Hola! Soy Jupi, en este espacio voy a dejar registro de mi experiencia en rehabilitación de TCA-no específico.
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Último
Creo que de verdad por hoy este es el último. Un poco por la hora que es, otro poco porque siento que algo del alivio me ha alcanzado. Creo qeu la angustia en gran parte es cuando no sé que me pasa, no sé que me angustia.
Ahora se que es porque me enoja y me angustia no haber podido disfrutado de la emoción de estar recién casados y todas las cosas que siento que me estoy perdiendo sentir por la angustia que me produce lo de mi papá.
En la clínica me van a subir las horas de terapia. Creo que es una buena decisión.
Creo que no me había dado cuenta del nivel de en la mierda que tengo la cabeza.
Pensé qeu siendo qeu había alcanzado cierto tipo o nivel de tranquilidad estaba mucho mejor. O al menos no estaba tan mal.
Pero acá estoy escribiendo frenéticamente a las tres y media de la mañana ver si el alivio llega, a ver si me puedo dormir. A ver si puedo llorar por lo que me angustia y me siento en algún momento más liviana.
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Rutina
En las últimas semanas no pararon de preguntar sistemáticamente y con mayor frecuencia de la habitual si estaba bien. Y yo aseguré y juré que lo venía llevando bien, que para mi lo peor había pasado porque ahora ya se.
Que lo que me angustiaba de la situación de mi papá era que no sabía bie que era lo que estaba pasando pero ahora que tengo un panorama mejor estoy más tranquila.
No.
Ahora me doy cuenta que no estoy tranquila. Obviamente no, me da miedo todo lo que le pueda pasar a mi papá, me da miedo que no lo pueda superar.
No solo tengo miedo, también estoy triste y enojada. Estoy triste porque no pude disfrutar de la alegría de que nos hayamos casado, de la recibida de mi hermano, de lo del auto.
Es como si todo eso tuviera un sabor agrio, que me arruga la nariz. Es como si la alegría, la felicidad me la hubieran arrancado. Es cómo si hubiera perdido esa capacidad.
Un poco me enoja, me molesta cuando la gente me pregunta " y como andan los recién casados" y yo solo puedo pensar en ese lunes a la mañana en el que mi papá me contó de camino a casa que no estaba bien. En la angustia y lo amargo de confirmar eso que intuía. Del amarillo de su cuerpo. El amarillo en sus ojos.
Amarillo.Qué color que nunca me gustó.
Me quedo con ganas de estar contenta porque siento que todo eso me lo arrancaron.
Ya no hay lugar para eso.
Tengo ganas de volver al momento previo de saber, a ese lunes a la mañana desayunando con gasti completamente ajena de la secuencia.
Tengo ganas de no saber.
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Miedo
No sé como es tu cara. No se si existis fuera de mi cabeza. No sé como te llamas.
Solo se que a veces venís en sueños. A veces apareces en flashes que tengo. En los umbrales parado, mirándome. A veces estoy petrificada en la cama. Creo que es así la mayoría de las veces.
Un terror inmenso me indunda el cuerpo. Cierro los manos. Me duelen las palmas.
¿No te parecen incómodas las uñas tan largas? No. Aprendí a hacer las cosas con las uñas. Las uñas largas, las uñas fuertes que no se rompan con la fuerza de mis puños cerrándose sobre si mismos.
No se quiebran.
Me arden las palmas.
Me despierto ahogada, con el vestigio del terror.
Me despierto desorientada, no hay nadie en el umbral.
Lo curioso de los umbrales es que están en el medio de dos cosas. Del adentro, del afuera. Te paras en los umbrales, vos que no sé si habitaste alguna vez en lo real, vos que parece que perteneces al mundo de los sueños.
Vos que no sé quien sos.
Vos que cada tanto venís a buscarme.
Vos que solo espero, realmente espero, que no existas ni hayas existido jamás.
La pesallida más antigua que puedo recordar.
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Correr el velo
Contrariamente a lo que pensé o esperé el casamiento o en realidad todo el proceso de llevarlo adelante puso en evidencia el funcionamiento de los vínculos que tengo en mi vida.
