#flecheros
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enlodemas · 2 years ago
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“La sonrisa del padre de mi hijo”
Sharon Olds
En mi sueño, nuestro hijo, cuando niño, decía
de su padre, 'me ríe' –como hacia
existir, hacia la familia construida en torno a
las vidas jóvenes que brotaron de los ramilletes
emotivos, el oasis denso. Esa sonrisa,
esos años, qué puede decir un cuerpo. Tuve
el don absoluto de una fragante
ignorancia. Y vivir en esas habitaciones,
en las que sus sonrisas podían surgir, casi como
algo de otro lugar,
otro tiempo, otra serie
de criaturas, fue sentirme bendecida y
sostenerme en el misterio, y un poco
en el duelo. Lo delgado de sus labios lo hacían
sencillo como la sonrisa de un trazo
infantil—un puente para cruzar a pie, volverse, o ver
desde abajo, en agua—y el arco
del flechero le daba una simetría
curva e infalible, un tiro al corazón. Vuelvo a ese rostro
diáfano a pesar de estar hecho de nubes,
y a esa luna en cuarto menguante, a esa mirada
de profunda, casi triste, alegría, y sé que tuve
suerte, que terminé completa
la noche de media vida en esa arcaica
hamaca, en un cielo cuya oscuridad desaparece, aquel
primer sueño, del que ahora despierto.
Sharon Olds. 2014. _Stag’s Leap. Poems_. Nueva York: Alfred A. Knopf. p.47
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crecimiento-espiritual · 2 years ago
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mar. 4
Escucha a Dios
James Banks
Mas Josías no […] atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios… (v. 22).
20 Después de todas estas cosas, luego de haber reparado Josías la casa de Jehová, Necao rey de Egipto subió para hacer guerra en Carquemis junto al Éufrates; y salió Josías contra él. 21 Y Necao le envió mensajeros, diciendo: ¿Qué tengo yo contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra; y Dios me ha dicho que me apresure. Deja de oponerte a Dios, quien está conmigo, no sea que él te destruya. 22 Mas Josías no se retiró, sino que se disfrazó para darle batalla, y no atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle batalla en el campo de Meguido. 23 Y los flecheros tiraron contra el rey Josías. Entonces dijo el rey a sus siervos: Quitadme de aquí, porque estoy gravemente herido. 24 Entonces sus siervos lo sacaron de aquel carro, y lo pusieron en un segundo carro que tenía, y lo llevaron a Jerusalén, donde murió; y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. 25 Y Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas lamentaciones sobre Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar en Israel, las cuales están escritas en el libro de Lamentos. 26 Los demás hechos de Josías, y sus obras piadosas conforme a lo que está escrito en la ley de Jehová, 27 y sus hechos, primeros y postreros, he aquí están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.
2 Crónicas 35:20-27
Hace tiempo, cuando conducía de la universidad a casa, el camino por el desierto parecía terriblemente aburrido. Como era largo y recto, más de una vez me encontré conduciendo más rápido de lo debido. Primero, una patrulla me hizo una advertencia. Luego, recibí una multa. Y después, fui citado por segunda vez por lo mismo.
Negarse a escuchar puede tener consecuencias desafortunadas. Un ejemplo trágico de esto fue Josías, un rey bueno y fiel. Cuando Necao, el rey de Egipto, atravesó el territorio de Judá para ayudar a Asiria a luchar contra Babilonia, Josías fue a su encuentro. Necao le envió mensajeros, diciendo: «Dios me ha dicho que me apresure. Deja de oponerte a Dios, quien está conmigo, no sea que él te destruya» (2 Crónicas 35:21). Dios realmente había enviado a Necao, pero Josías «no atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle batalla en el campo de Meguido» (v. 22). Josías fue herido de muerte en la batalla, «y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por [él]» (v. 24).
Josías, que amaba a Dios, descubrió que insistir en sus planes y no tomar un tiempo para escuchar a Dios o su sabiduría a través de otra persona nunca termina bien. Que Dios nos dé humildad para examinarnos y aceptar de corazón sus instrucciones.
REFLEXIONA
Jesús, que mi alma inquieta encuentre paz y descanso solo en ti.
ORA
¿Para qué necesitas la sabiduría de Dios en tu vida? ¿Qué harás hoy para escucharlo?
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acapulcopress · 2 months ago
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Avanzan trabajos de mantenimiento y rehabilitación en Av. Escénica | CICAEG
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CHILPANCINGO, Gro. * 15 de noviembre, 2024 ) CICAEG
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La Comisión de Infraestructura Carretera y Aeroportuaria del Estado de Guerrero (CICAEG), informó que las labores de mantenimiento y rehabilitación en la Avenida Escénica del puerto Acapulco continúan de manera intensa, con equipo y maquinaria especializada, de acuerdo a las indicaciones de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda. La CICAEG señaló que, con la finalidad de agilizar la circulación, brindar mayor seguridad a los conductores y turistas que visitan el puerto, se intervienen 5 puntos diferentes a lo largo de esta avenida, en donde se realizan diferentes trabajos como: la realización de un estudio de mecánica de suelos, retiro de derrumbes, la construcción de un muro de mampostería, trabajos de fresado de carpeta asfáltica para su sustitución. Así como también la reparación de una fuga de agua en donde se colocará carpeta asfáltica sobre el área reparada, la cual se realiza en coordinación con la Comisión de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento del Estado
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de Guerrero (CAPASEG). Indicó que estos trabajos se realizan en el tramo con dirección Puerto Marqués - Base Naval, en donde se efectúa una reducción de carriles sin afectar la circulación, esto con el objetivo de poder desarrollar las maniobras necesarias hasta que concluyan estas intervenciones, por lo que la CICAEG pidió a la población su compresión por las molestias que puedan originar dichas obras. Por último destacó que los puntos antes mencionados se encuentran completamente señalizados con trafitambos, conos, barreras, lámparas de destello y flecheros led para su uso nocturno, además de contar con el apoyo de Tránsito Estatal, para verificar que los automovilistas cumplan con los límites de velocidad.
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) www.acapulcopress.com Read the full article
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orozcocampos · 4 months ago
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“ANDRES CASTRO,LOS INDIOS FLECHEROS Y LOS NUEVOS ANDRES”. (14 de Septiembre)óleo/tela80x50cm
orozcocampos Nicaragua 2017 “ANDRES CASTRO, THE ARROW-SWING INDIANS AND THE NEW ANDRES”(September 14)oil/canvas80x50cm orozcocampos Nicaragua 2017 ANDRES CASTRO, LES INDIENS FLECHEROS ET LE NOUVEAU ANDRES»(14 septembre)huile/toile80x50cm orozcocampos Nicaragua 2017
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ibebizi · 11 months ago
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Escucha, pulida dama, escucha un rato y atiende, que es tu galán el que canta y el que por ty pena y muere.
El que se humilla atu sielo, cuyos finos pinçeles de la primavera hermoza no enmitan con sus claveles.
El que ya, desesperado, abista de tus desdenes, se considera difunto y bibe solo con verte.
Pues sy quieres darme vida, pues que tú la culpa tienes de naser tan hermoza, no me trates de tal suerte.
Allenta con la esperansa aquien rendido se ofrese, que no es justo que se diga el ser las hermozas crueles.
Lo piadoso y lo tirano es bien hecho que se obstente, que no es justo que ninguno y muera por solo el verte.
Que sy llego a mereçer, el que aquesta llama ardiente se mitiguen tus cariños, seré tuyo eternamente.
Y aun que yo meresca poco por lo mucho que mereçes, me servirá de disculpa el rendirme aty obediente.
Dispón de aqueste cautivo tuyo, lo que tú quizieres, que será gran d[ic]ha mía el hazer lo que tú me ordenes.
Mándame que mude los montes y que alas fieras sujete, que todo me será fásil no mandando que te dexe.
Y sy fiera determinas no queres corresponderme, en tanto mar de suspiros my esperansa se anegue.
Lleve el mar mis desvaríos, el viento mis ayes lleve, abraze el fuego mis ansias, por que un fuego a otro temple.
Mas ¡ay, qué tan raro insendio! pues sy eres toda de nieve, ny puedo ablandarte un punto ny puedo hazer que me queme.
Ny puedo tan poco dar treguas, my bien, de quererte, por que tus ojos divinos lo disponen de essa suerte.
Pues son imán de las vidas, lazo estrecho sy se advierte con que apriziona el amor poderozo, altivo y fuerte.
Sin que pueda no adorarte aquel que llegare a verte y solo será dichozo quien llegare a mereçerte.
Duélete deste aflixido que sabrá agradeserte con mil rendidas finezas la ventura de esta suerte.
Templa ya los rigurozos flecheros con que das muerte, depón lo humano de parte y aquy lo divido exerçe.
Çesa, my bien, de matarme y da prinçipio a quererme, que sy tú no me das vida, tengo segura la muerte.
Aty de mesma apelo, humilde, por que sentensies que quien busca lo seleste es justo hallar lo clemente para que rinda atus plantas los trofeos y laureles con que Cupido, amor niño, çiñe sus invictas sienes.
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saetaydiamanteszarcos · 2 years ago
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 7: La toma de los páramos
Desde la torre sur en Yukai, resuenan los cuernos de batalla advirtiendo la llega del enemigo.
