#el valor de la derrota
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rafaelmartinez67 · 2 years ago
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Pier Paolo Pasolini, “El valor de la derrota”.
"Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud".
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mividaenversos · 3 months ago
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Que hija de puta y complicada es la autoestima. Un día te sientes bien contigo mismo, con tus valores, con tus manías. Te sientes bien con el peso que te quitaste de la espalda, con las cosas que aún estás mejorando, con tus derrotas y tus victorias. Te sientes bien con ser quién eres, con tus luces y tus sombras. Y un día, a raíz de varios comentarios, todo eso se derrumba y no puedes evitar odiarte ¿Cómo no vas a odiar cada pequeña parte de lo que te hace ser quién eres? Si todo apunta a que eres un desastre, eres inútil y da igual todo tu esfuerzo porque no lo vas a lograr. ¿Cómo no vas a odiarte si la persona más importante en tu vida parece hacerlo?
— Recovecos de mi alma
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deepinsideyourbeing · 5 months ago
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Fuera de Foco - Felipe Otaño
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Preludio ♡
+18! SoftDom!Pipe. Begging, (leve) choking, (posible) dacrifilia, dirty talk, (breve) edging, fingering, masturbación, sexo sin protección, sex toys, size diference/size kink, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Es de madrugada cuando Felipe se arroja sobre su cama luego de un relajante baño caliente. El aire del exterior es gélido y él se refugia bajo las mantas convencido de que el agotamiento de su cuerpo lo arrastrará hacia un sueño profundo; mientras tanto juega con su teléfono con la esperanza de no olvidar conectarlo antes de dormirse y también chequea sus redes sociales, eventualmente olvidando el paso del tiempo.
El sonido de una notificación lo sorprende y toca el ícono para ver de qué se trata, pero se lamenta inmediatamente cuando la imagen carga y lo primero que ve es tu cuerpo adornado con un delicado conjunto de lencería bajo tu pijama de seda. Se arroja con fuerza sobre la almohada e intenta reprimir todos esos pensamientos que normalmente le quitan el sueño… en vano, porque no puede evitarlos así como tampoco puede evitar su erección.
Normalmente no contestaría tus historias, limita sus interacciones a tu página azul porque allí es donde más probabilidades hay de obtener respuesta –sobre todo cuando acompaña sus mensajes con una generosa propina-, pero no está utilizando su cuenta pública de Instagram y eso le da el valor que necesita para arriesgarse.
Quería dormir y ahora no puedo, escribe y presiona enviar antes de poder arrepentirse. Bloquea la pantalla de su celular e intenta contener la sonrisa mordiéndose los labios, luego desbloquea el dispositivo y su pulso se incrementa cuando descubre que estás escribiendo una respuesta.
“perdón…?” es el mensaje que recibe. Contiene la respiración mientras espera que continúes escribiendo, pero con el correr de los segundos comprende que eso será todo y también que es lógico que no quieras conversar con alguien en plena madrugada. Acepta la derrota y está a punto de darle me gusta a tu mensaje para retirarse en silencio, pero lo interrumpís:
“qué lindos ojos! lo digo por tu foto de perfil :)”
Suelta una risa de puro éxtasis y dirige una mirada a su ventana, el espacio milimétrico entre las cortinas permitiéndole ver la tenue luz proveniente de tu habitación. Se pregunta por qué estás despierta tan tarde, por qué mantenés las luces encendidas y las cortinas abiertas, dudas que refleja en un mensaje antes de reparar en ello.
Vos también tenés lindos ojos :) Y creo que también andás con insomnio…
“tuve un día un poco agitado estaba tan cansada que cuando llegué a casa dormí siesta y ahora no puedo dormir vos qué hacés despierto a esta hora?”
Recién llego de un viaje de trabajo contesta, ignorando la voz en su cabeza que grita para advertirle que no debería mencionar ciertos detalles de su vida. Le gustaría saber qué te llevó a contestar su mensaje y chequear su perfil, lleno de fotografías que tomó con su cámara en algún que otro viaje, pero sin importar la respuesta pretende hacer lo posible para conservar tu atención.
“no me conviene preguntar de qué trabajas, no? ☠️”
Audiovisuales responde con simpleza. No es del todo una mentira, ¿no? El término resume perfectamente sus estudios y su profesión actual y cree que no habrá problema en tanto no se te ocurra pedirle que te enseñe alguno de sus trabajos (¿está soñando que la conversación llegará lo suficientemente lejos? Se reprende mentalmente por ser tan patético).
“ah, como yo ;)”
Se desliza fuera de la cama riendo y camina hacia la ventana sin dejar de ver la pantalla. La nueva habitación todavía le resulta extraña y la falta de iluminación no le permite ver la maleta –la dejó tirada allí antes de bañarse- con la cual tropieza: deja caer el teléfono y cuando intenta tomar su pie adolorido cae sobre la alfombra, que sirve para amortiguar el golpe pero no la vergüenza que siente.
Se sujeta de las cortinas para reincorporarse y sólo repara en la gravedad de su error cuando los soportes en la pared ceden y la barra metálica golpea su frente. Se lleva ambas manos al rostro y masajea con sus dedos la zona adolorida, intentando recordar en qué momento activó el modo auto-destrucción y también preguntándose cómo puede ser tan idiota.
Evita moverse por temor a sufrir otro golpe y contempla a través de la ventana una pequeña franja del cielo nocturno. Es demasiado tarde, tal vez es también demasiado temprano, son escasas las luces que titilan en el firmamento y no encuentra explicación al resplandor que golpea los cristales e ilumina la pared de su habitación con movimientos frenéticos.
-No- escucha el pánico en su propia voz-. No, no, no.
Se estira para tomar su teléfono y desbloquea la pantalla, la cual para su alivio está aún intacta. Teclea lo primero que se le ocurre y  luego se arrastra sobre la alfombra para lograr alejarse de la ventana, reincorporándose una vez que está seguro de que la pared cubre por completo su cuerpo y que tu linterna no logrará localizarlo si permanece escondido allí.
Abraza sus rodillas, temblando de frío mientras espera tu respuesta y mordiendo sus uñas para calmarse. Desearía ser mejor vecino y mejor hombre, también ser más inteligente y muchísimo menos torpe, pero de poco sirve arrepentirse luego de prácticamente destrozar su habitación en su afán por ver cómo lucías mientras hablabas con él.
Tu respuesta no llega y Felipe, que sólo lleva puestos una camiseta y un bóxer, muere de frío.
Dirige su teléfono hacia la ventana y ayudándose con la cámara observa a través de la pantalla tus cortinas cerradas: las luces de tu habitación están apagadas, seguro, pero eso no le garantiza que no estés espiando tal como él suele hacer a diario. Lleva una mano a su rostro, frustrado, quejándose cuando su palma le recuerda el dolor del golpe.
Se lamenta profundamente porque por fin tenía un día libre, planeaba dormir hasta tarde y ordenar comida para no tener que molestarse cocinando… Y ahora nada de eso podrá ser, ya que en cuanto despierte tendrá que buscar la manera de arreglar las cortinas e ingeniárselas para no llamar tu atención en el proceso.
Son pasadas las diez de la mañana cuando Felipe despierta en el sofá, desorientado y con las extremidades adormecidas por la incómoda posición en la que durmió. Rescata su teléfono de entre los cojines y aunque juró no continuar con sus malos hábitos, lo primero que hace es entrar a Instagram para chequear tus historias: tu desayuno, tu outfit, flores (cree saber a qué edificio vecino pertenecen) y por último una historia con el link de tu página, acompañada por el texto “Buenos días a todos ♡”.
Hace click sobre el enlace y una vez que el video comienza se recuesta sobre su espalda para mayor comodidad. Sigue tus manos cuando desabotonás lentamente la camiseta de tu pijama y la seda que cae para revelar tus pechos desnudos y tus pezones erectos por el frío, sensibles en extremo a juzgar por los quejidos que se oyen cuando tirás de ellos.
El masaje en tus pechos es acompañado por tus suspiros y respiraciones temblorosas, además de algún que otro comentario sobre cuánto te gustaría tener con quién despertar durante los días más fríos. Felipe no tiene idea de si tus palabras son ciertas o no, pero suenan lo bastante genuinas como para darle ideas de todo tipo y empeorar su estado.
Tira de su ropa interior para liberar su miembro y comienza a masajear su erección con movimientos lentos, casi perezosos, siguiendo el ritmo de tus propias manos sobre tu cuerpo. Jadea cuando ve que tu respiración comienza a acelerarse y que rozás tus muslos, como si llevaras ya una eternidad esperando por una caricia.
Tu contenido tiene siempre pequeños detalles que lo hacen sentir menos como producciones y más como encuentros verdaderamente íntimos, así que no se sorprende cuando en busca de una mejor posición se te escapa una pequeña risa (sólo la mitad inferior de tu rostro es visible esta vez) y comenzás a hablar sobre lo difícil que fue acomodar el trípode sobre tu cama.
-Además tenía mucho sueño- y bostezás-. Ojalá tuviera alguien que me ayude, me vendría bien tener de acompañante a alguien que sepa más sobre ángulos y tomas.
No es posible que recuerdes la conversación que tuvieron en la madrugada, ¿o sí? Porque adoraría ayudarte con lo que sea, por vos solucionaría cualquier problema técnico y también los otros, esos que provocan que te muerdas el labio con fuerza cuando tus dedos trazan una línea desde tu pecho hasta tu ombligo para luego colarse debajo de tu pantalón.
Tus labios se separan en un gesto de aparente sorpresa y dejás salir un gemido casi inaudible. Felipe sabe mucho antes de que muestres tus dedos brillantes ante la cámara que tu sorpresa es debida a la humedad que encontrás entre tus piernas y también sabe que esta no es producto de los escasos minutos que llevás grabándote. Se pregunta si despertaste excitada luego de algún sueño húmedo o si te encontrabas así horas atrás, cuando hablaste con él.
Intenta contenerse y no acelerar sus movimientos cuando te deshacés de toda tu ropa, permitiendo ver tu piel humedecida con tu excitación. Separás tus piernas para regalar una mejor vista de tu centro, tan tentador como para que Felipe quiera perderse en vos cada vez que lo ve, y cuando comenzás a acariciar tus pliegues y tu clítoris te mordés los labios.
Su mano imita el ritmo de la tuya cuando vuelve a ascender hasta tus pechos, masajeándolos y tirando de tus pezones, los cuales parecen suplicar por todavía más atención gracias a las bajas temperaturas. Ahoga un gemido cuando se permite jugar con su punta goteante y sensible, pero sólo lo hace porque no quiere opacar tus sonidos angelicales.
