#cuidado cuerpo
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bodyboxspain · 1 year ago
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Hidratación y fragancia de lujo para tu piel, con el bálsamo corporal fundente de Durance
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Eleva tu hidratación corporal a un nivel superior con el Bálsamo Corporal Fundente de Durance. Su fórmula rica y su textura ligera se absorbe rápidamente, dejando tu piel suave y sin sensación grasa.
🌺 La piel queda nutrida y perfumada con un delicado aroma que solo Durance podía conseguir.
¡Lo probamos con la Bodybox #OctubreRosa🎀!
3 motivos por los que nos encanta este producto:
✅ Aceite de Borraja: Rico en ácidos grasos esenciales para una piel saludable.
✅ Textura Fundente: Se absorbe rápidamente, sin dejar sensación grasa.
✅ Aroma Sublime: Su fragancia natural de lujo es una delicia para los sentidos.
¿Quieres saberlo todo sobre este productazo? Te lo contamos a continuación.
Aceite de Borraja: Un ingrediente desconocido
El ingrediente estrella de este bálsamo corporal es el aceite de borraja, una joya de la naturaleza que ha sido apreciada durante siglos por sus beneficios para la piel. Sin embargo, es posible que no lo conozcas, ya que no es un ingrediente que se utilice en muchos productos de cosmética en la actualidad.
En Durance han rescatado este poderoso ingrediente natural del olvido y han creado toda una gama de productos ultrahidratantes y calmantes.
¿Qué hace que el aceite de borraja sea tan especial? Su riqueza en ácidos grasos esenciales, en particular el ácido gamma-linol��nico (GLA). Este componente esencial es conocido por su capacidad para nutrir la piel y promover la regeneración celular, lo que se traduce en una piel más suave, tersa y saludable.
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La Experiencia Sensorial
Una de las cosas que hace que el Bálsamo Corporal Fundente de Durance sea realmente excepcional es su textura y fragancia. La textura fundente se desliza suavemente sobre la piel, se absorbe rápidamente y no deja una sensación pegajosa ni grasa. Esto significa que puedes aplicarlo por la mañana y vestirte de inmediato sin preocuparte por manchar tu ropa.
Pero lo que más nos gusta es su exquisita fragancia. Y es que, como ocurre con todos los productos de Durance, éste no es solo un producto de cuidado de la piel, sino una experiencia sensorial completa. La delicada fragancia de este bálsamo corporal es un deleite para tus sentidos. Consigue transportarte a un mundo de relajación y bienestar cada vez que lo aplicas.
Beneficios Clave para Tu Piel
¿Por qué deberías incorporar el Bálsamo Corporal Fundente con Aceite de Borraja de Durance a tu rutina de cuidado de la piel? Aquí tienes algunos de los beneficios clave que ofrece este increíble producto:
Hidratación profunda: La fórmula rica en aceite de borraja proporciona una hidratación profunda y duradera, ideal para combatir la piel seca y deshidratada.
Rejuvenecimiento: Los ácidos grasos esenciales en el aceite de borraja ayudan a regenerar la piel, reduciendo la apariencia de líneas finas y arrugas.
Absorción rápida: La textura fundente se absorbe al instante, lo que significa que no tendrás que esperar para vestirte o sentirte incómodamente pegajosa.
Piel suave y tersa: Después de su uso regular, notarás una mejora significativa en la suavidad y la textura de tu piel.
Fragancia exquisita: Su fragancia sutil y envolvente te brinda una experiencia sensorial relajante cada vez que lo aplicas. Te enganchará.
Cómo Incorporarlo en Tu Rutina
Aplica el Bálsamo Corporal Fundente con Aceite de Borraja de Durance cada día sobre la piel del cuerpo, limpia y seca. Masajea suavemente hasta que se absorba por completo, prestando especial atención a las áreas más secas o ásperas. Úsalo diariamente para mantener una piel hidratada, suave y saludable.
Este Bálsamo Corporal de Durance es mucho más que un producto de cuidado de la piel, es una experiencia de autocuidado que transformará la forma en que cuidas tu cuerpo.
Si buscas una piel suave, hidratada y radiante, y un producto que te lo ponga fácil, rápido y apetecible, este bálsamo es lo que tu piel te está pidiendo.
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Prueba este producto con la Bodybox #OctubreRosa🎀
Y descubre todos sus delicados productos en Durance.es. Por ser de Bodybox, tienes un -15% de descuento durante 3 meses (sin límite de usos) con el código BODYBOX.
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desorden-en-letras · 7 months ago
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... si así como cuidan el cuerpo cuidarán la mente.
Sara María
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gazetard · 24 days ago
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¿Por qué tenemos pelo en lugares tan aleatorios? Descubre su origen y funciones
¿Por qué tenemos pelo en lugares tan aleatorios? La presencia de vello en diversas partes del cuerpo humano ha intrigado a científicos y curiosos por igual. Aunque puede parecer aleatorio, la distribución del vello tiene raíces evolutivas, funcionales y biológicas que vale la pena explorar. 1. Evolución y adaptación Desde una perspectiva evolutiva, el vello corporal ha desempeñado un papel…
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tjeromebaker · 4 months ago
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Reflexiones feministas sobre los cuidados | Lieta Vivaldi M. / Daniela Alegría F. (Coordinadoras)
En este libro dialogan variadas reflexiones sobre los cuidados desde distintas disciplinas: filosóficas, jurídicas, políticas, así como de diversas perspectivas que están estrechamente vinculadas con la práctica concreta -cuidadoras, profesionales...
“No se nace mujer: se llega a serlo�� (Simone de Beauvoir). Reflexiones feministas sobre los cuidados DESCRIPCIÓN El envejecimiento de la población mundial, las políticas neoliberales, y más recientemente eventos como la pandemia producto del COVID 19, han contribuido a visibilizar lo frágil y vulnerable que es la vida y, la cantidad de cuidados que se requieren para sostenerla. En este libro…
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seofacescr · 2 years ago
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Compras en línea de productos cosméticos y acceso a las últimas tendencias y estilos
El maquillaje es una parte esencial de la rutina diaria de muchas personas, y comprar cosméticos en línea es una excelente manera de obtener una amplia selección de productos a precios razonables. Ya sea que esté buscando una base, un corrector, un rubor, una sombra de ojos o cualquier otro producto de belleza, puede encontrarlo todo en Internet. Comprar cosméticos en línea puede ser una forma conveniente y rentable de abastecerse de todos sus productos favoritos. Para saber más visítanos en-https://cr.faces.com/cuidado-corporal
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cuarzorosita · 10 months ago
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por faa, hace algo doméstico con enzoo 😭😭🩷🩷
🍑 ˚. ࣪ ⊹ AMOR EN LA PIEL . . . enzo vogrincic
♫ play like the dawn by the oh hellos
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⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . pairing : enzo vogrincic x fem!reader.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . warning(s) : enzo estando ⠀⠀⠀completamente enamorado de r, mucho fluff, ⠀⠀⠀boyfriend material? no, husband material.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . summary : cuando es hora de hacer tu ⠀⠀⠀rutina de cuidado de piel, enzo siempre esta ahí, ⠀⠀⠀tanto como para observarte como ayudarte.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . emi's note : no sé si esto cuente como ⠀⠀⠀doméstico pero lo amé, espero te guste bellaa; este ⠀⠀⠀es mi primer pedido chiquillas, si les gustó pidan ⠀⠀⠀más, y si no, bueno na que hacerle jandkskjs. la ⠀⠀⠀rutina que use aquí. <3
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tú rutina para el cuidado de la piel era fundamental, sin importar si se trataba de el rostro o el cuerpo.
cuando enzo estaba en casa, él disfrutaba de ver como hacías todas esas cositas, como él decía. le gustaba tomarte fotos cuando lo hacías o participar de lleno, poniéndose de igual manera un poco de tus productos en el rostro.
pero lo que más disfrutaba, era cuando le pedías ayuda y era él quien al final te masajeaba las piernas, brazos y hombros.
después de una ducha para relajar tus músculos tensos por el trabajo, te sentaste en su cama compartida con tu bata alrededor y los productos en las manos.
enzo no tardó mucho en aparecer por la puerta cuando escuchó que salías de la ducha, sabiendo lo que tu rutina decía que seguía.
comenzaste poniéndote una banda que el mismo enzo te había regalado, para sujetar y evitar cualquier pelo sobre tu rostro. enzo amaba particularmente este paso porque podía ver tú rostro completo, al natural y completamente despejado. solo para él.
