#cucharon
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morgan82000 · 2 years ago
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Las brujas 🧙‍♀️ de Eastwick #conjuros de #cucharon en el 🍫 #espejo 😋 https://www.instagram.com/p/CqGTashsypG/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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carloscnb · 2 months ago
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tsuki-sennin · 1 year ago
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These are opposite poles of an extremely specific spectrum.
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byaguscortes · 5 months ago
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El cuidador de aves
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Esa mañana, en el monasterio de Yunmen-Si, en tiempo de la dinastía Tang, el joven monje Eisai había perdido la compostura. Gritaba al cocinero que, sereno y con los brazos cruzados, le escuchaba en silencio, mirándole fijamente, aunque no con irritación. Eisai cuidaba cada ave enferma o atribulada que encontraba en los alrededores. Esa mañana había encontrado a su último huésped, un pequeño gorrión que había caído del nido y él había rescatado, muerto congelado en su habitación. El día anterior había pedido algo de leña al cocinero para calentar la estancia y hacer soportable la fría noche para el ave. Pero se la había negado.
—Los que, como tú o yo, nos hallamos en la Vía debemos practicar la compasión, pero no el apego —decía el cocinero, un monje veterano.
Eisai no podía parar. Maldecía al cocinero por su avaricia, que le había negado un poco de leña, solo para tener con qué calentar el té de los comodones monjes por la mañana. ¿Cómo había ignorado a esa frágil criatura? Abandonada de todos, sin posibilidades. ¡Un detalle muy pequeño hubiera bastado para salvarla! Era horroroso.
—Tu labor y la mía son solo expresiones de la Vía. Sin el espíritu de la búsqueda de la Vía somos solo dos locos, que se empeñan en un esfuerzo inútil, sin beneficio de principio a fin —continuaba diciendo el cocinero, sin alterarse.
Eisai no cedía y condenaba la hipocresía del cocinero, que prefería algo de calor en la fría mañana a salvar una pequeña vida y, en su opinión, escondía esa falta de compasión tras una serenidad postiza, pues solo guardaba en su interior una mezquina indiferencia con el sufrimiento de otros seres.
—Todo eso hierve en tu corazón. Va y viene por tu mente día y noche. Detenlo y sigue la Vía con diligencia —dijo por último el otro y dio por terminada la conversación.
Las palabras del cocinero quedaron colgando en el aire con una presencia casi tangible. Mientras volvía a su celda, Eisai recordó lo que conocía del cocinero: sabía que estaba siendo injusto. No era un hombre cruel sino todo lo contrario. Recordó sus primeros días en el monasterio, cuando la cocina había sido el primer destino. Le había resultado imposible continuar allí por el ruido, el calor, la interminable agitación y problemas sin fin. No estaba preparado. Le maravilló, sin embargo, la serena presencia del monje veterano. Con una energía desbordante preparaba la comida de sus hermanos: primero el arroz y luego las guarniciones de verduras. Una vez terminada, cuando la comida estaba lista, lavaba y secaba de forma minuciosa todos los utensilios, cacerolas, ollas y cucharones. Entonces servía la comida, dando a cada monje la cantidad justa en su ración según fuese su constitución o edad. Cuando terminaba esta labor, dejaba a sus hermanos comiendo y se dirigía a la despensa del monasterio, en donde recogía los ingredientes para el día siguiente. Seguía una minuciosa conversación con el abad donde se discutía qué plato se prepararía con ellos. Luego lo llevaba todo a la cocina y disponía de ello dejando todos los ingredientes listos tras estudiarlos con atención suprema. Todo esto era un continuo tropezar con problemas, prisas, nervios, imprudencias o accidentes. Sin embargo, el cocinero navegaba por este caos con serenidad y jamás se le vio que su responsabilidad le hiciese perder el sueño, fuese cual fuese la gravedad de la situación que le iba a deparar el día siguiente.
Cuando Eisai llegó al monasterio, tiempo atrás, estaba enormemente asustado. El monasterio era un lugar gigantesco con salas para todas las funciones. Sin embargo, las rígidas normas y estricta organización de la vida diaria le resultaron, paradójicamente, liberadoras. Era un acuerdo honesto, con términos claros acerca de lo que se debía hacer y cuándo. Con consecuencias claras y explícitas a los actos. Todo eso era nuevo para él y se adaptó con facilidad. Aceptó las responsabilidades que se le asignaron con alegría pues implicaba que se le daba mucha confianza y él agradecía tal cosa. Vivía con naturalidad el rigor monástico y sintió que tenía un hogar.
Fue al poco de llegar cuando, paseando un día, vio un bulto palpitante en el suelo. Se acercó, curioso, y comprobó que se trataba de un pequeño pájaro. Quizá un gorrión (entonces no entendía de aves) que había caído del nido o se había hecho daño y no conseguía arrancar a volar. El desvalimiento de ese animal se agrandó hasta alcanzar los límites del universo. Nada había aparte del sufrimiento de ese ser y nadie más que él para ayudarle. Si pasaba de largo, el mundo acababa para esa pequeña criatura. Si la ignoraba, la rueda de reencarnaciones continuaría, dolorosa y lánguidamente, sin prisa, una y otra vez, hasta que el ser aprendiese y, mediante el Despertar, superara el dolor de la existencia.
Había que intervenir, entonces. Le recogió y depositó entre los pliegues de su túnica y lo escondió bajo su cama. El cuidado del pájaro y su posterior liberación le llenó de una alegría inédita. Creyó haber descubierto una tarea satisfactoria y significativa. Una labor con su propio sentido. Continuó cuidando aquellos pájaros heridos o accidentados de la forma que mejor podía. Y así había sido, durante muchos meses, hasta esa mañana en la que esa pequeña desgracia había terminado por consumir su paciencia.
El abad fue informado de la discusión y Eisai fue llamado a sus estancias. Tras los saludos ceremoniales, el anciano monje le obligó a recordar las Seis Concordias y una vez que el joven las hubo recitado, le preguntó por la incómoda situación que había provocado. Le reprochó su causa: la excesiva afición a adoptar pájaros, cuidarlos y volver loco a todo el mundo con sus necesidades y exigencias. Su actividad había acabado por provocar a los administradores verdaderos dolores de cabeza, pues estaba fuera de todas las obligaciones, normativas y tareas que los monasterios Chan tenían en sus reglamentos. La única explicación que obtuvo fue esta respuesta del joven:
—Mi padre me odió siempre, desde que nací. Ignoro la razón. Me despreciaba, trataba con dureza y no tuvo jamás una palabra de cariño. Mi madre me protegía, pero ella misma recibía el mismo trato de ese monstruo. Ella quería a ese hombre y esperaba que cambiara, pero eso nunca pasó. Nunca. Lo que sí ocurrió fue que, consumida por el dolor, mi pobre madre murió muy joven. Tras eso, mi padre no tardó ni dos semanas en mandarme aquí. Cuando abandonaba mi casa, sentí que finalmente podía respirar. Me juré que jamás volvería. Sin embargo, desde que llegué a este monasterio no hay semana que no le dicte unas líneas al escriba para mi padre. Tengo la esperanza de que responda. ¿Usted lo entiende?
—No —le respondió el abad.
—Entonces, ¿cómo podría explicarle mi labor con los pájaros?
—No soy tan obtuso como crees. El apego a tus actos no debe de ser un obstáculo para continuar en la Vía, ni para el ejercicio, por lo demás virtuoso, de la compasión. No eres la persona que más ha sufrido, ni el único responsable de acabar con el sufrimiento. Esa es una tarea larga y colectiva. Estamos todos en ello, comprometidos para alcanzar el Despertar.
Nada más terminar la reunión, el abad, que era poeta, escribió esto:
El ciervo airado embiste la luna. La sombra del árbol no se inmuta. El río fluye sin apresurarse. Y las montañas, serenas, eligen la inmovilidad.
Le preocupó la arrogancia de la respuesta de Eisai. En cualquier caso, le fue prohibido adoptar nuevas aves hasta nuevo aviso.
Humillado por la reprimenda y el castigo, Eisai continuó con sus obligaciones a regañadientes. Pasaban los días y evitaba mirar a los árboles o el suelo, no fuese a encontrarse con un ave necesitada de ayuda. No miraba para no ver. Trataba a sus compañeros con distancia y frialdad. Especialmente al cocinero, al que culpaba de forma injusta de su castigo. Tal cosa le hacía sentir culpable, pero no podía evitar comportarse así.
Pasaba el tiempo hasta que, impacientado por la falta de cambios en su situación, comenzó a cuidar de aves de forma clandestina. Las recogía a escondidas y las curaba sin decirle nada a nadie. Esa práctica cotidiana de ocultación le convirtió en un monje huraño y esquivo.
Su inquina para con el cocinero crecía con el paso de los días, de forma que le culpaba de todos sus males. Cada cosa que necesitaba y pugnaba por encontrar de forma secreta (algo de comida o alguna hierba medicinal) era un nuevo agravio que lo martirizaba. Una noche, buscando unas semillas de trigo para alimentar a un gorrión, se encontró inspeccionando la cocina. Ese era el reino de su detestado hermano. Tal perfección en la disposición de las viandas le insultaba. La idea de fastidiarlo entró en su cabeza lentamente y con la misma parsimonia se desplegó en su imaginación mostrando todo su atractivo. Enseguida no hubo lugar en su mente para otra cosa que no fuese esta. Y así ocurrió que buscó una forma de causarle problemas. Había un gran perol con berenjenas. Armado con un pequeño cuchillo comenzó a realizar cortes en todas ellas, así al cocinarlas resultarían aceitosas. También roció con agua salada un grueso montón de setas. Eso terminaría por arruinar el equilibrio de sabores. Sabía que no hacía falta más. 
No pudo dormir ante la expectativa del desastre que él esperaba para la comida. Asistió legañoso y somnoliento a las oraciones y meditaciones. Y a medida que pasaba la mañana se sentía más expectante. Finalmente llegó el momento. La probó y confirmó su mediocridad. Pasable, pero lejos de la habitual excelencia. Capturó miradas de desconcierto entre los monjes que se llevaban con recelo los palillos con el arroz a la boca. La comida terminó con una sensación general de desasosiego, como alguien que se despertase por un sueño demasiado intenso y se encontrase de nuevo en su polvorienta realidad. No consiguió ver al cocinero durante el resto del día y ese fue el único punto negro de una jornada que vivió como una victoria.
