#Lugares increíbles
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holanihon · 10 months ago
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DOTONBORI: El barrio más vibrante y famoso de Osaka.
¿Han visto o escuchado de DOTONBORI? En este post les quiero dar algunos detalles sobre qué ver y hacer en Dotonbori, la famosa zona ubicada justo en el corazón de Osaka.
Dotonbori es el barrio más famoso de Osaka, un lugar lleno de vida, con luces neón, restaurantes, bares y tiendas que definitivamente atraen a visitantes de todo el mundo.
Pero, ¿por qué es tan popular? ¿Cuál es su…
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visioninteriorista · 1 year ago
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Demasiada belleza para mis ojos 💕🌷🌸
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㋡🥀
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mate-y-viajecito · 6 months ago
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Cuesta de Miranda, La Rioja, Argentina.
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armatofu · 11 months ago
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oknews · 14 hours ago
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El Centro de Víctimas del Mesotelioma de Luisiana insta a un veterano de carrera de la Marina con cáncer de pulmón o mesotelioma en cualquier lugar de Luisiana a que llame al increíble equipo legal de Gori Law Firm para discutir la compensación y obtener mejores resultados.
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sapybara · 1 year ago
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hghghg por que??
Porque no importa en que situación random haya terminado, siempre me termino cruzando con otros argentinos. Literal que veo más argentinos afuera de Argentina que adentro
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goldenliartrash · 2 years ago
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estamos hablando de la eutanasia en clase y la gente está diciendo cada cosa que,,,,,,,, verdaderamente me pregunto si mirarían a la cara a una persona que ha solicitado el suicidio asistido y le soltarían las mismas cosas que están soltando aquí
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olee · 9 months ago
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La Familia De | Enzo Vogrincic
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Cuando descubres la infidelidad de tu novio, aceptas la invitación de tu amiga para pasar unas semanas en su país con su familia. Allí conoces al atractivo hermano de tu amiga, desencadenando una serie de emociones inesperadas.
Desde hace un año, la cafetería que posees en Ciudad de México ha sido tu refugio, un santuario de aromas de café y conversaciones animadas. Tu vida ha tomado un giro maravilloso desde que abriste las puertas de este lugar acogedor. No solo tienes un negocio próspero, sino que también tienes a tu lado a un novio increíble, cuyos talentos como tatuador le dan un toque de arte y rebeldía a tu vida cotidiana.
Entre el vapor de los expressos y los murmullos de los clientes habituales, siempre hay un momento especial cuando tu amiga uruguaya aparece por la puerta. Ella, con su encanto sudamericano y su energía contagiosa, es como un rayo de sol que ilumina tu día cada vez que la ves. Aunque vive en CDMX por trabajo, nunca pierde la oportunidad de visitarte en la cafetería, trayendo consigo los últimos chismes y anécdotas que hacen que la vida en la ciudad parezca aún más vibrante.
En medio de este bullicio reconfortante, te das cuenta de que no estás sola. Tu negocio florece, tu relación amorosa está en su mejor momento y tus amistades te brindan compañía y alegría. La paz y la belleza se entrelazan en tu día a día, recordándote que la vida puede ser realmente hermosa cuando tienes a las personas adecuadas a tu lado.
Sin embargo, un día decides cerrar temprano la cafetería porque no te sientes bien y tienes un fuerte dolor de cabeza. De camino a tu departamento, te sientes aún peor, como si algo estuviera terriblemente fuera de lugar. Al llegar a casa y subir las escaleras, el sonido de ruidos extraños te hace detener en seco. Escuchas un respiro profundo, quizás gemidos. Sin entender completamente lo que está sucediendo, decides apresurarte hacia tu habitación.
Al abrir la puerta, te encuentras con algo que nunca podrás borrar de tu mente: tu novio, en medio de un encuentro íntimo con otro hombre. Es una escena que nunca esperaste presenciar, y sin poder soportarlo, das media vuelta y sales corriendo, sintiendo cómo tu mundo se desmorona a tu alrededor.
Con lágrimas nublando tu vista y el corazón hecho pedazos, marcas frenéticamente el número de tu amiga en tu teléfono. "¿Dónde estás? ¡Necesito verte! Me siento horrible, mi novio… mi nov–", apenas logras articular entre sollozos.
La voz tranquila de tu amiga al otro lado de la línea te ofrece un atisbo de consuelo en medio de la devastación que te embarga. "Estoy en casa. Vení y me contás tranquila", te dice, y sus palabras se convierten en un faro de esperanza en medio de la oscuridad que te rodea. Con el corazón roto y el alma hecha trizas, te diriges hacia la casa de tu amiga, en busca de consuelo y apoyo en medio de la tormenta emocional que te consume.
Le cuentas a tu amiga todo lo que había sucedido y no puedes evitar llorar. Estás en el sofá junto a tu amiga, y te dice mientras te peina el cabello: "(Y/N), tenés que ser fuerte, yo sé que no es fácil. ¿Te acordás de Mateo? Que se fue con otra mina, pues te entiendo completamente".
Pero entre sollozos, respondes: "¡Pero en mi caso es distinto!", y lloras más fuerte, como un bebé. "Y... ahora... tú te vas para Montevideo, y... ¡yo voy a estar SOLA!", sigues elevando el tono de tu llanto. "Y no quiero verloooo, nooo, no sé cómo enfrentarloooo".
Tu amiga intenta calmar tus nervios: "Pero yo me voy solamente por tres semanas, si querés, venite conmigo, yo te pago los pasajes".
"No quiero ser un peso más", respondes entre lágrimas.
"¡Boluda! ¡Te vienes conmigo, que se joda!", te dice ella, tratando de sacarte de ese estado emocional.
"Okkkkaaaayyyy", aceptás entre sollozos, llorando como un bebé.
Llevas ya tres días encerrada en la habitación de tu mejor amiga en Montevideo, con un gatito real al que tratas como un peluche. La familia Vogrincic te han adoptado como una hija más, y su madre se ha convertido en tu proveedora oficial de café y consejos sobre el amor, lo cual agradece tu corazón roto.
En una tarde soleada, tu amiga irrumpe en la habitación como un torbellino, encontrándote en la cama con tu celular, absorta en las fotos de tu ahora ex. "¡Che, bo! Dame ese celular. No quiero verte así", ordena con un tono melodramático. "Tienes que salir de esta cueva. Mami me ha dicho que solo sales para tomar café y luego regresas aquí. ¡Ya basta! Esta noche viene mi hermano desde Nueva York, y vamos a recogerlo al aeropuerto. Tienes que venir conmigo, punto final", declara con autoridad.
Tú respondes: "Ay, déjame aquí con la gatita", y ella te corrige: "¡Esa gatita tiene nombre y es Uma!". Insistes: "Pues déjame con Uma, no quiero ir para allá".
Con un suspiro exasperado, tu amiga agarra tu brazo con determinación. "¡Sos una pelotuda! ¡Vas a venir ahora!", exclama, decidida a sacarte de tu caparazón de autocompasión y llevarte a vivir un poco la vida real, aunque sea a la fuerza.
En el auto, el padre de tu amiga está al volante, con la madre como copiloto, mientras tú y tu amiga ocupan los asientos traseros. La atmósfera está cargada de emoción, ya que toda la familia está ansiosa por recoger al tal Enzo. Por lo que has escuchado, es un actor sumamente famoso. Aunque no estás muy familiarizada con su trabajo, tu amiga siempre ha hablado con orgullo sobre él, y su entusiasmo es contagioso.
Antes de dirigirse al aeropuerto, hacen una parada en un mercado para comprar globos, flores y un cartel que dice "¡Llegó el actor de la casa!". A ti no te hacen mucha gracia las flores ni los globos, ya que te recuerdan a tu exnovio.
Al llegar al aeropuerto, tu amiga asigna tareas: "Bo, aguanta los globos; yo llevaré el cartel y mami, tú llevas las flores", dice con entusiasmo. La madre asiente y el padre, con su típico sentido del humor, pregunta: "Y yo, ¿qué llevo?". La madre, con una sonrisa, responde: "La presencia". Todos ríen un poco, preparándose para la llegada del famoso Enzo.
Justo cuando estás a punto de bostezar por el cansancio acumulado, de repente tu amiga y toda su familia irrumpen en gritos de emoción, corriendo hacia un hombre sorprendentemente guapo. Su piel canela y su cabello medio largo y desordenado lo hacen destacar en la multitud. Él también parece adormilado, llevando una maleta, hasta que se percata de su familia y se apresura hacia ellos.
La escena es conmovedora mientras se abraza profundamente con tu amiga, luego se dirige hacia su madre y ambos comienzan a llorar juntos. Por lo que tu amiga te había contado, no se habían visto durante años debido a la ocupada agenda del hermano.
Mientras esta emotiva reunión tiene lugar en el aeropuerto, tú te encuentras parada como un pingüino, sosteniendo los globos en tus manos, sin saber muy bien qué hacer en medio de tanta emoción familiar.
