#las aves negras
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leregirenga · 1 year ago
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"También existen mujeres que se emocionan con las cosas sencillas de la vida, que no las conquistas con regalos. Que no se enganchan en trivialidades, a las que no les importa vestir elegante, ni hablar de autos y celulares. Hay mujeres raras que les gusta ir a tomar un café, ir al cine, a un parque y hablar de estrellas y planetas. Las patito feo, las ovejas negras, las desorbitadas que viven en la luna, las que rompen esquemas, las de sueños rotos y grietas en todas partes. Mujeres que lloran en silencio y ríen como locas, aves libres que todo lo que tocan se vuelve cielo."
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editorialtazadegato · 6 days ago
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¿Quién ríe ahora?[One-shot] [post-canon]
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Post-canon, angst, venganza, violencia, tortura, Agatha!fantasma, Lady Death. Darkfic (el último que hago antes de pasar a la programación habitual!)
No se hace enojar a Lady Death. Sólo un idiota lo haría, un idiota y Agatha Harkness.
"Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
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La muerte había abandonado el nombre Rio. Lo dejó hace siglos, muchos siglos. Lo perdió como el lado humano que había desarrollado y también como su negro corazón, al cual pudo ver hacerse trizas dentro de ella. Los restos, como cenizas semitransparentes, se fueron con el viento para desaparecer completamente y para siempre.
A partir de ese momento, la muerte no se enfocó en absolutamente nada más que su trabajo. Los cuerpos. Las almas que necesitaban ser atendidas con urgencia. Cada vez llegaban más, una después de otra, y aquello la mantenía ocupada realizando viaje tras viaje, transportándose hacia distintos lugares de la tierra a presenciar los momentos finales de cada ser viviente. Continuó haciendo visitas a Italia, Brasil, México, Francia, Rusia, Bolivia, a todos los países y ciudades del mundo para tomar los cuerpos, hacer que sus almas crucen la puerta al más allá, tomarse un par de minutos y volver a lo mismo.
Jamás volvió a mostrar su forma humana. Ni siquiera para guiar a las almas de niños, su forma original se volvió su uniforme diario y ya no necesitaba aquel cuerpo humano que no le trajo más que dolor y miseria. La muerte desearía poder tirarlo a un bote de basura en la tierra y quemarlo, pero tenía mucho trabajo que hacer.
Olvidó la piedad, la consideración, la empatía.
"De todos modos tampoco es que todos los humanos la posean, al diablo con eso"
Repetía para ella misma, porque, sin las almas, la muerte se pasaba los días sola y habían días en los cuales ni siquiera escuchaba su propia voz. Se había vuelto un ser de aspecto aterrador, digna de las peores pesadillas, pero no le importaba lo que la sucia raza humana piense, ni lo que desee. Ya cometió ese error una sola vez y se juró a sí misma no volver a caer bajo la trampa de cualquier insignificante ser viviente. Se volvieron poco menos que ganado.
"Soy el orden natural de las cosas" se repetía constantemente.
Le tocó ir de nuevo a los Estados Unidos, la muerte le guardaba un poco de fastidio al país y mucho más si se trataba de Salem, Massachusetts. Después de hacer una visita a Los Ángeles para esperar a que una mujer madura y ebria se vuele la cabeza de un balazo, apretó los puños y fue a Salem igual, desapareciendo en una niebla negra para volver a un lugar que conocía muy bien.
No podía ser ella. No justamente ella. ¿Qué clase de tortura cósmica era todo esto? Esa forma fantasmal, el cabello blanco y largo y el vestido, el aura púrpura, y la sonrisa triunfante que la hizo enfurecer.
"No esta malnacida de nuevo"
Agatha Harkness, el fantasma, flotaba con animosidad justo a unos pasos. Jugaba a atravesar cosas y un ave pequeña.
La última vez que se vieron fue en el llamado sendero de las brujas, siglos atrás. Aquel último encuentro la dejó destrozada desde entonces, aborreciendo a la mujer y haciendo intentos desesperados de quitarla de sus recuerdos con una carga enorme de trabajo duro. El único motivo por el cual Agatha pudo haberla llamado era irse como correspondía y estar lista para ver a su hijo.
"NO" pensó la muerte. "Me NIEGO a llevarme a esto. ¡NO!" Deseó irse, pero al parecer Agatha Harkness había decidido que su trabajo estaba terminado y, así como si nada, deseó irse a ver al niño. Siempre hacía lo que quería, sólo pedía las cosas y exigía ser atendida. No lo tendría esta vez, la muerte le cumplió su último deseo la última vez y se juró a sí misma no volver a ser un tapete. No más deseos, ni contemplaciones.
Deseó gritar y destruir todo a su paso, no pudo evitarlo y todos los árboles a su alrededor murieron, cayeron, las plantas se iban secando y el fantasma se aproximó observándola detenidamente.
La muerte tenía puesta la capa negra encima que jamás se quitó. Cogió su daga y apretó fuertemente el mango, algo le sucedía y no se explicaba bien qué era. Su corazón negro ya no estaba, no podía explicar ese arranque de ira.
"Cuánto tiempo" Dijo Agatha Harkness observando a la muerte con curiosidad y sin tener respuesta alguna.
Silencio.
"No pensé que llegaría a decir esto pero ya no es tan terrible verte" la voz fantasmal de Agatha hacía eco, y la muerte no dijo una palabra de nuevo. Sólo mostró la daga.
"Oh, ¡vamos! han pasado siglos. Muestra tu otra forma" Agatha sonreía maliciosamente y extendió la mano hacia su hombro, tratando de invadir su espacio personal pero la atravesó. "Yo sé que quieres" Agatha siempre se la pasaba dando órdenes y comportarse como si estuviese en un hotel de lujo a donde vaya.
Silencio.
"¿Vas a continuar haciendo este teatro? No te deja bien parada en tu trabajo, ¿o me equivoco? ¿Puedo hablar con tu supervisor? La señora Rio Vidal..." Agatha empezó a usar su clásico sarcasmo como lo hacía en vida, gastando bromas pesadas hasta que la muerte la interrumpió.
"Rio se ha ido. Soy la muerte"
Agatha se burló y siguió flotando en círculos alrededor de ella.
"Lo dices como si no lo supiera, pero te recuerdo querida que Rio también es tu nombre y es más fácil para mí decirlo así, y menos problemático para Marvel Studios y Disney, por supuesto..."
"Sólo dirígete a mí como corresponde, además ¿qué diablos haces tú aquí? Me haces perder el tiempo. ¿Vas a marcharte o no?"
"Cumplí mi misión, el trabajo no resuelto. Es tu tema ¿no? Tú ves y sabes esas cosas, es tu área. El asunto es que acabé y deseo..." Agatha hizo una corta pausa, reacomodando sus ideas. "...y deseo verlo. Tú sabias que en cualquier momento yo querría ir" Agatha fantasma se cruzó de brazos y miró fijamente al cráneo que la muerte mostraba por cara. Por una parte odiaba hacer lo que Agatha deseaba, pero otra parte de ella encontró en la acción un motivo para fastidiarla.
"Fui una guía espiritual. Conduje a Billy y a su hermano hacia donde debían ir. Volví a morir, volví a ser un fantasma porque al parecer alguien no quiso tomar mi alma" dijo Agatha en tono acusatorio. "Pero creo que es tiempo de irnos. No me sentía preparada pero ahora sí. Llévame con él." Ordenó.
Si la muerte mostrase un rostro humano, hubiese puesto los ojos en blanco.
"¿Alguien no quiso tomar tu alma? Por favor, Agatha. No seas ridícula. ¿Quién fue la que me hizo prometer que no volvería a mostrar mi cara? Es más..." la muerte hizo una pausa "tú rompiste el pacto que hicimos y lo último que hice por ti fue respetar lo que deseabas, incluso cuando no merecías nada más proveniente de mí. No haré más por ti"
"Pero debes hacerlo, es lo que siempre haces. Además, rompí el trato que hicimos" Dijo Agatha, en tono desafiante. "Así que muestra tu otra forma, con esta no me dan ganas de tener una conversación"
"¿Y qué si esta vez hago una excepción?" La muerte empezó a jugar con su daga pasando los dedos por la hoja mientras hablaba "y si ahora decido romper las reglas por mí y no llevarte a ningún lado porque no lo mereces?" Dijo calmadamente. "Si, es mi trabajo...pero así como cometí el error más estúpido de darte seis años con tu hijo, hoy puedo decir no, paso."
La sonrisa pícara de Agatha se fue desvaneciendo, y la fantasma frunció el ceño.
"No serías tan cruel. No te creo capaz"
"¿Ah, si?" Respondió la muerte en un tono burlesco. "Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
La muerte se quitó la capa mostrando una figura femenina casi esquelética, el traje tenía aspecto gastado, pero lo que horrorizó a Agatha al punto de atravesar su rostro con su mano transparente fue el enorme agujero en el medio del área del pecho. Parecía como si alguien hubiese sacado el corazón violentamente y hubiese dejado así el cuerpo. La piel se secó, dejando una espantosa vista que la muerte mostraba con orgullo, como si de un emblema se tratase.
"Nada me detiene de no llevarte a ningún lado y hacer que te la pases por aquí vagando y flotando como estúpida el resto de la eternidad. Simplemente dejarte aquí, sin que conozcas la paz, sin darte la posibilidad de que tu mugrienta alma reencarne. Si no fuera por la enorme carga de trabajo que tengo en estos momentos me quedaría a ver cómo entras en crisis y suplicas pero ya no eres importante" dijo la muerte, volviendo a jugar con su daga.
"¿Sabes? Antes te quería en el más allá, con nosotros, y me preguntaba por qué te negabas a ir...pero cambié de idea el momento en el cual te moriste por primera vez. Lo mejor de todo es que esto no afecta el balance, así que yo gano, y tú te quedas atascada aquí y ni siquiera la familia con la cual estás asociada te va a poder ayudar, esto va más allá de cualquier tipo de magia"
La sonrisa pícara que Agatha tenía al inicio se esfumó totalmente. Incluso, la forma cómo flotaba indicaba que estaba realmente asustada. El miedo podía verse en su rostro semitransparente.
"¿Y si quiero irme?"
"Decidiste ser fantasma, Agatha, lo hiciste para deshacerte de mí y lo hiciste porque SABÍAS que yo respetaría tu deseo incuso al morir, cosa que hago así no lo merezcas. Lo habrás planeado todo pero ahora yo decido si te vas o no. Así como escuchaste" La muerte disfrutaba al ver a Agatha lucir confundida y alterada.
"Pero espera..." Dijo Agatha. "No puedes hacerme eso, ¡tú me amas!" Exclamó Agatha señalando a la muerte con el dedo y la mirada fija en los orificios que tenía por ojos. "Yo sé que aún me amas"
"¿Quién dice? ¿Tú?" Contestó la muerte en un tono burlón. "Eso fue hace tiempo. Lo que quedó de esos sentimientos se fue contigo y esa escena melodramática que hiciste antes de morir. No te amo más, Agatha. Eso sí, reconozco lo buena actriz que eres, ¿Dónde está tu Emmy? a mejor actriz de serie dramática"
Agatha sólo flotaba, confundida y sin saber qué responder, sus palabras parecían quedarse atascadas.
"Pobre Agatha Harkness...por fin quiere reunirse con el pequeño Nicky...pero no tomó en cuenta que fue un pedazo de mierda en vida. Falló la estrategia está vez, Agatha"
"Primera vida" contestó Agatha. "En la segunda salvé a Billy, ayudé a esos chicos, ayudé a Jen, entendi que Nicky debía irse...y lo quería conversar contigo ¿eso no cuenta?" Agatha sonaba irritada, tenía los labios fruncidos y los brazos cruzados, sólo quedó suspendida a un metro del suelo.
"¿Y eso qué? No vas porque yo lo decido" Dijo la muerte. "No me interesa si salvaste a la humanidad, así como pude romper las reglas por ti, también lo puedo hacer contra ti. Ahora si me disculpas, tengo trabajo real que hacer, y otra cosa más..." hizo otra corta pausa.
"...no vuelvas...a mostrar...tu cara"
Dijo la muerte dándose la vuelta y a punto de desaparecer entre más niebla negra.
"Te seguiré llamando hasta que lo hagas" Dijo Agatha, muy confiada y cruzada de brazos. "No voy a parar" Agatha ya sonaba muy alterada.
"Suerte con eso, Agatha. No atiendo a más fantasmas varados en la tierra por siglos, nueva política de la empresa. Yo me buscaría un pasatiempo"
"¡RIO!" Gritó Agatha, todas las plantas alrededor de ambas entidades se habían marchitado. "¡...Por favor, mi amor, quiero ir, quiero verlo!"
Antes de desaparecer, la muerte se detuvo y volteó por un segundo.
"No esta vez, Agatha, lección aprendida, no meterse con la muerte, ¡Es una mala, muy muy mala idea! No se usa a la muerte, no se traiciona a la muerte"
Se retiró entre risas, desapareciendo, dejando un gesto con la mano mostrando el dedo medio al irse y dejando a Agatha Harkness dando un grito tan desgarrador que pudo haber espantado a las criaturas que vivían en ese bosque si no se hubieran muerto con las plantas ya marchitas.
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ghoststhatareeverywhere · 28 days ago
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Esta es la primera historia que escribo sobre algo real que me ha sucedido en mucho tiempo. Desde los 5 años tuve parálisis del sueño. La parálisis del sueño es algo que te afecta durante el sueño. Sabes que estás dormido y sabes que estás soñando... pero no puedes mover tu cuerpo ni despertar. Soy católico romano, pero en muchas religiones como el Islam, ahora sé y he oído que la parálisis del sueño se produce debido a la presencia de Shaitán. Entonces la cuestión es que antes de dormir sabía que iba a tener parálisis del sueño. Solía ​​​​dormir con mi mamá desde que era niño. Así que antes de dormir solía orar durante 2 minutos... Ave María, después de un tiempo siento algún tipo de energía dentro de mí y desafiaba al diablo diciendo que tengo mi ángel de la guardia conmigo y no vas a hacer nada para evitarlo. a mí. Después de quedarme dormido (todavía recuerdo exactamente el sueño) hubo una especie de efecto de tormenta de arena en mi cerebro... lo siguiente que vi es que estaba cayendo al suelo en manos de una bruja. La bruja me llevó a una roca y me colocó en el suelo... empezó a hacerme todo tipo de magia negra y esas cosas. No sé por qué, pero solía vestirme como un príncipe de traje y chaqueta. De repente le grité a la bruja que no me vas a hacer nada y cantaría el Ave María en mi presencia de ánimo. De repente me despertaba sin problema. Esto no fue algo de un día, continuó hasta que tuve 11 o 12 años, probablemente. Recuerdo el sueño muy correctamente porque solía ver exactamente el mismo sueño y el mismo incidente cada dos días. Mi madre me ayudó mucho durante esos años de agitación y sufrimiento consolándome y orando.
Johnny
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redcomunitaria · 1 year ago
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El escritor sin palabras
En la quietud opresiva de la noche, el alma del escritor yace atrapada en las fauces de un abismo sin fondo, como un solitario faro en medio de la tormenta, buscando desesperadamente destellos de inspiración en el vasto océano de la oscuridad. Las palabras, que solían danzar como luciérnagas en el jardín de su mente, ahora están confinadas en jaulas de dolor y silencio, como aves heridas que ya no pueden alzar el vuelo. El síndrome del túnel carpiano, ese verdugo sin piedad, ha extendido sus garras crueles y aprisionado sus manos en grilletes de sufrimiento.
Las metáforas que antes fluían con la gracia de un río salvaje han sido acalladas, como un coro de ángeles que se desvanecen en la oscuridad. Sus dedos, una vez hábiles navegantes en el océano de la creatividad, ahora son meros espectadores impotentes de su propia agonía. Cada movimiento es un recordatorio lacerante de la fragilidad humana, una sinfonía discordante de huesos y nervios que claman por un alivio que nunca llega.
El teclado, una vez su aliado confiable en la búsqueda de la expresión, es ahora un instrumento de tortura que le niega el acceso al mundo que anhela explorar. Cada pulsación es como una puñalada en el corazón, un eco sordo de la frustración que retumba en su mente. El sufrimiento se ha convertido en una constante, como un compañero siniestro que nunca se retira.
En la tela de su mente, las historias siguen tejiéndose en sueños inalcanzables, mientras sus manos yacen inmóviles, como mariposas atrapadas en telarañas invisibles. Cada frase no escrita es un lamento silente, un clamor desgarrador que resuena en las profundidades de su ser. La ironía se enreda en sus pensamientos, como espinas que se clavan en su piel sensible, recordándole la crueldad de un destino que le ha arrebatado su herramienta más preciada.
Sus ojos se deslizan por los estantes llenos de libros, testigos mudos de las historias que una vez compartió con el mundo. Ahora, esos mismos libros parecen burlarse de su impotencia, como monumentos a una época pasada de gloria y creatividad. Las lágrimas, compañeras constantes, son la tinta que ya no puede verter sobre el papel, la tinta que representa la desesperación y la impotencia en su forma más cruda.
El tiempo se desliza como arena entre sus dedos inútiles, una agonía interminable de minutos y horas que parecen eludirlo. Cada segundo perdido es un puñal que se hunde más profundamente en su corazón, un recordatorio constante de la fugacidad de la vida y la fragilidad de los sueños. Las paredes de su estudio parecen cerrarse a su alrededor, como un sarcófago que aprisiona su espíritu atormentado.
En la penumbra de la noche, el escritor se convierte en un fantasma de lo que una vez fue. Sus suspiros son versos sin rima, sus ojos cansados reflejan un abismo de dolor que trasciende las palabras. Cada intento de escribir es un acto de desesperación, como gritar en un vacío sin eco. La tragedia de su existencia se cierne sobre él como una nube negra e implacable, empañando cualquier destello de esperanza que se atreva a surgir.
Y así, el escritor lucha en la soledad de su encierro, una lucha que parece destinada a la derrota. Sus manos pueden estar atrapadas en el tormento, pero su espíritu sigue siendo un río turbulento de emociones y pensamientos reprimidos. Aunque la tinta no fluya sobre el papel, su historia se convierte en una elegía conmovedora, una sinfonía de tristeza que resuena en los rincones más oscuros de la tragedia humana.
Don Ggatto
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protoslacker · 3 months ago
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We be dancing.
I was intrigued by the notes to Esperanza Spalding and Milton Nascimeto's collaboration. In the notes there's a story of how Spalding first heard Milton Nacimento in the early 2000s when a visiting musician played Wayne Shorter's album Native Dancer. She wonders: “How could I have not known about this before?”
Last month I wrote about how a local radio station is celebrating fifty years on the air by encouraging listeners to send in up to 20 songs between 1974 and now. It's a fun excess. So I thought I'd try to put together 20 songs through a loosely defined notion of World Music. I cheated and added "Funky Kingston" from 1973 to make the list 21 songs.
As in my previous playlist i selected a bunch of songs and ordered them chronologically and then choose 4 songs for each of the 5 decades. I mixed up the songs from the decades in the previous playlist, but in this one kept the chronological order.
Here's the playlist at Youtube.
