a-traves-de-mi-espejo
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Hola! Soy Jupi, en este espacio voy a dejar registro de mi experiencia en rehabilitación de TCA-no específico.
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a-traves-de-mi-espejo · 9 hours ago
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Me quedé en blanco. Mirando la pantalla.
Llegó el vacío.
Los vecinos se gritan.
Ya bastante tengo con lo propio.
Recuerdo que lo que mi mamá me recriminaba de chica era por qué me enojaba tanto, por qué gritaba tanto.
Tal vez, mamá, gritaba porque no me dejabas comer.
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a-traves-de-mi-espejo · 9 hours ago
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Lo ajeno
"Es una enfermedad", dicen.
No autorizo. No me parece. No concuerdo.
Pero eso es lo que dicen en cada encuentro de la terapia grupal. Así se habla del TCA en la clínica, y yo todavía estoy en proceso de poder decir que voy a rehabiltiación por un TCA. Un poco que no me lo vi venir.
Yo sabía que tenía un tema con esto, hacía mucho el chiste de quien no tenga un tca que tire la primera piedra.
No pensé nunca que tenía este nivel de gravedad. No pensé jamás que fuera una enfermedad. O tal vez no quise hacerlo. Honestamente, no lo sé.
Así todo, lo siento demasiado ajeno. Ajena la idea de una enfermedad. No me siento enferma. No me veo enferma, no me pienso enferma. La verdad es que no.
Hoy se lo dije a Silvia. También en la sesión le dije que probablemente fuera porque yo honestamente no recuerdo momento de mi vida en el que no pensara de este modo. Nunca se me ocurrió pensar que tal ves en este razonamiento no hubiera nada de sano.
Pero yo me comí la peli. Literal. Me convencí de que era una persona con hábitos super sanos. Me convencí de que muchos alimentos me caían mal, porque así me sentía yo, cuando el subtexto era que me hacían mal mentalmente porque no podía concevir la idea de consumir cualquier cosa tuviera calorías de más.
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a-traves-de-mi-espejo · 9 hours ago
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Semana #2
Hoy termina mi segunda semana en rehabilitación. No sé como me siento al respecto. Me gusta que las termino teniendo terapia, siento que es ordenado. El miércoles tenemos con Gasti por primera vez terapia de familia.
Fue extraña esta semana. Entre lo extraño fue que el otro día en la terapia de grupo nos dijeron que no podíamos ser amigas entre nosotras. A mi primero me pareció extraño, pero, cuando le conté a Lu entendí porqué. Los que tenemos TCAs tendemos a hacer comunidades y ayudarnos. Honestamente nunca lo tuve en cuenta pero porque no era algo que yo hiciera la verdad. Mi mambo siempre fue individual. Me encargué muy bien de esconderlo. Bah, ahora que escribía esto me acordé de una novela que escribí como a los 17, que se llama A eme a que sería Ana, Mía y Alisa. Anorexia, bulimia, ortorexia. Mis viejos sabían que yo había escrito esto. De hecho, les he leído fragmentos.
En su momento dije que lo hacía porque alguien a quién quería mucho estaba en esa. Ahora que recuerdo también incluso me ponía muy nerviosa cada vez que les leía algo de eso. Creo que esa un poco fue mi forma de pedir ayuda, pero a nadie se le ocurrió que tal vez fuera lo que me pasaba a mi.
Recordando esto registro un poco mejor de qué va mi bondi. Como me dijo Silvia, por ahora que trate de observar nomás. Yo creo que estoy más cerca de la ortorexia por más de que sea un no específico, mi TCA.
Mi gran obseción con lo que comía y lo que cocinaba, y lo que pensaba, lo que restringía siempre iba de la mano de qué era saludable y que no. De hecho, de lo que más me he jactado en esta vida, fue hacerme con el estandarte de comer sano, muy sano. De lo que mis amigos dicen de mi, es que como muy sano. De lo que no saben, y creo que yo tampoco es que en ese hábito no hay nada de saludable.
Hay cuentas y mediciones imposibles, hay hambre, hay verguenza, hay bronca.
Creo que hasta este momento no lo había pensado. En estas semanas en la clínica han intentado descular cuál es mi mal hábito. Es verdad que salteo comidas, paso hamrbe, hago atracones, y tal. Creo que venía escondiendose muy bien. Tanto que no lo nombré ni una vez. Ni una vez me acordé que lo hacía.
¿Por qué no me pareció difícil lo que me dio la nutricionista? porque eso es lo que hago siempre. Porque es el típico plan alimentario que le dan a alguien para que aprenda a alimentarse bien. El problema no es que yo no sepa hacerlo, el problema es la idea de crimen-castigo que tengo.