Conducís tus dedos hacia tu entrada y muy lentamente deslizás uno en tu interior, utilizando los otros para separar tus pliegues manchados con tu esencia. Cuando comenzás a mover el dígito entre tus paredes y rozás tu punto sensible gemís; Felipe no puede evitar recordar todas las veces que tuviste que batallar con tus propias manos y las cantidades de lubricante que necesitaste en tantas ocasiones para poder utilizar un dildo, lamentándote por no lograr introducirlo por completo.
Rodea con sus dedos y presiona la base de su miembro cuando nota entre las sábanas el dildo que admitiste usar pensando en él (y todavía le cuesta creer que ese sea uno de los efectos de su fama). Perdió la cuenta de cuántos orgasmos tuvo rememorando la manera en que dijiste su apodo durante aquella transmisión y cómo relataste el escenario que imaginabas con él.
Pronto son dos los dedos que preparan tu entrada y arrancan gemidos de tus labios, un poco hinchados y enrojecidos por tanto morderlos, y no pasa mucho tiempo antes de que tomes el juguete junto a la almohada y lo cubras de lubricante con movimientos que simulan otra cosa.
Utilizás la punta -que muchas veces es lo único que lográs tomar dentro tuyo- para jugar con tu clítoris por unos minutos y luego dejás caer tus manos hasta que esta roza tu pequeña entrada. Estás desesperada y es aún más evidente cuando presionás el dildo con fuerza, en un inútil intento de complacer inmediatamente tu necesidad.
Sollozás, ya sea por el ardor de la penetración o por tu excitación, y tu voz causa estragos en el cuerpo de Felipe. Acelera los movimientos de su mano y se ayuda de su muñeca, oyendo cómo los obscenos sonidos de su miembro comienzan a mezclarse con los sonidos que provoca el dildo en contacto con tu humedad.
Intenta controlarse, hace un esfuerzo prácticamente inhumano para no dejarse ir, pero contenerse es difícil cuando en su mente es él quien está atacando tu cálido y estrecho interior. Imaginó miles de veces cómo se sentiría tenerte bajo su cuerpo, todas las cosas que haría para complacerte y para arruinarte, y el ángulo que escogiste para el video sólo alimenta esa fantasía.
El orgasmo lo golpea repentinamente, corta su respiración y parece detener su pulso por completo, pero continúa acariciándose hasta que su sensibilidad y la sobre estimulación lo superan. Cuando por fin se detiene, jadeando y apretando los párpados con fuerza, todavía siente sus latidos acelerados y es alarmante la rapidez con que sube y baja su pecho.
En la pantalla de su celular tu video está aún reproduciéndose y ve los espasmos de tu cuerpo, pero lo que más llama su atención es el movimiento de tus labios y cómo parecen dibujar dos sílabas en particular. Su miembro palpita y unas últimas gotas de semen caen sobre su abdomen, uniéndose al no tan pequeño desastre que mancha su piel.
Casi de manera cronometrada recibe un mensaje tuyo y sólo entonces recuerda que lo último que te preguntó durante la madrugada estaba relacionado a cámaras y micrófonos.
Cuando relee tu respuesta y comprende lo que significa puede sentir que toda la sangre de su cuerpo vuelve a alojarse entre sus piernas y también su corazón latiendo con fuerza, pero esta última sensación intenta ignorarla.
“si tenés alguna recomendación podemos charlarlo profesionalmente con un café ;)”
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Días más tarde entrás a una cafetería y lo primero que notás es que está casi desierta; lo segundo, consecuencia del silencio generado por la ausencia de personas, es la claridad con que se oye la música que resuena en el lugar. Aún en la entrada tirás de la bufanda que protegía tu cuello del frío exterior y te quitás el abrigo cuando la calefacción comienza a agobiarte.
Escaneás el lugar y encontrás un suéter azul –que enmarca de maravilla la espalda ancha de tu cita- en una de las mesas más alejadas de la entrada. Tus pasos suenan sobre la duela brillante cuando caminás con fingida seguridad, procurando esconder los nervios que te consumen y la forma en que tus piernas tiemblan hasta casi hacerte tropezar.
Te aclarás la garganta cuando llegás a la mesa y Felipe voltea rápidamente, pálido y con los labios entreabiertos. Sus ojos son más impresionantes en persona, iluminados por la luz solar filtrándose a través de los ventanales que dan al jardín del establecimiento, y no estás segura de cuál es el color que utilizarías para describirlos.
-Hola- le sonreís, acariciando delicadamente su hombro antes de inclinarte para besar su mejilla. Tomás asiento frente a él y ante su silencio agregás:- ¿Todo bien?
-Bien, ¿vos? ¿Tuviste problema para llegar?
Negás y en un intento de calmar los latidos de tu corazón acomodás el delicado centro de mesa, un pequeño frasco de vidrio con flores frescas. Es la primera vez que visitás el pintorezco lugar que Felipe escogió para que se encontraran y te encanta la decoración, la música reproduciéndose y, por sobre todo, la compañía.
-Vivo cerca- explicás-. Pero eso ya lo sabías, ¿no?
Percibís la agitación en su respiración y te parece tierna la forma en que evita el contacto visual. Toma una bocanada de aire, se relame los labios y cuando los separa para hablar lo interrumpe la mesera que viene a tomarles el pedido, quien parece ignorar que llegaste hace unos pocos minutos y los observa extrañada cuando ambos comparten una risa por la incomodidad.
Te alegra ver en la mejilla de Felipe la huella de tus labios.
-Y vos ya sabías que era yo cuando me respondiste, ¿no?- contesta cuando vuelven a estar solos.
-Y mucho antes de eso ya sabía que eras mi vecino- tus dedos juegan con las flores en la mesa-. Y que te gusta espiarme todos los días, ¿o por qué creés que no cerraba las cortinas?
En pocos segundos la vergüenza hace arder su rostro y sus pecas resaltan como estrellas en sus mejillas ruborizadas. Permanece en silencio y concentra su atención en las flores con las que entretenés tus manos, permitiendo que sus largos dedos rocen los tuyos cuando acaricia los pétalos.
-Entonces supongo que no te interesan mis consejos sobre cámaras y micrófonos.
Soltás una risa y él te imita, más relajado.
-En realidad sí, me gustaría que me aconseje alguien con más conocimiento que yo- confesás-. Además miré varios cortos que dirigiste y me encantaron.
-¿De verdad?
-De verdad- te mordés los labios y te cubrís el rostro con las manos-. Soy tremenda fangirl.
-¿Y yo…?
Cuando volvés a reír te sonríe y te cuesta horrores dejar de mirar sus labios y la forma que toman cada vez que esboza una sonrisa o habla. Parece sentirse más cómodo, se ve mucho menos tímido de lo que lucía durante los primeros instantes del encuentro, y para cuando la mesera regresa con sus pedidos sólo mantiene sus ojos en vos.
La conversación se desarrolla de manera fluida y cuando pregunta es fácil compartirle los detalles sobre tu trabajo: qué te llevó a decidir incursionar en la creación de contenido para adultos, cómo fueron los largos primeros meses cuando todavía no tenías mucho público, cómo te sentiste con la mirada de las personas que sabían a qué te dedicabas.
En todo momento es respetuoso, amable, comprensivo y parece no importarle en lo absoluto la naturaleza de tu profesión. Hablan sobre cámaras y micrófonos, justo como habían acordado, pero luego la conversación toma un rumbo alejado de los aspectos técnicos que pretendían tratar y es así como te enseña su galería repleta de fotos que tomó durante viajes y en otros momentos.
Escuchás con atención cuando habla sobre la película que lo arrojó al estrellato, ofreciendo anécdotas divertidas y otras que no lo son tanto, reflexiones sobre las consecuencias de una experiencia como la vivida durante el rodaje y sus pensamientos respecto a este. Sus manos moviéndose acompañan su voz en todo momento y cuando nota tus ojos siguiéndolas evita comentarlo.
La agradable compañía y la familiaridad nacida en cuestión de minutos provoca que ambos pierdan la noción del tiempo, ignorando el cielo oscureciéndose o el reloj en la pared y sus agujas que caen, caen y caen. Comparten algún que otro dulce, le hacés saber sobre las migas en su rostro y en un momento de atrevimiento borra una mancha de azúcar glass de la comisura de tus labios.
-¿Y esta semana qué tenés planeado?- preguntás mientras tomás tu abrigo de la silla. Luego de ordenar otra taza de café uno de los empleados se acercó para informarles que estaban próximos a cerrar y deslizó sobre la mesa la cuenta, por la cual Felipe y vos pelearon hasta que dejaste de insistir.
-Con suerte descansar un poco- abre la puerta para permitirte salir primero-. ¿Vos…?
-Renegar con mi cámara y el programa de edición que uso para los videos.
-¿Por qué?
-El formato de los archivos- contestás cuando se detienen en una luz roja-. Ya no sé si el problema es la cámara, la computadora, el programa…
Caminan lentamente, deshaciendo el camino que los llevará a ambos a sus respectivos hogares y fingiendo no notar que se encuentran un poco muy cerca el uno del otro, tanto que cuando el viento corre su perfume invade tus sentidos de la manera más placentera y es por eso que decidís no acomodar tu bufanda.
La tarde es casi noche y mientras cruzan el parque del vecindario, repleto de hojas secas e iluminado por los faroles, Felipe finge que no observa tu rostro y tu cabello, tus labios moviéndose mientras hablás de algo que apenas procesa, sin saber que vos estás haciendo lo mismo cuando se te presenta la oportunidad.
-Cuando quieras te puedo ayudar- susurra al detenerse frente a la puerta de tu edificio, jugando con sus llaves y haciéndolas tintinear dentro del bolsillo de su abrigo.
Frotás tus manos, cubiertas con unos delicados guantes pero aún así frías y temblorosas, y observás a Felipe con la intensidad suficiente para memorizar todos los detalles de su rostro. Podés apreciar cada respiración que escapa de sus labios gracias a la temperatura, la cual no deja de descender, y también cómo intenta mantenerse en calor moviéndose sutilmente de un lado a otro.
-¿Ahora estás ocupado?
-No.
-¿Subimos?
Felipe te sigue hacia el interior de hogar y luego a tu habitación sin poder creer lo que sucede: la cama que tantas veces deseó conocer esta deshecha y aún así se ve prolija, el escritorio donde muchas de tus transmisiones inician sólo lo ocupan tu set-up junto con algunos libros, y puede ver a través de tus cortinas su ventana.
