#caída en desgracia
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telerealrd · 1 year ago
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Fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, encontrado culpable de fraude financiero masivo
El fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, fue declarado culpable el jueves de defraudar a los clientes de su ahora en bancarrota casa de cambio de criptomonedas en uno de los fraudes financieros más grandes registrados, un veredicto que cementó la caída del exbillonario de 31 años de gracia. Un jurado de 12 miembros en la corte federal de Manhattan lo condenó por los siete cargos que enfrentaba…
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iamalexxsoto · 6 months ago
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Déjame contarte un secreto, o quizás algunos más.
No sé amar a medias. Para mí es todo o nada. O no me importas, o daría mi vida por ti sin dudarlo. Es una cuestión de suerte o desgracia, no hay término medio en mi vida.
No sé irme si veo que va a doler. No me alejo de puntitas y no cierro la puerta antes de que me la cierren en la cara.
Tengo un miedo profundo a la felicidad. Siempre temo la caída después de un momento bueno, como lanzarse por un precipicio sin paracaídas. El impacto es más fuerte que estrellarte a 200 km/h, aunque en este caso no haya airbag para proteger mis sentimientos.
Los "te amo, te quiero" me asustan.
El amor verdadero sigue siendo un misterio para mí. No sé qué se siente cuando alguien te ama de verdad y ambos están en paz con el pasado. Las despedidas me aterran aún más de lo habitual, aunque todavía encuentro consuelo en las puestas de sol, incluso si las observo solo al final.
Mis expectativas siempre son altas, quizás demasiado, porque doy lo que espero recibir y siempre acabo decepcionado, llorando por lo que pudo ser.
Soy incapaz de guardar silencio, siempre digo más de lo necesario. Las verdades a veces me queman, pero prefiero enfrentarlas a esconderlas.
Hablo dos idiomas diferentes, pero el lenguaje del amor me es desconocido. No sé lo que significa enamorarse de alguien que se queda, ni entiendo cómo permanecer sin miedo.
Soy más impulsivo que reflexivo, y prefiero pedir perdón que pedir permiso. A veces me sorprende lo frío que puedo llegar a ser o cuántas veces he tropezado con la misma piedra por querer sin medidas.
He naufragado innumerables veces, y en más de una ocasión he elegido quedarme flotando en el mar, resignado a ahogarme por dentro cuando ya no hay nada que salvar.
No intentes conocerme del todo, por tu propio bien. Soy como la caja de Pandora, un cofre lleno de batallas escondidas bajo la piel.
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actnod · 1 year ago
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making war just for fun treating people just like pawns in chess wait till their judgement day comes
𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐎𝐌𝐄𝐒 ; noveno capítulo
¡𝚃𝚊𝚛á𝚗!  𝚃𝚒𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚞𝚗𝚊 𝚕𝚕𝚊𝚖𝚊𝚍𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚊 𝚍𝚎𝚕 (+𝟶𝟾1) 𝟿𝟼𝟷𝟸 𝟼𝟺𝟽𝟽 𝚎𝚕 𝟸𝟶𝟸𝟹.𝟷𝟸.𝟷𝟹. ¡Ú𝚗𝚎𝚝𝚎 𝚊 𝚕𝚊 𝚌𝚊𝚞𝚜𝚊! 𝙻𝚊 𝚜𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎 𝚎𝚜𝚌𝚊𝚜𝚎𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚗𝚘 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚗𝚘𝚜𝚘𝚝𝚛𝚘𝚜. 𝚂ú𝚖𝚊𝚝𝚎 𝚢 𝚏𝚘𝚛𝚖𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚗𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚌𝚕𝚞𝚋 𝚌𝚘𝚗 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚢 𝚋𝚎𝚗𝚎𝚏𝚒𝚌𝚒𝚘𝚜 𝚎𝚡𝚌𝚕𝚞𝚜𝚒𝚟𝚘𝚜. 𝙰𝚍𝚎𝚖á𝚜, 𝚙𝚘𝚛 𝚟𝚘𝚕𝚟𝚎𝚛𝚝𝚎 𝚜𝚘𝚌𝚒𝚘 𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜 𝚌𝚘𝚗 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚏𝚊𝚛𝚖𝚊𝚌𝚒𝚊𝚜, 𝚖é𝚍𝚒𝚌𝚘𝚜 𝚊 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚌𝚒𝚕𝚒𝚘 𝚢 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘 𝚖á𝚜! 𝙰𝚂𝚂𝙾𝙲𝙸𝙰𝚃𝙴 𝙰𝙷𝙾𝚁𝙰 𝚈 𝙾𝙱𝚃𝙴𝙽 𝚅𝙸𝚃𝙰𝙴 𝙰𝙻 𝟻𝟶% 𝙿𝙾𝚁 𝙳𝙾𝚂 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂.  𝙽𝚊𝚔𝚊𝚑𝚊𝚛𝚊 𝙷𝚎𝚒𝚠𝚊 𝙿𝚊𝚛𝚔 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝟸𝟹𝙿𝙼. ¿𝙴𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘𝚜 𝚑𝚊𝚋í𝚊𝚗 𝚘𝚕𝚟𝚒𝚍𝚊𝚍𝚘 𝚢𝚊? 😜
¿Qué es ese mensaje que hace vibrar tu celular? ¿Algo más para tu buzón de basura  o…? ¿Una clase de dejavù? No hay vástago que pueda asegurar por completo las intenciones del mensaje, pero ciudad de Tokyo, cuando bóveda celestial se cierne sobre cada habitante, no es solo conocida por imponentes luces neón que impide que caiga en completa oscuridad. Con cantidad extensa de seres de la noche rondando por calles, información tiende a esparcirse como pólvora e inevitablemente te alcanza. 
Los anarquistas. Y muchos conjeturan que debe de ser otro intento por alejarlos de la monotonía como lo han hecho antes ya. ¿Qué es lo que quieren hacerlos romper esta vez? Especulaciones que de plantearselo podrían alargarse por semanas, pero si algo destaca para cualquier vástago con visión funcional, es la  sublime palabra vitae. Por ende, te dejas llevar por lo  cómodo de propuesta. ¿Hacerte de un par de bolsas de sangre para tu reserva? ¿Disfrutar de un bocadillo nocturno sin mucho esfuerzo? Es sed eterna la que se apodera de voluntad, inclusive esa curiosidad que en la inmortalidad se considera como otra maldición y acudes al llamado. 
Sombras se retuercen bajo el abrazo de noche en el Parque Nakahara Heiwa cuando los vástagos de Tokyo, convocados por la llamada de los anarquistas, empiezan a emerger de las tinieblas, algunos con elegancia depredadora y otres tantos con cautela palpable característica de cualquier encuentro social entre seres de sangre fría. Ahí frente al hospital bañado de fría luz artificial que parece invitar a las desgracias, el parque, generalmente tranquilo, resuena con los susurros inquietos; a medida que se congregan alrededor del claro central, donde múltiples sillas se despliegan con sus respectivas mesas de atención médica a un costado en espera de figuras humanas, la expectación es tangible. Vástagos de diferentes clanes comparten miradas de desconfianza y curiosidad. Algunos murmuran con el que está a su lado, impacientes por reclamar lo prometido y por oportunidad de alimentarse sin restricciones.
De la nada, cuando pensabas que personal médico bajo algún tipo de trance debido a alguna disciplina, está a punto de comenzar a dirigir a las víctimas hacia sus puestos, siluetas se pierden entre árboles y son sustituidos por aquellos en atuendos disruptivos, abriéndose paso desde puntos de los que siquiera te habías percatado en urbe, deteniendo marca cuando se mezclan entre los presentes. Sientes la imperiosa necesidad de expresarte ante bizarra situación, pero tus ojos rápidamente reconocen a figura que encabeza grupo, aquel quien orquestó la caída de antigua baronesa de clan y, como solo podría ser propio de anarquistas, intercambia el uso de superficie al emplearlo como podio. 
— Vampiros de Tokyo. Es evidente que han subestimado la magnitud de nuestra determinación. Nuestro compromiso con esta causa va más allá de simples gestos simbólicos y revolución sin sentido. Cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos, es una declaración de resistencia contra la opresión que emana de la Torre de Marfil y no seremos más sus títeres solo por permanecer dentro de su Territorio. 
Los ojos del líder brillan con intensidad febril, su discurso resonando como un eco de desafío en el parque silencioso, pausa parece necesaria para marcar el ritmo de sus palabras, revelando bolsa de vitae fresca de entre sus ropajes para agitarla con aires burlones antes de proseguir. 
— En el pasado, muchos de ustedes, incluso algunos dentro de nuestras filas, observaron desde la distancia mientras nos enfrentábamos a la adversidad. Cuando necesitábamos apoyo, nos dieron la espalda. ¿No consideran eso traición? No olvido las miradas indiferentes, las palabras vacías de solidaridad. Nos dejaron solos para lidiar con nuestras luchas y, ahora, cuando la tormenta finalmente ha estallado, cuando la traición de la Camarilla ha sido revelada, ¿esperan que nos quedemos de brazos cruzados? Hoy los llamamos a rendir cuentas por su pasividad. No pueden esconderse detrás de la excusa de la neutralidad mientras la Camarilla se entromete en asuntos que no le corresponden, aclamando la posesión sobre todo. “El que ejecuta el acto es tan responsable como el que colabora”, ¿lo han escuchado? Ahora deberán pagar las consecuencias. 
