#sangre y estrellas
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sangre-y-estrellas · 1 year ago
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Cariño, eres tan horrible. Realmente te odio, rompiste mi corazón, jugaste con mis sentimientos, prometiste cosas que nunca cumplirás. Pero a pesar de todo eso, no puedo evitar amarte.
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1mikel2 · 3 months ago
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"No soy un hombre que sabe. He sido un hombre que busca, y lo soy aún; pero no busco ya en las estrellas ni en los libros, comienzo a escuchar la enseñanza que mi sangre murmura en mí.
Mi historia no es agradable, no es suave ni armoniosa, como las historias inventadas; sabe a insensatez, y a locura, y a ensueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse mas a sí mismos."
Demian (1919)
Herman Hesse
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efimera-lunar-intemporal · 11 months ago
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Destrozame y encontrarás en mis huesos huellas de tus besos luceros tatuados, en la piel tus caricias que son galaxias con estrellas fugaces que la recorrieron a voluntad mil veces y por eso están marcadas, dentro de mi cráneo encontrarás un cerebro lleno de estrellas de tus memorias que jamás me dejarán olvidar, destrozame y verás ríos de sangre recitando los satélites de tu cuerpo hecho hombre; en mi cuerpo sólo vive tu universo, porque mi cuerpo sólo sabe recitar tu nombre.
Efimera Lunar Intemporal
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victormalonso · 8 months ago
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Cosmogénesis de un sueño | © víctor m. alonso
en este espacio donde el mar te llama, donde la ausencia te persigue, caen las estrellas desde la oscuridad del cielo y se ilumina el mar tímidamente; como una ola rebelde llegas e irrumpes la galaxia de tu nombre en mi nombre, las dos sílabas que bombean el destino de mi sangre, soy, soy la búsqueda inquieta de quien abre los límites del mar en la costa lejana de tus labios
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sepulcher-of-the-light · 10 months ago
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© Lucas Garcete, Yarasa
Me enfrento a este implacable sol de los días; yo, acostumbrado a las cuevas, a la honda llamada de las estrellas. Estos edificios no sostienen el peso del mundo como las raíces, pero el ocaso los viste de sombras que los embellecen. Cuando la noche se cierne, la sangre vertiginosa de mis alas interroga a las venas de la luna. La luna, exhausta en la noche donde crece mi sed y soy libre.
I face this relentless sun of the days; I, accustomed to caves, to the deep call of the stars. These buildings do not support the weight of the world like the roots, but the sunset dresses them with shadows that embellish them. When the night hovers, the giddy blood of my wings interrogates the veins of the moon. The moon, exhausted in the night where my thirst grows and I am free.
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jartita-me-teneis · 2 days ago
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“Don Quijote de la Mancha”. Quienes “SI” leímos esta impresionante obra, sabemos que Cervantes nos recuerda valores universales, por desgracia cada vez más en desuso, “como la fidelidad, la cortesía, la honestidad o la búsqueda de la justicia social”. A pesar de las adversidades, Don Quijote nos deja como enseñanza la importancia de tener sueños aunque parezcan imposibles o incluso nos tachen de locos…
Pero junto a la sabiduría popular representada en la figura de Sancho Panza, las reflexiones de don Quijote sobre valores, virtudes y defectos humanos como la libertad, la justicia, el honor, la solidaridad, el amor, constituyen auténticas enseñanzas que siguen plenamente vigentes en nuestros días.
Aunque la cantidad de citas que se pueden extraer de Don Quijote de la mancha algunas de las reflexiones más representativas del sistema de valores que Cervantes nos trasmite a través de El Caballero de la Triste Figura si dudar podemos mencionar:
Los nobles objetivos en la vida…
“Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja, otros por el de la hipocresía engañosa, y algunos por el de la verdadera religión, pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno.”
Capítulo XXXII
La libertad…
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
Capítulo LVIII
La virtud…
“Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y agüelos tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.”
Capítulo XLII
La belleza…
“Advierte, Sancho –respondió don Quijote–, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo, la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo… y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas.”
Capítulo LVIII
El desagradecimiento…
“Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno. Este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón, y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando éstos no bastan, las publico, porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras.”
Capítulo LVIII
La humildad…
“Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te avergüenzas, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria. Y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.”
Capítulo XLII
Con estas frases y otras muchas entendemos que el Quijote es un libro atemporal que, a pesar de haberse escrito en 1615, todas sus enseñanzas las podemos aplicar a la actualidad. Sin duda, un libro que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida
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letra-vagabunda · 8 months ago
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"Ven a mí, ahora que nadie nos ve, ahora que lo verde de este maléfico jardín entró en la austeridad anónima de una noche de verano. Ven a mí: si vienes, las estrellas seguirán siéndolo, la luna no se cambiará con colores ultrajantes ni habrá metamorfosis dañinas. Nadie verá que tú vienes a mí. Ni siquiera yo, pues yo ya estoy muy lejos, yo ya estoy en otro mundo, amándote con una furia que no imaginas. Ven a mí si quieres salvarte de mi locura y de mi rabia, ten piedad de ti y ven a mí. Nadie lo sabrá, ni siquiera yo, pues yo estoy vagando por las calles de otra ciudad, vestida de mendiga vieja, acoplando tus nombres a canciones obscuras que son como puñales para fijar mi delirio. Mi sangre, mi se-xo, mi sagrada manía de creerme yo, mi porvenir inmutable, mi pasado que viene, mi atrio donde muero cada noche. Oh ven, nada ni nadie lo sabrán nunca. Aun cuando yo no lo quiera ven. Aun cuando yo te odio y te abandone, ven y tómame a la fuerza".
-Alejandra Pizarnik, Diarios
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danielac1world · 2 months ago
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Amor de lejos.
Y si las estrellas se acaban,
si no entras dentro de la taza de café de las mañanas,
si las luces se apagan
si la luna ya no es la luna,
si el tiempo no pasa,
si no puedes darme la mano,
ni tu costilla,
si no podemos ver a los mosquitos de nuestra sangre
germinar en semillas;
me sentaré en medio de la arena
con la mirada perdida
a esperar que tu dios o el mío,
la piedra o la flor,
tus ojos o los míos,
mi por qué,
tu perdón
o el adiós,
las olas del mar que nunca pisaré,
el río en el que nunca te sumergirás,
la palabra que anhelaré,
el verso que no escucharás,
la luz que se apagará,
el beso en suspensión,
la daga firme que esperara,
la luciérnaga en el azul,
la esperanza que jamás nos darán,
el suéter que te hubiera prestado,
el tintero de los momentos,
las últimas alas del pabellón
y nuestras primeras lágrimas pidiendo perdón griten a la existencia misma,
¡que mierda!,
que bonito es coincidir en esta vida.
-danielac1world ~Sabrá el mismo destello de la noche a quien corresponda ~
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la-semillera · 2 months ago
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Alejandra Acosta & Carmen Conde
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Voy ausentándome de mí...
Voy ausentándome de mí. Poco a poco, el lastre de ensueño cede su sitio a la realidad doble que es mi vida en transcurso. ¡otro ser dentro de mi carne fragua su carne, su piel, su corazón diminuto, mi estrella!
Asisto a la escisión silenciosa con pasmo anhelante, con gozo nuevo de verme en otros ojos míos, de mis ojos hechos, de mi sangre coloreados, ¡ay!, de toda cuanta soy.
Día por día el latido es golpe que me recuerda, urgente, valor que no tengo, heroísmo que nunca soñé.
Y temo por el que estoy creando en convenido misterio dentro de mi soledad sin orillas cerca de mi corazón, su estrella.
Carmen Conde
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yuzuyom · 26 days ago
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•\•\•\•\•\•\•\•\• A D V E R T E N C I A. •|•|•|•|•|•|•|•|•||•
Historia con temas sensibles, mención:
•canibalismo
•abu/o se/ual
•mención de drogas
•depresión, ansiedad, mención de suicidio.
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Capitulo 1. ALIEN.
Tus brazos se movieron con fuerza al igual que tus pies pateando y peleando para que ellos te soltaran de una vez por todas. Podías sentir como sus manos tomaban con fuerza tus brazos y estabas muy segura de que te dejarían heridas sino te tranquilizabas y cooperabas. Aunque eso era muy poco probable pues tu orgullo te impedía dejar de pelear e insultar a los idiotas que te llevaban. No podías dejar de luchar cuando claramente era tu vida la que estaba en riesgo.
----¡Déjenme ir, pinches cerdos de mierda! ---- bramaste furica. 
----¡Deja de pelear, maldita loca!---- gritó tu compañero. ¿Ex-compañero? No tenías idea de cómo llamarlo ----. ¡Lo que hiciste fue traición! ¿¡Lo entiendes!?, ¡Traición, perra!
Su mano empujó con fuerza tu cabeza y eso te hizo gritarle enojada.
-----¡Yo dejé en claro lo que no permitía! ---- volviste a removerte de forma terca.
No tuvieron más opción que patear detrás de tus rodillas y en cuestión de segundos tu mentón estaba golpeando el duro suelo.
Cerraste los ojos con fuerza sintiendo cómo todo a tu alrededor se nublaba y comenzaba a darte vueltas. Unas botas negras aparecieron frente tus ojos y con enojo miraste hacia arriba observando unos ojos oscuros inexpresivos.
----Mataste a dos de mis soldados ----. Habló con voz monótona.
Sonreíste presumida causando que el hombre pateara tu estómago con fuerza provocando que todo el aire se fuera de tus pulmones.
----Cabrón... ---- murmuraste intentando respirar.
-----Escucha, niña ----. El hombre se agachó a tu altura, tomando tu mentón con fuerza ----. Creo que estás olvidando que les estoy haciendo un favor y tú me pagas con traición.
Lo miraste con tu ceño fruncido, escupindo a su cara con diversión.
-----Era un jodido niño y yo dejé en claro que niños no.
Su puño golpeó con fuerza tu mejilla y aquello hizo que escupieras sangre, intentaste pelear de no ser porque las manos de los que te escoltaban volvieron a tomarte con fuerza.
