Rise! Leonardo x tu
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Es un Oneshot! aunque Honestamente es el primer cap de un libro que tengo en Wattpad llamado "Growing Love" :], espero les guste!. :D
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Estar en un salón con temática de cóctel realmente no es como ___ planeaba que fuera su noche, pero aquí estaba ella con su mejor amiga Mika con quien solo estaba hablando puras pendejadas sin ningún punto de base cualquiera.
Ahora¿como llegaron ahí? pues básicamente.....
Era otro día cualquiera en el Rise Academy, donde siempre se repite lo mismo.
•Despertar
Lo que normalmente consiste de puro caos todos buscando sus útiles, arreglando sus uniformes y la mayoría socializando... enserio de ¿dónde sacan tanta energía para gritar tan temprano?, varios profesores han dicho que la casa Hokori es probablemente la mas hiperactiva de esta Academia, de ahí siguiéndole los provenientes de la casa Doki...
Terminando de esto procede
•Desayunar
Probablemente mi actividad favorita ya que puedo ver a Mika, una chica de cabello largo de color azabache, que siempre tiene su reconocido moño en su peló, es parte de la casa Sakusei.
y hablando de ella ahí esta en su esplendor....
"Hey Mika!" grito ____ mientras corría a acercarse a la peli-negra quien simplemente voltio a verla con una sonrisa, mientras se quitaba sus audífonos. "____! al fin llegas, ahora ¿por que llegaste tarde a la cafetería?" pregunto su amiga, a la misma vez tirándole un sándwich hacia su dirrección, sabiendo perfectamente que ____ se le habría olvidado el claro punto de esta cafetería... alimentar a sus alumnos,"GRACIAS ERES LA MEJOR!" dijo ____ y rápidamente se sentó alado de Mika, quien sólo sonrió y espero a que respondiera su pregunta anterior, "y esta vez llegue tarde SOLO por que estaban haciendo un relajo mis compañeros de habitación, portales abiertos por dónde sea y otros haciéndole bromas a sus amigos" recalcó ____ con una tonalidad monótono pero Mika podía ver el pequeño brillo de sus ojos (c/o) cuando menciono sobre las bromas.
Algo que la peli-negra sabía bien de su querida amiga, es que no importa cuanto dice que odié a su casa, ella realmente le tenía un gran cariño especialmente cuando hacían tonterías como esas, asi que Mika solo río y dijo "aja, haste la simulada que no tuviste nada que ver con eso", _____ al terminar de comer su bocado del sándwich simplemente mencionó "QUE? YO? HAH-...claro que no-" Mika solo se le quedo viendo "tal vez...PERO, PERO después paso lo peor, EL MALDITO PAVO ENTRO Y NOS---" en ese momento como si las leyes de la vida no estuviera a su favor de la estudiante de pelo (c/p), el profesor paso cerca de su comedor, Mika trato de callarla pero la (c/p) siguió y ya era muy tarde.
"___!" grito el Profesor Hayato "a la concha de mi mamá-" procedió a decir ____ en voz baja continuando en una voz de lo mas normal "heeeey~ profe~" "Ve a dar 20 vueltas al rededor de la cancha para que te enseñes a respetar a tus Maestros" respondió el Profesor Hayato con una gran elegancia, y después siguió con su camino.
"AGHHH" Mika simplemente movió su cabeza de un lado al otro, mostrando claramente sin ninguna palabra su decepción hacia _____.
terminemos diciendo que ____ apenas y pudo terminar las 20 rondas ya que varias veces casi se desmayaba.
No fue un buen desayuno.
•Clases
Las clases son como cualquier otra, tenemos las clases básicas 'Ingles' 'Español' 'Biología' e 'Historia' las cuales son clases compartidas entre casas, osea todas las casas de sus respectivos grados se juntan a tomarlas, y luego las clases especiales, cada casa tiene clases particulares, las de la casa Hokori siendo Kendo, Estrategia y Hokori mystic.
Las cuales ____ siempre termina herida especialmente en las de Kendo, Mika nunca deja de preguntarse como carajos sigue viva...
Pero ese día la clase de estrategia fueron canceladas por el maestro principal Nyx, (para el alivio de ___ ya que no había hecho la tarea), esto sucedió ya que el dicho maestro tenia un anuncio para hacer, dicho anunció que ___ no prestó atención a.
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Por lo cual, cuando llegó la noche y vio que todos sus compañeros estaban buscando varios diferentes vestuarios, quedo por decirlo simple, estupefactada y extraño ya que ni su amiga que siempre estaba en su teléfono le contestaba sus mensajes...No fue hasta que una compañera se le acerco.
"Oyes ____, ¿no te vas a arreglar? ya mero es hora para irnos" la chica era bella ojos color miel, cabello esponjoso y radiante de color cremita se podria comparar con aquello de una oveja, el vestuario que llevaba era un elegante vestido de color coral que ajustaba muy bien su figura.
si fuera por ___ le pide que sea su amada en esos momentos, claro de broma, ya que la chica llamada Nina ya tiene novia, además que ____ realmente no siente lo que es amor hacia ella mas que nada admiración.
"¿arreglarme? ¿para que? más que nada ¿por que todos se estan arreglando me perdí de algo o?" pregunto ____ con honesta confusión, la chica llamada Nina se acerco a la cama de la (c/p) y se sentó en la orilla "____, mor ¿como que para que? ¿acaso no escuchaste al Profesor Nyx? literalmente canceló la clase de estrategia para que tuvieramos tiempo de arreglar todo para cuando vayamos al evento que organizó Big Mama" respondió Nina con la misma confusión que ____ "¿QUÉ- ENTONCES POR ESO SE CANCELO? a la madre estoy más perdida, con razón Mika no contesta mis mensajes...eso o me puso en silenció después del spam que le hice-" Nina simplemente se comenzo a reír a carcajadas y procedió a tomar a la (c/p) de la mano para ayudarla a arreglarse.
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Lo cual nos lleva de vuelta al inicio.
____ hablando con Mika de cualquier cosa que ven alrededor del salón, y saludando alguno que otro compañero o compañera que se acercaba, pero claro toda diversión debe llegar a su fin.
Ya que Mika tuvo que despedirse, por que por algun motivo había algo mas importante que estar con ____, pero aun así se despidió y ____ quedo sola en esa esquina donde antes estaba con su amiga.
Podría ir a buscar a otras personas pero ¿realmente quería hacer eso? honestamente no.
Asi que solo se quedó ahí, hasta que alcanzo a ver una mesa de bocadillos, verán El Profesor Pavo- digo Hayato les había dado una clase de etiqueta anteriormente, ya que segun el "deben de tener elegancia para poder manejar la espada".
En esa misma clase de etiqueta, el había mencionado que los bocadillos en eventos, normalmente solo estaban de adorno, ya que el punto principal era socializar, claro normalmente ____ le haría caso (no realmente) pero ver esa dulzura de varios distintos postres simplemente no podía detenerse, además no esta haciendo nada ¿que podría pasar?.
Asi que se acerco a la mesa de bocadillos y agarro algunos cuantos, _____ después procede a buscar un sillón vacío donde podría sentarse, parecía que la suerte estaba de su lado cuando vió uno cerca de la pared, listo para ser tomado por ella, de ese modo se dirigió hasta allá y se acomodo para comenzar a comer los bocadillos que había elegido.
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-Mientras esto ocurría, algo interesante pasaba del otro lado del salón -
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Leo no estaba muy seguro de que hacer, claro estaba muy satisfecho con la atención que le prestaban los alumnos de la casa Hosuke, unos bromeando , por lo cual el les regresaba el chiste, pero cuando otros preguntaban sobre como exactamente fue que el y sus hermanos pudieron detener al Kraang, no sabía que decir exactamente, el mismo no quería recordar que tanto hizo sufrir a sus hermanos o cómo casi los perdía, esas preguntas simplemente abrían heridas que honestamente aun no cerraban completamente, asi que dijo lo primero que se le vino a la mente para escapar esa situación.
"bueno, bueno toda esta atención es genial y todo, pero tengo que ir a ver a mis queridos hermanos, ya que quedamos en vernos, asi que me tengo que ir!, ba-bye"
Mientras Leo se alejaba del pequeño circulo que se había creado al rededor de el, alcanzo a escuchar a unos regresar su adiós mientras otros simplemente quedaban decepcionados que sus preguntas no fueron respondidas.
Honestamente Leo había mentido, nunca quedo en verse con sus hermanos, aunque eso podria verse ya obvio, pero aun así fue a buscar a su gemelo querido, quien sorprendentemente no fue muy difícil de encontrar ya que parecía estar en la misma situación que el, aunque la diferencia era obvia ya que la tortuga morada se miraba muy emocionado de estar explicando como funcionan sus inventos a los otros alumnos interesados...muy interesados-, pero que hay de esperar eran de la casa Sakusei, literalmente lo suyo era la tecnología y la creación.
Pero eso no paro a Leo de 'mejorar' todo con su presencia, asi que se acerco a Donatello y le puso un brazo sobre su hombro, esta acción es respondida con Donnie preguntándole "¿que estas haciendo?" con un tono de voz aburrido, la tortuga de color azul al escuchar esto solo suelta una pequeña risa y le contesta "no puedo creer que hayas olvidado que nos quedamos en ver" esto lo dice mientras se limpia una lagrima inexistente de su ojo, "¿que? nunca quedamos en eso" la tortuga de color morado le responde como si fuera lo mas obvió del mundo, esto simplemente fue respondido por un codazo de Leo, una seña que significaba 'sígueme la corriente' claro nunca perdiendo la sonrisa que se mostraba en su cara, lo cual Donnie le hace caso de mala gana, no sin antes despedirse de los alumnos que estaban ahí.
"Leo" Donatello comienza seriamente "¿sí mi hermano?" "¿Por que carajos hiciste eso?" Donnie procede a decir viendo a la tortuga de azul fijamente "¿Qué? ¿acaso no puedo pasar tiempo con mi hermano favorito?" respondió Leo inocentemente, lo cua es respondió por Donnie, no con palabras pero una mirada que podía decir mas que varias palabras podrian.
"¿Qué?, agh es que simplemente me sentía algo sofocado" procedió a confesar Leo esto ocasiona una risa de parte de Don "¿tú? ¿sofocado?, Leo que siempre anda buscando atención ¿se sentía sofocado?" esto lo dice de la manera más dramática posible "wow, este será el fin del mundo", Leo simplemente se le quedo viendo a su gemelo querido, "desprecio...esta bien bien, bueno ahora que me has separado de los otros seres como 'muah', ¿que quieres hacer?" terminó preguntando Donnie, lo cual Leo procede a sonreír y contesta "honestamente no tengo idea, simplemente quería separarme de los otros, pero podemos ir a buscar a Mikey" "claro, pues está allá y se ve muy alegre" respondió Donnie apuntando a la dirrección donde se encontraba su hermano menor, Leo voltea a ver dicha dirrección y dice "ok, tal vez dejémoslo para que se divierta" esto ocasionando una reacción instantánea del morado, para voltear a ver a su hermano en azul "Y DECIDISTE ¿NO DEJARME A MÍ DIVERTIRME?, al fin había encontrado personas que entendían mis inventos y mostraban apreció hacia ellos" Leo simplemente ignoró a su hermano diciendo"tú eres una historia distinta".
