#Motor rápido
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blogpopular · 20 days ago
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Motor de Resposta Rápida Tesla: Experiência de Condução
Os avanços tecnológicos no setor automotivo têm sido revolucionários, e nenhum outro nome se destaca mais nessa transformação do que a Tesla. Com seus veículos elétricos inovadores, a empresa redefiniu a experiência de condução com tecnologias avançadas, incluindo o motor de resposta rápida Tesla, que proporciona uma aceleração impressionante e desempenho superior. Neste artigo, exploraremos em…
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edsonjnovaes · 2 months ago
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Mito sobre Vida da bateria
Verificando Mito sobre a vida da bateria de tração dos carros elétricos, segundo estudo da equipe de cientistas de baterias da Recurrent Auto. Recurrent Shopping for a used Tesla, Ford, Hyundai or other used EV? You’re probably curious about the condition and health of the car’s high voltage battery. Liz Najman – may 20 2024 A vida útil das baterias de veículos elétricos é afetada por vários…
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forumaberto · 2 years ago
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Desgaste prematuro de escovas do arranque
Agendamento Garage 545: https://garage545.com • https://garage545.business.sitehttps://fb.me/545garage • https://www.instagram.com/mecanicobh/ • http://youtube.com/@garage545Contato Garage 545: 08002912238 / (31)99260-7060Link Whatsapp: https://wa.me/558002912238Inscreva-se no canal: https://bit.ly/norivalsilvaYoutube: http://youtube.com/@garage545
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silvertice · 2 months ago
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Winter Falls.
Hugh Jackman x Fem!reader.
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Summary: Hugh y ella son amigos desde hace un año, con una tensión subyacente entre ellos. Una salida juntos transforma su relación, llevándolos a explorar nuevos sentimientos.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, First Date, 2000s Nostalgia, Fluff and Tension {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics}.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⏱︎
El reloj en la pared marcaba las 7:20 am. Con el cabello medio seco y la camisa mal abotonada, el café en la encimera quedó olvidado. La promesa de salir temprano se desvanecía rápidamente. Tenía un plan: un atuendo decente, un desayuno tranquilo, pero el cansancio acumulado se burlaba de cualquier intento de organización.
Un suspiro salió mientras el número de Hugh aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente él ya estaba listo, probablemente en camino al trabajo, con esa actitud despreocupada que siempre resultaba irritante, aunque, de algún modo, también reconfortante. Pedirle un favor no era lo ideal, pero llegar tarde y enfrentar las miradas de reprobación de los compañeros tampoco era una opción. Con un leve tamborileo de dedos en la encimera, se marcó su número.
La llamada sonó un par de veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea, relajada y casi burlona.
—Vaya, ¿madrugando, princesa? —dijo, y se podía imaginar esa sonrisa que siempre usaba para molestar.
Se rodaron los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó. Su actitud siempre tenía el poder de aliviar un poco la tensión de las mañanas.
—¿Podrías pasarme a buscar? Estoy… un poco retrasada.
Hubo una pausa. En esos breves segundos, la duda surgió. Pero Hugh nunca dejaba colgado a nadie.
—Cinco minutos y estoy allí. —Su tono cambió, y luego añadió—: Ah, y trata de no causarme problemas tan temprano.
Un suspiro escapó, una mezcla de alivio y exasperación. El último sorbo de café se apresuró mientras se recogía el bolso. Era evidente que él haría algún comentario sobre el aspecto apresurado, pero eso ya formaba parte de su dinámica. Hugh tenía la habilidad de convertir cualquier situación en algo menos grave de lo que parecía.
Apenas terminé de poner los zapatos cuando el sonido del auto estacionándose afuera resonó. Al mirar por la ventana, allí estaba él, con gafas de sol y una expresión divertida, esperándola. Con un último respiro hondo, salió, lista para lidiar con los inevitables comentarios que vendrían en el camino.
Apurada, subí al auto y cerré la puerta con un golpe. El motor no rugió como esperaba. Miré a Hugh, que se había quedado mirando al frente con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Vamos a llegar tarde? —pregunté, tratando de contener la frustración mientras lanzaba un vistazo al reloj.
Sin embargo, en lugar de arrancar, se volvió hacia mí. La distancia entre nosotros se redujo cuando se acercó, y el corazón comenzó a latir un poco más rápido. Sin decir una palabra, tomó el cinturón de seguridad y lo pasó por mi cuerpo, asegurándolo en su lugar. Su cercanía era electrizante; podía sentir el calor que emanaba de él, y un pequeño nudo se formó en el estómago.
—Ah, ya veo. ¿Te puse nerviosa, linda? —dijo con esa voz burlona, un destello de diversión en sus ojos.
El comentario lo acompañó una sonrisa que me hizo desear poder esconderme. No sabía si quería reírme o simplemente querer que el momento se detuviera. La cercanía de Hugh siempre había tenido un efecto extraño, una mezcla de nerviosismo y emoción que nunca había experimentado con nadie más. Intenté ignorar el sonrojo que comenzaba a extenderse por mis mejillas.
—Claro que no —respondí, tratando de sonar segura, aunque la voz casi me falló. —Solo… solo apúrate y arranca.
Él se echó a reír mientras finalmente giraba la llave en el encendido, y el motor vibró a la vida. Con una última mirada hacia mí, puso el auto en marcha. El trayecto hacia el trabajo había comenzado, pero la tensión en el aire se sentía más palpable que nunca.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, robé una mirada de reojo a Hugh. Su expresión estaba concentrada en la carretera, pero había algo en su forma de manejar que me hizo pensar, aunque rápidamente traté de alejar esa idea. Era un buen amigo, y pensar en él de esa manera no era lo que debía hacer. Sin embargo, había algo en la forma en que se movía, en su confianza al volante, que lo hacía parecer... bien, por así decirlo.
—¿Tienes en mente lo que vamos a hacer hoy? —preguntó Hugh, rompiendo el silencio y sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo lo básico —respondí, tratando de mantener la voz casual. —No creo que sea un día tan complicado.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre tenía para hacerme sentir a gusto.
—Eso espero. Aunque tengo un par de ideas que podrían hacer el día un poco más divertido —dijo, levantando las cejas de forma juguetona.
No pude evitar sonreír. Esa era la parte de Hugh que siempre me hacía sentir cómoda, incluso cuando había una ligera tensión en el aire. Era como si supiera exactamente cómo hacer que el día se sintiera menos pesado.
—Bueno, solo asegúrate de que no sean ideas descabelladas. El jefe no se tomaría eso muy bien —le advertí, un tono de broma en mi voz.
Él se echó a reír, y el sonido resonó en el auto, llenando el espacio con una energía amistosa.
—Prometo que no te meteré en problemas... por ahora —dijo, guiñando un ojo mientras el semáforo cambiaba a verde.
La normalidad de la conversación me tranquilizó, aunque sabía que había algo más debajo de la superficie. Era como si la tensión que solíamos ignorar comenzara a hacerse más presente en cada pequeño intercambio. Pero por ahora, me contentaba con disfrutar de su compañía.
Al llegar a la oficina, Hugh aparcó el auto frente al edificio, y la rutina del día a día nos recibió con los brazos abiertos. Salí del vehículo y estiré los brazos, tratando de despejar la mente antes de entrar.
—¿Listos para otro emocionante día en la sala de guionistas? —bromeó Hugh, con una sonrisa amplia.
—Oh, sí, totalmente —respondí con un tono sarcástico. —No hay nada más emocionante que discutir si un personaje debe llevar sombrero o no.
Ambos reímos mientras caminábamos hacia la entrada. La oficina, decorada con afiches de películas y papeles esparcidos por todos lados, siempre había tenido un aire caótico, pero también creativo. Al abrir la puerta, el bullicio habitual de colegas hablando y riendo nos dio la bienvenida.
Tomé un respiro profundo antes de entrar y sentí cómo la energía del lugar me animaba.
—Primero café, luego guiones —declaró Hugh, llevándome hacia la máquina de café. —No podemos empezar el día sin nuestro combustible.
—No me obligues a recordar cómo sobrevivir sin mi dosis matutina de cafeína —dije, mientras me servía una taza. El aroma a café recién hecho me envolvió, y por un momento, todo parecía más fácil.
Mientras esperábamos, intercambiamos comentarios sobre las tramas que estábamos desarrollando y algunas anécdotas divertidas del fin de semana. Todo parecía fluir con naturalidad, sin que ninguna de las conversaciones tocara la ligera tensión que existía entre nosotros.
Finalmente, después de un rato, nos dirigimos a la sala de guionistas. Mientras nos acomodábamos en nuestras sillas, Hugh se giró hacia mí con una mirada intrigante.
—Oye, a las 8 pm te voy a pasar a buscar. Ponte linda. —dijo, su tono ligero, pero las palabras parecían cargadas de un significado que no podía ignorar.
Me quedé un momento en silencio, sorprendida. La normalidad del día se desvaneció por un instante, y todo lo que quedaba era esa invitación inesperada que llenaba el espacio entre nosotros. La idea de salir con él, de verlo vomo mi compañero de trabajo en un contexto diferente, hizo que mi corazón se acelerara, esta vez parecía algo totalmente diferente.
—¿A las 8? —repetí, tratando de sonar despreocupada, pero sabía que mi voz había traicionado mi sorpresa.
—Sí, no tienes excusas. —Hugh sonrió de una manera que me hizo cuestionar si realmente lo decía en serio o solo estaba bromeando.
Mientras continuábamos con nuestra jornada laboral, no pude evitar pensar en lo que eso significaba. La tensión que habíamos estado ignorando de repente estaba a la vista, y yo solo podía esperar que la noche revelara lo que realmente había entre nosotros.
Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me envolvió, pero mi mente seguía atrapada en la conversación de esa mañana. Me dejé caer en el sofá y saqué el teléfono, buscando el contacto de mi mejor amiga. Después de un par de tonos, su voz familiar resonó al otro lado.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó ella, con ese tono entusiasta que siempre me hacía sentir mejor.
—Hola, tengo que contarte algo —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. — Hugh... me invitó a salir esta noche.
—¿Qué? ¡Eso es genial! Ya era hora igual. —exclamó, y su entusiasmo fue contagioso.
—Sí, pero... no sé, estoy tratando de convencerme de que solo es una salida entre amigos —respondí, tratando de mantener la calma mientras me pasaba una mano por el cabello. —Llevamos trabajando juntos durante un año, y siempre ha sido amistad, pero esta salida, es diferente, ¿sabes?
—Claro, hay tensión entre ustedes. He notado cómo se miran en la oficina —dijo, y no pude evitar sonreír. —Así que, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. Por un lado, quiero ir porque ma hace sentir algo, pero también tengo miedo de que sea solo una cena entre amigos y que me haya confudido, agh—confesé, sintiendo un ligero nudo en el estómago.
—¿Y si no es solo eso? —me preguntó. —Tal vez él también siente lo mismo, pero no sabe cómo decírtelo, nadie invita a su compañera de trabajo un viernes a las 8 pm, amor.
Su comentario resonó en mi mente, y un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. La idea de que Hugh pudiera tener sentimientos más profundos era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si las cosas se volvían incómodas? ¿Y si la salida no iba como esperaba?
—No sé, tal vez debería jugarlo de manera segura —dije finalmente, tratando de convencerme. —Solo disfrutar de la cena y ver a dónde lleva la conversación.
—Eso suena a un buen plan —respondió mi amiga. —Pero recuerda, si hay algo más, no tengas miedo de explorar eso. La vida es demasiado corta para dejar pasar oportunidades.
Terminé la llamada con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con Hugh podría ser solo una salida entre amigos, pero había un trasfondo de posibilidades que no podía ignorar.
Mientras el sol se ponía, me apresuré a prepararme. No quería verme como si hubiera salido de una revista, pero tampoco quería parecer descuidada. Opté por un vestido azul que resaltaba mis curvas de manera sutil, algo que me hacía sentir cómoda y segura. Me eché un vistazo rápido al espejo, dándome cuenta de que me veía bien, y eso me ayudó a calmar un poco los nervios.
