#Convincente
Explore tagged Tumblr posts
henry-spinoff · 1 year ago
Text
Marvel busca salvar su franquicia con los Avengers originales y un nuevo villano
La maquinaria Marvel lleva años atascada. La sobresaturación de producciones, especialmente para televisión, ha llevado a que el público se sienta cansado de la franquicia. En un intento de remontar el vuelo, Marvel está considerando traer de vuelta a los Avengers originales, lo que implicaría regresar a la mayoría de actores cuyos personajes están muertos, desaparecidos o retirados. El problema…
Tumblr media
View On WordPress
1 note · View note
crazycanelita · 2 years ago
Text
A veces decido no dar pelea y trato de convencerme de que fue la mejor opción
0 notes
bocadosdefilosofia · 7 months ago
Text
Tumblr media
«Porque es muy importante para la persuasión —sobre todo en las deliberaciones y, después, en los procesos judiciales— el modo como se presente el orador y el que se pueda suponer que él está en una actitud respecto de los <oyentes>, así como, en lo que se refiere a éstos, el que se logre también ellos estén en una determinada actitud <ante el orador>; en todo caso, para las deliberaciones es más útil la manera como se presente el orador y, para los procesos judiciales, la actitud en que se halle el auditorio. Pues las cosas no son, desde luego, iguales para el que siente amistad, que para el que experimenta odio, ni para el que está airado que para el que tiene calma, sino que o son por completo distintas o bien difieren en magnitud. Y, así, mientras que el que siente amistad <considera que> el juicio que debe emitir es de inocencia total o de poca culpabilidad, al que experimenta odio <le sucede> lo contrario; y lo mismo, si lo que va a ocurrir es placentero, el que lo desea y espera le parece que ello sucederá y que será un bien, mientras que al insensible y el malhumorado <le pasa> lo contrario.»
Aristóteles: Retórica. Editorial Gredos, págs. 308-309. Madrid, 1990.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
2 notes · View notes
azover · 1 year ago
Text
quiero hacer un cosplay de transmasc miku y grabar mi imitacion (recontra editada obvio) antes de comenzar T, y ver como va la transición como mikuO supongo kasjdfjaksdh
3 notes · View notes
saucetail-hasanewblog · 2 years ago
Text
meu traço mais tóxico é querer que todos os meus personagens tenham sotaques
6 notes · View notes
mancano-le-parole · 3 months ago
Text
Come ha fatto Arthur Pendragon
a diventare da così
Tumblr media
a così?
Tumblr media
1 note · View note
peaceeandcoolestvibes · 9 months ago
Text
💀💀
1K notes · View notes
orsopetomane · 2 years ago
Text
La Ministra Calderone: "Dobbiamo lavorare perché i lavoratori trovino un lavoro".
Se per fare il ministro è sufficiente sparare un po' di cazzate pur non sapendo un accidente di economia, allora mi candido: a sparar cazzate sono molto più bravo io.
0 notes
elizabcthx · 20 days ago
Text
Tumblr media
Carcajada abandona sus labios "¡Ah! San Archie sí te lo dijo ¿Ahora es tu hermano favorito?" Bromea con evidente diversión en cada una de sus palabras y luego niega "¡Te ves hermosa! Yo jamás, jamás, jamás había visto una pelirroja tan bonita en mi vida" Halaga finalmente, desborde de sinceridad acompañando cada una de sus palabras y en su mirada cierto brillo que siempre estaba reservado únicamente para sus hermanos "¿Qué incitó ese cambio? Porque yo pensé que jamás en la vida te ibas atrever a tocar tu sagrado cabello dorado" Curiosea arqueando una ceja con evidente interés en lo que había estado sucediendo en la vida de la menor "Pero me gusta, es diferente y arriesgado y bonito y te da una vibra hermosa como tú" Continúa "Aunque siempre has tenido esa vibra" Añade permitiendo que una amplia sonrisa se extendiera en su rostro, le agradaba ver a su hermana tomar riesgos, incluso cuando solamente se tratase del cabello. "¿Normal?" Sigue cuestionando "¡Vamos! Tiene que haber algo más, no haces cambios radicales en el cabello solo porque si" Continúa esperando poder conseguir algo de información adicional sobre la vida de Ophelia. "Claro que me la he pasado increíble" Responde "Sabes que soy como la película, tengo treinta soy coqueta y próspera" Bromea alzando sus cejas repetidas veces mientras caminaba junto a su interlocutora "Pero te debo admitir que he estado siendo más responsable, hasta he dejado de salir los viernes por culpa del trabajo" Menciona aquello como si fuese un logro que en su caso sí lo era, significaba que de alguna forma la familia y el negocio de la misma estaba tomando mayor relevancia en su vida y no consideraba que fuese algo malo, o tal vez era el pequeño 'romance' que estaba viviendo con uno de los abogados de la firma que la motivaba a quedarse hasta largas horas, sin embargo ese minúsculo detalle lo reserva para si misma "Sorprendente ¿no?" Bromea.
Tumblr media
"¿No vas a decir que me veo espectacular con este color de cabello?" su tono se pintó de una decepción fingida por no haber recibido un cumplido por parte de su hermana mayor. Había estado misteriosa, sí, por la ruptura secreta y por su nuevo cambio de color en el cabello. Se había esmerado para que nadie la viera antes de tiempo, porque en los últimos minutos casi se arrepentía de la notoria decisión. "Archie sí me lo dijo," frunció la nariz en una mueca dramática y después volvió a enfocarse en el laberinto y comenzó a caminar con lentitud, sus cerebro maquinando todo lo que había vivido en los últimos meses porque necesitaba omitir algunas partes que aún no deseaba revelar. "Ha estado todo normal, supongo. Lo más impresionante que he hecho ha sido pintarme el cabello." Recordó que durante su adolescencia su color rubio era casi sagrado. "¿Y qué me dices tú? Apuesto a que te la has pasado increíble." Volvió toda la atención a su contraria, esperando que dejase pasar desapercibido cualquier situación sospechosa que se le haya pasado ocultar.
90 notes · View notes
scritti-di-aliantis · 2 months ago
Text
Tumblr media
(Foto: Stefania Ferrario)
La bellezza ha strani modi per insinuarsi nella tua mente. Il più immediato è sicuramente il nudo. Il più convincente e maturo invece forse è ascoltare o leggere ciò che lei dice o scrive. Le sue convinzioni.
