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LUNES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
2 Sam 15, 13-14. 30; 16, 5-13a
Huyamos ante Absalón. Dejad que Semeí me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor
Lectura del segundo libro de Samuel.
En aquellos días, alguien llegó a David con esta información: «El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón». Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén: «Levantaos y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente, no sea que se apresure, nos dé alcance, precipite sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada». David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que le acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba caminando y lanzando maldiciones. Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo: «Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre desalmado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario». Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: «¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza». El rey contestó: «¿Qué hay entre vosotros y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: “Por qué actúas así”?». Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores: «Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día». David y sus hombres subían por el camino.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 3, 2-3. 4-5. 6-8a (R.: 8a)
R.Levántate, Señor; sálvame.
V.Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios».
R.Levántate, Señor; sálvame.
V.Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo.
R.Levántate, Señor; sálvame.
V.Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.
R.Levántate, Señor; sálvame.
Aleluya
Lc 7, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 5, 1-20
Espíritu inmundo, sal de este hombre
+Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes». Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Palabra del Señor.
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Lecturas del Lunes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas del día Lunes 29 de Enero de 2024
Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel 15,13-14.30;16,5-13a
En aquellos días, llegó un hombre a avisar a David: “Todos los israelitas se han puesto de parte de Absalón”. Entonces David les dijo a sus servidores que estaban con él en Jerusalén: “Huyamos pronto, porque si llega Absalón no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, pues si se nos adelanta y nos alcanza, nos matará y pasará a cuchillo a todos los habitantes de la ciudad”.
Al subir por el monte de los Olivos, David iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todos sus acompañantes iban también con la cabeza cubierta y llorando.
Cuando llegaron a Bajurim, un hombre de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, les salió al encuentro y se puso a seguirlos. Los iba maldiciendo y arrojaba piedras a David y a todos sus hombres. El pueblo y los soldados se agruparon en torno a David. Semeí le gritaba: “Fuera de aquí, asesino malvado. El Señor te está castigando por toda la sangre de la casa de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el trono a tu hijo Absalón y tú has caído en desgracia, porque eres un asesino”.
Abisay, hijo de Sarvia, le dijo entonces a David: “¿Por qué se ha de poner a maldecir a mi señor ese perro muerto? Déjame ir a donde está y le corto la cabeza”. Pero el rey le contestó: “¿Qué le vamos a hacer? Déjalo; pues si el Señor le ha mandado que me maldiga, ¿quién se atreverá a pedirle cuentas?”
Enseguida, David dijo a Abisay y a todos sus servidores: “Si mi propio hijo quiere matarme, ¿con cuánta mayor razón este hombre de la familia de Saúl? Déjenlo que me maldiga, pues se lo ha ordenado el Señor. Tal vez el Señor se apiade de mi aflicción y las maldiciones de hoy me las convierta en bendiciones”. Y David y sus hombres prosiguieron su camino.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 3,2-3.4-5.6-7
R./ Levántate, Señor, y sálvame, Dios mío.
Mira, Señor, cuántos contrarios tengo, y cuántos contra mí se han levantado; cuántos dicen de mí: “Ni Dios podrá salvarlo”. R./ Levántate, Señor, y sálvame, Dios mío.
Mas tú, Señor, eres mi escudo mi gloria, y mi victoria; desde tu monte santo me respondes cuando mi voz te invoca. R./ Levántate, Señor, y sálvame, Dios mío.
En paz me acuesto, duermo y me despierto, porque el Señor es mi defensa. No temeré a la enorme muchedumbre que me cerca y me acecha. R./ Levántate, Señor, y sálvame, Dios mío.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Marcos 5,1-20
En aquel tiempo, después de atravesar el lago de Genesaret, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo, que vivía en los sepulcros. Ya ni con cadenas podían sujetarlo; a veces habían intentado sujetarlo con argollas y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba las argollas; nadie tenía fuerzas para dominarlo. Se pasaba días y noches en los sepulcros o en el monte, gritando y golpeándose con piedras.
Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a correr, vino a postrarse ante él y gritó a voz en cuello: “¿Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes”.
Dijo esto porque Jesús le había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre. Entonces le preguntó Jesús: “¿Cómo te llamas?” Le respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había allí una gran piara de cerdos, que andaban comiendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaban a Jesús: “Déjanos salir de aquí para meternos en esos cerdos”. Y él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y todos los cerdos, unos dos mil, se precipitaron por el acantilado hacia el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron lo sucedido, en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al antes endemoniado, ahora en su sano juicio, sentado y vestido. Entonces tuvieron miedo. Y los que habían visto todo, les contaron lo que le había ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos. Ellos comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca.
Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el Señor contigo”. Y aquel hombre se alejó de ahí y se puso a proclamar por la región de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos los que lo oían se admiraban.
Palabra del Señor
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A la Luz del Evangelio... sábado 24 de diciembre
La Fe en Jesucristo es la Luz que nos permite avanzar en la historia de la humanidad hacia la eternidad...
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 67-79
“Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»”
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
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Oración a San Benito contra males, envidias y trabajos oscuros
Virtuoso padre san Benito,
glorioso maestro de la vida espiritual
hombre justo lleno de bondad y caridad,
fiel servidor de Jesucristo,
que hallaste consuelo y paz
en la oración, en el silencio, en el monasterio,
lleno de un espíritu invencible en la fe
e inquebrantable en la esperanza,
y un corazón pleno de amor a Dios y los hombres,
te invocamos para que nos alientes
con tu dulce y valiosa presencia
y nos concedas protección y amparo en nuestras vidas.
Tú que siempre das ayuda cuando se te invoca
y eres poderoso intercesor ante el trono del Altísimo,
te ruego apartes de mí los peligros que me acechan,
y me obtengas de Dios los favores que preciso.
San Benito, terror de los demonios,
por el poder de la Cruz
aleja de mi toda influencia maligna,
resguárdame de envidias y de los ojos que me miran mal
líbrame de malas lenguas y habladurías,
de falsedades, traiciones y egoísmos,
y de toda aquella mala persona que sin escrúpulos
me desee algún mal y pretenda atormentarme;
presérvame te ruego confiadamente,
de maleficios, brujerías y hechicerías,
corta y disuelve todo trabajo de magia
que hayan enviado sobre mi o mi familia,
destierra todo lo que perjudique nuestras vidas.
Bienaventurado san Benito,
por tu poder ilimitado sobre los poderes del mal,
pongo en tus manos mis angustias,
libérame de todo mal y malicia
protégeme y aléjame de peligros y enemigos,
en especial de esto que tanta intranquilidad me causa:
(decir lo que se quiere conseguir).
¡Oh glorioso San Benito,
que venciste al demonio y triunfaste de sus engaños!
protege de un modo especial
a cuantos nos ponemos con filial cariño bajo tu amparo,
consíguenos lo que con fe pedimos en esta oración
y danos tu especial cuidado y defensa en esta vida,
guíanos para que sepamos practicar tus enseñanzas
e inspíranos amor y caridad para con el prójimo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Así sea.
San Benito, ruega por nosotros,
y que tu bendición siempre nos acompañe.
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#abd ru shin#en la luz de la verdad#mensaje del grial#mensajero de la luz#miang fong#vida y obra del precursor en el tibet#servidor del altísimo#miang#servidores de la luz#el altísimo#fong
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ISLAM 101: Aprendiendo el Salat: La Parte 1
La intención (niah):
1. La intención (niah): La intención es una condición indispensable para que sea válido el salat. El significado de la intención es tener el propósito en mente de adorar a Allah por medio del salat, sabiendo, por ejemplo, que se trata del salat del Mágrib o el Ishá. No está legislado que se pronuncie la intención, sino que basta con tener el propósito en mente; pronunciarla es un error, ya que ni el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) ni sus compañeros lo hicieron.
2. Se debe estar de pie en el salat y decir: “Allahu Ákbar” (Allah es el Más Grande), levantando las manos a la altura de los hombros, y que las palmas enfrenten la quíblah.
No está permitido hacer el takbir (decir Allahu Ákbar) con otras palabras. El takbir magnifica y glorifica a Allah, porque Allah es Más Grandioso que todo lo que hay en esta vida, incluyendo sus placeres y deleites, por eso dejamos todos esos placeres a un lado y decimos con nuestro corazón y mente que Allah es Más Grandioso, totalmente concentrados cuando estamos en nuestro salat.