Te sentás en la cama y, concentrada en el menú de la cámara entre tus manos, no percibís su figura acercándose hasta que sus piernas entran en tu rango de visión. Dejás de jugar con los botones del dispositivo, un tanto avergonzada, y cuando su mano toma tu mentón para obligarte a mirarlo te forzás a no cerrar los ojos.
-¿Por qué estamos acá?
-Para que me ayudes.
-¿Con qué…?- acaricia tu labio inferior con su pulgar-. Y no me mientas.
Tomás con una mano su muñeca, obligándolo a permanecer en su lugar, y capturás su dedo entre tus labios para luego succionar con fuerza. Mantenés el contacto visual y podés apreciar el efecto que tienen tus acciones cuando tu lengua acaricia su piel y cuando comenzás a mover tu cabeza de arriba abajo.
-Te das cuenta de lo peligroso que es lo que hiciste, ¿no?- asentís y cerrás los ojos-. ¿Y todo por qué? ¿Querías qué…?
Presiona tu lengua con su pulgar y tira de su mano para desocupar tu boca, pero en lugar de alejarse acaricia tu mejilla y suspira cuando recostás tu rostro en su palma cálida. Acaricia tu pómulo con su pulgar aún húmedo y ante la falta de respuesta alza una ceja.
-Te quería a vos.
-¿Por qué?
-Porque me gustás.
-No me conocés- razona.
-Nos conocemos mejor de lo que creés- parpadeás rápidamente, nerviosa-. Me acuerdo de todos tus mensajes y de todas las cosas lindas que siempre me dijiste.
-¿Hace cuánto sabías que era yo?
-Desde que cambiaste la foto de perfil- confesás-. Tu nombre de usuario me parecía obvio y con esa foto de tus ojos…
Antes de terminar la oración Felipe te empuja contra el colchón y te acorrala con su cuerpo, haciéndote sentir indefensa y atacando tus labios antes de que puedas reaccionar. El beso es hambriento pero sus manos sobre tu figura son gentiles y sólo te exploran luego de oírte gemir. Entre besos pregunta:
-¿De verdad soy tu favorito?
-Obvio- sonreís-. Hace mucho, mucho, mucho.
Te responde igualando tu sonrisa y luego comienza un camino de besos en tus labios que baja por tu mentón y se detiene en la piel sensible de tu cuello hasta que tus gemidos se asemejan más a sollozos. Se aparta unos centímetros para chequear tu rostro, asegurándose de no estar ignorando cualquier límite.
Aún bajo el foco de sus atentas pupilas dilatadas arqueás tu espalda para poder sacarte el suéter y también la camiseta, permitiéndole ver el sostén que adorna tus pechos y su color contrastando con tu piel. Su mano rodea tu cintura y su pulgar acariciando la zona de tus costillas amenaza con hacerte reír.
-Si en algún momento querés que pare…
-No quiero que pares- y para dar énfasis a tus palabras alzás la cadera y rozás tu pelvis con su erección, haciéndolo jadear contra tus labios-. Por favor.
Adorna tu piel con besos húmedos, muerde tus clavículas para hacerte temblar y besa tus pechos por sobre el encaje, su lengua jugando con tus pezones visiblemente erectos a través de la tela. Sujeta tu cadera con firmeza para evitar más de tus movimientos provocadores y ante esto tirás de su cabello para rogar por más.
-¿Estás segura?
Acariciás su mejilla y tu voz tiembla cuando -perdiéndote en la seguridad que te brinda su mirada honesta y cálida- en lugar de dar una respuesta decís:
-Tus ojos parecen acuarelas.
La profundidad de tu observación y tu elección de palabras resultan encantadoras y busca refugio en tu cuello para evitar decir algo que lo deje en ridículo e intentar recomponerse, tomando respiraciones profundas. Exhala y su aliento sobre tu piel te hace temblar.
-No me respondiste- te recuerda cuando se aleja-. ¿Estás segura?
-Yo sí, ¿y vos? ¿Estás seguro?- jugás con un mechón de su cabello que cae y roza tu mejilla, intentando ignorar la extraña culpa que sentís con tan sólo pensar en lo que dirán otros-. ¿No te da cosa que...?
Te interrumpe con un beso.
-No.
-Entonces...
-¿Qué querés?
-Que me toques.
El ardor en tu rostro resulta insignificante una vez que sus dedos se deslizan entre tus pechos y por sobre tu estómago, dejando un rastro de fuego que conduce hacia el calor entre tus piernas. Desabotona tu pantalón y cuando llega a tus pliegues te encuentra completamente húmeda, tanto como para humedecer también tu ropa interior.
Gemís cuando te acaricia con movimientos suaves y delicados, dibujando círculos sobre tu punto más sensible mientras estudia las expresiones que transforman tus rasgos. Su tacto quema en el mejor de los sentidos y que sea él quien te toca sólo maximiza tu placer, haciéndote gemir más fuerte y con más frecuencia.
En pocos minutos te permite saborear tu orgasmo y cuando lo mirás, entre sorprendida y atontada, murmura alguna que otra palabra de aliento sobre tus labios. Besa tus párpados, muerde tus pezones sensibles y te sonríe cuando arqueás tu espalda buscando más contacto... Pero entonces sus movimientos cesan y se aparta.
-Estaba por...
-Todavía no.
Te gustaría reclamarle pero la profundidad de sus ojos basta para desorientarte y también para que desees complacerlo. Tira de tu ropa hasta despojarte de ella, prácticamente escaneando cada centímetro de piel que le es revelado, y cuando vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo sus manos separan tus piernas con delicadeza extrema, como si temiera herirte.
Felipe finge que el ver tu intimidad en persona no le roba la poca cordura que le queda y vos intentás ocultar que tu excitación sólo empeora bajo su escrutinio; ambos fracasan, por supuesto, porque él no logra apartar su mirada de tu entrada brillante y vos goteás.
Te estremecés cuando vuelve a tocarte y tu mano toma su brazo con fuerza por la intensidad de sus atenciones. Humedece tus pliegues y luego toda tu entrepierna con tu excitación, que no deja de bañar sus dedos cada vez que rozan tu entrada, juega con tu clítoris hasta que tus muslos amenazan con cerrarse y se detiene, retomando luego de segundos el ritmo que –a juzgar por tus reacciones- te enloquece.
Estás tan mojada que no puede evitar tantear tu entrada con su dedo medio e introducir sólo la punta del mismo, moviéndolo sin prisas e insistiendo hasta que tus paredes estrechas permiten que este se deslice por completo en tu interior húmedo y ardiente.
Curva el dígito en busca tu punto dulce y cuando lo encuentra gemís, aferrándote a su cuerpo. Intentás comprender cómo logra acertar con todas y cada una de sus acciones, pero cualquier rastro de claridad en tu mente está desdibujándose y te es difícil pensar.
Entre gemidos y balbuceos Felipe cree distinguir su nombre.
-¿Querés más?
-Sí, por favor- suplicás con voz entrecortada. Sus ojos parecen oscurecerse y de no ser por el contexto creerías que su ceño fruncido y sus labios apretados son un indicio de molestia-. Por favor, más…
Tu interior ahora vacío te hace gemir de angustia y la única solución que Felipe encuentra para silenciarte es atacar tus labios y el interior de tu boca con su lengua. Continúa besándote mientras acaricia tu entrada con dos dedos y cuando presiona con fuerza bebe de tus gritos, producto del ardor.
Golpeás su pecho y sin dejar de jugar con tu sensibilidad rompe el beso para poder observarte, buscando cualquier pequeño indicio que le haga saber que debe parar y encontrando en los sonidos que emitís motivos para únicamente seguir satisfaciéndote.
Redobla el ritmo y cubrís tu boca para ahogar un grito. Tus párpados se cierran con fuerza y dejan caer las lágrimas que hacían arder tus ojos. Tus mejillas y las sábanas bajo tu cabeza se humedecen con rapidez pero Felipe, muy lejos de detenerse, continúa tocándote.
-¿Dónde está?
Estás completamente inmersa en el placer y no lográs descifrar sus palabras, así que optás por ignorar su pregunta y centrarte en llegar al orgasmo. Tirás de su suéter con fuerza, tanta como para rasgar el tejido, los dedos de tus pies se contraen y también los músculos de tu abdomen cuando oís los sonidos de tu humedad.
Tomás aire y estás a punto de dejarte llevar, pero tu clímax nunca llega porque Felipe se detiene nuevamente. Te abandona en la cama, ignorando tus quejidos justo como vos ignoraste la pregunta que él hizo, y rebusca entre los cajones de la mesita de luz hasta hallar el lubricante que siempre utilizás.
Comienza entonces a desvestirse y no logra ocultar su nerviosismo: sus manos tiemblan cuando tira de su cinturón y lo deja caer sobre la alfombra, también cuando desabotona sus jeans y baja la cremallera, dejando entrever su ropa interior manchada con sus fluidos y el contorno de su erección.
Desnuda también su torso y cuando ves  sus abdominales trabajados y su pecho tonificado te es imposible no suspirar. Cuando regresa a tu lado tu mano recorre todo lo que alcanza, desde su mejilla hasta su cuello -donde podés sentir su pulso- y también sus pectorales.
Tus dedos siguen el rastro de vello hasta perderse bajo su ropa interior, encontrando allí su miembro cálido y asombrosamente -aunque no sea sorpresa alguna- pesado. Tus movimientos lentos parecen gustarle y muerde su labio antes de tocar tu frente con la suya, permitiéndote apreciar sus largas pestañas rozar su piel.
-¿Te la puedo chupar?
-No voy a aguantar- lamenta-. Y no doy más, necesito cogerte.
Suspirás y la necesidad tira de tus músculos.
-Y yo necesito que me cojas.
Se deshace de su ropa interior y sólo entonces comprendés la gravedad de la situación: Felipe es alto, musculoso, y sus grandes manos tienen una razón de ser que no se reduce a adornar tu cuello. Soñaste e imaginaste mil veces con este momento, pero en todas tus fantasías su tamaño era... bueno, menos peligroso.
Intentás disimular la inquietud que ensombrece tus pensamientos, permitiéndole bañar tus pliegues y tu entrada con lubricante antes de aplicar el producto sobre sí mismo, pero cuando vuelve a buscar consentimiento en tu rostro sólo halla pánico y se detiene.
-No pasa nada- asegura-. Podemos parar o hacer otra cosa...
-No quiero hacer otra cosa, quiero que me la metas.
-Pero...
-Por favor- y masajeás su erección, palpitante y necesitada de atención-. Por favor, Pipe.
