Tumgik
#hombre señora que sorpresa
¿Quién es tu miembro favorito del cuartel? Y el que menos te gusta y por que?
Holiiiiis!!
Mi miembro menos favorito del Cuartel, para posible sorpresa de muchos, es posiblemente Sandra o Bertha. No detesto ninguna de estas dos personajes, porque no detesto a nadie del Cuartel, pero en el caso de Sandra, la encuentro muy aburrida. Su agresividad es con intencion de ser cómica pero no me da risa, por ende, falla para mí. No tengo nada en contra de personajes agresivos (amo a Armando) pero Sandra no es intimidante y sólo trata de dar risa, pero no me causa gracia. Su único chiste era la agresividad y el buscar novio (lo cual al menos pudo ser entretenido o interesante si hubieran hecho algo con eso. Me hubiera encantado ver representación de Mujer Alta x Hombre Chaparrito! Después de todo, ysblf siempre trató de darle visibilidad a los problemas y prejuicios sociales que tienen minorías ignoradas. Pensé incluso la primera vez que la vi, que el dr Sanchez iba a terminar enamorando a Sandra!). Tampoco es muy relevante para el plot, más allá de su contribución cuando lo de Ortiz y luego lo de la bolsa, pero eso de la bolsa y la carta fue un papel que cualquier otro miembro pudo jugar, así que no es gran cosa.
Bertha, por su parte, avanza un poco más el plot porque ella es LA chismosa del Cuartel. Todas lo son, pero ninguna TANTO como Bertha, por ende que sea ella quien le cuenta a Armando todo cae como anillo al dedo. Su único chiste aparte de eso es su evidente trastorno alimenticio, pero fuera de eso, no tiene más contribución, y aunque si es gracioso en ocasiones (ysblf sabe muy bien como hacer reír a los espectadores con temas serios!), eventualmente cansa. También muchas veces se pasa de intrigosa y por eso no me gusta mucho que digamos, pero no me parece tan tediosa como la exagerada agresividad de Sandra.
No odio a ninguna del Cuartel, porque todas tienen sus puntos positivos, y con cada vez que la veo noto cosas que antes no y por eso se ganan un poco más mi simpatía. Aura María, por ejemplo, aunque me desagrade su personalidad chillona, es la mejor amiga de Betty, la alienta a cosas nuevas, y la defiende mucho, y eso me gusta. Sofía es una mujer muy dolida y llena de amargura porque aún sufre la ausencia de su marido a quien aún ama, y por eso esparce tanto veneno, y hoy en día me da más lástima que nada. Así con todas. Claro que me hubiera gustado que le sacaran más provecho a todas, pero dentro de lo que cabe, están bien todas.
Respecto a mi favorita, esa sería Inesita. Aporta una visión más madura y templada a las locuras del Cuartel, pero igualmente está dispuesta a participar en lo que le pidan incluso sin explicacion, como fue cuando lo del Ingeniero Ortiz. También me gusta mucho su dinámica con Hugo, porque Hugo la molesta pero ella también responde en muchas ocasiones. Después de Betty, ella sería la que tiene más "poder" por asi decirlo por el cariño que Hugo le tiene, y sabe usarlo para ayudar a sus amigas, como cuando Sofia usó uno de los trajes de Ecomoda para ir a ver a Efrain.
También me encanta que no sacrificaron su escencia de típica señora mayor por hacerla encajar con su amigas jóvenes. Inesita es una clásica señora de la tercera edad, la típica que no le gusta la música moderna, que idealiza la época de sus años mozos, que se escandaliza ante las ideas contemporáneas de los jóvenes, y que aprovecha cuando la escuchan para contar sobre su vida, con ese característico aire nostálgico de aquellas personas mayores que recuerdan a sus seres amados y sus mejores tiempos con ellos.
En parte admito también que es porque me recuerda mucho a mi propia abuela, qepd. Ella tenía muchísimo talento para la costura y confección, y llegó a hacerme, repararme, y remendarme muchas prendas através de mi vida. No dudo que, si hubiera tenido acceso a más educación, pudo haberse hecho toda una costurera profesional. También fue siempre y hasta su último momento una mujer que andaba siempre arreglada, con sus uñas pintadas y su cabello cortito pero bien peinadito. Le gustaba también contar sobre su juventud, y cada que veo ese capitulo de Inesita enferma cuando le cuenta al Cuartel sobre sus hijos, no puedo evitar pensar en mi propia abuela. Siempre fue muy activa, y buscaba siempre qué hacer y a dónde salir. Su historia personal con mi abuelo es también bastante similar a la de Inesita, por desgracia, entonces, ya con todo, es bastante fácil ver las similitudes. Ver a Inesita me recuerda tanto a mi abuela en sus mejores años, antes de que la Pandemia derribara su espíritu y, eventualmente, se llevará su vida misma.
Uy, perdón que eso se tornará tan personal y tristón, jajaja!
Gracias por la pregunta🥰🥰🥰
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dlupon · 6 days
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Solo hay que aguantar un poco más.
Se cree. Pero por chismes supersticiones se entiende que atrae la mala suerte. Un mal chiste, si me preguntan a mi.
Tras la partida del viejo Herald, Ethel se había centrado en el bienestar de su tía Agnes. Había dejado de lado el tema que la aquejaba, haciendo caso omiso a las atenciones disfrazadas de desdén que su tan amado Byron le daba, no tenia tiempo para eso. El estaba prometido con aquella otra chica que, si bien ahora entendía el motivo, no quitaba el hecho de que seria su amante si aceptaba sus cortejos. De todos modos, odiaba la idea de que esa otra mujer estuviera tocándolo, su sangre hervía al verla agarrar su brazo de esa manera tan coqueta.
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-Querida, vas a romperte los dientes si los cierras tan fuerte...- Bromeo su tía Agnes, soltando una carcajada pequeña. -Lo siento.- respondió, avergonzada.- Es solo que... -No te preocupes, te comprendo perfectamente.- susurro.- De hecho, tuve que pelear de la misma manera para obtener el afecto de Herald. -¿Lo dices en serio?- la sorpresa en su voz era notoria. -Era un hombre muy codiciado, como lo es el.- sonrió, enternecida.- Si lo deseas tanto, lucha por el... ¿No crees?
Lo que decía su tía era la mas absoluta verdad. De todos modos no le costo tanto convencerla. Por otro lado, el ya se había confesado ante ella aquel día, cuando recibió su primer beso. Estaba decidida a hablar con el en la noche, se escabulliría a su habitación en cuanto sonaran las doce.
Entre tanta planificación, un plan malicioso surgía entre las paredes de la habitación de huéspedes, en donde una muy afectada Marguerite discutía con su madre los pasos a seguir.
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-Madre, creo que será difícil. La realidad es que el esta enamorado de esa harapienta, que solo viste buenas ropas porque tuvo la suerte de que esta familia la adoptara.- despotrico, con su madre oyendo. -Hija mía, eso no tiene importancia. Byron es hombre, no importa a quien ame, debería importarte quien logre meterse en su cama. Si logras eso, serás la señora de esta casa.
La tarde pasaba rápido estos días. Entre tareas y deberes, la familia Greengoods crecía progresivamente. Peter había logrado obtener un ascenso como mecánico, mientras que Fidelia comenzaba a adecuarse a mantener una casa por si sola. Si bien contaba con la ayuda de la madre de su marido, esta era ya muy mayor, por lo que debia encargarse de la mayoría de las cosas sola.
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Terminaba demasiado cansada luego de una jornada completa, al menos eso había notado en los últimos días. Pero la gota que colmo el vaso fue cuando, con un vaso de agua, termino vomitando todo lo que había almorzado. No podía ser un embarazo, su periodo había bajado y había durado mas que de costumbre, suspendiéndose algunos de estos días y regresando al siguiente.
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Preocupada, Incito a su marido a llamar al doctor de pueblo. Quien, encantado, acudió al llamado de un viejo amigo de la familia. Para cuando el timbre sonó, Fidelia se encontraba en cama, pues sus piernas se habían tornado débiles, incapaces de mantenerla en pie.
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-Tienes una fiebre muy elevada, pero tranquila. Con los medicamentos que te eh administrado, por la mañana deberías estar mejor. -Gracias, Doctor. -Peter, tu mujer tuvo un aborto espontaneo.- dijo, mientras recibía una mirada horrorizada de la otra parte.- Fue hace días, para este momento desarrollo una infección, esto debido a que no se elimino correctamente todo el contenido. ¿Comprendes?, ella debe descansar durante unos días, debe haber estado bajo mucho estrés. -¿Esta seguro de que se pondrá bien?...-indago, un poco más. -Se va a recuperar, pero no creo que pueda concebir hijos. Su útero parece ser hostil...-continuo.- No quiero que pierdan las esperanzas, no dejen de intentarlo, quizás ocurre algo milagroso.
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Tras estrechar la mano de Peter, el medico decidió irse. La recuperación dependía únicamente del reposo de Fidelia. La polémica era en este momento, el como le daría las noticias a su esposa. Ella le había expresado múltiples veces en estos dos años su necesidad de concebir hijos, no seria nada fácil.
Tal como lo imagino, las lagrimas de su esposa rodaron por sus mejillas en cuanto menciono el aborto espontaneo y las dificultades que sobrevendrían al querer concebir.
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-¿Como puede pasarme algo así?.- repetía una y otra vez.- Puedes repudiarme si es lo que quieres, nunca podre darte hijos.- exigió, mirando sus manos. -¡Jamás haría tal cosa!.- exclamo Peter, exaltado.- Eres mi esposa, te amo. A demás, Emanuel dijo que no era imposible, solo hay que aguantar un poco más. -¿Tu crees?- dijo, con anhelo en sus ojos. -Claro que si. Ven aquí.- dijo mientras tiraba de su brazo y colocaba un pequeño beso en la frente, dejando que su esposa se recostara en sus piernas, para poder tranquilizarla.
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La noche llego rápido tras aquel incidente. Y la mansión Clrumplebottom, no seria una excepción. Comenzaba a sentirse el frio por aquel lado de la ciudad. Sobre todo cuando el hogar se encontraba tan lejos del centro de la misma. Byron no entendía nada de lo que había pasado estos meses, como tan rápido su vida se le fue de las manos. Tampoco entendía el motivo del rechazo de la que consideraba su mejor amiga, que en algún momento había deseado considerar algo mas. No habían hablado dese que el se confeso, y ella no había dicho ni una palabra acerca del beso, por lo que temía haberla ofendido con su actuar. Todo parecía conspirar en su contra, sobre todo aquel botón de su pantalón que nunca quería prender. Todos esos pensamientos fueron interrumpidos cuando alguien, sin permiso, irrumpió en su habitación.
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-¿Que haces en mi habitación, y quien te dio permiso para entrar?- espeto con cinismo.
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-No creí que necesitara invitación para irrumpir en la habitación de mi prometido.
La expresión en la cara de Byron no podía demostrar mas asco que el que sentía en esos momentos. La chica no era horrible, sin embargo, que se lanzara de esa manera le quitaba todo el atractivo. A demás, su mente ya estaba ocupada por otra persona.
-Te recomiendo que te retires, antes de que colmes mi paciencia, te advierto que tengo poca.
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-También tengo poca paciencia..- ignoro la advertencia.- A demás, voy a demostrarte que puedo hacer todo y mas de que ella hace.
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-Byron, eh golpeado pero...
Su voz se entrecorto al ver la situación frente a ella. Sus ojos le debían estar jugando una mala pasada. Sus pies trastabillaron cuando dio unos pasos hacia atrás, llamando la atención de los otros dos.
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-No es lo que parece, déjame explicarte. -No hace falta, me canse de recibir explicaciones.- soltó sin mas.
Dando media vuelta para salir de la habitación. Se sentía una tonta. Ella había acudido a el para disculparse por ignorarlo, debería haberlo sabido. Su hermana le había advertido como eran los hombres, ella solo eligió hacer oídos sordos a aquello.
-No vuelvas a entrar qui... y la próxima vez que hagas algo como esto, sin que te de permiso para tocarme, te cortare cada dedo de la mano mientras lo miras y luego, le diré a Penny que los cocine para ti, para posteriormente obligarte a comerlos si aun no has muerto desangrada, ¿Qué te parece?- interrogo con su mirada perdida y fría. -¿No te importo en lo mas mínimo?- ignoro todo lo dicho anteriormente. -¿Como podría importarme alguien que le hace daño a las personas que amo?.- culmino, cerrando la puerta con fuerza tras de si, corriendo tras Ethel.
Cuando al fin logro alcanzarla, entraron a la habitación. Y le costo mucho que la joven aceptara dirigirle la palabra.
-No puedo aceptar esto, me lastima cada vez que te veo cerca de ella. No dije una palabra acerca del compromiso, quise oponerme, decirte que te amo con locura desde que éramos unos niños. Sin embargo, mi voz no salió, y ahora... ahora que estas con ella, me besas, un beso que anhele toda mi vida. Quise encontrarme contigo esta noche porque quería decírtelo, que te amo. Y los encuentro así. -Escucha... no significo nada, ella solo se metió en mi habitación, y no quería irse.
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-Te amo a ti, ¿Lo entiendes?. Es solo un arreglo temporal, hasta que consiga el dinero suficiente para pagar la deuda con el abogado, y así poder realizar los documentos correspondientes que indiquen que la mitad de todo esto es mío. Lo eh hablado con la tía Agnes, y esta de acuerdo.
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-No te lo había dicho antes porque no me dirigías la palabra, y...
Sus palabras fueron interrumpidas por un abrazo tan fuerte, que sintió que se le romperían las costillas.
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-Lo siento tanto, no creí que la estuvieras pasando tan mal. -Estaremos bien, no te preocupes.- intento calmar la situación.- Solo hay que aguantar un poco mas.
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dcminikv · 4 months
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QUIMERA III
descripción: es una narración compuesta en varias partes de dominika y su psicóloga antes de ingresar a la academia donde se narran recuerdos, motivaciones, pensamientos y percepciones del personaje.
III. quiebre (un momento que haya marcado un antes y un después)
hablemos de ese día.
sabes que no tengo acceso a esas memorias.
déjame que te cuente lo que yo sé.
pies descalzos corren a toda prisa, la desesperación recorre todo su cuerpo y ha salido despedido tan deprisa de aquella casa que olvidó sus zapatos azules junto juguete metálico que su padre le había regalado. estaba roto sí, pero pronto para ser reparado. el pijama aún cubría su delgado cuerpo y algunos moretones que teñían su tez. golpeó un par de puertas primero, pero estaba tan ansioso que no esperó que nadie saliera y decidió continuar su recorrido hasta que la pequeña capilla le llamó su atención. supongo que en la familia le habían instalado algo de fe y creencias. 
uno.
dos.
tres. 
cuatro, cinco y seis.
los golpes aumentaban su intensidad y también la constancia, algo no estaba bien y se presentía en la continuidad. era tan tarde que dudaron de abrir, era muy peligroso para un grupo de señoras mayores el abrir la puerta a esas horas de la madrugada. 
¿crees en el destino?
no, creo tenía intenciones de parar allí. 
y en ese momento que la puerta se abrió la sorpresa y el horror se dibujó en los rostros de las mujeres de fe, de sus labios fluyeron muchísimas preguntas. del más pequeño no escapó nada. el silencio era notorio y se cuestionó hasta su habilidad del habla, mas su mirada decía todo aquello que su boca callaba. lo refugiaron, alimentaron, bañaron y acostaron a dormir con ropas limpias. fue probablemente la madrugada más eterna de su vida, porque sus párpados no se cerraron ni un instante y morfeo nunca lo acunó en sus brazos. 
tintes carmesí acompañaban las prendas sucias y a la mañana siguiente cuando las autoridades llegaron a la institución el niño callado adquirió un nombre. 
dominika.
no se dejaba abrazar, la cercanía le molestaba, pero se rehusó a abandonar aquel orfanato que él mismo había seleccionado. en silencio él ya sabía lo que aquellos hombres habían ido a informarles. 
murió.
¿por qué murió?
lo mataron.
