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«Fundamentalmente, veremos que el transhumanismo se divide en dos grandes campos: los que “simplemente” quieren mejorar la especie humana sin reunciar por ello a su humanidad, limitándose a reforzarla, y los que, como Kurzweil precisamente, abogan por la “tecnofabricación” de una “poshumanidad” para la creación de una nueva especie, híbrida en su caso con máquinas dotadas de capacidades físicas y de una inteligencia artificial superiores a las nuestras. En el primer caso, el transhumanismo se sitúa voluntariamente en la continuidad de un cierto humanismo “no naturalista” (veremos más adelante el sentido preciso de este concepto), un humanismo que, desde Pico della Mirandola a Condorcet, abogaba por una perfectibilidad infinita del ser humano. En el segundo, la ruptura con el humanismo en todas sus formas se consume y se asume al mismo tiempo.»
Luc Ferry: La revolución transhumanista. Alianza Editorial, pág. 25. Madrid, 2017
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#luc ferry#la revolución transhumanista#hombre#ser humano#tecnomedicina#ética#moral#hibridación#hombre-máquina#especie#nueva especie#ingeniería genética#tecnofabricación#poshumanidad#máquina#inteligencia artificial#naturalismo#humanismo#ray kurzweil#kurzweil#pico della mirandola#condorcet#teo gómez otero#el bosco#jheronimus bosch
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“HUMANIDADES DIGITALES, POSHUMANIDAD Y NEOHUMANISMO”
Nuria Rodríguez-Ortega
TELOS
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“5079: archivos secretos”: un escape al futuro de la humanidad
“5079: archivos secretos”: un escape al futuro de la humanidad
Portada de la novela “5079: archivos secretos” (Ediciones El Viaje, 2016) del ecuatoriano Augusto Rodríguez. El escritor ecuatoriano, Augusto Rodríguez, publicó recientemente la novela 5079: archivos secretos (Ediciones El viaje, 2016) en Guadalajara-México. Tiene en su haber publicaciones, entre poesía (El libro blanco), cuento (Los muertos siempre regresan; Del otro lado de la ventana), además…
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#Albert Camus#Augusto Rodríguez#Baba Vanga#Colonización#Hannah Arendt#Marte#Migraciones#NASA#Poshumanidad#Ricardo Piglia#Seres extraterrestres#Viajes por el espacio
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Duguin, profeta del antiliberalismo
Nicolás de Pedro
El liberalismo es el mal absoluto, una ideología totalitaria que debe ser combatida sin descanso en todos los ámbitos. Así resume Alexander Duguin, filósofo y activo propagandista ruso, su ideario político y vital. Y ya no se trata de aquel oscuro pensador conocido exclusivamente en círculos neofascistas europeos de los años noventa, sino de un autor aún minoritario, pero con creciente difusi��n en toda Europa y las Américas. Pese a su radicalidad y dogmatismo, su obra absorbe referencias diversas para destilar un pensamiento original, heterodoxo, accesible y con voluntad de dar forma al maremoto antiliberal. Lo que él llama cuarta teoría política aspira, precisamente, a trascender el eje izquierda-derecha y ofrecer una argamasa lo suficientemente maleable como para galvanizar y articular conceptualmente la oleada nacionalpopulista que afrontan las democracias liberales.
Duguin combina su pensamiento con un intenso activismo local y global, si bien su acceso y ascendiente sobre el presidente ruso es mucho menor de lo que suele creerse. Ni es asesor de Vladímir Putin ni mucho menos su gurú o filósofo de cabecera. Pero Duguin sí es uno de los instrumentos que utiliza un Kremlin con tendencia creciente a externalizar o subcontratar parte de su acción encubierta en el exterior. La intervención militar no declarada en el este de Ucrania es un buen ejemplo. La campaña de Moscú para seducir a todo el espectro de la derecha con vistas a erosionar el conservadurismo liberal europeo no alineado con el Kremlin no es una excepción. Duguin tiene, de hecho, mucha más repercusión fuera que dentro de Rusia y su capacidad para consolidar redes y alianzas desde Kazajistán a Argentina, pasando por Turquía, Grecia, Alemania, Italia, Hungría o España, es su gran valor añadido a ojos del Kremlin. Poliglotía, estética y afán de epatar son elementos clave en esta exitosa proyección internacional. Con su aspecto de eremita, barba luenga, voz grave y pose estudiada –buscando, sin duda, emular a Fiódor Dostoievski y Alexander Solzhenitsyn–, su figura resulta perturbadoramente magnética.