3. Después del takbir, se coloca la mano derecha sobre la izquierda y ambas sobre el pecho, esto se hace estando de pie.
4. Es recomendable que pronuncie la súplica de apertura del salat: “Subhánaka Allahumma wa bi hámdika, wa tabárakasmuka, wa ta ala iádduka, wa la ilaha gáiruk” (Glorificado seas Dios nuestro, por Tu alabanza, bendito sea Tu nombre y elevado sea Tu reino, no hay divinidad más que Tú).
5. Luego dice: “Audu billahi min ash shaitán arrayim” (me refugio en Allah de Satanás el maldito).
6. Se debe decir: “Bismillahi arrahmán arrahim” (en el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso), también llamado Básmalah y su significado es: “(Comienzo mi oración) En el nombre de Allah…”
7. Recitar el capítulo “La Apertura” (Al Fátiha), que es el más grandioso de los capítulos del Corán.
Allah ha mencionado a Su Mensajero la revelación de este capítulo. Dijo Allah: “Te hemos concedido siete aleyas que se reiteran y todo el Corán grandioso” (Corán 15:87). Y fue nombrada así porque se compone de siete versículos.
Es obligatorio que el musulmán memorice este capítulo, porque su recitación es un pilar del salat, ya sea que rece solo o siguiendo al Imam cuando éste la recita al dirigir el salat.
8. Se ha legislado que después de la recitación del capítulo Al Fátiha o después de escucharla en la lectura del Imam, se diga “Amín”, que significa: “Que así sea”.
9. Después del capítulo Al Fátiha, se recita en las dos primeras unidades del salat (rakah) otro capítulo o versículo; en cambio, en la tercera y cuarta unidad del salat sólo se recita Al Fátiha, sin otro versículo del Corán.
En las oraciones del Fayr, el Mágrib y el Ishá se recita en voz alta el capítulo Al Fátiha y el capítulo o versículo que se recite después; mientras que en los salat del Dúhur y el Asr se recita en silencio.
El resto de las súplicas que se recitan en el salat son en voz baja.
10. Después, se debe realizar el takbir levantando las manos a la altura de los hombros y las palmas hacia la quíblah, tal como se hizo en el primer takbir.
11. Luego debe postrarse (rukú), inclinando la espalda en dirección a la quíblah, dejando la espalda y la cabeza al mismo nivel, colocando las manos sobre las rodillas. Y decir: “Subhana Rabbi Al Adim” (Alabado sea mi Señor, el más Grandioso), está recomendado repetir esto tres veces, pero es suficiente con decirlo una vez. Esta posición (rukú) representa glorificación y alabanza a Allah.
El significado de “Subhana Rabbi Al Adim” (Alabado sea mi Señor, el más Grandioso), es negar cualquier atributo de imperfección para Allah, y hacerlo mientras uno se postra sometido a Allah, glorificado sea.
12. Luego se incorpora del rukú irguiéndose, levante las manos a la altura de los hombros con las palmas orientadas hacia la quíblah; si está rezando solo u oficiando como Imam, dice: “Samia Allahu li man hámidah” (Allah escucha a quien Lo alaba), pero si reza detrás de un Imam, sólo el Imam dirá esto. A continuación dice, ya sea que rece solo o detrás de un Imam: “Rábbana wa laka al hamd” (¡Señor nuestro! Para Ti es la alabanza). Es recomendable añadir a lo último: “Hamdan kaziran taiban mubárakan fih, mil as samá i wa mil a al ard wa mil a ma shi ta min bad” (muchas alabanzas buenas y benditas, [tantas] que llenen los cielos, que llenan la Tierra, que llenan todo lo que Tú desees).
13. Después de esto se prosterna en el suelo apoyando siete partes del cuerpo, que son: la frente con la nariz, las palmas de las manos, las rodillas y los pies. Está recomendado que las manos estén posicionadas a los costados, que el estómago esté separado de los muslos y que los muslos estén separados de las pantorrillas cuando se hace la prosternación (suyud), y que los antebrazos no estén apoyados en el suelo, sino con los codos levantados.
14. Cuando se está prosternado en el suelo se dice: “Subhana Rabbi Al Ala” (Alabado sea mi Señor, el Altísimo) al menos una vez, aunque se recomienda repetirlo tres veces. Durante la prosternación (suyud) es el mejor momento para suplicar a Allah, por eso la persona puede suplicar después de haber recitado las súplicas establecidas, y puede pedir todo el bien de esta vida y la Otra. Dijo el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “El momento en que el siervo se encuentra más cercano a su Señor es cuando está prosternado. Por lo tanto, aumenten allí sus súplicas” (Muslim 482).
El significado de “Subhana Rabbi Al Ala” (Alabado sea mi Señor, el Altísimo) es santificar a Allah por Su magnificencia y Su poder, pues Él es el Altísimo sobre los cielos; por lo tanto, negamos para Él cualquier atributo de imperfección. En esta posición, cuando el siervo está prosternado, sometiéndose a Allah, recuerda la diferencia entre él y su Creador, y por eso se somete y se postra ante su Soberano.
15. Después se dice el takbir (decir: Allahu Ákbar), sentándose entre las dos prosternaciones (suyud), y es recomendable que se siente levemente apoyado sobre su pierna izquierda, apoyándose en la punta de los dedos del pie derecho, y colocando sus manos sobre los muslos.
Es recomendable que cada vez que se siente al realizar el salat lo haga de esta forma, a excepción de cuando se siente para finalizar el salat, donde la posición recomendada es que apoye su pierna derecha en la yema de los dedos de los pies, pero su pierna izquierda pase por debajo de los muslos hacia la derecha, sentándose directamente sobre el suelo.
Pero esto no es imprescindible. Quien no pueda sentarse de esta forma en el salat por causa de dolor en sus rodillas o porque no está acostumbrado, puede sentarse de la forma que le sea más cómoda.
16. Cuando se está sentado entre las dos prosternaciones, se debe decir: “Rabbi igfirli, warhamni, wahdini, warzuqni, wayburni, wa afini” (Señor mío, perdóname y ten misericordia de mí, guíame, provéeme, fortaléceme y protégeme).
17. Luego se realiza la segunda prosternación, igual que la primera.
18. Después se levanta poniéndose de pie (quiam), y diciendo: “Allahu Ákbar” (Allah es el Más Grande).
19. Y se completa esta segunda unidad (rakah) como se hizo la primera.
20. Cuando se ha completado la segunda prosternación se debe permanecer sentado para hacer el primer testimonio de la oración (tasháhud), y se dice: “At tahiatu lil lahi wa as salawatu wa at taiyibat, as salamu aleika áiyuha an nabiyu wa rahmatullahi wa barakátuh, as salamu alaina wa ala ibadil lahi as salihín. Ash hadu an La ilaha il la Allah, wa ash hadu anna Muhámmadan ábduhu wa rasúluh” (las salutaciones, las bendiciones y mejores alabanzas sean para Allah. Que la paz sea sobre ti, ¡oh, Profeta! Que la paz sea sobre nosotros, sobre los servidores de Allah y sobre los justos. Atestiguo que no hay más divinidad que Allah, y atestiguo que Muhámmad es Su siervo y mensajero).
21. Luego se levanta para completar el resto del salat, si está compuesto de tres o cuatro unidades de oración (rakah). En esta parte solo basta con que recite el capítulo Al Fátiha.
Pero si el salat está compuesto de dos rakah, como por ejemplo el salat Al Fayr, debe recitar el segundo tasháhud como veremos a continuación.
22. En la última unidad (rakah) después de la segunda prosternación (suyud), se sienta para recitar el último tasháhud igual que el primero, pero se añaden las salutaciones al Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), de este modo: “Allahumma sali ala Muhámmadin wa ala ali Muhámmadin kama salaita ala Ibrahima wa ala ali Ibrahim, wa bárik ala Muhámmadin wa ala ali Muhámmadin kama barakta ala Ibrahima wa la ali Ibrahim, ínnaka Hámidun Mayid” (¡Dios nuestro! Colma de gracias a Muhámmad y a la familia de Muhámmad como has colmado de gracias a Ibrahim [Abraham] y a la familia de Ibrahim [Abraham]; y bendice a Muhámmad y a la familia de Muhámmad tal como has bendecido a Ibrahim [Abraham] y a la familia de Ibrahim [Abraham]. Ciertamente eres Alabado, Majestuoso).