"que hermosa te ves, eh" habló desde la puerta con una sonrisa en el rostro. lo miraste desde tu lugar y le sonreíste.
"tú también te ves hermoso" le respondiste, observando como su cabeza se iba hacía atrás al reírse.
"nunca tanto como vos, gordita" se acercó hasta la cama, rodeandola hasta sentarse detrás de ti, lo sentiste pasar sus brazos por tu cintura y entrelazar sus dedos, bloqueando el agarre.
dejo un beso húmedo en tu mejilla, observandote a través del espejo de mano frente a ustedes. le devolviste el beso antes de continuar con la rutina.
abriste tu crema de ojos, sacando un poco de producto con la espátula que venía incluida. con tus ojos y los de enzo observando el espejo, pasaste la espátula por alrededor de tus ojos, expandiendo y masajeando lo suficiente.
enzo observaba como pasabas tus dedos cuidadosamente, como esparcías cada gota de la crema por tus ojitos y le fascinaba la forma tan delicada que tus manos se movían.
no pudiendo contener el sentimiento cálido de amor en su pecho, dejo un beso en tu hombro, logrando que lo mirarás por el espejo.
"¿quieres un poquito, amor?" le preguntaste y él asintió emocionado. te giraste entre sus brazos aún agarrados y dejaste un poco de producto debajo de sus ojos.
antes de que tus delicados dedos tocaran su rostro, tomó tu mano para llevarla a sus labios, donde dejo un beso en cada dedo.
sonrió al ver tu mirada llena de amor, quería asegurarse de capturar ese momento tan íntimo entre ustedes dos con lujo de detalle. desde como estabas vestida hasta el brillo innegable de tus ojos.
"algún día de estos me vas a matar" le dijiste, acercándote para dejar un rápido beso en la punta de su nariz.
"espero que no" susurró sobre tus labios, con los ojos aún cerrados. soltó tu mano suavemente para que comenzarás a masajear su rostro con la misma delicadeza que lo hiciste contigo misma.
abrió los ojos lentamente, apreciando tu cara concentrada; desde que te había conocido, enzo había sentido que tú eras su one and only, el amor de su vida y de las próximas si es que tenía.
sus ojos se llenaban de estrellas igual que el cielo por la noche cuando te miraba. llenos de admiración y sobretodo, amor.
un pequeño puchero se plantó en sus labios cuando dejo de sentir la calidez de tus manos en su rostro. te reíste y besaste su puchero.
"fue muy rápido, gordita" dijo triste, con unos ojos de perrito, sonreíste por su ternura.
"lo siento, amor" dejaste otro beso en sus labios "si te hace sentir mejor, ahora tengo que ponerme crema en las piernas"
su puchero desapareció rápidamente, logrando que rieras con fuerza. esa era realmente su parte favorita.
"rápido rápido" te apuró, soltando su agarré en tu cintura para que pudieras sentarte frente a él.
mientras tú te acomodabas en la cama, él tomó entre sus manos tu crema corporal; cada vez que esa crema se te acababa, él siempre te la compraba, específicamente la misma, porque amaba ese aroma, porque la habías usado desde que se conocían y para enzo, ese era tú olor característico.
el que se quedaba en su ropa cuando te abrazaba o en las sábanas cuando se dormían. un recordatorio de tu presencia en sus fosas nasales.
"¿ya?" preguntó desesperado, asentiste sonriendo, levantando tus piernas hasta dejarlas estiradas sobre la cama.
ante él, cada parte de ti era simplemente perfecta. tus piernas eran una de las miles de cosas que amaba de ti. tenían un color y un brillo gracias a los cuidados que tú o él mismo le daban.
dejo caer crema desde tus muslos hasta tus tobillos, apresurandose para pasar sus manos por tus piernas.
siempre pensaste que enzo tenía las manos perfectas para ser masajista, pero cuando se lo dijiste su respuesta fue que "las únicas piernas que pienso tocar, son las tuyas" logrando que tú corazón se derritiera otra vez.
pasaba las palmas de sus grandes manos por tus muslos, haciendo pequeños círculos con sus pulgares o dándole leves apretones.
sus manos subieron hasta el costado de tu muslo, haciéndote reír.
"¿qué estás buscando, eh?" te reíste y gracias a la cercanía en la que estaban, enzo miro tus labios antes de besarte.
"yo voy a hacer mi trabajo bien, y esto" dijo apretando suavemente la carne "es parte de tu pierna" sonreíste, dejándolo seguir adelante.
siguió masajeando, disfrutándolo mucho a tu parecer pero se lo permitiste. se veía concentrado y casi anonadado por tu suave piel contra su mano.
sus dedos por fin abandonaron ese espacio en tus muslos, permitiéndote sentir la perdida de su calor en tu piel. viajaron hasta tu rodilla, donde se inclinó para dejar un par de besos, susurrando palabras de apreciación por cada beso.
pasaste una mano por su cabello café, despeinandolo un poco en el proceso.
"sos mi pieza de arte más preciada, gordita" te susurró contra la piel de tu rodilla. juraste que tus ojos picaban ante la amenaza de unas lágrimas.
se estiro nuevamente, llegando hasta la última gota de crema. seguía haciendo círculos con sus pulgares, pero ahora eran más lentos, queriendo disfrutar el momento con todo su ser.
frotó y presionó cada musculo, tendón y los ligamentos de tu pierna, hasta llegar al final.
lo viste suspirar cuando se dio cuenta que había terminado, adoraba tanto cuando podía tocar tu piel de manera tan íntima, pero tan delicada, que la idea de que solo él podía hacerlo le llenaba el pecho de orgullo.
su rostro se elevó, al igual que los costados de sus labios.
"ahora la otra" susurró, deslizando sus dedos por tu otra pierna.
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© CUARZOROSITA | do not copy, steal, adapt or translate my works.
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deepinsideyourbeing · 9 months ago
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Movie Night - Enzo Vogrincic
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+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen.  Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos)  y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…,  ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
 -Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?   
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso,  pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
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bodyboxspain · 1 month ago
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💗 El Exfoliante Rosa de Marruecos de Tree Hut te ofrece una exfoliación de lujo, con ingredientes naturales que cuidan tu piel y la dejan suave y rejuvenecida.
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46snowfox · 2 months ago
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Subaru Sakamaki Chaos Lineage Capítulo 07
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[Capítulo 6]
Lugar: Mansión Violet, Pasillo
*choque de espadas*
Ayato: ¡Maldición! A este paso no acabaremos nunca.
Ayato: Es una pena que deba depender de esta cosa, pero si es para robar a Eva, entonces lo haré.
Subaru: ¿Qué va a usar…?
Subaru: ¡…! ¡Agáchate!
*explosión*
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Yui: ¡Kya…! ¡¿Q-qué fue eso?!
