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jgmail · 2 months ago

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De la cultura guerrera y heroica dentro del mundo germánico

Por Robert Steuckers

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

La cultura guerrera y heroica de los pueblos indoeuropeos se remonta a los tiempos inmemoriales cuando varios grupos, principalmente de jinetes, adquirieron sus principales características culturales en su convivencia con la estepa, esa bisagra que une aquello que los geógrafos convencionales llaman Europa y Asia, es decir, el Don y la región transurálica (al este de la cuenca de los Urales). Los arqueólogos contemporáneos se refieren a esta civilización como la «cultura kurgana» o cultura yamna (o yamnaya). Tras la desecación de la región nació la estepa y esta civilización se vio obligada a enviar lejos a los jóvenes que sobraban, los cuales se dirigieron tanto hacia el Este como hacia el Oeste (para una visión general de estas sucesivas oleadas de emigrantes hacia Europa y la India, véase Christopher I. Beckwith, Empires of the Silk Road, pp. 29-57).

Es así como la matriz de la cultura europea se basaba en la movilidad conseguida por la doma de caballos y la invención del carro. La movilidad es posible gracias a un «comitatus», escribe Beckwith, quien hace de este concepto el elemento clave del desarrollo posterior de todos los pueblos indoeuropeos y que se encuentra en el mundo escandinavo y germánico de la Alta Edad Media. Un líder heroico, considerado capaz de grandes hazañas, carismático y valiente, rodeado de amigos leales que le prestan juramento y le siguen hasta la muerte, emprendiendo acciones, conquistas militares o viajes de descubrimiento, generalmente fuera de su patria original. En el siglo II d.C., el autor helenístico Luciano de Samósato escribió el siguiente testimonio de un escita: «los amigos para nosotros, a diferencia de ustedes, no se hacen tomando una copa de vino ni se basan en la edad o la vecindad. Esperamos hasta conocer a un hombre valiente capaz de realizar acciones de gran valor y es en él en quien centramos toda nuestra atención (...) Con el tiempo, se acepta al amigo y se culmina el compromiso con el juramento más solemne que tenemos: “Vivir juntos y, si es necesario, morir el uno por el otro”. Este juramento se hace con fe: Los amigos se sacan sangre de los dedos y la vierten en un cáliz, sumergen en él las puntas de sus espadas y beben juntos de esta mezcla de sangre y, a partir de ese momento, nada podrá separarlos».

El núcleo de un comitatus, drujina en ruso o weored y gedryht en inglés antiguo (véase Beowulf), prosigue el profesor Beckwith, es un pequeño grupo de amigos. Esta forma de socialización marcial se remonta a los protoeuropeos y puede encontrarse ya en los escandinavos y anglosajones (véase el poema épico de Beowulf) de los siglos VIII al XI y más allá entre los cosacos del Zar, en las compañías o almogávares catalanes, en los tercios españoles o en la Legión Extranjera francesa. Los pueblos túrquicos y mongoles, los pueblos islamizados y los chinos adoptaron esta institución indoeuropea, sobre todo entre los mamelucos y al-Haras (= la Guardia) de la España musulmana, donde los llamados guardias eran visigodos o alanos conversos que habían reproducido sin cambios el modelo germánico o escita en beneficio de los moros de Córdoba. Los amigos del «comitatus» (o antrustion en francés antiguo) se comparaban a menudo con una manada de lobos, osos, martas u otros animales, generalmente carnívoros salvajes. Su juramento les liberaba de cualquier vínculo que les hubiera unido previamente a su clan o pueblo. Los amigos podían suicidarse en caso de muerte del «comitatus» o luchar hasta el último sacrificio: se les enterraba armados de pies a cabeza, listos para luchar «en el mundo venidero». Las ideas escandinavas del Valhalla y el Ragnarök tienen, por lo tanto, raíces muy antiguas.