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50 Years World Music
1974 1984
Funky Kingston ~Toots and the Maytals (1973) Water Get No Enemy ~Fela Kuti and Africa 70 Band (1975) Redemption Song ~Bob Marley and the Wailers (1979) Stimela ~Hugh Masekela (1980) Biko Peter ~Gabriel (1980)
1984 1994
Free Nelson Mandela ~The Specials (1984) Sun City ~Artists Against Apartheid (1985) Diamonds on the Soles of Her Shoes ~Paul Simon (1986) Sidi h'bibi ~Mano Negra Live (1992)
!994 2004
Maracatu Atômico ~Chico Science e Nação Zumbi (1996) Chan Chan ~Buena Vista Social Club (1997) Clandestino ~Mano Chao (1998) La Negra Tiene Tumbao ~Celia Cruz (2001)
2004 2014
Panic in Babylon ~Lee Scratch Perry & The White Belly Rats (2004) Fuego ~Bomba Estéreo (2008) No Parking ~Fat Freddy'd Drop (2009) Ave Cesaria ~Stromae (2013)
2014 2024
Christopher ~Nakhane (2014) Siran Fen ~Bassekou Kouyate & Ngoni Ba (2015) "Vini Wè" ~Leyla McCalla (2022) O Baba ~Natascha Rogers (2024)
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floresclandestinas · 7 months ago
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Es que existe un bosque
donde perdí mi cordura.
Y al construir éstos versos
intento frenar mi locura...
El bosque es claroscuro
y sus aves ya no cantan.
En su bóveda negra y fría
resaltan las nubes blancas
y en las nubes, una anciana
acumulando las lluvias
que en las noches de tristezas
rodarán por la montaña.
Sus árboles parecian
pintados color congoja.
Bordeando el bosque, apartado
un paseo color dorado.
Cuando caminé en la senda
mi pie no dejó huella.
Oí una voz desde el puerto
que me gritaba "Estás muerto"
¡Arriba, un cielo nublado
abajo, un cuervo en concierto!
Lluvias y torbellinos
obstruían el camino.
Madejas de hojas y ramas
de arboles que han caído.
El temor me sobrecoge
mis ojos están perdidos
rebuscando en los escombros
algun letrero, algún sino
que me indique la salida
de este, mi bosque, escondido.
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"Psicosis del poeta"
Copyright ©️
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"El bosque es claroscuro y sus aves ya no cantan"
***
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rebuiltproject · 18 days ago
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HuntingEulemon
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Nível Adulto / Seijukuki / Champion Atributo Dados Tipo Pássaro Gigante Campo Império do Metal (ME) / Soldados do Pesadelo (NSo) Significado do Nome Hunting, do Inglês, "aquele que caça"; Eule, do alemão, Coruja
Descrição
Um Digimon pássaro gigante coberto por uma armadura metálica composta de Cromo Digizoide Obsidiana. Demonstrando uma atitude sempre imponente, HuntingEulemon é um guardião noturno que trata florestas e ruínas do Mundo Digital como seus campos de caça.
As pontas de suas asas metálicas emitem um tipo de luminescência em tom de neon que geram rastros e sons inebriantes, causando a impressão de que sua presença ameaçadora já se foi, com isso suas vítimas ficam com a falsa sensação de segurança, enquanto HuntingEulemon lê suas assinaturas digitais à distância através de seus olhos perfeitamente aprimorados para perseguições.
Embora seja raro, HuntingEulemon pode ser avistado durante o dia, guardando quaisquer locais do Mundo Digital que possam ser considerados de importância profética ou que acreditem ser terras malditas. Devido a este comportamento, lhe foi dada a alcunha de "Guardião das Maldições". Acredita-se que alguém que se deparar com HuntingEulemon e não acabar sendo atacado durante seu encontro, estará fadado a confrontar um cruel destino, já previsto pelo Guardião das Maldições, seja este destino qual for.
Embora extremamente temido por seus hábitos de caça, seu habitat e sua letalidade, HuntingEulemon é um Digimon de personalidade tranquila e protetora, contrastando suas sombras com a luz de Luxkolimon, com quem dizem possuir uma misteriosa ligação.
Suas técnicas especiais consistem em enegrecer a área ao redor de sua vítima com um tipo de névoa negra (Einbruch der Dunkelheit), para então dissuadi-la a pensar que HuntingEulemon está na direção de onde a presa pode ver as luzes de neon de suas asas (Nachthelligkeit), para enfim atacar de uma direção diferente com um ataque rasante e letal (König der Greifvögel).
Técnicas
Einbruch der Dunkelheit (Cair da Escuridão Noturna) Gera um tipo de névoa negra em volta de seus adversários. A névoa é gerada por sua armadura como uma cortina de fumaça que se espalha como se tivesse vontade própria.
Nachthelligkeit (Luminescência Noturna) As pontas de suas penas se aquecem como lâminas de energia. Ao se aquecerem, se iluminam como neon vermelho. HuntingEulemon pode utilizar suas penas como chamariz ou cortar por seus oponentes como utilizando-as como lâminas.
König der Greifvögel (Ave de Rapina Imperial) Em um ataque aéreo poderoso, HuntingEulemon desce dos céus contra suas vítimas, atacando as com ferocidade com suas asas e suas garras letais.
Wächter des Schlechten Omens (Guardião das Maldições) HuntingEulemon fica completamente coberto de uma energia vermelha e negra, como luzes de neon, gerando clones de si feitos desta mesma força. O bando de corujas gigantes então investe contra o adversário, causando danos extremos, ferindo seu corpo e dilacerando sua mente.
Linha Evolutiva
Pré-Evoluções Eulheitmon Kolibrightmon
Criado por Jonatas Carmona Artista Jonas Carlota Digidex do Orgulho
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baul-de-frases · 1 year ago
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Quizá tú ya lo sabes. ¡No!, lo sé muy bien: lo sabes. Mas no importa, algún día lo comprenderás y jamás nunca volverá todo a ser igual para ti: las aves no surcarán más el cielo con la indiferencia que lo hacían, los árboles no volverán a llorar en las tardes de lluvia con la misma simpleza que antes, y los atardeceres nunca plañirán nuevamente con esa zozobra tan característica. En todos sitios estaré yo, y mi recuerdo será tu penumbra: para siempre un eco profundo se hundirá tras de ti y largamente un leve murmullo recorrerá tus oídos cada primavera. Verás mis ojos apostarse en la infinita bóveda, en la oscuridad radiante del vasto cosmos en la negra noche.
More.
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gran-canaria-forestal · 1 month ago
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Viñátigo:El árbol que quiso ser aguacatero.
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La Persea indica, comúnmente conocida como viñátigo, es un árbol de gran relevancia ecológica perteneciente a la familia Lauraceae, la misma a la que pertenece el popular aguacatero (Persea americana). Aunque no es cultivado por sus frutos, la Persea indica tiene un rol esencial en los ecosistemas subtropicales, especialmente en los bosques de laurisilva de las Islas Canarias. A lo largo de los años, esta especie ha generado interés no solo por su importancia ecológica, sino también por su potencial uso como base de injerto para aguacateros y su aprovechamiento maderero.
A continuación, exploraremos la descripción morfológica, taxonomía, distribución, usos agrícolas y madereros, así como algunas curiosidades sobre este fascinante árbol.
Taxonomía
La Persea indica fue descrita por el botánico Robert Brown en el siglo XIX y clasificada dentro de la familia Lauraceae. Su clasificación taxonómica es la siguiente:
Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Magnoliopsida
Orden: Laurales
Familia: Lauraceae
Género: Persea
Especie: Persea indica
La Persea indica pertenece al mismo género que el aguacatero, pero ha seguido una evolución distinta, adaptándose a los bosques húmedos de laurisilva. Aunque su fruto no es comestible, comparte similitudes morfológicas y fisiológicas con otras especies de Persea.
Descripción Morfológica
La Persea indica es un árbol perenne que puede alcanzar una altura de 20 a 30 metros. Sus características morfológicas más destacadas incluyen:
Hojas: Son grandes, lanceoladas y coriáceas, con un color verde brillante en el haz y más pálido en el envés. Pueden medir entre 10 y 25 cm de largo. Las hojas son aromáticas y producen un olor característico al ser trituradas.
Flores: Las flores son pequeñas, agrupadas en panículas, de color blanco-amarillento y tienen un papel clave en la polinización de los bosques de laurisilva. Son hermafroditas y, aunque no son llamativas, son esenciales para la reproducción de la especie.
Frutos: La Persea indica produce pequeñas drupas negras o azuladas cuando están maduras. Aunque no son comestibles para los humanos, los frutos son consumidos por varias especies de aves, como la paloma turqué y la paloma rabiche.
Corteza y madera: La corteza es rugosa y de color marrón oscuro. La madera de este árbol es de buena calidad, con usos históricos en carpintería, lo que lo convierte en un recurso maderero de interés.
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Ecología y Hábitat
La Persea indica es una de las especies dominantes de los bosques de laurisilva, un tipo de bosque subtropical húmedo que se encuentra principalmente en áreas montañosas de la región de Macaronesia. Estos bosques son relictos de la era Terciaria, cuando las condiciones climáticas eran más húmedas en la región mediterránea. La laurisilva ha sobrevivido en regiones como las Islas Canarias, Madeira y las Azores debido a su microclima húmedo y moderado.
Este árbol desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio ecológico de estos ecosistemas. La Persea indica es particularmente importante por su capacidad de captar agua de la niebla, contribuyendo a la retención de la humedad del suelo, que es vital para otras especies del bosque.
Relación con la Fauna
Los frutos de la Persea indica sirven de alimento a diversas especies de aves, especialmente las palomas endémicas de Canarias. Esto la convierte en una especie clave para el ciclo de vida de estas aves, al igual que para otros animales y plantas de la laurisilva.
Distribución en las Islas Canarias
La Persea indica es un árbol endémico de la región de Macaronesia y tiene una distribución limitada principalmente a:
Tenerife
Gran Canaria
La Palma
La Gomera
El Hierro
Se encuentra a elevaciones de entre 500 y 1500 metros, en áreas de mayor pluviosidad, típicamente en las zonas de medianías y zonas altas de las islas. En las Canarias, la Persea indica es un componente esencial del dosel arbóreo de los bosques de laurisilva, contribuyendo a la conservación de este ecosistema relicto que alberga una gran biodiversidad.
Uso como Base de Injerto
Una de las áreas más innovadoras en la investigación de la Persea indica es su uso como portainjerto para aguacateros (Persea americana). Las razones para considerar este uso incluyen su tolerancia a suelos pobres y ácidos y su adaptabilidad a climas húmedos. En las regiones donde el cultivo de aguacates es limitado por las condiciones del suelo o la presencia de enfermedades fúngicas, la Persea indica podría ofrecer una solución.
Estudios recientes se centran en la compatibilidad de injertos entre la Persea indica y variedades comerciales de aguacateros, con la esperanza de mejorar la productividad y resistencia de los cultivos de aguacate en regiones subtropicales y tropicales.
Aprovechamiento Maderero
Históricamente, la Persea indica fue apreciada por su madera de alta calidad, conocida por su dureza, resistencia y buena trabajabilidad. La madera de este árbol fue utilizada tradicionalmente en la construcción de muebles, barcos y carpintería en general. Sin embargo, debido a la sobreexplotación y la deforestación, su uso maderero ha disminuido considerablemente, y hoy en día la Persea indica está protegida en muchas regiones.
En la actualidad, la tala de la Persea indica está regulada y su explotación se limita en gran medida a programas de conservación y restauración de los bosques de laurisilva. La reforestación con esta especie es fundamental para la preservación de los ecosistemas de las Islas Canarias.
Curiosidades
Pariente del aguacatero: Aunque no produce frutos comestibles, la relación genética entre la Persea indica y el aguacatero ha despertado interés en la investigación agrícola, particularmente en lo que respecta a su uso como base de injerto.
Refugio de biodiversidad: Los bosques de laurisilva donde habita la Persea indica son relictos de un ecosistema que antaño cubría grandes extensiones de Europa. Este árbol es uno de los componentes clave de estos ecosistemas, que son ahora refugios de biodiversidad únicos en el mundo.
Importancia en la captación de agua: Su habilidad para captar agua de la niebla y el rocío es crucial en el ciclo hidrológico de los bosques de laurisilva, lo que ayuda a mantener un entorno húmedo, favoreciendo la vida de muchas otras especies.
Recuperación y conservación: La Persea indica ha sido objeto de varios programas de reforestación en las Islas Canarias, especialmente tras siglos de explotación forestal y agrícola. Estos esfuerzos buscan recuperar la extensión original de la laurisilva.
La Persea indica es un árbol que me fascina especialmente y aunque no produce aguacates, ha jugado un papel fundamental en los ecosistemas subtropicales de Macaronesia, en particular en las Islas Canarias. Su posible uso como base de injerto para el cultivo de aguacates lo convierte en un recurso agrícola de gran interés. Asimismo, su madera fue históricamente apreciada, aunque su uso hoy en día está regulado para evitar la sobreexplotación. Más allá de sus aplicaciones prácticas, la Persea indica es esencial para la conservación de los bosques de laurisilva y para mantener el equilibrio ecológico en las islas que forman parte de su hábitat.
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Autor: Ángel Tavío García 2024
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canibalcolectivo · 2 months ago
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🎉 ¡Caníbal - Laboratorio Creativo cumple 10 años! 🎉
Estamos emocionadxs de anunciar que el próximo **28 de septiembre** celebraremos una década de creatividad y arte en el **Club La Oveja Negra** (Av. Jiménez # 05-36). 🥳
Invitamos a **artistas, diseñadores, colectivos y emprendimientos** a ser parte de nuestra feria de aniversario. 🎨🖌️ Esta es una oportunidad única para compartir, conectar y exhibir tu talento en un evento lleno de inspiración y diversidad.
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¡No te lo pierdas! 🎊 Vamos a celebrar juntos estos 10 años de Caníbal. 🙌 🖤🔥
Infinitas gracias a nuestros colaboradores: @laovejanegraclub @labase.fraternidad
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macavreb · 5 months ago
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Sueños y pesadillas: una gran ayuda a la creatividad
¿Qué secretos se esconden detrás de tus sueños más profundos? ¿Qué historias acechan en las sombras de tus pesadillas más perturbadoras? @vindaneal desentraña los misterios detrás de los fragmentos nocturnos que alimentan las páginas de nuestros temores.
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En los abismos de la mente humana existe un reino tan fascinante como perturbador: la ensoñación. Es aquí donde muchos escritores, en especial los de nuestro predilecto género de terror, encuentran su inspiración más macabra.
Para muchos, los sueños son la ventana al subconsciente, lienzo en blanco donde la mente pinta paisajes surreales e insondables. En contraste, las pesadillas son el lado oscuro de la experiencia onírica, donde los demonios internos y los miedos más profundos emergen, a veces, para atormentar descansos nocturnos. Pero antes de adentrarnos en ese laberinto, es crucial comprender su naturaleza.
Los sueños son experiencias subjetivas que ocurren durante el sueño REM, caracterizados por imágenes, sensaciones y emociones vívidas que a menudo carecen de coherencia lógica. Por otro lado, las pesadillas son sueños que provocan miedo, ansiedad o malestar emocional, y pueden ser el resultado de estrés, traumas pasados o trastornos del sueño. Para algunos escritores de terror, ambos son tesoros, fuentes de inspiración que pueden desencadenar sus historias más inquietantes y los personajes más perturbadores.
Un ejemplo destacado es el prolífico Stephen King, cuyas novelas están impregnadas de imágenes y temas sacados directamente de sus propios sueños y pesadillas. En su libro On Writing (2000), King revela que la idea para El resplandor (1977) surgió de un sueño vívido que tuvo mientras se hospedaba en un hotel abandonado.
Edgar Allan Poe, maestro indiscutible del macabro, encontró en sus propios sueños la chispa que encendió algunas de sus obras más emblemáticas. Su obra El Cuervo (1845) se gestó a partir de un sueño en el que un ave negra repetía incansablemente una única palabra, sembrando la semilla del terror.
Al explorar el uso de los sueños y las pesadillas como disparadores de la creatividad, nos encontramos con un mundo oscuro y fascinante, poblado de imágenes y emociones que desafían la comprensión humana. Estas experiencias nos recuerdan que la mente humana es un vasto y misterioso territorio, lleno de secretos que esperan ser descubiertos y explorados.
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El enigma de los sueños
Pero, ¿qué son realmente los sueños y las pesadillas, y qué papel juegan en la psique humana? Los expertos en el campo de la psicología teorizaron durante siglos sobre su significado y la función: según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, los sueños son la vía principal a través de la cual el subconsciente se comunica con la mente consciente.
En su obra seminal La interpretación de los sueños (1899), Freud explora las complejas capas de simbolismo que se esconden detrás de cada imagen y escenario onírico, argumentando que los sueños son el reflejo de nuestros deseos más profundos y nuestras ansiedades más arraigadas. Por otro lado, Carl Jung, discípulo de Freud, propuso una visión más amplia de los sueños como ventanas a un inconsciente colectivo compartido por toda la humanidad.
Según Jung, los arquetipos y símbolos que aparecen en nuestros sueños son manifestaciones universales de la psique humana, conectando a cada individuo con la vasta herencia de la historia y la cultura. ¿Cómo pueden los escritores de terror aprovechar este vasto reservorio de imágenes y emociones para dar vida a sus relatos más escalofriantes? La respuesta está en la capacidad para sumergirse en las profundidades de su propia psique y extraer las gemas ocultas que yacen en los abismos de la mente.
Peligros en el sueño profundo
Para muchos escritores, el proceso creativo comienza precisamente en el momento en que cierran los ojos y se sumergen en el mundo surreal. Manteniendo un diario de sueños, algunos lograron capturar la esencia misma del horror que habita en sus noches intranquilas, transformando estas visiones en narrativas que dejaron una marca indeleble en el género de terror.
Pero, como todo buen explorador sabe, los rincones más oscuros de la mente también albergan peligros inimaginables que pueden llevar a los escritores a las fronteras de la locura. Lovecraft, maestro del horror cósmico, experimentó en carne propia los peligros de adentrarse demasiado en estos abismos. Sus relatos son el reflejo de una mente atormentada por visiones que desafiaban toda lógica.
Los sueños y las pesadillas son las puertas que nos llevan a las regiones más oscuras de la mente, donde los monstruos y los demonios acechan en las sombras. Para los escritores de terror, estas experiencias oníricas son tesoros ocultos que aguardan ser descubiertos y explorados, ofreciendo un sinfín de posibilidades para dar vida al horror en todas sus formas y manifestaciones.
Así que, querido lector, la próxima vez que te sumerjas en el mundo de los sueños y las pesadillas, no temas explorar los oscuros rincones de tu propia psique. Quién sabe, tal vez encontrés la inspiración para tu propia obra maestra del terror, esperando ser despertada en las profundidades de la noche.
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sicl5 · 6 months ago
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Capítulo 4 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Región de Junon
Empezamos a andar, siguiendo a los encapuchados que ya habían retomado su camino. Estaba el ambiente un poco raro probablemente porqué nadie entendía nada.
— ¿De dónde habrá salido aquella ave…?- Preguntó Tifa.
— Cuentan que un enorme cóndor anida en el reactor de una isla solitaria…- Respondió Red XIII.- Pero también dicen que no hay forma de alcanzar dicha isla. 
— Peor para Shinra.- Contestó Barret. 
— Si no se puede ir, no hay nada que podamos hacer…- Dijo Tifa. 
— No.- Mencionó Cloud.- Ahora tenemos que ir a Junon. 
Seguimos avanzando y en el camino nos encontramos con una cría de chocobo.
— Mirad.- Exclamé.- ¡Una cría de chocobo!
— ¡Creo que quiere que le sigamos!- Dijo Aeris.
