#El espacio entre nosotros
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Ven, cuéntame de tu día.
Vení, te lo pido. Vení y quedate conmigo un ratito, en este pedacito de tiempo donde parece que el mundo no nos ve y todo se vuelve tan bonito. A veces, cuando te tengo cerca, siento que todo lo que llevo dentro empieza a calmarse, que las partes de mí que ni yo entiendo se ordenan solas, como si con tu presencia bastara para poner en paz cada rincón mío. No te pido mucho, solo que te sientes y me cuentes cómo te trató el día. Quiero saber qué cosas te hicieron sonreír y qué otras te pesaron, qué sentiste, que fue eso que quisiste decir pero que al final te lo guardaste y te dolió tanto.
A veces pienso que no sé cómo llegamos a este punto, en el que el simple hecho de verte y de tenerte acá, tan cerquita, me calma de una forma que ni siquiera puedo explicar. Y aunque hay un algo de tristeza que a veces me acompaña –esa melancolía de sentir que quizás esto es pasajero, que tal vez te vayas y me quede acá, solo, recordando triste el calor de este momento– cuando estás conmigo todo se disuelve un poco, como si el aire entre nosotros se volviera un refugio tan perfecto, de esos que no se encuentran dos veces, de esos que te hacen flotar en el cielo y pensar que el mundo, contigo, daña menos.
Vení, acercate, contame de vos, de esos pensamientos que te visitan en las noches y de ese cansancio que a veces ni el sueño te borra. No hace falta que encuentres las palabras, podés dejarte caer acá, en este espacio nuestro donde el silencio también es una forma de hablar, de decir lo que a veces no nos animamos. Este silencio no es vacío, es nuestro refugio, donde caben todas las palabras que no decimos, los suspiros que no soltamos, los sentimientos que no dejamos salir por miedo a que duelan un poco más.
Sabes que yo también suelo sentirme un poco triste, la tristeza es como una sombra que no se va del todo. Pero cuando estás acá, vos, justo vos, siento que todo tiene sentido, aunque sea un ratito. Porque en este rincón del mundo, en este momento que es solo nuestro, la tristeza nunca está en mí. Tenerte a mi lado siempre me hizo sentir feliz.
Así que ven, cuéntame de ti...
Denuczi
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primero de diciembre. sensibilizada totalmente. no sólo se termina el año, sino que se terminan muchas cosas: por lo pronto, se vendió mi casa. mi hogar, el espacio que yo había logrado construir. me sensibiliza por la cantidad de cosas vividas ahí, desde 2020. los cumpleaños, las juntadas, la cantidad de gente que vino y pasó por allí. los tatuajes que hice, los clientes que tuve, los alumnos...
me acuerdo mucho de nosotros dos juntos ahí. desde que me cortaste estuve poco en mi casa. sentía que era un espacio ajeno a mi, si ya no estabas vos. casualmente, empecé a vender cosas viejas. y casualmente la energía se movilizó para conseguir un comprador. cinco años sin que apareciera nadie y justo ahora aparece un candidato con ganas de comprarla.
efectivamente se lleva a cabo la entrega de las llaves este 10 de diciembre. me acuerdo lo ultimo que me dijiste cuando viniste a buscar tus cosas y dejarme: "me pone triste saber que nunca más voy a ver este lugar". vos ya sabias, no sólo que no ibamos a vernos nunca mas en la vida, sino que este lugar ya no te pertenecia. y a mí tampoco.
solo puedo recordarte con amor. sensibilidad a flor de piel cuando pienso en la cantidad de madrugadas que pasamos escuchando música, besándonos, hablando. viviendo fogosamente de nuestros cuerpos. yo te daba todo lo que soy. y vos a mi tambien y nunca tuvimos que fingir. nunca senti verguenza por lo que me gusta y por lo que soy con vos. y vos tampoco conmigo.
quizas te dolió al final, que haya roto el pacto implicito que habia entre nosotros. esa mirada juiciosa aparecio en mí. era insostenible verte con amor cuando solo me ofrecías destrato. no era maltrato, ni siquiera me tratabas. era no tenerme en cuenta para nada. actitudes contradictorias. abandono constante. ir y venir. lo de mi cumpleaños es algo que me sigue haciendo llorar. aunque vos digas que no me dejaste en mi cumpleaños, que no me hayas hablado por cinco dias y que me hayas pedido un tiempo ese mismo día sólo puede ser interpretado de una sola manera acá y en cualquier tiempo y espacio
con esa casa se va todo. oficialmente no queda ningun sitio para nosotros. solo mi memoria porque estoy segura de que en la tuya no hay lugar para mí. no lo hubo en vida, tampoco en imágenes. sueño con volver a las primeras veces que te ví. sueño con primeras veces con vos. sueños imposibles.
lo único que deseo con todas mis ansias es despertarme un día y sentir que vale la pena estar conmigo, que yo valgo la pena, y que todavía tengo posibilidad de experimentar el amor. porque, sinceramente, solo siento que se terminó el tiempo para mí.
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Cuatro años y mil cigarrillos después ya puedo reírme de esto, pero en ese entonces el dolor era demasiado real para dejarla morir en el limbo digital, así que bueno...
Sobre el amor que juramos sería para siempre y otros cuentos de los dieciocho:
Siempre me pregunto por dónde empezar cuando escribo estas cartas. Aunque esta vez es diferente, ¿verdad? Esta será la última vez que mis palabras intenten alcanzarte, y hay tanto por decir que siento que ninguna cantidad de ellas será suficiente.
Hay tantas cosas de las que me arrepiento...
Como no haber aprendido la receta de albóndigas de tu mamá. Ahora que lo pienso, nunca se la pedí realmente, solo me quedaba en la cocina viéndola cocinar, sentada en la barra mientras tú hacías tarea en la sala. O no haber intentado más con tu papá, creo que las únicas veces que crucé más de dos palabras con él fueron cuando me veía llegar y me preguntaba si quería cenar. Siempre le decía que no por pena, aunque me moría de hambre.
Me arrepiento de las peleas estúpidas, de los celos sin sentido, de cada portazo que di pensando que teníamos todo el tiempo del mundo para reconciliarnos.
Tu sudadera amarilla de North Face todavía está en algún lugar de mi closet. A veces, en noches particularmente solitarias, me pregunto si debería regresártela. Pero tiene tanto de nosotros impregnado en ella... el olor a sal de aquella escapada a la playa, cuando creímos ingenuamente que el bronceado no nos delataría ante mis padres. Las manchas de café de esas madrugadas estudiando, tú con tus libros de ingeniería, yo pretendiendo leer mientras te observaba concentrado, con tus rizos cayendo sobre la frente y ese ceño fruncido que tanto me gustaba besar hasta que sonreías.
¿Te acuerdas de la primera vez que viste la nieve? Fue durante ese viaje con mis padres, cuando aún te querían, cuando aún éramos ese "amor bonito" que todos aplaudían. Tus ojos brillaban como los de un niño, y por un momento, todos tus muros de chico rudo se derritieron junto con los copos en tu cabello.
Me escapé tantas veces por la ventana de mi habitación para verte... Como esa noche después de nuestra primera pelea, cuando apareciste afuera de mi casa y te quedaste ahí, parado en la calle a las tres de la mañana, con esas rosas rosadas (porque sabías que el rosa era mi color) y ese poema terrible que escribiste. Era malísimo, pero lo guardé hasta que se deshizo el papel de tanto doblarlo y desdoblarlo.
