#lenguaje común
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Introducción a los Protocolos de Red: La clave de la comunicación efectiva en el mundo digital
En el mundo interconectado en el que vivimos, la comunicación efectiva es fundamental para el funcionamiento de las redes. Los protocolos de red son el conjunto de reglas y estándares que permiten que los dispositivos se comuniquen entre sí de manera eficiente y confiable. En esta entrada de blog, exploraremos la importancia de los protocolos de red y su papel en la transmisión de datos en el…
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#comunicación digital#comunicación efectiva#formato de mensajes#interoperabilidad#lenguaje común#procedimientos de envío#protocolo de Configuración Dinámica de Hosts#protocolo de Control de Transmisión#protocolo de Control de Transmisión (TCP)#protocolo de Datagramas de Usuario#protocolo de Internet#protocolo de Internet (IP)#protocolo de Resolución de Direcciones#protocolos de red#recepción y procesamiento#reglas y estándares#transmisión de datos
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charla sobre lenguaje inclusivo que he tenido hoy: "no uséis el @ o la x al escribir porque solo generais confusión y dificultad a la hora de leer"
lo que me está generando confusión es esto que acabas de decir
#no es confuso?????? y si fomentas el no usarlo es entonces cuando se vuelve algo raro con lo que la gente no está acostumbrada#pero el @ yo lo llevo viendo desde peque así que es relativamente común#y el lenguaje con x aunque es más reciente y pueda costar un poco las primeras veces enseguida te acostumbras a leerlo al menos#y el lenguaje con e obvio ni lo ha mencionado#había alguna parte decente en la charla pero..... era sobre lenguaje inclusivo y van y dicen esto#en fin. no sé que esperaba de una charla que me han dado en el trabajo
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Humanidad
Los humanos son criaturas extrañas. Se atreven a proclamarse como guardianes de la paz, y con ese mismo aliento clavan las uñas en la carne de sus semejantes. Sus corazones fueron hechos para latir al ritmo del amor, sí, pero como un péndulo, oscilan entre la ternura y la brutalidad. Construyen y destruyen en una misma danza; siembran la paz y la guerra en un mismo suelo, como si sus manos no supieran distinguir entre lo sagrado y lo prohibido.
Un simple vaiven de su voluntad es capaz de encender luz en la más recondita oscuridad. Sin embargo, esa misma luz que les enseñó a crear, los ha encendido con una llama insaciable, capaz de consumir todo cuanto tocan. Los impulsa hacia adelante, pero también los arrastra al abismo, un ciclo interminable que convierte el dolor en su lenguaje común, y donde siempre, siempre, se levantan sombras a su alrededor. La corrupción es una mancha tenaz que se adhiere a sus sueños, desdibujando la pureza de sus intenciones y dejando tras de sí un rastro de cenizas.
La justicia, ese ideal noble que alzan como bandera, se transforma en un arma en sus manos. La ambición los ciega, y pronto convierten la ley en un instrumento de poder y control, mientras la verdad se convierte en un eco que se desvanece, cada vez más lejano, hasta volverse inaudible. Lo buscan todo, pero no encuentran nada. Sus valores, en principio tan sólidos, se diluyen, dejando poco más que promesas incumplidas.
Así son ellos: una contradicción andante, crearon ángeles y demonios que reflejan tal disonancia en su alma, desafiando toda lógica, toda esperanza. Caminan por la tierra como en una marcha sin fin, sin dirección clara, sin comprender que en su misma esencia llevan las semillas de su redención y su perdición. Tal vez, en algún rincón de su caótico ser, aún exista un destello que los libere de sí mismos.
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NEW MOON, última parte.
your TEETH crave my name.
my blood makes you MOONSTRUCK.
is this OUR end?
¿se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo? Sí, pero ¿sobrevivirá esa atracción a su propio sello?
pair: vampire!park sunghoon x f!reader
summary: finalmente, los colmillos de Park Sunghoon han penetrado en tu piel y tu sangre ha sido probada por él. ¿qué consecuencias traerá este mordisco? y, por si fuera poco, la figura misteriosa de Jay parece compartir un pasado con tu querida mejor amiga Aerin, si es que se podía seguir llamando de esa forma. Una historia en la que parecías destinada a participar en su final... ¿o en su principio?
warnings of part 4: sangre, mordiscos, besos en el cuello, menciones de dios, traición de una amistad, lenguaje malsonante y si veis alguno más decidme pls
words: 8288
parte tres masterlist
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Sunghoon succionó una, dos, tres y cuatro veces. Su lengua saboreó la sangre que caía de las perforaciones que él había hecho en tu cuello. No había palabras para describir la paz interior que su sabor provocó en su insaciable sed que, como vampiro, siempre le marcaría de nacimiento. O eso pensaba hasta que llegó tu olor, tus ojos, tu sonrisa, tu cuello, tu sangre... Cuatro veces succionó, insuficientes veces para satisfacer la sed por sangre humana de un vampiro corriente, de Jake o de Heeseung, pero curiosamente suficientes para él. Beber tu sangre era como tomar su manjar favorito estando lleno. Siempre había espacio, pero jamás abusaba porque no tenía hambre, porque ya estaba lleno.
Anulaste la sed del vampiro Park Sunghoon, realidad incoherente con la tradición, con lo común, con las leyes de la naturaleza. Y así, Sunghoon se separó tras apenas haber tragado más de una vez, sin necesidad de beber más, de morder, de matar.
Despegó sus colmillos suavemente, atendiendo al tiemble de tu agarre en su brazo, el calmado latido del corazón y el suspiro de placer que tus labios emitieron. Se alejó, quedando cualquier sonido que sus suaves besos húmedos en tu cuello podrían haber producido ignorado por tu débil risa llena de cariño y plenitud. Park Sunghoon te miró ahora abrazándote y teniendo tu cara enfrente de la suya, mirándote siendo él mismo, sintiéndose vivo, sintiéndose humano.
Un cambio que percibiste en sus ahora desaparecidos colmillos y en sus verdaderos ojos de carbón sujetando los tuyos como si en ellos estuviesen la clave de su vida, la respuesta al acertijo de su existencia.
Park Sunghoon seguía siendo vampiro pero, en el fondo de su mente que todavía no estaba presa de esa inocente felicidad de tenerte en sus brazos, supo que las leyendas eran ciertas y que había esperanza en su gran deseo de vivir sin estar muerto.
Siempre y cuando tú existieras junto a él.
Cuando sentiste los colmillos de Park Sunghoon penetrar en tu piel junto con su cálida lengua saboreándote, tu corazón sintió la extraña sensación de un sueño siendo cumplido, pero no el tipo de sueño que solemos tener en la vida, por el que trabajamos duro y nos ponemos metas, sino un sueño que el destino de tu alma tenía que cumplir en el camino de su vida porque, en efecto, estabais hechos el uno para el otro.
Vuestras manos unidas se mantuvieron de esa forma, juntas, incluso tras el final de aquel íntimo momento, reflejando que aquello no era una simple atracción. La duda sembró tus labios y Sunghoon te escuchó con el mismo pánico que interiormente podía llegar a sentir al darse cuenta de que os unía una conexión tan antinatural que os hacía olvidar el hecho de que no os conocíais. Su caricia sobre tu cuello te tranquilizó de cierta forma, parándote a pensar en su tacto mientras observabas su rostro tras haberte mordido, marcado. ¿Realmente no conocías a Sunghoon?
—Hasta hace nada pensé que tú no sentías lo mismo por mí, que todos esos detalles que veía en ti eran observaciones que jamás saldrían a la luz—. Comenzaste, siendo interrumpida por Sunghoon de una manera curiosa, al complementar tus palabras con sus observaciones. —Intuía que leías a Poe, y justo te encontraba en la biblioteca haciéndolo—. Susurró.
—Sabía cómo reaccionarias a algunas palabras del profesor Friedrich, y acertaba de lleno—. Continuaste. Sunghoon elevó una de sus cejas antes de hablar.
—Nunca te encontraba en los partidos oficiales de ninguno de los deportes de la academia y nunca me sorprendía—. Reíste mientras bajabas la cabeza. Tu mano libre acarició su pecho.
—Aquella vez que discutiste con Heeseung y todo el mundo se enteró poniéndose de parte suya, yo te vi cosiendo su camiseta de béisbol cuando pensabas que nadie te estaba mirando y no me sorprendió ese lado tuyo—. Sunghoon esbozó una pequeña sonrisa.
Su mirada se tornó un tanto dudosa mientras dejaba de llover, aclarándose el cielo y dejando brillar a las estrellas. Se acercó un poco más a ti, bajando la cabeza.
—Sabía que estabas escuchando cuando rompí con Aerin. Por eso fui mil veces más maleducado e imbécil. Quería que me odiases, pero con cada palabra se me rompía más el corazón al pensar que realmente podría conseguirlo. Yo... yo nunca quise esto, estar atraído hacia un humano hasta el punto de sufrir una sed inaguantable. Pero es que antes...— Se le rompió la voz un poco —No sabía que esto que nos une es distinto e inevitable.
Sus palabras agilizaron tu corazón y una carga en tus hombros fue levantada por la compresión y compasión. Te lamiste los labios antes de realizar una pregunta. —Jay mencionó leyendas ¿somos parte de una?
Sunghoon te miró asintiendo antes de echar un ojo hacia toda la estancia. En su interior, supo que Jay te había mencionado semejante información tan insólita siendo una humana porque desde el principio se lo había temido, Sunghoon y tú erais lo mismo que Aerin y él. Jay, de nuevo, le había dado razones para admirarlo.
Notando su mirada precavida, hablaste. —¿Quieres venir conmigo y así hablamos con más tranquilidad?— Tus mejillas no pudieron evitar encenderse tras tu invitación. Sunghoon sonrió, llegándole la sonrisa hasta los ojos y asintió. —Sí—.
Así, caminasteis hasta tu habitación con las manos todavía unidas.
Con vuestros meñiques tímidamente entrelazados, abriste la puerta caoba de tu habitación, entrando tú primero y Sunghoon detrás de ti. No te lo admitiría pero estaba nervioso, todo parecía encajar perfectamente muy rápido y el vértigo que le suponía ser plenamente feliz le atragantaba con risas. Apreció tu habitación, decorada con tu estilo rústico ideal pero con una pizca de tu esencia que no sabría muy bien señalar dónde. Era tu habitación y como tú, no podría haber otra igual.
Gesticulaste hacia tu cama y Sunghoon se sentó en ella mientras te dirigías hacia el escritorio, buscando ordenar un poco los papeles esparcidos y los libros abiertos, además de algún bolígrafo colocado a libre albedrío. Era un caos, pero no uno demasiado trágico.
Sunghoon aprovechó que no le mirabas para observarte. En su pecho hasta ese momento frio y muerto, sintió una calidez que le pedía a gritos abrazarte, protegerte, tenerte siempre en su vida junto a él. Eran sensaciones muy fuertes para alguien considerado muerto, para un inmortal que no tenía ninguna esperanza en la eternidad.
Tras tu breve intento de orden, te giraste hacia él y tu corazón se aceleró. El chico vampiro que reinaba cada uno de tus sueños desde la primera vez que tus ojos se posaron en él, estaba en tu cama, cómodo, portando una sonrisa amplia y juvenil, casi como la inocentemente feliz sonrisa de un niño. La vergüenza te comió por dentro y te quedaste de pie, incómoda en tu propia habitación, gesto que Sunghoon notó y que le hizo reír al instante.
