#armando se vuelve aun mas loco
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elsareyblog · 1 year ago
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YSBLF AU: Betty y Nicolás van a un hotel mientras Armando los sigue. Parte 2.
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Y ahí se encuentra Armando frente a la habitación 335. Acerca el oído a la puerta, no se escucha realmente ningún sonido, pero él cree que sí. Siente besos a través de la pared y caricias en lo profundo de su cabeza. No puede soportarlo más.
Ahí se encuentra Armando... a punto de perder la cabeza.
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Nicolás se sienta en una sillón que hay al costado de la habitación apenas entra y mira su celular. "Ay perdóname Patty, pero esto es más importante en este momento. Te compensaré, lo prometo." Acaricia su chequera.
Betty lo mira mientras se sienta en la cama con las manos juntas. Suponía que iba a estar ahí un rato medianamente largo y luego iban a salir. Seguramente para encontrarse con Armando en su casa, listo para reclamarle explicaciones que ella no le iba a dar a menos que él diera las suyas.
Beatriz se da cuenta que le duele la mandíbula después de haber estado apretando los dientes toda la noche. Una parte de ella desconoce lo que puede llegar a hacer Armando, pues la forma en la que estaba manejando todo no era propio de él. Es decir, nunca lo vio así con Marcela, haciéndole la clase de escenas y planteos que le estaba haciendo a ella. Claro que, Marcela no tenía embargada a Ecomoda, esa era su fuente de desesperación, no?
En medio de sus pensamientos y cortando a Nicolás justo antes de decir algo, se sienten fuertes golpes en la puerta.
"¿Lo va a hacer aquí? ¿En medio del hotel?" Ella abre los ojos, de repente dándose cuenta que quizás todo iba a ser peor de lo que, hasta ese momento, había imaginado que sería.
_ ¡Betty, su jefe ya está aquí! ¿Qué quiere que haga? ¿Le abro? - Le dice Nicolás en voz baja.
_ Ni se le ocurra, Nicolás. ¿Quién sabe qué es capaz de hacer acá? Nooo. - Niega con la cabeza. - Que espere a que salga. ¿Qué van a decir las personas de las otras habitaciones? Está loco si piensa que le voy a abrir para que empiece a gritar como loco.
_ Pero Betty, de todas formas no creo que se tarde mucho en grit...
_ ¡Beatriz Pinzón Solano! ¡Sé que está ahí con Nicolás! ¡Ábrame la puerta o la tiro abajo! - Comienza a bramar Armando Mendoza.
Intentó abstenerse a golpear solamente, para que lo dejaran entrar y enfrentar la situación. Pero el hecho de que lo ignoraran y se quedaran adentro haciendo quién sabe qué, seguramente hasta riéndose de él, lo hicieron perder los estribos fácilmente.
_ ¿Don Armando? - Preguntó Betty en voz alta, fingiendo demencia. - ¿Qué hace aquí, Don Armando?
_ Ábrame Betty o no respondo. - Esta vez su tono es casi una súplica.
Nicolás se incorpora, se arregla la ropa y el pelo rápido. Se arremanga la chaqueta y la camisa.
Beatriz toma una respiración profunda y se dispone a abrir la puerta.
_ ¿Qué pasa, Don Armando? - Mira su rostro fúrico, rojo y tenso. Nunca lo había visto así. Un escalofrío recorrió su cuerpo, signo del miedo que estaba empezando a sentir.
_ ¿Cómo que qué pasa, Beatriz? ¡Los vi en Le Noir juntitos! - Armando dirige su mirada por primera vez a Nicolás con desprecio. - ¡Sabía que me estaba mintiendo! Todo este tiempo le he estado diciendo sobre usted y este... este tipo. ¿¡Y ahora cómo me lo niega, a ver?! Cuando está a punto de acostarse con ese estúpido, ¡no puedo creer que me esté haciendo esto! Encima en el mismo hotel en el que... - Se corta, sin poder seguir hablando.
Por un microsegundo, Betty cree en el tono atormentado de Armando. Pero no es mucho hasta que se apodera la ira en ella también. ¿Quién se creía para hacer estos planteos y con tanto cinismo? ¿Cómo puede llegar tan lejos, fingiendo celos con tremendo descaro?
Sin embargo, contiene el enojo que siente para seguir la pantomima.
