#Los ojos azules de la muñeca rota
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Eva León in Blue Eyes of the Broken Doll (Los ojos azules de la muñeca rota, 1974)
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FicTober prompt 2
“Don’t worry, I got you.”
La sangre seca sobre la ceja y el ojo derecho de Shathir le habían sobrecogido el corazón a Earaiel. Una herida mal curada le atravesaba la cara desde el centro de la frente hasta la mejilla, dejándole el ojo sellado bajo un párpado magullado. El pelo rubio del elfo, que siempre había mantenido limpio y bajo control, se encontraba sucio y enmarañado, pegado a la piel de elfo por el sudor y la sangre reseca que cubría la espalda de Shathir.
Olvidado en unos grilletes que le obligaban a estar de rodillas y con los brazos extendidos, Shathir había caído inconsciente y colgaba cabizbajo sentado en sus propios tobillos. El torso descubierto del elfo había recibido laceraciones y golpes, y por los moratones que adornaban su costado, parecía tener varias costillas rotas.
Ante la vista de Shathir encadenado, abandonado y maltratado, Earaiel salió del velo de ocultación que su compañero había alzado para ambos, mientras un rugido gutural salía de sus entrañas mientras se lanzaba de rodillas frente al elfo.
Shathir despertó de golpe, huyendo del sonido repentino lo máximo que le permitían los grilletes, mientras el único ojo que podía abrir escaneaba la prisión frenéticamente hasta que se posó en el rostro preocupado de Earaiel, que alzaba sus manos delante de su cuerpo.
“Tranquilo. Tranquilo, te tengo. Ya estoy aquí. No pasa nada Shathir, he venido a por ti” Las palabras de Earaiel se derramaban de sus labios intentando calmar al elfo, mientras ella misma intentaba respirar despacio para no provocarse un ataque de pánico.
Cuando el ojo dorados de Shathir se encontraron con los azules de Earaiel, Shathir echó la cabeza hacia atrás mientras una sonora carcajada ebullía de su pecho. “Ah, casi me lo creo esta vez. Habéis conseguido una imagen muy realista de ella, tengo que concederos el esfuerzo” Shathir había vuelto en sí y su cara parecía escudada de nuevo por una mueca de disgusto y desconfianza. El corazón de Earaiel se partía en mil pedazos cada vez que intentaba acercar una de sus manos al cuerpo del elfo y éste se apartaba para que el contacto nunca se completara.
“Shathir, soy yo, hemos venido a sacarte de aquí, llevábamos buscándote semanas” Earaiel miró por encima de su hombro, buscando con la mirada al compañero con el que habían asaltado la prisión. Sabía que era un experto en ganzúas y podría ayudarle con los grilletes que aprisionan las muñecas de Shathir, liberando por fin al elfo de sus cadenas para poder llevarlo a un lugar seguro antes de poder atender sus heridas. El zandalari que le acompañaba en la misión había comenzado a trabajar sobre las cadenas, mientras Shathir permanecía completamente inmóvil.
“Claro, Earaiel, como las otras 7 veces que habéis venido a rescatarme. Es extraño, pensaba que volverías a utilizar una imagen de Lor'themar para el gran momento del rescate” La mueca de desconfianza de Shathir se había convertido completamente en una expresión de asco, sin querer volver a establecer ninguna conexión visual con Earaiel.
“Shathir, no sé qué han hecho contigo estas semanas, pero te prometo que soy yo. Estoy aquí. Ya no volverán a hacerte daño, te lo prometo” Earaiel, con las manos temblorosas, intentaba invocar pequeñas nubes de escarcha para calmar las heridas y la inflamación de los hombros del elfo, pese a que éste parecía alejarse de ella cada vez más.
“Sois estúpidos si creéis que voy a seguir cayendo en la historia de que viene a por mi. Earaiel sabe que es demasiado importante para ponerse a sí misma en peligro, para terminar a las puertas del carcelero sólo por mi. Ni yo soy lo suficientemente importante en la misión ni lo soy en su vida como para que haya decidido tirar toda la información por la ventana sólo para venir a por mi. Yo ya he hecho las paces con ello, así que dejad de invocar su imagen sólo para darme una migaja de esperanza. Sé que no va a venir sólo por-”
Earaiel paró las palabras del elfo con sus labios. Despacio y con miedo, suavemente, mientras cerraba los ojos llenos de lágrimas y se fundía cuidadosamente con los labios de Shathir.
Las manos de la elfa acariciaron lentamente la mandíbula de Shathir mientras se separaba de él y volvía a mirarle a los ojos. Uno de ellos, completamente magullado y oculto bajo una cicatriz mal curada e hinchada. El otro, dorado, lleno de dolor y confusión.
“¿Princesa…?” La voz de Shathir temblaba, no dejándose a sí mismo el espacio para mantener la esperanza viva un sólo día más.
“Estoy aquí. He venido a por ti”
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"Un primer(el maquillaje, imagino, no como "1er") para los pequeños, raros amores", poema de Richard Siken
Traducción por Víctor Muñoz C.
El niño rubio, el del traje de baño rojo, sumerge tu cabeza bajo el agua, porque intenta matarte. Y te lo mereces, lo sabes, y estás listo para morir en esta alberca
Porque querías tocar sus manos y sus labios y eso significa que tu vida terminó, de cualquier manera
Estás en secundaria. Sabes cómo funciona esto. Sabes cómo usar una bicicleta, y sabes hacer divisiones largas
Y sabes que un niño que quiere besar a un niño es un niño muerto, a menos que se calle, y eso es exactamente lo que no hiciste
Porque eres débil, porque estás vacío, y porque eso no importa ya.
2
Un hombre con pelo oscuro, en una cabañita rentada, lame el whisky que cayó en tu muñeca. Él no siente nada, tiene una navaja en su bolsillo, pela manzanas frente a ti
Mientras das vueltas semi-desnudo en un cuarto color mostaza y tomas cerveza de una botella verde
Y después de que todo lo que iba a pasar pasa, lo único que pides es dinero para un uber
Y te das cuenta de que debiste haber pedido más, ya que a él no podría importarle menos.
3
El hombre arriba de ti te está enseñando a odiar, te ve como un bien de bienes raíces, como un terreno barbecho debajo de sus pies como un sacrificio
Él convierte tu espalda en una mesa, para no tener que comer en el piso, para ponerse cómodo. Te empuja y aprieta hasta que encaja, hasta haberse hecho un lugar para él dentro de ti
El reloj pasa de las 5 a las 6, sus besos se degeneran hacia mordidas, así que terminas con un riñón magullado, un poco de sangre en tu orina.
Todavía no se acaba, acaba de comenzar.
4
Él dice para sí “este niño no es bueno, simplemente no hace bien”
Pero te toma en sus brazos y empuja tu piel para ver si, de alguna manera, podrías parecerle feo
Tú eres el nuevo chivo expiatorio, pero eres hermoso, guapísimo, él puede sentir como los perros lamen su corazón
A quién le toca el látigo y a quién los aros de fuego? Él te pega, te pega, y te pega
Su deseo guía a sus manos hacia ti
“Silencio, mi dulce amor, estos tornados son solo para ti”
Y tú querías imaginarte como alguien que hacía este tipo de cosas. Querías estar enamorado, y él casualmente se interpuso en tu camino.
5
El hombre de ojos verdes con la camisa azul claro, el que está parado junto a ti en el supermercado, retrocede como si lo hubieran golpeado muchas veces, muchos hombres, como si tuviera un historial
Ese no es problema tuyo. Tienes aún que lidiar con tu propio cuerpo.
La lámpara de cama está rota cuando sientes cosas con las que ya no eres familiar
Y todos susurran, como si no quisieran despertarse unos a otros
El viento hizo chocar las flores unas con otras, y el vapor se levantó de todas las tazas al mismo tiempo.
Cosas pasan todo el tiempo, cosas pasan con cada minuto, y nada de eso tiene nada que ver con ninguno de nosotros.
6
Y entonces dices que quieres una escena de muerte, el conocimiento que viene antes del conocimiento. Y quieres que esté sucio, y nadie entiende lo que quieres
Y no les vas a decir, y te das cuenta de que la única persona que te ama en este mundo no es la que creíste que sería
Y no confías en que él vaya a amarte de una manera que puedas disfrutar. Y el hombre que te ama de la manera incorrecta está derramando tierra, mugre, está sucio, y el hombre que te ama de la manera incorrecta se está debilitando.
Tal vez pensaste que sí le entregabas tu cuerpo él haría algo interesante.
7
El desconocido dice que no hay sillón, y que tendrá que dormir en tu cama. Tú intentas advertirle, le dices que querrás entrar en él y arruinar lo que es
Pero él no escucha, y tú cumples con lo que dijiste, lo haces en toda regla. Tomas las cosas que amas y las rompes hasta que no haya más piezas
O las atrapas debajo de ti y finges que son tuyas. Así que lo besas, y él no se mueve, ni para respirar
No se echa para atrás, no se separa de ti, y lo sigues besando, y no se ha movido
Está congelado, y lo besaste, y nunca va a perdonarte. Y tal vez así él te deje en paz.
Link al poema original en inglés.
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RECUERDOS DE MI INFANCIA
por ROMINA
Recuerdo mi infancia cuando tenía cuatro años y nos cambiamos a la comuna de Maipú, mis padres mi hermana mayor y yo.
En esa época solo trabajaba mi papá, mi mamá nos cuidaba, nos llevaba al colegio y nos iba a buscar. Con mi hermana jugábamos a las tacitas de té con plantas que habían en casa, también a las muñecas, un día se nos ocurrió tomar plumones de colores y pintarlas todas cara y cuerpo, mi mamá nos pilló nos retó y nos golpeó por la maldad que habíamos hecho, en las tardes cortaban la luz por el toque de queda a mi edad no entendía lo que era eso sólo me interesaba jugar, mi mamá sacaba un radio a pilas que había en ese entonces y ella sintonizaba la radio minería donde informaban todo lo que pasaba y daban canciones, Pimpinela, Los Pecos, Jose Luis Perales, Rafaela Carra y muchos más. Yo iba a la cocina tomaba el cucharón de madera grande y jugábamos a, si se la sabe cante, para entretenernos y a la espera que llegara mi padre de su trabajo, a veces llegaba tarde cuando ya estábamos durmiendo o no llegaba.
Para las fiesta de navidades o año nuevo siempre bajaban un cuadro de un niño crespo ojos grandes azules como el cielo y pelo rizado rubio, preguntó ¿quién era? Y mis padres con su dolor me explican que era mi hermano Gonzalo que había fallecido de muerte súbita era mi hermano mayor. Yo había nacido al año y medio después de fallecimiento
Orden de hermanos mi hermana, hermano que falleció de ocho meses en diciembre de 1976, y yo nací en el verano de 1978. Explico estas fechas porque es el puzzle para armar mi vida y tener empatía con mis padres, entenderlos y ser relevantes para ellos.
Nos matricularon con mi hermana en un colegio que nos quedaba muy cerca de nuestra casa, el colegio del cerro. Yo era tan despistada que perdía chalecos, se me quedaba la mochila en la casa o en el colegio obviamente que me pegaban y me hablaba de malas formas. Cuando llegábamos de colegio en las tardes veíamos Candy a escondidas, porque a mi mamá no le gustaba que viéramos Pipiripao, donde daban dibujos animados, ella no entendía que era divertido nos apagaba la televisión nos retaba y nos pegaba y nos amenazaba, y yo como era porfiada le bajaba el volumen a la tele y la encendía nuevamente y de nuevo me pillaba, y me pegaban tampoco salíamos a la calle y tener amigos era el mismo patrón de mi abuela materna ella tampoco nos dejaba salir a jugar era estricta cuando la íbamos a visitar yo miraba por la ventana como los otros niños jugaban yo solo quería salir a jugar y compartir con niños.
Mi padre era mi salvación con él me llevaba mucho mejor, parece que a él no le gustaba estar mucho en casa y siempre salía y yo iba con él a todos lados, al matadero a comprar carne, a las lecherías que había en Maipú, cuando salíamos me tomaba la mano yo me sentía segura, lo acompañaba a las cantinas donde estaban sus amistades todos hombres donde jugaban dominó, brisca y cacho. Todos tomaban alcohol yo era la única que tomaba bebida y tenía que esperar a que terminaran de jugar para irnos yo me aburría pero no podía reclamar. Era, como su guardaespaldas, lo tenía que cuidar para volver a nuestra casa. Mi papá nunca cambió sus hábitos, llegaba borracho muchas veces y también desaparecía días y él no veía el daño que causaba su ausencia. Yo lo veía como mi héroe, era grande alto fuerte, siempre lo vi pelo con blanco y no era viejo era por falta de pigmentación en su cabello.
Nunca me gusto el colegio solo iba a correr y a jugar llegaba con las rodillas rotas de caídas y madre me pegaba y me retaba y por las malas notas porque para mi lo ultimo era estudiar y no tenía concentración en el colegio. Después que nació mi hermana menor yo tenía seis años, mi padre se volvió más rebelde, celopata y alcohólico y con problemas económicos.
Mi cuerpo sólo guardaba sus malos tratos y golpes por parte de mi madre.
En las vacaciones nos enviaban al Lago Rapel nos íbamos con mis tías, ellas nos cuidaban también iban mis primos y tíos, nunca fueron mis padres con nosotras yo creo que era por dinero o por celos
La dueña de la casa de vacaciones era la hermanastra de mi abuela materna, mis tíos sembraban todas las frutas y verduras durante el invierno, para que en el verano se pudiera cosechar y comer. Era muy divertido, en la mañana muy temprano mi tía ordeñaba una vaca con su ternero al lado, de ahí mismo tomamos leche, era otra vida había baño de cajón no había luz y se sacaba agua de una noria era tan profundo el pozo que se sacaba con un balde y una cuerda que medía más de cuatro metros de largo, esas vacaciones fueron las más maravillosas, era la magia de la libertad el contacto con la naturaleza eran unas vacaciones sin lujos todo rustico.