—¿Por qué pareces tú la invitada? Es tu habitación—. Dijo mientras tu nombre se escaba de su boca con gran adoración. Tú estomago dio una voltereta mientras Sunghoon con la palma de su mano sobre tus sábanas indicaba que te sentaras a su lado. Te acercaste, dándole la mano que el te tendió para sentarte en la cama, como si fueras una princesa de porcelana frágil hasta ante una pluma o unas meras sábanas. Lo comentaste y las orejas de Sunghoon se encendieron al darse cuenta.
Una vez acomodados -vuestras manos todavía unidas- Sunghoon se lamió los labios antes de suspirar. —¿Qué quieres hacer ahora?—. Su pregunta te sorprendió porque de cierto modo, pensaste que él tendría el control, que él sabría el secreto y que tú solo tendrías que asentir y seguir junto a él. Pero eso jamás sería así con Sunghoon. Si tú decidías estar con un ser como él, era decisión tuya. Si tú decidías seguir con él, dejar que beba tu sangre hasta que se volviese humano, era tú decisión, tu voluntad. Él jamás te forzaría a nada, incluso si te ibas, no te rogaría que te quedaras porque significabas demasiado para él. Gesto que un vampiro normal no entendería porque la naturaleza era manipular, decirte que te quedaras, que te sometieras a él.
Sonreíste ante la expresión suave de su rostro, expresando siempre tanto con sólo aquellos ojos, hecho que mucha gente no sabía apreciar. Tu mano libre se acercó a su cara, acariciando suavemente su pómulo. —¿Puedes explicarme qué es lo que nos une?—. Sunghoon cerró los ojos fundiéndose con tu tacto mientras asentía. La calidez de tu mano curó heridas interiores que no sabia que tenía abiertas y sangrando.
Así Sunghoon, poco a poco, te empezó a contar la leyenda que todos los vampiros conocían, pero que nadie creía o nadie quería creer. —Muchos vampiros no quieren volverse humanos, y creer que podía existir su humano destinado que los salvaría de la vida de pecado y condena no les interesaba. Por ello, esta leyenda no tiene la popularidad que podría tener, pero sí que todos preferimos no contársela a los humanos. Al fin y al cabo, es la posibilidad de una debilidad de la raza vampírica. Además de que realmente todas las religiones siempre hablan de algo similar, no sólo la que llama al "algo" Dios—. Llegados a este punto de la historia, Sunghoon y tú estabais acostados en tu cama, no acurrucados pero unidos por las manos que todavía no habíais separado.
—Entonces ¿es algo así como estar destinados el uno al otro?—. Tu corazón saltaba de alegría al pensar que realmente tenía una otra mitad que lo comprendía. Bueno no, no era simplemente eso. Era tener a Sunghoon como tu alma gemela después de noches sufriendo por un interés no correspondido. Él asintió.
—Creo que ya lo notas pero no podemos evitar sentirnos el uno hacia el otro como lo hacemos, con esta necesidad tan...—. Su mirada bajó hacia tus labios sin poder controlarlo pero sin hambre o deseo, simplemente observando la belleza de su forma. —Sí—. Completaste su frase susurrando. No había más palabras que una afirmación para expresar que conocías perfectamente esa necesidad de la que él hablaba.
Un silencio cómodo se estableció entre vosotros mientras os mirabais. Eras consciente de que ahora era el momento de tomar una decisión pero, saber que existían los vampiros y que estabas destinada a él, era demasiada información para una noche. Tus ojos así lo demostraban, siendo por un momento cerrados con lentitud por tus párpados. Sunghoon lo notó y te besó la frente suavemente. —A dormir—. Susurró con esa voz que siempre has querido oír siendo dirigida hacia ti. Apretaste su mano y exclamaste adormilada —No te vayas—. Sunghoon devolvió el apretón —Nunca—.
Pero, en mitad de la madrugada cuando la luna todavía mostraba su majestuosidad pero con cansancio, un fuerte dolor en el pecho te despertó. Abriste los ojos sobresaltada, buscando agarrar la mano de Sunghoon a modo de protección. En cambio tu mano entró en contacto con la nada, con sábanas cálidas, con simple aire, con un vacío. Te incorporaste con un horrible sabor en la boca y una respiración acelerada. El dolor en el pecho no se iba, continuaba contigo pese a haberte despertado, tal y como Sunghoon había prometido hacer con su estancia a tu lado.
Pero Sunghoon no estaba. No había rastro de él en tus sábanas en las que anteriormente os habíais confesado una gran unión y dependencia el uno del otro. Tampoco estaba en el escritorio que habías intentado organizar horas antes, ni en la entrada por la que con las orejas rojas te había alagado la decoración de tu habitación. Park Sunghoon no estaba. Park Sunghoon se había ido, se había esfumado. Y él había prometido no hacerlo, había prometido quedarse en un momento en el que todavía no sabíais qué seríais en un futuro.
Una mente racional pensaría que tuvo que irse por cualquiera razón que no fuese un rechazo, un portazo. ¿Pero con aquel dolor en el pecho? Casi sentiste tu respiración ahogarte, desafiando la física y la biología. Tal y como vuestra conexión lo hacía, tal y como su existencia vampírica lo hacía.
Tus ojos se llenaron de lágrimas que intentabas retener con pensamientos racionales. A lo mejor estaba fuera porque fue al baño o estaba yendo hacia su dormitorio a prepararse para el día siguiente. Pero no había clases al haber acabado el semestre. Tus pies aceleraron el paso atravesando tu habitación. Abriste la puerta todavía con lagrimas sin caer, sin doler.
Allí, bajo el alba, Park Sunghoon se alejaba de los dormitorios, de tu habitación, de ti, por el mismo camino por el que horas antes se había entregado a ti y tu habías permitido la perforación de tu cuello por sus colmillos. Tus cuerdas vocales se prepararon para llamarlo y así relajar a tu corazón. Hasta que tus ojos la vieron y aquello no fue necesario.
Aerin caminaba por delante de Sunghoon, guiándole con su mano unida a la suya. La palma de Sunghoon acariciaba y rodeaba a unos dedos que no eran los tuyos. Estaba unido a alguien que no eras tú, sino Aerin. A quién primer amó, a quién tuvo que romperle el corazón por tu culpa, a quién verdaderamente quería en su vida.
Cerraste la puerta al instante mientras tus piernas fallaban y te dejabas caer lentamente en el suelo, con tus brazos acariciando tu ahora incompleto ser, con la huella de sus colmillos en tu cuello ardiendo, con el efecto que el dejó sobre ti como tu única identidad. Abandonada, con una promesa rota como última creencia.
¿Qué había sido esto?
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Prepararte para ir a cenar nunca había sido tan difícil. Saltarte el desayuno y la comida había sido totalmente sencillo al olvidarte completamente de comer.
Habías conseguido quedarte dormida tras el silencio sepulcral que el fin de tus sollozos produjeron. Era mentira, él no era tu otra mitad, tu persona destinada. Seguías igual de incompleta y sola. Pero eso no dolía realmente. Lo que dolía era que no fuera Sunghoon tu otra mirad. Que esto hubiese sido todo para ti y nada para él. Simplemente saciar su sed.
¿Cómo alguien podía mentir así de fácil? ¿Así de real? Vampiro. Era un vampiro. Estaba en su naturaleza y sólo fuiste un recipiente de sangre desde el principio. Pensar esto te devolvía el asesino dolor en el pecho. No encajaba, no podía ser de esta forma... Pero Sunghoon no volvió. No apareció ni a la hora de desayuno, ni para comer, ni al mediodía, ni por la tarde, ni a las ocho, ni a las nueve... nunca.
Así, decidiste -y como mecanismo de defensa ante su existencia y sus manipulaciones insensibles- odiar a los vampiros en un mundo gobernado por ellos.
Con esta nueva emoción dominante en tu cerebro, decidiste atender al último turno de cena de las diez de la noche, buscando saciar tu hambre y, con ello, culpar este vacío que sentías como causa de una razón alimenticia y no a la ausencia por abandono de Park Sunghoon.
Saliste de tu habitación luciendo presentable, desempeñando una nueva confianza fruto de la decepción y del odio. ¿Su humana destinada? Absolutas porquerías y mentiras. Recordar la pasión con la que os habíais abrazado hace horas mientras pasabas por el mismo camino por el que él se fue para no volver con Aerin fue una de las acciones más difíciles que habías realizado en tu corta vida. Agradeciste interiormente no haber probado sus labios, no haber sellado completamente vuestros, o más bien, tus sentimientos, o no sabrías si te recuperarías.
Mientras caminabas hacia el comedor por la desierta academia (a esas horas la gente estaba yendo hacia alguna fiesta o preparándose en las habitaciones para ello) el peso de todas las emociones que sentías te rompían los hombros.
Tras cruzar una esquina, la figura de Aerin caminado por el mismo pasillo al que habías entrado te hizo parar en seco. Sunoo iba junto a ella, caminando par a par hasta que vuestras miradas se encontraron y el ceño de Aerin se frunció, acercándose rápidamente hacia ti. Notaste las marcas de su cuello y antes de que pudieras siquiera mirarle a los ojos, un sonido desagradable reinó el pasillo.
Aerin te habia abofeteado.
—¿Cómo se te ocurre intentar seducir a mi prometido? ¿Es que a caso no tienes ningún tipo de vergüenza? Sabía que siempre me tuviste envidia pero llegar a estos extremos? ¿Cómo...?—. Dejaste de escuchar su discurso cuando la palabra prometido fue emitida por sus labios siempre pintados de ese característico rosa. Desconectaste tanto de lo que estaba diciendo que hasta la interrumpiste.
—¿Has dicho tu prometido?—. Aerin se rio de mala gana y supiste que quería darte otra bofetada. Pero, en vez de hacerlo con su mano, lo hizo con sus palabras. —Sí, Park Sunghoon—.
Tu cerebro seguía sin comprender y el gran escozor de tu mejilla no te ayudaba. —¿Y Sunoo? ¿No te estaba mordiendo ayer por la noche?—. Aerin parecía sorprendida y esta vez sí que no se aguantó, proporcionándote otra bofetada en la misma mejilla. Cerraste los ojos y te agarraste el moflete harta de semejantes actitudes que siempre habías aguantado de ella y que habían acabado en violencia.
Habías perdido a Sunghoon para siempre, si es que aluna vez fue tuyo. La plenitud que sentiste te había dejado tan feliz que su ida hizo que ahora ya no actuases en base a algo, simplemente siguiendo tus propios impulsos de protección. Nadie te volvería a pisar de esa forma, nadie se adentraría en tu corazón con semejante facilidad nunca más.
Antes de que Aerin pudiese empezar a chillarte, hablaste.
—Vas a pegarle otra bofetada a tu querido prometido pero a mi ni se te ocurra volver a tocarme. Puedes ser un vampiro, puedes ser la mismísima hija del director de la academia. No me importa. Ya te he aguantado lo suficiente como para ahora tener que darte explicaciones. Quédatelo, todo para ti. No quiero saber más de vosotros y de vuestras sangrientas manipulaciones. Tú sigue siendo una zorra y yo seguiré siendo educada. Que os den—. Con una rabia impotente, te giraste ante las exclamaciones de Aerin. Sunoo no se había manifestado, ni siquiera se había acercado, pero hubo algo en la forma en la que durante todas tus palabras sólo seguía mirando a Aerin que te descuadró completamente.
Olvidándote de que ibas al comedor, te giraste y rehiciste el camino hacia los dormitorios desviándote en un pasillo que nunca se usaba al dar a los almacenes de limpieza. Te sentase en el pequeño banco de roble que había como decoración usable y ocultaste tu cabeza en tus brazos mientras las lágrimas salían. Querías volver a casa, a junto tu querida madre que siempre sabia como ayudarte aunque fuese la persona mas imperfecta del mundo y aunque eso fuese imposible.
