y esa chispa en su mirada que parecía ignorar las reglas del mundo que ella misma habitaba— continuaba grabada como una llama que se rehusaba a extinguirse.
La velada avanzó hasta convertirse en una sucesión de despedidas y murmullos de invitados cansados, mientras los sirvientes comenzaban a recoger discretamente las copas y los candelabros. Leopold permaneció en la sala principal, pero su atención estaba fija en un rincón discreto donde ella, con un aire aparentemente despreocupado, observaba la escena. No intercambiaron palabras, solo una mirada de acuerdo tácito, como si ambos entendieran que ese instante era todo lo que podían tener frente a los ojos curiosos de la sociedad.
Al terminar la velada, a medianoche, con paso calculado, Leopold se acercó lo suficiente para que, sin que nadie notara, deslizara una pequeña nota en el bolsillo de su abrigo. La sensación de sus dedos rozando la tela fue breve, pero en ella había una carga de promesas y deseos reprimidos. Al alzar la vista, sus miradas se encontraron por última vez esa noche, y ella apenas inclinó la cabeza, sin mostrar la nota pero con la certeza de haber entendido su intención.
Pasaron los meses, y aquel rincón en una librería discreta, un lugar que el mundo parecía haber olvidado, se volvió su refugio compartido. Entre libros antiguos y sombras acogedoras, sus conversaciones fluían como si fueran los únicos en la ciudad. Allí, lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de la nobleza, Leopold era libre de descubrirla en su totalidad: su risa sincera, sus opiniones afiladas, y ese brillo en los ojos cada vez que él le hablaba de sus sueños, sueños que no tenían cabida en su vida de duque.
Cada encuentro era un espacio robado al tiempo, una burbuja donde existían solo ellos dos. Leopold se dio cuenta de que, con ella, todo parecía cobrar sentido. Ella no tenía las pretensiones ni la frialdad de las jóvenes presentadas por su tío; no intentaba deslumbrarlo ni agradarle con palabras vacías. Con ella, cada conversación, cada silencio, se sentía como un susurro de verdad, como algo que él no había encontrado en ningún otro lugar.
A su lado, las obligaciones, los compromisos y los títulos parecían desvanecerse, y él comenzaba a creer que el amor verdadero era una fuerza que podía superar cualquier límite impuesto. En aquellos momentos robados, entre risas y miradas intensas, Leopold supo que ella era más que una amante furtiva: era su igual, su confidente, y sentía que daría cualquier cosa por vivir siempre en su compañía.
Sabía que, en un mundo ideal, la tomaría de la mano y dejaría atrás las cadenas de su linaje para vivir junto a ella. Y aunque jamás se lo había pedido, sentía en cada palabra de ella una entrega incondicional, una devoción sincera que le hacía soñar con esa vida juntos, lejos de todo, donde las miradas de juicio y los deberes de su apellido fueran solo un recuerdo.
Una tarde, entre estanterías polvorientas y en silencio que parecía proteger sus secretos, ella se encontraba rebuscando en la sección de poesía. Era una especie de ritual entre ellos: cada encuentro, alguno de los dos elegía un libro para el otro, algo que representara sus pensamientos o sus sentimientos. Con el tiempo, habían acumulado una pequeña colección de volúmenes que eran, para ambos, testigos silenciosos de su amor.
Esta vez, ella buscaba uno que Leopold pudiera leer al atardecer, cuando el murmullo de la ciudad moría y ellos se entregaban a sus momentos a escondidas. Alzó la mano para alcanzar un libro en un estante alto, uno que llevaba un tiempo deseando mostrarle, pero su mano apenas rozaba la cubierta.
Justo cuando estaba a punto de desistir, Leopold apareció detrás de ella, su presencia tan cercana que casi pudo sentir el roce de su aliento en el cuello. Sin decir una palabra, extendió su brazo y alcanzó el libro con facilidad. La proximidad era tal que podía percibir el calor de su pecho en su espalda, y sintió cómo sus latidos aceleraban, conscientes de la intimidad de aquel gesto.
Con una sonrisa suave, le colocó el libro en las manos y, al inclinarse, su voz resonó en su oído como un murmullo apenas contenido: “Te dije que no tienes que hacer tanto esfuerzo… Estoy aquí, ¿no?”
Ella giró apenas el rostro, lo suficiente para mirarlo desde la cercanía de sus hombros, encontrándose con sus ojos, que reflejaban una ternura que pocas veces mostraba abiertamente. Aquellos segundos parecieron alargarse, suspendidos en una burbuja donde el mundo exterior no podía alcanzarlos. Era una escena típica, sí, pero en ellos, tenía una profundidad que ningún gesto ensayado podría igualar.
