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Creo que la verdadera naturaleza del amor viene con tu nombre y apellido. Que las margaritas muestran sus encantos solo porque tus sonrisas las hace brillar. Que los caminos eternos inevitablemente se hacen los más cortos solo porque tu mano está allí, sujetándome. 

El amor a veces los encuentras en porciones pequeñas. Otras en grandes cantidades. Pero lo importante es quien es esa persona. Esa persona que hace vibrar tu alma entera. Esa persona que te crea nuevos mundos y te invita a volar en ellos. Alguien que te muestre lo bello dejando las miserias y los llantos a un lado.

Pienso que si nos adentramos en esas pequeñas partículas llamadas momentos, viviremos más, con amor, explorando ciudades, surcando mares, y todo para tener los recuerdos más bonitos con la persona más bonita que te susurre tu honesto corazón. Que te haga presenciar una explosión de sentimientos. Teniendo el poder de tomar cada una de las estrellas del cielo nocturno y regalártelas. Capaz de llevarte a la luna sin siquiera subirte y pintando los amaneceres más brillantes sólo para ti. 

Tenemos esa manía de ver como las aves exploran el mundo con tan sólo abrir sus alas, pero en este caso yo tengo alas y tú eres mi mundo.

Eres el mundo con sueños y metas por alcanzar, eres el mundo con la sonrisa más vacilante y dotada de hermosura, el mundo con las manos más suaves, y el mundo desde mi ventana cada vez que te vas.

Fue algo inesperado verte tocando el amor con la punta de tus dedos, sentir lo que el viento siento cada vez que roza tu pelo, y como tus ojos se hacen tan pequeños cuando el sol se posa sobre ellos. Pregúntate cual es mi lugar preferido ahora. Y si dijeses que es en aquella roca donde me siento cada tarde de playa para verte, estarías equivocado, porque mi lugar preferido son todos esos lugares en donde tú estas. 

El dibujo perfecto para mi pincel, ese eres tú. La música que resuena en mis oídos de una bonita manera. Eres mi película favorita para ver. El libro donde encuentro la historia más fascinante y recalcando que es un placer ser la única lectora de tu vida.

Ambos con nuestras dosis de defectos hacemos perfectos estos sentimientos que se posan sobre nosotros traspasando nuestra piel, llegando directo a eso que llamamos alma, y saltando de obstáculo en obstáculo para llegar al amor verdadero. 

Tomando algunos versos que me dictaba la luna cada vez que te veías más guapo que nunca, te escribí tanto que las palabras se convirtieron en tus ojos y cada vez que los veía recordaba aquellos párrafos en los que me encontraba totalmente enamorada. Menos de lo que estoy ahora. 

Creo que por los momentos sólo me toca esperar a que el pomo de la puerta gire y te vea allí, con esa ganas tan inmensas de amarme y de hundirme en un profundo abrazo.

Y no terminaré diciendo que te amo porque sólo es una excusa que utilizan los humanos para no expresar lo tanto que sienten. 

Me tomo la libertad de recorrer aquellas vías del tren en donde solías esperarme, que ahora, más que nunca, están deshabitadas por llegar tarde. Tarde para besarte. Tarde para no parar de hacerle reír a tu oído. Y para tomar el color rubí tan hipnotizarte que a veces tiende a tener el cielo y colorear tus mejillas. 

Creí firmemente en la posibilidad de que hayas decidido caminar nuevos rumbos dejando los viejos atrás. Creí firmemente que tus pasos estarían marcados por todas esas ruidosas ciudades y que a miles de personas les sonreirías solo con el objetivo de encontrarme. Quizá yo soy pasado y tú presente. Quizá nuestros pasos se coordinen con el apresurado latido de nuestros corazones y me convierta en tu presente con grandes pedazos de tu futuro. Eres ese gran quizá que ensordece mis oídos y me quita el sueño por las noches. El gran quizá que me alienta a seguir amándote sin medida y haciendo huir los fantasmas que recorren mi habitación. Eres él y el quizá que no deja de inventarme sueños por las noches y hacerme reír cuando la risa es la mejor opción cuando se quiere llorar.