¿quién lo mató? siempre nos quedamos acá. 
no lo recuerdo.
dulce es la mentira que ha tejido y mantenido por años, la imagen más vivida que mantiene en memorias es esa de un rostro desconocido, masculino y el uniforme policial que viste.  su cabeza duele y aún palpitar constante que tamborilea, es la presión de volver el tiempo a ese día del cual huye constantemente. pero cuando deja caer sus párpados llega una vez más la imagen. son dos golpes que avisan que alguien llegó a visitar. hay oscuridad una vez más, una laguna de recuerdos que se niegan a aparecer. las voces aumentan su intensidad, también el vocabulario no parece ser el más apto para una figura tan pequeña. al principio cree están bromeando, pero la agresividad se vuelve palpable incluso para él. cuando su curiosidad lo empuja finalmente a observar los sucesos, el estruendo es ensordecedor y ahí está, una vez más, el sonido del disparo rompe el silencio y el mundo a su alrededor se desvanece en un torbellino de sombras y susurros. lento es el abrir de párpados que indican el retorno a su realidad presente.
¿le viste morir?
no.
le vio caer, le vio mirarle y cuando se movió para huir de la escena cayó sobre su cuerpo tiñendo sus ropas de  carmesí. se levantó como pudo y avanzó hacia la puerta sintiendo un agarre sobre su brazo que pudo sortear quien sabe cómo. cuando abandonó su hogar corrió sin mirar atrás, sin saber que sería el último día que visitaría aquella casa y sin percatarse que nadie le perseguía. 
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cinemaslife · 6 months
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#66 The Jack in the Box
Un señor está buscando en un campo con su detector de metales y encuentra una caja como de circo con el nombre de Jack, se la lleva a su mujer y ella abre la caja de música para descubrir dentro un payaso de resorte con una cara muy maja, pero cuando el marido se va y ella deja de mirar el payaso sale de la caja y la asesina, arrastrándola de al interior de la caja, mientras el señor lo ve todo y llora.
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En un viejo museo tienen un montón de material sin clasificar de casas vaciadas, donaciones, etc. Dos jóvenes trabajadores del museo se ponen a organizar la habitación y dan con la caja de música sin manivela, al tocarla el nombre de jack se configura por sí mismo en la carátula, de ahí sale una manivela a la que el chico le da vueltas hasta que sale el mismo payaso sorpresa de la historia anterior.
Esa noche entran a robar en el museo y van a la habitación donde se ha quedado la caja abierta con el payaso fuera. Uno de los ladrones le vacila al payaso, la caja se cierra, se gira la manivela y cuando vuelve a salir sale la mano deforme del payaso que le acaba arrastrando al interior de la caja. Y que el otro ladrón se encuentra al final del pasillo de pie.
El ladrón se esconde, pero cuando se creía a salvo, el payaso le arranca la cabeza y se marca un dos en la caja sorpresa de donde sale.
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Después del robo llega Casey (Ethan Taylor) uno de los jóvenes que abre inicialmente la caja y también llega David, un experto que sabe de cajas sorpresas. Le dice que la caja es de la época victoriana y que entonces había algunas cajas musicales con propósitos siniestros, y que originalmente se crearon en Francia para encerrar demonios dentro.
Mediante una pesadilla que tiene Casey nos enseña porque tiene problemas para dormir y es que a su novia la atacó un hombre vestido de negro y sobreentendemos que murió. Por este motivo a Casey no le cuesta quedarse dormido en el trabajo, justo cuando una señora quiere ver la exposición de la guerra, en eso la caja vuelve a sonar, girando su manivela sola y el payaso la ataca degollándola y marcando en su caja el número tres.
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Después de la desaparición de la mujer, Casey busca información sobre Jack en internet y descubre que después de abrir la caja solo cuando Jack sé de un festín con 6 víctimas volverá a quedar encerrado en la caja, a Casey la historia le hace mucha gracia hasta que ve a Jack moverse dentro de la caja. La responsable del museo le dice que clasifique lo antes posible la caja de Jack porque van a incluirla en la exposición de juguetes.
El museo se cierra por el fin de semana y la señora de la limpieza está haciendo sus tareas cuando la versión juguete de Jack la mira desde la vitrina y metiéndose con el aspecto del juguete, cosa que la lleva a salir huyendo cuando ve que la caja ha desaparecido del expositor.
La caja empieza a sonar cuando la señora sale corriendo y Jack la ataca, marcándose el 4 en su caja de música.
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La policía está investigando las 4 desapariciones que se han dado en el pueblo, sobre todo, el de la mujer de la limpieza que los lleva directamente al museo y a hablar con Casey. Cuando él le insinúa al inspector que puede haber algo paranormal detrás de todo esto y el inspector le dice que siempre hay una persona detrás de una desaparición.
Casey toma la decisión de grabar la caja de música con su cámara réflex y cuando vuelve a buscarla las luces se apagan y ni la caja ni la cámara están, la caja suena y el payaso ataca al chico, pero no lo asesina, ni lo mete dentro de la caja.
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En el vídeo no se ve nada y nadie le cree, así que investigando da con el dueño anterior de la caja, el señor del buscador de metales, donde va a que le cuente su historia. Que le advierte de que como no se vaya le colgaran el muerto a él, como le pasó al señor con su esposa.
Debido al golpe en la cabeza, Casey flipa y tiene una conversación con su novia muerta, donde esta le pide que se haga responsable de la situación y acabe con Jack, cosa que no parece que nadie haya meditado lo suficiente. A Casay todo lo que se le ocurre es quemar la caja y no asegurarse de ver hasta la más última ceniza, sino que se va antes.
Vuelve al museo para cerrar e irse, pero la caja está en el Hall y Jack sale de dentro para ir a buscarle con pasos torpes, lo que Casey aprovecha para irse corriendo, pero no llega lejos, ya que se queda dentro del museo. Jack y él se enfrentan y al payaso se la suda todo bastante, sobre todo, ese rollo que se lleva Casey de querer razonar con él. Pero no acaba con él (otra vez) sino que emite un grito y se va.
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El experto le explica al joven que a él no lo mata porque lo ha traído a este mundo y tiene un pacto sellado con él, y que la única manera de deshacerse de él es meterlo en la caja mientras se dicen determinadas palabras, pero le especifica que si algo se queda fuera de la caja Jack volverá para terminar con sus víctimas.
Jack se ventila a la directora del museo, pero no la mete en la caja, sino que usa la caja como picadora y la hace pedacitos, dejándola fuera. La otra chica que esta con Casey cuando activan la caja la primera vez será la próxima víctima de Jack, el ente le cierra todas las puertas para que no se pueda esconder ni salir del edificio, y la persigue.
Casey y el payaso se lían a palos, mientras el payaso intenta meter a la chica en la caja, el chico dice las palabras y el ente es arrastrado hasta la caja y esta se sella. Casey intenta reanimar a la chica, pero justo llega la policía y lo acusan a él del ataque.
La chica se reúne con el experto para poder liberar a Casey, pero no hay manera, así que el experto le carga el muerto a la chica para que se deshaga de la caja, como esta es indestructible, debe asegurarse que durante los próximos 15 años nadie abra la caja y así Jack se irá para siempre.
En el interrogatorio, Casey se da cuenta, mirando una foto, que una garra se quedó fuera y que su plan no funcionó. Cuando La chica está enterrando la caja se gira y está se abre haciendo que se la trague, Casey es consciente, pero no puede hacer nada para ayudarla y lo condenan a un manicomio durante 10 años.
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firestormsblog · 6 months
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Y ahí estaba, derrotada y herida, frente a la diosa que salvo su vida siglos atrás. Su corazón golpeaba con fuerza y sus ojos azules contenían las lágrimas de tristeza. No debía llorar, no debía tener el descaro para llorar frente a ella.
Sentía la mirada de sus hermanas cazadoras y de los dioses presentes. La vergüenza llenaba su ser. Había cometido algo imperdonable, un acto que le traía deshonor a su juramento.
—He traicionado mis votos —reconocio en voz alta.
La sala seguía tan silenciosa.
Después de una alegre serenata en reconocimiento del heroísmo de Percy Jackson por salvar al Olimpo, ahora todos veían a la cazadora, la segunda lugarteniente, arrodillada ante su señora.
—Confiensa —ordeno Artemisa con frialdad.
Savannah inspiró profundo, ahogando el dolor y haciendo frente a su error.
—Rompí mis votos al enamorarme de un hombre.
Aquello produjo jadeos de sorpresa.
Sus hermanas cazadoras no daban crédito a lo que oía. Nunca imaginarian que alguna de ella sucumbirian a la tentación.
Artemisa la miro. El dolor atravesó sus ojos. La traición de su cazadora era una apuñalada a su corazón.
—¿Estas consciente del castigo que tú confesión implica? —inquiere con dureza. En su mano sostenía su arco, cuya base sostenía con furia y decepción.
—Si. Y lo aceptó. —Miro los plateados ojos de su señora—. La he deshonrado y traicionado, mi señora, merezco el castigo.
Las cazadoras se miraron unas a otras, con tristeza, pero sin intervenir. Era justo, pese a que les dolía en el corazón.
—Vamos, Arty —Apolo se metio—. Fue error pequeñito.
—Quebranto su juramento —Artemisa expresó con rencor—. Su honor y mi confianza. Tal acto, merece ser castigado con la muerte.
La tensión lleno la sala.
—Solo se enamoró —Afrodita suspiro, observando a la cazadora cuyo corazón roto era tan visible a sus ojos—. Un amor que solo se quedó en su memoria.
Savannah cerro los ojos.
Tomó una decisión. Una elección que implicaba la salvación de la línea temporal como es conocido, una decisión que evito que drásticos cambios ocurrieran y que rompió el corazón de dos almas enamoradas, pero era su deber.
Su misión fue cumplida, aunque en el camino ella cayera.
Harry Potter ahora mismo vivía su vida a lado de su esposa e hijos. Mientras qué para Savannah fueron solo unos minutos desde su partida de esa línea temporal, para él fueron años, años donde proceso su dolor y su perdida, donde pudo superarla y seguir adelante, donde formo la familia que tanto anhelo tiempo atrás, y, aunque su corazón aún le pertenece a Savannah, él es feliz en su vida.
Y Savannah, ella ahora enfrentara las consecuencias de romper su juramento.
—Savannah Wilson, segunda lugarteniente de mis cazadoras —Artemisa alzó su arco, cuya flecha la apuntaba directamente al corazón—. Por haber roto tu juramento, ahora eres sentenciada a morir.
Savannah asintió. Sus brillantes ojos azules, lágrimosos y cansados, miraron a la diosa con vergüenza, pero orgullo.
—Fue un honor servirle, mi señora —dijo, sonriendo levemente con delicadeza—. Gracias por salvarme y darme un lugar en su familia, y perdoname por haberle fallado.
La diosa, con dolor en su corazón, soltó la flecha y salió disparada hasta incrustarse en el pecho de la joven doncella.
Savannah se desplomo en el suelo, inerte.
Febe cerró los ojos, soltando las lágrimas por perder a su amiga, su hermana del alma. Después de Zoe y las chicas que fallecieron durante la gran batalla, no se imagino que también la perdería a ella.
Los relucientes ojos azules de Savannah, miraban a la nada, y alrededor de ella un charco de sangre se formó.
Así había terminado su historia; no cómo imagino que pasaría, totalmente diferente a lo que alguna vez penso. Se había enamorado de un hombre que le correspondió, pero sabía que nunca podrían estar juntos. Tuvo la oportunidad de quedarse en esa línea temporal y vivir su historia de amor, pero no era lo correcto. Y sin embargo, nunca se arrepintió de haberse enamorado de él, aunque eso la llevo a la muerte.
«“Y cuando miré las estrellas, estaré pensando en ti, imaginando una vida en la que tú y yo estemos juntos”».
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munsonsfate · 2 years
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Aftertaste.
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eddie munson x fem!reader
sumario: cuando la roomie de Eddie tiene una cita con el barman de The Hideout, no puede evitar sentirse celoso. Aquél hombre estaba a punto de robarle lo que él más deseaba.
advertencias: 18+, material sexual explícito.
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~
Oh, ella estaba enojada.
Realmente estaba muy, muy enojada.
Era notorio a simple vista como sus ojos se hundían al mismo tiempo que su entrecejo se fruncía.
Era palpable por la vena que resaltaba en su frente que sólo hacía acto de presencia en ocasiones sumamente frustrantes. Y esta era una de ellas.
Resoplando con una toalla envuelta en su cuerpo y el cabello escurriendo, tomó la botella vacía de acondicionador y salió del baño a pasos agigantados hasta estar frente a la puerta adornada con las palabras “Corroded Coffin” con pintura en aerosol barata. Die With Your Boots On de Iron Maiden retumbaba por todo el pequeño departamento proveniente de aquella habitación que parecía que en cualquier momento derribaría esa puerta.
—¡Eddie! —gritó, golpeando con el puño la puerta varias veces, su voz opacada por la música— ¡Eddie, maldito idiota apaga esa mierda! —grito con todo el aire en sus pulmones, golpeando de nuevo con toda esa ira contenida la puerta una y otra vez.
La música paró de golpe, haciendo que la joven de cabello mojado cruzara los brazos, las botas pesadas de Eddie se escucharon en la habitación acercándose. Abrió la puerta de golpe, provocando una pequeña ola de viento que hizo revolotear su melena frizada.
Miró a su roomie que parecía querérselo comer con la mirada, sus grandes ojos cafés la observaron de arriba abajo y cuando estos volvieron a los entreabiertos de ella, una sonrisa se dibujó en su rostro, marcando los hoyuelos en sus mejillas.
—Hey, bonita—saludó. Ella puso los ojos en blanco, era odioso. Él y su perfecta sonrisa lo eran.
—Has estado usando mi acondicionador extra hidratante—lanzó la botella vacía contra su pecho. —¡te lo acabaste!
—¡Auch! —exageró una mueca de dolor, sobando su pecho. —Sí, es que esa mierda deja mi cabello muy suave. Las chicas lo aman. —levantó las cejas, ampliando su sonrisa como si supiera algo que ella no.
La chica suspiró negando con la cabeza, apretó el nudo que amarraba la toalla a su cuerpo desnudo contra su pecho mientras que con la otra mano le apuntó con el dedo índice hacia el pecho, avanzando un paso hacía él.
—Quiero que vayas al supermercado en este momento y me compres uno nuevo. ¿Entendiste?
Eddie sacudió su melena rizada, haciendo un saludo militar.
—Si, señora. —ambos se quedaron en silencio unos segundos, inmóviles. —Por cierto, ¿Saldrás esta noche? Porque traeré a una chica y tú sabes, va a ser ruidosa. —arrugó la nariz, haciendo puchero.
Ella suspiró.
Ser roomie de Eddie Munson no era particularmente una tarea fácil, si bien era un buen chico, divertido, responsable con su parte de la renta y para sorpresa de ambos, buen cocinero, también tenía mil defectos. Después de todo era un hombre de 21 años, siempre dejaba la pasta dental abierta, jamás bajaba la tapa del inodoro, dejaba colillas de cigarro por toda el departamento y su ruidosa música hacía que los vecinos del edificio llenaran el buzón de quejas semanalmente.  
Pero la parte más desagradable para la joven de 20 años era el sin fin de mujeres que desfilaban por el pequeño departamento.
Eddie Munson era atractivo, de ojos grandes y oscuros que podían descifrar cada pensamiento encriptado en ti con tan sólo sostener la mirada unos segundos, adornados con pestañas rizadas y espesas. Labios gruesos y rosados de donde salían un sinfín de tonterías que provocaban las más honestas carcajadas de la chica, pero también frases filosóficas que sólo tenían sentido para él mismo.
Su cabello largo y rizado le llegaba a las clavículas, añadiendo un despeinado fleco que cubría toda su frente. Sin duda su estilo era peculiar, pero más lo era su innegable carisma y magnetismo algo que era tan natural en él como respirar.
Incluso cuando la gente lo consideraba “raro” no era necesariamente algo malo, tampoco era difícil de comprender su encanto y por qué le era tan fácil conseguir a cualquier chica que quisiese.
Bueno casi cualquier chica.
—¿A qué hora puedo regresar y no encontrar algo que me pueda traumar de por vida?
Eddie soltó una carcajada ronca.
—Para que veas que soy muy considerado a la 1 AM ya no estará ella aquí.