Justo cuando estaba terminando, el teléfono fijo sonó. Sabía que era Hugh. Contesté rápidamente, sintiendo un ligero cosquilleo de emoción.
—¿Hola? —dije, intentando sonar tranquila.
—Hey, ¿lista para la noche? —su voz sonaba juguetona.
—Casi, estoy bajando ahora —le respondí, mirando el reloj.
—Perfecto. Nos vemos en un minuto —dijo, su tono despreocupado y familiar me hizo sonreír.
Colgué y respiré hondo. La idea de salir con Hugh ya no era solo una salida entre amigos; había una tensión palpable entre nosotros que no podía ignorar. Con una última revisión al espejo, me dirigí hacia la puerta, para bajar.
Cuando lo hice, la brisa fresca de la noche me recibió como un abrazo suave. Al abrir la puerta, me sorprendí al ver que Hugh no estaba en su auto habitual, sino que se encontraba de pie en la entrada, con una sonrisa en el rostro que iluminaba la penumbra. Llevaba una camisa de botones que acentuaba su figura y unos jeans que parecían un poco más cuidados de lo habitual.
—Hola —saludé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—Hola. Te ves hermosa—dijo, su mirada recorriéndome de manera sutil, pero sincera, lo que me hizo sonrojar un poco. Su tono era tan despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo decirlo.
—Gracias, tú también... estás un poco más arreglado de lo normal —respondí, intentando mantener la conversación ligera y no dejar que mi nerviosismo se notara.
Él sonrió con complicidad y me hizo un gesto con la mano para que lo acompañara. Empezamos a caminar, el sonido de nuestros pasos resonando suavemente en la acera. Hugh caminaba con las manos en los bolsillos de sus jeans, su postura relajada, como si no hubiera nada más importante que el momento que compartíamos. La calle estaba tranquila, iluminada por las luces cálidas de las farolas, y el aire fresco hacía que el momento se sintiera especial.
—¿A dónde vamos? —pregunté, curiosa por lo que había planeado.
—Eso déjamelo a mí. No te preocupes, no te voy a defraudar —dijo con confianza, una sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
Caminamos un rato en silencio, pero la tensión entre nosotros era palpable. A veces, nuestras miradas se encontraban y rápidamente desvíaba la vista, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, y solo existiéramos él y yo, en este momento.
De repente, Hugh rompió el silencio. —¿Sabías que desde que empezamos a trabajar juntos, he estado esperando una ocasión así? —dijo, girando ligeramente la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué es eso? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada, aunque mi corazón latía más rápido.
—Porque, sinceramente, me gusta pasar tiempo contigo —respondió, su tono sincero y relajado. Su declaración me tomó por sorpresa, y no pude evitar sonreír mientras un calor agradable me envolvía.
Seguimos caminando, y mientras él hablaba, la tensión que había estado acumulándose entre nosotros se sentía como una burbuja lista para estallar. Era un juego sutil de palabras y miradas, pero ambos sabíamos que algo más profundo se estaba formando entre risas y complicidad.
Después de unos minutos de caminar y charlar, llegamos a una pista de patinaje sobre hielo iluminada con luces brillantes y música suave que llenaba el aire. La vista era mágica; el hielo relucía bajo las luces, y la risa de la gente patinando creaba un ambiente animado y festivo.
—¿Patinaje sobre hielo? —pregunté, con los ojos iluminados de emoción y sorpresa.
—¿Te gusta? —me miró, sus ojos brillando con diversión.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve la oportunidad —admití, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
—Perfecto, entonces hoy es el día —dijo, con una sonrisa amplia, y se acercó a la entrada para comprar las entradas. Mientras esperaba, no podía evitar notar cómo la emoción brillaba en su rostro.
Entramos a la pista, y él se aseguró de que me pusiera los patines correctamente. Mientras me ayudaba, sus manos rozaban suavemente mis brazos, y cada contacto provocaba un escalofrío agradable.
—Listo, ahora solo tienes que seguirme —dijo, tomando mi mano de forma despreocupada mientras caminábamos hacia el hielo.
Al dar mis primeros pasos sobre el hielo, perdí el equilibrio y me tambaleé un poco. Hugh se rió suavemente y me sostuvo antes de que pudiera caer.
—Vas a tener que hacer más ejercicio para eso —bromeó, guiándome con firmeza mientras me enseñaba a deslizarme.
La música de fondo mezclada con las risas y gritos de los demás patinadores creaba un ambiente de alegría que era contagioso. Mientras patinábamos, la cercanía de su mano en la mía me hizo sentir más segura, y poco a poco, empecé a disfrutar del momento.
—Mira, no está tan mal, ¿ves? —dijo, deslizándose con facilidad y gracia por el hielo, mientras yo trataba de imitarlo.
—Sí, claro, porque tú eres un experto —respondí, riendo mientras me esforzaba por mantener el equilibrio.
Él se detuvo frente a mí, mirándome con una sonrisa traviesa. —Dame la mano, vamos a intentarlo juntos —dijo, y, sin pensarlo, extendí la mano hacia él.
Juntos, comenzamos a deslizarnos, y la risa llenó el aire mientras tratábamos de mantenernos en pie. La tensión entre nosotros se sentía cada vez más cómoda, cada momento se cargaba de una complicidad que parecía florecer a medida que avanzábamos.
—Este es un buen comienzo para una cita, ¿no crees? —dijo Hugh, mirándome de reojo mientras patinábamos.
—¿Una cita? —repetí, sorprendida pero divertida.
—Solo estoy diciendo que podríamos hacer esto más a menudo —respondió, y en ese instante su mirada se detuvo en mí, el ambiente se volvió más íntimo.
Mientras patinábamos, me sentía cada vez más segura, pero justo cuando comenzaba a disfrutar plenamente, perdí el equilibrio y empecé a tambalearme hacia un lado. El hielo se volvió traicionero bajo mis pies, y antes de que pudiera reaccionar, me vi girando sin control, preparándome para caer.
De repente, sentí una mano firme en mi cintura. —Te tengo —dijo Hugh, con una sonrisa que mezclaba diversión y tranquilidad mientras me estabilizaba.
—Gracias, me salvaste de hacer el ridículo —reí suavemente, sintiendo la cercanía entre nosotros.
Él sonrió, esa calidez que siempre me hacía bajar la guardia iluminaba su rostro. —No te preocupes, es mi trabajo asegurarme que no caigas... y si caes, que sea por mí —añadió, guiñándome un ojo con un toque de nerviosismo que me hizo sonreír aún más.
Antes de que pudiera responder, un niño pasó a nuestro lado rozando sin querer a Hugh, lo que hizo que ambos perdiéramos la poca estabilidad que habíamos recuperado. Nos desplomamos torpemente en el frío y húmedo hielo.
—Parece que el primero en caer no fui yo —comenté, soltando una risa leve por la situación.
Hugh rió también, y luego su mirada se fijó en mí, notando algo en mi mejilla. Con un gesto suave, se acercó y quitó una pizca de nieve que se había quedado pegada. —Tienes un poco de nieve aquí —dijo, pero en su mirada había algo más que diversión.
El momento se volvió extraño, como si el tiempo se detuviera entre nosotros. Mis mejillas ardían con su cercanía y el toque de sus dedos. Ambos nos incorporamos después, algo nerviosos, ignorando la tensión que parecía envolvernos.
—Bueno, ¿quieres seguir patinando? —preguntó él, su sonrisa todavía en su rostro.
—En realidad, prefiero que no. Tengo un plan perfecto para continuar la noche —le respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. —¿Qué te parece si dejamos el hielo por ahora y hacemos algo diferente?
Hugh levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y cuál es ese plan? Me tienes con curiosidad —dijo, con esa sonrisa juguetona que conocía tan bien.
—Déjame sorprenderte —dije, tirando suavemente de su mano hacia la salida de la pista. —Confía en mí.
Nos reímos mientras salíamos del hielo y nos dirigimos a la entrada para quitarnos los patines y devolver lo que habíamos rentado. Lo que fuera que ocurriera después, sabía que la noche estaba lejos de terminar.
Mientras caminábamos de regreso, el aire frío de la noche contrastaba con el calor que aún sentía después de patinar. Hugh y yo avanzábamos en silencio, pero no era incómodo, al contrario, había algo en esa calma que me hacía disfrutar cada paso. Nuestras manos iban balanceándose a los lados, rozándose de vez en cuando, como si algo nos empujara a tomarnos de las manos, pero ninguno se atrevía a dar ese paso.
Cada pequeño roce me hacía consciente de su presencia de una forma que normalmente no permitía. Era como si el simple contacto de nuestras manos fuera suficiente para hacer que mi pulso se acelerara un poco más. No podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo, si cada vez que nuestras manos se tocaban, ese pequeño cosquilleo también lo recorría a él.
Miré de reojo, observando su perfil mientras caminábamos. Hugh tenía las manos ligeramente abiertas, como si estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero algo lo detenía, o tal vez estaba esperando a que yo lo hiciera. El pensamiento de entrelazar mis dedos con los suyos era tentador, pero, al mismo tiempo, intimidante.
—¿Te cansaste de patinar? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cómplice.
—No tanto como pensé, la verdad, fue divertido, me gustó mucho—respondí con una ligera risa, tratando de ignorar el hecho de que nuestras manos volvían a rozarse por un segundo más largo. Sentía que el simple hecho de no apartarla lo decía todo.
Seguimos caminando sin prisa, y el silencio volvió a instalarse entre nosotros, aunque esa energía entre ambos seguía ahí, suspendida en el aire frío de la noche. ¿Acaso él también estaba pensando en dar ese paso? O tal vez simplemente esperaba a ver si yo lo hacía primero.
Finalmente, me armé de valor, o al menos lo intenté. Mi mano dejó de balancearse tanto, acercándose más a la suya, pero en el último segundo, justo cuando estuve a punto de hacerlo, sentí cómo su mano se retiraba un poco, ajustándose el abrigo.
Me reí internamente, aliviada y frustrada a partes iguales. Claramente, no era tan fácil como parecía.
Después de un rato caminando en silencio, la ciudad nocturna empezaba a adquirir un ambiente más acogedor bajo las luces tenues de las calles. Las manos de ambos aún rozaban de vez en cuando, pero ahora, en lugar de centrarse en eso, se me vino a la mente un pequeño lugar no muy lejos de allí, uno que solía visitar cuando era niña, que era perfecto para la ocasion.
—¿Conoces el mejor chocolate de aqui, que está a unas cuadras? —pregunté, rompiendo la calma mientras nos acercábamos a la esquina.
Hugh me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—No, no creo haber estado por aquí muchas veces y nunca tome chocolate —admitió, levantando una ceja. —¿Por qué?
—Es uno de esos lugares que guardan historias —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios. —Solía ir allí de pequeña con mi familia, especialmente en noches frías como esta. Sirven el mejor chocolate caliente de la ciudad, o al menos eso pensaba cuando era niña.
Él sonrió ante mi entusiasmo, asintiendo lentamente. —Entonces, ¿me estás invitando a tu lugar secreto? —preguntó, en tono juguetón.
—Bueno, no tan secreto, pero sí muy especial para mí, no puedo creer que no hayas probado el chocolate —respondí, sin poder evitar notar lo cálido que se sentía hablar de algo tan personal.
— y yo no puedo creer que no hayas patinado antes.— me contratacó sonando dulce pero sarcástico a la vez lo cual me hizo soltar una risa suave. —pero suena perfecto, confío en ti —dijo, mientras ajustaba el ritmo de sus pasos para seguirme.
Caminamos juntos hasta la cafetería, una pequeña joya escondida entre edificios más modernos, con luces amarillentas que hacían que se viera como un refugio acogedor en medio de la noche fría. Al entrar, el cálido aroma a cacao y pasteles recién horneados nos envolvió de inmediato. Todo en ese lugar se sentía exactamente igual que cuando era pequeña, desde las mesas de madera gastadas hasta la campanilla que sonaba al abrir la puerta.
