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sublecturas · 1 year ago
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“Obras completas. XXIII”, de Sigmund Freud
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thewindowofthesummerhouse · 4 months ago
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J.C. Amorrortu
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la-semillera · 9 months ago
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Lygia Clark & Hélène Cixous
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"Y digo: hay que haber sido amada por la muerte para nacer y pasar a la escritura. La condición por la que comenzar a escribir se vuelve necesaria y posible: perder todo, haber una vez perdido todo. Y esta no es una “condición” pensable. Tú no puedes querer perder: si quieres, entonces hay un tú y hay querer, hay no-perdido. Escribir comienza sin ti, sin yo, sin ley, sin saber, sin luz, sin esperanza, sin lazo, sin nadie cerca de ti. Entonces, cuando lo has perdido todo, no hay más camino, no hay más sentido, no hay más signo fijo, no hay más suelo, no hay más pensamiento, cuando estás perdida, fuera de ti, y continúas perdiéndote, cuando devienes el movimiento enloquecedor de perderte, entonces es por ahí, desde ahí, donde eres trama despedazada, completamente abismada de otra, es en esos tiempos jadeantes cuando escrituras te atraviesan, brotan fuera de las gargantas de tus habitantes desconocidas, son gritos que la muerte y la vida arrojan al combatirse."
_ Hélène Cixous "La llegada a la escritura" . Ed. Amorrortu, 2007.
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bocadosdefilosofia · 10 months ago
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«La fortuna que conoce hoy la noción de ideología tiene orígenes nada dudosos. Se debe a la vulgarización del pensamiento de Karl Marx. Ideología es un concepto epistemológico con función polémica aplicado a esos sistemas de representaciones que se expresan en la lengua de la política, la moral, la religión y la metafísica. Estas lenguas se presentan como la expresión de lo que son las cosas mismas, cuando en realidad se trata de medios de protección y defensa de una situación, es decir, de un sistema de relaciones de los hombres entre sí y de los hombres con las cosas. Marx denuncia las ideologías en nombre de la ciencia que él pretende instituir: la ciencia de los hombres que hacen su propia historia, pero sin hacerla de conformidad con sus deseos.»
Georges Canguilhem: Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida. Amorrortu, págs. 45-46. Buenos Aires, 2005.
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cinemasfutbol · 1 year ago
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lescroniques · 2 years ago
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Euskal Gorrak i Arabako Gorrak premien a l'Ajuntament de Vitòria-Gasteiz pels avanços realitzats per a millorar l'atenció a les persones sordes
vitoria-gasteiz.org L’alcalde Gorka Urtaran mostra la seva satisfacció perquè el col·lectiu valori que s’ha millorat la seva qualitat de vida. Euskal Gorrak i Arabako Gorrak, les associacions de persones sordes de Alava i Euskadi, han fet lliurament a l’Ajuntament de Vitòria-Gasteiz del premi Pascual Amorrortu a entitats públiques.. .[…] (vitoria-gasteiz.org)
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identitydoors · 2 years ago
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III - ¿QUÉ QUEREMOS CONTAR?
Si “el vehículo más importante del mantenimiento de la realidad es el diálogo” [1] y de igual forma dicen por ahí que como te ven te tratan, ¿qué es entonces lo que queremos contar? Antes de llegar a la parte en la que lo único que queremos es “contar nuestra verdad”, tenemos que hablar acerca de las historias que no queremos que cuenten sobre nosotros.
 [1] Berger, P. y Luckmann, T. (1967). La sociedad como realidad subjetiva. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu. 2008, p.189
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palabrarismo · 3 years ago
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"¿Qué significa aceptar la muerte, sino aceptar la posibilidad de incomprensión del acontecimiento vacío de significación? El nacimiento, el origen, es del mismo orden. Marca una anterioridad la sujeto, así como la muerte señala la continuidad sin este" Silvia Bleichmar en el libro "En los orígenes del sujeto psíquico" (p.127, amorrortu editores/Dorothea Tanning's painting #psicoanálisis #silviableichmar #duelo #ausencia #procesos
https://www.instagram.com/p/CUfcnd0LsGD/?utm_medium=share_sheet
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themoonlightfilm · 3 years ago
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Referencias
Goffman, E. (2006). Estigma e identidad social. En Estigma. La identidad deteriorada (pp. 11-55). Buenos Aires: Amorrortu.
Jodelet, D. (1988). La representación social: fenómenos, conceptos y teoría. En S. Moscovici (comp.), Psicología Social II (pp. 469-493). Barcelona: Paidós.
Pallí, C. y Martínez, L. (2004). Naturaleza y organización de las actitudes. En T. Ibáñez (coord.), Introducción a la psicología social (pp. 183-255). Barcelona: Editorial UOC.
Pujal i Llombart, M. (2004). La identidad (el self). En T. Ibáñez (coord.), Introducción a la psicología social (pp. 93-138). Barcelona: Editorial UOC.
Sensacine. (2017). Moonlight. Sensacine. https://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-242054/  
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polimorfablog · 5 years ago
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Jordan Peele y su relación con lo ominoso.
Para este segundo post elegimos dos películas del género terror del director Jordan Peele: “Get Out” (2017) y “Us” (2019)  y las analizamos bajo la luz del texto de Freud “Lo ominoso” escrito en 1919.  En este escrito Freud se encarga de investigar un aspecto de la estética que él dice fue olvidado por los estudiosos, este aspecto es lo ominoso, lo siniestro, lo terrorífico; se pregunta qué es lo que genera este sentimiento y qué recursos utilizan los literarios para hacerlo surgir en sus lectores, en este post nos dedicaremos a ese tipo de investigación eligiendo para ella los dos films antes mencionados porque generaron en nosotras este sentimiento al momento de verlos.
La palabra ominoso es la traducción, no tan exacta de la palabra “unheimlich” en alemán, que a su vez es la contraria a “heimlich” que significa familiar. Por esto Freud define a lo ominoso como “aquella verdad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo” (pp. 219), en efecto no es de algo nuevo o ajeno sino algo familiar de antiguo presente en la vida anímica sólo separándose de ella por el proceso de la represión. Pero lo complejiza aún más para que no caiga en la simple ecuación: ominoso= no familiar/ reprimido, vamos a tratar a continuación de explayarnos en cómo el director Jordan Peele utiliza las características descriptas por Freud para generar el sentimiento de tensión y terror que brindan sus films; es importante en este punto mencionar que el mismo director escribió los guiones de ambos y ganó un Oscar en el 2018 a “mejor guión” con la película “Get Out”.