La locura de Eisai no se calmó ese día. Así, se planificó un verdadero sistema para entorpecer la labor del cocinero. A veces humedecía ligeramente las láminas de masa, haciendo que se pegaran y fuesen difíciles de separar. Añadía un poco de vinagre a la harina, y conseguía afectar la elasticidad de la masa. Humedecía el arroz almacenado, y lograba que se pegase al cocinarlo. O diluía con agua la salsa de soja. Cosas minúsculas, ridículas, pero que en el estricto desempeño de su labor causaban al cocinero problemas y sobresaltos. No le preocupaba, por otra parte, el hecho de estar perjudicándose a sí mismo. 
Sin embargo, no conseguía su deseo de verle verdaderamente atribulado. Se cruzaban por el pasillo o lo veía conversar con el abad a lo lejos, pero no lograba percibir su nerviosismo. Escuchaba los chismes de los otros monjes en los que se aventuraban todo tipo de causas para su reciente torpeza. Los alentaba y ofrecía nuevas causas y explicaciones. Pero todo ello no conseguía saciar su deseo de perjudicarlo.
Un día en el que estaba especialmente irritado, fue a comer. Al instante su ración le resultó extraña. Solo por el olor ya se dio cuenta de que los alimentos habían recibido el peor trato en su preparación. El sabor apoyaba ese veredicto. Esto no era cosa suya: no había realizado ningún sabotaje. Alarmado por la pésima calidad de la comida, cosa que jamás había ocurrido hasta ese punto, preguntó por el cocinero dejando caer una maledicencia: ¿Tenía algún percance de salud? Sorprendidos por su ignorancia, ya que era algo de lo que todos estaban al tanto, le contaron: esta mañana habían traído la noticia de que su madre había fallecido y se había retirado a meditar a la montaña; su paradero, incierto.
Eisai quedó profundamente afectado por ese hecho, pero al mismo tiempo pensó que era el momento de verlo finalmente sufrir y quiso salir a buscarlo. No podía escapársele. La locura de Eisai no cedía. Había dos o tres sitios por los alrededores en los que a veces algunos monjes se retiraban cuando necesitaban una soledad especial. Decidió intentarlo en uno de ellos. Preparó un hatillo con algo de arroz y salió del convento en un día que transcurría desapacible; en el que las nubes, en lugar de impedir la luz del sol, parecía que la multiplicasen, ya que todo el paisaje refulgía con una claridad extraña. Desde lejos, mientras se acercaba a ese agreste rincón, vio la figura con la túnica negra del cocinero. Inmóvil, parecía meditar.
Cuando estuvo cerca, el cocinero abrió los ojos. Eisai pidió, hipócritamente, disculpas por su presencia y el otro le hizo un gesto amable para que le acompañase. Se sentó a su lado y adoptó la postura ritual. Se miraron a los ojos un momento y el cocinero pronunció la única palabra que se oiría en esos lugares durante las siguientes horas:
—Duele.
Acto seguido, cerró los ojos y se sumergió de nuevo en su meditación. Eisai contemplaba cómo el rostro de su compañero se contraía de vez en cuando, dando testimonio de su dolor, pero la mayoría del tiempo se mostraba sereno.
Pasaba el tiempo y se dio cuenta de que los sonidos habían ido desapareciendo, dejando paso a un silencio irreal. Entonces un gorrión, como salido de la nada, se le posó en el hombro al cocinero. Esa presencia sorprendió por la hora del día y la temperatura. Sin embargo, el pajarillo se quedó allí. Sintió una quietud extraña y cuando abrió los ojos de nuevo encontró que, en su otro hombro, el monje más veterano tenía ahora dos gorriones posados, descansando. Algo estaba pasando sin duda, puesto que el tiempo parecía detenido. Incapaz de volver a su tarea meditativa, contempló, asombrado, cómo los hombros, la espalda y el regazo de su compañero se poblaron, poco a poco, de decenas de estos pájaros que, como una manta viviente, parecían proteger y dar consuelo al cocinero. Su rostro no volvió a mostrar dolor, sino que adoptó una expresión similar a la que se contemplaba en las hermosas estatuas del Buddha que poblaban el monasterio.
Sin que pareciese que fueran asustados por movimiento alguno, los pájaros echaron a volar de repente. Eisai se encontró al cocinero mirándolo. Este le hizo una señal de que se levantase, pues volvían al monasterio.
—Ya ves: la naturaleza de Buddha está en todos los seres. ¿Quién cuida a quién? —le dijo el cocinero mientras se estiraba brazos y piernas, rígidos por la prolongada inmovilidad.
No hablaron más, sino que volvieron en completo silencio. Mientras, Eisai se sentía profundamente conmovido por lo que había presenciado.
Recibió al cabo de un par de días la noticia de que el abad levantaba la prohibición y le habilitaba una pequeña habitación en la cual los pájaros podían pasar su convalecencia de forma menos austera. El cuarto estaba junto a la cocina así que las paredes comunicaban parte del calor generado por esta y mantenían la temperatura en un nivel aceptable. Retomó, pues, su tarea de forma abierta.
De pronto, percibía un nuevo aspecto en su labor. Comprendía que no solo daba, sino que recibía afecto y sentido en su día a día de esos pequeños seres. Era una comunicación en ambas direcciones y le sorprendió haber estado tan ciego a un aspecto tan sobresaliente. "¿Quién cuida a quién?" La pregunta no paraba de presentarse, a todas horas, en los momentos más dispares. Las aves le enseñaban agradecimiento, resignación, lucha, esfuerzo, candidez. Pronto la balanza quedó claramente en su contra y su propia contribución a la relación era tan inferior frente a lo que recibía que no podía acometer su labor de cuidado a esas aves sino con una profunda humildad.
Durante esas semanas la comida volvió a ser excepcional en un grado nunca visto antes: todos los hermanos, cuando comían, se sentían algo avergonzados, como disfrutando un lujo inesperado que no merecían o al que habían renunciado al adoptar esta vida. El día a día en el monasterio comenzó a girar, lenta pero firmemente, en torno a ese momento. Comenzando la jornada se discutía qué prepararía hoy el cocinero. Había discusiones y opiniones, sugerencias y anhelos. Durante esas horas el tiempo parecía pasar muy lentamente. A medida que se acercaba el momento, se trataba de adivinar el menú por los olores de la cocina. Había partidarios y opositores para las diferentes propuestas que se hacían en base a los aromas. Discusiones muy entusiastas e incluso acaloradas. Entonces llegaba el momento de la comida, que galvanizaba a todos los hermanos. Una vez que había pasado, surgían partidarios y críticos que alargaban las disquisiciones sobre el asunto hasta la hora de retirarse a descansar. No sería exagerado decir que este tema llegó a monopolizar los sueños de todos los monjes. La situación, con una permanente distracción que evitaba a los hermanos dedicarse con rigor a sus obligaciones, llegó a ser tan embarazosa que el abad tuvo que intervenir. Realizó unos ajustes para asegurar una vida cotidiana acorde a la Vía. Esta fue la sorpresa: al cocinero lo asignó al cuidado de las aves y a Eisai le destinó a cocina.
La primera reacción de Eisai fue iracunda, aunque luego se fue calmando, al comprender la lógica de la situación y la inutilidad de protestar. Esto tuvo como consecuencia que Eisai y el cocinero tenían que ponerse al día cada uno en sus obligaciones, así que debían pasar juntos gran parte de su tiempo, trasladándose mutuamente los detalles y minucias de cada oficio.
Como con las aves, descubrió que en el trato con el cocinero también recibía mucho más que daba y eso le puso en una posición de humildad que hizo el trato entre ambos mucho más fácil y satisfactorio. Eso no quita para que ese periodo fuese fácil: los monjes vivieron ese cambio en las cocinas como una ofensa personal, lo que hizo que la recepción del nuevo cocinero no fuera fácil.
Su pasada conducta le torturaba y Eisai se debatía entre confesar u ocultarla. Todo esto se resolvió una mañana en la que encontró las berenjenas que había reservado para ese día llenas de pequeños cortes y las setas con un sabor en extremo salado. Recordó sus primeras trastadas y miró inmediatamente al cocinero que le observaba con un rostro inexpresivo. El rostro de Eisai se cubrió de rubor por la vergüenza que le provocaba recordar su pasada conducta. El caso es que, al ver la cara que puso el joven, el cocinero estalló en una enorme carcajada, como un crío travieso que descubre que su trastada ha dado el resultado esperado. Eisai supo entonces que él lo sabía y trató de explicarse, aturullándose, pero el cocinero se lo impidió. Todavía riendo, hizo un gesto como descartando todo el asunto y continuó explicándole algunos detalles de la organización de la cocina como si nada hubiese pasado. Eisai sintió a partir de entonces que toda su mezquindad se evaporaba, haciéndole sentir más ligero.
El cocinero comprobaba, ahora que convivía casi todo el día con Eisai, la frecuencia con la que su padre estaba en su mente. Resultaba ser muy a menudo. Todos los días tenía un par de frases que compartía con él. Pero no sabía qué escondía esta costumbre. Lo descubrió un día que el mensajero trajo unas líneas que su padre, por fin, le dedicaba. Descubrir que este tenía, finalmente, algo que compartir con él, le hizo entrar en un estado de parálisis pues no sabía qué temía más: el silencio o la palabra del padre. Compadecido del estado en el que Eisai se encontraba, el cocinero le propuso esto: él escucharía lo que el mensajero quería transmitirle, y este decidiría cómo contárselo con el mínimo de sufrimiento.
Aceptó. Cuando el mensajero procediese a leer el mensaje, Eisai vería la reacción del rostro del cocinero, y en función de este, decidiría si quería saber más o no.
El mensajero comenzó, pues, a recitar el mensaje. Eisai tuvo pocas dudas del sentido de esas líneas cuando vio cómo, poco a poco, se ensombrecía el rostro del cocinero. La sensación era todavía más inquietante cuando que no creía haber visto esos sentimientos jamás en él.
El cocinero, con una mirada compasiva, le explicó a Eisai que el espíritu de su padre parecía haberse aferrado a él, impidiéndole avanzar en su camino espiritual. Le propuso un ritual simbólico: liberar un pájaro que representaría su propio espíritu. Este acto, aunque simple en apariencia, podría tener un profundo significado para liberar a Eisai de la influencia que lo atormentaba.
Desesperado, el joven aceptó ese pequeño teatro. Salió al campo con un pájaro en una jaula que tendría que liberar de esta forma.