Finalmente, ella sostuvo el libro entre sus manos y, sin soltar la mirada, le susurró, “Entonces espero que disfrutes cada palabra. Este... es todo lo que no puedo decirte.”
Leopold observó el título y la portada, tratando de captar los secretos que ella escondía en las páginas de aquel libro, sabiendo que, para ambos, aquellos objetos eran más que palabras: eran cartas que no podían enviar, confesiones sin voz, y un amor que, aún prohibido, crecía con cada encuentro clandestino.
Ella lo observó en silencio por unos segundos, notando cómo su rostro, a pesar de la leve sonrisa, cargaba una expresión de cansancio que no se podía ocultar. Entonces, sin pensar demasiado, llevó su mano hasta su mejilla y lo acarició suavemente, el contacto delicado y lleno de significado.
El gesto hizo que Leopold se detuviera un instante, como si la calidez de su toque pudiera devolverle algo de la tranquilidad que siempre sentía cuando estaba con ella. Sin embargo, el tema que había estado rondando en su mente durante semanas apareció, inevitable, como una sombra que ya no podía ignorar.
“¿Y el matrimonio? ¿Cómo va todo eso?” preguntó ella, su voz baja, casi temerosa de que sus palabras pudieran romper la burbuja que los rodeaba.
La pregunta, aunque directa, no sonaba acusadora. Sabía que él estaba atrapado en una obligación de la que no podía escapar tan fácilmente. Sin embargo, en sus ojos brillaba una mezcla de tristeza y esperanza, como si, por un breve momento, deseara escuchar que él podía liberarse de las cadenas de su futuro impuesto.
El cambio en su expresión fue inmediato. Los ojos de Leopold se oscurecieron ligeramente, y un leve rubor comenzó a extenderse por sus mejillas, algo tan raro en él que no pasó desapercibido. Acomodó el libro entre sus manos, claramente incómodo con la pregunta, y negó con la cabeza con un suspiro.
“No quiero pensar en eso.” Su voz salió más firme de lo que esperaba, pero la mirada que le dedicó tenía una mezcla de melancolía y una angustia apenas contenida. “No... no quiero que esa sea mi vida, no quiero pensar en lo que debo hacer, ni en lo que esperan de mí. No cuando estoy aquí, contigo.”
Sus palabras flotaron en el aire, honestas y llenas de ese dolor que intentaba sofocar bajo el peso de sus responsabilidades. Su corazón latía rápido, sabiendo que, aunque él podía intentar evadir la realidad, en algún punto tendría que enfrentarse a las decisiones que ya estaban trazadas para él.
“Lo que quiero es... estar aquí contigo. Solo contigo, en este momento,” añadió, casi en un susurro, como si temiera que el destino pudiera escucharlo y arrebatarle lo que tenía.
La incomodidad de Leopold se hizo evidente, pero más allá de eso, en su mirada había algo más: una rendición, una aceptación silenciosa de que, por mucho que quisiera escapar de lo que le aguardaba, él deseaba profundamente estar con ella, a su lado, sin las barreras de la nobleza ni las expectativas de un mundo que no comprendía su corazón.
Ella sonrió con suavidad, tratando de comprender la lucha interna de él, aunque sabía que ambos compartían ese temor que flotaba en el aire. Era un miedo silencioso, palpable, que se ocultaba tras sus palabras y gestos. Sabían, en lo más profundo, que todo esto podría acabar de una manera que ninguno de los dos deseaba.
No estaban preparados, ni él ni ella, para enfrentar la verdad de lo que sentían. Pero, a pesar de todo, ahí estaban, rodeados por la incertidumbre de un futuro que no podían controlar.
El corazón de ella latía rápido, no solo por el amor que sentía por él, sino por la necesidad de que ese momento, aunque efímero, permaneciera intacto. Y sin pensarlo más, sus manos se alzaron hasta su cuello, acariciando la suave tela de su chaleco, y de manera casi instintiva, lo atrajo hacia sí. Sus labios, que habían compartido tantas miradas llenas de palabras no dichas, finalmente se encontraron.
El beso fue suave al principio, tierno, como si estuvieran probando el agua antes de sumergirse por completo. Pero pronto, el amor y el deseo compartido entre ellos comenzaron a envolverlos, haciéndolos perderse en la calidez del abrazo. Ella cerró los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera congelar el momento, impedir que el tiempo continuara su curso. El suave roce de sus labios se transformó en algo más profundo, más urgente, como si ese beso fuera una declaración muda de lo que sentían, un suspiro compartido entre los dos.