Tu carro fue nuestro primer universo privado. Me negaba a ir a hoteles (qué tonta era, tan preocupada por el qué dirán) así que convertimos ese Volkswagen viejo en nuestro refugio. Conocía cada crujido de los asientos, cada rayón en el tablero, cada canción de esa playlist que armamos juntos y que seguramente ya borraste. Luego llegó tu departamento, ese espacio diminuto que hicimos nuestro entre clases saltadas y mentiras a medias a mis padres. Aún recuerdo el sabor de los besos robados en la cocina, el sonido de tu risa haciendo eco en las paredes vacías, nuestros sueños esparcidos por cada rincón como si fuéramos a vivir para siempre.
Éramos un desastre, ¿sabes? Yo fumando a escondidas porque odiabas el olor a cigarro, y tú con tus cervezas oscuras y demasiado amargas que nunca aprendí a disfrutar. Dejé de fumar por ti, ¿te diste cuenta? Ahora fumo todo el tiempo. Como ahora, mientras escribo esto y el humo se mezcla con las palabras que no sé si alguna vez leerás.
Te burlabas de mi obsesión con el horóscopo, de cómo consultaba las estrellas buscando señales sobre nosotros. Tú, tan pragmático, tan anclado a la tierra; yo, siempre flotando entre nubes de fantasía. Y sin embargo, funcionábamos. O al menos eso creíamos. Tú con tu ética de trabajo inquebrantable, yo siendo la eterna niña de papá. Éramos tan diferentes y a la vez tan complementarios.
¿Sabes? Me aprendí los nombres de todos los personajes de ese anime que tanto amabas, aunque fingía no prestar atención. A veces me descubro tarareando el opening cuando estoy distraída, y por un segundo, vuelvo a estar en tu cama, viendo un episodio más mientras jugabas con mi cabello.
Las peleas eran intensas, por tus exnovias, por esos tipos que fingían no saber que llevábamos tres años juntos, por tonterías que ahora no recuerdo pero que entonces parecían el fin del mundo. Pero las reconciliaciones... las reconciliaciones hacían que todo valiera la pena. Éramos fuego, éramos tormenta, éramos todo o nada.
Este tatuaje en mi brazo izquierdo con tu fecha de nacimiento... a veces lo miro y sonrío, otras veces lo cubro. Es como nuestra historia: imborrable, pero ya no duele como antes. Es solo un recordatorio de que fuiste real, de que lo nuestro fue real.
No me arrepiento de los "te amo" que susurré contra tu piel, ni de los que grité en medio de nuestras peleas. No me arrepiento de los besos, de las caricias, de las promesas que en su momento fueron sinceras. Cada momento contigo me hizo quien soy ahora, incluso los que dolieron, especialmente los que dolieron.
Espero que sigas siendo ese trabajador incansable que admiraba. Que dejes de poner la ropa sucia sobre el tocador (aunque sé que nunca lo harás). Que encuentres a alguien que ame tus cervezas amargas y tu forma particular de ver el mundo. Que seas feliz, pero de verdad feliz, no como lo fuimos nosotros, que confundíamos la intensidad con la felicidad.
Y ahora que las palabras se me agotan y el cigarro se consume entre mis dedos, solo me queda decirte gracias. Por los sueños compartidos, por las lecciones aprendidas, por haberme amado como solo se ama a los dieciocho: sin medida, sin miedo, sin mañana.
Gracias por haber sido mi primer amor real, mi primera guerra, mi primera paz.
Y quizás en otra vida... quizás seamos más sabios. O quizás no. Quizás en otra vida también nos destruyamos, y eso también estaría bien.
Con todo lo que fuimos y lo que no pudimos ser;
V.
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Holograma.
Cuantas mentiras caben en el amor que me profesas, cuanta verdad existe en el engaño que dilatas, si ya no logras distinguir entre lo uno y lo otro, si ya te da lo mismo miel o mierda, si de tanto mezclar tus sofismas con la ambigüedad de lo poco que hay en ti de verás, crees que eres ese personaje inmaculado que nunca has sido ni serás. Dime cuanto de real tiene lo que me has inventado y cuanto de ficticio lo que hemos vivido, qué porcentaje de cordura guarda tanto sin sentido, dime en qué lugar de tu corazón me has dejado si ni siquiera en tus sueños tengo espacio, o será que me soñabas tanto que no te diste cuenta del agravio. Si lo que a mis oídos me contabas de tu historia, evocación desfigurada, recuerdos alterados, piezas falsas encajadas a la fuerza en el rompecabezas de tu memoria, en qué parte de nosotros, tú y yo éramos solo una alucinación, donde quedé yo dentro de este acertijo, en qué momento fue que perdí completamente la razón, cuando me volví la palabra sobrante de este crucigrama, otro objeto más en la escenografía de este melodrama, un extra en esta tragicomedia donde escribes artificios y maquillas el guion.
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El fenómeno del self insert ocurre cuando un usuario, consciente o inconscientemente, se refleja a sí mismo en su personaje. Es decir, el personaje que han creado no es una invención completamente ajena, sino una extensión de ellos mismos: sus gustos, experiencias, sentimientos y, a veces, hasta sus problemas personales. Si bien es normal que algunos aspectos de nuestra personalidad se filtren en los personajes que interpretamos, el self insert va más allá, porque la línea entre la vida real y la ficción se difumina al punto de que, cuando el personaje enfrenta dificultades, el usuario también lo siente de manera personal. Aunque es una técnica que algunos pueden disfrutar, es importante tener cuidado, ya que esta fusión entre creador y creación puede hacer que el rol pierda su esencia como espacio de ficción y creatividad, transformándose en una extensión de los propios conflictos emocionales.
El rol nació como un espacio de creatividad donde todos tenemos la oportunidad de desarrollar personajes y tejer historias junto a otros. Era un lugar donde, a través de la ficción, podías explorar situaciones imposibles o lejanas de la realidad, con el entendimiento de que eran sólo eso: personajes y ficción. Sin embargo, en los últimos tiempos, parece que la línea entre lo que somos en la vida real y lo que somos en nuestros personajes se ha ido difuminando. Cada vez más personas no sólo crean personajes, sino que los viven. De repente, lo que siente un personaje lo sienten ellos, y lo que vive ese personaje parece reflejarse en su propia vida.
Esto puede ser peligroso. ¿Por qué? Porque al no separar la ficción de la realidad, nos exponemos a emociones y conflictos que no nos pertenecen realmente. Las alegrías y penas de un personaje son parte de una narrativa, pero cuando empezamos a identificarnos tanto con ellos que sus problemas se sienten como nuestros, la experiencia del rol deja de ser una actividad creativa y comienza a impactar negativamente nuestra salud mental.
Es fácil caer en este hábito cuando vemos el rol como una vía de escape, pero cuando empezamos a vivir a través de nuestros personajes, las cosas se complican. No sólo se pierden los límites entre usuario y personaje, sino que las tramas también empiezan a enfocarse en la vida personal de quien está detrás del teclado, más que en la historia que se está contando. Se pierde esa magia de lo fantástico, incluso en contextos realistas, porque la historia deja de ser un ejercicio de creatividad y se transforma en un reflejo personal de lo que el usuario está viviendo o sintiendo.
