#ellas no sabían lo que se venía
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theladydi · 13 days ago
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and the rest is history
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rubywolffxxx · 13 days ago
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Hijo desconocido (Lando / Charles / Lewis)
Resumen: años después de una relación fallida, descubren la existencia de un hijo.
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Nota: Lewis no es un corredor que siga mucho fuera de la pista, por ende puede que me equivoque un poco en su personalidad.
Nota 2: uso de ____ (tu nombre)
Masterlist de mi autoría
Shot de Charles Shot de Lando
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Lewis
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Cuando los periodistas y Lewis no se llevaban bien, y el hombre sentía rechazo por las entrevistas, la aparición de una mujer cambió todo. La buscaba solo a ellas tras las carreras, se abría con seguridad y ansiaba poder verla. Cuando la relación escaló a más y comenzaba a sentirse demasiado serio, el piloto decidió alejarse.
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Se sabía de sobra que la relación de Hamilton con el periodismo fue más que tenso en esos ultimos meses.
Leves pizcas de racismo y ninguneo por parte de la prensa hacían inmanejable la situación periodística, aún más teniendo en cuenta que Lewis estaba obligado a dar las entrevistas. Quiera o no.
Fue por esa razón que se acercó con la peor de las ganas al área de entrevistas, dispuesto a responder "si, no, no sé".
Pero entonces ella apareció, y con su mejor sonrisa, le hizo una de las mejores y más cómodas entrevistas que tuvo en toda su carrera. Y fue solo el comienzo, porque en cada carrera terminada, la mujer de actitud tranquila lo hacía sentir apreciado, respetado. Y eso era suficiente para que Lewis la tomara como su periodista favorita.
Ese aprecio hizo que cierta tarde post qualy Lewis la invitara a cenar, y ese aprecio rápidamente escaló a interés. Y luego a deseo.
La joven periodista brasilera se había robado su corazón, y por su parte, ella no dudó en entregarle el suyo. Se amaban con locura, y por meses mantuvieron una secreta pero casi obvia relación. Cualquiera que viera las entrevistas entre ambos lo notaban, esa obvia tensión. Pero nadie decía nada, eran tan buenos ocultando sus salidas y encuentros que nunca nadie tuvo pruebas de ello.
Fue así hasta que alguien los vio salir de un restaurante en su paso por Brasil en el último gran prix. Lewis se preocupó, y terminó de sentir la presión cuando la mujer le planteó la necesidad de dejar de ser escondida. Comenzaba a sentirse incómoda con tanto misterio e incertidumbre.
"¿Soy motivo de vergüenza? ¿No puedes blanquear una relación con una simple periodista?"
"Sabes que te amo... Pero no quiero nada serio ahora".
Y ____ no se haría de rogar, desapareció sin dejar rastro. Incluso del paddock.
—¿Sabes a quién ví hoy? Al amigo de ____.—George miró a Lewis, quien meditaba en su tina de hielo—. Ya sabes cuál, el que se casó con el camarógrafo de Fox Sports hace algunos años.—
—¿Bruno?—
—Si, ese mismo. Estaban instalando equipo en el paddock.—George notó como su compañero se removía en el agua—. No lo veía hace meses.—
—... Si.—
La verdad era que Lewis había estado siguiendo el trabajo del par de amigos periodistas por un tiempo.
Después de cortar lazos, ____ había terminado de cubrir la temporada -claro está que a Lewis no volvió a entrevistarlo-.
Luego se dedicó a conducir un programa de Formula 1 de Fox Sports desde Brasil un tiempo breve y luego anunció su retiro temporal, alegando que tenia "situaciones familiares" que debía atender. No dijo mucho más.
En las redes se habló de su padre, que venía atravesando una delicada enfermedad. Pero nada confirmado. Lo único que se sabía, es que no sabían nada. Y ella solo se esfumó.
Al menos por tres años, hasta esa tarde que George vio a su equipo de siempre acomodarse en el paddock. Y Lewis no podía más de los nervios. Cada vez que salía al patio, su mirada recorría a cada persona que se movía por su campo de visión. La buscaba a ella. No la encontró, pero si al famoso Bruno.
El camarógrafo caminaba junto a su pareja, charlando sin mayores inconvenientes. El detalle a destacar era el pequeño niño sobre los hombros de Bruno.
En un principio Lewis pensó que la pareja podría haber adoptado a un niño, o que se trataba de algún familiar. Pero entonces apareció ____, y el niño se desesperó por ir a sus brazos.
—Mamá ya esta aqui, Nono. No te preocupes.—lo estrechó entre sus brazos, llenando su rostro de besos y arrancándole risas desesperadas.
Mamá...
Lewis sufrió un escalofrío.
—Estuve preguntando y dicen que su programa de Fox volverá al aire, mañana es el primer capítulo.—
George volvió a los cuartos con toda la información recopilada. Lewis le pidió ayuda, y el piloto amante del chisme no pudo negarse.
—Dudo que nos entreviste a nosostros.—Lewis miraba algo distraído por la ventana, notando que la mujer almorzaba unos pisos abajo, en el jardín—... ¿Viste al niño?—
—¿Al pequeño morenito de rulos que tiene la edad aproximada desde que la viste por última vez y luego ella desapareció?—George frunció su rostro con fingida confusión.
—Yo también lo pensé, pero no puede ser... ¿Por qué no me dijo nada?... ¿Por qué lo trajo justo ahora?—
George se encogió de hombros, sin muchas intenciones de teorizar sobre algo tan delicado como lo era un posible hijo.
—Deberias hablar con ella, de forma casual... Y no asaltarla con preguntas sobre un hijo que ni siquiera sabes si es tuyo.—
—Comienzo a pensar que sí lo es... Tengo el presentimiento.—
—Hay moros en la costa.—
Un Bruno muy poco disimulado se arrimó hacia su amiga, soltando aquello en su oido. ____ no se inmutó mucho, en su lugar, solo asintió. La mujer siguió cuidando el cabello del niño, aplicándole una loción y desenredando sus rizos con todo el amor maternal que tenía.
El camarógrafo pellizcó la mejilla del niño con cariño antes de comenzar a alejarse, escapando del evidente momento incómodo. Lewis llegó a la pequeña mesita donde la mujer merendaba, sin despegar la mirada del pequeño sentado sobre la mesita con los piecitos colgando, moviéndolos vagamente.
—Hola.—soltó sin más al notar que la mujer no se dignaba a mirarlo. ____ finalmente levantó la mirada hacia él.
—Hola, Lewis ¿Qué tal la tarde?—volvió la atención al pequeño—. ¿Disfrutando del solcito? Nosotros también.—
—... Me da gusto ver que has regresado.—
—Si, ya iba haciendo falta... ¿Podrías dejar de verlo tanto? Vas a ojearlo.—
—¿Y qué es eso?—
—Cuando adultos cansados o con sentimientos negativos miran mucho a un niño, le transmiten esas malas vibras y después les cuenta dormir o están molestos.—
—No sabía que eso existía.—
—... ¿Qué diablos quieres, Lewis?—____ dejó los rizos del pequeño, mirando al hombre cansada—. Si sigues dos segundos más aquí, te volverán a inventar rumores. No quieres que te relacionen con la simple periodista ¿no?—
—Este niño es mio.—soltó sin más, y por la postura de la mujer, lo confirmó—. ¿No es así?—
____ se relajó, acomodando al niño para que Lewis lo apreciara bien.
—Lewis, te presento a mi niño: Bruno.—el pequeño rió animado al escuchar su nombre—. O Nono, como nos gusta llamarlo en casa.—Lewis se sentó en la silla vacía, mirando con atención al pequeño—. Me enteré de la existencia de la pequeña patata a las 4 semanas de romper contigo.—
—¿Por qué no me dijiste nada?—
—"no quiero nada serio, hay que terminar esto. No estoy listo para una relación".—citó de memoria—. Si no querías blanquear algo tan normal como una novia ¿Qué sería de un niño fruto de eso? No, Lewis. No iba a pasar un momento de mierda.—
El pequeño miraba con curiosidad a su padre, sintiendo una atracción innata por él. Extendió sus manos hacia el piloto, quien las tomó con cuidado entre sus dedos. Y entonces Lewis murió.
—Hola, Bruno...—La mujer se rompió un poquito al ver como el rostro de Lewis se iluminaba con los gestos del bebé, mirándolo con cierta fascinación—. En honor a tu amigo, supongo.—
—Estuvo conmigo durante todo el embarazo, me apoyó siempre... Era el detalle mínimo que merecía.—____ lo miró con curiosidad—. ¿No vas a enojarte?—
—No sé qué sentir en este momento.—su voz era suave, pero su rostro conflictivo—. Por supuesto que me molesta el hecho de que me hayas ocultado algo así... Pero entiendo el porqué. La verdad... No sé cómo habría tomado la noticia en ese entonces.—
La mujer pasó la mirada del niño al piloto, intentando averiguar qué diablos podía decir.
—... Cubriremos el fin de semana con Bruno y Lucas. Estaremos quedándonos en los cuartos de las instalaciones... Si quieres, y te parece bien, podemos arreglar para que tengas más tiempo con Nono.—Lewis la miró de inmediato—. Lamento haberlo ocultado... No te impediré tener contacto con él, si es lo que deseas.—
—... ¿Puedo cargarlo?—la mujer sonrió apenas, asintiendo enseguida. La idea de verlo cargar a Bruno en brazos le causaba intriga, pues durante años se hizo la imagen mental.
Lewis deslizó las manos por debajo de los brazos del niño y lo alzó, apoyándolo enseguida contra su pecho. Y sintió una sensación indescriptible.
Pertenencia. Calidez. Amor...
Lewis creía ser capaz de no volver a soltarlo nunca más.
—Es como mágico ¿No crees?—____ lo miró con ternura—. Es como tener un pedacito tuyo en brazos.—
—Un pedacito tuyo.—respondió sin pensarlo demasiado, haciendo que la mujer se sintiera extraña—. Y mio... De ambos.—se mantuvo en silencio un momento, hasta que finalmente la miró—. ¿Están libres en la noche?—
Lewis se paró más que nervioso frente a la puerta de aquel departamento, y no precisamente por la más reciente carrera.
Habían acordado una cena, para que la mujer le contara un poco sobre todo lo sucedido esos años. Y puede que sea solo por el tema del bebé, pero Lewis no podía evitar pensar que se trataba de una cita. De esas citas escondidas que tanto esperaba los fines de semana. Tocó finalmente.
En cuanto la puerta se abrió, un conocido aroma atacó a Lewis.
—¿Spaghetti?—miró con una pequeña sonrisa a la mujer, quien asintió enseguida.
—Adelante, pasa.—El hombre entró al departamento, sorprendido de lo grande que era—. Los cuartos del paddock son muy pequeños, por eso alquilamos un departamento.... Éste lo comparto con Bruno y Lucas, pero hoy salieron a cenar.—
—Ya veo... Es bonito.—caminaron hacia la sala, y el rostro de Lewis se iluminó al ver al pequeño en un pequeño corralito—. Hola, Bruno.—
El pequeño que miraba distraído los peluches colgantes sobre su cabeza, volteó al escuchar su nombre, y no tardó en reír al ver a Lewis.
—Puedes cargarlo si quieres, de todas formas, ya casi esta la comida.—____ pasó por su lado, acomodándose del otro lado del corral—. Nada de vino, supongo ¿Jugo de manzana?—
—Ya lo sabes, si.—Lewis la miró, notando la sonrisa que le regalaba.
El hombre cargó al bebé, comenzando a hamacarlo vagamente. Comenzaba a adorar el perfumito a bebé, lo calentito que se sentía y los balbuceos constantes que indicaban la necesidad de querer comenzar a hablar.
____ terminó de acomodar la mesa, y entonces llamó a Lewis a cenar. Sentó al niño en su sillita, y se acomodó a uno de los lados de la mesa cuadrada. Lewis se sentó del otro lado.
—Spaguetti con salsa de champiñones... Era la cena de victoria.—el piloto miró a la mujer que dejaba el plato frente a él.
—Ganaste hoy ¿O no?—____ se sirvió su plato—. Felicidades, por cierto.—
—¿Observaciones sobre el desempeño?—
La mujer se congeló por un segundo, pues recuerdos del pasado llegaron a su mente. Siempre solían discutir sobre la carrera en las cenas secretas, debatiendo sobre la parte técnica del asunto y como Lewis se había desarrollado en su performance.
Pero ahora se sentía extraño. Toda la situación era rara. Más ninguno de los dos pensaba arruinar eso.
—... Fernando corrió mejor.—
—¡Siempre dices eso!—Lewis la miró divertido—. Y siempre queda abajo.—
—Ah, disculpa señor Pole.—____ mezcló el puré de verduras para el bebé—. Pero me preguntaste por desempeño, no por posiciones... ¿Quieres intentar?—le ofreció el platito de comida.
