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#Habitante de la Zona Gris
groriatrevi10xx · 2 years
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✨...Mundo Oscuro...✨
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loimslaws · 3 days
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Un viaje inesperado.
Alberto era un hombre callado, tímido y sereno, amaba los libros y por eso asistía todos los días a la biblioteca entre las 3:00pm y 4:00pm, le encantaba dejarse sorprender por la exquisita literatura que emanaba de los libros, cada día elegía un libro al azar para dejarse sorprender por todo el contenido que iba a absorber su mente. Un día, llego a la biblioteca tras huir de la lluvia, buscando refugio y calor, deseaba ansiosamente encontrar algún libro que llenara de vida y compañía sus soledades con los diferentes personajes. Sin pensarlo, llego a la biblioteca con su mochila verde sostenida por su hombro izquierdo, hecho un vistazo a la biblioteca, no había notado la alfombra gris que abrigaba los suelos, como tampoco los estantes en la entrada que protegían a magnas ediciones e ilustraciones de algunos obras literarias, también reconoció el cartel en el que se exponía un mensaje particular ¿Deseas cambiar tus monedas? Presto poca atención a ello, ese día decidió dejar su mochila y todo aquello que le pesaba a su cuerpo en los lockers, busco entre sus bolsillos una moneda para poder asegurarlo, y efectivamente consiguió una de quinientos pesos. Continuo caminando, dirigiéndose hacia la estantería de literatura, su mirada se fijó en un libro que resplandecía por su portada y el material tan particular de su cubierta, el libro estaba recubierto de felpa, de color morado satinado, parecía un libro de brujos y hechiceros, Alberto decidió tomarlo y leer su título: El profeta Khalil Gibran. Se sentó y posterior a ello se recostó sobre uno de los estantes de roble que cargaban en sus repisas las más maravillosas obras. Dio inició con la lectura, e inmediatamente se transportó a Bisharri, norte  de Líbano, un pueblo enclavado en el sagrado valle de Kadisha, cercano a la zona de los bosques de “cedros sagrados”, caracterizado por sus hermosas e inigualables estructuras arquitectónicas talladas en piedra, sus montañas piedrosas dividían la ciudad en dos, era todo un templo de paz para sus habitantes y los visitantes, los colores naranjas y terracotas eran el centro de las estructuras y alrededor el verde fosforescente de los pinos configuraba el paisaje como toda una obra majestuosa del Dios Ala, la cordillera estaba adornada por los perfectos manzanares que todos los ciudadanos alimentaban y cuidaban día a día, sus calles acompañadas de puentes que permitían apreciar abismos y todos los bosques y montañas a su alrededor, la majestuosa catedral de San Saba era la más grande de la región y podía apreciarse desde las lejanías, siendo un lugar para el encuentro de muchos feligreses que habían sobrevivido gracias a la fe y la rendición de la razón. Khalil era todo un poeta loco, su biografía había transportado a Alberto a un lugar que nunca imaginó, sabía que era el inicio de una gran historia. De repente, los estantes de la biblioteca empezaron a derretirse, todos los libros empezaron a caerse de los estantes, y Alberto sentía un miedo profundo porque no entendía lo que estaba pasando, pronto se vió situado en un un limbo, todo estaba completamente oscuro empezó a observar figuras extrañas eran seres cuadrúpedos, que expulsaban fuego por sus bocas, el escenario empezó a dibujarse por si solo, un árbol de samán se situó en la mitad del escenario, era lo bastante grande para esconder aproximadamente 100 cuadrúpedos y sus crías, quienes veían con extrañeza a Alberto, alrededor del Saman se encontraba todo un valle de orquídeas y de una manera extraña el  fuego de los cuadrúpedos no lograba quemarlas, al contrario resaltaba sus tonos y les daba un brillo incomparables, existía un lago alrededor de estas orquídeas en el que se encontraban las flores de loto mas extraordinarias que nadie se podría imaginar, Alberto no entendía como esos animales habían llegado hasta ahí.
Pronto comprendió que el libro morado, no era para brujos y hechiceros pero tenia un poder único, construir en la realidad las mas locas ideas que escondía el interior de Alberto, recordó que esos cuadrúpedos eran los personajes imaginarios que dibujaba desde niño, las orquídeas representaban el jardín que su madre fallecida cuidaba desde que era pequeño, con las cuales le enseño que todos los esfuerzos y la paciencia que le ponga en la vida tendrán su recompensa. El lago representaba, el primer viaje que hizo de niño en el que se lanzo con su padre para aprender a nadar, y efectivamente termino en frustraciones porque su padre era exigente y autoritario. El saman representaba todo el árbol genealógico de su existencia. Y las flores de loto representaban todas las caidas, los  miedos, las angustias, los eventos traumáticos de su existencia que había logrado superar para llegar a ser el adulto que es hoy en dia. Alberto veía en cada cuadrúpedo a cada persona que habia sido representativa en su infancia. Pronto el paisaje volvió a tornarse oscuro, el tiempo había terminado, Khalil habia dejado ese libro como una formar de transportarse a paisajes y momentos únicos e inolvidables cargados de reflexión y despertar de la consciencia. Alberto, despertó de aquello que parecía un sueño. Sosteniendo el libro en sus manos, pudo leer una enorme frase: ”El crimen y el castigo: es cuando vuestro espíritu va vagando en el viento”. Fue entonces cuando comprendío que el libro le había permitido hacer un viaje inesperado.
LUISA FERNANDA MACIAS
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byaguscortes · 22 days
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Capítulo 1
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La tienda de alimentación de Gustav era un estallido de color en medio de la monotonía gris del barrio. Los estantes de madera pulida brillaban bajo la luz cálida de las lámparas de aceite, repletos de frascos y latas de todos los tamaños. Frutas y verduras frescas formaban pirámides coloridas en cestas de mimbre, sus tonos vibrantes —rojos intensos de tomates, verdes brillantes de manzanas, morados profundos de berenjenas— contrastaban con el blanco impoluto del delantal de Lars.
Trabajaba desde hacía poco tiempo. Lars solía ir al instituto de la zona alta de la ciudad. Pero no le gustaba: sus compañeros, los profesores… todos ellos le hastiaban: sus preocupaciones le parecían ridículas; sus intereses, superficiales; sus actitudes, hipócritas. No congeniaba con nadie. Los estudios le aburrían. Tenía peleas cada semana por cualquier razón que él consideraba valiosa. De esta manera podía dignificar ese tiempo que, de otra manera, era un desperdicio inútil. 
Así pues, tenía fama de agresivo e intratable. Un día, simplemente, no pudo más. Se dirigió a la oficina de empleo en lugar de a clase y solicitó uno cualquiera. Le dieron la dirección de la tienda de Gustav. Pasó por allí poco después. Le dieron trabajo y su vida mejoró de forma instantánea sin que él pudiera creerlo posible. Cuando comentó en casa que había dejado los estudios lo acogieron con indiferencia. A él le asombró lo solo que había estado y lo fácil que hubiese sido tomar esa decisión mucho antes, pues a su madre no parecía importarle en absoluto.
Gustav, el dueño, era una figura imponente detrás del mostrador. Sus ojos, pequeños pero agudos, escudriñaban constantemente la tienda. Su sonrisa, amplia y llena de dientes grandes y blancos, parecía iluminar el lugar cada vez que saludaba a un cliente.
Tenía un infalible olfato comercial. En este año mil novecientos cuarenta y tres que transcurría agitado, Suecia lidiaba con problemas de suministro y racionamientos. Para salvar estas circunstancias, desde hacía unas semanas, había habilitado una nueva cola para atender exclusivamente a los ciegos naturales o conversos que quisiesen hacer una compra en su tienda. Fue un movimiento genial, que ideó en un segundo y aplicó con una fe desesperada, pues a pesar (o gracias a) la difícil situación, la competencia arreciaba.
Su fe en esa idea era tal que contrató un nuevo aprendiz, dedicado en exclusiva a ella. Le convenía a Gustav: la Casa pagaba bien y por ello sus empleados más implicados y por lo tanto con más responsabilidades y estatus allí eran un cliente preferente. Y desde hacía tiempo, ese tipo de clientes eran fácilmente identificables porque, casi siempre, portaban la inevitable venda sobre los ojos fuera de la Casa. Tenían una capacidad económica enormemente superior al resto de los habitantes del barrio. Eran clientes golosos. El dinero que gastaban en la tienda era muy superior a los demás. Por eso, aunque esta nueva cola estaba gran parte del tiempo vacía, tenía como contrapartida que exigía un plus más de dedicación cuando algún cliente de esa categoría entraba a comprar. Por eso Lars siempre prefería la otra que, aunque siempre atiborrada con clientes cansados y maleducados, no necesitaba mostrar un servilismo que, a su modo de ver, era humillante.
Al patrón Gustav no le importaba lo más mínimo el servilismo. Notaba que, día a día, de forma casi imperceptible, el número de conversos aumentaba. Y eso era algo en lo que fijarse. En los últimos años, el negocio había rozado varias veces el desastre y le había generado toda suerte de preocupaciones. Eso lo sabía poca gente, que solo veía su voz potentísima, su amplia sonrisa en la que sus grandes dientes, como teclas de un piano, abrumaba a su interlocutor. Su impecable actitud de vendedor bocazas escondía una mentalidad muy aguda.
Ese era el aspecto del comercio hoy: La cola normal estaba llena de mujeres que venían a comprar. La otra, vacía. De vez en cuando llegaba un converso. Entraban del brazo de su lazarillo, habitualmente un muchacho que les guiaba (otra muestra más de su poderío económico). Muy derechos y hablando muy alto. A pesar de que su labor en la Casa pudiera ser planchar o pelar patatas, se comportaban como si su rol fuese el de diplomático de un país extranjero. Eso es algo que no sabía mucha gente, los trabajadores no decían cuál era su oficio allí. Simplemente que trabajaban en la Casa. A veces ni siquiera lo decían así. Era peor, más desvergonzado, afirmaban: "pertenezco a la Casa". Jugaban con el prestigio que esta tenía en los alrededores.
Con esta gente había ocurrido algo imprevisible: en algún momento, durante los últimos meses, un puñado de estos sirvientes permanecieron con la venda en los ojos fuera de su trabajo (en su jornada laboral era obligatoria) cuando volvían a los barrios donde vivían. Adquirieron esa costumbre como solidarizándose con sus empleadores y haciendo ostentación de su posición en la Casa. Tuvieron conflictos por eso en sus propios hogares: sus familiares señalaron como un exceso esa intención, les trataron de locos, pero en la Casa pagaban bien, entraba dinero, y la mayoría de esa gente sabía qué era la pobreza e incluso el hambre, así que transigieron. No pasó mucho tiempo hasta que algunos de estos familiares, tras soportar la burla de sus vecinos, decidieron asumir ellos mismos la venda para señalar que abrazaban voluntariamente esta condición, que no había nada malo o vergonzante. Que la renuncia valía la pena.
Lars observaba todo esto desde su puesto, sus ojos verdes llenos de desdén apenas disimulado. Su cabello rubio, siempre un poco despeinado, caía sobre su frente en mechones rebeldes, dándole un aire de perpetua irritación que se acentuaba cada vez que un converso entraba en la tienda. Gustav solía evitar que tratasen con él por eso. Pero era algo que hoy no le había sido posible.
Los conversos eran fácilmente identificables. Además de las vendas que cubrían sus ojos —trozos de tela blanca impoluta que contrastaban brutalmente con la piel de sus rostros—, su porte era inconfundible. Caminaban erguidos, con una seguridad demasiado llamativa, sus ropas siempre impecables y de calidad visiblemente superior a la del resto de los clientes. Sus lazarillos, generalmente muchachos jóvenes con expresiones de aburrimiento mal disimulado, los guiaban con una mezcla de respeto y resignación.
