#mundo de las ideas
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bocadosdefilosofia · 5 months ago
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—Después de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
—Me lo imagino.
—Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
—Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la otra parte de la caverna que tienen frente a sí?
—Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
Platón: «República», en Diálogos, vol. IV. Editorial Gredos, págs. 338-339. Madrid, 1986.
TGO
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eldiariodegalaxia · 3 months ago
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Este mundo es cruel y despiadado. Todo el tiempo hay que estar armando técnicas y estrategias para sobrevivir. Así que no me digan que es una bendición estar aquí.
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elbiotipo · 2 years ago
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not someone leaving +30 tags in the notes of my tropical places post ranting about how Californians are oppressed in the US. in the world cup final no less.
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magicfeatherspecialist · 1 year ago
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El world building de Cuando Acecha la Maldad es espectacular tengo que decir
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smileflowcr · 3 months ago
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˚₊‧꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚° ┄───────────────────────╮ 𝙄 𝙬𝙖𝙣𝙣𝙖 𝙡𝙞𝙫𝙚 𝙬𝙞𝙩𝙝 𝙮𝙤𝙪 𝙚𝙫𝙚𝙣 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙬𝙚'𝙧𝙚 𝙜𝙝𝙤𝙨𝙩𝙨. '𝘾𝙖𝙪𝙨𝙚 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙚𝙧𝙚 𝙖𝙡𝙬𝙖𝙮𝙨 𝙩𝙝𝙚𝙧𝙚 𝙛𝙤𝙧 𝙢𝙚 𝙬𝙝𝙚𝙣 𝙄 𝙣𝙚𝙚𝙙𝙚𝙙 𝙮𝙤𝙪 𝙢𝙤𝙨𝙩 ��───────────────────────┄ ˚₊‧꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚
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creepywonderland-pony · 1 year ago
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Buenas Impresiones
Parodia de Falsas Impresiones, mi fanfic argchi a la Jane Austen. Porque puedo.
Para el Ecuchifinde 2023
Sir González, de la Mansión Santiago, había sido merecedor del título de caballero luego de sus valientes esfuerzos en la guerra y, con ello, de los beneficios de un tranquilo retiro en el campo para disfrutar, junto a un nuevo ingreso de veinte mil libras; de las dichas de un matrimonio joven y una familia que estaba recién conformándose. Allí, al lado de una compañera de temperamento afectuoso y gran sensatez, aprendió a olvidar la vida en el mar y a suavizar su vigoroso carácter con tal de acomodarse al papel de propietario de tierra firme. Siempre gentil y generoso con los que le rodeaban, era considerado un buen señor por la servidumbre y un amigo querido por quienes tuvieron la dicha de conocerlo en sus mejores años.
Pero lamentablemente la rueda de la fortuna nunca para de dar vueltas, y Sir González, quien tuvo la suerte de armarse de honor y fortuna donde otros muchos solo encontraron la muerte, vivió la desgracia de ver partir a aquella a la cual había dedicado todos sus logros cuando apenas empezaba a gozar de la anhelada felicidad connubial. El dolor de la separación, luego de largos años de cartas secretas, promesas, y sueños sobre un futuro juntos, fue demasiado grande para él; y con el corazón roto Sir González se recluyó en su hogar, limitándose a la compañía de la pequeña sociedad del vecindario y de una biblioteca que fue creciendo año tras año, a la par que su carácter volvía cada vez más obtuso y ensimismado. Sin embargo, el destino no fue tan cruel con Sir Manuel González como habría de esperarse, pues junto a él pudo conservar el último regalo de su esposa y su mayor tesoro en esa vida: su amada hija, Manuela. 
La señorita González había vivido sus primeros años como una niña linda, animada y risueña; y aunque casi una vida completa acompañada por el duelo de una madre que apenas logró conocer había disminuido sus ánimos, ni la desdicha ni la soledad consiguieron impedir que creciera para convertirse en una preciosa muchacha. Sus rasgos bonitos habían florecido con la frescura de la juventud, su semblante había adquirido una apacible suavidad, y sus bien cuidados modales se habían vuelto cada vez más encantadores. Si a ello se le sumaba la cuantiosa dote que su título de hija única le había provisto, y su posición como primogénita de un caballero; resultaba evidente que la señorita González estaba destinada a ser el objeto de admiración de todo aquel que la rodease. Y así habría sido, si los buenos atributos de la cuna y las ventajas de una belleza natural hubiesen sido acompañados por un carácter igualmente atractivo; pero, tristemente, los perjuicios de la ausencia de una madre atenta y la protección de un padre demasiado cariñoso causaron estragos en ella que ni las mejores institutrices lograron enmendar. 
Y es que desde niña la señorita González había sufrido de una curiosidad innata que nadie se había preocupado de controlar, y que había encontrado vuelo en la fascinación por la lectura y una escandalosa libertad para hacerse con los volúmenes de la biblioteca de su padre siempre que lo deseara. Para mayor colmo, al haberse encontrado a sí misma como única dueña y señora de la Mansión Santiago a muy temprana edad, había sido mal acostumbrada a ser escuchada en sus ideas y considerada en las decisiones; lo que la había impulsado a convertirse en una joven demasiado segura de su propio juicio y excesivamente independiente. Por si eso fuera poco, su natural timidez, que consistía en el mayor encanto ante los extraños, solía diluirse demasiado rápido en su afilada mente como para que cualquiera que hubiese quedado prendado por su belleza la cortejara más que un par de semanas. En consecuencia, a sus veinte años Manuela González se había transformado en una joven demasiado ingeniosa y despierta para ser del agrado de cualquier caballero sensato en búsqueda de una esposa.
Por fortuna, no existe ningún defecto que el amor no vuelva invisible, y aunque ya a sus dieciséis años transitaba de boca en boca la terrible sentencia de que la señorita González jamás hallaría marido, había más de un par de oídos sordos que se negaban fervientemente a creer que tan cruel futuro estuviese destinado a la mejor de todas las jovencitas. Una de las principales defensoras de Manuela era Lady Burgos, viuda de un terrateniente rico, e íntima de Lady González mientras fueron vecinas. Luego de su repentino fallecimiento había tomado bajo su protección a la pequeña niña, prometiéndose no descansar hasta verla convertida en todo lo que su madre alguna vez soñó. Fue así como las visitas de Lady Burgos junto a su hijo, Francisco, se volvieron una situación recurrente en la Mansión González, hecho al que su dueño jamás puso impedimento alguno, valorando sabiamente el acceso a una opinión femenina en sus planes y agradeciendo, por sobre todo, el poder invocar el recuerdo de su esposa en compañía de una vieja compañera de desdichas.