Es recomendado decir después: “Audu bilahi min adabi yahánnam wa min adabi al kabr wa min fítnati al mahia wal mamat wa min fítnati al masihi ad dayal” (Me refugio en Allah del castigo del Fuego y del castigo de la tumba, de las tentaciones y dificultades de la vida y de la muerte, y de la tentación del falso mesías). Luego se pide lo que se desee.
23. Luego gira su rostro hacia la derecha diciendo: “As salamu alaikum wa ráhmatullah” (que la paz sea sobre vosotros), y luego la gira hacia la izquierda diciendo lo mismo. Este acto se llama Taslim.
Con este saludo (taslim) se ha terminado el salat, tal como dijo el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “Comienza con el takbir y termina con el taslim” (Abu Dawud 61; Attirmidhí 3).
Es recomendable para el musulmán, al momento de terminar su salat obligatorio, decir las siguientes plegarias:
24. “Astagfirullah” (pido el perdón de Allah), tres veces.
25. “Allahumma anta as salam wa minka as salam, tabárakta wa ta alaita, ia dal yalali wal ikram” (¡Dios nuestro! Tú eres La Paz, y de Ti proviene la paz, Bendito y Enaltecido seas, Poseedor de la Majestad y la Dignidad).
26. “Subhan Allah” (Glorificado sea Allah [tasbih]) 33 veces; “Al hamdu lillah” (Alabado sea Allah [hámdala]) 33 veces; y “Allahu Ákbar” (Allah es el Más Grande [takbir]) 33 veces; y completa el número de 100 diciendo: “La ilaha il la Allah wáhdahu, la sharika lah, lahu ul mulk wa lahu ul hamd, wa huwa ala kuli shai in kadir” (no hay divinidad excepto Allah, no tiene asociado alguno, Suya es toda soberanía y alabanza, el destino de todas las cosas está en Sus manos).
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# Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
## Capítulo 1
Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el grupo de su turno, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
Se le apareció el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso Al verle Zacarías, se sobresaltó, y el temor se apoderó de él.
El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y convertirá al Señor su Dios a muchos de los hijos de Israel e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer de avanzada edad.» El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Mira, por no haber creído mis palabras, que se cumplirán a su tiempo, vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas.»
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de que se demorara tanto en el Santuario. Cuando salió no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas y permaneció mudo. Una vez cumplidos los días de su servicio se fue a su casa.
Días después, concibió su mujer Isabel y estuvo durante cinco meses recluida diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre la gente.»
Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.» María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa.
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Al octavo día fueron a circuncidar al niño y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.
Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciéndose: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde antiguo, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian teniendo misericordia con nuestros padres y recordando su santa alianza el juramento que juró a Abrahán nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia en su presencia todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo el conocimiento de la salvación mediante el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de lo alto, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.» El niño crecía y su espíritu se fortalecía y vivió en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
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15 ¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué dios podrá salvarlos de mi mano?". 16 Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: "No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. 17 Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. 18 Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido". 19 Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. 20 Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. 21 Entonces estos tres, con sus mantos, sus calzados, sus gorros y toda su ropa, fueron atados y arrojados dentro del horno de fuego ardiente. 22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba muy encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sadrac, Mesac y Abed Negó. 23 En cuanto a estos tres, Sadrac, Mesac y Abed Negó, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente. Reconocimiento de la intervención de Dios en favor de los jóvenes 24 El rey Nabucodonosor quedó estupefacto y se levantó rápidamente. Y tomando la palabra, dijo a sus cortesanos: "¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?". Ellos le respondieron, diciendo: "Así es, rey". 25 Él replicó: "Sin embargo, yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses". 26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y, tomando la palabra, dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan". Y Sadrac, Mesac y Abed Negó salieron de en medio del fuego. https://www.instagram.com/p/CjW_UPSOCmf/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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A SAN MIGUEL ARCANGEL: -Cristo, óyenos. -Cristo, escúchanos. -Señor, ten piedad de nosotros. -Cristo, ten piedad de nosotros. -Señor, ten piedad de nosotros. -San Miguel: Tú, cuyo nombre es un relámpago, -Tú, cuyo nombre es himno a Dios, -Serafín del incensario de oro, -Elevada llama de amor divino, -Perfecto adorador de Dios, -Modelo de su misión amorosa, -Modelo de pronta obediencia, -Leal servidor de Dios, -Primer heraldo de la verdad, -Primer defensor de la fe, -Primer testigo de Dios, -Instigador de la lucha contra satanás, -Ángel apóstol de los ángeles, -Celador del reino de Dios, -Primer defensa de la justicia, -Primer vengador del buen derecho, -Abogado nuestro, -Portador de las llaves del abismo, -Tú que encadenas a satanás, -Justiciero de Dios, -Portaestandarte de ya trinidad, -Guerrero de armas de luz, -Espada de Dios, -Terror de los traidores y de los perjuros, -Terror de los orgullosos demonios, -Centella de Dios, -Tú que llevas las siete estrellas -Vencedor de la primera guerra, -Virrey de los ejércitos de Dios, -Inspirador de valentía, -Tú que guerreas por el mundo, -Defensor de los hijos de Dios -Ángel que vale por mil ejércitos, -Esperanza de los combatientes, -Intrépido soldado de Dios, -Refuerzo dado a las justas causas, -Liberador de los oprimidos, -Caballero de Dios, -Ángel de los pastores de navidad, -Ángel de cristo en agonía, -Ángel de la aurora pascual, -Consejero de Constantino -Guerrero del castillo del santo ángel, -Protector de la unidad católica de España y de las naciones Hispanoamericanas. -Cantor de los gozos marianos, -Espejo del altísimo -Ángel vicario del verbo -Protector de la iglesia militante, -Consolador de la iglesia purgante, -Honor de la iglesia triunfante, -Tu que recibes la confesión de nuestros pecados, -Tu a quien la iglesia implora en nuestra última hora, -Tu cuya potente voz despertara a los muertos, -Introductor de las almas al cielo, -Asistente de cristo en el gran día -Heraldo de las sentencias eternas -Pre cantor de las alabanzas divinas, -El más elevado de los serafines, -Príncipe de los nueve coros de ángeles, RUEGA POR NOSOTROS! Amén! https://www.instagram.com/p/CjB_KtNL7iK/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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JUAN BAUTISTA
El pesado y sofocante calor de una tarde de verano pesaba en la montaña, cuyas grietas y escarpes resquebrajados se destacaban contra un cielo sereno y sin nubes. A media altura había una ciudad bastante grande, cuyas calles mal mantenidas corrían en todas direcciones entre las casas con techos bajos.
Inmerso en sus pensamientos, un hombre de cierta edad caminaba en una de estas calles sinuosas. Su ropa fue reconocida como un rabino. Dirigió sus pasos hacia el templo de Dios, que era el edificio más importante de esta localidad. Una larga barba, gris y ondulante, cayó sobre su pecho. Un cuadrado de tela cubría su raro cabello.
Estaba terriblemente delgado y su prenda limpia flotaba alrededor de sus extremidades; A pesar de todo, no dio la impresión de ser un anciano frágil. Su paso estaba demasiado asegurado y era demasiado recto para eso.
Los chicos jugaban en medio de la calle. Uno grande golpeó accidentalmente a un pequeño que perdió el equilibrio y rodó cuesta abajo.
Aunque el hombre estaba perdido en sus pensamientos, el grito que había crecido repentinamente hizo que los niños levantaran la cabeza. Corrió y detuvo al niño al caer, luego se agachó, levantó al niño que lloraba y lo examinó para ver si no se había lastimado.
Había hecho todo esto sin decir una palabra, pero con tanta amabilidad que las lágrimas se detuvieron y que el niño aceptó con buena gracia que se lo habían tomado y limpiado. Los otros que estaban a cierta distancia no eran el sacerdote del templo, ¡el hombre piadoso y educado!
El niño ya estaba calmado y su benefactor estaba a punto de irse.
"Dios los bendiga!" Gritó a los niños, "tener más cuidado en el futuro!"
Promesas soplos leves y palabras de agradecimiento acompañado el que estaba pasando y cuyos pensamientos habían tomado otro curso .
