#cuidado de cejas
Explore tagged Tumblr posts
Text
#makeup#cejás definidas#fijadores de cejas#cejas duraderas#mejores fijadores de cejas#productos para cejas#maquillaje de cejas#fijadores para cejas#cejas perfectas#técnica de cejas#cuidado de cejas
0 notes
Text
Cafecito rico para tener un excelente día ♥️
0 notes
Text
Headcanons about dating Franco Colapinto
💫 Disponible en Wattpad: Esa estrella era mi lujo | Franco Colapinto
1. Los besos en el cachete
Franco tiene una obsesión con besarle los cachetes. Lo hace cuando está distraída, cuando están en público y no puede darle un beso más intenso, o cuando simplemente quiere recordarle cuánto la quiere. Agus, por otro lado, siempre lo sorprende con besos en el cachete mientras él está manejando o concentrado en algo.
—¿Qué hacés? —le pregunta riendo.
—Me pintó el amor.
2. El toque para calmarse
Cuando alguno de los dos está nervioso, como antes de una conferencia de prensa o una presentación, el otro siempre está ahí para calmarlo. Franco le aprieta la mano suavemente bajo la mesa, o Agus le acaricia la nuca cuando siente que él está sobrepasado. A veces no dicen nada, solo ese gesto basta para anclarse.
3. El código secreto de las miradas
Tienen una especie de lenguaje no verbal que solo ellos entienden. Una mirada rápida de Agus hacia el reloj significa que quiere irse; una ceja levantada de Franco significa que alguien está diciendo algo ridículo. Siempre se entienden sin necesidad de hablar.
4. El “ahorro de agua” es una excusa recurrente.
—Dale, amor, la crisis hídrica es real.
Aunque la ducha se alarga con risas, shampoo compartido y él jugando a hacerte un moño ridículo con la espuma. Terminan más tiempo afuera que ahorrando, envueltos en toallas, peinándose mutuamente frente al espejo.
5. Gestos de cuidado
En la intimidad, no solo busca satisfacerte, sino cuidarte. Te aparta el pelo del rostro con suavidad, besa tu frente o tus mejillas mientras sigue el ritmo, creando un contraste entre su ternura y la pasión. Si ve que estás cansada, se detiene un momento para asegurarse de que estás bien.
6. Conversaciones infinitas:
Franco y Agus pueden estar horas y horas hablando sin aburrirse. No importa si es sobre temas profundos, anécdotas de infancia o cosas absurdas, siempre encuentran algo para decir. Franco, especialmente, a veces termina hablando hasta por los codos, y Agus lo mira fascinada mientras lo interrumpe para meter sus propios comentarios.
7. El mate amargo “con excepción”:
Franco toma mate amargo religiosamente, y a todos les dice “Acá no se le pone azúcar al mate.” Pero cuando Agus le mete una cucharadita, él se limita a mirarla con una sonrisa y dice:
—Esto es un sacrilegio, pero vos sos la única que puede hacerlo.
8. Su perfume en su almohada:
Antes de que Agus viaje, Franco rocía su perfume en una almohada o un buzo que ella suele llevar. Le dice:
—Así tenés un poquito de mí cuando lo necesites.
9. Los abrazos que curan todo:
Franco tiene la habilidad de calmar a Agus solo abrazándola. Es el tipo de persona que no necesita muchas palabras, pero con un “Estoy acá, mi amor” hace que Agus se sienta contenida.
10. Los recuerdos en su casco:
Franco lleva una pequeña pegatina dentro de su casco con un símbolo que representa algo especial para Agus, como una estrella o una frase corta que le escribió alguna vez.
11. Le gusta dormir piel con piel.
Siempre busca alguna excusa para que no te alejes, incluso si hace calor. Te mantiene cerca, con su mano descansando en tu cintura o dibujando círculos en tu espalda hasta que ambos se duermen.
12. Los abrazos son siempre una excusa.
A veces te abraza desde atrás mientras estás haciendo algo, apoyando la cabeza en tu cuello y susurrándote con una voz baja:
—¿Me das bola un rato?
Y, antes de que respondas, ya está girándote para mirarte a los ojos y besarte, como si no pudiera esperar más.
13. El contacto visual durante momentos íntimos
Franco tiene una manera de mirarla que la hace sentir como si el tiempo se detuviera. Durante los momentos más intensos o sensuales, mantiene el contacto visual, susurrándole cosas como:
—Mirame con esos ojitos lindos.
14. Cuando la ayuda a arreglarse:
A Franco le fascina mirarla mientras se pone crema o se maquilla, pero también se ofrece a ayudar. Una vez intentó delinearle los ojos y fue un desastre total, aunque ella no paró de reír durante todo el intento.
15. Pequeños detalles en público:
Cuando están en un evento formal, Franco le pasa discretamente un vaso de agua si ve que no ha tomado nada en un rato. Agus, por su parte, siempre tiene caramelos en la cartera porque sabe que Franco se pone ansioso cuando tiene que esperar.
#argentina#colapinto#f1#fc43#franco colapinto#franco colapinto x reader#f1 imagine#williams f1#español#f2 fanfic#franco colapinto fanfic#franco colapinto smut#franco colapinto imagine#franco colapinto oneshot#franco#franco colapinto x you#franco colapinto fluff#f1 x reader#f2 x reader#f1 fic#f1 fanfic#formula two#f2#formula 1#formula one#fc43 x reader#williams racing#charles leclerc#max verstappen#lando norris
131 notes
·
View notes
Text
' este es un penfolds block cuarenta y dos ' le dice a la persona que se encontraba junto a ella tomando la botella con cuidado ' ¿sabías que la fábrica que lo hace solamente vende doce botellas cada década? ' cuestiona despegando finalmente su mirada de la bebida para llevarla a su acompañante ' ¿quieres descorcharla? ' arquea su ceja.
#cortito porque es bendito !#les sigo respondiendo con beth y gio c: pero quería sacar a la funada de su cajita
91 notes
·
View notes
Text
No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic


+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
-Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr ♡
253 notes
·
View notes
Text
¿In Spanish? (Carlos Sainz x lectora)
Resumen: Carlos siente algo por la nueva periodista designada a las prácticas, y una serie de comentarios inocentes desembocó en lo mejor que le pasó en la vida.


Masterlist de mi autoría
Cuando el piloto español llegó a la sección de entrevistas cierto viernes, no pudo disimular su sorpresa.
Aquella nueva periodista lo miraba con nervios crecientes acercarse, y Carlos no pudo evitar sonreír.
—Hola, Carlos. Es un placer conocerte.—le extendió la mano, y el hombre la estrechó con gusto—. Soy ____, la nueva encargada de molestarte después de las prácticas.—sonrió con cierta pena.
—... Nunca habías estado aquí antes ¿No?—se cruzó de brazos—. No olvidaría un rostro tan bonito.—la chica sonrió nerviosa, haciendo que Carlos riera.
—Buen halago, bien acomodado... no tanto como tu entrada en la curva 4.—
—Auch...—
Toda la entrevista se dio de lo más natural, hasta que en cierto punto, Franco se acercó.
—Perdón, no quería interrumpir... Me dijeron que sigo yo.—volteó hacia la mujer, luego a Carlos—... que linda que es...—susurró por lo bajo.
—¿Verdad que si?—
El par de pilotos le sonrió a la mujer, creyendo que no entendía de lo que hablaba.
A partir de ese fin de semana, cada viernes después de la primera práctica, la chica estaba ahí esperándolo con una sonrisa.
Era la primera vez en años que Carlos iba a hablar tan emocionado en una entrevista.
—Ya sé, ya sé. No me mates por lo de la curva.—
—Veo que eres consciente de lo que pasó ahí.—
—Solo me distraje un milisegundo y perdí el puesto.—se encogió de hombros—. Son cosas que pasan.—la chica lo miró divertida.
—¿Se puede saber cómo te distrajiste en una curva tan simple?—
—Por tu culpa.—la chica frunció el ceño apenas—. Es que pensaba "si fallo esta curva, ella se burlará de mí"—eso la hizo sonreír.
—¿Pensando en mí antes de las curvas?—
—Siempre lo hago.—soltó el hombre con tal naturalidad que se arrepintió enseguida.
No tendría que haber dicho eso...