Todo el castillo está delimitado por una empalizada que oculta el foso inundado con agua de río. En otros tiempos, el modesto castillo era conocido más allá de las fronteras por las complejidades de su estructura, pero con los años, la paz y la falta de desafíos, incluso la fosa perdió fuerza, caudal y terminó habitada por anfibios, peces y pequeños nidos de aves acuáticas.
En el adarve, los pocos flecheros se preparan para vigilar la muralla de piedra a través de las almenas. La caballeriza, se mantiene firme contra el rastrillo para proteger la única entrada y salida del castillo mientras que en la torre del homenaje y en las mazmorras, mantienen protegidas a las familias que lograron escapar del ataque nómada.
Menos de un día tuvieron antes de que la amenaza llegara desde el sur, sin ningún aviso desde las torres de vigilancia. Tan rápido que nadie tuvo tiempo siquiera de reorganizar las tropas, avisar a la compañía que partió al oeste, ni pensar en atacar directamente la horda de salvajes.
Yo Shindo sólo tiene 27 años, pero es el soldado más experimentado de todo el castillo, aunque no está liderando por derecho propio. Tomó el mando luego de que el maestre intentara cerrar las puertas a las familias que pedían asilo. Shindo estaba fuera del castillo, en el puente levadizo cuando el hombre ordenó cerrar las puertas, pese a que habían casi 300 metros de personas esperando entrar, incluyendo campesinos, mercaderes y las familias de los propios aspirantes que se entrenaban para ingresar a la vanguardia del rey.
Él nunca pensó que sería capaz de algo así: amotinarse contra el maestre, pero la expectativa de morir en ese momento por la espada de los jóvenes que no estaban dispuestos a dejar a sus familias fuera del castillo y la desesperación de esas personas, le hizo pensar que el castigo por desobediencia sería insignificante.
Pero ahora…Ahora que todo paso, está al frente dirigiendo a un montón de niños, porque los soldados más experimentados partieron a la frontera hace días para responder al llamado de refuerzos en la frontera.  
Tampoco tiene miedo a morir por la traición, porque el maestre falleció solo unas pocas horas después de ser encerrado en su despacho. Todo lo que sabe de este incidente es que su cuerpo se precipitó al suelo mientras Shindo, por suerte, estaba abajo en el patio con cientos de testigos para confirmar que no lo había matado él.
Por desgracia, si los campesinos ya estaban asustados por los nómadas que se acercaban desde la frontera oeste, con la muerte del señor feudal, el pánico se propagó como un incendio. La gente gritaba, se empujaban unos a otros mientras algunos respondían a los empujones con violencia, insultando y ofreciendo pelea a quien tuvieran en frente.
El alfa sacó su espada para imponerse antes de que todo se saliera de control y bramó ordenes, insultos, les gruñó en la cara a unos y habló por tanto tiempo que luego no recordaba que dijo ni a quién, pero los mocosos que ahora tenía a su cargo junto a los campesinos, se llevaron al cuerpo y el resto se repartió en piñones de 6 para asumir diversas funciones, mientras los estudiantes más antiguos les enseñaban a tomar la espada a otro grupo.
Campesinos o no, tendrían que defender las murallas si el asedio de los salvajes les permitía llegar hasta ese punto. Además, era imposible que los refuerzos de Muzan, (el siguiente castillo al norte desde su posición hacia el norte), llegue con refuerzos antes de una semana por la distancia y la necesidad de reunir las tropas.
Esta sería, en el mejor de los casos, una guerra de desgaste, pues, sin armas, artillería, ni soldados experimentados que pudieran enfrentar a los bárbaros, no era sensato creer que hubiera una oportunidad de luchar con ellos de frente.
Necesitan que así sea, incluso si saben que los muros no pueden resistir un asedio prolongado debido a que los trabajos de mantenimiento se pospusieron por un tiempo.
Con sólo un día y medio, logró organizar y distribuir los pocos recursos. En los adarves del sur, concentraron las antorchas y muñecos de paja para hacer parecer que había más hombres defendiendo el castillo. En la entrada, prepararon las ollas con aceite hirviendo, sin embargo, la mitad de los calderos los desviaron en las murallas más débiles en caso de que recibieran un ataque en esa zona.
Ahora todo lo que queda es esperar a que los salvajes embistan las murallas a tiro de arco para diezmarlos en lo que Muzan respondía al llamado.
Es media tarde cuando el cielo se iluminó de rojo violáceo, interrumpido por cúmulos de nubes mezquinas mientras que en el horizonte lejano aparecen las primeras sombras de las huestes salvajes.
Shindo Yo, sube a la torre del matacán tan pronto las primeras voces advierten de la amenaza y resuenan firmes los cuernos de guerra. Allí los latidos de su corazón resuenan atronadores en sus oídos por el sobre esfuerzo de cruzar medio patio y subir las escaleras de dos en dos. Cuando se recompone, ni siquiera tiene que forzar la vista para ver la enorme horda de salvajes que avanza sin prisas, organizada en cuadrillas de 500 hombres, moviéndose con disciplina.
- ¿Cuántos van? - pregunta un soldado desde el patio de armas, pero Shindo sabe que no le alcanzan las manos para calcular ese despliegue de fuerza.
- ¡Primera vanguardia! - grita, cuando haya la voz- ¡1500 hombres! ¡Segunda vanguardia, 1000 hombres! ¡Caballería! ¡1500 hombres…!
- ¡Huestes al oeste! -Interrumpió un vigía y Shindo corrió hasta su posición para verificar con sus ojos el descubrimiento. Con horror, fila tras fila de jinetes salvajes salió de los bosques al tanto que los arqueros montados iban cruzando el puente, tomando formación de frente con sus estandartes rojos y las espadas curvas alzadas en lo alto.
Entonces supo que no había sido la imprudencia de la gente lo que les impidió llegar antes a pedir resguardo, sino la guerra que había comenzado bajo sus narices sin tener la menor sospecha.
Con todo lo que daban sus pies, Shindo corrió escaleras abajo, cruzo el patio y empujo a los granjeros que obstruían el paso para llegar a hasta el palomar para advertir a la ciudad de Musutafu y el castillo Muzan, la ciudadela más próxima a ellos.
Tomó del brazo a uno de los aspirantes y lo sentó de un empujón para que escribiera la alerta 10 veces y luego soltara una paloma cada pocas horas. Todo lo que quedaba era rezar porque la fortaleza de Muzan se lograra abastecer mejor que ellos y lograran reunir los hombres que necesitaran.
Las huestes de Mitsuki ni siquiera se acercaron a tiro de arco,} y en su lugar se reorganizaron directo al norte, como si supieran que ellos no eran un problema, como si esperasen a un enemigo desde el norte.
Shindo sudo frío y perdió el hambre esperando un movimiento de los salvajes, pero ellos no estaban interesados en la fortaleza, no todavía. Y solo unas pocas horas más tarde supo porque, la vanguardia de Muzan llego al campo listo para luchar como si hubieran conocido de ante mano la llegada de los salvajes.
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En la llanura, por encima de las lomas Mitsuki se posicionó en medio de su ejército cabalgando una yegua cobriza de crin negra. Junto a ella, su esposo monta un semental Blanco, portando una espada, listo para ordenar el ataque. En su flanco izquierdo la manada de su hijo se organiza para proteger su espalda, excepto por Kirishima, Tokoyami y el propio Katsuki.
El cenizo se negó a estar a cargo de la caballería, porque tendría que dejar atrás su espada y usar el arco o la lanza, en su lugar exigió estar al frente de la batalla junto a la primera vanguardia. Tras él, una formación compuesta por 500 soldados espera la primera orden de su líder, quien se ha equipado casi con la armadura completa.
Katsuki lleva escudo de metal pequeño y su espada ya está desenfundada, con la cinta roja de la empuñadura atada a su muñeca, en caso de que el destino quiera traicionarlo nuevamente. Kirishima se ubica justo a su lado derecho, porta un escudo de acero más grande que el de Katsuki, con el dibujo de un dragón y lleva una espada llena de dientes y a la izquierda de Bakugo las sombras le nublan la vista súbitamente.
-Creía haber dicho que te quería al mando de mis hombres, protegiendo a mi padre. - espeta Katsuki hacia Tokoyami que se abre paso a su lado.
-Me diste la orden, pero antes ya me autorizaste para patearte si te veía haciendo otra estupidez como la que casi te mata con Mirio…Y en tu caso, esto cuenta como una patada en las pelotas
El rostro de Katsuki enrojece de ira, sus dientes rechinan mientras prepara una retahíla de insultos, pero Tokoyami no le da tiempo a responder- Juzgué mal tu madurez si todavía pediste estar al frente de batalla con la herida fresca en tu hombro. – incrédulo Katsuki mira hacia Kirishima. El pelirrojo tiene la boca abierta mientras sacude la cabeza con pasmado, a él no se le había escapado que Katsuki había vuelto a sangrar la noche anterior.
-Maldita sea ¿Cómo demonios te enteraste?
-Eso no importa ahora, pero ni creas que dejaré que te mueras antes de cumplirme.
-No te he fallado nunca, pero sigues desautorizándome... ¡La mierda no esta tan mal! – sisea.
- Tal vez no, pero llevas un escudo, te has amarrado la espada a la muñeca y eso solo me dice que el bastardo de Mirio hizo más daño del que dejaste entrever.
- Se recuperará -agrega el alfa mirándolo a los ojos- pero no puedo usar mi magia hasta que esté bien cerrada la herida del hombro- confiesa.