----Llévala con el salvaje ----- te miró con odio cuando pasó por tu lado -----. Dejen que la destroce.
----¿Qué?, ¡Pelado cobarde! ---- te removiste contra los guardias, sintiendo como sus manos apretaban con fuerza tus brazos ----- ¡Suelténme, pendejos de mierda!
Cuando viste la puerta metálica más alejada del pabellón apretaste la mandíbula con fuerza, sabiendo que si entrabas a ese lugar lo más probable era que tendrías que pelear con todo lo que tenías para llegar al día siguiente. La puerta se abrió al dejar una tarjeta de acceso por los guardias que cuidaban la entrada y cuando tu cuerpo fue lanzado bruscamente contra el suelo de la celda sabías que debías pelear.
El sonido de las cadenas siendo arrastradas logró hacer que todos tus sentidos se agudizen y en segundos  ya estabas escuchando un siseo y el sonido de pasos pesados acercándose.
Tus pies se movieron al igual que tus manos, gateaste con toda la rapidez del mundo a la entrada de la celda para pegar tu espalda lo más posible que pudieras a la puerta metálica.
Tus ojos se cerraron con fuerza cuando su mano intentó tomar tu cuello y con la reparación acelerada apretaste la mandíbula escuchando cómo la cadena se tensaba debido a los esfuerzos del Na'vi por acercarse a tu persona. Sabías de lo que era capaz este alienígena y tenías más que en claro que tu vida podía acabar en cuestión de segundos si él llegaba a alcanzarte.
Cuando abriste los ojos para mirar a la bestia te paralizaste. Tus pupilas miraron fijamente esos iris amarillos que brillaban con pequeños matices rosas, si los podías describir bien eran un pedazo de sol, tal vez una estrella que brillaban constantemente y te atrapaba en un bucle hipnótico. La mirada era lo perturbador de todo esto, tan perdida y desquiciada. Cómo... Un extraño en el bosque siguiéndote para hacer quién sabe qué, acechandote sin parpadear para no perderte de vista. Ambos guardaron silencio sin apartar la mirada del otro, tal vez en una competencia de poder, proclamando quién mandaba en este lugar.
El salvaje se alejó de ti sin darte la espalda, caminando de cuclillas hacia atrás mientras se pegaba a su propia pared.
Respiraste con dificultad intentando calmar tus latidos acelerados debido a la adrenalina. Tu cuerpo tembloroso comenzó a moverse lentamente hacia la esquina más alejada de la habitación, todo ante la atenta mirada dorada de aquel alien.
La chingada te estaba llevando.
Era claro que esta situación era una completa mierda.
Era seguro que si no hubieras abierto tu gran bocota o si tan solo no hubieras jalado el gatillo contra los soldados de la RDA no estarías aquí. Podrías estar cómoda en tu habitación comiendo una barrita de cereal de froot lops mientras el Dady Yanke sonaba por tus audífonos. Pero, no. Estos idiotas debían meterse con un niño y eso tuvo que haber encendido la furia en ti y todo esto te trajo a esta situación donde podrías ser comida para un gigante color azul y seis colmillos.
"Tu imprudencia será tu muerte"
Cerraste los ojos con rabia intentando ignorar la voz que te regañaba en tu cabeza. Tus sentidos aún estaban alerta debido a la enorme presencia de tu compañero de celda. Esperabas que esa cadena fuera lo suficiente fuerte como para que no se rompiera y fueras el plato principal del gran pitufo frente a ti. Por si fuera poco también debías buscar una manera de salir de esta asquerosa celda y según recordabas había una oportunidad. Sabías por Mark que siempre sacaban a 0247 para estudiarlo y hacer unos cuantos experimentos o lo que fuera que hiciera ese maldito enfermo. Aquello era por lo menos dos veces al mes y estabas segura que el teniente de esta base no alimentaría a esta cosa hasta tener calculado que tu persona ya no exististiera en este mundo, sino en el estómago de la criatura.
Tus dedos comenzaron a dar pequeños toques en tu rodilla, un hábito que tenías cuando te perdías demasiado en tus pensamientos.
¿Debías fingir?, ¿Debías gritar para simular que te estaba comiendo viva? Sería muy raro que fuera de golpe, tal vez debías esperar unos cuantos días más.
¿Y después qué? No tenías a dónde ir, tomar una nave y huir de este estúpido planeta no era una opción viable, estabas segura de que en la tierra ya habían sido informados por tu traición y si escapabas el gobierno te estaría esperando allá para castigarte por traición a la humanidad. Una putada, pero sabías que sería así.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente."
¿Ir al bosque de Pandora? Y una mierda, cuando el oxígeno de tu máscara se acabe estarías absolutamente jodida. Ni siquiera sabías qué era venenoso y qué no. Quedarte ahí para toda la vida sonaba tan tentador, pero no sabías qué harían cuando te vieran aún con vida y definitivamente no ibas a morir, no en mano de estos perros.
Entonces lo único que quedaba era oír a la voz femenina de tu cabeza y ser paciente.
Un rasgo que simplemente no tenías.
Tus ojos volvieron  a tu compañero de celda. El alien estaba atento a ti, simplemente mirando en tu dirección sin parpadear, cosa que te puso los pelos de punta. A pesar de la oscuridad podías ver su cola elevada y esos ojos brillantes mirándote desde la oscuridad,  los puntos blancos que tenía esparcido por su cuerpo brillaban  dejándote en claro dónde estaba su persona, algo que te daba ventaja pues si su piel no brillara te daría un colapso nervioso. Si está criatura se atrevía a acercarse tú pelearías con uñas y dientes para alejarlo de ti.
Pasaron días.
Días donde tú no hacías nada más que cerrar los ojos para descansar y luego abrirlos para mirar a tu compañero fijamente.
Tenías tanta hambre y la sed te estaba matando poco a poco, estabas desesperada porque no ibas a sobrevivir si no tomabas agua. Estabas segura que sino comías nada en estos momentos te volverías débil en segundos y las oportunidades de huir iban reduciendose poco a poco conforme pasaban las horas. Todavía estaba este juego mental donde la criatura frente a ti tampoco había sido alimentada desde que entraste a este lugar, el constante rugir de su estómago se adentraba en tus oídos y recorría tu mente una y otra vez. Su mirada penetrante y colorida se clavaba en tu mente y causaba la sensación de incertidumbre.
Esos hijos de puta lo iban a obligar a comerte de una forma u otra.
Y luego estaba ese olor.
El horrible aroma que llenaba toda la celda comenzaba a marearte. Nublaba tu cabeza y te obligaba a meterte en un trance ansioso. Era lo que constantemente torturaba a tu cabeza. El maldito aroma asqueroso que siempre había en la celda e invadía cada rincón, comenzando a quedarse impregnado en tu propia ropa.
No eras estúpida.
Sabías de qué era ese aroma, lo habías olido cientos de veces cuando estabas en el campo de batalla y solo quedaban cadáveres de soldados. No eras la primera con la que alimentaban a este nativo, eras una de tantos y esa duda estaba flotando por tu cabeza, ¿Cuánto tiempo llevaba aquí este alien?
No llevabas tanto tiempo cuando fuiste reubicada en esta base. Apenas llevabas tres meses y desde que llegaste se hacía mención de esta criatura frente a ti.
El tesoro de Mark.
Tal vez fue el aburrimiento o la necesidad de no caer en la locura, pero tu mente empezó a crear historias del ser frente a ti. Decidiste que se llamaría Diego, porque Charlie era un nombre estúpido. En conclusion, Diego había pasado por tanto que se volvió agresivo, a veces lo imaginabas viviendo una vida monótona de oficinasta porque te parecía gracioso ver a alguien enorme sentado en algún cubículo diminuto tecleando en un diminuto computador.
Era una buena forma de hacer que el tiempo pase y de entretener a tu cabeza que constantemente necesitaba estar distraída.
Aunque realmente Diego no era tan interesante pues no hacía nada. Estaba quieto en su pared mirándote fijamente sin moverse ni un milímetro y tal vez con el pasar de los días se había acostumbrado a tu inmóvil presencia pues de vez en cuando cambiaba su rutina y se recostaba en el suelo para cerrar sus ojos y dormir, sin embargo, siempre se recostaba mirando en tu dirección. Sus hombros siempre estaban tensos y al mínimo sonido de cualquier movimiento volvía abrir sus párpados y mirarte.
Luego volvía a cerrar los ojos y descansar.
Tu cerebro tomó eso como "tú también puedes descansar" y asumir que no te hará nada. Pero, tu propia ansiedad no te lo permitía, seguías tan alerta como el primer día, incapaz de confiar en alguien con el cuál no haz intercambiado palabra alguna o interacción más que miradas fijas. Daba igual si fingías dormir y poder descansar tu cuerpo.
En este nuevo día cerraste los ojos intentando distraer tu mente del dolor de tu estómago debido a la falta de alimento, los ruidos que salían de él gritaban dejando en claro que estabas demasiado hambrienta. En tu cabeza se repetía la imagen de una barrita de cereal seca de las cuales siempre te quejabas,  ahora se te hacía agua la boca de tan solo pensar en aquel alimento. Negaste con tu ceño fruncido intentando ignorar las imágenes de comida en tu cabeza.
Comenzaste a centrarte en alguna letra de cualquier canción que tu cerebro pueda recordar. pero, era como si tu mente los hubiera borrado por completo y lo único que llegaba a tu cabeza era aquella canción de cuna que tu hermana te solía tararear para alejar las pesadillas. Sus caricias se presentaron en tu cabeza y su suave voz acarició tus oídos haciendo eco en la habitación. Seguiste el ritmo de tu recuerdo comenzando a tararear de forma suave, entrando en la calidez de tu mente para ignorar todo lo que pasaba a tu alrededor. Al menos hasta que el sonido de las cadenas te hicieron detenerte y que abrieras los ojos de golpe mirando en la dirección del nativo quien ya estaba sentado mirando fijamente en tu dirección. Sus ojos brillantes no dejaban de observarte penetrando tu alma y provocando un escalofrío por todo tu cuerpo. Los vellos de tu cuerpo se erizaron al recordar sus enormes fauces y la posibilidad de que él podría romperte en miles de pedazos si llegara a alcanzarte.