—Bueno... ¿irás a la fiesta de hoy?—soltó la chica intentando desviar el tema. Le hizo señas al camarógrafo de que cortara la filmación.
—Sí, por supuesto. Irán todos.—Carlos la miró enseguida—. No me digas que tú irás.—
—Es el plan, sí... Supongo que nos veremos entonces.—el rostro de Carlos se iluminó con aquello.
—Te estaré buscando... O bueno, te veré ahí.—sonrió nervioso.
—Ya, demasiada vergüenza pasaste.—Franco llegó con una mueca divertida—. Creo que es mi turno ¿no?—
—Si, ya comenzamos la entrevista. Dame un segundo.—____ le sonrió antes de enfocarse en Carlos—. Bueno, señor Sainz. Ha sido un placer hablar contigo, como cada viernes... nos vemos en la noche.—
—Por supuesto, querida...—Carlos le devolvió la sonrisa antes de comenzar a alejarse.
____ lo miró alejarse, notando como él volteaba una última vez a mirarla. Lo vio sonreír.
—¿No la viste por el lugar? Aún no la he encontrado.—
—Fuah, Carlos. Disimulá un poco al menos.—
Franco miró divertido a su compañero, quien miraba sin un poco de disimulo hacia todos lados. ____ no aparecía y ya casi era la hora de la cena.
—¿Pensás hacer algo hoy? ¿Adelantamiento por la izquierda?—el chico alzó las cejas—. Yo creo que si te arriesgás, ganás a la chica. Es ooobvio que vos le gustás también.—
—... ¿Tú crees?—
El argentino estaba por contestar, cuando vio algo del otro lado del restaurante que llamó su atención.
—Mira, está llegando. Yo que vos me apuro a invitarla cerca antes de que se siente en las mesas de la otra punta.—
Carlos asintió enseguida antes de salir emocionado hacia donde la mujer estaba.
Se veía hermosa.
Ante los ojos de Carlos, ella siempre estaba hermosa.
Pero no iba a negar que ese vestido azul marino parecía hecho exclusivamente para ella.
Más que ansioso, Carlos tocó su hombro con cuidado. No quería parecer descortés, y mucho menos dejar en evidencia su felicidad por verla allí. Asi que simplemente le dio unos toquecitos con el índice.
Algo confundida, ____ volteó. No tardó en sonreír al ver a Carlos ahí parado.
—Veo que no era chiste lo de buscarme.—
—No te buscaba, solo te vi de casualidad.—
—... No te lo crees ni tú.—se inclinó hacia él—. Me dijeron que la cena esta por comenzar ¿En qué sector estás tú?... ¿Te molesta si me siento a tu lado?—
—Me encantaría, la verdad.—
Carlos y la mujer caminaron hasta el final del salón, sentándose en la punta de la mesa. Franco y Lando estaban a un lado, Max del otro.
—Vestido azul... ¿Será por vos?—Franco miró con disimulo a Carlos, quien sonrió.
—No creo, tal vez coincidencia.—
—Nada de español. Que no se entiende.—Lando interrumpió frustrado—. Yo querer comida ya, tarda mucho. Hambre.—
—Si, mejor hablemos en inglés. O a Lando le explotará el cerebro.—
Los pilotos charlaban con la mujer de la actual temporada, sobre lo que cubriría, qué cosas le estaban gustando, cuál era su piloto favorito y demás cuestiones comunes de preguntar en el ámbito. Se estaban divirtiendo, aunque Carlos hubiese preferido tener la atención de la mujer para él solo.
—Pero si es mi reportera favorita.—
La mirada del grupo se clavó en un Checo que apenas estaba llegando. Se sentó junto a Max.
—¿Qué haces aquí, querida? ¿Al final Fox se dignó a soltarte un poco la soga?—
Antes de siquiera poder asimilar aquello, Carlos escuchó la risita de la mujer.
—Tal parece que soy la favorita de muchos, me gané la cena hoy.—
Fue con esa oración que Carlos entendió algo. Su perfecta pronunciación con un leve acento le indicó que era una lengua materna o paterna sin dudas.
Carlos miró a Franco con cierto pánico.
Ella entendió todos y cada uno de los comentarios tontos que Carlos le hacía a Franco en las entrevistas...
Es muy bonita...
Le pediré una cita en estos días.
¿El reglamento prohíbe algo de esto?
¿Crees que tenga novio?
—... ¿Sucede algo?—
Carlos volteó a mirar a ____, quien lo miraba con curiosidad.
—No... Nada... —
La cena transcurrió con normalidad, no volviendo a hablar en español por los reclamos de Lando.
A la hora de marcharse, ____ se retiró junto a Carlos.
—¿Algo te preocupa? Estuviste raro en la cena.—
____ caminaba a su lado, parándose frente a su auto.
—... No me habías dicho que hablabas español.—la chica se sorprendió por el planteo
—¿Qué? ¿Querías que expusiera mi secreto? Así ya no podría escuchar tus chismes con Franco.—sonrió al ver su sorpresa—. Y no, el vestido azul no era por ti.—
—Estoy... Muriendo de vergüenza justo ahora.—
La mujer rió bajito, volteando para quedar frente a él.
—¿Pensabas seguir hablando a escondidas de mi o en algún momento tendrías el valor de avanzar?—
—Lo iba a hacer hoy, pero lo del idioma me tomó desprevenido.—
—Bueno... Si quieres podemos dar un paseo ahora.—____ sonrió apenas—. Hablaremos en español o inglés si quieres...—
—Entonces no tienes novio.—
—Tal vez hoy me consiga uno...—
Carlos sonrió apenado, asintiendo enseguida.
#español#x lectora#formula 1#formula uno#formula one#formula x reader#formula 1 x lectora#carlos sainz x you#carlos sainz x y/n#carlos sainz x reader#carlos sainz#carlos sainz x female reader#formula 1 x reader
43 notes
·
View notes
Text



"Un hogar en la penumbra"
En las calles sombrías de Zaun, Silco y Vander son una pareja que luchan por sobrevivir mientras sueñan con un futuro mejor para ellos y su hogar. Durante una noche especialmente oscura, el destino los cruza con un pequeño e ingenioso Viktor, cambiando sus vidas para siempre.
El aire denso y cargado de humo era el pan de cada día en Zaun. Vander y Silco caminaban por un estrecho callejón, sus pasos resonando contra las paredes oxidadas. Eran jóvenes y rebeldes, llenos de ideas sobre cómo cambiar Zaun, aunque sus métodos a menudo los ponían en desacuerdo.
—No puedes seguir metiéndonos en peleas, Vander. Algún día no saldremos vivos —gruñó Silco, limpiándose la sangre de un corte reciente en el pómulo.
Vander soltó una carcajada, ignorando el reproche. —Y si no peleamos, ¿quién lo hará? No cambiarás nada —susurrando palabras bonitas.
Silco bufó, pero antes de responder, un ruido débil llamó su atención. Parecía un jadeo, un gemido de alguien pequeño. Ambos se detuvieron, alertas, y se giraron hacia un rincón donde una figura delgada y encorvada estaba acurrucada...era un niño.
Tenía el rostro pálido y delgado, con manchas de grasa en las mejillas. Sostenía su baston entre sus manos como si fuera un tesoro, y sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y determinación.
Vander fue el primero en acercarse, sus pasos resonando en el callejón. Se arrodilló con cuidado frente al niño, intentando no asustarlo más de lo que ya parecía estar.
—Oye, muchacho—dijo con voz grave pero suave—¿Qué haces aquí solo?
El niño levantó la mirada, sus ojos dorados y cansados miraron a Vander. Dudó antes de responder, apretando su baston contra su pecho. —Estoy... trabajando.
—¿Trabajando? —preguntó Silco, cruzándose de brazos. Observó al niño con ojos críticos, más desconfiado que Vander.
El chico asintió, señalando unos engranajes —Quería arreglar un invento que estoy creado en mi taller, pero... —Bajó la mirada, avergonzado—No tengo suficiente dinero para piezas nuevas.
—¿invento? —repitió Vander, alzando una ceja. Había algo extraño en este niño. Demasiado inteligente para su edad, pero claramente abandonado a su suerte como muchos otros en Zaun.
Silco suspiró y miró a Vander con impaciencia. —Vamos, no tenemos tiempo para esto.
—No voy a dejarlo aquí —dijo Vander, firme, sin siquiera mirar a su novio. Se volvió hacia el niño—. ¿Tienes familia, muchacho?
