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#ya le he dicho que ya puede espabilar
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46snowfox · 5 months
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Reiji Sakamaki Chaos Lineage Capìtulo 5
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[Capitulo 4]
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Lugar: Mansión Scarlet, habitación de Reiji
Reiji: (…El otro día cometí un error garrafal.)
Reiji: (A pesar de que al ser el mayor mi deber es guiar a todos, soy una decepción…)
Reiji: (Aun así… ¿Qué habrá sido ese paisaje que vi durante mi mareo?)
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Reiji: (Eva estaba frente a mí, sonriendo alegre… y eso bastaba para darme una sensación de calidez que se esparcía por mi pecho.)
Reiji: (…Nunca había visto a Eva sonreír así. ¿Entonces cómo y cuándo—?)
Reiji: ¿Acaso la conocí antes…?
Reiji: (No, eso es ridículo. Puede que sea debido al cansancio que estoy llegando a conclusiones sin sentido.)
Reiji: (Debo espabilar. Yo soy quien guía a esta familia…)
Monólogo:
“Han pasado unos días desde la batalla contra los Violet.
En caso de cualquier ataque se decidió que debíamos permanecer en alerta máxima, sin embargo, Carla-san y los demás no han hecho ningún movimiento llamativo desde aquel entonces.
Sin embargo, la idea de que una batalla estallaría en cualquier momento lograba que se me dificultara conciliar el sueño.”
Lugar: Mansión Scarlet, cocina
Yui: Aah… Mi cuerpo entró en calor…
Yui; (Como pensé, el té caliente es relajante.)
Yui: ( Pero todavía no me siento somnolienta. Parece que hoy tampoco podré dormir…)
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Reiji: ¿Otra vez tú?
Yui: Reiji-san… Veo que seguías despierto.
Reiji: Sí… Recuerdo haberte dicho que descansaras.
Yui: Lo sé… pero no tenía sueño, así que pensé en venir a beber algo.
Yui: Si gustas podemos tomar té juntos.
Reiji: No gracias. No necesitas preocuparte por mí. Solo me levanté porque sentí una presencia.
Yui: Ya veo…
Yui: Últimamente te las pasado en misiones de reconocimiento y anotando cosas sobre varios documentos… No has descansado mucho, ¿me equivoco?
Reiji: La situación puede cambiar en cualquier momento. No tengo tiempo de para descansar.
Yui: ¿Pero no te parece que estás trabajando demasiado? A este paso vas a colapsar…
Reiji: Eso no es asunto tuyo. Ahórrate tus consejos.
Yui: …Entendido.
Yui: (Reiji-san está más tenso que antes.)
Yui: (Se encarga de recopilar la información, formular hipótesis y darle órdenes a los demás.)
Yui: (Debe de hacerlo porque se siente responsable de la derrota que sufrieron en la última batalla…)
Reiji: Bueno, yo me devolveré. Tengo que continuar el mapa.
Yui: ¿Mapa?
Reiji: No existe un mapa de estas tierras.
Reiji: Pero tener una comprensión precisa del terreno y la ubicación de todo es esencial para formular estrategias.
Reiji: Por ello le encargué a los familiares que salieran a reunir información para poder dibujar el terreno.
Yui: Así que también estabas haciendo eso.
Suena divertido♟
Suena complicado ♙
Suena divertido:
Yui: Suena divertido hacer tú mismo un mapa.
Reiji: No es un juego. Me molesta que te lo tomes así.
Yui: L-lo siento…
Suena complicado:
Yui: Suena complicado, tener que dibujar desde cero…
Reiji: Lo es, sin embargo, estoy seguro de que nos será útil, por eso no escatimaré en esfuerzos.
Yui: (No escatimará en esfuerzos eh. Es tan propio de él decir eso.)
Fin de las opciones
Yui: (Pero pasar tanto tiempo mirando un mapa ha de ser agotador…)
Yui: Disculpa, ¿puedo ayudarte en la elaboración de ese mapa?
Reiji: Dudo que puedas obtener información precisa sobre nuestra ubicación.
Yui: Entonces al menos puedo prepararte té. También puedo ayudarte a organizar documentos, ¿te sería útil eso?
Reiji: …Está bien. Si insistes tanto, entonces te cargaré esas tareas.
Yui: ¿De verdad? ¡Muchas gracias!
Reiji: ¡…!
Yui: ¿Qué sucede?
Reiji: Nada… Es que es la primera vez que te veo sonreír así…
Yui: ¿En serio?
Yui: (Ahora que lo dice, creo que últimamente no he sonreído mucho.)
Yui: (Incluso cuando tomamos té y limpiamos juntos seguía estando nerviosa…)
Reiji: Se supone que es la primera vez, ¿entonces por qué me recuerdas ese paisaje…?
Reiji: …Solo para corroborar, ¿no nos hemos conocido antes?
Yui: ¿Eh?
Reiji: No… es imposible. Tú estuviste durmiendo en la iglesia durante mucho tiempo.
Yui: Tienes… razón.
Reiji: Dije algo innecesario. Volveré a mi habitación, vamos.
Yui: Ah, ¡sí!
Yui: (Lo sabía, los recuerdos de Reiji-san están regresando lentamente…)
Yui: (¿Qué hago? Esto es frustrante. ¿Debería intentar nuevamente a hablarle sobre los Sakamaki?)
Yui: (¿O debería guardar silencio para evitar atormentarlo…? No sé qué hacer…)
Lugar: Mansión Scarlet, habitación de Reiji
Yui: Aquí tiene, Reiji-san.
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Reiji: Muchas gracias. Ya me estaba preocupando, pensaba que ibas a romper el juego de té…
Reiji: Pero veo que lo has preparado bien. Tanto el aroma como el color son agradables. Y el sabor… no está nada mal.
Yui: Que bien, muchas gracias.
Reiji: Sin embargo, esta exquisita astringencia y la temperatura. Es como si conocieras mis gustos.
Reiji: Dudo que sea una mera coincidencia, pero parece que cuando se trata de té nuestros gustos son similares.
Yui: M-muchas gracias.
Yui: (Me pone algo triste solo poder prepararle té… Pero ya fracasé limpiando, así que es inevitable…)
Yui: (Terminé memorizando los gustos de Reiji-san por costumbre. Me alegro de que hayamos tomado té tantas veces juntos.)
Reiji: Espero avanzar aunque sea un poco con el mapa.
Yui: ¿Este es el mapa? Esto que hay en el medio, ¿es esta mansión?
Reiji: Si, y por acá están la casa Orange y la casa Violet.
Yui: ¿Qué significa esta marca?
Reiji: Es la iglesia. Las tres mansiones se encuentran a su alrededor.
Yui: Entiendo…
Yui: (Viéndolo así siento que finalmente comprendo en dónde estamos.)
Yui: (¡Ah…! Puede que una vez que el mapa esté completo encontremos una forma de abandonar estas tierras desconocidas.)
Reiji: Te veo bastante feliz.
Yui: N-no, no es nada. Por cierto, ¿cómo haces esto?
Reiji: Le encargo a los familiares que midan distancia y el movimiento con el que se desplazan, a partir de eso hacemos varias mediciones más para determinar las ubicaciones.
Reiji: Todos los documentos que ves aquí es información que he recopilado.
Yui: ¡¿Eeh?! ¡¿Todo esto?!
Yui: (Él investigó todo esto… eso requiere un esfuerzo increíble.)
Yui: (Estudiar e investigar son las especialidades de Reiji-san… Pero sigo pensando que trabaja demasiado.)
Reiji: ¿Qué sucede? Te ves abrumada.
Yui: ¿Estás seguro de que no te estás esforzando demasiado? Deberías descansar un poco…
Reiji: No tengo tiempo para eso. No sé cuándo podría atacarnos el enemigo… Por eso quiero estar lo más preparado posible.
Yui: Pero si colapsas estaremos en problemas.
Reiji: De verdad eres testaruda. Te digo que no necesitas preocuparte.
Reiji: Pero si tanto insistes, ¿entonces por qué no me ayudas… con tu sangre?
Yui: ¿Eh…?
Reiji: La sangre es el alimento básico de los vampiros. Y estoy seguro de que una sangre de tu calidad será un alimento nutritivo para mí.
Reiji: Si deseas velar por mi seguridad, entonces ofrecerme tu sangre ha de ser algo sencillo para ti.
Yui: P-pues…
Reiji: Contesta bien. ¿O acaso no puedes tomar una decisión a menos que haga esto?
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Yui: ¡…Kya!
Yui: (¡Los colmillos de Reiji-san están rozando mi nuca…!)
Reiji: …Estás temblando. Veo que te aterra que succionen tu sangre.
Reiji: Si no estás dispuesta a hacer esto, entonces deja de intervenir.
Yui: …Sí estoy… dispuesta.
Reiji: Oh, ¿entonces puedo clavarte mis colmillos aquí y ahora?
Yui: Sí… no me importa que succiones mi sangre, no si eres tú, Reiji-san.
Reiji: ¡…!
Yui: (Los vampiros no me asustan. Si con esto Reiji-san logra sentirse mejor, entonces no me importa que succione.)
Yui: Pero a cambio quiero que descanses.
Yui: No solo necesitas alimentarte, necesitas descansar, incluso si eres un vampiro.
Reiji: Eva…
Reiji: …Pensaba que escaparías, veo que mi predicción fue errónea.
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Yui: (Ah… me soltó.)
Reiji: ¿Seguirás insistiendo en que descanse? Es algo digno de ti. Eres la única que me ha dicho algo así.
Yui: Lo lamento… Sé que estoy siendo entrometida.
Reiji: No necesitas disculparte. Tampoco le estoy dando tantas vueltas.
Reiji: Cuando te observo siento que eres una persona completamente distinta de aquella a la que le succioné su sangre por primera vez.
Reiji: Aquella vez temblabas de terror.
Reiji: Pero ahora no pareces temerme. ¿No te doy miedo?
Yui: Ya no. No siento nada de miedo.
Yui: (Ahora que he recuperado mis memorias no tengo motivos para estar asustada de Reiji-san.)
Yui: (A fin de cuentas, es la persona a la que más amo y aprecio.)
Reiji: Que mirada tan honesta… no pareces estar mintiendo.
Reiji: ¿…Pero entonces por qué? Una parte de mí es incapaz de aceptar tus palabras.
Reiji: Siento que si lo hago, algo en mí se romperá.
Yui: Ah…
Yui: (Mis sentimientos… Si Reiji-san recuerda que soy su novia…)
Yui: (Sus recuerdos actuales serán negados. Perderá todos sus recuerdos actuales, olvidará sus esfuerzos por convertirse en el rey supremo y también todo sobre su familia.)
Yui: ¡¿Kya…?!
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Yui: ¿Q-qué sucede?
Reiji: Hazme el favor de no voltear hacia acá. Siento que si nuestras miradas se encuentran me perderé a mí mismo.
Reiji:  Siento que mis experiencias, mis conocimientos, todo caerá…
Yui: (…Si recupera sus recuerdos, será consciente de que sus memorias actuales son falsas.)
Yui: (No puedo hacer algo tan cruel como… destruir aquello por lo que se ha esforzado tan desesperadamente por alcanzar.)
[Si tocas las flores:
Cabeza de Reiji: Aquí hay algo raro… no puedo creer que no sea capaz de controlarme.
Mano de Reiji: ¿Te llama la atención que nuestros dedos estén entrelazados? Sé consciente de que tú me has provocado a hacer esto.]
Reiji: Eres muy tranquila. No imaginé que te quedarías quieta entre mis brazos, esperaba que pelearas.
Reiji: No lo digo en broma, de verdad robaré tu sangre. Nn…
Yui: ¡¿Ah…?!
Yui: (Mi cuello, lo acaba de… Pero fue distinto, se sintió mucho más gentil…)
Yui: Esto… Por favor bebe mi sangre. Quiero que succiones mi sangre, Reiji-san…
Reiji: ¿En dónde aprendiste a seducir así? Es vulgar…
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Reiji: Sin embargo, está bien. Ahora mismo deseo ahogarme en tu sangre… Nn… Nn…
Yui: Nn… Aah…
Yui: (Lo sabía, es amable… Siento que me derrito…)
Reiji: El té que preparaste tenía un sabor profundo… Pero esto tiene un sabor peligroso.
Reiji: Mientras más la bebo más espesa se vuelve. No creo que pueda escapar… Aah, nn… nn…
Yui: (¿Será porque me estoy quedando sin fuerzas? Me siento muy tranquila…)
Reiji: Aah… ¿Por qué tu sangre… me enloquece tanto…?
Yui: Aah… Reiji-san…
Reiji: Lo sé. A cambio de beber tu sangre debo descansar, ¿no?
Reiji: Ahora… solo por esta vez te haré caso.
Yui: …Que bien…
Yui: (Si descansa, aunque sea un poco, es probable que su fatiga disminuya…)
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Reiji: …S-sabía que pasaría…
Yui: ¿Eh…?
Yui: (¿Otro mareo?)
Reiji: Quiero que sepas que… no necesitas… preocuparte…
Yui: ¿Otra vez estás mareado?
Reiji: Sí… Desconozco el motivo, pero ocurre siempre que succiono tu sangre, además—
Reiji: Siempre que pasa termino viendo un paisaje desconocido.
Yui: ¿Eh? ¿Un paisaje…?
Reiji: No sé qué es. Solo sé que es… una mansión, no es esta, otra.
Yui: (¿Será la mansión Sakamaki? Como imaginé, los mareos son un síntoma de sus memorias que empiezan a regresar…)
Yui: (¿Mi sangre es la causante de que sus memorias regresen…?)
Yui: (Si sigue succionando mi sangre algún día recordará todo— Pero…)
Monólogo:
“Al ser el hijo mayor de los Scarlet, Reiji es quien más se esfuerza al sentirse responsable del resto.
Recuperar sus recuerdos significa destruir toda esa identidad.
No quiero hacerle daño a alguien que quiero. Pero también quiero que recuerde todo.
Mi conciencia empezaba a desvanecerse, probablemente por la pérdida de sangre y lentamente caí en un sueño—.”
[Capítulo 6]
[Masterpost]
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eldiariodelarry · 4 years
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Clases de Seducción, parte 25: Los Malaventurados No Lloran
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23, Parte 24.
Rubén sintió un vacío en el estómago que de inmediato le provocó ganas de vomitar.
—¿En-en serio es su ex pololo? —le costó hilar las palabras. No podía dar crédito a las palabras de Roberto.
—¿Por qué te mentiría con algo así, Rube? —contrapreguntó Roberto.
—N-no sé, no me calza que estés tan enojado por eso —trató de encontrar lógica a la opción de que fuera mentira.
—Me molesta que lo hayan invitado, sabiendo que el hueon terminó con él sabiendo que no tenía a dónde ir —Roberto empapó de rabia sus palabras—. Y el Pipe tan ahueonao también que lo acepta como si nada.
—¿Crees que todavía esté enamorado de él? —la inseguridad de Rubén estaba comenzando a salir a flote.
Roberto se volteó a mirarlo por primera vez en toda la conversación.
—No tengo idea Rube. Espero que no —le dijo suavizando su expresión, y dándole una palmada en el hombro.
Roberto se puso de pie, fue a buscar una cerveza y salió al patio a fumar.
Rubén se quedó ahí apoyado en el mesón de la cocina, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
Miró al grupo desde la distancia. Sebastian conversaba con Catalina y Marco, mientras Felipe, Alan, Daniela, Macarena, Anita e Ingrid conversaban y se abrazaban. Era el gran reencuentro del grupo de la infancia.
Al cabo de unos minutos, el grupo decidió salir al patio, y Felipe se acercó a Rubén.
—¿Todo bien? —le preguntó, poniendo su mano en la cintura de Rubén.
Rubén asintió con la cabeza. Apretó la mandíbula con fuerza, como si temiera que en cualquier momento se le fuera a caer.
—¿Por qué no vienes con nosotros? —Felipe buscó la mirada de Rubén.
—Estoy tratando de acostumbrarme a la cantidad de gente —mintió Rubén.
No sabía por qué mentía, si no tenía nada que ocultarle a Felipe.
—Bueno —aceptó Felipe sin protestar—. Voy a hablar con el Robert —le informó, le dio un beso en la frente y salió al patio.
Rubén se quedó solo por unos segundos en la cocina, luego que todos salieron, y por un momento pensó que se pondría a llorar, pero se controló. No podía darse el lujo de hacer una escena así.
Fue al refrigerador, sacó una botella de cerveza, la abrió, y salió al patio.
A decir verdad, Rubén nunca había sido muy fanático del sabor de la cerveza, pero esa precisamente le pareció más amarga que nunca.
Se acercó a Sebastian y Marco, que conversaban tranquilamente sentados en un gran macetero de cemento.
—Siento que estoy perdiendo mi toque —escuchó que decía Marco cuando llegó.
—¿Alguna vez lo tuviste? —preguntó con sarcasmo Sebastian.
—¿Qué te pasa? —Marco se ofendió—, obvio que si po, ¿cierto Rubencio?
—¿Qué cosa? —Rubén estaba perdido.
—Que siempre he sido encantador —respondió con tono de obviedad.
—No —respondió Rubén secamente.
—Bueno, qué vas a saber tu, si obviamente tienes pésimo gusto —comentó en broma Marco.
—Oye, el Rube no tiene mal gusto —lo defendió Sebastian, pero Rubén no dijo nada—. ¿Te pasa algo, Rube?
Sebastian notó que algo le pasaba a su amigo.
—No, nada —respondió Rubén.
No sabía por qué había tomado esa postura de ocultar lo que estaba sintiendo, como si no confiara en nadie. Como si hubiera vuelto a ser el chico inseguro que era hace unos meses, como si toda su confianza se hubiera desvanecido con la aparición de Alan.
Estaba de regreso en el closet.
—¿Seguro? —insistió Sebastian.
Rubén simplemente asintió y fingió una sonrisa.
—Estoy cansado, eso es todo.
—Ya, pero Rubencio, no puedes dar jugo ahora po, si vinimos a disfrutar —Marco intentó animarlo.
—Si sé, si ya se me va a pasar —respondió Rubén, dándole un sorbo a la botella que tenía en las manos.
—Ya, pero eso no te va a despertar mucho. Tómate una piscola por último —le sugirió Marco, experto en bebidas alcohólicas.
—No creo que eso ayude mucho —intervino Sebastian, un tanto preocupado por Rubén.
—Ya, tráeme una —le pidió Rubén a Marco, quien de inmediato se puso de pie y entró a la casa a preparar el bebestible.
—Rube, no creo que sea buena idea —le dijo Sebastian al quedar solos.
—Seba, no me pasa nada, tranquilo —insistió Rubén, intentando tapar su malestar anímico.
Miraba fijamente a Felipe cómo interactuaba con sus amigos de la infancia, y especialmente cómo lo hacía con Alan, su ex pololo. Notaba la forma en que lo miraba, la forma en que le hablaba, y cómo se reía de alguna tontera que el muchacho decía.
En su mente se instaló la idea de que nunca lo había visto reír tanto, no estando con él al menos. Nunca se reía con tanta fuerza de sus ocurrencias, por muy ocasionales que fueran. Se sintió completamente disminuido ante la llegada de Alan.
—Si quieres puedes irte a acostar, nadie te va a decir nada —ofreció Sebastian.
—Estoy bien —Rubén sin querer endureció el tono, producto del estrés.
—No es para que te pongas así tampoco, solo quería ayudarte.
Sebastian quedó visiblemente dolido por el tono de Rubén, pero no alcanzó a decir nada porque justo llegó Marco con un vaso de piscola en cada mano.