Hubo gente que descubrí que me esforzaba mucho por tenerla en mi vida y que no tenían ninguna intención en formar parte de ella. A esas personas les llegó el momento de darles de baja.
Hubo otras que por más de que no formaran parte del cotidiano de mi vida, ni del último tiempo me di cuenta que quería que estuvieran ahí. Gente que fue primordial en el proceso. Necesaria. Indispensable. Pensé durante semanas en decile a M ese día que había sucedido, después de tantas cosas, había aprendido a elegir personas que me querían y me trataban bien. Aprendí y elegí una pareja que me cuida, me quiere, y con quien espero pasar el resto de nuestras vidas.
Creo que lo más tremendo fue darme cuenta que esa persona que pensé que era mi amiga, no lo era en realidad. Bah, tal vez bajo sus terminos lo era, mientras le funcionaba, lo era. Ahora me doy cuenta que no me hacía bien. Tal vez nunca me hizo bien.
Hoy tuve la incomodisima situación de cruzarme a sus padres en la casa de los míos. Creo que ha sido eso lo que me ha dejado un poco desorbitada de la ansiedad que son casi las tres de la mañana y no puedo dormirme. Ya no se que más hacer
Así que acá estoy tratando de descular de dónde viene tanta ansiedad. No me había dado cuenta que era esto lo que pasaba.
Reptó bajo mi piel de una forma tan sigilosa que no me di cuenta que estaba acá. No me di cuenta que me tenía el cuerpo completamente alterado, perturbado.
Quiero gritar y un poco creo qeu arrancarme el cuerpo.
Pero se que no funciona así. Creo que ver a los padres de F me gatilló esa incomodidad. La ansiedad, de no estar respondiendo a lo que él quiere que haga y cómo quiere que lo haga.
Hoy por primera vez me sentí incomoda con la fiesta que armamos. Trato de respirar hondo y recordarme todo eso que vengo hablando en la clínica con los profesionales que trabajan conmigo. Esto que siento es la respuesta de años y años de esta persona condicionando mi comportamiento. Es la angustia que me produce no hacer lo que él quiere, y cómo él quiere. Este es su "castigo" por no cumplir.
El mío en realidad. Me ocupé de sacarlo de mi vida, ya no quiero que de vueltas ni esté cerca. Pero así todo la ansiedad la siento en el cuerpo, la angustia la siento en el cuerpo.
Ultimamente pasan tantas cosas que siento que hasta lo más mínimo me desborda.
También creo que a pesar de haber podido ubicar quién era F y el tipo de persona que es, lo mal que me hacía no quita que fueron muchísimos años de amistad, y que todavía (y creo que todavía un tiempo más) estaré transitando el duelo.
Hoy mientras mirabamos la serie con gasti uno de los personajes le decía a la hija "A uno también le pueden gustar las cosas que le hacen mal" y pensé en como durante tanto tiempo disfruté de esa amistad, de esa compañía.
Creo que también cuando me doy cuenta de estas cosas de ese tipo de vínculos que han rondado mi vida me molesta contarlo, me molesta detectarlos porque siento que cuando lo cuento me deja en un lugar de "víctima" que no me gusta. Me molesta, me enoja ese lugar en el que estas personas tan dañinas, tan tóxicas me rondaban y yo nunca me di cuenta. No me di cuenta hasta este momento. No me di cuenta hasta que me hice mierda el cuerpo entre vomitos y castigos.
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Ha pasado un tiempo de la última vez que escribí acá. Honestamente no recuerdo ni cuando fue. Es probable que haya sido allá por diciembre. De ese momento a esta parte han pasado demasiadas cosas tantas que hay días (como hoy) en los que no puedo dormir.
Estaba cansada, pero no me dió sueño. Creo que me dejó alterada darme cuenta que a G le pasaba algo. En una de las veces que se despertó me dijo que fue por la cena.
Anoche, después de mucho tiempo, vomité. En ese momento entendí como funcionaba. De la misma forma que funciona mi cabeza, voy metiendo cosas de a poco, haciendo mezclas hasta que eventualmente vomito. Mi estómago colapsado, mi cabeza desbordada. Vomito, saco todo afuera. Es extraña la tranquilidad que me llegó después de eso, hoy ya no me desperté angustiada, ni en una. Anoche después de vomitar entendí que era lo que había hecho. Ese impulso irrefrenable, el asco.