El por qué dos almas tan cercanas en dolencias y domicilio como Sir González y Lady Burgos no incursionaron en la senda hacia el matrimonio no requiere mayor explicación que el simple hecho que ninguna parte contemplase jamás la posibilidad de una alianza, demasiado ocupados tanto en la crianza como en revivir la memoria de los seres amados como para siquiera poner sus pensamientos en ello, menos aún sus corazones.
En cambio, las razones de por qué jamás se estableciera un compromiso entre la señorita González y el joven señor Burgos, resultó un misterio incomprensible para toda su sociedad hasta que, llegados a una edad oportuna, la misma incertidumbre cayó sobre los susodichos. Fue allí que ambos jóvenes, a pesar de hacer crecido como compañeros de juegos y confidentes desde la cuna, reconocieron en sus afectos más que el candor propio de los amores fraternos. Y tras un par de ires y venires rumiando sus sentimientos, y algo de ayuda de su figura materna, la verdad terminó por volverse aparente, comprometiéndose sus destinos con la bendición de ambos padres de por medio. Un desarrollo de lo más natural dos jóvenes apuestos, de buena crianza y acaudalados; y por lo mismo, celebrado por toda la sociedad, al menos en apariencia.
Por este mismo motivo aconteció que, cuando la señorita González se halló a sí misma perdiéndose en la multitud en una fiesta durante su estadía en Bath; ningún baile se le fue concedido al joven que la rescató de la vergüenza pública. Y de la misma forma fue ignorada la hija del cliente del señor Burgos, aun tras perseguir su interés durante toda la semana que estuvo de visita en su hogar. Estando sus corazones ya ocupados, no había distracción alguna que lograse tentarles a cometer indiscreciones. Y sumergidos en un amor tan dulce como intenso, sus vidas transcurrieron con suma tranquilidad, sin saberse siquiera deseados por ojos ajenos.
Por supuesto, como todo enlace entre dos almas, su romance no estuvo exento de sus propias trabas; pero siendo su amor tan grande y sincero, ningún inconveniente o presión social logro jamás separarles.
Fue así que el joven señor Burgos, conociendo el enorme afecto de su prometida hacía su padre, y la debilidad del caballero en dejar ir a su única compañera y más grande tesoro, no tuvo reparo en ceder su independencia, aceptando vivir tras sus nupcias en la Mansión González; para la leve molestia de Lady Burgos, quien tenía ilusiones de recibir en su nido a los recién casados y los retoños que esperaba de su unión. E igualmente fue con el mismo espíritu, poniéndose por segunda vez en evidencia como el mejor de los hombres, que apoyó a su amada en el proceso de convertirse en una célebre novelista, sin importarle los rumores y malas lenguas que circularon en su nombre por la profesión de su prometida. Nada de ello, ni su reputación ni sus conexiones era importantes, cuando la felicidad de su queridísima Manuel estaba en juego.
Su boda se celebró en su vigésima primavera, ante la bendición de las flores y los murmullos de abejorros; para la sorpresa y envidia de todo su círculo social. Y su vida conyugal imitó el mismo sentimiento de paz que el día en que unieron sus nombres, regalándoles dos niñas y un varón, junto a largos años de ininterrumpida felicidad. Ni un día de penas llovió sobre sus cabezas, dichosos por siempre de haber encontrado a su alma gemela en su propio vecindario y sin esfuerzo de por medio.
Así fue la historia de la señorita González, quien a pesar de todos los rumores y aprensiones que circulaban a su alrededor, no tuvo que esforzarse en hallar al esposo que tanto se pensó que no llegaría, ni tampoco luchar en exceso para cumplir sus sueños. Viviendo contenta, amada y tranquila hasta el final de sus días.
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ideas-del-corazon · 2 years ago
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Cada día esconde una lección, es solo necesario navegar entre lo positivo y lo negativo que nos deja a la orilla de nuestras ensoñaciones al llegar la noche.
tiempoydestino
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mkultra2030 · 1 year ago
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KKKKKKK
‼️PUT000Z DEAD-SENILES-QUIEREN-#LaGUERRA-@netanyahu-@JOEBIDEN-Z0MBIS-#WalkingDeadEEUU-#YAESTANMUERT0Z‼️ NO SE HAN DADO CUENTA❓ ----. #Israel,promueve la idea de que busca una existencia pacífica, ha atacado #Gaza, #Cisjordania, #Líbano, #Egipto y #Siria las últimas 24Horas-pic.twitter.com/2wLEGyoBDE pic.twitter.com/yBQwNEGvr5
— kriztojezuz (@kriztoYjezuz) October 22, 2023
Angelo Giuliano @Angelo4justice3 ◾Palestina 2023. Una joven palestina con el cuerpo quemado tras un ataque con misiles israelíes. ¿Qué están usando contra los civiles? ◾Las imágenes me impactaron como un rayo, Vietnam 1972, una joven vietnamita con todo el cuerpo quemado tras los ataques estadounidenses con Napalm a una columna civil de refugiados. ◾La imagen de la niña vietnamita ganó el premio Pulitzer, titulada "El terror de la guerra". La niña palestina será ignorada por todos los medios occidentales. ◾Si algo ha cambiado en el mundo desde la década de 1970, yo diría que ha cambiado para peor. Los representantes occidentales en todo el mundo cometen crímenes de guerra con absoluta impunidad. UcraniaAbusos de los derechos humanos 9:21 · 22 de octubre de 2023
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malkaviian · 2 years ago
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pensamiento medio agridulce, pero siento que el au donde golden y seba tienen mayores posibilidades de ser una familia sería en el au de dr, en un "what if" si seba sobreviviera a su ejecución
#efectivamente eso sería algo totalmente inesperado para eris--- ella misma diseñó el calabozo; en qué falló para que se salvara?#no estaba en sus planes; ahora qué? lo único que va a hacer que se haya salvado de una muerte asegurada es darle esperanza a esos dos#y dar esperanza no era la idea. además de que le mostró en cámara a golden para que viera al único padre que le queda vivo antes de morir#así que sabe a quién buscar. aunque espera que siendo que mató a fox injustificadamente no tenga interés en hacerlo#o ya haya perdido tanto la esperanza al ver el mundo destruirse que le de igual.#quizás crea que le estuvo mintiendo mientras él sufría y ella se burlaba y en realidad no es así; golden no es su otro papá#y que sólo lo dijo para hacerlo caer más en desesperación#pero no; seba le cree y sabe que es verdad. especialmente cuando se lo encuentra al final y lo ve ahí lleno de lágrimas#que primero fueron de desesperación y ahora son de alivio. su hijo sobrevivió una muerte asegurada!#y la verdad seba en ese momento no piensa en nada más que está vivo y se deja caer en sus brazos. siento que se dormiría casi al instante#está muy agotado; especialmente mentalmente. golden quiere dejarlo dormir pero lo despierta para que salgan de esa habitación del infierno#me imagino que por ahí joy estaba escondida en un sótano; así que ambos van ahí y le hacen primeros auxilios (lo mejor que pueden)#así que mientras seba está todo vendado tratan de calmarlo y golden le aclara las cosas a los dos#1- sí es su padre 2- sí mató a fox de manera injustificada; pero explica toda la movida que hicieron para que parezca real lo del abuso#y pues un padre obviamente reaccionaría así si le hacen daño a su hijo.#como dije seba estaría muy agotado así que estaría mucho más comprensivo y sería como '... ta bien' antes de desmayarse xd#y conforme pasan los días y siguen escondidos en el sótano; ambos empezarían a tener un mejor vínculo (o bueno; crear uno por parte de seba#y así van llevándose bien como un padre-hijo normal uwu tratando de evitar a fred; azrael y sobre todo eris que están buscándolos#en fin nada; sería lindo(?#oc talk#au talk
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bocadosdefilosofia · 2 years ago
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«Como, por otra parte, Sócrates se había ocupado de temas éticos y no, en absoluto, de la naturaleza en su totalidad, sino que buscaba lo universal en aquellos temas, habiendo sido el primero en fijar la atención en las definiciones, (Platón) lo aceptó, si bien supuso, por tal razón, que aquello no se da en el ámbito de las cosas sensibles, sino en el de otro tipo de realidades: y es que es imposible que la definición común corresponda a alguna de las cosas sensibles, dado que están eternamente cambiando. Así pues, de las cosas que son, les dio a aquéllas el nombre de «Ideas», afirmando que todas las cosas sensibles existen fuera de ellas y que según ellas reciben su nombre: y es que las múltiples cosas que tienen el mismo nombre que las Formas (correspondientes) existen por participación».