Entonces sucedió...
El sonido metálico hizo que ambos brincaran en su lugar, sus ojos rápidamente miraron a la puerta metálica donde por debajo fue lanzada una bandeja llena de comida y sinceramente se veía asquerosa, ni siquiera estabas segura de que estuviera caliente, pero, tu estómago y el del Na'vi rugió ante la idea de alimento. Ahora, la duda era qué tan estúpido sería que corrieras hacia el plato de comida para robarle al salvaje. Con un poco de fruta quedas satisfecha y estabas segura de que él no sabe de la acción de compartir alimento, al menos no después de tanto tiempo en confinamiento.
A la mierda, en este momento eras más hambre que razón.
Corriste rápidamente hacia la bandeja escuchando cómo las cadenas se movían bruscamente. Tu mano se estiró dispuesta a robar el agua del desayuno de no ser porque tu muñeca fue atrapada por una fuerte mano, no entraste en pánico. Dejaste que tu soldado interno tomara el control y sin dudar giraste en tu eje dejando que tu bota golpeara con fuerza la cara del Na'vi, el cual, te soltó enseguida ante el impacto. Tu mano tomó el contenedor con agua intentando huir a la esquina de la habitación de no ser porque oíste un siseó y tu tobillo siendo jalado hizo que cayeras de golpe al suelo, el sonido de tu mentón golpeando bruscamente el suelo lllenó la habitación, sin embargo, no te importaba. No cuando tu único pensamiento era mantener el agua en su lugar. Entonces no dudaste en patear nuevamente la cara de la criatura para hacer que te soltara.
Las cadenas se estiraron y Dieguito intentó alcanzarte con rabia, pero no le sirvió de nada. No le prestaste atención porque sabías que no llegaría hasta donde estabas. Comenzaste a beber toda el agua  con desesperación, mirando como el Na'vi te mostraba sus colmillos y te siseaba volviendo a su lugar molesto, comenzando a devorar todo lo que había en la bandeja que habían lanzado.
Era un egoísta.
Solo tomaste el agua, por qué debía hacer tanto drama. De todos modos, seguro que cuando lo sacaban lo alimentaban como un dios, además tenía frutas ahí, que no jodiera y viviera con eso.
A los tres días de ese suceso fue lo mismo, los dos peleando por un poco de comida y eso molesto demasiado al Na'vi o lo entretuvo, no sabías bien. Porque ahora cada que entraba la bandeja podías verlo mover su cola y  sus ojos amarillos te miraban atentos esperando algún movimiento de tu parte. Era como un juego tonto que tenían donde si perdías o te distraías podías morir.
Fue así un mes.
Un mes donde te volviste tan débil que cuando entró a bandeja nuevamente no te moviste, no estabas segura de poder moverte un poco. Porque realmente solo comías el pequeño puño que tomabas entre el forcejeo. Podías sentir la pesada mirada del Na'vi encima tuyo, más no le prestaste atención, estabas acostada hecha bolita en la esquina y estabas tan molesta contigo misma porque te sentías débil y patética en este punto.
"Debes de pensar antes de actuar, Samanta"
Resoplaste molesta ante la voz del viejo ignorando  todo para centrarte en el frío de tu cuerpo. No estabas segura de poder moverte cuando alguien entrara.
Respiraste pesadamente, cerrando tus ojos con fuerza cuando tu estómago volvió a dar una punzada debido al hambre ignorando por completo la idea de la barrita de cereal que se deformaba en tu cabeza y te provocaba salivar. Entonces ese sonido de cadenas te dio aviso de que Diego se estaba moviendo. Lo ignoraste, decidiste pensar en la letra de alguna canción para mantenerte distraída mientras las caricias suaves en tu cabeza se presentaban para tranquilizar tu desesperación. Eso hasta que oíste el sonido metálico ser arrastrado por el suelo. Tus ojos se abrieron con pesadez porque algo había tocado tu espalda y el sonido de aquello se había escuchado demasiado cerca para tu gusto cuando te giraste de forma lenta tus ojos se encontraron con la bandeja a centímetros de ti. Los platos estaban llenos de comida haciendo que tu estómago punzara del dolor por el hambre.
Tu ceño se frunció con extrañeza, tus ojos analizaron la bandeja y luego miraste a Diego quién te miró por unos pequeños segundos para luego volver a su lugar y darte la espalda dispuesto a dormir.
Te sentaste lentamente aún extrañada ante la actitud del nativo, tus dedos se movieron con cuidado sin dejar de mirar a la criatura frente a ti y cuando la bandeja hizo sonido notaste sus orejas moverse, al igual que su cola enredarse  con cuidado en su muslo. Tus dedos se hundieron  en la comida tomándola para comenzar a comer de forma lenta sin despegar ni un segundo tu vista de los pequeños movimientos de orejas del nativo. Bebiste el agua, mordiste la fruta, terminaste esa pasta asquerosa y cuando acabaste te sentiste satisfecha y con un poco más de energía.
Miraste al salvaje, el cuál fingía dormir haciéndote sonreír divertida pues podías ver claramente sus orejas tener pequeños tics y la punta de su cola moverse con cuidado.
----Gracias.
Su cola se retorció un poco como la de un gato curioso y aquello te hizo pensar que esas eran las primeras palabras que realmente le dirigías.
Te diste media vuelta volviendo a dormir y poder descansar para retomar la energía que necesitabas.
Fueron unas cuantas horas, unos cuantos minutos que pudiste descansar porque el sonido de la puerta metálica siendo abierta llamó tu atención. Guardaste silencio comenzando a sentarte en tu lugar para abrazar tus piernas para que no te vieran porque sabías que no podrías contra ellos en este momento. No ahora que no tenías tanta fuerza debido a la falta de alimento, debías ser paciente como te lo repetía tu cabeza una y otra vez.
Tus ojos prestaron toda su atención a lo que sucedía frente a ti. Diego miraba a los guardias alerta con ojos tan abiertos y llenos de terror que te hizo dudar unos segundos de qué estaba sucediendo. Lo viste sisear y su cola golpear contra el suelo como forma de advertencia. Entonces lograste ver debajo de sus pies cómo el suelo estaba manchado de carmín y restos color cafe. Aquello te hizo entender que eso pudo haber sido tu propia sangre y no evitaste encogerte de hombros ante la imagen y sensación de ser comida viva.
----Tranquilo, gatito. Sabes qué pasa si te resistes ----. Se burló uno de ellos.
El alien volvió a sisear ocultándose detrás de sus piernas. Tus ojos miraron de forma atenta su cara, en su rostro había una máscara de oxígeno extraña que nunca antes habías visto usar a alguien más. Un pequeño triangulo transparente abrazaba su nariz con correas que pasaban por los costados de su rostro y debajo de su mentón yendo detrás de su cabeza, tubos se adentraban en sus orificios nasales y dejaban libre su boca. Ahora te estabas preguntando por qué no lo llevaban a las celdas de los nativos, donde el pabellon estaba lleno de su propio oxígeno.  Uno de los soldados se acercó a él y tu compañero se lanzó a intentar atacar o defenderse.
Fue inútil.
El hombre lo detuvo golpeando su cuerpo con un tubo provocando que una mueca de dolor apareciera en tu rostro. Diego intentaba cubrirse con sus manos de los golpes, lo cual comenzaba a darte pena por la imagen tan desesperada que estaba dando.
----Deja de jugar. Ya sabes cómo se pone el idiota de Mark si llevas golpeado al alien ----. Advirtió el compañero.
Tú guardaste silencio esperando que estos dos ignoraran por completo tu presencia. Que no notarán que realmente seguías con vida y que estabas dispuesta a mantenerte así hasta que escaparas de este lugar. Apretaste los labios con fuerza cuando el guardia golpeó al alien sin piedad en la cabeza, en cuestión de segundos tu compañero de celda estaba retorciendose en el suelo mientras el sonido de electrochoques resonaban por toda la habitación.
Un collar, estos idiotas le habían puesto un collar de castigo.
Observaste cómo los guardias arrastraban al rebelde inconsciente fuera de la celda, seguramente para llevarlo con el loco de Mark.
Ese idiota estaba tan obsesionado con conocer todo acerca de este nuevo mundo y sus métodos no eran muy dulces y legales, parecía un maldito científico de la segunda guerra mundial y eso te hacía asquear. Aunque realmente no te metías con sus cosas, porque tú eras más de estar en el campo. Eran pocas las veces que podías platicar con él, que era mas que nada cuando nadie estaba dispuesto a oírlo delirar. Tampoco es como si fueras un pan de Dios, has matado a varios de esta especie por órdenes de superiores mas no hacíaslo que aquel estaba dispuesto a caysar por un poco de conocimiento. Eras parte del problema hasta que estos bastardos decidieron meterse con niños, niños que realmente no sabían nada. El idiota de Mark había decidido que sería mejor experimentar en un pequeño alien ya que estos estaban en pleno desarrollo. Bastante enfermo para ti, y estaba claro que te haría rabiar pues habías dejado muy en claro desde el principio que si se involucraban niños en tu escuadrón  no dudarías en atacar a estos bastardos. Entonces cuando sucedió no dudaste en cumplir la promesa que te hiciste y le habías hecho a los demas y eso te había dejado en esta mierda de situación.
Estabas segura de que habían pasado horas desde que se habían llevado a tu compañero de celda, tal vez días. Aunque tuvieras la libertad de estar sola y poder moverte y estirarte tus sentidos no podían relajarse porque a cualquier sonido de afuera saltabas y mirabas atenta esperando a que alguien entrara, pasaron minutos cuando finalmente te decidiste a caminar por toda la celda. Analizaste las cadenas rasgadas y el panel de control para desactivar el choque eléctrico o aumentar la distancia de la cadena todo podía ser aceptado  si tan solo ponías un código. Lo dejaste de lado, mirando las paredes aruñadas seguramente en los intentos de escape de Diego, te parecía que eran horribles...