_ Pero, ¿qué estamos haciendo, Doctor? Simplemente vinimos a descansar un rato, para no estar en mi casa como siempre. Mire, estamos vestidos, ¿no? - Betty apunta con sus manos a ambos.
Nicolás no puede evitar sonreírse un poco al ver a su mejor amiga en ese plan. Le sale como un reflejo. Un reflejo que no le pasa desapercibido a Armando.
_ ¿De qué se ríe, ah? - Se dirige plenamente hacia él, dándole la espaldas a Betty. - Ah claro, debe ser divertidísimo para usted hacer esto.
Con cada palabra, acerca un paso más hacia él a la vez que lo mira fijamente. Nicolás espera a que siga hablando.
_ Canalla sinvergüenza. - Escupe entre dientes. - Está loco si cree que lo voy a dejar ponerle un dedo a Beatriz y quedarse con mi empresa.
_ ¡El canalla aquí es usted! - Contesta Nicolás, con desagrado, sin bajarle la mirada. - Y no se meta, que si Betty quiere que no la toque, no lo voy a hacer. Pero no puedo hacer nada si sí quiere, ¿no cree?
Betty escucha a su mejor amigo y se queda pasmada. No esperaba que le respondiera así. ¿Se le ha ido la olla también?
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guadalupecas · 8 years ago
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MISIÓN 2016 Al fin llegó el año de este tan esperado viaje. Desde que entré al San Marcos en 4to grado me venían hablando de este viaje, de la "misión". Nos mostraban fotos en algunos actos, pero tengo que confesar que más que ver la situación de vida que se mostraba en ellas, trataba de buscar quien habia salido peor en cada foto para hacer algun chiste y reirme un poco. Creo que nadie entiende bien que es la misión hasta que se baja del micro en el regimiento y no para de trabajar hasta que se vuelve a subir. El viaje de la ida fue eterno. Quería llegar ya, quería saber de que se trataba todo esto de la misión. No me refiero a lo que sería lo teórico porque eso ya es conocimiento común en el colegio, si no a lo practico, lo que haces, lo que sentís. ¿De verdad no paras de trabajar un minuto? , ¿de verdad te cuesta seguir trabajando en la segunda noche? , ¿de verdad te quedas muerto apenas tocas tu colchon?, ¿de verdad te cambia la cabeza el tercer dia? y ¿de verdad la comida esta buenisima? Todas estas dudas se me contestaron solas a lo largo de esos 3 días. El primero me dejó muerta. Me había tocado sacar las cajas del micro junto a Topo, con quien estuvimos alrededor de una hora levantando y bajando cajas. Escuchábamos música, nos reíamos, hacía un calor de locos ahi adentro asique estabamos sudando, parecía que estabamos en el gimnasio. Cuando terminamos, tenía los bracitos hechos de gelatina y un cuchillito en la cintura. Baje del micro, entre al comedor donde Ale Rubio me agarro y me dijo "Vení, vení. Empezá a abrir estas cajas". Yo, muerta, le expliqué que habia estado bajando cosas del micro y me fui a preparar bolsas de ropita de bebe junto con Mili, Inés y Lau. De verdad que si, no parás de trabajar un minuto. Cenamos y seguimos, hasta que nos dijeron que podiamos ir a bañarnos. Con mis ultimas fuerzas corri a los baños y para no perder tiempo, lleve mi valija entera adentro para poder entrar a la ducha lo antes posible. Necesitaba meterme a la cama, y que alegría cuando me acomodé en mi colchoncito y me tapé con la manta. Prácticamente quede desmayada. De verdad que si, te quedas muerto apenas tocas tu colchón. El segundo día salimos a recorrer el pueblo, fuimos al río, al hospital. Llevamos insulina que donó una compañera y volvimos al regimiento a comer. Los granaderos nos esperaban con un almuerzo increible. Una barra de ensaladas (cómo la disfrute, como soy vegana era mi comida principal) y unos canelones de verdura de la cual me ofrecieron solo el relleno. De verdad que si, la comida esta buenisima. A la tardecita nos dijeron los grupos y salimos a recorrer las zonas que nos tocaron a cada uno. Me tocó con Sil, que conocía muy bien a las familias de nuestro sector. Conocimos alrededor de 10 familias, de las cuales una me qued�� grabada. La familia de Mari y Leila. Leila es una chica de 17 años en su último año del colegio. Nos contó que era diabética, y cómo el hospital les mezquinaba la insulina, lo que resultaba en ella sintiendo mucho dolor en las piernas y no poder ir al colegio. Aun así, le iba muy bien. Nos contó que tenía muy buenas notas y que completaba todas las carpetas. Que quería ser doctora, que aprendía con youtube como dar inyecciones y tomar la temperatura. Automáticamente pensamos en la insulina que habíamos donado al hospital y que ibamos a tratar de recuperarla para darsela a ella directamente. Cuando