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Clases Feldenkrais Online Gratuitas 2025
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ANARQUISMO CRISTIANO El anarquismo cristiano de León Tolstoi es la única alternativa razonable para abordar el evangelio. Tolstoi niega el parto virginal, los milagros, el pecado original, los sacramentos, el infierno y la resurrección como acontecimiento histórico. El escritor ruso apunta que la conversión del emperador Constantino convirtió el cristianismo en una nueva idolatría vinculada al poder político y económico. Desde entonces, las distintas iglesias solo se han preocupado del poder temporal y han explotado las ideas de culpa e indignidad para exigir una obediencia incondicional y atribuir a sus líderes una grotesca infalibilidad. Jesús fue hijo de José y María, acusó al Sanedrín y a Roma de cometer toda clase de abusos e iniquidades, fustigó a los ricos y poderosos, defendió los derechos de los pobres, los parias, las mujeres, los extranjeros y los excluidos, señaló que Dios no era un poder lejano y terrible, sino un padre-madre, y anunció que su Reino se hallaba allí donde había fraternidad, justicia y compasión. Ejecutado por Roma con el apoyo de las autoridades religiosas judías, su resurrección consistió en revelar que la plenitud de la vida solo se alcanza mediante la comunión radical con nuestros semejantes. Cuando prevalezca el amor sobre el odio, “Dios será todo en todos” (1 Cor 15, 28), lo cual significa que la humanidad reunida vencerá definitivamente al mal, simbolizado por el ultraje de la cruz, un castigo reservado a esclavos y rebeldes. La resurrección es el signo de que el verdugo no triunfa sobre la víctima y una invitación permanente a la desobediencia y el inconformismo. No es un hecho histórico, sino un signo utópico. El Reino de Dios está en el corazón del hombre, no en un más allá desligado de la historia, y exige luchar aquí y ahora contra cualquier forma de injusticia. Los cuatro evangelios canónicos fueron el producto de una elaboración colectiva. Fueron escritos, reescritos, modificados y, en no pocos casos, alteraron el mensaje original de Jesús, ese joven rabino de Galilea que probablemente jamás se proclamó el Cristo, sino el portavoz de una Buena Noticia que el poder temporal de su tiempo consideró peligrosa y subversiva. Las iglesias actúan como vulgares partidos políticos y, en la mayoría de las ocasiones, se alinean con las ideas más reaccionarias. Deberíamos olvidarnos de ellas y aprovechar las lecciones esenciales de Jesús: amar al prójimo, desterrar la violencia, cultivar la sobriedad, vivir solidariamente, no escatimar el perdón y ejercer la autocrítica. El evangelio de Mateo enuncia con nitidez la esencia del mensaje cristiano: “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. No hacen falta templos ni sacerdotes para poner en práctica este mandato.
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Por una Declaración de los Derechos de los Pueblos
Por Alain de Benoist
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Alain de Benoist critica los peligros de las ideologías absolutistas que suprimen la pluralidad e imponen la uniformidad, subrayando la importancia del arraigo cultural y de la identidad colectiva para preservar el carácter distintivo de los pueblos frente a las fuerzas homogeneizadoras del liberalismo moderno y de la globalización.
El siguiente es un ensayo del 15º Colloque national du G.R.E.C.E. (1) (17 de mayo de 1981).
Según Montesquieu, son las «ideas simples y únicas» las que conducen al despotismo. Por su parte, en 1772, Justus Möser escribió: «La tendencia actual a dictar leyes y ordenanzas generales es peligrosa para la libertad. Al hacerlo... estamos allanando el camino al despotismo, que pretende subordinarlo todo a unas pocas reglas y renuncia a la riqueza creada por la diversidad». Por último, para Friedrich Schlegel «yodo lo que es absoluto es, por su propia naturaleza, inorgánico y tiende a destruir los elementos que lo componen. Se puede decir sin equivocarse que lo absoluto es el verdadero enemigo de la humanidad».
He aquí, de entrada, la cuestión que nos reúne hoy: la causa de los pueblos. Esos pueblos cuyo concepto se expresa siempre en plural y cuya defensa constituye hoy el mejor medio de lucha contra los absolutos.
Es un punto que hemos planteado a menudo: los hombres existen, pero el hombre en sí mismo, el hombre abstracto, el hombre universal, ese hombre no existe. Podemos hablar de las libertades de los rusos, de los afganos, de los polacos, de las libertades de los pueblos subyugados por el imperialismo americano. Aferrarse, en cambio, a los derechos abstractos de un hombre «universal» es, a nuestro juicio, la mejor manera de no concedérselos a nadie.
Para nosotros, que rechazamos tanto el materialismo biológico como el racismo, el hombre no tiene otra naturaleza que la cultura a través de la cual se construye a sí mismo. El sujeto aislado no existe. Es un flatus vocis, una ficción. No existe un sujeto real, salvo en tanto que re-conectado, unido a herencias particulares, a pertenencias particulares. En otras palabras, no hay ningún sujeto preexistente a la conexión, ningún sujeto al que se le puedan atribuir propiedades fuera de cualquier conexión. Entre el absoluto de la humanidad y su correlato especular, el absoluto del individuo, hay un punto de equilibrio, un punto de anclaje: la cultura popular arraigada, como dimensión intermedia, como tercera vía, como lugar de conciliación permanente de las contradicciones relativas, que, en su medida, contribuye a dar a la existencia individual su eficacia, su significación y su supervivencia.
La categoría de «pueblo» no debe confundirse con la lengua, la raza, la clase, el territorio o la nación. Un pueblo no es una suma transitoria de individuos; no es un agregado aleatorio. Es la reunión de herederos de una fracción específica de la historia humana que, sobre la base de un sentimiento de pertenencia común, desarrollan la voluntad de continuar esta historia y de darse un destino común. Un pueblo es un organismo que, como tal, tiene propiedades particulares que no se encuentran en sus componentes estudiados aisladamente. También tiene derechos al igual que tiene deberes. Del mismo modo, el Estado que a menudo lo concreta históricamente también tiene vida propia. No es un concepto o un elemento nacido del contrato, como creían los filósofos «ilustrados» inspirados por el pensamiento mecanicista y mercantilista del siglo XVIII. Es una idea que encuentra progresivamente su encarnación en la historia.
«Cada hombre tiene su identidad inscrita en sus células», ha dicho recientemente Jean Dausset, Premio Nobel de Medicina en 1980 (2). Ahora bien, este carácter único, insustituible, inconmensurable que los investigadores atribuyen a los individuos debemos reconocerlo también en los pueblos.
En efecto, la identidad no puede ser únicamente individual. La conciencia de identidad va de la mano del sentimiento de inclusión, de pertenencia, que a su vez genera solidaridad y cimenta la voluntad común. La identidad colectiva, vivida y percibida subjetivamente, es el resultado de esta conciencia de pertenencia a un grupo, se define como diferencia y se aprehende mediante un sistema de representaciones, intuitivas o razonadas, a través de un cierto número de símbolos, mitos e imágenes que implican una visión del mundo y unos valores de referencia particulares. La identidad, en otras palabras, se entiende a través de una reflexión continua sobre el presente, siempre conectada con las raíces más profundas de nuestra cultura e historia. Este proceso de individuación nos hace conscientes de nuestros orígenes culturales y nos ayuda a comprender plenamente quiénes somos.
«Un pueblo sin cultura», escribe Albert Memmi, «estaría privado de pasado y de futuro; en otras palabras, ha dejado de existir como tal. Un pueblo no sólo muere si todos sus miembros mueren físicamente. Basta con que sus descendientes se integren individualmente hasta tal punto en otros grupos que olviden de dónde vienen y crean que su futuro siempre ha coincidido con el de sus nuevos conciudadanos. Su humus autóctono, en efecto, ha dejado de existir ya que se ha dispersado en los vientos de la historia, yendo a fertilizar otros suelos. Se comprende entonces la determinación de los grupos por defender su memoria colectiva: es la condición misma de su supervivencia» (3).
Se podría decir que la cultura es el carné de identidad de un pueblo. Es su respiración mental. Es su pasaporte para un futuro en forma de destino. Porque es cuando un pueblo se experimenta a sí mismo como una realidad orgánica y diferenciada cuando puede, gracias a un «espíritu popular vivo» (Achim von Arnim), revelarse plenamente creativo.
El análisis de sistemas ha establecido que la autoconservación de un sistema implica la existencia, no de una barrera impermeable, sino de un «filtro» destinado a controlar la entrada de información del exterior y su transformación dentro del sistema. Del mismo modo, el mantenimiento de la identidad de un pueblo exige una cierta continuidad cultural y demográfica, una relativa invariabilidad de los emisores, porque si bien es cierto que una homogeneidad excesiva conduciría a una pérdida de energía, también lo es que una heterogeneidad perturbadora produciría una erosión del sentimiento de pertenencia común. El «filtro» de un sistema cultural sólo puede estar constituido por un cierto número de valores.
No obstante, seamos muy claros. No se trata de establecer una especie de frontera metafísica en torno a las culturas. Los pueblos no son absolutos platónicos. La identidad, como constancia dentro del cambio, sólo puede captarse dialécticamente y en su propia evolución. Por tanto, el valor de uso de una adquisición cultural no es contradictorio con su valor de cambio. Pero para que haya intercambio, debe haber algo que intercambiar; es decir, en este caso, debe haber una identidad.
No se trata de aislarse de lo universal, sino de afirmar que sólo se puede alcanzar lo universal partiendo de lo particular. Cuanto más profundiza un grupo cultural en su propio genio, como ya observó Schlegel, más aumenta la riqueza de la humanidad. Por lo tanto, no abogamos por el aislamiento, sino por una forma de desarrollo histórico-cultural autocentrada.
Goethe, en Götz von Berlichingen, evoca a esos hombres que, «por exceso de erudición», ya no conocen a sus padres. Tales son los universalistas que, al deducir dogmáticamente lo singular de lo universal, llegan a negar sus propias raíces. La crítica que estamos desarrollando no es una crítica de lo universal, sino una crítica del universalismo, ese universalismo que encuentra su origen en el monogenismo bíblico y que no ha dejado de inspirar al igualitarismo laico desde el siglo XVII, ese universalismo que sabemos bien que emana siempre, de hecho, de un pensamiento particular, y que, como tal, representa siempre un intento enmascarado de dominar al Otro.
Jung demostró que, al igual que un individuo, un pueblo sufre una disociación mental cuando reprime su pasado más antiguo, cuando niega esa parte de sí mismo que procede de sus raíces profundas, esa parte de sí mismo que siempre se encuentra en el umbral de su propia conciencia, que lo interpela y le plantea el enigma de la historia de la Esfinge: ¿quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Qué pretendes hacer de ti mismo para darte un destino?
