#Canuto
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bambibarts · 2 months ago
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King Canute from Vinland Saga! I like him a lot but my fav is Thorffin... And Askelad HHAHAHAAHA Maybe shouuld I draw Young Askelad too? Thorffin is comming as well ~
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nixnight1 · 11 months ago
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Hay mucho potential en canciones en español para quotear en los merodeadores pero traducidas pierden mucho efecto, necesito hablar con fans que hablen español y escuchen música en español, onda cuarteto de nos
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thegodhand7 · 9 months ago
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senjou-kaede19 · 2 years ago
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esquizocorteza · 1 year ago
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Marauders! 🐕🦌🐁🐺
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budmaster420 · 2 years ago
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rainamedianight · 10 months ago
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Cicatrices
Remus se encontraba en la torre de astronomía fumando mientras veía las estrellas, quería estar un rato a solas sin escuchar los malos chistes de Peter, las anécdotas de James y la risa de Sirius, esa risa que tanto le gustaba escuchar. Sabía que sus amigos estaban para apoyarlo, pero tenía tantos problemas que no podía contarles, cada vez las transformaciones se volvían más dolorosas, tenía nuevas cicatrices por todos lados que no paraban de sangrar, Sirius se dio cuenta y lo quiso ayudar, pero Remus le contesto de mala gana, estaba estresado y se sentía culpable por la forma en la que le contesto a su mejor amigo. 
Su cigarro estaba por la mitad, era un viernes por la tarde y todo Hogwarts estaba descansando, sentir el aire recorrer su cuerpo y acariciar sus cicatrices, eso le ayudaba mucho a relajarse, a sentirse menos pesado. Por otro lado, estaba Sirius en la sala común con sus amigos, hablaba, comentaba y se reía con naturalidad, pero su mente estaba llena de dudas de donde estaba Remus y si estaba bien. Tomo el valor para levantarse y buscarlos, les dio una excusa a sus amigos y salió en busca de Remus, sabía que no había fumado en todo el día, así que era fácil deducir que estaba en la torre de astronomía. Subió lo más rápido que pudo y ahí estaba, de espaldas a las escaleras, con sus brazos apoyados en el barandal. Se acercó con cuidado y le arrebato el cigarro para luego inhalar un poco de él, todo esto sin quitar la vista de Remus, él se sorprendió al principio por no saber quién era, pero a penas vio a su amigo, se relajó de inmediato.
-"¿qué estás haciendo Sirius?". Le pregunto este en todo de burla.
-"solo quería saber que estabas bien". Dijo este dándole otra calada al cigarro. Remus estaba fascinado con la vida que tenía, el chico de pelo negro algo largo, recostado en el barandal, con su espalda algo arqueada, mirando al techo mientras expulsaba el humo, una obra de arte pensó él.
-"oye Sirius, perdón por como te conteste en la mañana, sabes que he estado algo estresando". Dice el mayor con tristeza en su voz.
-"sabes que te entiendo Remus, para algo somos amigos, cuando estés preparado me puedes contar". Sirius lo voltea a mirar y le regala esa sonrisa que tanto necesita, eso hace que Remus se sienta más cómodo y menos preocupado. Sirius siempre tuvo ese poder sobre Remus, solo que el mayor nunca se lo ha dicho directamente. En ese momento Remus le arrebata el cigarro cuando este está por acabar, inhala lo último que queda, lo tira al suelo y lo apaga con el pie, voltea a mirar a su lado y estaba Sirius mirándolo con unos ojos de lujuria y admiración, esos ojos que derretían a Remus. Se sentía la tención que habían creado, ninguno se atrevía a dar el primer paso, no era la primera vez que les pasaba, a veces sus lenguajes corporales delataban la tención y el deseo, pero ninguno hacía nada para calmarlo, solo lo ignoraban.
Esta vez algo cambio, Remus se acercó más a Sirius sin romper el contacto visual, lo agarro del brazo y lo llevo a la pared más lejana, al lugar más oscuro de la torre. Remus lo agarraba de la cintura con firmeza, puede escuchar la respiración acelerada del menos y su nerviosismo se refleja en sus ojos.
-" Remus estás muy cerca". Fue lo único que pudo decir el menor.
-"¿me quito, Sirius?". Pregunto este con un tono más grave.
