#libre necesidad
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bocadosdefilosofia · 5 months ago
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«Por ejemplo, una piedra recibe de una causa externa, que la impulsa, cierta cantidad de movimiento con la cual, después de haber cesado el impulso de la causa externa, continuará necesariamente moviéndose. Así, pues, la permanencia de esta piedra en movimiento es coaccionada, no por ser necesaria, sino porque debe ser definida por el impulso de la causa externa. Y lo que aquí se dice de la piedra, hay que aplicarlo a cualquier cosa singular, aunque se la conciba compuesta y apta para muchas cosas; es decir, que toda cosa es determinada necesariamente por una causa externa a existir y a obrar de cierta y determinada manera. Aún más, conciba ahora, si lo desea, que la piedra, mientras prosigue su movimiento, piensa y sabe que ella se esfuerza, cuanto puede, por seguir moviéndose. Sin duda esa piedra, como tan sólo es consciente de su conato y no es de ningún modo indiferente, creerá que es totalmente libre y que la causa de perseverar en el movimiento no es sino que así lo quiere. Y ésta es esa famosa libertad humana, que todos se jactan de tener, y que tan sólo consiste en que los hombres son conscientes de su apetito e ignorantes de las causas por las que son determinados.»
Spinoza: «Spinoza a G. H. Schuller», oct. 1674, en Correspondencia. Alianza Editorial, págs. 336-337. Madrid, 1988.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
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vetmordrid · 1 year ago
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Saludos al modelo de izquierda más empobrecedor de América Latina… que se va…
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marychayannera · 1 year ago
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chiquititamia · 8 months ago
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Lo más dulce
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Enzo Vogringic x female oc +18
Este es mi primer fanfic, he intentado muchas veces pero esta es la primera que logro terminarlo. Seguramente tenga muchos errores, pero ahí les va. Les pido que me digan qué les pareció y si quieren una segunda parte, sí? Disfruten :)
warnings: sexo oral, todo muy explícito
Era un hermoso día de primavera, de esos en los que de repente te das cuenta de que el viento ya no es frío. Un dulce olor a flores inundaba las calles empedradas del pequeño pueblo de montaña en el que el cast de La sociedad de la nieve se había instalado durante el rodaje.
Tenían el día libre, así que Enzo había decidido dar una vuelta al mediodía. Su bicicleta rodaba por las calles bajo el sol, había olvidado lo agradable que es pasear de esa manera. Tan sólo el sonido de la cadena de la bici y de las cigarras llenaban el aire, al fin y al cabo, era la hora de comer y la gente se encontraba en sus casas protegiéndose del sol.
Hablando de eso, Enzo notó un pequeño gruñido en su estómago, el hambre comenzaba a formarse, sería mejor que encontrase un sitio donde comer.
Dejaba que la bicicleta le llevase pasivamente, sin pedalear, aprovechando una ligera cuesta hacia abajo.
Al doblar una esquina, no podía creer sus ojos: ¡un restaurante vegetariano! En un pueblo tan pequeño no esperaba algo como eso. No se lo pensó dos veces. Apoyó su delgada bicicleta en la puerta del humilde establecimiento, sin sentir la necesidad de atarla, ya que la honestidad y amabilidad de la gente no habían hecho más que acompañarlos durante su estadía allí. De todas formas, no había nadie a la vista.
Nada más entrar al pequeño restaurante, sintió el alivio inmediato de la sombra en su piel, caliente por el sol. Dentro se estaba fresco, y un maravilloso olor a comida le enamoró, no podía creer su suerte.
Tan sólo había cuatro mesitas de madera en ese local tan lindamente decorado. Junto a la barra, una vitrina albergaba deliciosos postres caseros: lo que parecía ser una tarta de zanahoria, una de chocolate y pequeños pasteles de manzana y crema. Los ojos de Enzo brillaban devorando los manjares ante él.
Una dulce voz le sacó de sus pensamientos.
¿Hola, puedo ayudarte?
Una hermosa chica de melena larga y negra le miraba con ojos curiosos, sonriendo. Llevaba una camiseta de tirantes y una falda debajo de un pequeño delantal. Ella debía ser la dueña del local, pensó Enzo.
Buenas, sí, eh…
¿Qué le pasaba? ¿Desde cuando era así de tímido frente a una mujer? Las palabras no le salían, lo que le hizo patearse a sí mismo mentalmente por que tenía que estar quedando como un tonto ante ella.
Ella se rio ante la falta de palabras del moreno.
¿Tienes hambre?
Soltó una risa.
Sí, sí… muchísima, vengo de pasear con la bici…yo… - explicó casi tartamudeando, con media sonrisa.
Bien, ¿por qué no tomas asiento y te traigo una carta y algo de beber?
Enzo tragó duro, y asintió mirándola fijamente. Ella, se dio la vuelta grácilmente provocando un soplo de aire perfumado con su melena. El olor a coco y mango de su champú no hizo si no despertar aún más su hambre, aunque quizás no tanto la que aquejaba su estómago.
Cuando se sentó, el uruguayo dejó su mochilita de tela en el asiento libre que tenía al lado. Sacó su móvil y comprobó sin mucha sorpresa que no tenía nada de cobertura y apenas batería, pero tampoco le importó, no tardaría en comer y volvería con los chicos a su residencia.
Antes de que se diera cuenta, la chica había regresado con un menú y un vaso de agua helada, lo cual él agradeció profusamente.  Si bien no había muchos platos entre los cuales elegir, todos sonaban estupendamente para su estómago vacío, con el plus de que no tenía que limitarse entre una o dos opciones como normalmente, ya que casi todos los platillos eran veganos o vegetarianos. Se decidió por lo que más le apetecía: Wok de noodles con vegetales, salsa teriyaki y aceite de chile tostado. “Suena bárbaro”, pensó.
Enzo observaba discretamente a la que parecía ser la dueña, la camarera y la cocinera, todo en la misma persona.  La chica danzaba en la cocina entre los fogones, manejando con soltura los utensilios; alguna llamarada ocasional salía de debajo del wok, alarmándole, pero ella parecía esgrimirlas como una hechicera, sin miedo.  
No puede evitar reparar en como sus caderas y su trasero se contonean con los movimientos. “Quizá esté escuchando música” se dijo Enzo, no comprendiendo si no, el ritmo hipnótico de su cuerpo.
Y aquí está – dijo ella depositando el plato humeante frente a él.
Muchas gracias, tiene una pinta buenísima…
La camarera volvió detrás de la barra tras desearle buen apetito a su único comensal y él comenzó a devorar el plato con gusto.
Las miradas entre ambos no eran directas, si no veladas e intermitentes. Ella fingía no prestarle atención y dedicarse a sus tareas, mientras que él trataba de limpiarse constantemente la boca con la servilleta para no tener además de todo, pinta de boludo con la cara manchada de salsa.
¿Estaba loco o ese era el mejor plato que había comido en su vida? Quizás tan solo estaba hambriento… ¿O era porque ella lo había preparado?
Cuando hubo terminado el plato se levantó tomándolo y lo llevó a la barra junto con su vaso, también vacío, para ahorrarle a la chica el viaje hasta la mesa, siempre tan galante.
Ella sonrío y sacó el ticket de la caja registradora. Él le devolvió la sonrisa y le sostenía la mirada mientras buscaba su billetera en la pequeña mochila de tela.
Más pronto que tarde, su rostro se tornó preocupado. No puede ser. Su cartera no estaba más ahí. Un pensamiento le cruzó la mente como un rayo. Esa misma mañana la había cambiado de sitio a una riñonera nueva. Lo había olvidado completamente. ¿Qué carajo iba a hacer ahora?
No era muy difícil adivinar qué estaba sucediendo, él dirigía su mirada al fondo de la maldita mochila y después a los ojos de la chica, frenéticamente.
Te juro que no sabía, yo… A-ahora mismo voy a buscar mi bille-
Es que estaba por cerrar -dice la camarera sin perder la sonrisa, como divertida por la situación.
Entonces esta noche, y-yo … mierda, lo siento mucho­­- Enzo notaba sus mejillas y todo su rostro ardiendo por la vergüenza, se sentía como un idiota.
¿No se te ocurre otra forma de pagarme? - ronroneó ella.
Enzo se quedó congelado, aunque a decir verdad estaba totalmente acalorado. No podía ser que estuviera escuchando lo que acababa de escuchar. Pero tampoco cabía la posibilidad de que se estuviera refiriendo a ninguna otra cosa, ¿no?
Todas sus dudas se derritieron cuando ella paseó su mano por el pecho de él, acariciando el borde de su camisa.
¿Eso querés? -trató de sonar confiado.
Ella se mordió el labio, respirando el aliento cálido de él.
Enzo no esperó a que ella respondiera, pues sus ojos ya le estaban dando la respuesta que buscaba, y que en el fondo había anhelado desde que entró en el pequeño restaurante.
La verdad que me he quedado con ganas de algo dulce… ¿sabés, chiquita?, como con hambre de algo vegano ¿entendés?
En ese momento él lanza una rapidisima mirada por la ventana del local para comprobar que no haya nadie cerca que vaya a interrumpirles. No hay nadie. Entonces, como si algo en su cuerpo y mente hubieran mutado repentinamente, Enzo toma su rostro entre las manos con una firmeza que ella había intuido, pero que no había experimentado hasta ahora. Se lanza a besarla sin ambajes, como si no fuera la primera vez que lo hace con ella, como si ya supiera qué es lo que le gusta, qué tiene que hacer para derretirla. Su lengua entra en su boca de forma imparable, la diferencia de tamaños entre sus cuerpos cobra importancia desde ese mismo momento, siente que la va a devorar. Si bien hasta ese momento ella había llevado la voz cantante con su actitud de femme fatale, eso ahora no le servía más. Él era el que estaba al control, sus labios guiaban a los suyos, contenía su mandíbula como una pequeña jaula donde introducir su lengua como una serpiente. Lo único que ella podía hacer era intentar seguir su ritmo y disimular lo muchísimo que le costaba no empezar a gemir.
