#En la indisoluble unidad de la nación española
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generaldavila · 3 days ago
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PASCUA MILITAR 2025. NADA QUE CELEBRAR General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Pascua Militar: conmemoración de la expulsión de los británicos de Menorca Las circunstancias no son muy favorables para celebrar una Pascua Militar con la alegría que le corresponde a la festividad que goza de mayor tradición en nuestros ejércitos. Es el día en el que los soldados están más cerca de su Rey, el día que al Rey le corresponde dirigirse a ellos como mando Supremo de los Ejércitos…
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lamardeonuba · 4 years ago
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Por una república federal: Nación de Naciones
#ReflexionesRepublicanas: 🏛️ 'Por una república federal: Nación de Naciones', por Víctor Arrogante (@caval100).
por Víctor Arrogante   Domingo, 11 de julio de 2021. El artículo 2 de la Constitución, establece que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones. No termina de explicar el concepto nación, nacionalidades o región. Conceptos ambiguos, con múltiples interpretaciones y connotaciones políticas. Me…
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jgmail · 4 years ago
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Sobre el uso del término nación y nociones afines
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Por Salvador López Arnal
Fuentes: Rebelión
Nos habíamos quedado en el primer capítulo del libro: “Usos del término nación y afines”.
Según Barros, lo primero que se observa en el uso del vocabulario por parte de Marx y Engels (MyE a partir de ahora) es que los términos nación, país, pueblos y patria son generalmente voces sinónimas, “intercambiables, con frecuencia simultáneamente utilizadas en una misma página, o en páginas sucesivas, para evitar repeticiones”. Nos advierte que la voz pueblo (y popular) adquiere en “otros lugares el significado (bien distinto de nación y nacional) de sujeto social o conjunto de clases dominadas.” En nota, citando varios pasajes de MyE, comenta que este concepto de pueblo converge con el habitual de ‘nación’ en determinados momentos y lugares. Por ejemplo, “en la revolución burguesa las clases antifeudales son al mismo tiempo pueblo y nación, el pueblo reivindica la realización de la soberanía de la nación frente a la monarquía absoluta”. Lo mismo ocurre con nación y nacionalidad. A veces son términos equivalentes y otras veces diferentes. Comparten MyE la idea de que “las naciones modernas se constituyen reuniendo nacionalidades diversas de origen pre-capitalista, por lo común medieval”.
En cuanto al Estado (administración, poder público, gobierno) se distingue nítidamente de nación que es sociedad civil. Pero, en alguna ocasión, “parecen tener un significado idéntico estado, patria y nación”.
Está por último la palabra “comunidad” que tiene para MyE varios usos: comunidad de aldea, ciudad, clase, modo de producción comunista, asociación del pueblo revolucionario, etc. Aparece también como comunidad nacional “forma específica de asociación para intereses comunes”.
En cualquier caso, para Barros, es indudable que términos como nación, nacionalidad, patria, país, pueblo, estado, comunidad,… tienen para MyE una acepción común, compatible con las acepciones específicas y puntuales de cada  vocablo. Lo que importa aquí es precisar esa acepción común. Para tal identificación es preciso seleccionar un solo término: nación es el término de mayor aceptación y representatividad, considera Barros, tanto en la época de Marx como en la actualidad (Nos advierte en nota: “salvo para los que pretenden reducir, por razones políticas e ideológicas, la nación al Estado-nación”. Añadido mío: ¡quién este libre de reducciones político-ideológicas, distintas de las señaladas por Barros, que tire la primera piedra! No habrá pedrea seguramente). Además, el término nación se presta menos a confusiones. Por algo será señala, tomando pie en el lenguaje político común, que cuando “se hace mención al problema nacional no se dice problema popular, estatal, comunitario o étnico”.
En su análisis, los propios autores (Pierre Vilar, Josep Termes) que, en los años setenta del pasado siglo, denunciaron imprecisión y fluctuación en relación con el término nación, “proponen epígrafes que contienen la palabra nación o nacionalismo.”. La razón de esta confusión de términos hay que buscarla en que están sin aclarar los conceptos. Para Barros, de manera altamente optimista desde mi punto de vista, “el día que se le dedique al concepto de nación tanto esfuerzo teórico -marxista- como al concepto de clase o de Estado, desaparecerán los solapamientos con expresiones afines”. Mi duda gnoseológica: ¿no siguen habiendo solapamientos con el concepto marxista de clase social o con la noción de Estado?