Freud, citando a otro autor llamado Jentsh, menciona que una de las mejores herramientas en la literatura para producir efectos ominosos consiste en dejar al lector en la incertidumbre sobre si una figura es una persona o un autómata, y que a su vez esta cuestión no ocupe el centro de la atención en la trama, ya que de esa manera se resolvería demasiado rápido sin dar mucho lugar a que se genere el sentimiento de tensión, duda y perplejidad propio de lo siniestro. En este punto Jordan Peele sabe jugar muy bien con esta herramienta, en “Get Out” por ejemplo con los personajes que trabajan en la casa de los suegros, el jardinero y la ama de llaves, son quienes despiertan cierta desconfianza en el protagonista desde un principio, pero no es hasta el final que se muestra su verdadera naturaleza, dejando a quien se encuentra mirando la película expectante durante todo el desarrollo de la misma. 
Sin embargo en “Us” el director se sirve de la figura del doble con el mismo objetivo: generar el efecto de lo siniestro, en palabras de él: “la figura del doppelganger ha despertado en mí miedo desde que era un niño (...) me atrajo la idea de pensar que somos nuestro peor enemigo. Eso es algo que todos sabemos intrínsecamente, pero es una verdad que tendemos a enterrar” (entrevista de Jordan Pelee para BBC Radio, 2019). Análogamente Freud  menciona que la aparición de personas que por su idéntico aspecto deben considerarse idénticas, donde una es co-poseedora del saber, el sentir y el vivenciar de la otra; explicando que el carácter terrorífico de esta figura radica en una formación procedente de “las épocas primordiales del alma” ya superadas, que aquel momento poseyó un  sentido benigno pero retorna de un modo terrorífico, al igual que retorna en la adultez de la protagonista su doble que ella pensaba había quedado enterrado en su infancia. 
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Un punto de encuentro entre ambas películas es la aparición de ciertos símbolos en sí mismo inofensivos, pero que debido a su repetición nos da la idea de algo fatal, inevitable, donde por su proximidad en el tiempo no dejan lugar a ser pensados como coincidencias. En “Us” la repetición del número 11:11 que a su vez es un número en espejo y en “Get Out” el símbolo que toma este carácter es la taza de té, mediante la cual el protagonista es hipnotizado y empujado a revivir sus traumas infantiles. Para Freud el terror se produce por la relación con el proceso anímico de la “compulsión a la repetición” en el cual algo del orden inconsciente se repite en la vida del sujeto, proceso anímico que tiene la fuerza para doblegar al denominado “principio de placer” por lo cual confiere el carácter demoníaco a ciertos aspectos de la vida anímica y cotidiana.
Debemos admitir que también elegimos hablar de este director y sus películas porque en ambas se hacen presentes cierta crítica social, que a modo de ficción representa algo presente en la cultura actual: la segregación, la exclusión, el deseo de control y dominación de lo diferente. En ambos films se puede ver como hay un grupo que trata de excluir o dominar a la otredad, en donde no se ve a “los otros” individuos como semejantes, sino que se les asume un goce diferente, los otros en el caso de “Get Out” son los descendientes afroamericanos y en “Us” , “los rojos”, en la sociedad pueden ser “los adictos”, “los locos”, “los ancianos”, cualquier grupo que se perciba como diferente a “nosotros”, y se tiende a excluirlos porque su goce pone en peligro el goce propio por manifestarse como diferente (Naparstek, 2009). Hacemos una mención especial a “Us” debido a que nos sorprendió gratamente por su trama y el giro inesperado en el final ya que rompe con las dicotomías: buenos-malos, héroes-villanos, demostrando que la realidad es más compleja, lo que invita a los espectadores a hacerse preguntas y enfrentarse con la incomodidad que las mismas puedan acarrear. 
Referencias Bibliográficas:
Naparstek, F. (2009). Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo. Buenos Aires: Grama.
Freud, S. (1919) Lo ominoso. En Obras completas de Sigmund Freud. Tomo 17. Buenos Aires: Amorrortu
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legendarypeanuttriumph · 4 years ago
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Hay que tener cuidado con quien se dialoga.
Este es un resumen del capítulo tres “La sociedad como realidad subjetiva” y un último apartado, “Conclusión: La sociología del conocimiento y la teoría sociológica”, del libro La construcción social de la realidad de los autores Peter Berger y Thomas Luckmann. El capítulo tres está dividido en cuatro acápites.
El primer acápite del capítulo es titulado “Internalización de la realidad”, y consta de tres apartados:
El primero apartado es “Socialización primaria”, aquí los autores detallan que “la sociedad se entiende en términos de un continuo proceso dialectico compuesto por tres momentos: externalización, objetivación e internalización. […] el punto de partida de este proceso lo constituye la internalización” (pág. 164)
Este cosiste en la aprehensión de un suceso en cuanto expresa significado. No es una compresión del otro, más bien una interpretación. Esta primera interpretación constituye la base para interpretaciones subsecuentes. Esto es lo que los autores se refieren en cuanto a socialización primaria, ocurre en la niñez, y solo se le considera miembro de la sociedad a un sujeto que halla pasado por esta etapa. Este tipo de socialización es el mas importante debido a la plasticidad cognitiva solo existente en la niñez. Aquí el individuo es administrado de significantes que mediatizaran su mundo por siempre. Esta fase obligatoriamente debe tener un carácter emocional, y, según los autores, no existen problemas de identificación para el sujeto.
El segundo apartados es titulado “Socialización secundaria”, en este los autores explican que cualquier proceso de socialización posterior a la socialización primaria se denomina socialización secundaria, y en esta fase los individuos de manera colectiva realizan un consenso social tácito para la socialización secundaria del sujeto, aquí Berger y Luckman lo describen como la declinación de la familia como agente de socialización, el resto del grupo social se encarga de “culturalizar” al sujeto. Por ejemplo, la escuela provee de conocimientos a los ciudadanos, pero también las escuelas son guarderías, nos culturaliza, nos hace jurar lealtad a un país, nos prepara para obedecer a la autoridad, también funcionan como guarderías.
De acuerdo con los autores, los procesos de la socialización secundaria siempre presuponen un proceso previo socialización primaria, un yo formado con anterioridad, y que esta realidad primaria tiende a persistir sobre la secundaria, debido a que el individuo establece una distancia entre su yo total y el yo parcial específico del "rol" aprehendido en la socialización secundaria.
