#cuentos cortos
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Cuento corto publicado en el museo de la palabra.
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Es un incendio
Es un incendio y no está lloviendo. Lo que ocurre no es algo sobre lo que pudiera decirse que no es grave. Los que están ahí en medio de todo no son pocos, pero tampoco son 30 personas, y yo no puedo dejar de mirarlos porque no paran de gritar desesperados. No salgo de mi asombro porque ellos no son ajenos a mí, ninguno deja de ser pariente mío. De hecho ni mis abuelos, ni mis tíos, ni mis primos, ni mis hermanos, ni mis padres están ausentes en este evento. Esto no es algo que no haya visto antes, tampoco algo de lo que pueda dejar de observar fascinado. Todavía ninguno de ellos ha dejado de gritar y de sacudirse y ajitar los brazos, no entiendo exactamente de qué se trata. Siento que no es nada de otro mundo y no creo que tenga que alarmarme, no me cabe la menor duda, pero aún así no lo puedo creer. Lo siguiente que ocurrió fue algo que no voy a describir, de hecho voy a omitir cada detalle, pero no puedo dejar de decir que no fue nada bueno y que ahora es apenas un recuerdo vago que aún no puedo borrar de mi mente. Aunque nadie me esté acusando de nada, cabe aclarar que no fue culpa mía y que no hay de lo que deba arrepentirme. Sin embargo esa misma noche, después lo ocurrido, no pude dormir hasta que ya no fue de noche.
No pretendo ocultar ni negar los hechos, que según entiendo puedan no ser, o no estar, apegados a recuerdos que logren reflejar con exactitud lo que realmente ocurrió. Hay otros indicios para pensar que lo que ocurrió anoche, fue una fiesta. No descarto la posibilidad de que se haya tratado de una cena en casa de mis abuelos, porque mis recuerdos siempre tienen la particularidad o el inconveniente de brindarme certezas parciales sobre detalles no poco importantes.
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La plegaria
Escribir, no saber de qué
Escribir, no saber cómo
Escribir, cómo continuar
Pedía yo una fuente inagotable de inspiración
La respuesta: alucinaciones cada día peores después de los 29.
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👩👧👧𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐬𝐭𝐢𝐝𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐨𝐥 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐧𝐢ñ𝐚 𝐲 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐚𝐝𝐨𝐥𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐫𝐞𝐬
📷 Artista: © Sol García Adoro la fantasía, y cualquier historia relacionada con dragones. Me fascina la conexión mística que permite a alguno seres humanos comunicarse con ellos, e incluso montarlos. Yo lo considero un regalo. Tal vez sea porque para mi son seres mágicos que te enseñan cómo encender tu fuego interno desde el amor por uno mismo. Siendo pequeña tuve como mascota un dragón…
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Alerta
La sensación de calma perecedera es la que más aborrezco. No puedo quedarme quieto, ni aún sabiendo que no habrá razones para saltar a la acción durante varios días. El estado de alerta permanente de los último cuatro años no se «desaprende» fácilmente. Siempre tengo un ojo abierto y el oído activo, listos para despertar de mi sueño ligero y activar el estado de lucha inmediatamente.
Es lo que tiene ser padre primerizo.
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La voz del sifón
En una casa antigua de la ciudad de Pereira, donde los abuelos y viejos de antaño siempre la señalaban por sus historias y narrativas de espantos y mucha terror damos inicio a esta historia. Una noche una tormenta azotaba a la ciudad y por su puesto, a la casona, creando una atmósfera turbulenta y hostil. El viento aúlla como un lobo hambriento, la lluvia golpea contra las ventanas como una…
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Voy a ser como mi mamá. Cuento corto para niños con el que gane el premio vislumbrando horizontes de libroptica 2014. Su segunda publicación en el 2016 con la revista online no vigente “Sinapsis”
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...Veintidós, veintitrés, veinticuatro... Aunque creo que dos o tres horas más han pasado desde la última vez que dormí. Mi corazón está acelerado por haberme mantenido despierto tanto tiempo, fuera de lo normal para mí, pero de verdad que es necesario.