La atmósfera en la tienda cambió abruptamente con la entrada de un converso particularmente arrogante. Lucía una vestimenta que recordaba a la de un monje. Su actitud de suficiencia y seguridad, especialmente exageradas, activaron un odio soterrado en Lars de forma inmediata.
–¿No tiene bastantes problemas como para añadir otro nuevo impidiendo a sus ojos hacer su trabajo? –le espetó Lars en lugar de un seco "Buenos días".
–¿Cómo dice? –el tono del recién llegado debió de poner sobre aviso a Lars, puesto que era el de alguien con autoridad y, por lo tanto, poder. Alguien con el que querría tener buenas relaciones.
–Olvídelo, ¿qué le pongo?
–Nada, usted no me tiene que poner nada, joven –afirmó el converso, secamente.
Gustav vio su tienda cerrada y sintió angustia. Tomó una decisión. Sacó un pañuelo de su batín y, tras doblarlo, se lo puso sobre los ojos atándolo con un nudo en la parte posterior de su cabeza. Salió despacio de la trastienda, para evitar tropezar. Su entrada de esa manera, con un buscado efectismo, creó algo de desconcierto y la discusión cesó. El lazarillo susurró unas palabras al cliente, probablemente informando de la entrada del dueño y su cualidad de converso. Era un detalle importante pues la venda era una muestra de respeto a la Casa y, por ello, generaba en la gente que provenía de allí una confianza instantánea por el ciudadano que la portaba.
—Le ruego disculpe a mi empleado.
—Es muy impertinente. ¿Cómo es posible que esté de cara al público? Venía a proponerle un negocio, pero creo que no llegaremos a un acuerdo.
Gustav se sintió helado de nuevo. imaginó su comercio vacío y el material pudriéndose y acaparando polvo en el almacén. Entonces, despidió a Lars al instante, sin dudar. Le sorprendió la propia indiferencia. La rapidez con la que adoptó una decisión que impactaba tanto en la vida de alguien. Culpó a la venda de tal facilidad. 
—Hablemos.
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fakeversion · 10 months
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Toluca Industrial
Este es el nombre por el que decidiré llamar al “movimiento/escena” al que pertenezco y en el cual nos desarrollamos como artistas.
Decido adoptar este nombre por el simple y sencillo hecho de que me mama como suena, además de tener toda la identidad que busco para poder conceptualizar a nuestra ola artística. Obviamente le doy full credit a mis hermanos de Anti Fino por ese gran eslogan “Esto no es Berlín, Esto es Toluca Industrial” y sobre todo gracias por ayudarme a darme cuenta que el movimiento debe de tener esa naturaleza transgresora para poder hacer ruido.
Directo de la zona gris del Estado de México, el valle frío e industrial de Toluca tiene para ofrecerte una camada de artistas multidisciplinarios que solo nos hacía falta un sentido de identidad. Para que me entiendan, el concepto de nuestra identidad se encuentra en un limbo ya que muchos de nosotros somos una mezcla de gente que sus familias han migrado de otras partes del país y han caído acá y otros cuantos que si son originarios del estado, pero “ser de Toluca” no se determina por el lugar de nacimiento, si no por nuestro lugar de desarrollo.
Imagina desarrollarte en uno de los lugares más grises del país donde solo destaca el frío de su clima y de sus habitantes… y el chorizo. En mi caso necesitaba un sentido de identidad que previniera que me volara los sesos por un sentimiento de estancamiento.
En ese momento ya empezaba a tocar en mis primeras fiestas como DJ y me encontraba comenzando mi carrera en la universidad, una universidad de medios creativos que me brindaba herramientas para formalizar un emprendimiento artístico.
Saliendo directamente de una asignación escolar es cuando decido crear homestudio y asociandolo a que me salían muy bien las pedas en mi casa y mi poca experiencia pinchando en fiestas, decidí aventarme una release party de mi nuevo proyecto, un espacio que se transformaría en lo que es hoy en día pero siempre manteniendo un sentido de la comunidad que fue lo que en primer lugar me movió para crear esto.
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margiralt · 11 months
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LA BUSCADORA DE AUSENCIAS.
CAPÍTULO 3. MARTES 13
Las lluvias no cesan. Es el cuarto día de este pequeño diluvio que ha transformado mi jardín en una pecera. Por momentos recuerdo a Jacques Custeaux, y frente a la ventana del parque, me parece ver entre el follaje, los árboles exuberantes, pasearse peces color naranja, tornasolados, peces como flores, invadiendo el jardín, vulnerando las leyes naturales de los mundos.
Porque debe haber un mundo sumergido. Donde sus habitantes solo puedan dar vueltas y boquear. Sin párpados, y obligados así a una visión constante y terriblemente absurda. Como todo lo que no cesa. Lo que no sufre de mínimas interrupciones.
Mi jardín fue diseñado por un jardinero llamado en el pueblo EL GALLEGO. Y fallecido hace tiempo ya.
Cuando lo conocí, buscando yo plantas en su vivero, encontré un aliado para desarrollar mi creatividad en algo que siempre había soñado: vivir rodeada de árboles y disfrutar de una vista cuya belleza no residía en su tamaño ni exquisitez, sino en la armonía y el verdor impudoroso.
Nunca me gustaron los paisajes domados. Los canteros de arreglos florales me hacer acordar a mi madre y sus malvones. Sus pensamientos que regaba y arreglaba con esmero que nunca destinó a ninguno de nosotros.
Ella amaba arreglar su casa. Ponía rejas andaluzas, había transformado nuestra casita bien ubicada en una zona residencial que distaba mucho de ser nuestro entorno natural, en una coqueta casa de Belgrano. Ella era como la casa. Bella, por fuera, y confusa y arbitraria, hasta deprimente, por dentro.
Ha parado de llover por un rato. Pero no es para ilusionarse. En el campo sabemos cuando la lluvia tiene intenciones de perdurar.
En mi casa gozo de grandes espacios. No tengo casi adornos. Eso también obedece a una reacción ante mis recuerdos de esa casita llena de objetos de porcelana, intocables. Platitos de Limoges. Copas de cristal de Bacarat. Un comedor con sillones franceses dorados a la hoja. Con telas de gobelinos.
Esa era la jungla traída de Inglaterra por mi abuela materna. Alicia, la marinera.
Cada detalle era para su hija, mi madre. Una casa de muñecas, como la de IBSEN.
Yo me sentía una chica de la calle. Vivía en la calle todo el día. Jugaba a que la calle cortada de Olazábal y Melián eran un mundo indómito, como el de Salgari, y yo un aventurero salvaje. Fuerte, capaz de soportar el aburrimiento de los domingos.
Odiaba esa casa de sillones con fundas y objetos mudos y quietos.
Las prótesis que mi mamá le ponía a las cosas para tolerar la vida, se me hacían insoportables.
Por eso siempre fui una callejera. Nómade, desde la muerte de mi padre.
Hoy es martes 13.
"No te cases ni te embarques. Ni te muedes a otra parte".
Este año el pueblo está pobre, arde de rabia y de tristeza. El agua obra como un soporífero que parece a propósito para apagar los ánimos.
La sequía del año pasado, primera que yo recuerde, en este mi pueblo, fértil lugar de la pampa húmeda, dejó grietas en el suelo del parque. Y el amarillo fue el color de desierto y la muerte de nuestro sustento. Un país agrícola ganadero. El granero del mundo.
Un país de gente violenta y asustada. Con memoria escasa y pasiones desatadas, por momentos.
Mi pueblo es un lugar donde nunca soñé estar antes.
Yo, nacida en pleno centro porteño. Odio la city y sus hombres de trajes lustrosos. El movimiento constante de sus pasos me recuerda al de las fieras. Siempre al acecho.
Acá amanece en mi pequeño reino.
Las lluvias parecen querer resarcir a la tierra de su hambre. El verde ya aburre. Cansa el gris de las lágrimas indiferentes de este cielo que no sabe de medias tintas.
Otro día y van cuatro.
Este año tendremos una cosecha récord.
Récord, recuerdos.
Estoy tratando de ejercer la memoria en un país con Alzheimer.
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devilsmarshhq · 1 year
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cada vecino es único, pero nadie se compara a rhys mathés. se dicen tantas cosas de él/ella, pero lo que más impresionó al pueblo fue lo sucedido durante las entrevistas policiales por la desaparición de fernsby y brown...
¡joy, tu audición ha sido aceptada! muchas gracias por el interés mostrado y, por sobre todo, tu paciencia. cuentas con 24 hrs para enviarnos la cuenta de tu personaje, te enviamos un saludo enorme y necesitar cualquier cosa siempre puedes decirnos, ¡esperamos que te diviertas!
( .00 ) ooc
alias: joy.
zona horaria: gmt-6.
triggers: cualquier tipo de abuso.
¿nos das permiso para utilizar a tu personaje en distintas actividades en caso de dar unfollow?: sí.
fc: felix mallard.
( .01 ) ic
                                                 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐒𝐀𝐑í𝐀 𝐃𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋’𝐒 𝐌𝐀𝐑𝐒𝐇, 𝟖:𝟎𝟎 𝐀𝐌.
el policía observa al ciudadanx que se encuentra frente suyo en esa habitación gris. el primer ítem que busca tachar de su lista es: “nombre completo”, y por eso dice las palabras en voz alta.
suspiro cansino sale de sus labios. “rhys mathés.” responde, bajo y monótono. por una milésima de segundo considera repetirlo, pero al ver que el policía escribe algo, desecha rápidamente la idea.
al alzar los ojos, suelta: “fecha de nacimiento.”
incomodidad se nota en toda su postura, acomodándose mejor en el respaldo de la silla. “2 de enero de mil novecientos noventa y ocho.”
acto seguido, se explica: “has sido citadx en la comisaría de devil’s marsh debido a la desaparición de los jóvenes brown y fernsbyl. pero, antes que nada, necesitamos contexto. ¿cuál es tu ocupación?”
pese a que sabe razón por la que se encuentra en aquellas paredes, su ceño se frunce y en su lenga rápidamente se forma un remolino de palabras en su defensa. ¿brown y fernsbyl? él nada tenía que ver con ese par, mas sabe que permitir ver alguna vulnerabilidad podría resultar más sospechoso. “trabajo en el turno de la tarde como recepcionista del museo histórico de devil’s marsh.” empleo que roza el aburrimiento bastantes veces al día, pero que al menos ofrece una buena paga y nunca está tan concurrido. al parecer, tal como él, no muchas personas son fanáticas de la ciudad ni se interesan por su historia.
“¿cómo te describirías? o, ¿cómo te describirían los demás?
ahí va, otro suspiro y su vista apartándose por un momento del rostro que tiene enfrente. ¿quién escribió esas preguntas? ¿cómo demonios va a saber él cómo lo describirían los demás? “supongo que dirán que soy algo terco,” adjetivo que parece estar encasillado a su familia. “pero la verdad es que solo me gusta tener mis ideas y no soy muy fanático de que alguien más quiera imponerme las suyas.” ¿no era todo el mundo así? “no tengo muy buenas habilidades sociales, así que no se sorprenda si le pregunta a alguien por mí y no saben de quién les está hablando.” que verdaderos amigos siempre los ha contado con una mano y duda que eso llegue a cambiar algún día. se pregunta si debería agregar que personalidad tan ácida es muchas veces una fachada perfectamente armada, que debajo de todo eso hay alguien más despreocupado que no se deja guiar por sus inseguridades y ese tipo de cosas. sin embargo, algo le dice que no es tan buena idea y solo termina encogiendo los hombros.