Hasta que me dolió tanto la panza que supe que iba a pasar y como un alivió llega. No es el alivio del malestar físico. El alivio de hacerlo salir. Del dolor del espasmo, del ácido carcomiendo hacia adentro.
Llore en el piso del baño. Del dolor, de la angustia, del impulso que no pude ver.
No me había dado cuenta de que esto también son síntomas. El desorden progresivo, meticuloso, disimulado, que cuando sucede, me sorprende.
En algún momento del domingo, del lunes quise creer que Gasti tenía razón que la angustia venía de no ver el sol, de días y días de llovía, el cielo encapotado, gris. Me habría gustado que fuera así.
Desde que se lo de mi papá creo que mi cabeza activo mecanismos del mal. Es por eso que finalmente vomité.
Es por eso que claramente estoy subiendo de peso.
Es por esto que tiene tanto sentido que haga rehabilitación. Al final, era verdad, tengo el cerebro más torcido de lo que esperaba
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Las primeras semanas recurrí mucho a escribir en este espacio porque todo lo que implica la rehabilitación me desbordaba continuamente. Creo que con el correr de los días, las semanas, me fui acostumbrando al ritmo y al hecho del desentierro.
Se ha tratado mucho de cavar en mi propia historia, en lo más profundo, en lo más terrible. Desenterrar la angustia, el horror, el miedo.
Es como si todos mis demonios hubieran sido citados y poco a poco se a personan y se presentan.
Algunos todavía se guardan en las sombras, no los veo pero si los siento rondarme. Siento su presencia a mi al rededor.
De poco voy entiendo un poco mejor de que va esto. Cómo funcionan tener un TCA, qué cosas son síntomas de la enfermedad, y naturalice completamente.
A medida que entiendo mejor, cavo mejor, más profundo y los sigo encontrando.
Hay ideas, dudas que me rondan la cabeza. Hay cosas de las que nunca pude hablar del terror que me daba y me da miedo descubrir que han sucedido.
Tanto que no se lo pude contar a Silvia todavía, nunca se lo pude contar a nadie.
El terror. El miedo. Están ahí, están acá.
Cada tanto suben a la superficie, no hace falta desenterrar nada, está acá.
Vive acá.
Conmigo.
Cómo la tierra y el barro. Cómo el pasto revuelto después del pozo.
En la tumba de mi infancia rendida sobre mis rodillas, contemplo dónde descansa la niña que fui. Con terror observo, con terror y el estómago revuelto me preguntó, y en realidad no tanto. No sé si quiero saber, pero está falta de información ese vacío está saliendo caro, muy caro.
Tal vez ahí es donde empezó el tca. Tal vez ahí es donde tiene origen este monstruo, que nunca me quiso ni flaca, ni linda, ni bien. Me quiere muerta, bien muerta, en la tierra, enterrada, desapareciendo.
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Ponerle nombre
Es claro que al punto de rehabilitación no he llegado por una sola cosa. Ni un solo tema, ni un solo hecho. Han sido una secuencia de eventos desafortunados que me hicieron llegar a ese punto.
De algunos he hablado, de otros no. En su mayoría, el problema parece ser de lo que no he hablado.
Todo se ha ido pudriendo adentro, y por consecuencia infectando todo lo demás.
De lo que pensé que era un jardín de flores de colores, al final están todas muertas.
Podridas y muertas.
Hay que podar.
El lunes pasado mientras que estaba ahí en la clínica en el taller de expresión, una de las chicas tuvo un ataque de ansiedad.
Empezo desmayándose, y arrancó la coreografía. La profesora diciendonos lo más calmada que pudo, a L que es de las más antiguas en el grupo que llame urgente a alguien y a P (la siguiente en su tiempo en la clínica) que busque agua. Salió una de las psicologas, empezaron a intentar reanimarla. Nosotras, todas petrificadas. Asustadas. Empezó el tironeo. Se despertó. Gritó.