Los elementos descriptivos de la nación que MyE manejan son los normales en las definiciones de la segunda mitad del XIX y también a principios del XX, incluyendo la de Stalin: “corresponden a regularidades empíricamente observables, con la salvedad de que nuestros autores los emplean de manera más bien genérica”. Reciben consideración de nacionales señala Barros, dando referencias al pie de página de todo ello: el territorio; la población y la raza; la lengua, la literatura y la cultura; el carácter; las clases en su ámbito y función (nación de campesinos, nación de capitalistas, nación trabajadora); el Estado, poder político que aparece como efecto y al mismo tiempo causa del proceso nacional (no aparece en todo caso como condición imprescindible para la existencia nacional). En conclusión: “territorio delimitado, población homogénea, lengua y cultura propias, carácter específico, poder político, clase dirigente o mayoritaria, historia común (de lucha contra los extranjeros y por la consolidación de un poder independiente) y condiciones económicas particulares, son los rasgos que describen externamente la nación irlandesa y en general a toda nación, según MyE”, sin que necesariamente, el matiz es importante, tengan que darse “todos ellos en todos los casos, ni de la misma forma ni en todas las épocas”. El matiz está seguramente relacionado con lo que señalaba Barros en el capítulo anterior (hemos hablado ya de ello): el carácter abierto y móvil de la aproximación marxiana al concepto. Nada que ver con la definición cerrada de Stalin, por ejemplo, que, sin atisbo para ninguna duda, sigue influyendo en la tradición.
Barros muestra a continuación, en el ejemplo irlandés estudiado por Engels (hace referencia a su inconclusa Historia de Irlanda), las menciones a la identidad nacional en momentos señalados de los siglos VIII, IX, XVIII y XIX. No me detengo en ello.
MyE, punto sin duda también importante, se valen del concepto de nación en diferentes épocas históricas. Para nuestros clásicos existen naciones antiguas (la de los griegos o romanos, naciones sojuzgadas por los bárbaros), naciones asiáticas, naciones feudales (la nación provenzal, por ejemplo, por razones culturales -lengua ilustrada, lírica-, sociales y económicas), naciones burguesas (diferenciando naciones bárbaras y naciones civilizadas, naciones capitalistas y naciones pre-capitalistas). En síntesis, desde la perspectiva analítica de Barros, MyE “consideraban la nación como un hecho histórico que se manifestaba de manera cambiante en los fundamentales modos de producción”. Las condiciones tipológicas de ese hecho histórico que se manifiesta de manera cambiante “van a depender de cada modo de producción y de las diversas condiciones de producción”.
Marx destaca la especificidad de la nación moderna creada sobre la disolución y/o fusión de las viejas nacionalidades medievales en el nuevo contexto del modo de producción capitalista. Luego entones, remarca Barros, articulan un concepto de nación, en sentido amplio, general e histórico, con otro más estricto, diferenciando con ello la nación moderna de la nación general. Pierre Vilar, señala Barros, coincidiendo con los análisis de MyE más históricos, “hizo notar las dificultades de vincular solamente la formidable estabilidad histórica de la nación con la noción de una categoría reciente ligada al ascenso del capitalismo”. También Poulantzas señaló que no cabe identificar nación con nación moderna y Estado nacional. “Hay ‘algo’ que se designa bajo el término de nación, es decir, una unidad particular de reproducción del conjunto de relaciones sociales, mucho antes del capitalismo”.
Punto crítico del autor: “Samir Amin, por otro lado, localiza la nación en los modos de producción asiático y capitalista, señalando sorprendentemente contra la posición de Marx y Engels, la ausencia de naciones en la Europa feudal; opinión muy discutible y rechazada por los medievalistas menos conservadores”. Todo lo anterior, concluye Barros, nos lleva a profundizar “en la idea de nación que subyace en las obras mayores y menores de MyE, ahora que conocemos mejor la nación-Estado que creó la burguesía , por lo demás hoy en crisis”.
Un nudo de alta tensión: la diferencia cualitativa, que Marx ya señaló, entre naciones pre-capitalistas y las capitalistas “extendió dentro y fuera del marxismo (especialmente entre juristas e historiadores contemporaneístas) una teoría reduccionista de la nación que consideramos con Marx y Engels incorrecta”, dado que solo detecta la existencia de naciones en la época del capitalismo. No es esta, como hemos visto, su posición. En consecuencia, señala Barros críticamente, se proponen nombres para las entidades pre-nacionales en dos direcciones: derivados de la palabra nación (nacionalidad, nacionalitario) o bien otros más o menos afines. Para él, el término nacionalidad como sinónimo de nación “es hijo de un periodo histórico decimonónico de formaciones de las naciones-Estado en Europa para nombrar las naciones sin Estado, siendo ahora difícilmente recuperable para significar algo realmente distinto de la palabra madre”.
(En nota señala: “En España, por ejemplo, en el artículo 2 de la Constitución de 1978 se reconoce el título de nación y secundariamente nacionalidades (históricas) para calificar Galicia, País Vasco y Cataluña, naciones sin Estado propio de origen medieval o anterior, si bien en el lenguaje político tiende a hablarse de plurinacionalidad, generalizando el término original”. Lo que afirma el artículo 2 de la C78 es lo siguiente: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Aparte de la autorreferencia (lógicamente peligrosa) a la Constitución en un artículo de la propia Constitución, resulta más que extraño que esa misma Constitución se fundamente en “la indisoluble unidad de la Nación española” que parece sostén de aquélla. No hay referencia explícita a esas tres naciones sin Estado en el redactado de este artículo, en el que, por otra parte, puede verse un reconocimiento explícito, sin indicar las nacionalidades ni regiones, de la pluracionalidad (y plurirregionalidad) de España. A título comparativo, sin  olvidar las correlaciones dee fuerzas en litigio cuando fueron elaboradas una y otra, la Constitución italiana señala en su artículo 1: “Italia es una República democrática fundada en el trabajo. La soberanía pertenece al pueblo, que la ejercitará en las formas y dentro de los límites de la Constitución.” y en el 5: “La República, una e indivisible, reconoce y promueve las autonomías locales; efectuará en los servicios que dependan del Estado la más amplia descentralización administrativa y adaptará los principios y métodos de su legislación a las necesidades de la autonomía y de la descentralización”).