“¿y cuál es tu historia de vida?”
“soy el único hijo varón de los mathés,” comienza, detestando tener que soltar información sobre su historia. pocas veces lo hace, evadiendo especialmente mención de progenitores y relación que tiene con ambos. “no lo sé— creo que tengo una vida normal y bastante parecida a la de la mayoría de los habitantes de devil’s marsh.” busca salida fácil. infancia ha dejado un saborcito semiamargo, recuerdos de tardes fuera de casa, incontables paseos en bicicleta y ansias de la llegada de un nuevo día para repetir rutina. desde temprana edad aprendió a que pasar el menor tiempo posible dentro de paredes que se apodaban hogar, era lo mejor. “terminé la secundaria a tiempo y luego llegó la hora de buscar algún trabajo.” acto seguido, vuelve a encoger los hombros. otra vez se guarda información, esa de que en esos años de estudio siempre fue el primero de su clase, creyendo que esfuerzos valdrían después para conseguir beca universitaria y seguir un camino en lo que le gustaba. las artes. fantasía que al llegar graduación se vio hundida en la realidad. no piensa generar algún tipo de lastima frente a policía que lo único que hace es generar más y más incomodidad. “estuve un tiempo trabajando como guardavidas en la piscina municipal y también como bartender en un club antes de llegar al museo.” agrega. “nada fuera de lo normal.”
“no te sientas nerviosx. estamos al final de la entrevista: ¿tenías relación con las familias de los desaparecidos?”
“no lo estoy.” siente necesario aclarar, mentira que se desliza de su boca con facilidad. “y no, ninguna relación.”
“bien, eso es todo.” y tras finalizar las preguntas de protocolo, el policía observa fijamente al ciudadanx. presiente que hay algo que el entrevistadx no está diciéndole. un secreto oscuro o no tanto, pero un secreto en fin, y si bien el oficial no siente más que cierta intuición, ese secreto es real y es…
removido.
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f7-alt · 1 year
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Air-Fernanda Acua 2023
A veces no sé si estoy vivo o muerto. Estoy en un limbo lleno de desesperación, frustración y zozobra, los días solo pasan sin rumbo alguno, sin ninguna señal de vida y esperanza.
Hasta ahora no me molestaba en lo más mínimo, habitar en un ambiente meramente urbano y moderno a la vez, en ese momento, la ciudad donde vivo era conocida como una lugar maravilloso; grandes y modernos edificios que casi se dan mantenimiento autónomamente, sistemas de transporte funcional y estéticamente más eficientes para la población, centros comerciales enormes con las mejores marcas que funcionan gracias a máquinas que atienden a los clientes, acomodan mercancía y hacen limpieza, entre muchas más características que hacían esta ciudad ser considerada como una de las más desarrolladas en diferentes ámbitos y por lo tanto muy concurrida por las personas.
Personalmente considero que los habitantes de esta ciudad ya estaban dentro de una zona de confort, ignorando por completo, cada vez que en los medios de comunicación argumentaban los altos niveles de contaminación dentro del aire junto con las posibles consecuencias de esto.
Sin embargo el hecho de vivir en una ciudad “desarrollada” no significa que existan prioridades al medio ambiente dentro de sus planes de innovación, al construir y remodelar todo el sistema de transportes realizaron una deforestación indiscriminada e inconsciente en la mayor parte de la ciudad, cabe destacar que existían pocas partes con vegetación, ellos terminaron con ella. Los árboles son solo un recuerdo de las personas adultas, desde generaciones anteriores a la mía, casi todas las áreas verdes se consideran casi extintas, solo algunos afortunados como yo los han admirado en vivo, como dije anteriormente, hace un tiempo habían pocas áreas verdes, ahora toda la vía pública es asfalto, gris y llena de pantallas y cámaras que capturan cada momento de este fenómeno con la idea de tener la posibilidad de mostrárselo a otras generaciones para enseñar que no se debe hacer; después de todo, aunque el gobierno intentó remediarlo, ya era muy tarde.
Vivo en la Ciudad de México, estamos en el año dos mil cuarenta y nueve, me encuentro viviendo en medio de la horrible catástrofe del aire contaminado. En todo momento estamos viviendo casi una segunda pandemia como la que sucedió en el año dos mil veinte, con esto quiero decir que tenemos que tomar medidas aún más extremas que en esa crisis en el sistema de salud; estas medidas empiezan desde la casa donde vivo, más específico en mi propia habitación, ya que prácticamente dependemos de las diversas presentaciones de sistemas de purificación de aire, es totalmente y estrictamente necesario tener un purificador de aire de aproximadamente 1.80 metros que  constantemente procesan el aire contaminado con poco oxígeno convirtiéndolo a aire medianamente decente para el cuerpo humano. Con esto podría surgir la pregunta de ¿qué hago para poder salir a la calle y sobrevivir?, básicamente utilizo ese mismo sistema de purificación pero en una versión ciertamente más compacta y portátil, puedo describirlo como una mascarilla similar a las mascarillas de gas, con todo y ese sentimiento apocalíptico pero apegado a la supervivencia.
Tengo que seguir con mi vida y obligaciones, después de todo aunque sienta que la vida hasta este punto está en pausa para ella misma no sucede esa pausa. En estos momentos lo único que me mantiene con esperanza es la profunda experimentación en una pequeña zona de naturaleza que están realizando, con el objetivo de poder extraer una muestra que con ayuda de la ciencia pueda lograr sobrevivir ante este ambiente tan extremo y contaminado.
Han pasado dos años desde que empezó la contingencia masiva en la ciudad, la verdad me es sumamente difícil poder creer que he perdido tantos días de mi vida adquiriendo recuerdos y memorias inútiles sin poder vivir como debería de ser, para mí todavía seguimos en el año dos mil cuarenta y nueve. Me he dado cuenta gracias a las redes sociales holográficas que la salud mental del 50% de las personas está por los suelos, es increíble que aún aplicando las actualizaciones digitales de la psicología, para la mitad de la población no funcionan debido a que no soportan tener incrustado en su cuerpo un chip que funciona de forma personalizada controlada con una aplicación por especialistas de la salud mental, el cual conforme lo necesitan, arroja porcentajes de sustancias que hacen faltan en el cerebro.
Empecé a considerar seriamente adquirir ese chip, en consecuencia a los fuertes ataques de ansiedad que vivo constantemente, no puedo seguir viviendo a través de las redes sociales de personas de otros países que están viviendo como yo solía vivir y al parecer no valoraba lo suficiente, creyendo que eso nunca iba a cambiar; proyecto muy seguido en la pantalla de la habitación mis recuerdos por medio del asistente de hogar, acercando a mi cabeza una pequeña calcomanía que lleva directo a los recuerdos y vivencias almacenadas.
Se preguntarán, ¿cuál es la actualización de la investigación sobre la muestra de área verde?, pues hasta ahora nos han informado que está a unas pocas semanas de empezar a aplicarlo en la ciudad, eso en verdad causó conmoción en todas las personas, es una fuerte luz dentro del final de este túnel, llamado vida.
Pasaron dos meses desde que los científicos iniciaron las llamadas pruebas “Fé verde” que increíblemente están funcionando, se empieza a ver por las calles pequeñas zonas con áreas verdes que impresionantemente han sobrevivido y gracias a esto la calidad del aire está mejorando poco a poco, algo es algo. Al igual que con el aire se nota una considerable mejoría en mi ánimo y en el de las personas, al parecer la evolución (tecnológica) que nos llevó a casi la muerte, es la que nos está salvando.
A cuatro años de la terrible contingencia en la ciudad, parece que vivo en una ciudad totalmente nueva, gracias a las muestras científicas de las áreas verdes, estas mismas se han podido regenerar a pesar de la lamentable calidad del aire, logrando una mejoría impresionante al aire que anteriormente era imposible ser apto para el consumo humano, después de todo la arquitectura de la ciudad se tuvo que adaptar a las necesidades primordiales del medio ambiente.
Ahora ya no es necesario el uso de esas horribles mascarillas con purificadores de aire, solo tenemos que tener un serio y formal compromiso con el cuidado de las áreas verdes tanto comunes como personales; respecto a la salud mental de las personas, considero que se ve una mejoría muy importante, por lo que informan los medios, la demanda de los chips de salud mental a bajado considerablemente, el regresar al ambiente que originalmente estaba ayudó a mantener una estabilidad en las personas, siendo casi innecesario el uso de las sustancias que arrojan los chips y por lo tanto sus actualizaciones.
Puede ser que actualmente para nosotros es sumamente importante las constantes actualizaciones tecnológicas en diversos ámbitos para facilitar o inclusive enriquecer y darle sentido a la monótona vida cotidiana pero no podemos olvidar nuestras raíces y prioridades, ya que si no los hubiéramos olvidado no habríamos vivido esa lamentable y traumática experiencia.
 Al vivir y superar todo ese proceso, comencé  a pensar que la convivencia entre el humano “civilizado” y la naturaleza es prácticamente imposible, somos tantos individuos que pensamos de forma tan diversa que no nos damos cuenta que la absoluta verdad la tiene la naturaleza, ella estuvo aquí antes que nosotros. Debemos de dar paso al mundo que nosotros mismos propiciamos consciente o inconscientemente, después de todo la mayoría del tiempo hemos tenido en las manos la verdad y con ella, la solución.
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maritovar · 1 year
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Mapa de Internet
Empezamos viendo como primero que tendría que entrar en nuestro mundo que aun no sabíamos como lo ibamos a estructurar, poco a poco fuimos diciendo que haríamos como una ciudad en las nubes de ahi salió nuestro primer bocetaje:
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a este punto maso menos ya teníamos la idea clara de lo que queríamos lograr, pero el problema que no planteamos fue que primero no sabíamos con que material lo haríamos pero luego se nos ocurrio con carton gris para la pase y los edificios serian de cartulina cuadruplex (ese dia nos enteramos que existia ese tipo de cartulina) y nos pusimos manos a la obra, algo que teniamos de plus que lo decidimos fue que agregaríamos la dark web un lugar oscuro, que nadie conociera:
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Al final las 2 quedamos satisfechas de lo que hicimos, nos costo mucho pero al final tuvimos un gran resultado con nuestro mapa de el internet:
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Y esta es nuestra narrativa:
En lo largo de los tiempos los seres del mundo vivian sin saber nada sobre la existencia de un otro mundo, pero de repente un día este mundo se mostro en la cabeza de algunas personas, una visión que les mostraba como subir a ese segundo mundo, el cuál estaba en las nubes, esas personas que fueron las primeras en conocer internet comenzaron a compartir la información, así entonces con el tiempo llamo la atención de muchos "empresarios" los cuales vieron con ojos astutos el nuevo mundo que ahora era considerado también como una segunda vida donde cualquiera podía ser quien quisiera. Pero estos empresarios personas que planeaban aprovecharse de las necesidades de la gente en su nueva vida, crearon un imperio donde Google en termino siendo el primero a liderar, además de una guerra invisible a los ojos de los demás, que veían el lugar como un paraíso, una guerra sin fin donde el ganador era quien subia mas su edificio. Y otros que eran derrocados, así mismo al mismo tiempo que la Población crecia las nubes se iban juntando u creando mas espacios, de éste modo este mundo llamado paraíso oculto fue visto crecer visualmente en la mente de las personas.
