#pero tenía la urgencia
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ladycerise · 10 months ago
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No suelo hacer esto, pero acompáñenme a esta triste historia de amistad (?) Les pasaré primero el contexto: Giacomo quería saber la postura de Azalea; well... Fue en el tono más inocente que puede existir en un hombre como él (y prometo que entiendo a Azalea, girl que también tienes tragedia para rato xD), solo que a él le importa tres hectáreas de caca sobre lo que acontece con la política de su propio reino. O sobre lo que pasa en el vecino o lo que le pasa a sus propios vecinos, vamos. Todos saben que quiere estar con sus gemitas.
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Y cómo dice él: mientras sus joyas se vendan, solo le interesa eso, porque no tienen postura de ninguna índole, no piensan ni opinan, y todos aman las joyas así que ahí es como algo neutral en dicho sentido (en pocas palabras). Traducción: el dinero es dinero, me importa el dinero, el dinero es más importante (?). Ella responde tal qué:
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ENTONCES, CLARO, cómo va a decirle que no entiende la pregunta a un hombre que no tiene intenciones sobre dicha pregunta. Y no es que Giacomo se moleste porque ella no entiende, sino que comienza a darle motivos para creer que hay algo mal, como para que ella no vea que su amigo solo quiere saber de buena fé (considerando que sabe que ella es una amante, o sea, definitivamente le importa poco lo que ella sea porque ya es más grave ser amante que tener inclinación por una facción u otra XD). Bueno, ahora empieza lo chido.
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Y VAYA QUE PUERTA.
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Pobrecito, mi niño dudando de que intentando expresarse siempre falla en la comunicación AÚN CUANDO HABLA TAN POMPOSO, es que es muy fuerte. Y claro, se pone triste porque quizá no se dio a entender bien ante su pregunta, que al o mejor debió traer a Braulio para que le traduzcan lo que pretende decir. Giacomo no puede decirlo de otra manera, excepto desde la sinceridad que él conoce y la curiosidad innata de quien quiere vincularse y solidar la relación. Es como un niño, necesita aprender, necesita ENTENDER. Y cómo un niño a veces se pone mal, se queda confuso cuando alguien no le explica las cosas y pone muros. Lo siguiente es esto, pero como me gusta remarcar los diálogos para mayor énfasis a la emoción de porqué reacciona así, lo dejo abajo.
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Giacomo no da credibilidad a que Azalea le compare con esos nobles. A compararlo con nobles que hablan mal de ella, cuando él habló mal de su amante Lysander Duscar, que antes le dijo qué ella no merecía esa vida (y eso que es difícil hacer enojar a Giacomo).
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ROMPIÓ LA TACITA, OH BOY. Sé que no entienden porqué chillo, pero sucede que en momentos anteriores a este post, Giacomo apreciaba la artesanía de esta tacita y la trataba como si fuera valiosísima, que la agarraba como los del Imperio Shinzen. Sabemos que Giacomo aprecia demasiado lo material (como el tema del jarrón con Darío que le hizo un RIP) como para romperlo, pero lo ROMPIÓ.
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Creo que esto no necesita explicaciones (?) Hay un poco más, no quiero aburrir. Solo que lo siguiente, pese a no retirarse del todo, también tiene un gran peso, la prueba definitiva:
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PORQUE GIACOMO, PORQUEEEEEEEEEE. No puedo decir que quiere probar con eso, no sé si se entiende pero a mí me gusta dejarlo a la imaginación e interpretación pero sí, sé cuál es su intención al preguntarlo. Esto escaló muy rápido.
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peaceeandcoolestvibes · 4 months ago
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nebulamorada · 4 months ago
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Jacaerys Velaryon x Daemon's daughter!reader
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Desde de la muerte de tu madre, Laena Velaryon, no habías dejado que nadie se acercara a tu cabello. En parte, porque no querías que nada borrara la sensación de los dedos de tu madre durante las noches en las que ella cuidaba de tu cabello, en distintos peinados y masajes que realizaba en la raíz con aceites y cremas que tu abuelo traía desde las ciudades libres hechos de aguacate y coco, frutas pocos comunes en Westeros; pero fuera de los recuerdos emotivos, estaba el hecho de que ninguna de las damas que fueron llevadas a tu servicio sabía como tratar correctamente tu tipo de cabello sin lastimarlo o empeorarlo; sus dedos trenzaban con demasiada fuerza, dejándote el cuero cabelludo irritado por horas incluso cuando el peinado había sido deshecho, las cremas que aplicaban en el cabello eran del tipo incorrecto y no quieres mencionar la vez que una de ellas trato de peinarte con un cepillo mientras tenías el cabello seco.
Tu hermana Baela había optado por mantenerlo suelto, era más fácil para ella encontrar damas que supieran cuidar de su cabello debido a que conservaba el mismo estilo de cabello que su madre, necesitando una definición simple de rizos mientras que Rhaena, por otra parte había optado por las mismas rastas que usaba desde niña, cuidandolas ella misma cada que su cabello crecía y necesitaba trenzarlo de nuevo, haciendo lo mismo contigo una vez que te rendiste y no tuviste más remedio que encontrar una solución, sabiendo que no podrías descuidar por mucho tiempo tu propio cabello. En ocaciones, verte en espejos era algo que te hacía sentir tristeza, con tu madre fallecida, tu abuelo demasiado lejos en viajes y la gestión de su hogar y tu padre de cabello lacio, ya no había posibilidad de tener aquellos moñitos que Laena te hacía cuando eras pequeña o las trenzas de caja que habías decidido a usar pocos meses antes de su muerte.
Jacaerys fue quien había indagado sobre esto luego de haberse enterado del compromiso que su madre y Daemon habían arreglado entre ustedes, preguntando mediante cuervos hacía sus abuelos, siendo Rhaenys quien le enviaba cartas extensas del paso a paso de como trenzar correctamente sin lastimarte o dañar tu cabello y Corlys enviando distintos aceites, peines y cepillos adecuados para usar en ti. El príncipe heredero casi se infarta cuando, al llegar a tus aposentos durante la noche queriendo cuidar de tu cabello comenzaste a llorar mientras lo abrazabas, conmovida por su gesto.
Las visitas durante la noche se hicieron cada vez más frecuente, aprovechando las horas en las que ninguno tenía deberes que demandaban com urgencia su atención, pero comenzó a levantar rumores que llegaron a oídos de tu padre y tu madrastra, quienes no hicieron más que sonreír cuando, al espiar ligeramente, solo te encontraron sentada frente al espejo de tus aposentos, con Jacaerys parado detrás de ti con el ceño fruncido en una mueca de concentración, sosteniendo con su boca un peine de cardar mientras sus dedos trataban de ser menos torpes a la hora de trenzar tu cabello.
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deepinsideyourbeing · 7 months ago
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Amiga no se si te interese un AU pero simplemente no puedo dejar de pensar en Dr. Vogrincic como un súper crush porque se preocupa mucho cuando te lastimas, no se por que pero su calma y paciencia al hablar me da ternura y esos ojos diossss,también me lo imagino escuchando el corazón latiendo al mil por hora y el de ??? Y yo de si me pone nerviosa el lugar doc 🌝
Por favor ayúdame anéxameeeeee. Gracias tqm.
+18! El contenido sugestivo es mínimo.
En sus años de ejercer como fisioterapeuta Enzo jamás conoció a alguien que se lesione tanto como lo es tu caso. Trabajó con atletas olímpicos, bailarinas, dobles de riesgo y jugadores de rugby y ninguno supera la cantidad de lesiones que te llevan a visitar su consultorio.
Suele darte el último turno disponible por las tardes -que en realidad no existe, pero él está dispuesto a quedarse 45 minutos más si tiene tu compañía- y se pone de pie para abrirte la puerta cuando oye los golpes rítmicos sobre la madera. El gesto podría ser sólo por caballerosidad pero lo cierto es que le aterra pensar que tus anillos vuelvan a atorarse en la perilla de la puerta.
Tu tolerancia al dolor es, en parte, la explicación a todo. Y también su peor pesadilla.
-¿Estuviste en urgencias?- pregunta alarmado al recibirte nuevamente en su consultorio. Su mirada abandona la pantalla de la computadora donde puede leer tu historial y se centra en tus ojos-. ¿Qué pasó?
Tu sonrisa temblorosa le resulta tierna. Te ponés de pie y levantás tu falda para mostrarle el hematoma en la parte posterior de tu muslo, tu ropa interior apenas visible obligándolo a llevarse una mano al rostro para intentar recomponerse antes de seguir con la consulta. Cuando tomás asiento hacés una mueca de resignación.
-Fue en el gimnasio- explicás-. Pero no vengo por eso.
-¿Seguís con la contractura?- asentís y señala la camilla-. Y dice acá que tenías la presión alta.
Sólo por curiosidad coloca sus dedos sobre tu muñeca mientras observa las agujas del reloj: tu pulso también es más elevado de lo normal y alza ambas cejas antes de buscar tu mirada. Sus ojos oscuros te permiten ver que su preocupación es más que genuina, mucho más.
-Me puse nerviosa- decís en un susurro, pero él no logra descifrar si te referís a tu paso por urgencias o a la situación actual.
-¿Te parece un vendaje?- propone-. Para la pierna.
Se dirige hacia el otro extremo de la habitación para tomar las distintas tiras adhesivas disponibles y está a punto de dejarlas caer cuando al voltear te encuentra recostada en la camilla, el ángulo ofreciéndole un buen vistazo de tu ropa interior rosa.
Humedece un algodón con alcohol mientras se muerde los labios y se reprende mentalmente por los pensamientos indecentes que plagan su cabeza. Cuando roza tu piel delicadamente te oye suspirar y quiere creer que el sonido es debido a la molestia.
Toma la cinta rosa y...
-Necesito que te levantes la falda.
El punto de vista de Enzo porque me encanta pensar que su paciente favorita lo tiene así de mal!!!
No estoy segura de si este escenario se asemeja a lo que querías, cualquier cosa mandame otro ask aclarando y puedo hacer una segunda parte más explícita 🤭
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editorialtazadegato · 18 days ago
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¿Quién ríe ahora?[One-shot] [post-canon]
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Post-canon, angst, venganza, violencia, tortura, Agatha!fantasma, Lady Death. Darkfic (el último que hago antes de pasar a la programación habitual!)
No se hace enojar a Lady Death. Sólo un idiota lo haría, un idiota y Agatha Harkness.
"Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
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La muerte había abandonado el nombre Rio. Lo dejó hace siglos, muchos siglos. Lo perdió como el lado humano que había desarrollado y también como su negro corazón, al cual pudo ver hacerse trizas dentro de ella. Los restos, como cenizas semitransparentes, se fueron con el viento para desaparecer completamente y para siempre.
A partir de ese momento, la muerte no se enfocó en absolutamente nada más que su trabajo. Los cuerpos. Las almas que necesitaban ser atendidas con urgencia. Cada vez llegaban más, una después de otra, y aquello la mantenía ocupada realizando viaje tras viaje, transportándose hacia distintos lugares de la tierra a presenciar los momentos finales de cada ser viviente. Continuó haciendo visitas a Italia, Brasil, México, Francia, Rusia, Bolivia, a todos los países y ciudades del mundo para tomar los cuerpos, hacer que sus almas crucen la puerta al más allá, tomarse un par de minutos y volver a lo mismo.
Jamás volvió a mostrar su forma humana. Ni siquiera para guiar a las almas de niños, su forma original se volvió su uniforme diario y ya no necesitaba aquel cuerpo humano que no le trajo más que dolor y miseria. La muerte desearía poder tirarlo a un bote de basura en la tierra y quemarlo, pero tenía mucho trabajo que hacer.
Olvidó la piedad, la consideración, la empatía.
"De todos modos tampoco es que todos los humanos la posean, al diablo con eso"
Repetía para ella misma, porque, sin las almas, la muerte se pasaba los días sola y habían días en los cuales ni siquiera escuchaba su propia voz. Se había vuelto un ser de aspecto aterrador, digna de las peores pesadillas, pero no le importaba lo que la sucia raza humana piense, ni lo que desee. Ya cometió ese error una sola vez y se juró a sí misma no volver a caer bajo la trampa de cualquier insignificante ser viviente. Se volvieron poco menos que ganado.
"Soy el orden natural de las cosas" se repetía constantemente.
Le tocó ir de nuevo a los Estados Unidos, la muerte le guardaba un poco de fastidio al país y mucho más si se trataba de Salem, Massachusetts. Después de hacer una visita a Los Ángeles para esperar a que una mujer madura y ebria se vuele la cabeza de un balazo, apretó los puños y fue a Salem igual, desapareciendo en una niebla negra para volver a un lugar que conocía muy bien.
No podía ser ella. No justamente ella. ¿Qué clase de tortura cósmica era todo esto? Esa forma fantasmal, el cabello blanco y largo y el vestido, el aura púrpura, y la sonrisa triunfante que la hizo enfurecer.
"No esta malnacida de nuevo"
Agatha Harkness, el fantasma, flotaba con animosidad justo a unos pasos. Jugaba a atravesar cosas y un ave pequeña.
La última vez que se vieron fue en el llamado sendero de las brujas, siglos atrás. Aquel último encuentro la dejó destrozada desde entonces, aborreciendo a la mujer y haciendo intentos desesperados de quitarla de sus recuerdos con una carga enorme de trabajo duro. El único motivo por el cual Agatha pudo haberla llamado era irse como correspondía y estar lista para ver a su hijo.
"NO" pensó la muerte. "Me NIEGO a llevarme a esto. ¡NO!" Deseó irse, pero al parecer Agatha Harkness había decidido que su trabajo estaba terminado y, así como si nada, deseó irse a ver al niño. Siempre hacía lo que quería, sólo pedía las cosas y exigía ser atendida. No lo tendría esta vez, la muerte le cumplió su último deseo la última vez y se juró a sí misma no volver a ser un tapete. No más deseos, ni contemplaciones.
Deseó gritar y destruir todo a su paso, no pudo evitarlo y todos los árboles a su alrededor murieron, cayeron, las plantas se iban secando y el fantasma se aproximó observándola detenidamente.
La muerte tenía puesta la capa negra encima que jamás se quitó. Cogió su daga y apretó fuertemente el mango, algo le sucedía y no se explicaba bien qué era. Su corazón negro ya no estaba, no podía explicar ese arranque de ira.
"Cuánto tiempo" Dijo Agatha Harkness observando a la muerte con curiosidad y sin tener respuesta alguna.
Silencio.
"No pensé que llegaría a decir esto pero ya no es tan terrible verte" la voz fantasmal de Agatha hacía eco, y la muerte no dijo una palabra de nuevo. Sólo mostró la daga.