Remus quería ir más lejos, quería probar esos labios que tanto deseaba, quería sentir cerca a Sirius, él menor no pudo aguantar más, puso sus manos alrededor de la cara de Remus, se puso de puntas para poder besarlo y unió sus labios con un deseo enorme. Remus no supo como actuar por unos segundos, cuando asimilo la situación abrazo a Sirius para que el beso sea más profundo, era desesperado y se sentía la necesidad que tenían los dos por tenerse cerca. Se separaron para tomar aire sin despegarse, fue en ese momento donde sus ojos conectaron más que nunca, podían sentir sus corazones latir. Remus volvió a unir sus labios, esta vez más desesperado por más, Sirius despeinaba el pelo de Remus y el mayor alzaba su camisa desde la parte de atrás.
-"Remus vamos a mi cuarto si? Me estoy congelando". Dijo el menor mientras Remus besaba su cuello, estaba empezando el invierno y el frío se hacía presente.
Se separaron y arreglaron sus cabellos, desarrugaron sus camisas y bajaron corriendo por las escaleras de la torre, Remus llevaba casi arrastrando a Sirius por todo Hogwarts hasta llegar a la sala común, no vieron por ningún lado a James ni a Peter así que rogaron porque estuvieran en el comedor. Corrieron al cuarto de Remus a toda prisa, al llegar cerraron la puerta y volvieron a unir sus labios. Remus le quito la camisa a Sirius y mientras este hacía lo mismo sus besos se pasaron por todo el cuello del menos, Sirius jalaba el pelo del mayor y pequeños jadeos salían de su boca. Para Remus era lo mejor que sus oídos habían escuchado en toda su vida.
Después de que Remus se quitara la camisa, Sirius se dio cuenta de esas nuevas heridas, algunas aún rosadas de lo reciente que estaban.
-"Remus...". Dijo él menos con tristeza en sus ojos. "¿Por qué no me dijiste?", sus ojos empezaban a cristalizarse.
-"Sirius no quiero hablar de eso ahora". Se notaba el cansancio en su voz, no quería que le preguntara al respecto, pero sabía que era algo inevitable. El menor estaba sentado en la cama, muestras Remus lo miraba a los ojos, estos reflejaban una tristeza tan grande que termino haciendo llorar al menor.
-"no llores Sirius, no te sientas mal por esto... sabes que es algo que tiene que pasar". Remus se acercó a Sirius limpiándole las lágrimas con su pulgar, se sentó al lado de él y Sirius se abalanzó encima de él abrazándolo con fuerzas.
-"no me vuelvas a mentir Remus... no sé qué haría sin ti". Remus no pudo con tanto y se soltó a llorar, no podía con todo lo que tenía guardado. Sirius so acostó en la cama con él al lado, se arroparon y lo abrazo con mucha fuerza, sabía que Remus no estaba bien y dejarlo solo sería hacerlo sufrir más. Sirius lo beso, fue un beso romántico y triste a la vez, sabía que necesitaba descansar.
-"todo va a estar bien Remus, solo trata de descansar". Le dijo este mientras le acariciaba el pelo.
-"no me dejes Sirius". Dijo Remus en voz baja.
-"nunca te voy a dejar, Remus".
-rain.
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noemo-on · 1 year ago
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Canuto chikito sosteniendo la espada con la que le tocaría matar a su propia humanidad 😭
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ergundel · 2 years ago
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Art from my collection: Random sketches
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anhelwithanh · 3 months ago
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capítulo tres: de tinta y papel a carne y hueso
Cada día era todo un desafío. No había querido acercarme a la habitación de la otra Zina, pero cada vez que pasaba enfrente me cosquilleaba la nuca. Ese día cuando pasé, vi que la puerta estaba abierta y la curiosidad me empujó a asomarme.
Como bien la curiosidad mató al gato, me encontré a la madre de la otra Zina llorando a la orilla de la cama. Para la incomodidad de mi cobardía, cruzamos miradas antes de poder esconderme e huir.
—Por favor, déjame verte—rogó, haciendo que pegara los pies al suelo sin corazón para ignorarla..
—No creo que sea la mejor idea.
Agatha ignoró mi protesta, levantándose de la cama para quedar de frente a mi. En esta etapa de mi vida, mi arrogancia evitaba que me intimidara tan fácilmente. Pero no fui intimidada por temor a Agatha, ni por su autoridad; me intimidó el dolor de sus ojos al recorrer mi rostro con detalle, y me desarmó por completo cómo bajaba la mirada para ver el resto de mi cuerpo.
Mi pecho se estrujó, no tenía la frialdad para ignorar cómo intentaba recuperar un atisbo de su hija en mí. La decepción de reconocerme como una extraña en la piel de su hija, sin encontrar nada de ella en mi.