Felipe obedece, por supuesto, porque él también soñaba con vivir un momento así a tu lado. Observó mil veces cómo utilizabas tus dedos y tus batallas con dildos de menor tamaño, pensando en todos esos momentos cómo te arruinaría por completo y cómo tu única opción sería rendirte ante él.
Acaricia tu clítoris con su glande y luego lo guía hacia tu entrada, donde se detiene unos instantes mientras espera cualquier señal de arrepentimiento. Cuando tu mano se posa sobre su cadera sus dudas e inseguridades se desvanecen y comienza a penetrarte, siempre atento a las reacciones de tu cuerpo y en tu rostro.
Arrojás la cabeza hacia atrás y escoge ese momento para besar tu cuello en un intento de distraerte del dolor. Parece funcionar porque tus gemidos comienzan a caer de tus labios y te relajás tanto que él logra introducir otros cuantos centímetros entre tus paredes, las cuales se contraen sin cesar.
Lleva su pulgar a tu clítoris y comienza a jugar con el mismo con la esperanza de que te relajes aún más, pero también porque desea llevarte una vez más cerca de tu orgasmo para tal vez volver a privarte de él. Tu respiración es acelerada y tus pechos aún prisioneros de tu sostén llaman su atención.
Arranca la pieza de lencería de tu cuerpo y mientras continúa dibujando círculos en tu centro masajea con su otra mano tus pechos, dedicándole un par de minutos a cada uno y adorando escuchar todos los diferentes sonidos que te arrebata.
Mareada por las sensaciones y por su dedicación a tu placer te reincorporás, descansando tu peso sobre tus codos para poder admirar lo que sucede entre tus piernas. Tu respiración parece detenerse y mirás a Felipe con una mueca de incredulidad, preguntándole silenciosamente si ve lo mismo que vos.
-No va a entrar toda.
Toma el lubricante y arroja otro poco sobre su miembro.
-Vamos a hacer que entre.
Te dejás caer sobre el colchón y él cumple con su palabra. Mueve su cuerpo lentamente contra tu centro, desapareciendo la distancia que los separa y consolándote con las caricias de sus labios o limpiando tus lágrimas cuando el ardor de la penetración te hace temblar y protestar.
Tus ojos nublados no te permiten ver el movimiento de las agujas del reloj, el cual reposa junto a tu cámara sobre tu mesita de luz, por lo que no tenés manera de saber cuánto tiempo transcurre hasta que Felipe logra introducirse por completo en tu interior.
Descansa su peso sobre sus brazos y el movimiento de su cadera lo acompaña con besos en tus mejillas y en tu boca, las caricias de sus labios sobre los tuyos siguiendo el ritmo creciente de sus estocadas.
Abrazás su cuello y lo atraés aún más hacia tu cuerpo, desesperada por obtener más contacto y provocando con la nueva cercanía que su pelvis estimule tu clítoris. Tus gemidos aumentan sumándose al conjunto de sonidos obscenos que resuenan en tu cuarto y entre los cuales se escucha tu humedad.
Felipe jadea y también sisea, todavía más excitado, cuando tus uñas dejan marcas en su piel. Deja de preocuparse por la intensidad y la profundidad con que abusa de tu interior pero no se preocupa, porque tus gemidos son confirmación y guía suficiente.
Su mano se desliza entre tu cuerpo y el suyo pero en lugar de tocarte, como esperabas, la posiciona sobre tu abdomen bajo y ejerce presión para permitirte sentir la profundidad que alcanza en tu interior. Gritás por lo placentero de la sensación y él sonríe, una arrogancia impropia de su persona adornando su belleza.
Tomás su muñeca y tirás para que se detenga, creyéndote incapaz de tolerar el placer que el peso de su mano te otorga, pero él no cede y es así como finalmente te permite disfrutar de tu orgasmo. Rodeás su cadera con tus piernas y llorás bajo su cuerpo, padeciendo el placer que nubla tu mente, anuda tu lengua y te desorienta.
Recuperarte no es un lujo que te puedas dar porque mientras los espasmos aún te recorren Felipe manipula tu cuerpo para dejarte boca abajo, sentándose sobre tus muslos y acariciando tu centro todavía sensible con su punta. Cuando vuelve a penetrarte jurás sentirlo mucho más profundo que antes.
Con sus manos separa tus glúteos para poder apreciar mejor la forma en que su miembro, brillante por el lubricante y tus fluidos, luce contra tu diminuta entrada. Se muerde los labios y siente los músculos de su abdomen bajo tensándose, pero se contiene.
Finge no mirar la cámara que dejaste sobre la mesita de luz y se arroja sobre tu espalda, cada vez más desesperado. Sus largos dedos abrazan tu cuello para alejarte de las sábanas y encuentra tu rostro húmedo por tus lágrimas y tu saliva, que escapa de entre tus labios junto con su nombre.
Siembra besos en tu omóplato, en tu hombro y permite que sus dientes rocen tu oreja sólo para deleitarse con la contracción de tus paredes sobre su miembro, que golpea tu cérvix repetidamente y provoca que arrugues las sábanas bajo tus palmas sudorosas.
Volteás tanto como su mano te lo permite y separás los labios para hablar, frustrada cuando de tu boca sólo salen sonidos patéticos y palabras indescifrables. Felipe cree comprender que querés besarlo y es por eso que se acerca, pero antes de llegar a tu boca te oye decir:
-Adentro.
Felipe es débil y sólo lo comprende luego de procesar tus palabras, porque es entonces cuando sus movimientos se tornan brutales y sacuden tu cuerpo desconsideradamente. Tus gemidos mutan en gritos que se entremezclan con sus jadeos de placer y estos no se detienen en ningún momento, tampoco cuando sus bocas se fusionan.
Unos pocos segundos más tarde sentís la forma en que su miembro palpita, las venas recorriéndolo junto con el constante asalto a tus profundidades estimulándote todavía más que antes, y cuando salpica tus paredes con su semen otro orgasmo te golpea.
Temblás y el placer que contrae tus músculos también roba las últimas gotas de la liberación de Felipe, que llena con su calidez tu interior y amenaza con hacerte perder aún más la cabeza.
-¿Estás bien?- pregunta Felipe. Su voz está cargada de preocupación y ese usual deje de dulzura-. ¿Necesitás algo?
-¿Podemos quedarnos así?
Su confirmación es un abrazo y el calor de su pecho sobre tu espalda te hace sentir protegida. Besa tu cabello, ahora desastroso, tu piel brillante por el sudor y tus mejillas saladas por tus lágrimas.
-¿No necesitás nada, segura?
-A vos.
Sonríe contra tu piel.
-Me tenés- susurra-. Si de verdad me querés, me tenés.
El suspiro que deja tus labios es una mezcla de alivio y satisfacción pero se convierte en un quejido cuando Felipe abandona tu interior, haciéndote sentir vacía y luego molesta cuando los fluidos de ambos escapando de tu entrada, sensible e irritada.
-¿Te querés quedar...?
-¿De verdad?
-Sí.
-Bueno- sonríe y besa tu frente-. ¿Querés que cocine yo?
-Podría ser, pero no sé qué... ¿Qué hacés?- preguntás cuando lo ves tomar la cámara y arrodillarse sobre el colchón.
Separa tus piernas con cuidado y cuando oís el click gemís.
-Esta es sólo para mí.
Si están leyendo esto es porque vencí a Tumblr y... no, mentira, tuve que transcribir la historia no más. Quería publicarla más temprano pero en pleno delirio místico me pareció que era una muy buena idea sacrificar escenas, reescribir otras y editar todo lo que no me gustaba, pero no me arrepiento de nada porque el resultado me gustó :) Espero que hayan disfrutado la lectura y haberle hecho justicia a Pipe ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr @recaltiente @llorented ♡
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las-microfisuras · 5 months ago
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Utopía y desencanto. Muchas cosas se vienen abajo, cuando se viaja; certidumbres, valores, sentimientos, expectativas que se van perdiendo por el camino -el camino es un maestro duro, pero también bueno. Otras cosas, otros valores y sentimientos se hallan, se encuentran, se recogen en él. Al igual que viajar, escribir significa desmontar, reajustar, volver a combinar; se viaja en la realidad como en un teatro, desplazando los bastidores, abriendo nuevos paisajes, perdiéndose en callejones y deteniéndose delante de falsas puertas dibujadas en la pared:
A veces los lugares hablan, otras callan, tienen sus epifanías y sus hermetismos. Como cualquier otro, el encuentro con los lugares -y con quien vive en ellos- es aventurado, rico en promesas y riesgos. Algunos lugares le hablan hasta al viajero más distraído e ignaro con la evidencia misma de su aparición y de la vida que en ellos bulle. Otros se confían a una elocuencia indirecta, seducen sólo a quienes los recorren conociendo lo sucedido entre aquellos árboles o en aquellas calles: la habitación donde murió Kafka, en Kierling, dice tantas cosas, pero sólo a quien sabe que entre aquellas paredes Kafka vivió sus últimas horas y mira hasta las grietas de las paredes bajo esta luz. Otros lugares se cierran en un opaco silencio y el encuentro fracasa; también el viaje, como toda aventura, está expuesto a la derrota y a la esterilidad. Y esto sucede porque el viajero -por ignorancia, soberbia o acedia- no encuentra la llave para entrar en aquel mundo, el vocabulario y la gramática para comprender aquella lengua y descifrar aquella cultura. El status viatoris que el pensamiento religioso atribuye al hombre implica también esta fragilidad, esta alternancia de gloria y caída, la capacidad de salvación unida a la exposición y al jaque mate y a la culpa.
Hay lugares que fascinan porque parecen radicalmente diferentes y otros que encantan porque, ya la primera vez, resultan familiares, casi un lugar natal. Conocer es a menudo, platónicamente, reconocer, es el brote de algo acaso ignorado hasta ese momento pero asumido como propio. Para ver un lugar es preciso volver a verlo. Lo conocido y lo familiar, continuamente redescubiertos y enriquecidos, son la premisa del encuentro, la seducción y la aventura; la vigésima o centésima vez que se habla con un amigo o se hace el amor con una persona amada son infinitamente más intensas que la primera. Esto vale también para los lugares; el viaje más fascinador es un regreso, una odisea, y los lugares del recorrido acostumbrado, los microcosmos cotidianos atravesados durante años y años, son un desafío ulisiano. "¿Por qué cabalgáis por estas tierras?", pregunta el alférez en la famosa balada de Rilke al marqués que avanza a su lado. "Para regresar", responde el segundo.
Claudio Magris, 'El infinito viajar'. Anagrama. Traducción de Pilar García Colmenarejo.
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jane-denker · 4 months ago
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"Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota.