"Oh, ¡vamos! han pasado siglos. Muestra tu otra forma" Agatha sonreía maliciosamente y extendió la mano hacia su hombro, tratando de invadir su espacio personal pero la atravesó. "Yo sé que quieres" Agatha siempre se la pasaba dando órdenes y comportarse como si estuviese en un hotel de lujo a donde vaya.
Silencio.
"¿Vas a continuar haciendo este teatro? No te deja bien parada en tu trabajo, ¿o me equivoco? ¿Puedo hablar con tu supervisor? La señora Rio Vidal..." Agatha empezó a usar su clásico sarcasmo como lo hacía en vida, gastando bromas pesadas hasta que la muerte la interrumpió.
"Rio se ha ido. Soy la muerte"
Agatha se burló y siguió flotando en círculos alrededor de ella.
"Lo dices como si no lo supiera, pero te recuerdo querida que Rio también es tu nombre y es más fácil para mí decirlo así, y menos problemático para Marvel Studios y Disney, por supuesto..."
"Sólo dirígete a mí como corresponde, además ¿qué diablos haces tú aquí? Me haces perder el tiempo. ¿Vas a marcharte o no?"
"Cumplí mi misión, el trabajo no resuelto. Es tu tema ¿no? Tú ves y sabes esas cosas, es tu área. El asunto es que acabé y deseo..." Agatha hizo una corta pausa, reacomodando sus ideas. "...y deseo verlo. Tú sabias que en cualquier momento yo querría ir" Agatha fantasma se cruzó de brazos y miró fijamente al cráneo que la muerte mostraba por cara. Por una parte odiaba hacer lo que Agatha deseaba, pero otra parte de ella encontró en la acción un motivo para fastidiarla.
"Fui una guía espiritual. Conduje a Billy y a su hermano hacia donde debían ir. Volví a morir, volví a ser un fantasma porque al parecer alguien no quiso tomar mi alma" dijo Agatha en tono acusatorio. "Pero creo que es tiempo de irnos. No me sentía preparada pero ahora sí. Llévame con él." Ordenó.
Si la muerte mostrase un rostro humano, hubiese puesto los ojos en blanco.
"¿Alguien no quiso tomar tu alma? Por favor, Agatha. No seas ridícula. ¿Quién fue la que me hizo prometer que no volvería a mostrar mi cara? Es más..." la muerte hizo una pausa "tú rompiste el pacto que hicimos y lo último que hice por ti fue respetar lo que deseabas, incluso cuando no merecías nada más proveniente de mí. No haré más por ti"
"Pero debes hacerlo, es lo que siempre haces. Además, rompí el trato que hicimos" Dijo Agatha, en tono desafiante. "Así que muestra tu otra forma, con esta no me dan ganas de tener una conversación"
"¿Y qué si esta vez hago una excepción?" La muerte empezó a jugar con su daga pasando los dedos por la hoja mientras hablaba "y si ahora decido romper las reglas por mí y no llevarte a ningún lado porque no lo mereces?" Dijo calmadamente. "Si, es mi trabajo...pero así como cometí el error más estúpido de darte seis años con tu hijo, hoy puedo decir no, paso."
La sonrisa pícara de Agatha se fue desvaneciendo, y la fantasma frunció el ceño.
"No serías tan cruel. No te creo capaz"
"¿Ah, si?" Respondió la muerte en un tono burlesco. "Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
La muerte se quitó la capa mostrando una figura femenina casi esquelética, el traje tenía aspecto gastado, pero lo que horrorizó a Agatha al punto de atravesar su rostro con su mano transparente fue el enorme agujero en el medio del área del pecho. Parecía como si alguien hubiese sacado el corazón violentamente y hubiese dejado así el cuerpo. La piel se secó, dejando una espantosa vista que la muerte mostraba con orgullo, como si de un emblema se tratase.
"Nada me detiene de no llevarte a ningún lado y hacer que te la pases por aquí vagando y flotando como estúpida el resto de la eternidad. Simplemente dejarte aquí, sin que conozcas la paz, sin darte la posibilidad de que tu mugrienta alma reencarne. Si no fuera por la enorme carga de trabajo que tengo en estos momentos me quedaría a ver cómo entras en crisis y suplicas pero ya no eres importante" dijo la muerte, volviendo a jugar con su daga.
"¿Sabes? Antes te quería en el más allá, con nosotros, y me preguntaba por qué te negabas a ir...pero cambié de idea el momento en el cual te moriste por primera vez. Lo mejor de todo es que esto no afecta el balance, así que yo gano, y tú te quedas atascada aquí y ni siquiera la familia con la cual estás asociada te va a poder ayudar, esto va más allá de cualquier tipo de magia"
La sonrisa pícara que Agatha tenía al inicio se esfumó totalmente. Incluso, la forma cómo flotaba indicaba que estaba realmente asustada. El miedo podía verse en su rostro semitransparente.
"¿Y si quiero irme?"
"Decidiste ser fantasma, Agatha, lo hiciste para deshacerte de mí y lo hiciste porque SABÍAS que yo respetaría tu deseo incuso al morir, cosa que hago así no lo merezcas. Lo habrás planeado todo pero ahora yo decido si te vas o no. Así como escuchaste" La muerte disfrutaba al ver a Agatha lucir confundida y alterada.
"Pero espera..." Dijo Agatha. "No puedes hacerme eso, ¡tú me amas!" Exclamó Agatha señalando a la muerte con el dedo y la mirada fija en los orificios que tenía por ojos. "Yo sé que aún me amas"
"¿Quién dice? ¿Tú?" Contestó la muerte en un tono burlón. "Eso fue hace tiempo. Lo que quedó de esos sentimientos se fue contigo y esa escena melodramática que hiciste antes de morir. No te amo más, Agatha. Eso sí, reconozco lo buena actriz que eres, ¿Dónde está tu Emmy? a mejor actriz de serie dramática"
Agatha sólo flotaba, confundida y sin saber qué responder, sus palabras parecían quedarse atascadas.
"Pobre Agatha Harkness...por fin quiere reunirse con el pequeño Nicky...pero no tomó en cuenta que fue un pedazo de mierda en vida. Falló la estrategia está vez, Agatha"
"Primera vida" contestó Agatha. "En la segunda salvé a Billy, ayudé a esos chicos, ayudé a Jen, entendi que Nicky debía irse...y lo quería conversar contigo ¿eso no cuenta?" Agatha sonaba irritada, tenía los labios fruncidos y los brazos cruzados, sólo quedó suspendida a un metro del suelo.
"¿Y eso qué? No vas porque yo lo decido" Dijo la muerte. "No me interesa si salvaste a la humanidad, así como pude romper las reglas por ti, también lo puedo hacer contra ti. Ahora si me disculpas, tengo trabajo real que hacer, y otra cosa más..." hizo otra corta pausa.
"...no vuelvas...a mostrar...tu cara"
Dijo la muerte dándose la vuelta y a punto de desaparecer entre más niebla negra.
"Te seguiré llamando hasta que lo hagas" Dijo Agatha, muy confiada y cruzada de brazos. "No voy a parar" Agatha ya sonaba muy alterada.
"Suerte con eso, Agatha. No atiendo a más fantasmas varados en la tierra por siglos, nueva política de la empresa. Yo me buscaría un pasatiempo"
"¡RIO!" Gritó Agatha, todas las plantas alrededor de ambas entidades se habían marchitado. "¡...Por favor, mi amor, quiero ir, quiero verlo!"
Antes de desaparecer, la muerte se detuvo y volteó por un segundo.
"No esta vez, Agatha, lección aprendida, no meterse con la muerte, ¡Es una mala, muy muy mala idea! No se usa a la muerte, no se traiciona a la muerte"
Se retiró entre risas, desapareciendo, dejando un gesto con la mano mostrando el dedo medio al irse y dejando a Agatha Harkness dando un grito tan desgarrador que pudo haber espantado a las criaturas que vivían en ese bosque si no se hubieran muerto con las plantas ya marchitas.
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alquimistaliteraria · 6 months ago
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Mi corazón estaba roto,
Al igual que mi mente,
Se me estaba fracturado la vida.
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22/05/24
-Diario abierto-
Me encuentro en urgencias, llegué a un límite mental en el cual ya no encontraba otro escape que no fuera la salida de mi vida. Ya no soportaba los malestares físicos, emocionales y mentales.
Al ir en mi auto paso la línea de tiempo de mi vida y pensé que quizás… habría algún lugar donde no exista el dolor, donde ya no haya más desilusión, donde los pensamientos no abrumen, donde no existan las heridas ni el malestar físico, etc.
Estos 2 años he pasado por tanto que me desestabilice emocionalmente y mentalmente, en mi lista el trauma por lo vivido esta la adición de mi padre y optar por el contacto 0, el estrés postraumático de cierta situación, el corazón roto por traición, la percepción intensa del espectro, en aspecto de relaciones y trabajo deje de ser funcional, la ansiedad crónica, el trastorno de sueño cronico, etc, todo esto y más desato físicamente los malestares insoportables. Duelo tras duelo, batalla tras batalla intentando resistir. Intenté tratarlo de otra forma que no fuera fármaco pero ya no puedo, se me está fracturando la vida. Cualquier mínimo estrés o emoción me pone en crisis. Hoy llegué al punto de cansancio, y me daba miedo atentar contra mi vida como vía de escape, tuve crisis psicótica, eran pensamientos de atentar contra mi vida, se que no debo escuchar esos pensamientos por que mi mente está mal, pero eran tan insoportables, realmente una gran parte de mi quiere seguir viviendo, pero no así, y a la vez estaba este otro lado que grita por la liberación de todo este abismo tortuoso, una parte de mi ya está tan cansada y optaría por darse de baja pero mi alma no se rinde, ni lo hará, sabe que necesita ayuda y que no puede sola.
Estuve pensando en mi visualización de vida y todo pasa por algo, tenía pensado este año irme a otro lugar y no sé dio al final, y que alivio por que no estaba preparada mentalmente. También me ayudó bastante el año de terapia transpersonal, si no tuviera esas herramientas y a personas tan amorosas a mi alrededor que me brindan seguridad y motivación, mis rayitos de sol, creo firmemente que no estaría escribiendo esto.
Me estuve enfocando en el corazón y descuide mi mente. No descuiden ninguna parte de ustedes mismos por nada ni por nadie. Si no pueden tomen las medidas necesarias para salir de ello.
Me inyectaron algo para calmarme y ya está dando efecto, me dio sentimiento al terminar de escribir esto y fue tan extraño querer llorar y no poder, algo impedía que llegara el llanto, por primera vez no sentía la emoción como normalmente es, estaba embotellada, usualmente mi esencia se siente paz pero con sentir en calma, pero esta sensación es calma pero sin sentir. Y lo mejor es que mi mente ya está en paz, aunque mi corazón se siente bloqueado, un bloqueo que evita que su sentir me toque. Iré a dormir y espero sea profundo y pueda recuperar mis sueños en paz por que ya hasta eso había perdido.
-Reflexión-
Un corazón roto no solo afecta emocionalmente, sino que también tiene un impacto significativo en nuestra salud mental.
El duelo que acompaña a la pérdida de un ser querido o de una relación, puede sumirnos en un estado de profundo malestar emocional, físico y mental. Aceptar ese proceso de duelo y permitirnos sentir todas esas emociones es crucial para sanar, pero también puede ser un desafío abrumador para nuestra salud mental.
Todo duelo conlleva una dosis de estrés y ansiedad. La incertidumbre, la adaptación a un nuevo entorno y la nostalgia por lo que dejamos atrás pueden afectar nuestra estabilidad emocional.
El estrés postraumático, resultado de experiencias traumáticas pasadas, es otra carga que puede pesar sobre nuestra salud mental, dejando cicatrices emocionales difíciles de sanar.
Si no tomamos las medidas necesarias para abordar estas situaciones de manera saludable, podemos llegar a un límite en el que nuestra mente se fractura. La acumulación de dolor, estrés y traumas puede llevarnos a un punto en el que ya no podemos más, donde la desesperación y el deseo de desaparecer se hacen presentes. Es en estos momentos críticos donde es fundamental buscar ayuda profesional, apoyo emocional y tomar acciones concretas para preservar nuestra salud mental y vida.
Buscar ayuda cuando sea necesario y tomar medidas proactivas para nuestro bienestar son pasos fundamentales para afrontar los desafíos de cambio crítico en nuestra vida. No desistas.
Creo lo mejor será dejar las redes por un tiempo, gracias por leer, mi compartir es para hacer conciencia, espero leernos pronto, regresaré cuando esté estable.
Julio 30 2024
Ha pasado tiempo desde aquella crisis, obtuve rápido cita con la neuróloga, me hizo varios estudios, opté por terapia conductual, he estado medicándome pues me diagnosticaron depresión y ansiedad crónica, Toc + el estrés postraumático que me habían diagnosticado antes, también estoy tomando para “apagar” los síntomas del espectro autista, me he sentido mucho mejor, la fortaleza de mi mente ha vuelto, hay menos ruinó en mi mente y ya no hay obsesión ni búsqueda, ya no tengo dias de llanto, mi energía volvió, he estado durmiendo, ya no me han dado ataques de ansiedad en el exterior, estoy mas estable emocionalmente, estoy siendo funcional, ya no hay malestar físico ni está mi sistema en alerta, estoy volviendo. Me siento muy feliz pues me veía en el fondo, pero actúe y no me rendí. Noté que tenía miedos y creencias por la medicación pero ya tengo información y wow, ahora opino me medicarme antes habría sido de gran ayuda.
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analisword · 9 months ago
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem Reader)
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Capítulo 13.
Enzo había sido amante de la limpieza y el orden desde que tenía uso de razón, su madre adoraba contar la historia de cómo cuando era pequeño aprendió a apilar todos sus juguetes por tamaño antes de comenzar a hablar, en particular siempre se consideró un fanático de los desinfectantes, cuando tenía 16 años mezcló cloro con ácido muriático para limpiar el baño después de una fiesta, como resultado por poco se desmayó durante el proceso de limpieza. 
Siempre le gustó el aroma a hospital, saber que todo estaba perfectamente esterilizado y cómo hacían lo posible para erradicar todas las bacterias que pudieran dañar a los pacientes, sin embargo, en este preciso momento, el olor a desinfectante y limpio nunca le había causado tanto repudio, el cloro le quemaba las fosas nasales y el sonido de los aparatos lo estaba volviendo loco. 
Llevaba un par de horas sentado a un  lado de la camilla de Alana, la chica estaba estable aunque dopada de medicamentos para aminorar el dolor, también le habían tenido que inyectar un sedante durante el trayecto hacia el hospital, la pobre había tenido un horrible ataque de pánico. 