Para el profesor Beckwith, el concepto de «comitatus» (de ahí el término francés «comte») es cardinal, ya que funda las civilizaciones. Sin esta lealtad, implícita en el juramento de los «amigos», no es posible ninguna gran obra política. Beckwith añade que las diversas formas de modernidad, tanto en Europa como en Asia, han erradicado el principio del «comitatus», que, si sigue ausente, conduce a la ruina, como ocurrió en Rusia tanto bajo el comunismo soviético como bajo el régimen liberal de Yeltsin.

La expansión de los pueblos indoeuropeos desde la zona de la cultura yamnaya se produjo en numerosas oleadas. Es imposible proporcionar una nomenclatura completa en el ámbito de este modesto artículo. Tomemos a los celtas. Las incursiones celtas en Italia (Brennus), los Balcanes y Anatolia se llevaron a cabo por iniciativa de jefes cuyo modus operandi bien puede relacionarse con los «comitatus» de todo tipo estudiados por Beckwith. En efecto, a partir del año 280 a.C., cuatro caudillos celtas procedentes de Europa central y de la Galia Cisalpina (valle del Po) dirigieron sus tropas hacia Macedonia y Grecia y luego cruzaron el Bósforo para instalarse en Galacia, en el centro de la actual Anatolia turca, mientras que otros grupos se asentaron en Moldavia. Las fuentes conservan los nombres de estos caudillos: Ceretrio, Breno, Acicorio y Bolgios. Brenus saqueó el tesoro de Delfos. Las fuentes también mencionan a Leonorio y Lutario, que cruzaron el Bósforo invitados por el rey de Bitinia, Nicodemo, y le sirvieron como mercenarios. Formaban un núcleo celta guerrero en el centro de la actual Anatolia, conocido por sus expediciones militares al Mediterráneo y por su servicio en las legiones auxiliares romanas. Participaron en las guerras contra los partos y mantuvieron guarniciones en Siria-Palestina sirviéndole a Roma.

Los historiadores han observado en la Galia alianzas entre las tribus similares a las alianzas entre ciudades en el mundo griego conocidas como symmachia. Así, Ambigatos, rey de los Bituriges (de donde procede el nombre de Berry), Brennus, líder de los Senones, que tomaron Roma, Louern (existen otras grafías), rey de los Arverni, que gobernó gran parte del sudeste de la Galia, territorio que su hijo Bituit perdió en el 121 a.C.: el territorio de los Arverni se incorporó al Imperio Romano y se convirtió en la provincia de la Galia Narbonense. Las tumbas de los jefes celtas de la Galia de los siglos VI y V a.C., descubiertas en Vix, Bourges y Lavau o en la entonces Alemania meridional celta (Heuneburg, Glauberg), demuestran el mismo tipo de organización social y militar que había surgido tres o cuatro milenios antes en el paisaje estepario de la cultura yamnaya. No existían ejércitos regulares basados en el modelo romano, sino grupos más pequeños de guerreros que se reunían bajo el liderazgo de figuras carismáticas.

La cultura guerrera celta tiene, por lo tanto, muchas similitudes con la matriz yamnaya original. En resumen, los pueblos esteparios estaban presentes en el antiguo mundo grecorromano, aunque apenas se las mencionara en los programas de humanidades de nuestra juventud. Hemos citado un pasaje de Luciano de Samósato en el que un escita de la Siria romana resume sucintamente el ideal de amistad guerrera entre sus semejantes. El elemento escita estaba presente en Atenas, donde sus arqueros servían de policías en la ciudad. Las relaciones entre el mundo griego y los pueblos esteparios se establecieron a través de la zona marítima póntica, especialmente Crimea.

Roma reclutó jinetes sármatas para proteger el imperio y especialmente las costas septentrionales del Adriático de las invasiones procedentes de la llanura de Panonia, es decir, la actual Puszta húngara, ideal para la cría de caballos y que representaba la extensión más occidental de una llanura que se extendía hasta Manchuria. La tribu sármata de los jazigios, procedente de una región al oeste del Don y a orillas del Mar Negro, se asentó en la actual Hungría como foederati de Roma, es decir, como aliados que prestaban servicio militar a cambio de que se les permitiera establecerse en el imperio. 5.500 de estos jazigios fueron enviados a Britania. Otros se asentaron en Renania y Poitou.