le preguntamos que era algo que de verdad quería que le dieramos nos contesto que quería ropa para salir y un vestido y zapatos para su cena de egresados. Todos terminamos con una afinidad gigante por ella. Ya ibamos pensando que vestidos le podiamos llevar o que cremas le podiamos comprar. Volvimos al regimiento alrededor de las 18:30, merendamos, tuvimos un recreo, jugamos al futbol, cenamos y empezamos a armar las bolsas por familia. Fue un lío cuando recien empezamos, pero nos fuimos organizando y terminamos armando muchas cajas y bolsas. Era una regla, cada vez que veíamos ropa muy linda la agarrabamos para Leila. Buscar zapatos, el vestido, la remera para este nene, los libros para el otro, los juguetes para los hijos de los granaderos. Todos los grupos estaban igual, pero aun asi, fue un gran exito. Nadie se peleaba por tal cosa o tal otra, habia un aire de compañerismo. Todos entendiamos el propósito general de la misión: ayudar. Haber caminado tanto, haber levantado bolsas pesadisimas, doblado esto, desdoblado lo otro, agarrar las cajas de comida, me dejo cansadisima. Era sentarse un ratito a descansar y que te dijeran "Dale, levantate que falta poco". Empezas a sentir todo el trabajo que hiciste y te mata. De verdad que si, te cuesta trabajar en la segunda noche. El tercer día, el más lindo para mi, nos despertamos un poco mas tarde. Algunos grupos salieron a media mañana a repartir sus bolsas pero al mio le toco salir a la tarde. Aprovechamos a reorganizar nuestras cajas opcionales y salir a hablar con el hospital para ver si nos podian devolver la insulina y comprar la crema corporal que necesitaba Leila. Almorzamos (otra comida riquisima) y a las 2:30 volvió el camión que nos tocaba. Lo cargamos, agarramos nuestro mapa y salimos. Primero al hospital, después a la primera casa. Habian tres nenes, con los cuales disputamos nuestro primer partido de fútbol (ganamos por penales). Después a lo de Mari, donde nos quedamos un ratito hablando y mostrandole algunas cosas que le habiamos elegido. Seguimos a las demas casas, jugamos más fútbol, a las escondidas. En la última casa nos esperaba un equipazo de fútbol de 3 integrantes y una nena, Mili. Le dimos sus muñecas y su soga para saltar, y arrancamos el tercer partido de la fecha. Mientras jugabamos, vimos a Mili saltando la soga solita y despues abrazando a su muñeca. Cuando termino el partido (perdimos, un baile), preguntamos si querian sacarse una foto. Los tres se fueron corriendo adentro de su casa y nosotros nos quedamos helados. "Y bueno, no querran sacarse la foto", pero volvieron, y con un celular. Cuando me di cuenta que ellos tambien querían quedarse con una foto nuestra de recuerdo me empezó a latir fuerte el corazón. Por tercera o cuarta vez en el día se me llenaron los ojos de lágrimas. Cuando nos estabamos por ir, salió Mili de nuevo, pero esta vez con un papelito en la mano. Tenía escrito "Te quiero mucho, yo Milagros. Te adoro mucho". Más lágrimas. Se terminaba el viaje y que cierre le dimos. De verdad que si, te cambia la cabeza el tercer día. Si hay algo que le agradezco de todo al colegio es la oportunidad de haber tenido este viaje. Aprendí más en estos 3 dias que en 5 años. Lecciones que no me olvido nunca más. Como ser feliz con poco, como estar agradecida de todo, como alegrarle el día a un desconocido. Me dan ganas de ser constante con esto, de hacerlo todos los meses, todas las semanas. Se que se puede generar cariño de prácticamente nada, que se puede dar amor no solo con cosas materiales, si no que también con experiencias, acciones. Aprendí que el cansancio no existe cuando la recompensa te llena el corazón de esa manera. Aprendí que para ser educado no se necesita un colegio bilingüe ni una carrera de la facultad, se necesita apoyo, alguien que confíe en vos. Nos fuimos con la promesa de vernos el año que viene, y ya quiero volver. Quiero ver como esta el pie del mellizo, como creció Mili, si le sirvió la revista de San Martín a Miguelito. Quiero ver a los granaderos de nuevo, que son de las personas más educadas y amables que conocí en mi vida. Los quiero ver a todos de nuevo, quiero que se me vuelva a formar esa pelotita de orgullo en el pecho otra vez. Ahora solo me queda pensar en todo esto hasta el año que viene. No veo la hora de volver a subirme al micro y salir a la ruta rumbo a Yapeyú. Si hay algo que de verdad todos los alumnos del colegio tienen que hacer, es ir a la misión. Es vivir ese cansancio y recibir esa recompensa. Realmente, una experiencia inolvidable que te deja pensando y queriendo hacer mas.