De todas las formas de destrucción y despersonalización de los pueblos, desde el racismo exterminador hasta la aculturación negadora de la identidad, una de las más perversas ha sido probablemente el asimilacionismo, que, hay que decirlo, su modelo ejemplar ha sido el colonialismo francés de los últimos dos siglos.
El asimilacionismo, como forma clásica de etnocentrismo colonial, llama la atención por encontrar en él, en el plano ideológico, componentes fundamentales como la creencia en el «progreso», la concepción «occidental» del mundo y la linealidad de la historia, la idea de que existe un ideal universalizable de la sociedad y, por último, la convicción implícita de una realidad objetiva del derecho basada generalmente en la teoría del derecho natural.
Por otra parte, es muy notable que esta doctrina, que en última instancia aparece como una técnica particular de dominación socio-nacional, encontrara un consenso perfecto en Francia, tanto en la derecha como en la izquierda.
En efecto, como escribe Alain Fenet, «se juzgó inmediatamente conforme al espíritu de la Revolución, porque, para los revolucionarios, sólo podía existir una única manera de administrar. Se calificó entonces de «liberal», ya que permitía reconocer a los habitantes de ultramar los mismos derechos que a los ciudadanos de la Francia metropolitana mediante el igualitarismo jurídico y beneficiarse de la ideología de los derechos humanos y ciudadanos consagrados en las leyes de la República. Por último, se beneficiaría de un elemento «progresista» debido a su proyecto de dar acceso a los habitantes de ultramar a las condiciones políticas, jurídicas y sociales creadas por el progreso de las sociedades europeas» (4).
En la práctica, sin embargo, el asimilacionismo encontró su propio límite en el hecho de que toleraba, incluso fomentaba, toda una serie de prácticas que se apartaban de sus principios. Creando así, en su interior, las condiciones de su propio declive y allanando el camino para la descolonización.
El fin del colonialismo, precisamente, y con demasiada frecuencia olvidamos mencionarlo, marcó el fracaso de una globalización unilateral y de una concepción universalista del mundo. La descolonización, en efecto, no consistió en el levantamiento de una clase contra otra clase. Supuso el nacimiento y la afirmación de los pueblos deseosos de vivir su propia historia en sus propios términos. En este sentido, representa un acontecimiento crucial.
Es este movimiento el que, hoy en día, tiende a intensificarse en todo el mundo. Los pueblos como pueblos, como colectivos históricos que trascienden cualquier otra categoría, se están levantando. Los pueblos quieren determinar su propio destino. Quieren reclamar su identidad y tomar las riendas de su destino. En lugar de ser objetos de la historia de otros, pretenden ser artífices y sujetos de su propia historia. Repitámoslo: no se trata de luchas de clases, sino de levantamientos populares y nacionales contra todo lo que oprime a los pueblos en general.
Debemos llevar hasta sus últimas consecuencias las ideas de este movimiento. En particular debemos sistematizar el concepto de «colonización», porque no debe usarse únicamente para referirse a los países del Tercer Mundo o a las antiguas colonias. Debe reexaminarse a la luz de las nuevas experiencias históricas. En efecto, existen otras formas de colonización que la política y la militar. Hoy uno puede ser conquistado – y colonizado – sin disparar un solo tiro. Incluso se puede ser colonizado sin darse cuenta. Se puede ser colonizado económica, cultural, ideológica, religiosa o espiritualmente. Y estas nuevas formas de conquista, potencialmente seductoras, potencialmente «transparentes», son incluso mucho más peligrosas. Diremos que la verdadera descolonización es la descolonización total. Yo añadiría incluso que es una descolonización recíproca.
No olvidemos, por otra parte, que Europa, antes de ser colonizadora, fue ella misma también colonizadora y exportó su ideología occidentalocéntrica y el mensaje bíblico únicamente después de habérselo impuesto a sí misma. Sabemos cuánto se esforzó Herder en su Otra filosofía de la historia (1773) por conciliar su cristianismo con su exaltación de los genios nacionales, defendiendo, no sin razón, una «forma moderna de politeísmo» que le lleva, entre otras cosas, a condenar la evangelización cristiana, el etnocentrismo misionero y la naciente colonización...
¿Qué es el derecho a la autodeterminación? Es, ante todo, el derecho a expresar la voluntad de ser independiente. Sin embargo, la independencia forma un todo. Ser políticamente independiente y no serlo económica, cultural o ideológicamente no es ser independiente. También plantea la conciencia de su ser profundo por parte de los pueblos como un derecho fundamental: «No se puede», subraya Guy Michaud, «hablar del derecho de un pueblo a la autodeterminación, o incluso de la reivindicación de autodeterminarse, sin que exista previamente una conciencia de su identidad» (5).
Es notable a este respecto que una organización como las Naciones Unidas se haya negado siempre a sistematizar la descolonización. La noción de «colonización» prácticamente se ha reservado para justificar la emancipación de los países del Tercer Mundo sometidos a la tutela político-administrativa europea. No ha jugado a favor de los países del campo socialista. No ha jugado a favor de los países sometidos a la influencia económico-cultural norteamericana. Tampoco ha jugado a favor de las reivindicaciones autonomistas y regionalistas en Europa (6). También se observa que se ha negado la reivindicación de autodeterminación al pueblo alemán, ya que hubiera implicado una reunificación que ninguna superpotencia desea. Incluso dentro de los organismos internacionales, vemos ahora cómo surge la idea de que la autodeterminación no se extiende a la elección del régimen o que no se extiende a la propiedad de la riqueza y los recursos naturales.
Por último, hay que observar que la condena, en nombre de la conciencia universal, de tal o cual régimen político está en contradicción directa con la afirmación de que los pueblos, al tener derecho a la autodeterminación, también tienen derecho a determinar por sí mismos su estatuto político y social.
Por su parte, los antiguos intelectuales del Tercer Mundo, antaño fascinados por las guerras de independencia y los levantamientos nacionales, tienden cada vez más a convertirse, detrás del imperialismo estadounidense que ayer denunciaban, a la ideología de los derechos humanos y del evangelismo universal. Al designar a Estados Unidos como el mal menor tras la guerra, Camus había preparado el terreno. La «izquierda americana» se precipitó a seguir esta línea. Hoy es Jean Cau quien celebra la memoria del «Che» Guevara, mientras que la intelectualidad, hace sólo unos meses, denunciaba el «nacionalismo» del partido comunista y le hacía ojitos a Jimmy Carter.
Una evolución similar se ha producido en el terreno de las ideas. No hace tanto tiempo, los ideólogos igualitarios, deseosos de combatir la idea de una naturaleza hereditaria o constitucional del hombre, no dudaban en subrayar la importancia de la cultura y de la conciencia histórica, que, efectivamente, forman parte de la especificidad humana.
Desde entonces, se han dado cuenta de que el «culturalismo» no conduce a lo uno, sino todo lo contrario; que las culturas, lejos de eliminar las diferencias, sólo las elevan a un nivel superior y que esta pluralidad de culturas no es más una «etapa» hacia el Estado mundial igual que el politeísmo es una «etapa» hacia el monoteísmo. Por eso, a partir de ahora, atacan a las propias culturas, afirmando, con Guy Scarpetta, que «la noción misma de cultura popular arraigada debe tomarse con pinzas» y que hay que luchar contra el «aparato ideológico del arraigo» gracias a la «conjunción decisiva del monoteísmo y del desarraigo cosmopolita» (7).
Así, llegamos naturalmente al tema de la «muerte del hombre», es decir, a una concepción del hombre fundada en la nada. Y de hecho, los mismos ideólogos igualitarios, acorralados, nos confiesan ahora que el «hombre» que defienden no es más que un concepto operativo, una idea mesiánica destinada a la interpelación negativa de la realidad; que el hombre en sí mismo, como escribe ingenuamente Guy Lardreau, no es más que «lo que postulo si quiero construir un concepto de conexión tal que incluya algo que escapa a la conexión» (8). Lo que equivale a decir que afirmar lo que no existe sigue siendo la mejor manera de suprimir lo que existe.
Sin duda, a la luz de esta evolución, habría que releer las páginas que Marx, en El Manifiesto Comunista, dedica al papel eminentemente revolucionario de la burguesía. Históricamente, es con el auge de los valores burgueses cuando se produce un cambio significativo en el pensamiento europeo: surge una ideología que ya no busca transformar los lazos sociales ni renovar el sentimiento de pertenencia. En su lugar, esta ideología aboga por cortar las conexiones, borrar las diferencias culturales e históricos y disolver los lazos comunitarios.
Sin embargo, lo que Marx no había previsto era que, en lugar de que la revolución burguesa condujera al socialismo, es, por el contrario, el socialismo el que se ha aburguesado. El internacionalismo marxista, que aspiraba a un gobierno universal basado en la internacionalización de los medios de producción, ha muerto. Incluso nació muerto. El ideal cosmopolita, en cambio, sigue muy vivo. Podemos observar que es el liberalismo, y no el marxismo, el que está provocando activamente este cambio. La destrucción de culturas profundamente arraigadas está siendo lograda con mayor eficacia por las corporaciones multinacionales que por los seguidores de Marx, que han cambiado su enfoque hacia un ideal superficial de «vivir mejor». Este ideal, caracterizado por la permisividad, es una versión diluida de la mentalidad pequeñoburguesa.
La cuestión fundamental que se plantea hoy, relativa a la causa de los pueblos, va mucho más allá de saber cómo acabar con el jacobinismo, cómo descentralizar y cómo respetar las diversidades locales. El problema ya no es una cuestión de fronteras, ni de autonomía administrativa, ni de dominación estatal. ¿De qué le sirve a un pueblo disfrutar de una independencia formal si va a seguir siendo alienado y colonizado en otros niveles? La verdadera cuestión que se plantea es: ¿cómo escapar a las garras de una sociedad fría y neoprimitiva, donde los microprocesos sociales dan la ilusión de un cambio? ¿Cómo resistir a las tendencias tecnomórficas que se expresan ahora? ¿Cómo luchar contra el Sistema?
La primera tarea política es identificar al enemigo. Pero ahora el enemigo no puede designarse de forma personal o localizada. No es culpa de Abraham, ni de Voltaire, ni de Rousseau. Ni siquiera es culpa de «la crisis». Ni siquiera es culpa del «poder». Dado el grado de complejidad y fluidez de las estructuras que caracteriza a las sociedades actuales, el «poder» está cada vez menos en sus lugares tradicionales; reside cada vez menos en el margen de decisión de los centros institucionales y gubernamentales. No se puede «designar» al enemigo. Sólo se puede dar una descripción del mismo.
Los fundamentos del Sistema son la idea de «progreso», la creencia en los poderes ilimitados de la razón (de los que la eficacia del mercado sería la mejor ilustración), la ilusión de una verdad exterior al hombre, la negación de la autonomía de la conciencia y, por último, la creencia en un «bien universal», donde el American way of life se extendería por todo el mundo, mientras que agentes impersonales, dotados de conocimientos técnicos avanzados, determinarían «científicamente» la toma de decisiones optima.