Ella mordió su labio inferior, insegura a lo que aquel chico de ojos grandes le decía. Recordando como apenas hacía dos semanas, había entrado al departamento sólo para encontrar a una rubia cabalgando a Eddie en el sillón reclinable perteneciente al metalero, emitiendo los gemidos más exagerados que había escuchado en su vida.
Inclinó la cabeza hacia un lado.
—Promételo Munson, no quiero volver a ver lo que vi el otro día.
—Lo juro—puso la mano derecha sobre su pecho mientras elevaba la otra en símbolo de juramento— por Ozzy. Oh, ¡espera!
Dio media vuelta, regresando a su habitación, se escuchaba como buscaba entre los cajones algo. Regresó rápidamente, enseñándole una bolsa ziploc con un poco de hierba.
—Como ofrenda de paz y una disculpa por haberme terminado tu acondicionador—sacudió la bolsa frente al rostro de ella—De la mejor calidad, la mejor mierda en todo Hawkins.
La tomó, poniendo los ojos en blanco a lo que Eddie contestó de nuevo con una sonrisa.
Sin más que decir, Eddie tomó las llaves de su van y se dirigió al supermercado antes que su roomie le pateara el trasero.
~
—Ese chico de ahí se te queda viendo, deberías ir con él—le murmuró al oído.
Ella giró su cabeza para ver de quién hablaba su amiga, cuando logró localizar al hombre hizo una mueca de disgusto, regresando su atención a la cerveza que estaba tomando.
—Se ve como de cuarenta, se parece a mi papá.
Su amiga puso los ojos en blanco.
—Bueno entonces si no te interesa iré por él.
—Por favor, adelante—hizo una reverencia con la mano y ambas rieron.
Dejándola sola en la barra de aquel bar, ella comenzaba a arrepentirse de incluso haber venido a The Hideout y no era que le disgustaba el lugar, de hecho, lo frecuentaba bastante ya que era el bar donde Eddie tocaba con su banda cada martes.
Simplemente no estaba de humor, hubiese preferido quedarse en el departamento viendo televisión, aunque esa no era una opción, no cuando sabía que probablemente Eddie estaba con una chica haciendo cosas que ni siquiera quería imaginar.
—¿Quieres otra? —el barman la sacó de sus pensamientos volviéndola a la realidad, levantó la mirada para verlo. Era joven, de prominente mandíbula, cabello negro y ojos verdes.
—Lo siento, ¿Qué?
El chico sonrió, señalando la botella vacía de Pabst Blue Ribbon que sostenía la chica en su mano.
—Oh, sí. Por favor.
Él asintió, regresando en segundos con una nueva cerveza, destapándole enfrente de ella. La chica sacó su billetera.
—No, va de mi parte. De hecho, mi turno termina en diez minutos, ¿puedo invitarte un par más y platicar? No quiero ofenderte o hacerte sentir incómoda, pero eres muy bonita.
Sonrió avergonzada, encogiéndose de hombros. Él era guapo y no se veía viejo como el otro sujeto.
—Seguro, ¿por qué no?
Asintió sonriendo.
~
—Soy Greg, por cierto.
—Vienes muy seguido, ¿cierto? Te he visto varias veces por aquí. —dijo después de darle un sorbo a su cerveza.
—Sí, usualmente estoy aquí los martes, para ver tocar a Corroded Coffin.
—Oh, sí. Son buenos. No te ves cómo alguien que le guste el metal.
—No me gusta, no mucho. Quizás alguna que otra canción, sólo vengo por Eddie.
—¿El de cabello largo que se cree superior a todos? —arrugó la frente, había un ligero tono de broma a lo que ella carcajeó asintiendo con la cabeza. —¿Es tu novio?
—No, no. Es mi roomate, compartimos departamento y hemos sido amigos por varios años.
—Ya veo.
Hablaron por un par de horas, de música, películas, futuro laboral. Tenían bastante en común, tanto que la sorprendió ya que para ella era difícil poder hacer clic con alguien, por eso llevaba tres años soltera, había citas pero no pasaban de una, perdía el interés tan rápido que no había segunda cita.
El tiempo pasó rápido, vio como el bar estaba casi vació, los meseros limpiaban las mesas, se alarmó mirando la hora en el reloj de Greg; 3:00 am.
—Dios, es tarde. Me tengo que ir.
—Sí, están a punto de cerrar. ¿Viniste sola? —le preguntó levantándose de su asiento.
—Uh, sí. Mi amiga esta con aquel chico de allá—señaló hacia el fondo del bar donde no había nadie— bueno estaba—se rio, buscando alrededor con la mirada—creo que se fue con él.
—¿Tienes auto? Si no, puedo llevarte a tu departamento. No es problema.
—No, no. Vivo a sólo unas cuadras de aquí, estaré bien. Gracias. —se levantó de la mesa, colocando la correa de su bolso en el hombro.
—No hay manera que te deje caminar hasta tu casa sola a esta hora. Por favor, realmente no es problema.
Ella suspiró con sus mejillas rosadas, algo que odiaba de sí misma. Siempre avergonzándose de cosas sin importancia.
—Okay, gracias.
Greg hizo un ademán con la mano, indicando a la chica a avanzar fuera del bar primero, al llegar al estacionamiento el chico abrió la puerta del copiloto de su viejo Cutlass café para que la ella subiese. En el camino ambos siguieron la conversación, era simplemente natural y fluida. Greg era carismático y la hacía sentirse cómoda, algo que no era tan común en ella.
—¿Aquí? —preguntó mientras estacionaba el auto, mirando hacia arriba el complejo de departamentos. Ella asintió. —Espera, ¿crees que me puedas dar tu número? Realmente me gustas. Sólo si estas cómoda con ello.
Sonrió, asintiendo nuevamente.
—Claro, ¿tienes alguna pluma?
Greg comenzó a buscar entre los compartimientos del automóvil, torpemente aventando al aire, tickets y basura que tenía guardada.
—¿Sharpie? —se lo enseñó encogiéndose de hombros. Ella mordió su labio inferior, tomó el sharpie y le tomó del brazo para estirarlo escribiéndole en este su número. —Es el número de mi departamento, normalmente trabajo de 8 a 5. Si escuchas una voz masculina, no te asustes que es Eddie contestando el teléfono.
El chico rio.
—Entendido. Te llamaré, en serio.
—Genial.
Ambos se quedaron viendo unos segundos, sin decir nada. No era incomodo. En lo absoluto, pero lo que sea que ambos estuvieran pensando parecía ser evidente para ellos dos.
—Sé que estamos un poco ebrios, pero…—alzó su mano, colocándola en la nuca de la joven, acariciándole la mandíbula con el pulgar suavemente. —¿Puedo?
Ella asintió relamiéndose los labios. Quizá era el alcohol en su sistema quién respondió o el hecho que no había besado a nadie en meses y verdaderamente anhelaba algo de contacto físico. Lo extrañaba.
Entonces la besó, prolongado y suave, ella suspiró en su boca.
Pasaron segundos y ninguno parecía querer apartarse, pero dos golpes en la ventana asustaron a ambos, haciéndolos saltar en sus asientos, girando la cabeza hacia la ventana.
Eddie Munson estaba ahí, con un cigarrillo en su mano izquierda mientras la otra estaba apoyada en la ventana del auto de Greg. Su entrecejo fruncido mientras veía a ambos con un sentimiento que su compañera de departamento jamás había visto en él. Parecía estar enojado, pero era diferente al Eddie enojado que conocía.
Ella arrugó la frente, apenas iba abrir la puerta cuando Eddie jaló de la palanca del auto abriendo la puerta antes que ella.
—Eddie, uh ¿qué haces?
—¿Estás bien? —le preguntó a ella, pero a quien miraba era a Greg sin siquiera parpadear, haciéndolo sentir incomodo.
—Sí, ¿por qué no lo estaría? Eddie él es Greg, es el barman en The Hideout. ¿Lo recuerdas?
La expresión de Eddie ahora estaba en blanco, pero sus ojos seguían fijos en Greg.
—No, no lo recuerdo. Jamás lo había visto antes. —le dio el ultimo toque a su cigarrillo y lo aventó al concreto, pisándolo con la punta de sus botas gastadas.
La tensión era evidente, lo que no era evidente era el porqué. Ella rio, nerviosa.
—Oh vamos, Eddie. Greg siempre está ahí.
Eddie sólo se encogió de hombros, haciendo una mueca con los labios.
—Nope, no tengo idea de quien es.
—Yo si te recuerdo Eddie. Tú y tu banda son famosos en el Hideout, son buenos.
—Gracias, viejo. ¿Podemos irnos ya, bonita?
—A-adelántate, yo voy enseguida.
Eddie no dijo nada, miró una vez más a Greg y este le despidió con un movimiento de cabeza, completamente confundido. Ambos vieron como Eddie se alejó, entrando al edificio.
—Es como medio raro, ¿no te parece? No le agrade en lo absoluto.
—Ja. No, no es eso. Eddie es sólo muy sobreprotector conmigo, es como un hermano mayor. Perdón si fue grosero.
—No te preocupes, lo entiendo.
—Bien, de nuevo muchas gracias por traerme hasta aquí—se acercó y beso su mejilla— Esperaré tu llamada.
Greg asintió, sonriéndole.
—Descansa.
Al bajar del cutlass café, una oleada de aire frío golpeó el rostro y cuerpo de la joven, abrazándose a su chaqueta negra entró al edificio. Al llegar a su departamento, Metallica se podía escuchar en un volumen bastante tenue a como Eddie le gustaba escuchar su música.
Estaba fumando de nuevo. Esta vez un porro de marihuana que al juzgar por el pequeño desorden en la mesita del centro acababa de enrollar, sentado en su sillón reclinable mirando al techo como si fuese la cosa más fascinante que había visto.
La joven se recargó en la pared, cruzada de brazos, mirándolo por unos segundos.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó con tono calmado.
—¿A qué te refieres? —le contestó sin importancia, formando una perfecta O de humo que miraba alejarse de su boca.
—¿Por qué fuiste tan grosero con Greg, Eddie? Lleva años trabajando en el Hideout, no sé por qué fingiste no conocerlo.
Eddie por fin la miró, apagando su porro contra la mesa.
—No fingí una mierda. No lo recuerdo, ¿qué se supone que deba hacer? ¿mentir? No es mi puta culpa que su rostro sea completamente olvidable.
La chica arrugó la frente meneando la cabeza, ¿a qué venía todo esto?
—¿Qué? ¿Por qué estás enojado?
—No lo estoy.
—Sí, lo estás. Estás comportándote como un maldito idiota, ¿pasó algo malo con tu cita de hoy? ¿no pudiste acostarte con ella?
Levantó una ceja, avanzando unos cuantos pasos hacia él.
—Já. Oh, me la cogí. —se puso de pie con un aire de superioridad, bajando su mirada a la de ella ya que él era mucho más alto. —El mejor puto sexo que he tenido en meses.
Ella le sonrió, irónicamente claro está.
—Qué bueno. Me alegro por ti. Entonces, ¿por qué estás de tan mal humor?
—No lo estoy y ya me voy a dormir antes de que en serio me ponga de mal humor—se dio media, vuelta dirigiéndose al estéreo y lo apagó. Acto seguido se fue directo a su habitación.
Ella suspiró.
—Idiota.
A la mañana siguiente, que era domingo, la chica se levantó con el olor a pancakes que provenía de la cocina. Lo cual era extraño, ella era la única que cocinaba en las mañanas. La chica y Eddie tenían un acuerdo en el que ella preparaba el desayuno y Eddie la cena.
Saltó de la cama y se dirigió a la cocina, donde Eddie en sus pijamas y playera vieja de Dio preparaba una montaña de pancakes. Cantaba a voz baja War Pigs de Black Sabbath, estaba completamente concentrado que no escucho cuando su roomie se sentó en la mesa, observándolo atentamente con una media sonrisa.
 Colocando el último pancake en el plato, se giró con este por fin viendo a su compañera.
—Buenos días.
—Buenos días, ¿por qué estas despierto tan temprano y haciendo el almuerzo? ¿murió alguien?
—Já, eres graciosa—le dijo sarcástico. Sacando de la alacena la miel de maple y dos tenedores y platos, colocando uno frente a ella y uno para él. —Estoy despierto desde las cinco de la mañana.
La chica que se había llevado un trozo de pancake a la boca abrió los ojos de sobre manera, levantando las cejas.
—¿Problemas para dormir?
Eddie tragó, saliva mirándola fijamente. Estudiando su rostro algo hinchado porque siempre dormía boca abajo, rostro hundido en la almohada, y su cabello hecho un desastre. Un poco de miel de maple sobre los labios rosados que provocaron que Eddie relamiera los suyos.
—No tienes idea. —murmuró con su profunda voz.
—¿Todo bien?
—Sí, no es nada.
Ambos comenzaron a comer en silencio.
Eddie tenía esta angustia dándole vueltas en la cabeza y sabía que, si no decía algo al respecto, no podría dormir tampoco esta noche.
—¿Te gusta? —soltó de repente, deseando haberse mordido la lengua. Ella lo miró extrañada.
—¿Greg? Si, supongo. Es guapo.
—¿Supones? Tu prácticamente te lo ibas a coger en la primera cita.
—Estás exagerando. No era una cita y sólo lo besé una vez.
—Entonces ¿te lo vas a coger en la primera cita?
Se encogió de hombros de nuevo, Eddie amaba el drama.
—Tú siempre lo haces. ¿Por qué estás haciendo un lío enorme sobre esto? No es tu asunto de todos modos.
—Eso es diferente. Tú no eres así, no eres como las chicas que me-
—¿Diferente? —lo interrumpió, cruzándose de brazos— Entonces tu nunca te acostarías con alguien como yo, es lo que estás tratando de decir
—No, ¿qué? No. No es lo que estoy diciendo.
Suspiró, harta de esta conversación que no iba a ningún lado y no comprendía.
Se puso de pie, llevando el plato al fregadero.
—Mira Eddie, aprecio que te preocupes por mí y me quieras proteger, pero yo sé lo que hago y mi vida sexual no es algo de tu incumbencia así que, por favor, deja de actuar como mi papá. —Eddie miraba un punto fijo en la mesa, estaba enojado. Sus ojos ardían y no quería que ella lo viera. —Gracias por el desayuno.
Todo el día permaneció en silencio el departamento, los domingos eran usualmente para hacer limpieza y lavar ropa. Al caer la noche, Eddie se encontraba en su habitación, tendrían una tocada en otro bar nuevo que apenas hacía dos semanas había abierto en Hawkins.
Mientras arreglaba su cabello con los dedos tratando de controlar el frizz frente al espejo, suspiró mirando la bandana que usaría ese día. La tomó, pensando unos segundos sacudió la cabeza, saliendo de su habitación dirigiéndose a la de su roomie, la puerta estaba abierta. Se colocó en el marco de la puerta, observando cómo se cepillaba el cabello mojado. Acababa de tomar una ducha, vestía su pijama color morado. Al parecer no había notado su presencia.
—Hey—dijo Eddie, sonriendo levemente.
Ella lo miró.
—Hey, wow ¿A dónde vas? Te ves bien—sonrió observando el outfit de Eddie. Llevaba unos jeans negros, con botas militares negras. Una playera de alguna banda que no lograba ver el nombre ya que su chaqueta negra la tapaba.
—Tenemos una tocada en el nuevo bar. Fue de último momento y te iba a invitar, pero como estás enojada conmigo no quise molestarte.
Ella rio, negando con la cabeza.
—No estoy enojada contigo, Eddie.  Además, estoy cansada, la verdad prefiero quedarme a ver la tele.
—Bien, uh…—miró la bandana en su mano, ¿por qué se sentía tan avergonzado?
Ella lo notó, estirando el brazo hacia él.
—Ven aquí. Siéntate en la cama.
Eddie lo hizo, entregándole la bandana. Ella, se posicionó en medio de sus piernas, mordiendo su labio inferior le colocó la bandana, ajustándola detrás de su cabeza, tranquilizando los rebeldes rizos del metalero.
Eddie la miraba con atención, sus ojos, su boca. Era la chica más bonita que había visto, y por eso ese era su apodo.
Su shampoo y loción corporal que siempre usaba después de una ducha se mezclaban, embriagándolo de ella.
—Listo. Te ves muy guapo—le sonrió ampliamente y Eddie sabía que no podría soportarlo más.