Rasguños tan profundos con restos de sangre debido a la presión que aplicaban, casi podías oír los gritos de todos los que estuvieron aqu��. Tu cabeza creaba el sonido de los arañazos en la pared al igual que el movimiento de las cadenas al intentar huir. El suelo no era nada distinto a las paredes con la diferencia de que la sangre y restos eran mucho más visibles. En una esquina lograste ver huesos de lo que estabas segura eran restos de personas. Seguramente de personas a las que decidieron llamar traidores, tus manos tocaron cada rincón de la sala y con cuidado analizaste la cadena que se supone retenía al alien de atacar a cualquiera que entrara en la celda.
Tus ojos fueron de forma directa a la puerta que no era nada más que un muro metálico y pesado. La única forma de salir era con una tarjeta de acceso que no tenías, el panel que había dentro estaba apagado y solo funcionaba para librarlos si llegaba a cerrarse por error. Toda oportunidad de salir debía ser traída de fuera.
Cómo odiabas lo meticulosos que eran y también amabas su absoluta confianza en la tecnología.
Entonces el sonido de la cerradura  te hizo saltar. Corriste hacia tu esquina poniendo atención a sus movimientos  por si ellos se daban cuenta de tu presencia. Observaste cómo arrastraban al alien de su cabello hacia su lugar designado. El ser azul parecía drogado, siseaba e intentaba patalear de manera débil ganándose risas burlonas de los militares. Uno incluso llegó a patearlo y escupirle encima, Diego fue encadenado nuevamente del cuello mientras el codigo era puesto en el panel, tus ojos miraron con atención, tan fijos como los de un cazador mirando a su presa. Dejaron caer a Diego dejando que su cabeza golpeara contra el suelo. Se quedó quieto, paralizado con ojos borrachos mirando a la nada.
Ambos lo miraron por última vez y sin mirar atrás caminaron hacia la puerta de la  celda.
----Dios, ahora el bastardo de Mark lo dejó inútil por completo.
----Está loco, qué puedes esperar — uno de ellos sonrió divertido — Por lo menos el gatito por fin tomará al ratón.
¿Qué?
La puerta se cerró mientras los miles de cerrojos hacían su sonido habitual, dándote bienvenida al solitario confinamiento. Tus ojos fueron directamente a tu amigo azul notando cómo todo su cuerpo temblaba y si mirabas con atencion podías ver rasguños en su espalda y vendas en su cola. El Na'vi tomaba con fuerza su trenza mientras sus ojos estaban tan abiertos y fijos a la puerta sin darse un segundo para parpadear.
Sin saber si moverte era una muy buena idea comenzaste a levantarte con lentitud sin despegar tus ojos  de la criatura frente a ti. Finalmente sus pupilas se movieron en tu dirección y aquello te hizo quedarte totalmente quieta bajo la oscuridad de la habitación. Sus iris brillantes  siguieron tus movimientos y tus oídos lograron captar cómo las cadenas comenzaban a hacer sonidos contra el suelo metálico. Tus hombros se tensaron y con cuidado te pegaste aún más a la esquina de la habitación. El sonido del siseo se presentó y en segundos oíste el sonido de sus pasos pesados al correr en tu dirección.
Maldijiste por lo bajo cuando analizaste que está vez él si podría alcanzarte.
No hubo duda en moverte al sentir cómo sus manos rozaban tu tobillo, tu cuerpo giró para patear su rostro con fuerza alejando a la bestia de tu cuerpo. Él no tardó ni cinco segundos en recuperarse mirándote para volver a sisear e intentar alcanzarte nuevamente.
Estos hijos de puta sabían que seguías ahí. Estabas bastante segura de que ellos sabían de tu supervivencia, era claro si ni siquiera había un trozo de ropa tuyo o cabellos regados o trozos de un cadáver reciente. La duda era por qué no estaban haciendo nada para terminar contigo.
"¡Concéntrate, Sam!"
Negaste con la cabeza, trayéndote de vuelta a la realidad ante los gritos de advertencia de tu hermana. Tus ojos miraron con atención cómo Diego corría hacia ti, su boca se abría mostrando sus enormes colmillos dispuestos a perforar tu garganta y de alguna forma te recordó al ataque de un tigre, un enorme tigre que no ha comido en meses y tiene crías que alimentar.
Lo esquivaste lanzándote hacia un costado rodando en el suelo mientras lo oías golpear contra la pared metálica, tus pies se movieron comenzando a correr hacia la pared contraria, justo de dónde salía la cadena que lo retenía. Tu mano no dudó  en tomar la cadena cuando llegaste a ella. Te giraste hacia él en segundos porque ya podías oír sus enormes pasos dirigirse hacia ti, te deslizaste entre sus piernas parándote en segundos para enredar la cadena en su cuello pues para tu suerte pareciera que solo atacaba agachado, como si se tratase de un animal salvaje. Tus manos se enredaron en la cadena jalando hacia a ti con fuerza para cortarle la respiración, sin embargo, estabas débil y él sabía eso, porque comenzó a aplicar fuerza hacia el lado contrario logrando que tus brazos comenzaran a temblar debido al cansancio. Finalmente la cadena se escapó de tus manos lastimando tus dedos, no tardó nada en girarse e intentar lanzarse hacia a ti, sin embargo, tú empujaste tu rostro hacia atrás sintiendo sus uñas clavarse  en tus muslos para que no te alejaras. De repente,  el cabrón tomó con fuerza tu pierna y tus dientes se apretaron con fuerza cuando sentías como tu hueso comenzaba a doler bajo su agarre, fue un pequeño lapso de tiempo hasta que el sonido de algo quebrándose y un dolor que subió hasta tu columna te hizo gritar.
El dolor y la adrenalina que te provocó el sentir tu hueso rompiéndose bajo su agarre te hizo acumular toda la fuerza que tu pequeño cuerpo podía crear. Tu pierna libre se levantó y con una velocidad que no sabías que tenías golpeaste su cabeza con fuerza descomunal. Su agarre desapareció y el sonido de algo golpear duramente el suelo,  además del silencio absoluto que le siguió te dejó en claro que lo habías dejado inconsciente. No dudaste ni un segundo en alejarte de él y acercarte al panel de control para reducir la distancia de las cadenas y así él no lograra llegar a tu esquina. Abriste el pequeño mecanismo con la estúpida contraseña que los guardias habían puesto y con cuidado hiciste que la cadena se adentrara a los agujeros  para que fuera mucho más corta de lo que ya era.
Con un cojeo volviste a tu esquina.
Recargaste tu espalda contra la pared dando respiraciones pesadas intentando ignorar el dolor que comenzaba a crecer cuando la adrenalina se estaba disipando.
Cerraste los ojos intentando ignorar el dolor de tu pierna para centrarte en cómo deseabas tanto golpear la cabeza de esos malditos psicópatas. Te ibas a vengar, ibas a golpearlos tanto que iban a llorar por su mami, de eso estabas tan segura que podrías apostar todo tu maldito dinero al mismísimo diablo y si era posible tu les abrirías las puertas del infierno.
Cuando pasaron las horas el sonido de las cadenas provocó que tus ojos se abrieran y miraras fijamente a Diego el cuál apenas despertar rascaba su cuello con fuerza, el sonido de sus uñas rascando su piel seca te hizo hacer una mueca de incomodidad, tu mirada se quedó fija en sus acciones notando pequeñas actitudes extrañas, como la mirada fija en el suelo, el ligero balanceo de su cuerpo y el sonido de su cola golpeando contra el suelo de forma continua. Ladeaste la cabeza un poco curiosa ante su comportamiento hasta que tu mente se abrió a los recuerdos entendiendo en dónde habías visto estas acciones con anterioridad.
Drogadictos que habían tenido un mal viaje a su mundo de fantasía.
Sabías que el idiota de Mark estaba experimentando con un nuevo narcótico que había creado con la misma flora de la tierra de Pandora y por cómo tu compañero de celda se movía estabas segura de que era el conejillo de indias de aquel científico, suponías que eran las consecuencias de ser su favorito.
Diego comenzó a negar, jalando sus cabellos y después rasguñando sus brazos.
Sonreíste ansiosa, soltando un suspiro sarcástico ante la situación. Desviando la mirada a otro lado para no ver su patético actuar.
----Pinche drogo... ---- farfullaste comenzando a arrancar los cueritos de tus dedos.
Diego te siseó.
Tus ojos volvieron a él en segundos totalmente extrañada porque era la primera vez que te dirigía algo en su momento lúcido o entablaba una conversación incoherente contigo.
O ya era tu cabeza desesperada haciéndote creer cosas, no lo sabías.
Negaste sin entender realmente qué quería decir con esto, probablemente solo era un llamado de advertencia por tus palabras más si lo pensabas a profundidad está criatura no podría hablar tu idioma, por lo tanto no entendía las palabras que salían de tu boca. Entonces lo único que te quedaba pensar era que el muchacho estaba delirando y solo hacía cosas al azar.
Diego comenzó a morderse las uñas con desesperación, balanceando su cuerpo de atrás hacia adelante mientras se pegaba lo más posible a su pared.
---- Es abstinencia... — aunque era extraño, porque se supone que acababan de llevarlo — Te vas a sentir ansioso hasta que te vuelvan a dar de la droga del laboratorio... — explicaste en inglés sin saber si este chico te estaba entendiendo algo de lo que salía de tu boca ----.  Vas a estar insoportable.
Volvió a sisearte y está vez decidió darte la espalda para supuestamente dormir.
Reiste divertida, porque Diego tenía un aura demasiado parecida a la de un gato malhumorado. Uno muy grande y enojado que no dudaría en comerte si pudiera ponerte las manos encima. Entonces sería mejor compararlo con un tigre azul por las franjas en su cuerpo.