Sujetó al pájaro con sus manos y las abrió poco a poco. En ese momento se sintió abrumado por sus sensaciones. El pájaro rompió a volar hacia el cielo y al mismo tiempo se quedó en su mano, temblando, incapaz de moverse. ¿Cómo era posible que ambas cosas ocurriesen a la vez? El pájaro, que volaba ya hacia el sur, fue devorado por un halcón y alcanzó a los suyos con gozo. No lo uno o lo otro, sino los dos sucesos al mismo tiempo. Eisai se sintió enloquecer. El ave llegaba a su destino y, de forma simultánea, moría de sed antes de alcanzarlo. Todas estas imágenes se acumulaban sin que pudiera controlarlas de ninguna manera. Todos estos futuros los vivió el monje, sin entender cómo era posible. Vio en ellos al pequeño pájaro en su alegría o miedo, y se rindió a la realidad absoluta de cada uno de ellos. Los aceptó todos. En cualquier ámbito su labor era, igualmente, imprescindible y superflua, ambos aspectos a la vez, podía escoger el que quisiera, pero el otro continuaba allí, tozudo. Nada que obtener, nada que perder. Su propia vida estaba desplegada de la misma manera y las decisiones (errores o aciertos) se perdían en la intrincada realidad.
Pasaron un par de horas desde que la experiencia terminó hasta que pudo levantarse para regresar al monasterio. Finalmente, Eisai se recompuso y comenzó a caminar, entre la niebla, midiendo sus pasos para evitar despeñarse.
La experiencia le dejó ciertas secuelas, por así decirlo. En su interior, descubrió que el espacio dedicado a su padre había quedado libre y fue sustituido por algo ligero, levemente luminoso que no conseguía identificar. Se rindió a eso, fuera lo que fuese. Le dictó una última vez unas líneas para su padre con las cuales se despidió y, efectivamente, no volvió a sentir deseos de comunicarse con él. También pudo ceder sin mayor problema el cuidado de las aves al antiguo cocinero. No quedaba dentro de él nada que le urgiese a salvar al mundo para redimirse ante su padre.
Por su parte, en el cocinero los cambios resultaron aún más radicales. Demostró desde el principio una habilidad poco común en el trato con esos seres, los pájaros. Les manipulaba y curaba demostrando una sensibilidad y un juicio certeros. De forma callada y constante, fueron comprobando cómo rejuvenecía… ¡volvía a ser un niño! No es que desapareciesen sus arrugas, que seguían instaladas remolonas en su rostro, sino que demostraba una agilidad de adolescente y gestos espontáneos que tenían ahora una cualidad explosiva. Se entusiasmaba con las cosas sin pudor. Se volvió ingobernable y sus iniciativas le valían de forma reiterada los reproches del abad que, escandalizado, contemplaba impotente cómo el antiguo cocinero sustituía su comunidad humana del monasterio por una nueva forma de solidaridad que solo se sentía responsable de las aves que cuidaba. Sus antiguos hermanos pasaron a un segundo plano: su lealtad y compromiso se limitaban ahora a sus pájaros.
No tuvo mucho tiempo el abad para preocuparse por él, de todas formas, porque al poco tuvo otro desafío. Y es que Eisai demostró una pericia superior a la de su predecesor. Los monjes encontraron que la nueva comida excedía en calidad y excelencia a la del antiguo responsable y, justo como en la ocasión anterior, el espíritu del monasterio volvió a vacilar. Finalmente, el abad, después de mucho meditar sustituyó a Eisai por el monje más patán que pudo encontrar, lo que tuvo como consecuencia esperada que la comida se transformó, de forma súbita y permanente, en bazofia. Durante las comidas, verdadera prueba espiritual que debían superar todos los días se podía ver en los pobres monjes gestos de dolor no fingido cuando tragaban con dificultad las cucharadas de algo que, en su origen, fue arroz y ahora era un grumo pastoso infecto. El aspecto de los hermanos en el comedor en esas ocasiones era similar a los restos de un ejército vencido en un sangriento campo de batalla. En esta imagen dantesca, el abad era la única persona que llamaba la atención, pues mantenía un rostro sereno e incluso una sonrisa de alivio floraba a veces en él, para pasmo de todos.
Aasignó a Eisai de nuevo al cuidado de las aves, acompañando al antiguo cocinero. Ambos revolucionaban al monasterio con cierta frecuencia y, en una ocasión en que exigieron su expulsión, el abad afirmó:
—No seré yo el insensato que se atreva a echar de la comunidad a los únicos bodhisattvas que han florecido en ella.
El arroyo se arroja como cascada,
impaciente por oler a sal.
El mar, que espera, toma su color del cielo.
Pues no teme disfrazarse.
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overpopulatedbrain · 8 months ago
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El Tigre/OC Crossover blabbering woohoo
I had a dream related to my OCs Laika and Jaime in El Tigre during my nap today. I love the idea of Laika and Frida being friends and Frida getting Laika into mischief and Jaime being a bad influence on Manny. Like Manny is the more wholesome of the two.
-Jaime: *is drawing stick figures with boobs* Manny: Whatcha drawing? Jaime: GAH!
-Frida and Laika up to shenanigans at night and Laika keeps falling asleep.
-Frida playing with leftover ink Laika shot.
-Frida throwing a hissy fit because Laika didn't invite her to see Gorillaz but then later breaking into the concert because of a supervillain fight and Manny has to save the band.
-Frida calling Laika a nerd for being good at school and Laika flipping Frida off only to later have to tutor Frida.
-Jaime showing Manny 2 Girls 1 Cup and scarring him.
-Laika asks about the video and they change the subject. Jaime would always get into trouble at Leone Middle School. “Yeah I beat up that ugly ass Bart Simpson looking kid. He made fun of Laika I had to.” At least once a day you hear in the hallways "Jaime Hildalgo-Alvarez" being shouted by the principal.
-Jaime is like “dude your grandpapi is literally like mine but less dirty and cussy and has a cool ass sombrero. I wish I had your dad, he’s so cool! My dad’s not in the picture and stepdad hates me.” “No he doesn’t!” “Yes he does. You haven’t met him.” “No he doesn’t! Isn’t it like illegal to hate your kids?” “I ain’t his fucking kid.” “Or step kids?”
They meet him and afterwards Manny looks at Jaime sadly while Jaime pouts angrily.
-Jaime would date Zoey Aves for a week not even and then dump her. “Frida’s right-she’s a whiny biiiitch. And definitely Black Cuervo.”
-Ainsley would be nicer to Laika and when she’s not around passive aggressive to the other three. When The Lab shit happens, they’re surprised but not surprised.
-Jaime loves Manny's house so much that he gives his mother and stepdad a hard time when he has to leave. After mouthing off to his stepdad he only stops when it makes Laika nervous.
-Jaime would talk to Manny Frida and Laika less after joining the soccer team because he goes through a phase of trying to be popular.
-Neri Laika Jaime Manny and Frida are all in the same resource classroom.
-Laika helping Manny's mom in the library.
-Jaime would be good friends with Django of the undead and Che but would not like The Golden Eagle Twins Chipotle Jr. Sergio or Zoey Aves.
-Zoey would be mean to Laika for no reason. Actually she would think Laika likes Manny romantically.
-Laika being diagnosed with autism and none of the crew are surprised. At all. Jaime's like "where's my diagnosis?!!"
-Laika coming out of the damn lab and the crew having a big group hug and crying.
-Ainsley would be more mean to the crew post events of The Lab.
-Kari Melba Soledad Ester and Frida would fuck shit uuuuup.
-Frida helping Laika with conversational Spanish.
-Frida having to put the police dogs in her parents' room because Laika's afraid.
-Kari Laika and Jaime helping save the day with their powers. Jaime has a harder time controlling them.
-Jaime loves messing around with Davi and telling him scary shit just to scare him.
-Jaime once calls Manny's mother hot and Manny smacks him upside the head.
-Laika and Neri go through a period of not seeing Manny and Frida in 9th grade due to not having classes together. Laika and her brothers are away for most of this summer at summer camp during that summer. They become friendlier in 10th grade.
-Laika tries to befriend Sophia. It does not go well.
-Frida and Manny are the first peer friend Laika comes out to. Frida blabs however and Manny has to keep Frida's mouth shut about it. Puts a rift in the squad dynamic.
-Kari calling Manny cute at a sleepover in front of Frida and getting the stink eye for it.
-Jaime and Kari singing Spoonman by Soundgarden at El Cucharon.
-Kari and Frida waking Laika and Manny up with guitars. Jaime jumping on the bed screaming at them to wake up.
-Frida's parents love Laika because they feel she is a good role model for their daughter.
-Laika would always be getting hurt or into trouble because of Frida. Part of the time she'd be getting her ass saved and the other part she'd save the day.
-Laika helps Frida get diagnosed with ADHD and accomodations.
-Jaime and Frida would stand up to assholes bullying Laika.
-Jaime convinces Manny and Frida to apologize to Sergio for being mean to him on his first day of school because Laika was bullied for being a Gorillaz fan in 6th and 7th grade and that story reminds him of that.
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maryfortune · 1 year ago
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Buenas noches
Buenas a otro relato de Catober. Aunque sacar una idea era fácil. Sentía que todos íbamos hacer la escena de Y/N y Cato quedándose dormidos viendo una peli. Así que intente probar algo distinto.
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Era ya casi la hora de comer. Salí de mi cuarto para tomar un descanso, con la esperanza de encontrar a Cato.
-Buenas Ca...-Iba a saludarle sonriente al verle, pero me quede muda y plantada en la entrada de la cocina.
No se porque, él solo estaba cocinando, lo veía de espaldas en su camisa de tirantes. Estaba moviendo el cucharon en una olla.
Pero, ambiente se sentía distinto a como era de normal. Incluso no había respondido a mi saludo.
Me acerque dudosa y preocupada. Simplemente toque con el dedo índice su espalda. Mi rommie giro la cabeza y me sonrió. Incluso su sonrisa no era la misma.
¿Algo estaba mal? Me saltaron todas las alarmas. Esa la pregunta empezó a dar vueltas por mi cabeza.
-Hola Fortune, le queda aun un poco. Espero que tengas hambre.-Aunque sonrió al verme, parecía cansado, incluso parecía, que tenia ojeras. Mis pensamientos debían ser muy evidentes. Puede que mi silencio y mi cara de preocupación diera ideas a Cato.
- ¿Puedes ayudarme con la mesa? -Asentí, desde ese momento paso el día...extraño. Era raro pero sentía a Cato...lejos. No me gustaba. Pero tampoco sabia verbalizar ese sentimiento o situación.