El término nacionalitario, propuesto por Rodinson para evitar la definición restrictiva de nación de Mauss o Stalin, aunque válido como sinónimo de nacional, nos remite, en opinión de Barros, “al punto de partida, sin resolver la cuestión principal: explicar el concepto amplio de nación”.
En la segunda propuesta relativa a las afinidades se acude a diversas palabras (pueblo, patria, país, estado, reino, comunidad, etnia) “a fin de denotar la existencia histórica de una sociedad diferenciada con cierto grado de autoconciencia, reservando nación para los tiempos contemporáneos”.
En cualquier caso, comenta muy razonablemente Barros, la cuestión no es nominal sino de fondo: ¿por qué siempre la humanidad se ha dividido en sociedades separadas que compiten entre sí, de manera que, cita ahora a Pierre Vilar, “existe una dialéctica entre lucha de grupos y lucha de clases en la que convergen la historia clásica de los reinos y las potencias y las relaciones sociales de los hombres entre sí”? La cuestión, señala Barros, reside en investigar cómo se forma, qué características tiene, cómo se transforma y por qué desaparece y reaparece el hecho nacional, en las coordenadas fijadas por la geografía y la historia, en cada lugar, según las específicas condiciones de producción.
El terreno en este orden es considerable, “quitando quizá los procesos nacionales en la fase del capitalismo concurrencial o los nuevos estudios sobre las naciones en el tercer mundo.” En su opinión, la historiografía, atenta a la historia económica, a los conflictos sociales, cuando no a la historia événementielle, “produce escasas monografías sobre los fenómenos nacionales, y menos aún  síntesis válidas para naciones concretas o períodos históricos”. No estoy completamente seguro de la veracidad de esta última consideración en el caso de Cataluña y más si pensamos en períodos históricos recientes. No entramos en ello.
El próximo capítulo está dedicado al “Origen y desarrollo histórico de la nación”.
Primera parte: https://rebelion.org/desde-un-punto-de-vista-historico-materialista-temperado-y-documentado/
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Pregunta para nuestros alumnos de Guardia Civil
Pregunta para nuestros alumnos de Guardia Civil
Pregunta para nuestros alumnos de Guardia Civil (Tema 4 C.E.) La Constitución española se fundamenta en: a) El Poder Soberano de las Cortes Generales b) La indisoluble unidad de la nación española c) La Separación de Poderes La respuesta…esta tarde.
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ofprincessesandqueens · 7 years ago
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Why is the referendum banned?
Because it’s unconstitutional due to the art. 2 of the Constitution.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
The Constitutional Court already said it so. Also, because a CCAA needs authorization from the Goverment to hold a referendum and that’s something they lack. Plus, the Catalan Parliament approved two laws (one allowing the referendum and a provisional Constitution for Catalonia) and they do not have compences to legislate about that (arts. 148, 149 of the Constitution) (The Constitutional Court already declared both laws unconstitutional).
They violated the Spanish Constitution and their own Estatut de Autonomía. You need 90 yes votes in the Catalan Parliament to change the Estatut and, yet, they aproved two unconstitutional laws; one of them declaring itself above the Constitution with 70 votes.
Canada and UK allowed referendums for Quebec and Scotland because their Constitutions do not say that their nations are indissoluble; therefore, the regions can have a referendum about leaving. However, Spain declares in it’s Constitution that the nation is indissoluble (so does a lot of other Constitutions, like France and Germany), therefore Catalonia can’t leave unless the art. 2 is changed and there is not enough majority (neither in the Cortes or in the people of the country) to change that. Sometimes in democracy you have to lose.
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renau · 5 years ago
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Que no se nos olvide
La Constitución cumple 41 años, los mismos que yo. Nací en el 1978, al igual que nuestra Carta Magna, y creo que ambos hemos envejecido bien, aunque tal vez ambos podríamos estar mejor para nuestra edad... Ni yo ni casi nadie de mi generación concibe un país en el que no nos ampare nuestra Constitución. Es una garantía de derechos y libertades, así como un compendio de obligaciones que hoy damos por hecho, pero que no siempre han estado ahí y, precisamente por eso, debemos defenderla. Y defenderla, no solo es bloquearla y considerarla un texto sagrado inamovible.
