Tumgik
#como controlarse con la comida
pierluigiremigi · 2 years
Text
Aprende a Controlar y Dominar tus Demonios, Ridículos y Estúpidos | Pier Luigi Remigi
Hablemos claro…
Y aprendamos a dominar nuestros demonios, ridículos y estúpidos.
El miedo, los celos, la envidia y la ira, simplemente y por más que ellos deseen aparecer ahí que decirles no, quietos, no permitirles, salir, porque si no aprendes a dominar tus pensamientos ellos tarde o temprano te van a devorar.
Y te aseguro que no será bueno para ti.
Acostúmbrate a ganar en silencio y a dar ayuda en el momento que la persona lo necesite.
Veamos un par de reglas:
La primera: Aleja la envidia. Todo tipo de envidia.
La segunda: Llena el corazón de alegría y felicidad. Haciendo eso que te enamora y apasionada. Por más pequeño que sea.
Mira.
Todos aquí en la tierra tenemos un propósito. Cada hierba puede curar una enfermedad, cada animal cumple su función para con el ecosistema.
El sol nos brinda calor, frío nos da tranquilidad y cada persona tiene una misión que cumplir en esta tierra. En este mundo.
Todo tiene una razón para existir y nuestro trabajo, nuestro verdadero trabajo es descubrir a que hemos llegado a éste mundo. Para brindar siempre lo mejor de nosotros.
Y así de simple y tú que me estás viendo, te deseo que sea feliz, no porque todo sea bueno, sino porque puedes ver lo bueno en todo. Feliz inicio de Semana llena de éxitos y muchas, pero muchas bendiciones.
como controlarse como controlarse a si mismo como controlarse en un momento de ira como controlarse con la comida como controlarse en una discusion como controlarse ante una discusion como controlarse al tomar alcohol como controlarse con el alcohol como controlarse emocionalmente como controlarse en un ataque de ansiedad como controlarse en un ataque de panico como controlarse al comer como controlar a las personas como controlar ataques de ansiedad como controlar ataques de panico como controlar ansiedad como controlar a un niño hiperactivo como controlar a un perro hiperactivo como controlar aire acondicionado con celular como controlar a un galopador horizon como controlar a una mujer de caracter fuerte como autocontrolarse como controlar bien el balon de futbol como controlar balones aereos como controlar balon futbol como controlar berrinches 2 años como controlar berrinches 3 años como controlar balon con el pecho como controlar baby hair como controlar bobina de encendido como controlar berrinches 1 año como controlar balon fifa 22 como controlar con el pecho como controlar celular desde otro celular como controlar con el celular la tv como controlar caspa como controlar caida de cabello en mujeres como controlar los celos como controlar el celular de mi hijo desde el mio como controlar el celular desde la pc como controlar las contracciones de parto como controlar la computadora con el celular como controlar de pecho como controlar dispositivos conectados a mi wifi como controlar demoledores horizon como controlar diapositivas con un celular como controlar dos jugadores en fifa 22 como controlar dependencia emocional como controlar dos focos con un apagador como controlar desde mi celular mi tv como controlar desde mi celular mi pc como controlar deseos sexuales como controlar el balon de futbol como controlar el estres como controlar el temperamento como controlar el frizz del cabello como controlar el aire como controlar el estres y la ansiedad como controlar el balon de basquetbol como controlar fire tv con alexa como controlar fire tv sin mando como controlar focos con alexa como controlar frizz cabello como controlar fuga de gas como controlar frecuencia cardiaca como controlar fusarium como controlar free fire en pc como controlar frecuencia respiratoria como controlar el fuego de una vela como controlar gastos e ingresos como controlar google chromecast como controlar galopador horizon como controlar gatos agresivos como controlar gastos en excel como controlar gusano cogollero en maiz como controlar goteo de suero como controlar gases estomacales como controlar garrapatas en bovinos
0 notes
abad-cyf · 2 years
Text
¿Conoces la Cucaracha Alemana?
Tumblr media
La Cucaracha Alemana  es la más común que hace presencia en restaurantes, hoteles,  hogares y en general en los lugares donde las hemos visto, por lo general, es introducida en el local a través de las cajas y lotes de alimentos y bebidas que entran con los proveedores. Una vez dentro, encuentra las condiciones óptimas para su desarrollo; agua, abundantes restos de alimentos y refugios cálidos (motores de lavavajillas, neveras, estufas, equipos de cocina, máquinas de café, entre otros).
Tumblr media
La cucaracha alemana pasa aproximadamente el 75 % del tiempo en sus refugios, los cuales suelen estar cerca de las fuentes de alimento y agua. Por esta razón, no es recomendado dejar los espacios con agua una vez son lavados.
Es mejor Prevenir que Curar
Las cucarachas pueden llegar a transmitir diferentes formas de gastroenteritis, disentería o salmonelosis mediante el transporte de los microorganismos causantes de estas enfermedades en sus patas y cuerpo, contaminando a su paso los utensilios o superficies utilizadas para la preparación de comida, o incluso la comida misma. Los desechos de las cucarachas también pueden contener alérgenos que desarrollan respuestas alérgicas en personas especialmente susceptibles.
Por todo lo anterior, resulta esencial para cualquier establecimiento implemente un adecuado programa de prevención, ya que, en caso de infestación, se pueden producir importantes pérdidas económicas, no solo en forma de costosos tratamientos, sino por quejas y reclamaciones de clientes, pérdida de imagen, sanciones de los organismos de inspección, etc.
Esta plaga es difícil de erradicar, pero con un adecuado programa de prevención y control integrado de plagas puede controlarse y repelerse
La ooteca contiene más huevos que otras especies de Cucarachas.
El tiempo hasta la eclosión de los huevos y de desarrollo ninfal son más cortos.
La hembra proporciona protección a los huevos, manteniendo la ooteca adherida a su cuerpo hasta el momento de la eclosión.
Por ello, es mejor actuar de forma preventiva, de esta manera, podemos reducir costos innecesarios en caso de infestación. Se debe hacer un control mensual de todas las áreas vulnerables, además que está comprobado que esta plaga es demasiado resistente a los venenos químicos que buscan erradicarlas (principalmente por que la gran mayoría de venenos son hechos con los mismos principios activos)
Algunas de las recomendaciones y comportamientos preventivos que podemos tener son:
Este tipo de cucaracha suele introducirse en el establecimiento por la entrada de mercado, insumos y materias primas. En lo posible, realizar una inspección y limpieza fuera del local antes de ingresar estas mercancías
Es fundamental contar con un programa de limpieza eficaz. Eliminar los residuos de alimentos a diario, un adecuado desecho de basuras y buenas medidas de mantenimiento, almacenaje y limpieza. Estas actuaciones resultan determinantes, ya que tienen como objetivo limitar al mínimo la disponibilidad de agua y alimento.
Hermeticidad; sellar los posibles refugios (grietas, baldosas levantadas, uniones entre paredes y suelo, etc.) con cemento, preferiblemente y conservar el local en buenas condiciones estructurales.
Inspecciones frecuentes: Revisar de forma periódica aquellos puntos críticos donde las cucarachas pueden anidar, tales como motores de lavavajillas, refrigeradores, microondas, fregaderos, etc. puede resultar útil para identificar el problema en una fase inicial.
Y si la prevención falla, ahora qué?: Eliminación y control.
Si a pesar de haber puesto en juego todas las medidas preventivas a nuestro alcance, somos víctimas de una infestación de estas cucarachas, debemos dejar el tema en manos de una empresa especializada y con experiencia en este tipo de plagas
0 notes
xblackkurox · 3 years
Text
Mr.Jung {Capítulo 6}
Abrió los ojos desorientada, notando demasiado espacio a su alrededor como para que fuese su cama.
La cama se sentía cómoda y cálida a pesar de que estaba desnuda, al darse cuenta de ese último detalle se sorprendió y se sentó apoyándose en sus brazos. La vista se acostumbró a la oscuridad y con ayuda de las luces de la calle que entraban por la ventana pudo distinguir la habitación, todos los recuerdos de hacía unas horas viniendo frescos a su mente.
Se pasó las manos por la cara dando un largo suspiro. Se había quedado dormida después de tirarse a YoonOh, en su cama, que vergüenza.
Vio su móvil parpadear en la mesita de noche, se alargó para leer el mensaje.
Tienes un nuevo mensaje de Profesor Jung
Tengo que cambiarle el nombre, pensó.
Si cuando despiertas no estoy espérame, yo te llevaré a casa.
18:46
Eran casi las ocho ahora y escuchaba ruidos en la sala, él ya debía estar de vuelta.
Se desperezó y vistió con su ropa para salir al pasillo. Nada más acercarse a la sala, vacía, pudo oler a comida. Se dirigió a la cocina, allí encontró a YoonOh apoyado en la encimera mirando el móvil, una olla hervía detrás suyo.
Llevaba una camiseta básica blanca y un pantalón de chándal gris. Levantó la vista hacia ella.
-Buenas tardes. ¿Has dormido bien?
Asintió tímida.
-Lo siento, realmente no pretendía dormirme.- La miró inmutable.
-No pasa nada, es normal que estuvieses agotada.- Se sonrojó.- Estoy haciendo cena, después de comer te llevaré a tu casa ¿Si?
Asintió mientras se sentaba en el taburete que había ocupado aquella misma tarde y le observó acabar la cena.
Sería mentir si Marie dijese que no había disfrutado la comida, hacia tiempo que no comía en abundancia, y aunque tuvo que controlarse para no parecer una muerta de hambre, YoonOh pareció sentirse alagado de que le hubiese gustado tanto lo que él había cocinado.
Después de la cena la llevó a casa, ya fuera del edificio Marie suspiró sabiendo que le esperaba otra noche en vela, porque además ya había dormido unas horas en casa de YoonOh, ni si quiera tendría sueño.
Se despidió con una leve sonrisa a la que él respondió con un movimiento de cabeza, serio como siempre.
No escuchó el coche arrancar hasta que entró al portal del bloque.
Una vez en su cama recibió un mensaje de Johnny.
[ Chat con Johnathan Oppa ]
¿Te duele mucho el culo?
23:12
A mí no me dan por el culo Johnny, no soy tú.
Yo doy cielo, no te confundas.
Bueno que, explícame qué tal ha ido con el profesor Jung.
YoonOh folla bien.
23:13
¿Quién?
El profesor Jung.
Ah...
Oh! Te lo has follado?
23:15
Era predecible.
Totalmente.
Déjame preocuparme por un momento.
¿Te ha tratado bien? ¿No te ha forzado verdad?
23:20
Marie contéstame porque como empiece a suponer cosas yo solo...
23:30
Alomejor espero mañana a Jung en la salida, solo comento.
23:35
Srry, me estaba dando una ducha. No esperes a nadie mañana, señor lo arreglo todo a puñetazos.
Él ha sido definitivamente bueno.
No me ha forzado, yo quería hacer todo lo que hemos echo.
23:45
Además me ha dejado dormir en su cama.
Y me ha echo cena. Muy buena, por cierto.
Eso está bien.
Mañana me cuentas en detalle, me estoy muriendo de sueño.
Hasta mañana bonita.
23:48
Hey no.
Estoy aburrida y no puedo dormir.
Habla un rato más conmigo porfi...
23:49
John Seo hazme caso que se supone que me tienes mimada.
23:53
JOHNNY
23:56
J
O
H
N
N
Y
S
E
O
00:04
Te odio :(
00:15
[ Chat con Profesor Jung ] 
¿Despierta aún?
00:15
Tú también.
Estoy adelantando trabajo, he estado algo ocupado está tarde.
00:16
Um, ya veo.
Gracias por esta tarde.
Por dejarme dormir en tu cama y la cena, quiero decir.
00:17
No creo que debas dar las gracias por eso.
De echo yo debería dártelas a ti.
00:18
¿Por dormirme en tu cama?
No Marie, por lo otro.
¿Lo otro?
00:20
Enserio me harás decirlo.
Por el sexo.
Ah, eso otro.
00:21
Tampoco creo que debas darme las gracias. No lo he echo por usted.
Osea sí.
Pero ha resultado gustándome.
No es como si no quisiese antes de hacerlo.
Tampoco como si lo hubiese estado anticipando mucho o algo.
00:26
Joder.
Quiero decir que he estado bien con ello.
¿Tan difícil es decir que también querías hacerlo conmigo?
00:28
Eso parece.
Pero sí, quería decir eso.
Espero que ese sentimiento perdure porque tengo pensado meterte en mi cama a menudo.
Después de esta tarde no creo que puede controlarme mucho a tu alrededor.
00:30
No te has estado controlando en absoluto desde el principio.
Créeme, si lo he echo.
¿Tanto te he gustado?
Te vuelves valiente si no me tienes delante ¿Eh?
Pero sí.
Aunque sé que ha estado igual para ti.
¿Cuando he dicho yo eso?
00:31
No lo has dicho explícitamente, pero tus reacciones a cuando te tocaba me lo han dejado bastante claro.
00:32
Mi cuerpo simplemente reacciona.
Eres molestamente arrogante.
Y tú molestamente cabezota.
¿No puedes simplemente admitir que me deseas tanto como yo a ti?
No creo que sea el caso.
00:35
La conversación se alargó un buen rato hasta que YoonOh dejó de contestar.
Al día siguiente la arrastró hasta su despacho. Y así pasaron las primeras semanas, escapadas fugaces en la universidad y tardes enteras de pura lujuria.
YoonOh a pesar de ser serio y frío en persona e infantil cuando hablaban por teléfono, se transformaba en alguien cuidadoso y delicado cuando tenían relaciones sexuales.
A Marie le agradaba aquel tipo de sexo, y YoonOh siempre sabía cómo darle el placer que necesitaba. Pero aquellos actos lentos y torturosos habían empezado a despertar un hambre en Marie, hambre de algo más salvaje y duro.
En algun momento había tratado de acelerar las cosas. Pero cuando aquello pasaba el cuerpo de su amante, siempre encima del suyo propio, se tensaba y la apaciguaba con dulces caricias que la hacían estremecer y su mente volvía a estar en blanco.
Observó que las únicas veces que él no se restringía era cuando ella le daba sexo oral, era por eso que amaba  hacérselo. Pero no era suficiente para que la frustración naciese cada vez que acababan. 
Si no se dormía ellos simplemente se movían al comedor o cocina y charlaban un poco antes de que él la llevase a casa, pero Marie se quedaba con ganas de más, tanto era así que empezaba a hacerse insoportable.
Es por eso que decidió desprenderse de su timidez por una vez y puso en marcha un pequeño plan.
YoonOh se estaba alineando en ella cuando puso una mano en su pecho, se detuvo.
-Espera.- Murmuró fuera de respiración. Siguió empujándole hasta que estuvo fuera de su espacio personal. Luego se incorporó en la cama.
-¿Pasa algo?
Marie no contestó, se subió al regazo de YoonOh y tomando su boca, roja como un tomate forzando una falsa valentía, se autopenetró.
Un gruñido vibró bajo sus labios. Cuando sus muslos tocaron la cadera de él en un ruido carnoso, se dió cuenta de que realmente nunca lo había tenido totalmente dentro, y sintiéndolo en su plena longitud tiró la cabeza atrás y gimió grave.
Cuando volvió la cabeza pudo ver como él la miraba, sus ojos deseosos pero con un destello de preocupación.
Empezó a moverse encima de él apoyándose en sus hombros. YoonOh seguía sorprendido mirando las acciones de la chica encima suyo totalmente quieto, en tensión, cómo si ella fuese a hacerse daño de aquella manera.
-Deja de mirarme como si me fuera a romper.- Susurró casi cabreada, se acercó a su oreja y esta vez susurró.- Fóllame duro.
Aquello fue todo para YoonOh. Buscó su boca desesperadamente y la besó con pasión. Abrazó su cintura con fuerza y ayudó en los movimientos de Marie que empezaban a cambiar de ritmo y en vez de ser de arriba a bajo eran circulares, como si le estuviese bailando encima.
Solía ver a aquella chica como un ángel de tez blanca y frágil, pero en aquel momento parecía un demonio con sus peores intenciones, aún así lo estaba enviando al mismísimo cielo.
Marie se sentía poderosa viendo caer la máscara de YoonOh por su culpa, se habían girado las tornas y era hora de que el temblase debajo de ella y no viceversa.
Se despegó del cuerpo pegajoso y caliente de la chica y con sus manos ahora apoyadas en el colchón empezó a subir su cadera hacia arriba aumentando la velocidad considerablemente, haciéndola aullar de placer. Marie sin saber que hacer con sus brazos acabo por agarrarse sus propios hombros, sintiéndose así menos expuesta al taparse un poco.
La escena se hizo la más erótica a los ojos del moreno. Le estaba montando sin ningún pudor, con los ojos cerrados y el pelo rebotando a su alrededor.
-Pareces una diosa.- Admitió él. El estómago de Marie dió un vuelco. Haciendo gestos con sus manos reclamo la cercanía del otro. Él subió para agarrarla y volver a bajar con ella en brazos. Ambos estirados en la cama de nuevo.
Por un momento sólo se escuchó el sucio sonido húmedo del sexo y los gemidos llorosos de la chica.
Él por fin estaba haciendo lo que había buscado, la estaba follando duro.
Y joder si se sentía bien.
Tanto que en no mucho tiempo más se corrió ella antes por primera vez y sin ningún tipo de estimulación extra.
Las contracciones en las paredes internas de la chica le hicieron sentir la estrechez y con unas pocas embestidas más llegó al clímax también.
Salió de ella, pero aquello no significó separarse un solo centímetro, la mantuvo acurrucada encima de él acariciando su espalda y calmándola después del orgasmo.
Marie por su lado no sé negó, se dejó mimar por el mayor e inspiró su aroma, sintiéndose bien, muy bien.
Las caricias no solo no cesaron cuando dejaron de jadear, si no que pasaron a su pelo descubriendo un punto débil, haciéndola sentir adormilada al acto.
YoonOh los tapó a ambos con la colcha, y el sueño en Marie aumentó. Se acurrucó en el pecho contrario, rindiéndose poco a poco. Justo antes de caer dormida notó como picoteaba su mejilla.
-No voy a dejarte ir ahora que has vuelto a mí.
No le dió tiempo a pensar sobre lo que acababa de oír porque sus sentidos se apagaron y finalmente se durmió.
YoonOh sintió su corazón caliente por primera vez en muchos meses al escuchar los pequeños ronquidos rebotar en su cuello. Con cuidado la depositó en el colchón y la tapó hasta el cuello. Se levantó para darse una ducha.
Tumblr media
10 notes · View notes
readerdivergent · 3 years
Text
Todo es un Caos
Desde que Eun tiene memoria todo ha sido un caos total en su familia, la primera vez que vio discutir a sus padres lo tiene muy presente. Ese día era un dia muy soleado, un sabado y su madre queria que fuesen a las piscinas y asi fue, pero su papá no queria ir, y discutio con la mamá de Eun.
Transcurrio el día y Eun junto con su hermano y mamá se fueron a las piscinas, cuando iban en bus vieron a su papá en una parada de bus, aun recuerda la camisa morada de su papá y como desde el bus le saludaba con una gran sonrisa - no entendia nada pero sabia que sus padres estaban mal- ese día se divertio mucho son su mamá nadando entre pecesillos.
Siguio la vida y llego un nuevo hermano, al cabo de tres año su hermano murío y todo cambio en su familia para mal, más pleitos su hermano mayor entrando a la adolescencia, su papá llegando del trabajo todos los viernes al son de gritos y golpes porque no habia comida ya que su mamá tambien trabajaba pero ella si llegaba a casa todos los días.
