#ya volviste
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#notas#citas#notas tristes#necesito desahogarme#tristeza#notas personales#this is not the end?#pensamientos#no se que pensar#y no se que hacer#no se que hago con mi vida#no se que estoy haciendo#no se que hacer#depresión#eres tu de nuevo?#crei#haberte superado#ya volviste#debería dejarte fluir#o solo#hacer algo?#no lo se#this is depressing#depressing shit#depressiv#me siento triste#dias tristes
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Holaa Yu💚
Paso a mostrarte el pan que hice ayer (sin gluten, obvio) en honor a Sally y Percy Jackson 💙🌊
Estaba al pedo y se me ocurrió ponerle colorante azul porque 1) soy le unique que lo come y 2) why not?
Veredicto final: muy bueno 💯 ni se siente el colorante y a Hele y mi mamá les dió gracia la idea 🤗
También hice masitas de limón y budín de remolacha (porque o hago de todo o no hago nada ajaja).
¿Vos qué tal? ¿Cuál fue la última cosa que cocinaste? Espero que la búsqueda de trabajo esté yendo mejor y no sea tan estresante 🙌💛
Autuuuumn💚
AMÉ😍 Me encanta mal, buenísima la idea y quedó re fachero!! Que rico las masitas de limón lpm y te tengo que juzgar por el budín, whyyyy?? La repostería con verduras no es lo mio, sorry 😔 Qué onda, sabe a remolacha??
Lo último que cociné fue un budín de limón pero se ve que la harina o los dioses me odiaron porque quedó como apelmazado y crudo! Seguí todos los pasos como siempre pero bue, vete a saber. Lo traté de salvar pero no lo logré T-T
Gracias queride💚 Lamentablemente la búsqueda de laburo va como la verga y me acaban de bochar de un final so una desgracia todo jeee
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@pollopom
Aircee comission I got from Pollo_pom on twitter!! Aren't they lovely? I love it so much! 💕💕💕💕
Go check her other art as well! (Links in the notes)
#ya que volviste#muchas gracias chikibeibi las amo las miro todos los días#transformers#arcee#aileron#idw1#aircee
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28/082023.
Hoy te dejo ir.
En el horizonte del tiempo, ha llegado el instante en que nuestras sendas se han separado irrevocablemente. Como un ave en vuelo, ha debido concederte la libertad de volar alto.
Juntos hemos abrazado la plenitud de la alegría y la melancolía. Hemos compartido tanto las glorias como las derrotas, y por todo ello, mi corazón se colma de gratitud hacia tu ser.
Me acostumbraré a estar sin vos, a ya no pensarte, a ya no buscarte, a ya no sentirte. Pero no me iré sin antes expresar mi agradecimiento, por lo bueno y lo malo. Y al fin entender que fuiste una etapa, fuiste el amor de una parte de mi vida, tal vez así tenía que terminar. Pero como él pasado fue presente, sí fuiste el amor de mi vida.
Éramos dos almas fragmentadas, entrelazando los pedazos de nuestros corazones, quebrantados en un ballet de vulnerabilidad.
Que despedida más triste despedirse, de vos que volviste a abrir mis alas, que tomaste mis miedos por la cintura, y me hiciste volver a entregarme a vos, como quien no le teme a la muerte, como quien besa al infierno.
Dónde quiere que te encontrés, anhelo fervientemente que la vida te sonría en cada paso. Permitime expresar con la mayor intensidad que te quise más allá de las palabras. Incluso a veces, no sabía cómo usarlas para expresar todo mi sentir, pues se quedaban cortas a la magnitud del sentimiento. Amor que brotaba por todo mi ser.
Deseo que en el rincón donde el destino te lleve, encontrés prosperidad y dicha en cada amanecer. Mis más profundos deseos te acompañan siempre, allá donde el universo te guíe, porque siempre, eternamente, permanecerás en un rincón de mi corazón.
Una parte de vos estará siempre en mí, y estoy agradecida por eso.
Y si pudiera desear algo, sería que supieras que eso sigo pensando.
Beschadyeska
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Tiempo - Enzo Vogrincic
+18! SoftDom!Enzo. Age gap, creampie, (posible) dacrifilia, dirty talk, fingering, (breves descripciones de) girly!reader, innocence kink (implícito), sexo oral, sexo sin protección. Uso de español rioplatense (y mucho texto, sorry).
Enzo recuerda la primera vez que te vio.
Llevaba ya un tiempo preguntándose quién había ocupado el departamento que dejó cuando terminó su última relación e intentando a su vez sepultar el pensamiento para no recordar nada que tuviera que ver con aquellos momentos, pero luego comprendió que su curiosidad poco tenía que ver con los fantasmas que creía ver en el edificio al que regresó.
Era la tarde de un aburrido sábado y él deambulaba por el corredor con su cámara en las manos, intentando encontrar el ángulo perfecto para capturar la luz del sol iluminando su puerta. Entre tantos viajes decidió recostarse sobre las cerámicas de su hogar, perdiéndose en la oscuridad y conteniendo la respiración hasta que la imagen que vio a través del lente logró convencerlo.
Tus zapatos arruinaron la fotografía.
Se apartó de la cámara con una expresión de disgusto dibujándose en su rostro y un sonido mitad frustración-mitad enojo dejando sus labios, aunque dichas emociones se esfumaron cuando alzó la vista y encontró tus ojos observándolo desde la puerta. Se reincorporó y permaneció sobre sus rodillas, con una extraña sensación recorriéndolo al mirarte.
-Hola.
-Hola- le sonreíste-. Enzo, ¿no?
-Sí. ¿Vos sos…?