"Oh! Dios mío ", pensó," ¡qué tesoro es un niño! ¿Qué pecado hemos cometido, Elizabeth y yo, que nos has negado un hijo? La gente se susurra entre ellos:Mi Señor y mi Dios, debo soportar, y lo haré, que nos niegue el consuelo de nuestra vejez, pero que me dé una señal que me muestre que no está enojado conmigo. "
Si bien el monólogo e internamente, el hombre había llegado a la puerta del templo. Era un pequeño templo muy simple. Todo atestiguaba la devoción con que el sacerdote Zacarías ejercía sus funciones. Aunque las personas que se habían asentado en medio de las montañas no eran ricas, en el templo no faltaban inciensos ni ofrendas.
El sacerdote se había cambiado de ropa y estaba parado frente al altar donde se quemaba el incienso. Mientras realiza el servicio prescrito y la comunidad reza afuera, una gran figura luminosa
Pero el ángel le dijo:
"No temas, Zacarías, ¡Dios ha contestado tu oración! Él no está enojado contigo, y me envían para darte el deseo que has pedido. "
Las manos de Zacharias temblaban y tuvo que hacer un gran esfuerzo para cumplir con lo que requería su servicio. Y el ángel continuó:
"Tu esposa te dará un hijo, y tú lo llamarás Juan. Él será grande en la fortaleza de Dios, tan grande como Elías. Él instruirá a los seres humanos y llevará a los renegados a Dios. ¡Preparará el camino para el que vendrá, y la bendición estará con él! "
El anciano sacerdote escuchó con asombro las palabras del ángel. No pidió nada mejor que creer, pero lo que acababa de escuchar era contrario a todo sentido común.
"Dime cómo se puede hacer", le preguntó al mensajero de Dios. "Estoy a cargo de años, y mi esposa tampoco es joven.
¿Es posible que, a pesar de todo, nuestra ardiente súplica todavía se escuche? "
El ángel respondió con gravedad:
" Dios me envía. Eso es suficiente para ti! En lo profundo de ti mismo, crees en mis palabras. Pero, ya que dudaste, estarás mudo desde este día. Después de estas palabras de duda hacia el Altísimo, ninguna palabra cruzará tus labios hasta que, en el nacimiento del niño, los abras para alabar y glorificar al Señor ".
El ángel desapareció. El corazón del sacerdote, a su vez, estaba agradecido a Dios, vergüenza, remordimiento y alegría. Tuvo dificultades para tener suficiente de su mente para terminar la ofrenda y presentarse ante la gente. Pero cuando quiso hablar, su lenguaje le negó cualquier servicio. La gente lo miraba con asombro. Les indicó que se fueran a casa. Los idiomas iban bien cuando, siguiendo su gesto, regresaron a sus hogares.
"¿Qué tiene nuestro sacerdote? ¿Qué le pasó a Zacarías? "Ellos siguieron preguntando. Sin embargo, algunas personas más reflexivas pensaron:
"No puede ser una enfermedad o un signo de vejez, de lo contrario no podría haber continuado cumpliendo con sus deberes y también caminar enérgicamente. Debió haber tenido una apariencia que lo privó del habla ".
Estas reflexiones los tranquilizaron. Nadie sabía cuál era la naturaleza de esta aparición, porque la lengua del sacerdote permanecía atada.
Zacharias fue a su casa con su esposa. Ambos eran de noble linaje, pero Elizabeth llevaba más claramente que él los signos de su origen noble. Era alta y imponente; sus miembros estaban bien y sus rasgos testificaban su nobleza de alma. La paz y la armonía reinaban en la privacidad de su hogar bien mantenido.
Ella se asustó cuando su esposo entró en la casa. Ella nunca lo había visto así antes. Sus rasgos se transfiguraron cuando la saludó sin decir una palabra. ¿Qué pudo haber vivido? Pero ninguna pregunta vino a sus labios, y lo mismo sucedió durante los meses que pasaron sin que Zacharias encontrara el uso de la palabra.
Mientras tanto, el gran misterio de la feminidad se cumple en ella. Se le dio a él para preparar la morada de un alma humana, y ella lo hizo con gratitud y alegría. La gratitud a Dios, que es toda bondad, llenó completamente su alma y vibró en cada una de sus acciones.
Se sintió grandemente bendecida, y esta bendición la penetró por completo. Ella reconoció las conexiones profundas de la vida humana, cuando nadie se lo había explicado; ella vio y escuchó muchas cosas que los oídos u ojos humanos no suelen percibir. De repente, le quedó claro que el silencio de su marido era de una manera u otra en relación con el niño que iba a entrar en su hogar. Y ella se regocija doblemente por su venida.
Un día, sentada frente a la casa, cosió suspirando y pensando en el niño que vendría.
Es entonces cuando una mujer sube el camino. Caminaba despacio, como si llevara una carga.
Elizabeth se levantó de un salto. ¡Era María de Nazaret! Estaba a punto de correr para encontrarse con ella y saludarla con alegría, pero se quedó inmóvil, atrapada por una extraña sensación, como si los ojos de su mente se hubieran abierto. Tenía que expresar lo que estaba pasando en su alma en este momento. María se había acercado. Cansada, dio unos pasos más y se detuvo frente a su pariente. ¿Por qué Elizabeth no le ofreció una mano para darle la bienvenida? Pero antes de que pudiera hacer esa pregunta, Elizabeth dio un paso hacia ella y le dijo con voz conmovedora:
"Dios te salve, y saludo a Aquel a quien estás autorizado a llevar en tu seno, nuestro Señor ¡Todos! "
María se dejó caer en el banco, gimiendo, y se cubrió la cara con las manos.
"Nadie lo sabe todavía, Elizabeth. ¡Estoy tan avergonzada! "
" No debes estar avergonzada, María . Eres privilegiada entre todas las mujeres de la tierra. Eres dado a ser la madre de Aquel en cuya mano descansa la salvación del mundo. ¡Entren, ustedes que son bendecidos! "
Con solicitud, ella llevó a María a la casa y la ayudó a limpiar el polvo de la carretera. Mientras ella la cuidaba con una mano cariñosa, se hizo una transformación en el alma de María .
La profunda vergüenza que la abrumó la dejó. La alegría la penetró, y esta alegría florece en gratitud a Dios.
"¡Señor Dios, te agradezco por haberme elegido, el humilde servidor!", Exclamó. "Quiero ser digno de esta bendición".
Sin que ella lo hubiera querido, sus palabras se confundían con las de un salmo de David. Entonces Elizabeth se unió a ella, y juntas las dos mujeres alabaron la Gracia y la Bondad de Dios.
María se había liberado de su ansiedad. Había esperado encontrar el olvido y la tranquilidad. A decir verdad, esta esperanza no se hizo realidad, pero ella fue capaz de aliviar su corazón, y encontró la comprensión y el consejo de Elizabeth. Su alma encontró su equilibrio. Cómoda y alegre, se despidió de la casa del hospital unas semanas después.
Llegó el momento en que el niño esperado tuvo que hacer su entrada. Sus padres estaban encantados con su llegada, y el corazón de su madre estaba lleno de felicidad. Estaba completamente penetrada con algo eminente y sagrado.
El niño vino; Era un niño bien formado y sano. Sus padres lo miraban a la altura de la alegría. Zacarías esperaba ansiosamente el momento en que pudiera presentarlo en el templo de Dios.
Finalmente, ese día llegó también. Pero surgió una discusión animada en la familia sobre el nombre que el hijo debía usar. Todos propusieron uno. Uno quería que se le diera un nombre de la familia de su padre, o incluso de su padre; el otro aconsejó elegir un nombre de la familia de su madre. Zacharias rápidamente puso fin a cualquier discusión escribiendo en una tableta:
"¡Este chico debe llamarse Juan!"
Fue una gran sorpresa porque, en todo el parentesco, este nombre era desconocido. Pero como, según la costumbre ancestral, el deseo del padre era la ley, el niño se llamaba Juan.
Cuando tuvo lugar la bendición solemne ante el altar de Dios, se soltó la lengua de Zacarías para que pudiera hablar de nuevo. Alabó y glorificó a Dios en voz alta y contó todo lo que le había sucedido.
Entonces la gente también entendió por qué el niño había recibido este extraño nombre. Sin embargo, como "Juan" les parecía demasiado singular, llamaron al niño Juanan.
La alegría de Elizabeth fue estupenda cuando finalmente supo de Zacarías, que regresaba del templo, qué relación tenían todos estos eventos con su hijo. El padre constantemente tenía que repetirle las palabras del ángel. Y repitió para sí misma, pensativa: "Él preparará el camino para el que vendrá".