Fue llegar la tarde y ver a peli morado en silencio con su móvil con uno de sus juegos. Sin decir nada, me senté al otro lado del sofá. Estuve intentando leer, pero estaba atascada en la misma página.
-¿Un penique por tus pensamientos?-Él dijo sin mas sorprendiéndome, al escuchar de repente su voz grave. Me miraba directamente. Cato suspiro al ver ausencia de respuesta.
-Claramente algo te preocupa. Hoy has estado muy callada, tu cara es como un libro abierto. Y no me lo niegues porque te he visto muchas veces leer rápido cuando te gusta un libro. Ese es de tus favoritos y llevas 20 minutos en la misma pagina.
Me había calado en tres frases. A veces me dejaba muda el nivel de observación de Cato. No podía tener un secreto en su presencia.
En serio parecía fuera mentalista. Claramente mi expresión de sorpresa hizo reír a Cato. Esperando pacientemente para oír mi respuesta.
-¿Estas bien?- Ahora era el turno de sorprender a Cato, mientras acariciaba mí libro.- Pareces cansado...ademas, no se que te pasa exactamente, pero...-Sentí en cada palabra un nudo formarse en mis cuerdas vocales.-No me gusta...parece que sufres...y siento que no puedo hacer nada...-Aprieto el libro con mis dedos y tengo mis ojos en el libro.- Siempre que alguna vez estoy mal, sabes que hacer o que decirme para alejar eso de mi. Lo haces parecer tan fácil. Me molesta no saber hacer lo mismo por ti.
-¿Te preocupas por mi?-Pregunta Cato, le miro de reojo y veo una mirada intensa y afectuosa. Antes de darme cuenta las palabras salieron sin freno de mis labios. Con una convicción genuina y no daba margen para dudar o retroceder.
- Por supuesto que me preocupas, me importas mucho, nunca te dejaría solo y menos si te duele.
Ahora estamos los dos confundidos en el sofá mirándonos. Notando mi corazón ir a mil, pero me negaba a dejar esto así. Antes de que de mis labios saliera nada mas. Sentí los brazos de Cato rodearme arrastrándome con él, mientras ponía su cara en mí hombro.
-¿Como puedes ser tan dulce?-Algo dentro de mi se siente, como si me hubiera quitado parte de un gran peso de encima y me relajo entre sus brazos. Escucho la respiración del hombre que me provocaba las emociones mas intensas que había sentido en mi vida.
Hasta que lo escucho susurrarme al oído. Notando la grande mano en mi nuca, firme pero sin lastimarme.
- No pude dormir, tuve una pesadilla, me hizo pensar. No quería era preocuparte. Me suele pasar mucho. No hace falta que hagas nada. Solo déjame tenerte así un momento.
-¿Porque parece que me consueles, si el que esta mal eres tu?-Nos reímos los dos, suspiro notando mi voz estar en calma.- Cato, aunque creo que es evidente. Espero que sepas, que si necesitas ayuda, yo haría cualquier cosa por ti.-Froto mi mejilla contra la de él.-Por favor no cargues todo tu solo.
Todo estaba en silencio. No se porque me imagine, que Cato se había puesto como un tomate, por eso aun no había soltado mi nuca para enfrentarme. Notando como enrocaba mi cabello entre sus dedos como un tic nervioso. Me llenaba de ternura ver o sentir esos gestos tan tiernos en él.
-¿Que vas hacer, leerme un cuento para dormirme?
Es decir eso y surge una idea en mi mente.
-Eso es.- Me levanto de forma impulsiva, para ir a mi cuarto. Dejando un Cato confundido en el sofá. Busco entre mis libros y saco uno. Vuelvo con una sonrisa de oreja a oreja. Y no dudo en sentarme en su regazo. Cato me miraba esperando ver por donde iba los tiros, pero fue verme sentarme y le cambio la cara.
-Ya se, que no te gusta leer, pero esta demostrado. que los últimos pensamiento antes de dormir te ayudan a soñar en tu ultimo pensamiento. Cierra los ojos y yo leo por ti. Recordando las películas que sueles elegir creo que este te gustara. ...Por favor déjame intentarlo.
Digo con una sonrisa llena de esperanza. Cato me mira como si fuera lo mas preciado del mundo. Y sin darme un aviso, me rodea con sus brazos. Apoyándome en él, mientras se cómoda y siguiendo mis indicaciones con una sonrisa de oreja a oreja.
Cuando nos vi listos, empecé a leer en voz alta. Cato en ningún momento me interrumpió, notando a veces la mano de Cato acariciarme distraídamente sin soltarme, ya llevaba como una hora de lectura, cuando de repente me quede en silencio.
Hacia rato que la mano de mí único oyente, estaba quieta. Le miro de reojo. Y lo veo completamente dormido. No puedo evitar sonreír al verlo tan relajado. Me alegraba poder verlo un poco mejor, aunque fuera solo un momento en paz.
No tarde en sentir los robustos brazos enroscarse en mi cintura sin posibilidad de liberarme. Suspire sabiendo que si me intentaba levantar. Cato seguramente despertaría. Pongo el separador del libro, lo dejo en la mesita. Me poner todo lo cómoda que me dejo el bello durmiente.
-Dulces sueños Cato.-Le doy un beso con cuidado en los labios. Sintiendo una calma y seguridad que se me hacia extraña. No quise darle mas vueltas y me tumbo para dormir. Seguramente mañana me moriría de la vergüenza.
Pero eso sera un problema para la Fortunata del futuro. No tarde en quedarme dormida.
Sin llegar a ver la sonrisa que se formo en los labios de Cato.
Esto solo desencadeno, de repente una norma no escrita entre nosotros.
Siempre que los horarios lo permitieran y no teníamos noche de cine. Cato me sentaba en su regazo y me daba un libro, sin decir nada. Provocando una sonrisa.
Aunque sinceramente claramente a ninguno estaba disgustado. Y no iba ser yo quien pusiera la pega.
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Y hasta aquí la historieta de hoy. Empiezo a preguntarme si son esos dos intensos o lo soy yo. Seguramente las dos opciones sean correctas.
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Bueno me voy a descansar, espero que les haya gustado. Y que ganas de ver al resto ver sus dibujos. Hasta luego
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sweetxvicky19 · 9 months ago
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Feeling the good vibes ❤️🎆🫂
Desde hace más de 4 años no e tenido la vida que e querido, ni e deseado, tanto así que todos estos años e sentido que e perdido años de vida, y momentos importantes de mi.
Gracias a dios había conocido distracciones o mejor dicho hobby’s que me mantenían ocupada, sin pensar que en ese momento podía estar en una escuela (si eran las 9 de la mañana), aprendiendo cosas nuevas, con un profe que no le preste atención, pero, que yo agarré sol, vida y pueda convivir con personas de mi edad.
Entre esos hobby’s está el mundo de twitch y los creadores de contenido, lleno de muchas comunidades muy bonitas; empeze con el que ya conocía más de YT el grandioso Auron(🤍), realmente en esos momentos estaba apenas conociendo la plataforma y me había subscrito con prime, además estaba que veía stream en clases y estaba que intentaba ocultar a los demás que veía streams en vez de prestar atención a la materia que sea que estaban dando, pero sin importar disfrutaba de lo poco que podía ver; rebuscando y conociendo un poco de este mundo conocí a Reb, dure más de 5 meses viéndolo (😭🥺🫶🏻) el streamer que se ganaba mi corazón con sus cositas extrañas, me consideraba (y lo sigo haciendo) una trajeada de corazón (🥰), pero, por temas personales me cortaron la felicidad, tuve momentos hermosos con esa comunidad que tanto se critica, pero, que con todo y comentarios negativos (que son más que falsos) de gente externa, seguirá siendo mi feliz para siempre; después deje twitch y como estos momentos estaba a mitad de tórtola veía los resúmenes de Auron, entre esos conocí con quien me quedo de por vida Axo(🤍🖤🫂) con quien llevo conociendo más de dos años, con quien más e interactuando y compartiendo momentos lindos (🥺❤️), tuve mis cosas y siempre las tendré con esa bella comunidad, tengo fotos, videos y capturas, de años de estar con el loquito y nunca dejará de tener un puesto en mi cucharon <3
En fin la verdad me quejo y a la vez aprecio tener el tiempo de disfrutar de las pequeñas cosas de el día a día que llevo, pronto se me acabará, pero, no me arrepiento de aver vivido todo esto, personas de un país tan lejos de mi, que me hacen reír hasta llorar, quererlos sin conocerlos tan bien y que me hacen querer protegerlos y defenderlos a toda costa de la gente que los quiere lastimar o difamar.
En fin amo y siempre amere mi etapa en sus momentos bonitos que son hechos por extraños a través de una pantalla que me acompañan más de 5 horas al día…❤️☁️
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recetasdelacarmi · 3 months ago
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Ajiaco quiteño
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Porciones: 6
Ingredientes:
1 cda Manteca de color
2 cdas Maicena disuelta en 1 tz de agua fría
1 lt de leche
1 cebolla larga cortada en cubitos, incluido lo verde
6 hojas de lechuga
6 papas cholas grandes
400 g chochos
3 aguacates
1 aji
Perejil en rama
3 huevos cocinados y en rodajas
Preparación:
Hacer un refrito en la manteca de color con la cebolla. Aumentar la maicena con agua y la leche. Condimentar con sal y pimienta. Tapar y reservar hasta servir.
Armar 6 platos hondos. En cada uno colocar una hoja de lechuga, una papa cocida, dos cucharones de sopa, medio aguacate, una cucharada de chochos. Decorar con una tirita de aji, las rodajas de huevo y el perejil.
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yansiconygriega · 3 months ago
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Fernando en casa
Hoy en casa surgió un momento que me tomo por asalto en medio de la tarde con los rayos de luz entrando por la puerta, comenzó a sonar en la bocina del comedor "Hoy ten miedo de mi" de Fernando Delgadillo, y de pronto de nuevo tenia 6 años y me encontraba corriendo por la sala, brincoteando y lanzando burbujas efusivamente, que mas tarde se convertirían en suelo resbaladizo y mamá como de costumbre me miraría con una mezcla de paciencia y presura por resolver la situación....
Y de repente la bocina lanzo "Mis hojas de Noviembre" y mire hacia la cocina y ahí estaba yo de 8 años cocinando una rica sopa con mamá, ayudándola a verter los ingredientes y grabándome estos momentos inconscientemente, buscando el cucharon que revuelve la comida nuestra de un miércoles por la tarde...
