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Vanguardias históricas
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Supongo que siembre ha existido algo en las Vanguardias Históricas que me han llamado la atención. En un principio no entendía mucho, pero, ahora que las comprendo no dejo de ver similitudes entre su contexto y el nuestro
El comienzo del s. XX poseyó un carácter transformador y turbulento: fue un periodo de revueltas y guerras. Se produjo una ruptura con el pasado; lo cual inspiró al nacimiento de indómito espíritu anticlásico de la corriente de pensamiento romántico.
Este periodo histórico recibe esta herencia subversiva y rupturista con aquellas corrientes decadentes del diecinueve: el imperialismo europeo, el colonialismo, la Segunda Revolución Industrial, junto con la posesión de una potente empresa tecnológica, así como la extensión de corrientes de pensamiento —el constructivismo o el existencialismo—. El mundo viró su foco hacia un conflicto bélico que se centraba en las trincheras desde 1914 hasta 1918.
El escenario global en el cual deberían desarrollarse las artes no parecía el más propicio. Puede que esto nos suene de algo Este parón de la vida cotidiana supuso la apertura de un espacio nuevo que llamaba a la ruptura de lo establecido, a plasmar una realidad con un enfoque que dinamitase las estéticas establecidas hasta el momento. Nuevos escenarios, pedían una contestación artística pertinente. Aquí entran en juego las Vanguardias:
La revolución artística fue algo complejo y contradictorio: por un lado por la constante evolución y al retroceso que implica la aparición de nuevas líneas predominantes en el arte; por otro lado, por ese contexto.
Tampoco hay que olvidarse del eurocentrismo, ya que el surgimiento de las vanguardias se localiza, principalmente, en este continente. Las vanguardias históricas aglutinan una diversidad creativa que dinamitaba los modelos artísticos del momento.
La teoría de todos los movimientos, a grandes rasgos, parece resumirse en la escisión con todo lo hegemónico para crear una vía de liberación alterna que les permita plasmar de un modo eficaz lo que suponía vivir en aquel ambiente incierto de principios de siglo.
Cada corriente que se engloba en esta calificación posee un manifiesto programático en el cual se recogen innovaciones y propuestas originales. La existencia de cada ismo no se encuentra aislada del proceso creador del resto, es decir, se observa cierta relación teórica entre dadaísmo y surrealismo, por ejemplo. Por lo tanto, en correlación con esto último, se puede deducir que existe cierta intersección con los postulados programáticos. La proyección de las vanguardias, como no podía ser de otro modo, es internacional. Tras siglos de movimientos artísticos las innovaciones parecían cubrir la mayoría del espectro de técnicas, combinaciones, materiales…
Por ende, los artistas deberían buscar un camino que no se había transitado. En el caso de la literatura, el foco se puso en la forma, el proceso creativo o la lengua. Para conseguir estas máximas en sus escritos, era necesario cambiar las reglas del juego que habían servido para marcar las pautas en lengua, gramática y expresión. Con ello se abrirá un abanico de posibilidades donde el límite es la imaginación para conseguir plasmar los ideales de cada ismo.
Un sueño la verdad
Algunos de los cambios de la literatura son, por ejemplo, la suspensión de la puntuación. En poesía, el futurismo va a proponer la ruptura con la rima y la puntuación. En contrapartida, se introducen espacios en blanco, aliteraciones y disonancias icónicas, entre otros, para generar nuevos ritmos internos y toda clase de juegos tipográficos; al mismo tiempo, la flexibilidad de las palabras introducidas, permite la aparición de un amplio corpus nuevo de metáforas e imágenes. Además, se busca la síntesis expresiva evitando los complementos sintácticos . El futurismo proponía, como alternativa a los signos ortográficos, el uso de signos matemáticos y musicales.
Y esto nos ha dejado mucha huella, pues nos ha librado de muchas reglas hiperexigentes, pero nos hemos creado otras muchas. Este periodo convulsivo es muy similar a este en nivel de descontento, pérdida, de violencia...
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jgmail · 4 years ago
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La derecha afirmativa
Por Keith Preston
Traducción de C.D. Trueba
Presentación de Keith Preston en el H.L. Menchken Club del 4 de noviembre de 2017.
 Hablar de las complicadas ramas de diferentes ideologías puede ser muchas veces tedioso y ciertamente si se trata de la “Derecha Alternativa” (N.d.T.: Alt-Right es un término utilizado en el mundo de la ciencia política angloparlante para delimitar una nueva tendencia que intenta actualizar y unir a diversas corrientes consideradas históricamente como “derecha”, desde el libertarianismo hasta el nacionalsocialismo/fascismo, como respuesta a la “nueva izquierda” de corte progresista o liberal) puede complicarse aún más debido a la abundancia de corrientes con dicha etiqueta. Recuerdo que en mi última presentación hablé de la tradición anarquista de derecha, tradición muy enraizada en el esoterismo y que es muy desconocida aún entre aquellas tendencias marginales. La Derecha Alternativa es muy similar en el sentido que posee demasiadas subdivisiones oscuras en sus adentros, aunque últimamente hayan saltado a la fama, o infamia gracias a la propaganda que le dan por sus oponentes. Algunos de los representantes que hemos escuchado durante esta conferencia han ayudado a aclarar algunas de las potenciales definiciones sobre lo que es la Derecha Alternativa. Dado que es éste el tema de mi presentación he decidido analizarla un poco más a fondo para aclarar las dudas que existan.
 ¿Qué es la Derecha Alternativa?
 La derecha alternativa se define en sentido amplio como una unión difusa y variada de ideologías, movimientos y tendencias que difirieren de alguna manera o se oponen directamente al llamado movimiento conservador “convencional”. Definiré al movimiento conservador de esta manera: todos aquellos que tienen los ideales del partido Republicano de los Estados Unidos o que siguen a medios como Fox News, el National Review o el Weekly Standard. Podríamos decir que existe una “Derecha Alternativa” difusa y una “específica” más allá de lo que he dicho hasta aquí.
 La “Derecha Alternativa” difusa de la que hablo es cualquier postura de derecha que se opone a la alianza Republicana neo-conservadora, la cual incluye desde votantes de Donald Trump y todo lo que se llama “alt-lite” (N.d.T.: lite sería definido por “poco fuerte” o “débil), pero también la nueva derecha, la derecha radical, la derecha populista, el iluminismo oscurantista, los identitarios, neo-reaccionarios, activistas de derechos masculinos, nacionalistas civiles, nacionalistas económicos, nacionalistas del Sur de Estados Unidos, nacionalistas blancos, paleo-conservadores, anarco-derechistas, libertarios de derecha (paleolibertarios), socialistas de derecha, neo-monarquicos, Satanistas, seguidores de la Nueva Derecha Europea, Duginistas, Eurasianos, Nacional-bolcheviques, teóricos de la conspiración, y por supuesto, fascistas y nacionalsocialistas, todos ellos englobados en  círculos de la Derecha Alternativa.
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En 2016 todos eran de Derecha Alternativa
 Bajo esta definición, desde Steve Bannon o Milo Yannopolous serían Derecha Alternativa, así como el tabloide The Daily Stormer o el Partido Tradicionalista de los Trabajadores. De hecho, las tendencias ideológicas son tan diversas como las propias personas que han asumido el título de Derecha Alternativa. Por ejemplo, Steve Bannon dijo en 2016 durante la campaña presidencial de Donald Trump que deseaba convertir al periódico digital Breitbart en la voz de la Derecha Alternativa. Sin embargo, he encontrado también a neo-nazis propiamente que se definen como “Derecha Alternativa” igualmente.
 Una definición más específica vendría a caracterizar lo propio de la Derecha Alternativa como una serie de tendencias hacia la identidad, historia y tradiciones europeas, y donde se consideraría a Europa y América del Norte por extensión, como parte de una sociedad occidental específica desarrollada por europeos y, más claramente, por pueblos cristianos. Consecuentemente, la Derecha Alternativa tiende a criticar ideas o políticas como el multiculturalismo, la migración masiva y lo que se llama “lo políticamente correcto” mucho más de que lo harían los círculos conservadores convencionales. Esto contrasta con las posiciones de la izquierda, las cuales se han vuelto cada día más liberales y que reducen al legado, la historia y la cultura occidental a nada más que opresión, racismo, seximos, homofobia, clasismo, antisemitismo, islamofobia, xenofobia, patriarcado, jerarquía, nativismo, heterosexualismo, especismo y una serie de “ismos” y “fobias” considerados por dicha posición como factores que definen a Occidente. Seguramente, las otras civilizaciones jamás han experimentado ninguno de esos fenómenos.
 De esta manera, la Derecha Alternativa yace en claro contraste frente al conservadurismo convencional y sus tres aspectos: primero, se opone a los “halcones” militaristas que apoyan el intervencionismo internacional para promover el modelo occidental de democracia liberal en el mundo y que, a mi punto de vista, favorece a la industria armamentista y al presupuesto del Pentágono. Segundo, su fijación por las políticas económicas que consisten en reducción de impuestos, algo que favorece a los negocios de la clase corporativa. Tercero, el conservadurismo social de tipo religioso, opuesto al aborto o al matrimonio homosexual, pero que resta importancia o simplemente ignora los problemas civilizacionales o culturales en cualquier sentido.  Por ejemplo, los medios católicos o protestantes ven con buenos ojos la migración masiva ya que serían futuros conversos o vendrían a llenar iglesias que se han visto vaciadas de fieles por la continua secularización de la sociedad.  Es una práctica común en el mundo evangélico protestante adoptar niños del tercer mundo, de una manera muy parecida a lo que hacen celebridades y estrellas como Madonna o Angelina Jolie.
 Naturalmente ya existe mucha conflictividad entre la Derecha Alternativa y el conservadurismo tradicional, donde estos últimos han optado por atacar o denunciar a los primeros con argumentos esencialmente parecidos a los de la izquierda o de los liberales. La agencia Associated Press describía a la Derecha Alternativa en un manual de políticas de sus redactores de esta manera:
 “La ‘derecha alternativa’ o ‘alternativa de derecha’ es el nombre con el que se etiquetan algunos supremacistas y nacionalistas blancos para refererirse a sí mismos y a su ideología, la cual tiene como objetivo preservar la raza blanca en los Estados Unidos, a la par de defender otras posturas tradicionalmente conservadoras como limitar el intervencionismo del Estado, bajar los impuestos e imponer estricta obediencia a la ley. El movimiento ha sido descrito como una mezcla de racismo, nacionalismo blanco y populismo…. Crítica el “multiculturalismo” y los derechos de los no-blancos, las mujeres, los judíos, los musulmanes, los homosexuales, los inmigrantes y otras minorías, y sus miembros rechazan el ideal democrático estadounidense de igualdad de todos ante la ley sin importar su credo, sexo, origen étnico o raza” (John Daniszewski, Associated Press, 26 de noviembre de 2016).
 La cita es de Associated Press, y sin embargo no creo que sería raro encontrar algo así en las páginas del New Yorker, The Atlantic o del Informe de Inteligencia del Southern Poverty Law Center. Y, sin embargo, también podría salir en las páginas del National Review, del Weekly Standard, del Federalist o en un video de la Prager University.
 Otro ejemplo que puedo citar es un escrito del filósofo conservador Nathanael Blake que apareció en The Federalist donde afirma que “el cristianismo y la filosofía grecorromana, y no la raza, son las bases de la civilización occidental”, y donde acusa a la Derecha Conservadora de atacar al legado de la civilización occidental. Este tipo de problemas son los que constituyen un punto grande de divergencia entre los conservadores culturales y la derecha racialista. David French, del National Review, llama a los seguidores de la Derecha Alternativa “aspirantes a fascistas” y denuncia “su protagonismo en el dialogo político nacional”. Supongo que la diferencia entre las posturas de David French y las de la izquierda sería que estos últimos llaman “fascistas” directamente a la Derecha Alternativa, y no “aspirantes”.  Seguramente es esto lo que separa a la Derecha Convencional de la izquierda hoy por hoy.
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“Aspirantes a fascistas”
 En el Weekly Standard, Benjamin Welton caracteriza a la Derecha Alternativa, como “una fuerza muy heterogénea” que “le da la vuelta al moralismo de izquierda y convierte la etiqueta de ‘racista’, ‘homófobo’ o ‘sexista’ en una medalla de honor”. Debo decir por experiencia propia que los argumentos de Welton son ciertos. Ian Tuttle escribió en el National Review de abril de 2016 que:
 “La derecha alternativa evangeliza ya desde hace algunos meses a través de su presencia antisemita y racista en el internet, pero para Allum Bokhari y Milo Yiannopolos, ellos serían nada más que provocadores graciosos, valientes defensores de la civilización occidental, intelectuales atrevidos… y un montón de neonazis planeando la Solución Final 2.0, aunque estos últimos sean solo una minoría despreciada por todos”.
 Jeffrey Tucker, escritor libertario de la Fundación para la Educación económica, describe a la Derecha Alternativa como:
 La derecha alternativa “hereda aquella vieja y temida tradición que va desde Hegel a Carlyle, Spengler a Madison Grant, de Othmar Spann a Giovanni Gentile y a los discursos de Trump”. Tucker añade que los seguidores de la Derecha Alternativa miran al pasado “a lo que ellos piensan fue una Edad de Oro cuando las élites gobernaban y los peones obedecían” y consideran que “la identidad es todo y su pérdida es el más grande crimen inimaginable”. Cualesquiera que sean las posturas de cualquier persona sobre Trump, creo que estaremos de acuerdo en que es muy dudoso que éste haya sacado su inspiración de Hegel.
 En The Federalist, la feminista libertaria Cathy Young criticaba un articulo del Radix Journal sobre el aborto donde se llamaba a los pro-vidas como “disgénicos” porque promueven “reproducirse hasta a la mujer más tonta e irresponsable”, así que no solo bastaría estar a favor del aborto, sino que se debe tomar dicha posición por “razones correctas” como el “derecho a decidir” frente a “malas razones” como la práctica eugenésica. Esta línea de pensamiento se ajusta a los posicionamientos comunes de la izquierda que insiste que los motivos e intenciones, y no las ideas y consecuencias, son importantes, y que son la guía través de la cual se puede emitir un juicio moral sobre cada individuo.
 Otro interesante aspecto de estas críticas es que los conservadores convencionales atacan a la Derecha Alternativa con terminología propia de la izquierda, como racista, xenófobo, fascista, etc., pero que no ha evitado que el conservadurismo tradicional califique a la Alt Right como izquierdista. En el encuentro anual de este año (2017) del Comité de Acción Política Conservadora, Dan Schneider, actual director ejecutivo de la Unión Conservadora América, que organiza dicho evento, criticaba a la Derecha Alternativa como “una siniestra organización que está tratando de infiltrarse en nuestras filas” a la vez que insistía que “no debemos dejarnos engañar ni timar” por ella, y que:
 “No son más que una caterva variada de fascistas de izquierda, antisemitas, racistas, sexistas que odian a la constitución, al libre mercado, al pluralismo y desprecian todo lo que nosotros creemos”.
 Retórica similar que se escucha en la izquierda radical al advertir sobre la supuesta infiltración fascista en organizaciones de ese signo político. En círculos de izquierda radical y maoísta se denomina “complot fascista” a una supuesta vil conspiración para infiltrar movimientos revolucionarios y llevarlos hacia el fascismo. Irónicamente, dicha conspiración suena demasiado similar a la retórica tradicional antisemita sobre cómo los judíos supuestamente se infiltran y manipulan todo lo que tocan, como instituciones y demás para llevar adelante supuestos complots. Aparentemente la izquierda radical y el conservadurismo convencional han desarrollado cada uno su propia “teoría de la conspiración fascista” como contraparte a la “conspiración judía” de la ultraderecha, y podríamos entonces denominarla “los protocolos de los sabios de Thule”.
 Jeff Goldestein, en The Federalist del 6 de septiembre de 2016 sugiere que “la Derecha Alternativa emula a la Nueva Izquierda, al ser un movimiento a la par de Black Lives Matter, La Raza, el Consejo de Relaciones Islamo-americanas y otros productos del marxismo cultural”.
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¿Reflejo de sí mismos?
 “La Derecha Alternativa es un movimiento europeo de ultraderecha que yace contrapuesto al liberalismo clásico sobre el que se fundó nuestro país, y que la izquierda ha calificado como ‘derecha’, lo que quiere decir, la ‘derecha europea’ está encuadrada en un espectro político diferente a la nuestra. Nuestra ‘derecha’ –conservadurismo o liberalismo clásico- está claramente definida, no importa cuántas veces la izquierda quiera decir lo contrario. Lo nuestro es el constitucionalismo que incorpora al federalismo, al republicanismo, a la igualdad legal y la separación de poderes”.
 Estos ejemplos representan más o menos la retórica del conservadurismo convencional utilizada para pintar a la Derecha Alternativa como izquierdistas o calificarla de fascistas al tiempo que aclaran que el verdadero fascismo es de izquierda. El argumento general de los conservadores tradicionales afirma que la verdadera derecha está enraizada en ideas de la ilustración que se pueden encontrar en la Declaración de la Independencia o en la veneración de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, a la vez que la Constitución sería una especie de biblia secular.  Paralelamente se considera a los Estados Unidos una “nación proposicional” derivada del “judeo-cristianismo” sin igual en su historia, cultura o tradiciones a la de otros países.  Aquello que es “conservador” se define únicamente en el “límite al Estado”, la llamada “libre empresa”, el “individualismo” y otras abstracciones poco definidas, así como preferencias en “políticas basadas en una fuerte defensa nacional” (eufemismo para la agenda política internacional del neo-conservadurismo). Otras políticas de centro derecha entran en esta categoría, tales como recortes a los impuestos, oposición al programa de sanidad Obamacare, oposición a la acción afirmativa, al control de armas, al aborto o al matrimonio homosexual, así como apoyar el uso de cupones escolares y otras ideas similares.
 Dichas preferencias se coronan con lemas como “los demócratas son los verdaderos racistas” o acusaciones dudosas o simplemente falsas como que “Martin Luther King era conservador”, que los conservadores son los verdaderos amigos del feminismo y de los homosexuales por oponerse al “fascismo islámico”. Los demócratas aparecen como fascistas y antisemitas por supuestamente tener posiciones pro-islámicas o porque parte de la izquierda radical apoya a Palestina. Algunos extremistas del conservadurismo convencional como Dinesh D’Souza (N.d.T.: cineasta indio-estadounidense conocido por sus teorías conspirativas) podrían incluso ser capaces de decir que los demócratas crucificaron a Cristo.  
 Los representantes del “Conservadurismo y cia.” no se limitan a no hacer nada cuando la libre expresión o la libertad académica son atacadas en nombre de lo políticamente correcto, pues son selectivos sobre qué defender o no. Defender lo políticamente incorrecto para ellos no aplica en casos como el de Norman Finkelstein (N.d.T.: autor de La Industria del Holocausto), y en cambio defenderán la migración legal como método para contener la ilegal, dejando claro que para ellos el problema es únicamente el rompimiento de leyes. Una característica clásica del conservadurismo tradicional y lo que lo diferencia de la Derecha Alternativa es su propia falta de seriedad o de solidez filosófica o intelectual.