Te presentaste con cierta timidez, confesando que sólo te detuviste porque te asustó ver la puerta abierta y aclarando también que en el tiempo que llevabas allí jamás habías tenido oportunidad de presenciar tal fenómeno. Se declaró culpable con una sonrisa y abandonó su posición.
-Vos vivías ahí, ¿no?- señalaste tu puerta y él asintió-. ¿Y por qué volviste?
Cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un gesto de indiferencia.
-Me gusta este lugar. Y tengo muchos recuerdos con mis gatos.
-Menos la lámpara- arqueó una ceja-. Una lámpara con rasguños, ¿la querés…?
-Era mía- apretó los labios-. Pero no, no la quiero, gracias.
-Bueno…- dijiste, alejándote lentamente de su puerta-. Fue un gusto.
Pero él no podía permitir que te fueras.
-¿Te molesta si subo la foto…? Te puedo etiquetar.
Y de pronto no había lugar en el que no se encontraran… Ya fuera en el parque a medio kilómetro de distancia o la vieja tienda de libros en el centro de la ciudad, sus caminos se entrelazaban y siempre emprendían juntos el regreso a casa. En alguna que otra ocasión se detenían a comprar alguna bebida –un simple espresso para Enzo y para vos una bebida con nombre e ingredientes que él no podría pronunciar-, flores o sólo para acariciar gatos del barrio.
Los no-tan-breves intercambios durante las caminatas se convirtieron en charlas interminables que tenían lugar en su cocina o en tu sala de estar. Allí Enzo descubrió por fin el misterio de la playlist que reproducías todos los sábados por las noches, el nombre de las canciones que no lograba encontrar y por qué decidiste no colocar tu apellido en el timbre de la entrada, entre otros detalles con los que completó el puzzle que era para él tu persona.
Recuerda también el día en que pediste su ayuda para decidir cómo decorar la sala para tu cumpleaños, comentándole que organizarías una pequeña reunión con tus amigas e invitándolo a acompañarte luego de preguntar por su agenda. Observó por un largo rato los productos que le señalabas en la pantalla de tu laptop y luego recordó preguntar:
-¿Y cuántos años cumplís?
-Veintidós… ¿De qué te reís?
-Dale- insistió entre risas-. Decime.
-Veintidós, Enzo.
Su sonrisa se esfumó y se desplomó contra los cojines del sofá, notando en ese entonces que sus jeans rozaban tus muslos. No pareciste notar su reacción o decidiste ignorarla, pero poco podía importarle aquello cuando la voz en su cabeza gritaba que había cometido un error. Cuando se despidió besó tu mejilla con cierta reticencia e hizo un esfuerzo para no voltear antes de cerrar su puerta.
Aquella noche lo encontró en vela. Contó ovejas hasta aburrirse, el té caliente que debía ayudar quemó su lengua y ningún programa en la televisión llamaba su atención el tiempo suficiente; releyó conversaciones, fingió tener la intención de borrar todas tus fotos y tu contacto, juró romper las notitas que dejaste cuando regaste sus plantas durante su último viaje. Gritó y maldijo contra la almohada a sabiendas de que no sería capaz de hacer esas cosas.
Pensó en todas las señales que pasó por alto: algunas de tus prendas y los moños en el cabello, los cuales creyó parte de la reciente y creciente aceptación de la feminidad, las bromas y referencias que no comprendiste, parte del contenido que consumías en redes y que habías compartido con él. Sin ir más lejos, había visto la forma en que interactuabas con otros habitantes del edificio o cómo huías descaradamente (cosa que él envidiaba) para evitarlos.
Todas las mañanas al despertar juraba frente al espejo que era el último día, que pondría fin a lo-que-fuera que estaban haciendo con vos y que era la decisión más sensata para protegerte… Pero entonces recibía un mensaje tuyo deseándole un buen día o te veía regando tus plantas, todavía en pijama y un tanto despeinada, y decidía que podía permitirse unas últimas veinticuatro horas disfrutando de tu compañía.
Fue en una de esas tardes que acabaste sobre su regazo mientras él guiaba tus movimientos. Sólo unas capas de tela separaban tu piel de la suya y eso fue probablemente lo único que pudo lograr que se detuviera a tiempo… Bueno, eso y el hecho de que horas atrás le habías enseñado una página donde se apreciaban fotografías tomadas de tu cuenta de Instagram y el artículo que regalaba detalles sobre tu vida.
Con sus manos aún sobre tu cadera, tal vez un poco más por debajo de lo aceptable, Enzo te obligó a detenerte y fingió no notar el hilo de saliva que conectaba sus labios con los tuyos. Tu respiración era agitada, tus párpados parecían pesar con los vestigios del placer que te arrebató y podía ver tus pezones erectos a través del adorable top floreado que llevabas puesto, pero por muy tentadora que fuera la imagen no podía permitir que cometieran una equivocación.
Acomodaste tu cabello, nerviosa.
-¿Hice algo…?
-No- se apresuró a contestar y besó tu mejilla-. Pero no podemos.
Un sonido dejó tu garganta y tus labios fueron incapaces de contenerlo. Cuando te arrojaste sobre el sofá abrazaste tus piernas, ignorando que la posición había desacomodado tu ropa y dejaba al descubierto tu lencería humedecida. Enzo apartó la mirada y tomó un par de respiraciones profundas, su mano acariciando tu tobillo para ofrecerte consuelo.
-¿Por qué?
-Porque sos muy chica para mí.
-¿De verdad importa?- asintió-. Es que pensé… No pensé que podía gustarte.
-Y yo no pensé que eras diez años menor.
-Nueve- corregiste-. ¿Y entonces...? ¿Por qué estábamos…?
-Porque soy un imbécil.
