#Separarse no es olvidar
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𝐴 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟
Hay encuentros donde las almas se reconocen, pero el tiempo no es el correcto.
La vida separa, no como castigo, sino como oportunidad: para sanar, aprender y crecer. Separarse no es olvidar, es confiar en que la pausa permitirá el reencuentro, con versiones más completas de nosotros mismos.
La distancia no siempre es el final; a veces es el inicio de un amor más fuerte y consciente. Solo cuando aprendemos a estar bien solos, podemos amar sin miedos ni carencias.
El amor maduro no aguanta, espera y confía. Y cuando las piezas encajan, vuelve a elegirse.
#𝐴 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟#tumblr#palabras#vida#frases#escritos#citas#texto#autoestima#texto español#foto#las almas se reconocen#pero el tiempo no es el correcto.#La vida separa#no como castigo#sino como oportunidad#para sanar#aprender#Separarse no es olvidar#La distancia#amar sin miedos
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Aunque mi corazón late con la esperanza de tu regreso, también sabe que la realidad puede ser cruel. No esperes que te olvide, aunque olvides que te espero. Mi amor por ti es inquebrantable, pero también soy consciente de que el tiempo y las circunstancias pueden cambiar todo.
Esperaré por ti hasta donde mi corazón aguante, hasta que la realidad se haga insostenible y la esperanza se transforme en dolor. He vivido con la incertidumbre de tus sentimientos, con la sombra de la duda siempre presente. Me atormenta pensar que quizás tus pasos te lleven a los brazos de alguien más, tal vez de aquella persona por la que alguna vez te celaba.
Si mis sospechas se confirman y tú encuentras consuelo en otros brazos, sabré que mi espera habrá sido en vano. Pero hasta ese momento, seguiré aquí, aferrado a cada recuerdo, a cada instante que compartimos. Mi corazón está dispuesto a soportar la espera, pero también es vulnerable a las heridas que el tiempo y la distancia pueden infligir.
No esperes que te olvide, porque mi amor por ti es profundo y verdadero. Sin embargo, si el destino decide que nuestros caminos deben separarse definitivamente, aceptaré la realidad con el dolor que eso conlleva. Te esperaré hasta que mi corazón no pueda más, hasta que la esperanza se transforme en resignación y el amor en un recuerdo dulce y amargo.
Aunque tu ausencia me duela y la incertidumbre me consuma, prefiero aferrarme a la posibilidad de tu regreso que rendirme al olvido. Esperaré por ti, con cada latido, hasta que el corazón ya no aguante, hasta que el amor se convierta en un eco lejano de lo que una vez fue.
Si llegas a encontrar a alguien más y mis peores temores se hacen realidad, sabré que mi espera ha llegado a su fin. Pero hasta entonces, seguiré aquí, con la esperanza de que un día regreses, porque aunque olvides que te espero, yo no puedo olvidar lo que significas para mí.
#cita de libro#frases#sentimientos#frases de amor#tristeza#corazón triste#desamor#amor#enamorado#texto triste
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hay una línea divisoria entre shippear personajes ficticios y personas reales que nunca debe separarse, y es que no debemos olvidar que las segundas son seres humanos, sus sentimientos y decisiones personales son totalmente ajenos a lo que nos guste o no, no gobernamos sobre eso, y si llegaran a tener otros roles o parejas fuera del ship, no nos incumbe en lo absoluto
shippear personas reales tiene un límite
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Noto los dedos de Jake pasando por mi cuerpo, deslizándose despacio, como si estuviera pintando con ellos.
Despacio, abro los ojos, encontrándome con su mirada. Es como si estuviera observando algo preciado.
Sonrío ante su tacto y él me la devuelve con una risa pequeña.
El cuarto esta iluminado por solo la luz de la mesita que hay a mí espalda. Y lo agradezco, porque así puedo ver la cara de Jake.
Me pego a él, abrazándolo. Es nuestro cuarto encuentro. Encuentro que no quiero olvidar como el resto.
Pero entonces comienzo a temblar. Me doy cuenta de que el miedo se apodera de mí el pensar que volveré a esperar a por él.
—Quédate —susurro, colocando mi cabeza en el hueco de su hombro—. Por favor, Jake… Quédate más tiempo conmigo.
—Ya sabes que me gustaría hacerlo, ángel —dice acariciándome la espalda. Noto el dolor en su voz—. Es lo que más deseo.
—¿Y por qué no lo haces? —me separo un poco, mirando sus ojos brillar al verme de nuevo— Jamás te delataría. Nunca diría que estás aquí.
—Eso lo sé, pero me da miedo que por mi culpa vengan a por ti —me acaricia la mejilla y yo me inclino a su mano—, ya estoy siendo egoísta por mi parte el venir a verte siempre que te echo de menos, poniéndote en peligro.
Pequeñas lágrimas se me escapan, junto con un pequeño suspiro.
—Prométeme que volverás —llevo mi mano a su cara, apartando su flequillo.
Jake asiente, besando mis labios. Es delicado. Casi como otra caricia suave.
—Siempre vuelvo a ti, ya lo sabes, pero te lo prometo —susurra tras separarse unos milímetros.
Asiento y entrelazo mis piernas con las suyas.
Sé que siempre regresa a mi lado. No dudo de sus palabras ni de su promesa. Jake ha cumplido cada promesa que me ha dicho, aunque fuera por poco tiempo.
Y confío que algún día, podremos estar en cualquier parte sin que nadie nos detenga.
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Luz de esperanza part 2
Emparejamiento: horacio carrillo x policia lectora
N/E: otra idea que se me ocurrió de repente
Resumen: Horacio lleva mucho tiempo enamorado de ti; en vista de que Horacio pretendía pasar la navidad solo lo invitaste a la casa de tu abuela para pasar la navidad juntos...lo que no te esperabas era el robo que iba a hacer en frente de toda tu familia
Estabas soñando despierta, seguro, lo creíste por un momento, pero luego de despertar de tu pequeña siesta y ver al hombre más guapo del mundo dormido a tu lado, te convenciste de que no era un sueño, sonreír era ahora la emoción más clara en tu rostro, era inevitable no hacerlo, estabas tan feliz que no podías ocultarlo…
Estabas nerviosa hasta el demonio, tus padres conocerán al hombre del que estás perdidamente enamorada, que por cierto no hay que olvidar que ese mismo hombre es tu jefe, el mismo jefe de apariencia fría y estoica que duerme como un bebé a tu lado, su cabeza recostada en tu hombro y su mano fielmente entrelazada con la tuya, definitivamente era un sueño
Al parecer noto que estabas despierta, porque lo primero que hizo antes de abrir los ojos fue sonreír, si sentía nervios no lo demostró, y es que cómo iba a hacerlo, el hombre es el comandante de uno de los cuerpos de policía más temidos por los narcos, era una piedra hecha hombre, aunque últimamente esa piedra se ha ablandado, pero no podría molestarte en lo más mínimo
-que pasa mí amor?¿qué es lo que te preocupa?-esconde su cabeza en tu cuello, su voz te hizo cosquillas en el cuello, extendiste tu mano a la parte de atrás de su cabeza y pasaste tus dedos por sus rizos los cuales estaban desordenados por la posición en la que se quedó dormido
-estoy un poco nerviosa eso es todo..-
-no deberías, quien debería estar nervioso soy yo, conocer no solo a tus padres sino también a toda tu familia…tu tranquila no te pasará nada, yo estaré contigo siempre, sosteniendo tu mano siempre, jamás me separé de ti otra vez, no lo soportaría-tomó tu mano que estaba todavía entrelazada con la suya y dejó un tierno beso en esta, te miro al ojos y lograste ver en ellos la seguridad y la confianza que necesitabas en ese momento
Tenían personalidades tan distintas, pero que se complementan tan bien, tenías una debilidad muy grande por sus ojos, podían decir tantas cosas sin utilizar palabras, pero sin duda su mayor atractivo eran sus brazos y en especial sus labios, tan suaves y deliciosos que eran adictivos
No resististe más y lo besaste con todas tus fuerzas, lo tomaste de la nuca y lo besaste como si tu vida dependiera de ello, él no se quedó atrás te tomó de ambos lados de tu cara y te beso con la misma intensidad que tu, la voz del capitán anunciando su aterrizaje los sacó del hermoso momento que estaban viviendo
Al separarse de ti te dio la más hermosa y brillante sonrisa que jamás hayas visto en tu vida, los nervios no se hicieron esperar, al momento de tomar tu maleta de mano y bajar del avión, tus manos comenzaron a sudar y temblar un poco, muchas cosas pasaron por tu cabeza en ese momento ¿que pasa si no lo aceptan? ¿Qué pasa si mi papá no lo quiere cerca de mi?
