Tumgik
#no estamos tan locos
olee · 8 months
Text
Piel Canela | Enzo Vogrincic
Tumblr media
Parte II de “City Boy”
¿Cómo sería salir con Enzo?
Personalidad:
- Enzo valora la paz y la tranquilidad como aspectos fundamentales en su vida. Para él, los momentos más significativos se experimentan al llegar a casa y reconocer el hogar con la afirmación interna de "yo vivo acá". Su aprecio por la naturaleza se manifiesta especialmente junto al mar o en la montaña, donde disfruta observar cómo el tiempo avanza. Estos entornos le brindan la serenidad que considera esencial para su bienestar (Folie).
- En estos días, Enzo encuentra un especial aprecio por la privacidad y anhela pasar más tiempo contigo. Cuando tiene momentos libres, te llama y te busca, guiándote hacia lugares apartados donde puedan disfrutar de charlas íntimas y compartir afectuosos momentos de manera discreta. La búsqueda de esos espacios escondidos refleja su deseo de fortalecer la conexión contigo en un ambiente más personal y reservado.
- Por supuesto, Enzo no dejará de compartir contigo sus rasgos característicos en el ámbito teatral. Siempre te sorprenderá con bromas, actuando de manera cómica y excesiva para agregar un toque de diversión a sus interacciones contigo.
- Para Enzo, su cámara vintage ocupa un lugar central en su vida. Ama capturar imágenes únicas, especialmente cuando busca el sentido de la vida a través de su lente. Es decir, aprecia las pequeñas cosas y siempre comparte contigo sus reflexiones sobre las fotos que ha tomado, ya sea en el autobús, en el parque, en la calle o cualquier otro lugar
- Obviamente, la fama no le afectará a Enzo; sin embargo, él se está dando cuenta de lo popular que es ahora y de lo surreal que es tener casi dos millones de seguidores. Tú, en la realidad, estás procesando la situación al ver cosas muy extrañas, sin entender cómo la gente ha obtenido esa información. Pero, a pesar de todo, Enzo, siempre dramático y filosófico, te dirá: “La vida, ¿sabes?, sigue su rumbo como un río que no se detiene, aunque a veces nos parezca más enredada que una milonga triste. Pero en el fondo, siempre avanza, como un mate bien cevado en la ronda de la existencia, con sus momentos amargos y dulces. Y ahí estamos, simplemente tratando de entender el compás de esta candombe llamada vida”, y tú, muerta de la risa!
- El lenguaje de amor principal de Enzo son las palabras de afirmación; es decir, Enzo maneja el vocabulario de manera perfecta. Siempre te habla de una manera encantadora, romántica e inteligente. La humildad de Enzo es tan notable que cada vez que te dice: “Qué guapa estás, te amo”, simplemente te hace derretir a millas.
- Sin embargo, aunque el contacto físico no sea su principal lenguaje de amor, Enzo es súper cariñoso contigo. Afortunadamente, no es muy público en sus demostraciones afectivas; él siempre te besará y te tocará en los momentos más íntimos y privados. Es decir, su enfoque en el tiempo de calidad se posiciona como su segunda prioridad en el lenguaje del amor.
- A Enzo le encanta bailar en la cocina y hacer comedia con Uma y Ada; estos son tus momentos favoritos, especialmente cuando te abraza internamente diciendo, 'Mi chiquitita' o 'Mi gorditaaaa'. Esos momentos seguramente crean un ambiente lleno de alegría y conexión.
Artistas que pegan con Enzo y sus canciones:
Enanitos Verdes - “Mi Primer Día Sin Ti”
Los Abuelos de la Nada - “Mil Horas”
Alfredo Zitarrosa - “Doña Soledad”
Los Olimareños
Mercedes Sosa
Soda Stereo
Maná
Calle 13
Silvio Rodríguez
Eydie Gormé - “Piel Canela”
Los Panchos
Peso Pluma, Anita - “BELLAKEO”
Banco Palamera - “Sola Con Mi Voz”
Rita Payés
Rauw Alejandro - “Sexo Virtual”
Simona - “Esfera de Amor”
El Canto del Loco - “Un Millon de Cicatrices”
Tumblr media
241 notes · View notes
xlomimi · 5 months
Text
Shy Girl. Capítulo 29: I Can See You
¡Hola! voy a publicar el capítulo de mi fanfic sin censura. Tuve que censurarlo por las nuevas políticas de Wattpad. Espero que les guste <3
ミ★ '𝘊𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘐 𝘤𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘢𝘪𝘵𝘪𝘯' 𝘥𝘰𝘸𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘮𝘦 
𝘈𝘯𝘥 𝘐 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘶𝘱 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘢𝘭𝘭 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘮𝘦★彡
—Reg... —susurró Reese para comprobar si su novia seguía despierta.
Luego de fallida fiesta en casa de Carly, Hal los había enviado a dormir. Una hora más tarde, Reese se encontraba recostado en su cama con la cabeza de su novia en su pecho mientras Malcolm y Dewey dormían en la cama de dos plazas junto a ellos.
Al oírlo llamarla, Regina movió la cabeza del pecho de Reese para colocarla en la almohada, lo que le permitió conectar sus ojos con los suyos.
—¿Qué pasa? —susurró Regina con algo de cansancio.
—Estaba pensando en lo que dijiste... —dijo Reese misteriosamente.
—¿Qué dije? —murmuró Regina, cerrando los ojos con demasiado sueño como para recordar cualquier cosa.
—Que también quieres que lleguemos hasta el final —le recordó Reese con una sonrisa, llevando su mano a su mejilla para acariciarla.
—¿Qué hay con eso? —preguntó Regina sonriendo con los ojos cerrados al sentir la caricia de Reese.
—Bueno... estamos en una cama... —insinuó Reese. Sorprendida, Regina volvió a abrir los ojos para encontrarse con la sonrisa traviesa de su novio.
—No vamos a hacer eso ahora —susurró escandalizada. Al instante, Reese quitó la mano de su mejilla y la miró como si le hubiera mentido.
—Dijiste que no me detendrías si lo intentaba —respondió Reese en otro susurro.
—Pero en la situación adecuada, no en la habitación con tus hermanos en la cama de al lado —replicó Regina mirándolo como si estuviera loco. —Duérmete —susurró volviendo a cerrar los ojos. 
—¿Cuándo es la situación adecuada? —preguntó Reese con impaciencia, ignorando su pedido.
—No lo sé... —murmuró Regina abriendo los ojos con un pequeño bostezo. —Mañana mis padres no estarán en casa...
—Tus padres nunca están en casa en la tarde —respondió Reese sin ver la novedad. 
—Sí, pero siempre tengo que cuidar a Alec. Mañana tiene práctica de futbol, así que... —dijo Regina esperando que él complete la frase.
—Tendremos la casa solo para nosotros —comprendió Reese con una sonrisa de emoción. —Pero, ¿Tenemos que esperar hasta mañana? —preguntó Reese con tono de queja. —No voy a poder dormir pensando en eso —agregó mirándola con cara de perrito mojado. Luego de un momento en el analizó la expresión de su rostro, Regina suspiró.
—Ten —murmuró Regina finalmente, tomando una de sus manos y pasándola por debajo de la remera que Reese le había prestado para dormir para colocarla sobre uno de sus pechos. Al tocarlo, el rostro de Reese se iluminó. —Diviértete con eso —dijo volviendo a cerrar los ojos con la intención de continuar durmiendo.
Sonriendo como un niño con un nuevo juguete, Reese acomodó la palma de su mano de modo que cubriera el pecho izquierdo de Regina por completo. Al inicio se conformó con mantenerla allí, observándola tratar de dormir. Luego, comenzó a acariciarlo con el pulgar en círculos, sonriendo aún más al verla amagar una sonrisa sin dientes varias veces por la sensación que le provocaba. Eventualmente, decidió que era momento de estrujar suavemente su pecho. Fascinado por la sensación, Reese rio tontamente y repitió la acción riendo luego de cada pequeño apretón. 
Sin poder dormir al oír su risa, Regina abrió los ojos y lo observó reír con una sonrisa de diversión. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó. 
—Es muy suave, es divertido tocarlo —explicó Reese en un susurro, riendo tontamente sin dejar de masajear su pecho, lo que la hizo reír también. 
—Lo sé —respondió Regina susurrando entre risas. —A veces lo hago también—admitió.
—No te preocupes, yo lo haré por ti —susurró Reese guiñándole un ojo con una media sonrisa, por lo que Regina tuvo que taparse la boca para no despertar a Malcolm y Dewey con su risa. —¿Puedo? —preguntó posando su mano libre en el borde de su remera mientras continuaba masajeando su pecho con la otra.
—Sí —accedió Regina, permitiendo que Reese pase su mano por debajo de su camiseta. Sin quitar una mano de su pecho izquierdo, emprendió un camino lento con la otra deslizando sus dedos desde su muslo hacia su seno derecho. Regina se estremeció al sentir las caricias de Reese subiendo lentamente. —Reese... —murmuró. Tal vez no había sido tan buena idea dejar que Reese juegue con sus pechos si quería dormir. 
—¿Si? —preguntó Reese con una sonrisa burlona al verla estremecerse al tacto, deteniendo su mano en su abdomen para dibujar círculos con su dedo índice a la vez que hacía lo mismo con su otra mano en su pecho. 
—Deja eso para mañana —susurro Regina con una sonrisa de disculpa, colocando su mano sobre la de él para detener las caricias en su abdomen. 
—Está bien, si es lo que quieres me detendré —respondió Reese riendo, dejando su mano reposar sobre su abdomen. —¿Pero puedo seguir haciendo esto? —preguntó apretando suavemente su pecho con la otra mano, volviendo a reír tontamente al hacerlo. Contagiada por su risa, Regina trató de responder que sí podía si la dejaba dormir, pero ambos se quedaron helados al oír una voz en medio de la penumbra.
—¿Quieren dejar de reírse? —escucharon a Malcolm quejarse en un susurro para no despertar a Dewey. Rápidamente Reese quitó ambas manos de debajo de su remera y se giró con cara de pánico hacia su hermano apoyándose sobre su codo, mientras Regina se escondía detrás de su espalda entre las sábanas sintiendo sus mejillas arder. —Son las... —continuó quejándose Malcolm, sentándose contra el respaldo de su cama y echándole un vistazo al reloj. —...dos de la madrugada, duerman y dejen dormir. 
—¿Qué escuchaste? —preguntó Reese alarmado, ignorando todas las quejas de Malcolm. 
—Solo me despertaron con sus risas, no oí más n... —explicó exasperado, pero se interrumpió abruptamente al percatarse de la expresión de preocupación de su hermano y la timidez repentina de Regina. —¿Por qué? —preguntó Malcolm con los ojos muy abiertos. 
—Por nada —respondieron rápidamente Reese y Regina. 
—Voy a dormir, estoy muy cansado... —agregó Reese, levantando un poco la espalda para volver a acomodarse junto a Regina bajo la mirada perpleja de Malcolm. —Buenas noches —concluyó la conversación dándole la espalda a su hermano y pasando sus manos por la cintura de Regina para dormir por fin. 
Aún sorprendido, Malcolm volvió a recostarse mirando hacia el techo. Retorciendo las sábanas entre sus puños, no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. —Ellos no estaban... —trató de hablar con el lector para eliminar la extraña presión que sentía en el pecho. —No creo que ellos... —murmuró, pero volvió a dejar la frase en el aire. —¿Saben qué? No me importa —dijo finalmente en un intento por quitarle importancia, volviendo a recostarse de lado para dormir. 
•••
—No te limpies las manos en tu remera —reprendió Regina a Reese durante el desayuno, levantándose de su asiento para mojar una servilleta y limpiar la mancha de jarabe de su camiseta. Apenas se dio la vuelta, Reese volvió a hacerlo observando de reojo que no lo notara. 
—Hazle caso a Regina, hijo —dijo Hal, mientras Regina se paraba junto a Malcolm, que buscaba jugo en la heladera, para mojar la servilleta en la pileta de la cocina. —Siempre tienes que usar una servilleta —dijo asintiendo con la cabeza mientras se limpiaba los dedos en la servilleta que llevaba colgada en el cuello de su camisa para no mancharse. 