-Y… sí.
-Creo que tendríamos que… no sé, evitar vernos por un tiempo- lo miraste confundida y él señaló tu celular-. Si te ven conmigo van a hacer y decir esas cosas, es así. Perdón.
-Pero acá no nos ven- intentaste razonar con él.
-Los vecinos sí.
Ambos comprendieron en ese momento lo que significaba evitar verse por un tiempo. Tu labio inferior temblaba mientras hacías un esfuerzo para contener el llanto y cuando Enzo se estiró para acariciar tu mejilla apartaste su mano, te pusiste de pie y te dirigiste hacia la entrada.
-Andate- te aclaraste la garganta-. Andate, Enzo.
Abandonó tu hogar sin atreverse a mirarte a los ojos y la mañana siguiente no se acercó para dejarte la copia de sus llaves ni para reclamar la manta que había caído en tu sofá durante su visita el día anterior. Dejó el edificio con prisas, temiendo que ante el mínimo retraso ambos pudieran encontrarse y él se viera obligado a pensar todavía más en todo lo que hizo mal.
Jamás se había sentido tan ansioso en un avión… Por lo menos no en uno real.
Se arrepintió en ese momento y durante una semana sus conocidos parecieron tratarlo como si fuera un frágil adorno de cristal, aunque no lograba comprender si se debía al evidente estado anímico que arrastraba junto con su maleta o al mal genio que dejaba entrever cuando todas las entrevistas y eventos diarios comenzaban a abrumarlo.
En algún momento comenzó a sentir que había cometido un crimen.
Empeoró cuando lo bloqueaste en todas tus redes. Y cuando los periodistas no dejaban de preguntar si estaba soltero, si tenía novia, si podían saber tu nombre; cuando alguien difundió fotografías que habías subido a tus historias luego de que configuraras tu cuenta como privada, cuando notaron que la lámpara en tu sala era la misma que se apreciaba en viejas publicaciones en su feed, cuando señalaron que tu sala era también la misma sala que él posteó en ocasiones.
Se arrepintió entonces, por supuesto que se arrepintió. Y también se arrepiente ahora, aunque no puede precisar si su arrepentimiento es producto de haberte arrastrado al circo mediático que lo rodea o si se debe a la distancia que los separa. Tampoco sabe qué duele más.
El taxi se detiene en la puerta del edificio y al bajarse lo sorprende el característico sonido del cristal haciéndose pedazos bajo sus pies. Se aparta rápidamente y observa la lámpara destrozada en la acera durante unos segundos, sus ojos ardiendo cuando finge que chequea las suelas de sus zapatillas en caso de que el dolor que siente provenga de una herida.
Arrastra su cuerpo hasta entrar en el elevador y presiona el botón. Odiaría quedarse atrapado o sentirse encerrado como sucedió en el avión, pero está demasiado cansado y prefiere evitar el tramo de escaleras. Toma una respiración profunda antes de abandonar las paredes metálicas y se apresura hacia su puerta, sus manos temblando mientras introduce la llave en la cerradura.
Suelta su maleta de inmediato cuando nota las hojas marchitas de las plantas en su sala, el único sobreviviente de su ausencia siendo el cactus que dejaste allí la última vez que lo visitaste. Pasa una mano por su rostro antes de abrir las puertas del balcón, las ventanas de su habitación y por último las de la cocina, las cuales permiten que a sus oídos llegue la música que suena en tu departamento.
Revisa el calendario. Recuerda la foto de tus zapatos. Respira.
El reloj da las nueve cuando alguien toca tu puerta. Estás sola con tus pensamientos hace horas y te parece un tanto extraño ya que tus amigas te habrían enviado un mensaje en caso de haberse olvidado alguna de sus pertenencias, pero de todas formas echás un rápido vistazo a la cocina y la sala en busca de cualquier objeto que reconozcas como ajeno.
Cuando abrís la puerta te encontrás con Enzo esperando del otro lado, un ramo de flores en una mano y un regalo mal envuelto bajo el brazo: permanecés inmóvil a la espera de una explicación lógica a su presencia y él, que no deja de mirarte a los ojos, contiene la respiración preparado para que lo eches. Te hacés a un lado para dejarlo pasar.
-Esos son regalos para mí, ¿no? Porque si no me trajiste un regalo te tenés que ir.
El tono pasivo-agresivo de tu broma lo obliga a tragarse su risa y se planta en medio de tu sala.
-Te tengo que pedir perdón.
-En eso estamos de acuerdo- cruzás tus brazos sobre tu pecho-. ¿Y por qué, exactamente?
-Por todo.
Tomás asiento en el sofá y Enzo ocupa el otro extremo, manteniendo cierta distancia que para ambos resulta abismal. Coloca el ramo de flores sobre la mesita de café y también la caja, luego pasa sus manos por su pantalón una y otra vez, nervioso e inquieto como jamás lo habías visto. Te gustaría poder consolarlo pero aún te sentís herida y tu corazón latiendo en tus oídos no te permite pensar con claridad.
-Sé más específico.
-Primero me gustaría pedirte perdón por lo de tus fotos.
-No es tu culpa- negás-. De verdad, no sos responsable.
-Entonces te quiero pedir perdón por haber sido un pelotudo…- acorta la distancia entre ambos-. Sé que lo que hice estuvo muy mal, tendría que haberme quedado para que pudiéramos hablar bien y no tendría que haberme ido sin despedirme o prometer que íbamos a aclararlo cuando volviera. Seguro estás enojada y tenés todo el derecho del mundo, pero te pido que me dejes explicarte.