¿De qué forma lo controlamos? Para empezar, es esencial recordar que el rol es un pasatiempo, no una representación de nuestras vidas. Es sano desconectar de los personajes cuando terminamos de escribir. Si ves que empiezas a vivir a través de tu personaje, quizás sea momento de tomar un respiro. Recuerda que está bien dejar que la creatividad fluya, pero no te olvides de ti mismo ni de lo que te rodea. Mantener esta separación no solo ayuda a disfrutar más del rol, sino que también protege tu salud emocional.
Cada uno de nosotros es responsable de poner límites. Si sientes que tu personaje empieza a convertirse en una extensión de tu persona, es hora de parar y reflexionar. Disfrutemos de lo que el rol nos ofrece: una plataforma para crear, imaginar, y jugar, sin perder de vista que, al final del día, nuestra vida y nuestra identidad están fuera de la pantalla.
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Cuantas personas hispanohablantes debe haber en activo buscando foro actualmente? Pongamos que 200 (siendo generosos).
Y de estas cuantas estan constantemente cambiando de foro, o peor creando foros y dejandolos, etc… Igual són unos 60/70 de esos 200 (siendo negativos).
El problema es que se les da chance una y otra vez. Aceptamos usuarios que la lían, vamos a foros que sabemos que la administración es de abandonar el barco.
Como puede ser que no haya calidad. Que digamos oh, ok la administracion de este foro nuevo se acaban de crear la cuenta de discord hace un mes y no sospechemos.
Te piden hasta el número de móvil para descargarte una app random y no somos capaces de pedir referencias…
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Como alguien que recientemente ha vuelto al mundo del rol después de más de un año fuera, quiero compartir mi perspectiva sobre los problemas actuales en este ámbito. Creo que estos desafíos tienen mucho que ver con una desconexión entre las expectativas modernas y la nostalgia de lo que el rol solía ser cuando muchos de nosotros teníamos entre 15 y 25 años y todo el tiempo del mundo a nuestra disposición.
Uno de los mayores problemas es la expectativa de que los foros deben durar años para ser considerados exitosos. Cualquier proyecto que dure menos de 6 a 9 meses es rápidamente etiquetado como un fracaso, y sus administradores, como irresponsables. Este pensamiento es tóxico y desalentador, porque ignora que los proyectos creativos tienen ciclos naturales. Es absurdo exigir que una ambientación sea sostenida como si fuese una carrera técnica o un trabajo a tiempo completo. Si un foro dura poco, no es un fracaso; es una experiencia que se disfrutó en su momento. Agradezcamos a quienes lo crearon por su esfuerzo, en lugar de castigarlos por no cumplir con nuestras expectativas.
Ligado a lo anterior, surge la pregunta: ¿por qué vemos los foros como propiedad exclusiva de sus administradores? A veces, quienes lideran un proyecto simplemente ya no quieren seguir adelante, y está bien. Pero, ¿por qué no permitir que los usuarios interesados lo continúen? Tal vez la administración quiera descansar o simplemente disfrutar del rol sin las tareas administrativas. Sin embargo, apenas bajan el ritmo, son blanco de ataques y críticas. Si los registros no se actualizan en una semana, la administración es tachada de “desastre”, se les persigue y se les insulta en redes sociales como Tumblr ¿Quién querría llevar un hobby bajo esa presión?
Existen foros con años de trayectoria que, paradójicamente, también enfrentan problemas para atraer a estas 200 personas activas en el mundo del rol. Se les critica por “grupismo” o porque es difícil integrarse en sus tramas establecidas. Sin embargo, si queremos foros duraderos, ¿por qué no invertir tiempo en ellos en lugar de saltar constantemente de proyecto en proyecto? La integración no es inmediata, pero igual que una administración necesita tiempo para construir un mundo, los usuarios necesitan tiempo para construir conexiones y tramas sólidas en esos espacios.
Otro gran problema del rol actual es cómo las redes sociales externas, especialmente Discord, alimentan el odio y el resentimiento entre usuarios. Las disputas no surgen en el rol en sí, sino de malentendidos en estas plataformas. Esto termina en cacerías de brujas que no solo dañan la reputación de los involucrados, sino que también asustan a nuevos usuarios y reducen aún más la población activa. Si queremos que el rol prospere, necesitamos aprender a perdonar, a dejar ir y a no dejarnos llevar por rumores. Apostaría que muchos conflictos podrían resolverse con comunicación clara y empatía.
El mundo del rol está lleno de potencial, no veo que vaya a morir pronto, que es un discursito que llevo escuchando desde ¿Cuándo? ¿El 2018? Ahí ya estábamos con que el rol iba a morir. Si queremos mantener vivo este hobby, necesitamos replantear nuestras expectativas y abandonar dinámicas tóxicas. Apreciemos los proyectos mientras duran, demos oportunidades a los foros consolidados y, sobre todo, dejemos de lado el odio y los prejuicios para fomentar una comunidad más abierta, creativa y saludable. Al final del día, todos estamos aquí por una razón: compartir historias y disfrutar del rol.
pd. Me faltó agregar que antes el rol se promocionaba por facebook o redes que ahora no tocamos, entonces era más fácil hacerlo conocido. Hoy en día alguien que no conoce del rol no tiene cómo enterarse de que existe. Se contradice con lo que dije de las redes sociales, pero no deja de ser un punto importante.
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Me has enseñado a vivir sin ti
Ha pasado el tiempo, el suficiente para hacerme comprender que nunca volverás, pero aun cuando mi mente ya no puede engañarse más, hay algo que todavía guarda la nítida imagen de lo que fuiste. Las ganas de llorar quizás nunca se irán del todo, por más que trate de soltar la tristeza que me ocasiona saber que has desaparecido en cuerpo más no en alma, por lo cual, tu ausencia imperceptible me seguirá hasta el último día de mi existencia.
A veces en medio del silencio, te pienso. Cuando la quietud habita a mi alrededor solo estás tú merodeando en los rincones de mi mente y creo que puedo encontrarte en medio de ese sentimiento que acallo aun después de tanto tiempo. Estas lágrimas no bastan para derretir el enorme dolor que acapara gran parte de mi pecho que ha ido sanando lentamente, aun no termino de comprender del todo cómo funciona la vida y la muerte, sin embargo, ahora entiendo lo difícil que es todavía dejarte ir a pesar de que te marchaste una noche.
La vida se volvió distinta, significa algo más que vivir como lo hacía antes de perderte; pareciera que puedo oírte hablar desde el fondo del alma con pequeños susurros que responden a la infinidad de preguntas que han surgido estos años de luto por ti. Tu muerte hace de mis días una enseñanza, me convierto en alguien más sabia sin quererlo, sin importar que todo lo que ahora haya sean las inmensas ganas de llorar. El mundo gira de manera que sea casi incompresible para los demás que viven ajenos a esta sensación, ellos no saben cuan pesada es la tristeza de aquellos que vemos partir a quienes amamos.
Siento que si digo tu nombre en voz alta arrancará pedazos de mi corazón, por eso mantengo este voto de silencio lo más que pueda hasta que un día pueda pronunciarlo sin la dificultad abrazando mi garganta.
