#Plaza Vieja
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Plaza Vieja, Havana, Cuba: The Plaza Vieja (Old Square) is a plaza located in Old Havana, Cuba. The plaza & its surroundings are also one of the seven consejos populares (wards) of the municipality of Old Havana. The urban architectural complex of Plaza Vieja is represented by valuable colonial buildings from the XVII, XVIII and XIX and some examples of the early twentieth century. Wikipedia
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Kaffeereise: Havanna
Die letzten beiden Reiseziele führen uns in die Ferne. Zwei große Reisen durfte ich in den letzten Jahren unternehmen. Und mir damit zwei Träume erfüllen. Heute geht es als vorletztes Kaffeereise-Ziel deshalb nach Havanna. La Habana Vieja, die Altstadt von Havanna, ist an einigen Stellen restauriert und praktisch “touristenfein” gemacht. Da zu gehört der erst in den letzten Jahren im…
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#Buena Vista Social#Café El Escorial#Cuba#Daiquiri#El Floridita#Ernest Hemingway#Habana#Havanna#Hemingway#Kuba#Malecón#Parque Central#Plaza Vieja#Tropicana#Tropicana Nachtclub
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Castro Urdiales, Spain (No. 3)
The Casa de los Chelines is a residential building in the city of Castro-Urdiales, in Cantabria, (Spain). It was designed by the Basque architect Severino Achúcarro in 1902 who entrusted the direction of the works to Leonardo Rucabado, a castreño architect who at that time was beginning his professional career.
The building has an irregular quadrilateral floor plan to adapt to the plot on which it was built in front of the town hall of the Cantabrian population. The building has a central courtyard and has a ground floor and mezzanine, intended for commercial grounds, and four floors of housing.
The ground floor and the mezzanine are built in ashlar stone and on the main façade of the building they form a porch consisting of 5 arches, of which the three central ones are semicircular arches and the two ends are carpanels.
The main façade of the four upper floors, with a zip line finish, has a symmetrical layout although the first floor is different from the three upper floors. Thus, the first floor has a central viewpoint with decorative motifs of Gothic tradition with 2 windows on each side of which the ends have columns attached to the façade. Above the central viewpoint, on the upper floor, the balustrade has ogival motifs and pinnacles. On the three upper floors, the viewpoints are arranged at the ends with 3 intermediate openings with grilles imitating the Gothic decoration of openwork.
In the southeast corner of the roof of the building, a pinnacle protrudes.Protection[edit]The building is declared an Asset of Cultural Interest with the category of Monument, by resolution of October 16, 1991.
Source: Wikipedia
#Casa de los Chelines by Severino Achúcarro#Puebla Vieja#town hall#travel#Plaza del Ayuntamiento#Neo-Gothic#sculpture#public art#vacation#Spain#El Pueblo de Castro a sus Mujeres del Mar by Salvador G. Ceballos#España#clock#old town#tourist attraction#landmark#Cantabria#architecture#façade#cityscape#Northern Spain#Southern Europe#summer 2021#Castro Urdiales
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i’ve actually been doing well
#mine’s#shoutout al peinado genial de la señora que fue a bailar tango a la plaza#icona#atlántida#shoutout al pin de 100pe que compre en ciudad vieja y que si pierdo me mato#finalmente tengo la remera que quise por todo un año wiiii
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Las 8 mejores ciudades para visitar en invierno
Las 8 mejores ciudades para visitar en temporada baja durante el invierno Hola, mi Curly. Hoy voy a hablarte de los mejores lugares que puedes visitar en invierno, si no te importa pasar algo de frío y eres una amante de los cafés de exteriores, donde te dan una mantita, para que te la pongas sobre las piernas, mientras te tomas un café, un chocolate caliente o cualquier otra bebida que sea de…
#Alemania#Austria#black friendly#ciudad vieja#cultura#espeialidades culinaria#Estocolmo#festival de nieve#festivales de invierno#iluminación navideña#invierno#Islandia#Japón:#Múnich#Mozart#nieve#plazas#Praga#República Checa#Reykjavik#Salzburgo#Sapporo#temporda baja#tranquilidad#vacaciones
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Así de caluroso || Enzo Vogrincic
El sol del mediodía caía a plomo sobre las calles de Montevideo, convirtiendo el asfalto en un espejismo humeante. El miércoles transcurría como cualquier otro día de verano, sofocante e implacable. A pesar del calor agobiante, una chica caminaba con paso ligero por 18 de Julio, alejándose de la facultad. El pelo se le pegaba a la frente, sudaba a chorros y el agua de su botella se había convertido en un caldo tibio. La libertad después de un largo examen era la recompensa que la impulsaba.