Suspirás y hacés un gesto para que te dé un momento. Buscás refugio en la cocina para ocultar tus lágrimas y deshacerte de la horrible sensación de opresión en tu pecho, colocando un par de cupcakes en unos pequeños platos de porcelana pintada que recibiste por la tarde. Estás a punto de voltear para regresar a la sala, pero la presencia de Enzo a tus espaldas es evidente.
-Perdón- susurra, tomando ambos platos para dejarlos sobre el mármol y poder sostener tus manos-. Sé que dije que sos muy chica para mí, pero sólo lo dije porque no me gustaría que en algún momento…
-¿Qué?
-No me gustaría que dejes de ser como sos sólo para encajar conmigo, que te pierdas de esas experiencias que yo ya viví, no me gustaría que la gente nos mire y piense “Ah, sí, ahí van Enzo y la nena”, no…
-No sos como DiCaprio, Enzo- te liberás de su agarre-. ¿De verdad te importa tanto lo que piensen los demás? Porque yo juraría que normalmente no sos así.
-¿Vos leíste todo lo que dijeron sobre nosotros? Tenés que entender.
-¿Entender qué…? ¿Por qué creés que hacíamos algo incorrecto?
-Porque yo ya sé muchas cosas que a vos te faltan aprender.
-Podés enseñarme- apoyás las manos en su pecho y sentís que tiembla bajo tus dedos-. Me dijiste todo lo que no te gustaría, ¿por qué ahora no me decís lo que sí te gusta?
Toma tu mano y besa tus nudillos.
-Me gustás vos, pero no sé si te merezco- cubre de besos tu palma antes de llevarla a su mejilla-. Perdón, chiquita, te juro que voy a encontrar la manera de…
-Podemos seguir donde nos quedamos- sugerís. Tus mejillas arden.
Enzo rodea tu cintura con sus manos y sus pulgares trazan figuras sobre tu ropa.
-¿Estás segura?- asentís.
Ataca tus labios con una delicadeza brutal, su desesperación evidente en los gemidos que dejan su garganta y en la urgencia con la que comienza a frotarse contra tu abdomen; entre besos y roces toma tu muñeca y te arrastra en dirección a tu habitación, deteniéndose sólo al ver su manta en tu cama deshecha. Cuando evitás su mirada toma tu mentón entre sus dedos.
-No te voy a dejar sola nunca más- besa tu frente-. Nunca.
Te ayuda a recostarte en la cama y se posiciona sobre tu cuerpo con cuidado. Comienza a besarte, su mano acariciando tu cintura con movimientos suaves que le permiten estudiar tus reacciones y sus labios delineando tu mandíbula, tu cuello y tus clavículas hasta hacerte estremecer.
Se aleja por un segundo para observar tu expresión y se siente casi orgulloso del efecto que tienen en vos sus besos. Vuelve a acercarse a tu boca y tus brazos rodean su cuello para acortar toda distancia entre sus cuerpos, tus piernas abrazando su cintura para poder sentir la evidencia de su excitación contra tu centro. Comienza a rozarte por sobre la ropa y se deleita al oír tus gemidos, tímidos al principio y desesperados con el pasar de los minutos.
-¿Puedo?- pregunta al deslizar sus dedos entre la cintura de tu pantalón y tu piel. Asentís-. Necesito palabras.
-Sí, sí podés.
-Muy bien- te sonríe y tira de la prenda hasta lograr deshacerse de ella. Observa los tiernos detalles de tu ropa interior pero lo que más llama su atención es la mancha de humedad en el centro. Comienza a deslizar sus dedos sobre la tela y jadeás-. ¿Querés que te toque?
-Sí.
Es adictiva la manera en que reaccionás a sus caricias y se siente casi cruel al preguntar:
-¿Dónde?
Cerrás los ojos, avergonzada, y presiona sobre tu entrada aún cubierta.
-Ahí.
-¿Acá?- repite el movimiento y gemís. Se acerca a tu rostro y besa tus labios-. Perdón, bebé, es que sos muy linda…
El temblor que te recorre hace que se apiade y te despoja de la última prenda que lo separa de tu intimidad. Se arroja sobre el colchón y besa tus muslos con algo similar a la devoción mientras te observa desde su lugar tal como lo hizo la tarde en que se conocieron. Arrastra sus labios sobre tu piel hasta acercarse peligrosamente a tus pliegues y tu entrada brillante.
El primer beso te hace gritar y mientras sus labios te recorren de arriba abajo Enzo aparta la mano que cubre tu boca. Su lengua caliente y experta juega con tu entrada, se introduce en ella y realiza pequeños movimientos hasta sentir que tus dedos se enredan en su cabello para acercarlo aún más, alejarlo y también guiarlo en busca de más placer.
Las yemas de sus dedos recogen tu excitación y frota tus pliegues para lubricarlos. Cuando se detiene brevemente sobre tu clítoris para dibujar círculos estos arrancan un sinfín de sonidos incomprensibles de tus labios y Enzo sonríe complacido contra tu piel ardiente.
Introduce un dedo muy, muy lentamente en tu interior y suspira cuando siente tus paredes contrayéndose hasta prácticamente succionar el dígito en tu interior: gira su muñeca y curva su dedo hasta hallar tu punto dulce, obteniendo un gemido casi pornográfico como recompensa.
Comienza a abusar de tu sensibilidad y no decide si prefiere ver la forma en que te retorcés sobre las sábanas o tus fluidos haciendo brillar tu piel y deslizándose hasta manchar su manta. Intenta obtener algo de fricción, frotándose desesperado contra el colchón y capturando tu clítoris entre sus labios para acallar sus propios gemidos.