Enzo no podía creer que apenas fueran las 5 de la tarde, este era definitivamente el día más largo toda de su vida,
5 puntadas en la frente, dos costillas rotas y un ojo bastante inflamado había sido el resultado del ataque de Sebastián. 
Enzo nunca se había considerado una persona muy religiosa, pero no dejaba de agradecerle a Dios o a cualquier fuerza superior que existiera por haberlo impulsado a ir  al departamento de Alana, Sebastián no sólo la había atacado, también la había dejado tirada y encerrada por un tiempo en lo que él buscaba qué hacer, para finalmente tomar la única buena decisión de llamar a una ambulancia. 
Lo último que Enzo supo es que los paramédicos también tuvieron que inyectar a Sebastián, el cual tuvo un colapso nervioso en el departamento mientras subían a Alana a la camilla. 
Enzo se restregó la cara con las manos, se sentía perdido y con miedo, pero sobre todo muchísima rabia.
El doctor lo había intentando animar diciéndole que las costillas de Alana sanarían rápidamente, que por suerte no le habían perforado un pulmón y que a diario llegaban chicas a urgencias en peores condiciones por violencia, Enzo no entendía cómo eso se suponía que lo haría sentir mejor, pero no podía negar que sintió un alivio tremendo en cuanto el doctor le dijo que Alana sería dada de alta pronto, era una chica bastante fuerte.
A pesar de tener una gasa esterilizada en la frente y el ojo tan hinchado como un tomate, Alana lucía bastante tranquila durmiendo, se aferraba de la sabana como si fuera un oso de peluche, la piel de Enzo picaba por recostarse a su lado y abrazarla, pero no se atrevía a hacerlo por miedo a lesionarla aún más, cada que las enfermeras entraban a cambiarle el medicamento o revisarla, él sentía que la respiración se le iba, lucía tan delicada sobre la camilla de hospital. 
Lucía no dejaba de mandarle mensajes, se habían filtrado unas fotos de él subiendo a la ambulancia, él aún no se sentía preparado para hablar al respecto o enfrentar las especulaciones que seguramente estaban invadiendo las redes sociales, quería privacidad, sobre todo para Alana, lo único que pedía era que la chica pudiera tener una recuperación tranquila y sin polémicas. 
Le dejó un suave beso en la coronilla y bajó del hospital hasta llegar a la entrada principal, por suerte la gente que estaba en el lugar se encontraba demasiado inmersa en sus problemas como para acercarse a pedir una fotografía, sacó un cigarro y lo prendió, era el primer cigarro que se fumaba en poco más de un mes, pues hace tiempo había decidido dejar el tabaco, lo había estado haciendo bastante bien, pero la ansiedad lo había estado consumiendo durante el día que no tuvo otra opción más que ceder a la tan adictiva sustancia. 
Terminaba de exhalar la última calada del cigarro y aplastar la colilla con su zapato cuando lo vio. 
—¿Qué mierda hacés aquí?—dijo entredientes, Sebastián se encontraba parado frente a él.
—¿Cómo está?—preguntó el chico y aunque sus ojos azules estaban llenos de preocupación e incluso arrepentimiento, Enzo no logró sentir ni una pizca de simpatía por él. 
Enzo se encargó de decirle a los paramédicos que Sebastián había sido el responsable del incidente de Alana, ellos le habían dicho que después de inyectarle el tranquilizante lo llevarían a la procuraduría, sin embargo, por alguna razón el chico estaba parado ahí, frente a él,  afuera del hospital y a un par de pisos abajo que Alana, Enzo no se dio cuenta cuándo empezó a apretar los puños hasta que sus manos comenzaron a doler. 
—¿En verdad querés saberlo? Recibió 5 puntadas en la frente y tiene dos costillas fracturas por tu puta culpa—sentía su sangre hervir, sabía que no había punto en conversar con el idiota de Sebastián, pero no podía detenerse a si mismo.
—Lo de la frente fue un accidente, algo se le cayó del closet—dijo Sebastián para después tragar saliva, Enzo soltó una risa falsa. 
—Ah, vale, gracias, eso me tranquiliza un montón—dijo sarcásticamente—. No sé qué mierda hacés aquí, pero no quiero verte cerca de Alana nunca más, ¿me oíste?
—Pagué mi fianza, estoy libre y quiero pedirle una disculpa—dijo Sebastián alzando la barbilla. 
Enzo podría desmayarse del coraje, ¿cómo era posible que lo dejaran ir tan fácilmente? Sentía un repudio ante él y ante la ley, pensaba que al estar en un país de primer mundo las cosas resultarían un poco mejor, pero ya se daba cuenta que no. 
—En verdad estoy arrepentido de lo que hice—carraspeó—. Dile a Alana que le dejo el depa, ya buscaré en dónde quedarme—informó, Enzo rodó los ojos al escuchar el cinismo del comentario, no sabía cómo Alana había estado tanto tiempo a lado de ese hombre, se notaba que no la conocía en lo más mínimo.
—Largáte antes de que le llame a seguridad—advirtió elevando la voz, si antes no había llamado la atención de algunos presentes ahora lo estaba haciendo, pero no podía importarle menos, no permitiría que Sebastián estuviera cerca del radar de ella. 
—Quiero verla, tengo derecho. 
—No tenés derecho de una mierda. 
Finalmente se liberó e hizo lo que tanto tiempo había estado esperando, dejó que su puño se estrellara con la mandíbula de Sebastián, el impacto hizo que el chico cayera de espaldas, respiró por un momento pero entonces la imagen de Alana tirada a un lado de la cama con la mirada llena de miedo le invadió la mente, se subió a arcadas sobre Sebastián y comenzó a estrellar puñetazos  por todo su rostro, Sebastián no puso oposición y Enzo dejó de golpearlo hasta que unos brazos lo apartaron de él. 
—La próxima que te vuelvas a acercar a ella no tendrás la misma suerte—escupió, se liberó de los brazos del hombre que lo había sostenido e ingresó al hospital antes de que algún guardia de seguridad se lo impidiera. 
                                                              ˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖ 
—Con cuidado, por favor—dijo Enzo tomándola por los hombros cuando se adentraron al departamento—. Voy a tener que mover los muebles para despejar más el lugar—dijo soltándola para caminar hacia el sillón con la intención de moverlo sabrá Dios  a dónde, pues no quedaba más espacio. 
—Enzo, estoy bien, no me voy a romper por caminar a un lado del sillón—dijo Alana riendo un poco, hace un par de horas la habían dado de alta del hospital, aunque aún se encontrara algo adolorida de la parrilla costal, su cuerpo estaba respondiendo bastante bien a los antiinflamatorios, su ojo también había disminuido significativamente de tamaño, Enzo sólo se le despegaba para ir al baño, y sólo porque ella se lo pedía.
—Bueno, uno nunca sabe—respondió, Alana caminó hacia el sillón y se dejó caer, lo cual provocó que Enzo pusiera cara de horror—. Mi amor, se más cuidadosa, te me vas a fracturar el resto de costillas—dijo él alarmado.
Alana le tomó la mano como respuesta, nunca terminaría de agradecerle por cómo la había estado tratando los últimos días, no sólo la había salvado y le había limpiado las heridas, también la escuchaba cuando necesitaba hablar, le secaba las lágrimas y era un hombro de apoyo, no sólo la estaba ayudando para sanar físicamente, también mentalmente. 
—Lanita—dijo Enzo sentándose de cuclillas sin soltarle la mano—. No sabía cómo decirte, pero aquél día Sebastián fue al hospital—Alana se tensó al escucharlo, buscaba evadir la idea de su ex novio lo más posible, estar dopada en el hospital y la compañía de Enzo era bastante efectivo para hacerlo, así que escuchar su nombre de repente provocó que ella sintiera un tremendo disgusto. 
—¿Entró a la habitación?—preguntó atemorizada, la idea de volver a estar en el mismo lugar que él le ponía los nervios de punta, sintió la bilis subir por su garganta.
—Obvio no, no se lo permití—dijo Enzo—. Dijo un montón de boberías, pero también mencionó que te deja el departamento. 
Alana se quedó en silencio, eso era algo que había esperado antes de terminar con Sebastián, en otras circunstancias eso la hubiera hecho sentir bastante aliviada, pero no le apetecía volver a pisar el suelo de aquél horrible lugar. 
—Te lo digo sólo para que lo sepas, pero no hay manera en la que te dejaré estar sola en lo que te recuperas, ya le avisé a Julio—dijo Enzo acariciando sus dedos, Alana sintió un nudo en la garganta y asintió. 
—No quiero regresar ahí—dijo apretando los ojos, Enzo se sentó a un lado de ella y la abrazó suavemente.
—No tenés por qué, si querés que llame para cancelar la renta o lo que sea sólo tenés que pedirlo—dijo él pasando sus dedos por su cabello.
—La verdad ahorita no quiero pensar qué hacer, sólo sé que quiero estar aquí contigo. 
—Me parece una fantástica idea—dijo él besándole el hombro—. Ahora te tengo que limpiar esa herida de la frente. 
Alana asintió, Enzo le quitó cuidadosamente la gasa que la cubría y le pasó un algodón con alcohol, el chico se había encargado de limpiar cuidadosamente su frente cada que tenía que cambiarle la gasa. 
—¿Puedo ver?—dijo con curiosidad, no se había visto la cara desde aquél día. 
—Ehh, ¿segura?—preguntó Enzo con tono de precaución en su voz, Alana asintió, el chico tomó su celular y abrió la cámara.
Alana se miró el rostro, había una línea de unos 7 centímetros en el lado derecho de su frente, aún tenía los puntos que le habían hecho en el hospital, no se los quitarían hasta dentro de unos días. 
—Bah, luce bastante aburrida, es una lástima que no tenga  forma de rayo o algo así—dijo burlonamente, Enzo soltó un sonido de desaprobación ante la broma, decidió besarlo para calmarlo.
—Hay otra cosa que debo decirte antes de que te enteres por otro medio—dijo Enzo una vez se separaron, Alana lo miró con curiosidad, no quería más sorpresas. 
Enzo volvió a desbloquear el celular y abrió Twitter.
Alana tomó el celular, la red social estaba totalmente colapsada con vídeos e imágenes de Enzo golpeando a Sebastián afuera del hospital. 
—Lana, no soy esa clase de persona, odio la violencia, pero no podía estar un segundo más viéndole la cara, la idea de él haciéndote daño me enferma—explicó mientras Alana deslizaba el dedo por la pantalla, la gente no había tardado mucho en darse cuenta que la persona que Enzo golpeaba era el editor y novio de la escritora Alana Lomelí.
Bueno, ahora ex novio. 
Alana le devolvió el celular. 
—No tenías que hacer eso, de seguro te vas a meter en un montón de problemas—dijo Alana preocupada, no le enojaba para nada que Enzo hubiera golpeado a Sebastián, el chico se lo merecía, pero eso no significaba que quería que la carrera de Enzo se viera en aprietos.
—Me importa un carajo—dijo él elevando los hombros. 
—¿La gente sabe la historia completa?—preguntó ella, no había abierto redes sociales desde entonces. 
—Hay rumores—respondió—. Muchos no están lejos de la verdad. 
—Dios, mis padres seguramente estan preocupadísimos—dijo ella echando la cabeza para atŕas. 
Alana decidió que mañana les hablaría cuando estuviera más tranquila, tenía tanto que explicar. 
Decidieron ir a la cama temprano, Enzo la ayudó a vestirse y cambiar las vendas de sus costillas, siendo totalmente cuidadoso al respecto. 
—Sabes que puedes estar aquí el tiempo que te apetezca, ¿verdad? Mi casa es tu casa—dijo él acariciando su mejilla, Alana giró la cabeza un poco para depositar un beso en su palma.
—No me digas eso, tu cama es muy cómoda—dijo Alana felizmente—. Y tú también, así que no pienso irme pronto—dijo rodeándolo con sus brazos, Enzo rió y hundió su cara en su cuello. 
—Quedáte aquí siempre.
Alana pensó que la idea no sonaba para nada mal. 
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elvagopit · 9 months ago
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Poema: Me llamo metanfetamina.
Destruyo hogares y fragmento familias enteras. Te quito a tus hijos, y ese será sólo el principio. Soy más brillante que un diamante, más preciado que el oro dorado. El sufrimiento que provoco es peor que la pesadilla de un loco.
Si me necesitas, soy fácil de encontrar. En cualquier ciudad, a cualquiera hora, le doy maldad a cualquiera que implora.
Vivo con los ricos. Vivo con los pobres. Vivo con tu ser más amado, tal vez en la habitación de a lado.
Soy hecho en un laboratorio, pero no el que te imaginas. Puedo ser hecho en cualquier casa, detrás de las cortinas.
En la cajuela de un coche, incluso afuera en la noche. Puedo destruir una nación, sólo usa tu imaginación.
Tengo mil nombres. Estoy segura de que has oído hablar de mí. Me llamo metanfetamina de cristal.
Mi poder es increíble, prueba y te sentirás invencible.
Prueba una vez, y tal vez te deje ir. Prueba dos veces, y da por hecho que tu alma ya me pertenece.
Una vez que te posea, vas a robar, mentir, manipular, incluso matar. Harás lo que sea necesario, sólo por una dosis más.
Los crímenes que cometerás por mí sueño narcótico no harán reír ni al más cínico cómico.
Le mentirás en la cara a tu madre, le vas a robar a tu padre. ¿Lo peor? Cuando veas sus lágrimas, ni siquiera estarás triste.
Olvidarás tus valores y cómo te criaron. Pensaré por tí, te enseñaré cómo moverte. Sigiloso en la noche, oculto de las criaturas que tu patética mente psicótica ha creado. Buscando cámaras en las paredes mientras susurras cosas sin sentido.
Le quitó sus hijos a los padres, y le quito los padres a los hijos.
Te lo voy a quitar todo. Tu amor propio, tu orgullo y tus logros. Todo por lo que has trabajado, y todo por lo que trabajarás.
Lo vas a perder todo. Tu salud, tu dinero, tu control, tu mente, tu cuerpo, tu familia. Quedarás aislado y solo.
Te voy a quitar todo hasta que ya no te quede nada por dar. Cuando finalmente termine contigo, agradece si sigues con vida.
Si me pruebas, estás advertido. Da por seguro que te voy a quitar la cordura.
Las pesadillas que te daré asustarán hasta al más frío asesino. Las voces y las sombras en la oscuridad.
Los delirios y la paranoia.
Las taquicardias, el sudor, los temblores, los ataques de pánico, las visitas a urgencias, sangrado nasal, riñones destrozados.
Todos esos son mis regalos.