De vuelta a Santiago era otra la realidad, mi madre siempre con sus caras largas, ella nunca descansaba siempre haciendo cosas en la casa no podía estar tranquila y todo eso lo guardas en tu memoria y células. Por eso para mi el cuerpo y la mente es la segunda maravilla del mundo, donde el inconsciente guarda todo lo vivido de tu niñez y adolescencia formando una protección o coraza, dándole protagonismo al ego, las inseguridades, celos apegos innecesarios, en mi faceta joven adulta creando prototipos de hombres o personas para no ser dañada y resultaba todo lo contrario, me desilusionaron porque no era lo que yo me había imaginado. Lo hice con mis parejas que tuve, la última el sabia donde mas me dolía, aumentando mi ira y toda mi rabia acomulada por lo nombrado en la descripción de más arriba, muchas veces me preguntaba porque esas reacción que sólo me hacía daño a mi ser. Investigando averigue que fue una armadura impuesta por los demás, todo el daño que me hicieron de niña y copiando malos patrones.
Soy libre respiro hondo, me miro al espejo y puedo decir con valentía empecemos de cero.
Me pongo en los zapatos de mis padres dos jóvenes siguiendo los mismos o peores patrones antiguos de sus padres, ambos con carencias y miedos queriendo formar una familia. Con un dolor en sus entrañas y reflejado en su semblante por frustraciones no sanadas.
Estoy agradecida por sus enseñanzas, sus valores y el amor que me mostraron, los amo y no les tengo rencor.
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§ 3.058. Los ojos azules de la muñeca rota (Carlos Aured, 1973)
Más de Aured, por su orden. Vamos a intentar verlas todas, a ver qué me depara, pero aunque sólo he visto pocas suyas ya me he hecho una idea cabal de qué. Un director que sólo se explica desde un punto de vista muy singular, el cine de la transición, el destape, un erotismo light, una música de rock mezclada con tradiciones patrias, mujeres bellas exudando sexo y una añoranza nada ocultada por Roger Corman, los comic de miedo, Edgar Alan Poe y los terrores infantiles que todos los humanos han vivido.
Un título muy sugerente, para una cinta Gialo o Slasher, que no sé cuál es la diferencia entre ambas.
Paul Naschy en el papel que hace siempre, con las cuatro mujeres que le rodean especialmente guapa Eva León, una mujer muy de esa época, pelirroja, con vaqueros y sueter rojo. Una belleza muy de la época.
Hay una imagen copiada de El Manantial (King Vidor, 1949), cuando él está cortando lecha y ella le mira desde un promontorio, desde arriba hacia abajo
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LANM - Capítulo 139
Lo que pudo ver tan pronto como abrió los ojos estaba ardiendo en color rojo. Era la puesta de sol. Sezh estaba acostada en la colina. Como en el sueño anterior, la colina es diferente a la de ahora. Se veía completamente diferente. Bajo el morado, el narciso estaba en plena floración. Esta vez percibió y sintió, que esto también era un sueño. Lo entendía. ¿Por qué estoy soñando así? Intentó levantarse, pero su cuerpo no la escuchaba. Fue doloroso. Todo su cuerpo se sentía como si se estuviera rompiendo. Ni siquiera podía respirar bien. Sangre de color rojo oscuro fluía de su boca abierta. “...” Sin saberlo, su cabeza se volvió lentamente hacia un lado. Lo que le llamó la atención fue una daga rota y una piedra con sangre. 'Sangre….’ Sezh se miró la mano por reflejo. Pero no se veían sus manos. Ambas muñecas fueron cortadas. Sangre viva brotaba de los vendajes que la envolvían. Sezh lo observó y luego miró fijamente hacia el cielo. El resplandor rojo del sol poniente caía sobre su rostro. Pero había algo extraño. ¿Por qué fluían tantas lágrimas? “...Dije que tu vida no tiene fin”. Muy lentamente, una voz desconocida escapó de sus labios. “Mi vida termina aquí”. Era una voz llena de agua. “Y continuará”. Cada vez le faltaba más el aire. Sezh con una tos seca brotó sangre. Luego habló con dificultad. “Así que espérame. Voy a verte". Lágrimas calientes comenzaron a humedecer su rostro. Era una tristeza incontrolable. Sezh luchó en silencio. Odio esto, pero fue en vano. Pronto, su visión comenzó a oscurecerse. La puesta de sol resplandeciente brillaba sobre los ojos oscurecidos. Y entonces, sin saber por qué, escuchó una voz familiar. Su corazón, que había estado latiendo débilmente, se detenía lentamente. Todo su cuerpo comenzó a enfriarse y su conciencia se desvaneció gradualmente. Y sobre el sol rojo, se escuchó la voz de una mujer, lejana como en un sueño. “Entonces espero poder vivir una vida para ti completamente…” “Después de vivir una vida sucia llena de vergüenza, bajeza y dolor...” “Viviendo una vida terrible”. Ya no se escuchaba la conversación de espaldas, eso fue lo último. Sezh despertó del sueño. ══════ ∘◦❁◦∘ ══════ "¡Sezh!". Lo primero que escuchó fue la voz urgente de Raytan. Sezh, que abrió los ojos con un rostro azul pálido, miró a Raytan, que la miraba desde arriba. "Ven... Marie". Sezh jadeó levemente. Raytan ayudó a Sezh a levantarse durante este día extraño. Luego, con su gran mano, le sostuvo la mejilla empapada de lágrimas. "Sezh". “...” "Tu tez no es buena". No se podía encontrar un solo rastro de sangre en su rostro pálido. Y eso no era todo. El aliento exhalado, los dos ojos devastados. Además, Sezh estaba poseída por un sinfín de lágrimas justo antes de abrir los ojos. Por mucho que Rayan intentó despertarla, fue inútil. La llamó por su nombre y sacudió su cuerpo, pero era lo mismo. Se sentía como si su corazón se hundiera. Raytan sostuvo con mucho cuidado a Sezh en sus brazos. "Está bien". Luego escupió palabras que no sabía si se refería a él o a Sezh. “Está bien… Sezh. Lo que sea está bien, estoy a tu lado”. Escuchó el sonido de un corazón latiendo. Era de Raytan. Sezh, enterrada en los brazos de Raytan, respiró hondo y escuchó también los latidos de su corazón. Pronto, el sonido de su respiración se estabilizó y Sezh cerró los ojos con fuerza. "Hermano…" "Sí. Dime, lo que sea". "Tuve un sueño…" Ante la palabra sueño, Raytan vaciló. Sezh también dejó de hablar. ¿Cómo podía explicar? Era una pesadilla de la que ni siquiera ella lo sabía. ¿Decir que le cortaron las muñecas con cenizas sin un motivo estando de pie en esa colina?, mientras murmuraba cosas extrañas. "...No. Acabo de tener una pesadilla…” Sezh, que estaba acunada en sus brazos, se estremeció levemente. Lo primero que le llamó la atención fue la mesita de noche junto a la cama. Un anillo yacía en la mesita de noche. Era el anillo que Eton le había dado. Sezh retiró su cuerpo y miró a Raytan. ‘Te diste cuenta’. ‘Sobre Eton’. "¿Cómo pasó?". Sezh preguntó lo más rotundamente posible. Raytan se mordió los labios por un momento, luego le dio unas palmaditas en la espalda y abrió la boca. "Belkiel te encontró". "… ¿Belkiel?". Los ojos de Sezh se abrieron un poco. ‘¿Fue Belkiel?, ¿No Eton?’. "¿Qué pasa con alguien más?". "… ¿Otros?". Los ojos de Raytan se entrecerraron ligeramente. Incluso si no lo era, no tenía sentido. Fue por las palabras de los soldados de que Sezh estaba conmigo. "¿Había alguien más?". "No, no." Sezh respondió rápidamente. “...Belkiel dijo que estabas sola. Pero los soldados-" "Estaba sola". “…” “Belkiel vino corriendo justo antes de que me alcanzara una flecha”. "...Si. Lo evitó de inmediato.” Sus dudas aún no se disipaban, pero no tenía el menor deseo de presionar a Sezh, quien estaba cansada y pálida. Asintió como si se hubiera convertido en Raytan. "Aparte de eso". "¿Y?". "¿Tienes algo más que decirme?". Ante la cautelosa pregunta, los ojos de Sezh temblaron violentamente. Porque parecía saber lo que estaba preguntando. Sezh frunció los labios. "... Lo escuchaste de Belkiel". “...” "Perdón. No quise ocultarlo desde el principio…” "No te estoy culpando, Sezh". “Pero no podía decirlo. Ni siquiera sabía que podía usar magia…” Las palabras que un día dijo Raytan pasaron por sus oídos. Sezh continuó con un día miserable. "Pensé que lo odiarías". “...” "Perdón". Raytan miró a Sezh con ojos tranquilos. El odio, o lo que no le gusta. No era algo que pudiera definirse tan simplemente. Por supuesto, a él tampoco le gustaba. ¿No es la magia el poder de los dioses? Tanto más cuanto Raytan odiaba a Dios y no creía. Pero… “… No lo odio”. “Hermano…” “Si tiene que ver contigo, sea lo que sea. Absolutamente no lo odio”. ‘Si Sezh sabía cómo usar la magia, eso estaba fuera de discusión. Solo… Pues, de todas las cosas, a Sezh’. Simplemente le dolía el corazón que una niña tan enfermiza y débil tuviera tanto poder. Tener poder significaba que el precio a pagar era alto. “... La razón por la que perdiste el conocimiento fue porque estaba dañado el anillo que te dio Belkiel”. La mirada de Sezh se volvió hacia el anillo roto. Mientras estaba inconsciente, Belkiel parecía culparse a sí mismo por darle el anillo. “Dijeron que el maná que se acumuló regresó de una sola vez. Por eso me sorprendió”. ¿Era así? Sezh murmuró para sí misma el consejo que le había dado Belkiel. "Y…" Raytan dejó de hablar y mantuvo la boca cerrada. "… ¿Hermano?". "Nada". No podía decirle eso a Sezh. Y tampoco permitiría que sucedan las cosas que dijo Belkiel. Raytan apretó los puños. “¿Recuerdas lo que dije? Sezh". "¿Qué quieres decir?". “Dije que nunca te decepcionaría”. “....” "Pase lo que pase, dijiste que no perderías". Sezh asintió levemente. “Siempre será lo mismo. Quien quiera que sea el oponente”. ‘Ya sea Dran Regent o Berna’. ‘Y… Incluso si es un Dios quien te dio poder mágico. Raytan tragó, conteniendo sus palabras’. "Nada pasará". Raytan dijo con fuerza, por lo menos ignorando la ansiedad que seguía floreciendo. "De ahora en adelante, tienes que quedarte conmigo". “Quedarme aquí”. “Porque es más seguro tenerte a mi lado. Incluso si no te gusta, no te escucharé". Sezh miró a Raytan en silencio. … ¿Estaba bien? Así delante de los ojos de todos. Sezh también lo sabía. El hecho de que quien le disparó la flecha probablemente fuera un asesino de la Casa del Regent. Pero aun así, ya no le importará. “No, me gusta. Haré lo que dices”. ‘No es solo para salvar mi vida. Si estás a mi lado, siempre estaré contigo...’ ‘Yo también podré proteger a Raytan de las pesadillas que lo acosaban constantemente’. ‘Y yo quería estar contigo. Aunque pasen muchas cosas’. Raytan empujó a Sezh hacia atrás y la sostuvo en sus brazos. Sezh también se acurrucó en sus brazos. Los dos no se movieron durante mucho tiempo. Solo se estaban abrazando. Como si el uno al otro fuera el único refugio seguro para el otro. …Si Raytan no hiciera eso, no sería capaz de calmar el siniestro sentimiento que seguía creciendo. La habitación estaba en silencio. Ni siquiera podía encontrar una sola luz en sus ojos que ardían rojos como el sol poniente. Thiston miraba al vacío con un rostro inexpresivo. Junto con su propia voz de un día, pasó el aura roja que se elevaba desde la frente de Sezh. Una bendición grabada en el alma, dejado con mis propias manos. Era una protección que protegía la vida de uno del peligro. Fue por eso que Lize, sobrevivió durante varios años. Y solo había dos situaciones donde esa protección podía continuar. Al igual que Lize, heredó la sangre de Sharwina. …El alma de Sharwina reencarnada. "Por qué…” La voz de Eaton se quebró ¿Por qué ahora? No, por que estas. Por qué… El día que nos conocimos, la cara de Sezh cuando abrió la puerta casualmente y entró me vino a la mente con claridad. Y… “Shar…wina…” Incluso el rostro de Sharwina, que sonreía alegremente. Eton se rió en ese triste día. Era una risa sutil que parecía que derramaría lágrimas en cualquier momento. Y entonces, escuchó la puerta abrirse. “...Eton”. Era Belkiel, con el rostro endurecido. Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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Podría...