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elsareyblog · 1 year ago
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AU: ARMANDO SE VUELVE AUN MÁS LOCO. Betty y Nicolás van a estar juntos o eso parece. ¿Qué va a hacer Armando? Lo veremos a continuación.
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- Muy bien, doña Betty. Va a dejar de jugar conmigo. - Dice Armando mientras arranca el auto, dispuesto a seguir a su asistente y su amigo.
"Amigo..." mastica él con amargura en lo privado de su mente.
Es su viaje en carro más sombrío de los últimos días. Dentro de su cabeza se repiten las palabras de Mario en un loop infinito. ¿Cómo es que ella estaba tan lejos de él? El designio de Mariana era la respuesta, y tal parecía que él no iba a poder contra el destino.
"¡No!" gritó él para sus adentros. A mi Betty este saltimbanqui no la va a tocar.
El Mercedes último modelo, aparca en Le Noir y Armando se prepara para ralentizar su paso con el fin de que no noten su presencia. Espera con impaciencia a que entren. No puede evitar observar cada detalle. ¿Se toman de la mano? ¿Se miran fijamente? ¿Tienen mucho contacto físico? Es tan difícil determinarlo a esas horas de la noche, que sólo se abstiene a confiar en que, una vez en el restaurante, pueda ver con lujo de detalles.
Una vez que los ve ingresando, se prepara para avanzar su vehículo hasta la entrada. Ahí le da sus indicaciones al valet parking para que estacione su auto lo más escondido posible.
_ Tan bonitos que se ven, cogiditos de la mano. - Murmura al entrar a Le Noir y ver cómo ellos buscaban una mesa.
_ ¡Dr. Mendoza! - Lo interrumpe el mesero - ¡Buenas noches!
_ ¡Shhh! - Se apresura a contestarle en bajo volumen. - No quiero que nadie se de cuenta que estoy acá.
_ Acaba de entrar su asistente con un señor. - Le comenta.
_ Ya me di cuenta, ya me di cuenta. Pero quiero que ellos tampoco se den cuenta de que estoy acá.
De repente, el mozo cae en la cuenta de lo que implica el pedido del doctor; que Marcela Valencia, su prometida, y su asistente, la feita, no se enteren. Generalmente, veía al Doctor Mendoza esconderse de su futura esposa para tener citas con modelos, eso no era tan nuevo para él. Sin embargo, lo de su asistente sí. Con cara de póker decide responderle.
_ Claro Doctor, ¿una mesa?
_ No, un whisky. - Susurra Armando, concentrándose de lleno en su Betty de vuelta.
Para sus ojos ningún gesto o roce pasaba desapercibido. Si bien, al comienzo, nota expresiones de enojo en ella, se imagina que son reclamos de celos y eso hace que no baje ni un poco la guardia. Hasta que nota que los ojos cafés de Beatriz se asoman entre la gente. Con rapidez atina a esconderse detrás de otras personas y debajo de la barra.
La observa preguntando, saliendo y volviendo. Tenso y pensando en qué hacer si lo descubre, qué decirle y cómo llevarlo en tal espacio público.