Tus manos dejaron de temblar en el momento en el que Horacio nuevamente entrelazó su mano, áspera y grande con la tuya que parecía pequeña y delicada, levantaste tu mirada y encontraste un par de ojos gentiles y una pequeña sonrisa cargada de una gentileza y un amor tan grande que era difícil no ceder ante esto
Resultó ser, que tus padres se tomaron tan bien la llegada de Horacio, que más tarde ese mismo día fueron los cuatro salieron a cenar a un restaurante bar, Horacio se veía hermoso, llevaba su camisa azul de rayas blancas y un pantalón color beige, con unos zapatos clásicos color marrón, mientras que tú llevabas un vestido de flores, con una pequeña apertura en la pierna derecha
La cena transcurrió sin precedentes, tus padres estaban sentados justo enfrente de ustedes dos, Horacio estaba justo sentado a tu lado derecho con una mano firmemente apoyada en tu pierna ligeramente expuesta por el vestido, tu padre conversaba animadamente con Horacio sobre su trabajo y cómo tomó la decisión de ingresar a la policía
Mientras que de vez en cuando, tu madre le hacía preguntas ocasionales sobre ustedes, ¿cómo se conocieron? E incluso preguntó si estaría dispuesto a dejar su trabajo para formar una familia, el hombre como siempre se mantuvo neutro y respondió cordialmente todas las preguntas que tus padres tenían
En un momento después de la cena, justo cuando sonaba la melodía de una de tus boleros favoritos, tomaste de la mano a tu pareja y lo arrastraste a la pista de baile, colocaste tus brazos alrededor de su cuello mientras los suyos tomaban lugar en tu cintura, te acercó lo máximo posible a su cuerpo y te mantuvo cerca todo el tiempo, balanceándose al compás de la música
Fue un momento tan mágico y único, que te hubiera gustado atesorar el resto de tu vida, conectaron sus miradas, sus ojos marrones brillaban y se reflejaban en ellos las tenues luces del lugar
-jamás pensé que viviría contigo esto, sigo creyendo que es un sueño…uno del cual no quiero despertar jamás-sonreíste tiernamente y cerraste tus ojos, descansando tu frente en la suya
-no es un sueño, porque de serlo no sería tan perfecto como lo es…-escuchaste su suave risa retumbar de lo más profundo de su pecho, y sin duda eres muy afortunada de escucharla, porque estás segura que muy pocas personas en su vida tienen la suerte de escuchar esa hermosa melodía
La noche pasó volando y justo cuando todo parecía ir bien tus pies decidieron comenzar a doler, en tu defensa, los tacones no son precisamente un elemento de tu cotidianidad, así que al pasar tanto tiempo sin usarlos y al bailar como nunca, pues esto trajo consecuencias
-te ayudo con eso mi amor?-
-cómo harías eso?-
-así…-sin más te levantó en sus fuertes brazos y te llevo al estilo nuncipal hasta el auto de tus padres, pareciera como si no fueras un peso para el, te sostiene tan fácilmente en sus brazos que pareciera que tu peso fuera igual que una pluma
-te he dicho lo mucho que te amo?-
-no, pero si sirve de algo, ya lo sabía-
-que modesto señor Carrillo-
-muy modesto…yo también te amo mi amor, mucho…y sin duda alguna esta fue la mejor noche de mi vida-
-igual que la mía mi amor, sin duda alguna eres lo mejor que me ha pasado en la vida-
Y si tal vez están en guerra, pero el amor no espera que sea el mejor momento, el amor llega a tu puerta cuando menos tu lo esperas, y sin duda alguna el amor espontáneo es el amor más real y bonito del mundo, tal vez el hombre de tu vida esté al mando del cuerpo élite de policía que tiene como objetivo dar captura a Pablo Escobar, mientras que tú estás en Cali luchando contra el reinado de corrupción que existe en esta parte del país, pero esto no es, no fue y no será un obstáculo para que ustedes puedan estar juntos…disfrutando de la paz y la tranquilidad que obtienen el uno del otro
@drabbles-mc @mauricecompterules-blog @massivecolorspygiant @acrossthesestars @adesertdaydream @girlpornparadise @narcosstan
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"CANCIÓN DE CUNA".
Categoría: monorol/relato.
2023, Corea del Sur.
No importaba cuanta tristeza cargaba en su pecho, debía seguir y seguir. Su verdadero motivo por el cual no rendirse yacía dormida a su lado en su cama matrimonial, aquella pequeña de cabello castaño claro de tres años era su rayo de esperanza en el medio de la tormenta. Ella era el rostro de la fuerza que Seojoun sabía que poseía dentro de él. Se aferraba a su hija y a su forma más pura de amor.
La observaba dormir, tan pacíficamente con su respiración suave y tranquila. Una pequeña princesa que no podía separarse de él por las noches, que se reusaba a dormir en su propia habitación porque el calor de su padre y su aroma a coco la atraían a él para protegerla, eso es lo que hacía, esa era su misión.
Seojoun la protegía con su vida, no podía dejarse vencer por la oscuridad y el dolor cuando esa pequeña había sido la razón de una larga lucha que culminó en su nacimiento. Estaba orgulloso de ser su padre y no podía fallarle, no la decepcionaría nunca. No dejaría que Hayun pasara ninguna falta en su vida, le daría el apoyo incondicional, la seguridad y confianza que él no había tenido al crecer. Él quería ver a su hija fuera una mujer brillante, una mujer con el corazón más puro y sincero creado a base del amor y el respeto.
Debía ser fuerte por ella, debía dar el ejemplo y demostrarle que la oscuridad desaparecía tan fácil como la noche cuando el sol salía por el Este.
Se levantó de la cama con cuidado de no despertarla y luego se dirigió a la cocina para preparar el desayuno para ambos, ese día ninguno saldría de la cama. Traerían a sus mascotas y disfrutarían de un maratón de caricaturas, de karaoke y dulces entre risas. Un pequeño mimo para su pequeña y una inyección de inocencia para él, que lo ayudaría a olvidar el peso de la tristeza en su pecho, porque Hayun era su medicina.
Fin.
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Steve Rogers X Lectora One-shots Masterlist Parte III
Publico mis fanfics en español e inglés.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Otros lugares donde publico: Wattpad, Ao3, ffnet.
😈 significa que es un Dark fic
😇 significa que es un pedido de Tumblr
😊 significa que es un pedido de Wattpad
Aún me amas
Sinopsis: Los Acuerdos hacen que tú y Steve se separen por un tiempo.
Atrápame 😇
Sinopsis: Donde Steve Rogers descubre que su alma gemela es una conocida ladrona.
Nadie puede tomar tu lugar
Sinopsis: Steve te esperó después del Chasquido.
Marcas
Sinopsis: Steve y tú necesitaban un momento a solas.
Plan de escape diferente
Sinopsis: Tenías un plan diferente de escape de los Acuerdos.
¿Traidora?
Sinopsis: Intentabas ayudar a Steve después de la sublevación de HYDRA.
Celos 😇 😈
Sinopsis: Steve se pone celoso cuando debes de curar a Thor, así que decide castigarte.
Gran error
Sinopsis: Steve se ha dado cuenta de que cometió un error, él regresará esperando que lo perdones.
Desearía que no fuera verdad
Sinopsis: Intentabas olvidar tu antigua relación con tu exnovio Steve.
Bésame
Sinopsis: Tú y Steve deciden decirle a los demás sobre su relación.
La otra dimensión Sinopsis: Tú y Steve están atrapados. Temprano Sinopsis: Querías pasar tu tiempo libre con Steve. El ser Sinopsis: Algo raro pasa en la casa donde tú y Steve viven.
No lo leas Sinopsis: Steve leyó un libro que no debía. Algo más Sinopsis: En la noche de Halloween, cosas raras pueden suceder. Pesadillas de Halloween Sinopsis: Las pesadillas no pueden volverse realidad, ¿verdad?
Podemos aprender a amar de nuevo Sinopsis: Después de separarse unos años para huir por los Acuerdos, Steve y tú se vuelven a ver. Idiomas Sinopsis: No otra Navidad a solas Sinopsis: Palabras de arrepentimiento Sinopsis:
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A veces el amor necesita distancia para crecer.
Hay momentos en la vida en los que dos almas se encuentran, se reconocen, pero no es el tiempo correcto para quedarse.
La vida, con su extraña sabiduría, los separa. No como un castigo, sino como una oportunidad: para crecer, para sanar, para aprender.
Separarse no significa olvidar.
Es un acto de respeto hacia el destino, una pausa necesaria en la que ambos se transforman, no para perderse, sino para encontrarse de nuevo, mejores, completos, listos para coincidir cuando el momento sea perfecto.
La distancia no siempre es el fin, a veces es el inicio de la versión más consciente y fuerte de nosotros mismos.
Porque solo cuando hemos aprendido a estar bien solos, podemos amar con toda el alma, sin carencias ni miedos.
En el amor maduro, no se trata de aguantar. Se trata de esperar, de confiar, y de estar dispuestos a volver a elegirnos, cuando las piezas finalmente encajan.
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A veces el amor necesita distancia para crecer.
Hay momentos en la vida en los que dos almas se encuentran, se reconocen, pero no es el tiempo correcto para quedarse.