El mitólogo estadounidense Scott Littleton, alumno y continuador de los trabajos de Georges Dumézil, demostró que el elemento sármata de la Britania romana dio origen a los mitos de la Tabla Redonda y a toda la riqueza literaria, épica y mítica que surgió de ella en toda Europa. Otras tribus sármatas se opusieron y se aliaron con los godos, que habían ocupado toda la zona comprendida entre el Báltico y el Mar Negro. La tribu sármata de los alanos se unió a los visigodos, que cruzaron el Imperio Romano para asentarse en Hispania, trayendo consigo la cultura caballeresca que hizo posible la Reconquista o proporcionó a algunos líderes musulmanes de Iberia una leal «guardia» de ascendencia germánica y sármata. El historiador español Daniel Gómez Aragonés recuerda la contribución de los alanos a la cultura bárbara de guerra que puso fin a la época romana en Hispania: Además del excelente manejo del arco, el uso de lanzas y la cota de malla por parte de los jinetes alanos, esta tribu sármata, cuyos descendientes son los actuales osetios que permanecieron en su patria original, aportó a Hispania importantes elementos religiosos y culturales precristianos. Entre ellos, la costumbre de clavar una espada en el suelo antes de iniciar una ceremonia al aire libre en honor de la deidad suprema. Se trata de un bello culto a la espada, que por supuesto también se encuentra en el mito artúrico y en el culto vikingo a la espada encontrado en la saga Völsung, cuando Odín clava una espada en el árbol Barnstokkr que sostiene la casa de sus anfitriones, diciendo que quien consiga sacar la hoja será colmado de regalos.

Cuando el Imperio Romano de Occidente se derrumbó y los hunos de Atila invadieron la llanura panónica (Hungría), los sármatas, un pueblo ecuestre, emigraron a Turingia y Westfalia y establecieron comunidades ecuestres entre los pueblos germánicos, a los que transmitieron sus técnicas de equitación. Los francos, que se instalaron en Tournai, capital de la Belgica Secunda romana, a finales del siglo V como foederati del imperio, fueron probablemente «sármatas»: la tumba de su rey Childericus mezcla el esplendor romano con ritos de la estepa escita, caracterizados sobre todo por el sacrificio de un número considerable de caballos. La supremacía de los francos tras la desaparición de la autoridad romana se debe sin duda a la fusión de la ética guerrera sármata y germánica. Esta fusión es, por lo tanto, constitutiva de nuestras identidades europeas occidentales, con el elemento sármata, originario de Westfalia, en Austrasia y Neustria, con el elemento sármata en Turingia y Baja Sajonia (cuya heráldica es sármata) en Alemania. Polonia y Croacia también han incorporado elementos sármatas a su etnogénesis (los húsares alados de los ejércitos polacos del siglo XVII son un avatar evidente de ello).

La cultura de la guerra, que se remonta a tiempos inmemoriales, se resume en los relatos de la deidad germano-escandinava Odín, el Señor de las Hordas. Los valientes caídos de alto linaje son elegidos por el dios para formar el ejército que protagonizará el enfrentamiento que se llevará a cabo al final de los tiempos. Todo esto es bien conocido. Saxo Grammaticus, cronista de la Alta Edad Media y autor de la Gesta Danorum (= «Los hechos de los daneses») deja hablar al guerrero Biarki, que invoca a Odín (aquí como Plutón): «La guerra brota del corazón de los hombres de noble cuna; los hombres de buena raza son los que hacen la guerra. Porque las peligrosas hazañas que intentan los líderes no pueden ser llevadas a cabo por los hombres corrientes.... Ninguna raza oscura o baja, ningún difunto de origen vil, ningún alma será presa de Plutón, pues él teje el destino de los poderosos y llena Phlegethon (= el río del inframundo) de criaturas nobles».