Te he buscado en las estrellas, en todos los firmamentos que veo y en la nada que contiene un poco del todo, esperando divisarte en la inmensa distancia. Aún me pregunto en qué parte del cielo y la tierra te encuentras.
La casa se quedó con un fantasma que no puedo sentir del todo más que la sensación de que alguna vez habitaste aquellos espacios que hoy se reducen a meros recuerdos, recuerdos cuyos fragmentos se han llenado de una inexplicable nostalgia que invade el pasado.
Esta travesía que he caminado durante largos años me ha hecho más cercana de algún modo a algo que nunca creí que conocería, Dios. Un dios que desconocía que existía, que nació en medio del sufrimiento que conlleva decir adiós de forma absoluta.
Sigo sin oír la frase correcta que sirva de consuelo para este desasosiego en el que me encuentro hundida algunos días sean soleados o grises, haya lluvía o arcoiris resplandeciendo. En los momentos en que respiro el aire y me sé viva, comprendo la fuerza que he conseguido con el amor que enaltece tu memoria, nada es más indestructible que amar a alguien que ya no está presente.
Pero morir a tu lado ha sido una de las más grandes guerras, pienso que todos los que hemos soltado morimos en cierta forma; por dentro algo cambia sutilmente, hasta el punto de ser casi invisible, sólo cuando observamos lo suficiente notamos que hemos muerto a medias, como la estación que da paso a una nueva, quedan huellas a su paso como una señal de lo que éramos. Se llevan algo de nosotros que es imposible impedir que sea despojado, su amor que perdura entre la agonía de su despedida, en el último latido del corazón estamos unidos por algo más que la sangre que corre por nuestras venas.
Sí, hemos muerto, una muerte que nos hace seres humanos diferentes, nos hacen más humanos de lo que cualquier otra cosa podría hacerlo. Hay llantos que duran toda una vida, pero eso no nos detiene, caminamos hacia adelante.
Sobreviví, como sobreviven todos los que recorren el mismo sendero y recorrerán tarde o temprano, seguimos adelante, moviéndonos con el transcurrir de los meses.
Quisiera gritar lo fuerte que me has hecho, me has enseñado que existe Dios de la manera más humilde posible. Me enseñaste a vivir sin ti.
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1a. historia de Amor
El siempre estaba ahí. Nunca a mi lado, pero tampoco lejos. Era una presencia constante, la sombra que aprendí a ignorar hasta que su peso se volvió insoportable.
Lo encontraba en todas partes: frente a la puerta del salón, en los pasillos, entre los estantes de la biblioteca. No decía nada. No hacía ruido. Solo me miraba, con esos enormes ojos negros, que parecían buscar algo que nunca encontraban.
Al principio, su forma de estar me intrigaba. Había algo hipnótico en cómo se mantenía siempre cerca, sin invadir mi espacio. Si me movía, él iba conmigo también, guardando esa distancia exacta que le permitía observarme sin cruzar la línea imaginaria que algún día él mismo trazó. Era el tipo de atención que, al principio, me hacía sentir importante. Alguien veía algo en mí, algo que quizá yo misma no entendía del todo.
Con el tiempo, esa insistencia comenzó a pesar. ¿Por qué nunca decía nada? ¿Qué quería de mí? Cuando sus amigos se reían conmigo o me hablaban, él permanecía callado, como si no quisiera romper ese ritual invisible que había construido entre nosotros. Si yo le pedía que hiciera algo, como vestirse de cierto color o sentarse en un lugar, o lo que fuera, él lo hacía sin dudar, como si eso fuera lo único que lo acercara a mí. Obedecer mis más simples deseos.
Un día, no pude más. Lo llamé, lo llevé a una banca bajo los árboles junto al gimnasio y cuando finalmente tuve la oportunidad de confrontarlo, sentí que el aire se volvía más pesado. “¿Qué quieres?”, le pregunté. Su mirada, que tantas veces había estado fija en mis ojos, ahora se desviaba. No respondió. Me devolvió la pregunta: “¿Tú qué quieres?” Un poco altanero.
Yo no dudé. Lo tomé de las manos con fuerza: “Te quiero a ti. Me gustas. Podemos intentarlo.” El silencio que siguió fue peor que cualquier palabra que hubiera podido decirme. Un corte seco, como si sus ojos, que siempre habían dicho tanto, ahora se cerraran de golpe.
No respondió. No dijo nada. Solo dejó que mis palabras flotaran en el aire, pesadas, sin un lugar donde aterrizar. Me quedé ahí, esperando, como si su silencio pudiera cambiar de forma y convertirse en algo tangible, pero no ocurrió. Y comencé a llorar.
Al día siguiente, llegó con ella otra vez a mi puerta. Una chica de veterinaria que nunca había visto antes. Llevaba una bata blanca, salpicada de sangre, como si acabara de salir de un ritual ajeno al mundo que yo conocía. Caminaban juntos hacia mi salón, y él, como siempre, me miraba. Pero esta vez sostenía la mano de ella con una firmeza que parecía un acto de desafío, y sus ojos me buscaban como si quisiera asegurarse de que yo los veía.
Me quedé inmóvil, mirándolo, tratando de entender. ¿Era una respuesta? ¿Un rechazo? ¿Una forma de demostrarme algo que no podía poner en palabras? No lo sabía, y esa incertidumbre comenzó a carcomerme. Ella era todo lo opuesto a mí: tosca, con una fuerza que parecía tangible, y una presencia que contrastaba con mi manera más sutil de estar en el mundo.
A partir de ese día, se convirtió en una rutina. Siempre había una nueva chica, y siempre me miraba mientras estaba con ellas. Caminaban juntos, reían, y él seguía buscándome con la mirada. Nunca dejaba de hacerlo. Era como si quisiera que supiera que, a pesar de todo, seguía allí, atrapado entre esas relaciones que parecían una respuesta indirecta a lo que yo le había dicho.
Pero no decía nada. Jamás volvió a decir nada. Incluso su mejor amigo alguna vez me dijo: es loco enamorado mas loco que he visto. Refiriéndose a que nadie entendía porque si tanto me quería no estaba conmigo.
Con el tiempo, me di cuenta de que no era a mí a quien rechazaba, sino al amor mismo. Quizá nunca supo cómo amar sin miedo, cómo aceptar que alguien lo quisiera sin sentirse expuesto, vulnerable. Y yo, con cada mirada suya, con cada silencio, fui aprendiendo algo que no entendí en ese momento: que amar también significa saber cuándo dejar de esperar.
Yo era un libro abierto, ofreciéndole cada palabra de mi historia. Y él, una página en blanco, dejando que yo escribiera en su lugar.
Pasaron casi ochos y todavía afuera del metro volviendo del trabajo lo llegaba a ver. Me acompañaba hasta el transporte o se iba conmigo pero jamás hablo, ni dijo nada de lo que algún día pudo ser.
Cuando finalmente dejó de aparecer, sentí un vacío extraño, como si algo que había estado allí tanto tiempo hubiera dejado de existir. Pero no fue tristeza lo que sentí. Fue alivio. Su ausencia me enseñó lo que su presencia nunca pudo: que amar no es mirar, sino moverse; no es esperar, sino actuar.
Mi primera historia de amor no fue un romance, sino una lección. Y aunque nunca escuché las palabras que quería oír, entendí algo que jamás olvidaré: el amor que no se dice deja huellas, pero son como pasos en la arena: que el tiempo borra, dejando solo el recuerdo de que quizá alguna una vez si estuvieron allí.