Subaru: Una bomba. Maldita sea, ¡no puedo creer que tuviera ese as bajo su manga!
Subaru: No te quedes allí parada, ¡sal de aquí! ¡¡Antes de que lance otra bomba!!
Yui: ¡¿…?!
Yui: (¡Debo huir! ¡Pero mi cuerpo no responde…!)
Ayato: ¡Toma! ¡Aquí va otra, cómete esto!
Subaru: ¡Cuidado…!
*Subaru te cubre de la explosión*
Subaru: ¡Auch…!
Subaru: (Pude protegerla de la explosión, pero mi cuerpo…)
Yui: ¿Subaru-kun…? Perdóname Subaru-kun. ¡No me digas que me cubriste…!
Subaru: Mierda…
Yui: ¿Estás bien? ¡Estás muy herido…!
Ayato: …Tsk. ¿Aún no la palmas?
Subaru: ¡Ayato! ¡¿Acaso eres imbécil?! ¡¿Cómo se te ocurre atacar a Eva?!
Subaru: Si ella hubiera muerto, ngh…
Subaru: (¿Si ella muriera…?)
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Yui: ¿Qué sucede Subaru-kun? ¿Estás bien? ¡Resiste…!
Subaru: (No, ¡eso jamás! Ella no puede morir.)
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Subaru: —Ugh…
Yui: ¿Qué pasa? ¡¿Acaso te duelen tus heridas…?!
Subaru: …Ugh… N-no…
Subaru: (Ya que yo decidí que la amaría eternamente.)
Subaru: (Ella lo aceptó y entonces…)
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Subaru: (¡Maldita sea! ¡¿Qué es este paisaje desconocido?! No debería resultarme familiar, pero me suena…)
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Subaru: ¡Aah, aaaaaaaaaaaaaaaaaah!!
Yui: ¿Subaru-kun…?
Subaru: …Aah… Aah.
Subaru: …No eres Eva…
Subaru: Tu nombre no es… Eva…
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Subaru: No es Eva, ¡¿verdad que no…?! ¡Yui…!
Yui: ¡…!
Subaru: Juro que a ti…
Subaru: …Solo a ti… te protegeré…
Yui: ¡¿Subaru-kun?!
Yui: Resiste Subaru-kun. ¡Por favor abre tus ojos…!
Subaru: …
Subaru: Je… No necesitas gritar tanto, puedo escucharte…
Subaru: Estoy aquí. Así que ya no llores…
Yui: ¡Sí, sí, estás aquí, Subaru-kun! Oye, antes me llamaste por mi nombre…
*explosión*
Yui: (¡¿Otra explosión?! Pero esta vez vino desde donde está Ayato-kun…)
Subaru: ¡Maldición! Estas pisadas… ¿Acaso los enemigos se han reunido?
Subaru: ¡Yo no puedo moverme, así que al menos tú debes alejarte de aquí…!
Yui: ¡No, no me pidas eso! ¡No puedo abandonarte…!
???: Así es, los necesitamos juntos.
Yui: (¡¿El enemigo ya llegó…?! Pero esa voz es de…)
Subaru: Kou…
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Kou: ¡Bingo! ¡Acertaron! ¡Kou-kun ha venido a salvarlos!
Kou: ¿Estás bien, Subaru-kun?
Laito: ¿Eh? Subaru-kun está colapsado y cubierto de sangre, es una vista poco común.
Azusa: Lamento haber… tardado. Me alegro de haber llegado a tiempo… Pero están heridos…
Yui: Acabó así por protegerme del ataque de Ayatao-kun… Por cierto, ¡¿y Ayato-kun?!
Kou: Ah, Ayato-kun se desmayó tras recibir nuestra bomba… pero ya se levantó.
*sonido de escombros*
Ayato: ¡Mierda…! ¡No me jodan!
Laito: Wow, que resistente es.
Azusa: Laito y yo lo detendremos… Kou, llévate a Subaru…
Kou: Sí, entendido. Eva, ¿cuál es el estado de Subaru-kun?
Yui: Subaru-kun me protegió. Estaba consciente hasta hace unos minutos, pero parece que se desmayó…
Subaru: …
Kou: Ya veo… estas heridas pueden ser peligrosas hasta para él.
Yui: No puede ser…
Kou: Como sea, ¡escapemos mientras Azusa-kun y Laito-kun frenan a Ayato-kun!
Yui: ¡Pero Subaru-kun…!
Kou: ¡Tranquila, yo lo cargaré!
Kou: Si lo cargo como princesa… Subaru-kun se enojaría.
Kou: ¡Así que será a caballito para poder correr! ¿Puedes correr Eva?
Yui: ¡Sí! ¡Gracias, Kou-kun!
Monólogo:
“Los miembros de la familia Orange invadieron la mansión Violet—.
Para secuestrarme a mí, a [Eva].
Jamás olvidaré las siluetas de Subaru-kun y Ayato-kun. Esa no fue una riña entre hermanos, ambos atacaban al otro como si fueran desconocidos.
Gracias a que Kou-kun llegó a nuestro auxilio fuimos capaces de llevar a un inconsciente Subaru-kun hasta su habitación.
Tras eso, gracias a los esfuerzos de Carla-san, Laito-kun y Azusa-kun los Orange acabaron siendo expulsados.
La paz y tranquilidad ha regresado a la mansión Violet, sin embargo, desde aquel entonces que Subaru-kun se ha encontrado sumergido en un profundo sueño sin señales de que vaya a despertar.”
Lugar: Mansión Violet, habitación de Subaru
Yui: (Los chicos dijeron que no eran heridas mortales, pero Subaru-kun sigue sin despertar.)
Yui: (¿Qué haré si nunca vuelve a abrir sus ojos?)
Yui: (…Es mi culpa. Es porque lo retuve.)
Yui: (Si Subaru-kun no hubiera peleado mientras me protegía, estoy segura de que no habría acabado tan malherido.)
Yui: Perdóname Subaru-kun.
Yui: Todo esto es mi culpa, de verdad lo siento.
Yui: …Además, si hubiera intentado explicarle a los demás sobre nuestra situación actual.
Yui: Es probable que no hubieran tenido que pelear.
Yui: Lo siento, si hubiera sido más proactiva, si tan solo hubiera buscado una forma de regresar a casa…
Yui: La mano de Subaru-kun es tan grande… Esta es la mano que me protegió.
Yui: No solo desde que llegamos a este lugar, sino que desde mucho antes.
Subaru: …
Yui: (Su mano… ¡La mano que sostengo acaba de moverse un poco!)
Yui: Subaru-kun, ¿acaso puedes escucharme?
Yui: Oye, Subaru-kun…
Subaru: …Nn…
Subaru: Que ruidosa eres… No necesitas llamarme tantas veces, puedo escucharte.
Yui: ¡Subaru-kun! ¡Despertaste!
Yui: ¡Gracias a Dios…! ¡Me alegro de que hayas recuperado la conciencia!
Subaru: Rayos, no llores.
Subaru: Ya te lo dije antes, los vampiros no morirían por algo como esto.
Yui: ¿Antes…?
Yui: (No fue algo que me dijera en este lugar, ¿verdad?)
Yui: Ahora que recuerdo, cuando me cubriste, dijiste mi nombre, ¿no…?
Yui: En aquel momento estaba en estado de shock y pensé que fue mi imaginación.
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Subaru: No fue tu imaginación, Yui.
Subaru: …Perdóname por haberte olvidado.
Yui: ¡Subaru-kun…!
Subaru: Parece que el resto no se ha dado cuenta de esta anomalía.
Subaru: Debes de haberte sentido desolada. Lamento haberte dejado sola.