El culto a las espadas es evidente en los cuentos de Odín, que a menudo es representado como un anciano tuerto con una larga barba y un sombrero de ala ancha. En cuanto recibes un arma del dios, estás obligado a seguirle y servirle fielmente hasta la muerte e incluso más allá. Así fue como Hadding (o Hadingus), un jefe danés mencionado por Saxo Grammaticus, aprendió del dios la táctica de la formación en cuña, que le reportaría muchas victorias a orillas del mar Báltico. Hadingus/Hading, cuyo padre es asesinado, se traslada a Suecia, donde vive bajo la protección del gigante Wagnofthus y su hija Harthgrepa. Para vengar a su familia, Hadding quiere convertirse en guerrero y dedicarse a una peligrosa misión, pero Harthgrepa le disuade prometiéndole felicidad y placer: «¿Por qué perder la vida vagando? ¿Por qué pasar los años soltero, siguiendo la llamada de las armas, impulsado por la codicia de degollar? ¿No te seduce mi belleza hacia otros deseos? Distraído por un exceso de venganza, no te sientes inclinado a amar. Embriagado por la sangre y la carnicería, consideras las guerras mejores que los placeres de la cama y no refrescas tu alma con juramentos de amor. Tu crueldad no te permite ningún ocio, el amor está lejos de ti y cultivas en ti el salvajismo. Pero tu mano no está libre de blasfemias, pues odias los ritos del amor. Que desaparezca este abominable rigor, que el calor del amor se apodere de ti y me des todo tu amor, que fui la primera en darte el pecho y la primera leche de tu infancia, que te ayudó, que hizo el papel de madre, que satisfizo tus necesidades». Hadding acepta la tentación femenina, pero su tentadora es asesinada por seres sobrenaturales. Luego conoce a Odín, a quien sigue. El dios tuerto le da consejos. Derrota a sus enemigos y se convierte en rey de Dinamarca. Muere al ahorcarse voluntariamente, imitando el sacrificio de su dios, que quería obtener el secreto de las runas. La historia de Hadding subraya el rechazo del hedonismo, que es de gran importancia para todo hombre y sólo se entrega al destino marcial.

Odín puede dar armas, consejos y victorias, pero no es en absoluto fiable. Puede traicionar a sus protegidos que han creído en su lealtad. En su Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa, Beda el Venerable discute la validez del culto a Odín por boca de un sacerdote pagano, Coifi. Coifi declaró que la antigua religión germánica pagana de Inglaterra no ofrecía ninguna recompensa por los servicios de aquellos que deseaban permanecer fieles a sus juramentos. Beda prepara el terreno para que este Coifi, seguidor apóstata del «dios de las batallas», promueva la nueva fe, que supuestamente ofrece esperanza y consuelo en el umbral de la muerte. La esperanza y el consuelo son, pues, virtudes fundamentalmente distintas de las de la gran tradición surgida en la lejana cultura de Yamyana y que ha sobrevivido hasta los primeros siglos de nuestra Edad Media. Así lo demuestran las fuentes griegas y latinas. Paulus Orosius, clérigo gallego e historiador cristiano, autor de una primera «historia universal» criticada por Agustín y de numerosos textos que denigran las prácticas paganas, informa sobre la derrota de los cimbrios por los romanos en 105 a.C.: «El enemigo conquistó ambos bandos y se llevó consigo un enorme botín. De acuerdo con un extraño e inusual juramento, empezaron a destruir todo lo que habían capturado. Hicieron pedazos la ropa y la esparcieron por el suelo, arrojaron al río objetos de oro y plata, destrozaron las corazas de los soldados, trituraron el equipo de los caballos, ahogaron a los propios caballos en estanques y colgaron a los hombres de los árboles con sogas al cuello. No hubo botín para los vencedores ni piedad para los vencidos». Por lo tanto, el botín se sacrificaba para el dios de la guerra y no para el beneficio material de los vencedores. De ello se deduce que el ascetismo extremo es un componente del espíritu marcial.