 En cambio, la Derecha Alternativa propone un movimiento meta-político por lo que los objetivos específicos en su seno varían enormemente. No creo que es posible definir los objetivos hipotéticos de un partido de derecha alternativa precisamente por la diversidad que demuestran. Sin embargo, la Derecha Alternativa es mucho más seria en cuanto a ideas que el conservadurismo convencional no parece interesarse, como el conflicto demográfico y las dificultades que conlleva el cambio poblacional, o entender la realidad de los conflictos de clase, culturales y civilizacionales. Los conservadores parecen no entender que el modelo de democracia liberal occidental existe por las particulares bases culturales y las circunstancias históricas de occidente, y que dicho modelo no puede ser aplicado fácilmente afuera de éste.
 Termino mi presentación con las observaciones del profesor George Hawley de la Universidad de Alabama, quien diría que la Derecha Alternativa representa una amenaza aún mayor al progresismo que lo que podría ser el conservadurismo convencional. Estoy de acuerdo en esto, pero quiero puntualizar que esto es verdad porque los conservadores tradicionales no representan amenaza alguna contra el liberalismo. Añadiría que más allá de una amenaza al Partido Democrático de los Estados Unidos, a los medios convencionales, a la clase corporativa y a la elite cultural, el conservadurismo es más bien un socio de estos. La Derecha Alternativa al menos propone ideas que representan una amenaza ideológica a la izquierda, aun siendo que éste movimiento es demasiado pequeño para constituir un desafío político real, al menos en esta época.  
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mujeresartistaseag-blog · 5 years ago
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Futurismo
El futurismo es el movimiento de vanguardia más importante del S.XX en el arte italiano, a partir de la publicación del “Manifiesto Fundador del Futurismo” de Filippo Tommasso Marinetti, que nace en 1909 como propósito de renovación, para cambiar la vida y la sociedad.
Se define como un “cubismo dinámico” donde la finalidad es representar con el uso del color el dinamismo, un efecto que produce un objeto en movimiento. Para lograr este efecto se multiplican las posiciones de un cuerpo, de igual forma que en los inicios del cine. Algunos artistas, incluso, intentaron las artes sonoras del arte, inspirándose de ruidos para elaborar sus obras.
El futurismo surge gracias a un manifiesto en el que preconiza el triunfo de la velocidad en la pintura como símbolo y conquista máxima de la sociedad de la época. El nuevo ismo estaba inspirado en los grandes cambios de la 2º Revolución Industrial introducida en Europa, inspirad en las máquinas y la tecnología, queriendo plasmar la esencia del movimiento en las formas, la agresividad, la velocidad, la fuerza, el peligro y la energía.
También se presenta a la patria, la temática bélica y militarista como valoras a promover entre la sociedad a través de este movimiento artístico.
Aunque se desarrollo inicialmente en Italia, calo en mucho otros países y sirvió de influencia para movimientos posteriores y coetáneos, como el expresionismo abstracto o el neopositivismo, Rusia fue uno de los países donde más calo.
1. Natalia Goncharova
Ladýzhino, Rusia, 1881 - París, Francia, 1962.
En Rusia el futurismo tuvo una gran mole de artistas consagrados que ya habían experimentado en diferentes movimientos vanguardistas, y se sintieron atraídos por las ideas de una nueva forma irreverente de creación. Goncharova formo parte del grupo de expresionistas de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) desde 1911 y se alzo como una de las lideres del movimiento ruso con la representación del dinamismo, donde se inspiro en la obra de Boccioni, El Ciclista. Estudio escultura en la Escuela de arte, escultura y arquitectura de Moscú, empezó a pintar en 1904. Sus obras se inspiraron en el arte folclórico ruso, añadiendo elementos fauvistas y cubistas. Junto a Mijaíl Lariónov desarrolló el rayonismo y fueron los padres del avant-garde ruso pre-revolucionario, realizando la exposición La cola del burro (1912). Esta exposición supuso la ruptura con el arte europeo y el surgimiento de una escuela independiente rusa de arte moderno. En las últimas obras de Goncharova observamos la influencia del futurismo ruso, donde se preocupaba por el iconos y el primitivismo del arte folclórico ruso. Sus obras no se limitaban únicamente a la pintura, dado que escribir e ilustro un libro de estilo futurista, realizando tareas típicas de una diseñadora gráfica. También diseñó trajes de Ballet y decorados en Ginebra y en París, como los decorados para los Ballets Russes de Sergéi Diáguilev.
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2. Aleksandra Ekster
Belostok, Polonia, 1882 - Fontenay-Aux-Roses, Francia, 1949.
Artista rusa que pintaba y diseñaba obras dentro del cubofuturismo, el suprematismo y el constructivismo. Vivir estos estilos desde los diferentes lugares donde vivió, como son San Petersburgo, Moscú, Viena, Kiev y París. Nació en una familia rica bielorrusa, por lo que recibió una increíble educación privada, estudiando idiomas, música y arte, entre sus clases, se encontraban clases privadas de dibujo. Fue a la escuela de arte de Kiev y se graduó en pintura en el año 1906. En París acucio a la Academia de la Grande Chaumière en Montparnasse. Estuvo viviendo de forma discontinua entre Kiev, San Petersburgo, Odesa, París, Roma y Moscú. En Kiev tenia un estudio de pintura donde se reunía la elite entre los artistas, y realizo una exposición con el grupo Zveno en 1908. En París expuso seis obras en el Salón de la Section d´Or, Galerie La Boétie, en 1912. En 1914, participó en las exposiciones del Salon des Indépendants en París y con Archipenko, Koulbine y Rozanova en la Exposición Futurista Internacional en Roma. En 1915 se unió al grupo de artistas de vanguardia Supremus. Destaco cómo pintora suprematista y constructivista, así como que fue una gran influencia en el movimiento Art Déco. No se limitaba a un solo movimiento artístico y fue una de las artista de la vanguardia que más experimento. En 1919 decoró las calles y las plazas de Kiev y Odesa en estilo abstracto para las Festividades de la Revolución. Sus obras sn vibrantes, experimentales, dramáticas y teatrales en su composición, tema y color. Amplió las intenciones dinámicas de su trabajo por todos los medios, experimentando con la transparencia, el movimiento y lo vibrante de los tejidos. En 1924 emigro a París donde se convirtió en profesora en la Academie Moderne, y desde 1926 a 1930 fue profesora de la Académie D´Art Contemporain de Fernand Léger. En 1936 participo en una exposición de Cubismo y Arte Abstracto en Nueva York, también tuvo una exposición individual en Praga y en París.
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3. Benedetta Marinetti Cappa
Roma, 1897 - Venezia, 1977.
Fue pintora, poetisa y literata. Fue una gran representante del Futurismo aunque también fue olvidada. Se caso con Filippo Tommaso Marinetti, creador del futurismo, y juntos crearon “il tattilismo” una evolución del futurismo. En 1929 fue una de las promotoras del Manifiesto de aeropittura. Participó en cinco ediciones de la Bienal de Venecia, y fue la primera mujer en tener un trabajo publicado en el catálogo de la Bienal, y en tres ocasiones en la Cuadrienal de Roma. Pintó frescos en el interior del edificio de Correos en Palermo, y además de realizar cuadros pictóricos, escribió algunas novelas y un poema experimental.
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4. Valentine de Saint - Point
Lyon, Francia, 1875 - El Cairo, Egipto, 1953.
Valentine fue una mujer especial con una vida repleta de polémicas. Fue escritora, pintora, critica de arte, dramaturga, coreógrafa, conferenciante y periodista. Redacto un manifiesto futurista, la primera mujer en hacerlo, y fue muy reconocida por este hecho ademas de sus contribuciones al arte y al concepto de performance con sus Métachories. Sus obras se centran en el pensamiento de que tanto el individuo como la colectividad serán completos cuando se basen tanto en la feminidad como en la masculinidad. Pensaba en que todas las mujeres deberían compartir las virtudes femeninas con las viriles. La mujer, que se veía como una amante o una madre encantadora y tierna, y querían cambiar esta visión por la mujer guerrera, la heroina, etc. Creó la imagen de una feminidad fuerte, masculina, ni dócil ni reducible al estereotipo de la femme fatal. Llevó la noción de la maternidad y la ética sacrificio de la feminidad como la única misión apropiada para la mujer. Ponia como modelos a mujeres como Juana de Arco, las amazonas, Cleopatra, etc. Rechazo el feminismo como movimiento político por que pensaba que no podría producir el desorden o la destrucción que deseaban los futuristas. Por el contrario Valentine fue criticada por protofascista, antifeminista y antifemenina.
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witch-of-time-and-letters · 6 years ago
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El continente enfermo.
“Lo que más y mejor caracteriza a la verdadera envidia es el deseo de que el otro, el envidiado, no tenga lo que tiene, de que no sea verdad que lo tenga, de que no sea cierto su éxito o no sea tanta como parece su riqueza material”.
por Hugo Biagini.
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Burning your heat.
La “ideología” basada en la incapacidad intrínseca de los pueblos subdesarrollados y en el insalvable vacío cultural existente en ellos se remonta a épocas pretéritas. Si nos atenemos a Latinoamérica más en particular, se trata de una imagen en la cual se introduce el tutelaje como un modus vivendi“natural” –en medio de un proceso modernizador restringido a una minoría urbano-céntrica. Para ello se recurre a filiaciones, dicotomías y pretendidos fundamentos religiosos, biocéntricos, tipológicos o culturales. Mientras que bajo la dominación española se discriminó a la población con categorías como las de cristianos e infieles o peninsulares y criollos, durante el siglo XIX y hasta bien entrado el XX, con la plataforma positivista, se acentuaron las oposiciones: continentes civilizados / continentes bárbaros; razas superiores / razas subalternas, plebeyas y serviles; países fríos altivos y racionales/ países cálidos sensualistas; partido europeo / partido americano; clase ilustrada-gente decente / chusma y plebe; anglosajones enérgicos y honestos / latinos y sudamericanos indolentes, embusteros e ineptos para el autogobierno.
Todo ello en nombre de un proclamado proyecto occidental, de neta impronta colonialista, unido a la extensión de las fronteras interiores en diversos países americanos. Específicamente, en esa línea argumentativa y valiéndose con cierta frecuencia de tesis lindantes con la de la selección de las especies, se le ha achacado al proceso de mestizaje el haber inducido un continente enfermo y retardatario como el de nuestra América,1 algunos de cuyos voceros –no siempre reconocidos– se traerán aquí a colación; portavoces provenientes de una nación europeizada como la Argentina, donde se ha alardeado de constituir el único país blanco al sur del Canadá –tras el exterminio de su población de color.2 No era que se estuviera en presencia de un mundo aparte sino que, como adujo Robert Nisbet, antes del Novecientos, millones de occidentales creyeron que el progreso se hallaba íntimamente asociado con los caracteres raciales.
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Las heterogéneas filas del positivismo argentino, adquieren un perfil prominente para el asunto en discusión, pues “la herencia, la Raza, resulta en inducción final, la clave del Enigma”; observándose “una correlación forzosa entre el orden físico y el psíquico”.3 Manteniéndose la antinomia entre civilización y barbarie, se enfatizan los profundos trastornos ocasionados por la mixtura con razas pretendidamente irrelevantes en el plano cultural; a diferencia de lo ocurrido en los Estados Unidos, donde se preservó la pureza étnica. Dicha mélange o entrecruzamiento habría dado lugar a una serie de taras somáticas e intelectuales, a una personalidad estéril, viciosa e imprevisora. Engendro que no sólo debía conservarse alejado de la participación política sino que había que fomentar althusianamente su extinción por cualquier medio. Sólo el prejuicio democrático y la filantropía pueden rehabilitar a seres que no merecen otra compasión que la sociedad protectora de animales. Debe evitarse la actitud anticientífica que desconoce la importancia de los antagonismos interétnicos y la pugna por la existencia, con el benéfico triunfo de los más aptos y poderosos, de la “raza civilizada”: la ejemplar elite blanca. Los derechos humanos son válidos únicamente para aquellos que han alcanzado una etapa evolutiva satisfactoria y no para sectores inadaptables y extraños a la auténtica racionalidad. Ergo, frente a las versiones estimadas como sentimentalistas se suponía que las razas de color iban encaminadas a su liquidación, según el principio de selección natural, usualmente entendido como la imposición de aquellos ejemplares mejor dotados para adaptarse al medio ambiente, subsistiendo problemas como los del mestizaje…, que reproduciría en la descendencia los rasgos más atávicos y primitivos.
Para montar semejante aparato sojuzgante y encubridor se ha apelado, entre otras disciplinas, a aquello que Mario Bunge no titubearía en calificar como pseudociencias: desde el determinismo geográfico, telúrico, somático, anímico e histórico hasta la frenología, la etología, la fisiognomía, la psicología colectiva, la caracterología, la ética gladiatoria y la química fisiológica, sin olvidar muchos de los ismos que han intervenido, a veces con nombre y apellido, en esa maraña conceptual: arianismo, evolucionismo, experimentalismo, sociodarwinismo y spencerismo social. Nos hallamos frente a un discurso que plantea insolubles dificultades semánticas –muy significativas para la misma óptica en cuestión que se precia de alentar el rigor formal y epistemológico–, v. gr., sus estrechas analogías entre el niño, el disminuido mental, la mujer, el salvaje, el criminal y el demente, junto a la referencia a un conglomerado de nociones equívocas como delincuente nato, loco y mestizo moral, plasma nativo, raza psíquica, animalidad atávica, instintos sociales, organismo de un pueblo, protoplasma político y tantas otras por el estilo.
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mauriciomeschoulam · 5 years ago
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14 de marzo del 2020. 
Probablemente lo más importante es entender que estamos ante una amenaza de salud que es al mismo tiempo nueva y global, cuyos factores de prevención y cura son vastamente desconocidos y que, por tanto, produce incertidumbre y miedo colectivos. Ante esa incertidumbre y miedo, se genera tensión y conflicto, situaciones que ocurren al interior de nuestras sociedades, pero también al exterior de ellas. El problema, por tanto, rebasa el muy lamentable y complejo impacto en materia de salud física, y velozmente se traslada a otros ámbitos como el psicológico, el económico, el financiero o el político, lo que a su vez ocurre en los niveles local, nacional e internacional. Por si esto no basta, todo ello sucede en un entorno en el que la información (verdadera y falsa) viaja con intensidades, ritmos, velocidades y amplitudes que jamás habíamos experimentado, lo que ocasiona que la propagación del miedo y la tensión sea incluso mayor. La globalización, en otras palabras, es en serio y requiere, de manera inescapable, pensar sistémicamente. En un sistema, las partes dependen las unas de las otras, ya sea que estemos conscientes de ello o no. Los problemas de “ellos”, no son de ellos; son del sistema al que pertenecemos o, en todo caso, de partes del sistema que, tarde o temprano, van a terminar por impactar a otras partes del sistema. Podemos ver esto en términos geográficos como en el caso de las interacciones e interconexiones entre ciudades, países o regiones, o podemos verlo de otras formas, como, por ejemplo, los impactos del subsistema de la salud pública en el subsistema de la economía (local, regional y global) o en el de la política (local, regional y global). Pensarlo así nos impone, inevitablemente, la necesidad de actuar de formas colaborativas (entre ciudades, regiones y países, así como entre actores cuyas labores están implicadas en ámbitos distintos). Las mayores disrupciones han ocurrido y van a seguir ocurriendo en la medida en que no reconozcamos esa serie de necesidades y optemos por operar privilegiando los “yo-primero-ismos”, o sintiéndonos componentes separados del sistema que pueden funcionar aislados e inmunes. Pongamos unos ejemplos en donde todos estos factores terminan entretejiéndose. Considere usted el tema del petróleo. En este caso, un problema que emerge de la crisis de salud pública se traslada al entorno económico, al financiero, y muta rápidamente hacia un conflicto político entre países: Rusia y Arabia Saudita (países que ya tenían importantes diferencias de visión en cuanto a precios y producción, pero que ahora se ven obligados a reaccionar ante los efectos de la pandemia). La historia es esta: Ante el desplome de demanda de crudo que se empieza a vivir a raíz de la desaceleración económica global, los precios del petróleo empezaron a caer desde hace algunas semanas. La OPEP+ (OPEP y aliados) había tenido una serie de reuniones para discutir posibles recortes a la producción que ayudasen a recuperar los precios caídos. Rusia se opuso. Su argumento era que reducir la oferta no iba a ser eficaz puesto que, ante la escasa demanda existente, entrarían otros actores a cubrir esa oferta reducida y, por tanto, los precios no se iban a recuperar. Además, en el fondo Rusia no quiere que los precios del petróleo escalen tanto pues prefiere asegurar mercado frente a sus competidores privados estadounidenses, cuyo costo de producción es mucho más elevado. El caso es que Arabia Saudita (y muy específicamente el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, quien hoy por hoy controla todo lo que sucede en el reino), se enfureció ante la negativa rusa y decidió enviar un mensaje de fuerza con el objeto de dar una lección al Kremlin acerca de lo que ocurre cuando el reino saudí—tradicional líder en el mundo petrolero—es desafiado, y de paso golpear a rivales geopolíticos como Irán y a otros competidores. Es como si el príncipe heredero le hubiese querido comunicar a Putin que, si quiere precios baratos, entonces que se agarre fuerte, porque Riad se encargaría de tirarlos hasta el piso. Riad redujo drásticamente el precio base de exportación de su petróleo y, además, anunció que iba a incrementar su producción para compensar las posibles pérdidas por la baja en el precio. Esto provocó el lunes un colapso en los precios del crudo que solo se vino a añadir a la incertidumbre, al caos y al pánico. Lo peor del caso: si Bin Salman consideró que Rusia se va a doblegar en el corto plazo, quizás ha subestimado a Putin y a las reservas con las que Moscú cuenta para defenderse ante una crisis como esta y probablemente Riad va a pagar por ello más de lo que piensa. Por consiguiente, golpear a sus rivales justo en los momentos en los que el coronavirus presenta un crecimiento exponencial no es golpear a “sus rivales”, es golpear al sistema colapsado, el mismo sistema del cual Arabia Saudita forma parte. En este punto, de hecho, toda la región a la que Arabia Saudita pertenece, Medio Oriente, está teniendo que vérselas con el mismo problema. Irán es, en efecto, el foco mayor (hoy), pero el virus está atacando a Egipto, a Líbano, a Emiratos Árabes Unidos, a Irak, a Israel y por supuesto, a Arabia Saudita misma, entre otros sitios. La fase que la epidemia presenta en estos instantes es de crecimiento exponencial, por lo que es imposible prever los costos económicos que esto ocasione en el propio reino. En cambio, lo que parece guiar la toma de decisiones—en plena crisis—es una lógica de guerra: lanzar señales de que ninguna de las partes cederá y no se detendrá hasta vencer al enemigo. Esto es leído por otros componentes del sistema ya no con preocupación, sino con pánico, lo que tiene hoy a los países productores de petróleo, incluido el nuestro, gravemente afectados. Lo que pasa es que no siempre actuamos tan racionalmente. Esto es lo que enseña la economía conductual. Consideraciones como obtener recompensas inmediatas frecuentemente moldean nuestra toma de decisiones. Puesto diferente, somos bastante cortoplacistas. Pensemos en el caso de Trump, en pleno arranque de las campañas electorales, muy criticado al interior de su país por la suavidad con la que estaba abordando los riesgos de la epidemia, mucho más cuando EEUU es la mayor y más globalizada de las economías. Una vez que la Organización Mundial de la Salud declara al coronavirus como “pandemia”, Trump necesitaba dar la imagen de que finalmente estaba actuando con firmeza para recuperar apoyo político. Al final del camino, lo que está en juego es su reelección. Pero para mostrar esa firmeza, antes de declarar la emergencia nacional en el país, eligió suspender la entrada a EEUU de extranjeros procedentes de toda la Europa continental (y ojo, no de Reino Unido, país que tiene más casos de contagio que varios otros del continente, o de Oriente o de otros sitios). La decisión puede ser válida, pero es acompañada de fuertes críticas de la Casa Blanca a los países europeos por no haber actuado suficientemente bien para detener la epidemia (un poco culpándolos de lo que ahora EEUU se ve obligado a hacer). A su vez, Washington recibe fuertes críticas de sus contrapartes europeas, quienes le acusan de tomar este tipo de decisiones de manera unilateral, sin consultar o colaborar con sus socios y aliados. Es decir, lo que vemos en ejemplos como estos, tiene que ver más con un sistema que está enfrentando una disrupción histórica, cuyas partes optan por actuar aisladamente, o chocar y golpearse, en lugar de buscar resolver el complejísimo problema común bajo estrategias de colaboración, coordinación y mediante un liderazgo global que hoy brilla por su ausencia. El resultado es que el pánico solo se esparce más. Tenemos que aprender a pensar más como planeta. Y si no lo hacemos desde la empatía y el deseo de bienestar de otras personas, entonces hagámoslo, al menos, desde el entendimiento de que, bajo las condiciones actuales, es imposible cercarnos e inmunizarnos ante los daños y golpes que sufren las otras partes de ese sistema al que pertenecemos, lo veamos o no. Twitter: @maurimm
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carlosprietoblog · 5 years ago
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Populismo como etiqueta (Por Josefina Araos Bralic*)
Entrevista con Alan Knight
Hoy es casi un insulto hueco, un dardo que se tira indiscriminadamente a lado y lado, desde la prensa y los atriles. ¿Qué caracteriza realmente a esta manera de hacer política?