Mikey durante su platica sobre los diferentes tipos de artes con otros alumnos, alcanzó a ver a sus hermanos de la esquina de sus ojos y decidió acercarse a ellos, entonces se despidió y fue a ver que estaba pasando exactamente con sus dos hermanos.
Donatello seguía dramatizando de lo anterior, y como al fin encontró a los suyos, durante ese tiempo Leo se canso de escuchar las disputas de su gemelo y comenzo a observar su alrededor, no fue hasta que sus ojos cayeron en una cierta persona que honestamente no conocía pero le llamo la atención.
Era una chica que se encontraba sola en un sillón cerca de la pared, su vestido era hermoso de un color (c/f) y se le miraba comiendo un pequeño cupcake, Leo no sabía de dónde le llegó tanto interés de saber quien era, o hasta de acercase a simplemente hablarle, el había quedado hipnotizado, ¿cuanto tiempo se le quedo viendo? ni idea pero el tiempo no parecia pasar, no fue hasta que escuchó alado de el un pequeño grito de su hermano menor "LEO ¿ESTAS AHÍ?!?!", en ese momento Leo salió de su ensueño y voltio a ver a sus dos hermanos el menor viéndolo con preocupación mientras que su gemelo con confusión.
Mikey le pregunta a su hermano "¿estas bien? estas todo rojo ¿te sientes mal? nos podemos ir si quieres!, dejame ir a hablarle a Raph", Leo al escuchar de como estaba se avergonzó y al querer decirle a mikey que esta bien, el pequeño ya había desaparecido a buscar a su hermano mayor.
En ese momento Donnie le habló y Leo voltio a verlo, esto sin antes voltear a ver el lugar donde estaba la chica para ver si seguía ahí, Donnie claramente se dió cuenta que voltio a ver a otro lado antes de verlo a el, asi que el al igual que su hermano checo que le había interesado tanto a su querido gemelo.
Leo al percatarse de dicha acción, inmediatamente supo que ya valió madres.
Donatello voltea a ver a su hermano con una sonrisa y tono algo burlona y dijo "que tienes hermano querido?".
Leo sintió todo su ser paralizarse no podia responder con palabras coherentes todo lo que decía terminaba siendo un simple tartamudeo, la sonrisa de Donnie creció más en ese momento, ya que sus cálculos cerebrales fueron acertados de lo que estaba pasándole a Leo.
Leo tenía un pequeño crush.
Donnie no lo podía creer su hermano que siempre penso que quedaría solo, estaba admirando a una chica que solo vio una vez, la tortuga de caparazón suave no iba dejar esta oportunidad pasar, de poder burlarse y chantajearlo.
Leo por obra del espíritu Santo pudo mantener su postura y al fin dijo algo coherente "nada solo estaba admirando el salón a y te diste cuenta que hay bocadillos alla?", sonriendo como si nada hubiera pasado, al mismo tiempo que la tortuga de orejas rojas estaba rezando de que Donnie realmente no se hubiera dado cuenta y que su gemelo solo estaba sonriendo por otra cosa, nada que ver con el, en ese momento pareció que cualquier ser superior escucho los rezos de dicha tortuga, ya que Mikey al fin había regresado con Raph, respirando profundo y apunto de proclamar que estaba bien, Donnie lo corto diciendo "parece que Leo vio algo interesante".
Que se valla a la jodida cualquier ser superior que claramente no existe.
Leo estaba en problemas.
La tortuga azul entrando en panico procedió a decir "si algo muy interesante como la mesa de bocadillos-" , Donnie responde con "si claro, creo que viste un bocadillo especial ¿verdad?", esto ocasiona que Leo se vuelva mas rojo que un tomate, poniendo la mascara de Raphael en vergüenza.
Mikey al fin hablo solo para decir "MIRA RAPHA LE ESTA PASANDO OTRA VEZ" el hermano menor entrando en pánico sobre lo que le sucedía a su hermano.
Mientras que Raphael estaba... confundido, por ponerlo simple, digo tenemos a su hermano menor diciendo que Leo esta mal, pero del otro lado tenemos a Donnie con una sonrisa que como hermano mayor sabe que significa problemas y para acabarla el ahora supuesto "lider" no puede decir ninguna palabra coherente para callar a Mikey.
Raph necesita respuestas y sabe que no vendrían de Leo o de Mikey asi que se acerca a Donnie..digo si esta asi de calmado y sonriendo significa que debe saber algo..verdad?
"Donnie que esta pasando?", la tortuga morada lo voltea a ver contestando algo muy simple "oh nada, solo Leo admirando a alguien"
Raph se esperaba todo menos eso
Su hermano menor, el mismo hermano quien siempre se mostraba con orgullo y confianza ahora se muestra todo nervioso y avergonzado por una simple persona que vió por ahí, y el, no como Donnie que solo esta gozando de todo esto, el va a ayudar a su hermano a aunque sea hablar con aquella persona que lo tiene así.
Entonces se acerco a Leo y le puso un brazo sobre su hombro y le dijo "entonces...quien es la persona desafortunada?", Leo sorprendido contesto "QUE?! bueno- ESPERA DIJISTE DESAFORTUNADA?"
Mikey quedo confundido hasta que proceso las palabras de su hermano mayor "LEO ESTA VIENDO A ALGUIEN?" en una voz un poco mas alto de lo normal lo cual ocasiono que los 3 hermanos callaran rápidamente al menor, "perdón perdón me emocione, pero Leo ¿quien es?, ¿quien es? ¿que le gusta hacer? ¿cual es su color favorito? OH! tal vez ¿le gusta dibujar?"
Donnie lo voltea a ver y le dice "Mikey cálmate, y estoy mas que seguro que Leo no sabe nada de eso ya que solo la vió UNA vez", Rapha se une a la conversación diciendo "PERO con ayuda de nosotros estoy seguro que pronto sabra todo eso", "espera que? no me agreguen a sus babosadas" dijo Donnie, Mikey por el otro lado estaba trinando de emoción para ayudar a su hermano.
No fue hasta que Leo hablo, "chicos ya dejen de decir esas cosas solo la ví una vez y solo fue un momento, nada más ahi quedó, mejor vamonos a hacer otra cosa"
Leo estaría mintiendo si dijera que no quisiera hablar con ella o que no estuviera feliz que sus hermanos (menos Donnie) quisieran ayudarlo, pero solo la vio, no es para tanto, además, ¿que tal si esta esperando a alguien? o ¿tal vez no quiere nada que ver con el? digo no es por presumir pero el evento estaba dirigido hacia el y sus hermanos por salvar el mundo de los kraangs...los kraangs... no eso ya es el pasado ya no están, el y sus hermanos estan bien, pero aun así si quisiera algo que ver con el hubiera ido a saludarlo como la mayoría de los que estan en el baile hicieron.
Raph y Mikey estaban apunto de decir "esta bien no te esforzaremos" pero su gemelo tenia otra idea, aunque no lo crean Donnie estaba observando siempre lo a hecho especialmente despues de lo del kraang y ver que tanto daño ocasiono a sus hermanos especialmente Leo en el momento de que regreso del otro portal, el estaba apuñalado con varios huesos rotos, Donatello no sabía que hacer, Leo era el medico del equipo no el, claro sabía lo básico pero no tanto como Leo, asi que tuvo que aprender y cuando Leo mejoro un poco de sus heridas, la tortuga azul actuaba como si no le dolía nada, aunque era obvio que sí, esto ocasiono que Donnie fuera mas observador hacia su gemelo de lo normal.
Asi que Donatello podia leer su lenguaje corporal como un libró, Don no falto notar, el pequeño movimiento de hombros al decir que no quería hacerlo, ya que si quería pero se sentía inseguro , una palabra que nunca pensaría usar para describir a Leo.
"suspiro, no puedo creer que valla a hacer esto" "eh-!? DONNIE QUE HACES" "quien tenga miedo de vivir que no nazca" fueron las ultimas palabras que escucho Leo antes de que Donnie lo empujara a la dirección del sofa donde se encontraba la chica, Leo estaba sorprendido pero luego soltó una carcajada, ya que esas mismas palabras son las que el siempre dice antes de atacar o hacerle una broma a sus hermanos.
Despues de lo sucedido Leo se sentía un poco más seguro, no mucho pero hey algo es algo, durante su caminata que por alguna razón parecia tomar mas tiempo de lo normal, sus pensamientos estaban al choque no sabía que decir exactamente y eso era muy obvió para sus hermanos que lo veían desde la mesa de bocadillos
"Donnie por que hiciste eso??? lo va a arruinar!" "NO SE POR QUE LO HICE fue lo primero que se me vino a la mente" "vamos Don, Raph confíen en el, todo va a estar bien! y si algo pasa pues Dr. Delicadeza esta aqui para solucionarlo" termino diciendo Mikey con mucho orgullo.
"MÍRALO MIKEY APENAS Y ESTA CAMINANDO CORRECTAMENTE" dijo calmadamente Rapha
Leo mientras tanto ya no sabía que exactamente hacer y no entendía por que, digo EL era el lider del equipo, el mejor en crear planes de último momento pero por algún motivo ningún plan se le venía a la cabeza en ese momento, hasta que se dio cuenta que la chica tenia una pequeña mancha de Crema batida del cupcake en su mejilla, era tierno honestamente y gracias a ello ya sabía que hacer
"buenas noches señorita, parece tener algo en su mejilla" dijo Leo al mismo tiempo que agarraba un pañuelo de su sacó para dárselo
La chica lo voltio a ver avergonzada de lo sucedido y aceptó el pañuelo rápidamente y a la vez diciéndole un suave "gracias"
Leo en ese momento supo que esa chica que estaba enfrente de el era la mas tierna y bella que había visto en su vida, se mostraba sonrojada por lo que había dicho el, y eso la hacía ver aun mas linda que dejaría a los bocadillos en vergüenza, y para acabarla cuando la chica alcanzo a agarrar su pañuelo sus dedos toparon con las de el por un momento, ocasionando que el corazón de Leo saltara un latido.
Leo vio que a lado de ella estaba el sillón desocupado asi que hizo lo mas obvio pero primero que todo dijo "me puedo sentar a su lado?" la chica que ya habia limpiado su mejilla le sonrió y le dijo "claro que puedes" ahora de que Leo había escuchado mas claramente su voz quería escucharla aun más era tan adictiva que podria escucharla hablar por horas y dias, al sentarse alado de ella, la chica siguió con la conversación "gracias una vez más por el pañuelo, lo lavare y te lo regresaré" Leo estaba apunto de decir que así estaba bien pero se dio cuenta que esa sería una buena excusa para volverla a ver asi que solo le agradeció por ello, despues de eso Leo se dio cuenta que realmente no sabía de que hablar, POR PRIMERA VEZ Leo Hamato no sabía socializar, asi que dijo lo primero que se le vino a la mente "buen clima, verdad?"
La chica solo se le quedo viendo y contesto "si buen clima del aire acondicionado que a estado activado todo este tiempo", "eh digo uh-" decir que Leo estaba avergonzado es un eufemismo pero de la nada escucho a la chica reírse y maldita sea esa risa era como una melodía que nunca podría dejar de escuchar.