En lo púrpura y lo azul, te encontré, pero encontrarme a mí misma seguía siendo la parte más difícil. Tú tomaste mi mano y tiraste de ella solo un poco, tan delicadamente que apenas me hiciste girar la cabeza, apenas me hiciste notarte con el estruendo silencioso de seis mil trompetas... taponadas todas sus bocas por los sudarios de todas las yo que habían muerto antes. Ahora, me sostienes con cuidado entre tus dedos delgados, los mismos dónde sostienes tus cigarrillos y el sonido aleteante de las cuerdas de tu guitarra, como hojas rasgadas por el viento allá a lo lejos. A todo lo demás le prendes fuego, y a mí me elevas contra este sol abrasador de julio, con mi cuerpo herido a contraluz bajo ese ardiente y dorado rayo solar. Tu mirada sobre mí gotea destellos dulces y brillantes como la miel, pero entonces... Crees que podrías volar en ese cielo? Yo que tengo alas rotas. También tengo huesos huecos y órganos imprecisos que tocan música extraña. Así que supongo que de alguna manera estoy —siempre y fatalmente— a la mitad del camino, entre esto y aquello, entre poder volar y morir en el intento, en la misma manera en que tú me miras y yo te amo... a la mitad de tu camino. A la mitad de tu camino de huída donde sin embargo me buscas. Tú. Esto. El sol. Y este corazón tan grande y tan lleno de tanto y tan poco, que se agujerea bajo las gotas de la lluvia como si fuese una hogaza de pan tierno, pesando dentro de mi pecho y llevándome hacia abajo, derribándome. Cayendo. Y todas mis alas viejas ardieron bajo tu luz incandescente. Pero también eres dueño de los mares que me reciben como brazos helados y tú... —Yo estaré maldita Otra forma de decir que estaré tan malditamente feliz. En ese lugar entre mi ombligo y mi esternón te conservo como mi más divino tesoro, abriendo las puertas de mi pecho con tus manos en mis clavículas y te dejo mirar adentro, aquí mismo, en el rompeolas de mis silencios donde tus olas chocan buscando respuestas, o salvándome de ellas. Te abro esta oscura caverna donde me siento y pienso en morir, donde tú eres mi salvavidas en el océano de miedos revueltos.
Mi corazón y mi cordón umbilical, todo lo que me arrancaron cuando lloraba por seguir viviendo, todo lo que me quita y me ha dado la vida, y todo aquello que me mostró para arrebatármelo ante mis ojos, todo aquello se parece mucho a ti, a ese llanto que se ahoga y se esperanza al mismo tiempo, como tú cuando envuelves tus dedos alrededor de mi muñeca y dices "has perdido mucho peso, debes comer, cuida todo lo que yo más quiero..." Y la sombra que proyectan tus palabras me atrapa lentamente en la oscuridad. Lo sé. Desde tu enfermedad hace un par de años, desde la doceava vez hace siete, desde la última vez que fui al médico y me dijeron que todo estaba bien conmigo... incluso si no se siente de esa manera. Porque no lo he sentido así desde hace mucho tiempo. Y todavía —aún— me tumbo en la cama diez minutos más cada mañana. Y pienso en cómo se sentiría no volver a despertar. Pienso que nadie nunca extraña a los náufragos, a los barcos a la deriva o a aquellos que vuelan demasiado cerca del sol. La mayoría lo sabe, que esto, Morir Ahogarse Caer Siempre estuvo destinado a suceder. Incluso cuando las cosas cambian, como cambiaron para ti y para mí, y para ti, conmigo, incluso sin la cuchilla contra mi piel, a veces, en esa caverna al borde de la marea, aún quiero morir. Algo está mal conmigo? Acaso alguna vez ha importado? En ese cielo de un azul tan intenso que lastima mis ojos, todavía hago volar una cometa, y todavía parece demasiado cerca del sol, y parece que está bien, con un sentimiento cercano a la felicidad que no termina de ser felicidad realmente. Pasajera, momentánea, perpetua, constante y variable, da bandazos a contraluz, esa mariposa de papel ardiente, la cometa que se enredaba en sus propios hilos y en otras cosas que caen sin avisar. Un día cálido de julio, te acuerdas? Mi mano en la tuya, lo cálido y lo resplandeciente, lo dorado y lo abrasador, mis alas rotas que se queman en tu fuego infatuado. Mi cabeza bajo el agua tibia de una bañera llena hasta el borde, que es y no es un océano a la vez, y cuando sostengas mi mano en la tuya... como un puente tendido a una isla remota, dándole oriente, calor y compañía. Creo que tal vez podría volar en esos cielos. Tal vez... Podría.
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Play ▶ House Of Psychotic Women TV Spot aka Los ojos azules de la muñeca rota / Blue Eyes of the Broken Doll, directed by Carlos Aured, starring Paul Naschy.
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Los ojos azules de la muñeca rota (Carlos Aured, 1973)
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Los ojos azules de la muñeca rota / house of psychotic women (sp, aured 74)
#Los ojos azules de la muñeca rota#the blue eyes of the broken doll#carlos aured#paul naschy#house of psychotic women#Francisco Sánchez#Diana Lorys#Inés Morales
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The Blue Eyes of the Broken Doll (1974)
#giallo series#the blue eyes of the broken doll#los ojos azules de la muñeca rota#house of psychotic women#carlos aured#paul naschy#diana lorys#pilar bardem#eva leon#maria perschy#ines morales#giallo#spanish giallo#spanish horror#70s horror#70s slasher#spanish slasher#70s fashion#women in horror#horror
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Los ojos azules de la muñeca rota (1974)
AKA House of Psychotic Women, Blue Eyes of the Broken Doll
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De Emma para su diario
Querido diario… así es como se supone que tengo que empezar, ¿no? Me siento un poco tonta escribiendo esto, ya que nunca pensé que tendría un diario, pero ¿qué puedo decir? Supongo que Tatiana Lightwood me ha inspirado. Creo que debería ponerle un nombre al diario, algo amistoso, así puedo poner “Querida Clara” o “Querido Bruce” en lugar de “Querido diario”. Bruce me convence, la verdad.
He pensado en usar esto para organizar mis pensamientos. He estado apuntando cosas en pequeñas libretas durante el tiempo que Jules y yo estuvimos viajando. (¿Sabes que hay un montón de criaturas hada que han sido clasificadas incorrectamente como demoniacas por la Clave? ¿Cómo las Curupiras? Casi todo el bestiario antiguo necesita una pequeña revisión). La verdad, es muy raro estar así de tranquilos después de estar viajando por el globo durante casi un año. Julian está poniendo todo de si con todo este proyecto restaurando la casa. Creo que su sentido del cuidado y el ser tan meticuloso han ayudado. Ama trabajar con sus manos (y a mí me encanta ver como lo hace) y pensar en nuevos proyectos. Además de todo esto, está pintando un mural en el salón de baile, y no me deja pasar para que lo vea. Dice que es una sorpresa, así que supongo que tendré que vivir con este suspense.
Espero que cuando este lugar esté arreglado sirva para que parezca menos espeluznante. Bromeé del tema con Dru cuando la escribí, pero aún tengo la sensación de que hay cosas acechando en cada sombra. Incluso cuando subo mi estela de luz cuando está brillando al máximo, solo ilumina las raras grietas de las paredes y las extrañas manchas en los revoques. No puedo explicarlo, pero tengo la sensación de que hace mucho tiempo, algo horrible pasó aquí. Es en los escalofríos que me recorren la espalda, y la extraña forma en la que los cristales de las ventanas se empañan sin motivo alguno, o ese sitio raro y frio al final de las escaleras. Sigo con el deseo de usar Cortana, pero esto no es el tipo de cosa contra la que puedas luchar. Es solo una sensación.
Y a veces esa sensación es como si no estuviera. Hoy he pasado una tarde de lo más normal buscando entre cajas en lo que solía ser la cocina. Subimos un montón del sótano (el cual tiene un montón de telarañas, así que a partir de ahora lo llamaré La Ciudad de las Arañas. No había visto tantas arañas desde Thule. *escalofrío*).
Algunas de las cajas tienen cosas normales dentro. Hay cubertería y vajilla de porcelana que perteneció a alguien llamado Barbara Pangborn (debió casarse con un Lightwood o un Blackthorn). Ropa de cama y manteles de lujo con el símbolo de espinas de los Blackthorn cosidos por los bordes. Una caja grande de juguetes rotos y muñecas marcadas con “Grace Blackthorn”. Había una daga con runas debajo de todas las cabezas de muñecas rotas, así que mis apuestas son que era una niña pequeña que recién empezó a entrenar. ¡Aw! (Aunque las cabezas de las muñecas dan miedo).
Julian entró cuando aún seguía desempaquetando, y decidió ayudar limpiando la rejilla de la chimenea. Se manchó entero de hollín y no paraba de toser, así que le llevé al ala moderna de la casa, le quité la camiseta, y empecé a limpiarle. Y bueno, estaba sin camiseta, y sucio, y mirándome con esos preciosos ojos azul verdosos y… ¿Qué puedo decir?
Me lancé. Volvimos a la habitación besándonos como locos y caímos en la cama y manchamos las sábanas de hollín y mereció la pena. (Y hasta aquí los detalles, Bruce. No preguntes más).
No puedo creer que en su momento pensé que Jules y yo solo éramos amigos. Le quería tanto que no podía ver todo lo demás, lo grande que era. Yo estaba dentro, buscando este tipo de amor sin darme cuenta de que estaba rodeada del mismo. ¿Tiene sentido, Bruce? No soy escritora, ¡así que lo más probable es que esté expresando esto de manera terrible! Sé que a menudo siento la necesidad de decirle a Julian con más frecuencia que le amo, pero nunca me ha dicho nada al respecto, así que intento decírselo de otras maneras más allá de las palabras. Como me acurruco contra él cuando dormimos, la forma en la que me acerco por detrás y le abrazo cuando está concentrado en algo (menos cuando pinta, ¡si no habría manchas en todos los cuadros!). La forma… un segundo. ¿Alguien está llamando a la puerta?
[Una hora más tarde]
¡Bruce! No te lo vas a creer pero… ¡Cristina está aquí! ¡Y Mark y Kieran han venido con ella! No sé cómo Kieran se las ha manejado para salir del Reino de las Hadas (algo de un pacto con la tierra y que estaría fuera menos de tres atardeceres), ¡pero estoy tan feliz de verlos! Cristina y yo bailamos como locas y nos abrazamos, y Mark y Kieran se las apañaron para convencer a Julian de salir esta noche y ver Londres. Vamos a llevar puestas las ropas de los súper guays años sesenta e ir a tantos pubs como podamos. No puedo esperar, Jules y yo necesitamos un descanso. Londres, ¡allá vamos! ¡Prepárate para Cazadores de Sombras Fiesteros!
*y un rey hada
Texto original de Cassandra Clare ©
Traducción del texto de Niloa Gray ©
ATENCIÓN: no se permite hacer Drives ni PDFs de “Los Secretos de Blackthorn Hall” por Copyright. Cualquier infringimiento va contra la ley.
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Emma al diario
Querido diario… Así es como se supone que debes empezar, ¿cierto? Me siento un poco tonta escribiendo esto, desde que nunca pensé en tener un diario, pero que puedo decir. Supongo que Tatiana Ligthwood me inspiro. Siento que debería darle un nombre al diario, algo amistoso, para poder escribir “Querida Clara” o “Querido Bruce” en lugar de: Querido diario. Bruce está empezando a caerme bien, de hecho.
Entonces pensé que podría usar esto para organizar mis pensamientos. He estado anotando cosas en pequeños cuadernos el tiempo que Jules y yo hemos estado viajando. (¿Sabías que hay muchas criaturas fae (1) que han sido clasificadas incorrectamente como demoníacas por la Clave? ¿Cómo las curupiras? La mayoría de los viejos bestiarios necesitan urgentemente ser corregidos).
En realidad, es bastante extraño estar asentado después de darle la vuelta al mundo durante casi un año. Julian realmente se ha lanzado con todo este proyecto de restauración. Creo que apela a su sentido de atención y deliberación. Le encanta trabajar con sus manos (y me gusta verlo trabajar con sus manos) y resolver proyectos. Además de todo lo demás, está pintando un mural en el salón de baile. No me deja entrar para verlo. Dice que es una sorpresa, ¡así que supongo que tengo que vivir en el suspenso!
Realmente espero que cuando este lugar esté totalmente arreglado, haga algo para volverlo menos aterrador. Bromeé al respecto con Dru cuando le escribí, pero todavía tengo la sensación de que hay cosas acechando en cada sombra. Incluso cuando enciendo mi luz mágica al máximo, solo resalta las extrañas grietas en las paredes y las extrañas manchas en el yeso. No puedo explicarlo, pero siento que hace mucho tiempo, sucedió algo horrible aquí. Está en los escalofríos que suben y bajan por mi columna, y en la extraña forma en que el vidrio de las ventanas se empaña sin razón alguna, o en algún punto frío a medio camino de las escaleras. Sigo queriendo alcanzar a Cortana, pero este no es el tipo de cosas con las que puedes luchar. Es solo un sentimiento.
Y a veces no está allí. Pasé una tarde perfectamente normal hoy escarbando cajas en lo que solía ser la cocina. Sacamos muchas de ellas del sótano (que es tan espeluznante que planearé referirme a ella a partir de ahora como Spidertown (2). No he visto tantas arañas desde Thule. * Estremecimiento *)
Algunas de las cajas contienen cosas perfectamente normales. Hay algunos hermosos cubiertos y porcelana que pertenecieron a una persona llamada Barbara Pangborn (debe haberse casado con un Lightwood o un Blackthorn). Manteles y ropa de cama de lujo con el símbolo de las espinas Blackthorn tejido alrededor de las orillas, como un borde. Una gran caja de juguetes rotos y muñecas de porcelana con la inscripción "Grace Blackthorn". Había una daga con runas empujada hacia abajo entre las cabezas de las muñecas rotas, así que supongo que era una niña que recién comenzaba a entrenar. ¡Aw! (Aunque las cabezas de las muñecas son espeluznantes).