Vas a tratar de dejarme. Pero a esas alturas, sabrás en lo más profundo de tu bastarda alma que ya me perteneces. Jamás volveremos a estar separados.
Te vas a arrepentir de probarme, todos los hacen. Pero no me culpes a mí. Yo no te busqué, fuiste tú a mí.
No debiste probarme. ¿Cuántas veces te advirtieron? Pero subestimaste al mismo diablo.
Sólo tenías que decir no, y seguir con tu vida. Si pudieras volver a ese día, ¿Qué responderías?
Yo seré tu amo, y tú serás mi mascota. Si quieres hasta iré a tu funeral.
Puedes probarme por diversión, pero no soy un juego.
Te voy a hacer sentir tanta miseria y dolor que las palabras jamás podrán explicar.
Vamos, toma mi mano. Déjame guiarte al infierno.
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onlymexico · 1 year ago
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La primera mujer que se tituló en una profesión en América Latina fue una dentista mexicana: Margarita Chorné y Salazar.
Margarita Chorné y Salazar, Nació el 22 de febrero de 1864, fue hija de Agustín Chorné, practicante de la orfebrería y la “dentistería” quien llegó a ser uno de los más famosos dentistas de la ciudad. Él era descendiente de franceses, la madre de Margarita fue doña Paz Salazar, dedicada al hogar. Vivían en el barrio de San Miguel en el centro histórico de la ciudad de México, eran una familia de posición social media-alta.
Margarita al igual que sus hermanas, aprendió a leer y escribir, recibieron clases de música, en el colegio aprendieron el catecismo, la aritmética, geografía, francés, y labores propias de mujeres como tejido de gancho y bordado de punto de cruz. Pero al parecer Margarita no le encontró el gusto a estas labores ni le gustaba del todo las reuniones femeninas que no le satisfacían; lo que Margarita disfrutaba era encerrarse durante horas en la biblioteca de su padre y aprender de sus libros, también le gustaba acompañarlo a los conciertos y funciones de ópera.
Observando el trabajo de su padre, Margarita empezó a conocer y a practicar el arte de la orfebrería y también gustaba de ayudar a su padre cuando tenía trabajo de dentista, de igual manera fue ayudante de su hermano mayor una vez que éste se convirtió en dentista. Había para Margarita muchas oportunidades de adquirir el conocimiento para llegar a ser una buena dentista, pues no tan sólo era limitado el número de dentistas en esa época sino que también en aquellos tiempos, era una loable costumbre de los dentistas y médicos que de verdad amaban su profesión y veían en ella no sólo una profesión con la cual ganarse la vida, sino una vocación de servicio al prójimo, atender gratuitamente a los pobres que no podían pagar su consulta pero que la necesitaban igual que los ricos, dedicando para ellos estos buenos médicos un día a la semana u horas extras cuando la urgencia lo ameritaba.
Con los conocimientos y la práctica que Margarita había obtenido siendo asistente tanto de su padre como de su hermano, un día decidió buscar el reconocimiento de los estudios realizados en su casa y conseguir el título oficial para ejercer como dentista en la ciudad de México.
Fue en el antiguo Colegio de Medicina, a los 21 años de edad, que Margarita tendría que demostrar que sabía el oficio, que dominaba satisfactoriamente el conocimiento fisiológico, anatómico y tecnológico y que podría ejercer al igual que lo hacía cualquier dentista ya titulado.
Para conseguir ese anhelado título, Margarita consiguió una carta de un dentista profesional que avaló sus conocimientos, así mismo tuvo que presentar cartas de tres personas de reconocida solvencia moral que certificaran que Margarita era una persona decente y cristiana. Margarita tuvo que pagar 100 pesos, que era el costo del examen (una cantidad por cierto muy elevada ya que la extracción de una muela en ese entonces costaba aproximadamente un peso)
Ante la gran expectación que seguramente se dio en esa época de que una mujer pidiera recibir el título profesional de dentista, Margarita se presentó ante el jurado y ante ellos citó de memoria los últimos tratados dentísticos en inglés, español y francés. Así pues, fue en la época porfirista cuando el 1 de febrero de 1886, fecha memorable, la Junta Directiva de Instrucción Pública del Distrito Federal emitió el primer título profesional de dentista a una mujer en América Latina, a Margarita Chorné y Salazar. Un año después otra notable mujer mexicana recibiría su doctorado en medicina, la primera mujer mexicana en obtenerlo, ella era Matilde Montoya.
En 1906, Margarita Chorné y Salazar, orgullosamente mexicana, recibió la noticia de que la embajada de Francia le entregó la Cruz al Mérito y en 1908 por parte del Institut du Midi en Tolouse, Francia, un diploma y una medalla en reconocimiento por ser la primera mujer titulada en una profesión independiente en Latinoamérica.
Según un informe de la Historia de la Odontología, Margarita fue la primera dentista en dedicarse a la cirugía y en aplicar el éter en la anestesia general.
Margarita Chorné se casó y ejerció su carrera durante aproximadamente cuatro décadas, con una vida longeva y dedicada al servicio de los demás, murió en 1962, a los 98 años de edad.
Actualmente existe el premio “Doctora Margarita Chorné y Salazar” que lo otorga la Facultad de Odontología de la UNAM y en México hay un Centro de Salud que lleva su nombre.
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nekoannie-chan · 9 months ago
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Histórico
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Título: Histórico.
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X Lectora modificada.
Palabras: 255 palabras.
Cuadro: A3 “Horror corporal.”
Clasificación: B.
Sinopsis: Steve no puede salvar a las personas que ama de HYDRA.
Advertencias: Secuestro, horror corporal.
N/A:  Esta es mi entrada para Steve Rogers Bingo round 3. SB3090.
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
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No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
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Principios de 1945
Todo el mundo hablaba del gran equipo que eran Steve y tú, las misiones para derrocar a HYDRA hasta el momento, a pesar de que habían perdido a Bucky.
Con esta última misión esperaban llegar finalmente a Cráneo Rojo, no obstante, tú tenías un presentimiento, un grupo de agentes de Hydra rodeó a Steve y a ti. Lo último que recordabas era haber visto el escudo de Steve y luego todo fue oscuro, no supiste por cuánto tiempo.
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2012
Steve entró con un gesto de seriedad a la oficina de Fury, le pareció extraño que le llamaran con urgencia.
—Creemos que hemos encontrado a T/N —Nick dijo sin rodeos.
—¿Disculpe? —Steve estaba escéptico, sus últimos días habían sido un poco extraños y lo último que necesitaba era una broma.
Nick procedió a explicarle, no estaban seguros de que fueras tú debido a que todo parecía indicar que te habían intentado transformar en una especie de arma para servir a HYDRA.
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Steve te veía, esperando a que despertaras, no sabía como iba a explicarte todo lo que había sucedido en todos esos años.
—Steve... ¿Tú moriste, no? O eso fue lo que escuché —tu voz sonaba confundida como si no supieras lo que te había pasado.
Steve hizo un enorme esfuerzo por sonreír aunque quería llorar, ya le habían dicho de todas las modificaciones que Hydra se había encargado de hacerte para convertirte en otra de sus máquinas asesinas.
—Pasaron muchas cosas T/N, pero no te preocupes, estamos juntos en esto.
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loshijosdebal · 13 hours ago
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Capítulo XXXV: El regreso de Seth a Morthal
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¿Has llegado hasta aquí? Wow! Gracias! No sé ni qué decir...
a) ¿Y el capítulo?
b) No, si yo no lo leí.
>a) Adelante, que lo disfrutes.
>b) Ah... que estás aquí por error. Ya veo. Este es el último capítulo del libro, así que he escrito esto para evitarte spoilers. Y ya que estás aquí, ¿por qué no le echas un ojo? Puedes hacerlo en Tumblr desde el ÍNDICE o leernos en otras plataformas, como AO3, Wattpad, Inkspired o Inkitt.
Ya había caído la tarde cuando Seth llegó a Morthal. Desmontó a Sombra, su caballo, y lo hizo desaparecer. Había entrado por la parte de atrás, movido por la nostalgia. Quería volver a ver los restos de la Cabaña del Taumaturgo, lo único que le quedaba de Alicent. 
Bordeó el jardín, observando con apatía entre la niebla los restos del edificio que el fuego había devorado. A cada paso que daba, brotaba un recuerdo. Cada recuerdo hacía daño. En el castillo había sido fácil desprenderse de la culpa, pero ahora que estaba lejos de la influencia de su padre sentía que lo devoraba por dentro, como si él fuera una manzana y tuviera un gusano. Esa culpa tenía tal poder en él que, desde que había vuelto a Myrwatch no había sido capaz de mantener a Joric la mirada. 
Myrwatch. Solo había pasado una noche allí, pero el recuerdo de Alicent estaba por todas partes. Era insoportable. Tanto que hasta visitar a su madre parecía más agradable que pasar allí solo la Saturalia. Tanto que ya habría partido a Soledad si no fuera porque tenía algunas cuentas que ajustar. Ahora que era el adalid de Molag Bal, estaba dispuesto a cumplir con su cometido a cualquier coste. No dejaría que la muerte de Alicent hubiera sido en vano. 
Se detuvo cuando dos figuras aparecieron entre la bruma. Reconoció a Thonir, quien no lo vio. Este se acababa de dar la vuelta y se marchó rápido en dirección al aserradero. Luego, sintió un tirón en el brazo. Seth giró la cabeza con rapidez, sorprendido. El latido de asombro dolió en su pecho cuando reconoció a la mujer
—¿Lami? —preguntó, confundido. 
La madre de Alicent lo miró desde el interior del chal que cubría su cabeza y sus hombros. Había vuelto a perder peso. No había dejado de hacerlo desde el ataque de los nigromantes. 
¿Así es como me veré yo en un tiempo? Sabía que no. Aun así, una risa burlona en su cabeza le hizo desear que así fuera. Que los demás supieran que la había querido de verdad, lo suficiente como para que su aspecto lo evidenciara. 
No digas tonterías. 
Lami se quitó la capucha y Seth tuvo que contenerse para no retroceder un paso. El ambiente frío no ayudaba; quizá con un poco de sol se hubiera visto de otra forma. Su rostro estaba tan cadavérico como rojos estaban sus ojos, sus manos también tenían un ligero temblor. Pero Lami no parecía sudorosa, así que no estaba enferma. 
Skooma. Seth no había probado nunca aquella droga, pero conocía sus efectos. Aunque el Skooma estaba prohibido en todo el Imperio, sobraban sitios donde comprarla. Sobre todo en Skyrim, donde la situación era tan difícil que siempre había alguien necesitado de evadirse de la realidad. Por ejemplo, de perder a un hijo. A Seth se le hizo un nuevo nudo en el estómago. Él también había perdido a un hijo. Lo había matado él mismo.
—¿Qué…? ¿Qué querías? —preguntó, tras carraspear, fingiendo normalidad.
—Voy a pedir una nueva partida de ingredientes —empezó Lami, con un tono de urgencia—. Hace semanas que no haces un pedido. Si me acompañas puedo tomarte nota y…
Seth tiró del brazo por impulso, soltándose. No lo pudo evitar. No, ya no necesitaba ingredientes. Ya no había nadie que los preparase para él. La miró en silencio y Lami le devolvió la mirada expectante, con los ojos tan abiertos que, sumado a su aspecto entre la bruma, daba auténtico miedo. 
Ante la ausencia de respuesta, Lami siguió. 
—Me vendría muy bien el dinero, tengo que… tengo que reconstruir la casa, y para eso hace falta mucho dinero, y…
Y estaba mintiendo. Mientras hablaba, había empezado a rascarse un brazo a la vez que miraba a su alrededor con ojos agitados. Seth suspiró, suponiendo que necesitaba el dinero para la droga. Lami lo miró angustiada.
—Por favor. Cualquier pedido estará bien, por muy pequeño que sea.
La mirada de aquella mujer lo estaba incomodando demasiado. Estaba cargada de expectativas. Seth desnudó una pequeña bolsa de monedas de oro de su zurrón y se la dio. No era mucho, porque no había ido allí con la intención de gastar, pero tendría suficiente al menos para una botella.
Lami la cogió entre ambas manos, pero no se molestó en contar lo que había allí. Forzó una sonrisa. Por algún motivo, sus ojos seguían brillando con desesperación. Seth supuso que estaría así hasta que pudiera aliviarse el mono. 
—Yo… Muchas gracias, Seth. Dime lo que quieres y lo anotaré en el pedido. Podrás venir a recogerlo…
—No quiero nada —interrumpió, incómodo—. Solo… La Cabaña del Taumaturgo… Es lo único que me queda de Alicent. Por favor, reconstrúyela. 
Lami se quedó sin habla. Apretó los dedos alrededor de la bolsa de séptims y se le escaparon un par de lágrimas. Después de eso se volvió a cubrir con el chal y se marchó, dejándolo allí, pasmado.
Seth cruzó los restos del puente principal, que había sido derrumbado durante la batalla contra los nigromantes y que todavía no había sido restaurado. La villa estaba completamente desierta, lo que unido a la bruma y los edificios calcinados daba un aspecto de abandono que le tensó los hombros y dejó un mal sabor en su boca. Morthal nunca había vuelto a ser la misma desde aquel día. 
Como fuera, Seth siguió su camino hasta el Salón de la Luna Alta. Tras hablar con Movarth la noche anterior, había tomado una determinación. Quizá no lo había perdido todo, sino casi todo. Idgrod seguía viva, después de todo. Había perdido la cordura, sí, pero, con suerte, eso podría jugar en su favor.
Ya casi había llegado cuando escuchó dos voces entre la niebla. Discutían. 
—¿Por qué Falion sigue en la corte, Aslfur? —increpó la voz de Benor. 
—Benor —Aslfur sonaba conciliador—. Entiendo tu preocupación, pero debemos mantener la calma. Falion tiene el respaldo de la jarl.
—¡Eso es lo que me preocupa! —Benor alzó la voz—. ¿Por qué lo protege? Su magia es peligrosa, está trayendo el mal al pueblo, ¿qué más tenemos que perder para que tu mujer entre en razón?
Si no fuera por el mal cuerpo que tenía tras el encuentro con Lami, Seth habría sonreído. Al menos el plan para volver las sospechas de los vecinos en contra de Falion estaba yendo como esperaba. Había pasado los últimos meses esparciendo rumores y, por fin, el malestar estaba germinando. Era cuestión de tiempo que lo hiciera, tras lo ocurrido. El pueblo necesitaba un chivo expiatorio tras lo ocurrido, y Seth se había asegurado de que ese puesto cayera sobre otro. Sobre Falion, concretamente, pues el mago de la corte había empezado a sospechar de él tras el ataque de los nigromantes, tanto que incluso lo había confrontado con preguntas sobre el ataque, pero también sobre la daga. Con ello, había firmado su propia sentencia. 
