#se levantó con el primer rayo de sol(?)
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privado uno de tres con @faycz
tonto, eso es. desde que abrió los ojos los nervios estuvieron cosquilleando bajo su piel, obligándolo ponerse de pie y no dar espacio para un sólo segundo de tranquilidad. estuvo listo para encuentro con la francesa desde un horario que le avergonzaría admitir en voz alta, con revisión de implementos y conmovedora charla motivacional de sonata (ladridos a los que él asignó sentimiento) incluida. creyó que llegado el momento se sentiría más ligero, pero ahora con faye junto a él reconoce que el sentimiento no abandonará la batalla. no importa si busca aplastarlo con una sonrisa. "tengo dos preguntas." anuncia, clavando su mirada en la delphinus. "primero, ¿por dónde quieres empezar?" mueve su mano sobre la cesta repleta de dulces y bocadillos. "segundo, ¿me dejas tomarte una foto? hoy te ves muy, muy, muy bonita."
#* 𝗖𝗔𝗥𝗢𝗨𝗦𝗘𝗟 𝗦𝗣𝗜𝗡𝗡𝗜𝗡𝗚 𝗔𝗥𝗢𝗨𝗡𝗗︰conversaciones.#faycz#se levantó con el primer rayo de sol(?)#un record LADLALKDAD#*suspira* te amo faye
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“La Llama Indomable: La Historia de Catalina de la Cruz”
Prólogo: Los Susurros del Viento
Nueva España, año de 1642. Los rumores recorrían las calles adoquinadas del pueblo de San Miguel. Catalina de la Cruz, una mujer de piel curtida por el sol y cabellos oscuros como la noche, vivía en las afueras, cerca del río, donde cultivaba plantas y preparaba ungüentos que habían sanado a más de un aldeano. Pero su conocimiento de las hierbas, su independencia, y su negativa a someterse a las normas de la iglesia habían despertado la desconfianza.
“Bruja”, susurraban las mujeres al verla pasar. “Aliada del demonio”, murmuraban los hombres que le temían por no comprender sus dones. Catalina sabía que esos cuchicheos crecerían como el viento antes de la tormenta, y cuando la Inquisición llegó al pueblo, ya era demasiado tarde para huir.
Capítulo I: La Detención
Los guardias llegaron una fría mañana, con sus armaduras de metal reflejando el primer rayo de sol. Catalina estaba en su jardín, recogiendo hojas de salvia cuando la atraparon. No se resistió; sabía que correr solo empeoraría su destino. Fue llevada a la iglesia, donde un severo inquisidor con ojos fríos como el acero la observaba desde el púlpito.
Inquisidor: “Catalina de la Cruz, estás aquí acusada de brujería, de pactar con el demonio y de corromper las almas de los hombres de bien. ¿Qué dices en tu defensa?”
Catalina levantó la cabeza, intentando mantener la dignidad a pesar del miedo que le oprimía el pecho.
Catalina: “Soy culpable de curar con lo que la tierra nos da. De ofrecer alivio a quienes sufren. Si eso es brujería, entonces todos los curanderos deberían estar aquí, ante su tribunal.”
El inquisidor sonrió con desdén, viendo en sus palabras la soberbia de una hereje. Pero no respondió. Solo hizo una señal, y los guardias se llevaron a Catalina al calabozo. Allí, en la oscuridad, Catalina sintió el peso del miedo por primera vez.
Capítulo II: La Oscuridad y la Promesa
En el calabozo de piedra, apenas iluminado por una vela parpadeante, Catalina se enfrentó a la soledad y al terror. Pero también se enfrentó a su propio espíritu, a la rabia que crecía dentro de ella por la injusticia de la situación. Sabía que el sufrimiento físico llegaría, que no saldría ilesa de ese lugar, pero prometió en silencio a las sombras que la rodeaban que no se rompería.
Catalina: (murmurando para sí misma) “No me quebrarán. No le daré ese placer a sus ojos fríos.”
Capítulo III: La Sala de Tormento
Días después, la llevaron a la sala de tormento, un espacio oscuro con las paredes de piedra manchadas por la humedad y la desesperación. En el centro de la habitación, un potro de tortura se erguía como una bestia esperando devorar. Catalina fue atada con cuerdas a la madera, cada nudo ajustado por las manos callosas de los verdugos.
Inquisidor: (mirando desde las sombras) “Catalina de la Cruz, confiesa tu alianza con el demonio. Di sus nombres y tus crímenes serán perdonados.”
Catalina: (jadeando por el esfuerzo) “No hay demonio… solo su miedo a lo que no entienden.”
El inquisidor asintió con frialdad y señaló a los verdugos. El primer estirón hizo que el cuerpo de Catalina se arqueara de dolor, un grito desgarrador escapó de su garganta. Sintió sus músculos quemar y la piel estirarse al borde del desgarro, pero mantuvo los labios cerrados con fuerza, luchando contra la tentación de pedir clemencia.
Capítulo IV: La Resistencia y la Caída
Cada día que pasaba, el tormento se hacía más cruel. El inquisidor buscaba romper su espíritu, arrancar una confesión que justificara la violencia de la Iglesia. Pero Catalina, aunque cada vez más debilitada, se aferraba a la fuerza de su orgullo, a los recuerdos de las personas que había ayudado, y al odio hacia aquellos que la veían como un monstruo.
Inquisidor: (acercándose, con una sonrisa maliciosa) “Nadie ha soportado tanto. ¿Por qué no te rindes? Con una sola palabra, podrías poner fin a tu sufrimiento.”
Catalina: (con la voz rota pero firme) “Porque ustedes no pueden quitarme lo que soy. Pueden quebrar mis huesos, pero no mi verdad.”
Los verdugos intercambiaron miradas nerviosas. Habían visto a muchos quebrarse bajo el dolor, pero nunca habían presenciado una resistencia tan férrea. Y el inquisidor, aunque irritado, sentía una oscura fascinación por la fuerza de Catalina.
Capítulo V: El Último Aliento
Días después, Catalina ya no podía distinguir el día de la noche. El potro de tortura la había dejado al borde de la muerte, con el cuerpo lleno de heridas y moretones. Pero su mente seguía intacta, y su determinación no se había apagado. Fue entonces cuando, en un último intento de doblegarla, el inquisidor decidió que la llevarían a la hoguera al amanecer, frente a todo el pueblo.
La noticia recorrió el pueblo como un rayo. Algunos se acercaron a la plaza por morbo, otros, con lágrimas en los ojos, no podían soportar ver cómo una mujer que les había ayudado tantas veces sería tratada como una criminal.
Catalina fue arrastrada hasta la pira, con las muñecas atadas y el cuerpo exhausto. Pero al mirar a la multitud, al ver el miedo y la culpa en algunos rostros, sonrió con los labios partidos y alzó la cabeza una vez más.
Catalina: (con voz rasposa, mirando a la multitud) “Hoy muere mi cuerpo, pero la verdad arderá más que estas llamas. No soy la bruja que dicen, pero si el fuego me convierte en leyenda, que así sea.”
Epílogo: La Leyenda Perdura
Catalina de la Cruz pereció esa mañana, envuelta en las llamas. Pero su espíritu, su resistencia y sus últimas palabras resonaron más allá de los gritos de los inquisidores. Con el tiempo, su historia fue contada de boca en boca, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la injusticia, la valentía de ser uno mismo, y la crueldad de aquellos que se esconden detrás de la fe para destruir lo que no comprenden.
Y en las noches de tormenta, cuando el viento sopla fuerte sobre el río, algunos afirman escuchar la voz de Catalina, riéndose desde las sombras, recordando al mundo que ni siquiera la muerte pudo silenciarla.
Fin
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Concurso: cuentos de terror
• AUTOR: Serenus
• ¿POR QUÉ DEBERÍA GANAR TU RELATO?: Creo que es un relato sencillo y fácil de contar, pero que a la vez deja muchas preguntas abiertas y en eso recae el horror del mismo.
• SINOPSIS: Una noche, Serenus descubre una situación más que inusual en su pequeño pueblo de toda la vida: está completamente solo y no entiende por qué. Mientras intenta desandar el misterio, descubre una terrible verdad…
El augurio
Las campanadas anunciaban que faltaba cuarto de hora para las 00:00 cuando la primera ráfaga de viento se levantó irascible sobre Sauce de Luna. Serenus despegó sus párpados justo para oír la lámpara sobre su cabeza parpadear tres veces y apagarse; tres veces exactas. El brujo tuvo que cubrirse los ojos de la segunda ventisca que, de frente, arrastró polvo, hojas secas y suciedad, antes de siquiera poder preguntarse qué hacía allí, cómo había llegado y calibrar su mirada a la información que recibía de su entorno. Es sencillo encontrarle significado a ese tipo de eventos cual si fueran señales, augurios de que nada bueno espera a la vuelta de la esquina; fácil es caer en la tentación de sentir que se encontró una pieza valiosa del extenso rompecabezas y creer que se está un paso más cerca de descifrar el enigma. Delirio cósmico de cualquier fanático de teorías conspirativas y cuentos de terror. Y a pesar de tener todas estas advertencias en mente —incluso siendo un asiduo practicante de las artes oscuras— Serenus supo, mejor dicho ya sabía que algo extraño estaba sucediendo, que su lectura de la realidad no podía ser aleatoria ni mucho menos provocada por un ego en busca de autocumplir una profecía. No, el día había llegado y Serenus se asfixió en su propia desesperación por segundos antes de empezar a correr calles abajo. Viento, farolas o instinto: el día había llegado y no había ciencia alguna que pudiera desmentirlo.
Todo, absolutamente todo estaba fuera de lugar. Las calles desiertas de un pueblo dormido y anciano podían no suponer una verdadera preocupación para quien viviera allí desde siempre, pero el silencio era fulminante, peor que el de un cementerio. Tal vez su pueblo natal fuera de acostarse temprano y levantarse con el primer rayo de sol, tal vez algún que otro visitante fortuito lo hubiera descrito como un pueblo fantasma, mas nunca en su vida Serenus había visto esas calles amarillentas, el cielo violáceo y gris, tantas farolas sin funcionar. ¿Ni un par de adolescentes riendo en alguna esquina? ¿Ni un perro ladrando a algún gato burlón o el borracho del pueblo injuriando a la vida y la muerte? Acaso encontrarse un alma —de esas que se volvían más una carga que una dicha en su vida cotidiana— hubiera sido un verdadero alivio frente a todo ese vacío.
El camino que antes recorría casi a diario le resultaba dificultoso. Tropezó en más de una ocasión no sólo porque ahora parecía complejo utilizar sus piernas —que veía moverse una tras otra como cosa de otro mundo—, sino porque tuvo que esquivar montones de ladrillos, vehículos estacionados hace cientos de años u otros objetos que no lograba reconocer y que nunca, en el pasado, había percibido que estuviesen allí. ¿Alguna vez soñó usted que es perseguido y su cuerpo no le responde? ¿Que sus muslos no tienen fuerza y sus pies parecen masas uniformes que ya no le sostienen? Mas no frenó a preguntarse de dónde habían salido esos elementos ni la rareza de sentirse en un cuerpo tan inútil porque la premura de alcanzar su objetivo era mucho mayor. Necesitaba una mano amiga, algo conocido a lo cual aferrarse frente a todo ese escenario tan poco identificable.
Lo único que rompía la quietud eran los pasos acelerados contra la acera, la respiración agitada y, más tarde, las manos desesperadas de Serenus contra la puerta de su mejor amigo. Se aturdía a sí mismo de pensar, incluso, por lo que su voz llamando a gritos el nombre del hombre que conocía desde niño resultaba, a su criterio, como si le estuviesen clavando agujas en los oídos. Pero aún mayor fue el estupor al sentir que la madera cedía ante sus golpes y no solamente se abría, sino que caía de bruces hacia adentro levantado una polvareda que le provocó una tos inmediata. La oscuridad absoluta le esperaba en el interior de la morada, junto a interminables cortinas de telas de araña, enredaderas y otros tipos de vegetación que se habían hecho dueñas del lugar.
Allí fue cuando Serenus notó lo que lo puso a temblar sin tregua ni clemencia desde entonces: los bares estaban cerrados; el pequeño hospitalito del que tanto se enorgullecía Sauce de Luna también. Todas las casas estaban corroídas como si hubiesen pasado decenas de años sin ser usadas y tanto plantas como árboles y otras hierbas se habían cobrado sus espacios ocupando lo que siempre le perteneció a la naturaleza. Pero lo que más le llenó de espanto fue dar cuenta de que aquellos objetos que en principio no reconocía se parecían demasiado a humanos… ¿o a lo que hubiera debajo de éstos? Entendió que cierto aroma a podredumbre provenía de esqueletos con apenas hilos y retazos de lo que alguna vez habría sido ropa.
Serenus volteó su vista al cielo y lanzó un grito de dolor y espanto que partió el firmamento en dos y, en ese mismo momento, la tormenta dejó caer su aguacera junto a relámpagos y truenos que estremecían hasta las piedras. “Es un sueño” pensó en un desesperado intento por alentarse.
Comenzó su abatido regreso a casa preguntándose a qué clase de espíritu maligno —o no tanto— podría haber ofendido como para estar sufriendo tal tormento. No fue un alivio distinguir que en algunas puertas y paredes vecinas había habido viejos símbolos marcados en un bermellón añejado. ¿Símbolos de protección? Similares. Escrituras que buscaban alejar un mal específico irreconocible para él. A su memoria venía que a la edad de siete años había soñado con una suerte de juicio final que había hecho llorar a su madre. Y más allá de creer que eso mismo era lo que estaba viviendo no podía comprender por qué él mismo quedaba en pie, por qué tenía la capacidad de presenciar y ver todo ese arruinado paisaje que siempre había sido su cuna, sus primeros pasos, sus amistades, amores y corazones rotos; toda su historia estaba contada en cada esquina de su pueblo, una anécdota o un secreto había dejado en cada ladrillo, baldosa y árbol.
En la puerta de un almacén Serenus frenó por un instante antes de confirmar sus escalofriantes sospechas: un almanaque rezaba que la fecha era aquel año donde él había tenido siete, teniendo hoy día mucho más del triple. La mano temblorosa del brujo quitó la mugre del vidrio de la puerta para verificar que no estaba alucinando y en el reflejo del cristal se vio a sí mismo.
¿Acaso no existía una creencia de que en los sueños no podemos vernos en un espejo ni nada parecido?
Fue ese el momento donde decidió en su mente la solución para acabar con ese infierno. Al llegar a su hogar, caminó directo a buscar los objetos más afilados y puntiagudos que pudiera encontrar. No encendió la luz; no quería enterarse del aspecto de su humilde casita que con tanta dedicación había cuidado desde la muerte de sus padres. Solo se tomó un momento para respirar y, sacando valentía de donde más lo necesitaba, se atrevió a llevar con todas sus fuerzas las tijeras a cada uno de sus ojos.
—¿Serenus? Serenus, ¿me buscabas? —La almendrada voz de su mejor amigo se dejó escuchar, en ese momento, tras el umbral.
A tientas, adolorido y con la humedad espesa recorriendo sus mejillas, el brujo se puso de pie. Con una sonrisa en el rostro, tocó el de su camarada. Reconoció su afilada nariz, su triangulada mandíbula y prominentes labios. Oyó un perro ladrar a lo lejos; oyó el chirrido de la bicicleta de Don Bernard. El aroma a moho y a podrido cesó. Y el mundo volvió a tener sentido entonces, como siempre había sido desde su primer día en la tierra. Afuera ya no había mugre, ya no más cadáveres, las casas volvían a estar en pie y las instituciones funcionaban…
… para él.
Las almas volvieron a interrumpirlo, algunas pidiendo ayuda, otras solo deseaban atormentarlo; unas pocas lo abrazaron preguntándole si estaba bien, si necesitaba algo, lo ayudaron a cruzar la calle, se preocuparon por él como siempre, le advirtieron sobre una pequeña baldosa desaliñada…
Serenus era ciego de nacimiento.
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Cuento completo
Un sueño se logra con esfuerzo.
Un joven queriendo seguir su sueño, emprende su camino, días atrás el se había despedido de su familia, les había comentado de su decisión y fue preparando sus maletas para emprender el viaje.
Estuvo ahorrando dinero para poder viajar y sus alimentos por un tiempo, tenía todo planeado, solo que no contaba que el destino tenía planeado otra cosa para el.
Este joven de nombre Ezequiel se levantó temprano tomo su mochila y sin más seguro dispuso a viajar, no quiso molestar o despedirse por qué sabía que no lo iban aun dejar ir o en su defecto lo iban a entretener, así que decido se puso su mochila y emprendió su aventura, el primer día camino rumbo a su sueño,volo descansaba para tomar agua o comer, después de que el sol se oculto, Ezequiel seguía caminando pero se le dificultaba ver más allá de su nariz así que empezó a buscar un lugar para descansar, vio un parque cerca de donde se encuentra en una banca se sienta y de su mochila saca una chamarra, la mochila la recarga junto a el y se recuesta tomando la mochila como su almohada y se cubre con la chamarra, se encontraba muy cansado así que se quedó dormido casi inmediatamente.
Ezequiel empieza a sonar con su abuelo, que se encontraba caminando, su abuelo le dice: los sueños lo puedes lograr donde tú quieras, en ocasiones no es necesario que dejes el lugar donde te encuentras, si tú sueño es progresar lo puedes hacer aquí, pero si lo que quieres es conocer otros lugares, si es necesario que viajes, podrás ver qué el mundo es más grande de lo que crees.
Un rayo de sol despertó a Ezequiel, al abrir los ojos pudo ver qué en su alrededor había gente que se le quedaba viendo, tuvo un sueño muy profundo que no sintió cuánto le quitaron sus pertenencias mientras dormía, no pudo encontrar por ningún lado el poco dinero que había ahorrado.
Por unos minutos se quedó tratando de entender lo que le había pasado y lo que iba a hacer, a lo lejos un señor gritando en una esquina, Ezequiel sin poder escuchar bien lo que decía el señor, se levanta y camina hacia el, al estar cerca del señor escucho lo que el señor decía.
El señor:
Quieren detener el cambio
Tan acostumbrados están al poder
Que no lo quieren soltar
Sin estudios, sin experiencia
Solo con maldad y agresividad
Es como lo tuvieron
Pero si se les trata igual
Se quejan por maltrato
Y sus víctimas
Los que han caido
En sus garras no tenían derechos,
Los únicos derechos
Eran maltratados,
Humillados, desaparecido,
Era lo único seguro que tenían.
Se disfrazan de humildad y siempre an humillado.
Dicen que hablan con la verdad y mentiras siempre an dicho.
Ezequiel sin entender nada y con lo ocurrido emprendió su regreso a su casa, el señor vio a Ezequiel y camino hasta estar parado enfrente, sonriendo el señor le dijo a Ezequiel: no te preocupes, en ocasiones por algo pasan las cosas, el destino tieneuchas formas de actuar.
Para después darse media vuelta y caminar, el señor al ir caminando iba desapareciendo, Ezequiel se tallo los ojos sin poder comprender lo que ocurría, llegó el momento que el señor se desvaneció al mismo tiempo que se escuchó:te quiero mucho Ezequiel.
Ezequiel sorprendido y con su corazón lleno de alegría comprendió que era du abuelo al que había no solo soñado, sino que también lo había visto, más decidido emprende su camino de regreso.
Es adentrada la media noche llegó a su casa, estaba a obscuras, todas las luces apagadas, abre la puerta, entra y sin querer hacer ruido camina de puntitas hacia su cuarto, de pronto se prenden las luces, su familia lo esperaba, sorprendido corre a abrazar a sus padres y sus hermanos, su papá le dice: soñé con mi papá y el me decía que no me preocupara que pronto regresarías.
Tiempo a pasado Ezequiel en todo momento se esfuerzo para alcanzar su sueño, hoy es un gran ingeniero.
Ho
Seudónimo:Ho
Autor: Hugo E Olivares M
Fecha: miércoles 22 de mayo de 2024.
Hora:8:34 am México.
País: México.
Derechos reservados de autor.
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Capítulo 10
Jungkook vomitó no una vez, ni dos, sino que trece veces.
—Bendecida sea Asha —murmuró Yoongi, acariciando la espalda de Jungkook de manera reconfortante mientras traía un cuenco de bronce.
—Esto es lo que pasa cuando intento estar a la par tuya. —dijo Jungkook —Jódete.
—Yo no te forcé a hacer nada. —dijo Yoongi. Seguía sentado con sus piernas cruzadas a un lado de Jungkook, con su mano descansando sobre su hombro. A menudo, Yoongi le ofrecía a Jungkook una copa de agua para que bebiera. En este punto, Jungkook ni siquiera estaba seguro de qué estaba vomitando, era un líquido claro y aguado. Ya había vomitado toda la comida y vino.
—Mi cabeza va a doler demasiado en la mañana. —dijo Jungkook, un poco delirante. Habían pasado horas y seguía borracho. Mierda. —¿Qué mierda había en esa cosa? Oh dios mío.
—Simplemente vino. —dijo Yoongi. —¿No eres capaz de soportar el alcohol?
Jungkook no se dignó a contestar porque estaba demasiado ocupado vomitando.
—Además, ya es de mañana. —dijo Yoongi calmadamente. —El sol se elevará pronto.
De ninguna manera.
Jungkook lloriqueó un poco y se inclinó hacia el lado de Yoongi. El gesto era cariñoso y demasiado amistoso; algo que Jungkook no haría si estuviese sobrio. Pero ya que estaba borracho, no le importaba ni una mierda. Además, todo dolía y Yoongi se sentía tan seguro. El Magistrado envolvió un brazo alrededor de la cintura de Jungkook y presionó un metal frío contra sus labios, agua. Jungkook la bebió y cerró sus ojos, esperando que las náuseas se fueran.
En algún momento de todo esto, se durmió.
Jungkook despertó en su cama grande, con su cabeza golpeante. Por un momento, simplemente miró el techo de terracota y contempló toda su existencia. Estaba, de alguna manera, borracho todavía. Era de tarde.
La habitación estaba vacía, Yoongi no estaba en ninguna parte.
Entrecerrando los ojos, Jungkook se levantó (se balanceó, en realidad) para echar un vistazo a través de las cortinas de lino, solo para encontrar un rayo de sol en su cara. Dolor. Decidió que el sol era profundamente enemigo para su estado actual y rápidamente se metió a la cama de nuevo. Las sábanas aquí eran menos cómodas que en casa. No son colchones para dormir, pero Yoongi era un hombre de alto estatus, así que las sedas de pluma de ganso eran más que adecuadas.
La última vez que Jungkook se emborrachó tanto fue en su primer año de universidad, donde se había emborrachado por completo en una fraternidad, apenas recordando algo. Se había despertado con un chupón en su cuello, lo que era vergonzoso considerando que nunca se había besuqueado con alguien antes de eso.
Y entonces Jungkook consideró el hecho de que se había besuqueado con Yoongi la noche anterior, antes de vomitar a un lado de la cama mientras Yoongi miraba. Mierda.
Una vergüenza.
Y también recordó: se besaron. Jungkook dejó salir un quejido y frotó sus ojos. Esto era una locura. Y era más que atracción física, al menos de su parte. Cada vez que Yoongi lo miraba por demasiado tiempo o hacía una de sus bromas sarcásticas, el corazón de Jungkook hacía una cosa rara. Lo que era totalmente horrible y no debería estar permitido.
Jungkook hizo otro sonido de descontento antes de sentarse a un lado de la cama y mirar catatónico el recipiente para lavarse. Estaba vacío, libre de vomito, lo que significaba que Yoongi debió haberlo limpiado en la mañana.
