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Publicado en Acceso Abierto el número 12.2 (2024) de «Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro» (ISSN: 2328-1308)
Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro (ISSN: 2328-1308) —publicación digital gestionada por el Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA) y apoyada por un consorcio de 18 entidades entre las que se encuentra el GRISO— acaba de editar en Acceso Abierto (Open Access) el volumen 12.2 (el segundo número correspondiente al año 2024). El volumen incluye dos secciones…
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#Acceso Abierto#Acceso Abierto GRISO#Ciencia Abierta#Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro#Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA)#Mariela Insúa#Open Access#Open Science#Peer review#Revisión por pares#Revistas académicas#Revistas científicas#Revistas de impacto#Revistas digitales#Revistas indexadas#Victoriano Roncero
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Es triste saber que estamos asistiendo al final de las revistas. Hoy pasé por una revisteria, una de las últimas que quedan, y me acordé que ya no existe Anteojito, Billiken ni Genios, ya no hay más National Geographic y creo que pronto no habrá más nada.
Entiendo que no hay manera que compitan con el internet. Pero que pérdida igual.
#cosas mias#capaz sobrevivan las revistas científicas mensuales#pero nunca más vamos a tener un Anteojito especial 25 de Mayo con figuritas recortables#que tristeza
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SUPERSOLES
Las primeras estrellas del universo
Autor: Lic. Mariano Ribas, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei. Revista Si Muove n°26 - Primavera 2023
01: Ilustración de una de las extraordinarias estrellas de la antiquísima Población III.
Se encendieron cuando el cosmos aún gateaba, cuando todo era oscuridad. Eran enormes, supermasivas y extremadamente calientes y luminosas. Esas primeras estrellas vivieron pocos millones de años y luego explotaron como ninguna otra cosa haya vuelto a explotar. Gracias a su metamorfosis físico-química, cambiaron para siempre la historia del universo. Hoy, unos 13.600 millones de años más tarde, la astronomía, en una suerte de arqueología cósmica, arriesga modelos, juega con complejas simulaciones por computadora y busca pistas y radiaciones "fósiles" que puedan ayudarnos a delinear su perfil. Estamos comenzando a escribir la historia de aquellos arcaicos supersoles.
Al principio, todo era oscuridad. Luego del Big Bang, el universo en expansión era un pequeño, denso y muy caliente mar de espacio, energía y partículas elementales. No había estrellas, ni galaxias, ni planetas. Los primeros 200 millones de años del cosmos corresponden a lo que los astrónomos llaman las Eras Oscuras. En aquel cosmos primitivo, la gravedad fue organizando y agrupando la materia en estructuras cada vez más grandes, tanto la materia normal (o bariónica) como la materia oscura, que era y es abrumadoramente mayoritaria.
Poco a poco, a la par del progresivo crecimiento y enfriamiento generalizados, colosales nubes de hidrógeno, salpicadas de helio e ínfimas piscas de litio (y ningún otro elemento, porque no los había), fueron colapsando y ganando densidad y temperatura. Según los modelos actuales, se gestaron “mini-halos” de gas y materia oscura de alrededor de 1 millón de masas solares, en cuyo interior se formaron nódulos más densos. Eran los “embriones” de las primeras estrellas, soles primitivos que se encendieron gracias a la fusión termonuclear (de hidrógeno en helio) en sus núcleos; y que, a su vez y de a millones, darían cuerpo y luz a las primeras galaxias.
Universo diferente, estrellas diferentes
Tras ese necesario vistazo, breve y simplificado, al muy temprano y primitivo escenario cósmico, vamos directamente al punto de este artículo: según todos los modelos científicos vigentes, las primeras estrellas del universo eran muy diferentes a las actuales, tanto en escala como en composición química. Y eso fue así, justamente, porque las condiciones generales del cosmos eran bien distintas.
Tanto en el universo contemporáneo como en el de los últimos miles de millones de años, las nebulosas (que siempre fueron las “fábricas” de estrellas) están salpicadas de elementos pesados, como carbono, oxígeno, nitrógeno, calcio, hierro, y hasta granos de polvo. Elementos que las enfrían y facilitan la múltiple fragmentación de sus nódulos internos, sus partes más densas. Por el contrario, en los primeros cientos de millones de años, las nebulosas carecían de elementos pesados. Eran puro hidrógeno y helio. Y fue justamente esa pobreza química la que permitió que los nódulos protoestelares alcanzaran temperaturas relativamente altas (unos 500°C). Eso, a su vez, los hacía más resistentes a la fragmentación. De ese modo, los nódulos podían colapsar completos y dar origen a estrellas mucho más grandes y masivas que las modernas. ¿Cuán masivas?
La respuesta es sorprendente.
Estudios previos y actuales: ¿quién da más?
02: El Telescopio Espacial James Webb es un instrumento fundamental para la búsqueda y el estudio de las primeras estrellas y galaxias del universo. Está equipado con un espejo primario segmentado, bañado en oro, de 6,5 metros de diámetro, y observa el cosmos en el rango del infrarrojo cercano y medio.
Durante los últimos veinte años, el escenario teórico que acabamos de plantear se consolidó gracias a una multiplicidad de estudios, observaciones y modelos. Los astrónomos han ido afinando, pacientemente, el perfil de aquellos primeros y monumentales soles.
Si hacemos un rápido repaso cronológico, no podemos dejar de mencionar los aportes que, en 2005 y de modo independiente hicieron dos equipos de científicos: uno, de las Universidades de Yale y Harvard, en Estados Unidos; y el otro, del Instituto Max Planck de Astrofísica, en Alemania. Mediante sofisticadas simulaciones por computadora, estos detectives del pasado cosmológico recrearon las condiciones de gestación estelar en el universo primitivo. En ambos casos, llegaron a conclusiones similares: los nódulos primigenios habrían formado estrellas de cientos de masas solares; incluso, de más de 1000. Tengamos en cuenta que las estrellas más masivas de nuestra galaxia (como Eta Carinae A, WR42e, WR93, Arches-F9 o la llamada Pistol Star) tienen entre 100 y 150 masas solares.