Nos sentamos en una de las mesas junto a la ventana, y sin pensarlo dos veces, pedí el clásico chocolate caliente. Hugh me siguió el juego, observando con una mezcla de curiosidad y diversión mientras me perdía en mis recuerdos.
—Así que este es tu refugio —comentó Hugh, mientras la mesera dejaba frente a nosotros dos tazas humeantes y llenas de crema batida en la parte superior. —Tiene ese aire nostálgico.
—Sí, no ha cambiado mucho desde la última vez que vine —admití, sintiendo cómo una parte de mí volvía a ese tiempo de niñez en el que todo parecía más simple.
Tomé un sorbo, el sabor cálido y dulce inundó mis sentidos, haciéndome cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abrí, Hugh estaba mirándome con una sonrisa suave.
—¿Qué? —le pregunté, sintiendo que el rubor subía ligeramente por mis mejillas.
—Nada, solo... te ves bien cuando estás feliz —respondió con una sinceridad inesperada, y aunque su tono tenía esa actitud despreocupada, había algo más profundo detrás de sus palabras.
El momento se quedó suspendido, y aunque el chocolate caliente estaba ahí para distraerme, no pude evitar sentir cómo esa tensión entre nosotros, la que había estado presente durante meses, se hacía un poco más evidente.
Mientras tomaba otro sorbo de mi chocolate, observé de reojo cómo Hugh se llevaba la taza a los labios. Fue un segundo después, cuando la taza ya estaba en la mesa, que noté algo que me hizo sonreír.
—¿Qué pasa? —preguntó él, levantando una ceja al ver mi expresión.
—Nada, es solo que... —No pude evitar soltar una pequeña risa, inclinándome hacia él mientras le señalaba la parte superior de su labio. —Tienes un poco de crema... justo aquí —dije, haciendo un gesto alrededor de mi propio labio para que lo entendiera.
Hugh frunció el ceño, confuso al principio, y luego, al darse cuenta de lo que había pasado, se pasó la mano rápidamente por la boca.
—¿Ya? —preguntó, pero todavía quedaba un rastro blanco en su labio superior.
Negué con la cabeza, riéndome un poco más. —No, todavía no —dije, alargando la mano para señalarle el punto exacto.
Él me miró, mitad avergonzado y mitad divertido, antes de intentarlo de nuevo. —¿Y ahora?
Suspiré, divertida. —A ver... no, no, déjame —dije finalmente, acercándome y, con una leve sonrisa, pasé mi pulgar suavemente por la zona afectada, limpiando los restos de crema batida. La cercanía entre nosotros me hizo sentir un ligero cosquilleo en el estómago, pero me obligué a mantener la calma.
—Gracias, supongo que ahora sí me salvaste a mí del ridículo —bromeó él, con una sonrisa encantadora que me desarmó un poco.
—Es lo justo, ¿no? —respondí, recuperando mi mano con una risa suave.
El ambiente volvió a relajarse después de ese momento, pero la tensión no desaparecía del todo. Seguía ahí, flotando en el aire, en esos pequeños momentos en que nuestras miradas se cruzaban, en la forma en que nuestras conversaciones parecían deslizarse entre lo cómodo y lo cargado de significado.
Después de terminar nuestros chocolates y dejar algunas monedas sobre la mesa, nos levantamos y salimos de la cafetería. El aire nocturno estaba fresco, pero no incómodamente frío. Mientras caminábamos, nuestras manos continuaban balanceándose levemente a los lados, rozándose de vez en cuando, pero ninguno hacía el primer movimiento para entrelazarlas.
Conversamos sobre cosas triviales, historias del trabajo, alguna que otra broma, y de repente me di cuenta de que habíamos tomado un rumbo conocido. Levanté la vista y me sorprendí al ver que estábamos justo frente a mi edificio.
—Bueno... —dije, deteniéndome en la entrada de mi casa. —Parece que llegamos.
Hugh se detuvo también, levantando una ceja al ver dónde estábamos. —Vaya, el tiempo pasó rápido —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y acercándose un paso más, pero sin invadir mi espacio personal. —No me di cuenta de que estábamos caminando hacia acá.
Solté una risa suave. —Sí, yo tampoco...
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos bajo las luces de la calle. Sentía que había algo más que ninguno de los dos estaba diciendo, algo que flotaba en el aire entre nosotros, pero también algo que no queríamos apresurar.
—Bueno, entonces... —Hugh rompió el silencio, pero sus palabras parecían colgar en el aire sin una dirección clara.
—Sí, bueno... —me mordí el labio, sintiendo ese nerviosismo que solía ocultar tan bien a su alrededor, pero que ahora me parecía imposible de ignorar.
Nos quedamos así, de pie, casi riendo por lo incómodo y emocionante que se sentía el momento, como si ambos supiéramos que esa noche había sido diferente, pero ninguno supiera cómo terminarla.
Hugh rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una leve sonrisa en los labios. —La verdad, la pasé muy bien esta noche... —Su tono era más bajo, casi susurrante. Entonces, agregó—: Y, por cierto... te ves muy linda esta noche.
Sentí cómo mi corazón dio un pequeño salto, y no pude evitar sonreír ante el comentario. Era esa manera suya, siempre lanzando algo sutil pero directo, dejándome en ese limbo de no saber si bromeaba o si hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —respondí, levantando una ceja, intentando mantener la calma mientras me mordía ligeramente el labio. —Entonces, ¿al final sí era una cita?
Hugh soltó una risa suave y se acercó un poco más, aunque manteniendo las manos en sus bolsillos. —¿Qué crees tú? —preguntó, su mirada fija en la mía, dejando la pregunta flotando entre nosotros. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de desafío y diversión, me hizo sentir un leve escalofrío.
—No sé Hugh... —respondí, juguetona, ladeando un poco la cabeza y encogiéndome de hombros. — Pues pensaba que no, como no lo habias dicho...
Hugh mantuvo su mirada en la mía, y su sonrisa se tornó más suave, casi cómplice. Dio un pequeño paso hacia mí, quedando lo suficientemente cerca como para que nuestras manos se rozaran. —Pues si... —dijo en voz baja, con esa seguridad suya—. Era una cita.
Su respuesta me tomó por sorpresa, y sentí mi respiración volverse un poco más pesada al notar lo cerca que estaba. Nuestras manos seguían rozándose sutilmente, como si la energía entre nosotros nos empujara a cruzar esa línea.
Sentí cómo el calor se extendía por mis mejillas. La sinceridad en su voz, el toque sutil de nuestras manos, todo contribuía a un momento cargado de algo más que palabras.
Hugh no dejó que el momento se desvaneciera. Lentamente, deslizó su mano hasta tomar la mía con firmeza, entrelazando nuestros dedos. Ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco. Sin decir nada más, me acercó un poco más hacia él, hasta que el espacio entre nosotros se desvaneció casi por completo.
—Te ves hermosa —repitió, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que cada palabra calara profundo.
Mis ojos no se apartaron de los suyos, y aunque mi mente me gritaba que debía decir algo, hacer algo, simplemente me quedé ahí, sintiendo su mano cálida sobre la mía y cómo el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse. Las luces de la calle, el sonido distante del tráfico, todo desapareció en ese instante.
Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, y mis propios pensamientos empezaron a volverse un caos. Pero en ese caos había algo cierto: no quería que ese momento terminara.
Hugh sostuvo mi mirada por unos segundos más antes de inclinarse lentamente hacia mí. Apenas me dio tiempo de procesar lo que estaba sucediendo cuando sus labios rozaron los míos en un suave y sutil beso. No fue intenso ni apremiante, fue delicado, como si estuviera explorando la idea de lo que podría ser. Mi corazón se aceleró, y aunque el beso duró apenas un suspiro, dejó una sensación cálida que se expandió en mi pecho.
Cuando se apartó solo lo suficiente para mirarme de nuevo, una sonrisa juguetona apareció en sus labios. —No quería que esta cita terminara sin algo memorable, ¿no crees?
Mi respiración se entrecortó un poco, todavía sintiendo el cosquilleo de sus labios sobre los míos, y antes de poder decir nada, él añadió con una mirada traviesa: —Aunque, si lo prefieres, podríamos hacer esto más seguido. Solo dime cuándo.
Me quedé un segundo en silencio, tratando de procesar sus palabras y lo que acababa de pasar. Todavía sentía el calor en mis labios, y aunque mi corazón estaba latiendo a mil por hora, intenté mantener la compostura.
—¿Y si te digo que no necesito pensarlo? —le respondí, con una pequeña sonrisa, tratando de igualar su tono juguetón. Sentí que el rubor en mis mejillas se hacia mas intenso, pero no me importaba. Estaba cómoda en la cercanía entre nosotros.
Hugh soltó una risa baja, complacido con mi respuesta. Se tomó un momento para mirarme de nuevo antes de finalmente dar un paso atrás. —Entonces, lo tomaremos como un sí.
Con una última sonrisa, se giró hacia la calle. —Nos vemos mañana —dijo, mientras retrocedía unos pasos más, sus manos en los bolsillos de su abrigo. —Descansa bien, linda.
Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta, dejándome ahí, aún procesando la suavidad del beso, el calor de su cercanía, y la promesa tácita de que esto no era solo un encuentro casual.
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suzukis-posts · 7 days ago
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𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓 - 𝑇𝑂𝐷𝐷 𝐼𝑁𝐺𝑅𝐴𝑀
Todd ingram x Male!GayInCloset!Reader
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Advertencias: NSFW, sobrestimulacion, lector masculino, pronombres masculinos. Todo lo que escribo es meramente ficción.
★ Las imágenes utilizadas no son de mi propiedad, créditos a su respectivo artista.
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Todd esperaba con ansias tu llegada al pequeño espacio de ensayo. Había planeado la velada a la perfección: solo él y tú solos, durante horas. Sin Envy, sin distracciones, sin interrupciones. Solo ustedes dos, improvisando, bebiendo y, por supuesto, follando. En cuanto entraste, Todd sintió que se le aceleraba el corazón. Tu estilo metalero lucía tan sexy como siempre. Ese pelo rojo ligeramente desordenado, esos ojos oscuros intensos... Todd era como una masa en tu presencia. ── Oye, por aquí! ── Dijo Todd con naturalidad, intentando parecer tranquilo a pesar de su pulso acelerado.
── ¿Listo para el rock? ── Asientes, echando al hombro el estuche de la guitarra. ── Sí, hagámoslo.
Los dos se acomodaron en el estrecho escenario, preparando sus instrumentos. Mientras afinabas tu guitarra, Todd le lanzó miradas furtivas. Había algo en el serio y melancólico en ti cada vez que tocabas que realmente hizo que su motor se acelerara. Una vez que estuvieron listos comenzaron a tocar.
Todd no pudo evitar mirarte con lujuria. La forma en que tu cabello oscuro se balanceaba mientras movías la cabeza suavemente al ritmo de tu guitarra, la forma en que tus pantalones abrazaban tu cuerpo ligeramente tonificado.
Todd se estaba poniendo duro de solo mirarte.
── Estuviste increíble, _______. ── Jadeó Todd, dejando la guitarra a un lado. Se acercó a ti, mirándote como un depredador a un trozo de carne.
── ¿Quieres tomar un descanso rápido? Estoy sediento. ── Dijo, mostrándo una sonrisa coqueta. Todd sabía que eras gay en closet debido a problemas familiares con tu hermana Envy. Le encantaba la emoción de estar contigo en secreto, o más bien tener relaciones. Envy nunca necesitaba saberlo.
Todd se ocupó de sacar dos latas de alcohol de su mochila, sin apartar la mirada de tu rostro. Cuando te entregó la lata, sus manos se tocaron, enviando electricidad a través de ambos. ── Gracias. ── Susurras, con voz ronca debido al cansancio. Bebes un largo trago, con tu garganta moviéndose.
A Todd le encantaba verte beber, le encantaba imaginar otro tipo de cosas. ── Eres tan sexy cuando bebes. ── Susurró Todd sin pensar con claridad con los ojos pegados a tus labios.
