#Mitos y Cultura Griega
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mitosenespanol · 5 months ago
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Empusas
En la antigua Palestina se creía en Lilith, considerada la primera mujer del mundo, que posteriormente cayó al abismo al abandonar a su esposo Adán y el Edén, y se convirtió en personificación del mal y la lujuria. Dicha figura fue retomada por otras culturas, incluyendo la griega.
En el mundo griego, su equivalente era Hécate, diosa del mundo subterráneo. Así como las hijas de Lilith eran las Lilim, las de Hécate eran las empusas: se decía que tenían ancas de asno y sandalias de latón, igual que su madre —las sandalias doradas eran de Afrodita—. A pesar de su feo aspecto, tenían la capacidad de transformarse en perras, vacas o hermosas doncellas. Es en esta última forma cuando buscaban hombres jóvenes y débiles de espíritu para seducirlos y consumir su fuerza vital.
Filóstrato de Atenas escribió una anécdota sobre un joven llamado Menipo que se enamoró de una empusa. Este joven era discípulo de Apolonio de Tiana y, durante una estancia en Corinto, se enamoró de una hermosa mujer que decía venir de Fenicia. Para suerte (o desgracia) de Menipo, la mujer confesó amarlo también, así que yacieron juntos múltiples noches, a expensar de Filóstrato, que desaprobaba aquel romance.
Menipo decidió desposar a la mujer. Juntos organizaron un gran banquete en el que ella se encargó de preparar suculentos alimentos y decorar con hermosas y aromáticas flores. En cuanto Filóstrato vio a la pareja abrazándose y besándose, acusó a la mujer de ser una empusa con estas palabras:
"Tú, al que las mujeres persiguen, abrazas a una serpiente, y ella a ti."
Después de estas palabras acusadoras, las flores y la deliciosa comida se desvanecieron, todo desaparecía poco a poco frente a la mirada atónita de los invitados y el mismo Menipo. Un asqueroso hedor inundó el ambiente, y quien fuera una bella y seductora mujer, pronto se convirtió en una horrible serpiente con cabeza humana. Confesándo que era una empusa que deseaba consumir la fuerza vital de Menipo, huyó a toda velocidad dejando a los invitados asutados y al novio desconcertado.
Filóstrato creyó a ver salvado al muchacho, pero a los pocos meses este murió de amor.
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elaprendizdecinico · 16 days ago
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Nilo, El Dios Fluvial Asociado al Río Nilo.
En la mitología griega, el dios fluvial asociado al río Nilo es Nilus o Nilo, una deidad que personifica el río más grande y venerado de Egipto. Aunque la mitología griega no lo trata con la misma profundidad que a sus propias deidades fluviales, como Aqueloo, los griegos lo reconocían como el padre de las aguas que sustentaban la vida en la tierra fértil de Egipto. Nilo era considerado un dios primigenio, parte de los dioses-río o potamoi, quienes daban forma al paisaje y eran fuente de fertilidad y abundancia.
Orígenes y Descendencia:
Nilus es hijo de Océano y Tetis, las deidades titánicas que representan las aguas profundas y las corrientes. La mitología lo coloca como progenitor de varios personajes importantes, entre ellos figuras como Menfis, quien da su nombre a la famosa ciudad egipcia, y Egipto, ancestro epónimo del país. Nilus también engendra a las ninfas del Nilo, quienes eran espíritus de las aguas asociadas al río y consideradas guardianas de sus caudales sagrados.
Rol en la Mitología y Sincretismo Egipcio:
Para los griegos, el Nilo no solo era un río, sino un símbolo de vida. Aunque Nilus no era una deidad prominente en sus mitos, los griegos asociaban su figura con Hapi, el dios egipcio del Nilo, a quien veneraban por traer las inundaciones anuales que fertilizaban las tierras y aseguraban las cosechas. Esto muestra el respeto y la fascinación de los griegos por la cultura egipcia y el sincretismo entre ambas mitologías.
La veneración del Nilo, como la de otros ríos, era fundamental debido al rol esencial que jugaba para la vida y la prosperidad.
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jartita-me-teneis · 2 months ago
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¿Quién imaginó por primera vez los conceptos de robot, autómata, perfeccionamiento humano e inteligencia artificial (IA)? Los historiadores tienden a seguir el rastro de los autómatas hasta los artesanos medievales, los cuales desarrollaron máquinas que se movían por sí solas, pero si volvemos la mirada incluso más lejos, más de dos mil años atrás, encontraremos un considerable conjunto de ideas y visiones que surgieron en la mitología, relatos que vislumbraron maneras de imitar, aumentar y superar la vida natural por medios que podríamos denominar ''biotechne'', (la vida mediante la técnica), en otras palabras, podemos descubrir las primeras intuiciones de lo que hoy llamamos biotecnología, mucho antes de los mecanismos de relojería de la Edad Media y los autómatas de la Europa moderna, e incluso siglos antes de que las innovaciones tecnológicas del periodo helenístico hicieran factibles sofisticados artefactos automotrices, las ideas acerca de la creación de vida artificial –y las dudas por imitar a la naturaleza– fueron ya exploradas en los mitos griegos, seres que fueron ''creados, no nacidos'' aparecen en los relatos de ''Jasón y los argonautas'', el robot de bronce Talos, la tecno-bruja Medea, el genio artesano Dédalo, el portador del fuego Prometeo y la malvada ''fembot'' creada por Hefesto, Pandora.
La historiadora Adrienne Mayor en su libro ''Dioses y robots'' reflexiona sobre cómo los antiguos griegos imaginaron conceptos de robótica e inteligencia artificial, en una combinación de fuentes históricas, arqueología, mitología y cultura popular contemporánea para trenzar un pionero y rompedor relato: en cómo el mundo clásico imaginó conceptos de robótica e inteligencia artificial hace más de dos milenios. El primer ''robot'' sobre la tierra (según la mitología griega) fue un gigante de bronce llamado Talos. Talos era una estatua animada que guardaba la isla de Creta, uno de los tres asombrosos regalos fabricados por Hefesto, dios de la forja, patrón de la invención y la tecnología. Estas maravillas fueron encargadas por Zeus para su hijo Minos, el legendario rey de Creta, los otros dos regalos eran un carcaj de oro cuyas flechas, a modo de dron, nunca fallaban su objetivo, y Lélape, un sabueso de oro que siempre atrapaba a su presa.
Al autómata de bronce Talos se le encomendó la tarea de proteger Creta contra los piratas, este patrullaba el reino de Minos y recorría el perímetro de la gran isla tres veces al día, se trataba de una máquina de metal animada, con forma de hombre, capaz de realizar acciones complejas en apariencia humanas, por lo que se le puede considerar como un imaginario robot androide, un autómata ''construido para moverse por sí mismo''. Diseñado y fabricado por Hefesto para repeler invasiones, fue ''programado'' para detectar extraños, coger y lanzar rocas, así como hundir cualquier barco extranjero que se acercase a la costa. Además, Talos poseía otra habilidad, inspirada en una característica propiamente humana, en el combate cuerpo a cuerpo, el gigante mecánico podía recrear una espeluznante perversión del gesto universal de calidez humana, el abrazo, con la capacidad de calentar su cuerpo de bronce al rojo vivo, Talos estrechaba a sus víctimas contra su pecho y los asaba vivos, la aparición más memorable del autómata en la mitología tiene lugar cerca del final de la ''Argonáutica”, el poema épico de Apolonio de Rodas que narra las aventuras del héroe griego Jasón y los argonautas en busca del vellocino de oro.
''…Pero el broncíneo Talos, desgajando peñascos del recio acantilado, les impedía amarrar sus cables a tierra. Él, entre los semidioses había quedado de la estirpe de los hombres que nacieron de los fresnos; el Crónida se lo donó a Europa para que fuese guardián de su isla, y él por tres veces daba a Creta la vuelta con sus broncíneos pies. Pero si bien estaba formado de bronce y sin fractura posible, por debajo del tendón, en el tobillo, tenía una vena llena de sangre, y la membrana sutil que la encerraba era su límite entre la vida y la muerte...''. Apolonio de Rodas, La Argonáutica, Canto IV.
En la actualidad, muchos conocen el episodio de Talos gracias a la inolvidable animación del robot de bronce en ''stop motion'' (animación en volumen)​ creada por Ray Harryhausen para la película de 1963 ''Jasón y los argonautas''. Cuando compuso su poema épico, Apolonio se basó en versiones orales y escritas mucho más antiguas de los mitos de Jasón, Medea y Talos, historias que ya eran bien conocidas por su audiencia. Apolonio, un anticuario que escribía en un estilo arcaico, presentó a Talos en cierto momento como un relicto o superviviente de los ''hombres de la Edad del Bronce'', esto era una alusión puramente literaria a un concepto metafórico sobre el pasado remoto tomado de la obra del poeta Hesíodo, Los Trabajos y los días (750-650 a. C.), no obstante, en la ''Argonáutica” y otras versiones del mito, Talos era descrito como un producto tecnológico, concebido como un autómata de bronce fabricado por Hefesto y emplazado en Creta para cumplir un trabajo.
Sus capacidades eran impulsadas mediante un sistema interno de icor divino, la ''sangre'' de los dioses inmortales, por lo tanto, esto plantea ciertas dudas: ¿Talos era inmortal? ¿Era una máquina sin alma o un ser sensible? Estas incógnitas resultaron ser cruciales para los argonautas. Enfrentados al peligro del amenazante autómata de bronce que se interponía en su camino, la hechicera Medea tomó el mando: ''¡Esperad! –ordena a la aterrorizada tripulación de Jasón–: Puede que el cuerpo de Talos sea de bronce, pero no sabemos si es inmortal. Creo que puedo derrotarlo''. Medea hizo uso del control mental y de un conocimiento particular de la fisiología del robot. Sabe que el dios herrero Hefesto construyó a Talos con una única arteria o conducto interno a través del cual el icor, el etéreo fluido vital de los dioses, bombeaba de la cabeza a los pies, un ''vivisistema'' biomimético sellado con un clavo o tornillo de bronce en su tobillo, murmurando palabras místicas para invocar a los espíritus maléficos, rechinando los dientes con furia, Medea fija su penetrante mirada en los ojos de Talos. La hechicera irradia una siniestra ''telepatía'' que desorienta al gigante, Talos tropieza al coger otro peñasco para lanzarlo, una roca le corta el tobillo abriendo la única vena del robot, al desangrarse su fuerza vital ''como plomo derretido'', el majestuoso gigante de bronce se tambalea y termina desplomándose sobre la playa.
Otra versión reza que Peante, padre de Filoctetes, atravesó la vena con una de sus flechas, en cualquier caso, al quitar el clavo del tobillo, se derrama el icor de Talos, se desangra y muere (compárese con la historia del talón de Aquiles), tras su muerte, el Argo pudo arribar sin peligro. Una interpretación política del mito cuenta que Talos es la flota minoica pertrechada con armas metálicas, cuando los griegos del Argo lo derrotan, el poder de Creta se desvanece. Robert Graves sugiere que este mito está basado en una mala interpretación de una representación de Atenea en la que se muestra el proceso de moldeo a cera perdida para fundir bronce, que Dédalo llevó a Cerdeña.
Bibliografía:
William Smith: Diccionario de biografías y mitología de Grecia y Roma (1849)
Adrienne Mayor: Dioses y Robots (2018)
Desperta Ferro Ediciones: ¿Soñaban los griegos con ovejas eléctricas? (2019) 
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placapetri · 10 months ago
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"Digámoslo cuanto antes. Como nos enseñan los críticos anticoloniales Aníbal Quijano, Silvia Rivera Cusicanqui o Walter Mignolo, el sur no existe. El sur es una ficción política construida por la razón colonial. El sur es una invención de la cartografía colonial moderna: el efecto al mismo tiempo de la traite négrière transatlantique y del despliegue del capitalismo industrial en búsqueda de nuevos espacios en los que llevar a cabo la extracción de recursos. El revés de la invención del sur fue la construcción de una ficción occidental moderna del norte. El norte, por tanto, tampoco existe. Grecia ocupa una posición singular en este juego de ficciones políticas.