La vida, con su extraña sabiduría, los separa. No como un castigo, sino como una oportunidad: para crecer, para sanar, para aprender.
Separarse no significa olvidar.
Es un acto de respeto hacia el destino, una pausa necesaria en la que ambos se transforman, no para perderse, sino para encontrarse de nuevo, mejores, completos, listos para coincidir cuando el momento sea perfecto.
La distancia no siempre es el fin, a veces es el inicio de la versión más consciente y fuerte de nosotros mismos.
Porque solo cuando hemos aprendido a estar bien solos, podemos amar con toda el alma, sin carencias ni miedos.
En el amor maduro, no se trata de aguantar. Se trata de esperar, de confiar, y de estar dispuestos a volver a elegirnos, cuando las piezas finalmente encajan.
Ramírez Velázquez
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A veces el amor necesita distancia para crecer.
Hay momentos en la vida en los que dos almas se encuentran, se reconocen, pero no es el tiempo correcto para quedarse.
La vida, con su extraña sabiduría, los separa. No como un castigo, sino como una oportunidad: para crecer, para sanar, para aprender.
Separarse no significa olvidar. Es un acto de respeto hacia el destino, una pausa necesaria en la que ambos se transforman, no para perderse, sino para encontrarse de nuevo, mejores, completos, listos para coincidir cuando el momento sea perfecto.
La distancia no siempre es el fin, a veces es el inicio de la versión más consciente y fuerte de nosotros mismos. Porque solo cuando hemos aprendido a estar bien solos, podemos amar con toda el alma, sin carencias ni miedos.
En el amor maduro, no se trata de aguantar. Se trata de esperar, de confiar, y de estar dispuestos a volver a elegirnos, cuando las piezas finalmente encajan.
Dr. Nefi Jacob Campos
🫀🧠
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Loco en el desierto
Hay en ellas una confusión entre el amor como fin y el medio a través del cual concretarlo. De esta manera lo que empieza siendo una búsqueda de la felicidad termina en el encuentro de la infelicidad. Como quien inicia un ansiado viaje hacia el mar a través de un camino que lo conduce al desierto, y una vez que está allí insiste en quedarse, convencido de que tarde o temprano, por arte de magia, surgirá en ese lugar un océano azul o de que, en fin, debe sobrevivir como fuere en el desierto porque, después de todo, el mar no existe. Hay quienes le llaman karma, otros le dicen destino, están los que lo consideran “mi enfermedad”. Yo lo veo como una forma precaria e infructuosa de alcanzar un objetivo noble: el de amar y ser amado.
Hay otra posibilidad, sin embargo: reafirmar la existencia del mar y las bondades del mismo y buscar, probar o construir los caminos que conducen a él. Cuando lasdiferencias antagónicas o contradictorias(ver capítulo 9) son las que predominan en la pareja, lo más inteligente, antes que persistir en unir lo que no se une,es buscar un modo articulado y resolutivo de separarse. ¿Qué significa esto? Disolver el vínculo de tal manera que cada ex integrante quede de frente a su propia búsqueda, a su camino, en condiciones de ir dibujando su propio mapa hacia el mar (sin olvidar que, además, hay muchos mares). Esto es más fertilizante que quedar de espaldas a ese mar y de frente al desierto, es decir anclado en resentimientos, en amarillentos talonarios de facturas a cobrar, en reproches amontonados hacia aquella persona que no pudo, no supo o no quiso ser el que “debía” ser para que las cuentas amorosas cerraran.
En verdad, y aunque cueste aceptarlo, no hay una persona que le “destruye los sueños” o “le roba el tiempo”, o “le hace perder los mejores años” a otra. A veces, contar o contarse la propia historia de esta manera es un modo autoindulgente o presuntamente menos doloroso de verla. Pero lo cierto es que los encuentros o los desencuentros se forjan de a dos. El que acusa al otro de ladrón, de destructor o de arruinador, acaso necesite preguntarse que hacía él (o ella) mientras tanto. ¿No estaba allí? ¿No era parte del vínculo? ¿No era responsable de sí, de cuidarse, de procurarse una atmósfera emocional propicia?
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Recuerdo la calidez de tu mano tomando la mía a través de las calles del vetusto San Cristóbal de las casas.
Las imágenes de tu sonrisa escurriéndose por las grietas de tu fingida molestia ante mis ataques recurrentes.
Recuerdo tus labios, cómo adoraba apresar tu labio inferior entre los mios cuando estaba seco, me gustaba la forma en que se pegaban, como dos niños que no quieren separarse cuando deben volver a casa. Nuestra casa, ¿la recuerdas también? No sucedió nunca, pero nunca dejó de hacerlo, llena de recuerdos, la etiqueta de los bombones que compraste para Lety cuando fui a verte por primera vez y te dije que lo hicieses, a mi lado, porque la recordabas con cariño de tu anterior trabajo.
Mira, siguen ahí las entradas del museo Diego de rivera, cuántas veces pusiste cara de hastío mientras yo preguntaba donde vendían perritos calientes allí dentro, "ay no wey por dios que oso", qué bonita estabas cuando sentías.
¿Recuerdas el lago Louise? Creo que fue el lugar más bonito que visité contigo, se hizo de noche muy pronto, exhibiendo esa virtud que tiene el tiempo para acelerar cuando intento detenerlo, por tenerte.
No puedo olvidar tampoco cuando probé contigo el ceviche y tú te vestías de postre con esa sonrisa inefable, tan lejana por mundana, encerrabas la vida en lo común.
Recuerdo la intensidad con la que apelé a tu escasa hombría cuando tiritabas bajo las auroras boreales de Islandia, tumbados sobre el capó del coche. Pensé que solo buscabas una excusa para que te abrazase y casi te pierdo, aunque entre risas, nuestra banda sonora.
Qué feliz fui viviendo a tu lado, aunque no lo haya vivido, qué feliz fuiste, ahora que lo eres.
Quizás, si el mundo olvida en muchos otoños, que fuiste mía y todo lo tuve, que el precio es tan alto que aún se lo debo, desiertos y mares, oceanos de tiempo que tengo delante, cien vidas que quedan hasta encontrarte.
Entonces, quizás solo entonces, en esa vida tú seas la mía.
Te quiero hasta entonces.
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(Jacques Lacan "El Seminario, Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis")
"Ausencia El deseo es una relación con algo que falta, con un vacío, con una ausencia. Esta ausencia no es contingente, no es una carencia accidental; es una estructura necesaria del deseo. El deseo no desea la satisfacción; lo que desea es desear. Y para que el deseo pueda desear, es preciso que su objeto esté ausente. La presencia del objeto mata al deseo. Por eso el discurso amoroso está tan lleno de figuras de la ausencia: la espera, la separación, el olvido, el recuerdo, la muerte. Todas estas figuras son estrategias para mantener la ausencia del objeto, para impedir que la presencia lo mate. El amante es aquel que sabe mantener la ausencia del objeto. Es aquel que sabe esperar, que sabe separarse, que sabe olvidar, que sabe recordar, que sabe morir. El amante es aquel que sabe vivir en la ausencia."
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¿cuánto le hubiera gustado que durase? ‘ para siempre — o lo suficiente para hacerme dudar de lo que he creído hasta ahora, como todo lo enviado desde arriba ’ no es romanticismo, sino la constante prueba consigo mismo, la señal de por esto todo es así. su concepto de amor, como todo, no puede convivir sin la fe.
lance, lance. se repite el nombre porque no lo quiere olvidar, todavía no ha decidido si tiene un one-sided beef silencioso o ha de respetarle por el bien de mokha. seguro que lo segundo, así manifiesta. ‘ vivimos los diecinueve como polos opuestos ’ apunta. ‘ ¿fue tu primera relación? ’ si hace cálculos, estuvieron un montón de años juntos. ‘ ¿cómo era lance? además de amigo de los deportes al aire libre ’ en su mente ya está creando un perfil que encaje con su propia narrativa, pero bueno, espera que haya sido bueno con mokha y con los niños. ‘ ¿lo extrañas mucho? ’
leo abre la boca y siente que está tocando terreno que no debería, no sabe si la pondrá triste o la ayudará a expresar algo que ha tenido atascado. ¿no es un riesgo inevitable? cuando ella quisiera, o le pidiera, cerraría la boca.
‘ no sé, a lo mejor eras una actriz cansada de la vida mediática que quería volver a la humildad, como en esas películas ’ está tonteando a propósito, así manifiesta en la risa que viene y va. ‘ te pega trabajar en una biblioteca ’ había sido su primera opción, si se le permiten licencias, ¡casi acierta! ‘ ¿yo? ’ se encoge de hombros. ‘ pensé que todo el pueblo sabía ya que me encargo de la iglesia ’ suspira dramático, pero sabe bien a qué se refiere mokha. ‘ sólo me dejaron ir a nueva york para estudiar teología, pero no acabé la universidad ’ todo en su vida parece quedarse a medias. ‘ soy deportista profesional, hago boxeo — ¿o hacía? me retiré antes de volver aquí ’ es la primera vez que comparte ese detalle en voz alta, pero no quiere pensarlo mucho.