Anoche, Yoongi había pasado todo el tiempo haciendo las cosas por sí mismo. Podría haber llamado a un sirviente o pedido a alguien que cuidara a Jungkook, pero Yoongi (¡Un magistrado de alto rango!) lo había hecho todo por sí mismo.
Esta fachada pasó a estar lejos de "pretender por Asha". Jungkook ni siquiera estaba seguro de cómo describirlo.
Necesitaba respuestas.
Jungkook terminó vagando por los pasillos de mármol, intrigado por las distintas estatuas. La de Vulci se sentaba con esplendor, con olas de mármol tallas intrincadamente alrededor de su cuerpo. La estatua de Za estaba arqueada monumentalmente en la pared, observando a todos los dioses. Finalmente, la mismísima Asha, su cara estaba tallada en cada orificio del edificio. Estas estatuas no eran solamente versiones basada e idealizadas de las diosas y dioses, se veían como gente real. Za tenía una cicatriz en su mejilla. Vulci tenía una nariz puntiaguda y derecha con una frente definida. Por alguna razón, la cara de Asha se le hacía familiar y Jungkook entrecerró los ojos. Raro.
Había una falta notable de Nerein, y llegó hasta un punto donde Jungkook estaba genuinamente curioso sobre cómo se veía el Dios de la Tranquilidad y Cosecha.
Esta parte del palacio estaba vacía, lo que era algo típico. Cualquier lugar cerca de la habitación de Yoongi estaba así, a excepción de unos cuantos guardias. Acercándose a la habitación donde habían hablado con Matavel y Urenal, Jungkook observó desde la puerta.
—Estás despierto. —entonó Yoongi, sentado en una silla de madera mientras escribía algo. Jungkook suspiró.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Tus pasos son fuertes. Como una mula.
Jungkook frunció el ceño y se sentó frente al Magistrado. —¿Me estás llamando un animal de carga?
—Interprétalo como quieras.
Jungkook mordió su labio. Tenía veintitrés años ahora, no trece, debería ser capaz de iniciar una conversación sobre qué era esto entre ellos. Solo estaba inseguro de cómo comenzar.
—Dijiste que era atractivo, antes.
—Muy atractivo. —dijo Yoongi, casi tímido. —Simplemente me enamoré de tu despliegue de...elegancia estridente anoche.
—Por favor detente. —dijo Jungkook, intentando sonar menos muerto por dentro.
El magistrado finalmente miró arriba de sus papeles, observando la cara de Jungkook con el ceño fruncido.
—Te ves cansado. —dijo Yoongi, y empujó una copa de agua hacia él, su copa de agua. —Bebe. Te sentirás mejor.
El corazón de Jungkook dio un salto. Tomó la copa y bebió lentamente, repasando miles de posibilidades en su mente sobre qué decir. Yoongi se tiró hacia atrás en su silla, con su vista todavía sobre Jungkook, como asegurándose de que se mantuviera hidratado. Sus ojos se encontraron.
—Tengo un crush* en ti. —soltó Jungkook. Se puso rojo. Debería tirarse inmediatamente al piso y. Morir. Sí, eso sonaba perfecto.
—¿Quieres...aplastarme? * ¿Estás planeando en tirarme algo?
Yoongi articuló la palabra "crush" unas cuantas veces, evidentemente confundido sobre su significado. Oh mierda, el chico no tenía ni idea de qué significaba. Obviamente no lo sabía. Era un coloquialismo moderno. Jungkook agachó su cabeza para esconderla entre sus manos en incredulidad, y su cabeza golpeó la mesa.
Una mano rozó tentativamente su cabeza y descansó en su cuello. Era una cosa tan Yoongi de hacer. Jungkook deseó estar de vuelta en casa, donde los únicos romances que tenía eran con Kuroo Tetsurou de Haikyuu!! O Robert Downey Jr.
Nada complicado; nada real.
—¿Estás bien? —preguntó Yoongi. —¿Fue el vino?
—No, no. Estoy bien. Quiero decir, mi cabeza duele demasiado, pero, esa no es la razón por la que. La razón por la que estoy sentado aquí —su voz estaba amortiguada por sus manos. A la mierda. —Tengo sentimientos por ti.
Silencio.
—Sentimientos. —dijo de forma plana Yoongi.
Jungkook de pronto estaba feliz de no poder ver la cara de Yoongi.
—Sentimientos románticos. —clarificó Jungkook silenciosamente. Las palabras sonaban demasiado fuertes en la habitación.
Más silencio.
Se impregnó por toda la habitación.
—Mírame. —dijo finalmente Yoongi, su voz comandante y Jungkook lentamente quitó sus dedos de su cara, levantando su cabeza. La cara de Yoongi era...ilegible. No poco amable, pero no...feliz. Estiró una mano para envolver su palma alrededor de la mejilla de Jungkook. El peso se sentía agradable.
—Eres encantador. —dijo Yoongi. —Pero...Jungkook...no puedo.
—Oh. —su estómago se cayó.
—Lo de anoche fue una falta de criterio. —el pulgar de Yoongi acarició el arco de la clavícula de Jungkook. Su voz era silenciosa. —Asha escogió bien. Eres...todo lo que podría querer. Precisamente mi debilidad. —la manó cayó —Y esa es la razón por la que debo ganar en este juego contra Asha.
El momento pausado y congelado en el tiempo pasó y Yoongi se puso de pie, con su túnica en el aire mientras se iba. Era como si no pudiera mirar a Jungkook por otro segundo. La presencia de su peso salió de la habitación como un huracán, o algo igual de poderoso y resolutivo.
Y Jungkook se sentó allí con las secuelas, sin aliento y con el corazón un poco destruido.
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Crónicas de Hefestión… (Cap 2. Parte I)
Capitulo II.- La Ruta de Eldor (Parte I)
Eran las primeras horas de la mañana cuando Hefestión se preparaba para iniciar su viaje hacia El Bosque de Eldor. Tocaban la puerta de su habitación. Se trataba de Dayana y Carus las cuales estaban interesadas por su estado. Hefestión las recibió con un fuerte abrazo el cual fue calurosamente correspondido. “Creía que no te repondrías”.- dijo Dayana., a lo que Hefestión respondió “Yo siempre supe que me repondría porque ustedes estaban a mi lado”.
“¿Hacia donde te diriges?.- pregunto Carus. “Hacia el Bosque Dorado de Eldor mi querida Carus, tengo una importante tarea que realizar”.- respondió Hefestión. En ese instante su conversación fue interrumpida por un sonido terrible, el cual semejaba un alarido triste y de dolor que provenía de las afueras del castillo. A lo lejos se divisaba un caballo que se acercaba a todo galope, perseguido por una nube obscura y tenebrosa.
“Debo salir a ver de que se trata todo esto”.- dijo Hefestión, y empuñando la legendaria espada Sygma corrió a las afueras del castillo. Rápidamente Dayana y Carus fueron en busca de sus guardias imperiales para hacerle frente a la posible amenaza.
En las afueras del castillo, Hefestión se encontró frente a frente con jinete perseguido. Era una ninfa la cual se encontraba desmallada encima de su caballo. Rápidamente Hefestión la coloco en el suelo y desenvainó su espada. De pronto se vieron rodeados por varias de las criaturas más temibles entre todos los reinos, conocidos como los Shads, criaturas oscuras y peligrosas, sin rostros, sin nombres y sin almas.
Hefestión sabía que requería el máximo de concentración para esta lucha. Cerró los ojos y sujetando fuertemente a Sygma descargo el primer golpe mortal a una de Shads la cual se desintegró en un espantoso chillido mientras las demás se le aproximaban con sus espadas, lanzas y cuchillos. Repelió todos los ataques y extermino a varios Shads antes de que la guardia imperial de Dayana y Carus llegaran en su ayuda.
En medio de la batalla Hefestión tomo a la ninfa en sus brazos y se dirigió al castillo pero a su paso apareció Sahdner el primero de los guerreros sombríos del Caballero Negro de Shadowort. “Por ordenes de mi señor he venido a liquidarte a ti y a esa ninfa, y no podrán escapar de mi.”.- dijo la desagradable criatura. El ambiente alrededor de los tres empezó a oscurecer con una densa neblina. Sahdner era conocido por debilitar a sus enemigos con su profunda tristeza. El corazón de Hefestión empezó a doler por lo que supo que tenía que hacer algo rápidamente.
En ese instante levantó su brillante espada y reflejo la luz del sol directamente en la cara de Sahdner causándole un inmenso dolor a la criatura, la cual se cubrió para evitar que los rayos del sol le siguieran dañando. La oscura niebla desapareció pero Sahdner no iba a dejar que esa lucha terminara de esa manera. Empuñando su espada se dirigió a Hefestión con una fuerza de mil hombres. El choque de las espadas provocó una explosión de chispas que hizo que la espada de Sahdner se partiera en dos.
Hefestión levantando a Sygma y antes de aniquilarlo le dijo: “Donde haya luz no habrá oscuridad, donde haya amor no habrá tristeza, donde haya esperanza no habrá miedo, donde haya paz no habrá odio, y mientras yo exista no habrá cabida para Daniel de Shadowort”. Solo se escucho un espantoso chillido de millones de llantos en el instante en que Sygma de un solo golpe atravesó a la espantosa criatura.
Después del combate; ya dentro del castillo, Hefestión llevo a la ninfa a la sala principal, recostándola en uno de los muebles. Sicus no se encontraba en el castillo por lo que Dayana y Carus fueron a buscar alguna medicina para las heridas de la ninfa, la cual por unos instantes abrió sus ojos. “¿Cómo te llamas?”.- le preguntó Hefestión, a lo que ella respondió “Mi nombre en Mafith. Soy una ninfa del Bosque de Histafar y vengo en nombre de los Dreamers para darte un importante mensaje…”
-- Posted by Hefestion to Las Cronicas de Hefestión at 10/21/2006 11:00:00 PM
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RADLN 59
Capítulo 59 La voz de Jiang Ting no mostró ninguna debilidad. Ni siquiera tenía el más mínimo enojo o emoción, solo dijo: "Ya veo ". Montaña Tianzong. El minutero invisible en el vacío apunta gradualmente al punto completo, la puesta de sol se hunde lentamente en el bosque y el rojo sangre brumoso se mancha en el campo de visión a través de los párpados. La mano de Shen Xiaoqi se movió violentamente y se despertó del coma. “…..” Quería llamar a Bu Wei, sus labios agrietados se movieron, pero no salió ningún sonido. Después de mucho tiempo, su conciencia se aclaró gradualmente y de repente se encontró acostado en el espacio abierto en la cima de la ladera. La parte superior de su cabeza estaba densamente cubierta con un árbol fénix de color rojo fuego, que parecía estar en llamas bajo los últimos rayos del resplandor crepuscular. ¿Cómo llegaron a la cima de la montaña? Shen Xiaoqi no pensó mucho en eso, su atención fue completamente atraída por algo no muy lejano que nunca podría haber aparecido aquí: era una botella de agua. ¡Una botella de agua mineral estaba tirada en el suelo! Durante varios segundos, Shen Xiaoqi pensó que estaba alucinando en una situación desesperada, pero su instinto de supervivencia eclipsó por completo su razón. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ya había subido la empinada pendiente con todas sus fuerzas y agarraba con fuerza la botella de agua. Incluso derramó unas gotas cuando desenroscó el tapón por el excesivo temblor. ¿Cómo podría haber agua aquí? ¿Quién lo puso? ¿Será venenoso? Shen Xiaoqi no podía pensar en nada. Toda su mente y todos sus sentidos estaban concentrados en el líquido extremadamente dulce de su garganta y no podía pensar en nada más. Vertió toda la botella de agua en su estómago antes de detenerse. Como si estuviera soñando, se quedó en su lugar por un rato, mirando la botella de agua vacía en su mano. Inmediatamente después, en un instante, recordó algo y su mente explotó: ¡Bu Wei! Shen Xiaoqi de repente giró la cabeza y antes de que pudiera ver a la chica que se había desmayado no muy lejos, todo sucedió en un instante. Con un golpe, el suelo salpicó, de repente perdió peso y el suelo debajo de él se derrumbó. ¡Toda la persona cayó al pozo del suelo con innumerables hierbas muertas y polvo flotante! ****** "¡El segundo equipo de exploración no ha logrado ningún progreso!" "¡El primer equipo no encontró el objetivo!" "¡Los seis equipos de exploración están ampliando el alcance de búsqueda al área circundante!" El sonido del informe llegó uno tras otro en el walkie-talkie. Innumerables policías uniformados condujeron a los perros policía a través de las complejas montañas y bosques primitivos. De repente, el sonido de los ladridos resonó uno tras otro. Qin Chuan levantó su teléfono: “¡Este es el Cuarto Equipo de Exploración! ¡Hay un descubrimiento!” El perro policía corrió salvajemente por el bosque, seguido por la policía criminal y el personal de búsqueda y rescate. Después de un rato, solo escucharon el ladrido del perro proveniente de los arbustos espinosos detrás de la pendiente del suelo. En un instante, todos se llenaron de alegría, y a Qin Chuan no le importó que casi pisara los baches y se rompiera los pies. Corrió al frente, sacó el machete equipado por el equipo de búsqueda y rescate y lo cortó con fiereza para partir los arbustos espinosos. "¡Guau!" "Guau, guau, guau" Los miembros del equipo de búsqueda y rescate perdieron la voz de emoción: “¡Seguramente lo encontraron!” Qin Chuan arrojó el machete, y a toda prisa, no le importó nada más, y apartó con fuerza los arbustos espinosos con las manos ……… “Cof, cof, cof…” El pozo estaba lleno de humo y polvo, y la caída fue de al menos dos metros de profundidad, casi sacando los pulmones de Shen Xiaoqi de su garganta. Su brazo izquierdo fracturado estaba completamente inmóvil. Afortunadamente, estaba protegido por la hierba y las hojas, por lo que no pasó nada importante. Después de un tiempo desconocido, Shen Xiaoqi finalmente dejó de toser con sangre, apenas se apoyó con su brazo intacto y se levantó del suelo húmedo debajo de él. De repente, sintió que el toque bajo sus manos no estaba bien. Miró más de cerca, y lo que estaba frente a él resultó ser una cara medio podrida, los globos oculares que estaban nublados en gris lo miraban directamente. La mente de Shen Xiaoqi se quedó completamente en blanco, todo su cuerpo temblaba como si estuviera electrificado, quería arrastrarse pero sus extremidades estaban débiles. “Ah…ah…” Pareció como un siglo antes de que un grito inhumano finalmente saliera de su garganta, que se había estirado al extremo: “¡¡Ahahahah…….!!” En trance, el cadáver se convirtió en un rostro con la boca abierta y una sonrisa extraña, los huesos se movieron hacia arriba y sujetaron sus manos. Shen Xiaoqi rodó y se arrastró hacia atrás como un loco, gritando y pateando las piernas. El tono de su voz fue indescriptiblemente aterrador hasta que la parte posterior de su cabeza se estrelló contra la piedra en el borde del pozo con un ruido sordo y finalmente, sus ojos se quedaron en blanco. Antes de perder el conocimiento, escuchó una voz sobre su cabeza, como si alguien finalmente hubiera corrido y se hubiera detenido al borde del pozo. "...La policía viene y están buscando en las montañas..." "Es demasiado tarde..." Los oídos de Shen Xiaoqi zumbaban y no podía escuchar nada más, se derrumbó en el suelo con una repentina pérdida de conciencia. Hasta el último momento, antes de que su conciencia desapareciera, todavía sostenía la botella de agua mineral vacía con fuerza en su mano. ****** ¡Choque! Los arbustos espinosos fueron apartados con las manos desnudas, y Qin Chuan saltó con el cuerpo apoyado, avanzó unos pasos y de repente se detuvo. Los policías siguieron uno tras otro, y todos quedaron atónitos allí por un tiempo. Varios perros policía ladraban ansiosos, olfateando de un lado a otro, pero no había nadie en la parte trasera de la pendiente cubierta de hierba. Sin mencionar a Shen Xiaoqi y Bu Wei, no había ni la sombra de un fantasma excepto por este grupo de policías. Qin Chuan jadeó y levantó la mano para mirar su reloj, ya eran las 8:05: ¡solo quedaban los últimos cuatro minutos de este tira y afloja! "¡El cuarto equipo de exploración, informe la situación!" "¿Qué tal Qin Chuan?" “¡El cuarto equipo de exploración, informe rápidamente su situación!…” Hubo gritos uno tras otro en el walkie-talkie, pero la escena era solemne y tensa, nadie respondió ni siquiera emitió un sonido. Uno de los miembros del equipo de búsqueda y rescate del bosque no pudo evitar casi echarse a llorar y seguía diciendo: “¿Qué debemos hacer, diputado Qin? obviamente no hay nada, pero ¿por qué está ladrando el perro…?” De repente, Qin Chuan lo detuvo con un movimiento de su mano. Dio un paso adelante y se agachó en la hierba para buscar con cuidado durante un rato, luego sacó con cuidado algo de las ramas muertas con la punta de los dedos. “Esto es……” “Ropa.” Qin Chuan miró los pocos hilos de tela debajo de sus uñas que nadie notaría si no se buscara con cuidado: "Este tinte puede ser los pantalones de camuflaje que usaba Shen Xiaoqi". La multitud corrió hacia adelante, y antes de que tuvieran tiempo de mirar más de cerca, en este momento, hubo un movimiento en la distancia, era un grito indistinto, lo que hizo que los pájaros en las copas de los árboles volaran y la gente mirara hacia arriba. “¡¡Guau, guau, guau!!” Los perros policía corrieron en la dirección del sonido. Qin Chuan se levantó de repente, y todos los canales de walkie-talkie en cada rincón de la montaña Tianzong sonaron simultáneamente con su rugido: "¡Sigue!" Girando a través del desierto y los arbustos, cubiertos por varios árboles, la vista se abrió repentinamente frente a ellos; un gran árbol fénix como un fuego ardiente brillaba en un lugar alto. La escena impredecible dejó atónitos a todos, y luego vieron al perro policía cavando en el suelo y corriendo como un loco hacia algún lugar a la sombra de la ladera. “El cuarto equipo de exploración ha encontrado el árbol fénix objetivo. ¡El perro policía ha encontrado algo y lo estamos siguiendo!”. Qin Chuan puso el walkie-talkie en su hombro derecho y dio tres pasos en dos pasos para mantenerse al día. El equipo de búsqueda y rescate avanzó a tropezones por la jungla, donde hacía muchos años que no se cruzaba con nadie. Las raíces aéreas escondidas bajo la capa de humus se entrecruzaban, haciéndolas caer cada dos pasos que daban. Pero en este momento, a nadie le importa el dolor. Muchas personas dependen de la fuerza de voluntad para levantarse y luego caer, y luego volver a levantarse después de caer. Había todo tipo de rugidos ruidosos provenientes constantemente del walkie-talkie: “¡Ocho y siete!” "¡Ocho y siete y cuarenta segundos!" “Qin Chuan”, la voz firme del director Lu salió del walkie-talkie. Él dijo: "Queda menos de un minuto". Los nervios se están poniendo más y más tensos en la mente de todos, casi llegando al límite, y las pistas invisibles se están quemando gradualmente hasta el final. Qin Chuan se mordió las muelas traseras y disparó dos veces al cielo con su arma. ¡En el crepúsculo, innumerables pájaros envueltos en hojas caídas piaron y se fueron volando! Esto es para disuadir a posibles secuestradores cercanos; es lo mismo que hacer sonar la bocina de un coche de policía, pero nadie sabe si funcionará contra un secuestrador tan trastornado y pervertido. Los policías detrás de Qin Chuan se detuvieron uno tras otro y miraron fijamente el cielo oscurecido. Excepto por el eco de los disparos en el valle, los alrededores cayeron en un silencio desesperado. El tiempo de búsqueda y rescate es obviamente muy corto y apresurado, pero en este momento, cada segundo es infinitamente largo. Tic-tac: exactamente a las 8:09, el polvo flotante levantado por los pasos cayó lentamente al suelo. Obviamente, no hubo sonido, pero parecía que un martillo pesado aplastó la bomba invisible en el vacío, ¡y el ladrido del perro policía sonó al frente! "¡Lo encontré!" "¡Allá! ¡¡Allá!!" El rugido desgarró los tímpanos de todos y la gente de los equipos de búsqueda y rescate en el valle miraron hacia arriba al mismo tiempo. En el coche de mando a mitad de camino de la montaña, el director Lu se levantó de repente. "¡Lo encontré!" Qin Chuan corrió hacia los perros policía que estaban reunidos a decenas de metros frente a él. Ni siquiera se dio cuenta de cuántas veces se había caído, gateado y tropezado. Su voz era aguda y extraña, y su tono cambió: “¡Llama al equipo de emergencia! ¡Que suba la ambulancia! ¡¡Rápido!!-" Mirando hacia abajo desde una altura, Bu Wei y Shen Xiaoqi yacían en silencio entre la hierba al pie de la ladera, y no se podía ver ningún altibajo de respiración en sus cuerpos. Un rayo de luz que se escapaba del dosel cambió de amarillo pálido a azul oscuro, y la noche abrió su gran cortina. En el mundo, solo la sangre que brotaba de los cuerpos de los adolescentes se convirtió en el último color carmesí deslumbrante. ***** Hospital del Condado de Jiangyang, Afuera de la sala de emergencias. La luz roja se apagó y la puerta se abrió. En el mismo momento, Jiang Ting se puso de pie abruptamente, solo para ver al médico salir mientras se quitaba la máscara. “La bala ha sido extraída, la operación fue exitosa y se puede decir que el peligro ha desaparecido. Sin embargo, aunque los órganos internos y los vasos sanguíneos principales no resultaron heridos, ¿cómo pudo haber tanta pérdida de sangre? Necesitará recuperarse por un tiempo en el futuro. Los jóvenes no deben saber la importancia…” El mundo daba vueltas y la voz del médico se alejaba cada vez más, convirtiéndose gradualmente en la nada. “¿Qué te pasa? ¡Enfermera! ¡Enfermera!" Los ojos de Jiang Ting se quedaron en blanco y su mente estaba en trance, sentía como si otros lo apoyaran. Le tomó varios segundos recuperar el conocimiento y el personal médico lo colocó en un banco. Se sentó en el banco, rodeado de voces humanas. "Estoy bien, estoy bien... Gracias". Las manos de Jiang Ting temblaban incontrolablemente, tomó el agua caliente con miel que la enfermera trajo apresuradamente, se la puso en los labios y tomó un sorbo. “Camarada policía”, dijo la enfermera jefe entre la multitud y entregó el teléfono móvil que sonaba: “Su teléfono”. El teléfono móvil de Jiang Ting no ha podido sobrevivir al final. Solo estaba sonando, pero no enciende la pantalla y no puede ver el identificador de llamadas. Miró la pantalla, la levantó, se la puso en la oreja y preguntó: "¿Hola?" "¡Oye, consultor Lu, soy yo, Ma Xiang!" Jiang Ting no tuvo la fuerza para responder, solo miró el reloj de pared en la pared blanca. “Hay noticias de la escena de la montaña Tianzong. Consultor Lu, ¡han encontrado a los rehenes! – ¡Árbol Fénix! ¡¡Bu Wei y Shen Xiaoqi están vivos, ambos vivos!!” El sonido de los gritos de Ma Xiang fue extremadamente ruidoso, debe haber recibido la noticia. Jiang Ting retractó su mirada, y las palabras que salieron de su garganta fueron roncas y planas, sin ningún signo de debilidad. No hubo ni el más mínimo enojo o emoción, solo dijo: "Ya veo". “El diputado Qin está dirigiendo a la gente para bloquear la entrada y la salida de la montaña Tianzong, tratando de atrapar al secuestrador durante la noche. ¡Después de comerse el corazón del oso, el leopardo se atreve a atacar la Unidad de Investigación Criminal de la Oficina Municipal! Esta vez no soltaremos ni una sola mosca. ¡Debemos desarraigar a estos nietos! …” Jiang Ting cortó la llamada y arrojó suavemente el teléfono a su lado. "¿Estás bien, camarada policía?" La enfermera jefe miró con preocupación su rostro que no parecía una persona viva en absoluto: "Vamos, chicos, ayuden a este oficial de policía a la sala para un chequeo, puede ser un poco de hipotensión aguda, y pregúntele a alguien. ¡Para poner dos glucosa arriba!” Jiang Ting le dio las gracias y la pequeña enfermera lo apoyó para caminar hacia adelante. Entonces, de repente, luchó por detenerse. “Lo siento”, dijo en una voz tan aterradoramente baja que uno tenía que acercarse lo suficiente para escucharlo, pero aun así fue cortés: “¿Puede colocarme al lado del policía que fue operado adentro, si no es molesto?” …” La enfermera jefe rápidamente estuvo de acuerdo. Jiang Ting asintió, se dio la vuelta y lo alejaron con cuidado. A las nueve de la noche, Jiang Ting, que había terminado el examen, yacía en la sala con una aguja de infusión en la mano, y a su lado estaba Yan Xie, a quien acababan de empujar hacia adelante para ser colocado aquí. El experto jefe dirigió personalmente a la gente a organizar varios instrumentos médicos y equipos de monitoreo y estuvo ocupado durante mucho tiempo hasta que todas las máquinas y mangueras estuvieron en orden, y los médicos y enfermeras se retiraron uno tras otro. Cuando la puerta se cerró, la sala blanca como la nieve de repente se quedó en silencio, solo el monitor de frecuencia cardíaca emitió un pitido lento y encendió luces rojas y verdes. Jiang Ting volvió la cabeza y miró la cama del hospital a su lado. Yan Xie llevaba una máscara de respiración y la mayor parte de su rostro estaba cubierto, pero sus cejas y ojos aún eran claramente visibles debajo de su cabello negro y su frente angulosa. “…..” Jiang se detuvo y sacó la aguja de infusión. El dorso de sus manos era delgado y blanco. Los vasos sanguíneos de color azul pálido eran muy obvios y una gota de sangre salió junto con las agujas, pero parecía no haber sentido nada en absoluto. Caminó hasta el lado de Yan Xie en la mesita de noche, se sentó y respiró hondo. Los latidos del corazón y los signos vitales de Yan Xie eran muy estables. Con los altibajos de la respiración, la máscara de oxígeno brillaba con aire blanco cálido. Jiang Ting agarró su mano y la sostuvo con fuerza, sintiendo la mano llena de pequeñas cicatrices y callos presionada contra su palma, incluso hasta el punto de sentir un poco de dolor. El leve dolor finalmente le hizo confirmar que el hombre aún estaba vivo y tendido frente a él. Jiang Ting respiró en silencio, levantó la mano para suavizar el ceño fruncido de Yan Xie incluso en coma, y luego miró más de cerca su hermoso rostro. Había un rastro de emoción cálida y triste en sus ojos que ni siquiera notó. "... Todavía tiene una mirada cautelosa", murmuró, "estúpido". Jiang Ting estaba extremadamente cansado, se inclinó para descansar suavemente su frente sobre el fuerte brazo de Yan Xie. ***** El bosque de la montaña se había sumergido por completo en la oscuridad, el viento atravesaba las copas de los árboles y los aullidos de las bestias salvajes se podían escuchar débilmente desde las colinas distantes. Varios coches de policía rodearon el coche de mando con las luces encendidas. Qin Chuan tenía un teléfono satelital en la cuenca de su hombro, "Hmm, sí", mientras estiraba las manos y le pedía a Gou Li que lo ayudara a vendar sus dedos con cicatrices. “¿El viejo Yan está fuera de peligro? Está bien, iré, gente optimista. … Sí, las dos víctimas deberían haber caído desde lo alto de la ladera. Es difícil decir si se cayeron o si alguien los empujó. Además, hay un foso en la cima del cerro. Hay un cadáver masculino joven en él. Según la confesión de Li Yuxin, debería ser He Liang. Está listo para ser enviado a la oficina de la ciudad con Lao Gou… ¡Hola! ¡No está mal para unas horas después de estar enterrado durante casi un año! …Sí, sí, entiendo, me pondré en contacto con la oficina de la ciudad de inmediato si hay alguna situación.” "¡Diputado Qin, Diputado Qin!" Gao Panqing se subió al auto y dijo: "¡Ven rápido, he encontrado algo!" Las manos de Qin Chuan fueron atrapadas por Gou Li, quien estaba untando una poción amarilla en ambas manos. No pudo colgar el teléfono, por lo que mantuvo la postura de inclinar la cabeza y encogerse de hombros: "¿Qué pasa?" Gao Panqing levantó la bolsa de evidencia en su mano y, bajo las luces brillantes del automóvil, vio una botella de agua mineral vacía en la bolsa: "Esto se encuentra en el fondo del pozo donde fue enterrado el cuerpo de He Liang, y allí todavía queda una pequeña cantidad de agua en el fondo de la botella, y también hay una tapa de botella que se ha instalado por separado”. ——¿Botella de agua mineral? Qin Chuan tomó la bolsa de pruebas y la miró a la luz, y de repente, "silbó" y respiró hondo: "... El cuerpo de He Liang fue enterrado en julio pasado, ¿verdad?" Gou Li estaba desconcertado: "Sí, ahora todo son huesos blancos". Read the full article
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Cap 1
Los rayos del sol invernal apenas traspasaban la capa de nubes grises que sobrevolaba la pequeña ciudad de Yecla, dejando caer la lluvia a su paso
El frío se colaba en el interior del cuerpo de aquellos lo suficientemente valientes o estúpidos como para salir a la calle sin paraguas o abrigo empapando los sin remedio, esa fuerte y pesada lluvia que, acompañada de ráfagas de viento golpeaba los cristales de la ventana del salón.