Sunghoon y Aerin se iban a casar. Vampiro con vampiro. Tal y como debía ser, como tenía que ser. Te diste cuenta que no debiste ni haberte metido, ni haberte dirigido a él, ni haberle mirado, ni nada. Ni saber de su existencia.
Tus sollozos eran tan fuertes que eran silenciosos, sacudiendo tu cuerpo mientras buscabas de alguna forma pensar en positivo, en otra cosa, en algo que no fuese nada ni nadie.
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Tras unos minutos en los que conseguiste calmarte a ti misma, el desquiciado hambre te atacó. Miraste hacia el infinitos techo de la bóveda de piedra que, con muchas más, conformaban la academia y suspiraste. Unos pasos te hicieron girar la cabeza, aunque tus ojos estaban muy pesados como para realmente procesar lo que estaba sucediendo.
Park Jay se paró al inicio del pasillo, con las manos en los bolsillos, observándote con unos ojos que de alguna forma, reflejaban perfectamente la desastrosa borrasca torrencial que se desataba en tu interior. Apartaste la mirada de él, no pudiendo soportar su mirada con conocimiento de causa. Jay continuó caminado hacia ti, sentándose a tu lado en aquel banco, descansando la cabeza contra el duro muro mientras suspiraba.
La presencia de Jay te reconfortó de cierta forma pese a ser un vampiro, pues cuando uno está en esa situación de dolor, la simple compañía de una mosca podía ser la más reconfortante del mundo.
En verdad Jay era el único que no te había mentido y que había sido lo más claro que nadie en esta academia había sido nunca, si omitimos los datos que, por una razón mayor, no te pudo dar. Esta reflexión te hizo pensar en Sunghoon.
Esa parte esperanzadora de tu interior pensaba que estabas sacando conclusiones demasiado rápido y que Sunghoon si volvería murió por tortura tras las palabras de Aerin.
—Que estés aquí me dice que algo sabes... Por no decir todo—. Comenzaste casi susurrando, buscando esbozar una sarcástica sonrisa mientras seguías mirando al frente, a esa piedra dura, oscura y rugosa.
Jay te miró, gesto que sólo pudiste captar por el rabillo del ojo. —Algo había sospechado pero el encuentro en el pasillo me lo confirmó—.
—Así que has visto eso. Wow—. Intentaste no sentir vergüenza. Fallaste. —Ya ves que tenías razón, tan amiga no era—.
Jay se rio muy débilmente, tanto que sonó más a expiraciones forzadas que a una risa para luego caer en un silencio dubitativo. Sentiste que te iba a contar algo importante, así que le miraste. Él no te devolvió la mirada, pero apreció el gesto de oyente activo.
—Aerin antes no era así. O eso siempre me digo yo intentando justificar por qué la sigo amando tanto—. Su confesión te sorprendió. Jay ahora sí, te miró a los ojos y te volvió a dejar ver el mismo torbellino de emociones que tu sentías ser reflejado. —Aerin y yo somos, o fuimos, lo que Sunghoon y tú sois. He visto como te mira y era imposible no notar su presencia en aquella azotea, antes de que me preguntes cómo lo sé—.
Pensar en la posibilidad de que sí que le importases a Sunghoon dolía demasiado. Ahora entendiste los espejos que sus ojos eran cuando le mirabas, él sabía perfectamente como te sentías. —Te equivocas Jay, él y yo nunca fuimos, ni somos... algo—. Jay miró al frente de nuevo, suspirando. Tras unos segundos, compuso sus pensamientos y comenzó.
—Sunghoon y Aerin se conocen desde la infancia, pero Aerin no es un vampiro—. Frunciste el ceño mientras continuaste mirándole, extrañada. —Es una hija adoptada y por ello, una humana intocable mientras no sea cambiada por su futura pareja. Además de ser nada más y nada menos que la hija del propio director de la única escuela de vampiros de Asia—. Jay gesticuló con las cejas y notaste un dolor de rendición en su voz. —Pero a mí eso nunca me importó, porque ella era mi destino, ella era mi futuro, mi todo. Nadie lo sabía, sólo ella y yo. Seguro que Sunghoon te explicó a lo que me refiero o si no, no estarías en este estado—. Le diste un suave golpe en el hombro, quejándote ante sus palabras.
Parte de ti se alegró porque Aerin también hubiese sentido algo tan bonito como pertenecer con alguien en una vida completa. Jay leyó tus pensamientos como un libro y te sonrió suavemente. —Pero yo jamás podría cambiarla, porque si bebo su sangre me debilito y cada vez me vuelvo más humano. No puedo darle la vida de eternidad que ella quiere para estar con su familia y sus amigos. Yo no podría hacerle eso a ella, especialmente cuando ya tenia toda su vida preparada al estar enamorada de Sunghoon—. Su voz perdió intensidad y suspiró.
—Yo decidí nunca sellar nuestro destino, nunca atarla a una vida conmigo de decepción y mortalidad y rechazo y me—. Paró de hablar y te miró. —Sabes que una vez que muerdes es imposible separarse y no podía encerrarla a mis colmillos. Por eso me los partí—.
—¿Decidiste arruinarte por ella?— Exclamaste susurrando. Jay te miró con seriedad. —Y lo haría las veces necesarias si eso significa que sea feliz—.
Apoyase tu mano en su hombro, entendiéndole perfectamente. Darías lo que fuese por volver a sentir esa conexión con Sunghoon, por poder llamar a Sunghoon tu destino y él querer serlo.
—¿Ella sabe esto?—. Preguntaste temiendo adivinar la personalidad de Jay.
—No estaba en sus planes de vida y cuando ingresé a mitad de curso en la academia el año pasado, no era el momento para un nosotros. Fingí que fue un accidente y ese mismo verano empezó a salir con Sunghoon—. Mirar a Jay se volvió doloroso. Era un absoluto reflejo de tus propias emociones, aunque el había arruinado su ser por Aerin.
Jay notó tus pensamientos de nuevo. —Pero Sunghoon y tú sois distintos. Le conozco y sé perfectamente que hay algo que le está haciendo actuar de esa forma y la razón no es que no quiera formar parte de tu vida. Sé que ahora debes odiar a los vampiros, pero debes creerme... ¿cuándo te hice dudar?—. Levantaste una ceja intentando ocultar la involuntaria esperanza que sus palabras te habían dado.
—Eso mismo es lo que dicen los manipuladores, Park Jay—. El nombrado se rio mientras ambos seguíais en aquel banco, lejos de la causa de vuestros corazones rotos. Jay estornudó, y le prestaste tu bufanda, compensando por la sudadera del día anterior.
Tras unos minutos de silencio reconfortante, Jay habló. —Vamos a cenar—. Aceptaste sin pensarlo dos veces, al fin y al cabo tu estómago no tenía por qué sufrir las consecuencias de un problema del corazón.
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Jay cortó uno de los filetes mientras tú te llevabas un poco de tomate a la boca.
—Así que los vampiros sí que pueden tomar comida humana— Señalaste mientras masticabas aquella fruta en el silencio de un vacío comedor. Jay alzó una ceja. —Es como los refrescos para vosotros, no los necesitáis para sobrevivir ni son realmente lo más idóneo, pero los tomáis igualmente—. Asentiste dirigiendo tu mirada al plato mientras jugabas con el tenedor. —Tiene sentido—. Jay te miró por un momento para después negar con la cabeza sonriendo.
Saber que Jay y tu tenéis experiencias tan similares y comprendéis lo incomprensible que es tener una alma gemela que no os quiere, os había acercado rápidamente. No tardaste en confiar de cierta forma en su criterio. Así, una vez tragado el tomate, decidiste hablar. —¿Crees que debería acercarme a Sunghoon?—.
Tu cambio de tema no le sorprendió y dejó de cortar aquel filete para mirarte mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos. —No sé realmente qué es lo que ha sucedido. Aerin y él siempre tenían versiones distintas de los mismos acontecimientos. Lo que para ella es "lo hemos arreglado" para Sunghoon es "hemos roto". Aunque yo les conozco desde antes de que empezaran a salir, así que no se muy bien qué problemas han tenido entre ellos. Pero creo que será mejor que hagas lo que tú sientas—. Rodaste los ojos, aquello no te ayudaba. Jay te miró confundido. —No me hagas ese gesto, me has pedido una opinión—.
Sonreíste riéndote un poco. En verdad la pregunta había sido muy estúpida porque estabas convencida de que no ibas a hablar con alguien que te había dejado sus intenciones muy claras. La horrible sensación de ser abandonada te perseguiría en pesadillas futuras y simplemente no podías actuar como si pudieses perdonarlo solo porque Jay tuviese la opinión de que a Sunghoon realmente le gustabas, de esa forma tan del destino.
Suspiraste y seguiste comiendo, llenando tu estomago y sintiendo que por fin, algo bueno te había pasado ese día.
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Jay si que consiguió distraerte de todo lo que había sucedido, su presencia reconfortándote y haciéndote olvidar el hecho de que tenías el corazón roto. En cambio, tu libro favorito tendido en tus piernas siendo bañado por la luz de la Luna no estaba teniendo tanto éxito. Y eso que este libro siempre funcionaba.
El problema era que tu propia habitación también estaba impregnada de la sombra de Sunghoon. En cada rincón que mirabas, había una mínima referencia a él y a sus palabras emitidas hacía un día en esa misma cama. Habías cambiado las sábanas, hecho que te había ayudado durante todo el día antes de salir a cenar, pero ya no. La iluminación nocturna hacía viajar a tu habitación a la noche anterior, a un tiempo en el que Sunghoon existía en ella.
No podías soportarlo.
Habías decidido leer ese libro que siempre te reconfortaba y fue totalmente en vano. Tu mirada se perdía en algún rincón de tu cama y el círculo vicioso de acordarte de él te engullía. Nietzsche tenía algo de razón.
En una de estas pérdidas de concentración, tu mirada quedó pegada a la puerta en la que horas antes te habías derrumbado, habías sido abandonada. Te tembló el labio inferior pero no había ninguna lágrima formándose en tus ojos. Era simplemente las consecuencias de tus actos.
Entrecerraste los ojos mientras apoyabas tu cabeza en la pared a la que tu cama estaba pegada, todavía contemplando la gruesa y una vez bonita puerta. Si tan sólo hubieras continuado con tu vida como siempre, si tan sólo no hubieras asistido a ese evento, si tan sólo no hubieras dejado que te mordiera...
Con ironía, te preguntaste cómo Aerin podía haber sido capaz de romper su relación destinada con Jay. Pensabas que la conocías, pero la Aerin que te consolaba durante la enfermedad de tu madre los dos primeros meses del curso, fue la misma que no dudó ni un segundo en abofetearte. Sunoo también te sorprendió, especialmente por la mirada de satisfacción que le dirigió a Aerin, como si hubiera organizado y planeado todo.
Aunque aquello no tenía sentido. Nada tenía sentido.
Justo cuando tus ojos por fin iban a dejarse llevar y cerrarse hasta la mañana siguiente, cansados de tanto dolor y de percibir tantas imágenes asesinas, un ruido te despertó de cualquier trance. Alguien había llamado a tu puerta.
Fue un golpe de nudillos suave contra la madera pero intenso y tu inocente corazón se aceleró rápidamente. ¿Será Sunghoon? Pensó con esperanza para luego tu cerebro destruírsela tras recordar que le habías dejado tu preciosa bufanda a Jay y os habíais olvidado de aquel hecho. Así que, era él el que estaba detrás de tu puerta.