Duguin suele definirse a sí mismo, fundamentalmente, como un tradicionalista. Una caracterización polisémica pero que, en su caso, hace referencia al movimiento intelectual informal y heterogéneo surgido en el periodo de entreguerras. Este tradicionalismo se construye sobre la idea de la supuesta transmisión de unas prácticas espirituales y un sustrato metafísico común desde tiempos inmemoriales, pero que –según su punto de vista– en Occidente se habría visto interrumpido desde mediados del siglo xv. De ahí la inclinación paganizante, orientalista e hinduizante –en particular, la convicción de vivir en la edad oscura o Kali Yuga– presente en la mayor parte de autores incardinados en este tradicionalismo. Entre ellos cabe citar la obra seminal del místico sufí francés René Guénon, La crisis del mundo moderno (1927), o la llamada a la acción del controvertido aristócrata italiano Julius Evola en Revuelta contra el mundo moderno (1934) o Cabalgar el tigre (1961). Duguin toma de Guénon la idea básica del carácter revelado de todas las religiones, que, además, compartirían una base esotérica y metafísica común conocida como tradición perenne o primordial. Así, la tradición no es –en palabras de Duguin– antigua sino eterna y debe ser restaurada para superar la Kali Yuga en la que nos encontramos.
La deuda con Evola es mayor y más compleja. Del autor italiano asume, por un lado, el rechazo completo a la modernidad entendida como un proceso de degeneración espiritual iniciado en el Renacimiento y agudizado tras la Revolución francesa que conduce, según Duguin, al triunfo del “totalitarismo liberal” que anticipa la “poshumanidad”, preludio del fin de toda trascendencia. Por el otro, el ideal de una “aristocracia espiritual” en un imperio orgánico y el carácter redentor de la violencia con la guerra como posible “vía de realización espiritual”. Evola –conocido fundamentalmente como inspirador intelectual del terrorismo negro en la Italia de los años setenta– es, por cierto, una figura redescubierta y cada vez más presente en los debates de la oleada antiliberal que recorre Europa y América.
Además de tradicionalista, Duguin suele ser caracterizado como la versión rusa de la Nueva Derecha (nd) de matriz francesa. La ND–constituida en 1968 en torno al Groupement de Recherche et d’Études sur la Civilisation Européenne (Grupo de Investigación sobre la Civilización Europea, grece) liderado por Alain de Benoist– fue concebida como un movimiento metapolítico que buscaba disputar la hegemonía ideológica y cultural a la izquierda y el liberalismo. La ND, semillero fecundo, ha conseguido renovar y desbordar los límites de la extrema derecha incorporando elementos como el ecologismo o el comunitarismo u otros más propios de la extrema izquierda como el anticapitalismo o el antiimperialismo tercermundista, todo aderezado con un cierto gusto por el irracionalismo romántico, las po- siciones antiilustradas y la revitalización de mitos de origen como el indoeuropeo.
En su agenda política más tangible y concreta, la ND es un precedente intelectual claro de las actuales tendencias antiglobalistas, soberanistas e identitarias de la derecha y la izquierda populistas. El propio De Benoist, pensador complejo y poliédrico, se ha definido a sí mismo en alguna ocasión como “anticapitalista, socialista, comunitarista”; ya en 1986, escribía de forma premonitoria que “la mayor contradicción no es entre izquierda y derecha, liberalismo y socialismo, fascismo y comunismo, totalitarismo o democracia, sino que es entre aquellos que quieren que el mundo sea uni- dimensional y los que abogan por un mundo plural enraizado en la diversidad de culturas”.