Maria Manuela
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HELENA ALMEIDA & REBECCA SOLNIT
Tratamos el deseo como si fuera un problema que hay que resolver; nos centramos en aquello que deseamos y ponemos la atención en lo deseado y en cómo conseguirlo en lugar de en la naturaleza y la sensación del deseo, pero a menudo es la distancia que existe entre nosotros y el objeto de deseo lo que llena el espacio entre ambos con el azul del anhelo. A veces me pregunto si, con un ligero ajuste de la perspectiva, podríamos valorar el deseo como una sensación en sí misma, ya que es tan inherente a la condición humana como lo es el azul a la distancia si podemos contemplar la distancia sin querer recortarla, abrazar el anhelo igual que abrazamos la belleza de ese azul que no se puede poseer. Y es que, como sucede con el azul de la distancia, la consecución y la llegada solo trasladan ese anhelo, no lo satisfacen, igual que cuando llegas a las montañas a las que te dirigías estas han dejado de ser azules y el azul ha pasado a teñir las que se encuentran detrás. Aquí se encuadra el misterio de por qué las tragedias son más hermosas que las comedias y por qué algunas canciones e historias tristes nos provocan un inmenso placer. Siempre hay algo que está lejos.
_ Una guía sobre el arte de perderse, Rebecca Solnit. Capitán Swing. Traducción de Clara Ministral.
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FERIA INTERNACIONAL DE LIBRO TRUJILLO
"Los libros son una incomparable magia portátil" - Stephen King
La Feria Internacional del Libro de Trujillo, uno de los eventos culturales más esperados y significativos de la ciudad, ha regresado este año con renovado entusiasmo. Ubicada en el Jr. Pizarro, esta celebración literaria no solo ha deleitado a los numerosos visitantes con una amplia variedad de libros de todos los géneros, sino que también ha sido un espacio para la interacción entre escritores nacionales y el público ávido de literatura.
Durante el evento, los asistentes han tenido la oportunidad de explorar y adquirir obras literarias de renombradas editoriales y sellos independientes. Además, la presencia de escritores locales ha enriquecido la experiencia, permitiendo a los lectores conocer de primera mano las historias y motivaciones detrás de cada libro.
Los libros no solo son herramientas para el entretenimiento y el conocimiento, sino también portales que nos transportan a mundos desconocidos y nos invitan a reflexionar sobre la vida y la sociedad. Apoyar eventos como la Feria del Libro no solo promueve la cultura y la lectura, sino que también enriquece nuestro mundo interior y fortalece el tejido cultural de nuestra comunidad.
No te pierdas la oportunidad de sumergirte en este universo literario único. ¡Únete a nosotros en esta celebración de la literatura y descubre el poder transformador de los libros!
Redacción: Rojas Guerra Melissa & Tirado Quintana Ailyn
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Tal vez alguna historia desde la perspectiva del poseido sería genial. Me ha encantado tu última historia por cierto. Aunque estoy pensando en algo como, abuelo o tio posee a su sobrino o nieto para poder fumar, despues de que su medico se lo prohibió. O tal vez desde la perspectiva del poseido
Collar: una nueva oportunidad para el tío Víctor
Samuel POV
No se que es lo que planea mi tío en cuanto a querer robar mi vida, pero esto tiene que parar.
Todo comenzó hoy en la mañana cuando el tío Víctor vino de visita, a mi me gustaba ya que siempre que venia nos pasábamos un buen rato, digo después de todo solo nosotros 2 vivimos en esta ciudad, yo quería estudiar y mi carrera no estaba en mi pueblo natal, pero el tío Vic se ofreció a dejarme vivir con él ya que donde el vive si había esa carrera, yo acepte pero al cabo de 2 años decidí independizarme de mi tío, después de todo quería mi propio espacio y un poco de privacidad, pero igual nos seguíamos frecuentando y siempre era muy divertido, pese a que el tenía 39 y yo 22, el era como un joven, lleno de energía, entrenaba su cuerpo y con ánimos de salir a divertirse, por lo menos eso era hasta que hace 6 meses tuvo una enfermedad que atacó sus vías respiratorias y daño sus pulmones y ya no podría fumar o realizar actividades que lo agiten mucho, aunque el era un fumador bastante adicto al cigarro, veía que estaba logrando resistir, pero en varias ocasiones estuvo a nada de romper las indicaciones del doctor.
Hace una semana decidió ir con su amigo Juan, el decia que su amigo era un bebedor incontrolable y ahora solo tomaba en ocasiones muy especiales, pero luego de eso no lo había visto hasta hoy, que me regalo un collar en la mañana, luego hace tres horas llego a mi casa y me dijo que necesitaba mi cuerpo, solo para fumar un poco, no entendía a lo que se refería, pero luego me explico que el collar nos permitía poseer a alguien y que al entrar a otro cuerpo teníamos que estar desnudos, yo me negué ya que por mucho que apreciara a mi tío, creía que se había vuelto loco, pero me insistió en hacerlo, le propuse que mejor yo lo poseyera para evitar el cigarro pero solo le vi un poco pensativo y luego me respondió con un gran no.
Por un momento pensé que mentía, pero, al verlo tan seguro pensé en una idea de ayudarlo, le engañarla para que se desnude fingiendo aceptar y yo entraría en el, era simple ponerle el collar y entrar a toda velocidad, y así se estaba haciendo, me desnude, lo vi quitarse la camisa, luego el pantalón y antes de que se volvería ya completamente desnudo corrí a ponerle el collar, pero atrapó mis manos antes de que el collar pasara por sus ojos y me lo quito, por la impresión de que mi plan no salio me descuide y caí al piso y me aturdí un poco la caída, el quedándose con el collar, me dijo:
Victor: Sam, en verdad creíste que no me daría cuenta, logré ver tu reflejo en la tele, desde que te acercaba con el collar en la mano.
Samuel: tío, es que pensé en que podía ayudarte sin que entres en mi.
Victor: pero tu en mi si verdad, bueno veamos que te parece que ahora sea a fuerzas la toma de tu cuerpo y no una opción.
No me dio tiempo de hacer nada cuando ya tenia el collar en mi cuello y de pronto sentí una mano en mi espalda, comencé a perder el sentido del tacto y mi visión se esfumado, trataba de luchar pero no servía de nada, solo estaba desapareciendo hasta que mi visión regreso, y todos mis sentidos pero yo no tenía control de nada, estaba muy agitado, sudado y caliente, en eso mi vista voltea a mi entrepierna y podía ver como había semen por todo mi abdomen, en eso comenze a hablar pero no era yo quien decía lo que salía de mi boca.
Victor: Este cuerpo es una maravilla, no me había echo una paja así en años, y ahora tengo esto para divertirme por casi 8 meses, es una pena que Samuel se perderá 8 meses de su vida pero no pasa nada, cuando despierte le pondré al corriente de lo que hice con su cuerpo, o por lo menos de lo que deba saber jeje.
Quería decirle que se fuera de mi cuerpo pero mis palabras no podían ser escuchadas por el era como si yo no existiera y quizá así era, solo era un pasajero en mi cuerpo y mi tío estaba al mando.