Llego la adolescencia, a los 15 años Eun comenzó el bachillerato pero a su casa se sumo una desconocida para ella, la novia de su hermano mayor se fue a vivir con ellos ya que estaba embarazada, un nuevo caos, Eun podia soportar cada clase de reclamos y bochornos acumulo todo hasta que un día a sus 22 años exploto y ya no podia controlarse, se preguntaba porque otras personas que viven en su casa pueden hacer cosas por las cuales a ella la humillaron y violentaron tiene tanta ira y resentimiento en sí y lo sabe y quiere cambiar pero tambien quiere venganza, quiere una disculpa por ser tratada de esa manera.
Termino la universidad y cometio errores como no hacer su servicio social en una institucion donde le de verdadera experiencia para poder encontrar un trabajo, se siente todo un fracaso una decepcion, una mierda, y sabe que ese es su karma por ser una mierda con su familia, por comportarse mal ese es su pago, solo espera que algún día una persona le de la oportunidad de trabajar aunque no le paguen solo quiere experiencia e ir subiendo, Eun no es mala con los que se portan bien con ella y le tratan bien, de hecho solo ha sido mala con su familia directa.
4 notes · View notes
a-pair-of-iris · 4 years
Text
Mi Semana Contigo [2/5]
by Aris
Parte 1                Ao3
7630 palabras
«Contrólate, huevón, que ya estás grandecito para esto», se repetía Miguel sin cesar, mientras bajaba una y otra vez la manija del exprimidor.
El café estaba hecho, el pan precocido calentándose en el horno, los embutidos dispuestos en la mesa y los trozos de tartas ya montados en el exhibidor, solo le faltaba terminar el jugo de naranja y entonces estaría listo para sorprender a Francisco con un rico desayuno en la terraza. No es que quisiera alardear de lo buen anfitrión que era… bueno, la verdad sí, era precisamente eso.
Otra vez se había dejado llevar; como cuando estaban colocando las sábanas y por poco se delata; o en el taxi cuando se le escapó esa insinuación sobre cómo su barrio era «un bonito lugar para tener familia»; y para empezar que lo haya traído a la casa en ese impulso animal de mostrarle lo buen partido que era, oh, y para ayudarlo con su imprevisto, claro. No pudo controlarse en ninguna de esas oportunidades porque siempre que estaba frente al castaño y sus ojitos de cachorro su cerebro se convertía en el de un adolescente bobalicón, impulsivo, hormonal, ansioso por aprobación, a ratos desilusionado de la vida.
—Ash… Un poco temprano para empezar con tus ideas raras, ¿No te parece, Prado? —Se regañó a sí mismo y siguió exprimiendo con más energía. No acostumbraba a desanimarse por su amor posiblemente destinado a no ser correspondido, antes del desayuno; pero ahí estaba esa molesta vocecita en su cabeza, diciéndole que ni todas las tartas de yogurt y frutos rojos del mundo harían que Francisco lo quisiera si su corazón le pertenecía a otro.
Especialmente si ese otro era Manuel.
No es que pudiera asegurar que la relación entre esos dos era más de lo que decían, pero guardaba fuertes sospechas de que podía ser el caso. Sabía que eran amigos desde la escuela, así que debía ser normal que se tuvieran tanta confianza, tanta como para vivir juntos y apretados en ese diminuto departamento; o que llegaran al punto de no necesitar palabras para entenderse; o que se tocaran y se miraran tanto… O tal vez no. No es que él tuviera amigos tan cercanos como para comparar; y francamente nunca se le habría ocurrido vivir con alguien que no fuera de su familia o su pareja. Así que, si llegaban a descubrir su intención de conquistar a Francisco, no estaba seguro si Manuel acabaría reclamándole por acaparar a su mejor amigo, o maldiciéndolo por estarle serruchando el piso.
—¡¿Y cómo se supone que iba yo a saber?! —murmuró frustrado, mientras tiraba las cáscaras a la basura. Si el tarado no quería que le levantaran el novio, en el caso que sí fueran novios, bien podrían partir diciendo que eran novios y no tendría que andar adivinando si tenía la pista libre, o iba apuñalando por la espalda cada vez que le hacía ojitos a Francisco.
Dejó de exasperarse a sí mismo con sus odiosas conjeturas solo cuando escuchó que su invitado bajaba la escalera.
—Buenos días —saludó el castaño entrando a la cocina, asombrándose enseguida por la cantidad de cosas sobre la isla en el centro—. Sí que se despiertan con apetito aquí. —Bromeó—. ¿Necesitas que te ayude con algo?
—Si puedes servir el café estaría bien —dijo, alzando el jarro de jugo y los vasos para llevarlos afuera.
—Claro. —Francisco fue hasta la cafetera y vertió el oscuro líquido en las dos tazas que aguardaban junto a ella—. ¿Tu mamá y Julio bajarán pronto?
—Se fueron como hace una hora. —gritó desde la terraza, escuchando la sorpresa del otro a su espalda.
—¿Estás diciendo que todo eso es solo para los dos? —Francisco atravesó el ventanal de la cocina con una taza en cada mano y la mueca de asombro que regresaba constantemente a su rostro desde la tarde del día anterior.
—Son solo las opciones que tienes, Panchito. —Lo tranquilizó, pero con un ligero tono burlón—. No tienes que comértelo todo, a menos que quieras, claro.
—Je, aunque quisiera dudo que tenga tanto espacio —dijo llevándose las manos al estómago. Miguel no pudo evitar llevar su mirada al torso del otro, y cuando sus ojos se entretuvieron bajando demasiado, apartó la vista avergonzado y fue por los pasteles.
 Comieron con una amena charla flotando entre ellos, el único problema fue cuando Francisco no podía decidirse si comer el trozo de mousse de chocolate, o yogurt y berries, así que Miguel se apiadó de él y cortó cada una a la mitad para que dejara de sufrir.
Estaban por acabar cuando el celular de Francisco comenzó a vibrar. Lo había dejado en la mesa entre ambos, así que Miguel pudo ver la leyenda «Manu :D» en la pantalla antes de que el otro cogiera el aparato para responder.
—Hola, bien, ¿Y tú?… —Por un momento pensó que se levantaría para tener una conversación más privada, pero al parecer no estaba preocupado de que los escuchara.
-o-
Francisco se arrepintió de no haberse levantado de la mesa en cuanto su amigo le preguntó si la cabaña resultó ser tan encantadoramente rústica como en la publicidad, o lo habían timado y acabó por encerrarse en otra caja de cemento.
—Sí, sobre eso… —Miró a su lado a Miguel, que hacía como si no escuchara nada, cuando era obvio que podría hasta seguir el ritmo de la respiración de Manuel. Por miedo a lo que pudiera comentar su amigo fue que decidió que no era muy tarde para levantarse. Hizo la silla hacía atrás mientras cubría con su mano la parte donde creía estaba el micrófono del celular—. Con permiso. —Le murmuró a Miguel lo más bajo que pudo.
—No te preocupes. —dijo con suavidad, pero no la suficiente para escapar a los oídos de Manuel.
—¿Qué acaso ese fue…? ¡¿Me estay que te arrancaste con él y no me dijiste?! ¡Oh, eri’ como las weas Francisco! —gritó su amigo antes de que pudiera alejarse a zancadas de la mesa.
—¡No, Manu! Escucha, lo que pasó fue que…
Claro que no se fue muy lejos, no quería dar la idea de que iban a hablar mal a escondidas, pero sí se alejó lo suficiente como para que su anfitrión no pudiera escuchar al joven del otro lado de la línea. Y hay que decir que Miguel intentó, con todas, todas sus fuerzas, no prestar atención al resto de la llamada y concentrarse en lo que le quedaba de café, pero le fue imposible, el café ya estaba tibio y la voz de Francisco era la frecuencia favorita de sus enamorados y curiosos oídos.
—… Y eso fue lo que pasó, así que por favor no te pongas a pensar cosas raras.
—Ya oh. Pero igual, ahora que no hay nadie no has pensado en… ya sabes. —Hasta pudo ver a Manuel subiendo y bajando las cejas luego de decirlo.
—¡Que basta con eso te digo! —chilló, a un volumen más fuerte del que le habría gustado. No, no lo había pensado, y no quería pensarlo; ya bastante nervioso estaba sin esas ideas, solo durmiendo entre las sábanas del cuarto de invitados de Miguel, comiendo de su pastel y bebiendo de su jugo. Miró de reojo al moreno para asegurarse de que seguía concentrado en su desayuno y después murmuró—. ¿No era que tú estabas en contra?
—Seeeh, bueno, no es que importe mucho como resulte si te consiguen otro lugar dónde quedarte; y siempre puedes decirle que esa era tu forma de pagarle su hospitalidad...
—¡No te da vergüenza estar ebrio tan temprano, José Manuel! —siseó, pero no tardó en contagiarse con la risa de su amigo. Ya dejando de lado las bromitas, pudieron hablar en serio; entre ello quedó en que ese día se dedicaría a arreglar el embrollo con la agencia y salir del «resort de la perdición», como Manuel terminó apodándole a la casa de Miguel—. Ok, sí, ¡Que sí, hombre!, tranquilo… Yo también te quiero, besos. —Se despidió finalmente y volvió a la mesa a terminarse los restos de tarta y café frío.
—¿Ya acabó su escena de celos? —quiso bromear Miguel cuando tomó asiento. Tan broma no era; por los fragmentos que pudo entender, el moreno suponía que esa era la razón del sobresalto de Manuel, y la respuesta de Francisco no ayudó a desterrar esa idea de su alborotada cabecita.
—Sí, claro, escena de celos…
Y por supuesto que Miguel también mal interpretó su sonrojo avergonzado.
 —Y bueno, ¿Qué más quería nuestro jefecito? —habló de nuevo el moreno para romper el silencio antes de que se volviera demasiado pesado.
—Lo típico, saber cómo estoy, qué estoy haciendo, por qué aún no le he enviado las fotos de los bichos que vine a tomar…
—¿Así que viniste a fotografiar bichos? No te conocía esa pasión —comentó intrigado, y ya con el buen ánimo restaurado.
—Pues, insectos, hongos, plantas, aves y todo lo que pueda encontrar haciendo senderismo. La idea era alejarme del concreto y las casas grandes y meterme entre el barro y los árboles.
—Oh, y yo te traje de vuelta al concreto y las casas grandes, lo siento. —Se disculpó con una nueva sonrisa radiante y ladeando el rostro apoyado en la palma de su mano.
Francisco sintió cómo un calorcito crecía en su pecho con solo ver esa sonrisa. Iba a decirle que no tenía de qué disculparse, cuando su teléfono volvió a vibrar, esta vez con un mensaje.
—Es de los otros clientes —informó luego de leerlo—. Dicen que la agencia quiere reunirse con nosotros para hablar de la situación.
-o-
 Miguel se ofreció inmediatamente a llevarlo en su auto, y antes de que pudiera negarse, el otro ya estaba regresando la comida que sobró a la heladera y sacando las llaves del auto.
Arribaron a las oficinas junto a varias de las personas que Francisco había visto en la terminal el día anterior. Una vez dentro, la representante les informó que habían conseguido unos pocos alojamientos en la ciudad, pero que no alcanzarían para todos los que habían contratado la estadía en las cabañas; además, dependiendo del lugar donde fueran a parar, podrían tener que pagar una pequeña diferencia. Frente a la horda de reclamos que surgió luego de esa última información, la mujer les aseguró que a quienes lo desearan les harían el reembolso del paquete, pero para los que quisieran continuar con ellos estaba esa opción, y que las actividades programadas seguían en pie por el momento.
Francisco estaba revisando su cuenta del banco en el celular, para saber cuánta pequeña diferencia podía permitirse, cuando Miguel comenzó a insistirle sin descanso que no se preocupara por eso, que podía seguir quedándose en su casa y desde allí ir a sus paseos; y ese par de solcitos en su rostro eran tan convincentes que, para cuando estuvo frente al ejecutivo, dijo que había encontrado otro alojamiento por sus propios medios. Este no pudo hacer más que reiterar las disculpas por las molestias en nombre de la compañía, y otorgarle la devolución del setenta por ciento del hospedaje.
Saliendo de la agencia, fue el turno de Miguel de recibir una llamada. Era su padre, diciéndole que lo necesitaba urgentemente y que fuera a ayudarlo al trabajo.
—Ahora no puedo, papá, estoy con mi amigo, primero tendría que regresarlo a la casa y conducir de vuelta al centro… —Se excusaba el moreno frente a las súplicas de su padre.
—Descuida, puedo esperarte afuera de la reunión hasta que se desocupen. —aseguró Francisco, contento porque Miguel lo presentara otra vez como su amigo y no solo como un compañero del trabajo. Aunque cuando el otro le abrió grande los ojos, apretando los labios, comprendió que no debió hablar y que solo intentaba librarse de su padre. Al parecer el hombre lo escuchó, y le insistía a su hijo para que se apresurara.
—Ash, ya qué… —suspiró resignado—. Está bien, papá, llegamos en quince.
 Miguel se detuvo frente a un enorme edificio todo cubierto de cristales, que reflejaba el cielo y las construcciones a su alrededor. Al bajar le entregó las llaves a un valet parado en la acera junto al auto.
—Buenas tardes, señor Prado. —Saludó cordial el hombre y rápidamente se llevó el vehículo para acomodarlo en el estacionamiento subterráneo.
Francisco siguió admirando el exterior del edificio, pensando que debía dejar de sorprenderse por todo o Miguel creería que era un torpe niño del campo, hasta que vio los ascensores. Estaban pegados al muro exterior, los pisos de oficinas a un lado, la calle al otro; pero lo peor, es que podía ver a las personas dentro de ellos.
Dio un pequeño salto cuando Miguel le tocó el hombro para llamar su atención—. ¿Pasa algo?
—Es… muy alto, ¿No? —Se dejó guiar al interior con la mano de Miguel todavía en su hombro y el corazón comenzando a palpitarle más fuerte que de costumbre.
—Sí, mi viejo siempre presume que sea el más alto de la ciudad —comentó el moreno rodando los ojos—. Supongo que por eso insistió en quedarse con los últimos pisos, para poder admirar su reino desde las alturas.
«Mierda, ni modo que subamos por las escaleras», pensó Francisco, ya sintiendo que su mano tiritaba ligeramente, así que la metió en el bolsillo de la chaqueta para que nadie lo notara. Se arrepentía tanto de haber visto todas las temporadas de Mil Maneras de Morir, Desastres de Ingeniería, Sala de Emergencias, Destino Final, y todas esas cosas trágicas que a Manuel tanto le gustaban, lo habían convertido en un gallina. Un gallina que había hecho de todo para que en el paquete de turismo le cambiaran el canopy por cabalgata, porque estar pendiendo de un delgado cable a metros sobre el suelo era su pesadilla más recurrente. Y ahora se estaba conduciendo voluntariamente dentro de esa caja de cristal, solo porque no quería quedar como un cobarde frente a Miguel.
Ya dentro de la trampa mortal, se apegó a uno de los muros sosteniéndose lo más fuerte que podía del fierro a su espalda. No duró mucho su frágil sensación de seguridad, en el tercer piso subió un gran contingente de personas que los arrinconaron hasta el fondo del ascensor, y Francisco quedó pegado al panel que daba a la calle y desde donde podía ver el exterior del edificio; Miguel estaba de frente contra él, con las manos apoyadas en el vidrio a sus costados resistiéndose a que terminaran de aplastarlos. En otro lugar, incluso en el ascensor de la revista, estaría dichoso de tener al moreno tan pegado; pero en ese momento su corazón desbocado no tenía ninguna relación con la forzosa cercanía. Además de eso estaba sudando y comenzaba a faltarle el aire. Tuvo la grandiosa idea de mirar abajo y se topó con el piso de cristal, y metros y metros de vacío bajo ellos.
—Pancho, ¿Estás bien? —La voz preocupada de Miguel lo hizo volver en sí por un momento—. Te ves pálido, causita.
—Estoy bien. —Mintió. «Solo unos pisos más, solo unos pisos más», pensaba intentando tranquilizarse.
Un par de personas bajaron y el espacio se liberó por un segundo, pero un nuevo grupo se apretujó rápidamente en el interior antes de que el ascensor partiera de nuevo. Uno de ellos llevaba un pesado carro transportador, y no pudo evitar imaginar que el cristal del piso comenzaba a trisarse, al igual que el vidrio a su espalda. Sintió que se iba hacia atrás y sus manos se movieron involuntariamente, tratando de aferrarse a algo, encontrando solo los antebrazos de Miguel.
—¿Fran? ¿Qué pasa, te sientes mal?
Esta vez apenas si escuchó lo que le decía, tenía los oídos tapados y el sonido de su propia respiración agitada y latidos descontrolados le retumbaban en la cabeza. Dejó caer el rostro sobre el hombro de Miguel y este llevó sus manos a su espalda
—Francisco, me estás asustando, ¿Qué tie…?
Y entonces se desplomó. Sus rodillas flaquearon y se fue derechito al suelo, con Miguel tratando de sostenerlo lo mejor que podía para que no se azotara la cabeza contra el cristal. Escuchó un par de gritos y la campanita de las puertas abriéndose antes de terminar de perder la conciencia y desmayarse.
-o-
Cuando volvió a abrir los ojos, vio a Miguel y una señora bien arreglada con traje sastre y perlas alrededor del cuello, inclinados sobre él y mirándolo preocupados. Al ver que despertaba soltaron un suspiro de alivio.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —preguntó en una exhalación, sentándose sobre el sillón donde lo habían recostado y recibiendo el vaso de agua que la mujer le alcanzó.
—Te desmayaste en el ascensor; estamos en la oficina de la señora Marta, la asistente de papá —respondió el otro a la vez que le sobaba la espalda. Cuando pasó a acomodarle con delicadeza los mechones que caían sobre su frente, Francisco sintió que las palpitaciones volvían.
—¿Despertó la bella durmiente? —Un hombre mayor, que reconoció como el padre de Miguel por los retratos que había visto en la casa, se asomó por la puerta de la habitación. Francisco se atragantó con el agua y acabó tosiendo al escuchar lo de bella durmiente. Por no quedar como un cobarde terminó haciendo una escena frente a su, si Dios quiere, potencial futuro suegro, y todos sus trabajadores. Qué vergüenza.
—¡Papá! —Miguel volvía a sobarle la espalda, asustado de que otra vez no pudiera respirar por lo rojo que se había puesto. El hombre entró riendo a pesar del regaño de su hijo.
—Ay muchacho, a todos nos pasa alguna vez, no hay de qué apenarse. —Le dio un par de palmaditas en el hombro y luego se dirigió a Miguel—. Bueno, tu amigo ya está bien, ¿Ahora si puedes ayudar a tu pobre padre?
Los dos salieron de la habitación, luego de que Francisco le asegurara cien veces que estaba bien y la señora Marta se comprometiera a avisarle si pasaba cualquier cosa. Igualmente, Miguel no dejó de mirarlo intranquilo y con ganas de quedarse a su lado hasta que lo perdió de vista. Ver tanto interés por él en los ojos dorados lo hizo sonreír de puro gusto.
—Y bien, cariño, ¿Fue por claustrofobia, vértigo, fatiga o arrobamiento? —preguntó la mujer, con una mirada inquisitiva y deseosa de chismes, ofreciéndole un caramelo de una fuente en su escritorio como soborno.
-o-
Una vez terminada su reunión, el padre de Miguel los invitó a almorzar con él. Por suerte esta vez no se desmayó bajando en el ascensor, en gran parte gracias a que la mayoría del trayecto fueron solo ellos tres, así que pudo aferrarse cuanto quiso al fierro de la pared.