Sin casi darse cuenta, él la había ido empujando hacia el interior de la cocina, habían caminado al unísono enredados en un nudo de cuerpos en el que ya casi no quedaba ninguna pena.
Pasó sus grandes manos por su cintura mientras seguía besándola, redondeando sus formas. Agarró sus gluteos por debajo de la falda. Ella se felicitó a sí misma por haber escogido sus braguitas negras de encaje para ese día, por ninguna razón en especial. Enzo metió sus dedos por debajo del elástico que abrazaba sus caderas, amenazando con bajarlas en cualquier momento.
Me estabas poniendo malo, nena, ¿sabías?
Ella aprovechó el pequeño respiro que le dio a su boca para contestar un leve “sí”
Ah, sí, eh? Mirá vos… - sonaba divertido, pero también desafiado.
Sin ningún esfuerzo colocó sus brazos debajo de sus muslos y la subió a la encimera, junto a los fogones. Ante eso, ella no pudo contenerse más y gimió sin poder evitarlo, mientras clavaba sus uñas bien cuidadas en la nuca de él, de donde se estaba agarrando.
Me vas a dar algún dulce, gatita? Mirá que tengo mucha hambre…
Ella asintió rápidamente, como una niña obediente.
Sí…? - Decía mientras depositaba besos húmedos por su cuello, ¿qué me vas a dar? – ronrroneaba entre cada lamida.
Ahh…yo…
No podía parar de gemir, ninguna palabra, y mucho menos frase coherente iba a salir de su boca, simplemente no podía pensar, no mientras su lengua caliente recorría su cuello, no mientas sus manos invadieran el interior de sus muslos como si fuera el pan que ella misma había amasado esa mañana, sobre esa misma superficie. Sentía que estaba arruinando su ropa interior, no recordaba haber estado así de húmeda jamás.
 ¿Y? ¿qué me vas a dar? -comenzó a bajarle las bragas por la cintura ¿Una frutilla? ¿Eso tenés? – en lugar de pedirle que se levantara para poder sacarle la ropa interior la recostó en la encimera, tumbándola ligeramente, deslizando la prenda ya empapada por sus piernas.
Sin pedir permiso, abrió sus piernas para contemplar lo que sus bragas, ya tiradas por el suelo escondían. Enzo tragó saliva, provocando que su nuez se moviera por su garganta deliciosamente. De forma involuntaria apretó la mandíbula, había encontrado el postre más rico del restaurante.
¿Esta frutilla es tuya?- la miró a los ojos mientras un pulgar delíneaba sus labios ahora expuestos, como si nada.
Ella atinó a asentir con ojos suplicantes.
No,… no es tuya, es mía, chiquita. Es mía y me la voy a comer, ta? ­­– nunca una corrección le había parecido tan bien.
Sin más preámbulos bajó su cabeza hasta enfrentar su centro, que estaba húmedo estaba claro, pero es que además emanaba calor, parecía palpitar con deseo.
Y entonces empezó a comer.
Empezó a comer, comer y comer.
Abría la boca y manejaba su lengua como si en realidad le estuviera dando un beso francés, solo que en una boca distinta. Se introducía en ella como si no dispusiera de nada más que esa parte de su cuerpo para satisfacerla, con avidez.
Ella se deshacía en gemidos, no se retenía más, le daba igual gritar, sabía que nadie podía oirla, a esas horas no había nadie en la calle, no bajo ese sol abrasador. Pero, si así fuera, ¿sería capaz de parar?
Claro que no, aunque quisiera no podría pararle. Su boca mamaba de ella como un cachorro hambriento, no podría apartarle. Y sinceramente no querría por nada del mundo.
Qué rica que estás nena, sabes a miel … - dijo mientras introducía su dedo corazón en su vagina, con maestría, sin parar de lamer, en perfecta sincronía, como si su lengua y su mano fueran entes separados que sabían actuar de forma perfecta e independiente.
No faltaba mucho tiempo para que llegara a su clímax, lo notaba formándose en su bajo vientre, si seguía así no iba a durar nada.
Me voy a…!
A venir? Venite, princesa, vamos…- paró dolorosamente un par de segundos para pronunciar esas palabras, y al volver a tocarla con su lengua ella no pudó más y explotó en su boca como un fuego artificial. Grandes oleadas de placer arrasaban en ella, que gritaba y gemía. Él notaba como el único dedo que le había introducido quedaba aprisionado y recibía apretones entre sus paredes que pulsaban en su orgasmo. No lo sacó hasta que ella le hizo un gesto, recostándose ,agotada y sudorosa en la superficie donde normalmente trabajaba.  
Aún le costaba recuperar el ritmo normal de su respiración, y por una vez, su mente no se encontraba preocupada por tonterías como si estaba despeinada, o qué le había parecido al otro su ropa interior o si había gemido suficientemente sexy. Esta vez su cuerpo simplemente estaba anegado por el placer tan animal que Enzo le había provocado. Todo lo demás no importaba.
Él se había parado y se estaba echando el pelo hacia atrás, también estaba sudando. Gracias a Dios que un pequeño ventilador metálico les estaba apuntando a los dos, de lo contrario habrían muerto de calor.
Qué linda que sos, muñeca.
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deepinsideyourbeing · 5 months ago
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Far Too Gone (Gimme Love) - Enzo Vogrincic
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+18! Sub!Enzo (hint of Switch!Enzo). Begging, dirty talk, fingering (anal), hiperespermia, masturbación, (fugaz) mommy kink, sexo oral, sexo sin protección, sex toy (dildo), subspace (implícito), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
-¿Querés más café?- ofrece tu novio mientras tus dedos se deslizan entre las hebras todavía húmedas de su cabello castaño. Permanece recostado en tu regazo y su palma cálida y pesada recorre tus muslos afectuosamente, sus labios sembrando besos ocasionalmente. 
-No, gracias bebé.
Es una fría mañana de sábado y te encontrás nuevamente bajo las mantas para protegerte de las bajas temperaturas invernales; tu novio, por el contrario, caminaba hasta hace unos minutos por todo el departamento, llevando nada más que su ropa interior y un suéter oversize con el que no logró ocultar por completo su erección.
-¿Te falta mucho?- pregunta Enzo, estirándose para poder mirarte desde su posición.
Cerrás tu libro y te entretenés con otro sorbo de café antes de contestarle. Te observa con esa arrolladora profundidad que tanto caracteriza su ser y su mirada y contrasta con la impaciencia que tira de sus labios hasta transformarlos en un tierno gesto que pretende ser demandante. Dejás la taza sobre la mesita de noche y con tu mano libre abrigás su mejilla.
-¿Por?- tu pulgar juega con su labio-. ¿Necesitás algo?
-No.
Suspirás.
-¿Qué querés?- insistís-. Decime.
-Nada, es que…- muerde su labio, indeciso-. No, no importa, seguí leyendo.
Un pequeño movimiento llama tu atención y comprendés que está intentando con todas sus fuerzas no imponer sus deseos, como siempre, convenciéndose –falsamente esperanzado- de que los roces de su mano podrán sustituir el placer que le brindan tus atenciones y tu cuerpo. Capturás su fuerte mandíbula entre tus dedos y cierra los ojos con anhelo.
-¿Qué estás haciendo?
-Nada.
-No me parece que sea nada- renegás, apartando las mantas para descubrir su cuerpo.
Todavía está muy duro y su excitaci��n oscurece desvergonzadamente su ropa interior. Sus movimientos no se detienen y, motivado por el fulgor que percibe en tu mirada, permite que su mano se cierre en torno a su bulto para que puedas apreciar el contorno de su extensión. Enzo es insaciable y ojalá pudieras molestarte con él por eso, pero… ¿Cómo podrías cuando tiene tanto para ofrecer? 
-Desde que te despertaste estás así, ¿por qué?
-Por tu culpa- dice con un hilo de voz-. Porque vos estabas…
-¿Qué?
 -Desde ayer- tiembla bajo tus dedos-. No me dejaste…
-Eso fue tu culpa- corregís-. No querés otro castigo, ¿no?
-No.
-Entonces hablame bien- cerrás tus dedos sobre su cuello -. ¿Querés que te la chupe?
Un patético sonido de necesidad surge en su garganta y asiente rápidamente.
-¿Y te vas a portar bien?
-Sí- pellizcás su pezón por sobre el suéter-. Sí, me voy a portar bien.
Se mueve rápidamente cuando te alejás para dejar tu libro en la estantería y se recuesta sobre las almohadas, impaciente, bordando la desesperación. No puede evitar observar todas las líneas y curvas que la ropa holgada cubriendo tu figura le permite ver, así como tampoco puede evitar pensar en arrancar las prendas de tu cuerpo para regarlo con besos y mordidas.
No se atreve a deshacerse de su ropa interior -que está cada vez más empapada- porque sabe que preferís ser vos quien descubra su cuerpo y mientras espera tira nerviosamente de las mangas del suéter, que ya son lo suficiente largas como para que sólo las puntas de sus dedos sean visibles. Sus dedos inquietos se contraen repetidamente en un intento de no tocarse.