A partir del Renacimiento, Grecia, como significante, fue "cortado" de su contexto geográfico e histórico para ser transformado en la fundación mítica del norte occidental. Esta operación requirió el borrado de las conexiones con el Imperio otomano, pero también de las relaciones históricas culturales de la cultura helénica con el mediterráneo y África. El "blanqueamiento" de la historia griega para que esta pudiera ser el origen de la civilización cristiana aria ocupó un papel crucial en la formación de la identidad moderna alemana en los proyectos de Winckelmann, Schiller, Friedrich August Wolf, Wilhelm von Humboldt o Friedrich Schleiermacher.
A partir del siglo XVIII, las economías imperiales y las narrativas cristianas de supremacía blanca desplazaron los centros de producción de conocimiento y valor desde Asia, Oriente Medio y el mar Mediterráneo hacia el norte de Europa (Países Bajos, Francia, Alemania e Inglaterra), inventando no solo el sur sino también el este. Durante la Guerra Fría, el oeste será dotado de nuevos significados políticos: el mapa será de nuevo fragmentado. Paradójicamente, tras la segunda oleada de descolonizaciones (India, Argelia, Nigeria...), la caída del Muro de Berlín y la extensión global del capitalismo financiero, las distinciones entre norte y sur se han multiplicado en lugar de haber desaparecido. La crisis financiera de 2007 intensificó estas distinciones y construyó un nuevo sur de Europa para los llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España).
El sur no es un lugar, sino el efecto de relaciones entre poder, conocimiento y espacio. La modernidad colonial inventa una geografía y una cronología: el sur es primitivo y pasado. El norte es progreso y futuro. El sur es el resultado de un sistema racial y sexual de clasificación social, una epistemología binaria que opone arriba y abajo, la mente y el cuerpo, la cabeza y los pies, la racionalidad y la emoción, la teoría y la práctica. El sur es un mito sexualizado y racializado. En la epistemología occidental, el sur es animal, femenino, infantil, marica, negro. El sur es potencialmente enfermo, débil, estúpido, discapacitado, vago, pobre. El sur se representa siempre como carente de soberanía, carente de conocimientos, de riqueza y, por lo tanto, como intrínsecamente endeudado con respecto al norte. Al mismo tiempo, el sur es el lugar en el que se lleva a cabo la extracción capitalista: el lugar en el que el norte captura energía, significado, jouisance y valor añadido.
En el otro extremo de esta epistemología binaria (...) el norte se presenta como cada vez más sano, más fuerte, más inteligente, más productivo, más rico (...) El norte es el museo, el archivo, el banco."
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armandoskytrosky · 2 months ago
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Algunos religiosos en la actualidad se niegan a reconocer al cristianismo como una mitología más, y uno de sus alegatos va relacionado con la idea del monoteísmo. ¿Pero sabías que la fe de Israel, de la cual se desprende el cristianismo, era una fe politeísta?  Desde donde veo las cosas, no es legítimo que estos religiosos reclamen que se distinga al cristianismo de la mitología griega, la egipcia, o la nórdica.  Trataré de explicar mi punto con claridad. Ciertamente en la redacción final de la Biblia se muestra a un dios único, pero quedarse solo con eso es ignorar (a veces de manera voluntaria) el hecho de que los textos tienen capas de redacción, y se fueron construyendo con base en intereses políticos de diferentes épocas.  Un estudio más riguroso permite ver que antes de eventos como el regreso de la cautividad babilónica o el reinado de Josías, la fe de Israel era politeísta. Esto se sabe gracias a la arqueología y al estudio crítico de los textos antiguos. Aunque todavía existan religiosos que se empeñen en negarlo, se trata de algo incontrovertible a la luz de las evidencias. Quien desee aprender más de esto, busque información sobre las Tablillas de Ugarit, el Santuario de Tel Arad, o las Inscripciones de Kuntillet Ajrud, entre muchas otras cosas. En otras palabras, hay que conocer el panteón cananeo.  Un panteón es el conjunto de divinidades veneradas en una religión politeísta. Estas divinidades suelen tener funciones, poderes o atributos específicos y a menudo están organizadas jerárquicamente, con un dios principal o creador en la cúspide. Los panteones reflejan las creencias, mitologías y valores de una cultura o civilización.  Por ejemplo, el panteón griego incluye a Zeus, Hera, Poseidón, Atenea, y otros dioses importantes que gobernaban diversos aspectos de la vida y el cosmos. De manera similar, en la mitología egipcia, dioses como Ra, Osiris e Isis formaban parte de su propio panteón.  El panteón cananeo incluía una variedad de dioses y diosas adorados por los antiguos cananeos, fenicios y otros pueblos del Cercano Oriente. A continuación, una lista con 10 dioses importantes del panteón cananeo y sus características:  * El (dios supremo): Padre de los dioses, rey del panteón y dios de la creación.  * Baal (señor): Dios de la tormenta, la lluvia y la fertilidad. A menudo representado con un rayo.  * Asherah (diosa madre): Consorte de El y madre de los dioses. Asociada a la fertilidad y la maternidad.  * Anat (diosa de la guerra): Hermana de Baal y diosa de la guerra y la violencia.  * Yam (dios del mar): Dios del mar y la navegación. A menudo representado como un león.  * Mot (dios de la muerte): Dios de la muerte y el inframundo.  * Shapash (diosa del sol): Diosa del sol y la justicia.  * Kothar (dios de la sabiduría): Dios de la sabiduría y la habilidad.  * Lotan (dios de la serpiente): Dios de la serpiente y el caos.  * Dagon (dios de la agricultura): Dios de la agricultura y la fertilidad.  La religión cananea era politeísta y enfatizaba la importancia de la familia divina. Los dioses estaban asociados con fenómenos naturales y aspectos de la vida cotidiana. La adoración cananea incluía sacrificios, rituales y festivales. El panteón cananeo influyó en la religión israelita y otros pueblos del Cercano Oriente. Es importante destacar que la información sobre el panteón cananeo proviene de fuentes como: – Textos ugaríticos – Inscripciones fenicias – Biblia hebrea – Otras fuentes arqueológicas y literarias.  Los religiosos que aún en la actualidad continúan con la farsa de la apologética con frecuencia buscan refugio en la filosofía medieval, o bien en el mito de la resurrección de Jesús. De algún modo parecen tener la ilusión de que con ello tienen la solidez suficiente para poder sostener el edificio de la fe religiosa. Pero tristemente para ellos, la arquitectura de esas ideas no se puede sostener solo con eso, y algo como la existencia del panteón cananeo sí tiene una importante repercus...
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mitologiagriega · 2 months ago
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Historia de Prometeo en la Mitología Griega: El Robo del Fuego Divino
En la vasta mitología griega, pocas figuras son tan fascinantes como Prometeo, el Titán conocido por su astucia, su valentía y su inquebrantable amor por la humanidad. Pero, ¿quién era realmente Prometeo y por qué su historia sigue resonando a lo largo de los siglos? ¡Vamos a descubrirlo!
La Creación de la Humanidad 🧑‍🤝‍🧑
Prometeo, cuyo nombre significa "previsión", fue uno de los Titanes, seres poderosos que precedieron a los dioses olímpicos. Según la leyenda, fue Prometeo quien modeló a los primeros humanos a partir de arcilla. A diferencia de los dioses, que veían a los humanos como criaturas inferiores, Prometeo tenía un profundo cariño por ellos, tanto que estaba dispuesto a enfrentarse a Zeus, el rey de los dioses, para asegurar su bienestar.
El Robo del Fuego 🔥
Uno de los actos más famosos de Prometeo fue robar el fuego de los dioses y dárselo a la humanidad. Este fuego no solo proporcionó calor y luz, sino que también simbolizaba el conocimiento, la tecnología y el progreso. Con el fuego, los humanos pudieron cocinar sus alimentos, forjar herramientas y desarrollar civilizaciones. Sin embargo, este acto de desafío enfureció a Zeus, quien temía que los humanos se volvieran demasiado poderosos.
El Castigo de Zeus ⚡
Como castigo por su desobediencia, Zeus ordenó que Prometeo fuera encadenado a una roca en el monte Cáucaso, donde cada día un águila devoraba su hígado, que se regeneraba todas las noches para que el tormento continuara indefinidamente. Este cruel castigo fue un recordatorio del poder de los dioses y de las consecuencias de desafiar su autoridad.
El Rescate por Hércules 🗡️
Afortunadamente para Prometeo, su sufrimiento no duró para siempre. Siglos más tarde, el héroe Hércules, en una de sus famosas doce tareas, pasó por el monte Cáucaso y liberó al Titán, matando al águila que lo atormentaba. Aunque Zeus permitió la liberación de Prometeo, el Titán tuvo que llevar un anillo hecho de la roca a la que había estado encadenado como recordatorio de su castigo.
Datos Curiosos sobre Prometeo 🧐
Prometeo y Pandora: Prometeo tenía un hermano, Epimeteo, que significa "después de pensar", lo opuesto a Prometeo. Fue Epimeteo quien aceptó a Pandora, la primera mujer creada por los dioses, y cuya famosa caja desató todos los males en el mundo. Este mito está profundamente relacionado con el de Prometeo, ya que Zeus creó a Pandora como parte de su venganza contra la humanidad.
El Significado del Fuego: En muchas culturas, el fuego es visto como un símbolo de conocimiento y poder. El mito de Prometeo no es una excepción, pues refleja el deseo humano de progreso y la lucha constante contra las limitaciones impuestas por fuerzas superiores.
Prometeo en la Cultura Popular: La figura de Prometeo ha influido en innumerables obras de arte, literatura y cine. Desde la tragedia "Prometeo Encadenado" de Esquilo hasta la novela "Frankenstein" de Mary Shelley, también conocida como "El moderno Prometeo", la historia del Titán ha sido reinterpretada una y otra vez como un símbolo de rebelión y sacrificio.
Prometeo, con su acto de rebeldía, encarna el espíritu humano: indomable, inquisitivo y siempre en busca de algo más grande. Su historia nos recuerda que el conocimiento y la innovación a menudo vienen con un precio, pero también con la posibilidad de cambiar el mundo para mejor.
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jgmail · 3 months ago
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El Estado de D'Annunzio: la experiencia de un anarquismo aristocrático fundado en bases republicanas  
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Por Alexander Bolshakov
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
¿Es este un mundo de colores y fantasmas? Una dictadura sin poder
Los intelectuales europeos de principios del siglo XX soñaban con revivir las antiguas tradiciones heroicas de las repúblicas usando como base las instituciones políticas de la época actual. Muchos escritores, artistas y políticos opositores en Francia, Alemania, Italia y Rusia idealizaron el antiguo sistema político griego y romano siguiendo las ideas nietzscheanas. Por ejemplo, el simbolismo poético de Viacheslav Ivanov está impregnado del espíritu dionisiaco y el culto al superhombre. El mismo Ivanov percibía este culto no sólo de forma abstracta, sino también como una práctica política y un modelo que debía ser aplicado. El mito republicano fue en ese entonces y sigue siendo atractivo por la combinación de elementos que normalmente no se encuentran juntos en otras partes. Entre ellos podemos contar el ideal del valor aristocrático, el reconocimiento del valor supremo de una causa común y el sano anarquismo de un colectivo cohesionado que no necesita de una autoridad externa.
Después de la Primera Guerra Mundial se hizo posible hacer realidad estos sueños intelectuales en medio de la política europea. Había un vacío en la opinión pública: la izquierda aún no era lo suficientemente fuerte y las fuerzas reaccionarias, defensoras del Estado, habían salido debilitadas de la guerra. Ninguna de ellas pudo evitar la catástrofe y la culpa del estallido de la guerra recayó en la totalidad de la clase política. Pero los republicanos, que hasta entonces no habían tenido ni representación en el poder ni influencia en la prensa, podían utilizar fácilmente la retórica de la renovación política; tenían a su alcance una oportunidad histórica.