—Aquí tienes, pequeño padawan —le dijo extendiéndole uno de los vasos.
Rubén lo tomó sin darle mayor vuelta al asunto, y le entregó la botella de cerveza a medio tomar a Sebastian, quien la miró decepcionado, y le dio un largo sorbo.
Rubén sintió el efecto del pisco de inmediato a medida que bajaba provocándole una rara sensación de ardor en el esófago, y un leve vértigo.
—Tranquilo Rubencio, no vayas a terminar tirado después en la mitad de la playa —le advirtió Marco, a modo de broma.
Rubén simplemente lo miró y no dijo nada. Se puso de pie, y se acercó al grupito donde estaba Felipe y sus amigos de la infancia, riendo a carcajadas.
Se paró al lado de Felipe, quien sin decir nada apoyó su brazo derecho en el hombro de Rubén, y con el brazo izquierdo terminó de abrazarlo, y le dio un beso en la sien.
Rubén sintió un alivio enorme al sentir a Felipe abrazándolo. No lo había olvidado. No aún al menos.
—Mi compañero me dijo “¿y no le mandaste el correo al jefe con tus turnos de diciembre?”, y yo le respondí “¿qué tengo que andar mandándole hueás a hueones?” —contaba Alan, moviendo las manos simulando choreza, provocando la risa del grupo—, lo dije en broma, obvio, pero justo atrás mío estaba el jefe, así que por eso ahora estoy sin pega —concluyó—. No le gustó la bromita.
A Rubén le molestaba oír la risa de Felipe en su oído, completamente divertido por las historias de Alan.
—Pero Alan, pudiste haberme dicho antes, puedo hablar con mi tío para que te ponga de garzón en el local —ofreció Anita.
—¿En serio?, ¡gracias! —aceptó encantado Alan—. No te había dicho antes porque no hablábamos —se rió.
—Tienes razón —coincidió Anita, riendo junto a él.
Rubén no sabía qué tenía Alan, que provocaba risas en todos, y odiaba tener que admitir que efectivamente era muy divertido. Le sobraba todo el carisma que a él tanto le faltaba.
—Chicos, traje algo —dijo de repente Alan—, espérenme aquí.
Alan entró corriendo a la casa, y volvió en menos de un minuto, tapando algo entre las manos. Rubén no pudo ver qué era, hasta que Alan se lo mostró al grupo: era un pito de marihuana.
—¡Buena! —exclamó de inmediato Daniela.
Rubén levantó la mirada y vio a Felipe sonreir ante la sorpresa de Alan.
—¿Quieres probar? —le preguntó Felipe a Rubén en voz baja, como si no fuera gran cosa, al notar que lo estaba mirando.
Por alguna razón Rubén se sintió aún más fuera de lugar. Él nunca había probado la marihuana, y supo de inmediato que al menos la mayoría del grupo sí lo había hecho, incluído Felipe y Alan, que probablemente ya habían compartido aquella experiencia juntos.
—Ya vengo, voy al baño —le dijo Rubén, intentando disimular su sensación.
—Bueno —aceptó simplemente Felipe, y le dio un beso en los labios.
Rubén caminó hasta entrar por la puerta de la cocina de la casa, y escuchó a Felipe gritar con alegría “¡Que corra!”.
Entró al baño que estaba debajo de la escalera que daba al segundo piso, se miró al espejo y examinó su rostro. Notó que su mirada expresaba la tristeza que sentía, y se sintió la persona más sin gracia de la tierra. Se vio ojeroso, y algo colorado, seguramente por haber pasado la tarde en la playa.
“Está claro por qué le presta más atención a él”, pensó con tristeza, asumiendo la realidad, que Alan era mucho más guapo e interesante que él.
Se quedó un par de minutos ahí, simplemente mirándose en el espejo, hasta que sintió que era momento de volver. Se mojó la cara para espabilar, dio un largo suspiro, y salió rumbo a la cocina, a prepararse otra piscola.
Al volver a salir al patio, los grupos estaban más mezclados, sentados en las sillas que habían sacado del comedor, mientras esperaban que salieran las primeras presas de carne y choripanes, algunos bailaban al ritmo de la música de Chino y Nacho.
Rubén se tuvo que apoyar con la puerta para bajar el escalón que daba al patio, para no perder el equilibrio. El alcohol ya estaba comenzando a surgir efecto.
Se acercó a Roberto, que estaba fumándose un cigarro aislado del resto del grupo, porque sabía que entendía por lo que estaba pasando.
—No entiendo por qué estás tan enojado —le dijo directamente Rubén a Roberto.
Roberto lo miró y pensó un par de segundos antes de responder.
—Estoy enojado porque el Alan dejó al Pipe cuando más lo necesitaba, y ahí están conversando como si nada —Roberto señalizó con su mentón en dirección a los ex pololos, que conversaban animadamente compartiendo lo que quedaba del pito de marihuana—. Cuando el Pipe estuvo solo yo estaba ahí, yo lo apoyé. Ninguno de esos hueones de la infancia. Yo. Pero parece que ya se le olvidó.
Rubén no dijo nada. Simplemente se quedó mirando a Roberto, admirado por lo mucho que quería a Felipe. De verdad era como un hermano para él, y sabía que el sentimiento era mutuo.
—Él te quiere mucho —le dijo finalmente, para consolarlo. Le costó mucho hablar, como si la lengua se le hubiera dormido—. No sabes cuánto.
—Si sé que me quiere, pero me da rabia la hueá —insistió Roberto—. Rube, ¿estás bien? —le preguntó, mirándolo con atención por primera vez desde que llegó Rubén.
—Si, ¿por? —Rubén se hizo el tonto, e intentó hablar con normalidad, aunque su exceso de modulación no lo ayudaba mucho.
Roberto se quedó en silencio unos segundos, sin responder, aunque su cara le dijo todo a Rubén.
—¿No estás celoso o algo? —inquirió Roberto.
Rubén bajó la mirada y simplemente asintió, intentando no permitir que sus emociones lo invadieran.
—El Pipe no te engañaría nunca, Rube —le dijo Roberto, poniendo su mano en el hombro de Rubén para reconfortarlo.
—Que gracioso que me digas eso después de estar igual de celoso que yo —comentó Rubén en voz baja, luego de dar un largo sorbo al vaso de piscola que tenía en la mano.
—Es distinto, Rube —se justificó Roberto—. Yo no estoy celoso, solo estoy enojado.
—Bueno, yo tampoco estoy celoso. Estoy triste —retrucó Rubén.
—¿Por qué estás triste? —Rubén escuchó a sus espaldas la ronca voz de Felipe, expresando un ánimo muy inusual en él.
Rubén consideró por unos segundos seriamente la idea de gritarle todas las cosas que tenía en la cabeza. Se dio media vuelta y vio a Felipe sonriéndole.
—Nadie está triste, escuchaste mal —respondió Rubén, con una mezcla extraña de rabia y pena.
—¿Cómo que no?, mira esa carita —Felipe le acarició el rostro con sus largos dedos.
Roberto aprovechó el momento y se alejó. Probablemente sabía que no podía hablar con Felipe en ese estado, pensó Rubén.
Rubén abrazó a Felipe, aprovechando de sentir su cuerpo contra el suyo, sus brazos alrededor suyo, y su perfume invadiendo su sentido del olfato.
Pensó durante varios segundos cómo plantearle sus inquietudes a Felipe con respecto a esa noche. Cuando finalmente encontró la forma correcta, en la que no sonara tan desesperado, dio un suspiro, y comenzó a decir:
—¿Por qué no me dijiste que…?
—¡Felipe! —Anita se acercó interrumpiéndolos—, ¡el Alan va a tocar Malaventurados! —le dijo con excesivo entusiasmo, tomando a Felipe del brazo y acercándolo hacia donde estaba el resto del grupo, todos sentados alrededor de Alan que había ido a buscar su guitarra—, ven a cantar, como en los viejos tiempos.
Rubén observó a Felipe ser arrastrado por Anita hacia el resto de los presentes. Su pololo se volteó a mirarlo, sonriente, incapaz de notar el estado de Rubén.
Anita se sentó al lado de Alan, y Felipe se sentó al otro lado de ella.
Rubén se acercó al grupo, pero se quedó de pie.
Alan comenzó a tocar la guitarra con entusiasmo, mientras miraba sinriendo alternadamente a Anita y a Felipe.
Sé que está en algún lugar mejor
Donde no hay abuso, fuera de este mundo
Quiero encontrar el medio para yo
Poder hablar con ella, poder decirle a ella
Que aquí todo está peor
Que al igual que ella mi voluntad también murió
Le quiero platicar que todo sale mal
Que yo la alcanzaría teniendo la oportunidad
Rubén escuchó atentamente la letra de la canción, en la voz grave de Felipe, y la sintió muy triste, a pesar de la actitud alegre con la que la cantaban su pololo, Anita, Macarena y Alan.
Pensó en su madre, y sintió que la canción lo describía perfectamente a él. Se sentía completamente solo y desamparado, como si solo le ocurriera una cosa mala tras otra, ignorando por completo que, a excepción de esa noche, con la aparición de Alan, su vida era maravillosa.
Su mente comenzó a divagar entre recuerdos gratos y no tanto con su madre. De cuando era pequeño e iban en familia a la playa o al parque, hasta de esa terrible tarde en que llegó a su casa después del liceo y la encontró inerte sobre la cama.
Entró discretamente a la casa, esperando que nadie notara su ausencia, y subió a su habitación, porque no quería llorar frente a todo el mundo, y se quedó ahí, por largo rato, meditando todas esas emociones que estaba sintiendo.
Ni en un millón de años habría pensado que estaría llorando por su madre esa noche en Hornitos, ese vieja que tanto había esperado para disfrutar con sus amigos. Su pololo lo había hecho recordar a su madre cantando una canción sobre el suicidio, sin siquiera darse cuenta del efecto que había tenido en él.
Probablemente estaba exagerando producto de la vulnerabilidad mental en que lo había dejado la aparición del perfecto Alan, o quizás el alcohol en su organismo lo hacía liberar sus emociones sin limitarse socialmente.
Después de varios minutos sentado en la cama, dejando que las lágrimas cayeran por su rostro sin intentar detenerlas, se tranquilizó al momento que Alan con su suave voz comenzaba a cantar Somewhere Over The Rainbow.
Dio un largo suspiro, se secó las lágrimas y bajó al primer piso, pero en vez de salir directamente al patio para reunirse con el resto, sacó una cerveza del refrigerador, y se sentó en el sillón.
—Amiguito Alan, ¿me la prestas? —escuchó la voz de Marco desde afuera, suponiendo que se refería a la guitarra—. Gracias —se notó el entusiasmo en su voz—, ya, ¿quién quiere escuchar “Lamento Boliviano”? —preguntó a su público.
—Nadie quiere escuchar Lamento Boliviano, Marco. Nunca —respondió con acidez la voz de Ingrid, provocándole una leve sonrisa a Rubén.
—¿Dime, qué canción quieres que toque? —Marco le preguntaba directamente a alguien, pero Rubén no escuchó a quien, porque Daniela se rió con fuerza.
Al cabo de unos minutos la guitarra comenzó a sonar, y Marco cantó una canción lenta que Rubén no reconoció.
Daniela y Sebastian entraron riendo a la casa, pero Rubén no los miró directamente, simplemente bajó la mirada.
—Voy a cambiarme y vuelvo —le dijo Sebastian a Daniela, y subió las escaleras.
Daniela se acercó lentamente a Rubén, quien evitó mirarla para que no notara que había estado llorando.
—¿Cómo estás Rube? —le preguntó ella con amabilidad, sentándose a su lado.
—Bien —respondió Rubén después de aclararse la garganta, intentando sonar casual.
Un silencio incómodo se instaló por unos segundos.
—Me alegró mucho saber que estás pololeando con el Pipe —comentó ella, intentando conversar, pero Rubén seguía con la mirada fija en el suelo—. Quiero que sepas que no estaba muy de acuerdo con que viniera Alan, considerando que él y Felipe fueron… ya sabes.
—¿A qué viene todo esto, Dani? —le preguntó Rubén, molesto por su presencia alterando su soledad.
—Ay, Rubén —Daniela quedó sorprendida con la actitud de Rubén—, no es para que te pongas así, solo quería conversar.
—Claro, ahora quieres conversar conmigo, después de lo que le dijiste al Seba —le espetó Rubén, recordando las condiciones que su amigo le había dicho que había puesto Daniela.
—¿Qué cosa le dije al Seba? —preguntó ella sorprendida.
—No te hagas la tonta, Daniela, porfa —Rubén se puso de pie.
Se sintió mal por estar liberando parte de su pena y su rabia contra Daniela, pero no pudo evitarlo.
—En serio, Rubén, ¿qué cosa le dije al Seba? —insitió ella, intentando mantenerse calmada.
—¡Le dijiste que no querías que saliera con ustedes, que no me querías ver por lo que pasó en Iquique!
—Ay, Rube —Daniela soltó una risita de alivio—, yo nunca le dije al Seba que no quería que salieras con nosotros…
—Bueno quzás no fueron esas tus palabras, pero esa era tu intención, no querías que estuviera cerca de ustedes, pero mala suerte, porque el Seba es mi mejor amigo así que no vas a lograr que me aleje de él.
—Rubén, así no fueron las cosas —Daniela dio un largo suspiro para mantener la calma—. Si quieres saber de verdad qué pasó pregúntale al Seba, pero a mí no me metan en sus hueás. No estoy para dramas de pendejos.
Daniela se fue al patio a seguir compartiendo con el resto el grupo, dejando a Rubén solo nuevamente, confundido con su respuesta.
¿Qué era lo que de verdad había pasado?, ¿acaso Sebastian le había mentido?
Si para él ya era decepcionante que su pololo estuviera pasando la noche con su ex, el enterarse que su mejor amigo le había mentido le provocó una rabía que no pensó que podía llegar a sentir.
Le dio un sorbo a la botella de cerveza antes de subir por las escaleras lo más rápido que le permitió su embriagado cuerpo, y abrió la puerta de la pieza donde sabía que iba a dormir Sebastian.
Sebastian se enderezó sorprendido al escuchar que alguien abría la puerta.
—Ah, eras tu —dijo Sebastian, aliviado de ver a su amigo. Estaba sin polera, y le dio nuevamente la espalda para buscar algo en su bolso—. Me vine a cambiar polera porque la Dani me derramó la piscola encima —le contó, volviendo a buscar una polera limpia entre sus cosas.
—¿Qué mierda Sebastian? —dijo con la voz ronca Rubén producto de la rabia.
Sebastian se volteó sorprendido, y por fin miró atentamente a Rubén.
—¿Qué pasa Rube? —preguntó preocupado—, ¿estás bien?
—¿Por qué me dijiste que la Dani no quería que me juntara con ustedes? —Rubén ignoró las preguntas de su amigo, y simplemente continuó buscando la verdad.
—¿Qué? —Sebastian no entendió a qué se refería.
—La otra vez me dijiste que la Dani no quería verme, no quería que me juntara con ustedes cuando salían con la Maca —explicó Rubén.
—Ay, Rube —comenzó a decir Sebastian, nervioso—, ya ni me acuerdo de eso.
—¿Cómo no te vas a acordar? —Rubén no podía creer la justificación de Sebastian—, ¡lo hablamos en mi casa!
—Ya, si, pero fue hace mucho tiempo —Sebastian le bajó el perfil, y se volteó para seguir buscando la polera en su bolso.
—¡Seba, respóndeme! —le gritó Rubén tomándolo de la mano con fuerza para obligarlo a voltearse y mirarlo a los ojos.
Sebastian perdió el equilibrio y cayó sentado en la cama.
—¿Qué te pasa, Rubén? —le preguntó sorprendido por la actitud de su amigo.
Le dijo “Rubén”. Sebastian nunca le decía así. Rubén lo notó.
—Solo quiero que me digas la verdad —insistió Rubén.
—¿Cuál verdad?
—¡Deja de hacerte el imbécil! —le gritó Rubén, desesperado.
—¡¿Qué?!, ¡¿qué quieres que te diga?! —Sebastian se puso de pie enojado y se acercó tanto a Rubén para confrontarlo que Rubén cayó sobre la otra cama. La botella de cerveza que tenía en la mano se le cayó sobre la alfombra, con un ruido sordo—, ¡¿que era yo el que no te quería invitar porque sabía que no iba a poder concentrarme en estar con Daniela contigo ahí presente?! —la voz de Sebastian comenzó a perder fuerza y los ojos se le humedecieron—, ¿que a pesar de que lo intento no puedo dejar de estar enamorado de ti, ahueonao?
Rubén quedó perplejo con las palabras de su amigo, incapaz de responderle.
El corazón le latía con fuerza y no supo qué decir. Sebastian lo miraba a los ojos con intensidad, como si tampoco supiera qué hacer a continuación, esperando una respuesta de Rubén.
—¿O acaso quieres que te diga que no te invité porque simplemente no quiero pasar tiempo contigo, que me caes mal o algo así? —agregó Sebastian, pretendiendo hacerle ver a Rubén que lo primero no había sido verdad, sino que solamente era una alternativa de lo que él pensaba que quería oír—. ¿Qué quieres que te diga?
Sebastian esperó que Rubén dijera algo, pero ya había perdido la fuerza del principio, y ahora solo se veía asustado, a pesar de que intentaba mantener su actitud amenazante.
Finalmente, tras largos segundos de tensión, Sebastian se dio la vuelta, tomó simplemente un polerón que tenía sobre la cama y salió de la habitación, dejando a Rubén a solas.
Rubén no sabía qué acababa de pasar. Quedó completamente confundido, y no lograba hilar sus pensamientos para poder entender la situación. Cada vez que trataba de concentrarse en las palabras de Sebastian, su mente se desviaba inevitablemente a tener la imagen de Alan en su cabeza, tocando la guitarra, conquistando a todo el mundo con su carisma.
Levantó la botella de cerveza de la alfombra, y sorprendentemente aún le quedaba algo en su interior. Se tomó todo de un sorbo y se puso de pie con dificultad. Caminó hasta la puerta y bajó las escaleras hasta el living de la casa, desde donde pudo ver que Felipe y Roberto discutían en la cocina.
—Tranquilo, hermano, si no te voy a cambiar por nadie —le decía Felipe a su amigo, con una sonrisa atontada en el rostro—. No entiendo por qué estás tan enojado.
—¿Cómo no vas a entender? No es tan difícil —Roberto estaba serio, casi al borde de perder la paciencia—. Ni siquiera le contaste al Rube que venía ese hueon —bajó la voz, aunque no sabía que Rubén los estaba escuchando.
—No te metas en lo que tengo con Rubén —le advirtió Felipe, dejando de lado la sonrisa tonta por un momento—. Yo sabré cómo manejo mis relaciones. Tú no lo entenderías.
—Perdona por no entender tu nivel superior de imbecilidad —comentó con sarcasmo Roberto.
—¿Tus relaciones? —Rubén se metió a la conversación sin importarle nada—, ¿acaso tienes más de una?
El corazón le latía a mil por hora, y pensó que por la fuerza de los latidos iba a perder el equilibrio y se iba a ir de cara al suelo.
—No me refería a eso, Rubén —respondió con calma Felipe.
—¿Y a qué te referías entonces? —a Rubén le costaba hablar. Sentía que su lengua no trabajaba con la misma fluidez de antes, sobretodo en ese momento que estaba furioso.
—Rubén, no vale la pena explicarlo ahora, así como estamos —Felipe de repente se vio cansado, como si la idea de mantener una conversación con Rubén lo agotara por completo.