Cualquiera que viera la escena, pensaría que se trataba de una familia normal. A pesar de que le dieron fin a su relación, no fue en malos términos, no del todo. Por lo que no había resentimientos como tal. Ambos deseaban formar una familia en el pasado, solo que ____ no quería esperar de forma indefinida por ello. Y era justo lo que Lewis quería.
—Quiero dejar crecer su pelo, asi lo iré acostumbrando a las trenzas.—____ se sentó en el sofá, mirando a Lewis cargar al niño. Se dormiría en cualquier momento—. Pero no tiene el cabello tan esponjoso como tú, es más lacio. Sus rulos son suaves.—
—¿Tengo el pelo tieso entonces?—la mujer rió bajito, llevando su mano al cabello del bebé—. Es hermoso... Sacó mucho de ti.—la vio sonreír.
—Tiene tus ojos... Y se hacen chiquitos cuando sonríe... Es de las cosas que más amaba de ti, asi que me pone feliz saber que heredó eso.—
—¿"Amabas"?—la mujer no dijo nada—... Pues yo amaba tu risa... Y lo sigo haciendo.—
—... No vamos a hablar de eso ahora.—
____ se levantó, tomando al pequeño en brazos y llevándolo a su cuna en el cuarto al final de la sala. Lewis la siguió de cerca.
—Crei que la cena era justo para eso, para hablar.—
—Si, sobre Bruno. No sobre nosotros.—acomodó al niño sobre la cuna, arropándolo con cuidado.
—Una cosa abarca la otra.—
—Claro que no. Son dos cosas diferentes.—
—En ese caso hablemos.—La mujer salió seguida de Lewis—. Hablemos de todo, aclaremos todo.—
—¿Aclarar qué?—cerró la puerta, mirándolo frustrada—. No querías nada serio conmigo, me fui y fin. No hubo nada raro ni extraño. Ahora quiero que mantengas una buena relación con Bruno y ya. Nada más.—
—¿Nada más? ¿Segura?—
—Lewis...—
—No debí alejarte esa vez, pero tenía miedo... Muchos me odiaban, recibía mucho hate a diario ¿Qué quedaría para ti?—
—... Por ti, hubiese soportado lo que sea, Lewis... Y eso lo sabías muy bien.—
Lewis murió un poquito con aquello...
—Serías novia del piloto más odiado de la grilla.—
—Sería novia del piloto más lindo, amable y dulce de la grilla. Y padre de Nono... Pero creo que ya es tarde para eso.—
—No, no lo es.—el hombre tomó las mejillas de la mujer quién sintió como su cuerpo se tensaba por el tacto—. Vamos a intentarlo, intentémoslo de vuelta. Seremos una familia.—
—¿estás seguro? ¿y qué le diremos a todo el mundo? ¿"Ella es mi novia y el niño de dos años mi hijo"?—
—A estas alturas he aprendido... Que me debe importar una mierda lo que digan los demás sobre mi, sobre lo que hago y lo que amo. Lo único que debe importarme es estar junto a la mujer que amo, ese niño de ahi que fue fruto de ello... Y comer pasta con salsa de champiñones cada vez que gano.—____ sonrió, posando sus manos sobre las que presionaban sus mejillas.
—¿Me darás entrevistas exclusivas en mi nuevo programa?—
—Te daré lo que sea que me pidas, corazón...—
Al otro dia, luego de la carrera, ____ entrevistaría a Lewis en su programa. Lo último que esperaba era una descarada confesión.
"¿Y si mejor tú le dices a tu público la gran primicia? Sobre mi hermosa novia y el hermoso niño que compartimos..."
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daseindigital · 1 year ago
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-Despues de varias lunas cumplidas haciendo lo mismo me has preguntado ¿Qué hago cada noche en este claro? Sin embargo sigues viniendo a mí, noche tras noche sin falta.
El platinado soltó un suspiro antes de continuar al no recibir respuesta de la pelinegra.
-Soy un demonio, Miko, no uno cualquiera sino un Inu Daiyokai. Está fuera de mi naturaleza hablar de sentimientos y yo jamás doy explicaciones, sin embargo hoy lo haré por ti así que pon atención. ¿Sabes cuál es la razón por la que dejé a Rin en tu aldea y a Jaken a su cuidado?
-Para que esté segura.- Respondió Kagome afirmando, pero su voz delataba un poco de duda.
-Sabes tan bien como yo que estando a mi lado nada le habría pasado jamás. - Corrigió él y la joven no pudo evitar fruncir levemente el ceño porque esa misma idea ya le había cruzado por la mente, pero jamás la exteorizo. - Sabía que a Rin le dolería al principio acostumbrarse a la vida con los humanos, dejar a Jaken era su garantía de que tarde o temprano regresaría a visitarlos. Yo tomé la decisión de dejarlos en tu aldea porque soy un hombre que aprecia y valora su privacidad, y sin embargo aquella noche llegaste tú a este mismo claro interrumpiendo mi soledad. Llegaste tan rota, llorando inconsolablemente por un desaire más por parte del híbrido, parecía que ya te encontrabas harta de lo que te ofrece, él no se dió cuenta de que como tú no hay otra. - Un intenso sonrojo se apoderó de las mejillas de la sacerdotisa. - Esa misma noche te acercaste a mí y te refugiaste en mi pecho, yo simplemente no tuve la fuerza para retirarte a pesar de que el olor de tu tristeza me abrumaba. -Kagome bajó la mirada avergonzada pero los dedos largos y finos de Sesshomaru le hicieron levantar el rostro cuando fue sostenido por el mentón para que le mirara nuevamente. - Para mi sorpresa la siguiente noche volviste a aparecer, esta vez te veías más repuesta, me sonreiste tímidamente y descubrí que eras experta en las noches frías, porque las vuelves cálidas con tu sola presencia. Día tras día luchaba conmigo mismo intentando no volver más, y sin embargo caía en la tentación de venir sabiendo que tú llegarías en algún momento, hasta que dejé de pelear con el descubrimiento de que mi pensamiento se rehusa a ti pero mi cuerpo te adora. Adora la sensación que me produce tocarte, el que roces accidentalmente mi piel ya es ganar para mí. Y es que tu cabello negro, la figura de cuerpo que decidiste tapar con ese traje de sacerdotisa que no te queda porque esta no eres tú, y tus ojos azules color del cielo son algo que no puedo sacar de mi mente en ningún momento del día... Ahora he respondido a tu pregunta, Kagome.
-Sesshomaru... -La joven analizaba cada palabra dicha por el platinado, su corazón estaba acelerado temiendo entender mal porque en verdad deseaba significar algo más que la ex enamorada de su medio hermano.
-El Kitsune ha despertado y te está buscando.-Dijo él invitándola a retirarse, deseaba estar con ella pero si el pequeño zorro venía a buscarla, todos sabían a dónde iba Kagome cada noche y tan bella rutina podría verse afectada.
Ella había aprendido a descifrar sus peticiones mudas así que entendiendo lo que quería y decidió retirarse.
-Kagome.- Le habló antes de que se pusiera en pie y ella volvió a dirigir la mirada a él. -Te espero mañana, ven e interrumpe mi soledad.
Crédito Anny Sarabia
+++++++
Mil gracias a Anny Sarabia por este bellísimo escrito para está imagen. En verdad es un deleite leer tus escritos, un honor y placer poder tener algo tuyo.
Ojalá nos sigas enamorando con más de tus escritos Sesshome ❤️
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mara242526-blog · 1 month ago
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Parto en la escuela parte 1
Finalmente mi bb decidió venir al mundo estos últimos 9 meses fueron un total estrés escondiendo este embarazo de todo el mundo lamentablemente las cosas no iban a terminar fácil mis contracciones empezaron la noche anterior -mmm tranquilo bb aún nos queda bastante tiempo - sabía que pronto nacería no podía tenerlo en mi casa mis amigas no sabían de mi estado así que los últimos meses estuve acondicionado un aula en el ala abandonada del colegio con todo lo necesario para un parto ahí tendría a mi bb. Esa mañana me di una ducha mientras estába en el baño tuve otra contracción que me confirmó que el proceso había comenzado. Baje a desayunar sin mucha hambre pues mi estómago estaba revuelto por el bb y los nervios de lo que me tocaría enfrentar en unas horas. El autobús escolar venía lleno asi que me toco ir parada evitando chocar mi vientre contra algún compañero y delatarme. Una contraccion me hizo apretar mi agarre fuertemente pero no podía masajear mi barriga para aliviar la presión. Apenas llegamos al colegio me fui al bañó y me senté en un cubículo y masaje a mi bb para que se calmara sabía que faltaba mucho y quería irme a mi lugar seguro una vez el parto este muy cerca pero para eso debía aguantar sin llamar la atención el máximo tiempo posible. Cuando sonó la campana baje mi remera y.mi buzo y camine como pude hacía mi primera clase el tener al bb tan abajo difícultaba que pudiera caminar normalmente. Cuando llegue me senté en mi pupitre y mi vientre quedo apretado en el asiento - lo siento bb- murmuré despacito mientras me acariciaba sutilmente mi vientre. No pude prestar atención a la clase estaba concentrada en repirar lo más tranquila posible para que nada se note cada contracciónes apretaba fuerte mi agarre en el banco y respiraba lentamente. Finalmente la clases concluyó cuando todos se fueron me pare y me apoye contra mi banco balancandome esas dos horas habían sido una tortura. Nuevamente me dirigi al baño y. Me encerre decidí revisar mi progreso puse una pierna sobre el inodoro y metí mi mano lentamente en mi húmedo coño no llevaba bragas debajo de la pollera solo iban a estorbar. Pude notar que tenía unos 4cm de dilatación estába avanzando bien decidí que podía soportar una clase más antes de dirigirme a mi sala de partos improvisada. Luego de revisarme me seque bien y en quede en el baño apoyada contra la pared con mis piernas abiertas mientras las contracciones pasaban tenía mi cabeza apoyada en mi brazo para amortiguar cualquier sonido y mi otra mano sostenía mi bajo vientre. De camino a lo que sería mi última clase del día una contracción me hizo apoyarme en una pared había Sido más fuerte que el resto un profesor se acerco a preguntarme si todo estába bien - Sisi mmm es solo un calambre por la regla - le dije soportando todo el dolor al ser un tema incómodo para los hombres no me dijo nada y siguio hacia su clase. Teníamos clase de arte dudaba Mucho que pudiera concentrarme en mi pintura ya demasiado esfuerzo estaba haciendo al estar sentada en un taburete sin respaldo soportando contracciónes tras contracciones apretado fuerte mi pincel. Por suerte la profesora ponía música muy fuerte según ella para inspirarnos así que los pequeños gemidos que se me escaparon por la incomodidad de mi creciente parto quedaron tapadas por la música
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ranitahumana · 9 months ago
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Me acordé de que hace un tiempo había empezado a escribir esto y luego lo dejé ahí bien abandonado... Así que me dije ah por qué no lo retomo para editarlo. Así que eso hice y lo continué un poco, aunque aviso que aún me falta un poco para terminarlo:
Le tomó de la mano, ansiosa, entre risas que intentaba contener y muecas señalándole que no hiciera nada de ruido.
Hiling estaba muy nerviosa, pero ya no aguantaba la emoción. Dorshe compartía solamente la parte de los nervios.
Lo que estaban haciendo era una locura y ambos lo sabían. No era que la idea no le gustara a Dorshe (de ser así él nunca hubiera aceptado), pero él no era el tipo que me gustaba romper las reglas de esta manera. Su falta de costumbre hacía que escabullirse de esta manera en la noche le pusiera la piel de gallina, mucho más que cualquier monstruo o truhan que había enfrentado.
Ya no aguantaba los nervios. Tener que escabullirse por la noche ya era mucho, pero el solo pensar en lo que podría pasarle a Hiling si fuesen a pillarlos hacia que le doliera muy fuerte el estómago.
Se detuvo y soltó su mano. Quería decir algo, pero no se atrevía a elevar la voz.
Hiling lo miro detenidamente. Traviesamente sonrió y acercándosele sigilosamente, le suspiró al oído:
- Confía.
Dorshe enrojeció completamente. Hiling a duras penas aguantó reírse.
Nuevamente le ofreció su mano. Dorshe no dudó en tomarla. Ahora no quería dejarla ir por ninguna cosa del mundo.
Llegando a su destino, Hiling escondió a Dorshe donde pudo detrás de algún pilar mientras ella abría la puerta. En cuanto terminó, le indicó con el dedo que entrara lo más rápido posible.
Dorshe corrió hacia la habitación oscura como si su vida dependiera de ello. La poca luz que salía de afuera desapareció enseguida en cuanto Hiling selló la puerta nuevamente. Ahora todo estaba completamente negro.
- Ah, ten cuidado con las escaleras.