Es inevitable darse cuenta de que todo es una trampa cuando tonos oscuros del discurso se asemejan al de miradas que se posan sobre diversas personalidades. De un momento a otro, penumbra se vuelve un vacío completo para Eunseo, Sunwoo, Hao, Luka, Dana, Junwon, Aurora, Yeri, Bina, Ryun, Leo, River, Esra, Seomun, Roman, Aren, Mercury, Theo, Mortisse, Hyun, Jojo, Siddarth, Sumer y Ryota quienes son tomados por la fuerza por otros anarquistas que actúan sin medir fuerza ni consecuencias, quienes reciben insultos que poco duran por parte de los afectados. Aparente generosidad se desmorona en una treta cuidadosamente planeada, y vástagos se encuentran en el epicentro de una tormenta vampírica.
Es tan claro como luz lunar que brilla independiente de tenso ambiente, atmósfera que de un instante a otro se carga de desafío y furia, consecuentemente resto de figuras, reaccionan. ¿Qué relación tenías con alguno de los involucrados? ¿Podrás resistir la idea de que se queden en manos de una rabieta de poder? ¿Y… qué pasaría si es la última vez que llegas a verlos?
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂.
¡Bienvenidos a la décimo segunda actividad! En esta ocasión, los vástagos han sido invitados una vez más por el grupo anarquista para no solo llenar sus estómagos sino también predicar sus discursos. En medio de la velada, es innegable la manera en que el ambiente pasa a estar cargado y es cuando varios de los vástagos terminan secuestrados. ¿Serán capaces de librarse, o dependerán de alguien más? ¿Cómo te sientes respecto a perder a aquellos de los que tanto te habías aferrado?
⦾ Este evento se dará la noche del 16 de Diciembre para los vástagos, en el Parque Nakahara Heiwa frente al Hospital Kanto Rosai, en la zona del Papillon.
⦾ Se desarrollará a través de sentence starters que estaremos publicando dentro de unos minutos.
⦾ Aquellos que hayan sido privados de su libertad sólo podrán rolear entre sí en esta primera etapa. Por favor, esperen nuestras instrucciones. Serán enviadas en breve.
⦾ Durante esta actividad, el código de vestimenta será libre. Están invitados a publicar lo que están vistiendo sus personajes y luego rebloguearlo en el blog de ediciones.
⦾ Queremos recordarles que, a pesar de ser un grupal de temáticas sensibles, nuestra prioridad es la comodidad de todes nuestres usuaries por igual, así que les pedimos tengan cuidado con la manera con la que se abordan estos tópicos en el dash ya que se trata de un espacio compartido y pedirles, por favor, que no hagan caso omiso a la lista de triggers que se encuentra actualizada para que puedan hacer uso correcto de cada etiqueta.
⦾ La selectividad, rol burbuja o parecidos están estrictamente prohibidos. De sentirse afectade por alguna de estas situaciones, por favor siéntanse libres de acercarse a la administración.
⦾ Para las personas que aun no lo han deshabilitado, les recordamos que sus buzones deben de permanecer cerrados para los mensajes anónimos en todo momento y hasta nuevo aviso.
⦾ Tendrán la opción de retomar un máximo de una convo de la actividad anterior en manera de flashback. También, tendrán la posibilidad de realizar un máximo de dos privados por personaje, siempre y cuando sea en un espacio y tiempo diferente al de la actividad actual. Para esto, deberán tener por lo menos seis convos activas en la actividad que se está realizando en este momento.
⦾ Las llamadas o visitas de las intervenciones de las últimas actividades serán publicadas el día lunes, cada quien será advertido en el medio correspondiente lo que le toque hacer (im o askbox).
⦾ Por último y no menos importante, la actividad tendrá una duración de quince días, pero no tendrá la misma orientación durante la enteridad de los días. Esta es una primera parte que contará con una intervención que modificará bastante el ambiente, y será publicada el 16 de DICIEMBRE a las 15hs GMT-6. El fin de la actividad en su totalidad será el día 23 de DICIEMBRE a las 16hs a las GTM-6.
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jartita-me-teneis · 6 months ago
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En la noche del 30 de octubre de 1501, víspera del día de todos los Santos, el Papa Alejandro VI y su hijo César Borgia organizaron en el Palacio Apostólico Vaticano una gran fiesta.
A dicha fiesta fueron invitados varios cardenales y obispos, además de las autoridades más importantes de Roma. Cómo era habitual en estas celebraciones, el banquete fue fastuoso y no se reparo en gastos, sirviéndose una gran variedad de comidas y bebidas para solaz de los allí presentes.
No obstante, y a pesar de que las viandas eran fabulosas, lo mejor estaba por llegar. Y es que una vez terminado los postres, y ante la sorpresa de los invitados, César Borgia dió orden de que se recogieran las mesas y se dispusieran varios candelabros por el suelo. Acto seguido, entraron en la estancia unas cincuenta cortesanas (eufemismo por aquel entonces para prostitutas de lujo) que empezaron a danzar de forma sensual en torno a ellos.
Se fueron desnudando al compás de la música, ataron las manos a la espalda de las mujeres, les arrojaron castañas al suelo y debían recogerlas con la boca para que adoptaran posturas lascivas que despertaran el instinto lascivo.
El Papa anunció que habrían premios (lujosos zapatos, caros ropajes y joyas preciosas) para aquellos que fueran capaces de fornicar con más cortesanas.
Muchos, al día siguiente, no pudieron asistir a las ceremonias del Día de Todos los Santos, por lo que se generó un escándalo más del Vaticano.
La fiesta, conocida como "El banquete de las castañas" o "El banquete de las cortesanas", fue una muestra más del lujo y la decadencia que caracterizaban a la corte papal de la época. Alejandro VI, cuyo nombre de nacimiento era Rodrigo de Borja, había sido elegido papa en 1492 y desde entonces había llevado una vida llena de excesos y escándalos.
César Borgia, por su parte, era el hijo ilegítimo de Alejandro VI y una de las figuras más controvertidas de la época. Conocido por su ambición y su crueldad, había sido nombrado capitán general de la Iglesia y había llevado a cabo una serie de campañas militares para expandir el poder de los Borgia.
La fiesta del 30 de octubre fue una muestra más de la influencia que César Borgia tenía en la corte papal. Según los relatos de la época, las cortesanas que participaron en el banquete eran las más bellas y famosas de Roma, y habían sido cuidadosamente seleccionadas por el propio César.
El espectáculo que se llevó a cabo tras la cena fue una muestra más de la lascivia y el libertinaje que reinaban en la corte papal. Las cortesanas, que habían sido despojadas de sus ropas y atadas de manos, fueron obligadas a recoger castañas del suelo con la boca, adoptando posturas que despertaban el deseo de los allí presentes.
El Papa, que había estado observando el espectáculo con deleite, anunció entonces que habría premios para aquellos que fueran capaces de mantener relaciones sexuales con más cortesanas. La orgía que siguió fue descrita por los cronistas de la época como algo jamás visto en el Vaticano.
Al día siguiente, muchos de los asistentes a la fiesta no pudieron acudir a las ceremonias religiosas del Día de Todos los Santos, lo que generó un gran escándalo en la ciudad. La noticia del banquete de las castañas se extendió rápidamente por toda Europa, y fue una muestra más de la corrupción y el descrédito en que había caído la Iglesia católica.
A pesar de los escándalos y las críticas, Alejandro VI y César Borgia continuaron ejerciendo su poder en la corte papal durante varios años más. No fue hasta la muerte de Alejandro VI en 1503 y la caída en desgracia de César Borgia poco después que la Iglesia católica comenzó a recuperarse de los excesos y la decadencia de la época.
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leer-reading-lire · 2 months ago
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Misterio en Egipto, Elizabeth Peters
Amelia Peabody no es lo que se dice una dama victoriana al uso. Decidida y aventurera, al morir su padre y heredar una gran fortuna, decide embarcarse en un viaje por Europa, cuya primera escala es Roma.
Allí rescata a Evelyn Barton-Forbes, la nieta de un conde caída en desgracia, y se la lleva consigo a Egipto. Juntas explorarán el país de los faraones y se incorporarán fascinadas a la misión arqueológica liderada por los hermanos Emerson. Encuentros inesperados, accidentes casi fatales y una momia que vuelve a la vida para sembrar el terror convierten una tranquila excavación en una trampa de la que solo la sagacidad y el arrojo de Amelia podrán salvarlos.
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mitosenespanol · 6 months ago
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Gloria y desgracia de Belerofonte
Poseidón yació con Eurínome, hija del rey de Megara, y de esta unión nació Hipónoo, un joven hermoso que ascendió al trono de Corinto. Desafortunadamente, tuvo una penosa muerte por haber ofendido a los dioses.
Hipónoo vivía en Corinto, reino de su padrastro Glauco. Tras matar accidentalmente a un hombre llamado Balero (y según otros, también mató a su hermano Delíades), se le apodó Belerofonte y viajó a Tirinto como suplicante en busca de la expiación. Allí conoció al rey Preto y a su esposa Antea. Para su infortunio, la mujer se enamoró de él y pronto se las arregló para quedarse a solas con él. Dado que su presencia en la ciudad no era por buenos motivos, Belerofonte no deseaba buscarse problemas, así que rechazó las insinuaciones de Antea. Ofendida, la mujer acusó al héroe de querer seducirla a expensas de su esposo Preto.
El rey estaba molesto con su invitado, más no quería provocar la ira de Poseidón castigando a su hijo, así que se las arregló para vengarse de Belerofonte de manera indirecta: envió una carta a su suegro Yóbates, con un breve texto que decía "mata a quien te entrega esta misiva, pues quiso violar a mi esposa, tu hija". Habiendo escrito esto, le entregó la carta a Belerofonte y la envió a Licia, reino de Yóbates.