Te levantaste de tu cama yendo a abrir. Pero Jay no te dio tiempo y apenas dos segundos volvió a llamar, esta vez con más desesperación. —Ya...—. Ibas a seguir tu oración pero Jay te interrumpió. —Por favor, déjame entrar—.
La puerta era lo suficientemente gruesa como para distorsionar el sonido pero ¿era lo suficientemente gruesa como para que Jay sonase totalmente distinto? Es más, sonaba tal y como, tal y como...
Aceleraste tus pasos y con la respiración rápida abriste la puerta sin importante absolutamente nada, sin pensar en ningún "y si" mientras existiese la posibilidad de que aquella voz fuese su voz. Apenas rozaron tus manos el pomo y tiraste con desesperación hacia ti. Y ahí lo estaba.
Park Sunghoon en el otro lado de la puerta, justo en el lugar en el que hace un día decidió entrar en tu vida, marcarte, y luego no volver nunca.
La misma palabra con la que prometió quedarse.
Te quedaste completamente paralizada mientras observabas sus pupilas oscuras penetrarte. Sus ojos estaban casi temblorosos, con un ceño fruncido y unos labios partidos. Sentiste la misma sensación que cuándo sueñas con caerte de un alto al vacío, tus piernas temblando y el silencio reinando porque esto tenía que ser parte de tu imaginación. El hecho de ver a Park Sunghoon fuera de tu habitación y que te estuviese mirando de esa forma o el hecho de que tu cuerpo estuviese reaccionando todavía a él no podía ser verdad.
Sunghoon también sintió de nuevo aquella intensidad con sorpresa. Realmente sujetabas su mundo en tu suave mirada. ¿Le gustaba aquello? Según sus actos y tu propia percepción, no.
Juntaste tus labios en una fina línea, sintiendo de repente las inmensas ganas de llorar todas aquellas lágrimas que en verdad sí que existían, pero que tu propio cerebro decidió ocultarte para protegerte.
Una oleada de lágrimas tan impactante mientras volvías a percibir sus preciosos lunares que te hicieron tragártelas.
No sabías qué pensaba, no sabías qué veía pero, sobre todo, no sabías que hacía aquí.
Y recordar las verdaderas circunstancias que rodeaban ese contacto visual te devolvieron a la dura realidad y, con todo el dolor de un corazón roto y un tsunami de lágrimas trágico, bajaste la mirada, susurrando con una voz casi inaudible y débil, muy, muy débil. —Vete—.
Pero tu mano seguía en el pomo sin empujar la puerta, simplemente observando tus desnudos pies, sintiéndote la persona más pequeña e insignificante del planeta ante él, ante la persona que te dijo que eras el amor de su vida, su destino.
Pero Sunghoon no se fue y tampoco se quedó estático. Es más, acercó su mano con la que había petado a la puerta a la superficie de ésta y empujó con suavidad, abriéndola. No lo impediste, abandonando el pomo que sujetabas, siguiendo con la mirada en el suelo, junto con tu corazón. No tenías ninguna forma de defenderte ante el poder que le habías dado, ante la unión recíproca que supuestamente os conectaba. Querías odiarle, gritarle, expulsarle de tu puerta y nunca dejar que volviera en tu vida. Pero ahí estaba él, cerrando la puerta tras haber vuelto a entrar.
Sus palabras fueron como las tuyas, un breve suspiro de dolor en el silencio de rupturas y odio. —Lo siento —. Su voz despertó tu corazón con incomodidad. Así que realmente te había abandonado, realmente se estaba disculpando por simplemente cambiar de opinión en una noche, por darte el mundo y prometerte la eternidad para después desaparecer en el mañana.
Eso te hizo levantar la cabeza mientras comenzaste a hablar —Eres un mentiroso, un vampiro—.Usaste esa palabra con voluntad, queriendo hacerle daño. Querías producirle un mínimo de sentimiento causado por ti, como eran causados por él todos y cada uno de los tuyos.
Pero cuando le miraste a los ojos, ver su mirada fija en lo que parecía tu pómulo te despertó de cualquier posible comienzo de una discusión. —¿Qué?—. Susurraste. Sunghoon entonces te miró a los ojos y por primera vez desde que entró, sentiste ver al Sunghoon de la noche anterior. No tuvo que decir nada mientras su ceño se fruncía con frustración, regalándote unos ojos arrugados de puro arrepentimiento. —Nadie te debe poner el dedo encima, absolutamente nadie y aún así... —. Susurraba mientras volvía a llevar su mirada hacia ese lado de tu cara, perdiéndose en una batalla emocional interior. Aquello despertó tu chispa.
—¿Sabes quién realmente me ha puesto el dedo encima haciéndome daño?—. Hablaste sin susurrar, cambiando toda la atmósfera que os envolvía. Sunghoon entonces te volvió a mirar a los ojos, echando la cabeza hacia atrás ligeramente mientras negaba, no queriendo escucharte, no queriendo enfrentarse a la verdad de tus siguientes palabras. Pero ya era demasiado tarde y, con veneno, continuaste.
—Tú. El mismo que dijo que yo era su destino o mil estupideces más —. Sunghoon cerró los ojos mientras bajaba la cabeza.
—.Eso no es una estupidez—. Susurró, haciendo contraste con tu alterado tono. Sus palabras te provocaron cólera y tu dedo acusador se dirigió a su pecho.
—¿No ves? Sigues mintiendo y engañando y manipulando. No es una estupidez pero luego vuelves con Aerin?— Sunghoon se sorprendió ante tus palabras, mirándote incrédulo, cambio que no percibiste por tu ira. —Tener no sólo que verte irte con ella sino que también haber esperado como una tonta por una explicación para después ser abofeteada? —. Sunghoon dio un paso atrás, casi tambaleándose ante la incomprensión que tus palabras le producían.
—¿Qué estás diciendo? Yo no he vuelto con—.
—Mentiras Sunghoon y más mentiras. ¿Es que acaso no me has dicho ninguna sola verdad desde que ha pasado esto?—. Gesticulaste con rabia, señalando primero a Sunghoon y luego a ti, casi con asco. Aquello mató a Sunghoon, el cual dio un gran paso hacia ti para empezar a susurrar con ira reprimida —Nunca te he mentido. Ni una sola vez —. Te acercaste tú a él ahora, cerrando con peligro la distancia entre vosotros.
—Tú no sabes el significado de "nunca" —. La mirada de Sunghoon se dirigió a tus labios por un mínimo de segundo mientras los huesos de su cuello se notaban cada vez más, respirando con más intensidad y rapidez. Esperó tu continuación. Se la diste tras dos segundos. —Ayer dijiste que nunca te irías y me despierto a una cama fría y a, como no, tu ausencia —. Las lágrimas fueron inevitables pero el ceño se mantenía fruncido y la expresión dura.
—Pero es que no me he ido —. Tu nombre salió de sus labios con frustración mientras sus ojos se cerraban por más de un segundo y su boca se fruncía. —¿Cómo me voy a ir si te pertenezco desde que nos hemos visto por primera vez? ¿Si he sellado ese estatus para siempre tras probar tu sangre?—. Su frente chocó con la tuya mientras vuestras respiraciones se calmaban. Tus lágrimas empezaron a caer con más intensidad. Tenias más preguntas y más en lo que profundizar, pero ahora... ahora.. —¿Eres mío? —. Sunghoon se apartó, rompiendo el contacto de vuestras frentes mientras que luchaba la necesidad de secarte las lágrimas con sus manos, necesidad que notaste. —Desde siempre—.
Tras esas palabras salir de su boca y deciros verdades en forma de miradas brillantes de tristeza y cristalinas, tus manos se dirigieron al cuello de su camisa, agarrándolo y tirando de él, uniendo primero vuestras piernas, luego vuestros cuerpos y finalmente, vuestros labios.
Sunghoon se quedó varios segundos paralizado, luchando internamente con la sed que tus suaves labios le habían provocado. Estaba tan necesitado de ti que no sabía cómo actuar. El movimiento de tus labios sobre los suyos le despertó de cualquier bloqueo y sus manos se dirigieron a tu cintura mientras te giraba y tu espalada acababa chocando contra aquella simbólica puerta en vuestra historia.
No pudiste no gemir ante el cambio en su actitud, ante la recíproca necesidad que él también sentía y que te reveló, rompiendo con todos los miedos del pasado. Realmente era increíble.
Mientras tus dedos encontraban sus cabellos y él se separaba de tus labios para darle la necesaria atención a tu cuello con húmedos besos, ambos supisteis que erais el final del otro.
Y así os besasteis durante todo el tiempo que necesitasteis, con esa intensidad, para después pasar a esa anhelo, y acabar en ese cariño, en ese tú, sólo tú, sólo tus labios, tu cuello, tu sonrisa, tu cuerpo, tu pelo, sólo tú. Sin colmillos por su parte, sin odio por la tuya. Sólo vosotros.
Ese cambio en las emociones, en los mensajes húmedos que os emitíais de boca a boca, hizo tranquilizar vuestras emociones y vuestras respiraciones. Os separasteis creando un poco de espacio entre vosotros, Sunghoon echándose hacia atrás. Vuestras miradas se volvieron a unir y ambos sentisteis reforzarse la mágica conexión que os unía.
—No soy el prometido de Aerin—. Te miró con seriedad. Era su palabra contra la de ella, no había pruebas exactas...
—Lo que suecede es que Aerin se arrepiente muchísimo de lo que le ha hecho a Jay e intenta aferrarse a esa idea de que sigue enamorada de mí, cuando en verdad nunca lo ha estado. Nuestros padres eran los que nos querían juntos y Aerin al no ser de los nuestros, siempre intentó encajar temiendo ser apartada—. Sunghoon apoyó su cabeza en tu hombro. —Aerin y yo nos conocemos desde que su padre la adoptó, siempre fuimos solamente amigos hasta el curso pasado cuando apareció Jay. Nunca me enteré muy bien de qué había pasado entre ellos hasta hoy. Pero, en su momento, tanto Aerin y yo accedimos a salir falsamente. Era un favor a una amiga de la infancia y una forma de que mi padre me dejase más tranquilo—. La mano que se encontraba acariciando tu brazo lo apretó suavemente.
—Me arrepiento tanto de ello. No entendía la relación de Jay y Aerin hasta ahora y...—. Su voz se fue apagando— Creer que le he hecho tanto daño a Jay me parte el corazón—.
Tus manos rodearon su cuerpo, abrazándole mientras acariciabas su pelo, brindándole la calma que necesitaba. Sunghoon, tras unos segundos se apartó, y notando la seriedad en su expresión, le dirigiste hacia tu cama, sentándoos en ella frente a frente, tal y como la noche anterior.
—¿Por qué te fuiste?— Sunghoon suspiró, sabía que tenía que volver a ganarse tu confianza y lo haría costasen las explicaciones que costasen. Te ha esperado una eternidad, puede esperarte un poquito más.
—Aerin empezó a llamar a tu puerta descontroladamente ayer por la noche. Al principio pensé que sería un profesor o algo, y temiendo que te despertaran fui a abrir rápidamente. Cuando vi a Aerin, interiormente deseé que no te despertaras. Ella siempre ha sido una persona muy inestable y "romper" con ella ha afectado demasiado a nuestra relación de amistad. Los reproches estaban asegurados. Pero no fue así...—. Sunghoon te miró.