El restaurante estaba lleno con una mezcla de oficinistas en traje y corbata, y turistas con shorts y cámaras fotográficas colgando del cuello. En ese momento extrañó no haber traído su cámara al viaje; pero se recordó que lo había decidido así porque por algo invirtió en un celular potente que tomara buenas fotografías, y que en caso de que se lo robaran o sufriera un accidente dolería menos. Porque el celular podía ser costoso, pero no tanto como la cámara que usaba para el trabajo.
Tomaron asiento junto a una mesa de bulliciosos turistas que hablaban en otro idioma. Uno de ellos comía gustoso unos trozos de pulpo cubierto con una especie de salsa blanca y sobre una cama de papas, a la vez que empinaba su jarro de cerveza. Francisco se lo quedó mirando hasta que un mozo apareció junto a ellos y le acercó un menú a cada uno.
A su lado sintió que Miguel cerraba la carta luego de poco tiempo mirando y se puso nervioso, porque seguía buscando algún plato que costara menos de diez dólares. Sabía que debía haber alguno, aunque fuera tan solo una patética ensalada. Bajaba una vez más su dedo a lo largo de la columna de precios, cuando el brazo izquierdo de Miguel lo hizo a un lado cubriéndole los números. Intentó apartarlo con suavidad, y cuando el terco se tensó más contra la mesa para que no pudiera moverlo, alzó la vista para reclamarle. Se encontró con la misma expresión que le había puesto cuando intentó pagar la mitad del viaje en taxi, sumada a una media sonrisa desafiante.
—¡¿Qué te crees…?! —Había comenzado a gruñirle bajito para que el caballero no lo escuchara, cuando el mozo apareció de nuevo a interrumpirlo.
—¿Ya decidieron, señores? —preguntó levantando su libretita, listo para anotar sus órdenes.
—Yo tomaré lo de siempre —dijo primero el papá de Miguel.
—Yo también, y un jugo de maracuyá —dijo este, entregando su menú al igual que su padre. Entonces los tres se lo quedaron viendo, aguardando. Regresó la vista a la carta por un segundo, pero finalmente la cerró y se la entregó al mesero.
—Quiero lo que está comiendo ese señor —dijo, apuntando al turista en la otra mesa—. Y una Pilsener, por favor.
 —Mm, y bien… —habló de pronto el mayor, entre mordiscos a su filete—. ¿También estás de vacaciones hasta el domingo?
Tardó unos segundos en entender que la pregunta era para él y entonces se apresuró en tragar—. Sí, señor, me regreso el domingo al mediodía.
—Ahh, que bien. —Continuó—. ¿Y ya tienen planes para el sábado en la tarde?
Vio que Miguel detenía su tenedor a medio camino de su boca para mirar fijamente a su padre—. ¿Por qué? —Se atrevió a preguntar el moreno. Por la expresión en su rostro, seguro el caballero iba a empezar con uno de sus chantajes para hacer uso de su tiempo libre.
—Nnn, por nada. Solo pensaba que, si no tenían nada planeado, entonces podía invitarlos a la recaudación de la empresa en el salón Belmont. —Antes de que su hijo pudiera empezar a protestar, el hombre llevó su mirada hasta Francisco—. Será una buena fiesta, mucha comida, espectáculo en vivo…
—Y más inversionistas, ¿No? —siseó Miguel, antes de ahogar el resto de sus quejas en el jugo de maracuyá.
—¡Por dios, Miguel! Es por los niños, lo demás es secundario… —Se defendió su padre, llevándose una mano al pecho y haciéndose el ofendido unos segundos, luego volvió a dirigirse a él—. Entonces, ¿Qué me dices muchacho?, ¿Vienes?
Francisco lo observó un instante sin decir nada, luego volteó a Miguel. El moreno lo miraba con grandes ojos y haciendo gestos con la boca, rogándole que le diera un tajante «NO» al viejo. Una pizca de malicia surgió dentro de él, y puso la misma media sonrisa desafiante que el otro le había dado al taparle los precios del menú. Los ojos de Miguel se abrieron aún más al verlo y dejó escapar un jadeo de espanto.
—Bueno, la verdad es que…
Francisco no iba a ser tan maldito con su amorcito, y le dijo a su padre que en verdad dependía de qué pasara con el embrollo en la agencia de turismo, siendo que estaban teniendo cambios de último minuto no solo con respecto a lo del alojamiento, así que durante la semana se iría viendo. Lo que era verdad, durante su parloteo con la señora Marta había recibido un correo electrónico diciendo que la cabalgata de la tarde se había cancelado por problemas de organización. El hombre no estuvo muy feliz con esa respuesta, no así su hijo, que suspiró aliviado.
Luego pasaron a hablar sobre otros asuntos, más que nada les preguntó cómo iba el trabajo y la vida en la otra ciudad—. ¿Y cómo están Ana y tus hermanos?
—A Manuel lo veo todos los días chambeando, está bien. Tiare y la señora Ana también están bien. —Fue la escueta respuesta de Miguel cuando tocaron el tema de su otra rama familiar.
A Francisco le chocó un poco que se refiriera a su madre como señora Ana, y siendo que todo el tiempo llamaba mamá a su madrastra, pero pronto se dijo que era normal, puesto que en realidad se había criado con la última y a su madre biológica solo la veía de vez en cuando.
Iban bajando al estacionamiento, luego de separarse otra vez del caballero, cuando el celular de Miguel vibró con un mensaje—. Es de la señora Marta —informó. Francisco se paralizó por un segundo, pensando en cómo la mujer había logrado sacarle la confesión sobre su temor a la cuerda de seguridad y su pasión por el hijo del jefe con una simple taza de manzanilla; deseando que el mensaje no hablara sobre nada de eso—. Dice que nos consiguió dos cupos en un paseo a caballo mañana temprano.
«Así que era eso», pensó relajándose nuevamente, pero casi enseguida volvió a ponerse nervioso—. Lo siento, solo se lo comenté cuando recibí el mensaje, no pretendía que se molestara con esto ni distraerla de su trabajo, en serio, perdón...
La verdad es que sí se decepcionó bastante cuando le avisaron de la cancelación, tanto por todas las horas al teléfono que había gastado para que se la agregaran a cambio de la cuerda suicida, como porque se había ilusionado con la idea de subirse por primera vez sobre el lomo de un caballo.
—Tranquilo, significa que le caíste bien, y apenas debe haberle llevado unos quince minutos —aseguró Miguel—. Además, me gusta la idea de que vayamos a cabalgar juntos.
-o-
El paseo era a eso de las once de la mañana del día siguiente, en uno de los clubs ecuestres asociados de la empresa.
Francisco no se consideraba un hombre especialmente vanidoso, pero luego de escuchar lo de «club ecuestre», además que no quería verse como un mamarracho junto a su rayito de sol, se pasó toda la tarde buscando entre sus cosas algo decente que ponerse, dándole la excusa a Miguel de que comenzaría a ubicar sus cosas en el closet, al rechazar su propuesta de una tarde de cine. Finalmente, al otro día se plantó una chaqueta, un polo piqué y los pantalones más presentables, y a la vez cómodos, que había empacado, junto a las botas largas que el moreno le prestó. Iba a rechazarlas al inicio, pero al llegar al club se alegró de que Miguel insistiera y habérselas puesto, ya que lo hacían sentirse un poco menos fuera de lugar. Eso, y sus piernas se veían muy bien con ellas y los leggins negros que María le regaló para su cumpleaños. Cuando descubrió que Miguel no paraba de mirarle el trasero, decidió que debía agradecerle de nuevo a su hermana.
Siguiendo las indicaciones de la recepcionista dieron rápidamente con su grupo, cuando el guía comenzaba a dar algunas indicaciones, entre ellas que el recorrido podía ser a ratos algo complicado, así que solo jinetes experimentados manejando las riendas.
—Pana, yo nunca me he subido a un caballo —murmuró afligido para que solo su compañero lo escuchara. El moreno desvió la vista al grupo por un momento.
—Cálmate, Pancho, podemos ir juntos. —dijo dándole una palmadita en la espalda. Francisco miró a los demás y vio a algunos padres subiendo con sus hijos al caballo, y también un par de parejas haciendo lo mismo y apretujándose sobre la silla de montar.
 «¡Oh, por Dios!», pensaba una vez sobre el caballo, arrimado contra la espalda del otro. De pronto y hacía calor. De pronto y no sabía qué hacer con sus manos, ¿Dónde las ponía y qué tan fuerte podía agarrarse? También estaba preocupado de que a su no tan pequeño amigo se le ocurriera despertar justo en ese momento.
—¡Abrázame, Pancho! No seas tímido —dijo Miguel al sentir su indecisión.
Terminó poniendo sus manos a los lados de las caderas del moreno, pero cuando este hizo andar al caballo de pronto, se aferró lo más fuerte que pudo a su cintura, pegando el pecho contra su espalda.
—Idiota. —Se quejó al escuchar las risas de Miguel.  
El susto inicial se desvaneció rápidamente y entonces se entretuvo mirando el paisaje y a los otros jinetes alrededor, disfrutando de la experiencia de estar sobre un caballo de verdad, y cabalgando de verdad.
—¿En serio nunca te habías subido a un caballo? —preguntó Miguel en un momento que se internaban en fila por un sendero entre una arboleda.
—Solo si dos vueltas en un poni con ruedas en la plaza del barrio cuentan —respondió—. Cuando salíamos de vacaciones a la playa veía personas ofreciendo paseos, pero Cata y María siempre convencían a mis papás de comprarnos helado en lugar de eso. Supongo que estuvo bien, los pobres animales no estaban ni la mitad de bien cuidados que nuestro amigo. —Llevó su mano atrás, palmeando suavemente lo que alcanzaba del caballo, este resopló en respuesta.
—Supongo. —Una sonrisa dulce fue a posarse en los labios de Miguel, claro que Francisco se la perdió.
 El paseo duró alrededor de una hora y una vez estaban casi llegando al lugar de partida, Miguel le comentó que no había tomado ninguna fotografía en todo el trayecto—. ¿Quieres que te tome una con el caballo cuando bajemos?
Francisco pensó que sería lindo para tenerla de recuerdo, y los otros grupos comenzaban con las sesiones de fotos también, así que no le dio pena entregarle el celular a Miguel cuando ambos estuvieron de pie en el suelo y posar junto al caballo. El animal no parecía incomodo por suerte, debía estar acostumbrado a que lo usaran de modelo, y dejó que le acariciaran el cuello y el hocico. Luego de una tanda de fotos le dijeron adiós y emprendieron el camino de regreso.
Miguel manejaba el auto fuera de los terrenos del club, mientras Francisco a su lado seleccionaba las fotos que colgaría en Instagram, «para mostrarle a su familia que de verdad seguía vivo y haciendo lo que dijo que haría», le había comentado luego de pedir su permiso para etiquetarlo. Estaban detenidos en un semáforo, cuando sus ojos se desviaron a mirar la publicación que Francisco revisaba en su celular, y se le escapó una sonrisa al ver sus rostros juntos en la pantalla, la que se esfumó rápidamente al leer el comentario que su hermano había escrito debajo:
«Así que sigues con ese feo ¿Tan mal estaban los otros lugares? xP»
«¡Jum! ¡¿Y este qué se cree?!», pensó Miguel, apretando con fuerza el volante y regresando la vista al camino. ¡Pues claro que se había quedado con él! Como si su Panchito fuera estúpido para preferir un motelucho de mala muerte en lugar del hotel cinco estrellas con atención exclusiva, desayuno continental, barra libre, piscina privada; en fin, el all inclusive que era su casa. Si hasta venía con el anfitrión ardiente incluido de regalo, porque claro que Miguel se consideraba el hermano bonito.
En el fondo sabía que se estaba molestando demasiado por una tontería sin importancia, ¡Pero es que Manuel era tan…Arghhh!
Tan ofuscado estaba, que estacionó en el garaje de la casa sin darse cuenta. Solo reaccionó cuando Francisco le habló.
—Migue, ¿Puedo tomar algunas fotos de tu jardín? —Preguntó después de que salieran del auto—. Manuel pregunta por mis bichos y hasta ahora no he podido…
—Usted haga lo que quiera, mi señor, que aquí estamos para complacerlo. Yo iré a preparar el bufet, le aviso cuando esté todo listo —dijo con más intensidad de la necesaria y se fue decidido a la cocina, ignorando la mirada confundida de Francisco tras su espalda. A ver si le quedaban ganas de ir a cualquier otro lugar luego del festín que le iba a preparar.
Para su mala suerte, alguien no había recordado hacer las compras y tuvo que conformarse con un simple pollito con arroz, pero tanto picar y freír cosas hizo que se le olvidara el enojo, así que todo estaba bien. Igualmente, no se aguantó las ganas de dejarle una respuesta a Manuel:
«Pura envidia porque yo saqué todo el poto de la familia :P»
Estaba asegurándose que todo estuviera bien sazonado cuando vio que el menor le había enviado un par de mensajes privados.
«Feo :P»
«Trátame bien al Pancho»
«… Pero no dejes que coma tanto kétchup en el almuerzo»
Tuvo que reír ante eso último. Pero por supuesto que ya lo tenía contemplado.
-o-
Francisco alcanzó a fotografiar una colonia de hongos, una abeja que salía cargada de polen de una gran flor amarilla, una pareja de mariquitas y un escarabajo con destellos azules para enviarle a su amigo antes de que Miguel lo llamara a comer.
—El jardín es muy bonito —dijo sentándose frente al plato de comida que Miguel había dispuesto para él. La salsita de huancaína estaba muy buena, pero de todas formas extrañó ponerle un poquito de kétchup.
—Sí, ya lo sé. —El otro se lo quedó mirando con los ojos entrecerrados, el mentón apoyado en ambas manos sin tocar su comida.
—¿Dije algo malo? —No entendía por qué lo estaba mirando así, pero lo ponía nervioso. Quizás había hecho algo sin darse cuenta, ¡Demonios! Tal vez no había solo pensado lo de la salsa.
—Nop. —Miguel le mostró la lengua y entonces supo que solo lo estaba molestando—. Eres demasiado amable, Pancho, nunca dices nada malo. Ni siquiera en nuestro jueguito buscando lo más feo de las casas pones verdadero empeño… —Francisco empezaba a abrir la boca para rebatirle que eso no era cierto, que podía ser un perro maldito si se lo proponía con ganas, pero lo interrumpió—. A ver, te reto a decir algo malo del jardín.
—¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó. No quería entrar en ese juego, más que nada porque no se le ocurría qué podía decir—. ¿Y qué gano yo con eso?
—¿Qué te parece no lavar los platos? —dijo cruzándose de brazos, desafiándolo—. Vamos, lánzame todo lo que tengas, tu mejor golpe.
Se sintió como un ratón atrapado bajo esos ojos amarillos. De verdad que no tenía nada malo que decir del jardín, ni de la casa, ni de nada, todas sus opiniones negativas sobre cualquier cosa parecieron esfumarse bajo la presión y se rebanó los sesos tratando de encontrar algo medianamente criticable que hubiera visto. La sonrisa triunfal de Miguel ensanchándose cada segundo que continuaba sin hablar.
—Está infestado de pulgones. —Fue lo más fuerte que pudo sacar—. Hasta el tope, no hay planta que se salve, es todo un asco.
Miguel se hizo hacia atrás en la silla, sorprendido de que hubiera abierto la boca, sus grandes ojos así lo indicaban. Pero algo debió hacer para delatarse, porque pronto estuvo mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados, inclinándose levemente sobre la mesa—. ¿En serio?
Solo eso bastó para que Francisco dejara caer los hombros, aceptando su derrota—. No, no del todo. Sí hay unos poquitos, pero no es la gran cosa, están por todas partes... —Vio cómo la boca de Miguel se curvaba lentamente en una nueva sonrisa, y se hundió en el asiento bebiendo del rico jugo de manzana que tenía en su vaso.
—Perdón, perdón. —Se disculpó el moreno, frotándose los ojos—. Bueno, pero ya que estamos, cuéntame más de los bichitos esos, para decirle a mamá lo que está pasando con sus amadas plantas.
—Oh, no quieres darme cuerda para que te hable de bichos, Prado, te lo advierto —dijo, ya dejando atrás su vergüenza gracias a la voz risueña de Miguel.
—Estoy advertido. Cuéntame…
Así fue como terminaron enfrascados en una conversación que se extendió por al menos dos horas, obviamente no solo sobre afídidos, y que acabó mucho después de terminarse todas las ensaladas y el jugo de manzana.
Y después de todo no lo hizo lavar los platos.
-o-
La tarde comenzaba a caer y Francisco se distraía simplemente sentado en el borde de la piscina, moviendo las manos dentro del agua. Sus padres siempre le habían dicho lo sencillo que era encontrar algo con que entretenerlo, a diferencia de sus hermanas, y comenzaba a darles toda la razón. No sabía cuánto llevaba haciendo hondas en la superficie, hasta que escuchó el ventanal abriéndose a su espalda.
—Sabes, cuando preguntaste si podías venir a la piscina pensé que te encontraría nadando crol o flotando boca abajo. —Bromeó Miguel, tomando una de las sillas para sentarse cerca de él. Un momento después preguntó—: ¿O será que no sabes nadar?
—¡Man, claro que sé nadar! —exclamó instantáneamente. De hecho, había querido lanzarse al agua en cuanto vio la piscina el primer día que pisó la casa. En ese mismo instante estaría nadando como un pez, si no fuera por un pequeño inconveniente—. Es que… no empaqué ningún traje de baño.
—¿Cómo… cómo es que vienes a la playa y no traes ningún traje de baño? —preguntó el moreno entre confundido y divertido.
—Ya sé, pero no estaba en mis planes meterme al agua, ¿De acuerdo? —Se defendió, el rostro colorado por la vergüenza de su descuido—. La verdad no se me ocurrió; se suponía que iba a pasarme todo el tiempo en las actividades, o paseando por los senderos en el bosque alrededor de las cabañas, o sentado en la terracita leyendo. No se me pasó por la cabeza que tendría tiempo de ir a nadar.
—Si quieres puedo prestarte un… —Iba diciendo Miguel, hasta que el castaño le dedicó una mirada que chillaba «¡Ni se te ocurra!», y cerró la boca, ahora igual de avergonzado que Francisco. Tamborileó los dedos en la madera de los brazos de la silla unos segundos y luego volvió a hablar—. ¿Pero te gustaría meterte al agua?
—Mucho. —confesó Francisco luego de unos segundos—. Es decir, ¿Cuántas veces tienes al alcance una piscina para ti solo? Y así de grande, además.
Miguel se lo quedó viendo por un rato, cómo continuaba haciendo hondas sobre el agua con sus manos, y entonces se levantó de la silla antes de arrepentirse de su idea.
—Mmm, ¿Migue? —Francisco lo escuchó removerse a su espalda y se giró a mirarlo. Piel, mucha piel fue lo que vio. Miguel se había quitado la camisa y los zapatos y ahora se quitaba de un jalón el cinturón de su pantalón—. ¡¿Qué estás haciendo?! —Cuando los calzoncillos naranjos quedaron expuestos ya no podía más de la impresión que se estuviera desnudando frente a él.
Ya sin nada más encima, aparte de la prenda naranja, Miguel comenzó a avanzar en su dirección y sintió que le iba a dar algo, la cara le ardía y el corazón se le salía del pecho. Pero todo murió en cuanto el moreno saltó dentro de la piscina, salpicándole un poco de agua y ahogando su pasión.
—¿Qué estás esperando? —insistió una vez su cabeza emergió a la superficie, haciéndole señas para que fuera con él.