Un leve ruido, como una piedrecilla en la ventana de mi habitación fue el inicio de esto. La alarma debía sonar media hora más tarde, pero yo ya estaba lo suficientemente consciente como para escucharlo claro. Una piedrita, pensé, luego otra, una más... Quizá alguien llama. Al asomarme, no ví nada en particular, la misma calle de siempre, iluminada por esa débil lucecilla matutina del sol que recién se asoma, un coche que aparece y desaparece de mi campo de visión yendo a no sé dónde y nada más.
Me recuesto nuevamente y a los pocos segundos vuelve a sonar. Me asomo rápidamente y alcanzo a ver un borrón semiopaco que se desvanece frente a mis ojos. Me levanto, prendo la tele y me preparo un café, tratando de dejar eso en el olvido.
... Aquí sigo, tratando de ocultarme, más de un día después. Esa cosa me ha estado siguiendo, no sé que es, ni sé qué quiere, pero está cerca...
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El Último Vuelo del Amor: La Historia de Emilio y Rosa
En un pintoresco pueblo rodeado de colinas verdes y campos dorados, vivía Don Emilio, un hombre de ochenta y cinco años cuyo corazón aún latía al ritmo del amor. Su esposa, Doña Rosa, era su compañera de toda la vida. Juntos, habían enfrentado alegrías y desafíos, construyendo un vínculo indestructible basado en la amistad y el amor.
Cada mañana, Don Emilio y Doña Rosa paseaban por los senderos del pueblo, admirando la belleza de la naturaleza y compartiendo sus sueños más íntimos. En su pequeña casa de campo, el tiempo parecía detenerse, y el amor que compartían llenaba cada rincón con una calidez reconfortante.
A medida que los años avanzaban, el cuerpo de Don Emilio empezaba a ceder ante el peso del tiempo. Aun así, su espíritu seguía siendo tan vigoroso como siempre, y su amor por Doña Rosa nunca menguaba. Juntos, envejecían con gracia, enfrentando los desafíos de la vejez con valentía y dignidad.
Una tarde de otoño, mientras el sol dorado se desvanecía en el horizonte, el corazón de Don Emilio dio su último latido. El pueblo entero se sumió en un profundo luto al despedirse de un hombre tan amado y respetado. Pero la tristeza palideció ante la conmoción que siguió.
Pocos minutos después de la partida de Don Emilio, el corazón de Doña Rosa, roto por el dolor y la pérdida, dejó de latir también. La noticia se extendió como un susurro entre los habitantes del pueblo, dejando un vacío imposible de llenar.
Dicen que el amor entre Don Emilio y Doña Rosa era tan profundo que ni siquiera la muerte podía separarlos. Sus almas se encontraron en el más allá, donde continuaron su eterno viaje juntos, entretejiendo sus recuerdos y sueños en un eterno abrazo de amor.
El pueblo, envuelto en la tristeza pero también en la belleza de su legado de amor, honró su memoria con historias y canciones que perdurarían para siempre en el corazón de quienes los conocieron. Y así, en las páginas del tiempo, la historia de Don Emilio y Doña Rosa perduró como un testamento eterno al poder del amor verdadero.
Fin.
Esta historia refleja la profundidad del amor, la amistad y la inevitable naturaleza de la vida y la muerte, tejiendo un relato que captura la esencia misma de la existencia humana.
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🧚♀️É𝐫𝐚𝐬𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳…,𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞: “𝐔𝐧 𝐥𝐞ó𝐧 𝐝𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨”
Artistas: Edelvives Infantil(Álbum Infantil – Sol García (Cuento Infantil y Fotografía ) Muchas gracias de corazón a todos los Artistas de @edelvives_infantil por compartir vuestra magia creativa, para que pudiera cobrar vida propia este maravilloso libro infantil para sentir. Deseo que disfrutéis con el cuento infantil que he escrito inspirada en este maravilloso álbum ilustrado que os animo a…
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Con de Buraxe
Al llegar desde el suroeste parecía que un monstruo marino guardaba la entrada al puerto pero para los marineros del pueblo representaba el fin de una campaña exitosa. Era la roca que marcaba la llegada a casa. En toda la ría se la conocía como «Con de Buraxe», un nombre cuyo significado se había perdido en el tiempo. Algún que otro estudioso de la historia local había indagado en todo documento cuanto habían podido encontrar y se decía que ya en el siglo IX, cuando el pueblo todavía era un sencillo asentamiento, se conocía por ese nombre.