Era un niño grave que había entrado en la casa. Lloró poco y nunca se rió; Apenas hubo una sonrisa en sus delicados rasgos cuando vio a su madre. Los grandes ojos de su niño, de color marrón oscuro y ensombrecidos por largas pestañas, sobresalían en su cara delgada y daban testimonio de un prodigioso conocimiento. Cuando su padre regresó del templo, nunca dejó de estar cerca de él. Zacarías dijo en broma:
"Un día será un verdadero sacerdote de Dios; ¡De ahora en adelante, reconoce el aire del templo! "
Para sus padres, era obvio que iba a suceder a su padre.
El chico comenzó a hablar muy temprano. Había un jardín al lado de la casa donde su madre lo llevaba a menudo para jugar al sol. Pero no jugó. Con sus pequeños dedos trazó círculos u otras figuras en la arena. Estaba tan absorto en esta actividad que uno podría haber pensado que estaba escribiendo.
Cuando estaba solo, solía hablar con todos a su alrededor. A medida que se acercaba lentamente, su madre escuchó sonidos desconocidos. No eran palabras de su idioma que el niño dirigía a los animales. Ella habló al padre, quien, curioso de escuchar por sí mismo lo que el niño estaba diciendo, comenzó a escucharlo. Pero él tampoco entendió el significado de estas palabras.
El niño sólo tenía dos años. No podía hablar otro idioma. Debía de estar balbuceando como niños. Su padre estaba satisfecho con esta explicación, pero su madre seguía pensando en ello. ¿No era posible que su hijo fuera penetrado por el Espíritu, quien prepararía el camino para el que vendría? Ella lo escuchó repetidamente: muchas palabras fueron repetidas. Tenían que tener un sentido conocido del niño. Aunque le hubiera gustado saber más, dominaba y no pedía nada.
Cuando Juan tenía cuatro años, sus padres lo llevaron a Jerusalén. El niño prestaba poca atención a la vida y la animación de las calles, como tampoco lo hacían los soldados romanos. Miró, pero sin mostrar mucho interés. Entonces el padre decidió llevarlo al templo. El olor a incienso conmovió al niño. Encantado, miró a su alrededor y quiso examinar todo lo que había por ver. Al padre le costó mucho sacarlo del templo.
"Nuestro futuro sacerdote preferiría quedarse allí ahora", le explicó Zacharias a su esposa. El chico lo había oído.
"No, eso no es lo que Jochanan quiere", explicó con la seriedad que lo caracterizó. "Juanan no será un sacerdote". "
¿Qué quieres ser?", Preguntó el divertido padre.
"Lo que Dios quiere", fue la respuesta singular del niño.
Cuando salieron de Jerusalén, los padres fueron a Nazaret con el niño. Elizabeth quería ver a su joven pariente que lo había visitado hacía casi cinco años. Sin duda ella estaba casada. Ella nunca había oído hablar de él.
Le enseñaron de Nazaret lo que querían saber. María se había casado con José carpintero y tuvo dos hijos.
Mientras Zacarías iba al templo, Elizabeth fue con su hijo a José. Encontró a María sosteniendo a un niño de unas pocas semanas en su regazo, mientras que otro, que tenía casi cuatro años, jugaba a sus pies.
Ante la feliz llamada de Elizabeth, madre e hijo levantaron la cabeza. La cara de María se sonrojó, en parte como resultado de la alegría y en parte porque recordaba su visita anterior. Ella se había vuelto muy hermosa. La niña delicada se había convertido en una mujer y una madre con ojos radiantes de felicidad. Su abundante pelo estaba recogido en gruesas esteras; el bebé había cogido uno, lo que le impedía a María levantarse.
Fue entonces cuando sucedió algo maravilloso: el hijo de María saltó hacia Juan con un grito de alegría, y este último, que generalmente era tan grave y nunca se había reído, explotó. Luego los dos muchachos se abrazaron y se abrazaron.
Encantadas, las madres contemplaron esta encantadora foto. Elizabeth se había sentado al lado de María ; Los niños corrían alegremente entre las flores de todos los colores. No había nada extraño para ellos. Se entendieron casi sin palabras. Una sonrisa radiante iluminó el rostro del hombre mayor, que por lo general era tan serio.
María habló de su matrimonio. No había marido mejor o más generoso que José. Era extremadamente amable y prodigaba a Jesús el mismo amor paternal como si hubiera sido su propio hijo. Por su parte, Jesús estaba profundamente apegado a su padre.
El pequeño Santiago era muy diferente de su hermano. Ya era visible físicamente: tenía el pelo y los ojos oscuros, mientras que Jesús, cuya piel era tan delicada y tan blanca que lo distinguía claramente de todos los demás niños, tenía rizos rubios y ojos de un azul radiante
De la mano, los dos niños corrieron hacia sus madres: "Juanan debe quedarse con nosotros", dijo Jesús.
Juan miró a su compañero con ojos grandes y, sacudiendo la cabeza, dijo en voz baja pero con firmeza: "No puedo".
"Jesús nunca había pedido un compañero", se preguntó María , y Elizabeth respondió, pensativamente. : "Juan nunca se había reído antes".
Después de que Zacharias y su familia hubieran regresado a su hogar, la vida tranquila y familiar se reanudó sin que ningún evento en particular lo perturbara. Su único hijo, que solo les trajo alegría, fue el objeto de todo el amor y las esperanzas de sus padres.
Era de una naturaleza seria que estaba más allá de su edad, y estaba muy refrenado con lo que tenía que aprender.
Pero eso no fue suficiente para este niño de seis años. Hizo preguntas sobre cualquier cosa que no entendiera. Estas preguntas llegaron al fondo de las cosas y empujaron al viejo padre, que quería poder responder a su hijo pequeño, a mirar nuevamente los libros sagrados.
Fue sobre todo la cuestión del Mesías prometido lo que preocupó al niño.
"¿Vendrá pronto? ¿A qué reconoceremos que Él está aquí? ¿Se me dará a mí, también, para verlo? "Tales eran las preguntas que presionaban constantemente en los labios infantiles.
Zacarías nunca pudo leerle los pasajes de los profetas relacionados con la venida del Mesías. Por amor a estos pasajes, el niño aprendió rápidamente a leer.
A los diez años, los conocía de memoria, y en el alma de su madre surgieron profundos pensamientos cuando escuchó a su hijo recitar aquellas palabras que le habían sido familiares durante mucho tiempo. ¿No era él quien prepararía el camino para el que iba a venir? ¿Y si el que iba a venir era el Mesías? ¡En este caso, la liberación de Israel estaría muy cerca!
Pensativa, la madre miró a su hijo, que fue llamado a grandes cosas. Llamado a grandes cosas! Le parecía casi sagrado. Pero fue precisamente por esto que ella quería ser más severa que otras madres. Lo usaba para todo tipo de pequeños trabajos. Tenía que cuidar los pocos animales que poseían, cortar el forraje, transportar agua y proporcionar varios servicios. Solo cuando él estaba inclinado sobre sus libros, ella no lo molestó en preguntarle nada.
En cuanto al padre, no había visto un sucesor en su hijo durante mucho tiempo. Él planeó hacer de Juan un gran doctor de la ley. Por eso no se encogió de ningún sacrificio. Tomó prestados escritos para que su hijo pudiera profundizar la sabiduría de los antiguos y, cuando esta fuente de conocimiento también se agotó, decidió enviar a Juan a Jerusalén con el rabino Scholem.
Seguirá....
https://mensajedelgrial.blogspot.com
"La traducción del idioma francés al español puede restar fuerza y luz a las palabras en idioma alemán original ...pido disculpas por ello"
https://mensaje-del-grial.org
http://andrio.pagesperso-orange.fr
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JUEVES DE LA II SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
1 Sam 18, 6-9; 19, 1-7
“Mi padre busca el modo de matarte”
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquellos días, cuando David volvía de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando con tambores, gritos de alborozo y címbalos. Las mujeres cantaban y repetían al bailar: «Saúl mató a mil, David a diez mil». A Saúl lo enojó mucho aquella copla y le pareció mal, pues pensaba: «Han asignado diez mil a David y mil a mí. No le falta más que la realeza». Desde aquel día Saúl vio con malos ojos a David. Saúl manifestó a su hijo Jonatán y a sus servidores la intención de matar a David. Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David. Y le advirtió: «Mi padre busca el modo de matarte. Mañana toma precauciones, quédate en lugar secreto y permanece allí oculto. Yo saldré y me colocaré al lado de mi padre en el campo donde te encuentres. Le hablaré de ti, veré lo que hay y te lo comunicaré». Jonatán habló bien de David a su padre Saúl. Le dijo: «No haga daño el rey a su siervo David, pues él no te ha hecho mal alguno y su conducta ha sido muy favorable hacia ti. Expuso su vida, mató al filisteo y el Señor concedió una gran victoria a todo Israel. Entonces te alegraste al verlo. ¿Por qué hacerte culpable de sangre inocente, matando a David sin motivo?». Saúl escuchó lo que le decía Jonatán, y juró: «Por vida del Señor, no morirá». Jonatán llamó a David y le contó toda aquella conversación. Le trajo junto a Saúl y siguió a su servicio como antes.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 55, 2-3. 9-10ab. 10c-11. 12-13 (R.: 5b)
R. En Dios confío y no temo.
V. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa, oh, Altísimo.
