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Pasta alla Norma
Buenos días desde ya mi lugar de vacaciones en esta ocasión, os traigo una receta deliciosa y tradicional: la pasta alla norma. Originaria de Sicilia, Italia, esta receta combina la riqueza de la berenjena, la dulzura de los tomates y el sabor del queso ricotta salado para crear una explosión de sabores en cada bocado. Así que, ¡vamos a la cocina y descubramos cómo preparar este exquisito…
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OPORTUNIDAD
→ Viserys Targaryen x fem!Stark!OC (ft. Daemon Targaryen)
✦ Sinopsis: En un matrimonio arreglado las infidelidades son plato de cada día, aunque jamás consideró tomar aquel camino hasta que entabló relación con el hermano de su esposo.
✦ Advertencias: Matrimonio arreglado / Infidelidad / Angst.
✦ Palabras: 2415
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
✦ Gif: ladydostoevsky
Apenas había cumplido quince años cuando en una nubosa mañana de invierno se convirtió en esposa de Daemon Targaryen, ambos brillando de pies a cabeza en un intento de ocultar el fastidio. En retrospectiva, aún no entendía como pensaron que unirla a él era una buena idea, especialmente cuando lo conocía desde pequeña y siempre expresó lo que le disgustaba. A su parecer no era más que un bruto irresponsable que vivía para seguir impulsos, apenas salvándole el hecho de que era un excelente guerrero. Lloró cuando supo que estaban comprometidos, pero las mujeres de la familia Stark ferozmente reprendieron el capricho por ser “una gran oportunidad”.
La primera vez que pensó bien de Daemon fue durante la noche de bodas, donde el joven fue excepcionalmente compresivo con su terror al coito y se encargó de fabricar una elaborada escena para engañar al resto. Arrugó las sabanas, punzó su muslo para dejar sangre como prueba de la penetración y acomodó las ropas de ambos en el suelo, luego de casi dos horas saliendo y dejando que los mayores encontraran la farsa. Numerosas damas la cubrieron con una bata y él permaneció en un rincón junto a Viserys, en solo unos minutos ganándose su profundo agradecimiento.
Desde ese día comenzó a verlo en una nueva luz, de pronto abriéndose y dejando que rompiera la barrera que había creado entre los dos. Halló en él un buen confidente, una persona que la acompañaba en la cama y no la forzaba a cumplir con las reglas de la realeza en el desespero de tener un hijo. Entendió su actitud y la resistencia a la autoridad, el deseo de vivir libre y no permitir que alguien más lo obligara a tomar un camino que no quería.
Por unos cuantos meses pensó que Daemon era mejor de lo que parecía y de a poco cayó por sus encantos, especialmente cuando Aemma Arryn le informó que, según Viserys, él se enamoró apenas la vio bajar del carruaje que la trajo de Invernalia. La idea de formar familia empezó a ser un concepto atractivo y le emocionaba salvarse de tener que vivir infeliz junto un hombre que no la quería, pero la fantasía de cristal pronto se convirtió en añicos.
Bien sabía de la predilección de su esposo por el vino y nunca cuestionó que saliera a beber hasta altas horas, ya que era una actividad que realizaba desde antes de que se casaran. Aún así, a pesar de que debió haberlo imaginado, la noticia de sus frecuentes visitas a la Calle de la Seda le congelaron el corazón. El poco amor que surgió se esfumó y rápidamente recordó porqué nunca debió ignorar el instinto que desde niña le gritó que Daemon no era el indicado.
Los muros crecieron más altos que nunca y el hombre se sumió en los placeres, ni siquiera intentando superar la fría cordialidad con la que lo trataba. Las pocas veces que dormían juntos él caía rendido luego de tanto alcohol y algunos integrantes del Consejo Privado empezaban a agitarse por la falta de embarazo. Aquellos hombres tenían demasiada habilidad en arruinarle el día y más de una vez deseó que los lobos de su familia los destrozaran, pero, como siempre, debió callar y aguantar en silencio.
Soportó rumores y miradas hasta que un inesperado aliado apareció, Viserys siendo una brisa fresca entre tanto humo que la ahogaba. Con sonrisas apenadas y tímidas se acercó en absoluta comprensión, ya que él vivía los mismos disgustos con la presión de tener un sucesor varón. Al oírlo se sintió entendida y con el paso del tiempo aprendió que era alguien de fiar, ya que ninguna confidencia resonó en los pasillos de la Fortaleza Roja.
El vacío de atención y compañía finalmente fue llenado por el Rey, el cual le enviaba cartas cuando no podían pasear por los jardines o ir a la recamara de alguno a conversar. Mentalmente quería controlar la esperanza cuando ambos estaban casados y él tenía una esposa que se desvivía para cumplir las demandas de un heredero, pero el brillo en los ojos de Viserys no lo hacía fácil.
Por su parte, Daemon, seguía igual de perdido en los placeres de la ciudad y apenas hablaba en las pocas mañanas que llegaban a despertar al lado del otro. De todos modos, a años de la boda y sin aún tener sexo, logró dar a luz a un sano y hermoso niño rubio de grandes ojos violeta.
Rhaegar Targaryen existía para enamorar a quien cruzara camino con él, sonrisas de blancas perlas apareciendo entre un aura gentil y brillante. La personalidad distaba mucho de “Lord Lecho de Pulgas”, tanto que los ancianos que llegaron a conocerlo desde la cuna insistían que parecían opuestos, y oír esas declaraciones solo la aliviaban al no querer que Daemon lo influenciara. Sabía que lo mejor era que todos dijeran que se parecía a él, que así la infidelidad pasaría desapercibida, pero siempre podría anunciar que esas diferencias venían de su parte de la familia.
Viserys mantenía la fachada a pesar de saber la verdad, en el inicio amargura llenándolo al tener un hijo que no podía celebrar. Finalmente tenía lo que tanto deseó y estaba obligado a mantenerlo en las sombras, aunque culpabilidad frenó cualquier fantasía cuando Aemma falleció dando a luz. Se suponía que pasarían varios días celebrando, pero cada acto cesó ante la noticia de que el nonato, Baelon Targaryen, tampoco sobrevivió las primeras horas de vida.
Ambas muertes fueron un golpe terrible y, como era de esperar, Daemon no tuvo mejor idea que escapar a la Calle de Seda y nombrar al pequeño como el “Heredero por un Día”. Ebrio y poco cuidadoso no imaginó que la voz correría, y mucho menos pensó que a primer hora del amanecer Otto Hightower comunicara la falta de respeto a un Viserys emocionalmente herido.
—Señorita Stark, el Rey la solicita.
Monótona e impasible, la sirvienta aguardó mientras bajaba la taza de té y asombro pintaba cada músculo facial.
—¿Ha dicho por qué? —preguntó en el proceso de limpiar cualquier resto de desayuno en los labios.
—No, solo que la acercara lo antes posible al Salón del Trono.
Un incomodo sentimiento le cerró el estómago y provocó una breve ráfaga de nauseas, todo de aquella invitación siendo diferente a los encuentros que hasta ese momento tuvieron.
—De acuerdo, iré.
Inspir�� profundo en el proceso de levantarse y dejó que los pies la guiaran, en la puerta recibiéndola un guardia y dejando que ingresara. Avanzó por el enorme espacio apreciando al hombre, el cual vestía de negro y se hallaba sentado con expresión tensa.
—Majestad —saludó antes de reverenciar, fielmente ajustándose a las etiquetas al haber personal militar presente—. Vine tan rápido como pude, ¿en qué puedo ayudarle?
Conectando miradas, pudo notar como sus ojos se suavizaban un momento antes de regresar a un sentimiento oscuro.
—Desde que te he conocido has sido alguien de confiar y no planeo someterte a interrogatorio porque sé la clase de persona que eres… —realizó una breve pausa por la incomodidad de tener que actuar tan distante—. Pero me veo en obligación de preguntar, ¿sabes dónde estuvo Daemon anoche?
—Lamento no tener información que sea de ayuda, pero desconozco las actividades de mi esposo —contestó presionando y frotando los labios en un breve gesto de ansiedad.
—Es de común saber que mi hermano escapa a las responsabilidades, así que entiendo la ignorancia.
—¿Ha sucedido algo, señor? —preguntó con piel erizada en anticipación.
Viserys se removió en el trono y encajó la mandíbula en enojo, un gesto que la asustó al ser muy poco usual.
—Bajo el manto de la oscuridad, Daemon, escapó a un burdel a beber y hundirse con gente cuestionable a faltar el respeto de mi hijo fallecido —explicó elevando la voz en cada palabra—. Lo coronó “Heredero por un Día” y pasó cada rato libre lejos de su familia, ¡ni siquiera consolando a Rhaenyra!
Palidez la pintó de la impresión y colocó una mano en el pecho por el grave error, inmediatamente amagando a disculparse hasta que recordó que no fue error suyo.
—Realmente me deja estupefacta… esto es… no sé… —bajó la cabeza con el corazón sumamente acelerado.
—Daemon ha sido llamado y está de camino a recibir castigo —informó en tono normal evitando generarle estrés—. Como dije, sé la clase de persona que eres y tendré consideración por la gran alianza con tu familia, pero debes estar presente para saber cómo quedará la situación.
—Por supuesto.
Claramente preocupada esperó a un costado y sintió fugaces miradas de Viserys, al ceder apreciando que intentaba tranquilizarla con un lenguaje corporal amable. Emitió una pequeña sonrisa y regresó a mirar el suelo, entonces la puerta abriéndose y enseñando al Targaryen en juicio. Brevemente se miraron y luego observaron al Rey, el cual enderezó la espalda e inmediatamente empezó a tratar el desacato.
—Fue mi manera de llevar el infortunio, cada uno actúa de manera distinta —excusó en tono bajo, definitivamente tomándolo desprevenido que lo dicho llegara a la Fortaleza Roja.
Juntando las manos al frente se contuvo de negar ante el carácter de Daemon, especialmente cuando empezó a pelear por su posición en la Corte Real.
—¡Suficiente! He aguantado, he intentado comprenderte y razonar, pero ya no más —gritó Viserys completamente harto—. Toma tu dragón y abandona Desembarco del Rey, vete y busca en otras tierras como ser un hombre decente.
Aquella sentencia de destierro fue inesperada y la femenina los miró intentando dilucidar donde quedaba ella, un tema que el Targaryen menor también consideró.
—¿Harás que deje a mi esposa e hijo?
—Nunca estás con ellos y apenas cumples tus deberes, ¿ahora te preocupa mantener la farsa?
La selección de palabras la congeló de pies a cabeza y por unos momentos dejó de respirar mientras veía al regente con susto.
—¿Te atreves a difamar cuando apenas puedes ser Rey? Es hipócrita señalar cuando tampoco llegas al estándar —frunció el ceño conteniéndose de acercarse, porque sabía que los guardias lo sacarían de la habitación.