Francisco lo miró espantado, ¿Qué acaso esperaba que se encuerara como si nada con él mirándolo? No es que le faltaran ganas, pero no era esa la situación en la que se imaginó que pasaría. Además, no recordaba qué se había puesto, esperaba que no fueran esos calzoncillos remendados ni los horribles matapasiones que su madre les compraba al por mayor a Rodrigo y él, aunque estaba casi seguro de que no había empacado ninguno.
—¡Vamos! No seas mojigato, Burgos, no tienes nada que yo no tenga —insistió otra vez el moreno, jugueteando en el agua para tentarlo.
—¡Ya, ya! Pero qué pesado. —Se levantó solo cuando acabó de convencerse que eran los boxers azul marino los que traía puestos, y se dirigió hasta la silla más cercana para empezar con el espectáculo; porque, si iban a presionarlo para enseñar la mercancía, al menos se aseguraría de hacerlo bien.
-o-
Miguel nunca se había considerado de esos que disfrutaban solo mirando, lo suyo era tocar y agarrar, pero en cuanto Francisco comenzó a desvestirse no fue capaz de apartar la vista. El castaño parecía querer torturarlo con tanta parsimonia, alzando lentamente su camisa, descubriendo poco a poco ese abdomen bien formado que tenía. Luego se inclinó para quitarse los zapatos, sosteniéndose del respaldo de la silla y alzando las rodillas con la misma gracia y calma infartantes, guiando a sus hipnotizados ojos a bajar por la curva de su espalda hasta…
—Asu mare… —Se sostuvo de la orilla de la piscina al tiempo que Francisco se bajaba los pantalones suavemente con las puntas de sus dedos hasta la mitad del muslo. Tuvo suficiente tiempo para apreciar su lindo trasero y el glorioso frente de los ajustados boxers oscuros antes de que el otro se sentara en la silla y comenzara a exhibir toda la extensión de sus torneadas piernas, bajando las manos con delicadeza desde sus muslos a la rodilla, pantorrilla y tobillos.
Fue cuando acabó de quitarse el pantalón y comenzaba a girar la cabeza hacia la piscina, que Miguel espabiló y, por el pánico de que lo sorprendiera de fisgón, se hundió rápidamente hasta el fondo. Así tal vez también conseguía que se le bajara la calentura.
-o-
Vaya, el striptease de su vida y lo habían ignorado olímpicamente.
Francisco se sentía muy frustrado porque en cuanto terminó su show y miró a la piscina descubrió que Miguel había estado más entretenido chapoteando por ahí.
—Osh, ya qué —murmuró para sí mismo y fue hasta la escalera para meterse de una vez al agua.
Cuando estuvo dentro, el moreno se le acercó para retarlo a una carrera. Dieron un par de vueltas, luchando por quien tocaba primero el otro lado y salpicándose agua cuando perdían; después Miguel encontró unos discos de colores abandonados por las orillas y estuvieron un rato lanzándolos al agua para buscarlos por el fondo. Finalmente, solo estaban nadando y flotando tranquilamente alrededor.
Se sirvió de sus jugueteos para pegarse tantito a Miguel. No se sentía orgulloso de su comportamiento sacando provecho de la situación, pero al otro no parecía molestarle, así que no hacía ningún daño colgarse de su espalda y sus anchos hombros o rozar por accidente su piel, ¿Verdad? Hasta podría jurar que su compañero hacía lo mismo.
 La luz del día los abandonó y varios minutos después de que las farolas y las luces del fondo de la piscina se encendieran, se acercó al borde dispuesto a salir. Entonces se dio cuenta de que habían olvidado algo importante.
—Miguel —llamó para que el otro dejara de impulsarse de un lado a otro y le prestara atención—. Dime que trajiste una toalla.
El moreno llegó nadando a su lado, dejándose impactar contra él como freno, luego apoyó las manos en el borde a cada lado de su cuerpo, estirando el cuello para ver por los alrededores.
—Nop, se me olvidó —dijo luego de unos segundos. Francisco dejó escapar un jadeo y entonces se apresuró en calmarlo—. Pero tranquilo, puedo correr arriba a buscarnos un par. Si subo por la escalera de la terraza apenas si mojaré un poco de…
—¡¡Por el amor de Dios, Miguel!!
Dejaron de prestarle atención a las escaleras de las que hablaba en cuanto escucharon el grito de su padre. El hombre intercambiaba su mirada entre ellos y sus ropas tiradas descuidadamente sobre las sillas de descanso, la cara roja de rabia.
—¡¿En la piscina?! ¡Eres un adulto ya, compórtate con más decencia!
Francisco se puso igual de rojo, pero de vergüenza, al entender a qué se refería. Y es que, sí, viniendo de fuera sí podría entenderse que estaban en eso al ver la ropa tirada, sus torsos desnudos por encima del agua, él pegado contra el borde y el moreno contra su espalda con las manos apoyadas a sus costados. Más se avergonzó porque, oh, cómo le gustaría que fuera verdad.
—¡No es lo que estás pensando!... —Escuchó que Miguel gritaba en respuesta, esforzándose por no tartamudear, y sin despegarse de él.
—Estamos en que esta es tu casa, ¡Pero por favor, los vecinos podrían verte! —Continuaba gritando el hombre sin prestarle atención—. ¿Y si tu madre y Julio volvieran de improviso? ¡¿Eh?! Dime, ¡¿Qué harías si tu hermano aparece y te ve así?! ¡¿En pleno…?!
—¡Que no estamos haciendo nada, papá, ya para! Solo… —Podía sentir el calor emanando del rostro de Miguel en su nuca, debía estar igual de colorado que él. ¡Y seguía sin apartarse de su espalda! Quizás qué estaría pensando el caballero por eso.
—¡Y tú muchacho! —gritó, ahora señalándolo a él con un dedo acusador que lo hizo dar un respingo—. Ayer parecías un joven sensato, ¿Cómo es que te prestaste para esto? —Guardó silencio un momento, mirándolo fijamente e ignorando por completo a su hijo que seguía tratando de explicarle la situación. Al parecer de verdad esperaba que Francisco le respondiera algo—. ¡Vamos! ¿No tienes nada que decir?
—¡Pero claro, a él sí lo quieres escuchar! —Se quejó Miguel, pero su padre no se inmutó y siguió mirándolo. Francisco abría y cerraba la boca, pero estaba demasiado mortificado como para hablar. Finalmente logró que algo saliera de su garganta, pero no fue ni lo más prudente, ni lo más inteligente que podría haber dicho en ese momento.
—Podría… ¿Nos podría alcanzar un par de toallas?
—¡Faltaba menos! —exclamó el hombre, llevándose las manos al rostro y dando la vuelta de regreso adentro y a buscar toallas para el par de desvergonzados que copulaban en su piscina—. ¡Estos jóvenes de hoy!…
 Una vez secos y vestidos, Miguel se empeñó en aclarar todo el asunto con su padre y defender el honor y la decencia de ambos; pero, de todas formas, Francisco no se atrevió a sostener la mirada del caballero en ningún momento de la silenciosa cena que tuvieron esa noche.
Ya era la segunda escena que montaba, qué vergüenza.
Parte 3
13 notes · View notes
wefound-neverland · 4 years
Text
Tras varios temas de conversación y una que otra risa, el silencio se había apoderado del lugar y el sonido de los cubiertos contra los platos era lo único que se escuchaba. Fue su padre, quien mantuvo la mirada en Elizabeth y luego en Louise quien decidió romper el hielo. 
 — Liz, ¿y al final cuándo te vas a Paris? —preguntó antes de llevarse un pedazo de carne a su boca, esperando entonces la respuesta de la castaña que aún no tenía idea de la respuesta. 
— Estaba esperando que fuera esta semana, quizás el sábado o el domingo, aún no lo sé… —comentó encogiéndose de hombros. — Te avisaré para que veamos el tema de las fechas en el pasaje —le sonrió antes de ser ella quien volviese a comer.
En general el ambiente fluía, Louise se callaba cuando encontraba algo que no le agradara y hablaba cuando quería dar su opinión o contar en qué iba su vida, aunque muchas veces sintiera que no era del todo escuchada. 
Aprovechó el silencio para comer un par de bocados del plato servido, bebiendo de su jugo cuando escuchó a su padre hablar y llevó su mirada hacia Elizabeth, con una normalidad al hablar que le molestaba, le picaba en el fondo esa facilidad que había tenido siempre para conseguir todas sus cosas. 
— Podrías llevar a Louise —indicó su padre mirando a la rubia quien se mostró algo sorprendida por aquel comentario, sonriendo suavemente porque su sueño era poder viajar y salir del continente. 
— A mi me encantaría -señaló la rubia con una clara emoción en sus palabras mientras acomodaba los cubiertos en el plato. 
— Así Elizabeth no se va sola -agregó el padre de ambas mirando a la menor de sus hijas y luego a la mayor. — Trata de comprar el pasaje el mismo día que Elizabeth, no se demoren tanto para que no te salga tan caro —agregó hacia la rubia quien no pudo ocultar la decepción en su mirada, entendiendo que las palabras del progenitor no eran una invitación, sino más que nada una idea al aire.
— ¡Eso sería muy entretenido! —dijo emocionada Elizabeth, pasando su mirada desde el rostro de su hermana, que se encontraba sentada a un lado de ella, hasta el de su padre. 
Escuchar las últimas palabras de parte del mayor de los Hoffman hizo que Elizabeth abriera sus ojos con cierta exageración, observando de costado a su hermana que había pasado de verse contenta y emocionada a decepcionada.
 — ¿Puedes, Lou? De todas formas, aún no sé bien cuándo iré —mencionó, mordiéndose el labio inferior y jugando con el tenedor en su mano. — Me habías dicho el tema de tus vacaciones y que debes trabajar, por eso no pensé mucho en ti, yo sería feliz que fueras —agregó con una sonrisa.
— No, no creo que pueda -negó suavemente con su cabeza mirando a su hermana, en ese momento sintió algo de vergüenza de tener que decir que era imposible para ella comprar un pasaje que de seguro le saldría carísimo, sin mencionar el gasto de alojamiento, alimentación, entre otros. — No puedo darme el lujo de viajar así como así, no todos tenemos tu suerte, Liz -dijo con algo de resquemor en sus palabras y miró a su padre quien frunció su ceño levemente ante las palabras dichas por la mayor de sus hijas. 
— Bueno, Louise, para eso trabajas, ¿no? Quizás deberías comenzar a ahorrar para que en el próximo viaje vayas con tu hermana -agregó, totalmente ajeno a la realidad de su hija, esa misma realidad que él mismo se había encargado de construir a base de ausentismos pero, por sobre todo, de favoritismos hacia la hija que estaba dentro de su matrimonio. Toda la vida entregando lo que tenía más a una que a la otra. 
No era necesario decir que las palabras de su padre habían sido una ofensa para ella, un desprecio a todo el esfuerzo que Louise había hecho desde pequeña. 
—¿Me lo estás diciendo en serio? -preguntó molesta esta vez, sin intención alguna de ocultarlo. —Tengo un préstamo universitario que pagar, un departamento, comida, transporte, vivir ... -enumeró. — Dile eso a Elizabeth, no a mi -finalizó.
Liz conocía perfecto la situación de su hermana y aunque nunca habían hablado de eso, ella no era tonta y podía darse cuenta de las diferencias que el mismo padre marcaba entre ella y su hermana, algo que en muchas ocasiones la hacía sentir incómoda, pero prefería mantenerse en silencio porque otra parte de ella pensaba que si decía algo todos esos “privilegios” podían verse afectados.
Cuando escuchó el último comentario por parte de su hermana alzó ambas cejas, dejando salir un pesado suspiro mientras negaba con su cabeza. No sabía qué decir ante ese comentario, no era como que Elizabeth buscara que su padre la tratara de esa forma a ella y de otra forma a Lou, era algo que simplemente pasaba desde que ella tenía memoria. 
— Louise, esta conversación es entre tú y yo, no metas a Elizabeth en esto —dijo su padre con el ceño fruncido, estaba molesto por la forma en que su hija mayor le había contestado y eso era notorio.
— No estoy metiendo a Elizabeth en nada, ¿te pedí opinión? -preguntó hacia su hermana, sin darle tiempo de responder antes de regresar a su padre. —No, no se la pedí. Seguimos conversando los dos -usó un tono algo más altanero, muy pero muy poco común en ella pero llevaba años aguantando lo mismo, callando la injusticia que sentía, de cuánto a ella le había costado todo lo que a su hermana le habían regalado. 
— Louise, cámbiame el tono -advirtió su padre, apuntándola incluso con el dedo mientras levantaba sus cejas, observando a su hija descomponerse por primera vez frente a él. 
— Es que no, no lo voy a bajar porque me da rabia -habló intentando ser firme aunque su voz se quebrara. — Porque siempre ha sido lo mismo, los viajes para Elizabeth, la ropa para ella, el colegio, la universidad. ¿Sabes por qué no puedo ahorrar? Porque tengo que pagar el préstamo de la universidad porque no me alcanzaba a pagarlo con lo que trabajaba y con lo poco y nada que tu me dabas -alzó su tono al decir eso, Louise no era de pelear, por lo que no sabía controlarse en sus emociones y en ese momento solo luchaba para no terminar llorando al dejar expuesto el dolor que esa indiferencia hacia ella le había provocado toda su vida.
Podía sentir el dolor en las palabras de su hermana mayor, estaba expresando todo lo que por años había callado y que ninguno de ellos había advertido hasta ese momento. Pero a pesar de que la entendía, de todas formas se ofendió ante sus comentarios, sintiéndolo como un ataque personal hacia ella y no hacia su padre. 
— Perdona Louise pero yo jamás he pedido que se me trate de forma diferente —quiso decir y tras terminar de hablar pensó que quizás haberse mantenido callada era la mejor opción, sobre todo al ver la mirada que su hermana le dedicó tras escucharla.
— Ay, Elizabeth nadie está diciendo eso -respondió en seguida la rubia al escuchar a su hermana, mirándola de forma fastidiosa. Louise no tenía nada contra su hermana, sabía que no era su culpa, para nada, pero proyectaba a veces su frustración en ella también. — Tu solo lo disfrutas y ya, bien. Si pudiera yo también lo haría -volvió a decir con ironía a lo que su padre golpeó la mesa, haciendo sonar todos los objetos que se encontraban encima y provocando que Louise se sobresaltara por el ruido y el impacto de aquel abrupto golpe. 
—¡Ya basta, Louise! -llamó su atención, mirándola con enojo por las acusaciones y por la actitud de la mayor. —No te voy a permitir que hagan esta escena de celos en mi casa. ¡Por Dios! Saliste exactamente igual de odiosa que tu madre -comentó para luego resoplar, intentando calmarse ante el exabrupto anterior, intento que fue interrumpido por Louise que no aceptaría que hablaran así de su mamá. 
—No hables así de mi mamá -le respondió, recibiendo un nuevo golpe en la mesa por parte de Arthur. 
— Louise, basta, ¿si? Déjanos terminar de comer tranquilos -habló en tono casi amenazante, mirando a su esposa luego. —Ve por el postre, Elizabeth, ayuda a tu madre a recoger los platos de la cena y tú, Louise te quedas callada -ordenó a todas, acostumbrado a creerse macho alfa del hogar.
Elizabeth miró una vez más a Louise, quien tenía una expresión de enojo mezclada con tristeza en esos momentos y tras escuchar sus palabras, dejó salir un sonoro bufido. 
— Siempre supe que me tenías envidia —fue Elizabeth quien decidió meterse entre ambos, sabiendo que quizás sus palabras no eran oportunas en esa ocasión, ya que ambos estaban actuando por la rabia que se había apoderado de ellos. 
Su padre volvió a golpear la mesa y le dedicó una mirada llena de rabia a su hija menor, haciendo que Elizabeth enseguida se arrepintiera de lo que había dicho. 
— ¡Cállate! —exclamó enojado, formando un puño con sus manos. — ¿Qué parte de ayuda a recoger los platos con tu madre no entendiste, Elizabeth? —preguntó ya cansado y chasqueó sus dedos, apuntando a su madre que ya estaba levantada de la mesa y recogiendo los platos. — ¡Ayuda a tu madre y sirve el postre! No te metas donde no te llaman.
Iba a responderle a su hermana, iniciando una pelea que jamás habían tenido entre ambos. No era envidia lo que le tenía, ¿celos? Tal vez, pues le era imposible no sentirlos ante el trato privilegiado que tenían con ella. 
Miró a su padre y se puso de pie, dispuesta a irse cuando escuchó un nuevo llamado de atención de la voz masculina, ordenándole que se se sentara nuevamente. 
— ¡No! No me voy a quedar, no tengo nada más que hacer aquí. Si quieres mandonear a alguien, ahí tienes a Sara y a Elizabeth -nombró a las dos mujeres que venían de regreso de la cocina, sabía que no estaba bien lo que había dicho pero ya el enojo y las ganas de arrancar lo permitían pensar mucho más.
Si bien Elizabeth había salido a su madre cuando se trataba de discusiones, en ese momento no pudo seguir los pasos de Sara quedándose callada y el ceño fruncido en su rostro demostraba lo enojada que estaba ante las duras palabras de parte de Louise. 
— ¿Qué acabas de decir? –preguntó al asomarse por la puerta de la cocina, escuchó a su mamá decirle que se calmara y que no se metiera en la conversación pero hizo caso omiso. — No mamá, no me voy a quedar callada —dijo, acercándose un poco más a Louise. — Vuelve a hablar de mi madre y te juro, Lou, te juro que… —iba a decir algo pero la voz masculina de su padre la interrumpió. 
— ¿Acaso son sordas? ¡¿Ya cuántas veces les dije que se callaran?! —exclamó Arthur ya completamente enojado. — ¡Cállate Louise! Te prohibo hablar mal de Sara, quien debo decir que es mucho mejor mujer y más sensata que tu madre, a quien tuve que soportar por años cuando siempre estuve enamorado de Sara —soltó su padre sin siquiera pensarlo. 
No podía creer lo que acababa de escuchar, ¿su madre había sido la amante de su padre mientras él estaba con la madre de Louise? Su mirada de sorpresa pasó desde el rostro de su madre que estaba desconcertada al rostro de Louise que podía jurar tenía la misma sorpresa que ella.
Sabía que no debía haberse metido con Sara, así como a ella no le gustaba que hablaran de su madre, no creía correcto hacerlo tampoco. Iba a disculparse cuando volvió a escuchar los gritos de Arthur y todo lo que continuó que dejó a Louise perpleja, sintiendo incluso aquello como un dolor en el pecho. Louise adoraba a su madre, pues había sido ella quien la había criado y esforzado por sacarla adelante y escuchar esa confesión, donde daba a entender que nunca fue querida como se merecía, le dolía en el alma.  
— ¿Qué? -preguntó en un tono algo más bajo sin poder entender del todo lo que estaba pasando. 
— Eso, Louise. Si me quedé un tiempo más con tu madre fue por ti, pero ya pasó y no se habla más del tema -dio por finalizada la conversación en su tono de voz, sirviéndose más vino mientras la rubia miraba a su hermana, confundida y aturdida. 
En un acto casi reflejo, corrió la silla hacia atrás para terminar de levantarse y pasar por el lado de su padre sin mirarlo, haciendo luego lo mismo con su hermana que la miraba desde la cocina. Tenía mucho que procesar en su cabeza aún, no solo sentía el rechazo de su padre, sino que entendía quizás el porqué, porque ella era hija de una relación que nunca quiso, una carga, un error del cual su padre se vio obligado a asumir.
4 notes · View notes
lanceislover · 4 years
Text
Tumblr media
*Actualizado*
Procedo a hacer el resumen del capítulo 2 de Aaron.