Leopold, al principio sorprendido por la intensidad de su gesto, no tardó en corresponder con la misma pasión. Sus manos, que habían quedado suspendidas entre el libro y el aire, encontraron su lugar en su espalda, acercándola aún más. El abrazo fue fuerte, como si quisiera asegurarla en su presencia, como si quisiera que el mundo que los rodeaba se desvaneciera y dejara solo a los dos, atrapados en la burbuja de su amor prohibido.
La suavidad de su piel, el delicado perfume que la rodeaba, todo parecía fundirse en esa sensación de intimidad que compartían. Y mientras sus corazones latían al unísono, ella sabía, de alguna manera, que este beso no solo era un consuelo, sino una promesa: que, aunque el mundo fuera en su contra, ese momento sería solo suyo, y que, por un instante, nada más importaría.
Ambos sabían lo que el futuro les deparaba, pero en ese segundo, nada podría separarlos.
El suave murmullo de la librería, tan acogedora y tranquila, se rompió bruscamente cuando unas voces comenzaron a filtrarse desde el pasillo cercano. Ambos se separaron al instante, sus corazones aún acelerados por la intensidad del beso, y se miraron con pánico, conscientes de que no podían ser descubiertos.
El sonido de pasos acercándose les hizo reaccionar rápidamente. Ella dio un paso atrás, apresurada, tratando de disimular su respiración agitada mientras sus dedos se despejaban de su cuello. Él se quedó paralizado por un momento, observando cómo ella comenzaba a alejarse. No había tiempo para nada más. Con una mirada fugaz, comprendió que debía dejarla ir, que era lo mejor para ella en ese instante.
Sin embargo, no podía permitir que la situación quedara expuesta. En cuanto ella se adelantó un paso más, Leopold, con la prisa de ocultar lo que estaba ocurriendo, comenzó a hacer una ligera preparación para enfrentar la incomodidad que vendría. Sus conocidos, aquellos que siempre eran una extensión de su tío, ya estaban demasiado cerca como para escapar con facilidad.
"Ah, Leopold, ¿aquí estás?" La voz de un hombre, uno de los viejos amigos de su tío, retumbó en el aire, y Leopold rápidamente dio unos pasos hacia el centro de la librería, de forma que los ocultara de la vista.
“Solo mirando unos libros,” respondió Leopold con una sonrisa tensa, intentando controlar el nerviosismo que amenazaba con delatarlo. “Nada más.”
Mientras tanto, ella, disimulando lo más que podía, comenzó a caminar hacia una de las estanterías más alejadas, como si nada hubiera ocurrido. Su corazón aún latía con fuerza, pero tenía que actuar con calma. No podía ser vista, no podía ser descubierta.
Unos segundos después, las voces comenzaron a hacerse más claras, y ella escuchó el nombre de Leopold mencionado entre las risas de los conocidos. “Debe de estar revisando sus lecturas. Un hombre tan serio como él nunca se pierde una oportunidad de mejorar su biblioteca," comentó uno de los hombres con una risa jovial.
Ella, con una pizca de dolor en el pecho, se forzó a sonreír, dándose la vuelta hacia las estanterías. Los ojos de Leopold la siguieron, pero el peso de la situación los mantenía a distancia. Sabía que debía separarse, que cualquier paso en falso podría ser el que los trajera de vuelta a la dura realidad.
Leopold, consciente de la presión que tenía encima, intentó mantener una conversación superficial con los hombres, el rostro sereno, aunque su mente estaba con ella, con sus manos que aún temblaban por el contacto perdido. No era la primera vez que sentía ese vacío al separarse de ella, pero cada vez, el dolor de la separación se volvía más fuerte.
Por fin, después de unos momentos tensos, los hombres comenzaron a moverse hacia otras partes de la librería. Leopold no perdió el tiempo: miró rápidamente hacia el lugar donde ella estaba, apenas un susurro de su figura entre las estanterías. Su corazón seguía latiendo con fuerza, pero sabía que, por ahora, no podía hacer nada más. El peligro de ser descubiertos había pasado, pero el miedo a lo que vendría era aún más grande.
Con un último vistazo hacia ella, Leopold se giró hacia su grupo, actuando con naturalidad, pero sin dejar de sentir esa desconcertante sensación de que lo que más deseaba no podía ser suyo. Y ella... ella, por su parte, continuaba con su fachada, como si ese momento nunca hubiera existido. Pero en su corazón, la presión de un amor no permitido seguía ardiendo, casi abrasadora, como si cada latido fuera un recordatorio de lo que nunca podrían ser.