Sin pensarlo, extendió la mano y pasó los dedos por la curva de tu cintura, sintiendo cálida esta. ── Te necesito. ── Dijo Todd de repente, con voz baja y desesperada.
Sostuvo tu cintura y te acercó a él. Sus labios se estrellaron en un beso abrasador, hambriento y salvaje. Todd te inmovilizó contra la pared, frotando tus caderas contra las de él. Dejas escapar un gemido ahogado mientras tus manos suben para enredarse en el cabello de Todd.
El chico rasgó la camisa de tu camisa exponiendo tu tonificado pecho. Inclinándose, Todd chupó con suavidad uno de tus montículos rosados. Dejando una linea de besos húmedos hasta tu cuello. ── Déjame tenerte, otra vez. ── Suplicó Todd, con la voz entrecortada por la necesidad. ── Nadie tiene por qué saberlo. Será nuestro secreto. ── Mordió y mordisqueó tu garganta, mientras que sus manos recorrían tu cuerpo con avidez.
Todd te ansiaba como una droga, y estaba a punto de obtener su dosis.
La lengua de Todd se arremolinaba alrededor de tu cuello, dejando besos húmedos haciendote gemir entre suspiros. Estaba siendo muy oral, muy codicioso con su boca.
Sus manos vagaron por tu espalda, acariciando y apretando tus músculos a través de tu espalda expuesta sin camisa. Todd rompió la succión de tu cuello. Sus manos se movieron alrededor del frente de tu cuerpo, apretando el bulto en tus pantalones. ── ¿Tienes alguna idea de cuánto te deseo? ── Todd susurró, mordisqueando tu clavícula. ── He estado contando los días hasta que podamos estar solos nuevamente. Sueño contigo por la noche.
Sus dedos desabrocharon hábilmente el cinturón de tu pantalón abriendo el botón de tu bragueta. Todd bajó la cremallera tu pantalón, bajándolo junto a tu ropa interior, dejando al descubierto tu longitud dura.
Todd se lamió los labios y engulló tu erección en su boca, comenzando a chupar y a mover la cabeza.
Sueltas un gruñido al sentir la caliente garganta de alrededor de tu longitud. La boca de Todd era tan hábil y hambrienta. Inclinó la cabeza rápidamente, sorbiendo ruidosamente mientras tomaba todo profundamente en su garganta. Una de las manos de Todd bombeaba la base del eje de tu longitud mientras la otra acariciaba tus bolas.
A Todd le encantaba el sabor del tu líquido preseminal, buscaba ese sabor salado y dulce con su lengua. Quería probar cada gota que tenías para ofrecer. Mientras se atragantaba y quitaba tu miembro de su boca, Todd pasó las yemas de los dedos por la piel sensible de la parte interna de tu muslo acariciando tu zona vulnerable, haciéndote estremecer.
── Todd... ── Gimes, con la cabeza echada hacia atrás contra la pared. ── Todd, no puedo... h-ha pasado demasiado tiempo mmm... m-me voy a...
── ¿Vas a hacer qué, _______? ── Todd arrulló, bombeando tu miembro, aún más rápido. Sabía exactamente lo que estabas tratando de decir. Él había estado en esta situación antes contigo, y sabía exactamente cómo manejarlo. Con una sonrisa pícara, Todd tomó tu longitud de nuevo en su boca y continuó chupando y moviendo su cabeza, atragantándose levemente cuando su cabeza golpeó la parte posterior de su boca.
Le encantaba la sensación de tu eje palpitando contra su lengua, y el sabor de tu líquido preseminal era embriagador. Todd chupó más fuerte, ahuecando sus mejillas para crear más succión, sus dedos bombeando al ritmo de su cabeza que se movía. Agarras el cabello de Todd, tus caderas se sacudieron erráticamente mientras luchabas por contenerte.
Pero el implacable asalto oral de Todd pronto resultó demasiado. Con un gruñido sueltas toda tu carga en la garganta de Todd. Tu miembro estaba palpitando en la boca de Todd mientras arrojaba carga tras carga de semen espeso sobre la lengua y la garganta del rubio.
── Ah, ah, sí... ── Gimió Todd alrededor de tu miembro, lamiendo hasta la última gota. Cuando tu orgasmo finalmente comenzó a disminuir, Todd se apartó, con un hilo de tu semen que conectaba sus labios antes de romperse.
Se chasqueó los labios y había un brillo de satisfacción en sus ojos. ── Mmm, delicioso. ── Ronroneó Todd, lamiéndose los labios. Se inclinó para capturar los tuyos en un beso profundo y apasionado, su lengua bailando con la tuya mientras transmitía su propia excitación. Las caderas de Todd se balanceaban contra tu muslo, su propia erección se tensaba contra sus pantalones. Se apretó contra ti, desesperado por fricción y alivio. Con un gruñido, Todd manoseó su cinturón, desabrochó la bragueta y liberó su dura longitud que ya estaba goteando líquido preseminal con anticipación.
Todd agarró nuevamente tu cadera con una mano, la otra acariciaba su eje con urgencia mientras besaba tus labios con deseo y hambre ── Te necesito ahora, _______. No puedo esperar. ── Jadeó en el beso. Separándose, te miró con ojos suplicantes y llenos de lujuria.
── Por favor, déjame hacerte el amor. ── Rogó Todd, guiando tu manos hacia su dura longitud. ── Tócame. Hazme sentir bien. ── Envuelves tus dedos alrededor del eje de Todd, acariciándolo con movimientos lentos y provocativos. Todd gimió con sus ojos cerrados en éxtasis. Estaba cerca, muy cerca ya, y tú ni siquiera lo estabas tocando, directamente todavía.
Las caderas de Todd se sacudieron hacia adelante, buscando más de tu toque. ── Sí, así. ── Jadeó, su aliento caliente contra tu oído. ── Eres tan bueno con tus manos.
El miembro de Todd palpitaba en tu agarre goteando constantemente ahora. El líquido preseminal goteaba sobre tu puño, haciendo que tu mano se volviera resbaladiza mientras acariciabas el eje de Todd más rápido, con más firmeza. Los gemidos de Todd se hicieron más fuertes, más desesperados, y comenzó a empujar en tu palma persiguiendo su clímax que se acercaba rápidamente.
── A-Ah me v-voy a correr.. ── Advirtió Todd, con la voz tensa. ── No pares, por favor no pares. ── Se agachó para ayudarte a trabajar su miembro, deseando alcanzar ese pináculo del placer. Sus manos se movían al unísono, resbaladizas por el líquido preseminal de Todd, hasta que finalmente Todd se vino con un grito ronco, su miembro se sacudió en tu mano mientras inundaba el puño del otro chico con semen caliente y pegajoso.
── Mmm... S-Sí... ── Gritó Todd, su cuerpo temblando por la intensidad de su orgasmo. Se aferró a ti con su rostro enterrado en tu cuello, mientras sentía las olas de placer. Cuando el orgasmo de Todd se calmó, guías su miembro gastado hacia sus pantalones. Todd jadeaba pesadamente, su pecho subía y bajaba mientras recuperaba el aliento, te mira con una expresión aturdida y saciada, sus ojos entrecerrados y vidriosos por la dicha posorgásmica.
── Eso fue... increíble. ── Susurró Todd, acurrucándose en tu cuello con cariño. ── Siempre sabes cómo hacerme sentir tan bien. Sonríes, frotando la espalda de Todd con dulzura. ── Es todo para ti, Todd. Tú también me haces sentir increíble.
Las manos de Todd se deslizaron alrededor tu trasero, dándole un apretón posesivo. ── Necesito estar dentro de ti. ── Gruñó, sus caderas ya comenzando a frotarse contra las tuyas. Tus mejillas arden ante el deseo de Todd.
── Ahora, antes de que pierda la cabeza. ── Sin esperar una respuesta, Todd hizo girar tu cuerpo y lo inclinó sobre el borde del escenario. Rápidamente le arrancó la ropa que te quedaba y la arrojó a un lado, dejándote desnudo, vulnerable y expuesto. Todd se colocó detrás de ti, con su miembro duro golpeando contra tu trasero.
Intentas hablar pero reemplazas tus palabras por un gemido ahogado al sentir el agarre de Todd en tu cabello, tirando de tu cabeza hacia atrás mientras él hacía una mueca con la punta de su longitud en tu entrada. ── ¿Listo para mí, lindo? ── Susurra Todd, su mano libre se extendió para acariciar tu cintura.
── Estoy listo para ti, Todd. ── Sueltas un jadeo empujando tu trasero contra su miembro erecto. Todd gimió, sus dedos apretaron tu cabello mientras se alineaba y comenzaba a empujar dentro.
Podías sentir la gruesa longitud de Todd extendiendo tu agujero, como cabeza de su miembro empujaba contra tu próstata con cada embestida. ── Mmm, te sientes tan bien... ── Gimió Todd, sus caderas se movieron hacia adelante con creciente urgencia. Tiró de tu cabello con más fuerza, tirando de tu cabeza hacia atrás mientras embestía dentro de ti.
El escenario crujió bajo su peso, el sonido resonó a través del pequeño espacio de ensayo. Te apoyas con una mano en el piso del escenario, no pudiendo evitar arquear tu espalda, encontrando las embestidas de Todd y llevándolo aún más profundo. Sus bolas chocaron entre sí con cada embestida frenética, el sonido resbaladizo llenó el aire junto con su respiración pesada y jadeos de placer. Todd soltó tu cabello y deslizó la mano para acariciarle tu longitud, mientras la otra mano seguía agarrando tu cadera.
── Te voy a llenar... ── Gruñó Todd, sus embestidas se volvieron más rápidas y desesperadas a medida que se acercaba al borde una vez más. ── Córrete para mí, _______ Déjame verte... ── La mano de Todd sobre tu longitud se aceleró, bombeando al ritmo de sus embestidas agresivas.
── Hazlo, córrete para mi. Ahora. ── Ordenó Todd, con la voz ronca por el deseo. Su propio orgasmo se estaba acumulando, el placer se enroscaba cada vez más fuerte en su centro.
── Estoy cerca. Voy a correrme dentro de ti, voy a pintar tus entrañas de blanco. ── Con un gemido, Todd empujó profundamente y se mantuvo allí, su miembro palpitaba mientras liberaba semen caliente en tu apretado agujero. Su orgasmo pareció durar una eternidad, chorro tras chorro de espeso semen llenandote hasta que Todd estuvo exhausto y se desplomó contra ti. Cuando las réplicas de su clímax se desvanecieron, Todd se retiró lentamente, su miembro ablandado se deslizó libre con un plop húmedo. Líquido preseminal gotearon de tu agujero estirado, la vista hizo que la longitud de Todd se contrajera de nuevo. Todd dio un paso atrás, admirando el desastre que había hecho en tu trasero.
── Te ves muy desastroso. ── Dijo con una sonrisa orgullosa y perversa, pasando un dedo por la mezcla pegajosa en tu entrada y llevándola a sus labios para probarla. ── Delicioso.
Todd levantó tu cuerpo cansado y lo giró, capturando tus labios en un beso profundo y dominante. Mientras se besaban, las manos de Todd recorrieron tu cuerpo suavemente, tanteando y apretando cada centímetro de piel desnuda. Todd se inclinó atrayendo tu cuerpo a su regazo, sus ojos emanaban lujuria mientras él se lamia sus labios. Desnudo, se mantuvo erguido, su erección sobresaliendo orgullosamente. Ambos estaban en una parte oculta del escenario, mientras que Todd nuevamente estaba posicionándose entre tus piernas abiertas. Agachó y alineó su longitud contra tu entrada una vez más, ahogando un gemido antes de empujar con un gruñido.
Estabas montando a Todd.
Cuando Todd tocó fondo, se detuvo para dejar que te ajustaras a su circunferencia. Tus paredes internas se apretaron con fuerza, ordeñando el eje de Todd, haciéndolo gruñir de placer. ── Tu trasero es mejor que un juguete sexual. ── Dijo Todd, sueltas una pequeña risita para luego jadear al sentir la longitud de Todd rozar entrada.