Regresás a la cama luego de unos minutos y gateás hasta él, posicionándote entre sus piernas y mirándolo seductoramente mientras deshacés la distancia entre su cuerpo y el tuyo. Tus dedos escalando rítmicamente por su muslo desnudo hacen que se estremezca y le sonreís antes de depositar un pequeño, casi imperceptible beso sobre su piel caliente.
Rodeás su erección con una mano y con movimientos lentos pero firmes comenzás a masajearlo por sobre la tela. Suspira de alivio, agradecido por un poco de estimulación, pero pocos minutos más tarde su compostura comienza a desvanecerse y tiene que esforzarse por no mover sus caderas en busca de más contacto con tu palma. Sabe cuáles son las consecuencias.
Gime débilmente, sensible en extremo cuando son tus caricias las que bañan su cuerpo, y te recostás sobre su pierna temblorosa mientras continuás torturándolo: observás cómo muerde su labio inferior con fuerza, su cabello cayendo en todas las direcciones cuando arroja la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, sus uñas clavándose en sus palmas.
Ojalá nunca sepa lo hermoso que se ve y lo débil que te sentís ante su imagen, pensás, porque es peligroso que sepa todo el poder que su ser tiene sobre tu cuerpo y también sobre tu mente. Es capaz de deshacerte con una sonrisa y calmarte con un abrazo, cosas sobre las cuales es consciente y aprovecha sin maldad, ¿pero esto? Es mejor que no lo descubra.
-Así te gusta, ¿no?- preguntás sólo para hacer arder su rostro.
-Sí- contesta, casi siseando-. Se siente muy bien.
-Mirá cómo te estás mojando…
Una exclamación ahogada, mezcla entre vergüenza y excitación, escapa de su boca. Sentís el súbito y violento palpitar de su erección, que seguramente está liberando todavía más del abundante líquido preseminal que pronto tendrás el lujo de sentir recorriendo tu lengua.
-¿Más?- suplica-. Por favor, mi amor.
Tocás su cadera con dos dedos para que te permita retirar su ropa interior y cuando lo hacés, lenta y serenamente para atormentarlo, su erección furiosa reclama tu atención. Está goteando y hace brillar deliciosamente la piel de Enzo, sobre la cual deslizás tus yemas para luego llevarte los dedos a la lengua y probar su esencia.
-Elegí- decís una vez que comenzás a masturbarlo justo como le gusta-. ¿Dónde querés acabar?
Torcés tu muñeca y él arroja la cabeza sobre las almohadas.
-En tu boca- contesta entre gemidos-. ¿Puedo?
-Sí, podés- besás la base de su miembro y suspira, contento.
Los movimientos de tu mano no cesan y, luego de lo que él considera una eternidad, tus labios siempre tan provocadores comienzan a sembrar en él besos húmedos que resuenan por toda la habitación. Tu saliva y sus fluidos se entremezclan hasta cubrirlo por completo, provocando sonidos obscenos y otorgándote tanta lubricación como necesitás para aumentar el ritmo.
La vena que recorre su extensión te desconcentra de la mejor manera y bajás la velocidad con que lo masturbás sólo para poder trazarla con tu lengua. Un gruñido que él intenta silenciar es la única confirmación que necesitás para comenzar a lamerlo con entusiasmo, como si se tratara de tu dulce favorito, pero sabés que para Enzo no es suficiente. 
Sus muslos se contraen sobre tu cuerpo, producto del placer de los interminables giros de tu muñeca y la antelación con que espera sentir más de tu boca, y te detenés por completo para llamar su atención. Descubre su rostro, oculto los pasados minutos por su brazo en un intento desesperado de no dejarse llevar por tu imagen, encontrándose con tu mirada en el momento justo en que tus labios se cierran sobre su glande y succionás.
Sus dedos fundiéndose con las pobres sábanas bajo su cuerpo, tirando y retorciéndolas, son un claro indicio de su sensibilidad. Intentás no sonreír para no entorpecer tu trabajo pero te resulta imposible, sobre todo considerando cuánto disfrutás arruinar a tu novio y la forma en que su adictivo sabor recorriendo tu lengua provoca más calor y humedad entre tus piernas.
El más que generoso tamaño con que siempre llena tu interior, independientemente de en qué entrada sea, provoca cierto dolor en tu mandíbula y te dificulta respirar con normalidad; no te importa, por supuesto, ya estás acostumbrada a manejarlo y estás segura de que disfrutás ahogarte con él más de lo que otras personas lo harían.
Las vibraciones que tus gemidos provocan sobre su miembro y el constante ritmo con que lo tomás en tu boca, cada vez más profundo y permitiéndole golpear tu garganta, lo hacen tiritar; pronuncia un hilo palabras entre las cuales se repite tu nombre –que con su voz suena celestial-, muerde sus nudillos para que el dolor lo distraiga, pero es completamente inútil.
Es obvio que él también disfruta en demasía tu pasión y devoción a la hora de chupársela.
-¿Qué pasa?- preguntás cuando te separás para tomar aire-. ¿No aguantás más?
-Necesito…- sacude la cabeza y en sus ojos hay lágrimas de vergüenza-. ¿Puedo?
-Cuando quieras, bebé.
Cuando quieras resulta ser el preciso momento en que volvés a llevártelo a la boca, succionando con fuerza y ocupándote con tu mano de los centímetros que no lográs tomar más allá de tus labios. Los incontables hilos de su semen caliente salpican tu garganta y cubren por completo de blanco tu lengua, y prolongás tus acciones hasta oírlo sollozando por la sobre estimulación. Gimotea tu nombre cuando tu garganta se contrae mientras tragás.
Lo liberás e intenta regular su respiración errática, esforzándose por calmar el ritmo descontrolado de su corazón mientras te observa ponerte de pie en busca de quién sabe qué. Con la mente letárgica y desorientada por la intensidad del orgasmo es incapaz de comprender por qué no estás consolándolo o mimándolo y un quejido deja sus labios.
Regresás a la cama y encontrás su rostro oculto en la almohada en un dramático gesto de protesta. No le das importancia y tirás de sus piernas con fuerza para obligarlo a retomar su posición anterior, haciéndole a su vez entender cuál era el motivo por el cual lo dejaste solo: buscar el lubricante y el dildo que llevás en tus manos.
-Pensé que…
-¿Que iba a dejar que me cojas?- arqueás una ceja-. No.
No es correcto que te parezca divertida la decepción con que deja caer sus hombros, lo sabés, pero la bruma que nubla sus pupilas y las lentas reacciones de sus extremidades comienzan a hacer efecto en ese rincón de tu mente: su vulnerabilidad y total entrega desencadenan en tu sistema algún proceso, ya sea químico u hormonal, no estás segura y no te importa.
Sólo sabés que te encanta.
El lubricante en contacto con su piel lo sorprende y cuando intenta apartarse lo inmovilizás con una mano en la parte baja de su abdomen, una franja de su piel ahora visible gracias a que su ropa está desacomodada. No estás haciendo fuerza, es más como una leve caricia, pero es suficiente para mantenerlo quieto en su lugar.
-Lento, amor- implora.
Separás sus muslos todavía más, en tu rostro una sonrisa dulce y atrevida que le roba el aliento, sosteniéndole la mirada para distraerlo: tus dedos rozan su entrada y sus músculos se relajan por la costumbre, haciéndote notar que su cuerpo todavía está muy arruinado por las reiteradas e incontables veces en que lo castigaste el día de ayer… y el plug anal con el que durmió.
Su entrada no presenta resistencia cuando presionás sobre ella y unos segundos más tarde te recibe en su interior, sus paredes bañadas de lubricante provocando sonidos indecentes cuando comenzás a estimularlo con pequeños y repetitivos movimientos. Su erección pulsa con el ritmo de tus estocadas.
Enzo se retuerce, extremadamente sensible en cuerpo y mente, cuando curvás tus dedos para acariciar su próstata. Un roce en el lugar exacto y se lleva las manos a la boca, mordiéndose los nudillos y las mangas del suéter para guardar silencio, consciente –aunque cada vez menos- de que aún es muy temprano y que no pueden permitirse más quejas por parte de los vecinos.
Tomás su miembro y por la desesperación en sus facciones creerías que no está goteando cantidades absurdas de líquido preseminal, los hilos traslucidos que brotan en su punta cayendo por tus dedos y también por el dorso de tu mano. Respirás profundo, ignorando sus ojos atentos a tus movimientos, con la esperanza de controlarte ante la tentadora imagen frente a vos.
Rezás para no desmoronarte antes que él.
Entre sus gemidos graves y suspiros temblorosos repite tu nombre para llamar tu atención mientras lo preparás; hacés caso omiso porque sabés que en caso de mirarlo va a conseguir justo lo que quiere y no es algo que estés dispuesta a concederle sólo porque sí. Una simple advertencia, ese gesto tuyo más que familiar para él debería resultar, pero....
-¿Me dejás? Por favor.
-Enzo- apretás su miembro, más molesta por tu debilidad que por su insistencia y la irónica facilidad con que logra manipularte siempre, y se queja.
-Dale, mami, te necesito…
Temblás.
-Callate. No te aguanto más.
Tus dedos dejándolo vacío y desprovisto de atención son para él más angustiantes que tus furiosas palabras. Te observa inmóvil desde su posición, preguntándose qué tan mal estaba comportándose como para que reacciones de tal manera: no cree haber cruzado el límite, pero no encuentra otro motivo para tu falta de paciencia.
