#Convincente
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henry-spinoff · 1 year ago
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Marvel busca salvar su franquicia con los Avengers originales y un nuevo villano
La maquinaria Marvel lleva años atascada. La sobresaturación de producciones, especialmente para televisión, ha llevado a que el público se sienta cansado de la franquicia. En un intento de remontar el vuelo, Marvel está considerando traer de vuelta a los Avengers originales, lo que implicaría regresar a la mayoría de actores cuyos personajes están muertos, desaparecidos o retirados. El problema…
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crazycanelita · 2 years ago
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A veces decido no dar pelea y trato de convencerme de que fue la mejor opción
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bocadosdefilosofia · 6 months ago
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«Porque es muy importante para la persuasión —sobre todo en las deliberaciones y, después, en los procesos judiciales— el modo como se presente el orador y el que se pueda suponer que él está en una actitud respecto de los <oyentes>, así como, en lo que se refiere a éstos, el que se logre también ellos estén en una determinada actitud <ante el orador>; en todo caso, para las deliberaciones es más útil la manera como se presente el orador y, para los procesos judiciales, la actitud en que se halle el auditorio. Pues las cosas no son, desde luego, iguales para el que siente amistad, que para el que experimenta odio, ni para el que está airado que para el que tiene calma, sino que o son por completo distintas o bien difieren en magnitud. Y, así, mientras que el que siente amistad <considera que> el juicio que debe emitir es de inocencia total o de poca culpabilidad, al que experimenta odio <le sucede> lo contrario; y lo mismo, si lo que va a ocurrir es placentero, el que lo desea y espera le parece que ello sucederá y que será un bien, mientras que al insensible y el malhumorado <le pasa> lo contrario.»
Aristóteles: Retórica. Editorial Gredos, págs. 308-309. Madrid, 1990.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
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azover · 1 year ago
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quiero hacer un cosplay de transmasc miku y grabar mi imitacion (recontra editada obvio) antes de comenzar T, y ver como va la transición como mikuO supongo kasjdfjaksdh
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malkaviian · 2 years ago
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also, aunque intentaba camuflarlo lo mejor posible, golden absolutamente no se comportó normal el resto del embarazo de fox cuando se enteró de que el bebé era suyo lmao
#incluso cuando tuvo en teoría tiempo de prepararse para la noticia(? unos meses al menos#ya que hicieron los tests de paternidad cuando tenía 5 meses. él se enteró a principios del tercero. so; dos meses#quizás no es suficiente para dimensionar la situación but¿ igual siempre pensó que podía ser suyo; sólo que intentaba convencerse de que no#por sí mismo más que nada lmao porque las consecuencias podían ser horribles y no sólo por lo legal kasndjsan#incluso si guardaban silencio; su familia (y todo el que supiera) iba a reaccionar horrible. joy especialmente sentiría que la traicionó:c#y lo verían tan mal (especialmente su abuelo) que no podría volver a mostrar la cara de la vergüenza. pero bueno#siento que mandaron a freddy a darle la noticia de que ninguno de ellos dio positivo y lo que significaba porque es el más serio#e iba a saber cómo decirlo de la mejor manera. pero igual fue medio forro y le dijo cuando lo agarró solo 'felicidades padre' jsdfnksnf#así con un tono re feliz y sarcástico(? él como 'eh?' a lo que sólo contestó 'ni bonnie; fred o yo somos los padres. sacá tus conclusiones'#el ataque de ansiedad que tuvo fue tan grande que se podría haber muerto de un paro cardíaco 👌 y durante la siguiente semana no pudo comer#tenía el estómago cerrado; y si se forzaba todo le caía mal y lo vomitaba (lo cual le dio recuerdos no muy agradables de su infancia rip)#luego cuando se le 'pasó' la ansiedad fue cuando se comenzó a portar raro en su trabajo; especialmente con fox#tipo; él y bon sentían la obligación de cuidarlo porque estaba en un estado muy frágil#incluso cuando lo único que les pidieron (más que nada el personal de medicina) fue controlar que específicamente no se metiera en peleas#pero golden parecía un interruptor on/off con el hecho de 'cuidarlo'. a veces lo ignoraba totalmente y otras veces lo sobreprotegía#lo cual era curioso porque no se solía comportar así; siempre se mantuvo 'normal' sin involucrarse tanto pero tampoco ignorando#o bueno; esa era la imagen que daba; que a veces le costaba. pero ahora se iba para los dos extremos de un día para el otro#y nunca se inventó una excusa convincente porque tampoco sabía cómo justificarlo#así que se inventó que estaba teniendo problemas personales y que la situación le traía 'recuerdos de los que no quería hablar' y fin#además de decirle a bon que no sabía cómo lidiar con la situación porque 'era rara'; bon no indagó más y lo tomó como algo válido#diciéndole que él tampoco estaba muy seguro de cómo lidiar con ello y que también le parecía raro kdnfjkndsj#lo que le pasaba es que tenía mucho conflicto:c por una parte no quería ni verlo porque no quería encariñarse con el bebé#(que supuestamente no lo hacía y en esos momentos se convencía de eso; aunque fuera una mentira¿)#y por el otro lado cuando lo sobreprotegía era porque pensaba que iba a ser la única oportunidad en la que iba a estar tan cerca de su hijo#y después de eso quizás nunca más iba a saber nada de él. así que tenía que aprovechar aunque ni hubiera nacido#además de tener mucha culpa en general. al ver que fox no estaba para nada contento con el embarazo se sentía muy culpable#no debería haberse metido con prisioneros siendo que es un carcelero sólo porque le daban el tipo de atención que necesitaba pero lo hizo#y ahí estaban las consecuencias. pero ya no podía hacer nada#esto quedó larguísimo y espero que tumblr no me corte los tags así que lo termino acá#au talk
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saucetail-hasanewblog · 2 years ago
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meu traço mais tóxico é querer que todos os meus personagens tenham sotaques
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mancano-le-parole · 1 month ago
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Come ha fatto Arthur Pendragon
a diventare da così
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a così?
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peaceeandcoolestvibes · 7 months ago
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💀💀
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orsopetomane · 1 year ago
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La Ministra Calderone: "Dobbiamo lavorare perché i lavoratori trovino un lavoro".
Se per fare il ministro è sufficiente sparare un po' di cazzate pur non sapendo un accidente di economia, allora mi candido: a sparar cazzate sono molto più bravo io.