Investigaciones posteriores, realizadas durante la pasada década (como el programa EDGES, encabezado por científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts, EE.UU., que utilizó un radiotelescopio en Australia en 2018) ajustaron algunas tuercas. Pero coincidieron en lo esencial: esas primitivas criaturas estelares habrían sido mucho más grandes y masivas que las actuales.
Mil masas solares no es poco. Pero un flamante estudio sugiere que, al menos en ciertos casos, las primeras estrellas pudieron haber ido mucho más allá. El trabajo en cuestión fue publicado a fines de enero, y sus autores principales son los astrofísicos japoneses Masaki Kiyuna, Takashi Hosokawa y Sunmyon Chon, del Departamento de Física de la Universidad de Kyoto. Mediante simulaciones con supercomputadoras de una resolución sin precedentes, estos investigadores no solo demostraron que para “construir” estrellas supermasivas se requiere un medio denso, relativamente caliente y carente de elementos pesados; sino que también el proceso de colapso gravitatorio debe afectar a masas muy elevadas, en volúmenes pequeños y en tiempos muy breves. Las simulaciones de Kiyuna, Hosokawa y Chon se basan en el fenómeno astrofísico de “acreción fría”, en el que también intervienen colisiones de flujos de materia sobre los discos protoestelares, ondas de choque y mecanismos que remueven el calor del material durante el abrupto colapso gravitatorio¹.
Y ahora sí, la asombrosa y prometida conclusión: según este minucioso trabajo científico, es probable que, bajo las condiciones imperantes en aquellos primerísimos tiempos del cosmos, el repentino e imparable colapso de inmensos nódulos de gas haya encendido estrellas de decenas de miles de masas solares; incluso, hasta 100 mil.
03: Gráfico a escala que muestra la relación de tamaño entre diferentes tipos de estrellas, incluido el Sol, y una de las colosales estrellas de la Población III que existieron en los primeros cientos de millones de años del universo.
Poblaciones I, II y III
Partiendo de la clasificación inicial realizada por el gran astrónomo alemán Walter Baade (1893-1960) durante la Segunda Guerra Mundial, los astrónomos de hoy en día hablan de tres tipos de poblaciones estelares a lo largo de la historia del universo. En su momento, Baade observó y analizó espectroscópicamente estrellas individuales de la vecina galaxia de Andrómeda (dicho sea de paso, fue el primero en resolverlas visualmente, con el auxilio del telescopio reflector de 2,5 m de diámetro del Observatorio de Monte Wilson, California, EE.UU.). Y así notó que podía dividirlas en dos grandes grupos: las azules, más jóvenes, calientes y luminosas; y las rojizas, más viejas y frías. La Población I y II, respectivamente. Mas tarde, los astrónomos se dieron cuenta de que esta clasificación tenía mucho que ver con la construcción de elementos químicos más pesados a lo largo de la historia de la Vía Láctea. Las estrellas de Población II, mucho más antiguas, estaban menos enriquecidas con elementos más pesados que el helio (carbono, oxígeno, hierro, por ejemplo). Las de Población I, en cambio, se habían gestado en nubes de gas mucho más “contaminadas” de elementos pesados, provenientes de estrellas ya extintas. Sin embargo, había algo que no terminaba de cerrar: a pesar de contener cantidades exiguas de oxígeno, calcio o hierro, las estrellas de Población II sí los tenían. Y esos elementos no podían haber nacido luego del Big Bang. Por lo tanto, debió existir una generación de estrellas aún más antiguas y primitivas, formadas solo a partir del hidrógeno y helio iniciales. Ya en la década de 1980, los astrónomos (entre ellos, el británico Bernard Carr), bautizaron a esas estrellas, arcaicas y fundacionales, como la Población III, y las modelaron teóricamente como colosales bolas de hidrógeno y helio crudos, esculpidas por la gravedad en los primeros cientos de millones de años del universo. Objetos de miles de millones de km de diámetro y cientos o miles de masas solares. Ni más ni menos que los supersoles de los que habla este artículo.
Monstruos luminosos y explosivos
Debido a sus descomunales masas, justamente, aquellos primitivos soles gigantes habrían sido decenas o cientos de millones de veces más luminosos que cualquier estrella común del universo actual (como el Sol, por ejemplo). Y qué decir de sus temperaturas superficiales, que según estos mismos modelos teóricos ardían a más de 100.000°C (contra los 5500°C del Sol; o los 20.000°C o 30.000°C de estrellas modernas fuera de serie, como las espléndidas y azuladas Spica, en la constelación de Virgo; Regulus, en Leo; o Rigel, en Orión). A punto tal, que su pico de emisión no estaba en el rango visible, sino en lo profundo de la luz ultravioleta (de menor longitud de onda, mayor frecuencia y mucha mayor energía). Con semejante perfil, esas superestrellas debieron haber calentado y ionizado todo el gas de sus alrededores, esa misma materia prima que les diera origen.
Semejante furia astrofísica iba de la mano de una brutal y muy veloz fusión termonuclear en sus núcleos todopoderosos. Y aquí se abre otra cuestión tan apasionante como decisiva para la posterior evolución del cosmos. Gracias a la fusión termonuclear en sus corazones, las primeras estrellas del universo reciclaron su hidrógeno y helio originales; y en etapas sucesivas, cada vez más calientes, breves y violentas, forjaron elementos más y más complejos: carbono, oxígeno, magnesio, nitrógeno, silicio e, incluso, hierro. Finalmente, tras brillar durante unos pocos millones de años, explotaron como hipernovas, estallidos cientos de veces más energéticos y luminosos que cualquier supernova contemporánea.
04: Esta imagen infrarroja, obtenida por el Telescopio Espacial Spitzer en 2005, muestra un suave resplandor de fondo, posiblemente asociado a radiación emitida, en tiempos muy remotos, por las primeras estrellas.
Población III: revolución y legado cósmico
Ya es hora de etiquetarlas: técnicamente hablando, los astrónomos dicen que las primeras estrellas formaron la Población III, y que sus descendientes, aquellas que vivieron en los siguientes miles de millones de años, corresponden a la Población II y a la Población I. Estas últimas, por ejemplo, incluyen al Sol y todas las estrellas que vemos en el cielo nocturno (ver apartado).