Habían pasado unas semanas desde aquel beso, aquella promesa no pronunciada, pero presente en cada pensamiento de ambos. El temor seguía pesando sobre ellos, como una sombra inquebrantable. Pero Leopold sabía que debía hacer algo, que algo debía cambiar si quería que su amor pudiera prosperar. Estaba decidido a revelarle su plan, pero no de cualquier manera. Quería sorprenderla, mostrarle que estaba dispuesto a todo, aunque esa noche lo llevaría a un lugar que sabía que no podía entender, pero que era parte del sacrificio que ambos debían hacer.
Esa noche, el aire fresco acariciaba su rostro mientras se acercaba a un local algo apartado en una zona más oscura de la ciudad. Sabía lo que pasaba ahí, lo había escuchado antes, pero jamás imaginó que sería él quien estaría entre el público, observando a la mujer que le robó el alma, envuelta en un entorno tan diferente al que él acostumbraba.
Leopold estaba nervioso. Sabía que lo que ella hacía no era bien visto, pero comprendía que, para ella, ese era el único medio de subsistencia. No era justo, pero era la única forma que había encontrado de sobrevivir. Y aunque no le gustaba, tenía que aceptarlo, aunque le doliera ver cómo se entregaba a otros mientras él estaba allí, observando, deseando estar a su lado.
Entró al local con la mirada fija en el escenario. Los rostros de los demás hombres en la multitud eran ajenos a él, pero su mente estaba completamente centrada en ella. La vio aparecer en el escenario con la gracia de siempre, su cuerpo deslizándose con una elegancia que lo dejaba sin aliento, pero el corazón de Leopold se apretó. No podía dejar de pensar en lo que representaba para ella estar allí, el precio que tenía que pagar para mantenerse a flote.
Se quedó entre el público, oculto entre las sombras, observándola bailar. Cada movimiento que hacía parecía llenar la habitación de una energía que la hacía destacar, pero Leopold no podía dejar de pensar en lo que realmente importaba: ¿cómo podía sacarla de ese mundo? ¿Cómo podía convencerla de que había una salida?
La miró, absorto, pero su mirada se cruzó con la de ella por un momento. Ella lo vio entre la multitud y sus ojos se encontraron, una chispa de sorpresa y algo más brillando en su mirada. En ese instante, Leopold pudo leerlo todo. Sabía que, a pesar de lo que estaba haciendo, ella sentía lo mismo, pero esa realidad también los mantenía atrapados en ese juego peligroso.
La música continuó, pero Leopold no podía apartar la mirada de ella. El dolor en su pecho aumentaba, y más aún cuando comenzó a pensar en lo que tenía que hacer. En ese mismo instante, en medio del bullicio de la sala, se dio cuenta de que el plan que llevaba en su mente durante semanas tenía que llevarse a cabo esa noche. No podía esperar más. Necesitaba ser valiente, y no solo en su amor, sino también en sus decisiones.
Cuando la danza terminó y las luces de la sala se apagaron momentáneamente, él se acercó a ella en cuanto tuvo oportunidad. La sorpresa en su rostro al verlo allí, entre el público, no se podía ocultar.
“Leopold…” susurró, con una mezcla de asombro y preocupación, pero sin poder disimular la calidez en su voz. “¿Qué haces aquí?”
Él, con su respiración aún acelerada, la miró a los ojos, tratando de encontrar las palabras correctas. Sabía que el momento estaba llegando, que la revelación de su plan cambiaría todo entre ellos. “He estado pensando en nosotros, en cómo podemos tener lo que queremos sin que el mundo nos lo arrebate… He planeado algo, algo grande. Pero quiero que tú también lo quieras.”
Su voz estaba llena de decisión, pero también de ese mismo temor que siempre había marcado su relación. Era un plan lleno de incertidumbres, de sacrificios. “Esta vida que tienes aquí, este trabajo, lo sabes tan bien como yo, no es lo que quieres. No es lo que mereces… Yo quiero darte más. Quiero que salgas de aquí. Quiero que estemos juntos.”
El peso de sus palabras colapsó el aire entre ellos. Ella, aún parada en el escenario, apenas podía creer lo que escuchaba. Sabía que algo estaba cambiando, pero nunca imaginó que él se atrevería a decirle algo así, y mucho menos en un lugar tan público.