Gabriele d'Annunzio, escritor italiano de origen aristocrático, personificaba las aspiraciones filosóficas, poéticas y políticas de los intelectuales de derechas. Sus novelas, poemas y obras de teatro eran conocidos en toda Europa. En ellos ensalzaba el epicureísmo, el triunfo de la voluntad del yo y las perversiones eróticas. Hay que decir, en primer lugar, que las opiniones políticas de D'Annunzio no tenían nada que ver con el sentido común y que los ideales republicanos abstractos no se correspondían con los suyos. Era un aventurero que se dejaba llevar por las olas de la historia. Percibía al instante las nuevas ideas y se convertía en su encarnación. Pero, sin un programa político claro, D'Annunzio anhelaba el cambio, algo que se percibe en sus libros y discursos públicos donde pedía una reorganización del orden social. Su idée fixe era el renacimiento de la cultura de la antigua polis griega; D'Annunzio creía que recreando sus antiguos rituales sería posible restaurar las instituciones sociales que correspondientes, las cuales eran más justas que las de su época. ¡Incluso introdujo en el vocabulario de sus compañeros el grito de batalla de los guerreros griegos eja eja alalà! (algo así como el “¡hurra!” ruso). Veía en la emotividad espontánea y la pasión de la unidad colectiva la quintaesencia de la democracia ateniense.
El tono de la vida política de la Italia de finales del siglo XIX era marcado por dos partidos: la “Izquierda” liberal-progresista (Sinistra) y la “Derecha” conservadora (Destra). “Izquierda” y "Derecha" son nombres históricos de los partidos políticos que no se corresponden con la afiliación política de la “izquierda” o la “derecha” actuales. Las diferencias ideológicas entre ellas eran prácticamente nulas y juntas formaban una especie de frente mayoritario progubernamental. Además de estos partidos podíamos encontrar en el parlamento el “Partido de Extrema Izquierda” (Estrema Sinistra), de ideología radical socialista, el “Partido Republicano” (Partito Repubblicano Italiano), de ideología social-liberal, y el “Partido Socialista” (Partito Socialista Italiano). En las elecciones parlamentarias de 1897, los tres partidos liberales obtuvieron 451 de los 508 escaños y los dos partidos socialistas 57 escaños.
En 1897 D'Annunzio fue elegido diputado al Parlamento italiano como candidato conservador. Atrajo a los votantes prometiendo luchar por el cambio social en nombre del triunfo de los antiguos ideales y se declaró diputado de la belleza (deputato della bellezza). En sus discursos, apelando a la mayoría, D'Annunzio criticaba paradójicamente el derecho de esa mayoría democrática a determinar la política del país. Hablaba de la inadmisibilidad de construir un Estado sobre los principios de la igualdad electoral, pues creía que la clase privilegiada debía dirigir el desarrollo de la sociedad y que sólo dentro de las formas políticas creadas por la aristocracia es posible la libertad de acción de las masas. En 1900 el poeta cambia repentinamente su orientación política de conservadora a socialista. Justo en medio de una reunión del Parlamento abandona desafiantemente su posición en la mitad de la sala, donde se encontraba la facción conservadora, y se va al campo de los socialistas. Explicaba este acto por su deseo de unirse a la única fuerza social que representa la vida y la novedad, oponiéndose al esquematismo utilitario burgués del partido en el poder. D'Annunzio utiliza ahora la retórica de la extrema derecha, que no tenía intención de abandonar, para justificar ideas izquierdistas. Su posición política es una síntesis de esnobismo estético, nacionalismo sincero y retórica socialista superficial, pero emocionalmente intensa. D'Annunzio se siente atraído por el mito nacionalista, los objetivos de los socialistas no le inspiran, pero aprende de ellos el uso del populismo y el arte de la movilización de las masas. En 1900 D'Annunzio deja el Parlamento, pero no abandona la actividad política.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial el político encuentra por fin una salida a su sed de entrega heroica a una causa. Siendo un militarista acérrimo, D'Annunzio aboga por la entrada de Italia en la guerra del lado de la Entente. La guerra, desde su punto de vista, puede ser un instrumento de resurgimiento nacional, dándole a Italia una oportunidad histórica de convertirse en un imperio. En 1915, a la edad de 52 años, el poeta acude al frente como piloto militar voluntario, se convierte en uno de los mejores pilotos de combate del ejército italiano, toma el mando de una escuadrilla y pierde la vista de un ojo en combate. En 1918 D'Annunzio es ascendido al grado de mayor.
Durante el año siguiente al final de la guerra el malestar social en Italia fue en aumento, pero no encontró una salida políticamente significativa. Para ser más precisos, hubo muchos excesos, pero no se produjeron acontecimientos significativos y simbólicos que marcaran la futura historia de Europa. El entusiasmo del Risorgimento – que en el siglo XIX encontró una salida en el difícil trabajo político de reunificación de las tierras italianas, el cual no se agotó del todo – se fue combinando con una especie de ideología abstracta de expansión exterior muy común a principios del siglo XX. La situación cambió cuando, durante el acuerdo fronterizo de posguerra, se planteó la cuestión de la propiedad del Fiume, antigua parte del Imperio Austrohúngaro; la comunidad internacional se inclinó por entregar el Fiume al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos en lugar de a Italia, que la había reclamado.
A los ojos de los “patriotas” italianos, la ciudad se convirtió en un símbolo no sólo de la derrota del gobierno italiano, sino también del debilitamiento de la cultura italiana, heredera directa de la cultura de la Antigüedad. D'Annunzio encontró en sí mismo los principios de un líder anarquista cuando, el 12 de septiembre de 1919, a la cabeza de un grupo de militares que habían traicionado sus juramentos, invadió el territorio del Fiume y, tras romper la débil resistencia de las tropas de ocupación anglo-estadounidenses-francesas, proclamó allí la soberanía italiana. Por supuesto, el gobierno italiano no apoyó esta aventura. Entonces, el 8 de septiembre de 1920, D'Annunzio anunció, al estilo revolucionario, el establecimiento de la Regencia Italiana de Carnaro, que pasó a la historia como la “República del Fiume”. El nuevo Estado no duró mucho (del 12 de septiembre de 1919 al 30 de diciembre de 1920): la República cayó en manos del ejército italiano aproximadamente un año después. Al principio, sin embargo, su surgimiento parecía ser la prueba política de la eficacia de las ideas republicanas.
La liberación del Fiume fue acogida con entusiasmo por la izquierda europea (principalmente los artistas surrealistas), los futuristas del círculo de Marinetti y B. Mussolini, que lanzó la consigna “¡Fiume o muerte!” En Rusia Mayakovsky caracterizó este acontecimiento de la siguiente forma: “El faisán es hermoso, pero su cerebro es pequeño. / El Fiume fue tomado por el embriagador D'Annunzio”. Existe un relato apócrifo perteneciente a un internacionalista italiano que sostiene que Lenin dijo que el único verdadero revolucionario que existía en Italia era D'Annunzio. Sin embargo, había muchos revolucionarios en Italia. El círculo íntimo del poeta-jefe incluía al sindicalista italiano Alceste de Ambris, al internacionalista Leone Kochnitzky, al piloto militar medio loco Guido Keller y al anarquista radical Mario Carli. Más tarde Filippo Marinetti se uniría a todos ellos en su aventura en el Fiume. D'Annunzi ejerció una fuerte influencia en que la élite intelectual italiana adoptara posteriormente las ideas fascistas, adelantándose al mismo Mussolini.
En esencia, D'Annunzio era un hombre influido por la cultura clásica, un cripto-monarquista que tenía gustos por lo arcaicos desde el punto de vista de los artistas de vanguardia de su época y que era más partidario de la voluntad que teórico de la novedad. Al mismo tiempo, desde los primeros días en que dio su golpe se encontró rodeado de radicales de las tendencias políticas más opuestas. L. Kochnitzky (nombrado ministro de Asuntos Exteriores de la República de Fiume) y M. Carli querían hacer de la ciudad-estado un puesto avanzado de la futura revolución mundial, Alceste de Ambriz (nombrado jefe del gobierno de la República del Fiume) era partidario de las ideas sindicalistas (una tendencia que dio origen al corporativismo) y Marinetti representaba a los círculos de la aristocracia de ultraderecha. Ninguno ellos consiguieron lo que quería. Todas estas figuras políticas, singularmente incompatibles y unidas artificialmente por la voluntad del poeta-demiurgo, neutralizaron mutuamente sus ambiciones, lo que llevó a que en el Fiume surgiera un fructífero microcosmos de libertad alejado de las ideologías. La libertad de discusión política se combinaba con la dictadura del caudillo, las fiestas orgiásticas con las continuas maniobras militares y todo ello con el trasfondo de una poetización de la vida cotidiana que adoptaba formas grotescas.
Si hacemos un paralelismo con la realidad de la dictadura soviética resulta fácil ver las diferencias: desde los primeros días de la Revolución de Octubre el nuevo hombre soviético estaba sometido a la opresión de nuevas normas sociales; el nuevo hombre de Fiume, por el contrario, estaba liberado hasta el punto de caer en un estado de naturaleza que emulaba el espíritu de Rousseau. No se trata de una exageración retórica; los testimonios de los huéspedes de Fiume (entre ellos el inventor de la radio Marconi, el director de la orquesta Toscanini y la familia del duque de Aosta) son inequívocos: la libertad política, social y sexual alcanzó límites casi antropológicos. La estética de lo absurdo y lo grotesco se convirtió en un referente que marcaba el comportamiento de todos. El héroe de guerra Guido Keller, que tuteaba a D'Annunzio y era su confidente más cercano al frente de las tropas, marcaba la pauta. Introdujo la moda del nudismo entre los soldados, pasear sin ropa no estaba prohibido sino interfería con la disciplina del ejército. Las drogas, sobre todo la cocaína, estaban ampliamente disponibles y eran baratas. Las mujeres locales simpatizaban con los libertadores. Cada tres días se celebraba un desfile de colores en un ambiente de amor libre. Sus participantes, en su mayoría “legionarios” junto con sus amantes, solían ir vestidos con ropas del sexo opuesto. Se pueden establecer paralelismos entre la experiencia del Fiume y las prácticas sociales que cincuenta años más tarde entraron en la vida de todo el mundo occidental gracias a la revolución estudiantil de 1968. En ambos casos, el apasionado impulso creativo de intelectuales marginados logró barrer con las rígidas y arcaicas estructuras de la sociedad para liberar, en nombre de la justicia, las energías humanas que se encontraban oprimidas por una cultura conservadora.
El mundo capitalista que rodeaba a la nueva república pronto comenzó a causar problemas. El cese del suministro de alimentos obligó a los revolucionarios a introducir un sistema de distribución de alimentos mediante tarjetas, contribuyendo a la creación de una economía al margen del sistema de circulación monetaria. Se decidió no cobrar impuestos a la población. Unos ochocientos niños tuvieron que ser enviados con parientes a los distritos vecinos de Italia para no exponerlos a las posibles penurias de un largo bloqueo. Sin embargo, se encontró una ingeniosa solución al problema del abastecimiento. D'Annunzio requisó la armada local, comandada por el simpático almirante Casanova, y la puso al servicio de una docena de pilotos militares que habían volado a Fiume desde todas partes de Italia con tal de organizar estas fuerzas en escuadrones móviles de piratas que debían apresar a los barcos en tránsito o robar a los grandes terratenientes en aquellas partes de Italia a las que se pudiera llegar fácilmente. Las flamantes rentas cobradas a los capitalistas vecinos permitieron a la sociedad revolucionaria subsistir por sí misma.