La crueldad de la guerra ha sido un hecho entre las hordas germánicas desde los primeros informes romanos recogidos tras las expediciones cimbria y teutónicas a Provenza y el norte de Italia. Pero esta crueldad es aún más emblemática de una categoría de guerreros totalmente entregados a la guerra y a Odín: los berserkers. Snorri Sturluson, el cronista islandés, escribe sobre ellos en Ynglinga Saga, 6: «... sus hombres iban sin cota de malla, salvajes como perros o lobos; mordían sus escudos y eran tan fuertes como osos o jabalíes; derribaban hombres, pero ni el hierro ni el fuego podían dañarlos. A esto se le llama volverse loco». Esta categoría de guerreros no está sujeta a las leyes que siguen los miembros normales de la comunidad. Tácito menciona esta categoría en su Germania cuando escribe sobre la tribu germánica de los chatti: «Están siempre en la vanguardia y en la guardia; incluso en tiempos de paz se niegan a apaciguar el salvajismo de su vida salvaje. Ninguno de ellos tiene hogares, tierras u ocupaciones propias. Con quienquiera que decidan alojarse, viven a sus expensas, dilapidando los bienes ajenos y despreciando los propios, hasta que la vejez consume su sangre y les impide realizar hazañas heroicas». Tácito también describe esta categoría de guerreros entre los harii: «Tiñen de negro sus escudos y embadurnan sus cuerpos con una sustancia negra y eligen las noches más oscuras para combatir. La temible sombra de semejante horda de exaltados infunde un pánico mortal, pues ningún enemigo puede soportar un espectáculo tan extraño y diabólico». Procopio informó más tarde de costumbres bélicas similares entre los hérulos.

En el siglo IX la corte del rey noruego Harald el de la hermosa cabellera (Haraldr hàrfagri o Harald I de Noruega) contaba con una guardia de berserker personal para proteger al soberano. Los hombres que formaban esta guardia eran elegidos a dedo. Su destreza marcial era célebre. Georges Dumézil recuerda el ritual de iniciación que los elevaba al rango de guardia real: el rey les tocaba con la punta de una lanza, gesto que les aseguraba la inmortalidad al servicio del dios de las batallas. Según Dumézil, la institución que representa esta casta guerrera es esencial para que la esfera de la ley y el orden funcione para el bien común, pero de un modo diferente, equilibrado y armonioso (como la ciudad griega equilibraba la embriaguez dionisíaca y la justa medida apolínea).

El mundo de la guerra es un mundo de animalidad, de ferocidad. Es bien sabido que los osos y los lobos sirven de tótem y modelo para el éxtasis marcial de las tropas enloquecidas. El escritor sueco Joakim Andersen recuerda que la marta también simbolizaba un arte de la guerra particular en la mente de los guerreros germánicos, sin que sepamos exactamente a qué técnicas bélicas se refería esta identificación totémica. Mientras que el oso simbolizaba, por supuesto, la fuerza en cualquier enfrentamiento frontal, el combate singular entre guerreros y el lobo una táctica de manada para rodear al enemigo, la marta simbolizaba sin duda las técnicas de un comando para introducirse sigilosamente por la retaguardia enemiga.

En resumen, el Homo Germanicus o Scandinavicus de la edad heroica, desde los cimbrios hasta las epopeyas escandinavas, pasando por el sublime poema heroico anglosajón Beowulf, no puede contentarse con una vida banal o aburrida, sino que debe sobresalir en la batalla cuando se trata de adquirir o defender nuevas tierras o de servir a un señor extranjero (emperador romano, basileus bizantino, califa andalusí, caudillo franco, etc.). La autoconquista también se manifiesta en el heroísmo de los exploradores y comerciantes que, sobre todo en la época escandinava de la Alta Edad Media, salvaron grandes distancias cruzando el Atlántico para instalarse en Groenlandia o, muy brevemente, en la Vinlandia americana, descubriendo las Spitzbergen en el Ártico y dominando los grandes ríos de la actual Rusia. El arqueólogo noruego Cat Jarman explica que los «reyes de los ríos», los Varegos y los Rus' de la Alta Edad Media, son justamente los pioneros occidentales de las «Rutas de la Seda» euroasiáticas, cuya reapertura y explotación son los elementos clave de las dinámicas y conflictos geopolíticos que imperan hoy en el planeta.