Roberto se retiró de entre ambos, y le dio unas palmadas en el hombro a Rubén, lo que Rubén interpretó como si le estuviera dando su apoyo. Luego de eso subió las escaleras y se perdió de vista.
—¿No vale la pena tratar de hacerme sentir menos mal de como me siento? —preguntó Rubén, levantando la voz.
—Rubén, estás gritando —le advirtió Felipe, con calma.
—No me importa —respondió bajando la voz, demostrando justamente lo contrario.
Rubén intentó controlar su enojo y su pena, que se escapaba lentamente de su interior en forma de lágrimas.
—¿Por qué lo invitaste a él?, ¿acaso aún lo amas? —le preguntó directamente, dejando ver toda su inseguridad.
—Yo no lo invité, todos lo hicimos —lo corrigió—. Y si, por supuesto que lo amo.
A Rubén simultáneamente le comenzó a doler el pecho y la cabeza, como si efectivamente se le hubiese quebrado el corazón, y su cerebro hubiese colapsado con esa información.
Sintió que le faltaba el aire, y comenzó a respirar agitadamente.
Trató de controlar el llanto, mirando a los ojos a Felipe, esperando que se retractara, que dijera que era una broma, pero eso no ocurrió, y cuando ya no pudo contener las lágrimas, se dio media vuelta y se dirigió a la puerta de salida.
—Rubén, espera —le dijo Felipe, sin ganas, pero Rubén no obedeció.
Abrió la puerta y la cerró tras él. Salió a la calle, esperando en el fondo de su corazón escuchar la puerta abrirse y la voz de Felipe gritar su nombre, pero eso no ocurrió.
Rubén cruzó la calle con dificultad, intentando mantener el equilibrio, y caminó sin rumbo bajo las estrellas en esa calurosa noche de verano.
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wikaless · 4 years
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Reseña: Ruina y Ascenso
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Y hemos llegado al fin, este final no me ha dejado satisfecha, pero a estas alturas tampoco voy a pedir más. Ha sido una decepción? Sí, como dije en otras reseñas esta no es la saga de mi vida, pero este libro ha tenido el potencial de hacerme tragar mis palabras sin embargo he resultado tener razón al final. Por desgracia.
Me conformo con pensar que Seis de Cuervos me encantó y confío en que el Rey Marcado también lo haga. O al menos que sea mejor que esta trilogía como mínimo.
Vayamos al meollo del asunto.
PROS
El mundo
Aquí no voy a decir mucho porque creo que ya fue suficiente lo dicho en mi reseña de Sombra y Hueso. Simplemente, el hecho de ambientarla en la rusia zarina, tener religión basada en los santos, su ropa y sus propios cuentos le da un aspecto fresco con respecto a otras fantasías adolescentes medias.
La escritura de Leigh Bardugo
Si algo puedo decir con seguridad aquí es que esta saga me la he leído en nada de tiempo, y eso a pesar de no haberme encantado.
Genya y David
Genya fue de mis personajes favoritos en el primer libro, y como en el segundo directamente casi ni apareció, estaba expectante a su regreso en el tercer libro, después de haber sido torturada por El Oscuro. No solo por su presencia y personalidad, si no para ver cómo había evolucionado, después de todo creo que es de los personajes que peor lo han pasado. Y sí, ya no es la sirvienta guapa que hacía todo lo que se le ordenaba, pero por desgracia he notado que en este libro no se le dió la atención que se merecía y por eso la pongo junto con David. Ojalá, se le hubiese prestado más atención.
—No soy la destrozada. Soy la destrucción.
Por otro lado David, que puedo decir es un chico callado y tímido, también ha cometido sus errores pero al final es un trozo de pan.
—Yo… yo no entiendo la mitad de lo que pasa a mi alrededor. No entiendo las bromas, ni las puestas de sol, ni la poesía, pero se me da bien el metal. —Flexionó los dedos inconscientemente, como si estuviera tratando de aferrarse físicamente a las palabras—. La belleza era tu armadura. Era algo frágil, todo espectáculo. Pero, lo que hay dentro de ti… es acero. Es valiente e inquebrantable. Y no necesita ningún arreglo.
Es la mejor pareja del libro con diferencia y la única que apoyaba. Así que simplemente estoy muy contenta de que acabaran juntos.
Zoya
Bueno y la gran sorpresa. Zoya a pasado de ser la abeja reina de instituto sacada de una fábrica de producción en cadena ha ser de los personajes que mejor me han caído.
—Tíralo —dijo Zoya—. Rómpele el corazón con crueldad. Yo me ofreceré encantada a consolar a nuestro pobre príncipe, y sería una reina magnífica. Me reí. —Lo cierto es que podrías serlo, Zoya, si dejaras de ser horrible durante un minuto. —Con esa clase de incentivos, puedo serlo durante un minuto. Tal vez incluso dos.
En solo un libro ha demostrado ser mucho más carismática que Alina.
—A lo mejor tienes hambre —dijo Zoya—. Yo siempre estoy antipática cuando tengo hambre. —¿Tienes hambre a todas horas? —preguntó Harshaw. —No me has visto antipática. Cuando lo hagas, necesitarás un pañuelo muy grande. Él resopló. —¿Para secarme las lágrimas? —Para contener la hemorragia.
Que puedo decir cosa que esta señora soltaba por la boca, cosa que aplaudía.
—Podéis quedaros con vuestro maldito paisaje. Yo solo quiero una cama caliente y una copa de vino. Tolya frunció el ceño. —Este es un lugar sagrado. —Genial —replicó ella amargamente—. Mira a ver si puedes rezar para que aparezcan unos calcetines secos.
Baghra
Me caía bien Baghra, me gustaba su rollo de: "Soy demasiado vieja para esto así que déjame con mi manta y mi silla en el fuego." Lo que yo comunmente llamo; "una señora con todas las letras de la palabra".
—Baghra —dijo Nikolai—, ¿cómo te encuentras hoy? —Todavía vieja y ciega —gruñó ella. —Y encantadora —señaló lentamente Nikolai—. No te olvides de «encantadora». —Cachorro. —Arpía.
Y aquí descubrí algo que me gusta aún más. Baghra hablando con Nikolai. Simplemente maravilloso.
—¿Todavía sigues aquí? —soltó Baghra. —Me voy, pero espero seguir en tu corazón —replicó él solemnemente. Después guiñó un ojo y desapareció.
Ojalá haber visto más de esto.
Nikolai
Nikolai, un trozo de pan demasiado bueno y entusiasta para haber sido criado en ese reino y aún más en esa corte. Que puedo decir, lo adoro, es mi personaje favorito claramente y la persona más decente de esos lares.
—Por todos los Santos, Alina. Espero que no me estuvieras buscando para ser la voz de la razón. Sigo una estricta dieta de imprudente entusiasmo y sincero arrepentimiento. —Hizo una pausa, y su sonrisa se desvaneció—. Pero de verdad que siento lo de los soldados que has perdido, y no haber hecho más aquella noche.
Pero ante todo si este personaje me ha dejado claro es que es el príncipe de Ravka y el rey que todo el mundo necesita. Es de los mejores príncipes/princesas que me he encontrado en la fantasía adolescente hasta ahora. Espero verlo en el Rey Marcado y espero que sepa ser un buen protagonista.
Su primer amor era Ravka, y jamás toleraría una amenaza a su país.
Aquí voy hacer un apunte. Nikolai, a diferencia de los anteriores, forma parte de la plantilla de intereses amorosos de Alina
(view spoiler)
. Pero voy a destacar que de los otros tres, Nikolai se coronó como el mejor, y esto es porque no tenía ni problemas de inferioridad porque Alina fuese super-poderosa como
Mal
, ni era el esperpento que era
El Oscuro.
Es triste que tenga que decir que un personaje es mejor que los demás cuando simplemente lo que ha hecho es darle su espacio a Alina y no manipularla emocionalmente.
—Cuando estés preparada —dijo. A continuación me cogió la mano y nos quedamos ahí de pie, juntos, viendo las estrellas que se derramaban por el cielo.
CONTRAS
Los personajes principales
Sí, este es el mítico libro donde los personajes secundarios, que salen mucho menos e intervienen menos en la acción, son mucho mejores que los protas. En serio, por qué la gente hace esto?
Carne de cañón
Aquí muere mucha gente. Pero, ¿cuantos de estos importan realmente? Ninguno.
Yo desde el momento que vi el grupo de Alina literalmente acerté con quienes iban a morir y quienes iban a vivir. Me parece fantástico que decidas matar a personajes, pero has tenido tres libros para desarrollar personajes ¿y me estas diciendo que ninguno de los muertos eran importantes realmente? Me estás tomando el pelo.
Alina
Alina mejoró y dio indicios de ser interesante en el segundo libro, pero al final retrocedió. Así que nada de eso sirvió de nada, Alina volvió a ser doña perfecta y esto me exaspera y me aburre. Decepcionante como protagonista en muchos aspectos, me pase todo el libro esperando a que al menos pusiese a Mal en su sitio. Pero nada.
Alina es aburrida e insulsa, durante la mayor parte de la saga se creyó menos de lo que era y cuando parecía que iba a despegar se estrelló en la zona de lanzamiento. No tengo ninguna cita de ella porque no hubo ninguna que se destacase para mi.
En serio Alina que te costaba espabilar y darle una ostia a Mal o partirle las piernas Al Oscuro. No es por mejorar la trama, era por el bien de mi salud mental.
Mal
El nombre no era una coincidencia, era un aviso de la autora. Mal... Bueno, en el último libro mejoró con respecto al segundo, cosa que no era muy difícil la verdad, pero puestos a decir algo positivo...
Sin embargo, esto no evitó que Mal siguiese en su línea, Alina trata todo el rato de convencerme de que es un encanto, pero lo miro y solo pienso en coger una palo y romperselo en la cabeza. Espero que Mal gane Mister Ravka 2020, porque es lo único que le queda;
ser guapo
.
Quiero destacar que Mal se hizo un tatuaje en la espalda, para supuestamente verlo y recordarse que debía cumplir su deber. Repito:
en la espalda
. Es estúpido, por no decir que me pareció efectivamente demasiado melodramático. Alguien debería haberle dicho que no era buena idea, pero por algún motivo sus amigos lo apoyaron. Mal esto es una señal para que busques otras amistades.
—Eres todo lo que siempre he querido —dijo—. Eres todo mi corazón.
Sí, también es un moñas, pero eso no ha evitado que siga viendo el complejo de inferioridad que sentía con respecto a Alina cuando tenía sus poderes. Es triste y me da rabia que ni siquiera lo hayan hablado, se cree que conoce a Alina pero en realidad no tiene ni idea.
—. Pero supongo que sigo siendo el mismo egoísta que he sido siempre. Por mucho que hable de juramentos y de honor, lo que realmente quiero hacer es ponerte contra esa pared y besarte hasta que te olvides de que has conocido siquiera el nombre de otro. Así que dime que me vaya, Alina. Porque no puedo darte un título, ni un ejército, ni ninguna de las cosas que necesitas.
Mal quería a la Alina de antes, y tristemente la obtuvo.
El Oscuro
No me cae bien ni me gusta la relación que tiene con Alina, pero eso no ha sido lo que me ha hecho odiarle, si no que, ver los comentarios de la gente alabando a este personaje es lo que me ha hecho odiarlo. La inmensa mayoría odia a Mal por su comportamiento tóxico pero sin embargo les encanta El Oscuro cuando es radiactivo en comparación.
No voy a mentir, no entiendo el objetivo del Oscuro, porque quiero pensar que este al final de la saga no era el mismo que en el primer libro. Si quiere salvar a los Grisha, sorpresa no debería matarlos o torturarlos a la primera de cambio. A él le importaba una mierda los Grisha lo único que quería era el poder y si no estabas en a su favor fácil, te mataba. Eso en nuestro mundo tiene un nombre, hijo de p*, mejor no voy a faltar a Baghra pero técnicamente es un dictador. Y a grandes rasgos también es el mítico villano genérico que lo único que quiere es dominar el mundo montando un genocidio de paso, pero en este caso añadido un toque de creatividad encaprichandolo con la protagonista. Esto es perfecto.
—Tú podrías convertirme en un hombre mejor. —Y tú podrías convertirme en un monstruo.
Madre mía el romance. Aquí no es que saltasen las banderas rosas es que era una flota entera de banderas rojas. Para tener cientos de años aquí el amigo Oscuro no tiene ni idea de las tecnicas se seducción, pero aún así logró que Alina se enñoñase, y no cabo en mi estupor. Creo firmemente que Alina hubiese acabado con él, a pesar de sus comentarios, si no fuese por el tema de que era un genocida, de nuevo, esto es muy triste.
—Te arrebataré todo lo que conoces, todo lo que amas, hasta que no te quede ningún refugio salvo yo.
Odio al Oscuro, no porque sea un buen villano, si no por la rabia que me produce su mera presencia y la gran aceptación que tiene entre el público.
Pero su muerte ha sido uno de los momentos más satisfactorios del libro.
El final
Todo el mundo es feliz y comen perdices después de habernos presentado un libro sobre una guerra civil y dejando la puerta abierta a que van haber otras guerras con los países vecinos. Y nos dejan un final con todos felices? Cero traumas? Cero problemas? En serio? Vale.
No contentos con que Alina y Mal acaben juntos, se van y se montan un orfanato.
Soy la única a la que esto le parece tan idílico que parece falso?
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alyrose-blog · 5 years
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Capítulo 1
En Nueva York reside una mujer llamada Layla, prefiere que la llamen Ele y es la típica pija reformada amiga de sus amigos y una gran confidente. Para divertirse y pasar un buen rato, lo que más le gusta es estar con sus 5 mejores amigos. Katerina o Kate, antigua y actual compañera de piso; Héctor, padre de su hija; Jose, hermano de Héctor; Raúl, el novio de Jose y Cristina. A Kate siempre le ha ido saltar de flor en flor, pero en la anterior vez que estuvo viviendo con Ele, se enamoró por primera vez en su vida. Pero no hizo nada respetando a Héctor, que aunque hacía tiempo que no estaban juntos, sabía cuánto significaba Ele para él. Ahora que vuelven a vivir juntos es Ele la que empieza a tener sentimientos por ella y aunque no tiene nada con Héctor, se siente culpable de sus sentimientos hacia Kate. Pero eso no la pararía, quería estar cerca de ella, se sentía cómoda con ella, y digámoslo todo, quería sentirla en su cama.
En una salida de grupo a fuera, en una fiesta de empresa a la que acudieron por Héctor, en el hotel, Ele se envalentonó y se lo dijo, Kate, que recordaba todo lo que sentía por ella, no pudo hacer más que dejarse llevar, al igual que Ele, pero ambos seguían sintiéndose mal por “traicionar” a Héctor.
-         Kate tenemos que contárselo. -         ¿No podemos simplemente no decirlo? -         Sabes que no.
En la tarde siguiente, en el café al que solían ir, lo hicieron. La cara de Héctor era un poema, podías ver su alma convertida en piedra. Para él Ele era el amor de su vida, además de la madre de su hija. Por suerte estaba Raúl que con uno de sus comentarios sarcásticos consiguió hacer espabilar a Héctor y decir:
-         ¡No es un buen momento!
Ele y Kate intentaron explicarle lo que sentían, que no era algo pasajero, que era de verdad. Pero de repente empezó a decir:
-         - ¡NO, si me parece muy bien! ¡Tú y Kate! ¡¿Quién no prefiere una mujer a un hombre?! Por favor, ¡tienen tetas! -Alzando mucho la voz y gesticulando mucho, se le notaba que estaba incómodo y que fingía-.
Ele le explicó lo que sintió alguna vez por él amorosamente, y lo que siente por él como amigo, le dijo que si de verdad la quería tenía que superarlo y aceptarlo. Kate por su parte se sentía terrible y sentía que tenía que compensárselo de algún modo, así que decidió darle el número de otra chica, que creía que se parecía a Héctor y que creía que le gustaría. Héctor no supo cómo reaccionar al momento, pero se dio cuenta que Ele y Kate estaban hechos el uno para el otro.
-         Tíos, ¡sois totalmente diferentes! ¡Por eso sois la caña! ¡Solo fijaos en lo que me acabáis de decir: Supéralo y toma el número de una tía. -         ¿Y? –Contestaron a dúo- -         El ying y el yang tío, que os complementáis. -         Ahh –Dijeron al unísono-
A la mañana siguiente, se juntaron Ele, Jose y Cristina en casa de Ele y Kate, Cristina no pudo evitar preguntar:
-         ¿Qué, Kate es tan genial como dicen en la cama? -         ¿Queréis detalles? -         Ajá –Respondió Jose- -         Más te vale contárnoslo, zorra –Dijo Cristina- -         Pues no, las damas no dicen esas cosas. -         ¿Dama tú? –Dijo Jose- ¡Si eres la más puta de todas! -         ¡Lo sé! –Dijo Ele riéndose- pues estábamos en su habitación y después… -         Al lío, al lío –Interrumpió Cristina-
En ese momento Ele solo la miró y dijo:
-         Después de hablar nos miramos y nos empezamos a besar, o lo intentamos, porque nos dio un calambre. -         ¿Un calambre? –Intervino Cristina- Interesante. -         ¿Y qué va a tener de interesante un calambre? Nos pasa a mí y a Raúl constantemente y es lo más desagradable del mundo –Dijo Jose- -         Sí sí, lo será para ti –Contestó Cristina- -         ¿Os lo cuento o preferís seguir hablando de calambres? -         Cuenta, cuenta –Respondieron los dos- -         Vale, pues después del dichoso calambre nos volvimos a besar y dios, como besa. Total que después pasó lentamente a besarme el cuello y acariciarme la espalda y con la otra mano el pelo, apartándolo de mi cara para volver a besarme de nuevo. Luego nos sentamos en la cama y seguimos besándonos, y me empezó a subir la mano por el muslo, pero entonces le aparté la mano y lo empujé a la cama.  A ver tías, me gusta el romanticismo pero es que ésa pedazo de mujer pide que la poseas. Y bueno, digamos que lo hice. Le desabroché la camisa, le arranqué el sujetador de un bocado y me quedé a contemplarla. Su cara era un poema, pero seguía siendo preciosa. Y sus tetas, uff, no puedo hablar de sus tetas, son tan bonitas, son perfectas. -         Nos ha quedado claro que te pone, ¡detalles! –Interrumpió Cristina- -         Pues nos follamos salvajemente, ale. Yo que quería ser romántica y misteriosa. -         No, pero sigue, solo te interrumpo para que no te pongas –Dijo mientras sonreía- -         Claro, Cris, como gran amiga que eres y te quiero mucho por ello. Ahora, si me dejas continuar os explico: después le subí la falda, le bajé las bragas y la empecé a tocar, ella quería tocarme a mí pero yo no le dejaba. La miraba mucho, sobre todo su cara, quería ver su placer, empecé a besarla, lamerla y morderla por todo el cuerpo mientras le tocaba, ella me intentaba decir “déjame tocarte” y yo le susurré al oído “No, eres mía”. Me puse haciendo la tijera con ella y las dos gemimos de placer, lo mojadas que estábamos tías, no era normal. Y nada básicamente eso hasta que terminamos, porque no tenía a mano mi cinturón que si no. -         Ya sabes, a la próxima llévatelo, como un compañero de viaje –Dijo Cristina- -         Sip –Afirmó Jose- Y es una pena eh, porque una buena polla siempre hace falta. -         Amén –Dijeron Ambas-
A su vez, también estaban juntos Kate, Héctor y Raúl en casa de Raúl y Jose.