Tumblr media
(Foto: Stefania Ferrario)
Ma il più tagliente e persistente dentro di te è esaminarla attentamente nel quotidiano. Osservarla senza farsi notare troppo. Vederla vivere: quando tace, ride, scherza e si presenta al mondo.
Tumblr media
(Foto: Stefania Ferrario)
La musica, i libri, gli spettacoli che le piacciono. I vestiti che sceglie. Gli accessori, il taglio di capelli, il profumo che lascia nell'aria quando ti passa accanto e non volendo ti cattura nella sua orbita. E capire d'un tratto che non scapperai più.
Aliantis
Tumblr media
(Foto: Stefania Ferrario)
172 notes · View notes
sunshyni · 4 months ago
Text
Brigadeiro | Kim Mingyu
Tumblr media
Kim Mingyu × Fem!Reader | Fluff | Sugestivo (?) | Casamento arranjado (?) mas eles não sabem ainda que se amam | WC: 1k
Notinha da Sun: DEUSSS EU QUERO UM HOMEM 😭
Tumblr media
Você desceu as escadas de casa em direção à cozinha. Mingyu não estava na cama com você, não que vocês dormissem agarrados ou algo do tipo; dormiam um de costas para o outro, e dificilmente se davam boa-noite, exceto quando você estava lendo e ele queria dormir. A verdade é que viviam um casamento arranjado, forçado por seus pais, donos de grandes conglomerados, fosse da tecnologia, fosse da hotelaria. Depois de uma partida de golfe em que os homens jogavam e as mulheres fofocavam — uma atribuição de papéis clássica e não só do mundo da elite, o que você achava estúpido — você começou a reparar melhor em Mingyu, especialmente nos comentários invejosos das suas “amigas” sobre ele: o porte físico, a gentileza que só via fora de casa. Com você, ele era sempre muito frio, talvez por ter sido literalmente arrastado para um relacionamento com alguém que ele nem conhecia. Mas você estava tentando fazer as coisas melhorarem, prosperarem.
Talvez Mingyu não fosse seu par ideal, o amor da sua vida, mas isso não impedia que vocês se conhecessem melhor e fizessem coisas que casais fazem, como beijar e fazer sexo.
Na verdade, você estava pensando com bastante afinco e animação nesse último. Tinha certeza de que conseguiria conquistá-lo com a camisola de renda levemente transparente, os cabelos desarrumados e os lábios brilhando com um gloss de frutinha. Ninguém resistia a uma mulher naturalmente linda e confiante — pelo menos esse era seu plano ao chegar à cozinha.
Mingyu havia acendido apenas a pequena luz do exaustor acima do fogão enquanto mexia uma panela. O cheiro característico de cacau em pó logo te envolveu. Ele estava fazendo sua receita de brigadeiro na larica noturna.
Você sorriu, pois tinha um ponto a seu favor, ou melhor, vários. Estava tentando conquistá-lo pela comida desde que decidiu melhorar o relacionamento de vocês.
Agora, Mingyu sempre te dava boa-noite ao terminar de escovar os dentes, e você sorria, mas se perdia nas linhas do livro que estava lendo, tendo que voltar todo o capítulo porque percebia que apenas lia sem entender.
— Tá fazendo direitinho — você disse, se aproximando e se encostando no balcão ao lado do fogão. Ele levantou o olhar para você, os cabelos ligeiramente encaracolados atingindo seu campo de visão, e você os afastou gentilmente.
— Aprendi com a melhor — ele disse, te dando um sorriso que te fez tocar o peito, fingindo secar lágrimas inexistentes. — Cadê o seu prêmio do MasterChef?
— Eu não te contei? Tá na casa dos meus avós. — Mingyu se divertia com suas mentiras ditas de forma tão convincente que às vezes soltava um “sério?” genuíno, te fazendo rir em seguida. — Você assistiu à 5ª temporada? Eu tava lá, sabia?
Você pegou um prato de vidro para ele colocar o chocolate, e, quando ele estendeu a mão, você soube imediatamente: o relacionamento de vocês evoluíra tanto que pareciam um casal que lia a mente um do outro.
— Sério? Você era aquele vaso dos tempos egípcios? Aquele que a câmera pegava de soslaio.
— Engraçadinho. Mas gostei do elogio indireto à minha semelhança com Cleópatra — você respondeu, afastando os cabelos dos ombros de forma teatral. Mingyu sorriu, colocando o prato na geladeira e fazendo beicinho.
— Agora tem que esperar — ele disse, e você sorriu, mas engoliu em seco quando ambos ficaram em silêncio. Uma tensão esquisita se instalou, seu coração acelerou, e vocês trocaram olhares novamente, encostados no balcão, os braços quase se tocando. Talvez por isso seus pelos se eriçassem, como se estivesse diante de uma TV de plasma.
— Gyu... — você começou, vendo-o direcionar a atenção para você. De repente, se sentiu exposta demais, quis se esconder num buraco e ficar lá para sempre, mas falou, mesmo com o corpo trêmulo: — Eu sou uma mulher por quem você sentiria tesão?
Seu peito subia e descia numa respiração acalorada. Os olhos de Mingyu se escureceram na mesma hora, algo perceptível mesmo sob a luz amarelada do fogão e o brilho da lua que entrava pelas grandes janelas.
— Por que tá me perguntando isso? — ele questionou, e você desviou o olhar.
— Por curiosidade — você deu de ombros.
— Tá vestindo essa camisola que não deixa muito para a imaginação por curiosidade também? — ele perguntou, e você sentiu suas bochechas arderem. Mingyu apareceu de novo no seu campo de visão, as mãos atrás de você, te prendendo contra o corpo grande e o balcão.
— Hm? Me diz — ele insistiu, e você o olhou nos olhos, sem saber se realmente dizia a verdade ou inventava uma desculpa.
— Eu quero você — você admitiu quase num chorinho adolescente. Mingyu te beijou levemente na bochecha, e o gesto mínimo quase fez seu corpo derreter.
— Quer o meu corpo ou realmente me quer? — ele perguntou, e você mudou de ideia quanto a ele não ser seu par ideal, porque jamais se sentiria trêmula daquele jeito se ele não fosse.