La joven se iba a alejar, pero Eddie la tomó de la mano, impidiendo que se fuera. Ella lo miró extrañada, sintiendo el metal de sus anillos apretándole la mano.
La jaló, haciéndola sentarse sobre su regazo, confundida lo miró directamente a los ojos, ambos tan cerca uno del otro que podían sentir sus respiraciones mezclarse. Eddie le miró la boca, quería saciarse de ella. Lo necesitaba.
—Lo siento, pero en serio ya no lo puedo evitar—le dijo sobre sus labios, rozándolos apenas contra los de él. —No puedo
Ella se sentía como mantequilla sobre él, era ridículo lo hermoso que él era. Sus ojos grandes y oscuros le estaban perforando y sentía que la vista se le nublaría en cualquier momento.
Con una mano en la espalda baja de la joven y la otra en su mentón la acercó hacia él hasta unir sus labios, ella jadeó ante la sensación de los carnosos labios de Eddie contra los suyos, sus manos le rodearon el cuello inmediatamente tratando de tenerlo más cerca si eso era posible.
Eddie estaba sorprendido como inmediatamente le respondió el beso, honestamente ella también lo estaba.
Era claro para él que era algo que ambos querían desde hace mucho tiempo.
La mano de Eddie se deslizó por la mandíbula de ella hasta tomarla por el cuello, besándola con ímpetu, al mismo tiempo en que deslizaba su lengua dentro de la boca de la chica.
Ella estaba como hipnotizada, simplemente imitando lo que él hacía, siguiéndole el ritmo, dejando que dominara su boca como a él le apeteciera. Eddie colocó sus manos en la cintura de la chica, elevándola para acomodarla, a horcajadas sobre él mirándola de frente se separaron unos segundos, lo único que se podía escuchar eran las pesadas respiraciones de ambos.
—No-no creo que-
—Shh—la calló besándole los labios, haciendo el cabello de la chica hacía atrás, fuera de su rostro. Quería apreciar lo bonita que era. —He querido hacer esto desde hace mucho tiempo—le susurró sobre su boca, atacando sus labios una vez más.
Ella volvió al trance hipnótico que le provocaban los besos de Eddie. Dulces, pero salvajes al mismo tiempo, era demasiado como para poder procesar que estaba besando a su roomie, el chico que la fastidiaba hasta enloquecer, pero al mismo tiempo la hacía reír hasta que le dolía el estómago. Jamás se imaginó estar en esta situación, besándolo sin poder saciarse de él, queriendo sentir sus manos por todo su cuerpo. Lo necesitaba y él podía sentirlo también.
El deseo era mutuo.
Las manos grandes de Eddie comenzaron a acariciarle la espalda, bajando lentamente hasta su trasero, apretándolo hacia él. Ella jadeó en su boca, la nariz de Eddie presionándose contra su mejilla, amasando su trasero. Quería sentir cada parte de su cuerpo. La chica involuntariamente comenzó a mecer sus caderas sobre la entrepierna de Eddie, el bulto en sus pantalones se hacía cada vez más prominente a una velocidad impresionante.
—Mierda—gimió él con voz ronca sobre la chica.
Ella tenía los ojos cerrados, sintiendo como mojaba su ropa interior como hace mucho no lo hacía, tampoco tan rápido y mucho menos con sólo un simple beso.
Ella lo besó de nuevo mordiendo su labio inferior y justo cuando las curiosas manos de Eddie exploraban por debajo de la blusa de la chica un fuerte golpe en la puerta principal del departamento hizo sobre saltar a ambos.
Se quedaron viendo a los ojos una vez más, las pupilas dilatadas de Eddie convertían sus ojos en color negro, sus labios hinchados ardían en color rojo al igual que los de ella.
Volvieron a tocar la puerta.
Ella trató de levantarse, colocando sus manos sobre el pecho de Eddie, sintiendo lo acelerado de su corazón, pero él la tomó de la cintura, sentándola de nuevo en su regazo.
—No—murmuró apenas. —Quédate aquí conmigo.
Sonaba casi como una súplica, y es que el chico de cabello rizado temía que su pequeña burbuja donde sólo existían ellos dos y sus ganas de sofocar su deseo, se rompiera en cualquier momento.  
—Te-tengo que ir, es el rentero. Es fin de mes—le susurró apenas, Eddie suspiró, soltándola.
Ella se apresuró a la cocina donde en una azucarera guardaban el pago de la renta, acomodó su cabello y inhaló profundamente abriendo la puerta le sonrió al señor de anteojos y cabello gris.
—Perdón estaba dormida—se excusó.
Entregando el dinero y deseándole una buena noche la joven cerró la puerta, regresando sobre sus pasos hasta estar en el marco de la puerta donde Eddie seguía sentado en la cama, su bandana se había desacomodad debido a la sesión ardiente que acababa de ocurrir apenas hace unos minutos.
—Creo que deberías irte, llegarás tarde. —le dijo tratando de sonreír.
Eddie frunció el ceño. Abrió la boca para decir algo, pero no salió nada de esta.
La chica se acercó a él, tratando de peinar con sus dedos el cabello que ella había alborotado, acomodando su bandana una vez más. Sonrió.
—Estás listo. Buena suerte.
Eddie se puso de pie, admirando el rostro de ella y como sus mejillas aún seguían rojas.
—Gracias, llegaré tarde así que no me esperes.
—Okay.
Eddie salió de la habitación, molesto claro estaba y es que no lograba comprender lo indiferente que ella podía ser, como su estado de ánimo podía cambiar en segundos.
Los siguientes dos días habían sido realmente tensos, el ego de Eddie estaba herido, para él, ella lo había rechazado y mientras ella quería actuar como si nada hubiese pasado él simplemente no podía. No podía porque después de ese beso, era en lo único que pensaba, como se sentiría poder besar cada centímetro de su cuerpo desnudo, probarla. Como sería cuando estuviera dentro de ella, embistiéndola hasta que su cuerpo se volviese gelatina. Imaginaba su cuerpo sobre él, montándolo, usándolo para su propia satisfacción y eso lo volvía loco. Había imaginado mil escenarios con mil posiciones, sus pensamientos lo consumían mientras ella se sentaba en la sala de estar esmaltando sus uñas de color negro.
El teléfono del departamento comenzó a timbrar, ella arrugó la nariz y miró a Eddie.
—¿Puedes contestar?
Eddie asintió, levantándose de su sillón reclinable.
—¿Hola?
Al escuchar la voz masculina del otro lado de la línea preguntando por su compañera, arrugó la frente.
—Uh, ¿quién la busca?
—Soy Greg, ¿Eddie, cierto? Nos conocimos el otro día.
Eddie quería colgar en ese momento y pretender que nadie había llamado, pero ella estaba atenta a la llamada y aunque quisiese no podía hacerlo.
—Ah, sí, sí. Greg, espera.
Eddie dio media vuelta, ella ya estaba atrás de él.
—Es tu amigo—murmuró.
Sonrió, tomando el teléfono inmediatamente.
Eddie quería vomitar, regresó a su sillón reclinable, cambiando los canales de televisión mientras escuchaba atentamente la conversación, mirándola de reojo.
—Sí, es perfecto. No, no la he visto—dijo animada—Podemos ordenar de cenar, —algo que dijo el chico hizo que ella carcajeara, irritando aún más al metalero— perfecto entonces te veo a las siete ¡no olvides la cerveza!
La chica se giró sobre su cuerpo, Eddie la miraba con el ceño fruncido sin parpadear.
—¿Qué?
—¿Vas a traer a ese idiota a mi casa? —elevó la voz con tono molesto. —Nah, no va a pasar.
Ella lo miró arrugando la cara.
—Esta también es mi casa, te recuerdo yo pago la mitad de la renta. Además, tú siempre traes chicas aquí y nunca te digo nada. Ni siquiera vas a estar aquí, Eddie. Es martes ¿recuerdas?
—Sí, tienes razón—se puso de pie, caminando hacia su habitación— Sólo asegúrate que él ya no esté aquí cuando regrese, no quiero ver su estúpida cara.
Azotó la puerta de su habitación como si fuese un adolescente.
—¡Eres un grosero! —gritó para que pudiera escucharla.
Mientras la chica se alistaba para su cita se repetía una y otra vez que esta era una buena idea. Tenía que serlo, quizás esto la ayudaría a olvidar a Eddie Munson. Eddie Munson y sus jodidos labios y ojos de botón y sus manos y la manera tan fácil que la excitaba con tan sólo besarla.
Estaría mintiendo si decía que no era en lo único que pensaba desde el domingo en la tarde. La escena se repetía en su cabeza como una cinta de vhs en rewind, y estaría mintiendo si decía que no moría de ganas por cogerse a Eddie Munson.
Era guapo muy guapo y sabía cómo tratar a una chica. Lo había escuchado muchas veces también, había escuchado los gemidos que provenían de su habitación cuando traía chicas al departamento.
Pero también, sabía que eso arruinaría su dinámica por completo, habían sido amigos desde hace cinco años y llevaban dos años siendo roomies. Y sí, no siempre estaban de acuerdo y se sacaban de quicio el uno al otro, pero ella estaba cómoda. Vivir con Eddie era divertido, jamás estaba aburrida y se sentía protegida.
Una vez que había terminado su cabello y maquillaje optó por un top sin mangas que dejaba ver su escote y unos shorts de mezclilla que le llegaban hasta la línea donde empezaba su trasero, algo simple ya que no quería verse como si lo hubiese intentado demasiado.
Eddie estaba en la habitación de a lado, preparándose también para su show.
Ambos salieron de sus habitaciones al mismo tiempo mirándose de arriba abajo el uno al otro.
Eddie rio, irónico. Caminó hacia la sala y ella lo siguió.
—¿Qué?
—Ya sé que te lo quieres coger, pero no seas tan obvia—escupió su veneno, levantando las cejas mirando su escote que ni siquiera era tan revelador. Sólo quería molestarla, tanto como su indiferencia lo molestaba a él.
Honestamente, ella estaba un poco harta de su ironía. Suspiró, colocando sus manos en la cintura.
—Genial, así podemos ir directo a la acción—sonrió—Porque realmente necesito que alguien me coja hasta sacarme los sesos.
Si los ojos de Eddie eran grandes ahora estaban enormes, negó con la cabeza como si le hubiesen dicho el peor insulto que existía.
—Estás loca.
—Y tú eres un hipócrita ¿es un puto crimen querer acostarme con alguien sólo porque soy mujer? Sólo estás celoso y no sabes cómo lidiar con eso así que prefieres escupir tu puto veneno sólo para lastimarme.
Eddie miró al techo sentía que se asfixiaba en aquel departamento.
—Lo siento es que… es que yo no puedo hacer lo que tú, actuar como si nada hubiera pasado. No puedo. ¿Qué hace tan especial a ese idiota para que quieras acostarte con él y no conmigo?
—No es eso, Eddie… es que lo arruinaría todo, nuestra amistad, nuestra dinámica.
Eddie rio, amargo.
—No arruinaría ni una mierda, lo haría mucho mejor. Dime, —se acercó a ella, ahuecando su rostro en sus manos, el pulgar acariciando su labio inferior—¿No te gustaría? ¿hmm?  ¿ser cogida como se lo merece una chica como tú? Sería como el jodido paraíso aquí, todos los días. Mi boca, donde tú quieras, a la hora que tú quieras. Todo lo que puedo darte, sólo pídelo y es tuyo.
Su aliento a menta y tabaco la estaban embriagando, sentía como sus entrañas eran un lío a cada palabra obscena y casi poética que Eddie le decía. Y es que él, era bueno, demasiado bueno con las palabras.
Estaba a punto de besarla, pero justo como la última vez, golpes en la puerta había roto la burbuja de nuevo.
—Debe ser Greg, le dije que a las siete.
Eddie asintió, se sentía humillado. Jamás en su vida había rogado por sexo, si bien lo habían rechazado antes, simplemente no le importaba y fijaba su vista en el siguiente objetivo. Pero justo ahora no quería a nadie más, no se le antojaba nadie más.
No podía comprenderlo.
Tomando su guitarra favorita y las llaves de su van, salió del departamento sin saludar ni despedirse de nadie.
Su presentación no había ido como él hubiese querido, y no había a nadie más quien culpar que él ya que sus compañeros habían estado impecables, pero Eddie tenía la mente ocupada y no podía dejar de pensar que mientras el hacía su solo de guitarra favorito, el maldito de Greg estaba acostándose con la chica que él quería.
Así que esa noche lo abuchearon al no poder dominar ese solo, cosa que jamás había pasado antes.
Sin ánimos de quedarse a tomar un par de cervezas con sus amigos como era costumbre, regresó a su departamento, preparándose mentalmente para verlos, ya que aún no era tan tarde.
Al entrar al departamento, su roomie estaba en pijamas, viendo la televisión mientras tomaba una cerveza.
Sola, completamente sola.
Eddie colocó su guitarra recargada en la pared, quitándose la bandana de la cabeza y aventándola a la mesa del centro junto con sus llaves.
—¿y tú novio?
Ella rio.
—Greg no es mi novio y ya se fue. Hace un par de horas de hecho.
Eddie frunció las cejas.
—¿Un par de horas? ¿Qué solo duró cinco minutos? —se carcajeó de su propia broma. Ella también lo hizo, negando con la cabeza.
—No tuvimos sexo si es a lo que te refieres, sólo vimos una película.
—Oh.
Eddie dejó caer su cuerpo en el sillón reclinable, desorbitado,
—Si—se puso de pie, caminando hacia Eddie, él la miró confundido. Colocando las manos en sus hombros, la chica se sentó a horcajadas sobre su regazo. —No me gusta de esa forma y jamás me acostaría con él sólo para molestarte. No podría hacerlo cuando no puedo dejar de pensar en ti.
Eddie estaba completamente sorprendido, sabía que no le era indiferente, pero ¿que lo admitiera? Pensó que jamás pasaría.
—Disfrutaste hacerme sentir celos—recalcó, colocando sus manos en el trasero de la chica.
Ella rio, asintiendo.
—Fue divertido, no voy a mentir. Te lo merecías, a veces actúas como un idiota. —besó sus labios, apenas.
—¿Ya no tienes miedo?
—Si, lo tengo. Pero son más grandes las ganas que tengo—lo besó y esta vez era ella quien lo dominaba a su antojo, Eddie se lo permitió, dejando caer su cabeza hacía atrás. —Entonces, ¿vas a ser tú el que me coja hasta sacarme los sesos?
Eddie carcajeó, tomándola de la mandíbula para besarla.
—Bonita, estabas haciendo sufrir a mi pene—ella volvió a reír, ese era el Eddie de siempre.
La agarró del trasero con ambas manos, levantándose del sillón, las piernas de la chica rodearon la cintura de Eddie asegurando su cuerpo contra el de él. Entre besos la llevó hasta su habitación decorada con un sinfín de posters de bandas. La arrojó a la cama, quitándose rápidamente la chaqueta y playera, quedando sólo en sus jeans.
Ella por su parte ya se había acomodado sobre las almohadas, Eddie le sonrió, mostrando sus hoyuelos mientras gateaba hasta estar sobre ella, sus rodillas a cada lado de ella, a la altura de las caderas. Se inclinó una vez más para besarla, lento y descuidado, con mucha lengua que era lo único que se podía escuchar.
—He sido un idiota contigo, eso es cierto—susurró sobre su rostro, besándole las mejillas, sus labios recorrieron la mandíbula de la chica hasta llegar a su cuello, donde dejaba besos húmedos a boca abierta. Su mano viajó hasta el elástico de su pijama y metió la mano, acariciando por encima de sus bragas —Necesito compensarte, ¿me dejas?
—Joder, sí. Haz lo que quieras—jadeó dejando caer la cabeza. Una pequeña risa hundida vibró en el pecho de Eddie, marcando un último beso en los labios de la chica, le sacó el pijama junto con las bragas, dejándola expuesta ante él.
Eddie colocó sus manos sobre los muslos suaves de ella, masajeándolos mientras los abría para acomodarse entre estos, besando suavemente sus muslos internos, admirando el pequeño coño.
—Mierda—maldijo con sus ojos fijos en su sexo, dejó un beso en la entrada y con su dedo índice acarició sobre la piel, lentamente, moviendo los pliegues suavemente comenzando a esparcir su excitación—Muy, muy bonito. Estás muy mojada.