La aparición y desarrollo de las primeras estrellas no solo dio por finalizadas las Eras Oscuras, sino que dio inicio a una nueva y revolucionaria etapa en la historia del universo. Por un lado, la intensa luz ultravioleta derramada por estos monstruos calentó y ionizó las masas de gas interestelar, que en las Eras Oscuras habían permanecido esencialmente en estado calmo y neutro. Es decir: en lugar de dejar los átomos de hidrógeno intactos, con sus electrones ligados a sus núcleos, la radiación ultravioleta les arrancó los electrones a los núcleos de hidrógeno. Por un lado, desde aquel lejano momento, el gas que flota en el universo está mayormente ionizado. Pero lo más jugoso es algo que dejamos picando en el párrafo anterior: a fuerza de la fusión termonuclear del hidrógeno y del helio, las estrellas de Población III forjaron elementos químicos más complejos, que no existían en el amanecer del cosmos. Y cuando explotaron como hipernovas, desparramaron esos nuevos elementos a cientos de años luz a la redonda, nutriendo y enriqueciendo el medio interestelar y las, hasta entonces, nebulosas vírgenes, de puro hidrógeno y helio.
De esa manera, las posteriores generaciones de estrellas, si bien ya no tan masivas, calientes ni luminosas (por las mismas limitaciones cósmicas que imponían las nuevas condiciones físico-químicas), se hicieron cada vez más ricas químicamente. Las nuevas recetas estelares ya incluían también carbono, oxígeno, hierro y tantos otros preciosos elementos que permitirían la gestación de planetas. Y en épocas mucho más recientes, al menos en este pequeño rincón del universo, la vida. Ni más ni menos. Un tema que, desde luego, merece todo un artículo aparte. El legado de los supersoles fue verdaderamente trascendental.
05: Imagen artística que representa las primeras estrellas supermasivas aparecidas en el universo tan solo 200 millones de años después del Big Bang.
Huellas en el cosmos: antecedentes
Desde hace décadas, los astrónomos barren el cielo con toda clase de instrumentos para encontrar las posibles huellas de aquellas estrellas prodigiosas. No solo desde la superficie, sino también con sofisticados observatorios espaciales. Durante los años ’90, por ejemplo, el satélite COBE (Cosmic Backgroud Explorer), de la NASA, destinado principalmente a estudiar la famosa radiación de fondo cósmico de microondas (una suerte de “fósil” de los primeros tiempos del universo), detectó un muy débil “fondo infrarrojo”, tentativamente atribuido a la emisión de estrellas extremadamente lejanas/antiguas.
Ya a comienzos de este siglo, el observatorio espacial WMAP (Wilkinson Microwave Anisotropy Probe), sucesor del COBE, detectó curiosos patrones de polarización en la radiación de fondo cósmico de microondas, que fueron asociados a la ionización a gran escala generada por las primeras estrellas. También por entonces, el observatorio espacial Swift (también de la NASA) detectó un tremendo estallido de rayos gamma, aparentemente originado hace unos 12.800 millones de años. El brutal fogonazo cósmico bien pudo ser la señal de una hipernova de Población III.
Otra pista particularmente interesante surgió en 2005, cuando un equipo encabezado por Alexander Kashlinsky apuntó durante 10 horas el Telescopio Espacial Spitzer (NASA) hacia un rincón de la constelación boreal de Draco. El resultado fue una recordada imagen infrarroja, cargada de estrellas de la Vía Láctea y montones de galaxias de fondo (imagen 04). Pero lo verdaderamente interesante no eran las estrellas, ni las galaxias, sino el suave resplandor de fondo que bañaba la imagen. Mediante técnicas digitales de procesado, Kashlinsky y sus colegas le quitaron a la imagen original todas las estrellas y galaxias, y dejaron solo los manchones infrarrojos de fondo. Y fue entonces cuando arriesgaron una asombrosa explicación: “Creemos que esa es la luz colectiva de millones de los primeros objetos que se formaron en el universo (…), astros que desaparecieron hace eones, pero cuya luz sigue viajando por el cosmos”, decía el científico en la revista Nature. Si así fuera, es verdaderamente impresionante: luz estelar que viajó desde la infancia del universo, durante más de 13.000 millones de años, acompañando su expansión y “estirándose” y debilitándose a la par, pasando de ser furiosa luz ultravioleta, a ese actual y etéreo resplandor infrarrojo. Una suerte de fósiles electromagnéticos que permean el cosmos y hablan en nombre de incontables soles extintos.
En clara sintonía con aquel “fogonazo” detectado por el Swift, en 2009, y con la ayuda de un enorme globo que se elevó hasta la alta atmósfera, el programa ARCADE (Absolute Radiometer for Cosmology, Astrophysics, and Diffuse Emission) de la NASA registró breves y débiles pulsos de ondas de radio, cuyo posterior análisis sugirió que podían ser los “ecos” de una o más hipernovas extremadamente lejanas/antiguas. La lista de sugerentes indicios podría extenderse mucho más. De hecho, durante la pasada década los astrónomos sumaron pistas muy similares que, tomadas en su conjunto, apuntan en la misma dirección: todas serían posibles evidencias de la presencia de estrellas extremadamente masivas y luminosas que vivieron y murieron en los primeros cientos de millones de años del cosmos.
06: El observatorio espacial de microondas WMAP (Wilkinson Microwave Anisotropy Probe) ha sido otra herramienta fundamental para detectar pistas sobre la existencia de las inmensas y extremadamente calientes y luminosas estrellas de la Población III.
Búsquedas con el Telescopio Espacial James Webb
Más allá de perfiles teóricos, sólidas simulaciones por computadoras y una muy buena cantidad de sugerentes indicios, ¿tenemos evidencias directas de aquellos arcaicos prodigios estelares? Oficialmente, aún no. Pero estamos cerca de lograrlo, fundamentalmente, gracias al flamante y prometedor Telescopio Espacial James Webb (JWST) de la NASA. A la luz de sus primeros e impresionantes imágenes y datos (que diferentes especialistas han abordado, incluso, en charlas especiales en la sala del Planetario), hay muy buenas razones para hacernos ilusiones. Gracias a su espejo primario de 6,5 metros de diámetro, sus múltiples sensores y espectroscopios, y su altísima sensibilidad en el rango del infrarrojo cercano y medio, el JWST es una máquina perfecta para escudriñar el universo más distante/primitivo. Eso incluye, por supuesto, las galaxias de hace más de 13 mil millones de años, donde anidaban las estrellas de Población III.