Pretender que la Constitución cambie, que se adapte a los tiempos que vivimos, no es una amenaza a su existencia sino, más bien, una garantía de continuidad, porque la hará más adecuada a la realidad de nuestra sociedad. No debemos tener miedo a hacer que refleje mejor el país en el que vivimos.
En estos últimos tiempos se han alzado voces contra la Constitución desde muchos sectores diferentes, al igual que se han erigido muchos otros como defensores de la misma. Pero ni unos la amenazan tanto, ni otros la defienden como aseguran hacer. Porque defender la Constitución implica defender todo su contenido, y no solo la parte que le gusta a cada uno.
Hay quien se dedica a diario a recordarnos que la Constitución dice en su Título Preliminar que “se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común en indivisible de todos los españoles”, pero se le olvida continuar leyendo en la misma línea donde dice que “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre ellas”. Hay quien cree tener derecho a decidir qué artículos de la Constitución son sagrados y cuáles parecen meras sugerencias. Pero el texto se debe abrazar entero, porque solo así puede tener sentido.
A mí, personalmente, me gusta más el artículo anterior al que he transcrito antes que, además, resulta ser el primero de todos, el que da sentido al resto del texto. Dice: “España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Que no se nos olvide.
Publicado el 6 de Diciembre de 2019 en Castellón Plaza (https://castellonplaza.com/que-no-se-nos-olvide)
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fjdrevorio · 5 years ago
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“El Miradero”, 08/11/2019
La Constitución con rigor  
No es mi intención ni mi estilo -creo que nunca lo ha sido- usar este espacio para valoraciones políticas o partidistas, y mucho menos en campaña electoral. Durante dos décadas vengo utilizando esta “ventana” para las más variadas cuestiones, sin ceñirme en absoluto a temas constitucionales, que por profesión (y también por “pasión”) me interesan especialmente. Pero a fin de cuentas, a veces es difícil resistirse a puntualizar algunas de las incorrecciones que se escuchan en la materia, por desgracia de forma demasiado frecuente. Y el reciente “debate a cinco” no ha sido una excepción. Vaya por delante que me parece muy bien que los candidatos citen y utilicen la Constitución en sus propuestas y argumentaciones, y que además, como no procede hacer dentro de esta jerarquizaciones, todos sus contenidos tienen el mismo rango, y el pluralismo político, como valor superior, permite que cada uno ponga mayor énfasis donde quiera. Así que tan oportuno es recordar que la Constitución proclama enfáticamente la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” (art. 2) como poner de relieve que el derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art. 47) por desgracia está en la práctica lejos de ser una realidad universal.
           Hasta ahí muy bien, pero los candidatos realizan también propuestas que desconocen o tergiversan, no sé si por ignorancia o de forma intencionada, los preceptos constitucionales, o los utilizan con manifiesta falta de rigor. Hay demasiados ejemplos, pero cabe citar (diré el pecado pero no el pecador) que la Constitución no garantiza que las pensiones han de subir conforme al IPC, sino que “los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad” (art. 50), lo cual no es exactamente lo mismo; se pueden hacer distintas interpretaciones, pero no decir que la Constitución dice lo que no dice. Por lo demás, quien propone por ejemplo el desmantelamiento del Estado de las autonomías, debería explicar que para ello debe proceder a una reforma agravada que requiere, entre otros requisitos, doble mayoría de dos tercios en ambas cámaras. Por supuesto, no es la menor de las incorreciones afirmar que un presidente del Gobierno (el que sea) puede asegurar que sea entregado a España alguien que está en otro país de la Unión Europea y sobre quien pesa una orden de detención y entrega; y mucho menos añadir posteriormente que ello “está claro” teniendo en cuenta la dependencia de la fiscalía respecto al Gobierno, situación que no se deriva en absoluto del artículo 124 de la Constitución, y menos del Estatuto del Ministerio Fiscal. Señores candidatos, un poco más de rigor…
(Fuente de la imagen: http://www.rtve.es/noticias/20191028/ana-blanco-vicente-valles-moderaran-unico-debate-cinco-proximo-4-noviembre/1986177.shtml ).
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que-noticias · 6 years ago
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PSOE, Podemos e IU rechazan una iniciativa de Foro que pedía defender “la indisoluble unidad” de España EUROPA PRESS La proposición no de ley del grupo parlamentario Foro en la Junta General del Principado de Asturias que mostraba el rechazo a las "cesiones" del Gobierno central al independentismo y que proclamaba la defensa de la "indisoluble unidad" de la nación española ha sido rechazada en la votación del parlamento asturiano.
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nachoviglione · 7 years ago
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Referéndum ilegal y antidemocrático por la independencia de Cataluña
La cuestión catalana
por Ignacio Viglione
BARCELONA. El pasado 1 de Octubre, y de acuerdo a cifras provistas por el gobierno autonómico e independentista de Cataluña, 2,04 millones de personas (90,2%) votaron por el Sí a que ‘Cataluña sea un Estado independiente en forma de república’. Es decir que 38,4% de los 5,31 millones de ciudadanos inscriptos en el censo electoral dieron su apoyo a la salida ilegal de Cataluña del Reino de España y, por consiguiente, de la Unión Europea.