Cada paso era una lucha contra el calor. La chica apresuraba el ritmo buscando la sombra esquiva, deseando escapar de las fauces de la ciudad que tanto amaba.
De pronto, un leve malestar se apoderó de ella. El sudor se intensificó, la respiración se volvió dificultosa y un mareo familiar la amenazó. Se detuvo, tambaleándose, con la vista nublada y puntos negros danzando en su campo visual. Ignorando las señales de alarma, bebió un trago de la repugnante agua tibia y reanudó la marcha. Su única meta: salir de 18 de Julio. A duras penas, avanzó unas cuadras más, luchando contra un nuevo malestar que se instalaba en su cuerpo.
Allí mostrándose casi burlona detrás de esa inmensa puerta de concreto que se alzaba sobre la calle Juncal se encontraba uno de sus deleites visuales favoritos, Sarandí. Ella no sabía por qué, pero esa calle siempre la llamaba a explorarla. Aunque ya la había recorrido tantas veces, siempre encontraba algún tesoro nuevo. Se debatió si debía pasar por lo que ya era el desolado calderón a fuego ardiente de la Plaza Independencia para llegar a ese oasis visual que le abría paso a Ciudad Vieja o simplemente ignorarlo e irse a casa.
La exuberante calidez de la tarde le gritaba a la chica que debía ignorar el llamado a la exploración. Sin embargo, una fuerza interior, una mezcla de aventura y algo más que no podía nombrar, la incitaba a seguir adelante. Como diablillos en el infernal ambiente, sus deseos la empujaban por ese camino que solo le estaba trayendo malestares. Ignorando las señales de su cuerpo, que no estaba preparado para resistir más tiempo en esas condiciones, se decantó por seguir la incitación diabólica y entrar en el paraíso que era la calle Sarandí.
Arrastrando los pies como si una cadena de acero los uniera al suelo, se adentró en ese rincón de alegría que tanto la llamaba. Caminó unas pocas cuadras, disfrutando del pequeño oasis que se abría paso en el desierto de calor que se había apoderado de Montevideo. De repente, un golpe seco: su corazón aceleró a un ritmo desbocado, su respiración se volvió jadeante, su visión se nubló y su cabeza comenzó a dar vueltas. La conciencia se le escapaba de entre los dedos. Así se sentía: una bajada de presión producto de su insensato deseo de continuar un camino que no debería haber tomado, en un día en el que el mismísimo señor de los infiernos parecía haberse apoderado de las calles de la ciudad. Su destino: caer desmayada por su imprudencia.
—Tranquila, que te tengo.
Esa voz no era producto de su imaginación. Los brazos que la rodeaban eran demasiado cálidos y sudorosos, evidenciando que el desconocido también sufría las consecuencias del avasallante calor que emitía el asfalto. A pesar de que la conciencia se le escapaba, de que sus ojos se cerraban y dejaban de transmitir luz, la sensación de estar en los brazos de un extraño la obligaba a volver a la realidad, alerta ante un posible infortunio. Cuando el instinto de supervivencia se apoderó de su cuerpo y abrió los ojos con miedo, se topó con un ángel. El calor se disipó de su cuerpo al contemplar sus ojos color avellana, la sensación de sudor se olvidó con solo una mirada a sus labios, el mareo se ignoró por completo al observar su rostro como un todo. Enzo Vogrincic, en todo su angelical ser, la sostenía para evitar que cayera en la fogosa calle Sarandí.
—No te preocupes que te ayudo a sentarte.
Su voz me sacó de mis pensamientos, esta vez infinitamente menos agónicos. Me tomó con delicadeza y me llevó unos metros hacia atrás, hacia unas sillas de plástico rojas, no muy cómodas, con el logotipo de una conocida marca de bebidas. Estaban fuera de un local llamado Zabala. Solo allí me di cuenta de la distancia que mis pies, que ya se podían haber fundido con el asfalto, me habían llevado. Estábamos cerca del Registro Civil y a unos pocos metros del Implosivo Artes Escénicas, la escuela de actuación. He ahí esclarecida la aparición de mi inesperado ángel salvador. Con mi mente retornando de su estado de inactividad coherente lo primero que atiné a decirle a mi salvador fue.