Estaba muy nerviosa. ♟
No te disculpes. ♙
Estaba muy nerviosa:
Yui: Sí… Me comían los nervios al no saber qué pasaría.
Subaru: Me lo imagino. De verdad lo siento…
Yui: Pero ahora que has recobrado tus memorias al fin estoy tranquila.
Yui: Porque ya no tendré que pensar en esta situación yo sola.
Yui: Ya no estaré sola. Eso me basta para relajarme.
Yui: Además, ahora que has recuperado tus recuerdos… finalmente me vuelves a tratar como a tu novia y eso me hace muy feliz.
Subaru: …Yo también me siento satisfecho.
Subaru: Cuando mis recuerdos estaban alterados me sacaba de quicio que el resto fuera tras de ti.
No te disculpes:
Yui: Por favor no te disculpes, Subaru-kun.
Yui: No tengo ni la menor idea de por qué nos está pasando esto.
Yui: Pero sé que no has hecho nada malo, es más, me protegiste.
Subaru: …Pero si no me disculpo no me sentiré satisfecho.
Yui: Típico de ti.
Subaru: Me saca de quicio no haber podido estar a tu lado cuando estabas sufriendo.
Subaru: Estoy enfadado conmigo mismo por permitirme perder mis recuerdos.
Fin de las opciones
 Yui: Ya no estaré sola. Eso me basta para relajarme.
Yui: Además, ahora que has recuperado tus recuerdos… finalmente me vuelves a tratar como a tu novia y eso me hace muy feliz.
Subaru: …Yo también me siento en paz.
Subaru: Cuando mis recuerdos estaban alterados me sacaba de quicio que el resto fuera tras de ti.
Subaru: Pero era normal, en algún lugar de mi ser recordaba que no querían que te apartaran de mí.
Subaru: Tú eres mía. ¿Verdad?
Yui: …Sí, así es.
Yui: Fufu… Siento que han pasado siglos desde que me abrazabas.
Yui: Estoy tan feliz que mi corazón no deja de latir.
Subaru: No digas eso… vas a seducirme y no me haré responsable de lo que haga.
Yui: Pues no lo hagas… En este momento quiero estar a tu lado. Estuve mucho tiempo sola.
Subaru: …Sí, tienes razón.
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Yui: (Subaru-kun… me está abrazando con tantas fuerzas que siento que no podré respirar.)
Yui: (Es como si intentara compensar la soledad que pasé.)
Yui: (Estoy segura de que se siente arrepentido por pasar tanto tiempo sin recordar nada.)
Yui: (Ese es el amable Subaru-kun al que tanto amo.)
Subaru: Oye Yui.
Yui: ¿…Dime?
Subaru: Déjame succionar tu sangre. Te haré sentir un placer descomunal para compensar el tiempo que te dejé sola.
Subaru: Por eso, ¿puedo?
Yui: …Sí, puedes.
Yui: Yo también quiero que bebas mi sangre. Si lo haces es posible que tus heridas se curen más rápido.
Subaru: Sí, puede ser.
Subaru: Succionaré desde tu cuello. Hueles muy dulce, no podré contenerme… Nn.
Yui: …Aah.
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Subaru:  Nn… Nn, ngh…
Yui: (Está… succionando mi sangre…)
[Si tocas las flores:
Brazo de Subaru: ¿Tan bien se siente? Entonces sostente firme para no caerte.
Hombro de Yui: Yo también me siento genial. Puedo sentir tu goce y es irresistible.]
Yui: (Está succionando con una suavidad incomparable a la de las veces anteriores…)
Subaru: Aah… Je, ¿qué tal? ¿Cómo se sienten mis colmillos tras tanto tiempo? ¿Se siente bien?
Yui: Sí, se siente bien…
Subaru: Entonces sigue gozándolo. Apenas he empezado. Y tengo que compensarte un montón.
Subaru: Aah, nn… Nn…
Yui: ¡Aah…!
Yui: (Es intenso, pero sé que igualmente es cuidadoso conmigo.)
Yui: (Es como si chupara la soledad y ansiedad que he sentido hasta ahora junto con mi sangre.)
Yui: (¡Subaru-kun, Subaru-kun…!)
Yui: (¡De verdad me alegra que finalmente hayas regresado, Subaru-kun!)
[Capítulo 8]
[Masterpost]
¿Te gustan mis traducciones? Puedes apoyarme en ko-fi nwn.
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possession-swapbody · 1 year ago
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Todo queda en familia
Saben tengo un secreto muy especial que nunca le he contado a nadie, ni a mi propia familia, cuando era adolescente encontre algo inusual, un libro con un montón de echizos y encantamientos, aunque no los probé, hasta entrar a la universidad, saben estudiar arquitectura era extremadamente cansado, así que un día que recordé el libro decidí usar un e hizo para ayudarme, vi al nerd de la clase y recite un encantamiento, 5 minutos después lo tenía haciendo mis tareas, claro habían muchos echizos pero solo logro me llamola atención, un echizo que podía darme el control del cuerpo de alguien más, pero había un problema, yo y esa persona teníamos que estar desnudos, debido a eso no había tenido oportunidad de probar el echizo hasta hace 5 días, mi primo estaba cumpliendo años así que hizo fiesta, como se había echo tarde me dejo quedarme en su casa.
Yo me estaba hospedado en su sala ya que su casa solo tenía 2 cuartos y el otro lo había echo su cuarto de estudio ya que el era foráneo pero no quiso quedarse con nadie de la familia. A mitad de la noche me desperté ya que escuchaba un ruido de rsguños provenir de su cuarto, me levante a ver que era y era simplemente un gato arañando la ventana del cuarto de primo, se que no devi ver pero mi primo estaba acostado desnudo, no sabia que el dormía desnudo y cuando había visitas, pero viendo que el destino me dio una oportunidad perfecta no la iba a desperdiciar.
Abrí completamente la puesta con cuidado de no hacer ruido, me acerqué a su cama mientras pronunciaba el echizo de la manera más silenciosa posible, pero cuando estaba a punto de terminar el se volteo boca arriba así que rápido me escondí a los pies de su cama pero no se despertó pues siguió durmiendo.
Sali de mi escondite improvisado y me subí arriba de el quedando mi rostro a pocos sentimientos del suyo, sentía sus lentas respiraciones, y a la vez yo sentía como mi cuerpo comenzaba a frufir los efectos del echizo, pues un hormigueo recorría mi espalda, entonces procedí a terminar el echizo, comencé poniendo mis pies sobre los suyos y lentamente se estaban undiéndo, luego mis rodillas y después senti como mi pene se estaba poniendo do duro al tocar el de el, su cuerpo tenía la misma reaccion y entonces sus ojos se abrieron pero tenía una mirada de que no comprendía lo que pasaba, así que me di prisa y aventé el resto de mi ser sobre el suyo hasta que todo mi cuerpo desapareció dentro de él, sentía como tomaba control poco a poco de cada uno de sus músculos, como poco a poco sentía la sensación d la sabada bajo la espalda pero también sentía como mi primo se resistía un poco.