Dorshe no pudo entender a qué se refería. Moviendo sus manos se dio cuenta de que estaban en un pasillo muy estrecho. Al dar un par de cuidadosos pasos entendió que tratarlo de pasillo era mucho decir: Estaban en una entrada directa a unas escaleras hacia abajo.
"Hubiera apreciado que me mencionara eso antes de que me metiera corriendo", pensó.
- Ves la luz para abajo? De aquí se ve algo tenue, pero no es tan lejos. Baja con cuidado, pero no tengas miedo: No es tan empinado. - Dijo Hiling
Dorshe sintió que lo estaba tratando como un niño, pero recordó que es probablemente la única manera que Hiling sabe de dar indicaciones. Algo sobre eso le daba cierta ternura.
Bajó Hiling primero sin problema alguno, acostumbrada a estos escalones. Dorshe intentó sujetarse en los costados tocando el muro, pero el pasillo era demasiado estrecho como para que consiguiera eso cómodamente. Apoyando sus codos contra las murallas, bajo escalón por escalón lentamente, con mucho cuidado de no caer.
De a poco consiguió ver con más claridad sus alrededores en cuanto más bajaba. Vio a Hiling esperandolo abajo y sin querer hacerla esperar aceleró el paso.
- Ya era hora de que llegaras - Dijo Hiling con una sonrisa. - Aquí puedes relajarte, no hay nadie quien vaya a oírnos.
Tomó nuevamente la mano de Dorshe y lo llevó para adelante, cruzando la entrada que daba a unos inmensos baños privados.
Dorshe no podía creer lo que veía.
Cuando Hiling lo invitó a escabullirse a los baños juntos por la noche, él imaginó que iba a estar completamente oscuro, pero el baño estaba iluminado plenamente por luz de luna que hacía brillar las aguas y las baldosas.
Dorshe miró hacia arriba para ver de dónde venía la luz. Los muros de por sí ya eran muy altos (habían bajado bastante, por lo que Dorshe suponía que se extendían hasta el nivel del suelo de donde entraron), pero en el centro del baño había un agujero donde los muros nuevamente iban para arriba.
Una torre se elevaba justo arriba del baño, con el solo propósito de iluminar naturalmente sus aguas a través de una entrada en su punta. Era imposible que alguien pudiese subir ahí a espiarlos, mucho menos que apenas alcanzaran a verlos desde ahí. Pensar en eso hizo que Dorshe se relajara.
"Aunque no me sorprendería si alguna serpiente de alguien que conozco se pudiera escabullir por aquí." Pensó, riendo para sus adentros "Si veo alguna, lo mato."
Se distrajo tanto en sus pensamientos que tardó en percatarse que Hiling ya se estaba sacando la ropa.
- A- AH-!?
- ¿¡Por qué estás tan sorprendido!? ¡Si para esto es a lo que vinimos!
Hiling se escuchaba algo molesta.
Dorshe encogió de hombros cabizbajo. No sabía por qué estaba tan sorprendido, pero no dejaba de sonrojarse al verla así.
Hiling suspiró. A medio desvestir se acercó a Dorshe a acariciar su rostro.
Le gustaba verlo tan ruborizado y nervioso del solo pensar en verla desnuda por primera vez. Lo besó con suma dulzura.
Deslizó sus manos por su robusto torso para intentar ayudarlo a sacarse la ropa. Dorshe perdía el aliento de solo sentirla tocar su pecho. Sin pensarlo dos veces, se quitó lo que llevaba, quedando en ropa interior.
Hiling sonrió y continuó de sacarse su vestido.
Completamente desnuda, Hiling colocó sus prendas encina de una pequeña banca mientras esperaba a que Dorshe hiciera lo mismo.
Era hermosa. Dorshe no creer lo que veía. Iluminada a luz de luna, el cuerpo completamente desnudo de Hiling parecía ser la cosa más hermosa que había visto en su vida. Dorshe no podía evitar quedar paralizado. Era tal su asombro que ni sentía vergüenza de quedar como tonto mirándola.
Hiling sintió mariposas de verlo así. La expresión de asombro Dorshe no le parecía cochina, sino más bien tierna. El ver como él la consideraba tan bella la llenaba por dentro de una felicidad desconocida.
- A- Ahora te queda sacarte los calzoncillos!
Hiling dijo sin pensarlo. Inmediatamente se avergonzó de haberlo dicho tan directo.
Tímido, Dorshe se sacó lo que le quedaba de ropa interior, dejando ver todo su ser sin censura alguna. Dejó sus prendas al lado de las de Hiling, quien lo miraba ruborizada y sonriente.
Ambos estaban muy nerviosos, muy tímidos como para mirarse directamente el uno al otro.
- E-Entremos juntos.
Tragando saliva, Hiling tomó a Dorshe de la mano sin atreverse a mirarlo a los ojos. Dentro del agua iba a sentirse menos nerviosa desnudo a su lado, pensó.
Hiling metió un pie al agua, bajando los escalones que habían en el borde de la gran tina.
Dorshe la siguió, bajando con ella hasta la parte más honda del baño. El agua le llegaba a Hiling hasta el pecho, mientras que a Dorshe penas le pasaba el ombligo.
El agua no estaba caliente, pero Dorshe se sorprendió de que no estuviera tan fría como él hubiera sospechado.
Miraba hacía arriba contemplando los muros y baldosas iluminadas por luz de luna que decoraban todo el baño. Era realmente hermoso. Para él que acostumbraba a bañarse con un balde de agua y un trapo entre otros soldados, el estar ahí dentro de un baño de la realeza acompañado de su querida reina se sentía como de ensueño. De ensueño e incorrecto para un hombre para él.
Dejó de mirar los muros y miró a Hiling, con todo su esbelto cuerpo hermosamente iluminado bajó el agua, quien lo miraba contenta. Sabía que Dorshe se iba a sorprender de ver el baño: Quería compartir eso con él. Y quería compartir muchas otras cosas ahí con él.
- Creo que será mejor jabonarte sentado... Sígueme a la derecha.
Hiling se dirigió al costado derecho de la tina, donde yacía fuera del agua un pequeño montículo lleno de botellas con todo tipo de formas. Sentándose en uno de los escalones, agarró una de las botellas y la agitó.
Sin saber dónde ponerse, Dorshe se sentó a un metro al costado de Hiling. Ella lo miró y simplemente dio unas palmadas al lado suyo indicándole a Dorshe de que se acercara. Él le hizo caso.
- Sé que estás nervioso, pero te invité porque quiero que te relajes... S- Si es que hay algo que te molesta, por favor dime...
- No, no hay nada que me moleste. No se preocupe.
- Me... Me alegro... - Hiling sonrió.
Estando sentada tan cerca suyo, Hiling se sentía algo nerviosa. El cuerpo desnudo de Dorshe se imponía con su robusta belleza, haciéndola sentir más pequeña de lo que realmente era.
Abrió la botella y vertió del líquido que contenía en sus manos. Una buena cantidad de espuma se formó al frotar sus manos.
- Mírame – Susurró.
Dorshe la miró fijo, nervioso de solo pensar en que su reina iba a acercarsele. Hiling comenzó a restregar el jabón en uno de los brazos de Dorshe, disfrutando de poder tocarlo con detención.
La carne se le ponía de gallina a Dorshe al sentir las yemas de Hiling acariciándolo así. El tener a su reina tocándolo desnuda tan cerca era algo que había soñado tantas veces que ahora apenas podía entender que esto era algo real.
Hiling sacó más jabón y pasó a restregarlo por la espalda de Dorshe.
Su espalda parecía de piedra, una extensa montaña llena de grietas. Hiling la encontraba realmente sexy. Le gustaban los hombres musculosos así.
Acariciaba los relieves de la espalda de Dorshe. El fino tacto de sus suaves yemas hacia que toda aquella montaña temblara de placer.
Hiling no esperaba que Dorshe fuera tan sensible al tacto y las caricias, pero era una grata sorpresa. Quería acariciarlo coquetamente toda la noche para ver sus reacciones. Quería hacerlo sonrojar.
Hasta aquí llegué por ahora :1 Espero poder terminarlo pronto!
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pedripepinillo · 2 years ago
Note
Puedes hacer algo si la lectora juega para el equipo de fútbol femenino de barca y ella y pedri están en un evento juntos
sos la pareja de pedri y van a un evento juntos:
advertencia: lectora fem.
- a tu novio y a vos no les gustaba mucho salir a los eventos o premiaciones
- principalmente porque nadie más sabía que se traían en una relación :0
- los únicos que sabían eran los amigos de tu novio y una que otra amiga tuya del equipo.
- pero cuando el evento es obligatorio para los dos equipos, no tienen más que hacer que asistir en contra de su voluntad.
- pedri y vos quedan de alistarse juntos para irse al mismo tiempo, estaban acordando que ese día precisamente estarían anunciando públicamente su noviazgo
- aunque bueno, no lo anunciarían tal cual, pero dejarían de esconderse de las cámaras :)
- le ayudaste a pedri con su corbata porque él no tenía ni la menor idea de cómo ponérsela <3
- él te ayudo subiéndole el zipper a tu vestido largo, el cual acentuaba de la mejor manera tu cintura.
- realmente tenía ganas de besarte, pero era ya un poco tarde y ambos debían estar a tiempo porque bueno, no querían ser presumidos, pero eran las estrellas de sus respectivos equipos.
- “te ves hermosa, amor” te dijo, mirándote con ojos ilusionados.
- no pudiste evitar sonrojarte ante las palabras de tu novio, cualquier cumplido que viniese de él significaba el doble para vos.
- “tu también te ves genial”
- esperabas que todos notaran que se habían coordinado para ir del mismo color. llevabas un vestido de tu color favorito, y pedri una corbata del mismo. era algo simple, pero para ustedes era muy significativo.
- al llegar pudieron notar el desorden que había en el salón. nadie sabía que venías en el mismo auto que pedri, y al principio te dió miedo bajarte y que te vieran con él….
- pero a él no le importó ni un poco, salió del auto con tu mano en la suya, listo para enfrentar a los paparazzis y los reporteros
- estabas nerviosa, mientras pedri te ayudaba a salir del auto con una enorme sonrisa, viste como todos los reporteros se acercaban a ustedes rápidamente.
- todos tenían los ojos sobre vos, sabías bien que probablemente era por el vestido algo revelador que llevabas puesto.
- esta a pedri claro que no le hizo gracia.
- luego, tu novio hizo algo que no esperabas.
- te tomó por la cintura, justo ahí en medio de la alfombra roja, frente a todos los medios, y te plantó un beso hambriento en los labios. juras que pudiste escuchar el sonido de sorpresa de todos ahí presentes.
- estabas sonrojada como nunca, pero caminaste de la mano de tu novio bajo las miradas de todos.
- los medios se acercaron a hacerles preguntas, y tú no tenías muchas ganas de responder, así que dejaste todo ese trabajo para tu novio.
- “vaya sorpresa nos han dado, pedri, ¿por qué tenían tan escondido su romance?” cuestionó un reportero de un canal local.
- “bueno nada, no queríamos hacerlo público para evitar alguna que otra polémica…”
- “¿realmente se aman? ¿o es una simple aventura juvenil?” esa pregunta molestó visiblemente a tu novio, quien decidió ignorarla.
- “¿desde hace cuanto tiempo están juntos?”
- “mucho tiempo ya.” sonrió incómodo, y te jaló de la mano para huir de ahí lo antes posible y meterse al salón donde estarían todos los compañeros de los equipos.
- al entrar al salón, todos los compañeros de pedri y tus compañeras saludaron en grande, haciéndoles ánimos !!! los premios comenzarían en cualquier momento.
- para terminar, tu novio ganó un premio importante, así que en su discurso te mencionó poniendo énfasis en que realmente le habías ayudado a progresar.
- “quisiera dedicarle este premio a mi hermosa novia que me acompaña el día de hoy, también esta nominada así que espero gane algo porque es la chica ideal para mi. te amo, amor.”
- no pudiste sentirte más orgullosa de pedri <3
- y cuando ganaste tu premio, pedri gritó aún más que las chichas de tu equipo.
- ustedes realmente eran ideales.
nota: combine dos pedidos acá, solo que uno se me borró ): era de “hacen pública su relación” así que espero no te moleste, anon. gracias por el pedido.
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jedivoodoochile · 1 year ago
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La actriz Sean young alguna vez fue
Catwoman, pero no como la conoces.
En el capítulo, The Return of Batduck, el sexto episodio de la serie de animación, Tiny Toons, aparece el director de cine ,Tim Burton, quien abre el arenero de su gato y se encuentra con la actriz Sean Young, a quien probablemente recordarás de películas como Blade Runner (1982) y Dune (1984).
Tras escuchar aterrorizado cómo la actriz le suplica una y otra vez que la contrate para el papel de Catwoman, Burton llama a Elmyra Duff, una de las lunáticas residentes de la serie, sabiendo que estará encantada de adoptar a Young como su nueva mascota.