—Aerin empezó a llorar porque estaba aliviada de saber que estabas bien. Al verla en ese estado, recordé el peligro al que te había expuesto y me enfadé. Entonces empezó a decirme que no se acordaba de nada de lo que había sucedido y que estaba asustada. Me pidió casi rogándome que volviéramos a junto nuestros respectivos padres para zanjar de una vez la ruptura, pues a ellos no se lo habíamos dicho—.
Sunghoon calló por un segundo, dejando que digirieras sus palabras. Ante tu pequeño asentimiento de cabeza, continuó.
—Me iba a negar, no quería dejarte sola. Pero Aerin notó que lo nuestro no era tan simple y supuso que era como su situación con Jay. Me dijo lo de Jay y que justo por ello era más necesario que hablásemos las cosas... Ten en cuenta que Aerin llevaba mucho tiempo sin hablarme y, por lo que me decían, también hablaba bastante mal a mis espaldas. Sea lo que sea que produjese su cambio, no paraba de expresar lo urgente que era así que accedí. Había algo tan raro en su forma de comportarse que no pude evitar preocuparme, especialmente de camino, tras ver unas extrañas heridas en su mano—.
Sunghoon volvió a callar, buscando tu reacción. Aerin estaba preocupada por ti, Aerin había ido a comprobar como estabas... la memoria del escozor de tu mejilla te provocó emociones encontradas y sonando un poco incoherente, hablaste. —No... no puedo entender... sus acciones. A veces actúa como si le importo, otras no.. yo...—. Sunghoon agarro tu mano, entendiéndote. —Hoy desde hacía meses volví a ver a la antigua Aerin, pero tras llegar más tarde al ser obligado a cenar con mi padre, ¿me encuentro con la noticia de que anda diciendo mentiras y pegándote? Sea como sea la situación o sus emociones, Aerin no puede tratarte así sólo por sus problemas personales. Eres una persona muy preciada como para dejar que te traten mal—. Tu cabeza encontró el pecho de Sunghoon y te situaste cómodamente en él.
—Gracias Sunghoon. Tus palabras son muy bonitas. Pero realmente Aerin siempre me trató correctamente. Todo empezó a cambiar un poco cuando nos hicimos amigas de...—. Unos ojos rasgados imponentes aparecieron en tu cabeza y, volviendo a mirar a Sunghoon a los ojos, exclamaste — Sunoo—.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Tu mano y la de Sunghoon se mantenían unidas mientras atravesabais los pasillos rumbo a los dormitorios de los alumnos SSR.
—Necesitamos a Jay—. Tus palaras hicieron parar en seco a Sunghoon. —¿Estás segura? ¿Y si la situación se descontrola?— Le miraste con determinación. —Jay más que nadie es la única persona que nos puede ayudar—. Tu sonrisa de confianza tranquilizó a Sunghoon y ambos continuasteis con vuestro camino.
Estando en el mismo piso que Heeseung, dirigirse a la habitación de Jay fue un camino ya conocido para Sunghoon. Tu sólo seguías sus grandes pasos con un ceño fruncido, preocupada por Aerin y temiendo que hayas juzgado a la persona incorrecta durante todo este tiempo. Miraste Sunghoon mientras apretabas su mano. —¿Tú crees que Sunoo pudo..?—. Tus palabras se silenciaron mientras Sunghoon te miraba por un segundo. —Lo único que sé es que Aerin es humana y él...—Tragó saliva y evitó mirarte. —un vampiro—. Completaste susurrando.
Sunghoon paró de caminar por un momento. Cogió tus manos y abrió la boca para hablar, pero lo interrumpiste. —Lo sé, Sunghoon. Tus ojos dicen lo que tu boca no es capaz—. Los ojos de Sunghoon parecieron cristalizarse para después sonreírte y continuar rumbo a la habitación de Jay.
Una vez allí, en un tétrico pasillo delante de una puerta carmesí de madera, yacía la habitación del nombrado. Sunghoon se aclaró la garganta y se apartó un poco de la escena, dejándote que hicieras tú lo necesario. Al fin y al cabo, después de todo lo que te había ayudado, era hora de que mostraras tu gratitud. Pero no era una cuestión de compromiso, realmente querías una amistad con Park Jay, el capitán del equipo de béisbol.
Te mordiste el labio con duda, para después acercarte a la puerta y petar. No pasaron ni cinco segundos hasta que Jay abrió la puerta. Tras veros a ambos con las manos unidas enfrente de su puerta, ni se inmutó. —No sois para nada silenciosos— Dijo y agradeciste interiormente por no haberlo despertado. Jay se fijó en vuestras manos y, mirándote con cariño, habló. —Te dije que sólo necesitaba un empujoncito—. Miró a Sunghoon con una sonrisa ladina burlona, pero cuando Sunghoon no le devolvió la sonrisa o no escuchó una carcajada por tu parte, supo que había algo que no estaba prediciendo realmente bien.
Saliendo de su habitación y cerrando la puerta detrás de él, frunció el ceño. —¿Qué sucede?— Sunghoon y tú os mirasteis, el primero asintiendo en tu dirección, dándote ánimos. Jay creció repentinamente impaciente y espetó una queja, sintiendo su interior removerse, algo estúpido siendo un muerto, sensación que sólo se producía cuando se trataba de cierta chica.
—¿Aerin? ¿Le ha pasado algo..?—.
—No Jay, no. Ella se encuentra bien en sentido físico pero...—Jay te miró con determinación.
—Guíame—. Tú asentiste y Sunghoon colocó una mano en su hombro, mostrando su apoyo.
Así, comenzasteis a avanzar rumbo a la habitación de Aerin, lugar que sólo tu conocías dónde se encontraba.
Una vez en el pasillo dónde la puerta rosa de la habitación de Aerin se encontraba, paraste en seco, haciendo que Sunghoon también parase al todavía tener vuestras manos unidas. Sunghoon te miró por un segundo, y eso fue lo necesario para entender tus intenciones. No fue el caso de Jay, el cual se giró tras darse cuenta de que os habíais quedado atrás un poco más tarde.
—¿Qué hacéis? Vamos—. Negaste con la cabeza mientras mirabas profundamente a sus ojos. Jay supo entonces a qué te referías y espetó rompiéndose involuntariamente su voz. —Me odia, no puedo simplemente—.
—No lo hace Jay, habla con ella.— Jay sintió todo el dolor de su rechazo, todo lo que dio por ella y supo entonces que podía hacerlo otra vez. Siempre pudo y siempre podrá si es por Aerin.
Sunghoon y tu mirasteis desde lejos como Aerin abrió su puerta para encontrarse con Jay, como intentó cerrarla pero Jay la paró, como tras segundos las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas y como inmediatamente Jay la envolvió en sus brazos, protegiéndola de todo y de todos, como estaba destinado a hacer.
Sunghoon y tú supisteis entonces que vuestro trabajo ya estaba hecho.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
—Tengo una conversación pendiente con Aerin— Exclamaste mientras girabais entrando en un pasillo. Sunghoon te miró. —Y con Sunoo también, si realmente es lo que pensamos—. Suspiraste, él tenía razón.
—Sí pero siento que realmente quién debe hablar con el primero son Jay y Aerin, al fin y al cabo si nuestras apuestas son correctas, él fue quien se aprovechó de su situación—. Sunghoon acarició tu mano, escuchándote. Le gustaba ese lado tan amable tuyo, tan apreciativo del sufrimiento de los demás.
—Vale, pero que sepas que luego si tardas mucho iré yo personalmente a hablar con él—. Dijo mientras ladeaba la cabeza, haciéndote reír.
Aprovechando tu risa, comentó. —Me encanta cuando te ríes—. Tus mofletes se sonrojaron.
—A mí me encanta tu sonrisa—. Un sentimiento que conseguiste atrapar pasó por los ojos de Sunghoon y antes de que pudiera responderte, hablaste. —No me importa que haya unos colmillos que desean mi sangre. Sé que deseas tanto ser humano y vivir como nadie más en el mundo porque te llevo aquí.— Señalaste tu pecho. — Además de que tenemos la aprobación de tu padre—. Alzaste las cejas para después darle un beso en la mejilla. —Pero si yo no tuviera ese poder, seguiría contigo con colmillos, ojos rojos y una sed de sangre indomable—. Sunghoon se rio a carcajada limpia, primera vez que aquello había pasado desde que hubo un vosotros.
—No sabia que eras masoquista—. Comentó. Rodaste los ojos.
—Hay muchas cosas de mi que todavía no sabes—. Tus palabras resonaron a una pregunta indirecta que cambió la atmosfera a una de duda, duda que se resolvería segundo la respuesta.
¿Quieres continuar conmigo hasta el final?
—Lo sé, pero siempre estaré encantado de aprender sobre ti, de conocerte cada vez más. Siempre—. No pudiste ocultar tu enorme sonrisa mientras comentabas.
No hizo falta respuesta mientras caminabais hacia tu dormitorio, manos unidas, siempre unidas mientras la luz de la Luna os iluminaba el camino de vuelta a casa.
THE END !
taglist: @strxwbloody @baaamkyu @hashuuuu
notes: oh dios mio!! no me puedo creer que haya acabado esta serie ya :((((( espero que el final os haya gustado aunque es un poquito abierto pero así libre de interpretación jusjus!! los comentarios son super bien recibidos y gracias por leer jooo os amo <3
#teeth cuarta parte#enhypen jake#enhypen#enhypen fic#sunghoon x reader#enhypen fanfiction#español#fanfic#enha#enha x reader#enha imagines#vampire jake#vampire au#vampire sunghoon#vampire jay#vampires#romance#dark aesthetic#lee heeseung#jake sim#kim sunoo#the end
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Arranque a leer el manga sobre idiomas de monstruos (el heterogeneous linguistics) y me llena tanto de felicidad. Es muy bueno yo estudio idiomas y tiene todo lo que le puedo pedir. Es genial por fin ver al lenguaje representado como algo enteramente cultural en una historia (en contraste con dnd que tiene un lenguaje común y listo, algo siempre me molestó). Nada eso creo que vos lo habías recomendado. Gracias
UNO DE LOS MEJORES ASKS QUE RECIBÍ. GRACIAS.
Espero que lo disfrutes! Más adelante toca unas teorías bastante controvertidas del lenguaje que no puedo decir porque spoilers pero da muchísimo para pensar. Pero sí, justamente una de las cosas que me encanta es que no asume un lenguaje común y va más allá, jugando y construyendo sobre como el lenguaje se manifiesta en distintas especies.
TODO EL MUNDO VAYA A LEER HETEROGENEOUS LINGUISTICS AHORA MISMO. ESTÁ EN CASTELLANO TAMBIÉN.
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El silencio se construye igual que se adquiere el lenguaje. Ese silencio retórico puede, sin duda, ayudar retrospectivamente, puede servir de máscara, de barrera, de capa, de renuencia tácita, de pudor, de secreto, pero la retórica que penetra en la esencia de las cosas las transforma sin excepción, y esa metamorfosis es tan irremediable como el odio virulento e indefinido con que Poseidón rodea a Ulises en el transcurso de los varios naufragios que componen su errar. El ejercicio común del lenguaje divide. Su rostro verdadero es el diálogo. El silencio, colocado ahora en un segundo plano, no es más que una fuga imposible de la mediación que aquel impone.
—Pascal Quignard, «3. Bacon a Lord Chandos» en La respuesta a Lord Chandos. Traducción de Ester Quirós Damiá.
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¿Cuestión de lógica?