El chico negó con la cabeza. —No... No desde hace mucho.
La respuesta hizo que Vander frunciera el ceño. No podía imaginar dejar a alguien tan joven y frágil solo en las calles de Zaun. Miró a Silco, esperando alguna señal de aprobación, pero este simplemente rodó los ojos.
—Vander, no podemos cargar con cada huérfano que encontramos. Apenas tenemos para nosotros.
—¿Y qué sugieres? —replicó Vander, levantándose y colocando una mano en el brazo del niño para ayudarlo a levantarse. El chico se encogió un poco mientras se apoyaba con su baston, pero no se apartó. Había algo reconfortante en el contacto.
Silco suspiró, pasándose una mano por el cabello. —Sugiero que no nos aremos cargo y nos vallamos
—Míralo, Silco —insistió Vander—. ¿Realmente puedes darle la espalda?
Hubo un momento de silencio. Los ojos de Silco se encontraron con los del niño, y por primera vez, vio algo más allá de la suciedad y el abandono. Había algo en su mirada una chispa de amor que haci tocar fuerte mente su pecho de manera paternal.—¿Cómo te llamas, chico? —preguntó finalmente.
—Viktor —respondió el niño, su voz apenas un susurro.
Silco suspiró de nuevo, esta vez con resignación. —Si nos mete en problemas, no será culpa mía.— señalo a vander.
Vander sonrió, palmeando la espalda de Silco. —Sabía que tenías corazón, cariño.
—No abuses de mi paciencia —murmuró Silco, aunque no podía evitar un leve esbozo de sonrisa.
Los días siguientes pasaron rápido. Viktor se adaptó sorprendentemente bien a la compañía de Silco y Vander como si fueran sus padres.una noche los tres juntos se encontraban en el bar, vander limpiando la barra junto a silco que guardaba las copas, mientras viktor estaba sentado en una de las mesas creando un de mucho de sus inventos.
—Es un genio, ¿lo sabías? —comentó Vander viendo a Viktor trabajar en una mesa improvisada.
—Un genio con muchas probabilidades de morir en este lugar —respondió Silco, aunque había un tono de admiración en su voz.
—No si nosotros lo ayudamos —dijo Vander con firmeza mientras agaraba sutilmente la sintura de silco.
Silco no respondió de inmediato. Observó al niño, que murmuraba para sí mismo mientras ensamblaba piezas con una precisión sorprendente. Aunque no quería admitirlo, algo en Viktor había despertado una parte de él que creía dormida.
No eran ellos luchando por un futuro mejor para Zaun. Ahora eran tres y aunque nadie lo decía en voz alta, algo en su pequeña familia improvisada les daba esperanza. Zaun todavía era oscuro, peligroso y lleno de caos, pero con Viktor a su lado todo era mas calido y diferente porque en ese rincón de sombras, habían encontrado un hogar.
#silco arcane#arcane season 2#vander arcane#viktor arcane#zaundads#fanfiction#arcane#arcane fanfic#silco x vander
29 notes
·
View notes
Text
⋆。˚୨ *¿Como lucir linda y elegante?* ୧ ˚。⋆

Cuidado personal
˚⊱🪷⊰˚ Hidrata tu piel con cremas y mascarillas.
˚⊱🪷⊰˚ Protege tu piel del sol con protector solar.
˚⊱🪷⊰˚ Cuida tus cejas y depila regularmente.
˚⊱🪷⊰˚ Mantén tus uñas limpias y arregladas.
˚⊱🪷⊰˚ Utiliza un perfume sutil y elegante.
Estilo y moda
˚⊱🫖⊰˚ Conoce tu tipo de cuerpo y elige ropa que te favorezca.
˚⊱🫖⊰˚ Elige colores que complementen tu tono de piel. ˚⊱🫖⊰˚ Añade accesorios elegantes como joyas y bolsos.
˚⊱🫖⊰˚ Utiliza telas de calidad y cómodas.
˚⊱🫖⊰˚ Aprende a combinar patrones y texturas.
Maquillaje
˚⊱🪷⊰˚ Utiliza bases y correctores para una piel uniforme.
˚⊱🪷⊰˚ Añade color a tus mejillas con rubor.`
˚⊱🪷⊰˚ Define tus ojos con lápiz y rímel.
˚⊱🪷⊰˚ Utiliza lápiz de labios o gloss para un toque de color.`
˚⊱🪷⊰˚ Practica técnicas de maquillaje natural.
Actitud y confianza
˚⊱🫖⊰˚ Camina con confianza y postura.
˚⊱🫖⊰˚ Sonríe y muestra tu personalidad.`
˚⊱🫖⊰˚ Haz contacto visual y establece conexiones.
˚⊱🫖⊰˚ Aprende a recibir cumplidos con gracia.`
˚⊱🫖⊰˚ Rodéate de personas que te hagan sentir bien.`
Detalles
˚⊱🪷⊰˚ Asegúrate de que tu ropa esté limpia y planchada.
˚⊱🪷⊰˚ Utiliza un reloj elegante y funcional.`
˚⊱🪷⊰˚ Añade un toque de elegancia con un sombrero o pañuelo.
˚⊱🪷⊰˚ Practica buenos modales y etiqueta.
˚⊱🪷⊰˚ Aprende a manejar situaciones sociales con gracia.`
Consejos adicionales
˚⊱🫖⊰˚ Sé auténtica y no intentes ser alguien que no eres.
˚⊱🫖⊰˚ Aprende a aceptar y amar tus defectos.
˚⊱🫖⊰˚ No te compares con otros, enfócate en ti misma.
˚⊱🫖⊰˚ Practica la gratitud y la positividad.
˚⊱🫖⊰˚ Rodéate de personas que te apoyen y te hagan sentir bien.
Recuerda que la elegancia y la belleza vienen desde dentro. Asegúrate de cuidar tu mente, cuerpo y espíritu para lucir linda y elegante.
Créditos: ⋆°࿔𝑀𝒾𝓃 𝓉𝒾𝓅𝓈 𝜗𝜚°⋆
Tik Tok: min._.tips
Ig: min._.tips
#that girl#elegante#elegant woman#tips#self care#skincare#linda#pretty#cuidado personal#estilo#maquillaje#actitud#confianza#accessories#glow up#wonyoung#wonyongism#skincare tips#kpop#tumblr girls#makeup#hidratacion#hidratante#cuidado de las manos#cuidado del cabello#cuidado de la salud#balsamo#self love#lip balm#beauttiful girls
24 notes
·
View notes
Text
Miedo en Navidad

Bajo muy despacio las sábanas de fútbol que me regalo la tía Mapi, mi cara se siente fría cuando la destapó del todo al ver que ya no hay nadie en mi cuarto, Papá Noel ya se ha ido.
La habitación está oscura y eso solo hace que mis ganas de llorar sean más grandes.
-Mami, mami- Llamo con la esperanza de que aparezca mi superhéroe pero no es así y acabo llorando.
Siempre suelo tener una lamparita que hace una galaxia en la pared ya que me encanta el cielo pero se ve que se han olvidado hoy.
Decido levantarme aún llorando y acercarme a la puerta entre abierta de mi habitación, mami siempre me deja un poquito abierto.
Me asomo con cuidado para ver el pasillo y no veo nada que me haga tener más miedo pero aún así voy corriendo sin hacer ruido los pocos metros que me separan hacia la habitación de mami.
Abro y cierro la puerta con toda la rapidez y cuidado que puedo con mis cuatro años.
Una vez dentro y ver a Olga y a mami en la cama hace que me sienta un poco más segura pero sigo sollozando.
Mami y Olga están durmiendo así que rodeo la cama dispuesta a despertar a mi mami.
-Mami- Sollozo tocándole la cara con un dedo.
Parece ser que hoy mami tiene mucho sueño así que vuelvo a intentarlo.
-Mami- Está vez le sacudo el hombro con una mano con toda la fuerza que tengo.
Ahora si que abre los ojos, sobresaltada, pero cuando se me escapa un sollozo su mirada vuela a mi y su cara se suaviza.
-¿Qué le ha pasado a mi princesa?- No tiene ni que ofrecerme los brazos cuando ya estoy encima suya.
-Miedo- Susurro en el cuello de mami.