D'Annunzio se convirtió en el dictador (comandante) de facto del autoproclamado Estado y, junto con sus socios, redactó una Constitución (Carta del Carnaro) para tal entidad política. La Constitución del Fiume, inspirada por los antiguos ideales romanos, proclamaba la creación de una sociedad en la que cada ciudadano estaba obligado a ser miembro de una de las diez corporaciones profesionales. D'Annunzio quería desarrollar un sistema de gobierno fundamentalmente nuevo, descentralizado, fragmentado, pero unido por un principio común, como una sinfonía musical. El instrumento de la descentralización debían ser las corporaciones independientes, autónomas, que, aisladas, están compuestas por profesionales especialistas en un solo oficio, pero que, juntas, conformaban la totalidad de las fuerzas que existían en la sociedad: ningún individuo quedaba fuera de este sistema. Mediante la fragmentación y la descentralización del espacio social se debía llegar a una síntesis sólida mediante un mecanismo coherente de centralización del poder: nueve corporaciones (ingeniero-burocráticas) estaban completamente liberadas de la carga de tomar decisiones políticas, mientas que los “aristócratas del espíritu” reunidos en la décima corporación (creativa) tomaban las decisiones. La idea central de D'Annunzio era que la esfera de lo político debía ser completamente sustituida por la esfera de lo poético. La improvisación creativa y la pasión, tomadas en su forma más pura, eran el genio transformador del mundo. Las libertades políticas no se dispersaban entre los individuos, sino que se concentran en manos de unos pocos elegidos, artistas, poetas y héroes. De este modo, D'Annunzio da vida al mito nietzscheano del artista que gobierna el mundo. Sin embargo, la imagen del “superhombre” termina por arraigarse, cotidianizarse y pierde su singularidad, pues el creador no actúa solo, sino en alianza con otros como él, unidos en el Consejo de los Mejores (Consiglio degli Ottimi). Además del Consejo de los Mejores, se creó un Consejo de las Corporaciones (Consiglio dei Provvisori). Las reuniones conjuntas de los dos consejos (Arengo del Carnaro) debían convocarse en caso de emergencia con el fin de nombrar a un dictador.
La Constitución garantizaba a los ciudadanos el habeas corpus (libertad personal); educación primaria gratuita; un salario digno; plenos derechos civiles con independencia de sexo, raza y religión; y un salario digno para los desempleados. También consagraba un concepto peculiar de los derechos de propiedad: en adelante, nadie podría reclamar una propiedad a menos que fuera adquirida directamente mediante el trabajo personal. D'Annunzio promovió el lema fatica senza fatica (“trabajo sin fatiga”); creía que el trabajo no debía desplazar a las alegrías de la vida y que la mistificación socialista de la “alienación” podía vencerse incrustando el arte en el tejido mismo del trabajo cotidiano.
Se declaró que la música era el principio fundamental de la organización del Estado, por lo que los desfiles de carnaval no cesaban ni de día ni de noche. Se postuló la prioridad de la mayor libertad posible del ciudadano. Los derechos de las minorías estaban plenamente garantizados. Existía una prohibición absoluta de la violencia. Y, de hecho, no hubo represión. El nuevo orden fue bien recibido. La ciudad mantenía un ambiente bohemio; sólo en los dos últimos meses la alegría general se vio empañada, esta vez por el bloqueo total de Fiume por las tropas gubernamentales.
Sin embargo, no fue posible restablecer la rutina de la vida tras la toma de la ciudad. Las tiendas no funcionaban, los comercios estaban inactivos y no se respetaba la regularidad del transporte público. La población de Fiume se encontró fuera del espacio de la sociabilidad burguesa. Su rechazo manifiesto de los principios liberal-capitalistas de la estructura social hacía imposible la normalización de la vida urbana, lo que significaba que el ideal republicano de la causa común, del trabajo creativo conjunto de ciudadanos iguales, era inalcanzable. El experimento de D'Annunzio demostró así irrefutablemente la falacia de oponer los valores liberales a los republicanos. Allí donde se niegan los fundamentos liberal-burgueses de la civilización europea la república es imposible.
Las teorías republicana y liberal están inextricablemente entrelazadas. Representan dos líneas de razonamiento paralelas y a la vez interrelacionadas. La primera, originada en la Antigüedad, contiene reflexiones sobre cómo debe organizarse un Estado ideal y cómo debe comportarse un gobernante razonable para fortalecer su poder en aras del bien común. La segunda, surgida en los Nuevos Tiempos y desarrollada durante la Ilustración, dirige su atención a la relación entre el poder y el individuo. El republicano se interesa ante todo por la forma de organización del Estado, mientras que el liberal se interesa sobre todo por la lucha del individuo con las autoridades para mantener su libertad. No existe ninguna contradicción insalvable entre ellos; al contrario, hay una larga tradición que ha permitido un diálogo teórico muy fructífero entre ambas. No hay ninguna garantía de que los republicanos sean mejores que los liberales a la hora de abordar los problemas de la organización social. Sin embargo, es posible que sean capaces de impregnar la corriente liberal, ahora dominante, del pensamiento político europeo con algunas ideas del republicanismo clásico, como la introducción de mecanismos de elecciones por sorteo en la formación del gobierno local. Pero esos intentos de construir una sociedad neogriega o neorromana que van acompañados de la abolición de las instituciones de la democracia liberal y la economía capitalista, como hizo d'Annunzio, están condenados al fracaso. Además, las ideas republicanas tergiversadas pueden degenerar en fascismo.
D'Annunzio, sin embargo, no poder ser considerado como un ideólogo del fascismo. Sin duda alguna echó leña al fuego al proclamar la necesidad de la transformación social en la posguerra al ser un crítico convincente del liberalismo y el racionalismo y se le puede llamar padrino político de Mussolini, pero filosófica y estéticamente la doctrina fascista no se correspondía con su mentalidad poética. D'Annunzio era un hombre del Renacimiento, individualista y centrado en sí mismo, mientras que el fascismo era originalmente una ideología opuesta al individualismo y a la iniciativa personal. En La doctrina del fascismo (un ensayo de 1932 firmado con el nombre de B. Mussolini, pero cuyo verdadero autor se considera que es Gentile) se habla de la necesidad de la abnegación individual: el individuo es valioso en la medida en que es capaz de identificarse con la nación y consumirse por completo en el acto de servirla; “fuera del Estado no hay individuo”; el Estado es la “forma interior y la norma”, el “alma del alma” del individuo. La conclusión central es que “nada humano o espiritual existe, y mucho menos tiene valor, fuera del Estado”. En general, no hay lugar para la creatividad poética y el heroísmo espontáneo de D'Annunzio en el sistema político del fascismo. Sí, los escuadrones de asalto (arditi) creados por D'Annunzio durante la aventura del Fiume se unieron a las filas de los partidarios de Mussolini y participaron en la famosa Marcha sobre Roma de 1922. Por supuesto, D'Annunzio influyó en el cambio de la opinión pública italiana y preparó así el ascenso de los fascistas al poder, pero para entonces él mismo se había quedado fuera del proceso político.
Si Gentile puso las bases teóricas del fascismo, entonces D'Annunzio inventó la práctica social del liderazgo fascista con marchas interminables, antiguos gestos romanos de saludo y poéticas alocuciones del dictador a las masas, influyendo en este sentido directamente en Mussolini. En general, D'Annunzio creó una forma ritual-simbólica y teatral del régimen totalitario, sin tener tiempo de llenarla de contenido existencialmente traumático. La artificialidad y el utopismo de su proyecto de Estado contribuyeron a llevar estas características hasta el límite del absurdo en medio de los postulados políticos y filosóficos de la derecha de la época, lo que llevó a perder la oportunidad de renovar el mundo europeo sobre la base del mito republicano. Después de 1920 los valores republicanos quedaron desacreditados. Hoy, cien años después, la política europea se encuentra de nuevo en el punto de elegir un camino y los republicanos tienen la oportunidad de influir en esta elección de manera decisiva.
El interés actual de los intelectuales occidentales por la figura de D'Annunzio se debe a muchas razones. Lo ven como el mayor poeta decadente italiano de todos los tiempos, un teórico militar que influyó en las tácticas de las guerrillas latinoamericanas, un héroe de la revolución conservadora y el primer “superhombre” de la nueva era posliberal. Existen dos interpretaciones muy interesantes sobre el fenómeno que dio vida a D'Annunzio. La primera, glamurosa (expresada por la historiadora cultural Lucy Hughes-Hallett), simplifica y moderniza el personaje del poeta dotándolo de los rasgos del ya conocido postmodernista-mercader y lo compara con el populista italiano Giuseppe Grillo, el cual convierte su capital simbólico en capital político. El segundo enfoque, más analítico (desarrollado por el teórico político Matteo Giglioli), propone considerar a D'Annunzio como un hombre de una irracionalidad total que sólo puede entenderse hermenéuticamente a través de un estudio de la historia de sus ideas estéticas. Este segundo enfoque parece más profundo. En efecto, es difícil creer en la racionalidad de D'Annunzio y parece más correcto interpretar su vida como un ejemplo de cómo la estética puede terminar influyendo la esfera política.
En la cultura europea de los años 1890-1910 (fin de siècle) se produjo una fuerte reacción contra el liberalismo clásico, la idea de progreso y el culto a la razón. Un logro del siglo XIX como la emancipación de amplias capas de la población y su participación en la vida política creó directamente el problema de la ingobernabilidad de las masas. Mientras que las acciones individuales, insertas en un sistema de relaciones bien regulado, pueden ser influidas racionalmente, el comportamiento colectivo de las personas que no están acostumbradas a una cultura política compleja y no comprenden sus convenciones es difícil de predecir. Muchos intelectuales se enfrentaron a la tarea de desarrollar un lenguaje de comunicación entre las autoridades y las masas. Es en este ambiente en el que D'Annunzio crea su imagen, esforzándose por convertirse en la personificación de la fatalidad y de las fuerzas irracionales de la historia. Este papel le parece estéticamente atractivo. Desarrolló una estrategia para su comportamiento artístico, pero no pudo ni quiso reflexionar sobre sus consecuencias políticas. La República del Fiume es el fantasma materializado de D'Annunzio y también es producto de sus aspiraciones estéticas más que políticas.
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mitologia-nordica · 4 months ago
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Tyr es uno de los dioses más antiguos y venerados en la mitología nórdica. Conocido como el dios de la guerra y la justicia, Tyr es una figura de coraje, honor y sacrificio. Su historia destaca por su valentía y su compromiso con el orden y la ley.
Historia de Tyr
Origen y Familia
Tyr es hijo de Odín, el principal dios del panteón nórdico, y de una madre desconocida, aunque algunas fuentes lo mencionan como hijo de Hymir, un gigante del hielo. Tyr es una de las deidades más antiguas y su importancia se remonta a tiempos pre-vikingos. Se le conoce también como Tiwaz en las antiguas inscripciones germánicas.
Dios de la Guerra y la Justicia
Tyr es el dios asociado con la guerra, pero a diferencia de otros dioses guerreros, como Thor, Tyr simboliza la guerra justa y el honor en la batalla. También es el dios de la justicia y las leyes, y es invocado para resolver disputas y mantener el orden.
El Sacrificio de la Mano de Tyr
Uno de los mitos más conocidos de Tyr es su sacrificio de la mano derecha para encadenar al lobo Fenrir, uno de los hijos monstruosos de Loki y Angrboda. Fenrir había crecido tanto y se había vuelto tan poderoso que los dioses decidieron encadenarlo para evitar que causara estragos en el mundo.
Los dioses fabricaron una cadena mágica, Gleipnir, hecha de materiales inusuales como el sonido de un gato, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, los tendones de un oso, el aliento de un pez y la saliva de un pájaro. Engañaron a Fenrir diciéndole que se trataba de una prueba de fuerza y le pidieron que se dejara atar con Gleipnir. Fenrir, sospechando un engaño, solo aceptó si uno de los dioses ponía su mano en su boca como garantía.
Tyr, sabiendo el riesgo, ofreció su mano derecha. Cuando Fenrir no pudo romper la cadena y se dio cuenta de que había sido engañado, mordió la mano de Tyr, arrancándosela. A pesar del dolor y la pérdida, Tyr no se quejó, demostrando su valentía y su compromiso con el bienestar de los dioses y el orden del cosmos.
Simbolismo y Culto
Tyr simboliza el sacrificio, la justicia y el honor en la batalla. Su acto de sacrificar su mano para encadenar a Fenrir muestra su disposición a poner el bien común por encima de su propio bienestar. En la cultura nórdica, Tyr era una figura de referencia para los guerreros y aquellos que buscaban justicia.
Curiosidades
Día de la Semana: El martes ("Tuesday" en inglés) deriva de "Tiw's Day", en honor a Tyr (Tiwaz), mostrando su importancia en la cultura anglosajona y germánica.