Sus caderas comenzaron a mecerse lentamente. Se retiró hasta que solo la punta permaneció dentro de ti, luego volvió a empujar con fuerza, marcando un ritmo castigador. El escenario crujió siniestramente mientras montabas a Todd con desenfreno salvaje, la fuerza de sus embestidas hizo que rebotaras y deslizaras por la madera. Todd agarró tus caderas, usándolas para profundizar más sus estocadas. Todd se inclinó hacia delante, apoyando sus manos a ambos lados de la tus hombros mientras empujaba con fuerza su caderas.
Su longitud estaba golpeando tu próstata de con cada golpe. Gemias y jadeabas, tus dedos arañando el escenario mientras las poderosas embestidas de Todd sacudían todo tu cuerpo. El placer era intenso, abrumador, pero intentaste igualar el ritmo de Todd. El sudor goteaba del cabello de Todd, su rostro se contorsionaba en éxtasis mientras tomaba tu trasero con hambre salvaje. Sus bolas golpeaban ruidosamente contra tu agujero, el sonido lascivo se mezclaba con sus gruñidos y gemidos. ── Tómalo todo... ── Todd jadeó, sus caderas chasqueando salvajemente ahora mientras perseguía su próximo orgasmo. Inconscientemente comienzas a saltar en el regazo de Todd.
Con un grito de placer, Todd embistió tu agujero una última vez, su miembro palpitaba mientras soltaba una nueva carga en tu interior. La intensidad de su clímax pareció sacudir el escenario debajo, y Todd se desplomó hacia adelante, enterrando su rostro en tu cuello mientras disfrutaba. Cuando el orgasmo de Todd se calmó, levantó la cabeza de tu cuello, jadeando en busca de aire.
Su longitud ablandada se deslizó fuera de tu agujero con un chapoteo húmedo, el semen y el líquido preseminal gotearon para mezclarse con el sudor en su piel. Te estiras, limpiando tiernamente el sudor de la frente de Todd antes de inclinarse para depositar un beso suave y relajante allí. ── Gracias por el viaje.
Todd con los ojos entrecerrados por la satisfacción sonrió. Se sentó sobre sus talones, haciéndote señas para que te acerques a él. Bajas obedeciendo con tu cuerpo todavía zumbando de placer.
Todd te atrajo hacia sí para un beso lento y sensual, sus lenguas se entrelazaron lánguidamente mientras sus corazones se desaceleraban por el esfuerzo. Separándose, Todd te miró con un brillo travieso en los ojos. ── Abre tu linda boca. ── Lo persuadió, guiando tu cabeza hacia su miembro ahora flácido pero todavía resbaladizo. ── Veamos esa talentosa boca tuya, de nuevo. Sonríes separando tus labios, invitando a la longitud de Todd a tu boca.
La longitud de Todd se deslizó suavemente sobre tu lengua, el calor y la humedad eran un agradable contraste con el aire fresco. Dejó escapar un suspiro de satisfacción cuando comienzas a succionar suavemente, tus labios formando un sello hermético alrededor de la sensible cabeza. Los ojos de Todd se cerraron de placer, su mano libre subió para acariciar tu cabello suavemente mientras saboreaba la tierna atención oral.
Trabajas con la longitud de Todd con cuidado, tu boca era un paraíso extasiado para el rubio. Las caderas de Todd se balancearon sutilmente, alentando el ritmo lento y sensual. Podía sentir que ya comenzaba a moverse, respondiendo a las suaves atenciones de su boca favorita.
Cuando te apartas para recuperar el aliento, Todd lo miró con adoración. ── Eres increíble... ── Murmuró, trazando tu labio inferior con su pulgar. ── Un chico tan bueno... ── Todd se inclinó para darte otro beso profundo y apasionado, enredando su lengua con la tuya mientras él transmitía su gratitud y afecto.
Cuando se separaron de nuevo, Todd te miró con un brillo decidido en los ojos. ── Mmm... ya sabes como continúa. ── Ronroneó, colocando tu polla frente a su cara. ── Quiero saborear tu orgasmo, de nuevo. ── Con un gemido hambriento, Todd descendió sobre ti.
Todd envolvió tu longitud en un movimiento rápido, su boca cálida y húmeda envolvió el eje por completo. Comenzó a chupar con intensidad urgente, su lengua girando alrededor de tu parte inferior sensible mientras sus manos agarraban la base de la tu miembro con firmeza. Jadeas, tu espalda se arqueó cuando la boca experta de Todd te llevó rápidamente al borde. Las vibraciones de los gemidos de Todd alrededor de tu miembro se sumaron a la estimulación, enviando escalofríos por tu columna.
── Todd, mmm... y-yo... ── No pudiste terminar tu oración, tu orgasmo lo golpeó como un tren de carga mientras Todd lo chupaba hasta secarlo. Tu longitud palpitaba y se retorcía en la boca de Todd, disparando chorro tras chorro de semen espeso y caliente directamente sobre la ansiosa lengua de Todd.
Todd se lo bebió todo, saboreando el sabor dulce mientras extraía hasta la última gota. Finalmente, se apartó con un chasquido de satisfacción, sus labios y su barbilla brillaban con tu semen. Todd te mira con una sonrisa satisfecha y petulante, sus ojos brillaban con diversión y afecto. ── Mmm, delicioso. ── Ronroneó, lamiéndose los labios hasta dejarlos limpios. ── Siempre tienes un sabor tan rico.
── Me dejaste seco. ── Jadeas sonriendo con cansancio, tu cuerpo todavía hormigueaba por la intensidad del clímax y el fuerte sexo que acababas de tener con Todd.
Todd se puso de pie y te abrazó, sosteniéndote cerca mientras recuperas el aliento.
Luego de unos minutos toman la decisión de ponerse nuevamente sus ropas, ya que no era un lugar para estar necesariamente desnudo. Sus cuerpos ya vestidos se apretaron, el calor se filtraba de piel a piel mientras Todd acariciaba tu cuello con ligero cariño y cansancio.
── Te amo. ── Susurró Todd, su voz suave y sincera.
Un pinchazo de culpa se apodera de tu cuerpo ante las palabras de Todd. Sabías que lo que hacías estaba mal. Meterte con el novio de tu hermana no era ciertamente correcto. Pero tu sabías cosas de Envy que si Todd supiera su relación con ella acabaría
── Yo también te amo. ── Respondes apretando tus brazos alrededor de la cintura de Todd.
No podías negar que te habías enamorado de este chico.
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jinetacromada43 · 17 days ago
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Crazy Karts | Franco Colapinto
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summary: franco le enseña a agus a conducir un auto de carreras en un circuito privado, ayudándola a salir de su zona de confort mientras ríen juntos.
pairing: franco colapinto x (fem)!singer agus luciani
LAS RECOMENDACIONES ESTÁN ABIERTAS
wattpad: jinetacromadette
novela en curso: Esa Estrella Era Mi Lujo | Franco Colapinto
Monza, dos días después del Gran Premio. Circuito privado.
Nunca pensé que el corazón me latiría tan rápido fuera de una pista. Agus, sentada al volante de un Karting, con las manos tensas en el volante y una expresión que era mitad pánico y mitad emoción pura. Yo, en cambio, estaba fuera de la cabina, medio arrodillado junto a la rueda trasera, dándole indicaciones que claramente no estaba escuchando.
—¿Seguro que no voy a chocar esto? —me preguntó por décima vez, girando el cuello para mirarme con esos ojos grandes, como si yo tuviera la culpa de que hubiera aceptado esta locura.
—Chocar, no. Destrozar el motor, tal vez. —Sonreí, porque sabía que eso la haría fruncir el ceño. Y lo hizo. Un poco. Lo justo.
—Franco, no es gracioso.
—Si lo es, mi amor —Le di unas palmaditas al costado del auto. Estaba tan nerviosa que juraría que se aferraba al volante como si fuera a volar de ahí.
—¿Y si me mato? —me dijo con ese tono dramático que usa cuando quiere salirse con la suya.
Me acerqué un poco más, apoyando los brazos sobre el chasis. Sabía que tenía que calmarla, pero no podía evitar picarla un poco. Era demasiado divertida cuando se ponía seria por cosas absurdas.
—¿Premio o castigo?. —Me reí, pero ella no.
—Pesado. —Rodó los ojos, pero una sonrisa le traicionó. Ahí estaba mi Agus.
Finalmente, subí al auto, encajándome como pude detrás de ella. Mis piernas quedaron medio cruzadas porque, bueno, este auto no estaba diseñado para dos. Ella me miró, sorprendida.
—¿Qué hacés?
—Te voy a enseñar desde acá. —Me incliné hacia ella, apenas unos centímetros entre su cuello y mi cara. Pude oler su perfume, ese que siempre deja en mi ropa cuando me abraza. Mi voz bajó un poco, porque sabía que eso la ponía nerviosa y aproveché para dejarle un besito en su piel. —A menos que quieras que te grite desde la radio. Pero creo que preferís tenerme cerca.
Ella me miró de reojo, sus labios apretados, como si intentara decidir si replicar o dejarse vencer. Al final, optó por lo segundo.
—Estás re loco.
—Y vos me amas igual.
—Lamentablemente.
Me acomodé lo mejor que pude mientras le indicaba que pusiera primera. Cuando el auto avanzó unos metros con un tirón, Agus soltó un grito que fue mitad susto, mitad risa.
—¡¿Qué fue eso?!
—Un arranque digno de un karting de cumpleaños. Vamos mejorando. —Me agarré al borde del auto cuando pegó otro tirón. Ella no paraba de reír, como si todo el caos hubiera roto su miedo inicial.
—¡¿Es normal que haga esto?!
—No. Pero vos tampoco sos normal. —Me incliné un poco más hacia el volante, cubriendo sus manos con las mías, guiándola. Mi rostro casi tocaba el suyo, y el calor en sus mejillas era imposible de ignorar. —Ahí. Ahora soltaloooo… despacito. Eso. Ahora acelerá un poquito más.
El auto finalmente empezó a moverse con fluidez, y Agus gritó, pero esta vez de pura emoción.
Estaba seguro de que ninguna cámara, ningún podio, ninguna carrera en mi vida había logrado hacerme sentir lo que estaba sintiendo ahora mismo. Agus, mi Agus, al volante de un karting, con el cabello alborotado escapando del casco y una sonrisa que le iluminaba todo el rostro. El motor rugió, y ella rió como si acabara de domar un dragón. Y juro que, en ese momento, ella era más peligrosa que cualquiera de los autos que yo haya conducido.
—¡Lo estoy haciendo! ¡Estoy manejando un autito!
—¿Ves? No era tan difícil. Aunque te recuerdo que todavía no pasaste de veinte kilómetros por hora.
—Sh, sh.. que soy yo quien está manejando y si quiero, hago desastre —dijo, pero su sonrisa era contagiosa.
Y entonces, cuando ya pensaba que tenía controlado el asunto, giró el volante demasiado brusco en la curva y el auto patinó un poco. Nada grave, pero suficiente para que los dos soltáramos un grito simultáneo. Cuando el auto se detuvo, Agus me miró con los ojos abiertos como platos.
—Te dije que iba a matarnos.
—¿Eso fue un trompo o un intento de seducción? Porque, si era lo segundo, funcionó. —No pude evitar reír mientras me quitaba el cinturón y bajaba del auto.
Ella también salió, pero en lugar de estar molesta, comenzó a reírse tanto que terminó sentada en el asfalto, abrazándose las rodillas.
—Sos el peor instructor del mundo. Que suerte que sos lindo —dijo, mordiéndose el labio.
—Y vos sos la conductora más caótica que vi en mi vida. Pero, Agus… —Me agaché frente a ella, apoyando los codos en mis rodillas. Su risa comenzó a calmarse mientras me miraba, aún con el rostro enrojecido por la adrenalina. —¿No te encantó sentirlo? Ese miedo, esa emoción… esa libertad.