Escuchar su corazón y su voz, respirar su olor y sentir sus fuertes brazos apretandome con fuerza contra ella hace que me calme.
Ella es mi refugio y mi superhéroe.
-¿Podemos saber que ha hecho que tengas miedo, bebé?- Pregunta Olga suavemente apoyando su mano en mi espalda trazando círculos.
Parece que el ruido y el movimiento en la cama la han despertado.
-Papá Noel estaba mucho tiempo mirándome y yo me escondía debajo de las sábanas pero no se iba- Sollozo- Y no estaban mis estrellas encendidas.
Mami me da besos en la frente con el fin de calmarme.
-Lo siento, bebé, no volveré a olvidarme de encender tus estrellas- Dice Olga con culpa.
-Papá Noel ya se a ido, princesa- Dice ahora mami- Ha sido tu imaginación porque yo misma he visto como dejaba los regalos y se iba a casa de otro niño.
-¿Seguro, mami? - Levanto la cabeza para mirarla y con una fuerte mano suya me quita las lágrimas secas que me quedaban.
-Te lo prometo, princesa- Me besa la mejilla.
Miro a Olga tratando de que ella también me lo confirme y es lo que hace con una suave sonrisa.
-Vale- Vuelvo a mirar a mami.
-¿Porqué no nos volvemos a dormir, princesa? Y así se pasa el tiempo más rápido para abrir los regalos
-Aqui- frunzo el ceño.
-No quieres volver a tu cama de niña grande?- Pregunta y niego con la cabeza.
-Contigo y Olga- Demando.
Las tias siempre le dicen a mami que tengo el carácter de ella y que pongo la misma cara que ella cuando está decidida a que algo salga como ella quiere
Mami mira un segundo a Olga y yo también mirándola con la ceja arquedada y esta asiente dándome una sonrisa amorosa.
Era la niña de mami y no era la primera vez que dormía con ella y también con Olga desde que esta ella en nuestras vidas y tampoco iba a ser la última.
Mami es muy cómoda y Olga me da unas caricias en la espalda muy tranquilizantes
Me acomodo encima de mami como siempre hago y me da suaves besos en la sien, Olga empieza a acariciar mi pequeña espalda
Y así, en algún momento me quedé dormida encima de mi superhéroe.
#futfem#woso#espwnt#futbol femenino#woso imagine#woso soccer#woso community#woso fanfics#fc barcelona#alexia putellas#alexia putellas fanfic#alexia putellas imagine#alexia putellas x reader#woso x reader
138 notes
·
View notes
Text
♯ CARICIA. ────── starter en el cual se de inicio a cualquier contacto físico.
' ¿qué pasa ferran? ' curiosidad bordea el cinismo en el momento que las cejas se enarcan, que le coloca mano contra el pecho dando un leve empujón juguetón, la sonrisa que curva levemente las comisuras es cauta, se desliza y desaparece como si no estuviese ahí, la mano se desliza por el antebrazo hasta falanges ajenas que termina cogiendo con cuidado. ' sé que todo lo que está pasando es una mierda. ' por supuesto que lo sabe, nadie tiene que decirlo. ' pero cuentas conmigo, ¿vale? ' es sincera, al menos a medias, porque no sabe hasta dónde puede dar lealtad, jamás lo ha intentado si no se trata de carmine.
⋆˚࿔ para ; @fevrran
#fevrran#. ۫ ꣑ৎ . ⠀ ⠀𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎⠀ ⠀ ﹔ ⠀ diálogo⠀ ⠀ .ᐟ#hola mi señora#t awo < 3#no sé que es esto tho
10 notes
·
View notes
Text
0 notes
Text
𝗟𝘂𝘀𝘁𝗳𝘂𝗹 𝗰𝗮𝗿 - 𝗞𝗘𝗜𝗦𝗨𝗞𝗘 𝗕𝗔𝗝𝗜/ 𝗛𝗔𝗡𝗘𝗠𝗜𝗬𝗔 𝗞𝗔𝗭𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔

Hanemiya Kazutora/ Keisuke Baji x Fem!Reader
𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Carsex, NSFW en general.
────────────────────────────
Después de volver a cambiarte a tu ropa normal, saliste del exuberante restaurante, con una sensación de fuego todavía encendida en tu vientre aunque aún no posees el rubor de vergüenza en tus mejillas.
Tu situación era la misma de siempre, un grupo de pandilleros te mantenían aislada de toda persona a excepción de ellos y otras amistades.
Estabas en una especie de relación abierta con los pandilleros, todos podían tenerte, obviamente con tu previo consentimiento.
Te quedaste con las ganas ya que Hina te había interrumpido a ti y a Baji. Observas a Baji y Kazutora esperándote afuera del auto, Baji con una expresión impaciente grabada en su rostro. Una vez que te ven, Baji abre la puerta del asiento trasero.
── Entra.
Levantas una ceja ante su actitud antes de entrar y deslizarte hasta el final, pero Kazutora abre la puerta desde ese lado.
Baji también entra rápidamente y cierra la puerta mientras miras entre ellos con confusión. ── ¿Q-Qué están haciendo-?
Baji captura tus labios rápidamente mientras desabrocha tu camisa. ── Voy a terminar lo que empezamos. ── Murmura contra tus labios mientras Kazutora pasa sus manos arriba y abajo de tu cuerpo desde atrás.
Te sonrojas antes de alejarte un poco.── ¿E-espera ahora mismo? ¿¿En el coche??
── Joder, sí. Las ventanas están polarizadas, ¿recuerdas? ── Baji confirma antes de colocar besos húmedos en tu cuello.
── Pero alguien... podría... ── Gimoteas mientras Kazutora mordisquea el lóbulo de tu oreja.
── Me importa una mierda. ── Baji gruñe y te diste cuenta de que no había forma de salir de esto, así que lo dejaste empujarte contra Kazutora y tirarte de las bragas antes de provocar tu entrada con los dedos.
── ¿Tan mojada estás? Apenas empezamos~ ── Él sonríe, mirándote mientras miras hacia otro lado avergonzada.
Kazutora baja la parte superior de tu camisa y tus senos se derraman. ── Eres tan linda. ── Murmura, con el rostro de un tono rojo oscuro mientras los acaricia suavemente con cuidado.
Baji pone los ojos en blanco. ── ¿Así es como la nombras? ── Gimes un poco pero tratas de contenerte.
── ¿Ya probaste el anal? ── Kazutora susurra roncamente en tu oído.
── ¡S-Sí... con Izana y-! ── Tu espalda se arquea cuando Baji roza tu sensible manojo de nervios.
── ¿Mikey? ── Kazutora termina por ti. Asientes con un gemido entrecortado mientras Baji se desabrocha los pantalones.
── Adelante. Ella puede soportarlo. ── Baji sonríe a Kazutora. Miras fijamente, con los ojos entrecerrados mientras Baji se empuja contra tu agujero.
── Date prisa, lento. ── Baji gime cuando Kazutora libera su miembro de sus pantalones. Una exhalación temblorosa se escapa de ti mientras Kazutora te desliza lentamente sobre su eje.
── Finalmente. Empecemos con la diversión. ── Baji sonríe con un brillo loco en los ojos antes de empujar bruscamente.
Tus ojos se ensanchan por el dolor y placer que generan sus estocadas, cierras un ojo y un grito silencioso sale de tu garganta cuando él te golpea sin descanso. Estaba sexualmente frustrado en este momento y necesitaba desquitarse contigo por la atención que les bridabas a los demás.
Lágrimas brotaban de tus ojos fuertemente cerrados mientras gemías, gritando su nombre una y otra vez por lo bien que se sentía. Kazutora no se molesta en moverse, excepto por algunos empujones ocasionales aquí y allá.
Tu agujero estaba apretándose alrededor de él fue suficiente para poder inducirlo a un orgasmo. Así que simplemente se recostó y escuchó tus hermosos sonidos mientras besaba tu cuello, dejando moretones por todas partes.
── Mierda. ── Murmura Baji antes de levantar tus piernas sobre sus hombros y empujar más profundo.
Tus ojos se abren y sacudes la cabeza bruscamente. ── ¡N-no! ¡No!
Él arrulla. ── ¿Acaso es ese tu punto dulce? ── Se ríe sombríamente cuando empezaste a sollozar de placer.
Golpea tu punto g una y otra vez mientras sollozas, el placer es demasiado para manejar. El coche se balancea ligeramente de un lado a otro debido a los fuertes movimientos.