Símbolo de Tyr: El símbolo de Tyr es una runa en forma de T, conocida como Tiwaz, que representa el honor y la justicia. Era utilizado por guerreros para invocar su protección y valor en la batalla.
Comparación con Otros Dioses: Aunque Tyr es un dios de la guerra, su enfoque en la justicia y el honor lo distingue de otros dioses guerreros como Ares en la mitología griega, quien simboliza la guerra caótica y destructiva.
Mitos y Leyendas
La Espada de Tyr: En algunas historias, Tyr es representado como un dios que lleva una espada mágica, símbolo de su papel como protector y juez.
Ragnarök: En la profecía del Ragnarök, Tyr juega un papel crucial. Se dice que durante la batalla final, Tyr se enfrentará a Garm, el perro guardián del inframundo. Ambos lucharán ferozmente y se matarán mutuamente, mostrando el compromiso de Tyr con el combate justo hasta el final.
Importancia en la Mitología Nórdica
Tyr es una figura central en la mitología nórdica, representando la justicia y el honor en un panteón lleno de dioses complejos y multifacéticos. Su sacrificio y su papel en la protección de Asgard lo convierten en un modelo de valentía y rectitud.
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elaprendizdecinico · 22 days ago
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Tánatos, El Dios de la Muerte no Violenta.
Tánatos, en la mitología griega, es la personificación de la muerte no violenta. Su nombre proviene de la palabra griega "thanatos", que significa "muerte". Se le describe como un ser oscuro y sereno, responsable de guiar a las almas de los fallecidos hacia el inframundo, sin la brutalidad de la guerra o el caos de la violencia, lo que lo diferencia de otras figuras como Ares, el dios de la guerra.
Origen y Mito.
Tánatos es hijo de Nix, la diosa de la noche, y de Érebo, la personificación de la oscuridad. Al igual que sus padres, su presencia es sombría, pero no es maligna; simplemente es una fuerza natural que cumple con su función en el ciclo de la vida y la muerte.
Tánatos es el gemelo de Hipnos, el dios del sueño, lo que refleja la relación entre el sueño y la muerte en la mentalidad griega antigua. Mientras que Hipnos ofrecía un descanso temporal, Tánatos traía el descanso eterno. En este sentido, Tánatos simboliza la inevitabilidad de la muerte, pero no es una figura temida, sino más bien un recordatorio de que la muerte es parte del orden natural.
Representación y Atributos.
A menudo se le representa como un joven alado, con una antorcha apagada o una espada. En algunas descripciones, su apariencia es similar a la de un hermoso hombre, lo que refleja la idea de que la muerte puede ser tranquila y serena. En otras representaciones, aparece con ropas oscuras, un manto negro y una espada, sugiriendo su conexión con el final de la vida.
Rol en la Mitología.
Aunque no aparece con frecuencia en los mitos griegos, Tánatos juega un papel importante en algunas historias clave. Uno de los mitos más conocidos donde Tánatos tiene un rol destacado es el de Sísifo, el astuto rey de Corinto que engañó a la muerte. Cuando Tánatos vino a buscarlo, Sísifo lo engañó y lo encadenó, lo que impidió que cualquier mortal muriera durante ese tiempo. Esto causó un caos tal que Ares, el dios de la guerra, intervino para liberar a Tánatos y restaurar el orden natural.
Otro mito relacionado con Tánatos es el de Alcestis, quien ofreció su vida para salvar a su esposo Admeto. En este mito, Tánatos aparece como el dios que viene a reclamar la vida de Alcestis, pero es finalmente derrotado por Heracles, quien la rescata y la devuelve al mundo de los vivos.
Tánatos en la Cultura Griega.
Los antiguos griegos no lo veneraban como a otros dioses más populares, ya que no existían templos ni cultos dedicados a él. Sin embargo, su papel era esencial en la concepción de la vida y la muerte, y en cómo los griegos entendían el destino de las almas. En las artes y la literatura, Tánatos a menudo es mencionado junto con su hermano Hipnos, como una manera de subrayar la estrecha conexión entre el sueño y la muerte.
Simbolismo.
Tánatos es un recordatorio de que la muerte es ineludible, pero también es una parte esencial de la vida. A diferencia de otras culturas que ven la muerte con temor, los griegos veían a Tánatos como una figura que aportaba paz y alivio, una conclusión inevitable pero natural al viaje de la vida.
En resumen, Tánatos no es una figura temible, sino una personificación tranquila de la muerte, que realiza su tarea con dignidad y sin violencia. Aunque aparece esporádicamente en la mitología, su papel es fundamental en la estructura del cosmos griego, donde la muerte es simplemente otra forma de existencia, guiada por este dios oscuro y sereno.
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benigrec · 5 months ago
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ancientoriginses · 10 months ago
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La mitología griega antigua está llena de héroes, dioses y aventuras épicas. Las historias que se cuentan en los mitos son lo suficientemente interesantes y atractivas como para que la mayoría de nosotros estemos familiarizados con al menos algunos, y muchos de sus héroes y criaturas son parte de la cultura popular incluso ahora.
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olympusrebirthrp · 10 months ago
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Ambientación
En un mundo donde las barreras entre las dimensiones se desvanecen, los dioses de las antiguas mitologías griegas, egipcias, nórdicas, japonesas y celtas caen en un sueño profundo. Los siglos pasan, y la humanidad olvida la existencia de estos poderosos seres. Hasta que un día, una isla misteriosa emerge en el centro de los océanos, envuelta en una bruma mágica.
En esta isla, los dioses despertados se encuentran confinados, sin recuerdos de su pasado divino. Se dan cuenta de que no están solos; junto a ellos, otras deidades de diferentes culturas también han despertado. La isla, conocida como Aetheria, se revela como un lugar donde las fronteras entre los reinos mitológicos se entrelazan.
La Orden de los Astrales Despiertos, un grupo de sabios mortales con conocimientos ancestrales, se presenta como guías de los dioses. Les revelan la verdad de su situación y les instan a cooperar para encontrar una manera de regresar a sus respectivos dominios. Erebus, una entidad malévola que se alimenta de la energía divina, ha atrapado a las deidades en este sueño para debilitarlos y consolidar su propio poder.
A medida que los dioses interactúan y exploran la isla, se enfrentan a desafíos que ponen a prueba sus habilidades y les obligan a formar alianzas inesperadas. Aprenden a confiar entre sí, superando las diferencias culturales y rivalidades ancestrales. Cada panteón aporta sus conocimientos y poderes únicos, creando una sinergia que los acerca a la posibilidad de derrotar a Erebus.
La isla está llena de maravillas y peligros, desde criaturas míticas hasta templos olvidados que esconden secretos cruciales. A medida que los dioses avanzan, descubren que Aetheria también es un reflejo de la conexión entre los mitos, y su despertar puede tener consecuencias para el equilibrio cósmico.
La historia se desarrolla con giros inesperados, traiciones y sacrificios. Los dioses, guiados por la Orden de los Astrales Despiertos, enfrentan a Erebus en una batalla épica donde la supervivencia de los reinos mitológicos y la existencia misma están en juego. La clave para la victoria y el regreso a sus dominios reside en la capacidad de los dioses para superar sus diferencias y unir sus fuerzas en un último acto de resistencia contra las sombras que amenazan con devorar la esencia de la divinidad.
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armandoskytrosky · 4 months ago
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El hecho de que haya múltiples relatos de diluvios en diferentes culturas no necesariamente significa que hubo un único diluvio universal, sino que probablemente refleja experiencias comunes de inundaciones catastróficas en distintas regiones del mundo. Aquí se explica en detalle: Relatos de Diluvios en Múltiples Culturas: 1. Similitud de Relatos: Relatos de diluvios aparecen en muchas culturas alrededor del mundo, incluyendo la Biblia (Noé), la Epopeya de Gilgamesh (Utnapishtim), la mitología griega (Deucalión), y las leyendas de los indígenas americanos. Estas historias suelen compartir elementos comunes como un gran diluvio que destruye la humanidad y un héroe que construye una embarcación para salvar a la vida.    2. Explicación de la Similitud: La similitud de estos relatos puede ser atribuida a la experiencia humana común de inundaciones locales severas que marcaron profundamente a las sociedades antiguas. Estas experiencias fueron transmitidas oralmente y luego escritas, adquiriendo una dimensión mítica y espiritual. Evidencia Geológica: 1. Falta de Evidencia para un Diluvio Universal: La geología moderna no apoya la idea de un diluvio universal. Los estudios de capas sedimentarias, fósiles, y formaciones geológicas no muestran signos de una inundación global en el pasado reciente. La distribución y las características de las capas sedimentarias no respaldan un evento catastrófico de escala global.    2. Evidencia de Inundaciones Locales: La geología sí ha identificado evidencias de grandes inundaciones locales que pudieron haber inspirado los mitos del diluvio. Un ejemplo notable es la teoría de la inundación del Mar Negro, que sugiere que un evento de inundación masiva en la región alrededor de 5600 a.C. pudo haber dejado una impresión duradera en las culturas circundantes. Otros ejemplos incluyen las inundaciones provocadas por el colapso de lagos glaciares durante el final de la última Edad de Hielo, que generaron eventos de inundación regionales significativos. Conclusión: La presencia de múltiples relatos de diluvios en diferentes culturas sugiere que las sociedades antiguas experimentaron y mitificaron grandes inundaciones locales. Sin embargo, esto no se traduce en evidencia de un único diluvio universal. La geología apoya la existencia de eventos de inundación significativos pero localizados en lugar de una inundación global. Estos mitos y relatos probablemente sirvieron como una forma de explicar y dar sentido a desastres naturales devastadores, transmitiendo además lecciones culturales y morales a través de generaciones.
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royumijapon · 1 year ago
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Mitología japonesa: descubriendo similitudes con otras culturas del mundo
La mitología japonesa tiene varios elementos similares a otras culturas del mundo. Una de las similitudes más evidentes se encuentra en la historia del Diluvio Universal, que también aparece en la mitología griega y en la tradición judeocristiana. En Japón, esta historia se narra en el mito de Toyoke, quien construyó un barco para sobrevivir al diluvio. Aunque la versión japonesa es diferente a la de otras culturas, el tema central es el mismo.
Otro ejemplo de similitud se encuentra en la figura del dragón. En la mitología japonesa, el dragón se llama Ryu y es una criatura sagrada que representa la buena fortuna. En otras culturas, como la china y la europea, el dragón también tiene un papel importante, a menudo como una figura mítica que protege a los humanos o como un enemigo temido y malvado.
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La historia de la creación también tiene similitudes entre las mitologías japonesa y griega. Ambas culturas creen que el mundo fue creado por una serie de deidades. En la mitología japonesa, el dios Izanami e Izanagi crearon las islas que forman Japón y los dioses y diosas que gobiernan el mundo. En la mitología griega, el mundo fue creado por los dioses del Olimpo, liderados por Zeus.
Otra similitud interesante se encuentra en la figura del dios de la muerte. En la mitología japonesa, el dios de la muerte se llama Shinigami y se representa como una figura siniestra y oscura. En la mitología egipcia, el dios de la muerte se llama Anubis y se representa como un hombre con cabeza de chacal. En la mitología griega, la muerte es gobernada por Hades, el dios del inframundo.
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mitologiagriega · 4 months ago
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Atenea, la diosa de la sabiduría, la guerra estratégica y la artesanía, es una de las deidades más importantes y veneradas de la mitología griega. Conocida por su inteligencia, justicia y habilidad en la batalla, Atenea es una figura central en numerosos mitos y leyendas. Su historia es rica en simbolismo y destaca sus virtudes y su influencia en la cultura griega.
Historia de Atenea
Nacimiento Extraordinario
Atenea tiene uno de los nacimientos más singulares de la mitología griega. Zeus, el rey de los dioses, se unió con Metis, la diosa de la sabiduría y la prudencia. Sin embargo, una profecía advirtió que el hijo de Metis sería más poderoso que su padre. Para evitar este destino, Zeus decidió tragarse a Metis mientras ella estaba embarazada.