Vic: Juan tenía razón, bueno su sobrino Daniel, estar en un nuevo cuerpo es genial, no comprendo porque una paja nos sella en los cuerpos hasta el siguiente eclipse lunar total pero a quien le importa, debo regresar el collar después de todo solo me lo presto.
Entonces mi tío se me fue a bañar en mi cuerpo y cada que podía se observaba y jugaba con mi pene, el asqueroso estaba usando mi cuerpo para darse auto placer mientras se bañaba, luego de eso, se vistió y salió a fuera, prendió un cigarrillo y comenzó a fumar, yo nunca había fumado, así que mi cuerpo comenzó a toser y mi tío solo decía que era cuestión de práctica antes de que mi cuerpo recibiera el humo como algo normal y sin problemas, después de todo la posesión era imposible de revertir hasta el eclipse.
Victor POV
Luego de no poder fumar y tener muchas limitaciones respiratorias un amigo se ofreció a ayudarme con mi problema, me platico que en realidad era el sobrino de mi amigo ocupando su cuerpo, me dijo que con un collar podía tomar el cuerpo de alguien más y poder vivir una vida normal, solo que necesitaba que alguien me diera permiso de ocupar su cuerpo y el me prestaría el collar.
Le dije que mi sobrino accedió, lo se no estuvo bien mentirle pero que más podía hacer, además de mi sobrino no tenía algún conocido de confianza que viviera solo, estuviera sano y pudiera llevar su vida sin tantas dificultades.
Mi sobrino estuvo a punto de tomar mi cuerpo en el último momento, había preparado todo para yo ser el y el por poco me toma, sabía que si lo encerraba en mi cuerpo se resistiría a fumar, pero no sabe lo difícil que es vivir con las secuelas de esa enfermedad, por eso me decidí a tomar su cuerpo a la fuerza si era necesario, no podía dejar que nadie se enterara, y menos hacerlo pasar por lo que yo paso a diario, lo se, soy débil y esa no era la manera, pero el sobrino de Juan me dijo, que Juan tomó su cuerpo unos minutos y no recordaba nada, así que si tomaba el cuerpo de mi sobrino para el sería un abrir y cerrar de ojos.
Luego de ponerle el collar, me apresure y entre en el, sentía como me envolvía una cálida sensación de calma y perdí mis sentidos, al abrir mis nuevos ojos mis sentidos volvieron, me apresure a masturbarme para hacer esto algo temporalmente irreversible, tome su polla y se puso dura como roca, era una paja increíble, su pene era más grande que el mío, estuve bombeando hasta soltar su semilla por mi nuevo abdomen y al terminar tome una ducha pero no me resistí y lo hice de nuevo, al terminar de ducharme me vestí, no lo negaré, no puedo dejar de ver mi nuevo cuerpo.
Luego salí a fumar, su cuerpo no acepto el cigarrillo, es normal yo también batalle la primera vez, pero se resolverá a fin de cuentas era cuestión de práctica antes de que mi nuevo cuerpo reciba el humo como algo normal y sin problemas.
Volví a entrar a la casa de mi sobrino y mi teléfono recibió una llamado, era "Juan", bueno su sobrino me preguntó si ya había terminado con el collar y que lo quería para guardarlo en un lugar seguro donde no se perdiera y se proteja hasta que lo necesitemos, así que me subí a mi carro y tome el collar, lo puse en un caja que coloque arriba del carro en lo que lo abría, pero una mano lo tomó, era el tonto vecino de mi sobrino y un compañero de su universidad, venían a invitarme a una tarde con ellos en su piscina, dije que no para evitar problemas con lo de entregar el collar, le pedí el collar pero su vecino se lo puso porque según el era que se veía muy lujoso y quería ver como se le veía, y su compañero le iba a dar una palmada en la espalda pero solo pude ver como su brazo y todo su cuerpo se comenzaba a hundir en el cuerpo del torpe vecino y su bañador que era lo único que tenía puesto recorría por sus piernas, luego sus pies y finalmente caían al piso luego ser absorbido o fusionado con su amigo, la verdad no se bien como funcione esto, pero solo sabia que acababa de ocasionar un gran problema mientras el cuerpo de mi nuevo vecino tenía un ligero espasmo y me volteaba a ver con los ojos llenos de incertidumbre, claramente no era el dueño del cuerpo quien estaba mirándome.
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Hoy quisiera pedirte perdón, por todo el espacio que deje que creciera entre nosotros.
Por las cosas que no te dije y preferí guardar para mi. Por las veces que salí sin ti, no sabes cuando quisiera que ahora no dejarás de estar a mi lado.
Perdón por las veces que no quise hablar, ahora solo quiero escuchar tu voz una vez más.
Perdón por los lugares que no conocimos, pensé que tendríamos toda una vida para recorrerlos.
Perdón por las caricias que no te di, siempre pensé que estarías a mi lado.
Perdón por el amor que me faltó darte, debí demostrarte que mi vida eras tú.
Perdón por los mensajes que no te mande, por los te extraño que me guarde, por los te amo que nunca dije.
Perdón por las cartas que no te di, los besos que aplace y esa despedida donde no te abrace lo suficiente porque pensé que te volvería a ver.
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¿Lo sabías? Una canción puede provocar entre nosotros un momento. Pero, si me das una simple flor, despertarás en mi un sueño. El árbol comienza un bosque, y en él, los pájaros anunciaran la primavera. Pero, riendo comenzaremos una amistad, y un apretón de manos nos unirá el alma. Una estrella puede dirigir un barco en el mar, pero, tu palabra puede enmarcar un objetivo. El voto puede llegar a cambiar una nación, pero, tu rayo de sol alumbrará siempre mi espacio. Una vela prendida, borra la oscuridad, pero tu risa conquistará la penumbra. Con un paso comenzaras cada viaje, y cada rezo, con una palabra. Una caricia puede mostrar, que te preocupas. Y tu voz hablará con sabiduría. El corazón sabe cuándo el amor es verdadero, y no hay nadie que lo contradiga.
(Almatriste)
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Cartas que lloran:
He vuelto aquí para escribir sobre ti. Apenas te he visto, y cuando me encuentro contigo, te noto distraído, distante, un contrapunto a tu forma de ser enérgica y agitada. Pareces preocupado, aprensivo por algo.
Capto tus señales mirándote de reojo, leyendo tus gestos lentamente, con el habitual temor a invadir tu espacio. Porque actuamos así entre nosotros, como si cada uno tuviera un espacio inaccesible para el otro.
Lo jodido es que acercamos constantemente nuestros espacios, en un coqueteo natural que fluye entre lo espontáneo y lo ensayado. Nunca podemos avanzar. Hay algún acuerdo, un contrato silencioso que nos impide avanzar...
Podemos preocuparnos el uno por el otro, desahogarnos, flirtear, reirnos, quejarnos e incluso analizar la carta astral del otro, pero no se nos permite mostrar ningún sentimiento.
Es un ímpetu reprimido, velado, que se nos escapa a través de las miradas pero que llena el ambiente en el que estamos. La energía, la química, se hace palpable, se cuela en el aire, nadie se reprime. Al contrario, la gente se da cuenta, comenta, pregunta. Una pequeña sonrisa en la comisura de los labios, un brillo en los ojos, la emoción estampada en tu rostro cuando me cuentas algo trivial, la sinergia que intercambiamos al charlar de nimiedades en los cortos espacios de tiempo en los que nos encontramos.