Girando nuevamente con la servilleta mojada, Regina observó asqueada como Malcolm bebía jugo del pico de la botella para luego pasárselo a Reese, que prácticamente eructó sobre la botella antes de pasársela a Dewey. 
—¿Puedo usar un vaso? —preguntó Dewey igual de asqueado que Regina, sin aceptar el jugo. 
—No, nada que requiera lavarse —respondió Hal con seriedad. 
Entre tanto, Regina volvió a sentarse entre Reese y Dewey para poder frotar la servilleta humedecida sobre la mancha de jarabe en la remera de Reese. Al ver que había una mancha que no estaba antes de que se levantara, Regina lo miró con fastidio, pero él fingió no notarlo. 
—¿Quieres jugo, linda? —preguntó Reese ofreciéndole la botella de jugo. 
—Mmm... no, gracias —respondió Regina arrugando la nariz con asco mientras continuaba limpiando su camiseta. 
—¿Por qué te da asco? Compartimos saliva todo el tiempo —la cuestionó Reese, insistiendo en entregarle la botella de jugo. 
—Pero no comparte saliva conmigo —replicó Malcolm, sentado frente a ellos. 
—Le eructaste al pico de la botella —replicó Regina a la vez, dejando la servilleta a un lado al ver que la mancha ya no estaba. Al levantar la vista se percató de que Reese se acercaba a ella peligrosamente con una sonrisa de picardía. —¡Que ni se te ocurra! —exclamó asqueada, posando una mano en su mejilla para alejarlo de su rostro. Estaba segura de que pretendía eructar cerca de ella. 
 —Basta, niños —los reprendió Hal, quitándose la servilleta del cuello de la camisa para limpiarse las manos. —Limpiemos la mesa —propuso tirando la servilleta sobre  la mesa con todos los platos descartables. 
Al instante, Dewey y Reese se levantaron para buscar una bolsa de basura de un cajón de la cocina, mientras que Hal y Malcolm comenzaron a juntar los platos descartables. Sin conocer la nueva dinámica, Regina se levantó de su asiento para facilitarles el paso, viendo como Reese y Dewey sostenían la bolsa abierta para que Malcolm y Hal pudieran tirar allí todo lo que usaron. Cuando terminaron, Regina se acercó a los chicos para quitar todas las migas de la mesa, limpiándola realmente. 
—Ah, hablé con su madre anoche —comentó Hal abriendo la heladera mientras ellos terminaban de limpiar la mesa. — A todos los extraña mucho y volverá pronto —dijo con una sonrisa. Al oírlo, sus tres hijos voltearon a verlo con expresiones de pánico, por lo que Regina contuvo una carcajada. 
—¿Cuándo? —preguntó Reese alarmado. 
—Unas semanas —aclaró Hal, por lo que sus hijos suspiraron aliviados mientras Regina se reía de ellos. Sonriendo más relajado, Reese tomó la mano de Regina con la intensión de caminar juntos a la escuela. —¡Ah, Reese! —exclamó Hal, haciendo que se detengan para voltear a verlo con Malcolm junto a ellos. —Quiere que limpies las hojas del techo de la cochera cuando regreses de la escuela. 
—¡¿Qué?! —exclamó Reese abriendo mucho los ojos, a la vez que Regina juntaba las cejas y tiraba la cabeza levemente hacia atrás. —¡Pero hoy es el único día que los padres de Reg no están en casa al mismo tiempo que Alec! —replicó Reese. Sintiendo que sus mejillas enrojecer por la vergüenza, Regina apretó su mano levemente para llamar su atención. Al conseguir conectar sus ojos con los suyos, le lanzó una mirada de pánico para que notara lo que acababa de decir. —N-no podremos hacer la tarea —agregó Reese girándose nuevamente hacia su padre en un intento por arreglarlo, pero hasta Dewey lo miraba con incredulidad. 
 —Reese, tu madre... —comenzó a sermonearlo Hal, haciendo la vista gorda ante lo evidente, pero fue interrumpido por las quejas de Reese. 
—¡Esto no es justo! —gritó Reese. —¡Mamá no puede controlarnos si ni siquiera está aquí! 
—Nadie está siendo "controlado" por tu madre —dijo Hal levantando las manos como si lo que acabara de oír fuera una ridiculez. —Por ejemplo, yo invité a un viejo amigo esta noche y aunque no le diremos nada a su madre, ¡No significa que nos controle! —aclaró Hal riendo nerviosamente. —Repito, su madre jamás debe saber esto y eso te incluye, Reg —dijo Hal con tono de advertencia. —Y a ustedes les caerá muy bien Larry, éramos inseparables en la preparatoria. Pero en serio, su madre no debe averiguar que estuvo en la casa —repitió con más enojo. 
Sin responder, Reese abandonó la cocina con fastidio tirando de la mano de Regina a su paso. Aún desconcertada y avergonzada porque Reese prácticamente había gritado frente a la mitad de su familia que pretendían intimar esa tarde, ella dejó que la arrastre con él sin protestar con Malcolm a unos pasos por detrás.
Los tres salieron de la casa y caminaron en silencio por lo menos tres cuadras. Reese estaba demasiado irritado como para hablar. Había fantaseado con mantener relaciones sexuales con Regina desde antes de que iniciaran su noviazgo y su madre se las arreglaba para arruinarlo aún a la distancia. Caminando de la mano con él, Regina mantenía la vista fija en el piso mientras se carcomía internamente por la vergüenza que sentía. En cambio, Malcolm los observaba con diversión.
—Reg, pareces un tomate —se burló Malcolm, ganándose una mala mirada de la pareja.
—Cállate, Malcolm —dijeron ambos entre dientes.
•••
—Hola, tomatito —se burló Madison al ver a Regina entrar en la clase de Literatura junto a Reese con las mejillas coloradas.
—Cierra el pico, North —dijo Reese caminando hacia ella con enojo. Sabía que Regina empeoraría si seguían mencionándolo, solo quería que estuviera bien e iba a pelear con cualquiera que se lo impidiera. Pero Regina lo tomó de la muñeca para detenerlo.
—Está bien, amor, es un chiste —sonriendo levemente para que no le diera tanta importancia.
—Sí, Puercoespín, no saques las púas —se burló Madison para hacerlo enojar más, por lo que Regina le lanzó una mirada de fastidio.
—No ayudas, Maddie —se quejó Regina, empujando a Reese hacia el fondo del aula para que se siente en su lugar, muy alejado de Madison. —Volveré contigo en un momento —dijo besando su mejilla al llegar junto a sus asientos. —¿Si? 
—Está bien... —respondió Reese a regañadientes, sentándose en su banco escolar. Seguía de muy mal humor luego del pedido de su madre, así que simplemente se quedó mirando hacia la ventana con el ceño fruncido mientras su novia se alejaba de él.
—¿Qué le pasa al Puercoespín? —preguntó Madison cuando Regina se sentó provisoriamente en el asiento detrás de ella. —No discutíamos desde esa vez que te tiró del cabello.
—Está enojado porque no podremos vernos en la tarde, su mamá le pidió que limpie el techo de la cochera —explicó Regina haciendo una mueca.
—¿Eso es todo? —preguntó Madison, inconforme con la respuesta. —Ayúdalo a limpiar, problema resuelto.
—Es que íbamos a ir a casa... —trató de que entendiera sin dar muchos detalles, pero Madison seguía mirándola como si ella y Reese hicieran un drama por nada.
—¿Y? Cambien el plan —respondió Madison como si fuera obvio.
—No estás entendiendo —dijo Regina negando con la cabeza suavemente antes de inclinarse hacia ella. Intrigada, Madison imitó la acción. —Mis padres y Alec no estarán en casa esta tarde, así que queríamos... —explicó bajando el tono de voz, pero dejó la frase en el aire asumiendo que su amiga entendería.
Al ver que el rubor volvía a aparecer en las mejillas de Regina, Madison la miró boquiabierta, acababa de comprender la situación. —¡Ah! ¡Hubieras empezado por ahí! —exclamó Maddie, riendo por lo mucho que le costaba a Regina hablar de eso. —O sea que les arruinaron el primer se...—comenzó a decir en un tono demasiado alto a criterio de Regina, por lo que la interrumpió rápidamente.
—¡Shhhh! —exclamó Regina moviendo sus manos delante de ella para que guardara silencio. Madison volvió a reír. —No quiero que todo el mundo se entere —susurró escandalizada, haciéndola reír aún más.
—¿De qué? —preguntó Carly, sentándose en su lugar habitual al entrar al aula, justo al lado del asiento que ocupaba Regina en ese momento. 
—Luego te cuento —respondió Regina sin querer hacer tanto escándalo al respecto allí, pero ya era tarde. 
—Reg y el Puercoespín quieren hacer ñiqui ñiqui —respondió Madison a la vez bajando el tono de voz para no se molestara, pero aún así recibió una mala mirada de Regina. —¿Qué? 
—¿Tienes que decirlo así? —murmuró Regina jugando con el anillo de su mano sintiendo cada vez más calor en sus mejillas. Entre tanto, Carly soltó un suspiro de sorpresa y cubrió su boca para evitar gritar de emoción. 
—¡Yo lo predije! —exclamó alegremente Carly, por lo que Regina y Madison la observaron confundidas. —Cuando Reese trataba de llamar tu atención tirando de tu cabello el año pasado. ¡Yo lo dije! ¡Sabía que cuando fueran novios no te quejarías cuando tirara de tu cabello! 
—¿De qué estás hablando? Nadie dijo nada de eso —replicó Regina extrañada. —Ni siquiera lo hicimos aún, mucho menos tiró de mi cabello —agregó bajando el tono de voz nuevamente. 
—Aún no, pero cuando lo haga, te gustará —respondió Carly guiñándole un ojo. 
—Pero si tú no lo has hecho, no lo sabes —respondió Regina dejando salir una pequeña sonrisa.
—Pero yo sí y sí, te gustará —dijo Madison riendo al final.
—¿Anthony te...? No, espera, no quiero saberlo —dijo Regina arrugando la nariz y negando levemente con la cabeza, haciendo reír a sus amigas.
•••
—Pimpón es un muñeco muy ¡Au! —gritó Dewey cuando otra piedra cayó sobre su pie. Mientras era obligado a cantar y bailar vergonzosamente, Reese le lanzaba piedras a su hermanito con una resortera gracias a la falta de supervisión paterna. —... muy guapo y de cartón ¡Au! —continuó cantando, pero otra piedra impactó contra sus pies. —...se lava la ¡Au! ...la carita con ¡Au! ...con agua y con... —esta vez fue interrumpido por el sonido del teléfono sonando.
—Te toca —dijo Reese para que respondiera mientras él colocaba una piedra sobre la resortera.
—¿Hola? —dijo Dewey al responder el teléfono, pero su expresión se tornó preocupada al levantar la vista. Frente a él, Reese apuntaba con la resortera directo en su cara.
—¡Hola, Dewey! —dijo alegremente Regina del otro lado del teléfono. —Podrías decirle a Re...
—¡Mamá! —gritó Dewey, interrumpiendo a Regina. Al instante, Reese escondió la resortera detrás de su espalda, asustado como si su madre pudiera percibir a distancia lo que le hacía a su hermano.
—¿Me acabas de llamar "mamá"? —preguntó Regina confundida en el teléfono.
—Estamos bien. —dijo Dewey, fingiendo hablar con su madre ante la mirada preocupada de Reese. 
—¿Qué? —preguntó Regina cada vez más confundida. 
—Sí, le preguntaré —continuó fingiendo Dewey —Mamá quiere saber si ya barriste la cochera —preguntó a Reese. 
—¡¿Me canceló por eso y no lo está haciendo?! —exclamó Regina indignada. 
—¡Ya voy! —escuchó gritar a Reese del otro lado del teléfono mientras Dewey sonreía complacido, acababa de encontrar la forma de defenderse de su hermano mayor. 
—¿Quieres decirme qué ocurre? —preguntó Regina a Dewey asumiendo que su novio había corrido a limpiar las hojas del techo de la cochera. 
—Mamá no está y papá trabaja. La casa es una anarquía y soy el eslabón más débil, tengo que defenderme —respondió Dewey, observando a Reese salir corriendo de la casa para ir a la cochera. 
—Entiendo... —dijo Regina con un pequeño suspiro. —¿Qué te hizo Reese? 