── Joder, sí. ── Él gime, tu vagina revoloteando a su alrededor deliciosamente. El sudor rueda por su cuerpo y su cabello negro se pega a su frente mientras jadea pesadamente.
Él estaba cerca. Solo necesitaba que te corrieras con él. Las ventanas del auto estaban completamente empañadas ahora por todas las actividades que ustedes tres estaban haciendo y el aire estaba cargado con el olor a transpiración y sexo.
Kazutora finalmente decide hacer algo y baja su mano hacia tu clítoris. Con unos pocos roces suaves, estabas cremoso alrededor de la polla de Baji y apretando alrededor de la de Kazutora.
Los sollozos ahogados se escapan de tus labios mientras Kazutora te besa rápidamente. Los movimientos de Baji tartamudean antes de liberarse dentro de tu matriz con un profundo gemido.
Kazutora también se corre adentro, alejándose de tus labios con respiraciones pesadas y una expresión sonrojada.
Los tres jadean pesadamente, reuniendo sus pensamientos de la sesión de sexo confusa. ── Eso fue genial. ── Baji sonríe tontamente mientras pones los ojos en blanco. Se retira y se esconde mientras intentas levantarte.
Haciendo una mueca de dolor, caes hacia atrás, pero Baji te ayuda a levantarte, deslizándote fuera de Kazutora.
Él suspira, cerrando los ojos mientras su pene se ablandaba a la vista. Una vez que todos regresaron a la sede, Mikey e Izana estaban esperando afuera con impaciencia.
Ambos los ven a ustedes tres caminando hacia ellos. ── Bueno, ustedes se tomaron un tiempo terriblemente largo. ── Mikey frunce el ceño.
── Pero aun así volvimos, ¿no? ── Baji se encoge de hombros antes de pasar al edificio.
Izana observa antes de hablar algo que lo hizo tropezar. ── Dúchate, apestas a sexo.
Baji se da la vuelta con el ceño fruncido y una expresión nerviosa mientras miras hacia abajo con timidez. Mikey suspira antes de agarrar tu mano y tirar de ti, sin perderse la forma en que cojeabas. ── Vamos a ducharnos juntos _______.
#anime#x reader#reader#tokyo rev x reader#tokyo rev#anime x reader#sub fem reader#fem reader smut#fem reader#sub reader#baji x reader#kazutora hanemiya#kazutora x reader#baji keisuke
19 notes
·
View notes
Text
* TASK 1 ━━━ 𝗺𝗮𝘂𝗱𝗲 𝘤𝘢𝘥𝘥𝘦𝘭. LA TRAICIÓN ES FÁCIL, LA LEALTAD UN ARTE. @losavntos
No luce precisamente asustado cuando se adentra en la oficina y cierra la puerta detrás de su espalda. ¿Por qué habría de temerle a Maude, que siempre ha sido tan buena con él?
Lo cierto es que pocas veces en su vida, Sage ha tenido miedo. Tuvo una vida sencilla, un núcleo con padres amorosos y proveedores, hasta que destino que parecía tranquilo lo traicionó y dio una bofetada fuerte y seca. Cuando ellos mueren, y quedan bajo el cuidado de su madrina, también reciben cariño y muchos más lujos de los que podrían siquiera haber soñado. Sage no vivió violencia, no vivió desprecio. Era una persona que pasaba mucho tiempo autoflagelándose con el «¿y si…?», pero nunca sintió dolor físico, o miedo a ser herido.
¿Quién o qué iba a herirlo más, si ya lo había hecho la vida al arrebatarle a sus padres de tal manera?
“Buenas tardes, Maude,” la saluda con educación y cortesía que lo caracterizan. El abrazo no le sorprende del todo, pero tampoco se lo esperaba a primera instancia, por lo que tarda en reaccionar. No demora en rodearla de vuelta, con mucha más suavidad y lejanía, ya que no acostumbra del todo al contacto físico. Sin embargo, por poco ético que pueda ser, Maude Caddel es de esas personas con las que tenía esa facilidad.
Primera pregunta lo hace presionar los labios entre sí, como quien no se anima a decir bien o mal, mientras mayor lo encamina despacio a tomar asiento, y él la observa en todo momento como un niño que es consolado después de lastimarse en el patio de juegos. Lo cierto es que la terapeuta sabe qué palabras utilizar para que Sage afloje con facilidad, suspiro abandonando sus labios cuando asiente y observa los pañuelos acercarse en su dirección.
Recuerda la cantidad de veces que lloró en terapia por la muerte de sus padres. Recuerda, también, unas cuantas en el consultorio de Maude.
Sonríe un poquito cuando mujer mayor aprieta su mejilla, y siente calidez envolver su corazón. Viene a su mente un recuerdo de tierna infancia: su madre pellizcándole mejillas y diciéndole lo guapo que está, antes de irse a la escuela en la aldea. Si no fuera porque ha aprendido a apagar esa parte de sí, los ojos se le llenarían de lágrimas ante el simple contacto. De hecho, mirada se empaña un poco, y cree que Maude puede notarlo, pues después viene una caricia más.
“Gracias por…” relame sus labios y se remueve en su asiento, volviendo a observar los pañuelos y luego al recomponerse, vuelve a mirar a Maude. “Gracias por darme la oportunidad de venir a hablar contigo, Maude. Realmente lo aprecio,” agacha un poquito la cabeza, a modo de reverencia, y traga con fuerza.
Maude lo observa con la misma dulzura y calidez, dando un asentimiento, y espera a que continúe.
“Vera prometió que sería anónimo,” empieza, como un descargo de responsabilidad, aunque Sage no suele lavarse las manos así. “Y, ¿te soy honesto? No me importaba mucho si lo era o no. Fui porque quería saber qué estaba tramando,” cejas se juntan, hombros se encogen, como si dijera «¿puedes culparme?». “La verdad es que es bastante persuasiva. ¿Estamos seguros de que no tiene un título en psicoanálisis también?” se anima a utilizar timbre jocoso, mismo que le roba una risa cortés a mentora, y él sonríe brevemente. Lo hace porque quiere apaciguar el ambiente, y de hecho, calmarse él mismo.
“Era periodista al fin y al cabo, cariño,” expresa Maude, y Sage suspira abatido. Claro.
“Bueno… Hizo muchas preguntas, contesté unas pocas. No di detalles, no hablo mucho,” vuelve a mirarla, y en ese momento ambos sonríen levemente. Recuerda las primeras sesiones, donde expresaba poco y nada, pero eventualmente la terapeuta consiguió obtener la información necesaria de su parte para tratarlo. O manipularlo, dirían algunos. Sea lo que sea, funcionó. “No dije nada de Alfred. Le dije que no me interesaba relacionarme con él en vida o en muerte,” sostiene tras una pausa. “Si no tienes nada bueno que decir…” añade, y lo deja al aire. Recibe asentimiento.
Sage vuelve a guardar silencio, y Maude no lo interrumpe, sino que le permite explorar el mismo. Lo conoce lo suficiente como para saber que está estudiando sus propios pensamientos.
“¿Estás bien, Sage?” pregunta, y la forma en que lo hace provoca que él mismo lo dude. “¿Te preguntó algo sobre Otis?”
Allí Sage se queda en blanco, o eso pareciera por la forma en que su silencio pasa de pensativo, a simplemente frío.
“Mira, Maude…” suelta tras dar una bocanada de aire. “Otis me agradaba. Era un buen tipo, y me entendía. Me veía,” asiente convenciéndose a sí mismo de que está todo en orden con el tema. “Claro que me preguntó por él, y le dije eso. Es una lástima lo que le pasó, pero así como me juntaba con Otis, lo hacía con otra gente también. Todo el mundo sabe que soy un… camaleón o algo así,” se ríe, aunque no suena agraciado. Parece que flaquea, y la mujer pone atención a cada uno de sus titubeos, acomodándose lentamente en su asiento. “De hecho, en medio de su manía, Vera me dijo que algunos se referían a mí como un hipócrita,” rueda los ojos, pues no sería la primera vez que lo escuchaba.
“Eso debió doler,” sugiere Maude, y Sage simplemente encoge los hombros.