Desliza en tu interior otro dedo y te oye quejarte segundo cuando tus paredes oponen resistencia, pero pronto tus gemidos cobran más y más intensidad y movés tu cadera para encontrar sus movimientos. Otro dedo le sigue y cuando sollozás Enzo se pregunta cuántas noches pasaste tocándote en soledad, tus manos incapaces de darte el placer que él logra brindarte en este momento.
Una serie de balbuceos -entre los cuales cree distinguir su nombre- son la única advertencia que ofrecés antes de alcanzar un orgasmo que arquea tu espalda y provoca que arañes las sábanas al intentar aferrarte de algo que te ayude a tolerar el placer. Enzo prolonga tu orgasmo hasta sentir que los espasmos dejan de sacudir tu cuerpo y ver que tu respiración agitada se regula.
Se recuesta a tu lado para poder apreciar tu rostro de cerca y besa tu mejilla.
-Feliz cumpleaños- dice contra tu piel-. ¿Querés más?
-Todo- asentís-. Quiero…
Se deja caer contra la almohada.
-Si lo hacés no voy a aguantar- lamenta-. Pero…
-Sí- te apresurás a decir-. ¿Y puedo intentar más tarde?
Besa la comisura de tus labios y emite un sonido de afirmación.
Se desnuda bajo tu atenta mirada y regresa a su lugar entre tus piernas. Descansa su peso sobre un brazo y acaricia su miembro, jugando con su punta brillante y suspirando sobre tu cuerpo sólo para tentarte más. Juega con tu clítoris, se desliza entre tus pliegues y te hace delirar posándose sobre tu entrada una y otra vez.
-¿Segura?
-Segura- acariciás su mejilla.
Aunque el ardor de la penetración te resulta placentero esto no evita que un par de lágrimas se deslicen por tus mejillas cuando agachás la mirada para ver la escena entre tus piernas. Enzo es grande y las venas que lo recorren parecen gritar pidiendo que tus dedos las acaricien, pero tus manos acaban sobre su pecho desnudo y tus uñas dejan marcas en su piel al sentir que alcanza los lugares más profundos en tu interior.
-Enzo…- temblás y su pulgar comienza a dibujar círculos en tu clítoris para calmarte.
-Ya sé, bebé, ya sé…
-Más, por favor.
Mueve sus caderas con suavidad para no herirte y arroja la cabeza hacia atrás, incapaz de contenerse ante el placer que siente y esforzándose por no perder el control. Abandona tu interior hasta que sólo la punta permanece dentro de tu cuerpo, que suplica contrayéndose deliciosamente, y cuando vuelve a introducirse lo hace de una sola estocada.
-Más, Enzo, más.
Acelera el ritmo y jura que podría morir en esa posición, con tu calidez abrazándolo y tus gritos opacando cualquier sonido que pudiera llegar a sus oídos. Se deja caer sobre sus codos y busca tus labios, embargado por la necesidad de besarte hasta olvidar cualquier pensamiento que no seas vos.
Su mano se desliza bajo tu camiseta hasta llegar a uno de tus pechos, masajeándolo y girando tu pezón entre sus dedos hasta que tus dientes muerden su labio inferior. Rompe el beso para poder observar las expresiones que transforman tu rostro cuando comienza a profundizar sus movimientos, el vaivén de sus caderas permitiendo que su pelvis estimule también tu clítoris.
-Ahí...
-¿Sí, acá te gusta?- la pregunta es casi retórica. Sin esperar confirmación comienza a atacarte con embestidas que te hacen delirar, su punta golpeando tu cérvix y sus movimientos provocando que tu cuerpo se mueva sobre las sábanas de manera casi violenta.
Tus pestañas brillan con las lágrimas que nublan tu visión y Enzo besa el rastro que estas dejan mientras se pregunta si alguna vez alguien logró hacerte llorar de placer, si te aferraste con tanta fuerza al cuerpo de otra persona para no perder la cabeza por la intensidad de las sensaciones… Sabe que no y los músculos de su abdomen se tensan peligrosamente al pensarlo.
Hace una breve pausa para recuperarse y acaricia tu rostro antes de manipular tu cuerpo con facilidad, recostándose contra las almohadas y posicionándote sobre su cuerpo. Puede apreciar en tu rostro tus dudas, por lo que te toma por el cuello para poder acercarte a él y besar tus labios de manera casi voraz.
Colocás tus manos sobre su pecho y comenzás a rozar tus pliegues sobre su miembro húmedo y brillante por los fluidos de ambos, un hilo de saliva cayendo de tus labios cuando bajás la vista para apreciar la imagen entre tus piernas.
Te cuesta creer que lo que sucede es real y que Enzo está con vos en todos los sentidos, más aún cuando humedece su pulgar -como si hacerlo fuera necesario- con la saliva que moja tus labios y lo lleva hacia tu clítoris.
-Enzo, no, me voy a…- intentás advertirle pero tus palabras sólo parecen motivarlo más. Gritás-. Es mucho…
-Hacelo.
Temblás y Enzo te empuja con su cadera hasta que el ángulo le permite volver a penetrarte. La intensidad de los estímulos sacude tu cuerpo y de tu garganta surge un sonido agudo cuando te golpea otro orgasmo que blanquea tu visión y te obliga a arañar su abdomen.
Tus movimientos se apagan gradualmente y las manos de Enzo acarician tu cintura, tu cadera, tus muslos y cualquier centímetro de piel que sus ojos ven. Su miembro palpita en tu interior mientras te recuperás de tu orgasmo, algún que otro espasmo atravesándote y una capa de tus fluidos haciendo brillar tus pliegues, tus muslos y también su abdomen.
La escena es terriblemente obscena y te sentís avergonzada al ver el desastre, pero Enzo no permite que te disculpes y te rodea con sus brazos para aprisionarte contra su pecho. Besa tu cuello y tus paredes se contraen sobre su miembro, tu cuerpo aún sensible rogando por más.