Ejercer el derecho a voto es el acto principal de cualquier democracia. Pero, sufragar saltándose la Constitución de una nación democrática se transforma, inequívocamente, en un acto antidemocrático e ilegal.
La cantidad de votos obtenidos por el Sí, coincide más o menos con los votos obtenidos por las coaliciones y partidos declarados independentistas (Junts pel Sí y la CUP) en las últimas elecciones al Parlament de Cataluña en el año 2015, y que contaron con todas las garantías institucionales del Estado de derecho.
Con estos resultados, la mayoría pro independentista del Parlament de Cataluña se prepara para la Declaración Unilateral de la Independencia (DUI), prevista, de acuerdo a su propia hoja de ruta, para los próximos días.
(…) per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya
Parte del problema independentista es no saber o no querer aceptar la historia, a lo que lleva a creer que hay razones históricas que justifique la secesión, cuando no las hay. Cataluña no podría ser nunca, en principio, una república independiente ya que el artículo segundo de la Constitución española de 1978 dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Este artículo de la Constitución es el que transforma un referéndum secesionista en Cataluña, o en cualquier región de España, en un acto ilegal.
Hay que repasar la historia para entender un poco más. El primer hecho histórico relevante: el matrimonio de los Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla en 1469. En un acto de amor y conveniencia mutua se unen las dos coronas. Nadie puede negar el hecho de que a partir de ahí España emprendió un destino en común, tanto político, cultural como territorial. Este hecho, si no se hubiera consumado, y sin tomar en cuenta los sucesos posteriores, posiblemente permitiría dar algún crédito histórico a las ansias independentistas. Pero los dos regentes decidieron unir sus corazones y así encauzar, con razón y deseo propio, el destino común de todos sus habitantes, incluidos los catalanes, que son tan españoles como sus hermanos de Aragón, Valencia o Islas Baleares. A partir de aquí los catalanes fueron figuras centrales en el desarrollo de la España tal y como la conocemos hasta hoy. Nadie puede negar que algunos de los más célebres esclavistas de América eran catalanes, algo para avergonzarse por cierto, pero también hubo célebres políticos, militares, comerciantes y artistas catalanes que no sólo han ejercido influencia sino que han participado activamente en toda la historia moderna de España.
Me sumerjo en la cápsula del tiempo para viajar hasta 1714. Concretamente al 11 de Septiembre. Popularmente conocido como el Día de Cataluña o la Diada. Este día se festeja, o mejor dicho se conmemora, la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas de Felipe V, como broche casi final de la Guerra de Sucesión Española que enfrentó a los borbónicos y a los austracistas. La historia la escriben los ganadores, y nadie puede negar las consecuencias de este hecho: el actual rey Felipe VI es de la Casa de Borbón.
“Se fa saber á tots (…) que la deplorable infelicitat de esta ciutat, en què avui resideix la llibertat de tot lo Principat y de toda Espanya (…) pero com tot se confía, que tots com verdaders fills de la patria, amants de la llibertat, acudirán als llocs senyalats a fi de derramar gloriosament seva sang y vida, per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya”.
Vale recordar aquí la frase del gran prócer catalán, acuñado y mal interpretado por el independentismo, Rafael Casanova, quien al creer que su España se convertiría en el patio trasero de Francia, de triunfar los borbones en la Guerra de Sucesión al trono español, algo que el tiempo demostró lo contrario, escribió en la proclama antes de la capitulación de Barcelona: “Se hace saber a todos (…) que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España (…) pero como todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida, por su Rey -el otro rey-, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”. Para Casanova, el conjunto de España y el Principado (de Cataluña) eran sinónimos a defender ante el acecho del rey de origen francés.
En la cápsula del tiempo me trasladado a la historia más reciente. Se conoce como ‘La Guerra Civil’ a la desatada en 1936 que enfrentó al bando republicano (defensores de la Segunda República Española y el orden constitucional vigente), y el bando sublevado encabezados por Francisco Franco, quien luego de la victoria en 1939 inició una cruel dictadura que duraría hasta su muerte en 1975. Hay que reconocer que Barcelona fue un activo bastión republicano hasta el final del régimen franquista. En las manifestaciones independentistas siempre se cuelan algunas banderas de la Segunda República, lo que hace suponer que algunos catalanes aún reivindican el pasado republicano -que duró de 1931 a 1939 y siguió en el exilio-, y no se sienten representados por el orden constitucional y democrático que le siguió a la dictadura de Franco, con la figura de Su Majestad el Rey, Don Juan Carlos I, en aquel entonces, y su heredero Don Felipe VI en la actualidad.
Juan Carlos I asume, en 1975, el trono del reinstaurado Reino de España, y da comienzo al periodo conocido como la Transición hasta 1978, año que se aprueba la Constitución que aún está vigente. Curiosamente en Cataluña se produjo uno de los mayores apoyos de todas las regiones a la nueva Ley Fundamental con un 90,5% a favor del Sí. Sólo un 4,6% a favor del No, y una participación relativamente alta del 67,9%.