Cerraste tus ojos resignada ante la situación y actitud de tu compañero de celda, intentaste ignorar el dolor insoportable de tu pierna trayendo recuerdos a tu cabeza, las suaves caricias en tu nuca se presentaron y el suave tarareo de tu hermana relajó tus músculos por completo, ayudándote a dormir por unas pequeñas horas.
El sonido de una bandeja siendo lanzada por la rendija fue lo que te hizo despertar.
Tus fosas nasales olieron el horrible aroma de esa avena remojada en quién sabe qué y eso hizo que tu estómago se presentara ansioso. Cómo era habitual cuando el desayuno llegaba tu mirada fue a Diego el cual ya te miraba expectante, ansiando una pelea a muerte por una ración de comida. Si eras sincera no estabas en condiciones para eso y él estaba más irracional que otros días así que estabas en absoluta desventaja. Si Diego ya era impredecible, su necesidad y desesperación de sentir la gloria con alguna droga en su sistema lo volvía una carta directa al reino de los cielos o infierno en tu caso.
No ibas a arriesgarte.
Así que tus ojos miraron a otro lado intentando ignorar la persistente mirada de tu compañero de celda quien no había dejado de mirarte ni un segundo. Cerraste tus ojos decidiendo que tu cerebro era un buen lugar para distraerte de la persistente mirada dorada. Pensaste en una hermosa hamburguesa jugosa con tocino y dos pedazos enormes de carne haciendo tu boca salivar. Tu estómago rugió ansioso, deseoso de una pequeña mordida de esa jugosa hamburguesa que hace tiempo no habías comido por estar en el reino de Pandora. Frustrada por tu hambre decidiste mejor hacer otra cosa que no sea vivir en tu cabeza porque está solo estaba atenta para pensar en alimentos que extrañabas.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente"
Soltaste un suspiro ante la persistente voz de tu hermana sintiendo el suave toque de sus manos en tu cabeza, tarareaste junto a ella arrullando y llevando a una plena serenidad a tu cerebro para distraerlo de cualquier dolor y deseo de hambre, al menos fue así hasta que el sonido de las cadenas te sacó de las profundidades de tu mente y luego el deslizamiento de algo metálico contra el suelo.
Cuando abriste los ojos la bandeja de comida estaba a unos centímetros de tus pies. Aquello te hizo mirar hacia tu compañero el cuál ya se estaba dando media vuelta para ignorar tu mirada y probablemente tu existencia en este lugar. Sonreíste apenas de forma perceptible. Por alguna razón a lo largo de esta semana Diego comenzaba a caerte bien. No sabías si era por su silencio o tal vez porque no era un idiota como todos los que trabajaban en este lugar. Tenía muchos factores negativos (como intentar comerte) pero decidiste no prestar atención a estos pequeños detalles que dejaban mal parado a Dieguito.
Tu mano tomó esa avena asquerosa y con tu boca salivando tomaste bocado sin pensar ni un momento en su consistencia.
Debías tomar toda la energía necesaria si pensabas salir de este lugar. Debías estar preparada para todos los riesgos que tu escapada te traería y eso significaba que tu cuerpo y mente debían estar en forma para el gran día. Una vez que terminaste tu comida volviste a recargarte en la pared. Lentamente te recostaste en el suelo y tus ojos miraron con atención al techo oscuro, tal vez fue el aburrimiento, tal vez tu mente llevándote a la locura gracias al confinamiento pero frente a ti se formaron estrellas brillantes que titilaban al ritmo del suave tarareo de tu hermana. No podías evitarlo, porque sus caricias llegaban a tu cabeza obligándote a relajar. Un hábito que tenía desde que eran niñas, entonces para ti fue inevitable seguirla. Sus voces se sincronizaron y la paz que tanto necesitabas rodeó todo tu cuerpo, el pequeño tintineo de las cadenas no te distrajo y simplemente te quédaste ahí, tan absorta en los recuerdos que no prestabas atención a lo que pasaba a tu alrededor.
"Debes ser paciente, Sam"
Si, era su mantra para que no te metieras en problemas o algo que tu cabeza había adoptado desde que se separaron. Tal vez, si ella hubiera estado aquí mismo no habrías decidido volarle la cabeza a tus compañeros, tampoco podías culparla. Eras una adulta y se suponía que debías ser consciente de tus propias acciones. Ignoraste a tu cabeza, cerrando tus ojos mientras el volumen de tu tarareo aumentaba.
Entonces daba igual el pasado, no era de las personas que se arrepentía de sus acciones.
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rinconliterario · 2 months ago
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Recuerdo una iglesia antigua, perdida, a la hora que el viento palidece y las voces astillan bajo el arco del cielo. Estabas cansada, y nos sentamos en un escalón como dos mendigos. En cambio, la sangre fluía de maravilla, al ver cada ave en el cielo convertirse en estrella.
Giorgio Caproni (1912 – 1990)
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sinfonia-relativa · 1 year ago
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Rincones llenos de barro, impregnados de soledad y de sueños rotos. Escaleras que te suben alto, pero no van a ningún lado. Supuestos atajos, que te devuelven al lugar donde todo empezó. Guías en el camino que te acompañan, que te traicionan y te pierden. Rocas en lugar de corazones y veneno en lugar de sangre. Pero no importa, porque hasta el cielo más oscuro tiene en sí mismo a la estrella más brillante. Sé esa estrella entre tanto caos.
GUERRERA LUNAR
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caostalgia · 2 years ago
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Ausente es el tiempo, nunca es suficiente, nunca espera, nunca tarda... Ausentes son los besos, efímeros que se van en un segundo.... Ausentes son las estrellas fugaces, que vienen y se van sin cumplir ese deseo de los seres moribundos de la Tierra... Ausentes son los puntos seguidos de una historia sin terminar, de un cuento incompleto, de un trago de despecho de aquel escritor que utiliza su sangre como tinta para escribirlos... Ausentes son los latidos, que cesan cuando un ser se vuelve uno con la Madre Tierra, siendo extrañado y añorado, nunca superado pero siempre recordado... Ausentes son las palabras que no son suficientes para arreglar un corazón roto, un corazón de papel, un corazón marchito... Ausente eres tu cariño que no me amas, no me buscas, no me quieres a tu lado...
~Goner
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llenadeestrellas · 4 months ago
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Me has enseñado a vivir sin ti
Ha pasado el tiempo, el suficiente para hacerme comprender que nunca volverás, pero aun cuando mi mente ya no puede engañarse más, hay algo que todavía guarda la nítida imagen de lo que fuiste. Las ganas de llorar quizás nunca se irán del todo, por más que trate de soltar la tristeza que me ocasiona saber que has desaparecido en cuerpo más no en alma, por lo cual, tu ausencia imperceptible me seguirá hasta el último día de mi existencia.
A veces en medio del silencio, te pienso. Cuando la quietud habita a mi alrededor solo estás tú merodeando en los rincones de mi mente y creo que puedo encontrarte en medio de ese sentimiento que acallo aun después de tanto tiempo. Estas lágrimas no bastan para derretir el enorme dolor que acapara gran parte de mi pecho que ha ido sanando lentamente, aun no termino de comprender del todo cómo funciona la vida y la muerte, sin embargo, ahora entiendo lo difícil que es todavía dejarte ir a pesar de que te marchaste una noche.
La vida se volvió distinta, significa algo más que vivir como lo hacía antes de perderte; pareciera que puedo oírte hablar desde el fondo del alma con pequeños susurros que responden a la infinidad de preguntas que han surgido estos años de luto por ti. Tu muerte hace de mis días una enseñanza, me convierto en alguien más sabia sin quererlo, sin importar que todo lo que ahora haya sean las inmensas ganas de llorar. El mundo gira de manera que sea casi incompresible para los demás que viven ajenos a esta sensación, ellos no saben cuan pesada es la tristeza de aquellos que vemos partir a quienes amamos.
Siento que si digo tu nombre en voz alta arrancará pedazos de mi corazón, por eso mantengo este voto de silencio lo más que pueda hasta que un día pueda pronunciarlo sin la dificultad abrazando mi garganta.
Te he buscado en las estrellas, en todos los firmamentos que veo y en la nada que contiene un poco del todo, esperando divisarte en la inmensa distancia. Aún me pregunto en qué parte del cielo y la tierra te encuentras.
La casa se quedó con un fantasma que no puedo sentir del todo más que la sensación de que alguna vez habitaste aquellos espacios que hoy se reducen a meros recuerdos, recuerdos cuyos fragmentos se han llenado de una inexplicable nostalgia que invade el pasado.
Esta travesía que he caminado durante largos años me ha hecho más cercana de algún modo a algo que nunca creí que conocería, Dios. Un dios que desconocía que existía, que nació en medio del sufrimiento que conlleva decir adiós de forma absoluta.
Sigo sin oír la frase correcta que sirva de consuelo para este desasosiego en el que me encuentro hundida algunos días sean soleados o grises, haya lluvía o arcoiris resplandeciendo. En los momentos en que respiro el aire y me sé viva, comprendo la fuerza que he conseguido con el amor que enaltece tu memoria, nada es más indestructible que amar a alguien que ya no está presente.
Pero morir a tu lado ha sido una de las más grandes guerras, pienso que todos los que hemos soltado morimos en cierta forma; por dentro algo cambia sutilmente, hasta el punto de ser casi invisible, sólo cuando observamos lo suficiente notamos que hemos muerto a medias, como la estación que da paso a una nueva, quedan huellas a su paso como una señal de lo que éramos. Se llevan algo de nosotros que es imposible impedir que sea despojado, su amor que perdura entre la agonía de su despedida, en el último latido del corazón estamos unidos por algo más que la sangre que corre por nuestras venas.
Sí, hemos muerto, una muerte que nos hace seres humanos diferentes, nos hacen más humanos de lo que cualquier otra cosa podría hacerlo. Hay llantos que duran toda una vida, pero eso no nos detiene, caminamos hacia adelante.