"solo estaba bromeando, es que te mirabas muy tensó y pues".
¿Acaso era tan obvió?, que hasta ella se dió cuenta, ¿realmente esto no podría empeorar? "ah-, perdón es que no soy muy bueno socializando" Leo al darse cuenta de lo que dijo quería morir de vergüenza, ¿como que no sabe socializar?, literal socializar es lo suyo, es lo que lo representa es lo que mejor sabe hacer, y ahora está aquí diciendo ¿que no sabe????, "mmm te entiendo honestamente tampoco se mucho de ello aunque este en la casa hosuke y según ahí todos somos extrovertidos" termino su oración con una pequeña risa algo avergonzada, "espera estas en la casa hosuke?" Leo pregunto con mucha curiosidad, acaba de aprender algo nuevo de ella, y eso es que es una alumna de la academia que básicamente esta en la misma casa que el, aunque el no va a la academía-
Pero ignorando esa última parte, el quería aprender mas de ella, asi que de esa manera creó su nuevo plan preguntar cosas sobre ella de la manera mas sutil posible, "si creo que seria obvio por el listón azúl de mi brazo- literalmente todos tenemos un listón de la casa que pertenecemos", "uh- bueno es que, cierto-" ok tal vez ese plan de Leo no fue muy bueno "hablando de eso ¿y tu liston? ¿de que casa eres? ¿como hiciste para que te dejaran estar aqui sin liston?.
ok- TAL VEZ fue muy mala idea de Leo, hacer preguntas ya que ahora le estan haciendo preguntas a el, pero espera....acaso ¿no sabe quien es?, si no sabe quien es, el no sera la persona en decírselo asi que simplemente contesto con "a es que soy un invitado especial de Big Mama por ello no tengo listón", la chica se mostraba sorprendida por ello "espera, estas diciendo que todos los que estan aqui, ¿no son solo maestros y estudiantes? si no que también hay otros, ¿que no tienen nada que ver? WOW con razon Don Pavo quería que fuéramos social", "Don Pavo?" un nombre muy interesante y poco común pero ¿quien era Leo para juzgar? "a claro es un hijo de- digo un Profesor de la academia"
____ no podia decir vulgaridades hacia su querido maestro, ¿que tal si la escuchaba?, no queria saber cual seria su castigo, aun no olvida las 20 rondas alrededor de la cancha que hizo esta mañana. Asi que solo sonrió después de responderle
"ah ya veo bueno, ese maestro ¿quería que socializaras?, pues estas de suerte que aqui estoy! soy Leonardo, Leon o Leo elige tu favorito, un placer conocerte" Leo se dio el mismo los cinco...bueno en su situación los tres mentalmente.
___ soltó una pequeña risa y procedió a decir "muy cierto!, soy ____ un gusto conocerte también Leo"
Y así fue como inicio su conversación, poco a poco fueron conociendose mejor desde su color favorito hasta contarse historias de lo que han hecho con sus hermano o amigos.
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Mientras tanto Raph, Donnie y Mikey solo observaban de re-ojo lo que sucedía
"ven les dije que todo iba a salir bien, Leo sabe lo que hace" menciono Mikey "de milagro eso paso ¿Mikey acaso no lo viste al inicio?" dijo Donnie de manera algo monótono mientras que Raph solo observaba orgullosamente.
Regresando con Leo y ____ que se encontraban riéndose de la vez en la que la amiga de _____ le había mencionado sobre unos froot loops jumbo, esto no fue hasta que fue interrumpido por una llamada proveniente del teléfono de Leo.
Leo reluctantemente contesta el teléfono pero no sin antes ver que era Donnie, "LEO TODO BIEN?" se escucha la voz de Mikey gritar "Mikey esperate" se escucha la voz de Raph "Leo averigüe que el siguiente baile de la noche será en 5 minutos" se escucha de parte de Donnie decir
Leo honestamente no pudo reprimir su sonrisa, simplemente saber que sus hermanos estaban dispuesto a ayudarlo con esto realmente lo hacía muy feliz asi que simplemente le agradeció a Donnie y menciono que todo estaba bien para responder la pregunta de Mikey al colgar ya sabía que tendria que hacer
Asi que se paro y se puso enfrente de ____ para después decir "me permite está danza?" como si fuera todo planeado, la musica comenzo a sonar al terminar su oración.
___ se mostraba algo reluctante "veras honestamente no se bailar" "¿y? simplemente hay que divertirnos solo deberas seguir mis pasos" Leo dijo con confianza parecía que todo estaba a favor de esta Tortuga ya que la iluminación era perfecta y su mirada hacía ____ era alentador.
"esta bien, vamos" contesto ____, y agarró la mano que le ofrecía él caballero
Al estar en la pista parecia como si fuera un cuento de hadas, solo ellos dos en su mundo, ellos dos llenando el espacio con su presencia, ellos dos divirtiéndose hasta el final, parecia que los dos encajaban perfectamente bailando de mano en mano, el príncipe y su princesa.
Al llegar al final de la canción ambos estaban riéndose por las varias veces que casi caían pero aun así seguían bailando, no fue hasta que por las bocinas se escucharon las palabras que Leo nunca quiso escuchar.
"estudiantes de la academia es hora de regresar, espero se hayan divertido el día de hoy, recuerden que mañana abra mas clases"
se escucharon varios 'nooo' al escuchar el final, pero aun así todos comenzaron a regresar a sus propios grupos para irse.
Leo se sentía decepcionado ya que acabo tan pronto, pero al ver que ____ se había despedido de el, Leo rápidamente agarro su mano y le preguntó "podrias darme tu número? para mantenernos comunicados", ____ acepto y procedió a darle su número y al terminar se despidió con una pequeña reverencia, Leo se rió y le devolvió dicha reverencia.
La tortuga azul simplemente se quedo viendo como ____ procedía a unirse a su grupo, no sin antes ver que se acerco a una chica peli-negra y procedió a darle un zape, pero justo después un abrazo, algo simplemente hizo que Leo sonriera, poco a poco las dos chicas desaparecieron de su vista.
Al ver que ya no estaba Leo regreso a ver a sus hermanos que se encontraban cerca de la mesa de bocadillos y corrió hacia ellos gritando "CONSEGUÍ SU NÚMERO"
Lo cual fue respondido con una sonrisa de Raph, un "wow, ¿realmente lo lograste?" de parte de Donnie y unos pequeños "woooo" y "supe que lo ibas a lograr" de Mikey.
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 157. Acción de Gracias (III)
Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 157.
Acción de Gracias (III)
Adrián llegó a New York un poco después del mediodía. El aeropuerto era un caos debido a toda la gente que arribaba al mismo tiempo por las fiestas, pero se las arregló para pasar desapercibido y subirse a un taxi que lo llevara directo a su departamento.
En cuanto Neff y Lyons les confirmaron que Damien estaba a salvo y de camino a Chicago, Adrián y Ann acordaron moverse; él de regreso a su casa con su madre y su hijo, y ella se encaminaría a Los Ángeles para ver a Verónica. Todo tenía que volver a la aparente normalidad lo antes posible, en especial cuando aún los acontecimientos de lo ocurrido en aquella base militar no se hubieran hecho públicos.
Pero independientemente de ello, Adrián ansiaba poder dejar todo ese asunto atrás, aunque fuera un par de días. Ya había cumplido con su deber con la Hermandad y con Damien; ahora le tocaba enfocarse en su madre. Luego de esperar tantos años para reunirse de nuevo con ella, se lo había ganado.
Al ingresar por la puerta principal del departamento, lo primero que lo recibió fue el delicioso aroma de la comida. Lo más seguro es que Gilda les hubiera preparado para cenar, pese a que usualmente se tomaba ese día libre. Dejó entonces su maleta un momento en vestíbulo y, sin anunciarse, se encaminó hacia la cocina. Esperaba poder dar la sorpresa de su llegada, pero el sorprendido terminó siendo él en cuanto echó un vistazo a la cocina y, además de Gilda frente a la estufa, vislumbró a alguien más.
Rosemary Riley, envuelta en una gruesa bata blanca de lana, y con su cabello canoso atado en una cola, estaba de pie a un lado, canturreando en voz baja, mientras cortaba con un cuchillo pedazos del pavo rostizado que tenían sobre la encimera de la cocina. Adrián se quedó atónito, tanto que fue incapaz de decir nada para hacer notar su presencia. Igual no fue necesario, pues en algún momento su silueta fue visible para Rosemary por el rabillo del ojo. La mujer se giró hacia él, y le sonrió ampliamente con alegría.
—Hey, miren quién está aquí —pronunció Rosemary con júbilo, dejando el cuchillo de lado por un momento, y acercando una servilleta para limpiarse las manos.
—Mamá —masculló Adrián, despacio—. ¿Estás…?
—¿De pie? —le complementó Rosemary, riendo divertida. Se acercó entonces una andadera de aluminio que tenía a un lado, y la usó como apoyo para así aproximarse hacia su hijo con paso lento, arrastrando un poco los pies—. Parece que la terapia física está dando resultado. ¿No es genial?
Adrián no supo qué decir. Ann le había mencionado algo sobre que en efecto su madre estaba respondiendo bien a la terapia, pero no se había imaginado poder verla levantada de la cama tan pronto. Si no conociera las circunstancias reales tras el malestar de su madre, incluso se atrevería a decir que se trataba de un milagro.
Rosemary se acercó lo suficiente a él para colocar una mano sobe su mejilla y luego inclinarse para darle un beso en la otra. Adrián se agachó un poco para facilitárselo. La sensación de sus labios contra su piel resultó más cálida de lo que se había imaginado.
—Pero no te acostumbres —indicó Rosemary justo después, con voz cansada—. Creo que ya he gastado mi cuota de hoy. Te dejó el resto, Gilda —indicó con tono vivaracho, al tiempo que se encaminaba hacia la mesa del comedor para sentarse.
—Tranquila, señora —respondió el ama de llaves desde la cocina—. Esto ya casi está terminado.
Adrián se apresuró para ayudar a su madre a sentarse, jalando una silla hacia atrás y tomándola del brazo para que se apoyara en él mientras bajaba lentamente hacia el asiento.
—Deberías estar descansando —señaló Adrián, rozando peligrosamente el regaño.
—¿Cuarenta años te parecen poco descanso? —bromeó Rosemary, y Adrián no pudo evitar reír un poco también. Al menos parecía que estaba de bastante mejor humor, y eso era bueno.
—Rosemary me estaba ayudando con los últimos toques para la cena —indicó Gilda, saliendo de la cocina con un tazón de puré de papa en una mano y una salsera en la otra, para colocarlas en el centro de la mesa—. Así que se puede decir que esto tendrá un poco de amor de mamá.
—Gracias por quedarte a preparar esto, Gilda —mencionó Adrián, genuinamente agradecido.
—No digas nada —respondió el ama de llaves con una sonrisa relajada—. Es un placer cooperar para que su primer Día de Acción de Gracias luego de tanto tiempo sea memorable.