Aristóteles: Metafísica. Editorial Gredos, pág. 95. Madrid, 1994.
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multishipper-baby · 2 years ago
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Pensando en Eva de baby y todo el caos que trajo apenas existió, ah
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elbiotipo · 2 years ago
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Memorias En El Humo
50.000 Gacus. Ese champagne cometario de Fomalhaut resultó buena inversión, al final.
Para un sedentario en un planeta cualquiera, 50 lucas sería suficiente para invertir en remodelar la casa, comprar un virteatro de primera, o capaz unas merecidas vacaciones en algún paraíso orbital. Y sí, incluso para mis estándares caprichosos, tengo que reconocer que fue una buena ganancia.
Pero todos sabemos como es… la Mastropiero se merecía un buen servicio y reparación… el condensador andaba quejandosé con un ruidazo que hasta a Suisni le asustaba. Ahí se me fueron 9 mil gacus. Después, por supuesto, combustible. Ya para asegurarme, tanque lleno, por lo menos para cinco o seis saltos. Ahí le dije chau a 4 mil más. Y no olvidemos que las naves no se manejan solas. 4 mil para Suisni, mi queridísimo y cactáceo ingeniero -Armstrong sabrá en que lo gasta- y 2 mil y algo para los "gastos personales" de Ragua, que técnicamente no tenía un puesto de tripulante pero me costaba plata igual. Por supuesto que había que pagar también el préstamo y las cuotas de la nave, y ni hablemos de como suben los intereses con la inflación. Usada me salía más barato, me dijeron, pero igual ahí se van 8 mil gacus, más o menos, todos los meses… Después la cuota de la Liga Astronáutica, impuestos, la patente, gastos varios, chicha, chicharrón y demases…
Me quedé con 5000 gacus, como mucho. La vida del astronauta será muchas cosas, pero lujosa no es.
Igual, un gustito hay que darse de vez en cuando. Y por más dolores de cabeza que me traiga, quería que Ragua me acompañe esta vez.
Todos los mundos con un espaciopuerto tienen la Calle Del Astronauta. Casi nunca se llama así tal cual (en aquel mundo se llamaba Avenue Gagarin), pero es la misma en todos los planetas. La calle que da directamente a la salida del espaciopuerto, la primera calle que ven los astronautas (y por lo general, la única), el lugar en donde por fin estirás las patas después de días remandolá en el éter.
La Calle Del Astronauta, sea donde sea, se llame como se llame, casi invariablemente es una desfile de bares, tiendas de repuestos, comida callejera, vendedores de naves usadas, hoteles, moteles y hospedajes de bajo presupuesto, bares, comedores, cafés, restaurantes, boliches, arcades, casinos, loterías, bares, tiendas de empeño, bares, masajistas, personas de compañía y otros eufemismos similares, bares, turbias bocas de lobos, bares, y por supuesto, tavernas, pulperías, cantinas, bodegones, osterías, pubs, clubs, y bares.
De todas formas, esas no son las partes realmente peligrosas. No, las partes peligrosas son las calles paralelas a la Calle Del Astronauta. Los Callejones. Si te metés ahí, es porque o no sabés lo que estás buscando, o lo sabés muy bien y estás dispuesto a arriesgarte.
Pero ahí está la mejor comida, también.
Aunque la verdad, de todos los lugares en los que nos habíamos metido, este era uno de los menos riesgosos, el escepticismo de Ragua era entendible. Su escualena cola se movía agitadamente, y sus ojos color noche, siempre alerta, observaban furtivamente las calles llenas de astronautas en varios estados de embriaguez.
-¿A donde me lleva, Capitán? - Me preguntó con ese tonito irónico que siempre le daba a mi rango.
-A comer, ya te dije. Te voy a mostrar lo que es carne de verdad.
-¿…perdón?
-Una parrilla. La mejor de esta constelación. - Presumí, pero con razón. -Estoy seguro que vos también estás podrida de las raciones de la nave.
-Bueno, creo que eso es su responsabilidad, Capitán. Usted es quién las compra. - Me contestó con su filosa sonrisa, aún tratandomé de "Usted, el Capitán". -De todas formas no voy a decir que no, si me invitan. ¿Y por qué no invitó a Suisni?
-Porque él no come. Hace fotosíntesis y nada más. Se pasa todos los aterrizajes en algún asoleadero.
-Suena bastante práctico, no tener que decidir que comer…
-No sé, él vive quejandosé de los espectros y esas cosas…. Pero vos… vos sí comés carne, ¿no? - Le pregunté. Como si esa dentadura suya hubiese evolucionado para abrir cocos.
-Así es. Soy una predadora confirmada. - Me sonrió, y casi me corto de solo ver sus dientes.