Rápidamente fuimos detrás de la cría y nos llevó a lo que parecía una parada de chocobotaxi. El cartel estaba caído y el chocobo parecía preocupado por ello. Cloud decidió ayudarlo y subir el cartel, poniéndolo bien. En ese momento el pequeño chocobo se emocionó y saltó, contento.
— Ai, era esto lo que quería.- Dije con una sonrisa.
Cloud se acercó al chocobo y este le dio una pluma dorada, como las que nos había dicho Cloe anteriormente. Cloud aprovechó para acariciar al chocobo y me morí de amor al verlos.
— Si en realidad eres todo un softie.- Le dijo Aeris a Cloud.
Él la miró por un momento antes de rodar sus ojos, algo avergonzado y seguir nuestro camino. 
Almacén del pescador
— ¿Junon está por aquí?- Preguntó Aeris.
— No. Bajo el bastión hay una pequeña aldea.- Respondió Cloud.
— Sí, bajo Junon. Es un pueblo pesquero, casi abandonado.- Añadió Red XIII.
— Los desechos de Shinra ahí arriba les caen a ellos. De algo me suena esa historia.- Dijo Barret.
Pasamos por debajo de las montañas, subiendo y bajando escaleras hasta que llegamos. El paisaje debajo de la montaña donde se encontraba Junon era espectacular, me recordaba un poco al tipo de construcción de Midgar. 
Bajo Junon
Llegamos al pequeño pueblo pesquero bajo Junon y cuando empezamos a andar hacia esta una voz de una señora nos paro.
— Esperad.- Nos dijo. Todos la miramos, algo preocupados, el grupo estaba bajo captura.- Bienvenidos a Bajo Junon, donde nunca brilla el sol. Soy Ronda, alcaldesa y responsable de la seguridad del pueblo. 
En ese momento la alcaldesa miró fijamente a Tifa y a Barret, y puso en la tablet que llevaba en la mano un cartel donde salia que AVALANCHA estaba siendo buscadas con fotos de Barret, Tifa, Jessie, Wedge y Biggs.
— ¿Qué pasa?- Preguntó Barret.
— ¿Sois de AVALANCHA?- Preguntó Ronda.
— Y si lo somos, ¿qué pasa?- Barret la miró fijamente, con cara de malos amigos. 
— Tendría que informar a las autoridades.- Dijo Ronda.- Dan 100.000 guiles por vosotros dos.
— No creo que te saliera a cuenta.- Añadió Barret subiendo su arma. 
La alcaldesa volvió a mirar su tablet con otra foto de busqueda, en este caso era de Aeris.
— Tú eres Aeris, ¿no?- Preguntó Ronda.- Tu vales 500.000. 
— Hala, cuánto.- Exclamó Aeris, sorprendida. 
— Os he visto, pero se me da bien mirar hacia otro lado.- Ronda nos sonrió.- No diré ni mu. 
— ¿Nos quieres tender una trampa?- Preguntó Barret. 
— Si conocieras la historia de este pueblo, sabrías que no. Pero si estáis a disgusto, marchad.- Nos dijo la alcaldesa.- El hostal está por ahí. No hay mucho más que ver así que si queréis, disfrutad de vuestra visita. 
— Oye.- Dije yo.- ¿No habrá pasado por casualidad por aquí un grupo vestido con túnicas negras?
— Pues yo no los he visto.- Dijo Ronda.- Pero sí a unos trajeados de negro. Dos hombres y una mujer.
— Entonces no debemos ir mal encaminados.- Mencioné.- ¿Por dónde han ido?
— Han subido con ese ascensor.- Ronda nos señalizó.
— ¡Ajá!- Dijo Barret con una sonrisa.
— ¿Qué tenéis en mente?- Preguntó Ronda.- Supongo que lo sabréis, pero ahí arriba está Junon, el bastión de Shinra. El ascensor es solo para personal de Shinra. Algo se cuece allí arriba. Han aumentado la vigilancia, y las tropas están a la que salta. Más os vale no meter a nuestra aldea en ningún embrollo. 
— No te preocupes, muchas gracias.- Le sonreí y nos miramos todos antes de avanzar.
Mientras avanzábamos por el pueblo mirabamos fijamente a nuestro alrededor.
— ¿Qué hacemos? No se ve ni una túnica por aquí.- Dijo Barret.
— Eso depende de cuál sea su destino.- Mencionó Red XIII.- Solo hay dos maneras de salir de esta zona: por mar o por aire.
— Tienes razón.- Dijo Cloud.- Deberíamos explorar por separado, a ver si podemos conseguir algún barco, o cualquier otro medio de transporte. 
— ¿Adónde habrán ido los tipos de las túnicas negras?- Pregunté. 
— De momento, centrémonos en buscar un transporte.- Dijo Barret.
— ¿Quedamos en el hostal?- Preguntó Aeris.
— De acuerdo.- Mencionó Cloud.- En marcha. 
Todos nos dividimos y decidí ir a explorar el pueblo yo sola. Lo primero que hice fue dirigirme donde estaba el ascensor pero allí solo encontré un grupo de gente del pueblo detrás de una gran valla. Ellos protestaban contra Shinra y había mucha vigilancia así que la idea de poder acceder al ascensor estaba totalmente cancelada. Decidí irme hacia la playa y allí había una chica gritando por ayuda. 
— ¡Rápido, por aquí! ¡Se va a hundir la barca!- Dijo una niña que estaba en la playa.
Rápidamente fui hacia allí y vi a una chica en una barca, esta se estaba moviendo sola, parecía que se iba a hundir en cualquier momento.
— ¡Ayudaaaa!- Exclamaba la chica.- ¡Socorroooo!
Un monstruo marino gigante la amenazaba y cuando salió del agua el bicho, le rompió la barca tirándola al agua. El monstruo daba vueltas alrededor de la chica.
— ¡Apenas tengo carne! ¡De verdad!
De golpe apareció un delfín en escena mirando a la chica. Una de las niñas que estaba en la playa gritó a la chica desde la orilla.
— ¡Yuffie! ¡Agárrate al Sr. Delfín!
Yo miraba la situación muy bien, sin saber que hacer y en ese momento apareció mi grupo que imagino que por los gritos se enteró de lo que estaba pasando. La chica, de nombre Yuffie, se agarró al delfín y aunque sí parecía que funcionaba cuando casi estaba en la orilla, el monstruo la lanzó por los aires haciendo que al caer, cayera rodando por la orilla, inconsciente. Nos acercamos rápidamente a ella, corriendo.
— ¡Eh, eh, eh!- Exclamó Barret apuntando hacia donde había salido el bicho por última vez.
— ¡Volad por los aires a ese bicho como si fuera un reactor!- Dijo Ronda llevándose rápidamente a Yuffie de allí. 
— ¡Hay que distraerlo!- Dijo Cloud.
Barret empezó a disparar en dirección al bicho y rápidamente corrimos hacia una plataforma del puerto, encima del mar. El monstruo se puso debajo de la plataforma, dando vueltas y salió empezando a nadar pero por el aire, volando.
— ¡Ven aquí!- Exclamé yo sacando mi espada. 
El bicho solo se acercaba a nosotros para atacarnos pero el resto del tiempo se mantenía en el aire así que solo llegaba Barret con sus balas, Aeris con su báculo y yo con mis materias. Usé la materia de análisis, como siempre y vi que la debilidad de la bestia del pozo era el electro así que rápidamente empecé a usar ELECTRO+. 
El bicho se metia de vez en cuando en el agua y nos atacaba desde su sitio más seguro y eso fue un punto de inflexión. Cuando pensábamos que ya habíamos terminado con él y solo le quedaba un golpe el bicho se escapó por el agua. 
— ¡EH!- Exclamé rápidamente.- ¡Vuelve aquí!
En ese momento avispé el delfín así que se me ocurrió una idea. Empecé a correr a toda velocidad por el puerto y salté encima del delfín, que me ayudó a impulsarme y darle el golpe de grácia al monstruo.
El monstruo cayó derrotado al fondo marino y el delfín se puso super contento de haberme ayudado, dando vueltas a mi alrededor y saltando. 
— ¡Que monada!- Sonreí haciéndole pat al delfín.
De golpe escuché gritos desde la orilla y al mirar vi como intentaban reanimar a la chica, Yuffie, parecía que no respiraba. Empecé a nadar rápidamente hacia allí y al llegar a la orilla la alcaldesa me miró.
— ¡Eh! ¡Échame un cable!- Me dijo Ronda. Rápidamente me acerqué y me puse de rodillas al lado de Yuffie.- Intenta pasarle aire por la boca, yo aprieto. 
Levanté el rostro de Yuffie para conseguir que su cabeza quedara lo más recta posible y le tapé la nariz. Me acerqué a ella y junté mis labios con los suyos tirandole aire para conseguir que respirara. En ese momento Ronda le hizo RCP y la chica empezó a toser, salvandole por fin la vida. Ella al darse cuenta de la situación y verme tan cerca rodó hacia el lado, avergonzada, levantándose y tirando unos puñetazos al aire.
— Pero, ¿¡qué haces!? ¡Fresca!- Dijo Yuffie mirándome fijamente. En ese momento levanté mis cejas flipando. 
Yuffie en ese momento se nos quedó a todos mirando, a todo el grupo y hizo una sonrisa.
— Son invitados míos.- Dijo Ronda.- Te han salvado la vida. 
— ¡Anda!- Exclamó Yuffie dándose golpecitos en la cabeza.- ¡Perdón! Me habéis salvado, y yo insultándoos…
— Yuffie, será mejor que te vayas a descansar.- Mencionó Ronda. 
— Sí, eso haré.- Respondió Yuffie. Nos miró y nos dijo adiós con la mano, con una sonrisa.- ¡Graciaaas!
— ¡Un "graciaaas" y se va tan pancha!- Exclamó Barret imitandola. 
— Bueno parecía una cría.- Dije yo levantándome del suelo y sacándome la arena del vestido.
— No es por criticar.- Dijo Barret.- Pero qué pocos modales tiene la juventud. 
— Bueeeno…- Dijo Aeris intentando calmar la situación. 
— ¿Quién era?- Preguntó Cloud.
— Se llama Yuffie, ¿no?- Pregunté.
— Sí.- Dijo Ronda.- Es otra invitada. Nunca faltan viajeros cuando el mundo está tan revuelto. 
En ese momento decidimos salir de la playa e ir hacia la plaza del centro del pueblo y allí mismo vino Yuffie corriendo hacia nosotros, como si fuera un ninja.
— Sois los disidentes de AVALANCHA, ¿a que sí?- Nos preguntó con una sonrisa. 
— Pero cómo…- Dijo Barret. 
— ¡Soy superfan vuestra!- Exclamó Yuffie super emocionada.- ¡Me caéis mucho mejor que la célula principal! 
Barret y Tifa se miraron un momento para luego mirar a Yuffie.
— Vaya, sí que estás enterada.- Dijo Barret orgulloso de él mismo.
— ¿Podemos hablar luego? Os quiero pedir un favor.- Exclamó Yuffie.- Y os tengo que dar las gracias. ¿Vale?
— Bueno… Pues ven mañana al hostal.- Dijo Barret con una sonrisa. 
— ¡Sí, señor! ¡Genial, hasta mañana!- Yuffie se fue super contenta.
— Esa nos está haciendo la pelota.- Mencionó Barret.- Pero bueno, es una cría. Podemos seguirle la corriente. 
— Te ha hecho ilusión, ¿eh?- Le dijo Tifa a Barret. Todos le mirábamos con una sonrisa. 
— Venga, vamos al hostal.- Dijo Barret riendo, ilusionado. 
Entramos al hostal y el hostelero nos recibió con una sonrisa.
— He oído que has sido la heroína del momento en la playa.- Me dijo el hostelero.- ¡Muchas gracias por ayudar! Ronda me ha pedido que os trate como huéspedes de honor. Esto… ¿Queréis cinco habitaciones?
En ese momento Red XIII miró fijamente al hostelero y empezó a gruñir, no lo tuvo en cuenta. 
— Da igual, ya cedo yo mi habitación.- Dije mirando a Cloud.
— Si, no me importa compartir.- Cloud se cruzó de brazos.
— ¡Estupendo!- Dijo el hostelero.- No tenéis que pagar ni un gil. Quiero agradeceros por haber ayudado a Priscila. 
— ¿Quién es Priscila?- Pregunté.
— Ah, la niña que ha pedido la ayuda desde la playa.- Me respondió el hostelero.- Las habitaciones son pequeñas, pero espero que descanséis a gusto. Hacía tiempo que no teníamos tantos huéspedes. 
— Bueno, entonces… nos vamos a descansar.- Barret nos miró fijamente a Cloud y a mi cuando dijo la palabra descansar.
Todos fueron a las habitaciones rápidamente y Cloud me miró.
— Te espero en la habitación.
En ese momento también fue hacia allí, adelantándose a mí. Me adentré en el pasillo del hostal y escuché a Aeris hablar con alguien, había dejado la puerta medio abierta. Yo me puse en la puerta, apoyada en la pared, escuchando.
— ¿Ella ya lo sabe?- Dijo una voz totalmente desconocida al otro lado de la puerta de Aeris.
— No. No creo que sea el momento aún… Pero es que, lo único que sé es que me falta algo.- Dijo Aeris.- Pero no sé el qué. Me tiene de los nervios. 
— ¡Puñeteros Ecos!- Exclamó esa voz.
— Desde entonces no han vuelto…- Siguió Aeris. 
En ese momento se dieron cuenta de mi presencia y Aeris se giró mirándome por el hueco de la puerta que había dejado abierta.
— ¡Sil!- Exclamó Aeris abriéndome la puerta. 
— ¿Hay alguien contigo?- Pregunté.  
En ese momento Red XIII salió de la habitación yendo directamente a la suya, sin decir nada más.
— Vaya.- Dije.- No lo había reconocido. 
— Gracias por preocuparte.- Me dijo Aeris con una sonrisa.- Tienes carita de cansada… Deberías ir a dormir, ¿si?
En ese momento nos despedimos y ella cerró la puerta. Me quedé algo rara por la conversación y porque noté a Aeris algo nerviosa. Subí las escaleras sin darle importancia y vi a Cloud, apoyado en la puerta de la habitación que le había tocado a Tifa. Él me miró y yo lo miré y sin decirnos nada entramos juntos a nuestra habitación. 
— ¿Habéis hablado las cosas?- Le pregunté cerrando la puerta al pasar. 
— Algo.- Me respondió Cloud. 
— ¿Estás bien?- Lo miré fijamente, entre nosotros había distancia.
— Yo también tengo algo que preguntarte.- Me dijo Cloud mirándome fijamente también. 
— Dispara.- Dije yo agarrando una de mis materias y empezando a moverla con mi mano. Me ayudaba a estar más tranquila. 
— Sobre Tseng…- Él desvió la mirada. No pude evitar sorprenderme ante la mención de Tseng.- Él y tú… 
— ¿Estás preocupado por eso…?- Pregunté guardándome mi materia y acercándome a él.- Tseng y yo hablamos… Él me confesó que me quería… pero sabe que no puedo corresponderle los sentimientos. En mi cabeza está otra persona… 
En ese momento Cloud me miró fijamente a los ojos. 
— Si.. y…- Continué.- Es que yo… no puedo parar de pensar en ti…  
Cloud se acercó a mí al escuchar esas palabras y me agarró en brazos. No pude evitar sorprenderme por un momento y me agarré fuerte a él. Cloud me apoyó contra la pared y me besó, de manera muy intensa. La luz del atardecer iluminaba la habitación acompañando la situación. Puse mi mano en el pelo de Cloud y me agarré fuerte a él, siguiéndole los besos. Nuestras lenguas se juntaron como si bailaran agresivamente, la saliva salía de nuestra boca. Nos estábamos comiendo
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Al terminar de darnos todo lo que nuestro cuerpo necesitaba, me giré un poco y lo besé. Este beso contenía todo lo que sentía por él, se me salía por la boca. No tardamos demasiado más en dormirnos tal cual, juntos, toda la noche. 
A la mañana siguiente escuché que alguien tocaba a la puerta y me desperté de golpe. Me levanté de la cama y puse bien mi ropa, poniéndome mi ropa interior. Me peiné con las manos y moví a Cloud rápidamente haciendo que se despertara. Volvieron a picar, esta vez con más fuerzas.
— Vistete, corre.- Le dije rápidamente a Cloud.
Él asintió y se levantó rapidísimo de la cama. Yo abrí la ventana de la habitación y cuando vi que Cloud casi estaba abrí la puerta. En ese momento vi a Yuffie quien me sonrió y pasó directamente a la habitación. 
— Vamos, pasad.- Dijo Yuffie mirando atrás. 
Cuando miré vi literalmente a todo el grupo y ellos también entraron a la habitación. Me sonrieron al pasar.
— ¡Eh!- Dijo Cloud, aún estaba atándose el cinturón. 
Aeris miró fijamente la habitación y sus ojos se pararon en la cama que estaba totalmente deshecha y probablemente manchada. Ella me sonrió de manera cómplice y no pude evitar sonrojarme, creo que lo había entendido.
Yuffie se subió al baúl de la habitación y todos la miramos.
— ¡Genial, ya estamos todos! Soy Yuffie, cazadora de materias y agente especial del nuevo gobierno de Wutai.- Yuffie sacó sus materias y empezó a hacer una actuación de malabares con ellas. Me la quedé mirando fijamente.- He venido desde muy lejos para hacer que Shinra muerda el polvo. ¡Por algo soy descendiente de los shinobi!
Ella sonrió y todo el grupo nos miramos, sin entender absolutamente nada. 
— ¿Wutai?- Preguntó Tifa. 
— ¡Sip!- Exclamó Yuffie.- Lo que me lleva al favor que comentaba. ¿Qué tal si os unís a mí? Puesta a colaborar, prefiero que sea con vosotros que con la célula principal. 
— Los ninjas son sinónimo de dos cosas.- Dijo Barret.- El espionaje y el asesinato. Nosotros no nos metemos en esos asuntos. 
— ¡Acusica!- Dijo Yuffie señalando a Barret.- Pero… bueno, algo de razón tienes. 
Yuffie nos hizo un gesto de que nos acercaramos a ella y todos nos miramos antes de hacerlo, no entendíamos nada. 
— Ya estoy muy lejos de Wutai.- Mencionó Yuffie.- Y he tenido que ganarme el pan mientras les buscaba las cosquillas a Shinra. Llegué aquí en busca de algún trabajillo… y, mira tú por donde, ¡Ronda me encargó un asesinato! Mi objetivo es… ¿Lo adivináis?
La miré fijamente y me reí un poco al escucharla.
— No te hagas la interesante.- Dijo Cloud. 
— Pues es… ¡el nuevo presidente de Shinra!- Exclamó Yuffie.- ¡Rufus Shinra, ni más ni menos! ¿Cómo se os queda el cuerpo? Dicen que vendrá pronto a Junon, la ciudad sobre este pueblo. Por lo visto, va a participar en un desfile. La gente de aquí odia a Shinra, porque les robaron su patria y hasta la luz del sol. Esta es una gran oportunidad para…
Yuffie hizo el gesto de muerte y nos miró con una sonrisa.
— Qué cosas.- Dijo Barret.
— La alcaldesa os va a vender a Shinra para financiar mi pago.- Dijo de golpe Yuffie.
— ¿Eh?- Exclamó Barret de golpe. 
En ese momento escuchamos el motor de una moto venir de fuera del hostal.
— De hecho, parece ser que ya os ha vendido…- Dijo Yuffie con una sonrisa.- Bueno, ¡siempre podéis uniros a mí!