— Eu realmente te quero — você disse, e Mingyu segurou sua nuca com uma das mãos, se inclinando para te envolver no que foi, na verdade, o melhor beijo da sua vida. Absolutamente tudo se encaixava, até mesmo seus corpos, que pareciam disputar pelo mesmo espaço. Você envolveu o pescoço dele com os braços, e ele te colocou sem dificuldade alguma sobre o mármore do balcão, enquanto te explorava com avidez.
Ele afastou suas pernas o suficiente para se encaixar entre elas e estimular seu núcleo com movimentos dedicados de quadril, mal respirando entre os beijos.
— Honestamente, achei que você me odiasse — ele confessou, e você abriu a boca, surpresa.
— Eu pensei que você me detestasse.
— Você sempre agia de forma fria — ele disse, envergonhado, mas suas mãos subiam por suas coxas, elevando o tecido da camisola, como se ele já fizesse isso todas as madrugadas.
— Você literalmente nem respondia aos meus boa-noites, Mingyu — você disse, sem remorso, com um sorriso brincalhão enquanto seus dedos brincavam com os fios de cabelo dele.
— Porque você sempre me dava boa noite quando eu já tava sonhando com carneirinhos. — Você sorriu, rindo contra a boca dele. Mingyu aproximou ainda mais seus corpos, fazendo você se agarrar a ele como um bicho-preguiça a uma árvore, com braços e pernas o envolvendo.
— Quer usar meu corpo agora enquanto o brigadeiro não tá pronto? — ele perguntou sem te olhar, com o rosto enterrado no seu pescoço, deixando beijinhos úmidos atrás da orelha e na nuca. Você o afastou um pouco para olhá-lo nos olhos.
— Eu tô muito afim de te usar agora.
Tumblr media
@sunshyni. Todos os direitos reservados.
156 notes · View notes
silver-brigde · 2 years ago
Text
oh God...
i just realized
with the whole flesh thing the absolutesolver does i'm starting to think the stuff about saliva and hormones is more then just a passing joke
78 notes · View notes
hansolsticio · 8 months ago
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
✦ — "kiss me goodnight". ᯓ x. minghao.
— melhor amigo (?) ! minghao × leitora. — 𝗰𝗮𝘁𝗲𝗴𝗼𝗿𝗶𝗮: smut. — 𝘄𝗼𝗿𝗱 𝗰𝗼𝘂𝗻𝘁: 3271. — 𝗮𝘃𝗶𝘀𝗼𝘀: continuação de "esperar", linguagem imprópria, fingering, squirting & superestimulação. — 𝗻𝗼𝘁𝗮𝘀: a pp aqui tá quase virando a bella em crepúsculo, chorando porque quer dar.
Tumblr media
"Mas parece tão simples! Eu poderia fazer igual se eu quisesse.", você protestou mais uma vez, estavam nessa discussão desde que deixaram o museu. Minghao decidiu que te levaria novamente para ver algumas das obras favoritas dele — dessa vez, como um encontro. Vocês já haviam feito isso em outras ocasiões e você sempre ficava encantada com algumas e abismada com a simplicidade de outras.
"Eu sei que pode, não tô duvidando de você.", te tranquilizou em meio a um risinho fofo. "Mas a questão não é ser simples ou fácil. O importante é o sentimento do artista, vai muito além do que você consegue ver com os olhos.", explicou enquanto tentava tirar uma folhinha que ficou presa no seu cabelo — provavelmente deveria ter caído quando vocês atravessaram o pequeno parque que ficava na parte de fora do museu. "E outra: não teria sentido. Você é inteligente demais 'pra tentar repetir algo que alguém já fez, não é?", te questionou com um levantar de sobrancelhas.
Seu argumento se perdeu com a proximidade. Em silêncio, revisitava os detalhes do rosto do homem. Minghao parecia um príncipe na maioria das vezes — exceto quando ele se empenhava em te deixar estressada de propósito, testando sua paciência. Você se inclinou devagarzinho, ficando na pontinha dos pés, o momento parecia perfeito. Se fizesse com calma, talvez ele nem prestasse atenção. Porém 'jogar' com Minghao nunca era uma troca justa. Ele te puxou para um abraço assim que percebeu suas intenções, seu suspiro derrotado fez o corpo dele balançar com um riso contido.
"Hao-", quis argumentar.
"Você sabe as regras. Não adianta.", deixou um selo casto no topo da sua cabeça, era uma tentativa de te consolar.
"E que diferença faz me beijar agora ou só no final?", sua voz saindo abafada dentro do abraço dele.
"É mais divertido no final.", sentiu ele dar de ombros, finalmente se afastando de você.
𐙚 ————————— . ♡
Maldita hora em que você foi concordar com isso. Aliás, sequer sabe se, de fato, concordou conscientemente com algo. Minghao tinha a incrível capacidade de guiar suas decisões sem muito esforço. Era quase manipulação (ênfase em 'quase'). Na verdade ele só sabia como soar convincente e você, que ficava bobinha com o ar de autoridade que ele passava, se deixava influenciar.
Levando em conta essa nova fase do relacionamento de vocês, Minghao achou justo que as coisas entre vocês dois funcionassem de acordo com algumas "normas". Para ele, a coisa era séria mesmo. Você ainda se lembra da gargalhada que deu quando ele apareceu com uma lista no bloco de notas do celular — e ele queria rir junto, você sabia muito bem, a expressão de julgamento que ele te ofereceu não era capaz de esconder muita coisa.
Nas palavras dele, as regras serviam para "levar as coisas com calma" (lê-se "deixar acontecer naturalmente"). A ideia surgiu depois de muito drama e chororô da parte de Minghao, diga-se de passagem, pois você havia "estragado" a declaração de amor dele. O homem não se conformava com o fato de ter se confessado em meio a uma discussão e detestava mais ainda ter te beijado daquele jeito sem nem ter te levado em um encontro sequer. Depois de rir com muita incredulidade sobre o fato de Minghao querer agir como o último romântico desse planeta, você resolveu concordar com as malditas regras — já que elas, aparentemente, deixavam ele um tantinho mais satisfeito.