Más tarde, Zeus comenzó a experimentar un dolor de cabeza insoportable. Para aliviar su sufrimiento, pidió a Hefesto, el dios de la forja, que le abriera la cabeza con un hacha. De su cráneo surgió Atenea, completamente armada y adulta, emitiendo un grito de guerra. Este nacimiento simboliza el surgimiento de la sabiduría y la estrategia directamente de la mente de Zeus.
Diosa de la Sabiduría y la Guerra
Atenea es conocida por su sabiduría, justicia y habilidades estratégicas en la guerra, lo que la distingue de Ares, el dios de la guerra brutal y caótica. Atenea siempre favorece la táctica y la diplomacia sobre la violencia innecesaria. Es una defensora de la justicia y la ley, y a menudo interviene para ayudar a los héroes y proteger las ciudades.
Protectora de Atenas
Uno de los mitos más famosos de Atenea es su competencia con Poseidón por el patronazgo de la ciudad de Atenas. Ambos dioses ofrecieron regalos a los ciudadanos para ganarse su favor. Poseidón golpeó la tierra con su tridente, creando un manantial de agua salada. Atenea, por su parte, plantó un olivo, símbolo de paz y prosperidad. Los ciudadanos eligieron el olivo de Atenea, y la ciudad fue nombrada en su honor.
Amistades y Alianzas
Atenea es conocida por sus relaciones con muchos héroes legendarios a quienes ayuda en sus misiones:
Odiseo: Durante la "Odisea," Atenea es la protectora constante de Odiseo, guiándolo y ayudándolo a superar los numerosos desafíos en su viaje de regreso a Ítaca.
Perseo: Atenea asistió a Perseo en su misión para matar a Medusa, proporcionándole un escudo reflectante para evitar el contacto visual directo con la gorgona.
Heracles: En muchas de sus hazañas, Heracles recibe el apoyo y la guía de Atenea, quien le proporciona consejos y herramientas esenciales.
Artes y Artesanía
Además de la guerra y la sabiduría, Atenea es también la diosa de la artesanía y las actividades domésticas, como el tejido y la alfarería. Enseñó a los mortales numerosas artes y oficios, promoviendo la habilidad manual y la creatividad. Uno de los mitos más conocidos es su enfrentamiento con Aracne, una talentosa tejedora que desafió a la diosa en un concurso de tejido. Cuando Aracne mostró arrogancia y desprecio hacia los dioses, Atenea la transformó en una araña para que tejiera por la eternidad.
Simbolismo y Culto
Atenea era ampliamente adorada en toda Grecia, con el Partenón en Atenas siendo su templo más famoso. Las Panateneas, un festival celebrado en su honor, incluía procesiones, sacrificios y competiciones atléticas.
Curiosidades
Símbolos: Los símbolos de Atenea incluyen la lechuza (representando la sabiduría), el olivo, el escudo y la lanza, y la égida, un manto protector con la cabeza de Medusa.
Epítetos: Atenea es conocida por varios epítetos, como Atenea Parthenos (la virgen), Atenea Promacos (la campeona) y Atenea Polias (protectora de la ciudad).
Representaciones: Atenea suele ser representada como una mujer guerrera, con casco, escudo y lanza, reflejando su carácter de diosa de la guerra y la sabiduría.
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jgmail · 4 months ago
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Los fundamentos míticos del capitalismo
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Por Gil-Manuel Hernàndez i Martí
Fuentes: 15-15-15 [Imagen: Maia Koenig]
Quien ha perdido los símbolos históricos y no puede contentarse con ‘sustitutos’, se encuentra hoy en una situación difícil: ante él se abre la nada, frente a la cual el hombre aparta su rostro con miedo. Peor todavía, el vacío se llena con absurdas ideas políticas y sociales, todas ellas espiritualmente desiertas. (Carl G. Jung: Sobre los arquetipos del inconsciente colectivo, 1934).
El poder del mito
El capitalismo, como sistema económico y social preponderante a nivel mundial, ha ejercido y continúa ejerciendo una influencia significativa en nuestras vidas y en la configuración de las sociedades de manera profunda, compleja y perdurable. Esta formación histórica, arraigada en teorías y prácticas económicas y políticas, opera como un modo de producción material, una maquinaria para la generación y concentración de ganancias, y un mecanismo de control social que se apoya en una lógica de explotación que abarca diversas dimensiones, como clase, género, raza y especie. Además, constituye una poderosa fuerza de configuración de subjetividades y un dispositivo hegemónico de reproducción cultural. Por ello, se manifiesta como una estructura integral de dominación y transformación del mundo, con la capacidad de influir en todas sus esferas, e incluso de llevar a la humanidad hacia un estado de colapso civilizatorio, debido a su naturaleza ecocida.
Aunque el antropocentrismo, el patriarcado y la construcción del ego humano ya existían antes del surgimiento del capitalismo, este último los intensifica, exacerba y subordina a una lógica depredadora centrada en la búsqueda de beneficios en el marco de un mercado supuestamente competitivo, la cual prevalece sobre cualquier otra consideración ética o forma de relación social.
Con todo, una exploración más profunda del capitalismo nos permite analizarlo desde una perspectiva más amplia, adentrándonos en sus fundamentos míticos y arquetípicos. En este artículo, exploraremos tentativamente cómo la lógica del capitalismo, conformada en torno al siglo XVI y desarrollada con creciente intensidad a partir del siglo XVIII, está especialmente sincronizada con la energía psíquica y social de ciertos mitos y arquetipos que han existido a lo largo de la historia de la humanidad. Estas configuraciones míticas y arquetípicas se encuentran presentes, con diversas adaptaciones y matices, en la mayoría de las culturas humanas, tal como lo han demostrado la antropología y la psicología profunda. En esta exploración, nos apoyaremos en la mitología griega como referencia, debido a su cercanía cultural. Esta ha dejado una huella profunda en la conformación de la psique colectiva de Occidente, donde el capitalismo surgió y se desarrolló.
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Eso sucede así porque, como señaló Carl Kereny (2009), el mito pervive gracias a la plasticidad del mitologema, que alude al rico material mítico que es revisado, generado y reconfigurado de forma continua con elementos propios de la cultura. Dicho de otro modo, el mitologema se refiere a los componentes mínimos y universales de un mito, los cuales pueden repetirse o combinarse en diversas formas para construir narrativas mitológicas más complejas. De este modo, el mitologema funciona como un motivo recurrente que aparece en diferentes relatos mitológicos y que puede referirse a personajes, eventos, objetos o situaciones. Los mitologemas han constituido los cimientos de las historias que han aguantado el paso del tiempo, relatos que, “en las postrimerías de un mundo en disolución, siguen siendo el espejo para contemplarnos y dotar de sentido a nuestra existencia.” (Marcet, 2023).
Ciertamente, los mitos pueden deformar más o menos la realidad, pero también ayudan a conformarla, construirla y dirigirla. Los mitos sirven para establecer, apuntalar y reforzar los valores, las identidades, las normas y las creencias compartidas dentro de una comunidad, transmitiéndose de generación en generación. Son realmente performativos y prescriptivos, lo que explica su potencia y trascendencia. Como ha defendido recientemente Vicente Gutiérrez (2023) al referirse a “los mitos sostenedores del capitalismo fosilista”, los mitos sostienen culturalmente los modos de producción, que lo son también de producción de mitos, de manera que sin mitos no se entiende la permanencia, fortaleza y aceptación de los sistemas económicos, políticos y sociales. Pues un mito no consiste en una simple “superestructura” derivada del determinismo materialista que caracteriza las relaciones entre fuerzas productivas. Más bien supone una infraestructura generativa de conocimiento y significado, una “estructura de sentimiento”, una trama simbólica, un marco interpretativo y una filosofía cotidiana con innegables características numinosas. Los mitos, en tanto traducción cultural de los arquetipos, expresan la fuerza energética de estos y su capacidad para sintonizar, estimular, orientar y potenciar las actuaciones de las sociedades humanas y, por tanto, de los modos de dominación en cada ciclo histórico.
La hybris del capitalismo
Analizar los fundamentos míticos del capitalismo, esto es, explorar sus mitologemas, sirve tanto para calibrar su fortaleza histórica como para comprender lo difícil que resulta reformarlo, superarlo o imaginar alternativas viables a él. Cuando Mark Fisher (2016) acuñó el término «realismo capitalista», intentaba describir una condición cultural y política en la que el capitalismo ha permeado tan profundamente la sociedad que se percibe como la única forma posible de organizar la vida. De ahí que, incluso cuando las personas reconocen los problemas y fallos del capitalismo, les resulta difícil imaginar y trabajar alternativas significativas, debido a la abrumadora hegemonía del pensamiento capitalista.
Conocemos bien, porque están muy estudiadas, las motivaciones y manifestaciones del poder del capitalismo, en un sentido económico, político e ideológico. Pero quizás se conocen menos, debido al excesivo sesgo materialista y racionalista de las ciencias sociales críticas, los impulsos psíquicos y arquetípicos del capitalismo que se vehiculan culturalmente a través de los mitos clásicos y se expresan en mitologemas. Motivo por el cual hay que prestarles atención, ya que desde el fondo silencioso del inconsciente colectivo empujan sin tregua, siguiendo una lógica sincronística (Jung, 2004), para ser escuchados, conocidos y comprendidos. Una tarea necesaria si se pretenden plantear alternativas emancipadoras creíbles frente a un sistema totalizador que amenaza con arrasarlo todo.
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La hybris de la mitología griega ha constituido un impulso arquetípico vinculado al largo desarrollo histórico de la noción de la individualidad, entendida como la ilusión de un sujeto independiente y autónomo. No obstante, dicha hybris se fue exacerbando conforme se configuraba la concepción moderna de progreso, que el capitalismo ha traducido en una compulsiva obsesión por avanzar, crecer y acumular riqueza y poder, cueste lo que cueste, mirando siempre al tiempo del futuro, ese tiempo propulsado por una modernidad que cancelaba la antigua conexión entre humanidad y la naturaleza/divinidad (Marcet, 2023). Este incontenible impulso, que implica una desmesura debida a la ceguera y el orgullo impío (Jappe, 2021), se manifiesta en la búsqueda de ganancias, codicia sistémica, expansión económica y crecimiento perpetuo. Las deudas, no obstante, se deberán saldar en algún momento.
Dentro de este campo narrativo, a menudo las proezas de los «emprendedores», empresarios exitosos y agentes «disruptivos» del mercado aluden al arquetipo del héroe clásico ebrio de hybris. Estos legendarios luchadores de la vanguardia capitalista se enfrentan a desafíos, asumen riesgos, compiten sin tregua y superan obstáculos en su afán expansivo, motivos por los cuales se les aprecia como venerados garantes del avance civilizatorio. La vida está a su entera disposición. Por supuesto, siempre es posible actuar con más moderación, contención, compasión, consenso o conciliación, aunque sea por pura estrategia, y de hecho en algunas fases históricas del capitalismo así ha sido. Pero al final el implacable ímpetu de la hybris capitalista hace que el componente fáustico de su dinámica estructural lo aboque necesariamente al desastre. El neoliberalismo salvaje contemporáneo es una buena prueba de ello.
Porque, tal como nos advierten los mitos griegos sobre los excesos de la hybris, desafiar ciertos límites, ya sean naturales o divinos, hacer caso omiso de las advertencias sobre la extralimitación, cometer una y otra vez los mismos errores, tiene un alto costo, que se plasma dramáticamente en caídas, crisis o colapsos. Estos eventos, lejos de detenerse o disminuir, tienden a repetirse cíclicamente en el capitalismo, intensificándose y poniendo en peligro la propia vida en el planeta. ¿Ha aprendido algo el sistema acerca de las lecciones históricas proporcionadas por el poder de sus fundamentos míticos? No parece ser así, lo cual resulta bastante inquietante. Veamos, aunque sea de una manera impresionista, algunos de estos antiguos mitos especialmente reveladores.