-         Entonces añades a la lista a Ele, eh –Dijo Raúl- -         Oh, sí, no sabes cómo le di lo suyo –Dijo Kate con una cara rara- -         ¿En serio? –Dijo Raúl- -         Estoy preparado para oír esto, estoy preparado para oír esto –Murmuraba Héctor- -         ¡No! ¡la tía estaba desatada! ¡es una fiera! ¡No me dejó ni tocarle! ¡Héctor, no me habías contado esa parte de ella! -         ¿Yo? ¡Si es la primera noticia que tengo! ¡Conmigo era una estrella de mar! Serán las tetas, que la desatan. -         Ya lo dice el dicho, tiran más dos tetas que dos carretas –Dijo Raúl-
Más tarde en casa de Ele y Kate los chicos ya se habían ido y solo quedaba Ele con su hija Susana, sentadas en el sofá y contándole un cuento infantil. En ese momento entró Kate, que al verlas decidió hacerle una foto con su móvil.
-         Estáis preciosas –Dijo Kate- -         Ohh, gracias cariño, tú también, ven aquí con nosotras. -         Por supuesto, ¿qué darán en la tele?
Se besaron y sintieron un calambre pero se quedaron ahí, viendo la tele y jugando con Susana. Cuando esta se hubo dormido Ele la acostó y al volver al sofá se encontró a Kate desnuda.
-         ¿Pero qué? Vas al grano eh –Dijo Ele riéndose- -         ¿Y tú me lo dices, abusona? Quiero repetir, pero esta vez déjame tocarte –Dijo con la mano extendida-
Justo en ese momento Ele sintió una presión en el pecho.
-         ¡Au! –Se quejó Kate- ¡Me ha dado un calambre en los dedos! -         Mira que eres quejica –Dijo quitándose la ropa-
Y cuando Ele estuvo desnuda de nuevo antes de nada la contempló, pensó en lo preciosa que estaba y de nuevo esa presión, esta vez era más fuerte, y sintió lo que a ella le pareció un ataque al corazón. Sus ojos se cerraron, de repente empezó a ver una visión: era todo igual, el mismo momento, las mismas personas y la misma situación. Pero de repente empezó a ver como de su corazón salía una fuerte luz roja y empezó a formar un canal que iba directamente a Kate. Ele no quería hacerle daño e intentaba despertar pero no podía. Hasta que su voz lo hizo. -         ¡Aaaaaah! -         ¡¿Kate?! ¡¿Estás bien?! Yo solo… –Dijo mientras se acercaba a ella y la acariciaba- -         Ha sido como un bombardeo a mi pecho, de repente mi corazón iba por libre, ha habido un momento que me ha dejado sin respiración y todo. Pero yo estoy bien, eres tú la que me preocupa, primero parecía que te iba a dar algo y luego te has quedado de pie inmóvil con los ojos en blanco, te he llamado y movido pero no reaccionabas. -         ¿Con los ojos en blanco? Creía que me había caído y estaba soñando. -         ¿Soñando? ¿Y qué has visto? -         Pues a ti y a mí, justo antes de que pasara esto, he visto como salía un torrente de luz disparado de mi corazón e iba directamente hacia al tuyo. -         Vale, ¿qué coño está pasando? No entiendo nada. -         Yo menos cariño pero creo que lo mejor será olvidarlo, no será para tanto. -         No Ele, casi nos morimos hoy por no hablar de que tú te has quedado con los putos ojos en blanco, tiene que vernos un médico. -         Vale, si así te quedas más tranquila iremos.
En el hospital, compartiendo habitación, Ele y Kate seguían hablando del tema, sobretodo Kate, que si ya no entendía nada, menos aún la visión que tuvo Ele. En ese momento aparecieron los amigos, menos Jose, que se quedó cuidando a Susana.
-         Nos ha avisado Jose, ¿que os ha pasado? –Dijo Héctor- -         Pff, eso nos gustaría saber –Respondió Kate- -         ¿Por qué, qué pasa? –Dijo Raúl- -         Pues es que es muy raro, hemos sufrido del corazón a la vez, y Kate ha flipado con una ilusión, ¡mientras tenía los ojos en blanco! -         Ohhh –murmuró Cristina- -         ¿Ohh? Tía tú cada vez estás más loca –Dijo Raúl que la oyó- -         ¿Qué dice el medico? –Dijo Héctor- -         Nada, dice que ha podido ser una taquicardia fuerte, y con lo de los ojos en blanco no nos creen. -         Já, qué sabrá esa gente –Dijo Cristina muy fuerte- -         Acaso tú sabes más que un médico? –Dijo Raúl- -         Os sorprenderíais –Dijo Cristina- -         Vale, lo de los ojos en blanco puede que la vieras desmayarse… –Dijo Héctor- -         Lo mismo que dice el médico –Le interrumpió Kate- ¡Que no se movía tíos, no se movía! -         Será mejor que continuemos esta conversación en otro sitio, vosotros y yo solos –Dijo Cristina-
Kate, que sin saber muy bien por qué, ahora se sentía más relajado, aceptó. Los otros, incluida Ele, creían lo mismo, que Ele se había desmayado, que Kate deliraba, y que Cristina para variar, estaba loca.
Cuando ya se fueron a casa, Ele y Kate decidieron que Jose se llevara a Susana para que pudieran descansar, a lo que Jose aceptó, se despidieron de ella y Jose se fue con Susana. Al poco rato entró Cristina, que los pilló estirados en la cama. -         Salid, tenemos que hablar –Dijo Cristina picando a su puerta- -         Tía hemos tenido un día duro, necesitamos descansar –Dijo Ele- -         Precisamente por eso estoy aquí chicas, ¿conocéis el mito del hilo rojo?
A Kate le sonaba a chino, así que simplemente se calló.
-         ¿El que te lleva a tu alma gemela? –Dijo Ele- Sí, ¿qué pasa? -         Básicamente eso es lo que os ha pasado, sé que la transición no es muy buena, pero será mejor a partir de ahora. -         Tiene sentido –Dijo Ele- porque en mi visión… -         Sí, sí, lo sé –Interrumpió Cristina- -         Pero no puede ser –Dijo Ele- es imposible. ¡Es como si me dijeras que los dragones existen! -         Los dragones no pero las dríades sí. -         ¿Dríades… Y ahora de qué coño estáis hablando? –Dijo Kate- -         A ver, tranquilizaos y os pondré al día: Las dríades, espíritu viviente de un árbol, existen. Y yo soy una de ellas. -         ¡¿Qué?! –Dijeron las dos a la vez- -         Sí, tengo apariencia humana y no muevo hojas o hago crecer árboles, pero sí soy la portavoz del universo.
Ele y Kate estaban alucinando, pero ya lo habían hecho antes con lo que les había pasado, así que la dejaron hablar, creyéndola.
-         Tengo el don de calmar, por eso antes te has relajado y has dejado de hacer preguntas, Kate. La cuestión, el universo elige qué personas pueden tener el don del alma gemela, que consiste en lo que acabáis de sentir, aunque es solo el principio. Y después de elegir qué personas tendrán ese don, me usan a mí para orientaros. Como ya imaginaréis, esto es secreto y nadie puede saberlo. -         Vale, y ¿cómo funciona? –Dijo Kate- -         Pues veréis, primero os dan calambres para saber si os eligen, si sois elegidos se establece la conexión entre vosotros. Y básicamente ahora podéis sentir esa conexión y usarla para comunicaros entre vosotros. -         ¿Cómo? –Dijo Ele- -         Eso dejaré que lo descubráis vosotras mismas, saldrá solo, ya lo veréis. Prometo que no os volverá a doler. -         Vale –Dijeron las dos-
Cristina se fue y las dejó pensando.
-         Almas gemelas, jamás había pensado que pudiera ser algo real, es decir creo en el amor ¿pero esto? –Dijo Ele-
Y justo en ese momento suena en la tele, que estaba de fondo. -         Yo nunca había creído en el amor hasta que te conocí -         ¡Eso es lo que estaba pensando en decirte yo! Debe ser así como funciona! -         Pero es una serie, la conozco, son dos amantes que se reencuentran. Esa frase la he oído mil veces. -         ¡Pero es justo lo que estaba pensando yo! Piénsalo, Cristina dice que podemos comunicarnos a través del universo, la serie forma parte del universo, no sé como pero es verdad. -         Puede ser, aunque es raro esto que nos pasa –Volvió a escucharse en la tele- -         ¿Pero qué? –Dijo Ele- ¡Ahora lo he hecho yo! Pero ellos se refieren al amor q sienten después de tanto tiempo. Es tan raro... ¿Porqué usar dos versiones? -         Porque es un secreto, acuérdate. -         Pero estamos solas, ¿qué más da? -         Pero es una serie que están emitiendo en la tele, la gente lo está viendo. -         Que enrevesado, pero tienes razón. ¿Y cómo ha pasado? Yo solo estaba pensando en contestarte. -         Tal vez es así de sencillo. Probemos otra vez.
Kate pensó en acostarse con ella y Ele pensó en decirle que le quería, miraron a la tele y los amantes se estaban acostando, pero en el piso de Jose y Raúl se escuchó un grito:
-         ¡Te quiero! -         ¡Guau! ¿Eso era para mí? –Dijo Kate- -         Sí, y supongo que tú quieres acostarte conmigo –Contestó riendo- -         ¿Pero esto se desconecta? Si no nos volveremos locos. -         ¿Locos? Yo creo que es impresionante y bonito.
-         Sí, pero piensa una cosa, si esto es duradero no vamos a saber de qué coño están hablando los demás pensando en que es para nosotros –Dijo muy nerviosa- -         Cálmate cariño, no sabemos cómo funciona esto, no nos adelantemos. ¿Quieres comprobar si esto hace algo en la cama? –Dijo Ele con un tono atrevido-
Justo en ese momento Kate sintió algo en la vejiga, como si de golpe estuviera a punto de correrse.
-         Creo que lo siguiente es hacerme correrme con la voz, estoy a punto. -         ¿Ya? Joder, pero si lo guay es que dure.
En ese momento Ele sintió como llegaba a su vejiga esa misma sensación, solo que después le subió al corazón y le salió, a la vez que respiraba. Kate había dejado de sentir eso hasta que le volvió al corazón con una bocanada de aire y de nuevo salió por la vejiga. Era como sentir el aire que respiraban con fuerza, invadiendo todo el conducto y acompañado a su vez con una sensación de placer.
-         ¿Estás sintiendo esto? –Dijo Kate- Es como un… -         Cierra los ojos tú también, vas a flipar más –Interrumpió Ele-
Vieron un haz de luz rojo ancho y corto que se paseaba entre sus cuerpos.
-         Osea que es esto, sí que parece un hilo rojo, aunque más gordo. Es precioso, y se siente, uff.
Ele la llevó a su habitación. Iban a besarse cuando se dieron calambre al intentarlo, pensaron lo que dijo Cristina y  volvieron a intentarlo y de nuevo un calambre, pero esta vez lo aguantaron y al empezar a besarse solo podían sentir que querían más, que deseaban disfrutar de todo lo que la otra podía ofrecer y cuando llegaron al acto de nuevo esa sensación, en esta ocasión se miraron, las dos con cara de placer y con los ojos llenos de amor, se sentían más unidas que nunca gracias a eso. Estaban sincronizadas, sus respiraciones, sus corazones, mas eso que compartían, era una melodía perfectamente organizada.
A la mañana siguiente los despertó Jose, que traía a Susana y salieron las dos para recibirla.
-         Buenos días enfermitos, ¿qué, ya estáis mejor? -         Mucho mejor –Dijo Ele- -         Ya te digo –Dijo Kate-
Las dos se miraron y empezaron a reír y a la vez se escuchó otra risa que venía del rellano, era Cristina que ahora entraba.
-         ¿Se puede saber de qué os reis? –Dijo Jose- -         La vida, que es maravillosa –Dijo Cristina- -         ¿Nos disculpas un momento Jose? Tenemos que hablar con Cristina –Dijo Ele- -         Claro –Dijo Jose – ¿Vendréis esta tarde al café no? -         Si, por supuesto, ahí estaremos –Dijo Kate-
Jose se marchó y se quedaron las cuatro.
-         ¿Qué, lo habéis hecho ya? –Dijo Cristina- -         Sí –Dijo Ele- Y es otro nivel… No puedo explicarlo, es mágico. -         Y habéis visto el hilo rojo imagino. -         Sí –Dijeron las dos- -         Pero ya no podemos verlo –Dijo Ele- -         Dejasteis de verlo en cuanto dejasteis de sentirlo, para sentirlo solo tenéis que pensar en tocar a la otra persona con la mente, imaginad que la estáis tocando.
Las dos cerraron los ojos y de repente sintieron como su corazón le daba un vuelco y en la palma de la mano notaron calor y de repente empezaron a verlo. Era el torrente de luz rojo de corazón a corazón más dos hilos pequeños que iban de sus manos a sus corazones.
-         ¿Es bonito eh? –Dijo Cristina- -         Sí, pero ayer al solo era un haz de luz rojo que iba de su corazón al mío, ahora está el hilo rojo gordo y dos pequeños –Dijo Kate- -         Sí, eso es por el influjo de la luna llena, también es un factor importante, al igual que otros. -         ¿Otros? –Dijo Ele- -         Sí, para que dos almas gemelas sean elegidas tienen que tener 6 cosas: Naturaleza: la dríade, la Luna: que hace su influjo cuando está llena. La familia: que en este caso son Jose y Héctor. La amistad: Que somos nosotros seis. El Ying Yang: que sois vosotros. Y el amor: que volvéis a ser vosotros. -         ¿Por qué no puede contar mi propia familia? –Dijo Ele- -         Porque tiene que ser de tu grupo de amigos, si alguna de tus hermanas fuera de tu círculo de seis amigos y fuera algo de lo de antes, entonces ella también estaría. -         ¿Seis amigos? –Dijo Kate- -         ¿Os suena la teoría de los seis grados de separación? -         No –Dijeron ambas- -         Es que cualquier persona del mundo está separada de cualquier otra persona, tan solo por seis grados de separación, seis eslabones. Según esta teoría seis son las personas que hacen falta para completar el color rojo del cubo de Rubik. Básicamente que vosotros os conocéis gracias a nosotros, que a su vez somos todo eso. -         ¿Por qué todo tiene que ser tan puñeteramente lioso? –Dijo Kate- -         El universo es caprichoso –Respondió Cristina riéndose- -         Vale, y tú, que eres una dríade, tienes forma humana pero, ¿eres inmortal? –Dijo Kate- -         No, muero pero vuelvo a renacer, siempre como humana, para enseñar a las siguientes almas gemelas. -         Lo que quiere decir que aunque podamos hacer de todo morimos igual –Dijo Ele- -         Sí, pero las dríades y yo nos hemos puesto en contacto para que podáis hacer más con vuestros actos, en cargos públicos y decisivos como la ONU. Para que hagáis de este mundo un lugar mejor. -         Pero tú no trabajas de masajista? –Dijo Ele- -         Esa es solo mi tapadera. La familia de la dríade siempre está implicada en política, de manera incógnita, yo ahora mismo formo parte del consejo de los Iluminados, que es como nos llamamos, en honor a vosotros, y puedo hacer que representéis a vuestro país en la ONU. Mirad, veis estos pines?
-         Sí, los llevas siempre -         Fijaos bien cómo son y como están puestos
Ambas miraron y vieron un triángulo formado por 6 pines con seis colores diferentes: El rojo arriba, que tenía un corazón, el amarillo y el negro a la izquierda, con un ying yang y el blanco a la derecha con una luna, en la siguiente fila tres más: El azul con solo una línea que señalaba al amarillo y al verde, el siguiente, que tenía un árbol. Y por último el naranja, que tenía otra línea que señalaba al verde también y al blanco.
-         Todo en conjunto representa todo lo que os he explicado -         ¿Los colores tienen algo que ver también? -         Sí, son los colores del cubo de Rubik. Ya que el universo se basa en esas teorías, hemos decidido que cada factor tenga los mismos colores que el cubo. -         ¿Y lo llevas a la vista? –Dijo Kate- -         ¿Quién se pensaría que esto puede ser de una sociedad secreta a nivel mundial? – Dijo riéndose- Además, yo estoy loca y llevo lo que se me antoja. -         Volvamos a lo de antes, ¿pretendes que una de nosotras esté en la puta ONU? –Dijo Kate- -         Sí, tranquilas, la que se quede lo hará conmigo y yo le iré ayudando a través de ella -         ¿Pero cómo coño explicaremos que una ejecutiva de moda  o una actriz de repente se hace representante de su país en la ONU? –Dijo Ele- -         Lo sacaremos en las noticias como que a alguna le ha tocado la lotto y que lo ha invertido en orfanatos. Que algún político que pongamos os vio y que decidió que alguien como la que sea sería buena para el cargo que necesitan y entrar en el mundo, luego ir escalando hasta que seáis la representante. Tardaremos y tendréis que hacer muchas cosas, no os tendréis que mudar, pero vuestra vida social cambiará, aunque tranquilas que el círculo de amigos no. -         Suponiendo que aceptemos, ¿les decimos algo a ellos? –Preguntó Ele- -         Claro, pueden saberlo, aunque tienen que entender que es secreto. Y no sé ni si quiera si os creerán –Dijo Cristina riéndose- -         Eso ya lo hablaremos, pero yo no estoy segura de querer eso, prefiero una vida tranquila, contigo y con Susana –Dijo Kate mirando a Ele- -         Pero con eso podríamos contribuir a hacer del mundo un lugar mejor. -         ¿No podemos simplemente reciclar como hace todo el mundo? -         Yo quiero poder arreglar la corrupción y toda la mierda que hay. -         Tenéis todo el tiempo del mundo para pensarlo y podéis tanto aceptar como no -Dijo Cristina- -         Antes de eso, ¿cómo funciona lo de comunicarnos? -         Pues a ver, cuando queréis hablar con la otra persona simplemente pensáis en ella, eso lo habréis descubierto, para no quedar como unos locos tendréis que decirlo, aunque ya lo haga la tele u otra persona. Y no tiene pausa. Para cuando estéis lejos, yo lo que os aconsejo es que penséis en tocar el oído de la otra y a ésta le pitará y así estará pendiente de lo que hay a su alrededor. -         Vale –Dijeron las dos-
Kate y Ele se miraron:
-         Vale, aceptamos, pero danos un tiempo para que nos acostumbremos a esto. -         Claro, ya me diréis.
Cristina se fue y se quedaron ellas 3:
-         Está bien, lo hacemos, ¿pero quién? –Dijo Kate- -         Pues tú, eres actriz, sabrás como actuar. -         Vale, me parece bien -Se escuchó en el rellano-
Empezaron a disfrutar del juego que el hilo les podía dar, jugaban al escondite abriendo y cerrando los ojos para ver donde estaban, se daban sorpresas en el trabajo, a veces simplemente se observaban cuando estaban lejos y sobretodo, nunca dejaban de hablar. Pasado un año, en su casa, Cristina les preguntó si ya estaban listas, a lo que respondieron que sí.
-         Muy bien pues al lío –Dijo Cristina- primero vamos a montar eso. Toma este número y esta tarde en el café te tocará. Y cuando te pregunten en qué lo vas a gastar ya sabes. -         ¿Me tocará? ¿Pero cómo vas a hacer eso? -         No lo haré yo, si no el universo.
Por la tarde, en el café estaban todos atentos a la tele:
-         El 77, el 62, el 19, 21, el 38 y el 42. -         ¡El mío, el mío! –Gritó Kate levantando el brazo y brincando.