R. En Dios confío y no temo.
V. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío, mis fatigas en tu libro. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco.
R. En Dios confío y no temo.
V. Así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo.
R. En Dios confío y no temo.
V. En Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias.
R. En Dios confío y no temo.
Aleluya
Cf. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 3, 7-12
“Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer”
+Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Palabra del Señor.
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Lecturas del Domingo 4º de Adviento - Ciclo B
Lecturas del día Domingo 24 de Diciembre de 2023
Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?” Natán le respondió: “Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo”.
Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa, para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.
Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.
Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ ”.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 89 (88), 2-3.4-5.27.29 R./ Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. R./ Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’. R./ Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Él me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice”. R./ Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 16,25-27 Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén. Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Lucas 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor
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La historia del rey Nabucodonosor es un ejemplo perfecto de cómo Dios humilla a los soberbios y exalta a los humildes.
(Daniel 4:1-36)
Dios humilla a los soberbios
El emperador se paseaba por uno de sus maravillosos jardines. Detrás de él caminaban sus ministros y consejeros. Las ropas del emperador eran de colores hermosos y llamativos, con adornos de oro y plata. El monarca era un hombre de mediana edad, alto y fornido. Caminaba con la dignidad de su cargo. Su séquito admiraba su aspecto. Un ayudante llevaba una gran sombrilla para impedir que el sol lastimara su rostro. El monarca se detiene. Mira a la derecha y a la izquierda y dice:
— Yo he engrandecido este reino, yo he vencido a nuestros enemigos, yo he construido sus mejores edificios, yo he transformado a Babilonia en la ciudad más próspera y más hermosa del mundo. Me dicen que los jardines colgantes de nuestra ciudad son tan maravillosos que no hay nada que se les pueda comparar, ni siquiera las pirámides de Egipto.
De pronto algo inesperado sucede. Nabucodonosor siente como si un rayo hubiera caído sobre él. Esa tarde no había nubes ni tormenta. El arrogante emperador prorrumpe en un grito bestial. Todos los cortesanos se alarman. El monarca se agacha y comienza a gatear como si fuera un niño. — ¡Alteza! — exclama uno de sus ayudantes — ¡Estamos en público!
Mucha gente comienza a mirar extrañada al emperador. Nabucodonosor ha perdido su corona, que ha caído con estrépito al suelo. Uno de los servidores se apresura a recogerla. Esa boca, que momentos antes estaba vanagloriándose de todo lo que había hecho, ahora está flácida. De entre sus labios chorrea la saliva. Sus ojos se mueven inquietos, miran espantados, como si no conocieran nada. Abre sus labios, pero en vez de una voz autoritaria se oye una mezcla de rugido y sonidos ininteligibles. El rey se mueve para todos lados "a cuatro patas" con agilidad felina.
— ¡Majestad! — exclama otro sirviente — ¿Qué le pasa?
— ¡Llévenlo a su dormitorio! — ordena uno de sus ministros.
El monarca se resiste. Cuando finalmente lo colocan en su cámara, rompe todo lo que encuentra. Se comporta como si fuera una bestia. Llaman a los médicos reales, pero ninguno de ellos puede hacer nada, y comienzan a retirarse uno a uno, agitando la cabeza en señal de desesperación. El emperador se escapa por una ventana, y corre y vaga por el campo. Un nuevo gobernante toma el cetro real en forma provisora. Las puertas del palacio se cierran y Nabucodonosor queda afuera como un perro abandonado. Tienen que colocarle un grueso collar de hierro en el cuello y atarlo a un fuerte árbol. En los días siguientes, la situación se agrava. El emperador vive a la intemperie. Cuando llueve, el agua moja su cuerpo. Come pasto como las vacas. Lame agua donde la encuentra, como si fuera un animal. Transcurren semanas y meses, y su cuerpo comienza a cambiar. Las uñas le crecen hasta que parecen púas; el pelo y la barba se le enredan. Después de un tiempo, la gente se acostumbra a verlo así. Ahora camina "a cuatro patas". Hace movimientos que serían graciosos y ridículos si no fuera porque se trata del hombre más poderoso del imperio. Algunas personas sienten compasión al verlo haciendo estas cosas. Otros se ríen y dicen:
— ¡Quién iba a decir que esa bestia un día fuera emperador!
Hacía exactamente doce meses atrás había tenido un sueño muy extraño: "Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron" (Dn 4:4-5).
Quizá trató de encontrar a un "psicoanalista" de aquella época, pero ninguno de ellos pudo interpretar el sueño del monarca. Al final, apareció Daniel, a quien Nabucodonosor llamaba Beltsasar, que le dio la interpretación.
— Alteza, ¿en qué puedo servirlo?
— Beltsasar — responde el monarca —, jefe de los sabios, como entiendo que en ti hay espíritu de los dioses santos y que ningún misterio está escondido de ti, dime las visiones del sueño que he tenido y su interpretación.
— Majestad — responde Daniel —, escucho.
El rey, visiblemente emocionado, esboza una sonrisa al haber encontrado a alguien que le preste atención.
— Yo miraba, y he aquí un árbol en medio de la tierra, cuya altura era grande. Este árbol crecía y se hacía fuerte; su altura llegaba hasta el cielo, y era visible hasta los confines de toda la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante.
El rey se agita. Cada palabra que pronuncia crece en ímpetu y emoción. De pronto, el monarca se detiene. Sus ojos quedan como petrificados. Hay un silencio absoluto en la vasta sala del palacio. Daniel lo mira con toda tranquilidad y le hace una seña para que prosiga. Parecería que en todo esto no hay nada nuevo para Daniel. Por ahora, todo ha sido lindo y positivo. El árbol crecía, era frondoso, lleno de belleza y daba un fruto agradable.
— Pero de pronto — continuó el emperador — aparece ese ser extraño. He aquí un vigilante, uno santo descendía del cielo.
El paisaje cambia bruscamente. Aparecen negros nubarrones y relámpagos. El rostro de Nabucodonosor empalidece. Su voz se hace temblorosa.
— ¿Qué dijo el "vigilante santo"? — pregunta Daniel con calma.
— Beltsasar — responde el emperador —, el vigilante no hablaba con una voz común. Su voz saturó los cielos. Hablaba como para que todo el mundo se enterara.
El rey hace una nueva pausa y continúa. Su voz ahora es grave. Habla muy lentamente.
— El vigilante dijo: "¡Derribar el árbol y cortad sus ramas, sacudid su follaje, desparramad su fruto!".
El rey se da cuenta de que lo que dijo el vigilante es muy serio. Las palabras sugieren conflicto y daño. "Derribad, cortad, sacudir, desparramad".
— Pero eso no es todo lo que dijo: "Dejad el tronco de sus raíces en la tierra, con atadura de hierro y de bronce, entre el pasto del campo. Que él sea mojado con el rocío del cielo y que con los animales tenga su parte entre la hierba de la tierra".
El rey ahora hace una larga pausa. Su mirada muestra angustia y terror. Parece alguien que está aterrorizado porque se ha encontrado inesperadamente con una fiera en un bosque.