En cuanto al adiestramiento ocupacional del individuo, esta forma parte de la socialización secundaria, se construye sobre la base de internalizaciones primarias, por lo tanto, no hay un discontinuidad abrupta dentro de la biografía subjetiva del sujeto formada en la socialización primaria.
En la nota a pie numero 15 (pág. 180), los autores se refieren al concepto de la distancia del rol desarrollado por el teórico Erving Goffman. Berger y Luckman escriben como la distancia sólo es posible con respecto a la socialización secundaria, pero si se extiende a la socialización primaria nos hallamos en los dominios de la psicopatía, qué implica una deficiente formación de la identidad. Un sujeto pierde sus referentes, perder el suelo, esa tela de fondo.
Recordemos que Jacques Lacan definía a la locura como una coyuntura dramática, es un mal encuentro que incide sobre un defecto simbólico esto es lo que desencadena la psicosis. Se trata de un malentendido que lleva a un desequilibrio, La locura es una defensa, un intento de reequilibrio, es un intento de solución. No obstante, estos desordenes son tratados como patologías, estos juicios son respaldados por el sistema de justicia, por el sistema de salud, por un consenso social.
En el tercer apartado, “Mantenimiento y transformación de la realidad subjetiva”, Berger y Luckman describen dos tipos generales de mantenimiento de la realidad: mantenimiento de rutina y situaciones de crisis.
En este apartado también definen la importancia como fuerza generadora de la realidad que posee el dialogo, y realizan una diferenciación entre resocialización y socialización secundaria: a) en la resocialización, el pasado se reinterpreta conforme con la realidad presente, con tendencia a retroyectar al pasado diversos elementos que no estaban subjetivamente disponibles, y; b) en la socialización secundaria, el presente se interpreta de modo que se halle en relación continua con el pasado, son tendencia a minimizar aquellas transformaciones que se hayan efectuado realmente. La base de la realidad para la resocialización es el presente, en tanto que para la socialización secundaria es el pasado.
En el segundo acápite, “Internalización y estructura social”, los autores hablan de sobre la importancia de la estructura social como trasfondo para la socialización efectiva, y sobre las discrepancias entre la socialización primaria y la secundaria y los efectos en el sujeto.
Al final en la conclusión los autores opinan que las teorías de Weber y de Durkheim compaginan muy bien, Durkheim y el paradigma funcionalista consideran que la socialización es el mecanismo que garantiza orden, el proceso continuo de socialización es necesario para interiorizar un orden moral, la sociedad necesita de estos mecanismos restrictivos.
Este paradigma cree en la meritocracia. Ciertas posiciones sociales son más importantes que otras, y la transformación en cualificación llevada a cabo en la socialización secundaria implica sacrificios por parte del sujeto, y para que realice estos sacrificios, la posición aspirada, para la que se preparan, debe entrañar valor, privilegios, prestigio y la estima por sobre otra. Así las desigualdades positivamente funcionales e inevitables.
Por lo tanto, el dominio de la desigualdad interna sobre la externa es muy importante para el mantenimiento de la solidaridad social en el paradigma funcionalista.
Max Weber en cambio, ve que la sociedad convive con intereses en conflicto, es el poder de un grupo sobre los demás lo que mantiene el orden social. Para Weber, el conflicto es la relación humana más importante en la configuración de la sociedad. Recordemos que Weber ve a la organización burocrática como medio de dominación.
En el tercer acápite, “Teorías de la identidad”, Berger y Luckman hablan del peligro de las nociones de identidad colectiva. La nota a pie número 40 del texto (pág. 216) se refiere a el concepto de carácter nacional de teóricos de la Cultura y Personalidad como Ruth Benedict, sin embargo, los autores resaltan que aun así, esos estereotipos orientan el comportamiento en la vida cotidiana. Aunque apuntan que estas son cuestiones dinámicas y no estáticas.
En el cuarto acápite, “El organismo e identidad”, los autores hablan sobre como ciertas patologías solo pueden ser coherentes en contextos sociales específicos, debido a la idiosincrasia de un determinado imaginario social.
Conclusión: En el primer apartado del primer acápite, “Socialización secundaria” y su rol de culturalizar a los sujetos, en mi opinión, es interesante brindar la conceptualización de función dual de las estructuras sociales, una formulación del sociólogo Robert Merton. Esta son función “manifiesta” y función “latente”, las funciones manifiestas son las intencionales u obvias consecuencias de ciertas estructuras, y las latentes son las no reconocidas. Este tipo de funciones ocurren en la socialización secundaria.
Respecto a la diferencia que hacen los autores entre resocialización y socialización secundaria, en mi opinión, es muy importante establecer este contraste debido a la instrumentalización que se puede hacer de estos conceptos para la antropología aplicada.
Y en cuanto a la diferencia entre socialización primaria y secundaria, lo analizo de la siguiente manera: en la socialización primaria se consagra el estatus adquirido, es el mundo en el nace el sujeto, en cambio, en la socialización secundaria se consagra el estatus adscrito, o sea las circunstancias sociales del individuo, su contexto histórico- social, el contexto institucional específico que ignoraba hasta la socialización secundaria.
Bibliografía:
Berger, Peter, “La sociedad como realidad subjetiva” en Berger, Peter y Luckmann, Thomas, La construcción social de la realidad, Edit. Amorrortu, España, 1999, pp. 162-231.
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la-semillera · 8 months ago
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«Contingencia, abundancia, deriva, ¿es esto específicamente femenino? Así lo creo. La feminidad de un texto no se deja reunir en conjunto ni señalar con flechas. ¿Quién le pasará el freno a la divagación? ¿Quién traerá el afuera a los muros? Como si yo viviera en conexión directa con la escritura, sin relé. En mí el canto pero que, apenas emitido, accede al lenguaje: un flujo inmediatamente texto. No hay corte, todo está escrito desde siempre, todos los sentidos están echados. ¿No basta que corran nuestras aguas de mujeres para que se escriban sin cálculo nuestros textos salvajes y populosos? Nosotras mismas en la escritura como los peces en el agua, como los sentidos en nuestras lenguas y la transformación en nuestros inconscientes. Hay una lengua que yo hablo y que me habla en todas las lenguas. Una lengua a la vez singular y universal que resuena cuando quien la habla es un poeta. La lengua que se hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas».