Este ciclo se repite semana tras semana, desde que descubrí tu nombre. En medio de una charla casual, lo pronuncié accidentalmente delante de todos y me di cuenta de tu extrañeza, ya que no necesitabas presentarte formalmente.
Desde entonces, has mostrado cierta confianza, te has vuelto cada vez más íntimo, conversación tras conversación, broma tras broma, charla tras charla.
Confieso que al principio estaba encantada, me concentraba en cada palabra que salía de ti, no podía apartar la mirada. Hablabas y hablabas, y mis ojos recorrían tu rostro como los agudos ojos de un crítico analizando una obra de arte. Te dabas cuenta y te gustaba, veía los pensamientos que se escapaban de tu cabeza. A veces te veía embotado, te veía sonrojarte, apartar la mirada, tragarte tus palabras. Mientras tanto, yo me podaba, intentaba no mostrarlo tanto, sin embargo ya se me notaba. La gente empezó a relacionarme contigo, hasta el punto de que me preguntaban dónde estabas cuando me veían sola.
Y yo no lo sabía, no lo sé. Ese no es el tipo de relación que tenemos. Al vernos juntos, notan la intimidad, el aprecio, la química. Esto se ha vuelto dinámico, se ha convertido en un hábito, se ha vuelto cotidiano. El otro día alguien comentó que éramos un buen "equipo". Yo estaba confusa sobre lo que eso significaba, pero tú estabas más preocupado por lo que significaba sobre ti. Llegados a este punto, ya no tengo argumentos para defenderme, no puedo fingir que no me gustas, que no alimento esta narrativa tópica y anticuada de romance platónico unilateral.
No puedo esconderme de la sugestiva problemática que provoca nuestro baile silencioso. Quería definirlo como un baile, porque así es como lo siento. Algunos días damos pasos hacia adelante, luego pasos hacia atrás. Nuestros intercambios tienen una cadencia casi musical, nuestro contacto crea una melodía silenciosa pero armónica que me deja suspendida en el aire. Esta gestión nos mueve según el sentimiento, como si los acordes produjeran, día tras día, pasos rítmicos en una pista de baile, donde no hay nadie más que nosotros dos. Como sospechaba, algo está pasando en tu vida, me diste indicios de cambios, pistas de lo que podría pasar a partir de ahora.
Como un buen equipo, ensayábamos pasos repetidos, casi sincronizados, y con tal armonía, que parecía que lo hacíamos todo a imagen y semejanza. En un momento dado, nuestras manos se tocaron, pero a diferencia de antes, no repelimos el contacto, ya habíamos superado esa fase. Seguimos ensayando. Con lo que no contábamos era con que alguien lo viera y, como le parecía gracioso, lo filmara: "Mira en ese momento, parecía que os estabais cogiendo de la mano". Vi la desesperación en tu cara. Parece que pronunció las palabras que nunca podrían decirse. Nos llamaron la atención. No es que sea la primera vez, pero cada vez que pasa algo así, es un recordatorio. No para mí, pero se siente como si retrocedieras dos pasos, te alejaras un poco más.
No sé cuál es ese sentimiento que reprimes, pero sé que nos bastó con no mirarnos más ese día. Confieso que a mí también me dio vergüenza, después de todo, ¿cómo podría alguien suponer o siquiera insinuar alguna relación romántica entre nosotros? Cada uno ocupamos nuestro espacio, esforzándonos por no invadir el del otro. Pero, ¿cómo lidiar con ese instinto casi salvaje de acurrucarme en su espacio y ver por fin sus ojos de cerca? A pesar de mantener una distancia necesaria, mi deseo siempre ha sido estar en el centro de tu universo, en algún lugar tan cercano que fuera posible rozar mis pestañas con las tuyas. Cómo desearía que fuera posible derribar las barreras que nos separan acabar de una vez por todas con las vallas que nos aprisionan a cada uno en su rincón.
Después de esto, como un acto final que anuncia el final de un espectáculo, aún sin mirarme a los ojos, me revelas el motivo de tu aprehensión: No sabes la próxima vez que nos veremos. Tus horarios han cambiado, y esta vez, en lugar de un adiós, nos despedimos, en medio de una mezcla de sensaciones que me deja confusa, sin una reacción lógica. Te vi darte la espalda y marcharte, y sólo me quedó la colección de palabras encajadas, frases sueltas, párrafos programados y todo ese texto torpe al que me esforcé en dar vida para intentar expresar mínimamente esta relación, se que tienes que llegar más lejos, pero nunca me preguntaste si yo quería ir contigo.
Seguen ¸ . ★ ° :. :. . ¸ . ● ¸ ° ¸. * ● ¸ °☆
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Esta es la respuesta al mensaje que hemos publicado antes, aquí les hablamos un poco de nosotros, sabemos que quizá suene utópico lo que estamos diciendo, pero es nuestra realidad, una que hemos trabajado durante años, porque no ha sido facil llegar aquí, con orgullo observamos hacía atrás, nuestros errores y fracasos, estamos felices de estar aquí, disfrutando verdaderamente del rol.
Nosotros también hemos tenido momentos increíbles en este viaje. Somos un grupo grande, mucho más de lo que podrían imaginar, y a lo largo de los años nuestro pequeño círculo de amigos ha crecido tanto que ya no somos solo roleros. Nos hemos convertido en una verdadera familia, y ahora nos encontramos compartiendo nuestras vidas más allá de las pantallas, riéndonos de las cosas del trabajo, de los memes que reflejan la realidad de nuestros países y, por supuesto, seguimos roleando como el primer día.
Amamos el rol, y esa es una de las razones por las que seguimos aquí y también por la que creamos este tumblr. Todavía nos emocionamos con nuestras tramas, seguimos riendo como adolescentes de las travesuras en nuestras historias y disfrutamos de enlazar a nuestros personajes, creando historias que a veces parecen cobrar vida propia. Hablamos de ellos como si fueran personas reales, compartiendo momentos divertidos y discutiendo sus decisiones como si fueran amigos lejanos a los que observamos desde fuera.
Lo más curioso es cómo hemos aprendido a separar a nuestros personajes de nosotros mismos. Aunque los hemos creado y moldeado, los tratamos como si fueran entidades independientes. No es raro escucharnos decir: '¿Viste lo que hizo X personaje?' y reírnos como si estuviéramos hablando de alguien más, cuando en realidad es nuestro propio personaje o el de un amigo.
Aunque no siempre roleamos juntos, lo hacemos con el mismo entusiasmo y dedicación. Nos esforzamos por terminar temas rápidamente, pensamos en las emociones, miedos y alegrías de nuestros personajes, disfrutamos viendo cómo crecen, ya sea en un foro de fantasía o en una trama universitaria, porque sí, también hemos vivido esa experiencia. E incluso, hemos pasado por la funa por ser activos o por estar siempre conectados. Y es que muchos no comprenden que existimos roler que realmente estamos en los foros para rolear y si hay tiempo libre, perfecto ¡A rolear!
Para nosotros, el rol es una forma maravillosa de canalizar nuestra inspiración, de escapar de la rutina diaria y de vivir experiencias que quizás nunca tendríamos en la vida real y cuando el drama en los foros comienza a ser demasiado y se desdibuja la línea entre el off y el on, simplemente nos despedimos, tomamos nuestros personajes y buscamos nuevos espacios. La salud mental es lo primero, y no vale la pena quedarse en un lugar que ya no aporta alegría.