Ella se quedó en silencio unos segundos antes de asentir.
—Sí. Me encantó.
—Ahí tenés. Ahora entendés por qué hago lo que hago.
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okeutocalma · 22 days ago
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Kim Dan — Male reader
Capítulo 02.
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A manhã chegou silenciosa, quebrada apenas pelo som insistente do despertador na mesa de canto de Kim Dan. Ele abriu os olhos com uma sensação estranha no peito, algo que parecia uma mistura de alívio e ansiedade. A lembrança da noite anterior veio à tona imediatamente: as palavras de [Nome], o tom caloroso e a gentileza em seu olhar.
Era raro que alguém olhasse para ele daquela forma, como se realmente enxergasse algo além da fachada cansada. Isso o incomodava e, ao mesmo tempo, despertava um calor reconfortante que ele não sabia como lidar.
Depois de um banho rápido e um café apressado, Kim Dan saiu de casa para mais um dia no consultório. Enquanto andava pelas ruas movimentadas da cidade, ele sentia uma leveza incomum nos passos, como se as palavras de [Nome] tivessem acendido algo dentro dele. Mas, ao mesmo tempo, uma pequena voz em sua cabeça insistia que aquilo era perigoso. Esperar algo mais sempre era perigoso.
Assim que chegou à academia, Dan encontrou sua rotina habitual. Pacientes lotavam a sala de espera, papéis se acumulavam na mesa, e a voz autoritária do chefe ecoava pelos corredores. Mas, mesmo em meio àquela confusão, ele se pegou distraído, pensando no homem que o havia levado para casa na noite anterior.
“Kim Dan, você está ouvindo?” A voz firme do chefe o trouxe de volta à realidade.
“Ah, desculpe. Sim, estou ouvindo.” Ele respondeu, envergonhado, antes de se apressar para atender os pacientes.
O dia transcorreu em um borrão de compromissos, mas, ao final do expediente, algo inesperado aconteceu. Quando Kim Dan saiu do consultório, lá estava [Nome], encostado no mesmo carro da noite anterior, esperando por ele.
“Você de novo?” Dan perguntou, surpreso, mas incapaz de esconder o leve sorriso que surgiu em seus lábios.
[Nome] deu de ombros, exibindo um sorriso despreocupado. “Achei que você poderia querer companhia. É errado?”
Dan balançou a cabeça, sentindo-se desconcertado. Não estava acostumado a esse tipo de atenção, muito menos a alguém que parecia tão disposto a estar ali sem esperar nada em troca.
“Quer dar uma volta?” [Nome] perguntou, inclinando a cabeça em direção ao carro.
Kim Dan hesitou por um momento, mas, ao olhar para aquele sorriso que exalava sinceridade, ele tomou uma decisão impulsiva. “Tudo bem. Só não me leve para muito longe.”
Os dois entraram no carro, e [Nome] ligou o motor, lançando um olhar divertido para Kim Dan. “Relaxa, não vou te sequestrar. Pelo menos não hoje.”
Dan soltou uma risada curta, mas genuína, algo que surpreendeu até ele mesmo. Era estranho se sentir tão à vontade com alguém que, no fundo, ele mal conhecia. Talvez fosse o tom leve de [Nome] ou o jeito como ele parecia não exigir nada além de sua presença.
A cidade passava pelos vidros como um borrão de luzes e sons. O silêncio entre eles não era desconfortável, mas Kim Dan ainda sentia a necessidade de preencher o espaço. “Então… por que você está fazendo isso? Quero dizer, você não me conhece.”
[Nome] manteve os olhos na estrada, mas o sorriso em seus lábios não desapareceu. “Talvez porque eu vi algo em você que me lembrou de mim mesmo.” Ele deu de ombros. “E talvez porque eu acho que você merece mais do que o que está recebendo agora.”
Dan ficou em silêncio, absorvendo aquelas palavras. Ele não sabia como responder, porque, no fundo, ele também não sabia se acreditava nelas.
Eles pararam em um pequeno parque à beira do rio. [Nome] desligou o carro e olhou para ele. “Vem, quero te mostrar algo.”
Sem saber o que esperar, Dan seguiu [Nome] para fora do carro. O ar estava fresco, carregado com o som suave da água correndo no rio. Eles caminharam em silêncio até uma pequena ponte de madeira que cruzava o curso d’água.
“Esse é o meu lugar preferido na cidade,” [Nome] disse, apoiando-se na mureta da ponte. “Quando as coisas ficam complicadas, eu venho aqui. Me lembra que sempre existe algo além dos problemas que estamos enfrentando.”
Kim Dan observou a cena diante dele. A luz fraca do fim do dia refletia na água, criando um brilho dourado. Por um momento, ele sentiu como se pudesse respirar novamente, como se o peso que sempre carregava tivesse se tornado um pouco mais leve.
“Por que me trouxe aqui?” Ele perguntou, sua voz quase um sussurro.
[Nome] o olhou, seu semblante sério agora. “Porque você precisa de um lugar assim também. E porque eu queria te mostrar que, mesmo quando tudo parece escuro, sempre há algo bonito esperando por você.”
Dan desviou o olhar, sentindo os olhos marejarem. Ele não sabia como responder, mas sabia que, pela primeira vez em muito tempo, sentia uma fagulha de esperança.
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fr-freaky · 1 month ago
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Our Own Paradise - Xu Minghao
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The8 x fem. reader
N/A: Alguém por favor, me dê um Xu Minghao?? Estou precisando dele para ser um pouco mais feliz...
Aviso: Relacionamento estabelecido, fluff;
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A noite estava nublado, o tipo de clima úmido que só Anshan podia oferecer.
As luzes da cidade cintilavam ao longe, espelhando-se nas janelas do carro, enquanto o som baixo do motor preenchia o silêncio confortável entre vocês.
Você estava com Myungho, compartilhando aquele momento em que o tempo parece suspenso e nada mais importa além da presença um do outro.
Ele dirigia com uma calma que fazia tudo parecer mais lento, mais sedutor: os dedos de Minghao se moviam com destreza no volante, mas não eram só seus dedos que chamavam sua atenção. O modo como ele se inclinava levemente para frente, a linha do pescoço, os contornos de seu rosto enquanto olhava para a estrada, te deixava sem fôlego. Seu olhar, sempre calmo, agora tinha um brilho mais intenso, como se a noite fosse um convite silencioso.
“Você está bem aí?” A voz dele saiu suave, mas com uma camada de algo mais, como se estivesse te desafiando a confessar o que se passava dentro de você.
Seu olhar se desviava da estrada para se perder em você, um sorriso lento se formando nos seus lábios.
Você não conseguiu evitar sorrir de volta, o calor da noite se misturando com a pressão que crescia dentro de você. O café na sua mão já estava quase vazio, mas a sensação de excitação e liberdade tomava conta de cada célula do seu corpo.
Ele foi o primeiro a quebrar o silêncio.
"Você está sorrindo tanto", ele observou, a voz ainda baixa, quase como se estivesse saboreando o momento. "Eu sei que a noite só está começando, mas… parece que estamos em um paraíso, não é?"
Você sentiu sua pele arrepiar com as palavras dele, e, sem pensar duas vezes, respondeu com a mesma intensidade: "Sim, um paraíso só nosso."
As palavras saíram mais sedutoras do que você planejou, mas Minghao não parecia se importar. Na verdade, parecia ter gostado.
Ele sorriu e, sem mais aviso, abaixou a janela, permitindo que o vento frio da noite invadisse o carro. O frescor era um contraste delicioso com o calor que queimava entre vocês.
O cabelo do Xu caiu suavemente para o lado, e o movimento de seu corpo, tão natural, era quase hipnotizante. Um sorriso surgiu em seu rosto, com aquele toque discreto de diversão no canto dos lábios.
Xiaoba estava se divertindo com a sua presença, e isso te deixou ainda mais envolvido.
"Essa noite... está acontecendo de um jeito estranho." Ele disse, a voz arrastada, como se cada palavra fosse uma promessa. "Sabe quando tudo se sente certo? Como se, nesse momento, o resto do mundo fosse só um pano de fundo?"
Você não respondeu de imediato, pois suas palavras estavam presas na sua garganta, o calor no seu corpo crescendo mais rápido do que você poderia processar. Mas quando os olhares se encontraram novamente, você viu o fogo refletido nos olhos dele, e foi tudo o que você precisou.
Sem dizer mais nada, você sentiu seu corpo se mover na direção dele, uma atração irresistível tomando conta de você.
O carro parou em uma rua tranquila, quase isolada. A música agora preenchia o espaço com uma batida lenta, quase hipnótica.
Ele desligou o motor e virou-se para você.
"Quer fazer dessa noite algo inesquecível?" Sussurrou, sua voz carregada de um tom que não deixava dúvidas sobre suas intenções. A pergunta não precisava ser respondida com palavras.
Sem esperar por mais, você saiu do carro. Seu namorado te seguiu, os passos dele parecendo dançar com os seus. A rua estava vazia, mas o mundo ao redor de vocês parecia pulsar.
Ele se aproximou de você, o calor do seu corpo tornando a noite ainda mais intensa e segurou sua mão, os dedos se entrelaçando com os seus. Você sentiu uma eletricidade atravessar sua pele.
Hao te puxou para mais perto, sua boca quase tocando a sua, mas não. Queria fazer você esperar, brincar com a tensão que já estava crescendo entre vocês.
A cada passo, o desejo ficava mais claro, mais palpável.
Minghao te guiou para um lugar mais afastado, uma área escondida entre os prédios, longe dos olhos curiosos, onde a única coisa que existia era ele e você.
Um pouco depois, te parou diante de um muro, seus olhos escuros e intensos refletindo a luz das estrelas.
Ele se aproximou lentamente, as mãos em sua cintura, puxando seu corpo para o dele.
O toque dele era firme, mas suave, como se quisesse te marcar, mas sem pressa. Myungho queria te sentir.
Você sentiu sua respiração quente em seu pescoço, e algo dentro de você cedeu.
“Não estamos mais na cidade”, ele sussurrou, a voz baixa e cheia de promessas. “Agora, estamos em nosso próprio paraíso.”
Você fechou os olhos, sentindo a proximidade dele, o calor crescente que já tomava conta de tudo. Seu corpo estava reagindo à presença dele, e não havia como negar.
A tensão entre vocês era quase palpável, e quando ele finalmente encostou seus lábios nos seus, foi como se todo o resto do mundo tivesse desaparecido.
N��o importava onde estivessem, o paraíso era ali, no toque, nos beijos, nas promessas feitas sem palavras. E com Xu Minghao
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blogwelberfotos-blog · 11 months ago
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Chiron Supercarros criados por mim em ano 2010 e ajuda de Neymar Júnior designer de supercarro ele ajudou nos faróis grandes funcionais aerodinâmica e caixas. Uma curva do lataria lateral. Meus trabalhos cores, rodas, aerodinamicos pneus, freios, motor w16, vidros de camadas blindados com ouro , volante de inoxidável encapado com couro.
Supercarro Chiron bacana 420kmh velocidade máxima, o carro mais rápido do mundo.
Ganhou vários prêmios eu também nome mestre designer. Welberfotos e Neymar Júnior.
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folklorriss · 4 months ago
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thinking out loud | ln4
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{ lista principal }
pov: lando decide que vencer o wdc não é suficiente. ele precisa por um anel no seu dedo.
- avisos: s/n pov. pode ser meio sentimental, especialmente para as fãs de ed sheeran e românticas incuráveis como eu.
- wc: 1.329
Imagens tiradas do Pinterest, todo direito reservado ao seus autores. História ficcional apenas para diversão, não representa a realidade e os personagens utilizados possuem suas próprias vidas e relacionamentos, seja respeitoso. 😊
O único barulho na garagem da McLaren é o dos motores na pista, do lado de fora. Todos seguram a respiração quando Lando abre a última volta do Grande Prêmio de Abu Dhabi, completamente vidrados na tela, mãos unidas e “vamos, Lando” sendo balbuciados baixinho.