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Me tomo unos cuantos segundos tomar completo control de el, me levante y me mire en el espejo era increíble lo que veía, yo haora era Fernando, toque su cara y luego su pecho, entonces vi como estaba duro, estar en su cuerpo me exitaba, era tan extraño ser más alto, tocar su pecho y sentía como mi nuevo cuerpo rogaba que lo vadiara, así que tome mi nueva polla y comencé a bombear, la sensación era tal que solté un gran gemido de placer, sentía como poco a poco su cuerpo pedía más, así que bombear más rápido con ambas manos, hasta que sentía como un temblor recorríahasta su espalda, haciendo que me saqueada y con una mano seguía bombeando, mientras que con la otra comenzaba a masajes su pecho, ese fue el detonante que hizo que toda su semilla saliera disparada por todo mi pecho y mi cara, lo probé y luego lo frote por mi abdomen, en eso sentía como si su conciencia quisiera salir un poco, así que rápidamente me decidí a salir de él, me acosté boca abajo y pronuncie el e hizo para abandonar su cuerpo, salí disparado hacia el piso y corrí a la sala donde me vestí y luego espere a que se escuchara un ruido proveniente de el, entonces me dirigí a fuera de su cuarto y fingí que en realidad iba al baño que quedaba despues de su cuarto y que como su puerta estaba abierta lo vi por accidente, pero, solo quería ver como reaccionaba a encontrar su cuerpo así, el se sonrojo de la vergüenza que yo lo viera así, ya que no parecía recordar nada más que el masturbandose, me rogó que olvidara lo que vi, claro no sabe que yo cause que el este así, por lo que solo le dije que no se preocupara pués todo queda en familia.
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Hola, les comparto este borrador que tenia guardado ya hace tiempo, debido a ciertos asuntos los cuales me dejan sin tiempoo libre quizá no publique historias seguido, pero trataré de traerles historias más seguido
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walker-skull · 26 days ago
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"Amigo, me alegro mucho de que hayamos podido salir de la ciudad", dije mientras caminaba por la densa vegetación hacia un pequeño estanque. Se oía el sonido de la cascada. Mi mejor amigo y yo acompañamos a su tío. Nos había invitado a esta pequeña aventura ya que habíamos estado encerrados todo el verano. A pesar de la maravillosa cantidad de videojuegos que teníamos para jugar, salir así era todo lo que podíamos haber deseado.
—¡Chicos, esto es increíble! —Pasamos por encima de los árboles y vimos al señor Díaz de pie con los brazos estirados, mirando la increíble agua que fluía por el acantilado. Nos quedamos asombrados por un momento. Jorge y yo nos miramos con una sonrisa y comencé a quitarme la ropa. Distraído, el tío de Jorge continuó preparando el área y se quitó la camisa, su cuerpo peludo y musculoso ahora expuesto al mundo. Yo me había quitado todo y ahora estaba desnuda. Guiñándole un ojo a Jorge, salí corriendo, teniendo cuidado de no resbalar mientras corría hacia el señor Díaz. De un salto, me zambullí directamente en su espalda peluda, haciendo que su piel se ondulara mientras desaparecía. Se puso de pie, sacudiendo los brazos mientras yo me estiraba dentro de él, moviendo mis dedos dentro de los suyos como un par de guantes carnosos. Con su cabeza hacia atrás, encontré mi camino dentro de ella, parpadeando repetidamente hasta que mi visión ya no era borrosa ni de colores y estaba mirando a Jorge con su erección furiosa.
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Maldita sea", dijo mientras se frotaba el bulto. Me metí en el agua, me puse el sombrero de paja en la cabeza y me estiré, posando para Jorge mientras el agua caía a mis espaldas.
"Tu tío es jodidamente sexy, me alegro de que me dejes llevármelo. Tenía pensado hacerlo de todos modos, pero me gusta aún más cuando lo sabes". Me agaché y agarré su pecho carnoso, frotando sus pezones mientras un escalofrío electrocutaba mi columna.
—Maldita sea —dijo Jorge de nuevo, con más entusiasmo, entrando al agua para unirse a mí. Sus manos se deslizaron directamente dentro de mi bañador, agarrando mi gruesa polla mientras presionaba contra la tela. Solté un gemido, casi cayendo al agua mientras el placer recorría mis músculos, cada uno contrayéndose hasta que tuve el control sobre él. Levanté a Jorge con mis fuertes brazos y lo sostuve en el agua, frotando mi dura polla contra su propio bulto.
En nuestra soledad, le quité los pantalones cortos y lo bajé sobre mi polla, usando el agua para ayudarlo a flotar. Comencé a empujar mis caderas y noté que mi traje de baño flotaba. Lo ignoré y gruñí mientras el placer me recorría el cuerpo. El agua salpicaba mientras empujaba hacia arriba, sintiendo que mis bolas se tensaban cuando estaba a punto de liberarse.
"¡Joder, sí!" gimió Jorge, mordiéndose el labio por el placer.
—¡Oh, mierda! —grité, empujando tan fuerte que Jorge casi se me resbaló de las manos. Me corrí dentro de él, llenándolo de semen como el pequeño zorrito que era y dejé que sus piernas cayeran a un lado. Mi polla semidura salió de su estrecho agujero y me estremecí por la sensación que me subió por la columna. Su propio semen flotaba sobre el agua.
"Deberíamos hacerlo de nuevo", dijo Jorge, mientras nadaba más adentro de la piscina. Observé su figura joven y me miré a mí mismo, sabiendo que toda esta escapada sería solo para nosotros dos y yo controlando a su tío galán.
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cuarzorosita · 10 months ago
Note
amo como escribess, te puedo pedir un one shot también medio doméstico pero de enzo y su hijo? donde su esposa espera otro bebé 😭😭😭
por favorr y amo tu one shot lo leo cada cinco minutos 💘💘💘💘
💐 ˚. ࣪ ⊹ UN RECUERDO . . . enzo vogrincic
♫ play beautiful boy by john lennon
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⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . pairing : enzo vogrincic x fem!reader.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . warning(s) : enzo siendo un poco ⠀⠀⠀sobreprotector, embarazo, mucho fluff.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . summary : dejar un recuerdo familiar es ⠀⠀⠀todo lo que necesitas para llenar el corazón de tu ⠀⠀⠀esposo.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . emi's note : muchas gracias mi niñaa, me ⠀⠀⠀alegro mucho que te haya gustado y espero este ⠀⠀⠀también. esta es la referencia que use para que se ⠀⠀⠀hagan una idea del cuadrito y dios mio enzo papá ⠀⠀⠀me mata. gracias por el apoyo <3.
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sonreíste cuando escuchaste la puerta de entrada abrirse y los pasos apresurados de su hijo.
enzo había ido a comprar un pequeño lienzo junto a su hijo, y tú, que no podías hacer mucho esfuerzo, te quedaste en casa.
habían escogido los colores desde antes, buscando tres de ellos que combinaran perfectamente, los habías ordenado ya en la mesa a la espera de los dos hombres.
¿y para que lo querían? pues bien, habías visto una tonelada de vídeos donde los padres con sus hijos marcaban sus manos en un cuadro, dejándolo como un recuerdo.
y no pudiste evitar querer lo mismo.
así que se lo contaste a enzo, tu esposo, que ante tu emoción y ojos estrellados, claramente no iba a decir que no.
"llegamos, chiquita" escuchaste a enzo antes de ver su figura atravesar el pasillo hasta la sala.
"¡mami!" eloy, tu hijo, apareció detrás de su padre, saltando al sillón donde estabas. reíste levemente cuando viste los ojos de enzo abrirse por la preocupación.
"ten cuidado, hijo" le dijo, acercándose y arrodillandose frente a ti. su mano cálida acarició tu vientre abultado con una sonrisa.
"¿y vos?, ¿te portaste bien?" acercó sus labios hasta tu vientre; dejaste un beso en la cabeza de tu hijo cuando este la apoyo en tu hombro y acariciaste el pelo de enzo.
"siempre se porta bien" respondiste por tú bebé por obvias razones, enzo subió sus ojos hasta tu rostro, observandote con una sonrisa.