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silver-brigde · 1 year ago
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oh God...
i just realized
with the whole flesh thing the absolutesolver does i'm starting to think the stuff about saliva and hormones is more then just a passing joke
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sunshyni · 2 months ago
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Brigadeiro | Kim Mingyu
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Kim Mingyu × Fem!Reader | Fluff | Sugestivo (?) | Casamento arranjado (?) mas eles não sabem ainda que se amam | WC: 1k
Notinha da Sun: DEUSSS EU QUERO UM HOMEM 😭
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Você desceu as escadas de casa em direção à cozinha. Mingyu não estava na cama com você, não que vocês dormissem agarrados ou algo do tipo; dormiam um de costas para o outro, e dificilmente se davam boa-noite, exceto quando você estava lendo e ele queria dormir. A verdade é que viviam um casamento arranjado, forçado por seus pais, donos de grandes conglomerados, fosse da tecnologia, fosse da hotelaria. Depois de uma partida de golfe em que os homens jogavam e as mulheres fofocavam — uma atribuição de papéis clássica e não só do mundo da elite, o que você achava estúpido — você começou a reparar melhor em Mingyu, especialmente nos comentários invejosos das suas “amigas” sobre ele: o porte físico, a gentileza que só via fora de casa. Com você, ele era sempre muito frio, talvez por ter sido literalmente arrastado para um relacionamento com alguém que ele nem conhecia. Mas você estava tentando fazer as coisas melhorarem, prosperarem.
Talvez Mingyu não fosse seu par ideal, o amor da sua vida, mas isso não impedia que vocês se conhecessem melhor e fizessem coisas que casais fazem, como beijar e fazer sexo.
Na verdade, você estava pensando com bastante afinco e animação nesse último. Tinha certeza de que conseguiria conquistá-lo com a camisola de renda levemente transparente, os cabelos desarrumados e os lábios brilhando com um gloss de frutinha. Ninguém resistia a uma mulher naturalmente linda e confiante — pelo menos esse era seu plano ao chegar à cozinha.
Mingyu havia acendido apenas a pequena luz do exaustor acima do fogão enquanto mexia uma panela. O cheiro característico de cacau em pó logo te envolveu. Ele estava fazendo sua receita de brigadeiro na larica noturna.
Você sorriu, pois tinha um ponto a seu favor, ou melhor, vários. Estava tentando conquistá-lo pela comida desde que decidiu melhorar o relacionamento de vocês.
Agora, Mingyu sempre te dava boa-noite ao terminar de escovar os dentes, e você sorria, mas se perdia nas linhas do livro que estava lendo, tendo que voltar todo o capítulo porque percebia que apenas lia sem entender.
— Tá fazendo direitinho — você disse, se aproximando e se encostando no balcão ao lado do fogão. Ele levantou o olhar para você, os cabelos ligeiramente encaracolados atingindo seu campo de visão, e você os afastou gentilmente.
— Aprendi com a melhor — ele disse, te dando um sorriso que te fez tocar o peito, fingindo secar lágrimas inexistentes. — Cadê o seu prêmio do MasterChef?
— Eu não te contei? Tá na casa dos meus avós. — Mingyu se divertia com suas mentiras ditas de forma tão convincente que às vezes soltava um “sério?” genuíno, te fazendo rir em seguida. — Você assistiu à 5ª temporada? Eu tava lá, sabia?
Você pegou um prato de vidro para ele colocar o chocolate, e, quando ele estendeu a mão, você soube imediatamente: o relacionamento de vocês evoluíra tanto que pareciam um casal que lia a mente um do outro.
— Sério? Você era aquele vaso dos tempos egípcios? Aquele que a câmera pegava de soslaio.
— Engraçadinho. Mas gostei do elogio indireto à minha semelhança com Cleópatra — você respondeu, afastando os cabelos dos ombros de forma teatral. Mingyu sorriu, colocando o prato na geladeira e fazendo beicinho.
— Agora tem que esperar — ele disse, e você sorriu, mas engoliu em seco quando ambos ficaram em silêncio. Uma tensão esquisita se instalou, seu coração acelerou, e vocês trocaram olhares novamente, encostados no balcão, os braços quase se tocando. Talvez por isso seus pelos se eriçassem, como se estivesse diante de uma TV de plasma.
— Gyu... — você começou, vendo-o direcionar a atenção para você. De repente, se sentiu exposta demais, quis se esconder num buraco e ficar lá para sempre, mas falou, mesmo com o corpo trêmulo: — Eu sou uma mulher por quem você sentiria tesão?
Seu peito subia e descia numa respiração acalorada. Os olhos de Mingyu se escureceram na mesma hora, algo perceptível mesmo sob a luz amarelada do fogão e o brilho da lua que entrava pelas grandes janelas.
— Por que tá me perguntando isso? — ele questionou, e você desviou o olhar.
— Por curiosidade — você deu de ombros.
— Tá vestindo essa camisola que não deixa muito para a imaginação por curiosidade também? — ele perguntou, e você sentiu suas bochechas arderem. Mingyu apareceu de novo no seu campo de visão, as mãos atrás de você, te prendendo contra o corpo grande e o balcão.
— Hm? Me diz — ele insistiu, e você o olhou nos olhos, sem saber se realmente dizia a verdade ou inventava uma desculpa.
— Eu quero você — você admitiu quase num chorinho adolescente. Mingyu te beijou levemente na bochecha, e o gesto mínimo quase fez seu corpo derreter.
— Quer o meu corpo ou realmente me quer? — ele perguntou, e você mudou de ideia quanto a ele não ser seu par ideal, porque jamais se sentiria trêmula daquele jeito se ele não fosse.
— Eu realmente te quero — você disse, e Mingyu segurou sua nuca com uma das mãos, se inclinando para te envolver no que foi, na verdade, o melhor beijo da sua vida. Absolutamente tudo se encaixava, até mesmo seus corpos, que pareciam disputar pelo mesmo espaço. Você envolveu o pescoço dele com os braços, e ele te colocou sem dificuldade alguma sobre o mármore do balcão, enquanto te explorava com avidez.
Ele afastou suas pernas o suficiente para se encaixar entre elas e estimular seu núcleo com movimentos dedicados de quadril, mal respirando entre os beijos.
— Honestamente, achei que você me odiasse — ele confessou, e você abriu a boca, surpresa.
— Eu pensei que você me detestasse.
— Você sempre agia de forma fria — ele disse, envergonhado, mas suas mãos subiam por suas coxas, elevando o tecido da camisola, como se ele já fizesse isso todas as madrugadas.
— Você literalmente nem respondia aos meus boa-noites, Mingyu — você disse, sem remorso, com um sorriso brincalhão enquanto seus dedos brincavam com os fios de cabelo dele.
