#dualismo poetico
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pier-carlo-universe · 2 hours ago
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"Mare e Terra" di Alda Merini: un viaggio tra amore, memoria e introspezioneUn dialogo poetico tra due elementi primordiali che riflettono l'anima e le sue contraddizioni. Recensione di Alessandria today
L’immensità della poesia di Alda Merini.
L’immensità della poesia di Alda Merini. “Mare e Terra” di Alda Merini è un componimento che esplora il dualismo tra il mare e la terra, metafore universali per rappresentare l’irrequietezza umana e il continuo conflitto tra fuga e ritorno, desiderio e pentimento. In pochi versi, Merini riesce a catturare l’essenza della fragilità umana, la sua necessità di amare e di essere amata, così come il…
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fiorile-arte · 23 years ago
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Domenico Piccolo Hiatu a cura di Edoardo Di Mauro
(...)Piccolo ha da sempre impostato la sua pittura lungo un versante di poetico simbolismo, evocante il recupero della dimensione interiore. Come un Goya postmoderno, se il paragone non risulta troppo ardito, Piccolo ha cavalcato i fantasmi del suo inconscio proiettandoli fuori da sé, verso quel mondo contemporaneo fatto non solo di luci patinate, di effimeri simulacri, di vera o presunta qualità della vita, assunto valido se riferito al mondo occidentale, ma anche di stridenti contraddizioni, di rovine e conflitti bellici che si presentano con modalità diverse rispetto al passato, decentrate e parcellizzate, ma non per questo meno in grado di seminare lutti ed angosce. Questo dualismo tra la dimensione individuale e quella collettiva, efficacemente sintetizzata da Piccolo nelle sue opere, si è sempre avvalsa, come detto, di una precisa dimensione allegorica, tipica di buona parte della migliore pittura italiana dell’ultimo decennio. Il rapporto con il reale, con la quotidianità, si è stabilito con una comunicazione a distanza, realizzata con il tramite di una immagine simbolica, in grado di stabilire un livello di trascendenza in una iconografia narrativamente concettuale. Pur nel mantenimento di una rigorosa coerenza, non si può non notare uno spartiacque nella produzione dell’artista. Nella prima, lunga fase del suo lavoro, Piccolo si è affidato ad una pittura improntata ad un diffuso atmosferismo, alla sostanziale fusione della figura umana con il paesaggio circostante, spesso ai limiti di un’aniconicità lirica ed evocativa, caratterizzata da pennellate ad olio ampie e distese lungo lo spazio della tela, non di rado di grandi dimensioni, al fine di contenere la complessità della composizione, tale da richiedere una attenta fruizione per cogliere particolari spesso celati e non immediatamente percepibili. Nella produzione recente, salutata da un repentino e, si spera, continuativo consenso, Piccolo ha maggiormente delimitato i propri confini. Volendo usare termini propri della teoria delle forme si può dire sia passato da una fase in cui queste si manifestavano come “aperte” ad una di relativamente “chiuse”. Le figure umane non sono più indistinte e sfumate come in passato, ma balzano decisamente alla ribalta, sebbene sempre schematizzate ed umbratili, in omaggio allo spirito “dark” dell’autore. Gli sfondi sono, al contrario, di complessa impostazione, impostati con una miscellanea di striature di colore, dalle tonalità più squillanti rispetto al passato, e da inediti inserti extrapittorici, immagini estrapolate da repertori iconografici sintonici al senso complessivo della composizione. Che adesso pare decisamente privilegiare l’ambito del degrado e della marginalità delle periferie urbane occidentali, con una vena sempre contraddistinta da una notevole originalità compositiva, tale da rifuggire dai rischi del già noto, ponendosi viceversa tra le prove più efficaci dell’ultima generazione pittorica.
Edoardo Di Mauro, aprile 2002.
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bustamantekevin · 3 years ago
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INFANCIAS PERDIDAS
Las perlas siempre me parecieron objetos muy atractivos, son pequeñas y elegantes con una particularidad de color unica a la cual me referia  como “gradiante de colores”, más adelante aprendí que esa cualidad propia de la perla tenia un nombre, iridiscencia. Nunca me habia detenido a pensar en cómo se originaban las perlas hasta el día en el que me regalaron un collar de ellas. Para sorpresa mia el proceso de creación de la perla es bastante romantico simbolicamente hablando. Son producidas por moluscos bivalvos,  se forman de manera natural con la entrada de un cuerpo extraño, ya sea un parasito, un pequeño fragmento de concha o un grano de arena, en el interior del manto del molusco. El molusco como metodo de protección natural cubre la particula que proviene del exterior con una sustancia llamada nácar que segrega ante este tipo de situaciones. Es así que, la perla es generada luego de que el animal toma un rol activo ante esa situación que le genera malestar, un algo desconocido que le genera  dolor. Desafortunadamente, la belleza de la perla generada termina siendo su martir, ya que la condena a muerte porque el hombre termina arrebatandosela para saciar su deseo de obtenerlas.
Encuentro poetico que del dolor se genere belleza, es algo que siempre se da en el arte, la catarsis de emociones que terminan rebozando de belleza y por eso son apreciadas por un otro.  
Esta experiencia resuena en mi como persona que integra el colectivo LGBTTTIQ+, tomando nuestra identidad como una cualidad QUEER que nos mortifica por escaparnos de la heteronorma en la que convivimos socialmente. El dualismo presente en la relación entre las personas que generan una sociedad, una sociedad que termina formandolos a ellos mismos como personas a su vez. Somos seres sociales y tenemos nomos preestablecidos, codigos de la conducta social y politica socialmente construida. Las instituciones preexistentes existen para legitimar la realidad social como la conocemos, binaria y heteronormada, en la que se espera del varón una cosa y de la mujer otra, y todo lo que escape de ese modelo es considerado una amenaza que pone en peligro la realidad que es funcional para sus integrantes, integrantes que si encuentran sentido en ella, más no es así para todes  y es por eso que muchos de quienes integran el colectivo LGBTTIQ+ encuentran tan dificil entenderse a si mismes y se rechazan, se niegan porque la sociedad les niega y quienes se revelan ante la norma sufren las consecuencias. Somos moluscos que intentan entender lo desconocido, tomamos un rol activo ante las incomodidades de no entender por qué no encajamos, creamos perlas para abrazar eso desconocido y generamos algo muy bello que se nos es arrebatado porque no coincide con la bella sociedad, y lo que ella espera de nosotres. Se nos priva de nuestra infancia, porque solo seguimos roles de genero heredados, que la diferentes insituciones comenzando por nuestra propia familia se encarga de corregir porque así les han enseñado. Se nos priva de nuestra sexualidad, porque el despertar de una vida adolescente y lo que ello trae consigo, es explorado al cruzar la mayoria de edad incllsive, una adolescencia tardia que se vive a escondidas y desinformado, porque nadie está formado para educarnos de lo que implica NO ser heterosexual, ya que tener en cuenta algo así implica nombrarnos y es mejor no nombrarnos, eso nos daria existencia.