De Benoist ha ejercido una poderosa influencia sobre Duguin, aunque la relación personal entre ambos, iniciada allá por 1990, ha estado plagada de altibajos. En esta ambivalencia han influido, entre otras cosas, las dudas del francés sobre la deriva excesivamente fascistizante del ruso y sus frecuentes digresiones esotéricas y conspirativas. No en vano la actividad política e intelectual de Duguin se inicia en los primeros ochenta en el conocido como Círculo Yuzhinsky, el underground soviético de inspiración mística, ocultista y filonazi. Así, a finales de 1990, publicaba un artículo titulado “La amenaza de la mundialización” en el que recogía parte de las ideas de Alain de Benoist para alertar de la supuesta conspiración de la élite global para crear un gobierno mundial. Es una idea que recoge en un grueso volumen publicado en 1993, titulado Konspirologia, pretendido estudio académico sobre el supuesto papel del ocultismo y las conspiraciones a lo largo de la historia. Como sabemos, las teorías de la conspiración juegan un papel central en buena parte de las narrativas antiliberales actuales y, significativamente, en la maquinaria de propaganda del Kremlin y quienes repiten su argumentario en Europa, normalmente en clave geopolítica.
Duguin, de hecho, es también deudor de los autores geopolíticos clásicos de la primera mitad del siglo XX (Alfred T. Mahan, Halford Mackinder, Friedrich Ratzel, Klaus Haushofer, Nicholas Spykman), de los eslavófilos rusos decimonónicos –convencidos del carácter único de una Rusia endémicamente enfrentada a Occidente– y de la escuela eurasianista del periodo de entreguerras encabezada por exiliados rusos blancos como Nikolái Trubetskói, Piotr Savitski o George Vernadski. Estos últimos representan una suerte de versión rusa, acaso más romántica y crepuscular dadas sus circunstancias vitales, de la coetánea revolución conservadora alemana, cuyos ecos son también evidentes en la obra de Duguin (especialmente de Ernst Niekisch, Martin Heidegger y Carl Schmitt). La capacidad de Duguin para absorber e introducir en Rusia buena parte del pensamiento europeo moderno –obviando la paradoja que plantea– resulta incuestionable. Eduard Limónov –célebre en Occidente desde que Emmanuel Carrère le dedicara una mitificadora biografía en 2011– fue cofundador con Duguin del marginal Partido Nacional Bolchevique, más una plataforma de agitación contracultural que un partido en sentido convencional. A Limónov le debemos la caracterización más memorable de Duguin “como el Cirilo y el Metodio del fascismo, ya que fue él quien trajo su fe y su conocimiento a Rusia desde Occidente”.
El eurasianismo –la única tendencia propiamente rusa que permea el pensamiento de Duguin– es una corriente intelectual y política heterogénea y difusa articulada sobre la idea de Eurasia como un tercer continente entre Europa y Asia de límites imprecisos, pero con Rusia en el centro como eje de una civilización singular, distinta de Occidente e históricamente enfrentada a ella. En palabras de Trubetskói, Eurasia es una “comunidad multinacional de destino histórico […] separada y superior a la Europa occidental”. El eurasianismo clásico es ambiguo en su relación con el (etno)nacionalismo ruso, aunque suele recoger la idea de Moscú como “tercera Roma” y adoptar un tono mesiánico. Ese tono está muy presente en la obra de Duguin. De hecho, frente a aquellos que aún reclaman, tal y como se expresaba mayoritariamente al caer la URSS, una normalización de Rusia, Duguin afirma que “nunca hemos sido ��normales’ y nunca lo seremos. ¡Rusia será grande, única, radiante, absoluta, paradójica, misteriosa, salvadora o desaparecerá!”. Es decir, una visión mesiánica, apocalíptica e imperial de Rusia.