"me alegro mucho, mi gordita" sus dos manos viajaron a los costados de tu vientre, acariciandolo mientras seguía dejando besos.
por mucho que amabas las caricias de enzo, tenías muchas ganas de hacer el cuadro, así que te estiraste con la intención de ponerte de pie. enzo bufó, demasiado concentrado en darle besos a su bebé.
"dale, gordita. déjame ayudarte" se puso de pie rápidamente, tomando una de tus manos y poniendo la suya en tu espalda baja.
te reíste de lo preocupado que era enzo en tu embarazo. no te sorprendió, el era exactamente igual en tu primer embarazo.
siempre queriendo cuidarte de lo más insignificante para ti, pero para él, todo era un peligro. no podía arriesgarse a que algo les pasará.
después de todo, eran su familia.
su hogar.
entrelazaste tus dedos con los de enzo y con los de eloy, caminando hacía la mesa donde anteriormente ya habías ordenado todo.
enzo frunció levemente su ceño cuando vio las cosas ordenadas "gorda, no tenías que ordenarlo todo" te dijo al oído, dejando un beso en el costado de tu cabeza.
sonreíste "pero quería hacer algo también" enzo asintió resignado.
te entrego el lienzo que le habías pedido. uno pequeño pero lo suficientemente grande para que sus manos entraran.
"muchas gracias, amor" con tu mano unida, lo atrajiste hasta ti, besándolo suavemente.
sentiste como enzo sonreía en medio del beso, llevo su mano hacía tu cintura, donde acarició y apretó suavemente.
no podía evitar tener sus manos fuera de tu cuerpo cuando, sobretodo ahora, que estabas embarazada. la idea de que tenías a su hijo dentro, cuidándolo y protegiéndolo hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas.
"¡wakala!" escuchaste a tu hijo gritar y no pudiste evitar reírte justo en la boca de enzo, que de igual manera se reía.
"boe, cuando vos tengas novia no vas a decir lo mismo" lo señaló con su dedo, mostrando sus blancos dientes cuando su hijo negó con la cabeza.
"mentira" respondió eloy cruzándose de brazos. mientras enzo discutía con un niño de 4 años, te encargaste de desenvolver el lienzo, tiraste el plástico a la basura y te giraste a los dos vogrincic.
"dejen de discutir, bobos" llamaste su atención "vengan" enzo tomo a su hijo entre sus brazos, dejándolo sentado con cuidado sobre la mesa.
su brazo se posó en tu cintura mientras él se deslizaba a tu lado. dejo descansar su cabeza en tu hombro, haciendo un camino de besos hasta tu mejilla.
río levemente cuando observó tus movimientos nerviosos por sus besos. llevaban más de 10 años juntos y aún lograba ponerte nerviosa.
era su simple presencia la que te hacía tener una respiración acelerada.
le pegaste un codazo leve en el estómago, logrando llenar el pincel con pintura "vení, elo" tu hijo se acercó lo suficiente a ti, dejando su pequeña mano sobre tu palma.
deslizaste el pincel sobre su manito y sonreíste cuando lo escuchaste reír.
"me da cosquillas, mami" dijo el niño, dejando que guiaras su mano hasta el centro del lienzo.
su pequeña mano quedo pintada, destacando sobre el blanco del fondo. sentiste a enzo ajustarse a tu alrededor, sonriendo ante la marca.
la manito era tan pequeña, que te entristeció pensar que algún día dejaría de ser así.
un beso reconfortante llego a tu mejilla, al igual que las caricias en tu cintura. enzo entendía que a veces las hormonas golpeaban tus sentimientos más sensibles.
"¡te toca, mami!" sonrió eloy. enzo tomo el pincel de entre tus dedos y lo sumergió en el agua, buscando quitarle el color anterior.
lo saco y secó, colocándole el color que tu habías elegido; con la mano que tenía en tu cintura, tomo tu mano delicadamente, llevándola hasta sus labios antes de pasar el pincel desde la punta de tus dedos hasta la palma.
trazó tu mano con agilidad como si fuera un pintor, pero con delicadeza como si te fueras a romper.
cuando terminó, dejaste caer tu mano sobre la marca que la mano de tu hijo había dejado, haciendo presión para que quedara completamente marcada.
la quitaste, apreciando como la marca había quedado justo con la mano de tu hijo en medio, completando tu mano.
"es precioso" enzo juro casi derretirse en tu hombro ante la imagen.
eran las manos de aquellos que más amaba. las manos que se deslizaban por su cabello en las noches o por su rostro cuando querías un beso.
las manos que se estiraban hacía él para ser tomado en brazos o para envolverse en su cuello en busca de un abrazo.
enzo había formado un sentimiento de amor tan profundo y desorbitante por ti, por tu hijo, que podía dar su vida por la de ustedes.
y por último, fue el turno de la suya.
repetiste el proceso de limpiarla y llenarla de pintura, lo pasaste por su mano y la acomodaste para que quedara perfectamente centrada.
dejo caer su mano en el lienzo, haciendo la misma presión para que no sea su mano la que arruinará el lienzo.
cuando la quito, el recuerdo estaba terminado.
su mano era mucho más grande que la tuya o que la de tu hijo, pero parecía que las tres encajaban como piezas de rompecabezas.
una mano sobre la otra, sellando un vínculo como lo es la familia.
"me encanta" susurraste, acercando a tu hijo en un abrazo. enzo no tardó en envolver sus brazos alrededor de los dos.
bueno, tres.
los mecio de lado a lado, sintiendo un sentimiento de protección en su pecho. es aquí donde él pertenece. en ningún otro lugar más que con ustedes en sus brazos.
"te amo, gordita, mucho" susurró en tu oído.
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© CUARZOROSITA | do not copy, steal, adapt or translate my works.
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deepinsideyourbeing · 6 months ago
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No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y  aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
 -Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.     
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr ♡
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bodyboxspain · 2 months ago
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silvertice · 10 days ago
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Comfort.
Logan howlett x female reader.
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Summary: Tras una misión agotadora, regresas a casa herida y encuentras a consuelo en los brazos de Logan, quien te recuerda con su ternura y pasión por qué siempre ha sido tu refugio.
Category: Romance, Hurt/Comfort, Fluff, Domestic Moments, Post-Mission Recovery, Established Relationship, Emotional Bonding, Soft Logan, Tender Care, Healing {TW}: Minor Injuries, Blood Mention, Emotional Vulnerability, Intense Emotions, Physical Intimacy, Suggestive Themes, Power Imbalance (Emotional Context), Trauma, Healing Touch.
El cansancio era pesado, una sensación familiar que te envolvía desde los dedos hasta los huesos. Habías vuelto de una misión difícil, más heridas de las que te gustaría admitir, pero no era eso lo que te preocupaba ahora. Había algo más importante esperándote en la mansión: Logan. No habían tenido casi tiempo para estar juntos últimamente, entre las misiones y el constante caos. Aunque la rutina se volvía cada vez más exigente, había algo en él que te mantenía siempre volviendo. Nadie más conocía esa faceta suave y cariñosa de Logan, y esa era la parte que más te había conquistado. Sabías que no podías dejar que esa conexión se desvaneciera. No importaba lo cansada que estuvieras, no podías ignorarlo, ni ahora, ni nunca.
El cielo teñido de tonos anaranjados y violetas anunciaba el atardecer cuando abriste la puerta de tu habitación. El sol ya comenzaba a esconderse tras las colinas que rodeaban la casa, proyectando sombras largas y cálidas por el lugar. Suspiraste al no encontrarlo allí, suponiendo que aún debía estar terminando de dar una clase. Sabías que no le gustaba dejar sus responsabilidades a medias, incluso si eso significaba sacrificar el poco tiempo que podían compartir. Sin hacer ruido, te quitaste el traje con movimientos lentos, sintiendo la tela pegajosa por el sudor y el polvo acumulado durante la misión. Fue entonces cuando el ardor en tu costado captó toda tu atención. La herida no era grave, solo un rasguño profundo en la costilla, pero el dolor punzante cada vez que respirabas hacía que pareciera peor.
