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Fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, encontrado culpable de fraude financiero masivo
El fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, fue declarado culpable el jueves de defraudar a los clientes de su ahora en bancarrota casa de cambio de criptomonedas en uno de los fraudes financieros más grandes registrados, un veredicto que cementó la caída del exbillonario de 31 años de gracia. Un jurado de 12 miembros en la corte federal de Manhattan lo condenó por los siete cargos que enfrentaba…
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Déjame contarte un secreto, o quizás algunos más.
No sé amar a medias. Para mí es todo o nada. O no me importas, o daría mi vida por ti sin dudarlo. Es una cuestión de suerte o desgracia, no hay término medio en mi vida.
No sé irme si veo que va a doler. No me alejo de puntitas y no cierro la puerta antes de que me la cierren en la cara.
Tengo un miedo profundo a la felicidad. Siempre temo la caída después de un momento bueno, como lanzarse por un precipicio sin paracaídas. El impacto es más fuerte que estrellarte a 200 km/h, aunque en este caso no haya airbag para proteger mis sentimientos.
Los "te amo, te quiero" me asustan.
El amor verdadero sigue siendo un misterio para mí. No sé qué se siente cuando alguien te ama de verdad y ambos están en paz con el pasado. Las despedidas me aterran aún más de lo habitual, aunque todavía encuentro consuelo en las puestas de sol, incluso si las observo solo al final.
Mis expectativas siempre son altas, quizás demasiado, porque doy lo que espero recibir y siempre acabo decepcionado, llorando por lo que pudo ser.
Soy incapaz de guardar silencio, siempre digo más de lo necesario. Las verdades a veces me queman, pero prefiero enfrentarlas a esconderlas.
Hablo dos idiomas diferentes, pero el lenguaje del amor me es desconocido. No sé lo que significa enamorarse de alguien que se queda, ni entiendo cómo permanecer sin miedo.
Soy más impulsivo que reflexivo, y prefiero pedir perdón que pedir permiso. A veces me sorprende lo frío que puedo llegar a ser o cuántas veces he tropezado con la misma piedra por querer sin medidas.
He naufragado innumerables veces, y en más de una ocasión he elegido quedarme flotando en el mar, resignado a ahogarme por dentro cuando ya no hay nada que salvar.
No intentes conocerme del todo, por tu propio bien. Soy como la caja de Pandora, un cofre lleno de batallas escondidas bajo la piel.
#cita de libro#frases#sentimientos#enamorado#amor#frases de amor#desamor#tristeza#texto triste#corazón triste
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making war just for fun treating people just like pawns in chess wait till their judgement day comes
𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐎𝐌𝐄𝐒 ; noveno capítulo
¡𝚃𝚊𝚛á𝚗! 𝚃𝚒𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚞𝚗𝚊 𝚕𝚕𝚊𝚖𝚊𝚍𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊 𝚍𝚎𝚕 (+𝟶𝟾1) 𝟿𝟼𝟷𝟸 𝟼𝟺𝟽𝟽 𝚎𝚕 𝟸𝟶𝟸𝟹.𝟷𝟸.𝟷𝟹. ¡Ú𝚗𝚎𝚝𝚎 𝚊 𝚕𝚊 𝚌𝚊𝚞𝚜𝚊! 𝙻𝚊 𝚜𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎 𝚎𝚜𝚌𝚊𝚜𝚎𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚗𝚘 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚗𝚘𝚜𝚘𝚝𝚛𝚘𝚜. 𝚂ú𝚖𝚊𝚝𝚎 𝚢 𝚏𝚘𝚛𝚖𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚗𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚌𝚕𝚞𝚋 𝚌𝚘𝚗 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚢 𝚋𝚎𝚗𝚎𝚏𝚒𝚌𝚒𝚘𝚜 𝚎𝚡𝚌𝚕𝚞𝚜𝚒𝚟𝚘𝚜. 𝙰𝚍𝚎𝚖á𝚜, 𝚙𝚘𝚛 𝚟𝚘𝚕𝚟𝚎𝚛𝚝𝚎 𝚜𝚘𝚌𝚒𝚘 𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜 𝚌𝚘𝚗 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚏𝚊𝚛𝚖𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜, 𝚖é𝚍𝚒𝚌𝚘𝚜 𝚊 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚌𝚒𝚕𝚒𝚘 𝚢 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘 𝚖á𝚜! 𝙰𝚂𝚂𝙾𝙲𝙸𝙰𝚃𝙴 𝙰𝙷𝙾𝚁𝙰 𝚈 𝙾𝙱𝚃𝙴𝙽 𝚅𝙸𝚃𝙰𝙴 𝙰𝙻 𝟻𝟶% 𝙿𝙾𝚁 𝙳𝙾𝚂 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂. 𝙽𝚊𝚔𝚊𝚑𝚊𝚛𝚊 𝙷𝚎𝚒𝚠𝚊 𝙿𝚊𝚛𝚔 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝟸𝟹𝙿𝙼. ¿𝙴𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘𝚜 𝚑𝚊𝚋í𝚊𝚗 𝚘𝚕𝚟��𝚍𝚊𝚍𝚘 𝚢𝚊? 😜
¿Qué es ese mensaje que hace vibrar tu celular? ¿Algo más para tu buzón de basura o…? ¿Una clase de dejavù? No hay vástago que pueda asegurar por completo las intenciones del mensaje, pero ciudad de Tokyo, cuando bóveda celestial se cierne sobre cada habitante, no es solo conocida por imponentes luces neón que impide que caiga en completa oscuridad. Con cantidad extensa de seres de la noche rondando por calles, información tiende a esparcirse como pólvora e inevitablemente te alcanza.
Los anarquistas. Y muchos conjeturan que debe de ser otro intento por alejarlos de la monotonía como lo han hecho antes ya. ¿Qué es lo que quieren hacerlos romper esta vez? Especulaciones que de plantearselo podrían alargarse por semanas, pero si algo destaca para cualquier vástago con visión funcional, es la sublime palabra vitae. Por ende, te dejas llevar por lo cómodo de propuesta. ¿Hacerte de un par de bolsas de sangre para tu reserva? ¿Disfrutar de un bocadillo nocturno sin mucho esfuerzo? Es sed eterna la que se apodera de voluntad, inclusive esa curiosidad que en la inmortalidad se considera como otra maldición y acudes al llamado.
Sombras se retuercen bajo el abrazo de noche en el Parque Nakahara Heiwa cuando los vástagos de Tokyo, convocados por la llamada de los anarquistas, empiezan a emerger de las tinieblas, algunos con elegancia depredadora y otres tantos con cautela palpable característica de cualquier encuentro social entre seres de sangre fría. Ahí frente al hospital bañado de fría luz artificial que parece invitar a las desgracias, el parque, generalmente tranquilo, resuena con los susurros inquietos; a medida que se congregan alrededor del claro central, donde múltiples sillas se despliegan con sus respectivas mesas de atención médica a un costado en espera de figuras humanas, la expectación es tangible. Vástagos de diferentes clanes comparten miradas de desconfianza y curiosidad. Algunos murmuran con el que está a su lado, impacientes por reclamar lo prometido y por oportunidad de alimentarse sin restricciones.
De la nada, cuando pensabas que personal médico bajo algún tipo de trance debido a alguna disciplina, está a punto de comenzar a dirigir a las víctimas hacia sus puestos, siluetas se pierden entre árboles y son sustituidos por aquellos en atuendos disruptivos, abriéndose paso desde puntos de los que siquiera te habías percatado en urbe, deteniendo marca cuando se mezclan entre los presentes. Sientes la imperiosa necesidad de expresarte ante bizarra situación, pero tus ojos rápidamente reconocen a figura que encabeza grupo, aquel quien orquestó la caída de antigua baronesa de clan y, como solo podría ser propio de anarquistas, intercambia el uso de superficie al emplearlo como podio.
— Vampiros de Tokyo. Es evidente que han subestimado la magnitud de nuestra determinación. Nuestro compromiso con esta causa va más allá de simples gestos simbólicos y revolución sin sentido. Cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos, es una declaración de resistencia contra la opresión que emana de la Torre de Marfil y no seremos más sus títeres solo por permanecer dentro de su Territorio.
Los ojos del líder brillan con intensidad febril, su discurso resonando como un eco de desafío en el parque silencioso, pausa parece necesaria para marcar el ritmo de sus palabras, revelando bolsa de vitae fresca de entre sus ropajes para agitarla con aires burlones antes de proseguir.
— En el pasado, muchos de ustedes, incluso algunos dentro de nuestras filas, observaron desde la distancia mientras nos enfrentábamos a la adversidad. Cuando necesitábamos apoyo, nos dieron la espalda. ¿No consideran eso traición? No olvido las miradas indiferentes, las palabras vacías de solidaridad. Nos dejaron solos para lidiar con nuestras luchas y, ahora, cuando la tormenta finalmente ha estallado, cuando la traición de la Camarilla ha sido revelada, ¿esperan que nos quedemos de brazos cruzados? Hoy los llamamos a rendir cuentas por su pasividad. No pueden esconderse detrás de la excusa de la neutralidad mientras la Camarilla se entromete en asuntos que no le corresponden, aclamando la posesión sobre todo. “El que ejecuta el acto es tan responsable como el que colabora”, ¿lo han escuchado? Ahora deberán pagar las consecuencias.
Es inevitable darse cuenta de que todo es una trampa cuando tonos oscuros del discurso se asemejan al de miradas que se posan sobre diversas personalidades. De un momento a otro, penumbra se vuelve un vacío completo para Eunseo, Sunwoo, Hao, Luka, Dana, Junwon, Aurora, Yeri, Bina, Ryun, Leo, River, Esra, Seomun, Roman, Aren, Mercury, Theo, Mortisse, Hyun, Jojo, Siddarth, Sumer y Ryota quienes son tomados por la fuerza por otros anarquistas que actúan sin medir fuerza ni consecuencias, quienes reciben insultos que poco duran por parte de los afectados. Aparente generosidad se desmorona en una treta cuidadosamente planeada, y vástagos se encuentran en el epicentro de una tormenta vampírica.
Es tan claro como luz lunar que brilla independiente de tenso ambiente, atmósfera que de un instante a otro se carga de desafío y furia, consecuentemente resto de figuras, reaccionan. ¿Qué relación tenías con alguno de los involucrados? ¿Podrás resistir la idea de que se queden en manos de una rabieta de poder? ¿Y… qué pasaría si es la última vez que llegas a verlos?
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂.