Se levantaron todos y gritaron:
-         ¡¿Qué?! -         No puede ser –Dijo Héctor- Trae.
Se lo quitó de las manos y lo comprobó.
-         ¡Es verdad, le ha tocado! -         Guay, ¿cuánto es? –Preguntó Raúl- -         Es el mayor premio, 12.6 millones de dólares –Dijo Jose emocionado- -         ¡¿Cuánto?! –Repitieron todos- -         ¿Qué vas a hacer con tanto dinero? –Dijo Héctor- -         Pff, yo no lo sé, es mucha pasta, pero Ele siempre ha tenido la idea de que si le tocaba crearía casas para niños huérfanos. –Dijo Kate mirando a Ele- Y me ha tocado a mí así que para el caso, creo que empezaremos por ahí. -         Ya, siempre lo dice, pero de ahí a hacerlo... Es vuestro dinero, ¿no os da cosa gastarlo en otros? –Preguntó Raúl- -         No –Dijo Ele- Nosotras estamos bien como estamos, no necesitamos más.
La gente al verlos empezó a montar barullo felicitando a Kate.
-         ¡Ronda de lo que quieran a todo el mundo! –Dijo Kate-
La gente empezó a pedir en la barra lo que querían.
-         ¡Pero aún no lo has cobrado! –Gritó el camarero- -         Apúntamelo, luego ajustaremos cuentas.
Al día siguiente Kate se levantó temprano mientras Ele aún dormía y fue a cobrar el cheque. Cuando se hubo ido, a Ele la despertó una llamada, era de la oficina de Lotto y le llamaban porque era tradición que saliera en la tele, que cuándo les vendría bien que aparecieran. Cuando Kate volvió se lo contó:
-         Han llamado de la lotto, que vienen con la tele -         ¿Cuando? -         Hoy a las 5 en el café. -         Vale, pff, a ver cómo sale esto.
Durante el resto de la mañana estuvieron jugando con Susana y hablando del tema con Cristina, que apareció más tarde.
-         Ya tenemos el primer paso –Dijo Cristina- ¿No ha sido para tanto no? -         Ahora viene cuando se lo contamos a los chicos antes de que empiece todo –Dijo Kate- -         Sí, yo también quiero hacerlo –Dijo Ele- -         Muy bien –Dijo Cristina- Pues llamémosles.
Les llamaron y vinieron.
-         Chicos, tenemos que contaros algo, algo muy gordo –Dijo Kate- -         ¿Más gordo que la lotto? –Dijo Raúl- -         Sí, mucho más –Respondió Cristina- -         ¿Tú sabes de qué va? –Dijo Héctor- -         Sí, y os pido que abráis vuestra mente.
Ele, Kate y Cris les pusieron al día de todo.
-         ¿Qué? –Dijo Héctor- No me lo creo, vosotros habéis fumado algo. -         Lo verás por tus propios ojos, no el vínculo pero sí lo que vamos a hacer. -         Osea que existen las almas gemelas, ¿entonces Raúl no es la mía? –Dijo Jose- -         Es tu compañero, pero no tu alma gemela. Porque vosotros ya os conocíais mientras que ellos han necesitado que nosotros les juntemos. -         Pues vaya mierda –Dijo Raúl- -         ¿Acaso quieres formar parte de la ONU? –Dijo Jose- -         No, la verdad que no, prefiero nuestro amor cutre de toda la vida –Contestó Raúl entre risas- -         ¿Pero que no veis que es imposible? –Dijo Héctor- ¿Os habéis vuelto todos locos? -         Cinco contra uno, ¿quién es el loco? –Dijo Cristina- -         Vale, si pasa lo que decís, me lo creo.
Por la tarde, el café estaba abarrotado de gente y entró la reportera junto con el equipo.
-         ¿Quién es la afortunada? -         ¡Yo! -         Muy bien y cuéntanos, ¿cómo te sientes? ¿qué vas a hacer con el dinero? -         Pues estoy alucinando, nunca me había tocado algo y aún no me lo creo. Lo usaré para crear orfanatos. -         Una idea muy noble, y el resto? -         Uff, pues no sé, supongo que lo donaré. -         Es muy altruista, ¿no te quedas nada para ti? -         Supongo que si me quedo algo será para seguir como hasta ahora con mi familia y amigos. -         Pues muy bien, gracias por todo y no te entretenemos más.
Al día siguiente Kate empezó a buscar terrenos para construir las casas. A la semana siguiente ya empezó con su primera casa, era un terreno muy grande. Hizo venir al arquitecto para indicarle cómo quería que fuera.
-         Tiene que ser como un hotel, con cocinas, lavabos públicos para chicos y chicas, salas para las literas, una biblioteca, una sala de ocio, y columpios exteriores para los más pequeños. -         Vale, veré qué puedo hacer.
Al cabo del rato vino con el diseño y a Kate le encantó así que puso a los obreros en marcha. Durante meses Kate siempre estaba fuera diseñando y organizando las casas. Ele, por su parte estaba en casa, cuidando de Susana, y aunque la echaba de menos, se sentía tranquila porque siempre hablaba con ella, aunque no estuviera. En casa, a Ele le pitó el oído y empezó a prestar atención:
-         ¡Preciosa! –Se escuchó en el piso de arriba- -         ¡Tú más!  –Contestó Ele mentalmente-
Cuando ya hubo construido todas las casas y por fin estaban juntas, alguien llamó a la puerta.
-         ¿Kate Hannigan? -         Sí, soy yo. -         Soy Daniel, formo parte del congreso, han visto lo que has hecho con tu dinero y les ha impresionado, quieren que te unas, ¿estás interesada?
Kate y Ele se miraron:
-         Vamos a ello –Se escuchó en la tele- -         Sí –Dijo Kate con determinación- -         Muy bien, empiezas mañana.
Sheila Romero Serrano, aka Shelly McGraw. Espero que os haya gustado, y tanto si lo ha hecho como si no, me gustaría que me dierais vuestra opinión. Ya que la historia continúa.
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alde-bulleado · 7 years
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||Fic|| Otra ocasión
Pero eso tenía que haber sido a la semana siguiente. O un poco antes o después de que pasaran las fiestas decembrinas. Ahora ¿para qué? Ya se habrá olvidado. Ya pasó toda la emoción de los festejos, se normalizó todo y bajaron los ánimos, seguramente en los días festivos estuvo muy ocupada y fue mejor no ir, para no interrumpirla. Qué va, seguramente es cristiana y descansó como debe; habrá pasado esas fechas con su familia. Pero ¿de verdad te crees que ella quiere que vayas? Sólo te dio la tarjeta por amabilidad. Ahora es una persona de negocios, tiene que dar muy buena imagen y atraer clientela. No, tú no eres potencial cliente. Número uno: ¿a quién le vas a regalar flores? ¿A Afrodita? Número dos: No tienes dinero. Estás en el Santuario, no hay ni para comer. Tu trabajito de medio tiempo en la ciudad apenas y te da para lo básico. Número tres: ¿A qué vas realmente? Es decir, sé sincero. ¿A qué vas a verla? Recuerda lo que eres. No puedes tener ese tipo de intenciones con nadie. Acuérdate de tu labor y tu misión en esta vida. Tienes prioridades, una diosa a quién servir, un templo que atender.
~
No quise hablar de esto con nadie. Al regresar el día que la vi, no quise decir nada a nadie, porque sentí que me podían despertar de un sueño. El pasar del tiempo se sentía extraño, me senté y estuve como entumecido mentalmente unas horas pensando. ¿En qué? Quien sabe, en el infinito, en el aroma de las flores. Un minuto tardaba eones en pasar, pero cuando volví a la realidad ya era muy noche y hasta me sorprendí por lo tarde que era.
Alguien pasó por mi templo y me dijo que tenía cara de “ido”. Tan ensimismado estuve que no recuerdo bien quién era, no le miré la cara. Cuando me metí a bañar para espabilar me di cuenta: tengo demasiado tiempo libre para pensar en tonterías. Tendría ahora que entrenar más en el Santuario, trabajar más horas en la ciudad, no hay espacio para ese tipo de cosas.
~
Febrero de 2017
Ese día otros de sus compañeros de orden declararon que se quedarían en los templos a hacer guardia, hábito que le permitía ir a laborar como la gente común y corriente a la ciudad. Pero ese día no era su turno en el restaurante. Aldebarán tenía toda la seguridad que lo mejor que podía hacer para aprovechar de manera productiva ese tiempo libre era dedicarse a sus labores de santo dorado; en su defecto, dormir un poco o limpiar su espacio personal. Pero ahí se fue, como un necio, a la ciudad. ¿A qué? “A actuar de tonto, como no lo he hecho en años”.
La dirección no era tan difícil de encontrar. No era un barrio extremadamente popular ni lujoso, pero sabía qué ruta de autobús lo dejaría cerca. “Creo que lo más cortés sería llevarle algo.” Pero no se lo ocurría qué podía ser adecuado para la ocasión. Ya habían pasado los días festivos importantes para las florerías, para la gente en general. Un postre, un llavero, sonaban a cosas insulsas, y además eran inútiles.
Nunca pasaba desapercibido en el transporte público. En el metro, en los autobuses, su estatura imponente, complexión intimidante y rostro severo se convertían por unos segundos en el centro de las miradas: temerosas, morbosas, curiosas, desdeñosas. De tener posibilidad de disponer de unos euros de más, con gusto tomaría taxi. Pero la carencia económica era imperiosa, y tendría que ir encorvado todo el recorrido por el tamaño reducido del vehículo.
Bajó del autobús. Hizo memoria de las calles y las distancias, y caminó algunas cuadras. Se detuvo en una esquina en donde le daba de lleno la luz del sol de media mañana. Hacía fresco, pero él no se inmutaba, apenas llevaba puesta una camiseta de manga 3/4, sus pantalones tipo cargo, y botas. Notó que a la mitad de la calle, distinguido con algunos cajones y canastas con flores en la acera, había un pequeño local pintado con colores suaves. Se dirigió al mismo y por un momento vaciló, ya que vio la puerta cerrada, y no parecía haber clientes dentro, pero el anuncio en la puerta indicaba que estaba abierto e invitaba a pasar.
En la tienda pudo ver sobre todo arreglos florales pequeños, algunos minimalistas, otros monocromáticos –posiblemente para un evento especial–, otros muy sencillos compuestos de unas pocas flores, y algunas decoraciones para el hogar con plantas no florales, todo acomodado pulcramente en anaqueles de madera que aún desprendían aroma a nuevo. Evidentemente su entrada no había sido notada, pues sólo había una persona tras el mostrador, y estaba sentada con las piernas cruzadas y la espalda recargada contra la pared, mirando ávidamente su teléfono celular. Era una muchacha de estatura modesta, abrigada con una chamarra de capucha. Debido a que tenía la cabeza protegida con esta prenda, sólo se dejaba ver una porción de cabello color marrón y una cara blanca de subtonos rosáceos.
-Buenos días.- Saludó el caballero con voz seca.
La muchacha se tardó un par de segundos en desprender su vista de la pequeña pantalla y mirar al recién llegado.
-Buenos días.- Respondió ella con poco ánimo y sin moverse un ápice de su posición. 
Aldebarán se quedó estático por unos segundos, visiblemente decepcionado de no encontrar a la persona que él esperaba encontrar y a quien aún buscaba con la mirada.
-¿Buscaba algo?- preguntó la muchacha con expresión un poco confusa después de un silencio en el que ella permaneció mirando al caballero esperando que pidiera algo para comprar.
Él se quedó con las manos en un gesto de duda suspendido en el aire. Pensó que había sido una tontería de su parte haber llegado hasta ahí sin imaginar que la joven dueña bien podría no estar ahí y tener empleados –aunque la muchacha tras el mostrador tenía cierto parecido físico a ella-, y también lo era el haber llegado con la única intención de verla y hablarle unos minutos sin más ni más; por lo menos tendría que preguntar el precio de algo.
Titubeó.
-¿Cuánto cuesta el…?- señaló una de las plantas decorativas aunque no tenía el mínimo interés en ellas, y de una puerta entreabierta que daba a la trastienda, apareció la joven buscada cargando un cajón compacto y adornado con rosas confeti y lentejilla de manera casi matemática.
Al verlo, arqueó grandemente las cejas y el iris de sus ojos relució de sorpresa. Sonrosada y sonriendo, puso el cajón en el mostrador y se acercó a él.
Él casi se atraganta con su propia saliva y trastabilló un poco al dar unos pasos hacia ella. Saludó torpemente con la mano para disimular un poco ese ligero accidente con los pies. 
-¡Hola! ¡Pensé que vendrías antes! ¿Estuviste ocupado?- Saludó ella sin disimular su regocijo.
Aldebarán se sonrojó un poco. Sonrió tanto que se notaron sus breves hoyuelos en las mejillas y paseó la mirada por el suelo vagamente para no mirar fijamente a la joven que le hablaba, y que le parecía se veía como una flor de manzano.
-No me había dado tiempo.- Se excusó casi con pena.
Europa sonrió condescendiente. Se acordó de que había otra persona en la escena y la miró.
-Ella es mi hermana Olympia. Me está ayudando en la tienda.
La aludida miró a los dos que conversaban y levantó las cejas e hizo un intento de sonrisa, a modo de saludo distante.
-Él es el… señor Aldebarán.- Europa dijo el nombre algo vacilante, insegura sobre si era seguro mencionarlo o no.
El caballero levantó la mano mostrando la palma a modo de saludo, y mostró la sonrisa más amable que pudo.
-Mucho gusto.- fue lo mejor que se le ocurrió decir.
-Y ¿cómo te ha ido? ¿Has estado bien?
-No puedo quejarme. Ha habido poca actividad en- Se interrumpió bruscamente antes de mencionar al Santuario. Estaba casi seguro que Olympia había sido una de las niñas que acompañaban a Europa aquel día de la flor, hace tanto tiempo ya, y que por tanto bien podía estar al tanto de la existencia de ese lugar y de su orden. Pero lo mejor era no arriesgar. -…bueno, allá. Tú sabes. Mi trabajo en la ciudad, está bien. Nada sorprendente. ¿Y tú? Imagino has estado muy ocupada.
-¡Sí! Jesucristo, es una locura. Ha habido mucho trabajo, lo cual es muy bueno, pero a veces tan cansado. Este mes ha sido tremendo, no te imaginas.
-Claro. 
Tenía intención de continuar con la conversación, pero entró una señora a comprar. Mientras Europa se encargaba, él se fue a mirar las flores en los anaqueles y las ventanas para distraerse y no interrumpirla.
-Tú no habías pasado por esta área, ¿verdad?- preguntó Europa una vez que la señora cruzó la puerta con su compra.
-No que yo recuerde. Casi siempre ando en las afueras, o en la costa.
-Y ¿qué te parece? – preguntó con una expresión de avidez curiosa infantil, poniendo sus manos a la altura de sus hombros a modo de duda y mostrando orgullosa su aún modesta creación empresarial.
-Muy bonito. ¿Todos los arreglos los hiciste tú?
-Bueno, los diseñé. Ella, mi otra hermana, mis primas, mi mamá, me ayudaron a armarlos. Aún me falta mucho, claro.
Sonó el teléfono. Ella lo atendió, y mientras tomaba apunte, él volvía a recorrer el local, pero esta vez ya sólo con la mirada. Miró la ventana, miró el mostrador. Miró el teléfono, y miró las manos de Europa, ocupadas en su empresa. De verdad era una muchacha pequeña. No era fácil creer que tuviera la edad que ella le había dicho.
Iban a retomar la conversación cuando entró una pareja de edad avanzada con mucha prisa a la tienda. Al parecer, acababan de ser abuelos y querían el arreglo más bonito para su nuera.
-¿No preferirías que venga en otra ocasión? – Ofreció Aldebarán cuando se fueron los clientes.
A ella no le agradó esa sugerencia. Evidentemente se sintió un poco decepcionada con esa oferta, pero el día laboral apenas empezaba y ella tenía prioridad de atender clientes y proveedores, no platicar con un conocido. Pero en realidad era lo mejor que se podía hacer.
-Salgo a comer a las dos. ¿Tienes tiempo? –Fue su respuesta.
¿Qué vas a hacer en más de tres horas? ¿Dar vueltas por la ciudad?
-Sí. Puedo venir a esa hora.
-Me da pena que hayas venido desde lejos, y que yo…
-No te preocupes, yo entiendo. Tienes que trabajar.- La interrumpió con una sonrisa. –Te veo a las dos.
~
Que piense lo que quiera, que cuente el chisme a quien ella quiera. En el preciso momento en que el caballero salió por la puerta del local, me miró con una cara de sentencia que no se aguantaba. No creí que se fuera a acordar de él ni del juego que traíamos ese día con las flores hace años ya. Aceptémoslo, es una persona que no pasa desapercibida físicamente, no es fácil olvidarse de alguien con esa estatura y esa cara, ni mucho menos del bochorno que pasamos él y yo con mi ocurrencia de la flor. Me hizo todas las preguntas que se le ocurrieron: que por qué lo había invitado, que si nos traíamos algo. Le contesté que es una necedad pensar que me voy a estar involucrando con cualquier persona con la que me topo, nada tiene de malo hacer amigos. Soy mayor de edad y estoy en todo mi derecho de hablar con quien yo quiera.
Todos se sorprendieron cuando me puse manos a la obra para abrir mi negocio, cuando me puse a hacer cuentas; les era más fácil imaginar que yo siempre iba a ir de trabajo en trabajo como empleada, y después me iba a casar para que me mantuvieran. No podía darle importancia a lo que esperaban de mí en lo económico y laboral, tampoco puedo dar importancia ni atenerme a lo que esperan de mí en lo social y emocional. Esa persona me cae bien y me parece agradable, creo son suficientes motivos para llevarme con él. Si por cualquier motivo una amistad es imposible, ni modo. Nada de malo tiene conocer gente nueva, aunque sea brevemente.
~
Ella estaba reacomodando las suculentas en un estante más alto, por encima de las teléfonos. Todavía faltaban unos pocos minutos para que dieran las dos, pero aún no estaba preparada para cerrar.
El sonido de la campanilla de la puerta de entrada la hizo voltear inmediatamente para verlo entrar de nuevo a la tienda.
-Llegas temprano.- Lo saludó con una sonrisa amigable, pero gesto de confusión en el ceño.
-Ya están dando las dos. ¿No tienes hambre aún?
Ella buscó su reloj de pared con la mirada. Constató la información y siguió paseando la mirada vagamente por el local.
-Bueno, sí… ahora que lo dices, sí tengo un poco de hambre.- Empezó a bajar de la escalerita metálica en la que estaba parada.
-¿Necesitas ayuda? Para guardar tus cosas.
-No, en un momentito guardo lo que está en la acera.
Si bien ella se resistió una y otra vez a recibir ayuda para cargar las canastas y cajones, él guardó dentro la mayoría de las mercancías, y fue ese el motivo por el que en menos de un minuto ya todo estaba en la tienda, listo para cerrar.
-No tenías qué.- Le dijo haciéndose la modesta mientras guardaba sus cosas y sacaba sus llaves para poner el seguro.
-Pero si tienes hambre, no puedes pasar más tiempo así. Con tal de que comas algo lo más pronto posible.
Una vez caminando en la acera, permanecieron con la mirada suspendida a modo de incertidumbre. Después, ella observó las zancadas con las que caminaba Aldebarán, y él se fijó en los pasos menudos y apresurados de Europa. Sus botines color lila en número pequeño, sus pantalones entubados, su abrigo de color hueso, todo se conjugaba con su rostro pueril para conformar una imagen intrigante porque no dejaba en claro si se trataba de una jovencita universitaria, una adolescente, o una profesionista por el donaire con el que se manejaba.