—Me lanzó piedras con una resortera —explicó Dewey entre dientes.
—¡¿Qué?! —exclamó Regina entre sorprendida y enojada. —Lo voy a matar —murmuró para sí misma. Al oírla, Dewey abrió mucho los ojos asustado.
—¡No le digas nada! —dijo Dewey desesperado.
—¿No quieres que le diga que no te haga daño? —preguntó Regina sorprendida, eso no se lo esperaba.
—Si le dices sabrá que tú llamaste y perderé la única forma que tengo de defenderme. Por favor no le digas —insistió Dewey con tono de súplica. Regina lo pensó por un momento, pero finalmente cedió. 
—Está bien, no te mencionaré. Dile que llamé luego de tu mamá y que iré en dos horas —pidió Regina
—¡Gracias, Reg! —dijo Dewey alegremente antes de colgar.
•••
—No olvides limpiar las hojas de mi techo sin importar los planes que tengas con tu novia porque soy una vieja mala —se quejaba Reese dos horas más tarde sentado en su cama, imitando a su madre con enojo mientras Regina limpiaba la herida de su codo conteniendo una pequeña risa. Acostado en su propia cama, Dewey observaba a Reese con una sonrisa regodeándose de su sufrimiento discretamente. —¿Qué importa si está mojado y resbaloso? El techo tiene que estar limpio porque soy mala... 
—Reese, te resbalaste por pelear con un gato —dijo Regina sin poder evitar reír, ganándose una muy mala mirada de su novio. 
—¿Te burlas de mí? —preguntó Reese alzando una ceja con una media sonrisa. 
—¿Yo? ¡Jamás! —exclamó Regina fingiendo inocencia justo en el momento en el que oyeron el sonido del teléfono proveniente de la cocina. —Solo te estoy cuidando... —agregó levantando el codo de Reese y dejando un besito suave sobre la curita que le acababa de poner, para luego dedicarle una sonrisa de inocencia.  
—¡Yo contesto! —gritó Dewey antes de salir corriendo hacia la cocina, entrecerrando la puerta a su paso. Apenas cruzó la puerta, Reese inclinó levemente su cuello para comprobar que Dewey no estuviera cerca. Luego de comprobarlo, tomó una de las piernas de Regina para atraerla más hacia él y la colocó sobre su regazo mientras que la otra se mantenía detrás de su espalda, por lo que sus piernas rodeaban la cadera de Reese.  
—No... yo sí creo que te burlas de mí —dijo Reese con tono divertido, deslizando su mano derecha por la pierna de Regina que mantenía en su regazo desde la rodilla hasta el muslo.  
—Mmm... no sé qué te hace pensar eso... —respondió Regina juguetonamente, pasando sus brazos alrededor de su cuello y cruzando sus piernas alrededor de su cadera. —Simplemente mencioné que el gatito parecía el chico malo entre los dos —agregó manteniendo su tono inocente, pero con una sonrisa burlona en su rostro. 
—Ah, ¿Eso crees? —preguntó Reese con una sonrisa traviesa, lo había tomado como un desafío. —Veremos si sigues pensando que el gato es más malo que yo luego de que haga esto —en un instante, Reese hundió su rostro en el cuello de Regina para comenzar un camino de besos hasta su clavícula mientras continuaba acariciando el muslo de su pierna derecha. Sabía que sentía muchas cosquillas en esa zona y había conseguido el efecto deseado. Sin poder evitarlo, ella rio a carcajadas al sentir los labios de Reese recorrer su cuello. 
En un intento por evitar que continúe torturándola, Regina posó las manos sobre sus hombros y trató de alejarse de él tirando la espalda hacia atrás, pero no fue suficiente. Debido a la fuerza que Reese aplicó para mantener los labios en su cuello, Regina cayó de espaldas en la cama riendo cada vez más fuerte con su novio sobre ella dejando suaves besitos en su cuello y dibujando círculos en su muslo izquierdo. 
Lentamente, Reese comenzó a llevar sus besos desde su cuello a su mandíbula, luego de su mandíbula a su mejilla y, finalmente, unió sus labios en un beso desesperado. Sin dudarlo, Regina correspondió el beso acercándolo más a ella por el cuello. En medio del beso, Reese deslizó su mano por su pierna hacia el borde de su blusa. Aún sobre la tela, Reese acarició su abdomen como pidiendo permiso en silencio para meter una mano debajo de su blusa, lo que la hizo volver a la realidad. Rápidamente, separó sus labios y colocó una mano sobre la de Reese, evitando que continuara su camino hacia sus senos.  
—¡Espera, espera! —dijo Regina bajando el tono de voz a pesar de que no había nadie en la habitación. Sin comprender por qué lo detenía, Reese alejó un poco su rostro del de Regina esperando su explicación. —Dewey volverá en cualquier momento... 
—¿Quieres que vayamos al armario? —preguntó Reese en broma, sonriendo burlonamente. Riendo, Regina le dio una pequeña palmadita en el hombro, lo que también lo hizo reír. Justo cuando Dewey entraba en la habitación, Reese se levantaba de encima de Regina para sentarse y le ofrecía una mano para que hiciera lo mismo. 
—Sí, mamá, aquí está Reese —dijo Dewey parándose en la puerta de la habitación con el teléfono en la oreja. Al oírlo mencionar a su madre, Reese volteó a verlo preocupado y se levantó de la cama apenas Regina estuvo sentada. —Sí, se lo diré. ¿De verdad tiene que desvelarse toda la noche? ¿No puede reparar mi bici mañana? —preguntó Dewey al teléfono. Comprendiendo lo que hacía, Regina miró al niño con el ceño fruncido. —Bueno, tienes razón. El sábado en la mañana es el mejor día para salir —respondió al teléfono. Derrotado, Reese  suspiró con fastidio antes de volver a girarse hacia Regina. 
—Lo siento, amor, tengo que reparar la bici de Dewey —murmuró Reese, haciendo una mueca de fastidio. 
—No es nada, entiendo —respondió Regina apretando los labios en una sonrisa sin dientes. —Voy a volver a casa, mis padres ya deben haber llegado —agregó, levantándose de la cama de su novio.
—Te acompaño —dijo Reese rápidamente. — Y prometo que iré a verte mañana por la tarde —agregó antes de colocar las manos en sus mejillas para volver a besar sus labios.
—Te estaré esperando entonces —respondió Regina con una sonrisa, dejando un último beso rápido en sus labios antes de separarse definitivamente.
Luego de mirarla embobado por unos segundos, Reese entrelazó sus manos para guiarla hacia la puerta con él. Antes de cruzar la puerta, Regina soltó su mano para darle a Dewey un abrazo de despedida mientras él la esperaba en el pasillo.
—Adiós, Dewey —dijo Regina, inclinándose para abrazar al niño que pasó sus brazos por detrás de su espalda en respuesta. —No dije nada porque lo merece por la resortera, pero no te pases con él —le advirtió en un susurro antes de soltarlo.
•••
—Gracias por acompañarme —dijo Regina con una sonrisa cuando estuvieron en la puerta de su casa, jugando con la mano de Reese.
—No iba a dejar que volvieras sola de noche —respondió Reese levantando sus manos unidas para dejar un besito en sus nudillos. Regina rió por el gesto y dejó un beso en su mejilla antes de soltar su mano para introducir la llave en la puerta. —Y mañana... —agregó Reese, posando una mano sobre la suya para evitar que girara la llave. —...podríamos terminar lo que empezamos —concluyó con picardía, por lo que Regina giró nuevamente hacia él sin soltar la llave.
—Claro, será muy divertido que mi mamá entre de golpe —respondió Regina irónicamente, sacándole una carcajada. —Creo que tendrá que ser el próximo viernes, cuando Alec vuelva a tener práctica de fútbol —dijo con una sonrisa de disculpa.
—¿El viernes? —dijo Reese como un quejido, quitando la mano para que pudiera hacer girar la llave. —¿No podemos encerrar a Alec en su cuarto el lunes hasta que lleguen tus padres? —preguntó tirando la cabeza hacia atrás. Regina rió creyendo que estaba bromeando, pero Reese hablaba muy en serio.
—No creo que se deje encerrar —respondió Regina riendo mientras giraba la llave por fin. —Aunque tal vez si tú lo convences... —dijo pensándolo mejor, sin llegar a abrir la puerta. Al oírla, a Reese se le iluminó el rostro.
—Cierto, soy su héroe. Me hará caso —dijo Reese con orgullo, haciéndola reír.
—Sí, lo eres —respondió Regina entre risas. —Y justamente por eso dudo que te haga caso —agregó abriendo la puerta por fin.
—No sé qué estás insinuando —respondió Reese, fingiendo no comprender con diversión mientras se acercaba a ella para recibir un beso de despedida. Regina volvió a reír y se acercó a él para rodear su cuello con las manos, de espaldas la puerta abierta de su casa, mientras Reese pasaba sus manos por su cintura. Poniéndose de puntitas de pie, Regina estaba a punto de cumplir su deseo cuando la voz de su madre detrás de ella la detuvo. 
—¿Necesitas otra cosa para tu operación? —escucharon preguntar a Caroline. Confundida, Regina volvió a estabilizar sus pies en el suelo y soltó el cuello de su novio para dar unos pasos dentro de la casa, ignorando el quejido de Reese al darle la espalda. Justo frente a la puerta, Caroline y Phineas bajaban las escaleras lentamente conversando con la vista fija en los escalones, por lo que no notaron a su hija y su novio en la entrada. 
—Mmm... creo que debo comer helado —respondió Phineas pisando el segundo escalón, lo que hizo su esposa se detuviera un escalón por debajo de él para observarlo confundida. Entre tanto, Regina escuchaba desde la puerta sin entender de qué operación hablaban con Reese tratando de llamar su atención. 
—En realidad no creo que se coma helado para... —comenzó a decir Caroline arrugando la nariz, pero Phineas la interrumpió. 
—Perdón, ¿Es una vasecto-tuya o una vasecto-mía? —preguntó Phineas posando una mano en su hombro e inclinando la cabeza. Desde la puerta, tanto Reese como Regina abrieron los ojos sorprendidos. 
—...iré a pedir helado —respondió Caroline luego de un pequeño momento de silencio, a lo que Phineas sonrió complacido. 
—¿Papá va a hacerse una vasectomía? —preguntó Regina sorprendida, logrando que sus padres levanten la vista hacia ellos.
—¿Le van a cortar su...? —preguntó Reese con expresión de horror, dejando la frase a la mitad. 
—Ay por dios, mira la cara de horror del chico —susurró Phineas a su esposa, el terror que le generaba la operación comenzaba a reaparecer. A su lado, Caroline trataba de calmarlo haciéndole señas para que respire profundo. —Me arrepentí. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, ¡No puedo hacerlo! —murmuró entrando en pánico antes de salir corriendo por las escaleras hacia su cuarto.
—¡Cariño...! —exclamó Caroline tratando de detenerlo, pero Phineas ya estaba en mitad del pasillo que daba a la habitación matrimonial. Al ver que tendría que calmar sus nervios otra vez, Caroline suspiró con cansancio antes de voltear nuevamente hacia los adolescentes. —No se asusten, solo es una pequeña intervención quirúrgica que tu padre se hará mañana... —dijo Caroline con tono tranquilizador, dando pequeños vistazos en la dirección en la que se había ido su esposo. —Tendrás que cuidar a Alec mañana por la tarde, me quedaré con él hasta que le den el alta —agregó sin prestarles mucha atención. Si lo hubiera hecho, probablemente habría notado las miradas cómplices compartieron Reese y Regina, pero estaba demasiado ocupada pensando en su esposo. —Reese, ¿Te quedas a cenar? —preguntó volviendo su atención hacia ellos justo cuando despegaban la mirada uno del otro. 
—Gracias, señora Langdon, pero tengo que volver a arreglar la bicicleta de Dewey —respondió Reese, usando el tono educado que solo sacaba a relucir con la madre de su novia. 
—Oh, será la próxima vez. ¡Envíale saludos a Hal! —exclamó Caroline mientras subía las escaleras para consolar a su esposo. 
—Bueno... —dijo Reese con una sonrisa apenas Caroline desapareció por las escaleras, acercándose nuevamente hacia Regina para pasar sus manos por su cintura. — Tendremos que adelantar nuestros planes para el lunes...