Te levantaste con cuidado, sujetando un paño limpio contra tu costado para presionar la herida mientras te dirigías al baño en busca de algo con qué limpiarla. Sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose repentinamente te hizo detenerte en seco. Tu respiración se cortó, y por un instante, tu mente te jugó una mala pasada, pensando en cualquier peligro que pudiera haberse colado en la mansión. Pero entonces lo viste. Logan. Su figura inconfundible llenó la entrada, y con ella, el peso de toda la preocupación que habías cargado durante los últimos días pareció evaporarse. Una sonrisa cálida se dibujó en tus labios casi de forma automática, como si tu cuerpo supiera que él era la única constante que podía calmarte. Sus ojos, oscuros pero llenos de una nostalgia que pocas veces dejaba ver, se encontraron con los tuyos. Sin pensarlo, corriste hacia él, lanzándote a sus brazos con tanta fuerza que prácticamente te colgaste de su cuello.
El abrazo fue cálido y firme, pero apenas sus brazos te rodearon, un gemido de dolor escapó de tus labios. Habías olvidado por completo tu herida en la emoción del momento. Logan se tensó al instante, separándose lo suficiente para mirarte con el ceño fruncido, aunque su agarre no disminuyó. “Lo siento,” susurraste rápidamente, pero antes de que pudieras explicar, él te atrajo de nuevo hacia su pecho, esta vez con más cuidado. Su voz, profunda y baja, resonó cerca de tu oído, y las palabras que dijo parecieron derretir cualquier barrera que hubieras levantado. “Te necesito,” susurró, su tono apenas un murmullo cargado de sinceridad. “Te he extrañado.”
Una sonrisa suave se formó en tus labios al escuchar sus palabras, sintiendo cómo tu corazón se apretaba con calidez. Pero su mirada pronto descendió hasta tu costado, donde la tela de tu ropa descansaba manchada de un tenue rojo. “Estás herida,” dijo Logan con ese tono grave que usaba cuando algo realmente le preocupaba. Sus ojos se oscurecieron aún más mientras examinaba la herida rápidamente, intentando contener la molestia en su expresión. “¿Cómo pasó esto?” preguntó, aunque su tono sonaba más como un regaño preocupado que como una verdadera pregunta. Antes de que pudieras responder, ya estaba moviéndose hacia el baño. “Voy a buscar algo para curarte. Quédate aquí.” No había espacio para discusión en su voz, pero de todos modos obedeciste, dejándote caer en la cama con un suspiro cansado.
No pasó mucho tiempo antes de que Logan regresara con un botiquín en mano. Sin decir nada, se arrodilló frente a ti, sus movimientos meticulosos pero llenos de cuidado. Te observó por un momento, como evaluando cómo proceder, y sin pensarlo demasiado, abriste ligeramente tus piernas para darle más espacio. Fue un gesto instintivo, casi automático, pero tan pronto lo hiciste, te diste cuenta de lo que implicaba. El calor subió a tus mejillas, y apartaste la mirada, esperando que él no lo notara. Logan, como si nada hubiera pasado, abrió el botiquín y sacó lo necesario para limpiar la herida. Con un suspiro, agarraste el dobladillo de la camiseta que llevabas debajo del traje, tirando de ella con cuidado para quitártela. Un leve jadeo escapó de tus labios al sentir cómo el movimiento tiraba de la piel herida, pero te obligaste a ignorar el dolor.
Con una suavidad que solo alguien con su experiencia podía tener, Logan comenzó a limpiar la herida. Sabías que, por su pasado, estaba más que acostumbrado a tratar este tipo de cosas. Cada movimiento de sus manos era preciso, pero su expresión seguía siendo de profunda concentración, como si estuviera manejando algo frágil. El roce de su toque sobre tu piel te hizo sentir una extraña mezcla de alivio y ternura, algo que solo él lograba provocarte. Sin pensarlo, tu mano se levantó, y con un gesto suave, acariciaste su mejilla, buscando su mirada. Cuando tus ojos se encontraron con los suyos, un nudo se formó en tu garganta, pero no pudiste evitar sonreír con ternura. Ese lado suyo, tan fuerte pero al mismo tiempo tan suave contigo, era lo que más te había cautivado.
“¿Me extrañaste tanto, mi lobito?” le preguntaste, casi en un susurro, mientras tus dedos seguían recorriendo su mejilla. Logan negó con la cabeza, una sonrisa cómplice jugando en sus labios. Sabías que no le gustaba admitir sus sentimientos de esa forma, pero su mirada decía todo lo que necesitabas saber. Sin pensarlo más, te acercaste lentamente, el roce de tu respiración entrelazándose con la suya. Cuando tus labios finalmente encontraron los suyos, el mundo pareció desvanecerse por un momento. Era un beso suave, pero cargado de todo lo que no se habían dicho en esas largas semanas. “Yo te he extrañado mucho más,” dijiste con un murmullo entre el beso, como si fuera un secreto solo para los dos.
Logan no tardó en responder al beso, pero esta vez con más intensidad, como si hubiera estado conteniéndose por mucho tiempo. Sus labios se apretaron contra los tuyos, más exigentes, como si todo lo que había sentido durante las últimas misiones, la distancia y la espera, estuvieran estallando de golpe. Te pregunté lo necesitado que se sentía de ti, el control que aún mantenía sobre su instinto animal, la lucha interna que parecía librar en silencio. Pero no te importó. Te entregaste al beso sin reservas, dejándote llevar por esa oleada de emociones compartidas. Sin previo aviso, Logan se incorporó con rapidez, quedándose encima de ti, sus manos firmes sobre tu cuerpo mientras sus labios nunca se separaban de los tuyos. La sensación de su peso sobre ti solo se intensificó todo lo que estabas sintiendo, como si finalmente el mundo hubiera quedado en pausa y solo existieran los dos.
De repente, Logan mordió tu labio con más fuerza de la que esperabas, provocando un pequeño sangrado que te hizo jadear. La sensación de su boca sobre ti era a la vez feroz y cautelosa, como si no pudiera contenerse más. Inmediatamente se separó, mirando tus labios con una mezcla de sorpresa y culpabilidad. Su expresión fue una disculpa silenciosa, como si no hubiera querido ir tan lejos, pero sin poder evitarlo. Sin embargo, antes de que pudieras decir algo, sonreíste suavemente, rodeando su cuello con tus brazos, atrayéndolo de nuevo hacia ti. Tu mirada, llena de cariño y ternura, se encontró con la suya, y sin pensar, murmuraste: “Te amo”, repitiéndolo una vez más, como si esas palabras pudieran resumir todo lo que sentías por él. "Te amo, Logan".
Logan te abrazó con fuerza, apagándose hacia ti, como si quisiera fusionarse contigo, sintiendo la calidez de tu cuerpo cerca del suyo. Su rostro se hundió en la curvatura de tu cuello, inhalando profundamente, absorbiendo tu olor, algo que siempre lo hacía sentirse seguro, como si fuera su ancla en el caos. Tú, por supuesto, correspondiste al abrazo, acariciando su cabello con ternura mientras sentías la firmeza de su ancha espalda bajo tus manos. Habías extrañado tanto a tu hombre, a su presencia, a su fuerza, que no querías que ese momento se terminara. Querías quedarte así, envuelta en su abrazo, sintiendo cómo cada parte de él se relajaba en tu cercanía, como si todo lo demás desapareciera por fin.