El tiempo se puso en reversa. Quiero gritar. Necesito gritar. No entiendo nada.
Gritan. Alguien grita. Alguien grita que se va a morir. Camino hacia atrás. Me apreto con las uñas las palmas de las manos.
No, no, no-pienso- Estoy acá, estoy acá, estoy acá- repito. Es de día, estoy en el sum de la clinica. Es de noche. El cielo está tan oscuro y tan lejos. Es de día. La profesora nos dice, un poco alterada, que vayamos adelante.
-Estás bien? - Me pregunta alguien, no sé quién. No se quién me habló pero yo las sigo. Casi que parece que fue aproposito, las que hace más tiempo que están en la clínica nos llevan a las más nuevas en el medio de la fila hacia la sala de espera. Alguien grita que traigan la medicación de emergencia. Los gritos de R llegan hasta dónde estamos. Estoy desorbitada.
Es de noche. Casi que veo con claridad el hospital. Es de noche. Tengo miedo. Es de noche, tiemblo. Es de noche. Lloro. No puedo respirar. _Vení, mojate, ¿Estás bien? Entro al baño. Me mojo la cara. Estoy acá. Estoy acá. Estoy acá.
Es de noche. El cielo se parte. _Jupi, ¿Estás bien? _Nnno, necesito que me abracen- escucho mi voz, no me doy cuenta que habia hablado-Necesito salir. Siento que todas se cierran a mi alrededor, me abrazan. Me agarran de la mano. Me llevan hacia la puerta. El personal de la clínica está todo sincronizado, escucho gritos, no sé de quién son.
Me olvidé el nombre de la recepcionista. Me olvidé su cara. No veo su cara. _Ya te abro- me dice- Ahroa les abro-
La gente de la sala de espera también tiene cara de espanto.
Es de noche. Muy de noche. No veo el sol. Necesito el sol. Suena la chicharra. Salgo afuera como si el sol me fuera a salvar. Veo la luz proyectada en las baldosas. Respiro. Estoy acá. Sí. Estoy acá. Tengo 29 años. No sé quién pero alguien me tiene de la mano. O no. No sé. Las escucho a las chicas decir que parece que nos van a mandar a casa porque la situación se complic�� mucho. Sale una de las psicologas. Me pregunta si estoy bien. No. No estoy bien. No sé si le contesto honestamente. Creo que no. Creo que lloro. No estoy segura. Me agarra de la mano. Me llevan a un consultorio. Me preguntan que paso. Lloro desgarrada. Tengo miedo. Le cuento. Es de noche. De vuelta, es de noche. Tengo 16 años. Estoy en el hospital Lucio Melendez un 25 de diciemrbe a la madrugaa, y lo acaban de matar a Dani. Le cuento la secuencia de esa noche.
Me pregunta por qué me quería ir recién. No me quería ir, le explico. Necesitaba ver el sol.
Yo se que no es racional este miedo, pero esa regreción va de la mano del terror que me dio esa noche que el sol no vuelva a salir. Del terror, del horror de que alguien másle arranque la vida a un otro. Un alguien que queres un montón.
Hace mucho que no lloro así por algo. Hace mucho que no me siento así de desorbitada.
Le cuento que hubo un tiempo que me pasaba más seguido. Que en general ya no me pasa esto, pero me asusté, y cuando R gritaba, empecé a sentir el temblor y la realidad y mi recuerdo se empiezan a solapar.
Me dice que me quede tranquila, me explica que le pasa a R. Al rato la vuelvo a ver. Nos abrazamos, me pide disculpas por haberme hecho sentir mal. Le digo que no se preocupe, acá estmaos todas porque tenemos temas que solucionar. A ella la hacen quedarse ahí, a mi me llevan al fondo de vuelta con las chicas. Nos explican que paso. Me explican qué me pasó.
_Es estrés post traumático- dice- Por eso los ruidos fuertes o ciertas cosas hacen que te pase eso.
Me quedo en silencio. Me quedo pensando.
Esto también tiene nombre.
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Presión
No puedo respirar.
Me pesa, me aplasta el pecho.
No puedo respirar.