Sobreviví, como sobreviven todos los que recorren el mismo sendero y recorrerán tarde o temprano, seguimos adelante, moviéndonos con el transcurrir de los meses.
Quisiera gritar lo fuerte que me has hecho, me has enseñado que existe Dios de la manera más humilde posible. Me enseñaste a vivir sin ti.
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diediegamchicothdie · 10 days ago
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Round and Round
[Pelle and Quorthon]
Se odian tanto que terminan cogiendo, historia basada en canciones de glam/hair metal.
1/?
También disponible en AO3!
Pensaba que los días tranquilos de la primavera de marzo del 91 eran eternos, con su aura de tranquilidad que se consumía en un romance desbocado, apasionado, de esos que te levantan y sacuden desde el interior, dejando un el cuerpo con un dolor placentero que con el tiempo era perfecto. Parecía tener todas las cartas a su favor, pues, el momento diurno era lo suficientemente corto para trabajar en su música y las noches largas para festejar su abrumante éxito, grandes celebraciones a su ego donde le encantaba llenar su sangre de alcohol dejando finalmente descansar a su cerebro apagado por unos momentos; al final había logrado su objetivo: Bathory era total y exclusivamente suyo, esa verdad lo hacía retorcerse de felicidad. El total control creativo de su amada banda era un delicioso deleite. El poder lo hacía sentir tan realizado, una sensación que no todos entendían, mucho menos comprende, su orgasmo terrenal. Tenía todo lo que alguna vez había deseado, por lo que su yo infantil del 83’ había estado luchando, algo suyo, propio, poseedor de: una banda exitosa, suficiente dinero para poder sustentar sus caprichos, amantes de todo tipo y amigos quienes cubrirán su espalda, todo un hito, una vida envidiable, por lo mínimo deseable, no tenía de que quejarse, para el 91 lo había logrado, a sus escasos 25 años podría afirmar con toda seguridad que su vida era buena, simple para una estrella de metal, respetable e imponente, donde su reputación le precedía, su nombre llevaba un gran peso, sus palabras eran solicitadas constantemente en busca de un buen consejo, podía hacerse sentir sin atacar, pues la indiferencia era una arma poderosa y él no era un tipo conflictivo ni mucho menos, su banda era su negocio, su vida y hasta cierto punto su amante, prefería mantenerlo tranquilo, simple, al margen, no necesitaba un gran postureo para seguir siendo una leyenda.
Era Quorthon, líder de Bathory, un proyecto tanto oscuro como orgulloso de sus raíces nórdicas, bebiendo desde el uso y costumbre de los pueblos escandinavos, su cosmovisión, el actuar, la herencia, que combina junto a la tradición, pero especialmente la raíz vikinga. Su herencia histórica le brindaba un cálido abrazo en la espalda que solo crecía cuando hablaba de la fuerza de la sangre nórdica. Siempre corriendo en círculos acerca de cómo los obligaban a abandonar su origen y doblegarse ante un Dios ajeno, pues no podía evitar correr en círculos acerca de lo mismo. Encontrando mil maneras diferentes de hablar de lo mismo, mutando en distintas formas, esa era su esencia, ese era todo su trabajo, su alma aplastada en el sentimiento del nacionalismo ferviente ante sus ancestros y tradiciones. Thomas Börje Forsberg como su propia persona, tenía su propia cruz que cargar, no lo podía negar, era un nerd, no de esos que saben de números y de largas operaciones algebraicas; a duras penas había terminado el instituto por presión de su padre. Era un nerd de la historia, especialmente la historia situada en la época posterior de la edad de hierro germánica comprendida en la modernidad entre los años 793 al 1100 y claramente su mitología correspondiente. Con este hecho ya cubierto era obvio inferir que él podría pasar horas hablando de cada suceso histórico. La emoción que desplegaba en su cuerpo cada vez que era capaz de poder vomitar labia histórica acerca de la vida en la antigua Escandinavia. Nadie entendería por completo como se extasiaba explicando a detalle la ópera de las Valkyrias de Wagner a quien quisiera escuchar, pero, viéndose totalmente obligado a ser honesto ante nuevamente, sí mismo: nadie lo quería hablar sobre cosas que a la multitud (incluyendo sus propios fans) realmente no les importaban tanto. Aunque esa verdad era una especie de puñalada, podría vivir con ese hecho, podría seguir hablando con el papel, la pluma y su colección de libros de Peter Foote y David M. Wilson. Sabía en cierto punto que la soledad era una buena amiga, algo pasajera, pero muy llevadera. Por el bien de su cuerpo y alma, Thomas, no se molestaría en suplicar a nadie para que lo escuchara. Debía admitir que su orgullo era su mayor defecto, pero no era uno tan letal o desagradable ante sus propios ojos merecía ser orgulloso, era un hombre joven, talentoso, guapo y un genio musicalmente hablando, tenía de donde presumir, no se avergonzaba de sí mismo, ni se escondía tras falsas identidades. Por eso supo, es más, ni siquiera lo supo. Se le enterró debajo de la piel el recuerdo hecho presencia como si fuera un ente espectral, dando honor a su piel pálida, donde sus venas azuladas resaltan como finas cuerdas que amarraban su delgado cuerpo en un bondage natural. Todo eso significaba la presencia de aquel cuervo de mal Agüero, de la muerte, como le gustaba llamarse así mismo, que solo había llegado a cagarse en su tienda, en su trabajo. Lo estaba esperando, en su mente había imaginado este día con tanta insistencia, en lo más profundo reconocía el momento de su reencuentro porque lo que se va viene aún con más fuerza.
En su silenciosa represalia mordió fuertemente el cigarrillo entre sus labios, llegando su boca del resto desagradable de tabaco tragando los grandes trozos de tabaco y más mierda, tragando raspando su garganta, en cualquier otro caso no le daba importancia a sus enemigos, porque por más que odiara ese concepto. Debía admitir que era algo real la enemistad entre bandas o integrantes de la misma banda quienes simplemente terminaba mal, prefería no hacer caso a esas peleas infantiles que tanto le agobiaba, pero este caso era totalmente particular fuera de cualquier compresión lógica como un sueño de cloroformo. No quería volver a correr en círculos, pero en la industria del metal underground es muy fácil llenarse de enemigos. Jodidos locos, alimentados por el cabrón que se hacía llamar la muerte cuando solo era un patético intento de hombre que ni siquiera podía llenar su propia ropa. Ahí estaba, el mito, la figura, la leyenda llena de mierda de Per Yngve Ohlin.  Se encontraba, tan idiota y descarado, sin pizca de vergüenza a pesar de su pasado, ignorando su culpa que debería cargar como una triste mancha de vergüenza. Seguro no lo hacía, porque conociendo su espectáculo de porquería en mayhem sabía muy bien que no debería poseer el mínimo respeto por sí mismo ni por los demás y especialmente ante él. Finalmente, la mirada láser que lo seguía a través de la tienda surtió efecto y su tan aclamado deseo se cumplió. Sus ojos se conectaron, el azul de sus iris chocando, comiéndose entre sí en una danza silenciosa, ansiosa, que ambos lo pensaron que con solo verse podrían asesinarse. Él volvió a correr en círculos, no se sentía en necesidad de volver a explicarlo, prefería ignorarlo ante todos en un juego de poder y humillación. Prefería pensar que nunca lo conoció, que nunca lo tocó, que ni sus palabras, ni sus cuerpos alguna vez coincidieron, pero ante la plenitud de estar solos ante los discos, camisetas y demás mercancía de variados géneros de metal con la música de “RATT” de fondo. No encontró razón para seguir guardando silencio, porque era un tipo bastante relajado, pero tenía sus límites y la sola presencia de Per ya cruzaba todas sus líneas, pero así mismo le gustaba cruzar líneas. 
— ¿Qué haces aquí? Pensé que no eras lo suficientemente bueno para la tienda de una estrella de rock mediocre y promedio en la ciudad llena de posers aspiracionistas como es Estocolmo.
Soltó divertidamente, mordiendo su lengua con la última frase. Para su sorpresa, el joven espectral ante él solo se mantuvo indiferente. Sus pies se movieron ruidosamente caminando un par de pasos por la tienda. “Como si se adueñara de mi espacio”, pensó Thomas golpeando el blando músculo cerebral dentro de su cráneo. Tan temprano en la mañana, al igual que la última vez, el mocoso de Västerhaninge llegaba a ser una maldita molestia. Podía verlo, más flacucho, con peor postura y un rostro de un hombre acabado, un patético retrato para alguien tan joven, pero él se lo había buscado, eso era lo que más le molestaba.
— Estás en mi tienda y no eres capaz de responder — murmuró aún más molesto. Todo en él le irritaba, su mala postura y solo repulsivo olor que delataban su mala higiene, y el cuerpo que alguna vez había encontrado fascinante, tan desgastado, se giró para verlo, sin ánimo. — ¿Qué quieres?
— Hoy vengo en labor de cliente. ¿Eres tan grosero con tus clientes siempre? 
La pregunta cayó como hielo. Negó, bajando su cabeza. Era casi cómico, un mal chiste, ver aquel mocoso altivo, que lo había provocado, sacudido, como si tuviera cuernos y lo estuviera empujando como un juvenil macho cabrío. Suspiro, esta vez, volvió su mirada a él sosteniéndola, observando cómo tomaba un par de discos de variadas secciones, pavoneándose como si conociera ese lugar de memoria para luego acercarse al mostrador. 
— ¿De veras no vienes para provocarme?
— Si lo quisiera hacer, hubiera meado en el ventanal de afuera mientras estabas perdido escribiendo tus tontas letras. 