Para entender nuestra propia existencia, quienes somos, tenemos que pensar quienes fuimos, y fue esa pregunta la que despertó mi interes en la tematica que trabajo en el presente proyecto. Quiero dejar huella, presentación y representación de las infancias QUEER, las vivencias abandonadas y perdidas, las infancias falsas  Cuando una persona   se pregunta  sobre su  propia niñez e intenta comprender esa dimensión de su identidad, esa parte  de si se encuentra irremediablemente perdida. Su recuperación implica necesariamente, la construcción de una narrativa y la resignificación de un grupo de imagenes fragmentadas y dispersas. Así cuando una persona, en algun punto entre la  adolescencia y la adultez, se reconoce homosexual, descubre a su vez  que fue un niño homosexual. De este modo, ser un niño gay nunca es un hecho presente, sino más bien la resignificación de un espacio temporal ya alejado y perdido. Parece entonces ser que la infancia no puede ser gay, aunque si estar acompañada de esta suerte de premonición, un fantasma que anuncia que algun dia se llegara a ser una persona homosexual. La identidad sexual en la infancia se puede construir solamente a traves de este retorno  nostalgico sobre las imagenes y recuerdos de la niñez. #Pearl es el proyecto que da paso a encontrar estas infancias fantasmas.
La serie de pinturas digitales "INFANCIAS PERDIDAS" se subdividen en series de 3.
La serie CHICO donde retrato lo que se espera del infante varón, fuerza, indiferencia y se le niegan los sentimientos.
La serie CHICA donde retrato lo que se espera de la infante mujer, transparencia, feminidad y belleza.
Y por ultimo la serie CHIQUE donde retrato una deconstrucción de los roles de genero heredados.
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pangeanews · 4 years ago
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“Ora siamo qua, in un’epoca tremenda per i malati dell’anima. E sai perché? Perché son pazzi tutti, tutti!”. Dialogo con Caterina Cavina. Un viaggio delicato e feroce nel disagio psichico
Arianna è albina. Ha “pelle di marmo e occhi rosati”. È bianca di pelle e di capelli, molto magra, piena di cicatrici, è bella e brutta insieme. Vive sola in una vecchia casa piena di gatti. Nel passato Emilia, una madre anaffettiva, paranoica, che vedeva in lei la causa di tutti i suoi fallimenti. Nel presente David, un uomo violento, che non riesce a lasciare perché “in certe vite, per un istante decente si può ammazzare, o farsi ammazzare”. Arianna, la protagonista del romanzo Le radici dei fiori, di Caterina Cavina, edito da Pendragon, ha una dipendenza dall’alcol, una tristezza profonda che non riesce a definire, e il vago ricordo di una vita quasi normale, in cui usciva, mangiava il giusto, dormiva regolarmente e aveva iniziato a studiare medicina. Ora c’è solo l’anziano Wogler, vecchio amico di sua nonna, a occuparsi ogni tanto di lei, a costo di svegliarla con un secchio d’acqua gelata. Ma Arianna non ha rinunciato a vivere, così a un certo punto entra, per sua decisione, in una clinica psichiatrica, Villa Glicine, detta Villa Triste. Qui incontrerà una serie di personaggi, perlopiù “definiti dalla loro diagnosi”, che amano, litigano, competono, combattono, diventano amici, si tradiscono e non sono poi tanto diversi da quelli che stanno fuori. Con loro Arianna inizierà il percorso per uscire dal suo labirinto. Un romanzo duro e delicato, feroce e poetico, ricco di quell’ironia che smaschera e conforta, svela la realtà e al tempo stesso dalla realtà ci salva. Ne parliamo con l’autrice.
La prima domanda è il prezzo da pagare, quello che chiunque, anche chi scrive un libro sui serial killer dal punto di vista del serial killer, si sentirà porre. Quanto c’è di autobiografico nei personaggi di questa storia, e in particolare nella protagonista, Arianna?
È autobiografico, ma non nel senso convenzionale del termine, io non sono Arianna, non le assomiglio per aspetto, carattere e indole, abbiamo solo alcuni tratti in comune. Ma sono stata ricoverata più volte in clinica psichiatrica per problemi simili e quasi tutti i personaggi del libro sono veri, esistono e hanno nome e cognome (che ovviamente ho cambiato) o sono comunque un mix dei vari tipi di persone che ho incontrato durante i ricoveri. Devi sapere che nelle cliniche c’è un po’ di tutto, un miscuglio di personalità, patologie e dipendenze. Dall’ex carcerato che deve togliersi la dipendenza da metadone, passando per il fighetto da discoteca dipendente dalla cocaina, alla signora “bene” che soffre da anni di depressione maggiore. C’era anche una signora anziana dipendente dai lassativi, ricordo, molto simpatica, faceva dei lavori a maglia stupendi, mentre magari nel tavolo accanto uno ti raccontava di quando aveva ucciso su commissione o come si taglia la “roba”.
Il tuo romanzo è ambientato per la maggior parte in una casa di cura per malati psichici e dipendenze patologiche. I tuoi personaggi sembrano vivere le stesse identiche pulsioni dei “normali”, ma in una dimensione altra e alterata, a volte portata all’estremo della drammaticità, altre volte attutita, come anestetizzata. Dove sta secondo te il confine tra i normali scossoni della vita e la patologia vera e propria? E la medicina oggi riesce a identificare questo confine in modo oggettivo?
Basaglia diceva che “nessuno visto da vicino è normale”, postulato in cui credo fermamente. Innanzitutto, la “normalità” non esiste e ognuno di noi ha delle “patologie” in fieri che situazioni sfavorevoli, genetica, destino (usiamo pure questo termine), possono slatentizzare. Pensa solo all’effetto lockdown, i dati statistici parlano di un aumento di depressioni, attacchi di panico e ansia sociale. Molti miei amici farmacisti vendono molti più psicofarmaci di prima (non che prima ne vendessero pochi). Non tutti reagiamo allo stesso modo ai drammi della vita, c’è chi riesce a mantenere comportamenti autoconservativi e chi no. Non è nemmeno una questione di “forza di carattere” o “forza di volontà”, la “forza” è considerata spesso come concetto assoluto, mentre ho notato che è una caratteristica relativa, spesso determinata dalle condizioni ambientali e dalla consapevolezza dei propri limiti. Se uno arriva a conoscere se stesso (lavoro che dura tutta una vita), ad accettare i propri limiti, diventerà all’istante una persona più forte per il semplice fatto che si metterà meno in pericolo, in una situazione “fragile”. Non dico di rimanere stipati nella “comfort zone”, ma di affrontare la vita, “sani” o “malati” che si sia, con consapevolezza. A parte che in psichiatria non c’è una netta demarcazione tra “sano” e “malato”; si dice in genere “funzionale” o “disfunzionale”. Che vuol dire? Vivi abbastanza bene? Sei soddisfatto? Riesci a provvedere a te stesso e magari agli altri? Riesci ad avere relazioni significative con il prossimo? Non dico di tirare fuori la piramide dei bisogni primari di Maslow, un po’ troppo schematica, ma a volte basta dare un’occhiata a quella per capire se siamo in una fase patologica o meno.
Cosa pensi dell’utilizzo di farmaci? Molte persone non affrontano i propri problemi psicologici proprio perché temono di diventarne dipendenti, di vedersi modificata la personalità in modo artificiale.