Ya cuendo van para el auto, tu amiga te introduce al hermano diciendo, “Enzo, esta es (Y/N) mi mejor amiga del alma, y va estar con nosotros por estas semanas” dice mientras ya se van sentando al auto, y Enzo, que al parecer se va a sentar al lado tuyo te dice, “Un placer (Y/N)”
Y así van todos contentos para la casa, para cenar, ya que la madre iba a prepara una pasta.
Al llegar a la casa, estás a punto de dirigirte directamente a la habitación para descansar un poco del viaje agotador, pero tu amiga te agarra del brazo con determinación y te dice: "¡Uh uh no! Te quedas con nosotros en la sala. Nada de cueva". Tú asientes, aceptando su decisión, y decides seguir su sugerencia.
Cuando te dispones a sentarte en el sofá de la sala, observas con curiosidad cómo las gatitas, Uma y Ada, salen de una habitación cercana. Enzo, al verlas, no puede contener su emoción y se tira al piso, hablándoles con ternura como si fueran bebés. La verdad es que Enzo se veía increíblemente adorable en ese momento, y no puedes evitar sonreír ante la escena.
Tu amiga te hace una mueca cómica, como si estuviera acostumbrada a este comportamiento de su hermano, y te dice en voz baja: "Es amante de los gatos, así que no te asustes si actúa así". Tú te ríes suavemente, encontrando la situación bastante divertida y encantadora.
Observas cómo Enzo interactúa con las gatitas, y te das cuenta de que tiene un lado dulce y tierno que no esperabas.
Después de un rato, Enzo se levanta del suelo con una sonrisa, dirigiéndose especialmente a su madre: "Ma, me voy a dar una ducha. Avísame cuando esté la cena", dice con tono amable. La madre asiente con un simple "ok", ocupada con los preparativos en la cocina.
Una vez que Enzo se retira para darse una ducha, te inclinas hacia tu amiga y le susurras en voz baja para que no te escuchen: "Oye, no me habías dicho lo guapo que es tu hermano". Ella te responde con una mueca divertida y te dice: "Te lo regalo si quieres". En un gesto juguetón, la empujas suavemente y respondes con un "ajá", aceptando el comentario con humor.
Ambas se miran y se ríen, compartiendo un momento cómplice antes de que Enzo regrese de su ducha y continúe con la cena en familia.
Después de un rato, mientras estás disfrutando de un vino con tu amiga y ayudando a preparar la mesa, Enzo hace su entrada. Viene con una cámara vintage en la mano, su cabello aún húmedo y desordenado, vistiendo una sudadera cómoda y descalzo. En general, se veía muy relajado y como en su casa; no parecía en absoluto un actor de Hollywood.
Mientras tú te sientas con tu vino en la mesa, Enzo comienza a moverse alrededor de la cocina, capturando momentos con su cámara: la madre preparando la comida, el padre cortando la carne asada, y la hermana charlando contigo. Luego, se dirige hacia las gatitas y llama a tu amiga, "Loca, ven acá, tírame una foto con Uma y Ada". Pero antes de que pueda tomar la foto, la madre interviene: "Enzo, después. Ya vamos a comer". Él asiente en respuesta.
Tú observas todo con asombro, pero al mismo tiempo, te sientes como si estuvieras presenciando algo muy familiar. Enzo se sienta nuevamente junto a ti, y de repente te toma una foto inesperadamente. Tu amiga lo regaña de inmediato, diciendo: "¡Enzo! A (Y/N) no le gusta que le tomen fotos". Con un tono suave, Enzo se disculpa: "Disculpa". Y tú respondes con amabilidad: "No te preocupes".
La atmósfera en la casa es cálida y acogedora, y te sientes cada vez más integrada en esta familia tan especial.
Después de unos 45 minutos en la mesa, todos parecían estar inmersos en sus propias conversaciones, dejándote a ti en un silencio momentáneo. Mientras tomas sorbos de tu vino, escuchas atentamente pero te sorprendes al darte cuenta de que nadie te ha dirigido la palabra en todo ese tiempo. Una sensación de soledad momentánea te envuelve, hasta que de repente, es Enzo quien rompe el silencio.
"Y tú, ¿qué haces?", pregunta Enzo, volviendo su atención hacia ti. Levantas la mirada, encontrando sus ojos, y respondes con sinceridad: "Soy dueña de una cafetería en Ciudad de México". Su expresión se ilumina con genuina admiración: "¡Guau, eso es impresionante!", responde con entusiasmo.
En ese momento, sientes una conexión especial con Enzo, como si sus palabras hubieran creado un puente entre ustedes. A pesar del bullicio de la mesa, te encuentras atrapada en su mirada, sintiendo una chispa de complicidad entre ustedes.
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fragmentos-literarixs · 2 months ago
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Do I even know you at all?
¿Valió la pena lo vivido? Una pregunta que sin cesar retumba en mi mente en el día, y en la noche.
Sí, fue lindo las sonrisas, las canciones de amor, nuestra ropa combinando, y los constantes "te amo". Fue increíble sentir esa conexión que me hizo cuestionar sobre todo lo que conocía de este mundo.
Pero sin duda fue amargo las constantes peleas, los celos tan incontrolables, y aquel gran muro que nos dividía.
Pudimos haberlo hablado con madurez, pudimos haber hecho un acuerdo de paz, pero decidimos disparar las balas que perforaron nuestros corazones.
Sin duda había mucho amor, pero decidimos quemarlo todo y llevarlo al trágico final.
¿Valió la pena el sufrimiento?
Ahora sólo vemos las ruinas de lo que alguna vez fue nuestro hogar. Tú decidiste dar un paso atrás y yo decidí ir hacia adelante, alejándonos el uno del otro, pero dejando en su lugar aquella jodida conexión que como un karma nos perseguirá para siempre.
¿Valió la pena haber llegado a nuestro final?
— Rose Noire.
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holanihon · 1 year ago
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La isla de Gunkanjima, un lugar abandonado en Nagasaki.
Por cierto, también comparto info de Japón en mi website holanihon.com
El más reciente post es sobre Gunkanjima, la isla abandonada de Nagasaki. Un lugar muy interesante y único en Japón.
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https://holanihon.com/la-isla-de-gunkanjima/
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walker-skull · 6 days ago
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Poseer cuerpos siempre ha sido mi forma de disfrutar de mi vida. La sensación de tener el control de alguien me pone muy cachondo. Actualmente vivo solo en un condominio de dos habitaciones y normalmente contrato a un stripper gay para que venga a mi casa y me apodere de su cuerpo cuando no está mirando, pero solo podría quedarme en ellos una noche y devolverlos al día siguiente para no levantar sospechas. No quiero que la policía venga y llame a mi puerta. Un día se me ocurrió una idea: ¿para qué tener un compañero de cuarto? Trabajo desde casa, así que apenas salgo, el alquiler no es un problema debido a mi trabajo y tener un cuerpo agradable disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sin plantear ninguna pregunta, es un plan perfecto.
Publiqué un anuncio en Internet buscando un compañero de piso y he recibido varias llamadas. Después de un par de entrevistas y encuentros, me he decidido por mi nuevo "compañero de piso". Alexis, de 25 años, busca un lugar donde quedarse mientras busca trabajo. Sus pasatiempos son hacer ejercicio y nadar. Tiene una personalidad increíble, pero lo más importante es que tiene un cuerpo atractivo.
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El día de la mudanza, saludé a Alexis afuera de mi departamento y lo ayudé a llevar sus pertenencias. Después de que todo estuvo listo en el departamento, le dije que se sintiera como en casa y que fuera a descansar a mi habitación, ya que su cama aún no estaba allí. Me agradeció y entró a mi habitación. Sonreí cuando entró y comenzó a quitarse la ropa hasta quedar en calzoncillos tipo bóxer. Se volvió hacia mí y me preguntó si me molestaba que se desnudara, ya que estaba más cómodo así cuando estaba adentro. Le dije que no me molestaba. Agotado, se acostó en mi cama y se quedó dormido.