- Katsuki, no puedes seguir dejando que tu orgullo te ciegue, en este punto, cualquier movimiento en falso te hará lamentarlo el resto de tu vida…- le dice mirándolo con reprensión.
- No fue mi orgullo- le dice y Tokoyami sonríe con incredulidad y cierto deje de amenaza- no solo fue mi orgullo- se corrige entornando los ojos- No soy bueno con el arco, y la lanza habría supuesto demasiada tensión a mi muñeca y hombro
Tokoyami asiente más tranquilo ante la respuesta medianamente sensata. Katsuki como hijo de un Khan debe demostrar el doble de méritos que el resto, por lo que no era una opción quedarse en el campamento a descansar. Sin embargo, también es cierto que Katsuki es una estrella nueva en cielo. Su magia es una cosa nunca vista entre los nómadas, tan poderosa como peligrosa. Le tomó años de practica dominarla, debiendo inventar por sí mismo los principios para controlarla, pero eso supuso mucho esfuerzo y años de estudios, con lo que debió sacrificar otras artes de la guerra que no serían a fines con su peculiaridad, así que puede entender que lo motivo estar en la vanguardia con los demás espadachines, pero de todas las formaciones tomó la primera y más peligrosa.
Quiere decir algo más, pero el ejercito enemigo ya se ve por encima de las colinas. Avanzan en una formación semejante a la de ellos, pero sólo abarcan tres cuartos del ancho de su formación. Se separan en grupos de 200 hombres y van bien equipados, pero son menos de lo que esperaban, incluso para lo que prometió Mei Hatsume la espía que lleva infiltrada casi 10 años en Dagobah.
El cuerno de guerra resuena atronador y entonces la marcha reinicia para que los dos ejércitos se encuentren. Primero avanzan lento, con pasos pesados y rítmicos, luego es una carrera en picada cuando obtienen suficiente distancia de la caballería que está esperando la orden de avanzar. Están a menos de medio camino cuando los arqueros dagobenses lanzan la primera ráfaga de flechas, Katsuki y Kirishima alzan sus escudos mientras flexionan las rodillas ligeramente, esperando el impacto, pero una sombra negra los cubre y se traga cada saeta quebrándolas en pequeñas esquirlas.
A su alrededor, algunos caen muertos, otros resultan heridos, pero la marea se impone hasta alcanzar a la primera línea de los dagobenses con un choque de fuerzas brutal. Hay hombres que no resisten el empuje de la horda de salvajes, caen de espaldas mientras la marea pasa por encima con gritos feroces. Otra lluvia de flechas pasa de largo por encima de sus cabezas, lastimando a los salvajes de más atrás.
El cuerno de guerra resuena otra vez a la lejanía y otro responde más agudo desde las filas enemigas y con eso las caballerías de ambos bandos se preparan para el segundo asalto.
Katsuki raja a dos enemigos de un corte limpio, patea a otro que estaba atrás mientras Kirishima embiste con el escudo a un soldado enorme que porta un martillo de guerra. Tokoyami se queda tras ellos, con las manos extendidas mientras las sombras frenan los pies de los enemigos manteniendo un margen de seguridad para que sus compañeros no se vean acorralados en número y luego las usa como escudo cuando la caballería se abre paso arrollando aliados y enemigos por igual.
Una flecha pasa silbando a un lado de la cabeza de Tokoyami, alguien grita en su dirección y de pronto dos arqueros lo apuntan protegidos por 3 espadachines. Inmediatamente retrae las sombras hacia él, pero ni siquiera alcanza a dar dos pasos cuando una mancha amarilla sale desde la nada para enfrentarlos.
Mirio Togata llega con su sonrisa eterna, haciendo gala de toda su fuerza y su destreza como guerrero, mata a los arqueros mientras Katsuki y Kirishima se encargan de los espadachines. El hombre ríe fuerte y de buena gana mientras los enemigos siguen llegando, hasta saluda a Katsuki cuando tiene la oportunidad, pero el alfa le enseña el dedo medio antes alejarse en dirección contraria.
Tokoyami entorna los ojos, enojado al ver la breve discusión del par. Mirio es ahora un Khan, uno que es avalado por Yagi el pacificador, un héroe de las guerras esteparias. Es un superior en toda regla y como tal podría mandar a castigarlos tras la batalla y ni siquiera Mitsuki podría interponerse, porque tiene que dar el ejemplo frente a todos los demás.
-  Que inmaduro. – susurra sacando la espada para sumarse junto a Bakugo en su flanco izquierdo. Si no tiene cuidado, se agotará demasiado pronto, sin embargo, la victoria llega rápida y contundente poco tiempo después.
Desde el castillo, Shindo vio morir hasta el último hombre cuando el general inicia la retirada. Los arqueros montados de los salvajes simplemente no les dan la oportunidad, haciendo gala de su puntería casi perfecta.
- ¿Se acabó? - pregunta alguien a su lado, la voz seca y atónita.
- Se acabo. - confirmo Yo, enfundando su espada mientras retornaba a sus aposentos. De pronto había recordado que llevaba más de 15 horas sin descansar o comer.
En la llanura, Mitsuki celebra la primera victoria junto al enardecido grito de júbilo de sus hombres. Junto ella el mismísimo Khan del sur Mirio Togata la reverencia con esa sonrisa brillante que recuerda las de su maestro Yagi, cuando era más joven.
A lo lejos divisa a su hijo, regresa del campo de batalla con el rostro y la ropa salpicada de sangre y barro, Tokoyami va detrás con el casco de cuervo en una mano y la ropa prácticamente limpia y todavía más atrás Kirishima se asoma entre la gente con una sonrisa llena de dientes, trae el escudo abollado, la espada en su funda y arrastra un martillo de guerra con restos de carne atrapados en las púas.
Cuando pasan junto a ella, ninguno media una sola palabra y ella misma guarda distancia para no demostrar favoritismo, ni dar pie a confusiones, sin embargo, todavía se escapa una leve sonrisa orgullosa cuando Katsuki pasa por su lado para hacer un rápido conteo de los sobrevivientes de los hombres que acompañó y lideró en la batalla.
- ¿Dónde está la maldita carreta? ¡Traigan antorchas! Tengo 10 heridos por allá…-grita subiéndose a un caballo. Alguien pasa corriendo, le entrega un palo con un trapo impregnado de aceite, Katsuki enciende la antorcha con un chasquido de dedos y luego parte junto a la carreta para buscar a su gente.
Una voz la distrae de toda la escena, su mirada regresa hacia Mirai. El hombre parece cansado, trae los ojos oscuros por falta de sueño, cansancio por el viaje y el uso de su peculiaridad. Por esta vez se quedó lejos del peligro, acompañando a Masaru en las colinas para vigilar el resultado aplastante de la batalla. La caballería consiguió capturar a uno de los capitanes y antes de matarlo, Mirai gasto casi toda su energía en ver su futuro…
Si tan solo el hijo Bakugo no hubiera aparecido otra vez en esas visiones.
- ¿Qué viste?
- Dos hijos perdidos en el bosque levante, pero tres son caminantes…- dice con los ojos cerrados- no sé quién es el tercero, pero sigue anunciándose sin que mostrar el rostro...
- ¿No dijiste la última vez que eran tres hijos perdidos?
El hombre sonríe gratamente sorprendido. Muchos meses atrás ya había tenido varias visiones cuando tomó la mano de Katsuki, pero ese no era un detalle que le hubiera comunicado a su Gran Khan, sino a Masaru la Gran Matriarca. No era un secreto, pero el hombre le había pedido que no le mencionara el asunto a la mujer, aunque quizás el solo le contó la parte que no menciona a su hijo.
- Parece ser que uno está regresando a casa…- le dice mientras observa su reacción en busca de algún signo de reconocimiento, pero ella es imperturbable- lo siento, necesito volver al campamento con los demás, ya no seré de utilidad aquí…
-Adelante, entonces – se despide la mujer con un gesto.
En ese momento, Mitsuki reúne a los kahnes del sur y el oeste, mientras se encienden fogatas por todo el alrededor del castillo. Ahora solo queda prepararse para el asedio y la toma de Yukai.
En poco más de dos horas, las carretas que se habían adelantado temprano en la mañana, arman dos decenas de yurtas, a unos 300 metros al sur, alzando estandartes y banderas de cada clan convocado y cuando han terminado la tarea se retiran al campamento original de la campaña, llevándose consigo a los heridos.
Por la mañana, las huestes de los nómadas se forman esta vez de frente a la fortaleza y con ello, todo el castillo se prepara para el asedio mientras su general, Shindo Yo, trae en el cuerpo 10 onzas de vino, medio pan y la certeza de que ya perdió la batalla.
Por la noche, ingresó al cuarto del maestre, allí tomó el mapa de la región, la espada de acero del anciano y revisó los documentos que tenía escondidos dentro de un cajón cerrado con llave. En ese momento, ya estaba medio borracho cuando uso el atizador de la chimenea para forzar la cerradura, pero el mareo y la alegría momentánea se le fueron de un plumazo cuando reconoció el sello imperial.
Eran al menos 10 mensajes del norte y su contenido era claro y funesto: el desaparecido Natsuo Todoroki fue declarado muerto tras 3 años de búsqueda infructuosa y el propio rey Enji Todoriki está muriendo de una enfermedad incurable. Shindo ya sabía que todo el linaje imperial había nacido bajo una mala estrella, era el rumor que surgió luego de que el hijo mayor y la esposa murieran en un incendio del palacio, que cobró 300 vidas entre nobles, eunucos y sirvientas. Pero otra cosa era que se confirmara como toda la línea de sangre había sucumbido a la maldición y la desobediencia.