El resultado concreto de la implantación del Sistema es la consecuencia lógica del individualismo liberal: esa «cultura del narcisismo» tan bien descrita por Christopher Lasch (9) que combina el hedonismo de la pequeña felicidad con el ideal del nomadismo y el desarraigo. Es también el continuo empobrecimiento espiritual de la humanidad, la erosión de las culturas y la estandarización de los comportamientos. En casi todas partes, para luchar contra su posible desaparición, los pueblos deben convertirse en etnólogos de su propio futuro. En casi todas partes, los pueblos aculturados, asimilados y asesinados están desapareciendo, especialmente os pueblos que son incómodos, los pueblos que no son rentables a los ojos de esta ideología dominante, que lo tolera todo, pero no respeta nada, donde ya nada tiene valor, pero donde todo tiene un precio.
El enemigo ya no puede ser «designado» porque ahora las estructuras actúan por sí mismas. Las estructuras ahora se autorregulan, se autoproducen y se autoestandarizan. La confusión de los hombres y las cosas alcanza su punto álgido. Pronto, ya no habrá naciones; sólo habrá zonas. Ya no habrá culturas, sólo mercados. Ya no habrá posibilidades de acción histórica; sólo habrá libertades formales, tanto más fáciles de conceder cuanto que ya no producirán cambios, concedidas por esos liberales de los que Herder decía que sólo abolieron la esclavitud tras calcular que los esclavos producían menos que los hombres libres...
Los pueblos se encuentran ahora en permanente deriva hacia lo insignificante, la apariencia, el espectáculo inmediato, es decir, el vacío. Y la historia, que en última instancia no es más que el relato de su originalidad, también parece estar llegando a su fin.
Vivimos en un periodo de abolición del tiempo, o más exactamente, de abolición del tiempo histórico. Lo que mata a los pueblos, escribe Christopher Lasch, es el deshilachamiento de la sensación de que vivimos una continuidad histórica. En otras palabras, la pérdida de conciencia de su identidad, el olvido de sus orígenes y la incapacidad de situarse en una perspectiva, todo ello, escribe Raymond Ruyer, acentuado por «la reivindicación del derecho a perder el interés por la duración, por la supervivencia del pueblo al que se pertenece, y a vivir en la libertad del presente» (10). Los pueblos viven en el «presentismo», en la contemplación espectacular de un pasado folclorizado y congelado en los museos. En un «presentismo» que corrompe por sí mismo el sentimiento de pertenencia común, ya que, al no existir un proyecto a largo plazo al que puedan asociarse los miembros de la sociedad, cada uno de ellos tiene interés en maximizar sus exigencias inmediatas a costa de los demás.
Digámoslo claramente: no es cierto que exista, por un lado, un mundo socialista totalitario y, por otro, un «mundo libre» en forma de Disneylandia, del que la talasocracia estadounidense sería el líder natural. Se trata de una fábula, en la que el coco soviético sirve de coartada para el establecimiento de un no menos inquietante «nuevo orden interno».
Lo cierto es que existen dos formas distintas de totalitarismo, muy diferentes en su naturaleza y efectos, pero ambas igualmente formidables. La primera, en Oriente, encarcela, persigue y magulla los cuerpos; pero al menos deja intacta la esperanza. La otra, en Occidente, acaba creando robots felices que huelen al infierno y mata las almas. El sistema americano-céntrico genera una realidad en el que las personas, reducidas a un estado de neoprimitivismo, siguen caminos predeterminados dentro de un mundo lleno de objetos. En este mundo, los signos ya no se corresponden con la realidad, sino que simplemente interactúan entre sí, creando un bucle cerrado de significados. Mientras tanto, las propias personas se ven reducidas a objetos, constantemente controlados por la mirada impasible de las cámaras de vigilancia del hipermercado global.
Entre Oriente y Occidente se encuentra Europa. Una Europa dividida a lo largo de su eje central, rota a ambos lados por ese montón de alambre de espino y hormigón llamado Muro de Berlín. Este muro que es a la vez el símbolo de nuestra hemiplejía, la representación de nuestro abatimiento y el punto de cristalización de la neurosis alemana (11) y europea.
El 25 de mayo de 1930, Jacques Bainville escribía: «La última forma de americanización sería cotizar en bolsa las acciones de la empresa Francia». Hoy es Jean-Paul Dollé quien observa que la Unión Soviética y Estados Unidos «encarnan, en una aparente oposición, el reverso y el sueño – convertido en pesadilla – de la racionalidad de la Ilustración». Y que «lo que otros pueblos viven como historia, es decir como destino, los estadounidenses lo perciben como subdesarrollo» (12).
Cuando Nicos Poulantzas afirmó que «el capital marcha hacia la nación» (13) llevaba cincuenta años de retraso. Hoy, el capital «marcha» hacia la erosión de las identidades colectivas y las especificidades nacionales. Marcha hacia un mercado global guiado por el laissez-faire y la laxitud. Marcha hacia la multinacional.
Y, sin embargo, hay momentos en que las posesiones ya no importan. Para los soldados que luchan en el frente, el dinero no tiene valor. Y es precisamente en una guerra donde nos encontramos. Una guerra en la que están en juego el futuro histórico y el destino de los pueblos, una guerra cuyo resultado es la causa de los pueblos.
¿Qué es lo que está en juego? Se trata de defender el valor de todas las épocas contra la concepción lineal de la historia y el mito del progreso. De defender el valor de todas las culturas frente al Sistema global que las está erosionando. De hacer converger el pasado, el presente y el futuro hacia el punto focal donde de nuevo es posible hacer historia. Despertar en los pueblos una mayor conciencia de su identidad y de sus orígenes. Para fundar la solidaridad y la justicia social en un sentimiento de pertenencia común y en la voluntad de un destino compartido. De promover todas las formas de arraigo, no sólo geográfico sino también, y quizás especialmente, espiritual, cultural e histórico. Desarrollar una estrategia de resistencia cultural. Por último, oponer la uniformización de los modos de vida y de pensamiento a la diversidad siempre renovada de las creaciones humanas.
No somos partidarios de volver atrás. Queremos la modernidad. Pero, ¿no está muriendo también la propia modernidad? Hoy, escribe Jean Baudrillard, ya nada es moderno: todo es actual. Y ahí reside la tragedia. Vivir sólo en la corriente, disociar el presente del pasado, es desheredar el futuro y matar la modernidad. Sin embargo, la novedad sin raíces no puede, por definición, ser nueva. Es para preservar la posibilidad misma de la modernidad por lo que abogamos por el arraigo espiritual.
La lucha que ha comenzado no tiene nada que ver con el enfrentamiento entre derecha e izquierda, con la dialéctica Oriente-Occidente y con el conflicto Norte-Sur. Es la lucha entre los pueblos y el Sistema. Es la lucha por la causa de los pueblos. Es también y, en definitiva, la lucha de la vida como pluralidad siempre cambiante, contra la regresión igualitaria, contra el despotismo y el totalitarismo, contra la amnesia programada y el fin de la historia. Es la lucha contra la muerte.
Para concluir, citaré un poema de Padraig Pearse, uno de los insurgentes del levantamiento irlandés de Pascua de 1916:
Oh sabios, adivinadme esto: ¿y si el sueño se hace realidad?
¿Y si el sueño se hace realidad? ¿Y si millones de nonatos morarán
en la casa que formé en mi corazón, la noble casa de mi pensamiento?
Señor, he apostado mi alma, he apostado las vidas de mis parientes
por la verdad de tu terrible palabra. No recuerdes mis fracasos,
Pero recuerda esta mi fe
Y así hablo.
Sí, antes de que pase mi calurosa juventud, hablo a mi pueblo y digo:
Seréis necios como yo; os dispersaréis, no os salvaréis;
Lo arriesgaréis todo, no sea que perdáis lo que es más que todo;
Pediréis un milagro, tomando a Cristo por su palabra.
Y por esto responderé, oh pueblo, responderé aquí y en adelante,
Oh pueblo que he amado, ¿no responderemos juntos?
Notas:
1. Nota del editor: G.R.E.C.E. (Groupement de Recherche et d'Études pour la Civilisation Européenne, o «Grupo de Investigación y Estudios para la Civilización Europea») es un grupo de reflexión francés fundado en 1968 por Alain de Benoist y otros intelectuales asociados al movimiento de la Nueva Derecha (Nouvelle Droite). Su objetivo es promover la preservación de la identidad cultural europea y critica la influencia del liberalismo, el igualitarismo y el dominio cultural estadounidense.
2. La Croix, 5 May 1981. Ver también Jean Bernard, “Identité et biologie”, en La Nef, 4, Tallan dier, 1981, 7-15.
3. “Lettre aux Juifs d’URSS sur la culture de l’opprimé”, en La Nef, op. cit.
4. “Assimilation politique et réalité juridique dans la politique coloniale française”, en Pluriel, 11, 1979, 48.
5. “Droit à l'autodétermination et pouvoir politique”, en L’Europe en formation, March-April 1981, 65.
6.Sobre esta cuestión Guy Héraud, “Modèle pour une application générale du droit d'autodétermination”, en L’Europe en formation, March-April 1981, 96-118.
7. Éloge du cosmopolitisme, Grasset, 1981.
8. “L’universel et la différence,” en La Nef, op. cit., 84.
9. The Culture of Narcissism, 1979.
10. Le sceptique résolu, Laffont, 1979.
11. See Armin Mohler and Anton Peisl (eds.), Die deutsche Neurose, Ullstein, Berlin, 1980.
12. Danser aujourd’hui, Grasset, 1981.
13. L’État, le pouvoir, le socialisme, PVF, 1978, p. 109.
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PORTUGUÊS Dia 15 de outubro é dia dos professores no Brasil. Por isso eu quis fazer um desenho celebrando as pessoas que trabalham na educação do mundo todo, a escola libertadora, que nos ensina a termos solidariedade com os povos oprimidos e a conhecermos nossa força coletiva. Então desenhei uma sala de aula em uma tenda em Gaza. O leão jovem representa os guerreiros da libertação da Palestina. A coelhinha representa a vida. A coruja representa a sabedoria. E as cinco flores brancas representam paz nos cinco continentes. Os sionistas estão destruindo casas, hospitais, escolas e universidades, poluindo rios, roubando casas e propagando ódio. O sionismo é inimigo de toda a humanidade!
CASTELLANO El 15 de octubre es día de los maestros en Brasil. Por eso quise hacer un dibujo celebrando a la gente que trabaja con la educación en todo el mundo, la escuela liberadora, que nos enseña a tener solidaridad a los pueblos oprimidos y a conocer nuestra fuerza colectiva. Entonces, dibujé una aula de clase en una carpa en Gaza. El león joven representa los guerreros por la liberación de Palestina. La conejita representa la vida. El búho representa la sabiduría. Y las cinco flores blancas representan la paz en los cinco continentes. Los sionistas están destruyendo casas, hospitales, escuelas y universidades, contaminando ríos, robando casas y propagando el odio. ¡El sionismo es enemigo de toda la humanidad!