—Nunca imaginé que vería el doppelgänger de mi hija—no dijo nada más, pero estaba claro lo que dejó entre líneas. La desgarraba verme a mi en su lugar.
—Nunca imaginé ser uno—murmuré, tratando de disculparme.
Quedó un extraño silencio entre nosotras. Carecía de incomodidad, pero no había ningún alivio en su ausencia. Era un silencio de un sombrío respeto por el duelo de la otra. La pesadumbre de tenernos frente a frente, cómplices en el resentimiento por el destino que se nos había impuesto.
Yo no era madre, nunca había perdido a nadie. Así que nunca entendí el lamento de perder el mundo entero al perder un hijo... No hasta ese momento.
—Irán al callejón Diagon hoy, ¿verdad?—sus ojos seguían examinándome centímetro a centímetro, por lo que vio mi asentimiento por más quedo que fuese. Ella me imitó, con un asentimiento más decisivo—Deberías llevar su bolso. Yo te lo traigo.
—No es necesario, de verdad...—mi protesta fue ignorada de nuevo. Me obligué a seguirla, arrastrada por la compasión.
A mis ojos, la habitación resultó un ensueño. El tapiz de las paredes eran de verde olivo, con flores de tallos largos y pétalos beige, amarillos y naranjas; tan sólo con ese color ya otorgaba calidez en la atmósfera.
Los muebles eran de madera oscura, incluidas las repisas, a excepción de un estante de latón en dos esquinas, subiendo poco más de un metro cual escalera de caracol. Las únicas macetas que habían eran bastante llamativas, dos flanqueando la ventana frente a la cama con tallos extendiéndose como lianas cubiertas de hojas extensas, y las demás cubriendo la repisa sobre la cabecera de la cama.
A decir verdad, las paredes estaban plagadas de repisas y sobre ellas tomos y tomos de libros, con estatuillas y velas mimetizándose con ellos. Notar los colgantes de cuerpos celestes cayendo de las repisas me arrebató una sonrisa, por cómo el sol se reflejaba en luces iridiscentes sobre ellos. Y había más colgantes, de hilos coloridos y tubos musicales con campanas, cantando suavemente con la brisa que los acunaba desde la ventana entreabierta.
Pero lo más impactante de todo fueron las runas y los sigilos. Las encontraba por donde viese, serigrafiadas en los muebles, bordadas en las orillas del cobertor, e incluso pintadas alrededor de la cama. Hasta los colgantes de hilos hacían nudos célticos, y pude reconocer
—Zina tenía una fascinación por las runas gracias a su padre, quería depender lo menos posible de su varita...—su voz se apagó, y su rostro se ensombreció de nuevo.
No sabía como consolarla. Sentía que se lo debía, pero también temía lastimarla.
—Creo que su pasión por las runas traspasaron dimensiones—murmuré, concentrando la mirada en acariciar la tela de algodón, explicando el color de hueso. Admiré las runas bordadas en las orillas con hilo dorado, y tras volver la vista a Agatha mientras me colgaba las tiras de cuero al hombro, vi que estaba por romper en llanto—No, no, no quise decir...
—No dijiste nada malo—me interrumpió. Podía verla batallar con el nudo en su garganta, y admiré en silencio cómo se sobrepuso a pesar de agachar la mirada al bolso—No dijiste nada malo—murmuró más quedo, pellizcando el final del bolso con añoranza.
Esta vez, al sentir que la conversación no tiraba a más, resentí el silencio.
—Será mejor que me prepare. Se viene una tarde pesada—me excusé, fallando en ser descortés al irme sin esperar su respuesta.
Mis sospechas se confirmaron tan pronto llegamos al callejón Diagon. Incluso cuando los sombreros parecían ridículos y las túnicas sobraban, la magia tomando vida propia por donde viera... robaría el aliento a cualquiera.
—¿Ustedes no tienen su propio callejón?—preguntó Ignatius, empujándome con suavidad para sacarme del estupor y seguirle el paso.
—Tenemos plazas de mercado y tiendas esotéricas, pero nada se le compara—reí todavía deslumbrada por todo lo que alcanzaba mis ojos.
Incluso entre la muchedumbre, podía admirarse la energía derrochante en cómo la magia danzaba por todos lados. En los niños volando bajo en escobas de su tamaño, elfos domésticos corriendo tras sus amos y chispas coloridas saltando aquí y allá.