—Sí, se te ve muy triste por eso —respondió Regina con una pequeña risa antes de dejar un beso rápido en sus labios como despedida. —Hasta mañana.
•••
—¡Hecho! Alec no saldrá del patio hasta que lleguen tus padres —dijo Reese muy orgulloso de sí mismo entrando por la puerta que conectaba el jardín a la sala de la casa de los Langdon el sábado en la tarde.
—¿En serio? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Regina sorprendida, observándolo caminar hacia ella desde el sofá.
—Le prometí un par de secretos de Dewey si se quedaba en el patio —respondió Reese mientras se sentaba a su lado.
—El mejor hermano del mundo —dijo Regina irónicamente, haciéndolo reír.
—No te vi muy en contra de la idea de encerrar a tu hermano con llave en una habitación—replicó Reese entre risas.
—Shhh —dijo Regina riendo a la vez que se deslizaba más cerca de él, pasando las piernas por encima de su regazo y abrazándolo por el cuello para acercar sus rostros. Con una gran sonrisa, Reese se dejó atraer pasando la vista embobado entre sus ojos y sus labios hasta Regina rompió por fin la distancia entre ellos. 
El beso era lento y dulce en un inicio, incluso podían sentir la sonrisa del otro sobre sus labios. Mientras Regina acariciaba la parte baja de su nuca, Reese deslizó sus manos por su cintura y, a medida que los besos se hacían más intensos, comenzó a acercarla más hacia él al punto de sentir su pecho pegado a su torso.
Totalmente perdida entre sus besos, Regina ni siquiera notó que Reese colocaba una mano por debajo de sus rodillas y otra sobre su cintura para levantarla suavemente hasta que se vio a sí misma sentada por completo en su regazo. Lentamente, Regina acomodó sus piernas a cada lado de las de Reese tratando de separar sus labios la menor cantidad de tiempo posible.
Entre tanto, él deslizó una de las manos por debajo de su remera. Regina se estremeció ante el tacto frío recorrer su abdomen hasta llegar a su pecho derecho. Al sentir que comenzaba a masajear su seno, ella movió las manos de sus hombros a sus mejillas para profundizar los besos, volviéndolos más desesperados. Para Reese esto fue una súplica de atención al pecho izquierdo, por lo que repitió la acción con la otra mano.
Casi sin quererlo, Reese descubrió algo nuevo sobre los senos. Mientras jugaba con ellos, rozó por accidente el pezón derecho de su novia. Fascinado, rompió el beso para observarla con un brillo en los ojos. La había oído jadear sobre sobre sus labios.
Sin notar el motivo de la expresión de Reese, Regina aprovechó la oportunidad para recorrer el camino desde la comisura de sus labios hasta su cuello con pequeños besitos. A la vez, Reese continuó jugando con sus pechos, pero esta vez no solo los masajeaba. Con delicadeza, comenzó a apretarlos desde la base hasta los pezones, sorprendiéndose al sentir que se endurecían debajo de sus dedos. Pero lo que más le gustaba era oír a Regina soltar pequeños jadeos cada vez que los tocaba.
—¿Subimos... a mi cuarto? —murmuró Regina haciendo una pequeña pausa al estremecerse por la atención de Reese en sus pezones.
—Por supuesto —respondió Reese con una sonrisa de picardía, volviendo a conectar sus labios sin dejar de jugar con sus pechos. Entre besos y pequeños jadeos, Regina comenzó a incorporarse con la intención de caminar hacia las escaleras, pero Reese se lo impidió. Rápidamente, alejó las manos de sus senos para volver a colocarlas en su cintura, sentándola en su regazo a horcajadas de un tirón. Confundida, Regina detuvo los besos para esperar una explicación. —Así no —respondió simplemente.
—¿Entonces cómo...? ¡Ay! —exclamó Regina riendo. En un segundo, Reese deslizó sus manos por debajo de sus piernas y se levantó del sofá con Regina aferrada a él. Para no caer, rodeo su cuello con los brazos y su cadera con las piernas mientras él subía las escaleras casi trotando.
En menos de un minuto llegaron a la habitación. Cerrando la puerta con el pie, Reese se arrojó sobre la cama con Regina riendo debajo de él. —¿Te parece divertido? —dijo Reese con una sonrisa burlona, quitando las manos de sus muslos para sostenerse sobre ella con los antebrazos apoyados a sus lados.
—Muy divertido —respondió Regina riendo antes de volver a dejar besitos cortos en sus labios. Colocando las manos detrás de su nuca para profundizar el beso, hizo caer su peso por completo sobre ella.
—A mí me parece divertido que no te hayas puesto sujetador —dijo Reese entre besos, aprovechando que ya no necesitaba sostenerse con sus brazos para volver a deslizar sus manos por debajo de su remera. —Aunque no puedo quitártelo si no lo llevas puesto...
—Oh, lo siento. ¿Quieres que me ponga uno? —preguntó Regina con diversión. —Porque están en ese cajón, podría... —dijo señalando hacia el armario, pero Reese la interrumpió.
—¡No! —exclamó Reese rápidamente antes de volver a unir sus labios, haciéndola reír en medio del beso. —Así estás perfecta... —agregó con una sonrisa traviesa mientras se alejaba unos centímetros para empezar a levantar su remera lentamente. Con una pequeña sonrisa, Regina permitió que quite la camiseta por completo mientras jugaba con el cinturón del pantalón de Reese.
Una vez que arrojó la remera de Regina en alguna parte de la habitación, Reese observó fascinado sus propias manos caer con delicadeza sobre los pechos desnudos de su novia. Riendo por su expresión de embobado, Regina bajó los besos hacia su cuello, viendo de reojo la sonrisa de disfrute de Reese. Pero no pudo hacerlo por mucho tiempo ya que él puso el rostro a la altura de su pecho izquierdo para poder dejar pequeños besitos sobre él a la vez que continuaba masajeando el otro con la mano. Luego de unos minutos, lo introdujo por completo en su boca. Regina contuvo la respiración por unos segundos sorprendida antes de las manos al cabello de Reese. 
—Reese... —murmuró Regina, aunque sonó más bien como un jadeo al sentir la lengua de Reese hacer círculos sobre su pezón. Con una media sonrisa, Reese levantó la vista hacia ella mientras continuaba con su tarea, disfrutando hacerla retorcerse debajo de él. —Reese... —repitió tratando de calmar su respiración y deslizando sus manos a sus mejillas para apartar su boca de su pecho. A pesar de que lo estaba disfrutando, quería que le prestara atención antes de seguir. Suponiendo que tenía otra idea en mente, él se dejó guiar hasta que volvió a enfrentar sus rostros. —Trajiste protección, ¿Verdad? —preguntó Regina entre pequeños besos, mucho más cuerda al no tener la lengua de su novio sobre su pecho. 
—¿De qué hablas? —preguntó Reese sin dejar de besarla, manteniendo sus ojos cerrados con una sonrisa placentera sin dientes. 
—Ya sabes... un condón —respondió Regina rompiendo los besos y alejándose unos centímetros para verlo mejor. Como respuesta, Reese juntó sus cejas confundido. —¿Esa cosa que tienes que ponerte para no dejarme embarazada? —explicó, aunque sonó como una pregunta al ver que ni siquiera sabía qué era. 
—Ah, sí, claro. Sé lo que es —respondió Reese asintiendo con la cabeza, cosa que era claramente una mentira. 
—¿Entonces tienes uno? —preguntó Regina. Sabía que estaba mintiendo, pero a la vez se aferraba a la posibilidad de que en verdad tuviera uno para continuar. Al ver que Reese le dedicaba una sonrisa de disculpa, Regina suspiró frustrada. 
—Relájate —dijo Reese sin darle importancia, volviendo a unir sus labios en pequeños besos para poder seguir hablando. —Podemos arriesgarnos —agregó, comenzando a bajar sus besos para volver a poner su atención en sus pechos.
—¿Arriesgarnos? —repitió Regina pestañeando varias veces mientras él continuaba con su camino de besos hacia sus senos. 
—Ajá... —murmuró Reese llegando por fin a su pecho derecho para dejar pequeño besitos en él, repitiendo su accionar previo con el izquierdo. Antes de que pudiera meterlo en su boca, Regina salió de su estupefacción y lo alejó de un tirón, empujándolo a un lado de la cama para dejara de estar sobre ella. —¡Oye! ¿Cuál es el problema? Te gustó cuando lo hice en el otro—se quejó mirándola con el ceño fruncido. 
—¿Arriesgarnos? ¡¿Arriesgarnos?! —repitió Regina indignada levantándose de su cama. Una vez de pie, comenzó a buscar su remera por el suelo mientras cubría sus senos con un brazo. —¡Ni loca me arriesgo a tener un bebé! ¡¿Estás demente?! —exclamó encontrando por fin la remera y volviendo a ponérsela.
—Pero nos estábamos divirtiendo —replicó Reese con tono de queja.
—Y nos seguiremos divirtiendo cuando consigas protección —respondió Regina tomando su mano y tirando de él para obligarlo a levantarse, ignorando sus quejas.
—Estás enojada, no vas a querer cuando vuelva —protestó Reese mientras era arrastrado por su novia fuera de la habitación.
—No estoy enojada, solo... ¡¿Arriesgarnos?! —repitió, aún sin poder creer que haya dicho eso. 
—Eso solo prueba mi punto —dijo Reese bajando las escaleras detrás de ella. 
—No porque mientras tú vas a una farmacia yo... —comenzó a hablar una vez que llegaron al final de las escaleras, pero se detuvo por unos segundos a pensar cómo seguiría la frase. —...voy a darme una ducha para relajarme —concluyó finalmente. 
—Está bien... —respondió Reese haciendo una mueca. —Compraré condones —concluyó. 
—Genial —dijo Regina dejando un beso en su mejilla antes de abrir la puerta, pero Reese no tuvo tiempo de salir de la casa. 
—¡Ah! ¡Hola! Estábamos por tocar el timbre —exclamó Mitchell, el tío de Regina, terminando de cerrar la puerta de su auto mientras su esposo sacaba a Lily del asiento trasero. 
Olvidando lo que acababa de ocurrir, Reese y Regina compartieron miradas de preocupación. Una de las cosas que dejó bien en claro Caroline cuando abandonó la casa esa mañana era que Reese no podía entrar. Aunque no era su madre, los habían descubierto. 
—Hola... —dijo Regina volviendo su vista hacia sus tíos, tratando de mantener la calma con una sonrisa forzada. Entre tanto, Mitch y Cam se acercaron a ellos con Lily en brazos.  
—Phineas nos dijo que Alec y tú estarían solos durante su operación. Así que pensamos que necesitarían compañía, pero veo que ya la consiguieron —comentó Cameron lanzándole una mirada cómplice a los adolescentes, por lo que Regina se ruborizó y Reese sonrió con incomodidad. 
—¿Entonces van a quedarse? —preguntó Regina para cambiar casualmente el tema, aunque le interesaba mucho que se fueran. 
—¡Ay, no! Lily es la compañía —respondió Mitch antes de volver al auto para sacar un bolso con algunas pertenencias de la bebé. Desde la entrada, Reese y Regina lo miraron con impotencia.  
—No tenemos mucho tiempo, pero estará con ustedes por un par de horas —dijo Cam entregándole a la bebé a Regina. 
—P-pero no podemos cuidar a Lily —respondió Regina con nerviosismo, aunque sostenía a su prima en brazos, observando a su tío Mitch dejar un bolso de bebé junto a ella.
—Sí, estamos haciendo tarea —concordó Reese tratando de sonar convincente, utilizando la misma excusa que le había dado a su padre.  
—Sí, claro. Díselo a tu cabello despeinado y a sus pezones erectos —respondió Cam con una sonrisa que indicaba que no iban a engañarlo, haciendo que el rostro de Regina enrojeciera aún más y que Reese hiciera una mueca de fastidio. 
—Cam, deja de molestarlos y vámonos, se hace tarde —dijo Mitchell haciéndole señas para que volviera al auto con él. 
—Tienes razón vámonos. Recuerda que debe tomar una siesta en una hora, pero no más de media hora o no dormirá en la noche —advirtió Cam a Regina antes de seguir a su esposo hacia el auto. 