Tobías miraba las gotas caer, en una carrera interminable hacia el suelo, el sonido de su tono de teléfono lo sacó de su paz, no reconoció el número que aparecía en su pantalla, pero como no parecía ser spam lo cogió, no se había arrepentido de nada en su vida, pero si de haber contestado esa llamada, quizás, solo quizás, si no hubiera contestado a esa llamada nada de lo que le comunicaron fuera real, y quizás, esa noche no hubiera merecido el título de la peor de su vida
El chico de pelinegro se levantó del suelo y abrió la puerta que salía al balcón, allí, dejó salir su ansiedad, en forma de un fuerte y solitario grito, un grito seguido del silencio mortal que el chico sentía en su interior
Esa llamada.
Era un amigo de la familia, Simón, mejor amigo de su padre desde que Tobías tenía recuerdos o incluso antes.
El coche donde sus padres y hermanas mayores estaban había sufrido un accidente pocas horas antes, al parecer, un conductor de camión se los llevó por delante en una intersección.
Ninguno de los cuatro había sobrevivido.
Tobías estaba solo en su casa, aún molesto porque no lo habían avisado de que se iban a Murcia mientras que ellos agonizaban en la carretera
El chico miraba el cielo gris mientras dejaba a las gotas de lluvia disimular sus lágrimas silenciosas
Estaba solo, ya no le quedaba nada en este mundo más que su abuela, que estaba ingresada en el hospital de Murcia y su abuelo, que no era más que una sombra de lo que solía ser
Así es, ese día, 16 de Febrero de 2018 Tobías Fernández había perdido casi todo lo que le quedaba por amar en este mundo
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-¿Entonces, tú, Tobías Fernández, a día 19 de febrero de 2018 aceptas la tutela legal de Cristian Fernández?
La voz monótona del notario se coló por el oído de Tobías, el chico, que había pasado los últimos días organizando sus pensamientos en silencio, incluyendo el tiempo en solitario que había pasado en casa evitando el funeral
-Así es
Dijo el chico con un hilo de voz.
-entonces, mi trabajo aquí ha terminado
Dijo el notario, que tras organizar cientos de papeles se fue con cara de satisfacción, dejando a Tobías solo en la habitación con su abuelo, Cristian, que miraba el exterior de pie frente a la ventana del despacho, no había rastro de la lluvia de dos días atrás, de hecho, el sol iluminaba con fuerza la calle
-Oye chico, ¿quieres ir a clase?
Preguntó el hombre con su voz ronca, causa de una larga vida fumando "demasiado" tabaco como diría Tobías
El chico negó con la cabeza
-Eso creía, vámonos a casa
El hombre, de pelo canoso, pero alto e inteligente acompañó a Tobías por los pasillos de la oficina, el ascensor y la calle hasta llegar al coche, un Kia Río granate, los dos subieron al vehículo y salieron de la ciudad en silencio
El chico no midió el tiempo de trayecto, pero cuando llegaron al campo notó como el aire limpio llenaba sus pulmones, se encontraban en la finca que pertenecía a su familia paterna, donde vivían sus abuelos y ahora, él mismo
Cristian sacó del maletero una bolsa negra y una mochila, en donde todas las pertenencias importantes de Tobías se encontraban, el chico tomó los bultos y los subió al segundo piso de la casa, allí los dejó en el armario de la entrada y volvió a bajar, su abuelo ya había entrado al primer piso de la casa y había dejado su sombrero en el perchero, ahora estaba tratando de encender la televisión con el uso de un mando a distancia bastante viejo
Una vez la televisión estuvo encendida, el hombre miró a su nieto, sintió lástima por él, tan joven y ya había perdido todo lo que le importaba, era triste
-Oye, chico, ve y dale de comer a los perros anda, haz algo útil mientras hago la comida
Cristian lo mandó a hacer algo, cualquier cosa, solo para dejarle pensar por un rato a su aire y ver a sus queridos amigos
Tobías solo sonrió y salió de la casa, esperando consolarse con el contacto con sus amigos, los cuatro perros que su padre y su abuelo habían criado toda su vida, los únicos que no lo hacían cambiar para disfrutar de compañía, lo más importante para él en ese momento
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Introducción
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levihan - oneshot
Dos semanas antes de la infiltración a Marley…
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Ingresó al cuarto sin siquiera golpear la puerta o pedir permiso. Levi levantó la mirada de la pila de papeles que estaba firmando y volvió a centrarla en su trabajo en cuanto se percató de quién había entrado.
-¿Qué quieres, cuatro ojos?- preguntó con desinterés, aún leyendo algo en una de las hojas.
Hanji se acomodó mejor las gafas, que comenzaban a resbalar por el puente de su nariz.
-Prepara tu caballo, hay un lugar especial al que quiero llevarte.- anunció, enérgica. Su tono de voz alegre y animado contrastaba notablemente con la expresión malhumorada de su compañero.
-No tenemos tiempo para eso.- se quejó él, sosteniendo firmemente la pluma entre los dedos.- Aún tenemos que terminar de planificar cómo demonios haremos para infiltrarnos en Marley, ¿o acaso te olvides que tenemos un maldito conflicto que resolver?
Hanji sonrió un poco. A fin de cuentas, quizás Levi tuviese algo de razón; se encontraban en medio de un momento crítico, decisivo para el destino entero de Paradis. Así y todo, todavía no estaba dispuesta a dar el brazo a torcer.
-¿Quién es el comandante aquí?- se burló.- ¿Tú o yo?
Levi suspiró cansado.
-Tú pero…
-Entonces es una orden. Alista tu caballo, partimos en diez minutos.
Levi meneó la cabeza, contrariado. Esta mujer realmente era un caso aparte. Pese a que muchas cosas habían cambiado en el último tiempo, ella siempre permanecía igual. Y, en el fondo, debía reconocer que eso estaba bien por él.
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El viento golpeaba contra sus rostros mientras galopaban, permitiendo que sus cabellos volaran rebeldes en cada vaivén. No había nada que Levi adorase más que salir de las murallas y empaparse de aire fresco o sentir la calidez del sol en su piel. Allí afuera, cuando sus pulmones podían llenarse de oxígeno puro de nuevo, tenía la impresión de acariciar la libertad con la punta de sus dedos. Allí afuera, pese al sinfín de dudas, la única certeza que prevalecía era que no podían rendirse ahora que estaban tan cerca de vencer. No después de todo lo que habían pasado. No después de que tanta gente entregara su corazón en el camino.
Hanji detuvo su caballo frente a un árbol alto y Levi hizo lo mismo. Un escalofrío subió por su espina dorsal en cuanto reconoció el terreno en el que se encontraban; el bosque en el que habían intentado capturar a Annie en su forma de titán.
-¿Por qué me has traído aquí, cuatro ojos?- preguntó. La imagen de su primer escuadrón aplastado y ensangrentado contra el césped todavía lo atormentaba.
Ella disparó los cables de su equipo de maniobras hasta engancharlos en el tronco más cercano.
-¡Ya verás!- exclamó, elevándose rápidamente hasta trepar a una de las ramas más altas. Levi la siguió.
La vista era preciosa desde donde estaban. Las copas frondosas y repletas de hojas se extendían kilométricamente delante de sus narices, como un gran océano verde que se perdía en la lejanía del horizonte. Los rayos de luz tenues que ingresaban al bosque lo envolvían en un místico halo dorado, otorgando cierto encanto a aquel lugar que había sido testigo de la muerte de tantas personas.
Levi observó a Hanji. Llevaba el pelo recogido en una media cola desprolija y tenía las mejillas levemente ruborizadas.
-Aún no lo entiendo.- le dijo, un tanto impaciente.
Ella le guiñó un ojo e inspiró profundo. Segundos más tarde, su voz convertida en grito invadía el terreno en su totalidad, haciendo eco en medio del vacío.
Levi dio un respingo, asombrado ante lo repentino que había resultado aquello. No obstante, se limitó a contemplar la escena. El grito estaba lleno de furia, de enojo, de odio, de agonía, se sentía como fuego a punto de arrasar con todo a su paso.
Hanji notó que su ojo sano comenzaba a humedecerse y se apresuró a secarlo con el dorso de su manga.
-Tu turno.- repuso, un tanto más calmada, señalando a Levi. Sus labios se forzaron a formar una media sonrisa.
Él, por su parte, frunció el ceño.
-¿Mi turno de qué?- gruñó.
-Pues de gritar.- explicó Hanji, como si aquella fuese la obviedad más grande del mundo. Levi se cruzó de brazos, totalmente convencido de que su compañera acababa de perder por completo la maldita cabeza.
-No voy a hacer eso, cuatro ojos.- se negó.
-¡Oh, vamos!- insistió ella.- Sé que lo necesitas. No puedes hacerte el fuerte todo el tiempo. ¿Cuándo ha sido la última vez que has querido mandar todo a la mierda y no lo has hecho?
Levi se quedó pensándolo. La verdad era que ya ni siquiera lo recordaba. Desde que era un niño se había acostumbrado a seguir adelante sin importar qué. Desde que tenía uso de razón se había obligado a ignorar sus emociones, a guardarlas bajo llave, a anestesiarlas al punto de pretender que ninguna de ellas existía. Si no podía sentir nada, entonces tampoco podía sentir dolor. Y si no podía sentir dolor, quizás así era más sencillo levantarse después de que la vida le hubiese dado una paliza. Anestesiado era más fácil. Anestesiado podía seguir caminando pese a la sangre que brotaba sin cesar de sus heridas.
Ante el inminente silencio, Hanji volvió a hablar.
-No tienes por qué fingir conmigo, Levi. No tienes por qué seguir reprimiendo lo que guardas aquí dentro.- apoyó su mano en su pecho, allí justo donde percibía los latidos de su corazón chocando ferozmente contra su palma.
Él suspiró.
-¿Y si alguien me escucha?
Hanji volvió a sonreír. Su sonrisa era cálida, agradable, familiar.
-Tranquilo, nadie va a escucharte.- le aseguró.- Sólo somos tú y yo. Como siempre. Déjalo salir.
Levi puso su mano encima de la de Hanji y la apretó con fuerza. Aún no estaba convencido de lo que estaba a punto de hacer. Sin embargo, se forzó a respirar hondo y contar mentalmente hasta tres antes de soltar el aire de golpe.
El grito que ahora bullía de su interior hacía temblar el bosque, meciendo las ramas a la merced de una voz desgarrada y cargada de angustia, ira, frustraciones. Era como si cada fibra de su ser estuviese partiéndose al medio, despojándolo despacio del peso intolerable que llevaba en su espalda constantemente. Sus cuerdas vocales ardían en su garganta conforme en su cabeza aparecía fugazmente la imagen de su madre, la de su tío Kenny, la de Farlan e Isabel, la de sus compañeros veteranos, la de su primer escuadrón, y ahora también la de Erwin. Uno a uno, las poderosas garras del tiempo y la injusticia se habían encargado de arrancarlos a todos de su lado. Uno a uno, había perdido sin piedad ni previo aviso a todos aquellos que alguna vez habían sido importantes para él. A lo largo de todos estos años había visto tanta muerte, tanta destrucción, tanta escasez, que le era inevitable sentir que aquello era lo único que conocía.
Hanji lo miraba muy quieta, con los ojos llenos de lágrimas. Entendía cada segundo del dolor de Levi como si fuera suyo. Porque era suyo.
Inspirando profundo, volvió a gritar. Sus gritos se unían en sintonía y en agonía. Por su familia que había tenido que dejar atrás, por Sawney y Bean, por Mike, Nanaba, Nifa, Abel y Moblit, por Ouruo, Gunther y Petra, por Erwin y la presión que recaía sobre sus hombros siendo su sucesora, por cada batalla, cada derrota y cada soldado caído. Gritaba por todos ellos. Gritaban juntos.
Soltando sus manos, que hasta entonces habían permanecido unidas, Hanji abrazó a Levi y escondió el rostro en el calor de su pecho. Ambos se aferraban el uno del otro, gritando y llorando como si sus vidas se fueran en ello.
El sol poco a poco comenzaba a ocultarse tras los árboles, tiñendo el cielo de una infinidad de tonalidades rojizas y anaranjadas. El bosque se sumía lentamente en la penumbra del ocaso, envuelto en un juego de luces y sombras que dibujaban en el suelo las siluetas de los troncos y las hojas. Ahora, todo estaba en calma. Ahora, todo estaba en silencio.
Levi se apartó de Hanji apenas lo suficiente y ella pegó su frente a la de él. Ninguno de ellos recordaba cuándo habían dejado de gritar. Sólo sabían que ya no era necesario hacerlo, que donde antes había una pena asfixiante ahora había alivio. Quizás no fuera eterno, quizás no fuera demasiado. Sin embargo, por el momento, bastaba.
-Apestas, cuatro ojos.- murmuró Levi. Hanji estaba tan cerca de él que su pulso se había acelerado sin que pudiera evitarlo.
Ella dejó escapar una carcajada suave, tímida, ahogada entre sollozos, y atrapó con su pulgar otra lágrima que amenazaba con rodar por la mejilla de Levi.
-¿Quieres regresar al cuartel y bañarnos juntos?- preguntó.
Él asintió con la cabeza.
-Jamás pensé que me lo pedirías.
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La joven capitana...
Aquella hermosa joven abrió los ojos al darse cuenta en donde estaba.
Su mirada se relajó al ver aquel techo de madera que la calmaba, y le permitía elaborar sus ideas. Ya los rayos del sol se estaban asomando, y su águila, Seph, descansaba en su pedestal.
Victoria se levantó de su cama, buscando con la mirada algo, un objeto importante.
Sus ojos se abrieron al divisar algo brillante que yacía al borde de su mesa de noche. Lo sostuvo con una de sus pálidas manos, y miro aquel broche de oro que le tenía tanto aprecio.
Fue su primer regalo de cumpleaños y fue el primer tesoro que obtuvo junto a sus viejos camaradas.
El broche era totalmente dorado, tenía una rosa muy delicada en el centro, donde se ocultada un rubí muy pequeño, pero que brillaba a la luz.
Una sonrisa apareció en el rostro de la joven de ojos carmesí, era muy nostálgico ver aquel accesorio que tanto adora tener puesto. Sea en el pelo o en uno de los pliegues de su vestido, amaba ese broche como su único tesoro.
-Patrona, su tío, Mr. Rojas a venido personalmente junto al joven Fermut, la están esperando fuera del barco. - le habló uno de sus hombres al verla salir del camarote principal.
La azabache asintió despidiendo a su sirviente, para luego arreglar los pliegues de su vestido de trabajo y arreglarse un poco el pelo. No esperaba visitas y se había puesto su atuendo habitual de mercenaria.
Camino por la cubierta pensando a que venía aquella visita tan repentina de su tío, ya que no solía venir sin avisar previamente.
-Buenos días Tío, que grata sorpresa, no esperaba su visita a mi humilde galeón, ¿A que le debo este honor? -exclamó a estar lo suficientemente cerca de su familiar.
El tío de Victoria, no era sanguíneo a ella, pero lo único que compartían era su gran pasión por los buenos negocios. Darion, era un hombre de vestimentas nobles, aparentaba tener entre unos 40 y pico años, pelo café oscuro y ojos color avellana chocolate. Tenía más parecido a su hijo, que lo acompañaba en esos instantes, distraído mientras observaba el Galeón de las Rosas con una expresión preocupada.
Fermut de Rojas, primogénito y candidato a heredar el negocio familiar. Tenía el mismo color de pelo que su padre, pero sus ojos eran mucho más claros que los suyos, un marrón madera claro que es de herencia materna, cosa que le daba problemas en la vista y tenía que usar comúnmente lentes.
Era de los pocos de entre sus 7 hermanos que no tenía tantas intenciones de heredar el puesto de Mercader Real. Puesto importante que le sedieron a su familia gracias a que hacian comercios directamente con la realeza. Por alguna razón, ese día tenía vendadas las manos.
-Ma petite Victoria. -el hombre se acercó a su sobrina y le dió un cariñoso beso en la frente- ¿Como te ha ido? ¿Esos bâtards de Mauro volvieron a causarte molestia?
-Oh no, no... Al contrario, esos chicos malos no volverán a calumniar nuestra familia, atrapamos a una de sus "mulas" y le hemos sacado información de tanto valor, que creo que por fin encontraremos paz para vengar la muerte de Padre.
-Oh, que alegría, me alegra tener una sobrina tan fuerte en esta familia. -el de ojos marrones sonrió de manera tranquila, aliviado de saber de tan excelentes noticias.
-Fermut, ¿Que haces allí? -le pregunta la azabache al chico de ojos avellana, que parecía estar distraído. -¿No vendrás a saludarme?
El joven de lentes, sonrió por primera desde que llegó. Se volteo y se acercó a su prima regalándole un reconfortante abrazo.
Los tres se dispusieron a entrar al galeón, para charlar e informar a la capitana, del porque de su visita.
-¡¿Atraparon a Mirhiam?! -la voz de Victoria de repente resonó en aquel camarote.
Su primo intento tranquilizarla, ya que entendía la importancia de la persona que ella acaba de mencionar.
-Así es, los señores de Frebrazzi, no se sabe como, la encontraron y planean obligarle a casarse con el pédant de Maurizio... -menciona con pesar.
-¡Es el hijo de nuestros peores enemigos! ¡¿Como lograron sobrepasar la vigilancia?! ¡Era el lugar más seguro de toda Fintiana! -se sentó bruscamente sobre la silla, haciendo que su primo le diera su espacio.
La persona que Victoria estaba preocupada era alguien muy importante para ella. Era la única familia sanguinea que le quedaba. Por lo que se sabe es una prima que, al igual que ella, fue vendida como esclava en el mercado negro y ambas fueron separadas por distintos compradores.
La familia de Rojas adoptó a Mirhiam cuando esta apenas tenía 11 años, para educarla como dama de compañia de Ms. Rojas.