En un tiempo moderno, se encontraba una ciudad única en su clase, ubicada en lo alto de las nubes. Puesto que era un mundo lleno de maravillas tecnológicas y sorpresas futuristas. Esta ciudad se llamaba Internet un paraíso flotante donde todo estaba al alcance y era posible.
La ciudad flotante se dividía en 2 Zonas. En primer lugar existía antes de las zonas una área de entrada en la cuál se encontraba el edificio principal, el más grande, GOOGLE puesto que era la mayor área de información de la ciudad, ahí podías encontrar información sobre todas las demás zonas y edificios de la ciudad, después estaba la zona Social, en la cual se encontraban los edificios de las redes sociales mas importantes en el internet; la segunda zona consistia en la zona de entrenamiento, donde se encuentran los edificios más exclusivos de la ciudad, entre esos estabam Netflix, Disney, Youtube. Y por último la zona oculta, quedadonde se encuentran dos barrios, abarca el museo y un elevador para la dark web.
Los habitantes no solo disfrutaban de una vista espectacular de las nubes y del cielo que usualmente representaban la infinita capacidad de expansión de la ciudad, sino que también poseían una habilidad única. Cada persona tenía la capacidad de transformarse en cualquier cosa que deseara, como su alter ego, personaje favorito como yedai o incluso llegar a ser irreconocibles usando disfraces como "Anonymous" o modo "invitado" gracias a la tecnología avanzada que permeaba la ciudad, de éste modo los habitantes podían experimentar diferentes formas de vida y explorar su verdadero ser.
También existian guerras civiles que determinaban la presencia o desaparición de ciertos edificios, así como sus tamaños, si un edificio llegaba a ser el mas popular iría a ser de los más altos, caso contrario se reduciría hasta desaparecer bajo las nubes.
Sin embargo, más allá de su encanto tecnológico y fantástico, los habitan
tes que aunque podian olvidar el mundo real por horas, su conexión con éste aún existía, por lo que no podían estar en la ciudad todo el tiempo, aveces también anhelaban el contacto humano genuino y las experiencias reales.
Por eso, de vez en cuando, algunos habitantes viajaban al mundo terrenal para disfrutar de las maravillas naturales.
Otros incluso al ser más curiosos, bajaban a lo subterráneo, la dak web un mundo lleno de tecnologías e información que requería cierto cuidad y no podia verse en la luz, la entrada era visible para todos pero al mismo tiempo imperceptible por sus colores y ubicación por lo que a menos que la hubieras buscado no la verías.
Nota extra: algunos datos para ver la altura de los edificios fueron sacados de listas donde se rankeaban según sus descargas o apps en las que más se gastaba dinero.
Y este es el fin de nuestro trabajo.
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gatoescurridizo · 2 years
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Capítulo II "L"
Llamaba la atención cómo había una silla completamente dispuesta para la siesta del gato. Un restaurante amateur de la zona tenia uno de los asientos del lugar ubicado justo al costado de la entrada, sobre él, muy cómodo dormía el escurridizo, agotado después de una larga caminata por las calles de Bogotá. El dueño del lugar tenía la costumbre de sentarse en esa silla para ver pasar la gente y de paso las horas. No obstante, al proponérselo y observar al gato durmiendo prefirió volver su atención al televisor del establecimiento antes que perturbar el sueño del gato. Por desgracia, no sería aquel humano el que sacaría al gato de su ensoñación apartándolo de su lugar, en su lugar fue una niña que transitaba en la calle de en frente la que se tomó el atrevimiento. Aquel felino no era agresivo en lo absoluto; más bien esquivo e increíblemente rápido. Era dócil con los niños, se dejaba acariciar tan solo por unos instantes para después escapar. Sin embargo, aquella niña lo engatusó valiéndose de una mantecada que llevaba envuelta en una servilleta, le dio un gran pedazo al felino y después lo ocultó dentro de su jardinera. Bastaba mirar a la niña solo para notar la gran protuberancia que sobresalía de su pecho, aunque no fue tan evidente para su madre quien caminaba con prisa mientras hablaba por teléfono. Ambas salían de una panadería y se dirigían al carro de la mujer al que la niña se subió con prisa ocultándose de la mirada fija de su mamá, ella solo se percató de que la pequeña subió al carro y eso era más que suficiente para arrancar. Tras haber recorrido unos metros y haberle puesto fin a la llamada, la mujer pudo ver por el retrovisor cómo su hija trozaba el pastel y alimentaba aquel enorme bulto en su jardinera. Colérica, le ordenó a la niña abandonar el gato en una esquina en la que estacionó su camioneta. En medio de lágrimas, Julieta se despidió del michi y le dejó servido frente a las patas el gran trozo restante de mantecada. El carro desapareció tras doblar la calle mientras el gato devoraba su ofrenda solo para después percatarse de todo lo que lo rodeaba. Se encontraba en el centro de la ciudad, más concretamente en el parque Tercer Milenio. Ese sitio le era familiar, no lo frecuentaba porque era muy ruidoso y transcurrido para sus preferencias, además la mezcla de tantos olores le irritaba el olfato. Solo iba al centro cuando se disponía a visitar a un viejo amigo con el que competía siempre por ver quién era más veloz: se trataba de Mangonorrea, como se le conocía en las calles de Bogotá. Estos felinos jugaban a atraparse por los tejados coloniales y las calles estrechas de La Candelaria y por sobre los cielos de las infernales casas del Bronx o la L como le llamaban los habitantes de Bogotá, lugar donde Mangonorrea residía desde hacía unos cuantos años. Aprovechando su accidentada visita al centro, se propuso ir hacia la casa de su compañero, el sitio estaba cerca por lo que no le tomó mucho tiempo desplazarse para dar con aquella calle siempre concurrida por transeúntes de todo tipo: habitantes de calle, habitantes de casas, habitantes de mansiones. Todos por igual, transitando por entre la putrefacción de las dos cuadras que se unían, con la única finalidad de conseguir sustancias para el ansia a un buen precio. Muchos de ellos, se aprovisionaban para después desaparecer entre la cotidianidad de sus vidas mundanas, mientras que otros, tenían sus almas profundamente enraizadas en aquel mugriento, inclemente y deshumanizante asfalto que relegaba sus existencias a ser como los desechos biológicos y materiales que sobre él se esparcían. Olían tan mal como la basura que la gente empezó a creer que eran lo mismo.
Llegando justo a la intersección de las dos calles, el gato gris desconcertado miraba a sus alrededores buscando a su compañero, siempre lo encontraba merodeando en aquella esquina pero en esta ocasión no veía ni un solo gato. De repente, un imponente maullido de tonalidad ascendente se empezó a elevar entre todo el bullicio que saturaba el lugar, se trataba de Mangonorrea sentado sobre sus patas traseras desde lo alto en una de las terrazas de las casas. Su pelaje se distribuía en manchas negras y blancas, su rostro tenía la mayor parte blanca y sobresalía una mancha negra al costado derecho de su nariz como simulando la mitad de un bigote. Sus ojos eran casi tan amarillos como los del escurridizo. Siempre que veía a su rival, le lanzaba el maullido más fuerte que podía generar su interior; cada que el gato escurridizo lo visitaba era un sonido aún más poderoso pero esto poco le importaba al gato gris, así el gran empeño que ponía su compañero en impresionarle pasaba siempre desapercibido. Saltó de un brinco a una de las carretas de reciclaje, y después de otro gran salto aterrizó justo frente a su huésped. Se olfatearon mutuamente por unos instantes, al cabo de unos minutos, el anfitrión entró por un pequeño espacio en el garaje de la casa desde la que saltó, se paró en dos patas a modo de invitación y el gato gris le correspondió sin dudarlo. El pasillo interior conducía hacia una estrecha escalera en espiral que conectaba con las habitaciones del recinto, la mayoría de ellas selladas con periódicos en sus ventanas exteriores y puertas metálicas que se observaban inaccesibles. Llegando al tercero de los cuatro pisos, una de las habitaciones estaba abierta y habían personas adentro, los gatos se detuvieron a observar cómo un par de hombres azotaban sus puntapiés contra la humanidad de un pequeño niño que se retorcía en el suelo de dolor tratando de soportar la emprendida de sus captores. Del otro extremo de la habitación, un extraño hombre que cubría su rostro con una máscara de cuero desgastada y su cuerpo con una enorme y mugrienta ruana negra, sostenía a una niña por el cabello dirigiendo su atención hacia aquella macabra escena. La pequeña lloraba desesperada y pedía cesar el ataque hacia su hermanito, como respuesta, aquellos hombres aumentaron la intensidad de la arremetida hasta que finalmente el niño dejó de moverse. Ambos gatos se miraron por unos instantes y continuaron subiendo las escaleras hasta chocarse con una enorme teja de aluminio que pretendía ser una puerta hacia la terraza. Una vez allá arriba, ambos contemplaron el enorme flujo de peatones que transitaban de aquí para allá, de establecimiento en establecimiento. De repente, cuatro felinos irrumpieron en la terraza saltando desde una de las casas aledañas. Los cuatro arrastraban una bolsa negra con el hocico la cual posicionaron justo al frente de los dos compañeros de carreras. Desprendía un olor nauseabundo, se desconocía lo que había en su interior hasta que uno de los felinos optó por abrir una parte de la bolsa de la que se asomó la cabeza de un canino que por lo visto había sido asesinado. Mangonorrea olfateó el cadáver y asintió tres veces indicándole a sus secuaces que llevaran el cuerpo adentro, sabía que aquel callejero muerto podía ser intercambiado por unas cuantas bolsas repletas de su alimento favorito: el pan. Después de saborear la recompensa que le esperaba, salto hacia uno de los muros desde donde llegaron los otros felinos y su acompañante gris le siguió el paso. Frente a ellos, había todo un paisaje de tejas mal ubicadas y obstáculos dispuestos sin querer para la competencia de velocidad. Jugaban juntos a una variación de ‘’la lleva” con el fin de perseguirse sin parar a través de los terrenos más insospechados del centro capitalino. El anfitrión, se levantó una vez más sobre sus patas traseras indicando el inicio del juego, el escurridizo de inmediato acató la señal y emprendió su huida dando un gran salto que sorprendió a su colega, quien de inmediato se dio a su frenética persecución.
Tras unas horas de intenso movimiento, el gato gris visiblemente exhausto, había perdido por completo el rastro de su perseguidor, sabía que era temporal, era cuestión de tiempo antes de que el otro felino diera con su ubicación por lo que decidió hacer una parada para hidratarse en la alberca de una terraza a unos cuantos kilómetros de su ubicación inicial. Desafortunadamente, se vio obligado a esconderse cuando la puerta de aquella azotea se abrió de golpe para dar paso a tres jóvenes humanos que se disponían a fumar cigarrillo. Los tres se apoyaron de espaldas en la alberca tras la que el gato se escondía, estos no notaron la presencia del felino y encendieron sus cigarros. El escurridizo decidió aguardar unos instantes para tomar un breve descanso, sabía que su compañero era esquivo con las personas y no intentaría tan siquiera acercarse al lugar. Curiosamente, los muchachos entre su conversación hicieron alusión al oscuro lugar desde donde empezó la correteada.
—Nosotros nos la pasábamos allá farriando después de salir del colegio, eran otros tiempos.— Dijo uno de ellos con amargura, como tratando de dejar todo lo vivido atrás en el olvido como estaba antes.
—Venga, pero ¿Qué fue lo más raro que vieron en la L?—. Preguntó el único de los tres que jamás había visitado el lugar.