El padre de Antea tampoco se atrevió a matar al hombre, pues también temía la ira del dios marino. Pero se le ocurrió que podía enviarlo a cumplir con alguna misión peligrosa que terminara por matarlo. Durante mucho tiempo Yóbates había batallado con el monstruo Quimera, que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Había sido engendrado por Equidna y Tifón, padres los monstruos más temidos de Grecia. Quimera estaba bajo las órdenes del rey de Caria, enemigo de Yóbates, y acechaba el reino de Licia. Así pues, le ordenó a Belerofonte matar a Quimera.
Consciente de lo peligroso de tal empresa, el héroe buscó consejo en Poliido, un adivino corintio. Este le contó sobre Pegaso, un caballo blanco con alas que había creado el pozo Hipocrene pisoteando la tierra con sus cascos y que podía ayudarlo a tener ventaja sobre Quimera. Belerofonte lo encontró bebiendo de los pozos de Pirene, en la Acrópolis de Corinto. Con ayuda de Atenea, le lanzó al caballo alado una brida en la cabeza y logró domarlo con destreza. Ya montado en el, sobrevoló a Quimera y la atravesó con sus flechas, metió entre sus fauces un pedazo de plomo y, cuando la bestia lanzó fuego desde su interior, el metal se fundió, se deslizó por su garganta y le abrasó las vísceras.
Yóbates no recompensó de ninguna forma a Belerofonte por semejante hazaña. Por el contrario, se las ingenió para ponerlo de nuevo en peligro. Lo envió a donde los solimos y las amazonas, ambos pueblos guerreros enemigos de Licia, pero pronto los venció lanzándoles piedras. También le ordenó luchar contra los piratas carios, a quienes derrotó con facilidad. Cansado y sin ideas, Yóbates ordenó a sus guardias a atacarlo. A sabiendas que el rey licio no era su amigo y lo quería muerto, Belerofonte pidió a Poseidón que su cabalgata sobre Pegaso fuera acompañada de olas gigantescas que inundaran la llanura y la ciudad. Cuando se acercó al palacio real, los ciudadanos licios vieron con horror como la ciudad se inundaba. Esta desgracia le hizo ver a Yóbates que el héroe era inocente, y lo dicho por Preto en la carta debía ser una mentira o producto de una confusión.
Decidido a evitar más desgracias, Yóbates le escribió a Preto solicitando una descripción más precisa de lo ocurrido con Antea. Como su hija no pudo sostener la historia que había inventado, el acongojado rey no tuvo más remedio que suplicar el perdón de Belerofonte y ofrecerle a su otra hija, Filónoe en matrimonio. Además, lo convirtió en su heredero.
Belerofonte estaba tan embebido en su gloria que montó a Pegaso y se dirigió a toda velocidad al Olimpo, pero Zeus envió un insecto para que mordiera al caballo alado y provocara la caída del héroe de regreso a la tierra. Así, Belerofonte cayó sobre un árbol espinoso y quedó cojo, ciego y maldito. Vagó solitario por los parajes evitando encontrarse con cualquier persona, y finalmente murió sin gloria.
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Refugio.
Mi respiración se desvanece sin conciencia, al compás del humo que se infiltra en mis pulmones. Calada tras calada, el escape se convierte en una rutina, ahora atrapada en la repetición de mi propia prisión. Mis opciones se disipan, efímeras como el aire que respiro, segundos que se tornan en horas, y así se desvanecen los días.
¿Cuándo se detendrá esta caída? Algo en mí grita por olvidar, pero otra parte se refugia en la desgracia. La condena se me hace familiar, y aunque la reconozco como un mal presagio, no puedo liberarme de ella. Observo robles desnudos, mares vacíos, olas silenciosas y noches ruidosas que recuerdan mi desdicha.
Encuentro consuelo en mis vicios, compañeros inseparables en este viaje sin retorno. Soy dueño de mi propio desprecio. Enfermo, agitado, desbordado de contradicciones, palabras hermosas y actos vergonzosos. Ya no reconozco mi reflejo; se pierde en el abismo profundo que habita en mis ojos.
Ignoro el sendero hacia mi redención, aunque el mapa está a la vista. El demonio que me condena es el mismo que mora en mi pecho, y mi castigo es haber dejado de sentir compasión por mí mismo. En los rincones de mi alma resuenan los lamentos de quienes una vez me amaron, pero ya no hay eco que me devuelva la paz.
Anhelo el perdón divino, aunque no soy digno de él. Sé que Dios conoce el peso del costal que cargo, pero el hijo, atrapado en su propio infierno, no se siente merecedor de su misericordia.
-Sick
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imnotacat2112 · 7 days ago
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F, Fallen Leaves! (Hojas Caídas)
Gato elegante, con manchas naranjas y hocico blanco, ojos verdes. Es parte de Los Gatos Antiguos (los gatos que vivían en los territorios al rededor del lago, antes que llegaran los Clanes), pero por desgracia no llegó a convertirse en un Garra Afilada (el equivalente a guerrero en los Clanes). Ahora vive en los túneles junto con Pedruzco.
Diseño hecho por mi.
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F, Fallen Leaves! (Hojas Caídas)
Elegant cat, with orange spots and white muzzle, green eyes. He is part of The Ancients (the cats that lived in the territories around the lake, before the Clans arrived), but unfortunately he never became a Sharpclaw (the equivalent of a warrior in the Clans). Now living in the tunnels with Rock
Design by me.
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lesbianneopolitan · 9 months ago
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˜”*°•.˜”*°• Solo: Pure Imagination (ES) •°*”˜.•°*”˜
TW: Violencia; Tortura.
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Las luces de la habitación mal iluminada parpadeaban- el olor a sangre seca era notable para aquellos con un buen sentido del olfato, y el Pecador abría el ojo para despertarse -por desgracia- en esta sala de mala muerte.
Estaba atado a una silla, con fuertes cuerdas y unas sencillas pero eficaces esposas de plástico en las muñecas, por si acaso.
"No...¡no me jodas!" Sabía por qué estaba aquí. Hace un momento, (o tal vez horas) la asesina encontró el sitio en el que vivía, entró por la fuerza, y no tardó mucho en ponerlo a dormir para traerlo aquí.
No era la primera vez que hacía esto contra alguien, pero es que tampoco era la primera vez que este Pecador en concreto se intentaba escaquear de pagar lo que la muda y él acordaron.
Dejando su móvil encima de la única mesa que había, la ángel caída dejaría que una sola canción sonase de fondo para ellos dos, en bucle, no muy fuerte pero tampoco muy bajita.
◸Vaya, por fin despiertas.◿
Su mente invadía la del otro para poder comunicarse con esa voz que resonaba casi con eco, y por una razón u otra, eso solo consiguió que el pobre desgraciado dejase escapar un gritito.
Este no tardó en intensificarse cuando Neo caminó más cerca, pillando el cigarro que descansaba en sus labios, y sujetándolo entre índice y pulgar para presionar la punta encendida contra el hombro expuesto del Pecador.
"¡AAAAUGH! ¡Joder!-" La voz del demonio se rompió un poco con algo tan simple como eso, pero el sadismo en la cara de la ex-Exorcista solo se alimentaba, aparente en forma de sonrisa de medio lado.
"Joder...joder joder joder...¡lo siento! S-Se que voy tarde con el pago-" El Pecador respiraba fuerte a la que intentaba buscar una excusa, pero ya era la tercera vez, y eso significaba que la paciencia de la asesina había llegado a su límite.
Andando en círculos alrededor de la silla con el sonido de sus tacones resonando en la habitación, -casi como si de un depredador se tratase- Neo se paró una vez que estaba tras la silla, arrimándose un poco por detrás con una respiración calmada, y la sonrisa aun haciendo acto de presencia antes de que sujetase la redonda barbilla del demonio por detrás, con una de sus manos enguantadas.
◸Te di opciones para pagar la espera hace unos meses, pero necesito el dinero. Ya. No es nada personal, solo negocios. Y sabes bien cuáles eran las condiciones cuando decidiste contratarme. A la tercera va la vencida, cariño. Y una servidora también necesita sobrevivir.◿
Honestamente, a Neo no le gustaría estar en el lugar de todos estos desgraciados, sin poder, sin talento, y en este punto, sin familia o amigos.
◸Me ofreciste la vida de tus únicos amigos y la única familia que te quedaba. Vaya cabrón estás hecho. Todo por salvarte el culo a tí mismo, ¿y de qué ha servido eso al final?◿
Dejando la barbilla ir, la muda dio un paso hacia atrás para tener espacio, y luego le dio una patada a la silla para que esta cayese de cara, consiguiendo que el Pecador se diese de bruces con el duro y frío suelo, y que soltase otro sollozo de dolor.
Antes siquiera de que pudiese intentar moverse para caer de lado, la ex-Exorcista manifestó su arma Angelical en mano, y desenvainó la espada oculta de su parasol para hacer un rápido y limpio corte tras las rodillas del demonio.
"¡¡A-AAAAAAAAAAAAAH!!" Del dolor mismo, el Pecador se intentó mover como pudo, bien atado al asiento y finalmente moviéndose para ponerse de lado; lágrimas aparentes en su único ojo.
El olor a nueva sangre tenía a Neo sonriendo algo más, hasta el punto de enseñar algo de diente, e inevitablemente, la ángel caída dejó que su lengua pasase sobre sus labios.
◸Shhh...tsch, tsch, tsch...◿ Acercándose, la asesina se apoyó en una rodilla, apretando el puño alrededor del mango de su espada, y acercando el filo ensangrentado de esta a su propia boca para limpiarlo con su lengua.
Tras dejar que una pequeña risa escapase de su defectuosa garganta, la mujer dejó la punta de la espada descansar a pocos centímetros de la cara del Pecador.