Salió de la cocina poco después con más platos que contenían los diferentes acompañantes, siendo lo único que faltaba el pavo, que ya estaba listo en la cocina para que se sirvieran lo que quisieran. Una vez todo lo demás estuvo en la mesa, se retiró rápidamente el delantal y lo dejó sobre el respaldo de una de las sillas.
—Pero ahora sí debo retirarme, porque mi familia me está esperando —indicó Gilda con apuro en su voz.
—Muchas gracias por todo —masculló Rosemary—. Espero que la pases bien con tu familia.
—Igualmente. Nos vemos el lunes, y coman rico.
Gilda se dirigió presurosa hacia la puerta, ante la mirada atenta de Adrián y Rosemary. Cuando escucharon la puerta cerrarse detrás de ella, Adrián volvió su atención una vez más hacia su madre.
—¿Y Sebastián?
—En su cuarto, estudiando. Es un niño muy aplicado; en eso también me recuerda a ti. Apropósito, ¿cómo te fue con lo que tenías que atender?
—Todo salió bien —declaró Adrián, asintiendo.
—Gracias a Dios —exclamó Rosemary en alto, y la mención ciertamente destanteó un poco a Adrián; difícilmente algo de lo ocurrido involucraba a Dios—. Ann se fue esta mañana —mencionó Rosemary justo después.
—Sí, lo sé. Ella también tenía asuntos que atender.
—Es una mujer adorable —profirió Rosemary, esbozando una sonrisita socarrona—. Pudimos hablar un poco mientras estuvo aquí. Me habló de su negocio, de la muerte de su esposo y de su hijastro... Pero con lo que se portó un poco evasiva, fue cuando le pregunté cómo es que ustedes dos se conocieron.
Adrián carraspeó un poco antes de responder.
—Por negocios, principalmente.
—Sólo negocios, ¿eh? —susurró Rosemary, asintiendo lentamente.
Adrián dejó escapar un largo suspiro.
—Mamá, escucha —pronunció con seriedad—. Ann y yo…
Antes de que terminara su frase, Rosemary alzó una mano hacia él, indicándole que parara.
—No tienes que decirme nada si no te sientes listo. Pero no me mientas.
Había severidad en sus palabras, pero también un notorio cariño imposible de ocultar; dos ingredientes siempre presentes en cualquier madre, concluyó Adrián. Y no puedo evitar reír un poco ante tal idea.
—Te extrañé mucho —musitó el hombre de barba anaranjada, observándola atentamente con una cándida sonrisa, que Rosemary no tardó en corresponderle.
—Ven acá —indicó la mujer extendiéndole los brazos. Adrián se aproximó a ella sin dudarlo, y la estrechó en un fuerte abrazo. De nuevo, el calor que le provocaba su cercanía lo tomó por sorpresa.
¿Por qué no sentía lo mismo con quién, supuestamente, era su hija biológica?
En el momento en el que se separaron, ambos notaron por el rabillo del ojo como la pequeña figura de Sebastián ingresaba en el área del comedor. Estaba vestido bastante formal para un niño de su edad, saco negro y pantalones grises, e incluso corbata. Debajo su brazo traía un folder color beige. Al posar su mirada en Adrián, no pareció particularmente sorprendido con verlo ahí.
—Hey, amigo —le saludó Adrián con cordialidad—. ¿Listo para cenar?
—Sí —respondió el niño sin más. Se aproximó a la silla más próxima y se sentó en ella, dejando la carpeta que traía en la mesa a su lado.
—¿Por qué no le muestras a tu papá en lo que estuviste trabajando mientras no estaba? —comentó Rosemary, con tono de complicidad.
Aquello atrajo la curiosidad de Adrián.
—¿Qué es?
—Una composición para el violín —señaló Sebastián, y sacó entonces del interior de la carpeta unas cuantas hojas de partituras—. Pero no está terminada.
—¿Una composición? —exclamó Adrián, sorprendido—. ¿Hecha por ti?
—Te lo dije, es un niño muy aplicado —expresó Rosemary con orgullo—. Pero mejor dejemos eso para después de comer. Déjenme les sirvo…
Rosemary hizo en ese momento el inicio de un intento para levantarse, pero Adrián se apresuró a detenerla antes de que lo concretara.
—No, no te levantes. Yo me encargo.
Adrián se dirigió a la cocina, y él mismo se dispuso a sacar tres platos, y a servirle en cada uno una buena porción de carne de pavo y relleno. Igualmente tomó tres vasos, y sirvió en cada uno un poco de sidra de manzana sin alcohol. Mientras se encargaba de todo eso, a sus oídos llegaban rastros de las palabras y risas provenientes del comedor; tanto de Rosemary como, para su sorpresa, del propio Sebastián, que solía la mayor parte del tiempo ser bastante serio y callado.
Cuando Adrián volvió al comedor, tras haber traído los platos y los vasos con sidra en tres viajes, su sonrisa alegre debió ser bastante evidente en su rostro, pues en cuanto se sentó en la cabecera de la mesa, notó como su madre lo observaba con atención.
—¿Qué pasa? —preguntó Rosemary, curiosa.
—Nada —respondió Adrián, negando con la cabeza—. Sólo pensaba en que fue un año complicado, pero justo ahora tengo mucho por lo cual estar agradecido.
—Yo igual —indicó Rosemary con alegría, atreviéndose en ese momento a estrechar con delicadeza la mano de su hijo entre sus dedos—. ¿Y tú, Sebastián? —preguntó a continuación, girándose hacia el joven muchacho sentado delante de ella.
—Supongo que sí —respondió Sebastián con emoción moderada, encogiéndose de hombros.
—Comamos entonces —exclamó Rosemary con entusiasmo—. ¿Quieres dar la bendición, Andy? —propuso con emoción, mirando a su hijo.
La repentina pregunta tomó por sorpresa tanto a Adrián como a Sebastián, que se miraron el uno al otro, sin decir nada. Rosemary los miró a ambos, y sin lugar a duda detectó ese titubeo entre ambos. Pero en lugar de cuestionarles al respecto, dio un paso en otra dirección.
—Yo lo haré, descuiden —indicó rápidamente con convicción. Juntó sus manos delante de ella en posición de rezo, y cerró los ojos. Adrián y Sebastián la imitaron, aunque el niño claramente vaciló al hacerlo, pero por suerte para ese momento Rosemary tenía ya los ojos cerrados para notarlo—. Bendice Señor estos alimentos que vamos a consumir gracias a tu bondad. Oh Dios Todopoderoso, da pan a los que tienen hambre, y hambre de Dios a los que tienen pan…
— — — —
Una vez que la mesa estuvo servida con todo lo que habían preparado para él, Damien le indicó a toda la servidumbre que seguía en la casa que podían retirarse. O, más bien, les exigió que se fueran en ese mismo instante y lo dejaran solo. Y aunque un par de las sirvientas insistieron en quedarse por si se le ofrecía cualquier otra cosa, Damien fue aún más contundente con su orden, y a ninguno le quedó más que acatarla sin chistar más.
Aquello, por supuesto, no se debía a un acto de bondad por parte de Damien para que fueran a cenar con sus familias, y disfrutar lo que quedara de la noche, ni mucho menos. En realidad, lo único que deseaba era tener la casa sólo para él; en especial sin ojos indiscretos mirando sobre su hombro, esperando ver qué podían hacer para complacerlo. Ya tendría oportunidad de lidiar con eso, e incluso de volver a disfrutarlo. Pero de momento no era lo que apetecía.
Una vez que todos se fueron, se dirigió al comedor, y caminó con paso cauteloso a lado de la larga mesa, como si recorriera la galería de algún museo. Sólo que aquello por lo que recorría su mirada no eran obras de arte o reliquias antiguas, sino los diferentes platillos dispuestos en la mesa sólo para él.
Las cocineras se habían esmerado, a pesar de que todo era para sólo una persona. Había pavo, por supuesto, aunque uno tan pequeño como un pollo rostizado; no se le ocurría dónde podrían haber encontrado algo así, y se cuestionó si acaso no sería algún otro tipo distinto de ave. Había relleno, puré de papa, salsa de arándano, pan, algo de ensalada, sidra de manzana, y hasta un pastel de calabaza como postre. Habían colocado también a lo larga de la mesa unos candeleros con velas rojas encendidas como decoración, y un adorno en el centro de la mesa con flores otoñales y calabazas.
Todo muy bonito y muy detallado. Se cuestionó si acaso había surgido por iniciativa propia de los sirvientes, o quizás Paul los había incitado a hacerlo. Como fuera, era claro que alguien quería congraciarse con él, algo que no tenía muy claro cómo debía digerir.
Se dirigió al puesto justo a la cabecera de la mesa, y comenzó a servirse sin mucho apuro un poco de cada cosa en su plato, así como sidra en una copa de cristal. Tomó asiento en la silla, miró un instante el plato delante de él, y luego alzó su mirada pensativa hacia la larga mesa, totalmente vacía salvo por él. Y la mesa no era lo único; toda la casa entera estaba tan sola y silenciosa, que a Damien incluso le parecía escuchar las paredes viejas crujir, el tic tac del viejo reloj del salón principal, y quizás incluso los pasos de algún escurridizo ratón moviéndose entre las paredes. Pero fuera de eso, nada más.
Damien cerró un momento sus ojos cansados, y al abrirlos de nuevo un recuerdo de un tiempo atrás se materializó frente a él. Recuerdo de un momento en el que esa misma mesa estuvo mucho más concurrida. Y en lugar de ese profundo y melancólico silencio, las voces de la charla y las risas eran las que reinaban.
Del lado derecho de la mesa, pudo ver sentados a unos jovencitos Mark y Damien; del lado izquierdo, se encontraban Ann, su tío Richard, e incluso la tía Marion también había venido de visita ese año. El banquete servido en la mesa era aún más espectacular y variado.
—Esperen, esperen —decía Ann con tono de regaño, extendiendo sus manos en señal de alto hacia Damien y Mark. Como los dos jovencitos en crecimiento que eran, estaban más que dispuestos a clavar el diente en cuanto la comida estuvo servida en su plato—. Bajen esos tenedores, ahora. ¿Acaso se les olvida que tenemos que decir primero por qué estamos agradecidos?
—Oh, vamos —exclamó Mark con tono quejumbroso—. Muero de hambre, con un demonio.
—Oye, cuida tu boca —le reprendió su padre con severidad.
—Lo siento —masculló el pequeño Mark, agachando la mirada, apenado.
—No pasa nada —se apresuró Ann a indicar con una radiante sonrisa—. Sólo será un segundo, y luego podrán comer lo que quieran. ¿A alguien le gustaría empezar?
—¿Por qué no lo haces tú?, si tanto insistes —soltó la tía Marion con ligero desdén, volteando hacia otro lado como si en realidad el comentario no fuera dirigido a nadie en especial.
Ann no se lo tomó a mal, y en lugar de eso le tomó la palabra.
—Bueno, yo definitivamente estoy muy agradecida por este año lleno de bendiciones que hemos tenido, y por el hecho de que todos estemos aquí, juntos y sanos. Y por lo guapos y grandes que están creciendo mis dos muchachotes. Y… creo que eso es todo, en resumen.