Cuando escuchó que los pasos se alejaban, Seth esperó un instante y luego volvió a caminar. Se encontró a Aslfur apoyado contra la entrada del Salón de la Luna Alta, con aspecto pensativo. 
—Seth, cuánto tiempo —saludó Aslfur. Su tono, cansado, reflejó sorpresa. 
—He estado visitando a mi familia —confesó, mirando discretamente a su alrededor para asegurarse de que no había nadie escuchando—. No quería irme con el pueblo todavía en reconstrucción, pero… necesitaba un respiro después de todo lo que ha pasado este año —mintió. 
—Ya, lo entiendo. Tampoco me habría sorprendido que te hubieras ido para siempre —admitió Aslfur con los hombros hundidos, antes de abrir la puerta de la casa comunal.
Seth entró con él y ambos caminaron en dirección al trono. 
—Por cierto, ¿llegasteis a investigar a Falion? Me sabe mal hablar así de él, pues ha sido un buen mentor, pero siempre ha sido… raro.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Aslfur con suspicacia.
Seth cargó un suspiro de dramatismo.
—Hay… detalles. Alicent me contó en su día que él tenía mucho interés por su familia, que no dejaba de preguntar por su padre. Y… —forzó un silencio y luego carraspeó, fingiendo incomodidad—. En una ocasión ví que tenía gemas negras en casa, Aslfur. ¿Sabes lo que eso significa?
La mirada de Aslfur se turbó y lo miró con seriedad. Claro que lo sabía. Las gemas de alma negras eran un artefacto prohibido. Arrancaban las almas humanas y las convertían en consumibles que un brujo oscuro podía usar para dar más poder a sus encantamientos. 
—¿Estás seguro de eso? —preguntó el administrador cuando ya habían llegado a la altura del trono. 
Seth asintió y Aslfur se hizo a un lado, con el ceño fruncido. Seth, por su parte, se acercó a la jarl, hasta quedar frente a ella. Era una Idgrod Cuervo Viejo muy diferente a la que lo había recibido por primera vez en aquella misma sala. Su presencia seguía imponiendo respeto, pero su mirada sabia se había teñido de una sospecha paranoide. 
—Veo que has vuelto —saludó despacio, con cierto recelo.
Seth inclinó la cabeza en señal de respeto. 
—Aunque no por mucho tiempo, jarl Idgrod. Pasaré una temporada más en Soledad, probablemente un mes. Con todo lo que ha pasado, necesito poner mis ideas en orden.
¿Buscando el regazo de mamá después de sufrir a papá? Seth ignoró el pensamiento, forzando la apariencia de calma que necesitaba para hacer su petición.
—¿Y por qué has vuelto?
—Tengo asuntos que tratar. Asuntos importantes —la jarl lo escrutó de una forma tan fría que Seth se tensó un poco— ¿No soy bienvenido? —preguntó, tanteando el terreno. 
Idgrod Cuervo Viejo lo observó en silencio, antes de asentir. 
—Eres un chico intrigante, Seth Athan. Te has vuelto indispensable para nosotros y es innegable la ayuda económica que nos has aportado tras la catástrofe; pero Falion tiene razón cuando apunta que la tragedia siguió tu llegada. Y mi pequeña, Idgrod, no deja de repetir que te acompaña una sombra oscura.  
Seth perdió un poco la compostura y alzó una ceja, altanero. Pese a ser cierto, ella no tenía ninguna prueba real de aquello.
—¿A qué viene eso?—se defendió—. No busque enemigos donde no los tiene, jarl Idgrod. En vez de verme como lo que no soy, pruebe a mirarme como lo que podría ser. 
—¿Y qué podrías ser? —preguntó la jarl con un cinismo afilado, aferrada al reposabrazos de su trono. 
Seth apretó los labios, frustrado. Había esperado una conversación mucho más agradable pero, como fuera, tenía un buen motivo que darle para estar a su favor. 
—He aprovechado el tiempo que pasé con mi familia para hacer una propuesta. Ahora que ellos están de acuerdo con mi decisión, solo falta que usted lo esté también. 
La jarl frunció sutilmente el ceño, mostrándose interesada por primera vez en lo que fuera que tenía que decir. 
—Te escucho. Aunque antes quisiera dejar bien claro que, por más dificultades que estemos pasando, Morthal no está en ven…
—No es eso, jarl Idgrod —interrumpió Seth, ignorando la mirada de advertencia que le dedicó por hacerlo—. Se trata de su hija. 
El semblante de la jarl se tornó vulnerable tan pronto Seth terminó de hablar. Saltaba a la vista que eso era lo último que esperaba oír.
—¿Qué pasa con mi niña?
—Me gustaría casarme con ella. 
Idgrod Cuervo Viejo se quedó en silencio, sorprendida. Tardó casi un minuto en recuperar el habla y, al hacerlo, habló muy despacio.
—¿Quieres… casarte… con mi Idgrod? ¿Por qué?
Seth suspiró, teatrero. Se llevó una mano a la nuca y bajó la mirada a las botas, fingiendo nerviosismo. Un entreacto de vulnerabilidad previo a erguirse y adoptar la seriedad del joven lord que la jarl creía conocer. 
—No crea que no estoy al tanto de las noticias. Son tiempos oscuros para todos, no solo en Morthal, sino en toda Skyrim —Seth se llevó las manos a la espalda, para dar más seriedad a su enunciado—. Con una guerra civil en ciernes… Nadie sabe lo que pasará el día de mañana, mi jarl. Su hija Idgrod es… —tartamudeó. No necesitó fingir el paso de la tragedia por su mirada y su voz, no en aquel momento. No cuando el dolor de la pérdida era cierto y la reflexión subyacente, una verdad a medias—. Idgrod es todo lo que me queda, aunque ya no siga siendo ella misma. Solo quiero asegurarme de que, pase lo que pase, estará a salvo. Mi familia no es como la suya, Jarl Idgrod. No dependemos de un título. Ambos sabemos que yo tengo más posibilidades que usted de asegurarle una buena vida si estalla el conflicto. 
—¿Quieres que crea que no haces esto por mi título? —preguntó ella, incrédula. 
Seth apretó la mandíbula y la miró en silencio, antes de suspirar. Pagó su cinismo con condescendencia.
—Con todo respeto, es solo un título. Un título en un pequeño pueblo arruinado, además. Y no crea que no la admiro, porque lo hago. Puedo imaginar que incluso una comarca tan deshabitada como esta es más difícil de gobernar de lo que aparenta. Pero lo cierto, le guste o no, es que usted no es mucho más poderosa aquí de lo que lo es mi familia en la capital, y sin necesidad de ostentar ningún título. —Idgrod lo miró en silencio, con una ceja alzada. Tras analizar su mirada, Seth decidió subir la apuesta—. Mi madre está de acuerdo, pero no precisamente feliz. Usted sabe cómo funcionan las cosas. Esperaba que me casara con Ingun Espino Negro pero… —apretó los puños y desvió la mirada, fingiendo tristeza. Ingun pertenecía a otra de las familias más ricas de Skyrim, y pretendía ser alquimista algún día; Seth confió en que la jarl entendiera el conflicto interno que aquello le podría causar—. Lo único que quiero es cuidar de su hija, jarl Idgrod. Déjeme hacerlo, por favor. Por la memoria de Alicent y por la memoria de Joric. Ella es lo único que me queda de ellos. 
La mención de Joric pareció funcionar, porque la expresión de Idgrod Cuervo Viejo se suavizó. La jarl desvió la mirada, ausente. 
—Saber que a Idgrod no le faltaría de nada incluso cuando yo ya no esté… —musitó al fin—. Eso es más de lo que he podido siquiera soñar desde que enloqueció. 
Seth apretó los puños tras su espalda, tenso. 
—¿Eso es un sí?
—Las cosas han empeorado incluso para ella —contestó con una evasiva, volviendo a mirarlo—. A veces corretea por ahí y habla con Alicent y con su hermano. Otras incluso contigo, aunque no estés. Como si nada hubiera cambiado. Todo apunta a que irá a peor con el paso del tiempo.
Seth frunció el ceño, curioso y extrañado. Aquello no era lo que esperaba oír.  Había estado demasiado liado como para descubrir cómo habían cambiado las cosas para Idgrod desde el ataque de los nigromantes. A decir verdad, lo había evitado activamente, demasiado temeroso a tener que enfrentarse a ella.
—¿Conmigo?
—Sí, siempre que juega a ese juego que le regalaste, al ajedrez, habla contigo.
Seth miró inconscientemente hacia las escaleras y sintió un interés sincero por saber qué se iba a encontrar. Era una rareza entre los mortales. Una mente tocada por dos daedra; Hermaeus Mora y Sheogorath, destino y locura. 
—¿Quieres subir a verla? —ofreció la jarl.
—¿Puedo? 
—Vé —invitó. A continuación Seth la escuchó hablar en voz baja, para sí misma—. Quizá a tu lado… con el tiempo… vuelva a ser ella misma… —murmuró, pero Seth fingió no oír nada y puso rumbo al cuarto de Idgrod. 
Subió lentamente las escaleras, escuchando el crujido de la madera vieja bajo sus pasos. La petición estaba hecha, solo quedaba esperar. La jarl era inteligente, aceptaría la propuesta. No encontraría a nadie mejor. Ni tampoco a nadie peor. Incluso dentro de su paranoia, tarde o temprano Idgrod Cuervo Viejo tendría que aceptar que Seth era la solución a sus problemas. 
Cerró la puerta al entrar y encontró a Idgrod tumbada en la cama, sumida en la lectura de La Habitación Cerrada. La chica reaccionó al ruido levantando la mirada, pero no lo miró a él, sino a la puerta. Tras esto, dejó caer la cabeza y suspiró por la nariz. Lo hizo tan fuerte que Seth la oyó. Era como si estuviera esperando a alguien más. Seth apretó los labios, incómodo.
—¿Por qué parte vas? —empezó, con la intención de romper el hielo. Había leído aquel libro hacía algún tiempo. 
Idgrod sonrió de un modo críptico, indescifrable. 
—Aunque Yana sabe que su maestro es un hombre malvado y horrible, se resiste a creer que pueda usar el asesinato como método didáctico —dijo con la voz apagada y la mirada clavada en él, de tal forma que Seth sintió que lo atravesaba.
Le mantuvo la mirada sin dejarse intimidar, a la vez que contenía un escalofrío. Estuvieron casi un minuto así, en silencio, hasta que Seth se hartó y bufó, siendo el primero en romper el contacto visual. Se acercó a la mesa del escritorio, sobre el que estaba el tablero de ajedrez. Sacó la silla y se sentó, apoyando el antebrazo en una de las esquinas del espaldero. 
—¿Qué crees que sabes, Idgrod? —preguntó, directo, sin miedo a su respuesta. 
Dijera lo que dijera, siempre la podría acusar de loca, pero no estaba preparado para su reacción. Donde esperaba un reproche, la chica abrió los ojos de par en par y le entró un tembleque. Bajó la mirada a su propio hombro y recorrió su propio brazo, antes de alzar de forma lenta la mirada hacia el techo, donde la dejó clavada. Aunque Seth miró en la misma dirección, no vio nada. Sí que está loca, pensó decepcionado.
—Tú también los conoces, ¿verdad? —preguntó tras el silencio, con un hilo átono de voz. 
Seth parpadeó un par de veces antes de entrecerrar los ojos. 
—No sé de qué estás hablando, Idgrod —replicó de forma seca. 
Su vieja amiga bajó la mirada, lentamente, desde el techo hasta él. Luego la posó en la pared a sus espaldas e Idgrod esbozó una sonrisa sabihonda. 
—¿Ah no? Tu sombra ha cambiado desde la última vez que te vi. 
La forma en que lo dijo le hizo dudar. Tocada por el destino y la locura, se repitió, ¿es posible que esté obviando algo? Invocó un hechizo simple que amplificó sus sentidos y entonces lo vio. O mejor, lo pudo percibir. Había haces de energía verde por toda la habitación, expandiéndose como tentáculos, uno de los cuales estaba sobre el hombro de Idgrod, donde ella había mirado antes con espanto. La mayor cantidad de energía pendía sobre sus cabezas, donde Idgrod había dejado la mirada clavada. Seth contuvo un nuevo escalofrío mientras se giró, para mirar su sombra. Parpadeó un par de veces, sin dar crédito a lo que vieron sus ojos. De entre sus rizos salían dos cuernos finos y no muy largos, con una sutil curvatura a media asta. De repente, la sombra abrió los ojos. Unos iris del color de la nieve, gélidos como los de su padre, le devolvieron la mirada. Seth apartó la vista por acto reflejo y, al hacerlo, vio otra sombra al lado. Una que no correspondía a ninguno de los allí presentes. Era más pequeña, como de un animal, y salió corriendo al ser percibida. 
¿Qué demonios…?
Estaba por encarar a Idgrod cuando la puerta del cuarto se abrió. Aslfur se asomó y los miró con gesto grave, antes de relajar los hombros. 
—¿Está todo bien? —preguntó, mirando a su hija. 
Seth se giró hacia Idgrod, a tiempo de verla asentir. 
—Si queréis tomar algo…
—Está todo bien, papá —lo cortó Idgrod. 
Aslfur asintió antes de irse, pero dejó la puerta abierta. Seth quedó mirando a Idgrod, que le devolvió la misma sonrisa sabihonda de antes. Pero aunque sonreía, sus ojos estaban cargados de odio.
—Tu madre dice que has estado practicando al ajedrez —comentó Seth, buscando cambiar de tema.
—¿Quieres jugar? —preguntó Idgrod. De nuevo, tenía esa expresión indescifrable que le ponía los pelos de punta. Estaba muy cambiada.
—Claro… 
Respondió sin demasiado entusiasmo, todavía con la cabeza dando vueltas a lo que acababa de ver. Idgrod montó el ajedrez sobre la cama mientras él contemplaba su propia sombra, en silencio. El hechizo se terminó antes de que Idgrod hubiera colocado todas las piezas y su sombra volvió a ser normal, pero el malestar no abandonó a Seth. Preferiría no haber descubierto aquello nunca; vivir con la incertidumbre de que su padre pudiera espiar cada uno de sus pasos era mejor que hacerlo con la certeza que ahora tenía.
Cuando Idgrod colocó la última pieza, comenzaron la partida. Aunque supuso que sería tan fácil como siempre, en esta ocasión Seth encontró a una rival formidable. Tanto que no tardó en estresarse, al ver que, hiciera lo que hiciese, Idgrod parecía ir siempre un paso por delante. Tanto fue así que, en un momento dado, cuando Idgrod consiguió llevar a uno de sus peones a la octava línea, Seth volcó el tablero impidiendo el jaque mate. Lo hizo con cuidado y sobre la cama, para no formar un estruendo. Luego miró a su vieja amiga a los ojos, cabreado, ofendido. 