La psicología clínica tiene infinidad de vertientes, como el humanismo, asociacionismo, conductismo, psicoanálisis, terapia centrada en el cliente (pues en quien más 🙄) etc. Todas son sumamente diferentes unas con respecto de otras, ni se diga el psicoanálisis, que es una práctica con mucho pedigrí. Pero sin importar de cuál se trate, todas tienen algo en común, se trata de un detalle que las hermana, y es la palabra. No importa qué terapia, corriente o vertiente sea, en todas la herramienta de trabajo es la palabra. "El síntoma es el lenguaje no apalabrado", decía el psicoanalista francés Jacques Lacan. La palabra es nuestro medio de trabajo y de intervención y más aún lo es el lenguaje. Todo es lenguaje y no hay nada que no lo sea, puesto que nuestro mundo está determinado por el lenguaje. Ludwig Wittgenstein decía "el límite de mi mundo es el limite de mi lenguaje".
El abogado penalista Gerardo Laveaga, en "Neurociencias: el futuro del derecho penal", señala la importancia de los neurotransmisores (sustancias químicas segregadas por diferentes organos del cuerpo y sirven para regular diferentes funciones organicas, algunos de ellos son la norepirefrina, oxitocina, noradrenalina, etc.) en la impartición de justicia. Este abogado penalista sugiere que en el futuro, el perfil de los jueces será completamente diferente al actual, ya que al considerar dichos neurotransmisores, la visión, interpretación y aplicación de las leyes cambia radicalmente, es decir, si a una persona determinada, sea juez o delincuente, le falta o sobra determinado neurotransmisor, entonces su conducta cambiará, al igual que su decisión (o falta de ella) por seguir o no las normas sociales que puedan llevarlo a cometer delitos, desde los más simples hasta los más graves, o a la impartición de justicia (esta última ya de por sí subjetiva).
Y resulta que tanto las leyes escritas, así como su interpretación y aplicación se realizan con la palabra, la cual en un sentido químico, está dirigida directamente por la producción y procesamiento de los neurotransmisores en el cuerpo del individuo.
Por ejemplo, en la psicóloga criminal y forense, cuyo objetivo es el estudio y análisis de la conducta criminal y su prevención, la palabra y el lenguaje tienen una función imprescindible en el devenir de dicha práctica psicológica. Ya que una palabra tiene o puede tener múltiples significados, es decir, la palabra es polisemántica, también una interpretación puede tener múltiples variantes.
Entonces con este detalle, toda la psicóloga enfrenta un gran problema metodológico, que más o menos a sabido sortear. Y digo "más o menos" porque, aunque la psicología en el campo de la investigación utiliza el método científico, aún así es imposible transmutar lo subjetivo en objetivo, y uno de los pilares del método mencionado es que el objeto de estudio así como sus instrumentos de medición deben ser "objetivos". ¿Cómo puede algo tan subjetivo como lo es la psicología, ser tan objetiva como lo exige el método científico, método que es crucial en el desarrollo de la psicología? Vaya tremendo vericueto en el que se metió esta práctica.
Aunque el intento de Laveaga por explicar la conducta humana dentro del campo de la justicia (y en general) es interesante, los neurotransmisores no son el único origen de la conducta y pensamiento humanos, de ser así, la humanidad simplemente ya no existiría, se habría auto extinto por involuntad (inconsciencia) propia. Mi neologismo apunta a que el humano estaría sujeto a lo que dicten sus neurotransmisores únicamente. La teoría del penalista no es nueva, para nada, dentro del campo de la medicina, psicología y psiquiatra la cuestión de los neurotransmisores como batuta de la conducta humana, está altamente revisada y revisitada infinidad de veces. Pero sí es nueva dentro del campo del derecho, por lo menos lo es en el ámbito que él plantea.
¿Qué tiene qué ver Laveaga y el derecho penal con el análisis lingüístico psicológico? Pues en primera porque soy un ávido lector de sus escritos, y en segunda porque su tesis acerca de la interpretación de las leyes y de la conducta humana es compatible con el análisis metodológico de la psicología clinica respecto de la psicopatología y el diagnóstico de enfermedades mentales y delimitación teórica de las diferentes conductas, muy comúnmente asociadas a desequilibrios mentales.
Ya para concluir, me gustaría mencionar que la palabra y la cuestión de su interpretación como herramienta para el análisis clínico del devenir humano, tanto dentro del consultorio como en sociedad, es por entero una tautología, o sea, que no importa la interpretación, sino lo que importa es la utilidad que se le encuentre o tenga dicha interpretación, sin importar si esta es correcta o no, ya que de hecho, determinar que tal o cual interpretación es correcta o incorrecta, también es subjetivo.
En "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Lacan muestra una clara y puntual diferencia entre la concepción del término "inconsciente" tanto en Lacan como en Freud, o para decirlo de otro modo, la palabra.
Freud, en especial al principio de su concepción del psicoanálisis, hacía mucho énfasis en los neurotransmisores, mientras que Lacan enfatizaba más el lenguaje, a tal grado que llegó a decir que "el inconsciente está estructurado como un lenguaje", y por supuesto lo dijo con toda razón.
Pues el lenguaje, que no es otra cosa más que la palabra en serie, es un pantano muy peligroso y el detalle es que dependemos de ese pantano ominoso, y no tenemos otro lado dónde caminar.
-Juan Manuel 💜
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«Thoreau sólo deseaba una cosa: ver y escuchar el mundo que le rodeaba. Y se interesó por la escritura, y aspiró a encontrar un tipo de escritura que permitiera a los otros no ver y entender como lo había hecho él, sino ver lo que él había visto y escuchar lo que él había escuchado. Sus palabras, no era él quien las elegía: le llegaban de lo que era preciso ver y escuchar. Usted dirá que Thoreau tenía un estilo. Tiene su manera muy propia de escribir. Pero resulta bastante significativo que, a medida que su Diario avanza, sus palabras se simplifiquen, se tornen más breves. Estaría casi por decir que las palabras largas sí contienen algo de Thoreau. Pero no las más cortas. Son las palabras del lenguaje común, las palabras de cada día. Entonces, a medida que las palabras se empequeñecen, las experiencias propias de Thoreau se tornan cada vez más transparentes. Ya no son experiencias de él. Son «la» experiencia. Y su obra mejora a medida que desaparece. Él no habla más, no escribe más; deja que las cosas, tales como son, hablen y se escriban».
_ Silencio, John Cage. Editorial Ardora, Madrid en 2005. Traducción al castellano por Marina Pedraza.
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Reseña: Cómo vender una casa embrujada
Puntuación: 3/5 ★★★☆☆
Ficha técnica
Título del libro: Cómo vender una casa embrujada.
Autor: Grady Hendrix.
Editorial: Minotauro.
Edición: Primera edición.
Número de páginas: 430.
Género literario: Narrativo.
Subgénero: Novela de terror.
Resumen (sin destripe)
Después de la muerte de sus padres, Louise vuelve a Charleston para despedirse de ellos y arreglar los asuntos pendientes relacionados a la casa en donde ella y su hermano Mark habían crecido. Sin embargo, la mala relación con su hermano y el intento de reformar la casa para poder venderla no serán los únicos problemas que Louise atraviese para dejar todo listo y poder regresar a San Francisco con su hija; los recuerdos, los problemas familiares, los secretos y la exorbitante cantidad de títeres y muñecos que su madre coleccionaba se convertirán en un reto de vida o muerte que deberá enfrentar para conseguir regresar a la tranquilidad de su vida.
Valoración literaria
Gracias al lenguaje descriptivo utilizado por Hendrix podrás imaginar a detalle lo que ocurre en cada escena, así como el terror, confusión y dolor que los personajes experimentan a lo largo de la historia. De la misma manera, su estilo de lenguaje informal te permitirá relajarte un poco de la tensión, pues los diálogos tan naturales y espontáneos de los personajes te harán soltar una que otra risa, muy necesaria si me lo preguntas. Ahora bien, la simpatía por los personajes, además de ser causada por su buen desarrollo, se debe al estilo indirecto que el autor emplea, ya que al ser la voz narrativa quien cuenta la historia aún cuando el personaje principal se trate de Louise, permite que los demás personajes cuenten su versión y se expresen emocionalmente.
En lo que respecta a su narrativa, ésta es sencilla de comprender pues como mencioné arriba el lenguaje es informal, centrándose en aspectos del día a día, situaciones casuales (o bueno, no tan casuales ya que dudo mucho que enfrentarte a circunstancias de vida o muerte en casas embrujadas sea algo común) y palabras sencillas y cotidianas que las describen. Además, y como elogio hacia el autor, los cambios de escena que hace o el cambio de narración entre un recuerdo y el presente son bastante ingeniosos. Realmente no sientes el cambio, la lectura fluye de manera natural y sin que te des cuenta.
Debido a esta facilidad y fluidez en la narrativa la historia es enganchante. Desde la primera página te atrapa la curiosidad por saber qué pasó con los padres de Louise, lo que se va a encontrar en su viaje a Charlestone, y por supuesto, quedas atrapado por llegar a la parte en la que aparece la casa embrujada. He de decir que la forma en la que Hendrix te va llevando es bastante creativa, pues cualquier cosa que te imagines con sólo leer el título muy poco tiene que ver con lo que te encontrarás a lo largo de las páginas. Ni qué decir una vez termines de leer el libro. Los giros argumentales vaya que te toman por sorpresa, y estoy segura de que así como yo en más de una ocasión te encontrarás leyendo con la boca abierta sin poder creer lo que acabas de leer. Especialmente el final; con decirte que aún continúo impresionada por ese gran giro que Hendrix usó.
Opinión personal
Como he comentado en otras reseñas, el género terror es uno de mis favoritos, por lo que este libro lo he disfrutado bastante. Desde las primeras páginas quedé interesada por continuar la historia y conocer más sobre la vida de Louise. Aunque en esencia, la historia no sólo se centra en ella sino en la relación con su hermano y los problemas familiares que los acompañan, además por su puesto, de la casa embrujada con la que deben lidiar y lograr vender. Pese a que la narrativa me gustó mucho, hubo cierto personaje con frases muy infantiles que me parecieron absurdas y pesadas de leer. Eso fue algo que me complicó un poco la fluidez de lectura, así como minimizó lo aterrador que pudo haber sido la experiencia de la historia. Sin embargo, toda esa pesadez que sentía al leer los diálogos de dicho personaje y su aparente sinsentido tuvo todo el sentido del mundo una vez llegué a los capítulos finales. La experiencia cambió totalmente y se convirtió en un “¡Aaaaaaah, por eso hablaba así!”. Después de todo, ese fastidio que sentí a lo largo de la novela se transformó en un mar de lágrimas y un apachurro en mi corazón. Ahora sólo puedo decir: ¡Qué maravilloso final! ¡Vaya giro!
Por otra parte, y con el objetivo de hacer un bonito contraste con el desahogo de arriba, he de decir que admiro mucho el estilo de escritura del autor, pues siendo una historia con tantos giros en ningún momento pierde sentido o llega a presentar incoherencia alguna. Sin embargo, entre tantas “tías” en la familia me perdí un poco en el desenlace de la historia, pues no eran personajes que salieran o se mencionaran con frecuencia, y ya no sabía la relación familiar que tenían entre sí ni con los personajes principales. Por lo que si a ti también se te va un poquito la cosa en esto, te recomiendo que pongas atención o anotes el árbol genealógico para no perderte como yo.