Para Duguin, la geopolítica, la metafísica y el enfoque conspirativo son elementos inextricablemente unidos. Así, está convencido de que la historia de la humanidad, y sobre todo la del espacio eurasiático, se explica como un enfrentamiento perpetuo entre las telurocracias (Rusia y Alemania especialmente) y las talasocracias (el Reino Unido y EEUU). De esta manera, la Guerra Fría no fue sino otra caracterización de la confrontación perpetua entre el “este telúrico y el oeste marítimo”. El mar, apunta, “es el origen de la modernidad [mientras que] la tierra es la Tradición”. Cambio y novedad frente a permanencia y eterno retorno de lo perenne. En su concepción, el espacio no es inerte, sino “vivo y fecundo, ya que está preñado de acciones, hechos y ciclos históricos”, idea que toma de Lev Gumilev, el más iconoclasta de los eurasianistas soviéticos. Duguin considera, por ejemplo, que el Lebensraum de Haushofer que inspiró a la Alemania nazi no se refiere a un “espacio vital” sino a un “espacio vivo”. Duguin, así, es capaz de abarcar varios planos y registros para conformar un pensamiento totalizante y hablar, incluso, “del destino cósmico de Rusia”.
La cuarta teoría política es fundamentalmente el nuevo avatar del eurasianismo de Duguin. Cuarta por oposición a las tres precedentes, a saber: el liberalismo (primera y triunfante sobre las otras), el socialismo en todas sus formas (segunda) y el fascismo-nazismo (tercera). Duguin considera que las tres, pese a sus diferencias, son fruto de la modernidad (como el Estado nación) y, por lo tanto, igualmente rechazables. Sin embargo, su animadversión hacia el liberalismo no es comparable con su indisimulada simpatía por el fascismo, el nazismo y elementos del bolchevismo. Para Duguin, la clave está en el elemento central sobre el que se articula cada una de ellas: en el fascismo-nazismo la idea de nación o de raza; en el socialismo, la de clase social; y en el liberalismo, la del individuo atomizado. Duguin articula su cuarta teoría política sobre el concepto del Dasein, tomado de Heidegger, y que en su acepción se sitúa más en la órbita de un nacionalismo convencional que de una tesis rompedora o, según se mire, restauradora. Así, Duguin sugiere que narod, Volk, pueblo o Dasein son términos equivalentes y no se debe entender “como una colección de gente, sino como lo que convierte a la gente en gente –en gente de una cultura concreta, de un pueblo concreto, de un ciclo histórico particular”.
Dentro de este esquema, Duguin concibe el liberalismo como una ideología y una práctica singular y restringida en el tiempo y el espacio, pero con vocación de totalitaria y universal. Así, apunta que “la ideología de los derechos humanos, la economía de mercado, el sistema democrático liberal, el parlamentarismo y la división de poderes son valores locales que se basan en una experiencia histórica concreta que podemos localizar fácilmente en el espacio (Europa Occidental, luego América) y en el tiempo (la modernidad)”. De esta manera, el pensador ruso se propone “organizar el frente común de las civilizaciones contra una civilización que pretende ser la civilización en singular. Este enemigo común prioritario es el globalismo y los Estados Unidos, que ahora son su principal vector. […] Un choque between the West and the Rest. El eurasianismo es la fórmula política que conviene a ese ‘resto’: we are the Rest”.