—Eddie—jadeo, estaba apoyada sobre sus codos para poder verlo, tenía las mejillas enrojecidas, su respiración era pesada haciendo que sus senos se movieran de arriba abajo. Alzo una mano hacía la melena rebelde del chico, haciendo su flequillo hacía atrás para poder apreciarlo mejor.
—Bonita, déjame ver esas tetas—le pidió mirándola sobre sus espesas pestañas, ella se incorporó quitándose el top rápidamente quedando completamente desnuda ya que no llevaba sostén. Sus senos rebotaron ante el movimiento quedando frente a Eddie, haciéndolo más duro de lo que ya estaba. —Las mejores que he visto—alabó, levantando una mano para apretar uno de sus senos, sintiendo lo suave de su piel, apretando su pezón.
—Eddie, por favor—le suplicó jadeante.
—Oh lo siento, me distraje un poco con esas bellezas—levantó las cejas a lo que ella respondió poniendo los ojos en blanco.
La lengua de Eddie recorrió su entrada, recogiendo su excitación con esta. Haciéndose paso entre los pliegues, saboreando cada centímetro, usando sus labios también, besándolo una y otra vez. Prácticamente le hacía un beso francés a su coño.
—Joder, bebé. Me voy a volver un puto adicto—jadeó con su boca llena, pasando la lengua por su clítoris, succionando el manojo de nervios—Sabe tan jodidamente bien, podría hacer esto todo el día.
La boca experta de Eddie aumentaba su velocidad, su lengua haciendo prácticamente malabares entre los pliegues y el clítoris, haciéndola gemir una y otra vez. Repetía su nombre entre jadeos, colocando ambas manos en su cabello, hundiendo el rostro de Eddie en su coño. Los rizos haciéndole cosquillas en los muslos internos. La risa de Eddie vibró contra su sexo haciéndola temblar. Jamás la habían tratado así, él la estaba haciendo ver las estrellas sin siquiera cerrar los ojos.
—Mierda, mierda—jadeó rápidamente, apretando sus muslos contra él. —Me voy a correr
Eddie la miró, tenía los labios hinchados de tanto morderlos y lo miraba como si quisiera llorar.
—¿Quieres mis dedos? —dijo frotando con su dedo índice su clítoris.
Negó con la cabeza frenéticamente.
—Sólo tu boca—soltó apenas, Eddie volvió a besar su sexo, llenándose la boca de sus jugos, haciendo un desastre en ella, devorándola como si fuese la última vez que lo haría. La chica gimió tan fuerte que estaba seguro de que los vecinos habían escuchado.
—Mírame—ordenó sobre ella—Quiero que me mires cuando te corras, quiero que veas lo que te estoy haciendo.
Y lo hizo, haciendo a un lado un par de rizos pegados al rostro de Eddie. El metalero regresó toda su atención al manojo de nervios, chupándolo una y otra vez, haciendo el infinito con su lengua sobre este.
—Oh, dios—jadeante y sin poder evitarlo su cuerpo cayó en la cama, corriéndose sobre la boca de su compañero de departamento.
Eddie besó alrededor de la sensible área, ella trataba de regularizar su respiración agitada llevándose las manos a la frente, intentando tranquilizarse. La lengua de Eddie recorrió una vez más su entrada, recogiendo un poco de su jugo.
—¿Cómo… cómo haces eso? —le preguntó cuando logró recobrar su respiración normal, sentándose en la cama mientras Eddie se colocaba sobre ella. Besó la punta de su nariz.
—Práctica supongo—la tomó del cuello, besándola desenfrenadamente. —Te necesito, bebé.
Se desabrochó los jeans, sacando el cinto y aventándolo al suelo. Tomó la pequeña mano de ella y la dirigió dentro de estos, colocándola sobre su pene cubierto por los boxers.
—¿Sientes eso? —susurró, atrapando entre sus dientes el labio jugoso inferior de la chica. Se sentía caliente y duro como roca—Es por ti. Ha estado así por días y todo es tu culpa.
Ella rio, sacando el miembro de su ropa interior, frotándolo. Estaba pesado, duro pero su piel era suave, como si se tratase de acero envuelto en terciopelo. Era grande y grueso, la punta en forma de champiñón de un rosa brillante debido a la sustancia preseminal que yacía en esta. Mientras movía la muñeca de arriba hacia abajo, arrugando y estirando la piel, la respiración de Eddie era cada vez más pesada, mirándola atento. La chica frotó la punta, esparciendo la sustancia transparente en toda la cabeza.
Sin dejar de masturbarlo la chica le besó el pecho sobre uno de sus tatuajes, pasó por su barbilla hasta llegar a sus labios rellenos, introduciendo su lengua en la boca de él.
—Te necesito dentro de mi—le susurró. —Por favor
—He soñado con eso. Es por lo que amanezco tan duro en las mañanas—la tomó de la cintura, acomodándola sobre la cama, mientras ella reía.
Eddie le sonrió travieso, amaba hacerla reír. Hundió su rostro en el valle de sus senos, moviendo la cabeza de un lado al otro haciéndole cosquillas con su cabello, besándole ambos pechos.
—Ya cállate y cógeme—lo tomó la cabeza, posicionándolo de nuevo frente a su rostro.
Eddie se deshizo de sus jeans y ropa interior ahora si quedando desnudo al igual que ella, se colocó de rodillas entre sus piernas, levantándolas con los muslos para que rodearan su cintura.
—Mierda—maldijo, acariciando el coño de la chica— Sigues muy mojada.
—Han pasado meses, no me puedes culpar—se defendió a lo que Eddie sonrió, comenzando a bombear su miembro con la mano derecha.
—¿No te tocabas?
—Sí, a veces. En las noches, pero no es lo mismo. Nunca me pude correr como tú lo hiciste.
—Joder, y yo en la habitación de al lado…pude haberte cogido cada maldita noche—dijo indignado, rosando la punta de su pene de arriba abajo sobre el coño brillando en su excitación, jugando con los jugos de ella, empepando su cabeza. —Mira eso, es perfecto.
—Eddie, por favor. Sólo hazlo—rogó, sintiendo su cuerpo vibrar cada vez que Eddie rozaba su sexo con su pene. Eddie era muy vocal, siempre había sido así en todos los ámbitos. Y no le molestaba en lo absoluto, pero ya se estaba desesperando.
—Espera, necesito ir por un condón.
—¡No! —lo detuvo con la mano. — Quiero sentirte completo, quiero sentir cuando te corras dentro de mí.
—Maldita sea, bonita. Lo que tú quieras.
Y estaba feliz que ella se lo hubiese pedido, él también quería sentirla por completo.
Jalándola de las caderas hacía su pelvis, Eddie introdujo lentamente la cabeza de su miembro, con sus cejas fruncidas, sacando su lengua para lamer su labio superior, un gesto característico en él cuando estaba concentrado. La chica jadeó ahogadamente, arrugando la frente cuando intentó introducir más.
—¿Puedo seguir? Aún no está todo adentro.
Maldita sea, ella jamás había estado con alguien de su tamaño.
—Sí, sí…sólo, dame un minuto—inhaló profundamente, asintiendo con la cabeza para que continuara.
Se deslizó por completo, viendo como el coño de la jadeante chica lo había succionado por completo, se quedó inmóvil pero profundo. Sintiendo cada musculo abrazar su miembro.
—¿Me puedo mover?
Ella sólo asintió.
Eddie comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante y cuando vio que su pene salía y entraba con facilidad después de unos minutos gracias a los jugos de su amante, comenzó a aumentar la velocidad, recorriendo con sus manos el vientre y pechos de la chica hasta llegar a su cuello, apretando sólo un poco.
Sus embestidas eran rápidas y profundas, se podía escuchar el chocar de sus cuerpos, como sus testículos chocaban con el trasero de ella, eso y los gemidos de ambos.
—Me estás tomando muy bien, bebé—jadeó mirando como su pene desaparecía dentro del coño de la chica, cada vez que la penetraba. Sintiendo las paredes de este comprimirse alrededor de su pene. —¿Te vas a correr conmigo?
—S-sí, hazme correr de nuevo.
Eddie sonrió, saliendo de ella. Comenzó a bombear su pene mientras le besaba el cuello.
—Ponte en cuatro—le susurró al oído y ella obedeció de inmediato.
Eddie masajeó su trasero, dejado un par de besos en este, acomodándose detrás de ella.
Se elevó sobre la chica hasta alcanzar su mejilla y se la besó.
—Rostro contra la almohada—le ordenó una vez más y lo hizo. El lado derecho del rostro de la chica estaba contra la almohada, sus pechos apenas rozaban la cama mientras su trasero se alzaba en el aire.
Eddie colocó su mano derecha contra la nuca de ella, empujando su cabeza aún más contra la almohada mientras su mano izquierda dirigía su pene a la entrada de la chica. Una vez dentro de ella comenzó de nuevo con sus salvajes embestidas, cogiéndola desde atrás. Sus muslos chocaban con su trasero sin piedad y se combinaban con los jadeos de su amante y eso era como música para sus oídos.
—Mierda, me voy a correr, bonita. —emitió un gemido ronco, mordiendo su labio inferior mientras que tomaba el cabello de la joven en una coleta, estirándolo al mismo ritmo que su vaivén.
La soltó, comenzando a frotar con su dedo medio e índice justo arriba de donde se conectaban, masajeando en círculos su clítoris.
—Córrete conmigo, bebé. Se que puedes—le susurró.
—¡Eddie!
La velocidad de sus caderas aumentaba al igual que la de sus dedos, ambos gimiendo una y otra vez un sinfín de obscenidades, llevándolos al clímax. La chica sintió su orgasmo incluso más intenso que el anterior, al mismo tiempo que sentía a Eddie correrse dentro de ella, caliente y profundo. Llenándola.
El brazo de Eddie le rodeó la cintura levantándola, pegando su espalda contra su pecho.
—Hmm—emitió Eddie, besándole el hombro. —Jodidamente increíble.
La tomó del cabello, jalando su cabeza hacia atrás para poder tener acceso a sus labios, un beso húmedo y descuidado, su lengua atacando la suya. Salió de ella sin moverse de su lugar.
La miró a los ojos, acomodándole un mechón de cabello húmedo debido al sudor, detrás de la oreja.
—¿Viste que bien encajamos? —sonrió, hoyuelos y todo—Es como si tu cuerpo estuviese hecho para mí.
Ella lo miró, frunciendo el ceño, pero sonriendo.
—Estás lleno de mierda.
Eddie carcajeó, negando con la cabeza. Le besó la frente para después brincar fuera de la cama, tomando un cigarrillo y un encendedor de su mesa de noche.
—Por favor, no lo vayas a hacer incómodo entre los dos—arrugó la nariz, buscando en el suelo sus bragas.
Eddie aventó el humo de su boca, negando con la cabeza.
—¿Incómodo? Bonita, esto se va a poner mejor—levanto las cejas divertido, mientras se ponía de nuevo los boxers— ¿Quieres una cerveza?
Ella asintió, Eddie le aventó a la cara su playera de Dio para que se la pusiera.
El metalero procedió a salir de la habitación y una vez que estaba en el marco de la puerta, se giró hacia ella.
—Por cierto, a la otra te toca chupármela hasta dejarme seco.
La chica puso los ojos en blanco, aventándole una almohada a su lindo rostro.
—Ya cállate, Eddie.
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lovevalekai · 11 months
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 La hija de yestay:
Cap 3. Encuentro de mi mejor amiga
Mientras Yesti estaba en su escuela, el Yestay se quedó con su esposa en su casa a cuidar a su manada, cuando de repente el chamán ciervo vino de visita preocupado por las malas noticias, les cuenta las  noticias malas a los padres de Yesti, que Isi ya no está en la escuela, se cambió por otra, el Yestay estaba preocupado:
Yestay: Y porque nos cuenta ahora, ya mi hija se fue (Preocupado y estresado).
El Chaman Ciervo: La dejaron que vaya sola, esa escuela no es para ella (Sorprendido y preocupación).
Yestay: Y porque nos dices eso (Se estresa más y apunto de desmayar)?
La Esposa de Yestay: (Le toca el hombro) Amor tranquilo, nuestra hija está en una escuela, no le aran daño.
El Chaman Ciervo: en realidad sí, eso le paso a mi estudiante Isi, desde que ella nació, su abuela me dijo que la vigilé de lejos y de cerca para que no le pasa nada malo, cuando vi una visión de ella en el futuro que estaría con alguien de magia oscura…. Tenía miedo de dejarla sola, pero ella se defendió de esa persona no se hizo amiga de ese misterioso oscuro, la chica se tenía que salir de la escuela porque algo pasaría… unos días después dejo su hogar donde creció, y se va a su cultura natal.
Yestay y su esposa entendieron que la tenían que sacar a su hija de esa escuela, pero Yestay se confundió por el ultimo comentario hasta la mamá de Yesti:
La Esposa de Yestay: Espere como que su cultura natal?, ósea que no es de su comunidad o cómo?.
El Chaman Ciervo: Bueno señora tengo que darles a ustedes una carta que escribió Isi desde hace dos semanas.
El Chaman ciervo les da una carta a los Yestays para dárselo a su hija, cuando un teléfono antiguo suena, Yestay lo contesta y era la directora de MH diciendo que su hija hizo incendiar el gimnasio de la escuela, el Yestay se fue corriendo, pero el chamán lo detuvo para darle una esfera:
Yestay: Que es esto?
El Chaman ciervo: Es un transportador de viajes, esa esfera te lleva a tu destino, cuando Isi era una niña no fuimos en esa, viajamos desde Nuevo México hasta aquí.
Yestay: Gracias.
Mientras Yestay se fue a MH, en unos minutos trajo a su hija a su casa, él le dio a su hija la carta que Isi lo escribió hace dos semanas, pero ella fue a su habitación y se encerró para no salir afuera, un día su padre tenía que ir a Patagonia a ver a la manada de guanacos a otro lugar, y le dijo a su hija que vaya con él, porque tenía una sorpresa, Yesti empaco algunas de su cosas y se fue con su padre a Patagonia, cuando llegaron él tenía que llevar a la manada y ella se tenía que sentar a esperarlo, unas horas después se hizo de noche se quedaron sentados:
Yestay: Que linda noche, no?, nos quedaremos a dormir.
Yestalina: Que papá no tenemos un lugar donde dormir, como le vamos hacer?
Yestay saco unas cosas de acampar y fue construyendo, después de 30 min termino, Yestay entro a una de sus tiendas de acampar y se fue a dormir, mientras que Yestalina estaba afuera y escuchó un ruido proveniente de los bosques, una criatura que estaba chillando.
Yesti fue a ver qué pasaba y vio a esa cría que era uno de los guanacos de su padre, estaba atrapado por una trampa de los cazadores, Yestalina busca alguna roca grande para romper esa trampa, por suerte libero a esa cría, la cría se escapó y Yesti se preguntó dónde está la madre de esa cría.
Ella fue con la cría para saber dónde está la madre, cuando llego vio que los cazadores tenía a la mamá de esa cría, estaba muerta y los hombres usaron la carne para comerla y el pelaje para hacer abrigos, la chica se puso muy furiosa y sus poderes la convirtieron en un monstruoso guanaco gigante, incendio las tiendas de acampar de los cazadores, con su pezuña piso los autos y mato a los cazadores.
En la mañana siguiente alguien reporto sobre la noche pasada, la chica estaba asustada porque vio que ella hizo todo el desastre, fue a decirle a su padre, pero se detuvo por los arbustos se escondió y vio a dos chicas que estaban sentadas, una era una murciélago blanco y la otra era una humana con el cabello color turquesa.
?: Che, a quien estamos buscando?, no entiendo porque estamos aquí? (Con preguntas).
?: Estamos buscando a la amiga de Isi, me conto que ella vive en alguna parte norte de chile y que la extraña mucho, pobre de mi novia la extraña mucho, me dijo que son inseparables.
?: Che sos estas segura que no estamos para el desfile de vino y quesos, es hoy y no me lo quiero perder (Emocionada por el desfile).
?: Hay mae, si vamos a ese desfile Isi no nos vera aquí sentada esperándola.
Yestalina: C.. Como saben de ella y yo?, quiénes son?, que hacen aquí? (Con tantas preguntas).