—En comparación con ustedes, lo más extravagante que tenemos sería levitar y manipular un poco los elementos. Ah, y comunicarnos con espíritus.
Era palpable como Ignatius se contenía para no preguntar nada más. Pero entendíamos el peligro de alterar su mundo si llegaban a saber más del mío.
—Oh, ¿qué tal empezar por ahí?—señalé la tienda con el dedo de inmediato, pero al ver a Ignatius conteniendo la sonrisa me invadió la vergüenza; no me había dado cuenta de la emoción que se me había escapado—Nunca he tenido una varita como tal—me excusé con una sonrisa que no logró ocultar mi bochorno.
Si bien la madre de la otra Zina conservaba su varita, nunca se cuestionó si debía dármela. Después de todo, en este mundo la varita de un mago era como una extensión de si mismo, así que... realmente era la única parte que le quedaba de su hija.
—Diremos que se ha roto tu varita, no debería haber mucho problema—accedió Ignatius, actuando tan casual frente al subtexto que lo agradecí internamente.
Me di cuenta que mis expectativas llegaron demasiado altas. Realmente quería todo un espectáculo, pero las varitas que fui probando tan sólo vibraban con disgusto, soltaban chispas indignadas o directamente se calentaban como si intentaran quemarme.
Pero cuando Ollivander me dio la varita de álamo templado, me enmudeció cómo el plateado tan vibrante de la madera parecía brillar por su cuenta. La longitud se sentía perfecta, y al agitarla me sorprendió su ligereza; tan sólo bastó el primer roce para sentir la calidez recorriéndome por completo, una conexión inmediata que la varita demostró al soltar chispas azules que se extendieron con una brisa propia alrededor de mi, alborotando mi cabello y soltando un aroma tenue a jazmín.
Sin duda era la varita perfecta.
—¿Puedo adelantarme a la tienda de animales?—pregunté a Ignatius apenas se cerró la puerta tras nuestra salida.
—En realidad ya tienes una lechuza. Pero si quieres ver a los animales, está bien.
Asentí, recordando que se incluía en lo que sí tenía que llevarme de la otra Zina. Tenía que aprovechar esta tarde al máximo para averiguarlo todo sobre su vida. Mi vida bien podría depender de ello.
Al entrar a la tienda me sentí fuera de lugar por lo estrecho de sus pasillos. Las jaulas se apilaban peligrosamente por todos lados, con multitud de animales que no reconocía, o resultaban más fantásticos que en los libros.
Era incluso claustrofóbico lo apretado que se sentía cada espacio, pero fue el ajetreo que escuché al fondo lo que me convenció.
No, no estaba en mis planes ser acorralada entre jaulas de animales que no sabía si podían matarme o no.
—¡Eh! Con cuidado—exclamó el muchacho con el que casi me di de bruces por darme la vuelta sin avisar. Tuve que pararme en seco, a centímetros de estrellarme contra sus lentes.
Casi salté hacia atrás para recuperar espacio.
—¿De qué estás huyendo, pajarito? Ten piedad de Lupin, no ha empezado el año y ya le quieren dar trabajo—se burló el chico, riéndose con el resto de su grupo. O al menos dos de ellos.
No se me ocurrió decir nada, había sido enmudecida por la incredulidad y podía verse en lo mucho que se abrieron mis ojos.
—Creo que la deslumbraste demasiado pronto, Prongs—se burló esta vez el pelinegro a su alto, con una arrogancia natural en su media sonrisa.
Entonces sí eran. Ahí estaban los... cuatro. Los cuatro. Eran ellos.
—¡Se va a caer!—exclamó el tercero, el más delgado de los cuatro y de palidez casi enfermiza, aunque más sutil que la de Lupin.
Alcanzó a adelantarse a Prongs para sujetarme del brazo, ahorrándome la vergüenza de haber tropezado por intentar alejarme más.
—¿Estás bien?—preguntó por encima de las carcajadas, a lo que asentí con una sonrisa tímida de agradecimiento.
Cada vez me sentía más fuera de lugar. No sólo por estar siendo el chiste de los otro dos, sino por la timidez repentina que me seguía persiguiendo.
—Estoy bien, me desorientó un poco estar a punto de estrellarme—me excusé, y me avergonzó más ver cómo el alivio relajó a Wormtail.
Remus fue quien se acercó a nosotros para apartarme de la entrada con sutileza; sé que intentaba ser amable alejándome de sus amigos, sobretodo por su sonrisa de disculpa. Pero no me función, no cuando sabía que sus disculpas eran para excusarlos.