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Momento perfecto. Me quité la ropa y entré en mi habitación y le sonreí al príncipe dormido. Serás mío. Lentamente le quité los calzoncillos boxer y me coloqué encima de él. Hay muchas formas de poseer un cuerpo, pero esta es, de lejos, mi forma favorita, el sexo. Pensar en estar dentro de su cuerpo ya me tiene dura, coloco mi pene frente a su ano y empujo lentamente hacia adentro. La invasión repentina despertó a Alexis cuando giró la cabeza para ver qué estaba pasando. Grita preguntando qué le estaba haciendo. Antes de que pudiera escapar, lo inmovilizo con mi cuerpo. Le digo que no se preocupe y que solo dolerá un poco antes de que se convierta en nada más que placer. Se retuerce debajo de mí haciendo todo lo posible por liberarse hasta que la cabeza de mi pene completa su entrada. Jadea por la sensación y deja de moverse. Sonreí y continué empujando más, lo que le hizo gemir. Una vez que todo mi pene estuvo dentro de él, me incliné hacia sus oídos y le susurré que su cuerpo iba a ser mío. Comencé a empujar dentro y fuera de él, lo que le hace gemir aún más fuerte. Antes de que se diera cuenta, comencé a fusionar sus piernas con las mías hasta que solo las suyas eran las únicas allí. Miré hacia atrás y admiré mis nuevas piernas antes de continuar el proceso. A continuación fue su torso inferior, mientras continuaba empujando pronto fue solo su cadera la que empujaba y se frotaba contra las sábanas. Gime aún más ahora que es su propia polla la que siente el placer de ser frotado contra las sábanas combinado con mi placer. Luego su torso superior, luego sus brazos y finalmente fue solo mi cabeza sobresaliendo de su cuello. Antes de completar la posesión, me puse de pie con nuestro cuerpo y caminé hacia mi espejo colgante para admirar nuestro cuerpo. Sonreí cuando vi a Alexis jadeando por el proceso de posesión tratando de recuperar el aliento. Alexis se mira a sí mismo y a mí sobresaliendo de su cuello y me ruega que pare. Sonreí y con sus propias manos agarré la cara de Alexis y la giré hacia la mía y cerré mis labios con los suyos antes de decirle que no. Regresé a la cama y comencé a frotar nuestra polla en las sábanas lo que lo hizo gemir nuevamente. Después de un par de frotamientos más, puedo sentir que estamos a punto de corrernos y antes de que nos corramos, empujé mi cabeza contra la suya y tomé el control total y me corrí por todas las sábanas. Me acosté boca arriba y admiré mi nuevo cuerpo mientras el semen seguía goteando de mi nueva polla. Tomé el semen y lo esparcí sobre mis nuevos músculos y sonreí. Voy a disfrutar de este cuerpo.
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deepinsideyourbeing · 15 days ago
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Mmmm quien sera, no?
Deaf!Enzo x reader smut donde Enzo se frusta al no ser capaz de escuchar a la lectora gemir y ella sin avisarle le pones sus manos en su garganta y el queda fascinado porque nunca se le ocurrió semejante idea
Kinktober, Día 28: Choking
Cuando conociste a tu novio lo primero que te llamó la atención fue su lenguaje corporal y sus expresiones faciales. Lo segundo, por supuesto, fue su voz y el hecho de que no la utilizaba porque se comunica casi exclusivamente mediante lengua de señas.
En unas pocas ocasiones intentó utilizar su discapacidad para rechazarte, argumentando (luego de derramar una que otra lágrima cuando tuvieron una conversación completa en lengua de señas) que no podrías sentirte plena a su lado, pero dejó de negarse la oportunidad de tenerte cuando entendió lo comprometida que estabas con comprenderlo.
Cuando llegaste a conocerlo descubriste que es fanático de las sonatas para contrabajo y que le encantan las tormentas eléctricas, ya que son frecuencias e intensidades que sí puede oír, aunque estas últimas pueden estar acompañadas de cambios en la presión atmosférica que invocan ese irritante y esporádico sonido que lo atormenta desde los siete años.
Es en esos momentos que te permite ver cuánto lo irrita su condición... Y en momentos como este también, cuando sus embestidas rápidas y profundas te cortan la respiración y te hacen gritar, pero él sólo puede ver las expresiones de placer que transforman tu rostro y te hacen morderte el labio.
Finge refugiarse en tu cuello, pero en realidad sólo busca estar más cerca de tu boca, porque tiene la esperanza de captar alguna frecuencia aguda con su oído derecho (el mejor, según múltiples estudios y especialistas). Tus uñas dibujando en su espalda y tus piernas abrazando su cintura logran distraerlo parcialmente de su objetivo, pero unos minutos más tarde se da por vencido y cesa sus movimientos.
Lo observás, entre preocupada y sorprendida, cuando se deja caer sobre el colchón. "¿Qué?" preguntás, pero en lugar de contestar cubre su rostro con su brazo y niega, dejando salir un interminable suspiro de frustración. Tomás su mentón entre tus dedos para llamar su atención y te mira con ojos vidriosos.
Con un gesto de furia señala su oreja. No es difícil descifrar qué intenta decirte.
Permanecen en silencio por unos segundos. Recordás la primera vez que escuchaste su risa, esa carcajada que se puede reconocer a kilómetros, también la primera vez que dijo tu nombre con esa voz grave y ronca por la falta de costumbre -veintitrés veces desde que se conocen, veintiún veces desde que son novios-, por no mencionar el desgarrador gemido de la primera vez que tuvieron sexo.
Enzo no puede compartir esos recuerdos, ya lo sabías, pero jamás pensaste en ese detalle desde esta perspectiva. Probablemente no recuerda cómo era su voz, porque la última vez que se oyó a sí mismo tenía siete años, y tampoco puede compartir esa sensación que te regala cuando oís tu nombre en sus labios: se siente especial, más valioso, como un tesoro.
Luego de reincorporarte te sentás sobre su regazo, tomás su muñeca y bajo su mirada curiosa llevás su mano hacia tu cuello. El calor de su palma contrasta con el frío de sus anillos, pero no te importa el escalofrío que provoca e incluso lo disfrutás, ya que podés ver sus ojos oscureciéndose nuevamente por la sombra del deseo.
Guiás su miembro nuevamente hacia tu entrada y cuando te dejás caer sentís la manera en que sus dedos se contraen. Enzo jadea cuando la calidez y humedad de tus paredes lo rodean por completo, pero no se deja llevar por el placer, mantiene los ojos abiertos para poder apreciar cómo se ve su mano en tu cuello.
En cuanto percibe las vibraciones de tus gemidos su abdomen se tensa. Sonreís -una sonrisa que sólo puede catalogarse como obscena- y él quiere halagarte por ser tan increíble, tan inteligente, tan ingeniosa, pero para hacerlo necesitaría de ambas manos y no está dispuesto a dejar de sentirte. No puede.
Movés tu cadera lentamente y gemís con fuerza por la sensación que provoca con su tamaño. Disfrutás sentirlo en los lugares más profundos de tu cuerpo, el placer que se vuelve más extremo con cada minuto que pasa, la manera en que el roce con su pelvis estimula tu clítoris y amenaza con desbordarte, pero...
Disfrutás más verlo arrojar la cabeza hacia atrás, con su cabello cayendo en todas direcciones sobre la almohada, mientras su mano -decorada con las venas que tanto te gusta sentir bajo las yemas de tus dedos- permanece en tu cuello y sus dedos presionan en los lados.
Es nuevo y peligroso, sí, pero lo desconocido y sus implicaciones dejan de importarte cuando Enzo, luego de sentir tus gemidos prolongándose y convirtiéndose en gritos, comienza a mover sus caderas para embestirte. El sonido del impacto entre su cuerpo y el tuyo es adictivo.
Perdés el equilibrio por la fuerza de sus estocadas pero te sujetás de su muñeca: podés sentir su pulso descontrolado bajo tus dedos y en ese preciso instante en el que comprendés cómo él percibe tu placer, te perdés en el orgasmo. En un principio intentás no gritar, pero la incoherencia propia del clímax y la falta de oxígeno no son suficientes para olvidar que él necesita ruido.
Cuando Enzo llena tu interior, manchando con su semen tus paredes sensibles y aún pulsantes, el sonido de sus respiraciones se sincroniza y resuena entre las paredes de la habitación. Por un instante lamentás que tampoco pueda oír esto, pero su mano en tu pecho te hace olvidar ese absurdo pensamiento, porque recordás que sí puede saber cómo se siente.
-Te amo- dice con voz quebradiza.
Sonreís. "Te amo" contestás con una seña.