-Bien, muy bien. Por fin alguien que puede disfruta de un buen asado. - Suspiré, con una ilusión genuina. -Vení, es por acá. - La princesita me siguió, con entusiasmo. Y yo finalmente feliz de que por fin no iba a comer un asadito solo…
La verdad decir que todos los espaciopuertos son iguales es una sonzera mía, de querer hacerme el que se la sabe todas y vio todo. Pero no es así. Hay un mundo para cada estrella, o así dicen los refranes, y ninguno es igual al otro. Fraternité es un planeta en su mayoría tropical, cubierto de manglares que se funden con el mar, creando puentes naturales sobre los largos ríos dorados que serpentean sus continentes. Un astronauta nunca se apega a un planeta, por supuesto, pero este sí me recordaba a casa. El sol naranja, como en Aerolito, los atardeceres casi eternos, y esas nubes de tormentas en el horizonte que vienen y van, meciendo las palmeras de las avenidas a la costa del río.
Si tuviera que sentar cabeza, dejar atrás la vida del astronauta errante y quedarme bajo un mismo cielo… no sería este, pero sería uno muy parecido.
Los antiquísimos edificios de ladrillo cubiertos de helechos (después de todo, las colonias espaciales tienen que empezar desde cero, y el ladrillo siempre es buen material para empezar) eran solamente reconocibles si levantabas la mirada. Los manglares crecían en toda la ciudad como enredaderas, atajando con sus hojas al anaranjado sol tropical, sin duda cuidadosamente mantenidos por el municipio con ese propósito. Las calles estaban abarrotadas de puestos y mantas con comerciantes. Ropa y textiles de todo tipo y color, comida callejera de mil mundos, trajes espaciales en maniquíes posando heroicamente, diversos aparatos y electro-chucherías, sombreros y lentes para el calor y hasta trajes refrescadores automáticos para ciertas especies, artesanías, recuerditos y chiches "locales" (que la verdad, me di cuenta que son sospechosamente parecidos en todos los mundos, pero eso te permite encontrar lo verdaderamente auténtico más fácil). Acá en Fraternité, la especialidad eran las esculturas realizadas con las raíces de los manglares, retorcidas en formas que a mi no me interesaban, pero que Ragua miraba fascinada. Me pregunté si ella, en años pasados, también habrá visto esculturas como esas, capaz en algún mar muy lejano.
La pequeña -no en edad, sin duda, pero más petisa que yo- princesa de los mil mares parecía más interesada en todo el alboroto de una Calle Del Astronauta, no intimidada, pero sí más bien furtiva, curiosa. Como si nunca hubiese visto algo como esto. A mi parecer, un tanto agrandado por tanto viaje, eso era extraño. Leer de historia me había hecho pensar que calles como estas son eternas, no solamente en espacio sino en tiempo. Habrá habido puertos así cuando los trirremes surcaban el Mediterráneo, cuando los galeones navegaban el Caribe, y cuando los cohetes saltaban de asteroide en asteroide, y no solamente en la historia de la humanidad, sino en la historia de cientos de otras especies. Era inevitable. Si había viajeros, había un puerto, y había una calle como esta.
Pero Ragua venía de una época diferente, por supuesto. ¿Como habrán sido los espléndidos espaciopuertos de los Precursores, que recibían a esos navíos con velas solares doradas cargados de las riquezas del éter? Me costaba creer que no tenían, por lo menos, un puestito de choripanes.
Sea como sea, parecía que para ella era una experiencia nueva. Y sí. Vivió su vida encerrada entre simuladores y juegos, conociendo la galaxia de los antiguos por lo que le contaban por el intergaláctico. No había muchos años luz en su marcador.
¿Condescendiente de mi parte? Sí, capaz. Pero yo también estaba aprendiendo muchas cosas de ella. Por algo me agarró nostalgia por tiempos que nunca viví.
En la esquina de Gagarin y Montgolfier, con aquella réplica de la Torre Eiffel elevándose humilde y sucia por el hollín, se veía de lejos el humo de las parrillas. Distintas especies y sus infinitas culturas han interpretado el concepto de "asar comida" de incontables maneras. Los frutos azucarados de Beta Cancri parecían haber nacido para ser caramelizados, como golosinas que los betacancrianos no apreciaban, pero otros compraban como caramelos, recuerdo tan delicioso de mi niñez. También había un tanque de esos amonites (el nombre verdadero me es impronunciable) de Gamma Hydrae, que se tenían que reventar vivos y cocinar en el acto para que tuvieran el gusto correcto. A mí siempre me dieron cosa. Ragua los miraba fascinada, y hambrienta sin duda.
Siendo un mundo poblado por humanos, acá, sin embargo, nos destacábamos nosotros, de cierta manera. Puestos de medialunas (la especialidad de la zona), de kebab, de tacos, de hot dogs (todo el mundo me regañaba cuando les decía 'panchos'). Pero mi vista estaba fija en uno. Aquella parrilla humeante a un paso de la torre, sin ningún otro establecimiento más que sillas y mesas hechas de tanques de combustible rescatados y un holograma caricaturesco, bien nostálgico, de una vaca mordiendo un girasol. Y, por supuesto, una bandera rioplatense.
Ahí, ahí es.
-¡Fua, mirá! ¡Pero si es el Capitán Beto! - Genaro me saludó. Viejo de miércoles, grandote, con una tonadita francesa y una risa que se escuchaba a diez calles, pálido como astronauta jubilado, y por supuesto, con ropa sudada de tanto asar. Siempre tenía carne barata. Armstrong sabrá de donde la sacaba, o cuantas veces la bromatología de Fraternité le hizo controles (quiero creer que le hicieron uno o dos por lo menos). Pero era carne buena en fin, eso no había duda. ¡Y como desaprovechar un asadito a 100 gacus!. Siempre que aterrizaba acá, era una parada obligada.
-Genaro, chamigo. Menos mal que todavía no te cerraron. -Le cargué. -¿Hay mesa para dos?
-¡Más sí, Capitán! ¿Y quien le acompaña?
-Ragua. Un gusto. - Se presentó en esa voz tan elegante que me daba una cosquilla interna, conociendolá como era todos los días.
-Es una compañera de trabajo. - Aclaré. Los rumores entre los rioplatenses corren más rápidos que la luz, y no tenía ganas de andar explicando.
-Ah, 'tá bien. ¿De donde es usted, señorita? - Genaro la miró de cola a cabeza. Sin duda tratando de reconocer su especie. Había más o menos cuatro mil y algo especies inteligentes en el espacio conocido, así que conocer a una nueva no era sorpresa. Pero sí generaba curiosidad.