Y la playlist no dejaba de traer consigo canciones que forman parte de mi, sin siquiera haberle tomado tanta importancia, y finalmente sonó "Entre pairos y derivas" y esta vez tenia 10 años y estaba sentada haciendo mi tarea tarareando la canción y mamá estaba lavando un par de trastes, invitándome a prestar atención a lo que me encontraba haciendo, con olor a lluvia de fondo y el escuchar de las gotas sobre los tragaluces de la cocina y no pude evitar tener una nostalgia que ha sido acumulada por años, que esta incrustada en cada rincon de la casa y que recorre como viento cual tarde cualquiera cuando mamá abría todas las ventanas y finalmente la puerta principal que hacia que el viento danzara de arriba abajo y retornara finalmente en el patio trasero.
Cuan valiosas esas canciones que no te dieron la opción de elegir aprendértelas, que forman parte de ti y de tu vida, y agradeces y te llenas del pasado, y valoras.
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bookishnerdlove · 3 months ago
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EPESPCEM 10
  Por la noche, estaba oscuro y tenía prisa, así que recogí cosas al azar, sin estar seguro exactamente de lo que había llevado. “Veamos. Originalmente, en el almacén había 48 cuchillos de cocina, 2 de cada tamaño, 12 ollas, 5 sartenes, 9 ablandadores de carne, 4 quemadores mágicos portátiles y 3 tablas de cortar, cucharones, pinzas, espátulas, etc. Bastantes cosas”. Saqué los utensilios de…
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danfelog · 4 months ago
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“Si yo fuera ella, jamás te trataría así.”
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Rainbow DashxFemale! Reader
Words: idk
Solo disfruten de esto jaja.
Me subí al camión y en la primera fila estaba Indigo Zap, la cual apenas me vio y me jaló para sentarme a su lado.
—¿No estás emocionada?— preguntó mientras abrazaba mi brazo.
Solté una pequeña risa ante su actitud tan positiva y inquieta.
—Sí, aunque no creo que tanto como tú.—respondí y tomé su mano para entrelazarla con la mía. Ella me miró con grandes ojos y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
Se recostó en mi hombro y así se quedó el resto del viaje. Recargué mi cabeza en la suya y me dejé llevar por el sueño.
Indigo era mi novia desde que yo estaba en primera año y ella en segundo, ahora ella estaba en último y yo en el tercero. Ella trataba de hacerme sentir cómoda, pues yo era la única competidora que no era de último año.
Me bajé del camión, siguiendo a los demás para hacer una fila cuando la directora me llamó.
—Emerald Valor.—caminé hasta ella y ella posó una mano en mi hombro.—Acompáñame.
No tuve de otra más que obedecer, la seguí hasta adentro de la escuela Canterlot High, hasta adentro.
—Pero todavía no me he registrado.
—Oh no te preocupes por eso, ya lo hicimos por ti.
No dije nada, dijera lo que dijera se podría tomar a mal con esta señora.
—¿Para que necesitaba hablarme?—pregunté después de unos segundos caminando alrededor de la escuela.
—Verás, eres una excelente alumna. Atlética e inteligente. Pero no sé si notaste que eres la única de tercer año.—asentí con la cabeza.—Confío en ti. Confío en que no nos fallaras como alumna y representarás a la escuela Crystal como se debe.
Estaba apunto de responder cuando escuchamos la voz de Twilight junto a la directora de la escuela Canterlot.
—¿Twilight?— le pregunté al verla adentro de lo que parecía un salón de música junto a otras chicas.—¿Que haces a...
Mi pregunta fue interrumpida por mi directora, quien tomo a twilight de los hombros y la sacó del salón.
—Disculpe directora Celestia, mi alumna sobresaliente es alguien de mucha curiosidad.
Y dicho eso nos sacó de la escuela a mi y a Twilight.
¿Esto era una fiesta?
Suspiré con pesadez y miré mi vaso, el cual ahora se encontraba vacío. Me giré hacia Indigo y le advertí.
—Iré por más de tomar, ¿si?— esta asintió con una sonrisa.
Caminé hasta la mesa de bebidas y tomé el cucharon y me rellené el vaso. Cuando vi que ya estaba lleno dejé el cucharon devuelta y me giré para volver con las demás de la escuela.
O al menos eso intenté.
Ahogué un grito cuando sentí el ponche frío caer encima mio tras el impacto con alguien.
—No puede ser.— Suspiré y dejé mi vaso en la mesa.
—Lo siento, no fue mi intención.—levanté mi mirada y una chica de tez azul y cabello de arcoíris había tomado unas servilletas.—Déjame ayudarte.
Levanté levemente mis manos al sentir como pasaba las servilletas por mi pecho y abdomen. Observé a la chica enfrente mío, se me hacía bastante conocida. Pero, ¿de donde?
Claro, ella era Rainbow Dash.
La tomé de los hombros y la separé de mi, apreté mis labios en un intento incómodo de sonrisa.
—Muchas gracias, pero no es necesario.— la chica frunció el ceño y después sonrió.
—Ey, a ti ya te había visto antes.— ahora la que había fruncido el ceño era yo.
—¿Que?
—Sí, ¿eres amiga de Twilight y Indigo Zap que no?—su pregunta me tomo desprevenida.
—¿Que? No, no precisamente....
Fui interrumpida nuevamente.—Me llamo Rainbow Dash.
Suspiré suavemente, queriendo terminar con esto rápido le di una pequeña sonrisa y asentí.
—Emerald Valor. Tengo que irme.— dije y volví para donde se encontraba Indigo.
—¿Que le pasó a tu uniforme?— preguntó preocupada, a lo cual le sonreí y negué
—Un pequeño accidente.
—¿Fueron las de Canterlot High verdad?— reí suavemente y negué con la cabeza. Iba a decir algo cuando alguien empuja a Indigo, causando que su bebida se derramara en mi.
—Ugh, genial.— Indigo me miró preocupada y luego se giró a ver al culpable, gruñó de la molestia al ver que es Twilight y esta retrocedió apenada.
—¿Que haz estado haciendo, Twilight?— las mismas chicas de el salón se acercaron a la nombrada.
—¿Quién quiere saberlo?— defendió de alguna manera Indigo.
—¡Nosotras!— Rainbow Dash se incluyó de la misma manera.
—Trabquilas amigas, no hay que ponernos tan competitivas antes de que empiecen los juegos.— dijo una chica con acento a ambas para calmar el ambiente.
Sugar Coat habló.—Los juegos no son competitivos porque nunca hemos perdido.
—Decir eso no fue muy amable.
Rodé los ojos ante la situaciones y vi a más de mi compañeras unirse.
—Lo siento, querida. Pero estos juegos no son de amabilidad.
—Pero podrían tener un poco de tacto.
—Lo dicen como si fueran los más amables.— rodé los ojos al decirlo y miré a la chica de pelo rojo con amarillo, quien le había hablado de manera muy acusante a Twilight.
Sentí como alguien se recargaba en mi hombro y hablaba.—Yo lo traté, lindura, pero tú no me dejaste.
Miré hacia mi lado al escuchar su voz y vi a Rainbow levantar las cejas. Rodé los ojos pero no la aparté, pues me comenzaba a gustar su atención. Solté un quejido al sentir como alguien tomaba mi muñeca y me apartaba.
—¿Pero que... oh, eres tú.—suspiré y miré a Indigo, quien lucía un poco molesta.
—Vamos a limpiarte eso.— dijo para llevarme a los baños, donde según ella trataría de limpiar mi uniforme.
Las primeras pruebas habían sido un éxito. Había logrado pasar junto a mis otras cinco compañeras, una de ellas, mi novia.
Ahorita mismo estaba sentada a un lado de la estatua de la escuela, traía mis audífonos puestos y música en volumen bajo. Me quedé pensando, pensando en la estúpida discusión que tuve con Indigo después de la prueba de carpintería. Pues ella muy groseramente después de haber ganado en contra de una pareja los empujó, alardeando sobre nuestro logro.
Me traté de disculpar con ellos, a lo cual pareció causarle molestia. De ahí una gran discusión se armó por el simple hecho de su enorme ego, lo cual nunca debí haber mencionado si no quería que terminara peor la discusión.
Ya había tenido esta conversación con ella, varias veces. Siempre en sus partidos solía ser demasiado egoísta y grosera con el otro equipo o incluso con algún integrante de su propio solo por el mínimo error. Todas las semanas era la misma discusión, y si no era por eso era por sus celos.
No hacía escenas, pero si parecía desconfiar de mi y me lo hacía saber en privado. No era grosera conmigo, pero simplemente a veces me hacía sentir tonta cuando discutíamos. No podía evitar cansarme y sentirme irritada con tan solo ella mencione cualquier interacción que tuve con cualquier persona.
Sentí como uno de mis audífonos era retirado de mi odio y me giré a ver a la persona.
—¿Que pasa por esa cabecita tuya, eh?— rodé los ojos y coloqué de nuevo mi audífono, mientras la wondercolt de sentaba a mi lado.
—Con todo respeto, no es de tu incumbencia, Rainbow Dash.
Dije con la mirada perdida en el suelo, sentí mis ojos picar, lo cual rápidamente traté de ocultar mis lágrimas antes de que fueran notorias en mis ojos. Una mano de posó delicadamente en mi barbilla y me hizo girar a verla.
—¿Que pasó con tus tontas amigas?— preguntó con curiosidad y preocupado notoria en su rostro.
Solté una pequeña risa seca y miré hacia otro lado.—Nada.
—¿Sabes?— habló después de unos segundos, causándome la intriga y voltear a verla.— Me agradas. No alardeas como tus otras amigas, no eres grosera, pero tampoco eres confiada. No eres del todo una shadowbolt.
Fruncí el ceño ante sus palabras.—¿Y que se supone que me estás tratando de decir?
—Que Indigo no te merece.
Abrí la boca para reprender pero luego la volví a cerrar y rodé mis ojos para mirar lejos de ella.
—No sabes de lo que hablas.
—Sé de lo que hablo, la discusión que tuvieron recientemente parecía ser agotadora, no creo que haya sido la primera vez.
Agache mi mirada ante sus palabras, pues era verdad.
—¿Y porque vienes a decirme esto?
—Porque…si yo fuera ella, jamás te trataría así.
Sentí mi corazón acelerarse y las típicas mariposas en el estómago. Para cuando quise levantarme a mirarla, ella ya se había ido.