I farmaci aiutano e molto, e c’è uno stigma sbagliato su di loro. Ho sentito persone inveire contro la “chimica” che cambia il cervello mentre magari fumavano o bevevano vino. Non è chimica anche quella? Non è tossica? Gli psicofarmaci dovrebbero essere considerati come tutte le altre medicine. Hai la febbre alta? Prendi il paracetamolo. Sei depresso? Prendi un antidepressivo. Certo, la diagnosi psichiatrica è più difficile da fare di una febbre alta, ma non impossibile. Gli psicofarmaci non sono più invalidanti come una volta, non trasformano tutti in vegetali, conosco schizofrenici perfettamente lucidi, consapevoli delle loro visioni e persino delle “voci” che sentono, le hanno accettate e ci convivono. Sono casi rari, ma esistono.
Oggi è sempre più difficile parlare di malattia senza venire messi al muro dai nuovi dettami del linguaggio, quelli del politicamente corretto. Da un lato è un bene che aumenti il rispetto verso ogni forma di diversità o disagio, dall’altro diventa sempre più difficile chiamare le cose con il loro nome. Si insiste ad esempio sul fatto che la disforia di genere non è una malattia ma una condizione, e contemporaneamente si insiste nel dire che la depressione è una malattia e non uno stato d’animo. Sembra di stare in bilico tra negazione della malattia e necessità di cura. Andare dall’analista è diventato di moda, da Woody Allen in poi, ma solo se non se ne ha davvero bisogno, mentre il disagio psichico reale è ancora fonte di emarginazione tra le più feroci. Come vedi questo dualismo?
Sulla non conformità di genere il discorso è complesso. L’Oms l’ha tolta dall’elenco delle malattie e l’ha inserita nei “disordini mentali”. Per semplificare la cosa, il ragionamento fatto in anni di studi è questo: mentre la depressione maggiore ha cause spesso endogene, interne (poi esiste anche quella “reattiva” a episodi esterni), si pensa che i disagi procurati dalla non conformità di genere, soprattutto negli adolescenti, avvengano a causa della reazione sociale al loro comportamento, alla non accettazione sociale, insomma siano esogene. Quindi non è una malattia vera e propria dell’individuo. Permettere la transizione di genere evita il suicidio di molti adolescenti transgender durante l’età dello sviluppo (infatti vengono assunti ormoni per bloccare la crescita dei caratteri sessuali secondari) e dà loro il tempo di capire bene cosa vogliono essere. Credo che l’accesso a questo tipo di percorso sia importante, proprio per salvaguardare la loro sanità mentale. Se guardiamo la storia delle culture più antiche, scopriamo che il genere è sì una realtà biologica imprescindibile, ma ha anche una forte componente culturale. Per quanto riguarda il discorso della malattia mentale come “moda”, si nota sempre più sui social usare parole “sono bipolare”, “sono border”, “paranoico”, quasi fosse una cosa figa e glamour, peccato che poi quando la malattia si presenta nella vita reale, di tutti i giorni, lo stigma riappare. La malattia mentale fa paura perché, come dicevo prima, è in fieri in tutti noi.
Il tuo libro non parla solo di anime, ma anche e soprattutto di corpi. Corpi quasi sempre troppo magri o troppo grassi, spesso abusati, feriti, cicatrizzati. Ricorre molto il tema degli odori, della sporcizia e della pulizia, elemento primario di socialità, di incontro con l’altro, primo spartiacque tra inserimento ed esclusione sociale. Alzarsi dal letto e lavarsi, il primo passo per vivere. È una metafora o qualcosa di più?
Non è una metafora, è la realtà. Se sei depresso smetti di lavarti. Ho incontrato molti idrofobici nel corso delle mie esperienze che urlavano come matti al solo contatto con l’acqua. Ma senza arrivare a questi estremi è proprio una rinuncia a tutto, il voler dimenticare tutto, l’acqua sul corpo ti dà coscienza di te, il toccarti per lavarti ti dà coscienza di te, il solo vestirti e stare seduto richiede uno stato di coscienza che spesso si rifiuta. È un effetto della ricerca dell’oblio che molte persone in difficoltà hanno. Lo stesso dicasi per le dipendenze. Arriva un momento in cui si diventa idrofobici e si inizia pure a odiare la luce del sole. Si vuole semplicemente scomparire, ma il corpo c’è, resiste, e puzza.
Un altro tema ricorrente è l’amore per sé stessi, così difficile da provare, specie per chi fin dall’infanzia è stato abusato o comunque non ha vissuto una crescita equilibrata. Specie nei personaggi femminili, ricorre il colpevolizzarsi anche quando si è vittime, il chiedere amore a chi non può darlo. In questo senso, mi ha ricordato alcuni passi del saggio Donne che amano troppo, di Robin Norwood. Mi viene in mente anche Franca Leosini, che di recente è stata accusata di maschilismo per aver detto che una donna, al primo schiaffo del compagno, se ne deve andare. La complicità nelle violenze subite è in realtà un tema importante, da non censurare. Secondo te come possiamo evitare l’auto colpevolizzazione ma anche la negazione di certe forme di complicità con i carnefici? E se questo meccanismo riguarda più le donne che gli uomini, secondo te perché? Sempre e solo l’educazione patriarcale o c’è qualcosa di innato?
Io sono stata vittima di violenza domestica e avevo appena scritto un libro sul femminicidio (La Merla), comico, vero? Anch’io ho preso il primo schiaffo e non me ne sono andata. Perché non te ne vai? Perché ti senti in colpa, perché credi di essertela cercata, perché speri che sia un episodio singolo che non si ripeterà, che potrai contenere magari modificando il tuo comportamento. Fai dei patti con te stessa “dai resisto un altro giorno”, “speriamo che oggi sia una giornata buona per lui”, “se mi comporto così non lo farà più”, spostando l’asticella della violenza tollerata sempre più avanti. Vivi dei ricordi dei primi tempi (in genere queste persone si rivelano dopo un periodo dove sono dei veri “principi azzurri”, il love bombing che crea dipendenza), sperando che sia solo una fase. E sopporti. Poi c’è la vergogna, la paura di dire: “Mi picchiano”. Ricevevo pure io reazioni negative, anche dai parenti: “Ma come tu, proprio tu, colta, femminista, hai potuto portarti un individuo simile in casa?”. Fare sentire in colpa le donne perché non scappano non è la soluzione. Riconoscere che si è vittime, ma anche responsabili di se stesse lo è. Sviluppare abbastanza amor proprio, autostima, minor bisogno di dipendenza affettiva da saper lasciare chi ci fa del male, anche “solo” psicologicamente, è una strada lunga e tortuosa. Quante amiche infelici abbiamo che comunque rimangono in una relazione tossica pur di non stare sole? Che incorrono sempre nello stesso modello di compagno (o compagna) narcisista? Vampiro emotivo? Ce ne sono tante e il meccanismo che sta sotto è il medesimo. Prendersi la responsabilità di se stessi e della propria salute, chiedendo aiuto, denunciando, non è facile, perché lo stigma di vittima non piace a nessuno. Completando la risposta, più che innato c’è qualcosa di antropologico nel masochismo femminile, il sopportare tutto pur di avere un tetto sulla testa, del cibo e una posizione sociale. Ora in Occidente non abbiamo più queste catene “materialistiche” legate alla sopravvivenza, ma esistono ancora quelle psicologiche.
All’interno della clinica nascono relazioni, sentimentali e sessuali, e a un certo punto anche l’amore, tra un infermiere e una paziente. I tuoi personaggi sembrano chiedere di essere accettati come sono, con amore incondizionato, ma l’amore incondizionato è spesso a sua volta parente stretto dell’abuso, del poco rispetto per sé. È possibile amare in modo sano qualcuno che vive un disagio psichico, e a che prezzo? Potrà mai essere un rapporto paritario?