Tardar no es una opción porque sabés que podrías arrepentirte –sobre todo viendo que Enzo no deja de gotear y sintiendo entre tus piernas el correr de tus fluidos- y es por eso que llenás el juguete con lubricante para luego conducirlo hacia su entrada. Con tan sólo un poco de presión lográs introducirlo en su interior y él clava las uñas en el colchón ante la estimulación.
Volvés a tomar su miembro.
-No, pará- dice casi gritando-. Es mucho.
En lugar de contestar comenzás a masturbarlo siguiendo el ritmo con el que movés el dildo. Intenta cerrar las piernas para detenerte pero luego de ver la mirada que le dirigís las deja caer nuevamente y permitirte hacer con su cuerpo lo que quieras porque, más allá de cuánto él disfrute estar dentro tuyo o la insoportable sensibilidad ante tus acciones, esto también le gusta.
Mucho.
No estás segura de si intentás vengarte por su no tan ejemplar comportamiento (dijo que se iba a portar bien, ¿no? Entonces, ¿por qué no se quedó callado?) o si sólo querés reducirlo hasta convertirlo en un incoherente desastre, justo lo que era hasta hace unas horas, pero de todas formas posicionás el dildo en el ángulo ideal para golpear su próstata una y otra vez.
Grita y sonreís cuando un destello de pánico ilumina su mirada. Vuelve a cubrirse la boca y cierra los ojos con fuerza, probablemente pensando en los vecinos y en qué dirán, pero sus gemidos ahogados todavía son audibles y las lágrimas que se deslizan por sus mejillas son tu recompensa.
Continuás abusando de ese punto y su excitación cada vez más abundante entorpece los movimientos de tu otra mano. Reafirmás tu agarre sobre su miembro y para cuando Enzo reúne fuerzas e intenta protestar, reincorporándose para tomar tu muñeca y detenerte, es tarde: acariciás su punta con tu pulgar y en lugar de hablar sólo balbucea, tropezando con las palabras y con su orgasmo.
Su liberación mancha tu mano, su piel, su suéter y también las sábanas. Observás absorta ese lugar entre su estómago y su pelvis donde el semen se acumula, casi accidentalmente ignorando que el interminable vaivén del dildo en su interior y los movimientos de tu mano lo están volviendo loco.
Sólo cuando solloza salís del trance y dejás de tocarlo.
-Ya está, ya está- acariciás el interior de sus muslos-. Muy bien, bebé.
Regresás a su lado para besar sus labios, salados por sus lágrimas y muy suaves, mientras peinás su cabello y rozás su mejilla con tus nudillos. Susurrás palabras de consuelo en su oído y también un dulce sin sentido, felicitándolo sin hacer mención a un pequeño detalle que planeás usar a tu favor.
-¿Me das otro beso?- pregunta.
-Obvio.
Tus labios rozan los suyos por unos segundos y los separa cuando tu lengua se desliza sobre ellos. Es un beso húmedo, enriquecido por el fuego y la intensidad que se genera cada vez que ambos se tocan, y se prolonga hasta que sus pulmones comienzan a arder por la falta de oxígeno. Recostás tu frente en la suya y él sonríe.
Es una pena, pensás.
Está tan agotado y tan desconectado, tan pero tan lejos, que no parece comprender el motivo por el cual tus dedos recogen el pequeño mar de semen sobre su piel para luego dirigirse a tu entrepierna, haciendo a un lado tu ropa interior y mojando tus pliegues ya humedecidos.
Un sonido extraño escapa de sus labios luego de ver la expresión que hacés cuando tus dedos se deslizan en tu interior. Su mano masajea tu cadera en una silenciosa súplica y, Dios, es tan tierno que él crea que sólo utilizarás sus dedos.
-Por...- se aclara la garganta-. Por favor, ¿puedo?
-¿Qué?
-Tocarte.
-Ya me estás tocando- hacés un gesto hacia su mano recorriendo tu piel.
-Tocarte bien- explica-. Ahí.
-¿Dónde?
Se arroja sobre la almohada y cubre su rostro con una mano. Intentando amarse de valor para decir justo lo que querés oír, relame sus labios, pero antes de poder hablar lo sorprende sentir tu peso sobre su cuerpo y tu mano envolviéndolo otra vez.
-No me pediste permiso- explicás cuando encontrás sus ojos sorprendidos. Un gemido brota de entre sus labios cuando deslizás su glande entre tus pliegues, cubiertos con tu excitación y su semen, y se muerde los labios cuando lo guiás a tu entrada-. Y estabas re insoportable porque querías cogerme.
Te dejás caer sobre su miembro, su erección todavía firme luego de dos orgasmos, y el ardor que provoca en tu estrecha entrada te hace suspirar de placer. Te encanta el tamaño de Enzo, pero más te encanta saber que es sólo tuyo y que podés hacer con él lo que quieras.
Sus manos se cierran sobre tu cadera.
-No puedo, no puedo.
-Sí, podés- comenzás a mover tu cadera y una chispa de placer te recorre de pies a cabeza cuando su pelvis estimula tu clítoris. Sentis sus uñas enterrándose en tu piel y siseás-. ¿Querías cogerme? Cogeme ahora, dale.
Su mandíbula tensa y la forma en que sujeta tu cuerpo llama tu atención, seguro, pero no lo suficiente para cuestionarlo. Continuás moviéndote sobre él, embriagándote con la angustia que la sobre estimulación agrega a su voz y perdiéndote en el placer que sólo podés conseguir con su cuerpo.
-Decís que no podés pero bien que la tenés dura todavía- te burlás, deslizando una mano bajo su suéter para acariciar su pecho... Bueno, masajear su pecho era el plan inicial, pero tus dedos terminan cerrándose sobre su pezón y pellizcándolo cruelmente.
La tensión en el aire se vuelve intolerable y la única advertencia que captás es su mueca repentinamente arrogante. Sus fuertes manos sobre tu cadera te obligan a detenerte y gemís de dolor, segura de que sus huellas quedarán impresas con marcas moradas y rojas, confundida por la inesperada demostración de fuerza.
Tu voz te traiciona cuando tiembla:
-Enzo, no.
-¿No era que no ibas a dejar que te coja?- pregunta.
-Yo te estoy cogiendo.
Intentás golpear su mejilla, molesta por la insolencia, pero captura tu muñeca en el aire y tira hasta que caés sobre su pecho. Tu rostro está a milímetros del suyo cuando con una brusca estocada te hace gemir de manera patética, robándote el aliento.
-¿Segura?
Nota mental: no hacer enojar a Sub!Enzo. Eso. taglist: @chiquititamia @creative-heart @recaltiente @lastflowrr @madame-fear @delusionalgirlplace @llorented ♡
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vale-fran · 16 days ago
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Tú quieres que coja...
... Tú quieres que coja muy puta, pero me reclamas virgen, te incómoda si demuestro alguna proeza que no he aprendido contigo, me quieres en lencería pero a la vez con mandil, me quieres trofeo pero encadenada a ti...
... Me quieres fértil pero te doy asco menstruante, me quieres mujer pero con pubis de niña, reclamas atención pero demandas tu espacio...
... Tú quieres que yo haga todo al mismo tiempo mientras camino en tacones por tus fantasías eróticas y luzco como una perfecta pareja temerosa de Dios sentada a tu lado en algún compromiso social...
... Me quieres pariendo y levantada al siguiente instante, me quieres fresca pero con todas las obligaciones cumplidas, libre pero en tu perímetro autorizado, sin pasado pero con experiencia...
... Me quieres puta de a ratos, sumisa de planta, silenciosa y dispuesta sin necesidad de pago, robótica y estática a tus antojos y tus mandos...
... Pero no se puede, porque dentro me agito y revuelco en mis pasiones,
porque me queman las cadenas y grilletes, porque soy escapista de roles no pedidos,
porque sangro,
porque me quiebro,
porque me desgarro y desgasto en cada evento emocional de una manera inevitable al escuchar que me he perdido en mi misma al desdoblarme en otras caras de mi naturaleza...
... Tú quieres que yo sea tu estrella 80 privada y te da rabia que puedo serlo aun sin ti o no contigo porque así se me da la gana...
...Tú quieres que yo ignore tus pequeños demonios dominantes que me deje caminar por tus antojos y reclamar por tus caprichos a beneficio de tus placeres y bajos instintos...
...Pero eso no se puede...
Por Male Capetillo Cabrera.
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somos-deseos · 7 months ago
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En soledad Vol. I.
“La soledad es mi amiga más fiel, mi compañera en las noches de insomnio y en los días de silencio. En ella encuentro la libertad de ser yo misma, sin máscaras ni pretensiones. La soledad es mi refugio, mi refugio de la falsedad y el ruido del mundo exterior. En ella encuentro la paz y la serenidad que tanto anhelo, lejos de las miradas indiscretas y las voces que no me comprenden.
La soledad es mi aliada, mi musa y mi confidente, en ella encuentro la inspiración y la fuerza para seguir adelante, sin importar cuán solitario sea el camino que debo recorrer.
En la soledad me encuentro a mí misma, desnuda y vulnerable, aceptando mis sombras y mis luces, mis miedos y mis anhelos. La soledad es mi universo, mi universo interior donde puedo explorar los rincones más oscuros de mi ser, sin temor al juicio ni a la condena.
En la soledad soy libre, libre para ser quien soy, sin ataduras ni cadenas, sin necesidad de dar explicaciones ni justificaciones.”
— Seguen Oríah.
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vatoscambiandodecuerpo · 1 year ago
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Karma en contra
¡Cielos, que bien me veo! Pienso después de ver una foto de mi antiguo cuerpo. Si hubiera sabido que podría ponerme en esa forma jamás hubiera hecho ese estúpido hechizo de intercambio.