Día a día tomaré una hoja de papel en donde plasmaré lo mucho que extraño ver ese sol en tus ojos que hacían brillar hasta el rinconsito más oscuro que solo existía cuando tus brazos no estaban para protegerme. Día a día miraré el horizonte buscándote en algún lugar perdido en el cielo. Y seré yo la que suplante tus tormentas por una buena dosis de ternura y calor. Por un arcoiris en el que inventaré los colores solo porque te gustan las cosas diferentes. Así como este amor, tan diferente y espléndido a la vez.

Solo espero que llenes de canciones mi vida, que la resaltes con el color de tu piel y la curva de tus labios. Que tomes el próximo tren y me invites a ser tu compañera de puesto. Que dejemos huellas en cada nube del cielo, y si quieres ir más allá, caminar por el universo. Yo te invitaré un copa de risas, una entrada de besos y un lado en mi lecho para las noches en las que me sienta sola. Y de esa manera mi soledad me acompañará todos los días solo con la excusa de tenerte a mi lado siempre y también ver ese tierno rostro cansado mientras mis manos solo le regalan cosquillas a tu cabello.

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Seré la primera en enseñarle a tus ojos tristes como reír.

Valentina Castañeda.

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Porque causas una llovizna de sonrisas en el alma y miles de insomnios en el rostro.

Valentina Castañeda.

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Personas olvidadizas que dejan partes de ellas en nosotros.

Valentina Castañeda.

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Vive. Cada día es un milagro.

Valentina Castañeda.

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Dicen que allá, en los brazos de la persona que uno ama, es el lugar mas bonito para vivir.

Que las pestañas cumplen deseos cuando nuestros sueños son más grandes que la palabra soñar.

Que cerramos los ojos cuando queremos sentir lo que nunca se ha cruzado por nuestro corazón, convirtiéndose en metáfora, besando apurados porque si no estamos en peligro de enamorarnos.

Que el cielo a veces nos susurra cosas y se viste de colores para resaltar.

Que las canciones preferidas siempre las cantaremos a gritos, estando en el bus o en algún lugar donde puedan llamarnos locos.

Que las fotografías se desgastan por haber muchas lágrimas cubriéndolas.

Que las noches no son tan oscuras para los que están juntos, y para la soledad se pinta de un hoyo profundo sin alguna grieta que pueda dar compañía.

Que viviremos olvidando lo que un día nos lleno de alegría dejándonos desgastados.

Yo le llamaría a todos esos momentos, vivir sin preguntar quienes somos, sin encontrarnos en versos o en rimas, desapareciendo pero siendo visibles para alguien que sepa apreciar lo poquito o lo bonito que tengamos de nosotros mismos. Por ello, pienso caminar y no ver los charcos de lodo que voy dejando atrás, solo mojándome y sentir que mi momento preferido ha llegado y ya no se irá porque lo tendré atrapado entre mis dedos. Para siempre.

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Dicen que lo inesperado en realidad es esperado en alguna pequeña parte de nuestro ser.

No podría decirte sin reírme que las casualidades pueden existir, pero a veces cuando duermo mis labios lo susurran como “destino”.

Había creído en la existencia de ese alguien que un día iba a tomarme de la mano, enredar sus dedos en mi cabello, llevarme a nuevos mundos dejando los viejos esparcidos por todas las calles. Había pensando que mis brazos iban a estar helados porque no tendría a nadie quien abrigar cuando los estiraba hacia el cielo mientras que en el coche sonaba esa canción que tanto me gustaba, que sabía que después de un tiempo te iba a encantar.

Quizá el brillo de tus ojos me dijo que realmente eras quien permanecería en el asiento de ese coche para siempre. Eras tú quien me cargaría cuando la locura consumiera mis pies de tanto reír. Quizá eras tu quien pintaría mis oídos de dulces palabras y depositaría todo su amor en mis labios. Eras tú.

Eras destino.

O casualidad.

Coincidencia.

Como quieras llamarlo.

Solo sé que al despertar no puedo parar de sentir esa pequeña felicidad dentro de mí al saber que tus largas pestañas descansan levemente, que tus mejillas siguen enrojecidas por el frío y que tu brazo, definitivamente, me arropa toda hasta el corazón.

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Con esa sonrisa de seguro amanece.

Valentina Castañeda.

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Era el guerrero más bonito. Destruía todos mis demonios.

Valentina Castañeda.

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No lo mires, sus ojos no entienden de poesía.

Valentna Castañeda.i