Por supuesto, a los niños se les contaban mil y una historias en las que la roca había sido un monstruo real y que un valeroso guerrero lo convirtió en piedra con la ayuda de un hechizo para que guardara al pueblo de las amenazas que vinieran del mar. Por supuesto que había sido hace muchos años, y por supuesto que en cada casa el cuento era diferente.
Lo cierto era que solo tenía aspecto de quimera infernal si se miraba desde el suroeste y a la luz del sol poniente. Desde cualquier otro ángulo y a cualquier otro momento del día era simplemente una roca más, como las miles que decoraban la toda costa norte del país; con sus líneas oscuras marcando hasta dónde llegaba el agua con la marea alta, y con sus algas húmedas, caracoles marinos, y negros bivalvos colgando desde todo pequeño resquicio al que se pudieran agarrar.
Su cercanía a tierra también hacía que fuera un lugar al que acudían en verano los jóvenes del pueblo a tirarse desde la altura al mar haciendo las más alocadas cabriolas. De vez en cuando alguno de ellos volvía sangrando a casa con una brecha en la cabeza o con un tajo en las costillas, pero nunca se producían heridas graves. Y así era que volvían al día siguiente con la herida exageradamente empapada en «Cromer» (la solución de mercurocromo preferida de las madres) y una sonrisa en la cara sabiendo que pronto solamente quedaría una cicatriz, una «herida de guerra» con la que exagerar sus hazañas el verano siguiente.
En cuanto enfriaba el tiempo y el otoño comenzaba a teñir las laderas de colores, la función de Buraxe también cambiaba. Se convertía en el lugar preferido de los chavales del pueblo para ir a pescar las sepias que se acercaban a tierra, a las aguas más cálidas. Para alguno de ellos sería la última vez que remaban hasta allí con sus amigos ya que con el comienzo del otoño se uniría a la tripulación de uno de los mucho barcos que zarpaban hacia las zonas de pesca de ballena durante los 6 ó 7 meses de temporada de invierno.
Al volver, ninguno ya tendría en su mirada el brillo de la juventud. Una ligera sombra siempre cubría lo que meses antes había sido una inocente sonrisa. La causa era siempre distinta; para unos era el peso de haber perdido un compañero al mar, para otros el haber mirado a la muerte a los ojos y haberla esquivado por los pelos. Lo único en común era que habían dejado de ser niños, y eso rompía el corazón de más de una madre.
Non hai cousa máis boa que ver Chegando a porto no verán O Con de Buraxe a babor E ó lonxe os pinos do Chaplán*
* «O Chaplán» es un monte que se encuentra detrás del pueblo, según se ve desde el mar.
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La Finca el Guacal
En las entrañas de las tierras colombianas, donde el sol abrasador se fundía con la tierra fértil, se encontraba la “finca El Guacal”, envuelta en un halo de misterio y superstición. Sus muros, carcomidos por el tiempo y el abandono, albergaban historias susurradas por el viento, relatos de tesoros ocultos y espíritus inquietos que atormentaban a sus habitantes.Generación tras generación, la…
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150 palabras: Flor
Cuentos de hadas cortos. Había escuchado cientos de historias de aquella flor, de lo hermosa que era, de que cumplía deseos, de su hermoso perfume… No importaba lo que costara, tenía que encontrarla. Se lanzó a la aventura con su mejor amiga, cada una con un palo en mano, para ayudarse en la larga caminata, imitando a los grandes exploradores que veían en la tele. Tras recorrer senderos y…
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Pensaba en los demás
Pensaba en los demás, no en el sentido de la empatía sino en el sentido del qué dirán.
¿Qué debería vestir? ¿Si me comporto de cierta manera, captaré su atención? ¿Será que si voy a su lado, me verá?
Poco a poco se dará cuenta que se enfoca mucho en lo que los demás quieren o dicen de ella, poco a poco se dará cuenta que esas personas no piensan en ella.
Un día se despertará para entender que no hay que pensar en los demás para ser quien es, sino dirigir su mirada a quien la ama tal cual es.
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Cuentos cortos de Franz Kafka
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