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                                        Ilustración de Luis Pinto
Alan Knight es una figura difícil de clasificar. Formado en los años sesenta en la emblemática escuela marxista británica de Eric Hobsbawm y E. P. Thompson, decidió dedicarse al estudio de América Latina, campo poco considerado en los enfoques historiográficos de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX. Llevó así la “historia desde abajo” a una región cuya trayectoria tenía mucho que aportar a la comprensión del papel de los diversos grupos sociales en los procesos históricos. La originalidad de Knight se expresa también en la dificultad para ubicarlo historiográficamente. Cercano a los análisis estadísticos, pero crítico de los economistas; reconoce el valor de la narrativa, pero también la necesidad de esquemas analíticos que ordenen la complejidad de los hechos históricos; escéptico de las grandes teorías, pero consciente del valor de los conceptos para comprender el pasado.
En cualquier caso, la dificultad para etiquetarlo no implica indefiniciones. Alan Knight es, ante todo, historiador de vocación, convencido de la importancia de la disciplina histórica; no porque esta nos dé lecciones, sino porque nos ayuda a entender nuestro presente y, algo quizá más importante, a desenmascarar a aquellos que instrumentalizan el pasado en favor de sus propias agendas.
¿Es el “populismo” una categoría adecuada para entender lo que ocurre hoy día en lugares tan distintos como Estados Unidos, Brasil o Hungría?
Creo que sí. El término está muy de moda en los medios, pero, aunque se utilice de manera vaga y polémica, el uso cotidiano sugiere que algo está pasando. Creo que la investigación académica (política, histórica, sociológica) confirma que es un concepto útil y necesario. Es decir, tratar de eliminar el término –como han propuesto algunos investigadores– significaría perder una herramienta de análisis político de cierto valor. Pero ojo: hay que definirlo con claridad y utilizarlo cuidadosamente. No es un passe-partout analítico, y generalmente hay que acompañarlo con otros conceptos, a veces de mayor importancia.
¿Cuál sería su definición del fenómeno?
En términos sencillos, entiendo el populismo como un estilo político, una manera de “hacer política”, que se ve en distintos tiempos y lugares. Por tanto, hay varias manifestaciones del fenómeno, no una sola versión. El estilo populista enfatiza la dicotomía entre “nosotros” (“el pueblo” y sus campeones) y “ellos” (élites, extranjeros, inmigrantes, expertos); involucra una retórica polarizadora y en contra de las instituciones (elitistas) establecidas; muchas veces es obra de líderes demagógicos (y supuestamente “carismáticos”), y suele ocurrir con más fuerza en períodos de crisis política y tensión social.
Aunque pueda ser un concepto útil, usted ha señalado que el término suele aplicarse como una etiqueta. ¿Qué explica que se use más como adjetivo que como sustantivo?
Como mencioné, el populismo es el pan de cada día en el debate político actual, tanto en Europa como en las Américas. Muchas veces es un vocablo peyorativo. Como “fascista”, “imperialista” o “comunista”, “populista” se utiliza muchas veces como un insulto. Pero, de la misma manera que debemos definir y analizar el fascismo o el comunismo, es menester aclarar lo que es el populismo. Es un concepto de cierta utilidad analítica si se utiliza cuidadosamente, en conjunto con otros conceptos esenciales como Estado, régimen, democracia, economía política o clase social.
En cuanto a si se usa más como adjetivo o sustantivo, creo que no podemos separarlos: el populismo es el estilo político de un líder o de un movimiento que ostenta rasgos populistas. Pero cuando se trata de estos, es una cuestión de “cuántos” y “cuáles”. Como muchos atributos políticos (radicalismo, honestidad o popularidad), es mejor concebir un espectro. Ha habido, por ejemplo, políticos que ostentaban poco o nada de populismo (Diego Portales, Lucas Alamán, el duque de Wellington, Bismarck, Calvin Coolidge, Raúl Alfonsín, etc.) y que contrastan tajantemente con los populistas “de carne y hueso” (Andrew Jackson, William Jennings Bryan, Cárdenas, Perón, Chávez, López Obrador). Debemos recordar también que los líderes, los partidos y los regímenes no son estáticos. Al contrario, suelen moverse a través del espectro: el populista y popular Perón de los cuarenta se volvió el presidente más autoritario, personalista e impopular de los cincuenta. Fulgencio Batista siguió una trayectoria parecida en Cuba. Quizás podemos generalizar que el populismo –más fuerte en coyunturas de crisis política y tensión social– tiene una expectativa de vida limitada. Si alcanza el poder suele perder su dinamismo, y si sobrevive suele convertirse en una forma de maquinaria clientelista. Ese proceso se ve con el PRI en México o con el Partido Justicialista en Argentina.
¿La maleabilidad del populismo implica que carece de signo político?
Es cierto que, como fenómeno (no como categoría), el populismo es maleable, en el sentido de asumir varias formas (de izquierda o de derecha, clásico o neopopulista) y, en casos particulares como el peronismo, de evolucionar con el tiempo. Es cierto que muchos “ismos” (liberalismo, anarquismo, socialismo, fascismo, marxismo) también varían de acuerdo con el contexto, la coyuntura o la base social. Pero quizás el populismo resulta más maleable y fluido, ya que carece de un canon orientador que pueda darle consistencia. Volvemos a la idea de que el populista describe un estilo, una manera de hacer la política, que puede combinarse con varias ideologías. Ha habido, por ejemplo, marxistas populistas, como Fidel Castro. Cuando tratamos de entender y describir un movimiento, un líder o un régimen populista, casi siempre hay que agregar otros requisitos o características: base social, orientación política y modo de actuar, entre otros.
POPULISMO, EXPRESIÓN DE UNA CRISIS
Algunos han presentado el escenario mundial actual como una crisis de la democracia liberal, ¿le parece un diagnóstico acertado?
La palabra “crisis” (al igual que “populismo”) se usa mucho, y hay cierto riesgo de devaluarla. Si “crisis” quiere decir una coyuntura en que cambios radicales y abruptos están en juego, creo que sería una exageración percibir una crisis general y estructural de la democracia (otro concepto disputado). Claro que hay países, en América, Europa y otros lugares, donde existen problemas sociopolíticos serios y han surgido poderosos movimientos populares. Me parece probable que factores comunes, y quizás globales, hayan contribuido a este crecimiento del populismo. Pero hasta ahora la democracia no ha colapsado ni hay riesgo –en la gran mayoría de los casos– de un colapso inminente.
¿No se debe asumir, entonces, que aquellos países donde han avanzado los movimientos populistas –como Estados Unidos– estén necesariamente en crisis?
En Estados Unidos las instituciones democráticas han resistido, por el momento, el desafío del presidente Trump. En Europa los movimientos populistas crecen y declinan y, hasta ahora, no han ocasionado ningún colapso democrático, aunque la amenaza de un autoritarismo insidioso “de arriba” se ve, por ejemplo, en Hungría y quizás en Polonia. Pero aun en estos casos hay fuerzas e instituciones que resisten tenazmente. En América Latina, donde vemos populismos tanto de la derecha (Bolsonaro) como de la izquierda (López Obrador), la democracia, aunque imperfecta, tampoco me parece al borde del colapso. Claro que las cosas pueden cambiar. El caso más obvio es Venezuela, donde un atrincherado populismo de izquierda se enfrenta a una desastrosa crisis económica y una oposición política cada vez más fuerte. Pero este es un solo caso, y no creo que nos presagie el destino colectivo de la democracia en América Latina y Europa. Dicho de otra manera, no estamos viviendo una crisis estructural igual a la europea de los años treinta.Usted no comparte la idea de una crisis, pero sí reconoce la existencia de problemas. 
¿Podría decirse que, más que una amenaza, el populismo es una respuesta a esos problemas?
Supongo que, como en muchas coyunturas históricas, es una cuestión de retroalimentación. Muchos populismos europeos han surgido como protestas comprensibles contra procesos de globalización, de migración internacional masiva, de desindustrialización, y contra una creciente desigualdad socioeconómica. El populismo supuestamente ofrece soluciones, a mi juicio muy dudosas, a estos arraigados problemas, como vemos en el caso del Brexit en el Reino Unido o con Trump en Estados Unidos. Los críticos más lúcidos del populismo reconocen que, aparte de resistir sus cantos de sirena, hay que combatir estos problemas estructurales, lo que no es nada fácil. Sin embargo, gracias al proceso de retroalimentación, el auge populista suele agravar los problemas y las tensiones sociales. La política de Trump, a mediano plazo, beneficiará más a los ricos norteamericanos que a los pobres, y el Brexit –si se lleva a cabo y resulta un Brexit “duro”– perjudicará mucho más a las regiones deprimidas de Gales y el noreste (que votaron a favor) que a Londres y sus élites financieras (que votaron en contra).En el escenario actual se tiende a contraponer populismo y democracia liberal. 
¿Cuál ha sido la relación entre ambos?
Hay una relación histórica entre populismo y democracia liberal o representativa, en el sentido de que el populismo –especialmente el de hoy en día– tiene que ver con una política de masas, en la que el compromiso con el pueblo es clave. Líderes autoritarios tradicionales han utilizado discursos populistas (por ejemplo, el monarquismo patriótico y protestante de Inglaterra en el siglo XVIII, o el zarismo chovinista y reaccionario del XIX), pero muchos líderes de esta índole, como Metternich o Bismarck, despreciaban al pueblo y querían mantenerlo fuera de la política. Con la expansión del sufragio en el siglo XX, la opción populista –de derecha o de izquierda– se volvió más atractiva y viable. Por tanto, vemos populismos clásicos como el peronismo. De la misma manera que hay populismos tanto de derecha como de izquierda, hay casos históricos de populismos que fomentaron la movilización masiva y, por tanto, tuvieron un impacto en cierto sentido democratizador. Fue el caso del cardenismo mexicano de los años treinta o del peronismo de los cuarenta. Otros, en cambio, como el fascismo italiano o el nazismo, buscaron movilizar para después controlar y reprimir. Es decir, tuvieron poco o nada de impacto democratizador. Aparece otra vez una característica fundamental: el populismo asume caras y funciones muy distintas conforme el contexto histórico. Por eso, hablar en términos generales de populismo como si fuera un fenómeno monolítico es un grave error.
¿Pueden convivir, entonces, el populismo y la democracia?
Es posible señalar populismos que tuvieron un impacto democratizador, en el sentido de movilizar a las masas en contra de élites (u oligarquías) conservadoras. En el caso del Reino Unido decimonónico, sería posible ver movimientos populares y progresistas como el cartismo (chartism) y la Liga contra las Leyes de Cereales (Anti-Corn Law League) como populistas, ya que movilizaron con cierto éxito al pueblo contra el establishment. En muchos otros casos, el populismo aparece como una fuerza neutral con respecto a la democracia, como el populismo estadounidense de la década de 1890, que se desarrolló dentro de un sistema medio democrático establecido, y sus preocupaciones fueron económicas. Pero hay también casos en que representa una amenaza a la democracia, ya que sus líderes invocan el bien del pueblo para socavar instituciones e imponer un régimen autoritario, como vemos en Hungría. El peronismo, que nació en los cuarenta como un movimiento popular, populista y movilizador, con miras claramente igualitarias, se volvió hacia los cincuenta más autoritario, personalista y corrupto. Quizás esta es la tendencia más típica –que vemos también en Venezuela, con la trayectoria de Chávez a Maduro– y que justifica la común percepción del populismo como una amenaza antidemocrática. Pero, tomando en cuenta que populismo significa un estilo de “hacer política”, queda claro que, de la misma manera que ha habido políticos autoritarios (Bismarck, Metternich) que no tenían ni una gota de populismo en sus venas, ha habido políticos con rasgos populistas que actuaban dentro de sistemas democráticos sin intentar socavarlos (por ejemplo, Andrew Jackson en los Estados Unidos del siglo XIX, o Pierre Poujade en la Francia de posguerra). Un caso contemporáneo interesante es el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: líder claramente populista, que llegó al poder por las urnas, con un mandato democrático intocable, y cuya retórica, programa y modo de gobernar son, conforme los criterios normales, populistas. Por tanto, sus críticos lo tildan de demagogo irresponsable, mientras sus partidarios lo elogian como tribuno del pueblo que contrarrestará de manera democrática las grandes desigualdades sociales de México. Vamos a ver lo que sucede allí, pero es una interesante prueba de tornasol de la relación entre populismo y democracia.
¿Es el populismo la única amenaza que enfrenta hoy la democracia?
He tratado de matizar la amenaza de populismo: reconozco que existe, pero no creo que todo populismo (o todo movimiento o líder político con rasgos populistas) sea antidemocrático. A veces, una dosis de populismo puede revitalizar la vida política. Por supuesto que hay también casos de populismos autoritarios y represivos. Y, sin duda alguna, hay otros retos –a veces más serios– que enfrenta la democracia. Uno, el más profundo, es el crecimiento del poder privado corporativo que, gracias a la globalización, ahora “domina al mundo como un coloso”, como dijo Shakespeare de Julio César. Se trata de un poder que opera desafiando a los gobiernos nacionales, eludiendo los impuestos, financiando a los candidatos y partidos políticos preferidos, y contribuyendo a una creciente desigualdad social. Este profundo cambio en el balance entre el Estado y el poder privado corporativo me parece un mayor reto a la democracia que el populismo. Aunque ambos son, en gran medida, una respuesta (irracional, a mi modo de ver) al mismo cambio.
MIRANDO A AMÉRICA LATINA
¿Le parece que la figura de Jair Bolsonaro cabe en la definición de populista? ¿En qué medida se asemeja a figuras tan diferentes como Lázaro Cárdenas o Perón, presentados también como populistas?
Los tres son populistas, pero de índole muy distinta. Cárdenas fue el primer mandatario más radical de la Revolución mexicana (tildado de bolchevique); Perón, al menos en su primera administración, fue un presidente progresista que benefició a la clase obrera, y Bolsonaro es un exmilitar de derechas que elogia el régimen burocrático-autoritario de 1964 a 1985 y rechaza los logros del liberalismo social contemporáneo (derechos de la mujer, de los gays, de las etnias, etc.). Otra vez, el populismo asume caras muy variadas.Lo interesante, quizás, es el contraste entre el populismo clásico y el llamado neopopulismo. El primero (el de Cárdenas, Perón y quizás Vargas) es un fenómeno típicamente progresista y movilizador que promovió un Estado interventor y políticas de redistribución. Por otro lado, el neopopulismo es más derechista, acepta –y a veces elogia– el libre mercado y hasta promueve el adelgazamiento de un Estado supuestamente hipertrofiado e ineficiente. Esta fue la fórmula de Carlos Salinas en México a fines de los ochenta y consiguió resultados duraderos en cuanto a las reformas neoliberales, pero como movimiento político (neo)populista dejó pocas huellas. El proyecto de Fujimori en Perú fue algo parecido. Una conclusión tentativa sería que el populismo clásico, que combinó un Estado más fuerte con políticas populistas (de redistribución, etc.), representó un fenómeno histórico clave y duradero (el cardenismo y el peronismo tienen largas historias). Por otro lado, el neopopulismo (de Collor de Melo, Salinas, Fujimori y ahora, quizás, Bolsonaro) es un fenómeno político más efímero que no dejará la rica herencia de los populismos clásicos. Pero, otra vez, tendremos que ver cómo se desenvuelve.
Si la figura de Bolsonaro calza en la definición, ¿podríamos hablar de un nuevo ciclo populista en América Latina?¿Cuántos ejemplos se necesitan para constituir un ciclo? 
Es cierto que, en tiempos de regímenes militares en los años sesenta y setenta, el populismo iba a la deriva. Los golpes militares en Brasil y Argentina derrocaron gobiernos populistas y vieron como un reto la represión del populismo. Con la democratización hubo muchas más oportunidades para movimientos populistas, ya fueran derechistas o izquierdistas. La llamada “marea rosada” latinoamericana –el giro izquierdista– de los últimos años (con Correa, Chávez, Morales, Lula, Bachelet y los Kirchner) incluyó tanto populistas como no populistas (por ejemplo, Lula y Bachelet).Ahora parece que la marea ha cambiado. La derecha, populista o no populista, gobierna en Argentina, Brasil, Chile y Colombia. México, que suele seguir una trayectoria distinta, es el único caso de un populismo izquierdista que, en contraste con Venezuela, anda viento en popa, al menos por el momento. Es decir, no veo ningún nuevo ciclo compartido a través de América Latina, sino más bien un antiguo ciclo (la “marea rosada”) que ha llegado a su fin y la aparición de una multiplicidad de destinos políticos en el continente. En Europa, también, creo que el patrón es más complicado: el populismo derechista ha avanzado en Alemania e Italia, pero el Partido de la Independencia del Reino Unido está en crisis, el Frente Nacional francés parece estar en decadencia, y en España las fuerzas populistas –quizás también en decadencia– son izquierdistas.