_ Hèléne Cixous. La llegada a la Escritura. Traducción de Irene Agoff. Amorrortu editores. Madrid S.L. 2007.-
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bocadosdefilosofia · 9 months ago
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«Al revés que la ideología política de clase, una ideología científica no es una falsa conciencia. Tampoco es una falsa ciencia. Lo característico de una falsa ciencia es no encontrarse jamás con lo falso, no tener que renunciar a nada, no tener que cambiar nunca de lenguaje. Para una falsa ciencia, no hay estado precientífico. El discurso de la falsa ciencia no puede recibir desmentidas. En síntesis, la falsa ciencia no tiene historia. Cada ideología científica tiene una historia, por ejemplo el atomismo, caso que volveremos a tratar. Cada ideología científica encuentra un fin cuando el lugar que ocupaba en la enciclopedia del saber se ve investido por una disciplina que da pruebas, operativamente, de la validez de sus normas de cientificidad. En este momento queda determinado por exclusión cierto ámbito de no-ciencia.»
Georges Canguilhem: Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida. Amorrortu, pág. 50. Buenos Aires, 2005.
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cine-crimen · 4 years ago
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La película “No Country for Old Men” (2007) es una producción dirigida por los hermanos Ethan y Joel Coen, basada en el libro homónimo (2005) del autor Cormac McCarthy. En este blog nos dispondremos a analizar esta producción cinematográfica a la luz de posturas criminológicas (Clásica, neoclásica y positivismo criminológico). Entrará a discusión la siguiente cuestión acerca del criminal: ¿Nace o se hace?.
Anton Chigurh
     Anton Chigurh es el personaje más representativo de las teorías criminológicas basadas en el estudio de la salud mental o trastornos psicológicos. Lo anterior lo podemos deducir de la actuación hecha por Javier Bardem, que expone al personaje como alguien ajeno a la categoría de “normal” en lo referente al comportamiento humano y psicológico. La conducta criminal que desarrolla Chigurh a lo largo de la película puede llegar a identificarse fácilmente con algún tipo de sociopatía, o desorden mental, desde el ojo del espectador. Incluso, podría concluirse rápidamente que la fuente de su comportamiento punible se basa en alguna condición psicológica o psiquiátrica particular. La RAE define la psicopatía así: “Anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece”. El personaje parece encuadrar en esta definición, pues no muestra ningún tipo de emoción frente a los homicidios que realiza. Más aún, se libra a sí mismo de toda responsabilidad moral sobre sus actos presentándose como un agente del caos de la realidad; llega incluso a afirmar que él no es más culpable que las monedas que deciden el destino de algunas de sus víctimas. Esta apreciación anterior es propia de lo postulado por el positivismo criminológico: el criminal nace y sus razones escapan al libre albedrío y a la racionalidad. Para mayor profundidad sobre el tema, Rafter considera que: “The offenders in twisted-psyche films suffer from a range of psychological impairments. Some are obsessives, others sadomasochists, narcissists, or homicidal maniacs” (p.55). Este tipo de obsesión se puede ver constantemente con el uso de la moneda la cual sirve como excusa para su comportamiento maniático. Básicamente, él exime su responsabilidad de los atroces crímenes que comete y se centra en el destino. 
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    Este destino juega un papel fundamental en la idea de la película: el destino de Moss probablemente era continuar con una vida tranquila y normal, pero al cometer un crimen entra en este mundo en donde va a ser muy difícil salir con vida; esto se nos muestra en una de las primeras escenas que nos anticipa cuál será su final. Chigurh será el encargado, de una manera maniática y obsesiva de llevar a Moss a su destino: la muerte (irónicamente no es por sus manos que Moss muere).
No obstante, hay algunos momentos de la película que ponen en duda el hecho de que Chigurh pueda o no decidir sobre sus actos. En un primer momento Chigurh parecía asesinar a todo aquel que lo veía (excepto por el hombre con quien lanzó la moneda), sin embargo vemos en una escena (33:50) que no asesina a la cuidadora de trailers y más adelante (1:52:00) que tampoco asesina a los niños. Esto nos muestra que, en efecto, Chigurh tendría un poder de decisión sobre a quién matar. En segunda instancia encontramos también la conversación con Carla Jean (1:48:28), quien lo confronta y piensa como un sujeto totalmente consciente y responsable de sus acciones y asesinatos. 
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Llewellyn Moss 
El personaje de Lewelyn Moss puede identificarse con las teorías contextuales del delito, pues este representa un individuo honorable y bueno. Lo anterior se puede ver cuando decide llevarle agua al único hombre vivo en el lugar del tiroteo que se encuentra al comienzo del filme. Además, al ser veterano de guerra, Lewelyn puede ser percibido como el héroe en esta narrativa. Partiendo de que el individuo es esencialmente bueno, las teorías contextuales ponen su interés en el ambiente en que se encuentran los personajes, el cual termina siendo determinante para comprender el crimen o el delito. Al respecto Rafter considera: “Bad-environment movies tell us that violence originates in a violent society. Even the most murderous characters start as innocents, no worse than the rest of us but with fewer chances to escape the destiny that circumstance decrees”(pg. 54). Consideramos que el personaje de Lewelyn Moss puede representar muy bien esta forma de entender al criminal, pues como ya se mencionó, Moss interpreta aquel individuo fundamentalmente bueno, pero según su contexto y el escenario en que se encuentra debe comenzar a participar en esa relación de violencia a la que lo va llevando Anton. Lewelyn pierde el control de sus acciones y debe actuar conforme a lo que le exige el momento, representando muy bien las teorías contextuales.
Es importante resaltar que las acciones de la película ocurren al sur de Texas e incluso en México; estos lugares sufren de constantes actos violentos desencadenados en gran parte por culpa del mundo del narcotráfico. Teniendo esto en cuenta además de la teoría subcultural del ambiente: “One set of films emphasizes environmental causes, illustrating how criminalistic subcultures or other situational factors can drive people to crime.” (Rafter, 2000) podemos concluir que la situación criminal de Moss es netamente derivada de su contexto. Llewellyn es mostrado como una persona con valores y esto lo podemos ver en varias escenas a lo largo de la película: por ejemplo cuando en un acto de solidaridad decide llevarle agua al mexicano a punto de morir en la camioneta o incluso cuando en un acto de fidelidad rechaza a la bella mujer que le propone tener una relación extramarital.