Pero había algo en su mirada, en la forma en que él la miraba, que la hizo sentir que, tal vez, todo podría ser posible. Aunque sabía que su vida estaba marcada por un destino distinto, el hecho de que él la estuviera mirando de esa manera le hacía pensar que tal vez, solo tal vez, había una salida.
Leopold, al ver la confusión en su rostro, dio un paso más cerca, determinando que esa noche no habría más miedo. “Te amo. No quiero que vivas así. Permíteme cambiarlo todo para ti, para nosotros.”
El resto del ruido del local parecía desvanecerse mientras ella procesaba sus palabras. La posibilidad de un futuro juntos, aunque imposible, parecía tan real en ese momento que le costaba creerlo. Sin embargo, había algo en sus ojos, una verdad simple y honesta que no podía ignorar.
Ella lo miró, sus ojos llenos de esa mezcla de amor y dolor que solo él lograba provocarle. Sabía que sus palabras eran sinceras, que su deseo de cambiarlo todo por ella no era un simple arrebato, sino una decisión profunda. Pero, aún así, la realidad se interponía como una barrera que ninguno de los dos podía ignorar.
Con suavidad, se acercó más a él y alzó una mano hasta su rostro, sus dedos rozando su mejilla con una ternura infinita. "Leopold," murmuró, su voz cargada de emoción y fragilidad. "No sabes cuánto significas para mí. Te amo... te amo más de lo que he amado a nadie." Su mirada temblaba, pero la sinceridad en sus ojos lo atravesaba. "Y sé que tú también sientes lo mismo. Pero es complicado. Lo que tú eres, lo que representas… y lo que yo soy… no podemos huir de eso."
Él la tomó de la mano, sujeta a su rostro como si temiera que, al soltarla, ella se desvaneciera. "No me importa nada de eso. No me importa lo que piensen los demás, ni las obligaciones, ni las expectativas. Yo quiero una vida contigo," insistió, con la urgencia y la intensidad de alguien que ya no puede contenerse. "Sabes que no necesito nada más."
Ella suspiró, sabiendo que, aunque sus palabras encendían en ella la misma esperanza, ambos sabían la verdad que les ataba. "Y yo quiero una vida contigo," dijo, su voz volviéndose apenas un susurro. "Pero no puedo dejar que dejes todo… que arriesgues tu nombre, tu posición. Por más que te quiera y desee lo mismo que tú, sé que no se puede. Lo sabes, Leopold."
Las palabras cayeron entre ellos, pesadas y definitivas. Ella intentaba sostener una sonrisa mientras le acariciaba el rostro, queriendo que ese gesto calmara su propio dolor tanto como el de él. "No quiero que sufras, ni que un día mires atrás y te arrepientas. Este amor es hermoso, tan puro como fugaz. Debemos protegerlo, no mancharlo con sueños imposibles."
Leopold apretó la mandíbula, la frustración y la tristeza reflejándose en cada línea de su rostro. "Pero, ¿y si esta es nuestra única oportunidad? Si no lo intentamos, nunca sabremos qué podría haber sido. No puedo simplemente aceptarlo, como si fuera solo un sueño… tú eres mi realidad."
Ella cerró los ojos un momento, dejando que las lágrimas se acumularan detrás de sus párpados antes de abrirlos de nuevo. "Lo sé," susurró. "Pero a veces, incluso el amor no basta. Esto es más grande que nosotros."
Leopold sintió cómo el peso de sus palabras lo aplastaba, la tristeza dejando una herida abierta en su pecho. Sabía que ella tenía razón, que ese mundo al que pertenecían los juzgaría sin piedad. Pero no podía concebir una vida sin ella, sin su risa, sin esa complicidad que no había encontrado en nadie más.
Aún sosteniendo su mano, la miró una última vez, con una mezcla de desolación y amor eterno. "Entonces… déjame amarte hasta que el mundo nos lo permita," dijo finalmente, la voz rota. "Déjame robar cada segundo que podamos tener."
Ella asintió, sus lágrimas finalmente cayendo. "Sí, mientras podamos," dijo, envolviendo sus brazos alrededor de él, abrazándolo con la desesperación de alguien que sabe que está perdiendo algo irremplazable.
Ambos se quedaron así, envueltos en un abrazo silencioso, conscientes de que el tiempo estaba en su contra, pero decididos a desafiarlo una última vez, aunque fuera imposible.
Las semanas pasaron en un constante juego de encuentros furtivos y palabras susurradas al oído. Cada noche que podían verse era un tesoro escondido, un momento robado que ambos atesoraban como si fuera el último. La tensión entre ellos se hacía más palpable, un hilo invisible que los unía en cada mirada y en cada toque, consciente de que el final era inevitable, pero sin saber cuándo llegaría.