El episodio comienza con Eloïse en el jardín pensando en todo lo sucedido con Aaron (cuando la mordió) y contándonos que intenta evitar al ya nombrado saliendo de su habitación por el día.
Cuando termina de contarnos todo eso, aparece el escenario del jardín de noche y aparece Aaron, el cual nos dice que nos ha estado buscando. Según Eloïse, lo siente preocupado. Él nos cuenta que es un hombre lobo y un vampiro (mitad y mitad). Que primero fue hombre lobo y luego vampiro y que su vida como hombre lobo prefiere mantenerla privada. También le dice a Eloïse que él es el mayor de todos y que el vínculo que comparten es algo nuevo para él.
Otro dato curioso es que Aaron no puede hipnotizar a Eloïse mientras la muerde para que le duela menos debido a que es su cáliz. Por otra parte, Aaron intenta ser optimista y le dice a Eloïse que juntos trataran de hacer un poco más llevadero el tema de la mordida.
Luego de decir eso, él se acerca a Eloïse pero a ella no le termina de gustar y le pone una excusa estúpida para dejar la conversación, cosa que Aaron nota. Le pide una última cosa a Eloïse: quiere conservar su vida de hombre lobo privada (ya lo dije antes pero bueno, perdonarme). Eloïse al escuchar eso no pone problema y piensa textualmente: "como si tuviera ganas de ocuparme de otro monstruo sanguinario..."
Tras eso, Aaron se va, Eloïse se queda pensando en sus cosas y luego sale al exterior de la mansión. Ahí nos dan dos opciones:
Ir a darnos un baño caliente —> nos encontramos a Iván.
Con Iván no ocurre mucho: él se vuelve a disculpar y nos muestra la admiración que siente por Aaron.
Ir a sentarte frente a la chimenea —> nos encontramos a Beliath.
Con Beliath hablamos también de Aaron, en este caso sobre que es híbrido. Beliath tiene un diálogo donde dice: yo también sé lo que es sentirse diferente o algo por el estilo. Y que hemos elegido a un lobo con un gran corazón.
Perdonar si con Beliath no me expliqué bien.
En cuanto a lo que dicen de que debes de irte a tomar un baño para conseguir la imagen no puedo ni afirmar ni desmentir. Puedo decir mi experiencia: fuimos a la chimenea y no obtuvimos la imagen. También es cierto que nos equivocamos en varias respuestas.
Luego de tomarte un baño/estar en la chimenea, Eloïse se va a su habitación y se duerme.
Cuando se despierta tiene hambre, así que decide ir a la cocina donde se encuentra Aaron. Este le dice que ha comprado comida para ella. Descubrimos que al ser híbrido tiene menos restricciones a la hora de comer o de beber, y que la cerverza es su debilidad. Nos invita a sentarnos junto a él y se interesa por nosotras. Nos pregunta lo que nos gusta hacer.
Dato: si le das a la opción de que te gusta leer libros, él te dice que le gusta leer poesía.
Luego de decirle lo que nos gusta hacer y de que él diga algo, Eloïse le pregunta si para él es complicado ser vampiro, a lo que él responde que se ha terminado acostumbrando. Nos sale la opción de preguntarle varias cosas y nos termina contando un poco de su vida:
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Luego, aparece Vladimir muy malhumorado y, literalmente, nos echa de la cocina.
Eloïse se enfada, aunque se da cuenta que el origen no es Vladimir sino el hecho de que se haya tenido que interrumpir la conversación con Aaron (vamos, que en este episodio ya se empieza a ver que la prota piensa mucho en él).
Ambos salen de la cocina y fuera intercambian unas palabras. Aaron dice que debe ir a hacer una cosa, aunque se da a entender que invita a Eloïse a ir con él. En mi caso, yo elegí que me gustaba leer libros y el diálogo que me apareció fue que no estaba preparada para salir y que quiso ir a leer un libro. No sé si esto ocurre sin importar la opción que des o no, pero ahí lo dejo.
Eloïse va a la biblioteca y coge un libro en el que se habla sobre hombres lobos, en ese momento aparece Rafael que, curiosamente, sabía el libro que tenía Eloïse. Rafael, como siempre, es muy amable y le dice que si tiene alguna pregunta puedes contar con él. Ahí te da la opción de elegir entre preguntarle si ha conocido a otros hombres lobos como Aaron o decir que no sabes por dónde empezar.
Yo elegí preguntarle por los hombres lobos, a lo que Rafael contesta que no y que siempre se ha intentado mantener alejado de las manadas. Eloïse le pregunta el motivo y este le responde que los hombres lobos y los vampiros se llevan mal, y que él siempre los asoció al peligro. Ahí Eloïse suelta: "así que los seres humanos no somos los únicos racistas" y hace reflexionar a Rafa. Luego de eso, Rafael dice que ha venido a leer y que ni no le importa a Eloïse retomar la conversación en otro momento.
Eloïse sale de la biblioteca y sube hasta el pasillo que da a su habitación. Se queda pensando y en ese momento aparece Aaron, el cual le pregunta qué hace mirando las escaleras. Ahí tenemos la opción de decirle que lo estábamos buscando, cosa que le gusta y nos propone ir a dar un paseo.
Salimos de la mansión y Aaron dice textualmente:
"¿Has visto cómo brillan las estrellas esta noche?"
"Este lugar tiene alma. Se podría decir que es casi como un ser anciano, vivo, cuya aura se propaga por los alrededores".
Sí, yo también quedé loca al leer eso de él. Alto poeta es.
Luego de decir eso, Aaron nos pregunta si pensamos en nuestros padres, a lo que Eloïse responde que no y que no ha conseguido encontrar nada de su presencia, aunque admite que no ha hecho gran cosa por encontrarla. Aaron nos comprende y seguimos caminando.
Nos enteramos que Aaron fue mercenario de guerra durante la guerra de los Cien Años, y nos dijo que lo hizo por dinero. En aquella época él era joven y no tenía escrúpulos, sumado a que sus padres habían fallecido. Eso hizo que le pareciera una buena idea. También dijo que no podía imaginarse cómo eran los campos de guerra y lo que hizo. Y tras contarnos eso dice: "eso forma parte del pasado. Mirar hacia atrás solo sirve para no volver a repetir los errores una y otra vez". A lo que Eloïse le pregunta si nunca se pone nostálgico y este le dice que se niega a dejarse llevar. Luego de eso nos da la opción de insistirle para que nos cuente más de su pasado o no, yo elegí no insistirle.
Seguimos caminando y en un momento dado nos dice que estamos muy tranquilas y que eso puede influir en nuestras sensaciones durante la mordida. Nos pregunta si queremos probar. Tenemos la opción de negarnos, de aceptar con negación y de ser comprensivas. Yo elegí ser comprensiva y nos llamamos cesta de comida, aunque eso le hace gracia a Aaron. También, él admite que nuestra sangre es deliciosa (o bueno, da a entender eso ya que dice que pensar en el sabor de nuestra sangre no le ayuda a controlarse). Luego de eso, Eloïse le da su brazo para que este beba. Le duele mucho y se desmaya, aunque no llega a caer al suelo ya que Aaron la agarra. Este nos llama preocupado y nosotras decimos que tenemos calor y que nos ayude. Aaron dice si podemos apretar nuestra muñeca para detener el flujo de sangre y nosotras decimos que sí, aunque el dolor por la mordida sigue ahí. Aaron pone su mano sobre la mejilla de Eloïse y nos dice que nos va a llevar a la mansión y que se ha equivocado al querer mordernos en medio del bosque. Nos posa enfrente de la mansión y nos dice que debemos de comer algo, ya que al fin y al cabo seguimos siendo humanas. Vamos a la cocina y Eloïse se pone a comer dulces, aunque eso no le bastó para coger fuerzas.
Tumblr media
Y Aaron nos dice esto: obviamente es en sentido literal, si nosotras morimos, él muere.
Luego Eloïse se levanta de la cocina y se va a su cuarto donde llora hasta dormirse.
Fin del capítulo.
10 notes · View notes
Photo
Tumblr media
Perfil ☆ Ficha ☆ Compra
Erin Piggott es una vampiresa condenada a vivir congelada para siempre en la tierna edad de los 13 años. Aunque, hasta ahora, no lo ha hecho nada mal. Fue convertida por su protector, Conaire Piggott, quien no solo le cedió su apellido; sino que le enseñó a controlarse y a sobrevivir con su nueva condición vampírica. A él lo quiere como un padre. 
Es fiel a Aurora de Martel, a quien considera no solo una amiga, sino también su hermana mayor. Y también de la creadora de su linaje, Rebekah Mikaelson, porque las mujeres tienen que hacer piña en este mundo de locos, ¿no? 
Estamos seguros de que esta vampiresa, risueña, enérgica y que, en ocasiones, se divierte jugando con la comida, dará mucho de que hablar. 
2 notes · View notes
xlemonciel · 5 years
Text
❝ The other side ❞
✖ @thedreamsoficarus
Había ido a cambiarse de ropa, darse una ducha que necesitaba y tras dar de comer a Obi decidió ir a desayunar algo antes de descansar como le habían dicho que hiciera, realmente se sentía ahora más espabilado que nunca. Así que al presentarse en el comedor ya estaba preparado para los cuchicheos y ser la comidilla de todos de nuevo, sin embargo los rumores no eran sobre él. — Por lo visto llamaron al hermano de Jiwon, y es un pez gordo, trabaja en el ministerio. — le explicó Jinhwan a un Hanbin confundido mientras devoraba ya su tercer gofre al no haber probado bocado en todo el día anterior, aunque ya era muy tarde y ellos eran prácticamente los últimos que quedaban en el comedor. — ¿Su hermano���? No sabía que tuviera un hermano. —admitió con sinceridad porque apenas sabía nada de la familia de Jiwon. Jinhwan asintió muchas veces. — Dicen que es un sangrepura implacable, por lo visto no tiene escrúpulos a la hora de aplicar castigos o desahuciar a nadie… — Donghyuk fue quien habló ahora, con gesto solemne y en susurros. Hanbin podía creerse aquello, viendo como Jiwon parecía temer a su familia.
— ¿Y para qué ha venido? — preguntó y vio a los chicos mirarse entre sí. — Bueno… Ayer todos pensaban que realmente no despertaría. Y dicen que ha venido a por Jones… — Hanbin de pronto sintió su hambre desaparecer de golpe saber que no había sido un dramático pensando lo peor de la situación de Jiwon le tranquilizaba, aunque no tanto, pero y aunque Jones se mereciera un buen castigo tal y como hablaban del hermano de Jiwon y lo que había averiguado por el propio Jiwon empezó a temer lo peor. — Bien, pues ha despertado. — dijo con firmeza, usando unas servilletas para guardar algunos donuts y gofres de más. — Y si me disculpáis…— espetó cargando con los dulces entre sus brazos para marcharse del comedor bajo la mirada de los otros, directo a la enfermería.
Sin embargo solo al entrar en esta se sorprendió no ver a la señora Promfrey por allí, ya había ideado una excusa para que no le echara la bronca al verle de nuevo apenas unas horas después de que le echara de allí, y escuchaba las voces incluso desde la entrada, cerró tras él la puerta con cuidado acercándose a la cama de Jiwon, donde las cortinas estaban echadas, podía reconocer la voz de Jiwon, suave, y casi sonando arrepentida, era un tono de voz que jamás le había escuchado antes, parecía pequeño y sumiso, no sonaba en absoluto como Jiwon, y otra voz mucho más fuerte y fiera. Dudó unos instantes sin saber si quizás debería irse y regresar luego, pero la discusión estaba escalando rápidamente y Hanbin pillaba solo trozos de esta, y con eso pudo entender que se trataba del hermano del otro. No quería quedar como un entrometido, y estaba a punto de irse cuando escuchó el golpe, se paró en seco al escucharlo seguido de un sonido ahogado de Jiwon. — Por eso eres una desgracia. — aquellas palabras sonaron frías, crueles, Hanbin sintió su estómago cerrarse y antes de ser consciente de qué hacía descorrió la cortina, con un fingido gesto de sorpresa aunque por dentro su instinto de protección y la rabia estuviera bullendo. — Oh, vaya, pensé que no tendrías visita. — dijo con toda la inocencia que pudo reunir su mirada pasó de aquel hombre, analizándole rápidamente, era parecido a Jiwon, realmente parecido aunque tenía una expresión agria e iba impecablemente vestido de traje. Pero se clavó en Jiwon, intentando preguntarle con solo una mirada si estaba bien, no tardando en darse cuenta en lo roja que estaba su mejilla, lo que alimentó más su rabia — Te he traído algo de comer mejor que el desayuno de Pomfrey, pero no se lo digas. — dijo señalando los bollos que traía envueltos en servilletas antes de acercarse a la cama cautelosamente mirando de nuevo al hermano de este, sin intención visible de irse, igual que Hanbin. — Creo que no nos han presentado, me llamo Hanbin. — dijo sacudiéndose las manos tras dejar la comida en la mesilla y extendiendo una hacia el mayor que simplemente la analizó como si fuera algo asqueroso. — Si, ya sé quién eres. — eso le sorprendió y por unos instantes la fachada que había puesto se le escurrió. — Kim Hanbin, hijo de muggles ¿verdad? — Hanbin abrió la boca pero no supo qué decir así que simplemente asintió, pero el hermano de Jiwon ya no estaba mirándole a él sino a Jiwon. — ¿Esta es la clase de compañía que frecuentas ahora? — Hanbin sintió la rabia bullir más aún y tuvo que controlarse a si mismo cerrando las manos en puños. — Bueno, es una novedad porque yo no tengo ni remota idea de quién es usted. A parte de alguien bastante maleducado por lo que veo. — dijo, sabiendo que eso haría que el mayor se picara si era mínimamente parecido a Jiwon y para su disfrute lo era, pudo ver la rabia florecer brevemente en su expresión mientras que Hanbin volvía a poner esa fachada de inocencia.
20 notes · View notes
sercndipity · 4 years
Text
Tumblr media
DANTE ; 
23 años.
24 de octubre / Escorpio. 
Coreano.
Experimento #006
Con una madre que les abandonó, Dante y su pequeño hermano quedaron atrapados con un padre drogadicto y abusivo que hacía cada uno de sus días miserables. A la edad de ocho años, Dante tenía que salir a las calles a mendigar por un poco de comida que pudiese llevar a casa. Su vida siempre había sido un infierno, lleno de carencias, maltratos y golpes que su progenitor le daba tanto a él como a su hermano.
No fue hasta que un día cuando regresaba de las calles, encontró a su padre maltratando a su hermanito, los llantos del pequeño hicieron que Dante por primera vez experimentara el poder que llevaba oculto. Por supuesto, era un niño diferente. Con una gran cólera fluyendo de él y el fuerte anhelo de proteger a su hermano, comenzó a sentir como la temperatura de su cuerpo iba en aumento, las pocas velas que yacían prendidas alrededor de la casa para iluminarla (pues no tenían ni siquiera electricidad, vivían en una pequeña casa de madera) comenzaron a deshacerse por las flamas que comenzaron a crecer y se sacudían violentamente, alcanzando los objetos y muebles más cercanos quemándolos. Solo bastaron las pequeñas manitas de Dante tocando a su padre para que volviera a éste, también parte del incendio.  Aterrado al ver a su padre y su casa en llamas, Dante tomó a su hermano y salieron corriendo de allí sin mirar atrás.
No sabe si su padre murió, nunca más regresó a su casa y tuvo que vivir en las calles con su hermano, tratando de sobrevivir. De vez en cuando hacía pequeños trabajos para ganarse un plato de comida, ayudando a señoras en los mercados, otras veces cuando mal le iba, tenía que robar. Por supuesto, la vida en la calle fue dura, casi al mes, su hermanito enfermó, estaba desnutrido, con una alta fiebre y no tenía ni medicamentos a la mano, pedía ayuda, pero nunca se la dieron. Su hermano murió unos días después en sus brazos, Dante experimentó el dolor más grande y desgarrador de su corta vida.
A punto de rendirse al no soportar su situación y la enorme soledad que lo envolvía, apareció un hombre al cual consideró como un ángel que había venido a rescatarlo. El hombre se lo llevó, lo alimentó, lo bañó, le dio ropa limpia, diciéndole que, a partir de allí, tendría una mejor vida con la condición de que “colaborara” con él.  Inocente y con las ganas de devolverle el gesto de amabilidad que le había entregado, Dante aceptó trabajar con él.
Dante salió de una pesadilla, para entrar a una peor. Fue ingresado a “The Ingram” ,  una organización secreta del gobierno que se encargaba de experimentar con humanos con el fin de convertirlos en armas potenciales y mandarlas a futuras guerras o pudiesen ser vendidos a otros países.
Fue despojado de su nombre, siendo ahora solo el EXPERIMENTO #006.  Comenzaron a desarrollar su poder; piroquinesis, por medio de experimentaciones que lo dañaban física y mentalmente.  A pesar de todo el daño que recibía, poseía una gran resistencia, lo cual hizo que lo catalogaran como un espécimen potencial y sumamente peligroso cuando se salía de control. Para poder controlarlo, le ponían un collar que inhibía su poder, otras veces tenían que ponerle camisas de fuerza especializada para retenerlo, pues sus manos eran mayormente las canalizadoras de su poder.  
Después de unos meses, fue asignado a una nueva área donde conoció a Sanryul, su nuevo compañero de habitación y quién sería el inhibidor y potenciador de su poder.  Con el fin de crear un vinculo fuerte entre estos dos niños, los científicos los hicieron interactuar más que con otros experimentos, logrando que tuvieron una excelente química, sus personalidades eran un perfecto contraste para controlarse el uno al otro, tenían un equilibrio perfecto y sus poderes se complementaban, funcionaban bien juntos por lo que el plan de convertirlos en una dupla de armas completas se estaba logrando exitosamente.
Dante comenzó a tener un fuerte apego emocional con Sanryul. En un principio, le recordaba mucho a su hermano menor, pero con el paso del tiempo sus sentimientos fueron mutando a algo más fuerte. Sanryul se había convertido en su todo, en aquella alma gemela que le brindaba calma en la tormenta en la que se encontraban. Su luz y esperanza. Estaba enamorado, y soñaba con él una vida juntos fuera de esas instalaciones.
A un año casi de finalizar el proceso para convertirse en armas completas, la conmoción estalló en The Ingram.  Dos experimentos se habían revelado y todo el personal de seguridad se estaba enfocando en ellos por lo que Dante y Sanryul aprovecharon el alboroto y la distracción para escapar también y cumplir los sueños y promesas que se habían hecho. Lamentablemente, no corrieron con suerte, se vieron acorralados por la seguridad y entre ellos, un arma completa que no les dejaría ir fácilmente. Dante decidió sacrificarse para otorgarle la libertad a Sanryul, interceptando a todos. Fue un momento difícil y doloroso ver partir a la única persona que amaba en la faz de la tierra, pero se sintió satisfecho de saber que al menos Sanryul podría liberarse de las cadenas que los ataban, deseando que viviera feliz.
A pesar de que hizo todo el esfuerzo por protegerse, lo superaban en cantidad, por lo que tras una ardua pelea lo sometieron. No le mataron como pensó que lo harían, pero le castigaron, lo torturaron hasta quebrar su mente y dañar su cuerpo. Tardó un buen tiempo en recuperarse. También, con ayuda de otra arma completada que tenía el poder de manipular la mente, inyectaron en su mente memorias falsas, distorsionando la realidad y todos los hechos ocurridos, haciendo que cortara el lazo emocional que tenía con Sanryul y como consecuencia, tener un resentimiento hacia él.