La última semana sentí como mi estabildiad mental fue siendo cada vez más tironeada por diversas secuencias.
Quiero gritar y llorar.
Qué difícil es decir qué es lo que me pasa, que me importa, qué quiero. Qué difícil es ponerme como prioridad.
Me quiero arrancar la piel. Siento el tironeo desde adenrto y el impulso de clavarme las uñas en la carne y arrancarla.
No soporto más. Siento que cada vez tengo que sostener más.
No quiero hacerlo más.
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De lo que se hereda
Tal vez durante mucho tiempo no super qué era lo que me pasaba, qué me angustiaba. Durante casi toda mi vida, no sabía que convivía con un TCA y para cuando empecé a pensarlo, tampoco pensé que tuviera esta magnitud, ni este tamaño. Era obvio, digo, lo de no saber qué tamaño tenía. No paro de sorprenderme de estar yendo a una clínica de rehabilitación, y me sigo sientiendo ajena contándolo.
También un poco me viene este pensamiento del mal, que se que es el TCA sacando los colmillos, y queriendo que no hable de esto, lo mantenga oculto. No para de venirme esta idea de "deja de cartelear, de hacerte la víctima". Se que no es así, no me habrían ingresado en la clínica si no necesitara tanta ayuda. Así todo, el pensamiento continua recurrente.
Creo que es importante que siga hablando de esto, que siga escribiendo sobre esto. Para mi es importante. Se que el alta está muy lejos, nisiquiera dimensiono que tanto tengo que trabajar, pero al menos voy todos los días que tengo que ir. Cumplo con lo que me piden, respiro hondo.
Después del sábado pasado, en el que finalmente le conté a mis padres de esto y en el cuál mi mamá finalmente adimitió que me había maltratado toda la vida, no quise hablar más con ellos. No quise saber más nada. Me dolió en mi infancia, resonó en mi adolescencia, replicó en la joven adulta. Sentí como mis uñas se iban clavando en mi piel queriendo arrancarla tantas veces, a lo largo de la vida. Lloré, mucho, toda la semana, sentí como el dolor se iba purgando. No tuve una semana funcional.
Me doy cuenta que estoy más despistada.
Me doy cuenta, que esto recién empieza y duele un montón. La evité a mi mamá toda la semana. Inistió en varias ocasiones con que vaya a verla, que charlemos. No quería. No quería jugar con ella a ese eterno juego de ella en plan de víctima y cómo era que yo le hacía esto a ella. En esta historia lo último que es, es víctima.
De mi historia no es la vícitma, pero de la suya si lo es. Creo que el problema ha sido eso, ella nunca dejó de ser la víctima de su propia historia y de ahí no se ha sabido correr nunca. Yo nunca quise ser víctima. Tanto no quise que hoy en día me cuesta incluso nombarme como persona que va a rehabilitación. Tanto que no quiero ni escribir la palabra completa. Pero tampoco puedo andar negando eso que está sucediendo.
No le voy a recriminar a mi madre su propia historia, creo que no tiene sentido alguno. En la clínica hablan mucho de lo importante que es que transite el enojo. Yo no estoy enojada. Entiendo que hizo lo que pudo, con lo que tenía, y ya.
Sobretodo entiendo que esto lo ha heredado. No se tanto como ha sido la historia de vida de mi abuela pero si se que mi mamá esto lo heredó de su madre y yo de la mía.
No tengo forma de chequear que ella haya tenido un TCA siendo que hace tanto que falleció, pero si creo que había algo con el tema. Mi mamá desarrolló su TCA y ha convivido con el casi sesenta años. El doble de los que llevo yo.
Hay mucho que heredademos de nuestros antepasados. Hay mucho que no podré evitar que suceda, pero si puedo elegir no pasar esto. Yo no quiero que quienes vengan después que yo hereden esto.
Heredé el cuerpo de mi abuela, heredé lo obstinada de mis padres, heredé el placer por la lectura de mi madré, heredé el amor por la música de mi padre. Espero que algún día alguien herede de mi todo eso, y más.
Pero no esto.
No quiero que nadie más sufra esto. No quiero que se pierdan de su propia vida, por el miedo inmenso, terrible, arrollador, a vivir porqeu eso implicaba la posibilidad de engordar.