GUARANI Ára 15 jasypa ha'e mbo'ehára ára Brasilpegua. Upévare, amba'eraisemi opavavẽ tapichápe g̃uarã omba'apóva tekombo'épe, mbo'ehaópa oporomosãsóva, ñanembo'éva ñamoirũ tapicha jopypýre, ha ñanembo'e ñande mbarete ñondivepagua. Upéicha, amoha'ãnga peteĩ mbo'ehao aho'ihaguasupegua Gázape. Kunumi leõ oha'ã tapichápe oñorairõva omosãso hag̃ua Palestina. Tapiti'i oha'ã tekove. Kavure oha'ã arandu. Ha po poty oha'ã py'aguapy opa po kontinéntepe. Sionista-kuéra omongu'ihína ogakuéra, tasyokuéra, mbo'ehaokuéra ha mbo'ehaovusukuéra, omongy'ahína ysyrykuéra, omondahína óga ha omosarambihína potave'ỹ. Sionismo niko opa yvypóra amotare'ỹ!
ENGLISH October 15th is teachers' day in Brasil. Thus, I wanted to draw something celebrating all the people that work in education around the world, the liberation school, that teaches us to have solidarity to oppressed peoples, and to know our power as a collective. So I drew a school in a tent in Gaza. The young lion boy represents the warriors who fight for the liberation of Palestine. The small bunny girl represents life. The owl represents wisdom. And the five white flowers stand for peace in all 5 continents. Zionists are destroying homes, hospitals, schools and universities, they're polluting rivers, stealing houses and propagating hate. Zionism is an enemy to all of humanity!
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TODO EL MUNDO ODIA A LA POLICÍA. ¿ENTONCES?
1. PRESENTACIÓN
En septiembre del 2020, durante el confinamiento mundial producido a raíz de la pandemia de COVID-19, la policía bonaerense llevó a cabo una serie de medidas de presión por mejoras en sus condiciones laborales, encontrando una rápida y satisfactoria respuesta a sus exigencias por parte del Estado.
Esta protesta abrió un debate dentro de los sectores políticos que tradicionalmente se han identificado con el movimiento obrero respecto a cómo posicionarse ante el reclamo policial, y en última instancia, si se debe considerar trabajadores o no a quienes se desempeñan como policías.
Esos hechos nos trajeron a la memoria un debate similar vivido en 2013, cuando se sucedieron paros policiales provinciales. En ese momento, nos conformamos con afirmar que el rol de la policía era el de esbirros, agentes de la burguesía en la guerra declarada contra la clase explotada.
Siete años después, lo que llamó nuestra atención fue la facilidad con la cual asumimos consignas, que pueden sonar fuertes, pero no aportan mayor contenido a una reflexión colectiva que nos permita comprender el presente, ni menos plantearnos a un futuro emancipado del orden social del Estado y el Capital.
Esta crítica sobre lo superficial y efímero de las consignas la adoptamos para con nosotros mismos, pero también con todo ese ámbito ideológico que, siete años después, repetía la discusión respecto de si los policías pueden ser o no considerados trabajadores. A grandes rasgos, mientras una parte de la socialdemocracia argumentaba que los policías no pueden ser considerados trabajadores, puesto que no cumplen con su visión idealizada de cómo deben ser los trabajadores; otro sector no dejaba lugar a dudas sobre su condición de trabajadores, puntualizando la necesidad de la sindicalización policial, llegando a situar estas protestas como punta de lanza del movimiento obrero (a la cual le faltaría la dirección de SU partido). Por su parte, el partido en el poder señalaba que no se les debía apoyar debido a que las protestas eran el germen de un movimiento golpista de la oposición, lo cual no le impidió arreglar hasta un 55% de aumento en los sueldos básicos de policías y militares.
Finalmente, dentro del anarquismo, más allá del desprecio antiyuta generalizado, nos pareció interesante la reflexión que señalaba que los policías son trabajadores, no sin aclarar antes que «ser un trabajador es una mierda».
Mientras discurren tales discusiones, atadas a una supuesta moral del trabajo, odiar a la policía se ha vuelto un slogan que adorna prendas de moda.
Y si bien, esto puede ser una señal que muestra la generalización del desprecio a la policía, y a la autoridad, no vemos por otra parte que ese odio vaya de la mano de cuestionar y criticar a la sociedad que necesita a la policía. Es más, se nos hace cada vez más patente que muchas de esas expresiones de odio a la policía en el fondo reclaman por otra policía, una mejor.
Todo esto se hizo aún más patente a la luz de los discursos que proponen la abolición de la policía, su refundación y otras perspectivas reformadoras de estos cuerpos encargados de mantener el orden social que empezaron a escucharse desde Estados Unidos luego del asesinato de George Floyd en 2020, o en Chile a propósito del descrédito de la institución policial, producto de una serie de fraudes al Estado y las constantes violaciones a los Derechos Humanos, e incluso en Argentina donde un movimiento político propone el “control popular de la policía”.
Interrogarnos sobre para qué existe la policía y las formas que adquiere el control social, nos ayuda a entender las relaciones sociales desarrolladas bajo el capitalismo, de las cuales todos y todas somos parte, y por tanto capaces de implantar condiciones para su superación.
Por eso, esta vez no quisimos quedarnos en los eslóganes y tuvimos la necesidad de desarrollar esta cuestión.
Para leer o descargar
#lucha de clases#la caldera#critica radical#george floyd#abolish the police#abolir la policia#gatillo fácil
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El impacto de la inteligencia artificial en la educación y en la docencia
En un momento de cambio acelerado, se vuelve necesario reflexionar acerca de los desafíos y de los beneficios de la inteligencia artificial en la educación, así como del rol de los docentes para gestionar el ChatGPT y otras tecnologías digitales en las aulas.
Desde hace décadas, el desarrollo acelerado de las tecnologías digitales en general y de la inteligencia artificial en particular, ha generado importantes desafíos para la educación.
Al alcance de un click, las posibilidades que la inteligencia artificial en la educación ofrece, no solo desafía el diseño de las propuestas de enseñanza y de los dispositivos de evaluación. También brinda oportunidades para que los estudiantes transiten variados caminos en el ámbito del aprendizaje autónomo.
Los últimos avances de la inteligencia artificial generativa tensan aún más las concepciones sobre la enseñanza y el aprendizaje. De hecho, han generado una serie de debates e intercambios en la educación, en los cuales la discusión subyacente expresa, por un lado, la interpelación de los roles y de las funciones del docente en los procesos de aprendizaje y de construcción del saber. Por otro, cuestiona acerca de cómo dar cuenta y de cómo potenciar esos procesos, a partir de la integración de los distintos recursos que día a día se ponen a disposición.
Los beneficios de la inteligencia artificial en la educación
Posicionados desde el pensar sobre los beneficios y las oportunidades que la inteligencia artificial en la educación brinda, es posible identificar la personalización de la enseñanza como un elemento que se ve potenciado.
La inteligencia artificial tiene la capacidad de procesar enormes cantidades de datos sobre el desempeño y las preferencias de nuestros estudiantes y, por tanto, puede generar respuestas adaptativas a estos niveles. Eso posibilita que, en un mismo grupo de clase, se aborden distintas propuestas, de acuerdo con los niveles de desempeño e intereses de cada estudiante.
La inteligencia artificial en la educación contribuye al avance de cada estudiante a su ritmo, así como al trabajo en áreas específicas. Especialmente, en aquellas en las que se encuentran en proceso y aún son deficitarias.
Estas tareas realizadas por la inteligencia artificial optimizan los tiempos del docente (tan valorados y ansiados). En consecuencia, pueden redirigir ese tiempo al desarrollo de propuestas más interactivas, centradas en la discusión y en la generación de procesos reflexivos, y de construcción individual y colectiva.
De la mano de la personalización, otra ventaja de la inteligencia artificial en la educación está dada por las posibilidades de accesibilidad a esos entornos personalizados de aprendizaje desde cualquier sitio y momento: facilita la continuidad de los procesos, sortea las distancias y las dificultades temporales.
Pensar y diseñar procesos educativos, con el apoyo de las herramientas de la inteligencia artificial, permitirá llegar a más estudiantes, con propuestas más ajustadas a sus niveles e intereses, reforzando la motivación y el compromiso en las experiencias de aprendizaje.
Claro está que los beneficios de la inteligencia artificial en la educación se identifican de manera general. Por ello, deberán ser ajustados a los contextos específicos en donde la propuesta se desarrolla (nivel educativo, condiciones de infraestructura, formación del equipo docente, entre otras).
La importancia de reinventar el rol de los docentes
A la luz de los distintos avances con relación a la inteligencia artificial en la educación, la generación acelerada del conocimiento y las distintas formas de acceder a la información, se hace necesario repensar el rol docente.
Partiendo de la relevancia de la función docente, como pieza clave del proceso educativo, se hace ineludible revisitar algunos conceptos. Por ejemplo, las maneras de aprender, enseñar y evaluar, de forma de:
ajustarse a las necesidades de los estudiantes;
hacer un uso con sentido pedagógico de las tecnologías a disposición;
tender puentes con el desarrollo de habilidades y competencias demandadas por la sociedad actual.
El avance de la inteligencia artificial en la educación supone numerosos desafíos. El camino de repensar y reformular nuestra tarea profesional como docentes nos lleva a posicionarnos como diseñadores de experiencias potentes de aprendizajes para nuestros estudiantes.
También como activadores de procesos reflexivos, basados en el intercambio, la interacción con otros, así como la apropiación auténtica y significativa de la información, para la construcción de conocimiento, saberes y habilidades.
Como diseñadores de esta experiencia, los docentes debemos facilitar, guiar y orientar para la comprensión de la realidad. Al mismo tiempo, potenciar el desarrollo del pensamiento crítico, a través de un análisis profundo de la información que hoy aparece a tan solo un click.
Y no olvidar que es clave contribuir a la aplicación del conocimiento en iteraciones de ensayo y error, que permitan aprehender ese conocimiento, a la vez que se gana en autonomía.
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“El reino de la verdad se divide, objetivamente, en distintas esferas. No está en nuestro albedrío el modo y el punto de deslinde entre las esferas de la verdad”
Edmund Husserl
Edmund Gustav Albrecht Husserl, fue un filósofo y matemático alemán, nacido en Prossnitz, una región de la actual República Checa en abril de 1859. Fundador de la fenomenología trascendental y, a través de ella, del movimiento fenomenológico, uno de los movimientos filosóficos mas influyentes del siglo XX y aún vigente en el siglo XXI.
Edmund creció en el seno de una familia judía, y estudió al principio matemáticas en las universidades de Leipzig y Berlin, con los entonces famosos profesores Karl Weierstra y Leopold Kronecker.