Julian entró cuando yo estaba a mitad de desempacar y decidió ayudar limpiando la rejilla de la chimenea. Se cubrió completamente de hollín y tosía, así que lo arrastré al ala moderna, le quité la camisa y comencé a limpiarlo. Y bueno, estaba sin camisa y sucio y me miraba con esos hermosos ojos azul verdoso y ¿qué puedo decir?
Salté sobre él. Retrocedimos hasta el dormitorio besándonos como locos y nos dejamos caer sobre la cama y las sábanas se llenaron de hollín y valió la pena. (Y esos son todos los detalles que obtienes, Bruce. Deja de preguntar).
No puedo creer que alguna vez pensé que Jules y yo solo éramos amigos. Es casi como si lo amara tanto que no podía ver todo, lo grande que era. Estaba de pie dentro de él, buscando ese tipo de amor sin darme cuenta de que estaba rodeado por él. ¿Eso tiene sentido, Bruce? No soy escritor, ¡así que probablemente soy terrible para expresar este tipo de cosas! Sé que a menudo siento que debería decirle a Julian que lo amo más, pero él nunca dice nada al respecto, así que trato de decírselo de otra manera que no sea con palabras. La forma en que me acurruco contra él cuando dormimos, la forma en que me acerco detrás de él y lo abrazo cuando se concentra en algo (aunque no cuando está pintando, ¡o habría manchas en todos los lienzos!). un segundo. ¿Esta alguien llamando a la puerta?
[Una hora después]
¡Bruce! ¡No lo vas a creer pero Cristina está aquí! ¡Y Mark y Kieran están con ella! Ni siquiera sé cómo se las arregló Kieran para escapar de Feéra (3) algo sobre él haciendo un voto a la tierra de que estaría aquí por menos de tres puestas de sol, ¡pero estoy tan feliz de verlos! Cristina y yo bailamos como locos y nos abrazamos, y de alguna manera Mark y Kieran lograron convencer a Julian de que deberíamos salir esta noche a ver Londres. Todos vamos a usar ropa del armario de Super Groovy Sixties (4) y vamos a ir a tantos pubs como podamos. No puedo esperar, Jules y yo necesitamos un descanso. ¡Londres, aquí vamos! ¡Prepárate para la fiesta de los cazadores de sombras! *
* Y un rey de las hadas.
1. Otra forma de referirse a las creaturas hadas.
2. Traducido literalmente: el pueblo de las arañas.
3. Otro nombre para referirse al país de las hadas.
4. Los maravillosos sesentas.
Texto original de @cassandraclare
Traducción del texto Annie ©
@secretsofblackthornhall
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El amor no es para los vivos
He estado pensando en esto últimamente—
Cierro los ojos lo suficientemente fuerte,
Y en ese momento, justo antes de que aparezcan los destellos que florecen en la oscuridad—
Estás tú.
Multicolor cómo sirenas de policía,
Un poco blanco, menos rojo y tan azul,
Estoy yo
Que me siento como las ambulancias que vagan por esta ciudad destruida,
Llevan dentro de sí cosas muertas
Cosas rotas
Y otras cosas que me asustan por más de una razón.
Allí también están tus manos y la piel color lavanda de tus muñecas,
El zumbido agudo y ensordecedor en mis oídos,
El hormigueo suave en la punta de mis dedos
Las minúsculas patas de las moscas de la fruta,
Y el dolor agudo que da punzadas en mis tobillos débiles desde ese día—
Y todos los días.
Como la blanca nieve que no conocí lentamente me derrito hasta ser agua,
Al mismo tiempo soy quebradiza y me rompo en pequeños pedazos como agujas de pino.
Hasta el día hoy todavía puedo escuchar tu voz en el teléfono
¿Estan bien?
Y sé que se refería a mí
Pero ella—
Es del tipo que hace preguntas que ya están respondidas
En la carta que escribí le dije
El amor no es para los vivos
Y no estoy segura de si aún lo recuerda,
Quiero creer que sí.
De alguna forma, todavía me encuentro enredada en los cables pegados a mi pecho,
Aunque ya no están ahí,
E incluso esa vez realmente no pensé que estuviera cerca de morir,
Nada más que el recuerdo
Las agujas abriendo mi cuerpo
Las pastillas rasgando mi garganta
La línea que se vuelve plana
Y el camino no tomado
No por no intentarlo.
En ese lugar algunas personas lloran y algunas personas piden disculpas
Una tetera arde en las estufa
Gritando lo más suavemente que puede,
El perdón es algo que nunca hace mucho ruido.
Y yo, por el contrario,
Estoy muy asustada
Como un caballo en un carrusel voy arriba, abajo y siempre lo mismo,
Despedazada y vacía por dentro
Me preguntó cosas que ya pensé
Y digo cosas que ya dije,
Cómo siempre estoy un paso antes—
Un paso antes de ser suficiente
El amor no es para los vivos.
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Abadía de clonmacnoise PARTE 2. 14/02/21
WAKANDA♥
El amor siempre es complicado. — Murmuré sin poder evitarlo mientras escuchaba sus argumentos, pero era lo que pensaba, de hecho, todas mis relaciones habían sido complicadas de una forma u otra, North, Clarissa y ahora… Sylke, a quien sentía muy lejana pero no era su culpa, era mía, yo la había alejado estos últimos meses después de la muerte de Ariel, obsesionándome con la venganza, en dar con la responsable de la muerte de nuestra hija y algo dentro de mí que esa brecha ya era insalvable, que por mucho amor y cariño que tuviéramos el uno al otro, no era suficiente. La había perdido. No obstante, me tranquilizaba saber que pensé a mi partida ella seguiría siendo feliz pues tenía a Jeremíah quien a pesar de mis problemas con él no ponía en duda el amor que sentía hacía ella pues a fin de cuentas no dejaba de ser el primer amor de Sylke y contra eso no tenía nada que hacer, era como enfrentarse a un dragón con tan solo un palo, aun así, quería realizar aquel ultimo sacrificio por ella, por los niños, puede que nunca hubiese sido un buen novio ni tampoco un buen padre pero nadie pondría duda que lo que sentía hacía ellos era real, no era perfecto, tenía más defectos que virtudes pero por una vez quería hacer las cosas bien. — Quizás tengas razón, puede que simplemente se fue porque necesitaba empezar de cero y abrirse a nuevos horizontes, pero creo que nunca sabremos que ocurrió… — Curvé mis labios formando una diminuta sonrisa algo triste, aunque intenté ocultarla en tan punto que nuestras miradas se reencontraron, quedándonos ambos en un silencio hasta que ella volvió a hablar. — Pues llámame cursi porque creo que llamaría a mi hija Love, Love Hunt, nacida del amor, dios… si el Evan de aquel entonces me escuchase sin duda me patearía bien pateado.
Me miraba en el espejo y lejos veía a aquel chico que le daba la razón en decir que eso de Paris y la ciudad del amor era todo comercial, era como si hubiera media vida desde aquel entonces. — Me gusta tu nombre, siempre me ha gustado al margen de que te llamase rubita. — No obstante, de nuevo nuestras miradas se encontraron de nuevo, aunque en la suya se percibía un gran atisbo de preocupación y algo me decía que ya intuía que esto era una dolorosa despedida que por mucho la edulcorase no iba a cambiar la situación.
Reddington, cuando quiero puedo ser muy malo, ya deberías de saberlo a estas alturas — Le respondí con tono de voz malicioso, pero a la vez divertido en ver que ella ponía morritos, pero debido a que estaba embarazada decidí guardarme el porro en bolsillo, iba a compadecerme de ella. Estaba divertido volver a meterme un poco con ella como cuando éramos adolescentes pero el tiempo transcurría y no podíamos estar todo el rato rememorando el pasado, había asuntos que debían de finalizarse cuanto antes. — Deberías de hacerlo, pero solo cuando te sientas preparada para ello y así te quitas esa pequeña espina de encima. — Al igual que ella, dudaba que el vikingo fuese a contestar pues llevaba largos años sin dar señales simplemente se desvaneció sin decir nada a nadie, aun así, me enervaba un poco que él se hubiese largado sin despedirse y más sabiendo que él significó algo para Wakanda a quien me quedé observando, sin duda se veía más adulta, más madura, aunque para mí siempre iba a ser la divertida chica que comía pastelitos sin importarle embarrarse la boca de chocolate. — De haber sabido que estabas encinta en lugar de un porro habría traído agua o algo consumible para al menos brindar por los viejos tiempos, bueno en otra ocasión será. — Sin duda sonaba mejor eso que otra vida y estaba convencido de que ella ya intuía que algo pasaba y que cuando lo descubriese, no le iba a gustar para nada.
Giré la cabeza para mirar momentáneamente hacía la bonita puesta de sol, observando el tono anaranjado del cielo, sin duda era un hermoso espectáculo en eso que cuando volví a girarme hacía ella, vi cómo se le subían los colores. — Si, mejor hablemos de otra cosa que no sea que se te escape algún secretillo oculto como que has soñado con esas “vistas”. — No solo hice énfasis en la forma que dije la palabra, también hice cierto gesto de comillas mientras intentaba aguantarme las ganas de reírme, maldita sea, me había reído más en estos últimos minutos con ella que a lo largo de estos meses. ¿Qué tienes Wakanda que incluso en los momentos más adversos siempre consigues sacarme una sonrisa? — Si, mejor cambiemos de tema que veo que a este paso voy a empezar a pesar que el rojo te favorece más, porque te estás poniendo tan roja como un tomate.
Sin embargo, el karma me la iba a devolver porque cuando mencion�� mi segundo nombre no solo me puse tenso, sino que también empecé a montarme una película en mi cabeza que sin duda podría titularse momento bochornoso de Evan Hunt, en creer que nos habíamos acostado y encima se lo preguntaba en la cara, dios me merecía un buen tortazo pero eso no quitaba que por unos segundos fuese un servidor a quien se le habían subido los colores, incluso tuve que desviar la mirada por unos breves instantes mirando a cualquier otra cosa menos a ella. — Porque apenas uso mi segundo nombre y al margen de mi familia, estaba convencido que tan solo lo conocían North y Clary, pero justo ahora descubro que tú también lo conocías. — Y eso me desconcertaba, porque North y Clary eran mis ex, pero supuse que posiblemente en alguno de esos momentos en que se me iba la pinza se lo habría dicho, así que tampoco había mucho problema, debía de ser eso. Menudas ocurrencias las mías, lo dicho aquel momento era uno de los más bochornosos en mis largos veinte y cinco años de vida y si no fuese a morir horas más tarde, de hacer uno de esos malditos test de 50 cosas sobre ti que había alguna que otra vez en corazón de bruja, en la pregunta de: ¿Cuál es tu momento más bochornoso? Respondería, creer que me he acostado mi buena amiga Wakanda, a la cual maté y posteriormente ella me mató (larga historia) y preguntárselo en la cara porque por alguna razón conoce mi segundo nombre, quien tan solo lo conocían mis ex y la madre de mis hijos. Lo dicho, bochornoso y ahora que mencionaba lo de la sala de los menesteres, me vino en mente otro momento de esos que podrían calificarse como bochornoso. — Oye y tú me esposaste en una silla. — Le reprendí, fingiendo enfado, pero la idea me resultaba bien divertida. — Pues que sepas que eres la única que ha logrado esposarme.
Y aunque una parte de mí quería seguir picándose, disfrutando de la velada, inevitablemente llegó el momento de ponernos serios y cerrar de una vez por todas aquel capitulo oscuro de mi vida, así que me armé de valor y afronté sus ojos por última vez diciéndole aquellas palabras de arrepentimiento que salían no solo de mi corazón, sino que también mi alma torturada y rota de dolor, porque si algo me había dado cuenta con el tiempo era que seguía roto, la muerte de Clarissa me rompió, normal, la amaba y si Sylke muriese o nuestros hijos me quebraría más, había ocurrido con Ariel, pero donde me rompí de forma irreversible fue ese día en el lago, en el momento que ciego de ira crucé esa línea de no retorno, cometiendo el peor error de mi vida. Con Wakanda empezó la pesadilla que durante tanto tiempo me había mantenido atrapado en las tinieblas y con ella debía de acabar, cerrando así aquel capitulo tan escabroso de mi vida. Rememorar aquel recuerdo era doloroso y en el momento que vi que sus hermosos ojos azules se aguaban ante aquel horrible recuerdo de tiempo atrás, moví de forma inconsciente mis pies acortando la distancia que había entre nosotros cogiendo su muñeca para acercar su mano en el corazón, alcé la otra hacía la altura de su mejilla la cual acaricié con suavidad, secándole las lágrimas que le caían con mi pulgar a medida que debido a la considerable diferencia de altura que había entre nosotros, incline mi cabeza hacia abajo juntando mi frente con la suya, mirando sus ojos de más cerca sintiendo como me iba desmoronando por momentos. ¿No decían que cuanto más alto peor era la caída? En ese momento me sentía como si estuviera cayendo en caída libre y lo que más miedo me daba era la caída. Me sentía frágil, vulnerable, más humano de lo que había sido en esos últimos años, pero también más cansado, había llegado el momento de detenerme y cerrar los ojos para siempre. La noche estaba al caer y el momento de decir adiós se aproximaba, pero si quería irme en paz, debía de quitarme esa espina que durante tanto tiempo me había acompañado. — Lo siento… — Susurré sin ser capaz de contener las lágrimas al igual que ella mientras mis ojos achocolatados se aguaban observando los suyos, escuchando sus palabras que no solo me emocionaron, sino que también rompieron los pesados grilletes que me mantenían encadenado a la oscuridad. — Yo también te quiero, a pesar de que nos hayamos matado mutuamente, nos hayamos hecho más daño que cualquier otra persona, sigo queriéndote y siempre te querré… — “No me olvides…” Le pedí con la mirada antes de separarme de ella, observando sus ojos pero ante la cercanía también sus labios y tan solo durante diez segundos me sentí tentado de besar sus labios, que permanecían tan cerca de los míos pero si no lo hice fue porque no quería que ese momento de debilidad mío, acabase dañándola y no era correcto, ella estaba casada, tenía una familia y yo seguía teniendo otra aunque estuviera rota, distanciada. Así que aparté la tentación y luego me separé de separé un paso hacia atrás.