-De la constelación de Hydrus. - Ragua dio su respuesta ambigua y genérica, sin mencionar una estrella, mucho menos un planeta o similar.
-…Ah, ya veo. ¿Bueno, que les traigo? - Genaro sonrió amablemente y no hubo más preguntas.
No pareciera, pero era un tipo discreto. Cuando vivís cerca de un espaciopuerto, tenés que saber si algún viajero está escondiendo algo, y cuando no hay que preguntar de más. Para mi suerte, Genaro sabía de esas cosas. Seguro algún rumor iba a dar vueltas, pero detalles no, y eso era lo que me importaba.
No, la verdad lo que me importaba era lo que había en la parrilla.
-Traenos una bandeja, ¿Puede ser? Una tira, por supuesto. Algo de faldita, tripa… un par de chinchulines… ah, ¡un pedacito de riñón! ¡Hace mil que no como riñón!
Ragua me miró inclinando la cabeza, como si estuviese listando un montón de palabras inventadas. En fin, ¿que palabras no son inventadas?. Bueno… "riñón", esperaba que esa entendiera al menos.
-Perfecto, caballero. ¿Y para tomar? - Me preguntó Genaro. Acá no había menú ni nada. Era hablar directo con el parrillero. Mejor imposible.
-Un tinto, por supuesto. ¿Que tenés?
-¿Le traigo uno en caja, capitán? - Me probó. Viejo jodón…
-¡Pero, hombre! - Protesté con una sonrisa. - ¿No ve que me acompaña una dama? Traéme una buena botella. Un Malbec, ese el "Rigel", si lo tenés…
-¡Ajá, es una ocasión especial! ¿No quiere que le traiga uno de Mendoza, directo de la Madre Tierra?
-¡'jate de joder! ¡Mirá que soy de River, pero no soy millonario! - Me reí con él. Pero en serio: uno de esos vinos, acá en la Frontera, valía más que toda la hipoteca de la Mastropiero.
-Como usted diga, Capitán. Ya le traigo su pedido. - Genaro se despidió con una sonrisa, y se fue a atender a otros clientes. Que ganas de hacerme pasar vergüenza. Me senté a calcular, no la cuenta (eso me iba a salir barato), sino hasta donde iban a llegar los rumores de "el Capitán Beto anda con una alienígena media rara"…
Ragua, por supuesto, estaba entretenida con toda la situación.
-Tus conocidos son raros…
-Y sí, si te conozco a vos.
Parpadeó un par de veces con una sonrisa pícara. La cuestioné con los ojos.
-Te olvidaste de que no tomo alcohol…
Miré para arriba, con frustración exagerada.
-Será posible…
-No me molesta igual. Puedo pedir otra cosa. De todas formas, hoy no pago…
-No te hagás la viva…
Los dos nos reímos.
De fondo, bastante fuerte, sonaba un chamamé viejísimo, capaz milenario, de Taragüí, que no alcancé a reconocer. El virteatro pasaba un partido de las ligas zodiacales, mucho no me interesaba. Genaro seguía ocupado con otros clientes, muchos ya pasados de copas, así que esperamos nuestro turno con paciencia. Y el humo, el humo estaba en todos lados. Nada que ver con uno de esos restaurantes elegantes en las ecumenópolis de las capitales galácticas.
Miré a Ragua. "Furtiva", siempre describí así su mirada. ¿Porque me recordaba a un depredador de los mares? Millones de años de evolución paralela (sin duda, con algún toque extraño aquí y allá) hacían de nuestras mentes y nuestras expresiones bastantes similares. Al mismo tiempo, sabía bien de nuestras diferencias. La intriga de estar separados por milenios. Si los primeros viajeros casi enloquecieron al conocer almas separadas por el espacio, que quedaba para los pocos que conocíamos aquellas separadas por el tiempo, además…
-¿Y? ¿Que te parece? - Le pregunté. -Puede parecer un lugar barato, pero te juro, mejor carne no hay.
-Asumo que te refieres a carne, o sea… carne. Al menos que "faldita" y "chinchulines" sean código para otra cosa.
-Siempre asumiendo lo peor de mí. Filosa que sos. - Ahí iba mi otro adjetivo. Filosa. Tenía que desprenderme de ellos, pensé.
Pero a ella no parecía molestarle demasiado. Miró a su alrededor. El olor a carne asada nos envolvía, y el calor del verano (o mejor dicho, la estación seca) hacía sudar la camisa de algodón que reservaba para estas ocasiones.
-Esa torre… la vi en una película… - Me dijo, con curiosidad. Me pregunté cual de todas. Ragua vivía mirando películas antiguas.
-Ah. Es la Torre Eiffel. - Contesté. -Es una torre antigua, muy famosa. Bueno, esta es una réplica. La original está en la Tierra, en París.
-¿Es un lugar importante?
-¿París? Dicen qué.
-¿Lo conoces?
-No.
-Me dijiste que estuviste en la Tierra.
-Un par de veces, pero no llegué a ver todo. No porque sea humano sé todo sobre la Tierra.
-Bueno, tú asumes eso de mí. - Me sonrió, cortante.
"Precursores". La palabra acaparó mi mente. El nombre que le dábamos a aquella especie que alguna vez construyó las resplandecientes esferas dyson que hoy eran silenciosas ruinas orbitales, aquellos anónimos arquitectos que quizás, muy posiblemente, hayan tocado los genes de mis ancestros y de tantas otras especies. Leyendas, pero que sabíamos que alguna vez fueron. Ahora ya no existían más, los Precursores. Nadie sabía por qué, pero estaban todos extintos.
Y ahí estaba, una de ellos, en frente mío, a punto de comer un asadito.
Y en mi cabeza, memorias, capaz mías, capaz no, de los mares azules de la Tierra, sus verdes selvas y nubes algodonadas, las calles antiguas de Buenos Aires…
-En… en tu época… ¿Alguna vez visitaste algún mundo como la Tierra? - Le pregunté.
-Ves, lo estás haciendo de vuelta. - Me reprochó, y con toda la razón del mundo.
-Perdón, perdón.
Su mirada pícara se volvió plácida y nostálgica.
Me di cuenta que esos ojos habrán visto muchísimo más de lo que yo podré ver en una vida.
-Es posible. - Finalmente me contestó. -Pero no sabría decirte. No recuerdo mucho. Pasé tantos años dormida. - Su suspiro duró medio segundo, pero lo recuerdo hasta ahora. -¡Hey, no me explicaste! ¿Que son los chinchulines?
Me di cuenta lo rápido que cambió el tema. No fue para nada sutil.