Por lo tanto, a diferencia de los eurasianistas clásicos, Duguin ya no lo circunscribe geográficamente y afirma que “un eurasianista no es en absoluto un mero ‘habitante del continente eurasiático’. Es sobre todo el hombre que asume voluntariamente la posición de una lucha existencial, ideológica y metafísica contra el americanismo, la globalización y el imperialismo de los valores occidentales (la sociedad abierta, los derechos humanos, la sociedad de mercado)”. Sin embargo, probablemente por prudencia y para evitar caer en ese universalismo que denuncia, Duguin confía en que cada parte orgánica de cada uno de los grandes espacios del mundo –idea que toma de Carl Schmitt– dotará de contenido a su propia versión de la cuarta teoría política. De esta manera, la propuesta de Duguin resulta grandilocuente en objetivos, ancha en su aplicabilidad geopolítica, pero parca en aspectos concretos. Como resumen de su vocación heterodoxa y capacidad camaleónica, en la introducción a la primera edición en español de La cuarta teoría política (2013), Duguin apela a la “España existencial”, que sitúa, anatema ibérico, en la confluencia del Alcázar de Toledo y el duende lorquiano. Si la defensa del Alcázar es el símbolo de la “España Negra como existencia orientada a la muerte”, su voz es la de Federico García Lorca como “poeta de la muerte […] y la apertura, la muerte como apertura”. Así es cómo, según Duguin, se expresa el Dasein de España. ~
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Poshumanidad digital (en Montevideo, Uruguay) https://www.instagram.com/p/B-Icxlan1TD/?igshid=hqwxiblnrvrh
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Humanidades digitales, poshumanidad y neohumanismo https://t.co/2e2TWFqdur pic.twitter.com/ah0LB3Sadk
— Gerardo Albarrán de Alba (@saladeprensa) December 12, 2019
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Desde Twitter (@MauricioJaramil):
Humanidades digitales, poshumanidad y neohumanismo: Las preguntas sobre qué sean las Humanidades digitales, cuáles sus delimitaciones respecto de unas supuestas Humanidades tradicionales o analógicas, qué espectro cubren y cómo deben practicarse… https://t.co/JpuZ0EMB0a pic.twitter.com/ckcw3tPj6M
— Mauricio Jaramillo M (@MauricioJaramil) December 12, 2019
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LOS EXTRATERRESTRES PUEDEN SER UNA SOLA INTELIGENCIA.
LOS EXTRATERRESTRES PUEDEN SER UNA SOLA INTELIGENCIA.
” El famoso cosmólogo británico aborda en «El próximo paso» (BBVA) la poshumanidad, los viajes espaciales y la existencia de civilizaciones fuera de la Tierra. «Al considerar las posibilidades de encontrar vida en otra parte (fuera de la Tierra), dada nuestra actual ignorancia deberíamos tener la mente abierta acerca de lo que pueda surgir y las formas que podría adoptar». El británicoMartin…
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Posiciones ante la relación entre humanos y tecnologías
Si antes las dos fuerzas transformadoras provenían de la estructura social o de la mentalidad del individuo. Por ejemplo si una empresa realiza cambios en su estructura y cambia sus departamentos y las funciones, esto traerá como consecuencias un cambio…
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#poshumanidad#posiciones ante las tecnologias#Relacion entre humanos y tecnologias#sostenibilidad tecnologica#superinteligencia colectiva#transdisciplinar#transhumanismo
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LA EXPOSICIÓN DEL TOTALITARISMO LIBERAL A TRAVÉS DE LA CUARTA TEORÍA POLÍTICA
Por Shahzada Rahim
Traducción Juan Gabriel Caro Rivera
El 1 de agosto de 2020, el profesor Dugin (autor de la Cuarta Teoría Política) organizó la Primera Conferencia Internacional en Línea sobre la Cuarta Teoría Política (4PT), que fue realizada por Paideuma TV. Alrededor de 200 participantes de al menos 40 países han participado en la conferencia con diferentes perspectivas filosóficas sobre el totalitarismo liberal y el desorden mundial liberal. Este fue el primer congreso internacional sobre la emergente Cuarta Teoría Política, que jugará un papel crucial en la configuración del futuro de la civilización humana. El tema principal de la conferencia fue la breve discusión sobre las Tres Teorías Políticas de la Modernidad: el liberalismo, el comunismo y el fascismo, que son también el tema central del libro del profesor Dugin.