En 1980, el nacionalista catalán, fundador del partido Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) -hoy Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT)-, Jordi Pujol, es electo Presidente de la Generalitat. Gobernó Cataluña con la coalición Convergència i Unió (CiU) por 23 años de manera ininterrumpida. Recientemente salieron a la luz escandalosos hechos de corrupción que involucrarían a toda la familia Pujol-Ferrusola, y su primogénito fue condenado en Abril de 2017 a prisión incondicional. El actual Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont pertenece al PDeCAT, lo mismo que su predecesor Artur Mas, actualmente condenado e inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por organizar una consulta ilegal de independencia, conocida como 9-N, en Noviembre de 2014. Así mismo, desde 2015 hay una investigación en curso por el presunto cobro de comisiones del orden del 3% para la adjudicación de obras públicas, por lo que la corrupción pareciera estar a la orden del día en la política catalana contemporánea.
En el viaje transversal por la reciente historia moderna de España, he llegado al siglo XXI. Hubo de todo: monarquías absolutas, monarquías parlamentarias, repúblicas y dictaduras. Y aquí estamos en el año 2017 intentando encontrarle un justificativo histórico a la independencia de Cataluña. Claro que hay detalles que los he dejado pasar, por una cuestión de simplificación, pero quien quiera seguir insistiendo en una razón histórica y quiera seguir tirando del hilo, se podría trasladar indefinidamente para atrás y así podría encontrar una válida justificación histórica que daría la razón para que todos los países desarrollados del mundo vuelvan a vivir en tribus autóctonas, algo muy lejano al concepto de globalización y al ideario fundacional de la Unión Europea.
La historia es implacable con los argumentos independentistas, y por esa razón no habría que seguir buscando ahí las respuestas a la solución al conflicto, sino abocarse exclusivamente al diálogo político entre las partes que defienden la democracia y el Estado de derecho, que por fortuna son apoyadas por la mayoría del pueblo catalán.
El desenlace
Se barajan varios escenarios. El primero y más inmediato es la Declaración Unilateral de la Independencia. Es el siguiente paso en la hoja de ruta independentista. Este podría ser el mayor error que pudiera cometer el actual gobierno de la Generalitat, aunque a estas alturas es posible que se encuentre entre la espada y la pared, sin margen para volver atrás. Aquí el Estado desplegaría todo su arsenal para proteger la unidad de España. Es el escenario menos deseado, incluso hace algunos años el menos imaginado, pero, de acuerdo a las últimas informaciones, el más probable.
El opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y su brazo regional el PSC, proponen abrir el diálogo hacia una reforma constitucional. Aunque es una posibilidad, es improbable que esto resuelva la cuestión de fondo en cuanto a la proclama independentista. El artículo segundo de la Constitución fue redactado con un claro sentido, y aunque se puede dotar a las regiones de aún mayor autonomía desde la misma carta magna, es improbable que se incluya la denominación de “Nación de Naciones”, como propone el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ya que en principio supone una gran contradicción jurídica, y puede dar lugar a interpretaciones que podrían envalentonar nuevamente al independentismo en algún futuro.
Ciudadanos, el tercer partido de la oposición, que le ha dado el apoyo al conservador Partido Popular (PP) para el segundo mandato del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, propone algo más pragmático y factible: invocar cuanto antes el artículo 155 de la Constitución, que suspende la autonomía de la región, con el fin de convocar a elecciones al Parlament de Cataluña. A nivel regional, Ciutadans fue el partido más votado de la oposición en las elecciones autonómicas de 2015 y estaría en condiciones de liderar una coalición, con el apoyo de los demás partidos no independentistas, para hacerse del control del Govern de la Generalitat, hoy en manos independentistas y que han cerrado todo diálogo a cualquier alternativa que no sea la secesión del conjunto de España.
Como he intentado explicar, las razones históricas para una independencia son tan injustificadas como las razones políticas o económicas, entendiendo que éstas últimas, si las hubiere, se deberían resolver con diálogo político, como probablemente se termine resolviendo. Quisiera descartar que existan razones de índole egoístas que sean las que están promoviendo este movimiento independentista. Cataluña históricamente pregonó la solidaridad dentro del conjunto de España, y es algo que los catalanes deberían defender con gran orgullo, y no permitir que algunos oportunistas de pacotilla tiren por la borda todo lo que han logrado y defendido como sociedad a lo largo de su historia.
Así mismo, aunque una hipotética mayoría popular -que hoy no existe- decidiera independizarse, sea en Cataluña o cualquier región de España, no tendría ningún tipo de ‘derecho a decidir’, puesto que la Nación española, de acuerdo a la Constitución, es de todos los españoles, por lo que cualquier decisión al respecto incumbe al conjunto de la sociedad española, y no sólo a una parte.