Pero decidí no insistir. Después de todo, ¿Vos confiarías en contarle toda la historia de tu vida, no, de tu cultura y tu civilización, a alguien que conocés hace apenas 2 minutos? Si la memoria de aquellas eras doradas era suya, no se la iba a dar a cualquiera. Y, por más que me doliera, yo era un cualquiera.
Suspiré.
De todas formas, tenía ganas de explicar.
-A ver como te explico. Un chinchulín sería algo como…
Siempre fui carnívoro, no por obligación sino por gusto. La carne siempre ha sido una de las cosas más caras de conseguir en la vida del astronauta. Criar un animal para fanearlo es, por lo demás, una inversión grande de recursos, y mucho más si es una vaca, que necesitaba las extensas pampas que solo pocos mundos podían ofrecer. Y después transportar la carne a donde sea… eso sí era lujo. No por nada muchos astronautas eran vegetarianos. Pero yo no, no podía. Capaz por malcriado; en Aerolito, las tropas de ganado se podían ver desde órbita, pastando en los esteros bajo la suave luz de los anillos. Un asado los domingos no era tal lujo.
Pero otras especies eran carnívoras obligadas. Esas sí que la tenían difícil. Hacer sustitutos para los viajes espaciales era sencillo, pero todas las personas de esas especies con las que hablé estaban de acuerdo en una cosa: no era lo mismo. Los chistes de comida de perro, mejor dejarlos de lado.
Por eso capaz, asumiendo, como siempre, esperaba que Ragua lo esté disfrutando como yo.
Estaba comiendo, sin duda. Pero su mirada parecía distraída. Por lo menos estaba disfrutando del trago de agua salada con ron. Todo un éxito. Gracias, Genaro.
Finalmente me animé a preguntar.
-¿Te gusta?
-¿Que cosa?
-La comida.
-Está rica…
La pausa me dio para pensar.
-…Nunca había probado carne de… ¿como se llama? - Me preguntó.
-Vaca.
-Vaca, sí. No sé como decirlo. Me pareció un poco… ¿como se dice? …grasosa.
Mi orgullo rioplatense me hizo fruncir mi ceño un poco.
Ragua lo notó, sin duda.
-¡No es lo que tu piensas! La comida marina no tiene tanta grasa, es eso.
-Supongo que depende de que mares venga. - Contesté. Recordé una especie de bacalao aceitoso, que comí en una luna donde todos hablaban bengalí.
-No de los míos. En realidad… no es tanto eso. Es que la comida en mi época no era así.
-¿Así como?
-Así, ¿Cocinada? Era más bien… automática. Le decías a los Servidores que querías, y te lo preparaban.
Aquellos Servidores, autómatas enjoyados, eran una constante en las historias de Ragua. Pero yo nunca los vi en persona, ni ningún arqueólogo los mencionaba. A todos nos parecía raro.
-¿Pero, como sabías que era rico o no? - Le pregunté.
-No entiendo.
-Digo, si no sabías como cocinar… ¿Como sabías que te gustaba? - Por alguna razón, el concepto me parecía extraño. ¿Como podría vivir sin las empanadas de champiñones de mi Vieja, o los asados del Abuelo? De ellos aprendí lo que era rico.
-Bueno, es cierto que no sé cocinar… - Ella me dijo con un poquito de verguenza en la voz, quizás. Hice una nota mental de enseñarle a cocinar uno de estos días. No vaya a hacer que nos quedemos varados en algún mundo perdido. A Suisni no le confío con una fogata. - Pero, ¡oye! No hace falta que lo sepa. O sea… Ahora que lo recuerdo… Bueno, había esas personas conocidas en todas las estrellas, con escamas brillantes y esas sonrisas eh… ¿como te gusta decirlo? ¡Sonrisas de campeón, sí!, que promocionaban productos, tú me dijiste que aquí se llaman…
-Influencers…
-Sí, esas. Y ellas te contaban cuales eran las combinaciones más ricas.
Por mi cara, Ragua se dio cuenta que era un poco escéptico de ese sistema. Bueno, yo también, me crié comiendo asado tras asado en las bailantas asteroidales. Le decía a ella "princesita", pero capaz el malcriado era yo.
-¿Eran buenas? -Pregunté.
-¿Las comidas, o las influencers?
-Vos sabés de que estoy hablando. - Le reproché su sonrisa pícara.
-Sí que lo eran. Había unos bocaditos de un… - Me di cuenta que le costaba recordar la palabra exacta. - Creo que lo llamarías camarones… -Su tono de voz cambió de repente, como si estuviese esquivando chocar con algo... -…pero, la verdad… esto está muy rico. En serio... Y, tengo que admitir que esta parte me gusta…
Como demostración, tomó una costillita, ya pelada de carne. Con su típica sonrisa, la puso en su boca y la partió en dos con los dientes, triturandolá sin esfuerzo, para luego comerla con satisfacción.
No sabía bien si era para intimidarme, para impresionarme, o solamente porque así comía siempre. Posiblemente las tres. Pero lo interpreté como buena señal. Y como un recordatorio que, pese a su tamaño, podría hacerme pedazos cuando quiera.
Siempre es bueno recordar eso. Te mantiene humilde, viste. Los humanos a veces nos olvidamos que no estamos al tope de la cadena alimentaria.
-Mmmhmm. - Ragua murmuró con satisfacción, saboreando los pedacitos de hueso.
Le interrogué con la mirada.
-La verdad es que tiene un gusto… a algo, no lo sé… - Me dijo.
-¿Algo como qué? - Le pregunté.
-A humo…
-¿Me estás llamando vende humo? - Sonreí. Siempre amé el ida y vuelta.
Ragua saltó a defenderse.
-No, ¡no dije que sea algo malo! - Ella ya estaba acostumbrada a la jerga de los mercantes. Decirle vende-humo a alguien, sin amistad de por medio, es tremendo insulto entre nosotros -Es un gusto interesante. La verdad, creo que nunca he probado algo así.
-Supongo que sería difícil tener una parrilla bajo el mar.
-Shh. - Me mandó a callar la princesa, a mí, adelantado ignorante. -Deberías saber que no somos marinos, somos anfibios. Conocemos el fuego.
Luego de esa aclaración, vi que su cara se llenó de una melancolía como cuando la vida se pone en pausa y te da un respiro para recordar. Las branquias al costado de su pecho se mecían de una manera tranquila, como buscando aliento.
-Hace mucho que no comía nada cocinado al fuego. - Murmuró.
Dejó de mirarme, y sus ojos se perdieron en las brasas de la parrilla. Muy parecidos eran los dos.
Sabía que 'hace mucho' significaba 'hace milenios'.
Sabía que cuando decía 'no somos' significaba 'no soy'.
Hasta donde sabíamos, ella era la única, la última, de toda una civilización.