¡Bienvenidos a la décimo segunda actividad! En esta ocasión, los vástagos han sido invitados una vez más por el grupo anarquista para no solo llenar sus estómagos sino también predicar sus discursos. En medio de la velada, es innegable la manera en que el ambiente pasa a estar cargado y es cuando varios de los vástagos terminan secuestrados. ¿Serán capaces de librarse, o dependerán de alguien más? ¿Cómo te sientes respecto a perder a aquellos de los que tanto te habías aferrado?
⦾ Este evento se dará la noche del 16 de Diciembre para los vástagos, en el Parque Nakahara Heiwa frente al Hospital Kanto Rosai, en la zona del Papillon.
⦾ Se desarrollará a través de sentence starters que estaremos publicando dentro de unos minutos.
⦾ Aquellos que hayan sido privados de su libertad sólo podrán rolear entre sí en esta primera etapa. Por favor, esperen nuestras instrucciones. Serán enviadas en breve.
⦾ Durante esta actividad, el código de vestimenta será libre. Están invitados a publicar lo que están vistiendo sus personajes y luego rebloguearlo en el blog de ediciones.
⦾ Queremos recordarles que, a pesar de ser un grupal de temáticas sensibles, nuestra prioridad es la comodidad de todes nuestres usuaries por igual, así que les pedimos tengan cuidado con la manera con la que se abordan estos tópicos en el dash ya que se trata de un espacio compartido y pedirles, por favor, que no hagan caso omiso a la lista de triggers que se encuentra actualizada para que puedan hacer uso correcto de cada etiqueta.
⦾ La selectividad, rol burbuja o parecidos están estrictamente prohibidos. De sentirse afectade por alguna de estas situaciones, por favor siéntanse libres de acercarse a la administración.
⦾ Para las personas que aun no lo han deshabilitado, les recordamos que sus buzones deben de permanecer cerrados para los mensajes anónimos en todo momento y hasta nuevo aviso.
⦾ Tendrán la opción de retomar un máximo de una convo de la actividad anterior en manera de flashback. También, tendrán la posibilidad de realizar un máximo de dos privados por personaje, siempre y cuando sea en un espacio y tiempo diferente al de la actividad actual. Para esto, deberán tener por lo menos seis convos activas en la actividad que se está realizando en este momento.
⦾ Las llamadas o visitas de las intervenciones de las últimas actividades serán publicadas el día lunes, cada quien será advertido en el medio correspondiente lo que le toque hacer (im o askbox).
⦾ Por último y no menos importante, la actividad tendrá una duración de quince días, pero no tendrá la misma orientación durante la enteridad de los días. Esta es una primera parte que contará con una intervención que modificará bastante el ambiente, y será publicada el 16 de DICIEMBRE a las 15hs GMT-6. El fin de la actividad en su totalidad será el día 23 de DICIEMBRE a las 16hs a las GTM-6.
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En la noche del 30 de octubre de 1501, víspera del día de todos los Santos, el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia organizaron en el Palacio Apostólico Vaticano una gran fiesta.
A dicha fiesta fueron invitados varios cardenales y obispos, además de las autoridades más importantes de Roma. Cómo era habitual en estas celebraciones, el banquete fue fastuoso y no se reparo en gastos, sirviéndose una gran variedad de comidas y bebidas para solaz de los allí presentes.
No obstante, y a pesar de que las viandas eran fabulosas, lo mejor estaba por llegar. Y es que una vez terminado los postres, y ante la sorpresa de los invitados, César Borgia dió orden de que se recogieran las mesas y se dispusieran varios candelabros por el suelo. Acto seguido, entraron en la estancia unas cincuenta cortesanas (eufemismo por aquel entonces para prostitutas de lujo) que empezaron a danzar de forma sensual en torno a ellos.
Se fueron desnudando al compás de la música, ataron las manos a la espalda de las mujeres, les arrojaron castañas al suelo y debían recogerlas con la boca para que adoptaran posturas lascivas que despertaran el instinto lascivo.
El Papa anunció que habrían premios (lujosos zapatos, caros ropajes y joyas preciosas) para aquellos que fueran capaces de fornicar con más cortesanas.
Muchos, al día siguiente, no pudieron asistir a las ceremonias del Día de Todos los Santos, por lo que se generó un escándalo más del Vaticano.
La fiesta, conocida como "El banquete de las castañas" o "El banquete de las cortesanas", fue una muestra más del lujo y la decadencia que caracterizaban a la corte papal de la época. Alejandro VI, cuyo nombre de nacimiento era Rodrigo de Borja, había sido elegido papa en 1492 y desde entonces había llevado una vida llena de excesos y escándalos.
César Borgia, por su parte, era el hijo ilegítimo de Alejandro VI y una de las figuras más controvertidas de la época. Conocido por su ambición y su crueldad, había sido nombrado capitán general de la Iglesia y había llevado a cabo una serie de campañas militares para expandir el poder de los Borgia.
La fiesta del 30 de octubre fue una muestra más de la influencia que César Borgia tenía en la corte papal. Según los relatos de la época, las cortesanas que participaron en el banquete eran las más bellas y famosas de Roma, y habían sido cuidadosamente seleccionadas por el propio César.
El espectáculo que se llevó a cabo tras la cena fue una muestra más de la lascivia y el libertinaje que reinaban en la corte papal. Las cortesanas, que habían sido despojadas de sus ropas y atadas de manos, fueron obligadas a recoger castañas del suelo con la boca, adoptando posturas que despertaban el deseo de los allí presentes.
El Papa, que había estado observando el espectáculo con deleite, anunció entonces que habría premios para aquellos que fueran capaces de mantener relaciones sexuales con más cortesanas. La orgía que siguió fue descrita por los cronistas de la época como algo jamás visto en el Vaticano.
Al día siguiente, muchos de los asistentes a la fiesta no pudieron acudir a las ceremonias religiosas del Día de Todos los Santos, lo que generó un gran escándalo en la ciudad. La noticia del banquete de las castañas se extendió rápidamente por toda Europa, y fue una muestra más de la corrupción y el descrédito en que había caído la Iglesia católica.
A pesar de los escándalos y las críticas, Alejandro VI y César Borgia continuaron ejerciendo su poder en la corte papal durante varios años más. No fue hasta la muerte de Alejandro VI en 1503 y la caída en desgracia de César Borgia poco después que la Iglesia católica comenzó a recuperarse de los excesos y la decadencia de la época.
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Misterio en Egipto, Elizabeth Peters
Amelia Peabody no es lo que se dice una dama victoriana al uso. Decidida y aventurera, al morir su padre y heredar una gran fortuna, decide embarcarse en un viaje por Europa, cuya primera escala es Roma.
Allí rescata a Evelyn Barton-Forbes, la nieta de un conde caída en desgracia, y se la lleva consigo a Egipto. Juntas explorarán el país de los faraones y se incorporarán fascinadas a la misión arqueológica liderada por los hermanos Emerson. Encuentros inesperados, accidentes casi fatales y una momia que vuelve a la vida para sembrar el terror convierten una tranquila excavación en una trampa de la que solo la sagacidad y el arrojo de Amelia podrán salvarlos.
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Gloria y desgracia de Belerofonte
Poseidón yació con Eurínome, hija del rey de Megara, y de esta unión nació Hipónoo, un joven hermoso que ascendió al trono de Corinto. Desafortunadamente, tuvo una penosa muerte por haber ofendido a los dioses.
Hipónoo vivía en Corinto, reino de su padrastro Glauco. Tras matar accidentalmente a un hombre llamado Balero (y según otros, también mató a su hermano Delíades), se le apodó Belerofonte y viajó a Tirinto como suplicante en busca de la expiación. Allí conoció al rey Preto y a su esposa Antea. Para su infortunio, la mujer se enamoró de él y pronto se las arregló para quedarse a solas con él. Dado que su presencia en la ciudad no era por buenos motivos, Belerofonte no deseaba buscarse problemas, así que rechazó las insinuaciones de Antea. Ofendida, la mujer acusó al héroe de querer seducirla a expensas de su esposo Preto.
El rey estaba molesto con su invitado, más no quería provocar la ira de Poseidón castigando a su hijo, así que se las arregló para vengarse de Belerofonte de manera indirecta: envió una carta a su suegro Yóbates, con un breve texto que decía "mata a quien te entrega esta misiva, pues quiso violar a mi esposa, tu hija". Habiendo escrito esto, le entregó la carta a Belerofonte y la envió a Licia, reino de Yóbates.
El padre de Antea tampoco se atrevió a matar al hombre, pues también temía la ira del dios marino. Pero se le ocurrió que podía enviarlo a cumplir con alguna misión peligrosa que terminara por matarlo. Durante mucho tiempo Yóbates había batallado con el monstruo Quimera, que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Había sido engendrado por Equidna y Tifón, padres los monstruos más temidos de Grecia. Quimera estaba bajo las órdenes del rey de Caria, enemigo de Yóbates, y acechaba el reino de Licia. Así pues, le ordenó a Belerofonte matar a Quimera.
Consciente de lo peligroso de tal empresa, el héroe buscó consejo en Poliido, un adivino corintio. Este le contó sobre Pegaso, un caballo blanco con alas que había creado el pozo Hipocrene pisoteando la tierra con sus cascos y que podía ayudarlo a tener ventaja sobre Quimera. Belerofonte lo encontró bebiendo de los pozos de Pirene, en la Acrópolis de Corinto. Con ayuda de Atenea, le lanzó al caballo alado una brida en la cabeza y logró domarlo con destreza. Ya montado en el, sobrevoló a Quimera y la atravesó con sus flechas, metió entre sus fauces un pedazo de plomo y, cuando la bestia lanzó fuego desde su interior, el metal se fundió, se deslizó por su garganta y le abrasó las vísceras.
Yóbates no recompensó de ninguna forma a Belerofonte por semejante hazaña. Por el contrario, se las ingenió para ponerlo de nuevo en peligro. Lo envió a donde los solimos y las amazonas, ambos pueblos guerreros enemigos de Licia, pero pronto los venció lanzándoles piedras. También le ordenó luchar contra los piratas carios, a quienes derrotó con facilidad. Cansado y sin ideas, Yóbates ordenó a sus guardias a atacarlo. A sabiendas que el rey licio no era su amigo y lo quería muerto, Belerofonte pidió a Poseidón que su cabalgata sobre Pegaso fuera acompañada de olas gigantescas que inundaran la llanura y la ciudad. Cuando se acercó al palacio real, los ciudadanos licios vieron con horror como la ciudad se inundaba. Esta desgracia le hizo ver a Yóbates que el héroe era inocente, y lo dicho por Preto en la carta debía ser una mentira o producto de una confusión.