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© Elena Panzetta
El Bosque
(Olympus Pen EES2 + Agfa APX 100 Caducado) (Varios lugares entre octubre 2021 y enero 2022)
Escribí este texto hace dos semanas, pero se quedó en el tintero. Un pequeño relato en 3 capítulos, 3 días seguidos:
Martes:
Veo un vídeo en Youtube, lo escucho atentamente, me identifico con sus palabras, me llega, me llena. Brigitte Vasallo, en una de sus conversaciones sobre el amor, habla de su libro y entre varios temas analiza el valor de la amistad, de la comunidad, de la importancia de tejer redes que vayan más allá de la familia y la pareja : “Ese es el amor que nos salva y ese es el amor que no vemos, el que consideramos menos amor que otros, al que no damos la importancia que merece y sin el que no podríamos seguir adelante en este mundo de mierda. Ese amor. Ese bosque”. Un bosque, que bonita imagen. Entonces visualizo mi propio bosque, estoy ahí debajo de una red de árboles, cuyas raíces son profundas y cuyas ramas se entrelazan y me protegen del viento y de la lluvia : mis amigos, la familia que he escogido. De repente se me llena el cuerpo de una sensación de gratitud.
Miércoles: 
Por fin el laboratorio fotográfico me envía el tan esperado escaneo de los últimos negativos revelados. Un carrete disparado vete tú a saber cuándo y dónde y encontrado la semana anterior en la caja de los carretes nuevos sin estrenar. 
Un Agfa blanco y negro, caducado en 2015. Recuerdo haberlo comprado durante un viaje, en una pequeña tienda de Solingen en Alemania, pero no recuerdo cuando lo usé. (Sí, soy una fotógrafa sin orden y disciplina, no tengo ningún registro de carretes con todos sus detalles, entre mis objetos reina un caos feliz.) Entonces la emoción de la sorpresa se duplica: “Qué me encontraré?” Clico impaciente en el enlace y descargo mis fotos, entonces me aparecen una serie de rostros familiares: mis amigos, mi bosque, fotografiados en varios momentos diferentes a lo largo de varios meses entre otoño e invierno. Momentos de intimidad, de paseos, de cuidado, de comida, de risas. Al verlas me acuerdo de las palabras oídas el día anterior.
Jueves:
Tengo la comida mensual del departamento. Estamos en una terraza, al sol, comiendo, charlando y disfrutando el calor en la piel en el que parece ser el verdadero primer día de primavera después de un mes de cielo gris y lluvias. Empezamos a hablar de viajes, de cuidado personal y de estilos de vida. Entonces mi jefa nos menciona el libro “Ikigai” de Francesc Miralles, cuyo título indica la “fuente del valor de la vida”. Esta obra habla de un pueblo de nombre Ogimi, en una isla remota en el sur de Japón, Okinawa, ubicado en una de las zonas azules del planeta, o sea las áreas con los habitantes más longevos del mundo. De las 3000 personas que viven en Okinawa, 15 superan los 100 años y 171 superan los 90. Increíble. Entonces nos ponemos a analizar los factores que contribuyen a semejante longevidad: el clima, la alimentación, el estilo de vida saludable, la filosofía de vida , la ausencia de estrés y de hiperconectividad, incluso una predisposición genética. Sin embargo, según estudios llevados a cabo y entrevistas realizadas a esa misma población, esos no son los únicos aspectos determinantes, sino que hay dos que son aún más importantes: el primero es precisamente el ikigai, o sea tener un propósito en la vida, y el segundo es el amor y cuidado comunitario. En Ogimi todo el mundo forma parte de un moai, un grupo de gente con intereses compartidos que se ayuda mutuamente. De hecho, esta ayuda comunitaria puede ser de por sí un ikigai suficientemente potente como para animar a seguir viviendo. Los habitantes de Ogimi cultivan el optimismo y el sentido del humor, y mantienen entonces una red tupida de lazos con sus familiares y con toda la comunidad, donde se cuidan unos a otros tanto en el aspecto emocional como en el financiero y social, y en cuyas actividades participan todos activamente. Forman una comunidad muy unida en la que uno de los valores principales es el yuimaru, que en Japonés significa “el círculo de relaciones". Precisamente, el bosque.
Pienso entonces que cultivar ese tipo de amor, crear comunidad, contra la tendencia mayoritaria de una sociedad que nos quiere individualistas, consumistas, competitivos, desunidos, controlables, sumergidos en redes puramente virtuales y con lazos reales cada vez más frágiles… ESA sí sería la verdadera revolución. Eso es ser anti-sistema. 
Os dejo las fotos reveladas de una parte de mi bosque personal, digo ‘parte’, porque en este carrete faltan muchos de mis árboles, y también porque un yuimaru es una red en constante cambio y evolución. Feliz semana.
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mannprieto · 3 years
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@DiariodeMann✍🏾. “No se puede amar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama”.
Leonardo Da Vinci🗣
Zalatitan, pueblo prehispánico cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. De filiación tecuexe; por ende, pueblo de guerreros dedicados al arte de la guerra, la ciencia y el conocimiento del tiempo en las advocaciones de Tenaguchi, Herí y Teopilzintli. Ejemplo y moral de la ‘resistencia’ que los naturales de la indomita “Chimalhuacan”ofrecieron contra las huestes del belicoso ejército de Nuño de Guzman.
El pueblo ‘zalatleco’ orgulloso de su cuna guerrera por antonomasia del llamado “legado Tastoan” desde el punto de vista histórico: Tzalatitan representa una de las raíces más profundas sobre las venas del territorio tonalteca.
Origen de uno de los personajes más importantes y poco estudiado en la historia indígena de Xalisco; me refiero al huisque o jefe tecuexe (achcautli) Coyotlpinzantli, gran líder de la batalla del Xictepetl, el 25 de marzo de 1530 según lo establecido por cronistas como Fray Antonio Tello (1652).
Tras este preámbulo, hoy poco o nada queda de este testimonio histórico en la zona. Y es que la evangelización sería tan efectiva por los frailes franciscanos primero (1530-1570) y agustinos posteriormente (1573-1783) que se encargaron de borrar casi por completo la herencia indígena de la región salvo por un pequeño detalle muy frecuente en los llamados “pueblos de indios”: se conservaron los “coloquios” de las batallas disfrazadas de samenes y dramas de la conquista. Fuera de este detalle, todo se perdió inexorablemente: lengua materna y religión.
A cambio de esta pérdida que muchos historiadores justifican con la palabra “Mestizaje”; surge un sincretismo a través un arte emergente que se dio a llamar “barroco mexicano”. En este, se establecieron definitivamente tanto las sedes de edificios religiosos como de las devociones que siguen vigentes en la consciencia de sus habitantes.
Un ejemplo inmarcesible y frugal es sin duda el templo dedicado a la m Inmaculada Concepción de Zalatitan. Verdadero mapa histórico y artístico que cuenta con una vasta variedad de elementos religiosos, culturales y geográficos en boga durante el periodo colonial propiamente de la Nueva Galicia.
Dentro de un recorrido que inicia desde su fachada con la presencia de San Cristobal y el Niño (muy seguramente como protector del paso de ríos y arroyos muy abundantes en la zona durante los siglos XVI al XIX). Se encuentra también una hermosa y adusta imagen hecha por manos purépechas de la Virgen de la Soledad o la hermosa talla de la Virgen del Carmen. Aparece también un enigmático “Divino Preso” o “Nuestro Padre Jesús” (como cariñosamente le llaman los zalatlecos) y que es “asiento de una de las más arraigadas devociones de un pueblo con arraigada vocación agrícola” según las propias palabras del párroco local.
También tiene presencia San Martín de Porres como “abogado de las causas sociales” ante las frecuentes injusticias que se presentaban en los juzgados españoles contra indígenas, mestizos y mulatos de la región actuando a favor de “criollos o peninsulares”. Pero lo que llamaría ‘la joya de la corona’ es un excelso retablo dedicado a la Virgen de Guadalupe muy probablemente realizado por excelente pintor Neogallego Nicolás Enríquez Vargas (siglo XVIII) y de alguna manera que se desconoce llegaría a este lugar con la tutela de los agustinos y su fama de ‘buenos mercantes’; bien sea por donación material o espiritual o de algún avesado pecador deseoso de reconciliarse con su denotada alma.
Finalmente habremos de llegar al corazón mismo de Zalatitan en la venerada figura de la Virgen del Tránsito (14 de agosto). Pilar, motivo y razón de ser de los aguerridos tastoanes de este enigmático lugar quienes la tienen “como patrona y santa encomiable” sin pretexto ni diligencia alguna. Detalle que diferencia de sobremanera a tonaltecos y zalatlenses.
Pero aquí no termina el recorrido, se aprecia en el evidente y moderno retablo, la devoción surgida a finales del s. XIX en nuestro país hacia la consagración al Sagrado Corazón. Junto a este y en la parte central encontramos a la citada “Inmaculada Concepción” como estandarte espiritual y vestigio principal del paso de la orden franciscana en el este lugar.
Culminamos el recorrido con un Cristo en su advocacion del “Señor de la Salud”: protector cinta el “cocoliztli” (epidemias y enfermedades como la viruela, el sarampión, la lepra).
Un detalle no menor, es que en el interior de la sacristía se guarda un deteriorado cuadro dedicado al bautizo de Jesús por Juan el Bautista (probablemente s. XVIII). Pintura que establece de alguna manera el ‘protectorado’ del agua como elemento vital y resabio de una súplica por la constante permanencia del vital líquido que comentan los nativos, siempre ha abundado en la zona llegando a ser propicio para importantes sembradíos de hortalizas desde la época colonial.
Finalmente no podríamos dejar de destacar el elemento con que está realizado este simbólico edificio: su cantera gris. Durante la colonia y ya entrado el s. XX, Zalatitan proveyó de este material a la capital tapatía además de San Pedro Tlaquepaque y Zapopan. Edificios civiles, religiosos, esculturas, recubrimientos de casas y palacios fueron extraídos de las abundantes vetas de la región y que consignará en sus connotados tratados geológicos, el científico amequense D. Mariano de la Barcena. Es de reconocer que de este sitio saldría por ejemplo la cantera que da pie tanto a la Parroquia de Santiago Apóstol como del propio claustro agustino en Tonalá.
Pero bueno, hemos llegado a buen recaudo con este tema. Inexplicablemente las rutas turísticas y culturales omiten visitar este lugar; debo decir que no es complicado llegar además de que es un sitio pintoresco y altamente tradicional. Si le agregamos por supuesto el atractivo de que Zalatitan representa uno de los pueblos más antiguos de México, vamos de gane. Si tu eres de los que consigna a los cuatro vientos “Mi Tonalá” y no lo conoces aún.. creo que entonces aún no es tu Tonalá. Te invito a conocerlo, no te arrepentirás además de que cuenta con un ingrediente extraordinario.. su gastronomía típica de la región como la birria.
Entonces si, será cabalmente nuestro Tonalá. “Ashcann, Ashcann” (ya es tiempo).
Cariacha (hasta la próxima)…
#soydetonala®🌞
#tierradenahuales👹
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cr0wra · 4 years
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IOTA
Dos semanas después del paso del Huracán ETA por Honduras, con aprox. 2.9 millones de afectados (en un país con 9 millones de habitantes), con zonas aun inundadas, viviendas soterradas, multiples rescates, abando y desamparo gubernamental, tras perdidas humanas, animales, agrícolas y de infraestructura, la pesadilla retorna. Llega la noticia de una nueva amenaza ciclónica. La alerta roja se levanta a nivel nacional. Quienes alcanzaron a limpiar sus hogares del lodo y humedad, nuevamente huyen; los albergues crecen, la necesidad abunda, en los boulevares se refugian con toldos bajo los arboles quienes hoy ya no tienen hogar, y el fin de semana previo al 16 de nov. el país entero sufre de ansiedad y estrés, bajo un sol que no sentimos por una semana entera, la llegada nuevamente de ese manto gris que nos haría pasar una vez más horas de amarga incertidumbre, dolor y desolación.