De los 4 hijos nacidos de la semilla de Enji, sólo quedan dos, Fuyumi una mujer beta y Shouto un omega de 11 años.
La beta hace más de 10 años que había renunciado a su título y herencia para investirse con el velo de las sacerdotisas, en consecuencia, perdió todo derecho sobre el trono, y el príncipe Shouto por ley todavía puede ser coronado y puesto al poder, pero no soltero. Sólo tiene que contraer matrimonio con un alfa de la corte. No importa que tenga 11 años, ni que su celo no haya llegado, porque será el primer consejero del rey quien asuma el liderazgo hasta que el niño haya madurado. El problema nace cuando la mitad de los ministros es candidato elegible o tienen herederos habilitados para el matrimonio, con lo cual Enji debe decidir con quien casar a su hijo omega antes de morir.
Las cartas también solicitaron el envío inmediato de soldados a la capital para lo que llamaron “refuerzo del orden público”, entregando una lista larga y detallada de todas las fortalezas que debían sumarse a la solicitud del rey, junto a los generales de las familias más antiguas de cada región. “Valla eufemismo estúpido, pomposo y burdo”, maldijo Shindo Yo entre dientes, porque lo que estaba pasando en la capital no era otra cosa que una guerra civil entre ministros por la mano de Shouto Todoroki.
De acuerdo con esta maldita lista, Muzan literalmente era el último bastión que podía ayudarlos, porque Deika, Musutafu y Quing Quing (las siguientes fortalezas hacia el norte) ya deberían haber respondido a la orden del rey, considerando que las cartas estaban fechadas hace mes y medio. Entonces se quedarán aquí encerrados a morir de hambre en tanto el Rey o Redestro, su primer consejero, logren controlar las presiones de los ministros para casarse con el último heredero al trono de los Todoroki….
Los salvajes ya están ordenados en filas portando estandartes. Todavía se están varios metros más allá, lejos del alcance de sus arcos, pero incluso si está cansado y mareado, nota que estos no son la misma cantidad de enemigos que ayer.
Tras su espalda resuenan golpes contra una puerta, luego gritos ahogados provenientes de la torre el homenaje y los calabozos. Las puertas se abren de par en par liberando masas de campesinos corriendo lejos de un humo blanco, tosiendo, con los pies torpes, sin rumbo, chocando con los pocos soldados que llegan a comprobar el incendio.
Sus ojos apenas siguen el hilo del desastre, cuando a duras penas se mantiene en pie, esquivando a los campesinos y soldados que intentan huir desde una muralla a otra. Algunos arrastran cuerpos, otros salen ensangrentados mientras que el resto se desploma en el suelo.
- ¡Vienen por las mazmorras! – grita alguien en medio del humo, para luego desmayarse en el piso.
De pronto, junto a los que huyen del humo, salen gentes con turbantes cubriendo medio rostro y boca, portando espadas curvas mientras van matando a diestra y siniestra soldados desprevenidos.
Tiene que ser una broma, la peor de las suertes, el infierno mismo cobrándose sus pecados por los bastardos que dejó en la región del norte…Pero el olor a la sangre y muerte es tan real, como el picor familiar en sus manos cuando aprieta el mango de su espada desenvainada.
Los cuerpos van cayendo uno a uno mientras todo el aire se llena de feromonas angustiadas cuando un grupo de mujeres betas y omegas queda acorralado en las caballerizas.
Shindo ordena una formación y un grupo de soldados niños cubre su espalda. Desde las almenas caen flechas ciegas y asesinas hacia las puertas de las mazmorras anegadas de humo, hiriendo aldeanos y enemigos por igual.
El humo se propaga con más fuerza, ayudado por sombras en forma de aves que se arrastran por las grietas de la piedra buscando recovecos, huecos o cualquier entrada por donde penetrar las murallas, con la promesa de aumentar la desesperación.
Shindo, grita y ruge directrices a los cobardes que se quedan parados sin pelear, patea enemigos, empuja los cuerpos que se amontonan en el patio mientras intentan evadir el humo infame, y, sin embargo, no logra acercarse a la torre del homenaje, el edificio central situado encima de las mazmorras.  
Su cuerpo burbujea, pica y bulle febril con el llamado de un poder antiguo y prohibido, los instintos de su cuerpo agitados como un lobo hambriento. Había jurado que nunca nadie sabría de él o de su fuerza y magia, pero a este paso, nadie sobrevivirá al ataque si no se rinden o si no logra derrumbar las mazmorras por donde han conseguido entrar los bárbaros.
De improvisto, recibe una tacleada firme contra su costado, un hombre bajo de ojos avellanas le planta cara usando apenas una cuchilla y la habilidad de sus manos y piernas. Shindo no ha vista nada igual, pero no por la destreza de su defensa sino porque este es un omega. Recibe un corte y luego son dos más en los antebrazos, alguien grita a su lado para intentar ayudarlo, pero otro salvaje se interpone y queda nuevamente expuesto. La omega silva de forma viciosa apenas amortiguado por la tela que cubre su boca, vuelve a arremeter contra él y entonces Shindo se da cuenta del dolor en su costado, la respiración difícil que lo ahoga a ratos mientras intenta recomponerse y devolver los golpes.
Una flecha silva sobre sus cabezas, pero no les da alcance, sus pies tropiezan, pierde la espada, el equilibrio y la conciencia justo cuando su cuerpo colapsa contra una muralla debido al veneno de los humos.
Entonces sucede, la primera toma de los páramos que quedaría en la historia del nuevo orden como el primer asedio victorioso de los pueblos salvajes nómadas.
Mitsuki ruge junto a Mirio la nueva victoria. La hija del este, perdida en las tierras enemigas, no solo había cumplido su misión, les había asegurado un lugar donde asentarse por meses y años, protegidos de cualquier intento del imperio por recuperar su soberanía.
Por años nadie de su gente se ha había atrevido a recobrar las tierras de los páramos verdes, porque, aunque las batallas contra los soldados del imperio solían terminar en victoria para ellos, los pueblos nómadas no lograban asentarse por más tiempo de lo que duraba el verano y otoño debido a los castillos.
Mas el exilio al desierto y la estepa, trajo consigo un exquisito intercambio entre las culturas sobre los conocimientos transmitidos por los eruditos de las dunas y la fortaleza innata de los nómadas. Ahora tenían el número, las armas y a las hijas e hijos del este: asesinos y espías entrenados para vigilar el imperio por décadas que les ayudaron a no perder la conexión con su tierra sagrada.
Mei Hatsume, era uno de los pocos sobrevivientes que se esconden todavía por la región, ella recobro los planos de la ciudadela y les hizo llegar la información necesaria con las descripciones de los pasadizos secretos de los castillos.
Eran salidas de emergencias creadas por demanda de los grandes señores fundadores. Pero hace más de 100 años, con los cambios en las particiones políticas y económicas de la región, los regentes originales de los castillos cedieron la responsabilidad a jefes militares y se fueron a vivir como ministros en la capital, en consecuencia, solo unos pocos conocen la existencia de los pasajes subterráneos que ofrecen una salida al exterior.
Esta información en principio no fue tomada como una ventaja, era imposible pensar que podrían hacer pasar un ejército por el estrecho pasadizo, hasta que las matriarcas tomaron parte en la mesa de reunión. Masaru pregunto si no era posible usar el pasadizo como un conducto de aire y los tres Khanes supieron inmediatamente a que se refería. Cuando las madrigueras de los nomus en la estepa son inaccesibles, siempre pueden envenenarlos y eso fue todo lo que tuvieron que hacer con el castillo de Yukai, encontrar el pasadizo con ayuda de los exploradores, anegarlo con el humo de hongos prensados y empujar el veneno usando un fuelle.
Por la noche, pusieron vigías por los perímetros para que alerten de cualquier movimiento en el castillo. Reunieron 50 hombres voluntarios para pasar por los pasadizos masticando el antídoto. Allí comprobaron que la gente escondida en el segundo y tercer nivel del subsuelo, habían muerto por el humo, y que este se había propagado por las murallas hacia dos barracas colindantes, matando a los soldados que habían dormido ahí. El resto fue historia contada.
Por los campos de batalla, los nómades todavía celebran la victoria, pero Mitsuki deja a cargo de la limpieza del castillo a Mirio y Tsunagu en favor de acompañar a la caravana que transporta a los heridos y rehenes.
La poca gente que sobrevivió, eran familias campesinas humildes de poca educación y unos pocos soldados jóvenes sin experiencia. No les tomo ningún esfuerzo someterlos, en su mayoría eran betas con crías y algunos omegas que habían escapado hacia a los últimos pisos de la torre del homenaje o a las caballerizas.
También habían recuperado la mitad de las provisiones, sin que se contaminaran por el veneno. Mitsuki ahora tiene más suministros y omegas que repartir entre sus abanderados y mano de obra para expandir las murallas y así proteger los caballos y nacimientos que vendrían.
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arieeag · 2 years ago
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 7: La toma de los páramos
Desde la torre sur en Yukai, resuenan los cuernos de batalla advirtiendo la llega del enemigo.