Victoria fue adoptada por la familia pocos años después de eso para convertirla en una mercader que logre engañar a los tacaños mercaderes. Ya que tenía una osadía y orgullo que adoraba en aquel entonces el actual jefe de la familia.
Ahí fue cuando Victoria reconoció a su querida prima, que ya estaba hecha toda una belleza y era popular en la alta sociedad. Su reencuentro fue conmovedor, pero la felicidad les duro poco.
5 años después, el señor de unas tierras al norte de Fintiana, deseaba una alianza con la familia Rojas. Formalmente rechazaron la oferta de alianza ya que no podían hacer alianzas con otros señores por su reputación con la realeza.
La familia de los Frebrazzi, normalmente para obtener beneficios, casaban a sus hijos con los herederos de tierras o zonas para sacarles provecho, solo les interesaba el poder.
Maurizio quedó totalmente enamorado de Mirhiam en cuanto la vió una vez paseando junto a su prima y hermana adoptiva, Victoria, por el puerto.
Victoria tenía más probabilidad de heredar el puesto familiar aunque no fuera de sangre, pero esto nadie lo sabía ya que ella normalmente era discriminada por la herida de su ojo derecho y su fría personalidad con los nobles que la criticaban. Lo cual le daban muchos problemas para casarse.
En cambio, Mirhiam era muy parecida a ella y tenía muchos pretendientes, pero no deseaba casarse todavía, quería serle de utilidad como secretaria a la familia.
Maurizio al enterarse de que la joven noble pertenecía a una familia de renombre, y pensando que podía heredar los títulos y fortuna de los Rojas, decidió desposarla a como diera lugar.
Pero los Rojas no cedieron al matrimonio, no iban a comprometer a la familia y tampoco obligarían a Mirhiam a casarse con un hombre que no amaba.
Ahí fue que comenzó la lucha con Mirhiam en el centro, Victoria hizo hasta lo imposible de protegerla. Así que la disfrazó y oculto en una de las bodegas de la familia, un lugar en el que solo podían entrar los mercenarios que trabajaban para los Rojas, donde Mirhiam se ocultaba de los Frebrazzi.
Fermut fue el primero en ser informado de esto, e inmediatamente se lanzó a darles caza a los lunáticos que secuestraron a la joven rubia.
Desgraciadamente solo logró matar a algunos de ellos, pero no logró alcanzar al secuestrador de Mirhiam. Frustrandose hasta el punto de lastimarse las manos.
-Estoy totalmente seguro, que ví la cara de Maurizio llevándose a Mirhiam. -apretando sus puños con enojo. -Si hubiera sido más rápido...
-Hiciste lo que pudiste hijo, pero no todo es oscuridad, logramos encontrar su escondite. -habló el mercader- Tomando en cuenta la mente retorcida de Maurizio, no quiero ni pensar en lo que le puede estar haciendo a ma petite...
-Tío, dame unos hombres y unos cuantos caballos, armas y un cuchillo, ¡Voy a castrar a ese hijo de perra si se atreve tocar a mi hermana! -espetó la chica con furia contenida.
-Te acompañare, te prometo que colgaremos la cabeza de ese desgraciado como decoración de invierno para los Frebrazzi. -aseguró Fermut, con una determinación inexplicable.
Victoria sonrió al ver a su primo tan decidido, aunque internamente se burlaba un poco de él por sus sentimientos tan evidentes por cierta jovencita de rizos dorados.
-Bien, les daré todo lo que necesiten, pero quiero vayan haya con la cabeza fría, dejarse controlar por las emociones es peligroso, Fermut, no dejes que Victoria se deje llevar por la ira, no quiero que pierda el otro ojo.
-Lo haré, padre. -aseguró el pelicastaño.
(Esto es de una historia en la que estoy trabajando, pero en partes, luego dibujaré a los personajes para que se hagan una idea visual de como lucen, si lo desean puedo continuar esta parte o escribir otra diferente en otro punto de la historia)
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[ESP] Mr. Love Queen’s Choice — Candy Party (Kiro) —
[ 1 ]
Asignación de Primavera
“La asignación para este descanso de primavera es hacer una pintura titulada ‘Mi Hogar’. ¿Bien?”
“¡Bien!”
En la clase, las voces de los niños resonaron al unísono. La maestra asintió y dirigió su mirada al chico rubio en la primera fila.
“Kiro, siéntete libre de hacerle a los maestros y a tus compañeros de clase cualquier pregunta si no entiendes.”
“¡Bien!” Kiro levantó su pequeña cabeza y asintió firmemente.
Ante la recomendación de Madam Seidel, Kiro ha estado yendo a esta escuela primaria por un mes desde la mitad del semestre.
La escuela no era para nada como el orfanato. La única similitud era que el lugar estaba lleno de niños, pero todos eran felices y sus bolsillos eran a menudo llenados con dulces. Ellos no serían castigados por hablar alto...
Esas eran cosas que no hubieran cruzado por su mente un año atrás.
Muchos niños se reunieron alrededor de Kiro charlando.
“¡Kiro!” Te vi en la TV ayer, ¡Tienes una linda voz!”
“Kiro, ¿Te gustan las muñecas? Tengo algunas en casa, ¿Quieres venir a mi casa durante las vacaciones de primavera?”
“¡A Kiro no le gustan las muñecas! ¡Ven a mi casa a jugar con trenes de jueguete!”
“¡No! ¡Kiro debería venir a mi casa a jugar videojuegos!”
...
En medio de las disputas, Kiro parpadeó y dijo con tranquilidad, “Quiero terminar la asignación primero antes de jugar con ustedes.”
Los niños se miraron los unos a los otros por un momento antes de poner mala cara y asentir, “Entonces... Kiro, ¿Puedes hacernos saber si necesitas plumas y papel de dibujo?”
“¡Seguro, gracias!” Una deslumbrante sonrisa se extendió en el rostro de Kiro.
Solo después de que todos los niños dejaran el salón de clases hizo que Kiro dejara salir suavemente un suspiro de alivio. Él lentamente levantó sus manos escondidas debajo de la mesa. En su pequeña mano cubierta de sudor, había cuatro marcas de uñas.
Su mentor dijo que se había recuperado por completo, pero aún no podía evitar sentirse nervioso.
[2]
Definición de Hogar
La asignación era hacer una pintura de “Mi Hogar”.
¿Pero qué es un ‘hogar’? Kiro estaba reflexionando sobre esta pregunta en el bus escolar de camino a casa.
Si el hogar es donde vives, entonces el orfanato fue su primer hogar y, el departamento donde vive con su mentor ahora es el segundo... ¿Así que él tiene que dibujar el orfanato y luego el departamento?
A través de la ventana del bus, miró a sus compañeros corriendo hacia sus padres con emoción. Una madre limpió las manchas de la cara de su hijo mientras le decía que la cena era su estofado de carne favorito; un padre le dio a su hijo un gran abrazo y habló sobre el parque de diversiones más cercano al que planearon ir mañana.
Kiro gentilmente inclinó su cabeza mientras miraba.
Él no lo entendía bien, pero sentía que el hogar debería tener un significado más profundo.
Kiro regresó al lugar donde él y Key vivían con esta pregunta en la mente. Como era de esperar, su mentor no estaba en casa. Key siempre estaba ocupado. Kiro una vez le preguntó con qué estaba ocupado y el hombre de pelo plateado hizo un gesto genial y dijo,
“¡Los superhéroes están ocupados salvando el mundo! Antes de que te vuelvas un superhéroe, tienes que ser mi pequeño compañero por ahora.”
—Y las tareas diarias del pequeño compañero son comer bien, asistir a clases, practicar lo que Key le enseñó... y hacer las tareas de la casa.
Kiro dejó su mochila escolar y comenzó a poner la ropa sucia dentro de la lavadora. La lavandería de hoy eran chaquetas, pantalones cortos y... ¿Cómo es que falta un calcetín?
Buscó alrededor de la canasta de la ropa y no lo encontró, así que decidió buscarlo en su habitación. Tan pronto como la puerta se abrió, un rayo de luz de la pantalla de la computadora apareció.
¿Su mentor se olvidó de apagar la computadora antes de irse? Kiro caminó dentro de la habitación con confusión, entonces encontró una línea de código parpadeando en la pantalla. Él convirtió el código en palabras en su cabeza y lo leyó, “Kiro... esta es... mi asignación de vacaciones de primavera... para ti.”
Los ojos de Kiro se expandieron con sorpresa—¡Este era un acertijo asignado por su mentor!
[ 3 ]
Acertijos del Mentor
Dentro de la habitación vacía, solo el sonido de las teclas siendo golpeadas podían ser escuchadas. El mentor de Kiro trajo un pequeño teclado especialmente hecho para las pequeñas manos de Kiro. Kiro frunció sus labios, sus ojos fijos en las líneas de código en la pantalla.
Desde que comenzó a aprender cómo hackear, su mentor a menudo le asignaba acertijos. Si podía resolverlos, podía tener un premio. Aunque le gustaban los bocadillos dulces como premio, disfrutaba el proceso de resolver acertijos incluso más.
Pero el acertijo de esta vez... parecía mucho más difícil de lo usual.
Le tomó un día completo descifrar los códigos que indicaba el mapa digital, pero aún no podía decodificar las coordenadas finales en el mapa después de varios intentos.
Él descansó su mentón en sus manos, mirando las complicadas letras en la pantalla. El teléfono sonó en este momento, era Madam Seidel—la elegante señorita no solo llevaba a Kiro a su hermosa mansión para las lecciones de chelo, sino que ella también llama para cuidar de él.
Con una voz gentil, Madam Seidel preguntó primero sobre la vida de Kiro, entonces de repente, cambió el tema, “¿Alguien te acosó hoy?”
“¡No, la escuela fue genial!” Kiro negó con su cabeza en este lado del teléfono, “Es solo que hoy... Yo estaba...”
El Kiro de seis años no conocía el vocabulario suficiente para expresarse, así que diría que estaba, “...un poco triste”
“Si estás triste, ¿Por qué no tocas el piano para animarte?” Sugirió Madame Seidel, “¿Qué tal si tocas Moonlight Sonata que has estado practicando mucho recientemente?”
“Bien.” Kiro aceptó.
El consejo de Madame Seidel fue útil. La expresión de Kiro se relajó gradualmente mientras la melodía fluía desde el piano. La escuela y los escenarios llenos de cámaras eran buenos, pero el mejor lugar siempre sería estar en su pequeño propio mundo. Si es música, un código, un mundo hecho de notas o (números) binarios, nunca fallaría en darle una sensación de seguridad...
¿Espera? Blanco y negro... ¿0 y 1?
��Ruido seco! El acorde perdió el ritmo y se volvió un coda cómico, pero Kiro gritó con alegría a pesar de su imperfecta nota final.
¡Había encontrado la pista!
[ 4 ]
Parque de Diversiones
¡El camino para resolver el acertijo era convertir la cadena de letras en notas, las notas en una partitura y luego tocarlas!
El corazón de Kiro estaba acelerado y sus pupilas azules brillaban. Sus dedos estaban saltando sobre el piano. La pieza final que tocó era familiar pero extraña para él.
—Era la melodía del parque de diversiones que Kiro oía en su camino a casa de la escuela.
Saltó del taburete del piano y corrió hacia la puerta.
Pero cuando llegó al parque de diversiones, su mentor no estaba por ningún lado.
¿Se... había equivocado?
Ya que era fin de semana, el parque de diversiones estaba lleno de familias. Kiro se paró solo en la entrada, pareciendo muy fuera de lugar.
El chico rubio era como una estrella perdida en frente del parque de diversiones, atrayendo la atención de cada transeúnte. La duda en su cara hizo a las personas pensar que se había separado de sus padres.
Varios padres e incluso los guardias de seguridad fueron hacia él, todo tipo de gente se aproximó a él con sonrisas... Kiro comenzó a sentir que le faltaba el aire. Ese terrible poder parecía haberse apoderado de él una vez más, volviéndolo un niño travieso.
Kiro lentamente retrocedió. Este lugar no era para él, debería dirigirse a casa.
En ese momento, algún ruido difuso vino de los altavoces del parque, entonces el tema musical perpetuamente repetido fue reemplazado por otra canción.
“Joyeux anniversaire... Joyeux anniversaire...”
“¿Qué está pasando? ¿Quién se metió con los altavoces?”
“¡Mamá, es una canción de cumpleaños!” Exclamó una pequeña niña, “¿Es el cumpleaños de alguien hoy?”
Los visitantes y el staff miraron con sorpresa mientras los altavoces reproducían la canción de cumpleaños, volviendo al parque de diversiones en una fiesta de cumpleaños.
Kiro quería usar esta oportunidad para escapar, pero mientras se giraba, caminó hacia los brazos de alguien.
“¿Quién...?” Levantó su cabeza en pánico.
La luz del sol detrás de la persona hizo visible la coleta de su cabello plateado y la esquina de su brillante sonrisa. Su voz fue lo suficientemente alta para cubrir la ruidosa música, enviando claramente cada palabra a los oídos de Kiro,
“Felicitaciones por resolver el acertijo, Kiro.”
“¡Mentor...!” Kiro exclamó con sorpresa.
Pero Key hizo un gesto de silencio y tomó su manos, “¡Vamos!”
Entraron en el parque bajo la canción de Feliz Cumpleaños.
[ 5 ]
Feliz Cumpleaños
Aunque había pasado por este lugar muchas veces, esta era la primera vez que Kiro entraba al parque de diversiones.
Junto con la música, el caballo blanco más hermoso en el carrusel en el que se sentó se movía hacia arriba y hacia abajo; la taza de té que giraba rápido hizo a su pequeña cabeza marearse incluso cuando se bajó; para pasar la altura límite del navío pirata, él se puso de puntillas de pie en secreto. La señorita no se lo dijo, pero negó su cabeza con una sonrisa y le tendió una paleta.
El dulce era de sabor fresa. Era tan dulce que incluso cada palabra que dijo se volvió dulce y de alguna manera borrosa, “Ment-urr...”
“¿Huh?” Key también tenía una paleta en su boca. Uno de cabello rubio y el otro de cabello plateado, los dos caminaron por el camino como dos hamsters.
“¿Tú... hiciste eso?”
“Por supuesto. Este parque de diversiones ni siquiera tiene un cortafuegos. No tomó ningún esfuerzo en absoluto cambiar su música.” Key respondió sin vergüenza.
“¿Pero por qué pusiste ‘La Canción de Cumpleaños’?”
“Porque hoy es tu cumpleaños.”
Kiro estaba aturdido y sus ojos se expandieron, “¿Por qué hoy es mi cumpleaños?”
“Hey, ¿Por qué tienes tantas preguntas?” Key elevó sus cejas, “Hoy es un buen día y te estás divirtiendo. ¿Qué hay de malo en hacerlo tu cumpleaños? Está decidido entonces. ¡Tu cumpleaños es el 9 de Abril! ¡Sin objeciones!”
Hizo tal decisión definitiva para detener al chico de hacer más preguntas. Él esperó que su estudiante recordara solo el 9 de Abril como un día lleno de buenos recuerdos y un día de nueva vida—no algún aniversario doloroso.
“Kiro, debes recordar este día,” (Dijo) Key mitad agachado y mirando a sus ojos, “Puedo no ser yo con el pases cada 9 de Abril en el futuro, pero espero que siempre estés en compañía de los que amas.”
“Feliz cumpleaños, Kiro.” Dijo Key suavemente.
“Amados...” Repitió Kiro con confusión, “¿Estarán a mi lado?”
“Por supuesto.” Key asintió, “Porque Kiro es el niño más increíble y lindo en el mundo.”
“¡Sí!” Kiro asintió firmemente. Algo de repente vino a su mente e hizo su sugerencia final en una voz suave, “Mentor, los niños a menudo tienen pastel en sus cumpleaños y pueden pedir un deseo.”
“Tch, en efecto en todo lo que puedes pensar es en comida.” Key rio inevitablemente y extendió su mano hacia él.
Lo siguiente que supo, (es que) Kiro sintió el vacío bajo sus pies. Key lo levantó y lo sentó en sus hombros.
“Vamos y consigamos tu pastel de cumpleaños.”
[ 6 ]
Su Deseo
Kiro sabía cómo terminar su asignación de las vacaciones de primavera ahora.
Se sentó frente a su caballete con sus pequeñas pernas balanceándose gentilmente al son de la canción de niños que estaba tarareando, pintando de colores brillantes al lienzo con el pincel.
Primero, el pintaría un hermoso campo de flores, lleno de girasoles y daisies—eran las flores favoritas de Kiro;
Entonces, pintaría una casa en el campo. No tenía que ser una casa grande o extravagante, pero debe tener todo tipo de instrumentos musicales, una computadora genial, videojuegos divertidos y deliciosos snacks... Este era un castillo de tesoros. Para entrar en su territorio, necesitas decirle “Ábrete sésamo” a la puerta.
Debería haber algunas sillas en el campo de flores para su mentor, Madame Seidel, los maestros, los estudiantes de la escuela, el director que siempre lo elogia durante sus presentaciones... Sus amados estaban reunidos en un círculo con una sonrisa en sus rostros.
La cosa más importante, por supuesto, era incluirse a sí mismo en la pintura. En el campo, Kiro estaba cantando muchas canciones adorables a todos con un micrófono en su mano. Incluso el sol, la luna y las estrellas escuchaban sus canciones y asomaron sus cabezas hacia las nubes...
Kiro dejó de pintar y le dio un buen vistazo a su “hogar”. Algo parecía faltar... Él pensó sobre ello y tuvo una idea.
Así que lavó el pincel, entonces lo sumergió en el blanco en la paleta. Con cada trazo, pintó a un conejo blanco al lado de “Kiro”. Él nunca había tenido un conejo, pero sabía que había uno esperando por él en algún lugar en el mundo.
Ni siquiera su mentor sabía sobre este pequeño secreto suyo.
Él dejó las herramientas de pintura, entonces puso sus manos juntas y cerró sus ojos frente a la pintura. Repitió el deseo que le pidió a su pastel de cumpleaños ayer en su corazón.
“Bienvenido a mi hogar.” Susurró Kiro.
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Corazón de alfa
10/11
Armie se tambaleó hacia un lado, aferrándose al mostrador para evitar caer al suelo, su rostro comenzó a palidecer de manera preocupante y sus ojos se abrieron más de lo que es humanamente posible, joder, esa no es exactamente la reacción que ha estado esperando, el vaquero parece estar a punto de desmayarse.
Henry apareció detrás de Armie, cerrando la puerta apenas entro al remolque —No te quedes ahí parado como idiota, ve a consolar a tu omega.
Esa maldita palabra casi lo hizo llorar de alegría, ¡él es el omega de Armie!, dejo la canasta de las alas a un lado, haciendo todo lo posible para eliminar los restos de salsa de su rostro frotando la manga de su suéter, mientras hacía lo posible para deslizarse al borde del sofá y poder ponerse de pie de nueva cuenta, joder, se tomó un respiro antes de lograr que sus piernas lo sostuvieran, su espalda lo está matando.
—¿Cómo? — Susurró el vaquero con una mirada de asombro sobre su cuerpo.
—Si Timmy tiene que explicarte eso, tú y yo necesitamos tener una larga conversación Hammer —escucho a Henry responder con una risita.
Armie caminó hacia él como si estuviera en un sueño, para luego ver como lentamente baja sobre sus rodillas; puede ver las manos del hombre temblar cuando la extendió para tocar su vientre, apenas le toco con una caricia suave y cálida, hizo que toda clase de miedo y temor desapareciera de su cuerpo, dejando en su lugar una sensación de paz y tranquilidad que hace mucho no sentía, incluso sintió sus bebés se removían en su interior con dirección al toque de Armie.
—No tengo ni idea— dijo mientras sus ojos comenzaban a nublarse por las lágrimas que había estado conteniendo, al recordar la afirmación del doctor, así como cada palabra que había dicho; si su embarazo no sucedió la primera vez que se unieron, entonces él y Armie no eran destinados.
Escucho a su padre chasquear la lengua —Parece que también tengo que tener una charla contigo, Timmy.
—Eso no es a lo que me refiero, papá – su voz apenas fue un susurro, estrangula por los sollozos que se forman en su pecho.
Los dedos de Armie comenzaron a masajear con adoración su vientre trayéndole una profunda calma a su cuerpo, no logro contener más sus lágrimas y permitió que estás se deslizaran libres por sus mejillas, ha estado esperando esto, por tano tiempo que apenas puede creer que realmente está sucediendo; Armie elevo su rostro desde su posición en el suelo, tenía sonrisa más amplia que jamás había visto, antes de que desapareciera, sustituyéndola por una mirada de preocupación; las grandes manos sostuvieron los costados de su rostro, mientras que los pulgares limpiaron cada una de sus lágrimas con un fino toque, cuidándolo como si pudiera romperlo, joder, él había echado tanto de menos ser acariciado por el hombre —¿Por qué no me lo dijiste antes? – su voz fue suave, casi aterciopelada, no había ni un poco de reproche en sus palabras, pero puede notar la confusión ellas.
—Te lo estoy diciendo ahora —argumentó mientras tomaba una de las grandes manos entre las suyas, alejándola solo lo suficiente de su rostro, para poder depositar un pequeño beso en el interior de ella.
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Las siguientes horas las paso relatándole a Armie y Henry sobre la enfermedad de su padre, así como los primeros cambios que presento su cuerpo al cambiar de casta, en como había pasado por alto los síntomas de su embarazo por concentrase en controlar la intensidad de sus emociones nacientes, y cuando fue capaz de hacerlo, la manera en que esa oscura agonía lo había atrapado, que apenas le había permitido abandonar la cama para poder arrastrase hasta el baño, y cuando fue capaz de permanecer de pie sin desmoronarse en una masa de dolor y sufrimiento, su vientre había crecido tanto que no podía ocultarlo ni con el abrigo más grande, su cuerpo no es capaz de entrar en su auto y expreso su preocupación al llamar un auto particular, no estaba listo para las miradas acosadoras de la gente; trato de suprimir la intensidad de los espasmos dolorosos que dominaron su cuerpo en las noches en que llamaba al vaquero entre lamentos, no tenía porque martirizar a ambos de esa manera, con esos horribles recuerdos.
Armie lo abrazó en todo momento y con tanta fuerza que le había resultado difícil respirar —Armie, tranquilo, estoy mejor ahora, lo prometo, tú eres todo lo que necesito para sentirme bien.
Él vaquero aflojo ligeramente sus abrazos, pero sin retirarlos de cuerpo, está sonriendo ampliamente —Tú eres mi omega…. mi destino.
— Y parece que tú eres mi alfa —dijo mientras su cuerpo busca acurrucarse en el pecho del hombre, había creído muerta toda clase de esperanzas sobre ser el destinado de Armie, que jamás creyó poder decir esas palabras, se estaría mintiendo si dijera que no se sentía jodidamente bien poder decirlo, no hay otro lugar en el mundo que pudiera sentirse mejor que estar entre los brazos de su alfa, disfrutando de su aroma y de lo cálido y fuerte de su cuerpo; tomo una respiración profunda del tranquilizador aroma a pinos, permitiéndose por un momento imaginarse a ellos dos cuidando de sus pequeños hijos, criándolos juntos.
Armie comenzó a dar lentas caricias a su espalda aliviando el dolor en esa zona, el soltó un suspiro complacido mientras se aferraba a su cuerpo, escucho la suave risa del hombre mientras varios besos son depositados en su cabello —Vamos mi dulce té, te llevare a casa.
Su cuerpo se tensó ante ese pensamiento, trayendo de vuelta un poco de preocupación a su mente —Armie, yo…. Realmente no puedo dejar a mi papá sólo, él necesita ayuda.
—Entonces él se mudará al rancho con nosotros.