?: Tranquila querida, no te haremos daño, mi nombre es Batsy Claro, soy la novia de Isi, y ella es Stella Gómez y venimos con Isi, tu eres su mejor amiga verdad?, isi me comento sobre ti y es un placer conocerte.
Yestalina: Si, mi nombre es Yestalina Yestay, igualmente.
Cuando se presentaron, batsy vio la carta que tenía yesti sin abrirse, y le preguntó:
Batsy: Oye porque no abriste la carta? (Le pregunta sobre la carta).
Yestalina: Ayer me enoje y no pude abrir la carta, estaba tan desquiciada y enfadada de ella, porque me dejo (Decepcionada de Isi).
Batsy la tranquiliza y le dice que ella le ayudo en escribirle esa carta para Yesti, y que tuvo miedo en decirle la verdad, también le comenta que la abuela de Isi la engaño y no solo a ella, también a otros ciervos de esa comunidad, ella no quiere regresar y que odia a Estados Unidos y que nunca jamás quiere regresar.
Yesti estaba confundida y tenía que abrir la carta, mientras tanto en otra parte de los bosques de Patagonia, Isi se fue por las montañas a ver un chamán y regresarle el siku que perdió por los bosques, cuando ella termino con su tarea, sintió su visión de futuro le dice que algo va a pasar.
Que va a pasa sobre en la visión de futuro y la carta que dejo Isi?
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bezna-noptii · 1 year
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Siempre lo vi por la vereda, contorneando sus caderas enjutas, caminando hacia el pueblo, o bien yendo a comprar un cartón de vino donde “El Paco”. Me llamaba mucho la atención que ese hombre tan delgado, fuera tan distinto al resto de los hombres que circulaban por mi calle, mi barrio de infancia, aquel mismo barrio que a veces, en los rincones terrosos de sus callejones, acurrucado entre el pasto seco, la piedra y las higueras, cobijaba sus borracheras violáceas. Y el viento, como un paño materno, secaba sus lágrimas en esa cara charqui, cara surco, cara tajo, cara desierto, repleta de historias y penurias que vaya a saber Dios qué habrá pasado Alfonso, o “Alfonsito”, como le solían decir. Y detrás de ese cariño, detrás de esa máscara, la repulsión se hacía notar en algunas personas, como si su caminar delicado dejara en su marcha un vaho con olor a vino pecaminoso y enfermo, proveniente de la desviación.
Por aquel entonces, mi abuela tenía un clandestino que surtía de cerveza, vino y Derbys rojos. Generalmente los fines de semana le iba muy bien, porque después de la pichanga, los viejos cracks hacían samba y canuta con el etílico. A veces pasaban a la casa, la cual se convertía en una cantina esporádica de fin de semana. Era de esperarse que Alfonsito jamás hubiera ido con los peloteros; su evidente homosexualidad desarrollada en el Chile pacato y rural de los 80’s hacía una especie de antípoda con cualquier evento de por sí viriloide, por ende, nunca lo vi en mi casa. No obstante, a veces por la madrugada, se escuchaba un trémulo “aloooo, señora Charoooo”, y mi abuela se levantaba a venderle su copetito. Siempre agradecía, y lloraba, y volvía a agradecer, como pidiendo disculpas por su existencia, por su ser tan frágil y decaído, por ser colita, por ser hijo, hermano y tío, pero jamás esposo y padre. Mi abuela lo retaba bien retado porque le tenía mucho cariño. Cuídate Alfonso, ándate a tu casa, a acostarte, no andes tan solo y tarde. Y el sólo respondía “si, Charito, perdóneme, por favor”.
Se rumoreaba que Alfonso tenía el SIDA. Y aparentemente no era del todo mentira. Por aquel entonces, las personas que tenían la sombra, solo sobrevivían si había dinero para costear la triterapia. Ni hablar del plan auge, ni de educación sexual íntegra. No se hacía distinción entre VIH y SIDA, y el que lo contraía (digo “el” porque en aquellos años, erróneamente era más plausible asociarlo a hombres y hombres homosexuales) recibía en un sobre el desahucio terrible, entre el llanto amoníaco y visceral típico de la angustia que proviene de la perdición, como un agujero inmenso que aportilla la carne infecta. Y luego el silencio. Y luego el esparcimiento. Y luego la delgadez. Peor aún si se vive en una zona rural. El chisme corría como un cauce silencioso pero enérgico. Y de seguro, más de alguno lo recibió con sorpresa y disimuladamente espanto y terror. El mismo terror que después de saberlo, se instala en la cama matrimonial impoluta, del marido ejemplar, padre de familia bien compuesta, con esposa dueña de casa y los niños en la escuela de monjas. El hombre oculta el desliz indebido, reprime aquella vez que se encontró con Alfonsito en el cerro. Y lo hace descaradamente sin darse cuenta que sus sábanas blancoinvierno se acaban de transformar en una hedionda mortaja sacromatrimonial.
A pesar de todo, nunca en mi casa se le miró con rechazo, ni se le discriminó por ser homosexual. En ocasiones, mi abuelo le ofrecía un vasito de vino. En otras, mi abuela le fiaba Cristal de a litro, no sin antes retarlo y decirle “hijo, váyase a su casa, anda todo mea’o”.
Cuando se caía al litro, Alfonsito se perdía por días enteros. Se le veía tirado en la calle, murmurando cosas ininteligibles. En otras, llorando desconsoladamente por amor, por su “Pituliano”, el hombre de su vida, con quien posiblemente jamás haya intercambiado una caricia o un beso. Pero el amor homosexual retro es así, y en el campo es más intenso. Recuerdo una mañana de invierno, estaban construyendo la bomba de bencina al lado de mi casa. Hacía tanto frío, que la escarcha se negaba a desaparecer cuando los primeros rayos del sol chocaron contra los adobes y las tejas del barrio. Y ahí lo vi, curado hasta las patas. Hablando cosas que no pude entender, y me dio pena porque pude comprender de forma muy insípida lo doloroso y triste que le había tocado la vida al Alfonso.
Para un dieciocho, recibió una paliza tan grande que al hospital fue a dar. Entre piezas dentales, sangre y moretones, lo pisotearon hasta triturarle los huesos de ambas manos. Finalmente perdió varios dedos de la mano derecha, y los de la izquierda quedaron tullidos. Quedó con una especie de muñón informe y sanguinolento. Pobre, maricón y chongo.
Aún así, el Alfonsito se recompuso de alguna u otra forma. Me dio mucho gusto verlo un día con ropita nueva y limpia, un cinturón blanco, siempre diva, siempre esquelética, siempre pobre pero poderosa en su imaginario coliza, bajando al pueblo en su step-catwalk, en un ballroom de tres kilómetros hecho de terciopelo, humo y alquitrán, construido para el solo y nadie más, mostrándose, alimentando el palabrerío de las viejas sapas, de las hermanas Abarca, del Tano, del cachurero solterón, de los Pizarro, de los Tapia: Alfonsito era dueño de la solera. Era dueño del ir y venir a pata desde el pueblo a su casa, a la hora de once, con su hermana María y sus tres sobrinos que adoraba con el alma. A veces mi tía lo contrataba para que le hiciera el jardín. Y yo lo observaba mientras rastrillaba las hojas secas de los nísperos, o con el azadón le hacía los surcos al agua que daban dos veces por semana los del canal de la compañía. Mi tía le servía almuerzo y jamás hubo por parte mía y de mis primos, una mueca de asco al ver a tal queltehue raquítico y amputado cortando la carne con puré o tomando juguito, “porque cuando trabajo me chanto, y yo a la Mirita la quiero mucho”. Y lloraba ríos de lágrimas negras, agradeciendo desde su corazón totalmente marchito, la generosidad de los pocos que lo consideraban persona. No está demás decir que Alfonso tenía el alma tan herida y seca, que motivos para odiar al mundo tenía de sobra. Pero el nunca mostró algún rencor por todo aquel que le hizo daño, o por todos aquellos que se burlaron de él, de su andar coliflor, de su deseo desviado, de sus (pocas) uñas pintadas y el chiste trascendiendo por sus poros enfermos. Alfonso amaba cada detalle proveniente de las personas que lo querían y estimaban. Para ellos, hacía arreglos florales, y cada vez que algún vecino del barrio moría, el mismo con sus manos hacía unas coronas hermosas, rebosantes en claveles, rosones silvestres, ramas de eucalipto, gladiolos y cuanta flor arrancaba por ahí y por allá. No vaya a ser que el vecino se vaya sin flores, porque eso no es de Dios. El daba sin recibir nada, y la gente igual le devolvía el favor con unas luquitas que usaba cuando, llegada la madrugada, se paraba a gritar aló en la reja de mi casa, nuevamente bajo las negras garras de la borrachera-pena, pidiendo perdón por la hora, por ser él, por estar así, y agradeciendo a punta de llanto y moco el Derby rojo, la Cristal, el Clos tinto o la Morenita que mi abuela le vendía o bien le fiaba, porque en el velorio, pudieron habérselas sacado del bolsillo de sus jeans americanos, los pungas que siempre abusaron de su inocencia y confianza.
Una tarde, siento a mi abuela asustada parada en la vereda, junto a la Maribel, nuestra vecina que era simpática antes de entrar al canutismo. Las dos miraban vereda arriba, con los ojos desorbitados y con la mano en el pecho. Nunca olvidaré que salí a mirar también, y arriba, a la altura de la casa de adobe de la hermana del Alfonso, esta era iluminada por balizas verdes, rojas y azules. La vecina dijo sin que nadie le preguntara: “El Alfonso se ahorcó. Ahora viene el SML, todavía está colgado”.
A veces, cuando me siento en el antejardín, creo verlo pasar con su caminar de piernas cruzadas, con su ropa ajustada, flaco como perra, pero feliz con su puchito y la cerveza de litro. Lo veo también en sus peores momentos, en la esquina de la casa de la Srta. Cecilia, llorando y cantando por el Pituliano. Lo veo también asustado, con sus ojos negros que apenas puedo recordar, pensando que todos lo odian por haber nacido maricón, por no poder tener una mujer, por sacrificar su propia felicidad bajo la influencia de las malas lenguas y los chismes asquerosos que la gente solía decir de él, la misma gente que, mientras lo velaban en la capilla del barrio, se golpeaba el pecho y lo lloraba, entre los murmullos de las viejas que rezaban el rosario y por cada misterio glorioso, el silencio hipócrita de la religión que tanto lo condena a él, a ti, a mí, a todos nosotros que no podemos ser salvados en miércoles de Ceniza, viernes santo ni Pentecostés. En ese instante, también lo veo sentado en la banca al final de la capilla, con las piernas cruzadas, y la brasa de su cigarro iluminando el sacrilegio de su presencia. Se fija en las flores, en los cúmulos de pétalos y huele esa atmósfera mortuoria de los arreglos comprados. Y llora, con su muñón cubriéndose los ojos, por no haber podido hacer su última corona floral, aquella que adornaría por siempre la sepultura de su descanso eterno.
Dedicado al Alfonso Gato, Alfonso Fernández, Alfonsito. Nadie nunca te olvidó.
__________
#E
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knario47 · 2 years
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FRANCIS DRAKE
Ésta publicación es de las peores que he leído, éstos señoritos no aportan nada, solo la efemérides sin ningún documento digno, ni tan siquiera fecha exacta, habla de autoridades españolas, cuando en realidad eran los colonizadores, cuando habla de población civil, omiten que eran los verdaderos y únicos dueños de estas tierras, los aborígenes canarios, fueron los auténticos heroes en esa batalla y los ganadores, los colonizadores como siempre salieron corriendo a esconderse en las iglesias, un auténtico fraude la publicación.
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Historias y curiosidades del mundo
Tal dia de1595 Francis Drake al mando de una flota inglesa ataca la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria Al poco de partir de Inglaterra, la flota inglesa comenzó a sufrir la carestía de víveres y agua potable. Ante la imposibilidad de llegar a América en esas condiciones, se produjo una discusión en la que se debatía si era conveniente, aun a costa de perder el factor sorpresa, atacar las islas Canarias, en el África occidental. Drake era partidario del ataque, mientras que Hawkins consideraba demasiado importante el factor sorpresa como para perderlo en una pequeña escaramuza en las Canarias Tras el avistamiento de las velas inglesas, las autoridades españolas de la isla de Gran Canaria, con el gobernador Alonso de Alvarado a la cabeza, apenas pudieron reunir a 1500 hombres para la defensa, la mayor parte de ellos civiles sin experiencia en combate ni instrucción militar. En la playa se dispusieron seis pequeñas piezas de artillería, y el castillo de Nuestra Señora de la Luz y el torreón de Santa Ana se aprestaron a la batalla. Quince de los buques ingleses comenzaron a batir el castillo de Nuestra Señora de la Luz, concentrándose los restantes en el de Santa Ana, mientras que 47 barcazas con medio millar de soldados a bordo se encaminaron hacia la playa, donde fueron recibidos con un nutrido fuego de mosquetería. Tras hora y media de combates, los ingleses se retiraron habiendo perdido unos cuarenta hombres y cuatro barcazas, y habiendo sufrido los buques que atacaron fuertes daños de diversa consideración. Por su parte los españoles apenas sufrieron algunas bajas.
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xjulixred45x · 2 years
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Ling Yao/Roy Mustang/Riza Hawkeye X Reader abused /PARTE 2
Lector: Femenino
Género: Headcanons
Advertencias: (oh, aquí vamos) menciones de matrimonio infantil, implicaciones de abuso físico y mental, etc., malos padres, diferencia de edad atroz y alarmante, caso hipotético de un niño como resultado de abuso, desamor y pelusa, Final feliz
continuamos la serie ahora con Riza "Señora por ti me hice lesbiana" Hawkeye
Riza te conoció de manera similar a como lo hizo Roy en la primera parte, es decir, a través de tu esposo, solo que en vez de necesitar algo de tu esposo, Riza querría investigar a tu esposo, por sospechas de corrupción.
se le asignó como trabajo individual, por lo que queriendo tener información más discreta que pudiera decirle algo importante, decidió visitar su casa (con la excusa de buscar unos papeles para el coronel).
Se esperaba que su esposo se fuera (debido a lo duro que trabajaba), así que cuando abrió la puerta no fue una sorpresa para ella.
pero al principio pensó que eras un empleado, hasta que vio el anillo.
ahí fue un susto leve. quiero decir hola? ¿Eres la esposa de este tipo? Riza NI SIQUIERA sabía que estaba casado, no solo por su falta de anillo o su actitud con sus parejas, sino porque NUNCA mencionó nada sobre ti.
¡Sin mencionar lo joven que parecías! ¡Te parecías más a su HIJA!
la invitaste muy torpemente a pasar mientras buscabas lo que quería, incluso le ofreciste ir al vestíbulo. Riza aceptó por impulso y la dejaste sentarse en uno de los sofás de la casa, incluso le diste una taza de té, apenas te conocía y ya le parecías entrañable.
pero ella mantuvo el plan intacto y te preguntó sobre los archivos que tenía que venir a buscar. Cuando mencioné a tu esposo te estremeciste tan visiblemente que Riza ya adivinó que algo horrible debió haber pasado entre ustedes dos.
cuando subiste ella se levantó lo más sigilosamente posible (las tablas chirrían mucho) y se puso a mirar cosas en la habitación, algunas fotos de tu marido cuando acababa de alistarse en el ejército, tú cuando eras aún más joven (unos 10 años), Más de tu esposo... y uno del día de tu boda.
.....
Parecías una preadolescente, junto con tu esposo, que no aparentaba mucho más de 30 años. A Riza le llamó la atención la expresión que tenías en la foto, te veías tan confundida y sin embargo...
la trajiste de vuelta a la realidad cuando te paraste junto a ella mirando la foto de tu intento de boda, Riza se disculpó rápidamente y te quedaste callado por un minuto, solo pensando.
cuando saliste del trance te volviste hacia ella y trataste de sonreírle para tranquilizarla, pero Riza sabía que solo era un intento de evitar que hablaran sobre la foto.
siguieron hablando un rato hasta que se hizo tarde, incluso fuiste a despedirla a la puerta, una parte de la mente de Riza sabía que no querías que se fuera, pero si ella iba a meter a tu esposo en la cárcel, ella tenía que hacerlo bien.
y más ahora que estabas dentro del caso.