Todo el castillo está delimitado por una empalizada que oculta el foso inundado con agua de río. En otros tiempos, el modesto castillo era conocido más allá de las fronteras por las complejidades de su estructura, pero con los años, la paz y la falta de desafíos, incluso la fosa perdió fuerza, caudal y terminó habitada por anfibios, peces y pequeños nidos de aves acuáticas.
En el adarve, los pocos flecheros se preparan para vigilar la muralla de piedra a través de las almenas. La caballeriza, se mantiene firme contra el rastrillo para proteger la única entrada y salida del castillo mientras que en la torre del homenaje y en las mazmorras, mantienen protegidas a las familias que lograron escapar del ataque nómada.
Menos de un día tuvieron antes de que la amenaza llegara desde el sur, sin ningún aviso desde las torres de vigilancia. Tan rápido que nadie tuvo tiempo siquiera de reorganizar las tropas, dar aviso a la compañía que partió al oeste, ni pensar en atacar directamente la horda de salvajes.
Yo Shindo solo tiene 27 años, pero es el soldado más experimentado de todo el castillo, aunque no está liderando por derecho propio. Tomó el mando luego de que el maestre intentara cerrar las puertas a las familias que pedían asilo. Shindo estaba fuera, en el puente levadizo cuando el hombre ordenó cerrar las puertas, pese a que era casi 300 metros de personas esperando entrar, incluyendo campesinos, mercaderes y las familias de los propios aspirantes que se entrenaban para ingresar a la vanguardia del rey.
Él nunca pensó que sería capaz de algo así: amotinarse contra el maestre, pero la expectativa de morir en ese momento por la espada de los jóvenes que no estaban dispuestos a dejar a sus familias fuera del castillo y la desesperación de esas personas, le hizo pensar que el castigo por desobediencia sería insignificante.
Pero ahora…Ahora que todo paso, está al frente dirigiendo a un montón de niños porque los soldados experimentados partieron a la frontera hace días para responder al llamado de refuerzos, en la frontera.  
Tampoco tiene miedo a morir por la traición, porque el maestre falleció solo unas pocas horas después de ser encerrado en su despacho. Todo lo que sabe de este incidente es que su cuerpo se precipitó al suelo mientras Shindo, por suerte, estaba abajo en el patio con cientos de testigos para confirmar que no lo había matado él.
Por desgracia, si los campesinos ya estaban asustados por los nómadas que se acercaban desde la frontera oeste, con la muerte del señor feudal, el pánico se propagó como un incendio. La gente gritaba, se empujaban unos a otros mientras algunos respondían a los empujones con violencia, insultando y ofreciendo pelea a quien tuvieran en frente.
El alfa sacó su espada para imponerse antes de que todo se saliera de control y bramó ordenes, insultos, les gruñó en la cara a unos y habló por tanto tiempo que luego no recordaba que había dicho, pero los mocosos que ahora tenía a su cargo junto a los campesinos, se llevaron al cuerpo, y el resto se repartió en piñones de 6 para asumir diversas funciones, mientras los estudiantes más antiguos les enseñaban a tomar la espada a otro grupo.
Campesinos o no, tendrían que defender las murallas si el asedio de los salvajes les permitía llegar hasta ese punto. Además, era imposible que los refuerzos de Muzan, (el siguiente castillo al norte desde su posición hacia el norte), llegue con refuerzos antes de una semana por la distancia y la necesidad de reunir las tropas.
Esta sería en el mejor de los casos una guerra de desgaste, pues, sin armas, artillería, ni soldados experimentados que pudieran enfrentar a los bárbaros, no era sensato creer que hubiera una oportunidad de luchar con ellos de frente. Necesitan que así sea, incluso si saben que los muros no pueden resistir un asedio prolongado debido a que los trabajos de mantenimiento se pospusieron por un tiempo.
Con sólo un día y medio, logró organizar y distribuir los pocos recursos. En los adarves del sur, concentraron las antorchas y muñecos de paja para hacer parecer que había más hombres defendiendo el castillo. En la entrada, prepararon las ollas con aceite hirviendo, sin embargo, la mitad de los calderos los desviaron en las murallas más débiles en caso de que recibieran un ataque en esa zona.
Ahora todo lo que queda es esperar a que los salvajes embistan las murallas a tiro de arco para diezmarlos en lo que Muzan respondía al llamado.
Es media tarde cuando el cielo se iluminó de rojo violáceo, interrumpido por cúmulos de nubes mezquinas mientras que en el horizonte lejano aparecen las primeras sombras de las huestes salvajes.
Shindo Yo, sube a la torre del matacán tan pronto las primeras voces advierten de la amenaza y resuenan firmes los cuernos de guerra. Allí los latidos de su corazón resuenan atronadores en sus oídos por el sobre esfuerzo de cruzar medio patio y subir las escaleras de dos en dos. Cuando se recompone, ni siquiera tiene que forzar la vista para ver la enorme horda de salvajes que avanza sin prisas, organizada en cuadrillas de 500 hombres, moviéndose con disciplina.
- ¿Cuántos van? - pregunta un soldado desde el patio de armas, pero Shindo sabe que no le alcanzan las manos para calcular ese despliegue de fuerza.
- ¡Primera vanguardia! - grita, cuando haya la voz- ¡1500 hombres!, ¡Segunda vanguardia 1000 hombres! ¡Caballería! ¡1500 hombres…!
- ¡Huestes al oeste! -Interrumpió un vigía y Shindo corrió hasta su posición para verificar con sus ojos el descubrimiento. Con horror, fila tras fila de jinetes salvajes salió de los bosques al tanto que los arqueros montados iban cruzando el puente, tomando formación de frente con sus estandartes rojos, y las espadas curvas alzadas en lo alto.
Entonces supo que no había sido la imprudencia de la gente lo que les impidió llegar antes a pedir resguardo, sino la guerra que había comenzado bajo sus narices sin tener la menor sospecha.
Con todo lo que daban sus pies, Shindo corrió escaleras abajo, cruzo el patio y empujo a los granjeros que obstruían el paso para llegar a hasta el palomar para advertir a la ciudad de Musutafu y el castillo Muzan, la ciudadela más próxima a ellos.
Tomó del brazo a uno de los aspirantes y lo sentó de un empujó para que escribiera la alerta 10 veces y luego las envíe cada pocas horas. Todo lo que quedaba era rezar porque la fortaleza de Muzan se lograra abastecer mejor que ellos hasta que lograran reunir los hombres que necesitaran.
Las huestes de Mitsuki ni siquiera se acercaron a tiro de arco, y en su lugar se reorganizaron directo al norte, como si supieran que ellos no eran un problema, y como si esperasen a un enemigo desde el norte.
Shindo sudo frio y perdió el hambre, esperando un movimiento de los salvajes, pero ellos no estaban interesados en la fortaleza, no todavía. Y solo unas pocas horas más tarde supo porque, la vanguardia de Muzan llego al campo listo para luchar como si hubieran sabido de ante mano la llegada de los salvajes.
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En la llanura, por encima de las lomas Mitsuki se posicionó en medio de su ejército cabalgando una yegua cobriza de crin negra. Junto a ella, su esposo monta un semental Blanco, portando una espada, listo para ordenar el ataque. En su flanco izquierdo la manada de su hijo se organiza para proteger su espalda, excepto por Kirishima, Tokoyami y el propio Katsuki.
El cenizo se negó a estar a cargo de la caballería, porque tendría que dejar atrás su espada y usar el arco o la lanza, en su lugar exigió estar al frente de la batalla junto a la primera vanguardia. Tras él, una formación compuesta por 500 soldados espera la primera orden de su líder quien se ha equipado casi con la armadura completa.
Katsuki lleva escudo de metal pequeño y su espada ya está desenfundada, con la cinta roja de la empuñadura atada a su muñeca, en caso de que el destino quiera traicionarlo nuevamente. Kirishima se ubica justo a su lado derecho, porta un escudo de acero más grande que el de Katsuki, con el dibujo de un dragón y lleva una espada llena de dientes, y a la izquierda de Bakugo las sombras le nublan la vista súbitamente.
-Creía haber dicho que te quería al mando de mis hombres, protegiendo a mi padre. - espeta Katsuki hacia Tokoyami que se abre paso a su lado.
-Me diste la orden, pero antes ya me autorizaste para patearte si te veía haciendo otra estupidez como la que casi te mata con Mirio…Y en tu caso, esto cuenta como una patada en las pelotas
El rostro de Katsuki enrojece de ira, sus dientes rechinan mientras prepara una retahíla de insultos, pero Tokoyami no le da tiempo a responder- Juzgué mal tu madurez si todavía pediste estar al frente de batalla con la herida fresca en tu hombro. – incrédulo Katsuki mira hacia Kirishima. El pelirrojo tiene la boca abierta mientras sacude la cabeza con incredulidad, a él no se le había escapado que Katsuki había vuelto a sangrar la noche anterior.
-Maldita sea, ¿Cómo demonios te enteraste?
-Eso no importa ahora, pero ni creas que dejaré que te mueras antes de cumplirme
-No te he fallado nunca, pero sigues desautorizándome... ¡La mierda no esta tan mal! - sisea
- Tal vez no, pero llevas un escudo, te has amarrado la espada a la muñeca y eso solo me dice que el bastardo de Mirio hizo más daño del que dejaste entrever.
- Se recuperará -agrega el alfa mirándolo a los ojos- pero no puedo usar mi magia hasta que esté bien cerrada la herida del hombro- confiesa.