—Perdón.
Una simple palabra, tan tonta que parecía fuera de lugar. Sin embargo, así me sentía: avergonzada de haberlo desviado de su camino. Posiblemente le molestaba ayudar a una desconocida que caminaba imprudentemente bajo el sol abrasador, con la única compañía de una cartera que contenía sus documentos para el examen, una tarjeta de transporte y su fiel botella de agua, que ahora parecía más una sopa por lo caliente que estaba.
La risa de mi nuevo acompañante me confirmó lo tonta que había sido mi respuesta. Doblemente avergonzada, lo miré a los ojos. Solo vi diversión por mis palabras y preocupación por mi extrema palidez y mi inminente desmayo.
—¿Cómo me vas a pedir perdón? ¿Te sentís mejor ahora sentada? Te voy a comprar un refresco y un agua fría, porque estoy seguro que te bajó la presión.
El hombre se irguió, enderezando su espalda, y se dirigió al restaurante con paso firme. Su objetivo era claro: conseguir las bebidas que me ayudarían a reponerme. Al cabo de unos minutos, regresó con un refresco y un agua fría. Se agachó de nuevo junto a mí, ofreciéndome el elixir que mi cuerpo, agradecido, absorbió con avidez.
—Muchísimas gracias, y te pido perdón por las molestias. Seguro tenías otras cosas que hacer más que asistir a una pelotuda que se desmayó.
Dije con pena, mirándolo a sus ojos marrones. Sentía cómo me ardían las mejillas. Solo entonces, al contemplar mi alrededor, me percaté de la bicicleta olvidada en el piso. Probablemente se había bajado de ella al verme en mi estado.
—No me agradezcas, solo hice algo que cualquiera haría.
Expresó mientras se giraba para buscar la bicicleta. Al levantarla, se regresó hacia mí y me dijo:
—Me llamo Enzo. ¿Y vos?
Le dije mi nombre con más confianza al ver que no parecía molesto ni apurado por irse. Le señalé el refresco, aún sin abrir, ofreciéndoselo.
—Eso es tuyo, no me lo tenés que devolver. Si yo fuera vos, también tomaría de ese. El azúcar te va a ayudar a recuperarte, todavía estás muy pálida. Si me permitís.
Con esa simple petición de consentimiento, acercó su mano a mi rostro apartando algunos cabellos que se me habían pegado por el sudor, aquellos que mi peinado no había podido contener y ahora se posaban rebeldes por donde ellos deseaban. Luego de poner mis cabellos en orden, su mano se quedó allí, posada en mi cuello. La sensación de tener aquel pesado miembro cerca de donde se medía mi pulso me inquietaba. ¿Y si podía sentir el acelerado ritmo al que iba mi corazón? Su rostro tan perfecto no era lo único que me embobaba; su amabilidad y sencillez con la que estaba allí delante de mí me estaba dejando el cerebro aún más atrofiado que cualquier síntoma debido al infernal clima.
Tomando otro largo trago de agua para disipar los efectos que él estaba teniendo en mí, tomé valor, lo miré a los ojos y le dije:
—Muchísimas gracias otra vez. Siento que te lo estoy diciendo ya muchas veces, pero de verdad estoy agradecida con tu gesto. Pudiste haberme ignorado y dejarme tirada en la calle, y no lo hiciste.
—No tenés nada que agradecerme. Decime, ¿vivís por acá? Así te acompaño y me quedo tranquilo de que llegaste bien.
Me respondió aún con su mano posada delicadamente sobre mi cuello, dejándole leves caricias y sus ojos mirándome fijamente, entre preocupados y con algo parecido a ternura.
—No vivo por acá, ni cerca. Solo vine porque acabo de dar un examen y quería recorrer. Iba super bien hasta hace unos momentos.
Ya dejando un poco de lado la vergüenza, le respondí un poco más animada y sin tanta timidez. Tanta, ya que tener a alguien tan bonito enfrente de ella solo hacia que se pusiera nerviosa.
—Ok, sin ser muy invasivo, ¿dónde vivís? Tal vez te puedo llevar o algo. Me preocupa que te vayas sola después de que casi te desmayas. Si querés, llamamos a alguna amiga o alguien que te venga a buscar.
—Vivo en Manga, así que un poco lejos de acá. Y mis amigas en estos momentos...