Durante los siguientes días, Riza vigiló a tu esposo, si aún no podía arrestarlo por corrupción, al menos podría ponerlo bajo sospecha de maltratarte.
Lo cual (según Riza), era obvio.
Para tener una conciencia más tranquila, Riza decidió ir a verte casi todas las semanas para asegurarse de que estabas bien, mientras intentaba sacarte alguna información de manera sutil.
pero aun así no podía sacarte de la cabeza, le preocupaba que supieras más de lo que parecía y no dijiste nada por miedo a ese hombre.
Como tu marido nunca te había dejado tener amigas fuera de su "círculo social" (que incluía el trabajo) simplemente la dejaste entrar sin problema, aparte de que hacía tiempo que no hablabas con una mujer. .
Riza siempre fue buena contigo, pero se encariñó más y más contigo a medida que te conocía, mientras que tú también te abriste más, aunque todo parecía irreal, por primera vez tenías a alguien que te escuchaba en una manera real sincero y que se preocupaba por ti, eso significaba el mundo para ti.
Mientras Riza avanzaba en la investigación, finalmente logró encontrar algo relativamente sustancial para llevar a su esposo a Minimo, un juicio, pensó por un momento en pedirle que testificara, pero después de un ""incidente"" cambió por completo de opinión. .
Resulta que tu esposo terminó por descubrir que Riza iba a tu casa, pero entendió algo completamente diferente, lo que lo llevó a explotar en tu contra y al día siguiente "casualmente" invitó a Riza a cenar contigo en su casa y a él.
A Riza algo le salió mal desde el principio, así que aunque fue, no lo hizo sin un arma en su bolso. Pero no la preparó para lo que sucedió ese día.
Cuando llegó a tu casa, tu esposo le abrió la puerta, la llevó al comedor y ella se dio cuenta que estabas cocinando, no estaba prestando atención a lo que decía tu esposo, de repente se llenó de una gran preocupación.
que se disipó un poco cuando te escuchó entrar en la habitación, pero se hizo añicos cuando vio las vendas y el equipo médico en tu rostro, cómo apenas podías sostener la bandeja de comida y cómo te sentabas casi cayéndote de la silla.
y sin embargo dejaste tu mano sobre la mesa para que tu esposo la sostuviera, como si fueran una pareja cordial y feliz. Le disgusta.
ella no comió absolutamente nada en toda la noche, pero cuando se iba a ir, una rabia inmensa se apoderó de ella y en menos de 5 segundos, ya tenía esposado a su esposo (sí, también trajo esposas por si decía algo comprometedor).
Afortunadamente, después de que arrestaron a su esposo, muchas personas que antes lo temían se animaron a declarar en su contra, por lo que no fue necesario que usted saliera a declarar, el hombre terminó en la cárcel, pero eso no hizo que Riza se preocupara. más tranquilo
Por mucho que supiera que no era su culpa, sentía que en parte te lo debía por (sin querer) meterte en este lío que no te pertenecía en primer lugar.
¡pero la perdonaste casi de inmediato!
con la condición de que sigan siendo amigos incluso después de todo lo que pasó.
Como le gustas tanto (y en parte porque sentía, una vez más, que te debía) aceptó sin dudarlo.
Se volvió parte de la rutina ir a tu casa a hacer cosas como echarte una mano con la casa, cocinar juntos, tomar té/café y en algún momento, hablar más abiertamente de lo que pasó entre tú y tu esposo.
lo que hizo que el nivel de intimidad entre ustedes creciera más.
En algún momento, um, fue como si Riza estuviera en piloto automático para ir a tu casa, ni siquiera con la intención de hablar sobre el caso, sino más… cosas domésticas, hablar sobre mascotas (su perro), el clima, política. ....hablar de ti.
Era un nuevo nivel de interés que no había sentido en mucho tiempo, le gustabas, en más de un sentido.
y la hacía feliz cuando TÚ parecías feliz, hablabas mucho cuando querías, era como si nadie te hubiera preguntado nada antes y tenías muchas ganas de hablar, era adorable.
Si vamos a los Headcanons generales de relaciones, todo es FLUFF, ambos han pasado por cosas horribles, especialmente Riza, por lo que ella sabe un par de cosas sobre cómo lidiar con el trauma de una manera saludable (más o menos) para que se apoyen mutuamente. otros en sus defectos.
El perro de Riza te ama.
Como no está acostumbrado a salir con frecuencia, en ocasiones especiales acude a un lugar tranquilo para pasar un rato sin estrés.
si tuviste hijos con tu esposo seguramente le tendrían mas paciencia a riza que a los otros dos, principalmente por que ella es mujer, ya que tus hijos tambien tenian una licenciatura limitada del exterior, simplificaron muchas cosas (entre ellas, papa = hombre = MALO y Mamá = mujer = BUENO).
Así que trate de ayudarlos a comprender que esto no siempre es así, su método favorito probablemente sería presentarles a compañeros de trabajo con corazones de oro (p. ej., Roy, Ed y Al, Armstrong, entre otros).
(No pasa lo normal que confundan a Ed con un niño porque, la verdad, tus hijos son mucho más bajos que él, para ellos era ALTO)
Riza les cuenta historias... incluso dramatiza las voces y el escenario... es demasiado para mi corazón.
y siempre hay ese brillo en sus ojos cuando la llaman "Tía Hawkeye"
pero eso eventualmente puede cambiar a "Ma" (tú eres "Mami") y eso hace que su corazón explote.
paseos a cuestas! (cada uno con un niño)
Los niños le preguntan cosas sobre el ejército, Riza trata de tener el menor filtro posible porque 1. trabajar en el ejército es peligroso y 2. son niños muy maduros para su edad, deben entender que no es un trabajo fácil y que están seguros, no les gustaría ser un "perro del ejército".
pues cuando ocurren los hechos del "día prometido" Riza te pide que vayas con tus hijos a un lugar seguro, fuera del país, aunque fue un shock para ti, confiaste en ella y terminaste dejando a tus hijos.
y cuando volviste te dedicaste principalmente a escuchar de los demás lo que había pasado, luego dejaste a tus hijos en casa, les diste un refrigerio y fuiste a visitar a Riza (BONUS, era tu primera vez yendo a un lugar por tu cuenta , por lo que riza estaba muy orgullosa).
sinceramente a riza no le importa lo que los demas piensen de su relacion solo quiere hacerte feliz y que tu la hagas feliz nada mas
¿Habrá matrimonio entre personas del mismo sexo en Amestris? si no, Riza se encargará de ello.
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dlupon · 1 month
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El paso del tiempo...
Todo se acomoda con el paso del tiempo, al menos por algún periodo. La relacion de Augustus y Diana se fortalecía día a día. El pequeño Timothy se apegaba demasiado a ella, puesto que nunca había tenido una madre, si la mujer que le dio a luz, pero no una madre presente, que siendo tan niño, el necesitaba. Respecto a Ethel, era un niña algo compleja de llevar, nunca acepto demasiado a Diana, pero Augustus lo atribuía a su reticencia para con las personas y, con relacion a Fidelia, ella había aprendido a sobrevivir sin una madre, por lo que, si bien trataba a Diana con cariño, no dependía tanto de ella como su hermano pequeño.
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El cumpleaños de los niños había llegado de repente, dado que habían perdido la noción del tiempo. Los pequeños cumplieron años, y festejaron con un delicioso pastel de chocolate que diana les había preparado. Y en consideración a su padre, ahora que ya era un niño, el pequeño Timothy ayudaba con la granja, se había hecho muy amigo de su vaca lechera, Pepita, a total diferencia de su hermana, que adoraba leer y despreciaba el barro.
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El cumpleaños de Augustus llego poco después, con una noticia que lo hizo regocijar de alegría.
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-¡Estoy embarazada!, no se si es lo que quieras en este momento, pero no podía dejar de decírtelo. -No digas eso, claro que estoy feliz, estaba deseoso de este momento. Aunque la alegría era mucha, Augustus sintió un poco de miedo, su esposa anterior había muerto de un sangrado luego de dar a luz a sus hijos, no quería que esto pasara de nuevo.
El embarazo prospero bien al pasar de los meses, para sorpresa de Augustus, Diana solo manifestó algunas nauseas, y un muy bien abultado vientre, le complacía verla de esa forma, despertaba en el un sentimiento de protección para con ella y el bebe por venir.
Desgraciadamente, los Hartley no estaban exentos de visitas no gratas.
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-¿Crees que sea un hombre educado?- indago la vieja Agnes. -No lo se, mi amor, estaremos listos para lo que viene. Mantente serena. Agnes no podía evitar pensar que ese lugar era desagradable y para nada limpio. Incluso se pregunto si era adecuado que los niños crecieran allí, pero no podían llevarse a todos, venían por uno de los niños en particular.
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-Es un gusto... -estrecho la mano del hombre que lo visitaba.- Mi ex esposa me hablo mucho de ambos en el pasado, por lo que tengo entendido, sentía mucho aprecio por usted, es un placer.- añadió, esta vez es estrechando la mano de Agnes. -El gusto es nuestro.- replico, estrechando también.- Soy Herald, esta es mi esposa Agnes. -Me gustaría hablar con usted a solas, su fuera posible.- demando interrumpiendo la conversación. -No hay problema, pase por aquí.- accedió Augustus, intentando calmar las aguas.
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-Eh estado haciendo preparativos...- inicio Agnes.- y como sabrá, nunca eh podido tener hijos, por lo que no tengo nadie de mi sangre que herede mi fortuna. -No entiendo... ¿Qué tiene eso que ver conmigo? -Con usted, nada.- menosprecio.- Con sus hijos, los hijos de mi única sobrina, mucho.- demando. -Usted..- se exalto, descubriendo las razones ocultas de la visita, tomando del brazo a la antigua señora. -Le voy a pedir que no me toque, por favor.- dijo, apartando su brazo, despreciativa.- Piénselo, su hija tendrá un mejor futuro, un buen matrimonio y llegara al final de su vida sin que nada le falte.- desvelo sus verdaderas razones. -¡Ni lo piense, no me arrebatara a mi hija, ella es mayor, ah crecido aquí, no será feliz!.- rugió sobresaltado.
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-Le pido calma.- interrumpió Herald. -No es a su hija mayor a la que queremos, es a la pequeña. No le costara adaptarse. Le pedimos que lo reconsidere, verá que es lo mejor para ella.- añadió Agnes. -¡Puedo darle una buena vida!, no deberían juzgarme solo por ser de una clase social mas baja que ustedes.- disputó. -No pretendemos hacer eso, sin embargo, reflexione...- Herald se tomo una pausa, pensando en lo que iba a decir a continuación.- Esos niños ni siquiera van al colegio, usted no tiene suficiente dinero para enviarlos, no están bien educados, por lo menos considere que mejoremos el futuro de uno de ellos. - Asimismo, podrá visitarlos cuando ella lo necesite, podrá verlos, negarle eso seria inhumano.- Incluyo Agnes en la propuesta.- Y si no podemos convencerlo con todo lo que dijimos, siempre podemos recurrir a problemas legales o una buena paga, sabe con seguridad, que si incluimos a los oficiales en esto, de seguro ganaremos, tenemos la fuerza económica.
Augustus no podía negarlo, era una buena propuesta. Acepto reticente al arrebato de su hija, dado esa pareja le había prometido que estaría bien y que contaría con todos los cuidados. Quien sabe, tal vez con ese dinero que prometían darle, ella lograría curarse y ya no enfermaría tanto. A si mismo, la idea que le quitaran a todos sus hijos no le cuadraba, por lo que tuvo que aceptar a regañadientes y, tras una corta charla con su hija, decidió entregarla a lo que le parecía, era un futuro mejor.
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La pequeña miraba a la pareja con aversión, aquellas eran las personas que la separaban de su familia. No quería irse con ellos, quería quedarse con su hermano, y ser feliz allí con ellos. -Todo estará bien, pequeña, estaremos aquí esperándote para cuando decidas volver.- sonrió Diana, enternecida ante las lagrimas de la pequeña que consideraba su hija. -No quiero irme...- demando Ethel. -Lo comprendo, mi niña.- Consoló Augustus.- créeme que será lo mejor para ti.
En cuanto la niña logro separarse de sus padres, la pareja procedió a alejarla de allí, sin siquiera considerar sus lagrimas, y para el momento en que llegaron a su nuevo hogar, las lagrimas cesaron, quedo pasmada ante tan inmenso lugar.
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-Aquí es, pequeña.
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Todas somos Venus Triste
La primera vez que vi la portada de este libro, pensé que la mujer que estaba en ella era un poco mayor que yo; sin embargo, grande fue la sorpresa al descubrir que la dama que estaba enfrente de mí era, en realidad, un año menor. María Teresa Landa era un año menor que yo en esa foto y, aun así, ella ya era una señora y reina de belleza mexicana, mientras que yo solo soy una chica que está en Instagram más tiempo del que debería. Aunque somos claramente diferentes, en lo que sí nos parecemos es en nuestros paseos por Pino Suárez y nuestro gusto por las lecturas. Tal vez por eso es tan fácil conectar con ella, ya que no deja de ser una joven que quería comerse el mundo, un sueño que normalmente tiene cualquier chica de 17 años, sea la época que sea.     
La verdad es que no solo yo me vi reflejada en su historia, sino que también en ella pude ver a mi bisabuela, a mi abuela y a mi madre. Todas con historias que terminaron en tragedia, pero no con tanta como la de Landa, al menos ellas no mataron a sus esposos, aunque apuesto que en algún momento quisieron hacerlo. A lo que quiero llegar es que, al menos en México, a las mujeres les cuesta tener una buena relación con el amor y es triste, porque en todos los casos que mencione, la juventud, los sueños y las metas de estas mujeres tuvieron que tener una pausa por hombres que solo crearon ilusiones que llamaron amor. A pesar de esto, Ana Romero jamás victimiza a la señorita México, claro vive una tragedia, pero aún tenemos a esta mujer inteligente que sabe moverse dentro de las circunstancias que le dan. Tal y como todas esas mujeres que aprendieron a no perderse dentro de sus matrimonios, que en algunos casos no pudieron terminar y que en otros pudieron dejarlos a través de una firma final. 
Por otra parte, Landa no tenía únicamente su inteligencia y su belleza, sino que también tenía su círculo femenino que le ayudó en todo momento. Primero estaba su madre, que la cuidó lo más que pudo y que jamás la soltó. En la historia se ve la complicidad madre e hija dentro de un hogar lleno de hombres y también se ve como su madre es quien más le advierte y, como es común, la hija no le hace caso jajaja y no por eso la deja, sino que se mantiene fuerte para abrazar a su niña en el camino de los errores. La verdad es que su relación es mi favorita, me recuerda a la mía con mi madre. También tenemos a Minacha, su mejor amiga, que ayuda en cualquier plan que se le ocurra a la Landa, aun si en su pensamiento es una mala idea. Al igual que la madre, Minacha avanza junto con Teresa, siempre a su lado, aun en los peores escenarios como la cárcel. De igual manera, está la Otra Teresa, que no declara en contra de Landa, sino que encuentra consuelo al ver a la encarcelada y viceversa. Ambas se miraron en el juicio y entendieron que son iguales y que la culpa la tiene el hombre, no ellas. Asimismo, estaba Nana, que cuida a María Teresa desde pequeña y que regresó después de su jubilación  a la casa de Correo Mayor, no solo para ayudar en lo que pudiera, sino que también para acompañar a la matriarca de la casa al ver que su pequeña iría a juicio. Finalmente, están las mujeres de la cárcel que le hacen compañía a María Teresa en su soledad, así como alguna vez lo hicieron las otras concursantes de Señorita México cuando fue reina de belleza. Gracias Ana Romero por dejar en claro que el enemigo de una mujer no es otra mujer, sino que probablemente sea su pilar en los momentos más difíciles.
Venus Triste de Ana Romero es una experiencia única que cualquier mujer debería leer, ya que a pesar de ser una historia que está contextualizada en 1920, esta aún tiene relevancia en los problemas que muchas chicas vivimos en la actualidad. 
Atte. Una escritora en progreso
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armatofu · 3 months
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Me llamo Manuel Castillo Matus.