Él negó con la cabeza mientras mordisquea su labio inferior —No puedo pedirte que te hagas cargo de él, eso es demasiado, yo no intento abusar de…
—Si discutes conmigo en esto… — el hombre lo interrumpió mientras sus manos fueron directamente a su barriga, acariciándola cuidadosamente, mientras inclinaba su rostro sobre su oído — Voy a azotar tu trasero tan pronto como des a luz — su voz fue apenas en un intimo susurro solamente para ellos dos, pero basto para sonrojar completamente su rostro, él sólo pudo asentir.
—Haré que Nick me ayude a empacar todas tus cosas —dijo Henry mientras saca el móvil de su chaqueta — Tenemos un pequeño apartamento tamaño loft detrás de la casa principal donde tu padre puede quedarse, estará bastante como ahí — Henry levantó la mano cuando abrió su boca listo para comenzar a discutir sobre estar siendo un aprovechado de su gratitud — No tienes nada de qué preocuparte Timmy, tu padre probablemente quiere mantener algo de su libertad, no querrá estar en una casa llena de hombres ruidosos y niños gritando.
Armie se rió entre dientes mientras observa a Nick fruncir el ceño, su madre había regresado cuando se enteró de que su omega está teniendo gemelos.
Aunque la madre de Nick es viuda, se dio cuenta de que al alfa de su amigo no le hacía mucha gracia la manera en que Marc está coqueteando con Janice, él piensa que los dos son adorables juntos.
—Lo juro, si trata de hacer un movimiento sobre mi madre, haré que se mude junto a los establos — Nick amenazó con los labios fruncidos.
—¿Cuántos años tienes? ¿cinco? —Preguntó divertido — Janice es una mujer adulta y puede hacer lo que quiera y con quien quiera.
—No, no puede — Nick hizo un puchero mientras se alejaba con Freya en sus brazos, él sólo pudo sacudir la cabeza mientras subía las escaleras para poder comprobar a su omega.
Todavía no puede creer que su tan anhelado deseo se haya hecho realidad, Timmy es suyo y no tiene ni la más remota intención de dejarlo ir nunca.
El médico encargado de cambio de castas había llegado tan pronto como habían terminado de mudar a Timmy y su padre al rancho el mismo día que se había enterado sobre su estado de gestación, el hombre estaba sorprendido de que Timmy estuviera finalmente embarazado, él le había dicho que la primera vez que había estado íntimamente junto con su dulce té no lo había mordido, logrando controlar los fuertes impulsos de su alfa al querer hacerlo; el doctor les había dicho que eso lo explicaba todo.
Él no sabía estado seguro de seguir los instintos de su alfa y marcar a Timmy en su primer encuentro para que todas las piezas cayeran en su lugar, eso le habría ahorrado meses de agonía a su pequeño y a él si hubieran descubierto eso antes. El médico también les había confirmado que Timmy está teniendo gemelos.
Durante todos esos meses se había estado sintiendo como el hombre más afortunado del planeta, siendo arrullado cada noche por el perfecto aroma a jazmines y por la mañana despertando con la hermosa vista de su pequeño entre sus brazos, tomándose un momento para contar las pequeñas pecas que bañan su rostro con los primeros rayos de sol; su alfa había gruñido con satisfacción al tener esos brillantes ojos verdes adormilados solo para él cada día, había aprendido muchas cosas de su omega para ser sinceros, descubrió su gusto por los dulces y las golosinas, en especial los pastelillos de chocolate, también descubrió cuanto le gusta que acaricien su cabello, una noche lo hizo hasta hacerlo ronronear como un gatito bebé: más de una vez lo descubrió utilizando su ropa a pesar de ser demasiado grande para su cuerpo, incluso con su grande y bonito vientre.
Al entrar a su dormitorio se detuvo en seco cuando vio a su pequeño inclinado sobre la cama mientras sus manos se aferran a las mantas en un agarre intenso — Timmy… ¿Qué estás haciendo?
—Haciendo yoga mañanera ¿Quieres intentarlo? — su omega casi le gritó — ¡Estoy entrando en trabajo de parto! ¡¿Qué jodidos es lo que te parece que hago?! — Timmy le gritó, presionando una de sus rodillas contra la cama, puede escucharlo respirar descontroladamente mientras sus brazos tiemblan.
Corrió a través del cuarto y tomo entre sus brazos el cuerpo de su omega, recostándolo sobre la cama.
—No, me duele estar sobre mi espalda – Timmy gimió mientras apretaba sus papados, su alfa pudo percibir como su aroma se volvía más denso, sus cachorros están por llegar.
Rápidamente tomo su teléfono, llamando a Janice y al médico, todo lo que tenía que hacer es decirle que Timmy comenzó con el trabajo de parto y ella se encargaría del resto, Dios la bendiga, porque él está a punto de entrar en pánico.
Tomo un montón de almohadas y las coloco bajo su omega, haciendo todo lo posible para que la espalda de su niño estuviera más cómoda.
—¿Te pedí almohadas? ¡Quítalas Armie! – rápidamente lo obedeció sacándolas debajo de su cuerpo. Está esperando que su pareja comiese a lanzarle almohadas, parecía estar tan enojado como nunca antes.
Timmy agarró fuertemente su vientre y gritó, golpeando y agitando sus piernas de un lado al otro, se siente impotente como el infierno, no estaba seguro de qué puede hacer para disminuir su dolor, Timmy extendió la mano y agarró el borde de su camisa —No te vayas, te necesito, estoy asustado.
Puede ver reflejado el dolor y miedo en los ojos de su dulce té, haría cualquier cosa que su pareja le pidiera en ese momento – Aquí estoy cariño, nada malo va a pasar, lo prometo — se sentó a su lado, sosteniendo su cuerpo, soltando más de su aroma en un intento por controlar al omega ansioso en el interior de Timmy.
—¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! — su niño comenzó a gritar mientras sus manos se aferra dolorosamente a sus brazos —Creo están viniendo.
— Todavía no, solo espera un poco más, por favor — dijo suavemente mientras apretaba su agarre en el cuerpo de su omega, y cepillaba su cabello detrás de su oreja, debe calmarlo de alguna manera, él está muy lejos de estar capacitado para traer a este mundo a sus hijos —El doctor tiene que llegar hasta aquí.
—Entonces será mejor que esté aquí en los próximos cinco segundos, no puedo contenerlo más —Timmy soltó un fuerte grito que retumbo en toda la habitación, vio como su vientre comenzaba a contraerse, Oh, mierda.
—¡Janice! — Soltó suavemente el cuerpo se su pequeño acomodándolo sobre la cama, temeroso camino hacia la parte contraría de la cama para verificar el cuerpo de su omega, joder, su entrada ya está completamente dilatada, esto está realmente sucediendo
—No te atrevas a acobardarte en este momento — su dulce niño seguía gritando entre jadeos, mientras sus pies se presionan duramente contra la cama
—No lo estoy, cariño —dijo preocupado mientras acomodaba sus rodillas hacía afuera en el aíre — Pero voy a necesitar ayuda, hay dos de nuestros cachorros dentro tuyo.
El sudor se formó rápidamente sobre las prominentes cejas de Timmy y luego sobre todo su rostro, busco a toda prisa un par de sábanas limpias dentro del armario; las coloco sobre el hinchado vientre de su pareja, trayéndolas sobre sus rodillas, trago fuertemente, él puede hacer esto.
Antes de que Janice cruzara el umbral de su habitación, la cabeza de su primer bebé ya había aparecido, Maldita sea, sus bebés no están esperando ni un segundo, él no tiene ni una maldita idea de lo que está haciendo; nunca ha recibido a un bebé antes, antes de Freya, nunca había asistido a un parto, joder, él ni siquiera había estado presente, se había quedado abajo mientras Joey tenía el bebé, deseaba haberse quedado alrededor y observar, al menos tendría una idea de qué hacer en este momento.
Janice dejó caer una bolsa oscura a un lado de la cama —Traje esto sólo en caso de que el médico no llegue a tiempo — No tenía ni la menor idea lo que hay en la bolsa y para ser sincero no le importa, él sólo quiere asegurarse de que sus cachorros nazcan sanos y que su dulce té pasara por el parto; había escuchado algunas historias de horror acerca de… ¿Por qué diablos está pensando en esas ideas aterradoras en este momento?
La madre de Nick es un regalo del cielo, ella fue directamente por ello, parece saber perfectamente lo que está haciendo, él se deslizó se vuelta al lado de Timmy para sostener su mano y limpiar el sudor de rostro, no sabe qué más hacer.
—Tienes una hermosa princesa — Janice le dijo cuando le mostro a su primer bebé.
Por primera vez después de los últimos meses, sintió que lágrimas corre por su rostro mientras ve a su hermosa bebé en las manos de Janice, en ese momento Joey entró con toallas, envolviendo a su primer cachorro.
El doctor finalmente llegó y él sintió siete tipos de alivio inundar su cuerpo, aunque confía en que Janice haría un trabajo excelente recibiendo a sus cachorros, está más cómodo con un profesional tomando las riendas del parto.
Cuando nació su segundo bebé, abrazó fuertemente a Timmy en sus brazos —Has hecho un trabajo increíble, mi dulce té, tranquilo, todo estará mejor ahora, pronto…. —su pareja volvió a gritar, retorciéndose en sus brazos, mientras sus pies volvían a golpear contra la cama.
Se quedó muy quieto, mientras su alfa rugía con ira, al ver el dolor inundar el cuerpo de su omega — ¿Que está mal?
—Oh, por…— dijo el doctor con claros signos de preocupación en su rostro.
—Joder, no, no hay un “oh por”, se supone que los partos van a la perfección —Su corazón está en su garganta mientras la preocupación de que algo estuviera mal con su pequeño está matando a su alfa.
—Parece que este pequeño estaba escondido detrás de sus hermanos — su corazón casi se detuvo al escuchar esas palabras.
—¡Trillizos! —Él y Timmy gritaron casi al mismo tiempo.
—Parece que sí —dijo el médico recuperando el control de la situación — Son dos niñas hasta ahora, vamos a ver si podemos hacer que sean tres.
Sostuvo a su dulce té más cerca mientras Timmy lucha, grita y puja para dar a luz a su tercer cachorro. Cuando había rezado por un milagro, no había esperado que la vida le diera tres bebés y un hermoso omega.
—Un niño —el médico anunció orgullosamente— Cuando ustedes desafían las leyes del destino, van por todo.
—Ni que lo digas— Janice está radiante mientras ella y Joey atienden sus bebés mientras el médico trabaja en Timmy para finalizar el parto y que el cuerpo de su pareja se relajara; una vez terminado, Timmy había quedado profundamente dormido.
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the end ;
—Nereeya, lo arruinaste por completo.
Su hermana mayor la miraba con los ojos negros completamente abiertos y acusadores. Su piel y su cola eran espléndidamente blancas, acaso algunas escamas plateadas que a veces captaban la atención de posibles depredadores —aunque, al final del día, ellas fueran las más letales. Su cabello negro caía como un manto liso hasta varios centímetros bajo su cintura, cubriendo incluso los pezones pálidos de sus pechos casi planos.
La comunicación era telepática; pero habiendo conocido los matices con los que los humanos solían expresarse, Nerea tenía la profunda sensación de estar siendo regañada. La sensación de que su hermana estaba decepcionada.
—Solo quería ayudar —respondió, con el extraño vacío de no sentir el corazón acelerarse por la situación.
—¿A quién? ¿A ti misma?
Nerea enseñó los dientes con una cólera que no era propia de expresar con sus hermanas. Se abalanzó contra su cuerpo, quedando frente a frente con la cola completamente rígida. Miró a Tanya, que parecía sorprendida, y levantó un poco más su labio superior bajo el suave gruñido animal que abandonó su garganta.
—¡Lo hice por mamá! Y por todas nosotras. Iban a seguir matándonos. Tanya, es una maldición. Se repite generación tras generación, ¡lo sé de primera mano, me lo han dicho!
—¿Quién te lo ha dicho? ¿Tu humano? ¿Al que estúpidamente acabas de salvar?
Las aletas nasales de la más joven se expandieron, en un gesto enfurecido.
—Sí, precisamente. Él me lo dijo, y tiene sentido. Es la pieza que nos faltaba para entender por qué cada una de nuestras…
—¿De verdad le crees? —irrumpió Tanya, mostrando los dientes.
Nerea supo que, de ser humana, su hermana se estaría mofando con sarcasmo. Pero Tanya no entendía esos sentimientos, no tenía ese tipo de emociones. Y ella, aún sirena, no conseguía quitárselos de encima.
—No me mintió —respondió, dándose la vuelta y alejándose decisivamente.
—Explícaselo a Vár.
La menor ralentizó el ritmo y se quedó suspendida en el agua, moviendo las manos suavemente y meciendo su cola solo para mantenerse a flote. Ni siquiera se volteó cuando, mentalmente, le preguntó a su hermana qué significaba aquello. En el fondo no necesitaba respuesta, sabía perfectamente lo que una visita de Vár podría implicar en aquella instancia. Pero su necedad rogaba que el motivo fuera uno distinto; porque, a fin de cuentas, ella había cumplido con su palabra.
[…]
—Vár. Es tan agradable verte de nuevo —saludó Nerea, con una reverencia hacia la diosa de los pactos.
La sirena había tenido que salir a la superficie para acudir a su llamado, aunque su primer y único encuentro había sido en las profundidades del agua. Vár tenía el cabello naranja como las fogatas con Randall, violento como su último arrebato y denso como la angustia que la suprimía en ese instante. Sus ojos dorados eran como la miel derretida que ella misma volcaba sobre el desayuno del puertorriqueño, para hacerle las mañanas más dulces.
Nerea apretó los labios y bajó la mirada, desesperada por sentir el dolor en su pecho. Pero no había rastro de la soledad y del vacío que sentía, aquellas emociones humanas no condecían con su naturaleza. Y ese, quizá, era el peor castigo hasta el momento.
—Cariño, sé que no es agradable en lo absoluto. Has de preguntarte por qué regresé —comunicó la diosa con una voz tan suave como el terciopelo. Estaba sentada en una montaña de rocas, envuelta en una túnica tan naranja como su cabello; los bordes inferiores estaban sumergidos en el agua, al igual que, de vez en cuando, los dedos de sus pies. Nerea los miraba imperiosamente—. Y es válido.
—Bueno, me da un poco de curiosidad —respondió, escogiendo sus palabras con cuidado. Levantó los ojos azul brillante y miró a Vár desde el agua donde estaba perdida. Su pálida piel sirénica y algunas escamas ardían bajo los rayos del sol, hasta su escote—. Especialmente, porque todo salió como habíamos acordado.
Vár alzó las cejas, moviendo el pulgar de su pie derecho en el agua salada.
—¿Estás segura de eso?
—Bueno…, ¿sí? —Nerea la miró incómoda, conteniendo sus malos modos—. Randall nunca supo de mi naturaleza, y sé que no tendrá interés alguno en volver a pensar en una sirena nunca en su vida. Le recordará a mí y, entonces, evadirá ese asunto por completo. Tiene el corazón roto, y suerte de estar vivo.
—No tiene suerte de estar vivo, tiene una sirena que lo salvó de morir ahogado como todos sus pares.
Nerea boqueó emitiendo pequeños sonidos que no se definían concretamente en uno en específico.
—No podía dejar que se ahogara.
—¿Por qué no? —replicó, imparable.
—Porque ya hice suficiente, no es necesario que muera. Al menos debía darle la oportunidad de tener una vida. Lo único que yo quería era vengar a mi familia.
—Nereya, creo que no entiendes…
—No —interrumpió, desafiándola con la mirada—. No entiendo y estoy asándome aquí afuera. Me duele la piel, ¿te importaría ser más concisa?
Vár volvió a mover las cejas, en esa ocasión sin mirar a la sirena. Sonrió en un gesto tan audaz que podría haber sido mortífero, de no ser porque Nerea ya lucía lo suficientemente mortífera con aquellos dientes y la impulsiva agresividad —reemplazo de la cólera humana— trepándole por el cuerpo.
—Sí, no te preocupes por eso. Seré concisa: al salvarle la vida y mostrarle tu naturaleza, rompiste nuestro pacto. Dije que, si así era, te despedirías de tu cola para siempre.
El silencio reinó entre ambas, siendo irrumpido únicamente por las pequeñas olas que se rompían en las rocas y alguna gaviota que volaba cerca de la bahía. De pronto la agresividad se convirtió en un terror extremo, tanto así que su cola empezó a moverse hacia atrás para retroceder sin quitarle la vista de encima a la diosa.
—No… No rompí el pacto, Randall no sabe que fui yo y no recordará qué sucedió. Lo único… Lo único que va a recordar es que cayó al agua, y despertó en una orilla. No rompí ninguna promesa.
—¿Te importaría ser más concisa?
La boca de Nerea, sorpresivamente, tembló de angustia.
—Vár, por favor. No merezco morir por esto, no es justo, no he hecho nada malo. Mi familia me necesita, mis hermanas, mi… —El sol le enrojecía ya la piel a un punto donde las ampollas amenazaban con salir, pero no le importó cuando la desesperación era quien dominaba sus sentidos.
—No vas a morir, solo aprenderás a vivir sin una cola.
—No puedo hacer eso… —sus pensamientos eran quebradizos, casi un susurro angustioso. Creía no tener fuerza para suplicar por aquello.
—Lo harás. O efectivamente, morirás en el intento.
Antes de poder replicar, Vár hizo una señal con su índice y Nerea sintió una fuerza arrasadora que le cogía por la aleta de su cola y la hundía en las profundidades más oscuras del océano. Un sitio al que ni siquiera ellas, sirenas, exploradoras, letales, acudían normalmente. Estaba dispuesta a pelear con lo que fuera, solo que la fuerza que la mantenía atrapada era eso: fuerza. Invisible, fuera de su alcance, imposible de detectar, imposible de refrenar.
Aun así, los coletazos que siguieron una vez que estuvo perdida en la oscuridad fueron los más bestiales que alguna vez había dado. Su torso se retorcía para intentar zafarse, sus brazos buscaban subir y las burbujas salían de su boca. Sus ojos eran tan tristes que toda su expresión emitía una angustia arrasadora. Y no podía llorar, no podía gritar, no podía suplicar, no podía moverse.
La misma fuerza que la mantenía cogida por un extremo, sacó unas garras invisibles y se enterró en medio de la cola. Nerea soltó una profunda y herida exclamación que vibró en cada rincón del mar y ahuyentó a cualquier especie cercana. Su sangre tiñó el agua tan rápido que, en segundos, todo era más oscuro y ella misma estaba envuelta en aquel espesor que salía de su propio cuerpo. Las garras, a pesar de haberse detenido por unos segundos, retomaron el trayecto y comenzaron a rasgar su cola a la mitad.
Los chillidos de Nerea eran los de un animal siendo sacrificado. Aún en vano y sabiendo que no tenía la capacidad, siguió forcejeando en su propia sangre. El dolor era tanto que sus sentidos estaban apagados, excepto la sensibilidad que no hacía más que aumentar al tacto.
Por error o quizá por inercia, poco a poco bajó la vista para examinar el daño. Las nubes de sangre que subían no le daban demasiada claridad, pero mejoraba al mover las manos para intentar clarear el agua. Sin embargo, fue lo peor que pudo haber hecho. Su cola estaba desgarrada a la mitad, como un colgajo dividido en dos que ni siquiera poseía vida alguna. Sus vertebras estaban expuestas entre la carne, la musculatura atrapada en sangre y cartílago que ahora sobresalía de lo que antes era su cola, como si fuese relleno que había explotado por falta de capacidad.
Quizá por haber tomado noción de lo que pasaba, aunque el shock era demasiado grande para entender por completo, o quizá porque su cola recibió los últimos quiebres y aperturas, pero la fuerza comenzó a abandonarla casi de repente y todos sus esfuerzos quedaron suspendidos, al igual que ella. Sin su cola, solo tenía algo pesado que colgaba inerte y la llevaba a profundidades inconcebibles. Sus brazos, débiles por el dolor, seguían haciendo lo posible por subir. Pero ya no era un pez, ya no era Nerea y ni siquiera estaba segura de estar viviendo. Salir a la superficie, dejó de parecer una posibilidad.
[…]
—Tenemos una joven de unos veinte años aproximados, ritmo cardíaco estable y buenos signos vitales. Responde a los estímulos, está consciente. Tiene… —El paramédico tuvo que hacer una pausa mientras pedía los refuerzos por su radio interna, mirando a Nerea tendida en la orilla. La nueva oleada de gritos hizo que el hombre cerrara los ojos.
Las piernas humanas de Nerea estaban abiertas de par en par en sus caras internas, desde la ingle hasta los tobillos. La sangre salía a rebosar y teñía la arena, salada y tortuosa para sus heridas. No perdía el conocimiento y no sentía que fuera a hacerlo en algún momento, aunque solo rogaba que algo la matara allí mismo. Algo, o alguien. Quería morirse, desesperadamente necesitaba morirse para dejar de sentir tanto dolor.
Una enfermera se acercó con el ceño tan perturbado por la lástima que, aún sabiéndolo y sin necesidad de una reafirmación, Nerea se dio cuenta que probablemente nunca habían visto un caso tan malo.
—Cielo, muerde esto, por favor. Vamos a transportarte ahora. Necesito que lo hagas, o podrías hacerte daño.
De manera obediente, atrapó entre sus dientes la suave varilla de goma que le estaba extendiendo. No sabía qué era, no entendía para qué, pero cuando volvió a gritar, el sonido salió mitigado. Las lágrimas caían por todo su rostro sin parar, tiñendo el cielo de negro y nubes densas. La angustia que lloraba a mares y el dolor, no era solo por la horrible degeneración de sus piernas. Su corazón estaba tan roto que lo sentía quebrarse segundo a segundo.
—Estarás bien, te lo prometo —susurró la enfermera, acariciando el húmedo cabello azul con cuidado—. Haremos lo posible. ¿Puedo llamar a algún familiar, algún amigo, alguien…? No tenemos tus credenciales, y…
El grito de Nerea y el sollozo tan desesperado dejó las palabras de la enfermera en el olvido, en lo profundo. Estaba tan blanca como cuando era sirena, porque su cuerpo se desangraba y el dolor la estaba matando.
—Quiero morir —susurró con un hilo de voz amortiguado antes de ahogarse con su propio llanto y desesperación. Sus uñas se clavaban en la arena húmeda, llenándose de salitre—. Por favor. Por favor —escupió la varilla y miró a la enfermera de manera suplicante, con el rostro lleno de sudor y los labios partidos de tanto morderlos. Su mentón temblaba—. No puedo hacer esto.
—No vas a morir mientras esté en mis manos salvarte la vida —dijo el paramédico, regresando a ella—. Nerea, ¿verdad? Tendrás una interesante historia que contar por ahí. —Volvió a poner la varilla entre sus dientes, e hizo una seña para que trajeran la manta con la cual iban a transportarla hasta la camilla y, respectivamente, a la ambulancia—. Necesito toda tu entereza en este momento, ¿bueno? Quizá sea lo más doloroso hasta que lleguemos. Uno, dos…
El grito fue tan fuerte y desgarrador que oprimió cualquier pensamiento, dejándole con los párpados apretados y más consciencia que antes.
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Sólo me aburro la mayor parte del tiempo
Fandom: South Park
Ship: Style (Stan x Kyle)
Tipo: Songfic
Disclaimer: Fanfiction basado en la canción Beachboy del grupo McCafferty. Crédito a ellos.
Duración: Two-shot
Palabras: 2.8 k
Advertencias: Esta historia toca temas de violencia, drogas, alcohol, depresión, leve contenido explícito y muerte.