Si quiero cocinar algo rico con mi novio, está mal. Si quiero cocinar algo con él, y merendar mirando la tele, está mal.
Entro un poco en la compulsión del castigo. Cómo el jueves comí las galletitas que compré yendo a lo de Lau para merendar con ella, cómo cenamos comida chatarra con Gasti porque tenía ese antojo, le sigue el castigo de comida, con comida. Así, me va a doler la panza lo suficiente para que quiera vomitar y me de asco comer. Tanto como el que me doy yo por desear el disfrute.
Como no merezco disfrutar de la comida, me atiborraré hasta que me de tanto asco que no quiera volver a comer. Hasta que me salgan llagas en la lengua, en el labio, quiera vomitar, se me detone el intestino. Es el castigo que merezco. El crimen ha sido no comer sano. Porque en la lógica de lo sano no existe el deseo, ni mucho menos el gusto.
El asco a lo que "no debería ser" como si alguien lo hubiera marcado. "Deja de comer" "para de comer", "todos te están mirando", "el asco que da ver a una gorda como vos, comer".
Entonces, no ceno. Entonces, hago una pantomima pro demás exagerada para no sentarme a la mesa, para hacer como si hubiera comido.
Hoy Silvia hablaba del atracón por hambre. Yo creo que los míos no son por hambre. Son castigos. No quiere decir que no haya habido ninguno, logicamente también me suceden. Digo, marco el check list casi completo de los TCAs, si alguno de los sintomas no me compete medio que le pega en el palo.
Que tengas un TCA no específico no necesariamente es que te falten sintomas para que te diganostiquen, también es tener sintomas de más de uno.
Un poco el otro día me quedé pensando que tanto me serviría hacer terapia con Silvia. Hoy después de la segunda sesión puedo decir que definitivamente lo hará. Creo que me desconcertó que no fuera el modus operandi del psicoanálisis al que estoy tan acostumbrada. Así todo sentí el cimbronazo igual.
Que se yo, todavía estoy procesando todo lo que fue hoy, esta semana. Tengo ganas de seguir contándoles de eso, pero creo que lo voy a hacer en otra entrada, acá ya no tiene nada que ver.
Además en el departamento de arriba hay una invación de adolescentes y sus gritos no paran de desconcentrarme.
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a-traves-de-mi-espejo · 3 days ago
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I gotta say it's hard to be brave when you're alone in the dark ♪
Segunda noche consecutiva que no puedo dormir. Hoy me cuestiono un poco si será que en el día hice muy poco porque no tenía energía para nada. El insmonio de anoche, me volvió bastante inútil todo el día.
Me sorprende que sea por segunda noche consecutiva, también esta impaciencia que siento adentro. Un poco lo justifico con que no estoy acostumbrada a tomara coca, por ejemplo y anoche y hoy ha sucedido eso. Después me recuerdo que no es tan así. Es verdad que me despierta bastante, pero no creo que vaya de esto estos nervios.
La primer semana de rehabilitación mi sistema digestivo exploto, y estuve sintiendome mal todos los días. Ahora, me parece que va de esto. Del desorden en otras cosas y se me traduce al sueño.
Inlcuso me acabo de dar cuenta que me olvidé de tomar la medicación. Eso también debe estar ayudando a que me cueste tanto conciliar el sueño.
Parte de lo que hace mi medicación es ayudarme a bajar.
Creo que así se siente en el cuerpo cuando no voy desde el viernes a la clínica y ese día salí bastante alterada. Han pasado ya varios días y empiezo a sentirme perturbada.
Es extraño, si no voy me estreso, pero si voy también siento esa distorción adentro.
No sé como explicarlo, es cómo si adentro mío hubiera un pequeño pero constante temblor. Sobretodo se agudiza cuando "hice las cosas mal". Desde el viernes a hoy no hice todo como debería, y eso me perturba. Creo que me pone muy mal no hacer todo perfecto.
Haber cedido el viernes, porque quería hacer brownies. Haber cedido el sábado porque quería salir con mi novio. Haber cedido el domingo porque almorcé en lo de mis padres. Haber cedido el lunes tomar mates con una amiga, la cena de recibida de mi prima. Haber cedido hoy, la picada por el partido con Gasti. Haber cedido, y habilitarme disfrutar. Siento que es un exceso todo. Siento que no debería haber hecho todos esos planes, porque en todos esos no comí lo que tenía que comer. Hoy por eso no quería desayunar. Por eso, anoche no cené. Por eso, esta madrugada me desperté con hambre, sin poder dormir y el insomnio me encontró.