Llenás su hombro de besos y susurrás contra su piel.
-Adentro.
Un gemido resuena en su garganta al oírte y toma impulso con sus pies para volver a asaltar tu interior. Su miembro parece rozar cada fibra de tu ser y la habitación se llena con los sonidos de su piel colisionando con la tuya y tus sollozos cuando decide lamer y morder tu cuello. Mantiene en tu cadera un agarre lo suficientemente fuerte para dejar huellas.
Dejás caer tu frente sobre su hombro, rendida al sentir el cosquilleo entre tus piernas. Enzo tira de tu cabello para obligarte a mirarlo.
-¿Querés que te llene la conchita…?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Tu expresión es patética, pero Enzo cree que es tierna la forma en que tus cejas se curvan y tu boca entreabierta le permite ver tus dientes y tu lengua. Captura tus labios entre los suyos y jura que puede saborear su orgasmo en la forma en que permitís que invada el interior de tu boca.
Sus estocadas son frenéticas y erráticas y sus uñas marcan tu piel. Ahoga un gemido contra tus labios y en medio de la desesperación rompe el beso, mordiendo tu mejilla cuando su liberación mancha tus paredes hasta hacerte lloriquear.
Te abraza con más fuerza mientras las últimas gotas de su semen llenan tu interior y besa las marcas de sus dientes en tu rostro.
-Ahora sos mía.
Gemís en respuesta.
-Y vos sos mío- decís con voz temblorosa-. Para siempre.
-Para siempre, sí- jura, tomando tu mano para besar tus nudillos, tu palma y tus dedos, deteniéndose sobre estos cuando ve tu expresión de dolor-. ¿Qué te pasó acá?
-Estaba limpiando y se rompió tu lámpara. Perdón.
-No me pidas perdón. Nunca- vuelve a besar tu mejilla y te sonríe-. Creo que te va a gustar tu regalo.
-¿Cuál…?
-El que dejamos en la sala.
-Ah, sí- soltás una risa.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y terminamos de celebrar tu cumpleaños juntos?- propone-. Podemos pedir algo para comer y ver una película.
-Quiero quedarme así un ratito- descansás tu mejilla contra su piel caliente-. ¿Enzo…?
-¿Qué pasa, bebé?
-Te quiero.
La fuerza de su abrazo amenaza con dejarte sin respiración.
-Yo también te quiero. Mucho- toma tu mentón entre sus dedos para llamar tu atención-. ¿Puedo ser tu novio…?
Espero hayan disfrutado la lectura ♡
}taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
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Confieso que volví a pensarte, tu fantasma aún me persigue, cuando creía que ya nada nos conectaba, cuando creía que ya te había superado, volviste entre mis sueños solo para irte una vez más.
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la chica suspira, cerrando los ojos y apretándolos unos segundos antes de asentir con la cabeza un par de veces ' es una emergencia ' y en realidad lo es, porque no sabe cuándo va a tener el tiempo libre para volver al sitio ' gracias. te juro que después de esto no te vuelvo a pedir ningún favor ' o a hablarle porque sigue enojada con él, piensa ella, pero nunca puede estar segura.
gif.
" ¿me lo estás pidiendo a mí? " mira hacia los lados, incluso hacia atrás para confirmar que era a él a quien le hablaba. después de pequeño encuentro en venice beach y la rápida partida de insoo, no habían hablado demasiado. o nada. " no tengo problema. "
#HOLAAAA menos mal volvist ya t extrañaba a ti y a tus monitos 😭#/ 𝕒𝕘𝕒𝕚𝕟 ⅋ 𝕒𝕘𝕒𝕚𝕟 ☆ archivo de conversaciones.#llnsoo
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Esperé tu mensaje mucho tiempo, pero un día, me levanté por la mañana, empezando a aceptar que todo había acabado, seguí adelante pero cuando menos lo esperaba, ahí estaba tu mensaje. Vos volviste pero yo ya no sentía nada. Llegué a la conclusión de que tomé la mejor decisión al no seguir esperandote porque ya era tarde, yo ya había acabado de sanar.
— 𝑽.
#escritos tristes#desamor#todas las cosas que nunca te dije#todas las cosas que no digo#cosas de la vida#corazón roto#parejas#poemas#textos cortos#caos mentales#escritos#notas mentales#notas#caos mental#soledad#ya no te amo#tristeza#textos#todo lo que nunca fuimos#todo lo que nunca te dije#love#cartas de amor#escritos de desamor#cartas de desamor#despedida#cartas de despedida#todo lo que no dije#notas de desamor#sentimientos#versos tristes
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Besos Robados (Parte 1) - Matías Recalt x Reader x Enzo Vogrincic
Pairing: Matías Recalt y Enzo Vogrincic
Advertencias: La parte de antes del sexo.
Notas: ¿Parte dos? Comenta!
Hacia unos días atrás, después de los Goyas, que se quedaron un par de compañeros a seguir festejando la cantidad de premios recibidos. Fueron a un after y siguieron con los tragos y la musica, en el reservado se oía mucho más floja, con la oportunidad de poder charlar aún con la música puesta.
Al ser veinteañeros, la mayoría, decidisteis jugar a la botella, como cuando eran adolescentes. Algunos prefirieron bailar o seguir tomando tragos, pero una minoría quiso jugar. Generalmente ya ibais un poco bebidos por lo que la sensación de lo prohibido vibraba en el aire. Por suerte no eras la única chica, sino que algunos habían traído a sus parejas.