El estudio de este pasado no es inútil ni un mero pasatiempo erudito y romántico, como demuestran las obras de numerosos historiadores y filólogos, sobre todo británicos, sino una inmersión en una historia que se repite una y otra vez bajo distintos ropajes. El ideal guerrero de los berserker se podía encontrar en muchas tradiciones militares europeas (normandos en Italia y Sicilia, caballería cristianizada, ordenes militares de la Reconquista, tercios de todas las nacionalidades, Landsknechtes suabos, piqueros suizos, centenares de cosacos, legiones extranjeras, etc.) y en las armadas de nuestras naciones. Los cadetes de buena familia a menudo se veían obligados a alistarse fuera de las fronteras de su patria y elegir una vida de aventuras y honor, arrastrando consigo a los hombres más humildes de su pueblo, siempre amenazados por el mal clima del norte y las malas cosechas. Las legiones romanas los acogieron y les abrieron el mundo. Y a veces eran ascendidos a funciones muy simbólicas, como formar parte de los «Germani Corporis Custodes», los «guardaespaldas germanos», que debían proteger al emperador de Roma de su propia guardia pretoriana. Este cuerpo existió desde Augusto hasta el año 70 d.C. y se restableció a principios del siglo III. Los guardias vestían ropas nórdicas y llevaban una espada larga, que empuñaban con ambas manos.

El heroísmo bélico significa salir de los límites en los que vegeta el hombre común, pero también de los límites territoriales en los que uno (bien) ha nacido, lo que, como Odiseo, no excluye en absoluto un retorno, como ha podido demostrar recientemente la arqueología en el norte de Alemania: un oficial y médico de los legionarios, que estaba al servicio de Roma, se hizo enterrar en su pueblo natal, al que había regresado, con un material quirúrgico hecho de minerales que sólo se encuentran en Egipto. Arraigo y apertura al mundo son los dos ejes mentales que nos enseña la antropología y que nos han ocupado aquí en el contexto de este modestísimo artículo. Ojalá inspire a sus lectores a seguir explorando este mundo que no se puede olvidar.

Bibliografía:

- Joakim Andersen, “Indo-europeiska bärsärkar”, https://motpol.nu/oskorei/2006/02/23/indo-europeiska-barsarkar/

- Joakim Andersen, “Speidel - Ancient Germanic Warriors”, https://motpol.nu/oskorei/2009/06/22/speidel-ancient-germanic-warriors/

- Joakim Andersen, “Germanische Marderkrieger”, https://synergon-info.blogspot.com/2022/11/germanische-marderkrieger.html; “Germaanse marterstrijders”, https://synergon-info.blogspot.com/2022/11/germaanse-marterstrijders.html

- Luc Baray, “Celtas en Asia Menor - Los galàtas en pie de guerra”, in: Desperta Ferro, Sonderausgabe, XXXVII, diciembro 2023-enero 2024.

- Bede's Ecclesiastical History of England, Buch 2, Kap. XIII, https://ccel.org/ccel/bede/history (Online-Lesung, in Englisch).

- Christopher Beckwith, Empires of the Silk Road. A History of Central Eurasia from the Bronze Age to the Present, Princeton University Press, 2009.

- Ashley Cowie, “The God-Gifted Weapons of Norse Mythology”, https://www.ancient-origins.net/history/nordic-swords-0014409

- H. R. Ellis Davidson, Gods and Myths of Northern Europe, Penguin Books, Harmondsworth, 1964-1971.

- José Javier Esparza Torres, Visigodos - La verdadera historia de la primera Espana, La Esfera de los Libros, Madrid, 2018.

- José Javier Esparza Torres, Tercios - Historia ilustrada de la legendaria infanteria espanola, La Esfera de los Libros, Madrid, 2017 (2. Aufl.).