—Estás haciendo trampa. Ya has visto esta partida —acusó. 
Era la única forma que se le ocurría de que Idgrod pudiera ganarle. Tensó la mandíbula y frunció el ceño, esperando que ella lo negara. Pero, en lugar de eso, Idgrod solo se rió en un tono bajo y lo volvió a mirar igual, con el odio en las pupilas, pero también con una satisfacción que no logró entender. 
—Ah, si eso fuera todo, Seth. 
Idgrod volvió a mirar al techo y Seth sintió que los pelos se le ponían de punta. 
—¿Qué más has visto? —preguntó, ansioso.
—Tu futuro —respondió ella, volviendo a reír. 
Seth sintió cómo se le encogía el estómago.
—Idgrod, estás loca… —acusó entre dientes. 
Fuera lo que fuera, no lo quería saber. Lo supo por la forma en la que sonreía. 
—Quizá sí, quizá no. No lo podrías saber, pero yo sé algo que tú no. Cuando el ojo de Hermaeus Mora se abra e intentes comer una torre, un peón se convertirá en reina. Entonces no podrás evitar el jaque mate. Pero no importa. Nada lo hace, porque cuando él nos mire, todos estaremos condenados.
Tras escuchar esto Seth no pudo evitar el escalofrío que, como un soplo helado, entró por su nuca y bajó por su espalda.
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legnaguzman · 2 days ago
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Ya no soy el mismo. Antes te escribía con la urgencia de quien siente que el amor se le escapa entre los dedos. Antes te pensaba en cada pausa, en cada instante, creyendo que con solo estar ahí, bastaría para que te quedaras.
Te amaba, de una forma que ahora entiendo que fue más grande que mi amor propio. Hubiera hecho cualquier cosa por ti, pero aprendí que amar no es suficiente cuando no hay reciprocidad.
No es fácil admitirlo, pero me alejé porque ya no tenía sentido quedarme en un lugar donde solo había vacío. Me fui porque entendí que no puedo ser feliz donde no me valoran, aunque me doliera más de lo que alguna vez te imaginarás.
Pasé noches preguntándome qué hice mal, repasando cada palabra, cada gesto, buscando respuestas que nunca llegaron. Me rompí en tantas partes intentando entenderte, intentando entenderme.
Hoy ya no soy el hombre que te escribía "buenos días" o "buenas noches" con la esperanza de arrancarte una sonrisa. Aprendí a dejar de esperar. Aprendí a darme cuenta de que merezco algo más, alguien que me mire como yo te miraba.
No te culpo. Sé que hiciste lo que pudiste, que amaste a tu manera. Pero tu manera no era suficiente para mí. Y eso está bien. No se trata de reproches, sino de aceptar que, a veces, amar también es saber soltar.
Sigo adelante, reconstruyéndome pieza a pieza. Estoy aprendiendo a quererme de la forma en que quise quererte a ti. Y aunque una parte de mí siempre guardará un rincón para ti, sé que ya no puedo quedarme ahí.
No soy el hombre que fui cuando te amaba. Soy alguien más fuerte, más libre. Y aunque me duela, sé que dejarte ir fue lo mejor que pude hacer...
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nani-alva · 2 years ago
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Carta para mi abuelita:
El día que partiste de esta vida, esa noche que me hablaron para decirme que no podías respirar y que iban a llevar al hospital, tenía la esperanza de llegar y me dijeran que solo fue un susto que estabas bien... pero no fue así! vi a mi mi hermana afuera llorando no me pudo decir nada, corri hacia urgencias vi a mi mamá llorando y fue ahí donde supe que habías partido; no sabes lo mucho que me dolió escuchar eso solo abrace a mi mamá, sabia que tenia que ser fuerte porque tenia que ayudar a arreglar la papelería, fue una noche larga a espera de tu cuerpo, a espera de que te llevarán a donde te velariamos, nunca pensé ayudar a escoger tu ataúd, tu ropa para que te vistieran ese lindo vestido verdoso que te gustaba sabia que ese tenia que llevarte, se dieron las 5 am y apenas ibamos llegando a casa para dormir aunque sea un poco pero no pude... a las 8 empezaba tu velorio, ni idea de lo que me pondría y aun no aceptaba que te habias ido, agarre lo que tenia negro, llegamos mi mamá y yo a donde estabas y no podía creerlo seguía sin aceptarlo se que estabas ahí pero no tenia el valor de irte a ver porque era aceptar que ya no ibas a estar físicamente. Después de un largo tiempo lo hice te vi! te maquillaron como a ti te gustaba, tu vestido preferido y tu cabello hacia atrás esponjado. Tan bella como siempre abuelita.
Pero ahí fue donde ya no pude más ser fuerte, me derrumbe lo entendí que ya no estarías más con nosotras, que la casa iba a estar sola sin ti, que nadie me hablaría para pedirme cosas, que nadie me daría consejos como lo hacías tú, que no iba poder agarrar más tus manos jugar con ellas, que al llegar a casa ya no tendría a quien decirle "ya llegue abuelita", aquien hacerle de comer, y más que nada ya no escucharía nunca más tu voz. Ya no me puedes decir que parezco chachalaca al reírme, aveces yo misma me digo cuando me río así... pero tu voz era mi motor día a día!
Después de tu partida cambiaron muchas cosas aquí, tu ausencia se siente en casa, tu segunda visnieta nació, fanny se mudo, a mi mamá la operaron, y yo empecé mi servicio, me hiciste falta en mi cumpleaños, ya viene navidad y año nuevo y es que la idea de saber que empezamos el año juntas y terminarlo sin ti me llena de lagrimas...
Abuelita no es fácil vivir sin ti, pero se que desde arriba me estas viendo y me sigues cuidando como siempre lo hiciste, no sabes lo mucho que me haces falta, te extraño más que ayer, y aun siento un vacío adentro. Te amo más cada día de mi vida y te seguiré recordando con mucho amor, no prometo dejar de llorar al recordarte pero si prometo que algún día estaremos juntas comiendo fideo y pan de elote 💕
Te amo con todo mi corazón abuelita de mi alma, te mando muchos besos hasta el cielo!
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belencha77 · 4 months ago
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CAPITULO 7 - CONFESIONES
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<<Punto de vista de Riley>>
|| ...Y así fue como sucedió || concluye Drake su relato.
|| Wow... || digo, mirando al fuego con asombro || No pensé que Liam estuviera detrás del regreso de Hana a la corte… Y esa arpía se tomó todo el crédito ella sola hoy… Aunque Hana no me dijo nada, ¿sabes? He notado que Liam no ha sabido controlar sus emociones últimamente ||
|| Es cierto, la verdad es que nunca lo había visto así antes. Francamente, se necesita mucho para que él pierda el control. Así que no te subestimes, Brown. Todos nos hemos encariñado contigo… Y sé que debes haber estado molesta porque nadie se acercó, pero todo tenía su propósito || dice Drake, revolviéndome el cabello y haciéndome reír.
|| Lo sé, gracias, pero no me despeines || le respondo riendo también || Gracias por preocuparte por mí y por contarme lo que paso ||
|| No tienes que agradecérmelo, merecías saberlo. Quiero que sepas que estoy preocupado por ti. Muchos nobles han sido asesinados aquí en Cordonia, incluso aquellos con guardaespaldas... Y la verdad es que no sé qué haría si algo malo te pasara || dice Drake, y sus palabras me hacen sonrojar. Sentimientos que tenía escondidos comienzan a resurgir. ¿Será que debo dejarlos a un lado? La química entre Drake y yo es innegable. De repente, me doy cuenta de que la distancia entre nosotros es mínima. Lentamente, él comienza a acercarse, mirándome fijamente a los ojos. Cuando noto que está a punto de besarme, me levanto rápidamente.
|| Drake, ¿qué haces? Esto no está bien… Yo... || niego con la cabeza, apartando la mirada de él. Drake interrumpe mis palabras con urgencia.
|| Maldición, Brown, lo sé, pero cuánto anhelo hacerlo… Muero por darte un beso en este momento || dice, tomando mi antebrazo y envolviéndome en sus brazos, acercándome aún más a él. Siento mi corazón latir a mil, puedo sentir su respiración muy cerca. Siento que debo besarlo. No pasa nada si lo hago, total, yo no soy la que se comprometió, me digo a mí misma. ¿Será que lo quiero hacer por venganza? ¿Para qué Liam sienta un poco del dolor que yo siento? ¡Rayos, Riley! ¿Qué te pasa? Trato de alejarme, pero él me sostiene firmemente, y su aroma me envuelve. Sin querer, cedo, besándolo rápida y desesperadamente. Sus manos en mi cara no pueden evitar que caiga en un apasionado beso. Luego, su mano se desliza hacia mi cintura, acercándome aún más. Intento zafarme, pero Drake es pasión, fuego. De repente, viene Liam a mi mente y logro decir entre dientes:
|| Drake, nos pueden ver… Y esto no es correcto… || Él me empuja lentamente, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie nos haya visto || Estoy demasiado confundida || digo, sintiendo una mezcla de emociones encontradas.
|| Lo siento, pero no sabes cuánto te deseo, Brown. Más que a nada, más que a nadie. No entiendo qué me hiciste ni por qué estoy locamente enamorado de ti. Eres diferente a cualquier mujer que haya conocido, eres especial. Pero tienes razón, esto no es correcto y quiero hacer las cosas bien, por todos los involucrados, especialmente por ti. Si tengo la oportunidad de entrar en tu corazón de alguna manera, debo hacer lo correcto || dice Drake, con un poco más de calma. Por momentos, no sé cómo responder ante su beso y su confesión. Toco delicadamente su mejilla, y él se derrite en mi mano, cerrando los ojos. Cuando los abre de nuevo, me mira fijamente.
|| Drake… tú estás en mi corazón. El problema es que no sé cómo hacer que salgas || Exclamo con una sinceridad inmensa. Drake me mira con asombro y suspira. Justo cuando iba a decirme algo más, escucho que mencionan mi nombre.
|| ¡Mi Flor! || me vuelvo para ver a Maxwell, quien levanta la mano hacia mí desde el otro lado del patio. Drake da un paso atrás. Maxwell se acerca y se saludan chocando los puños || ¡Ahí estás! Te he estado buscando por todas partes. Hola, Drake ||
|| Maxwell || responde Drake con seriedad.
|| Max, ¿qué sucede? || pregunto curiosa.
|| Es hora de ir a empacar, mi Flor. Ya sabes cómo se pone Bertrand si llegamos tarde || exclama Maxwell.
|| Bueno, Brown, no tiene sentido que te retenga más tiempo || dice Drake. Internamente, suspiro.
|| Cuando estemos listos, podemos llevarte, Drake. La limusina tiene mucho espacio || Dice Maxwell sonriendo, pero Drake simplemente le da la mano y retrocede.
|| No, gracias. Preferiría no pasar varias horas en un auto contigo || le responde a Maxwell, haciendo que me ría. Luego miro directamente a sus ojos serios.
|| ¿Nos vemos luego? || Pregunto.
|| Seguro, Brown || y con esto, Drake ingresa a la finca. Maxwell coloca su mano en la parte superior de mi espalda y comenzamos a caminar hacia la Finca tambien.
|| Mi Flor, debes apurarte. Tenemos que llegar antes que los demás nobles. Hay que ver si encontramos alguna pista allí ||
|| ¿Qué es exactamente lo que estamos buscando en la mansión? ||
|| Palancas ocultas, pasadizos secretos, personal con los labios sueltos. Cualquier cosa que pueda darnos una pista. Así que prepárate, mi Flor, tienes que hacer tu mejor impresión de Sherlock Holmes || dice Maxwell, más que emocionado.
|| Elemental, mi querido Maxwell || digo con acento británico y agitando la mano hacia mi boca como si tuviera una pipa. Maxwell y yo reímos juntos.
**
El recorrido en la limusina fue tranquilo. Atravesamos la hermosa campiña Cordoniana, pero lamentablemente apenas pude disfrutar de su belleza a través de los cristales, ya que era de noche. De repente, a lo lejos, diviso la majestuosa mansión de Applewood.
|| ¡Hemos llegado! || grita Maxwell emocionado || Muy bien, pandilla, dividámonos y busquemos pistas ||
|| Maxwell, comparto tu entusiasmo por examinar el lugar, pero si te das cuenta, son altas horas de la noche. Ocupémonos primero de guardar nuestro equipaje, luego cenaremos y después tratemos de descansar, ¿ok? || dice Bertrand con sensatez.
|| ¿Descansar? ¿Y cuándo podremos buscar pistas? || pregunto ansiosa || No llegamos temprano para eso ||
|| Luego podremos buscarlas, ten paciencia, querida || responde Bertrand.
Rápidamente nos bajamos del auto y varias personas del personal de la mansión se acercaron para recibirnos. De repente, noto a una muchacha cuyo rostro me resulta familiar. Tan pronto como me ve, sus ojos se agrandan y se pone nerviosa. Cautelosamente me mira de reojo antes de aclarar su garganta, pero evita a toda costa mirarme a los ojos. ¿Será por mi actual escándalo?
|| ¡Bienvenidos a la mansión de Applewood! Por favor, déjennos tomar sus maletas y acompañarlos a sus habitaciones || dice la muchacha.
|| Seguro, gracias || responde Bertrand, quien se vuelve hacia nosotros y hace un gesto hacia las puertas || Vamos, muchachos, por aquí ||
Mientras el personal acomoda el equipaje en un carrito maletero, Maxwell me codea y me susurra:
|| Oye, ¿esa muchacha no es la misma que nos ayudó la última vez? || Sus palabras confirman mis recuerdos.
|| Sí, se me hizo conocida también, pero ¿crees que sepa algo? || pregunto, aún dudosa. No recuerdo ese detalle claramente; estaba preocupada por otras cosas en esos días.
|| Podría ser, así que tendremos que interrogarla cuando tengamos la oportunidad. ¿Quieres ser la buena policía o la mala policía? ¡He visto eso en la televisión! || exclama Maxwell. Ante su comentario, no puedo evitar reírme; siempre es tan ocurrente.