Una noche de otoño, mientras el frío empezaba a apoderarse de la ciudad, Leopold recibió una carta. Era de su tío, una nota corta, simple, pero con un mensaje claro: debía anunciar su compromiso en la próxima cena familiar, y cualquier retraso ya no era una opción.
Leopold sintió el peso de esas palabras caer sobre él como una sentencia. Su vida entera se había construido en torno a las expectativas de su familia, de su apellido, y sabía que su única rebelión había sido ella, ese amor prohibido que le daba vida y sentido. Con el corazón destrozado, decidió que debía verla, aunque fuera por última vez.
Al anochecer, acudió al lugar donde sabían que podían estar a solas, a salvo de miradas. Al verla, sintió cómo el dolor se mezclaba con una dicha inmensa. Ella estaba ahí, con esa serenidad que lo desconcertaba, mirándolo como si ya supiera lo que iba a decirle.
"Leopold," susurró ella antes de que él pudiera hablar, su voz apenas un hilo de aire, pero llena de ternura. "Ya lo sé."
Él bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a la tristeza en sus ojos. "No quería que fuera así. No quería que terminara…" Su voz se quebró, y se acercó a ella, tomando sus manos como si fueran un ancla en medio de una tormenta.
Ella asintió, sus dedos acariciando los de él con delicadeza. "Lo sé. Pero también sabíamos que este momento llegaría." Su voz era suave, resignada, pero había una calidez en sus palabras, como si estuviera dispuesta a consolarlo en vez de romperse.
Él la miró, su pecho llenándose de una desesperación contenida. "Dime que podríamos intentarlo. Dime que…"
Ella negó con la cabeza, una sonrisa triste asomando en sus labios. "No podemos, mi amor. No sin pagar un precio que ambos sabemos que no sería justo. No puedo cargar sabiendo que dejarías todo por mi, no tengo nada, no quiero vivir con esa culpa. Esta es mi vida, y la acepto, no puedes dejarlo."
Él apretó las manos de ella con fuerza, deseando absorber cada segundo que le quedaba. "Te amo," murmuró, su voz rota por la desesperanza. "Te amo como nunca podré amar a nadie."
Ella esbozó una sonrisa llena de ternura y tristeza. "Y yo a ti, Leopold. Siempre serás mi único amor verdadero." Se inclinó hacia él, sus labios rozando los suyos en un beso lento, profundo, lleno de esa melancolía que se mezcla con la pasión.
Después, lo miró a los ojos, sus manos soltándose poco a poco, como si ya se estuviera despidiendo. "Adiós, mi querido amor. Que seas muy feliz, te amo."
Él la observó alejarse, cada paso que daba arrancándole una parte del alma. Era consciente de que, aunque la vida seguiría, algo en él quedaría roto para siempre. Supo, en ese instante, que aunque cumpliría con su destino, ella sería siempre su amor perdido, el recuerdo de una vida que solo pudo existir en sus sueños.
Esa noche, al retirarse en silencio, comprendió que había conocido el amor, el verdadero y eterno, y que lo llevaría en su corazón hasta el último de sus días. Aunque fuera un amor imposible, era el suyo, y eso era suficiente.
You know I want you,
It's not a secret I try to hide,
But I can't have you,
We're bound to break and my hands are tied.
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Explorando la Complicidad y la Incertidumbre en una Conexión Especial
Imagina dos personas que se llevan de maravilla desde el primer momento en que se conocen. Sus conversaciones son geniales, se ríen juntos y se abrazan de una forma que hace sentir a ambos muy bien. Parece que están hechos el uno para el otro.
Pero, a pesar de toda esa conexión y buen rollo, algo los detiene. Puede ser el momento equivocado, pueden tener miedo o dudas. Aunque les gustaría que las cosas fueran más allá, sienten como si algo en el fondo les dijera que aún no es el momento adecuado.
Entonces, por ahora, disfrutan de lo que tienen: esos momentos especiales juntos. Saben que lo que comparten es real y valioso, incluso si el futuro es incierto. Y quién sabe, tal vez algún día, cuando las cosas se alineen mejor, puedan llevar su relación a un nivel aún más profundo.
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Anon rebelde.
Una lectura apasionante la lectura de la crónica de la aparición de Cait en Highlanders.