Lo anterior nos lleva a pensar que en realidad Llewellyn Moss no es ningún criminal sino que sus actos se vieron influenciados por un contexto violento. Además, hay que tener en cuenta que él puede ser una perfecta muestra de cómo un ciudadano del común incurre en el mundo de la criminalidad para escapar de su monótona y pobre vida: “characters who turned to crime to escape the monotony of poverty.” (Rafter, 2000).
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Ed Tom (Sheriff)
Finalmente está Ed Tom quién, si bien no es un criminal, podemos encontrar en él una forma particular e interesante de pensar tanto el crimen, como el criminal. Este personaje del Sheriff es esencial en tanto refleja la visión clásica criminológica que, como nos explican Taylor et al. (2007) referenciados en el jurista Cesare Beccaria, establece que todos los individuos de la sociedad son completamente racionales y responsables de sus actos. Esta visión clásica plantea el crimen como producto de un egoísmo natural que responde al instinto de supervivencia individual (Hobbes) y que pretende ser atenuado para proteger a las personas parte de la sociedad (p.20). Así pues, la razón del criminal debe poder ser entendida fácilmente ya que sigue una lógica básica, siendo el crimen producto del egoísmo de personas perfectamente conscientes y racionales (de aquí también se concluye que todos son inequívocamente responsables de todos sus actos).
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A lo largo de toda la película encontramos varios ejemplos que nos llevan a relacionar la perspectiva clasicista con Ed Tom. Ya desde el inicio de la película el mismo personaje hace referencia a que “los tiempos de ahora no son los de antes”, nos muestra que está perdido y que hay muchas cosas que no entiende. Eso lo ejemplifica la escena (1:26:40) en la que charla con su compañero sobre crímenes que han ocurrido: habla extrañado sobre la tortura innecesaria que tomó lugar antes de un asesinato para canjear un dinero de pensión. Finalmente Ed Tom, al igual que la criminología clásica, termina por quedarse corto al tratar de explicar algunas conductas criminales.
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Referencias:
-Taylor et al. (2007). “La criminología clásica y la revolución positivista”, en La nueva criminología. Contribución a una teoría social de la conducta desviada (3ª edición), Buenos Aires, Amorrortu, pp. 19-50.
- Rafter, N. (2006). “Why They Went Bad: Criminology in Crime Films”, en Shots in the Mirror. Crime Films and Society, Oxford, Oxford University Press, pp. 61-85.
- Rudin, S. (productor), Coen, E. (productor y director), & Coen, J. (productor y director). (2007). No Country for Old Men [película]. Estados Unidos: Miramax Films & Paramount.
Enlaces y escenas interesantes:
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Por: Valentina Becerra S. - 201732994
Pablo A. Suárez - 201632293
José Alvis Cabrera -
Santiago Álvarez - 201415300
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tararira2020 · 4 years ago
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| aaia |
Posición del inconsciente y lugar del analista1
Elena Levy Yeyati
I
El término “posición”, que figura en “Posición del inconsciente”2, significa tanto afirmar una tesis del inconsciente como ubicarlo en un lugar. En su primera enseñanza Lacan ubica al inconsciente en el lugar del Otro. Esto es, en la enunciación del analizante sostenida por la presencia del analista -de allí el nombre de inconsciente transferencial3-. Así, el sujeto se dirige a Otro más bien engañado puesto que, en tanto sujeto él también, está tan “informado como ‘impugnado’, es decir… sujeto a la escisión del significante”4.
Freud está advertido del lugar de sujeto a engaño que tiene el analista. Si bien no tenemos certidumbre alguna de conocer el sueño tal como fue5, dice Freud, la interpretación procede gracias a la atención que prestamos a indicios que están allí para engañarnos (olvidos, reiteraciones absurdas, falseamientos, modificaciones en las distintas versiones, etc.).
Apoyándose en Freud para ir más allá, Lacan sostiene que Freud resulta engañado por sus histéricas ya que no podía ver que su deseo inconsciente es el de sostener al padre6. Y reformulando a Freud enuncia la tesis del deseo inconsciente, leitmotiv de su primera enseñanza: el deseo del hombre es el deseo del Otro. Deseo estructurado como lenguaje que atañe tanto a las histéricas como a Freud ya que el deseo es su interpretación.
Así el analista, prestándose al engaño, forma parte del concepto de inconsciente porque los sueños, lapsus o síntomas hacen surgir una suposición de saber. Pero esta suposición, en tanto es efecto de un sujeto de pura lógica -como explica Miller7-, es sin cuerpo, no tiene en cuenta la dimensión del goce8.
II
En la última enseñanza de Lacan el Otro del discurso está destituido9, y asistimos a su sustitución por un cuerpo. Como afirma Koretzky10, la hipótesis del inconsciente estructurado como un lenguaje se transforma en una estructura superpuesta a lalengua y se insinúa un inconsciente concebido como real.
Un inconsciente real es la resonancia de un decir que produce acontecimiento de cuerpo11 y está ligado a la idea de trauma. La primacía simbólica del inconsciente que Lacan fundaba en el Otro como discurso es entonces suplantada por la marca de goce que imprime un significante Uno (S1) en el cuerpo antes de alcanzar significación12. Este es el punto donde el análisis consigue la máxima aproximación al encuentro que ocasionó algún acontecimiento de cuerpo, una respuesta de goce, germen de toda realidad psíquica.
Laurent ha señalado13 la cuasi desaparición de la transferencia en la dimensión del inconsciente real en el último tramo de la enseñanza de Lacan. Pero, siguiendo a Miller, lo que viene al lugar de la transferencia es la urgencia14. La urgencia es temporalidad que proviene del trauma, grado cero del lenguaje como explicó García15, donde uno sabe que está solo. Encontrar este punto al final es la meta del análisis desde el principio. En el inicio, sueños de angustia que culminan en despertares con diversa fenomenología somática, pueden indicar la urgencia que da comienzo al análisis. En el final, aquellos sueños, pierden su dimensión penosa e, incluso, pueden continuarse de un modo divertido o ni siquiera importan.
III
En el pase el analizado expone la lógica con que escribe su sinthome -ese núcleo de nuestro ser que imprime un estilo singular16-, sirviéndose en gran parte de la interpretación de sus sueños en análisis. Pero la escritura del testimonio del pase es un trabajo solitario. El analista ya no está allí ni para dejarse engañar ni para acoger la urgencia que se da en la discontinuidad entre la terminación y uso del dispositivo.