Mientras seguimos hacia la mansión, noto que el personal está teniendo dificultades con el peso del equipaje. La chica en cuestión incapaz de soportar la carga, deja caer un par de maletas.
|| ¡Santo cielo! Lo siento mucho || dice asustada || Déjenme recoger las maletas lo más rápido posible || añade nerviosa. Maxwell y Bertrand no parecen inmutarse; están acostumbrados a que los sirvan. Pero yo soy diferente, siento la necesidad de hacer algo.
|| Espera, déjame ayudarte || digo, y me apresuro a levantar las maletas. La muchacha me mira con sorpresa.
|| Lady Riley, ¿qué haces? || pregunta Bertrand entre dientes.
|| ¿Ayudando? || Respondo sin vacilar, mientras la muchacha me observa con asombro.
|| Oh... muchas gracias, señorita. No mucha gente ayudaría a una sirvienta ||
|| Lo que pasa es que Riley no es como la mayoría || exclama Maxwell con una sonrisa, uniéndose de inmediato a la tarea de colocar las maletas en su lugar, mientras Bertrand prefiere ignorarnos. De reojo, noto la sonrisa en los rostros del personal del staff.
Después de varios giros, escaleras y un viaje en ascensor, llegamos al piso donde nos íbamos a instalar.
|| Por aquí, por favor || dice un muchacho del staff, guiándonos hacia el ala donde se encontraban nuestras habitaciones. La muchacha, ahora más tranquila, comienza a entablar una ligera conversación.
|| Espero que todos hayan tenido un viaje agradable hasta aquí. Los caminos pueden estar llenos de baches a veces || comenta con una sonrisa.
|| Fue aceptable || responde Bertrand, metiendo las manos en los bolsillos y tratando de no parecer demasiado atento, decidiendo adelantarse junto con Maxwell y dejando a la chica sola. Parte del staff lo sigue por lo que me quedo mirando a la muchacha y sintiendo que debo ser amable con ella.
|| ¿Y cómo ha sido tu día? || le pregunto de repente, llamando su atención.
|| ¿¡Mi día!? || Ella se sorprende un poco por mi pregunta, pero luego sonríe con gratitud || Bueno ha sido un día largo y agitado con los preparativos, pero gratificante. Es un honor tenerlos a todos aquí en la mansión || responde con una sonrisa.
|| Nos alegra estar aquí || expresé, devolviéndole la sonrisa mientras avanzábamos hacia las habitaciones. Intercambiamos gestos amables y noté cómo ella parecía relajarse un poco || Y dime, ¿tienes planes después de esta noche? || pregunté, y su rostro se iluminó instantáneamente.
|| Sí, una vez que hayamos dejado a todos en sus habitaciones, celebraremos el cumpleaños de un compañero || respondió.
|| Genial, supongo que la reunión incluirá pastel || comenté.
|| La pregunta no debería ser si incluirá pastel, sino si habrá suficiente para todos || Replicó y nuestras risas resonaron por los pasillos, sintiendo cómo el estrés se disipaba.
De repente, uno de los chicos se detiene y exclama:
|| Su habitación, mis señores ||
|| Gracias por su amabilidad || responde Bertrand con una sonrisa y un gesto de cabeza.
|| Nos vemos pronto para investigar mi flor || dice Maxwell, guiñándome un ojo mientras yo me río.
|| Investigar el menú de la cena, por supuesto… || Bertrand se aclara la garganta y nos mira a los dos con enojo.
|| Claro, a eso me refería, hermano, el menú || dice Maxwell nervioso. Antes de entren junto con el staff le guiño un ojo, lo que provoca su risa. Bertrand, por su parte, comienza a refunfuñar y niega con la cabeza. Mientras tanto, la muchacha me lleva a mí por el pasillo hasta mi habitación.
**
Momentos después, nos encontramos nuevamente en el mismo lugar donde comenzó mi decadencia y donde me tendieron una trampa.
|| Adelante, mi lady, hemos llegado || dice la muchacha, dejando mi equipaje.
Comienzo a observar la habitación lentamente. Aunque no ha cambiado en nada, prefiero evitar que los pensamientos negativos me invadan. Tomo mi bolso y le entrego a la muchacha varios billetes, sonriéndole con gratitud.
|| Gracias por tu ayuda ||
|| Oh, vaya... || Ella mira el dinero y casi rompe a llorar || Esto es demasiado, señorita. No debería aceptarlo... yo... || Pero la interrumpo antes de que continúe.
|| Tranquila, está bien. Yo fui mesera antes y sé que una propina generosa te hará sentir bien y, más que nada, te ayudará ||
|| Mi lady, usted es mucho más amable de lo que pensé que sería... Realmente no merecía la broma que le hicieron || dice, visiblemente acongojada.
|| ¿Broma? || mis ojos se enfocan en ella; parece saber algo sobre esa noche || ¿A qué te refieres? ||
|| A la broma que quisieron hacerle. ¿Acaso no lo sabía? || ella me mira confundida. Trato de contener mi enojo, pues ella no tiene toda la culpa. Al ver mi sorpresa, continúa su relato || Mire, usted ha sido tan amable conmigo que siento que debo confesarle algo. Sé sobre el escándalo, sé quién es usted y lo que le pasó la última vez que se quedó en Applewood || hace una pausa, su rostro se llena de pesar || Y, lamentablemente, yo jugué un papel en eso. Lo siento mucho ||
¿Qué sabe esta muchacha sobre la trampa? Su confesión me deja atónita. No pensé que, en cuestión de segundos, mi corazón pudiera sentirse tan aplastado. La conmoción aún se cierne sobre mí. Me agarro a una silla para mantener el equilibrio y, al sentarme, intento calmarme. Miro a la muchacha con los ojos muy abiertos.
|| ¿Jugaste un papel? ¿Podrías explicármelo mejor? || digo, esforzándome por contener mi ira y mantener una voz tranquila.
|| Esa noche se me acercó una de las damas nobles || la criada se sienta frente a mí, con las piernas temblorosas y los ojos llenos de tristeza || Me dijo que quería hacerles una pequeña broma a sus amigos y me preguntó si podía ayudarla. Se supone que debemos asistir a los invitados en todo lo que necesiten. No tiene idea de los problemas que los nobles pueden causarnos si no cumplimos con sus peticiones. Me explicó que íbamos a actuar como cupido porque dos de sus amigos estaban desesperadamente enamorados, pero eran demasiado tímidos para actuar por sí solos. Así que tuve que entregarle una carta de amor al señor Tariq, diciéndole que era de su parte, y mencionarle que la asignación de su habitación había cambiado a esta. Dijo que, si lográbamos juntarlos, el amor verdadero haría el resto ||
Intento asimilar toda esta información. Ahora entiendo por qué Tariq pensó que estaba en su habitación y por qué creía que yo quería algo con él. Suspiro y reúno valor para seguir indagando.
|| ¿No te pareció una petición extraña? || pregunto, indignada.
|| Mi lady, eso no es lo más extraño que hemos tenido que hacer. En ese momento, parecía inofensivo... pero cuando escuché sobre el escándalo y vi las fotos que salieron, me di cuenta de quién era usted. No tenía idea de que era una aspirante || las lágrimas comienzan a acumularse en sus ojos, y empiezo a sentir su tristeza. Sé lo que es recibir órdenes y tener que cumplirlas || Cuando vi todo, me di cuenta de lo que hice || Exclama, llena de sentimiento, comenzando a sollozar llena de arrepentimiento.
|| Tranquila, está bien || le digo, acercándome a ella || Entiendo que estabas haciendo tu trabajo ||
|| Gracias por su simpatía, pero tenga en cuenta que yo no quería hacerle daño. Cuánto lo siento, lady Riley... Fui culpable de que la lastimaran ||
|| No te preocupes, ya pasó... Dime algo, tal vez puedas recordar cómo era la dama || Pregunto con ansiedad. Tal vez, conociendo quién lo hizo, pueda enfrentarla y descubrir quién es el autor principal. 
|| Lastimosamente, no pude ver bien su rostro. La dama llevaba gafas de sol y un pañuelo en la cabeza ||
|| ¿Y eso no es raro? ||
|| Sinceramente, no... Muchos de los nobles no quieren que los paparazzi los molesten, así que se visten de esa manera para evitar las fotos. Eso es lo único que sé, no vi nada más || comienza a jugar nerviosamente con sus dedos || Lamento haberme quedado callada. Sinceramente, me sorprendió ver que regresara. Por eso, merecía saber la verdad, a pesar de mi miedo a decirla ||
|| Gracias por la información y, sobre todo, por decirme la verdad... Si deseas, puedes retirarte || ambas comenzamos a caminar hacia la puerta. Antes de salir, me mira con más tranquilidad y calma.
|| Lady Riley, de todo corazón deseo que toda la suerte del mundo la acompañe para que limpie su nombre. Usted nunca debió ser acusada de esa manera; era nuestra favorita || una pequeña lágrima rueda por su mejilla. Mirándome, sonríe y lanza un suspiro || Buenas noches, mi lady ||
|| Te recomiendo que no hables de esto con nadie. Las personas detrás de esta trampa pueden ser peligrosas, ¿ok? Ten cuidado ||
|| Está bien... Agradezco la advertencia. No comentaré nada || Me dice y yo le devuelvo una sonrisa mientras ella se inclina al salir.
Al escuchar la puerta cerrarse, siento un nudo en el estómago. Las lágrimas llenan mis ojos y parece que no puedo detenerlas. Fluyen mientras camino y finalmente caigo en mi cama. ¿Quién pudo hacerme esto? ¿Planear toda esta trampa para sacarme de en medio? ¿Por qué no querían que estuviera cerca de Liam? No puedo evitar sentirme avergonzada, no solo por este escándalo, sino también porque fotos mías en ropa interior están circulando para que todo el mundo las vea. Y lo peor es que todos creen que traicioné a Liam teniendo un romance clandestino con Tariq. Pero no puedo seguir llorando, necesito conseguir algo más. Tomo mi teléfono para enviar un mensaje a Maxwell. Necesito contarle que tengo información.
**
Horas más tarde, me encuentro recapitulando la confesión de la muchacha ante Bertrand y Maxwell.
|| No puedo creer que haya sido una dama noble quien hizo todo esto || Bertrand se acaricia la barbilla y mira por la ventana || ¿Pudo identificar a la dama en cuestión? ||
|| Lastimosamente, no || aparto la mirada, tratando de controlar mis emociones. Necesito mantenerme fuerte.
|| Parece que lo que tenemos aquí, mis queridos amigos, es un claro ejemplo de juego sucio || Maxwell se pasea por la habitación || Iré por mi pipa y mi lupa. Tenemos un caso que resolver || A pesar de la tristeza que siento, una sonrisa se me escapa. Maxwell siempre consigue disipar cualquier mal sentimiento con sus ocurrencias.
|| Maxwell, concéntrate y deja los chistes. Estamos tratando de aclarar este gran problema || Bertrand pone los ojos en blanco.
|| Bertrand, mi buen amigo || Maxwell le da una palmada en la espalda || ¿No te das cuenta de que Riley está alterada y esto la ayuda a relajarse? ||
|| ¡Basta, Maxwell! || Bertrand cruza los brazos, su frente se arruga con ira || Entiende que esta información es una prueba de que Riley fue engañada ||
|| Pero, ¿cómo encontraremos más evidencia? Esto no es suficiente para demostrar que me tendieron una trampa || exclamo, y Bertrand me mira con ansiedad y tristeza en los ojos.
|| Desafortunadamente, tienes razón. La evidencia es demasiado circunstancial. Sabemos que nunca enviaste una carta a Tariq, pero ¿cómo podemos probarlo sin lugar a dudas? || dice Bertrand, preocupado.
|| Hay un testigo || exclama Maxwell con entusiasmo.
|| ¿Qué testigo, Maxwell? ¿Una sirvienta? La misma que haría cualquier cosa para ganar el favor de nobles como nosotros. En el mejor de los casos, esto solo debilitaría la narrativa contra Riley. Necesitamos una refutación clara de cualquier acusación || Bertrand mira a través de la ventana || Por ahora, animémonos. Hemos dado nuestros primeros pasos para resolver este caso ||
|| Al menos sabemos que es una dama noble, así que estamos hablando de exactamente cinco damas de la corte. Es un avance, ¿no? Solo tenemos que ir descartándolas una a una || dice Maxwell con emoción en sus ojos.
|| Tal parece que debe ser así || exclamo con un poco de desánimo.
|| Tranquila, mi flor, lo lograremos, ya verás || dice Maxwell entusiasmado, mientras Bertrand me mira con seriedad.
|| Mientras tanto, Lady Riley, debes continuar con la gira de compromiso. Lo que significa que debes concentrarte en el evento de mañana, que es la construcción de un granero ||
|| ¿Y eso qué tiene de importante? || pregunto, curiosa.
|| Es una valiosa tradición Cordoniana, en la que, como comunidad, construimos un granero que simboliza el futuro de los novios ||
|| ¿Su futuro? ¿Tú crees que deseo que exista un futuro para ellos, Bertrand? Yo no quiero que tengan uno || exclamo con impotencia.
|| Lo sé, Lady Riley. Entiendo que no desees eso, pero debemos asistir || responde Bertrand || Es tu oportunidad de impresionar a la corte y demostrar que no te conmueven lo que los medios dicen sobre ti. Y tal vez incluso puedas robar algo de tiempo con el Rey || Bertrand me mira con ojos serios pero juguetones. Él quiere jugar de cupido con nosotros. No puedo evitar sonreír ante el pensamiento, pero enseguida me saltan dudas: la prensa.
|| Ok, tienes razón… Sé que no me queda más que seguir fingiendo que no siento nada por Liam. Pero dime una cosa, ¿qué pasa con las inevitables preguntas de la prensa? ||
|| No te preocupes, hice arreglos para ello. Ahora, para hacer esas buenas impresiones, dedícate a vestirte con ropa adecuada para el evento… ||
|| Tranquilo, hermano, tengo la ropa perfecta para mi Flor… || exclama Maxwell lleno de emoción.
|| Perfecto entonces, será mejor que vayamos a cenar || dice Bertrand. Juntos comenzamos a salir de mi habitación en dirección al comedor.
A pesar de algunos días de incertidumbre, tengo un poco de esperanza. Sé que esto funcionará; haré hasta lo imposible para limpiar mi nombre. Pronto, todo esto será cosa del pasado.
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If anyone else wants to be tagged, just let me know. I hope you enjoy this wonderful love adventure.
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revistapipazo · 9 months ago
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Agarra un coco!!!
No podría asegurar que el relato que viene a continuación es realidad o ficción. Llegó a mí como un pseudo mito urbano, que en realidad fue presenciado por el primo de la polola de un compañero de universidad, enfermo de cuentero (mi compañero (bueno, y según él, el primo también)). En teoría el primo este dio jugo estudió medicina 1 semestre y medio con notas como la gran verga paupérrimo rendimiento, por lo que terminó rindiéndose y estudiando una promisoria y nutritiva carrera llamada periodismo.