Depois de seis anos, o piloto está, literalmente, a uma volta de se tornar campeão mundial pela primeira vez. Quando ele passa pela última curva, praticamente toda a equipe corre até o alambrado que separa o pitlane da pista, para vê-lo surgir no horizonte, acelerando a McLaren número 4 que o consagrará campeão do campeonato.
Você está imóvel no lugar onde passou a última hora assistindo à corrida, sem reação, olhos marejados e presos na tela que acompanha o veloz carro de Lando. Então, o mundo parece ficar em silêncio por dois segundos, sua boca se abre em um perfeito “O” e uma lágrima escorre pelo seu rosto antes da garagem explodir em gritos e palmas, os fogos de artifício estourando no céu do lado de fora.
A bandeira quadriculada é agitada, e Lando Norris, o seu Lando Norris, é o campeão mundial.
Os momentos seguintes passam como um borrão. Lando te dá um beijo e um abraço rápido, te agradece milhões de vezes por nunca deixar de acreditar nele (como se isso algum dia fosse possível) e some com a chefe de relações públicas da McLaren para uma sucessão de entrevistas. Todos querem um pedaço do novo campeão, e você sorri ao pensar que, ok, eles podem tê-lo por alguns minutos, mas, no fim do dia, ele será inteiramente seu.
E é exatamente isso que acontece. Vocês entram no quarto perfeitamente arrumado e preparado para vocês. Lando fazia questão de dar uma festa para toda a equipe, então a comemoração do título ficaria para a semana que vem em Woking, na sede da McLaren. Lando ri quando vê um banquete perfeitamente arrumado esperando por vocês dois na pequena sala da nada humilde suíte na cobertura do hotel. Não era de se esperar menos do Hilton.
“Ah, as vantagens de namorar um campeão mundial!” você brinca, servindo-se de um dos deliciosos croissants. Nem havia notado que estava com tanta fome devido à emoção das últimas horas.
Estranhando a falta de resposta, você se vira para encontrar Lando parado atrás de você, de braços cruzados e sorrindo. Ele está absurdamente lindo, rosto e ombros relaxados; como se um peso tivesse saído de cima de si, olhos suaves, cabelo levemente molhado devido ao rápido banho após o pódio, e você pode jurar que há um brilho em volta dele. Na verdade, pra você, sempre houve um brilho nele.
“Repete a última parte” ele diz, se aproximando devagar. Você termina de mastigar e sorri, limpando as mãos em um guardanapo. Então vai ao encontro dele e seus braços circundam o pescoço forte do seu namorado. Lando responde ao gesto colocando as mãos na sua cintura.
“Campeão.” você deixa um beijo leve no canto esquerdo da boca dele. “Mundial.” e repete o gesto no canto direito. “Eu namoro a porra do campeão mundial!” você ri, jogando a cabeça levemente para trás, e Lando te puxa para mais perto, capturando seus lábios em um beijo leve e apaixonado.
Você sente seu corpo tremer e suas pernas fraquejarem com o toque suave dos lábios do seu namorado. As mãos de Lando deixam sua cintura para que os braços possam te apertar em um abraço forte, e você se entrega de vez àquele beijo.
Você e Lando se conheceram ainda crianças e começaram a namorar dois anos antes de ele entrar para a Fórmula 1, ou seja, são oito anos de namoro. Você acompanhou toda a trajetória dele, esteve nos momentos bons, nos ruins, nos maravilhosos e nos péssimos. Não foi uma, nem duas vezes que o piloto pensou em desistir, mas você esteve lá, conciliando seus problemas com o apoio incansável ao namorado e sempre pronta para levantá-lo quando ele caía.
Óbvio que era recíproco; você também teve seus momentos durante os anos, e Lando nunca hesitou em te ajudar, em mostrar todo seu apoio e ser seu ponto de equilíbrio.
Aquela vitória era só o começo, e você sentia que poderia explodir de orgulho só de pensar em tudo que Lando ainda iria conquistar. Ele te beijando daquele jeito tão apaixonado e entregue não facilitava nada também. Você estava derretendo, derretendo de amor pelo seu primeiro e único amor. Você sabia disso.
Lando se afasta gentilmente.
“Tem uma coisa...” a voz dele falha, e ele limpa a garganta antes de continuar. “Tem uma coisa que eu quero te falar.” ele se afasta e vai até a mala que está perto da cama. Instantaneamente, você sente falta do calor dele e cruza os braços, esperando que ele volte.
Lando para na sua frente, mãos para trás do corpo, sorriso travesso e uma ternura nos olhos que você nunca viu antes. Você sente um frio na boca do estômago e muda o peso do corpo de uma perna para a outra.
“Eu, bem... Eu tinha planejado isso de outra forma, mas...” ele se perde no seu rosto por alguns segundos e respira fundo antes de continuar. “Mas então eu estava no pódio, levantando um troféu e sabendo que venci o campeonato e, cara, tudo que eu conseguia ver lá de cima era você. Tudo que eu conseguia pensar era que você sempre foi e sempre vai ser a maior conquista que eu posso ter.”
A ardência nos seus olhos denuncia o choro prestes a vir. Lando sorri e alcança a lágrima solitária que escorre pela sua bochecha com o polegar.
“Então, lá em cima, naquele momento, eu decidi que não ia esperar mais nenhum minuto.” Lando se ajoelha e abre uma caixinha. Um anel delicado brilha para você.
“Lando...” as lágrimas rolam livres pelo seu rosto agora, e ele sorri ainda mais.
“Nada, nada mesmo do que eu sou hoje seria possível sem você. Eu posso ter ficado horas no simulador, ter dedicado sangue, suor e lágrimas a esse esporte desde que me conheço por gente, mas não teria chegado nem ao meu segundo ano se não fosse você me apoiando e me fazendo enxergar a luz quando tudo ficou escuro demais. E eu sei que, mesmo quando meu cabelo parar de crescer, minha memória falhar e as pessoas não lembrarem mais do meu nome, você ainda vai ser a única a me amar assim mesmo. Então eu não quero mais passar nenhum dia sendo seu namorado campeão. Não, quero ser seu marido campeão, porque nada disso vai ter sentido se não for com você. Então, s/n, você poderia, por favor, casar comigo?”
A habilidade de falar parece te fugir, e você só consegue chorar e pensar no quanto ama aquele homem ali ajoelhado, sorrindo como uma criança boba, sorrindo para você como a sua criança boba.
Você se ajoelha na frente dele e o beija, as lágrimas dando um gosto salgado ao beijo atrapalhado, que sai entre sorrisos. Então você começa a rir, rir para valer e se afasta, balançando a cabeça freneticamente.
“Mil vezes… Eu te diria sim mil vezes, Lando Norris.”
Lando sorri ainda mais (se é que isso é possível!) e te abraça, te levantando do chão e te girando no ar.
“Eu te amo tanto, tanto, tanto!” ele te coloca no chão e beija todo o seu rosto, te arrancando uma risada fácil.
Então, Lando pega sua mão direita e coloca o anel brilhante no seu dedo. Você sorri, completamente extasiada e sentindo o beijo molhado que ele deixa na sua mão antes de segurar seu rosto e suspirar.
“Eu realmente queria fazer isso de outra forma, mas-”
“Foi perfeito e do nosso jeito, Lan.” você o interrompe e sorri docemente para o seu agora noivo. “E ei! Você citou Ed Sheeran no pedido? Sério mesmo?”
“Óbvio. Eu não deixaria de fora desse momento o segundo homem que você mais ama nesse mundo.” ele faz cócegas leves na sua barriga e te puxa para perto.
“Que bom que você sabe que é o segundo, porque o primeiro está bem aqui e é o único que me importa. Para todo sempre.”
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blogpopular · 3 days ago
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Motor de Alta Velocidade Tesla: Limites e Capacidades
O motor de alta velocidade Tesla é uma peça central na revolução dos veículos elétricos, representando um marco na engenharia automotiva. Reconhecido por seu desempenho excepcional, eficiência energética e inovação tecnológica, este motor desafia os paradigmas dos sistemas de propulsão tradicionais. Neste artigo, exploraremos os limites e as capacidades do motor de alta velocidade Tesla, com uma…
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slashercrossarchive · 2 months ago
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Primeiro contato.
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Então, eu comecei o blog tão empolgado que eu esqueci de começar pelo começo. E acabou ficando meio confuso.
Então vou dar alguns passos pra trás e explicar como foi a primeira vez que entrei em contato direto com ele.
Faziam pouquíssimos dias que eu tava trabalhando aqui, foi o único emprego que consegui em meses. Tava empolgado, mas assustado, a conveniência não é muito convidativa (pouquíssimas prateleiras com pouquíssimos itens nelas, isso além das luzes piscando).
Além disso, eu nem cheguei a ver a cara do meu chefe!
Parecia o pretexto perfeito pra um jogo indie de terror, mas os primeiros dias foram tranquilos.
Eu passava a maior parte do tempo no trabalho jogando no celular, scrollando em redes sociais aleatórias e em call com meus amigos.
Quase não tinham clientes, então toda vez que eu ouvia qualquer barulho que não fosse do motor das geladeiras ou da máquina semi funcional de hot dogs, eu levava um susto do cacete.
Então vocês imaginam como foi a minha reação quando eu ouvi alguém batendo no vidro do meu lado.
Quando eu olhei pro lado minha primeira reação foi dar um pulo, cai da cadeira de bunda no chão, levantei devagar e ele continuou me encarando, sem se mover.
Ele movia o rosto devagar, mas seus olhos estavam inquietos, parecia que ele estava me lendo de cima a baixo várias vezes. Como se tentasse encontrar algo em mim, quando eu finalmente fiquei de frente pra ele, prestes a pegar o meu telefone, ele saiu correndo, adentrando a floresta mas rápido do que eu pude raciocinar.
Ele parecia um animal.
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nevenkebla · 16 days ago
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Exponiendo al culpable
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Amazing Spider-Man (1963) #80 Stan Lee (Escritor), John Buscema (Dibujante)
— Spider-Man: ¡Ahí está! ¡Lo veo! ¡Solo puede ser él! ¡Quieto, amigo! ¡Ya te tengo! — J. Jonah Jameson: ¡Miren! ¡Ahí arriba! ¡El trepamuros ataca de nuevo! ¡Atrápenle! — Spider-Man: ¡Calla, carapasa! ¡Tengo a quien buscan de verdad! — “Peter Parker”: ¡No! ¡No! ¡Estás loco! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude! — Spider-Man: ¡Has cometido el mayor error de tu vida, Chameleon! ¡Elegiste la identidad de la persona que sabía que no podías ser! — J. Jonah Jameson: ¡No le tengo más aprecio que tú… pero no puedes pegar a un crío solo porque te ha sacado muchas fotos! — Spider-Man: ¡Ese zoquete estorba a todo el mundo! ¡No quería pegarle, quería arrancarle la máscara! ¡Ahora mira lo que me has hecho hacer!
— Spider-Man: ¡Atrás! ¡No quiero que nadie salga herido! ¡Pero no puedo dejar que ese liante se salga con la suya! — J. Jonah Jameson: ¡Parker! ¿Qué estás haciendo? — “Peter Parker”: ��Tú qué crees, tontaina? — J. Jonah Jameson: ¡El crío se ha vuelto loco! ¡Nos tira una bomba! — Spider-Man: ¡Te dije que no era Peter Parker! ¡Puede que ahora comprendas lo que pasa! ¡Así! ¡Mi telaraña sofocará la explosión lo suficiente como para hacerla inofensiva! — “Peter Parker”: ¡Largo de aquí, amigo! ¡Necesito estas ruedas más que tú! ¿Qué le pasa a este trasto? ¡El motor funciona… pero no se mueve! — Spider-Man: ¡Siempre te he dicho una cosa, cara falsa… hay quien no sabe cuándo rendirse! ¡No seas desagradable, chaval! ¡Sal de ahí! ¡Bueno, si necesitas una ayudita…! — J. Jonah Jameson: ¡Rápido… arréstenlo antes de que vuelva a escaparse! — Spider-Man: Y, ahora, la revelación… ¡Aquí está el que robó los cuadros del museo… y también intentó llevarse los bonos!