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livistud · 5 months ago
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Cariño, siempre fui de cartas, de querer intenso y de ser breve; hoy me doy cuenta que mis cartas siempre van a ser para ti, que a quién voy a querer como a nadie en el mundo va ser a ti y que esto por primera vez quiero que dure para toda la vida. Por cierto, ¿sabes que es lo que me gusta de las madrugadas?, que en muchas de ellas te tengo; me escuchas y me haces sentir que al menos el despertarme a esa horas significará que te tendré 5 minutos más. Antes de ser algo más, sabía que merecías muchas cosas y las mejores de este mundo porque tienes muchas cualidades y talentos que me he dado cuenta con el tiempo que tienes. Eres inteligente, sé que el agua no sé te quema y los postres te han de salir increíbles, sabes escuchar y estar para alguien, y que tocar más de un instrumento también es algo que haces muy bien además que el como suena tu voz cuando cantas es algo de lo que admirar. Pero hoy me gustaría decirte que mereces, mereces que te canten al oído, que te besen la mano, la mejilla y la frente. Que te acaricien el cabello y perciban tu aroma como único en el mundo; y me alegra que hoy a la persona que hayas elegido para hacerlo sea yo, porque te has dado cuenta pero me gusta recordártelo, me siento muy embriagada cuando estoy contigo por tu aroma y por la forma en que me tocas cuando estamos juntos cerca y también no tanto. Espero que el tiempo me permita saber cuales son esos días cuando algo te falta o cuando algo te sobra, y si es necesario actuar o sencillamente solo escucharte. Mereces que te hagan reír, sonreír, que cada día de tu vida sea mejor; mereces ser la fuente de inspiración para alguien, mereces admiración, paz, seguridad; mereces un cielo y mereces amor. Mereces un lugar que te ofrezco conmigo y sé que ya estás conmigo pero no está de más que sea la que yo te lo pida y ofrezca. Mereces, mi amor, un paraíso, uno hecho a tu medida y espero que todo lo que tengo sea suficiente para ti porque aunque sé que para quererte no necesito tenerte me alegra que hoy decidas quedarte. Y no te veo todos los días pero te he empezado amar cada uno de ellos; y gracias mi amor, siempre te digo lo mucho que te amo pero nunca te agradezco por amarme. No te lo he dicho y aunque suene muy cursi pero empiezo a creerlo; creo que Dios se dio cuenta de que tan sola me sentía que decidió mandarme un ángel y ese eres tú:) Y ya sin que parezca un poema, una carta, y sin versos con rima. Te quiero, te adoro y te amo. Y así es como tengo que decírtelo.
l i v i s t u d
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howlingday · 4 months ago
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Pyrrha: Ahh (estirandose mientras se le resalteaba su redondo trasero al igual que a sus bien formadas piernas y muslos) blake tiene razón estos pantalones de yoga son increíbles son ajustados y al mismo tiempo flexibles casi cómo si no llevará nada
Nora: Y que lo digas y éstos sosténes deportivos que yang recomendó son increíbles y cómodos, mis chicas pueden respirar cómo nunca antes ahora (respiro hinchando sus pechos que además se encontraban apretados por el mismo sostén)
Todo esto era visto por un nervioso jaune quien intentaba tomar café sólo para que su mano temblorosa y su incapacidad de apartar la mirada lo hagan derramarlo, y a su lado se encontraba un ren leyendo un libro sin importarle absolutamente lo que el dúo de amazonas le haría a su líder
Jaune: E-ellas saben lo-o que están haciendo?
Ren: Definitivamente lo saben (ojeo la siguiente página) Yo que tu en su lugar bebería redbull
Pyrrha: Ahh~! (Stretching while highlighting her round butt as well as her shapely legs and thighs) Pyrrha: Blake is right, these yoga pants are incredible! They are tight and at the same time flexible, almost as if she were wearing nothing. Nora: And now that you mention it, these sports bras that Yang recommended are incredible and comfortable~! My girls can breathe like never before now ! (She breathes, swelling her breasts, which were also squeezed by the same bra) All this was seen by a nervous jaune who was trying to drink coffee only for his shaking hand and his inability to look away causing him to spill it, and next to him was a ren reading a book without absolutely caring what the duo of Amazons would do to him. Jaune: Do they know what they're doing? Ren: They definitely know (Looks to next page) If I were you I would drink Redbull.
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Jaune: Why?
Ren: 3...
Jaune: Huh?
Ren: 2...
Jaune: What are you doing?
Ren: 1...
Jaune: Ren, what the heck are you-
Pyrrha: Jaune? I think the shower is broken again. Can you come fix it for me, please~?
Jaune: Oh, uh, sure thing, Pyrrha. Just let me ask Ren-
Ren: (Dragged away by Nora)
Jaune: Ah...
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silvertice · 13 days ago
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You Idiot.
[halloween especial]
Eddie Alden x fem!reader
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Summary: Ella ha estado enamorada de su compañero de cuarto durante años, pero con cada desprecio, su paciencia se agota. Una fiesta de Halloween ofrece la oportunidad perfecta para intentar seguir adelante, pero él no está dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. Entre disfraces y juegos, la tensión se transforma en algo más.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, Halloween Vibes, 2000s, Jealousy, Emotional Turmoil, Unrequited Love, Misunderstandings {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics, Flirting}
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Me miro en el espejo, terminando de ajustar los últimos detalles de mi disfraz. No puedo negar que esta noche me veo increíble; algo en la luz tenue del cuarto, el maquillaje, el disfraz... todo parece estar en su lugar. Incluso mi confianza, que siempre tambalea cuando estoy cerca de él, parece haberse reforzado esta vez.
Eddie aparece detrás de mí, preparándose en su estilo despreocupado de siempre. Su disfraz le queda sorprendentemente bien, resaltando justo lo suficiente para que todas en la fiesta se den cuenta de su presencia. No es nada nuevo, claro; Eddie siempre ha sido de los que dominan la atención sin siquiera intentarlo. Me atrevo a lanzar un cumplido, un comentario ligero, esperando quizá un gesto que me demuestre algo más. “Vas a dejar a muchas chicas suspirando esta noche, ¿eh?” le digo, medio en broma y medio esperando algo más.
Él solo sonríe de esa forma suya, como si nada le importara demasiado, y responde con algún comentario casual. Una broma, un guiño, todo lo que dice sin comprometerse nunca. Siento el orgullo revolverse en mi interior; no puedo dejar que esta sensación se repita más. Y entonces se me ocurre una idea. Lo miro de reojo, y con una sonrisa casi indiferente, suelto: “Bueno, probablemente yo no vuelva esta noche... Un amigo me va a pasar a buscar más tarde, por si quieres traer alguien esta noche.”
La reacción de Eddie es casi imperceptible, apenas un pequeño cambio en su expresión que trato de no leer demasiado, pero está ahí. Y aunque mantengo la mirada en el espejo, noto que su postura se tensa un poco. Por un segundo, me permito disfrutar del poder de haberle dado una pizca de su propia medicina.
De repente, Eddie se inclina hacia mí, tan cerca que casi siento su respiración en mi cuello. Sus manos encuentran mi cintura con la familiaridad de quien sabe exactamente cómo afectarme, incluso sin proponérselo. Su toque es suave, apenas una presión en la piel que me quema de una forma que odio admitir.
Me mira a través del espejo con una sonrisa que tiene algo de desafío y algo de burla. “¿De verdad vas a dejar que otro te lleve esta noche?” Su tono es ligero, como si la pregunta fuera inofensiva, pero sus dedos se ajustan un poco más en mi cintura, manteniéndome firmemente en mi lugar. La tensión entre nosotros es palpable, como si ese simple contacto fuera suficiente para que todo mi plan de olvidarlo se tambaleara.
Mis manos se tensan en el borde del tocador, y me obligo a no mirarlo directamente, a mantener la mirada en mi reflejo. No voy a ceder tan fácil… o al menos, eso me repito en la cabeza mientras intento ignorar el torrente de emociones que él desata en mí con tan solo un roce.
Pero él, como siempre, parece saberlo. Su sonrisa se ensancha, y con esa confianza arrolladora de quien siempre obtiene lo que quiere, añade en voz baja: “¿Por qué buscar en otro lado cuando sabes que aquí tienes todo lo que quieres?”
Siento cómo algo se rompe y algo se despierta dentro de mí al mismo tiempo. Maldigo internamente, odiando la forma en que tiene de hacerme replantear todo. Justo cuando creo que puedo seguir adelante, aparece con esa actitud suya que me hace dudar, que me recuerda por qué me enamoré de él en primer lugar.
“Estúpido Eddie…” murmuro para mí misma, aunque no sé si intento convencérmelo a mí o a él.
Suspiro, tratando de mantener la compostura, y retoco mi labial en el espejo, aprovechando cada segundo para calmarme. Él sigue ahí, observándome como si disfrutara de cada una de mis reacciones. Cuando finalmente termino, me doy la vuelta para verlo y sacudo la cabeza, reprimiendo una sonrisa.
“¿De verdad no había otro disfraz?” le digo, cruzándome de brazos. Lo miro de arriba abajo, notando cómo su disfraz es una versión bastante similar al mío, pero con esos detalles que sólo él podría agregar para hacerlo único… y provocativo.
Él se encoge de hombros con una sonrisa burlona. “¿Qué? Pensé que haríamos buena pareja vampiresca.”
Ruedo los ojos y le doy un ligero empujón en el pecho. “No necesitamos ir a juego.”
Pero por dentro, esa parte de mí que todavía alberga algo de esperanza se pregunta si realmente eligió ese disfraz por casualidad o si, en algún rincón de su mente, quiso hacerme saber que le importa un poco más de lo que está dispuesto a admitir.
Eddie suelta una risa suave y se inclina hacia mí otra vez, con esa cercanía que hace que cada célula de mi cuerpo se ponga en alerta. “No podía dejar que te divirtieras sola, ¿verdad?”