“Me da igual,” menea la cabeza, presiona labios entre sí de nuevo, y permanece bajo la mirada de terapeuta. Siente que tiene que explicarse. “Sabes que trato de no engancharme con todas estas cosas, prefiero cuidarme”
“No tienes que ser fuerte todo el tiempo, Seungjae,” allí, al escuchar su nombre asignado, Sage alza la mirada en su dirección. “Tienes derecho a sentirte herido, decepcionado, o traicionado,” le recuerda, como muchas veces hizo años atrás. Él asiente.
“Lo sé,” asegura. “Pero te prometo que no hizo falta”
Hay un silencio que se alarga por unos cuantos segundos. “¿Algo más?”
Sage piensa y luego niega, aunque termina añadiendo:
“Quiso saber sobre ti y tu relación con los alumnos,” no se da cuenta de que cuando dice eso, los ojos de Maude se amplían levemente con interés. “Le dije que de toda la mierda que cree que tiene sobre todos, estaba muy equivocada respecto a ti,” la mira entonces. “Te tengo,” le promete con un tono mucho más cálido que el que venía utilizando, y mirada de surcoreano se suaviza.
“Sé que lo haces, cariño,” se estira para tomar su mano y el muchacho se la entrega con facilidad, recibiendo caricias maternales sobre su dorso. “Nos cuidamos mutuamente, ¿no es así?”
Sage sonríe, como quien es premiado con el afecto y respaldo de una madre orgullosa. Incluso, siente ganas de besar sus manos, como lo hacía con aquella que se fue muy pronto. No es normal.
“Gracias, Maude,” se limita a hacer una reverencia nuevamente, en lo que libera sus manos y le ofrece sonrisa. “Ten por seguro que te mantendré informada”
“Nunca me has fallado, Seungjae”
Maude Caddel sonríe satisfecha, y Sage se siente en la cima del mundo.
#* task.#self para.#jaaaa creían que sage era mi pj normal?#pues no !!!!! está igual de trastornado que vesper#solo que él sabe actuar humanamente !
2 notes
·
View notes
Note
hermanaa, cómo sería Enzo x inexperienced!reader donde Enzo le enseña como hacer una blowjob
+18!
Cuando te posicionás entre las piernas de Enzo, con los labios hinchados por la intensidad de los besos que compartieron hasta hace un minuto, sus ojos cálidos encuentran los tuyos y sus nudillos acarician tu mejilla. Con su pulgar roza tu labio inferior, tirando con suavidad mientras intenta recuperar el habla.
-¿Estás segura?- pregunta luego de unos segundos de silencio.
-Sí.
Te permite despojarlo de sus prendas y no hace comentarios cuando permanecés inmóvil, con tu mirada fija en su miembro duro que clama por un poco de atención y tu lengua asomándose para humedecer tus labios secos. Toma un cojín del sofá y con un exagerado gesto de caballerosidad lo coloca sobre la alfombra para evitar que la posición provoque dolor en tus rodillas.
Tu mano recorre la distancia que los separa con timidez y cuando preguntás silenciosamente por su permiso para tocarlo, coloca su mano sobre la tuya para guiarla hacia su erección. Tus dedos se cierran sobre su extensión con cuidado, sin poder tocarse por su generoso tamaño, y la sensación hasta ahora desconocida te resulta fascinante. Es pesado y está caliente. Muy caliente.
Sonreís. Tus ojos brillan y lo tomás con ambas manos. Él se pregunta cómo podés verte tan tierna en una situación como esta, sosteniéndole la mirada cuando tus labios entreabiertos dejan pequeños besos húmedos sobre su punta brillante, robándole incontables suspiros con tan simple gesto.
-¿Así?- preguntás con un ligero temblor en la voz.
-Sí, así- acaricia tu pómulo-. También podés...
Tu lengua recorriéndolo lo obliga a interrumpirse y un gemido escapa de su boca cuando cerrás tus labios sobre él, tomando poco más que su punta. Arqueás ambas cejas, tu mirada invadida por la inseguridad que te provoca tu falta de experiencia, y cuando Enzo sonríe para tranquilizarte podés apreciar que lucha por no cerrar los ojos.
El sabor de su esencia invade tu lengua y suspirás. El calor entre tus piernas es todavía más intenso de lo que era durante la larga sesión de besos y estás segura de que tu humedad mancha mucho más que tu ropa interior. ¿Es normal que esto te parezca tan placentero? Necesitás preguntarle a Enzo una vez que terminen.
Tus primeros movimientos son lentos y medidos, en parte intentando replicar lo que tantas veces viste en videos porno y con la intención de provocarlo, pero comenzás a desesperarte y tomás más y más de su miembro en tu boca. Cada vez que retrocedés Enzo puede apreciar tu saliva corriendo en su piel y tiene que contenerse para no tomarte por el cabello y utilizarte sin piedad.
Con el correr de los minutos tu mandíbula comienza a doler. Te esforzás para ignorar el dolor, motivada por todos los sonidos de placer que tu novio te permite escuchar, pero la fuerza con que cerrás tus ojos junto con tu respiración agitada llaman su atención y te detiene rápidamente.
Estás por disculparte pero te silencia y toma tu mano, todavía cerrada firmemente sobre su erección. Rápidamente comprendés cómo le gusta ser tocado y te esforzás por seguir el ritmo establecido, regando besos en su punta, trazando una vena con tu lengua (es tan tentadora como las venas que adornan sus manos y brazos) y eventualmente volviendo a tomarlo en la calidez de tu boca.
Con voz ronca, Enzo susurra:
-Sos muy linda, ¿sabías?- tus mejillas arden tanto por la vergüenza como por la excitación y cuando negás el movimiento lo hace jadear-. Ahora...
Succionás y luego de un fuerte gemido arroja la cabeza hacia atrás.
-¿Así está bien?- preguntás luego de repetir la acción.
-Así está perfecto, princesa- acomoda tu cabello.
Todavía no se atreve a confesar cuánto desea terminar en tu boca y verte batallar para tragarlo todo, no, pero teme que llegado el momento cualquier remanente de control lo abandone. Está seguro de que disfrutaría tomar tus mejillas entre sus dedos, ejercer presión hasta que abras la boca y ver cómo su semen escapa, marcándote manchando tus labios y tu mentón.
Ojalá lo disfrutes tanto como él.
Buenas noches :)
taglist: @chiquititamia @creative-heart @llorented @recaltiente @lastflowrr @madame-fear @delusionalgirlplace ♡
#letters to enzo#deep in thought#deep answers#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
98 notes
·
View notes
Text
Odiar amarte (Bjorn x lectora)


Masterlist de mi autoría
Parte 1
Sinopsis: la negativa de la mujer ante el pedido de Bjorn para rehacer lo que tenían no iba a detener al joven para seguir intentándolo. Y asi como Yvaga sería un nuevo comienzo en su calidad de vida, también lo sería en su relación.
La primera en despertar del criosueño fue ____, quien se encargó de alistar todo lo mejor posible. Luego despertó Navarro, y entre ambas encaminaron el Corbelan hacia Yvaga ese último trayecto que quedaba.
Los demás fueron despertando uno por uno, todos menos Bjorn. Fue por eso que ____ se acercó s su criocámara.
—... ¿Por qué no saliste?—lo miró preocupada al ver que estaba consiente, pero sin levantarse.
—Queria ver si te preocupabas y venías a buscarme.—sonrió apenas, solo logrando que ____ le diera un golpe en el hombro y se largara del lugar.
Al llegar a Yvaga, el gobierno regente los mantuvo en cuarentena unos días. Investigaron el tema del xenomorfo, pues Yutani venía hace años experimentando con ellos. Incluso los años que los jóvenes estuvieron en el hipersueño, hubo otros accidentes con la criatura.
Pero todo eso quedó atrás cuando el gobierno les cedió una gran ayuda social. Una bonita casa, empleos livianos y la promesa de una vida tranquila fueron más que suficiente para olvidar todo lo vivido.
Pero mientras Rain se mudaba con Tyler y Kay, y Navarro y Bjorn vivían a unas manzanas, ____ se desvaneció.
En un inicio les comentó la oportunidad de unirse a un centro de investigaciones sobre plantas medicinales que Yvaga quería inaugurar, y lo emocionada que estaba con ello. Pero de un día para el otro desapareció. Y pasaron semanas sin tener novedades. Al menos hasta que Navarro la vio en las costas de la ciudad.