‘ ese día fue una pesadilla ’ comparte en voz baja, los resquicios de vulnerabilidad se ven pero, por algún motivo, siempre se apresura a cubrirlos. o a encargarse de otros. nota el movimiento de mokha y ha de separarse un poco para deshacer el agarre, luego usa el brazo para cubrir los hombros femeninos y atraerla a él. entiende que tiene frío pero leo prefiere un acto silencioso, no quiere que siga sintiendo que le debe más. ‘ cuesta que se borre de la mente, ¿a que sí? ’
si tan sólo pudiera tener una máquina que borre los recuerdos, como esa que usaban en men in black. ¡qué utilidad le daría!
encuentra similitudes y entiende, las abstracciones del mundo interno siempre son complicadas. él le da sentido a través de la fe, ¿y ella? ‘ nos dieron la ilusión para rompérnosla después, qué desgraciados ’ toca el tema con un toque de humor, pero no quiere que piense que no se lo toma en serio. ‘ ¿crees que llegará el punto en el que lo encontremos? ’
los iris le advierten de los movimientos femeninos y los dígitos se posan cuidadosos sobre foráneos para que se detuviera y no manipulase la venda sin querer. no le dice más. ‘ ¿y qué es ser madre? ’ no tiene que adivinar demasiado para saber que ella es excepcional en ese aspecto, es lo primero que pensó al conocerla. ‘ la primera impresión que tuve de ti fue que tenías muy buena conexión con ellos, eso sólo se consigue con cariño ’ revela y por beneficio omite su otra primera impresión, la de que era una mamá atractiva. detalles.
‘ también pensé que eras una persona reservada o que no compartía mucho ’ eso es algo que se llevó de sus posteriores interacciones y, en consecuencia, le dibuja una sonrisa de victoria. ‘ pero eres toda una charlatana ’ la molesta, sube la palma a la boca para cubrir la risa que le emerge.
deja un segundo para recuperar el aire, ¿tiene etiquetas? ‘ te voy a dejar responder a ti misma, de aquí a unos meses …. seguro que tienes un montón de ideas ’ propone. ‘ yo decidiré si estoy de acuerdo o no — si te equivocas mucho me voy a ofender ’ ahí le está dando la invitación a conocerle más allá de las palabras. ‘ ¿qué crees que vas a ver, más banderas rojas o verdes? ’
No supo cómo tomarse la falta de palabras. O quizás supo exactamente. Como fuera, le miró por un largo segundo antes de enfocarse nuevamente en el camino, y un poco más allá. ¿A dónde iban? Ni idea, pero la cabaña se divisaba en el horizonte.
Lo que él le compartía, lo atendió con toda atención.
"Suena a que tienes mucho rencor," tanteó, sintiendo que se entrometía en cosas que no le incumbían. Probablemente tuviera razón. "Pero lo encuentro... valiente. No dejarte pisotear por otros es algo digno de admiración, y seguramente alguna idea tienes de lo difícil que es." Cosa que ella no sabía de carne propia, así que, ¿qué tanto hablaba?
Entonces, Leo la trató de tramposa. Se volteó con el signo de duda pegado en el semblante.
"¿Disculpa? Era parte de la misma suposición. Matrimonio, relaciones casuales... van de la mano, ¿no?" Quizás sí estaba estirando un poco el concepto, pero para ella, en su cabeza, eran lo suficientemente similares. Cayó en una risa plácida, tranquila, y sin mucho humor.
Sí podía imaginar a Leo en libertad. Diecinueve años era la edad perfecta para sentir que te puedes comer el mundo, y Nueva York es justo la ciudad donde muchos desean hacerlo. Así que no podía culparlo. Por el contrario, lo entendía perfectamente. Eso quiso decir con el asentimiento de su cabeza, y la mueca que marcó un tenso labio inferior.
"¿Cuánto te hubiera gustado que durasen?" preguntó luego, lejos de las suposiciones. "Mis años de rebeldía no duraron demasiado, pero sí los tuve. Coincidentemente, a los diecinueve conocí a Lance. Aunque no nos hicimos novios hasta uno o dos años después." Le causaba gracia rememorar eso ahora. Todo en esos recuerdos se sentía enterrado en el baúl del pasado, incluyendo al que fue su marido, por muy súbita y relativamente reciente que fuera. "Mi tío era medio irresponsable. No supo hasta muy tarde cómo ser un papá, y me daba mucha libertad, así que... hacía todo lo que quería. Principalmente estupideces. Me faltaba atención."
Ahora podía decirlo con ligereza, pero la imagen de esos años se cernía sobre ella como un manto oscuro del monstruo que antes le atormentaba y acarreaba a diario. Cruzada de brazos, ahora podía recordarlo sin que le produjera nada. Eran otros los demonios que hoy en día criaba y le seguían, tratando de apoderarse de su ser.
"¿A qué pensaste que me dedicaba?" buscó saber, cambiando parcialmente de tema. "Yo aún no descifro a qué te dedicabas tú," admitió. "Me gusta pensar que soy racional. Pero si nos hubiéramos encontrado ese día, con los helicópteros en el cielo, no sé si me creerías."
Como si una ola de frío le pegara, sin soltarse de Leo, Mokha se encoge entre sus propios hombros. La brisa parecía recorrerle la espalda. Daba la casualidad de que fue en el momento en que Leo respondía a lo que ella le había dicho, y pensó: ¿No debí? Le miró de reojo, nuevamente tanteando.
"No me suena raro," aseguró, porque, de alguna forma, podía encontrarse en sus palabras incluso si no fuera de la misma forma que él planteaba. "Creo... creo que volví a Safe Haven siguiendo una pista similar. Cuando pierdes algo, usualmente vuelves al último lugar donde lo viste..." soltó, y su vista se perdió en sus pensamientos. ¿Qué era lo que ella buscaba? La sensación de hogar, que perdió junto con sus padres. "Es algo similar, ¿no? Aunque... supongo que en contexto de la fe, no sé cómo se sentirá lo que describes." La pérdida, quiere decir.
Agachó la mirada. Leo se alejaba de las suposiciones, y eso a Mokha no se le pasó, aunque no dijera nada. ¿Qué era ella además de todas esas cosas?
"Es gracioso, hace poco me lo estuve cuestionando," pero no era gracioso. Por lo mismo, la risa que soltó no era más que un bufido. "Y... no sé. Hasta las cosas que me gustan se vinculan a esas cosas. Por ejemplo, me gusta leer, pero fue un gusto que adquirí por uno de mis profesores favoritos que me inspiró a volverme docente." Le dedicó una mirada que guardaba cierta reserva. Estaba segura que debía haber algo malo ahí, pero... no lo encontraba. "Me gusta ser esas cosas. Sobretodo madre."
Guardó silencio un segundo. Ya se estaba volviendo un hábito tocar el dedo malo por sobre la venda, y ahí caía su mirada.
"Leo, ¿tú también tienes etiquetas de ese estilo?" preguntó, con cierta timidez que se sentía ajena. "¿Cuáles son?"
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Centro de Atención - [ Gialen ] #2
Three Shot
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Género: Fluff, leve smut
ღ Donde Agustín conoce a Valentín en la convocatoria para el mundial de la sub 20 y no entiende cómo el pelirrojo no es consciente de lo lindo que es.
O donde a Barco le cuesta integrarse al grupo y Giay lo ayuda. ღ
Apenas logró terminar de cerrar la puerta de la pieza cuando sintió que el más bajito lo empujaba contra la madera, buscando sus labios. Él no se negó a nada y recibió sus labios desesperados por un contacto.
Se sorprendió ante el cambio de actitud del pecoso pero en esos momentos no lo pensó demasiado, no cuando podía acariciar la cintura del menor mientras sus lenguas se entrelazaban. Se preguntó qué estaba pensando Valentín o qué le había pasado para que reaccionara de esa forma.
Tal vez se debía al alcohol que habían tomado en el festejo después del partido contra Nueva Zelanda, pero no estaba muy seguro porque no habían tomado demasiado. Tal vez el pelirrojo lo había tomado como una excusa para sacar a relucir esa parte de su personalidad que nunca había visto más que por unos minutos después del partido contra Guatemala.
—¿Dónde quedó tu timidez? —comentó con una sonrisa cuando el oxígeno se le acabó al pelirrojo y se vio obligado a separarse por unos segundos.
—Nunca fui tímido —se defendió, mirándolo con su cara "normal" seria, con la que solía ver a todo el mundo.
—¿Por qué de repente entonces te descontrolaste? —preguntó pero no obtuvo una respuesta.
Valentín se quedó parado enfrente suyo, sin poder responderle porque lo sintió como un regaño.
Ahí estaba de nuevo esa inseguridad que lo ponía ansioso porque lo hacía replantearse si lo que sentía Giay no era producto de su imaginación porque tal vez nadie soportaría su personalidad por mucho tiempo.