Y ahí está otra vez, haciendo que una chispa de ilusión crezca dentro de mí, aunque sé que no debería. Me muerdo el labio y niego con la cabeza, porque a estas alturas, no puedo dejar que vuelva a quebrar mi orgullo… no de nuevo.
Finalmente, salimos del departamento que compartíamos, y la brisa fresca de la noche de Halloween me envolvió al instante. Eddie seguía haciendo comentarios juguetones mientras caminábamos hacia el auto. Una vez dentro, me acomodé en el asiento del pasajero, pero no podía dejar de pensar en lo que había estado sintiendo últimamente.
Mientras él encendía el motor, miré mi teléfono y vi un mensaje de mi amigo que decía que vendría a la fiesta mas tarde y que nos podiamos encontrar allí. Una mezcla de emoción y nervios me invadió. “Parece que esta noche podría ser más interesante de lo que esperaba,” murmuré para mí misma, pero Eddie lo escuchó.
Sin darme cuenta, él frenó de golpe, y el movimiento me hizo inclinarme hacia adelante, golpeando el cinturón de seguridad. “¿Qué carajos te pasa, Eddie?” le reclamé, irritada y sorprendida.
“Oh, nada, solo asegurándome de que no vayas a volar por la ventana si alguien decide buscarte un poco antes de tiempo,” respondió con una sonrisa que no ocultaba un toque de celos.
Lo miré, confundida. “¿Qué quieres decir con eso?” pregunté, sintiendo una chispa de tensión en el aire. Pero el no respondió.
La incomodidad se instaló entre nosotros mientras me debatía entre sentirme frustrada por sus comentarios y emocionada por la forma en que, incluso en su tono casual, dejaba entrever lo que realmente sentía.
Mientras continuábamos conduciendo, me resultaba cada vez más difícil entender qué le pasaba a Eddie esa noche. Estaba demasiado juguetón con sus comentarios, como si disfrutara de picarme. Aquella mezcla de humor y celos era nueva, y no podía evitar pensar que había algo más detrás de sus palabras.
“¿Por qué estás tan…?” empecé a decir, pero decidí callar. No quería profundizar en eso. La última cosa que necesitaba era complicar más nuestras dinámicas. Me obligué a sacar esos pensamientos de mi mente y concentrarme en la noche que tenía por delante.
“Solo relájate y disfruta, estamos a punto de ir a una fiesta, ¿recuerdas?” murmuré para mí misma, intentando hacer que la emoción del momento opacara cualquier otra inquietud. Había pasado demasiado tiempo deseando que Eddie me prestara atención, y ahora que lo hacía, no sabía cómo manejarlo.
Finalmente, llegamos al lugar de la fiesta, y la música ya resonaba en el aire. Abrí la puerta del auto y respiré hondo, tratando de despejar mi mente. “Vamos, no podemos llegar tarde,” le dije, forzando una sonrisa mientras bajaba del coche, decidida a disfrutar de la noche y dejar atrás cualquier confusión.
La fiesta era un caos encantador. La casa de dos pisos estaba completamente decorada para Halloween: telarañas falsas colgaban de las esquinas, calabazas iluminadas adornaban cada mesita y luces parpadeantes creaban una atmósfera espeluznante pero festiva. La música retumbaba en las paredes mientras la multitud se movía al ritmo de la canción, todos disfrutando de la noche disfrazados de criaturas de la noche y personajes de películas.
Me perdí en el mar de gente, saludando a amigos y conocidos. La noche era justo lo que necesitaba: risas, bailes y un momento para olvidarme de las complejidades. Disfruté de la libertad de dejarme llevar, riendo con amigas y compartiendo anécdotas sobre los disfraces que llevábamos. Pero a pesar de la diversión, había una parte de mí que no podía evitar buscarlo en la multitud.
Era difícil no notarlo. Eddie, con su disfraz de vampiro, se movía con una confianza que atraía las miradas de todos. Cada vez que pasaba cerca, una energía palpable me envolvía. Había algo en su forma de actuar que todavia me hacía dudar.
Más tarde, mientras estaba en la sala, rodeada de amigos, vi a un chico que se acercaba a mí. Era el que había mencionado antes, aquel que iba a pasar a buscarme. Tenía una sonrisa encantadora y una mirada que me hizo sentir emocionada. “¡Hey! Te estaba buscando,” dijo, acercándose y ofreciéndome su mano.
“¡Hola! Perdona, estaba en medio de la fiesta,” respondí, sintiendo que mi corazón se aceleraba un poco al verlo. La química entre nosotros era evidente, y me sentí aliviada al darme cuenta de que él también estaba disfrutando de la noche.
El chico comenzó a hablarme sobre lo que había hecho en la fiesta, y mientras intercambiábamos risas, sentí que Eddie me observaba desde un rincón de la sala. Era una sensación extraña, como si ambos estuviéramos conectados a pesar de la distancia. Sin embargo, decidí concentrarme en el momento y disfrutar de la compañía del chico.
Nos movimos por la fiesta, bailando y riendo.
Mientras charlábamos y reíamos, el chico me sonrió con una expresión cómplice. “¿Te gustaría ir a la cocina a buscar un trago? Escuché que tienen un ponche de Halloween que está increíble,” sugirió, su tono era casual pero atractivo.
“Claro, suena bien,” respondí, sintiendo una chispa de emoción al saber que tendríamos un momento a solas. Me dejé llevar por la idea de disfrutar de la noche y la compañía del chico, dejando de lado mis pensamientos.
Nos dirigimos hacia la cocina, donde la música sonaba más tenue y la iluminación era un poco más cálida. El ambiente era perfecto, y el aroma de las bebidas mezcladas flotaba en el aire. Él se movió hacia la mesa de la cocina, sirviendo dos vasos con el ponche.
“Aquí tienes,” dijo mientras me pasaba uno, sus dedos rozando los míos. El contacto me hizo sonreír, y por un instante, me sentí liviana y despreocupada.
Empezamos a charlar más relajados, compartiendo historias sobre los disfraces que habíamos elegido para la noche. “Me encanta tu disfraz de vampiro.” comentó, mirándome con una sonrisa genuina que hizo que me sintiera bien.
“Gracias, pero creo que tú te ves bastante bien también,” respondí, riendo mientras lo miraba a los ojos. Estaba empezando a olvidarme del caos emocional que había traído a la fiesta, y la química entre nosotros era evidente.
Mientras tomábamos un trago, el chico hizo un gesto hacia el jardín. “¿Te gustaría salir a ver la decoración afuera? Escuché que hay una fogata,” sugirió, y sin pensarlo mucho, asentí.
“si, claro.” exclamé, emocionada por la idea. Quería disfrutar de la noche y dejar que el momento me llevara, al menos por un tiempo.
Salimos juntos al jardín, riendo y disfrutando de la brisa fresca. A lo lejos, la fogata iluminaba el área y creaba un ambiente acogedor. Me sentía libre, y por un momento, olvidé todo sobre Eddie y las complicaciones que solía traer.
Mientras disfrutábamos del aire fresco y reíamos, compartiendo historias sobre nuestras aventuras pasadas, la atmósfera se sentía cada vez más relajada y divertida. La fogata chisporroteaba suavemente, y el calor del fuego contrastaba con la brisa de la noche.
“No puedo creer que viniste a esta fiesta,” dije entre risas, mientras él me contaba sobre una experiencia cómica que había tenido en otra fiesta de Halloween. Su risa era contagiosa, y me encontraba cada vez más cómoda en su compañía.
Justo cuando me preparaba para decir algo más, un grupo de chicos pasaron junto a nosotros, riendo y bromeando. Uno de ellos, evidentemente borracho, perdió el equilibrio y me empujó accidentalmente. “¡Hey!” exclamé, pero antes de que pudiera caer, el chico a mi lado me agarró de la cintura con firmeza, manteniéndome en pie.
Nos encontramos cara a cara, el espacio entre nosotros se redujo drásticamente. Su aliento era cálido y su mirada, intensa. Aquel breve momento me hizo sentir una conexión inesperada, pero decidí mantenerme enfocada en la diversión de la noche.
“Cuidado,” dijo él, una sonrisa juguetona asomando en sus labios, “no quiero que te caigas por culpa de estos locos.”
Reí, tratando de disimular la chispa de tensión que había surgido. “No te preocupes, creo que tengo un buen equilibrio,” respondí, alejándome un poco, aunque su mano aún permanecía en mi cintura.
“¿Quieres salir de aquí? La gente se está poniendo un poco densa,” sugirió él, lanzando una mirada hacia el grupo cercano que comenzaba a reírse más ruidosamente y a acercarse al borde de lo molesto. “Podríamos encontrar un lugar más tranquilo.”
Un alivio recorrió mi cuerpo al escuchar su propuesta. “Sí, eso suena bien,” respondí, y antes de que me diera cuenta, él tomó mi mano y comenzamos a abrirnos camino a través de la multitud.
La música resonaba a nuestro alrededor mientras la gente reía y bailaba. Pero había algo en su presencia que hacía que me sintiera más segura. La idea de intentar algo nuevo me llenaba de emoción.