En realidad, los responsables de Tiny Toons no necesitaban haber incluido ese chiste tan cruel y explícito a costa de la intérprete en The Return of Batduck, ya que todo el capítulo gira trata sobre cómo el Pato Plucky se entera de que el director está realizando sesiones de cásting para Batman Returns y se cuela en sus oficinas para exigirle interpretar al protagonista.
Lo cual es algo que ocurrió entre Tim Burton y Sean Young en la vida real, por increíble que parezca.
Para comprender cómo una situación tan grotesca pudo hacerse realidad, es necesario regresar hasta finales de 1988, cuando Young –que venía de encadenar dos éxitos de cine, fue contratada para el papel de Vicky Vale en la primera entrega de Batman.
Tras pasar cuatro semanas ensayando en Londres, y poco antes de entrar en Pinewood Studios para formar parte de una filmación que ya se preveía compleja, Young tomó unas clases rápidas de equitación por exigencias del guion, con tan mala suerte que acabó cayéndose del caballo y rompiéndose un brazo. Tanto el productor Jon Peters como la propia Warner Bros. sabían que sencillamente no podían permitirse esperar hasta que se recuperase de sus lecciones, luego Kim Bassinger fue avisada a última hora para que la sustituyera y, en una de esas ironías , Burton le pidió al guionista Jonathan Gems, contratado por la producción para reescribir el libreto original Sam Hamm, que eliminase la secuencia de los caballos. Demasiados problemas había dado ya.
Batman se estrenó en el verano de 1989 y conquistó a todo el mundo: más que un éxito de taquilla, hablamos de un fenómeno cultural de primer nivel.
Solo podemos imaginar cómo debía sentirse Young, cuya única película de aquel año, dirigida por Joel Schumacher, cuyo camino se acabaría cruzando con el del murciélago, quedó completamente sepultada por la Batmanía.
Es por ello que, cuando se enteró –al igual que el pato Plucky– de que Warner Bros. planeaba introducir a Catwoman en la secuela, su conclusión fue muy sencilla: el estudio le debía una, así que pensaba cobrársela. La primera decepción llegó cuando, en lugar de contratarla automáticamente en concepto de desagravio, Warner la obligó a pasar por una audición… que no fue bien.
En el documental de 2005 Shadows of the Bat: The Cinematic Saga of the Dark Knight, el productor ejecutivo Mark Canton rememora lo sucedido: “La puerta de mi oficina se abrió de golpe (…) y Michael Keaton y yo vimos a Sean Young vestida de Catwoman saltando sobre mi sofá para decir: ‘¡Soy Catwoman!’. Nos miramos el uno al otro y pensamos: ‘Wow’”.
En los años transcurridos desde esta etapa de su vida, Young ha reconocido que probablemente no estuviese en su momento más estable, mentalmente hablando, cuando determinó que fabricarse ella misma un disfraz inspirado en el que Julie Newmar llevaba durante la serie televisiva de los años sesenta –aunque, eso sí, acertó al intuir que la versión de Batman Returns, llevaría cuero negro– y presentarse con él al cásting era una estrategia ganadora.
Incapaz de aceptar un no por respuesta, la actriz siguió haciendo campaña por el papel por tierra, mar y aire, aún cuando los rumores de que finalmente había sido Michelle Pfeiffer quien había ganado el personaje, empezaron a ser algo más que eso.
En lugar de darse por vencida y reconocer que no había enfocado la cuestión de forma correcta, Young aprovechó una aparición en el programa de television de Joan Rivers para demostrarle al mundo lo que estaba a punto de perderse.
Su monólogo a cámara, disfraz incluido, es difícil de ver hoy en día: la desesperación de alguien que perdió uno de los papeles más importantes de su vida por culpa de un simple accidente laboral, y que intentaba reponerse a través de una huida hacia adelante que solo empeoraba las cosas, resulta palpable.
Rivers y su invitada bromean sobre la posibilidad de que Pfeiffer sufriese un accidente de coche en los próximos días.
También se baraja la posibilidad de enviar un paquete bomba a la dirección postal de Tim Burton, lo cual no parece exactamente un chiste: en el propio programa podemos ver las imágenes del incidente concreto que aparecería referenciado poco tiempo después en Tiny Toons, lo que indica hasta qué punto se había convertido ya en una de las leyendas más infames del Hollywood de los noventa.
Sí, Sean Young se presentó en las oficinas de Warner (eso sí, vestida de civil) con un walkie-talkie en la mando y pudo abrirse paso hasta el despacho de Burton antes de ser desalojada por el personal de seguridad.
El cineasta confirma en el libro de entrevistas Tim Burton sobre Tim Burton (Alba Editorial), de Mark Salisbury, que lo pasó realmente mal durante aquella visita inesperada, simple corolario de una campaña de acoso mucho mayor. Su reacción instintiva fue esconderse debajo de una mesa hasta que todo terminó, lo cual explica su actitud en The Return of Batduck.
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analpalmma · 1 year ago
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Bueno tengo que admitir que el segundo outfit se lo saqué a Hailey Bieber para los que no se dieron cuenta o no sabían pero yo tengo la autorización para hacerlo porque es mi representante como ella me saca los míos para reemplazarme para algo de yo y el Bauti Herrera
Yo voy de la mano de Hailey Bieber de mis inicios con el Bauti Herrera
No hay pedo
Pero la vinculación la hize YO
Con el color rojo y el saco gris
No era el mismo saco no era la misma mini faldita no era los mismos colores del saco ni de la faldita
No era la misma cinta
Los colores fue idea mía
El saco gris también fue idea mía
Usé el outfit de Hailey Bieber porque sale con eso que me jodió de eso cuando lo vi yo
Y lo usé yo porque tenía que usarlo YO Victoria Herrera ya no me podía reemplazar nadie hay porque venía de Hailey Bieber y la vinculación la hize yo
Hasta en eso en la vinculación fui original por los colores para LA VINCULACIÓN
Ahora el tercer outfit si lo diseñé yo
No lo copié
igual que el primer outfit del shorcito de jean para Halloween
El último con mini saco rosado con tanguita trasparente en hilito transparente con saco hilito y zapatillas? Medias rosadas?
Mmmm una mezcla terrible
Hay está la moda
Nadie lo usó
Igual que el shorcito de jean en Halloween en el 28 y después del 28
Antes del 28 no califica como Halloween
Se adelantó por mala suerte
Festejaron algo que no fue el Halloween
El Halloween es cuando posamos todas el 28 como apertura del inicio de Halloween y le dimos parejo 30 y 31
No vi ese outfit con el saco hilito zapatillas y medias
Hailey Bieber lenceria blanca bordada con zapatillas y medias para portada y encima mi lencería blanca que yo usé en febrero pero en hilito
Vieron
Soy original 🧞‍♀️
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magneticovitalblog · 1 year ago
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"La Navidad que cambió a Sara"
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Sara era una joven que vivía pegada a su móvil. No podía pasar un minuto sin consultar sus redes sociales, sus mensajes, sus fotos o sus vídeos. Le encantaba estar conectada con el mundo, pero se olvidaba de conectar con las personas que tenía a su alrededor. Su familia, sus amigos, sus vecinos... todos se quejaban de que Sara no les prestaba atención, de que no les escuchaba, de que no les miraba a los ojos. Sara pensaba que ellos no la entendían, que eran unos aburridos, que no sabían disfrutar de la vida. La noche del 24 de diciembre, Sara se fue a dormir con su móvil en la mano, como siempre. Antes de cerrar los ojos, le envió un mensaje a su novio, que estaba de viaje en otra ciudad. Le dijo que le echaba de menos, que le deseaba una feliz Navidad, y que le mandara una foto de su regalo. Luego, apagó la pantalla y se quedó dormida. A la mañana siguiente, Sara se despertó con una extraña sensación. Algo había cambiado en su habitación. No era la misma que recordaba. Los muebles eran distintos, la ropa era distinta, la decoración era distinta. Y lo más raro de todo: no había rastro de su móvil. Sara se levantó de la cama y buscó su móvil por todas partes, pero no lo encontró. Tampoco encontró su portátil, ni su videoconsola, ni su tablet. Lo único que había era una tele en blanco y negro, una vieja radio de válvulas y un extraño aparato que resultaba que era un viejo teléfono de los de antes. Sara no podía creer lo que veía. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba su móvil? ¿Dónde estaba su vida? Sara salió de su habitación y se dirigió al salón, donde esperaba encontrar a su familia. Pero lo que encontró fue otra sorpresa. Su familia no era la misma que recordaba. Sus padres eran más jóvenes, sus hermanos eran más pequeños, y su abuela, que había muerto hacía años, estaba viva y sentada en el sofá. Sara se quedó paralizada. No entendía nada. ¿Qué era aquello? ¿Un sueño? ¿Una broma? ¿Una pesadilla? Sara se acercó a su abuela y le preguntó: - Abuela, ¿qué día es hoy? - Pues hoy es 25 de diciembre, hija. ¿No lo sabes? Es Navidad. - ¿Navidad? ¿Qué año es? - ¿Qué año es? ¿Estás bien, Sara? Es 1983. - ¿1983? ¡No puede ser! ¡Yo soy de 2023! - ¿De 2023? ¿De qué hablas, Sara? ¿Estás delirando? Sara se dio cuenta de que nadie la creía. Nadie sabía quién era ella, ni de dónde venía, ni qué había pasado. Sara se sintió sola y asustada. Quería volver a su tiempo, a su vida, a su móvil.
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Quería hablar con su novio, con sus amigos, con sus contactos. Quería ver sus fotos, sus vídeos, sus redes sociales. Quería recuperar su conexión con el mundo. Pero no pudo. Sara estaba atrapada en el pasado, en una época que no era la suya, en una vida que no era la suya. Sara tuvo que adaptarse a ese cambio, a esa realidad. Tuvo que aprender a vivir sin su móvil, sin su portátil, sin su videoconsola. Tuvo que aprender a usar el teléfono fijo, la tele en blanco y negro, la radio de válvulas. Tuvo que aprender a comunicarse con las personas que tenía a su alrededor, a prestarles atención, a escucharles, a mirarles a los ojos. Y así, poco a poco, Sara descubrió algo que no sabía. Descubrió que la vida era más que una pantalla, que las personas eran más que unos mensajes, que el mundo era más que unas imágenes. Descubrió que la vida tenía colores, que las personas tenían sentimientos, que el mundo tenía sorpresas. Descubrió que la vida era más bonita, más interesante, más divertida, cuando se conectaba con las personas, cuando compartía con ellas, cuando disfrutaba con ellas. Sara se dio cuenta de que había estado perdiéndose muchas cosas, por estar siempre pegada a su móvil. Se dio cuenta de que había estado descuidando a su familia, a sus amigos, a sus vecinos. Se dio cuenta de que había estado ignorando el valor de la comunicación, de la relación, de la empatía. Se dio cuenta de que había estado equivocada, de que ellos sí la entendían, de que ellos no eran unos aburridos, de que ellos sí sabían disfrutar de la vida. Sara cambió su actitud, su forma de ver las cosas, su forma de vivir. Sara se abrió al mundo, se acercó a las personas, se implicó en la vida. Sara se volvió más feliz, más sociable, más humana. Y entonces, cuando Sara estaba más contenta que nunca, cuando Sara estaba más integrada que nunca, cuando Sara estaba más conectada que nunca, ocurrió algo inesperado. Algo que cambió todo de nuevo. Sara se despertó. Sara se despertó en su habitación, en su tiempo, en su vida. Sara se despertó con su móvil en la mano, como siempre. Sara se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Un sueño muy real, muy intenso, muy revelador. Un sueño que le había enseñado una lección. Una lección que no iba a olvidar. Sara miró su móvil y vio que tenía un mensaje de su novio. Era una foto de su regalo. Un regalo muy especial. Un regalo que le recordaba su sueño. Un regalo que le recordaba su cambio. Un regalo que le recordaba su Navidad. Era un viejo teléfono de los de antes.
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luquitawtf-blog · 2 years ago
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Hay estábamos y hay estaremos.
Hay estábamos, apenas dos desconocidos aún sin saber el porqué, el porque nuestro destino nos ponía uno enfrente al otro. Ella lo llamaba suerte y yo le decía que era destino, dos polos aparte pero que se atraían.
La suerte la creas y el destino solo surge, emerge y se materializa, revelándose en nuestras vidas de frente a nuestras narices.
Hay estábamos, desde el primer momento nuestras miradas ya se hablaban, como si se conocieran ya, se sentían y se expresaban como si las dos fueran íntimas, como si nuestros destinos ya se hubieran conocido antes tal vez lo sabían y esperaban el momento de encontrarse.