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Agosto
Los rayos del sol golpearon su demacrado rostro, lastimando a sus ojos en el proceso y provocando arcadas desde su garganta. ¿Qué hora era? ¿Dónde estaba? No recordaba nada más que los gritos eufóricos de ayer y el alcohol quemando su faringe, su nariz estaba sangrando y ardía al respirar, la cocaína que compró no era muy buena después de todo. Con un dolor punzante taladrando su cabeza levantó su torso del suelo, comprobando con el tacto que aún conservaba todas las partes de su cuerpo. Estaba decidido a volver a recostarse en el cómodo piso pero el vómito que se alojó de repente en su boca tenía otros planes, vislumbró el jardín y no dudó ni un momento en correr hacia allá, liberando sobre el césped toda la porquería que había ingerido anoche. Dios, hace meses que se había prometido dejar de lidiar con esto, y sin embargo su lengua siempre estaba extrañando al ron barato.
Ordenó lo más que pudo de su ropa y cerebro, y tratando de ignorar el olor a vómito en su cabello negro se dispuso a llegar a la última clase. Caminó hasta allá, encontrándose a los idiotas que lo dejarían morir de sobredosis en una fiesta, o al menos eso creía, vaya personas tenía como "amigos", pero al menos no se drogaría solo.
—¿Dónde te metiste anoche? ¿Encontraste a alguna chica bonita?
—Ya quisiera —el azabache tomó asiento junto a sus amigos de infancia; un robusto castaño le ofrecía tabaco. Bueno, eso de llegar a la última clase podía irse al diablo.
—¿Quieren salir esta noche? Sé de una fiesta que dará Stevens, y acaba de cumplir la mayoría de edad —con una sonrisa sugerente Kenny miraba a sus amigos esperando por la respuesta, aunque sabía que siempre era un sí cuando había drogas de por medio.
Los ojos de los otros dos chicos frente a él se iluminaron con el mismo pensamiento en mente: mayor de edad es igual a mayor accesibilidad de drogas, mejor que el álgebra ¿no?
(…)
Los cuatro caminaban hasta la casa de aquella chica con las palabras de McCormick triturando sus oídos, quien no paraba de hablar sobre lo calientes que eran las pre-universitarias que estarían en la fiesta y lo ansioso que estaba de presentarles algunas.
Para Stan y su aún presente resaca las palabras del rubio se volvían cada vez más distantes; comenzaba a hartarse de esto, ir de parranda en parranda para despertar al día siguiente sintiéndose terrible, las bolsas bajo sus ojos y su aspecto enfermo se hacían notar cada vez más. Incluso había pensado en inscribirse en AA o algo así, pero creía que aún no estaba lo suficientemente jodido como para considerar lo suyo una adicción así que simplemente lo dejaba pasar.
—Es aquí.
Todos voltearon hacia la casa de dos pisos, la gente ya comenzaba a amontonarse afuera y los gritos no se hacían esperar, cuando entraron se acomodaron sobre el primer sillón que encontraron mientras Kenny iba por las chicas.
—Bien, estos idiotas son Stan y Cartman.
—Encantada de conocerlos, soy Wendy —habló una azabache, era bonita a los ojos del otro pelinegro en la sala, esbelta y con un lindo rostro, pero su mirada se desvió de ella cuando notó unos llamativos rizos pelirrojos sobresaliendo de detrás de la chica.
—¿Y tú eres…?
Los presentes siguieron su línea de mirada, encontrándose con un pecoso chico escondido detrás de todos.
—Kyle —se limitó a decir el pelirrojo, saliendo de donde estaba y quedando a la vista de Stan, bueno, viendo al chico frente a él Marsh podía decir que Wendy no era la más linda de la fiesta. El tipo tenía una altura media, hombros algo anchos y una actitud indiferente que alejaría a cualquiera, pero no a Stan, nunca al estúpido masoquista Stan.
Ambos se observaron durante unos segundos, como si trataran de grabar en su memoria todas las facciones del contrario.
—Bueno… ¿Quieren ir a bailar? —propusó Kenneth, intentando romper la gran tensión que había entre esos dos.
—¿Por qué no? —respondió Wendy. Se dirigían a la pista de baile, pero notaron que cierto azabache no los acompañaba.
—Stan, ¿vienes?
—Los alcanzo luego —no le había quitado la mirada de encima al de rizos en todo ese tiempo, lo que hacía preocupar a Kenny. Él sabía que Stan no estaba totalmente sanado, por Dios, probablemente ni siquiera lo estuviese un poco, y eso le hacía temer por su amigo, temía que en su desesperación Stan recurriera a la vieja confiable: "Una espina saca otra espina".
—Como quieras —aun así no insistió, no podía estarlo cuidando todo el tiempo, y eso Stan ya se lo había reclamado antes.
Se retiraron no sin antes de una mirada acusadora de Kenny hacia la pareja, dejando a Stan y Kyle solos.
—¿Y bien? —preguntó el de rizos.
—¿Qué?
—¿Qué quieres de mí?
—¿Eh?
—Está claro que no fuiste con ellos por quedarte aquí, conmigo —insinuó, método muy efectivo de coqueteo si le preguntaban.
—Sólo quiero hablar —sacó un cigarrillo de su abrigo y lo llevó hasta sus labios, exhalando el humo con suavidad—. ¿Quieres?
—No fumo.
—¿Qué haces aquí entonces?
—No voy a fiestas, tampoco me drogo, sólo me aburro la mayor parte del tiempo —externó con desinterés.
—Ya —Stan desvió su mirada hacia sus amigos, parecía que se hubieran acabado el éxtasis que compraban para toda una semana, bailaban como desquiciados y totalmente fuera de sí, causando una pequeña sonrisa en el azabache.
—Nunca había visto una mierda así —el pelirrojo señaló a sus camaradas haciendo pasos extraños a una velocidad impresionante.
Marsh dejó salir una carcajada, realmente estaban haciendo el ridículo
—Será mejor que te acostumbres si vas a seguir viniendo por aquí.
—Supongo —Kyle arrebató el cigarrillo de los dedos del pelinegro hasta posicionarlo entre sus labios, dándole una larga calada.
—Creí que no fumabas.
—Dijiste que sería mejor acostumbrarme —los ojos esmeraldas de Broflovski lo miraban divertido, creando en Stan una sonrisa. Se agradaban.
(…)
Después de que una pastilla de éxtasis y una cajetilla de cigarrillos desaparecieran en sus bocas ambos ya no tenían idea de lo que hacían; las luces estroboscópicas en el techo de aquella casa estaban demasiado calientes, encargándose de aturdirlos aún más.
—Acabemos con esto.
Marsh iba a responder con lo primero que se le viniera a la cabeza pero el pecoso lo interrumpió antes de siquiera abrir su boca, sus labios se juntaron en un roce desesperado haciendo a sus dientes chocar, pero poco les importaba; tuvieron que separarse cuando el aire les hizo falta, con las frentes aún unidas y la respiración agitada Kyle dijo
—: Tus labios saben a como lo hicieron en Julio.
¿Qué podía esperar alguien como él estando a su lado? Lo único que lo rodeaba eran jaquecas y sobredosis, pero por alguna razón quería al pelirrojo sólo para él.
—Espero que nunca muramos.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ
Octubre
—¿Y qué tal va todo? Ya sabes… Con Kyle —Kenny ya no podía con su angustia, desde que vio a aquellos dos besuqueándose en la fiesta sintió como si algo hubiera cambiado en Stan, y no de la buena manera.
—Genial —respondió cortante.
Kenneth lo miro con un gesto de fastidio, trataba de ayudarlo y él simplemente no cooperaba.
—¡Imbéciles! ¡Adivinen quién será el anfitrión de esta noche!
—Sólo dilo, Cartman.
—No me presionen, joder, ¿recuerdan a Craig?
—¿El cabrón que nos ha molestado toda nuestra educación básica? —ironizó, realmente no soportaba a gente tan... Tan como Craig.
—Quizás siempre fue así pero gracias a tu noviecito lo ha dejado pasar y estamos invitados a la fiesta más grande de todo el otoño o alguna estupidez así. Gracias a Dios que también te van los tíos.
—Creí que Dios te pateaba el trasero si te iban los tíos —comentó McCormick mientras hojeaba las páginas de su revista para mayores.
—¿Y qué tiene que ver Kyle con ese tipo? —algo comenzaba a molestar a Marsh, no le gustaba que el pelirrojo saliera con gente tan idiota como lo era Tucker.
—Tranquilo tigre, ellos sólo son buenos amigos, por eso le insistió a Craig en invitarnos.
—Como sea.
Eric desvió la mirada hacia Kenny, desconcertado ante la actitud de Stan, a lo que el rubio se limitó a alzar sus hombros.
(…)
Ya pasaban de las 4 AM y sus amigos estaban desmayados en la parte trasera de la van de Wendy. No hay nada que no se pueda arreglar con un poco de marihuana y cerveza barata.
—¿Qué trajiste esta vez?— Kyle se colgaba por detrás de sus hombros, asomando su cabeza por encima de estos para intentar ver lo que el pelinegro escondía en su mochila.
—¿Qué te parece… Cocaína? —una sonrisa pícara apareció en la boca de Stan, tratando de incitar al pelirrojo.
—No lo sé, ¿es muy fuerte?
—Sólo mientras te acostumbras.
—Entonces no tengo nada de qué preocuparme —entre risitas sarcásticas el pecoso miraba al más alto, quién sólo le dedicó una sonrisa divertida—. Dame un poco.
—Como quieras —después de darle un rápido pico en los labios le ofreció el polvo cristalino a Kyle, quien con torpeza acercó el dolar enrollado hasta sus fosas nasales, inhalando.
—¿Qué tal?
—Voy a estornudar.
—Aguanta un poco, se pondrá mejor —Stan tomó su respectiva porción del polvo, dispuesto a esperar el efecto de la droga.
Pasados unos minutos y con su cabeza en otro planeta, Kyle tomó la mano del azabache corriendo hacia donde todos bailaban, parecía realmente agitado.
—Bueno, bailo bastante rápido, así que tienes que bailar muy rápido —con risas torpes y besos constantes el pecoso se movía alterado.
—Como digas —Marsh seguía su juego alocado mientras aprisionaba la boca contraria entre la suya.
Octubre siempre está aquí.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ
Noviembre
—Maldita sea, ¿dónde te has metido estos días? —McCormick sonaba desesperado, no había visto a su amigo en un par de semanas y su angustia por él ya no lo dejaba dormir por las noches.
—Sólo he estado con Kyle, no sé de qué te preocupas.
—Drogándose, ¿no es así? ¡¿No ves que lo que le haces está mal?! ¿O es que acaso ya olvidaste como terminó Ga-
—¡No te atrevas a mencionarlo! Esto es diferente, cuando estoy con Kyle olvido por unas horas que él ya no está, que él ya no está por culpa mía, y créeme que si estuviera en mis manos regresaría a ese maldito día y haría todo lo posible para que él... Si tan sólo… Si tan sólo yo... —las lágrimas comenzaron a salir involuntariamente de sus ojos azules, hace tanto que no lloraba, no se creía con derecho a hacerlo después de todo lo que ocasionó, él no era la víctima aquí.
—Eso es a lo que me refiero, esto ya no se trata de ti, lo estás arruinando todo, no te ciegues sólo por tu egoísmo. Lo único que haces con él es tomarlo como remplazo; Kyle, él merece algo mejor y lo sabes, el no está tan jodido como tú, como nosotros.
—Pues tal vez yo quiera que él también lo esté, después de todo entre fenómenos nos entendemos —Stan salió por la puerta decidido, con los gritos de Kenny llamándolo desde lejos.
Kyle le importaba, sí que lo hacía, pero cuando tenía tan cerca de él sus lindas pecas uniformes y sus finos labios rosados no podía pensar en otra cosa que no fuera él, quizás por eso se fijó en Broflovski en primera estancia, porque podía jurar que sus besos eran casi tan perfectos como lo eran los que compartió con él.
(…)
Caminando de la mano de Kyle se dirigían a alguna fiesta, llevaban tantas en esa semana que había perdidó la cuenta. Stan estaba dispuesto a probar nuevas cosas con el pecoso, pero experimentar también es malo, sobre todo cuando se trata de intoxicarte a mitad de la noche con tu presunto amante.
Tomaban un vaso de cerveza mientras jugaban a la botella en un círculo de aproximadamente diez pre-universitarios, todo había ido tranquilo hasta que retaron a Kyle a besuquearse con la primera persona que pasara frente a él, Stan vio con desprecio como un tipo iba a acercarse intencionalmente pero con ayuda de un codazo lo alejó y fue él quien se acercó, tomó Broflovski por los hombros y lo levantó de donde estaba, plantándole un profundo beso en los labios con todos como espectadores, pasados unos segundos los demás presentes comenzaron a incomodarse pues la pareja parecía comerse el uno al otro, no fue hasta que Marsh sintió algo duro rozarse en su muslo que supo que estaban yendo demasiado lejos, así que terminó el beso y tomó al pelirrojo de la mano para sacarlo de ahí, con las risas y burlas de los demás de fondo.
Paró frente a la puerta principal de la casa, mientras Kyle observaba como Stan intercambiaba un par de palabras con un tipo que estaba ahí plantado desde que llegaron; Marsh se disponía a conseguir algunas anfetaminas para ambos, una vez lo logro arrastró al pecoso con él y ya apartados de todos le ofreció un poco de lo que antes había comprado.
—¿Qué carajos es eso? —el pelirrojo estaba horrorizado mientras veía a su amigo-no-tan-amigo inyectarse alguna porquería en el brazo—. ¿Stan?
—Sólo son anfetaminas, ven, te daré tu parte.
—¡¿Qué?! Claro que no, yo no quiero ninguna basura corriendo por mis arterias.
—Estarás bien, te sentirás genial después… Pero si no quieres hacer esto lo entiendo —hablaba cabizbajo, tratando de convencer al pelirrojo con un enfermo método de lástima que había aprendido de su madre; se había propuesto destrozarlo también a él y eso es lo que haría.
Kyle admiraba sus gestos con atención, como éste había escondido su rostro bajando la cabeza y como su voz parecía debilitarse con cada palabra, sabía que se ponía mal cuando no lo acompañaba al experimentar con alguna droga nueva así que no podía decirle que no. Soltando un suspiro, subió la manga de su suéter naranja, dejando a la vista sus marcadas venas.
—De acuerdo, hazlo, pero sólo un poco, ¿entendido?
Una sonrisa se instaló en el rostro del azabache al escuchar las palabras del rizado y sin más tiempo que perder inyectó toda la sustancia en el brazo de Kyle. Esto apenas comenzaba.
(…)
Los jadeos abundaban en la habitación del pelirrojo; apenas inyectada aquella droga despertó algo dentro de ellos, sobre todo en Broflovski, quién no paraba de tomar los labios de Stan. Ambos estaban sobre la cama, hincados en ésta mientras se abrazaban.
En un movimiento rápido Kyle tomó el control colocándose encima de Marsh, observándole con lascivia.
—Vamos cariño, quítatelo —alentó con una sonrisa juguetona.
Entonces el más alto retiró su camisa, dejando su torso al descubierto de la mirada hambrienta del pelirrojo, quién también retiró la suya; siguieron besándose dispuestos a lanzar su pantalones a cualquier lado de la habitación pero justo cuando sólo faltaba sacar la prenda de sus pies alguien entró.
—¡¿Papá?! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!
—Eso debería preguntártelo a ti. ¿Quién es él? —su padre realmente parecía estar conteniéndose de no sacar a Stan de ahí a patadas.
—Luego te explico… Él ya se iba, ¿cierto? —Kyle estaba sonrojado hasta las orejas, tanto que su rostro iniciaba a adoptar el color de su cabello.
Mientras tanto Marsh estaba pasmado, seguía intentando reaccionar ante la bochornosa situación en la que se encontraba. Definitivamente no había dado una buena primera impresión a su “suegro”.
—S-sí, lo siento, señor. Yo ya me iba, lamento todo esto, señor. Adiós, señor —con una mirada de disculpa para el pecoso salió rápidamente de la casa; acababa de estropear cualquier posibilidad de llevarse bien con el señor Broflovski... Y extrañamente se sentía bien.
Una vez en las calles de aquel barrio corrió bajo la fresca brisa de otoño, estaba feliz, y completamente seguro que el efecto de las anfetaminas ya había pasado pero entonces… ¿Por qué esta sensación era casi idéntica a doparse? Quizás el morbo de un adolescente desenfrenado al ser descubierto justo antes del acto o tal vez por haber besado a Kyle por incontables minutos y casi entregarse el uno al otro... E indiscutiblemente eso último era lo más gay que había pensado jamás.
Noviembre, nunca te vayas.
(…)
—¿Y bien? ¿Quién era ese vago?
—¿En serio vamos a hablar de esto? —se quejó, girando en la cama para darle la espalda a su padre.
—Sí, porque estoy seguro que él es la razón por la que ya no llegas a dormir a casa, y si lo haces, apestas a alcohol y marihuana. Kyle, soy tu padre, y no puedes hacer lo que quieras cada que se te dé la gana.
—Mamá me lo permitiría —la expresión del pelirrojo denotaba indiferencia, sus ojos eran gélidos; no quería que su padre lo viera llorar, ya no más.
—Pero ella ya no está, entiéndelo; sé que desde que se fue te viniste abajo muchas veces y yo no estuve aquí para apoyarte, pero por favor, no trates de sacar toda esa rabia y tristeza alcoholizándote porque no lograras nada bueno. Y si sigues frecuentando a ese muchacho sólo traerás más líos a tu vida.
—Quizás yo quiera más desastre en mi vida.
—No, lo único que tú quieres es hacerte la víctima, dar lástima a quién sea que tengas enfrente, y en cuanto a él, sólo te está dañando más.
Su padre salió después de eso, y Kyle sólo estaba ahí, rechinando los dientes en un esfuerzo por contener el llanto. Odiaba tanto que su padre, quién se supone le apoyaría en todo, sólo se dedicase a recordarle que era una puta tragedia.
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RusMexWeek (Zombie Apocalypse)
- Por favor no me mires así. - México jaló suavemente de la cuerda en su mano, acercando al alto chico que no dejaba de observar sus movimientos. - Rusia, basta. - El nombrado de brazos atados se agachó sobre el pequeño mexicano, poniendo su rostro entre su cuello y hombro, estaba fascinado por el dulce aroma que salía del cuerpo debajo de él.
- ¿Otra vez intentando morderme? - México colocó su pie derecho detrás de uno de los pies Rusia, para luego empujarlo con brusquedad por su pecho, haciendo que este cayera al suelo sin ninguna posibilidad de detener la caída con las manos. - Sabes que no me gusta que te me acerques así, ¿podrías parar con eso? - El ruso no dijo nada, simplemente se removió con dificultad en el suelo, intentando ponerse de pie, pero necesitaba de sus manos para tal acción.
- Deja te ayudo. - México se acercó tranquilamente al chico en el suelo, para luego posicionarse detrás de él y empujarlo con todas sus fuerzas para lograr que se volviera a estar sobre sus dos pies. - Listo, nuevamente estás con tus dos pies en la tierra. - El mexicano le sonrió al contrario, quien desvió su vista hacia la ventana, había una extraña ave de colores rojizos posada en el marco de metal.
- ¿Te gustan los pájaros? - Nuevamente no hubo respuesta, Rusia caminó tambaleante hasta la ventana, espantando al hermoso animal alado que había en ella. - Parece que lo asustaste... - El de ushanka bajo la mirada, contemplando con curiosidad la vestimenta que llevaba puesta; tenía unas negras botas militares llenas de sangre seca, un pantalón de camuflaje con pocas manchas y con solo un rasguño, y por último estaba su camisa, la cual era de color gris, era la prenda que más vieja y maltratada se veía.
- Se que la camisa no está en las mejores condiciones, pero no puedo soltarte para cambiártela, espero entiendas. - Rusia vió una vez la ventana, podía observar un hermoso cielo despejado con un brillante sol iluminando el cuarto con sus cálidos rayos.
- ¿Podrías alejarte de la ventana? No hay nada nuevo que ver. - México caminó hasta el ruso, se agachó por el pedazo de cuerda en el suelo y jaló al contrario lejos de la ventana, llevándolo a paso lento hacía su alcoba.
- Me voy a cambiar, sé un buen chico y vigila la puerta. - El mexicano amarró a Rusia al picaporte de la puerta, para luego entrar en la habitación y darle una última jalada al chico de gran altura al momento de cerrar aquel gran trozo de madera que daba entrada a la alcoba.
El de ushanka inspeccionó su alrededor, se encontraba en un pequeño pasillo de color azul claro, había fotos y cuadros por todo el largo de las paredes, él aparecía en varias de esas imágenes, siendo acompañado siempre por el chico del otro lado de la puerta.
- ¡Vigila bien! - Rusia se tensó en su lugar, para luego dirigir su vista a la puerta al final del pasillo, había un ruido extraño sonando del otro lado y parecía aumentar con el paso de los segundos; aquel sonido estaba poniendo muy nervioso al ruso, quien quería ir a ver que era lo que causaba el ruido, pero la cuerda firmemente atada al picaporte se lo impedía.
- Deja de mover tanto la puerta, ya casi estoy listo. - Rusia arrancó la perilla en un fuerte movimiento, dejando al chico dentro encerrado; ya había reconocido el sonido, eran los pasos y el aliento de alguien corriendo, y se encontraba corriendo en su dirección.
- ¡Rusia! - México pateaba y golpeaba la puerta, él también había oído los pasos, y eso no era bueno, su departamento era el último, si alguien había logrado subir hasta allá sólo tendría de opción su puerta, lo que significaba que el ruso tendría que enfrentar al intruso estando de manos atadas.
- ¡No! - Un hacha atravesó la puerta, tirando una de las tablas que la bloqueaba, Rusia se posicionó, estaría listo para atacar a quien sea que estuviera haciendo añicos la puerta.
- You got it! (¡Lo lograste!) - Una gran mano cubierta con un guante de cuero negro entró por el agujero recién hecho en la puerta, para luego tomar la manija en ella y remover el seguro. - There must be someone inside, it was barricaded on the other side, hold your ax well. (Debe haber alguien adentro, la puerta fue barricada por el otro lado, sostén bien el hacha.) -
- Ready? (¿Listo?) -
- Oui je suis- (Si, estoy-) - Ambos intrusos fueron interrumpidos por un fuerte empujón en la puerta, quien fuese que estuviese dentro había dado el primer paso, tomando a ambos por sorpresa.
- Canada! (¡Canadá!) -
- Je vais bien, mais regarde! (Estoy bien, ¡pero mira!) - EEUU se apoyó con los codos sobre su hermano, ambos habían caído al suelo con el fuerte empujón, por suerte para el de estrellas, el más alto le había amortiguado la caída.
- Oh this can't be good... (Oh esto no puede ser bueno...) - El estadounidense vió con fastidio hacia donde el dedo de su hermano apuntaba, había un gran chico frente a ellos con la cabeza agachada y varias cuerdas alrededor de su cuerpo.
- Aww someone has a puppy. (Aww alguien tiene un cachorro.) - Rusia levantó su vista ante aquellas palabras, sus ojos brillaban con un estremecedor color carmesí, sus intenciones de atacar eran obvias.
- ¡No le hagan daño, está amarrado! -
- And there's the owner. (Y ahí está el dueño.) - EEUU sonrió con burla, para luego aventarse al lado izquierdo del pasillo al tiempo que empujaba a su hermano contra el baranda de las escaleras con su pie derecho. - Move! (¡Muévete!) -
Rusia pasó por el medio de los dos países a una velocidad inhumana, chocando por error con la pared frente a él, no había estado planeado el que ambos chicos le esquivaran.