Decidido a evitar más desgracias, Yóbates le escribió a Preto solicitando una descripción más precisa de lo ocurrido con Antea. Como su hija no pudo sostener la historia que había inventado, el acongojado rey no tuvo más remedio que suplicar el perdón de Belerofonte y ofrecerle a su otra hija, Filónoe en matrimonio. Además, lo convirtió en su heredero.
Belerofonte estaba tan embebido en su gloria que montó a Pegaso y se dirigió a toda velocidad al Olimpo, pero Zeus envió un insecto para que mordiera al caballo alado y provocara la caída del héroe de regreso a la tierra. Así, Belerofonte cayó sobre un árbol espinoso y quedó cojo, ciego y maldito. Vagó solitario por los parajes evitando encontrarse con cualquier persona, y finalmente murió sin gloria.
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˜”*°•.˜”*°• Solo: Pure Imagination (ES) •°*”˜.•°*”˜
TW: Violencia; Tortura.
Las luces de la habitación mal iluminada parpadeaban- el olor a sangre seca era notable para aquellos con un buen sentido del olfato, y el Pecador abría el ojo para despertarse -por desgracia- en esta sala de mala muerte.
Estaba atado a una silla, con fuertes cuerdas y unas sencillas pero eficaces esposas de plástico en las muñecas, por si acaso.
"No...¡no me jodas!" Sabía por qué estaba aquí. Hace un momento, (o tal vez horas) la asesina encontró el sitio en el que vivía, entró por la fuerza, y no tardó mucho en ponerlo a dormir para traerlo aquí.
No era la primera vez que hacía esto contra alguien, pero es que tampoco era la primera vez que este Pecador en concreto se intentaba escaquear de pagar lo que la muda y él acordaron.
Dejando su móvil encima de la única mesa que había, la ángel caída dejaría que una sola canción sonase de fondo para ellos dos, en bucle, no muy fuerte pero tampoco muy bajita.
◸Vaya, por fin despiertas.◿
Su mente invadía la del otro para poder comunicarse con esa voz que resonaba casi con eco, y por una razón u otra, eso solo consiguió que el pobre desgraciado dejase escapar un gritito.
Este no tardó en intensificarse cuando Neo caminó más cerca, pillando el cigarro que descansaba en sus labios, y sujetándolo entre índice y pulgar para presionar la punta encendida contra el hombro expuesto del Pecador.
"¡AAAAUGH! ¡Joder!-" La voz del demonio se rompió un poco con algo tan simple como eso, pero el sadismo en la cara de la ex-Exorcista solo se alimentaba, aparente en forma de sonrisa de medio lado.
"Joder...joder joder joder...¡lo siento! S-Se que voy tarde con el pago-" El Pecador respiraba fuerte a la que intentaba buscar una excusa, pero ya era la tercera vez, y eso significaba que la paciencia de la asesina había llegado a su límite.
Andando en círculos alrededor de la silla con el sonido de sus tacones resonando en la habitación, -casi como si de un depredador se tratase- Neo se paró una vez que estaba tras la silla, arrimándose un poco por detrás con una respiración calmada, y la sonrisa aun haciendo acto de presencia antes de que sujetase la redonda barbilla del demonio por detrás, con una de sus manos enguantadas.
◸Te di opciones para pagar la espera hace unos meses, pero necesito el dinero. Ya. No es nada personal, solo negocios. Y sabes bien cuáles eran las condiciones cuando decidiste contratarme. A la tercera va la vencida, cariño. Y una servidora también necesita sobrevivir.◿
Honestamente, a Neo no le gustaría estar en el lugar de todos estos desgraciados, sin poder, sin talento, y en este punto, sin familia o amigos.
◸Me ofreciste la vida de tus únicos amigos y la única familia que te quedaba. Vaya cabrón estás hecho. Todo por salvarte el culo a tí mismo, ¿y de qué ha servido eso al final?◿
Dejando la barbilla ir, la muda dio un paso hacia atrás para tener espacio, y luego le dio una patada a la silla para que esta cayese de cara, consiguiendo que el Pecador se diese de bruces con el duro y frío suelo, y que soltase otro sollozo de dolor.
Antes siquiera de que pudiese intentar moverse para caer de lado, la ex-Exorcista manifestó su arma Angelical en mano, y desenvainó la espada oculta de su parasol para hacer un rápido y limpio corte tras las rodillas del demonio.
"¡¡A-AAAAAAAAAAAAAH!!" Del dolor mismo, el Pecador se intentó mover como pudo, bien atado al asiento y finalmente moviéndose para ponerse de lado; lágrimas aparentes en su único ojo.
El olor a nueva sangre tenía a Neo sonriendo algo más, hasta el punto de enseñar algo de diente, e inevitablemente, la ángel caída dejó que su lengua pasase sobre sus labios.
◸Shhh...tsch, tsch, tsch...◿ Acercándose, la asesina se apoyó en una rodilla, apretando el puño alrededor del mango de su espada, y acercando el filo ensangrentado de esta a su propia boca para limpiarlo con su lengua.
Tras dejar que una pequeña risa escapase de su defectuosa garganta, la mujer dejó la punta de la espada descansar a pocos centímetros de la cara del Pecador.
◸Puedes sobrevivir siendo inválido si eres ingenioso, pero será tu elección. O me dices dónde guardas el dinero en ese cuchitril tuyo, o te mato aquí mismo.◿ Tras hacer una pequeña pausa, Neo no podía evitar el regocijarse en el miedo absoluto que podía leer en la cara del demonio, quien estaba teniendo dificultad para responder, por lo mucho que estaba llorando.
◸¿Y bien?◿ Ladeando la cabeza hacia un lado, la ex-Exorcista sonrió con falsa amabilidad. Siempre ayudaba que se presentase a los Pecadores con su apariencia más humanoide. Les ayudaba a recordar que era más cercana a ser una Exorcista que un demonio, o eso pensaba ella, pero era eficaz.
"El...el...el armario de mi habitación tiene doble fondo- por favor, te lo juro...¡te lo juro!...está todo el dinero que tengo, quédatelo todo- pero por favor...déjame vivir...¡te lo ruego!" Entre sollozo y sollozo, el Pecador cerró su ojo y evitó mirar directamente a la ajena, la cual dejó que su expresión se suavizase algo.
◸¿Ves? ¡Al final no era tan difícil!◿ Mientras comunicaba aquello, dejó que la mano libre diese unas palmaditas en la mejilla del desgraciado, y luego, Neo se levantó y se acercó a la mesa en la que se encontraba su móvil, cogiéndolo, y guardándolo en un bolsillo.
"¿N-No me vas a liberar? Por favor- te he dicho que no mentía-...p-por favor...no me dejes aquí-"
Mordiéndose el labio, y riéndose de nuevo, la asesina miró sobre su hombro y luego se dio la vuelta, escondiendo su espada de nuevo en la otra parte del parasol, y dejando que este descansase sobre su hombro.
◸Te puedes averiguar la manera de salir de aquí, pero no quiero que llegues muy lejos por si acaso me estás mintiendo. No te fíes ni de tu propia sombra en este sitio, ¿eh?◿
Sonreía de medio lado, de manera confiada. Daba asco, pero tampoco es que el demonio pudiese hacer mucho en esta situación.
Dándose la vuelta de nuevo, la muda dejó que los sonidos profundos que podía hacer con la garganta tarareasen un poco la canción que había tenido puesta, y luego, se puso en marcha para salir por la puerta principal.
En vez de comunicar nada por telepatía, miró hacia atrás por última vez, y se despidió con la mano libre antes de salir de allí, cerrando la puerta y dejando al Pecador en completo silencio. Solo en la oscuridad.
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El jardín jamás había resplandecido tanto como ahora, donde la suave brisa del viendo balanceaba las enredaderas y plantas que hizo crecer exclusivamente ese día, todas con flores del mismo color que los iris del emperador. Los felinos como siempre le hacían compañía, aunque ahora preferían estar bajo la sombra y ver cómo el humano iba de acá para allá, acomodando sobre las hojas decoraciones que consiguió con ayuda de los sirvientes o los amigos más cercanos a Junseong, el mismo que aún no terminaba una reunión. Dicen que el tiempo sana las heridas y en este caso así fue: Hanbin logró tocar el del corazón y alma ajena después de meses de reencontrarse, de platicar sobre sus flores favoritas o enseñarle a cómo plantar una con sus propias manos y brindarlo los cuidados básicos, muchas veces terminando con tierra sobre sus ropas de seda o cara, las risas brotando de ambos pares de labios y que se unían en una lluvia de besos gentiles. El dolor y angustia, las noches separados y el dolor en el pecho cuando cruzaban las miradas sin querer ahora son cosa del pasado, uno que no podía ser borrado y lo sabía, su amor no podía cambiar los actos de Junseong ni traer de regreso las vidas que perdió, pero aprendió a recordarlas con cariño, atesorar su vida día a día, a crear nuevos recuerdos con la persona que ama y ahora comprende, que le dejó ser mayores miedos y que le han atormentado durante años. ‘Había una vez, un niño con el mundo en la palma de sus manos, deslumbrante y fuerte como una estrella pero que quemó todo lo que tenía’ así comenzó el relato a su pequeña rosa, cuando su propio corazón comenzó a sanar y a sonreír genuinamente. ‘Arriesgó su vida en las batallas, buscando más y más poder. La emoción de lo alto fue una larga, cruel y dolorosa caída en desgracia… pero si escuchas de cerca, aún puedes oír al niño en el hombre’ un pequeño e inocente niño, que conoció el sufrimiento en lugar de amor y que poco a poco, comenzaba a nacer mediante la linda sonrisa que el dragón poseía, o cuando sus mejillas se coloreaban levemente ante un tímido besito en la mejilla y los iris parecía brillar aún más. La imagen de Junseong le hace tararear, colocando el pastel en el centro del jardín, en una mesa decorada con cinabrios y cuarzos rosados y una cajita sorpresa, en su interior se ocultaba una pulsera que hecha por él mismo, con dijes de las piedras que los caracterizaban y uno con forma de corazón, que en interior tenía ambos colores juntos. Unos pasos lo alertan, toman el presente y escondiéndole en su espalda, echando un último vistazo a la rosa que relucía contenta junto a las demás flores. “Feliz cumpleaños, mi amor. Me gustaría decir que te regalaría el mundo entero… pero tú lo eres para mí.” Las mejillas se sonrojan y la esencia a jazmín aparece, dando los últimos pasos hasta quedar frente al alto, alzando la mirada por la diferencia de estatura y que el alfa pudiese apreciar sus perlas rosadas llenas de vida otra vez, una que le gustaría compartir a su lado. “Así que por favor, acepta este presente.” Extiende el obsequio con timidez para luego ponerse de puntillas y dejar un beso sobre los suaves y preciosos labios del menor, quedándose cerca del rostro para volver a expresar las palabras que han ido creciendo en su frágil corazón. “Te amo aquí, ahora y lo seguiré haciendo hasta el último de mis días, mi dulce y gentil dragón.”