Hay estábamos, nos mirábamos para ella mi mirada, mis ojos decían tanto, podía leer en mi, a través de mi. Para mi sus ojos pedían ayuda, brillaban me decían dame un poco de ti, de ese coraje, de esas ganas de salir al mundo y cometerlo, para ella eran profundos nuestras miradas podrían atravesar cualquier obstáculo o como lo llamaba ella, un muro, no importaba como fuera este muro, podíamos atravesarlo. No interesaba como estuviera formado , si por miedos, inseguridades. De una manera u otra yo también tenia un muro, la diferencia era que el mío estaba hecho de cristal, frágil y delicado. Y por eso ella pudo ver a través y llegar a mis ojos.
Hay estábamos, ya no éramos dos desconocidos este muro imaginario empezaba a tener aperturas así dejando lugar a saber más y más el uno del otro. Las sensaciones y emociones empezaban a tomar forma, la intriga hacia camino al interés y las preguntas empezaban a aparecer. Habíamos dejado entrar un poco del otro.
Hay estábamos, pasaban los minutos, las horas, días y hay estábamos siempre en el mismo bar a la misma hora el mismo café y el cigarro después, nos seguíamos conociendo, sabiendo un poco más del otro,nos sorprendíamos, sentíamos curiosidad y lo más lindo nos mirábamos y manteníamos nuestra miradas fijadas en un silencio rotundo. Por momentos, momentos de silencio total, nos estábamos leyendo y sin darnos cuenta mientras lo hacíamos escribíamos nuestro destino, ese destino que ella llamaba suerte ahora venía escrito letra por letra, palabra por palabra y empezaban hacer y crear forma a lo que sería un texto o tal vez una historia.
Hay estábamos, habíamos creado un legame, un legame creado en tan poco tiempo pero que no nos hacía preguntarnos el porqué. Fue en un instante, ni siquiera nos dimos cuenta. Era de noche, nos veíamos por segunda vez en un día, no había todavía pasado pero nuestros muros necesitaban del otro para mantenerse en pie.
Era una noche perfecta, ni frío ni calor, cielo y estrellas atrás de nubes negras, la luna tenía su lugar cada tanto se dejaba ver y nos iluminaba con su luz , nos dejaba desnudos, nos atravesaba y mágicamente pasaba a través de estos dos muros imaginarios que habíamos creado para protegernos, pero no de nosotros sino de los demás. Eso creíamos porque cuando la luz entraba a través de los muros, un poco de nosotros aprovechaba para atravesar también y dejar algo del otro dentro, tanto dentro que de pensarlo nos venían cosquillas en el estómago pero era una linda sensación, única que cuando sucedía la abrazaba con todas mis fuerzas.
Hay estábamos, nos contábamos todo, nuestro pasado, nuestras experiencias pasadas, hablábamos del presente y dejábamos un pequeño espacio al futuro pero muy pequeño porque no queríamos alejarnos del presente que estábamos viviendo ahora, no querías cerrar los ojos y saber que sería tiempo de dejarnos ir, aunque fuera hasta el otro día, aunque solo unas horas porque nos volveríamos a ver de nuevo mañana. Hablábamos de las veces que rompieron nuestro corazón, cuantas veces lo han roto y cuantas veces fueron … pero sin saberlo los dos teníamos la pieza para repararlo como si fuéramos dos rompecabezas.
Nos sentíamos bien, nos gustaba estar el uno con el otro y repetíamos a continuación ¡cuánto me haces bien!
Nos estábamos dejando desnudar delante un mar bellísimo con su ruido y tranquilidad, serenidad y paz. Nos daba la sensación de estar en el lugar y tiempo correcto.
Hay estábamos, todavía cada tanto se mantenía ese silencio donde nos mirábamos y nuestras miradas se hablaban entre ellas y nosotros éramos afuera de esa conversación, pero a la misma vez, éramos la raíz de ese tulipán que nacía y nace hasta hoy, tarde o temprano tomará forma, será maduro y tan grande que pasará ese muro.
Hay estábamos y hay estaremos.
Luca
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elvendedordetierra · 2 months ago
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ruinas perfumadas, por Nicolás Cerruti
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María Malusardi se hace una pregunta: Nadie sabe qué hacer con los poetas. No es una pregunta, es una afirmación. Pero es una afirmación que su función es interrogarnos. Nadie sabe qué hacer con los poetas podría conducir a “Nadie sabe qué hacer con los poemas”. ¿Se les da lugar en una publicación, en una o varias lecturas… se los guarda en el cajón como si fuesen un arma letal; o como el pan, que precisa de tiempo para que su alma se leve? María nos cuenta que estos poemas los tenía guardados. “Es un libro oculto”, dice. No dijo era un libro oculto, sino es… Hay que creerle. Algo oculto conserva. Le es esencial a su decir. Alejo y Luciana le piden un libro inédito, y entonces encuentra un lugar. Nadie sabe qué hacer con los poetas, Alejo y Luciana saben que se contesta pidiéndoles un libro, que vayan y revuelvan, y enfrenten eso que tienen ahí guardado, ¿para quién, para qué… frente a quién lo guardan? Sin embargo “Nadie sabe qué hacer con los poemas” no se resuelve con una publicación. Le añade complejidad al asunto. Alejo y Luciana toman en sus manos, literalmente, los poemas y los cosen, los tejen, e imprimen artesanalmente, una forma. Podríamos decir que es un libro, pero al ser artesanal es algo más.
Yo no tengo mi libro. Leí el libro de María Magdalena. Como no podía ser de otra manera, dado que es ella la que me hizo conocer a María Malusardi. Recuerdo todavía el arrebato que nos agarró en plena avenida cuando ella venía de una presentación, del libro La música creo, y había conseguido una dedicatoria de María en el libro que ahora me traía y era mío. En ese libro tengo señalado 3 poemas. Todo el libro es una belleza potente y violenta. Pero al preparar estas palabras me detuve en esos tres poemas. Descubro que el libro es ya un diálogo con las ruinas.
escribo para salvarme de los sueños a los que nunca llega la luz qué música será ese tono rugoso y ocre que no te encuentra desnudo en mi compasión en mi soldadura
qué es morir sino la suma de voces en otoño cuando la música en los árboles se amontona cuando el baile una estampa en la nieve cuando vos y yo la despedida y nos fundimos la migaja de una hoja al caer
Nadie sabe qué hacer con los poemas, aunque ellos perduren, insistan. Principalmente en el poeta. Perduran como palabras. Su dedicatoria fue “por las palabras”. Entonces nadie sabe qué hacer con las palabras, y eso lo sé como psicoanalista, cuando vienen personas a intentar decir su sufrimiento, su ruina y su ruindad. ¿Qué hacer con las palabras? Alejo y Luciana le pidieron un libro inédito, sabían con qué contaban. Algo de toda esta complejidad estaba ya hecha y la suponían. Este libro que consiguieron con El vendedor de tierra es un libro y son muchos. Como su hacer artesanal lo requiere. Decía que yo no tengo mi libro. Este es el de María Magdalena, es el 21. Yo leí este libro a través de sus subrayados, quise marcarlo, apropiármelo, pero no pude. Ya en el propio libro, único, por su ser artesanal, había marcas, vestigios de otra lectura, de otra civilización. Estaban marcados los pasos de alguien que hizo con eso. Entonces, ¿la lectura es un modo de la ruina? ¿La lectura es un modo de encontrarse con restos, con cosas que caen, que están señaladas, que su marca las realza?
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Nadie sabe qué hacer con las palabras, pero sin palabras nadie sabe qué hacer con los poemas. Salvo que nos encontremos con una poeta como María Malusardi. Ella hace poemas no sin palabras, pero no solamente. Ruinas perfumadas. Le podremos dar muchas vueltas al asunto. En esas simples dos palabras se encierran todas las que no se dijeron aún. ¿Qué son las ruinas y por qué perfumadas? Hace poco conocí las ruinas de Pompeya. Pompeya, esa antigua ciudad romana sepultada por un volcán, el Vesubio, en el año 79. Hoy, a miles de años de ese momento, se puede caminar por sus calles. Ver el interior de sus casas. Los lugares que frecuentaban. Como un burdel. O el foro, donde se reunían para charlar, debatir, o el teatro, etc. El perfume de esas ruinas estaba sin embargo sepultado. Debajo de las ruinas están aún sus perfumes. Al momento, tapados por miles de pies, de palabras, de cuerpos de los turistas. Odio el turismo, esa forma de mirar como desde una cinta transportadora o la cola de un banco. No te podés conectar con esa inmensidad de ese modo. O tal vez sí. Yo preciso un registro más íntimo. Sentarme en una roca, en un rincón. Preciso de la imaginación. Preciso del tiempo, del tacto, de todos los sentidos disponibles… Ese registro más íntimo es algo logrado en este libro por el hecho de ser artesanal. Es como una pequeña vasija, u objeto fúnebre, que se nos da. Es una ruina portátil. Eso me llevó a preguntarme: ¿cuántas ruinas conocemos? No digo en la literatura, en su circularidad. En nuestra vida. ¿Hemos visitado ruinas, vestigios de otra civilización, cultura, que sin embargo puede ser la nuestra? ¿Nos hemos hermanado, constituimos una filiación con esos que fueron, con esos que fuimos en otros? ¿Esos restos, somos? ¿Y cuántas ruinas vivimos? No digo en lo cotidiano. Por lo económico (nuestras ruinas económicas). Sino las del cuerpo. En aquello que cayendo rotundamente dentro nuestro nos atormenta, y sin embargo queda allí, como una gran compañía. Como las palabras que vamos descubriendo libro por libro, en María Malusardi. Con la lectura de este libro me hice de nuevo esa vieja y astuta pregunta: ¿qué atestigua la caída del árbol en el bosque si nadie está cerca para escuchar su sonido? Dicen que la formuló un científico, Berkeley. ¿Y si no es un árbol? ¿Y si son varios árboles? ¿Y la caída del bosque todo? Si le hubiesen preguntado a la poeta, en vez de un científico, este no sería un dilema sobre los sentidos. Malusardi diría de la caída del árbol, de su sonido, en el bosque de la escritura. Diría de la caída de una civilización en la erupción del volcán. Porque Malusardi hace otra cosa con las caídas. Nos acostumbró a ver la escritura como una caída hacia arriba. Como lo hace el volcán.
Un día el cuerpo empieza a desintegrarse. Quizá desde el comienzo de su existencia. Pero no lo notamos. Hasta que. Sí. Empezamos a detectar. Esa desintegración paulatina. La desintegración del sentido. Y también. Un modo de asfixia de la palabra. Un estallido y calza. La polisemia en el desparramo. Se desintegran el cuerpo y el lenguaje. Se desintegra el amor de los demás hacia ese cuerpo. Y el lenguaje responde. Con desesperación y templanza. Mientras el padre muere, una hija o un hijo (qué más da) escribe lo que años más tarde anidará en sus sueños. La permanencia de lo inevitable. La prepotencia del dolor como el musgo sobre la piedra. Pisar. Resbalarse. Desnucarse. Morir. El olvido como evidencia poética. El poema como el equívoco que siempre será la vida (el poema derrapa y escabulle). No es la soledad en la muerte. Es, por fortuna, la muerte. La muerte de la soledad en la pradera.
En este libro Malusardi sigue el perfume de la poesía en René Char, Prevel, Spinoza… Lo sigue en otras caídas, la de Pascal Quignard y sus desarzonados. Allí donde la palabra encabritada y la mano y la fatiga caen en la caída del padre. Se descubre entonces un pozo infinito. Un pozo que se abre y abre en la palabra un infinito. Es la llave para entrar en la relación con este padre. Entonces ¿cuándo un árbol cae en el bosque sin que nadie esté cerca, se escucha su sonido? ¿Y cuando un bosque cae en el árbol, con la mano, la voz, el polvo como testigos, se dejará escuchar en el poema?
para saber lo que no puedo decir el poema me arrebata el entendimiento y calza como un guante en la tumba de ese padre que no está ni aquí ni allá ni en una fosa ni entre mis dedos no está ni como esquirla de tango ni como cimarrón asustado un barco simplemente no está ni para combatir ni para deglutir no para navegar sobre un osario de espejos
cómo capturar a un muerto: aprisionar la idea en el puño para modelar la ausencia quedan la camisa un llavero una lapicera seca un papel atribulado con escarcha sus manchones cómo capturar la necesidad de un muerto una manzana que rueda desde una mano que cae
Malusardi tiene los cuentos más breves que he conocido. Son prosas poéticas. Son poemas. Pero también son cuentos.