"El trabajo con títeres y con máscaras es básicamente lo mismo y cuesta explicar lo que es llevar una máscara a alguien que no se la ha puesto nunca, pero, en cuanto lo haces, dejas de ser tú para siempre. Con los títeres pasa lo mismo. Te enfundas uno y te cambia la postura, se te altera la voz y percibes lo que quiere, lo que le asusta, sabes lo que necesita. No llevas tú el títere; el títere te lleva a ti" (p. 241).
En conclusión, Hendrix ha hecho un trabajo maravilloso con Cómo vender una casa embrujada. Los personajes están muy bien construidos, y a lo largo de la novela se empeña en mostrarte sus personalidades y descripciones físicas. Todo fluye armónicamente. Es notable, además, el valor e importancia que le da a los lazos familiares, así como la facilidad de resolución a los problemas cuando tienes el apoyo de tu familia; y todo esto a través de una muy bien formada atmósfera de terror. Con todo lo anterior, y tomando muy en cuenta las risas y lágrimas que experimenté a lo largo de la historia, puedo concluir que he disfrutado mucho del libro, a pesar de que la mayor parte me la llevé “odiando” los diálogos infantiles del personaje que te mencioné, pero al final, incluso esto terminó teniendo todo el sentido y cambiando mi perspectiva por completo. Así pues, he de decir que para mí fue una historia que sí o sí debes terminar de leer para que decidas si es un buen libro o no. Y bueno, tal vez la valoración no llegó a las 5 o 4 estrellas, pero esto fue porque no logró sumar los puntos necesarios en mi rúbrica de valoración. Así que te invito a leer el libro para que experimentes por ti mismo todos estos puntos que te he mencionado en la reseña. Estoy segura que disfrutarás la historia, y tal vez, así como a mí, cambie totalmente tu forma de ver a los títeres y muñecos.
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La privacidad digital de los niños, “El Sharenting”
El "sharenting" se refiere a la práctica de compartir información y contenido relacionado con los hijos en las redes sociales y plataformas digitales. La privacidad digital de los niños en este contexto es un tema importante, ya que implica la protección de su información personal y su derecho a la privacidad.
Contexto:
El "sharenting" se refiere a la práctica cada vez más común de los padres de compartir información, fotos y videos de sus hijos en las redes sociales. Este fenómeno plantea una serie de desafíos en torno a la privacidad digital de los niños y adolescentes. Por un lado, el "sharenting" pone en juego los derechos digitales de los menores, como su privacidad y su identidad digital. Esto se debe a que los padres comparten contenido sobre sus hijos sin su consentimiento, lo cual puede tener consecuencias a largo plazo para el desarrollo y la autonomía de los niños.
En la era digital, la protección de la privacidad de los menores de edad se enfrenta a una serie de riesgos derivados del "sharenting". La exposición de información personal, la pérdida de control sobre su imagen y la vulneración de su derecho a la intimidad son algunas de las principales amenazas que enfrentan los niños y adolescentes. Además, el "sharenting" implica una quiebra de la privacidad y la identidad digital de los menores, ya que los padres comparten contenido sobre ellos sin su consentimiento. Esto pone en riesgo el ejercicio de sus derechos civiles y libertades, como el derecho a la privacidad.
Leyes promulgadas:
En el Perú, respecto a la protección de datos personales desde el 3 de julio 2011, se promulgó la ley N° 29733 (Peruano, 2011), mediante la cual da complemento al artículo 2 numeral 6 de la Constitución Política del Perú. De dicha disposición cabe resaltar la importancia del cuidado con los datos personales, así como los Principios rectores, como son el de seguridad y protección adecuada, con la finalidad de su resguardo a fin de evitar el uso inadecuado de los mismos; precisando que estos datos deben ser manejados en base a la regulación vigente local y de los organismos internacionales en la materia. En cuyo caso se debe dictar medidas especiales para el tratamiento de los datos personales, protegiendo y garantizando sus derechos, en atención al interés superior de los niños y de los adolescentes. Posteriormente, el 22 de octubre del 2013 (Peruano D. O., 2013) en la Ley N°30096 de Delitos Informáticos en su artículo 5 se enuncia la defensa de los niños, niñas y adolescentes con fines sexuales por medios tecnológicos. Así como las acciones en conjunto con otros países con el fin de generar medidas concretas a fin de salvaguardar las buenas prácticas de estos medios informativos y de comunicación. Esta norma, enuncia que el uso de los datos el consentimiento, debe ser otorgado de manera libre, previo, expreso e informado. Son los padres quienes deciden o no brindar el consentimiento para el tratamiento o uso de los datos de sus hijos e hijas en su representación. Sin embargo, en el Reglamento de la presente LPDP, permite de manera excepcional que los adolescentes comprendidos entre los 14 y los 18 años pueden conceder el consentimiento para la utilización de sus datos, bajo la premisa que la información sea brindada en un lenguaje comprensible por ellos y no sea necesaria la asistencia de quienes acreditan la patria potestad para ser aceptada. Tales como creación de cuentas en redes sociales, jugar por internet o compras en internet de productos permitidos.
Recomendaciones :
Concienciar a los padres: Es importante educar a los padres sobre los riesgos y las implicaciones del "sharenting" para la privacidad y el desarrollo de los niños. Esto puede hacerse a través de campañas de sensibilización, talleres y recursos informativos.
Promover el consentimiento de los menores: Involucrar a los niños y adolescentes en la decisión de compartir contenido sobre ellos en línea. Respetar su derecho a decidir qué información se publica y obtener su aprobación antes de hacerlo.
Establecer pautas y políticas: Desarrollar directrices y políticas claras a nivel familiar, escolar y comunitario sobre el uso responsable de las redes sociales y el manejo de la información de los menores.
Fortalecer la regulación: Impulsar el desarrollo de leyes y normativas que protejan específicamente los derechos digitales de los niños, incluyendo su privacidad, imagen e identidad en línea.
Promover la alfabetización digital: Enseñar a niños y adolescentes habilidades para gestionar su presencia y privacidad en entornos digitales de manera segura y responsable.
Ofrecer herramientas de control: Proporcionar a los padres y menores opciones para monitorear, limitar y eliminar el contenido publicado sobre ellos en línea.
Fomentar el diálogo intergeneracional: Facilitar espacios de discusión y reflexión entre padres e hijos sobre el uso de las tecnologías y la protección de la privacidad digital.
La clave es adoptar un enfoque integral que involucre a todos los actores relevantes - padres, escuelas, legisladores y la sociedad en general - para garantizar la protección de los derechos digitales de los niños y adolescentes.
Conclusión:
El fenómeno del "sharenting" plantea importantes desafíos en torno a la privacidad digital de los niños y adolescentes. Si bien los padres pueden tener la intención de compartir momentos significativos de la vida de sus hijos, esta práctica conlleva riesgos que deben ser considerados cuidadosamente. La exposición excesiva de información personal, imágenes y videos de menores en redes sociales y plataformas en línea puede tener consecuencias negativas para su desarrollo, seguridad y autonomía. Además, el "sharenting" puede generar problemas de identidad, acoso cibernético y la pérdida de control sobre la propia narrativa digital de los niños a medida que crecen.
Para abordar esta problemática, se requiere un enfoque integral que involucre a todos los actores relevantes: padres, educadores, legisladores y la sociedad en general. Es fundamental promover la conciencia sobre los riesgos del "sharenting", fomentar el consentimiento de los menores, establecer pautas y políticas claras, fortalecer la regulación, desarrollar habilidades de alfabetización digital y facilitar el diálogo intergeneracional. Solo a través de esfuerzos coordinados y la adopción de medidas concretas podremos garantizar la protección de los derechos digitales de los niños y adolescentes, preservando su privacidad, seguridad y autonomía en el entorno en línea.
Referencias:
Somolinos, A. Z. (2022). El" sharenting", una cuestión de patria potestad (¿ y de protección de datos?). Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, 98(793), 2769-2784.https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8665921
Romero Fernández, L. (2024). Exposición de menores en redes sociales: el fenómeno de las “Instamamis” y el “Sharenting” (Bachelor's thesis).https://rodin.uca.es/handle/10498/33473
Azurmendi, A., Etayo, C., & Torrell, A. (2021). Sharenting y derechos digitales de los niños y adolescentes. Profesional de la información, 30(4). https://revista.profesionaldelainformacion.com/index.php/EPI/article/view/85823
Nieto, Y. L. (2024). Los derechos de la personalidad de los menores de edad y el fenómeno del sharenting. Revista Derechos Humanos y Educación, 1(9), 63-81. https://revistaderechoshumanosyeducacion.es/index.php/DHED/article/view/164 Guevara, F. M. A. A., Peralta, E. C. O., Martínez, A. M. R., & Azcárate, L. A. D. (2022). Protección de los derechos fundamentales de los niños en la era digital. Encuentros. Revista de Ciencias Humanas, Teoría Social y Pensamiento Crítico., (Extra), 364-380. http://www.encuentros.unermb.web.ve/index.php/encuentros/article
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Discurso íntegro de Jorge Luis BorgeS Premio Cervantes 1979
"Majestades, señoras y señores: El destino del escritor es extraño, salvo que todos los destinos lo son; el destino del escritor es cursar el común de las virtudes humanas, las agonías, las luces; sentir intensamente cada instante de su vida y, como quería Wolser, ser no sólo actor, sino espectador de su vida, también tiene que recordar el pasado, tiene que leer a los clásicos, ya que lo que un hombre puede hacer no es nada, podemos simplemente modificar muy levemente la tradición; el lenguaje es nuestra tradición.
El escritor tiene una desventaja: el hecho de tener que operar con palabras, y las palabras, según se sabe, son una materia deleznable. Las palabras, como Horacio no ignoraba, cambian de connotación emocional, de sentido; pero el escritor tiene que resignarse a este manejo, el escritor tiene que sentir, luego soñar, luego dejar que le lleguen las fábulas; conviene que el escritor no intervenga demasiado en su obra, debe ser pasivo, debe ser hospitalario con lo que le llega y debe trabajar esa materia de los sueños, debe escribir y publicar, como decía Alfonso Reyes, para no pasarse la vida corrigiendo los borradores, y así trabaja durante años y se siente solo, vivo en una suerte de sueñosismo; pero si los astros son favorables, uso deliberadamente las metáforas astrológicas, aunque detesto la astrología, llega un momento en el cual descubre que no está solo.
En ese momento que le ha llegado, que le llega ahora, descubre que está en el centro de un vasto círculo de amigos, conocidos y desconocidos, de gente que ha leído su obra y que la ha enriquecido, y en ese momento él siente que su vida ha sido justificada. Yo ahora me siento más que justificado, me llega este premio, que lleva el nombre, el máximo nombre de Miguel de Cervantes, y recuerdo la primera vez que leí el Quijote, allá por los años 1908 ó 1907, y creo que sentí, aún entonces, el hecho de que, a pesar del titulo engañoso, el héroe no es don Quijote, el héroe es aquel hidalgo manchego, o señor provinciano que diríamos ahora, que a fuerza de leer la materia de Bretaña, la materia de Francia, la materia de Roma la Grande, quiere ser un paladín, quiere ser un Amadís de Gaula, por ejemplo, o Palmerín o quien fuera, ese hidalgo que se impone esa tarea que algunas veces consigue: ser don Quijote, y que al final comprueba que no lo es; al final vuelve a ser Alonso Quijano, es decir, que hay realmente ese protagonista que suele olvidarse, este Alonso Quijano.
Quiero decir también que me siento muy conmovido, tenía preparadas muchas frases que no puedo recordar ahora, pero hay algo que no quiero olvidar, y es esto: me conmueve mucho el hecho de recibir este honor en manos de un Rey, ya que un Rey, como un Poeta, recibe un destino, acepta un destino y cumple un destino y no lo busca, es decir, se trata de algo fatal, hermosamente fatal, no sé cómo decir mi gratitud, solamente puedo decir mi innumerable agradecimiento a todos ustedes … Muchas gracias".