Solo pudo mantenerse en silencio. Miró los largos dedos del hombre al frente suyo, maltratados, llenos de cicatrices y desnutridos al punto de lo absurdo, podría ser mezquino y decir que eran como palillos chinos, pero siendo más honesto consigo mismo, parecían ser tallos de rosas con las espinas rotas. Seguramente en ese mismo estado se encontraba todo su cuerpo, posibles cicatrices que no le importó conocer en su momento, ese impacto era como la bilis amarga en su boca, ¿Cómo su círculo interno o sus fans podrían decir que lo querían o admiraban cuando disfrutaban viendo lo que le hacía a su cuerpo? Sentía pena por el muerto, y como sus ojos no tenían una leve pizca de esperanza, le hacía replantear su odio, pero no lo suficiente para impedirle ser un bastardo como el otro.
— Cinderella, excelente opción, “long cold winter”, es uno de mis discos favoritos hasta que aprendes algo de música, ¿eh?
La risa suave salió como una declaración de victoria por su parte, una forma de decir “he ganado”, pero Per no parecía enfadado por su provocación, sus ojos revelaban su verdad, realmente parecía muerto, sus orbes azules pálidos estaban cansados decorados con manchas oscuras y amarillentas a su alrededor, ¿había pasado por una muerte espiritual? No poseía la voluntad para discutir.
— Es para mi hermana — murmuró por lo bajo, su voz era distinta, como si su aliento poseían un aire frío, totalmente gélido, se notaba que no quería seguir hablando — ella siempre le ha gustado este tipo de cosas.
— Entonces ella tiene un increíble gusto — lástima que este era su territorio, el territorio de Quorthon que solo vivía para su propio hedonismo, por consecuencia solo se cumpliría su voluntad — no sabía que tenías hermanos.
— No hablamos tanto para que lo supieras — explico rápidamente un poco exasperado, pero igualmente derrotado — no me gusta juntar a mi familia con esto, supongo que es un poco vergonzoso para ellos, ya sabes todos en la escena son una bola de idiotas y falsos, empezaron con bromas acerca de mi madre, no quiero que vayan por mis hermanos.
La comprensión de esas palabras lo hizo formar una mueca en su rostro; no era completamente una sonrisa. Un gesto que lo hizo sentir, no tan presumido, algo dentro de su confusa conciencia lo incitó a actuar fuera de sí. Si fuera cualquier otro, él lo hubiera mandado a la mierda, se reiría en su cara y lo escupiría si pudiera, pero no era cualquiera. Tomó aire, se alejó un par de centímetros del mostrador, luego hizo un movimiento de cabeza como señal para que fuera a su lado atrás de la caja registradora. Per le miró algo desconcertado, tampoco entendía muy bien el comportamiento del hombre mayor, quien compartía su propio disgusto. Sabía a total plenitud que podría estar caminando hacia la boca del lobo, pero él no era un hombre con sentido común, un ser vivo que no tenía aprecio por sí mismo. Decidió obedecer como un perro, reconociendo a su viejo amo. Esta vez fue a su lado, sentándose encima de una caja de madera llena de importaciones cubierta con una bandera sueca. 
— Eres un buen hermano…
Reconoció con un tono de voz conciliador que llevó a Per a un amargo sueño febril que decidió ignorar.
— No lo soy.
Aclaró rápidamente sin querer darle lugar a alguna confusión.
— Pareces serlo — volvió a señalar girando para verlo, tomó su lata de Pepsi y le dio un sorbo tragando el líquido para limpiar su boca como para darse fuerzas antes de volver hablar, aun sin saber cómo manejar la situación con todas sus capacidades — te seguí la pista — Admitió quitado de la pena para luego justificarse — aunque es imposible no hacerlo con su escándalo, lo habías estado logrando en Noruega ¿Por qué has vuelto? 
La pregunta quedó en el aire, como un acertijo, una duda que por más que el menor quisiera responder, no sabía cómo abordar, algo tembloroso estiró su mano exigiendo de la bebida del mayor, quien solo se la entregó como medio de concilio.
— Porque no soy un buen hermano.
Concluyó de manera tajante, una conclusión que sonaba tan sencilla, pero tan mordaz a la vez, una frase que se vio obligado a beber un largo trago de ese líquido dulce color petróleo que tanto detestaba “pero al menos no es coca-cola” se consoló Per tragando como si su vida dependiera de eso, su primer alimento, este negó apoyando su rostro contra su mano.
— ¿Es todo? 
La curiosidad genuina llenó el aire tenso, como si fuera una pecera que se inundaba del sentimiento recolectado por el par de suecos que apenas podían hablar sin saltar a sus yugulares, Per como respuesta se encogió de hombros, como si eso cubriera cualquier duda.
— Si crees que fracase en Noruega, que el tiempo que pase ahí fue una lucha inútil, totalmente estéril y no llegó a ningún lado… pues tienes razón, llevo cinco años desperdiciados, es todo.
— No diría que es un fracaso, para nada, aquellos, los idiotas que encuentran gusto a lo que sea que están haciendo, ellos te adoran.
— No quiero eso, no quiero ser adorado por los idiotas.
Aseguró mirando al suelo. Thomas por su parte mordió el interior de su mejilla, jugando con sus dedos en el probador, su postura dominante: con la espalda recta, pero relajada contra la madera negra finamente detallada, con sus largas piernas cubiertas del látex que se fundía con su carne, con sus elegantes apéndices cruzados una al frente de la otra, con las gafas de sol sobre su cabello castaño claro totalmente liso y brillante. Una imagen bien pulida y planeada contrastaba demasiado con la derrota del hombre que alguna vez fue llamado la escena del Black Metal noruego, tan triste.
— ¿Cuánto tiempo planeas quedarte?
Un débil sonido de duda escapó por la garganta del menor que no sabía cómo responder a eso, sus manos flacas viajaron hasta su cabello rubio, no muy bien cuidado, estaba grasoso y maltratado por los estragos de su acto, aun así jugueteo bastante entretenido con las fibras doradas entre sus dedos. Por unos momentos el movimiento repetitivo lo llevó a una especie de trance tan pacífico, la mirada perdida, no podía verlo.
— No lo sé, no lo he pensado lo suficiente, ¿quizás para siempre?, no en Estocolmo, no me gusta Estocolmo, esta ciudad me hace sentir enfermo, como, no lo sé, me siento sucio, como cuando Øystein ponía a Tangerine Dream en las mañanas.
— ¿Tangerine Dream? 
Murmuró algo incrédulo ante esa revelación, nunca pensó que alguien de la naturaleza del “Euronymous” disfrutará de una banda con un nombre tan cursi, pero mucho menos imagino que Per lo revelará con tanta facilidad, era obvio que el chico había vuelto apuñalado, con la herida sangrante abriéndose para dejar escapar todo lo que alguna vez había guardado exclusivamente para sí, con su mirada fría levantándose ante él, esa declaración silenciosa “me conoces desde el principio” claro, lo hacía, conocía su repugnancia, pero no la sensibilidad de su alma.
— Es, umm, ya sabes, un proyecto de electrónica, yo odio la electrónica — titubeó en su discurso, la mirada de Quorthon en su pálido rostro que mostraba su clara incomodidad al hablar de aquella música, siempre haciéndolo cruzar líneas — Es como, ya sabes, soundtrack de películas y cosas así, me hace sentir rato, como si pudiera tocar colores, él solía poner el soundtrack de “Wavelength” por la mañana, lo odiaba, desde “Alien Voices” hasta “Mojave End Title Reprise”, también insistiría para ver esas tontas películas con mensaje filosófico y trasfondo indescifrable, no las entiendo prefiero la sangre, le gustaba “Blue Velvet” insistiría en ver aquella cinta una y otra vez, me cansaba la vista, ¿Y el soundtrack?, ¡Un asco! 
Murmuró con sus ojos apagados, par de pozos hundidos en su piel blanca, cuál arena, Thomas comprendió que tenía al frente no a la muerte, sino un fantasma, pero lo que se va vuelve, y con mucha más fuerza.
— Lo odias tanto que pareces conocer cada detalle.
En ese instante aquel rostro inexpresivo soltó una chispa de vida, entendiendo la severidad de aquella puñalada, pero no retrocede, para nada, asintió con la cabeza más alta — para odiar algo debes conocerlo, yo odio mucho a Tangerine Dream, Pink Floyd, la estúpida filmografía de David Lynch y toda la mierda de sintetizador, me hace sentir mareado.
— Siempre has odiado que tengan poder y control sobre ti.
Señaló bastante jocoso de sus palabras, adoptando nuevamente una actitud de mierda, pero el rubio esta vez no se contentó escupiendo a sus pies. Las botas del mayor se llenaron de la saliva líquida sin gota de espesor en un reluciente tono amarillento, salida de los agrietados labios del menor, quien, molesto, se levantó para salir, sin querer dar más o para ser más preciso, brindarle más explicaciones.
— ¿Vuelves a huir?
Cuestionó Quorthon, ahora defensivo ante Per deseando asesinarlo en el acto, pero no queriendo que el otro se fuera, no de esa forma, no tan rápido. Per, no tenía más gana de hablar. La conciencia de Thomas golpeaba en su estómago hasta su cerebro, era su culpa, lo sabía, estaba tan orgulloso de poder verlo abrirse, como si aún fuera aquel chico nervioso quien se había presentado esa noche en “Heavy Sound Shop” hace apenas cuatro años, y lo había vuelto a cerrar de golpe, como un idiota.
— No odio el poder sobre mí, si piensas que lo hago no lo conoces, tú sabes bien lo que hiciste, no me conoces, ¿No?, no, para nada, pero siempre abres tu boca y lo jodes todo, no podías tratarme como un cliente — murmuró entre dientes, realmente molesto, pero Thomas estaba encantado, porque vio algo más que muerte en su mirada, porque lo prefería furioso, irritado como un demonio antes que frío como un muerto — No, nunca puedes ser real como todos los jodidos falsos que acolitas.
— ¿Lo que hice? ¿Qué hice? Dime Per, si fuiste tú quien se acercó a mí con todas esas palabras dulces y luego me mandaste al infierno como un bastardo, ¿Yo soy el malo aquí? — preguntó indignado, finalmente el peso del pasado cayendo como miles de agujas sobre sus cuerpos finos pedazos de metal que se enterraban bajo los músculos, lo que tanto había evitado por fin había regresado, por lo que se va vuelve y con mucha más fuerza — Yo realmente creía que tenías interés en mí, no en lo que podía darte.