(dentro de unos días morirá tu padre: lo escribís porque no lo soñás)
A veces se dice que uno escribe uno y siempre el mismo libro, en todos los libros escritos. Entiendo el arrebato de Malusardi al pensar que pudiese ser yo quien, hoy, aquí, presente este libro. Voy descubriendo (y ella fue una pieza importantísima) que tal vez escribo el mismo libro, que trata sobre la muerte del padre, la agónica muerte del padre, su caída, y lo que está después… allí donde la escritura vive, que no estaba antes. Malusardi no encalla en la muerte del padre, es una rara avis de múltiples colores. Si habla de la infancia, de la madre, de la música, del desamparo, del padre, no escribe un libro único. No está en lo que dice, sino en cómo lo dice. En la composición, en su forma de hacer… no es un libro único el que escribe, sino un lenguaje en su apropiación. No es un lenguaje propio, aunque sí, pero entonces cambia. Ya no vuelve a ser igual. No es más el lenguaje que soportábamos en el cuerpo. En el pensamiento. En el alma. Malusardi desarma el vínculo que tenemos con el lenguaje al leerla, y nos pide un poco de música para sostener el poema.
se puede encallar la muerte y no habitarla se puede escribir lo que se habita en la muerte se puede habitar lo que se muere en la escritura
(entonces el poema amenaza a tu padre con enjuiciarlo en la gloria de tu destrucción)
¿Quién hubiese pensado que el infierno podría estar perfumado por algo más que azufre? María le saca el azufre al infierno. Sustituye el olor por el sonido. Así como el árbol que cae en el bosque perdura en la atmósfera del olor, el sonido es trasladado al poema para componerlo y que huela. La rebelión, al estilo Malusardi, es escuchar una rosa hasta sentir su perfume. Así el poema. Así su escritura. Así un padre. Así su libro.
Hay una frase en Lacan que me gusta mucho. Dice que del mundo del hombre no se puede decir nada, salvo que está caído de él. Entonces: un padre ha muerto. No es la historia que quisiéramos contarnos, pero la elaboramos. Un padre ha muerto. Un amigo ha muerto. Un amor ha muerto. Sin embargo, intentamos salvar algo. El perfume. Ese resto del cuerpo, como es un resto el sonido atrapado en el bosque de aquel árbol que cayó. Nunca sé cómo se escribe “cayó”. Si con Y o con LL. Y justamente. Nunca dejo de escuchar en la caída aquello que enmudece. Pero Malusardi, ya lo dije, pide al poema su música. Que oculte el perfume, para conservarlo. Música para nuevos oídos, diría Nietzsche, porque no era la historia que queríamos contarnos. No estábamos preparados para esto. Nunca lo estamos. Un padre ha muerto. Un amigo ha muerto. Un amor ha muerto. Habrán entre ustedes los que escucharon esto como si fuese sobre una misma persona, y aquellos que lo escucharon como de personas distintas. Desde que el mundo es mundo un padre es todo eso, pero no es un hombre. O nunca deja de serlo del todo. No es la historia que quisiéramos contarnos, pero lo hacemos. Intentamos salvarnos algo.
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Dentro de ese amor inclasificable están las ruinas. Detritus, también le dice María. Resto, le decimos desde el psicoanálisis. Causa. No es consecuencia. Es lo que, cayendo, restando, causa. No se puede dar cuenta del hombre, del mundo del hombre –la filosofía lo ha intentado–, más que diciendo que el hombre está caído de este mundo. Hay una película que lo retrata. Se llama el odio. La anécdota que se cuenta en la película es sencilla. Un hombre sube a la terraza de un alto edificio y se arroja. Ese hombre representa la humanidad. Mientras cae, el hombre se dice: hasta aquí, todo va bien. Hasta aquí, todo va bien. Este libro de María no habla desde la terraza, ni desde el aire, ni desde la caída. Habla de la ruina desde la punta de un volcán en erupción. Estamos en el aire, caemos hacia arriba. No hay ningún mérito en arrojarse. En caer. Pero no podemos dejar de ser testigos de las ruinas. Pasamos por estas ruinas para salir de ellas y dar testimonio del árbol que cayó, pero no enmudeció, del bosque que cayó, pero no se silenció, del hombre que cayó en la caída del padre… no nos quedan ruinas, sino poemas. Tal vez son ruinas los poemas entonces. Algunos pensarán que es poco. Es su intento, mínimo. Yo creo que no hay forma de abarcar la vida si no es con el instante. Las ruinas perfumadas son tal vez una epifanía que María nos ofrece como una ofrenda, permanente. Casi eterna.
El texto fue leído por el autor en la presentación del libro ruinas perfumadas de María Malusardi, el 9 de noviembre de 2024, en la Casa de la Lectura y la Escritura, Ciudad de Buenos Aires.
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a-traves-de-mi-espejo · 2 months ago
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Semana #2
Hoy termina mi segunda semana en rehabilitación. No sé como me siento al respecto. Me gusta que las termino teniendo terapia, siento que es ordenado. El miércoles tenemos con Gasti por primera vez terapia de familia.
Fue extraña esta semana. Entre lo extraño fue que el otro día en la terapia de grupo nos dijeron que no podíamos ser amigas entre nosotras. A mi primero me pareció extraño, pero, cuando le conté a Lu entendí porqué. Los que tenemos TCAs tendemos a hacer comunidades y ayudarnos. Honestamente nunca lo tuve en cuenta pero porque no era algo que yo hiciera la verdad. Mi mambo siempre fue individual. Me encargué muy bien de esconderlo. Bah, ahora que escribía esto me acordé de una novela que escribí como a los 17, que se llama A eme a que sería Ana, Mía y Alisa. Anorexia, bulimia, ortorexia. Mis viejos sabían que yo había escrito esto. De hecho, les he leído fragmentos.
En su momento dije que lo hacía porque alguien a quién quería mucho estaba en esa. Ahora que recuerdo también incluso me ponía muy nerviosa cada vez que les leía algo de eso. Creo que esa un poco fue mi forma de pedir ayuda, pero a nadie se le ocurrió que tal vez fuera lo que me pasaba a mi.
Recordando esto registro un poco mejor de qué va mi bondi. Como me dijo Silvia, por ahora que trate de observar nomás. Yo creo que estoy más cerca de la ortorexia por más de que sea un no específico, mi TCA.
Mi gran obseción con lo que comía y lo que cocinaba, y lo que pensaba, lo que restringía siempre iba de la mano de qué era saludable y que no. De hecho, de lo que más me he jactado en esta vida, fue hacerme con el estandarte de comer sano, muy sano. De lo que mis amigos dicen de mi, es que como muy sano. De lo que no saben, y creo que yo tampoco es que en ese hábito no hay nada de saludable.
Hay cuentas y mediciones imposibles, hay hambre, hay verguenza, hay bronca.
Creo que hasta este momento no lo había pensado. En estas semanas en la clínica han intentado descular cuál es mi mal hábito. Es verdad que salteo comidas, paso hamrbe, hago atracones, y tal. Creo que venía escondiendose muy bien. Tanto que no lo nombré ni una vez. Ni una vez me acordé que lo hacía.
¿Por qué no me pareció difícil lo que me dio la nutricionista? porque eso es lo que hago siempre. Porque es el típico plan alimentario que le dan a alguien para que aprenda a alimentarse bien. El problema no es que yo no sepa hacerlo, el problema es la idea de crimen-castigo que tengo.
Si quiero cocinar algo rico con mi novio, está mal. Si quiero cocinar algo con él, y merendar mirando la tele, está mal.
Entro un poco en la compulsión del castigo. Cómo el jueves comí las galletitas que compré yendo a lo de Lau para merendar con ella, cómo cenamos comida chatarra con Gasti porque tenía ese antojo, le sigue el castigo de comida, con comida. Así, me va a doler la panza lo suficiente para que quiera vomitar y me de asco comer. Tanto como el que me doy yo por desear el disfrute.
Como no merezco disfrutar de la comida, me atiborraré hasta que me de tanto asco que no quiera volver a comer. Hasta que me salgan llagas en la lengua, en el labio, quiera vomitar, se me detone el intestino. Es el castigo que merezco. El crimen ha sido no comer sano. Porque en la lógica de lo sano no existe el deseo, ni mucho menos el gusto.
El asco a lo que "no debería ser" como si alguien lo hubiera marcado. "Deja de comer" "para de comer", "todos te están mirando", "el asco que da ver a una gorda como vos, comer".
Entonces, no ceno. Entonces, hago una pantomima pro demás exagerada para no sentarme a la mesa, para hacer como si hubiera comido.
Hoy Silvia hablaba del atracón por hambre. Yo creo que los míos no son por hambre. Son castigos. No quiere decir que no haya habido ninguno, logicamente también me suceden. Digo, marco el check list casi completo de los TCAs, si alguno de los sintomas no me compete medio que le pega en el palo.
Que tengas un TCA no específico no necesariamente es que te falten sintomas para que te diganostiquen, también es tener sintomas de más de uno.
Un poco el otro día me quedé pensando que tanto me serviría hacer terapia con Silvia. Hoy después de la segunda sesión puedo decir que definitivamente lo hará. Creo que me desconcertó que no fuera el modus operandi del psicoanálisis al que estoy tan acostumbrada. Así todo sentí el cimbronazo igual.
Que se yo, todavía estoy procesando todo lo que fue hoy, esta semana. Tengo ganas de seguir contándoles de eso, pero creo que lo voy a hacer en otra entrada, acá ya no tiene nada que ver.
Además en el departamento de arriba hay una invación de adolescentes y sus gritos no paran de desconcentrarme.
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decmultiverse · 2 months ago
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Frisk siguió caminando, dejando atrás la figura burlona de Mark y adentrándose en el corazón del subsuelo. La familiaridad del lugar era reconfortante y desalentadora al mismo tiempo; sabía que el camino frente a ella estaba lleno de pruebas, de encuentros inevitables con viejos conocidos. Pero esta vez, había algo diferente en el ambiente, una tensión extraña que colgaba en el aire, y aunque intentaba convencerse de que era su imaginación, la presencia de Mark en el fondo de su mente era imposible de ignorar.
A medida que avanzaba, Frisk llegó al prado donde, como era de esperarse, apareció una figura conocida entre las flores: Flowey. La flor amarilla, con su sonrisa torcida y sus ojos llenos de una extraña malicia, la observó con una mezcla de sorpresa y deleite.
—"¡Ah! Mírate nada más," —dijo Flowey con voz cantarina—. "¿Otra vez por aquí? No me digas que no tienes nada mejor que hacer."
Frisk no respondió, simplemente observó a Flowey. Sabía lo que él era capaz de hacer, conocía cada truco, cada palabra manipuladora que había usado en el pasado. Sin embargo, la presencia de Mark parecía haber cambiado algo en el subsuelo, y hasta Flowey parecía un poco más inquieto, más ansioso que de costumbre.
Flowey continuó hablando, sin detenerse.
—"Pero dime, ¿ya te encontraste con… él?" —dijo, su tono cambiando a uno más bajo y tenso—. "Mark, claro. Ese tipo tiene algo raro. Y créeme, sé cuando algo no es normal, ¡y él está muy, muy lejos de serlo!"
Frisk no reaccionó, pero el comentario de Flowey le recordó que incluso los monstruos de este mundo sabían que Mark era distinto. En el fondo, ella sabía que los encuentros con los demás, aunque familiares, se verían coloreados por la influencia de aquel Sans humano, de aquella presencia extraña y desconcertante que se había introducido en el ciclo.
Flowey la observó en silencio por un momento, antes de esbozar una sonrisa siniestra.
—"En fin, chica, ve y sigue tu camino," —murmuró con una mirada afilada—. "Pero no te sorprendas si esta vez no todo sale como esperas."
Con un último gesto burlón, Flowey se hundió en la tierra, desapareciendo entre las flores. Frisk suspiró, continuando su camino con una mezcla de determinación y cansancio, preparada para lo que vendría a continuación.
No mucho después, Frisk llegó a la casa de Toriel, la cálida figura maternal del subsuelo. La puerta estaba entreabierta, como si Toriel hubiese estado esperándola. Al cruzar el umbral, la familiar escena de las paredes de piedra y el aroma a canela y nuez moscada llenaron el aire. Era un alivio estar allí, lejos de las burlas de Mark y de la presencia siniestra de Flowey, aunque Frisk sabía que ese respiro no duraría mucho.
—"Oh, querida, ¡qué alegría verte otra vez!" —exclamó Toriel, acercándose con una sonrisa cálida y abierta—. "Ven, ven, debes estar hambrienta. Te prepararé algo para comer."
Frisk siguió a Toriel a la cocina, donde el calor del horno y el aroma a pastel recién horneado llenaban el ambiente de una sensación de hogar. Toriel, con su paciencia habitual, le ofreció un trozo de pastel y se sentaron juntas en silencio, compartiendo un momento de paz que parecía frágil y precioso.
Pero en el fondo de su mente, Frisk no podía dejar de pensar en las palabras de Mark, en su actitud despreocupada y sus bromas crueles. Sabía que, aunque el tiempo que pasara con Toriel fuera reconfortante, el ciclo seguiría, llevándola inevitablemente hacia encuentros más oscuros.
Toriel la miró con ternura, adivinando algo en su expresión.