Viserys calló un momento e inspiró intentando mantener compostura, entonces mirando a la mujer que secretamente amaba y notando la oportunidad que se presentaba.
—No solo abandonarás estas tierras, Daemon, sino que también anularé tu matrimonio. Te irás y serás libre de revolcarte con cuanta prostituta quieras, pero no ensuciaras más el nombre y la cama de la dama que todos los días ha soportado tu indecencia.
—¿Cómo? —preguntó con un cambio de expresión que erizó los cabellos, los guardias en la habitación preparándose ante la amenaza.
—Una mujer proveniente de la casa Stark no debería vivir en tales condiciones, con un hombre incapaz de valorarla —aseguró al tiempo que inflaba el pecho y elevaba el mentón—. Cuidaré de ella y criaré a Rhaegar como el heredero legitimo al trono que es.
Exponer la verdad le estrujó el corazón en angustia y miedo, inevitablemente soltando un quejido mientras se le humedecían los ojos.
—¿Qué has dicho? —preguntó incrédulo y sin pestañear, al ver la reacción femenina su cuello y nuca tomando color por la furia—. ¿¡No es mi hijo!?
—Lo siento, p-pero nosotros nunca… consumamos el matrimonio —explicó juntando ambas manos en el pecho.
—¡Mientes!
—Las pocas noches que no estabas hasta la mañana en los burdeles llegabas absolutamente ebrio y perdías la conciencia apenas tocabas la almohada —jadeó con el labio inferior temblando.
—¿¡Entonces la solución fue refugiarte en mi hermano!?
—¡Arruinaste el poco amor que te tuve! —defendió exasperada—. Llegué a ver lo bueno en ti hasta que me cambiaste por la Calle de Seda, quise que nos acercáramos y…
—¡Calla! —interrumpió yendo decidido a hacerle quién sabe qué.
—¡Deténganlo! —ordenó Viserys poniéndose de pie, los guardias inmediatamente agarrándolo y alejándolo—. Ya has hecho demasiado daño, no permitiré que lastimes a mi futura esposa.
—¡Desgraciado! —gritó al tiempo que forcejeaba, el movimiento haciendo las armaduras tintinear.
—Sáquenlo, no dejen que siga un día más en Desembarco del Rey.
Asintiendo pequeño, los dos hombres que agarraban al Targaryen empezaron a arrastrarlo fuera del salón. Maldiciones y promesas de retribución retumbaron en las paredes hasta que estuvo lejos, el ambiente siendo pésimo hasta que Rhaenyra apareció con mirada humedecida.
—Crucé a Daemon y dijo… —apretó los labios y tragó intentando no derrumbarse—. ¿Es verdad? —inquirió a pesar de que sabía la respuesta por el aspecto de ambos.
Viserys dudó un momento antes de recordar la confianza que lo llevó a revelar el secreto, firme bajando los escalones del trono.
—Si, Rhaegar es tu hermano.
La noción del parentesco envió un desagradable escalofrío en Rhaenyra, quien tenía la herida de su madre y hermano al rojo vivo. Miró a la mujer y limpió una lagrima rebelde antes de cerrar ambas manos en puños.
—Felicidades, engendraste al próximo Rey —jactó dolida en el proceso de girar y dirigirse a la puerta.
—No fue con ese propósito, ¡amo a tu padre! —declaró desesperada, pero la joven siguió sin mirar atrás.
—Vigilen la entrada —indicó el regente al personal presente, cada uno saliendo y cerrando la puerta para cuidar desde el exterior.
Ambos voltearon al otro y relajaron los hombros, Viserys abriendo los brazos y encerrándola entre ellos.
—Impulsivo, lo que hiciste no tuvo preparación —reclamó contra su pecho, desesperada agarrándolo de la ropa.
—Ciertamente, pero tomé la oportunidad cuando se presentó —explicó al tiempo que la consolaba con delicadas caricias—. Si lo planeábamos habríamos estado mejor mentalizados, pero las reacciones no hubieran cambiado.
—Puede ser… —suspiró insegura, aunque en lo profundo sabía que tenía razón.
—En poco el impacto pasará y podrás disfrutar de finalmente ser libre.
—La gente juzgará por los pasillos —soltó las telas para colocar ambas manos en el pecho de Viserys.
—Nadie es libre de la opinión ajena, pero serás reina y eso te ahorrará varios problemas.
La noción del rol que cumpliría en el futuro le aflojó las rodillas, sin embargo logró aguantar y mirarlo a los ojos.
—¿En serio me harás tu esposa?
—Absolutamente, es momento de elegir con quien compartir mis días —dijo mientras iba a sostenerla de la mejilla—. Te amo, estoy ansioso de vivir contigo y criar en conjunto al pequeño Rhaegar.
—Nuestro hijo —murmuró poniendo una mano sobre la de él.
Cansados y abrumados compartieron un beso amargo por el mal momento vivido, pero un trasfondo dulce otorgaba la fuerza que necesitaban para soportar y luchar por la felicidad.
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París.
Imagínate que lo logramos, que lo cumplimos.
Vamos de la mano por tus calles favoritas, descubro la ciudad del amor a través de tus ojos y me enamoro. No de las calles ni de la Tour Eifel, me enamoro de tu risa y tus gestos, de tu caminar y tu pensar. Me enamoro de ti mil veces en esas calles que nos observan. Y lo hago sabiendo que mi tren solo tardará unos días en llevarme a casa de nuevo, lo hago sabiendo que no habrá nunca un París tan bonito como el de tus ojos. Me enamoro de ti aún con el riesgo de no poder hacerlo de nuevo.
Nos pasamos las horas enredados en unas sábanas de un estudio perdido a las afueras de la ciudad, uno que puedo pagar y que tiene encanto. Cuento tus lunares mientras me hablas de mil cosas por hacer y de mil sitios que visitar. Te beso para no llorar por saber que nunca habrá tiempo suficiente de descubrir París juntos y tú me sigues el juego. Lo haces sin saber que mi corazón acaba de perder otro pedazo.
Por las mañanas me despiertas con un croissant de esos que me gustan y con un café cargado, porque apenas pego ojo contigo a mi lado. Yo te insto a salir a la terraza y disfrutar de la primera brisa matutina, mientras me fumo un cigarro y pienso en lo que te voy a echar de menos.
Los mediodías me dejas sorprenderte cocinandote mis mejores platos, aunque sea mediocre en la cocina. Nos bebemos unas copas de vino mientras charlamos de los planes de la tarde y, aunque sé que va a doler irme, dejo que la felicidad, de tenerte, me invada.
Las tardes son tan tuyas que a veces siento que solo sueño, que lo hago sin remedio. Siento que si cierro los ojos unos segundos al abrirlos volveré a una realidad sin ti. Pero cuando los abro sigues ahí, con tu sonrisa eterna diciéndome que es preciosa, la ciudad, aunque solo me mires a mi. Yo te digo que eres un romántico y me miras fatal. Sonrío tanto que duele.
Las noches son de los dos, llenas de locura y sin sentidos. Llenas de amor. Ponemos ese candado en el puente, aunque ya no se pueda hacer. Luego corremos por si llega la policia, aunque tenemos un plan B si nos pillan. No dejo de reír mientras corremos por esas calles tan bonitas que tienen escrito tu nombre en todas sus fachadas. Llegamos a un bar cualquiera y me lo paso mejor que en toda mi vida. Solo porque tú estás ahí, riéndote de algo que te cuento y de lo mal que bailo. Porque lo hago fatal y, aún así, sigo bailando. Todas la noches cambio la canción que me gusta para nosotros, porque soy así. Porque no hay una que sea lo suficientemente buena para definirnos, para escucharla y sentirte en cada nota.
El último día te pido que me acompañes a la estación, porque irme supone demasiadas cosas. Cuando veo que mi viaje se termina lloro, de forma silenciosa porque mi corazón se rompe sin hacer ruido, y tú secas esas estúpidas lágrimas que no dejan de caer. Te abrazo tan fuerte que siento que te voy a romper algo, seguramente lo hago. También te beso, despacio y con todo el amor que tengo, para que me recuerdes así. Inestable pero llena de cosas bonitas, llena de ti y tu sonrisa. También lo hago para recordarte así, calmado y etéreo. Tuyo.
El tren llega y cojo la maleta, te doy un último beso y te digo que nos volveremos a cruzar, aunque lo más probable es que no lo hagamos. También te digo que te quiero y que te cuides, que encuentres a alguien que no se parezca a mi en París, que por favor no se asimile en nada a mi. Y me voy, me subo a ese jodido tren sin alcanzar a escucharte, porque si lo hago me quedaré y no puedo, no debo.
El viaje es tan largo que siento que me voy a dormir en cualquier momento, pero no lo hago. Me paso el viaje escuchando todas esas canciones y viendo nuestras fotos. También me río de vez en cuando, recordando todas esas locuras y sin sentidos que nos hacían tan nosotros. Y lloro, mucho. Porque París es bonito sin ti, pero contigo es precioso, único. También lo hago porque se que te enamorarás de alguien que valga la pena, que te lo pueda ofrecer todo sin pestañear, sin dudar. Y sonrío porque sé que, a diferencia de mi, serás feliz con otra persona.
Katastrophal
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Empatía Maldita (Gojo x OFC)
Clasificación: Madura
Categoría: M/F
Fandom: Jujutsu Kaisen
Capítulo: 6/20
Sinopsis:
Satoru Gojo y Akari Itoyama entrelazan sus historias desde la adolescencia como estudiantes de hechicería. La presencia en la vida del otro, aunque es intermitente, es significativa: el primer beso, misiones, pérdidas, discusiones y en el futuro, parentar a un hijo. Una historia sobre madurar y las segundas oportunidades. Actualizamos los viernes.*
Capítulo 6: El espíritu del templo
—Akari, ¿me harías el honor de convertirte en la madre de mi heredero? —me pregunta con donaire, como si se tratase de una proposición romántica. Mi corazón late fuerte, bombeando sangre a mis mejillas. Debería sentirme halagada de que siquiera me considerara como candidata, pero la verdad es que me sentía como plato de segunda mesa, como la última en la lista. Ahora entendía que lo habían rechazado tantas veces porque confiaba demasiado en su encanto. El cual, supongo que funciona con algunas personas, pero yo no lograba articular palabra, me sentía incapaz de responder algo coherente. Sentimientos encontrados como nubes que chocan en el cielo provocan rayos en mi cerebro, haciendo un corto circuito.
—¿Me devuelves la mano? —es lo único que logro decir.
Gojo me suelta, confundido ante mi respuesta. Seguramente su plan no estaba saliendo como esperaba. Pero en serio, ¿qué esperaba Satoru que yo respondiera? ¿Qué sí, que iba a someter mi cuerpo y mi mente a un nuevo y doloroso proceso de maternidad? ¿Que me iba a acostar con él sin involucrar sentimientos, como una máquina de hacer bebés donde se deposita la semilla y se espera a que germine? ¿Que estaría contenta de darle a Nanako un hermanito para que la familia crezca? ¿Que volvería a elegir ser madre soltera para darle a mi nuevo bebé una familia fragmentada? Ahora podía confirmar que éste hombre no tenía idea de lo que me estaba pidiendo.