Tan poco fue lo que aprendió en dicha carrera de las ciencias de la salud este muchacho, al que llamaremos Alfonso, que la única gueá que tiene para compartir con la demás gente cuando le preguntan cosas al respecto de su paso por la facultad de medicina, son las historias que según él vio en vivo y en directo.
Una de ellas, quizás la más tórrida, ocurrió en un servicio de urgencia de una localidad del país SAPU de Cerro Navia que no revelaremos.
Sucedió entonces que una noche llegó bastante compungido y alterado un paciente cuyo rostro evidenciaba una dolencia profunda e intensa. A simple vista algo raro se apreciaba ya que se notaba algo afiebrado y estaba más pálido que culo de esquimal. También se encontraba algo encogido y con una de sus manos se tomaba la entrepierna de manera insistente.
La enfermera jefe procedió a realizar su ingreso, y ahí fue cuando acudió Alfonso junto a uno de los médicos de turno para atender al paciente. Al comienzo no les quiso revelar el origen de sus molestias físicas, tan sólo se tendió en la camilla y no se sacaba la mano del paquete. No fue fácil hacer que los dejara llevar a cabo su labor médica, y tan solo lograron convencerlo de bajarse los pantalones (y no para chuparle el pico) una vez que la enfermera y la otra interna presente se marcharon, y ahí pudieron observar el origen del malestar del caballero en todo su esplendor.
Su aparato reproductor completo estaba envuelto profusamente en gasa y vendas, con manchas amarillas (debido a alguna clase de desinfectante) y rojas (por el shocolate) alrededor. Casi intuitivamente, él se resistía a que lo revisaran ya que si bien quería recibir atención médica, el dolor era extremo cuando le tocaban su vendaje artesa.
Después de cierto rato weveando, finalmente pudieron calmarlo y abrir el envoltorio: un olor penetrante se dejó sentir en el aire del box hospitalario. Pero el olor no era nada comparado con lo que podían admirar frente a sus ojos: el agilao este tenía una profusa herida en el escroto, con forma de marrueco de pantalón. La herida chorreaba sangre y pus, alrededor de la herida la piel estaba de un color como entre morado y azul, y el escroto propiamente tal lo tenía como balón de hándbol.
Se notaba que el longie había intentado, presumiblemente por vergüenza de mostrar su accidente al público, curar su herida en la casa, con lo que tuviere a mano, pues era evidente el el vello genital había sido cortado hacía no muchos días, y se percibían algunas lesiones posiblemente producto de su mal manejo del problema. Sin embargo, lo que más llamaba la atención, eran unas patitas metálicas que sobresalían de la piel en ciertos puntos de la lesión.
Algo confundidos, el doctor y Alfonso le preguntaron qué era eso, y él contestó que había tenido un accidente laboral, y que en su desesperación producida por una lesión testicular, había procedido a cerrar la herida con una corchetera industrial que tenía a mano en ese instante.
El misterio quedaba develado: este imbécil tenía corchetes en las weas, y eran varios y de 2,5’’ para peor, que en algunos lados los usan para fijar tableros de madera. Evidentemente lo que hicieron fue aplicar una vacuna antitetánica y desinfectar para prepararlo para una intervención quirúrgica.
Durante la operación, Alfonso y su médico le extrajeron 12 corchetes en un estado repugnante y realizaron aseo quirúrgico como se debía, sin embargo, luego de eso, empezaron a indagar dentro del paquete del pobre paciente, y se dieron cuenta que el weon tenía un coco desaparecido en acción. Lo buscaron por todo el escroto pero no lo encontraron, así que mi compadre quedó irremediablemente cojo.
Finalizado el procedimiento, todos los presentes se pusieron a elucubrar respecto a lo que acababa de suceder. Con una incredulidad propia de la situación, muchos no eran capaces de establecer una razón lógica para lo que le había ocurrido. Sin embargo después de puro sapos y hasta de mandarse una apuesta, lograron sacarle la información a la víctima de tamaña flagelación.
Resulta que este chuchesumadre grande, que luego de todo el weveo logró confesar lo ocurrido solamente a Alfonso (según él, pues no logró confiar en nadie más): este weon del paciente era un loser reculiao que no tenía mina ni que le pidiera plata, y que cada vez que se quedaba sólo en la planta donde trabajaba, pescaba un poco de lubricante para la máquina y metía la tula entremedio de algún rodillo de espuma para que se la sobajeara un resto y así poder obtener el placer carnal que era incapaz de conseguir con una mina.
Lamentablemente en dicha ocasión, la gente de mantenimiento no le avisó que debido a pruebas para un nuevo producto cambiaron los blandos y tulísticamente confortables rodillos de espuma por unos polines con pequeños dientes metálicos que a todas luces impedían la concresión de la placentera maniobra, mas nuestro amigo nunca supo de ello sino hasta que ocurrió el accidente.
Al ver que un coco ya se le había caído al piso debido a la herida producida en el saquito, no quiso por nada del mundo olvidarse de tener descendencia así que con lo más cercano que tuvo a disposición, procedió a cerrar la herida, siendo la herramienta utilizada para ello, una corchetera industrial. La cagada y la humillación fueron tales que antes de que su jefe siquiera esbozara la primera letra de su carta de despido, él ya estaba dejando su cargo a disposición.
El coco perdido finalmente lo recogió gente del aseo, y actualmente figura en un frasquito como trofeo en el camarín de los trabajadores de dicho lugar.
Comparte con tu familia, amigos y némesis!
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etherealreaperr · 2 years ago
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Leon x Luis: alguien con quien desnudarse
Luis tenía bastante experiencia en las relaciones sexuales, se había acostado tanto con mujeres como con hombres y al final se dio cuenta de que se decantaba mucho más por los últimos. Leon, por su parte, no tenía tanta experiencia, no era virgen pero tampoco había experimentado demasiado. Por eso se dejó guiar por su pareja. Ese era el motivo que quería creerse pero la realidad era que sentía una gran debilidad por el español, lo cual ocultaba con su actitud estoica e independiente.
Pero lo cierto era que le necesitaba. Con urgencia. 
Llevaban un buen rato intercambiando besos húmedos en la encimera de la cocina y Leon podía sentir como sus piernas se contraían ligeramente, dejándole claro que necesitaba más.
Las manos de Luis se deslizaron lentamente hasta su cintura y hurgaron hasta encontrar los pliegues de la ropa de su novio, sus manos calientes recorriendo el torso contrario con una devoción innata.
El más alto le admiraba como si de una obra de arte se tratase, tenía cuidado y mimo, procurando dedicarle una buena parte de tiempo a cada trozo de piel de su cuerpo. Besando, lamiendo, mordiendo, apretando. 
El rubio estaba perdiendo la cabeza, Luis sabía cómo hacerle perder los estribos en todos los aspectos y ese era probablemente su mejor juego. Se bajó de la encima sin separar su cuerpo del contrario, agarrando las solapas de su chaqueta con fuerza, como si temiese que se apartase más de dos centímetros.
Los dos hombres se dirigieron hacia su habitación mientras tenía lugar un baile de besos. Ninguno de los dos pretendía ceder pero se tuvieron que separar cuando los gemelos de Leon se chocaron contra su cama.
Se quitó rápidamente la camiseta y el cinturón mientras que Luis tenía los labios anclados a cualquier parte de su cuerpo: primero los muslos y después el cuello. No parecía tener ninguna prisa por desnudarse. Pero el americano sí. Le intentó sacar la chaqueta y después la camisa, pero el moreno no hacía ningún esfuerzo por colaborar, como era típico en él.
-¿Qué prisa tienes, cielo?
-Que no lo aguanto más, ese es mi problema.
-A los chicos impacientes no les llega su recompensa.
Luis era un amante lento, se tomaba el amor con calma pero con la suficiente intensidad como para abrasar a cualquier hombre y Leon no estaba del todo seguro de si le encantaba o le enloquecía. Ambas. El castaño se quitó la camisa, por fin, y el rubio aprovechó para quitarse todo menos la ropa interior. La protuberante erección le molestaba, quería sacarse esa sensación y sustituirla por algo mejor...algo que sólo podía experimentar con su pareja. El sexo que tenía con Luis era incomparable a las experiencias anteriores, él simplemente sabía cómo amar.
El rubio decidió tranquilizarse, intentar disfrutar del momento aunque todo su cuerpo se volcase de manera instintiva hacia el contrario. Este le besó todo el pecho, arrastrando sus manos por su columna vertebral, perfilando todas sus vertebras. Su espalda se arqueó ante el ardiente contacto pegando más aun su pecho a la boca del otro. Las manos pasaron de la espalda a los pectorales, donde acarició y apretó juguetonamente, dejando surcos con su lengua por el estómago del rubio. No era capaz de contener las exhalaciones que salían de su boca, sabía que Luis lo adoraba pero intentaba contenerse. Todavía le quedaba algo de orgullo para no darle todo lo que el castaño desease. Pero todo su orgullo se fue a la mierda cuando apretó sus pezones, ese gesto tan repentino le hizo inhalar una bocanada de aire entrecortada.
-Déjame escucharte, precioso, deja de hacerte el duro cuando los dos sabemos que lo amas.
Esa era la parte que más odiaba de él: en todo momento sabía lo que le pasaba por la mente. Era imposible ocultarle algo. Leon agarró de los hombros a Luis y acercó su boca a la suya, robando un beso profundo y apasionado. Leon pudo sentir como Luis suspiraba pesadamente entre sus besos, significaba que él también se estaba enloqueciendo poco a poco. Luis bajó sus manos hasta las nalgas del rubio y las agarró con firmeza al mismo tiempo que separaba las piernas del contrario para dejar espacio. Sabía lo que eso significaba.
-Por fin nos hemos decidido, ¿eh?
-Es imposible resistirse a tus encantos, príncipe.
-Lo sé.
Luis terminó de desnudarse y de paso a su pareja, su pene completamente duro y preparado para tomar al contrario. El rubio no se perdía ni un sólo movimiento del otro, atento a sus ojos, su sonrisa, sus hombros, sus caderas...Durante tanto tiempo se había preguntado si de verdad existía un sentimiento como ese, y ahí estaba la prueba viviente. Incendiado de amor, dejó de oponer resistencia, dejó que el moreno hiciese su magia, aceptando todo lo que tenía que ofrecerle. Luis se metió el dedo corazón y el anular en la boca, dejando un rastro de saliva que caía encima de los muslos del rubio. Sin dilación, metió sus dedos dentro del agujero de su novio, notó como su interior se contraía ante el inesperado movimiento pero rápidamente lo aceptó.
-¿Subimos la intensidad?
-¿En serio tienes que preguntarlo?
Luis sacó sus dedos para reemplazarlos con su pene, fue poco a poco, dejando que el contrario aceptase y desease más a cada segundo. Aprovechando cada momento al máximo, Luis dejó chupetones y mordiscos haya donde su boca se posase, es decir, el cuello de Leon. Este último exhalaba violentamente, su respiración agitada hacía que su pecho subiese y bajase sin cesar, y las uñas de sus manos se anclaban a los tríceps de su amante. 
Los movimientos de cadera no se hicieron de esperar, empezando con un ritmo lento y fácil de seguir, aunque a cada segundo aumentaba ligeramente la velocidad y la fuerza. El español tenía resistencia para lo que quería, cuando se trataba de sexo, encima con Leon, podía aguantar horas y horas si su príncipe se lo pedía. El príncipe en cuestión se encontraba gimiendo, gruñendo suavemente y aferrándose a cada minúsculo espacio de piel española que encontraba. Su vista estaba prácticamente nublada, solo sintiendo las potentes estocadas en su interior, frenéticas y desesperadas, intentando abrirse paso dentro de todos sus sentidos. Estaba sudando, joder que si estaba sudando, quizá hasta estaba llorando y babeando un poco pero le importaba una mierda. Tenía asuntos más importantes a los que prestar atención.
Siendo medio consciente de ello, notó como Luis bajaba el ritmo gradualmente, ¿por qué? Ninguno de los dos había llegado al clímax, ¿entonces qué era? Miró a su novio a través de las lágrimas y se encontró con la cara que tanto amaba con una mueca de preocupación.
-Leon, ¿estás bien, mi amor?-La mano que antes agarraba firmemente sus nalgas se posó en su mejilla izquierda.
"Claro que sí" Quiso responder, pero se encontró con que las palabras no salían de su boca porque no podía respirar, sus exhalaciones eran incontrolables, al igual que sus lágrimas. De un momento a otro, el éxtasis que estaba sintiendo fue sustituido por una angustia asfixiante. Luis sacó su pene de su agujero y recolocó rápidamente a su amado, sentándole sobre sus muslos. 
¿Por qué no podía dejar de llorar, qué le estaba pasando? Se tapó la cara con las manos, avergonzado. No obstante, el contrario sujetó sus manos con delicadeza pero con firmeza.
-No pasa nada, mi vida, estoy aquí.-El agente pudo apreciar como le miraba a través del llanto y se lanzó a sus hombros, en busca de un abrazo que pudiese esconderle del mundo real.
-Lo siento, lo siento, lo siento mucho, no sé qué me pasa, algo tiene que estar...-Las palabras y los pensamientos sin sentidos fueron callados rápidamente.
-No pidas perdón. Sé lo que te pasa, estás sobreestimulado, eso es todo. No hay nada malo contigo, de verdad.
-Pero...estaba disfrutando mucho...
-Sólo estabas disfrutando demasiado. Esto ya lo he vivido antes y te prometo que es perfectamente normal. A veces nos sentimos desbordados por nuestros propios sentidos, eso es todo.
A Leon todavía le estaba costando coger el aire, aunque más bien era expulsarlo. Necesitó varios segundos hasta poder formar una frase con sentido.
-¿Me prometes que es normal?
-Pongo mi vida en el fuego, Leon.-Trazó líneas por toda su espalda, intentando que ninguna parte de su cuerpo se quedase fría.
-¿Estás enfadado?
-Si sigues haciendo preguntas estúpidas sí que me enfadaré.-Cogió la cara de Leon entre sus manos y se separó unos centímetros.-Estoy bien, no ha pasado nada. Te sigo amando tanto como antes, así que, por favor, no llores más. Detesto verte llorar así.
El rubio se limpió sus lágrimas con el dorso de sus manos y trató de controlar al completo su respiración.
-Te quiero, mi caballero.-Tras eso, los dos hombres se tumbaron en la cama compartida y hablaron de temas sin importancia, tratando de relajar el ánimo del americano. 
El sexo no era idílico casi nunca, en ocasiones ocurrían cosas como esas pero la clave estaba en tener a alguien con quien poder mostrarse desnudo en todos los sentidos de la palabra.
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