La revelación sobresaltó al rubio, quien golpeó fuertemente su mano contra la madera  haciéndola temblar. La mirada de Quorthon fue hasta su cara tensa, contraída en una expresión de mera frustración, roja de la ira, brillante como una bombilla de Navidad. Después de todo el intercambio, de sus idas y vueltas, de correr en círculos finalmente lo había alcanzado, como una ráfaga de agua salada que se metió hasta sus pulmones, ahogándose con sus propias palabras, atragantado a los compatriotas, hasta que finalmente pudo vomitar encima de él, las palabras venenosas acompañadas con riegos de saliva sobre su rostro.
— ¡Tú crees que lo que hice esa noche lo hice para sacar algo de ti!, eres, ¡eres un maldito cerdo egocéntrico! — las manos de Per temblaban de la pura rabia producida por el puro odio generado por aquella revelación que le sabía a puro veneno — ¡Crees que me deje emascular porque pensé que tendría algo de ti!
Las afirmaciones se derramaban por la habitación que ahora parecía carente de aire, solo se llenaba por los interminables insultos del hombre más joven, de aquella desesperada llamada al cerebro de Thomas que apenas pudo procesar lo que pasaba. Mordió su labio, sintiendo la vergüenza que ocultaba despertar en sus entrañas, recorriendo desde el estómago hasta el esófago, clavándose en su garganta, realmente había cruzado sus límites, pero cómo lo iba a saber si su palabra había sido ley, si nunca había escuchado la versión del rubio que ahora se desmoronó y reconstruyó cuál fénix ante sus ojos. 
— Yo, yo nunca esperaba nada material de ti, solo estaba tan feliz de conocerte que mi fanatismo nubló mi visión, pero eres decepcionante — aceptó ante la verdad de frases, como si se arrancara una parte del esófago — ¡Siempre eres decepcionante! Una estrella de rock mediocre y promedio, un niño de papi que no sabe ganarse las cosas por sí mismo, por tu culpa me tuve que ir, tú me lanzaste a la desgracia, ¡si hubieras firmado a “Morbid” no me hubiera tenido que conformar con el infierno que es Noruega!
Las acusaciones sórdidas eran ya no eran agujas, eran puñales que solo desgarraban su conciencia, los ojos helados del hombre más delgado, su débil figura se alzaba imponente. Per, con la rabia de un hombre roto, volvió a escupir, pero esta vez cayendo su el rostro de Thomas, quien cerró sus ojos, apretó tanto sus puños como sus dientes. Ahora, Per estaba listo para pelear, lo estaba deseando, lo deseaba desde hace tanto, fantaseaba con este momento. No había llegado como este lo había deseado, cuando estuviera en la cima y todos reconocieran su nombre, él volvería por Quorthon, lo tomaría de los cuernos y arrastraría su cabeza contra el suelo, lo haría besar sus pies y lo pondría en su lugar, a la merced de la verdadera oscuridad. Ahora, bajo la sombra de su fracaso, no le importaban sus fantasías húmedas de venganza, los ojos de Quorthon encima de él lo excitaban, lo llevaban al estado primitivo del cerebro donde solo quedaba la respuesta de lucha o huida, y ya estaba cansado de huir, sus labios se apretaron acompañado el ceño fruncido, pero el mayor solo se alejó dándose la vuelta, buscando un pañuelo para limpiar su cara, otra vez decepcionante.
— No pienso hacer esto, ¿Siquiera te has mirado? — pregunto riendo ante el desconcierto de Per ante su reproche, poniendo las cosas a un extraño nivel, no necesitaba tantas palabras como el menor para lograr lastimar — pareces un cadáver, ¿Al menos tienes un trabajo con el cual solventar tus huesos?
Per negó lentamente en un arrebato de confusión ante la oleada de información sin entender el porqué de Quorthon, la duda ante su actuar era tan grande que parecía una sombra cuál Nosferatu — No, yo, no tengo nada por el momento, pensaba quedarme por la Pascua, pero ahora es definitivo, ya encontraré algo que hacer… ¿Qué te importa?
— ¿Tienes estudios adicionales? ¿Algún técnico luego de la escuela? 
Cuestionó impactado por la nueva negativa del menor que solo se encogió de hombros, sin saber muy bien qué responder, la gente no solía cuestionar que tan bien letrado estaba, a la escena no le interesaban esas cosas, solo asumen un nivel de estudio. Por lo general decían que él era listo, personalmente prefería decir que solo tenía personalidad, en ese momento tomó nuevamente un actuar dócil dejando su postura defensiva, Per adoptó curioso la mirada de Quorthon.
— ¿Qué tiene?
— ¿Cómo pensabas comprar los álbumes?
Per se encogió de hombros nuevamente, como una especie de tic corporal, seguido por otro y otro, parpadeando repetidamente como revoloteos de mariposas y luego mordió un poco su lengua de manera algo juguetona, no se iba a lastimar — Tengo algo de dinero ahorrado, bueno, lo justo, quería darles algo lindo como disculpa, y bueno, le pedí a un amigo que viniera a ver los precios y me ajuste a eso…
Murmuró tímidamente. Thomas asintió sintiéndose extraño, una mezcla de pena y ternura, a veces olvidaba la naturaleza del mocoso, ciertamente era muy duro con él, lo sabía. En su defensa, había algo de empujarlo y ver su reacción que le atraía, su furia era algo embriagante, un tipo de placer casi adictivo al verlo rabiar, pero ahora su rostro parece más inocente, ingenuo, como la primera vez que lo conoció. Sus pálidos ojos tristes, llenos de dudas, tan tierno que no podía evitar la risa que salía de sus labios por más que lo intentará, no era malicioso, solo una reacción natural al verlo de esa manera.
— Per, ¿Qué tal si vienes a trabajar aquí? Estoy ocupado con la banda y necesito alguien que sepa de música y pueda manejar todo esto, ¿Crees qué puedas manejarlo?
La pregunta se quedó en el aire por un buen rato, Per miro al suelo dando golpes suaves contra el mostrador mientras golpeaba el suelo con sus sucios zapatos en una especie de baile extraño, ¿sería capaz?, No lo sabía. Cuando Øystein hablo de Helvète no estaba emocionado, ni en lo más mínimo, no podía verse como la mano derecha del noruego, ya no, no se miraba limpiando estanterías y estando en interminables charlas acerca de la escena, estaba cansado, tan cansado. La tienda de Quorthon no era como inner circle, para nada, era un lugar de posers y principiantes en el mundo del metal, muy relajado, nadie lo reconocería, lo que más deseaba, desaparecer en el mundo del metal como un tipo de leyenda urbana. Si se confundía con los falsos, los demás idiotas simplemente lo olvidarían, podrían hasta excluirlo y apartarlo como un sucio traidor, ese pensamiento era un alivio, entonces decidido tomó los discos, alzó su mirada hacia el hombre de cabello castaño quien aún inquieto esperaba su respuesta.
— ¿Entonces? Que dices Per, ¿Estás dentro?
— Supongo que si, te estás quedando calvo del estrés, si fuera tú revisaría esas entradas — apuntó descaradamente mientras sostenía los álbumes contra su pecho como si estuviera intentando fundir el plástico con su cuerpo, el rostro de Thomas se llenó de sangre tan rápidamente que no lo pudo controlar tocando su cabello ante tal señalamiento, pero no pudo responder, pues Per ya estaba listo — ¿Cuándo comienzo?
— Mañana, te quiero aquí a las 9, la jornada laboral es regular, se te darán todas las prestaciones de la ley junto al salario mínimo, ¿Te parece bien?
Preguntó irónico, pues, sabía que el otro no tenía nada más, no es que los empleos cayeron del cielo, más para alguien como Per. Per quien asintió retrocediendo con los álbumes aun contra su cuerpo como si se los fueran arrebatar en algún momento, Per de cuyos delgados labios solo un ruido parecido a un “Mañana nos vemos” salió de su cuerpo como última declaración antes de salir del local tan fantasmagórico como entró. Solo entonces Thomas comprendió que seguía siendo un descarado, en ensueño que solo las alarmas que sonaban como estruendos pudieron despertarlo, su cuerpo saltó aún confundido por lo que acababa de ocurrir, rápidamente apagó las alarmas para luego negar con su cabeza que se mantenía un poco en las nubes. Ni siquiera sabía lo que había hecho, ni siquiera iba a cuestionar el porqué de su decisión, pero sea como fuere, ahora debía probarlo. Era tiempo, debía volver a probar el analgésico efecto de unir su cuerpo con el psicótico hombre muerto, era todo, no tenía más consuelo, solo “RATT” a todo volumen a través de los parlantes de la tienda entendían sus sentimientos.
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danielac1world · 2 months ago
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Gira la habitación,
ojalá la melodía se aferre a tus huesos
como a mi frágil memoria;
silencio,
que alguien apague al silencio,
o que alguien apague los libros...
los cables ya calcinan nuestras memorias de antaño,
y tú,
abres los ojos.
Las estrellas solas lloran sobre nosotros,
me falta el filo de tus uñas
por la desnudez de mi espalda,
y la música apenas se escucha,
amor nuestro;
la sangre fluye en aire caliente,
mirra que escurre
por tu pecho necesitado.
Deja que me refugie
en la condena
de tus clavículas a plena vista,
y cuelga tus muñecas lascivas,
del silencio naciente de mis labios;
tus dedos están bailando
sobre las palabras vacías de un eco,
déjame enredarme en la maraña de tu pelo,
déjame hundirme en tu perfume amaredado,
déjame estirarme sobre las cuerdas
de tu cuerpo caído,
¡y cubrenos, oh señor, con tu manto!,
arrastranos juntos,
con la primera brisa,
de la última nota.
-danielac1world ~Abandono de la risa pulcra~
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