Ahora bien, cuando uno decide enseñar lo que extrajo, se restablece cierta urgencia transferencial.
En el pase, urgencia y transferencia, esos dos lugares desde donde el analista forma parte del inconsciente, se reencuentran. Mientras que la urgencia empuja al pasante a afectar al pasador, la transferencia exige que narre su caso en la lengua de los  autores en que una comunidad analítica se sostiene.
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1 Versión corregida y anotada del texto “Posición del inconsciente transferencial y del inconsciente real” publicado en Scilicet. El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana, Grama ediciones 2020, pp. 24-25.
2 Lacan J. “Posición del inconsciente” en Escritos 2, Buenos Aires: siglo veitiuno editores, 1987, pp.808-829.
3 Miller J.A, El ultimísimo Lacan. Paidós, Bs. As., 2014, pp. 13-16.
4 Lacan J. Íd., p.813.
5 Freud S. La interpretación de los sueños. En Obras completas, vol. V, Buenos Aires: Amorrortu, p. 507.
6 Lacan J. El seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1987, p.46.
7 Miller J.-A. “Habeas corpus” Disponible en: http://ampblog2006.blogspot.com/2016/07/habeas-corpus-por-jacques-alain-miller.html
8 Es inevitable aproximar el campo del goce con aquel que cubre la teoría pulsional. Así, la última enseñanza de Lacan es como un retorno a aspectos de la doctrina freudiana que habían sido descuidados por Lacan en sus inicios.
9 Miller J.A, El ultimísimo Lacan. Paidós, Bs. As., 2014, p.226.
10 Koretzky C. Sueños y despertares. Buenos Aires: Grama, 2019, p. 170.
11 Para la noción de inconsciente real cf. Lacan J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11, Otros escritos, Buenos Aires: Paidós, pp. 599-602; Miller J.A, El ultimísimo Lacan, op. cit.; Stevens A., “El inconsciente real” Conferencia Internacional del Lacan Circle de Australia, 14/07/19. Disponible en: http://www.radiolacan.com/es/topic/1269/3
12 La idea de un inconsciente real merece ser investigada junto con la noción freudiana de ‘ello’ y la de ‘pulsión’ (definida como concepto límite entre lo psíquico y lo somático).
13 Laurent E., “Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia” Virtualia 36, marzo 2019.
14 Miller J.-A., “An Urgency of Satisfaction”. Disponible en: https://www.nlscongress2019.com/new-blog/an-urgency-of-satisfaction
15 Siguiendo a Germán García en su curso de 2003 “La experiencia analítica -tiempo, silencio, palabra-“ se trata de lo que va del grado cero del lenguaje a lo dicho.
16 Arenas G., “Lacanianos en los hechos”, Inédito.
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jgmail · 5 years ago
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Foucault, el neoliberal
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Por Juan Gabriel Caro Rivera
Uno de los temas que está entrando a debate en los ambientes izquierdistas franceses es la cada vez más manifiesta afinidad existente entre el pensamiento de la denominada Nueva Izquierda, nacida en Mayo del 68, y el neoliberalismo económico. Hoy, este debate está empezando a caldear los ánimos y se puede decir que gira alrededor de la figura de uno de los gurús más importantes de la Nueva Izquierda: Michel Foucault. Gracias al trabajo de investigación publicado por varios de sus discípulos y críticos, hoy surge una nueva imagen de un Foucault menos izquierdista, o de extrema izquierda, y más bien apuntando en un sentido contrario: el de un apologista de la sociedad neoliberal y del capitalismo tardío. Realizando un examen de la obra de Michel Foucault, los sociólogos franceses Daniel Zamora y Michael C. Behrent, han mostrado una nueva imagen del famoso filósofo postmoderno, después de compilar una serie de estudios acerca de la influencia del neoliberalismo en el pensamiento de Foucault: su estudio titulado Foucault y el neoliberalismo, publicado por la editorial Amorrortu, resulta muy revelador. En una entrevista hecha por la revista Ballast, Daniel Zamora señala como al final de su vida Foucault mostró un gran interés por el neoliberalismo. “Foucault”, dice Zamora, “se sentía muy atraído por el liberalismo económico: el cual veía como una posible forma de gobierno menos normativa y autoritaria que la izquierda socialista y comunista que encontraba totalmente obsoleta. Veía al neoliberalismo como una opción “mucho menos burocrática” y “mucho menos disciplinaria” que la propuesta por el Estado social de postguerra. Imaginaba un neoliberalismo que no proyectaría un modelo antropológico sobre los individuos y que les ofrecería mayor autonomía frente al Estado” (1).
Este tema no deja de tener una profunda repercusión en el ámbito académico, pues la Nueva Izquierda francesa – convertida en el núcleo duro de la postmodernidad occidental – había sido cubierta con un halo de invulnerabilidad y reconocimiento acrítico de todos sus postulados. Muchos de sus autores han sido consagrados en las universidades y las academias como clásicos del pensamiento que son ineludibles, y los estudios hechos sobre ellos se hacen ya innumerables. Recordemos que bajo el rotulo de la Nueva Izquierda se agrupaban una serie de pensadores modernos, sobre todo franceses, que habían optado por una revisión sistemática de la herencia del pensamiento de la Modernidad Occidental y en la cual convergían autores como Félix Guattari, Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jacques Lacan, Jacques Derrida, entre otros. Muchos de ellos optaron por una “deconstrucción” de la cultura occidental, la cual clamaban estaba llena de prejuicios, autoritarismo, exclusiones y disciplinas que habían producido un totalitarismo velado en las sociedades democráticas y liberales. A través de la revisión del aparato teórico de la modernidad, sus autores esperaban demoler ideológicamente semejante legado y preparar la llegada de una nueva libertad: la de un “cuerpo sin órganos”, una lengua sin contenidos, un mundo menos estructurado que podría finalmente ser considerado afín a una sociedad libre. Muchos de los autores de esta Nueva Izquierda habían sido disidentes de la Guerra Fría, identificándose como izquierdistas, pero detestando los regímenes del socialismo real, a los cuales consideraban demasiado autoritarios, y desligándose de cualquier herencia de la filosofía ilustrada, que resultaba para ellos demasiado dogmática. El ataque sistemático a las instituciones sociales, a las formas veladas de gobierno y poder, sin hablar de su provocadora actitud hacia el orden general de la Europa de la postguerra, convirtió a los representantes de la Nueva Izquierda en el objeto de un culto fetichista de las nuevas generaciones universitarias, sobre todo en las facultades de humanidades y filosofía, como los grandes exponentes de una izquierda anárquica e individualista. Hoy día es imposible no oír los nombres de alguno de ellos en los pasillos universitarios o siendo citados en revistas científicas de investigación como autoridades consagradas. Lo que no deja de ser un giro irónico para una serie de autores que se rebelaban contra la autoridad establecida. De hecho, las posiciones de muchos de los representantes de la Nueva Izquierda no pasaron desapercibidas, e incluso lograron llamar la atención de la CIA, que vio con buenos ojos la deserción de los autores de izquierda franceses, porque “ya no hay más Sartres, ya no hay más Gides”, sino que en su lugar se mostraban hostiles a la Unión Soviética y atacaban los presupuestos básicos del marxismo. Esto último despertó la simpatía de los organismos de inteligencia norteamericanos, quienes comentaban que «en el campo de la antropología», dice un documento de la CIA, «la influencia de la escuela estructuralista vinculada con Claude Lévi Strauss, Foucault y otros, ha cumplido esencialmente la misma función. […] creemos sea probable que su demolición de la influencia marxista en las ciencias sociales perdure como una contribución profunda tanto en Francia como en Europa Occidental» (2).