Después de unos minutos en ese abrazo silencioso, sintiendo la calma en su cercanía, una risa suave se escapó de tus labios. Te apartaste un poco, levantando la vista hacia él con una sonrisa traviesa. “Amor, ¿no dimensionas  tu tamaño? Yo sé que me extrañaste, pero me estás aplastando”, dijiste en tono juguetón, dejando que el aire entre ustedes se relajara un poco. Logan levantó la cabeza, viéndote con esa mirada intensa, pero ahora suavizada por el toque de humor que había traído. Un leve rubor subió a sus mejillas al darse cuenta de lo aferrado que estaba a ti.
Logan, con una sonrisa tímida, se incorporó un poco, levantándose de ti con una ligera risa. Luego, se sentó en el borde de la cama a tu lado, mirando al frente por un momento antes de hablar, su tono suave pero cargado de esa cercanía que siempre lograba transmitir. “¿Sabes? Tal vez deberíamos tomarnos unas vacaciones... los dos, solos”, sugirió, su mirada fija en el horizonte mientras las palabras salían con un toque de sinceridad que te hizo sonreír. El ambiente entre los dos, tan cargado de emociones, ahora se había vuelto más relajado, casi como si esa sugerencia fuera una forma de finalmente encontrar un respiro después de tanto tiempo sin estar juntos.
La idea te pareció tan hermosa que no pudiste evitar sonreír, imaginando esos días solo para los dos, lejos de las misiones y de todo lo demás. Después de tanto tiempo sin poder estar juntos, era justo lo que necesitabas. Volviendo a sus brazos, te subiste a su regazo con suavidad buscando, acomodándote como un oso, buscando la comodidad de su cercanía. Apoyaste tu cabeza en su pecho, escuchando su respiración tranquila, y cerraste los ojos por un instante, sintiéndote finalmente en casa. “Me encanta la idea”, susurraste, dejando que tus palabras se perderían entre su abrazo. Te aferraste a él, sabiendo que, aunque fuera solo por unos días, el mundo podía esperar.
Logan te rodeó con sus brazos con cuidado, como si temiera romper la paz que acababan de encontrar. Se acomodó contra ti, con su rostro cerca de tu cabello, inhalando tu aroma con tranquilidad. Luego, con un suave susurro, te dio un beso en la cabeza y, casi como un secreto, dijo: “Te amo, princesa”. Esas palabras, tan simples pero tan cargadas de cariño, hicieron que tu corazón latiera con fuerza. Te aferraste aún más a él, sin querer soltar ese momento. Finalmente, sentí que no importaba nada más en ese instante. El mundo podía esperar, porque ahora, con Logan, lo tenías todo.
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vatoscambiandodecuerpo · 1 year ago
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Karma en contra
¡Cielos, que bien me veo! Pienso después de ver una foto de mi antiguo cuerpo. Si hubiera sabido que podría ponerme en esa forma jamás hubiera hecho ese estúpido hechizo de intercambio.
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Todo inicio cuando un matón de mi escuela no dejaba de molestarme, al principio eran solo pequeños golpes o insultos, algo que debí de detener ya que las cosas empeoraron. Me daba palizas, me robaba el dinero, se burlaba y en una ocasión me obligo a meter su pene en mi boca, le di una mamada al idiota.
Cansado busqué alguna forma de detenerlo, de manera accidental me encontré con un viejo manuscrito, tenia varias hojas arrancadas, pero una llamo mi atención, “Intercambio”. Me lo pensé mucho si debía de recitar las extrañas palabras, mi mayor preocupación era que él estaría en mi cuerpo. Rápidamente mi duda se desvaneció al encontrar otra hoja con el título “Alteración de recuerdos”, mi atención se centro en la gran advertencia de usarlo, debía hacerlo con cuidado o se podía volver en mi contra.
Tomé el valor para hacerlo y en una tarde en donde la escuela se quedó vacía lo encaré para pronunciar las palabras. Por un momento creí que mi plan funciono, pero cometí un error que a día de hoy sigo cargando, dije los dos hechizos a la vez. Mi mente fue bombardeada con recuerdos de ese cuerpo, los días pasaban y sentía que ya no era yo. Mientras que mi matón ahora en mi cuerpo se burlaba de mí, no podía creer que no pudiera hacer nada bien. Después de algunos meses tratando de mantenerme cuerdo decidí tomar otro cuerpo, mi mente se aclaró y por algún tiempo pude tener la vida de otra persona sin la necesidad de que sus recuerdos me atormentaran. Me di cuenta que la nueva persona mantenía su personalidad intacta, yo fui el único que recibió la “maldición”.
Desde entonces salto de cuerpo en cuerpo experimentando las ventajas y el caos que es tomar diferentes vidas, mentiría si dijera que no me siento mal al tomar el cuerpo de otra persona, así que trato hacer algo bueno con esto. Como, por ejemplo, el cuerpo en el que me encuentro actualmente.
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Que su carita de niño bueno no te distraiga, era un horrible maestro de secundaria que abusa de sus alumnos, de cierta forma me hizo recordar a mi matón. No dude ni un poco cuando tomé su cuerpo y lo deje atrapado en uno de sus alumnos. Fue divertido darle clases y ver su cara de frustración; esperando que le regresara su vida.
Para mi fortuna, mi tiempo con él se terminó, sus memorias se han comenzado a sobrescribir sobre las mías y odiaría acabar con la mente tan jodida como la del dueño original. Me da lástima tener que dejarlo, realmente me había encariñado, extrañaré esas noches en las que exploraba cada rincón de este cuerpo, tocando delicadamente el vello en mi torso mientras bajaba hasta llegar a mi pene.
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De cualquier forma, fue genial tener un cuerpo tan masculino como el suyo, por eso, la persona que se lo quede debe ser alguien que se lo merezca. Es aquí en donde entra mi vecino. Cuando recién tome está vida noté que él era el único que me saludaba y sonreía. Rápidamente me fije en eso y en general como las personas a mi alrededor me evitaban, no fue sorpresa averiguar que esté hombre era despreciable incluso en su vida común.
Pronto esos saludos se convirtieron en platicas cortas y esas en charlas largar y profundas. Descubrí que es divorciado, su ex le quito todo lo que pudo y solo lo dejo con el patrimonio comparable al de un estudiante universitario. No le molesto, de hecho, se sintió libre, nunca le gusto la idea de casarse y muchos menos formar una familia, divorciarse fue su boleto a la libertad. Cada vez que tocamos el tema siempre termina con que desearía tener una segunda oportunidad, oportunidad que con gusto le daré.
Antes de hacer el intercambio pensé que seria bueno que tuviera mi vida en blanco, para lograrlo renuncie a mi trabajo, vendí muchas cosas y me cambie de ciudad. Quería que tuviera una carta de elecciones cuando tomara este cuerpo.
Lo último que hice fue hacer el cambio, me despedí de este cuerpo con una última masturbada. Al día siguiente de lanzar el hechizo me levanté en un departamento similar al que tenía, entendí que mi plan había funcionado y me dirigí al baño para asegurarme. La imagen de mediana edad de mi vecino me saludo a través del espejo, me sentí raro al principio nunca antes había ocupado un cuerpo tan viejo, pero de alguna forma lo hace emocionante. Busqué ropa que ponerme tratando de copiar el estilo que tiene mi vecino. Es aquí en donde viene mi parte favorita explorar la vida de mi nuevo cuerpo.
Me miro en el espejo una última vez pensando en cuanto tiempo podre quedarme aquí.
─Ya lo sabré después, buscaré a un idiota para que se quede atrapado en este lugar. 
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