— J. Jonah Jameson: ¡Entonces no fue Spider-Man! ¡Fue Chameleon! — Spider-Man: Primero, suplantó al Capitán Stacy… ¡Y luego a Peter Parker! ¡En cuanto a ti, Jameson… deberías alegrarte de que no sospechara que se había disfrazado de editor atontado! — J. Jonah Jameson: ¡¡Pero… serás… serás… serás…!! — Spider-Man: ¡Habría sido lo más intentar arrancarte tu fea cara! — J. Jonah Jameson: ¡¡Alto!! ¿Cómo supiste que no era Peter Parker? — Spider-Man: ¡Ese es mi secreto, corazón! ¡Y seguirá siéndolo… mientras Spider-Man viva!
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shactividades · 1 month ago
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FIN DEL CAPÍTULO 4: EL INICIO DEL FIN PT. 1. 
Ambientación: 21 de Octubre, 14:30 p.m.
El sonido de los camiones militares se mezcla con el retumbar de los helicópteros que siguen patrullando sobre el pueblo. A lo lejos, las luces de los vehículos blindados iluminan las calles oscuras mientras se detienen con un chirrido. Los soldados, vestidos con uniformes y máscaras, descienden de los camiones con precisión. La tensión es palpable en el aire, pero hay un atisbo de esperanza cuando el oficial al mando, con voz firme, se acerca al grupo de residentes agolpados en la calle.
—¡Atención! Los mayores y los niños primero. Suban a los camiones, rápido. —su voz retumba, cortando el murmullo nervioso de la multitud.
Un murmullo recorre a los presentes mientras los soldados, sin perder tiempo, comienzan a organizar a los ancianos y a los niños. Los más pequeños, algunos entre los brazos de sus madres, otros sujetados de las manos de sus padres, son subidos con rapidez a los camiones, que parecen ofrecer una esperanza en medio de la desesperación. Los militares ayudan a los mayores a subir, con una delicadeza que contrasta con la urgencia de la situación.
Las madres observan, con los ojos llenos de ansiedad, como sus hijos son colocados en los camiones. Algunas no sueltan las manos de sus pequeños, pero finalmente, con un gesto de resignación, dejan que los soldados se los lleven. Un padre mira a su hija, una niña de no más de cinco años, y la abraza una última vez antes de verla subir al camión.
Un soldado se acerca a una mujer que sostiene a su hijo contra el pecho, su rostro marcado por el cansancio y la incertidumbre.
—Regresaremos por más personas en unas horas —le asegura, tratando de infundirle algo de calma—. Mantengan la calma y esperen en sus refugios. No salgan a las calles hasta que regresemos.
Ella asiente, pero sus ojos reflejan dudas. Mira el camión que se aleja con su hijo dentro, y la angustia la consume. El sonido de los motores, el zumbido de los helicópteros, y el resplandor de las luces parecen lejanos ahora, como una promesa que no puede confiar completamente.
A medida que los camiones se alejan, el pueblo queda sumido en un silencio tenso. Los helicópteros siguen sobrevolando, pero sus luces ya no iluminan tanto la calle principal. La espera comienza. Los que aún quedan en el pueblo se agazapan en sus refugios, con la incertidumbre a flor de piel. La noche se cierra sobre ellos, y mientras las luces de los vehículos se desvanecen en la distancia, sólo queda una pregunta flotando en el aire: ¿regresarán?
Pero, a medida que el último camión desaparece por el horizonte, algo más se vuelve claro: los infectados siguen ahí. Atrás, en la zona residencial, se escuchan sus gruñidos, sus pasos arrastrados, un sonido constante que recuerda la amenaza que permanece. Los sobrevivientes en los refugios, aislados y en silencio, se dan cuenta de que el pueblo ha quedado sellado, pero no a salvo. Los infectados están atrapados en la zona residencial, pero ellos, los que quedan, también están atrapados. Solos, sin más ayuda que la incertidumbre, el pueblo parece haberse convertido en una prisión de sombras, con el eco de los gruñidos como recordatorio de que la lucha sigue, aunque los camiones ya se hayan ido.
Los personajes con hijos son libres de decidir si dejaron que se marcharan en la primera ronda de rescate o si decidieron esperar para irse juntos. También son libres de decidir si las familias de los personajes se fueron en esta intervención o siguen dentro del pueblo.
El recuento de daños será publicado junto a la actividad 5.
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zmarylou · 6 months ago
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@silencehq
If this is to end in fire, then we should all burn together Watch the flames climb high into the night Calling out father oh stand by and we will Watch the flames burn auburn on The mountain side, desolation comes upon the sky.
Os olhos claros de Mary-Louise fixavam-se no teto com a projeção do céu estrelado, como se buscassem encontrar nas estrelas algum tipo de resposta ou conforto. Havia algo em contemplar o firmamento que a fazia sentir-se em paz, uma sensação de estar conectada a seu progenitor, lhe dava segurança. O céu era seu refúgio, seu santuário, e mesmo depois de tantos anos, ainda se lembrava vividamente da sensação de cair dele.
A memória do acidente de avião estava gravada em sua mente com uma nitidez perturbadora. Lembrava-se da súbita queda, o som ensurdecedor dos motores falhando, os gritos de pavor dos outros passageiros, e o seu próprio coração batendo freneticamente no peito. O medo e a tristeza se misturavam em um turbilhão de emoções, e por um breve momento, Mary-Louise pensou que aquele seria seu fim, que não haveria salvação.
Mas então, algo incrível aconteceu. No auge do desespero, sentiu uma calma estranha a invadir. Era como se uma força invisível estivesse ao seu redor, amparando-a, impedindo que caísse violentamente no oceano furioso abaixo. Em vez disso, foi suavemente envolta por uma brisa de vento forte e firme que a carregou de volta à segurança. Para Mary-Louise, aquele momento foi uma epifania. O próprio céu, em toda a sua vastidão e mistério, estivesse cuidando dela, guiando-a de volta ao lugar ao qual pertencia. Zeus, ele havia a salvo, apenas nunca entendeu o porquê.
Para ela, Zeus era tão essencial quanto o ar que respirava. Ele não era apenas seu pai, mas também a personificação de tudo que ela aspirava ser: forte, imponente, justo e, acima de tudo, protetor. Ela se esforçava incessantemente para ser digna do sangue divino que corria em suas veias, para honrar o nome que carregava e a linhagem que representava. Cada missão que completava, cada batalha que enfrentava, não eram apenas conquistas pessoais, mas também uma forma de se aproximar mais de seu pai, de provar seu valor e merecer seu amor.
A Beckett estava perdida em seus pensamentos, talvez por finalmente sentir-se bela e digna de amor, envolta em uma bolha de contentamento que a protegia da dura realidade que se desenrolava ao seu redor. Sua mente estava ocupada com devaneios, distraída pela sensação de estar mais próxima de seu pai, Zeus, quando a realidade desabou sobre ela com uma ferocidade assustadora.
Tudo começou a mudar quando os primeiros gritos ecoaram pela noite. Mary demorou um momento para registrar o que estava acontecendo, e quando finalmente o fez, o horror a envolveu como um manto sufocante. Ela olhou ao redor e viu o sangue escorrendo pelas faces de Ronnie e Yasemin, a expressão de dor e terror em seus olhos congelando o tempo. O brilho intenso das chamas quase a desorientou, e em um instante, o céu estrelado que antes admirava desabou em caos. As estrelas, que pareciam tão distantes e seguras, agora caíam ao chão em chamas, transformando o ambiente em um inferno incandescente. Tudo ao redor de Mary se movia rápido demais, enquanto ela permanecia em choque, processando lentamente o perigo iminente. Seu corpo estava em modo de sobrevivência, mas sua mente lutava para acompanhar a brutalidade dos eventos.
Em meio ao caos, Mary se esbarrou em outros semideuses que corriam em pânico. Ela não sabia para onde ir, apenas que precisava sair dali. Enquanto tentava correr, sentiu o calor abrasador e a dor intensa quando uma das estrelas em chamas caiu diretamente na barra de seu vestido. Sem pensar, ela se jogou ao chão, tentando desesperadamente apagar o fogo que consumia suas vestes. Os gritos que ecoaram de sua garganta não eram apenas de dor física, mas de um terror primordial que a dominava. Cada movimento parecia um esforço monumental enquanto tentava apagar as chamas, o calor crescente do ambiente tornando insuportável o contato com o metal de sua prótese. O cheiro do metal queimando sua carne era nauseante, e Mary rasgou o vestido em um desespero frenético, tentando encontrar uma maneira de aliviar a dor.
Suas mãos, queimadas e trêmulas, tocaram o metal quente da prótese, causando-lhe uma agonia indescritível. O contato direto parecia derreter sua pele, e o desespero crescia em seu peito. Tentou se levantar, a mente em um estado de pânico absoluto, mas seus movimentos eram descoordenados, e ela tropeçou, caindo pesadamente em uma das cadeiras em chamas ao redor. O impacto a lançou de volta ao solo, e foi então que sentiu o calor agonizante subir por seu braço direito. Seu braço estava em chamas, e a dor era tão intensa que a mente de Mary quase se desligou do corpo. Cada nervo gritava em agonia, o calor consumindo sua carne de uma maneira que parecia impossível de suportar. Ela se contorceu no chão, tentando apagar o fogo, mas o pânico tornava cada movimento menos eficaz, suas tentativas desesperadas de aliviar a dor eram frustradas pela intensidade das chamas.
Cada fibra de seu ser clamava por alívio, por uma pausa na dor interminável, mas a única resposta que encontrava era mais calor, mais dor. Em meio ao caos, o mundo ao redor de Mary se desfez em um borrão de sofrimento e desespero, e ela sabia, no fundo de sua mente, que precisaria lutar com todas as forças para sobreviver àquele inferno.
Em meio à confusão, Mary fechou os olhos por um momento, buscando um resquício de esperança, uma força que pudesse ajudá-la a seguir em frente. Com um murmúrio quase inaudível, ela ofereceu uma prece ao seu pai, Zeus, que agora parecia tão distante. “Que seja feita a sua vontade,” murmurou, sua voz um fio trêmulo de determinação em meio à devastação que a cercava. Embora sentisse como se estivesse abandonada, uma pequena chama de fé queimava em seu coração, uma chama que ela não deixaria se apagar facilmente.
Não desistiria. Mary-Louise era uma guerreira, uma filha de Zeus, e mesmo que sua força estivesse no limite, sua determinação permanecia inabalável. Tentou se levantar, um esforço que parecia fútil diante da dor e da exaustão que a assolavam. Sua visão começou a escurecer, um zumbido crescente em seus ouvidos anunciava que sua consciência estava por um fio. Cada tentativa de se erguer era frustrada pela fraqueza que tomava conta de seu corpo, e ela sabia que estava perto do colapso. A escuridão parecia se fechar ao seu redor, um véu opaco que ameaçava engoli-la por completo. Ainda assim, Mary-Louise não parou. Com uma última explosão de força de vontade, ela começou a rastejar pelo chão, cada movimento sendo uma batalha contra a inconsciência que se aproximava. Sua pele ardia, seus pulmões gritavam por alívio, mas ela continuava.
Finalmente, quando sua energia estava esgotada e o mundo ao seu redor era apenas uma massa indistinta de ruídos e dor, a escuridão finalmente a venceu. Mary-Louise desabou no chão, a consciência se esvaindo enquanto seu corpo sucumbia à exaustão. Mesmo enquanto a escuridão a envolvia, sua última consciência foi uma de determinação e de uma fé inabalável em si mesma. Ela lutou até o fim, e isso era o que importava.
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equipo · 1 year ago
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Cambia, todo cambia
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Además, hemos solventado algunos errores de diseño del nuevo menú de navegación de la versión web, sobre todo incidencias causadas al redimensionar la ventana del navegador.
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