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Copán Ruinas quedo incomunicada y con graves perdidas de cultivos, tras el paso de loa huracanes ETA e IOTA.
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Carretera CA-11 que conecta la ciudad de Santa Rosa de Copan y Gracias, Lempira, colapso.
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La Lima, Cortes. Así amanecio la Colonia Reyes Sabillon el 18 de noviembre del 2020 tras el paso del Huracán/Tormenta Tropical IOTA. La ciudad de La Lima seguía con zonas bajo el agua y sin recuperarse de ETA, cuando este nuevo ciclon ataco.
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Aeropuerto Internacional Ramón Villeda Morales de San Pedro Sula/La Lima, antes y después del IOTA. La central aérea ya había sido terriblemente afectada tras el paso de ETA, lo que influyo en que acabase como hoy (19 de Noviembre del 2020) se encuentra. Se estima que la limpieza tardara aproximadamente un mes.
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Río Chamelecón, salida al Sur de San Pedro Sula. La primera imagen se aprecia como quedo el rio y sus alrededores luego de las inundaciones causadas por el Huracán ETA, en la segunda imagen (18 de Noviembre del 2020) se aprecia como nuevamente su cause se desbordó, dejando graves inundaciones en muchos puntos de la capital industrial.
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46snowfox · 4 years
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Black Wolves Saga Last Hope Memory 91: El castillo abandonado de Zanan [Ruta lobos]
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En el castillo abandonado la protagonista descubre la verdad sobre el zodiva y la realidad de los lobos.
Lugar: Salón del castillo abandonado de Zanan
Parecía ser un castillo que fue abandonado hace mucho tiempo.
Debe de haber sido el castillo de alguna vieja familia adinerada.
Al entrar de inmediato nos encontrábamos en el salón, tiene un techo alto y paredes con decoración elaborada.
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Fiona: (Pero... es un lugar que ha llegado a su fin.)
No sé qué sucedió, pero la gente abandonó este castillo.
Arles se detuvo en medio del salón.
Arles: Aquí estará bien.
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Fiona: ...
La imagen del rey de los lobos en medio de un castillo abandonado. Era una escena digna de una pintura.
Arles: Joven humana, responderé a tus preguntas... Pero antes, ¿qué es lo que sabes sobre el zodiva?
Fiona: ¿Sobre el zodiva...?
Arles: Sí, sobre el zodiva.
Fiona: (¿Estará bien que responda honestamente?)
Dudo un poco sobre si decirle sinceramente lo que sé.
Arles: Habla.
Fiona: ...
Arles volvió a hablar, como si hubiera visto en el interior de mi corazón.
Fiona: Zodiva es... una enfermedad mortal que se ha extendido por todo Weblin.
Fiona: Hace diez años las personas empezaron a desarrollar esta enfermedad. Los contagiados sufren una alta fiebre y mueren en aproximadamente una semana.
Fiona: Debido a que a menudo la gente se contagia en zonas por donde se han avistado varios lobos es que se empezó a rumorear que los lobos eran la causa de la enfermedad.
Arles: ...
Rath: ...
Arles y Rath fruncen un poco el ceño cuando menciono que los lobos son la causa de la enfermedad.
Guillan no parecía tener ni el más mínimo interés en nuestra conversación.
Solo escucha como hablo mientras apoya su espalda en la pared.
Arles: Hm...
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Arles: Sabes bastante para haber estado encerrada en una alta torre.
Fiona: ¿No cree que es normal que debido a que no me dejaban salir... es que me gustaba escuchar historias sobre el exterior?
Arles: ...Tienes razón.
Sus palabras lastimaban mi corazón.
Una princesa cuidado con mucho, mucho cariño en una torre.
Soy consciente de que al escuchar eso cualquiera pensaría que soy una princesa ignorante e ingenua.
Pero como pensé, aun así no me hace mucha gracia que me traten como a una joven ignorante.
Fiona: (Incluso si no tengo experiencias al menos espero... tener conocimientos.)
Es porque no se me permitía salir, por esa razón es que me eduqué para saber sobre el mundo exterior.
Pedí libros para poder aprender de la experiencia de otras personas.
Fiona: (...Y aun así, ¿el no tener experiencias será lo mismo que no saber nada?)
Todo lo que sé es en base a la teoría. No tengo conocimiento en lo que es la práctica.
Es posible que desde el punto de vista de alguien que realmente ha sobrevivido al mundo exterior mi conocimiento sea lo mismo que no saber nada.
Fiona: (Es un poco... frustrante.)
Arles: ...Hm. Parece que tienes el mismo conocimientos sobre el zodiva que un habitante normal de Weblin.
Fiona: ...No. Puede que hasta sepa aún más.
Arles: ¿...Qué?
Mientras hablábamos Arles levantó sus cejas.
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Fiona: La gente de Weblin piensa... que los lobos no pueden contagiarse de zodiva.
Arles: ¿Y tú no?
Fiona: ...Rath está contagiado de zodiva, ¿o no?
Rath: ¡...!
Rath respiró hondo al escucharme.
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En el brazo de Rath estaba uno de los síntomas del zodiva, los negros moretones.
Además, también tuvo convulsiones en Soldova. Estaba segura de que él... estaba enfermo.
Fiona: Y también...
Pensé que podría estar hablando de más. Esto sigue siendo solo una suposición
No sabía si debía decirlo en frente de unos lobos como ellos.
Arles: ¿Qué sucede? Habla.
Fiona: (...Lo diré.)
Mi boca está seca a causa de los nervios.
Volví a hablar luego de haber tragado saliva una vez.
Fiona: En Soldova... de repente Rath cayó enfermo.
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Rath: ...Ugh.
Puede que no sea algo de lo que Rath quiera hablar. No me dirige la mirada.
Fiona: (...Lo siento.)
Pero debo decirlo.
Fiona: En ese momento... Rath me mordió.
Arles: ¡...!
Guillan: ¡¡...!!
Al parecer Arles no sabía de esto.
Incluso Guillan, quien hasta ahora no parecía para nada interesado en la conversación empezó a mirarme.
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Guillan: Oye novato, ¿no te parece injusto? ¿Por qué solo tú te creaste un buen recuerdo?
Guillan: Oye, oye.
Rath: ...
Rath no responde a la pregunta de Guillan. Solo baja la vista de su único ojo.
Para Guillan aquello era un "buen recuerdo", pero no era así para Rath.
Arles: ¿...Y?
Arles: ¿Qué tiene que Rath te haya mordido? ¿Qué fue lo que supiste a través de eso?
Fiona: Rath no me había atacado hasta que tuvo aquellas convulsiones en Soldova. Por eso...
Fiona: Pensé que ustedes los lobos podrían estar atacando a las aldeas por una razón similar.
Fiona: Eso es lo que pensé. No... puede que eso solo sea aquello que yo quiero creer.
No quiero pensar que los lobos solo ven a las otras especies como presas. Quiero creer que nos podemos entender entre nosotros.
Quiero creer que los lobos no atacan a las personas solo por mera maldad, sino que es debido a la enfermedad.
Arles: ...Me sorprendes.
Fiona: ¿...Eh?
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Arles: Parece que te había subestimado.
Arles: Me disculpo por mi descortesía anterior, joven humana. Tú no eres ignorante ni torpe.
Fiona: ¡...!
Mi temperatura aumentó tan pronto como él se disculpó.
Fiona: ¡T-te equivocas...!
No quería que él pensara que yo era ignorante, pero aun así terminé poniéndome nerviosa.
Esta no es una respuesta a la que llegué por mi cuenta.
Llegué a este resultado gracias al conocimiento y experiencias que Nesso y Zara compartieron conmigo.
Arles: ¿Me equivoco?
Fiona: Lo siento. Hablé engreídamente... pero no armé esa respuesta solo con mis propias inferencias.
Fiona: Es algo que conversé con mi familia desde que Rath desapareció.
Fiona Hay un farmacéutico en mi familia, así que él me habló de muchas cosas...
Fiona: Tus palabras me hicieron muy feliz... pero ese conocimiento no es solo mío.
Arles: ...Hm, ya veo.
Arles: Pero... aunque digas eso, yo no pienso retirar mis halagos.
Fion: ¿Eh...? ¿Por qué?
Arles: Tú eres consciente de ello. Esa es la máxima condición para ser un sabio.
Arles: La gente verdaderamente torpe, es aquella que intenta aparentar más conocimiento del que posee.
Arles: Por eso... acepta mis halagos.
Fiona: ...Gracias. Por alguna razón me hace feliz que digas eso.
Arles: ...Hmph, eres una mujer rara. ¿Te alegra ser reconocida por el hombre que te secuestró?
Fiona: ...Fufu, tienes razón. Si lo pones así... es cierto que soy rara.
Fiona: Sin embargo, eres el líder de los lobos. Ser reconocida por alguien así... como pensé, es todo un honor.
Arles: ...Ya veo.
Arles: Ahora, si sabes todo eso, entonces será más sencillo hablar de lo siguiente.
Fiona: ¿Eso significa...que lo que dije es verdad?
Arles: ...Sí. Los lobos también se enferman de zodiva. Sin embargo, sus síntomas son distintos al del resto de especies.
Arles: El resto de especies sufren fiebre durante al menos una semana y tras eso pierden sus vidas.
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Arles: Pero los lobos son distintos. Son consumidos lentamente por la enfermedad... y empiezan a sufrir un hambre atroz.
Arles: Y con el tiempo pierden la cordura y se vuelven incapaces de mantener su forma humana.
Fiona: ¡...!
Recordé las palabras de Nesso. Él dijo que la mayoría de los lobos que atacaban los pueblos de Weblin lo hacían en sus formas de bestias.
Fiona: ¿Acaso...?
Me quedé sin palabras.
Miré alrededor.
Habían lobos agazapados en los rincones del salón.
Los únicos que mantenían sus formas humanas--... Eran aquellos cerca mío, Arles, Rath y Guillan. Solo ellos tres..
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Fiona: (¿Los demás... estarán tan enfermos que ya no pueden mantener sus formas humanas?)
Arles: Es tal y como piensas. En toda esta manada Guillan y yo somos los únicos que no están enfermos.
Fiona: ¡...!
Mis expectativas me han decepcionado.
Esto también significa que Rath eventualmente también se volverá incapaz de mantener su forma humana.
Rath está enfermo de zodiva.
Arles: ...Rath, muéstraselo.
Rath: ...
Al escuchar a Arles, Rath quitó lentamente el parche que cubría uno de sus ojos.
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Fiona: El color... ¿es distinto?
El ojo que normalmente se encuentra expuesto tiene una tonalidad parecida a la del hielo.
Pero el ojo que se encontraba oculto por el parche poseía un color gris opaco.
Arles: Esto... también es producto del zodiva.
Arles: Cuando los lobos se contagian de Zodiva terminan perdiendo tanto la cordura como sus sentidos.
Arles: Uno de los ojos de Rath ya ha perdido casi toda su visión.
Fiona: No puede ser...
Arles: ...Ya fue suficiente.
Fiona: Rath...
Rath: ...
Con el permiso de Arles, Rath volvió a colocarse su parche.
Aquel triste tono gris desapareció detrás de la tela.
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Aquel pitbull y el Bronx.