Me vuelvo a acomodar en el asiento, mirando lo que queda de mi cena, pero se me ha quitado el hambre.
—No leo mentes pero imagino que debes estar repasando algunas maldiciones hacia mí.
—En realidad tengo muchas preguntas.
Una imagen terrorífica de Satoru y yo juntos en una cama era una de las protagonistas. Tomo el resto de mi copa de vino y me sirvo otro poco.
—No creo que el alcohol te ayude a pensar más claramente.
—¿Por qué yo? —exijo respuesta—. ¿Estás consciente de lo que me estás pidiendo?
—Lo estoy —afirma con seguridad. Pero no, no le creo, necesito ver la sinceridad en sus ojos. Así que me aproximo a él y levanto su antifaz para mirarlo muy de cerca, tratando de leer las respuestas en sus eléctricas pupilas, ya que nunca me han satisfecho sus palabras.
—¿Por-qué-yo? —insisto—. ¿Estás tan desesperado de verdad?
Satoru toma mi muñeca y la aleja con cuidado de su rostro, pero tiene la gentileza de no cubrirse los ojos nuevamente.
—Yo no tomo éste tipo de decisiones a la ligera.
Me reincorporo.
—¿Entonces por qué elegir a la más debilucha? ¿A la hechicera cobarde?
—Porque realmente no pienso eso de ti. Además, ¿en serio todavía recuerdas eso? —hace referencia a nuestros desencuentros en la preparatoria.
—¡Claro que me acuerdo, idiota!
—Y dime —recarga su mejilla en su mano, sonriendo—, ¿también recuerdas nuestro primer beso?
—¿Eh? ¿Eso qué tiene qué ver?
—¿Sabes por qué me enfadé en aquella ocasión?
—Porque intenté leerte.
—¡Y lo hiciste! Echaste un buen vistazo, ¿no?
Asiento, todavía avergonzada de aquello.
—¿Y qué lectura le diste a Suguru durante el beso que compartiste con él?
Abro bien los ojos, sorprendida de escucharlo tocar el tema.
—Yo... no leí nada —admito, recordando estar concentrada en las sensaciones.
—Eso nos demuestra dos cosas: —levanta su dedo aleccionador— la primera; con los incentivos adecuados, sí puedes controlar tu técnica ritual y separarla de tu quehacer cotidiano. Pero supongo que ya lo sabías.
Asiento. Era verdad que en éstos últimos años había desarrollado mejor mi capacidad para 'apagar' la técnica ritual durante los momentos en que me sentía lo suficientemente segura. Incluso podía dormir, aunque no estaba segura si era que mi cuerpo se rendía ante las exigencias de la maternidad.
—Y la segunda, —hace una pausa— ambos sabemos que todo uso de la energía maldita y la técnica ritual tiene un costo, y que su daño al hechicero es directamente proporcional a la capacidad de su poder.
—Pero a ti no parece afectarte.
—Porque hago uso de mi técnica de regeneración para recuperarme y porque literalmente nací con el mundo sobre mis hombros. Mi entrenamiento empezó cuando sólo era un niño. Era aprender o morir en la pena y la desgracia —se mofa. Pero yo lo había visto en sus recuerdos, a ese niño asustado y solo, siendo observado por la muchedumbre. No era para nada una broma.
—En cambio tú fuiste reclutada a tus quince años por el mismísimo Masamichi Yaga. Ni siquiera te hizo examen. ¡Estuviste un año entero en la preparatoria y lograste exorcizar a un espíritu de primer grado tú sola! Siendo aún considerada de cuasi segundo grado.
—Y esa hazaña, te recuerdo, fue la que me hizo reconsiderar mi estancia en la escuela.
—Sí, y creo que te debo una disculpa por ello.
¿Qué? ¿La disculpa que tanto anhelé llega once años después?
—Quizás si no hubiera sido tan inmaduro, tu historia hubiese sido distinta.
Mis ojos se empiezan a cristalizar pero lucho contra las lágrimas porque odiaría que Satoru me viera llorar por él. Y lo odio. Lo vuelvo a odiar por hacerme sentir tan vulnerable.
—Debo aceptar que mi comportamiento hacia ti era, fundamentalmente, por celos.
—¿De mí?
—Suguru no sólo fue mi mejor amigo, sino que siempre ha sido un maestro para mí. Incluso cuando decidió volverse brujo, me enseñó una lección muy grande sobre el valor. La verdad es que la mayoría de los hechiceros que conozco están a un pelo de volverse psicópatas, y no los culpo, pero he visto pocos casos en los que el individuo tiene el coraje suficiente para no usar su poder para su propio beneficio. Tú y Nanami son grandes ejemplos.
No sé por qué, pero me enfurezco aún más. Me limpio los ojos con el antebrazo, borrando el rastro de mis lágrimas.
—¿Y eso qué tiene qué ver con tus supuestos celos?
—Porque creí que Suguru sentía algo por ti.
Le dedico una sonrisa melancólica y me encojo de hombros.
—Eso nunca pasó.
—Lo sé —afirma Satoru.
En ese momento, mi teléfono suena, dándome un golpe de realidad directo a la cara. Es Mafuyu, pero sé que no hablaría si no fuera importante.
—Hola, ¿está todo bien?
Pero no, nada está bien. Mafuyu confiesa en voz desesperada que Nanako ha desaparecido. No espero por más detalles, cuelgo inmediatamente y tomo mis cosas.
—Nanako ha desaparecido. Necesito ir a casa.
Satoru me toma del brazo antes de salir.
—Yo te llevo.
Tardo un momento en recordar, pero claro, Satoru puede teletransportarnos. Asiento efusivamente y entrelazamos nuestras manos. Él cruza dos dedos frente a su rostro y caemos al pozo profundo que, claramente no recordaba, porque al igual que la primera vez, aparezco del otro lado de cara al suelo.
—Quizás la próxima vez debas abrazarte de mi cintura.
—Espero que no haya próxima —me levanto de una.
Estamos en la sala de la casa de mi abuela y Mafuyu nos observa totalmente en shock. Aunque sabía de mi pasado como hechicera, siempre hice todo lo que pude para que no lo viera.
Me apresuro hacia la habitación de Nanako y enseguida puedo ver el rastro de suciedad de la maldición y... el de mi propia hija.
Me cubro la cara con las manos, tratando de cubrir mi horror y mi culpa. ¿Por qué lo dejé pasar? ¿Por qué no lo quise ver desde antes?
—El rastro sigue a través del bosque hasta la punta de la colina —apunta Satoru.
—Es el templo Aoikesuwa. Lleva al menos veinte años clausurado —explica Mafuyu con la voz temblorosa.
—Iré por ella y la traeré de vuelta cueste lo que cueste —le juro. Todo había sido mi culpa, y temo que Mafuyu me odie ahora, pero en cambio asiente, depositando su confianza en mí.
—¿Lista? —me pregunta Satoru. Muy a mi pesar, me abrazo de su torso y siento cómo me sujeta de vuelta alrededor de la cintura, para desaparecer en el pozo.
Aparecemos sobre una cama de hojas secas, que se vuelan a nuestro alrededor. Ésta vez caigo de pie, cantando mi primera victoria de la noche.
—Deberías dejar de resistirte a mi.
—Eso lo veremos —respondo tajantemente.
—Mamá, ¿dónde estás?
Cuando escucho la voz de Nanako proveniente del templo, la sangre de mi cuerpo se congela. No podría terminar de explicar con palabras la angustia de ese momento, como si mi propia carne me llamara a arrancarse de mi cuerpo.
—¡Nanako! —corro hacia el templo, pero Satoru aparece frente a mí, deteniéndome.
—Esa no es la voz de una niña —asegura—. Escucha con atención.
—Mamá, necesito tu ayuda. Todo está muy oscuro aquí.
Nanako ya sabía hablar, pero esas palabras no parecían ser proferidas por una niña de cuatro años. Ahora me parecía claro que el espíritu estaba tratando de llevarnos dentro del templo, donde seguramente había construido un dominio innato.
—Levantaré un velo alrededor de nosotros. Haremos que salgan de su escondite.
Gojo conjura el hechizo y la cúpula negra se dibuja desde el cielo hasta el suelo.
Se escuchan chillidos alrededor de nosotros. Piernas y brazos sostenidos por sí mismos se forman alrededor de nosotros, formando media luna, intentando acorralarnos contra la puerta del templo. Entonces una niña abre las pesadas puertas y se queda en el umbral.
—¿Mami, viniste por mí?
Es igual a Nanako, con la ropa que ya conozco y su cabello suelto al viento. De inmediato mis sentidos tratan de traicionarme. Un pie intenta dar un paso hacia ella, pero Satoru susurra detrás de mí.
—Concéntrate. Sé que puedes hacer tu lectura desde aquí.
Sí, mi energía maldita me lo dice. Ella no es mi hija, es sólo parte de las brujerías de éste espíritu. ¿Pero dónde estaba Nanako? Tampoco es que mi poder funcionara como una brújula, pero había tanta información a mi alrededor que no lograba encontrarla.
—¡Mamá, ven por mí!
Empieza a hacer berrinche, lagrimeando y pataleando. Y es como si fuera una chispa que enciende el mechero dentro de mí. ¿Cómo ésta escoria se atrevía a usar la imagen de mi hija para provocarme? Pero no era sólo furia la que se encendía, sino mis puños con energía maldita color azul. Y no lo veo, pero sé que Gojo está sonriendo, lo que me da un boost de confianza que me anima a empezar la batalla.
—Se nota que no la conoces ni un ápice —le digo a la falsa Nanako, mientras me aproximo de forma amenazante. Ésta me hace cara de miedo, como si temiera mi actitud, pero era puro cinismo—. Ella no hace berrinches, ni es miedosa. En realidad es una niña extraordinaria, y no voy a soportar que le faltes al respeto a su imagen! —subo corriendo las escaleras, reuniendo mi poder en mis puños, preparada para golpear a la falsa Nanako —. ¡¿Mamá, qué haces?! —Y la muy desgraciada no sale de su disfraz sino hasta que la aplasto contra el suelo de un golpe, revelando su asquerosa apariencia.
Su cara deformada por el impacto vuelve a su forma original y me sonríe con diabólica maldad antes de responderme con su mejor golpe. Lo recibo cruzando los brazos frente al rostro pero me saca volando, haciéndome caer lejos de ella.
No veo a Satoru al aterrizar.
Mientras yo me debato a golpes con la maldición, Gojo percibe a Nanako mientras las manos y piernas andantes la amarran y cubren su boca para llev��rsela lejos de ahí.
—Ah, ah, ah, ya las vi —canturrea. Los espíritus se detienen en seco con mi niña pataleando en el aire—. Es mejor que me la entreguen. No querrán que las aplaste como gusanos.