Não era muita coisa, envolvia principalmente manter uma boa comunicação entre vocês dois e algumas limitações quanto à toque físico. Desde o acontecimento no carro, já havia ficado claro para você que, por mais que quisesse, o homem não te levaria para "os finalmentes" fácil assim, Hao precisava de uma maior conexão da sua parte. E, na sua opinião, era completamente válido — ainda que naquele dia você quisesse pular no colo dele ali mesmo —, respeitaria o tempo dele o quanto precisasse. Entretanto, seria uma tarefa difícil, principalmente porque — agora que você tinha consciência dos sentimentos do homem — era quase impossível não perceber o jeito que ele te olhava. Será que ele sempre foi assim? Você se perguntava como nunca havia notado algo tão evidente.
E por mais que fosse grande admiradora da paciência e perseverança de Minghao, você sabia que ele não era santo. Tantos anos ao lado dele não foram inúteis, mesmo que você tenha sido lenta ao ponto de não notar o óbvio interesse dele em você — na verdade, se pergunta se só escolheu não perceber —, ainda o conhecia o suficiente para saber interpretar os sinais físicos de quando Minghao queria alguma coisa. Então mesmo que ele tentasse sustentar toda uma atitude inabalável, para você era fácil perceber o quanto ele te queria — e isso definitivamente não estava te ajudando.
𐙚 ————————— . ♡
"Prontinho. 'Cê tá entregue.", o homem suspirou. Estavam em frente à porta do seu apartamento, você brincava com as chaves, mas não parecia ter pretensão de abrir a porta. "Não vai entrar?", Hao percebeu a hesitação. Você se aproximou sorrateira, prendendo a corrente que adornava o pescoço dele entre os dedos.
"Dorme comigo?", olhava a prata deslizar entre os seus dígitos como se fosse algo esplêndido, quando na verdade só não queria ter que olhá-lo nos olhos.
"Não sei, _____.", hesitou, as mãos estavam inquietas dentro dos bolsos.
"Faz um tempão que 'cê não dorme aqui."
"Por quê será?", rebateu com agilidade, você finalmente levantou o rosto, dando de cara com os olhinhos brilhantes te julgando.
"Eu vou me comportar. Prometo 'pra você.", levantou uma das mãos, cruzando os dedos.
"Cê sabe que só se cruza os dedos quando se pretende quebrar a promessa, né?", ele não escondeu o sorriso.
"Me pegou.", sentiu sua boca secar vendo os lábios rosinhas tão de perto, não se conformava com o quão bonita era a boca de Minghao. O homem pareceu ter notado, já que não demorou muito para você sentir a mão gelada cobrindo os seus olhos.
"Juro que se você não ficar quieta...", não completou a frase e nem precisava. Você puxou a mão que cobria sua visão, olhando-o desafiadora.
"O que acontece?", sorriu sapeca vendo-o estreitar os olhos. Ele empurrou a língua no interior da bochecha, segurando uma resposta no fundo da garganta. Agarrou sua cintura com agilidade te virando de frente para a entrada da sua casa, você não conseguiu refrear o gritinho surpreso, rindo logo em seguida.
"Abre a porta, _____.", foi a última coisa que disse e você obedeceu.
"Eu vou tomar banho e me trocar, tem algumas roupas suas na cômoda do quarto de hóspedes se quiser fazer o mesmo.", explicou-se, tirando os sapatos assim que entrou. O "quarto de hóspedes" na verdade pertencia à sua antiga colega de apartamento, mas havia praticamente se tornado o quarto de Minghao desde que ela se mudou. Ele concordou com a cabeça, jogando a carteira e as chaves do carro na mesinha que ficava próxima à porta. Estava prestes a seguir para o cômodo, mas pareceu ter se lembrado de algo.
"Ah! Nada de shortinho ou qualquer outra roupa curta, ouviu?", dramatizou, apontando um dos dedos na sua direção. Você quis rir, Minghao era uma peça.
"Isso não tava nas regras...", deu de ombros, ironizando o pedido.
"Acabei de acrescentar.", era um tanto injusto, mas você resolveu não fazer essa observação.
"E se eu não quiser obedecer?"
"Não provoca, linda.", o corpo alto se aproximou do seu, balançava, como um gatinho se aproximando devagar. "Não adianta começar se você sabe que eu não vou terminar...", sussurrou absoluto, propositalmente esbarrando em você ao passar pelo corredor.
[...]
Para o alívio de Minghao você até que escolheu uma roupa decente. Tanto que o clima se acalmou um pouco quando vocês finalmente se encontraram de novo na sala de estar. Decidiram fazer tudo aquilo que sempre faziam nas noites do pijama que vocês dois tinham semanalmente. Sendo assim, não demorou para ter pipoca e lanchinhos jogados por todo os lados enquanto você pintava as unhas do homem. Fez questão de escolher uma cor que sabia que ele detestaria e o fato foi confirmado imediatamente pela expressão de desgosto assim que ele viu o frasquinho cintilante. Na sua opinião, era uma troca justa, afinal você estava sendo obrigada a assistir a uma série "horrorosa" (palavras suas) que infelizmente era a favorita de Minghao.
Os problemas só começaram mais tarde naquela noite, você já estava cochilando no ombro do homem quando ele te acordou só para te fazer ir para cama. Você seguiu a rotina como sempre costumava seguir quando ele estava por ali, deixou que Hao te arrastasse para ir escovar os dentes e, em seguida, arrastou ele pro seu quarto sem dar uma palavra sequer. Tentou levá-lo até sua cama, mas encontrou resistência no meio do caminho.
"Nem adianta. Eu não vou dormir contigo.", ele soltou um risinho quando você se virou, o rostinho sonolento demorou para assimilar o motivo da recusa. Você queria praguejar, às vezes detestava estar passando por essa fase com Hao. Resolveu que não se chatearia, mas usaria a chance para tirar proveito da situação.
"Então eu quero meu beijo agora.", olhou-o por baixo dos cílios. Hao encostou-se na parede ao lado da porta, um sorrisinho astuto no rosto.
"Cê sabe que não conta como 'despedida' se eu vou dormir aqui, 'né?", rebateu. Porém não foi o suficiente para te fazer desistir.
"Trato é trato, Hao.", fez bico, quase colando seu corpo no dele. O homem suspirou, envolvendo seu rosto com as mãos. A boca quentinha selou seus lábios com carinho e você sentiu seu corpo amolecer com o contato tão simples. Ele se separou rápido demais pro seu gosto, você franziu a testa.