Su cumpleaños nunca fue una fecha importante, su padre omega desde el primer momento en que lloró en el mundo lo repudió como si fuese culpable de todas las fechorías de su padre alfa y este último, no creía en celebrar esa fecha de forma familiar. Todas las fiestas que tuvo de cumpleaños fueron acercamientos políticos con otros reinos, todas sus fiestas fueron hechas para los adultos desde que tiene memoria, desde que recuerda a su padre lastimándolo más que otros días luego de las celebraciones solo para que nadie pudiese ver los moretones y las heridas en su carne tierna e infantil. Por ende, inclusive cuando tomó control absoluto del reino y aledaños, no esperaba felicitaciones de ninguno de sus dos mejores amigos, tampoco de otros príncipes y reyes de reinos que se sentían más asustados por su presencia que felices de que siga vivo, por ello es que ahora en aquella reunión solo hablan sobre guerra y avances politos, sobre la retención de los golpes civiles y todas las bajas humanas que han experimentado en todos esos meses. Junseong escucha y asiente, dando ordenes y obligando a los demás a retirarse de su vista porque tenía una cita, con la única persona que alguna vez ha visto todas sus caras y lo ha adorado en cada una de ellas.
Las botas resuenan sobre el mármol de los pasillos, llegando al jardín del Edén donde los dos habían ya compartido muchísimas horas juntos, riéndose de forma suave y disfrutando de la compañía del otro una vez más. La angustia de los intentos de suicidio, de su propia violencia tomando control de él con sus otros amantes gracias a la frustración que sentía de no poderse acercar a Hanbin, el dolor supurante y latente de haber perdido a su primer cachorro… todo eso parecía haber quedado atrás. La pantera es la primera en acercarse a él, ronroneando y pegando su gran cabeza contra el hombro del emperador, Junseong lo acaricia y una sonrisa suave se dibuja en sus labios cuando captura con sus ojos carmín todo el escenario, las decoraciones, el pastel, pero sobre todo la belleza deslumbrante del príncipe del cuarzo. - —¿Qué es todo esto? — -el ébano brota de él naturalmente, sus manos antes de caer en la cintura del otro van hasta el obsequio que le extiende y con cuidado, busca deshacerse de las ataduras y observar la joyería, escuchando la felicitación desde los labios del mayor. Genuinamente, debía esperar eso de Hanbin, un chico que tuvo una infancia feliz y que seguramente sus cumpleaños eran lo más importante para sus padres. Junseong siente una opresión en el pecho, no era tristeza, sino otra cosa que le robaba el aliento cuando vuelve a alzar los rubies hasta los orbes rosados, levantando la diestra para sostener su rostro y descender para dejar un beso. - —Tu eres el único regalo que siempre había deseado, lo que más había querido en todo el mundo… — -no carece de verdad, porque lo raptó a él justamente por esa obsesión que sentía. Pero Hanbin realmente era todo lo que había deseado, amor sincero, un poco de atención genuina, una caricia suave y un beso de buenas noches. - —Te amo Hanbin… — -toca sus frentes juntas, rozando su nariz con la contraria de forma suave, como los lobos compartían sus esencias en el pasado. - —Gracias, mi rosa, mi tesoro más grande, el amor de mi vida.
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ yong junseong ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dynamic ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ junseong & hanbin ⠀ ❫#smileflowcr#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ plot ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ kingdom quartz ⠀ ❫#DFHJDKSLDSDS HANBIN ERES TAN BONITO#TU ERES LA MÁS BONITA TOO#POR ACORDARTE DE LOS CUMPLEAÑOS AAAAAAAA#gracias por prestarme tantito de ti tiempo libre para dejarme esto ;;;;; you're the cutest!!!!!#me encuentro en al devastación más absoluta ;;;#solo hanbin le ha celebrado los cumpleaños#solo hanbin le ha dado un obsequio que tiene valor sentimental#es a la unica persona a la que le dice gracias tho ;;;;#nonono todo terrible con estos dos#LOS QUIERO MUCHO#por más momentos felices con mis junbin amén#* ⠀ 👽 ⠀ ╱ ⠀ outsider ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ fav⠀ ❫
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Media luz
•.ƸӜƷ.• Media Luz Mientras cumple una misión de vigilancia, el capitán Ibiki Morino se da a la tarea de revisar los viejos expedientes del desaparecido departamento de la Policía Militar de Konoha, en donde sirvió durante su juventud. Ni buenos ni malos. Los héroes de la luz no son tan interesantes como los que se ocultan en las sombras.
✿Género: Crimen, Misterio, Terror
✿Personajes: Ibiki Morino, Tsunade, Shizune, Ino Yamanaka, Hinata Hyuga, Neji Hyuga y montones de extras
✿Tipo: Canon... más o menos
✿Estado: En progreso
✿¿De qué va? Spin-off (con algunas licencias) de “Las crónicas perdidas de Konoha” (en FanfictionNet, Wattpad y Ao3) de Ellistriel, que trata a Ibiki como vecino de un edificio departamental problemático.
Mientras cumple una misión de vigilancia para una recién llegada a la aldea, el capitán Morino se da a la tarea de revisar los viejos expedientes del desaparecido departamento de policía militar de Konoha, en donde sirvió durante su juventud.
Con la ayuda de inexpertos genin y algunos airados chūnin, no se rendirá hasta resolver expedientes de personas desaparecidas, robos, a5e5inatos y v10laciones al mero estilo de programas como Cold Case.
Por la dinámica de ir resolviendo casos a modo de mini arcos, suelo presentarlo como una historia que puede funcionar, mayormente independiente.
¿Existe un hilo conector? Sí, por supuesto, por eso no tengo un montón de one shots o fics cortos de manera dispersa. Por si no quieren leer todo, quedaría dividido así:
Capítulos 1-3 Introducción
En algún momento de su juventud, Ibiki Morino tuvo claro la clase de trabajo que le gustaba, y aunque se imaginó que haría carrera en la policía militar de Konoha… pasaron cosas.
(Si sobreviven a esto, el resto del fic les sentará mejor)
Abordo un poco la admisión de Ibiki en ANBU, Ibiki elige como su primeros caso un asesinato por envidia, y una serie de v10laci0ne3, que han estado ocurriendo por años en Konoha, sin que nadie haga algo.
Establecen la premisa general de lo que motiva a Ibiki a tomar esos casos viejos de la desaparecida Policía Militar de Konoha.
Capítulos 4-10 El misterio de los niños desaparecidos
Durante el intento de secuestro de la pequeña Hinata por parte de Kumo, ocurrió otra serie de desaparición de niños que, aparentemente, los Uchiha encubrieron.
Con ayuda de Tsume Inuzuka, principalmente, lo que empieza como una duda sobre los reales intereses del desaparecido clan, acaba en una batalla campal.
Capítulo 11 Transición
Después de tanta tensión, el capitán Ibiki Morino se toma un día para recobrar el ritmo. Sin embargo, no está de ánimos, y cuatro kunoichis podrían ser la clave para remontar el vuelo.
Capítulos 12-16 La misteriosa muerte de un anciano fuera de la aldea
Ino, Shikamaru y Chōji están suspendidos, y si quieren sobreponerse a su caída en desgracia, van a tener que ayudar a un hombre que les aterra... si es que pueden.
El descubrimiento de un anciano muerto a las afueras de la aldea, es solo el inicio de un misterio sin resolver desde la Primera Guerra Mundial Ninja.
Capítulos 17-23 Hinata se vuelve asistente
Hinata no quiere vivir siendo la tragedia del clan Hyūga, realmente quiere demostrar su valía, aunque eso la ponga en una de las más aterradoras situaciones de su vida: seducir a un hombre que, tal vez, sea responsable de una oleada de violencia en la aldea.
Capítulo 24 Transición
Con un toque de humor, hace referencia directa a un evento sucedido en Las crónicas perdidas de Konoha: Tsunade obliga a Ibiki a tomarse unas vacaciones, pero la vida tiene otros planes.
Aunque se puede leer sin necesidad del otro fic.
Capítulos 25-Actual
Amenazado por el puño de la quinta maestra Hokage, Ibiki va de vacaciones al País del Té, esperando tener unos días de calma mientras trata de reparar la relación con su hermano... aunque su esfuerzo por mantenerse alejado del trabajo, es bastante pobre.
Todavía me faltan varios chicos para que caigan en manos de Ibiki, quiero que los novatos (de ese entonces) se lleven una buena dosis de vida ninja cruda, así que hay trama para rato.
✿En FanfictionNet
✿En Wattpad
✿En Ao3
✿En portada Ilustraciones de Higurashi Workshop Studios (editadas). Fondo, texturas, filtros y elementos varios recuperados de freepik. Tipografía: Appendix Normal.
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ANOTACIONES ELEMENTALES SOBRE EL CHICO RUBÍ
El chico rubí siempre resaltaba con su brillante rojo. Era imposible no verlo, su presencia y color invadía cualquier sitio que tuviera bajo sus pies como el petricor después de la lluvia.
Pero esto, lejos de resultar una cualidad maravillosa, era en realidad un terrible presagio, ya que el rojo que lo cubría de pies a cabeza se trataba, precisamente, de la sangre de aquellas jóvenes novias sacrificadas caídas en desgracia.
El chico rubí era tontamente imponente, puesto que sus actitudes —más allá de su avasallante narcisismo— se resumían a la de un adolescente promedio. Sin embargo, la voracidad de sus instintos naturales lo volvían un ser insaciable.
Siempre lo quería todo, siempre quería más.
Y esta necesidad por ser el brillante caballero rojo —esta necesidad de resaltar, de ser el primero y el mejor— estaba arraigada en su mente y corazón con violencia.
No obstante, en el corazón del brillante caballero rojo —que al final del día no era más que un simple chico rubí— yacían también escondidos la desconfianza y el miedo.
En un inicio me pareció imposible el siquiera considerar tal cosa. Un disparate propio de un pensamiento pasajero. Pero conforme transcurría el tiempo con su impasibilidad característica, noté que sus actitudes y acciones no eran más que un simple escudo, un mecanismo de defensa.
Y su rojo no era más que el color de sus pecados. Y su narcisismo y hambre desmedida no eran más que atributos adquiridos con violencia.
De vez en cuando me siento mal por él en un punto, porque puedo ver que debajo de aquel brillante rojo que lo cubre se esconden variopintos colores, los más hermosos.