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Venía bastante bien con el tema de la ansiedad, angustia etc.
Venía bastante bien hasta hoy, hasta hace un rato. Me acosté cansada, tenía algo de sueño. Anoche dormí bien. Súper bien. Ahora siendo la tensión en el cuerpo. No sé que paso
Tal vez fue la siesta. Tal vez fue que cenamos tarde, no lo sé.
Estoy desvelada y no entiendo porque.
No es que no tenga cosas en las que pensar, no es que el revoltijo haya dejado e suceder. Creo que a veces está más calmo, al menos, en la superficie.
Ahora que paso el terremoto de las primeras charlas, y sus réplicas, está está extraña incertidumbre.
No sé a cuento de quién viene. Es por eso que está entrada parece no tener ni pies ni cabeza (es probable que de verdad no los tenga), Pero acá vengo a escribir cuando me siento mal. Sobretodo en la madrugada cuando no puedo dormir.
Este fin de semana tuve una conversación con mi mamá muy interesante. Tengo ganas de escribir sobre eso hace rato (y creo que de ahi viene está inquietud) Pero todavía no estoy lista para eso.
De hecho no es algo que haya comentado con nadie porque aún estoy analizando, procesando, masticando la información.
Quiero dormí y es tarde ojalá pronto me baje el sueño. Ya no quiero seguir despierta.
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Un día bueno
No sé hace cuantos días no tengo uno bueno. Uno funcional, geniunamente funcional que mi cerebro trabaja a la velocidad que le corresponde, y puedo pensar, resolver, hacer.
Toda la secuencia de rehabiltiación está siendo mucho más difícil de lo que esperaba, y a medida que avanza y se que al menos, por lo pronto, se pondrá peor.
Si esta es la superficie, no puedo ni imaginar que es lo que hay por debajo.
Por lo pronto hoy disfruto de la calma que me da al fin un día tranquilo.
Hoy me espera toda una tarde en la clínica que si bien me parece que está bueno, porque estando allá en general estoy más tranquila, también me consume todo el día y eso me genera mucho agotamiento.
Tengo hace días la esperanza de poder ponerme con cosas de la facu pero no estoy pudiendo. Un poco me amigué con la idea de que este es momento de ir haciendo lo que pueda, cuando pueda, cómo pueda.
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En general después de escribir me siento mejor.
Ahora por suerte tambi´én llegó el alivio.
Me sirve el registro para descomprimir lo que tengo en la cabeza. Aliviar la presión.
Intentaré dormir.
Mañana será otro día.
Espero que mejor que este
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Distorción
Primero creí que les contaba por el alivio de no tener que esconderlo más.
Ahora creo que fue para no tener que justificar más algunas cosas.
Creo que necesito tomar distancia de mis viejos. Ahora más que nunca es bastante difícil porque está en el medio todo el tema del casamiento.
Me gustaría no tener que verlos.
Me gustaría poder tomarme unos meses para descansar de ese vínculo.
Pero vienen las fiestas, me caso en menos de 3 meses. Cumplo 30 en tres meses. Un montón de cosas que son un montón y a la vez implican interacción.
Me puse a pensar que tal vez me cueste mucho mi relación con mi suegra porque me cuesta mucho mi relación con mi madre, y tal vez ahí esté proyectando.
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De lo que aprendí
"¿Por qué elegís vínculos que te hacen mal?" , "¿Por qué elegís siempre amigos que te maltratan?", "No sé porque siempre elegís gente que te trata tan mal" "No sé porqué elegís tan mal tus amigos", "¿Por qué elegías un tipo así", y la lista sigue y sigue.
De lo que mis padres me decían mientras crecía, sobre todo mi mamá.
Siempre me cuestionaba porqué elgía gente que me trataba tan mal.
Yo tampoco lo sabía. Años eternos en terapia, preguntas sin respuesta. Un dolor inmenso adentro mío que traté de tragarme.