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Yo soy mototaxista, una pareja me contrató para que todos los días a las 10 de la noche los recogiera en el parque de Nuevo Mexico. Ellos siempre eran mi último servicio y el recorrido que hacía era del parque de Nuevo Mexico hasta a Cristobal Obregon era un poco larga la distancia, pero no tenía problemas porque me pagaban bien el único problema es que me desocupaba muy tarde.
Un viernes normal fui por ellos, y en el trayecto de la avenida vi a un hombre discutiendo con un taxista, se me hizo muy extraño pero no le tomé importancia así que seguí mi camino sobre la carretera a Obregon donde vivian mis pasajeros y más adelante me percaté que una manada de borrachos y quizá hasta drogados, iban caminando sobre la calle.
En fin, llegamos y mis pasajeros se bajaron, y me fui de regreso... Cuando iba en camino volví a ver a la manada de borrachos caminando igual, gritando como si fueran haciendo travesuras.
Seguí derecho y por la bodega de Segalmex volví a ver al sujeto anterior que parecía discutir con el taxista, pero esta vez estaba él solo y me hizo la parada.
La verdad ya estaba muy cansado pero pensé "tal vez quiere que lo lleve cerca"... Así que me detuve lentamente y al preguntarle me pidió que lo llevar hasta Tenochtitlan (es muy lejos, casi 12 kilometros y la mitad es terraseria) le dije "No, como cree señor es muy tarde para ir hasta allá, yo no voy y no lo van a llevar ahorita, mejor devuelvase porque ahí ​viene una bola de borrachos que le pueden hacer algo".​
El joven me dijo "¡No me puedo devolver!, no se donde estoy, vine de bacaciones con unos amigos y me perdí y el otro taxista me bajó". Me insistió mucho y hasta me dijo, "¿cuanto quieres?, Llevame, sacame de aquí y te pago lo que me pidas, ¡por favor!". Tal vez estuve mal pero aún así le contesté
"No, lo siento señor", y me fui...
Seguí mi camino y por toda la carretera antes de entrar a Nuevo Mexico esta el basurero y hay un pedazo de monte grande y oscuro, justo en ese lugar ví en la orilla a una mujer llorando. Era una señora normal; se veía mayor, con pelo corto y chino muy peinadita, de su cuerpo era rellenita, y no me hizo la parada, lo recuerdo bien...
Pensé en pararme pero no quise meterme en asuntos que no eran míos, simplemente baje la velocidad y cuando pasé por un lado de ella, mi mototaxy se apagó de la nada.
Yo pensaba que era por que iba manejando despacio, entonces volví a dar marcha, pero este ya no quiso prender. De pronto, cuando me asomé hacia un lado me percaté que aquella mujer me observaba fijamente.y antes de yo siquiera decir algo me dijo llorando... "Llévate a mi hijo, me lo van a matar".
Les juro que al ver su expresión sentí un terror inmenso, comencé a temblar y mi cuerpo se paralizó totalmente... La señora se acerca aún más y con la luz de mis faros pude notar que su tez era amarillenta, sin una pizca de color, su cara huesuda y con muchas ojeras.
Claramente era una difunta, un fantasma o como quieran llamarle, yo me volteé hacia el frente y desesperado intenté prender mi mototaxy mientras que ella me repetía, "llévatelo, no lo dejes ahí me lo van a matar".
No sé ni porque, pero le puse el cambio en reversa y de la nada el mototaxy se prendió, y con tanto temor de verla acelere tan rápido que me acerqué hacia donde estaba el joven y le dije "rápido, súbete"...
La pandilla estaba como a 100 metros de él, cuando de reojo vi que comenzaron a correr hacia nosotros, inmediatamente aceleré el mototaxy y corrieron aún más rápido atrás de nosotros, pero gracias a Dios no nos alcanzaron, pues aún estaban un poco alejados.
Mi pasajero y yo estábamos sorprendidos, no decíamos absolutamente nada...
Cuando pasé nuevamente por dónde había tenido el espeluznante encuentro con la señora ya no había nadie ahí...
Con miedo seguí mi camino, y cuando tomé una curva para agarrar la rrecta volteé a ver a mi pasagero y para mi escalofriante sorpresa, ¡¡la señora iba con él!!, estaba sonriendo, tenía mis manos y mis pies frios, no podía frenar solo temblaba nunka me avia pasado algo iual en la vida no se si centia miedo o asombro pero centi q todo se me paralizo, ¡se los juro!.
Cuando llegamos por el wanacastle que esta en la cachimba de un tal Oli tuve el valor de volver la vista hacia atras y ya no iba la mujer, había desaparecido.
Entonces pude respirar más tranquilo y me detuve, el joven inmediatamente volteó a verme y me dijo "porfavor, no me deje aquí, no sé cómo regresarme... me vine con unos amigos a una fiesta pero pelearon y todos corrimos y yo no conozco aquí. Le repito lo mismo cóbreme lo que quiera."
Entonces me quedé pensando y sabía que no podía arriesgarlo, no pude dejarlo ahí y solo le dije "esta bien" y nos fuimos. Pasó un buen rato para que yo pudiera tranquilizarme y hablar..
Le saqué platica diciéndole que ese lugar estaba muy feo de noche y advirtiéndole que ya no se volviera a meter por esa zona, ya que lo más seguro es que esa bola de borrachos le hicieran algo muy malo...
Él me dijo que cuando los vio acercarse tenía miedo, quiso correr pero sabía que lo alcanzarían. Dijo que estaba tan asustado que le pidió a su mamá que lo ayudara... pues hace dos semanas atras ella había muerto.
Ahí fue donde entendí y le comencé a preguntar que si su mamá tenía tales características, y el joven sorprendido me preguntó que como es que yo sabía como era, le dije "ahorita ella venía contigo, y ella me mandó a recogerte"...
Se puso a llorar con un sentimiento tan triste, que me dio mucha lástima por poco y llorocon el.
Finalmente llegamos a donde él vivía y me despedí de él diciéndole "Cuídese señor, ya deje descansar a su madre", él me agradeció tanto al punto de quererme dar un abrazo.
Está fue mi experiencia, yo la viví y nadie me lo contó, es completamente real... ¡Esa mujer me mandó a proteger a su hijo! El AMOR DE MADRE NO TIENE LIMITES!
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juanmecanico · 4 months
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¡Brundle apoya al 'animal competitivo' Newey para quedarse en F1! ¿Te lo vas a perder? Sorprendentemente, Adrian Newey, el super-genio de diseño y hombre más importante en el equipo de Red Bull, está contemplando retirarse de la Fórmula 1. Increíble, ¿verdad? Como los fanáticos de los automóviles y el mundo del automovilismo, esto definitivamente nos ha dado algo en qué pensar. #F1 Según Martin Brundle, ex piloto de F1 y ahora comentarista de Sky Sports, Newey es un "animal competitivo" y creía que tenía dudas nutricionales para lidiar con el cambio del motor V6 turbo híbrido a la nueva directiva de combustible sostenible prevista para 2025. Sin embargo, ¡no se pueden negar los impresionantes logros de Newey en la F1! Sus autos han ganado más de 150 Grandes Premios y ha obtenido 10 campeonatos mundiales de constructores con Williams, McLaren y Red Bull. Impresionante. Además, Brundle tiene razón al declarar que el papel de Newey es más que solo un diseñador. Es una mente brillante que desempeña un papel clave en la mecánica de cualquier auto de carreras. Claramente, él es invaluable para cualquier equipo... o lo sería si decidiera continuar. Lo cual, como bien señala Brundle, deja a Red Bull con un gran dilema. Por otro lado, creo que hay algunos aspectos en que no estoy de acuerdo. Sugiere que si Newey se va, representaría un impacto significativo en Red Bull. Esto parece asumir que Red Bull no podría encontrar un sustituto adecuado para Newey. Al menos, no uno de un talento comparable. Permítanme presentar mi contraargumento aquí. La F1 se trata de evolución y cambio constante. SI, Newey es una mente brillante. SÍ, su renuncia definitivamente causará una sacudida en la organización de Red Bull. Pero, ¿acaso no tiene Red Bull acceso a los mejores talentos del mundo en esta área? ¿No estarían buscando constantemente nuevas mentes brillantes para contribuir? Siento que decir que la partida de Newey sería un golpe devastador en exceso dramatiza las cosas y subestima los esfuerzos y la capacidad del resto del equipo de Red Bull. Estoy seguro de que este punto de vista sembrará controversia, pero, como siempre digo, los autos y el automovilismo son mucho más que solo una persona. Todo el equipo cuenta - sin importar lo valioso que sea un individuo, no puedes ganar carreras por ti mismo. Es un esfuerzo de equipo. Finalmente, creo que no importa lo que decida Newey, nos ha dado años increíbles de innovación y emoción en el mundo de la F1. Si decide retirarse, ¡se lo ha ganado! Y si no, entonces esperamos ansiosos ver qué sorpresas nos tiene preparadas para el futuro. #AdrianNewey Eso, señoras y señores, es mi punto de vista. No olviden usar su cinturón de seguridad, vigilar sus espejos... y mantener abierta la conversación. ¡Nos vemos en el circuito!
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pazsamaniego11 · 5 months
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Criticando a Coachella
Coachella, donde la música no importa y los outfits son el verdadero show...
En primer lugar, ¿qué onda con Charli D'Amelio? La mitad de la gente la criticó por ir sin sostén y con un vestido transparente, y la otra mitad la deferendió diciendo que ya es una adulta, y sí, lo admito, ya es grande y todo eso, pero para la gente fue obviamente impactante verla todo el tiempo con sudaderas durante toda la cuarentena y años después ¡pum! vestido revelador. Fue una sorpresa verla así, pero no creo que deban criticarla tanto por hacer algo que muchas mujeres famosas ya han hecho, ni tampoco ir al otro extremo de atacar a los que dijeron lo contrario.
De todas formas, Charli, con todo lo que se hablaba, salió a decir "chicos, lamento decirles que tengo pezones" sarcasmo al mil de la segunda más seguida en TikTok.
Por otro lado, Vanessa Hudgens, que la conocerán por High School Musical o por su participación como en 50 películas navideñas en Netflix #estoyexagerando, ella siempre se lleva los mejores outfits a Coachella, al igual que Megan Fox, simplemente me dejaron impresionada una vez más. Pero a las que sí les faltó color y un poco más de creatividad, porque, ajá, es Coachella. Diría que fueron Kendall Jenner y Hailey Bieber, ya que siempre llevan outfits increíbles a la calle, incluso hasta cuándo compran el pan. Ambas imponen moda, es por eso que no entiendo la sencillez en el festival.
Y bueno, mientras que el marido de Rihanna llevaba 30 calzones encima, Evan Peters, el actor de la serie sobre Dahmer, se comía a besos con su actual pareja delante de los pobres, y por si no fuera poco, Peso Pluma acompañado de una modelo y Niki Nikole enviando indirectas en su post de Instagram para el hombre en cuestión.
En cuanto a Justin Bieber, ¿qué puedo decir? Nunca tengo expectativas y aún así me decepcióna, necesitamos más empeño en la selección de sus trapos, y encima, la cara de asco con Taylor Swift, que no entiendo por qué. Algo un tanto innecesario.
En cuanto a los artistas, Doja Cat, diosa bailando hasta en lodo, también Sabrina Carpenter, pero J Balvin, ¿por qué tanto marciano de bailarín? No entendí.
Y, por último, pero no menos importante (frase típica de presentadora), Billie Eilish como invitada en la performance de Lana del Rey, ¡qué obra de arte! Dos mujeres espectaculares, bellas y empoderadas, porque sí, señoras y señores, damas y caballeros, en este blog le rezamos a Billie. ¿Por qué? Porque sí, usted no pregunte, solo disfrute.
En fin, eso fue todo. No me extrañen mucho...
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letrocitia · 5 months
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Vigilia Nocturna.
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Recuerdo bien ese día, al llegar a San Blas vi extrañado que el paisaje en los alrededores había cambiado. Algunos cerros aparecían desprovistos de verdor y en su lugar, había solo tierra calcinada. El olor a quemado y la tristeza se mezclaban. Mi abuelo me esperaba en la parada del camión.
—¡Ha pasado algo terrible Josué!
Me llegó un ruido desconocido, como el bramido terrible de un animal.
—¡Acompáñame!
Fuimos al cerro alto, donde hay unas cruces muy viejas, y que por eso le dicen «el cerro de las cruces». Llevaba yo cargando mi mochila escolar y hubiera preferido pasar antes a la casa, pero el viejo me había contagiado de urgencia. Desde ahí vimos una fila compuesta de retroexcavadoras y camiones de volteo que avanzaban generando polvo y estruendo por el sinuoso camino de acceso a San Blas.
—Parece una víbora— dije.
—Una víbora ponzoñosa —replicó él.
Esa tarde, frente al ayuntamiento, la gente del pueblo escuchábamos el discurso de las autoridades. Pedían que nos fuéramos. Hablaban de hacer un gran complejo de parques industriales. «No debíamos obstaculizar el progreso». Parecía que la suerte de la tierra, y la nuestra, se había decidido ya en lejanos despachos, entre café, licores y bocadillos, con muchos sobres de dinero en la mesa.
—¡Tomen sus cosas y váyanse a la chingada o sufran las consecuencias!
De los ojos marchitos de mi abuelo brotaban lágrimas. Tenía los puños crispados de impotencia.
—¡Nos vendieron estos cabrones! ¡Nos vendieron! —repetía entre dientes.
Esa misma noche algunos se fueron caminando pesarosos entre los cerros humeantes, con las cosas más necesarias en la espalda. Nosotros nos quedamos.
—¿Y ahora qué abuelo?
—Ahora defendemos lo que es nuestro.
La voz resuelta contrastaba con su fragilidad: una delgadez de ramita de árbol, cabello completamente blanco y el corazón en hilachos. Todo consecuencia del tiempo, que no perdona nada, pero también agravada por la pérdida prematura de su mujer y de mis padres.
La defensa del pueblo la coordinó la doctora Victoria, que era muy respetada por la comunidad. Fue toda una sorpresa porque ella ni era de San Blas. Le preguntaban qué por qué se quedaba y ella decía que consideraba al pueblo su hogar. El amor a veces es un pegamento muy fuerte que nos une a causas desesperadas.
—¿En qué piensas abuelo? —le pregunté.
—En que estás por soltar tu niñez —dijo.
—Ya no soy un niño. ¡Tengo once! —dije, simulando estar ofendido, y lo abracé.
Las máquinas llegaron hasta la plaza y los operarios mantuvieron los motores encendidos y desde sus cabinas amagaban con avanzar haciendo movimientos violentos para luego pararse en seco. También meneaban las cucharas de sus retroexcavadoras en nuestra dirección, amedrentándonos. Yo observaba a los demás resistir en unidad y eso me daba fuerzas. Toda la noche luchamos contra la angustia. «La vigilia nocturna más larga y desgastante de que tengo memoria» diría después mi abuelo.
En la madrugada llegó más gente del gobierno junto con algunos militares. Hablaron con la doctora y querían negociar, pero el mensaje fue claro: no íbamos a renunciar a San Blas. Siguió una serie de amenazas y dijeron muchas cosas que no entendí, pero que sonaban muy desagradables.
—No te preocupes Josué. No nos va a pasar nada.
—¿Cómo es que estás tan seguro?
—La justicia está de nuestro lado, ella ve todo.
—¿Justicia no es la señora que tiene los ojos vendados? ¿Cómo es que nos puede ver?
—Ella ve cosas que los ojos físicos no pueden, y tarde o temprano prevalece. Pero no podemos esperar que ella haga todo el trabajo, por eso estamos aquí, resistiendo.
Más tarde llegó gente con cámaras de televisión a documentar el hecho y entrevistaron a varios. Ahí fue donde las máquinas se apagaron y tuvimos un poco de paz. Poco a poco se fueron yendo: las retroexcavadoras, los militares y los trabajadores. Cuando salía el sol ya estábamos tranquilos. Las mujeres repartían pan y café y los hombres se abrazaban aliviados.
—¿Ganamos? —pregunté.
—Esta batalla sí —dijo—. Ven.
Fuimos otra vez al cerro de las cruces y vimos a la serpiente ponzoñosa alejarse reptando de San Blas.
Autor: Ana Laura Piera.
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