—Original —ironizó tía Marion con una sonrisa burlona, que se ganó una mirada de reprobación por parte de Richard. Éste carraspeó un poco, y tomó de inmediato el relevo.
—Yo estoy muy agradecido por el buen año que tuvo la empresa; tercer año consecutivo con el mejor crecimiento y metas superadas, y vamos por más. Pero también estoy orgulloso de lo bien que se han aplicado mis dos chicos —añadió mirando fijamente a Mark y Damien delante de él—, y que el año que viene ambos asistirán a Davidson. ¿Emocionados por ello? —preguntó con marcada emoción. Damian y Mark se miraron entre sí, y se limitaron luego a sólo sonreír y asentir—. Les encantará. Nuestra familia tiene un largo legado en esa institución. Recuerdo claramente mi primer día…
—Cielo —masculló Ann, colocando una mano sobre la suya. En su mirada le decía claramente que ese no era el momento.
—Claro, lo siento —masculló Richard, un poco sonrojado—. Bueno, será una buena experiencia, ya verán. ¿Tía Marion? —susurró girándose a ver a la mujer sentada a su lado—. ¿Tú por qué estás agradecida?
La mujer alzó su mirada fría y dura hacia él, y luego la recorrió por toda la mesa. Intentó suavizarla, sin embargo, en cuanto miró a Mark, y entonces esbozó una sonrisa más cándida.
—Yo también estoy orgullosa de todos tus logros, Mark —indicó con júbilo en la voz—. Y aunque no comparto del todo el gusto de los hombres Thorn por las academias militares, sé qué harás un excelente papel. Y que te convertirás en un extraordinario muchacho, como tu padre o tu abuelo. O, como yo espero, mucho mejor. Así que estoy agradecido por ti, muchacho.
—Gracias, tía Marion —masculló Mark, sonriendo apenado.
—¿Y Damien? —cuestionó Ann con ligera severidad—. También estás orgullosa de él, ¿verdad?
Marion giró su atención hacia el muchacho sentado a un lado de Mark, y su expresión entera se agrió al instante; ni siquiera pareció intentar disimular su descontento.
—Claro —susurró despacio, aunque las palabras parecieron casi atragantarse en su garganta—. Tú también lo has hecho muy bien.
Y eso fue todo lo que dijo, y Damien en realidad no esperó nada más. Tampoco es que él le hubiera contestado nada. Sólo le sonrió, de la forma más falsa que pudo; tanto como sus elogios.
—Yo sigo —se apresuró Mark a pronunciar para sorpresa de todos. Damien lo miró, un poco confundido por su entusiasmo tan repentino—. Yo estoy agradecido por tener a toda mi familia junta aquí conmigo. A mi papá, a Ann que es como mi mamá, a mi tía Marion, y en especial a mi primo Damien. —Se giró hacia él, sonriéndose de forma amable—. Que es como mi hermano.
Aquello tomó por sorpresa al joven Damien, tanto así que le tomó un rato poder reaccionar. Pero cuando lo hizo, su impulso fue reír de forma indiferente al comentario, como si no le importara, y luego darle un pequeño empujoncito en el brazo.
—No te pongas sensible conmigo —masculló jugando al tiempo que lo empujaba. Mark y rio y lo empujó de regreso.
—Niños, no jueguen así —les regañó Ann—. Fue unas palabras muy bonitas, Mark —le indicó Ann, felicitándolo—. Ahora tú, Damien —señaló a continuación, mirando al último miembro de la familia en la mesa.
Damien se apoyó contra el respaldo de su silla, y miró reflexivo hacia el techo sobre él. ¿Por qué estaba agradecido? Esa era una pregunta complicada para un niño como él. Podría decir lo mismo que todos los demás dijeron, y de seguro eso era lo que esperaban que dijera; familia, salud, prosperidad, logros académicos y laborales… Pero debía haber algo más; algo por lo que él realmente se sintiera agradecido.
Tras un rato de meditarlo, bajó de nuevo su mirada hacia la mesa, y se apoyó en ésta, inclinando su cuerpo hacia adelante.
—Estoy agradecido de ser un Thorn —dijo de pronto con asombrosa convicción al hacerlo—. De estar en esta cómoda casa, y ante esta deliciosa comida que ruega porque la comamos de una maldita vez. Agradecido por todas las cosas que tengo; mi cama de sábanas cómodas, mi computadora, mi teléfono, mi televisión… Y, más que nada, que todos ustedes me hayan abierto las puertas de sus vidas para hacerme parte de ellas… No, eso sonó demasiado cursi —exclamó con expresión de asco, agitando una mano en el aire—. Olviden que dije eso. Lo cambio a que estoy agradecido porque mañana no hay clases.
—Damien —pronunció Ann con mirada de regaño, pero en su voz era incapaz de ocultar la diversión que acompañaba a sus palabras—. Te aseguro que nosotros estamos muy agradecidos de que te hayas vuelto parte de nuestra familia.
Richard sonrió y asintió, y Mark le colocó una mano reconfortante en su hombro. Los hombres Thorn claramente eran más reservados con sus sentimientos, pero no inmunes a estos. Damien sonrió complacido.
Al parpadeo siguiente, aquella ilusión de su recuerdo se esfumó sin más, dejando ante él de nuevo la mesa vacía.
Ni siquiera estaba seguro si aquello había ocurrido realmente, o si había ocurrido de esa forma. Pero se dio cuenta rápido que, en realidad, no importaba. Mark, su tío Richard, la tía Marion; todos ellos estaban muertos. Y él, en realidad, nunca había sido un Thorn. Todo eso no había sido más que una sarta de mentiras para complacer a los otros. Y, quizás en el fondo, para todas las familias era lo mismo.
Tomó su copa de sidra, la alzó en alto hacia la habitación vacía, y pronunció en alto:
—Feliz Acción Gracias…
Bebió entonces un sorbo de sidra, y pasó de inmediato a comer, dejando de lado el mar de los recuerdo de momento.
— — — —
Abra se sentó a mitad de las escaleras que llevaban a la planta alta de la residencia Honey, con el teléfono de Sarah en sus manos, y el rostro de Terry ocupando toda la pantalla del dispositivo por la videollamada. Ambas chicas no ocultaron ni un poco su alegría de ver a la otra, y en especial verla sana y salva. Tras unos saludos iniciales, buenos deseos por la fechas, y un intercambio de teléfonos y contactos que dadas las circunstancias no pudieron hacer cuando estuvieron juntas en Indiana, pasaron a hablar rápidamente de los diferente temas que las atañía a ambas.
Terry quiso saber a detalle todo lo que había ocurrido allá en Los Ángeles. Abra le pasó a contar de manera resumida lo ocurrido, al menos de lo que ella tenía pleno conocimiento; esperaba que no hubiera ningún agente del FBI espiando su llamada, porque algunas de esas cosas eran bastante incriminatorias. Le contó de Charlie y Kali, del tiempo que viajaron juntas, como vigilaron a Thorn varios días, hasta incluso seguirlo a una fiesta. Los detalles sobre el día final, decidió guardárselos lo más posible; en especial no quería hablar de la muerte de Kali, o volver a explicar sobre el Nudo Verdadero y la presencia de esos dos individuos que los habían atacado.
Lo que sí le contó fue sobre su herida, la cual Terry, por algún motivo, le insistió que le enseñara. Abra lo consideró un poco raro, pero igual lo hizo; se levantó un poco su suéter y blusa, dejó que la cámara del teléfono enfocara en vendaje que cubría su costado. No podía enseñarle lo que se ocultaba debajo, pero esa simple vista fue suficiente para que Terry sintiera ella misma el dolor que de seguro debía sentir.
La hija de Eleven pasó a contarle un poco cómo fueron las cosas de su lado cuando su madre y el tío de Abra despertaron, incluyendo por encima además el descontento de su padre. Y, sobre toda las cosas, lo que Terry más buscaba con esa llamada era justamente agradecerle a Abra todo lo que había hecho. Cosa que tomó bastante por sorpresa a la joven de New Hampshire.
—¿Agradecerme? —masculló Abra, confundida—. Yo no creo haber hecho nada que sea digno de agradecimiento. De hecho, siento que sólo arruiné todo.
—Claro que no —declaró con Terry con ferviente convicción—. Mi madre me lo dijo, que tú lograste herir a ese idiota con tus poderes. Y gracias a eso tu tío y ella lograron despertar.
—Sí, ella mencionó algo parecido —musitó Abra, insegura—. Pero, no sé… No estoy muy segura de haber logrado algo en realidad.
—Yo sé que sí. Tus poderes son extraordinarios, lo pude ver yo misma. Ni en un millón de años llegaré a estar a un nivel como el tuyo.
—Tampoco es que yo haya elegido ser así, o haya hecho algo para tener estos poderes —pronunció Abra, encogiéndose de hombros—. Sólo pasó. Así que tampoco lo consideró un logro del cual sentirse orgullosa.
—Esa negatividad no me agrada —exclamó Terry con falso tono de regaño—. Las cosas no “sólo pasan” y ya; lo creo firmemente.
Abra resistió el impulso de indicarle que a veces las cosas sí pasaban sólo porque sí, sin ningún motivo mágico. Aunque debía admitir que la forma en la que se habían dado todas esas cosas esas semanas, era sospechosa. La manera en la que todos ellos se habían interconectado y encontrado; similar a la forma en la que su tío Dan y ella lo habían hecho años atrás. Quizás en efecto el Resplandor tenía formas curiosas de hacer las cosas.
—Como sea —pronunció Terry tras un rato—, lo bueno es que ese mequetrefe ya no es una amenaza.
—Terry… la verdad es que yo no estoy tan segura de eso —susurró Abra despacio con voz enigmática.
—¿De qué hablas? —masculló Terry, confundida—. Mi madre dijo…
—Sé lo que dijo —le cortó Abra, un poco tajante—. No sé cómo explicarlo, pero lo siento. Damien aún está ahí, y está bastante vivo y consciente. Y no se ha olvidado de mí, ni de ningún de nosotros. No sé cómo lo sé, pero es así. Creo que cuando chocamos nuestras mentes la última vez, pude haber abierto una puerta entre ambos. He tenido algunos sueños donde lo veo a él, o más bien escenas de su pasado. Como recuerdos de hace años.
El rostro de Terry reflejó absoluta perplejidad ante lo que escuchaba, y fue evidente también que de entrada no supo qué debía responderle. Abra se sintió un poco culpable. No era que esperase que ella le resolviera sus dudas de alguna forma; sólo quería poder desahogarse y expresar en voz alta lo que sentía. Estaba justo por decirle eso, cuando ella se le adelantó y dijo:
—¿Has hablado de esto con mi mamá?
—Sí, pero no le dio importancia —indicó Abra con cierta amargura—. Está convencida de que Damien está encerrado en algún sitio seguro, y por lo pronto no es una amenaza.
—Si ella lo dice, puedes creerle. Mi madre sabe bien cómo hace las cosas.
—Supongo —masculló Abra, no sonando muy convencida. Pero igual intentó de alguna forma darle algún tipo de cierre a la discusión—. Quizás todos tengan razón, y esto en verdad ha acabado.