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No sé que es esto JAJJSJAJAJKA
Me aburrí de más y pues quise intentar de alguna manera a prender a usar esta app.
Denme ideas de que les gustaría leer l o les gustaría que hiciera, gracias 🤍
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mitosjpenespanol · 6 months ago
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La historia de la princesa Hase y su madrastra Terute: Segunda parte
El deseo de Toyonari y Murasaki.
Lee la primera parte aquí.
Lee la tercera parte aquí.
Lee la cuarta parte aquí.
Tras su penosa participación en el concierto en el palacio imperial, Terute estaba convencida de que la culpable era su hijastra Hase. Además, le molestaba que su esposo la mimara y la llenera de halagos. Aunque ella ya le había dado un hijo, un simpático y perspicaz niño que ya había aprendido a caminar y divertía a todos con sus balbuceos, Terute pensaba que el amor que su esposo sentía por su hijo no era igual al que sentía por su primogénita.
Con el corazón contaminado de ira y envidia, la desdichada mujer planeó vengarse de Hase. Katoda, el sirviente de mayor confianza de Terute, todos los días acudía a los mercados a hacer las compras del palacio. Por orden de su ama, compraba hierbas venenosas que justificaba contando a los demás sirvientes que eran medicinas solicitadas por el mismo Toyonari. Estas compras duraron varios meses, pues Terute pensó que si se compraban todas al mismo tiempo, levantaría la sospecha de que estaba por preparar un potente veneno para matar.
Después de cinco meses, había reunido todos los ingredientes y, con ayuda de Katoda, se las arregló para hervirlos en un caldero que despedía un fétido olor. El abnegado sirviente temía el uso que la iracunda Terute le daría al negruzco líquido, pero amaba tanto a su ama que no se atrevió a contar los mandados secretos, y mucho menos la preparación del brebaje. Después de mezclar con un cucharon incontables veces, el líquido se volvió transparente; así, nadie sospecharía de que se trataba de un veneno.
Esa tarde, Hase se encontraba en una habitación cuidando a su hermanito. Jugaban con unas figurillas que se asemejaban a samuráis; por más que Hase se esforzaba por mantenerlos formados, el travieso niño los desordenaba y reía mientras veía a su hermana mayor formarlos de nuevo. Esta tierna escena no conmovió a Terute en absoluto, quien aguardaba en la puerta sosteniendo una charola con dulces y un vaso especial para té que contenía el brebaje mortal.
Terute dejó la charola cerca de la muchacha, quien agradeció el acto sin sospechar que tras de ello se escondía una horrible trampa. En el instante en que sus dedos tocaron el vaso, el pequeño derribó los soldados. Hase se apresuró a acomodarlos, y el niño aprovecho para tomar el contenido del vaso, que su madre había dicho que era una infusión de hierbas medicinales. A los pocos minutos, en los pasillos del palacio retumbaron los gritos de Hase: "¡Terute san, Terute san, tu hijo, tu hijo!". El instinto materno le hizo darse cuenta a la madre que el líquido venenoso había terminado en el delicado cuerpo de su hijo. Horrorizada, corrió hasta la habitación y encontró a Hase con lágrimas en los ojos y tratando de reanimar el cuerpo inerte del niño, que yacía con espuma que brotó de su boca por la reacción del veneno.
Toyonari estaba desconsolado, la inesperada muerte de su hijo se sumó al dolor que ya sentía por la muerte de Murasaki. Pero el dolor de madre que sintió Terute, se convirtió en un odio irracional hacia Hase: una vez más la culpó de su desgracia, la hizo responsable del fallecimiento de su único hijo y, de nueva cuenta, planearía vengarse definitivamente.
Continuará.
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Crédito de la imagen aquí.
Lee mitos coreanos aquí.
Lee mitos griegos aquí.
Conoce sobre el simbolismo del Tarot aquí.
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saquedepsitocod60 · 8 months ago
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¿Cuáles son las características principales de los cubridos de cocina y cómo elegir los mejores para mi hogar?
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¿Cuáles son las características principales de los cubridos de cocina y cómo elegir los mejores para mi hogar?
Materiales de fabricación de cubiertos de cocina
Los cubiertos de cocina son herramientas esenciales en cualquier hogar. A la hora de elegir los utensilios adecuados, es importante considerar los materiales de fabricación. Existen diferentes opciones disponibles en el mercado, cada una con sus propias ventajas y desventajas.
Uno de los materiales más comunes para la fabricación de cubiertos de cocina es el acero inoxidable. Este material es duradero, resistente a la corrosión y fácil de limpiar, lo que lo convierte en una elección popular entre los consumidores. Los cubiertos de acero inoxidable son ideales para un uso diario y pueden soportar el desgaste continuo sin perder su apariencia o funcionalidad.
Otra opción popular son los cubiertos de titanio. El titanio es un material extremadamente ligero y resistente que ofrece una excelente durabilidad. Los cubiertos de titanio son perfectos para actividades al aire libre debido a su peso ligero y su capacidad para resistir condiciones extremas.
Por otro lado, los cubiertos de cerámica han ido ganando popularidad en los últimos años. Este material es ligero, no poroso y resistente a las manchas, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes buscan cubiertos elegantes y modernos.
En resumen, al elegir los materiales de fabricación de cubiertos de cocina, es importante considerar factores como durabilidad, facilidad de limpieza y resistencia a la corrosión. Cada material tiene sus propias ventajas y desventajas, por lo que es importante seleccionar el que mejor se adapte a tus necesidades y preferencias personales. ¡Elige sabiamente y disfruta de cocinar con los mejores utensilios!
Tipos de cubiertos según su función
Los cubiertos son utensilios de mesa esenciales en cualquier comedor, pero ¿sabías que existen diferentes tipos de cubiertos según su función? A continuación, te mostramos los diversos tipos de cubiertos que puedes encontrar en la mesa y cuál es su propósito principal:
Tenedores: Los tenedores son los cubiertos diseñados para sujetar los alimentos mientras se cortan o se llevan a la boca. Existen varios tipos de tenedores, como el tenedor de mesa, el tenedor de postre y el tenedor de ensalada, cada uno adaptado para un tipo específico de plato.
Cucharas: Las cucharas se utilizan para consumir líquidos o alimentos que requieren ser servidos con caldo o salsa. En esta categoría podemos encontrar la cuchara sopera, la cuchara de postre y la cucharita de café, cada una con un tamaño y forma adecuados para su función.
Cuchillos: Los cuchillos son utensilios cortantes que se utilizan para cortar alimentos, ya sea para trocear carne, cortar pan o preparar ingredientes. Existen diferentes tipos de cuchillos, como el cuchillo de mesa, el cuchillo de chef y el cuchillo de pan, cada uno diseñado para un propósito específico.
Cubiertos especiales: También existen cubiertos especiales como las pinzas para servir ensaladas, los cucharones para sopa o las paletas para repostería, que cumplen funciones específicas en la mesa.
En resumen, cada tipo de cubierto tiene una función particular en la mesa y es importante utilizarlos correctamente para disfrutar de una experiencia gastronómica completa y satisfactoria. ¡Prueba a combinar los diferentes tipos de cubiertos según el menú que vayas a degustar y sorprende a tus comensales con un servicio impecable!
Estilos de cubiertos para el hogar
Los cubiertos son un elemento esencial en cualquier hogar, ya que nos permiten disfrutar de nuestras comidas con comodidad y estilo. Existen diferentes estilos de cubiertos que pueden complementar la decoración de nuestra mesa y darle un toque elegante y sofisticado a nuestras comidas.
Uno de los estilos de cubiertos más populares es el clásico juego de cubiertos de acero inoxidable. Estos cubiertos son duraderos, fáciles de limpiar y combinan con cualquier tipo de vajilla. Son ideales para un uso diario y se adaptan a todo tipo de ocasiones, desde comidas informales hasta cenas más elegantes.
Otro estilo de cubiertos que ha ganado popularidad en los últimos años es el juego de cubiertos de color. Estos cubiertos vienen en una amplia variedad de tonos y pueden agregar un toque de alegría y originalidad a nuestra mesa. Son ideales para darle vida a nuestra vajilla y crear composiciones únicas y personalizadas.
Para los amantes de lo vintage, los cubiertos de estilo retro son la opción perfecta. Estos cubiertos suelen tener diseños inspirados en épocas pasadas y pueden aportar un toque nostálgico y romántico a nuestras comidas. Son ideales para ocasiones especiales y para sorprender a nuestros invitados con una mesa única y llena de encanto.
En resumen, los estilos de cubiertos para el hogar son tan variados como gustos y personalidades existen. Desde los clásicos y elegantes cubiertos de acero inoxidable, hasta los creativos cubiertos de color o los encantadores cubiertos retro, hay una opción para cada tipo de mesa y cada ocasión. ¡Elige los cubiertos que mejor se adapten a tu estilo y disfruta de tus comidas con todo el glamour que merecen! ¡Buen provecho!
Marcas de cubiertos reconocidas en el mercado
Las marcas de cubiertos reconocidas en el mercado se distinguen por su calidad, diseño y prestigio en la industria de la gastronomía y la hostelería. Entre las marcas más destacadas se encuentran Zwilling J.A. Henckels, conocida por sus cubiertos fabricados con acero inoxidable de alta calidad y diseños elegantes que combinan funcionalidad y estilo.
Otra marca reconocida es Cutipol, que destaca por sus cubiertos de diseño contemporáneo y vanguardista, fabricados con materiales duraderos y resistentes. Su amplia gama de modelos ofrece opciones para diferentes estilos y preferencias.
Por su parte, la marca española Arcos se ha ganado un lugar en el mercado gracias a su tradición y experiencia en la fabricación de cubiertos de alta calidad. Con más de 280 años de historia, Arcos ofrece una amplia variedad de cubiertos que se caracterizan por su resistencia y durabilidad.
Además, marcas como WMF y Villeroy & Boch también son reconocidas por la excelencia de sus cubiertos, que destacan por su diseño innovador y la calidad de sus materiales. Estas marcas suelen ser elegidas tanto por profesionales de la gastronomía como por amantes de la buena mesa que buscan sofisticación y buen gusto en sus utensilios de cocina.
En resumen, las marcas de cubiertos reconocidas en el mercado se distinguen por su calidad, diseño y prestigio, ofreciendo opciones para todos los gustos y necesidades en el ámbito culinario.