- Daniel Gomez Aragonés, Bárbaros en Hispania - Suevos, Vandalos y Alanos en la lucha contra Roma, La Esfera de los Libros, Madrid, 2018.

- John Haywood, The Penguin Historical Atlas of the Vikings, Penguin Books, London, 1995.

- Sophie Krausz, “La guerra en el mundo celta”, in: Desperta Ferro, Sonderausgabe, XXXVII, diciembro 2023-enero 2024.

- Cat Jarman, River Kings - The Vikings from Scandinavia to the Silk Roads, William Collins, London, 2021.

- C. Scott Littleton; Linda A. Malcor, From Scythia to Camelot: A Radical Reassessment of the Legends of King Arthur, the Knights of the Round Table, and the Holy Grail, Routledge, 1993 - ISBN 978-1-317-77770-0.

- Simon MacDowall, Germanic Warrior - AD 236-568, Osprey Publishing, Botley/Oxford, 1996.

- Robbie Mitchell, “The Saga of the Völsungs: Epic Story of the Greatest Norse Heroes”, https://www.ancient-origins.net/myths-legends-europe/volsungs-0017838.

- Tim Newark, Celtic Warriors - 400 BC - AD 1600, Blandford Press, London, 1986.

- Jari Padoan, “Of Runes And Sacrifice: The Initiation Ritual Of Odin in Norse Myth”, https://www.ancient-origins.net/myths-legends-europe/ritual-odin-0014842.

- Neil Price, The Children of Ash & Elm - A History of the Vikings, Penguin Books, 2022.

- Fernando Quesada Sanz, “El carro de guerra entre los celtas”, en: Desperta Ferro, Sonderausgabe, XXXVII, diciembro 2023- enero 2024.

- Kirsten A. Seaver, The Last Vikings - The Epic Story of the Great Norse Voyagers, I. B. Tauris, London, 2010.

- Alexander van de Bunt, Wee de overwonnenen - Germanen, Kelten en Romeinen in de Lage Landen, Uitgeverij Omniboek, Utrecht, 2020.

- Peter Wilcox, Rome's Enemies (1) - Germanics and Dacians, Osprey Publishing, Botley/Oxford , 1982.

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eurekadiario · 1 year ago

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Rusia acusa a EEUU de utilizar antiguos métodos alemanes y japoneses de experimentación con humanos en laboratorios

El Pentágono ha revivido las prácticas de la Alemania nazi y del Japón militarista, con laboratorios militares estadounidenses que experimentan con seres humanos, declaró el jefe del Comité de Seguridad de la Duma Estatal de Rusia, Vasili Piskariov, refiriéndose a un informe sobre los biolaboratorios.

En sus palabras, el informe es una enorme y escrupulosa prueba directa de los crímenes de guerra de EEUU: su instalación de laboratorios biológicos en el territorio de Ucrania.

Piskariov comunicó también que el informe sobre los biolaboratorios ha sido aprobado y publicado en la base de datos de la Duma Estatal rusa.

Añadió que el mundo debería conocer la verdad sobre lo que «está haciendo EEUU».

«Todo el mundo puede sacar conclusiones por sí mismo leyendo los resultados de nuestro trabajo en el informe final», señaló Piskariov.

De acuerdo con el informe final de la comisión parlamentaria rusa que investiga las actividades de los laboratorios biológicos estadounidenses en Ucrania, Estados Unidos tiene como objetivo desarrollar un arma biológica universal capaz de infectar a personas, animales y cultivos.

«EEUU tiene por objetivo desarrollar un arma biológica universal modificada genéticamente capaz de infectar no solo a las personas, sino también a los animales, así como a los cultivos agrícolas. Su uso supone, entre otras cosas, causarle daños económicos irreparables y a gran escala al enemigo», señala el documento.

Indica que las consecuencias de «los agentes nocivos» biológicos pueden causar «epidemias que son extraordinarias con respecto a sus consecuencias y pueden ser comparables al ‘invierno nuclear'».