◸Puedes sobrevivir siendo inválido si eres ingenioso, pero será tu elección. O me dices dónde guardas el dinero en ese cuchitril tuyo, o te mato aquí mismo.◿ Tras hacer una pequeña pausa, Neo no podía evitar el regocijarse en el miedo absoluto que podía leer en la cara del demonio, quien estaba teniendo dificultad para responder, por lo mucho que estaba llorando.
◸¿Y bien?◿ Ladeando la cabeza hacia un lado, la ex-Exorcista sonrió con falsa amabilidad. Siempre ayudaba que se presentase a los Pecadores con su apariencia más humanoide. Les ayudaba a recordar que era más cercana a ser una Exorcista que un demonio, o eso pensaba ella, pero era eficaz.
"El...el...el armario de mi habitación tiene doble fondo- por favor, te lo juro...¡te lo juro!...está todo el dinero que tengo, quédatelo todo- pero por favor...déjame vivir...¡te lo ruego!" Entre sollozo y sollozo, el Pecador cerró su ojo y evitó mirar directamente a la ajena, la cual dejó que su expresión se suavizase algo.
◸¿Ves? ¡Al final no era tan difícil!◿ Mientras comunicaba aquello, dejó que la mano libre diese unas palmaditas en la mejilla del desgraciado, y luego, Neo se levantó y se acercó a la mesa en la que se encontraba su móvil, cogiéndolo, y guardándolo en un bolsillo.
"¿N-No me vas a liberar? Por favor- te he dicho que no mentía-...p-por favor...no me dejes aquí-"
Mordiéndose el labio, y riéndose de nuevo, la asesina miró sobre su hombro y luego se dio la vuelta, escondiendo su espada de nuevo en la otra parte del parasol, y dejando que este descansase sobre su hombro.
◸Te puedes averiguar la manera de salir de aquí, pero no quiero que llegues muy lejos por si acaso me estás mintiendo. No te fíes ni de tu propia sombra en este sitio, ¿eh?◿
Sonreía de medio lado, de manera confiada. Daba asco, pero tampoco es que el demonio pudiese hacer mucho en esta situación.
Dándose la vuelta de nuevo, la muda dejó que los sonidos profundos que podía hacer con la garganta tarareasen un poco la canción que había tenido puesta, y luego, se puso en marcha para salir por la puerta principal.
En vez de comunicar nada por telepatía, miró hacia atrás por última vez, y se despidió con la mano libre antes de salir de allí, cerrando la puerta y dejando al Pecador en completo silencio. Solo en la oscuridad.
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mikrokosmcs · 1 month ago
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El jardín jamás había resplandecido tanto como ahora, donde la suave brisa del viendo balanceaba las enredaderas y plantas que hizo crecer exclusivamente ese día, todas con flores del mismo color que los iris del emperador. Los felinos como siempre le hacían compañía, aunque ahora preferían estar bajo la sombra y ver cómo el humano iba de acá para allá, acomodando sobre las hojas decoraciones que consiguió con ayuda de los sirvientes o los amigos más cercanos a Junseong, el mismo que aún no terminaba una reunión. Dicen que el tiempo sana las heridas y en este caso así fue: Hanbin logró tocar el del corazón y alma ajena después de meses de reencontrarse, de platicar sobre sus flores favoritas o enseñarle a cómo plantar una con sus propias manos y brindarlo los cuidados básicos, muchas veces terminando con tierra sobre sus ropas de seda o cara, las risas brotando de ambos pares de labios y que se unían en una lluvia de besos gentiles. El dolor y angustia, las noches separados y el dolor en el pecho cuando cruzaban las miradas sin querer ahora son cosa del pasado, uno que no podía ser borrado y lo sabía, su amor no podía cambiar los actos de Junseong ni traer de regreso las vidas que perdió, pero aprendió a recordarlas con cariño, atesorar su vida día a día, a crear nuevos recuerdos con la persona que ama y ahora comprende, que le dejó ser mayores miedos y que le han atormentado durante años.  ‘Había una vez, un niño con el mundo en la palma de sus manos, deslumbrante y fuerte como una estrella pero que quemó todo lo que tenía’ así comenzó el relato a su pequeña rosa, cuando su propio corazón comenzó a sanar y a sonreír genuinamente. ‘Arriesgó su vida en las batallas, buscando más y más poder. La emoción de lo alto fue una larga, cruel y dolorosa caída en desgracia… pero si escuchas de cerca, aún puedes oír al niño en el hombre’ un pequeño e inocente niño, que conoció el sufrimiento en lugar de amor y que poco a poco, comenzaba a nacer mediante la linda sonrisa que el dragón poseía, o cuando sus mejillas se coloreaban levemente ante un tímido besito en la mejilla y los iris parecía brillar aún más. La imagen de Junseong le hace tararear, colocando el pastel en el centro del jardín, en una mesa decorada con cinabrios y cuarzos rosados y una cajita sorpresa, en su interior se ocultaba una pulsera que hecha por él mismo, con dijes de las piedras que los caracterizaban y uno con forma de corazón, que en interior tenía ambos colores juntos. Unos pasos lo alertan, toman el presente y escondiéndole en su espalda, echando un último vistazo a la rosa que relucía contenta junto a las demás flores. “Feliz cumpleaños, mi amor. Me gustaría decir que te regalaría el mundo entero… pero tú lo eres para mí.” Las mejillas se sonrojan y la esencia a jazmín aparece, dando los últimos pasos hasta quedar frente al alto, alzando la mirada por la diferencia de estatura y que el alfa pudiese apreciar sus perlas rosadas llenas de vida otra vez, una que le gustaría compartir a su lado. “Así que por favor, acepta este presente.” Extiende el obsequio con timidez para luego ponerse de puntillas y dejar un beso sobre los suaves y preciosos labios del menor, quedándose cerca del rostro para volver a expresar las palabras que han ido creciendo en su frágil corazón. “Te amo aquí, ahora y lo seguiré haciendo hasta el último de mis días, mi dulce y gentil dragón.”
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Su  cumpleaños  nunca  fue  una  fecha  importante,  su  padre  omega  desde  el  primer  momento  en  que  lloró  en  el  mundo  lo  repudió  como  si  fuese  culpable  de  todas  las  fechorías  de  su  padre  alfa  y  este  último,  no  creía  en  celebrar  esa  fecha  de  forma  familiar.  Todas  las  fiestas  que  tuvo  de  cumpleaños  fueron  acercamientos  políticos  con  otros  reinos,  todas  sus  fiestas  fueron  hechas  para  los  adultos  desde  que  tiene  memoria,  desde  que  recuerda  a  su  padre  lastimándolo  más  que  otros  días  luego  de  las  celebraciones  solo  para  que  nadie  pudiese  ver  los  moretones  y  las  heridas  en  su  carne  tierna  e  infantil.  Por  ende,  inclusive  cuando  tomó  control  absoluto  del  reino  y  aledaños,  no  esperaba  felicitaciones  de  ninguno  de  sus  dos  mejores  amigos,  tampoco  de  otros  príncipes  y  reyes  de  reinos  que  se  sentían  más  asustados  por  su  presencia  que  felices  de  que  siga  vivo,  por  ello  es  que  ahora  en  aquella  reunión  solo  hablan  sobre  guerra  y  avances  politos,  sobre  la  retención  de  los  golpes  civiles  y  todas  las  bajas  humanas  que  han  experimentado  en  todos  esos  meses.  Junseong  escucha  y  asiente,  dando  ordenes  y  obligando  a  los  demás  a  retirarse  de  su  vista  porque  tenía  una  cita,  con  la  única  persona  que  alguna  vez  ha  visto  todas  sus  caras  y  lo  ha  adorado  en  cada  una  de  ellas.
Las  botas  resuenan  sobre  el  mármol  de  los  pasillos,  llegando  al  jardín  del  Edén  donde  los  dos  habían  ya  compartido  muchísimas  horas  juntos,  riéndose  de  forma  suave  y  disfrutando  de  la  compañía  del  otro  una  vez  más.  La  angustia  de  los  intentos  de  suicidio,  de  su  propia  violencia  tomando  control  de  él  con  sus  otros  amantes  gracias  a  la  frustración  que  sentía  de  no  poderse  acercar  a  Hanbin,  el  dolor  supurante  y  latente  de  haber  perdido  a  su  primer  cachorro…  todo  eso  parecía  haber  quedado  atrás.  La  pantera  es  la  primera  en  acercarse  a  él,  ronroneando  y  pegando  su  gran  cabeza  contra  el  hombro  del  emperador,  Junseong  lo  acaricia  y  una  sonrisa  suave  se  dibuja  en  sus  labios  cuando  captura  con  sus  ojos  carmín  todo  el  escenario,  las  decoraciones,  el  pastel,  pero  sobre  todo  la  belleza  deslumbrante  del  príncipe  del  cuarzo.  -  —¿Qué  es  todo  esto?  —  -el  ébano  brota  de  él  naturalmente,  sus  manos  antes  de  caer  en  la  cintura  del  otro  van  hasta  el  obsequio  que  le  extiende  y  con  cuidado,  busca  deshacerse  de  las  ataduras  y  observar  la  joyería,  escuchando  la  felicitación  desde  los  labios  del  mayor.  Genuinamente,  debía  esperar  eso  de  Hanbin,  un  chico  que  tuvo  una  infancia  feliz  y  que  seguramente  sus  cumpleaños  eran  lo  más  importante  para  sus  padres.  Junseong  siente  una  opresión  en  el  pecho,  no  era  tristeza,  sino  otra  cosa  que  le  robaba  el  aliento  cuando  vuelve  a  alzar  los  rubies  hasta  los  orbes  rosados,  levantando  la  diestra  para  sostener  su  rostro  y  descender  para  dejar  un  beso.  -  —Tu  eres  el  único  regalo  que  siempre  había  deseado,  lo  que  más  había  querido  en  todo  el  mundo…  —  -no  carece  de  verdad,  porque  lo  raptó  a  él  justamente  por  esa  obsesión  que  sentía.  Pero  Hanbin  realmente  era  todo  lo  que  había  deseado,  amor  sincero,  un  poco  de  atención  genuina,  una  caricia  suave  y  un  beso  de  buenas  noches.  -  —Te  amo  Hanbin…  —  -toca  sus  frentes  juntas,  rozando  su  nariz  con  la  contraria  de  forma  suave,  como  los  lobos  compartían  sus  esencias  en  el  pasado.  -  —Gracias,  mi  rosa,  mi  tesoro  más  grande,  el  amor  de  mi  vida. 