_ ¿Se dio cuenta de que yo estaba aquí? - Le pregunta al camarero mientras se incorpora.
_ No Doctor, dijo que le pareció verlo pero que todo fue un espejismo.
Esto lo hace respirar con un poco de alivio, no obstante, éste no le dura mucho. Pues cuando vuelve a dirigir su atención en la parejita están mucho más cariñosos. La ira dentro de su alcoholizado ser comienza a emerger más de lo que, últimamente, ella lo tiene acostumbrado. Los ve tomados de la mano, cada vez con menos espacio que los separe, caricias entre los dedos y sonrisas coquetas. Armando aprieta con fuerza el vaso de whisky entre sus manos, antes de pegarle un trago largo.
_ Así la quería ver Beatriz Pinzón, así la quería ver. - Miente.
Más allá de los motivos que lo llevaron a involucrarse con su asistente íntimamente, nunca esperó realmente verla admirando y queriendo a otro hombre. Él, por dentro, sabía que ella estaba avocada a su trabajo y a él, sobre todo a él. Por esa razón, Bertha lo pilló desprevenido cuando le contó que él era su amor platónico. Y, una vez que la aseguró y reaseguró a su lado, siguiendo los consejos de su mejor amigo, se llegó a sentir con la tranquilidad y la certeza de que ella ya era suya y de nadie más. Después de haber hecho el amor y conocer su pasado, no habría esperado esto de Beatriz. Su angelito... que ahora le mentía para escaparse con ese tal Nicolás Mora cada vez que quería acercársele.
Sin previo aviso, una vieja conocida lo saluda e intenta entablar una conversación con él. Éste desvía la mirada un segundo, por reflejo al percibir que le están hablando a él pero no lo suficiente como para descifrar de quién se trata. Tampoco le importa. A pesar de la insistencia de la mujer, él no aparta sus ojos de Beatriz y Nicolás. En eso, ve que se están parando de sus asientos, listos para hacer su retirada entre descarados mimos.
_ Con que se fueron de planecito éstos... - Dice Armando en voz baja.
_ ¿Quiénes son? - Pregunta la chica un poco molesta ante la actitud de ingrato que estaba teniendo Armando con ella.
_ Unos enemigo. - Fue lo único que tuvo ganas de contestarle.
Ni siquiera tuvo tiempo para preguntarse qué pasaba con esa mujer, quizás le decían a Marcela que lo habían visto en Le Noir o quién sabe. Fuera lo que fuera no le preocupaba lo suficiente. "Ahora es momento de saber la verdad sobre lo que traen estos dos a sus espaldas."
Sale del restaurante directo hasta su carro. No debe perderlos de vista.
_ Va jugando, Beatriz Pinzón, va jugando.
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Con las manos apretadas alrededor del volante y con más alcohol en su sangre que cuando salió de Ecomoda, Armando continúa la persecución.
Está al borde del desespero pues no quiere creer realmente que Beatriz sea capaz de hacerle esto. A medida que va viendo cómo toman un camino distinto que el de la casa de sus padres, su tensión aumenta y siente que no está preparado para conocer la verdad. Los ve dando vueltas, como si estuvieran buscando un lugar, hasta que percibe cómo empiezan a tomar una ruta específica y... familiar. ¿Mm?
Armando puede imaginarse lo que ocurre dentro de ese carro en ese momento.
Nicolás sugiriéndole ir a un lugar más íntimo. Betty sonriéndole como en Le Noir, aceptando su propuesta. Mirándolo como lo miraba a él mismo el día de su cumpleaños. El "muelón" ese saboreándose ante la idea de atar a Betty a él para quedarse con todo. Para después botarla por esa tal peliteñida, origen del conflicto que parecían haber resuelto con mucha facilidad.
_ ¿Qué? - Exclama con incredulidad al caer en la cuenta del lugar al que están yendo, de la razón por la que le resultaba conocido el camino. - No, Betty, ¿qué hace?
El Mercedes parece estar yendo en dirección al mismo hotel en el que ambos compartieron su primera vez haciendo el amor. Entonces las imágenes de Betty hablándole de ese lugar para seguir la noche no tardan en atormentarlo. Su mente empieza a nublarse en rabia y dolor.Está consternado ante la insensibilidad y descaro de Beatriz hacia él, parece no ser la misma que una vez conoció.