En el sueño, el vigilante prosiguió diciendo:
— "Sea cambiado su corazón de hombre, séale dado un corazón de animal, y pasen sobre él siete tiempos". Daniel, ¿qué significa "séale dado un corazón de animal"? — exclama el monarca —. ¡Quiero saber qué quiere decir eso de "sea cambiado su corazón de hombre"! El emperador está impaciente. Daniel hace una pausa. Una profunda tristeza cubre su rostro. "Sus pensamientos lo turbaron" (Dn 4:19). Después de trabajar tantos años con ese soberano, siente estima y respeto por él. Por supuesto, Daniel conoce las muchas impiedades del soberano. Transcurre un largo tiempo en profundo mutismo. Durante ese tiempo, Daniel está recibiendo la revelación de Dios. El sabe que en esa cultura, cuando alguien profetiza la caída del rey, es condenado a muerte. Finalmente, Daniel se pone de pie y comienza a hablar. Lo hace con autoridad. El momento es solemne. Su voz es clara, pero el tono demuestra la tristeza de su corazón. — ¡Oh señor mío, que el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios! El árbol que viste, eres tú mismo. Es un decreto del Altísimo, que ha caído sobre mi señor el rey. Dios es quien tiene el poder y la autoridad
Nabucodonosor está acostumbrado a juzgar y a enviar a la muerte, sin vacilar, a personas aun por delitos menores. Pero él ignoraba que había sido juzgado "en ausencia". No hubo abogado para defenderlo de las atrocidades que había cometido. No había expertos que justificaran su orgullo y soberbia. No había nada en la corte celestial que los excusara por su pecado de creer y adorar a esos monigotes diabólicos que él llamaba "dioses". Nadie lo había disculpado de su blasfemia de hacerle creer a todos que él regía el mundo y que era omnipotente. La idea que se presenta es la de una corte o un tribunal de justicia. Por supuesto, Dios no necesita de "vigilantes santos" o seres angelicales para saber lo que sucede en el planeta tierra. En este tipo de imagen se representa a los vigilantes santos como aquellos que han visto los delitos que el emperador ha cometido, y lo acusan ante la autoridad. Dios se acomodó a la mentalidad de Nabucodonosor para expresarle algo en términos que él pudiera comprender. El rey ignoraba que había sido juzgado y fue encontrado culpable. "A ti te echarán de entre los hombres, y junto con los animales del campo estará tu morada. Te darán a comer hierba, como a los bueyes, y serás mojado con el rocío del cielo" (Dn 4:25). La parte severa del castigo es revelada. El monarca se ha comportado como una bestia, ha actuado como un animal. No ha adorado al Dios verdadero de la misma manera que una bestia no adora al Creador. Por lo tanto, Dios lo sentencia a vivir con las bestias. Nabucodonosor no es más un hombre. Quien lo ve entre los animales, moviéndose como una fiera más, quien lo observe comiendo pasto como una vaca o tomando el agua sucia y maloliente de un estanque con los otros animales, tendría dificultad para creer que se trata de un hombre "creado a la imagen de Dios". El profeta Daniel, en su juventud, sólo había comido vegetales para agradar a Dios (Dn 1:6). El emperador es condenado a comer pasto por haber desagradado a Dios. ¡Qué solemnes son las palabras del apóstol Pablo cuando dice: "Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una mente reprobada, para hacer lo que no es debido" (Ro 1:28). Aquel que estaba en un palacio alimentándose con los manjares más exquisitos del imperio ahora va a comer lo mismo que cualquier vaca. El rey se ha jactado creyendo que ha heredado ese puesto y obtenido ese título por sus propios méritos. Ha ignorado que es Dios quien le ha permitido llegar al trono. El monarca se da cuenta de la severidad de la revelación. Empalidece y comienza a temblar. Pero eso no es todo. El profeta Daniel prosigue y dice:
— "Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es Señor del reino de los hombres y que lo da a quien quiere". Dios está hoy en su trono de la misma manera que lo estuvo hace 2.500 años. El da el reino a quien quiere. Dios se lo advirtió a Nabucodonosor por ese sueño y le dio doce meses más de tiempo para arrepentirse. Ahora está temblando. Trata de hablar y no puede. Está pálido como una hoja de papel. Sabe que el Dios de Daniel puede hacer cosas maravillosas como lo hizo cuando Sadrac, Mesac y Abed-nego, los tres amigos de Daniel, fueron arrojados al horno de fuego y nada les pasó. El profeta de Dios dice sus últimas palabras: — "Por tanto, oh rey, que te sea grato mi consejo, y rompe con tus pecados mediante la práctica de la justicia, y con tus iniquidades mediante obras de misericordia para con los pobres". A menudo, los reyes tomaban propiedades de sus súbditos para ellos mismos. Daniel le aconseja que redima sus pecados con justicia. — ¿Y qué pasa — pregunta Nabucodonosor — si yo hago todo esto? La respuesta de Daniel es:
— "Tal vez resulte en la prolongación de tu tranquilidad".
Daniel hace una profunda reverencia y dice:
— Su alteza, si usted me permite, quisiera retirarme.
El emperador hace una señal de afirmación y el varón de Dios se aleja lentamente.
La cara del soberano muestra distintas expresiones simultáneamente. Por un lado, está enojado con ese Dios de Israel. Por otro lado, tiene miedo porque sabe que el Dios de Daniel pudo proteger a sus siervos aun en el pozo de los leones. El monarca camina nerviosamente en una de las salas del palacio. Sabe que tiene que tomar una decisión. La imagen del vigilante gritando "derribad el árbol" le vuelve una y otra vez como un bumerán golpeando su cabeza. Por último, decide dejar la decisión para el día siguiente y esa noche toma más alcohol de lo acostumbrado, pero aun así no puede dormir. Al día siguiente, lo persiguen los pensamientos y la imagen de su siervo Daniel. Resuelve dejar su decisión para la siguiente jornada; después para la otra semana y luego para el próximo mes.
Ha pasado un año entero. El sol va a salir exactamente en el mismo lugar que salió cuando tuvo esa "pesadilla". Ya casi se ha olvidado de ese sueño. Sus cortesanos lo están acompañando como de costumbre. También están algunos embajadores de lejanos países. Se está paseando por esa terraza amplia del palacio imperial. El rey se detiene y observa el panorama. Sobre el horizonte, hacia cualquier lugar donde se mire, se ven los edificios de esa ciudad maravillosa. Desde allí se ven los "jardines colgantes" que han pasado a la historia como una de las maravillas del mundo.
— ¡Silencio" — dice uno de los asistentes —. Su majestad va a tomar la palabra.
De inmediato se hace silencio. Las personas de la comitiva se quedan como petrificadas porque el emperador va a decir algo. Nabucodonosor se pone en pose para impresionar más.
— "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué como residencia real, con la fuerza de mi poder, y para la gloria de mi majestad?"
Destaquemos sus palabras: "la ciudad que YO edifiqué", "la fuerza de MI poder", y "la gloria de MI nombre" (Dn 4:30).
En ese momento cae como herido por un rayo y durante siete años el emperador vive y actúa como una bestia.
Pero este no es el final de la narración. Tiempo después, el emperador se arrepiente y en ese mismo momento le "fue devuelta la razón". Esta es la gracia de Dios. El relato bíblico nos dice que este emperador hizo poner por escrito su experiencia con estas palabras: "Pero al cabo de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y me fue devuelta la razón" (Dn 4:36). El tuvo que levantar los ojos al cielo de la misma manera que el hijo pródigo tuvo que volver a la casa de su padre (Lc 15). Luego agrega: "Entonces bendije al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque su señorío es eterno, y su reino de generación en generación" (Dn 4:34). Nabucodonosor reconocer que sólo Dios es el Altísimo. Y agrega en su escrito: "Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada" (Dn 4:35). Se da cuenta de que aun él mismo, el emperador del imperio más grande de ese momento, es absolutamente insignificante. Finalmente, declara: "Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey de los cielos, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. El puede humillar a los que andan con soberbia" (Dn 4:37).
El emperador ha aprendido que "antes de la quiebra está el orgullo; y antes de la caída, la altivez de espíritu" (Pr 16:18).
Dios hace maravillas en la mente de Nabucodonosor
Encuentro, al menos, cuatro hechos sobrenaturales en esta historia:
Primero, la aparición súbita de un estado demencial psicótico en Nabucodonosor.
Segundo, la curación súbita de ese mismo estado.
Tercero, el cumplimiento de la profecía concerniente a la aparición de esa condición anormal psiquiátrica con todos sus pormenores.
Cuarto, el hecho de que se cumplen todos los detalles de la interpretación de Daniel, incluyendo la restauración del rey en su cargo, cosa muy inusual en ese tipo de sociedad después de largos años de ausencia.