- Katsuki, no puedes seguir dejando que tu orgullo te ciegue, en este punto, cualquier movimiento en falso te hará lamentarlo el resto de tu vida…- le dice mirándolo con reprensión.
- No fue mi orgullo- le dice, y Tokoyami sonríe con incredulidad y cierto deje de amenaza- no solo fue mi orgullo- se corrige entornando los ojos- No soy bueno con el arco, y la lanza habría supuesto demasiada tensión a mi muñeca y hombro
Tokoyami asiente más tranquilo ante la respuesta medianamente sensata. Katsuki como hijo de un Khan debe demostrar el doble de méritos que el resto, por lo que no era una opción quedarse en el campamento a descansar. También es cierto que Katsuki tiene una presión extra debido a que es una estrella nueva en cielo. Su magia es una cosa nunca vista entre los nómadas, tan poderosa como peligrosa. Le tomó años de practica dominarla, debiendo inventar por sí mismo los principios para controlarla, pero eso supuso mucho esfuerzo y años de estudios, con lo que debió sacrificar otras artes de la guerra que no serían a fines con su peculiaridad, así que puede entender que lo motivo estar en la vanguardia con los demás espadachines, pero de todas las formaciones tomó la primera y más peligrosa.
Quiere decir algo más, pero el ejercito enemigo ya se ve por encima de las colinas. Avanzan en una formación semejante a la de ellos, pero sólo abarcan tres cuartos del ancho de su formación. Se separan en grupos de 200 hombres y van bien equipados, pero son menos de lo que esperaban, incluso para lo que prometió Mei Hatsume la espía que lleva infiltrada casi 10 años en Dagobah.
El cuerno de guerra resuena atronador y entonces la marcha reinicia para que los dos ejércitos se encuentren. Primero avanzan lento con pasos pesados y rítmicos, luego es una carrera en picada cuando obtienen suficiente distancia de la caballería que está esperando la orden de avanzar. Están a menos de medio camino cuando los arqueros dagobenses lanzan la primera ráfaga de flechas, Katsuki y Kirishima alzan sus escudos mientras flexionan las rodillas ligeramente, esperando el impacto, pero una sombra negra los cubre y se traga cada saeta quebrándolas en pequeñas esquirlas.
Algunos caen muertos, otros resultan heridos, pero la marea se impone hasta alcanzar a la primera línea de los dagobenses con un choque de fuerzas brutal. Hay hombres que no resisten el empuje de la horda de salvajes, caen de espaldas mientras la marea pasa por encima con gritos feroces. Otra lluvia de flechas pasa de largo por encima de sus cabezas lastimando a los salvajes de más atrás.
El cuerno de guerra resuena otra vez a la lejanía y otro responde más agudo desde las filas enemigas y con eso las caballerías de ambos bandos se preparan para el segundo asalto.
Katsuki raja a dos enemigos de un corte limpio, patea a otro que estaba atrás mientras Kirishima embiste con el escudo a un soldado enorme que porta un martillo de guerra. Tokoyami se queda tras ellos, con las manos extendidas mientras las sombras frenan los pies de los enemigos manteniendo un margen de seguridad para que sus compañeros no se vean acorralados en número y luego las usa como escudo cuando la caballería se abre paso arrollando aliados y enemigos por igual.
Una flecha pasa silbando a un lado de la cabeza de Tokoyami, alguien grita en su dirección y de pronto dos arqueros lo apuntan protegidos por 3 espadachines. Inmediatamente retrae las sombras hacia él, pero ni siquiera alcanza a dar dos pasos cuando una mancha amarilla sale desde la nada para enfrentarlos.
Mirio Togata llega con su sonrisa eterna, haciendo gala de toda su fuerza y su destreza como guerrero, mata a los arqueros mientras Katsuki y Kirishima se encargan de los espadachines. El hombre ríe fuerte y de buena gana mientras los enemigos siguen llegando, hasta saluda a Katsuki cuando tiene la oportunidad, pero el alfa le enseña el dedo medio antes alejarse en dirección contraria.
Tokoyami entorna los ojos enojados al ver la breve discusión del par. Mirio es ahora un Khan, uno que es avalado por Yagi el pacificador, un héroe de las guerras esteparias. Es un superior en toda regla y como tal podría mandar a castigarlos tras la batalla y ni siquiera Mitsuki podría interponerse, porque tiene que dar el ejemplo frente a todos los demás.
-  Que inmaduro. – susurra sacando la espada para sumarse junto a Bakugo en su flanco izquierdo. Si no tiene cuidado, se agotará demasiado pronto, sin embargo, la victoria llega rápida y contundente poco tiempo después.
Desde el castillo, Shindo vio morir hasta el último hombre, cuando el general inicia la retirada. Los arqueros montados de los salvajes simplemente no les dan la oportunidad haciendo gala de su puntería casi perfecta.
- ¿Se acabó? - pregunta alguien a su lado, la voz seca y atónita
- Se acabo. - confirmo Yo, enfundando su espada mientras retornaba a sus aposentos. De pronto había recordado que llevaba más de 15 horas sin descansar o comer.
En la llanura, Mitsuki celebra la primera victoria junto al enardecido grito de júbilo de sus hombres. Junto ella el mismísimo Khan del sur Mirio Togata la reverencia con esa sonrisa brillante que recuerda las de su maestro Yagi, cuando era más joven.
A lo lejos, divisa a su hijo, regresa del campo de batalla con el rostro y la ropa salpicada de sangre y barro, Tokoyami va detrás con el casco de cuervo en una mano y la ropa prácticamente limpia, y todavía más atrás Kirishima se asoma entre la gente con una sonrisa llena de dientes, trae el escudo abollado, la espada en su funda y arrastra un martillo de guerra con restos de carne atrapados en las púas.
Cuando pasan junto a ella, ninguno media una sola palabra y ella misma guarda distancia para no demostrar favoritismo, ni dar pie a confusiones, sin embargo, todavía se escapa una leve sonrisa orgullosa cuando Katsuki pasa por su lado para hacer un rápido conteo de los sobrevivientes de los hombres que acompañó en la batalla.
- ¿Dónde está la maldita carreta? ¡Traigan antorchas! Tengo 10 heridos por allá…-grita subiéndose a un caballo. Alguien pasa corriendo, le entrega un palo con un trapo impregnado de aceite, Katsuki enciende la antorcha con un chasquido de dedos y luego parte junto a la carreta para buscar a su gente.
Una voz la distrae de toda la escena, su mirada regresa hacia Mirai. El hombre parece cansado, trae los ojos oscuros por falta de sueño, cansancio por el viaje y el uso de su peculiaridad. Por esta vez se quedó lejos del peligro, acompañando a Masaru en las colinas para vigilar el resultado aplastante de la batalla. La caballería consiguió capturar a uno de los capitanes y antes de matarlo, Mirai gasto casi toda su energía en ver su futuro…
Si tan solo el hijo Bakugo no hubiera aparecido otra vez en esas visiones
- ¿Qué viste?
- Dos hijos perdidos en el bosque levante, pero tres son caminantes…- dice con los ojos cerrados- no sé quién es el tercero, pero sigue anunciándose...
- ¿No dijiste la última vez que eran tres hijos perdidos?
El hombre sonríe gratamente sorprendido. Muchos meses atrás ya había tenido varias visión cuando tomó la mano de Katsuki, pero ese no era un detalle que le hubiera comunicado a su Gran Khan, sino a Masaru la gran Matriarca. No era un secreto, pero el hombre le había pedido que no le mencionara el asunto a la mujer, aunque quizás el solo le contó la parte que no menciona a su hijo.
- Parece ser que uno está regresando a casa…- le dice mientras observa su reacción, en busca de algún signo de reconocimiento, pero ella es imperturbable- lo siento, necesito volver al campamento con los demás, ya no seré de utilidad aquí…
-Adelante, entonces – se despide la mujer con un gesto.
En ese momento, Mitsuki reúne a los kahnes del sur y el oeste, mientras se encienden fogatas por todo el alrededor del castillo, lejos del tiro con arco. Ahora solo queda prepararse para el asedio y la toma de Yukai.
En poco más de dos horas, las carretas que se habían adelantado temprano en la mañana arman dos decenas de yurtas, a unos 300 metros al sur, alzando estandartes y banderas de cada clan convocado y cuando han terminado la tarea se retiran al campamento original de la campaña, llevándose consigo a los heridos.
Por la mañana, las huestes de los nómadas se forman esta vez de frente a la fortaleza y con ello, todo el castillo se prepara para el asedio mientras su general, Shindo Yo, trae en el cuerpo 10 onzas de vino, medio pan y la certeza de que ya perdió la batalla.
Por la noche, ingresó al cuarto del maestre, allí tomó el mapa de la región, la espada de acero del anciano y revisó los documentos que tenía escondidos dentro de un cajón cerrado con llave. En ese momento, ya estaba medio borracho cuando uso el atizador de la chimenea para forzar la cerradura, pero el mareo y la alegría momentánea se le fueron de un plumazo cuando reconoció el sello imperial.
Eran al menos 10 mensajes del norte y su contenido era claro y funesto: el desaparecido Natsuo Todoroki fue declarado muerto tras 3 años de búsqueda infructuosa y el propio rey Enji Todoriki está muriendo de una enfermedad incurable. Shindo ya sabía que todo el linaje imperial había nacido bajo una mala estrella, era el rumor que surgió luego de que el mayor y la esposa murieran en un incendio que cobró 300 vidas entre nobles, eunucos y sirvientas. Pero otra cosa era que se confirmara como toda la línea de sangre había sucumbido a la maldición y la desobediencia.