Lo primero mis más sinceras felicitaciones a las dos asistentes a la con y a ti por la magnífica cobertura de un evento que había despertado mucha expectación, ya sabes, Tony y Sam en segundo plano y en que terminos saldrán en la conversacion. Debo decir que Cait no me ha defraudado, cariñosa con sus fans, parece que disfrutando después de tantos años ausente y con ese despiste crónico que padece cuando tiene que poner en un contexto conjunto las tres palabras mágicas, Tony, marido y Sam. Sigo pensando que tienen a la vista el final del túnel y eso hace que relajen un poco los nervios, por eso la necesidad de la guardia pretoriana cerca para evitar esos deslices freudianos de confundir a sus maridos cuando Cait siempre ha tenido muy claro públicamente, recuerda ese clip de promoción de OL donde Cait , con un seco telewife, contestó a Sam cuando se dirigió a ella como su esposa.
Dear (returning) Anon Rebelde,
Solo tengo el dudoso mérito de atravesar todos los abucheos, arrullos y entusiasmo meretricio (¡vaya!) de sus mejores fans, en un intento de comprender qué diablos pasó en Birmingham. Fue lo más cerca que estuve de la experiencia real y fue consternada, en serio. Dicho esto, creo que las mamás de S pueden verse y sonar mucho peor en París, y lo harán, si él se va. Sin nuestras chicas, no hay dados: el mérito es exclusivamente de ellas, de su valentía y su generosidad. Solo soy el escriba y el comentarista lateral. Pero esto es lo que me escribiste en español:
'What a fascinating read, that chronicle of Cait's appearance in Highlanders.
First of all, my most sincere congratulations to the two attendees at the con and to you for the magnificent coverage of an event that had aroused a lot of expectations. You know, Tony and Sam in the background and in what terms would they feature in that conversation. I must say that Cait has not disappointed me, affectionate with her fans, seems to be enjoying herself after so many years away and with that chronic lack of attention she suffers when she has to put together those three magic words: 'Tony', 'husband' and 'Sam'. I still think that they have the end of the tunnel in sight and that makes them relax their nerves a little, hence the need for the Praetorian Guard nearby to avoid those Freudian slips confusing her husbands. Yet Cait has always been very clear publicly, remember that OL promo clip where Cait, when she answered Sam with a dry telewife, when he addressed her as his wife'.'
Thank you so much for the kind words - as I said, I have very little merit in all of this and very few things to add. They paid for those tickets, took that plane, went there, stayed in line, patiently listened to all the bullshit, etc. I just transcribed and tried to bring some context, that is all.
I am still baffled by Steve Himber's cheap circus. I could understand the logic of his presence there, in theory. But I am constantly nagged by a very honest question: do all celebs have this kind of Petulant Pitbull at their side, while meeting their fans?
This is where my complete lack of experience as far as fandoms go is showing with trooping colors, Anon Rebelde. Something is definitely not normal, there. Fire that dick.
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Los nombres de los Cinco Furiosos
Tras la película de Kung Fu Panda 4 me dio por pensar como sería las primeras conversaciones de Zhen con los Cinco Furiosos. Me la imaginé nerviosa por causar una buena impresión pero encajando bastante bien con la dinámica del grupo dada a su actitud pícara y disfrutando junto a ellos de sus aventuras estableciéndose una relación de confianza. Lo que me llevo a un pensamiento ''¿ Ella al querer conocerles más les preguntaría cuales son sus auténticos nombres?'' .
Esta teoría lleva años rulando en el fandom pues se dice que sus nombres en realidad se refieren a sus estilos de lucha o a su especie ( así como al Maestro Buey, Cocodrilo o Rhino) pues los que conservan dentro de esta disciplina su nombre propio son aquellos que tienen un rol superior como Oogway, Shifu o Po y los que no tienen un titulo como Zhen o Tai Lung.
Bien, pues decidí que les buscaría un nombre adecuado para cada uno, que encajase con su físico o su personalidad, fáciles de recordar y que fuesen distinguibles entre ellos ¡let's go!
Mantis: Xun Yu ( veloz jade )
Con Mantis tuve claro que no quería buscar nada que tuviese que ver con su tamaño pero si quería destacar sus habilidades más potentes como su velocidad. De ahí surge su primer nombre, Xun . Su segundo nombre, Yu (Jade), es por su color verde aunque este puede significar también ''insecto'' dependiendo del kanji con el que se escriba. Mi idea es que Mantis se autodenomine como ''el rayo verde'' haciendo referencia a su nombre real.
Grulla: Zimo ( tinta refinada )
En un comienzo quise que su nombre estuviese relacionado con el cielo o el aire dada a su especie aviar o a sus técnicas pero me hizo pensar que una de las cosas que más me llama la atención de este personaje es su interés por la caligrafía china. Por ello, me decante por nombrarle Zimo (tinta o escritura) para reflejar su amada afición en su nombre.