Como recuerda el sociólogo Daniel Zamora, Foucault llamó a abandonar las luchas políticas y sociales, que habían perdido sentido en el Estado de Bienestar de la postguerra, y más bien proponía dedicarse a una “resistencia molecular”, donde fueran cuestionadas las grandes construcciones modernas y se disolvieran las masas homogéneas de la sociedad industrial. «En realidad», dice Daniel Zamora, «la idea de una revolución “molecular” descentralizada que pudiera conducir a grandes cambios se mostró poco realista, especialmente cuando se trataba de las relaciones económicas. Si se quiere entrar en una polémica, uno podría preguntarse por la relación entre esta visión con el neoliberalismo. “No olvides inventar tu vida”, concluía Foucault a comienzos de 1980. ¿Acaso no se asemeja mucho esto al mantra de Gary Becker de que nosotros debemos convertirnos en “empresarios de nuestro yo”?» (3). Y no deja de llamar la atención que precisamente esta convergencia entre el postmodernismo y el neoliberalismo alcanzara su mayor auge en las universidades norteamericanas, donde surgió precisamente el epíteto “postmoderno” y donde todos sus representas (Foucault, Deleuze, Derrida) alcanzaron un gran reconocimiento en vida. Zamora una vez más pone el dedo en la llaga y dice que resulta una empresa inútil «reconciliar a Marx con Foucault en alguna síntesis mayor, cuando de hecho al final de su vida Foucault “decidió deshacerse del marxismo”». Tampoco  puede alegarse que Foucault desconociera los primeros experimentos neoliberales en la política y la sociedad, pues él conoció muy bien la California gobernada por Ronald Reagan – quien por cierto destruyó el sistema de hospitales psiquiátricos del Estado federal, lo cual siempre fue uno de los grandes sueños de la anti-psiquiatría foucaultiana – y donde impartió varios cursos en sus universidades. En lugar de eso, Zamora recuerda la «profunda conexión entre el neoliberalismo como forma de gobernabilidad y la promoción, por parte de Foucault, de la invención de nuevas subjetividades. Lejos de oponerse, son dos ojos pares. Más abierto al pluralismo, el neoliberalismo parecía ofrecer un marco menos estrecho para la proliferación de experimentos de minorías» (4). Aquí cobra todo su sentido las palabras del filósofo francés Jean-Claude Michéa, para quien “Foucault es el complemento cultural del economicismo de Hayek, Friedman y Gary Becker”.
Todo lo anterior nos ayuda a explicar porqué algunos de los seguidores y discípulos de Foucault han terminado por convertirse en grandes defensores del capitalismo de mercado, mientras atacan de un modo inmisericorde los sistemas de pensiones, los servicios sociales y el Estado de Bienestar de la postguerra. Basta con citar a Beatriz Preciado, una de las representantes más radicales de la izquierda feminista, quien escribía en el periódico digital Libération que «no debemos llorar por el fin del estado de bienestar, porque el Estado de Bienestar es el hospital psiquiátrico, la oficina de discapacitados, la prisión, la escuela patriarcal-colonial-heteronormativa» (5). Por supuesto, este desmonte de las instituciones estatales está completamente de acuerdo con las políticas neoliberales promocionadas por grandes figuras del mundo de los negocios como Bill Gates o Georges Soros, quienes también se han convertido en grandes defensores de las políticas a favor de las minorías sexuales, el feminismo, amigos de la inmigración masiva y promotores del anti-racismo, mientras promueven la demolición del aparato estatal y su suplantación por un sector privado y una sociedad civil organizada que reemplazaría cualquier forma de poder público. Como ya había observado Marx, el capitalismo no es un sistema social conservador ni mucho menos: “La burguesía sólo puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de producción, y con él todo el régimen social… La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes. Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban… Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, todo lo santo es profanado” (6). Por lo que no resulta extraño que el gran capital financiero asumiera hoy el patrocinio de la nueva revolución de las relaciones sociales que se está gestando, siendo esta revolución íntimamente unida a las transformaciones del capitalismo y su concepción del individuo, que hoy pasa de estar basada en el naturalismo filosófico del siglo XIX al trans-humanismo que es promocionado por empresas como Google o filósofos postmarxistas como Toni Negri, para quienes la naturaleza eterna no existe sino que puede ser alterada por la biotecnología o la nanotecnología que hoy se está desarrollando.