Agustín interpretó su silencio y apretó su cintura con cariño, separando solo una de sus manos para llevarla a su cabello y acariciarlo ligeramente. Quería hacerlo sentir cómodo para que pudiera ser honesto y no se guardara lo que sentía.
—Solo… No sé si vamos a pasar los octavos y quiero estar con vos antes de que cada uno haga la suya de nuevo —mencionó, sin animarse a mirarlo.
Giay bajó suavemente la mano desde su cabello hasta la mejilla del pecoso y se inclinó apenas para dejar un beso corto en sus labios, sonriéndole.
—No me voy a ningún lado, Valen —le aseguró, bajando de nuevo sus manos hasta su cintura para acercarlo a su cuerpo, si es que era posible porque ya estaban muy pegados.
Antes de que pudiera decir algo, Agustín bajó sus brazos hasta las piernas del chico, justo debajo de sus glúteos, para así poder levantarlo del piso. Valentín se sostuvo en sus hombros para no caerse y dejó que el santafesino lo llevara hasta la cama, donde lo depositó gentilmente.
Lo siguiente que sintió fueron los labios del mayor dejando diversos besos en su rostro, produciéndole un sentimiento cálido en el pecho que terminó haciéndolo olvidar de la desesperación—o ansiedad, más bien— que tenía antes.
El lateral izquierdo suspiró cuando el contrario se animó a bajar sus besos por su cuello, aunque se decepcionó cuando regresó a sus mejillas.
—No sabés interpretar las indirectas —le reclamó y Giay detuvo lo que estaba haciendo para mirarlo con confusión, sin entender a qué se refería.
—¿Qué indirecta? —consultó, mirándolo a los ojos.
El pecoso agarró una de las manos ajenas, con la cual no se estaba apoyando en la cama para no caer encima suyo y la movió en dirección a su cintura, haciendo que metiera esta debajo de su ropa, tocando directamente su piel caliente.
—Tocame —pidió, ganándose la mirada algo insegura del otro lateral.
Valentín lo miró con expectativa desde donde estaba acostado, notando lo cerca que estaban sus rostros.
—¿Estás seguro? —Podía perfectamente escuchar su voz temblando apenas por el temor de hacer algo que no quisiera.
Mantuvo su agarre en la mano del mayor que aún estaba tocando su piel y la otra la llevó hasta el rostro del chico de San Lorenzo, acariciando su mejilla mientras no podía dejar de mirarlo.
Asintió con la cabeza y movió su mano hacia la nuca del castaño, atrayéndolo a él para dejar un casto beso en sus labios.
—¿Vos querés esto? —consultó.
No sabía en qué momento el ambiente se había vuelto tan íntimo, pero le gustaba que fuera así porque denotaba todos esos sentimientos que ninguno decía pero que estaban ahí.
Esos sentimientos de cariño, esos sentimientos de querer cuidar al otro, esos sentimientos de querer seguir compartiendo sonrisas y felicidades juntos.
—Sí —respondió el santafesino, inclinándose para esconderse en su cuello.
La piel pálida del menor lo estaba tentando demasiado así que no pudo evitar morder ligeramente con la curiosidad de cómo se vería si le mordía.
El sonidito que salió de los labios del pelirrojo sorprendió incluso al mismo dueño, quien no pudo evitar llevar su mano a su boca de la vergüenza. Sintió su rostro calentarse y le dieron muchas ganas de huir al baño por la pena de haber hecho eso.
Agustín se separó de su cuello y lo miró con los ojos brillantes y una cara de admiración total que solo terminó avergonzándolo más. Barco soltó la mano ajena para poder usar sus dos manos para cubrir su rostro. En esos momentos quería que la tierra se lo tragara.
El lateral derecho solo pudo reír suavemente por su reacción, completamente embobado por la repentina timidez del chico.
—Ya no quiero —se encaprichó, volteándose para darle la espalda y poder esconder su cara en la cama, quedando boca abajo.
Valentín nunca había hecho eso, a pesar de haber salido con chicas antes, nunca había gemido de esa forma y lo avergonzaba demasiado. Le había gustado demasiado la sensación de los dientes del mayor en su piel como para admitirlo en voz alta.
Ni siquiera podía explicar la sensación electrizante que había recorrido todo su cuerpo cuando la boca del chico hizo contacto con su cuerpo. Tampoco pudo hacerlo cuando dejó un beso en su nuca, haciéndole temblar suavemente.
El castaño solo sonrió y acarició su cintura por encima de la ropa, enderezándose y tomando asiento sobre las piernas del chico volteado boca abajo.
—Pero si sonás re bonito, Valen —mencionó, inclinándose de nuevo hacia el chico para besar su cuello.
—Callate.
Giay podría haberle respondido algo pero se entretuvo mirando cómo las pecas se extendían por su cuerpo, perdiéndose debajo de su ropa y tuvo curiosidad por si su torso también tendría pecas.
—¿Tenés pecas en la espalda? —preguntó con curiosidad e intentando hacer olvidar al menor de ese momento vergonzoso que sufría.
El chico de Boca emitió un pequeño sonidito de afirmación y giró su rostro apenas para ver lo que hacía el mayor. Su piel se erizó al sentir las manos del contrario tocar la piel de su espalda baja, subiendo a medida que arrastraba la prenda de ropa con estas. Agustín se hizo para atrás aún sobre sus piernas, para así poder inclinarse hacia la espalda del chico y dejar un recorrido de besos como había hecho con su rostro y cuello.
Cuando llegó al borde de la camiseta arremangada a la mitad de sus dorsales, se levantó de nuevo, mirando en dirección al pelirrojo.
—¿Te puedo sacar la camiseta? —consultó y el menor solo pudo asentir con la cabeza ligeramente, sintiendo su pulso acelerarse por estar en esa situación.
Jamás se habría imaginado que iba a estar con un hombre y mucho menos con un compañero de selección, pero a esas alturas le daba igual. Se sentía bien estando con él, ¿por qué debería privarse si era correspondido?
El chico de San Lorenzo se removió en su lugar para que Valentín pudiera girarse y cuando el chico se sentó, volvió a tomar lugar en sus piernas, esta vez entre estas, mientras le ayudaba a quitarse la prenda. Cuando su piel pálida quedó descubierta, Agustín no pudo evitar mirarlo con las pupilas oscureciendoseles.
En su mente solo podía escuchar una voz que le decía repetidas veces "lo tenés que marcar".
Ahora podía ver mejor la mordida que le había hecho en su cuello y se relamió los labios al ver que ya se había empezado a poner morada. El deseo de marcar toda su piel nació en su cuerpo y creyó que no iba a poder deshacerse de él hasta que lo cumpliera.
—No me mires así —le reclamó, sintiéndose intimidado al ver sus ojos oscuros a diferencia de cómo siempre los veía cuando estaban "normales".
Agustín lo volvió a inclinar en la cama, acompañándolo con su cuerpo y apoyando sus brazos a los costados del rostro ajeno. Sus labios apenas se rozaron y Barco pudo sentir la respiración del chico chocar contra su piel.
—¿Así cómo? —preguntó con una ligera sonrisa que el pecoso quiso deshacer por lo lindo que se veía así y lo nervioso que lo ponía que actuara así estando tan cerca suyo.
Ahí es cuando cayó en cuenta de la posición en la que estaba.
Las rodillas del mayor se habían apoyado al lado de sus glúteos, provocando que sus piernas quedaran a la altura de la cadera ajena y Valentín se puso rojo al pensar en que estaba literalmente abierto de piernas para Agustín.
—C-como si me quisieras comer —tartamudeó, mordiéndose el labio inferior por los nervios y sin verse capaz de mirarlo directamente a los ojos.
—Bueno, tal vez sea porque te quiero comer —respondió casi en automático, riéndose después de sus palabras y del golpe que le dio el menor en su pecho.
Agustín empezó un nuevo beso que duró varios segundos, con un movimiento lento que acompañaban las caricias que dejaba en su cuerpo. Cuando sus lenguas se encontraron, el pecoso dejó salir un gemido que se ahogó en su boca, aunque pronto volvió a soltar pequeños jadeos al sentir la pelvis del mayor pegarse a su cuerpo, buscando un contacto más directo que sus prendas no se lo permitían.
Al separarse, Barco apoyó las manos en la cintura ajena, empujándolo gentilmente hacia atrás hasta que pudo sentarse en la cama. Sus manos bajaron hasta el borde de la remera del mayor y tiró de esta hacia arriba, siendo acompañado por los movimientos de Giay hasta que pudo quitarle la prenda por completo, dejando su torso descubierto.
—Mientras más te veo, más lindo me parecés —comentó el chico de San Lorenzo, sin saber del todo qué podía hacer y qué no.
En el fondo esa era su forma de demostrar cariño porque no sabía cómo de otra forma se lo podía decir sin usar palabras, o tal vez no era consciente de ello porque sí solía demostrarlo de forma silenciosa, pero se sentía inseguro con eso porque sentía que no era suficiente.
—Estás hablando demasiado —opinó el pecoso, apretando sus manos en la cintura ajena para acercarlo a su cuerpo en busca de un contacto más firme.