—Yo estoy segura que sí —declaró Terry, optimista—. Ya verás, todo saldrá bien. Y espero poder volver a verte pronto. Quizás puedas volver algún día para acá, y yo ir a visitarte a New Hampshire.
—Eso me encantaría —respondió Abra, esbozando una sonrisa sincera—. Aunque no hay mucho que ver en dónde vivo. Pero quizás podamos hacer una escapada a Boston, o incluso New York.
—Eso suena divertido —indicó Terry, pero casi de inmediato puso cara de arrepentimiento—. Mi hermana vive en New York. Quizás ella pudiera hospedarnos unos días, en lo que…
Su frase quedó sin terminar en el momento en el que una voz de fondo la llamó, aunque Abra no fue capaz de escuchar bien lo que decía.
—Sí, ya voy —pronunció Terry en alto, girándose a mirar sobre su hombro. Se volvió justo después de nuevo hacia la cámara—. Debo colgar. Seguimos en contacto, ¿de acuerdo?
—Es una promesa —pronunció Abra, siendo ahora ella la optimista—. Hasta luego.
Abra dejó escapar un pequeño suspiro una vez la videollamada terminó. Le gustó volver a hablar con Terry, aunque de cierta forma fuera otra persona más que le decía que debía dejar todo ese asunto de lado y volver a casa. Ojala fuera tan sencillo como todos decían…
Tras unos segundos logró recuperarse. Se puso de pie y bajó rápidamente las escaleras. Ya en el vestíbulo, se cruzó convenientemente con Sarah, justo la persona la que iba a buscar.
—Aquí tienes, muchas gracias —indicó cordial, extendiéndole de regreso su teléfono, el cual ella recibió sin chistar.
—No hay de qué. ¿Pudieron hablar de lo que querían?
—Sí, se podría decir que sí. Terry propuso irnos de viaje a New York, y que tú nos hospedarías sin costo, y con comidas incluidas —bromeó Abra.
—Ajá —masculló Sarah, entornando los ojos—. Si acaso “sin costo” significa que me limpiarán mi departamento y lavarán mi ropa todos los días, y “comidas incluidas” que ustedes se cocinarán solas, entonces podemos discutirlo.
Abra rio divertida, pero Sarah no parecía compartir del todo su humor.
Danny entró en ese momento al vestíbulo y se le aproximó, por lo que Sarah optó por disculparse y seguir su camino hacia la sala, que era a dónde se dirigía originalmente.
—¿Estás bien, enana? —le preguntó su tío.
—Ya no soy tan enana, ¿sabes? —le respondió Abra tajante, cruzándose de brazos—. Y sí, estoy bien. Me gustó volver a hablar con Terry. Espero que la siguiente vez que nos veamos no haya ningún familiar en coma.
—Hablando de familia, tu madre me habló —informó Danny—. Tu padre ya aterrizó, y quiere que nos veamos con ellos en el hotel. Así que es hora de irnos.
—¿Tan pronto? —exclamó Abra, inconforme—. Si apenas acabamos de llegar.
—¿Qué dices? —dijo Danny, divertido—. Llevamos ya un par de horas aquí, y es lo que le prometiste a tu madre que tardaríamos.
—Ah, ¿sí? —susurró Abra, sorprendida. Sacó en ese momento su teléfono para ver la hora, y en efecto la afirmación de su tío no estaba muy apartada de la realidad. Al parecer el tiempo se había ido volando sin que se diera cuenta.
—¿Ya se van? —escucharon preguntar a Cole, que venía desde la sala en su dirección—. ¿Por qué no se quedan un poco más? Al menos hasta que Matilda y Samara lleguen para que las saluden.
—Sí, tío —musitó Abra, suplicante—. Sólo un poco más.
Dan suspiró y pasó una mano por sus cabellos. Se sentía sin lugar a duda acorralado entre complacer a su sobrina, o complacer a su hermana. Y ninguna de las dos resultaba sencilla en ese ámbito.
Pero el destino parecía estar su lado, pues en ese mismo instante la puerta principal cerca de ellos se abrió, jalando la atención de los tres. Del otro lado aparecieron justo Matilda y Samara, que se detuvieron un instante al ver a los tres al pie de las escaleras, y mirando en su dirección.
—Buenas tardes —saludó Matilda con discreta cordialidad, al tiempo que cerraba la puerta detrás de ella.
—Justo de quienes estábamos hablando —indicó Cole con entusiasmo, confundiendo un poco a las recién llegadas.
—Ah, ¿sí? —masculló Matilda dubitativa, pero decidió no darle mayor importancia—. Sr. Torrance, Abra. Un gusto verlos —indicó al tiempo que se aproximaba hacia ellos. Estrechó la mano de Dan, y luego pasó a darle un discreto abrazo a Abra.
—Igualmente, Dra. Honey —masculló la joven con alegría.
—¿Cómo sigues de tu herida?
—Bastante mejor. ¿Y la suya?
—Ya está bien —indicó la psiquiatra, tocándose el hombro con una mano.
Samara se aproximó en ese momento, parándose a un lado de Matilda. Su presencia repentina tomó un poco desprevenida a Abra, que se sobresaltó por mero reflejo en cuanto la vio, sin ningún motivo consciente. Intentó, sin embargo, mantener la calma lo mejor posible y no dejar tan en evidencia su reacción.
—Hola, Samara —musitó despacio, agitando una mano.
—Hola —le respondió ésta con su habitual estoicidad.
—Te… cortaste el cabello, ¿eh? Se ve bien.
—Gracias.
—¿Un cambio de look? ¿Por algún motivo en especial?
—Tal vez…
Abra asintió lentamente, y se quedó al instante sin idea de qué más decir. La incomodidad que esa niña le provocaba le era aún muy confusa.
—Te queda bien —comentó Cole con mayor entusiasmo—. Te da personalidad.
Samara volteó a verlo, y le sonrió levemente como respuesta.
—Lamentamos no poder quedarnos más —intervino Danny—. Pero tenemos que reunirnos con los padres de Abra para cenar.
—Sí, lo entiendo —masculló Matilda, apenada—. Lamento haberme tardado tanto; tenía un asunto que atender, y no podía esperar. Pero me alegra que estén bien. Y Abra, fue un placer verte. Y espero podamos reunirnos en mejores circunstancias muy pronto.
—Lo mismo digo —respondió la joven, sonriendo—. Y lo más probable es que tarde o temprano tenga que ir a terapia por todo esto, y por otras cosas; así que guardaré su tarjeta.
—Abra —musitó Danny con ligera desaprobación por su comentario, pero igual rio junto con ella—. Que pasen buena noche. Despídanos de la Sra. Wheeler, por favor.
—Vayan con cuidado.
Ambos se encaminaron hacia la puerta principal. Matilda, Cole y Samara los despidieron desde el marco de la puerta, viendo como avanzaban hacia la acera.
—¿Tú cómo estás? —le preguntó Cole a la recién llegada, una vez que la puerta se cerró una vez más—. ¿Cómo te fue con… ese asunto?
—Sí, Matilda —intervino alguien más antes de que pudiera responder. Los tres se giraron, y miraron a Eleven entrando ahora al vestíbulo desde la sala, caminando hacia ellos apoyada en Sarah—. ¿Cuál fue el asunto que te tuvo entretenida casi todo el día?
—Hola, Eleven —le saludó Matilda, ligeramente nerviosa—. ¿Cómo estás?
—De una pieza —respondió El rápidamente—. ¿Entonces?
—¿Es que acaso por una vez no lo sabes todo? —indicó Matilda con tono burlón, cruzándose de bazos.
—No seas condescendiente conmigo —le respondió Eleven con voz sólo un poco afilada.
Matilda dejó escapar un suspiro, y respondió sin más.
—Fui a ver a mi padre a prisión.
El comentario causó una reacción de marcado pasmo tanto en Eleven como en Sarah. Era evidente que entre las posibilidades que habían barajeado, esa no era una de ellas. Privilegio de no haber estado presentes la otra noche durante la visita sorpresa de Michael.
—Oh, entiendo —susurró Eleven, asintiendo.
—Estuvo bien —se apresuró Matilda a aclarar—. O no tan mal como podría haber sido, más bien.
—Yo sé un poco sobre relaciones familiares complicadas —indicó Eleven esbozando una sonrisa un tanto apagada—. Estoy segura de que lo que haya sido, habrá sido para mejor.
—Lo sé —suspiró Matilda—. Pero no se preocupen por eso ahora. Comparado con todo lo demás que nos ha ocurrido estos días, esto es algo insignificante.
—Nada de eso —se apresuró Cole a espetar, sonando casi molesto.
—El detective tiene razón —secundó Eleven—. No haga menos los asuntos y problemas que le angustien en estos momentos, doctora; ni siquiera los pequeños. Como psiquiatra, creo que eso lo sabes bien.
—Bueno —masculló la psiquiatra, encogiéndose de hombros—, a veces ocupamos que alguien nos recuerde lo que en teoría ya sabemos. Por algo los terapeutas también van a terapia.
—¿Y tú lo haces? —preguntó Sarah con curiosidad, arqueando una ceja.
Matilda rio, y sus mejillas se ruborizaron un poco.
—No en este momento —admitió—. Pero quizás también lo vaya a necesitar, pronto.
Todos rieron al instante siguiente, y el aire se aligeró un poco; todos menos Samara, aunque hizo el intento de sonreír, pese a que en el fondo no entendía bien si aquello había sido un chiste o no.
—Bueno, dicho eso —pronunció Eleven, y centró entonces para sus sorpresa la mirada justo en la niña, que respingó un poco al notar esto—. Samara, ¿te molestaría venir conmigo a la mesa del comedor para sentarnos de una vez? —le preguntó, extendiéndole la mano que no sujetaba su bastón—. Necesito hablar contigo de lo que ocurrirá a continuación con tu regreso a casa. Sé que Matilda ya te habrá hablado al respecto, pero hay algunos puntos que deseo tocar contigo directamente.
Samara contempló su mano con ligera desconfianza asomándose por sus ojos. Se giró por reflejo hacia Matilda, en busca de su guía.
—No te preocupes —pronunció Eleven rápidamente al notar su vacilación—. Matilda se reunirá con nosotros en la mesa en un rato más. Pero ahora el Det. Sear y ella tienen que hablar primero de unas cosas.
Aquello tomó a la propia Matilda por sorpresa, y por reflejo se giró a mirar a Cole, cuestionándole con la sola mirada a qué se refería. Éste se limitó a sólo sonreírle y encogerse de hombros. Lo que fuera, de seguro quería en efecto que lo hablaran a solas, e inevitablemente eso le causó una pequeña punzada de preocupación.
—Está bien, pequeña —le indicó con suavidad a Samara, agachándose un poco hacia ella—. Voy en un momento, ¿sí?
Samara asintió, sintiéndose más segura con que Matilda se lo indicara. Tomó entonces la mano que Eleven le ofrecía, y tanto ella como Sarah comenzaron a guiarla en dirección al comedor.
—Qué bonito peinado, por cierto —comentó Eleven mientras se alejaban—. ¿Sabías que en gran parte de mi niñez y adolescencia me tocó llevar la cabeza completamente rapada? Por favor no te lo imagines.
Matilda y Cole permanecieron en silencio, hasta que las voces se alejaron lo suficiente del vestíbulo.