Los antiguos mitos de la moderna hybris capitalista
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Este y su padre Dédalo escaparon de Creta, donde estaban retenidos por el rey Minos, mediante unas alas confeccionadas con plumas adheridas con cera a sus hombros. Sin embargo, Ícaro, cegado por su propia arrogancia, desobedeció las advertencias paternas de no elevarse demasiado sobre el mar, acercándose peligrosamente al sol, lo que provocó que la cera se derritiera y que Ícaro cayera al agua. Este mito ilustra las consecuencias desastrosas de la ambición desmedida, la imprudencia tecnológica, la megalomanía, la vanidad y la temeridad, características tan distintivas del capitalismo. El mito apunta a cómo el hecho de ignorar las advertencias de no traspasar ciertos límites puede conducir al fracaso y a la ruina. Simbólicamente, también sugiere que el exceso de calor de la civilización termoindustrial, representado por el calentamiento global, conlleva su ruina, al precipitarla en el abismo del mar, que es a su vez un símbolo fundamental del inconsciente colectivo y del inframundo.
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Debido a su hospitalidad hacia el sátiro Sileno, preceptor y leal compañero de Dionisos, este dios le otorgó al rey Midas el poder de transformar en oro todo lo que tocara. Aunque al principio parecía una bendición, el rey Midas pronto descubrió las consecuencias desastrosas de este don, ya que incluso su comida y su hija se convirtieron en oro al tocarlas. Al percatarse de que no podía disfrutar de los alimentos que se transformaban en metal al contacto, suplicó a Dionisos que lo liberara de su don. Este le indicó que se lavara en el río Pactolo, lo cual le devolvió su normalidad. El mito advierte sobre cómo la obsesión por la riqueza (hacer proliferar el oro) y la acumulación de bienes pueden llevar a la desdicha generalizada, como sucede especialmente bajo el capitalismo financiarizado global, desconectado de la esfera productiva y entregado a la más brutal especulación. Esta situación simboliza esa insaciable búsqueda de ganancias (oro) que guía al capitalismo (el rey), desconectado de cualquier instancia trascendente, sensible o espiritual, lo que indefectiblemente conduce a la alienación, la degradación de la humanidad y la aniquilación de la vida. De alguna forma, el deseo final del rey Midas de deshacer el error sugiere la posibilidad de cierto arrepentimiento en forma de decrecimiento, contención o moderación de las ansias materiales inherentes al funcionamiento del sistema, aunque esto aún está por verse.
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Tras ser invitado por los dioses a su banquete, Tántalo sucumbió a la tentación de igualarse a ellos, ofreciéndoles comida, llegando al extremo de sacrificar a su propio hijo para servirles sus trozos. Como castigo, Tántalo fue condenado a un tormento eterno en el inframundo, donde se le presentaban comida y bebida que siempre se retiraban cuando intentaba tomarlas. Además, una enorme roca oscilante pendía sobre él, amenazando con aplastarlo. Este mito ejemplifica la desmedida adicción del sistema a ser como un dios, centrado exclusivamente en una voraz obsesión por los bienes materiales. El capitalismo, reflejado en este mito, genera un deseo insaciable y constante, como el consumismo masivo que promueve a nivel global. Sin embargo, el objeto del deseo nunca puede ser completamente satisfecho, ya que constantemente surgen nuevos apetitos y la búsqueda ávida continúa para que la tasa de ganancia siga creciendo, con los riesgos que ello implica (la roca oscilante). Esta narrativa refleja la realidad sistémica de una ambición permanente, una búsqueda interminable de deseos a satisfacer y una frustración crónica que no aporta más que ansiedad, frustración e infelicidad.
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El titán Prometeo engañó a Zeus y, como castigo, el dios supremo del Olimpo le negó el acceso al fuego. Sin embargo, Prometeo robó semillas de fuego para dárselas a los humanos y así ayudarles en su desarrollo. En respuesta, Zeus lo encadenó a una roca donde un águila le devoraba recurrentemente el hígado, pues este se regeneraba. Fue liberado por Heracles, hijo de Zeus, y el centauro Quirón, aunque Prometeo tuvo que llevar en lo sucesivo un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado. Este mito expone el ansia de progreso, de superación intelectual y material, así como la equiparación con la inteligencia divina, que la sociedad capitalista tan bien encarna (ahora con la “inteligencia artificial”).
Con todo, Marx y el socialismo también admiraron a Prometeo como símbolo de revolución y avance civilizatorio. A lo largo de la historia de la cultura occidental, el mito de Prometeo ha sido interpretado de tres maneras: como una figura carismática que permite el progreso humano; como el prototipo romántico del rebelde que desafía a los dioses y a la naturaleza; pero también como una figura funesta cuyo conocimiento y capacidad tecnológica han causado grandes desastres y enorme sufrimiento. Este mito distintivo de la modernidad, que el Frankenstein de Mary Shelley actualizó (no en vano se subtitula «o el moderno Prometeo»), narra de nuevo la peligrosa tendencia de querer ser como la divinidad. En otras palabras, relata cómo la ambición tecnológica y la perversión del conocimiento científico en el contexto capitalista, inherentemente titánico, pueden desencadenar monstruosidades éticas y efectos distópicos imprevistos. Además, el mito destaca que, aunque existe la oportunidad de liberarse de estos males, la humanidad debe mantener la humildad y recordar sus colapsos anteriores, como lo indica la imagen del anillo con el trozo de roca que Prometeo debe llevar siempre puesto.
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La dimensión psicopatológica del capitalismo viene enunciada por la figura de Narciso. Este era famoso por su extraordinaria belleza, pero también por su profunda vanidad. Para castigar su arrogancia, la diosa Némesis hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en un estanque. Absorto en su contemplación, era incapaz de apartarse de su propio reflejo. En una versión romana del mito, se cuenta que al ver su semblante en las aguas Narciso quedó atrapado: por miedo a dañar su imagen, no la tocaba y era incapaz de dejar de mirarla. Se dice que Narciso se suicidó arrojándose al estanque al no poder poseer el objeto de su deseo. Este mito apunta a la autoabsorción y el llamado narcisismo, aspectos claramente característicos del capitalismo. Este aparece seducido por su propia dinámica de destrucción creativa (la “belleza” del capital). Esta fascinación le impide moderar sus apetitos, conduciéndolo inevitablemente a la enajenación definitiva y, en última instancia, al suicidio a través del ecocidio.
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Faetón era hijo de Helios y, deseoso de presumir de su linaje ante sus amigos, persuadió a su padre para que le concediera un deseo. Solicitó la oportunidad de guiar el carruaje del sol a través del cielo por un día. A pesar de los intentos de disuasión de Helios, Faetón se mantuvo inflexible en su determinación. Cuando llegó el día, el joven se vio abrumado por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. En su desesperación, ascendió demasiado alto, enfriando la tierra, y luego descendió demasiado, provocando la sequía y los incendios. Faetón inadvertidamente convirtió gran parte de África en un desierto, quemando la piel de los etíopes hasta tornarla oscura. Finalmente, Zeus se vio obligado a intervenir, golpeando el desbocado carro con un rayo para detenerlo, lo que provocó la caída de Faetón, quien se ahogó en el río Erídano (Po). Este mito ejemplifica de modo impresionante cómo el exceso de ambición y la irresponsabilidad a la hora de manejar determinadas tecnologías puede desencadenar la alteración antropogénica del planeta, como sucede en la realidad actual con el caos climático ocasionado por el capitalismo y su dogmática religión tecnológica.
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Este relato mítico refleja el proceso por el cual un engendro antinatural (el capitalismo global) puede llevar a la barbarie y al sacrificio del futuro de una sociedad (las nuevas generaciones y las venideras). El Minotauro o «Toro de Minos», era hijo de Pasífae, esposa del rey cretense Minos, y de un toro blanco que este tenía en gran valor, al habérselo regalado Poseidón. El Minotauro solo comía carne humana, y conforme crecía se volvía más salvaje. Cuando el monstruo se hizo incontrolable —como la civilización industrial capitalista—, Dédalo construyó el laberinto de Creta, una estructura gigantesca compuesta por cantidades incontables de pasillos entrecruzados, de los cuales solo uno conducía al centro de la estructura, donde el Minotauro fue abandonado. Durante años Atenas, sometida por el rey Minos, tuvo que entregar a catorce de sus jóvenes, que eran internados en el laberinto, donde vagaban perdidos durante días hasta encontrarse con el Minotauro, sirviéndole de alimento. Y así fue hasta que el héroe Teseo, ayudado por el célebre hilo proporcionado por Ariadna, hija del rey Minos, pudo internarse en el laberinto para matar al Minotauro. Lo cual apunta al mensaje de que, aunque se intente contener al capitalismo, su naturaleza depredadora no cambia, por lo que sólo sirve acabar con él.
El economista griego Yanis Varoufakis (2024) hace referencia al mito del Minotauro, destacando que la satisfacción del hambre de esta criatura era crucial para mantener la paz impuesta por el rey Minos, que permitía que el comercio cruzara los mares, llevando consigo los beneficios de la prosperidad para todos. Adaptando esta metáfora al capitalismo contemporáneo, Varoufakis identifica un Minotauro global en la forma de la hegemonía económica de Estados Unidos y Wall Street. Esta hegemonía se sustentaba en el déficit comercial estadounidense, que importaba masivamente manufacturas del resto del mundo para beneficiar a Wall Street y a los grandes inversores norteamericanos. Según Varoufakis, alimentado por este flujo constante de tributos, el Minotauro global, vinculado al neoliberalismo y a la informatización de las finanzas, permitió y mantuvo el orden mundial posterior a Bretton Woods, de manera similar a cómo su predecesor cretense había preservado la Pax cretana, aunque con un costo significativo de sufrimiento para las poblaciones del mundo y enormes riesgos financieros. Sin embargo, al igual que el Minotauro original, este sistema también comenzó a colapsar con la crisis económica de 2008. Por ello Varoufakis (2024) concluye: “Al final, nuestro Minotauro será recordado como una bestia triste y ruidosa cuyo reinado de treinta años creó, y luego destruyó, la ilusión de que el capitalismo puede ser estable, la codicia puede ser una virtud y las finanzas pueden resultar productivas.”
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Sísifo, conocido por haber enfadado a los dioses debido a su extraordinaria astucia, fue condenado a una tarea aparentemente interminable y fútil en el inframundo (el reino del inconsciente colectivo). Su trabajo consistía en empujar una enorme piedra cuesta arriba por una colina empinada. Sin embargo, cada vez que estaba a punto de alcanzar la cima y liberarse de su carga, la piedra rodaba hacia abajo nuevamente, forzándolo a empezar de nuevo. Este ciclo se repetía eternamente, y Sísifo nunca lograba completar la tarea.
Este mito se ha interpretado de diversas maneras. Algunos lo ven como un relato sobre el esfuerzo sin fin y sin sentido, que evidencia el absurdo de la condición humana. Otros lo interpretan como una metáfora de valentía, determinación, esfuerzo y resistencia humanas frente a dificultades aparentemente insuperables. Desde el punto de vista del funcionamiento histórico del capitalismo, el mito de Sísifo parece relacionarse con la considerable potencia de unas fuerzas arquetípicas que se sintonizan con un sistema regido por una concepción puramente expansiva, ascendente y técnico-material del progreso. Esta enloquecida obsesión por la acumulación de riqueza y la sensación de dominio, conlleva un ciclo interminable de trabajo y estrés sin una recompensa significativa, ya que los problemas acaban reapareciendo, llevando a una nueva caída que destruye gran parte de lo creado y obliga a buscar nuevas maneras de ascender con pesadas cargas a cuestas. Estas cargas, como la explotación, la desigualdad, la violencia o la dominación, son parte de la propia lógica perversa del sistema, lo que lastra estructuralmente sus desmedidas ambiciones. Así pues, la inconsciencia o arrogancia frente a los límites del sistema, impuestos por la naturaleza (lo divino), generan crisis o colapsos recurrentes, de los cuales no se aprende realmente. Esto abre la puerta a nuevos intentos irracionales de ascenso, también condenados al fracaso.