Algunos se preguntarán si este juicio sobre Nabucodonosor no fue demasiado severo. Sabemos que nuestro Dios es absolutamente justo. A veces, nosotros no entendemos sus razones, pero debemos acordarnos que "como son más altos los cielos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos" (Is 55:9). El apóstol Pablo nos da su respuesta: "Si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Acaso es injusto Dios que da el castigo? (hablo como hombre). ¡De ninguna manera!" (Ro 3:5-6).
¿Que tiene para decirnos esta historia a nosotros, que vivimos 2.600 años después?
Actualmente, millones de personas pasan por estados de alteración mental debido al consumo de alcohol y drogas. Bajo los efectos peligrosos de estos productos químicos que afectan el cerebro, se cometen serios delitos y aun daño para las vidas de los mismos consumidores. Muchas de estas personas terminan en la cárcel.
Las Escrituras mencionan varias consecuencias visibles en Nabucodonosor mientras estuvo bajo los efectos de su enfermedad:
Estaba aislado. Dejó de pertenecer a la sociedad en el sentido productivo. Lo mismo sucede hoy con los que se han hecho adictos a las drogas. En forma progresiva, se van separando de la sociedad.
Estaba mal nutrido. Comía hierba como los bueyes. El pasto, que es un buen alimento para los animales, no lo es para el hombre. Sin duda, tuvo una carencia de proteínas y otras sustancias importantes. Actualmente, muchos se "alimentan" de las hierbas de este mundo por medio del cine y la televisión, que están saturados de crimen, iniquidad y violencia.
Pasaba las noches en un lugar inadecuado, a la intemperie. Dios instituyó la familia en la que sus integrantes descansan juntos durante la noche. Actualmente, muchas personas pasan hasta altas horas "mojándose con el rocío" de sitios que no son de provecho.
Estaba descuidado en su presencia personal. Dice el texto bíblico que "su pelo creció como plumas de águilas" (Dn 4:33). Nabucodonosor no había nacido buey ni había nacido águila. Su aspecto era deplorable. Además, estaba descuidado en su aseo personal. Esas manos delicadas que tenía cuando era un niño se habían transformado en algo grotesco, fiero y desagradable. Esas manos creadas para servir a Dios se asemejan a las garras de un ave de rapiña. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1:26), y aun su aspecto también habla acerca de la naturaleza de su Creador.
Todos le tenemos miedo al cáncer o a las enfermedades cardíacas. Pero las enfermedades psiquiátricas son muy temidas. En esta narración, vemos que el emperador tuvo la responsabilidad de arrepentirse. ¿Puede arrepentirse un hombre que ha llegado al punto de estar convencido de que es un animal? Nabucodonosor lo hizo. La gracia de Dios se manifiesta al darle otra oportunidad.
Por cierto, muchas personas sufren trastornos mentales severos a causa de procesos que aún no conocemos. Sin embargo, muchos de ellos surgen a causa de una vida desordenada y fuera de los propósitos de Dios.
Nuestro Dios tiene un plan muy diferente para nosotros. Por eso, leemos una y otra vez "el temor del Señor es el principio del conocimiento" (Pr 1:7), y que "nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Co 2:16). Y es por esa mentalidad que Jesucristo puede compartir con el creyente profundas verdades espirituales.
Algunos temas para la predicación y el estudio en grupos
Dios aborrece la soberbia.
La caída del soberbio y la exaltación del humilde.
El arrepentimiento y la gracia de Dios.
El juicio de Dios sobre las autoridades.
Preguntas para reflexionar y discutir
¿Cuáles son las áreas de su vida en las que usted aún no reconoce la autoridad de Dios y maneja a su exclusivo criterio?
¿En qué situaciones específicas lo domina su propia soberbia?
¿Qué conductas o actividades inapropiadas le producen estados de alteración mental?
¿Qué situaciones específicas le produjeron alivio mental?
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Curso de Apologética católica.
Tema *MARÍA ES MADRE DE DIOS*.
Por DR. P. SAMUEL MONTOYA MELESIO.
5ª APORTACIÓN
MARIA, MADRE DE JESÚS.
Presentar a María como Madre de Jesús, es tocar a un personaje central en la Historia del Cristianismo, debido a las excelencias y privilegios que Dios obró en ella. Y como dice el Concilio Vaticano II (L. G. 54): "después de Cristo, ella ocupa en la Iglesia el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros".
Por el papel tan importante que María, como Madre de Jesús, desempeña en el plan de la salvación, no podemos hablar de Ella sin fundamentos ciertos y sin dirigir la mirada reflexiva sobre los datos de la Sagrada Escritura y analizar ahí, que es lo que se nos dice de Ella y cómo nos la presenta también la Tradición de la Iglesia.
Los apóstoles en su evangelización narraban la vida del Señor, difundían su doctrina y relataban sus milagros, con el fin de instruir y despertar en los hombres su adhesión a Cristo. En esta evangelización se fueron formando catequesis orales comunes, que la Tradición Apostólica fue jerarquizando y que los evangelistas, bajo inspiración, fueron escribiendo.
Es aquí donde encontramos a Maria, pero siempre en su relación con Cristo y sus misterios.
Si seguimos el orden de los relatos evangélicos, que nos hablan de María, comprenderemos fácilmente en qué modo nos la presentan: su historia no es diversa de la de su Hijo Jesús; Ella es esencialmente la "Madre insepara ble de Jesús". Todo ello se advierte incluso a partir de la genealogía de Cristo, que nos ofrece San Mateo: "Jacob engendró a José; el esposo de Maria de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo" (1, 16).
Fundándonos en esta proclamación del Evangelio, Podemos deducir que siempre considerará a María, en relación a la función primordial de su maternidad, que habrá de desempeñar en la Historia de la salvación. No se le separará, pues, del misterio de su Hijo.
La maternidad de Maria es una maternidad voluntaria, que María acepta libremente como la sierva del Señor, encumbrándose asi entre los fieles servidores del Señor.
En el relato lucano de la Asunción encontramos anun ciada la maternidad de María y expresada la Divinidad del Hijo-Mesias:
- A Maria se le propone una verdadera maternidad: "Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, un hijo engendrado".
María entiende que se le ofrece una verdadera maternidad: ¿Cómo podrá ser eso, pues yo no conozco varón?
- Esta maternidad propuesta y aceptada recae y versa
sobre un Hijo, que no sólo sería el Mesías, sino también el Hijo del Altísimo, el verdadero Hijo de Dios.
Su dignidad de Madre de Jesús - Hijo de Dios para el Cristianismo, justifica el esfuerzo de la Iglesia por ahondar la figura de María y dignificarla adecuadamente, como compete a la Madre de Dios.
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🙋🏻♀️ Antes de disfrutar tu merecido descanso 🛌 te invito a agradecer 🙏🏻 a tus Amados Ángeles Guardianes por la guía durante el día 🌄 de hoy y la asistencia que pudiste haber pedido 🕯️
👼OCTAVA NOCHE 🌌: Su desinterés 🕯️
Oh inteligencia soberana, oh amado y servidor del Altísimo. En todo momento me das prueba de tú desinterés, te veo y me apena como respondo a tús cuidados y Guía, soy definitivamente una criatura tan ingrata, desvalida y miserable, siento que a veces paso por alto tus consejos, tus cuidados, amor y suma vigilancia, con todos los demás buenos oficios que te dicta la entrañable compasión con que me miras.
Yo deseo que sientas que a través de mis obras, puedas dar de mi buen testimonio a mis Padres del Universo 🌌: por tu honor y gloria, y también por el honor y gloria de Dios nuestro Señor y el bien de mi alma, para que le alabe eternamente con sus escogidos y ocupe algún día un lugar en el Universo al lado de los Altísimos y no deba venir más a ocupar funciones terrenales que ahora no entiendo.
Lléname de tu gozo, y permíteme verme adornado de tú virtud, y de tu parte y de la mía doy infinitas gracias a la Santísima Trinidad, suplicándote que con el perdón de mis culpas, me alcances del perdón Divino, que a ejemplo tuyo, en todo momento Ore, alabe, glorifique y agradezca, a toda hora y en todo lugar, como es justo y digno a Él Padre, a la Madre ☯️ y al Espíritu Santo 🕊️.
Además de esto te pido (haz tú petición) y, si conviene para mí bien más elevado y el bien más elevado del Planeta, me sea concedido por el amor que tienes al Padre, a la Madre y al Espíritu Santo.
Amén
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