De los 4 hijos nacidos de la semilla de Enji, sólo quedan dos, Fuyumi una mujer beta y Shouto un omega de 11 años.
La beta hace más de 10 años que había renunciado a su título y herencia para investirse con el velo de las sacerdotisas, en consecuencia, perdió todo derecho sobre el trono, y el príncipe Shouto por ley todavía puede ser coronado y puesto al trono, pero no soltero. Sólo tiene que contraer matrimonio con un alfa de la corte. No importa que tenga 11 años ni que su celo no haya llegado, porque será el primer consejero del rey quien asuma el liderazgo hasta que el niño haya madurado. El problema nace cuando la mitad de los ministros es candidato elegible o tienen herederos habilitados para el matrimonio, con lo cual Enji debe decidir con quien casar a su hijo omega antes de morir.
Las cartas también solicitaron el envío inmediato de soldados a la capital para lo que llamaron “refuerzo del orden público”, entregando una lista larga y detallada de todas las fortalezas que debían sumarse a la solicitud del rey, junto a los generales de las familias más antiguas de cada región. “Valla eufemismo estúpido, pomposo y burdo”, maldijo Shindo Yo entre dientes, porque lo que estaba pasando en la capital no era otra cosa que una guerra civil entre ministros por la mano de Shouto Todoroki.
De acuerdo con esta maldita lista, Muzan literalmente era el último bastión que podía ayudarlos, porque Deika, Musutafu, Quing Quing y (las siguientes fortalezas hacia el norte) ya deberían haber respondido a la orden del rey, considerando que las cartas estaban fechadas hace mes y medio. Entonces se quedarán aquí encerrados a morir de hambre en tanto el Rey o Redestro, su primer consejero, logren controlar las presiones de los ministros para casarse con el último heredero al trono de los Todoroki….
Los salvajes ya están ordenados en filas, portando estandartes todavía varias millas más allá, lejos del alcance de sus arcos, pero incluso si está cansado y mareado, nota que estos no son la misma cantidad de enemigos que ayer.
Tras su espalda resuenan golpes contra una puerta, luego gritos ahogados provenientes de la torre el homenaje y los calabozos. Las puertas se abren de par en par liberando masas de campesinos corriendo lejos de un humo blanco, tosiendo, con los pies torpes, sin rumbo, chocando con los pocos soldados que llegan a comprobar el incendio.
Sus ojos apenas siguen el hilo del desastre cuando a duras penas se mantiene en pie, esquivando a los campesinos y soldados que intentan huir desde una muralla a otra. Algunos arrastran cuerpos, otros salen ensangrentados mientras que el resto se desploma en el suelo.
- ¡Vienen por las mazmorras! – grita alguien en medio del humo, para luego desmayarse en el piso.
De pronto, junto a los que huyen del humo, salen gentes con turbantes cubriendo medio rostro y boca, portando espadas curvas mientras van matando a diestra y siniestra soldados desprevenidos.
Tiene que ser una broma, la peor de las suertes, el infierno mismo cobrándose sus pecados por los bastardos que dejó en la región del norte…Pero el olor a la sangre y muerte es tan real, como el picor familiar en sus manos cuando aprieta el mango de su espada desenvainada.
Los cuerpos van cayendo uno a uno mientras todo el aire se llena de feromonas angustiadas cuando un grupo de mujeres betas y omegas queda acorralado en las caballerizas.
Shindo, ordena una formación y un grupo de soldados niños cubre su espalda. Desde las almenas caen flechas ciegas y asesinas hacia las puertas de las mazmorras anegadas de humo, hiriendo aldeanos y enemigos por igual.
El humo se propaga con más fuerza, ayudado por sombras en forma de aves que se arrastran por las grietas de la piedra buscando recovecos, huecos o cualquier entrada por donde penetrar las murallas, con la promesa de aumentar la desesperación.
Shindo, grita y ruge directrices a los cobardes que se quedan parados sin pelear, patea enemigos, empuja los cuerpos que se amontonan en el patio mientras intentan evadir el humo infame, y sin embargo, no logra acercarse a la torre del homenaje, el edificio central situado encima de las mazmorras.  Su cuerpo burbujea, pica y bulle febril con el llamado de un poder antiguo y prohibido, los instintos de su cuerpo agitados como un lobo hambriento. Había jurado que nunca nadie sabría de él o de su fuerza y magia, pero a este paso, nadie sobrevivirá al ataque si no se rinden o si no logra derrumbar las mazmorras por donde han conseguido entrar los bárbaros.
De improvisto, recibe una taclada firme contra su costado, un hombre bajo de ojos avellanas le planta cara usando apenas una cuchilla y la destreza de sus manos y piernas. Shindo no ha vista nada igual, pero no por la destreza de su defensa sino porque este es un omega. Recibe un corte y luego son dos más en los antebrazos, alguien grita a su lado para intentar ayudarlo, pero otro salvaje se interpone y queda nuevamente expuesto. La omega silva de forma viciosa apenas amortiguado por la tela que cubre su boca, vuelve a arremeter contra él y entonces Shindo Yo, se da cuenta del dolor en su costado, la respiración difícil que lo ahoga a ratos mientras intenta recomponerse y devolver los golpes.
Una flecha silva sobre sus cabezas, pero no les da alcance, sus pies tropiezan, pierde la espada, el equilibrio y la conciencia justo cuando su cuerpo colapsa contra una muralla debido al veneno de los humos.
Entonces sucede, la primera toma de los páramos que quedaría en la historia del nuevo orden como el primer asedio victorioso de los pueblos salvajes nómadas.
Mitsuki ruge junto a Mirio la nueva victoria. La hija del este, perdida en las tierras enemigas, no solo había cumplido su misión, les había asegurado un lugar donde asentarse por meses y años, protegidos de cualquier intento del imperio por recuperar su soberanía.
Por años nadie de su gente se ha había atrevido a recobrar las tierras de los páramos verdes, porque, aunque las batallas contra los soldados del imperio solían terminar en victoria para ellos, los pueblos nómadas no lograban asentarse por más tiempo de lo que duraba el verano y otoño debido a que la principal defensa del imperio, los castillos.
Mas, el exilio al desierto y la estepa trajo consigo un exquisito intercambio entre las culturas sobre los conocimientos transmitidos por los eruditos de las dunas y la fortaleza innata de los nómadas. Ahora tenían el número, las armas y a las hijas e hijos del este: asesinos y espías entrenados para vigilar el imperio por décadas que les ayudaron a no perder la conexión con su tierra sagrada.
Mei Hatsume, era uno de los pocos sobrevivientes que se esconden todavía por la región, ella recobro los planos de la ciudadela y les hizo llegar la información necesaria con las descripciones de los pasadizos secretos de los castillos.
Eran salidas de emergencias creadas por demanda de los grandes señores fundadores. Pero hace más de 100 años, con los cambios en las particiones políticas y económicas de la región, los regentes originales de los castillos cedieron la responsabilidad a jefes militares y se fueron a vivir como ministros en la capital, en consecuencia, solo unos pocos conocen la existencia de los pasajes subterráneos que ofrecen una salida al exterior.
Esta información en principio no fue tomada como una ventaja, era imposible pensar que podrían hacer pasar un ejército por el estrecho pasadizo, hasta que las matriarcas tomaron parte en la mesa de reunión, Masaru pregunto si no era posible usar el pasadizo como un conducto de aire, y los tres Khanes supieron inmediatamente a que se refería. Cuando las madrigueras de los nomus en la estepa son inaccesibles, siempre pueden envenenarlos y eso fue todo lo que tuvieron que hacer con el castillo de Yukai, encontrar el pasadizo con ayuda de los exploradores, anegarlo con el humo de hongos prensados y empujar el veneno usando un fuelle.
Por la noche pusieron vigías que alertaran movimiento en el castillo, reunieron 50 hombres voluntarios para pasar por los pasadizos masticando el antídoto. Allí comprobaron que la gente escondida en el segundo y tercer nivel del subsuelo, habían muerto por el humo, y que este se había propagado por las murallas hacia dos barracas colindantes, matando a los soldados que habían dormido ahí. El resto fue historia contada.
Por los campos de batalla, los nómades todavía celebran la victoria, pero Mitsuki deja a cargo de la limpieza del castillo a Mirio y Tsunagu en favor de acompañar a la caravana que transporta a los heridos y rehenes.
La poca gente que sobrevivió, eran familias campesinas humildes de poca educación y unos pocos soldados jóvenes sin experiencia. No les tomo ningún esfuerzo someterlos, en su mayoría eran betas con crías y algunos omegas que habían escapado hacia a los últimos pisos de la torre del homenaje o a las caballerizas.
También habían recuperado la mitad de las provisiones, sin que se contaminaran por el veneno. Mitsuki ahora tenía incluso más suministros y omegas que repartir entre sus abanderados, y mano de obra con la que expandir la ciudadela para proteger los caballos y nacimientos que vendrían.