Certo che ci si può innamorare di un malato psichiatrico. Un bipolare compensato farmacologicamente, per esempio, può avere delle relazioni anche equilibrate (ma esistono relazioni equilibrate?). Certo, ci sono delle attitudini, persone più empatiche che trovano soddisfazione nel prendersi cura del prossimo e persone più bisognose di attenzioni, sono gli incastri di un rapporto, codipendenze le chiamano e io credo che il 90% dei rapporti anche cosiddetti “normali” sia una codipendenza. Vedo poche persone libere che stanno con un’altra persona non per bisogno ma per reale e consapevole scelta. Se un uomo s’innamora di una malata psichiatrica che non si cura (ma anche viceversa), evidentemente anche lui ha delle carenze, dei bisogni di riconoscimento, che non ha avuto. Un desiderio di sentirsi utile, un bisogno d’identità che riconosce solo nel prestare cure, bassa autostima, ed è spesso lui vittima di violenze psicologiche. Anche una comodità: “Ho la moglie matta quindi posso fare quello che mi pare (tradotto: tradirla)”. Sono rapporti complessi dove il ruolo di vittima e carnefice, di malato e infermiere, spesso si rovesciano. “Se non mi ami io non ti curo, se non mi ami io mi ammalo”. Sono ricatti affettivi che possono avvenire all’interno della stessa coppia a fasi alterne. In genere il malato di mente è solo un sintomo della famiglia disfunzionale, tutta la famiglia è malata. Lo stesso vale per le coppie.
I tuoi personaggi sono malati psichici, ma a tratti parlano con grande equilibrio e saggezza. È un espediente letterario o l’hai riscontrato dal vero? Da dove proviene secondo te questa curiosa forma di sapienza folle? È un luogo comune o c’è del vero, nel detto che solo da pazzi si è davvero liberi?
Molti insegnamenti li ho avuti dai “matti”. Nei loro momenti di lucidità possono esprimere concetti profondi o dare importanti lezioni di vita. E poi non sono tutti “non presenti a se stessi”, molti sono coscienti della loro malattia e ne parlano con padronanza e profonda umanità e persino compassione. Altri invece continuano a lamentarsi delle violenze subite da bambini, dei torti, delle sfortune, delle disgrazie, in un loop che racconta sempre la stessa tragica storia e non riescono a uscirne. Nemmeno quella è una colpa. C’è una cosa che dicono spesso gli psicologi: “Chi riconosce di avere un problema e chiede aiuto è già molto più sano di tanta gente che non lo fa, che si ritiene “normale””. Non posso che confermare. Ho conosciuto più “matti” fuori dalle cliniche che dentro.
Un altro elemento ricorrente nel tuo romanzo è l’umorismo. Penso ad esempio a “Orlando, l’uomo che non picchiava le donne con cattiveria”, e a numerosi dialoghi tra le pazienti, di comicità stralunata e tagliente.  Al di là del fatto che è a mio parere uno degli aspetti più riusciti del romanzo, quanto l’umorismo può aiutare a sopravvivere, anche in situazioni difficili come queste? E può diventare anche qualcosa dietro cui nascondersi?
No, l’umorismo è fondamentale, sempre. Salva la vita.
Il tuo romanzo d’esordio, Le ciccione lo fanno meglio, è un best seller. In un certo senso ha precorso i tempi, poiché parlava di fat shaming e di body positive quando non erano ancora termini di moda. Viviamo in un mondo che pretende il bell’aspetto anche per mestieri non d’immagine, e che continua perlopiù a far coincidere la bellezza con la magrezza. Oggi un po’ si eccede pure dall’altra parte, passando dalla schiavitù della taglia 42 (se non di meno) a improbabili elogi dell’obesità, nonostante i problemi oggettivi di salute che porta con sé. In quest’ennesima dualità dei nostri tempi, dov’è a tuo parere il punto di equilibrio in cui collocarsi?
La cura è una scelta (la salute meno perché se ti ammali di tumore al cervello di certo non lo hai scelto). Auguro sempre a me stessa di essere la versione più sana possibile, ma anche che se non ci riesco ciò non deve intaccare la mia capacità di essere felice e di godere della vita. In generale non apprezzo tutta l’attenzione dei media al corpo della donna, sia che sia magro, sia che sia grasso. Hanno un po’ tutti rotto le palle. Lavorerei più sulla formazione dell’identità, sul chi sono io, cosa voglio e come ottenerlo, che sulla taglia che porto. L’obesità è una malattia anche mortale, ci si può convivere ma anche no. Sono, ripeto, scelte. Il movimento delle modelle XXL gnocche, penso alla bellissima Tess Munster, è un po’ ipocrita secondo me. Non tanto per quello che rappresentano queste ragazze, ma per il semplice fatto che non è libertà nemmeno quella, è sempre soggetta a un mercato, a un apprezzamento o non apprezzamento del corpo femminile, insomma siamo sempre lì.
Una curiosità letteraria: da dove viene il mantra che Arianna ripete a sé stessa nei momenti più difficili, “io sono io sono io sono”? Ho letto nei ringraziamenti finali Sylvia Plath, ho pensato alla sua poesia Io sono verticale, che rimanda anche in qualche modo ai fiori del titolo. Ho visto giusto?
Quasi, la citazione viene dal suo romanzo autobiografico La campana di vetro ambientato in parte in clinica psichiatrica.
È passato molto tempo tra il tuo penultimo romanzo, La merla, un noir gotico rurale molto interessante, poi vi è stato il seguito di “Ciccione”, e questo nuovo libro. È stata lunga la gestazione artistica o la storia editoriale, o entrambe? Oggi si parla molto delle difficoltà dell’ambiente letterario, della difficoltà di emergere a prescindere dal merito. La tua penna è, almeno a mio parere, una delle migliori in Italia, e questo ultimo è forse il tuo romanzo più bello. Eppure esordisti con un grande editore, Baldini&Castoldi, e oggi esci con uno piccolo, Pendragon. È stata una scelta o un obbligo? Che cosa è cambiato da allora?
Sono cambiate molte cose. Il pubblico è calato, i lettori sono sempre meno e l’editoria è sempre più in crisi. Le cifre di vendita che ho realizzato con i miei primi romanzi oggi sono considerate esorbitanti. Spesso gli editori stessi le gonfiano per non ammettere che si vende pochissimo. Per quanto riguarda Le radici dei fiori, la gestazione è stata lunga di per sé, perché non è stato un romanzo semplice da scrivere. Poi ho ricevuto il rifiuto di alcuni agenti ed editori. Mi dicevano: “È molto bello, ma la malattia mentale non vende”. Ora si cercano soluzioni facili. Vedo fin troppi scrittori seguire delle “ricette preconfezionate”, quasi dei vademecum per il “romanzo che vende”, e fare prodotti seriali senza alcun coraggio, invenzione e spesso non lasciano niente al lettore che li dimentica dopo poco. Se non scrivi letteratura di genere poi non sanno come definirti. Le case editrici piccole possono anche garantire una buona distribuzione, ma purtroppo è la visibilità sui mezzi di comunicazione che viene spesso a mancare e deve fare tutto o quasi lo scrittore. Organizzarsi presentazioni, trasferte, ecc. Ai tempi della Baldini (oltre dieci anni fa) mi venivano pagati viaggi (anche in aereo), pernottamenti, cene, tutto. Le televisioni e i giornali si occupavano di più di libri. Ora per noi scrittori poco conosciuti è tutto più duro e dispendioso.