Frenética. Sin dormir. Alterada, nerviosa. Sola, en silencio. En la oscuridad de la noche, mientras todos duermen. En la oscuridad de la noche, me encuentro sola con mi notebook escribiendo estas líneas a ver si me siento un poco mejor, a ver si el alivio llega. A ver si, por ahí, esta vorágine avasallante cesa, o al menos, se calma un poco.
Es difícil de explicar. Siento que es un monstruo enorme, inmenso, con garras, dientes. Siento como me clava los colmillos cada vez que no peudo dormir.
Es como si la tranquilidad que alguna vez había alcanzado me abandonara. Recuerdo como con nostalgia el estar tranquila. Me pregunto a veces si volverá. Elijo creer que lo hará.
Este proceso que me pide que tenga fe, que tenga paciencia. Que pueda recordarme ser amable conmigo misma. Es difícil.
Es agotador.
Me siento ridícula, a veces, escribiendole a mis amigos al borde del colapso porque tengo que hacerme el almuerzo, porque tengo que bajar del colectivo, porque tengo que salir de mi casa para ir a la clínica. Me siento ridícula, a plena luz del día. Me siento imposible a mitad de la noche.
Me siento imposible cuando no tolero estar dentro mío y la sensación de arrancarme el cuerpo, vuelve.
En la noche, en la oscuridad. Es dificil recordarme que esto también va a pasar, que estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para que ese momento llegue algún día.
Sobre todo de noche, la cuestión de fe se vuelve aún más difícil.
Es muy difícil ser valiente cuando estoy sola con mis pensamientos. Es muy difícil elegir este camino. Porque encima, lo elijo todo el tiempo, todos los días, a cada rato.
No esperaba que la rehabiltiación implicara este nivel de dificultad. No digo que esperaba que fuera sencillo, sino que no pensé que fuera tan difícil. Creo que tiene que ver con que no pensé, en ningún momento que esto hubiera calado tan profundo en mi vida y en como la transito.
Ha hechado raices profundas, negras, putrefactas, hediondas. Me perforan hasta los huesos, el alma, lo que pienso y todo lo que existo.
Mi cuerpo moldeado a mi trastorno, mi mente adoptando su forma. Viviendo bajo ese techo venido a menos, como mi mente que tantas veces se ha rendido y finalmente sucumbió.
Creo que esto es un poco como aquella vez cuando finalmente pude dejar a Germán. Un día, mi cuerpo tiro de mi. Tiró de mi y me sacó de esa casa. Tiró de mi, y corrí tan rápido como pude. Agitada me subí al colectivo. No volví a mirar atrás. No volví.
Después de eso me esperarón años largos de terapia, noches sin dormir, la presión en el pecho, la dificultad para respirar, ataques de ansiedad, pensamientos suicidas. Pero también después de eso llegó un día en el que ya no me quise morir. En el que ya no le tuve miedo, en el que pude volver a respirar sin temor de que me arranque mi libertad, mis elecciones, mi vida.
Tal vez un día, llegue ese en el que mi TCA se repliegue lo suficiente, abandone el barco y yo pueda volver a dormir tranquila. Pueda volver a disfrutar de estar en mi cama y dormirme rendida.
Mientra tanto, qué dificil es ser valiente en la oscuridad de la noche, la madrugada. Con los grillos que gritan que no estoy sola pero el abismo se ha abierto entre los demas y yo y siento que ya nadie queda acá. Estoy sola, con él. Con sus garras y sus fauces. Con sus colmillos afilados y venenosos. Con mis uñas enterradas en mi piel tironeándola a ver si en una de esas tengo suerte y finalmente, me la puedo arrancar.
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a-traves-de-mi-espejo · 4 days ago
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Ahora que nadie me ve
Ahora que nadie me ve, la pantomima. Ahora que nadie me ve, no se van a dar cuenta. Ahora que nadie me ve, aprovecho. Y si ahora, que Gastón no está, no desayuno? No se va a dar cuenta. Nadie se va a dar cuenta.
Ahora que nadie me está mirando, me escabullo. No duermo. No puedo dormir. Me duelen las piernas, la panza, el cuerpo. No puedo conciliar el sueño.
Me despierto frenética, acelerda. Escribo a toda velocidad mensajes, resuelvo temas ¿Qué tan malo puede ser, si al final estoy más ágil? Me enojo. Me tenso. Me frustro. Más rápido. A toda velocidad.
No duermo. Estoy cansada, pero resolví tantos temas a velocidad record que pienso ¿qué tan malo puede ser?