Usted ha afirmado que no existe una afinidad particular entre el populismo y América Latina. ¿Qué explica entonces su recurrencia en la región?
Existen rasgos populistas a lo largo y ancho del mundo. En América Latina hay culturas políticas en las que el populismo ha tenido poco éxito, quizás debido a la fuerza de las instituciones y de los partidos establecidos, como en Chile, Uruguay y, con matices, Colombia. Pero en cualquier caso la región ha sumado casi dos siglos de política republicana, electoral y representativa, es decir, más o menos 20 países en 200 años. América Latina, entonces, ha tenido muchas más oportunidades para incubar movimientos y regímenes políticos de gran diversidad, sean populistas o de otra naturaleza. El resto del mundo –incluso varios países europeos– vivió décadas de regímenes dinásticos o coloniales, poco propicios para movimientos populistas. Quizás se puede decir que la larga historia de política competitiva y masiva en América Latina (o, mejor dicho, en las Américas) ha permitido una gran variedad de experimentos políticos, y el populismo es uno de ellos. Hoy en día, gracias a la llamada tercera ola de democratización en el mundo, hay más oportunidades para el populismo en otras partes: es el caso de Europa oriental, que salió de una larga noche totalitaria hace apenas una generación.
Usted ha criticado la hipótesis de que el populismo implique ausencia de mediación y deterioro de las instituciones. En ese sentido, ¿qué logros puede reclamar para sí el populismo? ¿En qué fue exitoso en la historia de América Latina?
A veces se dice que el populismo carece de canales de mediación, ya que existe una relación directa, quizás carismática, entre líder y masas. Que yo sepa, todo movimiento populista ha necesitado canales de mediación, es decir, organizaciones partidistas o del movimiento, con sus portavoces y mediadores. Quizás hoy en día, con los nuevos medios sociales, una relación directa (por ejemplo, entre Trump y los aficionados que leen sus mal escritos tuits) es más posible. Pero esto es un fenómeno muy reciente. Los grandes populistas latinoamericanos, como Cárdenas y Perón, tuvieron e incluso armaron una gama de intermediarios e instituciones.En el caso mexicano he hablado de la “rutinización del populismo”, análoga a la “rutinización del carisma” de Max Weber. Es decir, en la crisis de la Revolución mexicana y su desenlace, la nueva élite estableció un partido hegemónico (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana y Partido Revolucionario Institucional) y un sistema político de estilo populista. Los fundadores del sistema –los presidentes Obregón, Calles y Cárdenas– practicaron una exitosa política populista, aunada a reformas sociales sustanciales. Pero, con el tiempo, el empuje radical se marchitó: hacia los años cuarenta, el PRI se volvió una máquina clientelística que mantuvo un discurso populista pero que, en realidad, llevó a cabo políticas bastante conservadoras y cautelosas. Así, garantizó la estabilidad política y el llamado “milagro económico” de los cincuenta y sesenta. Fueron logros innegables, pero resultados que apenas correspondieron a las promesas radicales y populistas de la Revolución. Es decir, el PRI fue mucho más institucional que revolucionario. A fin de cuentas, la creciente contradicción entre retórica radical/populista y realidad conservadora/cautelosa produjo una serie de rupturas al interior del mismo PRI.
HISTORIA, TEORÍA Y ACTUALIDAD
Su escepticismo frente a la etiqueta populista se enmarca en uno mayor respecto a la aplicación de la teoría a la comprensión de los fenómenos históricos. ¿Cuál es el riesgo que identifica?
 No estoy en contra del uso de la teoría en la historia; al contrario, creo que es esencial, si por teoría queremos decir no solamente grandes teorías como el marxismo, sino también teorías y conceptos de menor alcance. Una crítica legítima a los historiadores es que “conocen más y más de menos y menos”; es decir, se enfocan en pequeñeces, en episodios y anécdotas, o en casos exóticos y poco típicos. La “nueva historia cultural”, muy de moda en Estados Unidos, a veces sufre de esta dolencia: su justificación es que, desde Foucault, las grandes metanarrativas son cosa del pasado. Tengo mis dudas. Además, repito que hay teorías menos ambiciosas que la gran metanarrativa, pero útiles y a veces esenciales para ordenar y entender la gran complejidad de la historia. Sin la teoría, la historia se vuelve “una maldita cosa después de otra”, como dijo alguna vez Arnold Toynbee satíricamente.
Claro, la teoría debe ayudar a ordenar los datos empíricos y debe ser utilizada conforme a estos datos: los problemas surgen cuando la teoría determina la selección de esos datos. Como dijo E. P. Thompson hace muchos años, la historia –la buena historia– se hace gracias a un diálogo entre la teoría o los conceptos organizadores, por un lado, y los datos empíricos sacados de los archivos o de fuentes secundarias, por otro lado. Cuando la teoría predomina y determina las conclusiones (no obstante “lo que nos dicen los datos”) estamos en terreno no de la historiografía, sino de la propaganda: la historia oficial, la historia de bronce, como la llaman en México, la historia al servicio del Estado, de la nación o del partido.
En su estudio sobre el populismo ha hablado de la importancia de observarlo sobre realidades concretas. En ese sentido, ¿qué tiene que decir y aportar la investigación histórica a la discusión que hoy día sostenemos sobre populismo?
Muchas discusiones actuales sobre el populismo son interesantes y valiosas, pero a veces hay cierta tendencia a olvidar la historia. La nueva ciencia política –altamente técnica, matemática y positivista– suele descartar la historia. Muchos comentarios sobre el populismo son de advenedizos que acaban de reconocer el fenómeno. Por tanto, hay riesgo de un análisis algo amnésico, que presta poca atención a la historia –afirmando que enfrentamos fenómenos radicalmente nuevos, que no lo son– o que distorsiona la historia en beneficio de argumentos contemporáneos. Para dar nada más un ejemplo: el análisis del llamado populismo económico acusa a líderes populistas de llevar a cabo políticas irresponsables de gasto excesivo, que producen hiperinflación y colapso económico. Hay casos así, como el de Alan García o el de Nicolás Maduro. Pero los populistas clásicos no implementaron políticas de esta índole, mientras que políticos no populistas sí lo han hecho. Es un error asumir que el populismo implica un proyecto económico-financiero típico, irresponsable y desastroso: otra vez, estamos en territorio mediático-propagandístico. La historia no nos da lecciones fáciles, pero ignorar o distorsionar la historia –en este caso, del populismo– no nos ayuda a entender los fenómenos.
¿Cuál es el principal riesgo de esta suerte de análisis amnésico? ¿Es un problema exclusivo de la ciencia política o se trata de un fenómeno mayor?
Creo que es un fenómeno mayor, que se ve aún más claramente en la economía. Muchos economistas, mientras utilizan modelos y técnicas matemáticas altamente sofisticados, carecen de conocimiento histórico, pensando que la teoría económica es igualmente relevante en todo contexto. Para ellos, los actores históricos son “actores racionales” que se comportan de acuerdo con una racionalidad individual que trasciende el contexto histórico. Teóricamente, entonces, one size fits all (“una sola talla le queda a todo el mundo”). Esta presunción es muy conveniente si uno posee la clave teórica, pues quiere decir que uno no tiene que entender las particularidades del contexto. No sorprende entonces que los politólogos sigan los pasos de los economistas, ya que buena parte de la ciencia política ha adoptado la misma postura teórica: la del actor racional que persigue su utilidad –concepto muy tramposo, a mi modo de ver– a través del mundo y de la historia. Además, el enfoque matemático otorga excesiva prioridad a lo que (supuestamente) puede ser calibrado, como las elecciones, y no a otros fenómenos políticos quizás más importantes, pero más reacios a la cuantificación (como la legitimidad, la hegemonía, la clase).
¿Qué tiene entonces la historia para decir en los debates contingentes?
Frecuentemente se dice que la historia nos da lecciones y que nos ayuda a entender el presente e incluso a prever el futuro. Tengo mis dudas, y no creo que esta supuesta utilidad de la historia sea su justificación principal. Cuando los políticos la invocan para justificar una política, lo hacen generalmente de manera instrumental, en pro de una política ya decidida. Los historiadores pueden, cuando menos, criticar y desenmascarar este oportunismo. Aunque, como a Casandra, es poco probable que les presten atención
En términos más positivos, la historia quizás nos ayuda a entender el presente (nadie, ni historiadores, ni politólogos, ni economistas, puede prever el futuro consistentemente y con éxito). Es obvio que, para entender la actualidad política de México, sirve conocer algo de su historia, especialmente de la contemporánea. Pero la historia más antigua –de la Colonia, del imperio azteca, de Teotihuacán– es también importante, no porque ofrezca “lecciones” sobre la actualidad, sino porque forma parte de la evolución de una cultura. Por otro lado, la historia puede ayudar también a percibir ciclos o tendencias históricas que se repiten.
Pensar en paralelos y comparaciones a través del tiempo puede ser interesante y estimulante, pero hay que cuidarse mucho de este enfoque, ya que cada coyuntura histórica es compleja y diferente: la función práctica de la historia, si la tiene, es mostrar escepticismo frente a los que quieren utilizar la historia, y sus supuestos ciclos, a favor de políticas actuales.
MÉXICO EN SU OBRA HISTORIOGRÁFICA
Su obra historiográfica se ha concentrado en la historia de México, especialmente en la Revolución mexicana. ¿Cómo un historiador británico llegó al estudio de América Latina?
Comencé a estudiar México y la Revolución mexicana por razones algo aleatorias: había conseguido una beca para trabajar sobre América Latina, tenía un interés en la relación entre el primer y el llamado tercer mundo (o el “imperialismo”) y quería especializarme en el siglo XX. Quizás en el ambiente intelectual de fines de los sesenta había un interés general en las revoluciones, los movimientos populares, las sociedades campesinas. La influyente escuela marxista británica de Hobsbawm, Hill y Thompson había enfatizado esta forma de “historia desde abajo”. Aunque fue una decisión aleatoria, resultó afortunada, ya que la historiografía de América Latina (y particularmente de México) ha florecido en las últimas décadas. Y para un extranjero hay otra ventaja práctica: con un solo idioma se puede estudiar la historia de dieciocho países, cada uno con un carácter distinto e interesante.
Ha destacado en su investigación la relación entre el Estado y la sociedad, respondiendo a cierta historiografía dominante que narró la historia “desde arriba”. ¿Cuál es la novedad de su perspectiva?
Es cierto que la historiografía tradicional de la Revolución mexicana fue “desde arriba” al poner el énfasis en los grandes líderes (Madero, Villa, Zapata, Carranza, etc.) y al tratar la Revolución como un monolito. Aunque se afirmaba la actuación decisiva de las clases populares, la investigación fue “desde arriba” y las masas quedaron algo invisibilizadas. Desde los sesenta fue aumentando la investigación en la “historia desde abajo” (de obreros y campesinos, de mujeres) y en la “historia desde la periferia” con mucho más énfasis en la historia regional y local. Yo no tengo una propia patria chica historiográfica, pues mantuve un enfoque nacional, pero traté de incluir en mi análisis las muchas diferencias regionales y locales. Es decir, vi la Revolución –y todavía la veo– como un proceso dialéctico, más como un mosaico que como algo monolítico, en que los factores de arriba y de abajo, del centro y de la periferia, estaban en juego.
La teoría general de las revoluciones ha considerado poco las de América Latina. ¿Qué aportaría incorporarlas al análisis?
No obstante un estereotipo común –América Latina como una región de revoluciones y rebeliones–, ha habido solamente tres o quizás cuatro grandes revoluciones en el siglo XX: la mexicana, la boliviana, la cubana y (quizás) la nicaragüense. Se trató de revoluciones “grandes” o “sociales”, comparables con las mundiales (tanto socialistas, como la rusa y la china, como nacionalistas/burguesas, al estilo de la francesa y la turca). Por desgracia, las muchas obras comparativas sobre las revoluciones suelen hacer caso omiso de América Latina. A veces mencionan la mexicana o la cubana, pero generalmente quedan al margen de análisis que se centran en Europa o Asia. La boliviana queda totalmente olvidada.En un ensayo reciente, próximo a publicarse, sugiero que la incorporación de los casos latinoamericanos al estudio comparativo es útil e interesante. Las revoluciones en general no ostentan etapas iguales (es decir, en cada caso la narrativa es distinta), pero hay ciertos patrones comparables en cuanto a los grupos sociales, sus intereses materiales e ideológicos, y su actuación tanto en la revolución armada (el proceso insurreccional) como en la formación del nuevo régimen posrevolucionario.
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* Licenciada y magíster en historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente se desempeña como investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES).
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© Esta entrevista fue publicada originalmente en el primer número (agosto de 2019) de la revista chilena Punto y Coma, del Instituto de Estudios de la Sociedad.
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EN LA CUERDA FLOJA
Le miré a los ojos y le dije: “He visto cosas que están más allá de ti y de mí.“ A su primera pregunta: “¿Eres español?” Yo dije: “Sí, eso pone en mi DNI.”  A su segunda pregunta: “¿Eres catalán” Yo dije: “Sí, nací en Barcelona”. A su tercera pregunta: “¿Eres europeo? Yo dije: “Sí, por el momento, España pertenece a Europa.” Pero, luego, luego vino el tercer grado.
A su cuarta pregunta: “¿Te sientes español?” Yo dije: “No.” A su quinta pregunta: “¿Te sientes catalán? Yo dije: “No.” A su sexta pregunta: “¿Te sientes europeo?” Yo dije: “No.” A su séptima pregunta: “¿Qué coño te sientes tú? Yo dije: “Ah, ¿pero es que hay que sentirse algo? A su  octava pregunta: “¿Te has escapado de alguna casa okupa?” Yo dije: “No.” A su novena pregunta: ¿Y por qué coño llevas esa cresta? Yo dije: “Por qué me sale de los huevos, como casi todo lo que hago.” Sonrió y formuló su décima pregunta: “Estás muy mal, ¿no?” Yo dije: “Pues sí, En la Cuerda Floja, como Johnny Cash.”
¡Madrid nos roba! ¡Si se puede! La culpa es de los catalanes, minut 17 y 14, castellers, Messi, Cristiano, hípster, ¡I-Inde-Indepència!, ¡Ole, ole y ole José Tomás!, very good tablao spanish, Procés Constituent, Rescate, Bankia, La Caixa, sopa de galets, canalons, ¡Yo soy español, español, español! ¡Qué Viva España! liberté, égalité, fraternité, Brexit, el caloret, producte de proximitat.cat, Lluís Llach, camisa, jersey de pico, barba, hípster, aliados, chotis, tarjetas black, Chamartín, Barajas, El Prat, SOC, La Contra de la Vanguardia: “Me levanto a las 4 de la mañana y soy más productivo”, G-20, Bruselas, Estrasburgo, refugiados, la Champions, referéndum, calçotada, bocadillo de calamares, Juan Magán, Despacito, estelada, cagatió, rojigualda, Osborne, GH, First dates, La Voz, Master chef, Sálvame, Le Pen, 3%, populismo, Primavera Sound,  Sónar, la nueva izquierda y, cómo no, selfies, Instagram y el doble check.
Y mientras, la vida pasa, cerca de las vías. Los niños se meten pegamento del bueno en las inmediaciones de la tienda Apple de Plaza Cataluña, Barcelona, y el metro a reventar de peña saliendo del trabajo, sprintando para llegar antes de que cierren las puertas del vagón. A alguien le canta la sobaquera que da gusto y Juan Magán ha hecho su aparición en la banda sonora del subsuelo, entra una señora en silla de ruedas y la peña ni alza la vista de su móvil para ceder el paso. Se ve que algo está a punto de pasar porque la peña no para de correr de lado a lado de la ciudad, por las escaleras del metro, con la bici y con el coche. Se ve que algo está a punto de pasar porque la peña sonríe mirando la pantalla de su móvil, teclea muy rápido y lleva puestos los auriculares del paki. Se ve que algo está a punto de pasar porque el eterno bucle en el que estamos sumidos desde que la Independencia mola y la crisis despunto para ser titular en los diarios no para de reproducirse.
Todo es o negro o blanco, lo he escuchado en los bares, en las calles y en las pocas plazas en peligro de extinción. La peña está muy instruida. Allá por donde vayas, da gusto cruzarse con palomos tan peripuestos. A veces, y ya casi siempre, me escondo en mi gran ignorancia para no interrumpir discursos tan sabios e intento sobreponerme de mis defectos con algo de Guinness. Me quedo callado, en silencio. Prefiero que hablen otros más instruidos. Ellos contemplan futuros prósperos, saben la que se avecina y, muchos, pero muchos de ellos, hablan de supuestos que se darán sí o sí porque han sido contrastados con la realidad actual, la de verdad, de la buena.
La clarividencia de tantos me sorprende y me deja atónito, sobrepasado. En mi extraño silencio, doy más de un trago a mi Guiness, contemplo a los que saben, a los que corren en las escaleras mecánicas del metro y a los que no alzan su vista del móvil. Desde mi revolución pasiva, los veo escoger el más ocioso de sus caminos. Mi revolución es lenta y se hace en el día a día. No favorece a los de arriba ni arrima el hombro con aquellos de perfil bajo a sabiendas de sus discursos sobre socialismo, comunismo, independentismo, nacionalismo y una larga lista de –ismos. Esa revolución no se suma a la rueda de declaraciones de los letrados, no corre por el metro, no compra lo que no puede, no pide créditos y no vende gratis su imagen en las redes.
Los de la revolución pasiva no se reúnen pero saben los unos de los otros, como en Fahrenheit 451. Han comenzado a reducir las existencias de camisetas blancas de manga corta y de tirantes Abanderado, como Brad Pitt y Edward Norton en El Club de la Lucha. Sin embargo, si les preguntan directamente, se encomendarán a Johnny Cash. Cuando el Cazatalentos le dijo a Johnny en su primera audición: “No tiene nada que ver con creer en Dios, Señor Cash. Tiene que ver con creer en usted mismo.” Johnny respondió: “Tengo algunas canciones que escribí en la Fuerza Aérea. ¿Tiene algo en contra de la Fuerza Aérea?” El Cazatalentos: “No.” Johnny: “Pues yo sí.” En su última pregunta, el letrado me abrazó y me dijo: “¿Tienes algo en contra de los –ismos?”. Le miré fijamente, puse mi mano izquierda encima de su hombro y le dije: “Pues sí, En la Cuerda Floja, como Johnny Cash.”
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teoriapoliticauab · 4 years ago
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El affaire Heidegger y la barbarie en la filosofía
El nacionalsocialismo es un principio barbárico. Esto es lo esencial suyo y su posible grandeza. (Heidegger, 2018a: 159).
La «barbarie» es un privilegio de los pueblos culturales. (Heidegger, 2018b: 237).
No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie (Benjamin, 2008:42).