Dije entre risas, diciendo donde vivía y luego chequeando la hora: 16:04. Para saber dónde podrían estar alguna de mis amigas para contestarle.
—Mis amigas están todas trabajando, así que no queda de otra que irme sola. Quedate tranquilo que no me va a pasar nada.
Le contesté intentando calmarlo y asegurarle de que todo estaría bien y no me volvería a pasar nada.
—Te invitaría a mi casa, pero siento que para un primer encuentro es mucho. Me conformo por ahora acompañándote a tomar el bondi.
Volviendo por la calle Sarandí, por la tan calurosa Ciudad Vieja. Ese tipo de calor que hacía que el asfalto derritiera el calzado y definitivamente el tipo de calor que hace que se te baje la presión y encuentres a Enzo, quien ahora te tiene montada en su bicicleta mientras ambos ríen y disfrutan el pequeño aire que les llega por la velocidad con la que conduce el antes mencionado. Ese era el tipo de día caluroso que hacía aquel día en Montevideo.
#enzo vogrincic#la sociedad de la nieve#the society of the snow#matias recalt#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic x you#fem!reader#enzo vogrincic fluff#evogrincicedit#enzo vogrincic one shot#enzo vogrincic fanfic#enzo vogrincic fic
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Central fountain, Constitution Square, Montevideo, Uruguay: Plaza de la Constitución, also known as Plaza Matriz, is the oldest city square in Montevideo, Uruguay. Located in barrio Ciudad Vieja, since 1726 was the plaza mayor of the Fortress City of San Felipe and Santiago of Montevideo, in which it was the only open public space. Wikipedia
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Plaza Vieja, Havana.
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—¡Cállate, vieja inútil! —le gritó un hombre a la anciana que, desde el centro de la plaza, buscaba a alguien que la acompañara—. Si quieres subir al acantilado, hazlo tú sola. Y ya que vas, tírate al mar. Así verás antes a aquel que tanto esperas.
La anciana, con las manos apretando su chal raído, ignoró el comentario y continuó hablando:
—El viento ha cambiado. Es distinto esta vez, más fuerte. Si subimos juntos, quizá podamos... —dijo, mirando a las pocas personas que se detenían a escucharla.
—¿Subir juntos? —se burló una mujer que cargaba un canasto lleno de pescado—. ¡Vieja loca! La única vez que estaremos contigo será cuando te metan en tu tumba, y será para asegurarnos de que no salgas.
—Y haznos un favor: cuándo te mueras, llévate contigo a esos dos mocosos. Así el pueblo se libra de tres estómagos inútiles de una vez —añadió otro hombre, provocando carcajadas entre los presentes.
—Por favor, escuchadme. Esta vez es diferente —insistió la anciana, dando un paso hacia ellos y agarrando por la camisa a un niño que andaba por allí.
—¡No toques a mi hijo con tus manos sucias, bruja! —gritó una mujer, colocándose entre la anciana y el joven para abofetearla.
La anciana cayó al suelo. Los dos niños que siempre la seguían corrieron a levantarla, pero ninguno dijo una palabra. Asustados, observaron cómo las risas y los insultos continuaban.
—Ya basta, por favor. Solo quiero que veáis lo que yo veo —dijo la anciana, con la voz quebrada pero decidida.
Un hombre escupió al suelo frente a ella.
—Para ver lo que tú ves, vieja arpía, necesitaríamos bebernos todo el vino del pueblo.
El comentario provocó una nueva ola de risas.
La anciana se levantó con la ayuda de los niños y comenzó a alejarse. Los murmullos y carcajadas la siguieron hasta que salió de la plaza, pero no antes de escuchar a alguien gritarle:
—¡Tírate del acantilado, vieja bruja!
A pesar del dolor físico y las palabras hirientes, ella continuó hacia arriba. Los dos niños la seguían, como siempre, en silencio. Al llegar al camino que llevaba al acantilado, la anciana miró a los pequeños.
—Él vendrá con el viento del norte, como la última vez, cuando yo tenía vuestra edad.
Los niños no respondieron, pero la siguieron hasta la cima. Una vez allí, esperaron junto al acantilado mientras el frío viento soplaba. Desde el pueblo, todavía se escuchaban risas e insultos a lo lejos. La anciana cerró los ojos y respiró hondo.
No había llorado frente a sus vecinos. Solo cuando estuvo sola, con sus dos niños huérfanos, dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas.