#jorge luis borges#frases#pensamientos#escritos#fragmentos#literatura#escritores#libros#literatura universal
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Tres fragmentos de Cuando las mujeres fueron pájaros, de Terry Tempest Williams:
1
Ver la escritura Nushu es ver huellas de pájaros, cuervos que caminan decididamente por un estrecho sendero cubierto de nieve. Es una caligrafía linear y elegante, muy distinta a los caracteres cuadrados del chino tradicional. Ésta es la escritura secreta de las mujeres, que fue usada durante cientos de años en las aldeas rurales de Jiang-yong, en la provincia china de Hunan.
El Nushu echó raíces en el lenguaje de las mujeres iletradas, mujeres a las que no se les permitía asistir al colegio incluso hasta el siglo veinte. Esas escrituras susurrantes eran transmitidas de madre a hija y entre amigas cercanas, “hermanas por juramento”, y cuidadosamente resguardadas entre los dobleces de abanicos de papel,bordadas en pañuelos o escritas discretamente dentro de los zapatos que sujetaban sus pies.
Una de las últimas practicantes de Nushu, Yang Huanyi, nació en 1909. Explicó cómo el Nushu era una manera en que las mujeres podían hablar entre ellas fuera del lenguaje de los hombres. En los pueblos, las mujeres hacían libros encuadernados a mano, escritos en Nushu, que se pasaban unas a otras como regalos.
Los temas eran principalmente autobiográficos. A veces, simples; otras veces, profundos. Cuando moría quien los había escrito, la mujer más cercana a ella los quemaba como una ofrenda para acompañarla en el más allá, una conjunción de palabra y espíritu.
2
Aquel que sabe que su cuerpo es la espuma de una ola sigue el camino que ésta marca.
— El Dhammapada
3
¿Cómo está tu sombra, tu honorable sombra? Éste era un saludo común entre amigos en Japón, un reconocimiento de que lo que rechazamos es tan importante como lo que aceptamos. Camino con mi sombra detrás de mí, a veces delante de mí y a menudo a mi lado. Es mi compañera caprichosa: visible, luego oculta, amorfa. Una sombra no se crea en la oscuridad. Nace de la luz. Podemos ser ciegos ante ella o cegarnos por ella. Nuestra sombra nos pide ver lo que no queremos ver. Si nos negamos a enfrentarla, se proyectará en alguien más. De modo que no tenemos otra opción que involucrarnos.
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“Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella para nada”
Noam Chomsky
Avram Noam Chomsky es un lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense nacido en Filadelfia en diciembre de 1928. Es profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachussets y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva.
Sus padres eran inmigrantes judeo-ucranianos, el padre, un estudioso de la lengua hebrea y uno de sus más distinguidos gramáticos, y su madre era maestra de hebreo.
Desde 1945 estudió filosofía, lingüística y matemáticas en la Universidad de Pensilvania. Uno de sus maestros fue el filósofo Nelson Goodman, quien lo presentaría en la Society of Fellows de Harvard.
Obtuvo su doctorado en 1955, realizando cuatro años de investigación en la Universidad de Harvard y en 1988 recibió el doctorado Honoris Causa en lingüística en múltiples universidades.
Sus planteamientos lingüísticos han revolucionado muchos puntos clave del estudio del lenguaje humano, que se han plasmado en la teoría de la Gramática generativa transformacional.
Uno de los argumentos clave que se plantea Noam Chomsky a partir de la publicación de su primer libro en 1957 “Syntactic Structures”, es que los seres humanos estamos “biológicamente capacitados para el lenguaje”, esto, en contraposición total a las teorías centrales, tanto del estructuralismo, como de las de la psicología conductista desarrollada principalmente por el estadounidense B.F. Skinner que por su parte, defendía que nada de los procesos internos de la mente, ni la conciencia, ni los deseos, ni los sentimientos ni las creencias eran productos de la mente en si, sino simple y llanamente del aprendizaje conductual, en donde el lenguaje mismo era producto del condicionamiento de la conducta aprendida.
En sus estudios, Chomsky afirma que al igual que un pájaro recién nacido todavía no puede volar, biológicamente si esta capacitado para hacerlo en un momento determinado, y que ya esta programado para ello cuando sus alas se desarrollen, y que podrá hacerlo pronto y sin demasiado esfuerzo. Del mismo modo el hombre, desde que es bebé, nace ya programado para dominar el lenguaje, y que lo hará pronto y sin demasiado esfuerzo, sin importar la lengua que se trate, sea esta inglesa, española o china, y que de manera innata lo podremos hacer producto de un desarrollo biológico y no conductual.
Chomsky observa y afirma que no son muchas las frases aprendidas de modo conductual, como lo son el saludo, y que por el contrario, un niño con tan solo 3 años puede ser capaz de comunicar todo lo que quieren, sin haber aprendido todo el uso de las palabras y que tan solo un limitado contacto con el lenguaje le sirve para activar su capacidad biológica y alcanzar competencia lingüística.
Chomsky aseguraba que el fundamento común de las lenguas humanas cualquiera de las que esta se tratara, estaba basada en su recursividad, lo que permitía al ser humano introducir oraciones en otras oraciones sin límite. Según sus teorías, un niño que aprende una lengua solo necesita adquirir los elementos léxicos básicos y fijar los valores convenientes en los parámetros lo que daría a la larga, la posibilidad de obtener una “Gramática Universal, propia de todos los seres humanos, de raíz biológica, de la cual derivan las distintas lenguas de las diversas culturas que han existido en la historia y que existen aún”.
Noam Chomsky a lo largo del tiempo se ha convertido en una de las principales figuras de la política radical estadounidense, se define a él mismo como partidario de la tradición anarquista y es miembro del célebre sindicato revolucionario estadounidense IWW. Lo que a raíz de sus denuncias, varios detractores lo han tildado de antiestadounidense.
Fuentes: Wikipedia y “Noam Chomsky y la Gramática Generativa - Filosofía Actual” www.youtube.com/c/LaTravesía
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CURIOSO Inimaginable: conoce el origen de las palabras "boludo" y "pelotudo" ¿Te lo imaginabas? Estos dos insultos tan utilizados en Argentina tienen un origen insólito que te divertirá conocer. "Boludo" y "pelotudo" son dos palabras muy argentinas, que con el tiempo pasaron a ser de insultos a expresiones cancheras entre amigos. Lo que muchos desconocen es que el origen de ellas se remonta a la época de los gauchos y su etimología viene de "las bolas", los testículos del varón. El diccionario define "boludo" como "que hace o dice tonterías, se comporta como un estúpido o no es responsable". Pero en Argentina el significado es mucho más que eso, ya que pasó a ser parte del lenguaje cotidiano de todas las personas. ¿Cómo nació la palabra "boludo"? Durante las Guerras de la Independencia, en 1810 aproximadamente, los gauchos argentinos peleaban contra un ejército llamado "Primer Mundo", hombres que entrenaron en las mejores academias militares muy disciplinados y tenían las mejores herramientas para combatir: acero, armas de fuego, artillería y más elementos de primera calidad. En cuanto a los gauchos argentinos, ellos solo contaban con bolas (boleadoras), pelotas, armas desactualizadas, piedras grandes con un surco por donde ataban un tiento y facones, que generalmente eran lanzas precarias hechas con una caña tacuara. Las peleas no era de par a par, el ejército Primer Mundo contaba con más artillería para vencer a los gauchos, que se vestían con botas de potro con los dedos al aire. Ya que las herramientas de los gauchos no eran óptimas, debían crear estrategias para ganar. Una de ellas era formar tres filas: Pelotudos: era la primera fila y contaba con los guachos que portaban las pelotas de piedras grandes atadas con un tiento. Lanceros: la segunda fila eran los gauchos que tenían facón tacuara. Boludos: (que no eran tan bólidos porque venían atras) la tercera fila eran quienes portaban bolas o boleadoras. Esta estrategia hacia que los gauchos pelear con una increíble valentía, ya que los esperaban firmes en el campo de batalla mientras el ejército se acercaba hacia ellos para atacar. Los pelotudos esperaban a que lleguen a la primera fila para pegarle a los caballos, lo cual hacía que se cayeran al piso y los lanceros aprovechaban para atacarlos. Transformación a mala palabra Estas palabras quedaron en el vocabulario argentino. En 1890, un Diputado nacional dijo "no hay que ser pelotudo", haciendo alusión a que no había que ser "perejil" e hizo referencia a que no había que ir al frente y hacerse matar, tal como hacían los pelotudos en la época de las Guerras de la Independencia. Así fue como nació la mala palabra. "Boludo" y "pelotudo" en la actualidad Con el paso de los años, ambas palabras se fueron transformando. Desde inicios de los 2000, estas dos palabras comenzaron a formar parte del dialecto cotidiano de los jóvenes argentinos. Es común escucharlos decir "che boludo", una expresión cariñosa y típica entre ellos. Ahora, cada vez que emplees alguno de estos dos términos seguramente recuerdes su raíz y lo pienses dos veces.
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Ayer estuvimos viendo nuestra carta astral de compatibilidad de pareja, y algunos puntos nos inspiraron a reflexionar sobre cómo nuestras energías se complementan. Este es un resumen de aquellos aspectos que resonaron con nosotros y reflejan lo que vivimos día a día.
Denisse y yo somos dos almas intensas y reservadas, unidas en una conexión que va más allá de las palabras. Nuestras diferencias, lejos de alejarnos, crean un equilibrio único. Ella, con su mirada cautelosa y una tranquilidad natural, me inspira a ver el mundo con calma y paciencia; a su lado, aprendo a valorar la pausa, el detalle, el cuidado en cada paso. Yo, en cambio, aporto la pasión y esa chispa de intensidad que nos impulsa a vivir cada momento con toda el alma.
Nuestros silencios tienen un lenguaje propio. A veces, sin necesidad de hablar, sabemos lo que el otro siente. Somos intensos en nuestras emociones, pero también prudentes en la entrega. No fue una amistad común desde el principio; desde el primer instante, hubo algo que nos atrajo irremediablemente, una energía que sentíamos bajo la piel. Ese magnetismo crece cada día, haciéndonos sentir que nuestro amor es un refugio y un hogar.
Aunque nuestras maneras de ver la vida son diferentes, eso también nos une. Las conversaciones que compartimos nos ayudan a expandir nuestros horizontes, a ver nuevas perspectivas, y en el proceso encontramos apoyo y confianza. Compartimos sueños y risas, y un amor tan cálido que cada día reafirma que estamos hechos el uno para el otro.
Trabajamos juntos como dos partes de un todo, aunque respetamos nuestras individualidades. Nos entendemos, incluso en nuestras diferencias, porque sabemos que nos hacen más fuertes, que nos complementan y nos impulsan a crecer. Esta relación nos desafía, nos inspira y nos llena. Y, sobre todo, nos recuerda que el amor verdadero es ese que nos ayuda a ver lo mejor en el otro, mientras construimos un futuro en el que ambos podamos florecer.
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Interesante que Aníbal sea un nombre tan común en el mundo hispanohablante siendo que fue uno de los peores enemigos de Roma y siendo que los lenguajes ibéricos tienen tanta conexión con Roma, es raro que sea un nombre relativamente común (tenemos muchísimos nombres romanos pero pocos de sus enemigos, sería como alguien que se llame "Atila" o "Pirro")
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