Sin embargo, justo cuando estábamos a punto de salir, noté una figura familiar en el centro de la sala. Eddie, medio borracho, había levantado la vista y nos estaba mirando con una expresión que no podía descifrar. Su mirada pasó de la diversión a una mezcla de sorpresa y algo más, y en un instante, se acercó rápidamente.
“Ey, ey, ey ¿A dónde crees que vas?” preguntó Eddie, tomando mi brazo con firmeza y deteniéndome en seco. La intensidad en su mirada me hizo detenerme, y sentí un pequeño tirón en mi estómago. “¿No te quedas un rato más?”
El chico a mi lado me soltó, confundido, mientras yo intentaba procesar lo que estaba sucediendo mientras soltaba una risa nerviosa. “Solo íbamos a buscar un lugar más tranquilo,” respondí, tratando de sonar despreocupada, aunque mi corazón latía con fuerza.
Eddie me miró de nuevo, esta vez con una mezcla de celos y preocupación. “¿Por qué no me dijiste que te ibas con él?” su tono era un poco más intenso de lo que esperaba, y podía sentir la tensión en el aire.
“Si te dije que me iba con el, pero estás tan borracho que no te acuerda, solo... vete a casa, Eddie,” le dije, sintiendo que la situación se complicaba cada vez más.
El chico, aún a mi lado, parecía no saber qué hacer con la situación. Eddie, con su agarre en mi brazo, no me dejaba mover. La multitud seguía bailando a nuestro alrededor, pero en ese momento, solo había espacio para nosotros tres.
“No, estoy bien” respondió él, su tono firme aunque un poco tambaleante. “Solo quédate un rato más. No tienes que irte con él.”
El chico a mi lado, confundido por la tensión, miraba de uno a otro sin saber qué hacer. “¿Todo bien aquí?” preguntó, tratando de romper el hielo.
“Sí, todo bien,” respondí rápidamente, sintiendo la incomodidad en el aire. Pero la mirada de Eddie no se apartaba de mí, llena de frustración y algo más profundo que no podía descifrar.
“Vamos, solo un rato más,” insistió Eddie, dando un paso más cerca, ignorando al chico que estaba a mi lado. “No estoy tan borracho, ¿verdad?” trató de hacer una broma, pero su risa sonó más nerviosa que divertida.
“No sé, Eddie,” dije, sintiendo que cada palabra se volvía más difícil de pronunciar. “Quizás deberías pensarlo. De verdad, vete a casa.”
El chico se rascó la nuca, claramente sin saber cómo ayudar. “No quiero interrumpir…” dijo, mirando de reojo entre los dos.
“No es eso, solo… solo estoy tratando de aclarar las cosas,” respondí, intentando evitar el caos que estaba surgiendo.
Eddie se cruzó de brazos, la frustración visible en su rostro. “No quiero que te vayas, eso es todo. ¿Por qué no podemos quedarnos un rato más y disfrutar de la noche?”
La tensión creció, y la mezcla de emociones en el aire era casi palpable. Era como si Eddie intentara aferrarse a algo que ya estaba escapándose de su alcance.
Pero antes de que pudiera dar un paso más, sus pies tropezaron con el suelo y se desplomó, cayendo de espaldas. El golpe resonó en el suelo de la casa, y la gente a nuestro alrededor se giró, algunos riéndose y otros mirándolo con preocupación.
“¡Eddie!” grité, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación. Me agaché a su lado mientras algunos amigos se acercaban para ayudarlo. “Dios mio. No puedo creerlo, ¡eres un idiota!” lo maldije entre dientes, sintiendo que la rabia crecía dentro de mí.
El chico a mi lado miraba la escena con sorpresa. “¿Está bien?” preguntó, tratando de contener la risa.
“Claro, solo es un borracho que no sabe cuándo parar,” respondí, sintiendo que mi corazón latía con fuerza. La situación que había intentado evitar se tornaba más complicada de lo que había imaginado.
Mientras ayudaba a Eddie a incorporarse, no podía evitar pensar en lo absurdo de todo esto. ¿Cómo podía seguir sintiendo algo por alguien tan imprudente?
El chico se acercó, preocupado por Eddie. “Déjame ayudarlo. Puedo llevarlo a casa,” ofreció, mirando de reojo a Eddie, que seguía tambaleándose.
“Sí, por favor. Eso sería genial,” respondí, sintiendo que esta era la mejor solución en medio del caos. No tenía ganas de lidiar con sus tonterías ni un segundo más.
Eddie murmuró algo incomprensible, pero el chico lo rodeó con un brazo por sus hombros, guiándolo hacia la salida. A medida que caminábamos hacia el auto, el aire fresco de la noche me despejó un poco la mente. Sabía que no podía dejar que Eddie arruinara mi noche.
Cuando llegamos al departamento, el chico y yo ayudamos a Eddie a entrar. Él se dejó caer en el sillón, y aunque trataba de mantenerse consciente, sus ojos se cerraron lentamente.
“Te dije que no debías beber tanto,” le dije, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación mientras me aseguraba de que estuviera cómodo.
El chico me miró después de acomodar a Eddie en el sillón. “¿Te llevo a casa o quieres quedarte un rato más?” preguntó, con una sonrisa amistosa.
“Vivo con él,” respondí, señalando a Eddie, lo que hizo que la atmósfera se tornara un poco incómoda. “Así que tecnicamente estoy en casa.”
“Oh, claro...,” dijo el chico, su sonrisa desvaneciéndose un poco. “No sabía que eran compañeros de cuarto. Es... un poco raro.”
Me encogí de hombros, intentando mantener la conversación ligera. “Sí, bueno, es mas barato pagar la renta.” Sentí que tenía que defender la situación, pero la incomodidad entre nosotros se hacía palpable, dibujando una sonrisa algo nerviosa.
La atmósfera se tornó tensa tras el comentario del chico. “Es... un poco raro,” repitió, mirando a Eddie como si esperara alguna reacción. Yo me sentía atrapada entre querer aclarar las cosas y el deseo de salir de esa incomodidad.
“No es tan raro, solo es un compañero de cuarto,” dije, tratando de restarle importancia. “No pasa nada entre nosotros.”
Él me observó, y pude ver la duda en su mirada. “Ya, claro... pero, ¿no es un poco complicado vivir con alguien así?” cuestionó, frunciendo el ceño.
“Complicado o no, es...simplemente Eddie” respondí, un poco más defensiva de lo que pretendía. La frustración comenzaba a aflorar en mí, y podía sentir que las cosas no se estaban desarrollando como esperaba.
Finalmente, el chico dio un paso atrás, alzando las manos en señal de rendición. “Está bien, no quiero hacerte sentir incómoda,” dijo con un susurro. “Quizás debería irme.”
“No, no es eso,” intenté tranquilizarlo, pero era demasiado tarde. Él dio un paso atrás, murmurando algo sobre que era mejor dejar las cosas así.
“Está bien. Cuídate,” dijo antes de alejarse, dejándome sola en el departamento con Eddie.
Suspiré, sintiéndome frustrada y decepcionada. Había querido que la noche fuera diferente, pero aquí estaba, de nuevo lidiando con los efectos del alcohol en Eddie y la incomodidad que había creado. Me quedé mirando a Eddie en el sillón, preguntándome si alguna vez entendería lo que realmente quería.
Eddie se movió en el sillón y, como si despertara de un profundo letargo, se incorporó con una expresión clara en el rostro. “Era un completo idiota,” murmuró, frotándose los ojos. “Menos mal que no te fuiste con ese tipo.”
Mi indignación creció al escuchar su tono tan lucido. “No me jodas ¿Así que todo esto era un juego para ti?” respondí, cruzando los brazos con fuerza. “¿Estabas fingiendo estar borracho?”
Él se echó a reír, como si fuera la cosa más graciosa del mundo. “Vamos, no es tan grave. Solo estaba probando tus límites.”
La rabia se apoderó de mí. No podía creer lo infantil que era su actitud. “No es una broma, Eddie. No tienes idea de lo que siento, y te comportas como un tonto. ¿Por qué siempre tienes que jugar así?” Mi voz se quebró ligeramente mientras hablaba, la frustración acumulándose en mis palabras.
Eddie se detuvo, su risa se desvaneció. Se acercó un poco más, su expresión cambió a una de seriedad. “Espera... ¿qué quieres decir?” Su mirada se volvió intensa, como si realmente comenzara a entender la profundidad de mis palabras.
“No sé por qué siempre tengo que estar aquí rogando que te des cuenta de lo que hay entre nosotros,” seguí, sintiéndome vulnerable pero decidida. “Es como si no pudieras tomarte nada en serio. Eres tan estúpido a veces.”