—¡Estaba ahí! Hurgando en las piedras de la costa.—miró a su hermano, quien enarcó una ceja incrédulo.
—¿Y por qué no te acercaste a hablarle?—Kay la miró preocupada—. No sabemos nada de ella hace mil años.—
—Un chico se acercó a ella, y se fueron juntos en un vehículo. Yo estaba lejos, no me escuchó cuando la llamé...—
—Osea que ya tiene novio y se olvidó de Bjorn.—Tyler miró divertido a su primo, quien no tardó en levantarse molesto y salir de la sala.
—Tenían el mismo uniforme, eso dice que son compañeros...—
—Si entró a ese proyecto de hierbas medicinales... ¿Tal vez buscaba algas?—Rain lo meditó un segundo—. Significa que puede volver a ir. Podemos quedarnos en la playa...—
—¿Y qué? ¿Quieres plantarte ahí todo el día y esperar a que aparezca?—Bjorn la miró desde el umbral de la cocina—. Es evidente que no le importamos, se esfumó. No quiere vernos.—
—A ti no quiere verte, y por ello todos estamos en el mismo problema.—Kay sonó molesta—. Todo es tu culpa... yo sí quiero ir a la playa.—
—Voy con ustedes.—Navarro sonrió emocionada—. Aún no veo el atardecer sobre el mar.—
Bjorn no podía creer la emoción del trío de chicas, parecían ignorar el hecho de que ____ no quería verlas...
¿No quería?
De todas formas...
Él sí quería verla.
Era un hermoso sábado por la mañana cuando ____ llegó a las costas del norte de Yvaga. Dejó su bicicleta sin mucho cuidado en la acera lindera a la arena, y tras quitarse los zapatos caminó hacia el agua. Le gustaba la sensación cosquilleante de la arena bajo sus pies, asi que disfrutó el corto trayecto.
Se acercó a unas grandes rocas de la orilla, comenzando su búsqueda de algas. Fue solo unos minutos después que un llamado desesperado la hizo voltear.
—¡____! ¡Quédate ahí quieta, señorita!—una Kay apresurada corría con dificultad por la arena, hundiéndose torpemente por usar zapatos pesados. ____ sonrió.
—No me iré.—volvió la atención a las piedras—. Tengo una buena porción de porquería verde aquí...—
—Asi que adiviné.—Rain y Navarro se acercaron a paso más seguro que Kay, apoyándose en la piedra que respaldaba a su amiga—. Eran algas.—
—¿Me espiaban?—Kay finalmente llegó, viendo a ____ guardar algas en un contenedor de plástico—. Que triste.—
—Te vi de casualidad antes... Perdón si me preocupo por una amiga que desapareció de la nada.—Navarro rodeó la roca, agachándose a su lado—. ¿Cuál es tu maldita excusa por habernos ignorado asi.—
—No las ignoré.—la miró finalmente—. Solo... No las estaba buscando.—cerró el contenedor ya lleno, dejándolo sobre las rocas—. Lo siento si las preocupé.—
—... Que disculpa más asquerosa.—
—Bueno, es la única que tengo.—____ se acercó al agua—. Yvaga es genial, y yo solo quiero... Aportar mi ayuda. Debo pagar la oportunidad que nos dieron ¿No crees?—
—¿"Nos dieron"?—Kay enarcó una ceja confundida.
—Si ayudaba en el laboratorio, les darían buenos lugares a ustedes. Y a mi, claro.—sonrió apenas—. Perdón si no te visitaba, Kay. Pero con saber que estabas a salvo y lejos de una mina de carbón estaba tranquila.—
—Nadie te pidió un esfuerzo asi.—Navarro llamó su atención.
—Son mis amigos, haría lo que sea por ustedes. No necesito tu permiso...—sonrió divertida antes de tenderle una especie de microscopio chiquito—. ¿Quieren ver algo genial? Hay gambas chiquitas que viven entre las rocas.—
Tal vez ____ no era una persona muy amorosa como Kay, o abierta como Navarro. Pero amaba a sus amigos, y el trío de chicas en aquella playa lo entendió al enterarse de todo lo que ella hizo por su seguridad.
—Le dijeron que si trabajaba en el laboratorio, nos mantendrían en el sector B, a todos.—Rain miró a Tyler, notando lo sorprendido que estaba—. ____ esta en el área de biomateria.—
—¿Por qué diablos no nos lo dijo?—Bjorn apoyó los brazos en la mesa—. Solo... desapareció.—
—Estamos hablando de ____, Bjorn. Desaparecerse por días era algo muy suyo en Jackson ¿Recuerdas?—Navarro se sentó a su lado—. Esta muy emocionada por este proyecto... Creo que ni siquiera duerme bien.—
—Pasó la tarde con nosotras pero nunca dejó sus apuntes.—Kay apoyó el mentón en la mesa, mirando con cierta tristeza aquella pecera con gambas blanquecinas que había juntado en la playa. (Mi sueño frustrado es tener de esas... Ahre cortaba el relato)
—Bueno, siempre estaba trabajando.—Tyler recordó las tardes de ausencia en las reuniones de fines de semana—. Supongo que aquí será igual.—
—No. No puede ser.—Bjorn lo meditó un segundo—. No puede ser una loca del trabajo aquí también, debe relajarse... Y la idea de que se sobreexija para que nosotros vivamos bien... No me gusta nada.—
Un silencio algo raro los rodeó. Todos creían que Bjorn tenía razón. Y debían hacer algo al respecto.
—Solo será la cena y luego me voy.—
—No, señora. Usted se quedará aquí con nosotros.—Kay la abrazó por la espalda—. Haremos una pijamada~
____ entró a aquella casa y de inmediato fue recibida por sus amigos. Y por Bjorn.
Mientras la lasagna se cocinaba en el horno y Kay llenaba su acuario de más y más plantas, ____ les relataba qué había estado haciendo esos días. Y Bjorn lo supo, la chica estaba comenzando a perderse de nuevo en ese círculo vicioso de trabajo.
—Debes controlarte con eso.—Rain la miró preocupada, diciendo en voz alta lo que todos pensaban—. Vinimos a Yvaga para mejorar nuestra forma de vida... Y tú haces exactamente lo mismo que antes.—
—Si, pero... Ahora lo hago feliz y bajo el sol.—____ intentó bromear, pero a su amiga no le hizo gracia—. Bueno bueno... Intentaré calmarme con eso.—
Después de la cena, y tras tontear un poco entre todos, media docena de colchones se desparramaron por toda la sala. Y todos cayeron rendidos enseguida. Todos menos ____.
Bjorn dormitaba apenas, cuando unos ruidos del comedor llamaron su atención. Se levantó con cierta pesadez, y esquivando a todos sus amigos tendidos en el suelo, se abrió paso hasta el comedor. Y entonces vio a ____ sentada en el marco de la gran ventana que daba a la playa.
—¿No puedes dormir?—la chica se dio un pequeño susto, pero no tardó en asentir—... ¿Puedo acompañarte?—
Algo insegura, ____ le hizo un lugar, y Bjorn no tardó en acercarse. Se sentó a su lado, cuidando no invadir mucho su espacio. Era la primera vez en su vida que se sentía tan nervioso por estar cerca de ella. Algo que sonaría imposible de creer en sus años de noviazgo, donde no se separaban para nada. Al menos hasta que todo se fue al diablo.
—¿Que es eso que se ve a lo lejos?—el chico señalo las costas a lo lejos, donde algo resplandecía apenas.
—Las gambas que viven en las rocas tienen un pigmento en su exoesqueleto que las hace bioluminiscentes.—explicó ____.
—... ¿Como me habías dicho en la nace? ¿Poco agraciado de cerebro?—la chica lo miró—. Hablas en chino para mi, cariño.—no pudo evitar sonreírle, y Bjorn se la devolvió.
—Bichos chiquitos. brillar en luna. Bonito.—habló cual salvaje, señalando la pecera de Kay detrás de ellos. Bjorn resopló con gracia.
—Ya ya, entiendo.—notó el leve resplandor de las criaturas sobre la cajonera de la sala. Eran bonitas—... Sobre lo que hablamos hoy... Era en serio, debes relajarte.—se tornó más serio, y ____ notó eso.