«La posesión por parte de EEUU de armas biológicas tan altamente eficaces crea, en opinión del Ejército estadounidense, los requisitos previos reales para cambiar la naturaleza de los conflictos armados modernos», agrega el texto.

El informe señala también que «EEUU efectivamente recibió el derecho de manejar la situación epidemiológica en Ucrania en sus propios intereses», ya que ahora en el territorio ucraniano se desarrolla una situación epidemiológica catastrófica con respecto a muchas enfermedades infecciosas.

Según el documento, la investigación mostró la naturaleza sistémica de las actividades biológicas militares de EEUU en Ucrania y su comparabilidad con las «llevadas a cabo por el Pentágono en otros países».

La nota indica que «solo gracias a la operación militar especial, EEUU se vio obligado a reducir y exportar urgentemente a otros países y regiones equipos, muestras biológicas y otras pruebas que confirman el carácter peligroso de sus actividades biológicas militares en Ucrania que no cumplen con las obligaciones internacionales de EEUU».

Agrega que la expansión de la presencia «biológica» de EEUU en otros países «le permite acercarse sin control a las fronteras de sus oponentes geopolíticos».

Asimismo, Washington creaba «un potencial biológico militar» que representa una amenaza real para los ciudadanos rusos y la naturaleza, dice el documento. Indica que la comisión parlamentaria rusa propone comenzar negociaciones para elaborar una convención internacional que tenga por objetivo combatir el terrorismo químico y biológico.

«La comisión considera correcto dirigir los esfuerzos legales internacionales de Rusia y otros Estados con mentalidad constructiva hacia iniciar lo más rápido posible negociaciones multilaterales sobre el desarrollo de una convención internacional para combatir los actos de terrorismo químico y biológico en el marco de la Conferencia de desarme», añade el texto.

La comisión afirma que Ucrania ensayó un sistema de recopilación de datos sobre las enfermedades infecciosas graves e infecciones peligrosas a nivel «nacional, regional y local» de los laboratorios biológicos.

Según el informe, estos datos le permiten al Pentágono vigilar unilateralmente en tiempo real la situación en torno a las enfermedades infecciosas en el territorio ucraniano, así como observar el efecto que los patógenos poco estudiados tengan en los residentes y mapear la propagación de infecciones.

La comisión parlamentaria también ve necesario crear un mecanismo para contener los riesgos epidemiológicos antes de que se desencadenen las epidemias y evitar de esta forma los regímenes de aislamiento y la interrupción de la vida normal.

«El plan global para el aprovechamiento biológico-militar de los países del mundo involucra no solo al Pentágono y a los servicios de inteligencia estadounidenses, sino también a corporaciones y estructuras controladas o afiliadas a ellos», recalcó el organismo.

La comisión parlamentaria inició su labor hace un año y el pasado 22 de marzo aprobó la versión final del documento.

Este 12 de abril el Ministerio de Defensa de Rusia informó que descubrió unos 240 agentes patógenos de enfermedades peligrosas, entre ellas el cólera y el ántrax, en cuatro laboratorios ucranianos y los está investigando. Mientras el 11 de abril el organismo castrense ruso demostró que EEUU crea componentes para armas biológicas cerca de las fronteras de Rusia.

A finales de octubre, Rusia presentó ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un proyecto de resolución que pretende crear una comisión para investigar las acusaciones contra EEUU y Ucrania sobre el cumplimiento de sus obligaciones en virtud de la Convención sobre armas biológicas, en el contexto de las actividades de los laboratorios biológicos en el territorio ucraniano.

Sin embargo, el Consejo de Seguridad no aprobó el proyecto de resolución rusa para crear una comisión que investigue las actividades militares y biológicas en Ucrania. Según el jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas de Rusia, Ígor Kirílov, en Ucrania fue creada una red de más de 30 laboratorios biológicos que funcionaban en interés del Pentágono.

Además, Rusia capturó en Ucrania documentos comprometedores sobre un programa de armas bacteriológicas que EEUU estaba ejecutando en el territorio ucraniano.

Fuente: https://trikooba.org/

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