—Dejame decirte cosas lindas —se quejó con un ligero abultamiento de sus labios.
—Hacelo mientras me cojes —soltó sin ningún tipo de filtro y Agustín se avergonzó un poco por sus palabras porque no pudo evitar imaginarse en esa situación. Tampoco se esperaba que el menor hablara de esa forma.
A pesar de que ambos ya estaban semidesnudos y querían hacer eso, Giay no caía del todo en la realidad de que iban a hacer eso.
Se sentía como un sueño.
—Agustín —lo llamó, algo molesto porque el chico no tomara la iniciativa o mínimamente se moviera.
—Qué exigente que sos —mencionó en broma, llevando sus manos hasta las prendas restantes del menor para quitárselas con ayuda del menor que movió sus piernas para hacerle el trabajo más fácil.
Cuando pudo deshacerse de su ropa y ambos quedaron desnudos, lo primero que hizo el mayor fue acomodar las piernas ajenas en su cintura, haciendo que las rodeara.
—Eh… Date la vuelta —le pidió el castaño, pensando en cómo podía reemplazar lubricante porque claramente no era algo que llevase consigo todo el tiempo. Podría preguntarle a alguno de sus compañeros con novia pero no le daba la cara para hacerlo.
El bajito le hizo caso sin chistar y Agustín se preguntó si el pecoso estaba realmente desesperado o por qué actuó tan sumiso en ese momento.
Usó sus rodillas para sostener las piernas ajenas y no pudo evitar relamerse los labios al sentir las musculosas piernas bajo el tacto de sus manos cuando las sostuvo para encontrar comodidad. La entrada del chico quedó expuesta al contrario y Valentín solo pudo esconder su rostro entre sus manos y la almohada por la vergüenza que le daba esa posición.
Agustín dejó caer un chorro de saliva sobre su entrada y con uno de sus dedos lo esparció por el borde, aunque eso no pareció suficiente lubricante así que se inclinó hacia él hasta que su lengua se conectó con su piel. No sabía exactamente cómo funcionaba eso, pero había visto pornografía así que estaba intentando guiarse con eso para no lastimarlo.
Y los gemidos del chico le confirmaron que estaba disfrutándolo.
Tomó más confianza al escuchar la voz quebrada del menor llamándolo e intentó presionar uno de sus dedos mientras aún lamía el borde. Cuando cedió, separó su boca y se dedicó a observar cómo el interior del pecoso parecía succionar su falange.
—A-agus —lo llamó el chico y el santafesino dirigió su mirada hacia él, observando la mueca de dolor que tenía en su rostro y cómo parecía estar al borde del llanto.
—Tranquilo, bonito. Relajate, ya va a pasar —intentó calmarlo. Le surgió una idea así que terminó probando porque no perdía nada realmente con intentarlo.
Llevó su mano libre hasta su miembro, notando lo duro que ya estaba, y empezó a acariciarse hasta que el líquido preseminal se hizo presente. Se apoyó en sus rodillas y se acercó hasta él, pasando el glande cerca de su entrada y su dedo para poder usar el mismo presemen como lubricante.
Se volvió a sentar en su piernas y ahora sintió que era mucho más fácil mover su dedo. Empujó unos centímetros hasta el nudillo del medio y volvió a sacarlo dejando la punta, para después volver a repetir el movimiento. La respiración agitada y los pequeños sonidos que soltaba el pelirrojo lo estaban desconcentrando demasiado pero hizo el esfuerzo de dirigir su atención a prepararlo.
Si así gemía por uno de sus dedos, no se quería imaginar cómo sería cuando estuviera dentro suyo.
—¿Estás mejor? —preguntó, acariciando uno de sus muslos con la mano que tenía libre.
—Sí —contestó solamente, seguro porque sentía que si hablaba más su voz se iba a quebrar.
El pecoso no sabía cómo decirle que se apurara, no quería hablar porque no le gustaba cómo sonaba su voz. Había estado intentando mantenerse callado pero todos sus pensamientos se nublaron cuando el castaño presionó otro dedo contra su entrada y no le costó tanto meterlo como la primera vez.
Agustín detalló cómo su espalda se arqueó y el menor no pudo contener sus gemidos cuando sus dedos se curvaron dentro suyo. Valentín escondió su rostro en la almohada y sus manos arrugaron las sábanas de la misma cuando volvió a sentir esa presión dentro suyo.
El interior del bonaerense palpitó y el castaño se tuvo que contener de no hacer cualquier movimiento brusco porque en el fondo quería hacerlo disfrutar pero temía lastimarlo.
Cuando volvió a tocar ese bultito de nervios dentro suyo, el pecoso se removió, como si buscara alejarse de esa sensación. Cada vez que lo tocaba, sentía una corriente recorrer todo su cuerpo y su piel hormigueaba, no podía explicar el placer que sentía por ese simple tacto pero su cuerpo y mente estaban debatiéndose entre rendirse ante ese placer o negarlo porque sabía que no se iba a poder quedar callado.
—Quedate quieto —habló el mayor con la voz más grave y un poco ronca, como si no hubiera hablado en mucho tiempo.
El pelirrojo no pudo evitar esconder su rostro en la almohada para ahogar el gemido que dejó salir al escucharlo hablar. No sabía que iba a gustarle tanto que le hablara de esa forma, ni siquiera sabía que Agustín podía hablar así porque siempre se la pasaba riendo, tratando bien a cualquiera e irradiando energía por donde fuera.
Definitivamente no iba a admitir en voz alta que aquello lo había excitado.
Su entrada se expandió cuando Agustín metió un tercer dedo y empezó a empujarlo con más fuerza, abriéndolos de vez en cuando para expandir su entrada.
—Agus —lo llamó y el castaño detuvo sus movimientos para prestarle atención.
—¿Qué pasa, lindo? —El pelirrojo giró su cabeza ligeramente en dirección al mayor, sintiendo los nervios atacarle por tener que hablar en esa posición.
En el fondo se quería hacer una bolita y morir de vergüenza en la esquina de la pieza, pero por nada en el mundo iba a arruinar ese momento íntimo que tal vez fuera el único que tuvieran juntos.
—Apurate —logró pronunciar, sintiendo su rostro calentarse más de lo caliente que ya se sentía por la situación.
El chico de San Lorenzo no dijo nada y solo asintió suavemente, quitando sus dedos del interior del pecoso. Agustín tuvo que morderse el labio inferior al ver la entrada del chico contraerse en busca de acostumbrarse a estar vacío de nuevo y no pudo evitar pensar en lo bien que se sentiría.
Ayudó al chico a voltearse y lo acomodó para que estuviera cómodo sobre la cama, apoyando toda su espalda sobre las sábanas. Con gentileza tomó las piernas pálidas del bonaerense y las colocó a los costados de su cadera.
No quiso dar más vueltas, por lo que terminó llevando su miembro a la entrada del menor y este no tardó en taparse la cara y principalmente la boca para acallar sus gemidos. El número 4 intentó ir despacio aunque no pudo contener un gemido ronco por lo apretado que se sentía el interior del pelirrojo.
El sonido de su celular sonando lo desconcentró y rompió ese ambiente tranquilo que habían estado manteniendo, lo que provocó que frunciera el ceño con molestia. Iba a matar a quien sea que lo estuviera llamando.
Valentín hizo una mueca al sentir el mayor removerse dentro suyo hasta salir de nuevo, sin siquiera haberle dado tiempo a acostumbrarse. El castaño se bajó de la cama y buscó su pantalón en el piso, donde había dejado su celular en el bolsillo.
Ni siquiera le dio importancia al nombre en la pantalla y solo atendió, volviendo con el pecoso.
—¿Hola? —habló, intentando no sonar enojado, mientras se alineaba nuevamente con la entrada del menor.
Valentín clavó sus uñas en los brazos del chico y el castaño lo miró negar ligeramente con la cabeza. Barco sabía perfectamente que no iba a poder contenerse y no quería que nadie lo escuchara.
Pero a Agustín no le pudo importar menos cuando volvió a entrar en él.
—Hola, Agus. Te quería avisar que en dos horas vamos a ir a un salón a festejar y comer asado, ¿le podés decir a los chicos?
El pelirrojo tuvo que taparse la boca e intentar no gemir fuerte cuando sintió la primera embestida. El placer invadió su cuerpo completamente y, a pesar de que todavía no terminaba de acostumbrarse, el ligero ardor terminó convirtiéndose en una sensación placentera.
Agustín tuvo que cerrar los ojos por unos segundos para calmarse y no terminar descontrolándose al sentir las paredes del pelirrojo presionar su miembro dentro suyo a la vez que una de sus manos rasguñaba su brazo en busca de liberar el placer que no podía liberar gimiendo.
—Bueno, ya les aviso —respondió, rogando que su cuerpo no decidiera hacer ningún ruido raro que lo delatara frente a uno de los asistentes del cuerpo técnico.