No deja de ser interesante observar, como este nuevo capitalismo y neoliberalismo han impregnado la cultura de la izquierda. Una vez demolidos los últimos restos del socialismo real y conquistado el mundo por la globalización, la izquierda por fin se ha separado del comunismo y ha decidido conscientemente convertirse en el buldócer del capitalismo. Algunos intelectuales de izquierda como Nancy Fraser o Daniel Zamora han señalado esta contradicción. Nancy Fraser, por ejemplo, en su libro Las fortunas del feminismo ha mostrado como, poco a poco, el movimiento feminista ha abandonado todas sus reivindicaciones de izquierda, unidas al comunismo y al igualitarismo radical, para en su lugar adoptar el discurso del “empoderamiento femenino” planteado por el capitalismo neoliberal, cuyo modelo sería la mujer exitosa en la política y la economía, estilo Hillary Clinton o Margaret Thatcher (7). Otros, como Daniel Zamora han señalado que la postmodernidad foucaultina terminó por ser un antecesor directo de la Tercera Vía de Tony Blair y Anthony Giddens, convirtiéndose de este modo en un defensor de la globalización. Quizás esta impregnación cada vez mayor del socialismo por elementos liberales sea la causa del hundimiento de los partidos comunistas y la razón por la cual hoy día las clases trabajadoras votan cada vez más por los partidos identitarios de derecha, tanto en América Septentrional como en Europa. Una vez que la izquierda se unió al gran capital financiero y abrazó el liberalismo cultural, era inevitable que las clases trabajadoras, consideradas demasiado autoritarias y totalitarias, fueran atacadas y sustituidas por objetos de rebelión que chocaban con su sentido común. Resulta interesante anotar que ya en 1947, el comisario soviético y responsable del control ideológico de la cultura en Rusia Andrei Zhdánov denunciara en su momento este giró en la cultura occidental y de la izquierda francesa. Al comentar la obra de Jean-Paul Sarte en su curso Sobre la historia de la filosofía, Zhdánov señalaba como esta figura izquierdista de primera línea en Europa alababa el Diario de un ladrón del criminal homosexual Jean Genet: un libro que comenzaba declarando que su tema seria “la traición, el robo y la homosexualidad”, para finalmente acabar en la depravación y el nihilismo. Zhdánov vería en ello el desplome de la filosofía occidental, última consecuencia del cosmopolitismo burgués: la destrucción de toda moral y de relación social en defensa de las pasiones individuales y la estética. “Hoy”, escribía Zhdánov, “esas filosofías se presentan bajo una forma nueva, particularmente repugnante, reflejando toda la profundidad, toda la bajeza, toda la villanía de la decadencia burguesa. Los «souteneurs» y los criminales de derecho común en filosofía significan, evidentemente, el límite de la ruina y de la descomposición” (8).
Frente a este panorama, resulta bastante significativo que hoy esté apareciendo una nueva generación de autores izquierdistas que, distanciados de los medios de comunicación y exiliados de las academias, han comenzado a denunciar este devenir de la Nueva Izquierda, convertida para muchos de ellos en uno de los pilares centrales del sistema capitalista globalizado y defendida por un grupo de gurús intelectuales enemigos de las causas populares. Mientras Daniel Cohn-Bendit y Bernard-Henry Lévy – protagonistas de Mayo del 68 y grandes héroes de la izquierda libertaria – se dedican ahora a denunciar como fascistas todos los movimientos contestatarios – caso de los chalecos amarillos en Francia y el crecimiento de las olas populistas en el Primer Mundo –, otros han decidido regresar a las causas originales del comunismo y abrazar los movimientos populistas dirigidos contra el sistema. Este viejo estandarte ha sido alzado una vez más por autores como Jean-Claude Michéa, Constazo Preve, Diego Fusaro, Adriano Errigel y Kevin Boucaud-Victoire, quienes han decidido dejar de lado cualquier cooperación con la izquierda fucsia y multicolor para más bien plantearse la pregunta contraria y necesaria: ¿cuáles serán los presupuestos de la actual lucha contra el cosmopolitismo burgués como último elemento de la alienación sistemática de lo social y la cultura? Para esta izquierda populista, la lucha contra el capitalismo ya no puede pasar por el deseo deconstruccionista de la anarquía individual y el abandono de todo contenido social, antes bien se trata de una nueva contestación que pretende rescatar del olvido todo aquello desechado por la Nueva Izquierda en el transcurso del siglo XX.  Si la Nueva Izquierda abandonó el socialismo y afirmó, por el contrario, el libre mercado y la libertad individual a favor de proyectos individuales de “experimentación del yo”, la izquierda populista propone más bien “la síntesis entre las ideas de izquierda y los valores de la derecha en nombre del interés nacional”. Es decir, el rescate del “trabajo, la solidaridad, la defensa de los débiles, la comunidad” junto con “la familia, la patria, el Estado, el honor”, tal y como afirma actualmente el filósofo italiano Diego Fusaro (9).
Esta nueva brecha, que pareciera estarse formando en la izquierda europea, nos pone frente a una disyuntiva: una defensa a ultranza de la globalización y el neoliberalismo, amparada en la postmodernidad como la ideología global de una multitud imperial sin rostro o contenido, o por el contrario la defensa de un nacional-populismo que se enfrenta al cosmopolitismo y reclama una defensa del trabajo frente al capitalismo financiero y de los valores nacionales frente al universalismo. Semejante división, sin embargo, recuerda a otra que ya había sucedido en el pasado, cuando la socialdemocracia y el socialismo moderado europeo había adoptado el programa del reformismo, dejando la bandera de la revolución y la lucha violenta al socialismo nacionalista, que se encarnó en el sindicalismo y los movimientos nacionales. Ante estos nuevos devenires políticos, la izquierda europea tendrá que enfrentar una disyuntiva que parece estarse transformando en una guerra civil en su interior.
Notas:
Entrevista a Daniel Zamora, “Peut-on critiquer Foucault?”, en la revista electrónica Bastiat, https://www.revue-ballast.fr/peut-on-critiquer-foucault/
France: Defection of the Leftist Intellectuals, en http://www.deigualaigual.net/cultura/2017/1222/braudel-levi-strauss-y-la-cia/
Entrevista a Daniel Zamora, “La résistence chez Foucault ne prend plus vraiment le visage de la lutte des clases”, en https://comptoir.org/2019/09/05/daniel-zamora-la-resistance-chez-foucault-ne-prend-plus-vraiment-le-visage-de-la-lutte-des-classes/
Ibid.
Beatriz Preciado, “Nous disowns Revolution”, en https://next.liberation.fr/culture/2013/03/20/nous-disons-revolution_890087
Karl Marx y Friederich Engels, Biografía del Manifiesto Comunista, Editorial Mexico S.A., 1949, pág. 75-76.
Nancy Fraser, Las fortunas del feminismo, Traficante de Sueños, 2015.
A. Zhdánov, “Sobre la historia de la filosofía”, en http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb024071.htm
Entrevista de Rafaele Alberto Ventura a Diego Fusaro, “Le cas Fusaro”, en https://legrandcontinent.eu/fr/2018/10/27/nous-avons-rencontre-diego-fusaro/
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