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Todo inicio cuando un matón de mi escuela no dejaba de molestarme, al principio eran solo pequeños golpes o insultos, algo que debí de detener ya que las cosas empeoraron. Me daba palizas, me robaba el dinero, se burlaba y en una ocasión me obligo a meter su pene en mi boca, le di una mamada al idiota.
Cansado busqué alguna forma de detenerlo, de manera accidental me encontré con un viejo manuscrito, tenia varias hojas arrancadas, pero una llamo mi atención, “Intercambio”. Me lo pensé mucho si debía de recitar las extrañas palabras, mi mayor preocupación era que él estaría en mi cuerpo. Rápidamente mi duda se desvaneció al encontrar otra hoja con el título “Alteración de recuerdos”, mi atención se centro en la gran advertencia de usarlo, debía hacerlo con cuidado o se podía volver en mi contra.
Tomé el valor para hacerlo y en una tarde en donde la escuela se quedó vacía lo encaré para pronunciar las palabras. Por un momento creí que mi plan funciono, pero cometí un error que a día de hoy sigo cargando, dije los dos hechizos a la vez. Mi mente fue bombardeada con recuerdos de ese cuerpo, los días pasaban y sentía que ya no era yo. Mientras que mi matón ahora en mi cuerpo se burlaba de mí, no podía creer que no pudiera hacer nada bien. Después de algunos meses tratando de mantenerme cuerdo decidí tomar otro cuerpo, mi mente se aclaró y por algún tiempo pude tener la vida de otra persona sin la necesidad de que sus recuerdos me atormentaran. Me di cuenta que la nueva persona mantenía su personalidad intacta, yo fui el único que recibió la “maldición”.
Desde entonces salto de cuerpo en cuerpo experimentando las ventajas y el caos que es tomar diferentes vidas, mentiría si dijera que no me siento mal al tomar el cuerpo de otra persona, así que trato hacer algo bueno con esto. Como, por ejemplo, el cuerpo en el que me encuentro actualmente.
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Que su carita de niño bueno no te distraiga, era un horrible maestro de secundaria que abusa de sus alumnos, de cierta forma me hizo recordar a mi matón. No dude ni un poco cuando tomé su cuerpo y lo deje atrapado en uno de sus alumnos. Fue divertido darle clases y ver su cara de frustración; esperando que le regresara su vida.
Para mi fortuna, mi tiempo con él se terminó, sus memorias se han comenzado a sobrescribir sobre las mías y odiaría acabar con la mente tan jodida como la del dueño original. Me da lástima tener que dejarlo, realmente me había encariñado, extrañaré esas noches en las que exploraba cada rincón de este cuerpo, tocando delicadamente el vello en mi torso mientras bajaba hasta llegar a mi pene.
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De cualquier forma, fue genial tener un cuerpo tan masculino como el suyo, por eso, la persona que se lo quede debe ser alguien que se lo merezca. Es aquí en donde entra mi vecino. Cuando recién tome está vida noté que él era el único que me saludaba y sonreía. Rápidamente me fije en eso y en general como las personas a mi alrededor me evitaban, no fue sorpresa averiguar que esté hombre era despreciable incluso en su vida común.
Pronto esos saludos se convirtieron en platicas cortas y esas en charlas largar y profundas. Descubrí que es divorciado, su ex le quito todo lo que pudo y solo lo dejo con el patrimonio comparable al de un estudiante universitario. No le molesto, de hecho, se sintió libre, nunca le gusto la idea de casarse y muchos menos formar una familia, divorciarse fue su boleto a la libertad. Cada vez que tocamos el tema siempre termina con que desearía tener una segunda oportunidad, oportunidad que con gusto le daré.
Antes de hacer el intercambio pensé que seria bueno que tuviera mi vida en blanco, para lograrlo renuncie a mi trabajo, vendí muchas cosas y me cambie de ciudad. Quería que tuviera una carta de elecciones cuando tomara este cuerpo.
Lo último que hice fue hacer el cambio, me despedí de este cuerpo con una última masturbada. Al día siguiente de lanzar el hechizo me levanté en un departamento similar al que tenía, entendí que mi plan había funcionado y me dirigí al baño para asegurarme. La imagen de mediana edad de mi vecino me saludo a través del espejo, me sentí raro al principio nunca antes había ocupado un cuerpo tan viejo, pero de alguna forma lo hace emocionante. Busqué ropa que ponerme tratando de copiar el estilo que tiene mi vecino. Es aquí en donde viene mi parte favorita explorar la vida de mi nuevo cuerpo.
Me miro en el espejo una última vez pensando en cuanto tiempo podre quedarme aquí.
─Ya lo sabré después, buscaré a un idiota para que se quede atrapado en este lugar. 
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shactividades · 9 days ago
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CAPÍTULO 05: EL INICIO DEL FIN PT. 2.
Ambientación: 23 de Octubre, 10:30 a.m.
Clima: Lluvia leve a moderada.
Vestimenta: Lo que encuentren en las tiendas.
Despiertas en la mañana, pero el silencio es total. El sol apenas entra por las rendijas de la ventana de la habitación, y el aire se siente pesado. El pueblo está quieto, desierto, sin rastro de los camiones o los helicópteros que pasaron hace 2 días. Todo lo que queda es la duda, la incertidumbre de si los militares regresarán o no.
Te levantas, aunque el cuerpo está tenso, cansado. La radio está muerta, no hay noticias. El único sonido es el crujido de tus propios pasos al moverte por el refugio. Mirar por la ventana no cambia nada: la calle sigue vacía, los restos de las barricadas todavía ahí. Los infectados, atrapados en la zona residencial, siguen siendo una amenaza, pero no hay nada que puedas hacer al respecto ahora.
Revisas las provisiones: son suficientes para una semana. Todo parece escaso, pero suficiente por ahora. Sabes que no puedes quedarte de brazos cruzados, que la calma es la única manera de mantener el control. Así que comienzas a organizar el refugio, asegurándote de que todo esté cerrado y a salvo.
El reloj avanza lentamente. La quietud del pueblo parece aplastante, pero no puedes dejar que el miedo te domine. Mantén la calma. Eso es lo único que puedes hacer. Mientras tanto, sigues esperando, con la esperanza de que los militares regresen.
[...]
La espera es insoportable, pero no hay más opción que seguir esperando. Sabes que si los militares no regresan pronto, la situación se hará insostenible. Entonces, un murmullo corre por el pueblo. Los militares no están, pero las provisiones comienzan a ser distribuidas entre los refugios. Los más lastimados por los ataques son atendidos por los pocos residentes sobrevivientes. Aunque no es la ayuda que esperabas, al menos hay algo de organización. Al menos, por ahora, el caos se ha detenido un poco.
De repente, el sonido de un altavoz rompe el silencio. La voz de Aiden, el líder de uno de los grupos sobrevivientes, resuena a través de los parlantes de la alcaldía. La decisión que temías escuchar ha llegado:
—Atención, residentes del pueblo —su voz es firme, pero hay una preocupación subyacente—. Han pasado 2 días desde el ataque, y no hemos recibido más noticias de los militares. Tienen 2 opciones: seguir esperando por su rescate, o comenzar a movernos hacia Greenville por nuestra cuenta. La situación aquí no mejora y cada hora que pasa nos pone en mayor peligro. Necesitamos tomar una decisión.
La voz de Luisa se une poco después, reforzando las palabras de Aiden.
—Los infectados no se quedarán atrás, y el tiempo corre en nuestra contra. No podemos quedarnos esperando. Es hora de que decidamos.
Un silencio pesado cae sobre el pueblo. El aire parece volverse aún más denso. ¿Qué hacer? ¿Seguir esperando un rescate incierto o arriesgarse a salir, a caminar hacia un futuro desconocido y lleno de peligros?
La incertidumbre es insoportable. Mientras tanto, sigues esperando. El pueblo sigue quieto, atrapado entre el miedo de lo que vendrá y la necesidad de tomar una decisión.
Archivos anexos: Vecindarios, mapa, daños, preguntas frecuentes.
Tipo de desarrollo: Starters públicos.
Duración: 12 días, 14-27 de Noviembre.
Extra: Toma de decisiones.
𝗔𝗖𝗟𝗔𝗥𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦
TLDR; Han pasado 2 días desde que los militares lograron contener a los infectados en la zona residencial y se llevaron a un grupo de adultos y niños hacia Greenville. Los residentes ahora deben tomar la decisión de quedarse en el pueblo o jugarse la suerte moviéndose en grupo hacia la ciudad. Mientras tanto deben ser ingeniosos al repartir suministros entre refugios y aprender a racionarlos. Durante esta actividad no habrá ataques sorpresa. Esta actividad es sobre la toma de decisiones y los cambios en la vida de todos.
El código de vestimenta es libre. Se les dio la oportunidad de entrar a las tiendas del pueblo para conseguir mudas de ropa limpia. Los invitamos a subir sus ediciones al blog y etiquetarlos con el nombre de sus personajes y al vecindario al que pertenecen.
¡Bienvenidos al inicio del fin! Esperamos la actividad sea del agrado de todos. Cualquier duda pueden consultarla directamente en el main de forma anónima o con cuenta.
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nightwngz · 1 year ago
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𝓞lder. d.wayne ୨ ໋ ˳ ⊹ esp. . . !
ADVERTENCIAS. . . drabble. damian!older. contenido nsfw. sexo, masturbación, negación del orgasmo, thigh riding, dirty talk, degradación.
SUMMARY. . . en donde la lectora molesta a Damian por ser mayor que él solo por unos años y este se venga de ella de la manera más cruel.