—¡Y no le diremos a Caro que Reese estaba aquí! —agregó Mitchell abriendo la puerta del auto. 
Resignados, Reese y Regina se despidieron de ellos desde la entrada, observando el auto alejarse. Cuando ya no pudieron ver el auto, Regina entró en la casa con la bebé en sus brazos mientras Reese cerraba la puerta detrás de ella. 
—Genial, tenemos el bebé sin la diversión —dijo Reese con fastidio, observando a Lily jugar con el cabello de Regina. 
—¿Ves por qué no hay que arriesgarse? —respondió Regina igual de fastidiada que él, entregándole a la bebé mientras él hacía una mueca. —Voy a ponerme un sostén, dile a Alec que ya puede entrar. 
•••
—Creo que Reese y yo tenemos una maldición de celibato o algo así —dijo Regina con hartazgo, tapándose el rostro con las manos.
El lunes durante el almuerzo, se encontraba sentada en la mesa que siempre ocupaba con sus amigas quejándose de su mala suerte. Habían pasado días desde que había comenzado a tratar de tener más intimidad con Reese, pero aún no habían conseguido avanzar más allá de segunda base.
—No seas exagerada, no puede ser tan malo —dijo Danny riendo, logrando que Regina quite las manos de su rostro para mirarla.
—La última vez que lo intentamos terminamos cuidando un bebé. ¡Un bebé! —repitió como si hubiera un mensaje encriptado en ese suceso.
—Uy, sí. El universo te está diciendo que no lo hagas o quedarás embarazada —se burló Maddie en broma, pero Regina pareció tomarlo en serio.
—¿Tú crees? —preguntó con tono de preocupación.
—Reg, si tienes miedo no es necesario que lo hagas —dijo Lorelai riendo.
—No, no, no. Sí que quiero hacerlo —dijo Regina muy segura de lo que decía. —Tengo muchas ganas de hacerlo, en realidad —admitió jugando con sus manos algo avergonzada. —El sábado Reese estuvo tan bien que... me dejó... —dejó la frase a medias demasiado avergonzada como para continuar.
—¿Mojada y con ganas de más? —supuso Danny con diversión.
—Sí —confirmó Regina volviendo a cubrirse el rostro con las manos mientras sus amigas se reían de ella.
—Ya encontrarán un lugar en donde hacerlo —dijo Talía para tranquilizarla, pero no surtió efecto.
—Es imposible... —murmuró Regina quitando sus manos de su rostro, acababa de sonar el timbre que indicaba el inicio de la siguiente clase. —Mi papá estará en casa toda la semana por la operación y su casa siempre está llena de gente. Perdimos nuestra oportunidad el sábado —explicó mientras las siete se levantaban y comenzaban a caminar hacia el aula.
—Entonces háganlo en la escuela —sugirió Carly.
—¿En la escuela? —repitió Regina arrugando la nariz. A unos metros de ellas pudo ver a Reese caminar de frente directamente hacia ellas.
—¡Sí! Bueno, no en un lugar en qué puedan verlos. Tal vez el armario de limpieza... —se explicó mejor Carly.
—¡Uh! Pueden escabullirse de una clase, es excitante —agregó Melody con emoción mientras se acercaban más a la puerta del aula.
Regina no respondió durante unos segundos, estaba demasiado distraída observando a Reese acercarse a ella. Se veía tan lindo y lo necesitaba tanto que sentía su estómago estrujarse. Cuando llegaron por fin frente al aula, la cantidad de gente que se acumuló provocó que Reese y Regina cruzaran por la puerta uno al lado del otro. Al rozar su brazo con el suyo Regina sintió que se le erizaba la piel.
—No lo sé... —respondió finalmente a sus amigas.
•••
Reese y Regina no llegaron al final de la clase. Luego de una hora de pequeños coqueteos desde sus asientos, él le había susurrado que buscara una excusa para salir del salón antes de levantarse y, luego de pedir permiso a la profesora, salir él mismo del aula. Diez minutos más tarde, Regina siguió sus pasos. 
No tardó mucho en encontrar a Reese. Aún desde la puerta del aula pudo verlo esperándola al final del pasillo, recostado en la pared sonriéndole desde la distancia. Comprobando que no había nadie que pudiera verlos, Regina caminó hacia él a paso rápido. Al llegar, descubrió que no era casualidad que la esperara al final del pasillo. Reese estaba recostado justo junto a la puerta del cuarto de limpieza. 
Sin perder el tiempo, Reese se abalanzó sobre sus labios apenas la tuvo enfrente, haciéndola chocar contra la pared. Mientras él sostenía sus mejillas con las manos para inclinar su rostro unos centímetros hacia arriba y así profundizar el beso, Regina tanteó la pared detrás de su espalda en busca de la manija de la puerta. Cuando la encontró, la abrió rápidamente y caminó de espaldas con Reese aún sobre sus labios. Dejando un último beso, Reese se separó para girarse a cerrar la puerta. 
—Mira... —dijo Reese luego de cerrar la puerta con una sonrisa triunfante, sacando del bolsillo de su pantalón una tira de preservativos para enseñársela. Regina observó la tira de preservativos conteniendo una pequeña risa, había al menos cinco allí. 
—Creo que solo necesitaremos uno —dijo Regina con diversión, tomando la tira de su mano para desprender uno. 
—Eso ya lo veremos, nunca se sabe —respondió Reese encogiéndose de hombros con picardía, haciéndola reír, a la vez que dejaba la tira sobre la estantería que se encontraba detrás de su novia. 
Siguiendo sus movimientos con los ojos, Regina no pudo contenerse más. Dando un pequeño saltito, volvió a unir sus labios en un beso desesperado mientras se sostenía de sus hombros para mantenerse a su altura. Rápidamente Reese llevó las manos a sus muslos, levantándolos levemente para que rodeara su cadera con sus piernas, cosa que Regina hizo al instante. Entre besos, Reese dio un par de pasos hacia delante, haciéndola chocar contra la estantería llena de artículos de limpieza para sentarla en el borde de uno de los estantes. Al hacerlo, la estantería de metal se movió tanto que hizo un gran estruendo. Rompieron el beso del susto, pero al instante comenzaron a reír. 
—Tenemos que ser silenciosos —susurró Regina tratando de mantener su risa en un tono bajo. 
—Lo sé, lo siento —respondió Reese entre risas en otro susurro. 
Cuando ambos se calmaron, Reese volvió a besarla suavemente, pero de a poco comenzó a volverse más intenso. Abandonando sus muslos al ver que podía sostenerse por su cuenta, deslizó las manos por debajo de su blusa para jugar con las tiras de su sujetador, moviendo nuevamente la estantería por accidente, pero esta vez no le dio importancia. Entre tanto, Regina rompió el beso para mirar hacia arriba, se había percatado de que una caja se balanceaba peligrosamente sobre sus cabezas con el movimiento de la estantería metálica. Por su parte, Reese ni siquiera lo notó, estaba demasiado ocupado llevando los besos a su cuello y buscando el broche de su sujetador. Normalmente eso le hubiera causado cosquillas, pero estaba tan distraída con el ruido de la estantería y el movimiento de la caja sobre ellos que apenas sintió un cosquilleo. 
—¿Me ayudas? No encuentro el broche —susurró Reese, despegando los labios de su cuello para volver a dejar pequeños besitos sobre sus labios. 
—¿Ah? —preguntó Regina confundida, bajando la vista para prestarle atención. Había estado demasiado inmersa en los ruidos que podrían hacer que los descubrieran. 
—El broche del sujetador —repitió Reese entre besos. 
—Ah, sí —respondió ladeando un poco la cabeza. Al oír su tono de voz, Reese detuvo sus besos. La conocía lo suficientemente bien como para saber que algo no iba bien. —Es que este es distinto, no está ahí —explicó colocando sus manos encima de las de él detrás de su espalda para guiarlas hacia el espacio entre sus senos, dejándolas justo encima del broche. 
—¿Qué pasa? —preguntó Reese un poco preocupado, quitan las manos de debajo de su blusa para colocarlas en su cintura. Imitando el gesto, Regina volvió a dejar las suyas sobre sus hombros.
—Nada, solo me distrae un poco el ruido. Siento que nos van a encontrar aquí y... —explicó apenada, pero dejó la frase en el aire. 
—...y no quieres hacerlo aquí —concluyó Reese. 
—No... lo siento —respondió Regina abrazándolo por el cuello apenada. 
—No tienes que disculparte —respondió Reese dando unos pasos hacia atrás dentro de lo que podía en ese pequeño cuarto, permitiendo que Regina vuelva a colocar los pies en el piso. —Quiero que te sientas cómoda y que ambos lo disfrutemos —agregó, haciéndola sonreír enternecida y abrazarlo con más fuerza. En respuesta, Reese la abrazó por la cintura y dejó un beso en su frente antes de que Regina apoyara su cabeza en su hombro. Se mantuvieron en esa posición por varios minutos hasta que Regina rompió el silencio. 
—Aunque admito que hubiera sido un poco romántico que nuestra primera vez fuera aquí —dijo Regina con una pequeña risa. Sin comprender a qué se refería, Reese la miró extrañado. 
—¿Romántico? —repitió alzando las cejas. 
—Sí... bueno... aquí fue donde nos escondimos del prefecto el año pasado, ¿Recuerdas? El día que me prestaste tu remera —explicó Regina, separándose de su hombro para mirarlo a los ojos. 
—Es verdad —confirmó Reese dejando ver una sonrisa al recordarlo. —Estabas llorando —agregó deslizando un mechón de su cabello por detrás de su oreja. 
—Sí, estaba llorando —recordó Regina con leve sonrisa. —Y tú fuiste muy dulce conmigo ese día... 
—Ah, por eso sería romántico —comprendió Reese, acercándola más hacia él. 
—Bueno, mas bien porque... creo que ese fue el momento en el que empecé a enamorarme de ti —explicó Regina sintiendo una timidez repentina, por lo que bajó la vista mordiéndose el labio inferior al terminar de hablar. Al volver a mirarlo a los ojos, se encontró con la gran sonrisa de alegría de Reese justo antes de que volviera a inclinarse para besarla con ternura, quitándole la timidez por completo. 
•••
—Sí, mamá. Mi cama ya está donde da el sol y la cama de Reese está en el armario como querías —dijo Dewey entrando en su habitación con el teléfono en su oreja, mirando con una sonrisa sin dientes a Reese empujando su cama en el armario.
—¡Esto es ridículo! —exclamó Regina con hartazgo, parada detrás de Reese con los brazos cruzados. —Los padres de Talía llegarán en una hora y ya no podrá prestarnos su casa para... —comenzó a quejarse, pero se detuvo con nerviosismo al recordar que Dewey seguía ahí. —...hacer la tarea —agregó, maldiciéndose mentalmente por usar la misma excusa tonta de Reese.
—¡Voy tan rápido como puedo! —respondió Reese terminando de poner la cama en el armario y pasando junto a ella para agacharse a mover la cama grande.
—Lo está haciendo muy bien mamá, deberías dejarlo descansar —dijo Dewey al teléfono, sentándose en la cama grande mientras Reese la movía hacia la ventana.
—Gracias, Dewey. Eres un buen hermano —dijo Reese con una sonrisa. A su lado, Regina miró al niño con el ceño fruncido.
—Dijo que no —respondió Dewey.
—Amor, ¿No te parece un poco extraño que tu mamá solo llama para que arregles la bici de Dewey, que cambies los muebles de lugar de Dewey...? —trató de hacerlo razonar por cuarta vez en el día para que se diera cuenta por sí mismo de lo que ocurría, pero Reese solo la miró confundido desde el suelo.
—¿Qué insinúas? —preguntó Reese pasando la vista entre Dewey y ella.
—No lo sé, ¿Tú qué crees? —replicó Regina mirándolo como si fuera obvio.
—Oye, si quieres habla tú con ella —intervino Dewey al ver que estaba a punto de lograr hacer que Reese lo descubra, tendiéndole el teléfono.