En ese momento empiezan a temblar de lo que parecía miedo, pero en realidad se estaban llamando unas a otras para aglomerarse, tragando a Nanako en medio de una criatura conformada de las extremidades.
—Ya que lo ponen así, tal vez no las aplaste. Simplemente, las haré volar —coloca su palma extendida frente a él—. Rojo —pronuncia, separando a la fuerza los brazos y piernas, haciéndolas pedacitos. Nanako queda en medio del aire y él corre para atraparla en sus brazos.
A Nanako le brillan los ojos cuando ve a Satoru, ilusionada de estar frente al superhéroe de la vida real que ya la había salvado una vez. Su sonrisa lo dice todo.
—Hola, de nuevo, soy Gojo —le sonríe—. Veo que heredaste los ojos de tu madre. ¡Bien por ti!
Justo a tiempo para interrumpir ésta breve interacción, la aborrecible maldición con cara de obra de Picasso me golpea de tal modo que me proyecta como bala dentro del bosque, derribando los árboles a mi paso.
—¿Qué te parece si le damos una mano a tu mamá?
Nanako asiente y con su velocidad sobrehumana, Gojo me encuentra donde yo trato de levantarme. Me toco la nuca, estoy sangrando.
—¿Cambiamos de lugares?
En cuanto me ve, Nanako extiende sus brazos hacia mí y Satoru la deja en mis brazos. El espíritu chillla de forma estridente a nuestras espaldas, viendo cómo ahora nosotros tenemos a la niña en nuestra custodia. Debo escapar de inmediato.
—Ten cuidado —le digo a Gojo, apretando a Nanako contra mi pecho para empezar a correr,
Pero no nos libramos tan fácil de la maldición. La cosa se desprende de sus brazos y piernas y de cada uno, una copia de ella se forma. Entonces ahora hay una original y cuatro réplicas que enfrentar. La original va detrás de mí y las réplicas se abalanzan contra Gojo.
La cosa está que me pisa los talones y yo necesito hacer algo para zafarme sin arriesgar a Nanako. Me detengo en un claro, la bajo y la pongo al suelo.
—Tienes que correr.
—¿A dónde? —me mira preocupada.
—Escóndete, yo te buscaré cuando acabe con esa cosa, ¿de acuerdo?
Ella asiente y sale corriendo para perderse en la oscuridad del bosque.
—Ya basta de ésta mierda —le digo, encendiendo mis puños—. Ella es mía, y vas a tener que caminar sobre mi ceniza antes de tenerla.
La cosa ruge con su aliento fétido y la cara chueca, y no me importa qué tengo qué hacer pero debo acabar con ésto.
Corro hacia ella, ella corre hacia mí, me lanzo sobre su pecho y me cuelgo de su cabeza para meterme con sus emociones y retorcerlas a mi antojo.
Pero no es tan fácil. Al principio la aíslo en una habitación vacía y oscura y la observo correr de un lado y al otro tratando de encontrar una salida, chillando con desesperación, demandando que la saque.
Hay un espejo. El espíritu se aproxima para ver su reflejo. Es una bella mujer de mejillas sonrojadas y cabello lustroso. Pero ésta se empieza a deformar en el reflejo, mostrando lo que es en realidad. El monstruo se horroriza y se rasga la cara con las uñas afiladas, dejando salir sangre morada.
Ahora estamos en la falda de un acantilado, en medio del bosque. El espíritu sigue rasgándose la piel, chillando de dolor y junto a éste, el cadáver sangriento y fragmentado de una mujer con la cara al suelo.
El espíritu se percata del cuerpo y se detiene. Se posa junto a ella y le da vuelta, revelando su rostro deformado. El espíritu se lamenta, dejando salir brumosas lágrimas por los ojos y trata de reconstruir el semblante de la mujer sin éxito.
Ya entiendo. Éste espíritu nació del accidente de ésta mujer que cayó de las alturas. Entonces recuerdo vagamente escuchar el caso de una mujer desaparecida en Nagano hace muchos años. Su cuerpo nunca fue encontrado, pero como en nuestra villa nunca ocurría nada, lo único que se decía era que se lo habían comido las aves de rapiña.
Tal vez la forma de detener al espíritu es recuperando su cuerpo y devolviéndole con su familia. ¿Pero toda ésta historia qué tenía qué ver con Nanako?
A lo mejor quería absorber su vitalidad o su belleza, no estaba segura, pero tampoco quería quedarme a averiguarlo.
En ese momento me pongo a pensar que tal vez había una forma menos fatal de exorcizar al espíritu. Tal vez dándole lo que quería, verse de nuevo como su antigua yo.
Trato de imaginar el reflejo del espejo en frente de ellas, pero me cuesta concentrarme con la escena mortal frente a mí.
Lo único que puedo pensar es en Nanako. Y entonces Nanako se aparece ahí, recostada como si estuviese durmiendo en lugar del cadáver desfigurado de la mujer.
Pero la escena es demasiado triste para mí y escapo de la mente del espíritu. Al volver a la realidad, el monstruo está debajo de mí, en el suelo, sollozando.
Alzo la vista para ver que frente a mí se encontraba Nanako tomada de la mano de Gojo, observándome.
—¿Mami? —me llama, preocupada. Los ojos se me empiezan a llenar de lágrimas. ¿Por qué una niña tenía que estar viendo ésto? Yo con las manos enterradas en el cráneo del espíritu, llena de sangre. ¿Por qué no evité todo ésto? ¿Soy mala madre? No la merezco. Ella es mucho más valiente que yo. Todo el tiempo ha estado más serena que yo ante la situación. ¿Cómo le iba a enseñar a ser valiente si yo era una cobarde? Las lágrimas brotan incontrolablemente de mis ojos.
Nanako se suelta de Gojo y corre hacia mí para abrazarme, manchándose con mi sangre. Entonces ella también empieza a llorar.
Me levanto con ella en brazos, triste y aliviada al mismo tiempo, alejándome del espíritu maldito que aún no logra moverse del suelo.
Gojo se posa al pie de su cabeza y extiende la mano para fulminarla con energía azul. Así termina la historia de la maldición de la mujer del acantilado. ¿O no?
-*-*-*-*
Satoru termina llevándonos al hospital, donde tuvieron que suturar mi herida de la cabeza y hacerme estudios para comprobar que no hubiese sufrido daño cerebral, pero todo parecía estar en orden.
También habían revisado a Nanako y ella estaba bien. Sobre todo se alegró de ver a su padre entrar por la puerta. Claro que lo quiere más que a mí. Yo también lo haría.
—Es la segunda vez que presencio tus talentos en acción —dice Satoru, quien se encontraba esperándome afuera del consultorio.
—¿Cuáles? —pregunto medio abatida emocionalmente.
—La empatía maldita.
—Es una técnica ritual débil —declaro.
—En realidad pienso todo lo contrario.
—¿Por qué?
—Porque las maldiciones nacen esencialmente de las emociones de las personas. Y esa es la materia prima con la que trabajas. Al involucrarte con las emociones de los espíritus, estás trabajando… ¿Cómo decirlo? Con su código genético. Es decir, los destruyes desde adentro. Me parece una técnica interesante. Lo único que te falta es seguir entrenando para fortalecer, no sólo tu cuerpo, sino tu espíritu.
Sonrío, un poco más animada. Y lo admito, me gusta que me adulen. Especialmente el hechicero más poderoso y el peor dolor de cabeza, Satoru Gojo.
En ese momento recuerdo todo y me detengo.
—Espera, ¿y mi auto?
—Mandé traerlo —revisa su celular—. Está estacionado afuera de tu casa —suspiro aliviada.
Al final del pasillo me espera Mafuyu con Nanako en brazos.
—Tu abuela no para de preguntar por ti —me dice.
—¿Le contaste?
—No, para nada. No quería preocuparla. Además, solo conozco la versión que acaba de contarme Nanako.
—Mami, ¿verdad que peleaste con un monstruo y que tiraste árboles y lloraste, y qué había manos y piernas por todas partes? —cuenta Nanako emocionada, alzando los brazos para dibujar la escena—. Además, el señor Gojo nos ayudó.
—Fue un placer —sonríe Satoru.
—Eh... creo que no nos hemos presentado oficialmente —dice Mafuyu, extendiéndole la mano. —Soy Mafuyu Hirose, padre de Nana.
—Satoru Gojo, ex compañero de Akari —se estrechan las manos.
—Ustedes dos están... ¿saliendo? —pregunta Mafuyu, con esa tímida honestidad que tanto le caracteriza. ¿Por qué estamos hablando de ésto ahora y en frente de Nanako? Mis mejillas se me encienden al recordar la descabellada propuesta que Satoru me había hecho antes de salir al socorro de mi hija.
Él no responde la pregunta de Mafuyu, en cambio me mira esperando que sea yo quien diga algo.
—Como Gojo ya explicó, sólo somos amigos —respondo nerviosa. Mafuyu me mira con una ceja alzada, sospechando algo, pero me mantengo callada.
—Tengo hambre, papá —gracias a Dios Nanako interviene—. Me gustaría comer fideos instantáneos.
—Ayer cenamos eso, ¿no te gustaría otra cosa? Seguro la abuela Yukio hizo sopa de papa.
—¿En serio? —se le ilumina el rostro—, ¡vamos, vamos!
Suspiro aliviada cuando Mafuyu cede ante la petición de su hija y deciden salir de ahí cuanto antes. Una vez más, Nana era mi salvadora.
Satoru y yo salimos detrás de ellos, preguntándome por qué no se había apresurado a negar la pregunta de Mafuyu. Incluso aunque hubiera aceptado su propuesta, no significaba que empezaríamos a salir. Hasta donde entendía era una mera transacción de fluidos corporales lo que se requería para lograr su cometido, así que no había duda.
Afuera le espera su chófer con su auto.
—Debo volver antes a Tokio. Espero que todos lleguen con bien a casa.
—Espera, Gojo. No he respondido a tu propuesta.
Se detiene, dándome la espalda. Me sonríe sobre su hombro.
—Ya no es necesario. Sé que Nanako y tu familia te necesitan. No sería justo distraerte de tu deber.
Me encojo de hombros. Lo había entendido todo. Quizás, después de todos estos años, Satoru sí había madurado.
—Gracias por todo —le digo desde el fondo de mi corazón, haciendo una reverencia. Nunca olvidaría su ayuda en ese momento—. No dudes que tienes una amiga en mí.
Extiendo mi mano para estrechar la suya y él la observa sin saber qué hacer. Pero al final me corresponde. Su mano es cálida y fuerte, y me sorprendo en el momento en que noto que no tiene su escudo activo. Es un contacto real.
—Nos vemos —se despide con la otra mano, subiendo a su coche. No sé por qué, pero mariposas revolotean en mi estómago, como si fuese adolescente otra vez. Pero sólo había sido un apretón de manos, ¿qué me estaba pasando? Me apresuro al auto de Mafuyu para huir de la vergüenza.