Unos días antes de la conferencia, el profesor Dugin subió su discurso previo a la conferencia en su canal de YouTube en el que discutió en detalle la "cultura de la cancelación" en Occidente y el liberalismo posmoderno. Poco después de haber subido su discurso, YouTube bloqueó su canal y Google desactivó su cuenta de Gmail. El profesor Dugin declaró este acto como parte del totalitarismo liberal y parte de la intolerancia liberal. Además, recientemente, el mayor distribuidor en línea de los Estados Unidos, Amazon, también ha desactivado la opción de acceder a los libros de Alexander Dugin en su sitio de distribución. Esto muestra una sofisticada censura y vigilancia por parte de los llamados liberales, que poco a poco está trascendiendo a un totalitarismo vicioso. En este sentido, uno de los principales puntos que concentró la discusión fue el fin del liberalismo y los desarrollos de una cosmovisión post-liberal.
A modo de ilustración, no se puede negar el hecho de que el mundo está en busca de nuevas posibilidades intelectuales para hacer frente a los próximos desafíos sociopolíticos. Por lo tanto, la Primera Conferencia Internacional en línea sobre 4PT también tuvo como objetivo exponer el rostro totalitario del liberalismo. Es porque la Modernidad occidental degenerada y sus ideologías tecnocéntricas han destrozado los cimientos de la civilización humana. No obstante, la esencia sociocultural de la civilización humana está al borde del colapso y gracias al liberalismo ha sido empujada con fuerza al borde del precipicio.
Hoy, la primera ideología política de la modernidad occidental, el liberalismo, provoca un completo pandemonio y es hora de oponerse abiertamente a la hegemonía liberal. Además, se ha convertido en una enfermedad y, por tanto, el mundo entero necesita una liberación intelectual de las cadenas de la hegemonía totalitaria liberal. Del mismo modo, no se trata de que Estados Unidos, Rusia, India o China, sino de nosotros: todos estamos al borde del caos y la destrucción sociocultural. En este sentido, la Cuarta Teoría Política (4PT) ofrece un nuevo comienzo filosófico, cuyo único objetivo es deconstruir todo el saber intelectual liberal y reconstruir todo desde la esencia. El dominio filosófico de la Cuarta Teoría Política se puede entender en los siguientes cuatro temas principales.
En primer lugar, no utilizar el lenguaje de las teorías políticas, porque el dominio filosófico de la Cuarta Teoría Política trasciende a un más allá de las Tres Teorías Políticas de la Modernidad y sus variantes. En segundo lugar, a diferencia de las Tres Teorías Políticas de la Modernidad, la Cuarta Teoría Política tiene fundamentos filosóficos distintivos, una episteme, que consiste en una teología (Espíritu), una etnosociología (Alma) y una geopolítica (Cuerpo). Asimismo, la premisa epistémica de la Cuarta Teoría Política se basa en la fenomenología heideggeriana, especialmente en su "núcleo existencial", que diferencia la esencia de la Cuarta Teoría Política de las teorías políticas de la Modernidad. En tercer lugar, la Cuarta Teoría Política repudia abiertamente el liberalismo al llamarlo totalitario y hegemónico. Por último, la Cuarta Teoría Política valora la fenomenología y la hermenéutica de la filosofía heideggeriana y la aplica para establecer el fundamento de la Cuarta Teoría Política desde su núcleo existencial.
Marcando sus diferencias, el dominio ontológico de la Cuarta Teoría Política es universal porque engloba teorías anticolonialistas, antiimperialistas y contrahegemónicas. Además, pide una rebelión abierta contra el orden mundial liberal hegemónico y unilateral liderado por el bloque Atlantista. Para contrarrestar el Atlantismo, el profesor Dugin en los dos volúmenes de su libro La Cuarta Teoría Política y El auge de la Cuarta Teoría Política propone la formación de un bloque euroasiático liderado por Rusia y otros países de la región euroasiática como Irán, China e India. Porque para Dugin, cultural e históricamente, Rusia pertenece a Oriente y, por tanto, como líder, Rusia debe establecer el bloque euroasiático para contrarrestar el orden hegemónico liberal unipolar. Como dice Dugin en la Cuarta Teoría Política; “El siglo XX ha terminado y ahora apenas comenzamos a comprender que el siglo XX fue el siglo de las ideologías”.