En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge.
En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados."
Pier Paolo Pasolini
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lascosasdemichifu · 5 months ago
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DIÁLOGO 
Don Quijote: ¡Ah, señor Cervantes! ¿Cómo es posible que, siendo usted mi creador, haya decidido que mis hazañas terminen en fracasos y desventuras? ¿Acaso no tenía fe en el poder de la caballería andante?
Cervantes: Mi querido Don Quijote, no es que no tuviera fe en la caballería andante. Al contrario, a través de ti, quise mostrar la nobleza y la pureza de espíritu que encierra ese ideal. Sin embargo, también quise reflejar la realidad del mundo, donde no siempre los sueños se corresponden con los hechos.
Don Quijote: Pero, señor, ¿no hubiera sido posible concederme al menos una victoria verdadera, una que demostrara la vigencia de los valores caballerescos en nuestra era?
Cervantes: Tus victorias, mi querido Quijote, no se miden por los resultados tangibles, sino por la fortaleza de tu espíritu y la nobleza de tus intenciones. Cada vez que te levantaste tras una caída, mostraste una valentía que muchos héroes de carne y hueso no poseen. A través de tus aparentes fracasos, brilla la verdadera esencia de la caballería.
Don Quijote: Es reconfortante escuchar eso, pero no puedo evitar sentir una gran pena por aquellos que se burlaron de mis acciones y me trataron como a un loco. ¿No les hubiera sido más útil ver en mí un ejemplo a seguir?
Cervantes: Precisamente, al mostrar tus "locuras", quise confrontar a los lectores con la realidad de sus propias vidas y cuestionar qué es realmente la locura. ¿Acaso no es más insensato resignarse a la mediocridad y a la injusticia que soñar con un mundo mejor y actuar en consecuencia?
Don Quijote: Entonces, ¿me considera usted un héroe, a pesar de mis derrotas?
Cervantes: No solo te considero un héroe, sino que eres el más grande de todos porque luchaste por lo que creías justo sin importar las consecuencias. A través de tus aventuras y desventuras, quise mostrar que el verdadero heroísmo reside en la lucha constante por los ideales, aunque el mundo parezca contradecirlos.
Don Quijote: Ahora entiendo, señor Cervantes. A pesar de mis fracasos como caballero andante, he triunfado en algo más grande: he sido un faro de esperanza y nobleza en un mundo necesitado de ambos. Le agradezco por haberme dado la oportunidad de vivir estas aventuras.
Cervantes: Y yo te agradezco, querido Quijote, por enseñarnos que en la locura de los sueños se encuentra la cordura de la humanidad.
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neuroconflictos · 1 year ago
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"Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud."
–Pier Paolo Pasolini
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waltfrasescazadordepalabras · 5 months ago
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"Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud".
-Pier Paolo Pasolini-
* Poeta, dramaturgo, ensayista y director de cine pero sobre todo una figura imposible de clasificar en un solo lenguaje.
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profesor-javaloyes · 7 months ago
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Profesor Javaloyes; “Memorias… fotográficas”.-
Capítulo Dos: Un acalorado debate (en la gélida Londres) con Karl Marx.
«Londres es todo niebla y gente triste. No sé si es la niebla la que produce la gente triste, o si la gente triste produce la niebla». (Oscar Wilde)
En una fría noche de invierno en Londres, en la acogedora casa de Friedrich Engels, se estaba librando un enfrentamiento intelectual (pactado hacía algún tiempo atrás por el anfitrión) como nunca antes se había visto. En una esquina de la sala, Karl Marx, con su característica barba y mirada intensa, estaba listo para defender sus teorías revolucionarias ante cualquier desafío. En la otra esquina, el misterioso y anciano sabio, el Profesor Narciso Javaloyes, emanaba un aura de conocimiento profundo y experiencia acumulada a lo largo de los siglos.
La atmósfera estaba cargada de tensión mientras ambos genios debatían sobre los fundamentos del comunismo, el capitalismo y el destino de la humanidad. Marx argumentaba con pasión sobre la explotación del proletariado, la necesidad de la lucha de clases y la abolición de la propiedad privada. Sin embargo, cada punto que Marx presentaba era cuidadosamente desmontado por el Profesor Javaloyes con una ponderación y una lógica implacables.
El Profesor Javaloyes no solo refutaba las teorías de Marx, sino que también ofrecía una alternativa: su "Método Ponderado". Este método, que había perfeccionado a lo largo de su larga vida, se basaba en la consideración equilibrada de todas las perspectivas y en la búsqueda de soluciones que beneficiaran a la sociedad en su conjunto, en lugar de favorecer a una clase sobre otra.
Con cada argumento presentado por Marx, el Profesor Javaloyes respondía con una claridad y una profundidad que dejaba perplejo incluso al más fanático convencido seguidor del comunismo. Desmontó la teoría de la plusvalía mostrando cómo el valor de un producto no reside exclusivamente en el trabajo humano, sino que también se ve influenciado por otros factores. Refutó la idea de la Dictadura del Proletariado señalando sus inevitables peligros, abusos y contradicciones. Y desentrañó las complejidades del Manifiesto Comunista y El Capital, demostrando que si bien contenían verdades coyunturales del momento, también estaban limitados por una visión parcial de la realidad.
A medida que el debate avanzaba, Marx se encontraba cada vez más alterado desconcertado y frustrado. Gesticulaba, gritaba y señalaba amenazante con el dedo al viejo Profesor. Sus argumentos parecían desvanecerse o deshacerse en vapor ante la implacable lógica del Profesor Javaloyes. Finalmente, después de horas de intensa discusión, Marx se cayó sudoroso, fatigado, rendido física y anímicamente y con visible sensación de derrota, en un sillón. No podía luchar más.
La sala quedó en silencio mientras Marx reflexionaba sobre las palabras del anciano sabio y reconocía la sabiduría que emanaba acumulada a lo largo de los siglos inspirado por el infalible "Método Ponderado" del Profesor Javaloyes.
Aquel debate a cara de perro entre Marx y el Profesor Javaloyes pasó a la historia como uno de los enfrentamientos intelectuales más memorables de todos los tiempos, demostrando que incluso las mentes más brillantes pueden ser desafiadas, enriquecidas y finalmente sometidas por el intercambio de ideas y la búsqueda de la verdad.
Epílogo:
Una vez se habían despedido y mientras el Profesor Javaloyes se ponía su abrigo cerca de la puerta de salida escuchó cómo en el salón Marx y Engels continuaban discutiendo apasionadamente sobre las teorías del socialismo y el comunismo. El Profesor, un hombre sabio pero conocido por su misantropía, regresó y desde el acceso al salón los escuchó en silencio, observando con atención.
De repente, Marx lanzó una declaración audaz sobre la lucha de clases, proclamando que era el motor de la historia y el camino hacia la revolución proletaria. Engels asintió vigorosamente, respaldando las ideas de su amigo.
El Profesor Javaloyes, que había estado callado hasta ese momento, levantó lentamente una ceja y finalmente habló: "Interesante teoría, Marx. Pero, ¿qué hay de la lucha de clases en su propia vida?".
Marx se quedó momentáneamente sin palabras, sorprendido por la pregunta inesperada. Engels también parecía desconcertado, mirando al Profesor con curiosidad.
"¿A qué se refiere, Profesor?" preguntó Marx, encendido y rojo por la cólera y visiblemente confundido y desconcertado.
El Profesor Javaloyes esbozó una sonrisa irónica. "Me refiero a que usted, Marx, proveniente de una familia de clase media, se casó con la hija de un aristócrata prusiano, vivió de su dote y herencia y no ha trabajado prácticamente nunca en su vida y que se mantiene hoy gracias al apoyo económico de su amigo Engels. ¿No es eso una contradicción con sus propias ideas sobre la lucha de clases y la abolición de la propiedad privada?".
Marx y Engels intercambiaron miradas incómodas, incapaces de encontrar una respuesta adecuada.
El Profesor Javaloyes continuó: "Y usted, Engels, ¿cómo concilia su apoyo a la revolución proletaria con su posición como empresario textil y su estilo de vida de acomodado burgués?"
El silencio llenó la habitación mientras Marx y Engels se encontraban sin palabras, avergonzados por haber sido confrontados con sus propias contradicciones por el viejo y sabio Profesor Javaloyes, quien, con una leve inclinación de cabeza, dejó a Marx y Engels mudos y reflexionando sobre sus propias convicciones y acciones.
Londres estaba cubierta por la niebla pero una luz tenue con destellos brillantes se proyectaba al paso del viejo Profesor Javaloyes. Una luz cuya fuente emanaba de... su interior.
"Le odió cabrón fascista" (Karl Marx dirigiéndose al viejo Profesor Javaloyes cuando éste abandonaba la casa de Engels) Y eso cuando aún no se había inventado el recurrente sintagma con el que tan alegremente se condena hoy a cualquiera.
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9825--jinete · 3 months ago
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A veces es nesesario permanecer en silencio
No por orgullo o miedo a la derrota es solo por tu paz mental
Porque comienzas a entender el valor de tu voz y te das cuenta que hay situaciones que simplemente no merecen
Ni tu tiempo
Ni tu energía
Ni tu atención
Y es por está razón que donde alguna ves peleabas y discutías ahora eliges permanece en silencio.
Buen día Damitas 🌹 amigos
Excelente Día ❤️
Que este rodeado de bellos momentos...
Sonrian💯pre....
(OG)
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nubis84 · 1 year ago
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Hola, amor.
Aprovecho la hora más oscura para escribirte.
Llevo tiempo queriendo hacerlo pero el día a día se interpone. Pero aquí estoy. Aunque tarde, todo llega.
Evalúo como está el mundo: que si cada vez más caliente, en tensiones de guerras lejanas, falso como nunca...
Y en mi parcela (que comparto contigo por poco que tenga), el mundo se ha quedado en hiatus.
Cuando no estás, estoy más apático, sobre todo desde hace una semana que me dieron la sorpresa. Es llegar tú, que entonces recuerdo el significado de los colores.
Voy a intentar no ponerme ñoño, aunque resulta inevitable porque me llenas el pecho. Me convierto en quien soy, alguien que quiere contagiar los valores positivos que hay en el ser humano. Alguien que vuelve a soñar, pero esta vez con algo tangible y posible.
Si no estuvieras, seguro que me encontraría más abatido y oscuro. Sin ti, la desgana me carcomería y me tomaría esta derrota sucedida a la tremenda.
Y es que siento que he sufrido una injusticia, estoy a punto de caer en un bucle que me lo recuerde cada momento. Entonces te recuerdo, y ya no temo, el cielo se despeja.