"É tão exigente...", murmurou em meio a um risinho, te puxando para um beijo de verdade dessa vez. Era lento e gostosinho, do jeito que fazia suas pernas enfraquecerem. A língua geladinha invadiu sua boca e não deu para segurar o gemidinho. Suas mãos entraram por baixo do tecido da camiseta dele, arranhando as costas do homem. O corpo dele retesou, as mãos grandes te puxaram pela cintura, te deixando ainda mais perto.
Você mordia o maxilar marcadinho, ouvindo ele grunhir bem perto da sua orelha. As mãos serpentearam pelo abdômen do homem, descendo sorrateiras até a barra da calça. Minghao estava tão perdido nas sensações que quase não notou, mas agarrou seus pulsos assim que percebeu. Você não cessou as mordidinhas, choramingando um "por favor" manhosinho ao pé do ouvido dele. Isso pareceu ser o limite, Hao te fez virar de costas — assim como havia feito em frente a porta do seu apartamento mais cedo. Os braços circularam seu corpo, como se ele tentasse te controlar.
"Eu 'tô tentando te tratar com respeito, ____.", tentou ser franco, o timbre baixinho sendo abafado pela posição do rosto dele — que estava enfiado no seu pescoço. Você não reconhecia a si mesma naquele momento, não era capaz de pensar em mais nada que não fosse o caráter sensual da situação. O corpo dele era tão quente... o cheirinho gostoso que estava espalhado nas roupas dele e o quadril encaixadinho na sua bunda te levavam a imaginar ele te comendo nessa exata posição.
"Hao...", o chamado ansioso acompanhou uma rebolada nada discreta contra a pelve do homem. "Por favor."
"Só que você não quer que eu faça isso, quer? O quê que tem de errado com você, meu bem?", ambas as perguntas eram retóricas. Minghao praguejou aflito — já havia perdido as contas de quantas vezes você tinha atestado contra o autocontrole dele. Bufou derrotado, estava convencido que você deixaria ele maluco algum dia. "Se eu te fizer gozar agora, você volta a se comportar? Hm?", estava na cara que ele ia acabar cedendo. Sequer ouviu a oferta direito, só a parte de Minghao te fazendo gozar foi o suficiente para que você concordasse. "Vai voltar a ser uma boa garota pra mim, não vai?", o tom sedutor te acendeu mais ainda.
"Sim, Hao.", tão submissa... ele sequer precisava se esforçar para conseguir algo de você. O aperto em volta do seu corpo relaxou.
"Mostra a bucetinha 'pra mim então.", o pedido pareceu vir de outro planeta, você soltou um som inquisitivo. "Você ouviu, meu bem. Tira a roupa e abre as pernas.", o tom doce fez seu cérebro dar um nó. Se livrou das peças com ansiedade, jogando-as em qualquer canto do quarto. Sentou-se, apoiando as costas na cabeceira da cama. Assistiu Minghao se livrar da própria camiseta, as mãos coçaram ao ver a pele lisinha e livre de marcas. O homem ajoelhou-se no colchão, bem na sua frente. Os olhos afiados observaram seu corpo, voltando ao seu rosto com certa velocidade. "Não vou repetir.", afirmou autoritário.
Seu corpo arrepiou com embaraço, mas você finalmente obedeceu, abrindo as pernas acanhada. Ganhou um sorriso do homem, aprovando sua obediência. Sentiu os dígitos gelados circularem a pele em volta da sua intimidade, ele não tirava os olhos do local, um sorrisinho bobo adornando o rosto. Você queria sumir, o tesão não conseguia sanar a vergonha de estar tão exposta. Minghao piorava tudo, encarando sua buceta sem pudor algum.
"Cê fica molhadinha assim sempre que me provoca, meu bem?", um dos dígitos finalmente tocou sua entradinha, esfregando o líquido quentinho.
"Hao...", seu rosto ardia, tanto pelo desejo quanto pelo embaraço. Ele finalmente tirou os olhos da sua intimidade, olhando seu rostinho retorcido.
"Tá com vergonha, é?", aproximou-se, roçando o nariz no seu. Sua voz ficou presa na garganta assim que sentiu-o desenhar círculos lentinhos no seu clitóris. "Eu fiz uma pergunta."
"Sim.", murmurou com hesitação.
"E por que não ficou com vergonha quando 'tava se oferecendo 'pra mim igual vagabunda, meu amor?", tudo era dito com muito carinho, Minghao iria acabar te matando. "Não gosto de garotinhas assim, meu bem. Te pedi 'pra se comportar um montão de vezes.", selou seus lábios e observou seu rostinho, como se esperasse por algo. "Não vai pedir desculpas 'pra mim?", arqueou a sobrancelha.
"Me desculpa, Hao.", estava perdendo as forças para falar, o jeitinho sensual te enchia de luxúria. Os dedos aumentaram a velocidade.
"Isso... é muito mais gostoso quando você me obedece, tá vendo?", sussurrava tudo pertinho da sua boca, roubando selos molhadinhos de vez em quando. "Tá na hora de aprender a ser uma namoradinha boa 'pra mim.", adentrou o dedo médio com lentidão, usando o polegar para continuar estimulando seu pontinho. A mão livre segurou seu maxilar, te roubando em um beijo lentinho. "Põe a linguinha dentro da minha boca, meu bem.", interrompeu o ósculo para murmurar o pedido, você acatou de bom grado, deixando o músculo paradinho. Hao fez questão de chupar de um jeito gostosinho, grunhindo deleitoso. "Eu gosto assim, amor. Não esquece.", colou a testa na sua, sorrindo bonito. Você pulsava, o buraquinho carente queria muito mais de Minghao.
"Hao... por favor.", você abriu mais as pernas, deixando explícito sobre o que se tratava o pedido. Ele sorriu zombeteiro, acariciando seu rostinho com afeto.
"Já conversei contigo sobre isso, meu bem. Só quando a gente estiver namorando.", ele era firme demais quanto a esse aspecto — e nesse momento você detestava isso.
"Então me pede em namoro! 'Cê já sabe que eu vou aceitar.", a paciência se esvaziava.