El mito de Ericsitón y el capitalismo catabólico
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Volviendo el mito de Ericsitón, este relata la historia de un rey de Tesalia conocido por un brutal apetito y una ambición desenfrenada. Sabíamos que el capitalismo posee un carácter caníbal, que le lleva a fagocitar todo a su paso para seguir creciendo (Fraser, 2023). Pero el mito de Ericsitón va más allá, y lo rescata Anselm Jappe (2019) en su obra La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción, que se ocupa del carácter autocanibalizador del capitalismo contemporáneo. Según Jappe, el mito de Ericsitón, recogido en su momento por el poeta griego Calímaco y el romano Ovidio, trata sobre un personaje que se convirtió en rey de Tesalia tras expulsar a sus habitantes autóctonos, los pelasgos, quienes habían consagrado un magnífico bosque a Deméter, la diosa de las cosechas. En su centro se alzaba un árbol gigantesco y a las sombra de sus ramas danzaban las dríades, las ninfas de los bosques. Pero Ericsitón, deseoso de convertir el árbol sagrado en tablas de madera para construir su palacio, se presentó en el bosque con sus siervos con la intención de talarlo. La propia diosa Deméter intentó disuadirlo de su empeño, pero el rey le respondió con desprecio. Como los siervos se negaron a consumar el sacrilegio, Ericsitón en persona derribó el árbol, pese a que de este brotaba sangre y el anuncio de un castigo. En este caso, la tala en el bosque sagrado, representa una afrenta directa a los dioses y a la naturaleza misma. La historia ilustra cómo las acciones imprudentes y egoístas pueden llevar a la degradación y al desastre, tanto a nivel personal como a nivel ambiental.
Efectivamente, Deméter envió el hambre personificada a Ericsitón, penetrando su cuerpo a través de su aliento. Del rey se apoderó un hambre insaciable, y cuanto más comía más hambre tenía. Engulló y consumió todo lo que estaba a su alcance, vendiendo a su hija para obtener más comida. Pero como nada calmaba su increíble apetito, él mismo comenzó a desgarrar sus propios miembros, de modo que a medida que se autodevoraba su cuerpo fue menguando hasta morir. Para Jappe, se trata de uno de los mitos griegos que evoca la hybris, que acaba por provocar la némesis, es decir, el mismo castigo divino que también sufrirían Prometeo, Tántalo, Sísifo, Ícaro, Midas o Faetón, entre otros. Un mito que sorprende por su rabiosa actualidad, ya que funciona como una anticipación arquetípica de lo que sucede cuando no se respeta a la naturaleza, pues tal desconsideración atrae necesariamente la ira de los dioses, o de la propia naturaleza. Para Jappe, solo la casi completa desaparición de la familiaridad con la Antigüedad clásica puede explicar por qué el valor metafórico de este mito se les ha escapado hasta hoy a los portavoces del pensamiento ecológico.
Según Jappe, el hambre de Ericsitón no tiene nada de natural, y por eso nada natural puede calmarla. Es un hambre descomunal imposible de saciar. Su desesperada tentativa de mitigarla empuja al rey a consumir sin tregua, en una clara alusión mítica a la lógica del valor, la mercancía y el dinero. Pero el ansia y la avidez no cesan: “No es simplemente la maldad del rico lo que está aquí en juego, sino un encantamiento que hace pantalla entre los recursos disponibles y la posibilidad de disfrutar de ellos” (Jappe, 2019:13). La diosa castiga a Ericsitón de modo ajustado a su delito: al no poder alimentarse, vive como si toda la naturaleza se hubiera transformado en un desierto que se niega a prestar auxilio natural a la vida del hombre.
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Pero, como propone Jappe, el mito también recuerda a la trayectoria de los drogadictos con síndrome de abstinencia, como esa constante sed de dinero que caracteriza la lógica capitalista y que nunca se satisface del todo. Ericsitón es un narcisista patológico, que niega la objetividad y sensibilidad del mundo exterior, que a su vez le niega a él la asistencia material. La hybris de Ericsitón refleja la tendencia hacia la autodestrucción implícita en el capitalismo catabólico, arrastrado por una pulsión suicida “que nadie quiere conscientemente pero a la que todo el mundo contribuye” (Jappe, 2019:15).
En realidad, en este punto es crucial mencionar el profundo vínculo entre el mito de Marte (Ares), dios de la guerra, y el capitalismo, dado que este último opera como un régimen de guerra permanente contra la vida. Desde esta perspectiva, el «terrible amor por la guerra», un arquetipo universal al que hace referencia el psicólogo junguiano James Hillman (2010), se amplifica notablemente con la lógica capitalista. Esto es así porque este devastador “amor por la guerra”, capaz de generar sensación de significado, propósito y trascendencia en su acción destructiva, resulta especialmente sacralizado bajo los presupuestos existenciales del capitalismo. En consecuencia, debido a la convergencia mítico-arquetípica entre la hybris y el amor por la guerra, el capitalismo tiende inevitablemente hacia la devastación del mundo.
De los fundamentos míticos del capitalismo al imposible capitalismo mítico
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Esto requiere una explicación. El capitalismo, especialmente en su forma más contemporánea como sociedad de mercado consumista, conocida también como «capitalismo libidinal» (Fernández-Savater, 2024), aprovecha ampliamente un deseo perpetuamente insatisfecho, buscando definir, consagrar y reforzar su propia condición mítica. Se presenta como la encarnación actual de los antiguos héroes clásicos, especialmente propulsado por todo tipo de pulsiones prometeicas. Además, pretende incorporar y reinterpretar secularmente el bíblico paraíso terrenal como una tierra de abundancia y felicidad. Aprovecha diversos medios para intentar conseguirlo, como lo demuestran las grandes superproducciones artísticas de la industria cultural, los parques temáticos, las narrativas mediáticas sobre avances en conquistas, innovaciones, invenciones, progreso científico y tecnológico, así como en el conocimiento de los secretos del macrocosmos y el microcosmos. Se llama escandalosamente la atención con la exploración espacial, el descubrimiento de energías milagrosas, los desarrollos disruptivos en economía de la atención, los algoritmos sofisticados, las posibilidades de consumo inmediato a la carta, de computación cuántica, de criptomonedas, de cibermundo, de robótica de última generación, de inteligencia artificial. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del capitalismo por constituirse como un mito con todo esto, se trata de un falso mito, tan solo de vistosos fuegos artificiales, porque al final la desolación que causa el capital avanza, el colapso ecosocial se intensifica, la extinción de la naturaleza se propaga, los perjuicios para la humanidad proliferan y todo ello no describe un mito, sino su aborto. El capitalismo mítico deviene un imposible.
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Esto sucede porque el mito remite al símbolo y el símbolo remite a la unión, a lo que une, vincula, liga y crea. Mientras que lo contrario del símbolo es lo diabólico, es decir, lo que separa, lo que divide, lo contradictorio, lo destructivo. Como señala Marcet (2023), el mal solo puede ser el antónimo del Símbolo. Para los cristianos antiguos, como para los griegos clásicos, el Símbolo constituía la esencia de sus mitos, poesía y religión, aquello que lo vertebraba y religaba todo. Por este motivo, si el Símbolo era lo que unía de nuevo, lo malvado tenía que ser a la fuerza lo que dividía y enfrentaba a las personas. De hecho, subraya Marcet, las raíces griegas de las palabras símbolo y diablo son iluminadoras. Símbolo viene de synballein (syn, «uno»), que es «lanzar juntos, unir». Por contra, diaballein (dia, «dos»), procedente del griego diábolos (διάβολος), quiere decir «lanzar por separado, causar pelea (dividir)». Lo opuesto al símbolo, por tanto, es el diablo: aquel que divide el «uno» en «dos» y da comienzo al conflicto irresoluble entre opuestos. Del mismo modo, el capitalismo no sólo es ambivalente, contradictorio y conflictivo en sus pulsiones, sino que finalmente se ve arrastrado por aquellas de rango más perverso que provocan más división, desestructuración, fragmentación, caos y perdición. El capitalismo aspira a ser míticamente dionisíaco, afrodisíaco y paradisíaco, es decir, el Jardín de las Delicias, pero acaba siendo sórdidamente catabólico, hiperbólico y diabólico, es decir, Mordor. Justo lo contrario del símbolo. En resumen, la antítesis misma del mito unificador del mundo que el capital pretende encarnar.
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Como hemos visto, el capitalismo, en su búsqueda de expansión y crecimiento ilimitados, sintoniza, traduce y actualiza la descomunal energía de los arquetipos, que a través de los mitos, expresan la hybris y sus consecuencias. En todos ellos encontramos el motivo o mitologema de las advertencias divinas/naturales ante los efectos de los excesos de la hybris, así como el motivo o mitologema del hecho de desoírlas deliberadamente. Desde los propios inicios de la Revolución Industrial capitalista, han existido numerosas advertencias sobre las nefastas consecuencias del desarrollo del sistema para la naturaleza y la humanidad. Pero pese a ello, los responsables de la expansión capitalista han hecho y siguen haciendo una elección consciente de la destrucción (Riechmann, 2024).
Por ello, resulta inviable un capitalismo mítico, ya que no puede construirse sobre símbolos reales, es decir, sobre constructos con la capacidad unificadora para representar algo que sea reconocido, comprendido y asumido por un grupo o una colectividad. Si los mitos genuinos tienden a sincronizar a las personas a través de símbolos compartidos, en tanto son susceptibles de comprensión universal debido a su carácter arquetípico, los falsos mitos, como el capitalismo que pretende devenir mito, se alzan sobre la división, la desigualdad y la exclusión, sobre la propia negación del mito. Y si traducen algún arquetipo, es el del diablo, entendido como una energía del inconsciente colectivo que es sinónimo de separación, incomprensión, desviación o error.
El capitalismo, a pesar de su renovada y siempre traicionada promesa de progreso, abundancia y prosperidad, perpetúa la explotación, la división y la infelicidad. Tanto su incompetencia mítico-simbólica como su inevitable inclinación hacia el colapso se hacen visibles en ese “apocalipsis” que funciona como “revelación” de sus límites, como terrible convergencia de esos “puntos de inflexión escatológicos” (Horvat, 2021) que certifican el fracaso existencial del capital. Al estar arquetípicamente ligado a las configuraciones míticas de la hybris, está condenado a enfrentar las consecuencias de sus excesos. La pregunta es si otros mitos poderosos, con sus símbolos auténticos, podrán evitar que el capitalismo arrastre al mundo
Bibliografía
– Berry, T. (2015): The Dream of the Earth, Berkeley, Counterpoint Press.
– Campbell, J. (2015): El poder del mito, Madrid, Capitán Swing.
– Chevalier, J. y Gheerbrant, A. (2007): Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder.
– Collins, C. (2018): “Catabolismo: el futuro aterrador del capitalismo”, CounterPunch, 1 noviembre 2018.
– Fernández-Savater, A. (2024): Capitalismo libidinal. Antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar, Barcelona, Ned Ediciones.
– Fisher, M. (2016): Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?, Buenos Aires, Caja Negra Editora.
– Fraser, N. (2023): Capitalismo caníbal. Qué hacer con este sistema que devora la democracia y el planeta, y hasta pone peligro su propia existencia, Buenos Aires, Siglo XXI.
– Gutiérrez, V. (2023): “Contra los mitos sostenedores del capitalismo fosilista. La subjetividad colectiva atrapada entre el metamito del progreso y el protomito del colapso”, Ekintza Zuzena, número 49.
– Hillman, J. (2010): Un terrible amor por la guerra, Madrid, Sexto Piso.
– Horvat, S. (2021): Després de l’apocal·lipsi, Barcelona, Arcàdia.
– Jappe, A. (2019): La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción, Logroño, Pepitas de Calabaza.
– Jung, C.G. (2004): La dinámica de lo inconsciente, Madrid, Trotta.
– Jung, C.G. (2010): Arquetipos e inconsciente colectivo, Barcelona, Paidós.
– Kereny, C. (2009): Los héroes griegos, Vilaür, Atalanta.
– Marcet, I. (2023): La historia del futuro, Barcelona, Plaza y Janés.
– Riechmann, J. (2024): Ecologismo: pasado y presente (con un par de ideas sobre el futuro), Madrid, Los Libros de la Catarata.
– Varoufakis, Y. (2024): Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo, Barcelona, Deusto.
Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2024/05/31/los-fundamentos-miticos-del-capitalismo-audio/
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