— Porque você sempre me dava boa noite quando eu já tava sonhando com carneirinhos. — Você sorriu, rindo contra a boca dele. Mingyu aproximou ainda mais seus corpos, fazendo você se agarrar a ele como um bicho-preguiça a uma árvore, com braços e pernas o envolvendo.
— Quer usar meu corpo agora enquanto o brigadeiro não tá pronto? — ele perguntou sem te olhar, com o rosto enterrado no seu pescoço, deixando beijinhos úmidos atrás da orelha e na nuca. Você o afastou um pouco para olhá-lo nos olhos.
— Eu tô muito afim de te usar agora.
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hansolsticio · 6 months ago
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✦ — "sarà perché ti amo". ᯓ k. mingyu.
— maridinho ! gyu × leitora. — 𝗰𝗮𝘁𝗲𝗴𝗼𝗿𝗶𝗮: smut. — 𝘄𝗼𝗿𝗱 𝗰𝗼𝘂𝗻𝘁: 3510. — 𝗮𝘃𝗶𝘀𝗼𝘀: lua de mel, italiano duvidoso, breeding kink, linguagem imprópria, orgasmos múltiplos, creampie, superestimulação, masturbação mútua, vocês dois têm muito tesão [😔] & o gyu tem um período refratário surreal de rápido. — 𝗻𝗼𝘁𝗮𝘀: natasha, buonasera, natasha!
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Os olhinhos escuros acompanharam você atravessar o quarto pela enésima vez, já queria ter terminado de se arrumar faz muito tempo, porém sempre esquecia alguma coisa dentro da mala. Nem sabia dizer o motivo da pressa, não valia a pena correr, não com Mingyu deitado na mesma posição há vinte minutos. Virou-se, a visão era de encher os olhos. A pele cor de mel contrastava com o tom alvo da roupa de cama e, por bons segundos, "David" e "Michelangelo" pareciam ser só dois nomes aleatórios. Precisou ser forte para quebrar seu próprio feitiço ou Mingyu acabaria te arrastando para o oceano que ficava embaixo das cobertas — sem precisar cantar uma nota sequer.
"Kim Mingyu. Eu vou falar pela última vez: vai logo se arrumar!", apontou a escova de cabelo na direção dele, crente que a ameaça surtiria efeito. O homem se esticou inteiro, produzindo um grunhido estranho enquanto espreguiçava. A única resposta que você recebeu foi um sorriso preguiçoso. "Gyu, é sério...", choramingou de um jeitinho exagerado, fez até bico. Ele pareceu ter pena, finalmente levantando-se da cama.
Você suspirou aliviada, voltando-se novamente para o espelho. Não demorou para que silhueta corpulenta envolvesse a sua no reflexo, como se você tivesse desaparecido — agora tudo era Mingyu. Ele retirou a escova da sua mão, colocando-a na penteadeira e circulou sua cintura com os braços. Fazia com lentidão, quase imperceptível.
"Bom dia 'pra você também.", inclinou-se para sussurrar no seu ouvido. Sorria docemente, te encarando pelo espelho.
"Bom dia.", era um mero suspiro. O calor vindo do torso firme magicamente dissipando toda a tensão anterior.
Havia se tornado uma cena frequente: você se via constantemente caindo de amores pelo homem. Suspeitava estar vivendo a versão mais intensa de uma "honeymoon phase", porém não se importava. Esperava muito que as coisas nunca mudassem entre vocês dois, queria se sentir da mesma forma por quanto tempo fosse possível.
Mingyu desceu a alça fininha do seu vestido, precisava do tecido fora do caminho. Distribuiu uma série de selos delicados no local, o contato quentinho te fez fechar os olhos. Era natural se entregar aos arrepios que os estalos molhadinhos provocavam no seu corpo.
Havia usado um vestido semelhante ao de agora quando vocês estavam visitando Vernazza. Ainda não sabe dizer qual a mágica existente nesse tipo de peça, mas era sempre mais que suficiente para deixar o homem animadinho demais numa velocidade recorde. A visita inclusive terminou de um jeito muito... interessante. Seu marido parecia não saber desprender os olhos (ou as mãos) de você.
Seus planos de tirar milhares de fotos e se entupir de todo tipo de carboidrato que só a culinária italiana poderia oferecer quase foram arruinados nesse dia. Mingyu, por falta de melhor analogia, parecia um cavalo com viseira. Só uma visão e só um pensamento: você.
"O trem 'pra Florença sai em menos de uma hora.", praticamente ronronou as palavras — sinal que ainda existia ao menos um pouco de discernimento no seu corpo.
"E se a gente ficar aqui por hoje? O tempo tá tão bom, queria nadar um pouquinho.", a sugestão foi proferida contra a pele do seu pescoço. O "aqui" se referia à Monterosso, Gyu havia escolhido a localidade a dedo, seduzido pela variedade de praias aconchegantes. Seus olhos se abriram, o homem ainda te enchia de chamego — empenhado em te conquistar.
"Amor...", manhou. Não achava que precisava falar mais uma palavra sequer, esperava ser mais convincente que ele só com isso. Seu marido te encarou pelo reflexo, sorriu bonito, enamorado pelo rostinho dengoso.
"Juro que amanhã passo todo tempo do mundo com você em Florença. Até me hospedo lá se quiser.", acrescentou à sugestão. Apanhou sua mão esquerda e beijou sua aliança, sinal de promessa.
Todo o empenho tinha uma explicação bem previsível: cansaço. A cabeça do homem doía só de pensar em como nos últimos dois dias vocês tiveram a excelente ideia de fazer jus ao nome "Cinque Terre". Turistaram por todos os cinco povoados da área, transitando por inúmeros trens, trilhas e barcos para tentar prestigiar toda a beleza das cinco terras. E ele não se arrependia nem um pouco, não entenda mal! Mas sentia que perderia boa parte da própria sanidade se ficasse mais de trinta minutos dentro de outro trem. Florença definitivamente precisaria esperar.
"Promete?", questionou e ele não escondeu a alegria ao ver que te convenceu.
"Prometo.", selou o anel outra vez.
[...]
Cada um dos seus cinco sentidos estava imerso num traço de percepção diferente. Os olhos se enchiam com o gradiente azul do mar inquieto — que, por sinal, ornava muito bem com o colorido dos sombreiros de praia —, o som das ondas se misturava com o burburinho das crianças, dava para sentir a areia nos dedos dos pés, tudo parecia cheirar à maresia e limão siciliano e você jurava que já era capaz de sentir o sabor das bebidas que Mingyu havia ido buscar para vocês dois.