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a-pair-of-iris · 4 months ago
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Entre muros y silencios (Parte 2)
by Aris
3.512 palabras
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—Andando. —murmuró seco el hombre y se puso en marcha enseguida con pasos firmes golpeando sobre las hojas y tierra húmeda.
Francisco, aturdido como estaba por la sorpresiva caída y su repentino cambio de ambiente -que se sumaban a los acontecimientos previos-, tardó bastante en reaccionar. Sin saber qué hacer con todos sus baúles desperdigados alrededor, decidió que lo mejor era apresurarse para alcanzar al hombre que ya se encontraba a varios metros de distancia, volviéndose apenas visible entre la espesa neblina que inundaba el claro de bosque en el que se encontraban. Se levantó como pudo, sacudiéndose algo del barro que le empapaba la ropa y corrió a su encuentro, siguiéndolo en silencio un par de pasos por detrás.
Estaba nervioso, por no decir bastante asustado, y el lúgubre ambiente repleto de crujidos y sonidos extraños no ayudaba a tranquilizarlo. Pronto también comenzó a resentir el frío provocado por la sombra de los altos árboles, la brisa y la niebla que le empapaba las mangas de la camisa y las medias donde no cubría el fino justillo que llevaba encima. Acabó abrazándose a sí mismo, intentando conservar algo de calor y compostura. Lo que menos quería era que el hombre frente a él lo viera temblando como un niño miedoso, por mucho que así fuera como se sentía. Para su desgracia, no pudo ocultar un notorio sobresalto en cuanto el sujeto se detuvo de improviso y volteó a mirarlo.
—No tienes que caminar detrás de mí ¿Sabes? No sé cómo sea allá, pero aquí no se acostumbra y la verdad es que no me gusta tenerte a mi espalda.
—Perdón, mi señor. —Contestó Francisco con voz apenada. Pudo notar que la mirada al inicio irritada del hombre se suavizó un poco al verlo trastabillar, y algo de la tensión que sentía en todo el cuerpo se disipó al notar ese pequeño gesto de misericordia.
El sujeto suspiró pesadamente ante su respuesta y reemprendió la marcha. Francisco se apresuró a ponerse a su lado para no volver a molestarlo.
Un poco -solo un poco- más relajado, esta vez se permitió prestarles más atención a sus alrededores, y pudo notar algunas cosas. Más que un bosque como tal, ese parecía un camino abandonado y consumido por la naturaleza. Entre las ramas y raíces asomaban vestigios de cercas y muros de ladrillo, techos caídos y pilares rotos. Sus botas a veces topaban con series de adoquines y brechas que bien pudieron ser en otros tiempos parte de una acera. Incluso le pareció ver a lo lejos un gran arco de piedras sobre el que varios árboles habían echado raíces.
También se le hizo evidente su destino: sobre las copas de los árboles y la neblina se hacía cada vez más visible la silueta oscura de un castillo. Estaba a mal traer y repleto de enredaderas que subían por sus muros. No parecía elegante ni ostentoso como los que conocía, pero, si no hubiera estado tan nervioso como estaba, a Francisco le habría encantado esa aura misteriosa y trágica que emanaba de él.
Estuvo a punto de abrir la boca para hacer un comentario, pero entonces su acompañante se adelantó al encuentro de dos guardias en armaduras completas que custodiaban un portón de entrada.
—Abrir las puertas. —Mandató el hombre y los guardias empujaron ambas alas igual de oxidada que sus gastadas armaduras. Francisco hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no llevarse las manos a cubrir sus oídos ante el horrible chirrido del metal siendo arrastrado para abrirles paso—. Ir al ágora por los baúles del príncipe y llevarlos a la habitación.
Dicho eso los guardias se pusieron en marcha sin decir palabra, y ellos también.
Conforme avanzaban, el lugar comenzaba a cobrar algo de vida. Podía escuchar murmullos y pasos que correteaban por los pasillos interiores, luces que eran encendidas o apagadas y calderas funcionando. Le pareció sumamente extraño al darse cuenta que habían ingresado por un lateral de servicio en lugar de la entrada principal.
Finalmente se cruzaron con una mujer delgada y pálida que se detuvo de lleno en su camino para acercarse a ellos, o más bien a su esposo, cargando un gran cesto de ropa.
—Mi señor ¿Cómo le fue? —preguntó, intercalando sus sorprendidos ojos oscuros entre el hombre y Francisco—. ¿Es que acaso…? ¿Podría ser…?
—Carmen, este es… ehm. —comenzó, para luego girarse a mirarlo—. Muchacho ¿Cuál era tu nombre?
—Oh. Francisco, mi señor. —respondió, intentando no sentirse muy ofendido.
—El príncipe Francisco, de la Casa de Burgos. A partir de ahora será también señor del castillo. Encárgate de hacer que todos los demás lo sepan.
Carmen pegó un grito exaltado y, con grandes aspavientos, salió corriendo a cumplir su misión, dejando olvidado tras ella el canasto y la ropa que voló por los aires y directo al barro.
—Tsk. —Su esposo sacudió la cabeza ante el escándalo de la mujer, quien llamaba con desesperación a una tal Marta. Luego de una pausa, en la que Francisco podría jurar que lo vio comenzar a inclinarse para levantar las prendas esparcidas, solo siguió caminando.
—Ehm, mi señor… —tanteó Francisco una vez hubieron abandonado las galerías donde un puñado de personas asomaban las cabezas buscando el origen de los gritos. Se ganó un nuevo suspiro frustrado de parte del hombre.
—Tampoco tienes que decirme así todo el tiempo. —murmuró, pasándose una mano por el rostro.
—Lo siento. —Se disculpó Francisco instintivamente, agregando luego—… Es que no sé cómo más llamarlo. No conozco su nombre.
Entonces el hombre se detuvo intempestivamente, otra vez, haciendo que Francisco por poco se chocara con él.
—Manuel. —dijo luego de meditarlo un instante—. Mi nombre es Manuel. Puedes llamarme así, o como prefieras, solo… intenta limitar eso de “mi señor”. Me fastidia un poco.
—Está bien, mi se- Manuel. —Se corrigió inmediatamente.
Manuel lo guio por un sinnúmero de pasillos, vueltas y escaleras, más de las que Francisco había anticipado considerando la modesta apariencia de la construcción por la que entraron. Esa primera ala conectaba a otra más grande y robusta que lo hizo pensar que ese había sido un gran y majestuoso edificio en otros tiempos. Los pisos estaban cubiertos con grandes e intrincadas baldosas surcadas por largas grietas y trozos faltantes. Los muros grises se adornaban únicamente con restos de pintura descascarada y vestigios de molduras que se desprendían de ellos convirtiéndose en polvo. De los altos cielos abovedados colgaban enormes lámparas con cristales faltantes y en las que se enredaban una extensa red de telarañas que podrían pasar perfectamente por delicadas cortinas de seda. Una tenue y débil luz de mañana se colaba por las anchas ventanas y vidrieras sin vidrio, al igual que la húmeda niebla que parecía esparcirse por todo ese mundo y no permitía ver mucho más allá de un par de metros.
En todo el recorrido le sorprendió casi no encontrar gente, aunque las pocas personas que se cruzaron se lo quedaban mirando como si una segunda cabeza le hubiese crecido de pronto.
“No han de tener muchos visitantes”, pensó.
Al subir al tercer piso fue que apareció algo más de la rica decoración. Tras subir por unas enormes escaleras de mármol oscuro y barandas talladas con zarzas y aves rapaces accedieron a un amplio corredor flanqueado por múltiples retratos que Francisco asumió eran los antiguos amos del castillo y los ancestros de Manuel. Los rostros descoloridos se levantaban sobre él con la actitud de grandes señores que desafiaban al tiempo y el olvido representado en el moho que comenzaba a tragarse la tela desde sus bordes, sus miradas muertas parecían seguirlos mientras avanzaban en silencio por la galería.
“Su nuevo hogar”. Ese lugar desolado y gris sería su nuevo hogar a partir de ahora, y el hombre gris y silencioso que caminaba serio y callado a su lado era de allí y en adelante su esposo y señor. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando su mente ahondó en las implicaciones de esas palabras. Hasta ahora Manuel parecía poco interesado en establecer alguna clase de contacto con él, pero eso podía cambiar en cualquier momento y Francisco no se sentía ni mínimamente preparado para eso ¿Qué haría si Manuel esperaba que se comportara como “su esposo” una vez llegaran a sus habitaciones?
—Es aquí. —Señaló Manuel, parándose de pronto como solía hacer. Más ansioso que nunca, Francisco atravesó con cautela la puerta que el otro mantenía abierta para él—. Pronto traerán tus cosas para que te instales. Puedes pedirme lo que te haga falta y me encargaré de ver qué se puede hacer, pero no esperes muchos lujos, aquí llevarás una vida mucho más modesta de la que estabas acostumbrado.