En las cascadas calientes, intenté disculparme, pero tú no me creíste, lo entiendo, te había traicionado de la peor forma posible, te había dañado, atormentado y meses más tarde cuando esa muggle me mató intentando liberar a la pequeña Summer, mientras me desangraba en aquel callejón no dejaba de tener miedo, no quería morir solo y abandonado, pero tampoco quería irme sin antes no haberme disculpado de corazón contigo, pero supongo que también quería escuchar una voz de alguien a quien quieres, pero por alguna razón no morí, pues un alma bondadosa me salvo la vida. — Nunca descubrí quien lo hizo y me dolía no poder expresarle mi gratitud por haberlo hecho, pero teniendo en cuenta que era una ciudad en guerra podría haber sido cualquiera. — Sin embargo, cuando regrese seguía roto, a pesar de que guardaba mi oscuridad en un reloj, seguía roto, a pesar de que era feliz con Sylke y los niños o creando el colegio, una parte de mí seguía rota, perdida en la oscuridad, en aquel lago, en todos los momentos desagradables que hemos vivido, hace tiempo Sylke me dijo que puede que los demás me hayan perdonado, como por ejemplo tú o ella, pero el verdadero perdón no llega hasta que yo no me perdonase a mí mismo y me ha costado mucho darme cuenta que para perdonarme a mí mismo, necesitaba mirarte a los ojos y decirte lo que sentía, pero era consciente de que rememorar esos viejos recuerdos era doloroso para ti y no quería abrir esa vieja caja de las pesadillas, no cuando tienes una familia y eres feliz, no iba a estropear tu felicidad reabriendo viejas heridas para que yo estuviese en paz y no quería reabrir esa herida, pero lo cierto es que Ambrosia Lovecraft me matará antes del amanecer y de nuevo me siento como me sentí en ese callejón donde me morí, no quiero irme de este mundo dejando asuntos pendiente y deseaba verte una última vez…
Era extraño si lo pensaba, pero las dos veces en las que había estado cerca de la muerte en ambas ocasiones siempre había acudido a ella y sin poder evitarlo pensé en lo irónico que resultaba la situación, como si alguna forma cósmica me empujara hacía ella o como si ella fuera mi propia estrella polar, una luz resplandeciente en ese océano oscuro en el que me encontraba. Una luz brillante que me decía “No estás perdido, sigo aquí, Evan” Definitivamente me había vuelto loco, pero cuando volví la mirada hacía ella gritándome que no pensaba en Sylke, me dieron ganas de gritarle: Ahora solo pienso en ti. Pero de nuevo hice un nudo en mi garganta para que esas palabras no se escaparan de mis labios y retenerlas hasta llevármelas hasta la tumba. — ¡CLARO QUE PIENSO EN ELLOS! ¡YO SOY EL RESPONSABLE DE QUE ESA ARPÍA VAYA TRAS ELLOS! ¡ME QUIERE A MI! ¡POR MI CULPA, MIS HIJOS VIVEN CON MIEDO DE ESA MUJER! Hércules tiene razón… les he jodido la infancia…. — Aquello me dolía tanto en el pecho que por mucho que gritase no se me aliviaba, pero aun así le mantuve la mirada, intensa mientras sentía el tacto sus manos aferrándose a mis brazos. — Sé que ella es poderosa y que me matará, pero la alternativa es que Rapunzel me mate y no, no puedo dejar que ella acabe como yo debo salvar a Rapunzel, ¿Entiendes porque lo hago? No quiero que Rapunzel acabe siendo una villana como yo o su bisabuela Narcissa, porque esto es lo que soy y siempre he sido… el villano de varias de historias, la tuya, la de Sylke y Jeremíah, la de mis hijos y sé que jamás podré reparar el daño que he causado, pero… amo a mi familia y daría mi vida por todos ellos, por mucho que me odien o ni me quieran ver, quiero que mis hijos en un futuro cuando me recuerden, puedan decir que a pesar de todo el daño que he causado, al final hice algo bueno… que me sacrifiqué para salvarlos… — Inconscientemente lleve mis manos hacía ambas mejillas suya y la miré con determinación, pero también con miedo, miedo de decir adiós pues el tiempo ya casi se había agotado. — Mis hijos tienen un padre mucho mejor de lo que yo siempre seré y se llama Jeremíah… — Me dolía aceptarlo, más decirlo en voz alta pues por orgullo antes me habría cortado la lengua, pero a tan solo unas horas de mi propia muerte…. El orgullo ya no servía de nada.
Me acerqué a ella un poco más mientras mantenía mis manos en las mejillas, dispuesto a decirle adiós para siempre pero antes tenía una última petición y quizás más dolorosa que la propia despedida, pero creía que era lo mejor para todos. — Una vez me haya ido, no quiero regresar, solo quiero irme en paz, estoy demasiado cansado de la vida, solo tengo veinte y cinco años y siento que mis huesos me pesan como si tuviese cincuenta. — Separé mis manos para llevármelas hacía el medallón con forma de moneda que tenía y una vez me lo quité, lo deposité en sus manos. — No quiero resucitar, ni quiero que lo intenten si me voy es para no volver solo así mantendré a salvo a mi familia, por favor… prométame que no dejarás que lo hagan, por muy doloroso o mucho me echen de menos…
EVAN ♥
Muchos hombres habían pasado por mi vida, cada uno de ellos diferentes y me habían hecho sentir un millón de cosas, bonitas y dolorosas, pero al fin y al cabo eso era el sentir, el amor. Y no me arrepentía de ninguno de ellos, yo no había actuado bien en algunas ocasiones pero era humana, no era una mujer perfecta o que siempre actuara según las reglas o lo establecido. Sentía un nudo en el estómago ante el silencio de ambos, miraba a Evan viendo el cansancio en sus ojos, nadie debía de pasar por el hecho de perder un hijo. — No, nunca lo sabremos por eso podemos imaginar lo mejor — me mordí el labio inferior mirando el lago frente a nuestros ojos. No todo tenía por qué ser malo…solté una carcajada sincera y limpia ante su ocurrencia de llamar así a una posible hija suya. — Seguramente no se lo creería y te tiraría un pastelito en toda la cara — me reí para poco después sacarle la lengua.
— Siempre he odiado que me llamen rubita, ese, y Waka — todo el mundo que me conociera lo sabía muy bien, además juraría que Sebastian o Lyssander se habían llevado un buen golpe de mi parte en el pasado. O mi propio mi hermano cuando se ponía burlón e inaguantable. — Tú lo que eres es un cabronazo, lo pensamos todos, eres como un dolor de cabeza — me metí con el apropósito porque a más de uno nos había dado cien y uno quebraderos, pero en el fondo él era un buen hombre que se había dejado llevar por el camino equivocado. No dije nada sobre la carta de Velkan, dejé pasar el tema aunque no sabía realmente qué hacer, quizás algún día encontrase las adecuadas palabras para escribirle a sabiendas que nunca tendría una respuesta, la carta podía llegar en sus manos o perderse en las de otro, o simplemente en la tierra, arrugada, mojada, escondida hasta que alguien la encuentre..o terminando en alguna alcantarilla. Fuera él o no, había una carta de amor perdida como otras tantas en el tiempo.
— Has estado demasiado tiempo desaparecido, no sabíamos nada de ti y decidiste creer a todos que habías muerto pero yo tenía la certeza de que simplemente te habías escondido — Una parte de mí se sentía mal por no haber tratado de comunicarme con él, pero entre mis niños y mi trabajo como arqueóloga en el museo de egipto y por las tardes en las excavaciones, no lo había hecho. Tampoco me había preocupado porque sabía que se las podía arreglar solo. Cuando Evan desvió la mirada pude ver el amanecer en sus ojos, con cierto brillo melancólico…quería ponerme sería pero sus bromas me hicieron sentir como si todavía tuviera dieciséis años y maldije al ver cómo se había percatado del color de mis mejillas. “Ya te hubiera gustado que yo soñase contigo.” Pensé para mis adentros para dirigirle una mirada fatal pero que me salió todo lo contrario, una mirada de niña pequeña graciosa. — Creo que voy acabar dándote un tortazo — no pude evitar decir al ver como se aguantaba las ganas de reír. — ¡Evan! Ya vale…pero para tu información el rojo me favorece mucho — en ese momento se me vino cierto vestido sin mangas y corto que tenía guardado en mi vestidor y que me quedaba demasiado bien.
La pregunta de Evan me había descolocado, al ver que no era una de sus bromas y yo no recordaba cómo demonios podría haberlo sabido, seguramente me lo habría dicho Clarissa en mi época en Hogwarts…o tal vez Sylke. Realmente me daba igual dado que era un pequeño detalle y yo tenía la cabeza en muchas otras cosas. Opté por no decir nada ni responderle aunque si me lo quedé mirándolo y pude ver que se sentía incómodo o simplemente que había metido la pata al preguntarme aquello. Igual parecía pensativo y fue cuando sacó el tema que le había esposado, en ese momento también recordé como le había metido una fresa en la boca donde lentamente me la había comido hasta fundir mis labios con los suyos y Velkan había visto aquello. — ¿Sí? Debería haberlo hecho más veces, debería tenerlas encima cada vez que me encuentro contigo — incluso podría evitar que hicieras cualquier estupidez pensé para mis adentros. Finalmente le dedique una pequeña sonrisa pero me empezaba a sentir como el final de un libro y de alguna forma quería atrasarlo como fuera.
¿Porqué? ¿PORQUÉ? Por qué tuve que salir ese día a nadar? De no haberlo hecho probablemente Evan no hubiera enloquecido, probablemente nos hubiéramos vuelto a fumar uno de esos porros…porque yo hubiera estado ahí para él, como amiga y apoyo como siempre había pasado desde la muerte de Clarissa. Lamentablemente no se podían cambiar los hechos, no era la primera disculpa, la primera no había querido escucharle aunque me había derrumbado, la segunda, me había llamado por teléfono en medio del caos al enterarme que una muggle la había disparado con el ataque en los acuerdos, y tercero, aquí y ahora donde me decía que era su mayor arrepentimiento, haberme hecho daño, disculpándose de corazón y mirándome a los ojos. La vida no era justa, ¿Por qué tenía que haber muerto Ariel? ¿Por qué no llegaban a poder resucitarla? El simple hecho de morir era horrible y ningún niño se merecía eso, no quería imaginar perder a alguno de mis hijos y el pobre de mi Raymond ya había tenido que soportar ver un cadáver en el bosque a su corta edad, aquel día cuando llegó corriendo con Beatrice y haciendo su primera muestra de magia, además hacerse pipi en los pantalones. Nada de esto era justo. Ni para ellos, ni para Evan. Evan se merecía toda la felicidad del mundo.
Sentí su otra mano cómo se posaba en mi mejilla regalándome pequeñas caricias pero que a su vez me limpiaba mis lágrimas con su pulgar; al sentir como daba un paso más y agachaba la cabeza hacia mí, mi corazón se despertó y sentí el aceleramiento nada más cuando él junto nuestras frentes. Quise cerrar los ojos pero no lo hice y aun con lágrimas en los ojos me quede mirándolos los suyos, más cerca cómo ninguna otra ocasión, ver su mirada me rompió en más pedazos, quería ayudarlo, quería calmar su dolor y su angustia, quería que dejara de estar cansado pero sobretodo de sufrir. Se me escapó mi aliento más un sollozo, nuestras bocas estaban juntas pero intentaba no mirar hacia sus labios y seguir mirando su mirada rota, destrozada. — Te perdono, Evan —murmure con voz temblorosa por el dolor, y tal como me había hecho él antes, mis finos dedos limpiaron sus lágrimas. — Recordaré todo lo bueno de ti y la pasión por la que has amado y querido a tus seres queridos — decir estas palabras me rompía por dentro, pero era lo que decía mi corazón y lo que sentía. “Yo también te querré siempre…” no me atrevía a decirlo pero él ya se fue separándose de mí y lo dejé ir, aun cuando mis manos tocaban sus brazos. Dejarlo ir..
Dejar ir a alguien a quién amabas no era fácil. Nadie te preparaba para ello.
Dejé que siguiera hablando explicando todo lo pasado mientras yo apreciaba y memorizaba su rostro, sus gestos, la hermosura de Evan Alexander Hunt que a pesar de estar roto no quería olvidarlo jamás. Realicé una débil sonrisa al ver que nombró que “una alma bondadosa” lo había salvado. “Fui yo idiota, no iba a dejarte morir después de lo que hiciste por mí”. Seguí escuchándolo pero mi mano bajo hasta la suya para entrelazar varios de nuestros dedos dejándole que se desahogara conmigo, sus palabras me estaban rompiendo las entrañas y realmente quería gritarle, lo acerque nuevamente a mí. — Te lo has guardado todo para ti solo y tu tema pendiente era conmigo, debiste de haberme dicho mucho antes cómo te sentías, para que te liberases como era debido…sé que nunca tuvimos la oportunidad de hablarlo y me culpo por ello, yo también debería de haberte buscado — jugueteaba con nuestros dedos sin dejar de mirarlo y estaba a la vez histérica, sentía demasiado ahora mismo y estaba segura que no estaba en sus cabales, pero claro, estábamos hablando de una de sus hijas y de mi propia sobrina Rapunzel. Las lágrimas iban cayendo de mi rostro porque él no había querido que nuestro pasado se removiese. No me importó que gritase pues estaba desahogándose.