— ¡Oye!- Exclamó Barret al ver que Yuffie se quería ir por la ventana de la habitación. 
— ¡Sé que estás ahí, amigo mío!- Exclamó una voz familiar desde fuera del hostal. 
— Yo hablo con Priscila para que os ayude a subir.- Dijo Yuffie.- ¡El resto es cosa vuestra!
En ese momento Yuffie saltó por la ventana, escapando y la voz volvió a sonar.
— Sal aprisa ¡o entraré yo, a lomos de mi motorizada montura! ¡Vamos, amigo mío!
— ¿Quién es?- Preguntó Tifa. 
— Mejor que no entre. Vamos fuera.- Dijo Cloud. 
En ese momento todos salimos rápidamente hacia fuera del hostal y allí estaba el tío de la moto que nos encontramos en Midgar aquella vez, Roche.  
— ¡Por fín, amigo mío! ¡Veo que sigues con la misma bonita chica de la última vez! - Exclamó Roche mirándonos. Cloud suspiró.- ¡Sigues tan tímido como siempre! ¡Te traigo buenas noticias! Me han situado al frente del escuadrón para proteger a Aeris. He venido a hacértelo saber.
En ese momento Aeris se señaló, preguntado si era ella y Tifa y yo nos pusimos delante de ella, para protegerla. 
— ¿Has venido solo?- Preguntó Cloud. 
— Ajá. He pasado a saludarte, sin más.- Dijo Roche montando en la moto.- Te rogaría un duelo a todo gas, pero… estas callejuelas no me suben las revoluciones. Y sé que ambos ansiamos un duelo que haga saltar chispas, ¿cierto? En la plataforma nos espera un asfalto más digno. ¡Aguardaré nuestro encuentro ahí arriba, amigo mío! Y conserva bien el premio.
Roche me guiñó el ojo y le dio al motor saliendo disparado de allí. 
— Ese tío está mal de la chota.- Dijo Barret. 
— Será mejor que nos vayamos de la aldea antes de que haya más problemas.- Mencionó Tifa. 
— Yuffie dijo que habláramos con Priscila si queríamos subir, ¿no?
— Tenéis maña para enfrentaros a Shinra, ¿eh?- Dijo la alcaldesa viniendo hacia nosotros.
— Conque al final nos has traicionado…- Dijo Barret.
— Qué poca vergüenza.- Dije yo cruzándome de brazos. 
— Tomad, no es mucho pero es vuestro.- Dijo Ronda dándole una bolsa de dinero a Barret.
— ¿A qué viene esto?- Preguntó Barret.
— Es de la recompensa que daban por vosotros.- Dijo Ronda.- Desde un principio, tenía pensado compartirla. No tiene sentido no hacerlo. Ambos somos enemigos de Shinra.
— ¿¡Y qué habría pasado si ese nos hubiera detenido!?- Exclamó Barret. 
— Ya habría buscado la forma de ayudaros.- Respondió Ronda.- Pero no ha habido necesidad. Solo nos queda rezar para que Yuffie cumpla con su parte. 
En ese momento Ronda se marchó y a mi me dio por mirar el saco contando las monedas.
— ¡Que pedazo de rata!- Exclamé.- Solo nos ha dado 5000 guiles. ¡Y daban más de 600000!
— Quizás no nos ha vendido a todos…- Me dijo Tifa intentando calmarme.
— Bah, que más da.- Expresé.- Vamos a la playa, que el tiempo si que es oro. 
Bajamos rápidamente y fuimos donde se encontraba Priscila que se dio cuenta de nuestra presencia.
— ¡Ah, hola!- Dijo Priscila.
— Yuffie nos ha dicho que puedes ayudarnos a subir a la plataforma.- Dijo Cloud. 
— ¡Qué emoción!- Exclamó Priscila.- ¡Claro que os ayudo! ¿Sabéis? Yuffie ha estado investigando y ha dicho que, para subir a Junon, ese barco es el modo más suoerfácil.
Priscila nos señaló el gran barco que colgaba del techo de Junon justo en el puerto, pero que no llegaba al agua, estaba bastante alto. 
— ¡Mirad, se controla desde allí!- Nos dijo Priscila.
— Alguien tiene que subir a la sala de control y bajar el barco.- Dijo Red XIII.- Así, el resto del grupo podrá subir a bordo. 
— El problema está en cómo llegar a la sala de control.- Mencionó Cloud.
— "Alto voltaje"- Leyó Tifa de repente.
— Sí, pasan la corriente para que nadie pueda trepar por ahí.- Explicó Priscila.
— Típico de Shinra.- Mencioné.
— Entonces es imposible.- Dijo Barret.
— ¡No si os ayuda el Sr. Delfín!- Dijo Priscila con una sonrisa haciendo entrada al delfín de ayer.- El Sr. Delfín es genial. Esto… ¿Os cuento cómo conocí al Sr. Delfín? Un día estaba yo nadando y oí su llamado, como: "¡fiuuuu! ¡fiuuuu!" 
— Perdona.- Cloud interrumpió a Priscila.- Tenemos prisa… 
Parece que a la niña no le sentó demasiado bien y yo me acerqué a ella.
— Yo si quiero escucharlo, pero… ¿qué tal si me lo explicas la próxima vez que nos veamos?- Le sonreí.
— ¿De verdad?- Me preguntó Priscila. 
— ¡Sí! Te lo prometo.
— Bueno, ¿cómo hacemos para subir?- Preguntó Barret.
— El Sr. Delfín dará impulso a uno de vosotros para saltar muuuuy alto y llegar a los controles. ¿Quién quiere que le ayude el Sr. Delfín?
En ese momento todos me miraron a mi y yo sonreí.
— Bueno si no hay remedio, no me importa.- Dije con una risita. Me gustaba la idea.  
— ¡Bien!- Dijo Priscila.- ¿Estás lista?
Asentí y me tiré al agua y miré a mi equipo desde allí quienes me sonreían. Rápidamente empecé a segur a Sr. Delfín nadando hasta que se paró para que me subiera a él. Eso hice y rápidamente a toda velocidad el Sr Delfín empezó a nadar por las aguas, yendo lo más lejos posible para poder coger toda la carrerilla necesaria. Cuando llegamos al punto más lejos el Sr. Delfín cogió toda la velocidad y cuando estábamos cerca me lanzó al aire, yo di una voltereta y en ese momento el Sr Delfín me volvió a impulsar hacia más arriba con su cola, llegando perfectamente a la sala de control 
En ese momento miré al grupo y todos celebraban que lo había conseguido. Incluso Cloud tenía una sonrisa en la cara.
— ¡Toma ya!- Exclamó Barret.
Sonreí saludándoles y rápidamente fui a ver la sala de control. Estas cosas se me daban bien y lo único que tenía que hacer era bajar el barco. Me acerqué a una palanquita que había y empecé a bajar poco a poco el barco, hasta que llegó abajo del todo.
Vi como se montaron en el barco y Barret me saludó desde abajo.
— ¡Subenos, anda!- Exclamó Barret. 
Empecé a subir el barco y cuando llegamos a la misma altura vi a Tifa y Aeris quienes estaban super emocionadas.
— ¡Sil!- Exclamó Aeris muy contenta.- ¡Nos vemos arriba!
En ese momento crucé la mirada con Cloud y no pude evitar desviarla, poniéndome toda roja. Les seguí subiendo el barco hasta que llegó arriba del todo, ahora solo me quedaba subir a mi. 
Pasarela de mantenimiento.
Salí de la sala de control y empecé a subir las escaleras llegando a una sala que parecía de mantenimiento. Tenía que llegar arriba del todo lo más rápido posible para reunirme con el grupo y no tardé demasiado en verlos, allí estaban.
— ¡Sil, aquí estás!- Dijo Aeris con una sonrisa.  
— Vamos para arriba.- Dijo Cloud al verme.
Empezamos a avanzar lo más rápido posible por los aposentos, habían bastantes centinelas pero ninguno notó nuestra presencia. En una de estas, salimos a un balcón que daba directamente al cañón de Junon. Cloud miró hacia abajo de donde estábamos para comprobar la situación.
— Hay menos vigilancia de lo que me esperaba.- Señaló Cloud.
— A lo mejor están preparándose para el desfile.- Dijo Aeris. 
— No tienen tiempo para nosotros, por lo que se ve.- Mencionó Barret.
— Pues nos viene fenomenal.- Dijo Tifa con una sonrisa. 
— No va a ser tarea fácil buscar a los de las túnicas en una ciudad tan grande.- Añadió Red XIII. 
— No veo a ninguno por aquí, imagino que estarán por las calles de la ciudad.- Dije yo con una sonrisa. 
Aeródromo de Junon. Pista de aterrizaje.
Empezamos a subir y vimos una nave gigantesca encima nuestro.
— Oye, Cloud, ¿y esa nave?- Preguntó Tifa.
— Es la Highwind.- Respondió Cloud.- La aeronave insignia de Shinra, la más rápida y avanzada del mundo. 
— ¿Qué tal si nos la agenciamos y nos dejamos de barcos?- Preguntó Barret.
— Para manejar una aeronave de esas hace falta un piloto cualificado.- Respondió Cloud.- Y una tripulación. 
— Vaya. Qué chasco.- Dijo Tifa. 
— Entonces solo tenemos la opción del barco.- Dije yo.- Vayamos a buscar uno. 
Estaba lleno de centinelas pero ninguno nos hacía caso al pasar por al lado de ellos. Parecía que sí, que de verdad, no les interesabamos ahora. Llegamos a un ascensor y empezamos a bajar una planta inferior. 
��rea de supervisión del aeródromo. Hangar.
Empezamos a andar siguiendo los caminos que veíamos. Todos los centinelas hablaban del desfile y de lo importante que era ya que se presentaba el Presidente Rufus por primera vez como presidente de Shinra desde la muerte de su padre.
— Cloud, ¿conoces bien Junon?- Preguntó Aeris.
— Es una ciudad militar, con un reactor submarino.- Respondió Cloud.- En tiempos de guerra, se convierte en un bastión inexpugnable capaz de repeler cualquier ataque por mar. Gracias a sus puertos de mar y aire y su ubicación estratégica, es casi tan importante para Shinra como Midgar. 
— Ya… Yo más bien preguntaba si conoces algún restaurante bueno, o sitios que ver.- Dijo Aeris. No pude evitar reir un poco.
— Me temo que no.- Mencionó Cloud.
— Tampoco me extraña, siendo tú.- Añadió Aeris.
— Aeris.- Dijo Barret de golpe.- ¿No estarás pensando irte de turisteo? 
— Uy, qué va.- Dijo ella riendo un poco también.- ¡Mirad allí!
Nos acercamos a ver a que se refería y vimos a un grupo de centinelas siguiendo órdenes de una comandante. Rápidamente se fueron.
— Por cierto.- Dijo Barret.- No he dicho nada porque no quiero que nos alteremos, pero… 
—¿Qué?- Preguntó Cloud.
— Tenemos a Rufus aquí al lado, ¿y vamos a pasar de largo?- Exclamó Barret.- No digo que nos lo carguemos, pero sí que me apetecería decirle dos cosas bien dichas. Y, de paso, darle un guantazo.
— Por mi bien.- Dije con una sonrisa. Barret me miró, sonriéndome.
— Yo opino igual.- Dijo Aeris de golpe.- Los Turcos nos habían dicho que nos perseguirán más y luego viene el de la moto y dice que nos escolta. ¡A ver si se aclaran!
— Es verdad.- Dijo Tifa.- Pero no sé cómo vamos a hablar con el presidente… 
— Yo sé cómo.- Dijo Cloud de golpe. 
— ¡Les reventamos el desfile!- Dijo Barret con una sonrisa. 
— No. La mayoría de los participantes son militares. Demasiados enemigos a la vez.-  Dijo Cloud.- Pero si me hago pasar por un participante, podré acercarme a Rufus. No levantaré sospechas hasta el momento crítico. 
— ¿Lo dices en serio?- Preguntó Tifa. 
— Totalmente.- Expresó Cloud. 
— ¡Toma, misión de infiltración!- Exclamé.- Actuar se me da bien, ya veréis como todos se lo creen.
— Venga.- Dijo Cloud.- Barret y Red, vosotros será mejor que comprobéis la ruta al puerto y cuánta vigilancia hay. Y tendréis que buscar a los de las túnicas, claro. 
—¡Venga, hombre!- Exclamó Barret.
— El plan consiste en no destacar con un uniforme de Shinra.- Mencionó Cloud.
— Pero si Sil es mucho más bajita de lo que piden para ser centinela.- Barret me señaló.
— ¡Oye!- Exclamé y me crucé de brazos, ofendida.- ¡No soy tan bajita!
— Pero a Sil se le da bien la infiltración.- Dijo Cloud.- Nos vendrá bien tenerla con nosotros.
— Hmmmm… Me parece razonable.- Dijo Red XIII.
— Ni lo menciones.- Respondió Barret. 
— Bueno, nos marchamos, que tenemos que conseguir dos uniformes.- Cloud me miró y me hizo un gesto para que fuera con él.
En ese momento Tifa y Aeris vinieron con nosotros cuando Red XIII y Barret se marcharon. Cloud las miró sin entender qué hacían.
— Yo me apunto.- Dijo Tifa con una sonrisa. 
— ¡Que emoción!- Dijo Aeris contenta.- Por ahí, ¿no?
— Seremos las mejores centinelas, ¡ya lo veréis!- Exclamé.
Me reí y fui con ellas rápidamente, avanzándonos a Cloud. Una organizadora en la zona nos ponía prisa.
— Quien no se haya cambiado aún, que lo haga ya. Hay uniformes planchados a su disposición.- Dijo la organizadora.- Dense prisa, por favor.
Vestuario.
Al entrar vimos un montón de uniformes y los típicos cascos de centinela. Las tres corrimos rápidamente hacia allí.
— ¡Bingo!- Exclamé contenta. 
— ¡Qué cambio de look!- Dijo Aeris agarrando un casco.
— ¡Vamos a ponérnoslos!- Mencionó Tifa con una sonrisa. 
Cada una agarramos una caja con un uniforme y nos metimos a los probadores. Los pasos de Cloud se escuchaban aproximándose. 
— Media vuelta, centinela.- Escuché la voz de Aeris.
Me cambié rápidamente y si es verdad que la ropa me venía enorme sobretodo de largo. Salí con mi casco puesto y vi a Tifa y Aeris quien rieron al verme.
— ¡Sil!- Dijo Tifa riendose.- Te va larguísimo.
— ¿Verdad?- Dije riéndome también.- Esto no está hecho para mi.
— Espera que te ayudo.- Dijo Aeris agachándose con la risita y poniéndome bien los pantalones, haciendo un apaño.- ¡Ale ya está!
— ¡Muchas gracias!- Las tres nos miramos riendo un poco.- Oye, ¿qué tal si… apuntamos a Cloud con las pistolas cuando salga del vestidor?
— ¡Sí!- Exclamó Tifa riendo.
— ¡Buenísima idea, Sil!- Aeris nos dio las pistolas.
Esperamos a que Cloud saliera y cuando lo hizo lo apuntamos las tres juntas por la espalda con la pistola.
— Alto.- Dijo Tifa.
— No te muevas.- Dijo Aeris justo después.
— ¡Estás arrestado!- Exclamé yo muy metida en mi papel.
Cloud levantó las manos y se giró mirándonos pero sus ojos se posaron en mi. Yo sonreía contenta.
— ¿Qué tal?- Le preguntó Aeris haciendo una pose con la pistola.
— ¿Qué tal?- Le preguntó Tifa haciendo su pose con la pistola también.
— Y… ¿qué tal?- Le pregunté yo haciendo otra pose.
— Dais el pego.- Dijo Cloud.
Las tres nos miramos contentas y sonreímos. En ese momento Cloud pasó de nosotras y empezó a andar.
— Ya somos centinelas perfectas.- Dijo Aeris con una sonrisa. 
— No basta con el uniforme; tendréis que hablar y comportarnos como ellos. Fijaos en lo que yo haga.- Mencionó Cloud.
Salimos del vestuario y un comandante de golpe nos paró.
— Alto.- Nos dijo el comandante. 
Los cuatro nos pusimos en línea recta, en posición militar. Y el comandante nos miró las caras a cada uno de nosotros.
— Vosotros cuatro no estabais en el ensayo. ¿Osáis llegar tarde?- Preguntó el comandante con voz de sargento. 
— ¡Le rogamos que nos disculpe!- Exclamó Cloud de golpe.
— ¡Lo sentimos mucho!- Exclamamos Aeris, Tifa y yo siguiéndole el rollo. 
— ¡Mantecatos!- Exclamó el comandante.- ¿Es que no sabéis lo importante que es este desfile? ¡Ya estáis entrando! La comandante evaluará si domináis la formación. Quien cometa el más mínimo error… acabará en la panza de un bégimo… ¡como una chuletilla!
Sala de guardia.
Cloud empezó a andar modo militar detrás del comandante y rápidamente Tifa le agarró del brazo parandolo en seco. 
— ¿Qué hacemos?- Le preguntó Tifa a Cloud.
Aeris y yo nos paramos también y los miramos, acercándonos.
— Las formaciones nunca se olvidan.- Dijo Cloud.- Vosotras haced lo que haga yo.
— No sé si podremos…- Dijo Aeris.
— Solo nos queda confiar…- Agregué yo.
— ¡Dejad de cuchichear y entrad de una vez!- Exclamó el comandante de golpe señalando al cielo, mirándonos super fijamente. Me estaba costando aguantar la risa.
— ¡Sí, señor!- Exclamamos al unísono.
Rápidamente fuimos a la siguiente sala, allí se encontraba la comandante. 
— ¡Firmes!.- Nos dijo el comandante. 
Los cuatros nos pusimos firmes de la mejor manera posible. 
— Tenéis mucho descaro saltándoos el ensayo general.- Dijo la comandante de golpe.- ¿Creéis que no os hace falta? 
La comandante se acercó a mí y me agarró de la barbilla, mirándome fijamente a los ojos.  
— De acuerdo, entonces. Veamos si tenéis lo que hay que tener.- Volvió a decir la comandante.- Si veo un solo error, os mando a cepillarle los dientes a un molbol, ¡pero por dentro! ¿Queda claro?
Agarramos las escopetas y nos pusimos en fila, uno al lado del otro, con la posición inicial. 
— A la de tres. Un, dos, ¡tres!- Exclamó el comandante.
Tifa, Aeris y yo empezamos a seguir de reojo lo que Cloud hacía. Todos consistia en mover la escopeta de manera militar, siguiendo un compás. Le pillé rápidamente el truco y no fui la única. Lo estábamos haciendo super bien. 
— Qué elegancia en el gesto.- Dijo la comandante cuando terminamos.- ¡Qué equilibrio! 
La comandante se acercó a Cloud y lo miró fijamente.
— ¿Dónde has estado todo este tiempo?
En ese momento el comandante se acercó a ella. 
— Comandante, ¿qué opina de situarlo al frente del desfile?- Le preguntó a lo que la comandante asintió. 
— ¡Con efecto inmediato, te nombro capitán de la Séptima Compañía de Infantería de Midgar!- Dijo la comandante mirando a Cloud.- Desfilarás al frente y servirás de ejemplo a las tropas. Es un papel de vital importancia. De ti depende que nuestra compañía se alce o no con la medalla presidencial. 
— ¡Sí, señora!- Exclamó Cloud.