—¿Estás bien? —me observa.
—Sí, vámonos ya, estoy muy cansada —trato de disimular.
Nanako ya se había acomodado en su silla de viajes en el asiento trasero y se había quedado dormida. Si tenía hambre, seguramente iba a despertar de mal humor.
Al atravesar la ciudad miro a la ventana, dándole mil vueltas a las cosas. En la radio suena "More Than Words" de Hitsujibungaku.
—Te gusta, ¿verdad? —Mafuyu asegura, sonriendo levemente—, tu amigo.
Pienso un momento mi respuesta, poniendo atención a las mariposas que parecía que aleteaban para anunciar su presencia. ¿Qué me estaba sucediendo? Aunque sí me gustara, yo era una adulta con una hija y el corazón roto. Yo necesitaba estabilidad y seguridad en una relación y Satoru Gojo era un personaje caótico e impredecible. De ninguna manera funcionaría algo entre nosotros. Y no me daba miedo admitirlo, si acaso me sintiera atraída por él, era consciente de mi lugar en la vida de Satoru. Aunque le había declarado mi amistad, sabía que él no tenía amigos. El único que había tenido era Geto y quizás yo era una zorra por haber deseado a los dos en algún punto. Así que, ¿para qué complicar más las cosas?
—No me interesa una relación con él, si es lo que preguntas —me sincero.
—¿Y no crees que quizás le gustas un poquito?
—¿Lo dices porque nos ayudó? Los hechiceros hacen eso, a eso se dedican.
—Eso mismo creías de mí y de mi "carácter amable" y mira, ahora tenemos una hija juntos.
No puedo evitar reír. Las ironías de la vida. El hombre que me había roto el corazón estaba tratando de animarme en las cuestiones del corazón, como si lo necesitara.
Lo que yo no sabía es que Satoru no regresaría de inmediato a Tokio, sino que se dirigía nuevamente al templo, mirando la mano que había estrechado conmigo, tratando de entender sus propios sentimientos.
—Exorcizaron con éxito al espíritu, ¿por qué vamos de vuelta? —pregunta Ijichi, manejando el coche.
—Algo me huele mal. Es la segunda vez que un espíritu maldito de primer grado acecha a Akari y a Nanako.
—Afortunadamente usted ha estado ahí para protegerlas —sonríe a través del espejo retrovisor.
—Eso es lo que quieren que piense, ¡que es una coincidencia!
—Uhh, ¿y no lo es?
—Naturalmente para los espíritus, los niños resultan ser de gran atractivo; son presas fáciles, pero hay que trabajarlos para que generen energía en bajas frecuencias. Tienen que acecharlos por las noches, esconderse bajo la cama, aparecer en sus sueños... A menudo los padres no saben cómo lidiar con las pesadillas y lo empeoran todo. Sin embargo, aquellos niños que se encuentran desarrollando sus dones son infinitamente más apetitosos. Aunque la energía maldita que emanan es de poca densidad, definitivamente son más nutritivos para ellos. Pero por lo que ví, Nanako no tiene miedo, su producción de energía maldita aún se equipara a la de cualquier niña de su edad. Además, Itoyama ha sabido manejar sus primeras vistas, así que si yo fuera un espíritu maldito, no me desgastaría en cazarla y buscaría otra presa.
—¿Está tratando de decir que algo o alguien envió a los espíritus a acecharla?
—Es lo que me temo. Por eso vamos de vuelta. Me gustaría echar un vistazo para buscar suciedad residual.
Al llegar, Ijichi ayuda a Gojo a peinar el terreno, pero la zona se encontraba limpia. Y aunque la visita no arrojara ningún dato contundente, definitivamente había logrado sembrar en él una primera sospecha de que un brujo andaba cerca. Quizás alguien conocido.
Lista de capítulos:
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Día 29
Visita a La Paz.
Hoy bajé con un guía excelente a conocer un poco más la capital, con el Hermano Luisje. Bajamos en teleférico y regresamos en movilidad para ver el ambiente del mercado. La ciudad tiene mucho encanto. La calle Jaén, pequeñita, que desemboca en el museo de Mamani Mamani, es preciosa. (Os dejo una foto de una de las puertas del museo).
Luego estuvimos paseando por la plaza Murillo, el ayuntamiento, la calle de las brujas, la iglesia de san Jerónimo… bueno, vimos el el centro. Las calles abarrotadas de gente, el bullicio de las movilidades y de los autos, los cables enredados en los postes de luz, los vendedores ambulantes, los edificios antiguos mezclados con los modernos, las calles en obras, la enorme cantidad de murales preciosos, el sonido incesante de los claxon… desde el teleférico, las terrazas de los hogares, la mayoría de los tejados de calamina, otros tejados pintados con murales incluso en el cementerio…
Un caos con mucho encanto.
Tomamos un café y una pastel y regresamos a casa. Había plato paceño pero se nos olvidó comprar flete (carne de res). El plato lleva: carne, queso frito, choclo (maíz), patatas y habas hervidas. A mí no me sabía a nada, la verdad, pero debo de ser yo o que me afecta la altura a los sabores porque tampoco me parecía gran cosa el Fricasee… sin embargo en San Borja, todo me parecía más jugoso… o quizá es la cocinera jajaja
Por la tarde, Luisje y yo acompañamos al Hermano Casimiro a coger el bus (la flota que llaman aquí) para regresar a San Borja porque había venido al médico. Bajamos de nuevo en el teleférico y cuando llegamos, menos mal que Casimiro preguntó, porque el bus debía salir a las 16:30 y le cambiaron la hora de salida a las 18h. Así que nos fuimos a tomar algo para hacer tiempo.
El viaje de regreso a casa lo hemos hecho en una “lechuga” es un autobús verde (os pongo foto). Es ideal si quieres hacer turismo y no tienes prisa porque te da tiempo a ver y disfrutar del paisaje y de la ciudad.
Estamos agotados.
Un abrazo
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¿EL PROBLEMA?: ERAN SUCIOS
En la cumbrecita
en una casita muy chiquitita
vivían dos personitas
que aunque a menudo estaban muy atareadas,
siempre se hacían un tiempito para hornear galletitas.
Preparaban ricos platos de pastas,
deleitaban a todos
con sus preparaciones al horno.
había desde creaciones muy elaboradas
hasta las más simples pero ricas ensaladas.
Nada les faltaba
además de la comida,
en aquella casita
el amor desbordaba.
Eran tan queridos que siempre los frecuentaban.
¿Cuál podría ser el problema entonces?
pasa, resulta y acontece...
que aunque todo parecía salido de un cuento,
ellos guardaban un oscuro secreto...
y es que ninguno de los dos,
limpiaba con esmero.
Hemos sido invitados a la casita del espanto,
hemos sido deleitados con ricos platos,
pero hemos encontrado más de un pelo,
se ha perdido el encanto.
Manchas añejas en los cubiertos,
tazas teñida por la borra,
vasos de cristal opacados llenos de manchas,
y en los platos los dedos marcados.
Él es un reconocido relojero,
siempre corriendo,
soñando con poder para el tiempo,
o al menos controlarlo,
poder manejarlo a su favor.
Ella es una científica reconocida,
se lava más veces las manos, que la cara.
guantes, barbijos y siempre de bata blanca.
es experta en bioseguridad,
pero si bromatología viera su heladera,
la clausiraría por crear vida...
y espero no sonar cruel, solo cuento la verdad.
Es gracioso que aunque ambos son meticulosos
cuidadosos, rigurosos e incluso mañosos en lo suyo,
ninguno jamás supo bien limpiar.
Tal vez sea algo cierto...
que en casa de herrero, hay cuchillos de palo,
o en este caso, platos sucios...
_ ᙓXƮᖇᗣᙁᒍᙓᖇᗣ ᙏᙓᙁƮᙓ 🧠
#en tu orbita#frases#escritos#citas#textos#realidad#palabras#pensamientos#emociones#sentir#eternizado#notas#frases en español#recuerdos#latinoversos#amor#desapego#frases en fotos#blackpaper#postdeamor#frases de amor#poemas de amor#citas de desamor#te amo#literatura#poesia#poemas#frases de la vida#fragmentos#frases y pensamientos
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Una inmersión profunda en la experiencia culinaria del Restaurante Alto en Los Palos Grandes, Caracas
El Restaurante Alto se alza como una joya culinaria en la esquina de Primera Transversal y Tercera Transversal. Conocido por su ambiente elegante y su cocina innovadora, este establecimiento ha llamado la atención tanto de los lugareños como de los visitantes. En este artículo, profundizamos en una crítica exhaustiva del Restaurante Alto, explorando sus ofertas de menú, la calidad del servicio, el ambiente y la experiencia gastronómica en general.
Delicias culinarias en el Restaurante Alto: El Restaurante Alto se enorgullece de ofrecer un menú variado que combina los sabores tradicionales venezolanos con técnicas culinarias modernas. Desde sabrosas arepas hasta deliciosos platos de mariscos, el restaurante satisface una amplia gama de paladares. Cada plato se elabora meticulosamente para mostrar los ingredientes frescos de origen local, lo que garantiza una experiencia gastronómica deliciosa para los clientes.
Excelencia en el servicio y hospitalidad: uno de los sellos distintivos del Restaurante Alto es su excepcional calidad de servicio y su cálida hospitalidad. El personal es atento, conocedor de las ofertas del menú y ansioso por satisfacer las necesidades de los comensales. Ya sea recomendando maridajes de vinos o atendiendo pedidos dietéticos especiales, el equipo del Restaurante Alto hace todo lo posible para garantizar una experiencia gastronómica memorable para los huéspedes.
Ambiente y entorno: Entrar en el restaurante Alto es como entrar en un mundo de sofisticación y encanto. La decoración elegante, la iluminación suave y los cómodos asientos crean un ambiente acogedor para los comensales. Ya sea que los clientes elijan cenar en el interior o al aire libre en la terraza con vista a las bulliciosas calles de Los Palos Grandes, cada rincón del restaurante exuda un aire de refinamiento.
Crítica y reflexiones finales: Si bien Restaurant Alto se destaca en muchos aspectos de la experiencia gastronómica, puede haber áreas que se puedan mejorar. Algunos comensales han notado inconsistencias ocasionales en la calidad de la comida o en el ritmo entre los platos. Sin embargo, estas críticas menores a menudo se ven eclipsadas por la excelencia general que Restaurant Alto ofrece constantemente.
En conclusión, el Restaurante Alto en Los Palos Grandes, Caracas, ofrece un viaje culinario que combina tradición e innovación en un ambiente sofisticado. Con su variada oferta de menú, un servicio impecable y un ambiente encantador, este establecimiento continúa cautivando a los comensales que buscan una experiencia gastronómica memorable en el corazón de la capital de Venezuela.
FECHA: 09 mayo 2023 (editado)
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Descubre el auténtico sabor de España: ¡Dónde comer la mejor paella!