Factores a considerar al elegir cubiertos de cocina
A la hora de equipar nuestra cocina, uno de los aspectos a tener en cuenta son los cubiertos que utilizaremos en nuestras comidas diarias. Elegir los cubiertos adecuados no solo es importante por una cuestión estética, sino que también puede influir en nuestra experiencia a la hora de disfrutar de nuestras comidas.
Uno de los factores a considerar al elegir cubiertos de cocina es el material del que están fabricados. Los cubiertos pueden estar hechos de acero inoxidable, aluminio, titanio, entre otros materiales. Es importante elegir un material resistente y duradero que no se oxide con facilidad y que sea fácil de limpiar.
Otro factor a tener en cuenta es el diseño y la ergonomía de los cubiertos. Es importante elegir cubiertos que sean cómodos de manejar y que se adapten a nuestras manos. Un buen diseño puede hacer que nuestras comidas sean más placenteras y que la experiencia de comer sea más agradable.
También es importante considerar la cantidad de cubiertos que necesitamos. Dependiendo de la cantidad de personas en nuestro hogar y de nuestras costumbres a la hora de comer, necesitaremos un juego de cubiertos más o menos completo. Es importante contar con los cubiertos necesarios para cada tipo de comida.
En resumen, al elegir cubiertos de cocina es importante considerar el material, el diseño y la cantidad de cubiertos que necesitamos. Elegir los cubiertos adecuados puede hacer que nuestras comidas sean más placenteras y que disfrutemos aún más de nuestros alimentos.
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ladedicatoria · 8 months ago
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a Naomi Klein y Ana Tijoux por la claridad y el combate frente al horror
(Frente a la distopía que se presentaba como presente concreto empecé a hacer una lista, la lista con la noticia del día. La memoria suele ayudarnos a ocultar algunos detalles de los momentos traumáticos para que podamos sobrevivir y crear algo por fuera de eso. Seguramente sea necesario también hacer una lista de las acciones de lucha y resistencia para alimentar nuestra memoria colectiva. Pero hoy, en shock, no puedo más que hacer esta lista para no olvidar qué es todo lo que nos hace tener los cuerpos en estado de alerta).
Vi por televisión en vivo como se moría un militante. Vi por televisión en vivo como un policía asfixiaba a un chabón en el obelisco. Vi como periodistas le pedían a los manifestantes sus nombres y DNI al aire por Televisión. Desde el patio de la casa de una amiga escuché el grito de un vecino que decía “van a correr zurdos de mierda”, desde otro patio de otra casa de ese mismo barrio. En Ecuador mataron a un candidato a presidente unos días antes de las elecciones. Volvió el que perdió. Hay que esperar dicen, hay que confiar. El DNU dictatorial y una ley que se lleva todas las garantías del estado del bienestar. La espalda al congreso. Hace meses que los memes dejaron de ser graciosos. La vicepresidenta trae consigo cientos de dinosaurios. Los clones y los fantasmas. Desregulación. Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado (bis). Experimento neoliberal Nº 3 (?) 
Israel bloquea el ingreso de ayuda humanitaria. El exterminio planificado a Palestina sigue. Quieren cerrar las agencias que ayudan a los refugiados. Acusan a sus empleados de terroristas. Los países que las financian quitan el apoyo. Anoche hubo represión en Buenos Aires mientras se sesionaba por la ley ómnibus. El horror es lo que no para. Vuelvo a ver por televisión a periodistas y manifestantes pidiendo nombre completo y DNI cuando detienen a alguien. Por si no aparece después. El aprendizaje de la dictadura. El miedo a que te desaparezcan en una comisaría. Poderes extraordinarios. Paro no tan general. Despiden a conocidos. Que el papa, que el FONID, cierran el Inadi. Despiden a amigos. Que la hermana, que los perros, que la novia, que los pies, que el sexo, que el clona. Despiden a miles de personas. Hay amigas mías de otros países que no entienden cómo sabemos tanto sobre algunas cosas de la economía. 
Se llenan los recitales, se llenan los teatros, sigue el genocidio en Palestina. Miles de trabajadores son recibidos en sus puestos de trabajo por la policía que les prohíbe la entrada. Se activa el miedo en cualquier trabajador. Siguen los desplazados buscando sobrevivir. Se vacía el INCAA. Al final ya nadie sabe si cerraron o no el Fondo Nacional de las Artes. Algunos nos dicen que eso no es lo importante. El instituto nacional del teatro sí al igual que la agencia Télam. Un solo canal de difusión tendrá el ministerio del nuevo Goebbels. La esperanza de que un gesto desate un estallido social no merma. Pero solo vemos imágenes repetidas del salto del molinete, de cucharones contra cacerolas que no se abollan, una que otra pequeña victoria en el congreso. Pero no sucede. Sólo son imágenes repetidas, gestos sin verdadera potencia de rebelión. La calle está desactivada me dijo una colega en los pasillos de la facultad. Esa era la palabra que no encontrábamos. 
La hora sonó la hora sonó, la hora sonó la hora sonó -canta Ana-. Muere el primer paciente oncológico por no poder acceder a los medicamentos. Todo es importante. Que el dengue es kirchnerista. Exponen a la ministra del espanto a que la muerdan los perros. El ministro de defensa pide a gritos un contrato en Hollywood o un retrato hecho por algún pintor del siglo XIX que lo enaltezca. El presidente viajó a Ushuaia a recibir a una milica yanqui que viene a instalar una base militar en nuestro territorio. ¿Cuántas veces al día escuchamos la palabra ejército? Cultura de la violación, que el burro, que la bella durmiente, que niños envaselinados, que renunciar a la paternidad. Lejos parece haber quedado ya la locura de la libre venta de órganos y niñxs. Anoche sonó por cadena nacional el himno de Estados Unidos. 
La CGT acompaña, la CGT no acompaña. Desregulación de precios. Protocolo represivo. Que la vereda, que el desfile de policías, que el chabón de santa cruz, que mear a los gobernadores, que exterminar a las feministas socialistas comunistas zurdos y cualquier entidad viva que abogue por una sociedad más igualitaria que busque y genere un entramado social solidario. El estado se retira de la educación. El estado abandona la salud pero se posiciona para perpetrar el genocidio. SON 30.400.
Peligroso posicionamiento geopolítico. Esto no es el TEG. El pacto de mayo, los presupuestos universitarios, los remedios del PAMI. Los jubilados que vuelven a las calles. Hay quienes le recriminan a un cantor reversionar una canción que se actualiza tanto como las políticas del exterminio. Esta semana dí la Revolución francesa a estudiantes de cuarto año de la facultad y bajé un poco de línea. No me arrepiento. Todo se actualiza. El loop del horror. El derecho a la supervivencia sigue sin estar garantizado. Que trabajo infantil, que se prohibe el lenguaje inclusivo, que el ministerio de género era un negocio y ahora en vez de líneas de ayuda a las víctimas de abuso hay líneas de denuncia por adoctrinamiento. ¿Vamos camino a los años 30?  
Manifestación universitaria. Anoche en la TV un chabón de los que lo ayudó a llegar al poder y ahora se hace el moderado dijo con toda calma “lo que va a hacer es desguazar la universidad”. Que alguien me explique por favor quién verga es el Embajador Internacional de la Luz y de paso me asegure que la distopía de Margaret Atwood es sólo una ficción dentro de la ficción. Soberanía soberanía vuelvo sobre ese término una y otra vez. Un viejo fantasma recorre la Argentina. Ojalá fuera el de hace un siglo atrás. Este es un fantasma viejo que huele a sótanos sin ventanas. El horror tiene una cara conocida con mil máscaras de plástico reciclado. Veo soldados festejando la invasión. Veo soldados que juegan en las casas de los territorios palestinos conquistados. Bailan, festejan, saltan y brindan abrazados. Lo vi. El clima de época huele a carne quemada. “No, no huele”, “eso acá no va a pasar”. “La guerra ahora es otra cosa”. ¿Que ahora somos aliados de dos potencias genocidas? ya van 35.000 palestinos asesinados. Está pasando, decía la protagonista de esa ficción. Esto está empezando a pasar. 
Lejos me queda la idea del Buen Vivir y el entramado interespecie. Pum! para arriba suena la previa y los primeros 100 días de este Estado de shock.
18 de abril 2024
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diario-vespertino · 10 months ago
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Las ollas vaciadas
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¿Planeras o heroínas? Las cocineras comunitarias, dispuestas a llenar los platos para que ningún niñx quede con hambre, son quienes están bancando la olla ante un gobierno indolente y una ministra incompetente. En los barrios, el relato libertario termina cuando la panza ruge de hambre.  La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, sigue sin aparecer en los barrios humildes de Argentina. Uno se imaginaría que, ante tanto “curro de la pobreza” y el odio a los intermediarios, el Gobierno iría personalmente a los comedores y merenderos. Pero no, la visita al Papa Francisco tampoco les ablandó el corazón. Claro que los convenios y la asistencia son selectivas para los cercanos a su ideología, como las entidades evangélicas. Sin embargo, otra vez una crisis es enfrentada por mujeres pobres quienes ponen el cuerpo y otra vez, posiblemente, no quedarán en la historia más que como las “vagas de la sociedad” o “las planeras”. Una radiografía de la situación, a tan solo dos meses de la gestión libertaria, nos permite comprender qué pasa en las ollas de lxs que menos tenemos. En los 80, postdictadura, nacieron las primeras ollas populares debido al terror en forma de hambre que nos heredaron los milicos. Uno diría que en el uno a uno todo estaba maravilloso pero Rosa, a quien entrevistamos en la Villa 21-24, no dice lo mismo. En 2001, las mujeres empobrecidas de los barrios rastreaban los huesos de carnicería en carnicería y cirujeaban verduras podridas para alimentar barrios enteros. Luego han visto, por ejemplo en plena crisis financiera mundial de 2008, cómo el campo rico en alimentos decidía tirar cientos de miles de litros de leche y congelaban la llegada de carnes, cereales, panificados y otros productos a las principales ciudades de nuestro país. Todo ante los ojos de ellas, mujeres pobres que hacían malabares en los comedores y merenderos donde muchos comíamos.Yo era y soy uno de ellos. No es caprichoso hacer una lectura histórica de cómo las villeras, las marginadas por la televisión pautera del gobierno de turno, combatieron con sus vidas la falta de comida en los hogares de las y los trabajadores. En la pandemia, hace muy poquito, eran las “esenciales”. Eran las que no podían parar porque sostenían a 10 millones de personas siendo 134 mil trabajadores y trabajadoras, según Renacom, las que cocinaban a fuego lento. Todo para calmar los estómagos vaciados por el FMI. Alguien que pisa el barrio sabe que son un montón más, pero esos son los números registrados en los 44 mil comedores que hay. Muchas murieron, ¿se acuerdan de Ramona Medina? Básicamente no tuvo agua potable por medio mes, se contagió de COVID19 y murió en la Villa 31. Hoy no son esenciales, volvieron a ser las “parásitos”. Irónicamente, en un giro discursivo y material, resulta que son la casta a quien no hay que mandar más alimentos. 