Cloud se quitó el casco y el comandante se acercó a él, poniéndole un casco diferente.
— No se hable más.- Dijo el comandante.- Vosotros cuatro avisaréis a nuestros infantes desperdigados por Junos de Estribor. Recordad: para participar en el desfile, deberéis traer de vuelta a cinco escuadrones, como mínimo. Los reconoceréis por la insignia de nuestra compañía. 
— Cuando los encontréis, dirigidlos al recinto del desfile, en Junon de Babor.- Dijo la comandante.- Decidles que quien se retrase se las verá conmigo. ¡Confío en vosotros!
— ¡Sí, señora!- Exclamamos los cuatro.
Salimos rápidamente de esa sala y nos paramos un momento.
— Hemos tenido suerte.- Dijo Aeris.
— ¡Qué suerte ni que suerte!- Exclamé yo- ¡Lo hemos hecho super bien!
— ¿De verdad podremos acercarnos así a Rufus?- Preguntó Tifa. 
— Durante el desfile no.- Dijo Cloud.- Pero si nos condecoraran… La medalla presidencial la concede él. 
— Hala…- Dijo Aeris. 
— Cloud, ¿no es un plan muy arriesgado?- Preguntó Tifa de nuevo. 
— Creo que lo haremos bien, Tifa, no te preocupes.- Le sonreí. 
— Venga, confiamos.- Dijo Aeris con una sonrisa.
Junon de Estribor. Calle principal.
Llegamos por fin a la calle principal de Junon. Estaba llena de gente que se notaban de bien y todo estaba decorado con carteles publicitarios de Shinra por la celebración del festival. Aeris y yo mirabamos todo sorprendidas.
— Nos toca ir a avispar a las tropas.- Dijo Tifa.
— Sí.- Dijo Cloud.- Recordad: buscamos infantes de la Séptima Compañía de Midgar. 
— Los que lleven esta banda, ¿no?- Dijo Aeris señalandose el brazo.
 — ¡Exactamente!- Respondí con una sonrisa.
— ¡En marcha!- Mencionó Cloud.
En la misma calle encontramos al primer escuadrón. Nos acercamos rápidamente a ellos.
— ¡Capitán, ha llegado usted a tiempo!- Dijo el infante.- ¿Nos puede sacar una foto? 
Cloud suspiró y sacó la cámara apuntando hacia los tres infantes quienes posaban con un standee de tamaño 1/1 que había en la calle de Rufus Shinra. Les hizo la foto y les devolvió la cámara.
— ¡Muchísimas gracias!- Exclamó el infante mirando la foto.- Capitán, ¡nos ha sacado genial! ¡Voy a colgar esta foto en la pared de mi casa!
— Ya vale de remolonear por aquí.- Dijo Cloud de golpe.- Vamos al recinto; seguidme. 
— ¡A sus órdenes!- Dijeron los infantes.
Primer escuadrón conseguido, aún teníamos que buscar a algunos más. Entramos en la armería de Junon y allí vimos un escuadrón más. Cloud le tocó el hombro a uno por detrás.
— ¿Tú quién eres?- Le preguntó el infante.- ¿También has venido a comprar una maqueta? 
— ¡No seas cateto!- Le dijo su compañero infante, dándole un golpe.- ¡Mírale el casco!
— ¡M-Mi capitán!- Dijo de golpe poniéndose en formación militar.- ¡Discúlpeme!
— Se acabó el descanso. Fuera.- Dijo Cloud siendo bastante duro. Reconozco que estaba muy guapo haciendo de capitán. 
— ¡Sí, mi capitán!- Exclamaron.
Segundo escuadrón listo. Aún nos faltaban cinco más así que nos pusimos a buscar y cuando estábamos en ello vi a Rude haciendo un "choque" con la calva con otro calvo y luego cada uno se tocaron las calvas. No pude evitar estallar de la risa. Rude entró con el otro calvo dentro de lo que tenía una señal de un bar.
— ¿Ese era Rude?- Dije riéndome. 
— Qué sospechoso.- Mencionó Aeris. 
Bar privado Los Relucientes.
Decidimos entrar para mirar si había algún escuadrón pero a mi la curiosidad me mataba. No me esperaba para nada lo que vi dentro. Estaba lleno de calvos, literalmente nadie en ese bar tenía pelo. Estaban todos juntos, agarrados, cantando. 
—  ♫ ¡Luce, luce el sol en mi calva! ¡Luce, luce el sol en tu calva!  ♫
Todos se nos quedaron mirando cuando nos vieron y nos hicieron un saludo, todos a la vez tocándose las calvas. Me estaba aguantando la risa tan bien como podía.
— Rude, si no te importa…- Dijo uno de los calvos. 
— ¿Sois nuevos aquí?- Nos preguntó Rude. Aeris asintió, como habláramos nos reconocían.
— Si queréis beber con nosotros, ya os estáis quitando los cascos.- Nos dijo Rude.- Son las normas. 
En ese momento todos se volvieron a tocar las calvas. Tenía a Rude, tocandose la calva delante mio. Iba a explotar. Tifa me miró fijamente para que no me riera y yo intenté tragarmelo lo mejor posible.
— ¿Qué pasa?- Dijo Rude en ese momento al ver que no hacíamos nada.- Quitáoslos. ¿O es que… o estáis dejando crecer el pelo?
Cuando sentía que ya no podía aguantarme más un infante se puso en medio.
— ¡Perdónalos, Rude!- Exclamó el infante.- ¡Ese de ahí es nuestro capitán!
Todos los infantes se pusieron en fila delante de nosotros mirándonos.
— Mi capitán, aquí sólo se entra si uno es calvo y orgulloso de serlo.- Dijo el infante.- Está feo llevar casco. 
— Se acabó la juerga. Todos a la calle.- Dijo Cloud mirándolos fijamente intentando cambiar algo la voz. 
— ¡S-Sí, mi capitán!- Exclamaron los infantes. 
En ese momento todos salieron corriendo del bar. Antes de salir miré a Rude y le dije adiós con la mano. Creo que por la forma de decirle adiós y posiblemente por mi altura me había reconocido porqué vi perfectamente como se sorprendía. Cuando salí, respire hondo para no reírme y seguir nuestra búsqueda de escuadrones. 
Junon de Estribor. Calle principal.
Rápidamente entramos al bazar, un posible sitio para encontrar a más infantes pasando su tiempo libre y asi fue. Nos acercamos a ellos y uno de los infantes reaccionó al ver el casco de Cloud.
— ¡Atención! ¡Ha venido el capitán!- Exclamó el infante. 
— Las tropas deben esperar en el recinto del desfile. Venid conmigo.- Dijo Cloud mirándolos fijamente. 
— ¡A sus órdenes!- Dijeron todos los infantes de golpe. 
Salimos del bazar y el último sitio que nos quedaba por mirar era el almacén así que rápidamente fuimos hacia allí encontrándonos con un grupo grande de infantes jugando a un juego de cartas. De golpe uno de ellos se levantó al vernos. 
— ¿Le podemos hacer una pregunta?- Dijo de golpe el infante.- ¿Qué formación ha elegido usted para el desfile de hoy?
— Lo decidiré en base a la situación y vuestro nivel de preparación.- Respondió Cloud.- No tenéis por qué preocuparos. Acatad mis órdenes y todo saldrá bien. Y ahora, ¡a la calle!
— ¡Sí, señor!- Exclamaron todos los infantes.- ¡Discúlpenos!
Salimos rápidamente con todos los infantes a la calle y al final de esta nos esperaban el comandante y la comandante. 
— ¡Séptima Compañía de Midgar, presente!- Exclamó Cloud.
— Esta vez habéis llegado a vuestra hora.- Respondió la comandante.- El desfile comenzará en breve. Estaréis preparados, espero.  
Cloud se giró y miró fijamente a su escuadrón completo.
— ¡Séptima Compañía de Midgar! ¡Firmes!- Exclamó un infante y todos se pusieron firmes.
— Cloud.- Dije yo acercándome a él.- Tu puedes.
Cloud me miró fijamente por un momento y asintió mirando de nuevo a los infantes.
— Escuchad.- Dijo Cloud.- Cuando desfilemos hoy, el mundo entero nos estará observando. Y… 
Parecía que Cloud se había quedado en blanco y yo no podia dejarle asi, asi que me acerqué, poniéndome a su lado.
— Para que sepáis todos los ciudadanos de Midgar esperan que triunfemos hoy.- Exclamé mirando a los infantes.- Hay que hacerlo a la perfección para no decepcionar a los nuestros. ¡Pero vosotros sabéis que sois mucho más que esta situación! El capitán será el que nos indique a todo momento, hay que mostrar al máximo nuestra confianza en él y hacer exactamente lo que nos indique. Capitán, concédenos unas palabras para terminar. 
Cloud se me quedó mirando, flipando con mi actuación y aclaró su garganta dando un paso al frente. 
— Todos hemos venido aquí a ganar.- Dijo Cloud.- La medalla presidencial será nuestra. Ese es nuestro objetivo. 
— ¡Sí, señor!- Exclamaron los infantes. 
— ¡No vamos a perder!- Exclamó Cloud.
— ¡No, señor!- Dijeron los infantes. 
 — ¡Somos los mejores!- Volvió a exclamar Cloud levantando el brazo.
— ¡Sí, señor!- Exclamaron los infantes levantado el brazo también. 
En ese momento nos giramos y entramos yendo hacia el desfile que no iba a tardar en comenzar. 
Junon de Babor. Recinto del desfile de investidura. 
Esperamos dentro de una sala, primero pasaban los centinelas y luego iba a pasar Rufus Shinra para después ir nosotros. Mientras esperábamos escuchamos un disparo super fuerte, no sabia de donde venia.
— ¿Qué ha sido eso?- Preguntó Tifa.
— Han disparado el cañón.- Dijo Cloud.- Debe ser parte del desfile.
— ¡Que susto!- Exclamé.
— Séptima Compañía de Infantería de Midgar.- Dijo la comandante.- Os toca salir.
Rápidamente nos pusimos en formación y salimos. La calle estaba llena de gente, repleta. Todos celebraban y alababan al nuevo presidente de Shinra, Rufus Shinra.  Nos paramos de golpe y Cloud quien estaba al frente habló.
—  A la izquierda… ¡mar!- Exclamó. Todos nos giramos a la vez mirando al mar.- Formación uno… ¡mar!
Empezamos a hacer los mismos movimientos con las escopetas que ya habíamos hecho en el ensayo. No podía sonreír porqué el protocolo así lo decía pero tenía muchas ganas de hacerlo, me lo estaba pasando muy bien. Terminamos de hacer el espectáculo y una reportera iba narrando los hechos.
— Así concluye la primera fase del desfile de la Séptima Compañía.- Dijo la reportera.- Los jueces están calculando la puntuación otorgada por el público. ¡Veamos los resultados!
Los resultados fueron totalmente positivos para nosotros.
— ¡Un comienzo absolutamente impresionante!- Exclamó la reportera.- ¡El público ha quedado encandilado de la marcha de las tropas! ¡Estamos todos deseando ver qué viene a continuación! 
Avanzamos un poco más por la calle con marcha militar.
— Compañía… ¡Alto!- Exclamó Cloud de golpe. Todos nos paramos.- Formación dos ¡mar! 
 Empezamos a volver a hacer la marcha con las escopetas, moviéndolas lo mejor posible saliendonos el segundo número a la perfección. Todos estábamos en buena forma y nos compenetramos a la perfección.
— Formación final ¡mar!- Exclamó Cloud.
Nos giramos y rápidamente seguimos haciendo nuestro número. Ni Cloud, ni Tifa, ni Aeris, ni los infantes ni yo decepcionabamos. Lo habíamos hecho genial. 
— Comienza la segunda fase del desfile de la Séptima Compañía de Midgar.- Dijo la Reportera.- Los jueces están calculando la puntuación otorgada por el público. Veamos los resultados. ¡Qué maravilla! La coordinación de las tropas nos ha dejado sin palabras. Viendo esto, no se me ocurre ninguna unidad más merecedora de cerrar el desfile. 
Avanzamos un poco más para realizar la última formación. De golpe paramos, todos mirando al frente esperando instrucciones. 
— Formación izquierda ¡mar!- Exclamó Cloud.
Todos empezamos a realizar esa formación poniéndonos en triángulo y empezamos a mover con habilidad la escopeta de nuevo, de manera impositiva. Terminamos y nos quedamos en posición y en nuestro papel. Nuestra propia actuación aún no había terminado. 
— ¡Con esto, finaliza el desfile de la Séptima Compañía!- Dijo la reportera.- Los jueces están calculando la puntuación otorgada por el público. Veamos los resultados. ¡Escuchen eso! ¡El público no se cansa de aplaudir a los infantes de la Séptima Compañía de Midgar! ¡Llega la hora de la verdad! ¡Pronto sabremos quién se lleva la medalla presidencial! ¡No cambien de canal! 
Todos los grupos que habíamos actuado nos pusimos en el desfile, era hora de que dieran los premios. Estábamos todos con posición militar, eso no se perdía. El comandante y la comandante también se pusieron donde nosotros. 
— Enhorabuena a todos.- Heidegger estaba en el micrófono, empezando su discurso.- Gracias a vosotros, el desfile en honor al presidente ha sido un éxito. Ha quedado patente vuestra lealtad, y me consta que el presidente está orgulloso de todos y cada uno de vosotros. Ha llegado el momento de conceder las merecidas condecoraciones. En primer lugar, la medalla a la mejor marcha del desfile. Los agraciados con este honor son… ¡La unidad motorizada!
En ese momento la unidad motorizada empezó a moverse con las motos, haciendo un pequeño número más para el público. Roche era el capitán de esa unidad. 
— Comandante, da un paso al frente.- Dijo Heidegger mirando a Roche.
 Él se acercó de manera impulsiva con su moto y se puso delante de Heidegger recibiendo así el premio. Él regresó con su equipo. 
— A continuación, la medalla presidencial.- Dijo Heidegger.- Señor presidente
— Durante su presidencia, mi padre…- Empezó Rufus poniéndose delante del micrófono.- convirtió Shinra, que no era más que una empresa armamentística, en el motor que hace girar nuestro mundo. Nos brindó la energía mako, que todo lo hace posible. Antes que nada, quiero expresar mi gratitud hacia él por tamaña contribución. 
Rufus se puso una mano en el corazón y todos pusimos nuestras manos en alto, dando el respeto, siguiendo en nuestro papel. 
— Sin duda.- Dijo Rufus.- Muchos de los que estáis viendo este discurso os preguntaréis si alguien tan joven como yo está preparado para la presidencia. Sabed que mi edad es irrelevante porque Shinra perdurará eternamente. Actualmente, una gran crisis se cierne sobre nuestro mundo. Debemos cambiar para sobrevivir. Tenemos que dejar atrás las ataduras del pasado y emprender un nuevo camino. Hoy hemos dado el primer paso. Yo os guiaré de ahora en adelante. Seguidme y no temáis. Os conduciré a la tierra prometida. Ese es mi cometido, y juro, ante todos vosotros, que lo desempeñaré con talante y convicción. Juntos, construiremos el nuevo mundo. 
Todo el mundo empezó a aplaudir y yo no me quedé atrás, no teníamos que sospechar en absolutamente nada. 
— Sin más dilación.- Mencionó Rufus.- Procedo a anunciar el ganador de mi medalla. Un aplauso para… ¡la Séptima Compañía de Infantería de Midgar!  
Empezamos a celebrarlo y miré a Cloud y él me miró a mi. No pude evitar ir corriendo hacia él y abrazarlo fuerte, compartiendo mi felicidad junto con él. Él también me correspondió y mi corazón empezó a moverse muchísimo más rápido. Nos miramos a los ojos por un momento y justo Tifa y Aeris vinieron hacia nosotros. Choque los cinco con ellas dos super contentas. 
La comandante miró a Cloud y él asintió haciendo la pose de final, de ganador. Yo aplaudí, contenta. 
— En representación de la compañía…- Dijo Rufus.- Vosotros dos, subid al escenario. 
En la pantalla aparecimos Cloud y yo y eso nos sorprendió un poco. Lo miré y él me miró, estábamos en shock.
— ¿Algún problema?- Dijo Rufus. 
Rápidamente Cloud y yo nos movilizamos hacia delante de Rufus y nos lo quedamos mirando fijamente. Lo teníamos a un escaso metro y medio. 
— Saluden.- Dijo Heidegger.
Cloud y yo pusimos la mano en el casco, haciendo el saludo militar. 
— En reconocimiento a vuestra actuación el día de hoy, os entrego la medalla presidencial.- Nos dijo Rufus.- Enhorabuena. 
Todo el mundo empezó a aplaudir y Rufus en ese momento apagó el micrófono y lo bajo, mientras nos miraba fijamente. 
— Quiero hablar con estos dos en privado.- Dijo Rufus.- Que corten la emisión. 
— ¡Sí, señor!- Dijo Heidegger.- ¡Vamos! ¡Espabilad!
La emisión de televisión terminó y Cloud y yo miramos fijamente a Rufus. Tenia un pequeño nudo en la garganta. 
— Sois los protagonistas del día.- Nos dijo Rufus.- ¿Por qué no os quitáis los cascos para que os vea mejor? Cloud y Sil. Vuestro paso por el desfile ha sido camaleónico. Como se nota que Cloud tiene experiencia. 
Yo miré a Cloud por un momento y vi como se quitaba el casco así que yo procedí a hacer lo mismo. 
— ¡Vosotros dos!- Exclamó Heidegger viniendo hacia nosotros antes de ser parado por Rufus. 
— Atrás.- Dijo Rufus.
— Pero señor presidente…- Intentó Heidegger a lo que Rufus lo miró muy desafiadamente. 
— Cloud Strife… He leído tu historial. Resulta intrigante, la verdad. Me has caído en gracia. Es por eso… que quiero ofreceros un trato. Por el momento, debo centrarme en la reconstrucción de Midgar. Si Shinra no logra devolver a sus ciudadanos a la normalidad, perderá su confianza. Y, mientras estoy ocupado en esos asuntos, preferiría despreocuparme de otros. 
— ¿A qué te refieres?- Preguntó Cloud. 
— A ciertas tareas que he heredado de mi padre. Entre ellas, la captura de una Anciana huida… y de un valioso sujeto de investigación. Así como el arresto y ejecución de los miembros de AVALANCHA. En lo que a mí respecta, son nimiedades. Preferiría desentenderme de esos temas. 
— ¿Qué es lo que estás insinuando?- Pregunté yo dando un paso al frente. 
— Voy a dejar de perseguiros.- Nos dijo Rufus.- Dicho esto, los midgareños os siguen odiando. Será mejor que no volváis en una temporada. Shinra va a cambiar. 
— ¿Qué quieres a cambio?- Preguntó Cloud.
— Que os encarguéis de Sephiroth.- Respondió Rufus.- Es un monstruo nacido del vientre de la antigua Shinra. Me gustaría darle caza, pero crearía demasiado politiqueo en la empresa. ¿Aceptáis el trato? 
— Lo aceptamos.- Dijo Cloud. Yo lo miré fijamente. 
— ¿Tenéis alguna pista de su paradero?- Nos preguntó Rufus. 
— Estamos siguiendo a los de las túnicas.- Respondí. 
— Buena idea.- Rufus me señaló.- Lo veo en tus ojos, serias un buen Turco. 
— No, gracias.- Mencioné.- ¿Qué sabes de los encapuchados?
— Digamos que son… clones de Sephiroth.- Contestó Rufus.- Seguidlos, y os guiarán hasta él. Al menos, eso opina Hojo. 