No…Evan no, tu solo querías ser mejor para ellos, escondiste toda la oscuridad en un objeto para ser mejor, yo lo vi, todos los vieron, tus hijos crecieron viendo a un buen padre…que luego apareciese esa arpía de Cissy…no fue tu culpa. Tú solo estabas haciendo lo correcto, querías y quieres lo mejor para ellos. — Lloraba, no dejaba de llorar y asentí con la cabeza cuando dijo que si entendía por qué lo hacía, Jeremíah también estaba cabreado, tanto que él mismo se había ofrecido a matar a Evan con tal de que Rapunzel no lo hiciese. Seguí escuchando cada una de sus palabras, debía de dejarlo ir, dejarlo ir y que muriese en manos de Ambrosia, no quería, no quería que muriera, no quería que se fuera para siempre…dejé que sus manos me agarrasen de ambos lados de mi cara y creí nuevamente que iba a volver a pegar su frente contra la mía. — No digas eso…sé que eres un buen padre, lo has sido y siempre lo serás — murmure sin dejar de mirarlo. — Jeremíah te quiere, sabe que siempre harás lo correcto para los niños y yo también lo creo, tu familia lo creemos — me incluía dentro de la palabra familia. Su familia. Sabía que algo dentro de él le costaba admitir eso pero también sabía que tenía un puto corazón y era consciente de que mi hermano iba a cuidar de sus hijos como de Sylke.
Sus manos cálidas se desprendieron de mi cara mojada por mis lágrimas para sacarse un medallón que conocía muy bien, era el medallón de la Moneda de las 7 Vidas, una moneda que te hacía resucitar y que como arqueóloga conocía la historia, en las Bermudas varios de mi familia y yo incluyéndome habíamos encontrado algunas…a los piratas se les solía caer de los bolsillos o debido alguna pelea. Su moneda terminó en mis manos, me la quede mirando como si solo fuera una insignificante moneda y volví la mirada hacia la suya. No estaba segura de poder cumplir con sus palabras. Era demasiado joven para rendirse, una cosa era prometer que no dejaría que los demás lo resucitasen, pero él no había hablado de mí. Guardé su moneda en mi bolsillo. — No dejaré que los nigromantes te resuciten Evan, tienes mi pa-palabra — estaba nerviosa, no podía creer que esto estuviera pasando de verdad, una parte de mí lo entendía y el hecho de querer ir tras Ambrosia Lovecraft. Mi cuerpo se movió solo así como mis acciones, di unos pasos hacia él y pegué mi cuerpo al suyo donde, por una última vez quería sentir su calor, la dureza de su torso contra el mío y sus abrazos rodeándome. Cerré los ojos y aspire su aroma para memorizarlo, algo que siempre había hecho con mis seres queridos.
No iba a cumplir con mi promesa. No necesitaba ningún nigromante para regresarlo a la vida conociendo exactamente qué artefacto griego necesitaba en caso de muerte, aunque él me odiase, haría lo que fuera para que al volver fuera un hombre nuevo y pudiera estar con su familia, pero sobretodo con sus hijos. Yo era su amiga, siempre lo sería pero no iba aceptar su partida. Levante mi rostro hacia el suyo colgándome de sus hombros para inclinar mi cabeza hacia su rostro y poder fundir mis labios con los suyos, podía ser la última vez y algo dentro de mí había estado pidiéndolo por demasiado tiempo aquello, desde que había pegado su frente con la mía había despertado un extraño deseo de sentir sus labios sobre los míos. En ese momento no pensé ni en Enzo, todo lo demás había dejado a un segundo plano y lo había besado tan rápido que había sido prácticamente sin pensar. [Cómo tantos errores que iba cometiendo y no podía evitarlos.] No iba a separarme primero pero mis labios húmedos por mi saliva se movieron con suavidad y profundidad.
WAKANDA♥
No dije nada sobre lo de mi ancestro desaparecido del cual tampoco había fotos de él, sin duda todo un misterio, pero posiblemente Wakanda tenía razón, él simplemente se fue bien lejos para empezar de nuevo, posiblemente se habría ido a Norteamérica, Australia o la India que eran prominentes destinos para emigrar en esos tiempos. Con algo de magia y mucha paciencia de seguro habría encontrado alguna pista sobre él en libros de historia o recortes de periódicos, sin duda habría sido un buen hobbie que tener en cuenta de no ser porque en tan solo unas horas mi vida habría acabado. No obstante, en escuchar su risa alegre más aquel comentario tan típico de ella, yo también me reí un poco, pero lo peor fue que de alguna forma me imaginé la escena y sin saber muy bien a cuento me imaginé a una niña bonita de cabello dorado como su madre y ojos chocolate con los labios manchados de chocolate, refunfuñando por tener un nombre cursi. — Calla, que me acabo de imaginar a esta adorable diablilla. — Le respondí en plan divertido y también sacándole la lengua. Y no quise decirlo, esa niña me recordaba mucho a ella, eso del pastelito era muy de ella, Wakanda.
¿Y porque crees que te llamaba así? Era divertido meterme contigo en esa época. — Solté sin más solo enfurruñarla un poquito, aunque parte de mí empezaba a sentirse algo nostálgico al recordar los viejos tiempos donde todo era tranquilo. — Que piropo más bonito te has sacado, a este paso harás que me sonroje. — Solté con cierto deje burlón, empezando un sano pique como el que teníamos con tan solo quince o dieciséis años antes de que la paz se viera alterada. — He tomado demasiadas malas decisiones a lo largo de mi vida, decisiones que me han consumido, en estos últimos meses he estado pensando mucho en los viejos tiempos, echo de menos esos tiempos divertidos, las fiestas, los viajes, Nueva Orleans, todo aquello queda demasiado lejos ahora… es como si hubieran pasado siglos desde aquel entonces. — Luego hice una mueca bien triste. — ¿Ha merecido la pena padecer tanto dolor y sufrimiento? Cuando pienso en mis hijos, creo que sí ha merecido la pena, ellos son la recompensa a tantas cosas malas que hemos vivido, pero tampoco dejo de pensar en cómo habrían sido las cosas si en lugar de girar hacia la izquierda hubiera girado hacia otro lado… — Se me notaba lo cansado que estaba, también las pocas horas de sueño que llevaba últimamente, aun así, le sonreí brevemente e hice un gesto para restarle importancia al momento. — No me hagas mucho caso, ¿por dónde íbamos? Ah sí, que soñaste conmigo. — Le saqué la lengua, riéndome un poco de su graciosa mirada, soltando una buena risotada cuando esta mencionó que iba a darme un tortazo. Lo peor es que sabía que ella era capaz de darme el tortazo y aun así me acerqué a ella, retándola, mirándola en plan “vamos atrévete”.
Y por momentos sentí una pequeña punzada nostálgica, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la había visto ponerse así de vergonzosa y graciosa. — Lo secundo, el rojo te favorece. — Me reí un poco más pero entonces cuando finalmente le hice esa pregunta sentí que había metido la pata hasta el fondo y no podía evitar la incomodidad del momento, aunque por suerte fue una sensación bien efímera, de hecho, volvimos a la broma en hablar de las esposas y reí a carcajadas. — Lo siento cariño, pero me gusta más esposar que me esposen. — Ni siquiera me di cuenta de lo que acababa de decir, tan solo le estaba siguiendo la broma pues éramos dos amigos con mucho pasado a nuestras espaldas, aunque también recordaba vagamente algo sobre una fresa y nata, e involuntariamente bajé mi mirada a sus labios, pero tan solo miré de forma fugaz.
Era una suerte que ya empezaba a anochecer y quizás, tan solo quizás no se me notaría mucho el rubor que involuntariamente se me subió en las mejillas en darme cuenta de lo que había dicho, de hecho, me sentí algo acalorado. Nervioso y consciente de que la conversación estaba girando hacía un peligroso rumbo, decidí cortar la conversación antes de que empeorase. No era correcto hablar de esos temas y menos con una mujer casada, me regañe a mí mismo y para restarle importancia a ese raro momento, desvié de nuevo la mirada hacia el cielo que poco a poco iba anocheciendo, la luna ya se había asomado en el firmamento y empezaba a verse reflectada sobre la superficie de la laguna, aquel paisaje era bien hermoso de ver.
Sin embargo, que anocheciese era una mala noticia para mí, era una advertencia de que el tiempo que me quedaba estaba próximo a expirar y aún había cosas que debían de hablarse así que me dispuse a ello, primero disculpándome por lo que había hecho y mis palabras fluyeron de mis labios cargadas de dolor y arrepentimiento. Muchas eran las cosas de la que me arrepentía a lo largo de mi vida, pero ella era mayor de todos que superaba con creces todo lo demás que había hecho y de lo que todavía me arrepentía. Desgraciadamente, mi vida estaba más llena de cosas malas que viceversa. Pensé mientras mis manos, grandes y ásperas acariciaban con suavidad sus mejillas, experimentando el tacto suave de su piel, sintiendo el calor que desprendían. Segundos más tarde nuestras frentes se juntaron y nuestras miradas se encontraron, ambas quebradas, rotas por el dolor, por la tristeza, pero no hubo palabras tan solo silencio mientras nos encontrábamos con la mirada, en aquel momento tan profundo como íntimo, viéndonos el uno a otro de una forma en la que nunca antes nos habíamos visto, eso decían mis recuerdos pero los latidos de mi corazón acrecentados y la reacción de mi cuerpo me decían otra cosa completamente contradictoria, mis recuerdos me decían muchas cosas pero el cuerpo otra. Aun así, desconcertado, mantuve mi mirada achocolatada, intensa, pero a la vez serena, sobre sus ojos claros, aquellos hermosos orbes aguamarinos que aun aguados por el dolor no habían perdido belleza. Decían que los ojos eran espejos, no lo ponía en duda porque mi rostro se reflectaba en su mirada, pero eso no era lo que yo veía cuando me quede observando sus ojos, no era vanidad lo que sentía en ese instante, de hecho, sentía muchas cosas que ni siquiera sabía cómo asimilar, eran muchas emociones convulsas, contradictorias, tan caóticas que me dispararon los latidos de mi corazón. Los ojos podían ser un espejo sí, pero también eran una ventana hacía el alma de uno y de la forma que nos mirábamos yo veía su alma bondadosa, resplandeciente siendo lo más hermoso que había visto en la vida, ella era luz.
Y aun rompiéndose el silencio, no aparté la mirada, seguí manteniéndola a medida que escuchaba esas palabras que me liberaron del yugo de la oscuridad en la que llevaba tanto tiempo ahogándome. Irónicamente o no, ambos compartíamos un mismo destino; el agua. Mientras ella había muerto en ese lago, yo llevaba mucho tiempo ahogándome en un mar de sombras que fueron empujadas ante su luz. No quería creer en el destino, ni iba a empezar a creer ahora, pero que mi mayor arrepentimiento fuese también mi gran debilidad, la ironía era grande. No obstante, también me di cuenta algo ni siquiera sabía si era importante o tan solo una casualidad, pero evocando mis recuerdos a cámara rápida me di cuenta de que en nuestros momentos más intensos siempre había habido agua de por medio, fuese un lago, un barco, lluvia, etc. Siempre nos encontrábamos en algún lugar donde había presencia de aquel elemento, sin embargo, la única excepción que recordaba era en esa torre, en el momento rompí mi promesa dejándome llevar por la ira, por mi fuego interno, estallando. Agua y fuego, elementos contradictorios al igual que luz y oscuridad y eso era lo que nosotros éramos; dos caras distintas de una misma moneda…
Ya apenas nos quedaba tiempo y a cada segundo que pasaba, sentía que decir adiós iba a ser más doloroso y pensar en ello me quebraba el alma más de lo que ya estaba. En eso que de repente de la nada escuché su voz resonar dentro de mi cabeza y ante la sorpresa no pude dejar de mirarla lleno de desconcierto, ¿había sido ella quien me había salvado? “Me importabas, era obvio que no iba a dejar que te fueras, verte morir de nuevo me rompió…” Esa noche no me rendí con ella, incluso le di mi propia sangre para que ella pudiera vivir, aunque esto ella no lo sabía. No hable porque no sabía que decir, estaba demasiado sorprendido, pero instintivamente nuestras manos se entrelazaron y de nuevo intercambiamos miradas dejando que los dedos unidos jugasen entre sí, sin ser consciente de aquel gesto, de hecho, lo único en lo que podía pensar era en sus palabras las cuales escuché y luego negué. — No te culpes por ello, además no quería abrir viejas heridas que ya has cicatrizado, ya has sufrido demasiado, Wakanda. — Susurre con una pequeña sonrisa, a pesar de que por dentro estuviera roto y sintiera muchas emociones que ni siquiera sabía cómo era capaz de contenerlas. Sin embargo, una de ellas era cariño, afecto que sentía hacía ella y tan fuerte era el sentimiento que incline mi cabeza para besar su frente con afecto mientras veía de nuevo sus lágrimas cayendo por su rostro. No llores, le pedí con la mirada, sin saber si ella podría entenderme o no, pero por cada lagrima que ella derramaba, sentía como mi corazón se agrietaba más lo que ya estaba.
Sin embargo, también necesitaba desahogarme y eso hice mientras ella me escuchaba y también me daba palabras de consuelo para mi afligida alma que llevaba mucho tiempo rota.