El piso tembló un poco mientras comíamos, interrumpiendo nuestro silencio. Otra nave despegando, uno de esos inmensos transgalácticos llenos de turistas, haciéndose un hilo plateado en el cielo.
-Espero que te haya gustado de todas formas. No te invité solamente para presumir la comida. Quería que la pases bien, además. - Le dije, bien sincero, como me enseñaron mis viejos.
Ragua sonrió.
-Por supuesto que la pasé bien. En verdad… gracias por invitarme. Sé que estás ocupado trabajando, y comer carne no es barato…
-Nah, ni te preocupes. Justamente vinimos acá porque es barato.
-Tacaño.
-Shh.
Nos reímos un poco.
-¿Acaso no eres tú el que siempre dice "cada minuto que la nave no vuela mi plata sí"? - La señorita me cuestionó.
Era cierto.
-Es cierto. Pero… 'cuchame. Esto es mi trabajo, pero… ¿Vos pensás que valdría la pena sí no parara a disfrutar los mundos que visito? Es lo más lindo de todo. Disfrutar la comida, los paisajes, hacer amigos, como el boludo de Genaro… - lo dije amistosamente, pero Ragua igual sonrió. -…eso es lo que vale la pena de todo este laburo.
La chica quedó en silencio un momento, creo yo, complacida.
-¿Siempre quisiste trabajar de esto?
Lo pensé.
-No sé. Desde chico que lo hago… es como que… es lo único que sé hacer. Pero… sí, lo disfruto. Yo creo que muchos le han perdido el gusto a viajar por el espacio. Es un trabajo más para ellos. Pero yo todavía lo veo un poco como cuando era chico y leía sobre los primeros astronautas. Es como que estoy haciendo el trabajo que siempre quise de chico. El capitán en su traje espacial, en la cabina, partiendo a descubrir nuevos mundos…
Ragua sonrió, seguramente encontrándolo tan infantil como la forma que lo dije. Sí. Me gusta ser "capitán", ¿y qué?
-Les tienes mucho aprecio, ¿No?
-No sé si aprecio, pero son nombres dignos de recordar. Gagarin, Armstrong, Xia, Hachimaki… Bueno, también está Laika…
-Ah, ¡a ella la conozco! - Nos reímos. Debe haber millones de perritas llamadas Laika a lo largo y ancho de la galaxia.
-Era tan linda. Y bueno, nosotros los rioplatenses lo tenemos a Martínez…
-¿El de la estampita en la cabina?
-Sí, pero no es un santo oficial. Le rezamos igual…
-Todavía no entiendo eso.
-No te preocupes. Pero… - Mi curiosidad no pudo más… -¿Ustedes no recuerdan a los suyos? ¿A sus primeros astronautas?
Ragua no se podía sonrojar en verdad, pero con el tiempo, aprendí a asociar ciertas caras de ellas con eso. Esta era una ocasión.
-Sí. O sea, sí, creo que aprendí de ellos cuando era pequeña. Creo. Pero… Nunca presté atención. - Hizo una pausa. - No… me acuerdo mucho de ellos.
Una melancolía indescriptible.
-Ojalá recordara.
Los borrachines en la parrilla gritaron un gol, que nosotros ignoramos. Quise decir algo, pero ella me interrumpió.
-Que tristeza, ¿No? Tú siempre me cuentas historias. Sabes tanto, has visto de todo, y… ¡te da tanto orgullo contarlas!. Y cuando es mi turno… no te puedo contar nada. No, no sé los nombres de los primeros astronautas… la verdad no me acuerdo. No me acuerdo nada de historia, de astrografía, de ciencia… Bueno, mejor lo dejo ahí…
-Pero sabés muchas otras cosas…
-Lore de videojuegos, supongo.
Bueno, sí.
-Bueno, sí, pero también otras cosas. Todo lo que sabés es importante. No sé si te das cuenta. Pero sos la última d-
-Sí. Me doy cuenta. - me interrumpió con una firmeza en su voz. -Por eso me gustaría recordar más.
Me miró con ojos amargos. Yo miré para otro lado, no pude aguantar.
Ragua tenía que cargar con todo eso sola.
Cuando contaba mis historias, hacía algún chiste, tarareaba una canción, en el mero acto de hablar mi idioma, estaba compartiendo algo que compartía con los millones de rioplatenses descendientes de la nave-civilización Esperanza que partió de la Madre Tierra hace siglos; pero no solo con ellos, sino también portaba dentro de mi alma milenios de historia humana, y ya no solamente humana, sino de las miles de especies que formaban la civilización galáctica actual.
Ragua estaba totalmente sola, desarraigada en una campo de estrellas irreconocibles. De quien sabe cuantos miles de millones de Precursores, de maravillosas y complejas civilizaciones y especies, ella era la última. Detrás de ella, ruinas y silencio.
-Sabés mucho más de lo que pensás. Viste cosas que yo ni imagino, conociste la galaxia en su esplendor. - Le dije.
-Digamos que sí.
-Pero lo que me contás es siempre impresionante. Hasta los pequeños detalles. Las canciones, las tramas de tus series, la ropa, todo, todo…
-No las siento así. Pero… gracias. - Dijo, con la boca casi cerrada.
Suspiré.
-Todo lo que sabes importa. A mí me interesa escucharlo. En serio. Y… no hace falta que me cuentes todo. Pero… aprecio que lo hagas.
Ragua asintió lentamente con la cabeza, como agradecimiento y miró al cielo, capaz tratando de encontrar el transgaláctico que ya se había perdido, dejando una estela plateada en la noche.
La capital de Fraternité no era muy grande, pero incluso en una ciudad así, con sus luces era difícil ver las estrellas. Tan solo algunas, las más brillantes, en constelaciones que no reconocía, se animaban a presentarse entre los faroles y anuncios de neón.
Creo que Ragua se dio cuenta que estaba mirándolas también.
-Una vez, Mamá me llevó a la casa de mis abuelos, cerca de un arrecife en medio de la nada. - Empezó a hablarme, su cola agitándose a medida que recordaba. - Ahí si se veían todas las estrellas, no como aquí. Y mis abuelos, bueno, ellos no tenían Servidores. No los soportaban. Ellos hacían todo… ¿como lo dirías?
-¿...Casero?
-Casero. - Sonrío. -Bonita palabra. Yo me aburría mucho en la casa de mis abuelos. No tenían ni conexión al intergaláctico. Pero… Había unas cositas redondas. Eran… sé que te puede parecer raro, pero pequeños huevos de coral. Había unos… camarones. Ellos tomaban esos huevitos y los escondían en una esponja, para alimentar a sus... ¿larvas, creo que es la palabra?. Y mis abuelos tenían un jardín de esas esponjas en su casa…
Me costaba imaginar lo que Ragua me estaba contando. Pero me di cuenta que a ella también le estaba costando encontrar las palabras en rioplatense.