Y a veces me pregunto, durante el transcurso de algunas noches inquietas, quién habrá sido la desdichada persona que talló en la mente y el corazón del chico rubí todas aquellas terribles cualidades que lo han llevado a estar cubierto de tal brillante rojo, rojo sangre.
→ Introducción a Pierres précieuses series
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Entre muros y silencios (Parte 2)
by Aris
3.512 palabras
Ao3 Wattpad
—Andando. —murmuró seco el hombre y se puso en marcha enseguida con pasos firmes golpeando sobre las hojas y tierra húmeda.
Francisco, aturdido como estaba por la sorpresiva caída y su repentino cambio de ambiente -que se sumaban a los acontecimientos previos-, tardó bastante en reaccionar. Sin saber qué hacer con todos sus baúles desperdigados alrededor, decidió que lo mejor era apresurarse para alcanzar al hombre que ya se encontraba a varios metros de distancia, volviéndose apenas visible entre la espesa neblina que inundaba el claro de bosque en el que se encontraban. Se levantó como pudo, sacudiéndose algo del barro que le empapaba la ropa y corrió a su encuentro, siguiéndolo en silencio un par de pasos por detrás.
Estaba nervioso, por no decir bastante asustado, y el lúgubre ambiente repleto de crujidos y sonidos extraños no ayudaba a tranquilizarlo. Pronto también comenzó a resentir el frío provocado por la sombra de los altos árboles, la brisa y la niebla que le empapaba las mangas de la camisa y las medias donde no cubría el fino justillo que llevaba encima. Acabó abrazándose a sí mismo, intentando conservar algo de calor y compostura. Lo que menos quería era que el hombre frente a él lo viera temblando como un niño miedoso, por mucho que así fuera como se sentía. Para su desgracia, no pudo ocultar un notorio sobresalto en cuanto el sujeto se detuvo de improviso y volteó a mirarlo.
—No tienes que caminar detrás de mí ¿Sabes? No sé cómo sea allá, pero aquí no se acostumbra y la verdad es que no me gusta tenerte a mi espalda.
—Perdón, mi señor. —Contestó Francisco con voz apenada. Pudo notar que la mirada al inicio irritada del hombre se suavizó un poco al verlo trastabillar, y algo de la tensión que sentía en todo el cuerpo se disipó al notar ese pequeño gesto de misericordia.
El sujeto suspiró pesadamente ante su respuesta y reemprendió la marcha. Francisco se apresuró a ponerse a su lado para no volver a molestarlo.
Un poco -solo un poco- más relajado, esta vez se permitió prestarles más atención a sus alrededores, y pudo notar algunas cosas. Más que un bosque como tal, ese parecía un camino abandonado y consumido por la naturaleza. Entre las ramas y raíces asomaban vestigios de cercas y muros de ladrillo, techos caídos y pilares rotos. Sus botas a veces topaban con series de adoquines y brechas que bien pudieron ser en otros tiempos parte de una acera. Incluso le pareció ver a lo lejos un gran arco de piedras sobre el que varios árboles habían echado raíces.
También se le hizo evidente su destino: sobre las copas de los árboles y la neblina se hacía cada vez más visible la silueta oscura de un castillo. Estaba a mal traer y repleto de enredaderas que subían por sus muros. No parecía elegante ni ostentoso como los que conocía, pero, si no hubiera estado tan nervioso como estaba, a Francisco le habría encantado esa aura misteriosa y trágica que emanaba de él.
Estuvo a punto de abrir la boca para hacer un comentario, pero entonces su acompañante se adelantó al encuentro de dos guardias en armaduras completas que custodiaban un portón de entrada.
—Abrir las puertas. —Mandató el hombre y los guardias empujaron ambas alas igual de oxidada que sus gastadas armaduras. Francisco hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no llevarse las manos a cubrir sus oídos ante el horrible chirrido del metal siendo arrastrado para abrirles paso—. Ir al ágora por los baúles del príncipe y llevarlos a la habitación.
Dicho eso los guardias se pusieron en marcha sin decir palabra, y ellos también.
Conforme avanzaban, el lugar comenzaba a cobrar algo de vida. Podía escuchar murmullos y pasos que correteaban por los pasillos interiores, luces que eran encendidas o apagadas y calderas funcionando. Le pareció sumamente extraño al darse cuenta que habían ingresado por un lateral de servicio en lugar de la entrada principal.
Finalmente se cruzaron con una mujer delgada y pálida que se detuvo de lleno en su camino para acercarse a ellos, o más bien a su esposo, cargando un gran cesto de ropa.
—Mi señor ¿Cómo le fue? —preguntó, intercalando sus sorprendidos ojos oscuros entre el hombre y Francisco—. ¿Es que acaso…? ¿Podría ser…?
—Carmen, este es… ehm. —comenzó, para luego girarse a mirarlo—. Muchacho ¿Cuál era tu nombre?
—Oh. Francisco, mi señor. —respondió, intentando no sentirse muy ofendido.
—El príncipe Francisco, de la Casa de Burgos. A partir de ahora será también señor del castillo. Encárgate de hacer que todos los demás lo sepan.
Carmen pegó un grito exaltado y, con grandes aspavientos, salió corriendo a cumplir su misión, dejando olvidado tras ella el canasto y la ropa que voló por los aires y directo al barro.
—Tsk. —Su esposo sacudió la cabeza ante el escándalo de la mujer, quien llamaba con desesperación a una tal Marta. Luego de una pausa, en la que Francisco podría jurar que lo vio comenzar a inclinarse para levantar las prendas esparcidas, solo siguió caminando.
—Ehm, mi señor… —tanteó Francisco una vez hubieron abandonado las galerías donde un puñado de personas asomaban las cabezas buscando el origen de los gritos. Se ganó un nuevo suspiro frustrado de parte del hombre.
—Tampoco tienes que decirme así todo el tiempo. —murmuró, pasándose una mano por el rostro.
—Lo siento. —Se disculpó Francisco instintivamente, agregando luego—… Es que no sé cómo más llamarlo. No conozco su nombre.
Entonces el hombre se detuvo intempestivamente, otra vez, haciendo que Francisco por poco se chocara con él.
—Manuel. —dijo luego de meditarlo un instante—. Mi nombre es Manuel. Puedes llamarme así, o como prefieras, solo… intenta limitar eso de “mi señor”. Me fastidia un poco.
—Está bien, mi se- Manuel. —Se corrigió inmediatamente.
Manuel lo guio por un sinnúmero de pasillos, vueltas y escaleras, más de las que Francisco había anticipado considerando la modesta apariencia de la construcción por la que entraron. Esa primera ala conectaba a otra más grande y robusta que lo hizo pensar que ese había sido un gran y majestuoso edificio en otros tiempos. Los pisos estaban cubiertos con grandes e intrincadas baldosas surcadas por largas grietas y trozos faltantes. Los muros grises se adornaban únicamente con restos de pintura descascarada y vestigios de molduras que se desprendían de ellos convirtiéndose en polvo. De los altos cielos abovedados colgaban enormes lámparas con cristales faltantes y en las que se enredaban una extensa red de telarañas que podrían pasar perfectamente por delicadas cortinas de seda. Una tenue y débil luz de mañana se colaba por las anchas ventanas y vidrieras sin vidrio, al igual que la húmeda niebla que parecía esparcirse por todo ese mundo y no permitía ver mucho más allá de un par de metros.
En todo el recorrido le sorprendió casi no encontrar gente, aunque las pocas personas que se cruzaron se lo quedaban mirando como si una segunda cabeza le hubiese crecido de pronto.
“No han de tener muchos visitantes”, pensó.
Al subir al tercer piso fue que apareció algo más de la rica decoración. Tras subir por unas enormes escaleras de mármol oscuro y barandas talladas con zarzas y aves rapaces accedieron a un amplio corredor flanqueado por múltiples retratos que Francisco asumió eran los antiguos amos del castillo y los ancestros de Manuel. Los rostros descoloridos se levantaban sobre él con la actitud de grandes señores que desafiaban al tiempo y el olvido representado en el moho que comenzaba a tragarse la tela desde sus bordes, sus miradas muertas parecían seguirlos mientras avanzaban en silencio por la galería.
“Su nuevo hogar”. Ese lugar desolado y gris sería su nuevo hogar a partir de ahora, y el hombre gris y silencioso que caminaba serio y callado a su lado era de allí y en adelante su esposo y señor. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando su mente ahondó en las implicaciones de esas palabras. Hasta ahora Manuel parecía poco interesado en establecer alguna clase de contacto con él, pero eso podía cambiar en cualquier momento y Francisco no se sentía ni mínimamente preparado para eso ¿Qué haría si Manuel esperaba que se comportara como “su esposo” una vez llegaran a sus habitaciones?
—Es aquí. —Señaló Manuel, parándose de pronto como solía hacer. Más ansioso que nunca, Francisco atravesó con cautela la puerta que el otro mantenía abierta para él—. Pronto traerán tus cosas para que te instales. Puedes pedirme lo que te haga falta y me encargaré de ver qué se puede hacer, pero no esperes muchos lujos, aquí llevarás una vida mucho más modesta de la que estabas acostumbrado.
Resultaban ser habitaciones de buen tamaño, aunque más reducidas de lo que podría pensarse dado el corredor de acceso. Constaban de un salón principal con un pequeño comedor y un par de sillones; un baño con una tinaja circular y orinal; y la alcoba principal que se abría a una pequeña terraza cubierta por enredaderas y hojas secas, contaba con una cama matrimonial enmarcaba por un alto respaldo de madera oscura, un armario y tocador.
—No esperaba regresar con alguien ¿Verdad? —comentó Francisco sin pensarlo demasiado, mirando su polvoso reflejo en el espejo de pie apoyado en un rincón, el único de todos los muebles que no estaba cubierto por telas amarillentas y comidas de polillas. Resultaba evidente que el lugar no había sido acondicionado para su llegada, o que alguien más las hubiese ocupado por un largo, largo tiempo.
—¿Es tan obvio? —Manuel suspiró pesadamente, otra vez. Parecía que la única reacción que Francisco conseguía de él era esa.
—Lo siento. —Comenzó inmediatamente a disculparse por su torpeza, grosería, o lo que fuera que estaba haciendo mal—. No quise sonar mezquino. Las habitaciones están bien, seguro serán perfectas una vez se quite el polvo y retiren las cubiertas.
—Si eso crees, será mejor que bajes un poco tus expectativas, niño. —dijo Manuel con seriedad.