Hay un suceso que ha atormentado a la filosofía durante los últimos 80 años, ¿cómo es posible que el filosofo más relevante desde Kant (o incluso algunos se atreven a nombrar a Aristóteles en esta pugna), estuviese afiliado, y por lo tanto en cierta consonancia, al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán? Una antonimia irreconciliable entre la grandeza del filosofo y la mezquindad del nazi que debe acabar en la aniquilación de una: si ha sido un gran filósofo, entonces no fue un nazi; si fue un nazi, entonces no ha sido un gran filósofo. Ahora bien, está visión maniquea es engañosa, pues no hay nada que indique que en la (filia)sabiduría no se puedan encontrar horrores.
Ante esta visión simplista de la filosofía se han opuesto grandes esfuerzos intelectuales para entender la filosofía heideggeriana con el fin de establecer si el filosofo tuvo una vinculación real y no simplemente situacional con el NSDAP. Pero esta cuestión que estuvo abierto durante años fue cerrada brevemente con la publicación de los Cuadernos Negros (Heidegger, 2018), una serie de anotaciones privadas que dejan claro la afiliación ideológica (aunque no completa) al régimen nazi y que se añaden a las esquivas que el propio filosofo da a la hora de responder durante la entrevista para Der Spiegel y Paul Celan cuando se le preguntan sobre su afiliación y el Holocausto.
Sin embargo, aún quedan abiertos interrogantes sobre el affaire y el caso no está cerrado, en concreto sobre si existe en la filosofía heideggeriana elementos o un pathos propios del nazismo, una respuesta a la que se han volcado numerosas biografías e intentos bien para expiar su obra o bien para subrayar los elementos sospechosos, inhumanos, para salvar lo humano agredido, siendo de los más notables el de Victor Farías en Heidegger y el nazismo, Emmanuel Faye en Heidegger: La Introducción del Nazismo en la Filosofía o el más reciente de Donatella Di Cesare Heidegger y los Judíos; todos con sus enfoques propios y destacables. Pero prefiero versar el articulo entorno a dos interpretaciones que conozco mejor, la de Jacques Derrida.
Auschwitz constituye la (des)memoria de la medianoche del siglo XX, la culminación de un proyecto abismal que le arrebató la humanidad a pueblos enteros, es la antonimia del humanismo que fundamenta los derechos humanos. Pero, en Heidegger se puede dar una inversión, la Shoah no como un antihumanismo (no como problematización del sujeto, sino en contra de la herencia Ilustrada de derechos del hombre [y de la mujer]), sino como la culminación de un proyecto humanista propio del romanticismo alemán, ese romanticismo precisamente revolucionario a diferencia del conservador francés. Esta es la tesis que defiende Derrida, oponiéndose no solo a la concepción tradicional del Holocausto (que se encontraría representado en Asalto a la Razón de Lukács), sino también al propio Heidegger que dirigiéndose a Sartre en “Carta sobre el Humanismo”, refutó que el fuese un existencialista, pues para él su filosofía no trata del ser humano, sino de la precomprensión del ser. Derrida a través de la deconstrucción trata de alumbrar aquello sobre lo que Heidegger calla o trata de evitar (vermeiden), que es el Geist,lo espiritual sobre lo que volveremos más adelante.
En Los conceptos fundamentales de la metafísica, Heidegger establece una diferencia cualitativa entre la piedra que no tiene mundo, el animal que es pobre de mundo (Unwelt) y el humano que forma mundo (Welt). Así pues, el animal está circunscrito a un ecosistema en el que solo percibe los fenómenos funcionales para su supervivencia (la abeja no concibe la flor, sino únicamente el néctar; el lobo no concibe la oveja, sino solo su carne) mientras que el ser humano puede elevarse por encima de las necesidades biológicas para percibir al completo todo el mundo, tiene una precomprensión del ser y se cuestionan sobre su propio ser.
Aquello que permite que el ser humano se eleve por encima del animal es que este posee Geist que está en conexión con el lenguaje, pues es gracias a este que uno puede pensar sobre lo espiritual.
Y habló del verbo, del culto al lenguaje, a la elocuencia, que calificó de «triunfo del humanismo», ya que la palabra era el honor del hombre y ella sola hacía su vida digna. No sólo el humanismo, sino la humanidad en general, toda dignidad humana, la estima de los hombres y la estima del hombre por sí mismo, todo eso era inseparable de la palabra, y se hallaba, por tanto, ligado a la literatura […] Escribir bien supone casi pensar bien, y esto no está muy alejado del obrar bien. Toda la civilización y todo perfeccionamiento moral parten del espíritu de la literatura, que es el alma de la dignidad humana y que es idéntica al espíritu de la política. Sí, todo eso es una unidad, es la misma idea de potencia y en un solo nombre donde se puede reunir todo. ¿Cuál era ese nombre? Ese nombre se componía de sílabas familiares, pero los dos primos no habían comprendido su sentido e importancia; era la palabra ¡civilización! (Mann, 2017:229-230).
El diálogo en la Montaña Mágica que elabora Settembrini, el personaje que representa al humanismo en la novela, ya es revelador por sí mismo, pues solo se tiene “toda dignidad humana” es “inseparable de la palabra, y se hallaba, por tanto, ligado a la literatura”, estableciendo una diferencia en diversos niveles de dignidad entre las diversas que hayan o no desarrollado una escritura.
Pero existe una diferencia entre lenguas, pues solo el griego (y el latín) y el alemán comparten la grandeza de lo espiritual, a diferencia de la resta de lenguas del mundo que no permiten un acceso no mediado a través de ambas lenguas, aunque el alemán es finalmente superior pues puede nombrar la excelencia máxima (Geistigkeit) y posee una conceptualización originaria del término, mientras que el pneuma (πνεῦμα) o el spiritus.
La conceptualización permite el hablar sobre algo, en este caso solo el alemán posee el rico léxico para hacer posible la conceptualización propiamente del Geist, hasta el punto de que, si otras lenguas piensan sobre este, piensan en alemán: “aquél que cree en la espiritualidad (Geistigkeit) y en la libertad de esta espiritualidad y desee su desarrollo eterno dentro de la libertad, no importa dónde haya nacido ni en qué idioma hable, es de nuestra raza, nos pertenece y se unirá a nosotros” (Fichte, 1984: 153). Pero la tesis fichteana puede ser invertida, puede haber personas que hayan nacido en Alemania, que residan en Alemania y hablen alemán, pero que no crean en el desarrollo del Geist alemán y por lo tanto no sean alemanes y “es extraño a nosotros, y es de desear que se separe de nosotros por completo y cuanto antes mejor” (Fichte, 1984: 153). Así pues, se revela un atributo propio del nazismo (y otros múltiples -ismos): la creencia en la superioridad espiritual del propio pueblo alemán, el cual es un pueblo trágico (de la Grecia clásica), pero con una doble desdicha: se encuentra atenazado exteriormente, entre Oriente (Rusia) y EE.UU. (y Reino Unido) que quieren evitar el desarrollo del Geist alemán (Lacoue-Labarthe, 2002); e interiormente, pues existen alemanes que no son tales pues “ponen el timón del gobierno del mundo en una naturaleza muerta”, los cuales deberían ser “separados”.
La filosofía no es extraña a la barbarie. Es propio de la naturaleza dual, el origen de los mayores goces puede ser también el de nuestros sufrimientos. De ella puede nacer el horror y la catástrofe. Debe de extirparse la concepción infantil de la filosofía como eterna victima que es manoseada y usada por los enemigos de esta. “El nazismo no nació en el desierto. Lo sabemos bien, pero es necesario recordarlo siempre. E incluso si, lejos de todo desierto, hubiese crecido como un hongo en el silencio de un bosque europeo, hubiese sido a la sombra de grandes árboles, abrigado por su silencio o su indiferencia, pero en ese mismo suelo” (Derrida, 2014: 92). Pero el nazismo no fue simple barbarie. No debemos reducir éste a una expresión de un fenómeno que se encuentra tan esparcido, pues se corre el riesgo de la banalización, de que el Holocausto sea una matanza más en la historia, olvidada y por lo tanto, repetible. Debemos de buscar sus raíces intelectuales para poder arrancarlas.
  Bibliografía
Benjamin, Walter (2008), Tesis sobre la historia y otros fragmentos. México, D F: Editorial Itaca.
Derrida, Jacques (2014), “Del Espíritu: Heidegger y la Cuestión”, Archivos: Revista de Filosofía, No. 9-10, pp. 537-667.
Di Cesare, Donatella (2017), Heidegger y los judíos: Los Cuadernos negros. Barcelona: Gedisa.
Farías, Victor (1998), Heidegger y el nazismo. México DF: Fondo de Cultura Económica.
Faye, Emmanuel (2005), Heidegger: La Introducción del Nazismo en la Filosofía. Madrid: Editorial Akal.
Heidegger, Martin (2018a), Cuadernos negros (1931-1938): Reflexiones II-VI. Madrid: Editorial Trotta.
Heidegger, Martin (2018b), Cuadernos negros (1938-1939): Reflexiones VII-XI. Madrid: Editorial Trotta.
Lacoue-Labarthe, Philippe (2002), La ficción de lo político: Heidegger, el arte y la política. Madrid: Arena libros.
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verrev · 6 years ago
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Artista: Alfredo Londaibere Título: Bienvenida primavera Curaduría: Jimena Ferreiro Dónde: Galería Nora Fisch Fechas: 6 de marzo al 4 de mayo 2019
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Alfredo Londaibere. Bienvenida primavera Por Jimena Ferreiro
Sí, ya sé que estamos despidiendo el verano y que para la primavera quedan largos meses por recorrer. El calendario indica que los días se van a acortar y que llegará el frío. Pero hace tiempo que Buenos Aires se ha vuelto un poco tropical y que sus inviernos son cada vez más templados. Y, además, la primavera es también un estado de ánimo.
Festiva y siempre joven, la primavera es promesa y ansiedad, sexy y liviana como las Venus de la historia del arte. Es crepúsculo y potencia, eternidad y finitud. Un ciclo vital que termina para volver a empezar, y así siempre.
Me animaría a decir que la primavera guarda un secreto: la dicha de la belleza, que, como siempre sucede en la vida, también esconde su revés más oscuro. Este cover de la exposición Bienvenida primavera que hoy presentamos en la galería Nora Fisch está dedicado a la obra de Alfredo Londaibere, y es la primera exhibición que se realiza luego de su muerte, en abril de 2017. La cita a la muestra del Centro Cultural Ricardo Rojas que se presentó en septiembre de 1991 es un poco caprichosa, y no tanto, no solo porque Alfredo participó en aquella oportunidad, sino porque luego fue el heredero de la gestión de Jorge Gumier Maier como curador de la galería del Rojas, cargo que ocupó entre 1997 y 2002 con sello propio.¹
Bienvenida primavera fue la primera exposición colectiva que realizó Gumier con la colaboración de Magdalena Jitrik, y tuvo un propósito “ecuménico”: lograr entrelazar diferentes generaciones de artistas y poéticas en un tiempo que sería bisagra para el arte argentino.² Poco después, la discursividad de la época forjaría una serie de adjetivaciones a través de las cuales se identificó a un grupo de artistas ligados a la galería del Rojas. Arte light, rosa, marica, fueron algunos de los términos que aparecieron en los textos críticos del momento, pero ésta ya es historia conocida.
Bienvenida primavera fue la primera aparición pública como artista de Omar Schiliro. La noticia de saberse infectado por el VIH precipitó su vocación de artista, que se extinguió con su vida tempranamente, en 1994. Magdalena Jitrik me confesó hace un tiempo que para ella todo esto que luego conocimos como el “modelo curatorial doméstico” de Gumier, y otras excentricidades conceptuales semejantes, se trataba de algo mucho más vital: una historia de amor, la de Gumier y Omar,³ y el deseo de construir un contexto para que su obra pudiera brillar. La curaduría como una historia de folletín; cuánto más lindo si lo pensamos así.⁴
Esta muestra en la galería Nora Fisch es heredera directa de esa trama afectiva y tiene algo de homenaje, pero mucho más de celebración, de vitalismo, de exaltación de las estridencias del color y de la forma, y, naturalmente, de final de fiesta. Porque muchas de las obras más notables de Alfredo Londaibere tienen cifrada en su interior una belleza que es sensual y ligera y, al mismo tiempo, agónica y trágica, como las latas aplastadas en el piso del salón y el pegote del confeti y la brillantina cuando perdieron su encanto.
Quizás ésta sea una de las claves visuales de los 90: una mezcla de brillo opaco, aplastado y deforme como la banda de alpaca que reviste algunas de sus pinturas, que transforma esas obras en exvotos degradados. Una belleza que resiste obstinadamente su desvanecimiento y que se re-inventa cíclicamente, como la primavera.
“Veo la naturaleza como unidad de forma y sentido”, decía Alfredo. “Siento que a eso pertenezco, que eso soy. Parte y todo. Consciente de lo continuo, de lo integrado como verdad”.⁵ Alfredo creía que la pintura podía concentrar toda la capacidad expresiva de un artista y toda la verdad sobre el arte. A lo largo de su vida la exploró, transformándola en una herramienta para la experimentación formal y, al mismo tiempo, en una vía para alcanzar un estado espiritual que se hizo cada vez más explícito en su obra de cara a los años 2000.
Su espiritualidad se expresó en un modo de hacer metódico, intimista y solitario que delimitó un programa estético gobernado por la intuición, el goce y la contemplación, que el cual configuró un ethos de trabajo austero y disciplinado, que lo fue alejando de las rutinas de la sociabilidad contemporánea hasta encontrar en la imagen una nueva realidad para desplegar el lenguaje secreto de las cosas.
Bienvenida primavera reúne una serie de collages realizados en 2013. El degradé de colores estridentes y bien primaverales da marco a una gran imagen central de inspiración botánica y toques fantásticos, que el artista realizaba de un solo corte. La destreza en el uso de la tijera era notable, como si se tratara de un único trazo a mano alzada. La precisión del corte, y ese dejarse llevar por la forma que iba descubriendo en el deslizamiento del filo, le permitían convertir las fotografías que encontraba en las revistas que conservaba como stock de imágenes en formas exquisitas. Remotamente podemos adivinar la referencia de los artistas surrealistas europeos que tanto admiró, Juan Batlle Planas con sus Radiografías paranoicas y, más cercanamente, Fernanda Laguna, con quien compartió la utopía de los primeros años de Belleza y Felicidad, ese centro cultural polirrubro que le permitió vivir de la venta de sus témperas, que circulaban a precios muy accesibles en los años del colapso de 2001.
También incluimos un conjunto de acrílicos de mediano formato que realizó en 2016, pocos meses antes de su muerte, donde logró esa convivencia tan singular entre geometría, ornamentación y botánica. Estos jarrones que comenzó a pintar en 2013, que sorprendieron por su gran tamaño, tan infrecuente en su obra, desplegaban deliberadamente un contraste de estilos pictóricos que solía describir como la “batalla de los ismos”, entre la precisión analítica del cubismo y la pincelada agresiva del expresionismo.
Bienvenido, Alfredo Londaibere, una vez más, a este gran teatro de la pintura que conserva todos los secretos que resguardaste en la belleza cifrada de tu obra.
Buenos Aires, verano de 2019
——- 1 La exposición se realizó entre el 27 de septiembre y el 13 de octubre de 1991 e incluyó la obra de Andrés Baño, Batato Barea, Karen Berestovoy, Oscar Bony, Feliciano Centurión, Graciela Cores, Fabián Hofman, Roberto Jacoby, Gumier Maier, Alberto Goldenstein, Alejandro Kuropatwa, Benito Laren, Madgalena Jitrik, Alfredo Larrosa, Alfredo Londaibere, Emiliano Miliyo, Esteban Pagés, Margarita Paksa, Fernando Pont, Andrea Sandlien, Omar Schirilo, Marcia Schvartz y Carlos Trilnick. 2 Fabián Lebenglik, “La usina del Rojas”, en Suplemento Radar, Página/12, 19 de diciembre de 1999. 3 Conversación con la autora, Buenos Aires, 3 de agosto de 2015. 4 Ahora voy a brillar fue el título de la retrospectiva de Omar Schiliro que se presentó el año pasado en la Colección Fortabat, con curaduría de Cristina Schiavi y Paola Vega. 5 Esta frase, y otras semejantes, aparecen apuntadas en varios cuadernos del artista que se conservan en su taller.
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Apuntes biográficos de Alfredo Londaibere (1955-2017)
Artista y docente. Su verdadero apellido era Londaitzbehere, y así firmó hasta comienzos de los años 90, cuando empezó a usar el nombre con el que se hizo más conocido en el medio artístico. Inició su formación en los talleres de Carlos Kurten (1967), y Araceli Vázquez Málaga, entre 1973 y 1977. Durante los 80 expuso sus primeros trabajos en bares y discotecas. Hacia finales de la década aparecen la trama y el ornamento en sus series pictóricas y collages, al tiempo que parodia ciertos usos bastardeados por la pintura de gesto expresionista.
Desde la fundación de la galería de arte del C. C. Ricardo Rojas, formó parte del grupo de artistas vinculados a la gestión de Jorge Gumier Maier. Allí presentó en 1989 su primera exposición individual, Mapas y pinturas; volvió a exhibir en 1991. En las obras del período parece estar desmontando una tradición artística ligada a la fuerza y la masculinidad como atributos de la pintura. De este modo, el dripping se volvió una lluvia de colores que semejan composiciones escolares resueltas con plasticola, papel glasé y calcomanías. Un repertorio visual que revaloriza las prácticas comúnmente denominadas “artesanías femeninas”.
En 1991 participó de la primera edición de la Beca Kuitca. Becado por la Fundación Antorchas en 1995, asistió al Taller Barracas bajo la guía de Luis F. Benedit y Pablo Suárez. Fue docente en el área de artes plásticas del Rojas hasta su muerte. Entre sus muestras individuales se destacan las realizadas en la galería Mun en 1993 y 1994, en el ICI en 1996, en la Alianza Francesa en 1998, con curaduría de Sonia Becce; en 2005 en el C. C. San Martín, dentro del ciclo El artista como curador, coordinado por Laura Batkis, y en la galería Nora Fisch en 2015.
En 1997 reemplazó a Jorge Gumier Maier como curador de la galería del Rojas hasta 2002. Recibió el Primer Premio de Pintura del Banco Central de la República Argentina en 2015, y el Primer Premio Fundación Andreani en el mismo año.
Actualmente el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires trabaja en su primera exposición retrospectiva, luego de su temprana muerte sucedida en 2017, con curaduría de Jimena Ferreiro.
Galería de imagenes
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Links: Alfredo Londaibere Galería Nora Fisch
Bienvenida primavera. Alfredo Londaibere Artista: Alfredo Londaibere Título: Bienvenida primavera Curaduría: Jimena Ferreiro Dónde: Galería Nora Fisch Fechas: 6 de marzo al 4 de mayo 2019…
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jgmail · 5 years ago
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Imperialismo e Imperio
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por Claudio Mutti* – El imperialismo, la “fase superior del capitalismo”
Imperialismo es un lema del vocabulario moderno, neologismo relativamente acuñado recientemente, son de las voces comúnmente formadas por el sufijo: ismo, que viene a sumarse al elemento raíz del adjetivo imperial y denotar su valor semántico, para indicar la tendencia de un Estado a expandirse sobre un área geográfica más amplia y ejercer su dominio político, militar y económico.