—No hace falta, ya me iba de todos modos.
—Sólo quiero asegurarme de que tu equilibrio no te la juegue de nuevo—se explicó. Podía ver que era genuino, pero toda la situación me estaba superando y no tardaba en morder de vuelta por las burlas de sus amigos.
—¿Al fin una chica que te gusta, Moony? A como la deslumbró Prongs, la barra quedó más alta—se rio Sirius, con James codeándolo para que se callara pero divirtiéndose con él.
—No empieces, Padfoot, casi nunca se atreve y vas a molestarlo—le recriminó, mirándome como si me estuviera haciéndome el favor, todavía cuando no dejaba de burlarse de mi.
Hice una mueca de hastío al rechazarle la "disculpa" con los ojos en blanco, sin soportar mirar a ninguno de ellos. No pensaba malgastar más energía, ya sabía que todo caería en oídos sordos.
Cuánto estaba maldiciendo a Theo en mi cabeza, por meterme sus fanfics hasta el culo y obsesionarse tanto que me mandó directo con ellos. Idiota. Idiota. Idiota. Todo por no callarse con sus referencias de idiota.
—Mejor ve con ellos. No vaya a seguir deslumbrándome el encanto de tus amigos—sonreí con la mejor de mis falsedades a Remus. Podía intentar ayudar, pero seguía sin detener al dúo de payasos.
—Lo siento mucho, ellos... ellos son así.
—¿Chicos siendo chicos?—pregunté con una voz hiper animada junto a mi sonrisa aun fingida—Anda, mejor ayúdales para que no maten a alguien de risa.
En vez de reaccionar a lo que dije, alzó la cabeza por encima de mi al ver algo que le empalideció. Claro que la curiosidad me pudo más que el orgullo, por eso tuve que voltearme para ver.
—No, creo que Lily ya se me adelantó—advirtió justo cuando la pelirroja se sumó al espectáculo.
Yo sólo quería ver escarbatos.
—¿Qué? ¿Encontraron otra víctima para su comedia barata?—saludó, si es que se podía llamar así, cruzando los brazos con la ceja arqueada con disgusto.
La autoridad que llevaba parecía de una maestra dándoles una lectura a los payasos de la clase. Y no se alejaba tanto de la realidad.
Aunque Peter estaba un poco más apartado de ellos, los ojos de Lily lo abarcaron con James y Sirius.
Y vaya ojos. De verdad eran como dos esmeraldas incrustadas en cada cuenca. Si hubiera tardado un segundo más en salir el dueño de la tienda, Lily me habría tachado de trastornada.
—¡Para sus reuniones afuera! ¡Si no son clientes, dejen espacio a los que si quieren serlo!—reclamó.
Para mi fue la señal de largarme antes que se sumara más gente. Yo me podía ahorrar el chisme, ya me había tocado mi pedazo de pastel, ¿no?
Jódete cada que respires, Theo.
Claro que el destino seguía aferrado a escupirme más en la cara, porque justo en la única vía de escape que me quedaba, se aparecieron más chicas que a leguas se veían como amigas de Lily.
No, el destino no me daría tregua ese día.
A este punto, para mi el destino ya tenía nombre y apellido. Theo D'Mierda
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barrerod · 8 months ago
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superbeth18 · 7 months ago
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My boys
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whisper whisper
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thegodhand7 · 11 months ago
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sweetcreaturees-world · 2 years ago
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I think you'd like this story: " TRAIDORES DE SANGRE " by mentis- on Wattpad https://www.wattpad.com/story/316888374?utm_source=android&utm_medium=com.tumblr&utm_content=share_writing&wp_page=create&wp_uname=mentis-&wp_originator=dy0V%2BQBAtu5cfjk63lxzfqMYgZYZFngoKv%2B8e1FSwFcIcXDAsFpMnx%2FlONuHbcOkBRA8OChvg2dPJckwtWRfnVlrvaA5w9EBoBUEWahO4OMEh3NXuEhj4g2RjdlNe8Nv
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senjou-kaede19 · 1 year ago
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Canute 👑
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bloggeomental · 10 months ago
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Crear un paraíso en la tierra significa ir en contra de las reglas que Dios estableció. Es rebelarse contra Dios. Pero si los seres humanos seguimos cumpliendo sus reglas, no encontraremos nunca la felicidad.
-Canuto II (Vinland Saga, Netflix).
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