El JWST podría observar sin problemas las hipernovas en los límites del universo observable. Y mediante el análisis espectral de ese cataclismos, se podría perfilar mucho mejor los supersoles que los precedieron.
Otras pistas podrían surgir de la búsqueda y detección de helio ionizado (o helio II) en galaxias extremadamente antiguas. Los astrónomos sospechan que la brutal radiación de las estrellas de Población III debería haber “arrancado” electrones a sus átomos de helio, un fenómeno que emitiría patrones de luz específicos. Sobre este punto también tenemos novedades, y tienen que ver con el JWST. En febrero pasado se conocieron resultados muy preliminares de un estudio espectroscópico de más de 2 mil galaxias, realizado por el astrónomo Xin Wang (Academia China de Ciencias, en Pekín) y sus colegas. Entre los datos filtrados, aparece una galaxia que ya existía apenas 620 millones de años después del Big Bang, con claras señales de helio II. Es muy probable que pronto tengamos novedades.
¿Supersoles en los arrabales galácticos?
Dicho todo lo anterior, parecería completamente absurdo buscar aquellos supersoles en el universo actual. Sin embargo, hay quienes piensan que, no tan lejos, podríamos dar con criaturas bastante similares. ¿Dónde? La respuesta, una vez más, proviene de las simulaciones por computadora. Un estudio publicado en enero de este año por un grupo internacional de científicos², sugiere que en las zonas más externas de las más grandes galaxias modernas podrían existir reservorios de hidrógeno y helio esencialmente vírgenes. Regiones muy aisladas del resto del cuerpo galáctico, donde inmensas nubes de gas no “contaminado” de elementos pesados podrían gestar estrellas colosales, de características muy similares a las de la Población III original. Nuevamente, el JWST tendría la capacidad necesaria para encontrarlas, al menos, en galaxias situadas a decenas o cientos de millones de años luz.
Una asombrosa posibilidad
Para el final dejamos lo más extremo: bajo circunstancias tan extremas como fortuitas, el JWST podría lograr una imagen directa y puntual de alguna de las estrellas de la Población III. En principio, esto parece imposible dado que, incluso bajo la penetrante mirada infrarroja de este telescopio, galaxias enteras en los confines del espacio (y del tiempo) apenas lucen como vagas manchitas de unos pocos píxeles. ¿Cómo pretender, entonces, resolver una estrella, por más monumental que haya sido? La respuesta tiene que ver con el conocido fenómeno astrofísico de lentes gravitacionales.
En 2018, el astrónomo Rogier Windhorst (Universidad de Arizona, EE.UU.) y sus colegas, propusieron que la brutal fuerza de gravedad de los más grandes cúmulos de galaxias, podría torcer, concentrar y amplificas la luz estrellas individuales en galaxias ubicadas mucho más “atrás”, pero exactamente en la misma línea visual. Con esa ayudita de la naturaleza, la luz alguna vez emitida por los supersoles “podría sufrir una casi infinita magnificación, y así saltar a la vista (una imagen individual)”, dice Windhorst. No es casual que, sobre esa base y ahora mismo, este científico lidere un plan de búsqueda con el JWST: “Estoy muy confiado de que en uno o dos años veremos una… Ya tenemos algunos objetos candidatos”.
Sencillamente, fascinante. Quizás muy pronto, y desde la otra punta del espacio y del tiempo, aquellos super- soles que vivieron y brillaron durante el amanecer del universo, nos revelen el secreto último de su gloria, su tragedia y su revolucionario legado.
Notas ¹ Todo ha sido dicho de modo simplificado. Quienes quieran profundizar, pueden buscar el trabajo original en internet: First emergence of cold accretion and supermassive star formation in the early universe / Kiyuna, Hosokawa, Chon ² A needle in a haystack? Catching Pop III stars in the Epoch of Reionization: I. Pop III star forming environments / Venditti, Graziani, Schneider, Pentericci, Di Cesare, Maio, Omukai.
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HQ Manticore - 1998 Totalmente concebida em Curitiba, a produção da revista surgiu da parceria da editora Monalisa, que patrocinou o projeto através do editor Jeferson Arantes, proprietário da gráfica, o qual queria aproveitar a onda do Chupa-Cabras e fazer um gibi, em conjunto com o Núcleo Estúdio Gráfico, que resolveu mudar o caráter oportunista no negócio e transformar a revista em algo mais consistente. Através do Núcleo estiveram envolvidos com o projeto os desenhistas e roteiristas Antônio Eder, José Aguiar, Luciano Lagares, Líber Paz, Gian Danton e Márcio Freire, sendo que a maior parte dos desenhos da narrativa ficou a cargo de Antonio Eder.