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mu-kimu · 6 years ago
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Ganador del primer premio homenaje a MUELLE. Viva yo y mi caballo. #muelle #maestro #flecheros #madrid #mural #homenaje #imthewinner #graffiti #arteurbano #trofeo #history #coverface #heavymetal https://www.instagram.com/p/BoecKf9FA8c/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=141tba3xcx2yq
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las-microfisuras · 5 years ago
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Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.
No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste “Me da pena, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.
Dijiste “Me da pena, sabes”, y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.
 - Julio Cortázar, en Último round.
Colección Siglo XXI
- Sand Dune (1967). Ruth Bernhard.
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Punk Graffiti Archives: Madrid
On the occasion of the 3rd UNLOCK BOOK FAIR in 2018 its originator Javier Abarca did release Punk Graffiti Archives: Madrid. Together with Thomas Chambers the book was created to give insight into the tradition of the “flechero”, a punk related namewriting movement in the city of Madrid.
The book puts focus on the pre-graffiti tagging scene in the Spanish capital which was single-handed initiated by MUELLE in the mid 80s. Due to the fact that his signature-like oneliner mark was always accompanied by an spiral underline ending with an arrow, the phenomenon was called “flechero” (“arrowed”). Next to photographs and translated newspaper articles, primary sources are authentic cut out advertising panels from the subway stations, one of the artists’ main targets back then.
Having the arrow as reappearing element, a writers tag was developed into a logo signature which had to look exactly the same and was from then on repeatedly executed throughout the city, using markers and spraypaint. While most of the writers sticked to a marker as preferred tool, MUELLE obviously was influenced by the upcoming New York graffiti and started creating pieces by outlining his logo, adding fill-ins, highlights and shadows.
The publication introduces a mainly unknown self-sufficient writing culture with great historic footage featuring MUELLE, BLECK (LA RATA), LARRY88, GLUB, RAFITA, JOSESA PUNK, REMEBE and many others who later left their “fechero” past behind and, unlike in Amsterdam, became graffiti writers of the first and second generation in Madrid.
Punk Graffiti Archives: Madrid was published together with Punk Graffiti Archives: The Netherlands to spotlight two independent European namewriting phenomenons of a similar kind which appeared before the New York graffiti virus took over Europe.
Now available at www.hitzerot.com
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orozcocampos · 1 year ago
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ASAETANDO POR LA DEFENSA DE LA VIDA(LOS FLECHEROS MATAGALPAS: TAMBIÉN…HÉROES NACIONALES!)
La Historia es un recoger de momentos que han sido escritos y ordenados cronológicamente. Pero en realidad es un fenómeno único, que enlaza lo que llamamos pasado y que ha determinado el presente en gran medida con lo que esté a su vez, estará determinando lo que entendemos por futuro. Pero todo es un solo fenómeno en movimiento. No estático. Por ello, en parte, siempre se estará haciendo y…
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kirbtrxsh · 5 years ago
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Yo a las 11 PM:
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« Mira que bonitos se ven el granjero y el Carnicero haciendo ligue. :'00
Les voy a hacer una casita. »
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Yo a las 2:30 AM, con la casa hecha, morir por caer de un lugar alto y regresando a la aldea:
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« PUTO CARNICEROOO, ENGAÑASTE AL GRANJERO CON EL FLECHERO Y YO QUE LES HICE UNA CASITA. ;;;;; »
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Deshonra a tu familia, a ti y a tu vaca qlero :(, chales banda, no confíen en nadie.
AhH pues, me instale de nuevo maicra(?? Ya me lo había comprado pero no me había interesado en jugarlo hasta que lo actualizaron y le pusieron un chingo cosas. :00 y pasó eso(?
Perdón, esto es tan off topic xD
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las-pecas-de-tus-mejillas · 5 years ago
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Dentro. Aun no reconozco lo alterno solo esto que quiere ser nuestro. Y palpando me convenzco de que todo es vuestro. Canta y verás. Como las golondrinas se iran. Del andar... no nadan los peces que han vuelto a contracorriente estar De bajo Aun no reconozco mi asfalto que de pisar se gasta que de lamer se deslava Nadie vera el flechero que avisa el regreso. Nadie cantara de días palidos y bulerias asfixiantes.
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budaenlayerba · 5 years ago
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¿Qué es lo mejor de les Mahasiddhes? En mi opinión, que no son seres lejanos, hieráticos. Son seres profundamente humanes y la historia de Saraha nos demuestra que a veces, algo tan simple como la sopa puede llevar años para desapegarse. Saraha, el flechero en Iluminaciones Rebeldes: https://anchor.fm/sanghasinnombre/episodes/6-Saraha-eeu4pa #buddhism #zenbuddhism #ratademetal #budismo #buddhismandpsychotherapy #buddhismandscience #buddhismarts #meditation #meditacion #engagedbuddhism #budismoengajado #spirituality #yoga #zen #buddhismbeginner #buddhismbooks #buddhistbooks #buddha  #tibetanbuddhism #tibet
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andresbestardmaggio · 5 years ago
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"Flecheros" | pintura rupestre | temple‬ | 170 x 120 cm | 1985
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whileiamdying · 5 years ago
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Vivía el huemul sobrado de pastales
Vivía el huemul sobrado de pastales y sombreos, pero por su mal topé con los ojos de ruego. Se me dio como la gracia y lo aupé hasta mi pecho. Tú no lo descorazones, ya lleva el trote ligero, ya no estornuda la arena ni se escapa de su deudos.
Ay, no se me asuste ahora poniendo la oreja al viento de eso que se está viniendo parecido a un barreteo. Será que estamos pasando cerca de establecimiento y canta en barretas piedras, cascajo y hierros.
El ciervo husmea y escapa de grúas, carbón y agujeros, del niño a mi dura y dura una cinta de silencio y el rictus que va en la boca él lo entiende y yo lo entiendo y caminando en la luz siempre nos acordaremos.
No te asustes: todo canta para el de oídos atentos: cantan la sal testaruda, cantan los sordos barrenos, canta el pecho del hombre sin saber con su jadeo. Pero no saben oír su sangre ni sus alientos.
En cuanto pasemos este trance de polvo y de hierros, también vamos a romper rompiendo el lacio silencio.
Para este ciervo mudo y que tirita del miedo, romperemos a cantar porque eso pone denuedo, pone olvido y sube y sube como flecha de flechero y hiere y vence los cielos.
-¿De dónde sacas, la Mama, y dónde te lo dijeron?
Cree vivo y cree muerto y cree hasta no sabiendo, que la fe calienta el pecho.
Mi Tolomí calla y lo miro hasta que le muda el gesto y una sonrisita de aire y de luz le juega el ceño. Será que se quedó el polvo atrás, o que mira al ciervo correr como un desatado “gritando: ¡Ya brilla un agua o será que el espejismo le está mintiendo unos huertos, miente un río y unos árboles.
Locos repechos, bajadas como para niño y ciervo, pero apenas un bocillo de pastos de trecho en trecho y caseríos callados a medio alzarse, de miedo, bajo el viento que los lleva y que los suelta en dos tiempos. Y otras tierras desolladas en Bartolomés inmensos, de un costado desangradas, del otro en tendido incendio.
Y otra y otra vez aldeas acurrucadas, friolentas, huyendo y permaneciendo vigas en diablo torcidas, techos ebrios de nortero. Las arcillas que casi hablan con los labios entreabiertos, las arenas voladoras, la quebrada lecho seco, el umbral empedernido, toda la tierra y el cielo.
Tienen sed el cabrerío, el lagarto, el labio nuestro el olivillo y la salvia, el pasto de cortos dedos y el cuarzo y el cuellecillo de muchachito y el ciervo. Miseria de higuera sola azuleando higos cenceños y de tunal en que araña a tientas un rapazuelo y de mujeres que vuelcan las gamelas y los tiestos y el umbral empedernido: toda la Tierra y el cielo.
Y otro pueblecito y aun otro, tendido en su desespero que se van apareando como olvidos del tiempo.
Claman ¡agua!, silabean ¡agua! durmiendo o despiertos. La desvarían tumbados o en pie, con substancia y miembros. Y agua, ¿qué les van a dar a a los tres entes pasajeros con garganta que nos arde y los costados resecos?
Cruzamos, pasamos, blancos de puna y de polvo suelto, del resuello de la Gea y el sol que punza en arquero y repetimos los tres callando, de pecho adentro: Agua de Dios, un cadejo de nube, un hilillo fresco.
El agua en sorbo o en hebra, sonando su silabeo, merced del hilo de agua, delgada piedad de estero, mejor que el oro y la plata y el amor dado y devuelto.
No se me doble el huemul al que le blanquea el belfo y no me mire el diaguita que me rompe su deseo. Un poco más y ella salta con sus ojos azulencos y van a beber de bruces con risadas de contento más doblados que sus cuellos iguales en ciervo y siervo.
Se paran, o siguen y arden, callan y laten enteros; y el soplo que yo les doy no les vale, de ser fuego...
Ahora de ruta adelante, “mis chiquitos no hayan miedo: los vallecillos que vienen aguas han en sus vericuetos, pelusillas de verdor, tunelillos, cañadillas, y disimuladas en cañas un si-es-no-es de agua celeste.
En uno nació mi padre y de contado lo tengo y con el otro yo doy hasta con los ojos ciegos y en los dos valles se tienen hallazgos como de cuento.
Es el ángel del cobalto y a que lo vean les llevo. Trota y trota y corre y vuela yo se los digo, pequeños. Será chiquitos que un ángel loco trastabilló, a medio cielo.
— Gabriela Mistral
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