Seu corpo acendia e relaxava na mesma medida. Era até meio esquisito se sentir tão contente. Sentia-se viva e via a vida acontecer. Ainda não havia descoberto o que fazer com tanta excitação e sabia que Gyu sentia o mesmo, dava para ver no comportamento dez vezes mais enérgico que o normal. O homem vivia aos sorrisos, agitado — a personalidade de 'golden retriever' nunca brilhou tanto como agora.
Ele finalmente reapareceu, segurava dois copos com o maior cuidado do mundo, se certificando de não derramar nada. Sentou-se na outra cadeira do sombreiro, te olhando com uma expectativa muito suspeita. Você até chegou a duvidar do conteúdo do seu copo, bebendo vagarosamente para ter certeza de que era o que você havia pedido — confirmou que era de fato. Mingyu ainda sustentava um olhar de criança sapeca, como quem quer pedir alguma coisa, mas não sabe como.
"Mô...", começou cuidadoso, o dengo na voz te fez sorrir de imediato. "Achei um lugar aqui perto que aluga jet ski.", citou, como se não fosse nada demais. Ah, então era sobre isso.
"E...?", era explícito, mas queria fazê-lo ir direto ao ponto.
"Bem que a gente poderia, né?"
"É você que vai pilotar?"
"Claro.", respondeu solícito.
"Eu 'tô de boa, amor.", tentou negar da maneira mais casual que conseguiu. Não adiantou, Gyu se sentiu ofendido do mesmo jeito. Te encarou por alguns segundos, os olhos estreitos, o rostinho chateado. Você até evitava olhar de volta, cairia na gargalhada se o fizesse.
"Você não confia em mim?"
"Eu me casei com você.", melhor resposta impossível.
"Então...?", ele estava especialmente teimoso hoje. E você não via problema algum em fazer as vontades do homem — a menos que elas ameaçassem sua integridade física.
"Príncipe, eu quero evitar a parte do 'até que a morte nos separe', hm?", era sério. Assistiu Mingyu segurar o riso.
"Não quer ter um momento à la Romeu e Julieta comigo?", sugeriu brincalhão e foi você quem caiu na gargalhada.
"Não mesmo. Eles morreram em Verona, não foi aqui.", deu de ombros. Se fosse para seguir o enredo, nada mais justo que vocês, ao menos, respeitassem todos os detalhes da história.
"È tutti Italia."(*), forçou o sotaque fazendo um gesto grande — adorava imitar os maneirismos que vinham junto com a língua. ["é tudo Itália"]
"Ah é? Tenta falar isso pro Shakespeare então.", argumentou. "Por que você não fica deitadinho aqui comigo e relaxa, hein?", ele estava prestes a responder, mas uma certa agitação roubou a atenção de vocês dois. Uma menininha chorava próxima ao mar, o que não era incomum, mas havia um ponto rosa muito vibrante no meio da água — não era difícil assimilar o que havia acontecido.
Você se virou para o homem, mas ele já marchava em direção ao mar antes que você sequer cogitasse falar alguma coisa. Acompanhou a cena com atenção, vendo-o resgatar a boia colorida com facilidade e marchar de volta para a areia. A garotinha já estava de volta em um dos sombreiros com um casal — que aparentavam ser avós dela. Ela recebeu o objeto timidamente, contrastando com as fervorosas exclamações de agradecimento dos italianos mais velhos.
Estava intrigada com o quão rapidamente tudo aconteceu, porém todo mundo ali foi conquistado pela simpatia de Gyu numa velocidade extraordinária. Assistia o homem gesticular e se expressar de todas as maneiras que conseguia, mesmo sem falar o idioma adequadamente — ele tinha a confiança que só um homem com treze dias de ofensiva no duolingo teria.
Seu marido ajudava a garotinha a utilizar os moldes de brinquedo com a areia, sem desviar a concentração da conversa. As palavras "bellissima" e "moglie" eram as únicas coisas que você conseguia distinguir à distância. Mingyu sorria na sua direção algumas vezes, você achava a desinibição dele uma graça — já que ela era a responsável por te tirar da sua zona de conforto em muitas ocasiões.
A menina, agora menos acanhada com a presença de Gyu, também conversava animadamente — fazia gestos grandiosos, tentando se fazer compreensível. Ele retribuía o esforço com toda a atenção do mundo, até mesmo desenhava na areia quando algo parecia não fazer sentido.
A cena fazia seu coração triplicar de tamanho, sempre se sentia mexida toda vez que via o homem interagindo com crianças. Era adorável de se ver. Mingyu era enorme, mas nesses momentos sempre empenhava-se em encolher a si mesmo, como se quisesse se fazer caber no mundinho dos pequenos.
O encanto se rompeu e deu lugar a curiosidade assim que o homem apontou na sua direção. A menina estreitou os olhos para você, como se quisesse confirmar a indicação dele. Caminhou travessa, evitando cruzar olhares. Estendeu as mãozinhas pequenas na sua frente, mostrando uma florzinha de areia colocada entre as palmas.
"Pra mim?", gesticulou, apoiando as mãos em cima do próprio peito. A garotinha pareceu entender perfeitamente, acenando tímida com a cabeça. Você apanhou a flor frágil na palma da mão, certificando-se de não quebrá-la. "Grazie, bella!", usou as poucas palavras que tinha no próprio repertório. O coração encheu-se de um senso de carinho, a menininha era adorável. O rostinho fofo te ofereceu um sorriso meio envergonhado antes de correr de volta para um Mingyu muito sorridente.
[...]
As gargalhadas encheram a trilha e os corredores do hotel, você e seu marido pareciam duas crianças. Corriam apressados, os dedinhos entrelaçados, tentavam escapar da chuva repentina que começara a cair quando ainda estavam na praia — não esperavam o fenômeno naquele dia, estava ensolarado demais. Você nunca agradeceu tanto pela estadia à beira mar, não tiveram que correr muito, então seria difícil pegar um resfriado desse jeito.
Começaram a se despir assim que entraram no quarto, num acordo silencioso de que tomariam banho juntinhos. Mingyu te agarrou pela cintura, suspendendo seu corpo para te fazer enlaçar as pernas no quadril dele, ficou agarradinha como um coala. Você envolveu o homem num beijo gostoso, mas que era interrompido por ele a cada estalinho, Gyu era péssimo fazendo mais de uma coisa ao mesmo tempo — precisava se separar para ter certeza de que estava indo para o lugar certo.