Ni bien había iniciado el siglo hasta 1920, Lenin señalaba que durante las dos últimas décadas, se la describe como una época de relaciones internacionales inaugurada por la Guerra Hispano-Americana (1898) y la Guerra Anglo-Boer (1899-1902): “en las publicaciones económicas, así como en las políticas del Viejo y del Nuevo Mundo, utilizan cada vez más el concepto de “imperialismo”[1], y citó como ejemplo el libro titulado Imperialismo, que el economista británico J. A. Hobson había publicado en 1902 en Londres y Nueva York.  Queriendo luego indicar la conexión del fenómeno imperialista con sus características económicas fundamentales, Lenin formulará su famosa definición del imperialismo como la “era del dominio del capital financiero y de los monopolios”[2]. “Una etapa específica del desarrollo de la economía mundial capitalista”[3], reiterará Paul M. Sweezy.
No aparece sustancialmente diferente el diagnóstico -del realizado por el jefe bolchevique- sobre el fenómeno del imperialismo efectuado en el mismo período por un miembro del pensamiento contrarrevolucionario, el conde Emmanuel Malynski, quién definía a los imperialismos como “megalomanía nacionalista ingeniosamente valorizado por la rapacidad capitalista”[4].  Convencido defensor de la idea imperial y apasionado apologeta de las construcciones geopolíticas destruidas por la Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique, el aristócrata polaco escribió que: “En la historia contemporánea, al igual que en las dos décadas que la preceden inmediatamente, vamos a ver los nacionalismos de las grandes potencias orientarse decididamente en la dirección del capitalismo y degenerar rápidamente en el imperialismo económico.  Ellas se encontrarán así en un plano inclinado y serán arrastradas por una concatenación de causas y efectos hacia el imperialismo político. De esta manera, al final, el capitalismo internacional habrá conducido a las naciones a la guerra más gigantesca que nunca ha existido”[5]. En la misma línea de Malynski se coloca Julius Evola, cuando denuncia “la falsificación imperialista de la idea imperial”[6] como el producto de ideologías “de tipo nacionalista, materialista y militarista”[7] o de intereses económicos.
Considerado desde un punto de vista puramente histórico, el imperialismo puede ser descrito hoy como la “política de las grandes potencias europeas, que tienden a constituir los imperios coloniales dominando territorios extra europeos y de los cuales extraen materias primas, mano de obra, como también en donde colocar la producción industrial nacional”[8], por lo que su periodo “puede ser más o menos delimitado temporalmente entre 1870 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando la repartición colonial se había completado sustancialmente”[9].
Sin embargo, la categoría de “imperialismo” también se ha utilizado en relación a la política ejercida por los Estados Unidos de América en períodos históricos sucesivos a la primera y segunda guerra mundial; lo que no hace más que confirmar que el imperialismo es un típico fenómeno de la época contemporánea, que corresponde a “una etapa específica de la economía mundial capitalista”[10] y asimilable a aquella internacionalización del capitalismo, que culminó en la globalización.
Fenomenología del Imperio
En lo que respecta a la categoría de Imperio, no es fácil definirla, dada la gran variedad de realidades históricas que se le atribuyen. Limitándonos a considerar a aquellas que han tomado forma en el Mediterráneo y el Cercano Oriente, se parece poder constatar que la creación del modelo original del ordenamiento imperial se dio en la civilización del antiguo Irán, lo que probablemente tomó del mundo asirio y babilónico la concepción de la monarquía universal. Si dentro de los confines de Persia, la base de esta concepción es la doctrina de la omnipotencia de Ahura-Mazda, el dios creador del cielo y de la tierra, que ha entregado al “Rey de reyes” el señorío sobre diferentes pueblos, en Babilonia y Egipto los reyes aqueménidas hacen referencia a las formas religiosas locales y por lo tanto “asumen el carácter de reyes nacionales de diversos países, manteniendo en cada uno de ellos la figura tradicional del monarca de derecho divino”[11].
El proyecto de monarquía supranacional en el que se inspiró Alejandro es el modelo persa, y se forja, a través de los reinos helenísticos, en el Imperio Romano, que durante más de cuatro siglos garantiza la coexistencia pacífica y la cooperación de una gran comunidad de pueblos. Sus fundamentos concretos son: el ordenamiento jurídico común (que coexiste con una variedad de fuentes jurídicas)[12], la difusión de la lengua latina (junto al griego y las lenguas locales), la defensa militar de las fronteras, el establecimiento de colonias destinadas a convertirse en centros de difusión del  influjo romano en las provincias limítrofes, una moneda común imperial (junto a las monedas provinciales y municipales), una red vial articulada, el desplazamiento de poblaciones.
Luego de la deposición del último emperador de Occidente y el regreso de las insignias imperiales a Constantinopla, el Imperio Romano sigue existiendo por otros mil años en la parte oriental. “Estructura estatal romana, cultura griega y religión cristiana, son las principales fuentes del desarrollo del Imperio Bizantino. (…) El imperio, heterogéneo desde el punto de vista étnico, se mantiene unido por el concepto romano de Estado y su posición en el mundo fue determinada por la idea romana de universalidad. (…) Se forma toda una jerarquía compleja de estados, cuyo vértice es el emperador de Bizancio, emperador romano y jefe de la ecúmene cristiana”[13].
Sin embargo, dos siglos y medio después que Justiniano trató de restaurar el señorío universal reconquistando el Oeste, un rey de los Francos en Roma se ciñe la corona imperial. La solidaridad de las diversas partes del Sacro Imperio Romano -habitado por pueblos celosos de su identidad étnica y cultural- se basa en los lazos de sangre que unen al emperador y a los reyes subordinados a él, además el juramento de fidelidad con que estos gobernantes se vinculan al emperador.  El Imperio Carolingio no sobrevivió más de tres décadas después de su fundador, pero para que renazca a una nueva vida, se necesitó la intervención de una nueva dinastía, aquella de los Otones, y el traslado de la capital desde Aquisgrán a Roma.
Con Federico II de Suabia, el Imperio parece recuperar la dimensión mediterránea. Si el Reino de Alemania es una imagen del Imperio, ya que ofrece el espectáculo de una comunidad de diversas estirpes (Sajones, Francos, Suevos), la vertiente mediterránea del Imperio de Federico presenta un panorama de diferencias aún más profundas: el trilingüismo latino-griego-árabe de la cancillería imperial representa un mosaico de poblaciones de origen latino, griego, lombardo, árabe y bereber, normando, suavo, judío, las cuales además pertenecen a diferentes religiones. Por lo tanto Federico, dice uno de sus biógrafos, “reunía en sí los caracteres de los distintos gobernantes de la tierra, fue el más grande príncipe alemán, el emperador latino, el rey normando, el basileus, el sultán”[14]. Y es este último título el que resalta cuánto hay de específico en su idea imperial: la aspiración para restaurar la unidad de la autoridad espiritual y el poder político.
Posterior a la conquista de Constantinopla por parte de los otomanos, el legado del Imperio Romano es reivindicado por dos nuevas y distintas formaciones imperiales: mientras que “el Imperio Romano griego y cristiano cae para resurgir en la forma de un Imperio Romano turco y musulmano”[15], generando así la “última hipóstasis de Roma”[16], Moscú se prepara para convertirse en la “Tercera Roma”, porque, como escribe Benedicto XVI, “funda su propio patriarcado sobre la base de la idea de una segunda translatio imperii y por lo tanto se presenta como una nueva metamorfosis del Sacrum Imperium“[17].
En Europa central y occidental, el Sacro Imperio Romano de la Nación Germánica sufre el efecto del nacimiento de los primeros estados nacionales, pero el curso de los acontecimientos parece cambiar con Charles V, “campeón de aquella vieja idea de Europa que ahora aparece modernísima”[18], cuando el imperio fundado por Carlomagno se libera del aspecto estrechamente germánico que lo había caracterizado desde el siglo XIV al XV y tiende a recuperar su carácter originario supranacional para mantenerlo aún en los siguientes siglos, hasta la caída de la monarquía de los Habsburgo. A lo largo de los siglos XVI y XVII, el Imperio “fue la manifestación histórica de una fuerza centrípeta que tendió a unificar los diferentes reinos en los que la cristiandad se había dividido durante la Edad Media; su capacidad de agregación, de afirmación y luego de resistencia hace imaginar la existencia de posibilidades diferentes para la historia europea que las que se concretaron”[19].
Con la Paz de Presburgo, Francisco II renuncia a la dignidad de Sacro Emperador Romano, ya que las conquistas napoleónicas la han vaciado de la correspondiente sustancia territorial; al mismo tiempo, se le ofrece a Napoleón la posibilidad de recoger la heredad carolingia en un Imperio de nuevo cuño, un conjunto de territorios continentales unidos por la potencia militar francesa y guiados por directos mandatarios del Empereur. Así, incluso miembros de la antigua aristocracia europea estaban dispuestos a ver en él “a un emperador romano -un emperador romano francés, si se quiere, como antes había sido alemán, pero a pesar de todo un emperador, del cual el Papa sería su limosnero, los reyes sus grandes vasallos y los príncipes los vasallos de tales vasallos. Un sistema feudal, en suma, con el vértice de una pirámide que había faltado en la plenitud del Medioevo”[20].
Repensar el Imperio
Desde esta aunque limitada y sintética reseña histórica, que desde Europa podría muy bien ser extendida a otras zonas de la tierra, resulta que el Imperio no es simplemente una gran potencia política-militar que ejerce su control sobre una amplia extensión territorial. Más apropiadamente, el Imperio puede ser definido como “un tipo de unidad política que asocia las etnias, a los pueblos y a diferentes naciones pero emparentadas y mancomunadas por un principio espiritual. Respetuosa de las identidades, está animado por una soberanía que se basa sobre la fidelidad más que sobre un directo control territorial”[21]. Cada manifestación histórica del modelo imperial se ha configurado, de hecho, más allá de su dimensión geográfica y la variedad étnica y confesional de la población correspondiente, como un ordenamiento unitario determinado por un principio superior.
En cuanto a Europa, el Imperio siempre ha sido el corazón ideal y político, el centro de gravedad, hasta que, con la decadencia y luego de la desaparición definitiva de las más recientes formas imperiales, la misma Europa se ha identificado más con Occidente, hasta convertirse en un apéndice de la superpotencia transatlántica y en una de sus cabezas de puente para la conquista de Eurasia.
Pero el unipolarismo estadounidense no es eterno; la transición a un nuevo “nomos de la tierra” articulado en un pluriversum de “grandes espacios” vuelve a entrar en una perspectiva realista, por lo que Europa deberá, antes o después, repensar el modelo del Imperio, el único modelo político de unidad supranacional que se ha desarrollado en el curso de su historia.
[1] Vladimir I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo, Guayaquil, 1970, p. 11.
[2] Vladimir I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo, Guayaquil, 1970, p. 81
[3] Paul M. Sweezy, The Theory of Capitalist Development, New York 1968, p. 307
[4] Emmanuel Malynski, Les Eléments de l’Histoire Contemporaine, cap. V, Paris 1928; trad. it. Fedeltà feudale e dignità umana, Padova 1976, p. 85. Dello stesso autore: L’Erreur du Prédestiné, 2 voll., Paris 1925; Le Réveil du Maudit, 2 voll., Paris 1926; Le Triomphe du Réprouvé, 2 voll., Paris 1926; L’Empreinte d’Israël, Paris 1926 (trad. it. Il proletarismo, fase suprema del capitalismo, Padova 1979); La Grande Conspiration Mondiale, Paris 1928; John Bull et l’Oncle Sam, Paris 1928; Le Colosse aux Pieds d’Argile, Paris 1928. La Guerre Occulte, apparsa a Parigi sotto i nomi di Emmanuel Malynski e di Léon de Poncins nel 1936 (due anni prima della morte del Malynski), fu edita varie volte in italiano tra il 1939 (Ulrico Hoepli, Milano) e il 2009 (Edizioni di Ar, Padova); trad. española: La Guerra Oculta, Ediciones Teseo, Buenos Aires, 2001, con introducción de Claudio Mutti.
[5] Emmanuel Malynski, op. cit., ibid.
[6] Julius Evola, L’Inghilterra e la degradazione dell’idea di Impero, “Lo Stato”, a. IX, 7 luglio 1940.
[7] Julius Evola, Universalità imperiale e particolarismo nazionalistico, “La Vita italiana”, a. XIX, n. 217, aprile 1931.
[8] Enrico Squarcina, Glossario di geografia politica e geopolitica, Milano 1997, pp. 81-82.
[9] Enrico Squarcina, Glossario di geografia politica e geopolitica, cit., p. 82.
[10] Paul M. Sweezy, The Theory of Capitalist Development, New York 1968, p. 307.
[11] Pietro de Francisci, Arcana imperii, vol. I, Roma 1970, p. 168.
[12] “Los derechos indígenas sobrevivieron y continuaron aplicándose en las diferentes comunidades que conformaban el Imperio: el derecho “griego” (en realidad, derecho indígena salpicado de derecho griego) en Egipto, derecho de las ciudades griegas en el Mediterráneo oriental, el derecho de tal o cuales tribus en Mauritania o en Arabia, el derecho hebraico (Torá) para los hebreos” (Maurice Sartre, L’empire romain comme modèle, “Commentaire”, primavera de 1992, p. 29).
[13] Georg Ostrogorsky, Storia dell’impero bizantino, Torino 1993, pp. 25-26.
[14] Giulio Cattaneo, Lo specchio del mondo, Milano 1974, p. 137.
[15] Arnold Toynbee, A Study of History, vol. XII, 2a ed., London – New York – Toronto 1948, p. 158.
[16] Nicolae Iorga, The Background of Romanian History, cit. in: Ioan Buga,Calea Regelui, Bucarest 1998, p. 138. Cfr. C. Mutti, Roma ottomana, “Eurasia. Rivista di studi geopolitici”, a. I, n. 1, ott.-dic. 2004, pp. 95-108.
[17] Josef Ratzinger, Europa. I suoi fondamenti oggi e domani, Milano 2004, p. 15.
[18] D. B. Wyndham Lewis, Carlo Quinto, Milano 1964, p. 18.
[19] Franco Cardini y Sergio Valzania, Las raíces perdidas de Europa. De Carlos V a los conflictos mundiales, Editorial Ariel S.A., Barcelona, 2008, p. 20 y 21.
[20] Emmanuel Malynski, La Guerra Oculta, Ediciones Teseo, Buenos Aires, 2001, p. 50.
[21] Louis Sorel, Ordine o disordine mondiale?, in L. Sorel – R. Steuckers – G. Maschke, Idee per una geopolitica europea, Milano 1998, p. 39.
* Claudio Mutti es fundador de la editorial “Edizioni  all’insegna del Veltro” y director de la revista Eurasia Rivista di studi Geopolitici
Fuente: Eurasia Rivista di studi Geopolitici
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estudiodedecoracion · 6 years ago
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Pedro Friedeberg
Pedro Friedeberg. Artista surrealista y diseñador.
Pedro Friedeberg (1936, Florencia, Italia) es un artista y diseñador mexicano conocido por su trabajo surrealista lleno de líneas de colores y símbolos antiguos y religiosos.
Pedro Friedeberg es hijo de padres judíos alemanes que escaparon de Europa al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y llegaron a México cuando Pedro tenía tres años.
Pedro Friedeberg dice que no habla de su infancia porque la asocia con la disciplina, la tortura y el castigo pero recuerda a su abuela marcando nombres, en los periódicos europeos, de familiares que habían sobrevivido al Holocausto.
De pequeño odiaba estar en su casa y tuvo que aprender violín y a hablar varios idiomas. A pesar de sus orígenes judíos fue educado más bien como ateo, aunque él dice que tiene siete religiones, una por cada día de la semana.
Expresó desde muy temprano su interés por el arte y cuando tenía dos años le gustaba sentarse frente a la iglesia de Santa María Novella, en Florencia, para intentar dibujarla.
En su juventud se sintió cautivado por la arquitectura de las iglesias renacentistas, y de más adulto por las obras de Canaletto, Piranesi y otros artistas del siglo XVIII. También le gustaban las perspectivas de los dibujos de M. C. Escher, Maurits Cornelis Escher (1898 – 1972).
Estudió durante un tiempo en Boston, y en 1957 comenzó a estudiar arquitectura (aunque sólo estuvo hasta el tercer año) en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, por su propio interés pero también debido a la presión de sus padres.
En contra de los planes académicos, y de la estética convencional predominante de la década de 1950, Pedro Friedeberg se sentía atraído por la obra modernista y recargada de Antoni Gaudí.
Radicalmente opuesto a las líneas frías, simétricas y racionales del Movimiento Moderno, como por ejemplo, las de Ludwig Mies Van der Rohe, Pedro Friedeberg comenzó a diseñar obras inverosímiles como casas con techos de alcachofa y rascacielos rematados con peras, lo que le valió malas calificaciones.
Sin embargo, su paso por la Universidad le permitió conocer al artista Mathias Goeritz (1915 – 1990), quien le animó a que ignorara a sus padres y continuara como artista siguiendo su talento, intuición y creatividad; y durante los veranos, Friedeberg empezó a trabajar como secretario de Goeritz, ayudándolo en sus proyectos artísticos.
En 1960, cuando solo tenía veintidós años expuso por primera vez su trabajo en la Galería Diana gracias a la recomendación de la artista surrealista Remedios Varo (1908 – 1963), que conoció a través de su familia y amigos.
Gracias a estas conexiones, comenzó a conocer a otros artistas surrealistas mexicanos como Leonora Carrington (1917 – 2011) y Alice Rahon  (1904 – 1987), hasta llegar a convertirse en 1961 en miembro de Los Hartos.
Este grupo o movimiento artístico preconizaba la espiritualización del arte y se basaba en los principios dadaístas: la creación del anti-arte por el arte, rechazando la pintura política y social que era dominante en México en ese momento.
Eran originales, excéntricos, irreverentes e iconoclastas, y la influencia de este grupo llevó a Friedeberg a creer en la autonomía del esteticismo.
Para Friedeberg, “Los Hartos es el movimiento más importante de los años 60. Gracias a este movimiento… José Luis Cuevas se volvió famoso. Gracias también a Los Hartos, Chucho Reyes empezó a vender como pan caliente y la galería Antonio Souza se volvió inmortal… Gracias a Los Hartos logramos fundar, junto con Xavier Girón, el chinchismo en la galería La Chinche, amén“.
En 1979, Pedro Friedeberg y Xavier Girón organizaron un movimiento artístico llamado “Chinchismo“, que viene de “chinche“, que significa error, y pidieron a treinta artistas que crearan “errores” con la idea de ridiculizar los movimientos artísticos o “ismos“.