Come ultima domanda, ti faccio la stessa che i medici della clinica “Villa Triste” fanno ai loro pazienti: quando è stata l’ultima vota che sei stata assertiva, secondo la splendida definizione di assertività espressa nel libro da uno dei pazienti, e che subito ho fatto mia: “è quando se mi rompono le palle non mi incazzo, faccio valere con calma le mie ragioni”?
Diciamo che tento sempre di essere assertiva, perché l’assertività va allenata giorno dopo giorno. Vediamo… oggi un uomo mi importunava mentre stavo parlando con un mio amico, chiedendomi: “Ma è tuo fratello?”. E io: “No, è mio marito”. Forse più che assertiva sono stata manipolatrice, non so, ma fa lo stesso, è il risultato che conta!
Viviana Viviani
Editing di Luisa Baron
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Un estratto da Le radici dei fiori (Pendragon, 2020)
“Se fossimo nate ricche e nell’Ottocento saremmo state sempre distese su materassi di crine e lenzuola di seta, agitando il fazzoletto con una mano, aspettando la cameriera con i sali… di litio ovviamente. Purtroppo è passata la moda delle languide sfaccendate. Ora siamo qua, in un’epoca tremenda per i malati dell’anima. E sai perché? Perché son pazzi tutti, tutti! Anche quelli che ci curano, quindi come facciamo noi a guarire?”
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tmnotizie · 6 years ago
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SAN BENEDETTO – “Sguardi composti….e un carosello di note stonate“, questo il tiolo dell’ ultima fatica letteraria, una raccolta poetica, realizzata a quattro mani dal poeta Fabio Strinati con il filosofo Italo Truzzi. Il libro è uscito alla fine del mese di dicembre e sarà presentato in diverse città delle Marche tra cui San Benedetto del Tronto (nel mese di aprile), Fermo e Ascoli Piceno.
“Le parole delle liriche/poesie/musiche -scrivono nell’ introduzione Fabio Strinati e Italo Truzzi– si susseguono fra i righi e gli spazi delle pagine come dentro a uno spartito vagano anime di note destinate al bicchiere di una serata senza vicoli sulla schiuma della Luna. Parole che formano una partitura visiva; sonorità mistiche che producono timbri e guizzi che come zampilli di montagna sbraitano sanguigni la propria voglia per l’arte come liberazione dall’inganno di un’essenza onirica e sagace.
Un’opera che ancor prima di nascere sul selciato di un cortile poetico si mostra al chiaroscuro di una vita sdoganata da schemi ritmici costrittivi, partoriti da sguardi che si posano sulle dissonanze più pungenti del momento, graffiando la mente nell’istante del godimento come ritmo di un armadio che cigola col suo scheletro infiltrato dentro”.
Queste alcune poesie contenute nel libro e gentilmente concesse dagli autori.
PAGINE 
Pagine di un libro rotte e semivuote.
Pagine in un respiro di ferro; microscopio
in un cassetto di lettere spiegate,
e in un taccuino rubato, frasi sparse
di pazzi e di poeti.
Pagine dispari alla mercé dei pari:
in disparte, una seggiola vuota
e una stilografica algebrista
DUALISMO 
Natura – benigna
maligna – natura
natura sempre in atto; esistenza,
armonia instabile
NOVELAS
Parole sotto coperchi sottovento
e nel mezzo, relitti, rollìo di virgole
in una spiaccicata falla. Cigolano
di striscio gli isterici i dispeptici
trafiletti da barile, come un ronzìo
d’articolazioni,
punti come strani picciuoli
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premiofabbriperlarte · 6 years ago
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Vincitori 2018 - Paola Binante - Marena
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Polaroid cm 10 x 12 Stampa da negativo Polaroid Polaroid 10 x 12 cm, print from a Polaroid negative Dittico / Diptych: cm 15,2 x 10,8; cm 80 x 60 2018
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Marena è un dittico composto da una Polaroid e da una stampa da negativo Polaroid. L’opera si presta a diverse letture. Innanzitutto è una riflessione sul mezzo fotografico. La Polaroid, un procedimento di fotografia istantanea con pellicole autosviluppanti, la cui distribuzione cessa alle soglie del nuovo millennio, ha una lunga storia. La fotografia istantanea, lanciata sul mercato americano a fine anni Quaranta, è uno strumento popolare, interpretato creativamente da molti artisti. Paola s’inserisce in quest’ultimo ambito, inoltrandosi nel campo della ricerca d’avanguardia, intrapresa da artisti del calibro di Warhol e da uno sperimentatore instancabile come Nino Migliori. L’attività sperimentale di Paola Binante, che inizia nella seconda metà degli anni Novanta, interpreta la fotografia off-camera, usa la fotocamera riallacciandosi alla ricerca concettuale. In Marena trasfigura la pregnante iconicità dell’oggetto attraverso un peculiare lavoro di trascrizione. Il suo ambito poetico è lo spazio che si insinua tra la materia ed il linguaggio, tra l’oggetto e la scrittura. Troviamo una vocazione oggettuale-materica, cifra estetica del suo lavoro, nella sua interpretazione del vaso come scultura, collocandolo su un piedistallo. L’operazione concettuale è complessa: il vaso è un’icona, ma è anche un prodotto del lavoro, che ha una sua materialità, simboleggiato dalla mano femminile. Un dualismo che caratterizza la metodologia di lavoro: le diverse dimensioni e presentazione delle Polaroid; l’immagine istantanea e l’uso del banco ottico, segno della sua meditazione sul tempo fotografico. Sullo sfondo di un muro sbrecciato colloquiano l’iconicità e la materialità dell’Amarena. Nello iato tra le due Polaroid l’autrice riconsegna spessore teorico all’atto fotografico, alla sua storia, alla sua valenza di traccia capace di suscitare emozioni e sapere.