A confirmação do êxito dele veio com a água morninha que caiu entre os corpos de vocês dois, lavando toda a areia e maresia. Você não parecia querer soltá-lo nem por um segundo, era até meio agressiva. Mordiscava os lábios vermelhinhos, sorvendo-os com muita necessidade. Os dedinhos já se emaranhavam no cabelo de Gyu, puxando os fiozinhos com carinho. O corpo balançava, atritava as peles, simulando uma dança gostosa. Mingyu sorria bobo, desconcertado com a sua mudança repentina.
"O que você tem, hm? Vai acabar arrancando um pedaço de mim.", sussurrou contra os seus lábios, ainda tentando retribuir o beijo quente. Não satisfeita, você mordiscou a boca dele mais uma vez — como se realmente quisesse arrancar pedaço.
"Não sei... só digamos que você fica muito atraente brincando com crianças.", tentou fazer pouco da situação, como se ter assistido a cena não tivesse realinhado todos os seu chakras.
"Fico é?"
"Sim. Talvez a gente devesse fazer uma filha também. Você ficaria mais atraente ainda.", não cessou os carinhos, tentando afastar o fato de ainda não ter conversado sobre isso diretamente com o homem. Mingyu te afastou de repente, as mãos moldando o seu rosto.
"Não brinca comigo desse jeito, amor.", soltou um risinho pelo nariz, totalmente incrédulo.
"Eu não tô brincando."
"Tem certeza?", selou sua boca sem te deixar responder. "Quer fazer uma filhinha comigo?", você finalmente concordou com a cabeca, sorrindo acanhada. "Porra, eu te amo tanto...", te puxou para outro selo afobado, a excitação era grande demais para conter dentro do corpo. "A gente vai fazer uma família e você vai ser minha.", mais um. "Só minha."
"Eu tava com receio de ser cedo demais, mas acho que não consigo mais esperar, Gyu.", você sorria amorosa, muito satisfeita com a reação do homem. "O que você acha?"
"Acho que não vou te deixar sair desse quarto até ter certeza de que eu te engravidei.", era como se você pudesse ver a luz deixando os olhos do homem — duvidava se conseguiria andar direito amanhã, talvez Florença precise esperar mais um dia. "Vou deixar essa buceta tão cheinha, amor.", os selos carinhosos naturalmente se transformando em algo mais sujo, os dígitos geladinhos alcançando seu íntimo. Apertava o clitóris sensível entre os dedos, a boquinha agora ocupada demais em mamar os biquinhos dos seus seios.
Sua mão alcançou o pau pesadinho, queria fazer carinho nele também — não havia nada mais justo. E antes que pudessem perceber, estavam presos num transe prazeroso, brincando com o corpo um do outro do jeito mais gostoso que sabiam fazer. Mingyu foi o primeiro a fraquejar, estava sensível demais, pulsando no aperto das suas mãos. Os dedos trêmulos te invadiram sem aviso, estocando e abrindo sua entradinha com urgência.
"Vira 'pra mim", murmurou o pedido afobado. Encaixou a glande vermelhinha assim que você obedeceu, sua boquinha se abriu, surpresa com a invasão repentina. Ele precisou bater só mais um pouquinho para finalmente esporrar na sua entradinha. "Aperta a bucetinha 'pra mim. Deixa tudo guardadinho aí dentro, ouviu?", dava para escutar o sorrisinho safado na voz. Você concordou sapeca, deixando ele te arrastar para fora do banheiro.
A pele molhada arrepiou assim que entraram no quarto novamente, o ausência do vapor ofereceu uma mudança drástica na temperatura. Mingyu parecia não se importar, o corpo forte esquentava o seu por trás, andavam de um jeito meio desajeitado. Ele não conseguia te soltar. As mãos grandes te apertavam, forçando seu quadril contra o dele — a ereção evidente roçando na sua bunda. Ficou de quatro assim que chegaram à borda da cama, se empinou inteira, foi totalmente involuntário. Seu corpo implorava para que você se submetesse ao homem, sentia todos os seus músculos tensionando só de pensar em deixá-lo fazer o que quisesse com você.
Num movimento só ele te virou sem dificuldade alguma, basicamente te jogou de costas no colchão. Foi tão repentino que ele conseguiu a proeza de te libertar do estado quase hipnótico que o tesão havia criado na sua mente. Seu peito tremeu numa gargalhada incrédula. Ele te olhava em choque com a própria ação, mas também riu assim que o seu semblante assustado se dissipou.
"Mingyu!"
"Desculpa, não era 'pra ser tão forte assim.", te deu um sorriso amarelo, quase envergonhado. No entanto, já era costumeiro que Gyu esquecesse a força que tinha — era pura altura e músculos, só que ainda precisava aprender a se lembrar desse fato nos momentos certos.
Abaixou-se sorrateiro, abrindo suas pernas para acomodar o próprio quadril ali no meio. Agarrou seu maxilar, a mão larga envolvendo suas bochechas sem dificuldade alguma. Roçou a boquinha na sua algumas vezes, afastando-se de propósito quando você chegava perto só para provocar. Finamente cedeu à sua raiva fingida, abriu seus lábios com os dedos, deixando a própria língua brincar dentro da cavidade morninha. Arrumou os fiozinhos perdidos do seu cabelo, te olhando com carinho.
"Quero ver seu rostinho enquanto eu tiver te fodendo.", forçou ainda mais a abertura das suas perninhas, erguendo-as em direção ao seu peito, totalmente exposta. "O que foi que eu te pedi, hein? 'Tá escorrendo, amorzinho.", espalhou o líquido esbranquiçado com o polegar. "Vou ter que socar tudo 'pra dentro de novo.", o dedinho entrou devagar. "Encher esse buraquinho com mais porra. Só 'pra garantir.", você mordia o próprio lábio, sabia que ele te via contraindo em volta do dígito. O homem se reposicionou. "Tudo bem se for assim?", questionou, esfregando a cabecinha nas suas dobrinhas. Você concordou de imediato, estava com tesão demais para se importar com qualquer coisa.
Entrou devagarinho, os dois pares de olhos hipnotizados no ponto onde vocês se conectavam. Não poupou tempo, estocando assim que te viu relaxar. Saía quase completamente, fazendo questão de socar o pau inteirinho quando voltava. O olhar vidrado na cena, assistindo a bagunça molhadinha. A mão pesada afundou a parte mais baixa do seu ventre. Seus olhos duplicaram de tamanho, um gritinho saiu completamente involuntário. A ação sobrecargou seu corpo, tentava se agarrar aos lençóis já que o aperto firme do homem mal deixava você se mover direito.