-…Bueno. Mis abuelos cuidaban de esos camarones. Hasta le ponían nombres. Nunca supe el nombre de todos, porque eran demasiados. Pero cada uno tenía un color diferente, y hacían cosas distintas. Algo así como… ¿Como se llama eso? ¿Cuando hay criaturas que hacen cosas diferentes? -Me dijo de una forma vaga, pero sorprendentemente comprensible.
-Colmena…
-¡Colmena, sí! Pero no los comíamos. Comíamos los huevos que recolectaban. El abuelo me decía que mientras más felices eran, más huevos recolectaban para nosotros.
-¿Y como lo cocinabas?
-¡No, no los cocinaban! Los ponían en una especie de frasco, y los mezclaban con unas plantas que no recuerdo. Y los dejaban que.. ¿Como se dice?
-¿Fermenten? ¿Como el vino?
-Sí, supongo que sí. - Me dijo, más entusiasmada, como que ahora entendía lo que estaba hablando. -Y quedaba una cosa… rica. ¡Bien rica! ¿Y sabes lo que es lo más loco?
-¿Qué? - Le pregunté, entusiasmado.
-No tenía gusto salado.
Mi boca se abrió en sorpresa. Exagerada, capaz, pero con razón.
-O sea, ¡Todo en el mar tiene gusto salado! ¡Pero esto no! Es…-
Ragua pausó, su cola dejó de moverse, mientras pensaba.
-Una vez quisiste describirme lo que era dulce… - Me dijo, con brillo en sus ojos.
-…Pero me dijiste que no podías sentir ese gusto.
-Creo que esto sería lo más parecido. Arcorur. - Me dijo, finalmente en su lenguaje, un poco como un rugido, no con una 'r' humana, sino más gutural. -Lo ponías en otra comida, ¡y era como que… se pegaba al gusto de todo lo demás!
-Como la miel…
-¡Exacto! ¡Me recuerda a eso!
Ragua me siguió describiendo como pudo, mezclando el rioplatense con el estándar y con su propia lengua, un montón de comidas con arcorur. Y por un momento, por un ratito, en esa parrilla, entre el humo y el aire tropical de un mundo distante, su civilización revivió, y sus abuelos estaban comiendo acá con nosotros.
Sonreí.
Quería saber más.
Quería que me cuente como sentía vivir en su tiempo. Que me explique lo inexplicable.
Pero inevitablemente…
-Me gustaría poder contarte más. - Ragua cortó la conversación. - Pero… No hay forma de que los puedas probar. - Me dijo, cortando la conversación.
Comí otro pedazo de costilla, pensando en que responder.
-No necesariamente. Hay millones de mares entre las estrellas. Esos camarones pueden estar en alguno de ellos.
Ragua asintió con un suspiro. Como diciendo, "Sí, pero mis abuelos no."
Miré para otro lado.
-Hay muchas comidas para probar. -Traté de seguir la conversación. Creo que ella lo notó, y regresó su sonrisa.
-Sí vos pagás, por mí espectacular. - Ragua me contestó en un rioplatense perfecto.
-No. - Contesté con una seriedad exagerada.
Ragua se rió. Sus dientes brillaron bajo las guirnaldas de focos y las brasas de la parrilla.
-Bueno. Al fin tengo una compañera para los asados. Así que sí, capaz podemos darnos un gustito de vez en cuando… -Admití, siguiendo ese ida y vuelta que tanto me encantaba.
-No me convence demasiado. -Replicó.
-Todo depende de como salga el siguiente negocio.
-No empieces.
Por una vez, ese tambor que retumbaba constantemente en mi cabeza, de números en rojo y en negro, decidió obedecer y callarse. Hoy no, no iba a empezar. Hoy, por lo menos.
-Bueno, comé tranquila. Hoy festejamos. Mañana despegamos.
-¿Y esa coplita de donde la sacaste? - Me ironizó.
Me di cuenta, con una sonrisa, que poco a poco, se le iba pegando mi tonada.
Lo que no me daba cuenta en ese momento es que algo de ella también se me estaba pegando.
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hellaslost · 3 months ago
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Looooove Digimon, made this for Digimon Day August 1st. Used one the 01 posters as reference.
So, let’s say that Alastor would be old by a year or 2, so Vox would crush in in him kind of like Dipper and Wendy from Gravity Falls. Vox would have Betamon because of the sea serpent digivolution, but struggles to keep up with Vox’s energy at first. You know how the digimon are also there to teach the. What they lack? So maybe Betamon is more laid back to teach Vox to slow down a bit, be more patient.
Gave Alastor Ghostmon… honestly I couldn’t see him with any of the OG, so I just looked at a list. I liked his spooky design and he is Child stage just like Betamon, he also has the possibility to evolve into Wizardmon (which, come one…love!) or Witchmon, just a witch but she’s all in red and we know how Alastor is more comfy with females. Reading it’s description, it’s said that it hangs around graveyards, is very shy and turns invisible while helping others. And it’s fighting style is to confuse and trick since it’s not very strong. I’d like to think it’s a reflection of Alastor’s innocence in wanting to help just as his mom taught him, but his nature is a bit more sadistic and he has encountered some bad people to feel justified in his actions. Ghostmon likes Vox and pushes Al to stay friends with this smaller child, so he doesn’t end up alone.
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cristinabcn · 7 months ago
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LA OBRA DE LORCA QUE TODOS DEBEMOS CONOCER: "BODAS de SANGRE"
LORCA’S WORK THAT WE SHOULD ALL KNOW: “BLOOD WEDDING” HOLA MUNDO..!! Afirmar que Bodas de Sangre es la mejor obra de Federico García Lorca es una cuestión compleja y subjetiva, sin embargo los criterios y preferencias individuales según estudios realizados así lo confirman. Por tanto, es muy cierto que esta obra se encuentra entre las más reconocidas y aclamadas del autor en el mundo, y son…
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curlymangue · 10 months ago
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¡Todo empieza con un deseo!
Foto de Mohamed Masaau en Unsplash Lo peligroso, no es desear conseguir algo. Pero, si lo es, no trabajar en lograr lo que deseas, porque otros te digan, que es imposible o estás loco. Toda nuestra vida, nos han dicho que desear cosas es malo. Que no basta con desear algo para conseguirlo. Otras veces nos han repetido con creces que: desear algo demasiado no es sano. Aquellos que estaban…
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mintakababe · 11 months ago
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En un resumen muy resumen: paso mucho tiempo en internet
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