— De acuerdo.- Dijo Cloud algo indeciso. 
En ese momento lo que parecía un shuriken gigante apareció directamente hacia el presidente y Heidegger se apresuró a empujarlo, protegiendole. 
— ¡Centinelas!- Exclamó Heidegger haciendo que protegieran al presidente por todos los lados.
— ¿Así me pagáis la buena voluntad?- Dijo Rufus mirándonos fijamente. 
— ¡Oye pero si no hemos sido…!- Exclamé yo.
— No me toméis por necio, desgraciados.- Rufus me miraba muy intensamente, cabreado. 
— Presidente, retírese.- Dijo Heidegger.
En ese momento el presidente con los centinelas y Heidegger se retiraron y yo miré a Cloud.
— Ha sido Yuffie, estoy segura de ello.- Dije yo. 
— Sí, casi seguro.- Me dijo Cloud.
— ¿Que hacemos?- Le pregunté. 
— Vámonos de aquí.- Exclamó Cloud agarrando su espada de centinela.
Entramos rápidamente a un ascensor y escuchamos la voz de Barret. Nos giramos y vimos a Barret, Red XIII, Tifa y Aeris. Barret se había puesto un traje de marinero de Shinra, le quedaba bien.
— ¿Qué ha pasado con Rufus?- Preguntó Barret. 
— Ha huido.- Dijo Cloud. 
— ¿Y qué hacemos?- Exclamó Barret.
— Acabo de ver a los de las túnicas.- Dijo Red XIII.- Van al puerto. 
— Pues nosotros también.- Dije yo mirándoles fijamente. 
— Han aumentado la vigilancia. Está peliaguda la cosa.- Nos dijo Barret. 
— Mientras vayamos así vestidos, deberíamos poder pasar.- Añadió Cloud.- Id vosotros primero. Yo voy a intentar que la Séptima Compañía se marche del puerto. 
— ¿Tú solo?- Preguntó Tifa. 
— Sí.- Respondió Cloud.- Acabaré antes.
— ¡Mi capitán!- Dijo uno de los infantes, el escuadrón venía hacia nosotros. 
— Os veo en el puerto.- Nos dijo Cloud antes de dirigirse hacia ellos.
Los demás nos pusimos marcha rápidamente hacia el puerto y gracias a nuestros uniformes no nos pararon ni una sola vez. Ahora teníamos que conseguir marcharnos de aquí. En el puerto había atracado un crucero gigante y me lo quedé mirando, era la primera vez que veía uno. 
Tuvimos que esperar a que Cloud volviera y cuando por fin lo hizo nos acercamos a él.
— ¿Estás bien?- Le pregunté.
— Sí.- Me respondió. 
— Entonces…- Dijo Barret.- ¿Nos vamos de crucero con los de las túnicas? 
Miré en la fila de subida de pasajeros del crucero y varias túnicas pasaban, entrando al barco.
— Hay un control para subir a bordo.- Dijo Aeris. 
— ¿Qué hacemos?- Preguntó Red XIII. 
— Tendremos que colarnos por detrás.- Mencionó Cloud mirando la parte de atrás donde iban a meter mercancía. 
Fuimos rápidamente hacia allí sin esperarnos que también habría alguien vigilando. Parecía el capitán o alguien importante del barco.
— ¿Quiénes sois?- Nos preguntó. 
— Somos…- Dijo Cloud pensando. 
— Somos los ganadores de la medalla presidencial del desfile. Hemos ganado unas vacaciones en Costa del Sol.- Dijo Aeris con una sonrisa.- El presidente Rufus ha dicho que cogiéramos este barco. 
— A mí no me han dicho nada de eso.- Nos dijo el señor. 
— Ya sabe que el presidente es un hombre espontáneo.- Mencionó Aeris.
— ¿Y los demás?- Preguntó el señor.
Nos giramos y vimos un montón de encapuchados detrás nuestro.
— Pero… ¿¡de dónde salen!?- Exclamó Barret.
— Capitán.- Apareció de golpe un miembro de la tripulación y se acercó al señor.- Unos pasajeros se están peleando. Venga a intervenir, por favor. 
— Cuando no es una cosa, es otra…- Dijo el capitán.- Meteos en segunda clase. Hay unos cuantos peces gordos a bordo. No arméis revuelo. Y tú.- El capitán se refirió a Barret.- Deja de mirar al tendido cero y ponte a trabajar. 
— S-Sí, capitán.- Exclamó Barret. 
— Y el perro tiene que ir en la bodega.- Nos mencionó el capitán. 
— De acuerdo.- Dijo Cloud. 
Red XIII se quejó, gruñendo. Parecía que no le gustaba la idea. 
— Sé bueno, sé bueno.- Dijo Aeris acariciando a Red XIII. 
Así fue como conseguimos meternos en el crucero y escapar rápidamente de Junon donde una vez más ya no estábamos a salvo. Nuestro próximo destino era: ¡Costa del Sol!
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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coolpizzazonkplaid · 4 months ago
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La heredera del Infierno
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Aviso: En este capítulo, también tuve que usar diálogos del videojuego doblado al español latino, pero cuando haga la versión de ingles (en algún momento) usaré los diálogos originales. También, varios lugares que describo son verídicos.
El local La Casa del Chocolate y se encuentra en la Av. Corrientes 1479. Por otro lado, Mercedes es un pueblo de Provincia de Buenos Aires y una de sus festividades populares es la "Fiesta del Salame".
El Mundo Exterior.
–¿Qué debería ponerme para ir al Mundo Exterior? –preguntó Daniela, mientras sostenía su mejor ropa– Eh, Ade, despertate.
La chica salió de sus pensamientos y volvió a la realidad.
–Perdón ¿qué estabas diciendo?
–¿Qué me pongo para ir el Mundo Exterior? –volvió a preguntar–. Estoy entre el vestido azul, el top con la pollera blanca o jean y remera blanca.
–Vamos a ver a una emperatriz y a sus hijas, creo que el top o el vestido no va a estar bien para presenciar a la familia real. Te van a tachar de algo peor, quizás en la fiesta podés usarlo. –respondió Adelina, mientras observaba los conjuntos de ropa–. Podrías usar la remera rosa claro, el jean negro y sandalias, seguramente nos va a tocar caminar.
–Ay me gusta, pero me voy a poner otro par de sandalias que combinen.
–Como quieras.
–¿Qué estabas pensando? –cuestionó Daniela con una sonrisa mientras se arreglaba.
–Nada.
Había pasado una semana desde el sueño, y lo recordaba como si lo hubiera tenido la noche anterior. Despertó sudando, sintiendo las manos de los muertos por todo el cuerpo y tuvo que hacer un esfuerzo titánico para no gritar en plena madrugada. Necesitaba respuestas sobre Hela.
Después de darse una ducha, Adelina observó su mejor ropa. Optó por un vestido negro con decoraciones de enredaderas, mangas caídas, suelto en la falda por arriba de las rodillas y sandalias de taco bajo. Cepilló su larga cabellera negra haciéndose una media colita y se aplicó un poco de su mejor perfume.
Luego, tomó la paleta de sombras y al abrirla, sus ojos heterocromáticos se reflejaron en el pequeño espejo. Puso en sus párpados sombras de color negro y se pasó lapis labial rojo. Tras terminar, admiró momentáneamente su rostro pecoso y guardó todos los elementos en su bolso pequeño.
Al salir de su habitación, vio a Mariano con una remera de One Piece. un traje negro y pantalones elegantes del mismo color. La muchacha intentaba tener autocontrol de no matarlo a la primera oportunidad que tuviera.
–¿Cuántas veces te dije que te pusieras camisa y no una remera? –preguntó Adelina.
–Agradece que no me puse una de Megadeth –defendió el chico, ajustando su saco–. Es elegante y moderno.
–Hace lo que quieras, si nos miran mal te mato.
–Le vamos a sobornar con comida. Vamos a estar medianamente bien.
En esos siete días, el trío quiso buscar unos regalos a la emperatriz Sindel. Fueron a Argentina a comprar comidas típicas de su patria. Liu Kang les había dicho que no era necesario, pero aun así Adelina, Mariano y Daniela hicieron los regalos.
La chica suspiró aceptando la derrota y salió del complejo con Mariano, Raiden, Kung Lao y Kenshi. Raiden llevaba un atuendo formal chino de color blanco con un cinturón de tela, pantalones azul oscuro y botas del color de la nieve. En cambio, Kung Lao vestía con una camisa china de manga corta negra y roja, en su cabeza, tenía su sombrero con cuchillas, pantalones negros y botas del mismo color. Por último, Kenshi llevaba una camisa roja, un saco gris, pantalones del mismo color y zapatos de color negro.
Mientras esperaban a Johnny y Daniela, Adelina se dio cuenta de que los tres hombres miraban curiosamente el tatuaje de la muchacha.
–¿Qué te ocurrió en el brazo? –preguntó Kung Lao analizando el brazo derecho de la chica.
–Una estupidez –dijo Adelina tratando de no explicar demás, pero ante las miradas curiosas de Raiden, Kung Lao y Kenshi siguió–. Aposté a que aguantaría un tatuaje completo, pero solamente soporté el brazo.
–No te veo haciendo eso –dijo Kenshi.
–Lo hice cuando tuve 18 –mintió Adelina–. En ese tiempo, hice cosas tontas.
Pasaron varios minutos mientras esperaban a los otros luchadores. Kung Lao no podía contener su emoción en conseguir la victoria en el Mundo Exterior y presumir al campeón de la Tierra.
–Por favor Raiden, cuídalo. Ya veo que nos va a dar problemas y nos hará quedar mal –dijo la muchacha.
–Haré mi mejor esfuerzo –dijo Raiden con una risa.
–Tenemos que presumir a nuestro campeón, Adelina, sino qué imagen va a tener el Mundo Exterior de nosotros –dijo Kung Lao palmeando ambos hombros de Raiden.
–Vamos a tener la imagen de unos imbéciles, por eso no tenemos que presumir de más –dijo Adelina y Mariano rio.
–Adelina tiene razón, presumir nos haría quedar mal –dijo Kenshi–. Hablando de presumir ¿dónde están Johnny y Daniela?
–Dame un segundo –dijo Adelina acercándose a los pasillos–. ¡Che, ustedes dos! ¡Agilicen el trámite ya tenemos que irnos!
–¡Ya va! –gritó Daniela.
La muchacha fue la primera en salir, llevando una remera rosa claro decorada con alitas de ángel doradas, jean negro y sandalias. En sus manos, tenía las bolsas de regalos y Adelina tomó una. Detrás suyo, Johnny apareció con una camisa negra sedosa, pantalones del mismo color y zapatos.
–¿Qué es lo llevan en esas bolsas de regalo? –preguntó Kung Lao viendo las bolsas detrás del trío.
–Liu Kang nos dejó ir a Argentina a comprar regalos para la emperatriz Sindel –dijo Daniela con una sonrisa alzando las bolsas con orgullo.
–Trajimos los mejores chocolates de La Casa del Chocolate –dijo Mariano.
–Salame quintero de Mercedes. El mejor de todos –dijo Adelina–. También, vino.
–No era necesario hacer eso –dijo Johnny riendo ante las cosas que mostraron.
–La mejor forma de caerle bien a desconocidos es con comida –contrarrestó Daniela–, y estas son de las más exquisitas de nuestra patria. Además de las más caras, tuvimos que poner plata y dolió como el carajo a nuestras billeteras.
Los demás luchadores se miraron entre ellos y dejaron que el trío hiciera sus cosas. Se encaminaron al gran jardín donde Liu Kang los esperaba y lo siguieron hacia unas columnas chinas rojas con decoraciones moviéndose con el viento y algunos dragones orientales como relieves.
–El Mundo Exterior puede ser extraño y embriagante para los habitantes de la Tierra –de las manos del dios emergieron flamas naranjas y azules formando un portal–. Que no les afecte. Enfóquense en la tarea que tienen.
Adelina vislumbró que Johnny grababa las acciones de Liu Kang para su futura película. Los demás revolearon los ojos, resignándose a las actitudes del actor. Luego de formar el portal de fuego, el dios pasó a través de las llamas naranjas, siguiéndolo Raiden, Kung Lao y detrás, los otros luchadores.
Antes de atravesar, Adelina aspiró hondo y pasó por las flamas ocasionándole cosquilleos y mareos como cuando las atravesó para llegar a la Academia Wu Shi. Las flamas naranjas y azules se transformaron en oleajes violetas y lilas. Sin darse cuenta, la chica pudo tomar aire y abrió los ojos para encontrar un paisaje soleado.
Enfrente del portal, había dos estatuas de criaturas a los costados. Alrededor de la arquitectura de mármol blanco, había diferentes tipos de árboles, flores y banderas. Bajando las escaleras blancas, había una alfombra violeta que llevaban a otras escaleras de mármol blanco, con columnas decorativas y detrás árboles con flores rosas.
–Toto, creo que ya no estamos en Kansas –exclamó Johnny mientras seguía grabando todo el paisaje.
En las escaleras había un grupo de mujeres paradas en fila. Dos de ellas eran muy distintivas, llevaban ropas rosas y azul claro. Las demás vestían de uniforme amarillo, pantalones ajustados grises y zapatos del mismo color. También, estaban armadas con escudo y lanza.
–Vaya –exclamó Johnny al ver que las dos jóvenes de rosa y azul claro–. ¿Esas son…?
–Las hijas de la emperatriz Sindel, sí –dijo Liu Kang y el actor apagó su celular.
–No decepcionan.
Le dio la razón al dios sobre la belleza que poseía el Mundo Exterior. En esa hipnosis, tuvo que tener el control de evitar caerse y a la vez vigilar que Mariano y Daniela no les pasara lo mismo. El calor abrazador del lugar la agobió y agradeció llevar vestido.
–Somos los embajadores de la Tierra, Johnny. Les mostraremos respeto…–dijo Raiden solemnemente– no una atención indeseada.
–Tené por sentado que va a ser lo mismo que estuvo haciendo con nosotras todo el tiempo –habló Daniela sonriente–. Solo que, en vez de recibir una mala contestación, va a ser la cabeza empalada y su cuerpo dado de comer a los animales.
–Una linda imagen –dijo Adelina.
El grupo se acercaba a las hijas de la emperatriz, unieron el puño con su palma y se inclinaron.
–Lord Liu Kang, bienvenido –habló la hija vestida de rosa.
–Gracias, princesa Mileena.
–¿Recuerdas a mi hermana? –preguntó la noble haciéndose a un lado.
–Claro que sí –respondió Liu Kang–. Princesa Kitana.
Ambos se hicieron un pequeño gesto de saludo. El dios prosiguió a presentar a los luchadores y al campeón. Las princesas miraron apenas al resto de luchadores y Kitana enfocó su mirada sobre el granjero.
–Espero que estés preparado, Raiden –dijo orgullosamente–. Nuestros campeones están decididos a ganar.
–Nadie más que yo. Llevamos mucho tiempo sin conseguir la victoria –espetó la princesa Mileena.
–Princesa Mileena… –habló una de las chicas vestida de amarillo. Una morena con un peinado de rastas–, hay que ponernos en marcha. La emperatriz Sindel nos espera.
–Gracias, Tanya –dijo Mileena–. Síganme, por favor.
Las princesas llevaron a los luchadores por las escaleras hacia un pasillo externo de mármol blanco y dorado, donde más guardias estaban en postura recta y en fila. Al final, había carruajes llevados por criaturas extrañas, cubiertos en la cima con telas exquisitas de colores violetas y lilas, sus ruedas tenían partes doradas y dentro se hallaban cómodos almohadones.
Luego de que los invitados subieran, los carruajes empezaron avanzar hacia el palacio. Poco a poco, el paisaje verde fue convirtiéndose en pequeñas casas que mostraban detrás suyos edificios arquitectónicos orientales más grandes. Había faroles encendidos y se escuchaba el sonido de la música. Aparecían lentamente todas las civilizaciones del Mundo Exterior, celebrando la llegada de los habitantes de la Tierra.
Adelina, Mariano y Daniela estuvieron sorprendidos por la belleza del sitio y cada vez que surgía algo nuevo, sus rostros se volvían como el de unos niños. Adelina esperaba que los demás estuvieran igual de impactados que ella.
–¿Soy yo, o creo que los del Mundo Exterior están más competitivos que nosotros en el mundial? –cuestionó Mariano.
–Al parecer, sí –contestó Daniela volviendo en sí para luego cambar de tema–. Si la entrada del Mundo Exterior está re linda, imagínense lo que será el palacio y habrá más ropa linda.
–Fiesta y comida –unió Mariano soñadoramente.
–También podré entrevistar a la emperatriz o a sus hijas. –divagó Daniela–. Me encantó el top de la princesa Kitana y esta noche, voy a usar el mío.
–No creo que eso ocurra, Dan-Dan –dijo Adelina con una sonrisa–. Y sí, la ropa es muy linda.
–Valdrá la pena el intento.
Los habitantes aplaudían sin cesar y saludaban a todos los luchadores. La música se escuchaba por toda la calle, los tambores invadían los oídos de Adelina que le fascinaba. Vio diversos puestos de comida repletos de personas sonrientes compartiendo con sus compañeros, niños corrían de un lado al otro con risas alrededor.
–Las descripciones que tuvimos sobre los seres no tienen comparación en la vida real –dijo Adelina sorprendida–. Me siento, por primera vez, una verdadera turista.
–Es la mejor decisión que tomamos en venir a acompañarte al torneo –dijo Daniela.
En un momento, se escuchó un silbato y el carruaje del trío se detuvo. Los chicos estaban confudidos y miraron afuera. Personas con las manos atadas a la espalda en fila avanzaban y una figura femenina los escoltaba. Del primer carruaje salió la princesa Mileena, comenzó a gritarle algo que Adelina no pudo entender y por los gestos que hacían, las dos mujeres parecían contenerse bastante. Después de la pequeña discusión, la princesa volvió a su carruaje y siguieron su curso.
–¿Escucharon algo de lo que decían? No entendí ni tres hectáreas –habló Adelina.
–Lo único que escuché fue que debían despejar la ruta o algo así –dijo Mariano.
–Pueden pasar esas cosas –dijo Daniela.
Tras pasar por la festiva Sun Do y su muchedumbre, los carruajes llegaron lentamente a un área decorada por la realeza. Poco a poco, Adelina y sus amigos pudieron ver el palacio delante de grandes montañas. Estaba decorado por diversos arbustos de los cuales tenían flores violetas y rosas, telas adornaban parte de las escaleras y balcones y cascadas se encontraban al costado de las escaleras principales. En las cimas del palacio, había banderines violetas moviéndose por el constante viento.
El grupo bajó de los carruajes y las princesas los guiaron entre los confusos y largos pasillos del palacio. Llegaron a un gran salón donde abundaba la luz solar y el suelo formaba figuras con los azulejos. Candelabros de diferentes diseños colgados en telas de seda y puertas dirigiéndose a los bastos jardines o a los pasillos más recónditos del palacio. Enfrente de donde estaban, había tres tronos de almohadones violetas y decoraciones onduladas detrás de estos. También, en una de las paredes del salón, un gran mural de un retrato de la emperatriz y su esposo se extendía, decorado con diversas ofrendas y velas encendidas.
Miembros de la realeza charlaban en diversos grupos, mientras que los representantes de la Tierra se encontraban en el centro del salón. Adelina vio a Raiden nervioso, incluso la propia chica lo estaba. Notó algunos nobles miraban su brazo tatuado con la anatomía del esqueleto y la incomodaba cada par de minutos.