"Eu 'tô tão fundo, amorzinho. Tá me sentindo aqui?", pressionou com mais força. Seus olhos reviraram, cobriu a boca com a parte traseira da mão, mordendo o próprio pulso — tinha certeza que os seus chorinhos escandalosos eram ouvidos nos quartos vizinhos, tentava não ser tão barulhenta. O homem não se importava, estocou com mais velocidade, adorava te ver soluçando. As lágrimas já adornavam os olhinhos brilhantes, prestes a desabar.
Mingyu já havia te feito chorar de prazer vezes suficientes para saber que não precisava se preocupar — tinha total noção do que você estava sentindo. O líquido brilhante finalmente se derramou no seu rosto, o homem sorriu em satisfação, os caninos afiadinhos muito evidentes. Foi o bastante para que ele se derramasse dentro de você também. A mão ágil esfregou seu pontinho algumas vezes, te fazendo gozar num aperto gostoso.
Caiu exausto do seu lado, a respiração audível enchia o cômodo. Você aproveitava as últimas sensações do orgasmo, já sentindo falta do efeito gostoso que aquilo causava no seu corpo. Definitivamente não estava em seu melhor estado de espírito, afinal não demorou nada para montar no colo de Mingyu. Ele te olhou desacreditado, os olhos implorando por clemência antes mesmo que ele pudesse abrir a boca.
"O brinquedinho é meu. Eu uso quantas vezes eu quiser.", cortou qualquer argumento do homem, ele sequer conseguiu contestar. Encaixou ele de novo, sentando com calma. Era uma meia-ereção, mas era mais do que suficiente para te fazer gozar de novo. Com certeza não duraria muita coisa, só que isso não importava. Os músculos das suas pernas já tremiam de exaustão, mas você não conseguia parar de sentar. Ele estava indo tão fundo, te acertando tão gostoso, não queria abrir mão do estímulo.
O jeitinho quebrado do seu marido só te incentivava a ir mais forte. Mingyu suava, o rosto vermelhinho retorcido num aperto muito doloroso. Hiperventilava, o peito subia e descia rapidamente, até deixava alguns sons manhosinhos escaparem. Ele nem arriscava mais colocar as mãos no seu corpo, sabia que se te apertasse iria machucar — estava superestimulado demais.
"Goza, Gyu. Porra, me engravida vai...", choramingou desorientada, nem sabia mais o que estava falando — e muito menos como ainda conseguia falar alguma coisa. Mingyu pareceu perder o restante do controle, forçou seu quadril para baixo se enterrando completamente dentro de você. O abdômen se contraia inteiro enquanto ele esporrava lá no fundo. Você quebrou junto com ele, o orgasmo bateu forte, nem sabia em que se segurar. Cravou as unhas no peitoral firme, a boca abertinha incapaz de produzir som algum.
[...]
Não dava para saber se o seu marido estava acordado ou adormecido — o homem mal se mexia. O peito já fazia um movimento vagaroso, a respiração era quase escassa. Não o culpava, tinha noção de que havia sugado toda a energia do corpo dele. Mas ainda estava meio inquieta, uma voz no fundo da sua cabeça insistiu que você perguntasse:
"Você falou sério mesmo...?", o volume não ultrapassava um sussurro.
"Sobre o quê?", o tempo de resposta foi lento, a voz arranhava a garganta.
"Aquilo de querer construir uma família comigo, sabe? 'Pra sempre.", ele demorou mais ainda para responder, você até chegou a cogitar a possibilidade dele já estar dormindo.
"Eu abriria mão de tudo pelo seu amor, mesmo que eu não tivesse mais nada...", não demorou para que você reconhecesse a citação. Era a parte final dos votos de Mingyu, palavra por palavra, como se estivessem tatuados dentro da garganta. Porém faltava uma frase. O homem apertou os olhos fechados por alguns segundos — como se forçasse o próprio cérebro a se lembrar de algo. "...sei tutto ciò che ho."(¹), a frase saiu de um jeitinho enrolado e sonolento. Soava familiar, mas você queria ter certeza:
"O que você disse?", os olhinhos perdidos se abriram, buscando pela sua mão esquerda de um jeito atrapalhado. Não te surpreendeu quando o homem selou o aro brilhante em volta do seu dedo anelar.
"Que eu te amo."
¹ - "você é tudo o que eu tenho".
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# — © 2024 hansolsticio ᯓ★ masterlist.
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n/a: esse final foi horrível de meloso, mas eles literalmente estão numa lua de mel, não sejam amarguradas ♡.
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scritti-di-aliantis · 27 days ago
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(Foto: Stefania Ferrario)
La bellezza ha strani modi per insinuarsi nella tua mente. Il più immediato è sicuramente il nudo. Il più convincente e maturo invece forse è ascoltare o leggere ciò che lei dice o scrive. Le sue convinzioni.
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(Foto: Stefania Ferrario)
Ma il più tagliente e persistente dentro di te è esaminarla attentamente nel quotidiano. Osservarla senza farsi notare troppo. Vederla vivere: quando tace, ride, scherza e si presenta al mondo.
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(Foto: Stefania Ferrario)
La musica, i libri, gli spettacoli che le piacciono. I vestiti che sceglie. Gli accessori, il taglio di capelli, il profumo che lascia nell'aria quando ti passa accanto e non volendo ti cattura nella sua orbita. E capire d'un tratto che non scapperai più.
Aliantis
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(Foto: Stefania Ferrario)
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deepinsideyourbeing · 9 months ago
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Standing in the light of your halo - Esteban Kukuriczka
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+18! Dom!Esteban, spanking, breve nipple play, sexo oral, alusión a bondage y/o shibari, fingering, sexo sin protección, face slapping, spitting, begging, creampie, aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Esteban te sostiene firmemente sobre su regazo, el bulto entre sus piernas roza tus costillas y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu piel ardiente una y otra vez, sin darte respiro. Tu voz es apenas un murmullo al contar y agradecerle por cada nalgada.
-¿Color?- pregunta, dirigiendo sus dedos a tus pliegues mojados y moviéndolos de arriba abajo. Te resulta difícil concentrarte y la siguiente vez que habla, acentúa sus palabras tirando más fuerte de los mechones entre sus dedos-. Contestá cuando te pregunto algo.
Tomás aire.
-Verde.