A história em quadrinhos, dividida em duas edições de 44 páginas cada, teve inicialmente a tiragem de mil exemplares, em tamanho magazine 21 x 27,5 cm, em papel couché de boa gramatura, e sem distribuidora. Em setembro de 1999, após vencer dois prêmios no HQ Mix 98, o de Melhor Revista de Terror e de Desenhista Revelação para Luciano Lagares, a distribuidora de quadrinhos Di-Press passou a trabalhar com a revista. O número de exemplares aumentou para 30 mil, vendidos em todo Brasil. (Nanu Blog)
#hq#manticore#curitiba#chupa-cabra#jeferson arantes#HQ Mix#Chupacabra#revista em quadrinhos#terror#ficção científica#revista#quadrinhos
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Revista De Higgs: Nasce um novo periódico focado em ficção científica e fantasia cristã
Uma nova revista de literatura cristã acaba de nascer. Celebremos! https://marocidental.blogspot.com/2024/11/revista-de-higgs-nasce-um-novo.html
#ficção científica#ficção cristã#ficção evangélica#Revista De Higgs#literatura cristã#literatura evangélica
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Jovem de 19 anos diagnosticado com Alzheimer 1.2
Neurologistas em uma clínica de memória na China diagnosticaram um jovem de 19 anos com o que eles acreditam ser a doença de Alzheimer, tornando-o a pessoa mais jovem a ser diagnosticada com essa condição no mundo, o adolescente começou a experimentar declínio de memória por volta dos 17 anos, e as perdas cognitivas apenas pioraram ao longo dos anos. Vivimetaliun – 2023 ago 01 Aos 17 anos, o…
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#amiloide APP# As causas exatas do Alzheimer ainda são amplamente desconhecidas# autora principal Emma Nichols Instituto de Métricas e Avaliação de Saúde da Universidade de Washington EUA# característica clássica doença proteínas cérebro beta-amiloide tau.# clínica memória China# declínio cognitivo# doença de Alzheimer familiar DAF# início precoce start# Journal of Alzheimer&039;s Disease# Jovem de 19 anos diagnosticado com Alzheimer: Um mistério médico intrigante# líquido cefalorraquidiano# mutação gene PSEN1# mutações genéticas patológicas# neurologista Jianping Jia# Neurologistas# notícias acadêmicas The Conversation# Osman Shabir BBC# p-tau181# perda de memória# pesquisadores da Universidade Médica Capital Pequim# pessoa mais jovem# placas tóxicas# presenilina 1 PSEN1 presenilina 2 PSEN2# revista científica The Lancet Public Health# South China Morning Post# Universidade de Sheffield Reino Unido#doença de Alzheimer#ENSINO MÉDIO#Getty Images#hipocampo
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Lançamento da LEXLAB: Reflexões de um Editor de periódico científico
Hoje tive o prazer de falar um pouco da minha experiência como editor institucional da Revista Mineira de Recursos Hídricos -RMRH na live de lançamento da LEXLAB – Revista Eletrônica de Direito. Agradeço a querida amiga Professora Dra. Michelle Lucas Cardoso Balbino e os demais editores da Revista, Dr. Jéffson Menezes de Sousa e Me. Maria Isabel Esteves de Alcântara pelo convite. Abaixo o link…
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A Família Fermento na Ciência Hoje das Crianças
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Publicado el número 17 (2024) del «Anuario Calderoniano» (ISSN: 1888-8046)
Se acaba de publicar el número 17 del Anuario Calderoniano (ISSN: 1888-8046), correspondiente al año 2024. El volumen se abre con una necrológica, «Enrique Rull, maestro y amigo», escrita por Ignacio Arellano. Sigue la sección de artículos, que incluye 17 contribuciones: Fausta Antonucci, «Risa y llanto en la dramaturgia cómica de Calderón: unas calas» Enrica Cancelliere, «Sátira y subversión…
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#A. Robert Lauer#Adrián J. Sáez#Alejandra Ulla Lorenzo#Ana Suárez Miramón#Anuario Calderoniano#Apoyo a la Profesionalización de Revistas Científicas Españolas (ARCE)#Calderón#Calderón de la Barca#Enrica Cancelliere#Enrique Rull#Fausta Antonucci#Felipe B. Pedraza Jiménez#Fernando Rodríguez Mansilla#Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)#Grupo de Investigación Calderón (GIC)#Henrry Ibáñez Mogrovejo#Iberoamericana Vervuert#Ignacio Arellano#Isabel Hernando Morata#José Elías Gutiérrez Meza#Luis Iglesias Feijoo#M.ª Teresa García-Abad García#Marc Vitse#Milagros Rodríguez Cáceres#Paula Casariego Castiñeira#Revistas académicas#Revistas científicas#Revistas científicas de Humanidades y Ciencias Sociales#Revistas de impacto#Revistas indexadas
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A Funarte lança - Ibrartes - O Indexador Brasileiro das Artes revoluciona a pesquisa nas artes
Ibrartes – O Indexador Brasileiro das Artes revoluciona a pesquisa nas artes A Fundação Nacional de Artes – Funarte, em parceria com o Instituto Brasileiro de Informação em Ciência e Tecnologia (IBICT), lançou recentemente o projeto Ibrartes – Indexador Brasileiro das Artes. Este programa é inédito e tem como objetivo agregar a produção científica nas áreas de música, dança, circo, teatro, artes…
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#artes visuais#artigos#Centro de Documentação e Pesquisa da Fundação Nacional de Artes (Cedoc/Funarte)#Circo#Dança#dissertações#Fundação Nacional de Artes (Funarte)#Indexador Brasileiro das Artes (Ibrartes)#instituições culturais e científicas brasileiras#Instituto Brasileiro de Informação em Ciência e Tecnologia (IBICT)#livros#Música#memória e artes integradas#Ministério de Ciência e Tecnologia#Pós-graduações em Artes#pesquisadores#produção científica nas artes#revistas científicas (periódicos)#Teatro#teses#Universidade do Estado do Rio de Janeiro (Uerj)#Universidade Federal do Espírito Santo (Ufes)
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Invitación de artículo publicado en: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2022.i08.04
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Las revistas científicas deberían ser más divertidas. Muchos se imaginan que son tipo Muy Interesante o National Geographic (QEPD) pero en realidad son "revistas" (algunas del tamaño y formato de un manual de secundaria) que son colecciones de papers desconectados con capaz alguna editorial. Cuando por primera vez vi una en un formato no PDF me sorprendí, parecen guías telefónicas (traiciono mi edad)
Tendrían que traer crucigramas y juegos, cartitas al editor, consejos y tips, un espacio para dibujitos de los hijos de los investigadores, fanart, recetas y manualidades, CDs gratuitos llenos de shovelware, un montón de secciones estilo "sabías qué" de cualquier cosa, y por qué no hasta un par de pinups pero así artísticos, la cosa sana.
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Lançamento do livro "Arqueologia Proibida no Brasil", de André de Pierre, com prefácio de Cláudio Suenaga
Cidades Perdidas na Amazônia, Pirâmides, Fortes Estrelas, Monumentos Megalíticos, Inscrições Anômalas e Artefatos Censurados
A verdadeira história do Brasil está oculta sob o véu do desconhecido.