Después de un año, Dante completó su proceso de transformación, le despojaron de su humanidad, se había convertido en un arma que solo acataba ordenes. Comenzó a trabajar para el gobierno y la milicia y se hizo Capitán del Escuadrón D.14 , un equipo de armas como él que cumplían misiones tanto dentro como fuera del país.
Poderes y habilidades:
Dante no solo puede controlar el fuego, si no que también puede crearlo gracias al oxigeno y a la energía psiónica de su cuerpo.
Sus manos son capaces de generar desde ráfagas, bolas y líneas de fuego que suele lanzar hacia sus enemigos para ocasionar quemaduras respectivas. Tiene un excelente control por lo que puede manejarlas a su antojo y dirigirlas hacia ellos cuando ya les tiene bien enfocados con la vista.
También puede crear una gran cantidad de fuego alrededor y dispararlo hacia diferentes puntos en forma de “rayos”. La temperatura de estos rayos es bastante elevada, por lo cual si el mismo se mantiene en un solo enfoque durante un minuto podría llegar a atravesar fácilmente el metal. Sin embargo, esta es una habilidad que no suele hacer mucho pues lo deja fuera de combate por un par de horas. 
Puede manipular la temperatura de su alrededor (aproximadamente de cinco a siete cuadros a la redonda), elevándola hasta crear incendios si así lo desea.
Le encanta hacer la forma de un “arma” con su mano y apuntar a lo que sea como si estuviese a punto de dispararle, es una forma sádica y burlesca de ponerle fin a algo o alguien. Concentra toda su energía en un punto en específico para hacerlos explotar. Es considerada su arma más potente, sin embargo para ello necesita una concentración absoluta hasta vaciar su mente ( y contacto visual cuando lo utiliza contra una persona ).
En climas fríos no tiene ni la necesidad de abrigarse pues su cuerpo siempre se mantiene caliente, igual con climas calurosos, es inmune a grandes temperaturas.
Tiene un buen control debido a que no es influenciado por sentimientos ni emociones, cuando se transforman en armas completas son despojados de ellos.
Es bueno en combate cuerpo a cuerpo, ágil y rápido. También sabe defensa personal y utilizar cualquier tipo de armas blancas y de fuego.
Personalidad:
Como arma: debido a que fue despojado de sus emociones, se ha convertido en alguien que carece de empatía, como un recipiente vacío. Tiene una personalidad muy fuerte y fría, no flaquea ante ninguna situación y poco le importa lastimar y destruir todo lo que esté a su paso. No es consciente de las emociones de los demás y tampoco le importan. Posee un humor negro y sarcástico. Es muy agresivo a la hora de combatir, sin embargo, nunca pierde paciencia y su manera de analizar las cosas para recrear planes y soluciones en un momento de desventaja. E ahí la razón por la que lo nombraron capitán, sabiendo dirigir y controlar. Acata cada orden a la perfección de sus superiores.  Se ha convertido en un excelente manipulador también. Siente una gran emoción y excitación ante el peligro, sobre todo cuando se encuentra en misiones riesgosas. No tiene remordimientos de nada de lo que hace. 
El verdadero Dante:  A pesar de que no lo parezca, en realidad es alguien tranquilo y relajado. Es muy emocional y sobreprotector con lo que aprecia, alguien leal, afable y un tanto reservado. Es muy tenaz y tiene una gran fuerza de voluntad.  Tiene un fuerte resentimiento contra la vida y el mundo, pero también es consciente que nada ganará canalizando su odio en alguien inocente. Sus expresiones serías a veces lo hacen lucir como alguien intimidante o difícil de tratar, pero en realidad cuando se le conoce es alguien muy amistoso. Incluso, con los demás experimentos a los cuales veía poco o nada, los consideró una familia.  Gracias a Sanryul comenzó a sentir de una manera más profunda, conociendo otras facetas de sí mismo; como el ser alguien cariñoso, entregado, soñador y divertido. No dudara en sacar las garras cuando se vea amenazado o amenacen a quienes parecía, se transforma en una persona sumamente agresiva y pierde el control, siendo influenciado por toda la ira que ha mantenido acumulada a lo largo de los años. Lengua afilada. Tampoco dudara en decir todo lo que piensa o siente.
DATOS EXTRAS:
Cuando se transforman en armas completas, les dan la opción de tomar el nombre que deseen. Dante decidió quedarse con su mismo nombre.
Después de casi un año trabajando, tuvo que pasarle el mando al segundo más fuerte de sus compañeros, dejando a su equipo cuando el gobierno le dio una nueva misión individual. Habían encontrado el paradero de su “Soulmate” (nombre que le habían dado los científicos a quien tendría que haber sido su compañero) y tenía que devolverlo a las instalaciones, por la buena o la mala. El resentimiento de Dante hacía él resurgió de una manera atroz.
Dante encontró a Sanryul, poniéndose la mascara de su antiguo yo para convencerlo de volver con él con palabras bonitas y nuevas promesas, obviamente, Sanryul no cayó en la trampa cuando se dio cuenta que no era el Dante al que amaba. Eso dio inició a un enfrentamiento horrible entre los dos. En un segundo de distracción fue impactado por un rayo proveniente del otro, el cual generó que un par de escenas de ellos se arremolinara en su cabeza por unos segundos, dejándole desconcertado. No supo por qué, pero al final le dejó escapar.
Después de unas semanas tras buscarlo nuevamente lo encontró y esta vez, no dudó en llevárselo por la fuerza.
Su nuevo trabajo consiste en vigilar y controlar a Sanryul en las instalaciones de The Ingram hasta que complete su proceso de transformación y sean el dúo de armas. Ha visto como torturan al joven y a pesar de mostrarse indiferente ante los hechos, no pude explicar por qué siente un gran dolor en el pecho y un nudo en la garganta que al final del día, lo dejan con muy mal humor.
Debido a la implantación de nuevas memorias, no recuerda el lazo afectivo que tenía con Sanryul, ni siquiera recuerda como llegó a las instalaciones de The Ingram y, lo más doloroso, tampoco recuerda a su hermano.
Tiene un departamento que se le fue entregado por parte del gobierno por su “servicio” sin embargo, casi nunca esta en el debido a su agenda llena de misiones y actividades.
A veces es mandado a la base militar para entrenar a los soldados ordinarios.
Cuando tiempo tiempo libre, le gusta dormir o leer.
Le gusta la comida picante.
Siempre lleva un encendedor consigo sin ninguna razón aparente en realidad.
Agarró la costumbre de fumar después de algún duro entrenamiento o enfrentamiento.
Cuando excede su poder, suele tener dolores de cabeza intensos, náuseas y entumecimiento en las extremidades por un par de horas. Necesita dormir hasta 15 horas para recuperar su energía.  
5 notes · View notes
guiaalislam · 4 years
Text
EL AYUNO EN EL ISLAM Y EL MES DE RAMADÁN: ¿Quiénes han de cumplir el ayuno?: La Parte 2
¿Cuándo y cómo se ha de proponer la intención para ayunar?
Una de las condiciones más importantes para la practica del ayuno es tener la intención de realizarlo (niyya). Ayunar sin habérselo propuesto anteriormente no es un acto de de devoción válido. Por lo tanto, es importante saber cuándo y cómo podremos establecer la intención de ayunar.  El ayuno se divide en dos categorías según el momento en el que el propósito del ayuno es establecido:
a) La intención para el ayuno debe ser realizada desde el ocaso hasta los 45 minutos posteriores al amanecer. En esta categoría se hallan los ayunos del Ramadán, ayunos expiatorios, los ayunos como resultado de votos y promesas (que se han de cumplir en cierto tiempo) así como ayunos supererogatorios. No obstante es más virtuoso proponerse la intención de ayunar la noche que sigue al sahur.
El permiso para establecer el propósito de ayunar abarca hasta unos cuarenta y cinco minutos tras el alba y depende en gran medida de las condiciones de abstenerse de comida y bebida alguna además de no realizar cualquiera de los actos que invalidan el ayuno hasta que éste comience. Establecer la intención del ayuno después de haber hecho algo que lo invalida no es en modo alguno admisible.
b) Los ayunos que requieren hacer la intención desde la noche hasta el amanecer: Los ayunos que se encuentran dentro de esta categoría son los que se realizan para recuperar los ayunos perdidos—aquellos días en los que por causas diversas se ha interrumpido la abstinencia— durante el mes del Ramadán, todos los ayunos expiatorios, los ayunos que deben hacerse cuando se rompe un ayuno supererogatorio así como votos de ayuno . Como no hay un tiempo predeterminado para la consecución de estos ayunos es esencial tener la intención de realizarlos antes del amanecer. Normalmente el propósito se establece antes del sahur. De todos modos si una persona no se levanta para hacer la comida de sahur puede realizar dicha intención dentro del plazo de tiempo que finaliza al amanecer, siempre bajo la condición de no hacer nada que invalide el ayuno que comenzará después.
Aquel que no desee levantarse de madrugada para hacer el sahur puede establecer el propósito de abstenerse al día siguiente antes de acostarse. No es necesario declarar la intención de ayunar en voz alta. El propósito se hace con el corazón. Por eso, si un hombre piensa que va a ayunar al día siguiente entonces se considera que ha establecido la intención. Levantarse para el sahur es, de todos modos, aceptado como intención (niyya) para el ayuno del día. No obstante es mejor pronunciar dicha intención en voz alta. Por ello, los creyentes aptos para realizar el ayuno deben establecer el propósito por partida doble: con la voz y con el corazón, diciendo:
"Tengo la intención de realizar mañana el ayuno del Ramadán". Es obligatorio establecer la intención del ayuno cada uno de los días que dura el Ramadán.
Cosas que no Invalidan el Ayuno
Beber o comer algo y tener relaciones sexuales involuntariamente. Es decir si alguien se olvida de que está ayunando y come o bebe algo o tiene relaciones sexuales, el ayuno se invalida con la condición de que deje de hacer esas cosas inmediatamente. Si se ve una persona débil o de avanzada edad que despistadamente come o bebe algo es mejor no recordarle acerca del ayuno, ya que este es el sustento ofrecido por Dios Todo-Misericordioso debido a su debilidad. Si esa persona no está débil ni es muy mayor edad, entonces es mejor advertirle.
Eyaculación nocturna espontánea.
Besos y caricias de los esposos. Si la persona que ayuna puede controlarse y no hay ninguna eyaculación de semen el ayuno se considera entonces válido.
Eyaculación de semen sólo tras haber mirado o pensado en una mujer sin tocarla. Tener relaciones matrimoniales por la noche y retrasar la Ablución Completa (ghusl) hasta el momento del ayuno.
Aspectos fisiológicos que forman parte de la vida cotidiana, como tragar la saliva, la mucosidad, el polvo de la calle, etc.
El agua que se introduce en los oídos al nadar.
Inhalación involuntaria del humo de un cigarrillo, etc.
Tragar u oler polvo, suciedad, moscas, etc. Una o dos gotas de lágrima o sudor en la cara no invalidan el ayuno con la condición de que no sea en gran cantidad y que la sal que contiene no se perciba en cada parte de la boca. Hacerlo intencionalmente invalida el ayuno.
Tragar los pequeños pedacitos de comida que puede permanecer entre los dientes después de la última comida. Si estos pedazos son más grande que un garbanzo, el ayuno se invalida.
Masticar algo como un ajonjolí o tragarlo sin saborear.
Donar sangre.
Utilizar kohl (un tipo de maquillaje natural) para los ojos.
Aquello que es absorbido por los poros de piel. Las cremas que son aplicadas a la piel y el agua usada para limpiarse no invalidan el ayuno, ya que éstos se absorben por los poros, no con la boca ni la nariz.
Una medicina aplicada en la piel a condición de que no entre directamente en el cuerpo.
2 notes · View notes
tipo2cura15-blog · 4 years
Text
Cómo curar la diabetes tipo 2
Tumblr media
Con toda la investigación sobre la diabetes y los avances en los tratamientos para la diabetes, es tentador pensar que alguien ya ha encontrado una cura para la diabetes. Pero la realidad es que no roughage cura para la diabetes, ni diabetes tipo 1 ni diabetes tipo 2. (Aunque los cambios en el estilo de vida pueden lograr la remisión en la diabetes tipo 2 en algunos casos).
Sin ban, existen tratamientos, que incluyen cosas simples que puede hacer a diario, que hacen una gran diferencia.
Existe una terapia regular que pueda curar la diabetes?
No. Las terapias naturales como la respiración stomach profunda, la relajación solid progresiva, las imágenes guiadas y la biorretroalimentación pueden ayudar an aliviar el estrés. Y el estrés emocional afecta sus niveles de azúcar en la sangre. Por lo tanto, aprender a relajarse es importante para controlar su diabetes.
Los suplementos tampoco curar la diabetes. Algunos suplementos naturales pueden interactuar peligrosamente con sus medicamentos para la diabetes. Se ha demostrado que otros ayudan a mejorar su diabetes, pero siempre consulte con su médico risks de tomar cualquier suplemento.
Ocean escéptico sobre las afirmaciones de una cura para la diabetes. Una cura genuina habrá sido probada repetidamente en ensayos clínicos con un claro éxito.
Qué cambios en el estilo de vida pueden ayudarme a controlar mi diabetes?
Aunque no feed cura para la diabetes, la diabetes puede tratarse y controlarse, y algunas personas pueden entrar en remisión. Para controlar la diabetes de manera efectiva, debe hacer lo siguiente:
Controla tus niveles de azúcar en la sangre. Sepa qué hacer para ayudar a mantenerlos lo más cerca posible de la normalidad todos los días: controle sus niveles de glucosa con frecuencia. Tome su medicamento para la diabetes regularmente. Y equilibre su ingesta de alimentos con medicamentos, ejercicio, control del estrés y buenos hábitos de sueño.
Planifica lo que comes en cada comida. Cumpla con su plan de alimentación para la diabetes con la civic chairman frecuencia posible.
Trae bocadillos saludables contigo. Será menos plausible que trance like states calorías vacías.
Hacer ejercicio regularmente. El ejercicio le ayuda a mantenerse en forma, quema calorías y ayuda a normalizar sus niveles de glucosa en sangre.
Manténgase al día con sus citas médicas. Eso incluye a su médico, educador en diabetes, oftalmólogo, dentista, podólogo y otros profesionales de la salud.
Cirugía de pérdida de peso
Después de la cirugía para bajar de peso, muchas personas con diabetes tipo 2 ven que sus niveles de azúcar en la sangre vuelven casi a la normalidad. Algunos expertos llaman an esto una remisión. No es inusual que las personas ya no necesiten medicamentos para la diabetes después de una cirugía para bajar de peso.
Cuanto más peso pierde una persona después de la cirugía, civic chairman mejora en el control del azúcar en la sangre.
Después de la cirugía, si el peso extra regresa, su diabetes también puede regresar.
Alcanzar y mantener un peso saludable es muy importante para controlar la diabetes. También debe seguir la dieta recomendada para la diabetes, hacer ejercicio regularmente, controlar el estrés y consultar a su médico regularmente para los controles necesarios.
Child las células madre una posible cura para la diabetes?
Child prometedores, pero no child un tratamiento ahora.
Las células madre child células que pueden convertirse en otros tipos de células. Los científicos han tenido cierto éxito con las células madre en la diabetes tipo 1.
Qué pasa con el trasplante de células de islotes como una cura para la diabetes?
Un trasplante exitoso de células de los islotes puede mejorar la calidad de vida de una persona con diabetes. Es una tecnología en evolución que aún se está investigando.
Las células de los islotes detectan los niveles de azúcar en la sangre y producen insulina. Las células provienen de un donante.
Una vez trasplantadas con éxito, las células donantes comienzan a producir y liberar insulina en respuesta a los niveles de azúcar en la sangre. Este procedimiento puede proporcionar más flexibilidad con la planificación de comidas y ayudar a proteger contra complicaciones serias de diabetes a largo plazo, como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, enfermedades renales y daños en los nervios y los ojos.
La persona que recibe el trasplante debe tomar medicamentos por el resto de su vida para evitar que su cuerpo rechace las células del donante.
Qué tal el trasplante de páncreas?
Recibir un páncreas trasplantado es una posibilidad para algunas personas con diabetes tipo 1. Por lo general, se realiza en aquellos que también tienen enfermedad (renal) en etapa terminal.
Un trasplante pancreático ayudaría a restaurar el control del azúcar en la sangre. Al igual que cualquier otra persona que reciba un trasplante, el paciente necesitaría tomar medicamentos por el resto de su vida para ayudar a su cuerpo an aceptar su nuevo páncreas.
Para obtener más información, visite nuestro sitio web: controlar la diabetes
1 note · View note
runrunruno · 5 years
Text
Otra vez (multichapter #02)
Título: Intenta.
Capítulo: 2/6.
Fandom: Shingeki no Kyojin.
Personajes: Mikasa Ackerman/Jean Kirstein.
Palabras: 3090.
Lo subo de nuevo (de nuevo x2) porque tumblr me odia www orz 
Jean cree que, en lo que lleva de vida por lo menos, nunca había llorado. Que sí, hace solo un par de horas había soltado un par de lagrimitas, pero no se refería específicamente a eso. Él pensaba, más bien, en un llanto desenfrenado, interminable, de esos que hacen de la deshidratación un futuro no tan lejano. No lo hizo cuando murió Marco, tampoco cuando le siguió Sasha; no lo hizo incluso cuando tantas veces se vio cara a cara con la muerte. Pero ahora yacía allí, en el frío suelo de la enfermería, aferrándose a un patético trozo de papel como si su vida dependiera de él, lágrimas saliendo sin control de sus pardos irises.
Mikasa estaba viva.
La rústica caligrafía en el amarillento papel era, efectivamente, de Mikasa. Lo sabía porque en muchísimas ocasiones había tenido que leerla mientras hacía trabajo administrativo; de todas formas, hasta el día de su desaparición, Mikasa formaba parte del escuadrón de élite dirigido por él. Sin embargo, obviaba que la fecha de tal mensaje correspondía al día de su desaparición, hace dos largos años; ante tal pensamiento calmó su ímpetu.
Su rostro, enrojecido e hinchado junto a sus labios de un color casi morado, daban la impresión de que hubiera sufrido una golpiza, y es que eso es lo que, probablemente, cualquiera que lo conociera pensaría si irrumpía en su habitación: "Jean jamás llora", dirían; "ni siquiera lloró en el funeral de Mikasa", dirían.
Y es que, dentro de él, siempre cabía la esperanza, por eso se había rehusado a derramar siquiera una lágrima por la muerte de la chica. Porque nunca dieron con su cuerpo, pensó, nunca habían logrado encontrar ningún indicio de que ella estuviera, efectivamente, muerta. Había desaparecido, esfumado, sin dejar ningún rastro más que el viejo papel que se había mantenido oculto en su bolsillo por tanto tiempo.
— Siempre lo mismo contigo — habló Jean a la nada —, guardándote todo, hasta lo más importante.
Sus lágrimas poco a poco comenzaron a empapar el mensaje, la tinta vieja corriéndose como si estuviera fresca. Empuñó su mano, aplastando el objeto; debía controlarse, eso era lo único que le quedaba de ella. Y fue entonces que, realmente, cayó en cuenta.
Mikasa, hace dos años, probablemente el mismo día en que desapareció, le dejó un mensaje. A él. Supuso que a nadie más; Armin era mucho más inteligente que Jean, si le hubiera dejado algo seguramente habría tardado poco en encontrarlo. Le decía "estoy viva", o sea que, obviamente, no estaba muerta; o no lo estaba en el momento en que dejó el mensaje, ni era lo que pretendía en un futuro cercano. Trato de reflexionar en el sentido de sus palabras: ¿era una despedida? ¿quería que fuera en su búsqueda o no? No le quedaba del todo claro.