La primer pareja que quiso jugar fue la de Matías y Malena. Tú los habías visto besándose por los rincones y riendo de bromas suyas y habías tenido curiosidad. No era un secreto que Matías era un chico guapo, y que según el beso en el set que os disteis, él como Canessa y tú como Laurita, besaba de lujo. Verlos tan pegados, disfrutando el uno del otro te hizo suspirar y pensar como sería si tu fueras su novia. Si te besara y te tocara de esa manera.
Tu vida amorosa era complicada, no podías tener a Matías por quien empezabas a sentir algo y también disfrutabas de tiempo a solas con Enzo. Había empezado tras el rodaje de la película, tú estabas soltera y para él estabas super buena y eras una compañía encantadora, y viceversa. Besaba como si siempre hubiera sabido besar. Era una sensación tan sobre-acogedora que no podías evitar terminar en la cama la mayoría de veces. Y no te quejabas de ello. Pero no era nada serio, simplemente erais amigos con derecho a roce.
La segunda pareja en ofrecerse fuisteis vosotros. También se unieron varios chicos y chicas más, solteras o con pareja. La botella empezó a rodar con la tirada de Malena, quién le toco con un chico al que no conocías. Seguidamente de silbidos y gritos, era tu turno. Así como giraba parecía que fueras a besarte con Blas, pero no fue así. La botella se paró entre Enzo y Matías. Malena te dijo que volvieras a tirar que eso no contaba. Lo volviste a hacer con un resultado totalmente idéntico. Agustín dijo que eligieras quién más te gustaba, guiñándote un ojo. Para él era fácil, solo miraba con su novia al lado.
Besaste a Enzo, casi por costumbre, pero no sin sentir la pasión y la lengua cariñosa de él. El beso era suave y dulce. Había tomado un trago con sirope y podías lamerlo en el interior de su boca. Un escalofrío te subió por la espalda. Quisiste agarrarlo y nunca soltarle. Pero eso era lo que te provocaba el alcohol, una facilidad para calentarte con cualquier roce. O simplemente era Enzo, que era lo más probable.
Matías bebió de su copa un poco enfurruñado. Al parecer, no era un secreto que el joven había puesto el ojo sobre ti, un secreto a voces incluso, menos para ti. Tú solo sabías de su relación abierta pero no querías inmiscuirte, por lo que decidiste besar a Enzo, por mucho que os hubieras besado previamente. Aún así, Matías sintió un deseo extraño: los dos increíblemente atractivos besándoos como si no hubiera un mañana de la forma más pasional que hubiera. Puede que quisiera algo de eso. Suspiró y miró a sus novia, ¿le importaría si sucediera algo así? Probablemente no.
Por como avanzaba la noche, sabías que ibas a irte a la habitación de hotel de Enzo. No os dejabais de mirar y no podías resistirte a sus encantos de caballero. Te susurraba al oído y te estremecías, te daba de beber de su trago, te besaba en el cuello cuando alguien le tocaba besarse con otra persona. La fiesta no tardó en terminar y con las limusinas os fuisteis todos al hotel reservado.
Nota: ¿Qué pasara? ¿Enzo y tú pasareis la noche juntos? ¿Se unirá Matías? Eso lo veremos en la parte dos, si es que os interesa. Comentad o dad me gusta y me lo haréis saber.
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de tanto escribirte ya te volviste poema
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Te volviste esa conversación que ya no abro, pero tampoco borro.
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Pensaste que cada vez que te ibas yo siempre estaría ahí, pero te encontraste con una pared cuando volviste y ya no estaba. Me fui, porque no iba a permitir que se repitiera lo mismo y sufrir cada vez que te marchabas, llevándote una parte de mí. Eso no volverá a pasar. He recogido todos mis pedazos y los he unido por mí mismo.
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Entonces, nunca fuiste tú. Volviste, pero ya no era lo mismo. Parece que la persona de la que me había enamorado no existía, más que en esos mensajes que ahora no valen nada, ya que han sido opacados por ti.
-Pattinson_v
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Te vi nuevamente, no tenías nada de especial, eras una persona más, con sueños, problemas y unos cuantos traumas. Éramos dos desconocidos que algún día compartieron habitación y recuerdos. No volviste, pero con un beso al aire de tu recuerdo en mi cigarrillo, me despedí. Te desgarre de mi pecho, tanto que aún sigo sangrando en cada poema. Sangré tanto que ahora solo quedó un cascajo vacío, pero escuché alguna vez que al estar vacío, podrías volver a llenarte. Y cariño, yo ya no pienso llenarme contigo.
~Goner
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Tras un periodo de tiempo volviste.
Mi cabeza se llenó de recuerdos y sensaciones al verte, son solo añoranzas.
Te fuiste ¿Y que?
Ya no eres quien eras, ni yo aquel quién solía ser.
El tiempo pasó, y se llevó con el, versiones nuestras.
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Big boy ⊹
Advertencia: sub ! Choso, dom ! Lectora, oral, creampie, negar orgasmo, sobreestimulacion.
- Choso se estremecía bajo tu suave toque, recostado sobre su cama en su cómoda habitación, mientras tanto tú sobre su cuerpo tocando cada punto sensible de el mientras te restregabas contra su intimidad.
Se podían escuchar los jadeos desesperados de el gran muchacho que te volvía loca, con pequeños gemidos por aquí y por allá cuándo sus intimidades se rozaban de manera más inquieta y precisa.
Tu lindo novio portaba un gran y trabajado fisico, con una gran espalda y unos brazos considerablemente más grandes que tus muslos y sin hacerlo de menos unas manos que podían agarrar sin problema tus dos muñecas, con grandes venas saliendo a relucir que lo decoraban con gran sensualidad.