Eres mi musa pero también mi apoyo. Tus abrazos curan y tu mirada me ubica. Tus besos alimentan y tus caricias me erizan el alma.
Todos estos gestos llenan el hueco del pecho.
Por eso quiero agradecerte lo que haces por mí, tanto lo que se aprecia como lo que no se ve. Ambos somos mundos inmensos por dentro, y me encanta que estén girando uno contra el otro en armonía, dentro de la órbita del amor.
Y si los tiempos quieren hacerse más oscuros, aquí estaremos, riéndonos, besándonos y llenos de esperanza. Es juntarnos y se crea luz. Nos damos motivos para recordar por qué es genial vivir.
Mil gracias. Te quiero.
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jose92gt · 1 year ago
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Shadowverse Flame 61
Mikado sigue afectado por la derrota ante Hiro, mantiene una actitud defensiva ante Light que buscaba ayudarlo, habla duro Dragnir mencionando que Light a pesar de las caidas estuvo ahí persiste siguiendo hacia adelante, la derrota tiene un valor
Light mantienedo su calma que se le caracteriza, tras su victoria que tuvo en el ranking sintió que se acercaba a Mikado además se sentía feliz, Light pide que confíe e el a Mikado, de momento Mikado se va por su lado siento Light logra un avance
Turno de Subaru decidido a no huir más se enfrentara a su hermano Kaguya, este posee uno de los recuerdos de Dragonir
Subaru cuenta una pequeña anécdota de Kaguya cuando eran niños, esto hace enojarle a agregando que borrará todo recuerdo de su corazón de su hermano
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fabianavalentino · 6 months ago
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Vergüenza
Creo que algo tengo que admitir sobre mi dificultad de escribir es que simplemente me da vergüenza.
Cuando era más joven era más fácil desbordarme de palabras, de contenido, sin temor.
Mi formación tampoco ayuda. Paradójicamente, haciéndome estar más en paz conmigo misma, me hace estar menos dispuesta a compartir mi mundo interno con cualquier persona.
El psicólogo es alguien solitario, acostumbrado a escrudiñar la vida de los otros y mantener la suya resguardada. El escritor también, si vamos al caso, aunque en algún momento debe revelarse, saber que alguien le va a leer y a juzgar....
Es común, creo, sentir vergüenza porque te vean. Para cualquiera. Nos pasa a todos, claro. Igual, eso no me hace sentir mejor. No entiendo porque el qué le pase a otros te debería hacer sentir mejor. Sigo igual, porque el miedo no se me quita y la vergüenza tampoco.
Alguien me metió en la cabeza que para que mis escritos tengan algo de valor deben ser leídos por otra persona. ¿Por qué no simplemente escribir lo que sea, no preocuparme por el lector, hacer como si luego de escribir voy a engavetar cualquier cosa que cree?
Qué ingenuo, cuando uno termina algo, viene, instantáneo, el deseo de compartirlo.
"Mira, mira. ¿Qué te parece? Dime la verdad (que te parezca buena)".
Es algo vergonzoso ese momento, también. Esperar como un niño que te den el reconocimiento de algo. No sé si es una idea que me quiera sacar de la cabeza. Hasta se me hace tierna la escena, el solitario escritor, sonrojado no por el whiskey que toma al escribir sino por su esposa al frente de él ojeando su trabajo -impasible.
A veces la vergüenza es agradable. Pero solo cuando trae buenos resultados. Si no, es doble el dolor. Y ese es el problema. Emocionarse y desilusionarse. Qué tonto por hacer esto y qué tonto por emocionarme.
Pero qué tonto también por no intentar, ¿no?
La respuesta fácil es, bueno, hazlo de todos modos. Hazlo de cualquier manera, pero hazlo. No te enfoques en esos sentimientos enredados de derrota que todavía no has vivido.
La respuesta no es un corte, no es un ahora sí, es un proceso. Porque volveré a sentir aún más vergüenza en el futuro, de eso estoy segura.
Y aún así.
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jgmail · 7 months ago
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[ENTREVISTA] Alain de Benoist: «Luchamos por una revolución como nunca hemos visto»
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En una entrevista publicada originalmente en 'La Gaceta' (sección IDEAS), nuestro director conversa largo y tendido con Alain de Benoist en los 80 años de su nacimiento y en los 50 del lanzamiento de la Nueva Derecha.
Hace cincuenta años ponías en marcha, junto con un puñado de camaradas y amigos, lo que más adelante se llamaría la Nueva Derecha. ¡Colosal tarea! Porque no se trataba tan sólo de defender u oponerse a tales o cuales ideas, reivindicaciones, conflictos... Se trataba —y se trata— de transformar toda nuestra visión del mundo; es decir, la configuración de ideas, sentimientos, anhelos... envueltos en los cuales vivimos y morimos los hombres de hoy.
Y como lo que se busca es algo nuevo, distinto, está claro que hay que buscarlo fuera de los dos grandes pilares (medio derruidos ya…) a los que llamamos «derecha» e «izquierda». Ahora bien, esos nuevos pilares destinados a sustentar lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno (eso que hoy ya nada sustenta), ¿no crees que se hallan más cerca del espíritu de la derecha —siempre que no sea ni liberal, ni teocrática, ni plutocrática— que del de una izquierda que, en el mejor de los casos, siempre será individualista, igualitarista y materialista?
 Desconfío de las palabras con mayúscula. Conozco cosas bellas y cosas feas, cosas buenas y cosas malas, pero nunca me he topado con lo Bello y lo Bueno en sí. Lo mismo ocurre con la izquierda y la derecha. «La derecha» y «la izquierda» nunca han existido. Siempre ha habido derechas e izquierdas (en plural), y la cuestión de si podemos encontrar un denominador común para todas esas derechas y todas esas izquierdas sigue siendo objeto de debate. Tú mismo lo reconoces cuando hablas de una derecha «ni liberal, ni teocrática, ni plutocrática»: es la prueba de que junto a la derecha que aprecias hay otras. Pero cuando hablas de la izquierda, ¡inmediatamente vuelves al singular! Es un error. Grandes pensadores socialistas como Georges Sorel y Pierre-Joseph Proudhon no eran ni individualistas ni igualitaristas ni materialistas. Tampoco cabe atribuir tales calificativos a George Orwell, Christopher Lasch o Jean-Claude Michéa. Tampoco hay que confundir la izquierda socialista, que ha defendido a los trabajadores, con la izquierda progresista, que defiende los derechos humanos (no es lo mismo). Lo único que podemos decir es que el igualitarismo, por poner un ejemplo, ha sido históricamente más común «en la izquierda» que «en la derecha». Pero cuando decimos eso, no hemos dicho gran cosa, aunque sólo sea porque también hay formas de desigualdad en «la derecha», sobre todo en la derecha liberal, que me parecen totalmente inaceptables. Por eso creo que debemos juzgar caso por caso, en lugar de utilizar etiquetas que siempre son equívocas. Como he dicho muchas veces, ¡las etiquetas son para los botes de mermelada! No debemos ceder al fetichismo de las palabras.
Creo que ambos apreciamos a los tipos humanos que son portadores de los valores con los que nos identificamos. Estos tipos humanos son más comunes en «la derecha» que en «la izquierda», cosa que reconozco sin vacilar. En ese sentido, me siento completamente «de derechas», pero sin hacer de ello un absoluto. Una cosa son los valores y otra las ideas. Por eso no tengo ningún problema en sentirme «de derechas» desde un punto de vista psicológico y antropológico, al tiempo que reconozco la validez de ciertas ideas que generalmente se atribuyen, con razón o sin ella, a «la izquierda».
¿Cuál es tu sentimiento al cabo de esos cincuenta años llenos hasta desbordar de reflexiones, combates, victorias… (y alguna derrota)? Supongo que tu alegría será grande al constatar que el espíritu de la Nueva Derecha, aun lejos de conformar ya «el horizonte espiritual de nuestra época» (como decía Sartre sobre el marxismo), sí ha acabado marcando el aire intelectual de Francia; sin olvidar su presencia, aunque menos vigorosa, en países como Italia, Alemania, Hungría, la misma España...
Es la eterna historia del vaso medio lleno o medio vacío. Sí, es cierto, en cincuenta años ha habido muchos éxitos. La Nueva Derecha no sólo no ha desaparecido (medio siglo de existencia para una escuela de pensamiento ya es extraordinario), sino que los temas que ha introducido en el debate se han difundido ampliamente en la mayoría de los países europeos. Así lo atestiguan los miles de artículos, libros, conferencias, coloquios, traducciones y encuentros que han jalonado los últimos cincuenta años. Dicho esto, también debemos ser realistas: los puntos que hemos señalado no han impedido el avance de las fuerzas del caos. El «horizonte espiritual de nuestro tiempo» no es espiritual en absoluto: es un horizonte de ocaso, y este ocaso se acelera cada día más. Declarar, como es deseable, que «el nihilismo no pasará por mí» no cambia nada. Como decía Jean Mabire, no hemos cambiado el mundo, pero al menos el mundo no nos ha cambiado a nosotros. Y no olvidemos que la «lucha final» aún no ha llegado.
De los diversos fenómenos que pueblan el mundo de hoy, ¿cuáles consideras más portadores de esperanza, y cuáles de desesperanza? Todo está obviamente entrelazado, pero dentro de este entrelazamiento de fenómenos sociales, culturales, políticos..., ¿cuál te parece ser nuestro principal enemigo, y cuál nuestro mayor amigo?
La segunda pregunta es obviamente más fácil de responder que la primera, porque la respuesta está justo delante de nosotros. Los tres mayores peligros que hoy nos amenazan son, en mi opinión, los siguientes. En primer lugar, los estragos de la tecnología y el condicionamiento que implica en la era de la inteligencia artificial y la omnipresencia de las pantallas, que con el tiempo conducirán a la Gran Sustitución del hombre por la máquina. Y sólo estamos en los comienzos de ello: el transhumanismo ya preconiza la fusión de lo vivo y la máquina. También está la mercantilización del mundo, que es uno de los pilares de la ideología dominante, con la adhesión de las mentes a la lógica del beneficio y a la axiomática del interés, es decir, la colonización del imaginario simbólico por el utilitarismo y la creencia de que «la economía es el destino, de acuerdo con una antropología liberal basada en el economicismo y el individualismo, que sólo ve al hombre como un ser egoísta que busca constantemente maximizar su mejor interés privado. La principal fuerza motriz de ello es, obviamente, el sistema capitalista, que pretende acabar con todo lo que pueda obstaculizar la expansión del mercado (soberanía nacional y soberanía popular, objeciones morales, identidades colectivas y particularidades culturales) y desacreditar todos los valores que no sean los del mercado. El tercer y último peligro es el reinado casi mundial de una ideología dominante basada en la ideología del progreso y la ideología de los derechos humanos, que está sembrando el caos en un mundo cada vez más abocado al nihilismo: la reducción de la política a la gestión tecnocrática, la moda de la «cancel culture», con los delirios de la ideología de género propagada por el lobby LGTBIQ+, el neofeminismo que preconiza la guerra entre los sexos, el hundimiento de la cultura general, las patologías sociales engendradas por una inmigración tan masiva como incontrolada, el declive de la escuela, la desaparición programada de la diversidad de los pueblos, lenguas y culturas... y tantas otras cosas.