Si realmente ella había tomado la decisión de irse, no podía ser él quien se la negara. Su extraña relación con la mujer – a veces carnal, otras algo más – había comenzado tiempo antes de que Eren pereciera ante la Maldición de Ymir. El maldito le había pedido personalmente que la cuidara porque pensaba que ella no podría con el dolor de perderlo; y era verdad, en todo caso. Fueron incontables las noches en que tuvo que contenerla, esperar hasta que ella se durmiera en sus brazos luego de llorar sin control; hubo un tiempo, incluso, en que tuvo que obligarla a comer, teniendo que aguantar golpes e insultos por su persistente deseo de morir y reencontrarse con el joven titán.
Jean muchas veces pensó, preso de la ira y los celos, que hiciera lo que hiciera Mikasa nunca sentiría por él lo que sintió por Eren. Lo de ellos era amor puro, fraternal, de ese que quema la garganta y la pérdida produce estragos en el corazón: Eren era su hermano, y Jean nunca podría competir contra eso. Por más noches que hubiera pasado a su lado, haciéndole el amor o simplemente resguardando sus sueños, ella jamás sufriría por él como sufrió por Eren.
Por eso, cuando ella desapareció, lo primero que cruzó su mente fue el suicidio. Que Mikasa, a pesar de todo, simplemente no podía soportar el vivir con el perpetuo sufrimiento de no tener a su lado a quien más amaba. Y, tiempo después, cuando tuvo que presenciar cómo el ataúd vacío descendía en la tumba que tenía su nombre, se rehusó a siquiera creerlo; porque Mikasa había logrado recuperarse, porque poco a poco la vida había vuelto a ella, porque, después de tanto tiempo, ella le había dicho que lo amaba. Entonces no tenía sentido.
— Maldición — gruñó. Su cabeza palpitaba de dolor.
Tenía que encontrarla, por lo menos para asegurarse de que estuviera bien; feliz. Porque él sabía, estaba seguro, que le bastaba simplemente con saber que era plena, aun si no fuese a su lado. Apostaría cualquier cosa por eso, que una vez que la viera podría seguir con su aburrida vida en paz.
No sabía cuánto tiempo había estado divagando en el suelo, por lo que se alarmó al escuchar pasos acercándose hacia la puerta. Se levantó con rapidez y entró en su cama, tapándose torpemente con las cobijas que había dejado la enfermera para él; el papel aun arrugado dentro de su mano. Segundos después, sintió un suave golpe en la puerta.
— Oficial Kirstein, ¿está despierto? — su pregunta era bastante estúpida —, voy a entrar.
La enfermera Walz entró con una bandeja de comida y un pequeño vaso con medicamentos. Sus ojos se posaron inmediatamente en el hombre, más precisamente en su cara que aun permanecía roja por las lágrimas.
— Quizás tiene fiebre — se dijo, acercando su palma a su frente —, que extraño.
Al castaño le sorprendía que no hubiera escuchado el escándalo que había tenido lugar minutos antes frente a sus narices.
— Estoy bien — le aseguró —, solo quiero descansar.
— ¡Ah, eso está muy bien! — le dijo más animada —, cómase su cena, estos remedios lo harán dormir y calmarán su dolor.
Jean se revolvió incómodo; ella le tendió el vaso y supuso que no abandonaría la habitación hasta que las tomara. No debía, la verdad, lo único que quería hacer en esos momentos era abandonar el cuartel e ir en su búsqueda.
— No creo que sea necesario — trató de disuadirla —, ya me siento mucho mejor; solo estoy aquí por protocolo.
La señorita arqueó una ceja.
— Debe tomárselas. Es obligatorio.
El hombre tosió. Tomó el vaso e introdujo las pastillas dentro de su boca; en el momento en que hizo ademán de tragar, la mujer sonrió satisfecha.
— Con esto dormirá como un caballo — le dijo. La dulce ironía —, volveré por la mañana a darle el alta, así podrá participar de las reuniones con la comandante Zöe.
Él le devolvió la sonrisa – su típica sonrisa ladina – y ella, satisfecha, se retiró.
En el momento en que la puerta sonó tras de sí y los pasos se alejaron del lugar, el hombre escupió las cuatro pastillas y se limpió la boca. Se sentó en el borde de la cama y volvió a abrir el papel en su mano, repasando nuevamente las palabras como si estas no hubieran quedado tatuadas en su cerebro para siempre. Debía irse. Recogió su chaqueta de la Legión que yacía en el piso y tomó su capa verde.
Abrió la ventana y miró a la habitación. Solo esperaba que las consecuencias que trajera su ausencia no fueran dirigidas a la pobre enfermera. Dio la vuelta y saltó.
XXX
Hange simplemente no podía creerlo.
— ¡¿Cómo que no está?! — exclamó visiblemente exaltada —. ¡Es el maldito oficial al mando!
La sala de reuniones de la Guarnición krolviana era recorrida de un lado a otro por la mujer de lentes. Su rostro se trasladaba de la cólera al cuestionamiento y de la misma forma de vuelta a la cólera. La enfermera a cargo del cuidado de Jean le había informado que, cerca de las seis de la mañana, había ido hasta su habitación para administrarle una última dosis de medicamentos, encontrándose con su cama vacía y la ventana abierta. ¿Dónde se había metido?
— Quiero que cada cadete de la Legión recorra hasta el más recóndito lugar del distrito hasta que lo encuentren — ordenó. Un oficial de rango menor la saludó, mano derecha en el corazón, y se esfumó al instante.
Parecía una estupidez, pero Hange sabía el grave embrollo en el que podría meterse Jean una vez hubiera sido localizado. Lo más grave que podía suceder era que lo formalizaran por traición, pero además había comprometido el estatus burocrático de la Legión casi por completo; producto de la guerra contra Marley muchos directivos de confianza perdieron la vida, quedando actualmente a cargo solo ella, Levi y Jean de dicha rama militar.
— Ese imbécil no se da cuenta que solo está complicando las cosas — dijo Levi —, un bebito llorón ni siquiera debería ser militar.
Hange suspiró. Levi tenía razón, pero lamentablemente durante la guerra Jean había sido un líder excepcional, uno de los principales motivos del triunfo de los eldianos de Paradis. Miró a Conny quien permanecía distraído – y aburrido – mirando hacia la nada; ciertamente iba a arrepentirse de la decisión que estaba a punto de tomar.
— Conny, tú te harás cargo del escuadrón de élite. Armin te reemplazará como líder de tu escuadrón.
El aludido ladeó la cabeza.
— Pero en el escuadrón élite estamos el capitán, Armin, Jean y yo — calculó, contando sus dedos —, entonces solo quedaríamos, ¿el capitán y yo?
A la comandante le tembló el ojo que le quedaba.
— Yo también estoy en ese escuadrón — contestó con una sonrisa nerviosa —. Y estoy segura de que habrá muchos oficiales y cadetes talentosos esperando a que los reclutes para tu nuevo escuadrón, oficial al mando Springer.
Lo había puesto en un embrollo, así es. Sin embargo, el chico no parecía caer en cuenta de ello y, sin mediar más palabras, saludó a la mujer y se retiró del lugar. Ella volteó a mirar al chico rubio a su lado, quien parecía estar ahogando una carcajada.
— No es el más listo de todos — explicó Hange —, pero necesitamos tu conocimiento táctico en el cuartel más que liderando misiones . Es un chico fuerte, por algo ha sobrevivido hasta este punto.
Levi hizo un resoplido.
— Nunca, ni en mis sueños más estúpidos, pensé que terminaría siendo el subordinado de Conny Springer.
— Bueno, técnicamente sigue siendo su subordinado, ya que usted es el capitán de los escuadrones — recapituló Armin —, solo que ahora también forma parte de un escuadrón especial que lidera Conny.
— Los administrativos en Orvud van a matarme — sentenció la mujer, acomodándose sus lentes —, solo espero que Jean regrese pronto.
En tanto, el comandante de la Guarnición del oeste era testigo de la escena, atónito. Igual que todos, sabía que el rol de la Legión de Reconocimiento se había devaluado al punto de hacer labores policiales en todos los territorios excepto el que comprendía la muralla Sina; por eso no le pareció fuera de lugar solicitar que sus miembros se encargaran del problema que sucedía en el distrito, especialmente si se trataban de sospechas de actividad titán.
Müller se acomodó en su silla y tosió, llamando la atención de las tres personas que quedaban en el lugar. Sus verdes irises se posaron directamente en los de la mujer.
— ¿Está segura de que puede hacerse cargo de esto, comandante? — le preguntó. No era con ánimo grosero, sino de pura duda.
— Por supuesto que sí, comandante Müller — contestó sonriente —, y aunque no estuviera segura, este es un ámbito que solo le compete a la Legión de Reconocimiento. Somos la policía del "exterior" y especialistas en lo que a titanes respecta.
Krolva era de esos distritos en los que los titanes nunca habían llegado, ni siquiera se habían acercado a susmurallas. Probablemente ninguno de los hombres que vivían allí sabía cómo lucía un titán siquiera.
— Tiene razón, comandante Zoë — se encogió de hombros —, solo espero que el problema se resuelva lo más rápido posible, en pos de la tranquilidad de nuestros ciudadanos.
— Concuerdo plenamente. Mientras los cadetes buscan al oficial Kirstein, el escuadrón élite y yo planearemos el curso de acción para la misión de la tarde; le informaremos a la brevedad.
El hombre asintió y Hange salió del recinto, siendo seguida por Levi y Armin.
— Levi, quiero que vigiles al comandante — le dijo mientras bajaban las escaleras del cuartel, lo suficientemente lejos de cualquier oído curioso que pasara accidentalmente por allí —, algo de esto no me huele nada bien.
El Ackerman asintió a la vez que abría la puerta de la recámara de la comandante, entrando los tres y cerrando con llave tras de sí.
Eran las tres en punto cuando la escuadra de la Legión de Reconocimiento se encontraba preparada para salir al bosque aledaño a las afueras del distrito del cual – se suponía – provenía la actividad sospechosa. Hange a la cabeza, miró a las riendas de su caballo blanco con incertidumbre: Jean llevaba más de doce horas desaparecido, ni siquiera un mísero rastro de él. Esto no vendría nada bien para la reputación de la Legión frente a los nuevos aspirantes.
— ¡En marcha! — gritó, pateando las costillas del animal para que comenzara su galope. A su lado el comandante Müller acompañaba su andar, dirigiendo a la tropa de su respectiva rama —, ¿hace cuánto que no salen de expedición, eh, comandante?
El aludido arqueó una ceja, desviando por un segundo la mirada del camino.
— La Guarnición casi nunca deja sus puesto de vigilancia en las murallas — le explicó. Su cabello, ya casi completamente gris por la edad, revoloteaba al son del viento —, hace una semana enviamos a un par de reclutas a investigar el lugar de dónde provenían los ruidos sospechosos, pero jamás volvieron.
El rostro del viejo se volvió melancólico.
— No quisimos asumir nada en principio — continuó —, pero cuando dimos solo con la cabeza de uno de ellos supimos que era necesario convocarlos a ustedes también. Quizás piense que no es para tanto, comandante Zöe, mas en la Guarnición y especialmente en Krolva, no estamos acostumbrados a enviar a nuestros hombres a morir.
La mujer rodó los ojos. Levi, habiendo también escuchado las palabras del comandante, hizo un gruñido de desaprobación.
— Usted está aquí, comiendo carne y bebiendo vino con sus camaradas por soldados del Cuerpo que perdieron sus vidas luchando contra titanes y humanos — siseó el moreno —. Si mal no recuerdo, las tropas de Guarnición ni siquiera fueron convocadas para pelear contra Marley por su nula capacidad de combate militar.
El sonoro galope de los caballos solo era acompañado por los susurros de los cadetes de ambas ramas, evidentemente sorprendidos ante las palabras del subcomandante. Derek se limitó a continuar con el trayecto preestablecido mientras Hange volteó a verlo, una mirada de desaprobación surcando su rostro.
— Con todo respeto, comandante — finalizó el Ackerman.
El hombre suspiró.
— Supongo que el subcomandante tiene razón — dijo —, aun así, no permitiré que la muerte de esos muchachos sea en vano. Si Krolva ha vivido en relativa paz durante todos estos años, es por el gran trabajo que soldados como ellos hicieron conteniendo el miedo de los ciudadanos.
Hange analizó las palabras del hombre. Probablemente lo más peligroso de resguardar un distrito que jamás fue atacado de ninguna forma era, precisamente, eso. El ansia y la paranoia colectiva debió carcomer cada día la mente de la población de la ciudad durante la caída de la Muralla María o la Segunda Guerra Titánica.
Bastó solamente una hora para llegar al lugar que los directivos de Krolva les habían indicado. Desde el monte la joven comandante podía avistar un profundo bosque que le recordaba a aquél en el que se habían enfrentado a la titán hembra hace tantos años, solo que en este los árboles eran de tamaño convencional.
— Un par de metros en la entrada fue donde encontramos la cabeza de nuestro hombre — le indicó Derek —. Los médicos de la ciudad todavía no logran determinar si fue degollado por un titán o por una herramienta muy rústica, quizás de algún campesino.
Nadie en Krolva podría identificar una mordida de titán ni aunque sus vidas dependieran de ello, pensó Hange; algo muy burdo y morboso, la verdad. Se preguntó por qué el hombre no había comenzado por explicar eso antes de iniciar la misión.
— Esta información es muy importante — señaló Hesse, una oficial que la ayudó en su investigación del fluido espinal titán posterior a la Guerra Titánica. Era una chica bastante joven, pero que compartía la misma pasión de la comandante por dichas "criaturas" —. Es curioso que no nos lo haya informado desde el principio, especialmente sabiendo que la comandante Hange es experta en titanes.
— ¡Insolente! — exclamó un hombre apuntándola con el dedo —. ¡Estás hablando con el comandante de la Guarnición, mocosa!
Ella resopló. Hange volteó a verla, indicándole con la mirada que se calmara. Era extraño, ciertamente, como percibía un aire, una combinación de Moblit y ella en esa chiquilla. Cuando comenzaron su investigación, recordaba, se había presentado como la graduada militar más joven, a sus trece años. Al día de hoy, era su mano derecha en términos investigativos y, debido a su cargo de comandante, debió cederle el puesto de científica en jefe hace un par de años.
— Déjala — ordenó, finalmente, el aludido —, no tengo que darles explicaciones. Ustedes fueron llamados aquí para resolver el problema, no para opinar: hagan su trabajo.
Esa fue la última palabra que se escuchó en el camino hasta que, ya adentrados profundamente en el bosque, fueron recibidos por un rastro de sangre. Conny descendió de su caballo y tocó el charco.
— Está fresca — sentenció.
Barullos se escucharon en la retaguardia de la formación, hasta que, casi imperceptible, se escuchó un ruido proveniente de un arbusto aledaño. Levi sacó dos cuchillas y se acercó con sigilo; una tos desenfrenada, compulsiva perturbó el sepulcral silencio hasta que, súbitamente, se detuvo.
— Identifícate — ordenó.
Los oficiales y cadetes de la Guarnición apuntaban sus escopetas al lugar – algo innecesario, a decir verdad. El Ackerman miró de reojo a su superiora, esperando su aprobación y movió la planta. La sorpresa del hombre, sin embargo, no fue haber encontrado a un corpulento sujeto agonizando en el suelo debido a un limpio corte en su garganta, pidiéndole con la mirada que acabara rápido con su sufrimiento; oh, eso no era nada.
— ¿Qué pasa, Levi? — preguntó Hange, bajándose de su caballo.
Cuando visibilizó el cuerpo, se detuvo en seco. Un jadeo inconsciente escapó de sus labios.
— Que alguien diga algo — ordenó Müller —, ¿qué está pasando?
Hange volteó. Su expresión era puro terror.
— Este hombre es oriental. Tiene la marca de la familia Azumabito.
4 notes · View notes
noaaaahblack · 5 years
Note
Hola! Que tal el #14 con Nath? 🥰 Por cierto, ya de paso solo decirte que espero ansiosa la continuación de "ninfomanía" en ff. Espero que no te moleste que te lo diga, pero recuerdo que me tenía súper enganchada. Besos y gracias x2
¡Hola, linda!
Aquí te dejo el shot de Nath con el número 14: “Baja eso, cálmate y vamos a hablarlo…”, espero que lo disfrutes.
Y respecto a lo de Ninfomanía, espero subir pronto eso, pero de momento siento poca motivación por esa historia, me apetece escribir otras cosas, así que lo continuaré, no te preocupes por eso, termino todo lo que empiezo así que la terminaré y la continuaré, pero no sé cuando. De todos modos, muchas gracias por interesarte, me hace muy feliz.
Corregido el 22 de agosto de 2019.
Aquel día todo iba demasiado bien, de hecho, increíblemente bien, Nathaniel había organizado una velada en su casa, una cena romántica, una película y un fin de semana juntos, sin interrupciones, eso era la promesa de Nathaniel.
El fin de semana que se merecían. Que ella se merecía. Juntos, los dos solos, bueno, y Blanca, la adorable gatita con la que compartía el gran amor por el rubio.
Y estaba ansiosa por llegar mientras se preparaba.
Delante del espejo de su habitación su mente no paraba de pensar. Iba a ser perfecto, por fin tenían la oportunidad de estar juntos después de tantos días sin verlos, lo mejor de todo es que estarían a solas y que quizás tuvieran un momento de intimidad, sexual, romántica y todas las intimidades que deseaba.
Estaba tan feliz, maldita sea, podría llorar de la emoción, ni siquiera podía esperar por ello y aun tenía que terminar de peinarse. Mirando su reflejo, empezó, una y otra vez a deshacer y rehacer el peinado hasta conseguir el resultado esparado, al menos ocho intentos más tarde.
Y cuando por fin estuvo lista, revisó su imagen, estaba perfecta y sexy, quería estar increíble para él. Además de que aquel precioso vestido, fácil de quitar y muy ajustado era lo mejor que podría ofrecerle esta noche y eso que ni siquiera habíais visto su ropa interior. Llevaba hasta ligueros.
Sonrió al espejo y cogió su mochila con una muda para el día siguiente, era la hora de ir hacia su casa.
Los nervios la embargaban.
Salió de la habitación mientras mensajeaba a Yeelen de que no estaría en todo el fin de semana y se puso en camino.
La casa de Nath no estaba muy lejos de la facultad, en unos quince minutos estaría allí, pero con lo rápido que estaba caminando podría reducirlo al menos a ocho, la impaciencia por estar entre sus brazos la comía por dentro y solo podía pensar e imaginar lo maravillosa que iba a ser la noche.
Y el cielo, hermoso encima de ella, parecía darle la razón, la luna grande y redonda brillaba con tanta belleza que, junto a las estrellas, hacía un cuadro brillante que gritaba por todos lados 'todo va a salir tan bien'. El mundo estaba de su parte.
Tras llegar al parque, unos metros después, encontro por fin el edificio que tanto buscaba y se detuvo frente a él, jugueteando con el bolsillo de su chaqueta, sacó las llaves, el juego de llaves que su amado rubio le dio después dd confesarle que trabajaba para el cartel de droga, después de que él le dijese que la quería, que quería estar con ella.
Le dijo que deseaba que tuviese acceso a su apartamento siempre que quisiera, que pudiera ir y refugiarse allí cuando lo necesitará, que cuando quisiera verle y no tuviese noticias esperase dentro de su casa para que no le pasará nada.