Francisco no supo cómo responder ante eso y ambos quedaron en silencio por un largo e incómodo instante. Se esforzó buscando en las profundidades de su mente algo con lo que continuar la conversación con Manuel, decidido a no permitirle regresar al mutismo que mantuvo durante casi todo el trayecto hasta la habitación. Tenía muchas preguntas. No sabía nada del hombre o de ese lugar, sus costumbres o qué planes tenían para él. Lo único que sabía es que tendría que dormir allí, y no estaba seguro de si Manuel planeaba acompañarlo.
—¿Y… usted también se trasladará aquí conmigo? —Se atrevió a preguntar finalmente.
Esta vez Manuel no suspiró ni resopló, si no algo nuevo. Sus ojos se abrieron de par en par y su rostro se volvió completamente rojo, hasta las orejas. Igual que un tomate. Francisco sintió un enorme alivio al verlo atragantarse de vergüenza.
—Cof ¡No! No… —Se aclaró la garganta antes de proseguir, buscando retomar algo de compostura—. Yo permaneceré en mis habitaciones. No quiero volver esto aún más incómodo. Para ninguno de los dos.
—Gracias por su consideración. —Francisco quería expresarle con mayor énfasis lo agradecido que estaba por eso, pero pensándolo mejor decidió guardar su dicha para él mismo—. Entonces… ¿Dónde se encuentran sus habitaciones? —Ante la mirada espantada de Manuel agregó—. Para saber dónde encontrarlo si llego a necesitar algo.
—Ah. Claro, claro. Sígueme.
En cuanto salieron de regreso al pasillo se cruzaron con Carmen guiando a un grupo conformado por los dos guardias del portón que traían cargando sus baúles, y un par de personas más llevando plumeros, escobas y cubetas de agua.
-o-
Luego de un rápido vistazo a la puerta que dirigía a las habitaciones de Manuel, Francisco se encontraba sentado junto a él a la cabecera de una larga mesa de madera a la que le vendría bien una pulida de cepillo y aceite. Ambos bebían en silencio sus tés, “El café no se da en este ambiente”, le informó Manuel con cierta satisfacción sádica en la voz cuando le preguntó por la bebida. Así que se había conformado con la taza de té y un trozo de pan y queso junto al puñado de fruta rebanada que constituían su desayuno. Era una comida mucho más reducida de lo habitual, pero le gruñía el estómago y viendo los aún más humildes pucheros de avena que comían los demás supo que debía abstenerse de cualquier comentario al respecto.
El resto de asientos los ocupaban una veintena de personas que Francisco juraría eran parte del servicio del castillo, tanto por sus descuidadas ropas como por los temas que trataban en sus distendidas discusiones, tales como el estado de los huertos y corrales, la escasez de cera para vela y la reiterada desaparición del licor de maíz. Estaba muy concentrado en enterarse de las andanzas de una de las cocineras con uno de los mozos y una lavandera, aguzando el oído para captar los detalles de la conversación por sobre el crepitar del fuego en el hogar y el ruido del aguacero que caía con insistencia y escándalo en el exterior.
La tormenta apareció de un momento a otro, como si alguien hubiera abierto las compuertas del cielo para derramarlo sin piedad sobre el mundo. Francisco nunca había visto algo parecido. En Cundinamarca las nubes se acercaban lentamente alertando de su paso, y se liberaban con suavidad para sembrar de vida la tierra; aquí en cambio parecía que un millar de flechas buscaban echar abajo los tejados. Definitivamente no le gustaría que lo sorprendieran en medio de un paseo por los campos.
En un momento, Manuel se levantó de su asiento llamando la atención de los demás comensales y, aclarándose la garganta, alzó la voz para que pudieran escucharlo claramente.
—Supongo que para estas alturas ya todos estarán enterados. —Empezó Manuel—. Pero si alguno no alcanzó a oír la noticia, les informo que la visita al reino de Cundinamarca ha resultado provechosa esta vez. Finalmente, los reyes han cumplido su palabra y la mano de un príncipe fue entregada en matrimonio. El trato se ha cerrado y la vida puede seguir su curso. —Entonces lo señaló a él con una mano—. He aquí al príncipe Francisco, mi nuevo esposo y señor del castillo. Está aquí cumpliendo su deber, así que no lo carguemos a él con los errores de sus antepasados. Es mi deseo que lo hagan sentir bienvenido y logre adaptarse lo antes posible a su nuevo hogar. —dijo eso último mirándolo a él y Francisco se encogió levemente de hombros bajo su mirada, asintiendo. Manuel entonces volvió su vista al resto de la habitación para finalizar su breve discurso—. Eso es todo, vuelvan a lo suyo.
Y así lo hicieron. Lo primero fue el sonido de los cubiertos moviéndose y pronto las voces también retomaron su curso. Francisco por su parte estaba sorprendido por lo informal de sus palabras, y por sus palabras en sí. No acababa de entender lo que había querido decir con todo eso, pero lo cierto era que poco y nada lograba entender desde esa mañana. Miró a Manuel a su lado, quien se encontraba concentrado devorando el pan tostado entre sus manos. El hombre tardó varios segundos en notar su atención puesta sobre él y entonces se detuvo un momento para mirarlo.
—¿Qué sucede, niño? —preguntó, limpiando las migajas de la comisura de sus labios con el dorso de su mano.
La verdad es que tenía demasiadas preguntas en la cabeza, pero la que saltó indignada de su boca fue ciertamente la menos importante de todas.
—¿Por qué insiste en llamarme “niño”? ¿O “muchacho”? No creo que esa sea forma de tratarse entre esposos. Además… —Hizo una pausa para escrutarlo con la mirada, y ciertamente para darse valor de continuar—. No es que usted sea mucho mayor que yo.
Manuel pestañeó un par de veces. Se veía confundido, aturdido. Pero entonces una mueca desconocida comenzó a tirar lentamente de sus labios. Una sonrisa. Una sonrisa seguida de un sonoro jadeo que acabó en estridentes carcajadas.
Francisco se encogió otra vez, avergonzado. No acababa de entender cómo sus palabras pudieron desencadenar este ataque de risa con el que Manuel parecía estar a punto de ahogarse. Además de eso podía sentir todas las miradas de nuevo sobre ellos y más apenado se sentía.
—Perdón, perdón, no me estoy burlando. —Quiso asegurarle Manuel, todavía riéndose y secando el par de lágrimas que se acumulaban en sus pestañas—. Es que- es solo que… jajaja.
Mientras el otro seguía intentando controlarse lo suficiente para elaborar una disculpa, Francisco estaba concentrado en acabar lo que le quedaba de fruta y correr a esconderse en su habitación lo más pronto posible.
-o-
Cinco minutos. Eso fue lo que tardó la escueta ceremonia que le entregó la mano de su hermanito a ese horrible hombre.
"Que esta unión de por concluida la deuda del reino. El príncipe ahora ha de partir con su esposo."
Apenas si tuvo tiempo de asimilar las palabras del erudito que hacía de maestro de ceremonias antes de que la misma nube negra de la que había brotado el hechicero los consumiera a ambos sin dejar huella alguna.
Cinco minutos luego de eso el puente se había dejado caer y los clarines anunciaron la llegada del príncipe Miguel, quien enseguida entró corriendo en el salón principal, abriendo de par en par las grandes puertas.
—¡Ya-ya estoy aquí! —jadeó el joven, las mejillas sonrosadas y la respiración entrecortada por la veloz cabalgata a campo traviesa y las grandes zancadas con las que había atravesado el castillo desde la entrada principal hasta el gran salón.
Toda la frustración, ira y desconsuelo de la reina se volcaron contra el cansado hombre, doblado de fatiga en medio de la habitación. La cachetada que le propinó resonó en las paredes blancas, así como lo había hecho la voz espectral del hombre que le había arrebatado a su querido hermano.
—¡Llegaste tarde! ¡Ya está casado! —Siseó Catalina por sobre el confundido príncipe. Entre María y Fernanda lograron detenerla y alejarla antes de que pudiera asestarle un segundo golpe con sus puños o pies.
Miguel permaneció quieto en el suelo donde había caído, intentando comprender las palabras de Catalina mientras la marca de la bofetada seguía ardiendo en su mejilla. Sus ojos, llenos de incredulidad, se encontraron con los de la reina que destilaban una mezcla de furia y desesperación.
—¿Casado…? —repitió Miguel, su voz temblando ante la revelación—. ¿Francisco? ¿Casado con quién?
Catalina, todavía temblando de rabia, soltó una risa amarga. Tras ella, María y Fernanda aumentaron su agarre por temor a que pudiese abalanzarse de nuevo sobre el hombre o caer desplomada por los nervios.
—¡Vaya a saber con quién! Un brujo, un espectro, un demonio ¡Da igual! —espetó Catalina—. ¡Está casado con el hombre oscuro que vino a reclamarlo porque tú no llegaste a tiempo!
Miguel se tambaleó en su intento por levantarse, como si en lugar de escupirle las últimas palabras Catalina lo hubiese abofeteado otra vez.
Unos minutos tarde. Solo unos minutos, y toda su vida se había puesto de cabeza.
—¡No! —gritó Miguel, desesperado—. Eso no puede ser. Francisco... ¡No! Debemos ir por él. Tengo que ir por él ¡Voy a encontrarlo y lo traeré de vuelta!
Catalina lo miró con una mezcla de desprecio y lástima, sus manos apretadas en puños a sus costados. Dio un paso en su dirección antes de que las otras dos mujeres la detuvieran, y con voz baja pero cargada de furia le dijo:
—No vengas a hacerte el héroe ahora, cuando ni siquiera tuviste la habilidad o la decencia de llegar a tiempo como mi hermano tantas veces te lo pidió. Si fueras realmente un hombre de honor habrías estado aquí hace días, ustedes estarían casados y Francisco seguiría con nosotros. O si tan solo mi hermano no hubiera sostenido hasta el final esa fe ciega en ti, nada de esto estaría pasando.
Miguel abrió la boca para responder, pero en ese mismo instante un relámpago iluminó el cielo, seguido por un trueno ensordecedor. Apenas entonces notaron que la antes clara mañana se había ensombrecido por oscuras nubes de tormenta, como si la naturaleza misma respondiera a la desesperación y el miedo que llenaban la habitación. Las puertas que daban al balcón se abrieron violentamente con la fuerza del viento que azotaba al castillo y el pueblo a sus pies.
Olvidando momentáneamente su discusión, los cuatro se asomaron al exterior para descubrir a la gente del castillo y sus alrededores corriendo de un lado a otro, atemorizada por la fuerte lluvia que empantanaba los jardines y el viento que hacía volar las cofias y la ropa de los tendederos.