Era octubre de 2011 y una tímida garúa arañaba los cristales de la ventana de mi habitación. Adentro, no había mucho para hacer. La llovizna parecía haberse detenido y aquel estado de tranquilidad me perturbaba. Quería salir pero no sabía a dónde. Mucho menos sabía con quién. Al fondo sonaba Closer de Nine Inch Nails, y mi ritmo cardiaco empezaba a acelerarse. 
Caminé en círculo dejándome llevar por mi instinto. Agarré el reloj dorado que hacía poco había comprado y me lo puse orgulloso en la muñeca. Apenas lo hice me sentí protegido, no sé si era por su tamaño y su peso, o porque en aquella época me obsesionaban las alhajas. Ese reloj me generaba seguridad. Incluso, cuando el afán era el responsable de mi amnesia, me sentía vulnerable y casi que desnudo si no lo portaba. 
Me puse una camisa hawaiana de manga corta y una chamarra de cuero que me protegía muy bien del frío. Apagué el computador y antes de salir, revisé que sí tuviera suficiente dinero entre la billetera; también una bolsita Ziploc, en la que cargaba algunos porros de marihuana para evitar que se estropearan.
Cerré con parsimonia la puerta de la casa, minimizando cualquier estruendo que alertara a mis papás, ya que al no querer preocuparlos, salí sin despedirme. Tampoco de mi sobrina, ella estaba todavía pequeñita, y se la pasaba leyendo y viendo Disney Channel junto a su mamá.
Afuera, el viento era helado. Caminé un par de metros y salí a la Avenida Primero de Mayo. Allí estaba seguro de que encontraría mi destino. Entré a la Tienda de Patti, la tienda de siempre. Compré dos cervezas Aguila en lata, destapé una y bebí un sorbo generoso; la otra la guardé en la chamarra y pedí dos más.
Como si se hubiese tratado de una premonición, escuché las voces de raBi, Richie y Tocino, amigos de la vida, que habían entrado al negocio. Segundos después entró Boliqueso. Los encuentros con ellos se caracterizaban por el cruce interminable de bromas y cientos de comentarios ridículos que nos hacían reír. Luego de una conversación escueta descubrí que ellos también querían hacer algo distinto aquella noche, así que me llené de valor y rápidamente discutimos el plan.
La idea era irnos caminando hasta el Barrio Santa Fe, en pleno Centro de Bogotá. Queríamos ver mujeres con prendas diminutas que ofrecieran sus servicios sexuales y burlarnos del peligro que representaba hacerlo caminando. Teníamos solamente tres opciones: a través de la Carrera Décima, teniendo que cruzar el Barrio Policarpa, el Parque Tercer Milenio y San Victorino; por la Carrera Sexta, teniendo que atravesar los barrios Calvo Sur y Las Cruces; y por la Avenida Caracas, teniendo que pasar al frente del Hospital de la Hortúa, el Barrio San Bernardo y la Calle 19... todas rutas tenebrosas de una ciudad que de noche se hace más hostil.
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Boliqueso sugirió comprar un litro de aguardiente Néctar Verde para amilanar los nervios y fue así como mancomunadamente decidimos caminar hasta la Avenida Caracas. En ese momento, raBi y Richie confesaron que cada uno portaba una ‘pata e’ cabra’ con lámina de acero reluciente ‘por si las moscas’. El peligro y la defensa eran latentes. Mi lengua y mi estómago se retorcían con cada copa de licor que ingería y ya no había vuelta atrás. Lo único que quería era ser protagonista de una noche memorable.
En la esquina de la Avenida Primero de Mayo con Caracas reunimos algunos billetes ajados y unas monedas de poco valor para comprar otro litro. Ya eran las diez y media de la noche, y lo único que nos interesaba era llegar a nuestro destino, completamente extasiados y sin rasguños. Todo un descaro juvenil.
A medida que brindábamos tomando cualquier falacia como pretexto, más nos adentrábamos en las intríngulis de aquella ciudad prohibida que diariamente aparecía en los noticieros nacionales, como epicentro de robos, expendio de drogas, venta de armas, prostitución y decadencia.
Avanzamos varias cuadras hasta llegar al Barrio San Bernardo, la ‘olla’ o expendio ‘express’, que en ese momento no nos resultaba tan peligroso, ya que fueron varias las veces que entramos con tal de fumarnos un porrito de marihuana o esnifar alguna bolsa de perico, con calidad superlativa y a muy buen precio. A raBi y a Boliqueso se les ocurrió entrar rápidamente para abastecerse y continuar con el carnaval, pero justo cuando los demás nos envalentonamos para seguirlos, doblamos la esquina, y una luz roja y azul incandescente nos cegó por un instante. Era la policía, estaban haciendo una batida para simular autoridad.
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Era la primera prueba a la que nos enfrentábamos y no podía debilitarnos. Confesé que tenía algo de marihuana y decidimos continuar para no postergar el plan inicial. Dimos un par de pasos para evitar que la patrulla de la policía nos alcanzara y algo completamente rocambolesco sucedió. 
Al frente de nosotros, apareció un pitbull gris de ojos penetrantes y masa muscular notable. Parecía un toro de lidia dispuesto a embestirnos. El ambiente se tornó pesado. Ninguno de nosotros se atrevía a moverse para evitar cualquier ataque del animal. El único que lo hizo fue Richie, quien se le acercó de manera sigilosa y con mucha prevención le tocó la cabeza. Al ver que el animal se dejó, los demás les pasamos por el lado como si fuésemos fantasmas. Unos metros más adelante, Richie se nos unió, el pitbull también. 
¿Y ahora qué hacemos? La respuesta nos la dieron dos habitantes de calle que pasaron por nuestro lado: ¡Estos manes tienen severa guardia! ¡Sí! El pitbull se quedaría con nosotros... ‘nos servirá para abrir camino’ añadió Tocino.
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Con actitud gallarda caminamos hasta la Calle 19. Habíamos pasado las calles más peligrosas y estábamos a punto de arribar a nuestro destino. En aquella esquina de concreto espeso saqué un porro de la bolsita Ziploc. En mi chamarra solo me quedaba una Aguila. Miré para todos los lados y le hice una seña a mis compañeros de periplo para que me esperaran. Quería fumarme ese porro mientras contemplaba a Monserrate y a Guadalupe, resplandeciendo por la Luna llena que exaltaba las montañas. Hubiese podido hacerlo en cualquier otro tramo del recorrido, pero esa esquina era especial... sabía que quizás nunca más repetiría ese momento. Mucho menos así.
Tiré la colilla hacia la calle y un taxi diminuto al instante la aplastó. Con el cuerpo retorcido tomamos la Calle 19 hacia el occidente y luego doblamos por la  de los Travestis. Casi que podía escuchar el metal de las navajas chocando con las llaves que raBi y Richie cargaban en sus bolsillos, pero nada me importaba. ¡Éramos la banda de Millonarios! Y Tocino... hincha de América de Cali.  Al divisar un grupo de aproximadamente diez travestis, cometí el error de pasar entre ellos y la pared. Era demasiado tarde. Había irrespetado una regla callejera de protección. Uno me vio con el ceño fruncido pero nada le importó. Estiró su mano y me agarró los testículos. Al sentir dolor abdominal, mi mente se nubló y solo atiné a agilizar el paso para escapar. El grupo se río y en un santiamén, sin darnos cuenta, ya habíamos llegado. ¡Allí estaba el famoso Barrio Santa Fe! ¡Una de las zonas más extravagantes de Bogotá!
El pitbull suscitaba todo tipo de comentarios. Habían prostitutas que sin pensarlo lo consentían y le decían palabras de cariño. Otras en cambio, lo maldecían y nos retaban a caminar sin él. Sabían que éramos foráneos...
Estuvimos allí cerca de dos horas y media, casi tres. Nos ubicamos justo al frente de un local llamado Troya. De pie y con ojos lujuriosos, acabamos el segundo litro de aguardiente y compramos algunas cervezas. Boliqueso y raBi, se habían ido a conseguir perico. Richie prometía que adoptaría al perro y yo ya no recuerdo de qué hablaba con Tocino. 
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Miré mi reloj dorado. Ya era la una y media de la mañana. Agotado por el revoltijo de sustancias, tomé junto a Tocino, la iniciativa de marcharnos. Los demás estuvieron de acuerdo. Caminamos hasta la Avenida Caracas con Calle 22 y avanzamos un par de cuadras. El pitbull se veía cansado pero seguía siendo intimidante, o al menos eso creíamos hasta que un tipo que estaba escondido entre un árbol cayó delante de nosotros con cuchillo en mano. ‘¡Uno a uno me los fumo!’ Dijo tan seguro, que todos enmudecimos. Richie y raBi sacaron sus navajas, pero el terror o quizás el cariño por la vida nos hizo dar dos zancadas para evitarlo. Era un tipo de unos cuarenta y cinco años completamente enajenado. No tenía nada que perder. A pesar del susto Richie y raBi cayeron en razón. Dejamos al tipo atrás y sin notarlo ya estábamos en la Basílica del Voto Nacional. ‘Cada vez más cerca de mi casa...’ pensé. ¡Pamplinas! Boliqueso quería entrar a la temida Calle del Bronx o como coloquialmente la conocíamos: la famosa ‘Ele’.
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Aventándose por una de las calles que colindaba con el Batallón de Reclutamiento del Ejército Nacional, Boliqueso no nos dio tiempo para decidir y en cambio advirtió que nos abriéramos las chaquetas para evitar suspicacias. Completamente desprotegidos, pero con amor por el peligro, todos le seguimos la corriente y nos dispersamos por la calle. Al caminar unos diez metros, vi una suerte de barricada que delimitaba la zona. Sin pensarlo avancé y justo cuando puse un pie adentro, dos guardias locales o ‘sayayines’, de quienes no recuerdo sus rostros, me apuntaron con un revólver en las costillas. ‘¿Para dónde va?’ Dijeron con voz carrasposa. ‘Solo quiero un porro’ atiné a responder con voz entrecortada. El recuerdo de mi familia y la adrenalina del momento me habían hecho despabilar. Tan pronto me dieron ‘vía libre’ para acceder, vi que el pitbull caminaba ‘como Pedro por su casa’. A lo lejos, Boliqueso, raBi, Tocino y Richie me observaban caminar perplejo entre sendas capas de basura apilada que generaban angustia. Yo no era capaz de mirar a nadie a los ojos. En ese momento nosotros éramos el ‘parche’ más ‘gomelo’ de la mítica ‘letra’. 
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Seres casi inertes deambulaban de un lado para el otro y varios toldos se entreveían entre cantidades exageradas de basura y miseria humana. Asustado, entré a una casa que tenía pintado un mural de Millonarios en su fachada. Adentro, el ambiente se asemejaba a Blade Runner o a cualquier otra película distópica. Unas diez máquinas tragamonedas eran la sensación para un grupo significativo de personas que apostaba con enjundia, mientras bebían whisky Old John por solo $2.500 pesos la botella (sí, a menos de un dólar estadounidense).
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Al salir, Tocino me hizo una seña y juntos caminamos hasta uno de los toldos. Debajo, una mujer sacaba dosis personales muy bien envueltas, de un contenedor de plástico azul, el cual combinaba con un sofá raído en el que cualquiera que le comprara podía sentarse para disfrutar de su adquisición. A Boliqueso lo veía tranquilo. Él era uno de los que estaba sentado en el sofá, fumándose un porro del tamaño de un habano. Mientras tanto y a lo lejos, el pitbull examinaba el territorio y le gruñía a los perros locales que tampoco tenían buen aspecto. Fastidiado, no aguanté más. Menos mal no era el único. Tocino y Richie también querían marcharse. A raBi le daba igual. 