Em "Arqueologia Proibida no Brasil", o historiador André de Pierre revela uma narrativa fascinante que desafia o conhecimento convencional. Após percorrer milhares de quilômetros por todos os cantos do país, Pierre cataloga pirâmides, cidades perdidas na Amazônia, sítios megalíticos, inscrições rupestres e artefatos arqueológicos censurados que questionam as bases da história ensinada em escolas e universidades. Com evidências surpreendentes de civilizações antigas no Brasil, este livro é uma jornada pela arqueologia proibida e pelo que pode ser o legado esquecido do nosso país.
Preto e Branco (capa colorida/miolo preto e branco)
Tamanho: 16x23
Número de páginas: 270
Preço: R$ 61,90
Prazo de entrega: 60 dias úteis
Adquira na Loja da Enigmas
Leia na íntegra o Prefácio de Cláudio Suenaga
Era 2020 quando pelas redes sociais tomei conhecimento da Revista Enigmas, um oásis em meio a aridez de um “novo normal” que se impunha como discurso cada vez mais dominante. Fiquei tomado de tal entusiasmo que resolvi escrever imediatamente ao seu editor, André de Pierre, oferecendo-lhe algumas matérias que havia produzido sobre minhas explorações arqueológicas no Japão, país em que residia e trabalhava havia quatro anos e que, como andava a constatar, estava repleto de monumentos megalíticos ainda praticamente desconhecidos do Ocidente, a despeito da tão decantada globalização.
Desse primeiro contato surgiu uma intensa e inesperada colaboração e uma amizade profícua. Mesmo assim, confesso que o convite – ou “intimação” – para prefaciar este seu primeiro livro sobre arqueologia oculta apanhou-me completamente de surpresa por não me considerar à altura de tamanha responsabilidade. Redijo estas linhas, pois, mais por uma dívida de gratidão e reconhecimento do que por aptidão e capacidade.
O passado da humanidade é muito mais rico e oculto do que conhecemos até agora. Partindo da visão da Pré-História e da História Antiga hoje aceita pela arqueologia, pela antropologia ou pela etnografia, deparamo-nos com tantas discrepâncias e anomalias que até os mais ortodoxos acadêmicos são obrigados a reconhecer que tal versão está errada em pelo menos alguns dos seus pressupostos.
Ao longo dos últimos dois séculos, pesquisadores encontraram artefatos que provam que humanos tão inteligentes e capazes quanto nós existiram há milhões de anos e não há 100 mil, como se acreditava. A ciência oficial, no entanto, suprimiu esses dados notáveis. Os preconceitos calcados na teoria científica atual predominante atuam como um “filtro de conhecimento”, dando-nos uma imagem da Pré-História que é em grande parte incorreta e deturpada.
Este livro traz à tona, justamente, descobertas que contrariam a crença dominante sobre a antiguidade e evolução do homem, reunindo um número significativo de fatos convincentes, desafiando-nos a repensar nossa compreensão sobre as origens, a identidade e o destino da humanidade.
A arqueologia utiliza dados materiais para estudar o passado, mas os vestígios materiais não falam por si. Eles precisam ser interpretados. Toda arqueologia depende da estrutura lógica subjacente para compreender os dados: a teoria que fundamenta a interpretação. No entanto, a teoria arqueológica parece muitas vezes inacessível ou mesmo irrelevante, envolta em jargões e repleta de alusões obscuras, em conformismo com o hiato cultural que ela mesma ajuda a ampliar.
Escrito por quem tem refeito o caminho inverso desde os nossos dias atuais até o verdadeiro início da civilização, este livro apresenta o assunto de uma forma que seja ao mesmo tempo legível e que mostre sua relevância sem uma postura pré-concebida, delineando a gama de visões teóricas sobre alguns dos temas e problemas mais frequentemente encontrados na arqueologia, introduzindo uma ampla variedade de conceitos e abordagens igualmente relevantes para o arqueólogo profissional ou amador, estudante ou leitor não especialista em trabalhos arqueológicos.
Com dados científicos, históricos e arqueológicos sempre à mão, e com uma prosa elegante, precisa e fluida, Andé de Pierre faz-nos sentir a vertigem dos tempos antigos e das geografias desconhecidas ao partilhar conosco, em detalhes vívidos, a aventura da busca por cidades perdidas e civilizações desaparecidas, com todos os percalços que os cercam.
Sem levantar os olhos das suas páginas, emocionado com a autenticidade e profusão de suas narrativas, maravilhado com a erudição do seu conhecimento, ávido por saber quantos dos emocionantes enigmas arqueológicos estaria preste a resolver, não consegui largar o livro, privilegiado que fui em ser um dos primeiros a ter acesso aos seus originais, uma recompensa para quem vem igualmente buscando decifrar os enigmas do passado.
Nesta obra de largo espectro de interesse porque permite que o leitor se aprofunde pelas veredas amplas que se lhe abrem, descobrindo por si novos e fantásticos reinos de mistério, André de Pierre reuniu um verdadeiro acervo de novas informações para todos os interessados em arqueologia histórica. A geografia oculta e a história marginal ou alternativa é o que ele nos mostra. Assim, penetramos nos lugares mais enigmáticos e misteriosos deste amplo território repleto de mitos, lendas e tradições que possuem uma base real. Como sempre a realidade supera a ficção, como poderá comprovar aquele irá consultar este livro. Eu sugeriria este volume especialmente para aqueles afinizados com a Arqueologia Oculta ou Proibida e uma perspectiva de vanguarda.
A inteligência universal da humanidade, esse manancial comum de saberes que constituem a história de sua passagem pelo mundo, sofre colapsos de tempos em tempos. Uma espécie de esclerose ou amnésia. Assim se perdem, na noite escura dos séculos, a lembrança de atos e fatos. A esse repositório comum podem recorrer aqueles que ousam ir além, como o faz, intrepidamente, André de Pierre, pesquisador arguto que não se limita a falar o que ouve, mas procura a fonte primeira das informações. Nem por isso apela a hipóteses descabidas, mesmo em assuntos tão propiciosos a elas, mas busca fixar-se nos limites rigorosos da comprovação científica dos fatos, alinhando as suas deduções com a dos que o antecederam e com as de especialistas contemporâneos para referendá-las.