–Preocuparse es una pérdida de energía sin sentido, Raiden –habló el dios dándose cuenta del estado de Raiden.
–Pero el torneo… Si perdiera –espetó el chico ansioso y angustiado.
–Enfócate en tus acciones, no en el resultado –afirmó Liu Kang–. Solo eso está en tus manos.
–Si te sirve de consuelo Raiden –se acercó Daniela y apoyó su brazo en el hombro del hombre–, Ade, Mariano y yo también estamos nerviosos.
–¿De enserio? –cuestionó el chico.
–Sí, los tres tenemos que entregar los regalos a la emperatriz –dijo Mariano con una sonrisa–. Si las hijas mostraron su amabilidad y competencia al mismo tiempo, ¿cómo va a ser la emperatriz?
–Mieeeeerda –soltó Adelina en voz baja y con los dientes apretados–. ¿Quién es el primero de nosotros en ir?
Mariano y Daniela se quedaron asustados ante esa duda, entonces los tres hicieron una ronda intentando decidir. En su conversación, Johnny habló:
–Alerta roja. Se aproxima un villano típico.
Era una figura casi humana, pero no tenía cabello, solamente unos cuernos gigantescos y peculiares. Poseía orejas puntiagudas, uñas afiladas, ojos rojos como la sangre y piel bronceada con algunas escamas. Estaba armada con un equipo diferente al de las mujeres de amarillo, tenía una armadura roja y plateada. El peto plateado, mostraba en su centro la silueta de un toro y en su cinturón había un cuchillo de caza.
–No dejes que…–susurró Liu Kang cerca del campeón y que también lo pudieran escuchar los otros luchadores– el general Shao te provoque.
–¿El campeón de la Tierra está más flacucho de lo habitual o es mi impresión? –cuestionó el general con una risa y superioridad en su tono.
–¡¿Quieres poner a prueba su fuerza?! –estalló Kung Lao–. Raiden va…
Adelina se tapó los ojos con una mano por la vergüenza y las ganas de abofetear a su compañero.
–Va a probar pronto su valía –dijo Liu Kang salvando la situación y con un gesto de su mano calló al guerrero, poniéndose frente a frente con el general.
–¿Aún no les contaste a los habitantes de la Tierra que el Mundo Exterior existe?
–Es más seguro así, general –argumentó el dios.
–Supongo que sí –dijo el general acercando su rostro amenazador al dios–. Las mentes frágiles de tu gente no podrían lidiar con la verdad.
–¿Crees que son débiles, general? –preguntó Liu Kang con un sarcasmo apenas visible–. ¿En serio? ¿Tras tantas veces que han ganado este torneo?
–Destruiremos a tu campeón, Liu Kang –espetó el general–. No saboreará la victoria.
Se marchó en ese instante dejando a todos en un silencio mortal, luego Adelina se puso frente a Kung Lao y lo miró con una sonrisa asesina.
–Kung Lao, ¿recordás que te dije algo específicamente antes de venir acá? –cuestionó la joven y su sonrisa se convirtió en una mueca de enojo–. Que no hicieras nada estúpido o vergonzoso.
Con cada palabra, la chica le dio un golpe con el pequeño bolso negro que tenía colgando en su hombro. Después, Adelina se reunió con Mariano y Daniela para poder volver a ver quién se acercaría primero a la emperatriz.
Decidieron usar piedra, papel o tijera y la primera en ganar fue Daniela. Sonrió al ser la última en dar su regalo y observó cómo sus amigos continuaban con el pequeño juego. Mariano y Adelina sacaron varias veces los mismos movimientos hasta que pudieron desempatar con la chica ganando. El muchacho casi iba alzarle el dedo medio, pero se contuvo al escuchar las trompetas.
El sonido anunció la llegada de la emperatriz y sus hijas. La gobernante avanzaba en un entero violeta y plateado, sandalias con taco, el cabello blanco y negro en una media colita. Sus ojos eran el color del chocolate y sus manos poseía diferentes anillos y pulseras. Todos los presentes las dejaron pasar para que se acercaran a sus respectivos tronos.
–Saludos, miembros de la casa real –dijo la emperatriz viendo los presentes–. Saludos, visitantes de la Tierra. Nos reunimos una vez más para honrar el legado de mi difunto esposo y dar continuidad al torneo que creó junto a Lord Liu Kang con el objetivo de fomentar la paz entre los reinos. Que el alma de Jerrod nos proteja con orgullo desde el Bosque Viviente, donde descansa. Lord Liu Kang.
–Emperatriz Sindel –saludó el dios mientras se acercaba–. Me complace ser tu invitado una vez más. Antes de dar el inicio el torneo majestad, tres habitantes de la Tierra decidieron darle unos obsequios en señal de buena voluntad.
El chico volteó un poco la cabeza y sus amigas le sonrieron, su rostro reflejó sus nervios, pero retomó su camino hacia el trono de la emperatriz.
–Majestad, estos regalos son de nuestra bella y amada patria, Argentina –habló Mariano solemnemente–. Mi regalo es uno de los mejores vinos, Trapiche.
El joven se inclinó ante la gobernante y volvió con los demás luchadores. Adelina escuchó como Mariano soltaba el aire contenido, mientras se acercaba al trono
–Emperatriz Sindel, mi regalo son bombones y chocolates –la chica se inclinó alzando las cajas y exhibiendo su interior–. Provienen de uno de nuestros mejores locales, La Casa del Chocolate. Tiene diversas variedades con las que compartir y disfrutar.
La chica se retiró y se posicionó al lado de Mariano. Daniela se aproximó con su regalo y sacó su mejor sonrisa.
–Emperatriz, mi regalo proviene de Provincia de Buenos Aires y es su salame, los mejores de nuetro país. El lugar hace una festividad llamada la “Fiesta del Salame” –dijo Danela mostrando el alimento–. También entrego nuestros mejores quesos para que pueda disfrutar. Le advierto que el salame es picante y tiene aroma fuerte, pero no le quita que es una delicia.
La chica se retiró de los ojos de la emperatriz dirigiéndose hacia donde estaban Adelina y Mariano.
–Agradezco su generoso gesto. Liu Kang, aquí siempre serás bienvenido –respondió la gobernante, mientras extendía sus manos en forma de bienvenida y cruzó sus piernas–. Ahora. Conozcamos a tu campeón.
–El campeón de la Tierra es Raiden, majestad –presentó la deidad–. Se ganó su lugar por encarnar las mejores cualidades de los habitantes de la Tierra.
–Pareces que estás nervioso, joven.
–Soy un extraño en una tierra desconocida. Vine a competir contra tus mejores hombres –habló Raiden con valor y un rojo en el rostro–. Sí, estoy nervioso.
–Haces bien. Te espera un duro camino –la emperatriz se puso de pie–. ¡Ya comenzó!
Entre los miembros de la corte hubo ligeros tonos de sorpresa, Adelina y los demás luchadores miraron curiosos cuando apareció de entre los pasillos una chica pelinegra. Portaba un uniforme gris con fucsia oscuro, sus manos estaban envueltas en antebrazos de los mismos colores. Llevaba una cola de caballo, pero tenía algunos mechones sueltos y sus tacones repiqueteaban en el suelo de piedra.
–Como exige la tradición, la primera competidora del Mundo Exterior será la primera oficial de Sun Do, Li Mei –prosiguió la emperatriz–. Que defienda la gloria de nuestro reino como preserva el orden de nuestra capital.
La primera oficial se acercó al trono de la emperatriz quedándose enfrente de esta y su puño se pegó hacia donde estaba su corazón.
–Majestad. Con mi combate, honraré tanto a la casa real como al Mundo Exterior.
–Si eso ocurre, superarás mis expectativas. –la emperatriz Sindel posó su mano en el hombro de la primera oficial–. Recuerda… que no estarías aquí si no fuera por la tradición de Jerrod.
La gobernante volvió a su trono, Li Mei se dio la vuelta y caminó hacia el centro del salón donde estaban Raiden y Liu Kang. El dios apoyó una mano en el hombro de su campeón y habló:
–Solo debes dar lo mejor de ti. El resto ocurrirá por inercia.
–Sí, Lord Liu Kang.
–Veamos qué puedes hacer –dijo Li Mei con desdén.
–Ojalá que esta sea la primera de muchas victorias.
–Triunfaré, habitante de la Tierra –afirmó Li Mei furiosamente–. Para mí, esta pelea es más importante de lo que podrías imaginarte.
Li Mei atacó con una patada giratoria y de esta emergieron chispas violetas, Raiden esquivó el ataque y usó su medallón. Los rayos aparecieron y desintegraron las chispas. Luego, la primera oficial usó sus puños y el granjero no se pudo defender haciendo que cayera al suelo. Se puso de pie y contratacó con un rayo, pero Li Mei saltó sobre este y le dio un rodillazo en las costillas.
Luego, de las manos de la primera oficial salió un halo violeta con chispas y formaron la cabeza de lo que parecía un tigre. Cuando iba a lanzar a Raiden a la boca de la criatura, invocó rayos sobre Li Mei haciendo que gritara por el cortocircuito y cayera. Al levantarse, Raiden volvió a emplear sus rayos y la alejó dándole un golpe en el pecho haciendo que concluyera el combate.
–Gracias por la pelea, primera oficial –dijo Raiden.
Li Mei se puso de pie y Adelina pudo ver en su rostro, decepción. A pesar de eso, se inclinó respetuosamente ante Raiden y marchó lentamente entre los murmullos de los nobles hasta desaparecer de la vista de Adelina.
–Te felicito, Raiden. Diste una buena pelea. Veremos cómo te va en la próxima –dijo Sindel solemnemente y luego alzó la voz–. General Shao ¿A quién elegiste para que compita a continuación?
–Majestad, elegí a Reiko, mi segundo al mando –exclamó el general con orgullo y malicia. En ese instante, apareció un joven–. Reiko quedó huérfano de niño, durante la Guerra de Kafallah. Aunque fue capturado, su espíritu permaneció intacto. A pura garra, sobrevivió. Después de la guerra, lo acogí y lo convertí en el soldado perfecto. Pocos están tan versados en el arte de la guerra como él.
Tenía los ojos pintados con hombreras rojas y plateadas con púas pequeñas unidas en su pecho y antebrazos. En su cinturón colgaba un cuchillo de cazador, su pantalón era gris oscuro y botas rojas. Usaba una pequeña cola de caballo y la cabeza rapada a los costados. Su mirada era de enojo y destilaba guerra.
Reiko se acercó y mostró sus destrezas mediante un combo de ataques sin tocar al campeón. Raiden permaneció pacífico ante la demostración y Reiko lo enfrentó:
–¿En qué ejército serviste? ¿En qué guerras luchaste?
–Sobrevivimos en Argentina, pibe. Es un campo de batalla sin igual –susurró Mariano y Daniela se rio silenciosamente, mientras que Adelina mostró una sonrisa cómplice.
–Yo no hice nada –espetó Raiden.
–Entonces, te falta preparación, habitante de la Tierra –espetó Reiko señalándolo con el dedo–. Este será tu último campo de batalla.
Un halo rojo se apropió de Reiko, le asestó a Raiden un rodillazo en las costillas y rápidamente le dio una patada frontal. El campeón se abalanzó como un tigre con rayos haciendo que Reiko retrocediera y volviera a su postura defensiva. El guerrero volvió atacar al granjero usando su halo desde su posición y Raiden lo esquivó.
Reiko corrió empleando su aura roja y tacleó a Raiden, pero antes de que el habitante del Mundo Exterior rematara al campeón de la Tierra, este se alejó de la zona de ataque. Luego, Raiden desestabilizó a Reiko para usar sus rayos en sus manos, las estampó en las orejas y saltó para darle una patada área. Al pisar fuertemente el suelo, rayos aparecieron en el suelo que llegaron a Reiko dándole electrocución. El soldado cayó al suelo terminando el combate.
–Te derrotó un simple granjero –Raiden volteó hacia la emperatriz–. Estoy listo para el siguiente oponente, majestad. ¿A quién me enfrentaré?
–Paciencia, joven. –dijo la emperatriz calmadamente y se puso de pie–. Haremos un receso hasta mañana a primera hora. Espero verlos a todos en el banquete de esta noche.
Todos los presentes se inclinaron ante la emperatriz y sus hijas, mientras se retiraban del salón. Poco a poco, los miembros de la realeza se retiraron y solamente quedaron los luchadores de la Tierra. Adelina pudo escuchar a los lejos la creciente música de la capital, Sun Do.
–Luchaste bien, Raiden –elogió Liu Kang.
–Gracias, Lord Liu Kang.
–No fue tan malo como creí que sería –dijo Mariano de forma alegre–. De enserio, pensé que la emperatriz nos iba a matar con su mirada. Da miedo.
–Peor es el general Shao –dijo Daniela.
–Lo importante es que logramos impresionar en el combate –dijo Kenshi.
–No intenten caer en sus provocaciones–dijo Liu Kang y juntó sus manos vendadas–. Así podremos tener una sana convivencia con el Mundo Exterior. Ahora, traten de disfrutar de la tarde y prepárense para el banquete.
En ese instante, sirvientes aparecieron para guiar a los habitantes de la Tierra a sus aposentos. Pasaron por diferentes pasillos con alfombras, antigüedades, armas y diversos retratos. La habitación de Adelina se encontraba enfrente de la de Kenshi, a la izquierda se encontraba la de Mariano y a la derecha la de Daniela.
La sirvienta le abrió las dos puertas de sus aposentos y se maravilló con su interior. Tenía un gran balcón del que se veían árboles, cascadas y la capital del imperio. Las cortinas de seda lila, se movían con el leve viento. Había diversas mesas por doquier y encima tenían velas aromatizadas y diferentes artículos. Enfrente de Adelina, vio la cama más grande que había visto, con decoraciones y sábanas más exquisitas y en sus extremos poseía dos mesitas de luz. En una puerta aparte, la sirvienta le mostró un baño realmente gigantesco con diferentes aromatizantes y sales de baño.
Tras agradecerle a la sirvienta, Adelina se recostó en la cómoda cama asimilando el inmenso espacio. Luego, fue hacia el gran balcón donde pudo ver el jardín y a lo lejos los edificios más altos de Sun Do. La chica volvió a entrar para mirar los diferentes muebles como si fuera una niña pequeña. El ropero estaba repleto de vestimenta del Mundo Exterior que la enamoró y vio todos los conjuntos.
–¡Esto es genial! –exclamó Daniela acercándose con grandes zancadas. Adelina no se había percatado de que su amiga abrió la puerta.
–Lo sé.
–Me siento como un político estando en estas habitaciones –siguió Daniela mirando todo su alrededor–. ¡También tengo balcón!
Las chicas no pararon de charlar hasta por los codos y en un momento, se quedaron dormidas en el espacioso colchón.
Las dos niñas, Adelina y Daniela, se volvieron inseparables tras ese breve momento de charla en el patio. La pasaban el tiempo juntas y lo soportaban todo. Pero la burla de los niños se volvía cada vez más frecuente hacia la pequeña Adelina por su peculiaridad en los ojos. Esas burlas llegaron a un límite.
La joven le había asestado una golpiza a uno de los tantos niños y este se la devolvió aún peor. La pequeña riña pasó a peores cuando Adelina lo empujó haciendo que el niño cayera rompiéndose varios dientes y la nariz. La niña lo golpeó repetidas veces en la cara y el pequeño no pudo defenderse.
Por el alboroto, los superiores separaron a los dos y los castigaron de una forma horrible, enviándolos a cuartos donde pasaron hambre por una semana. Pero en las noches, Daniela iba y le daba un poco de comida a Adelina.
Las burlas y defensas se repitieron de diferentes formas, haciendo que los castigos fueran diversos. Golpes en el cuerpo, días sin comer, maltrato verbal.
–No lo soporto más Dan-Dan –dijo Adelina y sus lágrimas caían por sus mejillas–. ¿Por qué no nací con un solo color en mis ojos?
–Tenemos que aguantar un poco más.
–Me quiero ir de aquí –hipó la niña–. Quiero ir a capital.
–Lo vamos hacer, Adelina –dijo Daniela seriamente.
–¿Cómo? –cuestionó Adelina sacándose los mocos–. Los superiores lo sabrán.
–No les importamos –espetó la chica–. Si lo hicieran, no nos tratarían mal. Busquemos boletos de colectivo y marchemos a CABA, Rosario no nos trajo nada bueno.
Pasaron varios meses tras esa propuesta tan descabellada, pero las chicas lograron comprar boletos de colectivo y falsificar permisos para viajar solas. Cuando se apagó la última luz del orfanato, las niñas de siete años tomaron sus pertenencias y salieron sigilosamente. Bajaron usando las sábanas de sus camas y corrieron hacia la verja evitando las luces de seguridad.
Luego de trepar dificultosamente, corrieron lo más rápido posible hasta llegar a la terminal de colectivos. Mostraron a los conductores sus boletos y permisos y les dejaron entrar.
Tras varias horas donde las chicas se durmieron y despertaron cuando el sol iluminaba su ventana. Se maravillaron ante los grandes edificios de la capital, las rutas con sus giros y embotellamientos, repletos de autos, camiones y motocicletas.
Las pequeñas caminaron bastante. Lo suficiente para que la elegancia de los edificios se transformara en casas pequeñas descoloridas o mostrando los ladrillos. En su gran caminata, Adelina y Daniela compartieron la comida que prepararon en el orfanato y solamente, quedaban unas sobras.
Llegó el atardecer, y las niñas no sabían dónde pasar la noche en Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Veían miradas curiosas de algunos adultos y les dio incentivo para aumentar el paso. Adelina pudo escuchar pisadas fuertes y al voltearse, un hombre extraño las seguía. Las pequeñas se apresuraron hasta llegar a lo que parecía la entrada de un galpón. Se quedaron contra el portón de chapa, el extraño tiró del brazo de Daniela haciendo que gritara y Adelina jalaba de su brazo para evitar que se la llevara. De repente se escuchó un disparo.
–Flaco, ándate de mi casa –un anciano sacó el casquillo del rifle y recargó–. Dejá en paz a las nenas.
–Son mis sobrinas.
–Seguro, degenerado –el anciano apuntó nuevamente–. Andate de mi casa y deja en paz a las nenas o te lleno de balas la cabeza.
El extraño salió despavorido del portón y se perdió en las calles. Las niñas miraron al anciano que cargaba el rifle y temblaron ante la presencia el señor. Cuando intentaron correr del lugar el señor les habló:
–Nenas, ¿de dónde son?
Adelina y Daniela no contestaron y escucharon el portón abrirse con el rostro de un niño de su misma edad con un casco en su cabeza.
–¿Quiénes son Viejo Mario? –preguntó el niño.
–Adentro, Mariano.
El chico obedeció y el anciano se agachó a la altura de las pequeñas.
–Veo desde acá que tienen hambre –habló el anciano y colocó el rifle a su costado–. ¿Les parece si comen algo y me comentan que hacen por acá en Lugano?
Las niñas se miraron entre ellas y asintieron al anciano. Abrió el portón permitiéndoles entrar, mientras las ayudaba a cargar sus pertenencias. En la puerta de su casa, el niño con el casco, Mariano, las observaba con curiosidad.