En 1881, marchó a Viena y obtuvo un doctorado en 1883, y es en 1884 cuando comienza a asistir a clases de psicología y filosofía en la en donde su profesor Franz Brentano lo impresionó tanto que decidió dedicar su vida a la filosofía.
Bajo la supervisión de Carl Stumpf un discípulo de Brentano, Husserl escribió la base para la que sería su primera obra importante “Filosofía de la Aritmética” en 1891, que a su vez serviría para fundamentar la publicación en 1900 y 1901 de sus “Investigaciones Lógicas”, que es antecedente de uno de los proyectos más importantes del siglo XX; la fenomenología trascendental.
La filosofía trascendental es todo un proyecto para renovar a la filosofía para hacer de ella una ciencia estricta y una empresa colectiva, sentando las bases del conocimiento científico. Con este objeto, según Husserl, se debe de discriminar en forma pura las categorías del pensamiento científico.
La fenomenología es por tanto una forma de filosofía que estudia el mundo respecto a la manifestación de los seres y acciones. La fenomenología, es una corriente filosófica muy amplia y diversa, difícil de explicar en una sola definición debido a todas sus vertientes.
Los antecedentes de su filosofía se encuentran en Platón, Leibnitz y Brentano.
En lineas generales, el objeto de conocimiento desde su punto de vista, no existe fuera de la conciencia del sujeto orientada hacia el objeto en cuestión. El objeto se descubre y se crea, como resultado de la intuición dirigida hacia él, y el criterio de la verdad se halla constituido por las vivencias personales del sujeto.
En los últimos años de su vida, fue profesor emérito de la Universidad de Friburgo, dignidad de la que fue despojado con la aplicación de un decreto antisemita de los nazis. Martin Heidegger su más famoso discípulo, eliminó la dedicatoria de su famosa obra, Ser y Tiempo cuando se reeditó en 1941.
Edmund Husserl muere en abril de 1938 a la edad de 79 años en Friburgo de Brisgovia Alemania.
Fuentes Wikipedia y philosphica.org
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RIP Galee Galee: La fama es un castigo
Por Andrea Ocampo Cea
“La gente que hace daño no sabe bien lo que pasa entre tú y yo”
Galee Galee, Igual a mi
Galee Galee fue el nombre artístico de Gabriel Zuñiga (1994 - 2023), cantante de trap oriundo de Pudahuel, que perteneció a la nueva generación de artistas urbanos chilenos, quienes hoy en día, son escuchados a nivel mundial junto a Polima Westcoast, Pablo Chill-e, Harry Nash, Juliano Sosa y al sin fin de artistas masculinos que dominan el género en esta geografía.
Este viernes 26, cerca de la medianoche, un flyer de La Junta+ se viralizó en redes confirmando su fallecimiento en el Hospital Félix Bulnes, a causa de graves lesiones. El llamado de Pailita, unas horas antes y vía Instagram, fue a realizar una cadena de oración, justo momentos posteriores a una una storie del mismo Galee, que advertía: “Uds no saben el daño klo que están haciendo. Corten la wea loco. Van a causar que pasen weas que nadie quiere”. Anunció así su deceso. Llevaba horas lidiando con cientos de comentarios que le acusaron de infidelidad; realizando incluso –durante la noche anterior– una transmisión en vivo para descargarse y afirmar que esta situación no le afectaba y que él estaba puesto para la música.
Pero la misma comunidad de fanáticos del género urbano le hizo sentir la presión –como dice la jerga reggaetonera puertorriqueña– a propósito del desahogo público de su ex pareja, pero también de una fan a penas mayor de edad y de la madre de su hija. Dimes y diretes que desataron una ola de críticas, opiniones, insultos, burlas y amenazas.
Durante la madrugada del 27, su nombre, deceso y las responsabilidades de este (aún no confirmado) suicidio fue Trending Topic en Twitter. La foto de un joven sobre un charco de sangre con un tiro en el cráneo comenzó a viralizarse; los clásicos humoristas de esa red realizaron mofas sobre el artista, así como un par de periodistas hicieron chistes sobre su deceso en busca de likes y retuits. El clasismo chileno emergió sin sorpresa en los 280 caracteres, acompañado de la misoginia y un machismo fulgurante. Pues ¿De quién sería la responsabilidad de esta muerte? Claro: de las funas a manos de las mujeres (de las “wnas klias” diría otro reconocido astro del flow local).
LAS FUNAS
La palabra funa hoy está de exportación y significa “fruta podrida” en mapudungün. Indica la denuncia pública sobre algo que huele mal, que pudre lo que toca y que no está –necesariamente– a la vista. La funa se comienza a usar en Chile en tiempos de Dictadura, cuando familiares y colectivos políticos-sociales realizaban acciones colectivas de denuncia a asesinos, represores y violadores de Derechos Humanos. Hoy, en los dosmiles, con redes sociales en la mano y luego de la cuarta ola feminista, la funa es comprendida como una herramienta punitiva de autodefensa e inscripción histórica, que llega a aquellos lugares donde la justicia institucional no llega (ni da garantías). Tiene por misión retener la impunidad ante agresores, violadores, acosadores, asesinos y hacer de la denuncia una memoria presente y contingente en el imaginario de las comunidades: una memoria no exenta de moralidad y eficacia. Independiente del carácter legal de una funa y de la presunción de inocencia que hoy se aplica sólo a algunas clases sociales, ésta existe porque se ha vuelto necesaria. No obstante, para existir, necesita de la esfera pública, de la publicidad y de una narrativa capaz de identificar a una masa tanto crítica como acrítica. Mas, no todo desahogo público es una funa. La funa tiene un carácter colectivo en lo social y político. Un desahogo, por otro lado, es lo que escribimos en nuestros diarios de vida análogos o digitales.
¿Todo desahogo de una mujer que cuenta su historia de violencia es una funa? Tendríamos que decir que depende del número y franja etárea de la audiencia que le sigue en redes. La sobre-reacción es latente, justo en un momento histórico donde la cultura del género urbano choca innegablemente con las herencias de la revolución feminista y una institucionalidad educacional y social donde el abuso sexual y la irresponsabilidad emocional / corporal / sexual son normalizadas, e incluso forman parte de un imaginario y una estética nutrida por la narco-cultura continental. En definitiva “es de machos” comportarse así.
Ser engañade por quién amas se siente feo, une sufre. Aún más cuando tu contexto glorifica la violencia, la desigualdad de poder entre géneros y tienes acceso al registro completo de los pasos de las otras personas. Pero el desamor y la infidelidad son parte de la vida y sus aprendizajes, no es propio del género masculino y, en último caso, no atentan contra nuestros derechos vitales, como si lo hacen las malas prácticas médicas, la impunidad y acoso en los establecimientos educativos y laborales, la discriminación y el cyberacoso, la trata, los feminicidios, el secuestro y la tortura. Y aunque esto sea medianamente obvio para las niñas y adolescentes que cuentan sus historias en internet –esperando atención, revancha u otro–, en el caso de Galee Galee aparecieron junto al mal que históricamente ha aquejado al género urbano: su machismo naturalizado, además de las actuales y populares “páginas de difusión”.
LA FAMA ES UN CASTIGO
El oficio del periodismo vive hace siglos una profunda crisis, hoy lo es gracias al arribo de Chatgpt, el contexto global de las FakeNews y el “periodismo de redes sociales”: las “páginas” que en realidad son perfiles de consumo generacional, principalmente alojadas en Instagram y en TikTok. Llevan por nombre cualquier derivado de “copuchas / gossip/ cahuines / chismes” y cumplen exactamente la misma función que hace años cumplieron los programas televisivos de farándula. Siendo el ejemplo icónico el programa de JC Rodríguez –hoy también en “La Junta”– llamado Primer Plano con su archi-reconocido “escándalo de la semana”. Esa continuidad no es azarosa.
Hablemos entonces de una comunidad de niñez, adolescentes, jóvenes y adultos que crecieron viendo cómo sus familias fagocitaron este tipo de contenidos y disfrutarlo tanto-tanto, como para juntarse con otros para verlo en clan, compartiendo algo para comer y algo para tomar. Todo un evento familiar y nacional.
Estos nuevos medios, cuyo ecosistema es únicamente el scroll y el like, hoy repiten la fórmula y postean sin escrúpulos sobre la vida íntima de los cantantes urbanos chilenos. Tras esas imágenes re-editadas y recolectadas de todos los perfiles posibles, están los mismos jóvenes aficionados a estos chismes. Son productores y consumidores en sí mismos: siguen los pasos de sus astros, así como los de su familiares, parejas, equipos de trabajo en búsqueda de algún atisbo de intimidad y de “realidad”. Algo que permita conocer a la persona y abrir la bisagra donde la intimidad conviva junto a la culpa, humillación y vergüenza. En el universo del blingbling por sobre los proyectos de vida, en el esplendor del presente inmediato ante el fracaso del futuro, un guiño de humanidad vuelve a este mundo de simulacros algo intrascendente.
Así, a mayor exacerbación de la estética flaite reggaetonera como una de millonarios, exitosos, codiciados y maleantes, con mayor velocidad aparecerán testimonios que, a través del pantallazo y/o la história impúdica, responderán a la ansiedad y el morbo, para rebajar los estándares de la fantasía: los estándares del corte.
El chileno es chaquetero (dicen); pero también (dicen que) es solidario. Esas auto-imágenes sociales y culturales suceden –a un mismo tiempo– en la lluvia de likes y reproducciones en Youtube y Spotify. Ni hablar del daño que esto hace en la psiquis de nuestros cantantes y en la presión permanente que recae sobre sus carreras musicales. Las disqueras, el público, las preguntas de los medios: todo les obliga a sacar temas todas las semanas, impidiéndoles madurar sus procesos, experimentar, repensar sus carreras y sonidos, sólo por la urgencia del tapizarse, coronar y pegarse, además del miedo a volverse irrelevantes y olvidables. Lo cierto es que, a pesar de la inmediatez en el consumo musical, su apreciación, perreo y goce es y será siempre inolvidable. Por ello, aquí nadie olvida a nadie. al mismo tiempo, que estamos resistiendo la miseria todos con y contra todos.
“Las páginas” son el nombre genérico de una cultura sádica y canibal de la hiperventilación y falta de límites sobre qué contenido es de interés público y cuál no. Una cultura sin linea editorial que denota la carencia, tanto de las herramientas como de una conciencia en el impacto de las palabras en las comunidades. De un momento a otro, los antiguos perfiles personales, hoy se vuelven canales de comunicación directa y sin mediación.
PROTAGONISTAS Y CONSUMIDORES
A pesar de que pertenecemos a generaciones donde la selfie y el uso del móvil es permanente, somos incapaces de ver cómo los posteos sobre irresponsabilidad amorosa, los joteos cibernéticos, las salidas clandestinas de las fans con los artistas, tornan a esta audiencia en protagonistas y consumidoras de sí mismas. Este canibalismo tiene carácter exhibicionista: consumo aquello que leo, que veo, que atestiguo, grabo, registro y protagonizo. Mismo fenómeno que sucede en los conciertos donde los fans lanzan sus móviles al ídolo: buscan ser protagonistas y llevarse “algo exclusivo y para sí” del artista.