-¿Y tu hermana?
-Ella se fue hace media hora, a comer en casa con mis papás.
-¿Tú no comerás con ellos?
-Oh, no. Tú te has de acordar de que mi casa queda lejos de aquí. Me tardaría más en el transporte que comiendo con ellos. Casi siempre me traigo un refrigerio para comer en el local, pero a veces me aburro y como en un café que me gusta mucho.
-¿Es ahí a donde nos dirigimos?
-Sí. Te va a gustar.
Doblaron una esquina, y algunas cuadras después llegaron a una cafetería no muy grande, pero con una cantidad considerable de comensales y que emanaba un aroma muy atrayente. Ella lo guió a una mesa en el centro del establecimiento, donde llegaba el calor de la cocina y se concentraba el de la gente. Una vez que se sentaron, se sintió en la libertad de quitarse su abrigo. Era visible que ella sentía bastante frío estando afuera, aunque ese día la temperatura no era inferior a los 15°C. Sospechaba que era inútil preguntarle a él si no resentía la baja temperatura. Seguramente resistiría eso y más.
-¿Qué se te antoja pedir?- preguntó Europa después de haber hojeado el menú.
-Yo creo que con kroketes tengo suficiente.- Respondió humildemente el caballero.
Ella no sabía si estallar en risa o emitir un chillido escandalizado.
-¿Sólo eso? Pensé que tenías hambre.
En realidad, desde que dejó la florería a media mañana empezaba a sentir indicios de hambre, por lo que se regresó al Santuario para prepararse saganaki, dos hamburguesas, y recalentar una rebanada de pizza que tenía desde hace dos días. Sabía que no era prudente gastar mucha plata en una salida, así que consideró que lo mejor era ir ya comido, pero no totalmente lleno, a modo de no lucir grosero evitando comer ante ella.
-No mucha. Es que comí un tentempié antes.
-Pensé que me ibas a acompañar a comer.- Se quejó ella con tono casi infantil.
Ese gesto de reclamo le dio tanta gracia y ternura a Aldebarán que no pudo evitar sonreír incluso para excusarse:
-¡Te voy a acompañar! Yo también voy a pedir comida, pero no mucha. Tú pide lo que quieras.
-¿Es por… falta de efectivo? Yo te puedo invitar si quieres.
-Oh no, no, no. No es eso, no te apures por mí.- Replicó gesticulando en negación con las manos.
Tuvieron que pasar de diez a quince minutos de jala y estira, de “¿en serio?”, “seguro”, “insisto”, “tú no te preocupes” y demás ofertas y excusas para que pudieran tomar su orden. Mientras que él se limitó a pedir unas kroketes y un té, ella se desenvolvió pidiendo un café glykós, tiganita, hilopites, y un gyro, dejando en claro que posiblemente pediría un postre después. A él le brilló la mirada y sonrió ocultándose tras la carta de alimentos.
-Este mes fue muy, muy bueno, y me lo merezco.- Se justificó ella fingiendo ingenuidad.
-Nadie lo niega. Está perfecto que tengas buen diente. Es indicio de una persona muy sana y fuerte.
-Es de familia. Bueno, casi todas las familias que conozco son de buen comer, pero mi familia en particular es un caso. – Le ofreció unas toallitas húmedas para limpiarse las manos, y se limpió meticulosamente las propias.- Tú… ¿eres de aquí?
-¿De aquí…? Tengo muchos años viviendo en Grecia.
-Pero ¿aquí naciste?
-No. En Brasil.
-¡¿El Amazonas?! ¡Wow!
-Sí, ahí me… ahí me crié.- Estuvo a punto de decir que ahí había entrenado, pero no lo consideró muy adecuado para la ocasión.- Tú ¿siempre has vivido en Rodorio?
-Sí, ahí nací y siempre viví ahí. Cuando estudié el gymnasium fui a una escuela que queda cerca del pueblo, pero ya pertenece al área de Atenas. Casi nadie de la ciudad iba ahí. Para estudiar el liceo, tuve que ir cerca del centro de Atenas. Era una odisea todos los días, me levantaba a las 5:30 de la mañana, y sólo me daba tiempo de comer un poco de fruta y pan antes de salir. Mi mamá me preparaba un desayuno para comer en la escuela y me lo empaquetaba en una bolsa. Desde luego, ella dejaba preparado el desayuno para mi papá y mis otras hermanas, ellas sólo tenían que servirlo. Al año siguiente mi hermana ingresó también, entonces íbamos ella, mi mamá y yo cada quien con el desayuno en la mochila. Mi otra hermana desayunaba más tarde y mi papá iba a dejarla en la camioneta al mismo gymnasium donde fui yo.
-Tu hermana, la de la florería, ¿es menor que tú?
-Sí, ella, y mi otra hermana también. Yo soy la mayor.
-Cierto, sí me lo habías dicho. Es más alta que tú.
-Sí, Olympia es la más alta, mide 1.65m.
Sacó su teléfono para mostrarle una foto de ella con sus hermanas y algunas primas. Le explicó quién era quién de sus familiares, y unos minutos después llegaron sus bebidas.
-¿Quieres probar?- Dijo ella ofreciendo un sorbo de su café.
-No, no. Lo pediste con mucha azúcar.
-¿No te gusta?
-No, demasiado para mi gusto.
-¿Lo prefieres amargo?
-No necesariamente, pero sí con muy poca azúcar. Tampoco le pongo crema. Gustos de cada quien.
Supuso que, como ella le ofreció de su café, él debía ofrecerle de su té, aunque no sabía el modo correcto de hacerlo. Hizo un gesto sutil y no verbal, mostrándole su taza, pero ella negó amablemente.
-En un rato que vuelvas a la florería, ¿regresará ella a ayudarte?
-No. Olympia sólo está conmigo unas horas a la semana, y lo hace casi a fuerza, porque mi mamá se lo pidió. Ella trabaja en las tardes en otro lado, no tiene mucho interés en la florería. Nuestra hermana más chica no tiene mucho tiempo, está estudiando belleza, y mi mamá la pone a ayudar con el quehacer de la casa, o a ayudar a cuidar a mi bisabuela.
-Entonces, prácticamente estás sola.
-No del todo. Algunas primas me ayudan. Sobre todo las más jóvenes. Hoy no viene nadie en la tarde a estar conmigo, pero no pasa nada. A veces quieren escuchar su música que no me gusta, o platicar de cosas que no siempre me interesan, y me puedo ahorrar todo eso.
-¿Qué te gusta escuchar?
Europa suspiró pensativa.
-Me gusta Kore.Ydro., ONAR, Koza Mostra. Por mis padres y mis tíos, crecí escuchando a Nana Mouskouri, mentiría si te digo que no me gusta ninguna canción de ella, así que la incluiré en mi lista. En inglés, me gusta Amy Winehouse, Daft Punk, Bon Jovi.
Por el tono con el que mencionó a la última banda, denotó que la lista aún continuaba, pero no le venían a la mente más nombres en ese momento. Para no alargar más el suspenso, le preguntó a él:
-¿Tú qué escuchas?
-Uf…- Aldebarán no era una persona que se estancara en uno o dos géneros musicales. Disfrutaba varios tipos, y debido a eso le costaba catalogar todo lo que escuchaba.- Me gusta mucho Sepultura.
-¡Vaya! - Exclamó Europa sonriendo.
-Me encanta KISS, Helloween, adoro a Led Zeppelin. También me gusta Deep Purple, The Doors, Cream, Black Sabbath, Jimi Hendrix, The Who, Janis Joplin, Judas Priest, Pink Floyd, Jefferson Airplane…
Europa sonreía emocionada, delatando su interés en los gustos de su acompañante, y asentía entusiasmada cada vez que reconocía a una banda o artista que él mencionaba.
-Pero esos son un asunto. También me gusta mucho el ska, yo también escucho a Koza Mostra. Escucho reggae, jazz, y muy poco de bossa.
-¡Wow! Escuchas de casi todo.
A él le parecía que había un resplandor en el rostro de Europa, y en sus manos, cabello, y el marco que sus cejas y pestañas formaban alrededor de sus ojos. No se quedó embelesado mirando esos detalles de la joven porque ella continuó la conversación de música, y eso lo obligó a salir del arrobo.
Europa aplaudió suavemente cuando llegaron a servir la comida que habían pedido. Las primeras piezas de verduras fritas las mordió casi con éxtasis y sin contener uno que otro gemido de gusto, pero en seguida se compuso al recordar que tenía compañía. Esas demostraciones efusivas a la hora de comer para Aldebarán no representaban ninguna falta de cortesía, y no eran un problema en lo absoluto. Todo lo contrario, a su manera de ver, ella lucía fabulosa comiendo tan a gusto esas porciones tan generosas, encuadrada la escena con una grabación de la orquesta de Duke Ellington sonando al fondo.
Cuando ella se llevó a la boca la última porción de su gyro –el cual no empezó a comer sin antes darle una probada al caballero- se limpió los dedos y los labios y suspiró satisfecha.
-Quisiera pedir postre, pero siento que me puede caer pesado al estómago.
-¿Estás muy llena?
-Estoy un poco llena. Me cabe un pastelillo o algo, pero no quiero exagerar. En un rato regreso a la florería y no quiero ir con pesadez.
-Si quieres, pedimos uno y si ya no puedes, yo te ayudo.
-Qué caritativo eres, cumples con tu deber de ayudar a aquellos que están en necesidad.
Ambos rieron.
Salieron de la cafetería con un vasito de yogurt con miel y nueces, que sobre todo iba comiendo ella, aunque insistiendo al caballero que tomara algunas cucharadas.
-Sí está buena la comida. Y la música, nada mal.- Soltó el caballero.
-It don’t mean a thing…
-…if it ain't got that swing.
En seguida se miraron a los ojos en una complicidad juguetona al darse cuenta de que ambos conocían y gustaban de ese tipo de canciones.
Ella dirigió la caminata hacia un parque pequeño en el camino de regreso a su local. Había algunos gatos sentados o echados, y parvadas de palomas picoteando ocasionalmente lo que la gente les arrojara. Aldebarán dejó –intencionalmente – que el foco de atención de la conversación fuera ella y lo que ella quisiera hablar. Se trataba de una persona a la que recién conocía, y no tenía ganas de decepcionarla. Sentía que si hablaba de más acerca de sí mismo, había posibilidad de ahuyentarla. Trataba, no obstante, de no lucir seco, haciéndole preguntas ocasionales.
Cuando faltaban veinte minutos para su hora de regreso, en medio de la conversación y mirando su reloj, ella le dio una palmadita en el brazo, indicándole que ya debía volver a su negocio.
-Voy, para ayudarte a poner los cajones afuera otra vez.
-Te digo que no es necesario. Además, una prima me está avisando que viene a apoyarme en una hora.
Se levantaron de la banca en donde estaban sentados.
-Lo que me recuerda, tú… ¿tienes teléfono o algo?- recordó Europa.
Aldebarán sacó de su bolsillo un teléfono celular de segunda mano, todo en color negro. Si bien tenía la tecnología de mensajería y aplicaciones modernas, estaba un poco atrasado, pero le servía para lo necesario. El de Europa era más bonito, más actualizado y rápido. Registró el número del caballero y le ofreció el suyo. Esta vez no habría incertidumbres ni excusa para perder el rastro uno del otro.
Después de agradecerle una y otra vez el haberla ayudado con las canastas y cajones y de repetirle que no debía hacerlo, se plantó de frente a él para mirarlo con una ligera melancolía que intentaba disimular, sin éxito.
“¿Cuándo te veré otra vez?”, fueron las palabras que él quería decirle.
-Si quieres, avísame cuando tengas un espacio y pueda venir.- Se limitó a decir.
-Claro, sin falta. Qué gusto verte.- Igual que la vez anterior, se estiró cuan larga era y levantó ligeramente los talones en un intento de hacerse más alta.
Esta vez, él entendió el significado, aunque le daba un poco de pena saludar y despedirse de beso con una persona civil. Con cualquier persona, en general, era algo que nunca hacía.
-Cuídate mucho, ¿sí? – le dijo Europa en voz alta cuando él ya se había alejado unos pocos metros de la tienda.
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houseofrisingsun · 8 years
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Hurt.
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Sean salió del Pat's O'Brien en búsqueda de aire fresco. En el interior del local la gente aún abarrotaba el pub y bebían, bailaban y cantaban ebrios tras una noche que los primeros rayos del amanecer en el horizonte comenzaba a dejar atrás. Sean sentía las piernas flácidas, por eso buscó el recio punto de apoyo que le daría cualquier de las columnas que conformaba el porche del bar. Miró lánguidamente a ambos lados de la calle. No pasaban coches y las únicas voces procedían del interior del Pat's. Estaba borracho. No sabía en qué medida ni hasta que punto, pero lo estaba. Había intentado beber conmedido sabiendo sus limites hasta que Dallas apareció, le acusó de pervertido (como mínimo) y a eso le siguió un intercambio de golpes que le había dejado la cara dolorida y la boca sabiéndole a sangre. Así que a partir de eso decidió anestesiar el dolor y convertir el sabor de su boca en algo más dulzón, lo que no le costó demasiado tras varias copas y chupitos. Recordaba vagamente varios episodios de haría unas horas como algo muy lejano, como algo que le había ocurrido a otro y no a él. Colocó un cigarrillo entre sus labios e intentó encenderle, sin éxito. La piedra del mechero parecía no funcionar, no provocar la chispa para que la llama saliera, y su vaivén debido a la falta de equilibrio tampoco ayudaba demasiado para prender el cigarrillo. — ¿Te echo una mano con eso? Shannon apareció a su lado. No sabía cuando tiempo llevaba ahí observándole, pero parecía que el suficiente como para saber que tenía serios problemas para encender el cigarrillo. —Déjame —se ofreció la chica, arrebatandole el cigarrillo y el mechero. Apoyó el cigarro entre sus propios labios y le encendió a la primera. Tras darle una profunda calada, soltó el aire y le pasó el cigarro de nuevo a Sean, quien le aceptó con un movimiento de cabeza.—Gracias. ¿Te vas ya?—Sí —afirmó la mujer haciendo un gesto con el pulgar por encima de su hombro—. Hay un tipo ahí dentro que ha empezado a desnudarse. Creo que eso es un buen indicador de que la noche ha acabado aquí —sonrió y miró a Sean de arriba abajo, viendo su estado algo perjudicado—. ¿Quieres que te acerque a El Refugio? Sean se frotó con parsimonia la frente y rodó los ojos. Debería de avisar a Brenna de que se iba. Al fin y al cabo había acudido con ella y con Megan allí; y tras la pelea con Dallas se había mostrado muy preocupado por él. Pero no quería cortarla la fiesta si ella aún estaba ahí dentro divirtiendose. Él ya había tenido suficiente. —Está bien —acepto finalmente Sean encogiéndose de hombros.—¿Necesitas ayuda? —preguntó Shannon al percatarse que cuando el cazador echó a andar, no podía seguir una buena linea recta, si no que iba dando pequeños tumbos de un lado a otro.—No, estoy bien. Te aseguro que estoy bien —alzó una mano afirmando lentamente con la cabeza.—Pareces un adolescente. Te tomas un par de copas y ya estás borracho perdido.—Han sido más de dos, creeme. Y no estoy acostumbrado a beber tanto, aunque no lo creas... Caminaron hasta un Toyota Prius blanco en el que Sean se dejó caer en el asiento del copiloto. Se sentía bien tomar asiento en una superficie tan mullida. Recostó su cabeza contra el resposacabezas y cerró los ojos por unos instantes. El coche arrancó sin hacer ruido alguno y se alejaron del pub. —¿Eléctrico? —preguntó Sean abriendo los ojos y mirando hacia el frontal del coche.—Híbrido —respondió Shannon lanzandole una rápida mirada.—Vaya, no está mal para una cazadora... Aunque aún no me has dicho lo que eres... —se lamio el labio inferior y la miró con cierta diversión. Shannon sonrió y negó con la cabeza. Avanzaba demasiado rápido por las estrechas calles del barrio francés aunque Sean no se percataba de ello. Al igual que tampoco se daba cuenta de las constantes miradas que la mujer lanzaba por el espejo retrovisor, comprobando dar esquinazo a ese molesto Dodge que parecía una sombra siguiendo a Sean allá por donde fuera.De pronto, el móvil de Sean sonó. Le costo más de lo debido localizar de qué bolsillo exactamente procedía el sonido y, cuando dio con ello, comprobó entre decepcionado y molesto que era Claire quien llamaba. No tenía ánimo en esos momentos para encarar una reprimenda por haber pegado a su novio. Sean rechazó la llamada y en un acto inconsciente lanzó el móvil sin mirar hacia el asiento de atrás, soltando un resoplido cansado. —¿Era la chica por la que os habéis peleado ese tío y tú? —preguntó Shannon mirando al frente y manejando el volante con ambas manos—. A tu edad y con líos de faldas... —se mordió el labio inferior para no estallar en risas ante la mueca indignada de Sean.—No es eso. No es para nada eso. Solo ha sido....un malentendido.—Pues ese malentendido casi te mata.—No exageres. No ha sido para tanto.—Si solo pudieras verte el rostro comprobarías que sí es para tanto.—Bah. Sean se acomodó en el asiento del copiloto, hundiéndose un poco más. Miró por la ventanilla y comprobó que estaban dando demasiado rodeo para ir a el Refugio. —¿Estás saliendo con esa chica, entonces? —preguntó Shannon, cortando el hilo de pensamientos de Sean.—¿Claire? ¡No! Ya te he dicho que fue un malentendido. Su novio es un imbécil posesivo que...—No me refiero a ella —le interrumpió la pelirroja—. Sino a la morena. La que te ha acompañado toda la noche.—¿Brenna? No, no estamos saliendo. Es solo una amiga.—¿Sabe ella que es solo una amiga? Sean se la quedó mirando muy serio aunque el brillo de sus ojillos delataba su estado de embriaguez. —¿A qué te refieres?—Creo que le gustas.—¿Qué dices? No. No digas gilipolleces, Shannon.—No son gilipolleces. Solo te digo lo que veo y esa chica está loca por ti. Solo hay que ver como te miraba.—Era el alcohol. Ahí dentro estábamos todos muy perjudicados. Menos tú, que por lo que parece no te ha afectado ni el olor a ron malo. ¿Adonde vamos, Shannon? Estás alejándote de el Refugio. No se va por aquí.—Pensé que querrías un poco de intimidad —ante el ceño fruncido de Sean, ella añadió—. Me he percatado de que te sigue un Dodge desde hace casi una semana. ¿Has cabreado a la policía? ¿Te has tirado a alguna de sus mujeres, también?—Eso no tiene gracia, Shannon —le reprochó Sean y miró por su espejo retrovisor, viendo que nadie les seguía.—Les he perdido dos manzanas atrás. Es fácil perder a cualquiera entre tanta callejuela estrecha. Esta ciudad es perfecta para eso.—Estás acostumbrada a dar esquinazo a la poli, por lo que veo. ¿Eso es parte de tu trabajo? Shannon no dijo nada. Alzó levemente la barbilla y agarró con mas fuerza el volante, apretando el pedal del acelerador. Sean vio que se alejaban del barrio francés y, por ende, de El Refugio —Shannon, ¿donde vamos?—Relájate, ¿vale? Déjate llevar.—No me gusta dejarme llevar. No vamos a El Refugio, ¿donde vamos, Shannon? Había algo raro ahí, y si su mente no hubiera estado tan nublada, se hubiera percatado nada más entrar en el coche. Necesitaba llamar a Brenna. Avisarla. —Necesito mi móvil —balbuceó Sean estirando su cuerpo entre los dos asientos delanteros para buscar el teléfono en la parte de atrás. Pero se encontró con que el petate con todas las cosas de Shannon estaban ahí—. ¿Ibas a abandonar la ciudad ya y...? Un pinchazo en el cuello silenció sus palabras. Un líquido caliente se coló en su torrente sanguíneo y Sean se desplomó en su asiento cogido por la sorpresa y la confusión. —Relájate, Sean. Será mejor para todos. Pero todas las alarmas del cazador saltaron en su mente abotargada y lenta. Estiró una de sus piernas y golpeó con la suela de su bota la cabeza de Shannon que rebotó contra el cristal de su lado. El coche perdió por unos instantes el control y Sean se abalanzó sobre el volante. Ambos luchaban por hacerse por el control el auto que daba bandazos de un lado a otro de la carretera. Si hubiera habido transeúntes a esa hora, se los hubieran llevado por delante por que avanzaron varios metros por la acera hasta que Sean sintió que la presión de sus manos le fallaba, que la visión se le desenfocaba y que su boca se quedaba tan seca como una piedra. Shannon le propinó un codazo para sacarlo de encima suyo y tomar el control del Prius. Sean cayó rendido y sin poder  mover ninguna extremidad de su cuerpo. Un silencioso letargo comenzó a hacer mella en él obligandolo a que cerrara sus párpados. La oscuridad lo invadió todo.