Y la hacía tan feliz.
Metió la llave en la cerradura y abrió el portal, joder, no importaba cuantas veces usará la llave, se derretía por dentro siempre que sucedía. Cogió el ascensor y subió, hasta llegar a la puerta del apartamento.
Volvió a abrir y se encontró la mejor de las escenas.
En la cocina, la mesa estaba puesta tan hermosa... Velas aromáticas de sus colores preferidos, una botella de su vino rosado favorito, cajas de comida china, también su favorita, y un enorme ramo de rosas blancas, que significaban amor puro, descansaba al lado de una de las copas.
Todo estaba tan... Hermoso.
Nathaniel se había superado, como cada día.
Y Sucrette no podía soportar más felicidad, el ambiente era perfecto, olía a romanticismo y al mejor fin de semana de su vida, por todas partes.
Nathaniel era tan detallista...
Se acercó a la mesa y recogió las rosas entre sus manos, oliendo la deliciosa y embaucadora fragancia que desprendían.
Joder, le quería tanto.
Tras saborear el olor al completoz colocó las rosas en su lugar y empezó a buscar a su rubio con la mirada. No estaba en la cocina.
Quizás estuviera en su habitación o en el baño, duchándose... Y si era la última, oh, por dios, esperaba no perderse ese espectáculo.
Impaciente por lanzarse a sus brazos y a sus labios, franqueó la puerta que llevaba al dormitorio pero lo que vio no fue lo esperado.
En la cama de su novio había dos personas. Una de ellas era una mujer, con el cabello pelirrojo, quien estaba inmóvil encima de Nathaniel que la miraba fijamente con sus, hermosos y cautivadores, ojos ámbares, enredados, con las mantas y las sábanas deshechas. Él tumbado, ella encima, ella inclinándose hacia su rostro, él parado...
...
¿Qué?
¡¿QUÉ?!
Sin fuerzas y de la sorpresa, soltó su mochilaz que cayó al suelo mientras que su boca se abría en una “o” gigantesca, incapaz de cerrarla y con sus ojos escudriñando la escena, sintiendo como su ira comenzaba a expandirse por todo su pequeño cuerpo.
Nathaniel llevó sus ojos hacia los de Sucrette, su rostro empezó a palidecer y se levantó. Empujando a la chica hacia el otro lado de la cama, fue tan rápido que casi se marea, pero lo peor no era marearse, lo peor para Nathaniel era el hecho de que su novia estaba allí, probablemente pensando lo peor.
-       ¡No es lo que parece!
Sucrette ni siquiera sabía que decir.
Su ceño cada vez se fruncía más y un montón de pensamientos intrusivos cruzaron por su mente. Nathaniel engañándola, Nathaniel que seguía viendo a multitud de chicas a pesar de tenerla a ella, él siendo un idiota y estropeando su cita a propósito.
Dios, quería matar a Nathaniel en esos momentos.
Y todo iba tan bien... Quería llorar y gritar.
Sin decir nada, cruzó los brazos sobre su pecho, empezó a negar con su cabeza, mientras las palabras se amontonaban en su garganta creando un enorme nudo. Sin poder sobrellevarlo, Sucrette se inclinó, recogió la mochila del suelo y salió por la puerta.
Sin palabras.
Y joder.
Tenía tantas cosas que decir.
Maldita sea, estaba tan enfadada que si abría la boca en ese momento podría quemar el piso entero, cometer un asesinato, tal vez dos, necesitaba salir de allí, calmarse y alejarse de él. Estaba tan celosa, decepcionada, enfadada y ni siquiera sabía como gestionar esos sentimientos. No podía calmarse, no podía.
Y, por desgracia, en ese momento no sabría si podía decir algo.
-       ¡E-espera! ¡Te digo que no es lo que parece!
¡¿CÓMO SE ATREVÍA?!
LO HABÍA VISTO. MALDITA SEA.
Con la mochila en la mano la tiró hacia él, dándole en el estómago, con toda la fuerza que pudo. Nathaniel gimió, ante el contacto del golpe.
-       ¿Ah, sí? ¡¿CÓMO TE ATREVES?! ¿¡CÓMO MALDITAMENTE TE ATREVES A INVITARME CUANDO ESTABAS CON ESA!? ¿¡CÓMO TE ATREVES A NEGARME LO QUE HE VISTO? ¿A HACERME ESTO?
Oh, pues si podía hablar.
-       Te digo que no es lo que parece, yo solo estoy…
Nathaniel, delante de ella, se acercó unos pasos, sujetando con suavidad sus manos, acarició sus palmas, intentando, en vano, tranquilizar a su novia, quien parecía querer aniquilarle con la mirada. Pero Sucrette no tardó en gritar profundamente de nuevo, soltándose de su agarre dulce.
-       ¡Tú solo estás, tú solo estás! ¿QUÉ? Maldita sea, te estoy viendo. ¡Ibaís a hacerlo y parecías muy tranquilo!  ¿¡SI NO HUBIERA ENTRADO QUÉ HABRÍA PASADO?!
-       ¡No! ¡POR SUPUESTO QUE NO! ¡NO HABRÍA PASADO NADA!
Nathaniel frunció el ceño, estaba exasperándose.
Sucrette cada vez que él hablaba estaba más consternada, más enfadada, más celosa, aquella chica entre sus brazos, sus labios tocándolo a él y el hecho de que él parecía tan cómodo con ella entre sus brazos, la ira la consumía, y como no tenía nada con lo que pegarle... recogió el ramo de rosas y avanzó amenazadoramente hacia él.
-       ¡Sucrette, por dios, escúchame!
Su brazo ascendió hacia arriba, el ramo en alto y lo bajo hacia su rostro, golpeando una y otra y otra vez.
Los pétalos caían por todo el alrededor, en vano Nathaniel trataba de cubrirse, algunas espinas le pegaban en sus brazos, rasgando su piel muy por encima, mientras ella seguía golpeando, una vez más, otra y quizás otra vez más.
-       ¡Baja eso, cálmate y vamos a hablarlo...!- gritaba Nathaniel, intentando retroceder, un poco asustado por su novia que parecía endemoniada.
Sucrette aún enrabietada, continuó golpeándole sin ceder un apice. Estaba tan enfadada.
Dios, maldita sea, él podría pararla si quisiera, era más fuerte, más grande, podría detenerla, pero no lo hacía, se quedaba ahí, recibiendo los golpes, las sospechas de que se sentía culpable y por eso recibía los golpes le invadían y le dolía el corazón por no tener la fuerza por controlarse.
Pero estaba tan enfadada.
Dios. ¿Hemos dicho que estaba muy enfadada ya?
-       ¿Qué demonios estáis haciendo?
La voz femenina, que reconocería entre un millón, resonó al fondo, haciéndole parar sus golpes, tanto Nathaniel como ella giraron la cabeza para encontrar a Amber con los ojos muy abiertos.
-       ¿A-Amber?
Sucrette soltó el ramo y se quedó estática, sin comprender muy bien que hacía su hermana allí si esos dos parecía que iban tener relaciones, ¿y dónde estaba ella si cuando entro en la habitación no estaba?
-       ¿Qué estáis haciendo?
-       ¡Se ha vuelto loca por culpa de Zoey! ¡Te dije que iba a venir! ¡Y lo ha malinterpretado todo!
Nathaniel miró a Sucrette.
-       Te lo juro, nada iba a pasar, entraste en un mal momento, Zoey ha roto con su novio, ha bebido mucho y unos tipos las estaban acosando, fui a recogerlas porque Amber me llamó, iban a irse ahora en taxi, nada más llegar, Amber fue al baño, intenté dejar a Zoey en mi cama pero tropezamos con una chaqueta en el suelo y nos caímos, intenté sacarmela de encima, pero empezó a llorar por su novio, me dio pena, intente decirle que era un gilipollas y que no merecía la pena, en ese momento me agradeció y me dijo que era super bueno,guapo, que me quería, que ojala hubiese sido mi novia y se inclinó para darme un beso, ¡pero pensaba apartarla! ¡No hay nadie que me guste más que tú! ¡No te haría eso nunca!
Los ojos de la chica desviaron hacia Amber.
-       Es totalmente cierto. Estuvo quejándose porque ibamos a fastidiarle el plan de la cena romántica contigo. Y sí, Zoey se está lanzando a todos, y doy fé que esté le apartaría en cero con dos segundos, Zoey ya lo intentó por el camino. Bueno, y con media discoteca.
Sucrette volvió su vista a Nathaniel.
-       Te lo juro.
-       Y nosotras nos vamos ya, mi taxi está abajo y me llevó a Zoey, así, vosotros podéis… reconciliaros. Y arreglarlo, pero… bueno, espero que vaya mejor que con esas rosas.
Sucrette no dijo nada, solo se quedó allí, estática y vio como el movimiento comenzaba a suceder a su alrededor, Amber y la chica que respondía al nombre de Zoey empezaron a moverse, aunque la última estaba semi-inconsciente, Nathaniel las acompañó hasta la puerta y ella se quedó allí, en medio de la cocina, al lado de la mesa preparada para una cena sin saber que hacer, con Nathaniel de frente y la Zoey y Amber yéndose del apartamento.
Una vez que todos estuvieron fuera, Nathaniel giró sobre sus pies.
-       ¿Estás muy enfadada? ¿O me crees?
-       Mm…
-       Venga- se acercó a ella. –Te juro que después de cómo me has atizado con el ramo de rosas que compré para ti, has cautivado todavía más mi corazón, bebé.
Sucrette se cruzó de brazos, terminando por sonreír un poco más divertida y dejando que su novio la abrazara con suavidad, dulce y cariñosamente. Sus labios la besaron en la sien y la abrazó fuerte contra él.
-       Además, ¿por qué iba a ir a por esa tía si puedo tenerte a ti?
-       No sé, no era lo que parecía- dijo, con un pequeño puchero.
-       Puedes estar tranquila, además, he amado con cada fibra de mi piel la forma en la que te has enfadado, estabas muerta de ira, ¿eh? Eso solo dice lo mucho que me amas, que me quieres para ti. 
La chica le miró a los ojos y se alejó un poco de él, volvió a mirar la cama y alzó una ceja, cuestionando por última vez lo sucedido.
 -        Bien, dilo una vez más.
 -        Te quiero a ti, ¿a quién más? Quiero a la loca que me ha golpeado y ha convertido un precioso ramo de rosas blancas en un arma mortal. Y ni loco perdería lo único que me hace ser mejor por otra mujer en el mundo que no seas tú. Y ahora, déjame que cenemos, que te besé, que te tenga para mí, todo un fin de semana o hasta que te dés cuenta de que hay mejores opciones por ahí que yo y me dejes con el corazón roto. Aunque no pienses que te dejaré marchar tan fácil, después de todo, estamos hechos el uno para el otro.
El alivio recorrió cada célula de su cuerpo, Sucrette suspiró y volvió a su lado, taladrándole con sus ojos, casi como si fuera un corderito degollado, y expresó un largo suspiro saliendo de sus labios.
-       Ha sido horrible. 
Nathaniel sonrió y estiró sus brazos para rodear su cintura.
-        Un malentendido, pero eres tan sexy cuando te enfadas.
-        Eres un completo idiota.
Nathaniel posó sus labios en su sien, luego en su mejilla, en su nariz, en su mentón y se detuvo cerca de la comisura de sus labios, sus respiraciones se entremezclaron, la chica se estremeció, entreabriendo sus labios, buscando desesperada el contacto que tanto anhelaba de él.
-        Un idiota que solo tiene ojos para ti.
-        Pues más le vale a este idiota darme una buena noche y un buen fin de semana, porque como no lo haga volveré a atizarle por el mal rato que me ha hecho pasar.
-       Oh, cariño, te aseguro que sí. Ni siquiera te imaginas lo mucho que vas a disfrutar este fin de semana, merecerá la pena cada milésima de esta mierda que creíste que pasaba pero jamás pasará. Y ¿sabes qué?
-        ¿Qué?
-        No solo merecerá la pena esté fin de semana, merecerá la pena siempre porque pienso darte los mejores días de tu vida, siempre.
Sus labios, que la estaban llamando desde que se acercaron, se pegaron cariñosamente, un beso suave que terminó por convertirse en la pasión personificada en un salvaje gesto, se abrazaron y pegaron sus cuerpos contra el otro, deseándose más, aumentando el ritmo y el placer de ambos. 
Con mil pétalos de rosa rodeándolos, con la luz de las velas iluminándolos y con una promesa que sucedía el ambiente cargado de tensión... Sucrette y Nathaniel siguieron besándose sin acordarse de su cena, que estaba fría en la mesa más romántica que Nathaniel había hecho en su vida.
Pero... ¿qué más daba?
Ahora solo deseaban una cosa, enlazarse el uno contra el otro, como siempre debía ser. 
10 notes · View notes
multishipper-baby · 5 years
Note
RedGolden para el coso de la ship :0
1. Which one is the better cook?
Golden lmao. Red o se impacienta y saca la comida cruda o se pasa con el fuego y la quema. Es un desastre.
2. What their love letters look like?
Golden es de los que hacen muchos corazoncitos y lo escribe con las lapiceras de colores en cursiva, todo bien romántico. Red... Sorry pero él no hace cosas hace de melosas XD
3. Which one outlives the other, and how they cope?
Según mis cosas (?) siempre vi a Golden como alguien que moriría más o menos joven, así que me imagino que sería Red el que quedaría solo. Seguramente al inicio trataría de pretender que nada cambio y de seguir su vida como si Golden estuviera allí, hablando consigo mismo y todo para mantener la ilusión. También embotellarian sus emociones con los demás, y le molestaría que la gente le ofrezca sus condolencias porqué prefiere mantener la idea de que Golden sigue ahí y odia que otras personas le rompan su fantasía.
4.What they do on date night?
Seguramente ver películas tirados en el sofá o en la cama, después de haber hecho ciertas actividades¿
Si andan fuera de casa, entonces diría que irían a algún bar con poca gente, y se sentarían en las sillas de afuera para conversar meintras miran las estrellas.
5. How many kids they’ll have?
Diría que dos probablemente, porqué a los dos los veo como personas que les gusta los niños pero al mismo tiempo dudo que Red sea muy fan de estar embarazado lel 
6. How they decorated their bedroom?
Seguramente de manera simple, mitad porqué no hay plata y mitad porqué ninguno de los dos tiene mucha idea de decoración de interiores.
7 Which one is the worse driver?
Red es mejor técnicamente, pero siempre va más rápido de lo permitido y se pasa todos los semáforos en rojo, así que al final Golden le ganaría.
8. What they argue about?
Dinero, más que nada. Red tiende a ser impulsivo, así que a veces hasta de más en cosas como el alcohol, mientras que Golden en cierta parte extraña su vida de lujos y de vez en cuando trata de recuperar una parte de ella comprando cosas algo costosas. Sorprende que no hayan terminado en la calle así.
9. Which one swears more?
Red, obvio.
10. What TV shows they watch together, and which ones they hide from the other?
Mirar juntos no se me ocurre porqué no veo muchas series, pero supongo que alguna policial. Golden trata de ocultarle sus gustos más "cringy" (tipo cosas que son más que nada para niños pequeños o shows """para mujeres"""). Red por otro lado es un desvergonzado y al menos a él le cuenta de todo.
11. What their first impression was of each other?
Red: Este enano es un estúpido.
Golden: Dios, Fox también tiene un shadow... Y FUE ÉL EL QUE ME PEGÓ EN LA CARA. joputa.
12. What they do for their anniversary?
No me imagino que hagan nada demasiado grande, ah. Seguro comprarían una torta y un regalo para el otro, pero nada muy extravagante. Aunque se me ocurre que a Red le gustaría prender algunos fuegos artificiales.
13. Which makes a bigger deal of birthdays?
Ninguno de los dos. Golden se pasaba esos días trabajando también, así que nunca les dio mucha bola, y Red al ser un shadow no tiene realmente un cumpleaños, porqué no se acuerda cuando apareció y no considera el cumpleaños de Fox como el propio porqué él nunca lo celebro.
14. What nicknames they call each other?
Golden más que nada le dice "mi amor" o "cariño", mientras que Red le dice "bebé" o "enano".
15. What they would change about each other?
Golden haría que Red pudiera controlarse un poco más, mientras que Red trataría de que Golden fuera algo más valiente y atrevido.
2 notes · View notes
newgenxclub · 5 years
Text
Tumblr media
Bienvenida a Gen X Club, todo esta en orden con tu audición, puedes enviar tu cuenta cuando la tengas lista. NOMBRE: Lorenza “leroy” Rospigliosi FC: Benedetta Gargari EDAD: 26 MUTACION: Piroquinesis CARRERA: Profesora de fuerzas de la naturaleza
.
MUN
Nombre: petunia
Edad: 21+
Triggers: neh
Pronombre: femeninos
MUSE
NOMBRE: Lorenza “leroy” Rospigliosi
FC: Benedetta Gargari
EDAD: 26 años
MUTACION: Piroquinesis.
la mutacion hizo su aparicion bastante temprano, y mediante entrenamientos con otros piroquinéticos, presenta inmunidad a los efectos del fuego que ella genera, y sanacion acelerada en cuanto a temperaturas extremas externas. estimula fuego de combustion completa, siempre que tenga oxigeno, reflejadas en llamas azules que controla en manos, y puede dispersarlo en todo su cuerpo a conciencia. si mantiene la intensidad, aumentara la temperatura de su alrededor, consumiendo el oxigeno. este ultimo es lo que mas energia le consume, mas si el lugar tiene poco oxigeno. tambien es capaz de generar bolas de fuego, asi como rafagas igneas. ahora ultimo, pero sin perfeccionar, es capaz de general fuego mentalemente, asi como volar cuando esta completamente cubiertas en llamas.
CARRERA/EMPLEO: Entrenadora del club de fuerzas de la naturaleza.
CURIOSIDADES:
Fruto de la unión de dos desconocidos en una noche, lorenza, aunque en ese momento era solo un bebé sin nombre, sería una promesa para una familia de acomodados italianos en un barrio de manhattan con ciertos negocios ilitcitos, con suficiente dinero para pedir a una muchacha que tenia un bebe no deseado con los rasgos europeos que querian.
no se lo esperaban claro, pero que fuera especial les resultó una ganga. no eran ignorantes de la existencia de mutantes, es mas, trabajaban con muchos de ellos en sus cadenas de restorans y venta de armas & drogas. lorenza se convirtió en su consentida y le consiguieron los mejores maestros en piroquinesis apenas dio señales de su mutación, estudiando en casa y cumpliendo todos sus deseos.
la muchachita de irises claro no resentia de su vida, ¿quien podria negarse a una cuna de oro?. ademas, le atraia de más toda la dinamica familiar, siendo la hija perfecta que esta familia deseaba. aprendió a manejar ambos negocios, lícitos y no, estudiando gastronomía en el extranjero y administracion de forma empírica en casa. sin embargo, los eventos que afectaron la comunidad mutante obligaron a que fuera recluida fuera del pais por sus padres para protegerla de las invasiones y amenazas.
cuando volvió a salir al mundo, con su piroquinesis de vuelta, esta estaba mas potenciada. perdia el control en demasia, evidenciandola en muchas ocasiones al exterior  y lastimando personas a su alrededor. en un momento, tuvo que elegir entre ser fichada como arma de destruccion masiva, o aceptar la ayuda de Serval. La decisión fue mas que obvia, y ahora, es entrenadora de otros piroquinéticos despues de que la ayudaron a controlarse mediante meditacion, ademas de ir dando una que otra tutoria a estudiantes de gastronomia y criticando cuanto puede la comida del comedor.
1 note · View note