Se quedó por unos segundos quieto y colgó la llamada. Buscó rápidamente el grupo de whatsapp que tenía con el resto del equipo y comunicó el mensaje que le había dado el cuerpo técnico.
El sonido de notificación sonó desde el celular de Barco y Giay dejó el celular sobre la mesa de noche, acomodándose de nuevo y esta vez tomando una de las piernas del pecoso para tener un apoyo al moverse.
El chico de Boca volvió a reducirse en gemidos y pequeños espasmos que sufría su cuerpo, sin poder evitar gemir fuerte a pesar de que se estaba tapando la boca lo que más podía. Agustín observó los ojos cristalizados del menor y se inclinó a su rostro para dejar pequeños besos en sus mejillas, sobre la mano que obstruía sus sonidos.
—La próxima vez me voy a asegurar de que no te tengas que callar —dijo con firmeza, ganándose la mirada del pecoso.
¿Va a haber una próxima vez? pensó Barco y sus palabras se sintieron esperanzadoras.
A pesar de que nunca fue algo unilateral, ahora ninguno parecía querer ocultar esos sentimientos, sin importar lo que fuera a pasar mañana.
El pelirrojo tembló en el lugar, refugiándose en su campera celeste de la AFA, ocultando la mitad de su rostro con el cuello de su abrigo aunque no terminó sirviendo de nada porque seguía teniendo frío a pesar de estar cerca de la parrilla donde Luka estaba ayudando a preparar el asado.
Estaba callado, más de lo que normalmente solía estar. Le dolía el cuerpo, tenía frío y tenía hambre, si alguien le dirigía la palabra probablemente lo terminaría puteando por molestarlo más de lo que ya estaba.
Después de eso, se había bañado con el de ojos avellana y había sido lindo, lo había ayudado a limpiarse—y tomó nota mental de nunca más coger sin condón— y lo había tratado con cariño y afecto físico como se había vuelto cotidiano en él. Pero el problema estaba en que se habían bañado con agua caliente y ahora estaba sufriendo demasiado el cambio de temperatura.
Le habían dicho con anterioridad que los fríos en San Juan no eran como los de Buenos Aires, donde la humedad impedía que te murieras de frío completamente. En la provincia cuyana la humedad prácticamente no existía y hacía que el frío se sintiera el triple.
Perfectamente podían hacer veinte grados y sentirse como si hicieran diez.
Encima tenía sueño y hambre después de haber estado con Giay. Apenas hacía cualquier movimiento y su cuerpo le gritaba que se quedara quieto porque le dolía todo. No tenía ganas de estar ahí y mucho menos de incluirse en el grupo que estaba hablando tranquilamente mientras reían y hacían la comida que comerían esa noche.
Por suerte la mayoría pareció entender su malestar y nadie se le acercó. Nadie a excepción de Giay.
—Hola —lo saludó con una sonrisa y un ligero empujón de hombro.
Barco lo miró por unos segundos y solo volvió a mirar hacia el frente, escondiéndose en su campera. Agustín solo lo miró confundido y se inclinó hacia adelante suyo, buscando su mirada.
—¿Qué pasó? —consultó, algo confundido por la repentina actitud.
—Estoy de mal humor, no me hablés —habló cortante, intentando no mirarlo porque sabía que no era fuerte frente al mayor.
El castaño se quedó en silencio, mirándolo aún buscando su mirada pero al no lograrlo se puso a pensar en cómo poder atraer su atención.
—Estando todo de celeste y enojado parecés Gruñosito —opinó con una sonrisa.
Valentín lo miró con el ceño fruncido, dándole un pequeño empujón con su cuerpo. Se volvió a voltear hacia el frente, metiendo sus manos en los bolsillos queriendo refugiarse, no solo del frío, también de sus propios sentimientos.
—Vos serías Divertosito entonces —comentó, intentando no delatarse a sí mismo y a su nerviosismo por todo lo que había pasado.
No quería acordarse de lo que habían hecho porque le daba vergüenza recordarse a sí mismo en esa situación. No quería ni siquiera pensar en cómo había actuado hace unas horas.
—Ow, es lo más tierno que me han dicho. —Agustín observó cómo el pelirrojo se giró hacia él algo brusco, con los ojitos brillándole mientras lo miraba.
Giay solo pudo devolverle la mirada, demasiado concentrado en lo tierno que se veía el más bajito desde su perspectiva.
—¿Quién más te ha dicho cosas tiernas? —Esta vez Valentín mantuvo la mirada, observándolo directamente, notándose más serio.
El chico de San Lorenzo sonrió y lo empujó ligeramente, sin lograr moverlo mucho de su lugar, queriendo que dejara de estar tan malhumorado.
—No te pongas celoso —respondió, acercando su rostro al menor, aunque no logró acercarse demasiado porque el pecoso puso su brazo contra su pecho, parándolo.
—No estoy celoso.
Agustín soltó una pequeña risita y se animó a acercar una mano hasta el cierre de la campera ajena para poder bajarlo y tener acceso a su rostro por completo.
—¿Qué hacés? —se quejó—. Tengo frío —agregó, queriendo separarlo para que se alejara de él y dejara de desabrigarlo.
El castaño se tomó en serio su comentario y agarró una de sus manos, preocupándose al notar lo fría que estaba su piel.
Lo miró alarmado y empezó a bajar el cierre de su propia campera. Valentín agarró su muñeca con confusión, sin querer tampoco que el castaño se enfermara por su culpa.
—No te vas a desabrigar —habló, sin dejarle tiempo a tomar alguna decisión.
—No iba a hacer eso —contestó, agarrando su mano con la que tenía libre para así poder terminar su tarea sin que el pecoso lo detuviera.
Cuando pudo desabrochar su campera, se acercó al cuerpo del menor, agarrando los bordes de la prenda para poder rodear el cuerpo de Valentín y acunarlo contra sí mismo. El pelirrojo se sintió chiquito al lado de su cuerpo y no tardó en sentir el calor corporal que emanaba el de ojos claros.
Apenas podía mirar por encima de su hombro y con la cercanía pudo oler el perfume que se había puesto Agustín. Sintió que volvía a tener siete años cuando corría a la pieza de sus padres para que lo abrazaran porque le daban miedo los truenos.
—Problema solucionado, ¿ya se te pasó el enojo? —mencionó con una pequeña sonrisa, conteniéndose de besar al pecoso en esos momentos porque le daba mucha ternura cómo encajaba contra su cuerpo.
Las manitos de Valentín rodearon el torso del más alto por debajo de la tela de la campera y Giay rió apenas por las cosquillas que le causó ese tacto.
—No, me sigue doliendo el cuerpo y tengo hambre —respondió mientras le devolvía el abrazo, disfrutando de la cercanía y del sentimiento de protección que siempre le generaba la simple presencia del chico de San Lorenzo.
Era realmente lindo cómo lo trataba y lo hacía sentir querido. Creía que ni siquiera sus padres lo habían tratado así de lindo alguna vez. Era muy atento, lindo y cariñoso.
No se había equivocado cuando le dijo que todo el mundo querría tenerlo de novio.
Él quería que fuera su novio pero no se animaba a decir nada al respecto. Era muy pronto para eso y tampoco creía que fuera algo que durara demasiado, aunque quisiera lo contrario.
—Bueno, te tengo otra solución —respondió, soltando uno de los lados de la campera para buscar en los bolsillos de su pantalón.
Valentín escuchó el sonido de un paquete de plástico y cuando bajó su mirada después de tomar leve distancia para observar, vio el pedacito de un blister en la mano del mayor. Miró la pastilla naranja por unos segundos antes de que el chico volviera a guardar la pastilla en su bolsillo, aunque tardó unos segundos en volver a sacar su mano, esta vez con un caramelo al lado de la pastilla.
—Solo tengo un caramelo para darte y el actrón para después de comer porque sino te puede caer mal.
Valentín vagó con la mirada desde su mano hasta los ojos del más alto, sintiendo que tranquilamente podía largarse a llorar por lo lindo que era Giay con él.
Agarró el caramelo de la mano ajena y lo sacó del empaque para después llevarlo a su boca.
—Pensás más en mí que yo mismo —mencionó, masticando el dulce.
—Y bueno, alguien te tiene que cuidar —respondió, más tranquilo de haber podido aliviar el malestar del menor.
—¿Qué voy a hacer cuando estés lejos? —murmuró, más para sí mismo, poniéndose triste al pensar en que algún día dejaría de tener al mayor pegado encima suyo para que se sintiera bien.
Agustín pudo notar el cambio anímico del chico, así que se animó a llevar una mano hasta el mentón del pecoso, levantando su rostro hasta que fue cómodo para ambos conectar sus labios por unos segundos, obteniendo la mirada sorprendida de parte del chico de Boca, quien miró a su alrededor por si alguien los había visto.
—Te voy a llamar todos los días para asegurarme de que estés bien —respondió con firmeza, bajando sus manos hasta la cintura del chico para acariciarla gentilmente.
—Ya lo dijiste, ahora lo vas a tener que cumplir. —Giay sonrió feliz y volvió a abrazarlo.