—¿Por qué tanto escándalo? Parece que nunca hubieran visto una tormenta. —comentó Miguel al ver a las mucamas tropezarse unas con otras en su desenfrenada carrera.
—En Cundinamarca no hay tormentas. —respondió Catalina mirando el oscuro cielo que se extendía sobre sus cabezas, preocupada—. Nunca.
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Del cuaderno... (XIV)
RECORDANDO A HUBERT SELBY
La imagen de Hubert Selby se me viene a menudo a la cabeza. Al legendario escritor neoyorquino tuve la ocasión de visitarlo, en su modestísimo retiro de Hollywood, hace algo más de veintiséis años: en el mes de octubre de 1997. Recuerdo que tras mi primer contacto escrito con él hablamos personalmente por teléfono algún tiempo antes de mi viaje a Los Ángeles. Lo llamé desde un locutorio de Telefónica situado en el paseo del Muro, en Gijón, a la altura de la Escalerona.
Era una de esas situaciones en las que no te acabas de creer que un particular deseo, largamente acariciado, pueda estar realmente verificándose; la sensación experimentada comparte aspectos —salvando las sutiles distancias— con ese frisson de alegría que sin poderlo evitar se apodera de uno el día de su cumpleaños, o en fiestas como Navidad. Me imagino que quien gana un modesto premio de lotería (los premios gigantescos serán sin duda otra cosa) siente algo parecido.
Al cabo de unas semanas, el nada desdeñable premio de lotería (lo que Pla hubiera llamado una «propina») se había hecho realidad, y allí estaba yo, en Hollywood, charlando de la vida y la muerte y de lo divino y lo humano nada menos que con el autor de la mítica Última salida para Brooklyn. Era una cosa mágica, todavía un tanto irreal, por más que yo en ese momento ya hubiera tenido tiempo para hacerme a la idea de que no se trataba de un sueño.
He contado en al menos dos ocasiones mi encuentro y larga conversación con Hubert Selby. La charla, que transcribí entera a mi vuelta de los EUA, se convirtió en un pequeño libro de entre sesenta y ochenta páginas a simple espacio en mecanuscrito (calculo que unas treinta mil palabras). Ese original, por desgracia, terminó traspapelándose; impreso y encuadernado, acabó en manos de José Ángel Mañas, que pretendía enseñárselo a una especialista francesa en literatura norteamericana contemporánea, muy interesada en mi intercambio con el novelista de Brooklyn; y luego, entre cajas de mudanza y avatares vitales —tanto de Jose como míos— se extravió definitivamente. Lo cual resultó ser una pequeña tragedia, aunque la pérdida no fuera completa, porque las cintas en las que registré íntegramente mis horas de plática con Selby obran aún en mi poder (llevo lustros diciéndome que debería volver a la carga y transcribirlas de nuevo, y el asunto se va tornando verdaderamente urgente, pues el único reproductor de casetes que todavía poseo ni siquiera sé si funcionará como es debido; y ese aparato debe ofrecerme la última oportunidad para rescatar el impagable material. Otra tarea que se añade a mi casi inabordable cúmulo de labores actualmente pendientes).
De Selby, que estaba ya bastante enfermo y físicamente depauperado, recuerdo muchas cosas; pero hubo un momento de nuestro encuentro que se me quedó especialmente grabado en la memoria: «Tengo días y tengo días —me decía hacia al final de nuestro dilatado coloquio el autor de Réquiem por un sueño—. Hay mañanas en que me levanto y estoy más o menos bien, y puedo sentarme ante la máquina de escribir y sacarme de la manga unas horas de trabajo; y luego hay mañanas en que apenas me levanto me encuentro tan mal que he de volverme a la cama y olvidarme de cualquier posible intento de actividad, creativa o de otra clase, porque estoy que no puedo ni con mi alma».
No he llegado a los extremos de Selby; afortunadamente, gozo de buena salud, y por ahora no se presentan obstáculos verdaderamente insalvables para seguir adelante con mi trabajo. Mi «mente poderosa», sin embargo, no me da tregua; en ciertas jornadas, como la de ayer (vértigo, mareos, caídas hacia los lados, ataque de ansiedad en toda regla), siento que ya sin demora me voy para el otro barrio, psíquicamente al menos. Después se dan jornadas, como la de hoy, en que por suerte estoy infinitamente mejor (ayer tuve que tomarme una cápsula de sulpirida; tal vez eso me ayudara); y aquí me hallo, útil de escritura en mano, laborando de nuevo en la faena que me salva.
A Dios rogando y con el mazo dando, prosigamos otro día con nuestra empresa y misión.
[27/02/24]
ROGER WOLFE
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Imagínate estar en caída libre y sucumbir ante la frialdad y desolación de un pozo oscuro, imagínate experimentar el dolor emocional más fuerte que existe, donde tu mirada se pierde, donde tus noches son interminables, donde el dolor consuma tus entrañas y no puedas salir de ese último adiós, de ese te amo y de esa mirada tierna de la persona que más adorabas, imagina perder cualquier conexión entre tu cerebro y corazón, caminar simplemente por inercia y sin un sentido. Pero, Imagínate después de eso reconstruir tu corazón y que aún así no funcione algo en el... Reconstruir tu vida y reiniciar a sentir y conectar con las personas, y enamorarte, imagínate que el amor te rompe, pero después de aquel dolor que paralizó tu existencia ya nunca nada te hará caer al precipicio, ahí, solo ahí, entiendes que, el amor y las rupturas no representan la mayor de las desgracias humanas, y que levantarse, amarse y continuar no es opción es obligación.
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Hay que vivir para saber que todo puede cambiar en un parpadeo...que no siempre ríe mejor quien ríe el último y que los primeros no suelen ser los mejores. Hay que vivir para saber que algunos años son diluvio constante...que las desgracias nunca llegan solas...que hay caídas que nos pasan factura y quizás...alguna fractura. Hay que vivir para saber que hay personas más tóxicas que el veneno...que no hay más ciego que el que no quiere ver y que en el reino de los ciegos...el tuerto es el rey. Hay que vivir mucho para saber que dar media vuelta e irse no es rendirse…simplemente hay guerras que no valen tu paz.
Hay que saber si quieres vivir…que la risa alarga la vida...que el camino es largo y no vale la pena correr...sino llegar. Hay que saber para vivir que las tormentas no duran para siempre...que hay caídas que nos harán más fuertes...que hay personas que son antídoto...la cura...el hilo de sutura. Hay que saber que no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita y que no es más listo el que más habla... sino el que más escucha. Hay que saber para vivir que "el primero de los bienes...después de la salud... es la paz interior".... Que nadie te la robe. Ni la salud...ni la paz...ni la vida....."
* Myriam Imedio *
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Relanzamiento
Terminada la fiesta ─más ajena que propia─ del partido por Copa Argentina, Español se despertó con resaca, sin tener claro dónde había dormido ni en qué calle había dejado el auto. Hizo falta un estadio iluminado, televisación en directo por cable, un rival de Primera División y cinco goles en contra para que el deambular futbolístico del equipo ─habitual para quienes vemos todos los partidos─ decidiera la suerte de Juan Chumba. Punto final para un ciclo que comenzó bien, siguió mejor y terminó ofreciendo su peor cara en las veinte fechas del actual torneo de Primera C. Fútil resulta a esta altura discurrir si Chumba se fue por el desempeño en la goleada o, como se escucha tras bambalinas, porque “el vestuario” ya no le respondía. Agradecimientos por las buenas campañas (pasadas), tibios aplausos y vuelta de página, que esto sigue.
Manuel Maddoni, canal de ingreso de dinero al club para sostener los gastos del primer equipo masculino de fútbol, se hizo cargo “interinamente” del plantel. Las comillas se explican porque, tras el empate ante Atlas en un partido alocado, se rumoreó que Mariano Moramarco (42 años, ex DT de Excursionistas y Berazategui en este mismo campeonato, presente en la platea del España ayer) ya había acordado su arribo al club. Sin embargo, más de veinticuatro horas después del final del partido ante el equipo de General Rodríguez, la confirmación oficial brilla por su ausencia. Al cierre de esta edición, Deportivo Español no tiene director técnico. ( * )
¿Qué sucedió en el partido contra Atlas? Bastante de lo visto a lo largo del torneo, más un poco de novedad. Maddoni hizo la lógica: si Chumba naufragó, que los jugadores experimentados del plantel se hagan cargo de los destrozos. Yossini volvió a ser el volante central y Peralta Salinas, uno de los zagueros. Son los mariscales de la caída en desgracia de un cuerpo técnico que no tuvo flexibilidad ni frescura para torcer el rumbo de un barco a la deriva. En el primer tiempo, Atlas aprovechó el desconcierto local y los estragos que había generado la semana más temblorosa para el equipo españolista. No necesitó más que un poco de fútbol en los pies de Maldonado para ponerse en ventaja. Español sólo pudo inquietar con los movimientos de Gabriel Da Conceicao ─parte de esa cuota de novedad mencionada─ y con un cabezazo muy desviado de Álbarez en la más clara de la primera mitad. Entretiempo habitual en estos últimos meses: el equipo sin rumbo y en desventaja.
El complemento mostró a un once sin cambios en la formación, pero con otra ambición: había que mantener la “racha” de tres partidos sin perder por la Primera C. Encontró el empate de la única forma en que está pudiendo hacer goles en todos y cada uno de los últimos partidos: con un tiro libre al área rival. Así convirtieron Caride contra Puerto Nuevo, Bale contra Yupanqui, Yossini contra Vélez, y ayer el flamante refuerzo Víctor Gómez, aprovechando un mamarracho del arquero visitante cuando salió a descolgar un centro llovido que ofrecía la dificultad de un caramelo cayendo de una piñata. Menos de tres minutos y Español empardaba el marcador. Las quejas que bajaban de la popular y la platea menguaban, el equipo tomaba confianza y buscaría desnivelar.