- Frère, le pistolet! (¡Hermano, la pistola!) - EEUU llevó su mano hasta donde mantenía guardada aquel arma letal, pero no sintió absolutamente nada, había perdido la pistola al inicio de su batalla por la supervivencia.
- ¡Paren! ¡No puede hacerles daño! - El estadounidense chasqueó la legua, el alto chico frente a él tenía la vista fija sobre su hermano, se veía más furioso que antes y se notaba el como ponía sus manos contra la pared para tomar más impulso.
- Oh no, you won't. (Oh no, no lo harás.) - El de gafas de sol tomó el hacha que se encontraba en el suelo junto a él, la levantó lo mejor que pudo por sobre su cabeza y la lanzó con todas sus fuerzas contra el endemoniado chico que corría hacia su hermano.
- Tu crains! (¡Eres un inútil!) - Canadá fue tacleado por el enorme chico de gorro invernal, su estúpido hermano había lanzado su única arma por las escaleras, fallando por una gran distancia a su objetivo.
- It is your fault, you make it look easy! (¡Es tu culpa, lo haces lucir fácil!) -
- Tais-toi et aide-moi! (¡Cállate y ayúdame!) - Canadá tenía sus manos en los hombros de Rusia, quien intentaba desesperadamente acercarse al cuello del chico bajo él, si no podía usar sus manos como armas, se aseguraría de dar un letal ataque con sus dientes.
- Look for the gun! (¡Busca la pistola!) - EEUU jaló al alto chico fuera del cuerpo de su hermano, mandándolo con fuerza contra el suelo, con sus brazos y espalda pegados a este. El estadounidense se subió al pecho del ruso y comenzó a golpear su cabeza y cara lo más fuerte que podía, quería dejarlo inconsciente, pero únicamente logró romper los seguros del bozal que llevaba, dejando que unos grandes y letales colmillos fuesen ahora su mayor problema. - Shit! (¡Mierda!) -
Rusia atrapó con su mandíbula el brazo derecho del chico que lo golpeaba sin piedad; sus grandes y afilados colmillos habían pasado sin problema alguno la suave piel blanca, haciendo que grandes chorros de sangre brotaran de las nuevas heridas, manchando a ambos.
- Frère! (¡Brother!) - Canadá sacó la pistola de su hermano de debajo de un mueble junto a la destrozada puerta, luego volteó asustado hasta donde su único ser querido con vida y sintió su corazón retorcerse en un dolor inimaginable. - Non! (¡No!) - Un gran trozo de carne fue arrancado del brazo de EEUU haciéndolo soltar un desgarrador grito, Canadá apuntó con su arma a aquel despreciable ser que tragaba con una gran sonrisa la carne roja y sangrienta de su hermano.
- ¡NO! - Un gran disparo interrumpió los gritos de agonía de EEUU y los gritos y sollozos de un desesperado México. Rusia cayó al suelo sin vida, el canadiense había enviado a volar la mitad de su rostro.
- États-Unis! (¡Estados Unidos!) - Canadá corrió en pánico hasta su hermano, envolviendo el gran agujero en su brazo con ambas manos, el más chico estaba perdiendo demasiada sangre. - Tu seras bien! Je promets! (¡Vas a estar bien! ¡Te lo prometo!) -
- Don't say that bullshit, we both know that i'm about to die. (No digas esa mierda, ambos sabemos que estoy apunto de morir.) - EEUU jaló su brazo fuera del fuerte agarre de su hermano. - Give me the gun. (Dame la pistola.) -
- Non! (¡No!) - Canadá alejó la pistola de la temblorosa mano de su hermano, no lo dejaría irse, no así, él era todo lo que le quedaba, si llegaba a perderlo él, él... él se quedaría completamente solo...
- Stop crying, I hate to see you like that, you look pathetic (Deja de llorar, detesto verte así, luces patético.) - El canadiense acarició la cara de su hermano, pasando cercas de esos profundos ojos negros que el otro insistía tanto en ocultar con las gafas de sol.
- Allez-vous vraiment m'insulter en mourant? (¿Piensas insultarme incluso cuando estás muriendo?) - Ambos países rieron levemente siendo EEUU interrumpido por una gran cantidad de sangre subiendo por su garganta, para finalmente ser tosida sobre u pecho.
- Just let me do it while I still can... It is inevitable, and you know it. (Sólo déjame hacerlo mientras aún pueda... es inevitable, y tu lo sabes...) - Canadá se limpió las lágrimas con las manos llenas de la sangre de su hermano, cubriendo la parte blanca de su cara con tan vital líquido; él sabía tan bien como su hermano que el de estrellas no sobreviviría a tan fatal herida. - If I see your face on the other side short after this, trust me, surviving the zombie apocalypse won't be nothing compared to what I will do to you down in hell. (Si veo tu cara al otro lado poco después de esto, créeme, sobrevivir al apocalipsis zombie no será nada comparado con lo que te haré en el infierno.) - El canadiense puso la pistola en la mano sana de su hermano, para luego ver destrozado como el mayor se metía aquella arma de fuego a la boca.
- I love you. (Te amo.) - EEUU le sonrió por última vez a su hermano, jamás le diría lo mucho que lo amaba y apreciaba.
Un segundo disparo fue dado en aquel abandonado edificio, un gran charco de sangre comenzó s formarse debajo del recién fallecido, con su hermano llorando desconsoladamente en su pecho.
Los sollozos de dos chicos se volvieron uno, tanto Canadá como México habían perdido a su último ser querido bajo la misma carga letal propiedad de un fallecido Estados Unidos. Poco se imaginan que tan desgarrador recuerdo lo mantendría unidos hasta el fin de sus vidas...
• ~ • ~ •
Me disculpo si hice llorar a alguien, pero es que me entristece que este especial haya llegado ya a su fin, en verdad disfruté mucho de esta gran idea, crear una historia para cada tema en tan sólo 24 horas fue todo un reto.
¿Qué les pareció el final? Decidí concluir el RusMex como el inicio una historia CanMex, espero no me odien por eso.
¿Supieron desde un principio que Rusia era un zombie? Creo que me salió algo obvio...
Como sea, espero hayan disfrutado de este tanto como yo o incluso más, nos leemos pronto.
Con amors, Ron. 💕
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Warriors | WMatsui - Capítulo 28 (Traducción al español)
Un largo y feliz suspiro escapó de los labios de Mayu mientras disfrutaba de un descanso bajo la sombra de las grandes ramas de un árbol de arce. Desde su posición en la cima de la colina, tenía una vista privilegiada sobre las tierras del clan Shinoda. La residencia de la cabeza del clan. Los cuarteles privados de los samuráis. Los establos que retenían a más de doscientos caballos de cada color y tipo: negros, blancos, grises, castaños, roanos y bayos; caballos de carga, de guerra y de equitación. Los templos budistas, lugares principales de oración. El cementerio, donde las personas iban a llorar a los que perdieron, muchos soldados cayeron durante la última gran guerra. Pero también, las pequeñas casas, tabernas y centros mercantiles, que se extendían por el valle hasta donde la mirada podía llegar.
El movimiento, el ajetreo, la energía. Le recodaba su infancia. Como el clan Watanabe solía ser cuando se levantaba orgulloso como una de las principales autoridades del país.
La remembranza de su herencia perdida le dio a Mayu un golpe de melancolía, pero firmemente lo empujó hacia el fondo de su mente. Era feliz viviendo ahí. Cada día que pasaba, estaba agradecida con Shinoda-san por haber aceptado que se quedaran. Al menos, estaban fuera de las calles, llenas de individuos de mala fama listos para quitarles sus escasos recursos. Mayu se sentía segura dentro de esas paredes, y no estaba temerosa de llamarlas su nuevo hogar.
Se había establecido en lo que probaba ser una vida ideal, con solo una nube en el horizonte. Su hermana, Jurina, quien había tenido dificultad para ajustarse a su nueva rutina del día a día. Tal vez era su lado optimista el que hablaba, pero Mayu deseaba mantenerse positiva. Creer que ella podía llegar a apreciar esta segunda oportunidad que la vida les daba.
El bosque de arces se había convertido en un mar de rojos, naranjas y amarillos. El pasto se mecía con la brisa de otoño, el sol bañaba el follaje y las flores con sus rayos dorados. Ya no estaba el abrazador calor del verano. Mayu encontró la temperatura actual, ni caliente ni fría, agradable. Había escuchado que, en esta región del norte, el invierno podía ser despiadado. Algunos años, los habitantes habían presenciado incluso los lagos congelarse. La sola idea la hizo temblar, y esperó que su delgado kimono fuera suficiente para mantenerla caliente. Había pasado toda su infancia en el sur de Japón, donde el clan Watanabe solía estar ubicado. Solo hasta ahora, ella y su hermana habían empezado a viajar al norte.
Nunca había tenido la oportunidad de ver las tierras cubiertas con la sustancia blanca que la gente llamaba nieve. La idea secretamente la hacía emocionarse.
Los ojos de Mayu se cerraron. Relajada, su cuerpo se sentía más pesado. No estaba particularmente cansada, pero la atmosfera era serena. Se dejó ir. Sin ninguna advertencia, cierto beso llegó a su mente, y estaba bien despierta. Su corazón dio un salto. Levantó su mano hacia sus labios; estos temblaron ligeramente ante el toque. Una tímida, pero feliz sonrisa se esparció por su rostro. El recuerdo del suave y cálido beso que había compartido con la instructora de kyudo era vívido y nítido.
Había huecos en su memoria concernientes a esa noche en particular, y culpaba al excesivo uso del alcohol. Siempre había sido alguien que bebía poco, y no se podía explicar porqué se había dejado llevar. A pesar de su mente borrosa sobre el curso de los eventos, no había imaginado el beso. Había tenido un momento complicado creyendo que ocurrió. Por meses, su atracción por Kashiwagi-san creció, pero dudaba sobre hacer el primer movimiento.
¿Qué tal si su protectora era gentil y atenta por compromiso? Mayu había visto un par de señales sugiriendo un interés romántico mutuo. La atención personal, el constante contacto visual, la proximidad física. Y, ¿Qué pasaba con la noche en la que Jurina había dejado el dormitorio con prisa después de una violenta pesadilla, y Kashiwagi-san, siendo testigo de la confusión de Mayu, la había invitado a su habitación y dado confort?
Conforme los días se convirtieron semanas, y las semanas se convirtieron meses, la protegida y su protectora se volvieron más cercanas que nunca. Su relación no progresó tanto como Mayu secretamente deseaba, pero tampoco quería tomar el riesgo de sobrepasar los límites. ¿Qué pasaba si Kashiwagi-san se contenía a sí misma por la misma razón, y creía que una relación romántica entre ellas era inapropiada? El beso, recíproco, había puesto fin a cualquier duda, y llenado el corazón de Mayu con felicidad.
Ante el sonido de hojas y ramas pisadas, Mayu salió de su ensoñación. Sus ojos se abrieron, encontrando a Jurina de pie en frente suyo. Mayu parpadeó, regresando a la realidad. El deleite de su hermana llamando su atención. “Veo que algunos hábitos no cambian.”
Mayu reajustó su posición sentada, avergonzada de haber estado tan perdida en sus pensamientos que no escuchó a alguien acercarse. “¿Qué quieres decir?”
“Me recuerda cuando éramos pequeñas. ¿Qué tan seguido te encontré tomando una siesta debajo de un árbol de cerezo?”
“Quieres decir…” continuó Mayu, en un ligero tono jocoso. “¿Quieres decir cuando escapabas de tus guardaespaldas y explorabas las tierras de nuestro clan, desapareciendo por horas, algunas veces incluso hasta el anochecer?”
Jurina se dejó caer a su lado y apoyó se espalda contra el árbol. “No es mi culpa si eran demasiado lentos para alcanzarme.”
Mayu dejó salir una pequeña risa. “Siempre recordaré la furia de padre cuando el guardaespaldas confesaba haberte perdido. ¿Cuántas veces cambió tu guardaespaldas? ¿Cuatro? ¿Cinco?”
“No tengo idea.” Jurina encogió sus hombros, sonriendo. “Nunca hizo una diferencia de todos modos.”
Mayu rio abiertamente. Un confortable silencio cayó sobre ellas, durante el cual disfrutaron de la vista y de la presencia de la otra. Cada tanto, Mayu echaría una rápida mirada a Jurina cuando ella no estaba prestando atención. Se sentía tan afortunada de tenerla a su lado. Habían soportado tantas dificultades. El asesinato de su padre. La caída de su clan. Años de vagar sin descanso. La vida en el clan Shinoda era un nuevo comienzo; una oportunidad de poner su doloroso pasado atrás.
“¿Por qué no te unes a las lecciones de Rena-san? No has venido al dojo. Necesitas aprender kenjutsu.”
Mayu se movió, inquieta. “Gracias, pero… estoy bien con el kyudo. Me sienta mejor.”
Continuó un incómodo silencio.
“Estás pasando mucho tiempo con Kashiwagi-san. La sigues donde sea. Casi no dejas su lado en todo el día.”
“¿De qué estas hablando?” preguntó Mayu, sorprendida por su manifiesta desaprobación.
“No estoy ciega,” Jurina rodó sus ojos. “Tienes esa expresión soñadora cuando interactúas con ella. Tienes un enamoramiento. Espero que no te estés haciendo falsas ilusiones sobre su relación.”
“N-Nos besamos,” dijo Mayu de golpe.
La boca de Jurina se abrió. “¿Qué? ¡¿Cuándo?!”
Mayu dudó. “El otro día, después de la cena organizada por Shinoda-dono. Kashiwagi-san se ofreció a acompañarme de vuelta a mi habitación, y nos be—"
“¡¿Se aprovechó de ti?!”
“¿Q-Qué? No… Kashiwagi-san no es—”
“¡Sabía que no podía confiar en ella!” Jurina se puso de pie abruptamente. “¡Le advertí que no jugara con tus sentimientos, pero tomó la oportunidad apenas vio una! ¡Te usó durante un momento de debilidad! ¿Qué más te hizo? ¡Dime! ¡Tienes que decirme todo!”
Su arrebato dejo a Mayu sin palabras.
“¿Siguiera recuerdas lo que paso esa noche?” preguntó Jurina, en un ligero tono de burla. “No, por supuesto que no. Déjame refrescar tu memoria. Hasegawa-san te acosó toda la noche. Te hizo beber una y otra vez, y tú eras demasiado amable y educada para rehusarte. ¡No tuve opción más que intervenir para detenerlo! No estaría sorprendida si tu estabas la mitad de borracha cuando Kashiwagi-san te encaminó a tu cuarto. ¡Tu amada protectora no levantó un dedo para ayudarte!”
Mayu estaba desconcertada por la furia de Jurina. Procesando la información revelada, armó las piezas faltantes del rompecabezas. Poco a poco, su memoria de esa noche se volvió más clara. “¡Kashiwagi-san no podía decir nada! ¡Podría haber causado un incidente!”
“Tss. Que excusa tan tonta,” Jurina resopló, cruzando sus brazos sobre su pecho. “Era demasiado cobarde para actuar, y me vi obligada a intervenir.”
“¡Sí, y pudo haberte matado! ¿Y que quieres decir con 'advertirle no jugar' con mis sentimientos?”
“Exactamente lo que dije,” Jurina habló con confianza. “Tuve una conversación muy clara con ella sobre el tema. No voy a dejar a nadie jugar contigo.”
A Mayu no le gustaba discutir con ella. Los conflictos la dejaban emocional y mentalmente drenada. Pero esto era demasiado. No podía aceptar o condonar lo que se había atrevido a hacer a sus espaldas. “¡No puedo creer que hicieras eso!” Mayu se puso de pie, la ira burbujeando dentro suyo. “¿Cómo pudiste? ¡No tienes derecho!”
Si Jurina estaba sorprendida por su elevado tono, no lo demostró. “Eres mi hermana, y es mi papel protegerte. No confió en Kashiwagi-san. Nunca lo hice. Aun menos después de su comportamiento durante la cena.”
“No la conoces como yo lo hago. ¡Kashiwagi-san es una buena persona!”
“Eres ingenua.” Jurina no era fácil de disuadir. “Siempre ves lo mejor en las personas. Kashiwagi-san está actuando amable para acercarse a ti. Una vez obtenga lo que quiere, se deshará de ti sin ningún remordimiento.”
“Siempre crees que todos tienen malas intenciones. Sé lo que mi corazón siente y que Kashiwagi-san siente lo mismo. ¡Yo no juzgo tu relación con Matsui-san!”
“E-Es diferente.”
“¿Cómo es diferente?” Mayu respondió. Su hermana evadió su mirada, y Mayu supuso que la había tomado con la guardia baja. “No voy a pretender que entiendo por completo la naturaleza de la relación que ustedes dos tienen. Pero mírame a los ojos y dime que no tienes sentimientos por ella. ¿O quieres que crea que es simple coqueteo? ¿Qué no es serio?”
Cuando la más joven no respondió, Mayu agregó. “Creo que ambas estamos experimentando lo mismo. Conocimos a alguien que nos hace sentir algo diferente; algo nuevo y poderoso. Pero al menos, yo soy honesta sobre ello, y no tengo miedo de decirlo.”
Mayu estaba cara a cara con Jurina. Quería que se diera cuenta que ella creía en cada palabra, y nada ni nadie, la harían cambiar de opinión. Casi esperaba que contratacara con una respuesta inteligente. Pero contra todo pronóstico, los labios de Jurina permanecieron firmemente sellados. Mayu dio un paso hacia atrás, y lentamente se alejó caminando. Su acalorado debate la había dejado agitada, y le tomaría un tanto recobrarse, pero también estaba orgullosa de haber sido lo suficientemente valiente para defender sus convicciones.
* * * * * *
“Esta totalmente cegada por Kashiwagi-san,” Jurina murmuró, apoyando su espalda contra el establo. “No le permite pensar con claridad.”
El relincho de su caballo la distrajo. “¿Qué?” Arqueó una ceja hacia su negro semental, encontrándose con su visible desaprobación. El animal inclinó su cabeza hacia su izquierda, apuntando su nariz hacia la silla intacta en el estante. “¡Sí, sí, nos estamos yendo! ¡Puedes ser tan impaciente, a veces!”
Jurina se apartó de la puerta del compartimiento y recogió la silla de montar, arrojándola sobre el caballo. Toda la mañana, no pudo sacar de su cabeza su discusión con Mayu. Había tomado la dirección de los establos, esperando que un paseo le ayudara a disipar su mal humor. “¿Por qué no me escucha?” gruñó, poniendo la brida. “Sé que estoy en lo correcto, ¿cierto?” Estudió la reacción de su caballo, esperando apoyo y comprensión, pero todo lo que obtuvo a cambio fue una mirada silenciosa.
Akihira-kun, el mozo de trece años del establo, quien cepillaba la anudada melena beige de un caballo, habló con voz baja y vacilante. “¿E-Está todo bien, Watanabe-san?”
Jurina le dirigió un rápido vistazo. “Sí, sí,” respondió, tratando de sonar lo más indiferente posible. Una completa mentira. Ella estaba lo que sea, menos bien.
“¡Y cómo puede compararla con mi relación con Rena-san! ¡Es ridículo! ¡Es completamente diferente!”
Una cabeza castaña surgió sobre el compartimiento de al lado. La tranquila y apacible yegua de su protectora apareció, y movió sus orejas en un amistoso saludo hacia ella. El semental ignoró la presencia de Jurina y saludó a la yegua con una mordida, frotando sus fosas nasales contra la cabeza de la hembra.
“Grandioso,” gruñó Jurina, su frustración creciendo. “Recuérdame, ¿Quién te defendió cuando Rena-san no quería que ustedes dos estuvieran juntos? ¡Yo! ¡Así que, al menos pretende que estas interesado en mis problemas!”
El semental volvió la cabeza parcialmente hacia su dueña y resopló en respuesta.
La puerta principal de los establos se abrió, y Jurina desvió su atención de la pareja hacia el grupo de cuatro hombres que entraban. Entre ellos, Jurina reconoció a dos aprendices de kenjutsu, Tanaka-san y Matsuura-san. No pudo identificar a los otros dos, pero por sus atuendos azul oscuro, concluyó que eran jóvenes shinobis al servicio de Kitahara-san. Olvidando su propio paseo a caballo, observó cómo se desarrollaba la escena. Los cuatro caballos ensillados y preparados. Los grandes y pesados paquetes. Las armas ocultas debajo de los kimonos o envueltas en ropa oscura.
Este grupo de hombres llamó su atención.
Incapaz de contener su curiosidad, Jurina se acercó a ellos. “¿Van a algún lado? Parecen preparados para un largo viaje.”
“W-Watanabe-san.” Tanaka-san dio media vuelta. “Oh no, solo estamos yendo a la aldea.”
“¿Tan fuertemente armados y con suministro de alimentos para cuánto? ¿Una semana? ¿Alguien te ha dicho antes que eres un terrible mentiroso?”
“Si no estas al tanto, significa que Matsui-dono no confía lo suficiente en ti,” Matsuura-san intervino, riéndose.
Jurina lo fulminó con la mirada. Su mano viajó hacia la empuñadura de su katana, soltándola de su guardia. Su protectora le había pedido que trabajara en su temperamento y que socializara con los otros aprendices. Sobre el primer punto, Jurina había hecho esfuerzos. ¿En ocasiones perdió la calma? Sí, lo hizo, pero había hecho un gran progreso. Tres meses antes, ya habría sacado su espada y desafiado a un duelo.
Respecto a su relación con los otros aprendices, era una historia diferente. Al principio, cualquier oportunidad era buena para desafiarlos a peleas espontaneas. Se dio cuenta de la adrenalina recorriendo sus venas cuando sus espadas chocaban juntas. Eventualmente, su sed se redujo a un nivel más razonable, y estaba satisfecha con los entrenamientos diarios y torneos regulares. Jurina tenía sentimientos neutrales hacia la mayoría de sus compañeros. No había desarrollados ninguna amistad, pero algunos habían ganado su respeto, tal como Tanaka-san, a quien ella consideraba un oponente valioso. Sin embargo, si había un aprendiz con quien se mantenía en permanente conflicto, era el pretencioso y seguro de sí mismo Matsuura-san.
Jurina soltó el agarre en la tsuka de su katana, calmándose. Ignorando la provocación, se dirigió a Tanaka-san. “¿Están yendo a una misión?”
“Sí, lo estamos,” confesó, un poco reluctantemente. “Nos ordenaron patrullar la frontera sur con Ikeda-san y Abe-san.”
Los ojos de Jurina se ensancharon ante la revelación. La frontera sur. Era donde ella y su protectora habían sido atacadas. No podía ser una coincidencia. Jurina pensó en interrogarlo más a fondo, pero se contuvo. A él probablemente le habían dicho solo lo estrictamente mínimo. El grupo montó sus caballos, y trotaron fuera de los establos. ¿Por qué su protectora no la alertó sobre esta misión? ¿Y por qué no era parte de ella? Mientras los cuatro jinetes se desvanecían en la distancia, decidió tener una explicación.
* * * * * *
Jurina hizo su camino directo a las habitaciones de los samuráis, descubriendo que la habitación de Rena estaba vacía. Fue hacia al dojo, encontrando a la instructora de kenjutsu igualmente ausente. Por un instante, se preguntó si había dejado brevemente el clan. No, no fue posible. Su protectora tenía que estar dentro de los terrenos del clan: su caballo todavía estaba presente en los establos. Jurina revisó un par de otras ubicaciones, como el patio y el jardín, sin ningún éxito. Después de media hora de investigación infructuosa, concluyó lo evidente: necesitaba interrogar a un guardia.