Resultaban ser habitaciones de buen tamaño, aunque más reducidas de lo que podría pensarse dado el corredor de acceso. Constaban de un salón principal con un pequeño comedor y un par de sillones; un baño con una tinaja circular y orinal; y la alcoba principal que se abría a una pequeña terraza cubierta por enredaderas y hojas secas, contaba con una cama matrimonial enmarcaba por un alto respaldo de madera oscura, un armario y tocador.
—No esperaba regresar con alguien ¿Verdad? —comentó Francisco sin pensarlo demasiado, mirando su polvoso reflejo en el espejo de pie apoyado en un rincón, el único de todos los muebles que no estaba cubierto por telas amarillentas y comidas de polillas. Resultaba evidente que el lugar no había sido acondicionado para su llegada, o que alguien más las hubiese ocupado por un largo, largo tiempo.
—¿Es tan obvio? —Manuel suspiró pesadamente, otra vez. Parecía que la única reacción que Francisco conseguía de él era esa.
—Lo siento. —Comenzó inmediatamente a disculparse por su torpeza, grosería, o lo que fuera que estaba haciendo mal—. No quise sonar mezquino. Las habitaciones están bien, seguro serán perfectas una vez se quite el polvo y retiren las cubiertas.
—Si eso crees, será mejor que bajes un poco tus expectativas, niño. —dijo Manuel con seriedad.
Francisco no supo cómo responder ante eso y ambos quedaron en silencio por un largo e incómodo instante. Se esforzó buscando en las profundidades de su mente algo con lo que continuar la conversación con Manuel, decidido a no permitirle regresar al mutismo que mantuvo durante casi todo el trayecto hasta la habitación. Tenía muchas preguntas. No sabía nada del hombre o de ese lugar, sus costumbres o qué planes tenían para él. Lo único que sabía es que tendría que dormir allí, y no estaba seguro de si Manuel planeaba acompañarlo.
—¿Y… usted también se trasladará aquí conmigo? —Se atrevió a preguntar finalmente.
Esta vez Manuel no suspiró ni resopló, si no algo nuevo. Sus ojos se abrieron de par en par y su rostro se volvió completamente rojo, hasta las orejas. Igual que un tomate. Francisco sintió un enorme alivio al verlo atragantarse de vergüenza.
—Cof ¡No! No… —Se aclaró la garganta antes de proseguir, buscando retomar algo de compostura—. Yo permaneceré en mis habitaciones. No quiero volver esto aún más incómodo. Para ninguno de los dos.
—Gracias por su consideración. —Francisco quería expresarle con mayor énfasis lo agradecido que estaba por eso, pero pensándolo mejor decidió guardar su dicha para él mismo—. Entonces… ¿Dónde se encuentran sus habitaciones? —Ante la mirada espantada de Manuel agregó—. Para saber dónde encontrarlo si llego a necesitar algo.
—Ah. Claro, claro. Sígueme.
En cuanto salieron de regreso al pasillo se cruzaron con Carmen guiando a un grupo conformado por los dos guardias del portón que traían cargando sus baúles, y un par de personas más llevando plumeros, escobas y cubetas de agua.
-o-
Luego de un rápido vistazo a la puerta que dirigía a las habitaciones de Manuel, Francisco se encontraba sentado junto a él a la cabecera de una larga mesa de madera a la que le vendría bien una pulida de cepillo y aceite. Ambos bebían en silencio sus tés, “El café no se da en este ambiente”, le informó Manuel con cierta satisfacción sádica en la voz cuando le preguntó por la bebida. Así que se había conformado con la taza de té y un trozo de pan y queso junto al puñado de fruta rebanada que constituían su desayuno. Era una comida mucho más reducida de lo habitual, pero le gruñía el estómago y viendo los aún más humildes pucheros de avena que comían los demás supo que debía abstenerse de cualquier comentario al respecto.
El resto de asientos los ocupaban una veintena de personas que Francisco juraría eran parte del servicio del castillo, tanto por sus descuidadas ropas como por los temas que trataban en sus distendidas discusiones, tales como el estado de los huertos y corrales, la escasez de cera para vela y la reiterada desaparición del licor de maíz. Estaba muy concentrado en enterarse de las andanzas de una de las cocineras con uno de los mozos y una lavandera, aguzando el oído para captar los detalles de la conversación por sobre el crepitar del fuego en el hogar y el ruido del aguacero que caía con insistencia y escándalo en el exterior.
La tormenta apareció de un momento a otro, como si alguien hubiera abierto las compuertas del cielo para derramarlo sin piedad sobre el mundo. Francisco nunca había visto algo parecido. En Cundinamarca las nubes se acercaban lentamente alertando de su paso, y se liberaban con suavidad para sembrar de vida la tierra; aquí en cambio parecía que un millar de flechas buscaban echar abajo los tejados. Definitivamente no le gustaría que lo sorprendieran en medio de un paseo por los campos.
En un momento, Manuel se levantó de su asiento llamando la atención de los demás comensales y, aclarándose la garganta, alzó la voz para que pudieran escucharlo claramente.
—Supongo que para estas alturas ya todos estarán enterados. —Empezó Manuel—. Pero si alguno no alcanzó a oír la noticia, les informo que la visita al reino de Cundinamarca ha resultado provechosa esta vez. Finalmente, los reyes han cumplido su palabra y la mano de un príncipe fue entregada en matrimonio. El trato se ha cerrado y la vida puede seguir su curso. —Entonces lo señaló a él con una mano—. He aquí al príncipe Francisco, mi nuevo esposo y señor del castillo. Está aquí cumpliendo su deber, así que no lo carguemos a él con los errores de sus antepasados. Es mi deseo que lo hagan sentir bienvenido y logre adaptarse lo antes posible a su nuevo hogar. —dijo eso último mirándolo a él y Francisco se encogió levemente de hombros bajo su mirada, asintiendo. Manuel entonces volvió su vista al resto de la habitación para finalizar su breve discurso—. Eso es todo, vuelvan a lo suyo.
Y así lo hicieron. Lo primero fue el sonido de los cubiertos moviéndose y pronto las voces también retomaron su curso. Francisco por su parte estaba sorprendido por lo informal de sus palabras, y por sus palabras en sí. No acababa de entender lo que había querido decir con todo eso, pero lo cierto era que poco y nada lograba entender desde esa mañana. Miró a Manuel a su lado, quien se encontraba concentrado devorando el pan tostado entre sus manos. El hombre tardó varios segundos en notar su atención puesta sobre él y entonces se detuvo un momento para mirarlo.
—¿Qué sucede, niño? —preguntó, limpiando las migajas de la comisura de sus labios con el dorso de su mano.
La verdad es que tenía demasiadas preguntas en la cabeza, pero la que saltó indignada de su boca fue ciertamente la menos importante de todas.
—¿Por qué insiste en llamarme “niño”? ¿O “muchacho”? No creo que esa sea forma de tratarse entre esposos. Además… —Hizo una pausa para escrutarlo con la mirada, y ciertamente para darse valor de continuar—. No es que usted sea mucho mayor que yo.
Manuel pestañeó un par de veces. Se veía confundido, aturdido. Pero entonces una mueca desconocida comenzó a tirar lentamente de sus labios. Una sonrisa. Una sonrisa seguida de un sonoro jadeo que acabó en estridentes carcajadas.
Francisco se encogió otra vez, avergonzado. No acababa de entender cómo sus palabras pudieron desencadenar este ataque de risa con el que Manuel parecía estar a punto de ahogarse. Además de eso podía sentir todas las miradas de nuevo sobre ellos y más apenado se sentía.
—Perdón, perdón, no me estoy burlando. —Quiso asegurarle Manuel, todavía riéndose y secando el par de lágrimas que se acumulaban en sus pestañas—. Es que- es solo que… jajaja.
Mientras el otro seguía intentando controlarse lo suficiente para elaborar una disculpa, Francisco estaba concentrado en acabar lo que le quedaba de fruta y correr a esconderse en su habitación lo más pronto posible.
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Cinco minutos. Eso fue lo que tardó la escueta ceremonia que le entregó la mano de su hermanito a ese horrible hombre.
"Que esta unión de por concluida la deuda del reino. El príncipe ahora ha de partir con su esposo."
Apenas si tuvo tiempo de asimilar las palabras del erudito que hacía de maestro de ceremonias antes de que la misma nube negra de la que había brotado el hechicero los consumiera a ambos sin dejar huella alguna.
Cinco minutos luego de eso el puente se había dejado caer y los clarines anunciaron la llegada del príncipe Miguel, quien enseguida entró corriendo en el salón principal, abriendo de par en par las grandes puertas.
—¡Ya-ya estoy aquí! —jadeó el joven, las mejillas sonrosadas y la respiración entrecortada por la veloz cabalgata a campo traviesa y las grandes zancadas con las que había atravesado el castillo desde la entrada principal hasta el gran salón.
 Toda la frustración, ira y desconsuelo de la reina se volcaron contra el cansado hombre, doblado de fatiga en medio de la habitación. La cachetada que le propinó resonó en las paredes blancas, así como lo había hecho la voz espectral del hombre que le había arrebatado a su querido hermano.
—¡Llegaste tarde! ¡Ya está casado! —Siseó Catalina por sobre el confundido príncipe. Entre María y Fernanda lograron detenerla y alejarla antes de que pudiera asestarle un segundo golpe con sus puños o pies.
Miguel permaneció quieto en el suelo donde había caído, intentando comprender las palabras de Catalina mientras la marca de la bofetada seguía ardiendo en su mejilla. Sus ojos, llenos de incredulidad, se encontraron con los de la reina que destilaban una mezcla de furia y desesperación.