Seguías sobre el frotando su centros de placer mientras te dirigías a morder y succionar su pálido cuello, cada que gemía de satisfacción su manzana de Adán se movía de forma sugestiva.
Pasaban los minutos y comenzabas a tocar cada ricón de su cuerpo, sus lindos pectorales con pezones rosáceos, sus abdominales marcados y mirando desde abajo su definido y sensual rostro, con una forma curvada en sus abundantes cejas y ojos cansados levemente cerrados de placer.
A pesar de que es muy vocal para la hora de el sexo en este momento estaba callado, simplemente jadeando, hasta que algo dentro de el se rompió incitándolo a hablar.
"Dios mío, ____! Creo que estoy cerca, muy cerca" Dijo cerrando sus ojos y mordiendo su labio esperando la confirmación que no obtuvo.
"No te corras Choso, quiero disfrutar de tu miembro un rato más, se un buen chico y espera a que esté satisfecha" Dijiste para seguir restregandote en el hasta que se comenzó a contraer y gemir más alto, a lo que te detuviste.
"Por favor... Estaba tan cerca" Exclamó Choso sin mirarte a los ojos desviando su mirada a la mesa de noche al lado de la cama.
Sin mediar palabra con el lindo hombre debajo de tí, te escurriste cuál serpiente hasta estar frente a su intimidad, bajando tortuosamente sus pantalones de dormir y boxer color negro mientras el te miraba suplicante, pero sin decir ni una palabra.
Al bajar su ropa, te encontraste con su prominente erección que golpeó fuertemente tu mejilla derecha, un golpe seco que hizo gemir a Choso.
Sin importarte mucho diste una gran lamida a su miembro desde la base hasta la punta succionando la misma, ganado un suspiro pesado de el contrario.
Ya estando en el inicio de su intimidad, fuiste bajando mientras lo colocabas dentro de tu boca, escenario que volvía loco al pelinegro que agarraba fuertemente las sábanas para después tirar su cabeza hacia atrás de el placer obtenido.
Tus movimientos eran constantes y rápidos, aunque en momentos bajabas la intensidad para torturar al contrario.
Los gemidos de el hombre se hacían presentes y su inminente orgasmo también, el chico estaba a punto de explotar, lindos gemidos y súplicas salían de el, haciendole honor a tu nombre.
"____! Por favor... Dios mío, déjame correrme, te lo suplico" Dijo Choso rogando mientras su labio estaba siendo mordido por el mismo al punto de sangrar levemente.
Sacaste su miembro de tu boca, para acariciar sus abdominales mientras movías tu mano de arriba a abajo sobre su eje.
Escuchando sus súplicas y pensando que decir detuviste nuevamente tus movimientos, frustrando de sobremanera al más alto.
"Un rato más lindo, te haré sentir muy bien, la espera vale la pena, solo se paciente" Dijiste para guiñarle un ojo y comenzar a bajar tu short y ropa interior, dándole una linda vista al contrario.
Volviste a tu posición inicial de estar en su regazo, teniendo sus intimidades cerca.
Agarras su miembro y comienzas a introducirlo, mientras con la mano que tenías apoyo en su muslo estaba siendo marcado con tus uñas bien cuidadas.
Choso se estremecía y jadeaba mientras tus paredes lo abrazaban sin quitar la mirada en ningun momento de la unión de sus intimidades.
Comenzaste a moverte sobre el, escuchando sus pieles chocar haciendo un ruido sumamente obsceno que volvía loco al hombre, sus gemidos cubrían los tuyos, siendo muy ruidoso por todo lo que estaba sintiendo, tanta estimulación y negación lo estaba matando.
Fuiste más rápido, apoyándote en su hombro, mordiendo su cuello nuevamente.
Tenías su boca en tu oreja escuchando a claridad total todo su placer.
Parecía que tú estabas hecha para el, como se conectaban, como apretabas todo su eje y encajaban perfectamente, lo volvía loco y adicto a lo que le provocabas.
Estaba a punto de llegar a su climax, y esta vez si tienes planeado dejar que lo alcance.
Casi llorando, con los ojos cristalizados el más grande súplica.
"D-dios, dime qué si, por dios, dime qué me puedo correr, lo necesito, t-te necesito" dijo cerrando los ojos dejando caer sus lágrimas de estimulación.
"Si, Choso puedes correte" Dije entrecortadamente para el hombre.
Cada segundo que pasaba aumentaba la intensidad separando mi cara de su hombro para mirarlo a los ojos.
El obsesionado mirando mis pechos rebotar mientras llevaba uno a su gran mano, apretándolo suavemente.
Gruñia en vez de gemir, los jadeos ya eran casi inexistentes, hasta que por fin llegó a su climax.
Su cuerpo se contrajo y agarro mis caderas para moverme y dejar toda su semilla dentro de mí.
Jadeando soltó mis caderas, pero sinceramente no había llegado a mi punto final, así que seguí moviendome.
Su cara fue un poema, jamás había experimentado la sobreestimulacion y se notaba.
Desesperado colocó parte de su puño en su boca para morderlo por la sensación que le estaba haciendo sentir.
Agarraba las sábanas con desesperación, mientras lágrimas brotaban de sus ojos.
Su semilla se veía esparcida entre mis muslos y su pelvis, dando una lubricación natural.
Pronto sentiría mi propio orgasmo llegar al igual que el suyo, ya por segunda vez.
Me moví con más intensidad persiguiendo mi primer climax, consiguiéndolo a la par de Choso.
Cansados tratamos de calmar nuestras respiraciones, con nuestros corazones juntos y un lindo abrazo que denota todo el amor que tiene para dar.
Sinceramente fue una noche que siempre va a recordar.
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