COPYRIGHT. . . ningún tipo de copia de mis obras está permitida. Se permite la libre traducción siempre y cuando se den los créditos correspondientes a mi persona.
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𝓝o debiste burlarte de él. Te compadecías de ti misma por haber hecho ese chiste que lo hizo ponerse completamente furioso y hacer someter a tu cuerpo a tal hambrienta necesidad.
Querías con profunda honestidad correrte encima del muslo que se deslizaba en lo más profundo de tu coño mojado; siendo embarrado de manera grotesca de todos los fluidos provenientes de la excitación que él mismo te había provocado.
¿Realmente merecías tal trato solo por hacerle una broma sin sentido o maldad?
Tú tenías una ventaja sobre Damian, y era que eras mayor que él por un año exacto. La broma en la mansión sobre Damian siendo el más joven te hacía reír, sinceramente. Sin embargo, el único problema era que desconocías que tú no tenías permiso para hacerle una broma sobre su edad.
A pesar de que Damian había crecido y ahora era mayor de edad desde hace tiempo, decidiste unirte a la broma, pensando que lo peor que podría pasar sería que te mirara mal. Sin embargo, desconocías que eso sería el menor de tus problemas en comparación con lo que te esperaba.
— ¿Que pasa, tn? ¿No que era un puto crío para ti? Mira donde tenemos ahora a la famosa señorita madura, rogando desesperadamente por correrse bajo mi muslo. Siempre has sido una perra, pero me tomó por sorpresa que seas tan débil y patética.
Tus lagrimas se resbalaban por tus mejillas hasta caer sobre sus hombros debido a la manera humillante en la que se mofaba de ti.
El clítoris te palpitaba sobre la presencia de la piel caliente raspandote, estaba lleno. Tu propia entrada vaginal de la excitación chorreaba fluidos y se apretaba alrededor de la nada. La hipersensibilidad de la aproximación de tu orgasmo no te dejaba ver las cosas con claridad.
Lo que más dolía en ese instante era saber que Damian por nada del mundo te permitiría correrte. Ese era tu castigo por haber sido mala con él, tú penitencia.
Y ahora, su muslo no era suficiente. Tu entrada ansiaba que una polla se hundiera en ti para que bastara.
Cuando se hundió en ti, en un principio no sentiste nada más que plenitud, nada además de la sensación de tener el vientre completamente lleno. Luego, empezó a embestirte tan fuerte que sentiste por un momento que iba a partirte por la mitad; sus caderas se balanceaban contra tu agujero abusado en el cual su virilidad encajaba a la perfección. Damian adoraba la sensación de sentirse rodeado por tu calor.
Antes de que pudieras realmente darte cuenta y arrepentirte, ya había tenido lo suficiente de ti. Por lo que, te enfrentaste a una realidad donde estabas en su cama con los muslos manchados de su orgasmo sin obtener nada a cambio del encuentro más que sufrimiento.
— Pude haberte hecho sentir realmente bien, pero te tocó ser una puta bromista con tus chistes de mierda.
Lamentablemente, sabías que tenía razón.
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bocadosdefilosofia · 4 months ago
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«Por ello es preciso que también en los átomos admitas lo mismo, que además de los choques y la gravedad hay otra causa para los movimientos, de donde proviene esta facultad nacida en nosotros, puesto que vemos que nada puede producirse de la nada. Pues la gravedad impide que todo se haga por medio se golpes como por una fuerza externa. Pero que la mente misma no tenga una necesidad interior en la realización de todas las cosas y que así  como sometida sea forzada a sufrir y soportar, esto lo hace la exigua desviación de los elementos primeros en un punto no determinado del espacio y en un momento no determinado.»
Lucrecio: La naturaleza de las cosas, II, 284-293. Alianza Editorial, pág. 113. Madrid, 2003
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
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punshi-punshi · 2 months ago
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Hola buenas, aprovechando las fechas patrióticas vengo a dejarles este proyecto virtual dea "biblioteca antiespecista" aqui podrás encontrar desde teoría vegan, recetas, vivencias y muchos pero muuuchos mas textos afines.
Este proyecto nació en forma física por allá en el 2018 de la mano autogestionada de pocas personas, luego del estallido social y posterior pandemia esta biblio se perdió y dentro de una de las mentes mas inquietas surgio la necesidad de levantarlo denuevo en forma digital de forma autogestionada y horizonral.
Para quienes deseen participar, aportar o compartir son libres de hacerlo si lo desean.
https://r209.net/
r209.net por si no les sale link
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flan-tasma · 9 months ago
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Hi!!, lately I've been a little obsessed with gorou, and I wanted to see if you could write about him, a scenario where the reader meets an old friend or colleagues and the friend starts to make advances to the reader and gorou gets jealous , but the reader lets him know that she only wants him!! 🦔🦔
💖~ Gorou our pretty little boy! I love him so much.Thank you for making this request!
Warning: Nope now💖, Fem!Reader | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Salir con Gorou era una experiencia agradable. Como bailar en un prado rodeado de flores y a veces tropezar y lanzarse tierra mientras ríen, era reconfortante y amoroso. Gorou siempre se demostró fiel a ti y a tus necesidades, manteniendo su rol como un general y balanceando todo tanto como podía. Y ambos eran felices. Tal vez demasiado.
Les gustaba salir a comprar juntos, a Gorou le gustaba cargar las bolsas y dejarte deambular por el mercado, libre para que escojas los ingredientes de la cena. Era tranquilo, eso hasta que sus pies ya habían encontrado un ritmo en el que golpeaban el suelo. Una anterior amistad sonrió y se adentró en una conversación contigo, muy enfocado en ti, demasiado para el gusto de Gorou.
Los presentaste y él sonrió tan amable como pudo en ese momento, reprimiendo su deseo de ladrarle al sujeto que tan rápido como lo escaneó, volvió a fijarse en ti y a acercarse.
“Oh, no…�� La cola del general se detuvo, casi como una roca detrás de su espalda, cuando tu mano fue tomada y acariciada sutilmente por tu amigo. Su mandíbula se tensó y sus ojos brillaron al reconocer los avances.
“Te ves radiante, el tiempo solo te ha vuelto más hermosa.” El muchacho sonreía con orgullo al verte aceptar el cumplido, casi mirando a Gorou con burla. Como quien piensa que robó algo, no es capaz de pensar que lo puede perder, pero la sonrisa triunfal de tu excompañero desaparece cuando te alejas. “Vamos, no nos hemos visto en mucho tiempo. ¿Realmente tienes algo más importante que hacer?” Los dientes de Gorou terminaron por mostrarse cuando te tomaron por el mentón para que lo mires, para alejarte de él. Jamás deseó morder tan fuerte a alguien.
“Hoy voy a estar con mi novio.” Tus palabras le trajeron algo de calma a Gorou, aunque dicha calma no podía ser vista por su mirada molesta dirigida al rompe hogares frente suyo. “Lo lamento mucho, no voy a cambiarlo por alguien más.”
“Solo quería verte por más tiempo, no necesariamente tenemos que vernos ahora.” Las palabras apresuradas del tipo demostraron su gran cambio, ahora se movía con menos seguridad, como si sus palabras fueran él caminando en un campo minado, y tú tenías en tus manos el control para detonar una o todas las malditas minas bajo sus pies. “Si hoy no estás libre, podemos vernos mañana o- "
“No estaré libre. Voy a estar con mi novio.” Te acercaste más a Gorou, tomando su brazo libre y aun mirando a tu excompañero. Tu voz era firme y acarició los oídos del general cuando lo mostraban con tanto orgullo. Lo sacaste de ahí lo más rápido posible, sin dejar una dirección o un punto de encuentro con el rompe hogares, solo te fuiste con tu pareja y tus compras hasta su hogar conjunto. El camino fue silencioso, no porque hubiera alguna pelea o resentimiento entre ustedes, sino porque Gorou se sentía avergonzado por casi perseguir al tipo hasta morderlo.
No lo juzgas, no lo molestas con malas intenciones. Lo sabe. Pero sus mejillas se sonrojan como un mochi de sakura cuando atiendes a su inseguridad y lo abrazas y lo besas. Jadea cuando acaricias sus mejillas y sus orejas y lo llamas tu buen chico, el único buen chico que quieres y necesitas. Y siente que se desinfla en tu regazo, bajo tus rasguños en su cabeza.
“¿Quién es mi amor?” Sonríes mientras él casi siente que llora de felicidad. “¿Quién es mi chico bonito y precioso?” Él siente que su cola lo traiciona y se mueve de un lado a otro, barre contra el suelo cuando ha sido reducido a una masa que tú moldeas entre tus dedos.
“Y-yo… Soy yo… Y-y siempre seré yo…”
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English:
Hanging out with Gorou was a pleasant experience. Like dancing in a meadow surrounded by flowers and sometimes tripping and throwing dirt at each other while laughing, it was comforting and loving. Gorou always proved himself loyal to you and your needs, maintaining his role as a general and balancing everything as much as he could. And they were both happy. Maybe too much.
You liked to go shopping together, Gorou liked to carry the bags and let you wander around the market, free for you to choose the ingredients for dinner. It was calm, that is until his feet had already found a rhythm in which they hit the ground. A previous friend smiled and delved into a conversation with you, very focused on you, too much for Gorou's liking.
You introduced them and he smiled as kindly as he could at the time, suppressing the urge for him to bark at the guy who as quickly as he scanned him, he turned his attention to you and approached you. “Oh, no…” The general's tail stopped, almost like a rock behind his back, when your hand was taken and subtly caressed by your friend. Gorou's jaw tensed and his eyes brightened in recognition of his advances.