Pedro Friedeberg ha tenido toda su vida una reputación de ser excéntrico. Dice que consulta a I-Ching todos los días, y tiene una colección de santos.
“Me levanto al mediodía y, después de regar mis pirañas, desayuno las cosas corintias. Más tarde, durante el día, tomo un almuerzo iónico seguido de una siesta dólica. Los martes dibujo una voluta o dos, y tal vez un frontón, si el estado de ánimo me alcanza. El miércoles lo he reservado para la anti-meditación. Los jueves suelo relajarme mientras que el viernes escribo autobiografías“.
Dice que hoy el mundo carece de excéntricos porque las personas se han vuelto ovejas por la cultura de consumo y la televisión que quiere que todos seamos estándar y uniformes.
Friedeberg se ha casado cuatro veces. Su tercera esposa, con la que estuvo casado doce años, fue la Condesa polaca Wanda Zamoyska. Su última esposa es Carmen Gutiérrez, con quien tiene dos hijos, Diana y David.
Él dice que Carmen es una mujer muy seria, a diferencia de sus otras esposas anteriores. Dice que tener hijos cambió su vida porque ya no podía viajar por el mundo y quedarse hasta las cinco de la madrugada bebiendo.
Actualmente vive en Ciudad de México y cuando muera dice que espera ser enterrado en el mismo cementerio de Venecia donde están enterrados Stravinsky y Diaghilev, en una tumba con una góndola blanca y plumas negras.
Ha declarado que nunca está realmente relajado y que pinta un lienzo por semana, además de hacer esculturas, muebles y otros objetos.
Pedro Friedeberg ha pintado, creado murales para instituciones en México y en el extranjero, portadas y libros ilustrados, ha sido director de arte y ha realizado escenografías. Comenzó a diseñar muebles en la década de 1960, rechazando el entonces estilo internacional dominante.
Ha diseñado sillas, mesas y sofás de formas fantásticas que parecen salidos de un sueño alucinógeno tiki-tropical. Son muebles que se caracterizan por un surrealismo llamativo e intenso, ensoñaciones barrocas con una filia total por el horror vacui.
Su pieza más conocida es su silla “Mano“, que ha vendido más de 5.000 copias desde su creación en 1962. Sus pinturas, esculturas y muebles eran muy “chic” en los años 60 y 70, y estaban absolutamente de moda.
La silla con forma de Mano original estaba hecha de madera, diseñada para permitir sentarse en su palma usando los dedos como respaldo y toda ella cubierta con hojas de oro.
Desde su primera exposición, su trabajo ha tenido un estilo fácilmente identificable, aunque no es fácilmente clasificable, y gran parte de su trabajo tiene una calidad industrial derivada de su formación como arquitecto.
También ha estudiado e incorporado elementos de diversas tendencias artísticas y de diseño que van desde el Art Nouveau hasta el Op art.
Su predilección por el kitsch o lo cursi es bien conocida. “Todos estamos inundados de kitsch. Nadie ni nada se salva del kitsch, ni Philip Johnson, ni Diego Matthai, ni María Félix, ni Amalia Hernández. Un Volkswagen es un funky-kitsch, un Mustang es tacky-kitsch, un Mercedes es chic-kitsch“.
Pinturas y muebles se caracterizan por estar llenos de ornamentación, con pocos o ningún espacio en blanco, con líneas, colores y símbolos que hacen referencia a las escrituras antiguas, los códices aztecas, el catolicismo, el hinduismo y lo oculto.
En su obra pictórica, completamente abrumadora y cautivadora, suele haber recreaciones de palacios imposibles y otras estructuras, con innumerables salones y habitaciones, pasadizos secretos y escaleras que no llevan a ningún sitio.
Él clasifica su trabajo como ecléctico e híbrido; su arte no es político, es arte por el arte y afirma que es elitista. Él no cree en hacer arte “para la gente” porque a la mayoría de la gente no le importa. Su arte casi siempre tiene un toque sarcástico y cínico.
La ironía se expresa generalmente a través de la repetición casi alucinógena de los elementos que emplea y el desorden formal, pero son el resultado del pensamiento consciente. Él dice que la única intención de su arte es burlarse de sí mismo y de todos los demás.
En muchas ocasiones su arte ha sido clasificado como “adorno” pero él no está de acuerdo ya que la ornamentación es la forma más antigua de arte, añadida para dar a los objetos una calidad excepcional, incluso religiosa.
Ha llamado a su amplia ornamentación, que incluye elementos de textos antiguos, “Nintendo Churrigueresque“.
También Pedro Friedeberg ha criticado a los artistas modernos diciendo que “el arte ha muerto, después del surrealismo no hay nada nuevo“. “La gente ha perdido el gusto por la ironía, el sarcasmo y el absurdo“.
Sus dos primeras exposiciones individuales fueron en la Galería Diana, en 1959, y la Galería Protec en 1960, ambas en la Ciudad de México.
En la década de 1960, tuvo 16 exposiciones en México, Francia, Nueva York, Portugal y Washington D.C. (1963); 19 en la década de 1970, y 13 en la década de 1980.
21 exposiciones en la década de 1990, y 9 en la década de 2000, todas en México, a excepción de una en Alemania, en 2000, y otra en Bélgica en 2003.
También ha participado en muchas exposiciones colectivas desde 1960 hasta 2003.
Entre los premios que ha recibido están el Segundo Premio en la Bienal de Córdoba (Argentina) de 1966; el Primer Premio en la Exposición Solar de la Ciudad de México en 1967, o el Premio Especial en la XI Bienal de Obra Gráfica de Tokio en 1984.
Fue nombrado “Creador Artístico” por el Sistema Nacional de Creadores Mexicanos y Extranjeros en 1993.
Su trabajo y su vida han aparecido en muchos libros desde 1972 hasta el presente. Estos libros incluyen su autobiografía publicada en México “De vacaciones por la vida, Memorias no autorizadas“, editada por Trilce y Conaculta.
En su autobiografía, Pedro Friedeberg escribe sobre múltiples experiencias con sus muchos amigos en el mundo del arte como Salvador Dalí; Leonora Carrington; Kati Horna; Tamara de Lempicka; Mathias Goeritz; Edward James; Zachary Selig y Bridget Bate Tichenor.
Obras suyas se pueden encontrar en las colecciones permanentes de por ejemplo: el Museo de Arte Moderno; el Museo José Luis Cuevas; el Centro Cultural Televisa; (todos en la Ciudad de México); el Museo de Arte Contemporáneo de Toluca; el Museo de Arte Contemporáneo de Culiacán.
El Museo de Arte Contemporáneo en Pátzcuaro; el Museo de Arte Moderno de Nueva York; el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago; el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva Orleans; la Biblioteca del Congreso de Washington DC; el Museo de Arte Rosa de la Universidad de Brandeis en Boston.
La Biblioteca Nacional de Investigación en Ottawa; el Museo del Louvre en París; el Museo de Israel en Jerusalén; el Museo Nacional de Arte Moderno en Bagdad; el Museo de Arte Ponce en Puerto Rico; el Museo Franklin Rawson en Argentina; el Museo Omar Rayo en Colombia; la Institución Smithsonian en Washington, DC. y el Museo de Artes y Diseño en Nueva York.
Pedro Friedeberg (pág. web).
Pedro Friedeberg y su escultura/silla de “Mano”, diseñada para que las personas se sienten en la palma de la mano usando los dedos como respaldo, y “Gold” Side Table.
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paoloxl · 7 years ago
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Le convulsioni del ca­pitalismo hanno posto­ al centro della fase­ storica attuale uno ­scenario del tutto pa­rticolare. Senza adde­ntrarci in faticose e­ avventate analisi de­i cicli di economici,­ è evidente che la di­ffusione del capitali­smo a livello planeta­rio, oltre a sconvolg­ere gli assetti statu­ali classici, ha modi­ficato la concezione ­stessa del fatto mili­tare e dell’imperiali­smo.  Il fatto bellico è di­venuto parte integran­te del “normale” cicl­o di riproduzione del­ capitale, portando c­on sé la mercificazio­ne e la privatizzazio­ne di “beni” consider­ati dallo Stato nove­centesco esclusivo ap­pannaggio dell’ammini­strazione militare e ­di polizia: la sicure­zza, il controllo del­le frontiere, l’inter­vento bellico. Gli st­essi eserciti naziona­li sono costretti a m­odificare le proprie ­funzioni professional­i, riducendosi a sbir­ri di strada (Operazi­one Strade Sicure) o ­a vigilantes­ incaricati di proteg­gere la circolazione delle merci private a­d alta velocità (TAV,­ TAP, ecc.) o a lunga­ distanza (Marò e aff­ini).  Dietro la retorica de­l terrorismo, si va d­ispiegando il più gra­nde, integrato, “inte­lligente” sistema di ­controllo individuale­ e di massa, capace d­i alternare misure pr­eventive e repressive­, di potenziare a dis­misura il mercato di ­armi, attraverso sist­emi di puntamento, so­rveglianza elettronic­a e strumenti a pilot­aggio remoto.  A fronte della demoli­zione del confine tra­ guerra e pace, le sf­ide in termini di lot­ta internazionalista ­e pacifista contro l'­imperialismo e i suoi­ prodotti sanguinari ­si potrebbero dunque ­moltiplicare, esaltan­do le qualità e le e­sperienze dei rivoluz­ionari di diverse scu­ole. Eppure, mai come­ in questi anni, il m­ovimento, finanche ne­lla sua accezione più­ ampia e disorganica,­ ha mostrato debolezz­a e incapacità di int­ervenire contro la gu­erra imperialista.  Una prima tendenza fa­tica ad allontanarsi ­da uno schema figlio ­della guerra fredda e­ individua ancora nel­la responsabilità pre­ssoché esclusiva dell­’imperialismo yankee­ lo stato di destabil­izzazione internazion­ale, con un pregiudiz­io politico che porta­ compagni e compagne ­a sostenere gli Stati­ (e le economie) più ­deboli, assegnando lo­ro sempre il rango di­ vittima e offrendo s­ostegno, spesso solo ­a parole, ai burocrat­i che ne sono a capo.  Una seconda invece pr­opone una visione del­ presente composto da­ masse altrettanto in­distinte, portate qua­si di inerzia a ribel­larsi e a generare co­nflitti sparsi in div­erse parti del globo,­ unite dall’odio cont­ro il potere­ tecnocratico, milita­re e burocratico. In ­tale visione, pratica­mente ogni forma di r­ibellione verso l’ord­ine costituito è posi­tiva, a prescindere d­agli obiettivi che si­ pone, dalla composiz­ione di classe che la­ compone e dalle forz­e “esterne” con cui c­ollabora o da cui è i­ndirizzata. A distanz­a di oltre un lustro ­dovrebbe far sorrider­e il facile entusiasm­o con cui molti compa­gni e compagne hanno ­accolto le varie rivo­luzioni colorate o le­ primavere dei popoli­, quasi fossero auton­ome e scisse dagli in­teressi imperialistic­i.  Tali versioni di “imp­ortazione di rivoluzi­one”, tipica di chi è­ sedotto da esperienz­e di socialismo di st­ato, o di “esportazio­ne di rivoluzione”, d­i chi abbraccia le ri­volte di popolo, hann­o generato a cascata ­un drammatico morbo c­he infesta il movimen­to antagonista, evide­ntemente stordito dal­l’assenza di un dibat­tito collettivo sui c­aratteri attuali dell­’imperialismo: la log­ica dello schierament­o applicato alla geop­olitica.  Il sostegno acritico ­ed entusiasta per esp­erienze di resistenze­ antimperialistiche o­ di offensive partigi­ane (Venezuela, Siria­, Kurdistan, Palestina, Donbass, ecc.), sebb­ene comprensibili sen­timentalmente e giudi­cabili solo nei conte­sti dove nascono, nas­condono troppo spesso l’impotenza s­ociale e militante, l­a cessione della possibilità ­rivoluzionaria a espe­rienze aliene dalla p­ropria vita concreta,­ poco attente alle­ contraddizioni interne a ogni f­azione in lotta e, in­fine, subalterne a un­’agenda dettata dai g­randi media internazi­onali e dalle emitten­ti del capitalismo di­ffuso.  Non sembra infatti ca­suale che gli stessi ­tradizionali canali d­i informazione milita­nte (radio, blog, gio­rnali) si dimostrino ­impreparati a promuov­ere a livello general­e una riflessione e u­n dibattito quando vi­ene a mancare la “not­izia”. Inutile girars­i intorno: il conflit­to in Siria e le posi­zioni espresse in sen­o al movimento hanno ­contenuto in sé tutte­ le contraddizioni e ­le debolezze sopraind­icate, hanno alimenta­to uno scontro tra co­mpagni e compagne e h­anno rappresentato il­ punto più basso dell­a capacità del movime­nto antagonista europ­eo di comprendere e c­onseguentemente rispo­ndere alle nuove sfid­e dell’imperialismo.  Urge riflettere sui l­imiti della logica de­l tifo, del sostegno ­indiretto a uno o all­’altro fronte imperia­lista, del geopolitic­ismo, recuperando la ­centralità della ques­tione internazionale ­e individuando con ma­ggiore attenzione le ­responsabilità omicid­e del blocco europeo.­ Per quanto ci riguar­da, riteniamo impresc­indibile ribaltare la­ tendenza all’appiatt­imento antagonistico ­all’agenda del capita­le e la conseguente s­cissione dalla democr­azia o dal mito della­ rivoluzione nazional­e e locale, a partire­ dal rilancio di una ­prospettiva genuiname­nte internazionalista­ e di una pratica quo­tidiana di solidariet­à di classe.  Occorre ribadire che ­il nemico (e l’amico)­ è prima di tutto in ­casa propria, perché ­il capitalismo diffus­o permea ogni angolo ­del sistema mondo e a­nche sul proprio terr­itorio rivela il cara­ttere mortifero e di­sumano del suo ciclo ­produttivo e delle su­e guerre. Riflettere­ sull’antimperialismo­ significa ragionare su come rafforzare e ­sostenere, a partire ­dai propri territori ­tutti gli sforzi dei ­compagni e delle comp­agne in termini di va­lorizzazione dell’uni­one fra lavoratori im­migrati e italiani ne­lle lotte sociali (ca­sa, servizi, territor­io, sfruttamento del ­lavoro agricolo, logi­stico, terziario, ind­ustriale).  E, a tale proposito, ­occorre riconoscere i­l fallimento delle ma­nifestazioni romane d­elle celebrazioni per­ i Trattati di Roma e­ il successo solo par­ziale del Welcome Hell­ di Amburgo. In quest­e giornate, visivamen­te isolati e sotto pr­essione della sbirrag­lia le uniche vere po­ssibili alternative a­lle barbarie, ovvero il proletariato itali­ano e immigrato, femm­inile e maschile, con­tadino e urbano, occu­pante e lavoratore, e­ le componenti giovan­ili, hanno rischiato ­ancora di essere rinc­hiuse in una logica d­i autorappresentanza ­e di simulazione di c­onflitto, che non rie­sce a tradurre lo spo­ntaneo desiderio di d­istruggere questo mon­do di merda in una pr­atica quotidiana di s­ovversione e in proge­tto collettivo di tra­sformazione umana.  A FRONTE DEI VENTI DI­ GUERRA CHE SIBILANO ­SOPRA LE TESTE DI MIL­IARDI DI UOMINI E DON­NE.  RIPRENDERE L’INIZIATI­VA INTERNAZIONALISTA.­ PROMUOVERE AZIONI DI­RETTE E MANIFESTAZION­I CONTRO LA GUERRA E ­CONTRO TUTTI I CARNEF­ICI.  PROMUOVERE INCONTRI C­ON LE REALTA’ INTERNA­ZIONALI CHE RESISTONO­ ALLE AGGRESSIONI IMP­ERIALISTICHE E COMBAT­TONO CON TUTTI I LIMI­TI OGGETTIVI E SOGGET­TIVI LA VIOLENZA DELL­A GUERRA PERMANENTE.  PER UNA DURA OPPOSIZI­ONE ALL’IMPERIALISMO,­ SOPRATTUTTO OCCIDENT­ALE, SOPRATTUTTO EURO­PEO.  RICOSTRUIRE, RAFFORZA­RE, ORGANIZZARE LA LO­TTA QUOTIDIANA NEI NO­STRI TERRITORI.  DIBATTITO APERTO SULL­’INTERNAZIONALISMO E ­SULLE PRATICHE DI RES­ISTENZA E ATTACCO AL ­CAPITALE  SABATO 9 SETTEMBRE OR­E 16 PRESSO L’ORTO IN­SORTO COMITATO DI LOTTA QUA­DRARO  COMITATO DI LOTTA VITERBO Fonte
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fondazioneterradotranto · 7 years ago
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Storie lampanti. McBetter di Mattia De Pascali
Mattia De Pascali (ph Alessandro Stajano)
  UNA STORIA A SORPRESA: IL “MCBETTER” DI MATTIA DE PASCALI
di   Maria Antonietta Bondanese
“E una mattina, destandomi, scoprii che quel giorno era giunto. E lo accettai senza troppe remore, perché da quando ho memoria ho sempre saputo che sarebbe arrivato.(…) Non c’è nulla da drammatizzare nella fine. E’ il punto d’arrivo, l’assoluta certezza”. Inizia così il racconto di Mattia De Pascali, contenuto nel volume Storie lampanti, che raccoglie le storie più belle proposte nel concorso letterario del 2013 “Raccontare i Paduli”.
Una scrittura incisiva, efficace, per un narrare a metà strada tra fantastico e reale, tra enigma e verità, che coinvolge il lettore e lascia intuire lo stile di De Pascali sceneggiatore e regista.
Il cineasta supersanese, al di là della giovane età, ha già all’attivo un interessante curriculum costruito con competenza, studio e passione. “Sono stato abituato – dice Mattia – a guardare film fin dalla tenera età. Eppure da bambino volevo fare altro, un mestiere che mi permettesse di essere più a contatto con la natura. Almeno fino a tredici anni, quando ho scoperto le opere di Stanley Kubrick e ho compreso il potenziale infinito del mezzo cinematografico”.
Dal regista statunitense, il cui genio ha spaziato dal thriller alla satira politica, dalla storia e fantascienza al dramma psicologico, Mattia ha mutuato la pluralità degli interessi.
(ph Alessandro Stajano)
  “Oggi – aggiunge – non ho un regista, un film o un genere preferito. Tendo a non mitizzare niente e nessuno ma sono aperto a tutto.” La sua stanza di lavoro, adorna di libri, fotografie e manifesti descrive, infatti, un percorso personale ricco di curiosità. Una capacità di guardarsi intorno e rappresentare la quotidianità attraverso il filtro dell’inventiva.
Anche il set del suo recente lungometraggio “McBetter”, allestito nel B&B Luxury a Lecce e quindi ad Arnesano presso Villa Maresca, è lontano dal tipico Salento assolato, intrappolato in una ‘controra’ senza fine. Il contesto salentino è reinventato, invece, come sfondo per un intreccio che potrebbe snodarsi ovunque, perché il “messaggio, le idee politiche o la visione sociale del regista – Mattia ne è convinto – emergeranno comunque attraverso alcuni dettagli per occhi attenti”.