Casi que pareció un milagro haber podido concer a Gastón, haberlo podido elegir. Un empleo de toda mi fuerza de voluntad, de toda la rebeldía que habitaba en mi cuerpo. Exprimir cada gota de ello. Un resultado que contra todo pronósitco, sucedió. La torción del destino, la elección de una vida mejor.
Del orden de lo imposible, lo impensado.
Todo, del orden de lo impensado.
Nadie habría sospechado jamás el maltrato con el que aprendí a convivir. Creo que puedo contar con los dedos de la mano las personas que registraron lo mal que me trataban.
Llegó un punto que la sutilieza con la que sucedía, lo normalizado que estaba, que incluso pensé que tal vez todo eso había sucedido en mi mente. Que tal vez, me lo había imaginado, que por ahí yo no tenía las herramientas para entender lo que sucedía.
Peor que haber convivido con el maltrato es descubrir que de verdad era así. Lo extraño es que primero llegó el alivio.
En cuanto le conté a mis padres que estaba yendo a rehabilitación y mi mamá me reconoció todo el maltrato de todos estos años, sentí alivio. Todo eso, de verdad sucedía. No era lo que yo inventaba, no era lo que yo decía, había genuinamente sucedido.
Un poco ahora pienso que me gustaría que se lo reconozca a mis hermanos también, en ese maltrato continuo, sutil, se instaló una hábito de maltato para conmigo, una normalización de eso.
Que reconozca su error es también darme a mi el crédito por lo que decía y cambiar el relato. No estuvo nada bien de todo eso que hicieron mientras yo crecía.
Hizo falta que me fuera para que descubra que podía vivir sin que me maltraten todos los días.
Creo que están muy acostumbrados a tratarme mal.
Tanto que nunca se les ocurrió que estuviera mal.
Pero, lo peor de que lo admitan, es que sea verdad.
En ese reconocimiento hay algo de conciencia. ¿Hace cuanto lo sabes?, ¿hace cuanto que te diste cuenta? Yo puedo enteder que hay mucho contra lo que no podemos. Entiendo que cada uno hace lo que puede con lo que tiene, pero igual, estoy enojada.
Sabes por qué siempre elegía vínculos que me maltrataban de alguna forma? Porque es lo que me enseñaste. Me enseñaste que el amor tenía que dolerme un montón. A esperar el coletazo, el comentario de mierda, el desplante, el ninguneo, la pérdida de valor.
Porque todo eso, lo aprendí. Aprendí que ese era el precio que tenía que pagar. Porque del pecado original, de la gordura, se desprendía todo lo demas. Porque el no haber heredado un cuerpo hegemónico amerita un castigo. El peor de todos, la constancia.
Recuerdo el reclamo, también de que gritaba mucho, de que siempre estaba enojada con ella. Menos mal que me enojaba, menos mal qeu gritaba.
Que bueno que mi natulareza implacable, como pudo, resistió. En portazos, en gritos, en enojos desmedidos. La potencia de mi adolescencia reclamando, rugiendo ante lo injusto.
Aunque a la Jupi adolescente le faltaban herramientas le sobraba fuerza de resistencia, de reclamo. No estaba dispuesta a soportar más.
Pero, en algún punto del camino, un poco la domesticaron. Esa fiera salvaje que me habitaba, que se defendía con uñas y dientes, perdió la batalla. Dejó de dar portazos, dejó de gritar, dejó de enojarse.
Aprendió que tal vez fuera lo que merecía. Tal vez, la vida, siemplemente era así.
A otros les tocan otras cosas.
A mi me correspodía el castigo pertinente al crimen comentido. Una cadera que no bajaba de los 110 cm.
Tanto lo había aprendido que cuando llegaron vínculos sanos que me cuidaron, me quisieron, me ayudaron a sanar saqué los colmillos.
De apoco, con cariño, con paciencia y con amor, fui aprendiendo que yo también merecía ser querida, valorada, y que eso no significaba que de la mano vendría un aguijonaso. Que no tenía porqué estar tensa, asustada, esperando que llegara lo otro.
Con esos amigos que tanto me cuidaron y me dieron amor sin nada a cambio, aprendí que no era algo que le competía nomás a la amistad.