Esa exposición, una vez satisfecha, redobla su flujo mediante la asfixia del artista: olas de notificaciones, likes, mensajes de odio y cuestionamientos, terminan por dejar en la cornisa a cualquier ser humano que simplemente sepa leer. Ni siquiera es necesario arrastrar una depresión o un mal viaje, para que esto destruya cualquier equilibrio, calma, relajo y proyecto vital. Hablamos del cyberbullying chilensis: una violencia masiva, brutal e indecible, incitadora de una paranoia que permanece en el tiempo y un complejo de culpa que cierra ojos, bocas y horizontes.
En medio de esa tribulación, la ideación suicida aparece como una opción posible, ante un presente aterrador donde nadie puede auxiliar, precisamente porque se vuelve inexplicable: las palabras pierden poder como la vida pierde sentido. ¿Cómo aquello por lo que lucharon y trabajaron sin descanso se volvió una pesadilla? Soportar estos eventos traumáticos requiere preparación y atención profesional, además de un entorno preocupado por la persona, más no interesados por subirse a una tarima que no les corresponde.
Consideremos que esto está sucediendo en jóvenes que oscilan entre los 16 y 29 años, de orígenes humildes, sin contención especializada, tiempo libre ni la costumbre y/o acceso a salud mental. Las historias de superación de toda nuestra música flaite sigue pagando el costo de nacer en la pobla: padecen los mismos abandonos, carencias y fragilidades de sus infancias. Nuestros ídolos reggaetoneros están abandonados a su fé, a sus fuerzas y también a sus debilidades, violencias, a sus armas de fogueo y masculinidades tóxicas; a todos los descubrimientos, revueltas y adicciones que hayan en el camino.
SUICIDIO
Según la Organización Mundial de la Salud, Chile es el sexto país de la región con mayor tasa de suicidios, considerando 9 decesos por cada cien mil habitantes. Siendo el promedio de América Latina y el Caribe, 6 casos. Pero el medio DW recientemente actualizó la cifra e indicó que, durante el año 2022, tuvimos 10,3 suicidios por cada cien mil habitantes, siendo los principales afectados las personas mayores, la comunidad LGBTIQ+ y los adolescentes.
Sabemos que vivimos una crisis de salud mental agudizada durante la pandemia, así como también se agudizó la producción musical de esta generación de reggaetoneros y traperos nacidos al alero de la producción casera y los encierros forzados. Nuestras estrellas locales nacidas en dormitorios y grabaciones de voz en el móvil, saltaron sin intermediarios a las pantallas del globo. El vértigo de la exposición e hipervigilancia, de la crítica y la falta de intimidad, explica por qué el suicidio de Galee Galee no tendría por qué ser un hecho aislado. Es aterrador. Stories que advierten esta asfixia vital la hemos leído también en un Pailita o en un Pablo Chill-e anunciando dejar su carrera.
Ojo aquí: Gabriel tomó la decisión de abandonar este mundo. No fue una decisión colectiva, sino que fue una decisión personal, una auto-determinación valiente; aún más en un contexto familiar cristiano. Sus razones ciertamente las desconocemos y respetamos. Se necesitan agallas para dejar de vivir. No obstante, este deceso no soluciona nada para quienes permanecen involucrados con quienes parten. El duelo queda abierto, pues quienes necesitan respuestas no las tendrán, salvo la resignación. Un duelo como este –que sucede en uno de los momentos de mayor popularidad de Galee Galee– se atiborra de mensajes, recuerdos amistosos, además de canciones con líricas brillantes. Pero quedan tres jóvenes arbitrariamente sindicadas como responsables y además, sobreviven a esta muerte, una hija pequeña, una madre, hermanos…una familia completa sumida en la tragedia.
La muerte de El Big Cut tampoco puede significar un retroceso para las mujeres que usan su voz pública para exhibir el incuestionable machismo del género urbano chileno (y latinoamericano). Que esa violencia moleste y sea cuestionada, es parte del proceso de aprendizaje de generaciones completas. Hoy podemos leerlas en múltiples comentarios, posteos, stories, reels y TikToks que insisten en que las “wnas klias /feministas klias” se queden calladas y dejen funar.
Pocos insisten en la responsabilidad que tiene la presión que ellos mismos ejercen sobre los artistas. Más fácil es tirar la pelota al lado y exigirle a las mujeres que (se) aguanten ante la misoginia que toda esta situación ha levantado.
Más interesante es atender a aquellos que indican el cuidado que se debe poner sobre los comentarios que se hacen sobre los artistas, porque nunca sabríamos qué lucha están dando. Esto último pone de relieve la importancia y atención en el uso de las palabras, pues se evidencia su potencial destructivo. Lo que incluso podríamos considerar un avance en términos de violencia simbólica en un género musical que entona y corea –por lo bajo– los escupitajos en el rostro de las mujeres. Si la muerte de Galee Galee cala como hoy lo sentimos, debemos esperar y exigir una nueva consciencia sobre las líricas, al mismo tiempo, de un nuevo cuidado para con y de las comunidades de fans y público general. Esta nueva y latente percepción sobre la violencia digital es probablemente parte del legado de Galee. Es parte de nuestra responsabilidad HOY dejar de seguir e incentivar estos pseudo-medios de información que distribuyen y desfiguran la vida íntima de estos jóvenes que comienzan a vivir y nos permiten gozar nuestra propia vida al perrear sus hits.
TODOS SOMOS RESPONSABLES
Lamento esta pérdida y todas las podrían venir si no atinamos hoy. Necesitamos pensar cómo desactivaremos este ciclo sádico, canibalesco, morboso y destructivo del consumo de nuestros propios protagonismos. La responsabilidad de este consumo y asfixia vital no es responsabilidad de la ex, la actual y “la otra” (ojo con los estereotipos de género que estas palabras reproducen). Sino que es responsabilidad de un país completo que exhibe su intimidad en shows televisivos, docu-realitys y programas de pornomiseria mal llamados “policiales”, donde la humillación, la culpa y el estigma social se conjugan y multiplican en opiniones, tuiteos burlescos, así como en medios tradicionales que no logran dimensionar el impacto de sus contenidos. Es responsabilidad de un país donde la educación, la salud y la cultura aún son bienes privados, donde el machismo sigue siendo el flow de moda.
Consideremos no pasar por alto estos puntos y vivir una vida que deseemos construir por nosotros mismes. Necesitamos comprender que la hiper-exposición de una persona a costa del anonimato propio es un gesto de miseria y cobardía; al mismo tiempo, que es el contexto idóneo de la producción de deepfakes. La superposición del rostro de Rosalía sobre un cuerpo desnudo de mujer –ocurrido esta semana– es un deepfake. Es una foto trucada que muestra el cuerpo de una persona que nunca existió.
En esta maraña que es internet, tomar por verdadero lo falso –en pleno auge del Chatgpt y las “páginas” del instagram y el TikTok– hacen que hoy en día sea casi imposible distinguir qué es un invento, qué es una opinión y qué realmente pasó. Y, si esto es así, ¿Cuáles serían las consecuencias para Chile y para los actuales protagonistas de nuestra cultura urbana? La respuesta con énfasis nos la da el Big Cut, el rey, Galee Galee:
Y me hizo fuerte to' lo malo
Tuve que defenderme
Dios les tiene un regalo
A los que mal quieren verme
(Y me hizo fuerte to' lo malo)
La Glock pa' defenderme
La tengo aquí por si acaso
Llega el día de mi muerte
Galee Galee, Todo lo malo me hizo más fuerte
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#galee galee#galee#bigcut#trapchileno#chileurbano#traplatino#reggaetonchileno#cyberbulling#funa#suicidio
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Manuel Isidro Molina advierte: La educación en Venezuela víctima de una década de política irresponsable
Caracas 05/10/23. (PS).- Manuel Isidro Molina, presidente del Movimiento Popular Alternativo, (MPA) y candidato independiente a la presidencia de la República, advirtió este jueves que los venezolanos, “sufrimos una tragedia histórica que nadie puede ocultar y el sistema educativo nacional no escapa a esta destrucción sostenida que durante más de una década, se viene produciendo en nuestro país por la responsabilidad de dos bandos políticos insensatos que se han enganchado en una irracional lucha por el poder”.
Explicó que el éxodo de venezolanos, cuantificado por organismos adscritos a las Naciones Unidas en más de siete millones setecientos mil, que “implica la salida del país de aproximadamente un 25 por ciento de la población, también ha impactado el sistema educativo”, asegurando que “una de las grandes mentiras del presidente Maduro y del PSUV es tratar de ocultar el impacto que ha tenido este éxodo sobre el sistema educativo con la fuga de talentos hacia todas partes del mundo y el vaciado de los planteles de maestras y maestros”.
En su opinión, en Venezuela “no ha habido un feliz inicio de clases como ha querido transmitir el gobierno del presidente Maduro y el Ministerio de Educación conducido por la ministro Yelitze Santaella, lo que tenemos es un inicio de clases en el contexto del empobrecimiento general de la educación en Venezuela”.
Denunció que la realidad de la educación venezolana está marcada por una “masiva deserción escolar y docente, reducción de las horas de clase, extinción del Programa de Alimentación Escolar (PAE), además de edificaciones educativas en franco deterioro o en alto riesgo para las comunidades educativas”.
Expresó en nombre de la organización que representa, su solidaridad con los maestros y maestras de Venezuela por las “pésimas condiciones de remuneración y seguridad social a las cuales están sometidas”, agregando que también respaldan las exigencias que hacen los educadores por una contratación colectiva digna, moderna que apoye su desarrollo familiar así como su desarrollo profesional e intelectual. “El gobierno de Maduro y del PSUV está en deuda con los maestros venezolanos”.
Molina recordó que este 5 de octubre es el día mundial del maestro, celebración que se realiza desde 1994 por recomendación de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (UNESCO) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
Solidaridad con luchadores sociales
Manuel Isidro Molina anunció que el Movimiento Popular Alternativo participará este jueves a las 3pm en una jornada de protesta que se llevará a cabo frente a la Fiscalía General de la República exigiendo el cese de la persecución de los luchadores sociales, gremiales y políticos en Venezuela. “Estamos sometidos a una política represiva por parte del gobierno con la participación abierta del sistema de justicia donde están implicados fiscales del Ministerio Público, jueces, policías, militares a la orden del gobierno del presidente Nicolás Maduro y del PSUV, esto debe cesar”.