"Não. Não desse jeito e muito menos com você assim... você não quer isso agora, amor. É só o tesão falando.", negou veementemente, acelerando os movimentos só para fazer você se calar. Pareceu funcionar, seus olhos se fecharam, aproveitando o estímulo gostoso. Ele colocou mais um dedo, assistindo seu rostinho franzir.
O homem era dedicado, posicionava e reposicionava os dedos de todas as maneiras possíveis. Parecia testar qual tipo de movimento fazia sua bucetinha apertar com mais vigor, em que lugarzinho ele deveria tocar para te fazer soltar mais um chorinho manhoso. Estudava o seu prazer como se fosse uma espécie de experimento e era ridiculamente bom nisso, mal havia começado e você já se sentia fraca, apertando os travesseiros entre os dedos. Os dígitos roçaram num lugarzinho muito gostoso, sua cintura saltou e ele não deixou isso passar despercebido.
Hao se aproximou para mais um beijo, fazendo questão de estimular o mesmo lugar quando te viu distraída. O gemido dengosinho contra os lábios dele fez o homem sorrir. Suas sobrancelhas franziram, ele olhava de perto, a testa colada na sua. Os dedos te fodiam gostosinho, você não conseguiu segurar os quadris, forçando-se ainda mais contra ele. Ele arfava junto contigo quando você sentiu o corpo esquentar ainda mais, gemia em staccato. Os olhinhos se apertando enquanto o orgasmo te consumia.
Hao tentava manter a compostura ao assistir a cena, achava que nunca seria capaz de esquecer o que viu. O pau espasmava, melando a calça. A mão ágil não deixou de te estimular, nem quando os últimos resquícios do orgasmo foram embora. Você tentou cruzar as coxas, sobrecarregada. Ele não parou, os dedos ainda te fodiam no mesmo ritmo.
"Hao, é m-muito...", choramingou as palavras, as perninhas fechadas em volta do braço dele não impediam muita coisa.
"Eu sei, meu bem. Mas o Hao promete que vai ser gostoso.", murmurou com carinho, selando o topo da sua cabeça. "Aguenta só mais um pouquinho 'pra mim, vai?", o pedido veio açucarado, como se os dedos dele não estivessem sendo praticamente socados no fundo da sua buceta — lutando contra o aperto sensível da sua entradinha.
Você reabriu as pernas com certa resistência, circulando-as em volta da cintura de Minghao. Ele aproveitou a chance para retomar o carinho no seu pontinho inchado, rindo descaradamente do jeito que o seu corpo convulsionou. Seus olhos semicerrados acompanharam a cena, você não conseguiu segurar o próprio sorriso — nem sabia ao certo porquê sorria, estava completamente burra pelo prazer. O homem forçou os dígitos até o final, ondulando as pontinhas dos dedos bem no fundo do seu buraquinho.
Você soltou um gemido quebrado, a expressão de deleite rapidamente se transformando em uma carinha de choro. Os olhinhos reviravam, sentia seu cérebro derretendo com o carinho tão intenso. A pele arrepiava, não sabia ao certo, porém achava já estar gozando novamente. Cravou as unhas no antebraço do homem, não sabia dizer se estava machucando-o, o corpo adormecido só focava em uma coisa. Ouviu Minghao gemer e inconscientemente rebolou contra as mãos dele — como se estivesse dando prazer a ele também.
E como um interruptor que vira num único clique, a sensação se tornou insuportável de repente. Sentia sua carne tremer, chamando pelo nome do homem com aflição. Ele imitava suas expressões, os dedos inquietos estimulando seu clitóris sem parar. O jeito que a sua entradinha expulsou o líquido transparente sem aviso algum pegou vocês dois de surpresa. Os esguichos seguintes vieram com menor intensidade, mas ainda foram suficientes para molhar a calça de Minghao. Ele te olhava totalmente extasiado, até sentir a cintura impulsionar involuntariamente.
"Ah! N-não, porra, porra!", as palavras saíram de maneira esganiçada enquanto ele jogava a cabeça para trás. Apertou o próprio pau, como se tentasse impedí-lo de expelir a porra quentinha dentro da calça. Você assistiu a cena em choque, o corpo balançava com a respiração ofegante. Ele praticamente se jogou em cima do seu corpo, a respiração quente fazia seu pescoço arder enquanto a pelve molhadinha roçava contra o seu íntimo num ato totalmente involuntário. Você forçou as unhas no quadril dele, obrigando-o a cessar o movimento. Sorria entorpecida, o corpo parecia gelatina.
"Você gozou...?", dava para ouvir o riso na sua voz.
"Quieta.", as mãos grandes apertaram suas coxas, repreendendo a observação. Aquilo te fez gargalhar mais ainda e o corpo de Hao vibrou num riso contido.
Tumblr media
# — © 2024 hansolsticio ᯓ★ masterlist.
Tumblr media
213 notes · View notes
deepinsideyourbeing · 11 months ago
Text
Standing in the light of your halo - Esteban Kukuriczka
Tumblr media Tumblr media
+18! Dom!Esteban, spanking, breve nipple play, sexo oral, alusión a bondage y/o shibari, fingering, sexo sin protección, face slapping, spitting, begging, creampie, aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Esteban te sostiene firmemente sobre su regazo, el bulto entre sus piernas roza tus costillas y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu piel ardiente una y otra vez, sin darte respiro. Tu voz es apenas un murmullo al contar y agradecerle por cada nalgada.
-¿Color?- pregunta, dirigiendo sus dedos a tus pliegues mojados y moviéndolos de arriba abajo. Te resulta difícil concentrarte y la siguiente vez que habla, acentúa sus palabras tirando más fuerte de los mechones entre sus dedos-. Contestá cuando te pregunto algo.
Tomás aire.
-Verde.
Siembra un par de besos en tu espalda luego de un último roce a tu centro y masajea tu cuero cabelludo por unos instantes antes de obligarte a reincorporarte para sentarte entre sus piernas, sus manos se deslizan desde tus caderas hasta tus pechos desnudos salpicados con las marcas de sus dientes. Besa tu mejilla, tu cuello, desciende hasta tus hombros y deshace el camino que trazaron sus labios hasta llegar a tu boca, pero no te besa.