Para mí, el principal enemigo sigue siendo, más que nunca, el universalismo en el plano filosófico, el liberalismo en el plano político, el capitalismo en el plano económico y el mundo anglosajón en el plano geopolítico.
¿Fenómenos «portadores de esperanza»? Sólo podemos abordar este tema con prudencia. Aparte de que la historia siempre está abierta (es por excelencia el dominio de lo imprevisto, como decía a menudo Dominique Venner), está claro que vivimos un periodo de transición y de crisis generalizada. La ideología dominante es efectivamente dominante (sobre todo porque es siempre la ideología de la clase dominante), pero se está desintegrando por doquier. La democracia liberal, parlamentaria y representativa está cada vez más desacreditada. El auge del populismo, la aparición de democracias iliberales y de los «Estados-civilización», los intentos de democracia participativa y de renovación cívica en la base, todo ello corre parejas con la brecha cada vez mayor que separa al pueblo de las élites. La clase política tradicional está desacreditada. Todas las categorías profesionales se movilizan y la cólera aumenta por doquier, lo que abre la perspectiva de revueltas sociales a gran escala (el clásico momento en que «los de arriba ya no pueden más, mientras que los de abajo ya no quieren más»). Al mismo tiempo las cosas están cambiando en el plano internacional. Las cartas se barajan de nuevo entre las potencias. Los propios Estados Unidos de América están sumidos en una profunda crisis, de forma que parece que nos encaminamos hacia el fin de un mundo unipolar o bipolar que abra las puertas a un mundo multipolar, lo cual me parece muy positivo. Está surgiendo una nueva división entre los BRICS (las potencias emergentes) y el «Occidente colectivo». En una situación así, se abren puertas para muchas oportunidades. Pero, para aprovecharlas, hay que abandonar las herramientas analíticas que se han hecho obsoletas y prestar mucha atención a lo que se avecina.
¿Qué piensas de esa bomba de relojería en la que se conjuntan dos hecatombes? Por un lado, el hecho de que los europeos parecen decididos a dejar simple y llanamente de procrear; por otro lado, una inmigración tan masiva que más parece una invasión fomentada, además…, por las «élites» de los países invadidos. ¿Se te ocurre algo que pudiera parecerse, si no a una solución, sí a alguna forma de amortiguar el devastador estallido de tal bomba?
Has declarado alguna vez que no te parece factible la rremigración forzosa que algunos proponen. Probablemente tengas razón, habida cuenta de la sensiblería buenista que lo impregna todo. Ahora bien, si la remigración no es factible, ¿qué otra alternativa nos queda?
La inmigración es un desastre porque, una vez alcanzado cierto umbral, provoca un cambio en la identidad y la composición de los pueblos. No podemos remediarlo embarcándonos en una especie de carrera por aumentar la natalidad, que está condenada al fracaso. Tampoco creo en la remigración  (como tampoco en la asimilación o en el «laicismo»), porque, sencillamente, no es posible en las condiciones actuales. Se trata, al igual que la «Reconquista»,[1] de un mito de refugio. La política es ante todo el arte de lo posible. Pero, evidentemente, no se trata de rendirse. Cuando existe la voluntad política (lo que difícilmente ocurre hoy), podemos, si no detener la inmigración, sí frenarla drásticamente, aunque sólo sea suprimiendo las disposiciones sociales y societales que, actuando como «bombas de succión», la favorecen. Los remedios se conocen desde hace tiempo. Pero aunque la voluntad política es un factor decisivo, no es el único. También hace falta tener la posibilidad de ejercerla. Ahora bien, todas las medidas serias destinadas a frenar la inmigración están siendo bloqueadas en la actualidad por un gobierno de los jueces, el cual carece de legitimidad democrática, pero pretende imponerse tanto a los gobiernos de los Estados como a la voluntad de los pueblos. Digámoslo más claramente: ningún gobierno pondrá fin a la inmigración si no decide considerar nulas y sin efecto las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y si no se aparta de la ideología liberal.
La inmigración es, en realidad, la puesta en práctica del principio liberal del «laissez faire, laissez passer»,[2] el cual se aplica indistintamente a personas, capitales, servicios y bienes. El liberalismo es una ideología que considera la sociedad a partir exclusivamente del individuo y no reconoce que las culturas tienen su propia personalidad. Al ver en la inmigración la llegada de un número adicional de individuos a sociedades ya compuestas de individuos, considera a los hombres intercambiables entre sí. El capitalismo, por su parte, aboga desde hace tiempo por la abolición de las fronteras. Para él, recurrir a la inmigración es un fenómeno económico natural. En todas partes, son las grandes empresas las que exigen cada vez más inmigrantes, en especial para presionar a la baja sobre los salarios de los trabajadores nativos. En este sentido, Karl Marx pudo decir con razón que los inmigrantes son «el ejército de reserva del capital»,  de modo que quienes critican la inmigración y veneran el capitalismo harían bien en cerrar el pico. De nada sirve condenar las consecuencias si se dejan intactas las causas.
Como tú mismo has apuntado alguna vez, la actual situación de nuestras sociedades se caracteriza por la tensión que engendra la típica dualidad prerrevolucionaria a la que tú mismo aludías en una de tus respuestas: el viejo mundo se derrumba, pero el nuevo no acaba de aparecer. Se entrevén, es cierto, abundantes rasgos de lo que podría constituir un nuevo orden del mundo. Ahí está todo el malestar, todas las movilizaciones, luchas, avances... que envuelven nuestros días, pero cuyo peso no basta para cambiar las cosas. ¿No te parece que una de las razones de esta dificultad estriba en que semejante malestar se da fundamentalmente entre las capas populares (más un núcleo de intelectuales), mientras que ningún malestar se atisba entre unas «élites» indignas de tal nombre y que van desde los pijoprogres urbanitas (en francés los llamáis «les bobos»…) hasta los amos del cotarro?
Con otras palabras, ¿crees posible cambiar el mundo contando sólo con los de abajo y sin que una parte significativa de los de arriba se sume a semejantes ansias de transformación?  Semejante «pasar al otro lado» ¿no es lo que siempre ha ocurrido en todos los grandes cambios, en todas las grandes revoluciones de la historia?
Empecemos por recordar que, como demostró Pareto, la palabra «élite» es una palabra neutra: también existe una élite de traficantes y estafadores. Las «élites» de nuestras sociedades, ya sean políticas, económicas o mediáticas, están formadas por hombres (y mujeres) generalmente bien formados e inteligentes (aunque no siempre) que han acumulado, sin embargo, un historial de fracasos en todos los campos. Son gentes aisladas del pueblo, que viven fuera del suelo, en un universo mental transnacional y nómada. Están igualmente alejados de lo real. No veo ninguna utilidad en que se unan a la «gran transformación» de la que hablas, y menos aún en aceptar compromisos para intentar seducirlos. Por otra parte, está claro, sin embargo, que las clases trabajadoras, que ahora se levantan contra esas «élites», necesitan aliados. Cada vez los encontrará más a causa del empobrecimiento de las clases medias. De esta alianza entre las clases trabajadoras y los empobrecidos de las clases medias es de donde puede surgir el bloque histórico que acabe imponiéndose. Si esto ocurre, veremos entonces a oportunistas de arriba solidarizarse con los rebeldes de abajo; algo que ya se ha visto en todas las grandes revoluciones de la historia. Y como siempre, es del pueblo de donde surgirán las nuevas y auténticas élites que necesitamos.
Dado tu conocido cuestionamiento del capitalismo, algunos han pretendido a veces que la Nueva Derecha se habría convertido en una especie de Nueva Izquierda... Bromas aparte, la verdadera cuestión es: ¿qué debemos hacer con el capitalismo? Acabar con él, me dirás. Desde luego, pero ¿para colocar qué en su lugar? ¿Se trataría acaso de sustituir el capitalismo por la propiedad estatal de los medios de producción? ¿Habría que abolir el mercado y la propiedad, como los comunistas lo han hecho en todas partes? No, añadirás sin duda. Pero entonces, si se trata de abolir las flagrantes injusticias del capitalismo salvaguardando a la vez el mercado, el dinero y la propiedad —pero colocados fuera de la clave de bóveda en la que se encuentran hoy—, ¿no es esto —y me refiero al ámbito estrictamente económico— una especie de reformismo?
«Es más fácil para nuestros contemporáneos imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo», decía en 2009 el teórico británico Mark Fisher. Cuando se está en esa tesitura, uno se pregunta, como lo haces tú mismo, de qué forma se podría salir del capitalismo y con qué se podría sustituir. Al hacerlo, y sin darnos cuenta, estamos naturalizando abusivamente un fenómeno histórico perfectamente localizado. La humanidad ha vivido sin capitalismo durante miles de años: ¿por qué mañana no iba a poder hacerlo otra vez? El capitalismo no es toda la economía, ni siquiera todas las formas de intercambio. El capitalismo es el reino del capital. Surge cuando el dinero se vuelve capaz de transformarse en capital que se incrementa perpetuamente por sí mismo. El capitalismo es también la transformación de las relaciones sociales en función de las exigencias del mercado, la primacía del valor de cambio sobre el valor de uso, la transformación del trabajo vivo en trabajo muerto, la desaparición del oficio en aras del empleo, etcétera. Un sistema así sólo puede funcionar si progresa constantemente (se derrumba si se detiene, como una bicicleta), lo cual significa que su principio es lo ilimitado. Su ley es la hybris, la desmesura, la huida hacia adelante en una desenfrenada carrera hacia el «cada vez más y más»: cada vez más mercados, más beneficios, más libre comercio, más crecimiento, y cada vez menos límites y fronteras. La aplicación de esta consigna ha conducido a la obsesión por el progreso técnico, a la financiarización creciente de un sistema que hace tiempo que perdió todas sus raíces nacionales, al tiempo que conduce, subsidiariamente, a la devastación de la tierra.