Nasce nel 1965 a Roma. Vive e lavora a Bologna. Mostre personali 
2018 “Cuore di pietra”, a cura di / edited by M. Corazzini, CSA Farm Gallery, Torino 2017 “Generazioni. Pluralità del femminile”, a cura di / edited by M. Corazzini, CSA Farm Gallery, Torino 2016 “The Sea Atlas”, Officine 500 Gallery, Torino 2014 “Generazioni. Pluralità del femminile”, a cura di / edited by S. Bonfili e E. Paloscia, Museo di Roma in Trastevere, Roma 2010 “Paralipòmeni”, Lu.C.C.A. Lucca Center of Contemporary Art , Lucca 2008 “ABC - Araki, Binante, Cosulich”, a cura di / edited by E. Paloscia, Galleria Anna D’Ascanio, Roma 2006 “Generazioni”, a cura di / edited by M. Chelucci, Massenzio Arte, Roma “Paralipòmeni”, InCamera Photo Gallery, Pietrasanta 2005 “Islam”, Libreria Odradek, Roma 2003 “Cambiamenti”, Galleria d’Arte 107, Casperia “Paola Binante”, a cura di / edited by M. Bentivoglio, Centro di documentazione della ricerca artistica contemporanea Luigi Di Sarro, Roma Mostre collettive / Group Exhibitions 2017 “Christian Boltanski. Take Me (I’m Yours)”, ex parcheggio Giuriolo, Bologna “Questioni di famiglie”, Centro Italiano della Fotografia d’Autore, Bibbiena “De rerum natura. Omaggio a Nino Migliori”, Palazzetto Eucherio Sanvitale, Parma 2016 “HERE. Arti visive”, Cavallerizza Reale, Torino 2014 “Slow Photo Project. Della lentezza in fotografia”, Galleria Santevincenzidue, Bologna 2012 “Il respiro della Sila”, Centro Studi Cappella Orsini, Roma 2011 “Dalla cella all’atelier. Per un riallestimento della collezione permanente dell’IGAV”, La Castiglia, Saluzzo “Su Nero nerO / Over Black blacK”, a cura di / edited by F. Paludetto, Castello di Rivara, Rivara “Sila dono sovrano”, a cura di / edited by F. De Chirico, S. Ferrari e A. Manta, Palazzo Arnone, Cosenza 2010 “Art Transport Station”, a cura di / edited by A. Carrer e B. Barsanti, Stazione Leopolda, Firenze “Carte da Gioco d’Artista”, Padiglione Italia Expo Shanghai, Shanghai 2009 “La stanza dei sogni”, Bloomsbury Auctions, Palazzo Colonna, Roma “Arte in forma di libri”, Abbazia Greca di San Nilo, Grottaferrata 2008 “La sindrome di Icaro. Licini e 26 artisti tra terra e cielo”, a cura di / edited by M. Vescovo, Parco Bioenergetico e Antiche Scuderie del Borgo Storico Seghetti Panichi, Castel di Lama “EXPERIMENTA”, a cura di / edited by M. Calvesi, L. Canova, M. Meneguzzo e M. Vescovo, Ministero degli Affari Esteri, Roma 2007 “Profumo di cacao. Cioccolato come arte”, a cura di / edited by M. Vescovo, Casa delle Arti e dell’Architettura, Settimo Torinese “Contemporary nature”, ISA Istituto Superiore Antincendi, Roma 2006 “Natura e Metamorfosi. La creatività italiana racconta la Natura”, a cura di / edited by M. Vescovo e A. Carrer, Creative Art Center, Beijing; Urban Planning Exhibition Center, Shanghai 2005 “13X17: 1000 artisti per un’indagine eccentrica sull’arte in Italia”, a cura di / edited by P. Daverio e J. Blanchaert, chiesa di San Gallo, Venezia; Galleria Zaion - Lanificio Pria, Biella; Showroom Gruppo Franco Ziche, Milano “L’età Nomade”, a cura di / edited by G. Dalla Chiesa, ex Mattatoio, Roma 2004 “Cantiere D.F.I.G.”, a cura di / edited by D. Facchinato, Metropolis Photogallery, Bologna “Molto rumore per nulla”, a cura di / edited by A. Impallara e M. Pompeo, Salone degli specchi, Anzio “Anteprima Torino - XIV Esposizione Quadriennale d’Arte di Roma”, Società Promotrice delle Belle Arti, Torino 2003 “Terza Biennale Libro d’Artista”, a cura di / edited by I. D’Agostino, M. de Candia, T. Pollidori e L. Rea, Biblioteca Comunale, Cassino “Segni d’Artista. Opera grafica dell’Accademia di Belle Arti di Roma”, Centro per l’Incisione e la Grafica d’Arte, Formello 2002 “La mia idea della campagna romana e laziale”, Castello Baronale, Fondi 2000 “Fotoalchimie. La fotografia in Italia: sperimentazioni e innesti”, Centro per l’arte contemporanea Luigi Pecci, Prato
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pier-carlo-universe · 10 days ago
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"Qualcosa di nuovo, qualcosa di vecchio, qualcosa di blu, qualcosa di prestato": La Poetica del Contrasto di Daurija Campana
Un viaggio tra armonia, dolore e speranza.
Un viaggio tra armonia, dolore e speranza. Biografia dell’Autrice.Daurija Campana è una poetessa e pittrice contemporanea che si distingue per la sua capacità di intrecciare poesia e arti visive, creando opere che riflettono una profonda introspezione e un’acuta sensibilità. Originaria di un piccolo borgo rurale, l’autrice trae ispirazione dai paesaggi della sua infanzia, che diventano metafore…
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pier-carlo-universe · 1 month ago
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“Per un istante d’estasi”: il viaggio poetico di Emily Dickinson tra estasi e angoscia. Recensione di Alessandria today
Un’analisi dell’intensità emotiva e filosofica di una delle poesie più iconiche di Emily Dickinson.
Un’analisi dell’intensità emotiva e filosofica di una delle poesie più iconiche di Emily Dickinson. La poesia: un equilibrio tra estasi e sofferenza.“Per un istante d’estasi” di Emily Dickinson è un’opera breve ma potente, che esplora il profondo dualismo tra gioia e dolore, tipico dell’esperienza umana. L’estasi viene qui descritta come un momento raro e intenso, che però ha un prezzo elevato:…
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pangeanews · 6 years ago
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“Tutto lo scibile umano è la grande arte di eludere la temibile esperienza terrena”: quando la poesia ha iniziato ad avere terrore della vita. Ovvero, sullo scisma tra carne e intelletto che ha disfatto l’Occidente
Si narra che la poesia sia più antica della civilizzazione e, in epoche assai remote, imbrigliava la follia del mondo nel modo più potente e fertile, esaltandone la linfa. Poi tutto mutò…
In origine la scena del mito, dove si presentavano dèi, uomini e cose, era la natura; la quale evocò negli uomini un ordine fondato sul disordine originario dei fenomeni del mondo, che fino ad allora aveva consentito di assimilare per analogia il reale, senza ucciderlo o disprezzarlo. La complessità della rugosa realtà da stringere era ancora onorata, benché temuta.
E infine accadde l’irrimediabile frattura.
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Un mirabile storico delle idee racconta che il razionalismo mistico dell’antichità, il pensiero greco a Eleusi, disprezzava la carne e cercava di sostituire la creazione divina con qualcosa di proprio. All’alba della ragione autonoma, il razionalismo filosofico si spinse oltre e fu un pallido surrogato di quello mistico, giacché predicò la fiducia nelle sole proprie forze, ossia in un universo costruito con la logica, la geometria, la chimica.
Jacob Taubes, a sua volta, aggiunse che tendenzialmente i filosofi moderni oltrepassano l’ambito ontologico della filosofia classica greca, che, comunque intesa, girava ancora intorno a un’elaborazione del concetto di natura; concetto nel quale perfino la teologia cristiana era inclusa, poiché essa separava l’ambito naturale da quello sovrannaturale, cogliendo dunque l’ambito sovrannaturale attraverso concetti naturali. Il principio gnostico era già presente, ma le categorie meta-fisiche, allora, erano ancora fisiche, determinate dalla norma della physis.