¡Sumérgete en una experiencia gastronómica única con la reina de la cocina española: la paella! Si estás buscando el lugar perfecto para deleitar tus papilas gustativas con este plato tradicionalmente delicioso, has llegado al destino adecuado.
Encontrar el lugar ideal para saborear una auténtica paella puede convertirse en toda una aventura, pero no te preocupes, ¡estoy aquí para guiarte! Desde las calles empedradas de Valencia hasta los rincones más encantadores de Barcelona, España está repleta de restaurantes y tabernas que te ofrecen este manjar inigualable.
Imagina este escenario: el aroma embriagador del azafrán, el arroz en su punto perfecto de cocción, los mariscos frescos y tiernos, todo cocinado con amor y pasión. ¿Suena tentador? ¡Por supuesto que sí!
Ya sea que estés planeando una escapada a España o simplemente te encuentres en la búsqueda de una experiencia culinaria auténtica, te invito a explorar conmigo los rincones más destacados donde podrás disfrutar de la mejor paella que jamás hayas probado.
Desde restaurantes con vistas panorámicas al mar hasta acogedoras tabernas familiares, cada lugar tiene su propio encanto y su propia receta secreta que te dejará con ganas de más. ¿Te animas a descubrirlos?
¡Prepárate para sumergirte en un viaje de sabores y aromas que despertarán todos tus sentidos! La paella te espera, ¿a qué esperas tú?
¡Ven y únete a la aventura de descubrir dónde comer la mejor paella en España! 🥘🇪🇸
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Frain week 2023 - Day 1 - Dance
@aphfrainweek
Hubiera hecho lo que fuera por evitar estar allí aquella noche y no creía que nadie pudiera culpar a Antonio por ese deseo visceral que arañaba sus entrañas. Una cosa era romper con tu pareja en buenos términos y otra, totalmente diferente, asistir a su cena de compromiso mientras tú sigues soltero. Tenía la sensación de que le habían echado una maldición desde entonces. Cada persona que conocía, cada relación que parecía que empezaba a crecer caía en desgracia. En un rincón, pegado a una pared, Antonio tomaba su copa de champán número tres mientras buscaba entre la multitud a los camareros. ¿Su objetivo? Detectar cuándo introducían nuevos platos a la fiesta y probarlos todos. Aquella noche iba a ser horrible, pero al menos volvería a casa lleno y borracho.
En uno de sus escaneos, se encontró con el océano enmarcado en la mirada de un hombre esbelto de cabellos rubios. Por algún motivo, Antonio no podía apartar la mirada y el desconocido allí seguía, a metros de distancia, atento a él. De repente, sus labios se curvaron en una sonrisa y el hombre agitó los dedos, ágiles, para dedicarle un saludo. Antonio se atragantó con su propia saliva del susto y empezó a toser. Intentó devolver el saludo, aunque se dio cuenta de que sería preferible centrarse en no morir. Cuando se recuperó, el hombre había desaparecido.
—Perfecto —refunfuñó entre dientes.
Su plan había regresado a la casilla de salida: beber y comer hasta rozar la enfermedad. Y en esas estuvo, hasta que, de repente, una voz a su derecha lo sobresaltó.
—Cualquiera diría que estás en un funeral, querido.
La voz era suave, profunda, de seda, lo acariciaba y le hacía cosquillas en cada erre. Entornó el rostro y allí lo encontró: el adonis del otro lado de la sala. Sólo que ahora lo tenía a dos pasos a su derecha. El cerebro le estalló en un torbellino de pensamientos. Tenía que reaccionar, lo sabía, pero ahí estaba: mirándole con la copa a medio beber, la boca medio llena y en silencio. El hombre sonrió de lado y se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
—¿Se te ha comido la lengua el gato o eres un hombre de pocas palabras? Me llamo Francis.
El susodicho le tendió una mano y Antonio entró en pánico. Tragó lo que tenía en la boca, se quiso limpiar la mano y casi tira su propia copa, pero al final consiguió lo que se proponía y le estrechó la mano.
—Yo soy Antonio. Perdona, soy un desastre. Entre la pandemia y todo eso, a veces me comporto como un hombre de las cavernas.
—No puedo negar que tiene su encanto —susurró Francis para él mismo.
El remolino de su mirada lo enfocó y a Antonio le dio la sensación de que podría ahogarse y ni siquiera le importaría. Francis le sujetó la mano cuando él iba a apartarla.
—¿Te apetece bailar un rato? Las conversaciones de esta fiesta son un aburrimiento.
—¿Incluso esta? —Antonio maldijo la pregunta en cuanto abandonó sus labios.
—No, podríamos decir que esta es la excepción.
Los ojos del hombre descendieron por la camisa de Antonio y acabaron en sus manos. Los dedos de Francis dejaron de apretar tanto y produjeron un roce, casi una caricia o un fortuito accidente.
—¿Entonces? ¿Qué me dices?
Antonio dejó la copa en una mesa y se fue con él. Bailando con Francis, en medio de la pista, entre las risas, el deseo y la intimidad, Antonio olvidó dónde estaba, olvidó todos los fracasos, olvidó sus obligaciones para el día siguiente, olvidó el mundo. Su existencia empezaba y acababa en aquellos metros de la pista de baile donde sus pies se movían al ritmo de la música junto a los de Francis.
#frainweek2023#frainweek#sorry I write in spanish#I don't think I would be able to write some drabbles in english in my current state hahaha#frain
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Disfruté en especial la primera vez que nos vimos, cuando nos conocimos en persona después de escasos mensajes escritos a lo largo de varios meses; fue una invitación a comer y ya se sabe cuánto disfruto el embellecerme para alguien más, sobre todo si no está planeado que me desnude durante la primera media hora; de ser así creo que siento que es un poco desperdicio y supongo que inconscientemente pongo menos empeño.
Después de una clase de pilates en casa me metí a la regadera para refrescarme el cuerpo, el pelo me lo había lavado por la mañana. Al salir de la ducha y untarme todos mis productos humectantes me dispuse a elegir la lencería que llevaría puesta, aunque era improbable que la viera me gusta sentirme linda, impecable de pies a cabeza cuando conozco a alguien nuevo.
Elegí un bra blanco en conjunto con un cachetero de encaje en tono azul bebé, encima me puse un vestido tipo wrap color crema con rayas negras , stilettos nude.
Me maquillé igual que todos los días, no necesito gran cosa por lo que todos los días me hago un maquillaje natural a penas notorio, tan transparente que deja ver una de mis mayores cualidades: mi juventud. Y me alisé el pelo.
Solicité un servicio de transporte, mientras llegaba me puse un esmalte color vino en las uñas que se estropeo a los pocos segundos gracias a que no me puedo quedar quieta; como ya no quedaba tiempo me las arreglé para disimularlo lo mejor que pude. En el camino me di cuenta que el escote se me abría y dejaba ver mi bra, parece que no era el adecuado para ese vestido y parece que no era mi día: primero las uñas y luego mi ropa interior saliéndose . Aun así intenté no perder mi seguridad, que gracias al cielo fue reafirmada mientras caminaba del estacionamiento hasta el restaurante donde nos vimos. No soy soberbia pero tampoco tonta, me doy cuenta perfectamente de la manera en que me miran los demás; tantas miradas solo me sirven para reafirmar mi seguridad y saber que le gustaré a la persona con la que voy a estar.
Me dio el nombre con el que había registrado la mesa para que la hosstes me llevara hasta él. No era su nombre supuestamente para que el restaurante no lo googleara y lo relacionara con la empresa para la cual trabaja y le inflaran los precios o una cosa así. ¿Delirio de persecución? ¿Megalomanía? No lo sé. Pero funciona para montarle tu imagen en la mente a una chiquilla ingenua e impresionable como yo, además de dar pauta para el inicio de la conversación.
La hostess me condujo hasta donde él estaba, cuando llegue una mesera estaba sirviéndole agua mineral; pero eso no impidió que al verme se pusiera de pie para saludarme, acto que me pareció sumamente caballeroso e hizo crecer mi encanto. Nos dimos un beso en las mejillas, durante el cual pude percibir su perfume, era uno de esos intensos, que se te quedan pegados en la ropa, en la nariz y en la memoria; eso es lo mío , no los hombres que huelen a suavitel o simplemente a limpio, bien por ellos pero no me encantan; son estos aromas fuertes los que provocar fascinación en mí , invasivos que extrañamente me hacen pensar que quienes los usan igualmente son hombres fuertes, con esencia definida y consolidada; creer eso me seduce.
Me senté al otro lado de la mesa y pedí también un agua mineral para comenzar. La conversación inició justo con el tema del porque se había cambiado el nombre para solicitar una mesa ; entonces me explicó lo antes mencionado, el tema conectaba con lo que hace en su trabajo por lo que después procedió a hablarme de ello.
Centré toda mi atención.
-¿Qué quieres pedir?- me preguntó
Analicé rápidamente el menú de comida oriental sin tener idea. Él pareció notarlo por lo que procedió a darme una reseña de cada uno de los platos que conocía y finalizó con una sugerencia: tres platos distintos al centro para compartir.
Que un hombre tenga el atrevimiento de elegirme la comida me parece un acto tan dominante de su parte, tanto que fascinada acepté la sugerencia con una sonrisa. Quiero que sepa que los detalles como esos me derriten y dejan huella en mi mente.
La charla se llenó de amenidad y declaraciones sutiles que quedaban perfectamente encajadas en la conversación , nada forzado. Declaraciones como “A mí me interesa escucharte y conocerte” o “Me gusta ese talento tuyo”, si, se refería a mi talento de escribir; resulta que hace meses le compartí mi blog; debió haber sido algo nada relevante para mí pues lo olvidé por completo. Cuando lo mencionó me quedé con la boca abierta, quizá me sonrojé un poco
-¿Yo te lo compartí? - pregunté sorprendida, aunque la respuesta era obvia. ¿Quién más?
Asintió y procedió a contarme un poco de lo que leyó.
-¿Recuerdas todo lo que escribes?-
-Usualmente sí. – respondí. << Y cómo no voy a hacerlo?>>
Como efecto de lo que me acababa de enterar me pasaron tres cosas: por un lado, me sonrojé porque usualmente no salgo con las mismas personas que leen mi blog, saber que él lo ha leído me hizo sentir desnuda frente a sus ojos automáticamente: mi cuerpo, mi mente, mi talento, mis ideas. Por otro lado, me dio la pauta para empezar a ser yo , ya no tenía que fingir ser quien no soy, no tenía que intentar esconder lo que sé por miedo a lo que piense de mí y por último me quitó un peso de encima: Para ese punto él me conocía más de lo que yo pensaba y aún así nunca había intentado tratarme como si fuera una prostituta.
A continuación, seguimos conversando mientras compartimos los tres platillos; al final compartimos un postre lleno de sabores suaves: fresas, helado de vainilla y café.
Pidió la cuenta y salimos del restaurante hacia la plaza, yo tomada de su brazo sin ningún tipo de incomodidad.