—¿Casado…? —repitió Miguel, su voz temblando ante la revelación—. ¿Francisco? ¿Casado con quién?
Catalina, todavía temblando de rabia, soltó una risa amarga. Tras ella, María y Fernanda aumentaron su agarre por temor a que pudiese abalanzarse de nuevo sobre el hombre o caer desplomada por los nervios.
—¡Vaya a saber con quién! Un brujo, un espectro, un demonio ¡Da igual! —espetó Catalina—. ¡Está casado con el hombre oscuro que vino a reclamarlo porque tú no llegaste a tiempo!
Miguel se tambaleó en su intento por levantarse, como si en lugar de escupirle las últimas palabras Catalina lo hubiese abofeteado otra vez.
Unos minutos tarde. Solo unos minutos, y toda su vida se había puesto de cabeza.
—¡No! —gritó Miguel, desesperado—. Eso no puede ser. Francisco... ¡No! Debemos ir por él. Tengo que ir por él ¡Voy a encontrarlo y lo traeré de vuelta!
Catalina lo miró con una mezcla de desprecio y lástima, sus manos apretadas en puños a sus costados. Dio un paso en su dirección antes de que las otras dos mujeres la detuvieran, y con voz baja pero cargada de furia le dijo:
—No vengas a hacerte el héroe ahora, cuando ni siquiera tuviste la habilidad o la decencia de llegar a tiempo como mi hermano tantas veces te lo pidió. Si fueras realmente un hombre de honor habrías estado aquí hace días, ustedes estarían casados y Francisco seguiría con nosotros. O si tan solo mi hermano no hubiera sostenido hasta el final esa fe ciega en ti, nada de esto estaría pasando.
Miguel abrió la boca para responder, pero en ese mismo instante un relámpago iluminó el cielo, seguido por un trueno ensordecedor. Apenas entonces notaron que la antes clara mañana se había ensombrecido por oscuras nubes de tormenta, como si la naturaleza misma respondiera a la desesperación y el miedo que llenaban la habitación. Las puertas que daban al balcón se abrieron violentamente con la fuerza del viento que azotaba al castillo y el pueblo a sus pies.
Olvidando momentáneamente su discusión, los cuatro se asomaron al exterior para descubrir a la gente del castillo y sus alrededores corriendo de un lado a otro, atemorizada por la fuerte lluvia que empantanaba los jardines y el viento que hacía volar las cofias y la ropa de los tendederos.
—¿Por qué tanto escándalo? Parece que nunca hubieran visto una tormenta. —comentó Miguel al ver a las mucamas tropezarse unas con otras en su desenfrenada carrera.
—En Cundinamarca no hay tormentas. —respondió Catalina mirando el oscuro cielo que se extendía sobre sus cabezas, preocupada—. Nunca.
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taizidianxianiie · 2 months ago
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‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ⸻ 𝐒𝐈𝐑 𝐗𝐈𝐄 𝐋𝐈𝐀𝐍 ✦
‎ ‎ ‎‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎‎ ✷ ‎𝓣𝐡𝐞 𝓖𝐨𝐝 𝐎𝐟 𝓜𝐢𝐬𝐟𝐨𝐫𝐭𝐮𝐧𝐞✷
‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ 「 白蓮花 」 ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
‎ ‎ ‎ ✷ 𝐀𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: 𝐭𝐞𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐨𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨 𝐝𝐚𝐧𝐦𝐞𝐢 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐝𝐚 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐚 𝐌𝐨 𝐗𝐢𝐚𝐧𝐠 𝐓𝐨𝐧𝐠 𝐗𝐢𝐮. 𝐏𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞 𝐬𝐞𝐦𝐢 𝐜𝐚𝐧𝐨𝐧. ‎‎✷ ‎ ‎ ‎
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‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎‎
La caída de XianLie fue más devastadora de lo que Xie Lian hubiera podido prever, como si una oscura marea se hubiera tragado la magnificencia de su reino. Era un destino que jamás habría imaginado cuando, en su juventud, ascendió con el corazón lleno de esperanza y convicciones firmes. Ahora, cada paso que daba resonaba con el eco de las ruinas de su imperio. La imagen imponente del príncipe del reino celestial, Taizi Dianxia, quedaba sepultada bajo el polvo de la derrota, eclipsada por el peso de la desgracia.
El día en que Jun Wu, el emperador celestial, colocó los grilletes sobre sus muñecas, fue como si toda la vitalidad que alguna vez iluminó su semblante fuera drenada. Los grilletes no solo eran un castigo físico, sino un símbolo de su impotencia frente a las fuerzas que lo precedieron. Ya no era el joven dios que ascendió con la espada en alto; ahora caminaba entre las sombras de sus propias decisiones. El frío hierro le recordaba que el mundo divino no perdonaba errores, y que la benevolencia celestial no era tan infinita como parecía.
Con cada mirada que recibía, percibía el juicio en los ojos de quienes alguna vez lo veneraron. Los devotos que antes oraban a sus estatuas en los templos ahora miraban hacia otros altares, buscando en otros dioses la protección que él ya no podía ofrecer. Las estatuas de Xie Lian fueron derribadas, los templos profanados por el paso del tiempo y la decepción. Era como si la tierra misma le hubiera retirado su bendición. La imagen que alguna vez inspiró fe y respeto ahora era sinónimo de fracaso. Su título ya no era Taizi Dianxia, el príncipe heredero de un imperio glorioso, sino “El Dios de la Desgracia”, un apelativo que resonaba con la crudeza de su caída.
Sus más fieles cortesanos, aquellos que lo siguieron en los días de gloria, habían perecido uno a uno. Algunos murieron defendiendo lo que quedaba de su reino, otros sucumbieron al hambre y la miseria que el caos había sembrado entre las ruinas de XianLie. Aquellos que sobrevivieron, lo hicieron sin esperanza ni propósito, incapaces de sostener la luz de un dios caído. La soledad que se cernía sobre Xie Lian era más agobiante que la propia carga de sus grilletes.
El viento susurraba su nombre con desdén, llevándose consigo las plegarias que nunca más recibiría. Ahora caminaba por tierras que parecían ajenas, observando con una calma perturbadora cómo su leyenda se desmoronaba. La incredulidad de sus súbditos, la furia de los cielos y el silencio de aquellos dioses que antes lo habían recibido con los brazos abiertos; todo parecía formar parte de una conspiración destinada a arrastrarlo a lo más profundo del abismo.
Pero en el fondo de su espíritu, donde las llamas de la derrota no habían conseguido extinguirse por completo, algo aún ardía. Un fuego tenue, pero resistente. Sabía que su título como “Dios de la Desgracia” podría ser una mancha imborrable en su honor, pero no una sentencia final. Había sobrevivido a la vergüenza de la caída y al peso de las cadenas, y ahora, enfrentado al abismo, comenzaba a preguntarse si la única respuesta posible ante tal calamidad no era la rendición, sino la resistencia.
La siguiente fase de su vida sería la más ardua de todas: tendría que enfrentarse a las miradas acusadoras de aquellos que lo despreciaban, levantar su rostro ante un mundo que ya no lo veneraba y, aun así, seguir adelante.
Xie Lian había perdido todo, pero lo que quedaba de él, lo que aún sostenía en su interior, era la esencia de lo que alguna vez fue. Y quizás, desde esa fragilidad, desde el polvo y las ruinas, podría surgir una nueva luz. Una luz que no provenía de la divinidad, sino de la humanidad que había aprendido a abrazar en su caída.
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el-moleskine-de-kusubana · 2 months ago
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Media luz
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Mientras cumple una misión de vigilancia, el capitán Ibiki Morino se da a la tarea de revisar los viejos expedientes del desaparecido departamento de la Policía Militar de Konoha, en donde sirvió durante su juventud. Ni buenos ni malos. Los héroes de la luz no son tan interesantes como los que se ocultan en las sombras.
✿Género: Crimen, Misterio, Terror
✿Personajes: Ibiki Morino, Tsunade, Shizune, Ino Yamanaka, Hinata Hyuga, Neji Hyuga y montones de extras
✿Tipo: Canon... más o menos
✿Estado: En progreso
✿¿De qué va? Spin-off (con algunas licencias) de “Las crónicas perdidas de Konoha” (en FanfictionNet, Wattpad y Ao3) de Ellistriel, que trata a Ibiki como vecino de un edificio departamental problemático.
Mientras cumple una misión de vigilancia para una recién llegada a la aldea, el capitán Morino se da a la tarea de revisar los viejos expedientes del desaparecido departamento de policía militar de Konoha, en donde sirvió durante su juventud.
Con la ayuda de inexpertos genin y algunos airados chūnin, no se rendirá hasta resolver expedientes de personas desaparecidas, robos, a5e5inatos y v10laciones al mero estilo de programas como Cold Case.
Por la dinámica de ir resolviendo casos a modo de mini arcos, suelo presentarlo como una historia que puede funcionar, mayormente independiente.
¿Existe un hilo conector? Sí, por supuesto, por eso no tengo un montón de one shots o fics cortos de manera dispersa. Por si no quieren leer todo, quedaría dividido así:
Capítulos 1-3 Introducción
En algún momento de su juventud, Ibiki Morino tuvo claro la clase de trabajo que le gustaba, y aunque se imaginó que haría carrera en la policía militar de Konoha… pasaron cosas.
(Si sobreviven a esto, el resto del fic les sentará mejor)
Abordo un poco la admisión de Ibiki en ANBU, Ibiki elige como su primeros caso un asesinato por envidia, y una serie de v10laci0ne3, que han estado ocurriendo por años en Konoha, sin que nadie haga algo.
Establecen la premisa general de lo que motiva a Ibiki a tomar esos casos viejos de la desaparecida Policía Militar de Konoha.  