La categoria universale della filosofia moderna al contrario non fu più rappresentata dalla natura, ma da un sistema di riferimento totalmente nuovo: lo spirito autonomo e i suoi corollari – interiorità, mente, intelletto. Le categorie della filosofia moderna furono trascendentali, non metafisiche. La sua norma non era la natura, ma ciò che veniva prodotto esclusivamente dall’uomo, da colui che si voleva superiore alla natura. La matematica moderna, infatti, non parlava più la lingua della natura. Venne così meno ogni costitutiva mondanità, la simbolica del mondo esteriore, che, rispetto al passato, si tradusse in mera allegoria, vuota idealità e vuota trascendenza di un io artificiale. Se la dissacrazione ebbe origine con la filosofia greca, e proseguì con la rivelazione monoteistica – poiché, “più netto della linea di separazione posta dalla filosofia pagana tra l’ambito divino e quello mondano, tra forma originaria e materia, fu il confine tra Dio, il creatore, e le sue creature, posto dalla rivelazione monoteistica” –, con l’affermarsi del metodo moderno delle scienze della natura il cerchio infine si chiuse, e l’interpretazione simbolica della natura, il mistero delle corrispondenze, persero ogni valore. Furono smascherate come mistificazioni. L’immaginazione, l’analogia e le corrispondenze, prive di un correlato mondano, presero la strada dell’allegoria, che rappresentò la vittoria della coscienza demitizzata sulla coscienza mitica.
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Anche il Romanticismo non sfuggì a tale schema: “i collegamenti romantici e post-romantici tra ordinamenti ed esplorazioni di corrispondenze non abbattono i ponti esistenti tra la fantasia soggettiva e il mondo oggettivo, ma restano fatalmente esiliati nell’interiorità soggettiva”. Con una cesura quasi manichea tra mondo e uomo, analogie e metafore mutarono in prodotti dell’immaginazione individuale, interiore, privi di un correlato esteriore. In fuga dal reale. Le corrispondenze, da allora, ebbero origine solo nel più profondo dell’anima, in un ritiro nel proprio essere.
Se la coscienza mitica in origine non conosceva alcuna separazione tra ambito divino, mondano e umano, in seguito vi furono i molti secoli, il cui retaggio ancora oggi domina, nei quali l’accento venne posto sull’interiorità del soggetto, e la verità dell’analogia fu esiliata nell’ambito chiuso, contemplativo, della poesia, con la relativa nascita del concetto dell’arte, surrogato e conseguenza di una frattura originaria: l’estinzione del mito. Era il rivolgimento dell’istinto dall’esterno all’interno. Una forma di contrasto della vitalità reale, impura, per sublimarla a un livello superiore, astratto, in un universo poetico chiuso, al riparo da quel che troviamo là fuori. Solo in quanto impulso poetico chiuso, interiore, si rivelò, da allora, il divino, l’assoluto, l’eterno, il non-mondano, l’infinito.
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È un mutamento profondo dello schema mitologico dell’antichità.
Io e mondo furono separati, e il desiderio di esistere, da allora, fu una colpa, un peccato. Si scatenò così quel processo di interiorizzazione della sofferenza, della stessa colpa della nascita e del desiderio di esistere, che neutralizzava e riassorbiva la carne della volontà.
L’impulso creativo, da allora, privo di un correlato mondano, fu questa stessa trascendenza interiore del soggetto, irrelata, storica, profana, autonoma. In preda a un dualismo gnostico, quasi manicheo, immaginammo una trascendenza che mutò nell’oltremondano, nel contro-mondano. In un contro-principio che si stagliava di fronte al mondo esteriore. Da una parte, la psiche, le potenze mondane, la vita naturale, che nella redenzione gnostica bisognava lasciarsi alle spalle; dall’altra, il pneuma, l’idea di un Sé non-mondano, centro trascendente e acosmico dell’io, interiorità ultima e irrelata, che nella gnosi corrisponde al Dio oltremondano. Un’antica idea di libertà, che si propaga per osmosi attraverso i secoli, e che, nella modernità, unisce pensatori anche diversissimi tra loro. Valéry e Proust, per esempio, furono dei pneaumatici che si rifugeranno nell’extra-mondanità dell’arte, in un particolare surnaturalisme – il loro unico aldilà, e assoluto, a cui si aggrapperanno con tutte le loro forze, sarà infatti la parola, considerata quale trascendenza in sé, in cui riaffiora intatto l’antico sigillo: “In principio fu il Verbo”. Una agognata perfezione caratterizzata dall’indipendenza dalla natura e dalla mondanità.
Con delle qualificazioni che aprirono le porte a una gamma di strumenti per depotenziare il contesto reale dei fenomeni della natura, di fronte al soggetto che tentava di spogliarsi non solo della natura ma anche dell’impura soggettività mondana della sua umanità, l’essere umano fu evocato come apertura sul possibile più che sul reale, come potenza immaginale che reagiva al piatto realismo, alla “falsa realtà dell’esperienza”, per evadere nel sogno e imbarcarsi nell’irreale. Così da proiettare l’Uomo al di là delle proprie condizioni biologiche, per spezzare “il sistema chiuso dei bisogni fisiologici, in cui sono prigioniere le altre specie animali”, e fare di lui una creatura alata, superiore. Colui che non spiccava tale volo spirituale era considerato alla stregua di un ominide. E non ingannatevi! Anche la celebre distinzione di Valéry, tra “spirito” nell’accezione metafisica – sia essa di natura filosofica, religiosa o iniziatica, ch’egli ripudiava – e la sua nozione di “spirito”, a cui attribuisce un significato strettamente funzionale: “di potenza trasformatrice che si oppone ad una realtà data, per proiettarsi oltre, verso un possibile che ancora non è, ma che, tuttavia, è in grado di prefigurare, sognare e, soprattutto, di costruire”, è vana, poiché le due nozioni sono unite da un comune e letale scopo: sdegnare il reale.
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Da allora, paradossalmente, sottrarsi, sprezzanti, alla ciclicità dei processi naturali diventa un merito, un progresso, e non il vile privilegiare una fuga dal reale, un temibile idealismo originario, un’umiliante astrazione intellettuale in seno a una wasteland… una terra desolata. Spirito, mente, pensiero sono tutti avatar che indicano una fuga da un disordine naturale – tutto ciò che è naturale, infatti, venne sempre stigmatizzato come disordine – per costruire un ordine artificiale. Un ordine per sé, a partire da un disordine per sé, in cui l’Animale, questo scioccante singolare generale, mutò nel nostro più intimo rimosso.
L’Occidente e l’Europa, di conseguenza, furono questa fabbrica di sapere intellettuale senza pari, poiché nati da un modello intellettuale incorruttibile, quello pagano, “in cui per la prima volta si è effettuato il passaggio decisivo dal linguaggio comune, per natura empirico e approssimativo, al ragionamento universale, astratto”. Grazie al quale l’Occidente valicò ogni confine geografico, riuscendo a imporre le proprie conquiste intellettuali nel mondo intero, al punto da diventare “la parte preziosa dell’universo terrestre, la perla della sfera, il cervello d’un vasto corpo, una prodigiosa macchina civilizzatrice”, afferma con orgoglio lo stesso Valéry. Al di fuori di tale astrazione: l’arcaico, il barbaro, il non illuminato. L’indotto.
È la cultura che, fin dagli albori, privilegerà il Tempo, il culto superstizioso per la Storia e l’Uomo, per ripudiare lo spazio. Ne farà una divinità, a danno della carne – l’Occidente, il teatro dell’immortalità nella conoscenza.
Tutto lo scibile umano è la grande arte di eludere la temibile esperienza terrena.