Aquí somos muchos, todos adultos. Nuestro miembro más experimentado está por encima de los cuarenta, y aunque rolea menos en los foros, sigue siendo parte importante de nuestro grupo, ayudándonos a ver más allá de lo que significa ser roler, porque el rol no se limita a los foros de foroactivo, hay todo un universo donde podemos seguir creando y disfrutando.
Así que sí, amamos el rol y todo lo que nos ha dado. Seguimos aquí, aportando y disfrutando, porque para los malos ratos o los problemas, ya tenemos nuestra vida fuera de las pantallas. Y como adultos, sabemos que no estamos exentos de dramas, pero cuando se trata de rol, lo que buscamos es divertirnos y crear juntos.
El rol nos permite crear, disfrutar y vivir una fantasía lejos de nuestra propia realidad, y eso es fantástico. Tiene tantas cosas buenas que deseamos que cada persona que se haya sentido decepcionada de esta comunidad le dé una nueva oportunidad. De verdad, hay espacios seguros, gente maravillosa y rolers que aún desean escribir. Aquí somos varios, y siempre estamos en algún foro, dispuestos a darle rol a todo el mundo.
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La jaula se ha vuelto pantalla: los efectos de la hipercomunicación en nuestras relaciones interpersonales
Vivimos en una era digital donde nos vemos bombardeados de información constantemente, no sólo con la inmensa cantidad de información e imágenes que vemos día a día mientras revisamos las redes durante horas, también cuando nos levantamos y lo primero que vemos en el celular es la pantalla repleta de notificaciones interminables que, seamos sinceros, ni siquiera leemos, no sabemos lo que dicen ni la mitad de ellas, ¿todo esto resuena contigo?
Ahora, ¿te has percatado de cómo esto puede afectar a un nivel tanto personal como interpersonal?, tal vez ha pasado que nos llega una notificación de nuestra bestie diciendo que le pasemos las instrucciones de una tarea y decidimos “contestar después” para que al final la desesperada solicitud de ayuda por parte de nuestra amiga quede totalmente ignorada porque “se nos olvidó contestar”, o simplemente la eliminamos por accidente al querer deshacernos de todas esas notificaciones de Pinterest recomendando miles de tableros y alagando nuestro buen gusto en memes, o tal vez, simplemente no teníamos la energía suficiente para contestar por pasar tanto tiempo viendo videos de TikTok tumbados en nuestro lugar cómodo favorito y terminamos recordando lo miserable que es la vida después de que nuestro crush consiguió una pareja, que por cierto descubrimos tras stalkearle en Instagram con la cuenta chilaquilesconsalsa05 por la desesperación de saber qué está haciendo.
Pues bueno, todo esto y más podría explicarse un poquito (mucho) con este concepto llamado hipercomunicación. Pero primero…
¿Qué es hipercomunicación?
Puede entenderse como hipercomunicación a la abundante cantidad de información que intercambiamos en tiempo real a través de distintas plataformas digitales, por ejemplo, las redes sociales. Cada vez que recibimos una notificación, ya sea un mensaje o una actualización, estamos siendo bombardeados por pequeños fragmentos de información. Nos hemos acostumbrado tanto a enviar y recibir mensajes casi instantáneamente que nuestra expectativa sobre la velocidad y la frecuencia con la que nos comunicamos se eleva, generando una serie de desafíos para la calidad de nuestras interacciones.
La hipercomunicación tiene algunas ventajas como una mejor conectividad entre unos individuos y otros gracias al constante intercambio de información, además de que recibimos información de forma inmediata, sin embargo, esto también puede traernos a algunos efectos negativos: como la superficialidad en nuestras relaciones, un ejemplo claro de esto son las llamadas “small talks”: simples conversaciones cortas sobre algún interés en común que no llevan a nada más que al punto directamente, sin profundizar en la vida del uno y el otro ni generando una relación más estrecha, esas simples “charlas” de dos mensajes que se tienen cuando alguien responde a una historia y le damos “me gusta” al último mensaje para no vernos tan groseros. La falta de tiempo para procesar adecuadamente lo que decimos y recibimos puede convertir las relaciones en algo superficial, donde la cantidad de interacciones prevalece sobre la calidad de estas.
La hipercomunicación también puede llevar a que la línea entre lo público y privado se vea difuminada, casi imperceptible, ligado con la superficialidad, pues las relaciones más cercanas necesitan de un espacio donde se pueda generar cierta intimidad, momentos de unión, de los cuales se carece, lo cual puede causar inseguridad y ansiedad ya que las personas sienten la necesidad de estar disponibles en todo momento, incluso cuando necesitan espacio personal, lo cual también puede llevar a estrés y agotamiento emocional al intentar estar disponible para todo y todos menos nosotros mismos. Es como una cosa llevara a la otra, y todo lleva al agotamiento emocional y personal, entonces deja de ser una práctica sana y se vuelve una desconexión de absolutamente todo, incluso de las personas que más nos importan.
Probablemente te has sentido identificado con algo de esto, así que aquí te decimos unos cuantos consejos para mitigar los efectos negativos de la hipercomunicación, cosa a la que nos vemos sometidos inconscientemente:
Establecer límites de tiempo: Hay que aprender a establecer limites en todo, pero en este caso, sobre el tiempo que tenemos para estar comunicados con los demás y, más importante, el tiempo que necesitamos para nosotros mismos. Establecer tiempos específicos para revisar mensajes o redes puede ayudarnos a gestionar mejor nuestras interacciones. Tomate un café y escribe un poco en tu diario, descansa de las pantallas para que la próxima vez podamos brindarle nuestra ayuda amablemente a nuestra amiga.
Fomentar la comunicación cara a cara: Yo sé que a veces es complicado enfrentarse a la gente y hablarles a la cara, no digo que se tiene que hacer todo el tiempo y en todo momento, pero ¿si o no es mejor ver sonreír a tu amiga en lugar de solo leer eso inexpresivos “jajaja” o ese emoji que no sabes si en serio o no?
Practicar la escucha activa: A veces nos perdemos en una conversación, no te culpo, a veces tenemos muchas cosas en la cabeza, pero hoy en día puede ser complicado organizar una salida con esa amiga, familiar o conocido que apreciamos tanto, incluso si se quiere pasar de desconocidos a algo más, siempre es importante mantener una escucha activa y dar paso al diálogo profundo, no le tengas miedo, no muerde.
Desactivar las notificaciones: Seamos sinceros ¿cuántas de todas esas notificaciones que recibimos día a día nos interesan realmente?, evita agotarte con información innecesaria y desactiva las notificaciones de Pinterest, a menos que recibas mensajes por ahí, pero vamos, nadie habla a través de él realmente.
Recuerda que no siempre es algo negativo, la hipercomunicación es un fenómeno social real y que está pasando ahora mismo, saber de él, qué es y cómo gestionarlo, puede ayudarnos a evitar ser esclavos de las redes o nosotros mimos. Llama a tu madre, sal a pasear a tu perro o pídele el número a ese chavo tan lindo, o no lo hagas, pero recuerda que la vida sigue más allá de una pantalla.
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