—Me gusta mi trabajo, de verdad es algo que disfruto hacer...—Bjorn estaba por hablar, pero vio que ella continuaría—. Pero vi la preocupación de las chicas en la mañana... asi que lo tomaré con calma.—
—No puedes desaparecer así... Hacías lo mismo en Yvaga.—
—Y por eso hiciste lo que hiciste ¿No?.—Bjorn se aferró al marco de la ventana, afectado por el tono neutral y cortante de aquello—. Me engañaste. Y antes de que te defiendas, esta bien... No fui una novia presente... lo entendí apenas hoy.—
—No, no pienses que es culpa tuya... Yo fui un idiota.—
—Ah, sí lo fuiste. No dije lo contrario.—____ se apoyó en el marco lateral de la ventana—. Me enamoré de mi trabajo, más de lo que lo estaba de ti... Descuidé lo nuestro, y tú tampoco te esforzaste mucho en intentar mejorar las cosas...—un aire helado la hizo tiritar apenas—. Los dos fuimos unos idiotas.—La chica bajó de la ventana, ya algo afectada por el frío y el cansancio—. Será mejor que vayamos a dormir, mañana trabajo por la tarde, y creo que podría descansar bien por primera vez en semanas.—
—... aún quiero intentarlo.—Bjorn no tardó en alcanzarla—. Empezar de cero.—
—... seamos amigos ¿Si? Asi nos evitamos el ciclo repitente de yo estresada por el trabajo y tú engañándome con una mesera.—
—Lo dices tan a la ligera que parece que no te importa.—
—Oh, no no no. No confundas mi actitud ahora. Porque en ese entonces me destrozaste el corazón.—la voz de la mujer se quebró un poquito en esa última palabra, y Bjorn sintió la urgencia de abrazarla en cuanto ella le dio la espalda.
—Lo lamento... Lo lamento de verdad.—la abrazó incluso más fuerte—. Fui un imbécil... Déjame arreglarlo... Si tú quieres.—apoyó el mentón en su hombro, agachándose un poco por la diferencia de altura—. Pero si dices que no, seguiré insistiendo.—
—Ah, que molesto.—
—Juntaré algas contigo... Te acompañaré al trabajo, y te esperaré a la salida... Veré que comas bien, que duermas bien... Me esforzaré para mejorar las cosas... Solo déjame hacerlo.—
____ se aferró a los brazos que rodeaban su pecho, asintiendo apenas. Bjorn sonrió, sintiendo cómo la chica se relajaba bajo su tacto.
Sabía que las cosas serían extrañas en un inicio, que no todo sería color de rosa. Pero se esforzaría, haría lo que sea para recuperar el corazón de la amante del trabajo.
La verdad yo no sé si podría perdonar algo asi.
No sé, nunca tuve pareja, quéseyo cómo reaccionaría. Re solari la piba xd.
Pero calculo que no volvería, no me olvido fácil de las cosas, no podría ignorar el hecho de que en algún momento me cagaste we.
16 notes
·
View notes
Text
"Pequeño Silco"
El taller de Jinx y Ekko estaba en pleno apogeo. Cables chispeantes, destornilladores voladores y un leve olor a quemado llenaban la habitación mientras ambos trabajaban en su último proyecto un "rejuvenecedor molecular", según Jinx.
—¿Estás segura de que esto es una buena idea?—preguntó Ekko ajustando un tornillo.
—Por supuesto que lo es ekko,¿Qué podría salir mal?—Jinx respondió con una sonrisa traviesa.
Como si el universo quisiera demostrar lo contrario, una chispa inesperada surgió del aparato y un rayo brillante salió disparado, impactando a Silco, que justo había entrado al taller para quejarse del ruido.
—¿¡Qué demonios!?—alcanzó a decir antes de desaparecer en una nube de humo.
Cuando el polvo se asentó, en lugar del imponente líder de Zaun, había un pequeño niño de cuatro años con cabello desordenado, ojos grandes pero aun la marca en su rostro.
—¿Qué... qué pasó?—dijo el pequeño Silco con voz aguda, mirando sus diminutas manos.
Jinx se quedó paralizada por un momento antes de estallar en carcajadas—¡Oh no! ¡Hemos hecho retroceder el tiempo! ¡Es tan adorable!—
—Esto no es adorable, Jinx es un desastre— dijo Ekko, llevándose la mano a la frente —haora como se lo diremos a Vander—
—unos momentos después—
—¿Hiciste QUÉ?—exclamó Vander cuando Jinx y Ekko le llevaron al pequeño Silco.
—Solo fue un pequeño accidente—respondió Jinx, sosteniendo al niño como si fuera un trofeo.
—¡No soy un juguete!—protestó Silco, intentando soltarse de los brazos de Jinx, pero su tamaño reducido no le ayudaba.
Vander suspiró profundamente, frotándose la frente —Bien, ¿Pueden arreglarlo?—
—Claro que sí... eventualmente—dijo Ekko, aunque su tono no era muy convincente.
—Eso no suena prometedor—gruñó Vander.
—¡Mientras tanto, tú puedes cuidarlo, papá oso!—dijo Jinx con una gran sonrisa, dejando al pequeño Silco en los brazos de Vander antes de salir corriendo del taller con Ekko.
Silco cruzó los brazos, frunciendo el ceño infantilmente—Esto es ridículo ¡No necesito que me cuiden!—
Vander lo miró, intentando contener una sonrisa —Por supuesto que no... ¿Quieres galletas?—
Silco levantó una ceja, pero sus ojos brillaron un poco —¿Qué tipo de galletas?—
El pequeño Silco resultó ser una combinación extraña de seriedad y energía infantil. Vander lo llevó a la cocina, donde preparó un plato de galletas.
—Solo una—dijo Vander, pero Silco ya había agarrado tres y las estaba mordiendo con entusiasmo.
—Esto es... aceptable—murmuró Silco con la boca llena, aunque sus ojos decían otra cosa.
Más tarde, Vander intentó sentarlo en la sala para que descansara, pero Silco tenía otros planes —¡No soy un bebé!—dijo, saltando del sofá y corriendo por la casa.
—¡Silco, cuidado con...— Vander no alcanzó a terminar la frase antes de que el niño tropezara con una pila de libros.
En lugar de llorar, Silco se levantó rápidamente, con una expresión de orgullo herido —Estoy bien...no necesito ayuda—
Vander suspiró —Definitivamente eres el mismo Silco, solo que más pequeño—
A medida que pasaban las horas, Vander comenzó a notar que, aunque Silco intentaba mantenerse serio y distante, había momentos en los que su fachada se desmoronaba. Una vez callo la noche, mientras Vander limpiaba la cocina, notó que Silco se había quedado dormido en el sofá, abrazando un cojín. Vander se acercó y con cuidado, lo recogió.
—Vaya, incluso en esta forma sigues siendo complicado—murmuró Vander, llevándolo a la cama.
Mientras lo acomodaba, Silco abrió su ojo brevemente, mirándolo con un toque de vulnerabilidad—No me dejes solo— murmuró, antes de volver a cerrar los ojos.
Vander sonrió suavemente, sentándose a su lado y acariciando su cabello—No voy a dejarte solo, Silco siempre te cuidaré—
Al día siguiente, Jinx y Ekko regresaron con la máquina reparada —¡Estamos listos para deshacer el lío!— anunció Jinx con entusiasmo.
—Más les vale—dijo Vander, sosteniendo a un Silco somnoliento que parecía haberse acostumbrado a su nuevo tamaño.
El proceso fue rápido, y pronto una luz brillante envolvió a Silco. Cuando el humo se despejó, el verdadero Silco estaba de pie, mirando sus manos con alivio.
—Gracias a Janna— murmuró, ajustándose el abrigo.
—¡Bienvenido de vuelta, papa!— dijo Jinx, sonriendo ampliamente.
Silco los miró a todos, especialmente a Vander, con una expresión que intentaba ser seria, pero no podía ocultar del todo cierta gratitud— Que esto no vuelve a pasar— dijo pero su tono era más suave de lo habitual.
Vander sonrió, colocando una mano en su cintura —Por supuesto que no pero admito que eras un niño bastante encantador cariño—
Silco resopló, aunque una leve sonrisa se asomó en sus labios —No te acostumbres—
#zaundads#vander and silco#silco arcane#silco#vander arcane#jinx arcane#ekko arcane#shipp#arcane fanfic#love#vander#jinx#ekko#arcane netflix#arcane
13 notes
·
View notes