Capítulos 4-10 El misterio de los niños desaparecidos
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Durante el intento de secuestro de la pequeña Hinata por parte de Kumo, ocurrió otra serie de desaparición de niños que, aparentemente, los Uchiha encubrieron.
Con ayuda de Tsume Inuzuka, principalmente, lo que empieza como una duda sobre los reales intereses del desaparecido clan, acaba en una batalla campal.
Capítulo 11 Transición
Después de tanta tensión, el capitán Ibiki Morino se toma un día para recobrar el ritmo. Sin embargo, no está de ánimos, y cuatro kunoichis podrían ser la clave para remontar el vuelo. 
Capítulos 12-16 La misteriosa muerte de un anciano fuera de la aldea
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Ino, Shikamaru y Chōji están suspendidos, y si quieren sobreponerse a su caída en desgracia, van a tener que ayudar a un hombre que les aterra... si es que pueden.
El descubrimiento de un anciano muerto a las afueras de la aldea, es solo el inicio de un misterio sin resolver desde la Primera Guerra Mundial Ninja.
Capítulos 17-23 Hinata se vuelve asistente
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Hinata no quiere vivir siendo la tragedia del clan Hyūga, realmente quiere demostrar su valía, aunque eso la ponga en una de las más aterradoras situaciones de su vida: seducir a un hombre que, tal vez, sea responsable de una oleada de violencia en la aldea.
Capítulo 24 Transición
Con un toque de humor, hace referencia directa a un evento sucedido en Las crónicas perdidas de Konoha: Tsunade obliga a Ibiki a tomarse unas vacaciones, pero la vida tiene otros planes.
Aunque se puede leer sin necesidad del otro fic.
Capítulos 25-Actual
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Amenazado por el puño de la quinta maestra Hokage, Ibiki va de vacaciones al País del Té, esperando tener unos días de calma mientras trata de reparar la relación con su hermano... aunque su esfuerzo por mantenerse alejado del trabajo, es bastante pobre.
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Todavía me faltan varios chicos para que caigan en manos de Ibiki, quiero que los novatos (de ese entonces) se lleven una buena dosis de vida ninja cruda, así que hay trama para rato.
✿En FanfictionNet
✿En Wattpad
✿En Ao3
✿En portada Ilustraciones de Higurashi Workshop Studios (editadas). Fondo, texturas, filtros y elementos varios recuperados de freepik. Tipografía: Appendix Normal.
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bitacoradeunadialover · 2 years ago
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ANOTACIONES ELEMENTALES SOBRE EL CHICO RUBÍ
El chico rubí siempre resaltaba con su brillante rojo. Era imposible no verlo, su presencia y color invadía cualquier sitio que tuviera bajo sus pies como el petricor después de la lluvia.
Pero esto, lejos de resultar una cualidad maravillosa, era en realidad un terrible presagio, ya que el rojo que lo cubría de pies a cabeza se trataba, precisamente, de la sangre de aquellas jóvenes novias sacrificadas caídas en desgracia.
El chico rubí era tontamente imponente, puesto que sus actitudes —más allá de su avasallante narcisismo— se resumían a la de un adolescente promedio. Sin embargo, la voracidad de sus instintos naturales lo volvían un ser insaciable.
Siempre lo quería todo, siempre quería más.
Y esta necesidad por ser el brillante caballero rojo —esta necesidad de resaltar, de ser el primero y el mejor— estaba arraigada en su mente y corazón con violencia.
No obstante, en el corazón del brillante caballero rojo —que al final del día no era más que un simple chico rubí— yacían también escondidos la desconfianza y el miedo.
En un inicio me pareció imposible el siquiera considerar tal cosa. Un disparate propio de un pensamiento pasajero. Pero conforme transcurría el tiempo con su impasibilidad característica, noté que sus actitudes y acciones no eran más que un simple escudo, un mecanismo de defensa.
Y su rojo no era más que el color de sus pecados. Y su narcisismo y hambre desmedida no eran más que atributos adquiridos con violencia.
De vez en cuando me siento mal por él en un punto, porque puedo ver que debajo de aquel brillante rojo que lo cubre se esconden variopintos colores, los más hermosos.
Y a veces me pregunto, durante el transcurso de algunas noches inquietas, quién habrá sido la desdichada persona que talló en la mente y el corazón del chico rubí todas aquellas terribles cualidades que lo han llevado a estar cubierto de tal brillante rojo, rojo sangre.
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→ Introducción a Pierres précieuses series
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Del cuaderno... (XIV)
RECORDANDO A HUBERT SELBY
La imagen de Hubert Selby se me viene a menudo a la cabeza. Al legendario escritor neoyorquino tuve la ocasión de visitarlo, en su modestísimo retiro de Hollywood, hace algo más de veintiséis años: en el mes de octubre de 1997. Recuerdo que tras mi primer contacto escrito con él hablamos personalmente por teléfono algún tiempo antes de mi viaje a Los Ángeles. Lo llamé desde un locutorio de Telefónica situado en el paseo del Muro, en Gijón, a la altura de la Escalerona.
Era una de esas situaciones en las que no te acabas de creer que un particular deseo, largamente acariciado, pueda estar realmente verificándose; la sensación experimentada comparte aspectos —salvando las sutiles distancias— con ese frisson de alegría que sin poderlo evitar se apodera de uno el día de su cumpleaños, o en fiestas como Navidad. Me imagino que quien gana un modesto premio de lotería (los premios gigantescos serán sin duda otra cosa) siente algo parecido.
Al cabo de unas semanas, el nada desdeñable premio de lotería (lo que Pla hubiera llamado una «propina») se había hecho realidad, y allí estaba yo, en Hollywood, charlando de la vida y la muerte y de lo divino y lo humano nada menos que con el autor de la mítica Última salida para Brooklyn. Era una cosa mágica, todavía un tanto irreal, por más que yo en ese momento ya hubiera tenido tiempo para hacerme a la idea de que no se trataba de un sueño.
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He contado en al menos dos ocasiones mi encuentro y larga conversación con Hubert Selby. La charla, que transcribí entera a mi vuelta de los EUA, se convirtió en un pequeño libro de entre sesenta y ochenta páginas a simple espacio en mecanuscrito (calculo que unas treinta mil palabras). Ese original, por desgracia, terminó traspapelándose; impreso y encuadernado, acabó en manos de José Ángel Mañas, que pretendía enseñárselo a una especialista francesa en literatura norteamericana contemporánea, muy interesada en mi intercambio con el novelista de Brooklyn; y luego, entre cajas de mudanza y avatares vitales —tanto de Jose como míos— se extravió definitivamente. Lo cual resultó ser una pequeña tragedia, aunque la pérdida no fuera completa, porque las cintas en las que registré íntegramente mis horas de plática con Selby obran aún en mi poder (llevo lustros diciéndome que debería volver a la carga y transcribirlas de nuevo, y el asunto se va tornando verdaderamente urgente, pues el único reproductor de casetes que todavía poseo ni siquiera sé si funcionará como es debido; y ese aparato debe ofrecerme la última oportunidad para rescatar el impagable material. Otra tarea que se añade a mi casi inabordable cúmulo de labores actualmente pendientes).
De Selby, que estaba ya bastante enfermo y físicamente depauperado, recuerdo muchas cosas; pero hubo un momento de nuestro encuentro que se me quedó especialmente grabado en la memoria: «Tengo días y tengo días —me decía hacia al final de nuestro dilatado coloquio el autor de Réquiem por un sueño—. Hay mañanas en que me levanto y estoy más o menos bien, y puedo sentarme ante la máquina de escribir y sacarme de la manga unas horas de trabajo; y luego hay mañanas en que apenas me levanto me encuentro tan mal que he de volverme a la cama y olvidarme de cualquier posible intento de actividad, creativa o de otra clase, porque estoy que no puedo ni con mi alma».
No he llegado a los extremos de Selby; afortunadamente, gozo de buena salud, y por ahora no se presentan obstáculos verdaderamente insalvables para seguir adelante con mi trabajo. Mi «mente poderosa», sin embargo, no me da tregua; en ciertas jornadas, como la de ayer (vértigo, mareos, caídas hacia los lados, ataque de ansiedad en toda regla), siento que ya sin demora me voy para el otro barrio, psíquicamente al menos. Después se dan jornadas, como la de hoy, en que por suerte estoy infinitamente mejor (ayer tuve que tomarme una cápsula de sulpirida; tal vez eso me ayudara); y aquí me hallo, útil de escritura en mano, laborando de nuevo en la faena que me salva.
A Dios rogando y con el mazo dando, prosigamos otro día con nuestra empresa y misión.
[27/02/24]
ROGER WOLFE
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merakigac · 9 months ago
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Imagínate estar en caída libre y sucumbir ante la frialdad y desolación de un pozo oscuro, imagínate experimentar el dolor emocional más fuerte que existe, donde tu mirada se pierde, donde tus noches son interminables, donde el dolor consuma tus entrañas y no puedas salir de ese último adiós, de ese te amo y de esa mirada tierna de la persona que más adorabas, imagina perder cualquier conexión entre tu cerebro y corazón, caminar simplemente por inercia y sin un sentido. Pero, Imagínate después de eso reconstruir tu corazón y que aún así no funcione algo en el... Reconstruir tu vida y reiniciar a sentir y conectar con las personas, y enamorarte, imagínate que el amor te rompe, pero después de aquel dolor que paralizó tu existencia ya nunca nada te hará caer al precipicio, ahí, solo ahí, entiendes que, el amor y las rupturas no representan la mayor de las desgracias humanas, y que levantarse, amarse y continuar no es opción es obligación.
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