“You look radiant, time has only made you more beautiful.” The boy smiled proudly as he saw you accept the compliment, almost looking at Gorou with mockery. Like someone who thinks he stole something, he is not able to think that he can lose it, but your former partner's triumphant smile disappears when you walk away. “Come on, we haven't seen each other in a long time. Do you really have something more important to do?” Gorou's teeth finally showed as he grabbed you by the chin to make you look at him, to get you away from him. He never wanted to bite someone so hard.
“Today I'm going to be with my boyfriend.” Your words brought some calm to Gorou, although said calm could not be seen due to his annoyed gaze directed at the homewrecker in front of him. “I'm so sorry, I'm not going to trade him for someone else.”
“I just wanted to see you longer, we don't necessarily have to see each other now.” The guy's hurried words demonstrated the great change in him, now he moved with less confidence, as if his words were him walking in a minefield, and you had in your hands the control to detonate one or all of the damn mines under his feet. “If you're not free today, we can meet tomorrow or-”
“I won't be free. I'm going to be with my boyfriend.” You walked closer to Gorou, taking his free arm and still looking at your former partner. Your voice was firm and caressed the general's ears when he was shown so proudly. You got him out of there as quickly as possible, without leaving a direction or a point. meeting the homewrecker, you only went with your partner and your purchases to their joint home. The walk was silent, not because there was any fight or resentment between you, but because Gorou felt embarrassed for almost chasing the guy until he bit him.
You don't judge him, you don't bother him with bad intentions. He knows it. But his cheeks blush like a sakura mochi when you tend to his insecurity and hug him and kiss him. He gasps when you caress his cheeks and his ears and call him your good boy, the only good boy you want and need. And he feels himself deflating in your lap, under your scratches on his head.
“Who is my love?” You smile as he almost feels like he is crying with happiness. “Who is my precious pretty boy?” He feels his tail betray him and it moves from side to side, sweeping against the ground when he has been reduced to a mass that you mold between your fingers.
“M-me… It's me… And-and it will always be me…”
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largativa55 · 3 months ago
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Muéstrame
La historia original pertenece a @logansargeantsbabymom
Carlos Sainz x Fem!Reader.
Advertencias: Maldiciones, obscenidades, calentamiento de pene, sobreestimulación, sexo oral, sexo oral, esposas.
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La música en el club suena tan fuerte que no puedes escuchar tus propios pensamientos. Mis caderas se balanceaban al ritmo de la música mientras sentía un brazo alrededor de mi cintura. Al darme vuelta, vi al hombre con el que me había estado entreteniendo toda la noche, Carlos.
"Finalmente, estaba empezando a pensar que me dejaste plantada", me reí entre dientes mientras tomaba con gratitud la bebida alcohólica que me trajo. "Gracias Carlos", sonreí mientras tomaba un sorbo de la bebida.
—¿Y dejarte aquí sola con estos pervertidos? —Carlos se rió entre dientes antes de colocar su mano, que alguna vez estuvo preocupada, en mis caderas—. No me atraparías muerta dejándote aquí sola —la única mano libre que tenía se estiró para rodear su cuello, acercándolo más a mí.
El contacto visual que mantuvimos decía que todo lo que los demás necesitaban saber era: “Puedo verlo en tus ojos, quieres pasar un buen rato”, dijo Carlos lo suficientemente alto por encima de la música para que yo lo escuchara, pero nadie más, inclinándose más cerca de mí, sus labios casi tocando los míos. “Quieres poner tu cuerpo sobre el mío. Está bien, pero no cambies de opinión, no cambies de opinión”.
La distancia entre nosotros es tan peligrosamente pequeña que puedo oler el alcohol en su aliento y me está intoxicando de la mejor manera posible. Puedo ver la mirada de Carlos pasar de mis ojos a mis labios. "Tus ojos dicen por favor, pero tus labios se preocupan por preguntar".
Tengo muchas ganas de besarlo. No sé si es por su mirada, por las palabras que salen de su boca, por lo carnosos que se ven sus labios o por el alcohol que tengo en el organismo.
“No hay necesidad de luchar contra ello cuando sabes que se siente bien. Dices que eres una mujer que sabe lo que le gusta”. La mano que tenía apoyada en mi cadera se movió hacia mi nuca y me acercó más a él, pero solo para besarme la comisura de la boca. Luego comenzó a dejar algunos besos en mi mandíbula antes de susurrarme al oído: “Entonces, muéstrame”.
—Vamos, nena, sé que puedes con ello. No me des la espalda todavía —no podía pensar, Carlos acababa de sacarme mi segundo orgasmo esa noche y mis muslos no habían dejado de temblar desde el primero—. Mi nena, ni siquiera te he probado todavía, acabo de hacerte correr dos veces con mis dedos.
No pensé que fuera posible sacudirme tanto con solo tener dos orgasmos de las manos de alguien, pero Carlos siempre se propuso demostrarme que estaba equivocado.
"Te ves tan bonita ahora mismo, te ves bien para mí así de estirada. Necesito probarla", una mezcla de palabras incoherentes y gemidos se derrama de mis labios mientras sé que Carlos no se detendrá hasta que me saque al menos dos orgasmos más solo con su lengua.
La forma en que Carlos dejaba besos por mi cuello hasta el centro de mi cuerpo era celestial. No tuve tiempo de prepararme mientras lo observaba descender entre mis piernas antes de sentir que su boca atacaba mi clítoris. Un jadeo se escapa de mis labios cuando me sacudo hacia adelante y mis muslos se cierran instintivamente alrededor de su cabeza.
En lugar de abrirme las piernas, Carlos usó ambos brazos y los envolvió alrededor de mis piernas que lo estaban atrapando para asegurarse de que no pudiera detenerse, no es que quisiera hacerlo, antes de comenzar a comerme.
Pasó su lengua por mi raja con largos pasos antes de succionar mi clítoris, estoy bastante segura de que unas cuantas veces sentí su lengua entrar en mí, lo que hizo que mis manos encontraran su lugar en su cabello, empujándolo más abajo, lo que le hizo soltar un profundo gemido, que fue todo lo que hizo falta antes de que mis muslos, que ya lo estaban atrapando, se apretaran mientras mi tercer orgasmo se apoderaba de mi cuerpo.
Carlos lamió mis jugos antes de soltarme las piernas, mirándome con ojos oscuros y llenos de lujuria y un mentón brillante mientras se arrastraba hacia mí y me daba un beso casto en los labios, permitiéndome saborearme a mí misma en él. Sin interrumpir el beso, Carlos comienza a quitarse los pantalones deportivos y los calzoncillos.
—Carlos, por favor, no puedo hacer más ahora mismo —murmuro, rompiendo el beso.
"Shh, está bien. Yo me encargaré de ti. Necesito que te sientes en mi polla, ¿de acuerdo? ¿Puedes hacer eso por mí o realmente quieres parar?" Justo cuando pensé que no podía enamorarme más de Carlos, él saca esta carta.
Presiono mis labios contra los suyos en un beso de pura adoración. “Mmhmm, necesito tu polla Carlos, por favor”.
"Esa es mi buena niña, ven aquí", sus manos callosas encontraron su lugar en mis caderas mientras me tira hacia su regazo, dándole a su polla algunas caricias antes de alinearse con mi entrada permitiéndome hundirme en él.
Carlos es bastante grande, así que tiene paciencia conmigo mientras lo llevo centímetro a centímetro hasta que toca fondo por completo y me permite adaptarme a su tamaño. Justo cuando me sentí lo suficientemente cómoda para empezar a rebotar y levanté las caderas, una de las manos de Carlos que todavía descansaba sobre mis caderas se tensó y me tiró hacia abajo.
—No, nena, te sentarás aquí y hablaremos —sus manos ahora dibujan círculos imaginarios en mis caderas—. ¿Cómo ha ido tu día, linda? Una pequeña sonrisa aparece en su rostro. Bastardo , sabía lo que estaba haciendo y lo estaba disfrutando.
Un gemido escapó de mis labios mientras mi centro ansiaba fricción. En un patético intento de hacer que Carlos se rindiera y me follara, apreté su polla y sonreí para mis adentros mientras escucho un gemido gutural bajo de él.
—Por favor, Carlos, necesito moverme. Necesito sentir que te mueves dentro de mí, necesito e-esto. Por favor, por favor.- Nunca he rogado por nada en mi vida como le estoy rogando a Carlos que mueva su polla dentro de mí. ¿Quién podría culparme? Puedo sentir cada cresta y vena de su polla, comencé a apretarlo tan fuerte que juro que sentí que la sangre seguía fluyendo por sus venas cuando dejé de apretar. Estaba tan absorta en saborear la sensación de su polla enterrada profundamente dentro de mí que ni siquiera noté que Carlos me estaba hablando, al menos hasta que sentí una mano firme en mi mandíbula y otra que me golpeó suavemente la mejilla unas cuantas veces.
—Oh, ¿mi bebé se ha vuelto tonta conmigo? Te estoy haciendo una pregunta, pero apuesto a que lo único en lo que estás pensando es en cómo mi polla está enterrada tan profundamente dentro de ti que si me corriera ahora mismo, te garantizaría que te metería un bebé.- No pude soportarlo más, en contra de mi mejor juicio comencé a mecer mis caderas. Algo en la forma en que Carlos me hablaba como si no tuviera neuronas me hizo algo y estaba decidida a hacer que no solo él se corriera, sino que yo también me corriera por cuarta vez esta noche.