—¡Ah! ¿Vas a desafiarme, duende maligno? —exclamó Regina indignada, colocando sus manos en su cintura. —Por supuesto que hablaré con ella —dijo con una sonrisa desafiante, por lo que Dewey abrió mucho los ojos. Sabía que estaba tirando demasiado de la paciencia de Regina para mantener su defensa contra Reese. De mala gana, dejó que Regina le quitara el teléfono de las manos. —Hola, señora Wilkerson —dijo Regina mirando fijamente a Dewey, mientras Reese escuchaba con preocupado detrás de ella. Por supuesto, no era Lois, solo era la contestadora. —Reese prometió que saldría conmigo esta tarde... Sí, ¡Gracias! —exclamó fingiendo que Lois le permitía llevarse a Reese, quien alzó los puños a modo de festejo a la vez que Dewey apretaba los labios. —Ah, ¿Quiere que Dewey regrese la cama de Reese a su lugar? Sí, le diré. Adiós —agregó Regina antes de colgar el teléfono y devolvérselo, por lo que el niño la miró con los ojos entrecerrados. 
—¡Genial! —exclamó Reese, caminando hacia ella para tomar su mano. —No olvides poner las sábanas —advirtió a Dewey con tono amenazante antes de tirar de la mano de su novia para salir de la casa. 
 •••
Zafarse del engaño de Dewey no sirvió de mucho. Ni siquiera llegaron a entrar en casa de Talía, desde la ventana pudieron ver a sus padres mirando la televisión en el sofá.
Cinco horas más tarde, Regina leía en su habitación cuando oyó el sonido ya familiar de unos pequeños golpes en su ventana. Rápidamente dejó el libro a un lado de su cama y corrió a abrir la ventana, permitiendo que Reese entre en su habitación. 
—Pudiste habérmelo dicho —dijo Reese apenas entró, parándose detrás de ella con el ceño fruncido mientras Regina cerraba la ventana. 
—Ya sabes que Dewey mentía sobre las llamadas de tu mamá —supuso Regina volteando a verlo. A modo de respuesta, Reese emitió un pequeño gruñido. —Lo siento, pero le lanzaste piedras con una resortera y era la única forma de la que podía defenderse. Aunque se haya aprovechado de eso —dijo un poco apenada, pero a la vez convencida de lo que decía. 
Sin poder pasar mucho tiempo enojado con ella, Reese asintió haciendo una mueca mientras pasaba sus manos por su cintura. Al instante, Regina correspondió el abrazo pasando sus brazos por detrás de su cuello, pegándose a su cuerpo. 
—Lo siento —repitió Regina, abrazándolo con fuerza y apoyando la mejilla en su hombro. 
—Está bien, me lo merecía —admitió Reese reforzando el agarre en su cintura y ladeando la cabeza para apoyarla sobre la suya. —Y ya me encargué de él —agregó con una media sonrisa. 
—No quiero saber que hiciste, pero también se lo merecía —dijo Regina apretando los labios. 
—¡Por supuesto! Intentó cortarme el cabello —comenzó Reese volviendo a fruncir el ceño. Al oírlo, Regina levantó la cabeza para verlo con los ojos muy abiertos. 
—Nooo —dijo juntando las cejas y ladeando la cabeza mientras llevaba las manos al cabello de Reese para acariciarlo. Entre tanto, él cerró los ojos con una sonrisa sin dientes, disfrutando las caricias. —Me encanta tu cabello de puercoespín —agregó jugando con su cabello, haciendo que Reese abriera los ojos para lanzarle una mirada de fastidio. 
—Vas a pagar por eso —dijo Reese con una sonrisa traviesa, empujándola suavemente hacia la cama hasta hacerla caer debajo de él. Tomándola desprevenida, comenzó a besar su cuello a sabiendas de que la haría reír a carcajadas por las cosquillas que le daba. 
—Lo siento, pero no puedo hacerlo por ahora—dijo Regina entre risas, tratando de alejarlo de su cuello. 
—¿Cómo que no puedes? —preguntó Reese con tono de queja, permitiéndole apartarlo de su cuello para poder mirarla a los ojos. —Son las dos de la madrugada, nadie nos molestará y estamos en un lugar cómodo...  
—No es eso... —lo interrumpió Regina, mirándolo apenada con una sonrisa de disculpa. —Estoy menstruando, no podremos intentarlo por una semana —explicó haciendo una mueca con los labios. Apenas la oyó, Reese dejó caer la cabeza sobre su pecho casi como si se hubiera desmayado. Al instante, Regina colocó una mano en su cabello para acariciarlo, tampoco estaba muy feliz con eso. 
—Voy a matar a Dewey... —murmuró Reese entre dientes.
Tumblr media
94 notes · View notes
black-beauty-poetry · 6 months
Text
Desde que vi su boca, supe que no volvería a encontrar otros labios tan redondos y rojos como los suyos.
No he parado de imaginarme cómo se sentiría probar esos labios con un beso.
Acariciarlos con mis dedos, tocarlos con cuidado, como si de una reliquia valiosa se tratase, y besarlos con ansias para demostrarles lo mal que me ponen, cuánto me enloquecen.
Y ese es sólo el punto de partida porque ella es como un ser venerable, tienes que admirar hasta el espacio más recóndito de su cuerpo porque es un templo donde aprenderás maravillas nunca antes vistas, y te impresionarás de la misma forma que un gemólogo se deslumbra por una gema recién descubierta.
Pues, ella es un lujo que no se le da a cualquiera.
Aunque, una vez la conozcas, será inevitable amarla.
Te perderás en todas sus versiones, tanto en sus fortalezas como en sus imperfecciones.
Y si no caíste por su belleza, lo harás por su inteligencia, así como yo me enamoré cuando la conocí.
Estoy loco por ella, no me da pena admitirlo, tampoco temo no volver a recuperar la cordura.
Tan sólo me esforzaré en buscar la manera de conquistarla para volver realidad los sueños que tengo sobre ella.
Demostrarle que mi amor es sincero y compartir hasta el último de mis días a su lado.
Sin que me falten sus besos. Sin que le falten mis versos.
Poder revolver su cabello arreglado cuando la noche nos caliente después de nuestras citas.
Correrle el labial con cada uno de mis salvajes besos apasionados, y que en mi piel se dibujen sus chupetones, sólo para andar sin camisa al día siguiente para recordarle cuán suyo soy.
Nunca había sentido esta mezcla de contemplarla, cual pieza maestra, cada vez que se coloca un vestido y querer arrancárselo cuando estamos a solas.
Ella es la única que puede detener mi mundo y la única que puede hacerlo temblar.
Y su sonrisa... Joder, no puedo explicarlo.
Sólo quiero que nunca me falten esos labios tan redondos y tan rojos.
-Dark prince
60 notes · View notes
cuando-fingi-quererte · 7 months
Text
Tan extraño
Tumblr media
Solo quiero escapar, mi mundo no para de girar.
Y simplemente no se detendrá, estoy tan metido en ello.
Ya he tenido suficiente pero no puedo simplemente empezar de nuevo.
Es cuando siento que ya no puedo continuar.
Todo lo que puedo escuchar son todas esas putas voces que quieren que me rinda.
Y me doy cuenta de que he ido demasiado lejos, tanto, que ahora me encuentro huyendo.
Así que hazme un favor, manténme aguantando, aferrado a lo que soy.
Abrázame y detenme cuando caiga.
Ámame cuando no tenga ningún sentido.
Incluso cuando me equivoqué, mantenme aguantando.
Porque estamos viviendo en un mundo extraño.
Todo el mundo piensa que estoy loco.
Por como pienso y como actuó.
Todo el mundo piensa que no puedo reducir la velocidad.
Pero siendo sincero prefiero chocar y arder.
Y saber que lo intente.
Así que hazme un favor, manténme aguantando, aferrado a lo que soy.
Porque estamos viviendo en un mundo extraño.
Y ámame, incluso, cuando no tenga ningún sentido.
64 notes · View notes
saudade-esplin · 6 months
Text
Qué bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos tan solos. Ni tan locos. Ni tan rotos… 🫂
39 notes · View notes
minipisi-is-dumb · 1 month
Note
Dios te bendiga (y si no eres creyente entonces tómatelo como expresión AJSJAJAJ) por la cantidad de gente estúpida que te has aguantado en cuanto a lo de Venezuela
Se puede aguantar la pela, si se puede
Pero de pan bloquea a esa gente de una vez, vas a perder neuronas, lo estúpido sí se pega
Hablando de todo como los locos, has visto el drive en perfil de @alien-floating-in-space ? Tiene un bojote de información sobre Venezuela, que si noticias cuentas chavistas donaciones comisiones y otro vergo de cosas. Está de pinga
que lindas palabras de verdad <3, los ánimos los necesitaba más de lo que pensé considerando todo lo que me ha llegado jaja. pero ntp! no me peleo con todo el mundo, sólo si llega alguien me trata de amigo en dms o si me hacen spam de desinformación en mis posts!! del resto ignorar o bloquear
el tema es que recordemos que en ésta app, muchas veces una voz gringa/extranjera diciendo idioteces va a valer más que diez de las nuestras a menos que mostremos estratégicamente que sus "argumentos" y acusaciones no tienen fundamento, que son reaccionarios y que no buscan el bien de nuestra gente. así que a veces si toca tomar el tiempo de darles lo sensato, exponer, y luego bloquear si siguen jodiendo
lo más importante siempre es tener la información y la verdad de nuestro lado! cómo se hace eso? con proyectos tan fundamentales como lo es el drive del que me hablas!
ya le he hecho rb antes pero nunca está de más hacerlo cada que pueda, me he revisado casi todo el drive ya y la información anda bastante completa y da una perspectiva muy completa para tanto venezolanos fuera del país como yo y extranjeros que no saben de la situación a mi parecer!!!
de verdad que cualquier persona que lea este post. REVISEN. UNA OJEADA A LAS IMÁGENES. UNA REVISADA A LOS VIDEOS DE MANIFESTACIONES. UN MOMENTO PARA VER A LOS ARTISTAS TALENTOSÍSIMOS DEL PAÍS.
poco a poco vamos a cambiar las mentes de las personas, y las vamos a poner en pro del pueblo y no de políticos o de alguna separación extremista de derechas o izquierdas. poco a poco vamos a defender la soberanía de nuestro pueblo y con tal de que le haga ver a una persona la realidad donde quiera que esté, me satisface.
uno tiene que colaborar con su granito de arena lo más que pueda. me alegra que haya tanta gente apoyándose mutuamente, que para eso estamos.
15 notes · View notes
esuemmanuel · 2 months
Text
Coinciding is not so strange, as long as we are human beings, and live within this imagined society, we will have thoughts, feelings, and actions in common. The strange thing, rather, is to be brave enough to accept that we are coinciding. Perhaps, the fear of being rejected or branded as crazy is what prevents us from expressing that coincidence that we feel is happening. Let's remember that fear is born from our egos, and not from our purest intuition (although there are exceptions).
Coincidir no es tan extraño, mientras seamos seres humanos y vivamos dentro de esta sociedad imaginada, tendremos pensamientos, sentimientos y acciones en común. Lo extraño, mejor dicho, es ser valiente para aceptar que estamos coincidiendo. Quizás, el miedo a ser rechazados o tildados de locos es lo que nos evita expresar esa coincidencia que sentimos está sucediendo. Recordemos que el miedo nace de nuestros egos y no de nuestra más pura intuición (aunque hay sus excepciones).
17 notes · View notes
elsareyblog · 1 year
Text
YSBLF AU: Betty y Nicolás van a un hotel mientras Armando los sigue. Parte 2.
Tumblr media
Y ahí se encuentra Armando frente a la habitación 335. Acerca el oído a la puerta, no se escucha realmente ningún sonido, pero él cree que sí. Siente besos a través de la pared y caricias en lo profundo de su cabeza. No puede soportarlo más.
Ahí se encuentra Armando... a punto de perder la cabeza.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Nicolás se sienta en una sillón que hay al costado de la habitación apenas entra y mira su celular. "Ay perdóname Patty, pero esto es más importante en este momento. Te compensaré, lo prometo." Acaricia su chequera.
Betty lo mira mientras se sienta en la cama con las manos juntas. Suponía que iba a estar ahí un rato medianamente largo y luego iban a salir. Seguramente para encontrarse con Armando en su casa, listo para reclamarle explicaciones que ella no le iba a dar a menos que él diera las suyas.