Con una pantomima hábil, esquivé la cena. Odiada, ansiosa, enojada me desperté a la madrugada. No sé por qué no duermo. No puedo. Doy vueltas en la cama. Me enrosco. Me enojo. No puedo dormir.
Me doy cuenta que estoy tan acostumbrada al hambre que jamás sospeché que no podía dormirme por eso. Sobre todo porque no es algo que decido activamente. No es que elijo no comer, es que simplemente lo hago.
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a-traves-de-mi-espejo · 7 days ago
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La enfermedad del miedo
Así. Así le dijo Silvia ayer. Me quedé pensando en eso. En como opera desde el miedo. Pero tal vez, es de terror.
El terror a que te descubran y a que no te descubran. El terror a la comida, el terror a lo que los demás piensen. El terror constante a todo lo que viene asociado a eso. El terror a que tus afectos te abandonen, porque comes o porque no comes.
El terror a que en el proceso te gobierne a otro nivel, que se vaya de mambo y entre gritos y garras destroce a todos a mi alrededor.
Ayer también Silvia preguntó que forma tenía. Le dije que no sabía, pero que tenía uñas, garras. Siento ahora que abre sus enormes fauces y está que brama ¿Cómo se me ocurre contar cómo es? y un poco, ahora, tengo miedo.
Tengo miedo que activa mecanismos que no puedo controlar. Tengo miedo y me empuja a cocinar algo que me gusta, como unos brownies para merendar. Para que después de comerlos me de asco yo misma, me tense que estén en mi casa, me enoje que estén en mi casa. No los quiero acá. Pienso que la forma de eliminarlos es comiéndolos. Siento la tensión en el cuerpo. Me tenso. Mi mente se tensa. No quiero comerlos. Quiero comerlos. Quiero eliminarlos, desarparecerlos. El castigo es tragar lo que gusta. Arrancarle el placer a lo que me gusta. Que me de asco yo misma por haber hecho eso.
La verg��enza de contarlo. La vergüenza de ¿cómo vas a hablar de comida? ¿cómo vas a desear comer?, ¿como se te ocurre que eso te de algún tipo de placer? Me despoja de la poca satisfacción que pueda darme.
Me lo arranca. Me deja vacía. Tirada en la cama. Agotada. Siento que perdí otra batalla, otra vez. Siento que gano una cada vez que me arrastro hasta la clínica, pierdo otra cuando vuelvo y siento el impulso desde adentro del atracón.
Respiro hondo. Puedo con esto. Puedo con esto. Soy más fuerte que esto.
Ahí está, el control. El monstruo de mil caras. El control también le pertenece. Gobierna en el control, gobierna en el asco, gobierna en el impulso. Tranto de frenar. No puedo frenar.
Silvia decía que observe, que trate de solo observar por ahora, no hace falta que intente solucionar todo.
No puedo. No puedo solo observar. De lo obsesiva me pienso, me pienso un montón. Lo pienso, pienso a mi TCA como un monstro inmenso, negro, amorfo, como de cenizas. Un poco de intangible. Porque se arma y se desarma. Polimorfo, mejor dicho. Se arma, se desarma. Se transforma. Me clava los colmillos y cedo. Me clava los colmillos y lloro. No puedo con esto. Quiero vomitar. No puedo vomitar. No me sale vomitar. Pero quiero hacerlo.
Se me revuelve el estómago ¿Cómo se me ocurre cocinar algo rico para compartir con mi novio? No podes desear eso. En la gordura no cabe el deseo. Porque el deseo no puede competerte. Solo le corresponde a aquellos que la delgadez les ha sido otorgada. No ganada. No. Porque aunque la consiga no soy "digna". No me es propia. He luchado toda la vida por eso. Por llegar ahí, por ser lo suficientemente flaca para poder elegir lo que me gusta. Pero no lo soy. Nunca lo seré. Porque por más de que yo sepa que las caderas anchas responden a mis huesos, debería haber tenido una cadera más chica. Es por eso que como no me ha tocado, debo responder a este castigo divino. Me corresponde. Lo merezco.
Me miro en el espejo. No me veo ¿Me veo? ¿Quién es ella? Me clavo las uñas en la panza. Me la quiero arrancar. Todo quiero arrancar. La carne que sobra. De los brazos sobra. De las piernas sobra. Lo que cuelga, lo flojo, lo grotesco, me da asco.
Tanto asco, que no quiero comer.