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Sin más preámbulos iniciamos nuestra retirada. Boliqueso apagó el porro y sin objeciones también se nos unió. Afuera, de vuelta en la misma calle por la que entramos, un par de habitantes de calle nos rodearon para robarnos. Yo ya no tenía miedo, solo quería llegar a mi casa. Cruzamos algunos insultos y ‘nos paramos duro’ como decimos en Bogotá. Atrás los dejamos pero todavía nos faltaban varias cuadras para estar protegidos.
Eran las cuatro de la mañana. El frío demencial me había partido los labios. Caminamos entumecidos hasta un parque del Ciudad Berna y allí terminamos lo que nos quedaba. Han pasado nueve años desde eso. Con raBi, Tocino y Boliqueso seguimos siendo amigos y compartimos una que otra cerveza. De Richie y el pitbull no volví a saber más. Lo último fue que el perro se le escapó al día siguiente de que lo adoptó, y a los pocos meses él cayó preso en Brasil.
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margiralt · 11 months
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LA BUSCADORA DE AUSENCIAS.
CAPÍTULO 3. MARTES 13
Las lluvias no cesan. Es el cuarto día de este pequeño diluvio que ha transformado mi jardín en una pecera. Por momentos recuerdo a Jacques Custeaux, y frente a la ventana del parque, me parece ver entre el follaje, los árboles exuberantes, pasearse peces color naranja, tornasolados, peces como flores, invadiendo el jardín, vulnerando las leyes naturales de los mundos.
Porque debe haber un mundo sumergido. Donde sus habitantes solo puedan dar vueltas y boquear. Sin párpados, y obligados así a una visión constante y terriblemente absurda. Como todo lo que no cesa. Lo que no sufre de mínimas interrupciones.
Mi jardín fue diseñado por un jardinero llamado en el pueblo EL GALLEGO. Y fallecido hace tiempo ya.
Cuando lo conocí, buscando yo plantas en su vivero, encontré un aliado para desarrollar mi creatividad en algo que siempre había soñado: vivir rodeada de árboles y disfrutar de una vista cuya belleza no residía en su tamaño ni exquisitez, sino en la armonía y el verdor impudoroso.
Nunca me gustaron los paisajes domados. Los canteros de arreglos florales me hacer acordar a mi madre y sus malvones. Sus pensamientos que regaba y arreglaba con esmero que nunca destinó a ninguno de nosotros.
Ella amaba arreglar su casa. Ponía rejas andaluzas, había transformado nuestra casita bien ubicada en una zona residencial que distaba mucho de ser nuestro entorno natural, en una coqueta casa de Belgrano. Ella era como la casa. Bella, por fuera, y confusa y arbitraria, hasta deprimente, por dentro.
Ha parado de llover por un rato. Pero no es para ilusionarse. En el campo sabemos cuando la lluvia tiene intenciones de perdurar.
En mi casa gozo de grandes espacios. No tengo casi adornos. Eso también obedece a una reacción ante mis recuerdos de esa casita llena de objetos de porcelana, intocables. Platitos de Limoges. Copas de cristal de Bacarat. Un comedor con sillones franceses dorados a la hoja. Con telas de gobelinos.
Esa era la jungla traída de Inglaterra por mi abuela materna. Alicia, la marinera.
Cada detalle era para su hija, mi madre. Una casa de muñecas, como la de IBSEN.
Yo me sentía una chica de la calle. Vivía en la calle todo el día. Jugaba a que la calle cortada de Olazábal y Melián eran un mundo indómito, como el de Salgari, y yo un aventurero salvaje. Fuerte, capaz de soportar el aburrimiento de los domingos.
Odiaba esa casa de sillones con fundas y objetos mudos y quietos.
Las prótesis que mi mamá le ponía a las cosas para tolerar la vida, se me hacían insoportables.
Por eso siempre fui una callejera. Nómade, desde la muerte de mi padre.
Hoy es martes 13.
"No te cases ni te embarques. Ni te muedes a otra parte".
Este año el pueblo está pobre, arde de rabia y de tristeza. El agua obra como un soporífero que parece a propósito para apagar los ánimos.
La sequía del año pasado, primera que yo recuerde, en este mi pueblo, fértil lugar de la pampa húmeda, dejó grietas en el suelo del parque. Y el amarillo fue el color de desierto y la muerte de nuestro sustento. Un país agrícola ganadero. El granero del mundo.
Un país de gente violenta y asustada. Con memoria escasa y pasiones desatadas, por momentos.
Mi pueblo es un lugar donde nunca soñé estar antes.
Yo, nacida en pleno centro porteño. Odio la city y sus hombres de trajes lustrosos. El movimiento constante de sus pasos me recuerda al de las fieras. Siempre al acecho.
Acá amanece en mi pequeño reino.
Las lluvias parecen querer resarcir a la tierra de su hambre. El verde ya aburre. Cansa el gris de las lágrimas indiferentes de este cielo que no sabe de medias tintas.
Otro día y van cuatro.
Este año tendremos una cosecha récord.
Récord, recuerdos.
Estoy tratando de ejercer la memoria en un país con Alzheimer.
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devilsmarshhq · 1 year
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cada vecino es único, pero nadie se compara a reeves jolivette. se dicen tantas cosas de él/ella, pero lo que más impresionó al pueblo fue lo sucedido durante las entrevistas policiales por la desaparición de fernsby y brown...
¡poe, tu audición ha sido aceptada! muchas gracias por el interés mostrado y, por sobre todo, tu paciencia. cuentas con 24 hrs para enviarnos la cuenta de tu personaje, te enviamos un saludo enorme y necesitar cualquier cosa siempre puedes decirnos, ¡esperamos que te diviertas!
 ( .00 ) ooc
alias: poe.
zona horaria: gmt-3.
triggers: violencia sexual.
¿nos das permiso para utilizar a tu personaje en distintas actividades en caso de dar unfollow?: sí.
fc: timothée chalamet.
( .01 ) ic
                                                 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐒𝐀𝐑í𝐀 𝐃𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋’𝐒 𝐌𝐀𝐑𝐒𝐇, 𝟖:𝟎𝟎 𝐀𝐌.
el policía observa al ciudadanx que se encuentra frente suyo en esa habitación gris. el primer ítem que busca tachar de su lista es: “nombre completo”, y por eso dice las palabras en voz alta.
“jolivette, reeves.”
al alzar los ojos, suelta: “fecha de nacimiento.”
parpadea dos veces. la situación lo tiene un poco perplejo, por lo que responde casi de forma robótica. “once de enero de mil nueve noventa y siete.” veintiséis años.
acto seguido, se explica: “has sido citadx en la comisaría de devil’s marsh debido a la desaparición de los jóvenes brown y fernsbyl. pero, antes que nada, necesitamos contexto. ¿cuál es tu ocupación?”
eso no aclara sus dudas, sino que lo confunde más. ¿qué tiene que ver él con esa gente? pero concede… “mi familia tiene el deshuesadero. ¿en la zona norte? trabajo ahí, mañanas y tardes. algunas noches también.” basta con echarle una mirada para saber que viene de trabajar. cerró temprano para asistir a la entrevista, por lo que no tuvo tiempo de ducharse ni de cambiarse la ropa. alisa el cuello de su chaqueta en un intento por arreglar su apariencia, pero su mano engrasada sólo consigue ensuciar aún más la prenda. “es trabajo pesado, pero nunca te aburres.” cada jornada es distinta en el deshuesadero. las tareas a su cargo siempre están cambiando, y le gusta así. “desmontar piezas, repararlas, lidiar con los clientes, operar el camión… lo que haga falta hacer, lo hacemos.”
“¿cómo te describirías? o, ¿cómo te describirían los demás?
suelta aire por la boca, y con aquel respiro-risa deja ir cualquier tensión en sus músculos. ya empieza a sentirse cómodo, lo suficiente para enfrentar la mirada del policía con cierta insolencia. “es un lugar chico, oficial… ya sabe cómo la gente de aquí me describe.” es tanto lo que se dice sobre él y su familia. cree estar justificado en asumir que a muchos vecinos les pone los pelos de punta. después de todo, ¿cuántas veces ha visto a alguna madre tironear de las manos de sus hijos para cruzar la calle en su presencia? ¿cuántas veces escuchó una voz susurrar por los pasillos, ‘esa familia lleva adentro al diablo’? ¿cuántos intentaron rezar por ellos? algunos habitantes jurarían que se trata de una persona cruel y perversa, incluso los más escépticos no le guardan un particular cariño. sus clientes acostumbran hacer negocios rápido y marcharse, temerosos de que las malas energías que perciben en aquel cementerio de chatarra les sigan a casa. existen excepciones, por supuesto, en quienes ya saben tratar con su temperamento. es seco, sí, y un tanto huraño, pero por mero instinto de supervivencia. también puede ser carismático, cuando lo quiere. “un bicho raro. un lunático. ¿un brujo?… si me pregunta a mí, trabajo duro, cuido a mi familia y no me meto en los asuntos de nadie. cualidades de cualquier buen ciudadano, ¿no opina igual?” puede que esté distorsionando la verdad, aunque en su defensa, un verdadero lunático sería del todo honesto con la policía.
“¿y cuál es tu historia de vida?”
“no hay mucho que contar. nací aquí, me crié aquí. probablemente muera aquí.” se podría creer que lo dice con melancolía. quizá para muchos el desguace no sea un futuro al que aspirar, quizá opinarían que cometió un error al no seguir estudiando. pero él está contento con su vida. “me enamoré de los autos la primera vez que mis padres me llevaron al deshuesadero. tendría unos tres años.” como el oficial podrá imaginarse, continúa, no les costó convencerlo de aprender el oficio. nunca fue el más aplicado en la escuela, ni el más popular. los otros chicos lo rechazaban, aunque ahora supone que también debían tenerle miedo, porque siempre fue más pequeño y débil que el resto, y sin embargo, lo dejaban en paz. sin mucha vida social, pasaba sus tardes aprendiendo a arreglar coches hasta que fue lo suficientemente mayor para sacarlos a la carretera. esto lo lleva a divagar sobre su más preciada posesión: su camioneta, una chevrolet c10 que rescató del deshuesadero. y le cuenta cómo su anterior dueño la había dado por destruida sin posibilidad de reparación, y cómo él dedicó el siguiente verano a arreglarla, hasta que el oficial le pide que no se vaya por las ramas. “me fui de casa hace algunos años. actualmente rento un lugar cerca del boulevard. pequeño, pero bastante cómodo, y permiten mascotas…” de repente se queda callado. “lo siento, pero, ¿a dónde va todo esto? ¿debería exigir un abogado?”
“no te sientas nerviosx. estamos al final de la entrevista: ¿tenías relación con las familias de los desaparecidos?”
“vivimos en devil’s marsh. hasta ahí llega mi relación.” porque sí, es cierto que alguna vez le vendió una pieza al padre de fernsby. y se podría decir que en alguna ocasión atrapó a brown haciendo uso del deshuesadero para sus ventas ilegales, y que en el calor del momento lo amenazó con la escopeta de su padre para que no se le ocurriera volver a invadir su propiedad. pero la palabra 'relación’ sugiere un nivel mayor de familiaridad. “no,” aclara.
“bien, eso es todo.” y tras finalizar las preguntas de protocolo, el policía observa fijamente al ciudadanx. presiente que hay algo que el entrevistadx no está diciéndole. un secreto oscuro o no tanto, pero un secreto en fin, y si bien el oficial no siente más que cierta intuición, ese secreto es real y es…
removido.
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