“ Tutti i film – prosegue – raccontano la società in cui nascono ed un ‘messaggio’ arriva meglio se non viene veicolato in modo diretto”. Ma, ad esempio, sotto la specie accattivante del thriller o della commedia “nera” dai toni grotteschi qual è “McBetter”. Una storia in cui il gioco perverso del Potere viene smascherato con scanzonata ironia e i rapporti di forza, motore dell’esistenza, sono tracciati mediante la tensione dell’intrigo. Non a caso, la vicenda di “McBetter” è ispirata al dramma shakespeariano di Macbeth, dove ambizione e avidità sfrenata portano a totale distruzione il protagonista che, ucciso il proprio re, si avvita in una spirale di delitti fino al tragico epilogo.
McBetter family
  In “McBetter” il re da usurpare è l’attempato imprenditore Joe McBetter, proprietario di una ricca catena di fast food mentre il nuovo Macbeth è Malcom, suo genero. Entra così in primo piano il mercato del fast food, del cibo veloce, industria tra le più potenti del mondo dove le ragioni del profitto impongono lo sfruttamento dei lavoratori e la seduzione dei consumatori, specie dei bambini, mediante una pubblicità ingannevole. Una realtà che corre lungo il filo della trama con sorprese e colpi di scena, come nel più classico dei polizieschi. Singolari i personaggi di questa storia, per i quali De Pascali ha selezionato gli interpreti secondo il criterio dell’originalità e della bravura. “Durante il ‘casting’ – ci tiene a sottolineare – ho cercato attori che fossero personaggi particolari, non belle presenze.   E così è stato, compreso per il più giovane dei protagonisti, Oscar Stajano, cinque anni appena e pronipote di Giò Stajano, famosa nella ‘dolce vita’ di felliniana memoria”.
ph Silvia Cappello
  Il gruppo degli attori – Nik Manzi, Donatella Reverchon, Serena Toma e Andrea Cananiello – è affiancato da tecnici esperti come Giulio Ciancamerla, l’aiuto regista; Lucio Massa, l’organizzatore generale; Islam Mohamed detto ‘Ismo’, il direttore della fotografia; Silvia Cappello, l’assistente di fotografia; Cristina Panarese, per gli effetti speciali; Jonathan Imperiale, il segretario di edizione; Sofia Volpe e Giorgia De Carlo, per trucco & parrucco. Spiccano nella troupe due giovani talenti di Supersano, Arianna Alfarano e Valentino Galati. Arianna , brillante attrice nel teatro amatoriale ed allieva presso l’Accademia di Belle Arti di Lecce, si è cimentata nell’impresa in qualità di abile scenografa. Valentino, noto dj, ha preso parte come addetto all’audio e compositore della colonna sonora. Dall’estro di Valentino, che opera in campo musicale nel duo “Monotron”, è nata anche la musica originale che esalta le immagini di Candy School, il cortometraggio realizzato nel 2103 da Mattia De Pascali con gli alunni dell’Istituto Comprensivo “E. Frascaro”di Supersano, nel laboratorio di cinema da lui tenuto sul tema del bullismo.
Numerose le opere di Mattia selezionate in vari festival, come il Festival del Cinema Europeo a Lecce, il Castro Film Festival e il Puglia in corto a Brindisi. Intensa anche la sua collaborazione con la rivista online di critica cinematografica Point Blank – La più corta distanza fra il bene e il male e quella con altri registi come Alberto Genovese, per il quale sta ultimando la sceneggiatura del film “Resurrection Corporation”.
Risultati sorretti da una solida formazione e cultura professionale. Alla laurea triennale al DAMS di Bologna, hanno fatto seguito infatti la laurea magistrale in Cinema, Televisione e Produzione Multimediale conseguita a pieni voti al DAMS di Roma Tre e la frequenza di vari corsi per ampliare la sua specializzazione. “Il cinema – dice Mattia – è diventato la mia ragione di vita”.
Più che le parole, il tono della voce e lo sguardo lasciano trapelare quanto entusiasmo, coraggio e determinazione siano necessari ad affrontare gli ostacoli che un’attività così complessa comporta. Dalla fine degli anni Ottanta, il cinema “made” in Puglia ha fatto un salto di qualità, grazie anche al supporto della Regione ma serve “qualcuno che investa cifre vere e non si appoggi solo ai limitati fondi pubblici per promuovere un’industria in grado di crescere su delle basi solide e non essere alla mercè di tagli e crisi economiche”. E’ quanto annotava Mattia De Pascali nel suo libro Multisala Salento, che reca l’eloquente sottotitolo “Come fare film sotto il sole con pochi soldi e a stento”. Era il 2012 quando appunto osservava che mancano programmazione e infrastrutture, mancano teatri di posa e una scuola di cinema. Manca il sostegno economico  a chi è agli inizi.
Un regista emergente come Mattia De Pascali deve perciò auto produrre il suo film. Senza cedere a facili vittimismi, Mattia lavora adesso con impegno al montaggio del “McBetter”, finito di girare lo scorso aprile, per poterlo ultimare quest’anno e proporlo nel 2018 entro i circuiti di distribuzione. Anche questo è un grosso problema perché il mercato tende in genere a premiare i nomi già noti più che gli esordienti, la cassetta più che la qualità.
Ma il cinema che da sempre racconta bellissime storie, potrà forse regalarci ancora una volta sorprese ed emozioni con la ‘storia’ di Mattia De Pascali.
Per sapere di più su personaggi e interpreti della black commedy “McBetter”, conoscere particolari gustosi e momenti del set, si può visitare la pagina Facebook: www.facebook.com/McBetterMovie.
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catalogado · 8 years ago
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Paludismo: Enfermedad febril producida por un protozoo, y trasmitida al hombre por la picadura de mosquitos anofeles. Del latín palus·, –adis “laguna”, “pantano” e –ismo.
Malaria: Del italiano “malaria”, de mal, malo, y aria, aire.
“Tomar una onza de la mejor corteza de los jesuitas, raíz de serpentaria de Virginia, corteza de naranja, de cada mitad una onza; agítelo todo junto, y guarde durante cinco o seis días en una botella de brandy, de ginebra de Holanda, o de cualquier otro licor; después separe el líquido limpio y tome un vaso de vino dos o tres veces al día.” William Bucham en 1791, quizá la primera cita del gin-tonic.
En una revisión publicada en 2012, Christopher Murray y su equipo, de la Universidad de Washington, en Seattle, estudiaron la mortalidad global provocada por la malaria entre 1980 y 2010, o sea, en nuestra época. Fueron entre 1200000 y 2780000 al año los fallecidos por esta enfermedad, con un aumento de casi el 25% en tres décadas. Es una enfermedad, por tanto, de triste y apremiante actualidad. Pero el informe de la OMS para 2015 es más esperanzador y menciona 214 millones de enfermos y entre 236000 y 635000 fallecidos. Las cifras descienden un 48% entre 2000 y 2015.
“Plasmodium” en el interior de una célula en la saliva de un mosquito hembra.
El paludismo o malaria se ha definido como una enfermedad infecciosa provocada por protozoos del género Plasmodium que infectan los glóbulos rojos de la sangre y se transmiten por las picaduras de las hembras infectadas de varias especies de mosquitos del género Anopheles. La enfermedad se caracteriza por periodos intermitentes de fiebre alta provocados por la reproducción del protozoo. Además, la destrucción de los glóbulos rojos provoca anemia y debilidad general.
Según los últimos datos conocidos en la evolución de la malaria, la enfermedad apareció en África, en la región de Etiopía, en primates y pasó a nuestra especie y se desarrolló y extendió debido a la gran movilidad de nuestros antepasados. Desde el valle del Nilo llegó al Mediterráneo y, después, a Asia y, hacia el norte, a Europa. A América se cree que llegó con los españoles y, para principios del siglo XIX, ya estaba la malaria en todo el planeta.
Papiro Ebers, uno de los tratados médicos más antiguos conocidos
Se describe en el papiro de Ebers, en el antiguo Egipto de hace casi 4000 años y también quedan pruebas documentales en China fechadas hace casi 6000 años, y en Mesopotamia y la India. Escriben y enseñan sobre la malaria Hipócrates, Herodoto y Homero en la Grecia clásica. Y en Roma era temida por las marismas y pantanos que rodeaban la ciudad imperial, estupendo criadero de mosquitos. Hace unas semanas se ha probado la presencia del plasmodio en los cadáveres de tres cementerios de las cercanías de Roma, enterrados entre los siglos I y III de nuestra era.
Entonces no conocían ni el protozoo que provoca la enfermedad ni sabían que los mosquitos la contagian, pero temían las miasmas, esos efluvios malignos que desprenden las aguas estancadas y que se consideraban la causa de las fiebres intermitentes y que, además, son la base del nombre en italiano para la enfermedad, “malaria”, compuesta de “mal” y “aria”, es decir, el “mal aire” que provoca las miasmas.
En los siglos XVII y XVIII era conocida y temida en todo el planeta. Por ejemplo, se escribió sobre ella en Gran Bretaña, con datos de fallecimientos, que ahora se han recuperado, en Escocia o en Inglaterra. También provocaba gran mortandad en países muy separados geográficamente como Holanda y España. En el resto de Europa, hasta los países escandinavos, la situación era la misma.
En nuestra Península solo en 1964 recibió España el certificado de la OMS de la erradicación del paludismo. Para ello se utilizaron todos los métodos conocidos: eliminación de los mosquitos, sobre todo desecando pantanos y con DDT, y eliminando el plasmodio de los portadores con la prescripción de la quinina y de drogas sintéticas anti-malaria.
Pero, como decía, en el siglo XVIII era una enfermedad muy extendida, sobre todo en Andalucía, Valencia, La Mancha, Cataluña, Baleares y Murcia. Hubo brotes fuertes en Aragón, Navarra y, sin confirmar, en las zonas orientales de Álava y Guipúzcoa. En toda la Península, la mortandad fue terrible en 1751, 1783 y 1802, en lo que ahora llamamos la Pequeña Edad del Hielo. No hay que olvidar que todos los lugares llamados “Fadura” o “Padura” vienen de “pantano” en latín y que también están en el origen del término “paludismo” para esta enfermedad. Todavía hace un siglo era un mal habitual y en el sur y el este de la península, con casi 2000 fallecidos en España por el paludismo en el año 1919, y con unos 200.000 enfermos en todo el país y por año.
Detalle del árbol de la quina
En este ambiente, con las llamadas fiebres intermitentes sufridas desde siempre y sin tratamiento conocido, las buenas noticias llegaron desde América. Fue en 1635 cuando el jesuita Bernabé Cobo publicó su “Historia del Nuevo Mundo”, y allí escribía:
“En los términos de la ciudad de Loja, diócesis de Quito, nace cierta casta de árboles grandes que tienen la corteza como de canela, un poco más gruesa, y muy amarga, la cual, molida en polvo, se da a los que tienen calenturas y con sólo este remedio se quitan.”
Es la primera descripción escrita del árbol de la quina. Cobo añade que sus polvos ya son conocidos en Europa y que, incluso, se envían a Roma. Se conocían como el “polvo de los jesuitas”.
Unos años más tarde, en 1639, Felipe IV nombra al Conde de Chinchón, Luis Jerónimo Fernández de Bobadilla y Mendoza, Virrey del Perú. Dos meses después de la toma de posesión del Virrey en Lima, llegó su joven y bella esposa Doña Francisca Enríquez de Rivera. Pasaron los días y la joven Condesa cayó en unas fiebres intermitentes tercianas agotadoras.
El jesuita y confesor del Virrey, Diego Torres de Vásquez, le habló de los polvos que usaban los indios contra la fiebre. La Virreina, con unas pocas dosis de corteza de quina, curó rápidamente. Así, también se conocería a la quina como los “polvos de la condesa”. Hay que añadir que esta historia de la Condesa cada vez provoca más dudas entre los expertos en la historia del árbol de la quina.
Los primeros datos constatados de sus efectos sobre los enfermos de paludismo los escribió el médico sevillano Gaspar Caldera de Heredia en 1663. Se basa en los resultados que consiguió en enfermos sevillanos, hacia 1640, con la corteza que trajo del Perú Juan de la Vega, el médico del Virrey.
“Cinchona officinalis” en “Medicinal Plants” (1880) de Robert Bentley y Henry Trimen. Wellcome Images.
El primer informe científico sobre el árbol de la quina que llegó a Europa, con la descripción y los primeros esquemas, lo envió Charles-Marie de La Condamine. Se publicó en París en 1740. Recibió Linneo muestras y escritos de La Condamine y, con ellos, clasificó el árbol de la quina y le asignó el género Cinchona en 1742 y lo publicó en 1753, en honor de la bella y joven Condesa de Chinchón, con errata incluida y nunca corregida.
Durante años la única quina que llegaba a Europa la traían y distribuían los jesuitas según su criterio. Entraba por España y Roma y, poco después, llegó a Inglaterra y a Francia. Y ya en 1667, la quina estaba incluida en la farmacopea de Londres como medicamento oficial.
José Celestino Mutis
José Celestino Mutis nació en Cádiz en 1732 y murió al comienzo del siglo siguiente, en 1808, y en otro continente, en Santa Fé de Bogotá, en Colombia. Fue sacerdote, botánico, geógrafo, matemático, médico y profesor universitario. Ahora nos interesa como viajero, explorador y botánico por su relación con el árbol de la quina. Fue quien aclaró definitivamente la confusión entre varias especies de Cinchona y estableció cuales eran eficaces contra la malaria y cuales no la aliviaban.
La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, auspiciada por Carlos III y dirigida por Mutis, comenzó en 1783 y se prolongó por 30 años. El Herbario que se acumuló quedó depositado en el Real Jardín Botánico de Madrid. Como un resumen dedicado al árbol de la quina, Mutis escribió “El Arcano de la Quina”, que se publicó en 1828, después de la muerte del autor, aunque ya se conocía en Bogotá desde 1791.
Primera página de la edición original de “El arcano de la quina” de José Celestino Mutis
En realidad, hasta que los botánicos europeos, como La Condamine, Linneo o Mutis, trabajaron en la clasificación de las especies del género Cinchona hubo mucha confusión con las muchas especies del árbol de la quina que, además, tenían en la corteza distintas concentraciones de quinina. Durante muchas décadas fue fácil engañar con lo que se conocía como “polvos de los jesuitas”.
De la corteza de quina se extrajo en 1820 el alcaloide quinina que era el compuesto que actuaba contra las fiebres. Lo consiguieron los químicos franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Bienaimé Caventou. Este alcaloide fue durante más de un siglo el único alivio del paludismo.
A mediados del siglo XIX, y después de conspiraciones y aventuras, los holandeses consiguieron semillas del árbol de la quina y establecieron enormes plantaciones en sus colonias en Indonesia, sobre todo en la isla de Java.
Fueron naturalistas y exploradores, más bien espías industriales, como los ingleses Clements Markham y Charles Ledger o el holandés Justus Hasskarl, los que viajaron a los Andes en busca de ejemplares y semillas del árbol de la quina. Entre 1860 y 1870 consiguieron llevar las muestras a sus colonias y resembrar los árboles. Las consiguió el inglés Charles Ledger en Bolivia y las llevó a Londres. Ofreció su venta al gobierno inglés que no demostró gran interés en hacerse con ellas. Fue el cónsul de Holanda quien pagó por las plantas y las envió a su país. Fueron el origen de las plantaciones en Java a partir de 1852. En honor de Ledger, esta especie que crecía en Java se llamó Cinchona ledgeriana. De allí procedía la quina que las empresas farmacéuticas utilizaban para extraer la quinina que comercializaban en todo el mundo. El 90% del comercio mundial de la corteza y de la quinina, entre 1890 y 1940, venía de las colonias holandesas en Indonesia.
“Cinchona ledgeriana” en “Das Pflanzenreich Hausschatz des Wissens” (1900) de Ernst Gilg y Karl Schumann
Con la quinina a su disposición, los médicos la recetaron y popularizaron en la lucha contra la malaria. Europa, entonces, pudo colonizar los países con malaria en Asia y África y construir sus imperios. En fin, que la toma de muestras para sembrar el árbol fuera de su área geográfica original fue, a medio plazo, una empresa colonial y, en definitiva, imperial. Se dio quinina en cantidades masivas a los ejércitos europeos en las colonias de África y en el sur y sudeste de Asia. Y, además, fue un gran negocio para las farmacéuticas.
La quinina no era agradable de tomar. Como la corteza original, era muy amarga y de un gusto muy desagradable. Desde que empezó a utilizarse se buscaron muchos trucos para hacer pasable aquel mejunje, por otra parte tan beneficioso y necesario. Estaba la mezcla de William Bucham, el bebedizo secreto del inglés Richard Talbor o, y ha llegado a nuestros días, la popular bebida victoriana, inventada en la India, y que conocemos como gin-tonic. La primera agua tónica, con quinina, se fabricó en 1858 y, ahora, tiene mucha menos quinina, más o menos una décima parte que la necesaria como dosis terapéutica para aliviar la enfermedad.
Corteza de “Cinchona officinalis”
Así ocurrió hasta 1940, cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial y los japoneses conquistaron Java y sus plantaciones de quina. De inmediato, los aliados se quedaron sin quinina y padeciendo la malaria en muchas de las zonas de combate. Desde siempre la malaria suponía uno de los mayores riesgos para los ejércitos en guerra. Por ello, su utilización en la medicina militar cambió el curso de la historia. Es lo que intentaron los japoneses en 1940. El uso más antiguo que se conoce del uso de la quina en guerra fue en el sitio de Belgrado en 1717.
Estados Unidos promovió plantaciones del árbol de la quina en Centro y Sudamérica pero fueron las compañías farmacéuticas las que fabricaron en cantidad suficiente drogas sintéticas anti-malaria. Para el ejército de Estados Unidos, solo el Proyecto Manhattan de desarrollo de la bomba atómica superó las prioridades de la investigación y fabricación de drogas sintéticas anti-malaria. Fueron la atebrina o la cloroquina los fármacos que sustituyeron, en parte pues se seguía y sigue utilizando, 400 años después de su descubrimiento por la ciencia europea, la quinina.
Solo ha aparecido una débil resistencia del protozoo a la quinina en áreas geográficas muy concretas. Se han propuesto tres hipótesis para explicar la eficacia de la quinina durante tanto tiempo. En primer lugar, que el blanco de la acción anti-plasmodio sea tan específico que la mutación que lo anula aparece muy raramente. O que las cepas actuales del plasmodio sean otras que las conocidas en los siglos anteriores y, quizá, la resistencia sea diferente. Y, finalmente, que la quinina no se haya utilizado en tanta cantidad y el tiempo suficiente como para crear resistencia en el plasmodio, todo ello a pesar de lo que nos pueda parecer después de cuatro siglos.
La quinina es uno de los mayores candidatos a ser el medicamento que ha aliviado de sus sufrimientos a más personas en la historia de nuestra especie. Sabemos que destruye al Plasmodium dentro de los glóbulos rojos pero, todavía, se desconoce el mecanismo.
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Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.
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