—"Mi niña," —dijo suavemente—, "sé que llevas un peso muy grande. Pero recuerda, aquí siempre serás bienvenida. No importa lo que hayas pasado… yo siempre estaré aquí para ti."
Frisk asintió, agradecida por el apoyo de Toriel, pero sabiendo que al final tendría que marcharse. Así, después de unos momentos, se despidió de ella y siguió adelante, su corazón dividido entre la calidez de la despedida y la inquietud de lo que venía.
Avanzando a través de las siguientes zonas, Frisk finalmente llegó a Snowdin, el pintoresco pueblo cubierto de nieve y hielo. No tardó mucho en cruzarse con una figura alta y delgada que ella conocía bien: Papyrus. El esqueleto de personalidad vibrante y con su distintivo traje de guerrero, con capa y todo, estaba de pie en medio del camino, esperando a que ella se acercara.
Papyrus la saludó con su característica energía y entusiasmo.
—"¡AH, HUMANA! ¡VEA! ¡YO, EL GRAN PAPYRUS, ESTOY AQUÍ PARA CAPTURARTE!" —exclamó con un tono teatral y grandilocuente—. "PERO… SÓLO SI PUEDES SUPERAR MIS INGENIOSOS Y MORTALES PUZZLES, ¡POR SUPUESTO!"
Frisk no pudo evitar sonreír un poco ante la actitud de Papyrus, una chispa de alivio en medio de todo lo sombrío que había pasado. Papyrus no tenía malicia en su corazón, era simplemente un monstruo que buscaba reconocimiento y amistad, nada más.
Papyrus comenzó a hablarle sobre sus sueños de unirse a la Guardia Real, de volverse famoso y hacer amigos. Sin embargo, entre sus palabras alegres, mencionó algo que hizo que Frisk se detuviera.
—"MI HERMANO… MARK… SIEMPRE ME HA APOYADO, A SU MANERA." —dijo Papyrus, su tono cambiando ligeramente, como si recordara algo—. "AUNQUE, A VECES, ME ASUSTA. SU FORMA DE VER EL MUNDO ES… DIFERENTE."
Papyrus miró hacia el horizonte, y Frisk notó una sombra de preocupación en sus ojos.
—"PERO YO, EL GRAN PAPYRUS, ¡NUNCA DUDO! ¡SOY UN GUERRERO Y UN HERMANO FIEL! ¡HARÉ LO QUE SEA NECESARIO PARA PROTEGER A LOS DEMÁS!"
Esa determinación inquebrantable de Papyrus le recordó a Frisk por qué estaba allí, por qué continuaba en su viaje a pesar de todo. Con una sonrisa, aceptó su desafío, resolviendo sus puzles con paciencia, disfrutando de la inocencia y la bondad del esqueleto.
Después de su última prueba, Papyrus la miró con una mezcla de admiración y algo de duda.
—"ERES MUY DIFERENTE A LOS HUMANOS QUE IMAGINÉ," —dijo en voz baja, sus ojos llenos de una sincera curiosidad—. "PERO… ¿POR QUÉ SIGUES AVANZANDO? ¿QUÉ BUSCAS?"
Frisk no tenía una respuesta sencilla. Miró a Papyrus y le dio una sonrisa, dejando que sus pasos hablaran por ella. Sabía que en algún punto volvería a encontrarse con Mark, y sabía que ese encuentro inevitable sería tanto una prueba como una confrontación de sus propias decisiones.
Mientras se alejaba del pueblo, su recorrido la llevó a nuevas zonas, enfrentando a diferentes monstruos, cada uno con su propia historia, con sus propios sueños y temores. Pero, a lo largo de cada encuentro, Frisk no podía ignorar la sensación de que Mark la estaba observando, de que él era consciente de cada paso que ella daba.
Finalmente, tras cruzar las Ruinas y la zona del Pantano, llegó al lugar donde sabía que Mark estaría esperando. Allí estaba, apoyado contra una pared, con los brazos cruzados y una expresión de satisfacción en su rostro, como si hubiera esperado ese momento desde hacía mucho.
—"¿Lo ves, chica?" —dijo Mark, observándola con sus ojos afilados—. "Este mundo… no cambia. No importa cuántas veces reinicies, cuántas veces intentes 'hacer las cosas bien'. Al final, siempre vuelves al mismo lugar, a la misma situación."
Frisk lo miró en silencio, su determinación intacta a pesar de sus palabras.
—"¿Qué pasa?" —continuó él, dando un paso hacia ella—. "¿Sigues pensando que puedes hacer la diferencia? ¿Que, de alguna manera, puedes 'salvar' a todos? Qué ingenuo."
Frisk apretó los puños, su silencio transformándose en una especie de respuesta. Sabía que él intentaba desestabilizarla, hacerla dudar de sus intenciones y de su capacidad de cambiar algo. Pero esta vez, no le daría esa satisfacción.
Mark observó su expresión y soltó una sonrisa, algo entre desafiante y entretenido.
—"Muy bien," —murmuró—. "Si quieres seguir, adelante. Pero recuerda, chica, este mundo no es tan sencillo como crees. Cada elección tiene un precio, y cuando lo descubras, estaré aquí… para recordarte quién eres realmente."
Con esas palabras, se dio la vuelta, dejándola sola
una vez más en el camino. Frisk respiró hondo y continuó avanzando, con el corazón lleno de la determinación que ninguna burla, ninguna amenaza, podía apagar.
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diariodeltrompetista · 3 months ago
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Million dollar baby (Ali 2)
Pedro y Naima van a esperar un tiempo. Ayer hablaba con una amiga sobre los hobbies, esas actividades que puedes hacer sin preocuparte de si eres bueno o no. A veces tengo la impresión de que la gente piensa que los músicos somos una especie de sátiros, druidas o seres del arte que respiran música, que viven en un mundo artístico, hippies, veganos y sensibles. En mi caso, no es así.
Soy trompetista, y durante muchos años me convencí de que lo mío con la trompeta era un matrimonio arreglado: yo me enamoré, pero ella no. Parece chiste, pero no lo es. Después de mucho tiempo tocando, he dejado atrás la autocompasión y me he enfocado en explotar lo que sé que hago bien, y en trabajar lo que sé que me cuesta, incluso en conocer mi sombra, últimamente sin tantos juicios. Esto en cierta medida viene del boxeo.
Toda esta charla para decir que no, el arte no me relaja, y no, no soy un hippie que “vibra alto”, ¡guácala! A veces, la música me estresa mucho, y reconocerme como un ser sumamente imperfecto me cuesta, traumas de la infancia, claramente. Por eso les hablaba de los hobbies. Ese niño que admiraba a Ali pasó años sin animarse a hacer boxeo. Tuvo que cumplir 27 años para empezar.
A medida que uno se sumerge en sí mismo, va desmantelando todas las mentiras que se cuenta para no salir de su zona de confort. Aquí va la primera: no practico boxeo porque soy trompetista, y no me pueden romper la boca porque es mi herramienta de trabajo. ¡Ja! ¡Cobarde! ¿Quién te crees? ¿Miles?
Llegaron los 27 y estaba conectado con el personaje de Miles Davis. Por esa época, tomaba clases con el maestro Ricardo Narváez. Como tarea, estábamos transcribiendo unos solos de Miles. Y yo, que me tomo muy en serio las tareas, empecé a leer sobre su vida. Encontré partes de una autobiografía que hizo con el escritor Quincy Troupe. Y, oh por Dios, había algo que no sabía: Miles había practicado boxeo por muchos años.
Por si no lo sabían, Miles hizo un álbum en el que dedicaba cada una de sus canciones a diferentes boxeadores. Cuando decidió empezar a practicarlo, fue por la influencia de Sugar Ray Robinson, un campeón mundial de peso completo. Un afroamericano disciplinado, que no bebía, no salía hasta tarde y del que no se podía decir que tuviera algún vicio. Era imponente. Tan imponente que incluso los blancos lo respetaban. Y Miles quería ese respeto.
“No me pegues en la boca, que hoy tengo concierto”, solía decir Miles antes de hacer un sparring. Se me erizaba la piel leyéndolo. Era Miles, ¿qué podía perder yo si algo me pasaba?
Conocí a Mario, un amigo de una amiga. Él era politólogo, pero una de sus grandes pasiones eran las artes marciales. Sabía de escrima filipina, kickboxing y Wing Chun. Él fue mi primer maestro. Venía a la terraza de mi apartamento en Chapinero. Entrenábamos con una vista de toda Bogotá. Mario me enseñó un poco de todo. Aún extraño la escrima; no la he vuelto a practicar desde entonces.
El boxeo me enseñó a entender mi relación con el dolor. El escritor de “Million Dollar Baby” lo dice en su libro: «En lugar de escapar del dolor, que es la reacción natural en la vida, en el boxeo vas a su encuentro, ¿comprendes? ...» 
Luego de un tiempo, empecé a entrenar con Fernando en Cúcuta. Fercho había sido campeón de boxeo en su país y estaba medio loco, lo sigue estando, sonríe Fercho algún día leerás esto, y los dos sabemos que estás loco, somos grandes amigos y seguimos en contacto a pesar de la distancia. No sé por qué seguía yendo cada día a entrenar… supongo que por masoquismo. “Toma las mancuernas de un kilo”, decía. Yo las tomaba y pensaba que no pesaban nada. “Vamos a hacer cien movimientos, solo lanzando rectos”. Después de los primeros veinte, la espalda dolía como el infierno, y las manos se bajaban solas. Mi cabeza me decía: “abandona, abandona, abandona”. Pero cuando las manos empezaban a bajar, un grito me devolvía a la guardia. “¡Sube la guardia!”, gritaba Fercho. Oh, Dios. Era mi orgullo el que me mantenía de pie, porque el cuerpo ya no podía.
“Ahora, cien flexiones”, decía. Yo me reía, pero él me miraba fijo y decía: “Es en serio, cien flexiones. No me importa que las hagas de a una, pero vas a hacer cien”. Yo no podía ni con diez seguidas. Y entonces, por primera vez en mi vida, hice cien flexiones. No sabía que eso se volvería costumbre.
“Vale, póngase los guantes. Vamos a hacer sparring”.
“¿Sparring? ¿Con quién?”
“Conmigo”.
Puta madre, voy a morir.” Las sesiones de sparring se volvieron una constante: gancho al hígado, caer de rodillas, respirar hondo, levantarse, aprender que no es personal. Ir hacia los golpes, cerrar la distancia para minimizar el daño, un impacto en la cabeza, ver todo gris y seguir adelante. Un ojo morado, una explicación para mi mamá, marcas que se vuelven trofeos. Con el tiempo, aprendí que mi verdadero temor no era el dolor físico, sino el miedo a sufrir. Y como decía F.X. Toole, “el dolor no es el enemigo, es el maestro”. Así que aprendí a caminar hacia él, hasta que dejó de dolerme tanto, y terminó por moldearme.
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nekoannie-chan · 4 months ago
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Papá, estamos enamorados
Papá, estamos enamorados
Título: Papá, estamos enamorados.
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X OFC.
Palabras: 619 palabras.
Cuadro: 6 “Ser descubiertos.”
Clasificación: B.
Sinopsis: Brock descubre la realción de Jenna y Steve.
Advertencias: Papá enojado.
N/A:  Esta es mi entrada para Flight Edition.
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N/A2: Esta es mi entrada para Calendar Events March: Compliment, cuadro 1:
"Tienes agallas.”
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
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No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
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Steve no solía mantener secretos, pero cuando se trataba de su relación con Jenna Rumlow, no dudó ni un solo instante en hacer lo que ella le pidiera.
Ambos sabían que debían mantener su relación en secreto. Jenna tenía claro que su padre jamás aprobaría a Steve como su pareja; no obstante la atracción que sentían el uno por el otro era imposible de ignorar.
Jenna era cuidadosa, siempre asegurándose de que nadie los viera juntos en público, y también contaba con el apoyo de Everly para cubrirlos.
Era una tarde lluviosa en Nueva York. Jenna y Steve habían acordado encontrarse en el lugar de siempre, le había dicho a Brock que saldría con su prima.
Jenna llegó primero, tomando una mesa en la esquina, su favorita por la vista que daba a la calle. No pasó mucho tiempo antes de que Steve apareciera, se acercó a la mesa con una sonrisa que Jenna le devolvió, comenzaron a platicar, ordenaron algunos alimentos y bebidas, luego de que se besaron, ambos sintieron una presencia que los hizo congelarse.
Brock estaba ahí, en la entrada del café, mirándolos fijamente. Jenna sintió que el mundo se le venía encima, nunca antes le había mentido u ocultado algo a su padre, ahora que los había descubierto por primera vez en su vida, tuvo miedo. 
—Jenna, ¿qué demonios está pasando aquí? —preguntó Brock, podía escuchar la ira en la voz de su papá.
Jenna abrió la boca para responder, pero fue Steve quien habló primero.
—Estamos saliendo, Brock. Lo siento que te enteres así, pero Jenna y yo... estamos juntos, tenemos una relación.