El primer guardia demostró ser completamente inútil, no teniendo una sola pista sobre su ubicación. El segundo que interrogó le proporcionó, por fin, la información que buscaba desesperadamente: la instructora de kenjutsu estaba en las cámaras del consejo. Jurina tomó su dirección, sintiéndose algo tonta por omitir ese lugar. Su protectora tenía reuniones periódicas con la cabeza del clan, y últimamente, su presencia era solicitada a diario.
Jurina llegó a destino, pero estaba decepcionada por encontrar las puertas cerradas. Jurina dudó: ¿regresar luego o esperar? Al final, eligió la segunda opción. Ignorando a los dos guardias mirándola con sospecha, se acomodó en el área de espera, rogando porque no tomara demasiado tiempo.
El tiempo pasó lentamente, tan lentamente, que su paciencia se encontró afectada. Nunca había sido la persona más paciente en el mundo – Mayu sería la primera en dar fe de eso – pero esta reunión era inusualmente larga. No importaba. Tendría que posponer esta conversación para después. Jurina se levantó de su silla, decidida a no esperar ni un minuto más, cuando las puertas se abrieron. Un consejero salió a prisa, sus brazos llenos con pergaminos, y Jurina aprovechó la oportunidad para dar un vistazo dentro del salón.
El asombro la lleno. La cabeza del clan no se veía por ninguna parte. Detrás de la oficina donde solía encargarse de las reuniones y reclamos, estaba presente la única maestra de kenjutsu. Con la cabeza gacha, estaba concentrada en la mesa llena de papeles, escuchando al consejero que le daba indicaciones a su lado.
Jurina consideró su siguiente movimiento. ¿Debería de hacerse notar? ¿O dejar a su protectora con sus ocupaciones? No, había esperado demasiado para dar media vuelta. Se aproximó a la entrada, pero fue detenida por un guardia. “¿Tiene una reunión? Matsui-dono pidió no ser molestada.”
“No, no la tengo. Pero quiero hablar con ella.”
“¿Qué ocurre?” La pregunta de Rena sonó desde el interior de la habitación.
“Es Watanabe-san,” anunció el guardia, girando en su dirección. “Quiere hablar con usted. Le he dicho que no desea ser interrumpida.”
“Esta bien. Déjela pasar.”
Jurina caminó adentro y, las puertas se cerraron detrás suyo, no espero para señalar la rareza de la situación. “¿Shinoda-san no está aquí?”
“Momijimori no kami dono esta indispuesta, y está descansando en sus aposentos. Mientras tanto, yo estoy asumiendo sus responsabilidades.”
Jurina frunció el ceño. “¿Está enferma?”
“Es una simple reacción alérgica por la estación.” El tono de su protectora era controlado, pero Jurina detectó una pizca de preocupación en su voz.
“Bueno, por si sirve de algo,” con un ligero tono de broma, Jurina empezó. “Si algo le pasara a la cabeza del clan, usted sería un excelente reemplazo. Prácticamente ya hace el trabajo por ella.”
Las facciones del consejero contorsionadas por la sorpresa y estupor. Rena frunció sus labios en ligera desaprobación, aun así, un velo de diversión cruzó por su rostro. “Perdone el errático sentido del humor de mi protegida. Obviamente, no desea el mal hacia Shinoda-dono. ¿Estoy equivocada, Watanabe-san?”
“Por supuesto que no,” Jurina respondió, suprimiendo una sonrisa. “Espero que Shinoda-dono se encuentre pronto sobre el camino de la recuperación,” continuó, no perdiendo vista de su objetivo primario. “Quiero hablar con usted.”
“Matsui-dono tiene un itinerario ocupado. Estoy seguro de que esta conversación puede esperar,” el consejero intervino firmemente.
“Sí…” la voz de Rena se apagó, con vergüenza. “Suzuki-san tiene razón. Tengo que terminar todos estos papeles para el final del día.”
“No durará mucho,” Jurina trató de sonar tranquila.
Rena podía sentir los ojos del consejero fijos en ella, presionándola, pero se sintió culpable por negarse al deseo de hablar de su protegida. “De acuerdo,” Rena cedió, y bajó hacia la mesa el documento que estaba leyendo. “¿De qué desea hablar?”
La mirada de Jurina cambió hacia el consejero, y Rena descifró el significado del mensaje. “Suzuki-san. ¿Le importaría dejarnos solas?”
El consejero intercambió con ella una mirada de sorpresa, no haciendo un secreto de su descontento. Su boca abierta como si fuera a hablar, y le tomó todo su autocontrol no objetar, reverenciando ligeramente, y dejando la cámara de consejeros.
“No tengo mucho tiempo libre…” El rostro de Rena arrugado; su estrés palpable. “No es que no desee hablar contigo, pero esta carga de trabajo adicional fue inesperada. La temporada otoñal parece afectar la salud de Shinoda-san… más de lo usual. Ha estado mal por los pasados par de días.”
“¿Es cierto que enviaste a Tanaka-san y Matsuura-san en una misión?” Jurina no pretendía ser tan franca, pero la pregunta había estado molestándola todo el día. No pudo contenerse más tiempo; estaba en una desesperada necesidad de respuestas.
“¿Cómo es que…?” Rena la observó, asombrada. “Sí, lo hice. Hace un par de días, Shinoda-san organizó una reunión. Me pidió y a Kitahara-san reunir y enviar a un grupo en una misión de patrullaje. Quiere asegurarse de que las fronteras del clan están bien resguardadas. Es simple rutina.”
“Ambas sabemos que es más que eso. Los envió al sur, donde fuimos atacadas,” Jurina la confrontó con la verdad. “¿Por qué no me elegiste? Soy tu mejor aprendiz. Era la mejor opción.”
“Tanaka-san y Matsuura-san han probado su valía. Escoger a mi protegida hubiera enviado el mensaje equivocado. No quería que Shinoda-san o los otros aprendices creyeran que era parcial en mi decisión.”
Rena sonó extremadamente convincente, pero Jurina no se la compraba. “Esa no es la razón real. No me elegiste porque no confías en mí. No tienes suficiente fe en mí para completar la misión sin arruinarlo.”
“Jurina-san… No, eso no es cierto.”
Jurina se acercó a la mesa, colocando las manos sobre la superficie plana y se inclinó a pulgadas de ella. “Crees que soy incontrolable, ¿no es así? ¿Que no puedo seguir órdenes?” La estudió, tratando de leer su respuesta. “¡Sabes cuánto odio estar encerrada en este lugar! Te lo dije... me abrí a ti. ¡Esta misión, era exactamente lo que necesitaba! ¡Necesitaba la distracción!”
Jurina apartó la mirada, sobrecogida por la vergüenza. Esto no estaba bien. Lo estaba haciendo de nuevo. Perdiendo el control sobre sus emociones. Precisamente contra lo que lucho tan duro. Tomó aire y lo sacó, calmando el rápido latido de su corazón. No era la imagen que quería proyectar. No a su protectora. Quería probar que había cambiado, y que ya no era la impetuosa niña de su primer encuentro.
“Temí que estaría infeliz si llegaba a tu atención. Es cierto, no quise mandarte. Pero no es por la razón que piensas. Por supuesto, tienes problemas en los que trabajar. Tu temperamento, tu independiente y obstinada personalidad. Pero tienes todas las habilidades físicas y de pelea requeridas para completar esta misión.”
“Entonces, ¿Por qué?” dijo Jurina, dejando a su frustración asomarse en su tono. “¿Por qué no me enviaste?”
Rena se puso rígida y tensa, y llevó su atención de vuelta al pergamino enfrente suyo. “No creo que este sea el momento adecuado para esta conversación.”
Jurina sintió una chispa de ira. “No, quiero saber.”
“Jurina-san, por favor.” Rena le envió una mirada suplicante. “Podemos hablar de esto después. Pero ahora no es el mejor momento.”
“¡¿Por qué?!” Jurina golpeó su mano en la mesa. “¡No es justo, Rena-san! ¡Merecía ir en esa misión! No tienes derecho de—”
“¡No quiero perderte!” soltó Rena, su voz temblando furiosamente. “Hace dos años, perdía a alguien. Se suponía que era una misión fácil, pero las cosas no salieron como estaban planeadas. ¡Ella nunca consiguió regresar viva al clan! ¡Murió! ¡No quiero que la misma cosa ocurra contigo! ¿Puedes entender eso?!”
Escalofríos sacudieron el cuerpo de Jurina; la confesión la desestabilizó. Retiró las manos de la mesa y retrocedió. Los profundos ojos marrones de su protectora brillaron y se llenaron con lágrimas no derramadas. ¿Qué se suponía que debía decir? ¿O hacer? Cuando el silencio se volvió insoportablemente largo, Jurina hizo lo primero que se le vino a la mente. Extendió la mano, tocando la mano de Rena. Mientras sostenía su palma, dedos temblaban dentro de los suyos, y Jurina encontró sus ojos llorosos.
“Has llegado a significar tanto para mí.” La voz de Rena se quebró; una lágrima deslizándose por su mejilla. “No puedo aceptar perderte también.”
Jurina estaba a punto de protestar, antes de darse cuenta de la ironía de la situación. ¿Quién era ella para estar en desacuerdo con el deseo de su protectora de proteger a los que le importaban, cuando ella actuaba de la misma manera con Mayu? “Entiendo que quieres protegerme.” Su voz era más tranquila y suave cuando habló. “Pero puedo protegerme—”
Fueron interrumpidas por un golpe en la puerta.
“Perdóname por la interrupción, Matsui-dono.” El consejero, Suzuki-san, se detuvo en la entrada, e hizo una reverencia en muestra de respeto. “El emisario del clan Yokohama ha llegado. ¿Lo recibirá ahora, o debería hacerlo esperar?”
“Oh, cierto.” Ante el recordatorio, Rena se enderezó en su asiento. Notando su mano aun unida con la de Jurina, delicadamente retiró sus dedos de su agarre. “Deje saber al emisario que lo recibiré inmediatamente.”
La discusión estaba terminada. La idea de protestar no cruzó por la mente de Jurina; no podía atrasar a su protectora de sus obligaciones. Jurina lentamente retrocedió de la mesa, sin romper el contacto visual con ella. “Tal vez…” se detuvo por un respiro, insegura. “Tal vez más tarde tendremos la oportunidad de continuar con esta conversación?”
La maestra de kenjutsu no escondió su sorpresa. No respondió inmediatamente, antes de darle un pequeño y silencioso asentimiento de consentimiento.
El rostro de Jurina se relajó en una sonrisa de alivio.
Giró sobre sus talones y regresó sobre sus pasos hacia la salida. En las puertas, hizo una parada y miró por encima del hombro. El consejero, Suzuki-san, ya había llegado al lado de su protectora. Jurina estaba demasiado lejos para distinguir el contenido de su conversación, pero imaginó que la estaba preparando para la próxima reunión. Jurina observó a su protectora con atención, asombrada por su capacidad para recuperar la compostura. En un abrir y cerrar de ojos, su comportamiento había cambiado por completo, su expresión seria, endurecida por el trabajo, no revelaba ni una pulgada de lo que había sucedido en esta habitación.
* * * * * *
Todas las noches, Rena tenía un ritual.
Realizada sus tareas diarias, se despedía de Momijimori no kami y tomaba la dirección de las habitaciones de los samuráis. Después de un arduo día de trabajo – la vida de una maestra kenjutsu era todo menos tranquila – a menudo era el anochecer cuando llegaba a su habitación. Su primera acción era encender la vela en la pequeña mesa, esperar a que creciera la llama e iluminara sus alrededores, y avanzar hacia el estante de armas.
Separando la katana y el wakizashi de su cinturón, disponía de ellos y procedía a desvestirse. Se quitaba la hakama y el kimono, cambiando su ropa diaria por su yukata nocturna. Antes de acostarse en el futón, comprobaba que su tanto estuviera seguro debajo de la almohada, antes de caer en un sueño profundo, el agotamiento derrotándola.
Esta tarde siguió el mismo camino, con una excepción. Cuando Rena retiró sus armas y las colocó en el estante, arregló el ninjato que yacía arriba. Trató de no pensar en ello, pero era incapaz de apartar la mirada. La familiar espada la trajo de vuelta a la conversación que tuvo lugar en las cámaras del consejo, una que provocó que los recuerdos dolorosos volvieran a surgir.
Rena la sacó del estante; sus dedos se deslizaron por la superficie de la cuchilla plana de 30 pulgadas. Ese momento de su pasado se suponía que permanecería enterrado profundamente dentro suyo. Solo dos personas, Shinoda-dono y Kitahara-san, habían sido testigos de la escena y vieron cuán devastada la había dejado la muerte de Airi. El monstruo que tomó el control. Su delirio y su furia destructiva. No era un recuerdo del que estuviera orgullosa y deseaba poder borrarlo de su mente para siempre. Desafortunadamente, todavía la atormentaba.
Las personas elogiaban su benevolencia y buenos modales, su firme educación y habilidad para nunca dejar que sus emociones nublaran su juicio. Aparte de su mala conducta hace dos años, los había mantenido bajo control. Su encuentro con la joven hermana Watanabe había alterado la estabilidad de su perfectamente organizada vida diaria. Después de la confesión que soltó su boca en las cámaras del consejo, no se reconoció a sí misma. No era su estilo revelar tal información personal. La debilidad que había mostrado. La dejó perturbada y avergonzada, y era afortunada de que solo una persona hubiera sido testigo de eso.
“¿Puedo entrar?”
La familiar voz femenina, vacilante detrás de la puerta del dormitorio, la distrajo de sus pensamientos. Rena despejó su cabeza, y cuidadosamente colocó el ninjato en su lugar. Ante la pregunta, su boca se estiró con una sonrisa. “¿Desde cuando mi protegida pide mi permiso para entrar?”
El panel de fusuma se deslizó lentamente. “Desde que aprendí que no es apropiado entrar en la habitación de alguien más sin su permiso,” dijo Jurina, travesura brillando en sus ojos. “Así que, ¿eso es un sí? No has respondido.”
Rena suprimió su urgencia por reír. “Sí, Jurina-san. Puedes entrar.”
Jurina entró a la habitación, cerrando el panel de fusuma detrás de ella, y conectando su mirada con la suya. Se quedaron en silencio y Rena dio media vuelta, ocupándose con desatar su hakama. Se convenció a sí misma que solo estaba siguiendo su ritual nocturno, pero revelar secretos de su pasado la habían dejado vulnerable. No sabía como confrontar la situación. Rena hurgó en el hakama, el nudo resistiéndose. Sus dedos, usualmente tan inteligentes y hábiles, parecían haber perdido toda su destreza.
“¿Necesitas ayuda?” Jurina se movió detrás de ella y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, acunándola contra ella. Rena se puso rígida en sorpresa. “Es divertido. Siempre pareces tener problemas con tu hakama. La ultima vez, no podías atarla apropiadamente. Ahora, tienes dificultades quitándotela. ¿Qué harías sin mí?”
Le llevó unos segundos recordar a qué se refería. Ese día en el lago regresó con vívida claridad, y sus mejillas se sonrojaron en vergüenza. Se dio la vuelta en el abrazo y frunció el ceño ante la sonrisa de maliciosa de su protegida. Las manos de Jurina no esperaron para trabajar en el himo delantero de su hakama, lo desataron y luego se movieron hacia atrás. Rena observó mientras seguía el proceso, respetando los pasos, impresionada por su calma y diligencia.
“Veo que no tengo nada más que enseñarte.” Rena le sonrió cálidamente.
Mientras una sonrisa aparecía en la esquina de los labios de Jurina, portaba una expresión seria y pensativa. “Sabes… esta bien. No estoy molesta.”
Hubo una pausa por la sorpresa. “¿No lo estás?” Rena mordió su labio, tratando de mantener su voz casual. “Entonces, creo que debí de imaginar tu enojo cuando entraste a la cámara del consejo y me interrogaste sobre la misión.”
La expresión de Jurina se nubló con inquietud. “Sí, estaba furiosa contigo. Molesta, decepcionada y enojada. Pero ya no más.”
Rena vaciló entre el desconcierto y la incredulidad. “Pero tienes todo el derecho de estarlo. Merecías ir en esa misión.”
“Te explicaste. Me hablaste sobre tu pasado. Después de lo que pasaste, entiendo que quisieras protegerme.”
Rena la observó sin palabras, sin entender.
“Nada me pasará. Soy demasiado obstinada para morir,” dijo Jurina casualmente. Su trabajo hecho con la hakama, dio unos cuantos pasos hacia atrás, y se sentó en la orilla del futón. “Además, cuento contigo para enseñarme todo lo que sabes. No voy a estar satisfecha hasta derrotarte. Así que, necesitas cumplir con tu parte del trato.”
El tono bromista en la voz de Jurina la relajó, y sonrió a pesar de su preocupación. “¿No me derrotaste en el bosque?”
Jurina agitó su mano quitando importancia. “No, eso no cuenta. Quiero derrotarte en una pelea justa, sin ningún truco.”
“Por favor, no te ofendas, pero me temo que necesitas un par más de años para eso,” dijo Rena suave y amable, pero sinceramente. “Me tomó años para perfeccionar mi técnica, y adquirir suficiente experiencia para derrotar a mi propio instructor.”
“¿Años? Eso es perfecto. No voy a ir a ningún lado.”
Rena le mandó una pequeña, mirada de duda. “¿Tienes suficiente paciencia para esperar tanto?”
“Ah sí, es una de las muchas cosas en las que necesito trabajar,” Jurina rio, asintiendo en acuerdo.
Rena le dio una sonrisa cómplice. Separando su mirada de la de ella, salió de su hakama, recogiéndola del suelo y prolijamente doblándola sobre su silla. Buscó por el cinturón de su kimono, consciente de que su protegida la observaba, pero no se sintió incomoda ante el escrutinio. A mitad del proceso, dio una mirada de soslayo. La diversión había muerto en los ojos de Jurina, y Rena vio algo nuevo y profundamente serio en ellos que no pudo descifrar.
Jurina se levantó del futón y cerró la distancia entre ellas, tomándola desprevenida cuando gentilmente la puso entre sus brazos. “Sé que estás contrariada por lo que pasó en la cámara del consejo,” susurró cerca de su oreja, su cálida respiración contra su mejilla. “No te gusta ser vulnerable en frente de otros, y entiendo el sentimiento. No tengo la costumbre de confiar en las personas. Tampoco he sido buena consolándolas,” confesó Jurina incomoda, batallando para encontrar las palabras adecuadas. “Cuando te dije cuan perdida y sola me sentía aquí, no me juzgaste.”
Retrocedió lo suficiente para poder mirarla a los ojos. “Hoy, Mayu me dijo algo que me hizo pensar. Hay muchas cosas que no entiendo. Cosas… que me confunden. Pero sé que soy una mejor persona cuando estoy contigo. Dijiste que querías ayudarme a sentirme más en casa, y quiero intentarlo. No solo por el bien de mi hermana, pero porque creo que vale la pena. Creo que lo vales, Rena-san.”
El corazón de Rena se aceleró.
Jurina alcanzó el frente de su kimono y comenzó a desatarlo. Rena reaccionó por instinto y sostuvo su mano, interrumpiéndola. Esperaba que la más joven luchara contra el agarre, pero no se resistió. Renas estaba acostumbrada a la personalidad dominante y posesivos movimientos de su protegida. Esa noche, podía sentir que la dinámica entre ellas había cambiado. Sintió el deseo de su protegida, pero mostró más paciencia, su mirada suave como una caricia mientras recorría su rostro.
Un escalofrío se apoderó de Rena, y un nudo brotó en su estómago. Jurina se inclinó más cerca, sus labios se detuvieron a centímetros de los de ella, ofreciendo una invitación sin tomarse ninguna libertad. La decisión sería toda suya. Rena dudó por un breve momento, mientras sus instintos de autoconservación luchaban con el deseo de su corazón. Sabía a dónde conducía esto si no la empujaba hacia atrás. Su corazón ganó. Ella cerró la brecha que los separaba. Sus labios se rozaron. Podía sentir su corazón latir más rápido mientras la boca de Jurina se movía suavemente contra la suya. Se habían besado antes, pero nunca así. Hizo sus rodillas debilitarse, y Rena respondió a sus besos con igual ternura.
Su agarre en la mano de su protegida disminuyó, transmitiendo su consentimiento para continuar. Jurina rompió el beso y retrocedió un poco. Su rostro se iluminó de felicidad, y Rena le dio una sonrisa tímida. La más joven tomó su mano entre las suyas, guiándola hacia el futón. Jurina se sentó y tiró suavemente de ella para que se sentara en su regazo, y Rena no opuso resistencia alguna. Sin prisa, Jurina se desató el cinturón y apartó la tela de su kimono. Acarició sus labios a lo largo del valle entre sus senos, y Rena sintió sus manos deslizarse sobre sus brazos mientras la liberaba de su kimono.
Rena sintió la brisa acariciar su piel. Su toque reclamándola. Los besos de Jurina bañándola en una deliciosa intoxicación. Sus sentidos rugieron. Las manos de Rena se hundieron en su cabello, sus dedos enredándose, acostumbrándose a las sensaciones de placer que corrían por sus venas. Intentó luchar por un mínimo de autocontrol, pero no encontró el deseo de salir de su abrazo y se permitió dar rienda suelta a sus sentimientos.
Jurina la levantó de su regazo y la depositó suavemente sobre el futón. Rena se recostó, disfrutando la sensación de sus brazos alrededor de ella. Jurina se abalanzó, sus labios acariciando su cuello, su mejilla, y encontrando su boca, besándola. La fricción de la tela del kimono de su protegida contra su piel le recordó que una de ellas seguía completamente vestida.
“¿Hay alguna razón por la cual yo soy la única desnuda?” murmuró Rena entre besos, tirando del kimono de su protegida.
Esta ultima se retiró de sus labios y la miró, visiblemente entretenida por la queja recibida. Se levantó del futón y se desvistió, manteniendo su mirada sobre su rostro, dejando sus ropas caer en el suelo sin ninguna ceremonia. Rena se encontró mirando abiertamente a su forma desnuda, admirando su cuerpo en forma bajo la pálida luz de la luna que venía desde el fusuma que llevaba al jardín.
Jurina trepó de nuevo entre el futón, reclamando su posición encima de ella. “¿Mejor?”
Rena extendió la mano, atrapando su barbilla entre su pulgar y su dedo, tirando de ella hacia abajo para otro suave toque de labios. “Sí, mucho mejor.”
A pesar de su posición dominante, el toque de Jurina no era agresivo o demandante. Era remarcablemente gentil, persuasivo. La boca de Jurina vagó por la estremecida línea de su cuello. Con un lento y pausado toque, sus dedos recorrieron sus curvas, y exploró su cuerpo como si tuviera todo el tiempo del mundo. Cuando tocó sus pechos y trazó su redondez, sus pezones surgieron ante la intimidad.
Rena gimió suavemente con placer.
Sus ojos se encontraron a través de la tenue luz, y Rena se preguntó si la otra chica no se estaba conteniendo. Tomando las cosas lentamente por su bien. Rena la estudió, tratando de obtener una respuesta, pero no detectó ningún signo de frustración. Por el contrario; todo lo que presenció fue un similar y crudo placer grabado en sus rasgos. Se le aceleró el corazón. Cuando Jurina bajó la cabeza para recuperar su boca, la encontró a medio camino.
Pronto, ambas regresaron en un abrazo apasionado, sus cuerpos desnudos entrelazados, haciendo el amor suavemente. Mientras las manos de Rena se deslizaban sobre su espalda y hombros, las manos de Jurina dejaron su piel caliente y hormigueante. Esta noche, Rena estaba presenciando el lado más suave de su protegida. Pero si esos últimos tres meses le habían enseñado una cosa, era que Jurina era una persona compleja y multifacética. Y estaba ansiosa por descubrir todos los aspectos de su personalidad.
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