La oposición de principio entre lo público y lo privado es en sí misma una idea liberal. Por tanto, salir del capitalismo no significa en absoluto sustituir la iniciativa privada por la propiedad estatal de los medios de producción, que no resuelve nada (la antigua URSS era un capitalismo de Estado). Tampoco significa suprimir toda forma de mercado, sino privilegiar lo local sobre lo global, el circuito corto sobre el comercio a larga distancia. Y obviamente tampoco significa abolir la propiedad privada, la cual tampoco debe convertirse, no obstante, en un principio absoluto, como hacen los liberales. El sector terciario ya es una realidad, al igual que las cooperativas y las empresas mutualistas. Más allá de la falsa oposición entre lo privado y lo estatal, están los bienes comunes, tal y como se entendían hasta el nacimiento de la ideología liberal. Es en esta redefinición de los bienes comunes en lo que hay que incidir para poner en marcha una economía de proximidad que afecte prioritariamente a los miembros de tal o cual comunidad. Ello no tiene nada de reformista, dado que semejante cambio exige una transformación radical de las mentalidades.
El propio capitalismo está hoy en crisis. Los mercados financieros razonan y actúan en el día a día, los déficits públicos alcanzan niveles récord, el «dinero ficticio» fluye como rosquillas y todo el mundo está preocupado por un posible colapso del sistema financiero mundial. No es necesariamente una perspectiva agradable, dado que, como se sabe, tales crisis acaban por lo general en una guerra.
Permíteme volver a mi pregunta anterior. Si un revolucionario sectario y radical alegara que ese enfoque constituye un planteamiento que, en lo tocante a la economía, no deja de ser reformista, ¿no habría que replicarle que nada de reformista tiene en cualquier caso todo lo demás? Todo lo demás: toda esa visión del mundo en que el afán por el dinero constituye el centro de la vida y donde ésta —la vida pública, pero también la privada— rezuma todo el espíritu de la democracia liberal y partitocrática, individualista e igualitarista que conocemos?
¿Se trataría tal vez de reformar, de enmendar ese estado de espíritu, incluido su democratismo nihilista? ¿O se trataría de algo completamente distinto? En una palabra, ¿por qué luchamos? ¿Por reformas o por la revolución?
Desde luego, no luchamos por reformas. Lo que pretendemos es lo que Heidegger llamaba un «nuevo comienzo». Lo cual no significa repetir lo que otros han hecho antes que nosotros, sino inspirarnos en su ejemplo para innovar a nuestra vez. Sustituir la desmesura capitalista por el sentido de los límites, luchar contra el universalismo en nombre de las identidades colectivas, sustituir la moral del pecado por la ética del honor, reorganizar el mundo de forma multipolar («pluriversalismo» frente a universalismo), priorizar los valores de comunidad frente a los de sociedad, luchar contra la sustitución de lo auténtico por lo sucedáneo, y de lo real por lo virtual, redefinir el derecho como equidad en las relaciones (y no como un atributo del que todo el mundo sería propietario al nacer), restablecer la primacía de lo político (el gobierno de los hombres) sobre lo económico (la gestión de las cosas), devolver un sentido concreto a la belleza y a la dignidad, rehabilitar la autoridad y la verticalidad...: esto sí que sería una revolución. Y hasta una revolución —atrevámonos a decirlo— como nunca hemos visto.
[1] Alusión al partido Reconquête fundado y dirigido por el famoso periodista y escritor Éric Zemmour. (N. del Trad.)
[2] «Dejad hacer, dejad pasar», reivindicación que, originalmente referida a los productos que debían pagar tributo para entrar en las ciudades, acabó convertida en el lema por excelencia del liberalismo. (N. del Trad.)
© Publicación original: IDEAS. En La Gaceta
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poetasempiterno · 10 months ago
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Conoces perfectamente aquello que debes soltar, pero prefieres aferrarte a ello porque has creído que es la única forma de elevarte por encima de tu verdad, haciéndote incapaz de vivir en libertad. Lamentablemente cuando quieras despertar de tu fatídica ensoñación buscarás ayuda, pero solo te verán tumbado en mitad de la nada y nadie tenderá su mano, porque preferirán mofarse de tus batallas para evitar ahondar en sus propias desgracias. Te harán revivir todo aquello de lo que tanto escapas. Entonces retrocederás y caerás nuevamente en las desgarradoras manos de la perdición, esa que te espera pacientemente para mitigar el dolor, mientras aniquila tu ser y toma posesión de tu independencia. Solo ahí comprenderás que has caído muy bajo y te aproximarás a ser olvidado. La luz en el camino se irá apagando y las paredes estrechando. Sumido en una atmosfera de infortunio y penumbra, la cuenta regresiva habrá comenzado. Inhalarás sueños, exhalarás derrotas. Suplicarás misericordia, darás un vistazo al pasado, querrás enmendar tus errores y recobrar la fuerza que se te fue robada, pero solo cuando resurja tu valor el juego habrá terminado. ~ Poeta Sempiterno
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kpwx · 8 months ago
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«Historias curiosas», de Claudio Eliano
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Las recopilaciones de curiosidades tan frecuentes hoy en día tienen más recorrido de lo que se podría pensar: hace casi dos mil años ya se escribían, y al parecer eran populares, pues se sabe de la existencia de varias. De entre las que sobreviven está esta de Claudio Eliano, un retórico romano de los siglos II-III, en la que se reúne una cantidad bastante extensa de curiosidades del más diverso tipo: datos sobre animales, leyes, anécdotas de personajes ilustres, (filósofos, poetas, militares, políticos, etc.) hechos insólitos y costumbres llamativas de distintos pueblos, por nombrar solo algunas. Además de lo divertido que es en sí mismo conocer cosas inútilmente sorprendentes o curiosas, lo cierto es que leyendo este tipo de libros (eso sí, siempre que sea en ediciones cuidadas como las de Gredos) se aprende bastante. Más que por los datos que da el autor —que, obviamente, también—, la gran cantidad de notas que los acompaña dan mucha información sobre personajes y hechos de la Antigüedad. Dejaré algunas de las historias que me llamaron la atención.
Entre la información inútil que me gusta hallar en las fuentes antiguas se encuentran las descripciones de personas con trastornos mentales. Hace tiempo cité esta, tomada de un libro de curiosidades médicas, que parece describir a una persona con TOC:
Una vez examiné a una mujer que se había vendado fuertemente el dedo anular porque tenía la fantasía de que el universo entero se apoyaba en él. Lloraba por miedo a que, al doblar el dedo, provocase el derrumbamiento del universo y la inmediata destrucción de todas las cosas.
Irene Vallejo comenta en un artículo que Galeno recoge la historia de un paciente que se creía una olla de barro, aunque todavía no encuentro la fuente exacta en que aparece. En este libro se refiere a varias personas con enfermedades de este tipo. Aquí de pasada habla de tres:
Los poetas cómicos dicen que los más obtusos de los espíritus eran un tal Polidoro, quien tenía una piel invulnerable, y otro individuo llamado Cecilión, quien se dedicaba a contar olas a causa de su locura absoluta. Otra tradición afirma que Sanirión era de la misma calaña porque buscaba una escalera dentro de una ampolla. Dicen también que tanto Corebo como Melítides eran igualmente estúpidos.
En una época en la que la psiquiatría no existía todo comportamiento inentendible se consideraba locura o estupidez, claro está. Sigo con esta, todavía más curiosa:
Trasilo, del demo de Exone, sufrió una locura extraña e inaudita. Pues abandonó la ciudad, bajó al Pireo y se instaló allí a vivir. Pensaba que todos los navíos que entraban en el puerto eran suyos. Confeccionaba un registro de ellos, los hacía partir de nuevo y se alegraba extraordinariamente con los que, sanos y salvos, regresaban a puerto. Durante mucho tiempo vivió afectado por esta enfermedad. Pero su hermano, cuando regresó de Sicilia, lo llevó a un médico para que lo curase. Y entonces se libró de la enfermedad. Con frecuencia recordaba su vida cuando estaba loco, y decía que nunca había sido tan feliz como cuando se alegraba por unas naves, que sin ser suyas, regresaban sanas y salvas a puerto.
Lo de Jerjes con el plátano probablemente no haya sido locura, pero está curioso también:
Resulta ridículo que aquel famoso Jerjes despreciara el mar y la tierra, obras de Zeus, y se hiciera abrir nuevas rutas y una inusitada derrota, pero fuera esclavizado por un plátano, preso de admiración por él. Pues según se cuenta, en Lidia, al ver un ejemplar de plátano muy grande, se detuvo allí aquel día sin que tuviera ninguna necesidad e hizo noche en el yermo que lo rodeaba. Colgó de aquel árbol adornos de gran valor, honrando sus ramas con collares y brazaletes, y le puso un vigilante como si fuera el custodio y la escolta de la mujer amada.
Continuando con otras cosas, me ha hecho gracia esta anécdota sobre los inicios de la pintura:
Cuando daba comienzo el arte de la pintura y, de alguna forma, era una criatura recién nacida y en pañales, se representaban los seres vivos con tan poca pericia que los pintores escribían al lado: «Esto es un buey; aquello, un caballo; esto otro, un árbol».
Aunque probablemente no sea cierto (como buena parte de lo que cuenta Eliano), a mí me gustaría tener alguna miniescultura de esas:
Estas son, en efecto, algunas de las maravillosas miniaturas salidas de manos de Mirmécides de Mileto y de Calícrates de Lacedemonia. Hicieron unas cuadrigas que podían ocultarse bajo el ala de una mosca y en un grano de sésamo inscribieron con letras doradas un dístico elegiaco. Ninguna persona seria, a mi parecer, puede elogiar ninguna de estas obras. Pues ¿qué otra cosa son sino una pérdida inútil de tiempo?
Parece que las obras de Homero se tradujeron en la Antigüedad a otras lenguas además del latín, algo que desconocía:
No son los indios los únicos que han traducido los poemas de Homero a su propia lengua y los cantan, sino que también lo han hecho los reyes persas, siempre que debamos creer a quienes transmiten esta noticia.
Se podrían citar muchas otras curiosidades más, pero termino con esta costumbre ática que me pareció bonita:
He aquí una ley ática: quien encuentre un cuerpo humano sin sepultura debe siempre echarle tierra encima y sepultarlo mirando a poniente. Observan también esta otra costumbre: no se debe sacrificar un buey de labranza que haya trabajado bajo el yugo, ya fuese tirando de un arado o de un carro, porque ese buey debe ser considerado también como un campesino y compañero de las fatigas humanas.
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