Mono: Wong Sang ( morera amarilla )
Para Mono investigue sobre su actor de doblaje, el mismísimo Jackie Chan, cuyo nombre de nacimiento es Chan Kong-Sang. Quise tomarlo como referencia cambiando el nombre de Kong pues es el nombre del hermano de mono por Wong (amarillo) relacionándolo al color de su pelaje. Quería hacer una referencia a su faceta cómica pero me no encontré ningún nombre adecuado a las pautas que había asignado.
Víbora: Jia Ling ( bello cascabel )
Al igual que con mono, investigue sobre su actriz de doblaje, Lucy Liu, cuyo nombre completo es Lucy Alexis Liu Yu Ling. Quería reflejar su personalidad encantadora y dulce por lo que tome de referencia el nombre de Ling (tintineo) por el siseo que esta produce al ser una serpiente además de por su actitud alegre. Pero su primer nombre sería Jia para enfatizar la belleza de este personaje.
Tigresa: Xia ( amanecer )
Para ella pensé en profundizar más sobre su historia y su desarrollo como personaje para así darle el nombre adecuado. Esta es su historia:
Cuando Tigresa vivía en el orfanato recibió el nombre de Xian por parte de los demás niños ya que este significa "aquella que vive en reclusión" perpetuando su desprecio y miedo hacia a ella. Cuando Shifu finalmente decidió adoptarla, tras haber escuchado muchas veces ese nombre casi siempre acompañado de la palabra "monstruo", le pregunto que nombre nuevo deseaba para ella. Esta aceptaba simplemente el de Tigresa pues no creía que pudiese merecerse un nombre. Shifu reflexionó y decidió ponerle el nombre de Xia. Tigresa al principio le disgusto esta idea pues sonoramente era parecido al anterior pero Shifu le explico su elección. Ambos nombres aunque parecidos no poseían mismo significado pues ahora ella ya no estará más en la oscuridad recluida y sola sino que tenia la oportunidad de una nueva vida, un camino marcado por la luz desprendía de ella, un nuevo amanecer.
Así que sí, Zhen preguntaría sus nombres a los cinco furiosos dándose la situación de que Po se entere en ese mismo instante. Todos excepto Tigresa responderían a esta pregunta ya que para ella sigue siendo un tema muy personal relacionado con su pasado y con Shifu y aún no se siente cómoda como para compartirlo con todos ¿puede que sí pueda con cierto panda?
#dreamworks#kung fu panda#kung fu panda 4#kfp po#kfp tipo#furious five#master tigress#master mantis#master crane#master viper#master monkey
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That one time Teddy Bautista almost died on stage.
Yeah, so @feerz 's amazing JCS iceberg made me realize that I have never talked about this incident on here before, so I might as well do now.
Here have some book extracts.
From "Jesucristo Superstar. Ópera rock: La Pasión de Camilo Sesto" by Marta García Sarabia (2016):
Teddy Bautista relives the drama of the moment when, due to a technical error, he almost hanged himself for real. [...] It is then when Judas puts his head in the noose. The lifting platform, on which the moment was staged, began to rise to more than three meters high. At that moment there was a failure in the safety harness and the survival instinct made Teddy reach for the rope to protect his neck. The tension reached its maximum, but the public did not notice the failure, instead thought it was part of the staging. The technical team was left speechless. Nacho Artime himself remembers that "we all believed that he had really hanged himself." According to Bautista, "this part, the dramatic-literary aspect of the role was the hardest." In the words of Jaime Azpilicueta, "in one performance the safety rope failed and we were on the verge of having a very serious accident; "He ran out of oxygen, but the performance concluded."
And from "Conversaciones con Teddy Bautista" by Luis Lapuente (2023):
You had a problem at one of the performances, I think. "Yes, when the muskets broke in the scene where Judas commits suicide. They lifted me by the neck and I was choking, but I held on to the rope and was able to resist thanks to the fact that I was very physically fit, but I got to the platform cussing at all of the... because it is not normal for a musket to be released, someone had made a mistake that could cost me my life, what a fright. I think the audience didn't notice, but inside they did, the technicians, the actors, because they heard me swear in Aramaic, and never better said."
"Swear in Aramaic" is spanish slang for shouting profanities.
So yeah... that happened.
#jesus christ superstar#teddy bautista#jcs 1975 madrid#there must be many more we don't know about#platadesangre
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