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a-traves-de-mi-espejo · 7 days ago
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Semana 1
El jueves se cumplió una semana exacta que empecé a ir a la clínica. El viernes, cumplí una semana entera de ir todos los días. Yo se que en realidad no hay mucha diferencia entre una cosa y la otra, pero parte de mi mambo es este tipo de exactitud. Aparentemente el mambo con el tiempo, no es más ni menos que una parte del TCA. Y yo que hasta me tatue el tiempo en el brazo.
La verdad este proceso me sorprende mucho en general. Los viernes me toca tereapia individual. Esa mañana me desperté contenta, a mi me gusta hacer terapia, en general me sirve muchísimo para pensar cosas. Me gusta el desafío mental y me gusta que me hagan pensar.
Creo que la primera sorpresa me la llevé cuando la persona que me asignaron para terapia no es quién pensé que me iba a tocar. Es una señora mayor, tal vez de la edad de mis viejos. Menudita, tranquila.
Yo esperaba a otra persona. A una de las mujeres que me tomó la entrevista para la admisión. De caracter fuerte e imponente.
Silvia parece tranquila. Digo parece porque la verdad no la conozco lo suficiente. De hecho, escribiendo estas líneas me doy cuenta que ni siquiera le pregunté si era psicologa, psicoanálista, qué corriente, etc. Ahora me dió curiosidad y hasta el viernes no la veo. Tendré que convivir con la curiosidad.
Por el feriado recién vuelvo el miércoles a la clínica. No me había dado cuenta hasta hace un rato y no sé como me siento con el tema.
Por más tensión y nervios que me haya dado ir, registro que me hace bien y que estoy más tranquila. Me siento segura. Contenida.
Ir me pone de los nervios, pero creo que no ir me pone peor.
No sé como explicarlo. Es como que siento que cada vez que voy ahí mi TCA se pone como loco, araña las paredes y está que brama porque lo acorralan, lo exponen. Pero yo, me siento aliviada, siento que ahí no puede hacerme daño o si lo hace me van a ayudar.
De lo terrible es la incomodidad. Creo que esto, sobre todo al principio se tratará de estar incómoda.
Tengo demasiado naturalizado las conductas, los mecanismos, los castigos, los premios.
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a-traves-de-mi-espejo · 8 days ago
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#0
Supongo que a fines de orden y de no olvidarme cómo empezó debería arrancar por el principio. O al menos cómo fue que terminé en la clínica.
Creo que en los últimos años ha habido algunos momentos en los que fueron cruciales para trazar el camino hasta ahí. Algunos más o menos sutiles que otros. No se como explicarlo tampoco, no es que yo no supiera que tenía un mambo con la comida, es que un poco pensaba que era así la cosa. O no sé si tanto a ese nivel, pero algo de lo normalizado en todo esto había. O de resignación a que iba a vivir toda mi vida conviviendo con esta tensión. Me venía muchas veces a la mente un vago recuerdo de una parte del "Las ventajas de ser invisible", que Charlie, el protagonista hablana de su tía y cómo la recuerda siempre "luchando" con dietas y demás. No me acuerdo ni el nombre del personaje en particular, pero si me acuerdo de ella muchísimo y pienso lo triste que debía ser vivir así y que un poco es mi batalla personal.
Creo que hizo falta tocar fondo. Que la internación por la bacteria en el intestino fue sumamente necesaria. El estar en la clínica, verme las ojeras negras, la piel apagada, la falta de vitalidad, el dolor del suero, todo eso valía la pena, si al final el número el la balanza bajaba. Hizo falta la derivación a un gastronterólogo que no encuentre nada malo. Hizo falta lo arbitrario del azar, o la compresión del algoritmo de spotify más allá de mi conciencia sugiriendome un podctas en el que hablaran del tema.
Ese día en particular, lloré un montón. En el podcast, una psicologa especializada en el tema, contaba que existen muchos tipos, entre ellos los no específicos. Escucharla a ella contar mucha de las cosas que hacía, pensaba, sentía me rompió el corazón. Entre un llanto desconsolado, cuando Gasti se levantó le conté que creía que tenía un problema.
Le escribí a un amigo para que me ayude a buscar terapeuta. Llame a la obra social buscando alguien especializado en el tema. Las siguientes semanas fueron de entrevistas. Finalmente me llamaron para decirme que iban a derivarme a una clínica especializada en TCA. Que iba a tener una entrevista de admisión.
A la semana y media, ahí estabamos con mi pareja, Gastón y mi mejor amiga, Juli.
Nos explicaron como funcionaba, todas las cosas que tenía en la clínica, que iba a ir todos los días, qu�� como funcionaba, que me iba a enojar, que me iba a poner difícil, pero era parte del todo.
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