En el corto plazo se avizoran elecciones anticipadas en Cataluña, ya que los actuales líderes, de no concretarse la independencia, es probable que salgan muy debilitados y sin lugar a dudas tendrán que rendir cuentas ante la justicia. La previsible desintegración de la coalición Junts pel Sí (PDeCAT-ERC) y CUP, ante el fracaso independentista, y los múltiples casos de corrupción, ayudaría a Ciutadans a posicionarse como una alternativa de cambio. En el mediano plazo se podría plantear una reforma constitucional que logre seducir al ala blanda del independentismo -con mayor autonomía fiscal y reconocimiento desde la misma Constitución-, a través de la posible creación de un Estado Federal, como propone desde hace unos años el PSOE. Esto podría ser el principio de la solución a un conflicto que de no resolverse puede acarrear graves consecuencias para el desarrollo económico de Cataluña y el conjunto de España. Europa ya ha advertido en reiteradas oportunidades que es una cuestión que deben de resolver el conjunto de los españoles, y no apoyaría ningún acto contrario a la Constitución que podría desencadenar conflictos territoriales, incluso en otras regiones de Europa, e incentivar nacionalismos y populismos retrógradas.
Vídeo en El País, 10 de Octubre de 2017
Artículo en El País, 11 de Octubre de 2017
Artículo en La Vanguardia, 20 de Octubre de 2017
Vídeo en El País, 20 de Octubre de 2017
Vídeo en El País, 2 de Marzo de 2018
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merianmicom · 5 years ago
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España_El PSOE quiere suprimir de la Constitución "la indisoluble unidad de la nación española" Para esquivar el choque entre quienes defienden que Cataluña es una nación y quienes lo niegan, los socialistas han optado por la ambigüedad en su oferta electoral, donde pueden limitarse a retocar el artículo 2 de la Constitución suprimiendo de él términos como "la indisoluble unidad de la nación española".Para empezar, este peligroso sujeto, nos quitará la cartera y luego añorando a Largo Caballero, querrá borrar España del mapa, un antiespañol que se le ha parado el reloj en el año 1934. ¿ Este sujeto es el que salió con una bandera enorme de España hace poco? Es más falso que un euro de madera. .!!!
España_El PSOE quiere suprimir de la Constitución “la indisoluble unidad de la nación española” Para esquivar el choque entre quienes defienden que Cataluña es una nación y quienes lo niegan, los socialistas han optado por la ambigüedad en su oferta electoral, donde pueden limitarse a retocar el artículo 2 de la Constitución suprimiendo de él términos como “la indisoluble unidad de la nación española”.Para empezar, este peligroso sujeto, nos quitará la cartera y luego añorando a Largo Caballero, querrá borrar España del mapa, un antiespañol que se le ha parado el reloj en el año 1934. ¿ Este sujeto es el que salió con una bandera enorme de España hace poco? Es más falso que un euro de madera. .!!!
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generaldavila · 1 year ago
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NO EN MI NOMBRE: YO EL REY. Rafael Dávila Álvarez
Partamos del artículo 99 de la Constitución: Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno. ¿Y? Claro que ante la…
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kiro-anarka · 7 years ago
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Tras el Tejerazo del 1.981, en el que los líderes políticos confinados en el Congreso fueron “invitados” a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el status quo (establishment) asociado al sistema monárquico (Juancarlismo) , al sistema político bipartidista ( implantación de las listas cerradas y de la Ley D´Hont) y a la defensa de la “unidad indisoluble de la nación española” asistimos a la aparición en el Estado español de un escenario distópico. El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas antidemocráticos, donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual e incluso, en nombre de la sacro-santa seguridad del Estado, a eliminar el principio de inviolabilidad ( habeas corpus) de las personas, síntomas todos ellos de una posterior
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saberessinfronteras · 7 years ago
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Sobre el problema Cataluña-España
See on Scoop.it - Saberes en Política
 Javier Segura Profesor de Historia. Blog: javisegura.es
La aprobación en el Parlament de Catalunya de la ley para convocar un referéndum el próximo 1 de octubre, con el fin de que la ciudadanía decida si Catalunya ha de convertirse o no en un estado independiente, y de la Ley de Transitoriedad, que regula la transición hacia la nueva república catalana, constituye un hito histórico-político que sitúa claramente el proceso impulsado en Cataluña en favor del “derecho a decidir” en un punto de no-retorno. Que el Gobierno de Mariano Rajoy asocie la convocatoria  con un “acto ilegal” o un “golpe a la democracia” y responda, en “su línea”, con coacciones y represión no hace más que reforzar, en la práctica, la irreversibilidad del proceso.
La clave de la actual movilización en pro del referendum está en la impugnación en 2010 por el Tribunal Constitucional, a instancias del  Partido Popular, del Estatuto de Catalunya de 2006, aprobado por los parlamentos catalán y español y refrendado por el 74% de los votantes de Catalunya. Esta sentencia implicaba claramente la desautorización de los parlamentos español y catalán, la usurpación de la palabra a la ciudadanía catalana y la estimación de la consulta popular celebrada el 29 de Noviembre de 2014, en la que 1 millón 800 mil personas votaron a favor de la independencia de Catalunya, como un delito. Así, el papel de la alta institución, como garante de las libertades democráticas, quedó fuertemente cuestionado.