—¿Tenemos que hablar de unas cosas? —preguntó Matilda curiosa, girándose hacia el detective.
—Sí, algo así —masculló Cole, sonando un poco abatido al hacerlo. Recorrió con una mano su nuca de forma nerviosa, y se giró sobre sus pies para comenzar a caminar en dirección a la sala. Matilda lo siguió de cerca—. No es nada grave, en realidad —se apresuró a aclarar—. Solamente que hablé con mi capitán esta mañana, y me pidió… No, más bien me ordenó que haga acto de presencia en la estación el lunes a primera hora, para que hablemos con mayor detalle de… bueno, de todo esto.
Cole se dejó caer de sentón en uno de los sillones, y se giró a mirarla con una de esas sonrisas despreocupadas en los labios, que Matilda había aprendido rápidamente a identificar como no del todo sinceras.
—En pocas palabras, deberé volver a Filadelfia pronto; el domingo, a lo mucho —concluyó Cole con diversión, aunque su mirada no reflejaba el mismo sentimiento.
—Oh —murmuró Matilda, pensativa—. Entiendo. Bueno, sabíamos que pasaría tarde o temprano, ¿no? Ya hiciste más que suficiente por Samara y… por mí. Arriesgaste incluso tu propia seguridad. Es momento de que tú también vuelvas a tu vida normal.
—Con gusto arriesgaría el doble o el triple otra vez por ustedes dos —declaró Cole con asombrosa convicción—. No me importaría perder mis dos piernas, si a cambio pudiera asegurar que ustedes estén bien.
—En verdad procuremos que eso no vuelva a ser necesario —bromeó Matilda. Se aproximó entonces al sillón, y se sentó justo a su lado; quizás bastante más cerca de lo que Cole se esperaba, y eso lo puso un tanto tenso, pero procuró disimularlo—. Igual dentro de poco yo tendré que llevar a Samara de regreso a su casa, y ver qué pasa —indicó Matilda justo después, cruzándose de piernas.
—Sí, Eleven me lo mencionó —asintió Cole—. ¿Y luego de eso? ¿Qué harás?
Matilda se encogió de hombros.
—Si el padre adoptivo de Samara la acepta de regreso, que lo dudo… tendré que aplicar esfuerzo monumentales para asegurar el bienestar de Samara a su lado. Y si no puedo estar segura de ello, moveré cielo y mar para retirarle la custodia. Y todo eso puede tomar bastante tiempo. Pero, si por el contrario la rechaza y desea ya no hacerse cargo de ella, que me temo será lo más probable… entonces intentaré llevar a cabo el proceso de adopción, con el apoyo de la Fundación; otro proceso que también puede tomar su tiempo. Pero lo más grave es que no sé cuál de esos escenarios lastimará más a Samara.
—No podrás protegerla por siempre —indicó Cole con seriedad—. Tendrá que afrontar la verdad sobre sus padres tarde o temprano. Pero al menos, pase lo que pase, te tendrá a ti a su lado para ayudarla a hacerlo. Y tras ese momento rasposo, si todo sale bien, le esperará un brillante futuro contigo.
—Espero que ella lo vea así —suspiró Matilda, claramente ansiosa—. Pero bueno, respondiendo a tu pregunta, lo más probable que tenga que estar en Washington una temporada hasta que todo esto se resuelva, de una u otra forma; quizás hasta fin de año, o más. Luego de eso, volveré a Boston; sola o, como espero que suceda al final, acompañada de Samara.
Cole asintió, indicando que comprendía con claridad el plan, incluso las ramificaciones más complicadas de éste. Carraspeó entonces un poco, se sentó derecho en el sillón, e incluso se atrevió, aunque un poco dubitativo, a apoyar su brazo en el respaldo del sillón, detrás de la espalda de Matilda. Ésta miró de reojo aquel acto, pero no dio indicio alguno de querer detenerlo.
—¿Y… qué significa eso? —preguntó Cole en voz baja, mirándola fijamente—. Para nosotros, quiero decir.
—Nosotros —repitió Matilda despacio, casi como si la palabra le resultara ajena. Carraspeó también, miró un tanto distraída al frente, y con una mano alisó la tela de sus pantalones—. ¿Qué te gustaría a ti que ocurriera con nosotros?
—Lo que tú quieras que ocurra —respondió Cole rápidamente sin pensarlo mucho—. No aspiró a nada más que eso.
—Muy considerado —masculló Matilda, pero no dejaba muy claro si acaso lo decía en serio, o estaba siendo sarcástica—. Bueno… Filadelfia no está muy lejos de Boston, en realidad.
—Cinco horas en carro, un poco menos de una hora en avión —indicó Cole rápidamente—. No es que lo haya revisado.
Matilda rio un poco por la ocurrencia, pero se serenó rápidamente para seguir hablando.
—Supongo que una vez que Samara y yo estemos instaladas, y todo se calme… Quizás podríamos planear algo. Unas pequeñas vacaciones de verdad, esta vez. Y ver qué pasa a partir de eso.
—Suena agradable —susurró Cole, esbozando ahora sí una radiante y sincera sonrisa, de la cuál de inmediato Matilda se sintió contagiada.
Ambos guardaron silencio en ese momento, y se limitaron a sólo mirarse, perdiéndose un rato en los ojos del otro. Qué rápido se habían acostumbrado a esos momentos de silencio en los que ninguno tenía que decir nada, y aun así entender lo suficiente.
En esa ocasión no estuvo claro quien dio el primer paso; quizás fue Cole, quizás fue Matilda. Pero para cuando ambos fueron conscientes, sus rostros ya estaban a medio camino aproximándose al otro. Y en lugar de retroceder, se limitaron a simplemente cerrar los ojos y cortar la distancia que les faltaba. Sus labios llegaron a rozarse sólo un poco, y eso fue suficiente para causar una pequeña chispa de electricidad en ambos. Sin embargo, no pudieron llegar más lejos de eso, antes de que los pasos de alguien entrando a la sala los distrajera.
Ambos se separaron rápidamente por mero reflejo, sentándose derechos y girándose al mismo tiempo hacia la puerta de la sala. Jennifer los miraba desde ahí, paralizada en su lugar en cuanto vislumbró lo que estaba ocurriendo un instante antes de que entrara.
—Yo… lo siento —susurró Jennifer apenada—. No quería interrumpirles. Sólo venía a decirles que ya está todo servido para comer… pero yo me voy, hagan de cuenta que no estuve aquí.
—No, mamá, alto —exclamó Matilda rápidamente, poniéndose de pie al instante, antes de que ella “huyera” de esa forma—. Ya vamos para allá, ¿cierto? —indicó, girándose hacia Cole para confirmación.
—Sí, por supuesto —se apresuró Cole a responder, parándose también—. Estoy más que dispuesto a comer enseguida.
Jennifer asintió, aunque claramente se sentía culpable por haber roto el momento de esa forma. Pero igual los tres se dirigieron juntos hacia el comedor, como estaba planeado.
—¿Cómo te fue? —le preguntó la Srta. Honey a su hija mientras avanzaban.
—Te lo platicaré todo en la mesa —le respondió Matilda, y ambas entrelazaron sus brazos mientras se encaminaron juntas a la mesa.
— — — —
La cena en casa de los Wheeler se llevó a cabo sin muchas complicaciones. Mike, Will, Jim y Terry se sentaron a la mesa grande del comedor, comieron el pavo preparado y los demás complementos, incluyendo el dulce de calabaza de Will. Platicaron, rieron y agradecieron las cosas buenas que habían ocurrido ese año, por encima de las malas. Y de alguna forma fueron dejando atrás, aunque fuera por un par de horas, los sucesos desagradables de las últimas semanas.
Sin embargo, los puestos vacíos que deberían haber sido ocupados por Jane y Sarah, eran como dos parpadeantes luces rojas, presentes a toda hora, y jalando irremediablemente la atención de los cuatro en algún momento. En especial la de Mike, que en gran parte de la cena fue incapaz de ocultar su enojo aún latente, provocado indiscutiblemente por la ausencia de su esposa.
Pese a todo, la cena terminó bien. Y una vez terminada, sólo quedaba la parte no tan agradable de limpiar y lavar los platos. Sorprendentemente, Mike terminó ofreciéndose a hacerlo todo él, quizás simplemente buscando algo que hacer para distraerse. Sus hijos le tomaron la palabra con facilidad, pero Will se negó a dejarle todo el trabajo. Así que tras recoger los platos de la mesa, ambos se dirigieron juntos al fregadero de la cocina.
Una vez estuvieron lejos de los oídos de Jim y Terry, mientras Mike lavaba y Will a su lado secaba, éste último soltó sin más espera lo que había querido decir toda la noche:
—No puedes seguir enojado con El por más tiempo —exclamó con seriedad.
Mike soltó un pesado suspiro exasperado.
—¿Qué no puedo? —espetó, casi ofendido—. Estuvo en coma por semanas, y al despertar lo primero que hace largarse. Aún ni siquiera puede caminar ella sola, y prefiere cruzar medio país en lugar de quedarse quieta medio minuto y estar con su familia.
—Tenía que hacerlo. Alguien debía resolver todo esto.
—¿Y por qué tenía que ser ella? —pronunció en alto, girándose a mirar a su amigo—. ¿Por qué siempre tiene que ser ella?
Mike se volvió abatido hacia los platos, comenzando a tallar uno de ellos con, quizás, bastante más fuerza de la que requería.
—No vayas a romperlo —musitó Will con ligera sorna. Luego añadió—: Te recuerdo que eso fue lo que te gustó de ella en un inicio; ¿ya lo olvidaste? Su valor, su poder, su deseo de ayudar y proteger a otros. El que fuera una verdadera heroína.
—Ya no somos más unos niños, Will —soltó Mike con amargura—. Y he estado ya demasiadas veces tan cerca de perderla, y en verdad pensé que en esta ocasión la perdería por completo…
Se detuvo un momento, agachó la cabeza y apoyó ambas manos contra la orilla de la encimera, como si temiera caerse si no se sostenía de esa forma.
—No sé si resistiré pasar por algo como esto una vez más —susurró despacio; no con enojo o como una recriminación, sino como un sincero y doloroso lamento.
Will se quedó sin palabras unos momentos. No podría reprocharle sus palabras, pues vivir constantemente con la sensación de que, en cualquier momento, la persona que más amas en el mundo podía simplemente ser arrancada de tus brazos con tanta facilidad, debía ser agotador para cualquiera.
Pero Mike sabía desde hace mucho quién era Jane, y las cosas de las que era capaz. Sabía bien que no se quedaría sentada todo el tiempo en casa, siendo una esposa y madre común, y fingiendo que allá afuera no ocurría nada. No iba con su personalidad. Y, de cierta forma, Will sabía que Mike era muy parecido a ella. El Mike que él conoció hace años, saltaría al fuego sin dudarlo por cualquiera de sus amigos. Solamente quizás los años habían sepultado a ese Mike en una pequeña capa de amargura y preocupación; pero Will sabía que él seguía ahí, en algún lado.