A lo largo de la conferencia, reconocidos académicos y periodistas de diferentes rincones del mundo compartieron una perspectiva similar sobre la hegemonía liberal y el caos en curso. Además, no se puede negar que en la actualidad el mundo se enfrenta a una terrible crisis fomentada por la arquitectura política e ideológica de la Modernidad occidental. Por tanto, se acerca el momento de luchar contra la hegemonía liberal deconstruyendo toda su erudición intelectual. En este sentido, la Cuarta Teoría Política (4PT) es una posibilidad intelectual nueva y única, que no es un modelo universalista cerrado como las otras Tres Teorías Políticas de la Modernidad.
Además, el dominio filosófico de la Cuarta Teoría Política es pluralista porque respeta e identifica el carácter distintivo de cada cultura, etnia y patrones lingüísticos desde el núcleo existencial heideggeriano. De hecho, el surgimiento de la Cuarta Teoría Política está emergiendo como la alternativa filosófica exclusiva al globalismo, el universalismo liberal-democrático, la unipolaridad, el individualismo y el totalitarismo de los valores neoliberales del mercado. Posiblemente, la Primera Conferencia / Congreso en Línea sobre la Cuarta Teoría Política fue un gran éxito en el contexto ideológico y geopolítico. Porque este congreso fue una rebelión abierta contra el liberalismo posmoderno, que ha dejado al descubierto el rostro totalitario de la ideología liberal de la Modernidad occidental.
Aquí, el término "totalitarismo" no es una jerga política, sino una teoría completa. Es algo más allá del "absoluto" o del "absolutismo". Las tres ideologías de la modernidad: liberalismo, comunismo y fascismo lo tenían en su esencia y, por lo tanto, se extinguieron. Hoy, la primera ideología de la Modernidad conocida como "liberalismo" se convirtió en la última ideología moribunda debido a su esencia totalitaria. Ha destrozado la base filosófica del conocimiento al degenerarlo desde su forma más simple en dicotomías complejas. La misma complejidad de la erudición intelectual contemporánea ha caído en una complet confusión debido a la batalla indispensable entre la autenticidad y la falta de autenticidad. Quizás, esta desprestigiada confusión ha dado lugar a la "poshumanidad", la "posverdad y en general la posmodernidad".
La desviación completa del conocimiento auténtico bajo la erudición liberal fue el resultado del totalitarismo intelectual. Por ejemplo, después de la caída de la Unión Soviética, los eruditos totalitarios liberales anticiparon la “tesis del fin de la historia” para justificar la hegemonía liberal. El contexto mismo de la “teoría del fin de la historia” se basaba en un cálculo intelectual ilógico e inauténtico, muy alejado de la realidad sociopolítica. En la actualidad, los defensores de la teoría del fin de la historia, a menudo conocidos como fukuyamistas, enfrentan un retroceso intelectual en todos los campos. En contraste, el totalitarismo oculto de la ideología liberal está ahora expuesto en todos los ámbitos, desde la política hasta la economía. No existe una solución liberal para hacer frente al caos y la catástrofe liberal en curso. En este sentido, es hora de buscar nuevas alternativas y nuevas posibilidades intelectuales como la Cuarta Teoría Política (4PT) para deconstruir toda la arquitectura teórica del liberalismo y, por ende, la complejidad de la erudición intelectual hegemónica liberal contemporánea.
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Si, podemos soñar con un futuro sostenible
Es más fácil pensar sobre el futuro desde lo alto de la opulencia que desde el fondo de la miseria, desde aquí las necesidades te acosan, te acorralan; luego te despojan de todos tus sueños… Entonces, vienen ellos, con la euforia de los triunfadores, a…
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