Adelina despertó cuando el sol se ponía, dejando naranjas y rosas intensos en el cielo. Le costó reconocer que estaba en el Mundo Exterior. Vio a Daniela con la boca abierta emitiendo pequeños ronquidos y trató de despertarla, mientras se quitaba el sueño, Adelina vio el paisaje que le ofrecía el balcón. Se maravilló ante las flores que aparecieron tras los primeros pasos del atardecer y algunos sirvientes y guardias yendo de aquí y allá en el basto jardín.
Escuchó los golpes en la puerta y se aproximó para ver quien era. Al abrirla, una sirvienta se inclinó y le informó sobre el gran banquete que haría la emperatriz ocurriría dentro de un par de horas. Esta le ofreció sus servicios de limpieza e iluminar la habitación. Adelina la dejó entrar y Daniela se marchó a sus aposentos a prepararse para el banquete real.
Adelina fue hacia el baño y calentó el agua. Había pétalos que decoraban la superficie haciendo que desplegara diferentes aromas, acompañadas por las sales de baño. La chica se relajó ante esa comodidad, pasó el jabón por todos lados y se enjuagó el cabello. Disfrutó esa tranquilidad y al mismo tiempo, admiró el tatuaje de su brazo y abdomen. Necesitaba encontrar respuestas rápido acerca de Hela y su daga, esperaba tenerlas con la emperatriz Sindel está noche.
Adelina salió de la ducha, se puso ropa más cómoda y buscó entre sus pertenencias algo para el banquete. Eligió una pollera negra con cola hasta los tobillos, musculosa de mangas finas acompañada por una camisa blanca transparente con pequeñas cadenas doradas en sus hombros y muñecas y sandalias de taco negras. Se maquilló con sombras de color negro sobre los párpados y se pintó los labios con labial negro.
Al salir, en el pasillo vio salir a Kenshi, después Daniela y Mariano. Kenshi llevaba una camisa roja, arriba un saco de color negro, pantalones del mismo color y zapatos de vestir. En cambio, Daniela vestía con un top estilo corsé de color azul, jeans blancos y zapatos blancos con taco. Por último, Mariano tenía puesto una de color gris, saco azul oscuro, pantalones del mismo color y zapatillas de color blanco.
Tras ver que los demás salieron de sus cuartos, varios sirvientes los guiaron a un jardín pequeño. Estaba iluminado por velas y faroles de tantos colores y las diferentes plantas adornaban los alrededores. Luciérnagas destellaban de un color rosa sobre los alrededores. Guardias se ubicaban en las entradas y sirvientes corrían para arreglar los últimos detalles antes de la llegada de la emperatriz y sus hijas.
Poco a poco, llegaron miembros de la realeza agrupándose a un costado del jardín. Luego, llegaron el general Shao y Reiko mostrando hostilidad hacia los habitantes de la Tierra. Por último, ingresaron la emperatriz Sindel con sus hijas. La gobernante se quedó en una mesa aparte y las princesas acompañaron a los luchadores y miembros de la realeza.
Los presentes se inclinaron hacia la emperatriz y sus hijas y dio comienzo la velada. Aparecieron músicos alegrando la hermosa noche, mientras esperaban la comida. Adelina vio que Johnny se acercaba más y más a la princesa Kitana tratando de coquetear con ella. También, en varias ocasiones, vislumbró am general Shao y Reiko mirando con desdén a los invitados.
Tras esperar, varios sirvientes trajeron diferentes platillos. Carnes con un aroma exquisito, ensaladas de tantas peculiaridades, aderezos y vinos de los más extraños. Colocaron los alimentos en las mesas y el banquete dio inicio.
La chica eligió carne acompañada con ensalada y se permitió disfrutar esos manjares en su paladar. Los sirvientes corrían de un lado al otro en las mesas tratando de servir más vino y comida en las vastas mesas, mientras la música seguía su curso.
Durante la velada, Adelina observó como Kung Lao, Mariano y Daniela comían como unos dementes, bebiendo hasta el cansancio y tomar pedazos de carne cada vez más grande que el anterior. La chica se sintió avergonzada ante esa situación y más cuando Mariano emitió un pequeño eructo.
–¡Te dije miles de veces que no eructaras en la mesa, la concha de la lora! –reprendió la chica dándole un golpe detrás de la cabeza–. ¡Puerco!
–Está muy rico –dijo Mariano con una sonrisa y siguió en su maratón de comida.
–No me importa. No lo hagas enfrente de extraños.
Adelina vio que tanto Reiko como el general Shao los miraban con desagrado y odio. Resignados a compartir la mesa.
–Kenshi –dijo Adelina–. ¿Me prestas tu katana?
–¿Para qué?
–Para matarme. Estos tres me hacen que quiera tirarme de un barranco –dijo la muchacha y el asiático se rio–. Mira que se los dije. Les dije que no hicieran nada estúpido y lo hacen. Me quiero matar.
Hubo unas risas compartidas entre ellos y continuaron con el banquete. Adelina siguió comiendo un poco más. Observó que Raiden y Liu Kang estaban metidos en una conversación en la mesa de frente y cada tanto fijaban su mirada a un hombre encapuchado y de piel bronceada.
Vislumbró a la princesa Mileena retorciéndose de dolor y luego se acercó la misma guardia de las de piel morena y rastas en el cabello que estuvo en la llegada. Gracias a las explicaciones de Liu Kang, descubrió que se llamaban Umbgadi. Estuvieron susurrándose entre ellas, por un breve momento, y se separaron. Tras esto, el dios y el campeón continuaron hablando.
En un momento, la música se detuvo y todos voltearon hacia la gran mesa de la emperatriz Sindel. Se puso de pie sosteniendo su copa de vino.
–Mi marido Jerrod creía que nuestros reinos tenían un destino en común –habló mientras miraba a los invitados –. Comprometámonos a dialogar más y no permitamos que los secretos rompan nuestros lazos. Además, agradezco a los tres habitantes de la Tierra por sus bellos regalos. Las comidas de sus tierras son bastante exquisitas.
Ante esas palabras, Adelina, Mariano y Daniela se sonrieron entre sí. Todos se pusieron de pie alzando sus copas de vino y el general Shao fue el único que no lo hizo.
–Majestad, es un honor estar aquí y conocer a tu gente –dijo Raiden con amabilidad–. Me doy cuenta de que es más lo que nos une de lo que nos divide.
Una queja de frustración salió de la boca del general y habló poniéndose de pie:
–Nuestros pueblos no podrían ser más distintas, campeón.
–Por favor, que no arruine la noche –susurró Mariano y las chicas lo callaron.
–¿Perdón? –preguntó Raiden.
–Ya me oíste. Los habitantes de la Tierra carecen de…
–Suficiente, general –espetó la gobernante cortante.
–Mis disculpas, majestad –dijo el general falsamente–. Creo que ya disfruté demasiado de este excelente vino. Si me lo permites…
–Puedes irte –dijo Sindel.
El general Shao se volteó y se perdió entre la oscuridad del pasillo junto a su segundo al mando. Tras el momento incómodo, la velada siguió unos minutos y la emperatriz le puso fin. Los miembros de la casa real marcharon por una dirección diferente a la de los luchadores de la Tierra.
–Arruinó la noche –dijo Mariano mientras caminaban a sus aposentos–. Quería bailar y quedarme hasta tarde, pero no.
–Yo quería una entrevista –suspiró Daniela.
–El general Shao tiene sus frustraciones –dijo Liu Kang calmadamente–. Posee una visión cerrada sobre la Tierra que la emperatriz Sindel, pero debe atenerse a sus órdenes.
–Tiene mucho ego –habló Johnny.
–Mira quién habla –dijo Daniela sarcásticamente–. El que no paró de presumir sobre hacer una película durante toda la academia.
–Coincido con ella –dijo Kenshi.
–El general, no sabrá lo que es capaz nuestro Raiden –exclamó Kung Lao y pasó el brazo por el cuello de su amigo–. Derrotará a todos sus oponentes.
–No hay que adelantarse y cantar victoria precipitadamente, Kung Lao –dijo Adelina con una sonrisa y los brazos cruzados–. Los del Mundo Exterior tienen diversos dones y, eso, facilita el ataque sorpresa. Peor, si te toca luchar con el general. Porque si es así, como decía el Viejo Mario…
–“Te van a meter los dedos en el orto” –dijeron Adelina, Mariano y Daniela al mismo tiempo.
Llegaron a sus habitaciones y se despidieron. El frescor en la habitación invadió a Adelina y apresuró a cerrar las grandes puertas que conducían al balcón. Luego, se preparó para dormir, con su remera holgada de Tomie y pantalones blancos cortos. Se dejó absorber por el cómodo colchón, sus lujosas sabanas y colchas.
Esa noche, soñó con Hela. Sus muertos, lobos y un recién nacido que lloraba sin cesar hasta desvanecerse.
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mikrokosmcs · 9 months ago
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— nombre: jun sakmin
— edad: 19 años
— género: no binario
— subgénero: omega
— esencia: montaña nevada, flor de las nieves y granadas
— energía: positiva
— tipo de magia: hielo (ilusionista de fuego azul)
               magos dotados con la habilidad de crear hielo o en un defecto, nieve, de prácticamente la humedad en el ambiente. De frías manos y venas, los hechiceros dotados con este don pueden servir de forma defensiva como ofensiva, siendo Sakmin uno de los últimos. Puede crear grandes paredes de perfecto cristal helado, al igual que estalagmitas de un material que se considera frágil pero fuertemente peligroso cuando atraviesa un cuerpo manchando de rojo lo prístino del poder; al igual que puede infundir cualquier arma en hielo. Sakmin puede crear pequeñas nevadas en espacios pequeños, al igual que formar animales pequeños de hielo o nieve y que puedan cobrar vida por un periodo corto de tiempo. No es un material fácilmente degradable, por lo que el fuego normal y el sol no le hacen daño, solo el fuego mágico puede derretirlo.
               Sakmin al convivir con una familia que nunca aceptó el poder de hielo de su padre omega, y que lo encontraba repulsivo y poco digno del Clan Jun, le envió a una vieja y oscura montaña a entrenarse un poder digno, un maleficio, el fuego azul. El fuego azul a diferencia del fuego rojo, no cauteriza, sino que abre las heridas y no cierra con facilidad. No es una magia de nacimiento, son una serie de hechizos y maleficios negros para crear la ilusión de que es un hechicero de fuego azul, ocultando su poder real. Puede infundir sus armas en fuego azul, inclinándose mucho más a su poder físico para matar a sus enemigos, sin grandes muestras de magia. Puede utilizar sangre, de preferencias la suya, para crear estalagmitas. Al no ser un poder inherente, su maná se consume más rápido que si usase el hielo.
— familiar:  Alcor (cuervo)
                Alcor fue un hechicero entre sus 20’s y 30’s, que navegaba por los mares en un barco pirata, saqueando a los más ricos y llenándose ellos bolsillos con oro y joyas. Alcor fue sacrificado por su tripulación a un monstruo marino que atacaba la nave, consiguiendo con esto una muerte prematura y desgarradora. Tiene experiencia con otro hechicero antes que Sakmin, siendo relativamente joven con el trabajo. Tiene una personalidad relajada y siempre motivada para los juegos y las apuestas, no obstante, es una entidad sumamente protectora y leal a su mago por la experiencia pasada de su vida, sin dudarlo, daría su vida por Sakmin. Tiene más desarrollados sus sentimientos por el muchacho, gracias a que nunca nadie ha cuidado de él y lo ve como su responsabilidad de adulto. Alcor llegó al hechicero de hielo en una aldea oscura en las montañas, recién presentado como un omega y abandonado por su familia real para ser entrenado en magia negra, consiguiendo así una sinergia entre los dos inmediata y que lo nuevo que Sakmin aprendía, Alcor lo copiaba y lo potenciaba sin problemas.
— habilidad conjunta: Alcor es ofensivo, por ende, se convierte en un ave gigantesca de plumas gélidas parecidas al cristal y de un color azulino claro, en su frente se forma el tercer ojo y el graznido de su pico suena como un maleficio. Puede formar una cúpula de hielo que cubra a su hechicero y a si mismo, potenciando lo frío del ambiente y, por ende, sus habilidades. Puede lanzar plumaje como proyectiles, al igual que sus garras son peligrosas si te alcanzan en su forma gigantesca. Suele cubrir a su hechicero si le ve en desventaja, agitando las alas y creando una pequeña ventisca de nieve y hielo.
Al estar en la ilusión del fuego azul, también oscurece el cielo con una cúpula negra, se vuelve un ave gigantesca de plumas negras encendidas en el fuego y el tercer ojo de su frente, brilla en azul rey. Mantiene el mismo tipo de ofensa y defensa que con el poder de hielo. No obstante, Alcor pierde más el control con este tipo de maleficios.
— arma: lanza ( pre time skip / post time skip )
— habilidades extras:
           Excelentes habilidades de supervivencia            Al haber vivido como un beta gran parte de su adolescencia, conoce un poco de pócimas
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kpwx · 8 months ago
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«La amada inmóvil», de Amado Nervo
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Y con tal fervor la había repetido, que estaba seguro de haber sido escuchado. Así, pues, mi desorientación, a medida que la gravedad se extremaba, era inmensa. Más de treces veces se leen en el Evangelio estas palabras de Jesús: «En verdad, en verdad os digo que todo lo que pidiereis al Padre, en mi nombre, os será concedido». Y cuando mi perpetua súplica salía de mi corazón, tenía yo cuidado de añadir: «Te lo pido, Señor, en nombre de Cristo, que nos dijo: “Todo lo que pidiereis al Padre, etc.”». En los últimos días, mi oración se iba volviendo imperiosa. ¡Creía yo tener el derecho de que se me oyese! Se trataba de la promesa del ser más puro, más luminoso y más grande que había pasado por la tierra. Era asunto de dignidad divina. Dios no podía dejar de cumplir la palabra del espíritu que más le ha amado y se la ha acercado más en la sucesión de los siglos: «En verdad os digo que todo lo que pidiereis al Padre, en mi nombre, os será concedido». ¡Y no fue así!
La amada inmóvil es un poemario póstumo que Amado Nervo escribió a la memoria de Ana Cecilia Luisa Dailliez, su esposa, quien murió de fiebre tifoidea en 1912. Contiene bastantes poemas, y todos son de una tristeza desesperante. Está precedido de una especie de prólogo en el que cuenta cómo la conoció y cómo fue su muerte. Yo nunca he perdido (ni siquiera he tenido) un amor de ese tipo, por lo que no puedo comprender del todo cómo debe sentirse pasar por una situación así, pero no es difícil hacerse una idea leyéndolo. Es un libro muy recomendable, al menos si se tiene ganas de sufrir un rato.
«¡Qué bien están los muertos!»
¡Qué bien están los muertos, ya sin calor ni frío, ya sin tedio ni hastío! Por la tierra cubiertos, en su caja extendidos, blandamente dormidos… ¡Qué bien están los muertos, con las manos cruzadas, con las bocas cerradas! ¡Con los ojos abiertos, para ver el arcano que yo persigo en vano! ¡Qué bien estás, mi amor, ya por siempre exceptuada de la vejez odiada, del verdugo dolor… Inmortalmente joven, dejando que te troven su trova cotidiana los pájaros poetas que moran en las quietas tumbas, y en la mañana, donde la Muerte anida, saludan a la vida!
«¡Oh, Muerte!»
Muerte, ¡cómo te he deseado! ¡Con qué fervores te he invocado! ¡Con qué anhelares he pedido a tu boca su beso helado! ¡Pero tú, ingrata, no has oído! ¡Vendrás, quizá, con paso quedo cuando de partir tenga miedo, cuando la tarde me sonría y algún ángel con rostro ledo serene mi melancolía! Vendrás, quizá, cuando la vida me muestre una veta escondida y encienda para mí una estrella. ¡Qué importa! Llega, ¡oh, Prometida! ¡Siempre has de ser la bienvenida, pues me juntarás con Ella!
«¡Qué importa!...»
¡Qué importa que no sepas cómo te sigo amando más allá del sepulcro, si lo sé yo con creces! ¡Qué importa que no escuches cómo estoy sollozando si escucho mi sollozo yo, que soy tú dos veces!
«Nadie conoce el bien»
Había un ángel cerca de mí, mas no le vi… Posó las plantas maravillosas entre las zarzas de mi erial, y yo, en tanto, estaba viendo otras cosas. Cuando, callado, tendió su vuelo y quedó al irse torvo mi cielo, mi vida huérfana, mi alma vacía, comprendí todo lo que perdía. Alcé los ojos despavoridos, llamé al ausente con un gemido, plegó mis labios convulso gesto… Mas pronto el ángel dejó traspuesto, con vuelo de ímpetu soberano, las lindes negras del mundo arcano, y todo vano fue…, ¡todo vano! ¡Quién del espacio devuelve un ave! ¡Qué imán atrae a un dios ya ido! Dice el proloquio que nadie sabe el bien que tiene… ¡sino perdido!
«Hugueana»
¡Ay de mí! Cuántas veces, arrobado en la contemplación de una quimera, me olvidé de la noble compañera que Dios puso a mi lado. —¡Siempre estás distraído! —me decía; y yo, tras mis fantasmas estelares, por escrutar lejanos luminares, el íntimo lucero no veía. Qué insensatos antojos los de mirar, como en tus versos, Hugo, las estrellas, en vez de ver sus ojos, desdeñando, en mi triste desatino, la cordial lucecita que a Dios plugo encenderme en la sombra del camino… Hoy que partió por siempre el amor mío no me importan los astros, pues sin ella para mí el universo está vacío. Antes, era remota cada estrella: hoy, su alma es la remota, porque en vano la buscan mi mirada y mi deseo. Ella que iba conmigo de la mano, es hoy lo más lejano: los astros están cerca, pues los veo.
«Unidad»
No, madre, no te olvido; mas apenas ayer ella se ha ido, y es natural que mi dolor presente cubra tu dulce imagen en mi mente, con la imagen del otro bien perdido. Ya juntas viviréis en mi memoria como oriente y ocaso de mi historia, como principio y fin de mi sendero, como nido y sepulcro de mi gloria; ¡pues contigo, nací; con ella, muero! Ya viviréis las dos en mis amores sin jamás separaros; pues, como en un matiz hay dos colores y en un tallo dos flores ¡en una misma pena he de juntaros!
«Nihil novum»
¡Cuántos, pues, habrán amado como mi alma triste amó… y cuántos habrán llorado como yo! ¡Cuántos habrán padecido lo que yo padecí, y cuántos habrán perdido lo que perdí! Canté con el mismo canto, lloro con el mismo llanto de los demás, y esta angustia y este tedio, ya los tendrán sin remedio los que caminan detrás. Mi libro solo es, en suma, gotícula entre la bruma, molécula en el crisol del común sufrir, renuevo del Gran Dolor… ¡Nada nuevo bajo el sol! … Mas tiene cada berilo su manera de brillar, y cada llanto su estilo peculiar.
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floresclandestinas · 9 months ago
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Poetas muertos:
Río Grande de Loíza
¡Río Grande de Loíza!…
Alárgate en mi espíritu
y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos,
para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,para sentirte mío por un breve momento,y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
y oír voces de asombro en la boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra y busca de mis ansias el íntimo secreto;confúndete en el vuelo de mi ave fantasía y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río Grande de Loíza!…
Mi manantial, mi río.
Desde que alzóme al mundo el pétalo materno,contigo se bajaron desde las rudas cuestas a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos. Y mi niñez fue toda un poema en el río y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la adolescencia.
Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno y fui tuya mil veces y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!…
Azul. Moreno. Rojo.
Espejo azul caído, pedazo azul de cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río Grande de Loíza!…
Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
Julia de Burgos
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