Armando saca otra botella de whisky de la guantera y se toma otros buenos tragos. No obstante, y a pesar de estar lejos de sus sentidos, su pulso y su conducción no parecen verse afectados todavía. Sigue en línea recta detrás del Mercedes, ya ni siquiera con la preocupación de que no se den cuenta que los sigue.
Está tan saturado imaginándose horribles escenarios en el hotel, en la misma habitación, en la misma cama que ambos compartieron, que su mínima cordura de a poco va brillando por su ausencia.
En medio de la ráfaga de esadillas que cruzan por su cabeza, tiene un debate interno sobre qué hacer.
_ Lo mejor es que los intercepte en el estacionamiento.
_ ¿Estás loco? ¿Y eso a cuento de qué? ¿De armar un escándalo en público? ¿De que Beatriz sepa que la he estado siguiendo? ¿Cómo me justifico?
_ Gracias por plantearme preguntas que no me interesan. ¡No puedo dejar que entren al hotel y sea demasiado tarde! Ese idiota no me va a tocar un pelo de Betty en la vida.
_ Beatriz Pinzón... Usted va a tener que decirme todo a la cara esta noche. Nos vamos a dejar de jueguitos.
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_ Betty, ¿usted está segura de esto? Mire, está pisando nuestros talones. Hasta le puedo ver la cara de energúmeno que tiene desde aquí. ¡Está totalmente loco! Ya ni siquiera se molesta en disimular. Es capaz de hacer cualquier cosa, ¡hasta de acostarse con usted!
Beatriz mira a su mejor amigo con mala cara.
_ Disculpe Betty, fue un mal chiste. ¡Pero mire!
Apunta una vez más al espejo retrovisor.
Ella lo ignora, convencida de hasta dónde va a llevar las cosas. Seguramente esa noche estaba destinada a colapsar pues difícilmente las cosas se resolverían de manera decente después de todo esto. "Esta noche Don Armando tendrá que enfrentarse a mí y admitir todo, darle las explicaciones que le debe a la persona que tanto asco le produce y que, aun así, fue capaz de acariciar, besar y tocar con tanto cinismo.
_ Armando va a pagar cada herida que me ha hecho, Nicolás. Y sí, estoy totalmente segura de lo que estoy haciendo.
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Patricia Fernández llama por tercera vez a su última conquista pero, otra vez, el celular le da apagado.
_ ¡Maldita sea, Nicolás Mora!
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Beatriz y Nicolás estacionan el auto a las afueras del hotel aunque no se bajan de inmediato. Los minutos que se tardan se manifiestan en los latidos acelerados de Armando, que está a un milímetro e salir y enfrentarlos como sea. Pero parte de él guarda esperanzas en su Betty, en que no lo va a hacer., en que va a rechazarlo antes. En el fondo desea saber hasta dónde es capaz de llegar con ese estúpido.
Esa parte es la que logra, con mucho esfuerzo, refrenarlo antes de verlos bajar del auto.
Los observa tomados de la mano y caminando juntitos.
_ Dígale que no, Betty, se lo ruego. - Susurra para sí.
Sin embargo, ella parece no escuchar sus plegarias. Pues entra al hotel con una sonrisa pintada en su rostro y susurrándole cosas en el oído a su acompañante. Armando ni siquiera tiene fuerzas para imaginarse las cosas que le debe estar diciendo. Conociendo lo cariñosa y pura que ella es en la intimidad... Pensar en que comparta esa parte suya a otro es más de lo que puede tolerar.
Él baja del auto luego de que ellos pongan apenas un pie en la entrada del hotel. Intenta estar lo suficientemente cerca como para escuchar el número de habitación que les dan, pero sin dejar de estar oculto entre otras personas que pasan por ahí. Acto seguido, habiendo ellos subido al ascensor, él le habla a la recepcionista para pedir una habitación próxima a la de ellos.
Finalmente le entregan la llave y se apresura a tomar el ascensor igualmente.
_ Esto se ha terminado, Beatriz Pinzón Solano. - Murmura mientras las puertas se abren.
Aquí está la primera partecita de lo que me imaginé ante esta posibilidad en la novela. Espero que lo disfruten (? se viene armando mortal kombat era?
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