El viento del norte sopló con una fuerza aterradora. Se llevó las lágrimas de la anciana y empezó a arremolinar las nubes. Ella supo que esta vez no estaba equivocada.
Entonces lo vio: una pared de agua inmensa avanzaba hacia la costa. Rugía como un dios enfurecido, destruyendo todo a su paso.
—Sabía que vendrías —murmuró con calma. Extendió los brazos hacia la ola mientras el tsunami devoraba el mundo bajo ella.
Desde el pueblo, los aldeanos que se habían reído y burlado de ella gritaron al verla de pie en la loma. Sus burlas se convirtieron en súplicas, sus risas en llantos desesperados. Nadie pudo escapar.
Cuando el mar finalmente se retiró, no quedaba nada del pueblo. Solo una tierra arrasada y, en la cima del acantilado, dos niños y una anciana, con su chal desgastado ondeando al viento del norte.
—FIN—
"Bajo la luz Moribunda".
D. Writers y A. Alonso
- Laberinto de Historias -
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1907- Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición). La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo: - Buenos días. - Buenos días – Respondió el guardián. - ¿Cómo se llama este lugar tan bonito? - Esto es el Cielo. - ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos! - Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente. - Pero mi caballo y mi perro también tienen sed… - Lo siento mucho – Dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales. El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía. - Buenos días – dijo el caminante. - El hombre respondió con un gesto de la cabeza. - Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo - Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis. - El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre. - Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste. - A propósito ¿Cómo se llama este lugar? - preguntó el hombre. - EL CIELO. - ¿El Cielo? - ¿Sí? - ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo! - Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián. El caminante quedó perplejo. - ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el hombre. - ¡De ninguna manera! -increpó el hombre – En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar sus mejores amigos.
(Paulo Coelho)
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me da rabia que estos salames digan que en Uruguay hay Kirchnerismo para referirse al F.A porque con la cantidad de anarquistas heavy autóctonos que hay se agarran de una corriente bastante de centro comparado con el F.A para asustar viejas, flaco anda a facultad de humanidades que el barbudo más tranquilo está dispuesto a inmolarse por Castro en la plaza de los 33 en un segundo
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TF2 ocs
more info about them below!
Tobias “Toby” Blevins (BLU Scout); Black English immigrant. Lives in a town of Hackney near a district in East London, England. Worst possible town to live imaginable, but their family can manage (Maybe). Has been playing baseball all life, but he has to work his way to earn his rightful place to be one of the best of the best. Amazing accuracy for a pitcher to let every player throw off their guard. Fastest sprinter in the team, stealing home-base. If you ever had the chance to see his room, it's covered in gold medals and trophies head to toe. But it never really displayed his other hobbies. Or even who he is at all.
Raol Badillo Delgado (BLU Heavy); Hispanic Latino, later soon moved to America. Lives in a town from the province of La Habana Vieja (Old Havana), Cuba. There's a homey coffee shop run by a small family right around the corner of the Plaza. Everyone's tired faces spread a corner of their mouths an upturn grin, once you have a taste of their coffee. Raol was the heart of this establishment, carrying the heavy load that not even a team of four could handle. But he can stir up a kickass coffee. Upholding tradition for every elders to come and visit again, pinching his cheeks too roughly. Robbers and vandalizing are handled outside the block to not disrupt the environment for his customers. Oh yeah and he's strong too I suppose.
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ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO. Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: -No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo. Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: -Te apuesto un peso a que no la haces. Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta: -Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo. Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice: -Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto. -¿Y por qué es un tonto? -Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Entonces le dice su madre: -No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen. La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: -Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado. El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice: -Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas. Entonces la vieja responde: -Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras. Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice: -¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo? -¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! (Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.) -Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor. -Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor. -Sí, pero no tanto calor como ahora. Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: -Hay un pajarito en la plaza. Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito. -Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan. -Sí, pero nunca a esta hora. Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. -Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen: -Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos. Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: -Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando: -Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca. (Por Gabriel García Márquez / imagen:pinterest.es).
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“Street performers dancing on stilts in Plaza Vieja, Havana, Cuba.”
Photographed by Alison Eckett, 2016.
#alison eckett#street performers#stilts#cuba#stilt walker#*searches ‘‘what do you call people who walk on stilts’’* the answer is stilt walker. idk what i expected
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Hondarribia, entrada a Gipuzkoa plaza. en la zona vieja.
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