Siembra un par de besos en tu espalda luego de un último roce a tu centro y masajea tu cuero cabelludo por unos instantes antes de obligarte a reincorporarte para sentarte entre sus piernas, sus manos se deslizan desde tus caderas hasta tus pechos desnudos salpicados con las marcas de sus dientes. Besa tu mejilla, tu cuello, desciende hasta tus hombros y deshace el camino que trazaron sus labios hasta llegar a tu boca, pero no te besa.
-¿Querés que te coja?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Sus dientes capturan tu labio inferior mientras una de sus manos te aprisiona contra su pecho y la otra juega con tus pezones. Sus dedos no muestran piedad alguna y emite un sonido de falsa simpatía cuando te quejás a causa del dolor, sonido que sería convincente de no ser porque sentís la forma en que su miembro caliente palpita contra tu espalda baja y humedece tu piel.
En un rápido movimiento te deja de rodillas entre sus piernas y tus manos se ubican de manera instintiva sobre tus muslos para que pueda verlas con claridad. Acaricia tu rostro con suavidad y perseguís el calor y confort de su mano mientras mantenés contacto visual con él, los destellos verdes en sus ojos fundiéndose con el color ámbar ahora que sus pupilas están dilatadas.
Te perdés contando las pecas que salpican la piel de sus mejillas y el puente de su nariz, observando cómo los mechones rubios caen sobre su frente y sus cejas, la particular forma en que sus labios se fruncen y delatan así el deseo y la necesidad que siente por vos. Recostás tu cabeza contra su pierna y la sombra de una sonrisa amenaza con romper su semblante serio.
-¿Puedo…?- tu mirada alterna entre sus ojos y su miembro, erecto y goteando.
Cuando asiente dejás escapar una respiración temblorosa, deseosa de tenerlo en tu boca, y sin perder tiempo cerrás tu mano alrededor de él. Lo masturbás con lentitud y un agarre firme, hipnotizada por la aparición de gota tras gota de líquido preseminal, por los suspiros y por sus palabras de aliento que te incitan a continuar. Tu pulgar juega con su punta brillante y roja, provocando que su excitación impregne su miembro y también tus dedos.
Comenzás besando sus muslos, dando alguna que otra mordida inofensiva para luego plantar besos sobre su miembro y delinear con tu lengua la vena que lo recorre. No pasa mucho tiempo antes de sentir su mano sobre la parte posterior de tu cabeza, una silenciosa indicación o una orden que obedecés inmediatamente: cuando tu lengua se desliza sobre su punta y su sabor invade tus sentidos tus labios se cierran sobre esta para comenzar a succionar con fuerza.
Esteban no te la hace fácil, por supuesto que no. Su mano ejerce presión para que tomes más de su miembro en tu boca y no se detiene al sentir la forma en que tu garganta se contrae –una sensación que lo vuelve loco-, sabe que de necesitar parar vas a tocar su muslo dos veces. Acaricia tu mejilla y limpia las lágrimas que desbordan tus ojos antes de liberarte, observa fascinado la forma en que su miembro y tus labios permanecen conectados por un hilo de saliva.
Toma tus manos entre las suyas y masajea tus muñecas antes de llevárselas a los labios para besar con delicadeza las marcas en ellas, el recuerdo que las cuerdas de yute dejaron en tu piel. Cubre de besos el dorso de ambas manos y las yemas de tus dedos, cerrando sus ojos y suspirando cuando su lengua prueba el rastro que dejó en vos.
Te ayuda a ponerte de pie y te recuesta en la cama deshecha, el movimiento realzando el aroma de sus respectivos perfumes en las sábanas. Sus ojos recorren tu cuerpo de manera intensa antes de recostarse a tu lado y separar tus piernas con un simple toque de su mano, sus largos dedos instalándose entre tus muslos para acariciar superficialmente la piel alrededor de tu entrada.
-Mirá cómo te mojaste- acerca su mano a tu rostro para que puedas apreciar la forma en que sus dedos brillan bajo la tenue luz de la lámpara-. Abrí.
Tus labios se separan e introduce dos dedos en tu boca, el sabor de tu esencia esparciéndose sobre tu lengua rápidamente. Esteban clava sus ojos en los tuyos y observa la forma en que batallás para sostenerle la mirada cuando comienza a golpear tu garganta con sus dígitos: una de tus manos cerrándose sobre su muñeca a modo de advertencia, o tal vez súplica, basta para que los retire. Te recompensa besando tu mejilla y presionando sus dedos contra tu entrada.
-Por favor- humedecés tus labios-. Necesito…
-¿Qué necesitás?
-A vos.
Una sonrisa de satisfacción tira de sus labios y sus dedos se hunden en la calidez de tu interior con movimientos lentos, medidos y expertos. Centra su atención en tus puntos más sensibles, una acción reflejo del conocimiento que posee sobre tu cuerpo, y minutos más tarde su pulgar masajea tu clítoris siguiendo el mismo ritmo.
Tus gemidos cada vez más altos acompañan los sonidos obscenos que reverberan en las paredes desnudas de la habitación y las muecas que atraviesan tu rostro, junto con la contracción de tus paredes alrededor de sus dedos, le permiten saber que tu orgasmo se acerca. Normalmente te haría esperar, pero decide darte el capricho sólo por esta vez y cuando intentás advertirle asiente de manera comprensiva para hacerte saber que tenés su permiso.
Silencia tus gemidos besándote en el momento justo y disfruta el hecho de que te cueste corresponder el beso, tus piernas se cierran con fuerza ante el placer abrumador y no sos consciente de que tus uñas se entierran sobre la piel sensible de uno de sus hombros… Pero no le importa, Esteban adora que todo el mundo sepa que te pertenece tanto como vos a él.
Retira sus dedos y utiliza tus fluidos para lubricar su miembro, pero se detiene al posicionarse entre tus piernas para apartar los mechones de cabello que caen sobre tu rostro y asegurarse de que te encontrás en las condiciones adecuadas para continuar. Desliza su punta entre tus pliegues y el calor de esta te roba un suspiro que se transforma en un gemido cuando por fin te penetra.
Para distraerte del ardor inicial provocado por la intrusión, Esteban acaricia tu cadera y dibuja círculos sobre tu clítoris sensible. Observa la forma en que su miembro se desliza entre tus pliegues, tu entrada apretada cediendo lo suficiente para que él logre hundirse profundamente en vos, y aparta la mirada de vez en cuando para observar en tu rostro las expresiones que ya conoce. Están grabadas a fuego en su memoria pero no puede evitarlo, adora verte.