Con eso llegó la posibilidad de habilitarme a estar con Gastón. Ahora, con él, viviendo con él, en el medio de la conciencia de todo esto, me doy cuenta que yo vivo tranquila con él porque ya no espero el maltrato.
Con él estoy segura que todos los días me siento cuidada, amada, respetada. Así como con mis amigos.
Con mis papás no. Con mi mamá sobretodo no.
La sensación de alivio, refugio, etcétera cuando me sucede algo y mi primer impulso es ir ahí, me dura poco.
Hoy tengo respuestas a todas esas preguntas que mi mamá me ha hecho a lo largo de los años, de porqué yo la rechazaba tanto, de por qué me enojana tanto, por qué gritaba tanto.
Porque es lo que me enseñaste.
De lo que aprendí.
Pero, yo no elijo más eso. Elijo todos los días ir a rehabilitación.
Cuando empecé de lo primero que dijeron fue que el TCA en realidad es el gran sintoma, que lo que pasa es otra cosa, mucho más grande, mucho más profundo.
Piedra libre para el mambo.
Crecer pensando que mi mamá no me quereía. Descubrir en la adultez qeu si lo hacía pero que no sabía hacerlo, y bajo el estandarte del cuidado el daño ha sido inmenso. La ambivalencia en su máxima expresión.
Un amor que destroza.
Un poco me angustia que parte de sanar esto para mi probablemente implique una distancia prudencial para con ellos.
Yo no puedo cambiar quienes son, pero si cuanto daño permito que me hagan.
Probablemente, la distancia sea lo mejor.
De lo que aprendí, también, es a irme de quienes me hacen mucho mal.
Te pediría perdón, pero no debería disculparme nunca por elegir cuidarme a mi.
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Madrugada
Los domingos a la madrugada vuelvo a confirmar por qué me hacen ir todos los días. Es por esto, por esta tensión.
Siento un tironeo en el cuerpo que me da ganas de llorar. Estoy tensa, nerviosa. Todo me sirve para ponerme nerviosa.
La incertidumbre.
Estoy tan tensa que quiero llorar.
Gasti me abraza mientras escribo. Es se está quedando dormido.
Me siento desorbitada en esta angustia. No encuentro de dónde tirar para desarmarla.
Es mentira. Se se de dónde hacerlo. Pero, no quiero.
No quiero tirar de ahí y volvera destapar esa olla.
No quiero escribir sobre esto y volverlo más real.
No quiero que el agujero en el pecho se agrande.
Siento que me rompe.
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Me quedé en blanco. Mirando la pantalla.
Llegó el vacío.
Los vecinos se gritan.
Ya bastante tengo con lo propio.
Recuerdo que lo que mi mamá me recriminaba de chica era por qué me enojaba tanto, por qué gritaba tanto.
Tal vez, mamá, gritaba porque no me dejabas comer.
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Lo ajeno
"Es una enfermedad", dicen.
No autorizo. No me parece. No concuerdo.
Pero eso es lo que dicen en cada encuentro de la terapia grupal. Así se habla del TCA en la clínica, y yo todavía estoy en proceso de poder decir que voy a rehabiltiación por un TCA. Un poco que no me lo vi venir.
Yo sabía que tenía un tema con esto, hacía mucho el chiste de quien no tenga un tca que tire la primera piedra.
No pensé nunca que tenía este nivel de gravedad. No pensé jamás que fuera una enfermedad. O tal vez no quise hacerlo. Honestamente, no lo sé.
Así todo, lo siento demasiado ajeno. Ajena la idea de una enfermedad. No me siento enferma. No me veo enferma, no me pienso enferma. La verdad es que no.
Hoy se lo dije a Silvia. También en la sesión le dije que probablemente fuera porque yo honestamente no recuerdo momento de mi vida en el que no pensara de este modo. Nunca se me ocurrió pensar que tal ves en este razonamiento no hubiera nada de sano.
Pero yo me comí la peli. Literal. Me convencí de que era una persona con hábitos super sanos. Me convencí de que muchos alimentos me caían mal, porque así me sentía yo, cuando el subtexto era que me hacían mal mentalmente porque no podía concevir la idea de consumir cualquier cosa tuviera calorías de más.
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