***
Los recuerdos de la noche anterior aparecieron como fogonazos de luz cegando su mente. Un puñetazo de Dallas directo a su mentón. La sonrisa de Brenna al acertar con el dardo en el centro de la diana. Shannon prendiendo su cigarro y devolviéndoselo humeando. El coche perdiendo el control. El pinchazo en su cuello.Despertó.Sentía la cabeza como un nido de pájaros. Todos piando. Todos picoteando en algún rincón. El estómago se resentía por la cantidad de alcohol ingerida y la garganta  le raspaba como la lija cuando Sean tragó saliva intentando humedecer su lengua, sin éxito. Abrió los ojos desorientado, sintiéndose en una postura incómoda. Quiso bajar los brazos pero las correas que le sujetaban por las muñecas al cabecero de la cama se lo impidieron. Un tirón seco que le hizo espabilar rápidamente. No estaba en su habitación, y mucho menos en El Refugio. Al mirar alrededor se encontró con un espacio abierto que se asemejaba a una nave, pero no tan grande. La estructura  de hormigón estaba desnuda, sin acabar. En las paredes que delimitaban la enorme estancia, habían hecho huecos para unos ventanales que nunca llegaron a instalar y por ellos pudo advertir como la maleza rodeaba el lugar, llegando a  invadir y entrar por alguno de ellos. La mayoría de las paredes habían sido decoradas por grafitis y por todo el suelo había cascotes de ladrillos y pedazos de hormigón desprendido. El lugar estaba definitivamente abandonado desde hacía tiempo y, por lo que pudo intuir Sean, bastante apartado. En mitad de alguna zona despoblada, puede que en la zona que arrasó el huracám Katrina y que, tras años de promesas de reconstrucción de zonas comunes, solo quedaron los esqueletos de decenas de edificios como ese.Tras analizar su entorno, Sean se paró a evaluar su situación. Estaba atado a una cama desprovista de colchón. Su cuerpo reposaba sobre un somier de alambres y muelles metálicos que arañaban su espalda desnuda a cada pequeño movimiento que hacía. Le habían dejado puesto únicamente los pantalones. Sus tobillos, al igual que sus muñecas, estaban fuertemente atadas con correas a las cuatro esquinas de la cama. No tenía mas heridas a simple vista que las que le había provocado Dallas horas atrás y que ahora, con los efectos del alcohol desapareciendo rápidamente, las sentía más que nunca ardiendo sobre su cara.A un lado había una mesita y lo que vio no le tranquilizó en absoluto. Reconoció unas pinzas unidas con cable a una batería del tamaño de una caja de zapatos. También había un par de cubos llenos de agua. Alzó la cabeza todo lo que pudo para ver qué mas había sobre esa mesa cuando Shannon le habló.
—Tranquilo, no habrá necesidad de usar nada de eso si colaboras.
Shannon se acercaba a paso tranquilo hasta la posición de Sean. La mujer debió de entrar por uno de los huecos de los ventanales pues no había puertas como tal. El cazador la miró asombrado y, a la vez, decepcionado. Con ella y consigo mismo. Sobre todo con él mismo.
—¿Qué es todo esto, Shannon? —Mi trabajo —anunció desapasionadamente la pelirroja, sentándose en el larguero de la cama, mirando a Sean sin sentimiento alguno en la mirada—. ¿No querías saber a qué me dedicaba? Mi trabajo me ha traído hasta aquí. ¿No es curioso el destino? —Curioso no es la palabra que utilizaría en este caso.—Lo sé. Yo tampoco —hizo una leve pausa en la que pareció reconsiderar la situación pero no hizo nada al respecto, simplemente volvió a mirar a Sean—. Mi cliente solo quiere una cosa de ti y me ha contratado para que la consiga. Cueste lo que cueste. Y si fueras otro no te daría la oportunidad que voy a darte ahora así que por favor, Sean, reconsidera mi petición antes de decir que no y ahórranos pasar un mal rato a ambos.—¿Mal rato? Soy yo el que está atado a una cama. No tú.—Pero eso puede cambiar si aceptas lo siguiente. Sean, mi cliente quiere que le cedas la propiedad de El Refugio y que declares ante todos los cazadores su legitimidad como propietario de la casa.—¿Cómo?—Lo que has oído.
Sean se la quedó mirando sin poder creerse sus palabras. Ahora todo comenzaba a tener sentido. Los asesinatos inclusive. El cazador desvió la mirada hasta el techo y se humedeció los labios, sintiéndolos igual de secos que su lengua.
—¿Fuiste tú la que mataste a esos cazadores? —preguntó pero sabía la respuesta de antemano.—Mi cliente me pidió mandar una señal. A ti y a los otros. Era el prólogo a la historia principal, que en este caso, eres tú.—Me están acusando a mí por esos asesinatos. Me puede caer la pena de muerte si consiguen pruebas contra mí.—Lo sé. Y lo siento. No esperaba que llamase la atención del FBI.—¿Que no esperabas que llamase la atención del FBI? ¡¿Y que esperabas, Shannon?! —bramó Sean  intentando aproximar su rostro al de ella pero le fue imposible por las ataduras, así que dejo caer de nuevo su cabeza contra el somier de alambre que rechinó ante el golpe seco.—Esperaba que eso allanase el camino para que, cuando llegara este momento, pudieras decir que sí y no tuviera que haber mas muertos.—¿Es eso lo que vas hacer, Shannon? ¿Matarme si digo que no?
La chica hizo un mohín y largó un suspiro de pena. Negó con la cabeza y se fijo en los tatuajes que adornaban los brazos y el torso del cazador.
—No será tan fácil para ti, me temo. Mi cliente espera que en un plazo de tres a cinco días, te convenza para que firmes el traspaso de propiedad.—¿Convencerme? —Sean soltó una risa seca y sin alegría alguna ante las palabras de Shannon—. Vas a torturarme para hacerme cambiar de opinión.—No si aceptas, Sean. ¿Aceptas?—No.—Siento oír eso, entonces.
Shannon se puso de pie y rodeó la cama hasta llegar a la mesita. Pulsó un botón de la batería que se encendió emitiendo un suave zumbido. Con absoluta serenidad, agarró las dos pinzas y las enganchó a ambos lados de la cama, en los largueros.
—¿Desde cuando eres así, Shannon? ¿Cuando te convertiste en una mercenaria sin sentimientos? —le dijo Sean viendo como iba y venía preparando aquello, ajena a que era a él a quien iba a torturar. A él. Al muchacho con el que había crecido, al chico con el que habían compartido confidencias y la más absoluta de las pasiones juveniles hacía muchos años en la triste y amarga Dublín—. Tú no eres así. ¡Escúchame, Shannon! Vamos, no tienes por qué hacer esto. Dime quien es tu cliente, lo arreglaremos. Si te tiene amenazada puedo protegerte. Puedo ayudarte a salir de lo que sea que estes metida. Pero no lo hagas. No eres así. Tú no.—¿Y como soy, Sean? —quiso saber ella con cierto tono distraído, ajustando  la intensidad de corriente de la batería, viendo la aguja que mostraba el dial de potencia—. Por que la vida da muchas vueltas y hasta tú no eres quien solías ser —se giró a mirarlo con frialdad e indiferencia—. Te has convertido en tu padre —sentenció Shannon cogiendo uno de los cubos de agua que estaban totalmente llenos.—Eso no es verdad. Sabes que no es cierto. Mi padre era un monstruo y me he asegurado todos estos años de no seguir sus pasos.—Siento comunicarte que has fallado.
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Shannon derramó la mitad del cubo de agua a lo largo del cuerpo de Sean cuyos músculos se tensaron ante la baja temperatura del liquido. Aunque sabía que lo que venía a continuación no iba a ser mejor, tal y como comprobó al cabo de diez segundos. Shannon se acercó de nuevo a la batería y rodó una pequeña ruletita hacia la derecha. La tensión se incrementó y la corriente salió disparada por el cable hasta las pinzas, transmitiendolo a toda la estructura metálica de la cama donde reposaba el cuerpo de Sean, quien recibió la sacudida eléctrica en cada poro de su piel gracias al agua que hacía de un inmejorable conductor eléctrico. Las descargas se prolongaron a lo largo de media hora hasta que Shannon se quedó sin agua en sus cubos. Se disculpó como quien tiene que abandonar una fiesta antes de tiempo y dejó a Sean a solas. El cazador respiraba con dificultad y aún no se había recuperado cuando el ciclo comenzó de nuevo. Agua, descarga, sacudida. Agua, descarga, sacudida. Shannon no dijo nada en ese periodo de tiempo, ni tan siquiera su rostro hizo alguna mueca cuando, tras dos horas de descargas, arrancó un grito de desesperación de Sean que reverberó a lo largo de la estructura de hormigón perdiéndose en mitad de la nada tal y como estaban.
***
Afuera había anochecido hacía tiempo. Shannon había colocado una serie de velas por la zona alumbrando fantasmagóricamente la escena arrojando sombras amarillentas a las paredes pintorrejeadas de grafitis y firmas sin sentido alguno. A Sean le zumbaban los oídos. Sentía las articulaciones agarrotadas por haber recibido tantas descargas seguidas e intuía que su espalda estaba en carne viva por removerse contra los alambres y muelles. El silencio inundaba el ambiente. De pronto, Shannon entró en su campo de visión. Volvió a tomar asiento en el larguero y se quedó mirando a Sean, con la barbilla apoyada en su puño y el codo clavado en su rodilla.
—Querías que fuera a la universidad —comentó como si estuvieran recordando viejos tiempos en una terraza frente a unas cervezas—. Llegaste a proponerme la idea de escaparnos juntos cuando cumpliéramos la mayoría de edad, ¿recuerdas? Fue bonito guardar esa esperanza. Al menos durante un tiempo.—Aún podemos huir juntos —le respondió Sean con voz ronca, en un intento de llevarse a Shannon a su terreno.—No hay nada de lo que huir, Sean —le indicó Shannon mirándolo con compasión. Apoyó una de sus manos sobre su pectoral derecho y acarició con la punta de sus dedos el tatuaje de rezaba 'Padre Fiero' en la base de su cuello—. ¿Acaso es lo que haces tú? ¿Huir? ¿Por eso te encierras en ese refugio con todos esos cazadores? Yo creo que eso es más esconderse. Siempre fuiste muy cobarde, de todos modos.—Shannon, no puedo ceder la casa a cualquiera. El Refugio es muy importante. ¿No te preguntas si no por qué armar todo este revuelo si fuese una simple propiedad? No puede caer en las manos equivocadas. Mi labor es muy importante y no la cederé a cualquiera.—Eso ya lo veremos.
La pelirroja se colocó a horcajadas de Sean y acarició de arriba abajo con ambas manos sus abdominales. Sean no sabía qué iba hacer así que intentó convencerla de que aquello no era buena idea.
—El Refugio en malas manos puede causar mucho caos, ¿es eso lo que quieres? ¡Podría matarte!—Yo ya estoy muerta, Sean —declaró mirándole a los ojos mientras sacaba de su bolsillo un puño americano que se encajó en su mano derecha.
Entonces sin añadir nada más, empezó a propinarle puñetazos en la parte izquierda de su casa. Uno tras otro, sin darle respiro. Las molestias que podía sentir hasta entonces por los golpes causados por Dallas pasaron a segundo plano cuando perdió la visión del ojo izquierdo. El párpado se le hinchó, la ceja se la partió y el pómulo se le unía en una gran masa de carne y piel sangrante cubriendo todo el globo ocular. En uno de los golpes directos a su sien perdió el conocimiento.
***
Era de día. Shannon le dio de beber un poco de agua que su estómago recibió con un rugido ahogado. Sentía toda la parte izquierda de su cara adormecida e inmóvil, pero al mismo tiempo le ardía cuando intentaba mover los labios o simplemente acompañar al parpadeo del ojo derecho, puesto que el izquierdo se encontraba totalmente desaparecido bajo ese tétrico hinchazón.Ya no quería hablar con Shannon. Ella había dejado su punto totalmente claro y Sean estaba demasiado cansado como para hacerla ver lo contrario. Además, tenía que guardar fuerzas para lo que aún estaba por venir.
—Sé que eres duro, Sean —le dijo ella acercándose de nuevo a la cama con un cuchillo en su mano—. Por eso sé que podrás aguantar todo lo que te eche y un poco más. Al final, las palizas diarias que te daba tu padre han servido para algo.
Soltaba todo aquello sin sentimiento, como quien informa al otro de que va a llover o qué hora es. Al no escuchar respuesta por parte de Sean, prosiguió con su labor de intentar convencerlo de aceptar la propuesta de su cliente. Utilizando la punta del cuchillo, abrió sendas aperturas entre la marca de las costillas que se dibujaban en sus costados. Lo suficiente para que fuesen profundas, no tanto como para que llegasen al pulmón. Sean emitió pequeños gruñidos al sentir esos cortes. El corazón comenzó a latirle muy deprisa como respuesta al dolor que iba a sufrir a continuación. Ayudándose de esos cubos con agua que ya había utilizado el día anterior, añadió al agua un kilo de sal, removió y se los echó a Sean. El agua con la sal penetró en los cortes del cazador provocandole tal escozor que Sean apretó los dientes hasta hacerlos chirriar. El último cubo no solo fue hacia sus costillas, si no también a su rostro. Eso le hizo gritar loco de dolor. Creyó sentir como el agua junto a la sal entraba hasta su cerebro atravesándole la inflamación de su rostro. El estómago se le revolvió y vomitó en dos secas arcadas el agua que había bebido minutos antes, acompañado de bilis verdosa que cayó por la comisura de sus labios cuarteados.
—¿Vas a aceptar ahora, Sean? —preguntó Shannon, agarrando un trapo para limpiar ese vómito de los labios de Sean. Éste entreabrio el ojo derecho, miró con desprecio absoluto a la pelirroja y musitó entre labios.—Que te jodan.
***
Había perdido por completo la percepción del tiempo. Ahora afuera estaba nublado y no podía juzgar por la escasa claridad si era primera hora de la mañana o por la tarde. Pasaba largos periodos inconsciente intercalados por otros tantos de tortura. Shannon no había mostrado nada nuevo, volviendo a las descargas una vez más donde el cuerpo de Sean oscilaba, temblaba y tiritaba sobre la cama como una hoja al ser empujada por el viento. Hasta ese momento. Sean despertó y lo primero que se percató fue que ya no estaba en la cama, si no que colgaba de unas cadenas del techo y sus tobillos estaban unidos por unos grilletes. Rozaba con las puntas de los pies el suelo y desde su posición podía ver la cama, confirmando sus sospechas de que su espalda estaba en carne viva al comprobar que los alambres y los muelles del somier estaban manchados de sangre. Apenas podía levantar la cabeza de su pecho. Cuando Shannon se acercó a él, tuvo que agarrarle de la mejilla y alzarle el rostro. Le miró con preocupación, por primera vez desde que esa pesadilla había empezado.
—Esa hinchazón no tiene buena pinta. Está infectada —dijo en relación al bulto que se había formado en su cara donde había golpeado con el puño americano. Se hizo de nuevo con el cuchillo y lo clavó desde encima de donde se suponía que debía estar su ceja hasta la mitad de la mejilla. Aquello se abrió como un enorme grano y supuró pus y sangre que le entró en la boca a Sean, quien escupió directamente al rostro de Shannon sin miramientos. La mujer, sorprendida por aquel 'ataque', le propinó un sonoro tortazo en la mejilla sana a Sean quien dejó caer su rostro de nuevo sobre su torso—. ¿Aceptas traspasar la propiedad de la casa a mi cliente? —preguntó una vez más Shannon, dirigiéndose hacia la mesa de los horrores.—No —respondió casi en un susurro inaudible Sean. Su garganta estaba tan seca que solo intentar hablar le suponía un esfuerzo atroz.
Shannon regresó a su lado blandiendo en su mano un látigo de varios ramales. El final de cada ramal acababa en una punta de acero que arrancaba brillos en su superficie pulida.
—Sean, te lo voy a volver a preguntar por la amistad que un día nos unió. ¿Aceptas la propuesta de...?—Cállate —le pidió Sean en un tono mucho mas débil de lo que le hubiera gustado. En vez de una orden, sonó como un ruego ahogado—. Acaba con esto.—No puedo, Sean. No hasta que aceptes.—No voy a aceptar.—Está bien.
Shannon desapareció de su campo de visión. Y hubiera preferido que no desapareciera. El látigo chasqueó en el aire cuando lo abatió en su dirección, mas concretamente contra su espalda. Los ramales se extendieron por toda su piel y las cabezas puntiagudas de acero se clavaron cuan dardos en su piel que, cuando Shannon tiró para desclavarlos, se llevaron parte de la poca piel que quedaba y mucho más de musculo. Sean gritó y se intentó desarramar pero era imposible. Los latigazos se seguían uno tras otro y la agonía se estaba convirtiendo en algo imposible de soportar. Perdió el conocimiento varias veces pero lo recuperó todas ellas cuando el látigo volvía hacer contacto en su espalda.
***
La noche dio paso a un nuevo día. Sean no sentía ni las manos ni los brazos. Seguía colgado del techo y podía presentir la sangre resbalando por su cuerpo empapando su pantalón, tanto la que procedía de su espalda —que era abundante— como la que se escapa en pequeños hilillos por entre los cortes de sus costillas.Escuchó un eco de voces. O tal vez eran imaginaciones suyas. Se perdió de nuevo entre la inconsciencia hasta que sintió unas bofetadas en su rostro obligandolo a salir de las sombras.
—Eso es, despierta. ¿Estás con nosotros, Sean?
El aludido enfocó todo lo que pudo su ojo derecho porque no podía creerse a quien tenía delante. ¿Cual era su nombre? No lo recordó de primeras. Le costaba ubicarse; pensar en cualquier otra cosa que no fuera el dolor que sentía en cada poro de su piel. De pronto lo recordó. Samhain. Aquel desgraciado que le había ofrecido una suculenta  cantidad de dinero haría semanas por El Refugio, estaba delante de él, sonriente.