Más allá de la citada sentencia, la disputa en torno al referendum expresa un conflicto, aún más profundo, de índole política y territorial. Dicho conflicto deriva del carácter excluyente que para el derecho a la autodeterminación en el interior del Estado tiene el principio constitucional  de la “indisoluble unidad de la nación española” (Artículo 2 de la Constitución española). Es el principio continuamente invocado,  como precepto legal inamovible, para condenar el referendum. Sin embargo, la legitimidad del mismo puede ser claramente cuestionada si se atiende a lo que Jordi Solé Tura, nada menos que uno de los “padres” de la Constitución, desveló en su ensayo “Nacionalidades y nacionalismos en España, publicado en 1985, una revelación tan acreditada hoy por los historiadores “no oficialistas” de la Transición (Xacobe Bastida, Xavier Casals, Gregorio Morán…), como silenciada por el  relato oficial.
Gracias a este ensayo, hoy sabemos que  la redacción actual del artículo 2 de la Constitución española no surgió de la libre contraposición de ideas en las Cortes Constituyentes, sino de una decisión adoptada fuera del Parlamento e impuesta a los representantes legítimos de la soberanía popular. Fue a través de una nota procedente de La Moncloa que recibió Jordi Solé Tura, entonces en la presidencia de la Comisión constitucional. Esta intromisión supuso un cambio sustancial en la redacción final del artículo. En efecto, los borradores iniciales del mismo no mencionaban la “nación española” ni, mucho menos, la “patria común e indivisible de todos los españoles”. En su lugar citaban  al Estado o a España y entendían el concepto de “nacionalidad” como sinónimo de “nación”, lo que dejaba la puerta abierta a toda forma interna de autogobierno.  Sin embargo, la redacción final, que reproducía casi textualmente el texto llegado desde La Moncloa, en el que la nacionalidad quedaba devaluada al subordinarse a la nación indivisible, excluyó esta posiblidad.
Ésta fue, en todo momento, la posición de Alianza Popular (AP), el partido fundado por Manuel Fraga, núcleo del actual PP. Si tenemos en cuenta que en aquellos momentos AP se situaba en los márgenes del consenso constitucional por su concepción unionista de España, resulta difícil no inferir que esta imposición no podía proceder más que de la jerarquía militar. De ahí, que la legitimidad atribuida, de manera incuestionable, al artículo 2 de la Constitución carezca de un fundamento sólido. En realidad, el artículo fue el resultado del triunfo del nacionalismo conservador español, hoy representado por el PP y Ciudadanos, que identifica la nación española con una realidad heredada, independiente de la voluntad popular, sobre el “nacionalismo cívico”, que la concibe como la asociación libre de los habitantes de un territorio, dotados de derechos y, por tanto, de soberanía.
En conclusión: El proceso actual en favor del “derecho a decidir” en Cataluña ha surgido de una amplia demanda social, visible en las movilizaciones populares de los últimos años. La incorporación al movimiento de la derecha nacionalista catalana a través del Partido Democrático de Cataluña (antigua Convergencia), integrante de la coalición gubernamental Junts Pel Si, ha sido posterior (1). Acudir a la retórica de la amenaza a la integridad de España para neutralizar este impulso es ridículo. Lo cierto es que, hoy por hoy, estas aspiraciones soberanistas no tienen acomodo en la Constitución española. Ésta, al asignar la titularidad única de la soberanía a un único pueblo español, articular la cuestión nacional de España en torno a la unidad de la nación, no del Estado, y restringir lo nacional a la autonomía, veta la posibilidad de ejercer el derecho a decidir sobre la autodeterminación por otra vía que no sea la de la insumisión o la reforma constitucional.
No hay nación más sólida que la que se basa en el consenso cívico y la justicia social. He ahí el que debiera ser punto de partida.
NOTAS (1) Véase mi artículo “Nacionalismo y democracia. El proces catalán”
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iniciativadebate · 7 years ago
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La Constitución que certificó el fin del Estado social Rosa María Artal | El Diario | 05/12/2017 Se diría que la Constitución española tiene un único artículo, el 2, cuando dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.
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lomonpla · 7 years ago
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RT @guardiacivil: Art. 2 "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles..." #DíaDeLaConstitución https://t.co/xM4dkWtWxx
Art. 2 "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles..."#DíaDeLaConstitución http://pic.twitter.com/xM4dkWtWxx
— Guardia Civil (@guardiacivil) December 6, 2017
via Twitter https://twitter.com/Lomonpla December 06, 2017 at 12:18PM
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pedromogna-blog · 7 years ago
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TULIO ÁLVAREZ @tulioalvarez  | La cuestión catalana
TULIO ÁLVAREZ @tulioalvarez  | La cuestión catalana
5-9-2017
El próximo 1º de octubre, el gobierno autónomo de Cataluña pretende realizar un referéndum vinculante que defina la independencia inmediata de la región. Sin embargo, la Constitución de 1978 establece en su artículo 2 que el orden constitucional español se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza…
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