La cabeza de Carlos cayó hacia atrás en pura felicidad mientras las manos que estaban plantadas en mis caderas comenzaron a ayudarme a moverme, no duró mucho ya que Carlos volvió a sus sentidos rápidamente deteniendo mis movimientos. "Ahora, no te dije que podías moverte, ¿verdad?" Silencio . "Te hice una pregunta, cariño. Contéstame o acortaré esta noche". Las palabras escaparon de mi boca, quería responder. Realmente quería, pero no podía formar palabras y eso molestó a Carlos.
—Bueno, tenía planeada una noche divertida para nosotros, pero como no puedes seguir instrucciones simples —Carlos me levantó de sus caderas, dejando escapar un pequeño siseo por la repentina pérdida de contacto—. Creo que mis planes contigo se han desperdiciado —todas las palabras que se me escaparon hace un segundo ahora vuelven a fluir a mí.
—No, por favor, Carlos. Lo siento, seré buena. Te obedeceré. Necesito tu polla, necesito que me hagas correrme otra vez. —Me di cuenta de que mis palabras lo estaban afectando, pero no lo suficiente como para que me perdonara.
—No, no lo creo. Te he dado muchas oportunidades y creo que es apropiado que me mires mientras me doy placer y te dejo tirada. —Mis muslos se tensan al pensar en Carlos haciéndome mirar mientras se toca y eso no pasó desapercibido para él—. Oh, pero te gustaría, ¿verdad? No te habría tomado por una zorra sucia, pero no me quejo.
La amenaza de tocarse mientras observaba incapaz de hacer nada ya no era una amenaza cuando vi a Carlos levantarse de su cama y caminar hacia la mesa de noche, sacando dos pares de esposas negras y esponjosas y dirigiéndose hacia mí mientras abría las esposas.
—Siéntate contra la cabecera —me ordenó, y dejé escapar un chorro de humedad entre mis muslos. Obedecí sabiendo que no debería presionarlo más a menos que quisiera que esta noche terminara de verdad.
Mientras me pongo contra la cabecera, miro intensamente a Carlos mientras agarra mi muñeca y la esposa a la cama antes de subirse a la cama y casi sentarse a horcajadas sobre mí mientras esposa mi otra mano a la cama. Su polla estaba colgando frente a mi cara, así que también en contra de mi mejor criterio le doy un lametón antes de darle un beso. Una vez que las esposas hicieron clic, Carlos agarró mi cara.
“¿Me estás desobedeciendo mientras te estoy castigando? Realmente no quieres que te cuide esta noche. No, no, creo que quieres que te castigue toda la noche hasta la mañana”. Su voz era baja y seductora.
Tiré mi muñeca contra la cabecera de la cama tratando de agarrar su rostro y atraerlo hacia mí para besarlo, pero fue en vano. Observé a Carlos sentarse frente a mí mientras comenzaba a acariciar su pene y a limpiar el líquido preseminal de su cabeza usándolo como lubricante. Marca un ritmo lento mientras mueve sus muñecas, no se está tocando por placer en este momento. No, se está tocando porque sabe que quiero hacerlo pero no puedo debido a este castigo.
Me mordí el labio inferior mientras observaba el ritmo insoportablemente lento de Carlos. No sé por qué me molesta, ya que no es a mí a quien está complaciendo. Pero puede que sea eso, es tan perfecto que no debería tener que ser complacido a un ritmo tan lento, merece ser adorado, tener a alguien a quien pueda usar cuando quiera.
Carlos parecía haber tomado nota de mis pensamientos: “Te está afectando, ¿verdad? ¿Viéndome tocarme tan lentamente, sabiendo que harías lo contrario?”. Un asentimiento fue todo lo que pude hacer. “Necesito tus palabras si quieres que tu castigo termine pronto”.
—Sí, sí, me está matando, Carlos. Quiero tocarte, chuparte, quiero tu semen, lo quiero todo. Quiero todo lo que estés dispuesto a darme. —Es patético, en serio. ¿Por qué es él el único hombre que tiene este efecto en mí? Soy una mujer, por el amor de Dios, debería ser independiente y no perder el tiempo con un hombre, pero algo en Carlos me hizo tirar a la basura todo sentido de feminidad.
Si este hombre me dijera que dejara mi trabajo y me quedara en casa como en los años 50, con mucho gusto dejaría mi trabajo ahora mismo.
"Esa es mi buena chica sucia", mientras Carlos me elogiaba por usar mis palabras, aceleró sus embestidas. Me di cuenta por la forma en que su rostro se contorsionó que estaba cerca. "Cariño, me voy a correr. ¿Dónde lo quieres?" El ritmo de sus embestidas me dijo que no duraría mucho.
“En mi boca necesito saborearte”
Eso fue todo lo que hizo falta antes de que Carlos se pusiera de rodillas y empujara su polla hasta mi garganta, moviendo su polla dentro y fuera de mi garganta. Mientras Carlos seguía follándome la garganta, estaba lo suficientemente cerca como para que apenas pudiera tocarlo, pero lo hice de todos modos. Sus caderas se tambalearon y con un último empujón estaba empujando su polla tan profundamente en mi garganta mientras se corría que mi cabeza se deslizaba hacia un lado de la cabecera, pero me dio más espacio para agarrar sus caderas y empujarlo más profundamente dentro de mi garganta.
Con los muslos temblorosos, Carlos se apartó y se sentó sobre mis muslos mientras me observaba mientras yo tragaba todo su semen como dije que haría. En el momento en que Carlos se sentó, su pene semiflácido rozó suavemente mi clítoris, una ola de euforia me invadió y me corrí. Sin embargo, esta vez fue diferente, me corrí como si hubiera sido la primera vez en mi vida y todo el semen cayó sobre Carlos
"Oh, nena, te espera una larga noche", dijo Carlos mientras lamía todo lo que podía de nuestros estómagos antes de quitarnos las esposas. "Prepárate para no caminar por un tiempo".
Aquí les dejo en enlace de la historia original por si quieren ir a leerla.
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waltfrasescazadordepalabras · 7 months ago
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Una persona que no lee, o lee poco, o lee sólo basura, puede hablar mucho pero dirá siempre pocas cosas, porque dispone de un repertorio mínimo y deficiente de vocablos para expresarse. No es una limitación sólo verbal; es, al mismo tiempo, una limitación intelectual y de horizonte imaginario, una indigencia de pensamientos y de conocimientos, porque las ideas, los conceptos, mediante los cuales nos apropiamos de la realidad existente y de los secretos de nuestra condición, no existen disociados de las palabras a través de las cuales los reconoce y define la conciencia. Se aprende a hablar con corrección, profundidad, rigor y sutileza gracias a la buena literatura, y sólo gracias a ella. Ninguna otra disciplina, ni tampoco rama alguna de las artes, puede sustituir a la literatura en la formación del lenguaje con que se comunican las personas. Hablar bien, disponer de un habla rica y diversa, encontrar la expresión adecuada para cada idea o emoción que se quiere comunicar, significa estar mejor preparado para pensar, enseñar, aprender, dialogar y, también, para fantasear, soñar, sentir y emocionarse. De una manera subrepticia, las palabras reverberan en todos los actos de la vida, aun en aquellos que parecen muy alejados del lenguaje. Una sociedad democrática y libre necesita ciudadanos responsables y críticos, conscientes de la necesidad de someter continuamente a examen el mundo en que vivimos para tratar de acercarlo —empresa siempre quimérica— a aquel en que quisiéramos vivir; pero, gracias a su terquedad en alcanzar aquel sueño inalcanzable —casar la realidad con los deseos— ha nacido y avanzado la civilización, y llevado al ser humano a derrotar a muchos —no a todos, por supuesto— demonios que lo avasallaban. Y no existe mejor fermento de insatisfacción frente a lo existente que la buena literatura. Para formar ciudadanos críticos e independientes, difíciles de manipular, en permanente movilización espiritual y con una imaginación siempre en ascuas, nada como las buenas novelas.
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kaos-literario · 9 months ago
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Cartas a ti
Los domingo eran mis días favoritos, lograba salir del trabajo un poco antes y cenaba con mis padres antes de las diez. Los domingos tenían ese sabor a cereza con crema, el aroma a la miel y podía acostarme a ver mi programa favorito.
Los domingo tenían todo su potencial para ser mis preferidos, no había otro día que me gustase y que esperase con tanta ansias como un domingo. Me gustaban porque detonaba el sentimiento de finalizar con la tortura semanal, para algunos era el único día que podían ver a sus padres sin trabajar, para esos niños con paternidades presentes-ausentes. Los domingos significan una infinidad de cosas, podía quitarme la ropa sin la necesidad y caminar entre paredes como dios me trajo al mundo, porque ellas no hablarían, no contarían lo que vieron.  
Los domingos yo era libre, solía dibujar, pintar, cantar, podar y bailar.
Los domingos estaba feliz, se iba la semana y comenzaba una nueva, escribía poemas en mi tablero de los recuerdos y recortaba revistas mirando la televisión.
Y a veces, a veces podías encontrarme los domingos.
¡Oh dios mío! ¡Como hubiese deseado que ese domingo no me encuentres!
Que mientras yo jugaba a las escondidas, pudiera verme en el futuro y escucharme suplicar que escogiera un mejor escondite. Que no me tomarás del brazo y me trajeras a la realidad con solo una sacudida, si tan solo pudiera habérmelo advertido. ¡Si yo pudiera haberme escondido mejor!
Pero no paso, me encontraste antes de esconderme, un día domingo y no solo me encontraste a mí, te encontraste con una niña de siete años que suplicaba quedarse en ese castillo, arriba de las nubes y te suplicó a ti que te quedaras.
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