El MPA con John Álvarez Peña
El dirigente político deploró la situación del estudiante universitario John Álvarez Peña quien ha sido sometido a torturas en los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana. “Con este joven, estudiante de antropología en la Universidad Central de Venezuela y de Derecho en la Universidad Santa Rosa, se ha visto un ensañamiento carcelario inaceptable, ha perdido bajo tortura, la vista en el ojo izquierdo, tiene lesiones en su pierna derecha y también ha sido golpeado a nivel de los riñones por lo que sus torturadores, deben ser sometidos a la justicia”.
Juan José Ojeda Díaz / Prensa de Solidaridad
Twitter: @juanjoseojeda
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spanishrevolution Recuerda lo que eres
La pérdida de identidad de la clase trabajadora es una crisis silenciosa que está erosionando los fundamentos de nuestra sociedad. Cuando los trabajadores dejan de reconocerse como parte de una clase obrera y se ven seducidos por la narrativa aspiracional de la clase media, se fragmenta el tejido social que daba fuerza a las luchas colectivas.
La clase trabajadora, al perder su conciencia de clase, se convierte en presa fácil de aquellos que prometen devolver un sentido de pertenencia y seguridad, pero a costa de la solidaridad y la justicia social.
Es imperativo recuperar y reforzar la identidad de la clase trabajadora para combatir estos peligros y proteger los derechos y dignidad de todos los trabajadores .
Este 9J recuerda lo que eres.
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JAVIER FERNÁNDEZ QUESADA
"Memoria viva"
El 12/12/1977 caía asesinado Javier Fernández Quesada. Los hechos fueron ampliamente documentados. Se estableció una comisión de investigación, pero el crimen quedó impune.
En el aniversario del asesinato del estudiante Javier Fernández Quesada, los sindicatos, Alternativa SOC, CGT, Federación Sindical Canaria, Intersindical Canaria, Cobas, Sindicato Unificado de Guaguas y Asamblea 7 Islas Sanidad recordamos aquellos hechos como parte de la memoria colectiva que conforman la historia de la lucha de la clase obrera canaria.
El 12 de diciembre de 1977 estaba convocada una huelga laboral de sectores en lucha en Tenerife a la que se había sumado el estudiantado de la Universidad de La Laguna que paraliza la actividad académica y se suma a piquetes y a la movilización en la calle. Era un momento de auge de las luchas obreras y populares. Transportes de Tenerife, S.L, propiedad de Leoncio Oramas, estaba en
huelga desde el 13 de octubre, a la que se unieron el sector obrero de Tabacos y Frío (Frigoríficos) La movilización estaba convocada por la Confederación Canaria de Trabajadores (CCT), la ATTyD,
la FASOU (más tarde CANC actualmente INTERSINDICAL CANARIA) el Sindicato Obrero Canario (SOC), (incorporado también a la actualidad en las siglas de IC) agrupados en la Asamblea de Sectores en Lucha, que convocó huelga general de solidaridad el 12 de diciembre.
Eran los tiempos de los Pactos de la Moncloa suscritos por las direcciones estatales de CCOO y UGT, mediante los que se imponía la moderación salarial frente a la alta inflación, firmando acuerdos salariales muy por debajo de la subida oficial del IPC. Los sectores en lucha y los sindicatos que impulsaban la lucha se habían desmarcado de los referidos Pactos de la Moncloa y luchaban por la recuperación del poder adquisitivo de los salarios.
En aquel 12 de diciembre de 1977 irrumpía disparando en el campus central de la Universidad de La Laguna una veintena de guardias civiles, que realizaron hasta 200 disparos en todas las direcciones. Uno de los disparos abatió al estudiante de Biológicas, Javier Fernández Quesada quien se encontraba en el pórtico del centro docente, muriendo en el acto, tras atravesarle un proyectil en el corazón. Este crimen de estado del que ahora se conmemora el 46 aniversario, quedó en la más absoluta impunidad y del que fueron directos responsables políticos Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior de la UCD y Luis Mardones Sevilla, gobernador Civil de Tenerife y luego diputado de Coalición Canaria y su portavoz en el Congreso. Los testimonios sobre los hechos fueron numerosos. El documental “Quesada, la verdad del silencio” presentado estos días nos rememora e informa a fondo sobre aquellos hechos.
Javier Fernández Quesada es un símbolo tanto del estudiantado como del movimiento obrero canario que lo han mantenido en su recuerdo. Hoy a 46 años del asesinato de Javier, seguimos reivindicando su memoria y aquella jornada en la que el estudiantado se unió a la lucha obrera.
Y decir que cada Primero de Mayo desde hace muchos años, la Federación de Transporte de Intersindical Canaria le hace un sencillo pero emotivo homenaje al Estudiante Javier Fernández Quesada, en el parque que lleva su nombre ( lo luchamos en el Ayuntamiento de La Laguna estando CC y conseguimos que ese parque llevará su nombre y donde se colocó un sencillo monolito), asi mismo, también en el hall de la Universidad de La Laguna donde existen placas conmemorativas.
Canarias, a 11 de diciembre de 2023
Ni olvido, ni perdón, justicia y reparación. La lucha sigue.
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Estoy condenada a que todo me afecte
Estoy condenada a sentir vergüenza, miedo y timidez con cada acción individual y colectiva... sea propia o ajena...
Estoy condenada a escribir para desahogarme, y compartirles lo que no comprenden, ni yo comprendo...
Estoy condenada a fingir mi felicidad, para no incomodar a los demás con su normalidad
Estoy condenada a que en mi piel se suscriban sus estructuras sociales de poder y mandato de género... su vida misma, su proyección sobre lo que es y no es...
Pero yo no me condenó a mi misme, lo hace las formas de existencia en esta modernidad construida para el servicio de una clase social...
Aquella que se resiste a los cambios y la libertad... A la que no quiero pertenecer y no quiero que me ubiquen...
Y sobretodo, yo no te condenó a nada de eso, pero si te identifico como tú lo has hecho conmigo... Y en este andar, aprendo a no hacerlo para que tú libertad y la mía sean congruentes con la sinergia de esta realidad que compartimos.
Título: Mandato de Libertad
-Cosita Seria
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544- Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”
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José Luis Hoyo: recuerdos del mentor que marcó mi vida
En un viejo videocasete de mi boda, todavía se puede observar a José Luis Hoyo, mi profesor y mentor, platicando con mi abuela. Para mí, el haberlo invitado y que hubiese asistido fue uno de los mayores honores que pude recibir ese día. Para él, luego deduje, esa boda judía estaba llena de aspectos sociales que él quería explorar. “Me acuerdo mucho de tu boda”, me escribió años más tarde, “pues asistir al rito de tu religión fue algo inusitado para mí. Debo confesarte que, en contraste con las ceremonias católicas, aquello me pareció una fiesta colectiva, pues todo mundo hablaba en voz alta y a la pareja no parecían prestarle mayor atención”. Uno de esos aspectos que yo sabía le llamarían la atención era la lengua con la que mi abuela hablaba. Yo le expliqué que ella, viniendo de Turquía y Marruecos, permaneció expresándose, mayormente, en el judeoespañol de su infancia, así que los presenté y sostuvieron una buena conversación que, por alguna razón, la cámara y su memoria rescataron. “Disfruté mucho la cena, en la que pude conversar con tu abuelita que hablaba un perfecto español clásico del S. XVI”. El video, como si fuera ayer, sigue mostrando sus ojos, sus risas, y a mi abuela hablando con un personaje a quien jamás había visto ni volvería a ver.
Por esos años, José Luis me estaba capacitando como profesor. Me había abierto las puertas de sus aulas en la Ibero y en la UNAM. Era aquel complicado 1994. El año del zapatismo, el de las cartas del “Sup” que devorábamos sin parar; el año de los asesinatos políticos, el del “choque de las locomotoras”. El año del error de diciembre. “Los demonios andan sueltos”, recuerdo fotográficamente a José Luis Hoyo afirmar en uno de los salones de la UNAM en donde yo le asistía. Lo dijo al día siguiente del magnicidio de Colosio y muchos meses antes de que también lo dijera Mario Ruiz Massieu por otro de los asesinatos políticos de ese mismo año, el de su hermano. Yo tenía 25, y no puedo olvidar la voz de mi mentor, mezclando la teoría política clásica con el análisis de una coyuntura que para nosotros apenas se comenzaba a dibujar.
Así estaba yo un día, pleno de emoción cuando el teléfono viejo de la casa de Castro, el de la cocina, sonaba con fuerza para anunciarme que me necesitaba para una clase. Otro día, encargado completamente de su curso en la UNAM: “Aún no me perdono haberte dejado solo frente al terrible grupo de la Facultad, pero creo que fue tu mejor aprendizaje”. Otro más, tomando con él un curso extracurricular en la Facultad, sobre Niklas Luhmann. Y al otro, completamente extraviado.
Me perdí. Me perdí, durante muchos años de la ruta que juntos habíamos trazado para mí, y me perdí de él.
Hace unos días, José Luis Hoyo se marchó de este mundo. Henio, su hijo, tuvo la gentileza de informármelo porque sabía lo mucho que le apreciaba. Pero no sé si aprecio es lo que definía mi relación con mi mentor. Era otra cosa, mucho más honda. Era más bien un sentimiento de haberle quedado a deber. A la vez, el agradecimiento de que el haber tenido tan presente a su figura, con todo lo que ella representaba, resultó una inspiración fundamental para recuperar la brújula y regresar a los lugares que construí a su lado. Porque la mía es una historia de retorno. Y en ese retorno, la imagen de José Luis Hoyo me es central. Es algo como estar leyendo, muchos años después del abandono, a esos autores que sabía que él quería que yo leyera, y conversarlos con esa presencia que conservé a mi lado desde entonces.
Una tarde, más de una década después, me percaté de que, tras todo ese tiempo, la vida me había regresado a estudiar justo eso que José Luis me había pedido estudiar. Recuerdo haber sentido nuevamente ese placer intelectual que solo con él se podía compartir. El mismo de cuando, tanto tiempo atrás, expusimos mi equipo y yo, en su clase, el “Dieciocho Brumario”. El de cuando le mostré cómo estaba aplicando Weber a mi análisis del crecimiento en China para mi tesis. El placer de sentirle satisfecho con lo que yo le decía. Fue un poco eso, y el sentido del deber que tenía con él, el que me hizo escribirle una carta en 2008 sin saber siquiera la dirección a la que había que enviarla. Recuerdo este impulso por hacerle saber que finalmente estaba cumpliendo con lo que yo pensaba que él esperaba de mí.
“Mi desempeño como profesor tiene pocas –¿o más bien muchas?— satisfacciones”, me respondió, “pero leer tu carta ha sido desde luego una de las más gratas. Rara vez puede uno medir como profesor el alcance de las propias enseñanzas, pues aun cuando luego encuentra uno a los antiguos alumnos en cargos académicos, públicos o de elección popular, nunca se sabe a ciencia cierta en qué medida incidió uno como profesor en sus actitudes y comportamiento futuro. Pero, en fin, tu carta viene a confirmarme que la docencia valió la pena y que cuando me vaya de este mundo podré irme con la conciencia tranquila y con la satisfacción del deber cumplido”.