Beatriz se da cuenta que le duele la mandíbula después de haber estado apretando los dientes toda la noche. Una parte de ella desconoce lo que puede llegar a hacer Armando, pues la forma en la que estaba manejando todo no era propio de él. Es decir, nunca lo vio así con Marcela, haciéndole la clase de escenas y planteos que le estaba haciendo a ella. Claro que, Marcela no tenía embargada a Ecomoda, esa era su fuente de desesperación, no?
En medio de sus pensamientos y cortando a Nicolás justo antes de decir algo, se sienten fuertes golpes en la puerta.
"¿Lo va a hacer aquí? ¿En medio del hotel?" Ella abre los ojos, de repente dándose cuenta que quizás todo iba a ser peor de lo que, hasta ese momento, había imaginado que sería.
_ ¡Betty, su jefe ya está aquí! ¿Qué quiere que haga? ¿Le abro? - Le dice Nicolás en voz baja.
_ Ni se le ocurra, Nicolás. ¿Quién sabe qué es capaz de hacer acá? Nooo. - Niega con la cabeza. - Que espere a que salga. ¿Qué van a decir las personas de las otras habitaciones? Está loco si piensa que le voy a abrir para que empiece a gritar como loco.
_ Pero Betty, de todas formas no creo que se tarde mucho en grit...
_ ¡Beatriz Pinzón Solano! ¡Sé que está ahí con Nicolás! ¡Ábrame la puerta o la tiro abajo! - Comienza a bramar Armando Mendoza.
Intentó abstenerse a golpear solamente, para que lo dejaran entrar y enfrentar la situación. Pero el hecho de que lo ignoraran y se quedaran adentro haciendo quién sabe qué, seguramente hasta riéndose de él, lo hicieron perder los estribos fácilmente.
_ ¿Don Armando? - Preguntó Betty en voz alta, fingiendo demencia. - ¿Qué hace aquí, Don Armando?
_ Ábrame Betty o no respondo. - Esta vez su tono es casi una súplica.
Nicolás se incorpora, se arregla la ropa y el pelo rápido. Se arremanga la chaqueta y la camisa.
Beatriz toma una respiración profunda y se dispone a abrir la puerta.
_ ¿Qué pasa, Don Armando? - Mira su rostro fúrico, rojo y tenso. Nunca lo había visto así. Un escalofrío recorrió su cuerpo, signo del miedo que estaba empezando a sentir.
_ ¿Cómo que qué pasa, Beatriz? ¡Los vi en Le Noir juntitos! - Armando dirige su mirada por primera vez a Nicolás con desprecio. - ¡Sabía que me estaba mintiendo! Todo este tiempo le he estado diciendo sobre usted y este... este tipo. ¿¡Y ahora cómo me lo niega, a ver?! Cuando está a punto de acostarse con ese estúpido, ¡no puedo creer que me esté haciendo esto! Encima en el mismo hotel en el que... - Se corta, sin poder seguir hablando.
Por un microsegundo, Betty cree en el tono atormentado de Armando. Pero no es mucho hasta que se apodera la ira en ella también. ¿Quién se creía para hacer estos planteos y con tanto cinismo? ¿Cómo puede llegar tan lejos, fingiendo celos con tremendo descaro?
Sin embargo, contiene el enojo que siente para seguir la pantomima.
_ Pero, ¿qué estamos haciendo, Doctor? Simplemente vinimos a descansar un rato, para no estar en mi casa como siempre. Mire, estamos vestidos, ¿no? - Betty apunta con sus manos a ambos.
Nicolás no puede evitar sonreírse un poco al ver a su mejor amiga en ese plan. Le sale como un reflejo. Un reflejo que no le pasa desapercibido a Armando.
_ ¿De qué se ríe, ah? - Se dirige plenamente hacia él, dándole la espaldas a Betty. - Ah claro, debe ser divertidísimo para usted hacer esto.
Con cada palabra, acerca un paso más hacia él a la vez que lo mira fijamente. Nicolás espera a que siga hablando.
_ Canalla sinvergüenza. - Escupe entre dientes. - Está loco si cree que lo voy a dejar ponerle un dedo a Beatriz y quedarse con mi empresa.
_ ¡El canalla aquí es usted! - Contesta Nicolás, con desagrado, sin bajarle la mirada. - Y no se meta, que si Betty quiere que no la toque, no lo voy a hacer. Pero no puedo hacer nada si sí quiere, ¿no cree?
Betty escucha a su mejor amigo y se queda pasmada. No esperaba que le respondiera así. ¿Se le ha ido la olla también?
61 notes · View notes
naturallyadventured · 2 months
Text
Tumblr media
ajs_pimentel
¡Viva el verano!
Cualquiera podría pensar al ver esta foto que estamos locos, pero la realidad es que estamos muy felices: de poder juntarnos de vez en cuando, de disfrutar de la amistad así como somos, de viajar a lugares tan bellos... Ya sabes que si quieres conocer nuestro estilo de vida, puedes visitar el blog desnudízate, un montón de artículos interesantes te esperan... Por cierto, esta fotografía fue posible gracias a la opción ráfaga del teléfono móvil y a la destreza de mi hija (14 años).
10 notes · View notes
Text
Una Carta Para Tí
RESUMEN: Azul escribe una carta a tí. NÚMERO DE PALABRAS: ~500
AVISOS: Spoilers para el tercero libro de Twisted Wonderland, a Azul habla de como no le gusta a sí mismo cuando era niño, Azul piensa demasiado, en general el aviso mayor es el trasfondo de Azul. NOTAS DEL AUTOR: No hablo español fluidamente, y por eso creo que este no es muy bueno... Por favor, dime si hay errores. Yo escribí este en tres idiomas (español, inglés, y japonés) y espero que todos son buenos. Si puedes leer más de uno de estos idiomas, por favor leelo! Voy a estar agradecido jaja. Por supuesto escribí de Azul. Él es mi favorito. No sé qué pronombres debo usar (quería este ser género neutral, pero cuando traté de usar "e" (como elle), no sabía qué hacer siguiente… Y aquí estamos. Yo aprecio consejos. Yo usé Wordreference para las palabras y Google Translate para chequear (y no he escrito nada en español por... tres meses?). Voy a estar sorprendido si no hay errores. Español (este!) - Inglés - Japonés
© kazumiwrites - todos los derechos reservados; por favor, no robe, edite, copie, republice (etc) mis obras sin mi explícito permiso.
Tumblr media
Querido prefecto,
Yo siempre luchía.
Todos los días, una voz en mi cabeza me decía que yo era feo. Que yo solo era un pulpo feo.
No podía hacer nada.
Yo siempre quería sonreír honradamente. Quería divertirme con Jade y Floyd.
Pero las voces en mi mente me hacía pensar demasiado.
¿De verdad Estés mi amigo?
¿Puedes pensar de mí como una persona diferente, aunque veía a mí cuando yo era niño?
Yo sé que no puedes decirlo.
Porque yo solo era un tritón que quería ser humano.
Yo era una persona horrible que no podía aceptar a mi mismo.
Jamás voy a ser humano.
Este era un hecho que no podía cambiar.
Yo creía que he aceptado esas palabras, pero no podía.
No quiero ser un tritón otra vez.
Quiero ser humano por siempre.
No quiero ser eso pulpo feo y gordo otra vez.
Y… Quería piernas humanas. Piernas humanas auténticas. Piernas que podía obtener sin beber nada o hacer un contrato. Piernas que podía caminar, correr, jugar, y bailar con. Que podía hacer cualquier cosa con.
¿Por qué? ¿Por qué nací como un pulpo, y no como un humano?
Me sentía como eso toda de mi vida.
Todo cambió cuando tú llegaste.
Cuando conocí a tí para el primero vez, no sabía de qué pensar.
¿Un mundo diferente? No puede ser. ¿Estás bromeando?
Yo pensé esto, y era cauteloso de tí.
Pero… Después del incidente de mi Overblot, tú estés simpático a mi para un razón que no podía explicar.
¿Cómo podías ser tan simpático a mí? Yo casi te mato. ¿Estés loco?
Yo te decía esto muchos veces, pero no me escuchabas, y continuabas pasar tiempo conmigo.
Floyd y Jade se burlaban de mí, pero siempre me defendías. ¿Recuerdes?
Aquella vez, me sentía muy feliz de verdad.
Pensaba que no eres un persona mala.
Y de repente… Me di cuenta que yo me enamoraba.
Al principio, estaba sorprendido que yo podía sentir como eso.
Pero yo estaba más sorprendido cuando me dijiste que tú también te enamoraba.
Si dices algo como eso, voy a amarte más, ¿entiendes? Porque nadie solía decir palabras como eso a mí.
Tú eres una persona muy importante para mí. No quiero vivir en un mundo sin tí.
Entonces… ¿Quieres quedarte aquí conmigo?
Yo sé que probablemente tienes aspiraciones, una familia, y una buena vida en tu mundo. Pero, si puedes dejarte a todas estas cosas y quedarte conmigo… Voy a sentirme eufórico.
Yo entiendo si no te gusta este mundo, y si solo quieres volver a su casa. Solo creí que debo decir esto a tí. Quizás soy codicioso para pedir esto de tí.
No tiene importancia que escoges porque voy a amarte por siempre.
Con amor, Azul Ashengrotto
Tumblr media
¡Me encanta leer sus comentarios! Por favor, escríbalo.
23 notes · View notes
Text
Cuchillo, Charles Simic
1
Padre-confesor de la gallina gorda sobre el altar rojo de su garganta,
Una lengua, tan sola, brinda la oscuridad de una boca ya perdida.
El ojo único y brillante de un loco– si hay una lágrima en él, ¿por quién es?
2
Es una vela es también un rastro de torcidas letras; los escritos misteriosos del cuchillo.
Descendemos una escalera interior. Caminamos bajo la tierra. El cuchillo alumbra el camino.
Atravesamos huesos de animales, agua, la barba de un cerdo salvaje– vamos entre piedras, brasas, después somos un aroma.
3
Demasiada oscuridad en todas partes. Estamos en una bolsa colgada sobre los hombros de alguien.
Escuchas el sonido de botas marchando. Escuchas a la tierra respondiendo con un ruido sordo y hueco.
Si lo que quieres es un poema, toma un cuchillo;
Una estrella de soledad, ascenderá y se posará en tu mano.
Versión al español: Brianda Pineda Melgarejo
Incluido en New and selected poems 1962-2012, Houghton Mifflin Harcourt, págs. 12-14
Tumblr media
Knife CHARLES SIMIC
1
Father-confessor of the fat hen on the red altar of its throat,
A tongue, all alone, bringing the darkness of a mouth now lost.
A single shining eye of a madman– if there’s a tear in it, whom is it for?
2
It is a candle it is also a track of crooked letters; the knife’s mysterious writings.
We go down an inner staircase. We walk under the earth. The knife lights the way.
Through bones of animals, water, beard of a wild boar– w ego through stones, embers, we are after a scent.
3
So much darkness everywhere. We are in a bag slung over someone’s shoulders.
You hear the sound of marching boots. You hear the earth answering with a hollow thud.
If it’s a poem you want, take a knife;
A star of solitude, it will rise and set in your hand.
Incluido en New and selected poems 1962-2012, Houghton Mifflin Harcourt, págs. 12-14
68 notes · View notes
el-dio · 7 months
Text
V&V "Súcubo AU"
Un Au de Trolls para pasar el rato y todo por una frase que dice Floyd _son como súcubos.
Floyd llevaba 20 años separado de sus hermanos y hubiera seguido por más tiempo pero una noche despertó con el corazón desbocado, la falta de vitalidad era notoria, un miedo inexplicable recorría cada fibra de su ser.
Cada noche durante un mes sufrió en silencio, ya no aguanto al notar la perdida de color en sus pies, varios mechones blanquecinos decoraban su abundante melena, talvez fue su paranoia lo que impulso a tomar decisiones drásticas tales como reunir a sus hermanos nuevamente y llevarlos a disculparse con aquel Troll quien abandonaron en un acto cobarde, presentía que su tiempo era ajustado y se agotaba cada vez más rápido, paso calvarios pero logro su cometido.
Les hizo jurar no contarle al menor sobre tan complejo asunto, solo los mayores sabrían que estaba muriendo, la primera noche en el búnker de su hermanito fue extrañamente tranquila, también la segunda, la tercera no cambió, concluyó que su estado se debía a la culpa tras el abandono, ojalá hubiera sido eso.