— Quería ser mejor, sí, pero falle, no hice las cosas bien y ahora ellos sufren las consecuencias de mis malas acciones, yo siempre he querido lo mejor para ellos. — Siseé sintiendo que ahora ello quien acababa derramando lágrimas mientras acercaba más a ella, llevando mis manos de nuevo en sus mejillas, inclinándome hacía ella y aun con los ojos aguados en mis propias lagrimas sonreí. Incluso después de haber cometido incontables atrocidades, ella veía lo mejor mí y por muy pocas cosas buenas hubiese hecho en la vida, ella me recordaría por todo ello. Y eso muy en el fondo me hizo feliz y también me alivió porque por mucho que muriese de cuerpo, una parte de mí iba a seguir en el corazón de aquellos que amé y que no dejarían que cayese en el olvido. — Por mucho que haya llegado a odiarle, al final he aprendido a apreciarle lo único que lamento que ya es demasiado tarde, me habría gustado decírselo, sé que él ama y siempre amará a Sylke y a los niños, nuestra familia. — Y eso me aliviaba, por mucho que me costase aceptarlo me tranquilizaba saber que mi familia quedaba en manos de un hombre que como yo haría lo que fuese por ellos, su amor era puro y no dudaba de ello.
El cielo sobre nuestras cabezas ya era oscuro, iluminado por la luna y las diminutas estrellas resplandecientes a las cuales miré por breves instantes, pensativo. — Me pregunto si yo también seré una de ellas, una estrella… — Ahora que tenía a una hija que literalmente había caído del cielo como una estrella fugaz no dejaba de preguntarme si yo algún día llegaría a ser una estrella más en el firmamento.
No obstante, baje mi mirada de nuevo hacía ella, ahora sí con intención de despedirme, pero antes necesitaba realizar una última voluntad, intuyendo que mi familia haría todo lo posible para tráeme de vuelta, pero yo no quería, estaba cansado, simplemente quería detenerme, cerrar los ojos y descansar en paz o afrontar lo que hubiese en el más allá, si mi alma merecía condena para expiar todos mis crimines que así fuese y si no había nada, tan solo vacío también. Tenía miedo, estaba aterrorizado, incluso una parte de mí me decía que no lo hiciese, que fuese egoísta, pero yo no podía permitírmelo, no cuando la vida de mi familia estaba en juego, no quería arriesgarme a perder a mis hijos, la sola perdida de Ariel me había roto y empujado a una situación de no retorno, ya nada había sido lo mismo. Eso era lo que sentía, las cosas se habían roto, enfriado y algo muy profundo dentro de mí me decía era un completo desconocido, lo había perdido, me había obsesionado tanto y dejado llevar por lo peor de mí que los había empujado lejos de mí, del hombre oscuro y roto que era. — Gracias, soy consciente de que te estoy pidiendo mucho, pero tan solo quiero irme en paz…
Yo, ya estaba perdido.
O eso llevaba meses creyendo hasta esta noche, momento en que me di cuenta en que la rubia era muchísimo más para mí, pero también me desconcertaba. Tras lo de Hogwarts algo dentro de mí se había enfriado hasta quedar inerte, escarchado, pero esa noche el hielo se había derretido y lo que había estado tanto tiempo frío volvía a arder, mi fuego interno.
El fuego era como el amor, poderoso, incontrolable, fiero, destructor, sobretodo eso último, las llamas devoraban y consumían todo lo que encontraban a su paso, un hogar, una vida, una relación, etc. Sin embargo, también era luz, pues las llamas iluminaban en la oscuridad. El fuego podía ser muchas cosas, tenía muchas interpretaciones, pero en aquel instante, mientras nuestras miradas se encontraban por última vez, también era vida, el deseo de aferrarme a esa llama a riesgo de consumirme y si por aquel casual, ella me pedido que no me fuese, me dejaría entre la espada y la pared pues ahora mismo, una parte de mí no quería decir adiós, quería ser egoísta, pero no lo iba a ser, así que me resistí a esa última tentación. Mi sino estaba decidido, era un hecho inalterable.
Sin embargo, cuando estaba dispuesto a decir esas palabras tan dolorosas como pesadas, antes de que pudiese ni siquiera pronunciar la primer de ellas y posiblemente la más desgarradora; Adiós. Vi como su rostro se inclinaba hacía mi cabeza, nuestras miradas se encontraban y por momentos parpadeé de sorpresa, luego en sentir sus labios sobre los míos mis pensamientos se quedaron en blanco siendo incapaz de pensar en nada, pero de nuevo volví a sentir esa extraña sensación que había sentido previamente, mi mente bloqueada, diciéndome que esto era algo nuevo. No por el beso en sí, recordaba como borracho la había besado dos veces en esa fiesta, sino por la profundidad y el sentimiento que transmitía. Sin embargo, el cuerpo me decía otra cosa distinta y algo dentro de mí se aflojó y también ardió y tras ese pequeño momento de sorpresa, mis labios se movieron a la par que los suyos, con suavidad y profundidad, sintiendo como todas las emociones en mi interior se sacudían con fiereza, incapaz de pensar, razonar, solamente actuar, en hacer digna esa despedida pues a pesar de lo mucho que quisiera aferrarme a ella, debía de decir adiós.
Adiós.
Ahora mismo no me sentía preparado para decir esa palabra, no en los próximos cinco minutos, pues era el tiempo de prorroga que me di para disfrutar de ese último momento, para sentirme vivo y joven como era, para sentirme de nuevo con en los tiempos de antaño antes de que la oscuridad lo consumiera todo. El agua, estaba presente en nuestras vidas, pero también el fuego, Wakanda y yo éramos contradictorios, opuestos.
Nos odiamos, nos destruimos y ante todo nos queríamos y los cinco minutos acabarían siendo diez o quince, no lo sabía, pero lo único que sabía que mientras tuviera tiempo quería estar junto a su lado, así que lleve mi mano a su cintura para atraerla más a mí, pero con cuidado de no apretar su barriga de embarazada contra mi torso para profundizar aquel último beso que dejaría algo inconcluso, algo que quizás en otra vida podría concluirse…
Pero algo me decía que esto no era un punto y final, solo era un punto y aparte que precedía a un… CONTINUARA….
EVAN ♥
En ese momento que mencionó que se había imaginado a una pequeña criaturita protestando me sentí más nerviosa pero inexplicablemente extraña. ¿Qué diablos me estaba pasando? Le mire como se reía, divertido y yo simplemente sonreía inconscientemente idiota pero sin saber muy bien que decir. No dije más sobre ello pero no dejaba de sentirme rara con eso.
Puse los ojos en blanco. — Es que tú como otros erais unos chuletas, es tan típico eso del “rubiaaa” realmente debí haberte dado un puñetazo — protesté aunque habían sido tantas veces que él o cualquier otro me hubiera llamado así que ya una se acostumbraba. Chasqueé la lengua, ciertamente era un cabrón y no era la única que lo había pensado. Evan había tomado muchas malas decisiones que ni yo ni muchos habíamos aprobado, a mi parecer era demasiado impulsivo y se dejaba llevar por las emociones, por la rabia y el dolor del momento, pero también tenía la fe de que podía cambiar, ciertamente había creído hacer lo mejor para sus hijos y ellos lo querían, antes de que el reloj se rompiera él estaba reconstruyendo su vida aunque…mi hermano se había metido en medio otra vez. Una cosa como otra Evan había sufrido y se había peleado demasiadas veces. — Yo también extraño divertirme, mi cuerpo me pide viajar pero no siempre se puede. O bailar — ahora respiraba un poco más dado que todos los niños estudiaban pero aun así Enzo pasaba muchas horas encerrado en San Mungo. Seguí escuchándolo mientras mantenía agarrada su mano y la cercanía entre nuestros cuerpos, tras el abrazo. — No podemos cambiar nuestro pasado, pero tampoco vale la pena que pienses qué hubiera sucedido si no habrías tomado o hecho ciertas decisiones, no tienes por qué pensar en el que “hubiera pasado sí..” yo me imaginé una vida con el vikingo en mi adolescencia pero me di de bruces con la realidad. Soñar…no todos los sueños se cumplen y aunque no lo hagan, siempre vendrán sueños o algo mejor — no me gustaba ser una cursi pero me salía de corazón decir dichas palabras. Iba a preguntarle cuanto hacia que no había dormido cuando cambió de tema y mis mejillas enrojecieron. El muy cabrón se rio y para colmo se acercó provocativo para que…lo hiciera, y lo hice, le pegué un pequeño bofetón pero los dos éramos conscientes de que pegaba mucho más fuerte. Terminé riéndome con él mientras pensaba para mis adentros “<< Soñar contigo sería raro. >>”
La verdad es que cuando me ponía roja, mis mejillas se volvían de un color rosa muy bonito tanto que parecía tener colorete. Negué con la mirada viéndolo reírse sin saber muy bien qué decir, diablos, Evan Alexander Hunt volvió a ponerme más roja al soltar aquello. ¿Eso es lo que hacía en la cama? Sentí un ligero ardor que me recorrió la espina dorsal. ¡¿Por qué pensaba en ello?! Vi fugazmente como me había mirado los labios y sentí un escalofrío. “Wakanda piensa en otra cosa, en otra cosa. Enzo. Enzo. Enzo”. No me atreví a decir nada solo me lo quede mirándolo en plan “Menudo estás hecho, madremía.”
El sol ya se estaba escondiéndose y las luces de algunas farolas ya se habían encendido, por suerte ya no se notaría el rojo de mis mejillas, pero mientras compartíamos ese silencio no pude evitar el porqué de su pregunta, pero peor fue cuando yo imagine acariciar su torso desnudo y grande, no, no, no, Wakanda vas por mal camino. Evan siempre había sido guapo, tremendo e idiota, muy alto, como me gustaban a mí. Stop. Stop. Desvié la mirada de él para centrarme en como la luna se reflejaba ya encima del agua. Qué rápido pasaban los minutos. Me dolía el corazón su partida, su ida, su adiós, nunca le había dado importancia porque siempre había pensado que Evan siempre estaría, no me creí su muerte porque lo consideraba más listo, pero ahora él iba a enfrentarse a Ambrosia y morir en el camino, por sus hijos, por romper la maldición de Rapunzel. Deseaba poder decirle que todavía había tiempo, tiempo para empezar de nuevo, tiempo para volver con los suyos, tiempo para ser feliz, tiempo para ir a Paris, tiempo para vivir y cometer locuras, tiempo para el amor y tiempo para hacer seguir haciendo estupideces.
No tenía palabras para describir esto, nuestros rostros pegados y juntos, mientras nos mirábamos en silencio y era como si en otra vida, los dos hubiéramos conectado que con tan solo mirarnos podíamos saber qué pensaba el otro, no sentía que esto fuera nuevo, era como si ya me hubiera encontrado antes en esta situación, ante su cercanía y que mi cuerpo lo reconociese, que no me incomodase su tacto o nuestros cuerpos pegados. El corazón me latía demasiado rápido, feroz y de alguna manera no dejaba de pensar en querer besar sus labios, en fundirme en ellos, en saborearlos nuevamente pero descubrir qué se sentía realmente siendo conscientes. No podía apartar la mirada de la suya, dándome cuenta que entre nosotros pasaba o había algo que no podía explicar, no lo entendía y aun así se sentía profundo, real, en ese momento en el fondo de mi mente apareció la letra de una canción de lana del rey, “cuando el mundo estaba en guerra nosotros seguimos bailando”, y nos vi a los dos, en aquel dormitorio de Nueva Orleans, como ahora, bailando pegados y juntos, en silencio y solo mirándonos a los ojos. Cerré la mirada porque no podía más. No sé qué me pasaba, si lo que acaba de imaginar era un deseo oculto o una imaginación u otra cosa más…aquello no podía ser real, de haber bailado con él lo habría recordado. Había recibido muchos crucios y todo lo olvidado había vuelto a mí. No duré mucho con mis ojos cerrados, quise reencontrarme con los suyos y la mirada suya era intensa, pero a la vez con ese sentimiento claro en sus ojos. “Evan, Evan, porqué me haces esto. Por qué me siento así, porqué.”
La sorpresa que me llevé cuando él pareció leer mis propios pensamientos, él sabía que su ángel protector había sido yo…y no pude evitar tantear entrar en su mente y escuchar sus propios pensamientos. Una nueva lágrima terminó cayendo por mi mejilla. “Tú también me importas Evan, de una forma u otra siempre hemos estado juntos. Siempre has estado ahí, para bien o para tocar las narices. No puedo aceptar esto, de verdad que no puedo…” le dije mentalmente porque estaba segura que si hablaba me rompería más o ni siquiera sería capaz de poder articular palabra. — Pero tú has sufrido igual o más que yo, debería de haber sido una buena amiga y haberte buscado, pero no hice nada. — me sentía impotente por no haberle tendido mi mano antes, por no haber sido suficiente y por no haberlo hecho. Me sentía completamente horrible y ahora era demasiado tarde para ello. Él iba a morir, iba a morir en unas horas. No. Me aferré más a él. Cerré los ojos con su beso en mi cabeza para poco después volver a mirarlo, no podía detener mis lágrimas a pesar de que él me estuviera pidiendo que no llorase. Odiaba mucho las despedidas.