-¿Querés que te coja?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Sus dientes capturan tu labio inferior mientras una de sus manos te aprisiona contra su pecho y la otra juega con tus pezones. Sus dedos no muestran piedad alguna y emite un sonido de falsa simpatía cuando te quejás a causa del dolor, sonido que sería convincente de no ser porque sentís la forma en que su miembro caliente palpita contra tu espalda baja y humedece tu piel.
En un rápido movimiento te deja de rodillas entre sus piernas y tus manos se ubican de manera instintiva sobre tus muslos para que pueda verlas con claridad. Acaricia tu rostro con suavidad y perseguís el calor y confort de su mano mientras mantenés contacto visual con él, los destellos verdes en sus ojos fundiéndose con el color ámbar ahora que sus pupilas están dilatadas.
Te perdés contando las pecas que salpican la piel de sus mejillas y el puente de su nariz, observando cómo los mechones rubios caen sobre su frente y sus cejas, la particular forma en que sus labios se fruncen y delatan así el deseo y la necesidad que siente por vos. Recostás tu cabeza contra su pierna y la sombra de una sonrisa amenaza con romper su semblante serio.
-¿Puedo…?- tu mirada alterna entre sus ojos y su miembro, erecto y goteando.
Cuando asiente dejás escapar una respiración temblorosa, deseosa de tenerlo en tu boca, y sin perder tiempo cerrás tu mano alrededor de él. Lo masturbás con lentitud y un agarre firme, hipnotizada por la aparición de gota tras gota de líquido preseminal, por los suspiros y por sus palabras de aliento que te incitan a continuar. Tu pulgar juega con su punta brillante y roja, provocando que su excitación impregne su miembro y también tus dedos.
Comenzás besando sus muslos, dando alguna que otra mordida inofensiva para luego plantar besos sobre su miembro y delinear con tu lengua la vena que lo recorre. No pasa mucho tiempo antes de sentir su mano sobre la parte posterior de tu cabeza, una silenciosa indicación o una orden que obedecés inmediatamente: cuando tu lengua se desliza sobre su punta y su sabor invade tus sentidos tus labios se cierran sobre esta para comenzar a succionar con fuerza.
Esteban no te la hace fácil, por supuesto que no. Su mano ejerce presión para que tomes más de su miembro en tu boca y no se detiene al sentir la forma en que tu garganta se contrae –una sensación que lo vuelve loco-, sabe que de necesitar parar vas a tocar su muslo dos veces. Acaricia tu mejilla y limpia las lágrimas que desbordan tus ojos antes de liberarte, observa fascinado la forma en que su miembro y tus labios permanecen conectados por un hilo de saliva.
Toma tus manos entre las suyas y masajea tus muñecas antes de llevárselas a los labios para besar con delicadeza las marcas en ellas, el recuerdo que las cuerdas de yute dejaron en tu piel. Cubre de besos el dorso de ambas manos y las yemas de tus dedos, cerrando sus ojos y suspirando cuando su lengua prueba el rastro que dejó en vos.
Te ayuda a ponerte de pie y te recuesta en la cama deshecha, el movimiento realzando el aroma de sus respectivos perfumes en las sábanas. Sus ojos recorren tu cuerpo de manera intensa antes de recostarse a tu lado y separar tus piernas con un simple toque de su mano, sus largos dedos instalándose entre tus muslos para acariciar superficialmente la piel alrededor de tu entrada.
-Mirá cómo te mojaste- acerca su mano a tu rostro para que puedas apreciar la forma en que sus dedos brillan bajo la tenue luz de la lámpara-. Abrí.
Tus labios se separan e introduce dos dedos en tu boca, el sabor de tu esencia esparciéndose sobre tu lengua rápidamente. Esteban clava sus ojos en los tuyos y observa la forma en que batallás para sostenerle la mirada cuando comienza a golpear tu garganta con sus dígitos: una de tus manos cerrándose sobre su muñeca a modo de advertencia, o tal vez súplica, basta para que los retire. Te recompensa besando tu mejilla y presionando sus dedos contra tu entrada.
-Por favor- humedecés tus labios-. Necesito…
-¿Qué necesitás?
-A vos.
Una sonrisa de satisfacción tira de sus labios y sus dedos se hunden en la calidez de tu interior con movimientos lentos, medidos y expertos. Centra su atención en tus puntos más sensibles, una acción reflejo del conocimiento que posee sobre tu cuerpo, y minutos más tarde su pulgar masajea tu clítoris siguiendo el mismo ritmo.
Tus gemidos cada vez más altos acompañan los sonidos obscenos que reverberan en las paredes desnudas de la habitación y las muecas que atraviesan tu rostro, junto con la contracción de tus paredes alrededor de sus dedos, le permiten saber que tu orgasmo se acerca. Normalmente te haría esperar, pero decide darte el capricho sólo por esta vez y cuando intentás advertirle asiente de manera comprensiva para hacerte saber que tenés su permiso.
Silencia tus gemidos besándote en el momento justo y disfruta el hecho de que te cueste corresponder el beso, tus piernas se cierran con fuerza ante el placer abrumador y no sos consciente de que tus uñas se entierran sobre la piel sensible de uno de sus hombros… Pero no le importa, Esteban adora que todo el mundo sepa que te pertenece tanto como vos a él.
Retira sus dedos y utiliza tus fluidos para lubricar su miembro, pero se detiene al posicionarse entre tus piernas para apartar los mechones de cabello que caen sobre tu rostro y asegurarse de que te encontrás en las condiciones adecuadas para continuar. Desliza su punta entre tus pliegues y el calor de esta te roba un suspiro que se transforma en un gemido cuando por fin te penetra.
Para distraerte del ardor inicial provocado por la intrusión, Esteban acaricia tu cadera y dibuja círculos sobre tu clítoris sensible. Observa la forma en que su miembro se desliza entre tus pliegues, tu entrada apretada cediendo lo suficiente para que él logre hundirse profundamente en vos, y aparta la mirada de vez en cuando para observar en tu rostro las expresiones que ya conoce. Están grabadas a fuego en su memoria pero no puede evitarlo, adora verte.
Te perdés en el placer y la sensación de sus caricias, de tu boca sólo surgen palabras sin sentido pero Esteban comprende que es la forma en que rogás por más. Descansa su peso sobre una de sus manos y la otra toma tu mejilla antes de comenzar a mover sus caderas con fuerza, abusando de tu punto dulce como sólo él es capaz de hacerlo.