André de Pierre enfeixa neste livro os principais trabalhos publicados a respeito e que se encontram dispersos em vários livros e revistas especializadas a que o leitor comum habitualmente não tem acesso. Com a ajuda desta bibliografia particularmente extensa, o autor mostra porque é que estas realidades, embora conhecidas por uma elite maçônica oculta, permanecem vedadas ao grande público, que é deixado a tirar as suas conclusões de conceitos da Nova Era ou de teorias enganosas como o darwinismo. Há sem dúvida, portanto, um conhecimento proibido ou oculto, restrito a uma elite excelsa de iniciados, que é inacessível à quase totalidade da humanidade. Pelo que já tive a oportunidade de ver em inúmeros museus, e pelas numerosas notícias sobre a destruição de acervos, objetos e fontes similares, podemos fazer uma ideia do quanto já se perdeu em documentos originais de pedra que levariam a conhecer melhor a Pré-História e mudariam, quem sabe, capítulos inteiros de nossa História.
Repleto de descrições ricas e raras de descobertas arqueológicas pouco conhecidas, este livro confirma a inerrância das mitologias e lendas de todos os povos que contam as façanhas de seres divinos e de gigantes que possuíam conhecimentos muito avançados em relação à tecnologia atual, bem como de tradições orais que descrevem os instrutores primordiais como criaturas de uma inteligência excepcional, ao mesmo tempo em que ataca as mentiras da "Pré-História" e dos "homens das cavernas". O livro também demonstra cabalmente que povos altamente avançados deixaram suas marcas por todo o território brasileiro muito antes da chegada dos portugueses.
O trabalho de investigação de Pierre é em grande parte um trabalho independente e desprendido feito com o apoio de seus seguidores através de milhares de quilômetros percorrendo paisagens espetaculares, perigosos e inóspitos caminhos do sertão, formações rochosas, penhascos íngremes ou úmidas sendas em florestas tropicais, buscando aquilo que outros desconhecem, não se atrevem ou depreciam.
O leitor ficará surpreso e encantado ao descobrir megálitos, alinhamentos astronômicos, petróglifos e pirâmides em Santa Catarina; uma pirâmide próxima da famosa Pedra do Ingá na Paraíba; a Saca de Lã, também chamada de Machu Picchu brasileira, uma grande muralha na caatinga do Cariri, obra de uma civilização antediluviana; a Pirâmide de São Vicente do Sul, no Rio Grande do Sul; a Igreja de São Miguel Arcanjo construída sobre ruínas megalíticas; o Forte Dom Pedro II em Caçapava do Sul em forma de hexagrama com megálitos na base e alinhado com o Marco do Descobrimento em Porto Seguro, na Bahia, onde está inscrita a Cruz Templária; o Vale dos Gigantes com megálitos semelhantes a Adams Calendar na África do Sul; indícios da presença de sumérios no Morro das Três Pedras em Botucatu, interior de São Paulo, rota do Peabiru, conforme as indicações de Frei Fidélis da Mota, o Peregrino Vidal; Fuente Magna, um vaso com inscrições proto-semíticas (hebraicas) encontrada na Bolívia; o Parque Arqueológico do Solstício, o “Stonehenge Brasileiro”, em Calçoene, no Amapá, estado onde também haveria uma pirâmide oculta na selva amazônica; a Fortaleza de São José de Macapá, construída acima de ruínas muito antigas; inscrições em um monólito em Carmópolis de Minas em Minas Gerais; as ruínas “incas” de Cordeirópolis, interior de São Paulo; o Forte Príncipe da Beira e as cidades perdidas de Rondônia; e muito mais.
Sempre em busca de evidências da presença de antigas civilizações do Oriente Próximo, Oriente Médio, Europa, Ásia Menor e Norte da África no Brasil pré-histórico e também estruturas ou arte rupestre que indiquem contatos transoceânicos ou até mesmo alienígenas (de outros mundos ignotos ou de mundos dentro deste nosso próprio mundo ainda bastante desconhecido), André de Pierre advoga que nossa terra foi palco de uma colisão cultural que mudou paradigmas milhares de anos antes de Cristo, deixando edificações imponentes, monumentos megalíticos, estradas e mitos de deuses que desciam do céu e ensinavam os homens.
A humanidade, certamente, está em contato com forças extra-humanas há milênios, seres desconhecidos que se apossaram da Terra e nos ensinaram como organizar a civilização, segundo seus preceitos. A sabedoria secreta foi transmitida por meio das mensagens codificadas dos mitos e da linguagem cifrada dos rituais das sociedades secretas. Muitos poucos entendem as verdadeiras mensagens por trás dessas histórias e ritos. A magia é uma tecnologia extra-humana, ou uma forma incompreendida de ciência (ou tecnologia), e a maior parte, se não todos os aspectos do ocultismo, se relacionam com essa ciência (ou tecnologia). Tanto a magia quanto a ciência estudam as leis secretas que governam nosso universo e buscam dobrar essas mesmas leis à sua vontade.
André de Pierre vislumbrou longe no passado milenar e soube concatenar com propriedade as peças que podem clarificar e tornar visíveis e compreensíveis boa parte dos mistérios da humanidade, demonstrando ser da mesma estirpe dos grandes que o antecederam, para citar apenas estes: Henrique Onffroy de Thoron, Coronel Percy Harrison Fawcett, Ludwig Schwennhagen, José Anthero Pereira Junior, Candido Costa, Bernardo Azevedo da Silva Ramos, James Churchward, Harold Tom Wilkins, Marcel Homet, Jacques de Mahieu, Renato Castelo Branco, Luiz Galdino, Hernani Donato, Aurélio Medeiros Guimarães de Abreu, Gabriele D'Annunzio Baraldi, Luís Caldas Tibiriçá, Eduardo Chaves e Pablo Villarrubia Mauso.
Em 1922, Howard Carter espiou pela primeira vez o túmulo de Tutancâmon com a única luz vindo da vela em sua mão estendida. Instado a contar o que estava vendo através da pequena abertura que havia feito na porta da tumba, o egiptólogo respondeu: “Vejo coisas maravilhosas”. A fabulosa descoberta de Carter é uma indicação do que o leitor irá vislumbrar nas próximas páginas.
Já disse o suficiente. Não vou mais retardar o leitor, que só irá parar de ler na última página, e logo sentirá saudades, felizmente sanáveis, pois este não é um livro para ser lido apenas uma vez, e sim para ser consultado muitas e muitas vezes.