Realmente amaba cómo sus cuerpos parecían haber sido hechos para estar juntos, porque no solo los brazos de ambos encajaban en el cuerpo del contrario sin problema, también la diferencia de altura hacía que el abrazo fuera mejor, con los mechones rojizos del menor haciéndole cosquillas en el cuello y la respiración del castaño chocando contra su nuca cuando se inclinaba hacia él.
Definitivamente Valentín lo iba a extrañar demasiado.
Cuando se sentaron en las mesas, no duraron ni dos minutos en quedarse ahí porque varios se volvieron a parar para ir a hablar con el resto que estaba en las otras mesas. Parece que hicieran simbiosis, pensó Barco, observando a su novio—¿podía siquiera llamarlo así?— hablando con Luka, quien lo había arrastrado lejos suyo apenas tuvo la oportunidad.
Él no tuvo problema con quedarse en la mesa con un par más que conversaban entre ellos, incluso rechazó la oferta de Giay de acompañarlos porque era demasiada interacción social para él y más cuando estaba cansado.
A veces admiraba que la gente pudiera soportar estar tanto tiempo en grupos de personas y no lograba entender qué era tan divertido de eso.
Así que solo se quedó garabateando dibujitos en la servilleta con una lapicera negra que le pidió prestada a uno de los asistentes del cuerpo técnico. Primero hizo literalmente garabatos y después de un rato mirándolos, observó que parecían los tallos de unas flores, así que empezó a dibujar hojas y diferentes flores que se le ocurrían.
—Volví —escuchó la voz del santafesino mientras se sentaba a su lado, mirando de chusma lo que estaba haciendo el pelirrojo.
Barco lo miró por unos segundos y después dirigió su mirada nuevamente a lo que estaba haciendo. Quiso representar a Agustín en una flor y se quedó varios segundos pensando porque no quería que fuera al cliché, pero al final no pudo evitar caer en eso y dibujar un girasol porque no creía que Giay fuera algo más que un girasol.
Se sobresaltó un poco al ver que el contrario se acercó a él para ver lo que estaba haciendo por sobre su brazo extendido en la mesa. La cercanía del chico lo puso nervioso y no ayudó para nada que Agustín apoyara una de sus manos en el respaldar de su silla y la otra en el asiento, al lado de sus piernas.
Sintió que mientras más cerca suyo está, más sería capaz de escuchar sus pensamientos así que se alejó un poco para mirarlo, tapando el dibujo con sus manos.
El castaño abultó sus labios al ver que no le dejaba ver lo que hacía, mirándolo de cerca. No duró mucho tiempo con su cara en dirección al mayor simplemente porque su pulso se aceleró al notar lo cerca que estaban el uno del otro.
Ya no estaban lejos del resto como para hacer ese tipo de cosas sin que nadie los viera, por lo que temió que alguien se diera cuenta de que no eran simples amigos.
—Mostrame lo que hiciste —pidió, importándole poco su espacio personal y apoyando la cabeza en su hombro.
Dudó unos segundos en si acceder a su pedido o no porque le daba pena que descubriera que había estado dibujando flores y que encima le había dibujado una flor.
Con lentitud e inseguridad retiró sus manos apenas, enseñándole el pedacito de servilleta donde había estado dibujando. Ni siquiera necesitó ver el rostro del chico de San Lorenzo para saber que estaba sonriendo por el movimiento que hizo contra su ropa. Era imposible no saber cuándo Agustín sonreía si siempre lo hacía como si toda su vida dependiera de eso.
—Qué bonito —opinó, levantando una de sus manos sobre la mesa para poder señalar una de las flores—. ¿Y esta? ¿Por qué está lejos de las otras? —preguntó, apuntando el girasol que había dibujado en una orilla del papel.
—Sos vos —contestó casi inmediatamente—. Es para vos —se corrigió, nervioso ahora que el santafesino se había separado de su hombro de nuevo para mirarlo.
—¿Me dibujaste una florcita? —La voz de Agustín se agudizó levemente por la emoción en su tono de voz, y Barco no pudo sentirse más apenado al observar lo feliz que parecía el chico por aquello que para él era muy simple—. Yo también te quiero dibujar una.
Giay le sacó de la mano la lapicera y se acercó a la servilleta para poder dibujar cómodamente.
Tras unos garabatos y el pelirrojo mirando al más alto mientras estaba concentrado en su tarea, el contrario se separó de él ligeramente soltando un suave "Tarán".
—¿Eso es una flor? —bromeó el pecoso.
—Bue, que bardero. No te dibujo algo nunca más —fingió enojo y Barco solo pudo sonreír sin llegar a mostrar los dientes, achicando apenas sus ojos por la felicidad contenida.
Soltó una pequeña risita para adentro y pronto apartó la mano del mayor de la servilleta, agarrando el papel para ir cortando con cuidado la flor que acababa de dibujar Agustín.
Después solamente agarró su celular y le sacó la funda, ubicando la flor entre los papelitos que tenía atrás de su celular. Cuando logró ubicar todo, volvió a encajar el celular con la funda, sonriendo y mostrándoselo al castaño.
El santafesino lo imitó y pronto los dos se quedaron mirando cómo combinaban las dos fundas con los dibujos a pesar de que ambos tenían otros papeles u objetos, el color blanco de la servilleta hacía que resaltaran del resto de cosas.
—¿Qué significa? —le surgió la duda, observando la flor que había dibujado el lateral derecho.
—Buscá después el significado, se llama gardenia —dijo y Barco pudo notar un ligero rubor en las orejas del más alto.
Se preguntó por qué no quería que lo buscara en ese momento, pero igual le hizo caso.
Más tarde, cuando regresaron a la pieza después de los festejos, se entretuvo por un rato antes de irse a dormir entrando a internet para buscar el significado de aquella flor.
Agradeció completamente que la luz de la pieza estuviera apagada porque si no Agustín se habría dado cuenta de lo rojo que se puso por la vergüenza que sintió al leer el "representa el amor secreto" en una de las páginas que encontró.
Esa noche, Valentín fue el que se acercó a la cama ajena para pedirle al chico si podía dormir con él.
Y Agustín, ni aunque estuviera soñando, se negaría a su pedido.
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Una puerta al deseo
¿Puede una persona desear a otra sin verla? Es algo que me pregunto constantemente, porque no tengo idea.
Francamente no lo sé. He estado atraída por una persona durante casi tres meses, creo que incluso hasta me obsesioné con él. Y cuando decidió separarse de mí, me dolió tanto que me hizo recordar lo que me costó olvidar a mi amor de la secundaria. Por eso, estoy segura que me obsesioné con él.
¿Es posible enamorarse de alguien que ni si quiera ves? Justo buscando en internet encontré respuestas interesantes: https://es.quora.com/Es-posible-enamorarse-de-alguien-que-nunca-viste-en-persona-por-Internet
No estoy segura si sean cosas que realmente funcionan juntas o si el internet solo aplica para el deseo. Lo único que sé es que lo mío está un poco rebalsando de lo normal, y tengo que frenarlo. Y si me preguntan ¿qué pasó? ¿por qué hay un post antes que dice adiós y ahora hablamos de deseo y amor? Pues, verán...
Hablé con el chico en cuestión y me dijo que no podía darme la atención que merecía y que no estaría al 100%. Entonces yo le dije "vale, solo no me digas que prefieres que me fije en alguien más. Basta de ser ambiguo". Y él me dijo, "ok".
Y cuando me empecé a alejar de él y lo sintió, empezó a enviarme mucho contenido de su cuerpo y físico. No entendí. Hasta que le hice un stop y le dije que no buscaba eso. Que lo que quiero es que sea claro conmigo, porque lo físico lo puedo conseguir en cualquier lado. Esta fue la conversación:
Quiero que me digas qué quieres de mí, quieres que siga amándote, quieres coquetear conmigo o solo quieres ser mi amigo? Yo no necesito solo el físico, necesito a alguien que esté conmigo y me diga qué quiere de mí. No a alguien que me pone un muro diciendo que vaya con el primer chico que vea.
No puedo decir que te amo, pero puedo decir que te quiero absurdamente. Tanto que no puedo evitar ir detrás de ti, quiero estar contigo y me dijiste que no te dañaría si te enviaba las cosas que quiero mostrarte.
Eso no es lo que me duele, lo que me duele es tu ambigüedad. No busco nada serio, ni una relación. Sin embargo, no me gusta que me pongas a buscar a alguien. Yo misma puedo hacerlo, vale? Si no quiero salir con nadie es por algo.
Y él lo entendió y me dijo que así sería. Y desde ahí toda la semana y hasta hoy hemos seguido hablando. Es tan adorable en sus momentos cutes, y tan sensual en otros. Me mata y me flecha en muchos sentidos. Me hace llorar y me revive con unas palabras dulces. Tiene una manera de tenerme tan suya.
Solo no debo enamorarme y esa es la cosa difícil, demasiado difícil si es que es un chico completamente atractivo de pies a cabeza.
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