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La nueva crisis contemporánea, que ya podríamos bautizar “la era Milei”, es otra más que encuentra a cientos de miles de mujeres revolviendo con sus cucharones. La Universidad Católica Argentina dijo recientemente que la indigencia escaló del 14% en diciembre al 15% en enero. Mientras que la pobreza estaba en 49,5% en diciembre y escaló a 57,4% en enero. La saña es total y las guerreras del barrio, invisibles, no tienen tiempo para vacaciones o tuitear. Anotaciones urgentes Aprendí que por acá nuestro mayor Indec está en la cotidianeidad. No podés aumentar el pan, el aceite, la leche, la garrafa, los pasajes de los colectivos, los útiles, el alquiler y dejar el mismo sueldo precario. Sin ser economista uno podría deducir que no está bien administrar un país de ese modo, es políticamente erróneo y matemáticamente dudoso. Ya las vecinas que limpian casas tienen cada vez menos empleo, limpiar por hora tiene un pago que es un chiste y se esfuma con el viático. Muchos albañiles que iban de sol a sol para concretar las obras públicas también tienen menos laburo. Nos están estrangulando. “¡No hay!”. “¿No hay qué?”, le pregunté a mi vieja a los gritos. “No, que no hay merienda hoy. Se lo decía al chico”.  Mi mamá es trabajadora en un merendero de la Villa 21-24. Vienen seguido a casa a hacernos preguntas. A veces son abuelas, otras veces niños. Consultan cómo registrar la Sube, si tenemos un lugar para alquilar, si podemos decirle el horario del merendero o directamente a pedirnos un paquete de esto o lo otro. Me animaría a decir que pasa todos los días. Esa tarde cerraron porque no tenían gas ni azúcar. Es decir, cien raciones no fueron repartidas. La misma semana caminé por la “Caacupé” donde el Padre Toto abrió un “Comedor de Emergencia”. Una olla popular que muchos queremos que sea transitoria pero que parece crecer peligrosamente. “Repartimos lo que podemos. A veces conseguimos yogurt o frutas. Los pibes sonríen, se ponen felices por comer”, dice Paola Romero, una vecina que ayuda en ese espacio. Y remata: “Eso me preocupa, me entristece. Debería ser común comer, tener un postre. Pero cuando hay comida, los pibes se ponen contentos”.  Hay espacios que, al no poder comprar el gas que aumentó un 200% en dos meses, reparten los “secos” que tienen. Las cocinas se están vaciando y a este ritmo no podrán aguantar hasta abril. Paola está ahí desde diciembre con utensilios prestados para cocinar: “no hay más cupos en los comedores”, dice.  A las tres de la tarde, sobre la calle Osvaldo Cruz casi Luna, ya pueden verse los chicos con sus bolsitas esperando que sean las 19hs para recibir la cena. Paola nos contó que solo ahí, en ese rincón, asisten unas 130 familias que llevan “unas 800 raciones diarias en total”. Es decir ella y sus compañeras, de lunes a sábados, cocinan para llenar más de 4000 platos. Las ollas como trincheras "El déficit cero no se negocia", tuiteó el ministro que fugó plata y fue parte del endeudamiento con el FMI bajo el gobierno de Macri. Hoy Luis Caputo tiene nuevamente en su poder la billetera de nuestro país a pesar de sus crímenes en la función pública que nunca pagó y pareciera nunca pagará. El festejo se debía a un "superávit financiero" de más de 500 mil millones de pesos. Milei, claro, lo retuiteó y después subió memes. Doña Rosa sabe que en el uno a uno las cosas no andaban bien en la villa: "Si eras migrante como yo, una mujer peruana, podrían contratarte y no pagarte. Era difícil ese tiempo". Doña Emi, Rosa, Sebastiana, Martina, son nombres que labraron con sus manos un horno de barro, unas piedras con leña para cocinar en los tiempos urgentes. "Pedíamos huesos en los negocios hacia 2001 y también íbamos con los niños al Mercado de Avellaneda para meterlos en los contenedores y sacar verduras picadas". Así fue el inicio del comedor Padre Daniel de la Sierra que se levanta justito atrás de la Iglesia Caacupé en la Villa 21-24, en la Manzana 24, Casa 30. Es un día soleado. Desde las ocho de la mañana que tres de las seis cocineras de este comedor hacen ensalada de arroz con milanesas. Alba es una de ellas, trabaja hace 13 años ahí para garantizar 520 raciones. Hoy la garrafa es un tema, está a 10 mil pesos por envase pero también lo es la falta de comida: "Hay mucha gente que viene, que está en calle, y les damos. Lo que más aumentó es la carne, está todo jodido. Es difícil", dice.  Afuera, cerca de las once, la fila tomaba forma mientras un hombre con su hijo preguntaba cómo ser parte de la lista de espera. Ahí estaba "Muñeca" quien lleva 11 raciones, para dos familias: "Mucha gente se preocupa por la clase media. ¿Y nosotros qué vendríamos a ser?¿No formamos parte de este mundo? Los pobres jamás llegamos a la clase media. Pero me pregunto, ¿quién limpiará las casas?¿Quién limpiará las calles?". Enfatiza en la falta de agua potable en varios puntos del barrio, que tiene dos niños con discapacidad y con remedios muy caros: "Uno debería tomar hormonas de crecimiento que no te lo dan los hospitales", cuenta. Y antes de irse redondea: "¿De dónde uno puede sacar plata para los pasajes hoy? Yo trabajé toda mi vida, me hubiese encantado tener las oportunidades o la suerte de llegar a ser, no sé, diputada... pero es lo que soy, es lo que tengo". Eva Alarcón es hija de “Ña Emi”, hoy integra el comedor y asegura que tienen otras actividades contra la violencia de géneros y de asesoría social para diferentes trámites de DNI, títulos para extranjeros y el ANSES: “Para el gobierno los pobres somos los culpables, pero los verdaderos chorros, el FMI y el empresariado, son intocables", resalta. Ella, descendiente de quienes pusieron el pecho al 2001, lee la coyuntura como algo intencional: “Es apropósito, quieren cagarnos de hambre. La ministra Sandra Pettovello dijo que iba a recibirnos pero en lugar de eso reprimió con gases”. Con más de 23 años de autogestión, aunque el Padre Daniel de la Sierra sea un comedor oficializado, hay un sujeto político no valorado y profundamente estigmatizado: las vecinas de los barrios populares. "Lo que se observa en la historia es que las mujeres son las que se ponen al hombro las problemáticas integrales no solo de las cuestiones alimenticias sino también las de organización comunitaria como apoyo escolar, espacios de género, salud y urbanización". Cada año que pasa, cada gobierno que pasa, deja un rastro de mayor desigualdad. La desilusión, la desesperanza, lleva a mayores tristezas, pero también incrementa la violencia dentro de estos territorios donde las cuatro comidas diarias parecen un sueño y es más barato comprar drogas que un kilo de carne. El flujo de trabajos informales no cesa y pareciera que, cada vez más, las crisis se vuelven una coyuntura estructural en las villas. Acá, sin dudas, el rol de las mujeres, muchas de ellas migrantes, son fundamentales para comprender en clave política y social cómo los Derechos Humanos en democracia son hilvanados por las manos pobres. El futuro entonces no se cocina en las bancas de los tres poderes de la Nación. Es por acá, con ellas, codo a codo y pisando nuestros suelos. :::Nelson Santacruz para Revista Citrica::: Read the full article
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mininosenmarcha · 1 year ago
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Para el mago resulta fácil aprovechar la ausencia del guerrero en el hogar, aunque no tanto como probar su paciencia por milésima vez. Sabe que el juego que tiene en mente está lejos de ser navideño y de mantener viva la tradición de abrir los regalos bajo el árbol, salvo por uno pequeñito que fue envuelto pésimo con ayuda de un tutorial porque no sabe cómo hacerlo y quien suele solucionarle los problemas es su novio. La magia no le funciona para las cositas cotidianas.
Así que pasea por cada habitación del hogar de su guerrero, enganchadísimo con el que utiliza para dormir. Allí entre risitas acomoda una lámpara para el bebé sobre la mesita de luz que deja nomás encendida.
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De puro perezoso apenas visualiza la cama que tanto acostumbra a compartir con su pareja, se lanza un cachito y prepara el otro regalo levantando las sábanas y posicionándolo del modo más tierno posible a la par de un peluchito que, sabe, va a quedarse él pero que continuarán durmiendo juntitos.
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Los minutos de plena paz son usados para pensar en él y calmar las ansias de su pechito, diciéndose a sí mismo que falta cada vez menos para pegarse a su cuerpo cual garrapata y vivir la primera navidad. Motor suficiente pa' abandonar la cuchita y continuar con las travesuras dirigiéndose a la cocina, donde esconde entre los juegos de cocina unos cuantos cucharones con forma de dinosaurio. Sabe que su guerrero, aunque no lo haya dicho tanto en voz alta, es buenísimo para la cocina y lo quiere incentivar; también esconde una espátula con patitas gatunas y sobre la mesita posiciona como si ná la tacita.
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Y al segundito recuerda la taza que alcanzó a ver en una de sus tantas idas al centro, aquella que quiso mostrarle (y compró sin más). Profundiza el apodo «gordito» al colocar encima del envoltorio un cartelito asegurando que se parece a él y lo instala también bajo los mini papá noel colgando. Por ratitos debe admitir que se achica pensando que es absurda la cantidad de tazas que le ofrece, pero luego se acuerda de lo rápido que crece la familia y con ella los momentos de inquietud total para las bestias, el gris, la bomboncita (si llega a volver), el gordo inclusive. Nunca está de más recibirlas/regalarlas.
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Sobre el último regalo resiente todavía el ardor que deja un pinchazo que saca gotita tras gotita de sangre. Es que para el mago no es un simple decir ni exagera cuando declara ser capaz de dejarse comer y beber por el contrario ante tanto sentido de pertenencia. Le adora al grado de que quiere darle su sangre, su esencia, su alma. Y espera, a cambio, lo mismo para terminar de pactar tantísimo amor.
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