Su rostro se suavizó, y la broma que había querido lanzar se desvaneció. Sentí el aire cargado entre nosotros, la tensión palpable. Estaba claro que ambos habíamos llegado a un punto crítico. La pregunta ahora era si estaríamos dispuestos a dar el paso hacia lo que realmente queríamos.
Sentí que las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos mientras la frustración y el dolor se desbordaban. Me dejé caer en el sillón, sintiéndome atrapada entre la ira y la tristeza. “Siempre he estado aquí, Eddie. Siempre. Pero parece que nunca te das cuenta de lo que siento, simplemente lo ignoras y te comportas como un verdadero imbecil. He estado tratando de ser fuerte, de hacer como si no me doliera, pero no puedo más,” solté, mi voz temblando mientras hablaba.
“Me esfuerzo por seguir adelante, por no esperar nada de ti, pero siempre termino esperando, deseando que alguna vez reconozcas lo que hay entre nosotros. Me haces sentir como si estuviera persiguiendo sombras, como si mis sentimientos no importaran en absoluto.” Las palabras se deslizaban fuera de mí, un torrente de emociones que no podía controlar.
“Siempre eres el primero en divertirte, el que se ríe y juega. Siempre es ‘solo una noche’ o ‘solo diversión’ para ti, pero yo no puedo seguir pretendiendo que eso no me afecta. Quiero más que eso, y es tan frustrante porque sé que tú sientes algo, pero no lo admites. ¿Por qué no puedes simplemente ser sincero conmigo?” Mis ojos se llenaron de lágrimas, y sentí cómo una de ellas se deslizaba por mi mejilla.
Eddie se quedó en silencio, su mirada fija en mí, tratando de absorber cada palabra. Se acercó, y aunque la distancia entre nosotros era corta, me sentía más vulnerable que nunca. “No sabía que te sentías así,” dijo, su voz apenas un susurro.
“Claro, como si no fuera obvio, Ed. Pero estoy cansada. Estoy cansada de estar aquí, esperando que te des cuenta de que soy más que una amiga para ti.” La presión en mi pecho era abrumadora, y la realidad de mis sentimientos se hacía más clara.
“No quiero ser solo una opción para ti.” terminé, sintiéndome expuesta y al borde de las lágrimas. La combinación de la tristeza y la rabia me envolvió, y lo último que quería era que mis sentimientos lo asustaran o lo alejaran aún más.
Eddie se inclinó hacia mí, su expresión cambiando a una de sinceridad profunda. “Yo lo siento mucho, no quería que te sintieras así.”
Mis lágrimas comenzaron a caer libremente, y mientras los sentía deslizarse por mi rostro, comprendí que tal vez, solo tal vez, esta noche podría cambiar todo.
Se acercó lentamente, como si temiera romper la atmósfera delicada que nos rodeaba. Con cuidado, rodeó mi cintura con sus brazos, atrayéndome hacia él. Sentí el calor de su cuerpo, una sensación de protección que me reconfortó en medio de mi tormenta emocional. El silencio se alargó entre nosotros, un espacio en el que mis sollozos comenzaron a calmarse poco a poco, mientras él simplemente me sostenía.
Finalmente, rompió el silencio con su voz suave. “Lo siento de verdad,” dijo, su mirada profunda y sincera. “A veces soy un completo idiota, y no sé cómo reaccionar ante lo que siento. Pero no quiero que pienses que no me importas. Es justo lo contrario.”
Me miró fijamente a los ojos, y en su expresión había una mezcla de juguetonería y seriedad. “La verdad es que tengo miedo, ¿sabes? Miedo de que algo salga mal, de que nuestras risas se conviertan en lágrimas, de que si me atrevo a dar un paso adelante, no sea capaz de manejarlo. No creo que te merezca, pero quiero que sepas que te quiero con todo mi corazón.”
Mientras hablaba, acarició mi rostro con las yemas de sus dedos, secando mis lágrimas con un gesto tierno. Su toque era suave, casi reverente, y sentí cómo la calidez de su cariño comenzaba a calmar mi angustia.
“Lamento ser tan complicado y no saber cómo hacer las cosas bien,” continuó, su voz ahora llena de sinceridad. “No sé cómo manejar lo que siento, pero lo que más deseo es que no me pierdas. No quiero que te vayas.”
Las palabras de Eddie me envolvieron como un manto cálido, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez, solo tal vez, estaba en el camino correcto.
“Ed…” susurré, tratando de procesar todo lo que me estaba diciendo. Su cercanía me llenaba de esperanza, y aunque sabía que había un largo camino por recorrer, su sinceridad me hizo creer que tal vez podríamos enfrentarlo junto
Eddie me abrazó con más fuerza, y, de repente, me sentí vulnerable, atrapada entre sus brazos y el sillón. Antes de que pudiera reaccionar, me tumbó, quedando él encima de mí, mirándome con una sinceridad que me desarmaba. Los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos mientras lo observaba, buscando en su mirada alguna pista de lo que realmente sentía.
“Shh,” dijo suavemente, acercándose más. Su rostro estaba tan cerca que podía sentir su aliento cálido sobre mi piel. La luz tenue del departamento jugaba con las sombras, acentuando la intensidad de su mirada. Era un momento tan íntimo que casi podía olvidar lo que había pasado antes, las risas, los celos y la confusión.
“Solo escúchame,” continuó, y sentí que se me aceleraba la respiración. Cada palabra suya era un hilo que tejía un nuevo camino entre nosotros, un camino que temía recorrer, pero que a la vez deseaba con todas mis fuerzas.
Lo miré a los ojos, buscando respuestas. Era difícil ignorar el calor que emanaba de su cuerpo, la forma en que su mirada se posaba en mí como si estuviera intentando grabar cada detalle. “Eddie, ¿qué estás haciendo?” pregunté, mi voz temblorosa.
“No quiero perderte,” dijo, y esas palabras resonaron en mí como un eco. “Sé que he sido un idiota, pero, ¿podríamos intentar ser algo más que amigos esta vez?”
Su sinceridad me golpeó.
“No lo sé, Eddie,” respondí, sintiendo las lágrimas amenazando con escapar nuevamente. “Siempre estás en la cuerda floja entre el chico que me gusta y el que parece no importarle nada.” Mi voz se quebró, y, en un momento de vulnerabilidad, dejé caer mi guardia.
Eddie se acercó un poco más, sus ojos fijos en mí, como si cada palabra que decía contara. “No quiero que te vayas con el primero que se cruce en tu camino solo para olvidarme, y sé que esto es raro, vestidos de vampiros y todo, se que tarde un poco en darme cuenta pero...” bromeó, tratando de aligerar el ambiente, y por un momento, me hizo sonreír a pesar de la tensión.
Era una locura lo que estaba pasando, pero, mientras lo miraba, sabía que había algo real entre nosotros, algo que merecía ser explorado.
Nos miramos en silencio, el mundo exterior desvaneciéndose mientras nuestras miradas se entrelazaban. Era como si el tiempo se detuviera, cada segundo estirándose hasta el infinito, lleno de significado. La habitación se llenó de una energía palpable, y pude sentir el latido de mi corazón resonando en mi pecho.
Eddie, aún inclinado sobre mí, mantuvo su mirada fija en la mía. Sus ojos, llenos de sinceridad, parecían decirme todo lo que nunca había podido expresar. Sentí cómo la distancia entre nosotros se acortaba, un imán invisible atrayéndonos el uno hacia el otro. Era un momento cargado de promesas y posibilidades, de todo lo que podríamos ser.
Finalmente, sus labios se acercaron a los míos, lentos y deliberados, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romper el hechizo. Cerré los ojos, sintiendo su aliento cálido acariciar mi piel, y me dejé llevar por la magia del momento. Cuando nuestros labios se encontraron, fue como si todo cobrara vida de nuevo.
El beso fue honesto, lleno de la vulnerabilidad que ambos compartíamos. Sus labios eran suaves, exploratorios, y había una dulzura en su toque que me hizo sentir segura. Me devolvió todo lo que había sentido por él, y en ese instante, todas mis dudas se desvanecieron. Era solo nosotros, envueltos en un mundo que parecía pertenecer únicamente a nosotros dos.
Eddie inclinó un poco su cabeza, profundizando el beso, y la calidez que se expandía en mi pecho me hizo sentir viva. Era un beso lleno de amor, de esa conexión que había anhelado por tanto tiempo. La tensión que había existido entre nosotros se transformó en un sentimiento reconfortante, como si finalmente hubiéramos encontrado nuestro camino de regreso a casa.
Cuando nos separamos, nuestras frentes se tocaron, y sentí su respiración entrecortada mezclándose con la mía. Los ojos de Eddie estaban brillantes, y por un momento, el mundo exterior volvió a existir, pero esta vez, me sentí lista para enfrentar lo que viniera, porque sabía que, a su lado, podría ser quien realmente era.
“¿Qué hacemos ahora?” murmuré, una sonrisa tímida asomándose en mis labios, sabiendo que había dado el primer paso hacia algo nuevo y emocionante.