La cuarta noche todo volvió a repetirse, pero algo nuevo paso, pudo soñar después de mucho tiempo, aunque no sabía realmente que sentir, en el mundo onírico dos hermosas e imponentes figuras jugaron con el de un modo apasionante, lograron hacerlo tocar el cielo para después besar el infierno mismo, de ojos zafiros y verdosos cabellos aquellos hermanos lo volvieron aún más loco.
Ya ni ponerse en pie podía, todo el día en cama bajo la excusa de tener resfriado, fue nuevamente visitado tras caer vencido, disfrutaba del tacto cariñoso que el chico con peinado alto le daba, sedia fácilmente ante la dominante mujer de coleta larga, todo se torcía al despertar y confirmar su creciente deterioro acompañado de la perdida de aún más color.
Pasado la semana no pudo seguir ocultando la verdad, confesó estar muriendo a su pequeño hermano, las lágrimas estallaron hasta agotarse, deseaban encontrar respuestas o una cura pero todo fue en vano, incluso se arriesgaron con la armonía perfecta, fallaron claramente.
Miraba las estrellas antes de sumergirse en su cansada mentecilla, tenía el presentimiento que está sería su despedida, pero no, ambos hermanos discutían mientras el flotaba gracias a una oja, se encontraban en un lago.
_lo digo enserio hermana, basta, ¡dejemos al pobre en paz!.
_eres un exagerado Ven, yo lo veo perfectamente bien, demonios solo terminemos el trabajo.
_¡lo estamos matando!, sabías que no debíamos meternos con especies pequeñas, porfavor Vel.
Aclaro antes de hablar, realmente no quería ser entrometido pero era su vida la que estaba en juego
_Disculpen pero ¿Será posible me dejen ir?, no quiero morir todavía, apenas logré reunir a mi familia.
_calla enano, solo aguanta hasta que haga entrar en razón a este bello cretino.
_incluso el lo sabe, solo busquemos a alguien más, ¿Que tal la gigante morada, se llama Orchid, verdad?.
_ella no está mal pero la esencia de este troll es mejor, solo un poco más y podremos ascender, no lo arruines por tu sentimentalismo
Siguieron así un buen rato, a Floyd no le quedó de otra que esperar, se estaba aburriendo así que empezó a tararear cualquier cosa, en ese momento se le iluminó el foco
_¡Son súcubos!.
_si, eso somos genio, no estamos contigo por que estés bueno.
_aunque eres bueno realmente, pero ese no es el punto, Vel, juro que si sigues con esto... ¡Me largo y no me vuelves a ver en tu vida!
_bien por mi, ¡así me dejas de estorbar de una buena vez!
_¡SIEMPRE ERES CRUEL!
_¡Y TU UN LLORON BUENO PARA NADA!
_¡TE DETESTO!
_¡SOLO ERES UNA CARGA! ¡NI SE PARA QUE NACIST-
_¡BASTA LOS DOS!, basta, se están lastimando.
El pelo verde había comenzó a llorar mientras hipaba, intentando torpemente parar las saladas gotas con sus temblorosas manos, al troll se le apretó el corazón, mientras la peli verde miraba en silencio.
_yo se que no lo dices en serio, puedo notar como te preocupas por el, cuando se ponía nervioso te tomabas el tiempo para ayudarlo, siempre estás muy pendiente.
_¿En verdad preferias que yo no naciera?
_no, maldición no, eres lo poco bueno que me ha pasado, solo quiero que los dos alcancemos la sima.
_Velvet, estoy feliz mientras estemos juntos y bien, tu también eres lo mejor que me ha pasado.
_no puedo obligarte, se cancela la cesión troll ¡ni una palabra de esto a nadie!
Luego de aquello ambos se marcharon volando hacia la luna, Floyd despertó con más energía que nunca, después de eso pasaron los días y recupero toda salud perdida, hasta su color excepto por el cabello.
Solo espera que ambos hermanos estén bien, en secreto le gustaría volver a verlos.
Listo, hasta aquí llegó está mini historia, no pos ni yo sé cómo me atrevo a escribir esta cosa :)
Tumblr media
7 notes · View notes
aldanaindig0 · 2 months
Text
siempre que sueño con vos es lo mismo, posiblemente extrañe mucho más de ser tu novia de lo que creía. en los sueños es como si mi historia con vos aún continuara y empiezo a creer que de repente desarrollé el poder para viajar inconscientemente a otras dimensiones en las que aún estamos juntos. estoy demente. al menos no duele. quizás sea por eso que aún apareces así.
y en el día te pienso "que loco sería poder verlo". no sé por qué me gustaria verte, no sé que tan bueno sería eso. me recordas a cuando estaba enferma, loca y depresiva, destructivos, eramos iguales . nos conocimos estando rotos. ya no me culpo por eso. eramos adolescentes y toxicos.
si pudiéramos conocernos de nuevo, seríamos amigos? amantes? o amigos y amantes? cuánto tiempo hay? cuánto tiempo queda?
no puedo pensar en un nuevo amor creo, lo interpreto así. no busco más señales o explicaciones porque eso seria romper el contacto cero y ahora soy orgullosa jajaja, también alimentar mi demencia. no voy a negar que quizás me falten unas sesiones con la terapeuta...
o una lobotomía. en fin. si por esas cosas pasas por acá, hola :)
3 notes · View notes
eddy25960 · 8 months
Text
Tumblr media
"Que bien nos vendría un abrazo que nos acomode un poco. Que nos haga ver que no estamos tan solos. Ni tan locos. Ni tan rotos."
Mario Benedetti
7 notes · View notes
loquenodije-blogesc · 3 months
Text
Gabriel Rolón
"ABANDONO"
"A todos nos abandonaron un día.
Y cuando digo abandonar, no me refiero sólo a un acto extraordinario.
Traumático.
No.
Es más simple.
Pero duele igual.
A todos nos abandonaron en el medio de un quilombo.
En el inicio de un proyecto.
En el placer del logro cumplido.
En el momento menos pensado.
En el momento más esperado.
A veces pasa, que te das vuelta y no tenés quien te junte los mocos, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuando te fuiste al pasto.
Todos sabemos de la soledad que se siente cuando nos sentimos solos.
Porque todos fuimos abandonados un día.
Y entonces, encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo.
Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos,
el otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho.
Personas que se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante.
Paquetes de galletitas que van a parar a la boca sin noción de que lo que se intenta matar, no es el hambre.
O por lo menos , no ese.
Pibes que se perforan la nariz y las venas, con alguna que otra cosa que lo pase a otra realidad por un par de horas.
El otro se pone a jugar lo que no tiene.
Vos comprarás compulsivamente cosas que no necesitás, para sentirte un poco vivo por un instante.
Y yo me quedaré mirando una película, que me habilita disimuladamente a llorar mirando afuera, lo que no tengo ganas de mirar adentro.
Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando más nos castigamos.
Porque todo eso que te comés, te come a vos.
Te pone peor.
Te suma al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino.
Que no es lo que querés.
No comés así por hambre.
No corrés por deporte, cuando te estás rajando de vos.
No te intoxicás por placer.
No te acostás con esa mina por amor.
Tapás.
Escondés.
Tirás abajo de la alfombra.
Cerrás los ojos.
Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón.
Date cuenta.
Te estás comiendo a vos.
Y quizá, el secreto esté en frenar.
En sentir.
En recordar, que en ese abandono lo que te falta, es lo que tenés que buscar.
Amor.
Quizá sea hora de pedir ese abrazo.
De acostarte en las rodillas de tu mamá.
De poner la pava y llamar diciendo, sí, te juro que te necesito.
Es ahora.
Después no.
Ahora.
Andá a esa casa.
Hablá con quién te escucha.
Llorá.
Gritá.
Decí.
Vomitá.
Pedí.
Da.
Ahora.
Hacer malabares, en medio del despelote, no tiene más que un resultado despelotado. Resultado que no va a curar la herida que te sangra, porque le estás metiendo una curita.
Y las curitas no curan.
Las curitas tapan.
Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado.
Pará un poquito.
Mirá en el espejo de tu alma.
Frená.
Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en dónde creas que lo puedas encontrar. De verdad.
No revolotees como mosca en platos vacíos.
Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés.
Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo.
Con eso no se juega.
No tenés derecho.
4 notes · View notes
inefablet · 3 months
Text
Querida Megan, Megan Itzel o como en algún momento decidí nombrarte... Pollito de color morado jaja. Si tuviera una máquina del tiempo que me permitiera viajar al pasado al momento exacto en que te vi por primera vez, sabiendo todo lo que se hoy y se me permitiera evitar aquel momento en que decidí cruzar palabra contigo, me negaría por completo porque sin ti en esta historia, nada de lo que hoy sé, sabría; nada de lo que hoy soy, sería.
Si tuviera una máquina del tiempo que me permitiera ir hacia el futuro, me sentiría tan tentada a dar un vistazo a ese futuro que anhelo juntos pero, también rechazaría la oportunidad de hacerlo porque hoy entiendo que el presente es lo único que tenemos y yo siento que tenemos tanto que no cabe en este universo tan lleno de posibilidades.
Se que no tenemos la vida resulta, aún y que ambas estamos jodidamente rotas, que nos hemos hecho daño y que al menos para mí, la vida no ha sido justa para el desarrollo de esta historia pero, ha sido perfecta, aún así no tendría problemas con juntar todos nuestros pedazos y volverlos a unir. Hay tanto que te quería decir, tanto que te quería hacerte sentir, ojalá hubieras sentido como mi corazón palpitaba y mi alma revoloteaba en mi interior gritándome que me callara y solo te abrazara, te abrazara tanto que tú cuerpo se fundiera con el mío por un instante hasta que se nos olvidará que somos materia. Te amo tanto que no pienso que exista palabra en este mundo tan basto de idiomas que pueda describirlo, quiero que sepas que soy quien soy porque tú eres quien eres porque desde aquel instante que nos cruzamos aún si darnos cuenta, empezamos a caminar de la mano por este mundo que está vuelto loco, tan loco como nosotras.
He sido seducida por tu sombra, por tu oscuridad, por la vulnerabilidad detrás de aquella sonrisa, por las sonrisas tristes y por esos momentos donde las manos te tiemblan pero, ni siquiera pienso que lo notes, seducida por esos ojos tristes que me sonríen, por la calidez de tu cuerpo, por la mirada perdida y la risa ruidosa, por las pláticas de madrugada y el poco entendimiento que a veces tenemos una con la otra, seducida por la oscuridad que en mi representas. Y también he sido deslumbrada por la luz que irradias cuando escuchas una canción, por la ternura con la que te diriges a los animales, por la preocupación que emanas hacía los que te importan, por el esfuerzo que le pones a entender, por los besos en la frente, las caricias, los abrazos, tu ser en su expresión más pura, por el tiempo que le pones a tus sueños, aún cuando no tiene dirección, deslumbrada por la luz con la que iluminas y llenas de calor hasta mis rincones las fríos.
Cuando me volví tormenta, tu te volviste mi calma y voy a estarte agradecida hasta el último latido de mi corazón, has sido el sol en mis días grises y también me has provocado más de un par de tormentas, aún así me diste vida cuando lo necesite y hoy yo te quiero dar libertad. Te amo aunque se que no eres mía, te amo aunque no camines conmigo y si un día lo dudas, si todos los días lo dudas vuelve a leer este fragmento, vuelve a escuchar a mi alma pidiendo te quedes, somos magnéticas, somos dos seres que no se encontraron por casualidad, sino por causalidad, y has sido mi causa más bonita.
Cuando necesites toca mi puerta, cuando me extrañes toca mi puerta, cuando no tengas miedo de amarme toca mi puerta, cuando quieras sanar toca mi puerta, si quieres seguir transitando por esta vida conmigo toca mi puerta que yo te estaré esperando, paciente a qué lo hagas porque desde la libertad que te doy puede que me escogas a mi y si no es hoy, sino es mañana y si no es nunca, nos quedan mcuhas otras vidas porque esos ojos los reconociera en cualquier otra como lo hice en esta.
Te amo, te elijo hoy y desde ese amor es desde donde agradezco que hoy seas parte de mi.
3 notes · View notes