—Hey, papá —escucharon la voz de Jim pronunciar desde la entrada de la cocina. Mike se forzó a recuperar la compostura para mirarlo—. Voy a casa de Joan a saludarla a ella y a su familia. Me voy a llevar a Terry para que se despeje un poco.
—Está bien —respondió Mike, asintiendo—. Sólo no regresen tarde, por favor.
—Descuida, será sólo un par de horas. Nos vemos después, tío Will.
—Cuídense —indicó Will con solemnidad.
Jim se retiró entonces, y Mike volvió de nuevo a la distracción de los platos.
—Sé que es duro, Mike —dijo Will con algo de severidad—, pero tienes que sobreponerte. Tus hijos te necesitan, en especial Terry. No les hace ningún bien verte estar molesto de esa forma con su madre.
—Ya lo sé —espetó Mike, defensivo.
—Si sirve de algo, le dijo a los chicos que muy probablemente volvería el domingo.
—Pues ojalá sea cierto.
Unos segundos después, alguien más hizo acto de presencia en la cocina, tomando a ambos un poco por sorpresa.
—Toc, toc —pronunció la voz animada de la Dra. Mayfield, de pie en la puerta en la cocina. Llevaba puesta aún su bata blanca, y su cabello rojizo atado con una cola. En sus manos, cargaba un recipiente redondo de pay.
—Hey, Maxine —pronunció Will, alzando una mano a modo de saludo. Mike se limitó a mirarla sobre su hombro y asentir con la cabeza.
—¿Cómo están, chicos? —preguntó Max, dándose permiso para ingresar con pauso cauteloso a la cocina—. Perdón por a intromisión. Jim y Terry me dejaron entrar mientras iban de salida.
—¿Vas saliendo de su tu guardia? —preguntó Will.
—Sí, apenas —suspiró Max con voz agotada—. Pero traje un poco de pay de manzana —indicó con entusiasmo, alzando el pastel en sus manos para que ambos lo vieran.
—¿Hecho por ti? —preguntó Will con tono divertido.
—Comprado, por supuesto —masculló un poco apenada—. Pero con mis propias manos.
Will y Max rieron divertidos, pero Mike no pareció muy interesado en acompañarlos en la broma.
—En fin, ¿llego tarde para comer algo?
—Siéntate, te caliento un poco de pavo —indicó Mike un poco ausente. Cerró las llaves del fregadero, se secó las manos, y comenzó a servir de todo un poco en un plato, de forma casi mecánica.
Will y Max se miraron entre ellos, suspiraron al unísono, y pasaron a sentarse juntos en la mesita de la cocina.
—¿Cómo está? —preguntó Max en voz baja, mirando de reojo a Mike.
—Aún le aplica la ley de hielo a El —le informó Will con pesar en su voz.
—Qué maduro de su parte —pronunció Max, aunque lo suficientemente alto apropósito para que Mike pudiera escucharla. Éste la miró de reojo, pero no dijo nada, y se limitó a colocar el plato de comida en el microondas.
—Está preocupado por ella —le defendió Will con voz mediadora.
—¿Y crees que yo no? —masculló Max con severidad—. ¿Hablaron con ella hoy?
—Sí. Está bien, y dice que volverá pronto.
—Eso espero, porque además de arreglar ese otro asunto, necesita arreglar su relación familiar; y no se diga su salud.
Will asintió, estando completamente de acuerdo con ella, así que en verdad no tenía nada más que añadir.
—¿Y tú cuánto te quedarás? —le preguntó Max, curiosa.
—Quizás vuelva a New York el lunes, si ya no me necesitan por aquí.
—Este tonto siempre te va a necesitar por aquí —indicó Max con tono bromista, apuntando con su mentón hacia Mike que se acercaba a ellos con el plato humeante de comida.
—Bueno, gracias —farfulló Mike con seriedad. A pesar de todo, colocó el plato delante de Max, con todo y cubiertos, y ésta lo aceptó gustosa—. Puedes quedarte todo el tiempo que desees, Will —indicó Mike, mirando a su amigo—. Me hace bien tu compañía.
Will no pudo evitar sonreír contento de escucharlo decir eso.
—Te lo agradezco, amigo.
—¿Qué dices? Yo te lo agradezco a ti —declaró Mike con convicción—. Quizás estaríamos perdidos si no hubieras estado aquí para apoyarnos.
—No, nada de eso —masculló Will, riendo nervioso—. Sólo vine a ayudar en lo que podía, eso es todo.
—Oh, ya basta, ustedes dos —masculló Max con tono de falsa molestia, teniendo medio bocado de pavo en la boca—. No se pongan más cariñosos o tendré que llamar a El.
—Oye, oye —exclamó Will, alarmado—. Eso fue bastante inapropiado, Max.
—Lo siento —rio Max, divertida. Terminó de tragar lo que tenía en la boca, y pareció querer en ese momento decir algo más. Sin embargo, un fuerte ruido los sacudió a los tres, haciéndolos ponerse en alerta.
—¿Qué fue eso? —susurró Will, parándose despacio de su silla.
Mike giró su atención hacia la puerta de la cocina, que daba hacia el patio posterior.
—Fue atrás —indicó el dueño de la casa con severidad.
—Quizás sean los chicos —comentó Max con calma, pero Mike no parecía estar muy de acuerdo con esa teoría. Sin decir nada, se dirigió con paso resuelto hacia la puerta.
—Mike, ¿a dónde vas? —le cuestionó Will alarmado, y sin titubear mucho fue detrás de él. Max lo pensó un poco más, pero al final también se paró y los siguió.
Mike abrió la puerta de par en par rápidamente, y se asomó hacia el exterior. El patio estaba envuelto en sombras, hasta que presionó el interruptor que encendió las luces traseras. La luz adicional no hizo mucho cambio, pero ayudó a poder identificar lo que posiblemente había provocado aquel sonido: uno de los botes de basura estaba volteado, y su contenido desperdigado por la tierra.
Suspiró con molestia, pero se dirigió de inmediato al bote para levantarlo, y regresar la basura a su interior. Will y Max salieron también por la puerta, y el primero se apresuró de inmediato a ayudarlo a recoger.
—Quizás sólo fue un perro —señaló Max, cruzada de brazos para protegerse un poco del frío que estaba comenzando a sentirse.
—Quizás —carraspeó Mike.
Una vez el bote estuvo de pie y todo en su sitio, decidió llevarlo a la parte frontal de la casa, en caso de que la basura decidiera pasar el día de mañana. Caminó entonces hacia un lado con la intención de rodear la casa por un costado. Sin embargo, justo cuando iba a pasar la esquina de la casa, escuchó un click resonando en la noche, y un segundo después ante su rostro apareció el largo y oscuro cañón de un arma, apuntando directo al centro de su frente.
Mike se sobresaltó, soltó el bote dejándolo caer, y dio por un instinto un apenas apreciable paso hacia atrás. El sonido de la basura cayendo alarmó a Will y Max, y de inmediato se aproximaron hacia él. Cuando estuvieron a su lado, pudieron ver lo mismo que Mike veía, y se quedaron paralizados en su sitio al instante.
El arma que apuntaba a Mike era sostenida por la mano grande y firme de un hombre, de piel oscura, con su rostro perlado por el sudor y mirada cansada, que parecía apenas poder enfocarse en uno de ellos. A pesar del clima, usaba solamente una camiseta blanca delgada y unos pantalones negros. Se le veía agotado; respiraba con agitación, y estaba claramente malherido. A la altura de su abdomen tenían enredados un improvisado vendaje que le rodeaba por completo, y que estaba además en esos momentos impregnado de sangre. Otras parte como su pierna, brazo o frente tenían igualmente vendajes rudimentarios.
Su estado era tan impactante, que por unos segundos ninguno lo reconoció. Pero conforme las luces del patio lo enfocaron mejor y pudieron tener una vista más clara de su rostro, los tres se quedaron atónitos al darse cuenta de quién era.
—¿Lucas? —pronunció Maxine, azorada.
Él los miró de regreso, pero no parecía mirarlos del todo. Bajó lentamente el brazo que sostenía el arma, y entonces se apoyó con su hombro contra la casa para evitar caer.
—Lucas, ¿qué te pasó…? —murmuró Will con preocupación, y se atrevió a dar un paso hacia él, a lo que Lucas respondió rápidamente, alzando de nuevo su arma, ahora apunando con ella hacia el rostro de Will.
—Aléjense… No se me acerquen —les advirtió con voz débil, pero aun así beligerante.
Los tres retrocedieron, alarmados.
—Lucas, espera —susurró Mike, alzando ambas manos delante de él para mostrarle que no había amenaza en ellos—. Somos nosotros, Mike, Will, y Max. Nos reconoces, ¿cierto? Somos tus amigos…
Él miró a cada uno con aprehensión, apretando su mano más firmemente contra el mango de su arma. Era evidente que estaba alterado; quizás lo suficiente para cometer una locura con esa cosa. Pero al final pareció tener la suficiente lucidez para reconocerlos, y entender dónde estaba. Volvió a bajar su arma, y en esta ocasión apoyó su espalda entera contra el muro exterior de la casa.
—No sabía a dónde más ir —soltó con dolor e impotencia—. Ya no sé en quién puedo confiar…
Y esas fueron las últimas palabras que pudo pronunciar, antes de que sus ojos se cerraran, y sus dedos fueran incapaces de sostener la pistola y ésta se resbalara hacia el piso. Lucas no tardó en seguirla, deslizándose por la pared hasta quedar sentado en el suelo.
—¡Lucas! —pronunció Max alarmada, y se aproximó rápidamente hacia él, colocándose de cuclillas a su lado. Mike y Will igualmente se aproximaron para verlo de cerca.
La cabeza de Lucas colgó hacia adelante, pegando su mentón contra su pecho; al parecer había quedado totalmente inconsciente, como si sólo le hubieran alcanzado las energías para llegar hasta ese sitio, y nada más.
Max rápidamente llevó sus dedos a su cuello.
—Su pulso es débil —declaró con inquietud. Agachó su atención hacia el vendaje de su abdomen, tocándolo con sus dedos; estos se mancharon de rojo al hacerlo—. Creo que ha perdido mucha sangre. Ayúdenme a meterlo, rápido.
Will y Mike obedecieron, y al instante lo tomaron entre los dos, uno de las piernas y lo otro de las axilas. Lo alzaron lo mejor que pudieron, y comenzaron a avanzar presurosos de regreso a la puerta de la cocina. Lucas no reaccionó en ningún momento del trayecto, y no lo haría por completo hasta mucho tiempo después.
FIN DEL CAPÍTULO 157
Notas del Autor:
Como prometí, estos capítulos fueron un poco más tranquilos, en donde vimos a nuestros personajes celebrar Acción de Gracias, y poder ver además un poco de interacción entre ellos. Y claro, de paso repasar en qué situación se encuentran varios de ellos, incluso el propio Damien, así como dar un pequeño vistazo a lo que vendrá más adelante.
Dentro de poco a muchos les tocará viajar y volver a sus vidas “normales”, pero todos sabemos que eso no durará mucho. ¿Qué pasará ahora? Muchas cosas, por supuesto. Pero primero hay otros personajes que tocará ver también, aunque ya no en situaciones tan tranquilas. Estén atentos a los siguientes capítulos.
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