“Lo que sea que tú quieras,” respondió él, y en su voz, escuché la promesa de un futuro lleno de posibilidades y juguetón.
Lo miré a los ojos, una mezcla de risa y frustración burbujeando en mi interior. “Eres un idiota,” le dije con una sonrisa. “Podrías ser un gran actor con lo que hiciste para parecer tan borracho.”
Eddie soltó una risa baja, intentando mantener la seriedad. “Siempre he sido bueno para hacer teatro. Pero la verdad solo quería asegurarme de que no te fueras con ese tipo.”
Su sonrisa se amplió, y en ese instante, todo lo que nos había separado pareció desvanecerse. Nos miramos, y él se inclinó hacia mí, robándome un beso suave y tierno. Me reí entre los labios de él. “Eres un idiota,” murmuré, mientras él seguía robándome besos, cada uno lleno de cariño y complicidad.
“Quizás debiera seguir actuando así más a menudo,” bromeó, y ambos estallamos en risas, dejando atrás cualquier duda que nos hubiera atormentado.
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rubywolffxxx · 5 days ago
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Pole position (Formula 1 x lectora)
Donde el nombre de la nueva piloto comenzaba a llamar la atención entre los fanáticos de la F1. Y también de los pilotos de la parrilla actual
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Nota: los diálogos en español serán en este formato.
Nota 2: Sé que el acento argentino puede que no sea muy cómodo para leer para algunos, asi que no se preocupen, no va a haber mucho de eso.
Nota 3: soy nueva en este mundillo, asi que me inventé gran parte de la info. Mis disculpas si le ocasiono un infarto a un fan curtido de la F1 xd.
~ Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
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~ 0 ~
Mujer. Piloto. Relevante. Formula 1
Esas eran 4 cuestiones que no mantenían relación para nada en el ámbito automovilístico. Al menos no en más de dos décadas. Pero la llegada de Tania "Tato" Cabrales cambiaría eso en menos de un mes.
Porque si la llegada de un argentino a la Formula 1 ya era un suceso increíble, la llegada de un segundo -y además una mujer- iba a poner todo de cabeza.
"Los autos son cosas de nenes ¿No querés una muñeca?"
"Si, dale. Una cocinita y un vestido también ¿No?"
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Para un corredor, llegar a Formula 1 era el máximo objetivo.
El "camino a Itaca" era algo que no necesariamente tomarían como relevante. Pero para Tania lo fue todo. Lo era todo.
El viaje es más nutritivo que el destino.
Y más aún cuando nisiquiera tienes un destino fijo.
La joven corredora nació y creció en una familia de clase media, donde nada faltaba más tampoco sobraba. De padre mecánico y madre pastelera, Tania aprendió lo que era el trabajo duro. El aprender de la práctica. De los errores. Pero sobre todo, a siempre trabajar de forma honrada. A ganarse justamente la recompensa de un esfuerzo bien logrado.
Fue así que, tras reparar su primer motor junto a su padre, encontró en la labor una gran satisfacción. Una que Francisco Cabrales no dudó en nutrir.
Si su hija quería arreglar autos, sería la mejor en ello.
—Si viene Marcos, le das la-
—La tapa que arreglamos la semana pasada, si.—
—Bien bien... Ah, y si viene Marta le-
—Cambio de aceite.—tomó las manos del padre, llenándolas de desengrasante y empujándolo hacia el lavamanos del taller—. Ya sé, pa. Puedo sobrevivir una tarde sin vos... De verdad, lavate esas manos asquerosas y andá a casa. Mamá debe estar esperándote para ir a comer.—
—Bueno... Pero cualquier cosa me llamas, nena.—
—Dale dale, apurate.—La chica le tiró una toalla, sonriendo al ver que al final se secaba las manos en el pantalón—. Deja de hacer eso, que mamá se vuelve loca.—
—Ya me voy entonces... Ya sabés, cualquier cosa me llamas.—el hombre le dio un beso en la cabeza antes de salir del lugar.
El resto de la tarde la joven se la pasó arreglando una que otra cosa pendiente del taller, no había mucho movimiento, al menos hasta que un auto bastante bonito llegó tirado por una grúa.
—Luquita querido.—Tania sonrió al ver al mismo joven que siempre solía traer a los desafortunados autos que se averiaban en la ruta cercana—. ¿Qué trajiste hoy?—
—El trabajo del mes. Esta tipa tiene plata.—el joven miró a la mujer que bajaba de la grúa—. Eso sí, no caza una de español. Asi que si querés me quedo para ayudarte.—la chica negó, sonriéndole a la mujer que acababa de llegar.
—Buenas tardes, señora ¿En qué la puedo ayudar?—Lucas bajó el auto averiado y se despidió al ver que la chica se las arreglaría sola, marchándose enseguida.
—Se sobrecalentó el motor, o al menos eso dice la pantalla del tablero.—Tania levantó el capó, sorprendiéndose al ver el motor—. Arreglar un prototipo extranjero será complicado, supongo.—
La joven volteó a mirarla, entendiendo que por el auto, ese motor y las pintas, Lucas tenía razón.
Era una mujer importante. O al menos una con mucho dinero.
—... ¿Dónde consiguió esta genialidad?—
—Mi empresa lo construyó, en realidad. Yo solo les pedí un motor silencioso y veloz para la familia promedio.—
—Que se sobrecalienten las vielas no era parte del pedido ¿Verdad?—la mujer sonrió, extendiéndole la mano.
—Mary Barra.—
—Tania Cabrales, un gusto.—
Para cuando la noche comenzaba a caer sobre el taller, Tania y la misteriosa mujer ya habían entrado en confianza.
A pesar de que Mary nunca le contó a la joven quién era exactamente, Tania entendía que era importante. No vio relevante preguntar más.
Cuando el auto estuvo reparado y Mary tuvo el visto bueno de volver a la carretera, la luna ya brillaba con gracia en el cielo. Se despidieron, y tras el pago y una generosa propina, Mary prometió volver a saludar en algún momento.
Después de todo, una chica cualquiera, de una provincia cualquiera de Argentina, había reparado en unas horas un prototipo de lo más complejo. Le serviría a futuro.
Mary estaba en el país por posibles inversiones, una fábrica nueva para sudamérica. Lo último que esperaba encontrar era una mecánica brillante. Y mucho menos a una piloto que la hiciera cometer una locura.
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*Algunos meses después*
—No me gusta. Es horrible.—
—Es una van familiar. Todas son horribles.—
Tania miraba el boceto para el nuevo vehículo de Chevrolet con total desaprobación. Era muy cuadrada. Aparatosa. Pero su trabajo era la mecánica, para el diseño externo estaban los ingenieros.
Cuando Mary volvió a su taller después de su primer encuentro, fue con un objetivo claro. Quería a la chica en su empresa. La quería como aprendiz de mecánica y por ello le ofreció un trato imposible de rechazar. Se mudaria a Michigan por ello. Dejó a su familia, dejó su hogar, pero sabía que era por una gran oportunidad. Y ahora ahí estaba, en la inmensa central oficial de General Motors trabajando en su marca favorita de vehículos. Chevrolet.
Como aprendiz no hacía cosas muy grandes, acataba órdenes de los mecánicos en jefe. Pero aprendía, y por ello opinaba y ayudaba en las pruebas. Sus aportes eran bien recibidos, sus superiores la apreciaban. Y gracias a eso poco a poco fue subiendo de rango, llegando a ser mecánica suplente en el TC2000 de ese año en Argentina. Volvería a sus tierras con orgullo.
Si había algo que amaba más que armar motores, era escucharlos. El Turismo Carretera era una de las muchas cosas que le alegraban el corazón. Y ahora era parte de ello.
—¿Te diviertes?—Mary entró al taller, sonriendo al ver a la joven casi encima del motor del auto.
—Encontré de dónde viene el soplo... Lo arreglaré antes de la carrera de mañana.—se asomó apenas a verla, subiendo un poco el motor sobre el soporte—. Éste señor puede ganar, lo sé.—
—¿Marcos te lo encargó? No le gusta mucho que los mecánicos toquen su auto.—
—Marcos será el piloto... Pero es mi auto... Yo lo armé.—
—Pero nunca lo manejaste.—Tania dejó de trabajar, mirando distraída los tornillos que acababa de ajustar—. ¿Por qué no damos una vuelta?—
—Soy mecánica, no corredora.—corrió el soporte, ubicando el motor sobre el hueco del auto y comenzando a bajarlo. Debía conectarlo y fijarlo bien.
—No sabes conducir?—
—Lo hago desde que tengo 8... Pero esto es mucho.—
—¿Qué tan diferente es un karting de un Chevrolet Cruze?—
Tania nunca había tenido la necesidad de conducir, tampoco se creía merecedora. Pero si la jefa de jefas le daba la oportunidad...
—... Bueno, pero déjame chequear bien esto.—
Tania subió por primera vez a un auto de carreras.
Y no volvería a bajarse.
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