Emanuel Lukovskij
In copertina: Gustave Moreau, “Edipo e la Sfinge”, 1864 
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pangeanews · 7 years ago
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“L’animo è la narrazione di un orrore”: riflessioni sull’ultima raccolta di Roberta Dapunt, un poeta vero. Finalmente
Viscerale e inquietante, queste le parole giuste per definire Sincope (Einaudi, 2018), la terza opera poetica di Roberta Dapunt. Il riferimento maggiormente presente nel testo è il corpo, un ambiente interiore e circoscritto in cui raccogliersi, che qui assume il minaccioso aspetto di una cattedrale in rovina sempre prossima al tracollo (“Piange sottovoce il sangue/ violenta al risveglio un’asfissia di sonno./ Pesa poco l’immensità versata,/ è ritmo di poca virtù./ Duole la cadenza delle tempie, a favore di questa miseria indifferente/ che esce dal mio naso/ che esce: “guardo ed è rossa vita senza storia/ la mia esposta all’aria./ Io credo di poter vedere in questo una serena illusione,/ e sono grata al corpo e a ciò che questo incarnato bagaglio/ ancora può nell’universo dei versi: esce in questo sangue il meglio di me./ è l’unica verità che vedo in questo momento,/ la libertà del bene che esce. Esce e finisce in terra,/ dritto sangue e senza esitare si conclude. In terra/ Così anche il resto di me che cade, si rivolge al suolo questo corpo,/ facile orizzonte davanti  a me.”).
Non è solo la prima modalità di apertura e contatto con il mondo, il corpo è anche un ricettacolo di bisogni, da quelli primari e ordinari, come mangiare e copulare, a quelli più complessi e più strani.
La filastrocca dell’anima ha una storia antichissima. Compare nella letteratura occidentale a partire dal 300 A.C., con quello che tradizionalmente è chiamato dualismo platonico, riproposto con grande fortuna dalla Chiesa. Scrive infatti Nietzsche che il cristianesimo è platonismo per il popolo. Emanuele Severino, invece, parla del cristianesimo come una grande filosofia applicata. Questa netta divisione trova poi il suo apice in Cartesio, che divide corpo e mente, poi ricuciti da Antonio Damasio nell’opera L’errore di Cartesio, nel 1994. Anche se l’anima non esiste, ci ha dato parecchio da scrivere, sia in filosofia che in letteratura. Una suggestione produttiva, non ancora del tutto consumata. Per chi come Roberta Dapunt, almeno in questa sua opera, non ha associato alla poesia una stantia riproposizione del verseggiare novecentesco, l’anima è un concetto da strappare alla tradizione, da risignificare, attualizzandolo. Così nella sua opera, Sincope, l’anima si incarna prendendo forma nel corpo. Finalmente diventa possibile sporcarla, vederla degradarsi: “E l’animo diventa un mostro, la narrazione di un orrore,/ che solamente io conosco, o meglio dire, riconosco/ nella distanza che avviene tra me e gli altri”. I segni di questo declinare, dato dall’esperienza, dalla fatica, dalle cose buone e giuste che facciamo a quelle più sordide, ci ricordano un’inevitabile putrefazione, un poco come il ritratto di Dorian Grey: “io che non amo, che invece sono amata,/ io che non dico ti amo, che invece sento dirmi: ti amo,/ io che sanguino forte durante le mestruazioni,/ che piango nascosta e non oso cantare./ io, che frusterei le mie carni per un rosario riuscito, appendo i miei capelli al gancio/ come domani il maiale,/ come ieri il vitello,/ come carne senza dolore/ e le mosche intorno ad aspettare.”.
Corpo, si diceva, da cui nascono e si proiettano, filtrati dalle stranezze della nostra mente, bisogni primari come mangiare e accoppiarsi, e desideri più complessi che spesso rappresentano proprio il rovesciamento di quelli naturali. Fare il bene significa spesso farsi del male, e il male qualche volta dona piacere. Ogni scrittore accorto sa che non si può grattare via facilmente la faccia sull’altro lato della medaglia: “Hai logorato la mia anima pia nel mio campo santo,/ hai riempito di fede la mia acquasantiera,/ eri pioggia, hai nevicato sui miei seni./ Invigorito crisantemi tra le mie mani,/ convertito le mie mestruazioni/ Hai percorso la mia follia, l’hai glorificata,/  hai scavato fino in fondo e lì mi hai lasciata/ col silenzio dei vermi,/ così bianca e fredda nell’avida tomba./ E della sepoltura nelle mie carni/ tu hai lasciato a me il dolore e le mosche.”
A dire cosa sia la poesia non basta lo spazio di un articolo, anche se molti poeti, soprattutto della micro e media editoria, si affannano per dare la propria, spesso stereotipata risposta. Roberta Dapunt ci consegna quest’anno un testo che spicca per la grande forza lirica, capace di evocare immagini originali, talvolta brutali, nitide e dolorose. Suscitare un qualche tipo di effetto, sia pure terribile, sarebbe l’obiettivo minimo di ogni testo poetico. Sincope ci riesce particolarmente bene. Lascia il segno, una ferita che non può essere rimarginata.
Alessandro Paglialunga
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Alcune poesie tratte da Sincope di Roberta Dapunt
  Fame
Eppure credimi, ogni notte io perdo di vista i sogni dentro agli occhi chiusi ho un vivere concreto. Giorno reale, reale apparire. Spuntano da sotto le ciglia le atrocità dell’indigenza, così, mentre riposano gli arti sul caldo dormire -e mi pare di riferirti cosa ormai vecchia – sento profonda la fame, tremendo stordire il mio vizio capitale. non morire, non ora, nel mio dolce stare tengo al chiuso la tua carestia.
  Delle solitudini I
Eppure lo vedo, resisitente rimanermi accanto, il delirio di personalità è una catena di montaggio tra la condizione di chi è solo e il bisogno di comunicazione. è voce persa la mia, che si trasforma in emozione anche quando non è richiesta.
Curato ciò che appare e lì dietro le incisioni nel volto, nell’universo dei discorsi e delle parole scritte la solitudine non è isolamento, non è isolamento la solitudine, che potrà essere espansione del verso ma rimane capitolazione dello spirito,
  Sincope I
lì in fondo ad ogni ultimo verso improvvisa è la perdita di coscienza. Lettore, io emetto suoni su tempi deboli, così l’alcol, così l’amore e la morte. Sono queste le mie verità, lasciano le visioni accese persino al gelo notturno. Che nella notte, io le rumino, ma nel giorno, io di loro mi alimento.
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pier-carlo-universe · 5 months ago
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"Il Museo Disordinato del Tempo": Una Recensione di "Gli anni si accavallano a riccioli di spuma" di Maria Luisa Spaziani. Un Viaggio nella Memoria e nel Tempo: Il Mare e il Passato in una Lirica di Luisa Spaziani. Recensione di Alessandria today. Analisi di Elvio Bombonato
"Gli anni si accavallano a riccioli di spuma" è una lirica tratta dalla raccolta "Il pallottoliere celeste" di Maria Luisa Spaziani, una delle più influenti voci poetiche italiane del Novecento
“Gli anni si accavallano a riccioli di spuma” è una lirica tratta dalla raccolta “Il pallottoliere celeste” di Maria Luisa Spaziani, una delle più influenti voci poetiche italiane del Novecento. In questa poesia, la Spaziani dipinge un paesaggio interiore, dove il mare diventa simbolo del tempo che scorre inesorabile, portando con sé ricordi, relitti di esperienze passate e brandelli di vita…
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