Mención aparte para un detalle abrumador: no jugó Cristian Vázquez, resentido de la lesión que lo marginó contra Yupanqui y le permitió jugar sólo un tiempo contra Vélez. En un equipo donde no sobra nada, la falta de Vázquez sobre el terreno de juego pone a Español al nivel de Victoriano Arenas o Leandro Alem, sus próximos contrincantes. El equipo de Maddoni (si se permite) fue a buscar la diferencia de forma espasmódica, como esos motores viejos que de tanto exigirlos cada tanto logran hacer arrancar un auto que se creía fenecido. Los ingresados Gallelli y Hernández tuvieron chances con remates de afuera, la fórmula más empleada ayer. Vocos también lo intentó, desde la medialuna del área, y su remate pegó en la unión de poste y travesaño. Peralta Salinas, en otro centro de pelota parada y otra falla garrafal del arquero de Atlas, no pudo empujarla en la boca del arco, a centímetros del gol. La visita, viendo la locura con la que Español se mandaba al ataque ─líneas adelantadas, defensores que quedaban mano a mano contra los delanteros de Atlas─ se paró de contra y aprovechó las fallas sistemáticas de Caride y Peralta Salinas para quedar mano a mano con el guardavalla local. No habían pasado cuarenta segundos del gol errado por el paraguayo cuando Atlas respondió con un pelotazo frontal desde la zona defensiva que dejó a Maldonado en línea recta hacia De Bórtoli. ¿Cómo puede ser que haya sucedido algo así, a la mitad del segundo tiempo y en un partido empatado? De no creer. La resolución de la jugada tampoco es fácil de explicar. De Bórtoli ganó el mano a mano, la pelota salió hacia la derecha y Landaburu, otro jugador de Atlas, llegó antes que algún defensor, dio un pase atrás para que Maldonado tuviera una segunda chance, pero Marcos Bale ─de flojo partido─ se jugó la ropa yendo al piso y salvó una valla sin arquero. La pelota volvió a salir hacia el medio y fue otro jugador visitante el que quedó de frente al arco: ahora, Salazar. Le pegó más fuerte que direccionado y Caride, que finalmente había llegado hasta el área chica, la sacó al tiro de esquina con su codo izquierdo. Era un penal que se vio más claro por televisión que desde la tribuna. Atlas lo protestó, Pafundi hizo el gesto de que la posición del brazo no ocupaba más superficie que la permitida ─error─ y Español se salvó en la misma jugada de tres situaciones, cada una más clara que las que terminaron en gol.
La moral de un equipo que pudo capear el temporal de la semana en la que se quedó sin técnico, y que se salvó de una manera inexplicable de quedar en desventaja por segunda vez durante el partido de ayer, parece iluminar la chance ─última─ de un relanzamiento. Español tiene material para jugar mejor y estar más arriba en la tabla. Los refuerzos que trajo ─ayer debutaron dos, uno fue la figura y otro convirtió el gol─ muestran una parte del camino. Necesita imperiosamente dos cosas: acomodar un vestuario fragmentado, primero, y tener una idea de juego acorde a los intérpretes de este plantel. Después, si esa idea se puede plasmar más rápido o más lento, si hay partidos en los que se despliega y otros en los que hay que ir al barro, es otro cantar. Orden y progreso parece ser la bandera del último tren que lleva directo a la B. Vienen dos rivales que, en la previa a aquel puntapié inicial del 27 de enero, eran pan comido; hoy, son pares. El margen de error se redujo a la mínima expresión: ahora es cuando, Español.
Primera C 2023 ─ Fecha #21 ─ Estadio España ─ Martes 13/06/2023
Deportivo Español 1 ─ 1 Atlas
( * ) Al día siguiente de la publicación de esta entrada, Mariano Moramarco se hizo cargo de la dirección técnica del primer equipo masculino de fútbol del Deportivo Español.
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❥Unexpected visit❥ ➤Shy
╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗
El collage lo hice yo pero las imágenes no son mías.
╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝
╭══════ ❀ ══════╮
•❥❥❥•Yandere Shy•❥❥❥•
╰══════ ❀ ══════╯
Estabas durmiendo pacíficamente, mañana sería un día agotador y tenías que reponer fuerzas. Por eso, no notaste el sonido de alguien subiendo por la ventana de tu balcón. Tampoco notaste cuando se coló en tu habitación, en busca de algo. Miró tu habitación y la inspeccionó. Había estado muchas veces antes pero nunca tan cerca de ti. Estaba feliz por tu presencia cercana pero, temía que abrieras los ojos y lo descubrieras. por eso, debía ser rápido. Entonces, vio tu mochila. Eso era exactamente lo que estaba buscando. Te miró una vez antes de acercarse sigilosamente hacia ella. La abrió y encontró lo que estaba buscando. Su carta, aquella que nunca debería haber metido en tu mochila. En el momento se sentía valiente, alentados por sus amigos para hacerlo. Pero después se dio cuenta de lo que había hecho. Te había dado una carta donde describía sus sentimientos, podrías rechazarlo, podrías humillarlo, ¿Y si te gustaba otra persona? Su pobre corazón no estaba listo para eso. Por suerte, aún no te habías fijado en ella. Agarró la carta para irse de allí pero para su desgracia, tropezó con un zapato que no había visto en el suelo. Su caída hizo ruido, no un ruido muy fuerte pero el perfecto para despertarte. Se levantó rápidamente con intenciones de marcharse, pero era demasiado tarde, ya lo habías visto. Acercaste tu mano a la lámpara y la encendiste, revelando así la identidad que quería mantener anónima.
━¿Lucas? ¿Qué haces aquí? ━ El solo hecho de oírte decir tu nombre le dio escalofríos por la espalda. Dios, no dejabas de mirarlo de esa manera, era demasiado para su pobre corazón. Quería que tu atención estuviera solo en él, pero así ni ahora.
━B-Bueno yo... Vine por la tarea. Quería preguntarte por ella, p-porque me distraje en clase. ━ Inventó una patética excusa. ¿Por qué el destino tenía que ser así? Ahora creerías cosas malas sobre él que no eran verdad. Lo arruinó todo, su lindo futuro pensado para los dos se desmoronaba lentamente.
━¿Y que tienes en la mano?━ Miró su mano. Allí sostenía la carta que antes te había robado. Ahora si que estaba acabado.
━N-nada, no sé de que estás hablando. ━ Escondió su mano en su espalda en un intento desesperado de borrar de tu memoria la carta. Pero sabía que ya la habías visto. ¿Qué haría ahora? No podía correr, después de todo, estaba en tu habitación. No podía salir de esta situación. Todo esto era demasiado para él. ¿Se los dirías a la policía? Por favor no, ¿Qué pensarían sus padres de él? Esto era tan abrumante, solo quería irse a su casa para enterrar la cara en su almohada que estaba impregnada con tu olor, eso lo relajaría.
━Dime la verdad. ━ No podía. Si supieras la verdad lo juzgarías. Toda esta ansiedad hacía que se le humedeciesen los ojos. Nunca fue bueno con las situaciones estresantes. Sin más remedio, tomó aire para hablar.
━Y-Yo no vine a por la tarea. Es que... ━ Miró a un lado, no pudiendo sostener tu mirada más. ━ Te metí una carta en la mochila y me arrepentí, así que intente recuperarla. Por favor, no te enfades. ━ Cerró los ojos esperando tu reprimenda, pero no vino.
━Dámela.━ Abrió los ojos, impactado.
━¿Q-Qué?━ Tartamudeó, pero no pudo evitarlo. Solo lo hacía cuando estaba nervioso, y tú siempre lo ponías así.
━La carta, quiero leerla. ━ Contestaste. No sabía si estabas de broma o no, pero hizo lo que dijiste. Se acercó a ti y te entregó la carta. La cogiste de sus manos temblorosas, notaste como sus manos temblaban de nerviosismo. Eso, hizo que tuviera más ganas de tirarse por el balcón de un salto. Probablemente luciría patético ante tus ojos.
Abriste la carta y empezaste a leerla. Al principio era una carta normal, de un chico enamorado. Pero mientras más leías más te dabas cuenta de que se alejaba de la palabra normal. Probablemente rara y tenebrosa serían buenas palabras para describir lo que la carta albergaba. Se colaba en tu habitación, te acosaba, robaba tus cosas y muchas cosas peores. Esto no era amor, era obsesión. Entonces, te diste cuenta, este chico era un yandere. Habías captado la atención de un yandere. No sabías como ni porque pero eso ya no importaba. Ahora que sabías esta información, tenías que asegurarte de controlarlo. Por ahora, ni tus amigos ni tu familia habían sufrido daño alguno. Y sabías que si querías que eso se mantuviera así, tenías que poner feliz a Lucas. Puede que ahora se comporte como un chico nervioso porque su crush está leyendo su carta de confesión. Pero sabías que dentro de él se encontraba un monstruo que era capaz de cualquier cosa por lo que él consideraba tu amor.
━Es bonita. ━ Te miró, parecía confundido. ━La carta, es bonita. También me gustas. ━ Era mentira, no lo amabas pero sabías que no podías rechazarlo. Ante tus palabras, sus ojos se abrieron de asombro y las lágrimas que retenía antes de nerviosismo ahora caían por la felicidad que sentía.
━No lo puedo creer. ━ Dijo entre sollozos. Sus manos intentaban apartar las lágrimas de sus ojos.
━Es tarde. ¿Quieres dormir conmigo?━ Abrió los ojos de la impresión y sus mejillas se tiñeron de un rosa claro.
━¿N-Nosotros? ¿D-Dormir juntos?━ Colocó sus manos en sus mejillas, en un intento de hacer que el calor de estas bajase. Obviamente, no funcionó.
━¿Quieres o no?━Preguntaste. Para ser un yandere, era muy tímido. Si no supieras de sus conductas obsesivas, podrías decir que lo encontrabas tierno.
━¡Sí! D-Digo, está bien. ━ Se acercó a tu cama y te moviste más cerca de la pared para dejarle espacio. Levantó las mantas y se colocó al lado de la cama, contigo.
━ Por cierto, antes de ser novios quiero que me lleves a citas. ━ Dijiste. Si ibas a estar con un yandere, al menos disfrutarías un poco de la libertad.
━P-por supuesto, ¿Te parece bien que mañana te recoja para ir a comer a tu restaurante favorito? ━ Preguntó. Contestaste a su pregunta asintiendo con la cabeza antes de apoyarte en él y cerrar los ojos, preparándote para dormir.
Se llevó la manta a la cara de vergüenza. ¡Estaba en tu cama contigo! Eso podría considerarse su sueño hecho realidad. Y si fuera poco tenía una cita. Bendita sea esa carta que lo trajo aquí. Besó tu frente con un pequeño beso antes de estirar el brazo para apagar la lámpara de la mesita de noche. Cerró los ojos mientras sonreía, feliz de lo que pasaría mañana.
Mientras tanto, pensabas. Tenías que mantenerlo feliz antes de que hiciera cosas locas. Tenías que manipularlo como sea. No parecía muy difícil pero tenías que tener cuidado, no podía darse cuenta. Esto lo hacías por tu familiares y amigos, no por él. Al menos, intentarías sacarle el máximo provecho de esto.
『••✎••』
Muchas personas queríais este yandere. No sé si lo hice bien ya que nunca hice un yandere así. Pero espero que os haya gustado.
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