—Eres un animal, Sean. ¿Te lo habían dicho antes? Cualquiera no llegaría hasta donde has llegado tú. Pero tú... —le apuntó reiteradas veces con el dedo índice, casi con orgullo desmedido—. Tú eres de los duros.—No ha aceptado su oferta, señor —esa fue Shannon hablando desde algún punto. Sean no hizo ni el esfuerzo de ubicarla. Le daba igual.—Por supuesto que no, ¡nadie dijo que esto fuese fácil! —se echó a reír y dio una palmada seca. Entonces, apoyo una de sus manos sobre la nuca del cazador y le obligó a que le mirase a los ojos—. Estoy acostumbrado a que las cosas se resistan, ¿tú no, Sean?
No respondió. Porque estaba demasiado ocupado desengañándose de que lo que veía fuera cierto. Pero no sabia si por fruto de la tortura, deshidratacion o cansancio, le estaba pareciendo ver el mismísimo infierno en la mirada de Samhain. Y lo peor es que las puertas estaban abiertas para atraparle, ahogarle y no dejarle salir nunca más.
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angisam · 7 years
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tu lado salvaje
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Ao3
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resumen del capitulo: platicar. Mucho. todo el capitulo
etiquetas de la historia:  underfell, “gore”, wolvesfell ( creador sanspar) universos alternos, uf!hermanos, wf!hermano,Flowey y Frisk, diversos personajes segundarios, violencia , peleas, palabrotas (no me corto nada), soy mala para describir cosas como etiquetados…
personajes del capitulo: wf!pap, Flowey, Frisk, uf!sans
nota; se supone que tendria que haber salido como maximo una semada despues del anterios pero no pude escribir →(nota para el que le importe)
Capitulo 8
Sans se encontraba completamente extendido en el suelo boca abajo casi no podía levantar su cabeza todo su cuerpo estaba atado con unos zarcillos espinosos, era prácticamente imposible escapar. Siempre tendría sus atajos pero no le gustaba utilizarlo públicamente (incluso con un futuro montón de polvo) siempre era su última carta.
“¡suéltame ahora mismo!”- exigió calmadamente sin perder el toque rabiosos- “después si tengo ganas”-respondió el otro con un risita tétrica- “van a imitarme o me vas a deleitar con algo de creatividad”-“¿porque gastar mi creatividad en un montón de polvo?”- después de finalizas su creativa frase podía sentir como los zarcillos empezaban a estrujarse- Mierda- estaba apuesto de teletranportarse cuando…
“¡NO! ¡PARA!, ¡NO LO MATES!”- esa voz era juvenil. Se trataba del ser humano que huyo junto con el minipapyus. ¿Estaba acaso dándole piedad? Sea como fuese ya no estaba siendo presionado.
“ya te lo he dicho miles de veces en esta mundo es-“-matar o ser muerto…” “exacto”-“pero no puedes matarlo sin más”-“¿así?, dime una buena razón porque no debería”-“matar no está bien y no es justo…”-“¿justo? Cuantas veces has caído ya, deberías espabilar, este monstruo nos ha seguido, sabe dónde estamos y nos ha atacado, está en juego nuestras vidas. ¡Otra vez!”- “puedo cargar”- “¿cuándo fue la última vez?”-“….”- “ya me parecía a mi”
Por Asgore estaban discutiendo como si fueran un pareja de casados, no pudo evitar recordad algunos momentos en bar cuando Dogaressa y Dogamy  discutían por cosas tan insignificantes como por quien salía primero de casa, ni siquiera tenía sentido. Mientras que el humano y el otro monstruo debatían con matarlo o no Sans se perdió en sus recuerdos hasta que volvió a la realidad. Dándose cuenta que muy probablemente (seguro) no había nadie haciendo caso de él.
“es más, deberías matarlo tú mismo”- “¿¡QUE!?”- “necesitas ganar EXP, necesitas ser más fuerte. Es mejor así y lo sabes”- “te estoy suplicando para que no lo mates y ¿se te ocurre pedírmelo a mí?”-“si… quizás no seas capas de… ¿creo que lo mate…?”- “¿¡QUE!? ¿Por qué lo hiciste?”- el niño salió corriendo de los arburtos saliendo de su buen escondite para encontrarse con los zarcillos los cuales se encontraban rodeando a la absoluta nada.” esto es muy extraño, no hay polvo y no he sentido ganar EXP, es como si hubiera atravesado mis zarcillos…”- ¿los monstruos esqueletos pueden hacer eso?”-“Nop, pero se nos da bien salir del paso”-Sans empujo hacia él al chico su brazo derecho “atrapándolo” en un amistoso abrazo- la cara del chico estaba paliducho cuando se dio cuenta de su situación y el monstruo que le acompañaba, que era una flor que estaba enganchado con sus raíces en el brazo derecho del crio, tenía los ojos como platos.
“relajaos~ ningunos de los presentes tiene ganas de pelea, ¿verdad?”- informo el esqueleto, casi siendo prácticamente de la misma altura del humano, guiñándole y mostrando una sonrisa, destacando sus afilados dientes aún más de lo que ya mostraba habitualmente, por increíble que pareciera los colores regresaron al niño. “Qué te hace pensar que vamos a confiar en ti saco de huesos sonriente”-hehe se supone que era un insulto-“Flowey”- quejo el niño- “¿te llamas Flowey?, Flowey la flor”-rio –“¿¡y de que te ríes tu huesudo!?”- la flor cambio de cara a una con lo que parecía tener colmillos-“hehe yo soy Sans, Sans el esqueleto”-“¡yo soy Frisk! Frisk el humano ^^!”- lindo-“¡Frisk!”-grito en forma de riña- “hey mala hierba relájate o explotaras”- “¿Qué es lo que quieres ¡Sans!”-“respuestas a unas preguntas”- hubo un silencio durante un momento- “¿te refieres a si te conocemo? p-porque realmente no se quién eres”- el agarre de Sans hacia el chico fue más fuerte y compaginadas con unas cuencas apagadas hizo de esta una muy mala señas- “antes, en la ciudad no me ha dado esas sensación chico. Paracias sorprendido incluso estrañado de encontrarme, por no hablar que sabias mi nombre”- dijo calmadamente pero nada tranquilizador, Frisk trato de salir de su brazo pero solo sirvió para que Sans aún lo mantuviera más fuerte- “m-m-me confundí con otra persona pero no eras ¡tú lo juro!”-“un ser humano que se oculta en el bosque debe tener relación con muchos monstruos que se llamen Sans”-Flowey saco una zarcillos intimidante de debajo del suelo en posición de ataque a modo de advertencia, pero el agarre no se hizo más suelto. La tensión se notaba en el aire. “no no. No lo entiendes ,es todo un malentendido creí que eras Sandy”-“¿¡Quien coño es “Sansdy”!? “el hermano de Bossy”- lloriqueo prácticamente- “¡Bark!”- minipapyrus entro en acción echándole cara imponente al esqueleto delante de él gruñendo y con los ojos  rojo sangre-“¡Bossy!”-“¡¿Papyrus?!”- “¿Papyrus?”-Repitió el chico.
Sans finalmente soltó al ser humano el cual se alejó lentamente ante la sorpresa de su liberación mientras observaba como el esqueleto se fue a sentarse en una roca del montón del montículo. Cogeando supuestamente sin notar el doloroso malestar de un pie lesionado.
La tensión de un momento dio paso a la absoluta confusión.
Flowey rompió el silencio incómodo “deberíamos darle algo de piedad y matarle. No solo es peligroso me da la sensación que no está mentalmente estable “-“no está loco solo confundido…”-“Frisk. ¡no!”- pero el chico ya estaba moviéndose hacia delante colocándose en frente del monstruo esqueleto con la cabeza gacha. Frisk no monstraba sentido común a la hora de la superviviencia.
“¿quizás podamos ayudar si nos cuentas lo que te ha acurrido?”- su compañero vegetal se hecho la hoja a la cabeza ante la situación.-estamos muertos- el esqueleto enfrente de él tenía los codos en su rodillas mientras se tapaba la cara con sus palmas de las manos, al oír al chico simplemente suspiro de cansancio. Tenía el rostro cubierto pero Frisk podia sentir que no era solo confusión lo que le apenaba también cansancio, tristeza o incluso miedo era una mezcla un tanto rara pero evidente.
Flowey le pego un mordisco a la oreja del ser humano y estiro haciendo atrás, haciendo que el chico retrocediera antes el dolor. Bossy permaneción a medio metro del esqueleto observándole.
“acaso no has aprendido nada durante todas esas muertes y todos esas “traiciones” .no puedes confiar en nadie  y menos en un loco como él. Frisk por el amor de Toriel que no puedes tratar de ser amigos de todos. No le debemos nada. ¿Vámonos de aquí ahora que podemos!”
“no, no puedo dejarlo aquí, necesita nuestra ayuda”-“¡Haz lo que quieras idiota, pero no me llores después!”- Frisk regreso de vuelta con el esqueleto esta vez se observaba más relajado pero con la desgracias todavía en cima suya.
“quizás puedas-“- “sinceramente chico no sé cómo has sobrevivido siquiera un dia”-“no ha sido por el mismo”- señalo la flor enfadada, Frisk avergonzó-se hizo el silencio… de nuevo. ”*Suspiro* no he tenido el mejor día de mi vida y dudo que puedas ayudarme en nada”-“nunca es bueno guardárselo para los adentros… quizás quieras contar algo, sé que te sentirás mejor”- ¿los humanos eran así de ñoños?, sea como fuera quizás no era tan mala idea hablarlo... quien sabe quizás sacaría algunas respuestas a todo, o quedaría como un lunático pero a estas alturas daba igual todo. Un desahogo era lo que más necesitaba.
“¿quieres saber qué es lo que me ocurre?, bien te lo contare: esta mañana me he quedado durmiendo en mi estación de centinela de snowdin como todos los día habituó a hacer, nada fuera de lo común, un día normal” sus oyentes le miraron extrañados. ”Cuando desperté es cuando todo se fue a la mierda”-se aclaró la “garganta”-“tratare de resumirlo; he despertado en un sitio jodido donde todo el mundo quería capturarme y no sé porque, snowdin, lugar dónde yo y mi hermano hemos estado viviendo por años y donde al parecer nunca hemos existido, Mi casa ya no es mi casa, nadie sabes quienes somos ha excepción de un ser humano que aparentemente me ha reconocido y que nunca en mi puñetera vida he visto. OH! Y  la guinda del pastel, ¡finalmente! Encontré a mi hermano pero con orejas en estado de niñez, ¿me he dejado algo?”
Los tres se miraron sin saber que decir antes dicha confesión.
“eso es… extraño”- “no jodas”- dijo cansado.
“Creo que puedo saber que está pasando”- dijo el chico. “Sans… es posible que tu seas Sandy”
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tuseriesdetv · 7 years
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Crítica Del 1x09 "Self Condemned" De The Good Fight: Hypothetically He's Back
Falta menos de una semana para la season finale de The Good Fight – con una segunda ya en mente – y, esperemos, para conocer la respuesta a algunas de nuestras preguntas. Las cosas por Chicago siguen complicándose para algunas de nuestras protagonistas. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no dudes en seguir leyendo
Me parto xD
No puedo negaros una cosa y es que mi hype por este episodio estaba bastante arriba por un único nombre – lo siento, Jane Lynch –: Colin Sweeney. La vuelta de mi cliente favorito ha sido el combustible para que yo me lo pase pipa viéndole un año después de los acontecimientos de The Good Wife. No estuvo en la última temporada de esta, cosa que eché muchísimo de menos, pero tenerle de vuelta es lo mejor que me ha pasado en lo que llevamos de serie. Colin sigue siendo un troublemaker, un tipo excéntrico y juguetón que no puede estarse quieto. El caso en sí me ha dado un poco igual porque Dylan Baker – a sus pies; ¡qué pedazo de actor y cómo le quiero! – sigue robando la pantalla cada vez que aparece. Sí, tenemos otro caso de brutalidad policial que implica a Sweeney. Si lo pensáis fríamente, en estos diez episodios nos hemos movido por un rango muy restringido de casos: brutalidad policial, Chumhum (blancos ricos que se ríen de sus abogados), un caso de presuntos abusos que al final no fue, el caso Rindell como tal… Entiendo que en veinte episodios, como en el caso de TGW, hubiese una mayor diversidad pero se puede trasladar a los diez de The Good Fight y sin meter relleno, como pasaba en la serie madre. Se me está haciendo cansino ver lo mismo y más si tampoco es que avancemos gran cosa en la trama. Colin Sweeney ha sido todo lo que quería y necesitaba, pero venimos de un capítulo donde la guerra civil en Reddick, Boseman & Kolstad acababa de comenzar y… lo han cortado. ¿Lo van a dejar para el final de temporada o ya para la siguiente? ¿Con un periodo de tiempo tan largo, en el caso de la segunda opción, nos va a seguir interesando esta división del bufete, táctica ya más que manida por parte de la serie original? Tengo mis serias dudas. Siguiendo con Sweeney, tengo que decir tres cosas. La primera es que ha mencionado a Alicia – no podía coger su caso. ¿Qué andará haciendo con su vida? – y el momento en el que se ha dirigido a Barbara me ha recordado muchísimo a cuando hablaba con Florrick. Tengo los feelings a flor de piel con este señor – no os podéis ni imaginar lo mucho que le quiero –. Segundo: ¿qué ha pasado con Renata? ¿Ya se ha divorciado de ella? Anda que las fiestas que este se trae con drogas y sexo de por medio… Habría que verlas para salir huyendo. Tercero: ¡¿embajador en el Vaticano?! Por favor, ¡spin-off para Colin Sweeney si eso ocurre! El diablo en persona en el Vaticano. ME MUERO. Ay, Colin, cómo te echaba de menos en mi vida. Ojalá vuelvas.
¡Qué mona, por favor! ♥.♥
Este episodio ha estado más centrado en Maia, quien se ha reunido con una agente del FBI, Madeline Starkey, interpretada por Jane Lynch, y Lucca, quien es ¿su abogada? ¿Qué pasó con la anterior, la han echado, se le ha acabado el contrato, los King han decidido cortar por lo sano? ¿Qué es esto? El caso es que Starkey ha jugado bastante bien al intentar confundir a Maia en más de una ocasión y hacerla sentir bastante incómoda. Que te pregunten por cosas de hace nueve años es una gran presión, sobre todo porque ni vosotros, queridos lectores, os acordaríais de qué hicisteis si quiera hace una semana – ni yo, os lo aseguro –, así que estaríamos todos un poquito en la mierda. Por lo tanto, comprendo y simpatizo con Maia. Sin embargo, ya vamos viendo cosas raras. Maia notaba que algo se estaba quemando pero nunca fue más allá, se contentó con las respuestas que su padre, principalmente, le daba. Puede ser por la inocencia de la juventud, porque su mente estaba a otras cosas, no indagase más, pero algo debió pasar en su cabeza para que no le dijese nada a Henry sobre la inversión que querían hacer los padres de Amy. La “traición” a Amy le pesa bastante ahora mismo y con cierta razón, dado que es su novia y le mintió, pero debe haber una razón por la  que no se ha cuestionado nunca sobre por qué no se lo contó a su padre. La sensación que me da sobre Maia y la fundación es que realmente ella no estaba muy involucrada, sino que eran sus padres quienes manejaban todo y ella sólo firmaba los papeles que le daban. Esta institución nació con muy buenas intenciones, pero estas desaparecieron del mapa en cuanto los padres de ella se dieron cuenta del negocio tan lucrativo que tenían entre manos. Si lo expandimos, mi sensación es que Maia es una hija única muy querida involucrada en la familia pero, al mismo tiempo, muy ausente. Si no, no me explico cómo tampoco se olía nada o nunca le ha dado por mirar los cajones. ¿Demasiado inocente? ¿Hay gente de 25 años tan inocente? Sin duda alguna, Maia – aunque me duela – necesita un par de bofetones para espabilar porque si no se la van a comer con patatas. Ya los está recibiendo por todas partes, sin comerlo ni beberlo, y espero que la hagan un poco más lista y más echada para adelante porque la noto muy paradita. Otra razón puede ser que sus padres sean merecedores del Oscar a mejor actor y actriz del año, porque esconder todos los problemas ha debido de ser para darles el premio. Al final, entre jugada y jugada, supuestamente Maia miente a Starkey, por lo que el trato por el que “todo lo que digas no va a ir en tu contra” se anula y Rindell va a ser investigada por el fiscal del Estado. Me da una pena tremenda porque, en el fondo, es una chiquilla que acaba de obtener su título como abogada y estaba empezando a trabajar. Esto puede ir dos caminos: uno muy bueno en el que todo se medio arregle y ella espabile, sin perder su bondad; o por uno muy malo donde, uno, también se medio arregle todo y se convierta en una cínica como Alicia Florrick, o dos, todo se vaya a la mierda y acabe en la cárcel. Esto último sería lo sorprendente y lo que haría que The Good Fight se desvirtuase un poco de The Good Wife. Una de mis quejas es que, aunque esté bien beber de la serie madre, también hay que saber forjar una identidad propia, desvinculándose en ciertos momentos y tomando un timón propio. TGF lo ha hecho en cuanto a que contamos con tres personajes femeninos protagonistas en vez de uno solo, tenemos un bufete integrado por afroamericanos, nuevos personajes…, pero en otros aspectos continúa ciertos caminos ya vistos y que pueden resultar repetitivos. Espero que la season finale nos sorprenda.
¡Qué monas! Me gusta el tándem que forman
Otra cosa con la que no se ha avanzado en este episodio es la no relación entre Lucca y Colin, a quien no hemos visto junto a Marissa. Ambos personajes han estado fuera de combate. Me da a mí que lo van a dejar para la finale también y ahí va a haber una marabunta de temas, tramas y personajes que nos va a volver locos. Tenía ganas de saber qué va a pasar entre Lucca y Colin, quienes me están quitando la vida poco a poco, pero vamos a tener que esperar una semana más. En cuanto a Lucca, ha estado estupenda ayudando a Maia. Starkey se le ha metido debajo de la piel y Quinn ha sabido cómo jugar a su juego. Menos mal porque veía que esto terminaba peor de lo que lo ha hecho.
En general, este episodio me ha parecido más un tránsito hacia el final de la temporada, donde todo parece que va a explotar. Y no estoy muy segura de que eso sea bueno. Con todo lo que tienen que contar, me da que el episodio va a durar casi una hora o sus 50 minutos no se los quita nadie. No sólo tendrán que cerrar tramas, sino también abrir otras nuevas de cara a la segunda temporada, a no ser que dejen alguna abierta ya de esta y ya veréis la risa que nos va a dar – totalmente irónico esto último –. Este capítulo, en particular, no me ha dicho gran cosa; tiene dos puntos interesantes (la vuelta de Sweeney y la reunión de Maia) pero no mucho más. Como llevo diciendo semanas, me sigue faltando algo en esta serie, algún tipo de profundización con chicha. En este caso lo hemos tenido con Maia, pero realmente no hemos sacado mucho en claro porque ni ella misma se acuerda bien de lo que pasó, por lo que, haciendo balance, me quedo con nada.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. Siempre intento sacar un hueco para responder vuestros comentarios, que sé que es una cosa que cuesta bastante. Os lo agradezco de veras.
¡Hasta la semana que viene!
P.D: Mamá Rindell lleva años tirándose a Uncle Jax. Esto se pone turbio.
P.D.D: ¿Adrian sugiriéndole a Diane que vayan a cenar alguna vez? ¿Esto es una hipotética cita? Uyuyuy.
Irene Galindo (@MissSkarsgard) 
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