No me cabe duda de que, en esta vida, tengo a muchas personas a quienes debo mucho. Pero lo de José Luis Hoyo es diferente, especial. Se parece más a querer recuperar la emoción del sonido del teléfono de la cocina, la sensación de su sonrisa cuando después de algunas horas, finalmente creíamos estar descifrando a Luhmann, el sentimiento de preocupación divertida, cuando en medio de su pena traviesa, me dejó a 120 estudiantes a mi cargo. El sentimiento de que tengo tantas otras cosas que decirle. El vacío que me queda. El compromiso de estar a la altura.
Instagram: @mauriciomesch
TW: @maurimm
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De vuelta al ruedo
Pasaron tantas cosas desde Enero hasta ahora que nose muy bien por donde empezar,así que este escrito no tendrá un orden cronológico. Me fui hace varias semanas de las redes, de mis grupos de Whats, de mis amistades, de todos lados. Menos de mi familia. Es hermosa la red de contención que tengo y un día simplemente deje de evadirme a mi misma y decidí hacerme cargo de mis problemas. Dejé de recargarme de tareas, de cosas que me exceden, de lo que no puedo controlar, pero especialmente de las distracciones, de todo aquello que haga perder el foco. En los momentos más oscuros (hubo varios) estuvieron quienes tenían que estar, quienes no la verdad no me importa. No de una forma malvada y vengativa. Entendí que mi forma de dar amor no es recíproca y que tengo que enfocarme en quienes si y quienes no igual les amo porque soy así y entiendo que no siempre voy a tener a mis salvavidas las 24 hs del día. Estoy en ese punto, donde tengo que aprender a rescatarme sola. Que difícil se me hace este tramo. Pero soy yo misma. Intensa, amorosa, pasional e hiperactiva. Lamentablemente eso hace que el dolor y la angustia también lo viva con la misma intensidad. Vivo en un estado de ciclotimia e hiperactividad constante. Lo increíble es que teniendo hipotiroide esto no tendría que ser así, lo llamo "la magia de la levotiroxina". Me enfrente a mis miedos más profundos y entendí que solo mi mente los agranda. Chris conoció a su papá y están en vías de entablar una relación. Años llorando por este suceso, por como iba a ser. No fue bueno ni malo, es lo que es (una parte de mi diría "un impresentable", pero me dio a la primera razón de mi existir) y la comunicación no es violenta ni agresiva, desde ambas partes, estamos viendo como desarrollamos un entorno de amor y respeto para que C mejore y sea un niñe feliz. Es lo único que importa. Por otro lado, estoy disfrutando mi carrera y haciendo ejercicios de exposición a la ansiedad. Que difícil etapa. Lo gracioso de la situación es todo lo que hago para evitar llorar y desviar mi angustia, para terminar llorando de todas formas y descubrir que la angustia es un motor interesante para implementar cambios y hacer revoluciones. Nadie hizo una revolución tomando mates en su casa estando completamente feliz. La lucha de clases es el motor de la historia diría Marx. Yo lo cambiaria por: la angustia es el motor de la historia. No solo la colectiva, sino la individual. Por eso las mejores obras salen de nuestros peores momentos. No hay que tenerle miedo a la angustia, hay que escucharla, entender que nos dice, y no huir del dolor, es inevitable. Lo importante es que hacemos eso. Pd: Entendí porque no quiero volver a las redes. Realmente desde que me fui y apago el celular, descubrí que tengo mas horas en el día y puedo hacer muchas cosas. Estaba usando el cel como vía de escape y no me siento lista para volver. Aunque parte de la terapia es hacerlo de a poco. También descubrí que al no hablar por texto, tuve que empezar a hacerlo oralmente, eso me llevo a entablar muchas charlas con personas reales, por fuera de la pantalla y estoy con personas constantemente, al punto que mi círculo (para mi sorpresa) se agrando bastante y como hablo hasto por los codos me es más fácil hablar que escribir. Cosa que antes no me parecía posible. De hecho este texto no lo escribí en la plataforma. Simplemente estoy haciendo la prueba de entrar y ver cuanto tiempo me quedo. Por ahora, gana el mundo real, el que puedo ver, tocar y disfrutar.
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Debord sobre el anarquismo
Es en la lucha histórica misma que es necesario realizar la fusión del conocimiento y de la acción, de tal manera que cada uno de los términos coloca en el otro la garantía de su verdad. La constitución de la clase proletaria en sujeto, es la organización de las luchas revolucionarias y la organización de la sociedad en el momento revolucionario: es allí que deben existir las condiciones prácticas de la conciencia, en las cuales la teoría de la praxis se confirma deviniendo teoría práctica. Sin embargo, esta cuestión central de la organización fue la menos examinada por la teoría revolucionaria en la época en que se fundaba el movimiento obrero, es decir, cuando esta teoría poseía aun el carácter unitario que le viene del pensamiento de la historia (y que ella se había dado justamente como tarea desarrollar hasta una práctica histórica unitaria).
Es, por el contrario, el lugar de la inconsecuencia para esta teoría, al admitir como suyos los métodos de aplicación estatales y jerárquicos retomados de la revolución burguesa. La formas de organización del movimiento obrero desarrolladas sobre esta renuncia de la teoría han tendido a impedir el mantenimiento de una teoría unitaria, disolviéndola en diversos conocimientos especializados y parcelarios. Esta alienación ideológica de la teoría no puede ya entonces reconocer la verificación práctica del pensamiento histórico unitario que ella traicionó, cuando tal verificación surge en la lucha misma de los obreros. Ella solo puede participar en la represión de su manifestación y su memoria. Sin embargo, estas formas históricas surgidas de la lucha son justamente el medio práctico que faltaba a la teoría para ser verdadera. Ellas son una exigencia de la teoría, pero que no había sido formulada teóricamente. El soviet no fue un descubrimiento de la teoría. Y, en ese entonces, la más alta verdad teórica de la Asociación Internacional de los Trabajadores era su propia existencia práctica.
Los primeros éxitos de la lucha de la Internacional la conducían a liberarse de las influencias confusas de la ideología dominante que subsistían en ella. La derrota y la represión que encontró luego hicieron pasar al primer plano un conflicto entre dos concepciones de la revolución proletaria que contienen ambas una dimensión autoritaria por la cual la autoemancipación consciente de la clase es abandonada. En efecto, la disputa que se tornó irreconciliable entre los marxistas y los bakuninistas era doble, referida a la vez al poder en la sociedad revolucionaria y a la organización presente del movimiento; y pasando del uno al otro de estos aspectos, las posiciones de los adversarios se invierten.
Bakunin combatía la ilusión de una abolición de las clases que resultase del uso autoritario del poder estatal, previendo la reconstitución de una clase dominante burocrática y la dictadura de los más sabios o de aquellos que serían tenidos por tales. Marx, que creían que una maduración conjunta e inseparable de las contradicciones materiales y de la educación democrática de los obreros reduciría el rol de un Estado proletario a una simple fase de legalización de las nuevas relaciones sociales que se impondrían objetivamente, denunciaba en Bakunin y en los partidarios de este el autoritarismo de una élite conspirativa que se había puesto deliberadamente por encima de la Internacional y formaba el proyecto extravagante de imponer a la sociedad la dictadura irresponsable de los más revolucionarios, o de aquellos que se habrían designado ellos mismos como tales. Bakunin reclutaba efectivamente a sus partidarios en esta perspectiva: "Pilotos invisibles en medio de la tempestad popular, nosotros debemos dirigirla, no gracias a un poder ostensible sino gracias a la dictadura, sin ninguna de las apariencias del poder, colectiva de todos los aliados".
Así se opusieron dos ideologías de la revolución obrera conteniendo cada una una crítica parcialmente verdadera, pero perdiendo las dos la unidad del pensamiento de la historia e instituyéndose ellas mismas como autoridades ideológicas.
El hecho de ver el objetivo de la revolución proletaria como inmediatamente presente constituye a la vez la grandeza y la debilidad de la lucha anarquista real (no individualista). Del pensamiento histórico de las luchas de clases modernas, el anarquismo colectivista retiene únicamente la conclusión, y de su exigencia absoluta de esta conclusión se traduce igualmente en su menosprecio deliberado del método. Así, su crítica de la lucha política fue abstracta, mientras que su preferencia por la lucha económica no se afirmó ella misma más que en función de la ilusión de una solución definitiva lograda de un solo golpe en este terreno, el día de la huelga general o de la insurrección. Los anarquistas tienen un ideal que realizar. El anarquismo es la negación aun ideológica del Estado y de las clases, es decir, de la condiciones sociales mismas de la ideología separada.
Es la ideología de la pura libertad que nivela todo y que desecha toda idea del histórico. Este punto de vista de la fusión de todas las exigencias parciales ha dado al anarquismo el mérito de representar el rechazo de las condiciones existentes para el conjunto de la vida, y no en torno a una especialización crítica privilegiada; pero esta fusión habiendo sido considerada de manera absoluta, según el capricho individual, antes de su realización efectiva, ha condenado también al anarquismo a una incoherencia demasiado fácil de comprobar. Al anarquismo no le queda más que repetirse, y reponer en juego en cada lucha su misma simple conclusión total, porque esta primera conclusión estaba desde el principio identificada al resultado integral del movimiento. Bakunin podía pues escribir en 1873: "En los últimos nueve años se han desarrollado en el seno de la Internacional más ideas de las que son necesarias para salvar al mundo, si las ideas solas pudieran salvarlo, y yo desafío a cualquiera de inventar una nueva. El tiempo no se presta más a las ideas, sino a los hechos y los actos". Sin duda esta concepción conserva del pensamiento histórico del proletario esta certeza que las ideas deben llegar a ser prácticas, pero abandona el terreno histórico al suponer que las formas adecuadas de tal pasaje a la práctica han sido encontradas y no variarán más.
Los anarquistas que se distinguen explícitamente del movimiento obrero por su convicción ideológica van a reproducir entre ellos esta separación de capacidades, al ceder un terreno favorable a la dominación informal, sobre toda organización anarquista, de los propagandistas y defensores de su propia ideología; especialistas tanto más mediocres en regla general que su actividad intelectual se propone principalmente la repetición de algunas verdades definitivas. El respeto ideológica de la unanimidad en la decisión ha favorecido más bien la autoridad incontrolada, en la organización misma, de especialistas de la libertad. El anarquismo revolucionario espera del pueblo liberado el mismo tipo de unanimidad, obtenida por los mismos medios. Por otro lado, el hecho de no querer considerar la oposición de las condiciones entre una minoría agrupada en la lucha actual y la sociedad de los individuos libres ha alimentado una permanente separación de los anarquistas en el momento de la decisión común.
Fragmento de "El proletariado como sujeto y como representación", en La sociedad del espectáculo.
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