Largas portas abrem o livro de André de Pierre. Um livro que tem em si, latentes, todas as grandezas de seu admirável espírito.
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“Aquellos que buscan la felicidad en el placer, la riqueza, la gloria y el poder; son tan ingenuos como el niño que trata de atrapar un arco iris y usarlo como abrigo”
Matthieu Ricard
Es un monje budista francés nacido en Lis-les-Bains en febrero de 1946.
Es hijo del renombrado filósofo francés Jean-François Revel y de la pintora Yahne Le Toumelin, por lo que creció rodeado de las ideas de los círculos intelectuales franceses.
Estudió en el Lycée Janson de Sailly de París y obtuvo el doctorado en biología molecular en el Instituto Pasteur bajo el patrocinio del premio Nobel de Fisiología François Jacob, y tras terminar su tesis doctoral en 1972, decidió abandonar su carrera científica para concentrarse en la práctica del budismo tibetano.
Vivió en el Himalaya y fue discípulo de Kangyur Rinpoche y posteriormente a la muerte de su maestro, fue discípulo cercano de Dilgo Khyentse Rinpoche hasta su muerte en 1991.
Matthieu Ricard es autor de diferentes publicaciones y fotógrafo destacado para numerosos libros y revistas. También ha sido traductor de numerosos textos budistas, siendo su libro denominado “El monje y el filosofo” (que recoge un dialogo con su padre), un best-seller en Europa y traducido a más de 21 idiomas.
La relación con la ciencia y el Budismo destacan su interés y conocimientos en ambos campos, y su libro denominado “El infinito en la palma de la mano” (la cual es una colaboración con el astrofísico y escritor vietnamita-estadounidense Trinh Xuan Thuan), refleja su interés por desarrollar los aspectos de la mente como un campo que la ciencia debe aprender del budismo.
En uno de los estudios llevados a cabo por la universidad de Wisconsin, investigadores colocaron 256 electrodos a su cráneo y mediante imágenes funcionales por resonancia magnética, se encontraron que Matthieu Ricard había logrado el nivel más alto de actividad en la corteza pre-frontal izquierda, un nivel nunca antes registrado en otro ser humano. Esta actividad cerebral, normalmente se asocia a las emociones positivas, por lo que fue declarado como “El hombre más feliz del planeta”.
Actualmente y desde 1989 Matthieu Ricard ejerce como interprete de francés del décimo cuarto Dalai Lama Tenzin Gyatso y es uno de los primeros monjes en hablar y traducir el idioma tibetano.
Debido a su labor altruista y humanitaria en la India, Nepal y Tibet, fue galardonado con la Orden Nacional del Mérito, reconocimiento que ha otorga el gobierno Francés, a figuras destacadas como Jacques Costeau, los expresidentes Charles de Gaulle y François Mitterrand así como actores como Marcel Marceau y Gerard Depardieu.
Fuente: Wikipedia
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A presente coleção de contos, caprichosa ou inconsequentemente designada Fabulário Índigo, é um pequeno tour de force cujas narrativas transitam desde a ficção científica utópica e distópica à hodierna crônica da violência urbana, da fábula moral ao experimentalismo metafísico, do suave horror ao humor mais escrachado. Tais eixos genéticos/genéricos não são de todo insulares, independentes, mas costumam se interpenetrar ao longo dos trinta e um contos aqui reunidos.
Costumo dizer que escrever poesia é encontrar imagens, enquanto escrever prosa é encontrar saídas. Poeta com infiltrações na prosa, aqui busquei saídas, embora, fiel à minha nomeadura, não me esqueci nem escarneci do poder fundacional e transcendental das imagens.
Em termos bibliográficos, iniciei minha produção ficcional com O Pequeno Livro dos Mortos, volume de contos publicado em 2015. De lá até aqui, a produção se desdobrou em momentos de maior ou menor euforia, ao sabor dos ventos benfazejos/malsãos da inspiração. Este Fabulário, espero, é a continuação e o alargamento não de um esforço, mas de um tão humano prazer de contar.
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Alguns dos contos do livro receberam boa acolhida em concursos e revistas literárias.
O conto que abre a obra, A Segunda Vida de Gregor Samsa, foi escrito imediatamente após a publicação de O Pequeno Livro dos Mortos, e foi publicado na Revista Philos v.3 n°.24 (2017). Em 2020, saiu na Revista LiteraLivre (v. 04, n. 21).
Sahhir, o Perscrutador, encontra-se com Deus foi igualmente publicado pela Philos, ainda em 2017 (Philos v.3 n°.24), sendo veiculado também na Revista Ligeiro Guarani (v. 03, n. 03, 2020).
A Solução Final foi publicado na revista Brasil Nikkei Bungaku (n.64, 2020), bem como no site Escrita Cafeína.
A Ilha obteve a primeira colocação em sua categoria no II Concurso Literatura de Circunstância, organizado pela Universidade Federal de Roraima; recebeu ainda Menção Honrosa no 19º Concurso Literário Paulo Setúbal, promovido pela cidade de Tatuí – SP, ambos em 2021.
O conto Na Véspera de Um Dia Santo Numa Cidade Fulminante foi um dos vencedores do concurso promovido pela Editora Dando a Letra, sendo publicado na antologia Quem Será Pela Favela?.
Seu Onório do Bairro Antonina foi igualmente um dos vencedores do primeiro concurso Contos Fantásticos Niteroienses, sendo publicado em livro pela Vira-Tempo Editora.
O conto Estranho Horror na Senzala da Fazenda Colubandê foi publicado na Revista Mystério Retrô em sua edição de n.15/2021.
Como Quem Guarda Uma Cidadela foi publicado no primeiro volume da Revista Estrofe, em 2022. E também saiu na Revista Sarau Subúrbio, em 2021.
Para além disso, a maioria dos contos foi publicada em minha coluna no Jornal Daki, veículo de informação e opinião de terras gonçalenses.
O livro impresso (formato 14x21cm; 204 páginas) está disponível para aquisição diretamente com o autor, ao preço de R$ 30,00, já com valor de frete incluído. Escreva para o e-mail: [email protected] . Ou mande um direct.
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