-Vamos a mi casa. – propuso mientras caminamos.
-Hmm no puedo- le respondí
-Por qué no?-
-No lo tenía planeado, ya debo volver a mi casa. –
-Podemos ver una película, no tenemos que tener sexo-
-¿Por qué no?- respondí riéndome. <<De verdad piensa que no tengo ganas después de todos los estímulos positivos que le ha dado a mi mente? >>- pensé
-No sé, lo dije por si no querías- me respondió riéndose
-No es eso, es que en serio ya es tarde y debo regresar. – procedí a explicarle.
-Ok- respondió resignado.
Cambiamos el tema , en lo que llegábamos al estacionamiento hablamos de los libros que estamos leyendo en ese momento.
-Estoy leyendo IQ84- me dijo
-Nooo, no es cierto!- le respondí tan sorprendida y agradada que casi me detuve para verlo directo a los ojos. –No es cierto! Murakami es mi autor favorito y ese es mi libro favorito- completé con la cara iluminada con una sonrisa.
No voy a mentir, con la suma de todo hasta ese momento, sentía encanto; encanto de ese que te hace tener ganas de compartir más comidas y cenas con esa persona para conocerle mejor; además me sentía comodísima respecto a la cercanía física.
Caminamos hasta su auto, me abrió la puerta; cuando entró en el auto a mi lado volvió a insistir con lo que fuéramos a su casa. Le di una negativa amable pero rotunda y giré el cuello hacía él, para que me besara o yo lo besara, como sea. Se acercó y lo hizo; el beso fue lindo y cálido, y por supuesto no evité esos “ruiditos” parecidos a un ronroneo que suelen acompañar a mis besos.
Al terminar el beso comenzó a conducir , puse la mano sobre su pierna , después con timidez la moví un poco más al centro hasta que él la tomó para ponerla justo donde estaba acomodado su pene, lo acaricié, él también puso la mano sobre mi pierna más cercana y comenzó a subir por en medio de mis muslos haciendo que el vestido se levantara cara vez más hasta que dejó el encaje al descubierto, cuando eso pasó apartó brevemente la vista de en frente para contemplar mi pubis adornado con el encaje ; volvió la vista al frente y metió los dedos por un lado del puente haciendo que comenzara a retorcerme el asiento y a gemir ; movió los dedos dentro de mí , acariciando mi vagina y mi clítoris; la intensidad creció hasta que empecé a gritar, a pedirle que no parará y a moverme en el asiento hacia delante y atrás como si me estuviera penetrando.
-Déjame probar- le pedí cuando estábamos a punto de llegar a donde iba a dejarme. Me doble hacía adelante por la cintura, él sacó los dedos , me agache y me los metí en la boca paladeando mi salado suave. Él estaba viéndome saborearlo.
-¿Así me la vas a chupar?-
Asentí sin sacarme sus dedos de la boca.
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¡Hola, buenos días, humanidad! ¡Feliz viernes! Hoy os dejo la foto de Fukuoka, la ciudad más grande de la isla Kyushu en Japón, que ofrece una mezcla única de modernidad y tradición. Con sus rascacielos que se alzan junto a antiguos templos, Fukuoka cautiva a los visitantes con su encanto diverso. El bullicioso distrito de Hakata es famoso por su rica cultura gastronómica, donde se pueden degustar platos como el ramen Hakata y el mentaiko, un condimento de pescado picante. El Canal City Hakata, un complejo de entretenimiento y compras, es otro atractivo destacado con sus tiendas, restaurantes y teatros. Además, Fukuoka alberga hermosos espacios verdes, como el Ohori Park y el Maizuru Park, proporcionando oasis de tranquilidad en medio de la animada ciudad.
Para tener en cuenta...
Ves, ese es el problema. Piensas que siempre habrá un mañana. Piensas que siempre tendrás otra oportunidad, otro día. Piensas que siempre habrá suficiente tiempo para decir lo que sientes, suficiente tiempo para pasar con aquellos a quienes más amas. Y luego, un día, sin previo aviso, ese día llega. El día que pensaste que nunca llegaría. Despiertas en un lugar donde ya no tienes la oportunidad de decir las cosas que querías decir, de pasar tiempo con aquellos que más importaban. No dejes que la oportunidad se te escape entre las manos. No des por sentado el momento. No hay nada glorioso en lamentarse por lo que debería haberse hecho o dicho. No hay nada sagrado en pensar demasiado... en perderte dentro de la posibilidad perdida. No hay otro momento más hermoso que este, y no hay otra forma de vivir.
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Night thoughts
La verdad es que la comida me entra por los ojos. Muchas veces veo algo y al instante pienso "esto tiene pinta de estar/ser riquísimo". Ok fine. Lo compro, lo pruebo y frecuentemente termino decepcionada al sentir (llamemoslo) un gusto agridulce. En lo personal, odio lo agridulce. Siento que es un sabor a medias, totalmente innecesario. Muchas de las conexiones que experimenté con las personas fueron agridulces. Al mirarlas por primera vez sentía una gran atracción, totalmente inexplicable, pero al probarlas perdían su encanto, la magia. Mi deseo de que me gusten era tal que la decepción llegaba a ser peor, dejándome con el miedo de volver a intentar, de volver a probar.
Aún (sin tanta frecuencia, pues no me siento en condiciones a veces) voy por la vida probando distintos tipos de comida. Por un lado con la esperanza de al fin encontrar el plato que me haga sentir el dulce gusto del amor sin sufrimiento ni miedo, con entrega en cuerpo y alma. Por el otro, voy con ese deseo de querer probar y sentir el gusto de las saladas lágrimas que puedas llegar a soltar por alguien de tanto amor que sientes en el pecho y que no sepas que hacer con el. Pero al querer esto estoy queriendo querer sentir por separado. Contradictorio lo mío. Esto o aquello. Siempre fuí blanco o negro.
Entonces aquí es donde me pregunto: que sabor tiene el amor? Dulce o salado? O tal vez sea la combinación de ambos? Será aquella combinación que yo tanto odio admitir que en realidad me gusta por miedo a que me destrocen en mil pedazos y no sea capaz de volverme a armar? Será?
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Bevoila - Hotel Centro Histórico Cartagena
Si estás planeando una escapada a Cartagena, no puedes perderte la oportunidad de hospedarte en Bevoila, un hotel que encapsula la esencia del Centro Histórico. Este encantador establecimiento no solo ofrece comodidad y estilo, sino que también te sumerge en la rica historia y cultura de esta fascinante ciudad.
¿Qué es Bevoila?
Somos un hotel boutique situado en el corazón del Centro Histórico de Cartagena. Nuestra misión es proporcionar a los huéspedes una experiencia única que combine confort moderno con el encanto histórico de la ciudad. Con nuestro enfoque en la atención al cliente y la satisfacción del huésped, hemos ganado una reputación como uno de los mejores lugares para hospedarse en Cartagena.
Ubicación y atractivo del Centro Histórico
Nuestra ubicación es uno de sus mayores atractivos. Situado en el Centro Histórico, el hotel se encuentra a pocos pasos de algunas de las atracciones más emblemáticas de Cartagena.
Principales atracciones cercanas
Al hospedarte en nuestros hoteles, tendrás acceso fácil a lugares icónicos como la Torre del Reloj, la Plaza de los Coches y la Ciudad Amurallada. Imagina salir del hotel y encontrarte rodeado de historia y cultura, donde cada calle cuenta una historia. Desde monumentos coloniales hasta mercados vibrantes, la oferta es interminable.
La cultura cartagenera
La cultura de Cartagena es vibrante y rica. No solo disfrutarás de un lugar cómodo para descansar, sino que también vivirás la experiencia de la calidez y hospitalidad de la gente local. Las tradiciones, la música y la gastronomía son parte integral de la experiencia que ofrece el hotel.
Servicios y comodidades
No escatimamos en ofrecer servicios que aseguran una estancia agradable y memorable.
Habitaciones y suites
Nuestras habitaciones están diseñadas para brindar confort y elegancia. Cada habitación cuenta con comodidades modernas, decoración única y vistas encantadoras. Desde acogedoras habitaciones estándar hasta suites más amplias, hay opciones para cada tipo de viajero.
Restauración y bar
Nuestra oferta gastronómica es un deleite para los sentidos. El restaurante del hotel sirve una variedad de platos que fusionan la cocina local con sabores internacionales. Y si buscas un lugar para relajarte, su bar es perfecto para disfrutar de un cóctel mientras contemplas la belleza de la ciudad.
Servicios adicionales
También ofrecemos servicios adicionales como Wi-Fi gratuito, transporte al aeropuerto y excursiones personalizadas. Su equipo de atención al cliente está siempre dispuesto a ayudar, asegurando que cada necesidad sea atendida.
Desde su ubicación privilegiada en el Centro Histórico hasta su compromiso con la calidad y el servicio, Bevoila se ha consolidado como una opción ideal para viajeros que buscan disfrutar de la rica cultura y la historia de esta hermosa ciudad. Si planeas visitar Cartagena, no dudes en considerar Bevoila como tu hogar lejos de casa. ¡Tu aventura te espera!
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Andrés, de 25 años, era un mesero en el restaurante "El Encanto", un lugar conocido por su clientela exclusiva y su ambiente elegante. Aunque amaba su trabajo, no lo hacía por pasión, sino por necesidad.
Tenía una madre enferma en casa y luchaba cada día por pagar sus medicamentos. Sin embargo, Andrés siempre mantenía una sonrisa en su rostro, dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, porque sabía lo que era estar del otro lado.
Una tarde, mientras atendía a las mesas como de costumbre, vio entrar a una anciana que parecía fuera de lugar. Su ropa desgastada y sus zapatos viejos contrastaban con la decoración lujosa del restaurante.
Miraba a su alrededor, claramente sintiéndose incómoda, pero finalmente se sentó en una mesa cerca de la ventana. Andrés la observaba desde la distancia, notando la tristeza en sus ojos.
Se acercó con una sonrisa.
—¿En qué puedo servirle, señora? —preguntó amablemente.
La anciana, que se llamaba Marta y tenía 78 años, miró el menú con manos temblorosas. Tras varios segundos de silencio, finalmente murmuró:
—Solo un té, por favor.
Andrés anotó el pedido, pero algo en su corazón le decía que no podía dejarla así. Fue a la cocina y, sin que nadie lo notara, preparó un plato sencillo con lo que pudo encontrar: una sopa caliente y un pan. Sabía que probablemente ella no podía pagar por más, pero no le importaba.
Cuando regresó con el té y el plato, Marta lo miró con sorpresa.
—Yo... no pedí esto —dijo con voz temblorosa.
—Está bien, señora. Es por cuenta de la casa —respondió Andrés con una sonrisa sincera.
La anciana intentó contener las lágrimas, y comenzó a comer en silencio, agradecida por el gesto. Después de terminar, Marta lo llamó con voz suave.