Te perdés en el placer y la sensación de sus caricias, de tu boca sólo surgen palabras sin sentido pero Esteban comprende que es la forma en que rogás por más. Descansa su peso sobre una de sus manos y la otra toma tu mejilla antes de comenzar a mover sus caderas con fuerza, abusando de tu punto dulce como sólo él es capaz de hacerlo.
El pulgar rozando tu mejilla se desliza entre tus labios y su mirada vuelve a perderse entre tus piernas, la imagen desplegándose frente a sus ojos es casi suficiente para hipnotizarlo y tus gemidos son su melodía favorita, siempre acompañada por el ostinato que producen sus pieles en contacto.
-¿De quién es esta conchita?- remarca sus palabras con una fuerte embestida-. Decime, dale.
El dedo en tu boca te impide hablar casi tanto o más que el placer que nubla tu mente y Esteban es consciente de ambas cosas, pero no significa que deje de esperar una respuesta de tu parte. Retira el dígito de manera brusca y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu mejilla, el escozor devolviéndote a la realidad demasiado tarde.
En un segundo te posiciona dejándote sobre tu estómago y se sienta sobre tus muslos, desliza sus uñas sobre las aun notorias marcas que sus manos dejaron en tu piel hasta hacerte llorar y luego masajea la zona afectada. La punta de su miembro roza tu entrada por una fracción de segundo antes de que te penetre con fuerza y deje caer su pecho sobre tu espalda, su peso corporal haciéndote sentir protegida al igual que sus labios besando tu cabello.
Con las fuerzas restantes en tu cuerpo te reincorporás lo suficiente para voltear a verlo, intentás pedir que te bese pero lo único que escapa de tus labios entreabiertos son gemidos y sonidos de desesperación. Acerca su rostro al tuyo y escupe sobre tu lengua, observando con atención la forma en que las emociones tiñen levemente tus mejillas antes de tragar su saliva.
La sensación de su miembro golpeando el punto más profundo en tu interior te lleva al borde de otro orgasmo, ocultás tu rostro contra la almohada y tu mano se cierra sobre su muñeca.
-Por favor, por favor- rogás, tus palabras apenas audibles-. ¿Puedo?
-Sí, bebé- besa tu sien con delicadeza, una acción que contrasta con la agresividad de sus estocadas y los sonidos húmedos que estas provocan.
Intentás ahogar un grito mordiéndote el labio, pero es completamente inútil una vez que alcanzás el orgasmo y el placer se extiende por todo tu cuerpo. Una de tus manos se cierra con fuerza, haciendo un puño con las sábanas, mientras las uñas de la otra marcan nuevamente la piel de Esteban y aprisionás la almohada entre tus dientes.
Unos segundos más tarde, cuando la sensibilidad  post orgasmo amenaza con convertirse en tortura, sentís la forma en que Esteban llena tu interior y sus movimientos se detienen. Susurra palabras dulces en tu oído, entre ellas apodos como princesa y bebé, y riega besos en cada sitio que sus labios encuentran en su camino hasta tu boca.
-¿Estás bien?
Te aclarás la garganta.
-Perfecta- le dedicás una sonrisa.
Su miembro abandona lentamente tu interior y observa la forma en que su semen escapa de tu entrada -que se contrae ante la pérdida de él-, cayendo sobre tus pliegues y manchando las sábanas. Utiliza un dedo para recoger los restos de ambos y los empuja nuevamente hacia tu interior haciendo caso omiso de tus protestas.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y comemos algo?- propone mientras te ayuda a sentarte. Es una pregunta retórica, no tenés otra opción; Esteban es sumamente cuidadoso y jamás permitiría que experimentes los efectos de un descuido o la falta de atención luego de una sesión. Además, ¿por qué te negarías a ser consentida por él?
Te acompaña al baño y ambos esperan a que la temperatura del agua sea la ideal para entrar en la ducha, ignorando el vapor que empaña por completo los azulejos y el espejo. Lava tu cabello con cuidado y hacés lo mismo con el suyo, masajea gentilmente tus hombros y los músculos de tu espalda, y cuando salen observa con atención cómo realizás tu rutina de skincare.
Se acerca y rodea tu cintura con sus brazos, la punta de su nariz rozando tu cuello mientras mira tus ojos en el reflejo del espejo. Te sonríe, agotado y somnoliento, y sabés que tu lugar en el mundo siempre será entre sus brazos.
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quebraram · 3 months ago
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As cicatrizes na minha alma são como tatuagens, marcas permanentes de um tempo que não volta, mas que se recusa a ser esquecido. Elas não aparecem na pele, mas se manifestam no olhar cansado, no sorriso contido, no estresse, no mau humor, nas noites de insônia em que o silêncio pesa como uma montanha sobre o meu peito. Me lembro exatamente do dia em que me dei conta de que algumas dores nunca se curam. Naquela noite fria e triste, o vento trazia com ele uma sensação de abandono que parecia ecoar de dentro de mim. As palavras ditas foram como lâminas, cortando fundo, rasgando a confiança que eu havia depositado cegamente. Mas não foi a dor física que me abalou, foi a percepção de que a minha entrega não era suficiente, de que o meu amor seria sempre insuficiente para pessoas que buscavam em outros rostos os reflexos das suas próprias angústias. Era só uma questão de tempo para que tudo isso se tornasse mais uma cicatriz na minha alma, mais uma dor agonizante. As pessoas são sempre previsíveis, descartam quem as amam como se não fossem nada, só para ter um pé para viverem presas em um personagem sofrido. Elas se enredam em suas próprias mentiras e enganações, criando um teatro de sombras onde a felicidade é apenas um papel que nunca conseguem interpretar de forma convincente. As cicatrizes, no entanto, não me deixaram amargo, pelo contrário, me tornaram mais forte, mais consciente da minha própria capacidade de amar, de me doar sem esperar nada em troca. Aprendi que a dor, por mais intensa que seja, é temporária, mas as lições que ela traz são eternas. E, assim, sigo em frente com as minhas cicatrizes como testemunhas de uma vida vivida com intensidade, sem arrependimentos, sem medo de me ferir novamente. Porque no fim, são as cicatrizes que nos definem, que nos lembram de nossa humanidade, de nossa vulnerabilidade e da beleza que existe em cada pedaço que quebramos e que de alguma forma conseguimos juntar novamente.
— O meu nome é solidão, D. Quebraram.
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thinspolwvrr · 1 year ago
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O t.a obriga você a aprender a mentir de uma forma tão natural e convincente o suficiente pra ninguém se questionar se você realmente comeu ou não.
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