Por un momento, Brock simplemente lo miró, como si no pudiera procesar lo que acababa de escuchar.
—Tienes agallas, Rogers —espetó, cruzando los brazos—. ¿Tienes alguna idea de lo que esto significa? ¿De lo que estás haciendo?
—Sé exactamente lo que estoy haciendo —respondió Steve—. Me importa Jenna, y la respeto.
—¿Respetarla? —Brock se inclinó hacia Steve, su voz baja pero amenazante—. Ella es mi hija, Rogers. ¿Qué te hace pensar que eres digno de ella?
Jenna quiso intervenir, pero Steve la detuvo con un gesto.
—No sé si soy digno, Brock —admitió Steve—. Pero lo que sé es que quiero estar con ella.
Brock apretó los puños, y por un momento, parecía que iba a lanzarse contra Steve. Jenna se levantó de su asiento.
—¿Y qué te hace pensar que puedes mantener esto en secreto para siempre? Porque te garantizo, Rogers que hay muchas personas que querrían aprovecharse de esta situación. ¿Vas a ponerla en peligro por una maldita relación?Q
—No es una maldita relación, papá —dijo Jenna—. Steve y yo nos amamos.
Brock la miró con una mezcla de sorpresa, esta era la segunda vez que su hija se atrevía a contradecirlo. Sabía que Jenna ya no era una niña. Se giró y salió del café, dejando a Steve y Jenna solos.
El ambiente en el café era tenso, y Jenna sintió un nudo en el estómago, la sensación era mucho peor que cuando Everly y ella les dijeron que querían ingresar a la Academia. Por otro lado, Steve se quedó mirando la puerta. 
—Steve… —Jenna rompió el silencio—. No tienes que hacer esto, si no quieres. Puedo hablar con mi papá, intentar hablar con él...
—Jenna, no.
—Steve, tengo miedo de lo que pueda hacer —confesó—. Mi papá… él no es alguien que acepte un no por respuesta.
Steve se inclinó hacia ella, tomando sus manos entre las suyas.
—No voy a permitir que nada te pase, Jenna. 
Y tampoco voy a dejar que nos separen, ni de tu padre, ni de nadie. 
Jenna asintió, aunque no podía evitar sentirse preocupada. 
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historias-by-xedarix · 7 months ago
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Continuemos con...
El Camino de la Espada
II. El Azul de la Esperanza
Les tomó algunos días a caballo llegar a la ciudad de Asturia donde vivían sus abuelos maternos y sus tías.
Ellos no habían nacido en Asturia, pero años atrás habían emigrado hacia allá desde Fanelia, donde vendían telas en una tienda en la zona comercial de la ciudad.
Al saber que Nerys había quedado viuda, le rogaron que fuera a vivir con ellos, en parte también era para evitar que Anaís siguiera los pasos de su padre estando en Fanelia.
Lo que no sabían es que ella ya había tomado la decisión de buscar a Allen e intentar pertenecer a la Orden de los Caeli, igual que él.
Era curioso como con los años después de qué él partiera, se sorprendía a veces suspirando por aquellos ojos azules... Quizá es porque ahora ya era una mujer en toda regla, según ella y comenzó a encontrarle atractivo en esos borrosos recuerdos infantiles. Se dio cuenta que Allen le movió el piso de alguna manera, aunque en su momento no reaccionó a ello. Y ya con quince años... aunque ella ya se sentía muy mayor aun era una niña y aún había mucho que no sabía.
Estaba muy emocionada por verlo de nuevo. Le había escrito una carta antes de salir de Fanelia, así que si la había recibido, iría a buscarla a la tienda de sus tíos algún día de esos...
Si no iba...
Bueno, no se iba a detener por boberias. Ella iba a ser parte de los Caeli con o sin su apoyo. Lo primero en sí era conocer mejor el lugar y saber como podía lograr su objetivo.
Quién mejor que su primo Dai para el propósito.
Eran más o menos de la edad y la última vez que se habían visto tenían si a caso ocho años. Desde luego se desconocieron al verse ya crecidos
— pensé que serias una chica flacucha... Pero creo que tus brazos tienen más músculos que los míos.
— No seas llorón Dai, a diferencia de ti yo no deje de entrenar, además, fui discípula del mismo Vargas. Sería un poco vergonzoso no haberme fortalecido desde ese día.
— Meh... Para mi ya no fue necesario tomar la espada... Ahora me la paso en el telar o tiñiendo telas. Asturia es un lugar de paz, no creo que sea posible que seas parte de los Caeli...
— ¿Y por qué no?
— bueno... Ahora mismo no les hacen falta soldados y los Caeli son una élite. Son los mejores...
— pues yo no soy cualquiera...
— Lo se Anaís, pero... bueno, en quince dias harán exámenes. Lo veras por ti misma...
Dai no tenía el corazón para decirle la razón. Si ese tal Allen estaba por ahí, él se lo diría y si no... Bueno, si lo intentaba de cualquier manera iba a saber el por qué.
Pasaron ese par de semanas y ni la carta ni la presencia de Allen se manifestaron en la tienda... Anaís estaba algo harta de acarrear rollos de tela o de pasarse el día tiñiendo. Por las noches, tomaba la espada de su padre y entrenaba. El día de las pruebas en el cuartel del castillo de Asturia serían muy pronto y ella debía seguir en forma.
A pesar de la negativa de su familia, Anaís tomó a Dai y fueron ambos al cuartel.
Había una gran algarabía frente a las puertas del cuartel. Cientos de jóvenes más o menos de su edad estaban allí, acompañados de su familia.
Ella destacaba no solo por ser una chica, sino por las vestimentas. La ropa de Fanelia era muy distinta a la sofisticada moda de la ciudad de Asturia, alguno que otro soltó una risa burlona al verla. Quizá pensaban que ella venía acompañando a su enclenque hermano menor...
Cuando comenzaron a formarlos para el registro, algunos intentaron interponerse y dejarlos atrás, pero Anaís se abrió paso entre esa gente maleducada y con solo su mirada logró alejar a esos patanes.
Dai estaba muy nervioso por ella... Pero de verdad que Anaís tenía una voluntad de hierro y a pesar de las indirectas no logró evitar que llegaran allí.
Al acercarse a la mesa, el encargado la miró a ella de arriba a abajo. Aunque ella llevaba la espada en el cinto se dirigió a Dai.
— ¡Nombre!
— Anaís Rossiter.
— los acompañantes no deben dar su nombre, deben esperar allá.
— Se equivoca. No vengo acompañando a nadie, yo vine a hacer las pruebas.
El hombre del registro se rio.
— Disculpe usted, señorita, pero no se aceptan mujeres en las pruebas.
— ¿Como que no? Si alguien tiene la habilidad no pueden negarle la oportunidad...
— ¿Y cómo pretende usted demostrar tal habilidad, señorita?
Anaís desenvainó la espada y de un movimiento tan rápido que fue casi imperceptible, ella había cortado dos partes de la pluma que adornaba la boina del guardia del registro, todos se se quedaron boquiabiertos. Nadie pensaba que una mujer podía tener semejante habilidad con la espada.
—Déjela pasar, puede que sea divertido — le dijo al oído otro que llegaba a ver qué problema había. Con una sonrisa burlona el guardia del registro le contestó — de acuerdo, Anaís Rossiter... adelante, en las pruebas no nos hacemos responsables de cualquier lesión que le ocurra... ¡Siguiente!
Así, Anaís estaba oficialmente en las pruebas.
Las de aquel día en particular eran solo pruebas de esgrima para cualquier recluta interesado. Si les veían potencial los llamaban a hacer una prueba de aptitudes y de ahí seguirían más y más pruebas para al fin poder entrar al ejército de Asturia. Para ser un Caeli iban a ser años de mucho esfuerzo y lograr entrar a un programa de educación que tampoco garantizaba ser parte de aquel escuadrón de élite.
Anaís pensaba que con pura habilidad lo lograría de inmediato, así como pensaba que Allen lo habría hecho, aunque de que se separaron habían pasado ya cinco años. En Fanelia si alguien demostraba tener gran habilidad con la espada era reclutado de inmediato, se les entrenaba y se les educaba de todas las formas posibles. Ella al haber sido una discipula de Vargas, uno de los grandes espadachines no solo de Fanelia sino de toda Gaea, hubiera tenido casi garantizada la entrada al ejército por su habilidad. Anaís imaginó que en Asturia, una gran ciudad civilizada, también debían ser así las cosas...
Después de algún tiempo de espera le llamaron por su nombre junto al de otro individuo.
Cuando salió a la arena una oleada de risas inundaron el coliseo.
— ¿qué hace una mujer aquí?
— Oye, linda, las pruebas para las mucamas eran en el ala sur del palacio.
— ¿de qué se trata? ¿En serio van a dejar que pelee?
Anaís no se imaginó semejante recibimiento de personas como ellos, que creía que eran civilizados... Ahí se dio cuenta de que la educación no necesariamente venía de los lugares prósperos.
— Disculpe, pero yo no pienso enfrentarme a ella... — vociferó su contrincante
— Pues serás muy cobarde si no lo haces. — le contestó Anaís con voz fuerte, acercándose a él amenazadoramente, haciendo que el chico retrocediera.
— no pasará la prueba si no pelea con su contrincante. ¿¡Qué esperan!? ¡Comiencen ahora!
El hombre, que no parecía para nada un soldado y menos un espadachín, arremetió contra ella a ciegas. De dos estocadas, Anaís le desarmó, con mucha habilidad. Todos se quedaron callados.
Mientras pasaba esto, llegaba uno de los jóvenes capitanes recién nombrados. Un chico rubio que acababa de volver del reino de Freid y le habían pedido inspeccionar las pruebas para nuevos reclutas de a pie. Al ver quién estaba en la arena peleando, soltó un grito ahogado.
— ¿quién dejó entrar a esa chica?
— ja, creímos que sería divertido verla enfrentarse a los hombres para que aprenda su lugar, pero... Supongo que elegimos a un contrincante mediocre...
— Te equivocas. Muy pocos en este lugar podrían ganarle.
— ¿Qué?
— ella también fue discípulo de Vargas.
El joven capitán, vestido ya con el uniforme azul de los Caeli, grito desde el palco.
— ¡Alto! Yo voy a enfrentarme a esa joven. Por favor, despeje la arena.
Anaís al verlo se quedó sin palabras.
Allí estaba Allen en lo alto del palco, retandola a duelo.
Al mirarlo fue como ver al sol en un profundo y despejado cielo.
"Debe ser por eso que les llaman los Caballeros del Cielo... ¿Verdad?"
ᕁ᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮ᕁᕁ᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮ᕁᕁ᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮ᕁᕁ᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮᙮ᕁᕽᕽᕁ᙮ᕁ
¿Qué les pareció? En realidad esta parte es más bien algo de paja. Originalmente cuando la escribí no se veía como Anaís había coincidido de nuevo con Allen y bueno, esto ya va juntando todos los puntos.
Para subir este capítulo quería hacer un dibujo de Anaís pero no lo he hecho aún, me enfoqué en hacer a las morras del Shadows y ya no llegué a hacer el de la prota. Si me da la gana le hago edit a este post y si no lo subo en el siguiente cap (qué ya terminé de escribir pero no lo voy a subir hasta que tenga dos más ya escritos)
¡Y si! Si por alguna razón leyeron la primera parte cuando la publiqué, notarán ahora que le hice muchos cambios. Pero MUCHOS.
Me explico: aunque hay una que otra escena escrita, muchas son precipitadas y están mal redactadas (porque morra de 13 años que no sabía redactar...), y las primeras tenían mi nombre como el de la prota (les dije que era un self insert XD).
Lo que sucede es que eventualmente, le puse otro nombre, quería usarlo para cuando escribiera la historia en forma y ese nombre era Anaís Lidarés (el apellido es totalmente inventado), se escucha bien pero no existe, así que por esta razón decidí dejarle el provisional que puse antes que es Rossiter. Me gustó al final y suena bien con el nombre.
En la libreta solo tenía las notas, pero estoy segura que en alguna de esas otras tantas cajas debe estar la libreta que tiene toda la historia en forma, aunque honestamente no recuerdo haberla escrito del todo, por lo que es más seguro fiarme de las notas y de las cosas archivadas en mi cerebro al respecto.
Ya que estamos en confianza el título original era "Él diario de una chica en los Dragon Slayers" *muere de vergüenza* , por lo que el título provisional creo que está bien por ahora aunque sea muy genérico. Después someto a votación un nombre más apropiado.
Las cosas a penas empiezan y los capítulos se harán más largos cada vez. ¡Lo emocionante no tarda en empezar! En el siguiente capítulo hará su debut un personaje querido por muchos, será una gran sorpresa seguramente :b
Gracias por leer. Nos vemos en el siguiente capítulo, terrícolas 🚀
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