El pulgar rozando tu mejilla se desliza entre tus labios y su mirada vuelve a perderse entre tus piernas, la imagen desplegándose frente a sus ojos es casi suficiente para hipnotizarlo y tus gemidos son su melodía favorita, siempre acompañada por el ostinato que producen sus pieles en contacto.
-¿De quién es esta conchita?- remarca sus palabras con una fuerte embestida-. Decime, dale.
El dedo en tu boca te impide hablar casi tanto o más que el placer que nubla tu mente y Esteban es consciente de ambas cosas, pero no significa que deje de esperar una respuesta de tu parte. Retira el dígito de manera brusca y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu mejilla, el escozor devolviéndote a la realidad demasiado tarde.
En un segundo te posiciona dejándote sobre tu estómago y se sienta sobre tus muslos, desliza sus uñas sobre las aun notorias marcas que sus manos dejaron en tu piel hasta hacerte llorar y luego masajea la zona afectada. La punta de su miembro roza tu entrada por una fracción de segundo antes de que te penetre con fuerza y deje caer su pecho sobre tu espalda, su peso corporal haciéndote sentir protegida al igual que sus labios besando tu cabello.
Con las fuerzas restantes en tu cuerpo te reincorporás lo suficiente para voltear a verlo, intentás pedir que te bese pero lo único que escapa de tus labios entreabiertos son gemidos y sonidos de desesperación. Acerca su rostro al tuyo y escupe sobre tu lengua, observando con atención la forma en que las emociones tiñen levemente tus mejillas antes de tragar su saliva.
La sensación de su miembro golpeando el punto más profundo en tu interior te lleva al borde de otro orgasmo, ocultás tu rostro contra la almohada y tu mano se cierra sobre su muñeca.
-Por favor, por favor- rogás, tus palabras apenas audibles-. ¿Puedo?
-Sí, bebé- besa tu sien con delicadeza, una acción que contrasta con la agresividad de sus estocadas y los sonidos húmedos que estas provocan.
Intentás ahogar un grito mordiéndote el labio, pero es completamente inútil una vez que alcanzás el orgasmo y el placer se extiende por todo tu cuerpo. Una de tus manos se cierra con fuerza, haciendo un puño con las sábanas, mientras las uñas de la otra marcan nuevamente la piel de Esteban y aprisionás la almohada entre tus dientes.
Unos segundos más tarde, cuando la sensibilidad  post orgasmo amenaza con convertirse en tortura, sentís la forma en que Esteban llena tu interior y sus movimientos se detienen. Susurra palabras dulces en tu oído, entre ellas apodos como princesa y bebé, y riega besos en cada sitio que sus labios encuentran en su camino hasta tu boca.
-¿Estás bien?
Te aclarás la garganta.
-Perfecta- le dedicás una sonrisa.
Su miembro abandona lentamente tu interior y observa la forma en que su semen escapa de tu entrada -que se contrae ante la pérdida de él-, cayendo sobre tus pliegues y manchando las sábanas. Utiliza un dedo para recoger los restos de ambos y los empuja nuevamente hacia tu interior haciendo caso omiso de tus protestas.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y comemos algo?- propone mientras te ayuda a sentarte. Es una pregunta retórica, no tenés otra opción; Esteban es sumamente cuidadoso y jamás permitiría que experimentes los efectos de un descuido o la falta de atención luego de una sesión. Además, ¿por qué te negarías a ser consentida por él?
Te acompaña al baño y ambos esperan a que la temperatura del agua sea la ideal para entrar en la ducha, ignorando el vapor que empaña por completo los azulejos y el espejo. Lava tu cabello con cuidado y hacés lo mismo con el suyo, masajea gentilmente tus hombros y los músculos de tu espalda, y cuando salen observa con atención cómo realizás tu rutina de skincare.
Se acerca y rodea tu cintura con sus brazos, la punta de su nariz rozando tu cuello mientras mira tus ojos en el reflejo del espejo. Te sonríe, agotado y somnoliento, y sabés que tu lugar en el mundo siempre será entre sus brazos.
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
181 notes · View notes
quebraram · 4 months ago
Text
As cicatrizes na minha alma são como tatuagens, marcas permanentes de um tempo que não volta, mas que se recusa a ser esquecido. Elas não aparecem na pele, mas se manifestam no olhar cansado, no sorriso contido, no estresse, no mau humor, nas noites de insônia em que o silêncio pesa como uma montanha sobre o meu peito. Me lembro exatamente do dia em que me dei conta de que algumas dores nunca se curam. Naquela noite fria e triste, o vento trazia com ele uma sensação de abandono que parecia ecoar de dentro de mim. As palavras ditas foram como lâminas, cortando fundo, rasgando a confiança que eu havia depositado cegamente. Mas não foi a dor física que me abalou, foi a percepção de que a minha entrega não era suficiente, de que o meu amor seria sempre insuficiente para pessoas que buscavam em outros rostos os reflexos das suas próprias angústias. Era só uma questão de tempo para que tudo isso se tornasse mais uma cicatriz na minha alma, mais uma dor agonizante. As pessoas são sempre previsíveis, descartam quem as amam como se não fossem nada, só para ter um pé para viverem presas em um personagem sofrido. Elas se enredam em suas próprias mentiras e enganações, criando um teatro de sombras onde a felicidade é apenas um papel que nunca conseguem interpretar de forma convincente. As cicatrizes, no entanto, não me deixaram amargo, pelo contrário, me tornaram mais forte, mais consciente da minha própria capacidade de amar, de me doar sem esperar nada em troca. Aprendi que a dor, por mais intensa que seja, é temporária, mas as lições que ela traz são eternas. E, assim, sigo em frente com as minhas cicatrizes como testemunhas de uma vida vivida com intensidade, sem arrependimentos, sem medo de me ferir novamente. Porque no fim, são as cicatrizes que nos definem, que nos lembram de nossa humanidade, de nossa vulnerabilidade e da beleza que existe em cada pedaço que quebramos e que de alguma forma conseguimos juntar novamente.
— O meu nome é solidão, D. Quebraram.
61 notes · View notes
thinspolwvrr · 1 year ago
Text
O t.a obriga você a aprender a mentir de uma forma tão natural e convincente o suficiente pra ninguém se questionar se você realmente comeu ou não.
327 notes · View notes