—No tengo suficiente dinero para pagar todo esto —confesó, con la mirada gacha.
Andrés negó con la cabeza, quitándole importancia.
—No se preocupe, señora. Está todo cubierto.
Pero en ese momento, sin que ninguno de los dos lo notara, el dueño del restaurante, Don Ramón, un hombre avaro y estricto, había estado observando todo desde la barra. Era conocido por su temperamento severo y su falta de compasión. Caminó rápidamente hacia ellos y, sin previo aviso, gritó:
—¿Qué estás haciendo, Andrés? ¡Este no es un lugar de caridad!
La anciana se sobresaltó, pero Andrés, aunque asustado, mantuvo la calma.
—Solo trataba de ayudar —respondió con voz firme—. Ella no tiene cómo pagar.
—¡Eso no es tu problema! —gritó Don Ramón—. ¡Estás despedido! ¡Vete ahora mismo!
El restaurante quedó en completo silencio. Los otros clientes observaban la escena en shock, pero nadie se atrevía a intervenir. Andrés, aún impactado, asintió con la cabeza, sabiendo que no había nada más que decir. Se quitó el delantal y lo dejó sobre la mesa.
Justo cuando se disponía a salir, la puerta del restaurante se abrió y entró un hombre mayor, con porte imponente y traje impecable. Todos en el lugar lo miraron con asombro. Era Don Álvaro Gutiérrez, uno de los hombres más influyentes y poderosos de la ciudad.
Se dirigió directamente hacia Marta, la anciana pobre que aún estaba sentada en la mesa.
—¿Estás bien, amor? —preguntó, con ternura en la voz, mientras se inclinaba para abrazarla.
Los ojos de todos se abrieron con incredulidad. La "anciana pobre" era la esposa de Don Álvaro, un magnate cuya fortuna era conocida por todos. Andrés no podía creerlo.
Don Ramón, al reconocer a Don Álvaro, cambió su expresión de inmediato. Se acercó nervioso, tratando de explicarse:
—Don Álvaro, yo... no sabía que era su esposa...
Pero Don Álvaro lo ignoró por completo. Se dirigió a Andrés, el joven mesero que había sido despedido.
—Escuché lo que hiciste —dijo con voz firme—. Me contaron que pagaste la cuenta de mi esposa y que te despidieron por eso. Quiero agradecerte por tu bondad.
Andrés, aún en shock, no sabía qué decir. Marta se levantó y, con lágrimas en los ojos, le tomó la mano.
—Gracias, hijo —dijo—. No muchos tienen un corazón como el tuyo.
Don Álvaro se volvió hacia Don Ramón y, sin rodeos, le dijo:
—Este joven ahora trabaja para mí. Y tú —añadió, mirando con dureza al dueño del restaurante—, asegúrate de nunca más tratar así a nadie en tu establecimiento. Porque, créeme, no dudaré en cerrar este lugar si vuelvo a escuchar algo similar.
Don Ramón, pálido y asustado, solo pudo asentir.
Esa misma tarde, Andrés salió del restaurante con una nueva oportunidad en sus manos. Su bondad, que le había costado su empleo, terminó llevándolo a un futuro mejor. Y en ese momento, entendió que a veces, los pequeños actos de generosidad pueden cambiar la vida de maneras que uno nunca imaginaría.
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Portugal es un país europeo con una rica historia, una cultura vibrante, paisajes naturales espectaculares y una gastronomía mundialmente conocida.
Ubicado en la península ibérica, limita con España al este y al norte, y tiene una costa atlántica al oeste y al sur. Es un destino turístico fascinante que combina tradición, arquitectura, playas, historia y modernidad. Aquí tienes un resumen con información destacada sobre este hermoso país:
Datos Curiosos sobre Portugal
1. Portugal es uno de los países más antiguos de Europa
Portugal fue establecido como reino en el año 1143, lo que lo convierte en uno de los países más antiguos de Europa con fronteras definidas desde la Edad Media. Su historia es una mezcla de exploraciones, navegaciones y conquistas.
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2. Lisboa es su capital y ciudad más emblemática
Lisboa, la capital de Portugal, es una ciudad llena de historia, encanto y cultura. Con sus famosos tranvías amarillos, miradores con vistas espectaculares y su arquitectura única, es uno de los destinos más pintorescos de Europa.
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3. Oporto es otra ciudad icónica
La ciudad de Oporto, famosa por el vino homónimo (vino de Oporto), es otro de los destinos más importantes del país. Sus calles empedradas, puentes históricos y el río Duero crean un paisaje urbano único y encantador.
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4. Portugal tiene una costa espectacular
El país es conocido por sus impresionantes playas y costas. La región del Algarve, en el sur de Portugal, es famosa por sus playas de arena dorada, acantilados y aguas cristalinas, ideales para el turismo de sol y playa.
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5. La gastronomía portuguesa es deliciosa y variada
La comida es una parte esencial de la cultura portuguesa. Platos como el bacalao, los mariscos frescos, la sopa de lentejas, el caldo verde y los famosos pasteles de nata son solo algunos ejemplos de su amplia y sabrosa gastronomía.
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6. El fado es el género musical tradicional de Portugal
El fado es un estilo musical melancólico que refleja la saudade (un sentimiento profundo de nostalgia y deseo) de los portugueses. Es una experiencia cultural única que se puede disfrutar en los restaurantes y clubes de Lisboa y Oporto.
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7. Portugal tiene más de 900 años de historia marítima
Desde la era de los descubrimientos en el siglo XV, Portugal fue una potencia marítima que exploró el mundo. Exploradores como Vasco da Gama y Fernando de Magallanes partieron desde aquí para descubrir nuevas rutas comerciales hacia África, Asia y América.
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8. El país tiene una gran variedad de islas: los archipiélagos de Madeira y Azores
Portugal no solo es el continente, sino que también tiene dos archipiélagos importantes en el Atlántico: Madeira y Azores. Ambas son famosas por sus paisajes naturales, turismo activo y actividades al aire libre.
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9. Portugal es conocido por su vino
El país es un referente mundial en la producción de vino, especialmente en el famoso vino de Oporto, pero también en variedades como el vino verde y los tintos del Douro. Sus bodegas y viñedos son parte esencial de la experiencia cultural y turística.
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10. Portugal es una potencia en turismo sostenible y naturaleza
El país está comprometido con el ecoturismo y el turismo sostenible, gracias a su amplia red de parques naturales, playas vírgenes y paisajes naturales preservados. Esto lo convierte en un destino ideal para quienes buscan una experiencia en contacto con la naturaleza.
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Portugal es un destino con una mezcla única de historia, gastronomía, arquitectura, música, naturaleza y tradiciones. Desde las calles empedradas de Lisboa y Oporto hasta las playas del Algarve, los paisajes volcánicos de las Azores o los verdes de Madeira, este país tiene algo para todos los tipos de viajeros.
¡Desde sus platos tradicionales hasta sus monumentos históricos y sus playas de postal, Portugal es una experiencia inolvidable!
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Navidad en Madrid: Un Encanto Mágico en la Capital Española
La Navidad en Madrid es una de las épocas más esperadas y vibrantes del año. La capital española se viste de gala para celebrar estas festividades, ofreciendo una mezcla perfecta de tradición, modernidad y magia. Desde sus luces deslumbrantes hasta los mercados navideños, Madrid se convierte en un destino imprescindible para disfrutar de la temporada más especial del año.
Luces y Decoraciones Navideñas en Madrid
Una de las principales atracciones de la Navidad en Madrid son las impresionantes luces que adornan sus calles. La Gran Vía, una de las arterias más importantes de la ciudad, se ilumina con miles de luces que crean un ambiente único y festivo. Además, zonas como el centro histórico, el barrio de Salamanca y la Plaza Mayor también se transforman en auténticos paraísos luminosos, ofreciendo un espectáculo visual que no te puedes perder.
Mercados Navideños en Madrid
Los mercados navideños son una tradición en la capital, y durante la Navidad en Madrid se pueden encontrar en varias ubicaciones clave. El mercado más famoso es el de la Plaza Mayor, donde se venden todo tipo de productos artesanales, adornos navideños, figuras de Belén y dulces típicos de la temporada. Además, otros mercados como el de la Plaza de la Cebada o el Mercado de San Miguel ofrecen una amplia variedad de regalos y delicias gastronómicas para llevar a casa o disfrutar en el lugar.
La Tradición del Belén
En Madrid, el Belén es una tradición que se mantiene viva con exposiciones y representaciones en toda la ciudad. Los belenes más famosos se encuentran en el Palacio Real y en la Real Casa de Correos, donde se recrean escenas bíblicas y populares en miniatura, llenas de detalles impresionantes. Muchas iglesias y plazas también montan belenes al aire libre, permitiendo que los visitantes se sumergen en el espíritu navideño.
La Gastronomía Navideña en Madrid
Durante la Navidad en Madrid, la gastronomía ocupa un lugar destacado. Los turrones, polvorones y mazapanes son los dulces más tradicionales que invaden las pastelerías y mercados. También se pueden disfrutar de platos típicos como el cordero asado, los mariscos y los besos de chocolate. Sin olvidar la famosa sopa de almendras o el caldo de Navidad, que te reconfortarán en los fríos días de diciembre.
Eventos y Actividades para Todos los Gustos
Madrid ofrece una gran variedad de actividades para disfrutar en familia o con amigos durante las fiestas. Uno de los eventos más esperados es la Cabalgata de Reyes, que recorre las principales calles de la ciudad el 5 de enero, con un desfile espectacular de carrozas, música y personajes mágicos. Además, la pista de hielo en la Plaza de Colón o el espectáculo de luces en el Parque de la Vaguada son actividades que harán las delicias de los más pequeños.
Visitar los Museos y Monumentos de Madrid en Navidad
Aunque la Navidad es conocida por sus celebraciones, Madrid también ofrece una rica agenda cultural durante este tiempo. Los museos como el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza continúan con sus exposiciones y actividades para todo el público, ofreciendo una excelente oportunidad para combinar el arte con la magia de la Navidad.
Consejos para Disfrutar de la Navidad en Madrid
Visita temprano: Durante las vacaciones, Madrid se llena de turistas, por lo que es recomendable planificar las visitas a las principales atracciones con antelación.
Ropa de abrigo: Las temperaturas en diciembre pueden ser frías, así que no olvides llevar ropa de abrigo para disfrutar de las actividades al aire libre.
Transporte público: Madrid cuenta con una excelente red de metro y autobuses, lo que facilita el desplazamiento por la ciudad. Además, durante Navidad, se suelen habilitar rutas especiales para los eventos festivos.
Conclusión
La Navidad en Madrid es una experiencia única que combina la magia de las luces, la calidez de las tradiciones y la alegría de los eventos festivos. Si tienes la oportunidad de visitar la capital española en esta época, no te arrepentirás. ¡Vive la Navidad en Madrid y disfruta de todo lo que esta increíble ciudad tiene para ofrecerte!
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