Fallaste por ese reloj oscuro, que en un principio no debiste de usar pero el simplemente hecho de hacerlo era porque querías hacer lo correcto, que Cissy lo rompiera y tu oscuridad volviese…solo hizo que alterarte más, y la muerte de Ariel lo complicó todo. Ambrosia es la culpable, Ambrosia se ha metido en la vida de muchas personas — por lo que tenía entendido, había ido también por los Mackenzie. — Estoy segura que tu familia lo sabe y si aún no lo han visto, lo verán….con el tiempo, yo me encargaré de ello — juntamos nuestras cabezas, llorábamos los dos sin parar, no quería ni estaba preparada para decirle adiós. Ahora habló sobre Jeremíah, si mi hermano lo escuchase ahora mismo…en el fondo sabía que Jeremíah lo había aceptado. Los dos compartían a una misma mujer, no sé cómo había sido posible, pero entendía a ambos hombres. Mientras me hablaba lentamente acariciaba sus cabellos, mirándolo a los ojos. — Yo se lo diré por ti, él siempre ha cuidado de todos los que ama y daría la vida por los suyos, puedes estar seguro— de una forma tienda, le di un pequeño en su mejilla, una muestra de cariño, de dulzura y…amor.
Se había hecho completamente de noche, apenas nos veíamos pero nos sentíamos al estar juntos. La luna nos reflejaba un poco y pude ver su expresión pensativa, diciendo aquello…miré yo también al cielo. — Lo serás, todos estamos hechos de estrellas — susurre en voz baja, pero siendo consciente de mis palabras. El momento de irse estaba cada vez más cerca, lo presentía y no pude evitar hacer lo que hice, sin pensar, sin ser consciente, como si besarlo fuera a cambiar de opinión pero sabiendo que no lo haría, un beso, un primer y último beso. — Tendrás la paz que te mereces…te lo prometo — se lo prometía, aun a sabiendas que movería cielo y tierra para…para que volviera a la vida. Aunque me odiase por ello.
Internamente ardía, nada más sentir sus labios con los míos, desesperados pedía más, otro beso más, y otro, otro, otro. No pensaba en nada, ni razonaba, mi cuerpo hablaba por mí misma, era como si ya hubiera experimentado esto antes. No quería decirle adiós, no ahora, ni así, no de esta forma. Se me escapó un pequeño gemido cuando sentí su mano en mi cintura, pegándome más a su cuerpo. Finalmente separé mis labios de los suyos, entre confundida y sorprendida, no podía con esto. —Evan Alexander Hunt, esto no va a ser el fin, solo es el cierre de una historia, pero otra estará por llegar, te lo prometo. Adiós — susurre acariciando su mejilla sin querer separarme de él, deseando más horas a su lado, deseando más tiempo para nosotros.
Cogí su otra mano que estaba en mi cintura y me separé de él. Estaba rota pero no iba a permitir que desapareciera para siempre. No era el momento. No iba a cumplir su promesa. “Adiós, Evan.” Y como un fantasma, desaparecí delante de sus narices, lejos, bien lejos de allí, dejándolo bajo la luna y el silencio de la noche. Un hombre que me había marcado desde el primer día que lo vi y me había hablado en el Gran Comedor, hoy despedía a ese hombre, a ese joven y guapísimo Slytherin.
<< No es un adiós, es un hasta la próxima. >>
WAKANDA♥
No hablamos más de la niña a la que me había imaginado y que inconscientemente me recordaba mucha Wakanda, tan solo sonreí y pasamos a otra cosa como por ejemplo que no le gustaba nada que llamasen rubia y que servidor era un chuleta al que debió de haber dado un puñetazo, lo cual hizo que levantara las cejas con expresión divertida, realmente disfrutaba de aquel momento de paz y tranquilidad. — Eso es lo malo de habernos hecho mayores, adultos, las responsabilidades y ahora me doy cuenta de que los mejores años de la vida de uno es durante su adolescencia porque cuando llegas a la adultez vienen las responsabilidades y ya no disfrutas tanto como antaño. — En un momento dado, nuestras manos se entrelazaron y aunque en un principio fue una sensación extraña, le dediqué mi mejor sonrisa.
Sin embargo, ahí residía el problema pues pensaba en cómo habría sido mi vida de no haberla ahogado en ese lago, de no haber sucumbido a la oscuridad. ¿Habría tenido la vida que me merecía o simplemente llevaría muerto mucho tiempo? ¿Habría estado con Sylke? ¿O habría conocido a otra mujer y sería feliz? — Tienes razón, cuando sueñas te das de morros contra la dura realidad, pero sí, estas en lo cierto, siempre vienen sueños o algo mejor, ser padre a pesar de todas las cosas malas que he hecho en la vida… ha sido de lo mejor que me ha pasado y cuando pienso en mi familia, lo hago convencido de que todo el dolor y sufrimiento ha merecido la pena. — No obstante, decidí cambiar de tema, con una sonrisita burlona que se merecía un bofetón tal como la había retado y cuando esta me lo dio me llevé la mano en la mejilla, no me había dolido, además sabía que ella golpeaba más fuerte si quería, así que tan solo éramos dos viejos amigos bromeando, no había nada malo en eso.
Debía de reconocerlo, Wakanda cuando se sonrojaba estaba hermosa e inevitablemente me quedé apreciando el color rosa en sus mejillas mientras iba anocheciendo poco a poco. Y tras haber dicho lo de esposar vi cómo se iba poniendo más colorada a lo que me hizo pensar que la idea de ser esposada le gustaba o simplemente le causaba mucho bochorno, sin embargo, decidí dejar el tema en darme cuenta de lo peligrosa que podía ser esa conversación, ella estaba casada, yo prometido, no era algo que debiese bromearse, pero tras aquello me quedé un poco raro y según mi intuición, ella también.
Aun así, cuando nos quedamos en silencio, mirándonos, sentí esa extraña sensación que a su vez era contradictoria pero que de alguna forma el cuerpo recordaba, pero no mi memoria. Nuestras miradas conectaban, como se hubiesen reencontrado después de mucho tiempo, pero yo no entendía aquello y el corazón me iba a cien sin comprender a que era debido, pero tan solo en ver por momentos sus labios algo en mi interior se sacudió con fiereza, empujándome hacía ella, reduciendo la corta distancia que había entre nosotros sin ser consciente de lo que implicaba, simplemente me sentí atraído hacia ella y sentí el deseo de poder saborear sus labios. ¿Qué nos pasaba? Ya no era la broma de ser esposada o si soñó conmigo, era serio y desconcertante, ¿Cómo era posible? Involuntariamente me acerqué más a ella, sintiendo el tacto de su barriga de embarazada en mi torso, alzando la mano que todavía teníamos entrelazada y llevé la otra a su cintura en eso que mis pies como si tuvieran voluntad propia empezaron a moverse de una melodía que de la nada vino a mi cabeza. No entendía nada, pero mirándola vi que ella tampoco entendía que nos ocurría. Sin embargo, ninguno de los dos se separó seguimos juntos, aunque me detuve el momento que, pese a que reinaba el silencio de la noche, pude escuchar su voz resonando dentro de mi cabeza. “Lo mismo te pregunto a ti, porque con tan solo mirarte siento ganas de saborear tus labios”
Sin embargo, aquello nos sorprendió a ambos a partes iguales. ¡Fuiste tú! Quise exclamarme, pero las palabras no fluían de mis labios, no encontrándome por momentos atrapado por la sorpresa de descubrir que mi ángel salvador fuese ella. “Siempre hemos estado juntos, en los buenos tiempos y las adversidades. Nos hemos hecho daño, pero también nos hemos cuidado el uno al otro, Wakanda fuiste y siempre serás importante para mí y no quiero irme sin decirte lo mucho que has significado en mi vida…” Escuché sus palabras mentales diciéndome que no podía aceptar mi partida y sin dejar de mirar sus hermosos orbes azules, curve mis labios dedicándole una fina sonrisa. “Si puedes, porque sé que eres fuerte, no olvides mis palabras, Wakanda es el nombre de una mujer tenaz, resistente como el acero, ella no se doblega ante nada ni nadie, es así como te veo, incluso en las adversidades de la vida, en tus peores momentos has encontrado fuerzas para seguir adelante, nunca te has rendido o bajado la cabeza, esta noche me iré y no nos veremos en mucho tiempo, pero cuando tus días en este mundo hayan finalizado, vendré a buscarte...” Por muy hechicero o nigromante que fuese, no sabía si eso era posible, sin embargo, quería creer en que sí existía la posibilidad de que una vez llegase la hora nos reencontráramos de nuevo tal como éramos en los viejos tiempos. Sin embargo, pensar en aquello, despedirme de ella me partía el alma. — Tienes un trabajo que te apasiona, una familia a la que amas, no quiero que te lamentes por haber compartido tu tiempo con ellos, Wakanda, puede que haya sufrido mucho, que todo este tiempo haya permanecido perdido en las sombras, pero ya no, he sanado, tú me has librado de lo que me atormentaba. — Susurré depositando un beso sobre su frente con todo mi cariño y afecto, dándome cuenta de lo mucho que la quería y lo doloroso que estaba resultando despedirme de ella, de decir adiós a la persona que significaba tanto como para romper algo tan sagrado como una promesa o traerla del más allá a costa de mi vida porque era incapaz de aceptar que se había ido, no concebía la idea de un mundo donde Wakanda Reddington no existía y aunque en su momento, creí que me arriesgue tanto porque no podía soportar ver el dolor de un hermano, un padre y un hombre que la ama, ahora me daba cuenta de la verdad que se escondía tras el velo. Lo había hecho por mí, porque no podía aceptarlo, no podía aceptar que ella se había ido, pero, aun así, había estado tan ciego, que ni había dado cuenta de ello, aunque ahora ya era demasiado tarde…
Mis dedos acariciaron sus húmedas mejillas, moviéndose con suavidad y cariño mientras escuchaba sus palabras donde ella intentaba ver lo mejor de mí incluso en mis peores momentos, sin juzgarme, queriéndola por ello. — Ese reloj fue mi perdición, puede que Ambrosia fuese responsable de todo esto, de la muerte de Ariel, pero, ¿y lo que ocurrió en ese lago? Eso no fue Ambrosia, fui yo perdiendo la cabeza, entregándome a la oscuridad y hundiéndome. Ahí te falle y por más que lo piense no soy capaz de comprender como llegué a tal extremo, que fue lo que ocurrió que me llevó a tal atrocidad. — Más adelante averiguaría la verdad, pero eso ya era otra historia para otro día. Sin embargo, no quería pasar mis últimos minutos hablando de lo que había sido mi peor arrepentimiento. Habíamos hablado del pasado, pero ahora tocaba hacerlo del presente, del aquí y ahora en el que nos encontrábamos; la despedida.
Te lo agradezco… — Susurré cuando dijo que ella le diría aquello a Jeremíah y en sentir su beso en la mejilla, le sonreí brevemente antes de desviar por momentos la mirada hacia el cielo estrellado hasta que de nuevo nuestras miradas reconectaron de nuevo a instancias previas de aquel primer y último beso que lo iba a cambiar todo. Un beso que no solo correspondí con ganas sino también me entregué para hacer de aquel momento único e inolvidable, pero en el momento que nuestros labios se unieron sentí de nuevo esa extraña sensación de dejavu que me decía que aquello pese a que mis recuerdos se apresuraban a decir que aquello era nuevo, mi corazón me decía todo lo contrario. — Gracias, Wakanda, es todo cuanto deseo. — Una promesa de paz, de descanso. Sin embargo, algo dentro de mí estaba brotando, un sentimiento profundo que había todo este tiempo en letargo, pero aun así por desconcertante que este resultara ser, también hizo que por primera vez en mucho tiempo me sintiera vivo y donde hasta ahora había habido frio y escarcha ahora sentía calor, mi corazón latía a un ritmo tan alto que hasta me sentía nervioso y a la vez como si estuviera flotando sobre las nubes.
Y llegado aquel instante, mis pensamientos solo pertenecían a la hermosa mujer que se encontraba junto a mí, a la cual estaba abrazando, quien me hacía sentirme vivo de nuevo y en paz, la mujer cuyo rostro era lo último que vería y deseaba en el último segundo de mi existencia, antes de que exhalase mi último aliento o que todo oscureciese, Mi mayor arrepentimiento, pero también mi gran debilidad a quien sin darme cuenta de ello le pertenecía, a quien acudía en mis últimos momentos, a quien estaba aferrando a mí mientras mis labios besaban a los suyos como si no hubiese un mañana para ninguno de los dos, lo cual era cierto porque en horas yo iba a morir. Sin embargo, si ella me lo hubiera pedido, si tan solo hubiera dicho las mismas palabras que yo deseaba decir, entonces todo habría cambiado porque me habría aferrado más a ella, a la idea de vivir un último día con la misma intensidad de toda una vida.
Toda una vida por delante.
Muy en el fondo desee esto y por segundos mientras mis labios besaban los suyos me lo pregunte, como podría haber sido esa vida que en otra vida esperaba que pudiéramos tener pues de alguna forma u otra, quería cumplir esa promesa de que algún día lejano, cuando el tiempo de ella hubiese expirado vendría a buscarla para llevármela a un lugar donde el tiempo no existía, donde los dos íbamos a ser jóvenes de nuevo y podríamos vivir la vida que merecíamos. — Lo sé, solo es un punto y aparte… — Lo era, aunque por ahora tan solo nos quedaba decirnos adiós y no vernos en mucho tiempo, pero ambos sabíamos que no era el final. — Adiós. — Susurre conteniendo el dolor que pesaba sobre mi alma tras haberme despedido de ella y ver como se desvanecía de mi lado, dejándome solo en aquel lugar tan silencioso.
Mi vida iba a terminar en horas, pero ahí donde fuese mi alma esperaría hasta el día de volver a reencontrarnos, era una promesa solemne, pues quería creer en que esa otra vida podía ser posible. Maldición si eso no era amor, ¿entonces que era? Me pregunté a mi mismo mientras miraba por última vez el hermoso lago cuyas aguas estaban tranquilas y luego me desaparecí.
“Hasta que nos volvamos a ver, vive la vida al máximo, Wakanda”
ROL FINALIZADO
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